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Full text of "Historia General y Natural de las Indias, islas y tierra-firme del Mar Océano"

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UVG 


DONACIÓN 
A  LA  COLECCIÓN  SHOOK  EN 

MEMORIA  DEL 

DR  EDWIN  M.  SHOOK 


DONANTE. 

Dr.  \\\>9h  Popenoc 


W0 


£a  tjistovia  ©mcral  v  Natural 
De  3ní>ia6. 


Digitized  by  the  Internet  Archive 
in  2013 


http://archive.org/details/historiageneral02fernguat 


HISTORIA 

GENERAL  Y  NATURAL  DE  LAS  INDIAS, 

ISLAS  Y  TIERRA-FIRME  DEL  MAR  OCÉANO, 

POR 

EL  CAPITAN  GOMALO  FERNANDEZ  DE  OVIEDO  Y  VALDÉS, 

PRIMER  CRONISTA  DEL  NUEVO  MUNDO. 


PUBLÍCALA  LA  REAL  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA, 

 ¡JADA  CON   EL  CÓDICE  ORIGINAL,  ENRIQUECIDA  CON  LAS  ENMIENDAS  Y  ADICIONES  DEL  ALTOR, 

É  ILUSTRADA  CON  LA  VIDA  T  EL  JUICIO  DE  LAS  OBRAS  DEL  MISMO 

POR 

D.  JOSÉ  AMADOR  DE  LOS  RIOS, 

Ijulmduu  de  Número  de  dnlio  Cuerpo ,  Catedrático  de  Ampliación  de  la  Literatura  Española  en  la  Universidad  de  esta  Córte,  etc. 


TOMO  SEGUNDO  DE  LA  SEGUNDA  PARTE, 

TERCERO  DE  LA  OBRA. 


MADRID. 

IMPRENTA  DE  LA  REAL  ACADEMIA  DE  LA  HISTORIA. 

k  CKKúfl  DE  JOSE  RODBIOCEÍ,  CALLE  DE  «AS  TICSSTI  "Ui,  1CM.  7*. 

1853. 


BIBLIOTECA 

RETIRA  DO  mmhí  ¡jei  m   >■,  Mima 

"Büliotew  Buiiersidad  del  Valle" 


ADVERTENCIA. 


Como  dejamos  notado  en  el  tomo  anterior,  compréndense  en  el  presente  los 
nueve  últimos  libros  de  la  segunda  parte  de  la  Historia  general  de  Indias,  cuyo 
volumen  justifica  la  formación  de  uno  y  otro.  Pero  esta  división  no  es  hija  sola- 
mente de  la  necesidad  de  sujetar  a  formas  regulares  la  obra  de  Oviedo  en  está 
edición ,  única  completa  de  dicha  historia  :  el  mismo  autor  hubo  de  reconocer  que 
era  imposible  encerrar  en  un  solo  volumen  toda  la  segunda  parte,  cualquiera  que 
fuese  la  impresión  de  ella ,  y  no  vaciló  en  darle  una  división  conveniente ,  que  es 
por  cierto  la  ahora  adoptada.  Se  han  cumplido  en  consecuencia  los  deseos  del  pri- 
mer cronista  de  Indias,  respecto  de  este  punto,  conforme  al  códice  autógrafo  que 
ha  servido  de  texto ,  al  cual  debia  extrictamente  ajustarse  la  Academia. 

En  este  segundo  tomo  se  sigue  el  mismo  orden  que  hemos  reconocido  ya  en  el 
anterior  sobre  la  manera  de  exponer  los  hechos.  Mas  si  presentando  los  que  cons- 
tituyen la  historia  especial  de  cada  gobernación ,  logra  el  cronista  tener  abier- 
ta siempre  la  narración,  para  acumular  nuevos  acontecimientos,  se  vé  forzado 
con  frecuencia  á  recorrer  el  mismo  espacio,  quitando  á  su  obra  la  trabazón  y 
enlace  propios  de  este  linaje  de  tareas.  Verdad  es  que  ni  hubiera  podido  Ovie- 
do llevarlas  á  cabo  de  otra  manera,  con  los  medios  que  tenia  á  su  alcance ,  ni  á 
haberlo  pretendido,  se  ofrecería  al  estudio  la  Historia  general  de  Indias  con  la 
claridad  que  hoy  presenta,  abarcando  tantos  y  tan  varios  sucesos,  narrados  por 
un  actor  y  testigo,  y  careciendo  por  tanto  de  aquella  cohesión  y  unidad  que  so- 
lo pueden  tener  los  trabajos  históricos ,  cuando  ha  trascurrido  ya  el  tiempo  su- 
ficiente para  juzgar  los  hechos  por  sus  naturales  resultados  y  bajo  un  punto  de 
vista  verdaderamente  sintético.  La  gran  ventaja  del  método  de  Oviedo  consiste  á 
pesar  de  todo  en  que ,  si  no  puede  esta  parte  de  su  obra  ser  considerada  como 
una  historia  que  llene  todas  las  condiciones  del  arle ,  conserva  todo  el  interés  de 
unas  memorias  contemporáneas ,  donde  hablan  los  mismos  personajes  y  explican 
por  sí  los  acontecimientos  en  que  intervienen,  pues  que  solo  en  las  cartas,  real- 


VI  ADVERTENCIA. 

ciones  ó  informes  do  los  gobernadores,  capitanes,  religiosos  y  magistrados  se  fun- 
da esta  peregrina  narración  histórica. 

Conforme  á  este  método,  abraza  pues  el  libro  XXIX,  primero  de  esle  volu- 
men ,  lodo  lo  ocurrido  en  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro  desde  que  Vasco 
Nuñez  de  Balboa  se  alzó  con  el  dominio  de  Nuestra  Señora  de  la  Antigua  del  Da- 
rien  basta  que  pasó  á  aquellas  regiones,  para  lomar  residencia  al  licenciado  Pero 
Vázquez,  el  doctor  Robles.  La  parle  más  principal  de  este  libro  es  sin  duda  la 
concerniente  al  mando  de  Pedrarias  Dávila ,  uno  de  los  capitanes  que  más  desa- 
ciertos é  injusticias  cometieron  en  el  Nuevo  Mundo,  y  único  despoblador  de  Sania 
Maria  de  la  Antigua.  Con  las  de  este  desalentado  gobernador  están  estrechamen- 
te enlazadas  las  aventuras  de  Oviedo,  durante  la  época  en  que  aparece  como  ac- 
tor en  la  conquista.  De  las  penalidades  y  desgracias  que  le  sobrevienen,  como 
inevitable  consecuencia  de  la  enemistad  del  Pedrarias ,  queda  ya  hecha  opor- 
tuna mención  en  la  Vida  y  cscrilos  del  primer  cronista  de  Indias,  trabajo  que  pre- 
cede á  la  presente  publicación.  Trás  la  narración  de  los  hechos  relativos  á  la  con- 
quista, se  dan  curiosos  é  importantes  pormenores,  asi  respecto  de  las  minas  de 
oro  y  pesquerías  de  perlas,  como  de  las  costumbres,  funerales,  ceremonias,  su- 
persticiones y  creencias  de  aquellos  indios,  que  lan  de  cerca  estudió  Oviedo.  El 
libro  termina  con  la  noticia  de  los  capitanes  particulares,  que  siguieron  las  hue- 
llas del  Pedrarias,  Pedro  de  los  Rios  y  otros  gobernadores,  hallando  desastroso 
fin  en  pago  de  sus  Uranias  y  crueldades. 

El  siguiente  trata  de  la  gobernación  de  Cartagena  desde  la  empresa  malha- 
dada de  Diego  Gutiérrez  basta  la  no  más  afortunada  expedición  que  en  154G  en- 
vió el  almirante  don  Luis  Colon  á  dicha  provincia,  bajo  la  conducta  de  Cristó- 
bal de  Peña.  El  cronista  pensó  continuar  esta  parte  de  su  historia  con  la  sucesiva 
relación  de  los  acaecimientos  que  fueran  llegando  á  su  noticia,  según  en  su  lu- 
gar irá  advertido  (pág.  183). 

La  gobernación  de  Honduras  es  objeto  del  libro  XXXI ,  más  extenso  qué  el 
anterior  y  mucho  más  interesante  por  los  peregrinos  datos  que  en  él  recogió 
Oviedo  respecto  de  los  primeros  pobladores  de  la  ciudad  de  Trujillo,  y  sobre  todo 
de  las  disensiones  y  sangrientos  disturbios  que  en  ella  ocurrieron  entre  Vasco  de 
Herrera,  Diego  Méndez  y  Andrés  de  Cereceda.  La  descripción  de  esta  comarca, 
cuya  gobernación  se  reunió  con  la  de  Yucatán  por  mandado  del  Consejo  Real  de 
las  Indias  en  1539,  la  enumeración  de  sus  minas  de  plata  y  oro,  asi  como  de  los 
animales,  aves,  plantas  especiales  y  otros  productos  de  la  naturaleza  forman  los 
últimos  capítulos,  donde  se  narra  también  la  avenencia  lomada  por  los  adelan- 
tados don  Francisco  de  Montejo  y  Pedro  de  Alvarado ,  últimos  capitanes  que 
hasta  el  año  en  que  Oviedo  da  fin  á  su  libro,  entendieron  en  aquella  conquista. 

La  de  Yucatán,  unida  como  va  dicho  á  la  de  Honduras,  se  refiere  en  el  XXXII, 
ampliando  lo  dicho  en  el  XVII  de  la  primera  parte ,  relativo  al  descubrimiento  de 
aquella  comarca,  y  recogiendo  nuevas  y  más  peregrinas  noticias  respecto  de  su 
riqueza  y  variedad  grande  de  producciones.  Las  aventuras  del  adelantado  don 


ADVERTENCIA.  VII 

Francisco  Monlejo,  hasla  poblar  á  Salamanca  y  Ciudad-Real,  y  el  mal  éxilo  de  las 
expediciones  de  Alonso  Dávila,  su  teniente,  son  materia  de  la  mayor  parte  de 
este  libro,  donde,  como  en  toda  la  Historia  de  Indias,  aparece  de  relieve  el  he- 
riosmo  de  los  españoles,  cuyo  sufrimiento  raya  en  los  límites  de  lo  inverosímil. 

El  libro  XXXIII  está  exclusivamente  destinado  á  la  Nueva  España,  formando 
la  parle  principal  de  este  tercer  volumen.  Válese  Oviedo,  para  trazar  la  historia  de 
aquella  extraordinaria  conquista,  de  diferentes  documentos,  cuyo  distinto  origen 
manifiesta  el  afán  que  tenia  por  decir  la  verdad ,  á  despecho  de  cuantos  intereses 
pugnáran  por  estorbarlo.  Las  cartas  de  Hernán  Cortés,  dirigidas  al  Emperador  y 
publicadas  hasla  nuestros  dias  diferentes  veces,  son  las  primeras  fuentes  á  que  acu- 
de Oviedo,  llevado  de  aquel  propósito;  y  ampliadas  dichas  relaciones  con  las  de 
Alvarado,  uno  de  los  más  distinguidos  capitanes  de  la  Nueva  España,  Diego  Godoy, 
no  menos  informado  de  lo  que  en  su  conquista  acaece,  y  otros  caballeros é  hidal- 
gos, actores  también  en  aquellos  memorables  sucesos,  recurre  el  cronista  á  otro 
linaje  de  testigos ,  tales  como  fray  Diego  de  Loaysa ,  de  la  Orden  de  Predicado- 
res, don  Antonio  de  Mendoza,  primer  virey  de  Méjico  (con  quien  sostiene  curio- 
sa correspondencia,  de  que  ofrece  en  dos  cartas  interesante  muestra)  y  el  hidalgo 
Juan  Cano ,  marido  de  doña  Isabel  de  Molezuma ,  y  vecino  de  la  capital  de  Nueva 
España.  De  esta  diversidad  de  informaciones  que  amplia  á  otras  particulares,  cu- 
yos autores  no  menciona  por  sus  nombres,  pretende  Oviedo  sacar  la  luz  históri- 
ca que  lia  menester  para  acallar  su  conciencia,  siendo  en  verdad  de  suma  im- 
portancia, aun  después  de  los  estudios  hechos  sobre  el  imperio  mejicano  ,  la  mul- 
titud de  noticias  y  los  contradictorios  juicios  sobre  la  conquista ,  que  acopió 
en  esta  parle  de  sus  historias.  No  puede  negarse  que  el  libro  XXXIII ,  por  re- 
producirse una  y  otra  vez  la  narración  de  unos  mismos  sucesos ,  carece  de  la 
unidad  necesaria  á  esta  manera  de  trabajos ;  pero  si  bajo  este  punto  de  vista  me- 
ramente literario  es  Oviedo  digno  de  censura,  lo  es  asimismo  de  alabanza  por  la 
solicitud  con  que  atiende  á  inquirir  la  exactitud  histórica ,  punto  principal  á  donde 
encaminaba  lodos  sus  pasos.  Justo  es  por  tanto  dejar  asentado  que  la  conquista  de 
la  Nueva  España  recibe  nuevas  y  muy  claras  ilustraciones  con  la  publicación  de 
este  libro.  ' 

El  XXXIV  habla  de  la  gobernación  de  Nueva  Galicia,  llamada  por  los  natu- 
rales Xalisco.  Fué  esta  comarca  conquistada  por  Ñuño  de  Guzman,  gobernador  de 
Méjico,  célebre  en  la  historia  de  Indias,  no  tanto  por  su  valor  como  por  sus 
crueldades.  Sus  expediciones  y  las  de  sus  tenientes  ocupan  los  ocho  primeros  ca- 
pítulos de  este  libro,  ofreciendo  el  IX,  último  de  todo  él,  noticia  de  los  licen- 
ciados Lebrón,  Sepúlveda  y  Contreras,  que  fueron  á  poner  enmienda  en  los  desa- 
ciertos de  Ñuño  de  Guzman,  por  mandado  de  la  Audiencia  de  Santo  Domingo. 

Dáse  en  el  libro  XXXV  conocimiento  de  la  gobernación  del  rio  de  Panuco,  cu- 
yas lagunas  fueron  pobladas  por  disposición  é  industria  de  Hernán  Cortés ;  y  se 
refieren  menudamente  las  desventuras  de  Panfilo  de  Narvaez  y  los  que  le  siguie- 
ron en  su  malhadada  expedición  al  rio  de  las  raimas.  Pero  esta  relación  no  pre- 


VIII 


ADVERTENCIA. 


sentó  en  liempo  de  Oviedo  la  novedad  que  las  de  otros  sucesos,  por  haber  sido 
dublicados  ya,  cuando  escribió  este  libro ,  los  Naufragios  de  Alvar  Nuiiez  Cabeza 
de  Vaca ,  tesorero  de  la  armada  de  Panfdo  de  Narvaez ,  y  uno  de  los  que  más 
padecieron  entre  los  indios.  Inserta  en  el  tomo  I  de  los  Historiadores  primitivos 
de  las  Indias  Occidentales  formada  por  Barcia,  no  ofrece  tampoco  en  nuestros 
dias  mucho  interés  para  los  que  conozcan  aquella  colección ;  y  sin  embargo  con- 
viene observar  que  Oviedo  añadió  algunos  pormenores  y  circunstancias  impor- 
tantes ,  trasmitidos  por  Alonso  del  Castillo  y  Andrés  de  Orantes ,  compañeros  de 
Cabeza  de  Vaca  en  sus  penalidades  é  infortunios. 

El  libro  XXXVI  trata  de  la  gobernación  de  la  Florida,  cuyo  descubrimien- 
to narró  ya  Oviedo  en  el  XVII ,  comprendiendo  en  el  mismo  las  memorables  ex- 
pediciones de  Hernando  de  Soto,  hasta  su  desastrosa  muerte.  Por  esta  causa  se 
contrae  el  cronista  á  presentar  en  esta  parte  algunos  pormenores,  que  si  bien  dan 
mayor  esclarecimiento  a  la  historia,  sirven  más  principalmente  para  la  prosecución 
del  método  por  él  establecido  en  la  manera  de  exponerla.  Este  libro  comprende 
solo  dos  capítulos. 

Cuatro  son  los  que  encierra  el  XXXVII ,  que  tiene  por  objeto  la  provincia  de 
Chicora  ó  Gualdape,  cuyas  soñadas  riquezas  arrastraron  al  licenciado  Lúeas 
Vázquez  de  Aillon  á  una  perdición  segura.  Solo  el  conocimiento  de  algunas 
producciones  naturales  fué  el  fruto  obtenido  por  los  que  siguieron  al  deslum- 
hrado Aillon  en  su  mal  trazada  empresa,  cuya  relación  trasmitieron  á  Oviedo 
fray  Antonio  Montesino,  fray  Antonio  Cervantes,  fray  Pedro  de  Estrada,  todos 
de  la  Orden  de  Predicadores ,  el  capitán  Francisco  Gómez ,  el  piloto  Pedro  de 
Quexo  y  otros  soldados  que  lograron  escapar  casi  milagrosamente.. 

El  libro  XXXVIII  es  una  disertación  geográfica ,  escrita  con  motivo  de  la  re- 
ciente publicación  de  Olao  Gotho  y  Juan  Magno ,  obispo  Upsalense.  Apoyado  en 
sus  tablas,  apunta  Oviedo  la  hipótesi  de  que  era  posible  la  unión  de  los  continen- 
tes europeo ,  asiático ,  africano  y  americano ,  hipótesi  racional ,  á  que  le  llevaba 
la  claridad  de  su  investigador  talento. 

Tal  es,  pues,  la  extensión  de  las  materias  contenidas  en  el  presente  volumen. 


Este  es  el  libró  décjmo  do  la  segunda  parte,  yes  el  vigéssimo  nono  de  la  tíenercu  y 
nuli/ral  Historia  de  las  Indias,  islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano,  el  qiial  traeta 
de  la  provincia  y  gobernación  de  Castilla  del  Oro ,  que  comunmente  se  suele  llamar 
Tierra-Firme. 


PROHEMIO. 


Cansado  quedará  el  Ietor  de  algunas  ma- 
terias de  las  que  hasta  aqui  avrá  leydo,  si 
su  lecion  ha  sido  continuada,  y  aun  indi- 
nado con  los  que  tractaron  la  muerte  al 
general  Diego  de  Xicuesa,  segundse  ha 
dicho  en  el  libro  precedente;  pero  en  este 
verá  la  justicia  de  Dios,  y  la  cuenta  que 
tuvo  para  punir  en  esta  vida  á  todos  los 
que  fueron  en  se  la  quitar ;  y  assi  se  debe 
presumir  que  como  justo  y  misericordioso 
se  ovo  Dios  con  los  delinqüentes ,  y  con  el 
que  pades'ció,  sin  lo  merescerálos  que  tan 
cruda  y  desapiadadamente  le  echaron  en 
un  bergantín  con  otros  trece  hombres  por 
la  mar ,  donde  nunca  mas  parescieron ,  ni 
se  supo  del  ni  dellos  cosa  cierta.  Entién- 
dolo  yo  desta  manera.  A  Diego  de  Nicuc- 
sa ,  como  hombre ,  no  le  faltarían  pecados 
TOMO  III. 


para  sus  trabaxos  y  muerte ,  y  ya  que  la 
ovo  de  tal  manera-,  es  de  pensar  el  que 
aquella  penitencia  y  exilio  mortal  proce- 
dió de  la  clemencia  divina  en  parte  satis- 
fatoria  de  sus  culpas  para  yr  mas  aparc- 
xado  en  la  vía  de  salvación;  y  téngolo  por 
cierto,  porque  de  personas  que  se  halla- 
ron pressentes  supe  que  le  oyeron  de$ir 
en  su  partida,  con  lágrimas,  llamando  á 
Dios:  Ostende  faciem  tuam,  et  sala'  cri- 
mus.  Muéstranos,  Señor,  tu  rostro,  y  se- 
remos salvos. 

Vasco  Nuííez  de  Balboa ,  Martin  de 
Camudio,  Lope  de  Olano,  Diego  Ribe- 
ro, el  bachiller  Diego  de  Corral,  Die- 
go Albitez,  Johan  de  Ezcaray.  Luis  de 
Mercado,  Alonso  Pérez  de  la  Rúa.  Her- 
nando de  Arguello,  escribano.  Luis  Bo- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tello,  Hernando  Muñoz,  Andrés  de  Yal- 
derrábano,  y  Francisco  Picarro,  que  des- 
pués fué  marqués  por  su  mal ,  y  le  mata- 
ron en  el  Perú,  como  se  dirá  en  la  terce- 
ra parte  destas  historias  ,  y  Esteban  Bar- 
raníes', y  otros  que  quedan  nombrados, 
de  quien  justa  querella  podrá  tener  Diego 
de  Nicuesa ,  y  que  todos  fueron  en  le  des- 
Iruir,  todos  ovieron  mal  fin  en  este  siglo 
para  que  assimesmo  tuviessen  menos  que 
purgar  en  la  otra  vida:  excepto  sino  fué, 
como  Sanct  Gregorio  dice  en  sus  Morales, 
comencar  á  pagar  acá  lo  que  acullá  en  el 
infierno  nunca  se  acaba  de  padescer.  Pe- 
ro como  está  enmedio  la  sangre  de  Jesu- 
Chripsto,  á  él  avrá  placido  que  en  esta 
vida  hayan  pagado  el  mal  que  hicieron, 
porque  mediante  la  divina  misericordia, 
pudiessen  conseguir  acullá  la  gloria  eter- 
na. Esto  verá  en  su  lugar  apuntado  quien 
continuare  la  Legión  de  los  dos  libros  pre- 
cedentes, y  en  aqueste  llegare  al  cabo. 

Desta  provincia  de  Castilla  del  Oro  fué 
el  primero  salteador  el  capitán  Johan  de 
la  Cosa ,  y  el  segundo  las  reliquias  del  ar- 
mada y  gente  de  Alonso  de  Ojeda ,  entre 
los  quales  quedó  por  capitán  primero  y 
alcalde  en  aquella  tierra  Vasco  Nuñez  de 
Balboa ,  el  qual  fué  un  hombre  hidalgo  na- 
tural de  Jerez  de  Badajoz,  criado  de  don 
Pedro  Puerto-Carrero ,  señor  de  Moguér, 
el  Sordo.  Después  de  Vasco  Nuñez,  go- 
bernador y  capitán  general,  Pedrarias 
Dávila,  natural  de.Segovia;  al  qual  sub- 
cedió  en  la  dicha  gobernación  un  cavalle- 
ro  de  Córdova,  llamado  Pedro  de  los 
Rios ,  al  qual  tomó  residencia  y  quedó  en 
el  oficio  el  licenciado  Antonio  de  la  Ga- 
ma: al  ligenciado  de  la  Gama  subge- 
dió  un  cavallero  de  Soria,  llamado  Fran- 
cisco de  Barrionuevo,  del  qual  se  tracto 
cu  la  primera  parte,  en  el  libro  V,  so- 
bre la  rebelión  del  cacique  don  Enrique. 
Después  de  Francisco  de  Barrionuevo, 


fué  por  juez  de  residencia  el  licenciado 
Pedro  Vázquez,  al  qual  subcedió  el  dotor 
Robles.  De  todos  estos  gobernadores  se 
tractará  en  este  libro  XXIX ,  y  de  otras 
particularidades  desta  provincia  de  Casti- 
lla del  Oro.  y  del  primero  descubrimiento 
de  la  mar  del  Sur.  y  de  los  ritos  y  geri- 
monias  de  los  indios,  y  de  sus  manteni- 
mientos, y  otras  muchas  cosas  convinien- 
tes  al  discurso  destas  historias:  de  las 
quales  algunas  con  brevedad  están  por  mí 
escripias  en  aquel  Reportorio  Sumario  que 
sé  imprimió  en  Toledo,  año  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  cinco  años  ;  pero  mas 
largamente  se  repetirán  aqui,  y  demás 
dellas  se  dirá  todo  lo  que  allí  se  dexó  de 
escrebir,  por  no  se  aver  sabido  algunos  en 
aquel  tiempo,  como  agora  se  saben,  y  la 
expiricneja  lo  ha  mostrado. 

También  se  Jiará  mención  del  principio 
del  descubrimiento  del  Perú,  fecho  pol- 
los capitanes  Francisco  Picarro  y  Diego 
de  Almagro :  y  mediante  el  divino  favor 
se  dirá  todo  lo  que  á  esta  gobernación  fue- 
re competente ,  porque  en  esta  provincia 
yo  fuy  veedor  de  las  fundiciones  del  oro 
é  oficial  de  Su  Magestad •algunos  años,  y 
tengo  noticia  particular,  como  testigo  de 
\  ista,  de  la  mayor  parte  de  quanto  aqui  se 
(pactare.  Tenga  por  aviso  y  verdad  el  le- 
tor,  questa  población  de  Castilla  del  Oro 
es  el  principio  y  fundamento  de  todo  lo 
que  en  la  Tierra-Firme,  assi  en  la  costa 
del  Norte  como  en  la  del  Sur,  está  des- 
cubierto y  poblado  de  chripstianos :  en  el 
qual  principio  pensó  Vasco  Nuñez,  con  sus 
cautelosas  formas ,  quedar  grand  señor, 
viéndose  capitán  principal  de  los  prime- 
ros pobladores  desta  gobernación,  porque 
sin  dubda  él  trabaxó  mucho  en  aquella 
tierra.  Pero  como  dice  Ciro  rey  de  los 
Persas,  sin  dubda  los  hombres  estiman 
que  sea  grande  cosa  adquirir  el  imperio; 
mas  ciertamente  muy  mayor  es  conser-" 


i    Xcoofonie,  lib.  V. 


DE  INDIAS. 

vario,  después  ques  adquirido,  porque 
quanto  mas  los  hombres  poseen,  tanto 
mayor  envidia  y  envidias  soportan,  y  ma- 
yor copia  de  enemigos  han,  máxime  aque- 
llos que,  como  nos,  por  fuerca  á  los  subdi- 
tos señorean.  El  que  sube  á  algún  seño- 
río mas  por  acaso  ó  favor  de  la  fortuna 
que  por  prudencia  y  virtudes,  ó  por  frau- 
des é  mañas,  sin  méritos,  no  puede  mu- 
cho permanescer  en  tal  estado.  Vicio  es 
de  natura  que  siempre  avernos  mucha 
confianza  en  las  cosas  no  probadas.  Assi 
lo  dice  aquel  grand  Julio  César  en  sus  Co- 
mentarios *,  y  aun  assi  le  acontesció  á  él  lo 
uno  y  lo  otro,  si  quisiéredes  oyr  a  los  que 
su  vida  y  (iIhii-  notaron;  pero  en  fin,  (oda 
la  vida  es  traba x o  en  tantoque  en  esta  car- 
ne mortal  estamos.  Noignoraba  esto  aquel 
-mirlo  Job,  quando  dixo  :  Milltia  est  vita 
hominis  super  terram  -.  Asdrubal  Gripho, 
embajador  de  los  Cartagineses,  dixo  á 
Cipion  :  i  Son  los  pueblos  naturalmente  in- 
clinados á  lo  peor,  y  aquello  ques  mas 
grato  á  la  multitud,  ha  lugar  mas  ayna  3. » 
V  assi  subcedióla  mudanga  del  estado  de 
Vasco  Nuñez  de  Balboa,  y  aun  de  otros 
gobernadores  que  después  del  goberna- 
ron ola  provincia;  porque  los  hombres, 
por  la  felicidad  nuevamente  adquirida, 
mas  soberbios  y  menos  cautos  suelen  ser 
las  mas  v  ec  es.  El  saber  no  viene  de  los 
hombres,  mas  de  Dios,  como  se  dice  en  el 
Ecclesiástico  primo:  Omnis  sapientia  a  Do- 
mino Deo  est.  Aristóteles  no  ignoraba  esta 
verdad,  pues  dixo:  Sapientia  non  esl  hu- 
mana ,  sed  divina  possesio  *.  La  sapiencia  . 
no  es  humana,  sino  divina  possesion.  Assi 
que  ,  pues  de  Dios  el  saber  es  y  el  poder, 
et  sine  ipso  factuni  esl  nihil* ,  no  sé  yo  có- 
mo los  eluipstianos ,  á  quien  Dios  pone  en 
lugar  alto  y  con  administración  de  otros 
hombres ,  sobre  quien  les  da  poder  y  ju- 
risdigiort ,  se  olvidan  y  desacuerdan  de  su 

\    Lib.  II. 

2  Cnp.  7. 

3  Apiano. 


LIB.  XXIX.  3 

superior  celestial,  al  qual  ni  se  puede 
mentir  sin  que  lo  entienda  ,  ni  lisonjean- 
do ganar  su  gracia ,  mostrando  uno  en  la 
lengua  y  guardando  en  el  ánimo  lo  con- 
trario, que  publican. 

En  el  libro  antes  deste  se  dixo  la  forma 
que  Vasco  Nuñez  ovo  para  salir  desta  cib- 
dad  de  Sancto  Domingo ,  escondido  en- 
vuelto en  la  vela  cogida  en  la  entena  de 
la  nao  en  quel  bachiller  Martin  Fernan- 
dez de  Enciso  fué  á  buscar  á  Hojcda ;  y 
cómo  se  les  perdió  aquella  nao  cerca  de 
la  punta  de  Caribana  ,  y  cómo  estando  en 
aquel  trabaxo  topó  con  ellos  el  capitán 
Francisco  Picarro ,  después  que  ovo  des- 
amparado el  assiento  de  Urabá ,  que  en 
dos  bergantines  ,  con  la  gente  que  que- 
daba de  Hojeda  lo  venia  á  buscar  á  esta 
cibdad  ;  y  cómo  juntos  los  que  llevaba  En- 
ciso y  los  que  traia  Picarro  ganaron  el  Da- 
rien ;  y  cómo  Vasco  Nuñez  fué  elegido  al- 
calde ,  é  prendió  al  bachiller  Enciso  y  lo 
envió  á  España ;  y  cómo  envió  á  llamar  al 
(■apilan  Diego  de  Nicuesa  para  que  gober- 
nasse,  y  la  manera  y  falsedad,  que  contra 
él  ovo  para  lo  echar  de  la  tierra  donde  se 
perdió  con  otros  trege  hombres ;  y  cómo 
fueron  enviados  por  procuradores  á  Es- 
paña ,  de  parte  de  Vasco  Nuñez  é  de  la 
comunidad  del  Darien,  el  veedor  Johan 
de  Quigedo  y  el  capitán  Rodrigo  de  Col- 
menares ;  y  cómo  por  otra  parte  le  fué  lle- 
vada una  cédula  del  Rey  Cathólico  á  Vas- 
co Nuñez  para  que  fuesse  capitán  y  go- 
bernasse  aquella  provincia  del  Darien  en 
tanto  que  su  real  voluntad  fuesse.  Queda 
ahora  de  decir  lo  que  después  subcedió, 
y  degiiio  he,  desde  quando  aquel  pueblo 
del  Darien  se  ganó  ó  los  indios,  porque  i.i 
historia  vaya  fundada  desde  su  principio, 
y  sucesivamente  se  diga  lo  que  progedió 
de  ahí  adelante  hasta  el  tiempo  pressente; 
y  es  de  aquesta  manera. 

4  Lib.  f,  Meleor.  c.  1. 

5  San  Juan,  cap.  ). 


i 


IlISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  L 

Cómo  fué  provehido  Pedrarias  Dávila  de  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro,  que  lenia  Vasco  Nuficz  de 
Balboa,  y  oirás  cosa*  que  convienen  á  la  hisloria. 


En  el  libro  precedente  se  dixo  cómo  el 
bachiller  Martin  Fernandez  de  Enciso  fué 
echado  de  la  Tierra-Firme  por  Vasco  Nu- 
ñez de  Balboa  ,  y  enviado  presso  á  Casti- 
lla ,  donde  llegó  y  se  quexó  de  Vasco  Nu- 
ííez  y  de  Bartolomé  Hurtado,  su  compa- 
ñero. Assimesmo  se  dixo  cómo  el  veedor 
Johan  de  Quicedo  y  el  capitán  Rodrigo  de 
Colmenares  fueron  por  procuradores  de 
Ja  comunidad  de  la  villa  del  Darien,  que 
ya  le  llamaban  Sancta  María  dé  la  Anti- 
gua; y  cómo  fué  el  alcalde  Martín  de  Ca- 
mudio  por  parte  de  Vasco  Nuñez  á  infor- 
mar de  lo  que  á  su  propóssito  era.  Pero 
como  entre  las  otras  culpas  que  le  impo- 
nían á  Vasco  Nuñez  se  hacia  memoria  de 
la  forma  que  tuvo  en  echar  de  la  tierra  á 
Diego  de  Nicuesa  tan  cruda  \  desapia- 
dadamente ,  no  bastaron  disculpas  por 
parle  de  Vasco  Nuñez :  antes  se  enojó  de 
manera  el  Rey  Cathólico,  sabida  la  ver- 
dad, que  tuvo  nescessidad  el  Camudio  de 
huyr  secretamente  de  la  corte,  y  los  se- 
ñores del  Consejo  de  las  Indias  le  manda- 
ron prender,  y  no  pudo  ser  ávido.  Y  el 
Rey  acordó  de  enviar  gobernador  á  aque- 
lla provincia ,  y  mandó  que  la  llamassen 
Castilla  del  Oro,  porque  decian  que  era 
muy  rica  tierra .  y  nombró  por  obispo  á 
fray  Johan  de  Quevedo ,  de  la  Orden  da 
Sane!  Francisco  ,  predicador  de  su  capilla 
real.  El  chispo  de  Falencia,  don  Johan 
Rodríguez  de  Fonscca,  era  presidente  del 
Consejo  de  las  Indias ,  y  capellán  mayor 
y  privado  del  Rey ,  y  á  su  suplicación  y 
por  su  respecto  fué  elegido  por  goberna- 
dor y  capitán  general  un  cavallero  de  Se- 
govia,  llamado  Pedrarias  Dávila,  her- 
mano de  Johan  Arias  Dávila ,  que  después 


fué  el  primero  conde  de  Puñoenrostro: 
por  thessorero  para  la  hacienda  real  Alon- 
so de  la  Puente ,  natural  de  la  Parra,  cer- 
ca de  Cafra  :  por  contador  Diego  Márquez, 
natural  de  Toro,  criado  del  obispo  Fon- 
seca  ;  por  factor  Johan  de  Tabira ,  repos- 
tero de  estrados  del  Rey.  natural  de  Oca- 
ña  ,  y  por  veedor  de  las  fundiciones  del 
oro  arpie!  Johan  de  Quicedo  ques  dicho 
que  fué  procurador  del  Darien.  Este,  des- 
pués que  volvía  de  la  córte,  allegado  á 
Sevilla,  murió  hinchado,  y  tan  amarillo 
como  aquel  oro  que  anduvo  á  buscar:  en 
el  (pial  comencé  Dios  á  punir  los  que  echa- 
ron á  Nicuesa  del  mundo;  y  el  Rey  Ca- 
thólico me  hico  merced,  á  mí  el  chronis- 
ta,  de  aquel  oficio  de  veedor,  por  fin  de 
Johan  de  Quicedo.  Assi  que,  acordó  el 
Rey  que  se  bíclesse  una  armada  de  tres 
mili  hombres,  y  se  proveyesse  muy  cum- 
plidamente ,  y  que  fuesse  Pedrarias  por  su 
capitán  general  y  gobernador,  y  inqui- 
riesse  las  culpas  y  méritos  de  Vasco  Nu- 
ñez de  Balboa ,  y  gobernasse  y  conquis- 
tarse y  poblasse  aquella  tierra,  señalán- 
dole por  gobernación  desde  el  Cabo  de  la 
Vela  hasta  Veragua,  y  desde  estos  limi- 
tes ,  que  son  en  la  costa  del  Norte ,  cor- 
riendo la  tierra  adentro  hacia  la  parte  aus- 
tral, lodo  aquello  que  oviesse  de  mar  á 
mar,  con  las  islas  que  en  ello  concur- 
riessen.  Y  porque  los  vecinos  del  Da- 
rien eran  unos  mas  antiguos  que  otros  en 
la  tierra,  proveyó  el  Rey  y  su  Consejo 
que  en  los  repartimientos  y  caballerías  y 
mercedes  y  solares,  después-  de  aver  cum- 
plido primeramente  con  sus  oficiales, 
fuessen  los  primeros  gratificados  los  que 
fueron  de  la  compañía  del  capitán  Alonso 


DE  INDIAS.  LIB. 

do  Hojcda,  porque  estos  ganaron  aquella 
villa ,  y  tras  estos  los  que  oviesse  del  ca- 
pitán Diego  de  Nicucsa ,  y  después  á  los 
demás,  segund  su  antigüedad  en  la  tierra. 

Ydo's  Pedrarias  y  el  obispo  y  oficiales 
á  Sevilla ,  se  comencó  á  juntar  la  gente ,  y 
por  ser  entrado  el  invierno  y  no  ser  tiem- 
po de  navegar,  se  tardó  el  viage  todo  lo 
restante  de  aquel  año  de  mili  ó  quinientos 
y  trece  años ,  y  aun  parte  del  año  siguien- 
te ;  en  el  qual  tiempo  se  allegaron  muchos 
cavalleros  é  hidalgos,  y  mucha  gente  de 
bien  y  muchos  artesanos  de  diversos  ofi- 
cios; y  assimesmo  muchos  labradores  pa- 
ra la  agricoltura  y  labor  del  campo,  que 
para  hacer  este  viage  de  unas  partes  é 
otras  siempre  ocurrían  á  la  fama  deste 
oro.  Y  como  el  general  Pedrarias  era  bien 
hablado,  y  docia  muchas  cosas  de  aque- 
llas tierras ,  que  aun  él  no  sabia ,  é  el  obis- 
po fray  Johan  dé  Quevedo  en  sus  predi- 
caciones contaba  cosas  inauditas,  y  para 
mover  á  los  cobdiciosos  prometía  galar- 
dones y  thessoros  de  que  ninguna  certcni- 
dad  ni  verdadera  información  avia,  mas 
de  la  buena  esperanca ;  assi  nunca  ca- 
saban de  venir  de  toda  España ,  y  aun  de 
fuera  della ,  hombres  que  desseaban  ver 
cssas  maravillas  y  grandíssimas  riquecas 
quel  obispo  y  Pedrarias  pregonaban,  y 
por  su  mandado  otros  capitanes  inferiores. 
Deque  se  siguió  que  ovo  muchos  que  ven- 
dieron los  patrimonios  y  rentas  y  hacien- 
das que  tenían  y  heredaron  de  sus  padres; 
y  otros,  algo  menos  locos,  las  empeña- 
ron por  algunos  años ,  dexando  lo  cierto 
por  lo  dubdoso :  otros  dexaron  á  sus  se- 
ñores y  perdieron  el  tiempo  que  los  avian 
servido,  no  teniendo  en  nada  el  galardón 
que  esperaban ,  en  comparación  de  lo  que 
avían  de  adquirir  y  ganar  en  este  ca- 
mino. 

Y  porque  dixe  de  susso  de  los  predi- 
cadores ó  capitanes  inferiores,  digo. que 
solamente  fueron  nombrados  por  capita- 
nes del  Rev  en  esta  armada  los  que  ago- 


XXIX.  CAP.  I.  5 

ra  diré ,  porque  aunque  ovo  muchos  des- 
pués ,  eran  hechos  por  Pedrarias ;  pero  los 
del  número  real  eran  Luis  Carrillo,  Gon- 
calo  Fernandez  de  Lago,  Contreras ,  Fran- 
cisco Vázquez  Coronado ,  Diego  de  Bus- 
tamante,  Atienca,  Johan  de  Ayora ,  her- 
mano del  chronista  Goncalo  de  Ayora;  es- 
te fué  por  teniente  de  capitán  general. 
Otros  muchos  se  llamaron  capitanes, allen- 
de de  aquestos  seys ,  y  tuvieron  gente,  y 
Pedrarias  se  la  encomendó  por  Tos  honrar  y 
aprovechar,  assi  como  Gaspar  de  Morales, 
primo  del  general;  Pedrarias  el  Mancebo, 
sobrino  del  general';  el  capitán  Francisco 
Dávila ;  el  capitán  Meneses;  el  capitán  An- 
tonio Tellez  de  Guzman;  el  capitán  Ga- 
marra  ,  y  el  capitán  Rodrigo  de  Colmena- 
res, que  vino  por  procurador  del  Darien. 
Yotrosio  fueron  después,  andando  el  tiem- 
po y  durante  la  conquista ;  porque  una  de 
las  principales  haciendas  ó  aparejo  para 
ganar  es  este  nombre  de  capitán ,  como 
adelante  se  verá  en  el  discurso  destas  his- 
torias. Por  alcalde  mayor  de  Pedrarias  fué 
el  licenciado  Gaspar  de  Espinosa ;  y  di  s- 
pucs ,  desde  á  mucho ,  se  llamaron  capi- 
tanes Goncalo  de  Badajoz,  Diego  Albitez, 
Johan  de  Ezcaray,  Francisco  Hernández. 
Hernando  de  Soto,  Francisco  Campañon. 
HernandPonce  de  León,  y  ChripstÓbalSer- 
rano,  antes  que  muchos  de  aquestos,  por- 
que fué  desde  aquesta  cibdad  enviado  con 
gente  en  socorro  de  Vasco  Nuñez ,  y  de 
los  primeros  pobladores  del  Darien.  Assi- 
mesmo se  llamaron  capitanes  y  lo  fueron 
Francisco  Picarro,  Diego  de- Almagro,  Ga- 
briel de  Roxas,  Andrés  de  Garavito.  Jo- 
han dé  Cárdenas,  Bartolomé  Hurtado,  v 
otros  que  en  su  tiempo  y  lugar  serán  nom- 
brados. Y  no  paresca  supérfluo  aver  nom- 
brado aquestos  capitanes,  y  tenga  memo- 
ria y  cuenta  el  letor  con  ellos,  y  sabrá 
adelante  grandes  particularidades  y  cosas 
de  sus  personas. 

Por  manera  que  allegada  la  gente  de 
la  armada  en  Sevilla,  esperando  el  via- 


G 


niSTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ge,  gastaban  lo  que  tenían  y  buscaban 
mas  para  so  sostener,  á  causa  de  la  di- 
lación de  la  partida,  haciendo  cuenta 
que  comoncado  el  viage  no  avian  de  des- 
pender nada .  porque  el  Rey  hico  mer- 
ced á  todos  de  les  dar  pasage  franco  y 
el  matalotaje  para  el  camino,  y  man- 
dóles dar  de  comer  un  mes  después  que 
fuessen  llegados  al  Darien,  y  assi  se  hico 
y  cumplió.  Más  pues  ya  se  tractará  de 


aquí  adelante  desta  tierra,  parésceme  que 
es  bien  que  se  diga  primero  lo  que  inter- 
vino  á  Vasco  Ñoñez  de  Balboa,  después 
quél  y  los  primeros  conquistadores  cana- 
ron  aquella  villa  del  Darien;  y  adelante, 
en  su  lugar  proprio.  se  dirá  el  viage  que 
hico  Pedrarias  Dávila  .  y  quándo  llegó  á 
aquella  tierra,  y  de  lo  que  subcedió  de 
allí  adelante  en  esta  gobernación  de  Cas- 
tilla del  Oro.' 


CAFITULO  II. 

De  lo  que  subcedió  á  Vasco  Nuñez  de  Balboa  después  que  se  ganó  el  Darien ,  y  cómo  descubrió  el  rio 
grande  de  Sancl  Jolian  ,  que  entra  en  el  golpho  de  l'rabá  ,  y  otras  cosas  nescessarias  al  processo  de  la 

historia. 


D, 


'íxose  en  el  libro  XXVn  cómo  Vasco 
Nuñez  de  Balboa,  porque  no  le  detuyies- 
sen  sus  acreedores  en  esta  cibdad  de 
Sánelo  Domingo,  salió  escondido  envuel- 
to en  la  vela  de  la  nao  en  que  yba  el  ba- 
chiller Enciso  á  buscar  al  gobernador 
Alonso  de  Hojeda  á  Eraba ,  y  también  se 
dixo  que  esta  nao  se  perdió  en  los  baxos 
de  la  punta  de  Carihana ,  y  que  se  topa- 
ron allí  con  el  capitán  Francisco  Picarro, 
que  después  fué  gobernador  del  Perú,  y 
entonces  era  teniente  de  Hojeda  en  Era- 
bá ,  y  la  dexaba  desamparada  y  venia  á 
esta  cibdad  de  Sancto  Domingo  á  buscar 
á  Hojeda ;  y  con  los  bergantines  en  que 
Picarro  venia  y  con  otros  dos  que]  Enciso 
llevábanse  salvó  la  gente;  y  juntados  es- 
tos españoles,  constreñidos  de  la  nesces- 
sidad  y  falta  de  bastimento,  dieron  en  la 
provincia  de  Cemaco  y  ganaron  el  pueblo 
del  Darien ,  lo  qual  mas  largamente  se  di- 
xo  en  el  capítulo  III  del  libro  XXII.  Y  lue- 
go estos  chripstianos  hicieron  alcaldes  or- 
dinarios ,  porque  no  quisieron  obedescer 
al  bachiller  Enciso  ni  á  Picarro ;  y  uno 
destos  alcaldes  fué  Vasco  Nuñez ,  y  el  otro 
un  vizeayno,  llamado  Martin  de  Camudio; 
pero  como  el  Vasco  Nuñez  era  muy  ma- 
ñoso ,  y  tenia  mas  persona ,  él  era  el  todo. 


En  el  qual  tiempo  se  hicieron  algunas 
entradas  la  tierra  adelante  adentro,  y  se 
ovieron  en  veces  mas  de  Ireynla  mili  pos- 
sos  de  oro,  allende  de  otros  trece  mili  (pie 
se  tomaron,  quando  aquel  assiento  se  ga- 
nó. Mas  porque  seria  cansancio  decirse 
los  trabaxos  y  nescessidades  y  hambres 
que  en  aquellos  principios  estos  primeros 
conquistadores  padescieron,  diré  sola- 
mente la  entrada  que  Vasco  Nuñez  hico, 
(piando  descubrió  el  rio  de  Sanct  Johan. 
en  este  capítulo;  y  en  el  siguiente  diré  có- 
mo descubrió  la  mar  del  Sur  opuesta  á  la 
parte  del  Mediodía  de  la  otra  costa  de  la 
Tierra-Firme ,  que  fué  un  servicio  muy  se- 
ñalado. Y  sin  ofensa  de  ningún  capitán  de 
quantos  después  del  almirante,  don  Chrips- 
tóbal  Colom,  primero  descubridor  destas 
Indias,  han  passado  á  estas. partes,  esta 
fué  una  de  las  mas  importantes  y  señaladas 
cosas  que  acá  se.  han  hecho.  Y  en  la  ver- 
dad Vasco  Nuñez  tuvo  valerosa  persona, 
y  era  para  mucho  mas  que  otros:  ni  tam- 
poco le  faltaban  cautelas  ni  cobdicia  ;  pe- ' 
ro  junto  con  esso  era  bien  partido  en  los 
despojos  y  entradas  que  hacia.  Tenia  otra 
cosa .  especialmente  en  el  campo ,  que  si 
un  hombre  se  le  cansaba  y  adolescia  en 
qualquier  jornada  quél  se  hallasse ,  no  lo 


DE  INDIAS.  LIB. 

desamparaba;  antes  si  era  nesccssario,  yba 
con  una  ballesta  á  le  buscar  un  páxáro  ó 
ave,  y  se  la  mataba  y  se  la  traía;  y  le  cu- 
raba, como  á  hijo  ó  hermano  suyo,  y  lo 
esforzaba  y  animaba.  Lo  qual  ningún  ca- 
pitán de  qiinntos  hasta  hoy,  que  estamos 
en  el  año  de  mili  é  quinientos  é  quarenta 
y  ocho  años,  han  venido  á  Indias,  en  las 
entradas  y  conquistas  que  se  hallaron  no 
lo  lia  hecho  mejor,  ni  aun  tan  bien  como 
Vasco  Nuñcz. 

Yo  me  maravillo  de  la  ceguedad  de  al- 
gunos capitanes  secos  y  desapiadados  con 
la  gente,  que  aunque  vean  morir  de  ham- 
bre un  chripstiano  no  le  dan  un  jarro  de 
agua,  ni  hacen  mas  chripstiandad  con  los 
enfermos  que  si  fuessen  piedras ;  pues  ya 
que  no  tengan  misericordia  del  próximo, 
debiéranlo  hacer  por.  su  proprio  interés, 
pues  que  faltando  la  gente  falta  el  oficio 
y  la  capitanía ,  y  ya  que  totalmente  no  se 
les  acabe,' faltando  algunos,  a  lo  menos 
enflaquéscese  y  desfallesce  en  parte  su 
poder  del  capitán  quanto  menos  hombres 
tiene  á  quien  mande.  Assi  que ,  en  esto 
caso  ventaja  hico  á  quantos  yo  por  acá  lie 
visto.  Tornemos  á  nuestra  historia. 

Después  que  los  procuradores  del  Da- 
rien  partieron  para  España,  quedando 
Vasco  Nuñez  por  capitán  y  alcalde  en  el 
Darien,  y  aviéndolé  ya  llevado  una  cédu- 
la del  Rey ,  en  que  le  hico  su  capitán  y 
gobernador  de  aquella  tierra  en  tanto  que 
fuesse  su  real  voluntad,  acordó  de  yrja 
tierra  adentro,  porque  se  hallaba  ya  con 
mas  gente:  que  los  primeros  chripstianos 
que  ganaron  aquella  villa ,  que  serian  has- 
ta trescientos,  eran  muertos  de  hambre 
mas  de  la  mitad ,  y  después  avian  ydo  el 
capitán  Rodrigo  de  Colmenares  con  una 
nao ,  é  tocó  en  Caira ,  debaxo  de  Sancta 
Marta,  y  matáronle  los  indios  caribes  mas 
de  treynta  hombres  por  su  mal  recabdo; 
y  de  allí  se  fué  al  Darien  con  los  que  le 
quedaron,  que  eran  mas  de  ciento.  Des- 
pués fué  el  capitán  Chripstóbal  Serrano,  y 


XXIX.  CAP.  n.  7 

llevó  mas  de  doscientas  personas ,  en  que 
avia  bien  ciento  é  cinquenta  hombres  de 
pelea,  y  en  otros  navios  avian  ydo  otros. 
Assi  que  ya  aquella  villa  estaba  mas  po- 
blada: con  los  qualcs  primeros  conquista- 
dores, antes  que  Colmenares  ni  Serrano 
fuessen,  se  avian  juntado  los  que  queda- 
ron del  armada  del  capitán  Diego  de  Ni- 
cuesa ,  como  se  dixo  en  el  libro  preceden- 
te. Y  en  este  camino  descubrió  Vasco  Nu- 
ñez el  rio  Grande,  que  entra  en  la  culata 
ó  ancón  y  golpho  de  Urabá ;  y  es  causa 
la  mucha  agua  y  velocidad  de  su  curso, 
que  con  la  j  úsente  ó  baxa  mar  se  torna 
dulce  aquel  golpho  en  doce  leguas  ó  mas 
de  longitud ,  y  seys  ó  siete  de  latitud.  Yo 
he  metido  muchas  veces  un  jarro  de  pla- 
ta, colgado  de  una  cuerda,  allí  estando 
en  una  nao  surta  en  ocho  bracas  de  fon- 
do, y  saqué  el  agua  dulge  y  potable;  y 
aquesto  mesmo  después  en  barcas  y  ca- 
noas lo  he  probado  muchas  veces  en  el 
mesmo  golpho ,  y  está  de  beber  el  agua 
en  aquel  golpho,  quando  la  mar  está  men- 
guante. Entra  allí  este  rio  por  siete  ú  ocho 
bocas ,  segund  algunos  dicen ,  y  al  mesmo 
Vasco  Nuñez  oy  degir  muchas  veces  que 
son  diez  estos  bracos  deste  rio,  quando  lle- 
gan á  la  mar,-  y  los  seys  dellos  no  meno- 
res quel  rio  de  Guadalquevir.  Yo  no  he 
visto  destas  bocas  sino  la  questá  mas  ve- 
cina al  Darien ,  y  no  me  paresció  menos 
quel  rio  de  Tajo  ó  Guadalquevir;  pero  es 
muy  notoria  su  grandeca  y  muy  señalada 
en  la  cosmographia  y  pintura  del  mundo. 
Estas  bocas  están  en  siete  grados  y  medio 
pocos  minutos  mas  ó  menos  uuas  que 
otras,  donde  entran  en  la  mar,  desta  par- 
te de  la  línia  equinocial :  el  Darien  está  en 
los  mismos  grados.  Corre  este  río  con  tan 
grande  ímpetu  de  la  parte  del  .Mediodía 
contra  Septentrión,  y  es  tan  veioce  la  fu- 
ga que  trae,  que  todo  lo  que  una  ligera 
caravela  navegare  á  todas  velas  con  prós- 
pero viento  el  rio  arriba  en  diez  días ,  lo 
baxará  ó  tornará  á  andar  hácia  la  mar 


8 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


donde  entra,  en  un  día  sin  vela  alguna; 
por  tanto  no  es  de  maravillar  de  la  velo- 
cidad que  escriben  del  curso  de  aquel 
grand  rio  Tigris. 

Este  rio  Grande,  de  quien  aquí  se  (ráe- 
la ,  por  sus  crescicntes  sale  fuera  de  ma- 
dre ,  é  se  extiende  en  muchas  6  grandes 
vegas  y  cabanas,  a  causa  de  lo  qual  en 
sus  costas  hay  muchos  anegadizos;  y  en- 
tran otros  muchos  rios  por  diversas  par- 
tes y  esteros  ó  arroyos  en  el  rio  princi- 
pal ,  y  salen  del  muchas  lagunas  ó  esta- 
ños, en  especial  hacia  la  parte  del  Oriente 
y  hacia  la  provincia  que  llaman  del  Da- 
haihe.  A  este  rio  poderoso  puso  nomine 
Vasco  Nuñez  rio  de  Sanct  Johan  ,  porque 
en  tal  dia  le  vido  él,  á  veynte  ó  quatro 
de  junio  de  mili  é  quinientos  y  diez  de  la 
nalividad  de  Chripsto,  nuestro  R'edemptor. 

En  algunas  partes  de  la  costa  deste  rio 
hay  poblaciones  dentro  del  agua,  y  están 
fundadas  las  casas  sobre  muchas  palmas 
altas  y  juntas  ygruessas:  y  hay  buhío 
deslos  que  tiene  cinqüenta  y  sessenta 
palmas;  y  tienen  sus  escalas  hechas  de  be- 
xuco ,  por  donde  suben  y  descienden ,  y 
allá  en  lo  alto  está  hecha  la  casa  y  habi- 
tación de  los  indios,  y  al  pié  de  las  palmas 
tienen  sus  canoas,  conque  salen  á  pescar 
y  á  labrar  la  tierra  y  sembrar  sus  mahi- 
cales  en  lo  que  está  enjuto  y  apartado  del 
rio.  Estas  son  muy  fuertes  y  seguras  ca- 
sas ó  moradas  contra  el  fuego ,  y  sin  te- 
mor de  sus  enemigos  y  de  los  tigres  y 
otras  bestias  fieras,  y  pocos  hombres  bas- 
tan á  defender  una  casa  deslas  contra,  mu- 
chos ,  aunque  sea  uno  en  resistir  á  ciento. 

Deste  camino  en  que  se  descubrió  este 


rio  grande  de  Sanct  Johan ,  se  ovo  algún 
oro  que  se  halló  en  poder  de  caciques  de 
la  comarca ,  é  se  ovieron  algunos  indios, 
salteándolos  segund  costumbre  de  genledc 
guerra ;  pero  después  de  ávidos,  hacíalos 
tractar  bien  Vasco  Nuñez,  y  daba  á  los 
caciques  hachas  y  otras  cosas  para  los  ani- 
mar y  traer  á  la  amistad  de  los  chripstia- 
nos.  Y  los  mismos  caciques  daban  á  los 
españoles  algunos  indios  que  entre  ellos 
tienen  por  esclavos,  y  se  sirven  defios, 
que  los  han  ávido  en  la  guerra,  la  (pial 
nunca  falta  entre  los  indios  unos  con  otros, 
y  al  ques  esclavo  llámanle  paco ,  y  cada 
cacique  tiene  sus  esclavos  herrados  con 
su  señal  diferenciada  en  el  braco  ó  en  la 
cara ,  y  algunos  tienen  por  señal  sacarle 
al  esclavo  un  diente  de  los  delanteros  de 
la  boca.  También  los  caciques  se  pintan  á 
sí  y  á  sus  indios  y  gente ,  y  tienen  sus  di- 
visas é  invenciones  de  pinturas  para  esto 
de  otra  manera  .  muy  diferenciadas  de  las 
que  usan  poner  á  los  esclavos,  y  hacen 
aquellas  labores  con  un  cierto  carbón  mo- 
lido, que  llaman  llujle,  que  echan  sobre  lo 
que  han  cortado  con  unas  navaxas  sutiles 
de  pedernal ,  ó  puntándolo  con  unas  espi- 
nas de  tunas  que  sacan  sangre,  en  la  qual 
se  empapa  aquel  carbón ,  y  quédales  fija 
la  pintura  y  señales  para  quanto  vivan, 
que  es  negro  y  de  aquella  manera  cpie 
en  Berbería  se  acostumbran  pintar  entre 
los  moros.  Aquel  polvo  negro  que  assi  se 
ceban  en  lo  cortado ,  de  que  quedan  pin 
tados  ;  que  se  llama  thyle,  es  muy  pres- 
ciado  entre  los  indios;  y  es  buen  rescate 
para  su  tracto. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  HI. 


9 


CAPITULO  III. 


I  ámo  Vasco  Nuñez  de  Balboa  descubrió  la  mar  del  Sur  y  fué  el  primero  hombre  que  la  enseñó  á  los  chrips- 
tianos, y  de  los  caciques  que  hico  de  paz,  é  otras  cosas  concernientes  á  la  historia. 


l^uatro  años  avia  que  los  chripstianos  es- 
taban en  la  Tierra-Firme:  militaban  de- 
baxo  de  la  gobernación  del  capitán  Vasco 
Nuñez  de  Balboa,  y  tenia  hechos  de  pa- 
ces algunos  caciques,. en  especial  al  de 
Careta,  questá  en  Ja  costa  del  Poniente, 
veynte  leguas  del  Darien,  más  al  Ociden- 
te ,  y  el  cacique  de  Comogre ,  que  ya  el 
uno  y  el  otro  se  avian  bapticado.  Y  el  ca- 
cique de  Careta  se  decia  Chima  y  llamá- 
ronle don  Fernando,  y  tenia  hasta  dos  mili 
indios  de  guerra :  el  cacique  de  Comogre . 
era  mayor  señor ,  y  su  proprio  nombre  era 
Ponquiaco ,  y  en  el  baptismo  le  llamaron 
don  Carlos:  tenia  mas  de  tres  mili  hombres 
de  guerra,  y  era  señor  de  mas  de  diez 
mili  personas.  Estos  caciques  estaban  ya' 
tan  mansos ,  que  enviaban  sus  mensageros 
y  canoas ,  y  yban  y  venían  al  Darien  muy 
domésticamente  á  ver  los  chripstianos ,  y 
como  amigos  se  comunicaban  con  ellos. 
Con  esperanca  de  los  avisos  que  destos 
indios  ya  tenia  Vasco  Nuñez  sabido  y  en- 
tendido en  mucho  secreto  por  sus  len- 
guas, acordó  de  se  partir  un  jueves  pri- 
mero dia  del  mes  de  septiembre ,  año  de 
mili  é  quinientos  y  trece  años ,  y  salió  de 
la  villa  de  Sancta  Maria  de  la  Antigua  con 
ochocientos  hombres ,  y  embarcóse  en  un 
galeón  y  nueve  canoas  con  esta  gente ,  só 
color  de  buscar  minas  y  inquirir  los  secre- 
tos de  la  tierra.  Y  el  domingo  siguiente, 
á  quatro  dias  de  aquel  mes,  llegó  de  esta 
armada  á  Careta  con  las  canoas  la  mitad 
de  la  gente ,  porque  el  galeón  quedó  atrás 
con  los  restantes;  y  allí  se  desembarcó 
Vasco  Nuñez ,  y  el  cacique  don  Fernando 
lo  rescibió  á  él  y  á  toda  la  gente  muy 
bien ,  assi  á  los  que  fueron  en  las  canoas 
como  á  los  del  galeón.  Después  que  lle- 
TOMO  ni. 


garon,  como  fueron  todos  juntos,  apartó 
el  capitán  Vasc0  Nuñez  los  que  le  pares- 
ció  que  debia  de  llevar ,  y  dexó  en  aquel 
puerto  los  que  avian  de  guardar  el  galeón 
y  las  canoas ,  y  partióse  la  tierra  adentro 
á  los  seys  dias  de  aquel  mes :  y  desde  á 
dos  dias  adelante  allegó  al  cacique  de  Pon- 
ca  por  camino  muy  áspero  y  de  mucho 
trabaxo  y  sierras ,  y  hallaron  al  cacique  y 
su  gente  que  avian  huydo  al  monte. 

Antes  que  se  proceda  adelante ,  quiero 
quel  que  me  escuchare  sepa  que  la  villa, 
que  agora  los  chripstianos  llaman  Acia, 
es  y  está  fundada  en  aquel  puerto  de  Ca- 
reta. Assimesmo  quiero  hacer  memoria 
de  un  perro  que  tenia  Vasco  Nuñez  que 
se  llamaba  Leoncico,  y  que  era  hijo  del 
perro  Becerrico  de  la  isla  de  Sanct  Johan, 
y  no  fué  menos  famoso  quel  padre.  Este 
perro  ganó  á  Vasco  Nuñez  en  es.ta  y  otras 
entradas  mas  de  mili  pessos  de  oro ,  por- 
que sé  le  daba  tanta  parte  como  á  un  com- 
pañero en  el  oro  y  enlos  esclavos,  quando 
se  repartían.  Assi,  yendo  Vasco  Nuñez, 
dábanle  á  él  sueldo  é  parte ,  como  á  otros 
capitanes ;  y  el  perro  era  tal  que  la  meres- 
cia  mejor  que  muchos  compañeros  soño- 
lientos ,  que  presumen  de  ganar  holgando 
lo  que  otros  con  sus  sudores  y  diligencias 
allegan.  Era  aqueste  perro  de  un  distinto 
maravilloso,  y  assi  conoscia  el  indio  bra- 
vo y  el  manso  como  le  conosciera  yo  ú 
otro  que  en  esta  guerra  anduviera,  é  tu- 
viera racon :  é  después  que  se  tomaban  é 
rancheaban  algunos  indios  é  indias ,  si  se 
soltaban  de  dia  ó  de  noche,  en  diciendo 
al  perro:  «ydo  es,  búscale,»  assi  lo  ha- 
cia; y  era  tan  grand  Ventor,  que  por  ma- 
ravilla se  le  escapaba  ninguno  que  se  les 
fuesse  á  los  chripstianos.  Y  cómo  le  al- 


10  HISTORIA  GENE! 

caneaba ,  si  el  indio  estaba  quedo ,  asíale 
por  la  muñeca  ó  la  mano ,  c  traíale  tan  ce- 
ñidamente ,  sin  le  morder  ni  apretar ,  co- 
mo le  pudiera  traer  un  hombre ;  pero  si 
se  ponía  .en  defensa,  hacíale  pedacos.  Y 
era  tan  temido  de  los  indios ,  que  si  diez 
chripstianos  yban  con  el  perro ,  yban  mas 
seguros  y  luícian  mas  que  veyntc  sin  él. 
Yo  vi  este  perro,  porque  quando  llegó 
Pcdrarias  á  la  tierra ,  el  año  siguiente  de 
mili  é  quinientos  y  catorce ,  era  vivo ,  y 
le  prestó  Vasco  Nuñez  á  algunas  entradas 
que  se  hicieron  después,  y  ganaba  sus 
partes  como  he  dicho ;  y  era  un  perro  ber- 
mejo ,  y  el  hocico  negro  y  mediano ,  y  no 
alindado;  pero  era  regio  y  doblado,  y  te- 
nia muchas  heridas  y  señales  de  las  que 
avia  ávido  en  la  continuación  de  la  guer- 
ra, peleando  con  los  indios.  Después  por 
envidia  ,  quien  quiera  que  -fué ,  le  dió  al 
perro  á  comee,  con  qué  murió. 

Algunos  perros  quedaron  hijos  suyos, 
pero  ninguno  tal  como  él  se  ha  visto  des- 
pués en  estas  partes.  Plinio,  en  su  Natural 
historia*,  dice  grandes  cosas  de  algunos 
perros  particulares  y  famosos ;  y  entre  las 
otras  cosas  de  tal  animal ,  dice  queste  ani- 
mal sólo  conosce  á  su  señor,  y  que  en- 
tiende quál  no  es  doméstico,  y  entiende 
su  nombre,  y  entiende  la  voz  doméstica,  y 
acuérdasele  qualquier  camino  ó  senda  que 
haya  andado,  aunque  haya  mucho  tiem- 
po que  no  la  vido,  y  dice  que  no  hay  ani- 
mal ,  exc.epto  el  hombre ,  que  tenga  ma- 
yor memoria.  Estas  cosas  conoscidamente 
se  vian  en  este  perro  Leoncico ,  y  no  hieo 
poca  falta  en  la  tierra,  después  que  le  ma- 
taron maliciosamente.  Passemos  adelante. 

Después  de  lo  ques  dicho ,  á-  los  trece 
de  septiembre,  vino  el  cacique  de  Ponca 
asegurado  por  el  capitán  Vasco  Nuñez ,  y 
él  le  hico  mucha  honra ,  y  le  dió  camisas  y 
hachas ,  y  le  contentó  en  lo  que  pudo :  el 
qual  cacique,  viéndose  bien  tractado,  di- 


Y  NATURAL 

xo  en  secreto  muchas  cosas  á  Vasco  Nu- 
ñez ,  quél  holgó  de  saber ,  de  los  secretos 
é  riquezas  de  la  tierra ;  y  entre  las  otras 
le  dixo ,  que  ciertas  jornadas  de  allí  avia 
otro  pechnj ,  que  en  aquella  lengua  quie- 
re decir  mar,  é  hico  pressente  á  Vasco 
Nuñez  de  algunas  piceas  de  oro  muy  bien 
labradas  é  finas.  Y  porque  algunos  com- 
pañeros avian  adolesc'ido,  quedaron  allí 
doce  chripstianos ,  para  que  se  tornassen 
al  puerto  de  Careta. 

Á  los  veynte  de  aquel  mes  se  partió  Vas- 
co Nuñez  de  la  tierra  deste  cacique  con 
Ciertas  guias  que  Ponca  le  dió  hasta  que 
llegasse  a  tierra  del  cacique  Torecha,  con 
el  qual  tenia  guerra  Ponca ;  y  á  los  veyn- 
te é  quatro  dias  de  aquel  mes,  dió  de  no- 
.che  sobre  el  cacique  Torecha  y  su  gente, 
questa  diez  leguas  adelante  de  Ponca,  de 
mal  camino  é  de  rios ,  que  passaron  los 
españoles  en  balsas  y  á  mucho  peligro.  Y 
allí  se  tomó  alguna  gente  y  algún  oro  y 
perlas ,  y  se  informó  mas  rargamente  Vas- 
co Nuñez  de  las  cosas  de  la  tierra  adentro 
é  de  la  otra  ajar  del  Sur.  É  allí  en  Torecha 
dexó  parte  de  la  gente,  é  partióse  con  has- 
ta septenta  hombres ;  é  á  los  veynte  é  cin- 
co de  aquel  mes,  el  mesmo  dia  que  partió, 
llegó  á  los  buhíos  é  assiento  del  cacique, 
llamado  Porque ,  y  avíase  absentado ;  y 
no  curó  dél ,  sino  passó  adelante ,  siguien- 
do su  viage,  en  busca  de  la  otra  mar.  Y 
un  mártes ,  veynte  é  cinco  de  septiembre 
de  aquel  año  de  mili  é  quinientos  y  trece, 
á  las  diez  horas  del  dia ,  yendo  el  capitán 
Vasco  Nuñez  en  la  delantera  de  todos  los 
que  llevaba  por  un  monte  raso  arriba,  vido 
desde  encima  de  la  cumbre  dél  la  mar  del 
Sur,  antes  que  ninguno  de  los  chripstianos 
compañeros  que  allí  yban ,  y  volvióse  in- 
continente la  cara  hácia  la  gente ,  muy  ale- 
gre, aleando  las  manos  y  los  ojos  al  cielo, 
alabando  á  Jesu-Chripsto  y  á  su  gloriosa 
madre  la  Virgen,  Nuestra  Señora ;  y  luego 


1    Lib.  VIII,  cap.  40. 


DE  INDIAS.  Lffi. 

hiscó  ambas  rodillas  en  tierra  y  dió  muchas 
gracias  á  Dios  por  la  merced  que  le  avia 
'  hecho ,  en  le  dexar  descubrir  aquella  mar, 
y  hacer  en  ello  tan  grand  servicio  á  Dios 
y  á  los  Cathólicos  y  Sereníssimos  Reyes  de 
Castilla,  nuestros  señores,  que  entonces 
era  el  Cathólico  Rey  don  Fernando,  quinto 
de  tal  nombre,  que  ganó  á  Granada  é  go- 
bernaba á  Castilla  por  la  Reyna  doña  Joha- 
na ,  su  hija ,  madre  de  la  Cessárea  Mages-  • 
tad  del  Emperador  don  Carlos,  nuestro 
señor ,  é  a  todos  los  otros  reyes  sus  sub- 
cessores.  Y  mandó  á  todos  los  que  con  él 
\han  que  assimesmo  se  hincassen  de  ro- 
dillas y  diessen  las  mesmas  gracias  á  Dios 
por  ello ,  y  le  suplicassen  con  mucha  de- 
voción que  les  dexasse  descubrir  y  ver  los 
grandes  secretos  é  riquecas  que  en  aque- 
lla mar  y  costas  avia  y  se  esperaban  para 
ensalce  mayor  é  aumento  de  la  fée  chrips- 
tiasa ,  y  de  la  conversión  de  los  naturales 
indios  de  aquellas -partes  australes,  é  pa- 
ra mucha  prosperidad  é  gloria  de  la  silla 
Real  de  Castilla  é  de  los  príncipes  della, 
préssentes  é  por  venir.  Todos  lo  hicieron 
assi  muy  de  grado  y  gocosos ,  y  en  con- 
tinente.hioo  el  capitán  c'ortar  un  hermoso 
árbol ,  de  que  se  hico  una  cruz  alta ,  que 
se  hincó  é  lijó  en  aquel  mesmo  lugar  y 
monto  alto,  desde  donde  se  vido  primero 
aquella  mar  austral.  Y  porque  lo  primero 
que  se  vido  fué  un  golpho  ó  ancón  que  en- 
tra en  la  tierra,  mandóle  llamar  Vasco  Nu- 
ñez  golpho  de'  Sanct  Miguel ,  porque  era 
la  fiesta  de  aquel  arcángel  desde  á  quatro 
días ;  y  mandó  assimesmo  que  todas  las 
personas  que  allí  se  hallaron  con  él,  fues- 
sen  escriptos  sus  nomines ,  para  que  dél 
y  dellos  quedasse  memoria ,  pues  que  fue- 
ron los  primeros  chripstianos  que  vieron 
aquella  mar;  los  quales  todos  cantaron 
aquel  canto  de  los  gloriosos  sanctos  doto- 
res  de  la  Iglesia,  Ambrosio  y  Augustin, 
assi  como  un  devoto  clérigo,  llamado  An- 
drés de  Vera,  que  en  esto  se  halló,  lo 
cantaba  con  ellos  con  lágrimas  de  muy 


xxix.  cap.  ra.  1 1 

alegre  devoción ,  diciendo :  Te  Deum  lau- 
damus:  Te  Dominum  confilemur,  etc.  Y 
porque  yo  conoscí  y  vi  y  hablé  muchas 
veges  á  todos  los  que  allí  se  hallaron,  por- 
que, como  tengo  dicho,  en  el  siguiente 
año  fuy  á  aquella  villa  del  Darien,  quando 
Pedrarias  Dávila  fué  á  tomar  aquella  go- 
bernación ,  y  á  mi  poder  vinieron  todas 
las  escripturas  de  Vasco  Nuñez,  y  después 
que  murió  tomé  la  cuenta  de  sus  bienes 
por  mandado  del  Emperador ,  nuestro  se- 
ñor ;  diré  aqui  quién  fueron  los  qué  se  ha- 
llaron en  este  descubrimiento  con  el  capi- 
tán Vasco  Nuñez,  porque  fué  servicio  muy 
señalado,  y  es  passo  muy  notable  para 
estas  historias ,  pues  que  fueron  los  chrips- 
tianos que  primero  vieron  aquella  mar, 
segund  daba  fée  de  ello  Andrés  de  Val- 
derrábano,  que  allí  se  halló,  escribano  real 
é  natural  de  la  villa  de  Sanct  Martin  de 
Valdeiglesias,  el  qual  testimonio  yo  vi 
é  leí,  y  el  mismo  escribano  me  lo  enseñó. 
Y  después  quando  murió  Vasco  Nuñez, 
murió  aqueste  con  él ,  y  también  vinieron 
sus  escripturas  á  mi  poder,  y  aquesta  de- 
cía desta  manera: 

« Los  cavalleros  é  hidalgos  y  hombres  de 
bien  que  se  hallaron  en  el  descubrimien- 
to de  la  mar  del  Sur ,  con  el  magnífico  y 
muy  noble  señor  el  capitán  Vasco  Nuñez 
de  Balboa ,  gobernador  por  Sus  Allecas 
en  la  Tierra-Firme ,  son  los  siguientes  : 

•  Primeramente  el  señor  Vasco  Nuñez,  y 
él  fué  el  que  primero  de  todos  vido  aque- 
lla mar  é  la  enseñó  á  los  infrascriptos. 

Andrés  de  Vera,  clérigo. 

Francisco  Picarro. 

Diego  Albitez. 

Fabián  Pérez. 

Bernardino  de  Morales. 

Diego  de  Texerina. 

Chripstóbal  de  Valdebuso. 

Bernardino  de  Cienfuegos. 

Sebastian  de  Grijalba. 

Francisco  de  Avila. 

Johan  de  Espinosa. 


12 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Johan  de  Yclasco. 
Benito  Buran. 
Andrés  de  Molina.  ' 
Antonio  de  Baracaldo. 
Pedro  de  Escobar. 
Chripstóbal  Daca. 
Francisco  Pesado. 
Alonso  de  Guadalupe. 
Hernando  Muñoz. 
Hernando  Hidalgo. 
Johan  Rubio  dé  Malpartida. 
Alvaro  de  Bolaños. 
Alonso  Ruiz. 
Francisco  de  Lucena. 
Martin  Ruiz. 

Pasqual  Rubio  de  Malpartida. 

Francisco  Goncalez  de  Guadalcama. 

Francisco  Martin. 

Pedro  Martin  de  Palos. 

Hernando  Diaz. 

Andrés  Gargia  de  Jaén. 

Luis  Gutiérrez. 

Alonso  Sebastian. 

Johan  Vegines. 

Rodrigo  Velazquez. 

Johan  Caruacho. 

Diego  de  Montehermoso. 

Johan  Matheos. 

Maestre  Alonso  de  Sanctiago. 

Gregorio  Ponce. 

Francisco  de  la  Tova. 

Miguel  Crespo. 

Miguel  Sánchez. 

Martin  García. 

Chripstóbal  de  Robledo. 

Chripstóbal  de  León,  platero. 

Johan  Martínez. 

Valdenebro. 

Johan  de  Boas  Loro. 

Johan  Ferrol. 

Johan  Gutiérrez  de  Toledo. 
Johan  de  Portillo. 
Johan  García  de  Jaén. 
Matheo  Locano. 
Johan  de  Medellin. 
Alonso  Martin,  esturiano. 


Johan  García  Marinero. 
Johan  Gallego. 

Francisco  de  Lentin,  siciliano. 

Johan  del  Puerto. 

Francisco  de  Arias. 

Pedro  de  Orduña. 

Nuflo  de  Olano,  de  color  negro. 

Pedro  Fernandez  de  Aroche. 

•Andrés  de  Valderrábano,  escribano  de 
Sus  Altecas  en  la  su  córte  y  en  todos 
sus  reynos  é  señoríos,  estuve  pressente 
é  doy  fée  dello ,  é  digo  que  son  por  todos 
sessenta  y  siete  hombres  estos  primeros 
chripstianos  que  vieron  la  mar  del  Sur, 
con  los  quales  yo  me  hallé  é  cuento  pol- 
lino dellos :  y  este  era  de  Sanct  Martin  de 
Valdeiglesias. » 

Hecha  la  oración  por  Vasco  Nuñez  y. los 
que  con  él  yban ,  en  la  manera  qué  se  ha 
dicho ,  prosiguieron  su  camino  hasta  unos 
bullios  cerca  de  la  mar  del  Sur ,  en  tfcn  a 
del  cacique  Chape ,  de  los  quales  se  avian 
absentado  los  indios ;  y  aposentáronse  allí 
estos  españoles,  esperando  á  los  otros  com- 
pañeros que  avian  quedado  en  los  bullios 
del  cacique  Torecha.  Y  á  los  veynte  é  nue- 
ve de  aquel  mes,  día  de  Sanct  Miguel, 
tomó  Vasco  Nuñez  veynte  é  seys  hombres 
con  sus  armas ,  los  que  le  paresció  que 
estaban  mas  dispuestos,  é  dexó  allí  en 
Chape  los  restantes,  é  fuése  derecho  a  la 
costa  del  mar  Austral  al  golpho  qué!  avia 
nombrado  de  Sanct  Miguel ,  que  podia  es- 
tar media  legua  de  allí.  Y  en  unos  gran- 
des ancones  y  llenos  de  arboledas ,  donde 
el  agua  de  la  mar  crescia  é  menguaba  en 
grand  cantidad ,  llegó  á  la  ribera  á  hora 
de  vísperas,  é  el  agua  era  menguante;  y 
sentáronse  él  y  los  que  con  él  fueron ,  •  y 
estuvieron  esperando  quel  agua  crescies- 
se ,  porque  de  baxa  mar  avia  mucha  lama 
é  mala  entrada;  y  estando  assi,  cresció  la 
mar  á  vista  de  todos  mucho  y  con  grande 
ímpetu.  Y, cómo  el  agua  llegó,  el  capitán 
Vasco  Nuñez ,  en  nombre  del  Sereníssimo 
é  muy  Cathólico  Rey  don  Fernando ,  quin- 


DE  INDIAS.  L1B. 

tü  de  tal  nombre ,  é  de  la  Reyha  Serenís- 
sima  é  Cathólica  doña  Jobana ,  su  hija ,  é 
por  la  corona  ó  geptro  real  de  Castilla ,  to- 
mó en  la  mano  una  bandera  y  pendón  real 
de  Sus  Altelas ,  en  que  estaba  pintada  una 
imágen  de  la  Virgen  Sancta  Maria ,  Nues- 
tra Señora ,  con  su  prcsgioso  Hijo ,  Nues- 
tro Redemptor  Jesu-Chripsto ,  en  bracos, 
y  al  pié  de  la  imágen  estaban  las  armas 
reales  de  Castilla  é  de  León  pintadas ;  y 
con  una  espada  desnuda  y  una  rodela  en 
las  manoj»  entró  en  el  agua  de  la  mar  sa- 
lada, hasta  que  le  dió  a  las  rodillas ,  é  co- 
mentóse á  passear,  digiendo : .«Vivan  los 
muy  altos  é  muy  poderosos  Reyes  don 
Fernando  é  doña  Johana ,  Reyes  de  Cas- 
tilla ó  de  León  é  de  Aragón,  etc. ,  en  cu- 
yo nombre  ó  por  la  corona  real  de  Casti- 
lla tomo  é  aprehendo  la  possesion  real  é 
corporal  c  actualmente  destas  mares  é 
tierras  é  costas  é  puertos  é  islas  austra- 
les ,  con  todos  sus  anexos  é  reynos  é  pro- 
vincias que  les  pertenesgen ,  ó  pertenes- 
cer  pueden  en  qualquier  manera  é  por 
qualquier  racon  c  título  que  sea  ó  ser  pue- 
da ,  antiguo  ó  moderno ,  é  del  tiempo  pas- 
sado  é  pressente  ó  por  venir ,  sin  contra- 
dicion  alguna.  É  si  alguno  otro  príngipe  ó 
capitán,  chripstiano  ó  infiel,  ó  de  qual- 
quier ley  ó  secta  ó  condición  que  sea,  pre- 
tende algún  derecho  á  qstas  tierras  é  ma- 
res ,  yo  estoy  presto  é  aparexado  de  se  lo 
contradecir  é  defender  en  nombre  de  los 
Reyes  de  Castilla ,  pressentes  6  por  venir, 
cuyo  es  aqueste  imperio  é  señorío  de 
aquestas  Indias ,  islas  é  Tierra-Firme  sep- 
tentrional é  austral  con  sus  mares ,  assi  en 
el  polo  ártico  como  en  el  antártico ,  en  la 
una  y  en  la  otra  parte  de  la  línia  equino- 
cial,  dentro  ó  fuera  de  los  trópicos  de  Cán- 
cer é  Capricornio ,  segund  que  mas  cum- 
plidamente á  Sus  Magestades  é  subccsso- 
res  todo  ello  é  cada  cosa  é  parte  dello 
compete  é  pertenesce ,  é  como  mas  larga- 
mente por  escripto  protesto  que  se  dirá  ó 
se  pueda  degir  é  alegar  en  favor  de  su 


XXIX.  CAP.  III.  13 

real  patrimonio ,  é  agora  é  en  lodo  tiem- 
po en  tanto  quel  mundo  turare  hasta  el 
universal  final  juicio  de  ios  mortales.»  É 
assi  higo  sus  autos  de  possesion  sin  contra- 
digion  alguna  y  en  forma  de  derecho ;  y 
como  no  ovo  ni  paresgió  contradigion  al- 
guna, lo  pidió  por  testimonio,  aceptando 
la  possesion  é  señorio  é  jurisdigion  real  é 
corporal  c  autoral  con  su  mero  é  mixto  im- 
perio é  absoluto  poderío  real ,  en  nombre 
de  Sus  Magestades,  libremente,  sin  reco- 
nosgimiento  alguno  en  lo  temporal ,  de  la 
mar  austral  é  golpho  de  Sanct  Miguel ,  é 
en  aquella  parte ,  por  sí  é  por  todo  lo  res- 
tante expresado  ó  por  expresar  de  las  di- 
chas Indias,  islas  c  Tierra-Firme  é  sus  ma- 
res,-assi  en  lo  descubierto  como  en  lo  por 
descubrir.  Y  hechos  sus  autos  é  protesta- 
ciones conviníentes ,  obligándose  á  lo  de- 
fender, en  el  dicho  nombre,  con  la  espada 
en  la  mano ,  assi  en  la  mar  como  en  la 
tierra ,  contra  todas  é  qualesquier  perso- 
nas, pidiólo  por  testimonio.  E  todos  los 
que'  allí  se  hallaron  respondieron  al  capi- 
•  tan  Vasco  Nuñez  de  Balboa ,  quellos  eran, 
como  él ,  servidores  de  los  Reyes  de  Cas- 
tilla é  de  León,  y  eran  sus  naturales  vas- 
*  salios ,  y  estaban  prestos  é  aparexados 
para  defender  lo  mismo  que  su  capitán  de- 
gia,  é  morir  si  conviniesse  sobrello,  contra 
todos  los  reyes  é  príngipes  é  personas  del 
mundo ,  é  pidiéronlo  por  testimonio.  É  los 
que  allí  se  hallaron  son  los  siguientes: 

El  capitán  Vasco  Nuñez  de  Balboa. 

Andrés  de  Vera,  clérigo. 

Frangisco  Pigarro. 

Bernardino  de  Morales. 

Diego  Albitez. 

Rodrigo  Velazqucz. 

Fabián  I^rcz. 

Frangisco  de  Baldenebro. 
"Frangisco  González  de  Guadalcama. 

Sebastian  de  Grijalba. 

Hernando  Muñoz. 

Hernando  Hidalgo . 

Alvaro  de  Bolaños. 


r 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Ortuño  de  Baracaldo.  vizcayno. 

Francisco  de  Lucena. 

Bernardino  de  Cienfuegos,  esturiano. 

Martin  Ruiz. 

Diego  de  Texerina. 

Chripstóbal  Daga. 

Johan  de  Espinosa. 

Pasqual  Rubio  de  Mal  partida. 

Francisco  Pesado  de  Malpartida. 

Jolian  de  Portillo.. 

Johan  Gutiérrez  de  Toledo. 

Francisco  Martin. 

Johan  de  Beas. 

Estos  veynte  é  seys .  y  el  escribano  An- 
drés de  Vaiderrábano ,  fueron  los  prime- 
ros chripstianos  que  los  pies  pusieron  en 
la  mar  del  Sur,  y  con  sus  manos -todos 
ellos  probaron  el  agua  é  la  metieron  en 
sus  bocas,  como  cosa  nueva ,  por  ver  si  era 
salada  como  la  destotra  mar  del  Norte :  é 
viendo  que  era  salada,  é  considerando  é 
teniendo  respecto  á  donde  estaban,  die- 
ron infinitas  gracias  a  Dios  por  ello. 

Aquel  golpho  de  Sanct  Miguel  junto  á 
tierra  está  en  siete  grados  desta  parle  de 
la  cquinocial ,  algunos  minutos  mas  ó  me- 
nos en  parte  del  dicho  golpho ;  6  allí  ha- 
ciendo Vasco  Niiñez  sus  autos,  hico  con 
un  puñal  que  traía  en  la  cinta  una  cruz  en 
un  árbol ,  en  que  batía  el  agua  de  la  mar, 
por  señal  de  la  possesion  que  assi  se  apre- 
hendió :  é  hico  otras  dos  cruces  en  otros 
dos  árboles  para  que  fuessen  tres ,  en  re- 
verencia de  la  Santíssima  Trinidad ,  Padre 


y  Hijo  y  Espirita  Sancto,  tres  personas  y 
un  solo  Dios  verdadero ,  en  cuyo  nombre, 
por  Castilla  6  por  los  Reyes  Sereníssimos 
pressenles  é  por  venir  della,  tomó  la  pos- 
sesion. E  lue.íio  todos  los  que  allí  estaban 
hicieron  muchas  cruces  en  otros  árboles, 
é  cortaron  algunos  con  las  espadas,  con- 
tinuando la  possesion.  É  lo  pidió  el  capitán 
Vasco  Nuñez  por  testimonio,  6  se  volvió 
á  los  bullios  del  cacique  Chape,  donde 
avia  dexado  la  otra  gente ,  y  allí  vinieron 
los  otros  españoles  que  quedaron  en  la 
tierra  é  buhíos  del  cacique  Toreclia.  Y  en 
tanto  que  .allí  descansaba ,  procuró  el  ca- 
pitán Vasco  Nuñez  de  hacer  de  paces  la 
tierra:  épara  esto  enviaba  sus  mensaje- 
ros é  lenguas  á  anas  partes  c  á  otras,  para 
animar  los  indios  é  traerlos  á  su  amistad. 
Y  assi  vino  allí  un  indio  principal .  herma- 
no de  una  india. que  era  señora  de  aquella 
tierra  .  porque  el  cacique  Chape  era  muer- 
to; y  aqueste  truxo  cierto  oro  é  algunas 
perlas  é  lo  pressenló  al  capitán  Vasco  Nu- 
ñez, y  él  lo  tractó  con  toda  cortesía  é  le 
dió  rescate  é  cosas  de  las  de  España.  Allá 
ovo  el  capitán  información  de  muchos  se- 
cretos de  la  tierra ,  y  este  indio  le  di\o 
que  cerca  de  allí  se  pescaban  las  perlas, 
y  ofrescióse  quél  daria  siete  ó  ocho  canoas 
para  que  fuesse  ó  enviasse  á  donde  se  co- 
gían muclias  perlas ,  é  dixo  quél  yria  á  lo 
mostrar :  y  assi  acordó  Vasco  Nuñez  de 
yr  á  un  cacique  questá  cerca  de  Chape, 
para  passar  á  donde  las  perlas  se  cogen. 


CAriTULO  IV. 

De  la  segunda  possesion  quol  capitán  Vasco  Nuñez  de  Balboa  tomó  de  la  mar  del  Sur ,  é  quáles  chripstia- 
nos fueron  los  primeros  que  con  él  navegaron  en'ella,  é  de  las  primeras  perlas  que  vieron  de  aquella 
mar  ,  é  otras  cosfcs  notables  é  neseessarias  al  discurso  de  la  historia. 


A  los  siete  dias  de  otubre  del  mesmo  año 
de  mili  é  quinientos  y  trece  partió  el  ca- 
pitán Vasco  Nuñez  de  Balboa  de  la  tierra 
del  cacique  de  Chape  con  hasta  sessenta 
hombres  de  los  que  se  han  nombrado  en 


los  capítulos  precedentes ,  en  ocho  canoas 
pequeñas  que  dió  aquel  indio  principal, 
hermano  del  cacique  de  Chape :  é  la  no- 
che siguiente  se  desembarcó  cerca  de  la 
tierra  de  un  cacique  llamado  Cuquera ,  é 


DE  INDIAS.  LIB. 

fueron  por  tierra  tres  leguas  de  camino 
trabaxoso  hasta  donde  estaban  los  bullios 
del  cagique ;  y  estando  ¿'i  poco  espagio  de- 
llos ,  al  quarto  de  las  dos  fueron  sentidos 
de  los  indios,  y  apellidándose,  huyeron. 
Y  quando  fué  de  dia  claro ,  después  que 
oviei'on  puesto  en  salvo  las  mugeres  é  su 
ropa,  se  juntaron  ciertos  indios  con  sus 
armas  y  esperaron  á  los  chripstianos  hás- 
ta  que  llegaron  muy  gerca  unos  de  otros, 
pensando  que  eran  los  nuestros  otros  in- 
dios sus  comarcanos ;  y  cómo  vieron  hom- 
bres vestidos  y  con  barbas  cresgidas ,  y 
con  tanta  voluntad  y  denuedo  se  les  acer- 
caban, espantados  de  cosa  tan  nueva  á 
ellos,  se  pusieron  en  huyda.  Pero  siguié- 
ronlos y  tomaron  algunos ;  y  el  capitán 
Vasco  Nuñez  higo  soltar  uno  dellos,  des- 
pués de  le  aver  halagado  é  asegurádole,  é 
dicho  por  medio  de  la  lengua  ó  intérpetre 
que  fuesse  á  llamar  al  cagique ,  é  le  dixes- 
se  que  no  oviesse  temor  y  viniesse  á  los 
chripstianos  é  que  seria  muy  bien  tracta- 
do  é  ávido  por  amigo :  y  el  cagique  vino 
aquel  mesmo  dia,  é  truxo  é  pressentó  á 
Vasco  Nuñez  algún  oro  é  perlas ,  é  decía, 
ró  muy  largamente  dónde  y  cómo  se  pes- 
caban ,  y  quedó  muy  amigo  de  los  chrips- 
tianos; y  el  capitán  le  dió  cuchillos  y  una 
hacha  y  otras  cosas  de  Castilla. 

Y  hecho  esto ,  con  sus  compañeros  se 
volvieron  en  las  canoas  á  los  buhíos  de 
Chape,  donde  avia  dexado  la  otra  gente,  y 
allí  aderesgó  su  viage  para  yr  en  demanda 
de  la  isla  de  las  Perlas ,  y  escogió  entre 
los  españoles  que  consigo  tenia  sessenta 
hombres  que  le  paresgió  que  estaban  mas 
dispuestos  para  el  camino.  Y  á  los  diez  é 
siete  de  otubre,  en  las  canoas  ya  dichas, 
fué  navegando  por  la  mar  del  Sur  dos  dias 
á  mucho  peligro ,  porque  la  mar  andaba 
alta  y  el  tiempo  no  era  al  propóssito ;  y  el 
segundo  dia  en  la  noche  desembarcaron 
en  la  costa ,  gerca  del  assiento  del  cagique 
que  se  dige  Tumaca.  Y  dexando  guarda 
en  las  canoas,  fuése  Vasco  Nuñez  con  los 


XXIX.  CAP.  IV.  15 

otros  chripstianos  á  buscar  los  buhíos  de 
los"  indios ,  y  llegó  á  ellos  á  media  noche; 
y  aunque  se  pusieron  en  defensa  tomaron 
mucha  gente,  sin  que  fuesse  muerto  ni 
herido  peligrosamente  algún  chripstiano; 
y  el  cagique  huyó.  Allí  se  tomó  algún  oro 
que  se  halló  en  los  buhíos ,  y  oviéronse 
muchas  perlas  gruessas  y  menudas  y  al- 
jófar ,  y  en  el  buhío  del  cagique  se  halla- 
ron muchasconchas  nácares  de  las  ostias, 
en  que  se  crian  las  perlas ,  y  estas  con- 
chas eran  grandes ;  y  assimesmo  hallaron 
ostias  vivas  en  sus  conchas  frescas ,  cogi- 
das y  pescadas  en  la  mar  el  dia  antes ;  y 
dixeron  los  indios  que  las  pescaban  gerca 
de  allí  en  unas  islctas  pequeñas ,  questán 
gerca  de  la  Tierra-Firme ,  y  las  vian  des- 
de, el. buhío  del  cagique.  É  cómo  Vasco 
Nuñez  no  era  amigo  de  gastar,  el  tiempo 
en  ociosidad,  y  su  solicitud  era  mucha, 
envió  luego  algunos  indios ,  que  soltó ,  á 
llamar  al  cagique ,  asegurándole ;  é  vino 
de  paz  desde  á  dos  ó  tres  dias ,  é  fué  muy 
bien  tractado  é  asegurado.  Ovóse  del  in- 
formación de  las  cosas  de  la  tierra,  é 
dixo  que  en  la  provingia,  en  que  estaban 
era  suya  é  se  llamaba  Chitarraga,  á  la 
qual  tierra  Vasco  Nuñez  mandó  llamar  Ja 
provingia  de  Sanct  Lúeas, 'porque  se  tomó 
é  ganó  el  dia  de  Sanct  Lúeas  en  la  noche, 
y  el  mesmo  nombre  se  puso  á  un  golplio 
que  en  la  mesniacostaó  provingia  esta.. 

É  para  mas  validagion  de  la  possesion 
queste  capitán  tomó  de  aquellas  mares ,  y 
en  continuagion  della ,  á  los  veynte  é  dos 
dias  de  aquel  mes  de  otubre  quiso  salir  á 
la  costa  brava  de  la  mar ,  é  pidió  al  cagi- 
que una  canoa,  porque  las  otras  en  que  los 
chripstianos  avian  salido  de  Chape,  estaban 
de  la  otra  parte  de  aquella  ensenada  ó  an- 
cón en  la  costa.  Luego  el  cagique  higo  trai  r 
remos  de  los  quellos  usan  para  navegar 
canoas ,  é  dió  una  canoa  grande  ;  y  en  las 
cabegasde  los  remos  avia  en  algunos  dellos 
algunos  granos  de  aljófar  y  perlas  peque- 
ñas, engastadas  y  assentadas  en  la  made- 


16 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ra  de  los  remos.  Y  maravillado. tiesto  Vas- 
co Nuñez,  y  conjeturando  de  la  riqueza 
de  aquella  mar,  donde  tal  se  usaba,  lo  pi- 
dió por  testimonio ,  é  higo  testigos  dello 
á  Alonso  Nuñez  de  Madrid  y  á  Martin 
Martínez  y  Esteban  Parrantes  6  á  Chrips- 
tóbal  de  Valdebuso ,  é  á  todos  los  demás 
cliripstianos  que  allí  se  hallaron;  porque 
todos  vieron  é  tomaron  en  las  manos  es- 
tos remos,  que  los  indios  llaman  nahes.  E 
partiéronse  de  allí  á  los  veynte  é  nueve 
de  otubre ,  en  aquella  canoa ,  este  capitán 
con  algunos  compañeros  para  salir  á  la 
mar ,  y  fué  por  unos  anegadizos  ó  estaños 
é  esteros ,  guiado  por  los  indios :  é  salido 
á  la  mar  en  la  costa  brava ,  salió  en  tier- 
ra el  gobernador ,  é  fué  hasta  una.  playa 
llana  á  la  punta  del  golpho  de  Sanct  Lú- 
eas ,  junto  á  un  isleo  questá  allá  cer- 
ca de  la  Tierra-Firme ,  al  qual  los  indios 
llaman  Crucraga,  y  Vasco  Nuñez  le  puso 
nombre  isleo  de  Sanct  Simón.  Allí  tomó 
la  bandera  ó  pendón  real  de  Castilla  en  la 
mano  y  una  espada  desnuda ,  y  con  una 
rodela  embragada  se  entró  en  la  mar,  has- 
ta que  le  dió  el  agua  á  la  rodilla  ;y  estan- 
do assi .  pidió  en  altas  voces  que  le  dies- 
sen  por  testimonio  cómo  él ,  como  capitán 
é  vassallo  de  los  muy  altos  é  muy  pode- 
rosos Príncipes  el  Rey  don  Fernando  y  la 
Reyna  doña  Johana ,  su  hija ,  Reyes  de 
Castilla  é  de  León,  etc. ,  é  por  sus  sub- 
cessores ,  tomaba  é  tomó  é  aprehendió  la 
possesiori  real  é  corporal  é  actualmente,  é 
la  jurisdigion  é  señorío  de  la  mar  del  Sur 
ó  austral ,  por  la  corona  é  geptro  real  de 
Castilla ,  é  por  el  Rey  é  Reynas,  ya  dichos, 
é  sus  subcessores.  É  higo  todos  los  autos, 
que  en  tal  caso  se  requieren,  como  los 
avia  hecho  en  el  golpho  de  Sanct  Miguel, 
añadiendo  possesion  á  possesion  é  auto  á 
auto:  é  aquella  continuando  sin  contradi- 
cion  alguna  .  é  para  mas  firmeca  é  fuerca 
del  derecho  real  de  Castilla  ,  señaló  por 
coto  é  padrón  aquel  isleode  Sanct  Simón. ' 
que  allí  está  en  el  pasage  é  frontero  de  Ik 


isla  de  las  Perlas,  que  desde  allí  se  pa- 
resce  hácia  la  parte  del  Poniente,  á  la 
qual  los  indios  llaman  Toe ,  y  algunos  Te- 
rarequi.  E  Vasco  Nuñez  le  puso  por  nom- 
bre Isla  Rica :  porque  todos  aquellos  in- 
dios ,  que  halló ,  le  dixeron  que  allí  avia 
grandissima  cantidad  de  perlas,  é  muy  ri- 
cas é  muy  gruessas;  y  porque  la  mar  an- 
daba brava,  no  entró  Vasco  Nuñez  á  aquel 
isleo.  Y  hechos  sus  autos,  lo  pidió  por  tes- 
timonio á  Andrés  de  Valderrábano  (que 
era  escribano  real  y  proveedor  por  absen- 
cia  de  Johan  de  Quiccdo ,  y  estuvo  pres- 
senfe  á  todo  desde  el  dia  que  Vasco  Nu- 
ñez y  estos  españoles  salieron  del  Daricn) 
y  él  se  lo  dió  assi  por  fée.  É  los  testigos 
que  puso  en  este  testimonio,  que  estuvie- 
ron pressenles .  fueron  aquestos: 

Bartolomé  Hurtado,  alguacil  mayor. 

FranpSCO  Picarro. 

Martin  de  los  Reyes,  piloto. 

Esteban  Barrantes. 

Martin  Ruiz. 

Fernando  Hidalgo. 

Andrés  de  Vera ,  presbítero. 

Hernando  Muñoz. 

Diego  Cavallero. 

Alonso  Martin,  de  Don  Benito. 

Francisco  de  Lucena. 

Francisco  Goncalez  de  Guadalcama. 

Rodrigo  Velazquez. 

Diego  Albitez. 

Alvaro  de  Bolaños. 

Hérnando  Diaz. 

Diego  de  Valdenebro. 

Francisco  Pesado. 

Chripstóbal  Daca. 

Francisco  de  la  Cossa. 

Frangisco  de  Miranda. 

Chripstóbal  de  Robledo. 

Andrés  de  Valderrábano,  escribano 
real ,  ante  quien  passó  todo  lo  que  se  ha 
dicho .  como  escribano. 

Estos  veynte  é  tres  hombres,  con  su 
capitán  Vasco  Nuñez,  fueron  los  que  mas 
entraron  en  la  mar  por  entonges;  y  por- 


DE  INDIAS.  L1B. 

qué!  desseaba  mucho  ser  informado  de 
aquella  Isla  Rica  y  de  otras  cosas,  man- 
do á  aquel  escribano  Andrés  de  Vaíder- 
rábano.  porque  era  hombre  cuerdo  y  de 
mucha  habilidad,  que  con  veynte  indios 
y  seys  chripslianos  fuesse  en  una  canoa, 
que!  cacique  Tumaca  dió  ^  á  una  isla  ques- 
tá  cerca  «Ir  la  Tierra-Firme,  en  la  mar  del 
Sur ,  para  que  allí  los  indios  sacassen  os- 
lias  de  las  que  crian  las  perlas,  para  que 
diesse  fée  delío.  Éassi  partieron  postrero 
de  otubre,  y  llegaron  á  la  isleta;  y  los  in- 
dias se  echaron  á  nado  algunos  dellos  de- 
baxo  del  agua,  y  sacaron  hasta  tres  es- 
puertas de  ostias,  é  abrieron  algunas  do- 
lías para  ver  si  tenían  perlas  y  no  hallaron 
alguna.  E  dixeron  los  indios  que  en  otra 
isla  grande ,  questá  quatro  leguas  de  allí, 


XXIX.  CAP.  IV.  17 

dentro  en  la  mar,  se  cogían  las  perlas 
grandes  y  en  cantidad ,  y  que  las  ostias, 
en  que  se  hallaban,  eran  tres  veces  mayo- 
res que  aquellas  que  sacaron  en  aquella 
isleta,  donde  estaban.  Y  aquella  isla  que 
los  indios  decían  es  la  qucllos  llaman  Toe, 
á  quien  Vasco  Nuñez  puso  Isla  Rica ,  al 
tiempo  que  tomó  la  possesion  del  mar  del 
Sur ,  y  nombró  al  isleo  Sanct  Simón ,  co- 
mo está  dicho  de  susso.  Y  porque  la  mar 
andaba  brava  y  no  teñían  comisión  para 
yr  adelante,  se  tornaron  el  Valderrábano 
c  lodos  los  ques  dicho ,  y  con  tanto  peli- 
gro ,  que  muchas  veces  pensaron  ser  ane- 
gados :  é  sacaron  mas  de  una  espuerta  de 
aquellas  ostias,  para  que!  gobernadoré  los 
chripstianos  las  viessen. 


CAPULLO  V. 

Como  el  gobernador  Vasco  Nuñez  de  Balboa  lomó  al  Darien  desde  ta  mar  del  Sur ,  y  cómo  en  ciertas  pro 

vincias  hico  los  caciques  de  paz. 


«J  ueves  tres  días  de  noviembre  de  mili  é 
quinientos  y  trece  años ,  el  capitán  Vasco 
.Nuñez  de  Balboa,  con  toda  la  gente  que 
consigo  tenia,  se  partió  de  la  provincia  y 
golpho  de  Sanct  Lúeas  en-  las  canoas  en 
que  avia  allí  llegado,  y  llevó  consigo  un 
hijo  del  cacique  Tumaca  (que  de  su  vo- 
luntad se  quiso  yr  con  él  á  demostrar  otro 
cacique),  por  un  braco  de  mar,  muyeer- 
cado  de  arboledas,  nasgidas  dentro  del 
agua  en  ambas  costas ;  y  en  partes  algu- 
nas se  juntaban  las  ramas  y  alcanzaban 
de  la  una  pai  te  á  la  otra ,  y  era  nescessa- 
rio  cortarlas  con  las  espadas  é  puñales  pa- 
ra passar ,  y  en  otras  partes  era  muy  an- 
cho, hasta  que  entraron  por  una  boca  de 
un  rio  grande.  Estos  árboles  por  la  ma- 
yor parte  son  mangles,  de  los  quales  se 
hico  relación  en  el  libro  IX ,  capítulo  VI, 
en  la  primera  parte  destas  historias.  Assi 
que ,  por  este  rio  grande  arriba  subieron 
con  harto  trabaxo ,  á  causa  de  los  gran- 
TOMO  III. 


.des  raudales  que  en  él  hallaron;  y  otro 
dia  siguiente  por  la  mañana  llegaron  á  la 
tierra  del  cacique  llamado  Thevaca ,  ques- 
tá cerca  de  aquel  rio ,  y  fué  salteado  y  to- 
mado el  cacique,  sin  que  oviesse  senti- 
miento ni  sospecha  que  los  chripstianos 
yban,  hasta  que  dieron  sobrél.  Pero  ha- 
ciendo virtud  de  la  nescessidad,  se  ase- 
guró é  mostró  que  holgaba  con  los  espa- 
ñoles, é  dióles  de  comer  de  lo  que  tenia, 
é  quedó  de  pages ,  é  hico  pressente  de  oro 
fino  de  muy  hermosas  piceas ,  é  también 
dió  algunas  perlas ;  é  quedó,  muy  seguro 
é  amigo  de  los  chripstianos ,  á  lo  que  mos- 
traba. 

Y  porque  podría  alguno  pensar  queste 
oro  que  aquí  se  llama  fino .  fuesse  de  ley 
de  veynte  é  quatro  quilates  ó  de  onca; 
digo  que  no  era  assi;  mas  porque  los  in- 
dios acostumbran  labrar  oro  de  muchas  é 
diversas  leyes,  llamaban  los  chripstianos 

en  esta  sazón  fino  á  lo  que  era  de  veynte 
3 


18 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


quilates  é  do  allí  adelante,  y  á  lo  que  era 
de  medio  oro  abaxo,  que  no  le  hallaban 
ley  por  las  puntas  y  el  toque ,  llamaban 
gtíanin. 

Desde  allí  el  gobernador  envió  las  ca- 
noas, en  que  avia  mandado  lo  que  se  ha 
dicho  en  los  capítulos  de  susso,  ó  man- 
dóles tornar  á  la  provincia  de  Chape,  don- 
de estaban  los  otros  chripstianos  que  allí 
avia  dejado:  las  quales  canoas  llevaron 
diez  españoles  y  ciertos  indios  con  aquel 
principal  de  Chape,  que  con  el  gobernado 
avia  andado.  Y  assimesmo  envió  al  hijo 
del  cacique  Tumaca.  para  que  lodexassen 
en  el  camino  en  la  tierra  de  su  padre;  y 
envió  á  mandará  los  chripstianos ,  que 
avian  quedado  en  Chape,  donde  se  avian 
tomado  las  canoas .  que  se  fuessen  todos 
por  tierra  hasta  un  cacique,  á  donde  el  go- 
bernador se  yba  por  tierra  á  los  esperar. 
Y  despedidas  las  canoas,  se  partió  del  ca- 
cique de  Thevaca  a  los  cinco  de  noviem- 
bre; y  aquel  dia  llegó  el  gobernador  á  un 
cacique,  que  sollama  Parra, al  qual  halló 
absentado ,  y  enviólo  á  buscar,  asegurán- 
dole y  vino  de  paces,  y  dio  cierto  oro  de 
pressente:  porque  todos  los  Otros  caciques; 
en  que  avian  estado  los  chripstianos,  avian 
dicho  certificadamente  queste  cacique  Pa- 
cra  cogía  oro  en  su  tierra  ,  y  que  tenia  mi- 
nas ricas.  Y  Yasco  Nuñcz  le  rogó  mucho 
y  le  halagó  porque  se  las  mostrasse,  y 
nunca  lo  quiso  hacer :  sobre  lo  qual  le  hi- 
go atormentar  hasta  la  muerto ,  y  en  fin 
nunca  se  lo  hico  decir.  Y  todos  los  indios 
6  indias  deste  cacique  confesaron  que  se 
echaba  con  tres  ó  quatro  mugeres  que  te- 
nia, é  que  usaba  con  ellas  extra  vas  debi- 
tum,  contra  natura ;  y  que  quando  fué  mo- 
co ,  en  la  juventud  usaba  lo  mismo  con 
indios  machos.  Este  pecado  es  muy  usa- 
do en  algunas  partes  de  la  Tierra-Firme, 
y  á  los  indios  pacientes  en  tal  delicto  lla- 
man en  aquella  lengua  de  Cueva  camayoa. 
A  esta  tierra  mandó  llamar  el  gobernador 
Vasco  Nuñez  la  provincia  de  Todos  Síme- 


los, porque  en  tal  dia  llegó  á  ella,  y  en 
la  lengua  de  los  indios  §e  llama  Pacra: 
péro  yo  la  llamara  Ja  tierra  de  todos  los 
males,  pues  que  tan  nefando  pecado  allí 
se  usaba  por  el  señor  della. 

Allí  llegó  la  otra  gente ,  que  avia  que- 
dado en  Chape ,  y  avian  tomado  en  el  ca- 
mino un  cacique  que  se  decía  Bonanima- 
na ,  del  qual  ovieron  cierto  oro  que  tru- 
xeron,  porque  este  era  el  principal  inten- 
to questos  pacificadores  traían ,  y  en  lo 
que  se  ejercitaban,  y  en  tomar  indios  é 
indias,  de  que  se  sirviessen.  Algunos  les 
daban  los  caciques  principales,  sin  los  que 
se  tomaban  los  españoles ;  y  con  este  go- 
bierno, andaban  hombres  de  los  mas  suel- 
tos é  hábiles  que  se  pudieran  hallar  en  el 
mundo,  para  el  exercigio  que  traían :  pues- 
to que  en  los  memoriales  y  cscripturas  de 
Yasco  Nuñcz  todo  lo  que  he  dicho  hallé 
escrípto  y  signado ,  y  lo  que  mas  diré  has- 
ta queste  viage  se  acabe.  Allí  no  estaban 
dichas  crueldades ;  pero  muchas  ovo ,  y 
muchos  indios  hico  atormentar,  y  á  otros 
aperrear  en  este  camino,  para  que  le  dies- 
sen  oro.  Ya  á  unos  se  tomaban  las  muge- 
res  ,  ya  á  otros  las  hijas ;  y  cómo  Yasco 
Nuñez  haf  ia  lo  mesmo ,  por  su  exemplo  ó 
dechado  sus  milites  se  ocupaban  en  la  mes- 
ma  labor,  imitándole.  Y  de  aquí  viene  la 
culpa  y  delicto  ser  mayor  en  el  que  manda 
que  en  los  inferiores ;  porque  es  la  causa 
del  mal  que  se  hace  y  la  enseña  á  otros  é 
consiente:  ó  por  el  opóssito,  quando  el  ca- 
pitán ó  el  príncipe  enseña  buenas  costum- 
bres, siempre  aquellas  se  continúan,  y  el 
señor  es  mas  diño  de  gloria ,  y  los  ense- 
ñados no  quedan  sin  galardón.  Passemos 
á  nuestra  historia. 

Estando  Yasco  Nuñez  y  los  chripstianos, 
que  con  él  estaban,  en  la  provincia  de  To- 
dos los  Sanctos,  truxéronles  pressentes  de 
oro  los  caciques  Mahe  y  Tamao  Othoque 
y  un  hermano  del  cacique  Pacra ,  que  se 
decía  Thenora ;  y  primero  dia  del  mes  de 
diciembre  se  partió  de  allí  y  se  fué  á  los 


DE  INDIAS.  LIB. 

bullios  del  cacique  Bocheriboca,  donde 
llegó  á  los  cinco  de  diciembre  y  hallólo  al- 
Qádo.  V  Ires  dias  después  llegó  á  los  bu- 
llios del  cacique  Pocorosa  y  hallólo  alca- 
do;  pero  á  los  trece  de  aquel  mes,  que 
fué  desde  ;í  cinco  dias  que  allí  llegó ,  vino 
de  paz  este  cacique  Pocorosa  y  truxo  con- 
sigo pressente  de  oro ,  y  se  le  dieron  al- 
gunas Imi  llas  y  otras  cosas  de  rescate,  y 
quedó  dé  pages.  Otro  dia  siguiente  llega- 
ron dos  indios,  mensageros  del  cacique 
Chuyrica .  y  truxcron  de  pressente  algún 
oro  para  el  gobernador;  y  deste  cacique 
ninguna  noticia  tenían  los  chripstiános ,.  y 
él  de  su  grado  se  comidió  á  enviarles  oro. 
Y  á  los  diez  é  seys  dias  del  mes  llegó  allí 
un  cacique  que  se  decia  Paruraca ,  y  tam- 
bién truxo  pressente  de  oro  y  se  le  die- 
ron "cosas  de  rescate,  con  que  fue  conten- 
to é  quedó  por  amigo  de  los  chripstiános- 
Después  desto ,  un  domingo  diez  é  ocho 
del  mes.  dos  horas' antes  del  dia,  el  go- 
bernador Vasco  Nuñez ,  con  ochenta  hom- 
bres, tomó  el  buhío  del  cacique  Tubana- 
ma ,  y  fué  presso  el  cacique  é  muchos  de 
su  gente  .  y  tomóse  algún  oro  en  esta  tras- 
nochada. Y  cómo  fué  de  diaclaro,  vinie- 
ron ciertos  indios  del  cacique  asegurados 
y  hablaron  con  él;  y  luego  fueron  á  pu- 
blicar por  aquella  provincia  que  truxessen 
oro ,  para  rescatar  con  los  chripstiános  y 
redimir  al  dicho  cacique  de  la  prission.  Y 
desde  aquel  dia  diez  é  ocho  hasta  los 
veynte  é  uno ,  que  fué  dia  de  navidad,  ca- 
da dia  vinieron  indios  é  prcssentaban  pie- 
gas  de  oro  para  comprar  á  su  señor ,  unos 
con  una  patena ,  y  otros  á  dos  y  á  tres, 
otros  ginco  y  otros  ocho ,  y  otros  a  doge 
y  mas ,  é  indio  ovo  que  truxo  quinge  pa- 
tenas-de oro:  y  ovo  en  todo  lo  que  tru- 
xeron  treynta  marcos  de  oro  y  algunas 
perlas.  Y  hecho  aquesto,  aseguró  el  go- 
bernador al  cagique  y  halagóle  é  hígole  su 
amigo,  é  dióle  cosas  de  rescates,  cas- 
cabeles é  qüentas  de  vidrio  é  cuchillos  é 
cosas ,  que  todo  ello  valia  poco  entre  cas- 


XXIX.  CAP.  V.  19 

tellanos  en  la  feria  de  Medina  del  Campo. 
Y  cómo  el  cagique  mostraba  mucho  con- 
tentamiento de  aquello  que  le  dió  Yasco 
Nuñez ,  pensó  que  todo  lo  que  quisiesse 
saber  dél,  se  lo  diria ;  y  con  esta  confian- 
ga  le  preguntó  por  las  minas  ,  y  él  no  qui- 
so confesar  que  las  avia  en  su  tierra.  Mas 
díxo'e  grandes  secretos  é  nuevas  de  oro 
é  perlas  que  hallaría  gerca  de  allí ;  y  no 
se  satisfagiendo  desto  el  gobernador,  man- 
dó secretamente  ,  sin  quel  cagique  lo  su- 
piesse,  que  catassen  giertos  arroyos  é  rios, 
y  en  todos  ellos  hallaron  oro  (sin  tener 
espagio  ni  aparoxos  convinicntes)  en  tres 
veges  que  lo  fueron  á  buscar  giertos  es- 
pañoles ó  quien  sé  cometió ,  y  á  un  quar- 
to  de  legua  ó  menos  del  buhío ,  donde  el 
gobernador  estaba  con  el  cagique:  é  co- 
gieron un  pesso  é  ginco  granos  de  oro  me- 
nudo. Y  en  todas  las  bateas  que  lavaban, 
salia  algún  ovo ,  aunque  en  poca  cantidad; 
y-  aquesto  era  tentado  en  partes .  que  no 
mostraban  aver  manera  de  hallarse  oro 
en  ellas. 

De  allí  se  partió  el  gobernador  Yasco 
Nuñez ,  contento  con  la  esperanga  de  las 
minas  y  catas  que  se  avian  dado ,  después 
de  passada  la  pascua ,  porque  la  gente  an- 
daba ya  cansada  y  avia  algunos  enfermos, 
y  aun  el  gobernador  estaba  flaco  y  no  sa- 
no ,  y  fatigado  mucho  de  lo  que  en  este 
camino  trabaxó.  Y  fuésse  desde  allí  con 
los  españoles  á  los  buhíos  del  cagique  Po- 
corosa ,  .donde  estaba  toda  la  otra  gente 
quéí  avia  allí  dcxado ;  y  desde  allí  se  fue- 
ron poco  á  poco  á  la  villa  de  Sancta  Ma- 
ría del  Darien  ó  Antigua ,  y  en  el  camino 
llegó  al  buhío  del  cagique  don  Carlos ,  hi- 
jo del  cagique  de  Comogrc,  que  era  muer- 
to. Y  estuvo  allí  desde  el  dia  de  año  nue- 
vo, primero  dia  de  enero  de  mili  é  qui- 
nientos y  catorge  años,  descansando  hasta 
quatro  dias  adelante;  y  allí  le  dio  cierto 
oro  de  pressente  este  cagique  don  Carlos, 
el  qual  cagique  estábal  a  de  antes  de  paz 
y  muy  amigo  de  los  chripstiános,  porque 


20 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


quando  por  allí  avian  passado,  viviendo 
su  padre,  se  baptizaron  ambos  é  queda- 
ron de  pares. 

Desde  allí  passó  Vasco  Nuñez  á  Ponca, 
donde  él  y  los  españoles  fueron  resgebi- 
dos  del  cacique  con  macho  placer;  y  allí 
se  supo  cómo  avian  llegado  una  nao  y  una 
carabela  desta  Isla  Española  ¡il  puerto  del 
Darien  con  alguna  gente  y  bastimentos, 
de  que  todos  ovieron  macho  placer.  Des- 
de allí  se  fué  el  gobernador  al  puerto  de 
Careta,  de  donde  avia  salido  á  los  se\s 
de  septiembre  del  año  antes  de  este,  y 
llegó  allí  á  los  diez  é  siete  de  enero  de 
mili  é  quinientos  y  catorce.  Otro  dia  si- 
guiente en  la  noche  se  embarco  en  el  ga- 
león que  allí  av  ia  déxado  (porqué  no  ha- 
cia tiempo  para  meterse  en  el  mar  con 
canoas),  y  fuésse  al  Darien  con  hasta  veyn- 
le  hombres  de  los  españoles  y  hasta  dos- 
cientos naborías  indios  é  indias,  y  con 
mas  cíe  dos  mili  pessos  de  oro ,  y  dexó  los 
otros  chripstiános  con  hasta  otros  seis- 
cientos naborías  en  el  cacique  de  Ponca. 

Y  cómo  el  gobernador  llegó  al  Darien, 
(pie  fué  á  los  diez  é  nueve  de  enero,  en- 
vió el  galeón  y  la  carabela,  questaban  en 
el  puerto  del  Darien,  y  avian  ydo  desta 
Isla  Española ,  al  puerto  de  Careta  por  los 
españoles  ques  dicho;  y  los  llevaron  al 
Darien  ricos  é  bien  servidos  de  muchos 
indios  é  indias,  y  con  mucha  ropa  de 
mantas  y  hamacas  de  algodón  de  lo  que 
con  otras  préssas  avian  ávido  en  este  \ Ma- 
go y  descubrimiento  de  la,  mar  del  Sur. 

Y  después  de  llegados,  se  higo  el  repar- 
timiento del  oro  é  perlas  que  se  avian 
ávido  en  este  camino. 

Pero  porque  es  notable  delicto  é  vicio 
dcstos  indios ,  y  por  donde  es  bien  em- 
pleada su  perdición,  digo  que  hallé  es- 
cripto,  y  supe  de  muchos  de  los  que 
fueron  con  Vasco  Nuñez  en  este  viage  ya 
dicho,  que  después  que  llegó  á  Careta, 
el  qual  cacique  ^  era  amigo  de  los 
chripstiános,  luego  otro  dia  siguiente, 


después  de  partido  de  allí  Vasco  Nuñez, 
llegó  á  una  provincia  que  se  dice  Care- 
ca ,  y  el  cacique  della  se  llamaba  Tore- 
cha,  y  pásesele  en  defensa  y  matáronle 
en  la  guacábara  á  él  y  algunos  indios  su- 
yos; \  allí  se  hallo  un  hermano  suyo,  ves- 
tido como  muger,  con  naguas,  y  usaba 
como  muger,  con  los  hombres,  y  otros 
dos  indios  de  la  inesma  manera,  que  usa- 
ban como  mugeres  y  assi  con  naguas  :  y 
los  tenia  el  cacique  por  mancebas.  Y  esto 
se  hacia  en  aquellas  partes  principalmen- 
te entre  los  caciques  é  otros  indios ,  é  se 
presciaban  de  tener  tres  é  quatro,  y  aun 
veynte  indios,  para  este  sucio  y  abomi- 
nable pecado.  Y  en  aqueste  viage  bico 
Vasco  Nuñez  quemaré  aperrear  quassicin- 
qüenta  destos,  y  los  mismos  caciques  se  los 
traían  sin  se  los  pedir,  desque  vieron  que 
los  mandaba  matar,  lo  qual  hacia  porque 
les  daba  á  entender  que  Dios  en  el  cielo 
estaba  muy  enojado  con  ellos,  porque  lia- 
cian  tal  cosa ,  y  por  esso  caian  tantos  ra- 
yos é"  tan  espantables  truenos:  é  por  esso 
no  les  quería  dar  Dios  el  mahiz  y  la  yuca. 

Y  deste  temor,  porque  Dios  aplacasse  su 
ira,  le  llevaban  aquellos  camayoas  pa- 
cientes en  tal  delicto.  Y  á  la  verdad  era 
cosa  temerosa  y  espantable  los  rayos  y 
truenos  que  avia  en  aquella  tierra  ,  y  que 
yo  oy  aquel  mesino  año  de  catorce  que 
llegó  el  armada ,  y  los  que  fuimos  con  el 
gobernador  Pedradas  üávila,  porque  que- 
maban buhíos  y  mataban  hombres;  y  á 
mí  y  á  otros  acaesció  estar  durmiendo  en 
la  cama ,  y  del  terrible  sonido  del  rayo  é 
trueno  caer  de  la  cama  abaxo  en  tierra. 

Y  es  verdad  que  aquellos  indios  de  la  len- 
gua de  Cueva,  en  la  qual  cae  el  Darien, 
tienen  questá  Dios  en  el  cielo,  é  ques  el 
que  cria  é  hago  todas  las  cosas ;  pero  pien- 
san ellos  queste  Dios  es  el  sol ,  é  ques  su 
muger  la  luna ,  é  assi  lo  dicen  é  creen ,  é 
questos  les  dan  los  mantenimientos .  é  la  vi- 
da é  se'la  quitan.  É  otros  errores  muchos 
tienen  é  idolatrías ,  como  se  dirá  adelante. 


DE  INDIAS.  L1B.  XXIX.  CAP.  V. 


21 


Creyóse  que  en  este  camino  avia  ávido 
Vasco  Nuñez  mucho  mas  oro  de  lo  que  se 
repartió:  de  lo  qual  no  es  de  maravillar, 
porque  estos  capitanes  han  tenido  ojo  á 
cumplir  primero  consigo  que  con  los  com- 
pañeros; pero  en  la  verdad,  comoíengo 
dicho,  uno  de  los  mejor  partidos  capita- 
nes que  á  estas  Indias  han  passado,  fué 
Vasco  Ñoñez,  en  su  tiempo,  dexando 
aparte  el  Perú  y  la  Nueva  España,  donde 
se  ha  hallado  mas  cantidad  de  oro  que  no 
le  vino  a  las  manos  á  Vasco  Nuñcz :  lo 
qual  si  el  repartiera,  se  puede  creer  que 
lo  que  hico  en  csso  que  pudo ,  que  mejor 
lo  hiciera  en  lo  mucho.  Pero  este  servicio 


deste  descubrimiento  de  la  mar  del  Sur, 
y  ser  el  primero  de  los  chripstianos  que 
la  vido ,  y  con  grandíssima  diligencia  que 
la  buscó  y  halló,  á  solo  Vasco  Nuñez  se 
debe  este  tropheo ;  y  él  fué  el  primero  que 
en  ella  navegó,  y  el  que  primero  puso 
navios  Qn  ella  de  todos  los  chripstianos, 
como  está  dicho  en  los  capítulos  preceden- 
tes. E  grandes  fueron  los  trabaxos  quél  y 
los  otros  españoles  padescieron  en  aque- 
llos principios;  y  de  aquella  escuela  de 
Vasco  Nuñez  salieron  señalados  nombres 
y  capitanes  para  lo  que  después  ha  subcé- 
dido  en  la  Tierra-Firme  ,  como  se  dirá 
adelante  en  su  luear. 


CAPITULO  VI. 

Del  viage  del  gobernador  Pedradas  Dávila  á  la  Tierra-Firme  ,  llamada  Castilla  del  Oro  ,  en  la  qual  eslaba 

por  capitán  Vasco  Nuñcz  de  Balboa. 


ror  las  quexas  que  al  Screníssimo  y  Ca- 
thólico  Rey  don  Fernando  avia  dado  el 
bachiller  Enciso  contra  Vasco  Nuñcz,  en- 
tre las  quales  siempre  hacia  memoria  de 
su  injusta  prjssion  y  destierro,  y  de  la 
crueldad  que  avia  usado  contra  Diego  de 
Nicuesa ;  y  por  la  relación  que  después  hi- 
cieron los  procuradores  del  Darien,  el 
veedor  Johan  de  Quicedo  y  el  capitán  Ro- 
drigo de  Colmenares ,  y  las  cartas  que 
«>ntra  él  escribieron  el  bachiller  Diego  del 
Corral  é  Concalo  de  Badajoz,  teniente  que 
fué  de  Diego  de  Nicuesa ,  é  Luis  de  Mer- 
cado é  Alonso  Pérez  de  la  Rúa ,  á  los  qua- 
les tenia  pressos  Vasco  Nuñcz,  acordó  el 
Rey  de  enviar  á  Pedradas  Dávila  con  una 
hermosa  armada  á  conoscer  de  las  culpas 
de  Vasco  Nuñez  de  Balboa ,  é  á  gobernar  á 
Castilla  del  Oro  en  la  Tierra-Firme.  Y  jun- 
táronse para  esto  tres  mili  hombres  ó  mas 
en  Sevilla ,  y  fueron  allí  los  oficiales  quel 
Rey  envió  para  su  hacienda,  Alonso  de  la 
Puente  por  thessorero ,  Diego  Márquez  por 
contador,  Johan  de  Tabira  por  factor ,  Jo- 
han  de  Quicedo  por  vee  or  de  las  fundi- 
d 


ciones  del  oro  (este  murió  allí  en  Sevilla, 
é  yo  el  chronista,  Goncalo  Fernandez  de 
Oviedo  y  Valdés,fuy  provchydo  por  el  Rey 
Cathólico  de  aquel  oficio  de  veedor):  por 
alcalde  mayor  de  Pedrarias  fué  el  bachi- 
ller Gaspar  de  Espinosa ,  que  después  se 
llamó  licenciado,  natural  de  Medina  de 
Rioseco;  y  por  teniente  de  capitán  gene- 
ral de  Pedrarias  fué  un  hidalgo  de  Córdo- 
ba, llamado  Johan  de  Ayora,  hermano  del 
chronista,  Gongalo  de  Ayora;  y  por  capi- 
tanes de  cada  cien  hombres  Luis  Carrillo, 
Francisco  Dávila,  Antonio  Tellez  de  Guz- 
man,  Diego  de  Bustamante,  Contrcras, 
Francisco  Vázquez  Coronado  de  Valdés, 
Johan  de  Corita,  Gamarra,  Villafañe, 
Atienen,  Gaspar  de  Morales,  primo  del  go- 
bernador, Pedrarias,  el  mancebo,  que  yba 
por  capitán  del  artillería,  el  qual  era  so- 
brino del  gobernador,  Goncalo  Fernandez 
de  Llago  y  el  capitán  Metieses.  Los  quales 
he  nombrado,  porque  de  todos  ó  de  los 
mas  dellos,  y  de  otros  que  en  la  tierra  ya 
estaban,  y  de  otros  que  después  se  llama- 
ron capitanes  é  lo  fueron ,  resultaron  ade- 


22 


HISTORIA  GENERAL  V  ANTERA!. 


lantc  cosas,  que  convienen  á  la  historia  y 
son  notaliles. 

En  lo  espiritual  fué  el  obispo  don  fray 
Johan  de  Quevedo,  de  la  Orden  de  Sanct 
Francisco,  el  primero  prelado  que  passó 
á  la  Tierra-Firme,  con  título  de  obispo  de 
Sancta  María  de  la  Antigua  é  de  Castilla 
del  Oro ;  y  la  cabeca  de  aquel  obispado 
fué  aquella  villa  que  he  dicho  Sancta  Ma- 
ría de  la  Antigua  del  Dañen:,  que  ganaron 
Vasco  Nuñez  y  los  que  quedaron  del  ar- 
mada del  capitán  Alonso  de  Hojeda.  I.a 
qual.  despuesde  la  ereciondeste  obispado, 
por  mandado  del  Papa  é  del  Rey  Cathóli- 
co  se  llamó  cibdad ,  que  fué  metropolita- 
na y  cabera ,  como  es  dicho ,  del  obispa- 
do de  Castilla  del  Oro ,  porque  es  gente 
noble,  para  lo  que  adelante  se  siguió.  Digo 
que  entre  las  ordenanzas  y  capítulos  quel 
Rey  Cathólico  proveyó  é  mandó  á  Pedra- 
rias,  su  gobernador,  que  tuviesse  espe- 
cial cuidado,  fueron  estas  qüatro  cosas: 
la  primera ,  que  con  mucha  atención  y  vi- 
gilancia entendiesse  en  la  conversión  y 
buen  tractamiento  de  los  indios:  la  segun- 
da ,  que  no  passassen  letrados  ni  oviesse 
abogados  ni  procuradores  en  aquella  tier- 
ra ,  porque  se  tenia  expiriencia  desta  Isla 
y  otras  partes  que  son  perjudiciales  á  la 
tierra ,  y  como  maestros  de  litigios  y  con- 
tiendas, inventan  mas  de  las  que  suele  aver 
sin  ellos;  sino  que  simpliciler  y  de  plano', 
sin  dar  lugar  á  cabilaciones  maliciosas ,  se 
determinassen  los  pleytos  brevemente, 
haciendo  justicia  á  las  parles:  la  tercera, 
que  se  hiciesse  a  los  indios  cierto  requi- 
rimiento ,  antes  que  se  les  rompiesse  la 
guerra ,  el  qual  adelante  so  dirá :  la  quar- 
ta ,  que  en  todas  las  cosas  de  importancia 
se  diesse  parte  al  obispo  y  oficiales ,  y  se 
tomasse  su  paresger.  En  todas  estas  cosas 
se  verá  la  intención  del  Príncipe ,  que  lo 
proveyó,  santa  y  bnena,  pensando  quel  go- 
bernador y  prelado  siempre  serian  confor- 
mes en  el  servicio  de  Dios  y  del  Rey ,  y 
en  la  buena  gobernación  y  administración 


del  Estado  y  pacificación  de  los  indios  y 
población  de  la  tierra.  Pero  salió  al  revés, 
porque  desto  que  se  proveyó  para  bien  y 
provecho  común  de  todos,  se  formaron 
dos  bandos  y  parcialidades  que  fueron 
muy  dañosas ;  y  unos  seguían  al  goberna- 
dor y  otros  al  obispo  apasionadamente. 
Assi  los  oficiales  que  los  avian  de  templar, 
y  procurar  que  entrellos  oviesse  mucha 
conformidad  .  se  mezclaron  en  las  mesrnas 
diferencias,  como  se  ilirá  mas  largamente 
en  su  lugar. 

Aparejada  el  armada .  dilatóse  la  par- 
tida á  causa  de  los  tiempos;  y  por  nuevos 
avisos  que  de  la  Tierra-Firme  fueron,  el 
Rey  mandó  despedir  la  mitad  de  la  gente, 
y  que  no  fuessen  sino  mili  é  quinientos 
hombres:  y  assi  despidieron  á  los  demás, 
después  de  aver  hecho  un  hermoso  alarde 
en  Sevilla,  y  el  gobernador,  con  los  mili 
é  quinientos,  fué  á  Sanct  Lúcar  de  Barra* 
meda.  Pero  todavia  cresció  el  uúmero  de 
la  gente  y  passaron  bien  dos  mili  hombres 
ó  mas  por  las  grandes  nuevas,  que  se  de- 
cían de  aquella  tierra ;  y  esta  fué  una  de 
la  mas  hermosa  gente  y  escogida  que  ha 
passado  á  estas  Indias :  y  aunque  no  fue- 
ran sino  quinientos  hombres,  se  acertara 
en  ello  para  lo  que  subcedió.  Y  con  veyn- 
te  é  dos  naos  é  carabelas  se  hico  el  arma- 
da á  la  vela,  llevando  por  piloto  mayor  á 
Johan  Serrano,  el  qual  mataron  después 
con  el  capitán  Fernando  de  Magallanes  en 
el  descubrimiento  del  Estrecho  grande  é 
viage  de  la  Especiería ,  como  se  dixo  en 
el  libro  XX,  capítulo  I.  Y  aquesta  armada 
salió  con  muy  buen  tiempo  del  puerto  de 
Sanct  Lúcar  de  Rarrameda ,  domingo  de 
carnestolendas ,  año  de  mili  é  quinientos 
y  catorce ;  y  después  que  la  nao  capitana 
estaba  quatro  ó  finco  leguas  en  la  mar, 
saltó  el  tiempo  al  contrario  y  ovo  de  dar- 
se la  vuelta.  La  postrera  nao.  que  salió  del 
puerto  era  aquella  en  que  yo  yba ,  y  aun 
quedaba  otra  surgida ,  en  quel  contador 
Diego  Márquez  estaba ,  que  nunca  se  qui- 


DE  INDIAS.  L1JJ. 

so  desamarrar,  porque  un  piloto  della, 
llamado  Pedio  Miguel,  tuvo  mejor  conos- 
gimiento  (|ii<'  todos,  y  vido  quel  tiempo 
no  era  bueno  y  se  estuvo  quedo:  el  quál 
tiempo  salló  en  vendqbal,  que  otros  lla- 
man poniente  maestro,  é  muy  regio.  Y 
como  los  pilotos  del  rio  avian  dexado  yr 
las  naos  fuera  en  la  mar,  y  se  avian  tor- 
nado á  Sanct  Lúcar  en  sus  barcos,  y  la 
mar  andaba  brava,  forcosamente  higo  tor- 
nar el  tiempo  el  armada  al  rio ;  y  la  nao 
en  que  yo  yba,  assi  como  avia  salido  la 
postrera,  ovo  de  entrar  la  primera;  y  al 
entrar  por  la  barra  dió  ciertos  golpes  en 
tierra ,  v  nos  oviéramos  de  perder  por  fal- 
ta del  piloto ,  y  quiso  Dios  ayudarnos  por 
su  misericordia,  y  quequassi  pendiendo  el 
un  bordo  por  el  agua  surgimos  dentro  del 
rio  de  Guadalquevir,  de  donde  aviamos 
salido.  Y  de  una  en  una  las  otras  naos  C 
carabelas  del  armada  hicieron  lo  mesmo; 
y  estuvimos  en  el  puerto  dos  dias,  que 
ni  podíamos  salir  á  tierra  por  el  mucho 
tiempo ,  ni  en  el  rio  podían  estar  quedas 
las  naos ,  garrando  unas  é  travesándose 
otras ,  de  manera  que  todavía  corríamos 
tormenta ;  pero  en  fin  el  tiempo  abonancé, 
é  porque  no  segastassen  los  bastimentos, 
se  desembarcó  el  general  é  toda  la  gente, 
para  esperar  en  la  tierra  el  tiempo  que 
fuesse  al  propóssito  nuestro.  Y  cómo  avia 
mucho  que  esperábamos  esta  navegación, 
estaban  todos  muy  gastados  y  empeña- 
dos, y  mucho  mas  lo  estuvieron  los  que 
perseveraron  hasta  la  segunda  partida ;  y 
muchos  mudaron  de  propóssito  y  dexaron 
el  camino  y  se  fueron  á  sus  casas  ó  donde 
les  plugo ,  y  no  fueron  essos  los  peor  li- 
brados. Y  assi  estuvimos  toda  aquella  qua- 
resma,  haciendo  penitencia  voluntaria,  co- 
miendo muchos  las  capas  en  el  mesón,  y 
aun  otros  capas  y  sayos  y  lo  demás,  hasta 
que  quiso  Dios  en  la  Semana  Sancta  traer 
el  tiempo  que  esperábamos ;  y  el  martes 
santo ,  que  se  contaron  once  dias  de  abril 
de  mili  é  quinientos  y  catorce,  se  tornó  á 


XXIX.  CAP.  VI.  23 

liager  á  la  vela  esta  armada ,  é  siguió  su 
via  cou  byen  tiempo.  Y  desde  á  ocho  ó 
nueve  dias  tomó  puerto  en  la  isla  de  la 
Gomera  ,  donde  nos  detuvimos  veyntc  dias 
tomando  refresco  de  carnes  y  de  pesca- 
dos, é  quesos,  y  agua,-  é  leña,  ó  lo  que 
convino  para  la  jornada  :  é  de  allí  se  pro- 
cedió adelante  con  muy  buenos  tiempos. 
Y  un  sábado,  tres  dias  del  mes  de  junio, 
víspera  de  pasqua  de  Espíritu  Sancto ,  sur- 
gió esta  armada  en  la  isla  Dominica,  en 
una  aguada  donde  hay  un  buen  rio,  y  sal- 
tó la  gente  en  tierra  y  estuvo  al'í  tres  dias 
assentado  real  aparte  de  aquel  rio;  y  el 
siguiente  dia ,  después  que  llegamos ,  fué 
domingo  de  pasqua ,  é  se  dixo  missa  so- 
lemne y  con  mucha  alegría  de  todos.  Y 
mandó  el  capitán  general  Pedrarias  que  se 
Ilamasse  aquella  ensenada  Bahía  de  Fon- 
seca,  como  si  él  fuera  el  primero  que  la 
descubría  entonces. 

Esto  es  de  lo  que  yo  burlo  y  muchos 
se  rien ;  y  en  algunos  lugares  en  estas 
historias  lo  reprendo,  y  nunca  alabaré 
á  nadie  que  tal  haga,  si  no  fuere  príncipe, 
y  aviendo  justa  causa  para  aniquilar  el 
nombre  primero.  Aquella  bahía,  descu- 
bierta estaba  algunos  años  antes,  y  mu- 
chos pilotos  y  marineros  de  los  que  allí 
estaban,  la  avian  visto  y  sabido  y  entra- 
do allí  otras  veces.  Mas  parésceles  á  los 
gobernadores  y  capitanes  que  nuevamen- 
te vienen  á  estas  partes  qoes  bien  mudar 
los  nombres  á  los  puertos  é  rios  é  mon- 
tes é  promontorios  y  á  todo  lo  que  se  les 
antoja,  porengrandescer  sus  hechos  y  po- 
ner en  olvido  lo  que  hicieron  los  prime- 
ros: lo  quál  no  entiendo  yo  sufrir  en  mis 
historias,  ni  quitar  á  ninguno  sus  méritos. 
Bien  se  yo  quel  obispo  de  Patencia",  don 
Johan  Rodríguez  de  Fonseca.  Presidente 
del  Consejo  Real  de  Indias  en  aquella  sa- 
cón, fué  causa  queste  gobernador  fuesse 
elegido  para  este  oficio ;  r  assi  por  se  con- 
graciar con  él,  le  paresció  á  Pedrariasque 
era  bien  plantar  el  apellido  de  Fonseca  en 


91 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


aquella  bahía ;  pero  yo  no  dexaré  de  de- 
gir  la  verdad,  y  desengañaré  de  tales 
nombres  do  quiera  que  los  topare  é  viere 
que  injustamente  los  muda  quien  no  de- 
be, como  fiel  escriptor.  Assi  que,  este  an- 
cón é  puerto  se  llama  el  Aguada  .  y  ota 
en  aquella  isla  Dominica,  a  la  [¡arle  del 
Hueste,  en  catorce  grados  desta  parle  de 
la  Ifniá  cquinocial.  Allí  ovo  el  gobernador 
su  acuerdo  con  el  obispo  y  oficiales  é  pi- 
lotos ,  y  con  el  bachiller  Enciso ,  que  fué 
por  alguacil  mayor  de  aquella  goberna- 
ción ,  y  con  el  capitán  Rodrigo  de  Colme- 
nares ,  como  hombres  que  decían  que  sa- 
bían aquella  costa  de  la  Tierra-Firme ,  so- 
bre la  manera  que  se  debía  hacer  el  viage 
de  allí  adelante.  Porque  el  Rey  mandó  á 
Pedrarias,  que  sin  estorbo  tic  su  derrota  6 
camino  para  el  Dañen .  si  se  pudiesse  ha- 
cer, tocasse  en  ciertas  islas  é  puertos  de 
caribes,  assi  como  Sánela  Cruz,  y  Caira, 
y  Cartagena ,  y  Caramari ,  y  Codego ,  y 
las  islas  de  Barú  y  Sanct  Bernardo,  y  Is- 
las de  Arenas  y  Isla  Fuerte,  questaban 
declarados  por  esclavos  mucho  antes ,  por 
racon  que  comen  carne  humana  cu  todas 
essas  islas  é  puertos  ques  dicho,  é  por  el 
daño  que  avian  hecho  á  chripstianos  é  á 
los  otros  indios  vassallos  del  Rey ;  y  mu- 
chas veces  passando  los  españoles  á  estas 
partes  tocando .  allí  los  avian  muerto.  Y 
acordaron  queJ  armada  fuesse  a  reconos- 
ger  el  cabo  del  Aguja  á  Sánela  Marta, 
ques  en  la  costa  de  la  Tierra-Firme ,  para 
saber  si  eran  vivos  once  chripstianos,  que 
decia  el  capitán  Rodrigo  de  Colmenares 
que  quedaron  allí,  quando  le  mataron  mas 
de  otros  treynta,  é  para  ver  la  disposi- 
ción de  la  tierra  é  hacer  en  ella  una  for- 
talecer,  que  era  muy  nesgessaria  para  ase- 
.  gurar  los  navios,  que  después viniessen;  y 
que  después  desde  allí  el  armada  passasse 
a  Cartagena  é  Codego,  é  á  las  islas  de 
Barú  é  isla  Fuerte  (pues  questaban  en  el 
camino  derecho  quel  armada  debia  hager 
para  el  Dañen),  é  que  se  dexasse  la  yda 


de  Sancta  Cruz ,  porque  estaba  muy  atras- 
niano  aquella  isla ,  y  eu  desproporción  del 
viage. 

Muchas  veces  después,  andando  el 
tiempo  y  platicando  en  este  consejo  que 
allí  se  tomó,  he  visto  ser  murmurado  y 
reydo  con  otros  de  los  que  allí  nos  hallá- 
bamos, .y  acordándonos  de  tan  grande 
disparate, como  era  dar  créditoé  que  fues- 
se creydo  aquel  capitán  Rodrigo  de  Col- 
menares, para  tal  acuerdo: pues  tjuél  con- 
fesaba que  en  Caira  le  avian  muerto  treyn- 
ta hombres',  quando  por  allí  passó,  yendo 
desta  cibdad  de  Sancto  Domingo  al  Da- 
rien  con  una  nao ,  y  no  negaba  que  avia 
salido  de  allí ,  por  no  ser  parte  para  ofen- 
der á  los  indios ,  y  mas  que  de  passo  se 
avia  recogido  á  la  nao  y  se  avia  ydo.  Vea- 
mos con  qué  salvo  conduelo  y  debaxo  de 
(pie  palabra  avian  quedado  los  otros  once  . 
chripstianos,  quél  pensaba  questaban  vi- 
vos!.. Destas  y  otras  vanidades  muchas  se 
han  predicado  en  Castilla  por  algunos  de 
poco  saber ,  porque  ven  que  los  que  los 
escuchan,  no  los  entiéndela.  Finalmente, 
por  aquella  consulta  y  acuerdo ,  el  dia  si- 
guiente, por  mandado  del  general,  todos 
se  embarcaron  en  aquel  puerto  de  la  Do- 
minica ó- Aguada  ques  dicho;  é  porque 
faltaban  algunos  de  los  compañeros,  man- 
dó que  se  tirassen  algunas  lombardas, 
porque  si  algunos  se  avian  entrado  la  tier- 
ra adentro  se  viniessen  á  recoger :  é  para 
este  efeto  quedó  aquella  noche  en  tierra 
el  teniente  Johan  de  Ayora  con  gierta 
guarda  de  gente  y  con  las  trompetas,  fin- 
giéndolas tocar  de  quando  en  quando.  Y 
assi  algunos  mangebos  se  recogieron ,  é 
de  los  postreros  vino  uno,  que  avia  muchos 
años  que  servia  al  gobernador,  é  se  llama- 
ba Sanct  Martin,  y  porque  venia  tarde, 
tratóle  mal  de  palabra  el  teniente;  y  eno- 
jado desto  el  Sanct  Martin,  dixo  que  no  se 
quería  embarcar  é  que  se  queria  quedar 
allí  en  aquella  playa ;  pero  no  se  debe 
creer  que  su  intengion  era  de  hacerlo  assi 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  VI. 


25 


como  lo  respondió  con  enojo  de  verse  mal- 
Iractado  con  palabras  injuriosas :  y  el  Jo- 
han  de  Ayora ,  aviendo  respecto  que  era 
del  gobernador ,  fuéle  á  decir  lo  que  aquel 
su  criado  decía.  Por  lo  qual  Pedradas 
enojado ,  sin  mas  atender ,  envió  allá  al 
capitán  Gaspar  de  Morales,  su  primo  é 
criado,  ó  mandóle  que,  sin  oyr  ni  atender 
pala!  n  a ,  le  hiciesse  encontinente  ahorcar  de 
un  árbol ;  y  assi  salieron  ciertos  alabarde- 
ros de  la  guarda  del  gobernador  con  este 
capitán,  ó  se  ejecutó  lo  mandado  é  fué 
ahnrcado  aquel  pecador.  Verdad  es  que 
desde  á  chico  ó  seys  meses  después  en  el 
Dañen  se  le  higo  processo,  culpándole  de 
desobediente;  mas  lo  que  muchos  sospe- 
charon y  murmuraron  dcsta  acelerada  jus- 
ticia, é  del  galardón,  quel  gobernador  dió 
á  aquel  su  criado,  fué  atribuirlo  á  alguna 
cuenta  vieja  ó  desagrado  que  dél  tenia  de 
algún  tiempo  atrás. 

Desde  á  una  hora ,  estando  yo  con  el 
mesmo  gobernador  en  su  nao,  vino  allí  de 
parte  del  obispo  un  honrado  clérigo,  lla- 
mado Cantado,  su  capellán,  é  dixo  al  ge- 
neral cpiel  obispo,  su  señor,  le  pedia  por 
merced  que  diesse  licencia  para  que  en- 
lerrassená  aquel  hombre,  pues  erachrips- 
tiano,  y  que  no  quedasse  colgado  allí  pa- 
ra  que  los  indios  lo  comiessen;  y  el  go- 
bernador dixo  que  se  hiciesse  assi.  E 
aquel  mesmo  clérigo  é  otros,  acompaña- 
dos de  algunos  soldados,  salieron  á  tier- 
ra é  lo  enterraron  al  pié  del  mesmo  árbol 
en  la  mesma  playa  de  la  bahía.  Esta  justicia 
cruel  é  acelerada  dió  á  muchos  temor;  é 
sospecharon  quel  gobernador  que  llevába- 
mos avia  de  ser  muy  rigoroso,  é  que  avia 
de  hacer  otras  cosas  de  hecho,  sin  atender 
derecho  ni  processos,  y  que  convenia  ca- 
da uno  mirar  cómo  assentaba  el  pié,  pues 
que  en  sus  criados  coinencaba  á  mostrar 
cómo  avia  de  castigar  á  otros. 

Tornando  á  nuestro  camino ,  partimos 
de  la  isla  Dominica  un  dia  después  de  pas- 
qua:  á  los  doce  dias  de  junio,  un  lunes, 

TUMO  III. 


llegó  el  armada  al  puerto  de  Sancta  Mar- 
ta ,  ques  en  la  costa  de  Garra  en  la  Casti- 
lla del  Oro ,  y  desde  allí  comentaba  la  go- 
bernación de  Pedradas.  Éá  las  diez  horas 
del  dia  estaban  todas  las  naos  é  carabelas 
surgidas  ó  echadas  áncoras  en  aquel  puer- 
to ;  é  por  la  playa  andaban  muchos  indios 
flecheros  en  tierra,  de  unas  partes  á  otras, 
con  muchos  penachos  y  emliixados ,  y 
sus  arcos  y  carcaxes  de  flechas ,  muy  or- 
gullosos. Y  acordaron  el  gobernador  y  el 
obispo  y  oficiales  de  aver  su  consejo  con 
los  otros  capitanes,  y  determinóse  quel 
teniente  Johan  de  Ayora  é  otros  capitanes 
saliessen  con  tres  barcas,  equipadas  con 
toda  la  gente  que  en  ellas  cupiesse ,  muy 
bien  armados ,  é  á  los  indios  se  les  requi- 
riesse  que  viniessen  á  la  obediencia  de  la 
Sancta  Madre  Iglesia ,  y  en  lo  temporal  rc- 
conosciessen  al  Rey  é  Rey  na ,  nuestros  se- 
ñores ,  é  á  la  corona  é  geptro  real  de  Cas- 
tilla ,  como  á  sus  Reyes  é  señores  natura- 
les. É  que  para  este  requirimiento  llevas- 
sen  consigo  un  indio  que  avia  ydo  á  Es- 
paña ,  é  era  de  la  provincia  de  Cueva,  en 
la  Tierra-Firme,  é  al  capitán  Rodrigo  de 
Colmenares  por  hombre  plático  en  aquellas 
costas  (pues  que  decia  él  que  entendía  algo 
de  la  lengua  de  aquellos  caribes)  por  ma- 
nera de  intérpetres ;  é  asegurassen  á  los 
indios  é  les  dixessen  que  aquella  armada 
no  yba  á  les  hacer  mal  ni  daño  alguno,  y 
que  si  quísiessen  la  paz,  no  les  seria  hecha 
guerra ,  é  que  serian  tractados  como  bue- 
nos vassallos  de  los  Reyes,  nuestros  se- 
ñores, é  les  serian  hechas  mercedes:  y  .-i 
lo  contrario  hiciessen ,  que  se  usaría  con 
ellos,  segimd  sus  obras  lonieresciessen.  E 
mandó  el  general  á  su  teniente,  é  á  los 
que  con  él  yban ,  que  no  fuessen  agreso- 
res ni  Ies  hiciessen  daño,  y  que  sufriessen 
su  grita  todo  lo  que  pudiessen,  porque  no 
oviesse  rompimiento  con  ellos,  hasta  tanto 
que  no  fuesse  racon  de  se  dexar  ofender 
ni  maltractar  á  los  chripstianos.  que  con  el 
yban.  Y  mandó  el  gobernador  que  yo  y 
4 


RETIRA  DO 

Biitenidod  fel  Voll**: 





2G 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


otras  personas  señaladas  fuéssemos  en 
aquellas  tres  barcas,  que  partieron  todas 
tres  de  la  nao  capitana  para  tierra ;  y  la 
que  yba  mas  acerca  de  la  costa  llevaba 
yo  con  hasta  veynte  hombres ,  y  la  otra  _ 
que  yba  á  pardesta,  mas  en  el  agua,  lle- 
vaba el  teniente  Johan  de  Ayora  con  veyn- 
te é  cinco  hombres,  y  la  tercera,  mas 
desviada,  .llevaba  el  capitán  Rodrigo  de 
Colmenares  con  hasta  quince  hombres, 
con  aquel  indio  lengua;  y  todas  tres  bar- 
cas á  la  par,  con  poco  intervalo  una  de 
otra.  Luego  vinieron  hácia  las  barcas,  cor- 
riendo al  luengo  de  la  playa  por  tierra 
á  se  poner  enfrente,  donde  Jes  paresció 
que  queriamos  desembarcarnos,  hasta  cien 
indios  á  nos  rescebir  con  mucha  osadia, 
con  hermosos  penachos  en  las  cabezas ,  y 
las  personas  y  caras  embixadas,  tan  co- 
lorados como  sangre  todos  ellos,  y  con 
sus  arcos  y  flechas ,  y  con  muy  gentil  de- 
nuedo, mostrando  que  nos  avian  de  re- 
sistir la  salida.  É  estando  ya  tan  cerca 
unos  de  otros,  que  nos  podíamos  bien  en- 
tender (si  nos  entendiéramos  con  ellos),  el 
indio  é  el  Colmenares  á  altas  voces,  les  de- 
gian  muchas  palabras ,  y  los  caribes  estu- 
vieron callando  un  poco,  escuchando;  pe- 
ro en  la  verdad  no  los  entendían  más  que 
se  entendiera  un  vizcáyno  en  su  vascuen- 
'  ge  con  un  tudesco  ó  arábigo ,  ó  otro  mas 
extremado  lenguage.  Estonce  los  indios 
no  curaron  mas  de  lo  que  les  decían,  ni 
de  las  señas  que  en  vano  el  Rodrigo  de 
Colmenares  y  el  indio  hacian :  antes  pen- 
sando ofendernos,  se  llegaron  con  mucho 
ímpetu  y  mucha  grita  á  la  orilla  del  agua, 
tirando  muchas  flechas,  que  alcanzaban 
á  nuestras  barcas,  é  algunas  passaban 
adelante  por  alto ;  y  algunos  dellos  se  me- 
lian  hasta  la  cinta  dentro  del  agua  á  tirar. 
Lo  qual  visto  por  Johan  de  Ayora,  comen- 
zó á  hacer  protestaciones  é  decia  á  los  es- 
pañoles que  no  les  tirassen  con  ballesta  ni 
arcabuz  ni  otra  cosa ,  y  que  se  cubriessen 
con  las  rodelas  é  aguardassemé  pedia  tes- 


timonio cómo  él  ni  los  cluipslianos  no  eran 
los  agresores,  é  que  convidaban  á  los  in- 
dios con  la  paz  y  no  la  querían :  antes  ellos 
movían  la  guerra  é  procuraban  de  ofen- 
der é  malar  á  los  nuestros ,  non  obstante 
los  requirimientos  que  se  les  hacian ,  en 
descargo  de  la  real  conciencia  de  nuestros 
Príncipes  e  sus  capitanes  é  milites ,  y  que 
el  daño  que  se  siguiesse,  fuesse  á  cargo  de 
los  indios,  é  no  de  los  chripstianos. 

É  viendo  ya  el  teniente  que  sus  pala- 
bras é  amonestaciones  eran  desechadas  6 
no  entendidas ,  é  que  las  saetas  allí  son 
de  poncoñosíssima  hierba  é  volaban  entre 
nosotros,  como  lluvia  muy  espesa,  y  que 
estábamos  á  peligro,  estando  allí  quedos, 
y  volver  atrás  era  vergonzoso ;  envió  un 
batel  que  se  avia  juntado  con  nosotros  á 
hacer  saber  al  gobernador  lo  que  passa- 
ba.  Pero  como  nos  daban  priesa  é  páres- 
ela ya  poquedad  lanía  paciencia,  se  les 
tiraron  dos  tiros  pequeños  de  pólvora,  que 
yban  en  las  barcas  y  passaron  por  alto ;  y 
mandó  el  teniente  que  las  proas  pusiésse- 
mos  cabordando  en  tierra,  é  assi  se  hico 
con  mucha  diligencia,  é  saltamos  todos 
en  tierra  dentro  del  agua ;  pero  tan  pres- 
to ó  mas  fué  la  fuga  de  los  indios  á  se  po- 
ner en  salvo.  É  ya  el  gobernador  con  otros 
bateles  y  gente  yba  la  vuelta  de  la  costa, 
donde  le  atendimos  en  tierra ,  porque  nos 
avian  hecho  señas,  capeando,  para  que  es- 
perássemos  é  no  siguiéssemos  los  indios. 

Después  quel  general  salió  á  tierra,  lle- 
gamos á  un  buhío  que  allí  cerca  estaba, 
é  luego,  su  espada  desnuda  en  la  mano, 
comenzó  á  cortar  ramas  de  aquellos  árbo- 
les que  ahí  avia,haziendo  autos  de  posse- 
sion  y  continuándola  en  nombre  de  Sus 
Altezas  y  como  ,su  capitán  general ,  y  en 
nombre  de  la  corona  é  ceptro  real  de  Cas- 
lilla,  é  corroborando  el  derecho  é  posse- 
sion  real  que  los  Reyes  de  Castilla  tienen 
destas  Indias ,  islas  é  Tierra-Firme  del  mar 
Ozéano ;  é  si  nesgessario  era ,  tomándola 
de  nuevo ,  é  como  tierras  de  su  señorío  é 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  VI. 


patrimonio  real,  protestando  de  tractor 
bien  6  gobernar  6  tener  en  justicia ,  assi 
á  los  indios  é  gentes  naturales  de  aquellas 
tierras  que  quisiessen  obedesccr  nuestra 
sancta  lee  cathólica ,  é  viniessen  á  la  obe- 
diencia de  la  corona  real  de  Castilla  6  de 
los  Reyes,  nuestros  señores,  ésussubces- 
sores ,  como  á  todos  los  demás  de  sus  vas- 
salios,  en  la  mesma  justicia  é  su  protec- 
ción. E  que  aquellos  que  lo  contrario  hi- 
ciessen,  los  castigaría  como  rebeldes  é  in- 
obedientes, é  como  contumaces  procedería 
contra  ellos,  segund  hallasse  por  fuero  é 
por  derecho ,  é  como  le  era  mandado  por 
Sus  Altecas.  É  luco  assentar  por  escripto 
todos  sus  autos,  o  pidiólo  por  testimonio. 

E  viendo  la  desobediencia  de  los  indios, 
mandó  al  teniente  que  con  trescientos  hom- 
bres entrasse  una  ó  dos  leguas  la  tierra 
adentro,  é  procurasse  de  tomar  algunos 
indios  vivos  é  sin  les  hacer  mal :  é  se  tor- 
nasse  luego,  porque  le  quería  esperar, 
como  le  esperó,  allí  en  la  costa.  É  assi  se 


hico:  é  en  dos  lugares  pequeños  de  hasta 
quince  ó  veynte  buhíos,  á  donde  llegaron 
cerca  del  mesmo  puerto,  á  media  legua  ó 
poco  mas,  los  hallaron  despoblados :  é  to- 
máronse en  la  playa  é  arenales  de  aquel 
puerto  quatroó  cinco  chinchorros  y  redes, 
questaban  tendidas  ácnxugar,  muy  genti- 
les de  algodón  torcido  (para  pescar).  É  por 
la  tierra  adentro  se  hallaron  algunas  hama- 
cas, que  son  las  camas  en  que  duermen 
los  indios ;  é  las  dexaban  entre  las  matas 
é  arboledas,  por  huyr  mas  sueltos  c  su- 
birse á  las  montañas  ó  sierras. 

E  desde  á  tres  ó  qualro  horas  quel  go- 
bernador estuvo  en  tierra,  mandó  tocar 
las  trompetas  para  recoger  la  gente  á  los 
navios,  é  higo  tirar  algunos  tiros  de  pól- 
vora ,  para  quel  teniente  y  los  que  avian 
con  él  ydo  se  tornassen  al  puerto :  é  assi 
lo  hicieron,  y  se  embarcaron  todos,  é  nin- 
gún chripstiano  fué  herido,  ni  algún  indio 
muerto  ni.presso  aquel  dia. 


CAPITULO  VII. 


Cúmo  estando  con  el  armada  en  el  puerto  de  Sánela  María  el  general  Pedrarias  Dávila,  saltó  la  segunda  vez 
<-n  tierra  con  gente,  y  entró  la  tierra  adentro  hasta  (res  leguas,  é  fueron  pressos  é  muertos  algunos  indios 
é  indias  ;  y  de  lo  que  subeedió  en  aquel  puerto,  é  qué  se  conlenia  en  el  requirimienlo  que  se  mando  ha- 
cer á  los  indios  antes  de  romper  guerra  con  ellos;  é  otros  cosas  que  convienen  al  discurso  de  la  historia. 


Después  de  lo  que  se  dixo  en  el  capítu- 
lo precedente,  martes  trece  de  junio,  ávi- 
do el  gobernador  acuerdo  con  el  obispo  é 
oficiales,  mandó  que  yo,  el  chronista,  co- 
mo veedor  de  minas  é  de  las  fundiciones 
del  oro,  saliesse  en  tierra  con  los  fundi- 
dores é  algunos  hombres  diestros,  é  con 
todo  el  aparexo  que  era  nescessario,  pa- 
ra que  en  los  nascimientos  é  costas  del  rio 
que  entra  en  aquel  puerto,  é  donde  pares- 
ciesse ,  se  catassen  las  minas ;  é  que  fués- 
semos  hácia  unas  sierras'  que  se  parescian 
la  tierra  adentro,  tres  ó  quatro  leguas  de 
allí,  donde  se  pensaba  que  nascia  aquel 
rio:  é  que  para  esto  fuesse  con  nosotros 


Pedrarias  Dávila ,  sobrino  del  gobernador, 
capitán  del  artillería,  con  hasta  trescien- 
tos hombres;  é  que  si  se  hallassen  hom- 
bres indios,  se  les  notificasse  el  requiri- 
miento  que  Sus  Magestadés  mandaron  ha- 
cerles, é  se  procurassen  de  aver  algunas 
lenguas  indios,  si  posible  fuesse,  sin  les 
hacer  mal  ni  daño.  É  mandó  el  goberna- 
dor que  yo  llevasse  el  requirimiento  in 
scriptis  que  se  avia  de  hacer  á  los  indios, 
é  me  lo  dió  de  su  mano ,  como  si  yo  en- 
tendiera á  los  indios,  para  se  lo  leer,  ó  tu- 
viéramos allí  quien  se  lo  diera  á  entender, 
queriéndolo  ellos  oyr;  pues  mostrarles  el 
papel,  en  que  estaba  escripto.  poco  hacia 


28 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


al  caso;  pero  porque,  quando  adelante  se 
hable  en  estos  requiriniientos,  *es  bien  que 
se  sepa  lo  que  se  les  requería ,  quiero  de- 
cirlo aqui  a  la  letra.  Y  es  aquesto: 

EL   REQUIIilMIENTO  QUE   SE    MANDÓ  HACER  Á 
LOS  INDIOS. 

«I.  De  parte  del  muy  alto  é  muy  pode- 
roso é  muy  cathólico  defensor  de  la  Igle- 
sia, siempre  vencedor  y  nunca  vencido, 
el  grand  Rey  don  Fernando  (quinto  de  tal 
nombre),  Rey  de  las  Españas,  de  las  Dos 
Segilias,  é  de  Hierusalein,  é  de  las  Indias, 
islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano,  etc., 
domador  de  las  gentes  bárbaras ;  é  de  la 
muy  alta  é  muy  poderosa  señora  la  Rey- 
na  doña  Johana,  su  muy  cara  é  muy 
amada  hija,  nuestros  señores:  Yo  Pedra- 
rias  Dávila,  su  criado,  mensagero  é  ca- 
pitán ,  vos  notifico  6  hago  saber ,  como 
mejor  puedo,  que  Dios,  Nuestro  Señor,  uno 
é  trino  crió  el  cielo  é  la  tierra ,  é  un  hom- 
bre é  una  muger,  de  quien  vosotros  é 
nosotros  é  todos  los  hombres  del  mundo 
fueron  é  son  descendientes  é  procreados, 
é  todos  los  que  después  de  nos  han  de 
venir.  Mas  por  la  muchedumbre  que  de 
la  generación  destos  ha  subgedido  des- 
de chico  mili  años  y  mas  que  ha  que  el 
mundo  fué  criado,  fué  nesgessario  que 
los  unos  hombres  fuessen  por  una  parte  y 
otros  por  otras,  é  se  dividiessen  por  mu- 
chos reynos  é  provincias ,  que  en  una  so- 
la no  se  podian  sostener  ni  conservar. 

De  todas  estas  gentes  Dios ,  Nues- 
tro Señor  dió  cargo  á  uno,  que  fué  llama- 
do Sanct  Pedro,  para  que  de  todos  los 
hombres  del  mundo  fuesse  príncipe,  señor 
é  superior,  á  quien  todos  obedesgiessen ,  é 
fuesse  cabega  de  todo  el  linage  humano, 
donde  quier  que  los  hombres  viviessen  y 
estuviessen ,  y  en  qualquier  ley,  secta  ó 
creencia:  é  dióle  todo  el  mundo  por  su  rey- 
no  é  señorío  é  jurisdigion. 

i>III.  Y  como  quier  que  le  mandó  que 
pussiesse  su  silla  en  Roma ,  como  en  lugar 


mas  aparejado  para  regir  el  mundo;  mas 
también  le  permitió  que  pudiesse  estar  é 
poner  su  silla  en  qualquier  otra  parte  del 
mundo ,  é  juzgar  é  gobernar  á  todas  las 
gentes,  chripstianos,  é  moros,  é  judíos, 
é  gentiles,  é  de  qualquier  otra  secta  é 
creencia  que  fuessen. 

»rV.  A  este  llamaron  Papa ,  que  quie- 
re degir  Admirable,  mayor  padre  é  guar- 
dador; porque  es  padre  é  guardador  de 
todos  los  hombres. 

•  V.  A  este  Sanct  Pedro  obedesgieron 
ó  tuvieron  por  señor  é  rey  é  superior  del 
universso  los  que  en  aquel  tiempo  vivían: 
é  assimesmo  han  tenido  á  todos  los  otros 
que  después  dél  fueron  al  pontificado  ele- 
gidos ;  é  assi  se  ha  continuado  hasta  ago- 
ra é  se  continuará  hasta  que  el  mundo  se 
acabe. 

•VI.  Unode  losPontífigcspassados,  que 
en  lugar  deste  subgedió  en  aquella  silla  é 
dignidad  que  he  dicho ,  como  pringipe  é 
señor  del  mundo ,  hizo  donagion  destas  is- 
las é  Tierra-Firme  del  mar  Ogéano  á  los 
dichos  Rey  é  Reyna  é  á  sus  subgessores 
en  estos  reynos,  nuestros  señores,  con 
todo  lo  que  en  ellas  hay,  segund  que  se 
contiene  en  giertas  escripturas,  que  sobre 
ello  passaron,  que  podéis  ver,  si  quisiére- 
des.  Assi  que,  Sus  Altegas  son  Reyes  é  se- 
ñores destas  islas  é  Tierra-Firme,  por  vir- 
tud de  la  dicha  donagion.  É  como  á  tales 
Reyes  é  señores  destas  islas  é  Tierra-Fir- 
me ,  algunas  islas  é  quassi  todas  (á  quien 
esto  ha  sido  notificado)  han  resgebido  á 
Sus  Altegas,  é  los  han  obedesgido  é  obe- 
desgen  é  servido  é  sirven,  como  subditos 
lo  deben  hager ;  é  con  buena  voluntad  é  sin 
ninguna  ressistengia ,  luego  sin  dilagion, 
cómo  fueron  informados  de  lo  sussodicho. 
obedesgieron  é  resgibieron  los  varones  é 
religiosos  que  Sus  Altegas  enviaron,  para 
que  les  predicassen  é  enseñassen  nuestra 
sancta  fée  cathólica  á  todos  ellos  de  su  li- 
bre é  agradable  voluntad,  sin  premia  ni 
condigion  alguna,  é  se  tornaron  ellos  chrips- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  VII. 


29 


líanos  é  lo  son,  é  Sus  Altelas  los  resgi- 
bieron  alegre  é  benignamente ,  é  assi  los 
mandan  tractar,  como  á  los  otros  sus  sub- 
ditos é  vassallos,  é  vosotros  sois  tenidos 
é  obligados  á  hacer  lo  mesmo. 

» VII.  Por  ende,  como  mejor  puedo, 
vos  ruego  é  requiero  que  entendáis  bien 
estoque  vos  he  dicho,  é  tomés  para  enten- 
derlo é  deliberar  sobre  ello  el  tiempo  que 
fuere  justo;  é  reconozcays  a  la  Iglesia  por 
señora  é  supcriora  del  universso,  é  al  Su- 
mo Pontífice,  llamado  Papa,  en  su  nombre; 
é  al  Rey  é  la  Reyna  en  su  lugar,  como  á 
señores  é  superiores  é  Reyes  destas  islas  é 
Tierra-Firme ,  por  virtud  de  la  dicha  do- 
nación ;  é  consintays  é  deys  lugar  questos 
padres  religiosos  vos  declaren  é  predi- 
quen lo  sussodicho. 

» VIII.  Si  assi  lohiciéredes,  hareys  bien 
é  aquello  que  soys  tenidos  y  obligados ,  é 
Sus  Altecas  é  yo  en  su  nombre,  vos  reci- 
birán con  todo  amor  é  caridad ;  é  Vos  de- 
xarán  vuestras  mugeres  é  hijos  é  ha- 
ciendas libremente,  sin  servidumbre,  pa- 
ra que  dellos  é  de  vosotros  hagays  li- 
I  n  eníenle  todo  lo  que  quisiéredes  é  por 
bien  toviéredes;  é  no  vos  compelerán  á  que 
vos  tornes  chripstianos,  salvo  si  voso- 
tros, informados  de  la  verdad,  os  quisié- 
redes convertir  á  nuestra  sancta  fée  cathó- 
lica ,  como  lo  han  hecho  quassi  todos  los 
vecinos  de  las  otras  islas.  É  allende desto, 
Sus  Altegas  os  darán  muchos  previlegios 
y  exenciones ,  é  vos  harán  muchas  mer- 
cedes. 

»IX.  Si  no  lo  hiciéredes  y  en  ello  ma- 
liciosamente dilación  pussiéredes ,  certifi- 
cóos que  con  el  ayuda  de  Dios  yo  entraré 
poderosamente  contra  vosotros,  é  vos  haré 
guerra  por  todas  las  partes  é  maneras  que 
yo  pudiere ,  é  vos  subjectaré  al  yugo  é 
obidiencia  de  la  Iglesia  é  á  Sus  Altecas, 
é  tomaré  vuestras  personas  é  de  vuestras 
mugeres  é  hijos ,  é  los  haré  esclavos ,  é 
como  tales  los  venderé ,  é  disporné  dellos 
como  Sus  Altecas  mandaren;  é  vos  toma- 


ré vuestros  bienes,  é  vos  haré  todos  los 
males  é  daños  que  pudiere ,  como  á  vas- 
sallos que  no  obedescen  ni  quieren  resce- 
bir  su  señor,  é  le  resisten  é  contradicen. 
É  protesto  que  las  muertes  é  daños  que 
dello  se  recresgieren,  sean  á  vuestra  culpa 
é  no  á  la  de  Sus  Altegas ,  ni  mia ,  ni  des- 
tos  caballeros  que  conmigo  vinieron  .  É  de 
como  lo  digo  é  requiero  pido  al  pressente 
escribano  me  lo  dé  ipor  testimonio  signa- 
do. =Episcopus  Palentinas,  comes. -=F. 
Bernardus,  Trinopolitanus  episcopus.=F. 
Thomas  de  Matienzo.=F.  Al.  Bustillo,  ma- 
gister.  =Lieenciatus  de  Sanctiago.=El 
Doctor  Palacios  Rubios .=Licenciatus  de 
Sosa.=Gregorius,  licenciatus. » 

Esto  es  lo  que  contenia  aquel  requiri- 
miento,  con  ebqual  el  miércoles  siguiente 
catorce  de  junio  de  mili  é  quinientos  y  ca- 
torge,  poniendo  en  efeto  lo  que  el  gene- 
ral mandó,  salimos  en  la  playa  mas  de 
tresgientos  hombres  muy  bien  armados  (en 
esclaresgiendo) ,  y  entramos  por  la  tierra 
adentro  con  el  capitán  Pedrarias,  sobrino 
del  gobernador,  que  yba  por  su  teniente, 
é  los  capitanes  Villafañe ,  é  Gaspar  de  Mo- 
rales, é  yo ,  é  otros  con  la  orden  dada.  É 
para  efetuar  lo  que  es  dicho,  si  Dios  lo 
permitiesse  (puesto  que  los  religiosos  pre- 
dicadores, quel  requirimiento  dige,  se 
quedaron  en  los  navios  hasta  ver  cómo 
subgedian  las  cosas) ,  llegamos  bien  dos 
leguas  apartados  del  puerto;  y  en  el  ca- 
mino hallamos  tres  pueblos  pequeños,  é 
los  indios  avíenlos  desamparado  é  huy- 
do  al  monte  é  á  las  sierras :  é  por  donde 
yban  huyendo,  dexaban  algunas  hamacas 
é  mantas,  é  aun  oro  se  halló  en  piegas  la- 
bradas escondido  entre  las  matas;  y  en  un 
pueblo  destos,  el  mas  gercano  al  puerto, 
se  hallaron  muchos  é  muy  hermosos  pe- 
nachos de  plumas  de  papagayos  é  de  di- 
versas colores.  É  passados  adelante,  la 
gente  nuestra  yba  muy  desmandada  é  sin 
orden  alguna ,  por  culpa  de  los  capitanes, 
é  yban  los  chripstianos  tendidos .  como  si 


30 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


anduvieran  á  caza  de  liebres,  porque  los 
indios  que  huyeron,  dexaban  aquellasco- 
sas  que  he  dicho  apartadas  unas  de  otras, 
y  assi  los  nuestros ,  por  las  topar,  se  der- 
ramaron. Yo  yba  por  un  lado,  y  llevaba  á 
cargo  ciertos  mineros  é  plateros  é  perso- 
nas, que  habían  de  dar  las  catas  para  bus- 
car las  minas.  é  otros  quince  hombres  de 
mis  amigos  é  criados,  que  por  todos  se- 
riamos hasta  treynta*  personas.  Subcedió 
(pie  en  cierto  passo,  á  la  subida  de  un 
monte  ó  cerro  pelado,  salieron  algunos 
indios  con  mucha  grita  é  súbita;  é  cómo 
la  gente  yba  despartida,  cada  qual  tiró 
por  su  parte.  É  estonces  Pedrarias,  el 
mancebo,  como  buen  caballero,  con  muy 
pocos  hízoles  rostro  por  la  una  parte  del 
cerro,  y  juntóse  con  el  capitán  Villáfañe 
muy  presto;  y  con  los  pocos  que  acudie- 
ron á  estos  capitanes  comencaj'on  por 
aquella  parte  á  combatir.  Y  yo  con  essos 
pocos  que  tenia .  hallóme  al  otro  lado  del 
monte,  ó  cómo  ybamos  mas  juntos  que 
los  otros ,  cargaron  mas  indios  sobre  no- 
sotros, é  cómo  la  cuesta  era  alta  y  rasa, 
é  los  indios  tenían  lo  alto,  desde  allí  sol- 
taban galgas  muy  grandes  de  piedras  que 
con  mucho  ímpetu  vinieron  rodando,  sin 
se  poder  tener  ni  nosotros  amparar  de- 
Has,  é  al  que  topaban  delante,  lo  maltrac- 
laban.  É  gíerto  fué  obra  de  Dios,  segund 
eran  muchos,  no  matar  algunos  chripstia- 
nos;  pero  ovo  hartos  descalabrados  de- 
llas.  Todavía  porfiando  los  que  con  Pedra- 
rias y  Villafañe  se  hallaron  y  los  que  con- 
migo estaban,  los  que  de  los  nuestros  se 
habían  retirado ,  viendo  el  ánimo  de  los 
delanteros,  ovieron  vergiienca,  y  essos  y 
los  que  atrás  quedaban  nos  socorrieron  á 
buen  tiempo;  y  subimos  el  monte  arriba, 
é  estando  ya  quassi  en  la  mitad  del  altu- 
ra del ,  donde  ya  nos  podian  alcanzar  los 
indios  con  sus  Hechas,  no  á  mas  tirar  sino 
á  tiro  cierto,  nos  tiraron  muchas,  é  dexa- 
ron  de  tirar  las  piedras ,  porque  les  falta- 
ban ya  ;  y  exereitando  sus  arcos  con  una 


grita  muy  grande,  acometieron  á  Laxar 
algunos  de  los  indios  hácia  nosotros.  Y 
allí  me  hirieron  un  hombre  de  los  míos, 
que  se  decia  Hernando  de  Arroyo,  mon- 
tañés é  valiente  hombre,  como  lo  dixe  en 
el  libro  XXIII,  cap.  X.é  le  dieron  con  una 
flecha  en  la  espinilla  de  una  pierna  estan- 
do á  mi  lado;  é  fué  tan  poca  la  herida, 
que  en  dándole  la  flecha,  se  cayó  ella  en 
tierra:  pero  la  hierba  era  tal.  que  al  mo- 
mento desmayó é  se  vido  que  era  murtal. 
É  yo  le  hice  sacar  de  allí  á  otros  dos  hom- 
bres míos,  para  que  le  llevassen  á  la  nao . 
donde  le  curaron,  é  se  hicieron  con  él  todas 
las  diligencias  que  fué  possible  por  reme- 
diarle; pero  al  tercero  dia  murió  rabiando 
Finalmente,  continuándose  nuestra  ba- 
talla, ganamos  el  monte  por  fuerca  de 
armas ,  é  quedaron  muertos  tres  indios 
de  escopetados,  ó  fueron  pressas  diez 
mugeres  é  una  cacica  ó  muger  principal 
de  entrellas.  É  passamos  adelanté,  en  se- 
guimiento de  nuestro  camino,  élos  indios 
apartados  hagian  rostro  de  quando  en 
quando,  assi  como  yban  desviados;  é  baxa- 
dos  de  la  otra  parte  de  aquel  cerro  á  unos 
llanos,  seguíamos  hácia  un  hermoso  rio. 
que  de  léxos  nos  convidaba  la  sed  de  to- 
dos y  el  sol  que  era  grande  á  no  parar 
hasta  llegará  él :  y  aun  porque  aquellos  in- 
dios se  retraían  hácia  aquella  ribera  ,  y  por 
muy  hermosos  mahicales  que  por  aquella 
vega  se  mostraban.  E  ybamos  ya  en  me- 
jor orden  de  la  que  primero  se  avia  tray- 
do:  porque  quando  subimos  en  la  cumbre 
de  aquel  cerro  ques  dicho  ,  paramos  allí 
á  descansar  é  comer  parte  de  las  mochi- 
las, é  baxamos  con  orden.  E  estando  ya 
cerca  del  agua,  nos  alcanzaron  dos  men- 
sageros  del  general ,  con  quien  nos  envió 
á  elegir  que  él  venia  cerca  é  que  le  aten- 
diéssemos,  é  assi  se  hizo:  é  quando  llegó 
á  nosotros,  fué  á  par  de  aquel  rio,  y  éra- 
mos ya,  assi  de  los  primeros  que  avia- 
mos salido  por  la  mañana ,  como  de  los 
que  el  general  truxo  á  se  juntar  con  no- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  VII. 


31 


soli  os,  mas  de  mili  6  trescientos  hombres. 

Passado  aquel  rio,  entramos  en  un  pue- 
blo de  hasta  veynte  bullios ;  y  estaba  des- 
poblado sin  persona  alguna,  y  en  una  ca- 
sa de  aquellas  se  entró  el  general  con  to- 
dos aquellos  capitanes  que  allí  se  hallaron, 
é  con  el  contador  é  factor  é  alcalde  ma- 
yor, el  ligenciado  Espinosa,  y  el  teniente 
Johan  de  Ayora ,  y  en  pressencia  de  to- 
dos yo  le  dixe:—  «Señor:  parésgeiue  que 
estos  indios  no  quieren  escuchar  la  teolo- 
gía deste  requirimiento  ,  ni  vos  tenés 
quien  se  la  dé  a  entender:  mande  vues- 
tra merced  guardalle,  hasta  que  tengamos 
algim  indio  destos  en  una  jaula,  para  que 
despacio  lo  aprenda  é  el  señor  obispo  se 
lo  dé  á  entender. »  É  díle  el  requirimien- 
to ,  y  él  lo  tomó  con  mucha  risa  dél  é  de 
todos  los  que  me  oyeron.  Estando  toda  la 
gente  repossando  en  aquellos  bullios,  es- 
perando que  el  sol  fuesse  mas  baxo,  hacia 
las  dos  horas  después  del  medio  día,  los 
nuestros  dieron  alarma,  porque  venianpor 
un  camino  muy  ancho  y  .  hermoso  ,  orlado 
de  muchos  árboles  á  los  lados ,  plantados 
por  adornamiento  suyo,  mas  de  mili  in- 
dios flecheros ,  con  mucha  grita  y  sonan- 
do unos  caracoles  gruessos  que  también 
se  llaman  cobos  ,  é  se  oyen  desde  muy 
lexos:  é  venían  en  mucho  congierto  he- 
chos un  esquadron,  con  sus  penachos  é 
pintados  de  aquella  bíxa  que  usan,  que 
es  muy  mas  fina  color  que  un  bermellón, 
é  píntanse  toda  la  persona  é  las  caras, 
que  paresge  que  están  hechos  un  fino  car- 
mesí; y  aquella  tinta  assiéntanla  concier- 
ta mixtura  de  gomas,  ó  pégaseles  para 
muchos  dias.  Ha  todos  estos  efetos:  lo  uno 
aprieta  las  carnes'  é  dá  mas  vigor  á  la 
persona ;  lo  segundo  parésceles  á  ellos  que 
están  muy  gentiles  hombres  é  fieros  assi 
pintados ;  é  lo  tercero ,  aunque  sean  heri- 
dos é  les  corra  mucha  sangro ,  no  paresge 
lauta  quanta  es,  por  estar  todo  el  indio 
colorado. 

El  general  salió  presto  del  pueblo  al 


campo  á  resgebir  los  indios  en  el  mesmo 
camino ,  é  ordenó  su  gente  en  otro  bata- 
llón ,  estando  á  menos  trecho  de  doscien- 
tos passos  los  unos  de  los  otros :  é  mandó 
que  ningún  escopetero  ni  ballestero  tiras- 
se ,  é  que  se  pusiesse  en  tierra  un  tiro  de 
pólvora  de  bronce  pequeño,  de  hasta  dos 
quintales  de  pesso  que  allí  teníamos,  e 
que  dos  lebreles,  quede  sus  dueños  eran 
muy  loados  ,  á  quien  por  mucho  correr  no 
se  escaparían  los  indios,  se  pusiessen  en 
las  alas  ó  lados  de  nuestra  batalla ,  é  que 
quando  el  general  diesse  la  señal  que  se 
tirasse  el  tiro,  se  higiesse;  éen  el  instan- 
te, con  una  grita  y  todo  junto,  se-soltas-» 
sen  los  perros  é  cada  uno  arremetiesse  á 
los  enemigos  é  higiessen  de  valientes  hom- 
bres. 

Quisiera  yo  que  aquel  requirimiento  si' 
Ies  hiciera  entender  primero ;  pero  como 
cosa  excusada  ó  por  demás,  no  se  tracto 
dello:  y  de  la  mesma  manera,  andando 
el  tiempo,  por  este  dechado  y  forma  quel 
general  ovo  en  esta  entrada  suya  para  ha- 
cer essa  diligengia  cathólica  con  los  in- 
dios ,  que  se  le  mandó  que  lo  higiesse  an- 
tes de  les  romper  la  guerra  á  los  indios; 
de  essa  mesma  manera  y  peor  lo  higieron 
después  los  particulares  capitanes  en  mu- 
chas entradas ,  como  se  dirá  adelante  en 
la  continuagion  de  la  historia.  Yo  pregun- 
té después,  el  año  de  mili  ó  quinientos  é 
diez  y  seys,  aldotorPalagios  Rubios,  por- 
que él  avia  ordenado  aquel  requirimiento, 
si  quedaba  satisfecha  la  congiengia  de  los 
chripstianos  con  aquel  requirimiento;  é 
díxome  que  sí ,  si  se  higiesse  como  el  re- 
quirimiento lo  dige.  Mas  parésgeme  que 
se  reía  muchas  veges,  quando  yo  le  conta- 
ba lo  desta  jornada  y  otras  que  algunos 
capitanes  después  avian  hecho ;  y  mucho 
mas  me  pudiera  yo  reyr  dél  y  de  sus  le- 
tras (que  estaba  reputado  por  grand  va- 
ron,  y  por  tal  tenia  lugar  en  el  Consejo 
Real  de  Castilla) ,  si  pensaba  que  lo  que 
dige  aquel  requirimiento  lo  avian  de  en- 


32 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tender  los  indios,  sin  discurso  de  años  é 
tiempo.  É  pues  en  el  capítulo  ATI  se  les 
dá  lugar  ó  se  les  promete  en  aquel  requi- 
rimiento  que  tomen  el  tiempo  que  fuere 
justo,  para  entender  aquellos  capítulos,  é 
que  puedan  deliberar  sobre  ello,  qué  tan- 
to lia  de  ser  este  tiempo  quisiera  yo  que 
allí  se  expresara;  pero  si  se  les  guardara 
ó  no,  no  me  determino  en  esso.  Adelante 
se  dirá  el  tiempo  que  los  capitanes  Ies  da- 
ban, atando  los  indios  después  de  saltea- 
dos, y  en  tanto  leyéndoles  toda  aquella 
capitulación  del  requirimienlo.  Tornemos 
á  la  historia. 

.  Digo  que  de  la  manera  que  el  general 
ordenó  que  esta  batalla  se  diesse  á  aque- 
llos indios  que  páresela  que  nos  venían  á 
echar  de  aquel  pueblo,  assi  se  aparexó  é 
puSSO  á  punto  todo:  pero  dada  la  señal  é 
pegado  fuego  a]  tiro,  passó  por  alto  y  no 
mató  ninguno,  y  en  soltando  los  perros, 
arremetió  el  uno  al  otro  é  comencaron  a 
se  morder,  sin  curar  de  yr  tras  los  indios. 
É  cómo  los  enemigos  estaban  desviados 
de  nosotros  lo  que  he  dicho,  é  sabían  me- 
jor los  passos,  pussiéronse  en  huyda,  é 
salidos  de  aquel  camino  ancho ,  como  to- 
do lo  otro  fuera  dél  era  boscajes  gorra-' 
dos,  ningún  indio  fué  tomado  ni  muerto, 
sino  encontinenti  desaparescieron  de  allí. 
Passamos  bien  una  legua  adelante ,  é  por 
donde  ybamos  salían  de  través  muchos 
venados ,  y  cómo  en  nuestro  exército  ha- 
bía buenos  lebreles ,  conoscian  mejor 
aquella  montería  que  la  de  los  indios ;  y 
matáronse  aquel  dia  ginco  ó  seys  vena- 
dos, que  se  comieron  essa  noche  en  el 
real  donde  fuymos  á  parar,  cerca  de  un 
rio.  E  estando  alli  se  dixo  que  estaba  he- 
rido el  piloto  Pedro  de  Le^desma,  y  que 
lo  avian  herido  aquel  dia  los  indios  de  una 
Hecha ;  y  yo  le  fuy  á  ver  y  tenia  un  vó- 
mito, é  víle  un  rascuño  en  una  cadera,  é 
paresgióme  mas  obra  de  sus  uñas  que  de 
la  hierba  :  é  luego  se  sospechó  que  su  mal 
era  avérsele  acabado  cierto  vino  que  sacó 


de  la  nao  aquel  dia :  pero  porque  era  buen 
piloto  é  diestro  de  la  costa ,  é  el  general 
le  ovo  lástima,  y  era  gruesso  é  pessado. 
á  todos  dió  cuydado  de  volverle  al  puerto 
otro  dia.  Passada  la  noche,  seyendo  he- 
cha buena  guarda,  otro  dia  jueves,  dia 
de  Corpus-Chripsti ,  dixéronle  al  goberna- 
dor los  hombres  de  la  mar ,  y  en  especial 
aquel  piloto  Pedro  de  Ledesma ,  que  ya 
la  hierba  se  le  yba  passando,  que  el  tiem- 
po era  bueno  para  proseguir  nuestro  via- 
ge  y  que  se  debia  yr  á  embarcar ,  é  assi 
se  hizo:  é  dió  licencia  que  la  gente  fuesse 
despartida  con  sus  capitanes,  c  que  to- 
dos se  fuessen  á  hallar  temprano  en  el 
puerto  á  tal  hora  que  sé  pudiessen  em- 
barcar. En  esta  vuelta  se  hallaron  en  el 
campo  e  por  donde  tornamos  alguna  ropa 
de  mantas  é  hamacas  é  siete  mili  pessos 
de  oro  ó  mas,  en  diversas  piceas,  labra- 
do, escondido  entre  las  matas  en  cinco  ó 
seys  paites,  puesto  en  sus  havas  ó  cestas. 
Aquel  tüa  entré  yo  en  un  pueblo  de  qua- 
renta  bullios  ó  mas,  é  hállele  despoblado, 
é  hice  pegar  fuego  á  una  casa  de  aque- 
llas que  estaba  llena  de  arcos  é  flechas  é 
pelotas  de  hierba,  é  debia  ser  casa  de 
munigion.  En  aquel  pueblo  se  halló  un  ca- 
fir  blanco  y  grande,  é  se  ovo  una  manta 
con  ciertas  plasmas  de  esmeraldas  é  otras 
piedras:  lo  qual  todo,  con  otras  particu- 
laridades de  aquel  puerto  ,  se  dixeron  en 
el  libro  XXVI,  hablando  desta  provincia 
de  Sancta  Marta ,  y  no  es  nescessario  tor- 
narlo aqui  á  repetir. 

Assi  que,  este  dia  jueves  quince  de  ju- 
nio se  embarcó  el  general  con  toda  su 
gente,  é  essa  mesma  noche,  antes  que 
fuesse  de  dia,  nos  hecimos  á  la  vela.  No 
se  dexó  de  dar  mucha  culpa  al  general, 
por  se  aver  ydo  de  Sancta  Marta  con  tan 
poco  fructo,  como  allí  se  hizo,  y  con  mu- 
cha ragon;  porque  después  por  su  defeto, 
é  no  aver  él  poblado  aquel  assienlo,  que 
lo  pudiera  fácilmente  hager,  pues  sobra- 
ba gente ,  se  le  quitó  aquello  de  su  go- 


DE  INDIAS.  L1B. 


XXIX.  CAP.  VII. 


3:5 


bernagion.  Assi  que,  salida  el  armada  do 
aquel  puerto  de  noche,  la  nao  capitana 
yba  adelante  é  llevaba  su  farol,  y  trás 
ella,  siguiendo,  todas  las  otras  naos  y  cara- 
belas :  y  el  viento  se  esforgó  mucho ,  y  la 
mar  se  ensoberbesció  tauto,  que  quando 
fué  de  día,  nos  bailamos  tan  ensenadosé 
metidos  en  tierra  debaxo  de  Gavia ,  un 
puerto  que  assi  se  dice,  que  pensamos  dar 
todos  al  través.  Sin  dubda,  si  la  claridad 
del  dia  se  tardara  dos  horas  mas,  nos 
viéramos  en  tanto  peligro,  que  no  esca- 
para hombre ,  si  no  fuera  por  miraglo.  Y 
assi  con  mucho  trabaxo,  y  principalmen- 
te por  la  bondad  y  clemencia  de  Dios, 
podimos  salir  mas  á  la  mar  y  seguir  nues- 
tro viage.  É  fué  el  armada  á  Isla  Fuerte, 
que  está  dos  leguas  y  media ,  poco  mas  ó 
menos  del  Cenú:  é  allí  salieron  ciertos  ca- 
pitanes con  gente,  por  mandado  del  gene- 


ral, é  tomaron  muchos  gestos  de  sal  del 
tamaño  de  aquellos  que  se  traen  á  Casti- 
lla con  los  besugos  de  la  mar  cantábrica 
é  septentrional  de  España ,  y  so  llevan  á 
Burgos  y  por  Castilla ;  pero  estos  gestos 
tío  sal  eran  muy  mejor  hechos,  é  la  sal 
muy  hermosa  é  blanca,  é  se  hage  allí  del 
agua  de  la  mar.  É  los  indios  cómo  vieron 
desde  léxostantas  naos,  huyeron  en  sus  •> 
canoas  é  se  passaron  á  la  Tierra-Firme. 
Aquesta  isla  es  llana  y  baxa,  é  bojará 
ocho  leguas  ó  menos ,  y  está  en  algo  me- 
nos de  diez  grados  desta  parte  de  la  línia 
equinogial :  é  estuvo  allí  el  armada  el  dia 
que  llegó  y  el  siguiente,  y  el  tercero  se 
partió  para  el  Darion,  é  llegó  al  surgidero 
de  aquella  cibdad,  en  el  golpho  de  Urabá, 
á  los  veynte  y  nueve  dias  del  mes  de  ju- 
nio de  mili  é  quinientos  y  catorgo  años. 


CAPITULO  VIH. 


Cómo  el  gobernador  Pedradas  Dávila  llegó  á  la  cibdad  de  Sánela  María  del  Antigua  del  Darion ,  donde 
estaba  por  gobernador  el  capitán  Vasco  Nuñez  de  Balboa  ,  ¿  tomó  la  possesion  del  offieio,  é  se  entendió  en 
la  residencia  de  Vasco  Nuñez,  é  fué  enviado  el  teniente  Joban  de  Ayora  é  otros  capitanes  con  gente  á  po- 
blar á  la  otra  costa  de  la  mar  del  Sur. 


i\.  los  treynta  de  junio  de  mili  6  quinientos 
y  calorge  años  de  la  natividad  del  Redemp- 
tor  nuestro  .  salló  Pedrariasen  tierra  é  en- 
tró en  la  cibdad  de  Sancta  Maria  del  An- 
tigua del  Darion  con  toda  la  gente  que 
llevaba  del  armada,  que  eran  dos  mili 
hombres  ó  mas,  é  muy  bien  aderesgados 
é  armados,  é  el  obispo  é  officiales  y  ca- 
pitanes, y  en  muy  buena  orden  todos,  que 
era  cosa  que  en  todas  partes  paresgia  bien. 
É  Vasco  Nuñez ,  que  allí  gobernaba ,  co- 
mo es  dicho ,  lo  resgibió  con  quinientos  é 
qtiinge  hombres  que  estaban  allí  aveginda- 
dos ,  é  tenían  fechas  mas  de  gient  casas  ó 
bunios:  ó  estaba  muy  gentil  poblagion,  é 
con  un  hermoso  rio  que  passa  pegado  á  las 
casas  de  la  cibdad ,  de  muy  buena  agua 
é  de  muchos  buenos  pescados.  Este  es  el 
TOMO  III. 


rio  del  Darien,  é  no  el  que.  en  el  li- 
bro XXVII  el  ligengiado  Vadillo  llama  rio 
del  Darien,  é  este  viene  de  la  parte  del 
Hueste ,  y  el  quél  dige  es  un  "braco  del  rio 
de  Sanct  Johan,  que  entra  en  la  culata 
del  golpho  de  Urabá ,  como  la  historia  ya 
lo  ha  dicho.  Tornemos  á^a  historia. 

Luego  pressentó  Pedrarias  sus  provi- 
siones, y  fué  resgebido  por  gobernador, 
con  mucho  plager  de  los  que  allí  estaban 
ó  de  los  que  nuevamente  yban,  exgepto 
del  Vasco  Nuñez  y  sus  amigos  é  los  que 
esperaban  dar  cuenta,  puesto  que  también 
mostraban  plager  de  nuestra  yda.  E  el  go- 
bernador tomó  las  varas  de  la  justicia .  y 
cada  uno  comengó  á  exerger  su  offieio,  se- 
gund  yban  proveydos  dellos.  o  los  que  ovo 
de  proveer  el  gobernador,  los  proveyó. 


34 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Avia  entre  aquellos  pobladores  prime- 
ros mas  de  mili  é  quinientos  indios  é  in- 
dias naborías,  que  servían  a  los  chripstia- 
nos  en  sus  haciendas  é  casas ;  pero  porque 
adelante  se  tocará  algunas  veces  este 
nombre  de  naborías,  es  bien  que  aqui  se 
declare.  Naboría  es  el  que  ha  de  servir  á 
un  amo,  aunque  le  pesse ;  é  él  no  lo  pue- 
de vender  ni  trocar  sin  expresa  licencia 
del  gobernador;  pero  ha  de  servir  hasta 
que  la  naboría  ó  su  amo  se  muera.  Si  la 
naboría  se  muere  ,  acabado  es  su  eaptive- 
rio ;  y  si  muere  su  señor ,  es  de  proveer 
de  lal  naboría  al  gobernador,  y  dála  á 
quien  él  quiere.  E  estos  tales  indios  se  lla- 
man naborías  de  por  tuerca  é  no  esclavos; 
pero  yo  por  esclavos  los  avria,  quanto  á 
estar  sin  libertad. 

La  gente  que  fué  con  Pedrarias,  se 
repartieron  é  apossentaron  con  los  po- 
bladores, que  allí  estaban  en  compañía 
de  Vasco  Nuñez;  é  dióseles  de  comer  é 
ración  á  todos  muy  complidamente  un 
mes  después  de  llegada  el  armada,  é  so- 
braron de  la  hacienda  del  Rey  muchas 
pipas  de  vino  é  harina  é  otras  provisio- 
nes ,  que  fuera  mejor  que  también  se  co- 
mieran, como  se  dirá  adelante. 

Lo  primero  qiíel  gobernador  hico  otro 
dia  después  que  llegó ,  fué  apartar  á  Vas- 
co Nuñez  en  secreto,  en  mi  pressencia 
(porque  yo  y'ba  por  escribano  general  en 
nombre  del  secretario  Lope  Conchillos,  é 
llevaba  comisión  de  proveer  por  el  secre- 
tario, ennombr#del  Rey,  todos  los  otros 
escribanos  del  audiencia  del  gobernador 
y  del  alcalde  mayor  y  otros  juzgados) ;  y 
dixole  quel  Rey  le  avie  mandado  que  lo 
tractasse  muy  bien,  por  lo  que  le  avia  ser- 
vido en  aquella  tierra ,  é  en  todo  lo  que 
oviesse  lugar,  le  favoresciesse  é  gratifícase 
se ;  é  se  informasse  dél  del  estado  é  cosas 
de  la  tierra,  é  qué  indios  avia  de  paz  équá- 
les  de  guerra ,  é  en  todo  le  dixo  que  en- 
tendía tomar  su  parescer.  É  a  este  pro- 
póssito  le  dixo  muchas  palabras  dulces,  de 


que  el  Vasco  Nuñez  mostró  contentamien- 
to .  y  respondió  quél  bessaba  los  reales 
piés  al  Rey.  nuestro  señor,  por  loque  de 
parte  de  Su  Alteca  le  avia  dicho,  y  á  él 
le  tenia  en  merced  la  voluntad  que  le 
ofrescia;  é  que  en  todo  lo  quél  supiesse  é 
pudiesse  avisarle  é  servir  á  Sus  Altecas, 
le  diría  su  paresger  con  verdad  y  volun- 
tad entera  de  haberle  servicio  ;  é  que  pa- 
ra aquello  era  menester  recoger  su  me- 
moria, é  daria  su  respuesta  con  obra, 
dándole  noticia  de  lo  quél  supiesse  cerca 
de  lo  quel  general  le  mandaba  é  requería, 
porque  fué  por  auto  todo  esto  dicho  y  es- 
cripto. 

E  assi,  después  del  dia  siguiente,  que 
fueron  dos  dias  de  julio,  le  dio  la  respuesta 
por  escripto .  la  qual  contenia  muchas  co- 
sas bien  dichas  y  convinientes :  y  entre 
otras  declaró  los  rios  é  quebradas  é  par- 
tes señaladas,  donde  se  avia  hallado  oro  é 
lo  avian  visto  é  cogido  los  chripstianos 
hasta  estonces.  E  dixo  que  de  tres  años 
antes  hasta  que  Pedrarias  llegó,  avia  he- 
cho do  paces  aquestos  caciques:  Careta, 
Ponca,  Careca,  Chape,  Cuquera,  Juana- 
ga,  Bonanimana,  Tecra,  Comogre  ,  Po- 
corosa,  Pucheribuca,  Chuyrica,  Otoque, 
Chorita,  Pacra,  Tcaoca,  Thenoca,  Tamao, 
Tamaca ,  Tubanama  é  otros ;  é  avia  des- 
cubierto la  mar  del  Sur  en  el  año  de  mili  é 
quinientos  y  trege, é  la  Isla  Rica  de  las  per- 
las, é  avia  en  persona  atravessado  la  tier- 
ra de  mar  á  mar,  é  en  todo  dixo  verdad. 

Desde  á  pocos  dias  se  pregonó  la  resi- 
dencia contra  Vasco  Nuñez  é  sus  offigiales, 
la  qual  le  tomó  el  licenciado  Gaspar  de 
Espinosa ,  alcalde  mayor :  é  por  otra  par- 
te el  gobernador  con  un  largo  interroga- 
torio ,  é  secretamente  comencó  á  hager  la 
pesquisa  secreta  contra  Vasco  Nuñez ,  sin 
quel  alcalde  mayor  lo  supiesse ,  ó  porque 
no  se  fiaba  dél ,  ó  porque  no  tenia  expi- 
riengia  ni  avia  tenido  cargo  de  justicia 
(antes  aquel  era  el  primero  que  tuvo,  y 
poco  antes  avia  salido  del  estudio  de  Sa- 


DE  INDIAS.  LIB. 

lamanca)  ú  porque  le  paresció  que  assi 
convenia ,  puesto  que  en  la  cédula  quel  al- 
calde ma\  <>r  lenia  del  Rey  Cathólico,  man- 
daba á  Pedrarias  que  no  usasse  con  otro  . 
juez  en  cosas  de  justicia,  sino  con  es- 
te licenciado  Espinosa,  su  alcalde  mayor. 
Pero  antes  qué!  lo  supiesse,  se  tomaron  al- 
gunos testigos  de  aquellos  primeros  pobla- 
dores, que  avian  quedado  de  la  gente  é 
armadas  de  los  gobernadores  Alonso  de 
Ilojeda  c  Diego  de  Nicuesa ,  los  cuales  sa- 
bían muy  bien  la  verdad  de  todo  lo  pas- 
sado,  é  la  vida  del  Vasco  Nuñez;  en  el 
qual  tiempo,  en  la  residencia  pública  le 
pedían  muchos,  é  se  dieron  contra  él  mu- 
días  sentencias  de  las  cosas  que  avia  to- 
mado é  debia  á  personas  particulares;  y 
con  algunos  se  concertó.  E  en  estos  prin- 
cipios páresela  quel  alcalde  mayor  tenia 
voluntad  de  hacer  justicia  á  lodos;  pero 
desde  á  pocos  dias  favoresció  claramente 
á  Vasco  Nuñez,  y  creyóse  que  la  causa 
era  por  contentar  al  obispo  fray  Johan  de 
Quevedo,  (pie  favorescia  á  Vasco  Nuñez, 
y  representaba  muy  á  menudo  sus  servi- 
dos y  el  descubrimiento  de  la  mar  aus- 
tral ,  é  que  avia  sido  el  primero  chripstia- 
no  que  la  vido,  é  que  halló  el  estrecho 
que  hay  de  la  costa  del  Norte  a  la  del  Sur, 
é  lo  anduvo  por  su  persona:  é  publica- 
mente decía  que  era  digno  do  grandes 
mercedes. 

AI  gobernador  pessábale  dcstos  loores, 
y  era  de  otra  opinión ;  mas  como  el  obis- 
po é  officiales  eran  coadjutores  en  las  co- 
sas de  la  gobernación,  é  se  ovo  noticia 
de  la  pesquisa  secreta  quel  gobernador 
tomaba .  sintiólo  por  injuria  el  alcalde 
mayor  porque  se  avia  fecho  sin  él ;  é  so- 
bre esto  pasaron  otras  muchas  cosas  é 
palabras  que  no  son  para  la  historia.  Pe- 
ro redundó  dello  quel  alcalde  mayor  se 
determinó  en  le  ayudar ,  por  deshacer  la 
pesquisa ,  en  la  cual  se  probaba  la  muer- 
te de  Diego  de  Nicuesa ,  ó  aquel  desapia- 
dado exilio,  con  que  lo  echó  Vasco  Nuñez 


XXIX.  CAP.  VIII.  35 

de  la  tierra ,  é  otras  culpas.  É  en  fin  el 
gobernador  le  dió  lo  que  estaba  escripto, 
y  no  procedió  ni  habló  en  ello ,  mas  de  lo 
quel  obispo  y  el  licenciado  Espinosa  qui- 
sieron :  é  diéronle  a  entender  que  aquellos 
testigos  eran  enemigos  de  Vasco  Nuñez. 
Mas  el  gobernador  quisiérale  enviar  a  Es- 
paña, y  a  una  voz  quassi  todos  estuvie- 
ron conformes  para  que  en  grillos  le  lle- 
vassen ,  porque  los  testigos  se  rectificaron 
en  los  dichos.  É  cómo  el  obispo  era  sa- 
gaz ,  procuró  de  dar  lugar  al  tiempo  é  que 
tal  determinación  se  sobreseyesse ;  por- 
que el  obispo  é  Vasco  Nuñez  eran  ya  com- 
pañeros en  las  grangerias  de  las  hacien- 
das del  campo  é  en  las  naborías  é  indios, 
é  pensaba  aquel  perlado  ser  muy  rico  pol- 
la industria  de  Vasco  Nuñez.  É  dió  á  en- 
tender al  gobernador,  que  si  lo  enviaba  á 
Castilla,  que  en  la  hora  que  entuviesse  en 
la  corte,  avia  de  saber  el  Rey  que  avia 
descubierto  la  otra  mar,  y  avia  hallado  el 
passo  ó  estrecho  que  hay  de  tierra  de  mar 
á  mar,  é  que  avia  hallado  muchas  minas 
de  oro,  é  que  avia  andado  la  tierra  por 
su  persona ,  é  hecho  de  paces  muchos  ca- 
ciques: é  que  en  esta  cibdad  de  Sancto 
Domingo,  el  thessorero  Miguel  de  Pasa- 
monte  era  á  quien  el  Rey  dalia  mas  crédi- 
to que  á  hombre  de  quantos  avia  en  estas 
partes ,  y  hacia  por  Vasco  Nuñez ,  é  seria 
causa  que  lo  enviasse  luego  honrado  é 
gratificado ,  é  le  darían  la  parte  quel  Vas- 
co Nuñez  quisiesse  escoger  de  la  gober- 
nación de  Castilla  del  Oro, lo  qual  él  sa- 
bría muy  bien  señalar ,  pues  sabia  la  tier- 
ra :  é  que  lo  que  le  convenia  á  Pedrarias 
era  disimular  é  tener  en  palabras  é  pley- 
tos  á  Vasco  Nuñez ,  y  en  continua  nesces- 
sidad,  c  que  en  tanto  el  tiempo  le  diria 
lo  que  se  debia  hacer.  Y  lo  mismo  decia 
al  alcalde  mayor. 

Á  Pedrarias  no  le  paresció  que  se  de- 
bria  desechar  este  consejo :  antes  acordó 
de  lo  tomar ,  y  desde  á  pocos  dias  se  le 
restituyeron  á  Vasco  Nuñez  los  bienes  que 


3G 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


por  inventario  lo  oslaban  secuestrados,  y 
poco  tiempo  después,  por  medio  del  obis- 
po, se  le  daba  parte  en  los  negocios  cíe 
la  gobernación. É  ovo  mas  lugar  esto,  por- 
que el  gobernador  adolesció  y  estuvo  muy 
enfermo  muchos  dias ,  é  dió  poder  al  obis- 
po é  officiales  para  gobernar  en  su  lugar, 
como  él  lo  pudiera  hacer. 

Antes  que  Pedrarias  llegasse  al  Darien, 
avia  ydo  allá  un  hidalgo ,  vecino  de  Bil- 
bao, llamado  Pedro  de  Arbolancha.  y  era 
curial  é  conosgido  en  la  corte  y  hombre 
de  negocios :  al  qual  Yasco  Nuñez  dió  car- 
tas é  testimonios  de  sus  servicios ,  é  que 
hiciesse  saber  al  Rey  Cathólico  cómo  avia 
descubierto  la  otra  mar  c  descubierto  mi- 
nas ó  pacificado  mucha  parte  de  la  tierra, 
y  esperaba  de  dia  en  dia  ser  respondido. 

En  tanto  que  turó  la  residencia ,  é  aun 
dias  después  adolesció  mucha  gente  del 
armada;  é  cómo  no  les  daban  ya  de  co- 
mer ,  morian  muchos  de  hambre ,  é  para 
excusar  essas  muertes  é  comencar  Pedra- 
rias á  poblarla  tieqja  de  la  otra  costa ,  te- 
miendo que  le  avia  de  venir  al  Vasco  Nu- 
ñez algún  despacho  en  su  favor,  é  por 
ocupar  la  gente  en  algo,  é  comencarse  la 
destruyeion  de  la  tierra  (á  que  ellos  llama- 
ban pacificación  é  conquistar),  acordaron 
de  enviar  al  teniente  Johan  de  Ayora  por 
capitán  general,  con  los  capitanes  Her- 
nando de  Meneses  é  Francisco  Dávila  é 
Gamarra  é  otros,  con  quatroeicntos  hom- 


bres. É  diéronle  cierta  instrucion  é  capí- 
tulos .  é  mandáronle  que  passasse  á  la  otra 
mar  del  Sur  y  poblasse  con  aquella  gente 
en  la  otra  costa  ,  en  la  parte  della  que  me- 
jor le  paresciesso  ,  é  que  tuviesse  especial 
cuydado  de  hacer  entender  á  los  indios 
aquel requir ¡miento,  que  sedixo  en  el  ca- 
pítulo antes  deste,  para  satisfacion  de  la 
real  conciencia  del  Rey  é  Reyna  é  de  los 
chripstianos:  ornándosele  que  en  ninguna 
cosa  los  españoles  fuessen  agresores,  ni 
consintiesse  hacer  mal  ni  agravio  á  los  in- 
dios sin  mucha  causa ,  é  dándoles  térmi- 
no é  placo  para  que  respondiessen  al  re- 
quirimiento  ques  dicho :  el  qual  fué  orde- 
nado é  firmado  por  teólogos ,  é  á  los  in- 
dios les  era  leydo  en  lengua ,  que  no  en- 
tienden, é  seyendo  gente  salvage.  é  man- 
dóselc  que  no  les  hiciesse  guerra,  sin  que 
los  indios  se  determinassen  y  escogiessen 
la  paz  ó  la  negassen.  Mas  hablando  la  ver- 
dad ,  el  fin  desto  era ,  que  aunque  el  Rey 
supiesse  que  Vasco  Nuñez  avia  descubier- 
to la  otra  mar,  é  enviasse  algún  favor 
para  él ,  estuviesse  poblada  la  costa  por 
Pedrarias,  é  impedir  á  Vasco  Nuñez  el 
efetto  de  qualquier  merced  que  se  le  hi- 
ciesse, é  oponerse  á  ella  Pedrarias,  ale- 
gando que  por  su  industria  lo  avia  pobla- 
do ,  é  que  Vasco  Nuñez  no  avia  hecho  sino 
verlo,  maltractando.  los  indios,  para  lo 
lo  qual  tenia  Pedrarias  fechas  algunas  in- 
formaciones contra  él. 


CAPITULO  IX. 

Cómo  el  teniente  Johan  de  Ayora  é  otros  capitanes  fueron  enviados  con  gente  á  poblar  la  costa  del  mar 
del  Sur ;  y  cómo  el  Rey  Cathólico  le  envió  é  hizo  merced  á  Vasco  Nuñez  del  titulo  de  adelantado  de  la 
mar  del  Sur  y  de  la  gobernación  de  las  provincias  de  Coyba  é  Panamá  :  é  cómo  Pedrarias  tuvo  forma  que 
no  ussase  de  tales  mercedes  ;  é  de  las  parles  que  el  gobernador  é  officiales  llevaron  de  las  entradas,  que 
fué  una  de  las  principales  causas  de  acabarse,  ó  al  menos  disminuyrse  los  indios  e'  asolarse  la  tierra  ,  etc. 


D 


icho  se  ha  cómo  en  llegando  Pedra- 
rias al  Darien,  se  informó  de  Vasco  Nuñez 
del  estado  de  la  tierra ,  é  supo  dél  quáles 
caciques  estaban  de  paz  é  quáles  de  guer- 
ra, é  dióle  por  escripto  su  paresccr  é  dí- 


xole  verdad,  é  aconsejóle  muy  bien,  como 
muy  mas  largamente  en  el  capítulo  de  sus- 
so  queda  dicho.  Mas  el  gobernador  no  le 
dió  crédito:  antes  pensó  que  le  engañaba, 
é  determinóse  en  enviar  á  su  teniente 


DE  INDIAS.  LIB. 

Julián  de  Ayora  con  otros  capitanes  y 
gente,  que  he  dicho,  ála  otra  mar:  é fue- 
ron parte  del  camino  la  costa  abaxo  al 
Oxídente  hasta  el  puerto  de  Sánela  Cruz, 
que  es  en  tierra  del  cacique  de  Comogre. 
E  hizo  allí  un  pueblo,  en  que  dexó  hasta 
ochenta  hombres,  todos  ó  los  mas  de- 
ltas enfermos,  y  por  capitán  é  alcalde 
desta  trente  á  un  mancebo,  llamado  Hurta- 
do, hombre  de  ninguna  expiriengia  (é  aun 
quassi  do  conoscido),  é  de  los  que  nueva- 
mente fueron  en  el  armada.  Desde  allí 
passó  adelante,  y  dexó  poblando  en  la 
provincia  de  Tamao  al  capitán  Fernand 
Pérez  de  Meneses.  é  haciendo  un  pueblo: 
é  fué  parte  de  la  trente  con  el  capitán 
Francisco  Dávila  á  la  costa  de  Panamá  de 
la  banda  del  Sur;  pero  muy  poco  vido  de 
la  mar  ausl  ral ,  é  por  otros  caciques  de  aque- 
llas comarcas  se  desparejó  toda  la  gente. 

En  este  camino  Johan  de  Ayora ,  no 
solamente  dexó  de  hager  los  requirimien- 
tos  é  amonestaciones ,  que  se  debjan  ha- 
cer a  los  indios,  antes  de  les  mover  la 
guerra;  pero  salteábanlos  de  noche  ,  é  á 
los  caciques  é  indios  principales  atormen- 
tábanlos, pidiéndoles  oro,  é  unos  assabañ, 
6  otros  ha<¿ian  comer  vivos  de  perros ,  é 
otros  colgaban ,  é  en  otros  se  hicieron 
nuevas  formas  de  tormentos,  demás  de 
les  tomar  las  mugeres  ó  las  hijas ,  6  ha- 
berlos esclavos  ó  prissioneros ,  é  repartir- 
los entre  sí .  segund  ó  de  la  manera  que  á 
Johan  de  Ayora  le  paresció  é  á  cada  uno  de 
los  otros  capitanes,  por  donde  anduvieron. 

É  en  esta  caca  ó  montería  infernal  se 
detuvo  esta  gente  algunos  meses:  en  el 
qual  tiempo  é  sacón  en  el  Darien  anda- 
ba tanta  modorra  y  enfermedades  por 
los  chripstianos,  y  en  especial  por  tas  que 
nuevamente  avian  ydoá  la  tierra  en  aque- 
lla armada ,  que  cada  dia  muricn  quinge 
ó  veynte ,  é  algunos  días  mas ;  y  en  poco 
tiempo  murieron  mas  de  quinientos  hom- 
bres, é  los  mas  deltas  por  falta  de  basti- 
mentos ,  puesto  quel  Rey  los  tenia  sobra- 


XXIX.  CAP.  IX.  37 

dos.  Pero  cómo  los  officiales  querían  po- 
ner recabdo  en  la  hacienda  real,  y  á  ellos 
no  les  faltaba  de  comer ,  tuvieron  poca 
missericordia  con  tas  demás  ;  y  para  po- 
ner mejor  custodia  en  la  hacienda  de  Sus 
Magestades ,  hicieron  hacer  un  buhío 
grande  en  la  costa  á  par  de  la  mar ,  á  la 
qual  casa  llamaron  el  Toldo.  É  allí  se  des- 
cargó la  hacienda ,  é  metieron  muchas 
pipas  de  vino  é  harina  .  é  la  mayor  parte 
de  los  bastimentos:  é  desde  allí  llevaban 
poco  á  poco  á  la  cibdad  lo  que  querían  é 
lo  ponian  en  la  casa  de  la  contractacion, 
en  que  estaba  el  factor  Johan  de  Tavira. 

Viendo  Dios  el  poco  servicio  que  él  y  el 
Rey  rescebian  de  aquellos  bastimentos, 
permitió  que ,  pues  con  ellos  no  eran  so- 
corridos los  pobres  ,  é  se  caían  tas  hom- 
bres muertos  de  hambre  por  las  calles, 
que  se  pegasse  fuego  á  aquella  casa  del 
Toldo,  donde  estaban  tas  bastimentos;  é 
assi  se  quemó  quanto  en  ella  avia  ,  y  se 
perdió  todo  lo  que  pudiera  dar  remedio  y 
excusar  muchas  muertes  de  tos  que ,  por 
falla  de  comer,  murieron:  á  los  qualcs,  si 
se  diera  aquella  harina  y  vino,  el  Rey  ga- 
nára  muchos  dineros,  é  pudiera  ser  que 
los  que  padescieron,  tuvieran  vida.  Pero 
no  me  aparto  de  la  sospecha  que  muchos 
tuvieron,  que  quissieron  decir  que  los  ma- 
yordomos que  en  la  hacienda  entendían 
é  la  guardaban  por  el  factor ,  fueron  el 
mesmo  ticon  que  encendió  aquel  fuego, 
para  que,  só  color  de  aquellas  llamas,  se 
quemassen  diez  pipas  é  se  hurtassen  cien- 
to, por  dar  la  cuenta  á  carga  gorrada,  en 
nombre  de  caso  fortuyto.  Quédcssc  á  Dios 
este  juicio,  é  pluguiérale  á  él  que  otros 
mayores  daños  no  ovieran  acaescido  en 
aquella  tierra.  Pues  cómo  las  muertes  y 
enfermedades  eran  muchas,  y  la  hambre 
intolerable ,  muchos  de  los  que  fueron  en 
aquella  armada  huyeron  de  la  tierra  ,  y 
algunos  se  volvieron  á  España ,  y  otros  se 
passaron  á  esta  nuestra  Isla  Española ,  é 
Cuba ,  é  Jamáyca  é  Sanct  Johan ;  y  en 


38 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


espacio  de  siete  ú  ocho  mese6  eran  mas 
los  muertos  é  ydos  que  los  que  quedaron 
en  la  tierra ;  y  en  aquellos  que  vivieron, 
avia  tanto  descontentamiento,  que  ningu- 
no estaba  de  su  voluntad ,  y  aun  el  go- 
bernador, y  obispo,  y  ofíiciales  desampa- 
raran la  tierra  ,  si  con  buena  color  é  sin 
vergiienca  lo  pudieran  hacer.  E  todos  es- 
crebieron  que  era  aquella  cibdad  é  assien- 
to  muy  enfermo ,  é  dieron  á  entender  al 
Rey  é  a  los  de  su  Consejo  que  era  la  mas 
mala  tierra  del  mundo ,  é  la  infamaron  por 
la  peor  cosa  que  avia  en  la  Tierra-Firme, 
siendo  la  verdad  en  contrario;  porque 
aquellas  enfermedades  fueron  una  aci- 
dental  modorra,  é  faltar  los  bastimentos 
de  España ,  y  también  los  de  la  tierra ,  á 
causa  de  tanta  langosta  que  vino,  6  pá- 
resela que  cubrie  el  aire ,  é  destruyó  los 
mahicales.  Pero  passada  aquella  fortuna, 
estuvo  muy  sana  la  tiayra,  é  acudieron 
las  labrancas  mucho  abundantes:  c  las  mi- 
nas del  oro  tiene  á  tres  é  a  quatro  leguas 
de  la  cibdad ,  é  la  ribera  muy  buena  é  de 
muchas  pesquerías,  é  muy  grandes  mon- 
terías de  puercos,  é  venados  é  otras  sal- 
vaginas,  é  no  pueden  dexar  de  conoscer 
los  que  perseveraron  quel  Darien  era  la 
mejor  cosa  de  la  Tierra-Firme.  Volvamos 
á  nuestra  historia  ó  materia,  de  que  de 
susso  tractamos. 

Y  es  assi  que,  estando  las  cosas  del 
Darien  tan  aborrescidas,  como  he  dicho, 
comunmente  de  todos ,  el  gobernador  Pe- 
drarias  tentó  de  se  yr  y  volver  á  España, 
é  aquella  cibdad  de  Sancta  Maria  del  An- 
tigua del  Darien  no  se  le  consintió ,  é  le 
dixeron  claramente  que  no  se  avia  de  yr, 
sin  hacer  residencia,  é  que  lo  mandasse  el 
Rey  primero :  á  causa  de  lo  qual  le  quedó 
tanta  enemistad  con  aquella  cibdad,  que 
no  holgó  hasta  que  después  la  despobló, 
como  se  dirá  adelante. 

En  esta  sacón  turaba  la  residencia  de 
Bartolomé  Hurtado,  alguacil  mayor  é  com- 
pañero que  avia  seydo  de  Vasco  Nuñez;  é 


para  evadirle  de  ellaé  disimular  sus  obras, 
que  eran  assaz  dignas  de  castigo,  acordó 
la  industria  del  obispo,  por  lo  que  le  to- 
caba de  la  amistad  de  Vasco  Nuñez,  de 
dar  a  entender  al  gobernador  é  ofíiciales 
que  era  bien  que  se  enviasse  á  saber  qué 
avia  fecho  Dios  del  teniente  Johan  de  Ayo- 
ra  é  de  la  gente  é  capitanes  que  con  él 
avian  ydo  la  tierra  adentro  é  á  la  costa 
del  mar  del  Sur  (de  los  quales  ninguno 
avia  tornado  ni  se  sabia  cosa  alguna).  Y 
porque  este  Bartolomé  Hurtado  era  hom- 
bre suelto  é  platico  en  la  tierra ,  assi  se 
hico ;  é  le  enviaron  con  veynte  compañe- 
ros á  buscar  a  Johan  de  Ayora,  porque 
este  avia  passado  á  la  otra  mar.  quando  la 
descubrió  Vasco  Nuñez,  é  sabia  quales 
caciques  avian  quedado  de  paces  é  quáles 
no.  É  es  verdad  que  los  indios  que  en 
aquella  sacón  avia  en  aquella  gobernación, 
passaban  de  dos  millones,  ó  eran  incon- 
tables; é  avia  de  paces  muchos  caciques 
é  otros  neutrales  y  en  disposición  é  apa- 
rejo grande  de  servir  é  ser  amigos  de  los 
chripstianos  é  venir  á  la  obidiencia,  é  la 
tierra  toda  muy  rica ;  é  avia  mucho  oro 
labrado  en  poder  de  los  indios,  é  los 
chripstianos  que  estaban  con  Vasco  Nuñez 
vivían  sin  nesgessidad ,  é  tenían  aparejo 
para  ser  ricos  presto,  por  la  dispusicion 
cpie  avia  en  la  tierra  para  ello. 

En  fin ,  este  Bartolomé  Hurtado  halló  ú 
Johan  de  Ayora ,  é  le  dió  las  cartas  del 
gobernador  é  del  obispo  é  ofíiciales,  ele 
dixo  lo  que  le  mandaron,  é  tornó  con  la 
respuesta,  é  dixo  que  desde  á  pocos  dias 
vernia  al  Darien ,  y  que  la  gente  toda  es- 
taba buena.  Mas  puesto  que  se  avie  sus- 
pendido ó  dilatado  la  conclusión  de  la  re- 
sidencia deste  Bartolomé  Hurtado ,  no  por 
esso  era  acabada  ni  él  dado  por  libre ;  é 
para  ganar  las  voluntades  al  gobernador 
é  obispo  é  officiales ,  procuró  de  traer  de 
camino  algunos  indios ,  que  repartió  entre 
ellos ,  no  aviendo  por  inconviniente  aver- 
íos salteado  y  ser  los  mas  indios  de  paz, 


DE  INDIAS.  LIB. 

aunque  avia  llevado  el  requirimiento  quel 
Rey  les  mandaba  hacer.  Y  de  vuelta,  que 
venia  con  mas  de  cient  piecas,  llegó  al 
cacique  de  Careta  (principal  cacique  é 
verdadero  é  primero  amigo  que  Ioschrips- 
tianos  tuvieron  en  aquella  provincia),  é 
díxoleque,  porque  aquellos  indios  qúél 
traia,  venían  cansados  con  las  cargas,  que 
le  rogaba  que  le  diesse  algunos  indios  de 
los  suyos  que  se  las  ayudassen  á  llevar 
hasta  el  Darien,  que  está  veynte  y  quatro 
ó  veynte  y  cinco  leguas  de  allí ,  é  que  lue- 
go se  tornarían.  É  demás  de  le  hospedar 
al  Hurlado  é  darle  de  comer  á  él  é  su 
gente  é  indios,  con  mucho  placer  é.buen 
acogimiento ,  mandó  que  fuessen  con  el 
Hurtado  hasta  doce  ó  quince  indios  de  los 
suyos,  para  lés  ayudar  á  llevar  las  cargas, 
é  que  fuesse  con  ellos  un  principal  suyo, 
para  que  les  mandasse  lo  que  avian  de 
hacer,  é  que  se  tornasse  con  ellos;  é  assi 
fueron  al  Darien.  Con  la  llegada  del  qual 
Hurtado  reseibieron  grandíssimo  placer  el 
gobernador  é  obispo  é  officiales  é  todos 
generalmente,  en  saber  que  Johan  de 
Ayora  é  los  otros  capitanes  é  gente  esta- 
ban buenos,  c  que  presto  vernían ;  é  en 
prescio  e  gratificación  deslas  nuevas,  fá- 
cilmente se  concluyó  la  residencia  de  Bar- 
tolón»; Hurlado,  ése  olvidaron  sus  cul- 
pas, en  lanía  manera  que  á  él  le  pessaba, 
porque  no  avia  tenido  mas,  é  á  otros  so 
dió  exemplo  para  cometer  otros  delictos, 
con  esperanza  que  no  serian  castigados. 

É  un  dia ,  juntados  el  gobernador  é 
obispo  ó  officiales  é  alcalde  mayon,  des- 
pués que  estuvieron  quintados  los  indios 
que  este  Hurtado  avia  robado  é  salteado 
por  donde  fué ,  llevó  allí  hasta  treynta  é 
tantas  piecas  de  indios,  hombres  é  muge- 
res,  de  buenas  dispusiciones ,  é  dió  al  go- 
bernador é  obispo  cada  seys ,  é  al  thesso- 
rero  é  contador  é  factor  é  alcalde  mayor 
cada  quatro  piecas,  qae  se  llevaron  á  sus 
casas :  é  estas  fueron  las  primeras  partes 
quel  gobernador  é  obispo  é  officiales  é  al- 


XXIX.  CAP.  IX.  39 

caldo  mayor  llevaron ,  sin  las  ganar  ni 
aver  causa  para  que  se  les  diessen.  Y  en 
tal  hora  lo  comencaron ,  que  se  quedaron 
en  costumbre  de  las  llevar  de  allí  adelan- 
te (á  lo  menos  el  gobernador  é  officiales). 

Quando  este  Bartolomé  Hurtado  pagó  el 
quinto  al  Rey,  entregó  al  thessorcro  de 
Cinco  indios  uno ,  é  assi  al  respecto  de  to- 
dos los  que  truxo  (é  dió  por  quinto  el 
principa]  é  indios  de  Careta,  que  dixe  de 
susso  que  le  avia  prestado  el  cacique  de 
Carola,  para  le  ayudar  á  traerlas  cargas, 
é  que  eran  amigos  é  de  paz):  los  quales 
luego  fueron  vendidos  en  almoneda  é  her- 
rados, é  los  mas  dellos  se  sacaron  de  la 
tierra  por  mar,  é  los  llevaron  á  otras  par- 
tes. E  no  faltó  quien  le  diesse  noticia  al 
gobernador  deste  fraude  é  maldad ,  é  le 
fué  dicho  en  la  barba;  pero  ni  lo  castigó, 
ni  curó  dello.  Pero  esta  ofensa  é  injusticia 
no  la  olvidó  el  cacique  de  Careta,  como  se 
dirá  adelante,  pues  pagaron  otros  chrips- 
tianos  la  culpa  de  Bartolomé  Hurtado. 

Assi  como  el  gobernador  é  obispo  é 
officiales  é  alcalde  mayor  ovieron  resecbi- 
do  aquel  pressente  ó  parte  de  los  indios, 
venido  á  dar  cuenta  particular  del  viage, 
é  de  cómo  avia  fecho  las  diligencias  y  el 
requirimiento  quel  Rey  mandaba  hacer  á 
los  tristes  indios,  antes  que  fuessen  pres- 
sos  ni  se  les  moviesse  guerra;  paresció 
que  avian  seydo  salteados,  é  que  prime- 
ro fueron  atados  que  les  dixessen  ni  su- 
piessen  que  avia  Papa ,  ni  Iglesia ,  ni  cosa 
de  quantas  el  requirimiento  decia:  é  des- 
pués de  estar  metidos  en  cadena,  uno  les 
leia  aquel  requirimiento ,  sin  lengua  ó  in- 
térprete, é  sin  entender  el  letor  ni  los  in- 
dios ;  é  ya  que  se  lo  dixeran  con  quien 
entendiera  su  lengua ,  estaban  sin  libertad 
para  responder  á  lo  que  se  les  leia ,  y  al 
momento  tiraban  con  ellos  aprisionados 
adelante ,  é  no  dexando  de  dar  de  palos 
á  quien  poco  andaba ,  y  haciéndoles  otros 
muchos  ultrages,  y  fuercas  y  adulterios 
con  mugeres  extrañas  y  apartadas  de  la 


40 


HISTORIA  GENERA!.  Y  .NATURAL 


fée.  Y  tampoco  ovo  castigo  ni  reprehen- 
sión en  esto,  sino  tan  larga  disimulación, 
que  fué  principio  para  tantos  niales ,  que 
nunca  se  acabañan  de  escrebir. 

Desde  á  pocos  dias  llegó  Johan  de  Ayo- 
ra ,  é  dió  cuenta  de  su  viage  é  de  las  di- 
ligencias que  avia  hecho  con  los  indios .  é 
dióla  tan  mala  6  peor  que  la  que  avia  da- 
do Bartolomé  Hurtado,  é  tan  digna  ó  mas 
de  castigo;  pero  cómo  avia  dado  otros  in- 
dios al  obispo,  fuéle  tan  favorable  que 
todo  se  disimuló,  é  por  sentencia  é  pares- 
Cer  del  alcalde  mayor  fué  admitido ,  é  aun 
loadas  sus  obras,  puesto  que  hico  extre- 
madas crueldades  é  muertes  en  los  indios 
sin  causa ,  aunque  se  le  venían  á  convidar 
con  la  paz,  é  los  atormentaba  é  robaba. 
É  decia  que  en  Adamuz,  donde  tenia  su 
casa,  en  tierra  de  Cófdova,  avia  de  \i\ir 
6  hacer  su  vida  ,  é  no  en  Tierra-Firme  ,  é 
que  no  avia  de  ver  mas  á  esta  gente ,  é 
que  juraba  á  Dios  quel  oro  que  tenian  ó 
el  coraron  le  avian  de  dar.  E  assi  hico  mo- 
rir muchos  con  nuevas  crueldades  y  tor- 
mentos, é  comer  perros  vivos  á  otros;  é 
dexó  de  guerra  toda  la  tierra  aleada,  é 
dió  principio  tan  diabólico  en  el  crédito 
de  los  indios  contra  los  chripstianos,  que 
nunca  le  salió  del  pecho  la  indignación ,  y 
una  entrañable  enemistad  contra  el  nom- 
bre chripstiano,  y  con  muy  justa  quere- 
lla. Y  como  quier  que  los  ánimos  culpa- 
dos no  tienen  reposo,  ni  pueden  vivir  sin 
sospechoso  temor  los  que  han  errado ,  co- 
nosciendo  quel  mas  cierto  testigo  de  sus 
obras  se  era  el  mesmo  Johan  de  Ayora,  é 
que  essas  no  eran  de  calidad  para  confiar 
en  aquella  sentencia  quel  licenciado  Espi- 
nosa avia  dado  eu  su  favor,  y  que  llegaba 
á  tiempo  que  estaban  divisos  en  dos  par- 
cialidades el  gobernador  y  obispo  y  offi- 
ciales  en  lo  intrínseco ,  porque  el  obispo  y 
el  alcalde  mayor  é  Vasco  Nuñez  estaban 
á  una ,  é  el  gobernador  é  el  thessorero  é 
el  contador  é  el  factor  al  oppósito :  é  pues 
en  discordia  de  los  unos  é  de  Tos  otros 


avia  hallado  lugar  para  no  ser  punido  (á 
causa  de  los  indios  que  les  pressentó), 
simpleca  é  notorio  peligro  fuera  atender  a 
(jue  los  mas  que  atrás  quedaban  llegassen 
al  Dañen,  que  bien  sospechaba  que  entre 
tantos  algunos  avian  de  decir  cosas ,  que 
diessen  ocasión  á  que  se  tornasse  á  reveer 
su  cuenta.  E  assi  procuró  de  aver  licen- 
cia ó  yrse  presto  de  la  tierra;  é  quiso  su 
dicha  que  avia  una  caravela  en  el  puerto 
del  Dañen,  y  fingiendo  que  estaba  enfermo 
y  que  se  yba  á  curar  á  España ,  no  aten- 
dió mas  é  vínose  á  esta  QÍbdad  de  SanctO 
Domingo  de  la  Isla  Española,  é  desde  aquí 
se  fué  á  Castilla ,  sin  se  detener. 

Desde  á  pocos  dias  después  que  Johan 
de  Ayora  partió  del  Dañen ,  llegaron  los 
otros  capitanes  que  con  él  avian  ydo  la 
tierra  adentro ,  é  halláronle  ydo ;  é  luego 
se  comencaron  á  publicar  las  obras  y  cul- 
pas de  Johan  de  Ayora  (en  tiempo  que  no 
tenian  remedio).  É  túvose  por  cierto  que 
avia  llevado  una  grand  suma  de  oro  roba- 
do y  escondido,  sin  lo  quintar  é  regis- 
trar; y  por  presto  quel  gobernador  y  offi- 
Ciales  pudieron  proveer  y  enviar  á  esta 
cibdad  trás  él,  ya  era  ydo. 

Essotros  capitanes  dieron  su  cuenta ,  y 
en  lo  del  mal  tractamiento  de  los  indios, 
algunos  lo  hicieron  menos  mal  que  otros, 
y  al  que  mejor  lo  hico  se  hallaba  poco  que 
agradescerle :  antes  hicieron  excessos  y 
crueldades  muchas.  Mas  cómo  avian  seydo 
absueltos  Hurtado  y  Ayora,  paresciera  mal 
condenar  á  los  que ,  en  comparación  des- 
sos,  no  avian  peccado,  aunque  no  les  falta- 
ban culpas;  y  cómo  daban  partes  é  presen- 
taban indios  al  gobernador  é  obispo  é  offi- 
Ciales,  todos  eran  absueltos;  y  estaba  esto 
en  tanta  costumbre ,  que  quassi  por  ley  lo 
tenian  todos  los  capitanes.  É  desta  causa,  é 
por  el  interesse  destas  partes,  que  se  daban 
á  los  gobernadores  é  obispo  é  officiales  en 
los  indios,  y  al  gobernador  en  los  indios 
y  en  el  oro  de  cada  entrada,  y  en  llevar, 
les  sus  mocos  y  negros  y  perros ,  y  darles 


DE  INDIAS.  LIB. 

las  mejores  pariesen  los  repartimientos  de 
los  iiulius  que  sé  tomaban,  continuaron  á 
enviar  capitanes  á  unas  parles  é  á  otras 
de  la  tierra,  é  dábanles  el  requirimiento 
qnel  Rey  mandó  (pie  se  hiciesse  á  los  in- 
dios, y  con  él  iina  instrucion  bien  ordena- 
da. E  yban  por  tiempo  limitado  a  la  pro- 
vincia ó  parle  que  los  enviaban;  y  quan- 
do  tornaban,  cargados  de  oro  y  de  indios 
(pie  avian  lomado  para  esclavos,  daban 
al  gobernador  dos  parles  en  todo,  6  los 
officialcs  av  ian  sendas  en  los  indios,  E  co- 
metíase el  processo  de  las  diligencias  al 
alcalde  ina\  or  Espinosa  ,  é  aunque  muchos 
errores  é  tallas  avia  en  los  capitanes,  y 
avian  excedido  en  las  instruí  iones,  y  no 
avian  hecho  el  requirimiento,  segund  de- 
bían, eran  dados  por  libres,  y  los  indios 
por  esclavos.  Dcstas  sentencias  también 
dió  liarla-;  el  bachiller  Diego  de  Corral, 
al  (pial  algunas  veces  el  gobernador  é  offi- 
ciales  cometían  el  conosgimiento  de  tales 
processos  de  entradas,  por  ausencia  del  al- 
calde mayor,  é  todas  estas  sentencias 
eran  aprobadas  (  por  injustas  que  fuessen) 
del  gobernador  é  officiales;  porque.de  otra 
forma  fuera  nescessario  volver  las  partes 
(pie  llevaban.  Este  bachiller  fué  uno  de 
los  mensageros  que  por  parle  del  Dañen 
fueron  á  llamar  al  gobernador  Diego  de 
Nicuesa,  para  quegobernasse  aquella  tier- 
ra, é  después  no  le  quisieron  rescebir,  co- 
mo se  dixo  en  el  capítulo  III,  libro  XXVIII. 

Passando  dcsta  manera  las  cosas  de 
Tierra-Firme,  acordé  de  me  yr  a  España, 
por  dar  noticia  á  mi  Rey,  é  por  vivir  en 
tierra  mas  segura  para  mi  conciencia  é 
vida ;  y  el  gobernador  procuró  de  me  es- 
torbar la  \  da ,  diciendo  que  yo  avia  de 
hacer  residencia  primero,  porque  en  nom- 
bre del  secretario  Lope  Conchillos,  que 
era  escribano  general  en  aquella  tierra, 
yo  proveía  los  escribanos  del  juzgado  del 
gobernador  y  del  alcalde  mayor,  y  los 
que  yban  á  aquellas  entradas:  losquales, 

tornados  dellas,  me  entregaban  los  pro- 
TOMO  III. 


XXIX.  CAP.  IX.  41 

cessos.é  diligencias  que  avian  hecho  los 
capitanes,  y  sabia  lo  que  en  sus  viages 
avian  hecho,  por  fée  de  los  escribanos, 
(pie  yo  avia  enviado  con  cada  capitán.  Y 
como  quier  que  yo  no  avia  llevado  aque- 
llas partes,  se  pregonó  mi  residencia  por 
sessenta  días,  en  el  qual  tiempo  ninguno 
me  pidió  cosa  alguna,  ni  el  gobernador 
me  dexó  de  prometer  é  ofrescer  que  me 
ayudaría  ,  é  ternía  manera  cómbfuesse  ri- 
co en  breve  tiempo;  é  que  pues  avia  tra- 
baxádo  é  passado  enfermedades  y  otras 
nescessidades,  que  no  me  fuesse  en  el 
tiempo  que  avia  de  ser  aprovechado.  Lo 
qual  él  decia,  porque  sabie  que.  yo  avia 
visto  lodos  los  processos  de  aquellos  sus 
capitanas,  y  era  testigo  de  las  obras  de 
lodos,  é  avia  de  decir  verdad  al  Rey  é 
á  los  señores  de  su  Consejo;  pero  yo  da- 
ba á  entender  que  la  tierra  me  era  con- 
traria ,  é  ([ue  quería  yrá  curarme  á  Espa- 
ña é  volver  con  mi  muger,  é  que  sin  ella  no 
quena  estar  allí  ni  en  otra  parte,  é  por 
otras  Tacones  á  mi  propóssito  é  honestas. 

Quandp  el  gobernador  vido  que  no  po- 
día hac^er  otra  cosa,  ni  desar  de  darme 
licencia,  él  me  la  dió,  mostrando  que  le 
pessaba  de  mi  partida ;  porque  dicie  que 
perdía  yo  mucho  cu  ello ,  y  porque  dieje 
que  me  tenia  buena  voluntad,  é  que  qui- 
siera que  yo  fuera  con  hacienda ,  y  no 
aviendo  perdido, el  tiempo  é  aviendo  gas- 
tado mas  que  otros.  É  dióme  sus  cartas  é 
memoriales,  en  que  decia  del  obispo  quún- 
to  estorbo  era  para  la  buena  gobernación, 
é  quán  cobd¡c¡oso  é  roto  de  su  lengua .  y 
sus  clérigos  quán  exentos  é  deshonestos. 
É  cómo  el  obispo  vido  que  yo  estaba  de- 
terminado de  me  yr,  hígose  mucho  mi 
amigo,  y  encargóme  la  conciencia  para 
que  diesse  noticia  al  Rey  de  los  defetos  de 
Pedrarias,  é  de  su  cobdicia  é  inconstan- 
cia ,  é  de  las  faltas  é  robos  de  los  officia- 
les é  del  alcalde  mayor.  É  rogóme  muy 
afectuosamente  que  dixesse  quán  hábil  y 
buen  servidor  del  Rey  era  Vasco  Nuñez 


12  HISTORIA  GENE 

de  Balboa ,  é  dióme  un  grand  memorial 
dcstas  y  otras  cosas,  como  le  páreselo: 
el  qual  yo  tomó,  y  le  prometí  de  decir 
verdad,  si  fuesse  oydo;  y  la  mesma  res- 
puesta di  á  Pedrarias,  quando  me  dio  el 
suyo. 

Pocos  dias  antes  de  mi  partida  ,  anda- 
ban ya  muy  claras  las  diferencias  de  en- 
tre el  gobernador  y  el  obispo .  é  fiaban 
poco  el  uno  del  otro;  é  assi  cada  uno  de- 
llos  me  cargó  de  memoriales,  para  que  di- 
xesse  al  Rey  Cathólico  quán  poco  harian 
en  su  servicio:  ó  diciendo  lo  mesmo  que- 
llos  me  encargaban ,  el  Rey  supiera  que 
era  verdad  todo  esso  y  más ,  ó  que  a\  ia 
bien  materia  é  justas  causas  para  remo- 
verlos, y  echar  al  uno  y  al  otro  de  la  tier- 
ra ,  por  muy  limitado  que  yo  lo  quisiera 
decir,  é  por  aquellas  sus  memorias  se'  po- 
día mostrar  firmado  de  sus  nombres.  É 
yo  fuy  á  España  é  besó  las  manos  del 
Rey  Cathólico  en  Plasencia,  que  yba  de 
camino  para  Sevilla ;  é  dióme  licencia  pa- 
ra que  fuesse  á  .Madrid  6  visitasse  mi  casa 
é  á  mi  muger,  é  mandóme  que  luego  me 
fuesse  á  Sevilla ,  donde  me  oyria  é  se  pro- 
veería todo  lo  que  conviniesse  al  bien  de 
aquella  tierra.  Y  desde  á  doce  ó  quince 
días,  continuando  su  camino ,  llevóle  Dios 
á  su  gloria  ;  ó  assi  hico  poco  fructo  mi  tra- 
baxo. 

Estando  yo  para  me  embarcar  en  el  Da- 
ricn ,  ocho  ó  diez  dias  antes ,  llegaron  unas 
provisiones  del  Rey  Cathólico  para  Vasco 
Nuñez,  las  quales  le  enviaba  despacha- 
chadas  aquel  su  amigo  Pedro  de  Arbolan- 
cha  ,  de  quien  se  hico  mención  en  el  ca- 
pitulo precedente ;  é  la  una  era  el  título 
de  adelantado  de  la  mar  del  Sur ,  y  la  otra 
el  título  de  gobernador  y  capitán  general 
de  las  provincias  de  Coyba  é  Panamá.  É 
como  Pedrarias  tuvo  siempre  aviso  en  to- 
mar las  cartas  que  de  España  yban ,  ovo 
este  despacho  á  las  manos;  pero  no  fué 
tan  secreto  que  Vasco  Nuñez  y  el  obispo 
dexassen  de  lo  sentir  ,  é  comentaron  á  lo 


AL  Y  NATURAL 

publicar  é  quexarse  del  gobernador,  di- 
ciendo que  era  racon,  que  pues  todos  eran 
libres  é  vassallos  del  Rey,  que  libremen- 
te pudiessen  escrebir  á  España  é  rescebir 
las  "cartas  que  les  viniessen.  Y  aun  públi- 
camente el  obispo  predicaba  que  era  grand 
captiverio  hacerse  otra  cosa  contra  la  vo- 
luntad y  servicio  de  Dios  y  del  Rey,  y 
que  se  le  daría  noticia  desto ,  pues  que  as- 
si al  Rey  como  á  sus  subditos  se  le  quita- 
ba la  libertad,  tomándole  sus  cartas.  Por 
lo  (pial  Pedrarias  acordó  de  dar  parte  á 
los  officiales  é  alcalde  mayor ,  é  que  se 
víesse  en  consulta  y  diessen  sus  votos  si 
le  debían  dar  las  provisiones  á  Vasco  Nu- 
ñez ,  ó  no. 

Este  consejo  dió  á  Pedrarias  el  alcalde 
mayor ,  que  ya  avia  dado  la  vuelta  é  de- 
xado  la  parcialidad  del  obispo ,  é  yo  por 
mi  mano  escrebí  los  votos  de  cada  uno 
dellos  ;  ó  el  thessorero  Alonso  de  la  Puen- 
te ,  y  el  contador  Diego  Márquez  dixerou 
que  no  se  le  debían  dar  las  provisiones, 
iiasta  que  se  diesse  al  Rey  noticia  de  la 
residencia  de  Yasco  Nuñez ,  que  nunca  se 
acababa ,  aunque  avia  diez  meses  que  se 
comencó,  porque  Pedrarias  y  el  alcalde 
mayor  querían  que  no  tuviesse  fin  (é  aun 
el  obispo  se  lo  avia  dado  por  consejo, 
quando  una  vez  lo  querían  enviar  presso 
á  España ) :  el  factor  dixo  que  ni  él  era 
de  parescer  que  se  le  diessen  ni  se  le  de- 
toviessen ,  y  que  él  se  conformaría  con  lo 
que  todos  hiciessen  en  conformidad ,  é  no 
de  otra  manera;  porque  él  no  era  letrado 
ni  sabia  quál  era  lo  mejor.  El  alcalde  ma- 
yor dixo  que  era  racon  quel  Rey  supies- 
se  primero  los  méritos  é  processo  de  la 
residencia,  con  el  parescer  del  goberna- 
dor é  de  todos. 

Después  quel  obispo  los  ovo  oydo, 
quedó  muy  bravo ,  é  dixo  que  era  muy 
mal  ponerse  ellos  en  disputas  para  lo 
quel  Rey  mandaba,  é  que  solo  averio 
pensado  era  género  de  deslealtad  ó  des- 
obediencia ,  en  especial  expresándose  en 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  IX. 


13 


aquellas  provisiones  las  causas  é  servi- 
cios de  Vasco  Xuñez ,  é  el  descubrimien- 
to de  la  mar  del  Sur.  y  haciéndole  mer- 
cedes, y  descargando  su  real  conscien- 
cia ,  no  querían  ellos  por  sus  passiones  y 
envidias  que  se  cumpliesse.  É  á  este  pro- 
póssilo  dixo  oirás  cosas,  6  yo  lo  escrebí 
de  mi  mano,  é  cada  uno  firmó  lo  que 
avia  dicho  6  votado:  y  el  gobernador  que- 
dó tan  espantado  del  obispo,  que  dixo 
que  le  parescia  bien  lo  que  el  obispo  de- 
cia  (aunque  en  la  verdad  quisiera  lo  con- 
trario). Y  en  liu.  se  acordó  allí  que  se  le 
diessen  sus  títulos  el  día  siguiente ,  porque 
esta  consulla  duro  hasta  quassi  media  no- 
che :  y  luego  se  llamó  Vasco  Nuñez  ade- 
lantado de  la  mar  del  Sur,  del  qual  titulo 
ningún  bien  le  vino.  Porque  viendo  el  go- 
bernador que  desde  el  Darien  á  la  parte 
del  Levante  los  indios  son  caribes  é  fle- 
cheros en  aquella  costa  hasta  el  Cabo  de 
la  Vela ,  en  la  gobernagion  quél  tenia  de 
Castilla  del  (tro.  é  áspera  gente ,  é  que  á 
la  parte  del  Poniente  á  veynte  y  quiltro  ó 
veyntc  é  ginco  leguas ,  estaba  Careta ,  y 
entraba  de  ahi  adelante  lo  que  se  le  daba 
al  Vasco  Nuñez  en  Coyba  é  Panamá  del 
Sur  é  parte  del  Mediodía,  é  le  quedaría 


muy  poca  cosa  entre  aquello  6  Veragua 
(que  era  de  la  jurisdicion  del  almirante);  é 
que  siendo  Vasco  Nuñez  adelantado  de  la 
mar  del  Sur  ó  gobernador  de  las  provin- 
cias de  Coyba  y  Panamá,  lo  que  restaba 
á  J'cdrarias  é  su  gobernagion  era  poca  co- 
sa, é  que  los  inleresses  quél  é  los  officiales 
esperaban  de  la  tierra  cessaban,  si  Vasco 
Nuñez fuesse  admitido,  tomaron  por  me- 
dio, quando  le  dieron  las  provisiones  é 
títulos  que  es  dicho,  de  tomar  seguridad 
dél  que  no  usaría  de  la  gobernación  quel 
Rey  le  daba,  sin  licencia  é  voluntad  de 
Pedrarias:  é  demás  desto  propusieron  de 
no  le  dar  un  hombre  para  ello ,  ni  consen- 
tir que  armasse.  Al  obispo  é  Vasco  Nu- 
ñez ,  con  la  calor  del  título  é  nombre  de 
adelantado,  les  paresció  que  por  estonce 
bastaba  esto ,  y  aver  sacado  las  provisio- 
nes de  las  uñas  de  Pedrarias  é  de  los  offi- 
ciales é  alcalde  mayor ,  é  que  adelante  se 
baria  lo  demás  con  el  tiempo.  E  assi  que- 
dó en  este  término  esta  negociación,  de 
la  qual  resultaron  adelante  ,  con  el  tiem- 
po, muchas  cosas  é  alteraciones  que  se 
siguieron  sobre  el  falso  fundamento  é 
odioso  que  llevaban ,  como  se  dirá  en  su 
lugar. 


CAPITULO  X. 

En  que  se  relatan  algunas  cnlradas  que  diversos  capitanes  hicieron,  por  mandado  del  gobernador  Pedra- 
rias Dávila,  en  su  gobernación. 


(cansancio  es,  y  no  poco,  escrebirlo  yo 
y  leerlo  otros ,  y  no  bastaría  papel  ni  tiem- 
po á  expresar  enteramente  lo  que  los  ca- 
pitanes hirieron  para  assolar  los  indios  é 
robarlos  é  destrdyr  la  tierra,  si  todo  se  di- 
xesse  tan  puntualmente  como  se  higo;  pe- 
ro, pues  dixe  de  suso  que  en  esta  gober- 
nagion de  Castilla  del  Oro  avia  dos  millo- 
nes de  indios,  ó  eran  incontables,  es  me- 
nester que  se  diga  cómo  se  acabó  tanta 
gente  en  tan  poco  tiempo.  Y  pues  de  al- 
gunos capitanes  se  ha  dicho  de  susso, 


agraviádolos  avria,  si  callasse  á  otros  que 
ovo  tan  culpados,  ó  podria  ser  mucho  mas 
que  no  ellos ;  porque  como  se  dixo  en  el 
'  capítulo  de  susso ,  essás  partes  quel  go- 
bernador é  offigiales  llevaban  en  las  entra- 
das, los  tenian  muy  gebados  en  ellas,  y  el 
thessorero  Alonso  de  la  Puente  ordenaba 
las  instrugiones  é  capítulos  que  llevaba 
cada  capitán ,  é  una  de  las  primeras  cláu- 
sulas que  ponía,  era,  que  se  le  diessen  al 
gobernador  dos  partes  en  el  oro  y  en  los 
indios  que  se  tomassen ,  é  sendas  al  con- 


44 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tador  é  thessororo  é  fattor,  no  en  el  oro, 
sino  en  los  indios;  é  assi  se  guardaba  y  efe- 
tuaba.  Verdad  es  que  en  el  oro  los  ofíigia- 
les  no  llevaban  partes ,  sino  en  los  indios, 
eomo  he  dicho ;  pero  cada  uno  dellos  pro- 
curaba quel  capitán,  que  avia  deyr,  fucssé 
su  amigo  é  quien  le  llevasse  sus  mocos  á 
ganar  partes :  á-assi  se  proveían  muchos 
capitanes,  que  después  quando  tornaban, 
aunque  hubiessen  fecho  mili  dessatinos  é 
crueldades,  eran  defendidos  con  el  favor 
de  los  mismos  officiales. 

Por  manera  que  después  que  fué  envia- 
do el  teniente  Johan  de  Ayofa  á  la  mar 
del  Sur,  é  los  capitanes  que  tengo  dicho 
que  con  él  fueron  la  tierra  adentro,  se 
proveyeron  otros  para  otras  partes .  por- 
que no  quedasse  ninguna  provincia  ni  pai  - 
te de  la  tierra  sin  dolor.  Y  fueron  estos: 

Fué  por  capitán  Francisco  Becerra,  con 
favor  del  thessorero,  porque  era  de  su  t  ier- 
ra ó  su  pariente :  y  este  era  uno  de  los 
soldados  antiguos  ó  primeros  en  la  tierra 
y  en  estas  islas ,  é  conoscia  mejor  la  sim- 
plicidad de  los  indios,  é  higo  mas  cruelda- 
des que  ninguno  de  los  passados.  E  no  fué 
reprehendido  ni  castigado,  porque  truxo 
seys  ó  siete  mili  pessos  de  oro  é  mas  tío 
tresgientos  indios  é  indias  en  cuerda,  en 
que  tuvieron  buenas  partes  el  gobernador 
é  obispo  é  officiales,  y  esto  bastó  para  es- 
cusa de  sus  delictos  y  aun  para  ser  loado 
y  no  reprehendido  ni  castigado ,  aviendo 
hecho  machos  insultos :  antes ,  desde  a  po- 
co que  tornó ,  fué  enviado  con  mas  faus- 
to é  gente  a  otras  partes,  donde  pagó  lo 
que  debia  é  oíros  muchos,  que  con  él  se 
perdieron.  Mas  en  su  primera  entrada  la 
tierra  adentro  corrió  por  el  rio  del  caci- 
que ,  que  llaman  del  Suegro ,  é  fué  por  él 
hasta  entrar  en  el  golpho  de  Sanct  Miguel 
en  la  mar  del  Sur.  En  aqueste  rio  se  jun- 
tan otros  muchos ,  assi  como  el  rio  del  ca- 
cique Tocagre ,  y  el  del  cacique  Quema- 
do :  é  mas  adelante  entra  el  rio  del  cagi- 
que  Queradla ,  que  otros  llaman  de  la  Ca- 


noa Nueva ;  é  mas  adelante  entra  el  rio 
del  cacique  Tutibra,  é  mas  adelante  entra 
el  rio  del  cacique  Toto,  hijo  del  cacique 
Ocra.  En  la  tierra  adentro,  sobre  la  ma- 
no siniestra,  están  en  la  sierra  el  cacique 
Tapicor,  y  el  cacique  Penaca,  y  el  caci- 
que Porore :  lo  qiuri  todo  es  tierra  alta  y 
muy  poblada  de  sierras  é  montes,  é  hay 
en  ella  muchos  rios  é  quebradas  de  oro. 

Parescerá  al  letor  que  llamarse  cacique 
del  Suegro  uno ,  y  decir  á  otro  el  cacique 
Quemado,  questos  nombres  no  son  de  in- 
dios (c  assi  es  la  verdad),  y  es  bien  que 
antes  que  á  mas  se  proceda,  aquesto  se  sa- 
tisfaga. El  Suegro  se  llamó  aquel  cacique, 
porque  llegados  allí  los  chripslianos  le  Lo- 
maron (ó  él  les  dió  de  temor),  tres  ó  quil- 
tro hijas  que  tenia  á  los  capitanes:  é  por 
este  hospedage  é  adulterios  de  los  yernos, 
quél  no  quisiera  ,  le  llamaron  el  Suegro; 
mas  su  proprio  nombre  era  Mahc.  Al  otro 
cacique  que  llamaron  Quemado,  fué  por- 
que de  hecho  é  sin  causa  le  quemaron, 
porque  no  daba  tanto  oro  como  le  pedían. 
Tornemos  á  la  historia. 

Oy  decir  á  este  capitán  é  á  otros  que 
con  él  se  hallaron  en  este  su  primero  via- 
ge,  que  los  animales  que  avian  visto,  fue- 
ron leones  rasos  bermejos  é  muy  armados 
de  uñas  é  dientes,  é  de  talle  de  galgos, 
pero  mayores ,  de  los  quales  he  yo  visto 
algunos;  é  llamólos  rasos,  porque  no  tie- 
nen aquellas  barbas,  que  los  leones  reales 
de  Africa.  Vieron  muchos  tigres  ,  aunque 
no  afirmo  si  lo  son ,  porque  no  tienen  la 
velocidad  que  del  tigre  se  escribe :  estos 
que  en  aquella  tierra  hay,  son  hermosos  y 
fieros  animales ,  bermejos  é  pintados  de 
manchas  negras.  Muchos  giervos,  puer- 
cos de  aquellos  que  se  llaman  baquiras, 
raposas  ó  gorras  negras ,  dauthas ,  si  lo 
son;  los  chripstianos  las  llaman  assi,  por- 
que el  cuero  dellas  es  muy  gruesso :  á  es- 
te animal  llaman  los  indios  beori.  Estos  é 
otros  animales  son  comunes  en  la  Tierra- 
Firme.  É  porque  el  libro  XII  habla  parti- 


DE  INDIAS.  LIB. 

cularmente  en  ellos ,  volveré  á  lo  que  más 
vido  este  capitán  en  lo  que  anduvo. 

Desdo  el  cacique  de  Penaca ,  volviendo 
á  la  mar  del  Sur,  es  tierra  llana  é  de  her- 
niosas ealiañas  e  rios;  é  llenado  este  capi- 
tán é  su  gente  al  golpho  de  Sanct  .Miguel, 
siguió  la  costa  arriba  al  Oriente  ,  y  fué  al 
cacique  Juineto,  que  está  en  la  ribera  de 
un  hermoso  rio ,  que  entra  en  aquel  gol- 
pho :  é  de  allí  passó  al  rio  del  cacique  Chi- 
ribuca,  é  subió  por  él  arriba  hasta  otro 
cacique  que  se  decía  Topogrc,  é  á  otro 
que  está  mas  arriba  en  la  sierra,  que  se  di- 
ce el  cacique  Chucara.  É  desde  allí  fue  al 
cacique  Canachine,  donde  se  hage  una 
punta  ó  promontorio  en  aquel  golpho, 
ques  cosa  inu\  señalada;  y  desde  allí  se 
via  adelante  una  tierra  alta ,  donde  el  ca- 
cique Jumeto  dixo  (pie  vivia  cierta  gente 
que  eran  negros  (pero  la  verdad  desto  no 
se  supo,  ni  este  capitán  passó  á  la  punta 
de  Canachine. ;  y  desde  allí  vido  la  isla  de 
las  Perlas,  que  descubrió  el  adelantado 
Vasco  Nuñez  de  Balboa,  como  en  otra  par- 
te queda  dicho.  Desde  Canachine  tornó 
atrás  este  capitán  hasta  el  cacique  Toto, 
donde  a>  ta  estado  primero ;  é  de  allí  aira- 
veso  á  la  otra  costa  del  golpho  de  Sanct 
Miguel ,  y  fué  al  rio  del  cacique  de  Cha- 
pe ;  e  di'  alh  por  la  cosía  arriba  del  golpho 
fué  al  rio  del  cacique  Tunaca ;  é  de  allí 
passó' al  cacique  é  costa  de  Thamao,  é 
vido  la  costa  de  Panamá ,  pero  no  llegó  á 
Panamá ;  y  de  allí  de  Thamao  se  tornó 
al  Darien  con  el  oro  é  indios  que  tengo 
dicho ,  lo  qual  ovo  como  pudo  y  no  como 
de  racon  se  avia  de  aver. 

Después  de  (puntado  é  fundido  este  oro, 
é  dadas  las  parles  al  gobernador  é  offigia- 
les,  é  repartido  lo  restante  entre  el  capí- 
tan  Francisco  Becerra  é  la  gente  que  avie 
llevado  consigo ,  fué  proveydo  para  que 
fuesse  al  golpho  de  Urabá  con  doscientos 
hombres  ó  mas  é  de  la  mejor  gente  que 


XXIX.  CAP.  X.  4ü 

avia  en  la  tierra.  E  como  tiene  Dios  tanta 
cuenta  con  todo,  é  no  le  avian  castigado 
de  sus  excesos,  él  ni  hombre  de  quantos 
fueron  con  él  en  este  otro  segundo  viage 
tornó ,  ni  se  supo  dél  ni  dellos ,  y  allá  aca- 
baron las  vidas  y  sus  malas  ganancias. 

En  la  mesma  sacón  fué  enviado  por  ca- 
pitán Francisco  de  Vallejo  al  mesmo  gol- 
pho de  Urabá ,  hacia  la  parte  donde  avia 
poblado  el  gobernador  Alonso  de  Hojeda . 

Y  en  el  mesmo  tiempo  fué  el  capitán 
Gaspar  de  Morales  á  la  mar  del  Sur ;  é 
mandóle  el  gobernador  que  passasse  á  la 
isla  de  las  Perlas,  que  descubrió  el  ade- 
lantado Vasco  Nuñez. 

En  el  mesmo  tiempo  fué  el  capitán  Jo- 
han  de  Escudero  á  otra  provincia. 

El  capitán  Goncalo  de  Badajoz  fué  á 
otra  parte. 

El  capitán  Antonio  Tellez  de  Guzman 
fué  á  otra  provincia.  El  adelantado  Vas- 
co Nuñez  de  Balboa  fué  á  la  provincia  del 
Dabayde. 

Por  el  rio  grande ,  llamado  el  rio  de 
Sanct  Johan ,  fué  el  fattor  Johan  de  Tavi- 
ra  con  giertos  navios  é  armada ,  é  poco 
antes  fué  á  la  provincia  de  Abrayme  el 
capitán  Luis  Carrillo. 

Assimcsmo  fueron  otros  capitanes  á 
otras  partes  é  provincias. 

Mas  porque  esto  seria  grand  laberin- 
to é  quassi  infinito,  ó  á  lo  menos  muy 
enojoso  decirse  tantas  crueldades  comb 
usaron  los  mas  destos  capitanes  contra 
los  indios,  diráse  algo  dello  con  breve- 
dad ;  y  porque  no  ignore  alguno  quán 
justo  es  Dios ,  si  atento  estuviere  el  letor 
en  esta  historia ,  por  ella  verá  cómo  pa- 
garon sus  delictos  los  que  los  cometie- 
ron, por  mostrar  la  justicia  divina  á  los 
ojos  mortales  quán  verdadera  es  aquella 
sentencia  del  glorioso  dotor  de  la  iglesia 
Sanct  Gregorio:1  «En  vano  presume  de  la 
esperanga  el  que  en  sus  obras  menosprc- 


1    Moral.,  I¡b.  XXIX,  sobre  el  cap.  28  de  Job. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


cía  el  lemor  de  Dios.»  Assi  que  con 
atención  se  mire  el  discurso  destos  capi- 
tanes. 

Dicho  tengo  que,  quando  el  teniente 
Johan  de  Ayora  passó  por  el  puerto  de 
Sancta  Cruz ,  ques  en  la  provincia  de  Co- 
mogre,  dexó  allí  un  pueblo  con  hasta 
ochenta  hombres  debaxó  de  la  capitanía 
do  un  alcalde,  llamado  Hurtado,  el  qual  y 
los  demás  en  el  tiempo  que  allí  estuvieron 
tractaron  muy  mal  á  los  indios ,  tomándo- 
les quanto  tenían,  y  las  mugeres  é  hijos, 
ó  haciéndoles  otras  muchas  vexaciones. 
E  los  indios  sufrían  todo ,  porque  los 
chripstianos  que  avian  entrado  con  Johan 
de  Ayora  la  tierra  adentro  avian  de  vol- 
ver por  allí  al  Darien,  c  no  osaron  aque- 
llos indios  de  Comogrc  alterarse  para  ven- 
gar sus  injurias  hasta  que  vieron  que 
Johan  de  Ayora  é  los  otros  capitanes  é 
gente  eran  tornados  al  Darien.  Estonces 
los  indios  de  Comogrc  no  dcxaron  á  vida 
á  hombre  chico  ni  grande  de  todos  aque- 
llos del  assiento  del  puerto  de  Sancta 
Cruz ,  para  lo  qual  se  juntó  también  el  ca- 
cique de  Pocorosa :  en  pena  de  lo  qual  el 
gobernador  hico  hacer  grande  castigo  en 
los  indios  destos  dos  caciques,  é  fueron 
pronunciados  por  esclavos ,  sin  aver  res- 
peto á  que  los  indios  no  fueron  agresores, 
ni  hicieron  muerte  en  chripstiano  que  no 
se  la  tuviesse  aquel  é  otros  primero  muy 
bien  meresgida. 

Otro  capitán,  llamado  Lope  de  Olano, 
y  era  el  mesmo  que  hico  la  deslealtad  que 
se  dixo  en  el  capitulo  I  del  libro  XNY1II 
al  gobernador  Diego  de  Nicuesa ,  pares- 
ciendo  al  gobernador  Pedrarias  que  es- 
tarían en  grand  sitio  é  muy  buen  puerto 
para  la  costa  del  Norte  é  para  la  contrac- 
tacion  de  la  mar  del  Sur  una  fortaleca  é 
pueblo  en  la  provincia  de  Careta ,  é  que 
este  era  hombre  diligente,  cometióle  este 
e  delicio  é  fundación ;  é  fué  con  cierta  gen- 
te é  hico  la  fortaleca  é  pueblo ,  é  mandóle 
llamar  Pedrarias  la  cibdad  de  Acia.  Vamos 


ahora  distinguiendo  con  estos  capitanes 
con  brevedad. 

Porque  Luis  Carrillo  era  mancebo  y 
hermano  de  doña  María  Niño ,  muger  del 
secretario  Lope  Conchillos,  mandó  el  go- 
bernador que  fuesse  por  su  coadjutor 
Francisco  Picarro ,  teniente  que  avia  sey- 
do  del  gobernador  Alonso  de  Hojeda  en 
Urabá .  y  es  aquel  que  fué  después  mar- 
qués y  gobernador  en  el  Perú;  ó  estos  fue- 
ron á  las  provincias  de  Abrayine  y  Teruy. 
á  donde  los  indios  tienen  sus  moradas, 
como  aves  oydo,  en  los  árboles,  dentro 
en  muy  grandes  lagunas  y  estaños  de  pa- 
dules,  é  de  allí  salen  á  sus  mahicales  é  co- 
nucos á  (ierra  enjuta  con  canoas,  c  están 
fuertes  en  estas  moradas .  y  seguros  del 
fuego  é  de  sus  enemigos.  Desta  tierra  é 
otras  partes  truxeron  Luis  Carrillo  é  Pi- 
carro é  los  (pie  con  ellos  fueron  muchos 
indios  y  esclavos,  é  muy  buen  oro:  é  tam- 
bién usaron  sus  crueldades  con  los  indios, 
porque  ya  esta  mala  costumbre  estaba 
muy  usada,  6  la  sabia  de  coro  el  Picar- 
ro,  é  la  avia  él  usado  de  años  atrás. 

El  capitán  Escudero  lo  hico  muy  peor 
donde  fué  é  truxo  poco  oro;  pero  él  é  los 
que  con  él  fueron  hicieron  comer  á  per- 
ros dos  caciques  ó  indios  principales :  é 
después  que  volvió  al  Darien,  como  no 
truxo  de  qué  pudiesse  dar  partes  al  gober- 
nador y  officialcs,  fué  presso.  Pero  el  juez 
le  absolvió  é  dió  por  libre ,  porque  al  tiem- 
po queste  partió ,  para  yr  á  aquella  entra- 
da, avia  dexado  á  guardar  cierto  oro  al  al- 
calde mayor  que  lo  sentengió.É  fueron  tan 
pííblicos  é  feos  los  horrores  deste  y  los  fa- 
vores de  quien  le  juzgó ,  que  se  sospechó 
que  se  avia  quedado  con  aquel  oro,  que  le 
tenia  en  guarda ;  porque  meresciendo  un 
público  castigo,  fué  absuelto  é  no  peniten- 
ciado, sino  lo  fué  en  la  pecunia,  para  quien 
no  la  avia  de  aver ,  sino  el  fisco. 

El  capitán  Francisco  de  Vallejo,  des- 
pués que  passó  á  estotra  parte  del  golpho 
de  Urabá,  ovo  tres  mili  pessos  de  buen 


DE  INDIAS.  LIB. 

oro  filio  rancheado ;  pero  juntáronse  los 
indios  é  fuéle  forgado  retraerse ,  pero  no 
tan  desculada  é  vergonzosamente  é  coa 
tan  poco  tiento,  como  lo  luco,  porque  él 
se  pudiera  salvar  con  toda  su  gente,  si  co- 
mo hombre  de  buen  ánimo  é  diestro  lo  In- 
giera. Mas  fué  tanto  su  miedo,  que  no  cu- 
ró de  atender  la  compañía :  é  junto  con  su 
temor  cresgieron  los  rios  mucho,  é  con 
algunos  chripstianos  metióse  en  ciertas 
balsas  de  ranas  y  maderos  por  un  rio,  hu- 
yendo, é  dexóse  allá  mas  de  septenta 
hombres  perdidos,  que  todos  murieron 
por  su  poquedad,  y  los  pudiera muj  bien 
salvar,  si  los  atendiera:  muchos  delosqua- 
les  quedaban  colgados  de  las  ramas  de  los 
árboles  en  la  costa  del  rio,  é  passaba  él 
con  sus  balsas,  é  pudiéndolos  resgebir  y 
recoger,  ninguna  piedad  tuvo  dellos,  an- 
tes se  passó  de  largo  y  los  dexó.  E  con 
este  buen  recabdo  se  tornó  al  Darien, 
donde  ningún  capitán  fué  hasta  estonce 
punido  de  cosa  que  mal  hiciesse,  á  causa 
de  las  partes  quel  gobernador  é  offieiales 
llevaban  destos  viages,  porque  como  ellos 
los  elegían  y  favoresrian  para  quel  gober- 
nador los  eligiesse,  quando  ybán  á  entrar, 
ellos  mesmos  los  defendían  después  de 
sus  erron  ¡s  é  maldades.  Y  porque  lo  ques- 
te  capitán  Francisco  de  Vallejo  higo  fué 
tan  público  é  tan  mal  hecho ,  é  por  su  cau- 
sa é  negligencia  tan  cobardemente  perdió 
laníos  chripstianos  i  la  pena  que  se  le  dió 
fué  i  pie  por  sentencia  se  mandó  é  determinó 
que  no  pudiesse  ser  capitán  en  algún  tiem- 
po ;  ó  assi  desde  á  poco  se  fué  de  la  tier- 
ra con  lo  que  avia  robado.  Después,  quan- 
do el  Emperador ,  nuestro  señor,  higo  go- 
bernador de  Sancta  Marta  al  capitán  Ro- 
drigo de  Bastidas ,  fué  por  gobernador  con 
él  este  Vallejo,  é  volvió  á  morir  en  la 
Tierra-Firme. 

El  capitán  Antonio  Tellez  de  Guzman 
fué  la  tierra  adentro  la  vuelta  del  mar  del 
Sur ,  é  corrió  mucha  tierra ,  é  higo  lo  que 
los  otros  ó  peor ,  é  fué  infamado  de  mas 


XXIX.  CAP.  X.  47 

crueldades  é  mas  públicas,  é  fué  favores- 
gido  del  contador  Diego  Márquez.  É  lo  que 
un  official  quería  en  este  caso ,  los  otros  lo 
aprobaban  por  causa  de  las  partes ,  que 
se  les  daban  en  los  mejores  indios  é  in- 
dias :  é  assi  se  quedó  sin  castigo  ni  puni- 
gion,  porque  á  la  verdad  el  gobernador 
disimulaba  en  todo  lo  que  via  que  los  offi- 
giales  querían  muy  claramente;  y  como 
él  gogaba  de  aquellos  despojos  su  parte, 
si  reprehendiera  lo  quél  hagía,  pudiera 
ser   respondido  como  pringipal  tirano. 

El  adelantado  Vasco  Nuñez  de  Balboa 
fué  á  la-provincia  del  Dabaybc  con  muy 
buena  gente  é  armada,  y  en  el  camino  los 
indios  le  desbarataron,  y  él  volvió  mal 
herido,  y  la  gente  maltractada;  y  el  capi- 
tán Luis  Carrillo,  que  con  él  yba,  truxo  un 
varazo  por  los  pechos,  de  que  murió  des- 
de á  pocos  dias  que  tornó  al  Darien,  é 
pagó  lo  que  avia  hecho  en  el  viage ,  que 
se  dixo  que  fué  á  Teruy  é  Abrayme. 

El  capitán  Gongalo  de  Badajoz  fué  la 
tierra  adentro  por  la  costa  del  Sur ,  y  este 
é  los  que  con  él  fueron,  vieron  primero 
que  otros  chripstianos  las  islas  de  Taboga, 
é  otras  questán  enfrente  de  la  cibdad  de 
Panamá ,  á  dos  é  tres  é  quatro  é  ginco  le- 
guas é  seys  dentro  en  la  mar  del  Sur,  é 
llegó  hasta  Nata  é  á  Escoria.  É  hasta  este 
cagique  de  Escoria  avia  tomado  á  los  in- 
dios mas  de  veynte  mili  pessos  de  oro,  é 
muchos  indios  é  indias  que  traia  en  cuer- 
da :  é  aunque  con  alguna  templanga  se 
ovo  en  las  crueldades  contra  los  indios, 
no  quedó  tan  sin  culpa  que  caresgiesse  del 
error  de  los  otros  capitanes  en  algunas  co- 
sas. É  llegado  al  cagique  de  Escoria,  ovo 
del  hasta  nueve  mili  pessos  de  oro,  quel 
cagique  de  su  grado  le  quiso  dar ,  en  pa- 
go de  lo  qual  le  tomó  una  hija  é  sus  mu- 
geres ,  una  de  las  quales  era  hermana  del 
cagique  de  Paris,  questaba  adelante  y 
era  uno  de  los  mas  poderosos  é  ricos  de 
gente  é  oro ,  que  avia  en  todas  aquellas 
provincias.  É  cómo  vido  el  cagique  Esco- 


48 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURA  L 


ria  que  le  llevaba  su  liija  é  mugeres ,  sa- 
lió trás  él,  rogándole  que  lo  diesse  su  liija 
é  sus  mugcrcs,  é  fué  mas  de  una  legua, 
importunándole  por  ellas;  pero  el  capitán 
no  lo  quiso  hacer :  antes  lo  amenacé  é  di- 
xo  que  si  no  se  volvía  a  su  casa,  llevaría 
á  él  ó  le  mataría.  E  desque  aquesto  el  ca- 
cique vido,  aleaba  las  manóse  los  ojos  al 
cielo,  y  quedándose  á  Dios,  dexóse  caer 
en  tierra  desesperado ,  ó  mordía  la  tierra 
é  parescia  que  rabiaba :  y  el  capitán  y  su 
gente,  riéndose  de  verle  hacer  vascas,  so 
passaron  de  largo  ó  lo  doxaron  allí  tendi- 
do, llorando  su  desaventura. 

Este  cacique  dio  luego  noticia  desto  á 
su  cuñado  el  cagique  do  París,  y  rogóle 
que  le  ayudasse :  el  qual  le  envió  á  decir 
que  á  él  no  le  avian  hecho  mal  los  chrips- 
tianos, ni  les  quería  hacer  daño:  antes 
proveyó  en  que  sus  mugeres  del  mesmo 
París  le  enviaron  un  pressente  do  seys 
mili  possos  do  oro,  y  envióle  á  decir  que 
aquello  le  enviaban  sus  mugeres  del  mes- 
mo Paris,  é  quél  quería  sor  amigo  suyo 
é  de  los  chripstianos.  E  Irás  aquesto  en- 
vió un  principal  suyo,  para  que  viesse  al 
capitán  Badajoz  é  su  gente ,  cí  qual  in- 
dio llovó  consigo  á  su  muger ,  que  era  pri- 
ma ó  hermana  del  cacique  Paris ,  y  era 
moca  y  de  gentil  dispusieron,  é  higo  pros- 
sentó  al  capitán  de  tres  mili  possos  do  oro, 
é  rescibióle  muy  bien.  Esta  noche  mesma 
un  devoto  clérigo  quesle  capitán  llevaba 
consigo  ( porque  era  costumbre  que  con 
los  mas  de  los  capitanes  que  salían  á  en- 
trar yba  un  clérigo);  é  el  que  aqueste  ca- 
pitán llevaba,  aquella  noche  higo  echar  de- 
baxo  de  su  hamaca  al  principal ,  é  tomó 
en  la  hamaca  á  su  muger  é  durmió  con 
ella ,  ó  mejor  diciendo  no  la  dexó  dormir 
ni  estar  sin  entender  en  su  adulterio.  Por 
cierto  este  tal  clérigo  mejor  se  pudiera  lla- 
mar ono- centauro porque  en  griego  onos 


quiere  decir  asno,  é  por  este  nombre  es 
figurada  la  luxuria .  segund  da  testimonio 
el  prophota  Ecechiel,  diciendo:  iLas  car- 
nos  dolías  serán  assi  como  carnes  de  as- 
nos. 2»  Si  este  clérigo  ovo  alguna  noticia 
de  Sanct  Pablo,  oydo  avria  que  ni  los  for- 
nicarios, ni  los  que  sirven  á  los  ydolos,  ni 
los  adúlteros,  possoerán  el  reyno  de  Dios. 3 
Kl  prudente  indio  disimulo  su  injuria,  y 
otro  dia  por  la  mañana  ,  con  gentil  sem- 
blante, mostrando  mucho  placer,  se  des- 
pidió del  capitán  con  sus  cuernos,  llevan- 
do su  muger  consigo;  é  con  mucha  dili- 
gencia fdesse  á  donde  el  cacique  Paris  es- 
taba ,  é  díxole  que  aquellos  chripstianos 
eran  villanos  y  mala  gente ,  é  contóle  su 
trabaxo.  É  por  esto  quedó  muy  indigna- 
do, é  por  lo  que  avia  intervenido  á  5U  cu- 
ñado el  cacique  Escoria ,  y  juntó  presto  su 
gente  é  otros  caciques  de  la  comarca  que 
con  él  fueron  á  dar  en  los  chripstianos :  é 
apangáronlos  en  un  pueblo  de  su  tierra 
del  Paris,  donde  estaban apossentados,  y 
entráronle  por  fuorca  do  armas  á  los  [jo- 
cos chripstianos,  que  on  él  hallaron  en 
guarda  de  nuevo  habas  ó  gestas  grandes 
de  oro  que  avian  hasta  estonce  ávido  por 
donde  avian  andado,  on  que  tenían  quas- 
si  ginqúenta  mili  possos.  é  muchos  indios 
pressos  y  encadenados  que  traian  de  otras 
partes  ;  é  pegaron  fuego  on  muchas  casas 
é  partes,  é  mataron  é  hirieron  algunos 
chripstianos,  é  ninguno  quedara  con  la 
vida,  si  un  poco  mas,  durando  la  batalla, 
se  tardara  ol  socorro.  En  el  (¡nal  tiempo 
algunos  españoles  de  buen  ánimo  salva- 
ron del  fuego  siete  habas  ó  gestas  de  las 
nueve  de  oro,  é  sacáronlas  del  pueblo, 
que  ya  ardía  todo,  é  pusiéronlas  en  un 
gerrillo  gerca  de  ahí,  ó  las  otras  dos  se 
quedaron  en  el  fuego  é  se  quemaron  allí. 

Durante  la  batalla,  llegó  el  capitán  Gon- 
galo  de  Badajoz ,  con  la  mayor  parte  de 


1  Moral.,  lib.  Vil,  sobre  el  cap.  C  de  Job. 

2  Ezechiel,  XXlil. 


3   I.  Ad  CorÍDtfa.  VI. 


DE  INDIAS.  L1B. 

la  gente,  que  por  olra  parte  avia  ydo  á 
buscar  al  inesmo  cacique  de  Paris,  é  dió 
en  los  indios  é  mató  muchos  delíos ,  é  ccs- 
sando  la  batalla,  los  puso  en  huyela.  Pero 
en  tanto  avian  ya  llevádose  las  siete  ha- 
bas de  oro.  qué  oslaban  en  el  cerrillo  que 
he  dicho.  Luego  se  rehico  de  gente  el  ca- 
cique de  Paris  para  tornar  con  mayores 
fuerzas  y  exércjto  sobre  los  chripstianos; 
pero  ellos  y  su  capitán  Badajoz  quedaron 
tales,  que  acordaron  do  salirse  de  la  tier- 
ra del  cacique  de  Paris,  perdido  el  oro  é 
muchos  indios  prisioneros  (que  sin  lásti- 
ma no  se  puede  oyr.  porque  como  esta- 
ban encadenados  no  se  pudieron  huyr  del 
fuego,  ni  los  otros  indios  valellos,  y  se 
quemaron  todos).  El  capitán  se  acogió  á 
un  rio,  ó  de  ventura  halló  ciertas*  canoas 
en  quél  6  su  gente  se  salvaron,  6  fueron 
huyendo;  porque  si  atendieran,  ningún 
chripstiano  de  lodos  ellos  se  escapara, 
porque  el  cacique  Paris  y  Escoria  yban 
Irás  ellos  con  mucha  gente;  é  todas  aque- 
llas comarcas  estaban  apellidadas  é  ¡unías 
y  en  conformidad  contra  los  chripstianos. 

Salido  el  capitán  (¡oncalo  de  Badajoz  de 
la  tierra  de  aquel  cacique  de  Paris,  dió 
la  vuelta  para  el  Darien,  en  la  qual  tomó 
en  otras  parles  quassi  vcynle  ó  dos  mili 

pesSOS  de  oro.  con  los  piules  de  los  qua- 

les  ó  de  los  indios  (pie  llevaron  que  les 
cupo  al  gobernador  é  officiales,  se  solda- 
ron é  perdonaron  las  culpas  y  errores  de 
este  capitán,  é  no  se  habló  en  crueldad 
que  oviesse  fecho ,  aunque  fueron  muchas 
é  no  faltó  quien  las  dixo. 

El  capilan  Gaspar  de  Morales,  criado  é 
primo  de  Pedrarias,  que  fué  á  la  mar  del 
Sur  é  a  la  Isla  Rica  de  las  Perlas ,  passó 
á  ella  é  ovo  muchas  perlas  allí,  é  mucho 
oro  en  las  provincias  ó  caciques,  por  don- 
do  anduvo.  E  por  oscurecer  el  descubri- 
miento, que  avia  fecho  de  aquella  mar  é 
islas  Vasco  Nuñez  de  Balboa .  comencé  á 
tomar  possesiones  por  auto  de  escribano, 

assi  en  las  islas  como  en  otras  partes .  pi- 
TOMO  III. 


XXIX.  CAP.  X.  49 

diendo  testimonios  en  nombre  de  Sus  Al- 
tecas  é  del  gobernador  Pedrarias  Dávila; 
é  mudó  el  nombre  á  la  isla ,  é  llamóle  Is- 
la de  Flores ,  porque  assi  se  lo  avia  man- 
dado el  gobernador.  É  con  mucho. oro  é 
perlas  é  esclavos,  tornándose  rico,  llegó 
á  la  provincia  del  cacique  de  Chochama: 
6  teniendo  assentado  su  real  en  la  ribera 
de  un  rio.  vieron  mucha  gente  de  indios 
que  venian  de  guerra  á  cobrar,  si  pudie- 
ran ,  sus  mugerés  é  hijos  é  parientes,  que 
este  capilan  les  llevaba  robados:  y  el  ca- 
pilan ovo  su  consejo  con  Andrés  de  Yal- 
derrábano  é  con  un  mancebo,  que  se  de- 
c,ia  el  capitán  Peñalpsa,  pariente  de  la 
muger  de  Pedrarias,  é  acordaron  de  de- 
gollar en  cuerda  todos  los  indios  que  es- 
taban pressos  é  alados,  no  perdonando 
muger  ni  niño  chico  ni  grande  de  todos 
ellos,  imitando  la  crueldad  herodiana ,  pa- 
ra que  los  indios  que  venian  de  guerra 
contra  ellos  se  detuviossen  allí,  viendo  é 
contemplando  aquel  crudo  especláculo ;  é 
assi  se  puso  por  la  obra ,  é  degollaron  des- 
ta  manera  sobre  noventa  ó  cient  personas. 
Pero  en  fin ,  este  crudo  ardid  fué  causa  de 
quedar  los  chripstianos  con  las  vidas ;  por- 
que entre  tanto  (pie  los  indios  se  detuvie- 
ron á  mirar  é  llorar  los  muertos,  é  tan 
extraño  cuso,  el  capilan  Gaspar  de  Mora- 
les con  su  gente  se  puso  en  salvo,  é  se 
luí'  -ii  camino  á  mas  que  andar,  fin  fin, 
él  llegó  al  Darien,  donde  fué  tractado  é 
dissimulado  con  él ,  por  primo  é  criado 
del  gobernador,  sin  castigo  ni  pena,  ni 
otra  reprehensión ,  de  cosa  que  mal  ovies- 
se fecho  en  su  viage ,  en  el  qual  ovo  mu- 
chas perlas ,  é  entre  ellas  una  de  hechura 
de  pera,  que  pessó  treynta  é  un  quilates; 
por  la  qual ,  puesta  en  almoneda ,  dió  un 
mercader ,  llamado  Pedro  del  Puerto,  mili 
é  doscientos  pessos  de  oro,  é  fué  suya.  É 
la  tuvo  una  noche  .ó  dos ,  é  con  mucho 
trabaxo;  é  acordándose  que  avia  dado 
tanto  por  ella,  no  hacia  sino  sospirar,  é  se 
tornó  quassi  loco.  É  cobdiciánd'ola  el  go- 


HISTORIA  GENERAL  V  ANTURAL 


bcrnador,  tuvo  forma  de  le  dar  por  ella 
los  mesmos  dineros ,  puesto  que  algunos 
(pusieron  decir  que  todo  avia  seydo  cau- 
tela. Esta  perla  es  aquella  mesma  « jm ■  se 
dixo  en  el  libro  XIX,  capítulo  VIII .  que  la 
Emperatriz,  nuestra  señora,  de  gloriosa 
memoria ,  la  compró  después  a  doña  Isa- 
bel de  Bovedilla,  muger  del  gobernador 
Pedradas  Dávila. 

Este  Gaspar  de  Morales,  sintiéndose 
enfermo  ó  rico,  se  fué  después  á  España 
á  su  casa ,  la  que  tenia  en  Mojados ,  don- 
de vivió  poco  tiempo  después;  é  plega  á 
Dios  que  fuesse  conosciendo  sus  culpas. 

El  capitán  Pcñalosa  se  passó  á  la  isla  de 
Cuba  ó  Fernandina,  é  en  ella  le  mataron 
los  indios. 

El  Andrés  de  Valderrábano,  adelan- 
te se  dirá  la  fin  que  ovo ,  que  fué  con- 
forme al  consejo ,  que  dió  para  que  fues- 
sen  degollados  en  prission  los  indios  que 
es  dicho,  salvo  que  quando  á  él  le  dego- 
llaron, fué  con  pregón  de  la  justicia  real 
por  traydor,  y  á  mi  parescer  sin  culpa  ó 
sin  ser  traydor;  pero  assi  como  los  indios 
quél  higo  degollar  tampoco  tcnian  culpa 
para  morir,  assi  quiso  Dios  quél  muries- 
se  é  padescíesse  por  las  culpas  deste  é 
otros  consejos. 

El  factor  Johan  de  Tavira ,  estando  ya 
rico  é  teniendo  mas  de  quince  mili  pes- 
sos  de  oro ,  no  se  contentando  con  esso, 
ni  se  acordando  que  tres  años  atrás  no 
tenia  mas  que  una  espada  é  una  capa, 
é  viendo  quán  presto  los  capitanes  cres- 
cian  en  hacienda,  parcscióle  que  confor- 
me á  cierta  noticia  falsa  que  le  avian  da- 
do del  rio  de  Sanct  Johan  (que  también 
le  llamaban  rio  Grande ,  que  entra  en  el 
golpho  de  Urabá),  armando  para  allí,  en 
breve  tiempo  haría  tanta  hacienda  que  hi- 
ciesse  ventaja  á  los  mas  vecinos  de  la  vi- 
lla de  Ocaña,  de  donde  él  era  natural. 
Puesto  en  este  desseo ,  é  teniendo  licen- 
cia del  gobernador  para  ello ,  armó  é  higo 
tres  naos,  que  le  costaron  mas  (aunque 


eran  pequeñas  caraveletas)que  le  costáran 
tres  naos  en  Vizcaya ,  aunque  fueran  de 
porte  de  cada  doscientos  toneles.  Con  las 
quales  é  con  ciertas  canoas,  é  con  hasta 
doscientos  hombres,  fué  al  rio  Grande 
que  he  dicho ,  é  subieron  por  él  seplenta 
ó  ochenta  leguas,  en  lo  qual  estuvieron 
mas  de  otros  tantos  dias,  á  causa  de  la 
grandíssima  corriente :  é  en  las  costas  del 
rio  hallaron  muchas  poblaciones  en  bar- 
bacoas ó  casas  muy  altas ,  fechas  é  arma- 
das sobre  postes  de  palmas  negras  fortís- 
simas  é  quassi  inexpugnables,  á  causa  del 
sitio  é  riberas  grandes  donde  están  fun- 
dadas, é  por  la  forma  y  edefício  deltas  son 
invencibles  mucho  mas  de  lo  (pie  sin  ver- 
las se  puede  considerar,  é  viéndolas,  es 
cosa  mucho  para  admirar. 

Una  destas  casas  fué  combatida  por  los 
españoles  en  la  provincia  de  Taluma,  y 
eran  mas  de  doscientos  hombres  á  la  com- 
batir é  no  la  pudieron  tomar :  é  al  cabo  de 
dos  dias  que  estuvieron  trabaxando  en 
averia ,  fué  una  noche  desamparada  de  los 
indios,  é  se  salieron  por  entre  los  chrips- 
tianos,  sin  ser  sentidos,  é  se  fueron  á  otras 
barbacoas  ó  casas  semejantes,  donde  se 
salvaron  :  de  (pie  se  colige  que  los  que  as- 
si se  fueron  é  la  defendían,  eran  muy  po- 
cos, pues  no  fueron  sentidos  ni  pressos, 
quando  se  yban.  Otro  dia  los  españoles 
tomaron  la  barbacoa ,  porque  ninguno  se 
lo  resistió ;  é  subidos  en  ella  hallaron  tres 
ó  quatro  indios  muertos  del  artillería  y  es- 
copetas, con  que  les  avian  tirado  los  nues- 
tros :  y  en  sola  aquella  barbacoa  ó  casa 
estuvieron  lodos  los  chripstianos  apossen- 
tados  y  cabian  muy  bien,  aunque  eran 
mas  de  doscientos  hombres  de  pelea. 

Salidos  de  allí ,  prosiguiendo  su  viage 
el  rio  arriba,  quanto  mas  subían,  mas  po- 
deroso les  parescia  é  de  mas  agua;  é  quan- 
do tenían  nescessidad,  saltaban  en  tier- 
ra á  buscar  de  comer ,  é  matábanlos  los 
indios.  De  manera  que  constriñidos  de  la 
nescessidad,  se  morían  de  hambre  en  los 


DE  INDIAS.  LIB. 

navios,  é  no  ossaban  salir  á  tierra  muchas 
ve^es. 

Un  día,  queriendo  el  fattor  passarse  á 
otro  navio  en  una  canoa ,  se  trastornó ,  é 
abracóse  crin  él  un  hidalgo  que  se  llama- 
ba Joli;ui  Navarro  de  Virués,  é  estaba  en 
esta  armada  por  (hossorero;  ó  assi  abra- 
cados se  hundieron  é  ahogaron,  ó  nunca 
mas  parescierom  A  causa  de  lo  qual  el 
armada  se  tornó  al  Dañen  con  mucha  pér- 
dida é  muertes  é  enfermedades  de  mu- 
chos della;  é  el  fattor  gastó  en  esto  sus 
bienes  ó  la  mayor  parte  dellos,  y  en  los 
que  le  quedaban  se  entregó  el  Rey,  por  ra- 
con  dél  offii  ¡o  é  cuenta  del  fattorage.  É 
assi  pagó  aquella  harina  é  vino  que  se 
quemó  en  la  casa  del  Toldo,  donde  esta- 
ban los  bastimentos,  sin  los  dar  á  los  po- 
bres chripstianps  é  nescessitádos ,  que  se 
caian  muertos  por  las  calles,  segund  atrás 
se  dixo. 

Pocos  dias  antes  que  yo  saliesse  de 
aquella  tierra,  teniendo  yo  licencia  del 
gobernador  para  mi  partida,  vino  Pedra- 
das Dávila,  el  mancebo  (sobrino  del  go- 
bernador) de  la  provincia  del  Cenú,  que 
es  en  la  costa  de  Cartagena',  donde  el  ba- 
chiller* Enciso  decia  que  avian  de  hallar 
grandíssimos  thessoros  de  oro.  Y  él  fué 
allá,  y  el  capitán  Diego  de  Bustamante  é 
otros  hidalgos  é  compañeros,  en  número 
de  doscientos  hombres;  é  diéronse  tan 
buen  reeabdo,  que  mataron  al  capitán 
Bustamante  é  a  otros  chripstianos.,  é  los 
demás  tornaron  perdidos  y  enfermos,  é 
truxeron  tan  poco  oro,  que  Ies  cupo  de 
parto  á  menos  de  un  pesso  de  oro  á  cada 
hombre.  E  al  mesmo  Pedrarias,  después 
que  tornó  a  la  cibdad  de  Avila ,  de  donde 


XXIX.  CAP.  X.  51 

era  natural,  le  mataron  allí,  para  que  pa- 
gasse  los  que  por  su  mal  reeabdo  murie- 
ron en  el  Cenú. 

Assi  que,  este  subcesso  que  he  di- 
cho en  breves  renglones,  fué  el  de  es- 
tos capitanes,  á  los  quales  pido  de  gra- 
cia me  hayan  por  excusado  en  lo  que 
les  paresciere  agravia  mi  historia,  é  se 
acuerden  que  escribo  en  tiempo  de  testi- 
gos de  vista ,  é  que  en  mi  pressencia  se 
fundieron ,  como  ante  veedor ,  todos  essos 
thessoros  que  ovieron  en  sus  entradas,  é 
que  de  mi  mano  se  ponían  todos  los  escri- 
banos que  con  ellos  yban ,  en  nombre  del 
secretario  Lope  Conchillos ,  é  que  los  pro- 
cessos  de  sus  obras  é  méritos  venían  á  mi 
poder,  é  los  vi,  é  ley  é  vi  lo  demás  de  sus 
residencias;  é  yo  Ies  ruego  que  me  agra- 
dezcan lo  que  Ies  quito  é  callo,  é  no  me 
perdonen  lo  que  Ies  levanto.  Y  si  en  esto 
toviereri  consideración  é  respecto  con  mi 
pluma ,  verán  que  los  he  tractado  como 
amigos,  é  no  con  passion  alguna:  que  en 
verdad  no  la  tengo  en  este  caso.  Antes 
quisiera  hablar',  hallando  que  loar  en  sus 
obras,  porque  fuera  mas  dulce  la  loción, 
y  para  mí  mas  aplacible  exergicio  la  ocu- 
pación destas  materias;  pero,  como  tengo 
dicho  en  otra  parte,  he  de  dar  ragon  por 
dónde  esta  tierra  ha  llegado  á  estar  quas- 
si  yerma ,  sin  indios :  y  el  fundamento  ó 
principal  causa  es  lo  que  tengo  dicho.  Y 
también  escribiré  adelante  un  capítulo  en 
que  se  resuma  lo  que  se  ha  tocado  des- 
tos  capitanes ,  y  de  otros ,  de  quien  ade- 
lante se  ha  de  tractar,  porque  no  se  pue- 
da decir  que  excuso  los  unos  y  que  des- 
alabo los  otros;  sino  que  doy  á  cada  uno  el 
nombre  que  meresce. 


52 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XI. 


Cómo  el  veedor  Goncalo  Fernandez  <le  Oviedo  fué  á  España  á  buscar  el  remedio  de  la  Tierra-Firme  ,  é 
desde  á  pocos  dias  que  llegó  á  Castilla  llevó  Dios  al  Rey  Calhólico  á  su  gloria  ;  é  cómo  continuó  su  camino 
é  fué  á  Flandes  á  dar  noticia  al  Rey  don  Cárlos ,  nueátro  señor;  é  cómo  fué  proveydo  por  gobernador  de 
Tierra-Firme  Lope  de  Sosa,  un  cavallero  de  Córdova ,  é  su  muerte  *. 


D 


"espites  que  yo  tuve  licencia  de  Pedra- 
das para  salir  de  la  Tierra-Firme,  como  se 
dixó  en  el  capítulo,  IX ,  me  embarqué  en 
una  caravela  del  Rey.  de  que  era  maes- 
tre é  pilólo  Andrés  Niño:  éassimesmoen 
aquella  venían  el  provincial  de  la  órden 
de  Sanpt  Francisco,  llamado  fray  Diego 
de  Torres,  persona  reverenda  é  muy  buen 
religioso ,  é  otro  frayle  de  su  órden ,  su 
compañero,  llamado  fray  Andrés  de  Val- 
dés,  que  al  pressente  está  en  la  cibdad 
de  Sánelo  Domingo,  donde  estoy.  Assi- 
mesmó  venia  aquel  capitán  Rodrigo  de 
Colmenares,  que  avia  ydo  por  procurador 
del  Darien,  quanda  Pedrariasfué  provey- 
do por  gobernador  de  Castilla  del  Oro.  É 
cómo  veníamos  en  un  navio.,  y  el  largo 
camino  é  la  mesa  descubren  muchas  ve- 
ces las  voluntades  é  propossito  de  los  hom- 
bres, alcancé  á  saber  que  el  fray  Diego 
de  Torres  yba  por  contraseño  de  mi  em- 
bajada, enviado  por  el  obispo  á  España, 
só  color  de  otros  negocios  de  su  órden; 
porque  estos  padres .  á  la  sombra  de  su 
hábito,  suelen  darse  buena  maña  en  otras 
muchas  negociaciones.  El  capitán  Rodrigo 
de  Colmenares  yba  enviado  por  Pedra- 
rias,  temiendo  que  yo  avia  de  decir,  sin 
respeto  de  alguno,  lo  que  fuesse  verdad. 
E  temían  bien  el  uno  y  el  otro.  É  aunque 


yo  entendí  el  secreto  de  sus  negociacio- 
nes, no  dexé  su  comunicación  é  familia- 
ridad ,  é  hasta  esta  cibdad  de  Sancto  Do- 
mingo de  la  Nía  Españnla  venimos  en  com- 
pañía é  á  una  mesa  ó  manteles. 

Desde  aquí  el  Colmenares  se  fué  pri- 
mero en  ciertas  naos  que  estaban  á  la 
colla,  é  llegó  mucho  antes  que  yo  á  Se- 
villa. El  frayle,  como  era  mas  entendi- 
do, no  quiso  salir  del  monesterio  de  su 
órden,  que  aquí  hay,  hasta  que  yo  me  par- 
tí ,  desde  á  mas  de  dos  meses  después  que 
el  Colmenares,  por  no  me  perder  de  vista. 

Tuvo  una  astucia  é  aviso  Pedradas,  é 
con  mucho  cuydado:  é  fué  que  nunca 
consintió  que  en  aquella  cibdad  del  Da- 
rien oviesse  regidores  sino  puestos  por  su 
mano,  de  criados  suyos  é  personas  dél 
aficionados  é  parciales,  é  no  fechos  al 
propossito  de  la  república,  sino  para  que 
en  aquel  concejo  no  se  traclasse  ni  hicies- 
se  ni  se  escriviesse  cosa  alguna  sin  que 
él  lo  supiesse ;  por  lo  qual  el  Rey  ni  su 
Real  Consejo  nunca  supieron  mas  de  aque- 
llo que  el  gobernador  (pieria  que  se  su- 
piesse por  lengua  de  aquella  cibdad.  Pero 
por  otras  vias  é  cartas  de  personas  parti- 
culares é  principales ,  é  aun  de  los  mes- 
mos  officiales  (aunque  conmigo  no  esta- 
ban bien ,  porque  yo  decía  que  llevaban 


i  Debe  notarse  aquí  que  Oviedo  modificó  el 
epígrafe  del  presente  capitulo,  después  de  puesta  en 
limpio  esta  segunda  parle  ,  pareciendo  dignas  de 
ser  conocidas  las  cláusulas,  cpie  en  él  suprime.  En 
la  primera  redacción  decia:  «Cómo  el  veedor  Gon- 
zalo Fernandez  de  Oviedo,  autor  c  historiador  dcs- 
tas  materias  ,  fué  á  España  á  buscar  el  remedio  de 
la  Tierra-Firme  ,  como  procurador  c  regidor  de 
la  cibdad  de  Sancta  María  del  Antigua  del  Darien, 


é  desde  á  pocos  dias  que  llegó  á  Castilla  llevó  Dios 
al  Rey  Calhólico  á  su  gloria,  é  cómo  continuó  su  ca- 
mino é  fué  á  Flandes  á  dar  noticia  al  Rey  don  Cár- 
los ,  su  nieto  é  subressor  en  los  reynos;  é  cómo  fué 
proveydo  por  gobernador  de  Tierra-Firme  Lope  de 
Sosa,  un  cavallero  de  Córdoba  ,  el  qual  llegado  al 
puerto  del  Darien  murió  en  la  nao,  queriéndose 
desembarcar ,  é  otras  cosas  que  pertcnefeen  al  dis- 
curso de  la  historia. 


DE  INDIAS.  L1B 

injustamente  aquellas  partes  de  las  entra- 
das), cada  uno  dellos  escrivió,  é  assi  to- 
dos me  daban  crédito ,  ó  todos  estaban  ya 
escandalizados  con  el  gobernador  é  obis- 
po :  ó  con  ellos  mésmos  ó  otros  se  proba- 
ba, por  sus  cartas,  muebo  mas  de  lo  que 
yo  pudiera  decir. 

Por  manera  que  eL  frayle  salió  desta 
cibdad  de  Sánelo  Domingo  en  una  nao,  de 
que  yo  luí  por  capitán,  é  llevé  ciertos  mi- 
llares de  pessos  de  oro  para  Sus  Magos- 
tados, que  aqui  me  dieron  el  thessorcro 
Miguel  do  I'assamonte  é  ofliciales.  E  demás 
de  esso  el  tliessorero ,  como  era  antiguo 
criado  del  Rey  Cathólico,  é  aragonés,  é 
tenia  con  él  mucho  crédito  é  con  Jolian  Ca- 
brero, el  camarero,  é  con  el  secretario  Lo- 
pe Conchillosique  lodos  eran  aragoneses  é 
privados  é  amigos  de  este  thessorcro),  pa- 
ra todos  me  dio  cartas  é  crédito,  y  envió 
seys  indios  é  seys  indias  muy  bien  dis- 
puestos (ellos  y  ellas  caribes),  é  muchos 
papagayos,  é  seys  panes  de  acucar,  é 
quince  ó  vcynte  cañutos  de  cañafístola: 
que  fue  el  primer  acucar  é  cañafístola  que 
el  Rey  >  ido  de  aquestas  partes,  é  lo  pri- 
mero que  á  España  fué  destas  partes  é  isla. 

E  después  que  llegué  a  Sevilla ,  fuy  á 
buscar  al  Rey,  é  hállele  muy  enfermo  en 
la  cibdad  de  Plascncia,  en  el  mes  de  di- 
ciembre, año  de  mili  é  quinientos  é  quin- 
ce, é  yba  de  camino  ó  Sevilla:  é  allí  le 
besé  las  manos,  é  le  di  las  carias  é  creen- 
cias di'  lodos  aquéllos  que  le  escrivieron 
de  Tierra-Firme,  é  del  thessorcro  Miguel 
de  Pássamonte.  H  holgó  mucho  de  ver 
aquel  pressente  é  indios;  porque  avia  Su 
Alteca  escrito  al  thessorcro  que  desseaba 
ver  qué  gente  eran  estos  caribes ,  que  co- 
men carne  humana:  los  quales  eran  délas 
islas  Dominica,  Matinino  yCibuqueyra,que 
los  chripstianos  llaman  Sancta  Cruz ,  é  de 
otras  islas  próximas  á  estas  que  he  dicho. 
É  el  Rey  me  oyó,  é  me  preguntó  lo  que  fué 
servido  saber  de  mí  en  cosas  generales  é 
del  camino  é  de  aquella  tierra ;  pero  las 


XXIX.  CAP.  XI.  53 

que  hacían  al  propóssito  de  la  goberna- 
ción é  de  su  servicio  quiso  entenderlas 
despacio,  é  assi  me  dixo  que  en  Sevilla, 
para  donde  yba,  me  oyria  é  despacharía. 
É  yo  le  supliqué  que  me  diesse  licencia 
para  yr  a  Madrid  a  visitar  mi  casa  é  mu- 
ger,  que  avia  quassi  tres  años  que  avia 
salido  della :  é  Su  Altela  lo  ovo  por  bien, 
é  me  dixo  que,  pues  le  decía  que  con  ve- 
nia á  su  servicio  que  me  oyesse ,  que  en 
llegando  á  Sevilla,  se  entendería  en  ello, 
é  que  entre  tanto  dexasse  al  secretario 
Conchillos  una  memoria  de  todo  lo  que 
fuesse  nescessario  proveerse ,  entre  tanto 
que  yo  tornaba  á  la  córte  á  entender  en 
lo  demás.  É  assi  lo  hice ,  é  me  fui  á  mi  ca- 
sa á  Madrid. 

É  desde  á  pocos  dias  que  allí  llegue, 
luego  el  siguiente  mes  de  enero  de  mili  é 
quinientos  é  diez  y  seys  años ,  yendo  el 
Rey  Cathólico  á  Sevilla ,  murió  en  Madri- 
galejos ,  aldea  de  la  cibdad  de  Truxillo. 
Assi  como  yo  supe  que  Dios  avia  llevado 
al  Rey  Cathólico  á  su  gloria ,  me  partí  pa- 
ra Flandes  á  dar  noticia  al  nuevo  Rey,  don 
Carlos ,  nuestro  señor ,  de  las  cosas  de  la 
Tierra-Firme,  sin  me  cansar ,  non  obstan- 
te ,  el  largo  camino  que  desde  la  Tierra- 
Firme  yo  hacia ,  ni  el  trabaxo  é  costa  pro- 
pria. 

Aquel  padre  fray  Diego  de  Torres, 
quando  ybamos  á  España,  arribamos  al 
Funchal ,  que  es  una  villa  de  la  isla  de  la 
Madera  del  rey  de  Portugal ;  é  hasta  allí 
aviamos  llevado  muy  trabaxosa  navega- 
ción de  tiempo  é  mar,  é  aviamos  tardado 
septenta  é  cinco  dias  desde  aquesta  cib- 
dad de  Sancto  Domingo  :  é  creyendo  que 
la  nao  nuestra  se  detuviera  mas  en  aquel 
puerto ,  salió  á  tierra  aquel  reverendo  pa- 
dre con  otro  compañero,  é  ciertos  mari- 
neros, é  dos  ó  tres  passageros,  para  to- 
mar algún  refresco  é  dos  ó  tres  pipas  de 
agua:  que  ya  no  teníamos  sino  una  por 
beber  (y  éramos  mas  de  nóvenla  perso- 
nas). É  de  caso  aquella  noche,  passada  la 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


primera  guarda  ,  saltó  tanto  viento  al  Sur 
(que  es  allí  travesía),  que  nuestra  nao  ni 
otras  muchas  naos  é  caravelas  que  allí  es- 
taban, no  se  pudieron  sostener;  é  todos 
salimos  del  puerto  huyendo ,  por  no  dar 
al  través  en  aquella  costa  brava :  é  nos  hi- 
cimos á  la  vela  la  noche  siguiente  al  mos- 
mo  dia  que  allí  llegamos,  6  todos  los 
otros  navios  se  fueron  á  guaresccr  á  una 
isla  que  se  dice  Puerto  Sancto,  é  no- 
sotros seguimos  nuestro  viage  para  Espa- 
ña, aunque  con  aquella  poca  agua  que  es 
dicho ;  pero  essa  nos  bastó ,  é  los  frayles 
quedaron  en  la  isla.  Mas  después,  desde 
á  pocos  dias ,  se  fueron  en  otra  nao ,  y  en 
el  camino  adolesció  el  padre  fray  Diego 
de  Torres,  é  llegó  á  morir  dentro  en  la 
bahía  de  Cádiz,  sin  se  desembarcar.  Pien- 
so yo  que  era  tan  buena  persona,  que  no 
dexara  de  decir  verdad,  si  llegara  á  la 
corte,  é  donde  debiera  decirla. 

Ydo  yo  en  Flandes,  é  llegado  quassi  á 
la  costa  de  Bretaña,  nos  vino  el  tiempo 
contrario;  é  cómo  aviamos  salido  de  Por- 
lugalete,  vinimos  á  tomar  puerto  en  La- 
redo,  é  desde  allí  volvimos  á  la  navega- 
ción; é  estando  ya  quassi  á  medio  cami- 
no ,  ó  en  el  parage  de  la  isla  de  Uxeñte, 
nos  vino  tanto  tiempo  ó  regio  Nordeste, 
que  ovimos  de  dar  la  vuelta  (alijando  é  pi- 
diendo á  Dios  misericordia)  á  España,  ó 
corrimos  hasta  el  puerto  de  la  Coruña.  É 
desde  allí  fuymos  en  romería  algunos  á 
visitar  la  casa  del  Apóstol  glorioso  Sanc- 
tiago ,  é  dentro  de  tercero  dia  tornamos  a 
la  Coruña ,  é  seguimos  la  via  de  la  Canal 
de  Flandes;  y  estando  ya  dentro  della,  nos 
dió  tiempo  contrario  é  nos  sacó  fuera ,  ó 
con  mucho  trabaxo  é  mayor  ventura  po- 
dimos  tomar  las  islas  de  Sorlinga.  Y  en 
una  dolías  estovimos  ocho  dias ,  haciendo 
vida  peor  que  la  de  las  Indias ,  porque  no 
avia  allí  sino  una  fortaleca  ruinada  é  yer- 
ma del  rey  de  Inglaterra  é  quatro  ó  cinco 
chocas  pajicas ,  y  no  tales  como  los  bullios 
de  acá  con  mucho:  con  todo  avia  vino,  y 


tan  caro  6  mas  que  aqui  le  bebemos:  te- 
nían un  poco  de  harina ,  de  que  haciemos 
unas  tortillas  que  cocíamos  en  el  rescoldo  ó 
cenica:  otra  cosa  de  comer  no  la  tenía- 
mos; pero,  avia  conejos,  é  algunos  ba- 
llesteros de  la  nao  mataron  algunos.  Y  en 
esta  penitencia,  estovimos  ocho  diasódiez, 
esperando  el  tiempo;  é  víamos  desde  allí 
la  ysla  de  Inglaterra  é  seys  ó  siete  lugares; 
ó  si  por  caso  no  pudiéramos  aferrar  aque- 
llas ysletas,  fuéramos  la  vuelta  de  Islanda, 
é  pudiera  ser  que  desde  á  un  año  no  vol- 
viéramos á  Flandes. 

Plugo  á  Dios  que  volvió  tal  tiempo,  co- 
mo le  aviamos  menester,  é  tornamos  á  la 
Canal,  é  fuymos  á  desembarcarnos  a  las 
Dunas ,  dos  ó  tres  leguas  debaxo  de  Do- 
bra :  é  desde  allí  nos  fuymos  los  passage- 
ros  al  puerto  de  la  villa  de  Dobra ,  é  la 
nao  se  fué  á  Londres.  Desde  Dobra  atra- 
vessamos  aquella  canal  hasta  Cales,  é  den- 
de  Cales  fu  y  por  tierra  á  Bruselas ,  donde 
hallé  al  Rey.  Y  es  verdad  que  estuve  en 
este  camino  quassi  quatro  meses,  é  gasté 
é  trabaxé  mas  que  si  dos  veges  viniera 
desde  Sevilla  á  esta  cibdad  de  Sancto  Do- 
mingo. A  la  vuelta  torné  desde  Gelanda  á 
Portugalete  en  tres  dias  y  medio. 

Después  que  en  Bruselas  besé  las  ma- 
nos al  Rey ,  nuestro  señor ,  mandóme  oyr 
á  su  grand  chanciller  de  Borgoña ;  é  assi 
se  hico.  É  después  de  oydo,  porque  los 
mas  de  su  Real  Consejo  eran  extrangeros. 
é  los  señores,  que  entre  ellos  avia  españo- 
les, tenían  poco  curso  de  semejantes  nego- 
cios ,  fuy  remitido  por  Su  Alteca  á  España 
á  sus  gobernadores ,  que  eran  el  Cardenal 
arcobispode  Toledo,  fray  Francisco  Xime- 
nez  de  Cisneros ,  y  el  Cardenal  de  Torto- 
sa ,  que  después  fué  Papa  Adriano :  á  los 
quales  mandó  el  Rey  que,  juntamente  con 
las  otras  personas,  que  tenían  á  cargo  las 
cosas  de  las  Indias ,  me  oyessen  é  viessen 
el  memorial  que  yo  avia  dado  á  Su  Ma. 
gestad ,  que  yba  señalado  de  su  secreta- 
rle Ugo  de  Urries ,  señor  de  Ayerve ,  é 


DE  INDIAS.  LIB. 

después  de  visto  lo  despachassen,  como 
conviniésse  ú  su  real  servicio  6  bien  de  la 
Tierra-Firme;  é  que  en  lo  que  tocaba  ámi 
persona,  yofuesse  gratificado  ó  pagado  de 
mis  gastos  é  servicios,  como  criado  de  su 
real  casa ,  tcniéndosse  por  servido  de  mí. 

Con  esta  remisión  volví  á  España ,  é  al 
tiempo  que  me  partí  de  la  villa  de  Bruse- 
las, vi  acaso  al  Rodrigo  de  Colmenares  en- 
fermo é  pobre ,  é  rogóme  que  por  amor 
de  Dios  le  llevasse  conmigo  á  Castilla ;  é 
assi  lo  hice ,  é  aun  le  presté  dineros  que 
éJ  me  pagó  mal :  el  qual  me  dixo  que  lo 
quél  avia  dicho  é  negociado  era  en  pró  é 
utilidad  de  la  Tierra-Firme,  ó  también 
traía  una  remisión  para  los  Cardenales 
gobernadores. 

Llegados  á  Madrid ,  donde  los  gober- 
nadores estaban,  el  capitán  Colmenares, 
como  no  fué  respondido  á  su  propóssito, 
fuésse  a  Ñapóles  (aunque  después  tornó  á 
Tierra-Firme ,  mas  de  cm  año  después  que 
yo  allá  estaba ,  que  fueron  qualro  años 
después  que  partimos  de  Flandes  ó  que 
tornamos  á  España). 

Yo  les  di  á  aquellos  reverendíssimos 
Cardenales  la  remisión  é  memorial  que 
he  dicho,  é  les  supliqué  qué  me  oyes- 
sen  ,  como  el  Rey  ,  nuestro  señor ,  lo 
mandaba;  pero  nunca  fuy  dellos  res- 
pondido ni  oydo  ni  despachado  en  cosa 
que  locasse  á  aquella  tierra ,  ni  a  la  paga 
de  mis  gastos  é  gratificación,  que  Su  Ma- 
gostad mandó  hacerme;  y  assi  la  tierra 
se  quedó  con  sus  trabaxos  é  otros  que  se 
augmentaron  cada  dia,é  yo  con  los  mios, 
é  con  más  de  dos  mili  castellanos  menos, 
que  gasté  en  aquellos  viages.  Sea  Dios 
servido  de  todo. 

La  causa  de  no  ser  yo  oydo  ni  aver 
efetto  la  remisión  real,  fué  quel  Car- 
denal de  España  estaba  puesto  en  en- 
viar ,  como  envió ,  tres  frayles  del  Orden 
de  Sanct  Hierónimo  á  esta  isla ,  y  estos 
eran  fray  Luys  de  Figueroa ,  prior  de  la 
Mejorada ,  é  fray  Alonso  de  Sancto  Do- 


XXIX.  CAP.  XI.  gg 

mingo,  prior  de  Sanct  Man  de  Ortega, 
é  fray  Bernaldino  de  Mancanedo,  prior  de 
Montamarta  (reverendas  personas ,  y  es- 
cogidos para  remediar  estas  cosas  de 
aquel  Nuevo  Mundo),  para  que  estos  pa- 
dres tornassen  á  él  é  gobernassen  esta 
cibdad  é  las  Indias.  É  con  muy  grandes 
é  largos  poderes  vinieron  á  esta  cibdad 
de  Sancto  Domingo  é  residieron  en  ella: 
é  su  venida  en  la  verdad  fué  útil  é  prove- 
chosa á  esta  ysla,  assi  por  su  exemplo  é 
dottrina,  como  en  ser  causa  de  algunas 
grangerias ,  assi  como  en  los  árboles,  de  la 
cañafístola  ,  y  en  los  ingenios  del  acucar, 
é  otras  cosas,  en  que  no  me  detengo,  por- 
que algo  desto  se  tocó  en  la  primera  par- 
te en  el  libro  IV,  capítulo  II.  Mas  quanto 
al  remedio  de  la  Tierra-Firme  poco  ó  nin- 
guna cosa  aprovecharon,  ni  la  vieron. 
Quiero  volver  á  mi  camino  é  trabaxos, 
que  no  pararon  en  lo  que  está  dicho. 

En  aquella  sacón  estaba  en  la  corte  el, 
almirante  don  Diego  Colom ,  pleyteando 
con  el  fiscal  real  sobre  sus  previlegios.  Al 
qual  el  Rey ,  nuestro  señor ,  después  que 
vino  á  reynar  en  España ,  le  despachó  pa- 
ra que  se  tornasse  á  su  casa  á  esta  cib- 
dad, é  mandó  que  se  fuessen  los  Hieróni- 
mos  religiosos  á  Castilla.  Esto  fué  en  e' 
año  de  mili  é  quinientos  é  diez  y  siete :  é 
aquel  mesmo  murió  el  Cardenal  don  fray 
Francisco  Ximenez ,  é  yo  volví  á  mis  ne- 
gocios, é  me  turaron  hasta  el  año  de  mili 
é  quinientos  é  diez  y  nueve ,  quel  Rey  fué 
á  Barcelona ,  donde  le  vino  la  nueva  de  la 
clecion  de  Rey  de  Romanos  é  futuro  Em- 
perador. É  allí  fuy  oydo  de  nuevo,  pues- 
to que  avia  ya  cinco  años  que  me  turaba 
la  porfía  en  los  negocios  con  muchos  tra- 
baxos é  costas ,  é  no  llevando  ya  remedio 
muchas  cosas  de  las  que  debieran  aversc 
remediado  en  la  Tierra-Firme:  antes  es- 
taban algunos  males  é  robos  continuados, 
é  puestos  tan  en  la  costumbre ,  que  no  te- 
nían cura. 

Allí  en  Barcelona  proveyó  Su  Magestad 


üG 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


de  gobernador  de  Castilla  del  Oro  a  un 
cavallcro  de  Córdova ,  llamado  Lope  de 
Sosa,  que  vivia  en  Grand  Canaria  (don- 
de avia  seydo  gobernador),  persona  lal 
qual  convenia  al  bien  de  la  Tierra-Firme; 
é  yo  fuy  despachado  para  volver  allá  con 
él.  É  al  tiempo  que  me  quise  partir  de 
Barcelona,  supe  que  el  obispo,  don  fray 
Johan  de  Quevcdo,  era  llegado  á  Espa- 
ña :  el  (pial  me  escribió  que  le  atendiesse 
en  la  corte ,  6  assi  lo  hice ,  porque  me  hol- 
gara yo  mucho  de  decir  en  su  pressencia 
lo  que  avia  dicho  en  Flandes  y  en  el  Con- 
sejo; é  llegó  á  la  córtc,  é  desde  á  muy 
pocos  dias  murió  crea  de  Barcelona.  En 
el  qual  tiempo  llegó  nueva  cómo  el  gober- 
nador Pedradas  avia  degollado  al  adelan- 
tado Vasco  Nuñez  de  Balboa  é  otros  por 
traydores ,  6  confiscado  sus  bienes  para 
la  cámara  é  fisco  de  Su  Mageslad.  É  el 
Emperador,  nuestro  señor,  me  mandó  por 
sus  cédulas  reales  que  yo  cobrasse  sus 
bienes  de  aquellos  sentenciados,  que  era 
fama  que  tenían  mas  de  cient  mili  pessos 
de  oro.  E  con  este  é  otros  despachos  salí 
de  Barcelona  é  fuy  á  Madrid,  donde  to- 
mé mi  muger  c  hijos,  é  fuy  á  Sevilla,  pa- 
ra desde  allí  yr  á  la  Tierra-Firme;  ó  assi 
al  principio  del  siguiente  año  de  mili  c  qui- 
nientos y  veynte,  partí  de  España  é  fuy  á 
la  isla  de  Grand  Canaria ,  é  hallé  quel  go- 
bernador Lope  de  Sosa  ya  yba  adelante. 
E  de  aquella  isla  vine  á  esta,  y  estuve  en 
esta  cibdad  de  Sancto  Domingo  ocho  dias 
con  mi  muger  é  dos  hijos ,  é  de  aqui  pas- 


sé  á  Tierra-Firme ;  y  en  echando  el  ánco- 
ra en  el  puerto  del  Darion  ,  donde  llegué 
de  noche,  supe  de  una  nao  que  allí  hallé, 
quel  gobernador  Lope  de  Sosa  avia  llega- 
do á  aquel  puerto ,  é  que  estando  para  sa- 
lir en  tierra,  le  llevó  Dios  sin  desembar- 
car. Lo  qual  fué  quassi  la  total  perdición 
de  aquella  tierra,  porque  era  hombre  que 
tenia  buena  conscien^ia  é  larga  expirien- 
cia  en  las  cosas  de  gobernación,  y  era  va- 
ron  muy  recto  é  con  quien  se  remediáran 
mucho  las  cosas  de  aquellas  partes:  é  yo 
me  hallé  confuso  é  arrepentido  de  mi  dili- 
gencia, é  sospeché  luego  que  me  avia  de 
yr  mal ,  porque  el  gobernador  Pedradas 
estaba  mal  conmigo,  é  la  yda  do  Lope  de 
Sosa  é  removerle  á  él  del  cargo  creyó  que 
lo  avia  yo  solicitado,  é  túvome  por  ene- 
migo; é  parescióseme  bien  adelante  en 
sus  obras  y  en  mi  persona  y  hacienda, 
puesto  quel  me  mostró  buen  acogimiento 
é  que  holgaba  de  mi  yda.  Pero  cómo  yo 
llevaba  mi  muger  é  mis  hijos,  que  eran 
niños,  no  pude  dexar  de  atender  é  poner- 
me á  lo  que  me  viniesse,  como  se  dirá 
adelante. 

Mas  es  bien  que  se  diga  primero  la 
causa  de  la  muerte  del  adelantado  Vas- 
co Nuñez  de  Balboa  ,  é  otros  pecado- 
res que  con  él  padescieron  con  título  de 
traydores;  pero  aunque  yo  cobré  sus  bie- 
nes ,  en  nombre  de  Su  Magestad ,  para  su 
cámara  é  fisco,  no  me  determino  si  lo  fue- 
ron ó  no. 


CAPITULO  XII. 


Pe  la  muerle  del  adelantado  Vasco  Nuñez  de  Balboa ,  é  Andrés  de  Válderrábano,  é  Fernando  de  Arguello, 
é  Luys  Bolello ,  c  Fernán  Muñoz ,  que  fueron  en  una  hora  degollados  en  la  villa  de  Acia,  en  Tierra- 
Firme. 


E,  Rey  Cathólico  don  Fernando,  quinto 
de  tal  nombre,  aviendo  respecto  á  los  ser- 
vicios de  Vasco  Nuñez  de  Balboa ,  le  higo 
adelantado  de  la  mar  del  Sur  é  goberna- 


dor de  las  provincias  de  Coyba  é  Pana- 
má, como  mas  largamente  lo  he  dicho:  y 
assimesmo  dixe  cómo  Pedradas  le  quiso 
detener  las  provisiones:  é  también  se  hi- 


DE  INDIAS.  Lili. 

co  mención  de  lo  que!  obispo,  fray  Johan 
de  Que  vedo,  trabaxó  é  higo  hasta  que 
le  fueron  dadas.  Resultó  desto  una  ene- 
mistad é  odio  perpétuo  en  el  gobernador, 
6  ofliciales,  é  alcalde  mayor,  el  licenciado 
Espinosa,  contra  Vasco  Nuñez ,  ó  nunca 
pudieron  olvidar  el  odio  entrañable,  que 
le  tenían. 

Cómo  el  obispo  era  sagaz,  é  conos- 
cia  la  dispusieron  destos  ánimos,  por  yr 
eonoseiendo  malicia*  e  cautelas,  e  usan- 
do el  de  otras  mayores ,  por  salir  con 
su  desseo,  que  era  ver  señor  en  todo  a 
Vasco  Nuñez  :  \  iendo  (piel  gobernador  era 
hombre  de  mucha  edad,  e  es! aba  enfer- 
mo, e  tenia  hijas,  é  era  cobdicioso,  mo- 
vió este  perlado  á  Pedradas  que  casasse 
una  de  sus  hijas  con  el  adelantado  Vasco 
Nuñez,  que  era  mancebo  ó  de  buena  dis- 
pusieron para  trabaxar,  porque  seria  á  su 
propóssito:  lo  uno.  porque  Vasco  Nuñez  le 
serviría,  como  hijo:  é  lo  otro,  porque  era 
hombre  hijodalgo  é  tenia  ya  título  de  ade- 
lantado, y  61  casaba  muy  bien  su  hija,  é 
seria  su  teniente,  é  dcscuydaria  en  las  co- 
sas de  la  guerra .  é  sen  iría  muy  bien  al 
Rey,  ó  acrescenlaria  su  honra  é  hacienda, 
6  demás  desso  cessarian  las  parcialidades 
c  passiones  de  los  ofííciales ,  y  el  gober- 
nador temía  mucho  descanso.  E  deste  te- 
nor le  divo  otras  muchas  palabras  en  el 
caso,  ó  lo  mesmo  dixo  é  persuadió  á  do- 
ña Isabel  de  Bovadilla,  su  muger,  la  qual 
estaba  bien  con  el  Vasco  Nuñez ,  y  él  se 
avia  dado  mucho  á  la  contentar  é  servir. 
En  lo  qual  el  gobernador  é  su  muger  vi- 
nieron, é  se  hicieron  los  capítulos  matri- 
moniales, é  le  tomó  por  hijo  ó  yerno 
(puesto  que  para  la  conclusión  deste  casa- 
miento estaba  la  hija  ,  que  Pedradas  le 
ofresció  en  España ,  é  quedó  que  dentro 
de  gierto  tiempo  la  llevarían  al  Darien);  é 
assi  comencé  á  llamar  hijo  al  adelantado, 
é  á  honrarle  é  favorescerle ,  y  en  nombre 
de  su  hija ,  se  desposó  é  dió  la  mano  por 

ella ,  é  passaron  las  cscripluras  é  firmecas 
TOMO  III. 


XXIX.  CAP.  XII.  57 

que  les  paresció.  Y  cscrivió  luego  Pedra- 
das al  Rey  é  á  los  señores  del  Consejo  de 
Indias ,  que  este  casamiento  avia  hecho  de 
su  hija ,  porque  todos  sirviessen  mejor  é 
mas  derechamente  a  Dios  é  Sus  Magesta- 
des.  Para  mí  tengo  yo  crcydo  é  por  muy 
averiguado  que  si  el  obispo  estuviera  en 
la  tierra,  que  el  adelantado  no  muriera; 
pero  él  pensó  que  quedaba  seguro,  con 
aquel  assienlo  del  casamiento,  de  las  cau- 
telas del  gobernador  y  de  las  del  thesso- 
rero  Alonso  de  la  Puente,  que  era  el  que 
mayor  odio  le  tenia,  como  lo  mostró  bien 
adelante. 

Assi  que,  después  quel  obispo  dexó 
concertado  este  debdo  ,  é  dadas  las  ma- 
nos ,  como  es  dicho ,  é  que  el  gobernador 
le  favorescia,  él  se  partió  desde  á  poco 
para  España ,  é  se  fué  la  corte  á  Barcelo- 
na ,  é  murió  desde  á  muy  pocos  dias,  co- 
mo lo  dive  en  el  capitulo  de  susso ,  en- 
trante el  año,  ó  diciendo  mejor  el  postre- 
ro dia  del  año  de  mili  é  quinientos  é  diez 
y  nueve ,  que  fué  víspera  de  la  Natividad 
de  Chripsto  ,  veyntc  y  quatro  de  diciem- 
bre ;  é  por  su  muerto  fué  elegido  por  per- 
lado de  Castilla  del  Oro  fray  Vicente  Pe- 
raca,  de  la  orden  de  Sancto  Domingo,  el 
qual  fué  el  segundo  obispo  de  aquel  obis- 
pado. 

Tornando  á  la  historia,  estando  el  ade- 
lantado Vasco  Nuñez  muy  en  gracia  de  su 
s.uegro,  acordó  de  yr  á  la  mar  del  Sur, 
con  su  licencia,  y  en  ella  hacer  ciertos 
navios,  para  descubrir  aquellas  costas  é 
mares ,  é  saber  los  secretos  é  riquezas  de 
la  mar  austral ;  de  lo  qual  el  gobernador 
fué  muy  contento,  é  aun  tuvo  manera  que 
de  la  hacienda  del  Rey  se  le  prestassen 
dineros,  para  hacer  el  armada.  Con  los 
quales  y  con  los  que  el  adelantado  tenia, 
é  ayudándole  con  su  hagienda  toda  un  su 
amigo ,  llamado  Fernando  de  Arguello 
(natural  de  la  Torre  de  Lobaton,  que  fué 
aquel  escribano  que  en  el  capitulo  III  del 
libro  XXVIII  se  dixo  que  avia  assentado  el 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


juramento  que  en  el  Dañen  hirieron  los 
que  con  Vasco%\uñez  se  conjuraron,  para 
no  resgebir  á  Diego  de  Nicuesa),  luego 
el  adelantado  comencé,  á  dar  orden  en  su 
despacho,  para  se  yr  á  la  otra  costa  del 
Sur. 

En  este  tiempo  estaba  ya  hecha  la  for- 
talega  é  pueblo  de  Acia ,  6  puesto  en  ella 
por  alcayde  el  capitán  Lope  de  Olano:  é 
assi  por  el  mal  tractamiento  que  los  chrips- 
lianos ,  que  con  él  estaban ,  hacían  á  los 
indios  é  al  cacique  de  Careta  (en  cuya 
tierra  c  puerto  estaba  aquella  tuerca), 
como  porque  el  cacique  no  tenia  olvi- 
dada la  maldad  del  capitán  Bartolomé 
Hurtado,  que  dió  por  quinto  é  higo  escla- 
vos el  principal  é  indios  de  paces,  que  le 
prestó  este  cagique  para  le  llevar  las  car- 
cas, (piando  volvía  de  buscar  al  teniente 
Johan  de  Ayora ,  como  porque  la  muerte 
de  Nicuesa  é  la  maldad  é  traygion  queste 
Lope  de  Olano  le  avia  fecho,  no  estaban 
ante  Dios  en  olvido;  no  pudiendo  ya  el 
cacique  sufrir  los  adulterios  é  robos  é  sin- 
razones que  se  le  hacían,  acordó  de  ma- 
lar á  este  Lope  de  Olano;  é  assi  lo  higo 
con  hasta  otros  doge  ó  quince  chrípstianos, 
que  con  él  estaban.  En  enmienda  de  lo 
qual  se  hicieron  otras  crueldades ,  é  se 
dieron  por  esclavos  los  indios  de  Careta, 
sin  a  ver  considoragion  á  la  mucha  ragon 
que  este  cagique  tenia,  para  se  vengar  de 
sus  enemigos,  que  tantas  ofensas  le  avian 
fecho.  En  fin ,  que  allí  quedó  aquel  pue- 
blo ,  el  qual  agora  se  llama  la  cibdad  de 
Acia ,  y  es  pequeña  poblagion  al  pressente 
en  la  costa  del  Norte,  en  aquella  goberna- 
gion  de  Castilla  del  Oro. 

Assi  que ,  el  adelantado  Vasco  Nuñez 
fué  allí  por  mar,  é  desde  allí  passó  á  la 
otra  costa  é  higo  giertos  navios  con  mucho 
trabaxo  é  grandes  gastos ;  é  á  fuerga  de 
bragos  con  la  gente  que  le  siguió ,  y  él  por 
su  persona ,  traía  la  madera  á  cuestas  des- 
de el  monto  hasta  el  astillero ,  donde  se 
hagian ,  para  seguir  esta  empressa ;  pero 


mató  quinientos  indios,  hagiéndoles  acar- 
rear cables  é  áncoras  é  jargiasé  otros  ma- 
teriales é  aparejos  de  una  mar  á  otra,  por 
sierras  é  montes  é  asperíssimos  caminos, 
y  passando  muchos  rios,  para  efetuar  la 
obra  de  los  navios.  É  entre  tanto  que  esta 
labor  se  hagia ,  envió  capitanes  por  las  co- 
marcas, é  tomaron  muchos  indios,  como 
quier  que  los  pudiessen  aver,  leyéndoles 
aquel  requirimiento  que  es  dicho,  en  tanto 
que  los  ataban ,  é  no  guardándoles  cosa 
alguna  (pie  se  Ies  prometiesse;  é  parte  de 
estos,  assi  pressos  é  captivos,  ocupaban 
en  el  trabaxo  de  los  navios,  é  los  otros 
enviaban  á  vender  al  Darien  por  mano  de 
aquel  Hernando  de  Arguello  ques  dicho, 
sin  que  se  declarasse  si  eran  esclavos  ó 
no.É  todo  se  disimulaba,  só  color  de  aque- 
llas bodas  (piel  gobernador  con  su  hija 
avia  ofresgido  al  adelantado ,  sin  mirar  ni 
tener  respecto  que  se  deservían  Dios  y  el 
Rey ,  é  que  era  todo  aquello  la  total  deso- 
lagion  de  la  tierra  é  de  los  naturales  deUa, 
porque  turó  aquella  labor  é  obras  mucho 
tiempo. 

Passóse  aquel  tiempo  limitado  é  Iigen- 
gia  quel  gobernador  avia  dado  al  ade- 
lantado para  yr  á  aquel  viage,  que  pensó 
hager  por  la  mar  del  Sur;  é  diéronle  á 
entender  á  Pedrarias ,  que  pues  el  adelan- 
tado no  venia  ni  enviaba  á  dar  ragon  de 
sí  é  de  su  tardanga ,  que  debía  estar  alga- 
do  é  se  querría  yr  por  la  mar  del  Sur,  con 
aquellos  navios  que  avia  hecho,  á  poblar 
en  otras  partes,  donde  fuesse  señor  é  no 
obedesgiesse  al  Rey  ni  al  gobernador.  Lo 
qual  Pedrarias  creyó;  é  los  émulos  del 
adelantado,  que  eran  los  offigiales  y  el 
bachiller  Corral,  viendo  la  dispusigion 
quel  tiempo  les  mostró  en  la  voluntad  del 
gobernador,  para  engender  mas  su  sospe- 
cha, é  quitar  el  crédito  á  Vasco  Nuñez, 
siempre  le  degian  palabras  de  mas  indig- 
nagion.  É  estando  las  cosas  en  este  esta- 
do é  opinión ,  llegaron  cartas  del  adelan- 
tado, dando  sus  excusas  al  gobernador  de 


DE  INDIAS.  LUÍ. 

la  tardanza  .  á  causa  do  la  dilación  é  tiem- 
po que  se  avia  gastado  en  la  labor  de  los 
navios  hasta  los  echar  al  agua,  é  supli- 
cándole que  le  prorogasseel  término  para 
efetuar  ?u  viage;  La  qual  petición  le  fué 
denegada,  porque  los  offioiales  é  aquel 
bachiller  Corral  decían  qué  en  ninguna 
manera  el  gobernador  le  debía  dar  tal  pro- 
rogacion: é  assi  el  gobernador  no  le  res- 
pondió. ('■  dilataba,  sin  conceder  ni  negar, 
sino  dando  respuestas  equivocas  á  los  so- 
licitadores, entreteniendo  los  negocios. 

De  esto  todo  le  avisó  aquel  Hernando 
de  Arguello  por  una  carta,  (píele  costó  la 
cabooa,  en  la  qual  le  escrivió  que  no  le 
querían  dar  nías  término  ni  prorogacion, 
é  que  le  aconsejaba  que  nocurasse  dolió, 
ni  dexasse  de  hacer  su  viage;  é  que  hi- 
ciesse lo  que  los  padres  hierónimos  (que 
gobernaban  desde,  aquesta  cibdad  de 
Sánelo  Domingo  las  Indias,  como  supe- 
riores), en  aquella  sacón  le  avian  escripto 
ú  Vasco  Nuñez,  que  era  que  hiciesse  el 
viage,  pues  tanto  convenia  al  servicio  de 
Dios  é  del  Hoy:  6  que  esto  le  acordaba  el 
Hernando  de  Arguelló  que  hiciesse,  é  no 
so  curasse  de  lo  quel  gobernador  é  ofli- 
ciales liiciessen  ódixessen,  pues  que  avia 
gastado  en  la  empressa  é  navios  su  ha- 
cienda, é  la  de  sus  amigos,  con  tanto 
tiempo  é  traxos. 

Esta  cai  ta  vino  á  manos  de  Pedrarias; 
y  en  esta  sacón  avia  ya  nuevas  en  la  tier- 
ra que  por  mi  solicitud  é  las  informacio- 
nes quel  Emperador,  nuestro  señor,  tenia 
de  la  Tierra-Firme,  se  avia proveydo otro 
nuevo  gobernador  en  lugar  de  Pedrarias; 
é  con  esta  sospecha,  el  adelantado  Vasco 
Nuñez  se  concertó  con  Andrés  de  Valder- 
i  abano  é  con  el  capitán  Andrés  Garavito  é 
Luis  Botello  é  Fernán  Muñoz,  que  se  en- 
viasse  á  saber  en  Acia  qué  nueva  avia  de 
la  venida  del  nuevo  gobernador,  ó  que  si 
oviesse  venido  gobernador ,  el  mensagero 
tornasse  diciendo :  « Albricias !  albricias! 
quel  adelantado  Vasco  Nuñez  es  goberna- 


XXIX.  CAP.  XII.  59 

dor  de  Tierra-Firme»;  é  le  diessen  ciertas 
cartas,  en  que  paresciesse  que  le  yba  el  avi- 
so dello.  Lo  qual  él  hacia  é  fingía,  porque 
si  la  gente  supiera  que  avia  gobernador 
nuevo  en  la  tierra,  no  la  pudiera  tener  é  se 
le  tornarían  al  Darien,  é  también,  porque 
si  gobernador  nuevo  oviera,  sospechaba 
que  le  quitaría  el  cargo,  por  le  dará  algún 
pariente  ó  amigo  suyo,  ó  le  deternia,  y 
él  perdería  su  tiempo  é  trabaxo,  é  lo  que 
avia  gastado :  é  que  si  este  mensagero  que 
avia  de  yr  á  Acia  no  hallasse  nueva  de  la 
venida  del  nuevo  gobernador,  dixesse 
que  no  avia  otro  gobernador,  ni  nueva 
del,  sino  Pedrarias  Dávila,  é  que  estaba 
muy  bueno  é  alegre  en  aver  sabido  del 
adelantado  Vasco  Nuñez,  é  que  le  envia- 
ba la  prorogacion  que  le  avia  enviado  á 
pedir. 

Estas  cartas  y  espias  fueron  tomadas 
por  un  Francisco  Benitez,  escribano  que 
era  allí  en  Acia,  é  dió  aviso  cncontinenti 
á  Pedrarias:  el  qual  escrivió  luego  muy 
sabrosamente,  como  padre,  al  adelanta- 
do,  é  lo  envió  á  llamar  desde  Acia ,  á  don- 
de se  avia  ydo ;  é  luego ,  como  hijo  obe- 
diente, vino  allí  á  ver  al  gobernador,  é 
saber  lo  quél  quería  mandar,  pensando 
que  estaba  en  su  gracia ,  como  era  racon. 
Pero  assi  como  llegó,  le  higo  prender,  é 
assimesmo  fueron  pressos  el  capitán  An- 
drés Garavito  é  Luis  botello  é  Fernán 
Muñoz  é  Andrés  de  Valderrábano  é  Her- 
nando de  Arguello,  porque  avia  escripto 
la  carta  que  se  dixo  de  susso  al  adelanta- 
do. Estando  assi  pressos,  fué  aconsejado 
el  Garavito  que  descubriesse  lo  que  sabia 
deste  negocio,  é  pidiesse  misericordia  é 
merced  de  la  vida:  é  assi  lo  luco,  é  dixo 
al  gobernador  é  juró  lo  que  es  dicho ;  é 
por  esta  su  confession  ó  declaración  le  fué 
remitida  ó  perdonada  la  culpa  ó  parte  que 
le  cabia  en  el  concierto  que  es  dicho ,  pues 
avia  descubierto  aquella  trayeion,  que  se 
les  imputaba  al  adelantado  é  sus  consor- 
tes. É  mandó  el  gobernador  á  su  alcalde 


60 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mayor,  el' licenciado  Espinosa,  que  con 
mucha  diligencia  entendiesse  luego  en  la 
residencia,  é  la  hicjesse  pregonar  contra 
Vasco  Nuñcz ;  é  mandó  que  se  le  acuinu- 
lasse  la  primera  que  se  le  avia  comenta- 
do á  tomar,  cinco  años  ó  mas  avia,  é  nun- 
ca se  avia  acabado;  é  todos  los  crimines 
y  excessos  que  del  adelantado  se  pudies- 
scn  saber,  con  la  muerte  del  capitán  Die- 
go de  Nicuesa,  é  que  todo  se  le  truxesse 
á  conseqüencia :  é  que  assimcsmo  que  en 
el  tiempo  que  Vasco  Nuñez  avia  goberna- 
do la  tierra  (antes  que  Pedrarias  allá  fues- 
se) ,  avia  tomado  una  marca  real  de  mar- 
car oro  al  veedor  Silvestre  Pérez,  é  lo 
avia  hecho  morir  de  hambre,  é  otros  de- 
lictos. 

En  esta  nescessidad  puesto  el  adelanta- 
do Vasco  Nuñez  ,  los  officiales,  el  thossore- 
ro  Alonso  de  la  Puente  y  el  contador  Diego 
Márquez,  é  con  ellos  el  bachiller  Diego 
de  Corral,  vinieron  muy  de  grado  concer- 
tados, é  pusiéronle  una  larga  é  criminal 
acusación,  la  qual ,  firmada  de  todos  tres, 
pressentó  aquel  bachiller,  su  antiguo  ene- 
migo ;  é  al  alcalde  mayor  no  le  faltó  vo- 
luntad para  proceder  en  este  prócesso,  ó 
finalmente  los  sentenció  a  todos  á  ser  de- 
gollados por  traydores ,  é  confiscados  sus 
bienes  para  la  cámara  c  fisco  de  Sus  Ma- 
gostados. 

Antes  que  esta  sentencia  se  diesse,  tu- 
vo forma  el  alcalde  mayor  con  ciertos  di- 
putados de  la  compañía  que  avian  hecho 
los  navios ,  que  hiciessen  un  pedimento  al 
gobernador ,  en  que  le  suplicassen  é  pi- 
diessen  que  mandasse  abreviar  la  residen- 
cia de  Vasco  Nuñez ,  y  enviasse  al  alcal- 
de mayor ,  el  licenciado  Espinosa ,  por  su 
teniente  general  é  capitán,  diciendo  que 
á  él  querían  é  no  á  otro:  é  aun  decían 
que  no  avia  otro  que  mejor  lo  hiciesse, 
porque  no  se  acabassen  de  perder  tantos 
hombres,  esperando  aquel  viage  é  deter- 
minación ;  é  á  este  propóssito  otras  pala- 
bras en  favor  del  alcalde  mayor,  segund 


quél  mesmo  las  ordenó  é  las  hico  firmar 
á  aquellos  diputados  de  la  compañía. 

Hecho  esto,  se  dió  la  sentencia,  de  la 
qual  apeló  el  adelantado  Vasco  Nuñez  pa- 
ra el  Emperador ,  nuestro  señor ,  é  su 
Real  Consejo  de  Indias:  y  el  alcalde  ma- 
yor envió  á  un  Chripstóbal  Muñoz,  que 
era  el  escribano  ante  quien  passaba  la  cau- 
sa, á  notificar  al  gobernador  la  apelación 
para  que  se  hiciesse  lo  que  mandasse,  6 
dixesse  si  se  le  otorgaría  la  apelación  por 
racon  del  titulo  de  adelantado,  ó  si  se  le 
denegaría;  y  el  gobernador  respondió  por 
escripto  que  no  lo  remiliesse  ni  se  la  otor- 
gasse,  sino  que  liigiosse  justicia.  Aquel 
auto  quel  alcalde  mayor  mandó  notificar 
á  Pedrarias .  é  su  respuesta ,  todo  lo  or- 
denó el  licenciado  Espinosa ,  é  lo  esere- 
vió  Antonio  Quadrado,  su  criado,  é  lo  fir- 
mó Pedrarias.  E  assi  fué  executada  por 
pregón  público  la  sentencia,  é  descabe- 
zados el  adelantado  é  Fernando  de  Ar- 
guello é  Luis  Bótelló  é  Hernán  Muñoz  é 
Andrés  de  Yaldcrrábano  en  la  placa  de 
Acia,  é  fué  absuelto  el  capitán  Andrés 
Gara  vito,  por  descubridor  de  latrayeion. 
Y  fué  hincado  un  palo,  en  que  estuvo  la 
cabooa  del  adelantado  muchos  dias  pues- 
ta: é  desde  una  casa,  que  estaba  diez  ó 
doce  passos  de  donde  los  degollaban  (co- 
mo carneros,  uno  á  par  de  otro)  estaba 
Pedrarias,  mirándolos  por  entre  las  cañas 
de  la  pared  de  la  casa  ó  b'uhío. 

Desta  manera  acabó  el  adelantamiento 
de  Vasco  Nuñez ,  descubridor  de  la  mar 
del  Sur,  é  pagóla  muerte  del  capitán  Die- 
go de  Nicuesa;  por  la  qual  é  por  otras 
culpas  permitió  Dios  que  oviesse  tal  muer- 
te,  é  no  por  lo  quel  pregón  decía ,  por- 
que la  que  llamaban  trayeion,  ninguno  la 
tuvo  por  tal. 

E  assi  pagó  Hernando  de  Arguello  aquel 
testimonio  é  juramento  del  Darien  con- 
tra Nicuesa ;  é  Andrés  de  Valderrabano 
pagó  aquel  consejo  que  dió  para  quel  ca- 
pitán Gaspar  de  Morales  degollasse  en 


DE  INDIAS.  LIB.  XXLX.  CAP.  XII. 


Gl 


cuerda  tantos  indios  é  indias  é  niños, 
quando  venían  de  la  isla  de  las  Perlas. 

El  capilan  Peñalosa,  que  fué  en  el  mes- 
mo  consejo  herodiano,  después  lo  mataron 
indios  en  la  isla  de  Cuba. 

Luis  Botello  y  Hernán  Muñoz,  pues  eran 
daquellos  primeros  conquistadores  é  tan 
familiares  amigos  del  adelantado,  que  se 
avian  hallado  en  aquellas  entradas  que  he 
dicho,  no  temían  tan  limpias  las  manos 
de  sangre  humana,  que  le  faltassen  méri- 
tos para  la  fin  que  ovieron. 

El  capitán  Andrés  de  Garavito,  des- 
pués de  algunos  años,  en  León  de  Nica- 
ragua, para  un  juego  de  cañas,  él  é  otros 
se  disfracaron  é  vistieron  como  moros,  y 
él  é  otro  de  caballo  arremetieron  hácia 
donde  estaban  ciertas  mugeres  españo- 


las, mirando  la  fiesta ;  é  como  llegó  cerca 
dellas,  dixo:  .«Señoras,  tornaos  moras,» 
é  otros  desatinos.  É  loando  la  secta  de 
Mahoma,  cayó  súbitamente  muerto,  que 
no  habló  mas  palabra. 

El  Francisco  Benitez,  escribano  de  Acia, 
que  se  dixo  que  avia  descubierto  las  es- 
pías del  adelantado ,  é  que  avisó  al  go- 
bernador ,  después  mas  de  tres  años ,  es- 
tando en  Panamá,  murió  súbito;  é  lo  ha- 
llaron muerto  echado  en  su  hamaca, 
aviéndose  acostado  la  noche  antes  muy 
sano. 

Por  manera  que  assi  ovieron  térmi- 
no las  vidas  destos  pecadores.  Plega  á  la 
misericordia  de  Dios  que  con  sus  ánimas 
se  haya  ávido  piadosamente ,  pues  que  á 
á  los  cuerpos  no  faltó  su  castigo. 


CAPITULO  X11L 

Cómo  el  licenciado  Gaspar  de  Espinosa  ,  alcalde  mayor  de  Pedradas  ,  fué  por  su  teniente  general  por  la 
mar  del  Sur  con  los  navios  que  avia  hecho  el  adelantado  Vasco  Nuñez  de  Balboa  ,  é  de  lo  que  tuco  en  el 
viage  ,  é  otras  cosas  antes  deslo,  en  que  este  licenciado  se  avia  hallado. 


iVntes  de  la  muerte  del  adelantado  Vas- 
co Nuñez  de  Balboa ,  el  licenciado  Espi- 
nosa, alcalde  mayor,  estaba  muy  infor- 
mado é  insimulo  e  diestro  cu  las  cruel- 
dades que  los  oli  os  capitanes  acostumbra- 
ban hacer  contra  los  indios:  é  aun  enaque- 
llasavia  el  aercseenlado  otras  cosas,  por- 
que avia  hecho  un  viage,  como  teniente  de 
capitán  general ,  é  avia  ydo  á  la  costa  del 
mar  del  Sur,  é  de  camino  avia  hecho  mu- 
chas muertes  en  los  indios  de  Comogre  é 
Pocorosa  é  Chiman,  só  color  de  castigar  á 
los  que  avian  muerto  á  los  chripstianos 
del  pueblo  é  puerto  de  Sancta  Cruz.  É 
passó  á  Nata,  é  llegó  á  la  provincia  de 
Paris ,  en  busca  de  aquel  oro  que  avia 
perdido  el  capitán  Goncalo  de  Badajoz ;  é 
después  que  algunos  dias  estuvo  en  tierra 
desle  cacique,  con  doscientos  hombres 
escogidos ,  hallóse  en  los  llanos  que  dicen 
de  Paris  muy  dentro  de  aquella  tierra ,  é 


no  hallando  allí  rastro  del  cacique,  acordó 
de  enviar  al  capitán  Diego  de  Albitez  ade- 
lante con  cient  hombres ,  y  él  quedó  en  la 
rctoguarda  con  las  yeguas  é  caballos  que 
llevaba,  que  serian  quince  ó  diez  y  seys. 

Pero  no  me  puedo  acordar  de  lo  que 
agora  diré,  sin  reyrme  de  las  señas  que  los 
indiosdaban  deste  capitán,  quando  venían 
de  donde  andaba;  porque  cómo  les  pre- 
guntaban por  el  licenciado,  para  dar  á 
entender  que  le  avian  visto  é  dónde  an- 
daba, rebuznaban  ó  se  esforzaban  á  decir 
lo  que  sabían,  roznando  como  asnos,  por- 
que nunca  se  avia  visto  tal  animal  en 
aquellas  partes ,  y  este  licenciado  Espino- 
sa traia  uno  en  su  compañía.  É  viendo 
que  los  indios  tenían  temor  de  oyrle  ,  dá- 
banles á  entender  que  pedia  oro  para  el 
Rey  é  sus  capitanes,  é  no  dexaban  algu- 
nos de  darlo,  por  amor  del  asno  é  por  le 
contentar. 


62 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATI  RAL 


Tornando  á  nuestra  historia,  yendo 
Diego  de  Albilez  adelante ,  halló  al  cagi- 
que  en  la  costa  de  un  rio  ,  é  peleó  con  él, 
é  matóle  ginquenta  ó  sessenta  indios,  é 
fueron  heridos  algunos  chripstianos;  y  el 
alcalde  mayor  le  socorrió ,  y  el  cacique  é 
su  gente  se  pussieron  en  huyda  é  se  fue- 
ron á  rehager  de  mas  gente,  como  lo  hi- 
cieron. En  essa  sacón  llegó  el  capitán 
Hieronimo  de  Valcngucla  con  otros  cieut 
compañeros  que  Pedrarias  envió  en  socor- 
ro del  alcalde  mayor;  é  cómo  los  chrips- 
tianos eran  ya  trescientos  hombres,  de 
hecho  paresgiéndole  al  cacique  que  no  los 
podría  echar  de  la  tierra,  sin  daño  della  é 
de  sus  indios,  usó  de  la  cautela  que  diré. 
Envió  dos  indios,  que  se  dexassen  prender, 
hacia  el  real  de  los  chripstianos,  é  man- 
dóles que  les  enseñassen  el  oro  quel  ca- 
cique avia  tomado  al  capitán  Goncalo  de 
Badajoz  é  á  los  españoles :  turnados  estos 
dos  indios,  interrogólos  Diego  de  Albilez 
para  que  dixessen  dónde  estaba  el  caci- 
que de  Paris,  é  no  quisieron  dar  noticia 
dél,  c  decían  que  estaba  en  otra  provin- 
cia: é  preguntándoles  por  el  oro,  dixo  el 
uno  dellos  quel  pro  él  lo  mostrada  á  los 
chripstianos  dónde  estaba,  é  quel  cacique 
quería  que  lo  tomassen  é  se  fuessen  en 
buen  hora  de  su  tierra.  Y  cómo  aver  oro 
era  el  principal  intento  que  esta  gente 
nuestra  llevaba,  mas  que  de  hacer  al  ca- 
cique su  amigo  ni  le  convertir  á  la  fée, 
por  aviso  deste  indio  fué  Diego  Albitez 
donde  el  oro  estaba ,  y  en  una  arroyada 
le  mostró  un  buhío,  como  pequeño  ran- 
chuelo,  é  allí  hallaron  diez  habas  ó  gestas, 
en  que  avia  hasta  treynta  mili  pessos  de 
oro.  É  no  faltaba  cosa  alguna  de  quanto 
se  le  avia  tomado  al  capitán  Badajoz ,  si- 
no los  seys  mili  pessos,  que  las  mugeres 
del  cagique  de  Paris  le  avian  enviado  al 
Badajoz ,  é  los  tres  mili  pessos  que  le  avia 
dado  aquel  indio  pringipal,  que  tornó  cor- 
nudo, por  la  bondad  de  aquel  devoto  clé- 
rigo. Estos  nueve  mili  pessos  de  oro  avia 


tomado  el  cagique,  ó  lo  demás  todo  esta- 
ba allí  quanto  á  Badajoz  se  le  tomó. 
-  Con  este  oro  é  otro  que  tomó  el  alcalde 
mayor  en  aquel  viage ,  volvió  al  Darien 
muy  orgulloso  é  próspero;  é  desde  eston- 
ge  quedó  en  reputagion  de  hombre  que 
sabia  muy  bien  el  arte  de  la  guerra  é  de 
las  sinragones  que  se  usaban  hager  contra 
los  indios,  é  aun  fué  inventor  de  una 
crueldad  no  vista  en  aquellas  partes  hasta 
aquel  tiempo,  é  fué  aquesta.  Atado  un  in- 
dio de  los  de  Chiman  (  que  él  condenó  á 
muerte  por  castigo  de  los  chripstianos,  que 
mataron  en  el  pueblo  é  puerto  de  Sancta 
Cruz)  arrimado  á  un  árbol,  higo  assenlar 
un  tiro  de  pólvora  á  diez  ó  doge  passos 
dél,  é  mandóle  tirar,  é  dióle  por  mitad  de 
los  pechos,  é  por  donde  entró  la  pelota, 
que  seria  tamaña  como  una  nuez,  higo  el 
agujero  de  aquel  tamaño,  é  por  donde  sa- 
lió en  las  espaldas  del  indio  higo  mayor 
abertura  é  llaga  quel  bulto  de  una  grande 
botija  de  media  arroba.  Esto  fué  cosa  de 
mucho  espanto  á  los  indios,  é  notado  por 
mucha  crueldad  entre  los  chripstianos, 
que  lo  vieron. 

De  esta  expiriengia  é  otras  tornó  de 
aquel  viage  con  treynta  é  tantos  mili  pes- 
sos de  oro  é  muchos  indios  en  cuerda :  é 
por  tanto  hallaban  los  diputados  de  la 
compañía  que  lo  debian  pedir  por  capitán 
de  los  navios  del  adelantado  Yasco  Nu- 
ñez,  lo  qual  el  gobernador  les  congedió, 
con  largos  poderes  que  le  dio  para  yr  á 
tomar  la  gente  é  navios  é  proseguir  el  via- 
ge ,  que  avia  de  hager  el  mal  afortunado 
adelantado  Yasco  Nuñcz. 

Llegado  á  la  mar  del  Sur,  con  título  de 
teniente  de  capitán  general ,  entró  en  los 
navios,  é  corrió  la  mar  é  tierra  de  la  cos- 
ta del  Sur  hágia  el  Ogidente ;  é  ovo  deste 
segundo  viage  del  cagique  de  Paris  qua- 
renta  mili  pessos  de  buen  oro,  é  los 
veynte  mili  pessos  dellos  higo  enterrar  en 
Panamá,  dentro  de  la  cibdad,  gerca  de  la 
costa ,  é  dexó  allí  por  teniente  al  capitán 


DE  INDIAS.  LIB. 

Gonzalo  de  Badajoz.  E  los  otros  veynte 
mili  pessos  hígolos  llevar  á  la  cibdad  del 
Dañen ,  donde  el  gobernador  é  officiales 
residían,  para  queso  quintassen  todos  los 
quarenta  mili  pessos  é  fundiessen  la  resta, 
para  proveer  dellos  á  la  gente  de  algunas 
cosas,  de  que  tenían  nescessidad.  Y  el  li- 
cenciado con  los  navios  se  tornó  por  la 
costa  abaxo  desde  Panamá  la  via  del  Po- 
niente en  continuación  del  descubrimien- 
to, é  llegó  á  la  punta  de  Chame,  que  es- 
tá veynte  y  cinco  leguas  la  costa  abaxo  al 
Hueste,  en  la  qua)  ya  avia  estado  primero. 

Esta  punta  ó  promontorio  está  en  siete 
grados  y  medio  de  la  equinoeial,  á  la  par- 
te de  nuestro  polo.  É  desde  allí  fué  á  re- 
conoscer  la  punta  de  Güera,  que  está  mas 
al  Ocidente  veynte  leguas,  y  está  en  seys 
grados  y  medio  desta  parle  de  la  equino- 
eial :  entre  aquestas  dos  puntas  de  Chame 
é  Güera  está  un  golphete,  que  se  llama  gol- 
pho  de  Paris ,  porque  todo  aquello  seño- 
rea el  cacique  de  Paris.  Desde  la  punta 
de  Güera  fué  mas  al  Poniente  otras  veyn- 
te leguas  hasta  la  punta ,  que  se  llama  de 
Buena  Vista ,  la  qual  está  en  seys  grados 
y  un  tercio  desta  parte  de  la  equinoeial. 

Desta  punta  de  Buena  Vista  hasta  la 
punta  de  Saneta  María  se  corren  al  Hueste 
otras  veynte  leguas ,  y  en  este  espacio  se 
entra  la  mar  á  la  vuelta  del  Norte  mas 
de  otras  veynte  leguas,  y  en  aquella  en- 
senada hay  muchas  islas,  y  están  las  is- 
las de  Cebaco ,  donde  está  enterrado  el 
cosmógrapho  Codro,  veneciano,  que  por 
yerro  en  la  impresión  primera  en  la  pri- 
mera parte ,  en  el  libro  X,  capítulo  III,  se 
avia  dicho  que  en  las  de  Corobaro ;  pero 
no  murió  sino  en  estas  de  Cebaco  Y  en 
esta  ensenada  está  otra  isla  mayor ,  que 
se  dice  isla  de  Sancta  María ;  y  en  lo  mas 
puesto  al  Norte  está  el  puerto  de  Ponuba. 

1  Parece  conveniente  manifestar  aqui  que  no  se 
corrigió  este  error  en  el  lugar  citado  por  Oviedo, 
sin  duda  por  no  haberse  acordado  de  retocar  aque- 
lla parte  del  mencionado  capilulo  ,  donde  se  expre- 


XXIX.  CAP.  Xin.  63 

Desde  la  punta  de  Sancta  María  hasta  la 
punta  dé  Burica  se  corren  otras  veynte  le- 
guas al  Sudoeste;  y  está  aquella  punta  de 
Burica  en  seys  grados  y  medio  desta  par- 
te déla  equinoeial.  Ésta  es  muy  buena  co- 
marca ,  fértil  é  abundante  de  los  manteni- 
mientos de  los  indios ,  de  mucho  mahiz  é 
yuca  é  de  las  fructas  de  la  tierra ,  é  de  mu- 
cha montería  de  puercos  é  venados ,  é  de 
muchas  pesquerías  de  buenos  pescados,  é 
buenas  aguas ,  é  muy  hermosos  é  grandes 
mameys,  c  muchas  palmas  de  los  cocos 
grandes  ,  y  es  una  de  las  mayores  provin- 
cias de  aquella  costa  é  de  mejor  gente. 
Entre  estas  dos  puntas  de  Sánela  María  é 
Burica  están  las  islas,  que  llaman  de  Bena- 
matia. 

Desde  la  punta  de  Burica  al  cabo  de 
Sancta  María  se  hace  un  golphete  ó  en- 
senada de  diez  ó  doqa  leguas ,  que  llaman 
el  golpho  de  Osa ,  y  está  el  dicho  cabo  en 
seys  grados  y  un  tercio  mas  al  Ocidente, 
é  desta  parte  de  la  línia  equinoeial.  Cor- 
riendo desde  dicho  cabo  de  Santa  Maria 
al  Ocidente  otras  veynte  leguas ,  está  cer- 
ca de  la  costa  la  isla  del  Caño,  la  qual  es- 
tá en  algo  mas  de  seys  grados  y  medio 
desta  parte  do  la  equinoeial.  Llámase  esta 
isla  del  Caño,  porque  allí  está  una  fuente 
muy  buena ,  é  de  una  peña  sale  un  caño 
que  cae  de  lo  alto ,  é  dentro  de  las  cara- 
velas,  é  sin  peligro  dellas,  las  pueden 
acostar  á  quel  agua  del  caño  cayga ,  si 
quieren,  dentro  en  los  navios,  tan  gruesso 
como  la  muñeca  del  braco  ó  poco  menos, 
é  de  muy  buena  agua. 

Desde  la  isla  del  Caño  hay  diez  ó  doce 
leguas  hasta  las  islas,  que  están  cerca  de 
la  punta  de  Sanct  Lácaro^  la  qual  punta 
está  en  siete  grados  y  medio  desta  parte 
de  la  equinoeial. 

Desde  estas  islas  de  Sanct  Lázaro  fué 

sa  que  Codro  murió  «cerca  de  las  islas  de  Qorobaro 
(ó  Cerebaro)  é  del  puerto  de  Ponuba.»  La  enmien- 
da aqui  introducida  no  puede,  por  tanto,  ser  mas 
oportuna. 


64 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


el  licenciado  con  los  navios  é  gente  que 
llevaba  obra  de  otras  quince  ó  veynte  le- 
guas mas  al  Ocidente,  é  llamó  aquello 
golpho  de  Sanct  Lúcar^  é  otros  le  dicen 
de  Sanct  Lúeas;  pero  no  entró  en  la  en- 
senada grande  que  está  adelante  ,  entre 
el  cabo  Blanco  ó  la  punta  del  puerto  de  la 
Herradura,  ni  lo  vido.  É  todo  lo  quél  vi- 
do  6  navegó  é  pudo  testificar  desta  costa 
fueron  hasta  ciento  y  ochenta  leguas,  po- 
co mas  ó  menos,  porque  de  allí  adelante 
del  golpho  de  San  Lúeas  hasta  el  puerto 
de  la  Posession,  é  mas  adelante  hasta  la 
bahia  de  Fonscca ,  Gil  Gonealez  de  Avila  y 
el  piloto  Andrés  Niño  lo  descubrieron,  co- 
mo se  dirá  en  su  lugar.  Todo  esto  ques 
dicho,  está  en  la  costa  de.  Panamá  al  Oci- 
dente, en  la  mar  del  Sur. 

Andando  el  licenciado  Espinosa  con 
esta  armada,  que  eran  tres  ó  quatro  na- 
vios ,  llegado  el  año  de  veynte ,  sobre  mili 
é  quinientos,  en  el  mes  de  mayo,  llegó  al 
puerto  del  Dañen  el  gobernador  Lope  de 
Sosa ,  de  quien  atrás  se  dixo  que  yba  por 
mandado  del  Emperador  á  gobernar  á 
Castilla  del  Oro ,  é  tomar  residencia  á  Pe- 
dradas é  sus  officiales.  É  assi  cómo  fué  su 
nao  surgida  é  se  comencó  á  vestir  para 
salir  en  tierra ,  é  acabó  de  dar  órden  en 
la  manera  de  su  salida  á  tierra,  luego  ex- 
piró é  dió  el  ánima  á  Dios ,  dentro  en  la 
nao,  sin  salir  á  tierra.  É  cómo  el  gober- 
nador Pcdrarias  le  avia  hecho  aparejar  el 
rescibiniiento ,  assi  le  hico  sacar  honrada- 
mente, y  enterrar  en  la  yglesia  mayor  y 
episcopal,  en  el  lugar  mas  preheminente 
della,  delante  del  altar  mayor,  al  pié  de  las 
gradas ,  mostrando  mucho  dolor  é  senti- 
miento de  su  muerte ;  pero  no  sin  mucha 
alegría  de  su  coracon ,  paresciéndole  que 
esto  era  un  miraglo  é  voluntad  de  Dios, 


en  que  mostraba  quél  quería  que  gober- 
nasse  aquella  tierra,  é  no  otro,  por  eston- 
ces. Pero  pues  con  determinación  de  ha- 
blar verdad  en  lodo  se  comencó  esta  his- 
toria ,  no  se  le  debe  negar  á  Pedrarias  su 
buen  comedimiento  é  crianca  ,  que  lo  sa- 
bia muy  bien  hacer ,  como  cortesano  vie- 
jo, quando  él  quería:  é  assi  á  su  hijo  de 
Lope  de  Sosa ,  llamado  Johan  Alonso  de 
Sosa ,  como  á  todos  sus  criados  é  á  los  que 
con  él  venían,  los  tracto  muy  bien,  é  les 
avadó  é  favoresció.  E  entre  todos  los  otros 
por  quien  él  mas  hico ,  é  á  quien  él  me- 
jor gratificó ,  fué  al  licenciado  Johan  Ro- 
dríguez de  Alarconc'illo  (que  Lope  de  So- 
sa traia  para  ser  su  alcalde  mayor) ;  pero 
no  se  dexó  de  sospechar  que  lo  hico  por 
el  respecto  ó  para  el  efetto,  que  adelante 
se  dirá. 

En  este  camino,  que  en  la  mar  del  Sur 
hico  el  licenciado  Espinosa ,  está  é  se  des- 
cubrió aquel  golpho  que  se  llama  de  las 
Culebras;  porque  hay  ¡numerables,  que 
se  andan  sobreaguadas  en  la  mar ,  de  tres 
palmos  é  poco  mas  luengas,  todas  negras 
en  los  lomos ,  y  en  lo  de  abaxo  de  las 
barrigas  todo  amarillo ,  é  de  lo  negro  ba- 
xan  unas  puntas,  é  de  lo  amarillo  suben 
otras  que  se  abracan  unas  con  otras,  co- 
mo quien  entretexiesse  los  dedos  de  las 
manos  unos  con  otros ,  assi  estas  dos  co- 
lores se  juntan:  las  mas  gruessas  dellas 
son  mas  gordas  quel  dedo  pulgar  del  pié 
6  como  dedos  de  la  mano  juntos ,  é  de  ahí 
mas  delgadas  otras. 

En  este  viage  fué  por  piloto  mayor  Jo- 
han de  Castañeda ,  buena  persona  é  dies- 
tro en  las  cosas  de  la  mar ;  y  esto  es  lo 
que  navegaron  estos  chripstianos  en  la  mar 
del  Sur  hasta  el  año  de  mili  é  quinientos 
é  diez  y  nueve  años. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  XIV. 


CAPITULO  XIV. 

Cómo  el  captan  Gil  Goncalez  de  Ávila  fué  á  la  Tierra-Firme  con  el  pilólo  Andrés  Niño ,  para  yr  desde  Pa- 
namá á  descubrir  por  la  mar  del  Sur  ,  por  mandado  del  Céssar  ;  é  cómo  el  auclor  des'las  historias  volvió 
á  Castilla  del  Oro  ,  ¿  de  la  forma  que  luvo  Pedradas  para  despoblar  el  Darien. 


iVvia  andado  en  la  Tierra-Firme  un  pi- 
loto, llamado  Andrés  Niño:  y  éste,  rumo 
\i<lo  presso  al  adelantado  Vasco  Nuñez, 
sintió  que  de  su  prission  no  podia  resultar 
sino  su  perdición,  é  (pie  pudiendo  aver 
aquellos  navios  quél  tenia  hechos,  se  es- 
peraba" con  ellos  saber  grandes  cosas,  é 
descubrir  grandes  riquecas  en  la  mar  del 
Sur.  Esta  invención  fué  del  thessoreró 
Alonso  de  la  Puente,  el  qual,  con  un  criado 
suyo,  llamado  Andrés  di'  Cereceda,  que 
envió  á  España  con  este  piloto,  se  pu- 
so entre,  ellos  por  movedor  de  la  cosa. 
Llegados  en  España  á  la  corte ,  el  Andrés 
Niño  intentó  la  negociación,  é  cómo  no 
halló  tanto  crédito  para  que  se  le  liasse  el 
cargo,  puesto  que  era  diestro  piloto  y  ex- 
perimentado en  las  cosas  de  la  mar,  jun- 
táronse él  y  el  Cerec  eda  con  Gil  Goncalez 
de  Avila  (contador  del  Céssar  en  esta  ciu- 
dad de  Sancto  Domingo  é  Isla  Española), 
(pie  estaba  en  aquella  sacón,  el  año  de 
mili  é  quinientos  é  diez  y  ocho,  en  la  cor- 
te. El  qual  avia  seydo  criado  del  obispo 
de  Paleneia,  don  Julián  Rodríguez  de  Fon- 
seca,  Presidente  del  Consejo  destas  In- 
dias: é  diéronle  aviso  de  la  prission  de 
Vasco  Nuñez,  é  concertados  con  él,  pidió 
el  Gil  Goncalez  el  descubrimiento ,  é  ob- 
tuvo la  merced,  por  causa  del  obispo,  para 
quel  Gil  Goncalez  é  Andrés  Niño ,  con  sus 
dineros  é  los  de  otros  armaran,  tomando 
Sus  Magostados  la  parte  que  fuessen  ser- 
vidos de  tener  en  esta  armada.  É  fecha 
su  capitulación,  diósele  una  cédula,  en 
quel  Rey  mandó  á  su  lugar  teniente  gene- 
ral é  gobernador  de  Castilla  del  Oro,  por- 
que era  informado  que  Vasco  Nuñez  de 

Balboa,  sin  licencia  especial  de  Su  Ma- 
TOMO  III. 


gestad,  fue  á  la  parte  de  la  mar  del  Sur 
a  hacer  cierto  descubrimiento  con  ciertos 
navios  é  gente ,  é  que  en  él  tornó  é  ovo 
algunas  cosas  ,  é  que  al  pressente  el  Vas- 
co Nuñez  estaba  presso,  c  porque  Su  Al- 
leca  enviaba  á  Gil  Goncalez  de  Ávila  é  An- 
drés Niño  con  cierta  armada  al  descu- 
brimiento de  la  mar  del  Sur:  por  tanto 
mandó  que  en  rescibiendo  su  cédula,  pró- 
veyesse  cómo  se  entregassen  á  Gil  Gon- 
calez todos  los  navios  é  fustas  quel  Vasco 
Nuñez  llevaba  é  quedaron  de  su  armada, 
para  que  con  los  demás,  que  de  España 
llevaba,  pudiesse  hacer  el  dicho  descubri- 
miento ó  viage ,  por  ante  un  veedor  que 
para  ello  el  gobernador  de  Castilla  del  Oro 
nombrasse,  que  le  hiciésse  cargo  de  todo 
por  inventario,  é  que  lo  proveyesse  luego 
el  gobernador,  como  cosa  que  mucho  lo- 
caba ú  su  servicio  real. 

Esta  cédula  yo  la  vi  é  se  despachó 
en  Barcelona  á  diez  é  ocho  dias  de  ju- 
nio de  mili  é  quinientos  é  diez  y  nue- 
ve años:  c  no  habla  con  gobernador  se- 
ñalado, porque  estonces  se  tractaba  de 
enviar  á  Castilla  del  Oro  otro,  é  quitar 
el  cargo  á  Pedrarias  Dávila.  É  assi  en 
la  mesma  Barcelona  fué  proveydo  de 
aquel  offigio  é  gobernación,  desde  á  po- 
cos dias,  Lope  de  Sosa;  pero  quando  el 
Gil  Goncalez  llegó  á  la  Tierra-Firme ,  ya 
avia  passado  lo  que  se  ha  dicho  en  el  ca- 
pitulo precedente  del  viage  del  licenciado 
Espinosa.  E  pocos  dias  antes  que  Lope  de 
Sosa  muriesse,  llegaron  al  Darien  el  capi- 
tán Gil  Goncalez  de  Avila  y  el  piloto  An- 
drés Niño,  para  entender  en  su  descubri- 
miento ,  en  el  año  de  mili  é  quinientos  y 

veynte ,  poniendo  Su  Magostad  cierta  cáft- 
9 


f,r¡ 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


lidad,  é  armando  en  su  real  compañía  An- 
drés de  Haro,  húrgales,  é  los  mesmos  ca- 
pitán Gil  Goncalez  é  piloto  Andrés  Niño, 
y  el  Andrés  de  Cereceda  que  di\e  de  su- 
so que  yba  proveydo  por  thessorero,  é 
otros  particulares  que  también  ponían  su 
parte  en  el  armada.  E  luego  Gil  Goncalez, 
desde  Acia,  romencó  á  entender  en  su 
despacho,  y  en  hacer  ciertos  navios  en 
el  rio  que  llaman  de  la  Balsa ,  que  va  á 
dar  á  la  mar  del  Sur,  en  el  golpho  de 
Sanct  Miguel :  porque  aunque  presséntó 
la  cédula  que  he  dicho,  é  requirió  con  ella 
á  Pedrarías,  aprovechó  poco,  porque  á 
aquellos  navios  de  Tasco  Nunez  opusié- 
ronse muchos,  diciendo  que  eran  de  com- 
páñia.  É  á  tender  á  esto  estaba  Pedra- 
rías muy  puesto  en  estorbar  á  Gil  Goncalez. 
v  esta  contención  no  se  acabara  sin  estar 
primero  podridos  los  navios,  y  á  esta  cau- 
sa fuera  mas  aparejarlos  (pie  hacer  otros. 

En  esta  armacon  entraron  el  thessore- 
ro Alonso  de  la  Puente  y  el  contador  Die- 
go Márquez ,  officialcs  de  Castilla  del  Oro, 
por  cuyo  respecto  Gil  Goncalez  é  sus  con- 
sortes la  pudieron  sacar  á  luz;  porque  de 
otra  forma  fuera  imposible,  porque  al  go- 
bernador le  pessaba  de'sta  armada ,  é  le 
páresela  que  demás  de  ser  en  vergüenca 
suya  yr  á  su  gobernación  á  armar  otro, 
con  licencia  del  Rey ,  le  era  grand  cargo 
é  ofensa,  6  se  apocaba  su  crédito,  é  no 
desseaba  que  por  manos  de  otro  se  bjeies- 
se  ni  se  supiesse  cosa  alguna  de  aquella 
mar  del  Sur.  E  assi,  en  quanto  él  podia, 
por  diversas  formas,  daba  desvíos  á  la 
expedición  y  aviamiento  de  Gil  Goncalez 
con  muchas  cautelas. 

Sentido  esto  por  el  capitán  Gil  Gonca- 
lez .  é  entendido  en  parte  la  condición  é 
cobdicia  del  gobernador,  é  por  aviso  de 
los  officialcs  el  thessorero  Alonso  de  la 
Puente  y  el  contador.  Diego  Márquez ,  que 
de  mas  dias  é  mejor  le  tenían  conoscido, 
se  acordó  de  meterle  en  compañía  en  el 
armada .  porque  por  esta  via  sería  fácil 


cosa  el  despacho ;  é  assi  Gil  Goncalez  le 
movió  un  partido  algo  donoso,  é  fué  que 
le  vendiesse  Pedrarías  un  negrillo  que  te- 
nia volteador,  é  que  le  daría  por  él  tres- 
cientos pessos,  é  que  aquellos  los  tuviesse 
Pedrarías  en  el  armada  ,  é  gocasse  lo  que 
della  procediesse  por  rata  lo  que  le  cu- 
piesse,  por  racon  de  los  trescientos  pessos . 
Con  oslo,  luego  entró  é  vendió  el  negro 
en  el  prescío  que  he  dicho,  é  se  assenló 
aquella  cantidad  en  el  caudal  por  Pedra- 
rías, como  armador  é  partícipe  de  la  com- 
pañia  de  aquella  armada  ,  como  si  de  otra 
cosa  no  tuviera  tanta  nescessidad  como  de 
un  muchacho  que  volteasse.  que  aun  pa- 
ra grumete  no  era :  é  con  esto  luego  le  co- 
mencó á  favórescer  el  gobernador,  é  dió 
lugar  á  su  despacho,  puesto  que  á  la  ver- 
dad, aunque  lo  disimulaba,  todavía  le 
pessaba  en  el  ánima  (leste  descubrimien- 
to, el  qual  se  hico  de  la  manera  que  se 
dirá  en  el  siguiente  capítulo. 

Desde  á  pocos  dias  que  murió  Lope  de 
Sosa  ,  é  algunos  meses  antes  que  Gil  Gon- 
calez se  partiessé  á  descubrir,  llegué  yo 
al  Darien  con  mi  muger  é  dos  hijos,  cre- 
yendo hallar  gobernando  la  (ierra  á  Lope 
de  Sosa  ,  é  llegado  al  puerto  de  Sanct  Jo- 
han,  en  la  noche  veyntc  é  quatro  de  ju- 
nio del  año  de  mili  é  quinientos  é  vevn- 
te,  hallé  allí  otra  nao.  de  la  qual  supe  la 
muerte  de  Sosa  ,  que  yo  sentí  en  el  áni- 
ma ;  porque  luego  me  hallé  é  tuve  por  mas 
presso  que  si  me  viera  en  tierra  de  mo- 
ros, porque  en  la  verdad  yo  avia  procu- 
rado y  hecho  todo  lo  que  en  mí  fué  para 
que  Pedrarías  fuesse  removido.  E  túveme 
por  perdido,  é  no  me  engañé  en  ello,  ni 
me  desembarcara,  sino  fuera  por  mi  mu- 
ger é  hijos;  pero  como  no  pude  hacer  otra 
cosa ,  atendí  á  me  encomendar  á  Dios  y 
esperar  su  socorro:  que  otro  no  le  tenia. 
E  luego  por  la  mañana,  el  dia  siguiente, 
envié  un  hombre  á  tierra  é  di  noticia  al 
gobernador  de  mi  llegada:  el  qual  me  en- 
vió á  decir  que  holgaba  mucho  de  mi  ve- 


DE  INDIAS.  LIB. 

□ida .  é  que  salipsse  en  buen  hora :  qué!  me 
tenia  por  amigo  é  buen  servidor  de  Su 
Magestad ,  é  entendía  ayudarme  é  honrar- 
me, como  si  fuesse  su  hijo  ó  hermano,  en 
lotlo  lo  quél  pudiesse.  Y  en  fin,  aunque 
yo  creía  otra  cosa,  salí  con  mi  compañía, 
é  allí  luego  á  la  cosía  vinieron  á  me  visi- 
tar é  acompañar  el  bachiller  Diego  de  Cor- 
ral é  Diego  Maldonado:  los  quales,  de 
parte  del  gobernador,  me  dixeron  loque 
es  dicho  é  otras  muchas  palabras  de  amor. 
É  llegado  á  la  cibdad,  fuy  á  le  hacer  reve- 
rencia ;  e  mostró  holgarse  mucho  de  mi 
venida,  segund  de  losados  exteriores  se 
podía  entender:  é  luego  el  gobernador  fué 
á  visitará  mi  miígerá  la  posada,  é  la  ha- 
bló con  mucha  cortesía. 

En  este  camino  yo  avia  locado  en  esta 
cibdad  dé.  Sancto  Domingo,  é  supe  aquí 
cómo  doña  Isabel  de  Bosadilla,  mugér  de 
Pedradas .  a\  ¡a  hecho  escala  en  la  Yagua- 
na ,  que  es  un  puerto  que  está  en  esta  Is- 
la ,  al  Oxídente,  é  la  enviaba  el  goberna- 
dor á  Castilla  con  mucho  oro  é  perlas  (se- 
gund lama)  por  se  hallar  mas  desocupado 
para  la  residencia,  que  esperaba  que  le 
avia  de  tomar  Lope  de  Sosa,  é  por  tener 
la  hacienda  puesta  en  cobro:  que  es  una 
de  las  cosas  que  en  estas  partes  mucho  sé 
usa  entre  gobernadores  e  jueces,  quando 
se  les  acaba  el  ot'licio,  que  huyen  con  el 
dinero  antes  de  la  cuenta,  ó  la  esperan, 
teniendo  aleada  la  pecunia. 

Desde  á  dos  meses  después  que  llegué 
al  Darien,  me  llevó  Dios  uno  de  mis  hijos, 
cu  edad  de  ocho  años,  é  junto  con  este 
pessar  lo  que  sentí  de  la  muerte  é  falta 
del  gobernador  Lope  de  Sosa,  muchas 
veces  estuve  determinado  de  me  tornar 
en  la  mesma  nao  que  fuy ,  si  la  nescessi- 
dad  é  la  vergüenza  no  me  forcáran,  por- 
que yo  yba  cargado  de  casa  c  muger ,  é 
muy  de  assienlo.  E  lo  que  mas  me  obligó 
á  esperar  lo  queviniesse,  fué  porque,  por 
mandado  del  Emperador,  yo  avia  de  co- 
brar cient  mili  pessos  de  oro  que  avian 


XXIX.  CAP.  XIV.  G7 

dado  á  entender  á  Su  Magestad  que  va- 
han los  bienes,  que  le  avian  aplicado  á  su 
cámara  é  fisco  en  las  condenaciones  del 
adelantado  Vasco  Nuñez  de  Balboa  é  sus 
consortes;  y  volverme  sin  cumplir  el  man- 
damiento del  Céssar,  pues  que  estaba  ya 
en  la  tierra,  fuera  notable  error,  y  allen- 
de desso  yo  yba  gastado.  Todas  estas 
causas  me  hicieron  que  me  deluviesse, 
puesto  (pie  yo  tenia  por  cierto  quel  go- 
bernador avia  de  procurar  de  destruyeme, 
porque  tenia  aviso  que  en  España  no  avia 
hablado  bien  dél,  é  que  avia  procurado 
la  yda  de  Lope  de  Sosa,  é  porque  pedí  la 
gobernación  de  Sancta  Marta  para  mí,  co- 
mo era  verdad,  é  me  fué  concedida,  e 
porque  no  se  me  otorgaron  cient  hábi- 
tos de  Sancliago  para  cient  hombres  hi- 
josdalgo, como  ya  lo  dixe  en  el  li- 
bro XXVI,  en  el  capítulo  I  y  en  el  III,  de- 
xé  aquella  empresa  (lo  qual  se  le  quitaba 
á  Pedradas,  é  se  le  quitó  de  su  jurisdi- 
cción después).  É  principalmente  yo  temia 
quél  me  avia  de  hacer  malas  obras,  assi 
por  lo  que  es  dicho,  como  por  las  que  él 
me  avia  fecho;  é  á  muchos  avia  dicho  que 
me  tenia  por  enemigo.  Demás  de  lo  qual, 
le  pessaba  en  el  ánima,  porque  yba  por 
receptor  de  Su  Magestad  para  cobrar  los 
bienes  del  adelantado  é  sus  consortes  é  de 
todas  las  penas  de  la  cámara  real:  é  sin 
esso  llevé  á  cargo  la  escribanía  general 
del  secretario  Lope  Conchillos ,  y  el  officio 
de  la  fundición,  allende  del  que  yo  me 
tenia  de  veedor ,  y  en  todo  avia  de  tener 
mano.  É  lo  que  mas  daño  me  hacia  en  la 
opinión  de  Pedradas,  era  pensar  el  que  yo 
sentía  algo  é  traía  el  regimiento  perpetuo 
de  aquella  cibdad  del  Darien  para  mí  é 
sendos  pára  los  otros  officiales,  é  otro  pa- 
ra aquel  bachiller  Diego  de  Corral ,  los 
quales  todos  yo  negocié ,  aunque  de  todos 
ellos  ni  ove  las  grafías ,  ni  aun  me  paga- 
ron los  derechos  del  despacho  de  las  pro- 
visiones :  lo  qual  yo  hice  é  procuré ,  assi 
por  los  honrar,  como  principalmente  por- 


68 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


que  era  servicio  de  Dios  ó  del  Rey  excu- 
sar que  cada  año  Pedradas  hacia  regido- 
res á  sus  ci  iados  é  amigos  en  aquella  ciu- 
dad ,  lo  qual  él  sintió. 

Demás  de  lo  que  eslá  dicho,  llevé  una 
cédula  para  que  el  gobernador  gobernasse 
solo  sin  'los  officiales;  y  desla  manera, 
aunque  era  en  su  favor,  yo  no  la  gané  si- 
no pensando  quel  gobernador  era  Lope 
de  Sosa.  Llevé  olra  para  que  los  officiales 
no  traclassen,  y  otra  para  quel  goberna- 
dor pusiesse  las  puntas  y  el  toque,  con  que 
sequiíatabael  oro  en  quilatador,  que  dies- 
se  (¡ancas:  quel  oro  que  quilatasse  y  en 
España  paresciesse  de  menos  ley,  quél  é 
sus  (¡adores  lo  pagarían.  Llevé  las  orde- 
nanzas ó  fueros  de  la  casa  de  la  fundición; 
llevé  merced  por  quatro  años  para  la  tier- 
ra de  la  franqueza  de  los  derechos  del  al- 
inoxarifazgo.  Llevé  más:  quel  primero  año 
después  que  yo  llegasse,  se  pagasse  el 
diezmo  del  oro  de  minas  al  Rey,  y  el 
segundo  año  después  el  noveno,  y  el  otro 
siguiente  el  octavo;  é  assi  discurriendo, 
hasta  quedar  en  el  quinto.  E  otras  merce- 
des é  franquezas  llevé  para  la  tierra  é  po- 
bladores della,  que  generalmente  á  todos 
fueron  útiles  é  provechosas,  é  á  mí  solo 
dañosas;  porque  demás  de  no  me  aver 
dado  nadie,  para  gratificación  de  mi  tra- 
bado é  gastos,  un  real  ni  valor  dél,  aun- 
que, como  en  oirás  partes  he  dicho,  fuy 
á  Flandes ,  é  gasté  de  mi  hacienda  la  ma- 
yor parle,  buscando  el  remedio  de  aquella 
tierra,  como  todo  lo  que  yo  hice  era  á  pro- 
póssito  de  la  comunidad  y  de  todos,  ningún 
particular  me  lo  agradesció.  Antes  de  al- 
gunas cosas  se  resabiaron  el  gobernador  é 
officiales,  é  todo  el  fructo  que  saqué,  fue- 
ron muchos  trabaxos  é  perder  el  tiempo  é 
hacienda  propria,  como  adelante  se  dirá, 
puesto  quel  gobernador  é  todos  mostra- 
ron mucho  contentamiento  en  aver  yo 
tornado  á  la  (ierra  é  aver  traydo  tan  se- 
ñaladas mercedes  para  aquella  cibdad  é 
toda  la  provincia. 


Mas  cómo  Pedrarias  vido  el  tiempo 
dispuesto ,  é  yo  pressenté  aquellas  cé- 
dulas é  provisiones  que  he  dicho ,  él  de- 
fia  maravillas  en  mi  favor ,  loando  lo 
que  avia  hecho  por  aquella  (ierra:  é  por 
olra  parle  dixo  á  los  ofliciales  que  le 
perdonassen ,  quél  no  quisiera  gobernar 
sin  ellos ;  pero  que  yo  avia  traydo  aque- 
lla cédula  que  lo  prohibía ,  é  la  otra  pa- 
ra que  no  tractassen.  É  lo  uno  é  lo  otro 
sintieron  mucho,  porque  les  era  grand 
estorbo  para  sus  cobdicias,  ése  les  quita- 
ba el  mando  é  grandes  interesses  de  ha- 
cienda ;  pero  disimularon  é  tuvieron  su 
cuenta  conmigo ,  para  dañarme  en  lo  que 
pudiessen. 

Desde  á  pocos  dias  el  gobernador  acor- 
dó de  yrse  á  Panamá  á  esperar  al  licen- 
ciado Espinosa ,  alcalde  mayor ,  que  avia 
dos  años  que  andaba  en  la  costa  del  Sur 
con  los  navios  de  Vasco  Nuñez,  adqui- 
riendo lo  que  podía,  como  hombre  que  se 
(pieria  yr  á  España  y  no  perseverar  en  la 
(ierra. 

Cómo  yo  vi  quel  gobernador  se  yba 
á  la  otra  mar ,  ln'cele  cierto  requirimien- 
to,  dándole  á  entender  que  era  despo- 
blar aquella  cibdad,  dexándola  él  en  (al 
tiempo;  porque  los  officiales  se  yban  con 
él .  y  él  y  ellos  con  determinación  de  as- 
sentar  en  Panamá  en  la  cosía  del  Sur,  é 
algunos  dellos  en  el  Nombre  de  Dios  en 
essolra  cosía:  é  expresé  muchas  racones, 
por  las  quales  el  gobernador  no  debia  yr; 
pero  no  lo  dexó  de  hacer  por  esso  é  lle- 
vó consigo  al  thessorero  Alonso  de  la 
Puente ,  é  al  contador  Diego  Márquez  ,  é 
al  fattor  Miguel  Johan  deRivas.  É  porque 
el  thessorero  y  el  contador  eran  regidores 
del  Darien,  é  no  volviessen  á  aquella  cib- 
dad. (lióles  repartimientos  de  indios  que 
los  sirviessen  en  Panamá-,  ques  ochenta 
leguas  del  Darien :  é  aqui  se  vido  clara- 
mente quel  gobernador  quería  despoblar 
el  Darien,  assi  porque  la  avia  ganado  é 
poblado  Vasco  Nuñez.  su  yerno,  á  quien 


DE  INDIAS.  L1B. 


XXLX.  CAP.  XTV. 


a\  ia  degollado  ,  como  porque  una  vez  que 
desde  allí  se  avia  querido  yr  Pedrarias  á 
España,  sin  hagcr  residencia,  el  regimiento 
de  aquella  cibdad  le  detuvo.  Y  también  se 
quiso  yr  á  Panamá ,  por  hallarse  pressen- 
te  al  recoger  de  los  despojos,  que  espera- 
ha  que  avia  de  traer  el  alcalde  mayor  de 
la  costa  del  Sur,  ó  porque  en  lo  que  su 
gobernación  tenia  en  estotra  costa  del 
Norte  todo  estaba  hollado  en  lo  que  no 
avia  flecheros  (porque  donde  los  avia,  no 
le  páreselo  ser  á  su  propóssito):  é  junto 
con  esto  se  decia  quel  alcalde  mayor  y  el 
capitán  Badajoz  avian  ya  vuelto  a  la  otra 
costa  con  mucho  oro.  Assi  que,  por  es- 
las  causas  aprovecharon  poco  mis  pala- 
bras ni  las  de  otros  muchos  que  decían  lo 
mesmo. 

Determinado  de  se  yr,  hico  una  diligen- 
cia donosa ,  por  manera  de  cumplimiento 
6  abono  suyo:  é  fué  que  aquel  licenciado 
Alarconcillo ,  que  avia  ydo  con  el  gober- 
nador Lope  de  Sosa,  hícole  Pedrarias  su 
alcalde  mayor  é  teniente,  é  hico  prego- 
nar residencia  contra  sí  mesmo  por  treyn- 
ta  dias  en  el  Darien.  La  qual  higo  á  su 
placer,  poique  como  se  quedaba  en  el 
oflicio  é  hacia  su  juez  a  su  teniente ,  todo 
aquello  era  publicar  conciencia,  de  lo  qual 
muchos  se  reian,  é  ninguno  que  tuviesse 
quexa  del  no  le  osó  pedir  nada. 

lisia  residencia  fraudosa  envió  á  la  cor- 
te en  tiempo  que  se  aprovechó  mucho  de- 
Ha  .  porque  en  aquel  tiempo  el  Rey ,  nues- 
tro señor,  no  estaba  en  España,  ni  sus 
gobernadores  en  dispusicion  de  entender 
en  mas  de  pacificar  las  Comunidades:  en 
lo  qual  el  reverendíssimo  Cardenal  de 
Torlosa ,  que  después  fue  Papa  Adriano, 
VI  de  tal  nombre,  y  el  condestable  de 
Castilla  don  Iñigo  de  Velasco,  y  el  almi- 
rante de  C#st¡lla  don  Fadrique  Enriquez, 
que  eran  los  que  gobernaban ,  importuna- 
dos de  doña  Isabel  de  Bovadilla ,  muger 
ile  Pedrarias ,  é  de  un  Francisco  de  Li- 
caur ,  su  procurador ,  le  enviaron  comi- 


sión al  mesmo  licenciado  Alarconcillo,  pa- 
ra que  tomasse  residencia  al  gobernador, 
su  amo,  é  al  licenciado  Espinosa ,  é  á  los 
que  avian  tenido  cargo  de  justicia  por  Pe- 
drarias. En  tanto  que  estas  provisiones 
llegaban,  estaban  en  Panamá  el  goberna- 
dor ,  y  el  thessorero ,  y  el  fattor ;  y  en  el 
Darien  estábamos  el  contador  Diego  Már- 
quez é  yo ,  que  era  veedor ,  con  nuestras 
mugeres,  é  por  teniente  Martin  Estete, 
que  era  casado  con  una  criada  de  su  mu- 
ger de  Pedrarias,  hombre  de  ninguna  ex- 
piriencia  en  letras  ni  en  armas. 

Poco  tiempo  antes  dcsto  avia  salido  del 
Darien  el  bachiller  Diego  de  Corral  por 
capitán  con  cierta  gente,  por  mandado 
del  gobernador,  á  pacificar  é  visitar  la 
comarca  á  la  parte  del  Abrayme  é  Cara- 
nura  é  otras  provincias;  é  de  lo  que  hico 
adelante  se  hará  mengion. 

Assi  que ,  estando  las  cosas  en  este  es- 
tado, vino  á  Panamá  el  licenciado  Espi- 
nosa con  treynta  y  tres  mili  pessos  de  oro 
é  más,  que  avia  ávido  de  indios  salteados 
é  despojados  por  la  costa  del  Poniente. 
Estos  demás  ó  allende  de  los  otros  veyn- 
te  mili,  que  se  ha  dicho  que  tenían  allí  en- 
terrados. Luego  el  gobernador  envió  á  re- 
querirnos al  contador  Diego  Márquez  é  á 
mí,  que  estábamos  en  el  Darien,  que 
fuéssemos  á  Panamá  ó  enviásemos  nues- 
tros tenientes,  para  que  aquellos  cinqüen- 
ta  é  tantos  mili  pessos,  con  otros  que  por 
rescates  é  otros  de  las  minas  se  avian 
allegado,  se  fundiessen  é  quintassen ,  é  Sus 
Magostados  tomassen  sus  quintos  é  dere- 
chos, é  lo  restante  se  diesse  á  quien  lo 
debia  aver ;  y  en  especial  fuy  yo  reque- 
rido (porque  á  mi  cargo  estaba  la  fundi- 
ción ,  é  tenia  yo  las  marcas  é  cuños  rea- 
les del  oro,  é  á  mi  cargo  era  de  cobrar 
los  bienes  del  adelantado  Vasco  Nuñez 
de  Balboa  c  sus  consortes  por  la  cá- 
mara é  fisco)  só  ciertas  protestaciones, 
que  contra  mí  protestó  un  procurador  de 
Pedrarias.  É  viendo  esto  el  contador  Die- 


70 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


go  Márquez  ó  yo ,  determinamos  de  yr  á 
donde  el  gobernador  estaba:  é  Diego 
Márquez  fuéssc  de  arrancada,  c  llevó  su 
inuger  consigo,  con  determinación  de  no 
volver  al  Dañen,  é  yo  dexé  la  mía  allí, 
non  obstante  que  cada  dia  los  vecinos  se 
yban,  porque  el  gobernador  les  prometía 
é  daba  indios  de  repartimiento  é  otros 
provechos  a  quantos  dexaban  aquella 
cibdad.  E  assi  cómo  otros  la  desampara- 
ban ,  comencé  yo  alabear  é  dexé  la  traca 
é  dineros  á  mi  muger  para  que  hiciesse 
mi  casa :  é  Incola  tal ,  que  ninguna  hasta 
aquel  tiempo  avia  en  la  Tierra-Firme  co- 
mo ella. 

Con  esto  la  cibdad  tenia  alguna  espe- 
ranza, poique  aunque  los  otros  ofíiciales 
del  Rey  la  avian  desamparado .  yo  no  lo 
avia  hecho*  é  la  cibdad  me  dió  su  poder, 
para  que  hiciesse  sus  negocios  con  el  go- 
bernador. 

Después  que  llegué  a  Panamá,  en  mi 
pressengia  se  desenterraron  los  veynte 
mili  pessos  de  oro  de  Paris,  que  el  alcalde 
mayor  avia  traydo  de  su  primero  viage, 
quando  dexó  allí  en  guarda  de  csse  oro  al 
capitán  Goncalo  de  Badajoz  con  poca  gen- 
te, é  de  temor  de  los  indios  lo  avian  se- 
pultado. Este  oro,  é  lo  quel  licenciado 
traía,  é  lo  que  se  avia  sacado  de  las  mi- 
nas de  Panamá  é  Gapira  é  Juanaga  por  los 
vecinos  del  Nombre  de  Dios  é  Panamá,  se- 
ria todo  septenta  mili  pessos  de  oro.. 

En  este  tiempo  llegó  al  Darien  el  Bar- 
tolomé Corral ,  perdido  él  é  los  que  con 
él  fueron,  é  aviendo  hallado  de  pagos  la 
tierra  por  donde  anduvo,  dexóla  de  guer- 
ra en  virtud  de  sus  letras  é  poca  maña. 
Para  la  enmienda  desso  ¡Fué  luego  á  entrar 
el  teniene  Martin  Estete,  é  con  ciertas  ca- 
noas por  agua:  é  hícolo  muy  peor,  é  cada 
uno  dellos  fué  liarla  parte  para  el  alcamien- 
ot  é  rebelión  de  los  indios  é  dessolacion  de 
aquella  cibdad,  la  qual  en  aquella  sacón 
era  la  mayor  é  mejor  poblagion  que 
chripstianos  tenian  en  la  Tierra-Firmé. 


En  este  tiempo  quel  bachiller  Corral  y 
el  teniente  se  dieron  el  mal  recabdo  que 
es  dicho  en  el  Darien ,  se  fundió  en  Pana- 
má el  oro  que  es  dicho;  é  assimesmo  el 
capitán  Gil  Goncalez  de  Ávila,  con  el  ar- 
did de  la  venta  del  negrillo  volteador,  é 
parte  que  por  el  prescio  dél  se  le  dió  al 
gobernador  en  aquella  armada ,  se  acabó 
de  despachar  é  siguió  su  descubrimiento; 
porque  antes  no  pudo,  assi  porque  los  pri- 
meros navios  que  higo  en  el  rio  de  la  Bal- 
sa se  le  pudrieron  del  sol  é  lluvia ,  é  con 
los  estorbos  del  gobernador,  como  por- 
que si  el  negrillo  no  tomara,  nunca  de  allí 
saliera. 

En  fin ,  año  de  mili  é  quinientos  é  veyn- 
te y  dos,  partió  é  fué  la  vía  del  Ociden? 
te,  é  descubrió  lo  que  adelante  se  di- 
rá ;  é  poco  antes  yo  me  partí  de  Panamá 
para  el  Nombre  de  Dios,  año  de  mili  é 
quinientos  é  veynte  y  uno,  é  de  allí  para 
el  Darien,  gormar,  en  una  caravela  mía. 
E  al  tiempo  de  mi  partida  requerí  al  go- 
bernador, en  nombre  del  Darien  ,  todo 
lo  (pie  me  paresció:  é  allí  le  dixe  cómo  á 
su  causa  aquella  cibdad  se  perdía ,  é  lo- 
mé mis  testimonios  contra  él.  É  cómo  le 
pessaba  que  aquestas  cosas  anduviessen 
por  escripto,  acordó  de  rogarme  que  qui- 
siesse  encargarme  del  Darien  é  su  provin- 
cia, ó  tomasse  la  vara  de  su  teniente; 
porque  decía  él  que  yo  me  daría  tan  buen 
recabdo,  que  la  cibdad  é  toda  la  tierra  se 
sosternia ,  é  daba  racones  para  ello ,  por- 
que él  no  podía  quitarse  al  pressente  de 
aquella  mar  del  Sur.  Yo  no  quería  acep- 
tar el  cargo,  assi  porque  me  tenia  por  mas 
honrado  con  ser  offigíal  del  Rey,  que  no 
con  ser  teniente  suyo,  como  porque  no 
quería  yo  tal  cuydado:  é  díle  por  excusa 
que  siendo  offigíal  del  Rey,  no  avia  de  te- 
ner officio  por  él,  é  que  caeria»en  alguna 
pena,  pensando  que  servia  mal  en  ello.  Fi- 
nalmente, rogándomelo  él  é  otros,  acor- 
dándome que  aquella  cibdad  se  despobla- 
ría, é  yo  perdería  mi  hacienda,  si  no  avia 


DE  INDIAS.  LIB. 

tjtiii ti  dellá  so  doliesse,  acepté  el  cargo, 
y  el  gobernador  me  lo  mandó  de  parle  de 
Sus  Majestades,  sin  embargo  de  mis  ofíi- 
cios  di'  veedor  de  las  fundiciones  de  aque- 
lla gobernación  é  regidor  de  aquella  cib- 
dad  é  receptor  general  de  la  cámara  é  fis- 
co por  Sus  Magestades,  porque  assi  de- 
cía el  gobernador  que  convenia  al  servicio 
(!••  Sus  Magestades.  É  assi  me  lo  dio  fir- 
mado de  su  nombre,  é  yo  lo  acepté,  por- 
que  tenia  en  el  Darien  mi  muger  é  mi  ca- 
sa, é  ni."  avia  allí  heredado  por  mi  mal, 
é  porque  assi  lo  tenia  Dios  ordenado. 

En  la  hora  que  se  me  dió  la  provisión, 
por  la  qual  avia  dr  gobernar  aquella  cib- 
dad  ó  ser  capitán  de  aquella  provincia, 
dixo  Pedrarias  á  algunos  que  por  mi  mal 

avia  lomado  aquel  cargo  (é  assi  fué  ello); 
porque  mi  condición  de  hombre  libre  no 
pudo  comportar  cosas  feas  é  torpes,  pues 
querer  hacer  justicia  entre  gentes  acos- 
tumbradas á  estar  sin  ella  é  a  mal  vivir, 
no  podia  ser  sin  mucho  riesgo  de  mi  per- 
sona,  en  especial  estando  tan  aparejada 
en  el  superior  en  la  tierra  la  mala  volun- 
tad que  contra  mí  tenia.  Y  aunque  no  ig- 
noraba esso  ,  por  no  ver  perder  la  cibdad 
('■  mi  casa  é  assientb,  abaxé  la  cabeca, 
liando  en  Dios,  que  es  sobre  todo,  é  vol- 
ví al  Darien ,  de  donde  avia  salido  en  el 
mes  de  agosto:  é  volví  un  sábado  nueve 
de  noviembre  del  mesmo  año  de  mili  é 
quinientos  é  veynte  y  uno.  E  otro  dia  lue- 
go siguiente,  que  fué  domingo,  enterré  á 
mi  muger,  que  avia  diez  dias  que  estaba 
enferma:  é  con  el  dolor  de  pérdida  tan 
triste  para  mí,  transportado  é  fuera  de 


XXIX.  CAP.  XIV.  71 

sentido,  viendo  muerta  á  mi  muger,  que 
yo  amaba  mas  que  á  mí,  estuve  para  per- 
der el  sesso;  porque  demás  de  tan  dulce 
compañiafé  ser  mi  desseo  vivir  en  el  es- 
tado matrimonial ,  como  chripstiano  ,  no 
era  acostumbrado  á  las  mancebas  que 
mis  veginos  tenian  (é  aun  algunos  dupli- 
cadas). 

Este  trabaxo  mió  plugo  á  los  que  me 
desamaban,  porque  como  luego  me  puse 
con  la  vara  de  justicia  en  castigar  los  pe- 
cados públicos  (en  que  muchos  avia  en- 
vejeseidos) ,  presto  fuy  aborrescido ,  por- 
que no  consentí  que  se  pesasse  carne  los 
sábados,  como  hasta  estonces  lo  hacian  é 
la  comian:  lo  segundo  mandé  pregonar 
que  no  tuviesse  ninguno  manceba  pública, 
é  como  sabian  que  lo  avia  de  castigar ,  se 
apartaron  los  que  las  tenian  públicamente  á 
pan  é  cuchillo:  lo  tercero  quité  los  juegos  é 
hice  quemar  públicamente  en  la  plaga  todos 
los  naypes  que  avia  en  el  pueblo:  lo  quar- 
to ,  castigué  las  blasfemias :  lo  quinto ,  á 
un  escribano  tirano  que  robaba  aquel  pue- 
blo ,  condenóle  en  ciertos  quatro  tantos  é 
suspendílc  del  officio  por  un  año.  En  ca- 
da cosa  de  las  que  prohibí,  fuy  constante 
en  castigar  los  transgresores,  é  defendí  que 
no  se  cargassen  las  indias,  que  se  servían 
dellas  los  chripstianos  como  de  asnos.  É 
assi  hice  otras  cosas,  en  que  yo  pensaba 
que  servia  á  Dios  é  al  Rey,  é  que  eran 
en  pró  é  utilidad  del  común :  é  todo  fué 
para  mis  trabaxos  la  yesca  que  los  engen- 
dió  en  las  voluntades  de  los  qua  me  pu- 
sieron en  la  extremada  nesgessidad,  en 
que  me  vi. 


72 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XV. 

Cúmo  el  coronista  quedó  por  capitán  c  teniente  de  gobernador  en  el  Darien;  é  cómo  los  indios  del  caci- 
que de  Bea  mataron  al  capitán  Martin  de  Murga  c  á  otros  chripstianos  :  é  cómo  por  aviso  é  industria  del 
diclio  capitán,  auclor  dcstas  historias,  se  pacificaron  muchos  caciques  é  indios  caribes  é  flecheros  de  la 
costa,  é  se  metieron  en  el  Darien  muchos  pessos  de  oro  por  rescates. 


Quando  pressenlé  la  provisión  de  Pedra- 
das en  el  cabildo  é  regimiento  de  la  cib- 
dad  de  Sancta  María  del  Antigua  del  Da- 
rien, fuy  rescebido  por  su  teniente  con 
mucho  placer  de  todos ,  porque  vían  quel 
gobernador  miraba  con  enemistad  las  co- 
sas de  aquella  cibdad,  é  que  los  otros  offi- 
ciales  del  Rey  se  avian  desavecindado  de 
allí,  é  passádose  á  Panamá  el  thessorero 
Alonso  de  la  Puente  y  el  contador  Diego 
Márquez,  y  el  fattor  Miguel  Johande  Rivas 
al  Nombre  de  Dios,  é  que  yo  avia  querido 
perseverar  é  no  hacer  la  mudanca  que- 
Uos.  Antes  compré  las  casas  del  contador 
c  otras ,  y  en  lo  mesmo  que  las  pagaba  de 
contado  las  vendí  fiadas  á  otros ,  é  com- 
pré vacas  é  puercos ,  é  di  carne  abasto 
al  pueblo ,  el  qual  hasta  allí  nunca  la  tu- 
vo de  propria  crianca  ó  cosecha. 

En  toda  aquella  jurisdicion  hice  una  bue- 
na quadrilla  de  esclavos  é  negros  para  sa- 
car oro  de  las  minas.  Concerté  todas  las 
diferencias  que  pude  entre  los  vecinos  so- 
bre sus  debdas ,  y  en  algunas  puse  de  mi 
casa  mas  que  palabras  por  concertar  é 
avenir  las  partes.  Hice  muchas  ordenan- 
cas  y  estatutos  para  pró  é  utilidad  de  la 
república.  Pero,  como  dixe  de  susso,  no 
todas  estas  cosas  placían ,  sino  las  menos 
dellas ,  por  la  mala  costumbre  é  soltura 
en  que  vivían.  Hice  en  especial  una  cosa 
muy  útil  é  provechosa  á  la  cibdad  é  á  mí 
é  á  todos  en  general,  que  fué  aquesta. 
Provey  una  carayela  mía  de  gente  é  vi- 
tuallas ,  é  bien  armada  de  paz  é  de  guer- 
ra ,  y  enviéla  á  la  parte  de  Levante  a  los 
caribes  de  Cartagena  é  isla  de  Codego  é 
otras  partes ;  é  sin  me  ayudar  el  Rey  ni 


otras  personas,  sino  á  mi  costa  propria,  di 
principio  á  los  rescates  con  los  indios  bra- 
vos é  á  la  pacificación  dellos ,  no  porque 
yo  fuy  el  primero  rescatador  que  aques- 
to comencé,  porque  como  en  otras  par- 
tes he  dicho ,  el  capitán  Chripstóbal  Guer- 
ra é  Johan  de  la  Cosa  ,  Rastillas,  Johan  de 
Ledesma ,  Hojeda  é  otros  muchos  avian 
antes  corrido  todo  aquello ,  é  los  mas  do 
essos,  socolor  de  rescates,  robando é  al- 
terando. Pero  lo  que  yo  hice  fué  rescatar, 
pacificando  é  amansando  lo  alterado ,  é 
rescaté  é  ove  en  pocos  meses  mas  de  sie- 
te mili  pessos  de  oro.  A  causa  de  lo  qual, 
c  por  mi  exemplo,  los  vecinos  del  Darien 
compraron  navios,  é  algunos  los  hicieron 
de  nuevo;  é  continuándose  la  uiesma  grau- 
geria,  se  metieron  en  aquella  cibdad  en 
breve  tiempo  mas  de  cinqüenta  mili  pes- 
sos de  oro,  de  paz  é  sin  riesgo,  ni  matar 
ni  enojar  á  indio,  como  se  dixo  mas  lar- 
gamente en  el  capítulo  III  del  libro  XXV!, 
é  en  el  capítulo  IV  del  mesmo  libro.  Lo 
qual  fué  causa  de  mucha  reformación  é 
remedio  de  aquella  cibdad ,  é  se  favore- 
ció é  ayudó  muchoá  causa  de  mi  industria. 

Junto  con  esto  fuy  temido  juez,  por 
no  aver  disimulado  los  peccados  públicos, 
ni  dexado  de  hacer  justicia  ( aunque  tem- 
plada fuesse);é  cada  uno  sabia  que  no  te- 
nia nada  en  mí  para  se  quedar  sin  pena  ó 
moderada  corrección,  si  culpado  fuesse. 
De  lo  qual  no  poca  indignación  contra  mí 
formaron  algunos ;  porque  al  que  yo  cas- 
tigaba, si  apelaba,  le  absolvía  el  goberna- 
dor é  le  daba  dineros;  é  cómo  estaban  á 
su  lado  el  thessorero  y  el  contador,  é  no 
tenian  olvidadas  aquellas  cédulas  que  He- 


DE  INDIAS.  L1B. 

vé  para  que  no  tuviessen  voto  en  las  co- 
sas de  la  gobernación ,  ni  tractassen  como 
jirirnero  lo  avian  hecho,  estos  eran  los 
que  favorescian  los  que  yban  quexosos, 
aunque  justamente  yo  los  o viesse  penado. 
Y  desta  Jornia  en  poco  tiempo  estuve  mal 
quisto  de  los  tálese  tic  sus  parciales;  pe- 
ro con  los  buenos  c  con  los  que  estaban 
sin  passion  estaba  en  su  gracia.  .Mas  es- 
tos no  eran  parle  para  me  ayudar,  quando 
me  vieron  en  nescessidad.  Antes  fueron 
pocos  los  que  osaron  mostrarse  por  mis 
amigos,  porque  vian  notoriamente  quel 
gobernador  me  era  contrario  é  que  habla- 
ba mal  en  mí ,  é  muchas  veces  avie  dicho 
estas  palabras:  1Y0  conozco  que  otro 
baria  mejor  lo  que  toca  á  la  buena  go- 
bernación dcstas  partes;  ó  informado 
el  Emperador,  nuestro  señor ,  desto,  avia 
proveydo  a  Lope  de  Sosa,  que  haya 
gloria ,  (pie  era  buen  cavallero  é  lo  hi- 
ciera muy  bien ,  é  porque  el  veedor  Gon- 
calo  Fernandez  de  Oviedo  no  falló  de 
lo  acordar  ó  solicitar..  Yo  holgara  de 
verme  libre  é  retraerme  ya,  si  Dios  no  fue- 
ra servido  de  me  tener  en  estos  trabaxos 
é  fatigas,  que  tengo  en  la  substentacion 
destas  parles ,  con  tantos  gastos  de  mi  ha- 
cienda é  con  tan  pocos  inlcresscs ,  6  con 
tantas  enfermedades  é  con  avérseme  muer- 
to en  esla  tierra  uno  de  mis  hijos. »  É  assi 
entonado  á  este  propóssilo,  decia  otros 
muchos  cargos  que  echaba  a  Dios  é  al 
Hoy  con  su  persona,  los  qualcs  los  que  le 
escuchaban,  aceptaban,  édecian  que  sin 
dubda  Dios  quería  quél  gobernasse  é  no 
otro.  I']  assi  passaban  tiempo  con  lagote- 
rías é  cosas  que  tenían  en  contrario  bien 
clara  la  respuesta,  porque  él  é  sus  minis- 
tros- é  capitanes  assolaron  ó  destruyeron 
la  tierra  con  robos  c  crueldades,  sin  los - 
castigar,  como  en  parte  lo  cuenta  la  his- 
toria ;  é  lo  quél  y  ellos  llamaban  pacificar, 
era  yermar  é  assolar  é  matar  é  deslruyr  ■ 
la  tierra  de  muchas  maneras,  robando  é 

acallando  los  naturales  della.  E  porque  yo 
TOMO  III. 


XXIX.  CAP.  XV.  7:)  . 

lo  decia  algunas  veces,  me  tomaron  en 
mala  opinión  los  que  quisieran  que  yo  ovie- 
ra  seguido  el  camino  de  los  otros  jueces. 

Acercándose  mi  penitencia ,  siguióse 
que  un  vecino  del  Darien ,  llamado  el  ca- 
pitán Martin  de  Murga ,  vizcayno ,  era  vi- 
sitador de  los  indios,  por  Pedradas,  de 
la  provincia  é  repartimiento  del  Darien: 
el  (pial  me  pidió  licencia  para  yr  á  visitar 
el  cacique  de  Bea ,  que  le  estaba  enco- 
mendado á  él,  é  vivía  en  las  lagunas, 
cerca  del  rio  Grande ;  é  yo  no  se  la  quise 
dar ,  é  le  dixe  que  no  fuesse  allá ,  porque 
me  avian  dicho  que  aquel  cafique  é  todos 
los  de  la  tierra  estaban  aleados,  desde 
quel  bachiller  Corral  é  Martin  Estete ,  só 
color  de  visitar  la  comarca ,  la  avian  le- 
vantado; é  que  en  ninguna  manera  le  da- 
ría licencia ,  porque  yo  no  quería  que  lo 
matassen  á  él  é  á  los  que  con  él  fuessen . 
Desta  "respuesta  so  quexaba  á  muchos  de 
mí,  é  no  faltó  quien  me  lo  dixo,  é mandóle 
llamar,  é  díxele:  «Martin  de  Murga,  di- 
cho me  han  que  os  qucxays  do  mí ,  é  no 
tenes  racen,  porque  si  no  os  doy  licencia, 
es  porque  no  os  mate  vuestro  cacique ,  c 
querría  yo  que  quando  fuéssedes,  fuesse 
de  manera  que  tuviessedes  segura  la  vuel- 
ta, é  no  quedássedes  allá  muerto.  Por 
vuestra  vida  que  no  murmurés  de  mí,  ni 
digays  que  os  echoá  perder  é  que  no  quie- 
ro que  medres ,  é  por  mi  causa  no  vays 
por  mil  pessos,  que  decís  que  os  ha  pro- 
metido vuestro  cacique.  Yo  no  lo  hago  sino 
por  lo  que  os  cumple ;  ó  si  otra  cosa  á  vos 
os  paresce ,  traed  un  escribano  ó  reque- 
ridme lo  que  quisiéredes :  que  yo  daré  mi 
respuesta ,  para  que  en  todo  tiempo  pa- 
rezca mi  descargo  con  Dios  é  con  el  mun- 
do todo. » 

Estonces  el  Martin  de  Murga  dixo  que 
me  bessaba  las  manos,  porque  le  daba  li- 
cencia que  me  requiriesse ,  é  que  me  pe- 
dia por  merced  que  no  me  pessasse  del 
requirimiento.  Yo  le  repliqué  que  no  me 

pessaria ,  sino  que  holgaría  dello.  En  fin, 
10 


74 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


me  requirió  é  protestó  quinientos  pessos 
contra  mí,  si  no  lo  daba  licencia  para  yr  á 
su  cacique  Bea;  porque  decie  que  le  avia 
enviado  á  llamar  para  le  dar  aquellos  mili 
pessos  ó  más  de  rescate ,  é  quel  cacique 
no  estaba  aleado,  sino  muy  pacífico.  A  lo 
qual  yo  respondí  que  publicamente  se  sos- 
pechaba que  aquel  cacique  estaba  aleado,  é 
(pie  me  parescia  é  le  aconsejaba  no  fuesse 
allá,  puesto  que  para  yr  él  no  tenia  nes- 
cessidad  de  mi  licencia,  pues  que  era  visi- 
tador de  los  indios  del  Dañen,  é  sin  ella 
podía  yr  donde  quisiesse;  pero  que  si  to- 
davía quísiesse  mi  consentimiento,  que 
yo  le  daba  licencia  con  tanto  (pie  fuesse 
como  era  racon,  é  de  manera  quél  é  los 
que  con  él  fuessen  no  reseibiessen  daño, 
ni  fuessen  á  peligro. 

Passado  aquesto,  el  capitán  Murga  se 
partió,  sin  le  ver  yo  ni  saber  más  en  ello; 
e  llevó  consigo  en  dos  canoas  á  un  Ruy 
López  de  Talayera,  é  á  un  Johan  López 
de  Llerena,  é  á  un  Johan  de  Medellin  é 
diez  ó  doce  indios  mansos,  que  bogaban. 
E  llevó  camisas  é  hachas  é  otras  cosas,  pa- 
ra dar  al  cacique  é  á  sus  mugeres  é  in- 
dios. 

Aquella  gente  de  Bea  está  metida  en 
unas  lagunas ,  cerca  del  rio  Grande ,  lla- 
mado Sanct  Johan ,  que  entra  en  el  gol- 
pho  de  Urabá ;  y  es  tal  el  assiento  del  ca- 
cique é  de  sus  indios,  que  en  algunos 
tiempos  del  año  es  muy  peligrosa  la  en- 
trada, y  en  especial  en  el  tiempo  de  las 
aguas ;  y  es  cerca  del  Darien. 

Llegado  esto  capitán  Murga  ó  los  que 
he  dicho  á  Bea ,  fueron  muy  bien  rescc- 
bidos,  é  abracólos  á  todos  el  cacique;  y 
el  capitán  le  dió  gentiles  camisas  á  él  é  á 
sus  mugeres  é  algunos  de  sus  indios  prin- 
cipales, é  les  dió  hachas  vizcaynas  é  otras 
cosas:  é  para  ver  cómo  cortaban,  las  pu- 
sieron luego  en  astiles.  É  el  cacique  higo 
luego  dar  de  comer  al  capitán  é  chrips- 
tianos  c  á  los  indios  mansos ,  que  con  él 
yban .  de  muchos  é  buenos  pescados  é 


otras  cosas  de  aquella  tierra :  é  estando 
descuydados  comiendo  y  en  mucho  pla- 
cer, les  dieron  sendos  hachacos  por  de- 
trás en  las  cabecas  á  todos  quatro ,  que  se 
las  hendieron,  é  no  tuvieron  sentido  para 
pelear  ni  se  defender;  porque  Irás  el  pri- 
mer golpe  heridos,  acudieron  con  más  c 
más  golpes  en  el  instante ,  6  más  indios, 
■é  presto  los  acabaron  de  matar.  É  alaron 
á  los  mas  de  los  indios  mansos ,  para  los 
herrar  por  esclavos:  é  algunos  dellos  se 
escaparon  en  tanto  que  mataban  los  chrips- 
tianos,  é.  se  tornaron  al  Darien. 

Fecho  aquesto,  el  cacique  de  Bea.  pa- 
ra solempnicar  su  trayeion,  púsose  un  cin- 
to de  oro  é  un  collar  de  lo  mesnio,  é  jun- 
tados sus  indios,  ataron  una  cuerda  á  los 
piés  al  capitán  Martin  de  Murga,  é  tiran- 
do por  ella,  lo  llevaron  rastrando  un  quar- 
to  de  milla  apartado  del  buhío,  é  lo  de- 
xaron  allá  para  que  las  aves  se  lo  comies- 
sen.  Por  donde  le  llevaron  rastrando,  ybán 
muchos  indios  é  indias  é  muchachos ,  con 
mucho  placer  é  risa,  cantando  su  areyto; 
é  el  cacique,  de  quando  en  quando,  con 
una  macana  guarneseida  de  oro,  le  daba 
un  golpe  en  la  boca ,  é  decía  :  « Chica  oro, 
chica  oro,  chica  oro,»  que  quiere  degir: 
icome  oro,  come  oro.» 

Hechas  estas  obsequias  á  la  muerte  é 
imprudencia  deste  capitán ,  tomaron  los 
cuerpos  de  los  otros  tres  españoles,  é  as- 
simesmo,  arrastrándolos,  los  echaron  en 
el  campo.  De  los  indios  mansos  que  avian 
ydo  con  essos  peccadores  chripstianos, 
desde  á  tres  ó  quatro  dias  después,  tor- 
naron algunos  al  Darien ,  é  dentro  de  ocho 
dias  los  más  dellos,  de  los  quales  se  supo 
lo  que  es  dicho.  E  tomada  la  información, 
determiné  de  yr  ó  enviar  á  castigar  aquel 
cacique  Bea,  é  apercebí  gente  para  ello. 

Y  poique  á  ninguno  de  los  milites 
destas  partes  que  mal  han  acabado  falla 
culpa  para  su  castigo,  por  una  ó  por  otra 
vía ,  es  de  saber  que  este  Murga  avia  sey- 
do  alguacil  é  ministro  de  las  crueldades 


DE  INDIAS.  L1B   XXIX.  CAP.  XV. 


que  avia  Lecho  el  alcalde  mayor  Espino- 
sa en  los  viages,  que  avia  hecho  por  la 
tierra  des  ta  provincia  de  Cueva. 

Teniendo  yo  aparejada  la  gente  que 
avia  de  yr  contra  Bea  (assi  porque  en  la 
cibdad  avie  poca  gente,  como  porque  ca- 
da dia  éramos  menos,  porque  el  gober- 
nador,  á  quantos  yban  á  donde  estaba, 
los  halagaba  é  daba  repartimientos  por 
allá,  é  los  menos  volvían  al  Dañen),  de 
temor  de  lo  acaescido  á  aquel  Murga ,  ó 
porque  se  sospechaba  que  otro  cacique, 
llamado  Guaturo,  se  avia  confederado  con 
el  de  Bea  é  con  otro ,  que  era  notorio  ene- 
migo do  los  chripstianos  (é  muy  varón) 
que  se  llamaba  Corobari,  é  aleado  anda- 
ba días  avia,  é  tenia  dentro  en  la  cibdad, 
en  casa  del  bachiller  Corral  (al  qual  ésta- 
ba encomendado  por  repartimiento)  la  ma- 
dre é  la  inugeré  los  hijos,  é  era  cercano 
pariente  de  una  india  que!  bachiller  tenia 
por  manceba,  en  la  qual  tenia  hijos:  y 
deste  Corobari,  como  de  ladrón  de  casa, 
temarnos  grand  recelo,  porque  estaban 
dentro  en  el  pueblo  parle  de  sus  indios, 
é  cada  dia  le  podían  avisar  de  la  poca 
gente  é  vecindad  que  ya  éramos;  con 
todas  estas  sospechas  é  indicios,  que 
cada  cosa  dellas  eran  de  temer,  hice 
asmar  é  poner  á  punto  tres  canoas  é  una 
barca  é  bastimentos,  ó  aun  la  mayor  par- 
te di  de  mí  casa  ó  se  pagaron  con  mis  di- 
neros. E  acordé. que  fuesse  con  un  man- 
damiento mió  el  capitán  Jóhán  de  Ezcaray 
á  prendere!  cacique  bea  é  los  mas  indios, 
que  pudiessen  averse  de  los  culpados ,  é 
Uevasse  consigo  hasta  quareñta  hombres, 
é  los  diez  dellos  ballesteros ,  é  que  llevas- 
sé  por  guias  dos  ó  tres  indios  de  los  mes- 
mos  quel  capitán  Murga  llevó,  (piando  le 
mataron  ;  é  yo  quedé  ¡i  guardar  la  cibdad. 

lisiando  en  eslá  determinación,  para 
que  otro  dia  siguiente  el  capitán  Johan  de 
Ezcaray  é  la  gente  que  es  dicho ,  oyendo 
primero  una  misa  de  Espíritu  Sancto ,  se 
partiesseñ,  pensándole  mucho  al  bachiller 


Diego  de  Corral  que  aquesta  gente  fuesse, 
porque  se  avia  de  saber  enteramente  la 
culpa  quél  tenia  de  la  rebelión  é  alzamien- 
to de  la  tierra,  por  donde  él  avia  andado, 
so  color  de  la  visitar ;  é  porque  aquel  ca- 
cique Bea  era  pariente  de  la  india  Elvira, 
su  manceba ,  é  de  los  hijos  que  en  ella  te- 
nia, comencé  á  poner  grandes  inconvi- 
nientcs  en  la  yda  de  aquella  gente ,  é  de- 
cía públicamente  que  yban  á  mucho  peli- 
gro, y  á  esse  propóssito  otras  palabras 
escandalosas ,  atemoricando  los  que  esta- 
ban nombrados  é  apercebidos  para  el  via- 
gc.  É  cómo  regidor  de  aquella  cibdad, 
me  dixo  muchas  cosas  para  removerme 
de  mi  buen  propóssito ,  diciendo  que  ya 
yo  via  quán  sola  quedarla  aquella  cibdad, 
si  enviada  aquel  capitán  é  hombres  que 
tenia  acordarlo,  é  si  alguna  nesgessidad 
sobreviniesse  al  pueblo  en  abséngia  dé 
aquellos,  no  quedaban  oíros  tantos  que 
defendiessén  aquella  república;  é  si  se 
erraba  el  viage,  ó  algún  siniestro  les 
ocurriesso,  que  yo  era  digno  de  mucha 
culpa,  é  que  yo  apocaba  las  fuergas  que 
nos  quedaban ,  que  eran  ya  redugidas  á 
tan  poco  número  de  hombres;  que  yda 
esta  gente,  otros  cagiques  de  la  comarca 
se  atreverían  ú  venir  á  pegar  fuego  á  la 
cibdad  ,  é  que  de  todo  el  daño  que  vinies- 
se  á  los  que  yban  é  á  los  que  quedábamos, 
yo  era  el  ministro,  si  no  mudaba  mi  vo- 
luntad é  tomaba  su  consejo.  Y  áesle  pro- 
póssito suyo  dixo  oirás  cosas,  en  que  no- 
toriamente p  ira  entre  gente  común  é  ba- 
xa  é  de  poco  entendimiento  paresgia  que 
su  razonamiento  era  lleno  de  buen  gelo, 
é  que  en  lo  que  degia  echaba  cargo  á  la 
cibdad,  é  que  á  los  que  yo  mandaba  yr 
los  excusaba  de  un  notorio  y  evidente  pe- 
ligro ,  é  que  yo  me  movía  á  esto  con  mal 
consejo ,  é  como  hombre  agelerado  é  no 
llegado  á  ragon. 

Á  esta  plática  estaba  la  mayor  parte 
del  pueblo  escuchando  é'  notando ,  ó  co- 
mo Vo  estaba  determinado  de  enviar  á 


70 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


castigar -á  los  delinqüentcs,  por  ser  muy 
convinienlc  para  excusarse  otros  atrevi- 
mientos, dixe  contra  lo  quel  bachiller  de- 
cía desta  manera:  «Señor  bachiller.,  pé- 
same, porque  vuestras  palabras  me  cons- 
triñen á  que  os  responda  en  pública  pla- 
ga, pues  que  en  ella  aveys  querido  dará 
entender  á  estos  señores  vecinos  é amigos 
una  cosa  tan  desviada  de  lo  cierto  é  tan 
perjudicial  á  tudos,  é  que  debaxo  de 
vuestras  cautelas  fictas  y  enderoscadus  á 
vuestro  interesse,  haya  otro  entendimiento 
en  la  verdad,  como  le  hay,  muy  al  revés 
de  lo  que  querríades  que  se  os  creyesso. 
Claro  está  que  si  el  atrevimiento  é  t  ray- 
eron ,  que  Bea  ha  cometido  en  la  muerte 
del  capitán  Martin  de  Murga  j  essotros  pec- 
cadores,  que  con  él  mató,  se  disimulasse, 
que  naseerian  de  esso  otros  daños  mayo- 
res; y  aun  el  mesmo  Bea  temía  mucha 
causa  para  venir  á  quemar  nuestras  casas 
é  aun  nuestras  personas  con  otros  sus 
confederados,  porque  sabe  que  en  vuestra 
casa  están  los  (icones,  do  tiene  sus  espias 
é  debdos  en  vuestro  hijo  Perico  y  en 
vuestra  Elvira.,  de  quien  lo  ovistes,  que 
es  su  prima  de  Bea.  Y  á  vos  peor  que  á 
ninguno  os  está  hablar  en  esto,  y  al  que 
mas  le  conviene  este  castigo  de  Bea  soys 
vos,  salvo  si  no  pensays  que  tenés  en 
él  las  espaldas  seguras  por  los  debdos  que 
he  dicho.  Todos  cssos  inconvinientes  (pie 
vos  poneys  son  excusados,  y  estos  hidal- 
gos, que  yo  envió  con  el  capitán  Johan  de 
Ezcaray  son  tan  buenos ,  é  tan  leales ,  é 
tan  experimentados ,  que  bastan  á  mayor 
cosa  que  la  que  yo  les  encomiendo :  é  á 
cada  uno  dellos  le  va  en  esto  tanto ,  que 
aunque  el  número  de  sus  personas  es  po- 
co ,  el  valor  dolías  es  mucho  para  que  to- 
do se  haga  muy  bien¡  é  como  Dios  é  Sus 
Majestades  se  sirvan  y  esta  cibdad  se 
asegure.  Y  yo  quedo  acá  para  la  velar  é 
guardarla  de  las  espias  é  debdos  de  Bea 
é  de  vuestro  Corobari ,  -que  sabés  é  sa- 
bemos todos  que  es  un  grand  perro .  é 


que  sobre  averie  perdonado  dos  veces  sus 
deslealtades,  y  a  verse  bapticado,  y  lla- 
marse chripstiano,  anda  la  terrera  aleado, 
y  es  el  mas  perjudicial  enemigo  que  esta 
cibdad  tiene,  é  de  quien  mas  se  debe  guar- 
dar por  vuestro  respecto;  pues  que  en 
vuestra  casa  están  su  madre,  é  muger,  6 
hijos,  é  otros  indios  con  quien  se  debe 
entender;  é  también  es  debdo  de  vuestra 
Elvira  é  de  vuestro  hijo.  El  Gn  que  yo 
tengo  en  esto  mostrará  con  la  obra  cómo 
tengo  por  principal  bien  el  de  todos,  é 
que  otra  cosa  no  me  mueve  ni  otro  inte- 
resse sino  que«e  sirvan  Dios  é  Sus  Mages- 
(ades  y  esta  cibdad  se  conserve,  en  la 
qual  pues,  yo  tengo  tanto  que  perder 
como  el  que  más  de  los  que  en  ella  vivi- 
mos, é  la  pudiera  doxarcomo  la  dexaron 
los  otros  officiales  de  Su  Magostad ,  é  con 
mucha  ventaja  de  repartimiento  é  otros 
ofrescimientos  quel  gobernador  me  daba, 
si  yo  quisiera  desampararla  é  mudar  as- 
siento.  Por  aquí  veres  si  mi  deseo  es  sus- 
tentar esta  cibdad  é  vivir  é  morir  en  ella. 

«Cada  día  nos  faltan  indios  de  los  que 
nos  sirven  en  nuestras  casas ,  6  muertos 
ni  vivos  no  parescen:  si  fuessen  tigres  los 
que  nos  los  quitan ,  no  podría  ser  sin  se 
aver  entendido.  Todos  los  que  hay  en  es- 
ta cibdad  sospechan,  é  yo  con  ellos,  que 
estos  traydores  caciques  Corobari  y  Bea, 
parientes  de  vuestro  hijo ,  nos  los  hurtan; 
é  cómo  el  ladrón  y  espia  está  cu  casa, 
sentimos  el  daño  é  no  vemos  por  do  se 
remedie,  aunque  no  del  todo  ciegos,  ni 
hay  ninguno  tan  ignorante  que  dexe  de 
entender  quel  remedio  es  cortar  los  tron- 
cos é  cepas  de  cssa  mala  simiente ,  que 
son  estos  caciques  de  Bea  é  Corobari.  Y 
tened  por  cierto  que  en  tanto  que  á  mi 
cargo  fuere  el  bien  é  procomún  de  todos, 
que  aunque  me  cueste  lo  que  tengo  é  la 
vida  con  ello,  yo  sacaré  destos  escrúpu- 
los é  sospechas  á  todos.  El  castigo,  que 
convenga  en  este  caso  de  Murga  se  ha  de 
hacer ,  é  no  me  hable  ninguno  en  otra  eo- 


DE  INDIAS.  LK.  XXIX.  CAP.  XV. 


77 


sa.  É  será  mejor  que  nos  digays  en  qué 
parte  os  desastes  dos  ó  (res  chripstianos 
vivos  de  los  compañeros,  que  llevastes, 
quando  fuystes  la  liewa  adentro ,  que  de 
cansados  y  enfermos  se  quedaron,  pu- 
diéndolos vos  traer,  porque  si  por  caso 
fuesscn  vivos,  se  cobrassen.»  Oydo  esto, 
el  bachiller  se  tornó  tan  pálido  6  de  color 
como  muerto. 

Es  verdad  que  yo  tenia  antes  infor- 
mación que,  hincados  de  rodillas,  con 
mul  lías  lágrimas,  pidiéndole  socorro  é 
misericordia  al  bachiller,  le  rogaron  que 
los  ayudasse  é  no  los  dexasse  entre  sus 
enemigos  á  morir ;  é  él  les  dixo  que  an- 
duviessen,  que  de  bellacos,  porque  los  tru- 
xessen  acuestas ,  se  hacían  malos.  É  uno 
dellos  le  dixo  á  él  é  á  otros:  « Señor  y  se- 
ñores, pues  que  assi  os  vays,  rogad  á 
Dios  por  mi  alma.  »  É  él  mandó  passar 
adelante  la  gente,  é  siguió  su  camino,  é 
los  dexaron ,  é  tornó  con  dos  ó  tres  com- 
pañeros á  un  buliío,  donde  quedaba  un 
vizcayno  (que  era  el  último  que  no  pudo 
seguir  la  compañía)  é  díxole:  «¿Vos  por' 
qué  no  andays? »  Y  el  pobre  compañero 
estaba  echado  en  una  bamaquilla  é  los 
piés  muy  hinchados,  édixo:  «Señor  ca- 
pitán, ya  veys  que  no  puedo  seguiros: 
acordaos  que  soy  chripstiano  »,  saliéndole 
las  lágrimas  de  los  ojos;  pero  ninguna  pie- 
dad tuvo  dél  ni  de  otros  dos  que  dexaba 
mas  atrás,  é  se  fué.  Y  es  verdad  que  traía 
en  hamacas  sus  indias,  quando  se  le  can- 
saban. 

Finalmente,  quando  el  bachiller  me  oyó 
hablar  en  los  que  avia  dexado  morir,  por 
su  culpa,  en  aquella  su  entrada,  muy  tur- 
bado dixo :  «  Señor ,  para  que  vcays  que 
no  conviene  que  aquesta  gente  vaya  á 
donde  la  enviays ,  yo  os  daré  cicnt  firmas 
de  hombres  los  mas  principales  del  pue- 
blo, que  dirán  que  no  conviene  hacerse 
lo  que  querés  que  se  haga. »  Estonces  yo 
mandé  á  un  escribano  que  assentasse  lo 
quel  bachiller  decia ,  é  assi  se  assentó :  é 


assentado,  mandé  que  lo  firmasse,  y  él  lo 
firmó ,  é  luego  le  mandé  por  aucto  que 
entendiesse  en  buscar  aquellas  firmas,  que 
degia  ante  mí  hasta  otro  dia  á  vísperas,  so 
pena  de  cicnt  mili  maravedís  para  la  cáma- 
ra de  Sus -Magostados ;  porque  si  assi  co- 
mo decia  fuesse ,  yo  me  reportaría  á  me- 
jor consejo  é  parescer,  para  que  se  higies- 
se  aquello  que  paresc'iesse  ser  mas  prove- 
choso é  con  viniente. 

En  esse  punto  el  bachiller  fué  á  buscar 
aquellas  firmas  entre  los  clérigos  ó  fraylcs 
é  personas  que  no  avian  de  dar  voto  en 
la  guerra ,  é  de  aquellos  que  poco  podían 
entender  qué  era  aquello  que  firmaban;  é 
no  pudiendo  juntar  en  todas  diez,  é  aque- 
llas de  sus  parciales  é  de  hombres  de  poco 
crédito  é  adherentcs  suyos;,  aquella  mes- 
ma  noche  amotinó  la  mayor  parte  de  todos 
los  que  avian  do  yr ,  para  que  rehusassen 
el  camino  de  Bca.  É  assi  cómo  fué  de  dia, 
vino  á  mí  el  capitán  Johan  de  Ezcaray,  é 
me  dixo :  « Señor ,  espantado  estoy  de 
tanta  mudanca  ó  de  tan  poca  vergtteñca, 
como  hay  en  esta  cibdad ;  porque  ayer  to- 
dos estaban  de  buen  propóssito,  y  en  es- 
ta noche  passada  han  mudado  la  voluntad, 
é  parésce  que  los  llevan  á  la  horca ,  é  no 
veo  hombre  en  dispusicion  de  yr  conmi- 
go. »  Luego  yo  sentí  la  maldad  del  bachi- 
ller, é  comencé  á  aver  información  contra 
él ,  é  se  ovo  bien  bastante  del  motín  y  es- 
torbo quél  daba  en  que  no  fuesse  la  gen- 
te ;  y  esto  no  pudo  ser  tan  secreto  quél  no 
oviesse  temor ,  ó  de  su  consciencia  igno- 
rasse  la  culpa  que  tenia.  É  viéndose  perdi- 
do, concertóse  con  el  deán  Johan  Pérez 
Zalduendo  (hombre  sin  letras,  ó  que  de 
largo  tiempo  eran  amigos)  contra  mí. 

Algunos  meses  antes  yo  avia  tomado 
cuenta  á  un  escribano ,  llamado  Chripstó- 
bal  Muñoz,  ante  quien  avia  passado  el 
progesso  de  la  muerte  del  adelantado  Vas- 
co Nuñez  de  Balboa  é  sus  consortes  ,  en 
cuyo  poder  estaba;  é  le  pedí  aquel  pro- 
gesso para  tassar  los  derechos  dél  por  lo 


7s 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


que  tocaba  al  secretario  Lope  Conchillos, 
en  cuyo  nombre  le  tomaba  la  cuenta ,  que 
era  escribano  mayor  é  general,  é  aun  pa- 
ra ver  si  por  aquel  processo  paresceria 
tener  el  adelantado  é  sus  consortes  más 
bienes  de  los  que  yo  sabia ,  para  que,  co- 
mo receptor  que  yo  era  de  la  cámara  é 
fisco,  los  cobrasse.  É  venido  este  proces- 
so á  mis  manos,  lávele  en  mi  poder  al- 
gunos dias,  é  leyle  todo,  é  pússele  cuen- 
to á  todas  las  hojas  por  letras ,  é  rubriqué- 


las  de  la  señal  de  mi  firma ,  porque  no  se 
pndiesse  hurlar  hoja  ni  aucto,  sin  que  se 
viesse  la  falla  por  el  cuento  que  le  pus- 
se.  Este  processo  fué  después  llevado  por 
el  escribano  que  he  dicho  á  Panamá ;  é 
cómo  el  gobernador  y  el  alcalde  mayor 
vieron  aquel  cuento  é  rúbricas  mías ,  sos- 
pecharon que  yo  avia  notado  las  fallas  é 
méritos  del  processo  en  daño  dellos.  É 
por  esto  sospeché  que  avian  dado  orden 
en  mi  muerte  é  trabaxos. 


CAPITULO  XVI. 


Cómo  el  auctor  hico  justicia  de  los  caciques  de  Corobari  é  Gualuro,  que  se  avian  rebelado  del  serví'  i  »  de 
Sus  Magostados  ¿  é  cómo  envió  presso  á  España  al  bachiller  Diego  de  Corral,  é  oirás  cosas,  que  compele,, 

á  la  historia. 


\  causa  de  las  Comunidades  é  alteracio- 
nes que  avia  en  España  en  aquel  tiempo, 
muchos  meses  passaron  que  no  yban  na- 
vios al  Darien,  é  quiso  Dios  que  llegó  al 
puerto  de  aquella  cibdad  una  caravela, 
martes  primero  dia  de  julio  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  dos  años .  víspera  de  la 
Visitación  de  la  Madre  de  Dios  á  Sánela 
Isabel.  En  aquel  navio  fueron  la  justicia 
eclesiástica  é  seglar  en  dos  personas:  el 
uno  fué  el  licenciado  Sancho  de  Salaya, 
que  yba  por  alcalde  mayor  de  la  costa  é 
mar  del  Sur ,  en  nombre  de  las  Cessáreas 
é  Cathólicas  Magostades ,  y  el  olro  era  el 
arcediano  Rodrigo  Pérez ,  al  qual  avia  en- 
viado presso  en  grillos  á  España  el  mesmo 
deán,  por  partícipe  en  la  culpa  é  Iraycion 
del  adelantado  Vasco  Nuñez  é  los  que  con 
él  padescieron,  persuadido  el  deán  por 
Pedrarias  Dávila  y  el  licenciado  Gaspar  de 
Espinosa ,  su  alcalde  mayor.  É  volvió  ab- 
suelto',  é  traia  mandamiento  de  Sus  Ma- 
gestadesé  del  perlado,  para  que  se  le  res- 
tituyessen  sus  bienes. 

Ved .  letor  ,  qué  tal  debiera  ser  la  cul- 
pa é  Iraycion  del  infelice  adelantado,  pues 
que  este  arcediano  era  uno  de  los  mas 


partícipes  en  ella,  é  venia  absuello,  é 
volvió  á  la  tierra. 

Ei  licenciado  Salaya  traía  poderes  del 
nuevo  obispo,  fray  Vicente  Peraca,  para 
tomar  la  possesion  de  la  iglesia  episcopal 
é  remover  los  ofliciales  é  provisores,  é  po- 
ner los  que  les  paresciesse :  é  lo  [¡rimero 
que  hico  fué  tomar  la  possesion  por  el  obis- 
po ,  é  luego  removió  de  provisor  al  deán 
y  eligió  al  arcediano  Rodrigo  Pérez;  é  los 
dos  secretamente  inquirieron  en  los  méri- 
tos de  algunos  vecinos,  porque  ya  los 
hombres  podían  hablar  libremente  por 
descargo  de  sus  consc/iencías,  é  informa- 
ron de  la  verdad,  é  de  quán  perjudicial 
era  aquel  bachiller  Corral  á  aquella  cib- 
dad. E  cómo  vieron  el  bachiller  y  el  deán 
que  avia  justicia  en  la  tierra,  é  me  tenían 
por  recio,  é  creían  que  avia  de  procurar 
de  me  satisfacer  dellos  é  del  motin,  roga- 
ron al  licenciado  Salaya  é  á  ciertos  reli- 
giosos de  Sanct  Francisco  que  nos  hiciés- 
sen  amigos,  é  á  su  ruego  yo  les  hablé 
muy  bien  dende  adelante,  quando  noslo- 
pábamos ;  pero  no  prometí  de  olvidar  mi 
enmienda:  antes  dixe  que,  non  obstante 
que  les  hablasse,  no  dexaria  de  seguir  mi 


DE  INDIAS.  LIR. 

justicia  en  el  tiempo  que  me  conviniesse, 
pues  avian  seydo  causa  quel  cacique  de 
Bea  no  fuesse  castigado;  é  con  este  adi- 
tamento se  contentaron  los  terceros.  É  có- 
mo  los  culpados  (arde  ó  nunca  dexan  de 
sospechar  su  castigo ,  6  recelarse  de  sus 
proprios  méritos,  aunque  andaba  la  cor- 
tesía en  los  bonetes,  no  era  la  comunica- 
ción ni  habla  tan  sociable  como  antes  la 
ovo,  ni  en  mas  de  aquello  que  yo  no  po- 
día excusar  por  mis  officios:  c  por  esso 
no  faltaban  en  el  pecho  passiones  escul- 
pidas con  letras  diamantinas. 

Estando  ya  nías  informado  el  licenciado 
Salaya  de  la  persona  ,  vida  é  parcialida- 
des del  bachiller  Corral,  consejóme  que 
Id  echasse  de  la  tierra  é  lo  en\  iasse  á  Cas- 
lilla,  donde  tenia  su  muger,  sin  la  qual 
estaba  once  ó  doce  años  avia,  ó  público 
amancebado,  é  que  con  la  información  de 
sus  exc esos  se  fuesse ,  por  hombre  perju- 
dicial é  no  conviniente  á  la  república.  É 
yo  le  respondí  que  hifíesso  él  el  interro- 
gatorio 6  se  tomasse  la  información :  é 
que  tomada,  si  le  pareseies.se  cpie  era 
bastante  é  que  convenia,  que  yo  haría  lo 
quél  me  consejasse  é  dixesse  ¡pie  era  jus- 
ticia: É  luego  el  licenciado  tomó  tinta  é 
papel ,  é  hir;o  de  su  mano  un  interrogato- 
rio, é  por  las  preguntas  dél  se  lomaron 
los  testigos,  los  quales  las  hincheron,  é 
debían  abominaciones  dél.  Tomada  esta 
información  por  consejo  del  licenciado,  le 
hige  echar  unos  grillos,  é  le  mandé  meter 
en  una  nao  que  estaba  de  partida  para 
España,  é  con  él  un  Luis  de  Córdova,  es- 
peciero é  vecino  dé  Sevilla,  al  quál  tenia 
presso  por  perjudicial  á  la  república,  é 
porque  avia  mucho  tiempo  (pie  estaba  sin 
su  mugér,  é  tenia  allí  en  el  Darien  dos 
mancebas  públicas.  E  por  cédula  de  Su 
Magostad  los  oflieiales  de  la  casa  de  la 
Conlraclacion  de  Sevilla  me  enviaron  una 
carta  requisitoria,  para  que  se  lo  enviasse 
presso  á  la  casa  de  la  Contractacion,  para 
le  hacer  que  hieiesse  vida  con  su  muger. 


XXIX.  CAP.  XVI.  79 

é  mandé  llevar  á  ambos  á  aquella  nao. 
En  fin,  hechos  á  la  vela,  navegaron é  vi- 
nieron á  esta  cibdad  de  Sancto  Domingo, 
é  desde  aqui  fueron  á  España. 

Esta  yda  deste  bachiller  sintió  mucho 
Pedrarias ,  porque  ovo  temor  que  en  Es- 
paña le  seria  contrario  é  diría  mal  dél. 

Estando  las  cosas  en  este  estado ,  vino 
nueva  al  Darien ,  por  aviso  de  un  indio 
que  avia  seydo  de  chripstianos  é  andaba 
en  compañía  del  cacique  Corobari ,  ene- 
migo de  nuestra  cibdad ,  cómo  aquel  ca- 
cique estaba  en  una  sierra ,  siete  ó  ocho 
leguas  del  Darien,  é  ofrescíase  á  le  dat- 
en las  manos-de  los  chripstianos.  El  qual 
indio  fué  presso  é  traydo  ante  mí ,  y  exa- 
minado, dixo  dónde  el  cacique  estaba  ,  é 
que  la  causa  do  su  venida  era  porque  avia 
dos  dias  quel  cacique  le  avia  muerto  á  su 
muger,  que  era  chripstiana ,  é  se  llamaba 
Cathalina,  porque  ella  avia  dicho  que  los 
chripstianos  eran  buenos;  é  demás  de  esso 
avian  hecho  otras  muchas  muertes  en  in- 
dios mansos  chripstianos ;  é  ofrescióse  de 
llevar  los  chripstianos  á  donde  estaba. 
Pues  cómo  este  cacique  era  de  quien  más 
nos  recelábamos,  é  no  sabíamos  dónde  an- 
daba, después  que  me  ove  bien  informa- 
do del  indio,  prevey  con  treynta  é  c¡nco 
chripstianos  de  un  capitán,  hombre  cuer- 
do ,  é  mándele  que  llevasse  este  indio  por 
guia ,  é  assr  lo  hico ;  é  fueron  á  dar  en  el 
cacique  una  noche,  é  prendiéronle  con 
parte  de  su  gente,  é  traydo  al  Darien,  con- 
fessó  espontáneamente  ser  verdad  que 
avia  muerto  la  india  Cathalina  é  otros  in- 
dios muchos  chripstianos ,  é  que  era  ene- 
migo de  los  chripstianos ;  é  que  aviéndose 
algado  dos  veces,  avia  seydo  perdonado 
ambas ,  é  se  avia  rebelado  la  tercera ,  é 
apartádose  del  servicio  de  Sus  Magesta- 
des,  é  hecho  otras  muchas  maldades.  É 
entre  las  otras  cosas  confessó  que  sabia  la 
muerte  del  capitán  Martin  de  Murga,  é 
que  se  lo  avia  dicho  el  bachiller  Corral  en 
una  estanca,  que  tenia  media  legua  de  la 


80 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


cibdad ,  é  que  allí  se  avian  visto  é  comi- 
do juntos  algunas  veces  el  bachiller  y  es- 
te cacique :  lo  qual  era  en  tiempo  que  se 
velaba  la  cibdad ,  por  temor  del  mesmo 
Corobari  é  del  cacique  de  Bea ,  después 
de  la  muerte  del  capitán  Martin  de  Mur- 
ga. Por  lo  qual  diKo  públicamente  el  li- 
cenciado Salaya ,  que  si  el  bachiller  Cor- 
ral no  fuera  partido,  que  publicamente 
merescia  ser  quemado  con  su  cacique  Co- 
robari, por  tfaydor  enemigo  de  los  chrips- 
tianos:  é  consejóme  que  mándasse  quemar 
á  este  cacique ,  é  assi  se  hico;  y  el  licen- 
ciado, de  su  mano,  ordenó  y  escribió  la 
sentencia,  é  yo  la  firmé.  6  fué  quemado. 
Al  qual  yo  mandé  ahogar  primero,  porque 
quiso  morir  chripstiano  y  era  bapticado. 
Esta  muerto  se  le  di6,  porque  los  indios 
temen  mucho  el  fuego,  é  todas  las  otras 
maneras  de  morir  no  las  temen. 

Fecho  aquesto,  el  licenciado  Salaya  se 
fué  á  Panamá ,  donde  el  gobernador  Pe- 
drarias  estaba ,  y  en  aquella  sacón  le  en- 
vió doña  Isabel  de  Bovadilla ,  su  muger, 
desde  Castilla,  aquella  grangeada  residen- 
cia que  le  mandaron  tomar  los  goberna- 
dores y  el  Papa  Adriano,  que  estonces 
era  Cardenal  de  Tortosa,  é  asistía  con  ellos 
assimesmo  en  la  gobernación  de  los  rey- 
nos  de  España ,  para  que  se  la  tomasse  el 
mesmo  licenciado  Alarconcillo  que  le  avia 
tomado  la  otra,  quél  por  su  placer  avia  he- 
cho ;  é  que  assimesmo  tomasse  residencia 
al  licenciado  Espinosa  é  á  todos  los  que 
avian  tenido  cargo  de  justicia  por  Pedra- 
das. Esto  fué  negociado  por  la  muger  del 
gobernador  é  por  aquel  Francisco  de  L¡- 
cao,  que  primero  se  dixo. 

En  este  tiempo  tomé  yo  ciertas  espías 
del  cacique  de  Guaturo  que  servia  á  un 
vecino  del  Darien .  el  qual  se  avia  aleado 
é  avia  acordado  de  se  juntar  con  el  caci- 
que de  Bea,  que  avia  muerto  al  capitán 
Murga  é  á  otros  chripstianos,  para  malar 
á  todos  los  que  estábamos  en  el  Darien,  é 
pegar  fuego  á  aquella  cibdad.  É  cómo  yo 


sentí  la  cosa ,  viendo  el  peligro  notorio  en 
que  la  cibdad  estalla ,  acordé  de  yr  en 
persona  á  buscar  al  cacique  con  hasta  qua- 
renta  hombres ,  dexando  en  la  cibdad  el 
mejor  recabdo  que  pude :  é  porque  ya  ce- 
saban las  sospechas  del  bachiller  Corral  é 
de  «u  cacique  Corobari ,  do  quien  se  avía 
hecho  justicia ,  é  no  osé  fiar  este  víage  de 
otro  capitán  alguno,  porque  aquel  á  quien 
este  cacique  Guaturo  servia  no  me  enga- 
ñasse,  porque  él  harto  excusaba  al  caci- 
que, diciendo  que  no  oslaba  aleado,  é 
para  satisfacerme  á  mí  é  á  él,  llévele  con- 
migo, de  lo  qual  le  pessó  mucho  ,  é  decia 
que  yo  tomaba  demasiado  trabaxo,  é  quél 
me  traeria  el  cacique  á  la  cibdad.  Pero 
yo,  no  fiando  de  palabras,  partí  del  Da- 
ñen; é  llegado  á  las  sierras  de  Guaturo, 
diez  é  ocho  leguas  del  Darien,  hallé  al- 
eado el  cacique  é  ydo  al  arcabuco  ó  mon- 
tes, é  desfecho  su  assiento;  é  plugo  á 
Nuestro  Señor  que  me  di  tal  recabdo  que 
le  prendí  á  él  é  á  su  muger  é  dos  hijos 
suyos,  muy  niños,  éá  un  indio  principal, 
que  se  llamaba  Goncalo,  que  era  su  ca- 
pitán, é  por  cuyo  consejo  se  gobernaba. 
E  tomáronse  hasta  quarenta  personas  de 
su  gente  ,  é  pressos  confessaron  su  rebe- 
lión ,  é  ser  amigos  é  naturales  de  Cemaco, 
que  fué  un  cacique  señor  del  Darien  (el 
qual  é  su  gente  6  valedores  é  amigos  es- 
taban dados  por  esclavos  por  el  Rey  Ca- 
thólico);  é  confessó  que  yba  á  juntarse  con 
el  cacique  de  Bea  para  venir  con  él  á  dar 
una  noche  en  nosotros,  é  pegar  fuego  á 
la  cibdad  é  matar  los  chripstianos.  É  con- 
forme é  sus  confissíones  é  mal  propóssi- 
to,  se  hico  justicia  del  cacique  é  su  capi- 
tán :  é  mandé  que  los  indios  que  se  toma- 
ron aleados  fuessen  repartidos  por  los 
compañeros  que  conmigo  fueron,  é  lo  mes- 
mo hice  con  los  de  Corobari  que  primero 
le  avia  justiciado.  Y  en  el  camino,  vol- 
viendo de  Guaturo,  encima  del  cerro  de 
Buenavista,  ques  á  siéte  leguas  del  Da- 
rien, y  encima  de  las  lagunas  de  Bea,  don- 


DE  INDIAS.  Lili. 

de  avian  muerto  al  capitán  Murga,  se  higo 
una  horca  mas  alia  que  una  langa  de  armas, 
é  allí  fué  ahorcado  el  capitán  Gongalo,  pa- 
ra que  los  indios  de  Bea  lo  pudiessen  ver 
desde  l;is  lagunas,  que  están  deliaxo  de 
aquel  cerro  bien  legua  y  media  ó  dos.  É 
desde  allí,  ydo  al  Daricn,  assi  como  en- 
tré  de  camino  como  yba .  quedó  ahorca- 
do  en  la  plaga  el  cacique  de  Guaturo:  con 
lo  qual  é  con  la  justicia  que  se  avia  hecho 
[>ocos  dias  antes  del  cacique  Corobari, 
qaedó  aquella  cibdad  é  provincia  muy  se- 
gura. . 

Pero  quando  torné  de  Guaturo  ,  hallé 
en  la  cibdad  ciertas  cartas  quel  gober- 
nador  Pedrarias  respondía  á  la  cibdad.  á 
lo  que  le  avian  escripto  én  tanto  que  yo 
estaba  absenté,  é  por  las  palabras  de  su 
respuesta  se  entendía  quel  bachiller  Cor- 
,  como  regidor,  con  los  alcaldes  y  un 
escribano  del  consejo,  que  no  avian  que- 
dado mas  del  regimiento,  y  estos  eran 
mis  enemigos ,  le  avian  escripto  al  gober- 
nador lo  que  quisieron ;  y  él,  creyendo 
quel  bachiller  estaba  allí,  é  no  sabiendo 
que  yo  lo  avia  enviado  á  España  .  é  pen- 
sando cpie  aun  no  era  yo  tornado ,  les  da- 
ba gracias  de  muchas  mentiras  que  le 
avian  escripto  contra  mí,  é  decia  que  se 
lo  tenia  en  merced ,  é  dábales  á  entender 
otras  cosas  á  su  beneplácito,  é  revocaba 
el  poder  que  yo  tenia  suyo,  é  dábale  al 
bachiller  Corral.  É  la  primera  vez  que  nos 
juntamos  en  el  cabildo  de  la  cibdad,  des- 
pués que  torné  de  Guaturo,  me  enseñaron 
estas  cartas ;  pero  como  todo  era  falsedad 
é  mentira  aquello  á  quel  gobernador  res- 
pondía, yo  dixc  en  el  regimiento,  que 
bien  parescia  por  aquellas  cartas  quel  go- 
bernador respondie  á  las  falssedades,  que 
le  avien  escripto  desdo  aquel  cabildo  el 
bachiller  Corral ,  viéndose  solo  sin  otro 
regidor,  é  sus  amigos:  é  que  yo  holgára 
quel  bachiller  estuviera  pressentc  é  toma- 
ra la  vara  en  buen  hora ,  porque  tal  juez 
avia  menester  aquel  pueblo  como  él ,  que 
TOMO  III. 


XXIX.  CAP.  XVI.  si 

estándose  velando  la  cibdad  é  velando  el 
bachiller,  quando  le  cabía  la  guardia,  por 
régelo  de  su  cagique  Corobari  y  el  de  Bea, 
se  via  él  é  se  entendía  con  Corobari ,  co- 
mo lo  avia  confessado  el  mesmo  cagique, 
quando  dél  mandé  hager  justigia;  é  que  yo 
conosgia  que  avia  hecho  falta  á  mi  persona 
en  a  ver  seydo  teniente  de  Pedrarias  ;  pe- 
roque  no  lo  avia  aceptado,  sino  porque  no 
se  despoblassc  aquella  cibdad ,  como  lo 
avia  procurado.  E  dicho  aquesto,  arrimé 
la  vara  en  aquel  consistorio,  é  pússela  en- 
cima de  la  silla  principal,  sobre  que  yo  es- 
taba é  presidia  en  su  lugar  del  goberna- 
dor ,  é  passéme  á  otra  silla  mas  baxa ,  é 
dixc :  « Este  es  mi  lugar ,  quel  Céssar  me 
dió,  é  desde  aqueste  serviré  yo  á  Sus  Ma- 
gestades,  como  su  offigial ,  é  no  como  te- 
niente del  señor  gobernador;  y  en  todo 
lo  que  yo  le  pudiere  contentar  al  señor 
gobernador  con  mi  persona ,  é  lo  que  yo 
alcangare  que  sea  en  servicio  de  mi  Rey 
y  en  pró  é  utilidad  desta  república,  lo  ha- 
ré como  lo  tengo  jurado  é  soy  obligado. » 
E  hice  juramento  de  nunca  tomar  vara  de 
justicia  por  Pedrarias  ni  por  otro,  si  no 
fuesse  por  Sus  Magostados ,  con  su  expre- 
so mandado  ó  de  su  Real  Consejo;  é  pe- 
dílo  por  testimonio  ,  é  assi  lo  higo  assen- 
tar  por  aucto. 

Ved  qué  gracias  é  remuneraciones  pa- 
ra quien  acababa  de  librar  la  tierra  de  tan 
capitales  ó  tan  grandes  enemigos,  como 
tenia  en  los  cagiques  de  Guaturo  é  Coro- 
bari! 

Junto  con  aquellas  cartas  de  Pedrarias 
avia  ydo  un  mandamiento  suyo,  en  que 
mandaba  que  la  cibdad  cügiesse  procura- 
dor que  fuesse  á  Panamá  á  la  junta  gene- 
ral quél  degia  que  queria  hager,  para  pro- 
veer cosas  importantes  á  aquella  goberna- 
ción ,  é  para  elegir  procuradores  de  cor- 
tes para  enviar  á  España.  Esta  invención 
era,  porque  el  licenciado  Espinosa  se  que- 
ria yr  á  Castilla,  é  porque  llevassc  sala- 
rios de  lospcccadores  é  de  la  comunidad 
11 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


é  yr  á  costa  agena  á  negociar  Iü  quel  go- 
bernador  y  él  quisiessen. 

Leydo  este  mandamiento ,  todos  quan- 
los  se  hallaron  de  la  cibdad  en  aquel 
ayunlamienlo ,  se  levantaron  en  pié  con 
los  bonetes  en  las  manos,  é  dixeron  que 
me  pedían  por  merced,  que  pues  yo  era 
veedor  de  Sus  Magostados ,  é  regidor ,  é 
vecino  de  aquella  cibdad .  é  no  avia  otro 
que  assi  lo  higiesse,  ni  la  cibdad  tenia  di- 
neros para  pagar  á  quien  fuesse ,  que  me 
suplicaban  que  por  amor  de  Dios,  é  por- 
que aquella  cibdad  y  ellos  no  se  acabas- 
sen  de  perder,  quisiesse  aceptar  el  poder 
é  procuración  de  aquella  cibdad,  assi  pa- 
ra yr  á  Panamá ,  como  para  enviar  á  Es- 
paña; pues  que  me  tenían  por  padre,  é 
yo  avia  sustentado  aquella  república,  que 
no  la  quisiesse  desamparar  en  tal  sacón, 
é  lo  podia  é  sabría  hacer.  Y  en  la  verdad, 
aunque  en  algunos  de  los  que  esto  decían 
no  avia  méritos  para  que  yo  me  movies- 
se  á  hacer  lo  que  me  rogaban .  avia  otros 
de  sana  intención:  é  viendo  con  la  nes-, 
gessidad.que  estaban,  las  lágrimas  de  al- 
gunos ,  é  porque  yo  era  uno  de  los  qiie 
mas  allí  tenían,  é  mi  hacienda  se  perdía 
como  la  de  todos ,  lo  acepté  sin  salario  al- 
guuo ,  é  me  otorgaron  luego  el  poder  to- 
dos ellos  en  conformidad. 

Aquella  noche  el  Qarien  anduvo  tem- 
pestando ,  porque  el  deán  é  sus  parientes 
é  amigos  del  bachiller  Corral  tuvieron  mu- 
cha pena  desta  elegion,  paresciéndoles 
que  yo  les  podría  hager  daño ,  é  no  olvi- 
dando la  enemistad  queme  tenian;  é  por- 
que desde  la  prission  del  bachiller  esta- 
ban en  sospecha  é  temor  de  mí ,  luego 
entendieron  en  convocar  é  juntar  algunos 
del  pueblo .  para  que  otro  día  eu  el  regi- 


miento reclamasscn  del  poder  que  la  cib- 
dad me  avia  dado;  é  assi  se  juntó  el  ca- 
bildo y  el  procurador  del  concejo,  que 
era  primo  del  deán,  é  dixo  en  nombre  de 
la  cibdad  que  muchos  vecinos  dolía  pedían 
que  se  recogiesse  é  que  no  se  me  diesse 
á  mí  aquel  poder,  porque  me  tenian  por 
hombre  apassionado :  é  pidió  é  requirió  á 
los  alcaldes  é  regimiento  que  se  pusiesse 
en  votos,  é  que  con  mas  deliberación  c 
acuerdo  el  poder  se  diesse  al  que  oviesse 
de  yr  á  lo  ques  dicho,  en  nombre  de  aque- 
lla cibdad.  É  ley  da  esta  petición  en  regi- 
miento y  en  mi  pressencia,  dixe  que  bien 
parescia  que  todo  aquello  era  fabricado 
por  el  deán;  pero  que  non  obstante  que 
no  avia  por  donde  me  desistir  del  poder, 
ni  porque  debiesse  dar  lugar  á  ello .  que 
por  convencer  malicias',  yo  era  contento 
que  se  tornasse  á  ver,  é  que  todo  el  pue- 
blo votasse  en  el  negocio  y  elegion,  para 
quel  poder  se  diesse  á  quien  mas  votos 
tuviesse;  é  assi  dixe  que  lo  pedia  é  re- 
quería, é  assi  se  higo,  é  se  votó  por  todo 
el  pueblo.  É  cómo  aquestos  questo  hacían, 
eran  pocos  é  de  poca  auctoridad .  tuve  yo 
muchos  mas  votos  que  ninguno,  é  assi  de 
nesgessidad  é  contra  voluntad  de  mis  ene- 
migos é  de  aquella  pargialidad  del  bachi- 
ller Corral  é  del  deán ,  se  me  ovo  de  dar 
el  poder  é  instrugion  para  yr  á  Panamá  á 
la  junta,  quel  gobernador  Pedrarias quería 
hacer:  é  dióseme  facultad  de  sostituyr  ó 
yr  en  persona  ó  nombrar  á  quien  yo  qui- 
siesse ó  me  paresgiesse  que  se  debía  en- 
viar á  España ;  é  comengé  á  aderesgar  mi 
partida,  é  fleté  un  barco,  para  yr  hasta  el 
Nombre  de  Dios ,  porque  lo  demás  avia  de 
ser  por  tierra  hasta  Panamá  ,  donde  el  go- 
bernador Pedrarias  estaba. 


DE  INDIAS.  LIR.  XXIX.  CAP.  XVII. 


83 


CAPITULO  XVII. 

De  la  forma  de  la  residencia  de  I'edrarias  Dávila  é  su  alcalde  mayor  el  licenciado  Espinosa;  c  como  no  can- 
sados los  enemigos  de  fatigar  al  auclor  de  aquestas  historias  ,  acordaron  de  le  matar  á  Iraycion  ,  c  fué 

muy  mal  herido. 


J_jas  fuercas  de  cada  uno  no  se  manifies- 
tan sino  por  las  adversidades:  assi  lo  dice 
Sancl  Gregorio1.  Yo  confiessoqueslas  fuer- 
cas,  con  que  se  ressislieron  mis  Irabaxos 
cnlre  mis  adversidades,  no  fueron  mias, 
sino  de  quien  me  libró  dellos,  que  fué  la 
omnipotencia  de  Dios. 

Algunos  amibos  míos,  á  quien  lie  co- 
municado lo  que  escrivo ,  me  han  queri- 
do estorbar  que  no  hiciesse  mención  en 
estas  historias  de  mis  trabaxos,  ó  yo 
soy  de  olio  parescer,  por  todas  estas  ta- 
cones :  lo  primero,  porque  por  hacer 
yo  lo  que  debia  é  hacer  justicia,  se  jun- 
taron contra  mí  los  que  la  tienen  aborres- 
cida ,  é  acordaron  de  me  hacer  malar  á 
Iraycion:  lo  otro,  porque  Sancl  Pablo  fué 
sin  comparación  mejor  que  yo,  é  no  ne- 
gaba sus  acotes:  AJudceis  quinquiés ,  qua- 
dr ágenos,  una  minús  accepi 2 :  lo  tercero, 
porque  Chripsto,  Nuestro  Redcmptor,  es 
Dios,  é  no  se  desprecio  de  su  passión, 
puesto  questas  comparaciones  son  muy 
altas  é  desproporcionadas,  porque  Chrips- 
to no  podia  peccar,  ni  tuvo  culpa  alguna; 
pero  enseñónos  á  sufrir,  é  Sancl  Pablo  fué 
vaso  de  elecion  é  alumbrado  por  Dios  é 
padescia  por  su  amor,  é  yo  soy  y  he  sido 
peccador;  pero  no  permitió  Ta  bondad  di- 
vina que  mis  enemigos  saliessen  con  su 
intención.  Pero  nunca  se  me  desacordará 
lo  quel  glorioso  dolor  de  la  Iglesia,  Sanct 
Gregorio,  dice  por  el  Sánelo  Job  en  estas 
palabras :  «Si  alguna  vez  con  silencio  con- 
sintiera á  los  que  hacían  cosas  injustas ,  ó 
no  los  contradixera  con  justicia ,  cierta- 


mente nó  tuviera  adverssarios ;  mas  por- 
que tuvo  los  caminos  de  la  vida,  halló 
siempre  desseadores  de  su  muerte.  3»  La 
otra  racon  es,  porque  los  qucsle  trabaxo 
me  dessearon,  fueron  los  amigos  de  aquel 
bachiller  Corral,  inventor  de  todo  ello,  é 
uno  de  los  embaxadores  de  Vasco  Nuñez 
á  Diego  de  Nicuesa,  quando  le  truxéron  á 
la  desapiadada  muerte  que  le  dieron,  é  un 
escribano  á  quien  yo  suspendí  del  officio 
de  escribanía ,  é  le  hice  pagar  ciertos 
quatro  tantos  de  derechos  demassiados, 
porque  públicamente  robaba  aquella  cib- 
dad  con  su  péñola ;  é  otro,  que  porque  yo 
no  quise  de  offigio  proceder  contra  su  mu- 
ger,  que  degia  él  (pie  le  ponía  los  cuer- 
nos, se  me  tornó  enemigo.  Pero  en  fin  de 
quedar  por  los  que  eran,  les  vi  hacer  mal 
fin  á  todos  ellos;  porque  tiene  Dios  cuy- 
dado  de  suplir  los  defetlos  de  la  justicia, 
ques  administrada  por  los  hombres,  ó 
desde  el  cielo  castiga,  (piando  le  place,  á 
cada  uno,  segund  él  vé  que  conviene. 

Tornando  á  nuestra  materia  de  susso, 
estando  para  partirme  del  Darien ,  llegó 
de  aquella  cibdad  un  Pedro  de  Barrera, 
escribano ,  que  por  mandado  del  ligengia- 
do  Alarconeillo,  juez  de  residengía,  venia 
do  pregonar  en  la  villa  de  Acia  lo  que  hi- 
go pregonar  assimesmo  en  el  Darien,  que 
todos  los  que  algo  quisiessen  pedir  al  go- 
bernador Pedrarias  Dávila,  é  al  ligengia- 
do  Espinosa,  su  alcalde  mayor,  pares- 
giessen  en  Panamá  dentro  de  gicrlo  tér- 
mino ,  é  serian  oydos  é  les  guardarían  su 
justicia.  Pero  cómo  todos  conosgian  ques- 


I    Moral.,  Ilb.  XXIII,  cap.  3i  sobre  los  caps.  31         2    Ad  Cornil.  II,  cap.  H,  vers.  24. 
ó  32  de-Job.  3   Morar,  lib.  XXII,  cap.  14  sobre  el  31  de  Job, 


84 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


(a  residencia  era  grángeada  por  Pedra- 
rias ,  é  que  passada,  se  avia  de  quedar  en 
el  mcsmo  officio  de  gobernador ,  comen- 
taron los  cuerdos  á  burlar  é  murmurar  de 
lal  cuenla,  porque  Ies  parescia  que  era 
mejor  disimular  sus  quexas  6  agravios 
que  no  trabaxar  é  andar  caminos  en  val- 
de,  gastando  dineros,  si  allí  fucssen:  pues 
no  confiaban  de  tal  manera  de  juzgado, 
ni  á  ninguno  convenia  pedir  ni  enojar  al 
(pie  se  avie  de  quedar  mandando  la  tier- 
ra ,  porque  después  no  le  deslruycssc  por 
tal  causa ;  é  assi  ninguno  ovo  tan  falto  de 
sesso  que  se  pusiesse  en  tal  jornada ,  pues 
avie  de  ser  tiempo  perdido.  Pero  cómo  yo 
tenia  que  pedir  al  gobernador  é  alcalde 
mayor  muchas  cosas,  en  nomine  del  Rey 
é  de  su  hacienda  real ,  é  .por  aquella  cib- 
dad  del  Darien,  como  regidor  della,  con  la 
qual  avia  de  cumplir,  pues  me  avia  en- 
cargado su  poder,  é  por  mi  proprio  ¡nte- 
resse ,  acordé  de  yf  á  Panamá ,  é  un  vier- 
nes diez  y  nueve  de  septiembre  de  mili  6 
quinientos  6  veynte  y  dos  años,  estando 
en  mi  casa  aderescando  mi  partida  (ta- 
ñeron á  missa  de  la  confradia  de  Sanct  Se- 
bastian ,  de  que  todo  el  pueblo  eran  con- 
frades  c  yo  uno  dcllos),  entró  un  alcalde 
ordinario  de  los  de  la  cibdad,  é  dixomc: 
«  Señor,  ¿quiere  vuestra  merced  yr  á 
missa  de  la  confradia?»  E  yo  le  dixe:  «Sí 
por  cierto.  »  E  assi  él  é  yo  é  otros  nos 
fuymos  á  la  iglesia ,  que  era  en  cabo 
é  fuera  de  la  cibdad :  á  la  puerta  de  la 
qual  estaban  los  mas  del  pueblo,  esperan- 
do al  clérigo ,  que  aun  no  era  venido  á 
decir  missa,  é  cómo  vino,  se  entraron  to- 
dos tras  él. 

Notad,  letor,  é  ved  lo  que  se  me  si- 
guió de  venir  este  alcalde  á  me.  convidar 
para  yr  á  missa ,  el  qual  era  amigo  espe- 
cial del  bachiller  Corral ,  é  le  avia  dicho 
que  quando  el  regimiento  le  nombró  por 
alcalde,  yo  lo  avia  querido  estorbar;  é  as- 
si era  verdad ,  porque  era  hombre  vil  é 
avia  seydo  capalcro,  é  por  esta  entras  cau- 


sas no  me  avia  parescido  que  se  debía 
hacer  tul  elecion  de  alcalde  semejante, 
puesto  que  era  rico. 

En  fin,  al  tiempo  que  yo  me  quise  en- 
trar, como  los  otros,  en  la  iglesia,  me  di- 
xo:  «Señor,  óygame  vuestra  merced  una 
palabra,  en  tanto  que  se  viste  el  clérigo. » 
É  assi  me  detuve  é  nos  quedamos  el  al- 
calde é  yo  en  la  calle,  passeándonos  delan- 
te de  la  iglesia ,  en  la  qual  sacón  llegó  un 
mancebo,  llamadoSimon  Rernal,  boticario, 
hijo  de  aquel  Luis  de  Córdoba,  que  tengo  di- 
cho que  envié  presso  á  España  en  compañía 
del  bachiller  Corral :  el  (pial  Simón  Rernal 
avia  seydo  criado  del  deán ,  é  pocos  días 
antes  se  avia  despedido  del,  é  con  algu- 
nas personas  me  avia  enviado  á  rogar  que 
lo  rescibiesse  por  mió ,  diciendo  que  me 
desseaba  servir,  porque  via  que  tractaba 
é  ayudaba  muy  bien  á  mis  criados,  é  á 
los  que  á  mí  se  allegaban.  Mas  cómo  yo  sa- 
bia que  aquel  mancebo  avia  seydo  criado 
del  deán,  mi  enemigo,  é  porque  no  que- 
ría meter  en  mi  casa  hombre  sospechoso, 
é  porque  demás  desso  avia  enviado  pres- 
so á  España  á  su  padre,  no  le  quise  res- 
cebir :  y  envíele  á  decir  que  yo  le  agra- 
descia  la  voluntad  que  decía  que  me  tenia, 
é  que  assi  la  temía  yo  muy  buena  para 
hacer  por  él  lo  que  pudiesse ,  ofrescíén- 
dolo  el  tiempo. 

Quando  este  llegó  donde  el  alcalde  é  yo 
nos  paseábamos ,  delante  de  la  iglesia, 
quitóse  el  bonete  acatándome,  é  yo  abaxé 
la  cabeca ,  como  quien  dice :  «  Rien  seays 
venido » ,  é  arrimóse  á  una  pared  frontero 
de  la  iglesia.  Y  el  alcalde ,  en  esta  sacón, 
me  rogaba  que  diesse  la  vara  del  algua- 
c,iladgo  de  aquella  cibdad  á  un  hombre  de 
bien  (porque  yo  tenia  poder  para  proveer 
de  aquel  officio ,  quando  conviniesse ,  en 
nombre  del  alguacil  mayor  el  bachiller 
EncisO,  por  su  absencia,  que  estaba  en 
España,  y  era  mi  amigo);  é  dixe  al  alcal- 
de que  me  placía  de  hacer  lo  qué  me  ro- 
gaba .  porque  me  parescia  que  era  buena 


DE  INDIAS.  L1B.  XXIX.  CAP.  XVII. 


85 


persona  aquel  para  quien  me  pedíala  va- 
ra del  alguaciladgo.  Y  en  este  instante  llo 
gó  por  detrás  el  Simón  Bernal  con  un  pu- 
ñal luengo  muy  afilado  (aunque  traía  otra 
espada  ceñida),  é  «lióme  una  grand  cuchi- 
llada en  la  cabeca,  é  descendió  cortando 
por  debaxo  de  la  oreja  siniestra ,  é  cor- 
lóme un  pedaco  grande  de  la  punta  é 
huesso  de  la  quijada  ,  y  entró  hasta  media 
mesilla ;  é  fué  tan  grande  é  honda  la  he- 
rida, (pie  me  derribó  é  dio  conmigo  en 
tierra.i'  al  caer,  (lióme  otras  dos  cuchilla- 
das sobre  el  hombro  izquierdo,  é  todo  tan 
presto,  (pie  antes  (piel  alcalde  le  viesse, 
ni  yo  me  reconosciesse ,  era  fecho  lo  que 
es  dicho.  É  el  malhechor  echó  á  huyr  la 
calle  adelante ,  no  queriéndose  acoger  á 
aquella  iglesia,  á  par  de  donde  estalla- 
mos, porque  si  allí  se  entrara,  fuera  pres- 
so ;  sino  fuésse  á  la  iglesia  mayor,  don- 
de el  deán  é  otros  clérigos,  sus  amigos  é 
valedores,  le  atendían  para  le  favorescer, 
como  lo  hicieron.  * 

As>i  como  cay  en  tierra  atordido.  di- 
\e  recio:  » Válgame  la  Madre  de  Dios,» 
é  miré  atrás  é  víle  aleado  el  puñal ;  é  dán- 
dome priesa  á  levantarme,  dixe:  «Oh 
traydor,  ¿por  qué  mi' has  muerto.'»  é pu- 
se mano  á  la  espada,  que  tenia  ceñida  de- 
baxo de  una  loba  cen  ada  que  tenia  vesti- 
da, tomando  el  pomo  por  encima  de  la 
ropa,  medio  sin  sentido  é  tal,  que  no  co- 
noscí  bien  al  que  me  hirió  por  la  turbación 
de  la  vista.  É  cómo  el  traydor  no  se  de- 
tuvo, aunque  salieron  muchos  de  la  igle- 
sia ,  é  algunos  conicncaron  á  correr  tras 
él,  y  el  alcalde  assimesmo,  como  era  man- 
cebo é  tenia  buenos  piés ,  fuésse  á  la  igle- 
sia mayor;  é  luego  los  alcaldes  comenca- 
ron  á  hager  requirí  míenlos  al  deán  é  clé- 
rigos, para  que  les  entregassen  el  malhe- 
chor ;  pero  diéronse  poco  por  sus  auctos  é 
pregones,  con  que  le  citaban. 

Estando  desta  manera  herido,  me  lle- 


varon á  mi  casa ,  é  pedí  á  mucha  priessa 
un  confessor,  porque  conoscí  bien  el  pe- 
ligro en  que  estaba;  é  venido  un  barbero 
cirujano,  como  me  vido,  no  me  quería 
curar ,  é  dixo  que  para  qué  avia  de  curar 
á  un  hombre  muerto:  é  con  importunación 
de  los  que  ende  allí  estaban ,  me  curó, 
sin  esperanza  de  todos  los  que  me  vieron, 
que  pudiesse  vivir  tres  horas.  É  yo  no 
sentí  la  cura  ni  hablaba ,  é  desde  á  mas  de 
quatro  horas  que  estaba  curado  y  echado 
en  la  cama,  volví  á  tener  algún  sentido, 
é  torné  á  pedir  el  confessor,  é  me  con- 
fessé,  é  dixe  por  aucto  ante  un  escribano 
que  perdonaba  é  perdoné  á  quien  me  avia 
muerto,  é  á  todos  los  que  en  ello  «vían 
seydo,  porque  Dios  me  perdonasse  á  mí, 
pues  se  pusso  en  la  cruz  por  mi  redemp- 
cion  é  de  todos  los  peccadores :  lo  qual  yo 
hige  con  entera  voluntad ,  é  lo  guardara 
siempre,  si  me  dexáran.  É  de  allí  adelante 
entendí  en  mi  salud,  la  qual,  al  parescer 
de  los  hombres,  me  dió  Dios  de  poder 
absoluto ,  porque  ninguno  de  quanlos  me 
vieron  herido  pensó  que  podía  vivir  ni  sa- 
lir de  aquel  (lia;  mas  paresce  ser  que  me 
tenia  Dios  guardado  para  otros  trabaxos. 

En  fin,  sané  en  breve  tiempo  é  quede 
libre ,  puesto  que  con  alguna  poca  de  feal- 
dad de  la  herida.  É  desde  á  ocho  ó  nueve 
dias  que  aquel  mal  aconsejado  mancebo 
me  acuchilló,  le  dierón  de  mano  é  le  echa- 
ron de  la  iglesia  los  clérigos  secretamen- 
te, por  respecto  del  deán. 

Yo  no  me  desacordaba  questos  traba- 
xos me  venían  de  la  mano  de  Dios  pórmis 
méritos,  pues  que  dice  Sanct  Gregorio: 
«  Quando  en  esta  vida  padéscemos  lo  que 
no  queremos,  nescessario  es  que  incline- 
mos los  estudios  de  nuestra  voluntad  á  la 
de  aquel  que  ninguna  cosa  injusta  puede 
querer  »  Grand  consolaron  es  en  lo  que 
nos  desplace  pensar  que  todo  se  hace  por 
la  dispusieron  de  Dios,  al  qual  ninguna 


i    Moral.,  lib.  II,  cap.  18  sobre  el  cap.  1."  de  Job. 


86 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


cosa  sino  lo  justo  aplace.  Non  obstante  es- 
ta auctoridad  del  glorioso  dolor  que  tengo 
alegada ,  sospechaba  yo  que  por  industria 
de  Pcdrarias  se  acomulaban  mis  traba- 
xos  ;  é  assi  por  esto  como  por  cumplir  con 
lo  que  debía ,  desde  á  dos  ó  tres  dias  que 
fuy  acuchillado ,  hice  llamar  á  aquel  escri. 
baño  Pedro  de  Barreda,  que  avia  ydo  a 
pregonar  la  residencia  dcPedrarias.  é  pc- 
díle  por  testimonio  quál  estaba,  é  protes- 
té que  si  no  me  pudiesse  hallaren  la  resi- 
dencia, que  no  parasse  perjuicio  á  la  ha- 
cienda de  Su  Magestad  ni  á  la  mía,  para 
poder  pedir  después  al  gobernador  é  su 
alcalde  mayor  diez  mili  pessos  de  oro  en 
los  cargos  que  yo  tenia  de  Sus  Magosta- 
dos é  de  mi  propria  hacienda.  Desta  pro- 
testación fueron  luego  avisados  el  gober- 
nador y  el  alcalde  mayor,  é  se  encona- 
ron mas  contra  mí,  diciendo  que,  aun- 
que estaba  muerto,  pensaba  fatigarlos. 

En  este  tiempo  que  \o  me  curaba,  hi- 
cieron su  residencia  muy  á  su  sabor,  é 
para  que  ninguno  les  pidiesse  cosa  algu- 
na, usaron  esta  cautela  que  agora  diré,  por- 
que con  tales  mañas  é  con  estar  el  Rey  tan 


lexos  passan  estas  cosas  é  otras  semejan- 
tes en  Indias.  En  el  puerto  que  se  prego- 
nó la  residencia ,  luego  otro  dia ,  ó  desde 
á  dos  ó  tres ,  pregonaron  el  gobernando? 
y  el  alcalde  .mayor  la  reformación  de  los 
indios,  pues  como  no  avia  ninguno  que  no 
quisiesse  ser  mejorado  é  que  le  diessen 
mas  indios,  ó  el  que  estaba  sin  ellos  tenia 
esperanca  de  averíos,  é  otros  de  trocar 
los  que  tenian,  é  otros  di;  los  traspasar  ó 
vender ,  y  esto  avia  de  sor  por  mano  del 
gobernador  é  de  su  alcalde  mayor,  poí- 
no los  enojar  é  tenerlos  contentos  para  la 
reformación  de  los  indios,  ninguno  les  pi- 
dió cosa  que  mal  oviesse  fecho  ó  se  le  de- 
biesse,  é  assi  se  acabó  la  residencia;  pe- 
ro no  dexaron  de  hacer  en  essa  reforma- 
ción lo  que  les  paresció. 

Fecho  esto,  se  fué  á  España  el  licencia- 
do Espinosa  con  diez  mili  pessos  de  oro. 
segund  fama ;  pero  porque  se  ofresce  aqui 
un  caso  notable  del  pregón  que  se  dio  en 
Acia  partí  la  reside  ncia  del  gobernador 
Pedrarias  ó  del  licenciado  Espinosa ,  su 
alcalde  mayor,  decirlo  he  en  breves  ren- 
glones. 


CAPITULO  XVIII. 

Del  pregón  que  se  dió  en  Acia  pura  la  residencia  del  gobernador  Pedrarias  é  sus  offieiales;  é  cómo  se  fixó 
aquel  pregón  en  un  poste  de  la  placa  ,  é  lo  rasgó  un  caballo  que  fué  del  adelantado  Vasco  Nuñcz  de  Bal- 
boa"; é  cómo  el  juez  de  residencia  la  turnó  al  auelor  destas  Misionas,  é  condenó  al  que  lo  avia  acuchillado 
á  que  fuesse  ahorcado  ,  y  en  oirás  penas. 


Ei  pregón  que  se  dió  en  la  villa  de  Acia, 
para  que  füessen  á  pedir  los  que  quisies- 
sen  al  gobernador  é  alcalde  mayor  Espi- 
nosa á  la  cibdad  de  Panamá ,  donde  avian 
de  hacer  residencia ,  fué  fixado  en  un  pos- 
te en  la  placa;  y  estando  allupuesto,  acaes- 
ció  un  domingo,  que  los  del  pueblo  que 
salían  de  missa  se  fueron  muchos  dellos, 
acompañando  al  capitán  Andrés  Garavito, 

*  En  osle  epígrafe  suprimió  el  autor  la  siguiente 
cláusula  ,  que  se  lee  en  su  primer  MS.:  «E  lo  rasgó 
un  caballo,  que  fué  del  adelantado  Vasco  Nuñez  de 


que  allí  era  teniente  por  Pedrarias ;  é  lle- 
gado á  la  puerta  de  su  posada ,  que  tam- 
bién era  en  la  placa ,  paróse  á  hablar  con 
los  que  allí  estaban,  en  tanto  que  se  ha- 
cia hora  de  comer.  Y  estando  assi,  entra- 
ron por  la  otra  parte  de  la  placa  quince  ó 
veyntc  rocines  ó  yeguas ,  é  comentaron  a 
pastar  ciertas  hierbas  que  en  la  placa  avia 
en  harta  cantidad  (porque  como  los  puc- 

Balboa,  con  mucha  admiración  de  todos  los  que  lo 
vieron  c  supieron:  lo  qual  dió  causa  a  mucha  mur- 
muración de  la  justicia  temporal.» 


DE  INDIAS.  L1B.  XXIX.  CAP.  XV1I1. 


S7 


Mus  son  nuevos  en  sus  fundaciones,  hay 
hierba  en  las  calles  é  piafas,  por  ser  tan 
húmeda  la  tierra,  si  ñolas  limpian  con 
mucha  é  continua  diligencia).  É  estando 
aquellas  bestias  bien  apartadas,  se  salió 
de  entre  ellas  un  caballo,  que  avia  seydo 
del  adelantado  Vasco  Nuñez  de  Balboa, 
é  alta  la  cabeea ,  á  passo  tirado  é  sin  pas- 
cit  ni  entenderse  ¡i  dónde  yba ,  después 
de  aver  andado  mas  de  eieiil  passos,  desde 

(I  le  de\;iba  las  otras  bestias,  llegó  al 

poste,  donde  estaba  el  pregón  ó  edicto  afi- 
xado.  6  con  los  dientes  assió  del  papel 
dos  ó  tres  veces  é  I1Í50I0  pedacos :  é  fe- 
cho aquesto,  passo  a  passo,  sin  se  detener 
en  pasrer  ni  en  otra  cosa,  se  tornó  á  las 
bestias,  de  donde  avia  partido  primero,  é 
allí  comencé  con  ellas  á  pascer. 

El  capitán  GaravitQ  é  los  otros  que  con 
el  vieron  aquesto,  lo  notaron  por  miste- 
rio, é  comentaron  á  murmurar  de  la  re- 
sidencia, é  decir,  que  pues  aquel  rocin 
reclamaba  dolía,  que  qué  debrian  hacer 
los  hombres,  é  que  de  allí  se  debia  cole- 
gir y  esperar  én  Dios  que  la  verdadera 
residencia  avia  de  venir  del  ciclo.  Y  a  la 
verdad  pareseió  cosa  esta  para  dar  qué 
hablar  á  lodo-,  porque  aquel  caballo ,  C0- 
mo  es  dicho,  era  del  adelantado  Vasco 
Nuñez,  al  qual  le  fué  cortada  la  cabeca  á 
(hez  ó  doce  passos  do  donde  el  edicto  fué 
rasgado.  Esto  ques  dicho,  fué  notado 
por  muchos ,  no  solamente  en  aquel  pue- 
blo, donde  ellopassó,  pero  donde  quie- 
ra que  se  supo:  é  no  falló  después  quien 
se  ofresció  «i  lo  probar  en  España  ante 
los  señores  del  Consejo  de  Indias  con- 
tra el  mesmo  Pedrarias  é  su  alcalde 
mayor. 

Después  que  fuy  sano,  lomó  mas  gente 
é  púsome  en  mas  costa ,  porque  temia  que 
no  se  avian  de  acabar  las  trayeiones  con- 
tra mi  en  la  ques  dicho.  É  aquel  licenciado 
Alarconc illo ,  juez  de  residencia,  envió  al 
Darien ,  en  tanto  quél  yba ,  por  su  teniente 
á  un  Johan  Carballo,  para  que  pusiesse  co- 


bro en  mi  persona ,  porque  no  me  fuesse 
de  la  tierra,  sin  hacer  residencia  :  é  escri- 
bióme Pedrarias  que  ninguno  se  avia  ha- 
llado tan  mi  amigo  para  aquello  como 
aquel ,  é  que  me  rogaba  que  si  me  pidies- 
se  flaneas  ó  me  pusiesse  alguna  carcele- 
ría ,  que  oviesse  paciencia ,  que  todo  se 
baria  bien.  Todo  aquello  era  pensando  es- 
pantarme c  que  avia  de  huyr  (ó  para  in- 
citarme a  que  huyesse)  é  grangeado  por 
él ;  porque  sabia  que  aquel  Carballo  esta- 
ba mal  conmigo ,  á  causa  que  por  cierto 
delicio  suyo  le  hice  dar  veynte  pessos  pa- 
ra comprar  un  indio  ó  esclavo,  que  fuesse 
verdugo  en  el  Darien.  É  á  este  hico  dar 
Pedrarias  la  vara,  para  que  fuesse  á  me 
molestar  con  ella  ,  como  lo  hif  o :  que  lue- 
go que  llegó,  me  pidió  diez  mili  pessos  tic 
Bancas ,  ó  los  depositasse  para  la  seguri- 
dad que  no  me  huyria  ni  saldría  de  la  cib- 
dad ,  é  que  haría  residencia  é  pagana  lo 
que  fuesse  juzgado,  c  si  no  que  avia  de 
poner  recabdo  en  mi  persona.  É  cómo  yo 
no  tenia  hecho  por  qué  temiesse  de  la  jus- 
ticia ,  ni  tenia  tanto  que  depositar ,  díxele 
que  yo  no  tenia  tanta  hacienda  ni  fiado- 
res, como  me  pedia,  ni  méritos  para  huyr: 
que  hiciesse  lo  que  quisiesse.  En  fin,  él 
me  echó  unos  grillos  á  los  pies  en  mi  ca- 
sa ,  é  desde  a  dos  ó  tres  dias  dixo  que  me 
los  quería  quitar ,  porque  estaba  flaco  y 
enfermo,  si  depositasse  mili  pessos  de  oro 
é  hiciesse  una  obligación  que  pagaría  otros 
cinco  mili  para  la  cámara ,  si  no  guar- 
dasse  la  cárcclcria  de  mi  casa ;  é  todo  se 
higo  como  lo  quiso ,  é  como  era  mi  enemi- 
go ,  é  hombre  de  poca  suerte  é  mal  cria- 
do, me  hico  otras  descortesías,  porque 
pensaba  que  servia  en  ello  á  Pedrarias. 

Estando  en  este  trabaxo  llegó  el  juez 
de-residencia  é  la  pregonó  contra  mí,  para 
(pie  dentro  de  treynta  dias  me  pidiessen 
todos  los  que  quisiessen  civil  ó  criminal- 
mente ,  é  yo  no  falté  dia  alguno  de  las  au- 
diencias, é  de  todo  quanto  se  me  pidió 
fuv  absuelto  por  el  juez  de  residencia,  ex- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


repto  que  en  aombre  del  bachiller  Diego 
de  Corral,  que  yo  envié  presso  a  España, 
se  me  pidieron  scsscnta  marcos  de  oro, 
porque  avia  negado  dos  apelaciones  que 
de  mí  se  avian  interpuesto  paraPedrarias.' 
Destps  scsscnta  marcos  de  oro  remitió  el 
juez  la  causa  á  Sus  Magostados.  É  assi- 
mésmo  fuy  acusado  por  parte  de  una  mu- 
ger,  que  mandé  acolar  é  sacarle  ciertos 
dientes,  porque  acusó  á  su  marido  de 
muerte  é' no  le  probó  el  delicio;  y  esto 
remitió  assimesmo  el  juez  al  Consejo  Real 
de  Indias.  É  condenóme  en  veynte  pessos 
de  oro  de  todas  é  qualesquier  culpas  que 
contra  mi  resultassen  .  los  diez  para  escri- 
vir  á  mi  costa  la  residencia  en  limpio  (por- 
que la  pagasse  quien  no  tuviessé  culpa)  é 
los  diez  para  la  cámara,  porque  no  pa- 
resciesse  que  yo  estaba  ó  salia  sin  culpa 
désta  cuenta.  Y  en  todo  lo  demás  fuy  ab- 
suelto,  é  me  fué  aleada  la  carcelería  é 
lomados  los  mili  pessos  de  oro  que  aquel 
Carballo  me  avia  hecho  depositar,  non 
obstante  quél  no  dexó  de  pedirme  aque- 
llos veynte  pessos  del  verdugo ;  pero  assi 
fuy  dado  en  esso  por  libre  como  en  lo 
demás.  Ved,  lclor,  que  tan  amigo  mió 
era  este  Carballo,  que  me  avia  escripto 
Pedrariasquese  le  avia  encargado  la  vara, 
porque  era  el  más  mi  amigo  que  se  halló. 


Finalmente ,  di  flaneas  que  pagaría  to- 
do lo  que  en  el  Consejo  Real  de  Indias  se 
sentenciasse  en  racon  de  las  remisiones 
que  tengo  dicho ,  é  de  la  príssion  del  ba- 
chiller Corral ;  é  luego  pedí  al  juez  que 
por  quanto  los  alcaldes  ordinarios  del  L)a- 
rien  avían  condenado  al  traydor,  que  me 
hirió,  en  rebeldía  que  le  cortassen  la  ma- 
no derecha  y  el  pié  izquierdo ,  y  en  per- 
dimiento de  la  mitad  de  sus  bienes  para 
la  cámara  é  fisco ,  y  en  las  costas :  é  por- 
que en  essa  sentencia  avian  seydo  favo- 
rables al  malhechor  en  no  a  ver  mirado 
la  calidad  de  mi  persona  e  de  la  trayeion 
é  asechanza,  é  que  era  juez  é  official  de 
Sus  Mageslades,  é  otras  calidades  que 
concurrían  en  mi  persona ,  que  me  man- 
dasse  desagraviar  é  hiciesse  justicia.  El 
juez  rescibió  mi  querella ,  é  hico  proeesso 
contra  el  traydor,  é  sentenciólo  á  que 
fuesse  ahorcado,  y  en  perdimiento  de  to- 
dos sus  bienes,  y  en  las  costas  en  rebel- 
día. E  fecho  aquesto,  el  juez  se  fué  á  fa 
villa  de  Acia  á  tomar  residencia  al  tenien- 
te Andrés  Garavíto  é'  al  teniente  Gabriel 
de  Roxas,  é  yo  me  quedé  en  el  Dañen, 
curando  de  mi  persona  é  alistando  é  po- 
niendo en  orden  las  cuentas  de  mis  car- 
gos, y  en  vela  con  mis  enemigos  el  deán 
é  sus  parciales. 


CAPITULO  XIX. 

Cómo  Fué  presso  el  traydor  «le  Simón  Bernal  é  se  hieo  justicia  del' 


/Yunque  estas  cosas  no  son  aplacibles  al 
que  lee  ,  como  son  competentes  á  curiosi- 
dad de  litigios,  no  dexando  de  ser  nesces- 
sarias  para  entender  é  sentir  lo  que  se  pa- 
desce  en  estas  partes  con  los  que  gobier- 

*  En  esta  parle  se  lee  en  el  MS.  original ,  aun- 
que borrado  por  el  aulor:  «La  una  [apelación]  que 
»no  quise  otorgarle  al  bachiller,  quando  le  prendí, 
»qne  pedia  ser  remilido  á  Pedrarias  (é  lo  envié  á 
«España  al  Consejo  Real  de  Indias);  é  laolra  que, 
«quando  mandé  quemar  al  cacique  Corobari,  ad- 
judiqué por  esclavos  sus  indios  que  con  él  se  to- 


nan,  por  absencia  de  los  superiores  é  dis- 
tancia grande  que  hay  hasta  ellos,. é  pol- 
los grandes  gastos  que  se  han  de  hacer 
hasta  ser  oydo  del  príncipe ;  pero  porque 
esto  es  cosa  que  toca  al  auctor,  no  se  di- 

»maron  é  los  reparli  por  la  compañía,  que  los  avian 
«lomado,  é  fué  por  parle  del  bachiller  apelado  para 
»ante  el  gobernador.»  Siendo  eslas  cláusulas  de  no 
poca  Importancia  para  la  buena  inteligencia  de  la 
historia,  ha  parecido  oportuno  ponerlas  aqui,  res- 
pelando  no  obstante,  como  es  debido,  la  voluntad 
de  Oviedo,  y  conservando  la  integridad  del  texto. 


DE  INDIAS.  LUÍ. 

rán  aquí  tan  particularmente  algtinas  co- 
sas, porque  n  >  parezca  que  sr  ¡acia  do  la 
vitoriá,  con  que  plugo  á  Dios  librarme  de 
mis  enemigos,  y  por  qué  via  é  rodeo  fué 
castigado  aquel  que  á  traycion  me  acú- 
chilló,  ([ni'  ningún  favor  le  aprovechó  pa- 
ra hüyr  ni  salvarse  de  la  pena  que  la  jus- 
ticia le  dió;  é  passó  assi. 

Después  que  hice  residencia,  vendí 
parle  de  mi  hacienda  .  é  hice  cantidad  de 
dineros,  con  pensamiento  que  teniendo 
tiempo,  me  yria  á  Hispana  á  pedir  justicia 
contra  Pedrarias  6  su  alcalde  mayor,  el  li- 
cenciado Espinosa,  que  ya  era  ydo  á  Cas- 
tilla .  e  para  dar  relación  del  estado  de  la 
tierra,  y  entender  en  el  remedio  de  aque- 
lla cihdad ,  por  no  acabar  de  perder  mi 
hacienda.  É  un  dia  de  íiesla  .  viniendo  de 
missa  (con  cinco  ó  seys  hombres  mios  que 
íi  la  continua  mi'  aguardaban  con  sus  ar- 
mas) ,  se  fueron  conmigo  algunos  vecinos 
amigos  é  personas  honradas  del  pueblo 
hasta  mi  casa  ,  é  uno  dellos  dexó  caer  una 
carta  pequeña  é  cerrada,  en  el  sobrees- 
cripto  ile  la  qual  decía:  «  Al  señor  veedor 
Goncalo  Fernandez  de  Oviedo.  »  E  uno'de 
mis  criados  la  tomó;  pero  no  vido  quién 
la  echó:  é  cómo  leyó  el  sobreescripto,  dió- 
mela ,  é  yo  le  pregunté  que  cuya  era ,  y 
el  replicó  que  allí  la  a\  ia  hallado  en  tierra; 
é  abríla .  é  decia  assi:  «Señor,  porque 
soy  vuestro  servidor,  os  consejo  que  mi- 
rés  por  vos  é  por  vuestra  persona:  que 
andays  en  mucho  peligro,  é  tenes  mu- 
cha nescessidad  dello. » 

Esta  carta  no  tenia  firma  ni  se  nombraba 
quien  la  escribió:  la  letra  della  era  muy 
luenga,  porque  nose  conosciesse  cuya  era: 
é  cómo  la  ley  é  avia  tan  poco  que  me  avian 
descalabrado,  cierto  me  escandalicé;  pero 
con  alegre  semblante  disimulé  c  hice  sen- 
tar los  que  allí  estaban,  creyendo  que  en- 
tre ellos  estaría  el  que  avia  echado  la  car- 
ta ,  é  dixe :  «  Señores ,  sentaos  por  me 
hacer  merced,  é  yereys  lo  que  me  escribe 

qualquier  ques  aquel  questa  carta  me  ha 
TUMO  III. 


XXIX.  CAP.  XIX.  89 

echado  en  casa.»  É  todos  admirados  de 
lo  qué  decia,  se  sentaron  (é  un  poco  an- 
tes avisé  al  que  la  carta  avia  hallado,  é 
mándele  que  se  entrasse  en  otra  cámara  é 
pusiesse  por  escripto  los  nombres  de  los 
que  allí  oslaban,  é  assi  lo  hico).  Sentados, 
lev  la  carta. ó  oyda,  se  movió  altercación 
entré  todos :  é  decían  unos  quol  que  aque- 
llo escribía  no  ora  entero  amigo,  pues  cla- 
ramente no  me  avisaba  del  peligro,  en  que 
la  caria  decía  que  oslaba  mi  persona: 
otros  decían  que  era  de  pensar  quel  que 
tal  avisó  daba,  lo  hacia  por  me  desvelar  é 
dar  mala  vida ,  é  que  siempre  ostuviesse 
en  sospecha  é  cuydado  puesto;  é.  otros 
decían  que  creían  quel  que  aquello  escri- 
bía, no  se  osaba  enemistar  con  mis  adver- 
sarios, é  que  por  esso  callaba  su  nombre; 
ó  olios  decían  otras  cosas.  E  assi  á  pró  ó 
á  contra  altercaban  sobre  las  palabras  de 
la  caria ,  lo  qual  lodo  oia  muy  bien  quien 
la  escribió,  aunque  ninguna  cosa  este 
decia.  E  yo,  después  que  todos  dixeron 
sus  paresceres,  díxe  assi :  «Señores:  yo 
creo  quel  que  osla  carta  me  escribe,  es  mi 
amigo ,  é  le  pessa  de  verme  en  trabaxo; 
porque  sabe  questa  cibdad  se  acabara  de 
despoblar,  si  yo  la  oviera  dexado,  como 
lo  hicieron  los  oíros  regidores  é  officiales 
de  Sus  Magostados,  é  conosce  en  quanto 
cargo  me  es  esta  república ,  assi  en  lo  de 
los  rescates,  como  en  otras  cosas  que  yo 
he  fecho  por  todos;  y  en  pago  dcsto  ha 
visto  las  maldades  que  contra  mí  han  pas- 
sado  hasta  aqui,  é  debe  tener  noticia  de 
otras  que  de  nuevo  se  deben  fabricar  ó  se 
me  aparejan ,  é  péssale  dello ,  porque  de- 
be ser  chripstiano  é  hombro  de  buena 
cónscie&Qia:  é  junto  con  esto  será  amigo 
también  de  algunos  de  mis  enemigos ,  ó 
por  no  se  enemistar  con  nadie,  no  osa  ha- 
blar claro,  ó  por  otros  respectos;  pero  co- 
mo quior  que  ello  sea ,  yo  se  lo  agradez- 
co al  que  lo  escribió,  y  en  la  verdad  yo 
le  tengo  por  muy  amigo  é  conozeo  bien 

esta  letra,  y  él  me  dirá  lo  demás,  é  yo 
12 


!)0 


Historia  general  y  natural 


nunca  so  lo  desconosceré  ni  le  seré  ingra- 
to. •  Pero  la  verdad  era  que  yo  no  sabia 
cuya  era  la  letra  ni  quién  la  escribió,  pe- 
ro di xelo  artificiosamente. é á  cautela,  é 
salióme  á  bien.  E  en  esto  cessó  la  plática, 
é  cada  uno  se  fué  á  comer ,  6  yo  me  que- 
dé en  mi  casa  con  los  mios ,  é  en  mucho 
cuydado  é  recelo  puesto,  ó  lemia  como 
hombre;  pero  acordándome  siempre  de 
lo  que  dice  aquel  glorioso  dotor  de  la  Igle- 
sia :  tJesu-Chripsto  se  ha  hecho  todo  nues- 
tro remedio;  si  tienes  calenturas,  él  es 
fuenle  de  refrigerio;  si  eres  llagado,  él  es 
el  médico ;  si  temes  la  muerte ,  él  es  la 
vida  ;  si  te  hallas  desfavorescido ,  él  es  la 
fortaleca;  si  quieres  comer,  él  es  mante- 
nimiento ó  manjar •  *. 

De  allí  adelante  salia  pocas  veces  de 
casa  y  mas  acompañado,  é  velábame, 
porque  ,  aunque  de  la  residencia  quedaba 
quassi  libre  ,  tanto  mas  quedaban  mis  ene- 
migos menos  satisfechos,  é  se  recelaban 
de  mi. 

Siguióse  que  aquel  dia  mesmo  en  la  no- 
che temprano  entró  en  mi  casa  un  hom- 
bre de  bien ,  é  apartóme  en  secreto,  é  di- 
xo :  «  Señor ,  mas  verdad  dixistes  vos  hoy 
que  ninguno  de  los  que  decían  que  no  era 
vuestro  amigo  el  que  claramente  no  os 
avisaba  en  aquella  carta ;  porque  quien  la 
escribió  yo  fuy,  é  si  querés  saber  si  es 
assi ,  catad  otra  tal  como  aquella ,  que  os 
tenia  escripia  ,  para  que  si  aquella  no  vi- 
niesse  á  vuestras  manos,  viniesse  esta  otra; 
é  yo  me  determino  de  deciros  lo  que  pas- 
sa,  para  que  pongays  recabdo  en  vuestra 
vida.»  A  lo  qual  yo  le  respondí  assi: 
■  Amigo,  yo  bien  conoscí  luego  vuestra 
letra  é  cay  en  la  verdad:  y  esperaba  que 
fuesse  mas  de  noche  para  enviaros  á  lla- 
mar, ó  para  yrme  yo  á  buscaros;  é  bieu  sé 
que  vos  no  me  a  vés  de  decir  sino  verdad, 
é  sé  que  soys  perfeto  amigo  é  que  soys 

i  S.  Ambrosio.  Sus  palabras  son  :  Omnia  nohis 
facltts  est  Chrislus  si  febribus  acsttias ,  fons  esl; 
si  vuhtus  hubes,  mediáis  cst;  si  moriem  limes ,  vi- 


hijodalgo,  é  nopodeys  fallar  á  quien  soys: 
é  aveys  visto  muy  bien  que  en  todo  lo  que 
yo  he  podido  honraros  é  aprovecharos  lo 
he  hecho  de  buena  gana,  y  he  desseado 
daros  á  entender  que  tenés  en  mí  un  buen 
amigo.  E  pues  lo  tenés  conosfido ,  decid- 
me qué  peligro  tiene  mi  persona,  é  avi- 
sadme de  lo  cierto ;  porque  demás  de  ser- 
vir á  Dios  en  ello,  me  pagays  como  amigo 
la  buena  voluntad,  que  siempre  os  lie  te- 
nido é  tengo ,  y  en  esto  avrá  todo  el  se- 
creto que  se  requiere  para  vuestro  honor 
é  persona. »  E  (Testa  manera  le  dixe  todas 
las  dulces  palabras,  que  yo  supe  decirle:  y 
este  era  un  vecino  de  aquella  cibdad,  á 
quien  yo  avia  fecho  buenas  obras,  é  pes- 
sábale  de  mis  trabaxos. 

E  cómo  yo  acabé  de  hablar  é  le  ove  he- 
cho mi  exortacion,  él  replicó  assi:  t  Señor, 
si  yo  no  viesse  tan  enferma  la  justicia,  no 
me  penaría  nada  que  se  supiesse  que  yo 
os  aviso;  pero  veo  que  anda  el  tiempo  de 
otra  manera  ,  é  aveysme  de  tener  secre- 
to, pues  en  lo  que  diré,  vereys  lo  que  os 
va  en  ello.  Lo  que  yo  sé  en  este  caso  es 
que  ha  tres  noches  que  venian  del  campo 
a  media  noche  aquel  Simón  Bcrnal  que  os 
acuchilló  é  Julián  Gutiérrez,  criado  del 
bachiller  Diego  de  Corral,  é  junto  á  la 
iglesia  de  Sanct  Sebastian  habló  á  Johan 
Rodríguez  Ortolano,  el  qual  por  la  calor 
se  estaba  a  la  puerta  de  la  cárcel,  donde 
está  presso;  é  cómo  estos  llegaron,  le  ha- 
blaron .  y  el  Simón  Bernal  traia  una  ba- 
llesta armada  con  un  rallón  puesto  en  ella, 
y  el  Julián  una  espada  en  la  mano ,  que  se 
venian  á  la  cibdad ;  y  el  Johan  Rodríguez 
le  dixo :  «  Mirad  cómo  andays  é  que  es- 
tays  sentengiado  á  muerte,  é  mirad  lo  que 
avés  fecho,  é  que  tardarán  mas  en  toma- 
ros que  en  poneros  en  la  horca ;  é  acor- 
daos que  no  veynte  passos  de  donde  te- 
nés los  piés,  heristes  al  veedor. »  A  lo  qual 

ta  cst ;  si  auxilio  indiges,  virtus  est;  si  cibum  quae- 
rif ,  alimentum  cst. 


DE  INDIAS.  IJB. 

el  Julián  Gutiérrez  dixo:  «Juro  á  Dios  que 
assi  se  lo  tengo  yo  dicho  esso  muchas  ve- 
ces, y  él  lo  debe  mirar  é  apartarse  de 
aqui.  •  Estonces  el  Simón  Bernal  dixo: 
«Ya  yo  sé  que  estoy  sentenciado  á  muer- 
te; pero  juro  á  Dios  queste  harpon  que 
traygo  puesto  en  esta  ballesta  ú  otro  le 
tengo  de  echar  al  veedor  por  los  pechos, 
estando  parado  á  aquella  ventana  de  su 
casa  una  noche.»  É  diciendo  esto,  seña- 
laba  con  el  dedo  la  ventana  que  se  via 
desde  alh,  y  era  la  cámara  donde  yo  dor- 
mía, é  muchas  veces  de  noche  me  para- 
ba allí  desnudo,  por  la  calor.  Y  el  Johan. 
Rodríguez  replicó:  »  Mal  decís:  mejor  se- 
rá enmendaros.  Catad  que  cssa  soberbia 
es  tentar  á  Dios,  y  no  veo  que  os  arre- 
pentis  lie  lo  mal  fecho,  é  no  sabes  donde 
os  traerán  vuestros  peccados  :  quanlo  mas 
(pie  lo  aves  con  hombre  que  tiene  que 
gastar  é  puede  seguiros.  Mirad  lo  que  ha- 
ceys  é  cómo  andays. »  El  Simón  repli- 
có :  « Venga  lo  que  viniere :  que  si  yo  le 
mato,  todo  se  hará  bien.»  E  assi  volvió 
las  espaldas  él  y  el  Julián,  é  se  entraron 
en  la  cibdad,  y  el  Johan  Rodríguez  so 
quedó  allí,  é  desde  á  poco,  como  yo  lle- 
gué, me  contó  lo  que  he  dicho,  é  dixo: 
Yo  no  os  divera  cosa  de  lo  que  os  diré 
que  agora  poco  ha  passado,  hablando  con- 
migo Simón  Bernal,  sino  porque  le  veo 
mal  determinado  contra  el  veedor,  é  con 
propóssito  de  perseverar  en  sus  trayeio- 
nes:  sabed  que  passa  esto  é  aquesto;  é 
contó  lo  ques  dicho  ,  é  dixo  mas.  Si  yo  no 
estuviesse  presso,  yo  le  avisaría  del  caso, 
porque  me  paresce  ques  mucha  conscien- 
cia  no  lo  hacer ,  porque  desde  aqui  le  veo 
muchas  noches  parado  á  aquella  su  ven- 
tana ,  é  fácilmente  aquel  (raydor  le  puede 
matar  é  dar  una  saetada,  y  es  grand  car- 
go de  consciencia  no  le  avisar.  Assi  que, 
señor,  aviendo  yo  sabido  esto,  é  viendo 
la  parle  que  este  traydor  tiene  en  el  deán 
y  en  vuestros  enemigos,  c  conosciendo 
ques  público  quel  gobernador  os  quiero 


XXIX.  CAP.  XIX.  91 

mal ,  dissimulé  é  dixe  al  Johan  Rodrigue/, 
que  si  aquel  por  allí  andaba,  por  ventura 
sus  peccados  le  traían  al  pagadero.  Assi 
que,  señor,  este  es  el  caso,  do  que  tenes 
nescessidad  de  ser  avisado:  proveed  en  no 
os  parar  á  aquella  ventana  de  noche,  y 
en  lo  que  más  os  parescierc  para  vuestra 
salud,  i 

Estonces  yo  le  dixe:  «Pues  aves  fecho 
lo  mas ,  é  por  los  amigos  se  ha  de  hacer 
todo  lo  que  los  buenos  son  obligados ,  ha- 
ced por  amor  de  mi  una  cosa,  é  sea  esta: 
decid  á  Johan  Rodríguez  que  me  distes 
noticia  desto  que  me  avés  dicho,  é  que  ya 
él  sabe  que  siempre  le  he  tenido  por  ami- 
go ,  é  que  yo  he  sabido  que  está  presso 
por  doscientos  pessos  de  oro,  que  le  pide 
Diego  Rodríguez  de  Hucha,  que  también 
es  mi  amigo:  que  yo  quiero  entender  en- 
tre ellos  é  concertarlos,  é  quiero  pagar 
qualquiera 'quiebra  ó' alcance  que  se  le  ha- 
ga é  ponerlos  en  paz ;  é  si  quiere ,  luego 
porné  una  barra  de  oro  de  minas  en  su 
poder,  é  se  la  daré  graciosa,  que  pesse 
doscientos  castellanos,  para  lo  que  he  di- 
cho, con  tanto  que  Johan  Rodríguez  me 
avise,  quando  viere  á  Simón  Bernal,  ó  me 
lo  enseñe  cómo  lo  pudiesse  ver  desde 
qualquier  parte  que  fuesse.»  E  aquel  mi 
amigo  prometió  de  se  lo  decir,  é  se  lo  di- 
xo, é  tornó  con  la  respuesta:  é  dixo  que 
Johan  Rodríguez  decía  quél  haría  todo  lo 
que  en  él  fuesse  por  amor  mío ,  sin  inte- 
resse  alguno ,  porque  le  pessaba  de  mis 
trabaxos  é  me  lo  debía. 

De  allí  adelante  yo  anduve  mas  sobre 
aviso,  é  determiné  con  mayor  diligencia 
de  buscar  á  este  que  tan  desseoso  estaba 
de  mi  muerte ;  ó  para  esto  cada  dia  ó  do 
tércer  á  tercer  noche  salía  de  la  cibdad, 
después  de  sosegada  la  gente ,  é  yba  una 
ó  dos  leguas  en  derredor  por  las  estancias 
é  haciendas  de  mis  contrarios,  assi  como 
la  del  bachiller  Corral  é  del  deán  é  de  sus 
sccages,  é  buscaba  aquel  malhechor:  é 
otra  noche  salia  el  capitán  Johan  de  Ez- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


caray  ,  íntimo  amigo  mió,  a  lo  buscar  con 
algunos  fieles  criados  é  amigos  mios;  pe- 
ro no  pudo  esto  ser  secreto,  y  el  Simón 
algunas  veces  me  vido  á  mí  é  á  los  que  le 
buscaban,  por  lo  qual  se  rolruxo  á  la  cib- 
dad,  y  en  casa  del  deán  é  de  sus  amigos 
6  parientes  se  recogía  é  allegaba ,  é  assi 
estuvo  algunos  días  secreto. 

En  este  tiempo,  una  caravela  de  la  is- 
la dé  Jamáyca  estaba  en  el  puerto  del  Da- 
ricn,  é  se  aprestaba  para  se  partir;  ó  yo 
tuve  .manera  que  al  tiempo  de  la  partida 
la  fuesson  á  catar  un  alcalde  y  el  capitán 
Johan  de  Ezcaray  é  otros  mis  amigos  é 
algunos  criados  mios,  llevando  un  man- 
damiento que  yo  tenia  del  juez  de  resi- 
dencia, para  prender  á  aquel  Iraydor:  é 
de  ventura  halláronle  metido  en  una  pipa 
arrimada  con  otras,  é  sobre  ella  cables  é 
otras  cosas,  é  goteando  agua ,  para  quo 
paresciesse  que  era  de  brévage,  porque 
el  escondido  vertía  agua  de  (piando  en 
(piando  por  ciertos  agugeros;  é  acaso  un 
criado  mió  dió  un  golpe  en  la  pipa  é  sonó 
lincea,  é  dixo:  «Aqui  podría  estar  aquel 
bellaco.  •  V  el  capitán  y  el  alcalde  la  hicie- 
ron desfondar,  é  hallaron  dentro  al  malhe- 
chor, ('•  alado  le  truxeron  á  la  cibdad,  é 
Ir  pusieron  en  la  cárcel,  é  aquel  dia  se 
cumplieron  siete  meses  é  medio  que  fuy 
herido.  No  sintió  menos  que  la  muerte  el 
deán  esia  prission. 

La  justicia  mandó  quel  capitán  Johan 
de  Ezcaray  tuviesse  en  guarda  6  á  mi 
costa  el  presso,  ó  luego  yo  envié  á  avi- 
sar al  juez  de  residencia ,  y  él  mandó 
que  lo  llevassen  á  Ada :  é  para  sacar- 
le de  allí  ovo  muchas  contradiciones  por 
parte  del  deán  é  sus  socaces .  dicien- 
do que  era  contra  los  previlegios  de  la 
cibdad ,  pensando  de  lo  salvar  ó  poner 
la  cosa  en  baraxa.  Pero  aprovechóles  po- 
co; porque  con  la  voz  de  la  justicia  é  con 
mis  amigos  no  ovo  parte  que  se  atrevies- 
se  á  tentar  el  remedio  de  las  armas,  aun- 
que algunas  veces  se  juntaron  para  ello 


en  casa  del  deán,  é  sin  dubda  fueran  bien 
resistidos,  si  lo  comentaran.  É  assi,  en  uu 
bergantín  que  yo  fleté,  le  llevaron  á  Acia 
el  alcalde  y  el  capitán  Johan  de  Ezcaray, 
con  la  guarda  conviniente ,  é  yo  fuy  en  el 
mesmo  bergantín  á  proseguir  mi  justicia. 
Finalmente,  él  confessó  su  delicio,  é  ser 
hecho  sobre  asechanza  é  sobre  pensado, 
é  dixo  (pie  quando  avia  procurado  de  vi- 
vir conmigo,  era  por  me  matar  durmien- 
do ó  como  mejflr  le  paresciesse,  é  conde- 
nó á  un  clérigo  del  salto,  que  dixo  que  le 
avia  puesto  en  ello ,  al  qual ,  siendo  yo 
juez,  le  tuve  presso  por  ladrón,  é  le  cas- 
tigara, si  no  huyera  á  la  iglesia. 

Concluido  el  processo,  el  juez  revocó 
la  sentencia  de  muerte  que  en  rebeldía 
avia  dado  contra  él,  é  mandóle  cortar  la 
mano  derecha  y  el  pié  izquierdo ,  ó  con- 
denóle .mas  en  destierro  perpetuo  de  la 
tierra  é  Indias,  é  confiscó  sus  bienes  á  la 
cámara  real,  c  condenóle  en  costas.  La 
qual  sentencia  él  consintió  é  yo  assimes- 
mo ,  é  fué  ejecutada  cu  la  persona  del 
malhechor,  é  le  tornaron  á  la  cárcel  por 
las  costas;  y  en  un  palo,  que  estaba  hin- 
cado en  la  piaca,  clavaron  el  pié  é  la  ma- 
no, y  era  aquel  mesmo  palo  donde  avia 
estado  puesta  la  cabeca  del  adelantado 
Vasco  Nuñez  de  Balboa .  como  atrás  se 
dixo.  Y  esta  justicia  se  hico  un  sábado,  é 
luego  otro  día  siguiente,  domingo,  salien- 
do de  missa  el  juez  é  yo  é  otro  con  él  pas- 
samos  por  la  placa  é  á  par  de  aquel  palo 
llegados,  llegó  un  mensagero  de  Pedrarias 
á  grand  priessa,  é  dixo  enalta  voz:  «Ca- 
valleros  é  los  que  estays  pressentes,  sed 
testigos  cómo  pressento  este  mandamien- 
to del  señor  gobernador  Pedrarias  Dávila, 
teniente  general,  al  señor  licenciado  Johan 
Rodríguez  de  Alarconcillo ,  juez  de  resi- 
dencia ,  i  é  pidiólo  por  testimonio  á  un  es- 
cribano que  allí  se  halló.  El  licenciado, 
viendo  aquella  furia  é  aucto  assi  público, 
paróse  en  la  placa  é  leyó  el  mandamien- 
to, é  dixo  al  que  le  truxo:  «Reposaos, 


DE  INDIAS.  LID.  XXIX.  CAP.  XIX. 


93 


pues  os  aveys  dormido  en  el  camino  é 
aves  llegado  larde;»  y  el  rncnsagero  di- 
xo:  «Si  me  he  dormido  ó  no,  mande 
vuestra  merced  que  se  me  dé  por  testi- 
monio á  qué  hora  llego  aquí ,  porque  pue- 
den ser  tres  ó  quatro  horas  que  amánes- 
elo .  é  después  de  vísperas  partí  de  Pana- 
má.» Assi  que,  por  esta  racon  páresela 
que  en  menos  de  dos  dias .  ó  en  poco  mas 
de  uno  é  medio,  avia  andado  quarenta 
leguas' 6  mas,  é  de  mal  camino. 

Estonces  volvió  á  mí  el  juez,  é  díxo- 
nic :  « Señor  veedor,  aveys  visto  esto  que 
dice  este  mancebo  é  lo  que  trae  en  este 
mandamiento?.. »  6  cómo  yo  yba  á  su  la- 
do, ley  en  tanto  quel  juez  leía,  é  dixe: 
■  Señor,  visto  he  loque  dice;  pero  mirad 
donde  os  toma  este  mandamiento ,  á  qua.- 
troóeiuro  passosdessa  picotaó'palo,  don- 
de higistes  ayer  poner  aquella  manoépíé 
del  traydor  de  Simón  BernaP,  para  que 
conozcays  é  conozcamos  la  ventaxa  que 
hay  de  aquel  Juez  Soberano  á  los  de  la 
tierra  ,  é  cómo  no  ha  sido  en  vuestra  ma- 
no dexar  de  hacer  justicia,  ni  en  la  de 
Pedrarias  el  procurar  de  la  impedir,  6 
dar  ñ  conoscerquán  notorio  enemigo  mió 
es  en  quanto  puede,  é  cómo  quisiera  sa- 
caros de  las  manos  este  negocio,  por  cs- 
capar  este  traydor.  Pero  yo  me  partirá 
mañana  o  essotro  «lia  ñ  Panamá,  é,  le  en- 
tiendo decir  delante  de  cavalleros  é  hidal- 
gos, muj  iin'ii  dicho,  lo  que  ha  hecho  ó 
hace  conmigo¿j  I*]  luego  el  licenciado  di- 
xo  al  escribano  que  leyesse  públicamente 
el  mandamiento  ,  por  el  qual  en  efetto  de- 
cía Pedrarias,  que  porque  era  informado 
que  Simón  Bernal  me  avia  acuchillado,  y 
estaba  presso,  que  mandaba  al  licencia- 
do. Alarconcillo,  su  teniente,  éá  otro  juez 
qualquiera  que  de  la  causa  conoscíesse, 
que  visto  aquel  su  mandamiento,  no  cnten- 
diesse  mas  ello,  é  se  le  remiliessen  pa- 


ra quél  lo  viesse  é  hiciesse  justicia,  y  ad- 
vocaba á  sí  el  Qonoscimiento  dcsto,  ó  sus- 
pendía al  licenciado  é  á  otro  qualquier 
juez  para  que  no  se  procediesse  en  la  cau- 
sa con  ciertas  penas.  A  lo  qual  el  licencia- 
do dixo  por  aucto,  quél  se  daba  por  ynhi- 
bido  deste  negocio,  é  que  si  no  looviera 
sentenciado  é  antes  llegara  el  mandamien- 
to, quél  se  ynhibiera;  y  en  lo  demás,  to- 
cante al  malhechor  é  á  estos  negocios ,  lo 
remitía  al  gobernador.  É  yo  pedí  por  tes- 
timonio aquella  respuesta  é  remisión,  é 
dixe  que  yo  no  le  avia  pedido  justicia  con- 
tra aquel  traydor  c  sus  secares ,  como  á 
teniente  del  gobernador,  sino  como  á  juez 
de  residencia  é  juez  de  Sus  Magostados, 
é  que  como  (al  avia  entendido  él  en  esta 
causa,  y  era  muy  agena  del  conosejmien- 
to  de  Pecharías,  é  que  yo  avia  gaslado  é 
perdido  de  mi  hacienda ,  á  causa  de  aquel 
traydor,  mas  de  dos  mili  pessos  de  oro, 
é  que  protestaba  de  los  cobrar  del  gober- 
nador e  del  licenciado  Alarconcillo.  si  no 
le.  luvicssc  presso  é  á  buen  recabdo  hasta 
que  yo  cobrasse  mis  gastos  é  pérdidas :  é 
(pie  claró  le  constaba  que,  si  la  justicia  no 
fuera  executada  en  la  persona  de  aquel 
traydor,  é  oviera  efetto  el  mandamiento 
de  la  suspensión  en  este,  yo  fuera  noto- 
riamente agraviado  en  la  dilación.  E  pues 
(piel  juez  se  avia  ynhibido,  é  al  pressente 
no  avia  juez  ni  me  convenía  seguir  mi 
justicia  contra  los  culpados  é  partícipes  en 
la  li  aycion,  que  yo  lo  rescibia  por  agra- 
vio :  é  protesté  que  si  se  fuessen  ó  absen- 
tassen  ó  Iransportassen  é  vendiessen  sus 
bienes,  de  manera  que  dellos  é  de  sus 
personas  yo  no  alcancassc  justicia ,  que  lo 
pudiesse  pedir  é  demandar  al  gobernador 
é  licengiado  é  á  sus  bienes,  é  á  quien  con 
derecho  debiesse  pedirlo  en  su  tiempo, 
lugar  ó  forma,  é  ante  quien  dello  pudies- 
se conoscer;  é  pcclílo  por  testimonio. 


9i 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XX. 

Cómo  el  auclor  se  partió  de  Acia,  fingiendo  que  se  yha  á  Panamá,  donde  el  gobernador  estaba,  á  se 
quexar  dc;l ,  é  se  fué  á  España  á  pedir  justicia  contra  Pcdrarias;  é  cómo  el  Emperador,  nuestro  señor, 
le  mandó  oyr ,  é  fué  proveydo  por  nuevo  gobernador  para  Castilla  del  Oro  Pedro  de  los  Ríos,  un  cava, 
lloro  de  Córdova;  c  otras  particularidades  se  tractan  convinientes  á  la  historia. 


A  los  tres  de  julio  de  mili  é  quinientos  ó 
veynte  y  tres,  me  embarqué  en  aquel  ber- 
gantín en  que  avia  llevado  á  Acia  aquel 
traydor  desde  el  Darien,  6  fingí  que  yba 
á  Panamá  á  quexarme  del  gobernador  á 
61  inesmo,  de  quán  notoriamente  por 
aquel  su  mandamiento  se  avia  mostrado 
contra  mí  en  me  impedir  mi  justicia :  e  de 
hecho,  después  que  salí  del  puerto  de 
Acia,  el  dia  siguiente,  concertado  secre- 
tamente con  el  maestre  del  navio,  le  hice 
mudar  la  derrota  é  venir  la  vuelta  de  las 
islas  de  Cuba  é  Jamáyca  é  de  aquesta  Is- 
la Española.  Y  en  el  camino  adolescí  de 
fiebres  continuas  é  otras  passiones,  é  lle- 
gué a  tanto  peligro  é  tan  flaco,  que  no 
pensaba  que  podia  salir  vivo  ni  llegar  á 
tierra;  pero  plugo  a"  Dios  que  á  los  diez  é 
siete  dias  de  aquel  mes  aporté  á  la  cib- 
dad  de  Sanctiago,  puerto  de  la  isla  de 
Cuba,  é  allí  fuy  muy  festejado  del  ade- 
lantado Diego  Velazquez ,  é  me  cessaron 
las  calenturas  é  me  sentí  mejor;  é  desde 
allí  torné  á  la  mar  é  vine  al  puerto  de  la 
Yaguana ,  en  esta  Isla  Española ,  desde  a 
ocho  dias  que  partí  de  Cuba,  é  desde  la 
Yaguana  vine  por  tierra  ochenta  leguas 
hasta  aquesta  cibdad  de  Sancto  Domingo, 
en  la  quál  repossé  quince  ó  veynte  dias, 
é  hallé  al  señor  almirante  don  Diego  Co- 
lom ,  que  tenia  tres  naos  aparejadas  é  á 
punto  para  se  partir  á  España,  porque  el 
Emperador,  nuestro  señor,  le  avia  enviado 
á  mandar  que  fuesse  á  su  corte.  Elqual 
almirante  so  holgó  mucho  conmigo  é  me 
higo  yr  en  su  nao:  é  salió  deste  puerto  á  los 
diez  é  seys  de  septiembre .  é  llegamos  á 
Sanct  Lúcar  de  Barrameda ,  en  España, 


á  los  cinco  de  noviembre  del  inesmo  año. 

Llegado  en  Sevilla ,  supe  allí  de  cartas 
que  hallé  de  la  Tierra-Firme,  que  aquel 
traydor  de  Simón  Befnal ,  desde  á  tres  ó 
quatro  dias  que  yo  salí  de  Acia,  era  muer- 
to é  se  pasmó.  Plega  a  Dios  que  su  muer- 
te fuesse  en  estado  que  su  ánima  se  sal- 
vasse ,  pues  que  tanto  mal  hico  á  si  é  á 
mí!  En  Sevilla  estuve  pocos  dias,  é  me 
fuy  á  la  corte  é  hallé  en  Burgos  el  Conse- 
jo Real  de  Indias,  que  desde  a  poco  se 
fué  a  la  cibdad  de  Vitoria.,  donde  el  Cés- 
sar  estaba ,  á  la  sacón  que  tenia  cercada 
su  condestable  ,  don  Iñigo  de  Yelasco,  la 
villa  de  Fuenlerrabia,  donde  los  franceses 
estaban  desde  el  año  de  mili  é  quinientos 
é  veynte  y  uno  ó  veynte  y  dos,  quando 
las  Comunidades  se  alteraron. 

Allí  informé  á  Su  Magestad  Cessarea,  é 
a  los  señores  de  su  Real  Consejo  de  In- 
dias, de  mis  trabaxos,  é  me  quexé  de  Pe- 
drarias  é  hice  relación  de  las  cosas  de 
Tierra-Firme ,  é  por  virtud  de  los  poderes 
que  tenia  de  la  cibdad  del  Dañen,  procu- 
ré que  Su  Magestad  proveyesse  de  go- 
bernador para  aquella  tierra.  Y  en  esto 
me  detuve  algún  tiempo,  porque  aquel 
bachiller  Corral  que  yo  avia  enviado  pres- 
so,  estaba  ya  de  la  parte  de  Pcdrarias  é 
se  quexaba  de  mí ,  diciendo  que  no  le  de- 
biera enviar  ni  sacar  de  la  tierra,  é  que 
no  le  avia  querido  remitir  al  gobernador. 
Finalmente,  fuy  condenado  en  cient  mili 
maravedís  de  costas  (que  le  pagué  en  Es- 
paña) y  en  que  le  pagasse  los  daños  que 
por  mi  causa  oviesse  rescibido  en  su  ha- 
cienda ,  para  la  qual  averiguación  fuymos 
remitidos  á  la  Tierra-Firme  al  juez  nuevo 


DE  INDIAS.  LIB. 

que  yba  para  la  residencia  ,  non  obstante 
quel  bachiller  no  fué  absuelto  de  sus  de- 
lictos,  por  dónde  yo  le  envié  presso.  Y  co- 
mo en  la  corte  andaba  doña  Isabel  de  Bo- 
vadilla,  muger  de  Pedrarias.,  é  otros  sus 
procuradores  con  el  bachiller  Corral ,  es- 
torbándome é  procurando  que  Pedrarias 
no  fuesse  removido,  duraron  mis  litigios 
mas  de  dos  años  con  ellos:  en  el  qual 
tiempo  Pedrarias,  enojado  del  poder  que 
la  cibdad  del  Darien  me  avia  dado,  fué 
allá  é  de  hecho  la  despobló,  como  hasta 
agora  está  despoblada,  siendo  el  mejor 
pueblo  é  assiento  de  cbripsíianos  que  avia 
en  Tierra-Firme  en  aquel  tiempo :  la  qual 
cibdad  él  la  avia  infamado  é  escripto  que 
era  enferma ,  é  no  siendo  assi ,  sino  pol- 
la déstruyr,  por  el  odio  que  le  tenia,  co- 
mo la  historia  lo  ha  contado.  Lo  qual  él 
lino,  assi  porque  la  avia  poblado  el  ade- 
lantado Vasco  Nuñez,  como  por  acabar 
de  déstruyrme;  é  assi  perdí  mi  casa  é  mu- 
cha parte  de  mi  hacienda. 

En  lin,  por  mucha  contradicción  que  tu- 
ve ,  é  por  mucho  favor  que  Pedrarias  é  su 
muger  buscaron,  no  se  pudo  excusar  quel 
Emperador,  nuestro  señor,  dexasse  de 
proveer  do  gobernador  de  Tierra-Firme, 
en  lugar  de  Pedrarias,  á  un  cavallcro  de 
Córdova,  llamado  Pedro  de  los  Rios;  é 
mandó  Su  Magostad  que  fuesse  por  su  al- 
calde mayor  é  juez  de  residencia  el  licen- 
ciado Johan  de  Salmerón.  E  assi,  en  el 
año  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y  seys 
años,  se  despachó  en  Sevilla  este  gober- 
nador ,  llevando  consigo  á  su  muger  doña 
Cathalina  de  Saavedra ,  para  que  le  ayu- 
dasse  á  allegar  hacienda ;  é  con  dos  naos 
é  una  caravela ,  é  hasta  doscientos  hom- 
bres, fué  ú  Tierra-Firme,  é  yo  con  él,  pa- 
ra pedir  mi  justicia  contra  Pedrarias  é  los 
que  me  eran  en' cargo.  É  acaso  fuymos  en 
un  navio  aquel  bachiller  Corral  o  yo :  que 
ya  nos  avian  hecho  amigos ,  ó  á  lo  menos 
nos  hablábamos ,  é  desde  España  hasta  la 
Tierra-Firme  comimos  á  una  tabla,  por- 


XXIX.  CAP.  XX.  95 

que  yo  pensé  que  eran  acabados  los  pley- 
tos  entre  él  é  mí  con  aquellos  cient  mili 
maravedís  que  le  pagué,  sin  se  los  deber, 
é  porque  desde  la  hora  que  yo  le  hablé, 
me  determiné  de  no  entender  en  sus  crí- 
menes y  excessos,  si  él  no  innovasse  las 
cosas  passadas  por  atender  á  las  de  Pe- 
drarias. Y  el  bachiller  sintió,  como  yo,  la 
pérdida  de  su  casa  é  hacienda  del  Darien; 
ésindubda,  si  en  conformidad  pidiéramos 
á  Pedrarias  nuestros  daños,  él  pagara  har- 
tos dineros  al  uno  é  al  otro  é  á  otros  du- 
chos é  al  Rey ,  tantos  que  no  le  bastara 
quanto  tenia.  Pero  llevaba  pensado  el  ba- 
chiller Corral  cobrarlo  de  mí  mas  fácilmen- 
te; é  cómo  saltamos  en  tierra  en  el  Nom- 
bre de  Dios,  luego  desde  á  cinco  ó  seys 
dias  me  puso  una  demanda  de  ocho  mili 
pessos  ante  el  juez  de  residencia ,  dicien- 
do que  por  le  aver  presso  y  enviado  á  Es- 
paña avia  perdido  su  hacienda :  é  demás 
desso  incitaba  é  ayudaba  á  una  muger 
(madre  de  la  que  yo  mandé  acotar  é  sacar 
los  dientes  porque  acusó  á  su  marido  fal- 
samente), la  qual  causa  fué  conclusa  en 
España  ante  los  señores  del  Consejo ,  é 
remitieron  la  decisión  y  sentencia  al  juez 
de  residencia  el  licenciado  Johan  de  Sal- 
merón. Y  el  bachiller,  como  he  dicho, 
érame  contrario  también  en  lo  ageno  co- 
mo en  lo  proprio ;  é  cómo  en  este  litigio 
no  avia  mas  que  altercar,  yo  fuy  absuelto 
é  dado  por  libre  quanto  á  lo  de  aquella 
muger :  é  respondí  al  bachiller  que  pidies- 
se  su  hacienda  á  Pedrarias ,  que  avia  des- 
poblado al  Darien ,  é  á  él  le  pedí  por  re- 
convención veynte  mili  pessos  que  yo  avia 
perdido  ,  por  aver  seydo  él  el  fundamen- 
to ,  con  el  deán .  de  mis  trabaxos ,  é  por 
aver  él  amotinado  la  gente  que  yo  envia- 
ba contra  el  cacique  de  Bea,  que  avia 
muerto  al  capitán  Martin  de  Murga  é  á 
otros  chripstianos ,  é  porque  velándose  la 
cibdad  de  los  indios ,  é  siendo  el  mayor 
enemigo  de  todos  su  cacique  Corobari, 
que  yo  por  tal  mandé  quemar,  él  se  en- 


06 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tendía  con  él,  é  se  hablaban  en  su  estan- 
cia fuera  de  la  cibd'ad,  como  el  cacique  lo 
cpnfessó  antes  de  su  muerte  espontánea- 
mente, por  lo  qual  él  avia  incurrido  én  el 
mcsmo  crimen  é  tfaycion,  é  debía  ser 
punido  como  el  dicho  cacique  lo  fué  ;  é 
por  su  causa  se  avia  despoblado  el  l)a- 
rien,  porque  en  ella  estaba  su  manceba 
Elvira,  en  quien  tenia  un  hijo,  la  qual 
era  muy  cercana  deudo  del  cacique  de 
Bea;  é  Corobari  é  su  casa  estaba  Itena  de 
eíoias  contra  los  chripstianos  en  los  indios 
que  le  servían  de  Corobari,  que  eran  de 
quien  principalmente  aquella  cibdad  se 
velaba,  é  con  quien  él  tenia  tracto  é  alis- 
tad é  conversación;  é  recelándose  del  los 
se- avian  ydo  muchos  vecinos  á  vivir  á 
oíros  pueblos  é  avian  desamparado  la  cib- 
dad ,  por  el  notorio  peligro  é  vecindad  de 
SU  casa  del  bachiller,  é  avian  perdido  sus 
haciendas,  é  yo  la  mia,  que  era  mucho 
mayor  é  mejor  que  la  suya.  É  andando 
en  estos  litigios,  por  medio  de  algunas 
buenas  personas  que  se  metieron  enme- 
dio,  venimos  en  concierto,  é  de  consen- 
timiento de  parles,  assi  lo  que!  bachiller 
me  pidió,  como  lo  que  yo  le  pedia  por  la 
reconvención,  lo  comprometimos  en  el 
mésmo  juez  de  residencia ,  para  que  por 
justicia  ó  arbitrariamente,  como  él  qui- 
siesse,  lodeterminasse.  El  qual  lo  dio  todo 
por  ninguno,  para  que  en  ello  mas  no  se 
hablassé,  con  graves  penas:  é  assi  lo  pro- 
nunció por  su  sentencia  con  la  pena  del 
compromiso  ,  pues  como  el  uno  y  el  olro 
oslábamos  gastados,  aunque  cada  qual 
pensaba  ser  agraviado ,  este  fin  tuvo 
aqueste  litigio;  é  con  el  silencio  se  aca- 
bó ,  no  sin  mucha  pérdida  de  ambas 
partes.  Pero  la  verdad  es  que  ni  en  el 


bachiller  Corral  ni  en  mí  no  ovo  la  pru- 
dencia que  escribe  Sanct  Antonio,  ar- 
zobispo de  Florencia,  que  tuvieron  dos 
milites,  llamados  Guillermo  de  Ihindiz  é 
Raymundo  Guaseo,  seyendo  pressos  pol- 
los tártaros,  los  quales  querían  que  se 
matasse  el  uno  al  otro,  por  fiesta  é  placer 
de  los  miradores  crueles,  diciéndoles  quel 
vencedor  quedaría  vitorioso  é  lo  loarían 
mucho  después.  Pero  como  aquellos  cava- 
lleros  eran  buenos  chripslianos ,  e  sabían 
que  después  que  oviessed  peleado,  avian 
de  malar  al  vencedor  (porque  nunca  guar- 
dan verdad  los  tártaros),  estos  ca valleros 
calliólieos  habláronse  el  uno  al  otro,  é  d¡- 
xeron  que  mejor  era  que  aquel  cómbati- 
miento  se  convirtiesse  contra  los  tártaros 
infieles;  é  assi  unánimes  dieron  en  los  (pie 
allí  avia ,  mirando  la  fiesla ,  é  mataron 
quince  é  hirieron  muy  mal  otros  treynta. 
Assi  lo  cuenta  aquel  sánelo  dotor  que  ten- 
go dicho '. 

Digo,  pues,  que  si  el  bachiller  Corral 
é  yo  nos  juntáramos  contra  Pedrarias  é 
sus  cautelas,  quél  no  fuera  parte  para 
deshacer  el  Darien  en  tanto  que  nuestros 
litigios  pendían  en  la  corte  y  estábamos 
alísenles;  é  si  él  supiera  que  estábamos  en 
conformidad,  no  lo  tentara,  é  ya  qué  lo 
hiciera  ,  nuestras  haciendas  no  se  perdie- 
ran ni  las  de  otros.  É  assi  pensaba  yo  que 
aquél  bachiller,  viendo  perdida  sil  casa, 
viniera  en  mi  amistad  enteramente  por  su 
interesse;  pero  figurósele  que  mejor  co- 
bra ra  de  mí  lo  que  avia  perdido  que  no 
del  gobernador,  é  al  cabo  paró  en  que  me 
quedó  á  mí  solo  la  pendencia  con  Pedra- 
rias ,  é  de  la  del  bachiller  yo  salí  de  la 
manera  que  tengo  dicho. 


)    El  Antonio  de  Florencia  ,  til.  XIX ,  cap.  8 ,  §.  li. 


DE  INDIAS.  IJB.  XXIX.  CAP.  XXI.  97 


CAPITULO  XXI. 

Que  Irada  de  algunas  cosas  notables  que  passaron  en  la  Tierra-Finne  entre  el  gobernador  Pedrarias  Dávila 
y  el  capitán  Gil  Goncalez  Dávila  é  otros  capitanes  ,  en  tanto  que  yo  estuve  en  España  negociando  la  yda 
del  nuevo  gobernador  Pedro  de.  los  Ríos,  para  que  Pedrarias  fuesse  removido  ,  é  la  relación  de  lo  que  des- 
cubrió el  capitán  Gil  Goncalez  en  la  inarc  costa  austral  de  la  Tierra-Firme,  é  porque  es  larga  la  narración 
de  lo  uno  ¿  de  lo  otro,  yrá  este  capitulo  diviso  en  ocho  párrafos. 


Acordárseos  debe,  lelor,  si  aves  conti- 
nuado la  loción,  cómo  de  aver  séydo  re- 
movido Pedrarias  del  oflieio  de  la  gober- 
nación de  Castilla  del  Oro,  ó  a  lo  menos 
provcydo  Lope  de  Sosa  en  su  lugar,  le 
quedó  mucha  indignación  contra  mi:  é 
también  avrés  visto  por  qué  via  é  rodeo 
se  tractaron  mis  Irabaxos,  é  fuy  acuchi- 
llado á  Iraycioii t  é  -cómo  é  con  quánta  ra- 
con  é  causa  acordé  de  gastar  quanto  te- 
nia, siguiendo  mi  justicia  en  España,  é 
pidiendo  gobernador  contra  Pedrarias;  é 
cómo  en  fin  Su  (iessárea  Magostad,  como 
juslíssimo  Príncipe,  proveyó  de  aquel  dffi- 
cio  é  gobernación  de  Castilla  del  Oro  á 
Pedro  de  los  Kios,.  Y  [mes  eslá  dicho  qüel 
año  de  mili  é  quinientos  é  veynlc  y  seys 
fué  á  Tierra-Firme,  é  yo  con  él  á  pedir 
mi  justicia .  y  en  lo  que  paró  parte  dello, 
antes  que  á  mus  se  proceda,  conviene  á 
la  historia  que  se  digan  algunas  cosas  no- 
tables que  passaron  en  Tierra-Firme,  des- 
de el  año  de  veynte  y  tres  hasta  el  de 
veyntc  y  seys,  que  estuve  absenté,  entre 
Pedrarias  y  el  capitán  Gil  Goncalez  Dávi- 
la é  oíros  capitanes,  porque  son  cosas 
notables  é,  del  rnesmo  jaez  desta  historia. 

§  I.  En  el  capítulo  XIV  se  dixo  cómo 
Gil  Goncalez  avia  ydo  á  descubrir  en  la 
mar  del  Sur  con  una  armada,  de  la  qual 
fué  por  piloto  mayor  Andrés  Niño:  el  qual 
viage  higo ,  é  al  tiempo  que  yo  me  partí 
de  Acia  para  yr  á  España,  como  se  dixo 
en  el  capítulo  precedente ,  llegó  á  Panamá 
de  vuelta  de  su  viage  el  capitán  Gil  Gon- 
calez con  el  oro  é  racon  de  lo  que  avia 
descubierto,  é  cómo  avia  hallado  una  la- 

TO.MO  III. 


gima  muy  grande,  que  se  pensaba  que 
era  mar  dulce,  en  la  provincia  de  Nica- 
ragua ,  é  avia  convertido  é  bapticado 
muchos  millares  de  indios;  é  que  torna- 
do á  Panamá  se  fundieron  nóvenla  é  tan- 
tos mili  pessos  del  oro  que  truxo,  é  apar- 
tado el  (piinto  de  Su  Magostad  para  en- 
viarlo á  España ,  quísosclo  émbara'car 
Pedrarias.  diciendo  que  Gil  Goncalez  (pie- 
ria venir  á  esta  cibdad  de  Sancto  Do- 
mingo con.  el  oro  del  Rey,  é  que  si  algünd 
desastre  ocaso  siniestro' le  acaesciesse,  á 
el  seria  cargo,  si  no  pusiesse  recabdo  en 
ello  ,  para  que  se  enviassen  seguros  á 
Su  Magostad  quince  mili  pessos  ó  más, 
que  eran  de  aquel  oro  el  quinto.  Gil  Gon- 
calez decia  quél  lo  a\¡a  ganado  en  el  ar- 
mada, que  oslaba  á  su  cargo,  é  los  que  con 
él  avian  ydo  con  mucho  trabaxo,  é  con 
la  langa  en  la  mano  lo  avia  sacado  de  las 
manos  de  sus  enemigos  éinfieles,  que  me- 
nos seria  llevarlo  por  tierra  é  mares  de 
Sus  Magostados  é  de  los  amigos,  é  quél  lo 
pornía  en  recabdo  é  daría  cuenta  dello,  é 
si  nescessario  fuesse,  yría  en  persona  á  la 
corle  á  lo  llevar  á  Sus  Magestades  é  á  dar 
ragon  de  su  viage  é  camino.  Todo  es- 
to contradecía  Pedrarias  é  ponia  inconvi- 
nientes  para  quel  oro  quedasse  en  su  po- 
der ó  en  la  persona  quél  mandasse;  pero 
en  fin ,  Gil  Goncalez  se  partió  con  el  oro, 
é  vino  á  la  cibdad  é  puerto  del  Nombre 
do  Dios;  é  después  de.  partido,  cayó  en 
mayor  arrepentimiento  Pedrarias,  por  le 
aver  dexado  yr ,  é  luego  so  puso  en  cami- 
no tras  él  para  le  prender  é  lomar  el  oro. 

É  quando  llegó  al  Nombre  de  Dios,  hallo- 
13 


98 


EUSTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


lo  embarcado  y  hecho  á  la  vela :  é  assi  se 
vino  Gil  Goncalez  á  esta  cibdad  de  Sánelo 
Domingo  de  la  Isla  Española,  é  desde  aquí 
envió  á  España  al  thessorero  Andrés  de 
Cereceda  con  el  oro  del  quinto  de  Su  Ma- 
gostad, é  para  que  hiciesse  relación  del 
descubrimiento,  porque  se  avia  hallado 
pressente  a  ello.  L»  qual  diré  aquí  con  la 
brevedad  que  supiere  decirlo,  porque  es 
en  parle  que  conviene  á  la  historia. 

§  II.  Dicho  tengo  quel  primero  que  des- 
cubrió la  mar  del  Sur  á  los  ehripstianos  fue 
el  adelantado  Vasco  Nuñez  di'  Balboa;  é 
assimesmo  he  escrito  cómo  con  sus  navios 
fué  (después  (pie  le  degollaron)  enviado 
por  capitán  á  descubrir  por  la  mar  del  Sur 
el  licenciado  Espinosa,  alcalde  mayor  é 
teniente  de  Pedradas,  é  lo  que  de  aque- 
lla mar  é  costas  vido  en  el  capitulo  XIII  lo 
dixe,  conforme  á  las  alturas  é  grados  en 
que  está  la  costa  c  islas,  de  que  en  su  via- 
go  se  tuvo  noticia,  seyendo  piloto  mayor 
en  aquel  camino  Johan  de  Castañeda.  El 
tercero  que  de  los  españoles  navegó  en 
la  mar  austral  fué  d  capitán  Fernando  do 
Magallanes,  quando  descubrió  aquel  me- 
morable é  grande  Estrecho  el  año  de  mili 
é  quinientos  y  vcynte,  por  el  qual  entró 
por  la  boca  que  tiene  al  Oriente,  é  fué 
por  la  mar  del  Sur  é  por  alta  mar  á  las  is- 
las de  .Maluco  é  Especiería,  lo  qual  tam- 
bién queda  dicho  en  el  libro  XX.  El  quar- 
to  capitán  é  descubridor  en  la  costa  aus- 
tral fué  el  capitán  Gil  Goncalez  Dávila  y 
el  piloto  Andrés  Niño,  é  lo  que  se  acres- 
centó  por  su  industria  en  la  moderna 
cosmographia ,  decirlo  he  como  la  carta 
enmendada  lo  platica  é  yo  la  he  visto  de 
la  mano  del  cosmógrapho  Alonso  de  Cha- 
ves, al  qual  no  culpo  en  aquello  quél  no 
o  viere  visto  en  la  discrepancia  de  los  gra- 
dos ,  porque  soy  tan  obligado  á  creer,  ó 
mejor  diciendo,  testificar  lo  que  mis  ojos 
vieren,  como  á  lo  que  otros  que  no  lo 
navegan  quisieren  significarme. 

Yo  dixe  ipie  lo  último  quel  licencia- 


do Espinosa  é  Johan  de  Castañeda  des- 
cubrieron fué  hasta  ver  el  embocamiento 
del  golpho  de  Sanct  Lúcar  (que  mas  cier- 
to se  llama  de  Orotina),  pero  no  entraron 
en  él :  la  qual  ensenada  está  entre  el  pro- 
montorio ó  punta  de  la  Herradura  y  la 
punta  ó  promontorio  del  Cabo  Blanco.,  é 
de  allí  no  passaron.  E  hasta  allí  hay  cien- 
to y  ochenta  leguas,  pocas  mas  ó  menos, 
aunque' nuestros  pilotos  las  llaman  dos- 
cientas, é  assi  lo  serian  ó  mas  por  la  cos- 
ta, tierra  á  tierra :  é  de  allí  adelante  se  atri- 
buye á  estotra  armada,  de  (pie  fué  por  ca- 
pitán Gil  Goncalez  de  Avila.  E  todo  lo  que 
Andrés  Niño  andino  más  quel  licenciado 
Espinosa,  fueron  hasta  cient  leguas  é  (pian- 
do mas  ciento  é  veyntc  hasta  la  bahía  de 
Fonseca,  puesto  que  tierra  á  tierra  por  la 
costa  serian  algunas  mas;  [¡ero  no  lasque 
Gil  Goncalez  é  Andrés  Niño  se  jactaban, 
(pie  les  daban  nombre  de  seyseientas  y 
cinqüenta  leguas  desde  Panamá  á  donde 
avía  Andrés  Niño  llegado.  E  Gil  Goncalez 
decaía  que  por  tierra  avia  él  caminado 
trescientas  y  veynte  leguas  ,  desde  donde 
tornó  con  ciento  y  doce  mili  pessos  que  le 
dieron  caciques,  é  mas  de  la  mitad  dello 
de  oro  muy  baxo:  é  á  mi  me  escribió  que 
se  avian  bapticado  treynta  y  dos  mili  áni- 
mas ó  más  de  su  voluntad  é  pidiéndolo 
los  indios;  pero  parésceme  que  aquellos 
nuevamente  convertidos  á  la  fée  la  enten- 
dieron de  otra  manera,  pues  al  cabo  le 
convino  al  Gil  Goncalez  é  su  gente  salir 
de  la  tierra  mas  que  de  passo.  Hallaron 
grandes  poblaciones,  é  descubrieron  una 
grandissima  laguna,  que  pensaron  que  era 
mar  dulce ,  en  las  costas  de  la  qual  viven 
grande  multitud  de  pueblos  é  gentes  de 
indios ,  lo  qual  yo  vi  después  muy  mejor, 
quando  fuy  á  aquella  tierra,  é  se  sabe 
mas  puntualmente.  E  quando  se  hable 
adelante  en  particular  de  aquella  gober- 
nación de  Nicaragua,  se  dirán  muchas  mas 
cosas,  allende  de  las  que  estos  armadores 
vieron,  á  los  tjuales  no  se  les  debe  negar 


DE  INDIAS.  I.IB.  XXIX.  CAP.  XXI. 


90 


el  loor  de  su  trabaxo.  Pero  tornemos  al 
camino,  que  en  la  verdad  fué  harto  me- 
nos de  lo  que  Andrés  Niño  é  Gil  Gonealez 
le  pintaron,  é  no  fué  menos  de  lo  que  yo 
aquí  les  atribuyré. 

§  III.  Gil  Gongalez  hico  quatro  navios  en 
el  rio  que  llaman  de  la  Balsa,  que  no  estu- 
vieron para  navegar  é  se  perdieron  todos, 
y  en  esto  gastó  mucho  tiempo  é  dineros, 
é  tuvo  mucho  trabaxo.  Después  hico  otros 
quatro  en  la  isla  de  las  Perlas,  que  está 
en  el  golpho  dr  Sancl  Miguel,  é  de  allí  se 
partió  esta  armada  á  los  veynte  y  un  días 
de  enero  dé  mili  é  quinientos  é  veynte  y 
dos  años,  é  después  que  navegaron  hasta, 
cient  leguas  al  Ocidente,  dixeron  los  mari- 
neros (pie  toda  la  vasija  del  agua  estaba 
perdida,  é  qué  no  se  detenía  en  ella  el 
agua  ni  se  podía  remediar  sin  hacerse 
olía,  é  también  bailaban  ya  los  navios  to- 
cados de  mucha  broma;  épor  csso  Ies  fui'; 
forrado  sacar  en  tierra  todo  lo  que  lleva- 
ban donde  mejor  dispusieron  hallaron,  ó 
poner  á  monte  los  navios  para  los  adobar. 
Lo  qual  lloró  algunos  años  después  el  caci- 
que de  Burica  .  porque  este  adobo  si'  hico 
en  su  tierra  é  muy  á  su  costa  é  de  su  gente, 
6  les  higo  hartas  tuercas  é  sinracones  An- 
drés Niño  é  sus  marineros :  ó  assi  después 
lo  pagó  con  su  cabrea,  y  Ir  mataron  indios, 
como  se  dit  a  en  su  lugar.  Desde  allí  envia- 
ron un  bergantín  á  Panamá  por  pez  para 
brear  é  por  otras  cosas,  é  cómo  la  gente 
no  se  podia  sostener  allí,  donde  los  navios 
estaban,  por  falta  de  mantenimientos,  é 
porque  se  guardasse  el  bastimento,  que 
era  para  el  camino  de  la  navegación,  fué 
nescessario  quel  capitán  Gil  Gonealez,  con 
cient  hombres  se  cntrassela  tierra  adentro 
para  se  sostener,  en  tanto  que  la  pez  venia 
é  la  vasija  se  hacia  é  los  navios  se  adoba- 
ban^ también  para  comencar  á  grangear 
oro,  que  era  lo  que  principalmente  busca- 
ban; poi  que  de  armada  hecha  por  muchas 
bolsas  no  se  puede  sospechar  quel  desseo 
de  henchirlas  es  poco,  ni  que  la  cobdieia 


(lelos  ministros  del  la  sea  el  mayor  cuyda- 
do,  sino  el  mayor  intento  de  los  armadores. 
Assi  que,  caminando  Gil  Gonealez  la  tierra 
adentro  hacia  el  Poniente ,  algunas  veces 
se  halló  tan  apartado  de  la  costa ,  que  se 
vido  arrepentido;  pero  dexó  mandado  á 
Andrés  Niño,  que  quedaba  con  los  na- 
vios ,  que  venida  la  pez ,  é  adobados  los 
navios,  y  hecha  la  vasija,  se  fuesse  la 
costa  abaxo  al  Poniente,  é  que  andando 
ochenta  o  cient  leguas,  si  llegasse  mas 
presto,  le  esperasse  en  el  mejor  puerto 
que  por  la  comarca  hallasse,  porque  assi 
lo  haría  él,  si  primero  llegasse. 

Yendo  Gil  Gonealez  por  la  tirri  a  aden- 
tro, sosteniéndosse  é  baptizando  muchos 
caciques  é  indios,  le  subcedió  que  á causa 
ilr  passar  los  rios  muchas  veces  á  pié  é 
sudando,  le  sobrevino  un  tullimiento  de 
una  pierna,  que  no  podía  dar  un  passo  á 
pié,  ni  dormir  de  noche  ni  de  día  del  do- 
lor, ni  caminar  á  pié  ni  á  caballo:  é  por 
esto  le  llevaban  en  una  manta  alada  en 
un  palo,  muchas  veces  en  hombros  de  in- 
dios é  de  chripstianos ,  é  de  aquesta  ma- 
nera fué  hartas  jornadas.  Mas  porque  el 
caminar  era  assi  muy  dificultoso,  como 
por  las  muchas  aguas  que  entonces  hacia, 
ovo  de  pararse  en  casa  de  un  cacique, 
principal,  aunque  con  harto  cuydado  do 
velarse  (el  qual  cacique  tenia  su  pueblo 
en  una  isla  que  tenia  diez  leguas  de  longi- 
tud é  seys  de  latitud ,  la  qual  hacia  dos 
bracos  de  un  rio  muy  poderoso) ;  é  apos- 
sentóse  Gil  González  en  la  casa  del  caci- 
que ,  que  era  tan  alta  como  una  mediana 
torre,  é  de  hechura  do  un  pabellón,  arma- 
da sobre  postes,  é  cubierta  de  paja,  y  en 
medio  della  le  hicieron  una  cámara,  por  la 
humedad,  sobre  postes,  é  tanto  alta  como 
dos  estados.  Desde  á  quince  días  que  all1 
estaban ,  Jlovió  tanto  é  cresgieron  los  ríos  de 
tal  forma ,  que  anegaron  é  cubrieron  toda 
la  isla,  y  en  la  casa  donde  el  capitán  es- 
taba, que  era  lo  mas  alto,  llegó  el  agua 
á  dar  á  los  pechos  de  los  hombres:  c  de 


100 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ver  aquesto  los  españoles,  pidieron  licen- 
cia al  capitán,  para  yrsc  á  valer  fuera  del 
pueblo  en  los  arboles, "y  él  se  la'dió,  é  se 
quedó  allí  en  aquella  grand  casa  con  la 
gente  mas  de  bien,  espetando  lo  que  Dios 
qirisiesse  hacer,  é  pensando  que  no  bas- 
taría el  agua  á  la  derribar,  é  conjecturan- 
do  en  esta  sospecha,  é  temerosos  de  ver 
crescer  el  agua  sin  saber  hasta  quando. 
Con  este  cuydado  tenian  en  lo  alto  de  la 
casa  puesta  una  imagen  de  Nuestra  Seño- 
ra é  una  lámpara  de  accyte  que  la  alum- 
braba ,  é  cada  hora  se  venían  allí  mas 
compañeros  de  los  que  no  se  hallaban  a 
su  propóssito  de  fuera  y  en  otras  partes: 
6  a  media  noche  se  quebraron  todos  los 
postes,  é  cayó  la  casa  sobre  los  que  esta- 
ban dentro,  é  derribó  la  cámara  donde 
estaba  el  capitán,  é  quedó  sobre  dos  mu- 
letas de  pies  encima  de  la  cámara,  el  agua 
á  los  muslos,  é  llegaron  las  varas  de  la 
techumbre  al  suelo,  é quedáron  los  com- 
pañeros el  agua  á  los  pechos.  Pingo  á 
Dios  que  con  quantos  golpes  dio  la  casa 
sobre  el  agua  vino  poco  á  poco  al  suelo, 
sin  dar  golpe  en  tierra  é  sin  hacer  fuerca 
para  que  la  lámpara  semuriesso:  que  fué 
muy  grand  socorro  no  quedar  sin  lumbre, 
para  hallar  manera  con  que  saliessen  de 
allí  é  no  se  ahogassen,  que  estaban  como 
los  pasaros  que  se  toman  (ó  ratones)  con 
1 1  losilla,  puestos  lodos  debaxo  de  una  so- 
brecopa. E  assi  rompieron  con  una  hacha 
la  techumbre  de  la  casa ,  c  por  allí  salie- 
ron los  compañeros  que  con  el  capitán  se 
avian  quedado,  é  .á  él  le  sacaron  en  los 
hombros,  porque  los  demás  se  avian  con 
tiempo  acogido,  con  licencia  de  Gil  Gon- 
calez,  á  los  árboles,  é  con  ellos  los  indios 
mansos  que  tenian  de  servicio:  é  desta 
manera  le  llevaron,  dando  voces  para  que 
los  compañeros  y  el  capitán  se  pudiessen 
juntar,  lo  qual  se  hico  con  mucha  fatiga. 
Después  que  fueron  juntos ,  colgaron  una 
hamaca  ó  manta  de  un  árbol  á  otro,  en 
quel  capitán  fué  puesto,  é  assi  estuvieron 


hasta  que  fué  de  dia,  no  cessando  en  to- 
da la  noche  de  llover  mucho  é  con  muchos 
truenos  é  relámpagos ;  é  desta  forma  es- 
tuvieron hasta  quel  agua  cessó  é  mengua- 
ron los  rios  é  tornaron  á  su  curso.  É  te- 
miendo que  podría  tornar  á  les  acaescer  lo 
mesmo ,  hicieron  sobre  los  árboles  con  va- 
ras é  ramas  ciertos  sobrados  é  cámaras  cu- 
biertas con  hojas,  é  de  tal  manera  que  te- 
nian fuego  en  ellos:  en  los  quales  sobra- 
dos se  socorrieron  otras  dos  veces  por 
otras  creseientes ,  huyendo  de  las  otras 
casas  basas.  Después  quedó  la  tierra  tan 
llena  de  lama  é  cieno  é  de  árboles  quel 
rio  truxo,  que  á  gran  pena  podían  andar 
por  allí. 

En  este  trabaxo  se  les  perdieron  algu- 
nas espadas  é  rodelas é  vestidos,  éresci- 
bieron  mucho  daño,  á  causa  de  lo  qual 
hicieron  daragas  de  algodón  Inístado,  en 
lugar  de  las  rodelas  que  perdieron ;  y  có- 
mo el  agua  les  llevó  los  mantenimientos, 
fuéles  forcado  yr  á  buscar  de  comer  há- 
cia  la  costa,  que  era  su  intento,  de  la  qual 
estaban  desviados  diez  leguas  ó  mas,  é 
por  tierra  no  podian,  é  por  esto  higieron 
balsas  de  madera  é  árboles  atados  unos  a 
otros:  é  assi  pusieron  encima  dellos  su 
fardage  é  sus  personas  con  los  indios  que 
traían  é  les  servían,  é  fueron  por  el  rio 
abaxo hasta  llegará  lámar,  annque  eran 
mas  de  quinientas  ánimas  los  que  en  esta 
Ilota  de  balsas  yban.  E  cómo  algunos  com- 
pañeros llegaron  de  noche ,  arrebatólos  la 
corriente  del  río  é  sacólos  á  la  mar  á  me- 
dia noche  ,  metiéndolos  la  resaca  muchas 
veces  debaxo  del  agua :  é  otro  día ,  desde 
la  costa,  los  vían  essotros  dos  leguas 
dentro  en  la  mar,  é  como  la  mcniiuante 
los  avia  apartado  de  la  tierra,  la  crescien- 
te  los  volvía  después.  Pero  el  capitán, 
viéndolos  en  tal  peligro,  mandó  entrar  en 
otras  balsas  pequeñas  á  algunos  compañe- 
ros sueltos  nadadores,  é  fueron  allá  é  los 
truxeron :  á  los  quales  hallaron  tales,  que 
ya  se  dexaban  de  ayudar  ,  rendidos  á  la 


DE  INDIAS.  LIB. 

muerte,  é  desanimados  del  cansancio  é  fa- 
tiga; pero  plugo  á  Dios  que  ninguno  se 
perdió.  Mas  es  de  creer  que  se  acordaron 
muchas  veces  con  quánto  menos  peligro 
ganaban  de  comer,  estándose  en  su  patria. 
En  fin,  estas  cosas  los  hombres  han  de 
hacer,  é  no  lodos,  sino'aquellos  que  son 
para  mas  que  otros. 

Recogida  esta  gente  é  su  capitán,  cami- 
naron por  la  costa  de  la  mar  al  Poniente, 
é  llegaron  á  un  golphete,  que  se  dice  Sanct 
Vicente,  donde  hallaron  ¡i  Andrés  Niño, 
que  acababa  de  llegar  con  los  navios  ade- 
rescados,  é  con  la  vasija  del  agua  hecha. 
É  una  vez  pensó  el  capitán  Gil  Goncalez 
de  se  meter  en  la  mar  é  ha^cr  su  descu- 
brimiento con  los  marineros,  porque  no 
tenia  piernas  para  andar  por  tierra  á  pié 
ni  ;'i  caballo,  é  quiso  dexar  en  tierra  un 
teniente  con  los  hombres  que  llevaba.  E 
como  la  gente  ovo  conoseiniiento  desto, 
comentaron  á  murmurar  é  quexarse  dél, 
porque  dexaba  su  compañía,  é  porque 
ya  avian  comencado  á  topar  mayores  ca- 
ciques, y  el  esperanza  de  enriques^er  se 
aumentaba,  ven  la  tierra  avia  mas  apa- 
rejo que  en  la  mar  para  hallar  oro :  'é  as- 
si  por  esto  como  por  el  contentamiento 
de  los  soldados,  é  porque  con  su  pres- 
sencia  se  harían  mejor  las  cosas  que  lo- 
caban á  la  paz  é  á  la  guerra,  acordó  de 
quedar  en' tierra ,  é  con  cient  hombres  é 
quatro caballos  proseguir  adelante.  E  man- 
dó que  un  teniente  suyo,  con  Andrés  Ni- 
ño é  otros  dos  pilotos  juramentados ,  mi- 
diessen  ó  assentassen  las  leguas  que  se 
anduviessen  en  el  descubrimiento  de  lo 
que  viesseu ,  é  assi  por  mar  como  por 
tierra  se  conlinuasso  el  viage  la  vía  del 
Poniente ,  con  intención  de  hacer  pactes  é 
con  buen  tractamiento  á  todos  los  caci- 
ques ó  señores  que  hallassen ,  é  á  los  que 
por  bien  no  quisiessen  la  paz,  se  les  hicies- 
se  la  guerra.  E  quedaron  allí  dos  navios  é 
parte  de  la  gente  en  guarda  de  quarenla 
mili  pessos  de  todos  oros,  que  ya  avian 


XXIX.  CAP.  XXI.  101 

ávido;  é  Andrés  Niño  fué  con  los  otros 
navios  adelante  á  descubrir,  é  Gil  Gonca- 
lez  prosiguió  por  la  tierra  :  é  acordóse  que 
al  mesmo  puerto  se  tornassen  á  recoger. 

Este  golpho  de-Sanct  Vicente ,  si  yo  no 
lo  tengo  mal  entendido ,  está  en  la  punta 
ó  promontorio  que  está  próximo  á  la  isla 
del  Caño,  la  qual  punta  dista  de  la  cqui- 
nOQÍal  ocho  grados  é  medio  á  la  banda  de 
nuestro- polo;  é  de  allí  adentro  es  el  an- 
cón ó  golpho,  é  lo  que  dél  es  mas  septen- 
trional en  la  costa  está-  en  nueve  grados 
de  la  línia  del  cquinocio,  é  dentro  desta 
ensenada  están  algunas  islas  pequeñas. 

§  IV.  Dada  la  orden  ques  dicho,  en  el 
camino  de  la  mar  é  de  la  tierra,  por  donde 
yba  el  capitán  Gil  González,  se  baptizaban 
muchos  caciques  é  indios  de  su  voluntad: 
é  llegó  á  un  cacique  llamado  Nicoya ,  el 
qual  le  dió  catorce  mili  pessos  de  oro  ,  y 
él  con  seys  mili  personas  ó  mas  se  bapti- 
zaron é  tornaron  chripstianos,  é  quedaron 
tan  amigos  de  los  chripstianos,  nuestros  es- 
pañoles, que  en  diez  días  que  allí  estuvie- 
ron, quando  se  quiso  partir  Gil  González, 
le  dixo  el  cacique ,  que  pues  que  no  avia 
de  hablar  ya  con  sus  ydolos,  que  se  los 
llevasse.  É  no  le  diera  él  tantos  quantos 
el  capitán  tomara  de  buena  voluntad,  é 
assi  le  dió  seys  estátuas  de  oro  tan  gran- 
des cpmo  un  palmo ,  é  algunas  algo  ma- 
yores; é  rogóle  que  le  dexasse  algún 
chripsliano  de  los  nuestros  que  le  dixesse 
las  cosas  de  Dios,  lo  qual  no  osó  hacer 
Gil  Goncalez ,  por  no  le  aventurar  é  por- 
que llevaba  poca  gente. 

Decíame  Gil  Goncalez  que  desde  aquel 
golpho  de  Sanct  Vigente  hasta  Nícoya  an- 
duvo cinqúenta  leguas  (pero  harto  menos 
camino  hay),  é  no  me  maravillo,  porque 
estonces  no  se  sabia  la  tierra.  ' 

Allí  tuvo  noticia  del  cacique  de  Nicara- 
gua, é  muchos  indios  principales,  que  con- 
sigo llevaba ,  le  consejaron  que  no  fuesse 
allá ,  porque  era  muy  poderoso ,  é  aun  los 
españoles  le  decían  lo  mesmo ;  pero  el  ca- 


102 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


pitan  no  quiso  temer  sin  ver  de  quién ,  ó 
prosiguió  su  camino.  É  una  jornada  antes 
ile  su  pueblo  envió  las  lenguas  que  ll< -va- 
ha .é  seys  indios  principales  de  los  que  con 
él  yban ,  y  envióle  á  decir  lo  que  á  otros 
caciques  acostumbraba ,  y  era  esto:  iQuél 
era  un  capitán  del  grandRey  de  los  chrips- 
tianos, que  por  su  mandado  yba  á  aque- 
llas parles  á  hacer  saber  á  todos  los  caci- 
ques principales  ó  señores  dellos,  que  en 
el  (-icio ,  mucho  mas  alto  del.  sol.  hay  un 
Señor  que  hico  el  sol  é  la  luna  é  cielos 
y  estrellas,  é  á  los  hombres  é  animales  é 
aves  é  la  mar  é  los  rios  é  los  pescados  é 
todas  las  otras  cosas;  é  los  que  esto  creían 
é  lo  tenían  por  Señor,  son  los  chripstia- 
nos, é  quando  mueren,  van  arriba  donde  él 
esta  é  gozan  de  su  gloria:  y  los  que  no  son 
chripslianos ,  van  quando  mueren,  á  un 
fuego  que  está  debaxo  de  la  tierra  á  penar 
para  siempre:  é  que  todos  los  señores  Ó 
caQiques  ó  principales,  á  quien  en  aque- 
lla lengua  llaman  caluclaini ,  que  atrás 
quedaban  hacia  donde  el  sol  nasc^e,  lo  sa- 
bían ya  ,  y  él  é  otros  capitanes  se  lo  avian 
dicho  é  lo  creian  assi,  é  (cnian  por  señor 
al  Rey  de  Castilla,  cuyos  eran  aquellos 
chripstianos  y  el  capitán,  é  se  avian  he- 
cho chripstianos  é  quedaban  por  vassallos 
del  Rey  de  Castilla.  E  quél  yba  á  lo  decir 
á  los  otros  calachunis  c  príncipes  de  há- 
C¡a  donde  el  sol  se  pone ,  porque  Dios  as- 
si  lo  manda ;  á  que  le  rogaba  que  le  aten- 
diesse  en  su  pueblo  con  sus  indios  é  gen- 
te toda ,  é  que  no  oviesse  miedo ;  é  quél 
le  diría  otras  cosas  muy  grandes  deste 
mesmo  Dios,  con  que  avria  mucho  placer, 
sabiéndolas  ;  é  que  si  esto  no  quisiesse  ha- 
cer, ni  ser  vassallo  del  grand  Rey  de  los 
chripstianos,  queso  saliesse  al  campo  de 
guerra,  que  otro  dia  seria  con  él. » 

Aquel  mesmo  dia,  en  la  tarde,  ciertos 
escopeteros ,  probando  la  pólvora ,  pusie- 
ron fuego  á  su  posada  é  á  la  del  capitán, 


é  quemáronse  ellos  mesmos,  que  fueron 
tres,  lo  qual  dió  mucha  turbación  á  los  de- 
más todos ,  por  ser  en  víspera  de  tal  jor- 
nada como  la  que  esperaban  otro  dia.  Y 
el  capitán ,  como  era  eavallero  é  de  gen- 
til ánimo,  les  habló  é  dixo  lo  que  era  ra- 
Con  para  que  no  temiessen  ni  oviesse  fla- 
quera en  ninguno ,  pues  que  eran  españo- 
les ó  de  patria  donde  tan  valerosos  cora- 
Cones  se  crian.  Decíales  que  se  acordassen 
que  quando  el  conde  Fernand  Goncalez 
avia  querido  dar  la  batalla  á  los  moros  é 
á  su  rey  Almaficor,  que  la  tierM  se  abrió 
é  tragó  á  un  eavallero  chripstiano,  é  por 
esso  no  dexó  de  ser  vencedor  el  conde, 
é  quedó  mas  victorioso  *;  é  que  assi  espe- 
rassen  que  lo  serian  ellos ,  si  á  las  armas 
viniessen ,  é  que  aquello  cada  dia  acaes- 
C'ia  á  los  que  tractaban  la  pólvora  (quan- 
to  mas  que  aquellos  vivirían).  E  assi  á  es- 
te propóssito  les  hico  un  gentil  racona- 
niiento,  con  que  quedaron  de  voluntad  é 
ánimo  aparejados  á  todo  lo  que  pudiesse 
subcederles. 

Allí  dexó  el  capitán  los  tres  escopete- 
ros á  curarse  é  otro  hombre  con  ellos,  y 
el  dia  siguiente  llegó  á  una  legua  del  pue- 
blo é  topó  quatro  indios  principales  con  los 
otros  quél  avia  enviado;  é  aquellos  quatro 
dixeron  á  Gil  Goncalez  quel  calachuni  le 
esperaba  en  su  pueblo  de  paz  é  como  ami- 
go. Y  en  llegando,  apossenló  al  capitán  é 
á  los  españoles  en  una  placa  é  casas  de 
al  rededor  de  ella,  é  luego  le  pressentó 
parte  de  quince  mili  pessos,  que  en  todo  le 
dió :  é  Gil  Goncalez  le  dió  una  ropa  de 
seda  é  una  gorra  de  grana  é  una  camisa 
de  Holanda  delgada  é  otras  cosas  de  Cas- 
tilla. É  en  dos  ó  tres  dias  que  se  le  habló 
de  las  cosas  de  Dios ,  dixo  que  quería  ser 
chripstiano  él  é  sus  mugeres  é  indios,  y 
en  un  día  se  Implicaron  mas  de  nueve  mili 
personas ,  con  tanta  voluntad ,  á  lo  que 
mostraban ,  que  de  placer  é  devoción  llo- 


i    Chrónien  del  Conde  Fernán  Goncalez. 


DE  INDIAS.  LID. 

raban  algunos  do  nuestros  soldados,  dan- 
do gracias  á  Dios  de  lo  que  vian. 

Allí  estuvieron  el  capitán  ó  su  gente 
ocho  dias,  é  se  pusieron  dos  cruces,  co- 
mo lo  acostumbraban  lia^er  en  los  otros 
pueblos;  6  puso  una  muy  grande  en  un 
montón  de  tierra  mande  de  gradas,  y  en 
cada  placa  tienen  uno  destos  montones  de 
tierra ,  que  paresce  que  los  mesmos  mon- 
tones piden  la  cruz;  c  dexó  otra  en  su 
mezquita,  quel  mesmo  calacliuni  la  llevó 
en  sus  bracos,  é  quiso  que  allí  se  pu- 
siesse. 

Esto  destos   nlones  no  lo  entendió 

Gil  Goncalez  ni  los  chripstianos  estonces 
para  qué  efetto  los  tienen;  y  es  para  sa- 
crificar  é  malar  hombres,  como  se  dirá 
en  su  tiempo  adelante,  quando  se  hable 
desla  gobernación  de  Nicaragua  (la  qual 
gente  es  de  la  inesma  lengua  de  México 
é  de  la  Nueva  España). 

Desde  á  ocho  días  que  Gil  Goncalez  allí 
estuvo,  passó  á  otra  provincia,  seys  le- 
guas  de  allí,  é  halló  seys  pueblos  á  legua 
é  ii  ligua  é  inedia  ó  dos  uno  de  otro,  de 
callados  mili  vecinos  cada  uno  dellos;  é 
después  que  Kís  ovo  enviado  sus  mensa- 
geros,  se  apossentó  en  un  pueblo  destos, 
ó  los  señores  le  fueron  á  ver,  ó  le  pres- 
sentaron  oro  y  esclavos,  é  dieron  de  co- 
mer a  los  chripstianos.  E  cómo  sabian  <|iie 
Nicaragua  é  sus  indios  se  avian  baptica- 
do¡  dixeron  que  también  querían  ser  ellos 
chripstianos;  é  vino  cada  señor  con  su 
gente  á  rescibir  el  baptismo,  é  cada  día 
de  otros  pueblos  enviaban  á  pedir  a  Gil 
Goncalez  que  les  enviasse  el  capellán  que 
los  bapticasse  é  les  dixesse  las  cosas  de 
Dios.  É  assi  se  hacían  é  madrugaban  los 
de  un  pueblo  c  de  otro  para  quál  llevaría 
antes  el  clérigo. 

Estando  en  medio  desta  buena  obra,  pa- 
resce ser  que  otros  caciques  grandes,  que 
estaban  adelante,  ovieron  noticia  destos 
nuestros  españoles,  é  también  sabrían  co- 
mo les  pressentaban  taguizle  (que  assi  11a- 


XXIX.  CAÍ».  XXI.  103 

man  al  oro  en  aquella  lengua);  é  uno  de- 
llos, llamado  Diriajen,  vino  á  ver  á  Gil 
Goncalez,  é  llevó  consigo  hasta  quinien- 
tos hombres ,  é  cada  uno  con  un  pavo  ó 
pava  ó  dos  en  las  manos ,  é  detrás  dellos 
diez  pendones  ó  banderas  pequeñas  sobre 
sus  astas,  é  todas  blancas,  é  detrás  dos- 
tos  pendones  diez  é  siete  mugeres ,  todas 
quassi  cubiertas  de  patenas  de  oro,  c  dos- 
cientas é  tantas  liádmelas  de  oro  baxo, 
que  pessaba  lodo  mas  dé  diez  é  ocho  mili 
pessos.  E  mas  atrás,  cerca  del  calacliuni 
é  de  sus  principales,  venían  cinco  trom- 
petas, ó  mejor  diciendo  pifaros,  é  cerca 
de  la  possada  del  capitán  Gil  Goncalez  to- 
caron un  rato;  é  acabado  de  tañer,  entra- 
ron á  verle  con  las  mugeres  y  el  oro.  E 
mandóles  preguntar  que  á  qué  venían,  é 
dixeron  que  á  ver  quién  eran:  que  les 
avian  dicho  que  era  una  gente  con  armas 
que  andaban  encima  de  unas  animabas  de 
quatro  pies:  que  por  ver  quién  eran  C  lo 
qué  querían,  los  venían  á  ver.  Estonces  el 
capilan  Gil  Goncalez  hícoles  hacer  aquel 
su  sermón  que  se  higo  á  Nicaragua,  >  él 
acostumbraba  hacer  á  los  indios  con  las 
lenguas  á  la  soldadesca  (después  de  aver 
puesto  en  recabdo  el  oro),  é  respondieron 
que  querían  ser  chripstianos.  Pregunlósc- 
les  que  (piando  se  querían  baplicar,  é  di- 
xeron (pie  desde  á  (res  dias  vernían  á 
ello. 

Es  de  pensar  questosque  nuestra  cathó- 
lica  fée  predicaban  á  estos  indios,,  no  pu- 
blicaban ni  les  decían  la  pobreca  que 
Chripsto  é  sus  Apóstoles  observaron ,  con 
lanío  menosprecio  del  oro  é  de  los  bienes 
temporales,  teniendo  principal  intento  á 
la  salvación  de  las  ánimas,  ni  traían  cu- 
chillo, ni  pólvora,  ni  caballos,  ni  essotros 
aparejos  de  guerra  y  de  sacar  sangre. 
Mirad  lo  quel  Apóstol  Sanct  Bartolomé  lu- 
co, quando  le  cupo  en  suerte  la  predica- 
ción de  Lycaonia  y  en  la  India  Oriental ,  y 
por  consiguiente  los  otros  Apóstoles ,  dó 
quiera  que  se  hallaron,  que  si  solamente  el 


104 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATI  RAL 


comer,  otra  cosa  no  tomaban  pero  nues- 
tros convertidores  tomábanles  el  oro,  é 
aun  las  mugeres  ó  los  hijos  é  los  otros  bie- 
nes, é  dexábanlos  con  nombres  de  bapti- 
zados, é  sin  entender  el  bien  de  tan  alto 
Sacramento  los  que  le  rescibian.  Pluguie- 
ra a  Dios  que  de  cada  millar  dellos,  assi 
baptizados,  quedaran  diez  que  bien  lo  su- 
pieran. 

Como  quier  que  ello  fuesse ,  esre  nom- 
bre chripstiano  no  place  al  diablo,  ni  quie- 
re la  salvación  de  los  hombres;  y  es  de 
pensa/  quél  apartaría  del  propóssito  del 
baptismo  aquellos  indios,  é  también  ellos 
vieron  el  poco  número  de  nuestros  espa- 
ñoles, y  al  tercero  dia  que  dixeron  'avien- 
do  ydo  el  clérigo  en  el  mejor  caballo  de 
quatro.  que  tenían ,  y  dos  valientes  hom- 
bres con  él ,  á  predicar  á  unos  pueblos  no 
léxos),  estando  los  españoles  desandados 
de  la  guerra,  sábado  diez  é  siete  de  abril, 
á  medio  dia,  é  con  grandíssima  calor,  die- 
ron sobre  el  capitán  Gil  Goncalez  é  su 
gente  hasta  quatro  mili  indios  armados  á 
su  guisa ,  con  unos  jubones  ó  coracas  sin 
mangas,  de  algodón  bastados,  é  arma- 
duras de  cabeca,  de  lo  mesmo,  é  rodelas 
y  espadas  de  palo  recias,  é  muchos  de- 
llos con  arcos  é  flechas  (puesto  que  no  tie- 
nen hierba)  é  otros  con  varas  para  tirar. 
E  quiso  Dios  que  á  un  tiro  de  ballesta  an- 
tes que  llegassen  al  lugar,  un  indio  del 
pueblo  do  estaban  los  chripstianos,  los  vi- 
do  venir  é  dió  aviso ,  é  lo  mas  presto  que 
pudieron  cabalgó  el  capitán  en  un  caballo 
de  los  tres,  é  recogidos  los  compañeros 
en  la  placa ,  delante  de  su  possada ,  puso 
la  tercia  parte  de  su  gente  á  las  espaldas 
é  al  rededor ,  porque  como  eran  muchos 
los  contrarios,  temieron  que  los  cercassen 
é  les  pusiessen  fuego.  É  con  grandíssimo 
ímpetu ,  llegados  á  la  placa ,  arremetieron 
á  los  chripstianos,  y  ellos  contra  los  in- 
dios, de  manera  de  torneo  peleando  los 


unos  é  los  otros  con  el  mayor  esfuerco  que 
podia  ser:  y  estuvo  la  batalla  quassi  me- 
dio quarlo  de  hora  en  pesso,  sin  que  se 
conos^iesse  cuya  avia  de.  ser  la  victoria. 
É  después  de  aver  herido  é  derribado  en 
tierra  seys  ó  siete  españoles ,  llevábanse 
otro  vivo  en  pesso,  sin  lo  querer  matar,  á 
lo  que  mostraban :  é  cómo  los  de  caballo 
arremetieron  é  anduvieron  un  rato  en- 
tre los  enemigos  revueltos,  tropellando  ó 
alanceando,  ellos" pusiéronse  en  huyda  ;  é 
siguiendo  el  alcance,  animando  á  los  tío 
pié,  los  echaron  á  laucadas  fuera  del  pue- 
blo. Y  en  el  campo,  cómo  el  capitán  es- 
talla en  el  mejor  de  los  tres  caballos,  aun- 
que" mal  aderescado  de  jaez,  yba  de  los 
delanteros  esforzando  los  nuestros,  é  ha- 
ciendo, como  buen  capitán,  su  deber:  é 
desque  se  ovo  cansado  de  alancear  á  los 
que  á  una  parte  é  á  otra  topaba  de  los 
enemigos,  paresciéndole  que  era  error 
dexar  tan  atrás  su  gente,  dió  la  vuelta, 
en  la  qual  fueron  tantas  las  varas  é  flechas 
é  piedras  que  los  indios  le  tiraron,  que 
passó  mayor  peligro  que  quando  de  la 
placa  los  echaron. 

En  fin,  como  llegó  á  los  delanteros  de 
los  compañeros  que  seguían  el  alcance  fue- 
ra del  pueblo ,  no  consintió  que  procedies- 
sen  adelante ,  assi  por  su  desaventaja  del 
poco  número,  como  porque  los  indios  no 
le  luviessen  en  poco  é  sospechassen  que  no 
eran  más  los  que  quedaban  en  el  lugar, 
é  no  se  atreviessen  á  volver  sobre  ellos  é 
renovassen  la  batalla ,  y  aun  porque  en  la 
possada  se  quedaba  el  oro  solo  é  que  los 
del  pueblo  no  tcntassen  otra  ruindad, 
viéndolos  fuera ,  é  los  robassen.  Y  assi  lo 
mas  presto  que  pudieron,  se  recogieron 
con  la  victoria ,  dando  gracias  á  Dios,  é 
se  pusieron  cu  orden,  esperando  la  se- 
gunda batalla,  si  se  la  diessen:  lo  qual  no 
hicieron  por  recoger  los  heridos  é  muer, 
tos  é  no  los  dexar  en  el  campo. 


1    Chronkar.  ab  initio  mundi ,  ais.  theutonica. 


DE  INDIAS.  L1U. 

En  este  tiempo  aun  el  clérigo  é  los  com- 
pañeros que  con  él  fueron  no  eran  torna- 
dos; ó  cómo  el  pueblo  donde  fueron,  era 
hacia  la  parte  de  donde  vinieron  los  in- 
dios que  es  dicho  ,  pensóse  que  los  avrian 
muerto.  E  luego  el  capitán  les  escribió  en 
breves  renglones,  con  un  indio  del  pueblo, 
que  se  viuiessen  luego,  diciendo  lo  que 
avia  acaescido:  é  vino  luego  el  capellán  é 
los  dos  hombres,  sin  aver  topado  quien  los 
enojasse.  Allí  se  acordó  que  diessen  la 
vuelta  á  buscar  los  navios,  é  se  tornassen 
á  la  costa,  assi  porque  hasta  allí  la  gente 
avia  ydo  contra  su  voluntad,  como  porque 
todos  se  lo  consejaron  al  capitán,  y  él 
conosció  é  vido  que  no  debia  hacer  otra 
C  > - ; »  contra  el  parescer  de  lodos,  é  por  po- 
ner en  cobro  lo  (pie  hasta  estonces  avian 
ganado.  É  assi  se  lo  requirieron  los  officia- 
les  é  algunos  otros  de  los  principales  espa- 
ñoles, porque  vieron  quel  capitán  essa  no- 
che  tenia  en  voluntad  de  dar  en  los  con- 
trarios por  los  respectos  ya  dichos ;  é  por- 
que la  gente  estaba  cansada,  y  algunos 
compañeros  heridos,  é  otros  enfermos,  ó 
por  no  aventurar  el  oro  que  tenían  allega- 
do, é  demás  desso  que  de  los  de  aquel  pue- 
ble no  tenían  mucha  seguridad,  dieron  la 
vuelta  con  pensamiento  que  llegados  á 
tierra  de  chripstianos,  aunque  oslaban  bien 
léxos  dolía,  podrían  con  mas  gente  é  ca- 
ballos é  con  mas  propóssilo  volver  á  cas- 
tigar é  hacer  de  paz  aquella  gente,  é  á 
saber  los  secretos  de  la  tierra,  porque 
ella  es  tal ,  que  ninguno  la  puede  ver  sin 
que  le  parezca  muy  bien. 

§  V.  Como  el  cacique  Nicaragua  su- 
po que  Gil  Goncalez  se  tornaba,  é  que  avia 
peleado  con  el  cacique  Diriajen  é  sus  va- 
ledores ,  é  supo  que  llevaban  los  españo- 
les cantidad  de  oro ,  pensó  de  tomárselo 
ó  matarlos ,  como  después  lo  enseñó  la 
expiriencia,  é  assi  lo  sospecharon  los 
nuestros ,  al  passar  de  su  pueblo :  con  la 
qual  sospecha  el  capitán  Gil  Goncalez  or- 
denó su  gerite ,  que  serian  hasta  sessenta 

TOMO  III. 


XXIX.  CAI».  XXI.  *t)o 

hombres  los  que  estaban  sanos,  y  hecho 
un  esquadron,  metió  dentro  en  él  el  oro 
é  la  gente  flaca  é  las  cargas  de  la  comida 
é  hacienda  que  llevaban,  é  á  los  quatro 
comísales  ó  esquinas  yban  los  quatro  do 
caballo  que  teñían ,  é  quatro  escopeteros. 
Y  desta  manera  passaron  por  el  pueblo  á 
las  once  horas  del  dia ,  é  ya  que  estaban 
fuera  de  la  población  ,  comengaron  indios 
de  salir  en  su  rastro,  c  decían  á  los  indios 
que  les  llevaban  las  cargas,  que  las  dexas- 
sen  ó  se  huyessen  con  ellas :  é  assi  cami- 
nando, los  sufrían,  por  no  quebrar  con 
ellos ;  é  algunos  se  atrevían  á  entrar  entre 
los  nuestros  á  sacar  los  indios,  con  las  car- 
gas, del  esquadron.  E  viendo  esta  osadía 
el  capitán,  mandó  á  los  ballesteros  que  les 
tirassen,  é  cómo  hirieron  algunos,  súbi- 
tamente comengaron  á  salir  del  pueblo 
muchos  indios  de  guerra.  Estonces  pares- 
cióle  á  Gil  Goncalez  que  no  se  podía  excu- 
sar de  pelear,  é  mandó  al  thessorero  An- 
drés de  Cereceda  é  á  los  que  llevaban  la 
guarda  del  oro  que  caminassen  todo  lo 
que  pudiessen ,  é  assimesmo  los  indios  que 
llevaban  las  cargas  del  bastimento  é  ropa ; 
y  el  capitán  con  los  otros  tres  de  caballo 
é  algunos  sueltos  peones  é  ballesteros  ó 
rodeleros  é  quatro  espingarderos ,  que  to- 
dos serian  hasta  diez  y  siete,  se  quedó  en 
la  refaga.  É  la  gente  que  salía  del  pueblo, 
era  innumerable  ,  é  muchos  dellos  fleche- 
ros: é  comengaron  a  se  allegar  con  mu- 
cho denuedo  é  grita  muy  grande ,  tirando 
flechas,  é  los  de  caballo  hagian  algunas 
vueltas  sobre  los  enemigos ,  é  otras  veges 
los  escopeteros  é  ballesteros ,  hiriendo  á 
los  que  se  agercaban.  Pero  quando  los  de 
caballo  volvían,  era  tanta  la  priessa  del 
huyr  dellos  los  indios,  como  la  que  suelen 
hager  los  peones  en  mi  tierra  de  aquellos 
bravíssimos  toros  de  la  ribera  de  Xarama; 
é  alangeaban  algunos ,  con  mucha  risa  de 
ver  el  temor  que  avian  á  los  caballos.  A 
los  indios  les  paresgía  grand  novedad  los 

hombres  á  caballo,  poique  nunca  tales 
14 


IOG 


[USTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


animales  avian  visto,  é  no  era  para  ellos 
menor  espanto  que  el  <lc  los  centauros  en 
las  bodas  de  Perithpo,  en  aquella  batalla 
que  Hércoles  ovo  con  ellos';  pero  non  obs- 
tante el  miedo  que  los  indios  avian  de  los 
caballos,  era  tan  grande  la  muchedumbre 
dellos  como  enxambres  de  abejas. 

El  cansancio  que  los  nuestros  ovicron 
en  esta  jornada,  fué  muy  excesivo:  pero 
mezclado  su  temor  con  su  esfilerco  é  con 
la  prudente  diligencia  de  su  capitán  ,  no 
cessaron  de  trabaxar  valerosamente  basta 
quel  sol  se  quiso  poner  por  una  bermosa 
vega:  é  lo  que  mayor  fatiga  les  fué  era 
el  passar  "de  algunos  arroyos,  por  no 
desamparar  los  dolientes  y  passar  los  de 
la  recaga  adelante,  y  en  cobrar  los  indios 
que  les  dexabaii  las  cargas. 

Finalmente,  cómo  vieron  los  contrarios 
que  perdían  gente,  é  no  ganaban  nada 
en  seguir  á  los  chripstianos,  (piando  el 
sol  se  puso,  dixerob  que  querían  paz,  y 
el  capitán  Gil  Goncalez  se  la  otorgó :  é  de- 
xadas  las  armas,  tres  indios  principales 
mandaron  (pie  se  quédasse  atrás  toda  la 
otra  gente ,  é  vinieron  á  hablar  con  los 
nuestros,  desculpando  á  Nicaragua  é  los 
suyos:  é  decían  que  aquello  avian  fecho 
ia  gente  de  otro  cacique,  que  estaba 
aquel  dia  en  su  pueblo,  que  se  llamaba 
Zoatega,  que  los  españoles  no  le  avian 
visto,  quando  la  primera  vez  por  allí  avian 
passado.  A  lo  qual  Gil  González  respondió 
quel  avia  visto  é  conoscido  algunos  indios 
principales  aquel  dia  en  la  batalla ,  é  que 
assi  lo  dixessen  a  su  teyle  (que  quiere 
decir  lo  mesmo  que  calachuni  ó  señor)  é 
que  le  hacia  saber  que  los  chripstianos  to- 
dos quél  traia  eran  tapaligites  (que  assi 
llaman  en  aquella  tierra  al  hombre  expe- 
rimentado ,  é  al  que  ha  muerto  á  otro  de 
cuerpo  a  cuerpo  digenle  tapaligue);  pero 
quél  era  contento  de  la  paz,  é  que  si  ellos 
otra  cosa  quisiessen ,  quél  les  hacia  la 


guerra  de  otra  manera ,  porque  los  chrips- 
tianos no  se  cansan,  ni  han  menester 
yaal,  ques  cierta  hierba  que  los  indios 
traen  en  la  boca,  con  la  qual  dicen  ellos 
que  no  se  cansan  tanto  como  no  teniéndo- 
la ,  sin  comparación .  A  lo  qual  no  supie- 
ron los  indios  responder  ni  replicaron  más 
en  ello,  sino  volviendo  las  espaldas  yban 
diciendo:  Isba,  leba,  teba,  xuija;  quiero 
decir  leba  bueno,  é  xuya  vete,  como 
quien  dice :  bien  lo  dices  é  bueno  eres; 
vete  en  buen  hora.  E  hablando  á  los  otros 
indios,  yban  diciendo  estos  principales: 
toya,  toya  muchas  veces,  que  quiere  de- 
cir anda  ó  aguija;  é  assi  lo  hacian  to- 
dos, tornándose  hácia  su  pueblo.  Plugo  á 
Dios  que  ningund  hombre  ni  oro  perdie- 
ron los  nuestros,  ni  ovo  alguno  herido  de- 
llos, excepto  un  caballo  de  una  Hecha, 
pero  no  peligró. 

Essa  noche  repossaron  en  un  cerro,  que 
avia  en  su  derecho  camino,  haciendo 
buena  guarda:  pero  pcnlióseles  mucha  ro- 
pa á  los  compañeros,  porque  los  indios 
(pie  les  llevaban  las  cargas,  eran  los  mas 
de  los  de  Nicaragua ,  que  se  los  avian 
prestado  á  la  passada  primero,  é  cómo 
vian  que  á  la  vuelta  los  llevaban  de  su 
tierra,  dexaron  las  cargas  unos,  é  otros  se 
las  llevaron.  E  desla  causa  quedaron  al- 
gunos de  los  compañeros  sin  vestido,  é 
otros  sin  comida,  por  atender  á  guardar 
el  oro  é  no  dexar  á  los  dolientes,  é  por 
no  salir  de  su  ordenanca :  é  los  indios  que 
les  quedaron,  eran  mas  orientales  (é  har- 
tos de  la  lengua  de  Cueva),  é  como  volvían 
hácia  su  tierra  é  no  entendían  á  los  de 
Poniente,  essos  no  hicieron  mudanca:  an- 
tes algunos  dellos  pelearon  muy  bien, 
ayudando  á  los  chripstianos.  Después  que 
ovieron  repossado  C'nco  ó  seys  Jioras, 
passada  la  media  noche  é  salida  la  luna, 
tornaron  á  caminar ,  por  passar  antes  del 
dia  un  mal  passo ,  al  qual  por  otro  camino 


i    Ovid.  Mclham.,  lib.  IX. 


DE  INDIAS.  L1B.  XXIX.  CAP.  XXI. 


107 


|>i>ili;in  yr  íi  él  desde  el  lugar,  é  tomán- 
dole los  indios  primero,  les  pudieran  ha- 
per  macho  daño  á  los  chripsiíanos;  pero 
no  hallaron  impedimento  en  lo  passar,  6 
assi  caminaron  el  resto  de  aquella  noche 
é  los  días  siguientes  hasta  (pie  llegaron  al 
golpÜO  de  Sancl  Vicente,  donde  se  avian 
departido,  (piando  Andrés  Niño  fué  á des- 
cubrir desde  allí .  el  qual  era  tornado  ocho 
dias  avia ,  é  decía  que  avia  descubierto 
trescientas  é  canqiienta  leguas  al  Poniente 
desde  allí ;  pero  él  se  engañó  mucho  en  la 
cuenta  dessas  leguas.  Por  la  falla  de  los 
navios,  é  aun  del  agua,  no  passaron  ade- 
lante. 

A  mí  me  escribió  una  carta  Gil  Gonca- 
Iez,  que  dice  que  de  aquel  pueblo  deste 
cacique  de  Nicaragua  la  tierra  adentro 
tres  leguas  de  la  costa  de  la  mar  del  Sur, 
junto  á  las  casas  de  la  olía  parte,  está 
otra  mar  dulce,  que  cresce  é  mengua,  é 
quél  entró  á  caballo  en  ella,  é  tomó  la  pos- 
sesion  en  nombre  del  Emperador,  é  que 
se  via  una  isla  dos  leguas  dentro  ó  apar- 
tada desta  costa  desta  agua  dulce  pobla- 
da, é  quel  tiempo  no  le  dió  lugar  á  saíne- 
nlas en  esto:  pero  que  mandó  entrar  á  ¡lí- 
ganos chripsiíanos  eil  una  canoa  media  le- 
gua dentro,  para  ver  si  el  agua  corría  lia- 
ría alguna  parle,  pensando  que  fuesse 
rio,  aunque  no  vían  la  otra  costa  de  háciá 
el  Norte;  é  los  (pie  entraron  no  conoscie- 
ron  que  oviesse  corriente,  £  sus  pilotos 
porfiaban  que  salía  aquel  agua  á  la  mar 
del  Norlc;  pero  él  y  ellos  hablaban  por 
conjecturas  é  á  líenlo. 

Bien  se  me  acuerda  que  hablando  Pli- 
nio  en  la  gente  de  Scythia,  dice  que 
Alexandro  .Magno  dixo  que  aquel  mar  es 
dulce,  é  que  Marcó  Yarron  escribe  que 
lo  mesnin  fué  mostrado  á  Pompeo,  quan- 
do^n  la  guerra  de  Mitridate  era  allí  ve- 
cino ó  oslaba  gerca  desta  mar  dulce ;  é 
que  aquesto  procede  por  la  grand  co- 


pia  de  ríos  que  allí  entran,  que  vencen 
á  la  salobre  agua  de  la  mar  *.  Todo  es- 
to es  deste  auctor ;  pero  ya  tengo  dicho 
como  en  el  golpho  de  Urabá  con  baxa  mar 
está  dulce  el  agua ,  é  assi  podría  ser  osso 
que  vido  Alexaudroé  vió  Pompeo,  y  me- 
nos es  ser  dulce  la  laguna  de  Nicaragua, 
porque  su  assientoé  sitio  es  baso,  é  acu- 
den á  ella  infinitos  ríos. 

Va  he  dicho  en  otra  parte  que,  después 
que  Gil  Goncalez  estuvo  en  Nicaragua,  yo 
fuy  á  aquella  tierra ,  é  vi  esta  é  otras 
grandes  lagunas,  é  muchas  cosas  otras 
que  dexo  para  las  decir  adelante  en  su 
lugar. 

Tornando  al  propóssito  de  Gil  Gonca- 
lez, digo  (pie  después  que  llegó  al  golpho 
de  Sanct  Vicente,  halló  quel  mayor  de  los 
navios  no  estaba  para  navegar  ni  tenerse 
sobre  el  agua  ,  y  en  los  otros  y  en  canoas 
se  embarcó  con  su  gente  para  Panamá: 
Pero  quiero  yo  agora  decir  la  forma  de  la 
costa  ,  é  lo  que  navegó  Andrés  Niño  hasta 
la  postrera  parte  que  llegó,  é  también  di- 
re  aquella  ensenada  del  golpho  de  Sanct. 
Lúcar,  que  otros  llaman  golpho  de  Nica- 
ragua (é  otros  le  dicen  golpho  de  Oroti- 
ña ,  é  oíros  golpho  de  Güclares),  é  qual- 
quiera  deslos  dos  nombres  postreros  es 
su  nombre  proprio.  É  pintarle  lié  como  yo 
le  vi ,  é  no  como  le  hallo  en  las  cartas  de 
nuestros  cosmógraphos  puesto,  hasta  el 
pressentc  año  de  mili  é  quinientos  c  qua- 
renta  y  ocho;  é  diré  las  principales  islas 
ipn'  hay  en  esta  ensenada,  la  qual.  aun- 
que está  en  el  camino  queste  piloto  nave- 
gó, no  la  vido  ni  entró  en  esle  golpho  de 
Orotiña  ó  de  los  Giietares,  quel  licenciado 
Espinosa  y  el  piloto  Johan  de  Castañeda 
llamaron  golpho  de  Sancl  Lúcar  (desde 
fuera),  pero  tampoco  entraron  en  él.  É  sá- 
bese de  pressentc  que  se  pobló  después 
de  chripstianos  alguna  parte  de  "aquella 
gobernación  por  el  capitán  Francisco  Her- 


1    Plin.,  lili.  VI  ,cap.  17. 


108 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


nandcz,  teniente  de  Pedrarias.  Édiréas- 
simesmo  desde  allí  al  Poniente  la  costa  é 
sus  alturas,  segund  la  caria  moderna  é 
nueva  corrección  della.  Y  porque  dixe 
que  desde  las  islas  de  Sanct  Lázaro  nave- 
gó oirás  veynte  leguas  al  Poniente  el  li- 
cenciado Espinosa  y  el  piloto  Johan  de 
Castañeda ,  digo  que  desde  aquellas  islas 
de  Sanct  Lácaro  hasta  el  puerto  de  la  Her- 
radura i  la  costa  abaxo  al  Ocidente,  al 
Hueste  quarta  del  Norueste,  se  ponen 
veynte  leguas,  c  allí  comienca  la  boca 
deste  golpho  de  Güetares,  quel  Espino- 
sa llamó  de  Sanct  Lv'icar,  c  se  hace  una 
ensenada  de  diez  y  ocho  ó  veynte  le- 
guas de  longitud ,  (pie  tiene  en  parles  nue- 
ve de  latitud,  6  mas  é  menos;  dentro  del 
(pial  hay  gentiles  islas  é  muy  fértiles  é  po- 
bladas. I']  de  la  otra  parte  deste  golpho, 
frontero  del  puerto  de  la  Herradura,  está 
la  punta  del  Cabo  Blanco  (é  llámase  assi, 
porqués  terreno  blanco,  é  sin  esso  tiene 
un  Farallón  cerca  déla  punía  muy  blanco); 
entre  el  qual  é  la  Tierra-Firme  ó  punta 
puede  entrar  sin  peligro  una  caravela  de 
ochenta  ó  cient  toneladas.  Eslá  el  puerto 
de  la  Herradura  en  ocho  grados  dcsla 
parle  de  la  línia  cquinocial ,  y  el  dicho  Ca- 
bo Blanco  eslá  en  siele  grados  y  medio, 
segund  el  cosmógrapho  Alonso  de  Chaves 
ó  los  que  le  informaron ;  é  porque  mejor 
se  entienda  este  golpho ,  pongo  aqui  la  fi- 
gura del  (Lám.  I.°,  fg.  l.*J  ,  si  lo  supe  en- 
tender todavía,  só  enmienda  de  quien  más 
particularmente  lo  oviere  comprehendido. 

§  VI.  Pues  he  pintado  la  figura  del  gol- 
pho deOrotiña  ó  de  los  Güetares,  que  co- 
munmente suelen  llamar  de  Nicaragua,  y 
en  las  cartas  de  navegar,  ó  por  no  estar  in- 
formados los  cosmógraphos  que  las  hacen, 
ó  por  no  lo  aver  visto  ellos,  no  lo  ponen 
tan  puntualmente,  quiero  passar  á  lo  de- 
más que  desle  golpho  estos  descubridores 
no  dixeron,  é  que  yo  vi;  y  es  assi.  La  is- 
la de  Chira  puede  bojar  siete  ó  ocho  le- 
guas, y  es  muy  poblada  c  fértil:  en  Ja 


qual  avia,  quando  Gil  Goncalez  por  allá 
anduvo,  mas  de  quinientos  hombres  de 
guerra ,  sin  viejos  ni  mugeres  ni  niños  é 
de  otras  edades.  É  la  isla  que  nuestros  es- 
pañoles llaman  isla  de  Ciervos,  es  la  que 
los  indios  llaman  Cachoa ;  pero  en  essa  y 
en  las  otras  hay  innumerables  ciervos  é 
puercos,  y  es  menor,  y  está  entre  la  de 
Chira  é  la  de  Chara  en  la  banda  del  Nor- 
te, en  la  Tierra-Firme.  En  frente  de  la  is- 
la Cachoa  está  la  gente  é  provincia  de  Oro- 
tiña ,  é  mas  al  Leste  está  la  gente  é  pro- 
vincia de  Chorotega,  é  á  las  espaldas,  mas 
mas  al  Norte  é  al  Nordeste ,  están  las  sier- 
ras c  gentes  llamados  Güetares.  Entre  la 
isla  de  Cachoa  é  la  costa .  hácia  el  Sur, 
está  otra  isleta  que  se  dice  Yira:  é  m;is  al 
Leste  está  otra  pequeña  que  se  dice  Ur- 
co;  c  mas  al  Oriente  adelante  otra  isleta 
que  se  dice  Pocosi,  cerca  de  (ierra,  á  la 
parle  austral  del  golpho.  Estas  tres  peque- 
ñas islas  están  entre  la  Tierra-Firme  é  la 
isla  de  Ciervos,  dicha  Cachoa.  Deste  gol- 
pho sube  tres  leguas  la  marea  por  el  rio 
llamado  Capandi  .  que  está  en  la  culata  ó 
fin  desle  golpho:  éalh  hay  un  cacique,  que 
tiene  el  nombre  del  rio,  é  se  llama  assi- 
mesmo  Capandi ;  é  á  par  dél ,  al  Noroes- 
te, está  otro  cacique  que  se  llama  Coro- 
bici.  Los  Güetares  son  mucha  gente ,  é  vi- 
ven encima  de  las  sierras  del  puerto  de 
la  Herradura,  é  se  extienden  por  la  costa 
deste  golpho  al  Poniente  de  la  banda  del 
Norte  hasta  el  confín  de  los  Chorotcgas. 
Al  opóssito ,  en  la  otra  costa  del  mesmo 
golpho,  de  la  banda  del  Sur ,  el  mas  cer- 
cano al  rio  de  Capandi  es  Cange,  y  mas 
al  Leste  está  otro  que  se  dice  Paro.  En  la 
tierra  deste  cacique  de  Cange ,  y  en  la  del 
cacique  Niquia .  y  en  el  de  Nicoya  ( que. 
todos  son  vecinos  deste  golpho)  hay  mu- 
cho brasil ,  de  lo  qual  hallé  yo  algunos  le- 
ños en  la  isla  de  Chara .  con  que  las  indias 
tiñen  é  dan  color  al  algodón  é  á  lo  que 
quieren  teñir.  Y  los  españoles  que  allí  se 
hallaron  conmigo,  por  brasil  lo  juzgamos: 


DK  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  XXI. 


109 


pero  el  cagique ,  señor  de  la  isla,  llamado 
Narí,  me  dixo  que  eran  árboles  de  una 
braca  ó  poco  mas  de  alio,  é  llamábanlo 
nanzi:  de  los  (piales  árboles  hay  muchos 
en  tierra  de  Nicoya  y  en  Masaya  y  en  Tc- 
Coatega  y  en  muchas  parles  de  Nicara- 
gua. E  deste  árbol  é  su  fructa  se  hallará 
mas  particular  mención  en  el  libro  IX,  ca- 
pítulo XX. 

Hay  en  la  isla  de  Chira  muy  buena  loca 
6  vedriado  de  cántaros  é  jarros  é  todo  lo 
que  se  suele  hacer  de  barro:  la  qual  pa- 
f  «ge  proprio  acavache  en  la  tez  é  color 
negro:  y  es  muy  hermosa  cosa  de  ver  las 
vasijas  tlello,  é  yo  he  Iraydo  desde  allí 
algunas  pircas  gentiles  desta  loca  hasta 
esta  cibdad  de  Sancto  Domingo. 

La  isla  ile  Chara  es  la  que  los  chripstia- 
nos  llaman  Sain  t  Lúcar,  é  allí  y  en  la  de 
Chira  y  essotras  deste  golpho  traen  las  in- 
dias unas  bragas  piuladas  ,  que  son  un  pe- 
dazo de  tela  de  algodón  de  muchas  labo- 
res é  colores,  cogido  en  un  hilo  que  se 
ciñen ;  é  esta  tela  es  tan  ancha  como  dos 
palmos,  é  por  detrás  báxa  desde  la  cinta 
('•  niélenla  entre  ambas  piernas  é  passa 
(leíanle .  é  alcanca  á  cubrir  el  ombligo  ó 
ponerse  debaxo  del  mesmo  hilo  ó  cinta, 
é  assi  cubren  todas  sus  partes  vergonzo- 
sas: todo  lo  demás  de  las  personas  traen 
descubierto  é  desnudo.  Los  cabellos  pár- 
tenlos  las  mugeres  por  mitad  de  la  cabe- 
ra derechamente  por  la  crencha,  desde 
media  frente  al  colodrillo,  é  de  la  una  mi- 
tad hacen  un  trancado  que  viene  á  quedar 
encima  sobre  la  una  oreja  al  un  lado  édc 
los  otros  medios  cabellos  hacen  otro  tran- 
cado al  otro  lado,  6  muy  tiestos,  é  tan 
luengos  como  son  los  cabellos.  Y  es  gen- 
te muy  bien  dispuesta,  assi  los  hombres 
como  las  mugeres.  Algunas  veces  acaes- 

1  Nec  priíis  decorem  capillonim  redegü  in  ordi- 
iiom  quám  lantam  urbem  ¡n  suam  potcslatem  resti- 
luit.  (Chronicar.  abinitio  mundi  ais.  Chronica  teu- 

thonica  ) 


Ce  que  por  algún  inconviniente  ó  nes- 
Ccssidad  guardan  aquel  voto  de  Semíra- 
mis, que  no  se  quiso  acabar  de  coger,  los 
cabellos,  quando  se  le  rebeló  Babilonia, 
hasta  que  la  ovo  sobjuzgado  é  vuelto  á  su 
obediencia:  Tí  assi  estas  indias,  quando 
alguna  nescessidad  ó  servicio  de  su  señor 
ó  marido  les  ocurre,  primero  proveen  á 
aquello  que  á  la  gala  de  sus  trancados.  É 
assi  via  yo  algunas  dolías  con  un  tranca- 
do fecho  é  otro  suelto:  é  assi  Semíramis 
no  se  quiso  acabar  primero  de  concertar 
sus  cabellos  hasta  restituyr  su  cibdad  á  su 
obediencia1.  Con  esta  aucloridad  de  aque- 
lla coránica  del  mundo  concuerda  un  ter- 
ceto de  Francisco  Pclrarcha  en  el  Trium- 
pho  de  la  Fama ,  donde  dice :  « Después  vi 
la  magnánima  reyna,  que  una  parte  de  la 
crencha  cogida  é  la  otra  despartida,  cor- 
rió á  la  babilónica  rnyna  2. »  E  mas  lar- 
gamente toca  esta  historia  de  Semíramis 
Justino,  el  qual  dice  que  un  dia ,  curan- 
do de  sus  cabellos  é  crencha ,  6  aviendo 
cogido  la  una  parte  é  atádola ,  le  fué  di- 
cho que  Babilonia  se  le  avia  rebelado,  por 
lo  qual  tomó  las  armas  súbito  contra  aque- 
llos rebeldes,  é  no  se  quiso  coger  la  otra 
parte  de  los  cabellos,  hasta  que  ovo  redu- 
cido á  su  obediencia  la  cibdad  3. 

Tornando  á  nuestra  historia ,  estas  mu- 
geres que  he  dicho  deste  golpho  de  Nico- 
ya é  sus  comarcas ,  é  los  hombres ,  son 
gente  bien  dispuesta.  Ellos  traen  cogidos 
los  cabellos  con  una  cinta  de  algodón ,  he- 
chos todos  los  cabellos  un  trancado  de- 
trás, y  es  tan  luengo  como  un  palmo  ó 
menos  al  colodrillo:  otros  los  cogen  para 
arriba,  y  el  trancado  sube  derecho  sobre 
la  coronilla  de  la  cabeca.  El  miembro  ge- 
nerativo traen  atado  por  el  capullo ,  ha- 
ciéndole entrar  tanto  adentro,  que  á  algu- 

2  Poi  vidi  la  magnánima  rpyna, 

Che  una  treccia  rivolla  é  l'allra  sparsa 
Corsé  á  la  babilónica  rapiña. 

(Triumpho  de  la  Faina  ,  cap.  II.) 

3  Jusl.  De  bello  cxl.  ,  lib.  I. 


1 10 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


nos  no  se  Ies  paresce  de  tal  arma  sino  la 
atadura,  que  es  unos  hilos  de  algodón  allí 
revueltos.  Preguntándoles  yo  la  causa 
por  qué  andan  assi,  dccian  que  porque 
aquello  era  su  usanca  ,  y  era  mejor  traer- 
lo assi  que  no  suelto,  como  los  indios  de 
la  isla  de  Chira  ó  como  nuestros  caballos. 

En  la  isla  de  Chira  vi  una  niña  de  has- 
la  dos  años  que  mamaba ,  é  llorando  por 
su  madre,  que  andaba  entendiendo  en  su 
casa,  decia  mama  muchas  veces;  6  pre- 
guntando yo  al  cacique  que  qué  decia,  me 
dixo  que  llamaba  á  su  madre.  Estos  indios 
de  Chara  son  de  otra  lengua  diversa,  y 
entiéndense  algo  con  la  de  Cueva ,  por- 
que con  la  plática  que  tienen  con  los  chrips- 
tíanos,  la  han  aprendido.  Bojará  la  isla  de 
Chara  en  su  circunferencia  quatro  leguas. 

En  estas  islas  hay  perlas,  é  yo  las  vi 
en  las  islas  de  Chara  ó  Chira  é  Pocosi ,  ó 
las  saqué  de  algunas  hostias  que  los  indios 
nos  traían  para  comer.  La  isla  de  Pocosi 
es  pequeña,  é  puede  bojar  hasta  una  li  - 
gua ,  é  yo  la  he  andado  por  su  costa  á  la 
redonda.  Es  alta  é  muy  singular  puerto, 
y  está  un  tiro  de  escopeta  de  la  Tierra- 
Firme  ,  ó  poco  más ,  é  tiene  un  pueblo  pe- 
queño de  indios,  y  es  abundantíssíma  de 
pesquerías.  Hay  en  estas  islas  un  pescado 
que  llaman  los  chripstianos  pié  de  burro, 
que  son  como  unos  hostiones  muy  gran- 
des é  muy  gruessos,  é  también  se  hallan 
perlas  en  algunos  dellos.  Afirman  los  hom- 
bres de  la  mar  que  es  el  mas  excelente 
pescado  de  todos:  de  las  conchas  dellos 
hacen  los  indios  qüentas  para  sus  sartaLes 
é  puñetes,  quellos  llaman  chaquira.  muy 
gentil  é  colorado,  que  parescen  corales,  é 
también  morado  é  blanco;  é  cada  color  es 
perfecta  en  las  qüentas  que  hacen  destas 
conchas  del  pié  de  burro,  é  assaz  duras; 
é  son  tan  grandes  estos  piés  de  burro  co- 
mo la  cabeca  de  un  hombre ,  é  de  ahí  pa- 
ra abaxo  algo  menores. 

Hay  assimesmo  de  aquellos  nacarones 
que  se  dixo  en  el  libro  XIX  ,  cap.  IX.  en 


los  quales  también  se  hallan  perlas :  é  de 
las  conchas  destos  hacen  palas  para  sus 
lavores,  é  también  hacen  dellos  nahes  ú 
remos  para  sus  canoas  ó  balsas ;  pero  en 
estas  islas  de  Chara  é  Pocosi  no  tienen  ca- 
noas .  sino  balsas  de  quatro  ó  cinco  ó  seys 
asaderos  atados  á  los  cabos  y  en  medio  á 
otros  palos  mas  delgados  atravessados:  é 
la  ligadura  es  de  tomicas  de  esparlo  de 
aquella  tierra,  (pies  como  lo  de  Castilla  é 
mas  luengo,  pero  no  tan  recio;  mas  bas- 
ta para  esto  é  para  alar  é  liar  la  paja  en 
la  cobertura  de  las  casas  ó  bullios.  Hay 
junio  con  estas  pandes  pesquerías  é  per- 
las destas  islas  (en  especial  en  la  de  Po- 
cosi, en  que  yo  me  detuve  algunos  días, 
á  causa  de  reparar  allí  una  caravela  que 
se  nos  yba  á  fondo)  otra  manera  de  1ra- 
baxo,  que  para  mí  fué  cosa  nueva  é  muy 
enojosa,  de  muchas  chinches  en  los  bu- 
llios, con  alas:  é  no  parescen  de  día,  ni 
avia  pocas  de  noche,  é  son  mas  diligentes 
é  prestas  y  enojosas  (pie  las  de.  España,  é 
pican  mas  é  son  mayores  que  aludas  gran- 
des: é  si  se  ensucian,  lo  (pial  hacen  muy 
á  menudo,  6  las  malays,  rodeándoos  en  la 
cania,  se  despachurran  sobre  la  hamaca 
ó  sábana ,  é  dexa  una  mancha  tan  gran- 
de como  la  uña  de  un  dedo,  é  tan  negra 
como  tinta  de  escribir  é  muy  peor,  por- 
que nunca  sale  de  la  ropa  con  jabón  ni 
lejía  hasta  que  sale  todo  el  pedaco  de  la 
tela,  tan  grande  como  fué  la  mancilla  que 
hico;  pero  no  hieden.  Y  estas  chinches  en 
toda  la  provincia  é  islas  de  Nicaragua  las 
hay.  Comen  los  indios  en  estas  islas  mu- 
chos venados  é  puercos,  que  los  hay  en 
grandissima  cantidad,  é  mahiz,  é  fésoles 
muchos  ó  de  diversas  maneras ,  é  muchos 
é  buenos  pescados,  é  también  sapos:  é 
yo  les  he  hallado  alados  en  las  casas  de 
los  indios,  é  se  los  lie  vislo  comer  assa- 
dos;  é  ninguna  cosa  viva  dexan  de  comer 
por  sucia  que  sea.  Tienen  muchas  fructas, 
en  las  quales  no  me  quiero  aquí  detener, 
porque  quando  se  dé  noticia  de  las  olías 


DE  INDIAS.  LID.  XXIX.  CAP.  XXI. 


III 


cosas  do  Nicaragua  se  dirá  dolías,  en  es- 
pecial do  aquella  que  llaman  paco,  (pies 
cosa  mucho  de  nolar '. 

Los  indios  de  Nicoya  ó  de  Oroei  son  do 
la  lengua  de  los  Chorotegas ,  é  traen  ho- 
radados los  hocos  buxos,  ó  puestos  sen- 
dos huessos  blancos  redondos  del  tamaño 
do  medio  real  ó  mas,  como  lo  traen  los 
indios  en  Ja.  Nueva  España.  Son  (lecheros 
e  valientes  hombres,  ó  llámañse  chrips- 
tianos  desde  ¡pie  Gil  Goncalez  anduvo  por 
allí:  pero  yo  creo  que  hay  pocos  dellos 
que  lo  sean.  Son  ydólatras  é  tienen  mu- 
cho-. \  dolos  de  barro  ó  do  palo  en  unas 
casillas  pequeñas  o  baxas  que  los  hacen 
dentro  del  pueblo,  allende  do  sus  casas 
principales  de  oración,  que  llaman  la/o/m 
en  lengua  de  Chorotegas,  y  en  la  do  Ni- 
caragua archllobo.  Es  tierra  Nicoya  dé  mu- 
cha miel  é  cera  ,  é  las  abejas  no  pican,  c 
son  desarmadas é  tan  pequeñas,  como  mos- 
cas de  España,  é  negras.  Hay  abispas  muy 
malas,  pequeñas,  oque  pican  é  dan  muy 
grand  dolor.  Todos  los  indios  de  Nicoya, 
cu  especial  los  principales  ó  sus  inugeros, 
traen  piulados  los  bracos  de  aquella  pin- 
tura negra  que  se  hace  con  la  sangre  pro- 
pria  é  carbón  ,  cortando  ó  debuxando  pri- 
mero con  oavaxas  de  pedernal,  é  la  de- 
visa son  tigres,  que  estos  Chorotegas  lla- 
man nambue  ,  y  en  lengua  de  Nicaragua  se 
digo  ieguam ,  y  en  lengua  do  Cueva  ochi. 

§  VII.  Desde  el  Cabo  Blanco',  baxando 
la  costa  al  Poniente,  cerca  de  tierra,  está 
una  isla  que  se  llama  Moya,  y  está  mas  al 
Ocidenle  de  Cabo  Blanco  veynte  leguas; 
pero  antes  está  el  puerto  que  llaman  de 
las  Velas.  É  desde  el  dicho  Cabo  Blanco 
adelanto  hasta  el  puerto  de  la  Posscsion 
hay  cient  leguas ,  poco  mas  ó  menos ,  yen- 
do en  alta  mar  al  Poniente :  é  todo  aque- 
llo se  llama  golpho  del  Papagayo ,  é  no  es 
improprio  nombre,  porque  acaesce  que 

\  Ya  en  el  libro  VIH  dedicó  Oviedo  el  eapílii- 
ki  XXXi  á  tratar  de  ia  madera  y  de  la  fruta  de  este 


hablan  allí  los  hombres  llorando  ú  orando, 
porque  es  mal  passo  do  navegar.  Está  la 
isla  de  Moya  en  siete  grados  ó  medio  des- 
ta  parte  de  la  línia  equinocial;  y  eslá  jun- 
to a  la  punta  de  Cathalina  otra  islela .  y 
esta  punta  está  en  ocho  grados  o  un  ter- 
cio diez  é  ocho  ó  veynte  leguas  de  la  isla 
de  Moya.  Desde  la  punta  do  Cathalina  has- 
ta la  punía  do  Nicaragua  hay  treynta  le- 
guas ,  y  en  la  mitad  deste  camino  se  hace 
cierta  ensenada,  que  llaman  golpho  de 
Sanctiago.  Esta  punta  de  Nicaragua  está 
en  nueve  grados  é  medio,  é  siempre  desde 
el  Cabo  Blanco,  poco  á  poco  la  costa  aha- 
XO  al  Ocidenle,  se  va  la  costa  enarcando 
o  metiéndose  hacia  nuestro  polo  ó  Norte. 

Desdo  la  punta  ó  promontorio  de  Nica- 
ragua hasta  el  rio  ó  puerto  de  la  Possc- 
sion hay  diez  leguas ,  el  qual  rio ,  segund 
las  cartas  modernas  del  cosmógrapho 
Alonso  de  Chaves ,  está  en  diez  grados  é 
medio.  Este  puerto  tiene  en  la  entrada  de 
la  boca  del  rio  ana  isla  alta  (ó  llana  en  lo 
alto  della),  que  bojará  un  quarto  ó  algo 
mas  hasta  media  legua  en  redondo,  nssi 
que  hace  el  rio  dos  bocas;  é  por  la  del 
Leste  pueden  entrar  navios  pequeños,  y 
por  la  del  Hueste  entran  las  naos  é  mayo- 
res navios.  Yo  he  estado  dos  dias  sur- 
to en  este  embocamiento ,  é  se  mataron 
muchos  peces  de  los  que  llaman  roncado- 
res, porque  roncan,  é  son  bien  armados 
de  dientes  y  es  buen  pescado :  llámase  es- 
te puerto  é  rio  de  la  Possesion,  porque 
allí  higo  ciertos  auctos  de  possesion  el  pi- 
loto Andrés  Niño  en  e.ste  descubrimiento. 
Pero  midan  él  é  Gil  Goncalez,  como  qui- 
sieren ,  éssas  sus  seysgientas  é  cinqüenta 
leguas,  que  dixeron  que  avian  descubierto 
por  la  mar:  que  en  muchas  más  de  la  mi- 
tad se  engañaron ,  porque  desdo  aqueste 
puerto  de  la  Possesion  á  Panamá,  no  hay 
sino  trescientas  leguas,  segund  lo  que  se 

árbol ,  como  puede  verse  en  la  pág.  322  del  tomo  I 
de  estas  historias. 


M2 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


platica  al  pressente,  pocas  mas  ó  menos; 
ó  yo  lo  he  navegado  dos  veces  con  pilo- 
tos diestros  en  aquella  navegación. 

Entre  aqueste  rio  de  la  Possesion  6  la 
punta  de  Nicaragua ,  que  se  dixo  de  sus- 
so,  hay  otro  rio  que  se  dice  rio  de  Mesa. 
Verdad  es  que  Andrés  Niño  baxó  mas  al 
Poniente  veynte  leguas  que  hay  hasta  la 
bahía  de  Fonseca ,  el  qual  nombre  le  pu- 
so por  echar  cargo  al  presidente  del  Con- 
sejo Real  de  aquestas  Indias ,  que  á  la  sa- 
5011  era  don  Johan  Rodríguez  de  Fonseca, 
obispo  de  Palencia  ( que  después  lo  fué 
de  Burgos),  cuyo  criado  fué  Gil  Goncalez 
Dávila  ;  é  á  una  isla  que  está  dentro  de  la 
bahía  llamóla  Petronila ,  por  otra  vanidad 
que  yo  no  digo ,  é  que  á  aquel  piloto  la- 
gotero se  le  antojó.  Querría  yo  que  ya 
questos  descubridores  no  saben  dar  nom- 
bres apropriados  al  puerto  ó  al  rio  ó  gol- 
pho  ó  promontorio,  que  procurassen  de 
saber  de  la  gente  natural  de  la  tierra  el 
nombre  proprio  que  tiene  la  cosa.  La  bo- 
ca desta  bahía  de  Fonseca  está  en  algo 
menos  de  once  grados  desta  parte  de  la 
equinocial,  segund  el  cosmógrapho  ale- 
gado; en  lo  qual  ,  y  en  todo  lo  ques  di- 
cho desta  costa  desde  Panamá ,  yo  creo 
que  le  fué  hecha  falsa  relación.  Y  por  tan- 
to ,  para  quel  Chaves  é  los  otros  cosmó- 
graphos  de  Céssar  enmienden  sus  pa- 
trones é  pinturas  de  sus  cartas  de  nave- 
gar ,  si  me  quisieren  creer ,  diré  lo  que 
hallo  en  mis  memoriales ,  que  escribí,  to- 
mando por  mi  persona  con  el  a  Prohibió 
las  alturas  en  las  partes  que  agora  diré, 
en  tierra  é  sosegadamente,  é  muchas  ve- 
ces. Está  Panamá  en  ocho  grados  é  me- 
dio: la  isla  de  Chira,  dentro  del  golpho 
de  Orotiña  ó  de  Nicaragua,  está  en  diez 
grados.  Está  la  isla  de  Chara,  que  otros 
llaman  de  Sanct  Lúcar,  en  nueve  grados  é 
treynta  é  ocho  minutos ,  que  son  dos  ter- 
cios de  grado  menos  dos  minutos.  Está  la 
isla  de  Pocosi  mas  al  Leste  dos  leguas ,  é 
mas  metida  al  Sur  en  nueve  grados  é  al- 


go mas  de  medio  grado.  Está  la  punía  del 
Cabo  Blanco .  ques  la  boca  del  dicho  gol- 
pho, á  la  parte  austral,  mas  al  Poniente, 
en  siete  grados  é  medio.  Está  la  boca  del 
dicho  rio  é  puerto  de  la  Possesion ,  en  tre- 
ce grados  desta  parte  de  la  línia  equino- 
cial indubitadamente.  Por  manera  que  lo 
que  Andrés  Niño  vido,  é  descubrió  mas 
adelante  aquel  piloto  Johan  de  Castañeda, 
fué  desde  el  golpho  de  Orotiña  é  Cabo 
Blanco  hasta  la  bahía  de  Fonseca.  que 
pueden  ser  ciento  é  veynte  leguas,  poco 
mas  ó  menos,  puesto  que  pura  descubrir- 
las se  navegarían  mas :  porque,  como  dice 
aquel  proverbio  vulgar,  tcl  camino  que  no 
se  sabe,  mas  largo  es  al  (pie  nunca  le  vido.  > 
Entre  aquel  rio  de  la  Possesion  é  la 
bahía  de  Fonseca  está  otro  rio,  que  se  llama 
rio  de  Sanct  Pedro.  La  punta  mas  oxiden- 
tai  de  la  bahía  de  Fonseca  se  llama  Cabo 
Hermoso,  en  el  qual  quiero  hacer  punto 
por  agora  á  la  cosmographia  desta  costa, 
hasta  que  tornemos  á  ella  :  porque  me  pa- 
resc,e  ques  tiempo  que  volvamos  al  discur- 
so de  Gil  Goncalez  é  Pedrarias  Dávila  en 
lo  que  subcedió  deste  descubrimiento  é 
oro,  quando  volvió  á  Panamá .  que  fué  á 
los  veynte  é  cinco  de  junio  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  tres  años,  donde  so 
fundió  aquel  oro ;  é  fué  mucho  menos  el 
valor  quel  bulto  dcllo,  porque  la  mayor 
parte  era  de  muy  baxos  quilates,  é  liarlo 
sin  ley,  puro  cobre.  Pero  escapado  Gil 
Goncalez  de  Castilla  del  Oro  é  de  los  im- 
pedimentos de  Pedrarias,  como  está  di- 
cho, vínose,  á  esta  cibdad  de  Sancto  Do- 
mingo desta  nuestra  Isla  Española,  é  tor- 
nó á  armar  aqui  de  nuevo  é  volvió  con 
muy  buena  gente  é  navios  á  la  Tierra- 
Firme  ,  mas  al  Poniente ,  donde  les  pares- 
fió  á  él  é  al  piloto  Andrés  Niño  que  po- 
dría responder  el  parage  de  la  grand  la- 
guna dulce  quellos  pensaban  que  desagua- 
ba ó  entraba  en  este  mar  del  Norte.  É 
fueron  á  desembarcar  al  cabo  é  puerto 
que  se  diqo  de  Higueras ;  é  púsole  nona- 


DE  INDIAS.  Lin. 

l>re  Gil  Goncalez  Puerto  de  Caballos. 

§  VIII.  Allí  se  les  murió  un  caballo 
(y  esto  no  era  causa  suficiente  para  mudar 
su  nombre  al  puerto,  que  otros  avian 
mucho  tiempo  antes  descubierto),  é  hícolo 
enterrar  secretamente .  no  por  hacerle  ob- 
sequias ni  honrarle  con  sepoltura ,  como 
Alexandro  Magno  á  Bucéphalo  ',  su  caba- 
llo (é  otro  caballo  hico  assiraesmo  enter- 
rar Octaviano  Augusto,  emperador,  y  el 
Cid  Ruy  Díaz  mandó  enterrar  á  babieca, 
su  caballo):  pero  hícoloGil  Goncalez,  por- 
que los  indios  no  lo  viessen  ni  supiessen 
que  los  caballos  ecan  mortales,  á  los  qua- 
les  mucho  temen,  porque  allí  no  los  avian 
visto.  É  ¡i  otro  puerto  mas  adelante  llamó 
Puerto  de  Honduras,  é  hizo  un  ussiento  é 
pueblo,  é  llamóle  Sanct  Gil  de  Buena-Vis- 
ta,  é  dexó  allí  algunos  españoles,  y  en- 
tróse con  la  mayor  parte  de  la  gente  la 
tierra  adentro,  é  pússose  diez  ó  doce  le- 
guas de  aquel  puerto  de  Sanct  Gil ,  en  la 
parte  que  te  paresció  mas  apropriada  pa- 
ra su  descubrimiento  é  conquista. 

En  el  tiempo  que  Gil  Goncalez  vino  á 
esta  Isla,  é  hacía  su  segunda  armada  en 
esta  cibdad  de  Sánelo  Domingo,  súpolo 
Hernando  Cortés,  que  estaba  en  la  Nueva 
España,  é  proveyó  de  dos  armadas  con- 
tra Gil  Goncalez,  porque  no  tomasse 
aquel  puerto  de  Higueras  (que  decian  que 
era  cosa  rica) ;  y  envió  la  una  por  tierra 
con  el  capitán  Pedro  de  Alvarado,  y  otra 
por  mar  con  el  capitán  Chripstóbal  de 
Olit,  hombres  de  guerra  y  experimenta- 
dos capitanes.  Y  el  Chripstóbal  de  Olit  fué 
con  sus  navios  á  la  isla  de  Cuba,  é  cómo 
allí  tocó,  luego  se  aleó  contra  Cortés,  é 
dixo  que  no  yba  por  él ,  sino  por  sí  pro- 
prio,  é  quería  también  un  pedaco  de  la 
Tierra-Firme  ,  que  le  pertenesgia  tan  bien 
como  á  Cortés  lo  que  tenia  della.  E  desde 
aquella  isla  atravesó  á  la  costa  de  la  Tier- 
ra-Firme ,  é  salió  en  el  puerto  de  Higue- 


XXIX.  CAP.  XXI.  M3 

ras .  é  púsose  en  la  costa  con  su  arma- 
da.  cerca  del  otro  pueblo  de  Sanct  (¡i!, 
donde  estaba  Gil  Goncalez,  é  pobló  allí. 
É  cómo  tuvo  noticia  de  Gil  Goncalez  Dá- 
vila  y  el  Gil  Goncalez  de  Chripstóbal  de 
ülil ,  por  sus  cartas  é  mensajeros  se  con- 
federaron é  quedaron  muy  amigos,  para  se 
ayudar  é  hacer  el  uno  por  el  otro:  é  assi 
se  visitaban  por  letras  ,  é  al  parescer  te- 
nían mucha  conformidad  ,  porque  su  fin 
dellos  era  hacer  sencillos  sus  enemigos  é 
asegurarse  de  sus  émulos;  porque,  como 
tengo  dicho,  Gil  Goncalez  tenia  por  con- 
trario á  Pedrarias  á  las  espaldas,  é  avia 
enviado  á  poblar  á  Nicaragua  a  su  tenien- 
te Francisco  Hernández  con  otros  capita- 
nes é  gente.  E  Chripstóbal  de  Olit  temía- 
se de  Hernando  Cortés:  que  les  basta- 
ban competidores  poderosos  ,  sin  que  los 
dos  contendiessen  cutre  sí.  No  es  agora 
conviniente  decirse  lo  que  Cortés  hico  en 
esto,  porque  (piando  se  tráete  desta  go- 
bernación de  Honduras,  se  dirá. 

Tornemos  á  Pedrarias,  que  cómo  fué  ydo 
Gil  Goncalez  de  Panamá ,  en  tanto  quél 
estuvo  armando  en  esta  cibdad  de  Sánelo 
Domingo  para  volver  á  Tierra-Firme,  cob- 
diciando  Pedrarias  juntar  lo  que  Gil  Gon- 
calez avia  descubierto- al  Poniente  de  Pa- 
namá en  la  provincia  de  Nicaragua  con  lo 
quél  tenia ,  envió  una  armada  á  lo  ocupar 
con  su  teniente  general,  el  capitán  Fran- 
cisco Hernández ,  é  con  él  á  los  capitanas 
Gabriel  de  Roxas  é  Francisco  Campañon, 
y  Hernando  de  Soto ,  é  otros.  Y  estos  fue- 
ron é  poblaron  en  la  provincia  de  Nagran- 
do ,  á  par  de  la  grand  laguna ,  donde 
agora  está  la  cibdad  que  llaman  León 
(la  qual  fundó  por  su  mal  aquel  teniente 
Francisco  Hernández);  é  desde  allí  envió 
la  tierra  adentro  al  capitán  Gabriel  de 
Roxas  con  gente,  é  topó  acaso  con  Gil 
Goncalez,  donde  estaba  poblando,  é  Gil 
González  le  dixo  quél  no  tenia  qué  hacer 


TOMO  III. 


1    Fliiiio ,  Ub.  VIII,  cap.  42 


15 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


en  aquella  (ierra  ni  Pedradas;  que  se 
tornasse  en  buen  hora  á  Francisco  Her- 
nández, é  que  por  su  persona  del  capitán 
Roxasallí  temía  toda  la  parte  qm-l  quisies- 
se;  pero  que  como  capitán  de  Pedrarias, 
á  él  ni  á  otro  avie  de  consentir  que  an- 
duviésse  por  aquella  tierra.  É  con  al- 
gunas buenas  palabras  de  cortesía  el  ca- 
pitán Roxas  se  fué,  porque  no  tenia  tanta 
tiente  que  fuesse  parte  para  hacer  otra  co- 
sa, é  aun  díxose  que  prometió  de  no  tor- 
nar. Cómo  Rosas  llegó  al  capitán  Francisco 
Hernández,  é  le  dió  noticia  de  Gil  Gonzá- 
lez, envió  luego  con  mas  gente  al  capitán 
Hernando  de  Soto  en  busca  de  Gil  Gonzá- 
lez, el  qual  estaba  en  vela  é  sospechoso 
quel  capitán  Roxas  é  otros  capitanes  de 
Pedrarias  tomarían  sobre  él.  E  ovo  aviso 
de  los  indios  de  la  tierra  cómo  el  capitán 
Hernando  de  Soto  é  muchos  chripstianos 
yban :  é  sabido  esto,  madrugó  é  salteólos, 
dando  sobre  ellos  en  un  lugar  donde  es- 
taban, de  noche:  é  pelearon  los  unos  con- 
tra los  otros,  y  en  fin  el  capitán  Soto  é  los 
ipie  con  el  yban,  fueron  pressos  é  desar- 
mados é  algunos  muertos,  é  los  despo- 
jó é  quitó  el  oro  baxo,  que  era  harto  lo 


que  ya  tenian.  É  desde  á  dos  ó  lies  días 
los  soltó  sobre  cierto  juramento  é  pleytesía 
é¿?s  luco  tornar  su  oro  é  armas,  é  se  tor- 
naron á  su  capitán  ó  teniente  Francisco 
Hernández. 

Avida  esta  vitoria  Gil  Goncalez  contra 
el  capitán  Soto,  se  fué  a  donde  estaba 
Chrípstóbal de  Olit .  su  amigo,  el  qual  lo 
prendió.  E  porque  ya  esto  de  aqui  adelan- 
te seria  fuera  de  la  historia  de  Nicaragua, 
é  no  quiero  tractar  sino  del  gobernador 
Pedrarias ,  vuelvo  á  él ,  é  digo  que  cómo 
llegó  al  puerto  del  Nombre  de  Dios ,  é  no 
pudo  aleancar  al  Gil  Goncalez.  para  le  de- 
tener é  tomar  el  oro  que  truxo  de  Nicara- 
gua ,  como  queda  dicho  de  susso .  supo 
allí  quel  nuevo  obispo  de  Tierra-Frme, 
llamado  fray  Vicente  Perada,  de  la  Orden 
de  Sánelo  Domingo,  subcessor  al  obispo 
fray  Johan  de  Quevedo,  avia  desembar- 
cado en  la  cibdad  de  Sánela  María  del 
Antigua  del  Darien  :  é  assi  para  dar  orden 
en  que  allí  no  parasse ,  como  para  acabar 
de  destruyr  é  despoblar  aquella  cibdad, 
se  embarcó  é  fué  al  Darien ,  á  se  ver  con 
el  obispo,  de  las  quales  vistas  resultó  lo 
que  se  dirá  en  el  capítulo  siguiente. 


CAPITULO  XXII. 


lie  h  total  despoblación  de  la  cibdad  del  Darien  ,  é  de  las  diferencias  que  tuvieron  el  obispo,  fray  Vicen- 
te Pedrada  ,  y  el  licenciado  Salaya  ,  alcalde  mayor  ,  con  Pedrarias;  é  del  origen  é  principio  del  descubri- 
miento del  Peni  por  bis  capitanes  Francisco  Pkarro  é  Diego  de  Almagro  ,  á  su  costa ,  y  en  compañía  del 
maestrescuela  Fernando  de  Luque;  é  de  lo  que  acaesció  al  gobernador  Pedro  de  los  Rios  en  la  isla  Domi- 
nica, quando  yba  á  lomar  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro;  é  otras  cosas. 


Llegado  el  gobernador  Pedrarias  á  la 
cibdad  del  Darien ,  después  que  se  ovo 
visto  con  el  nuevo  obispo ,  díxole  mucho 
mal  de  aquella  cibdad ,  é  loóle  mucho  á 
Panamá:  é  assi  le  sacó  de  allí,  y  en  pú- 
blico é  secreto  procuró  con  los  vecinos  que 
se  fuessen  á  Panamá  é  á  Acia,  diciendo 
que  allí  estaban  perdidos  é  que  no  avia 
allí  indios  que  les  pudiasse  dar ,  é  que  en 


las  otras  poblaciones  los  avia ,  é  todos  es- 
taban ricos,  é  quél  los  enríquescería  más; 
é  volvióse  á  Panamá  é!  y  el  obispo. 

Desde  á  dos  ó  tres  meses  adelante  se 
despobló  el  Darien  por  el  mes  de  septiem- 
bre del  año  de  mili  é  quinientos  é  veynte 
y  quatro,  é  salidos  los  vecinos  de  la  cib- 
dad, quedaba  de  los  postreros  aquel  Die- 
go Rivero,  que  se  dixo  en  el  capítulo  II 


DE  INDIAS.  LID. 


XXIX.  CAP.  XXII. 


del  libro  XXV,  que  se  le  avia  ydo  ó  alca- 
do  al  gobernador  Diego  de  Nicuesa  con 
la  barca,  é  lo  dexó  perdido  en  la  isla  del 
Escudo.  É  sus  proprios  indios  deste  Diego 
de  Rivero,  é  otros  que  con  ellos  se  jun- 
taron, le  mataron;  é  á  un  hijo  suyo,  de 
edad  de  ocho  ó  diez  años,  le  ahorcaron 
de  la  cumbrera  de  su  proprio  buhío,  ó 
mataron  á  la  madre  de  aquel  niño  é  otros 
tres  ó  quatro  chripstianos  enfermos,  c 
quemaron  la  mayor  parle  de  aquella  cib- 
dad ,  y  entre  las  otras  casas  la  mia ,  que 
era  tal  como  en  otra  pai  te  he  dicho:  en 
la  qúal  y  en  mis  heredades  é  hacienda 
perdí  mas  de  seys  mili  castellanos. 

Todo  lo  que  á  mí  me  loca  y  he  dicho 

de  mis  trabaxós  é  diferencias  con  Pedra- 
ria  ; .  e  con  aquel  licenciado  Diego  de  Cor- 
ral, fué  la  causa  principal  por  dó  se  des- 
pobló c|  Darien;  porque  en  la  verdad 
aquella  cihdad  se  sostuviera,  si  yo  no  fue- 
ra primero  destruydo  é  perseguido  por  la 
forma  que  osla  dicho.  De  manera  que 
aquella  población  turó  desde  el  año  de 
mili  é  quinientos  y  nueve  hasta  el  de  mili 
é  quinientos  ó  veynte  y  quatro;  é  no  fué 
menos  deservicio  á.Diosé  al  Reydexarla 
perder  Pedrarias,  de  quanto  fué  muy  se- 
ñalado e  grande  aseria  ganado  Enciso  é 
los  que  con  él  se  hallaron  ;  ni  seria  menor 
bien  restaurarla  é  reedificarla,  por  la  fer- 
tilidad é  riqueca  de  su  assiento  é  comar- 
cas. Volvamos  á  la  amistad  del  nuevo  per- 
lado é  del  gobernador. 

Llegado  el  gobernador  y  el  obispo  á  Pa- 
namá, estuvieron  un  poco  de  tiempo  con- 
formes; pero  después,  sobre  cierto  juego 
de  naypes ,  riñeron ,  y  el  obispo  le  tracto 
mal  ile  palabra,  pero  poco  vivió  después. 
Édíxose  que  le  avian  dado  con  que  müriés- 
so ,  ó  otra  tal  opinión  ovo  de  la  muerte 
del  licenciado  Salaya,  su  alcalde  mayor 
de  Pedrarias ;  porque  un  dia  públicamen- 
te le  dixo  algunas  palabras  recias,  á  las 
quales  le  dixo  él  gobernador  que  se  mc- 
surassé,  si  no  que  le  cortaría  la  cabeca; 


\  el  licenciado  replicó  é  dixo  assi :  «Quien 
me  oviere  de  corlar  la  cabera  ha  de  saber 
más  que  yo,  é  poder  más  (pie  yo,  é  ser 
mejor  que  yo;  y  este  no  soys  vos,  ni  hay 
quien  esso  haga  en  la  tierra:  é  hartas  ca- 
becas  aveys  cortado  sin  causa  ni  justicia, 
é  no  aveys  dado  cuenta  de  ninguna.  Por 
esso  mirad  lo  que  decis:  que  no  me  en- 
vió acá  el  Emperador  sino  á  miraros  á  las 
manos,  é  no  dexaros  ya  hacer  mas  muer- 
tes injustas  de  las  que  aveys  fecho. »  É  con 
estas  palabras  é  otras  tales  se  desparto  - 
ron;  pero  desde  á  pocos  dias  fueron  muy 
amigos,  é  le  dió  el  gobernador  indios  é 
olías  cosas,  é  le  aseguró:  é  desde  á  po- 
co adolesció  el  licenciado  é  se  murió,  é 
se  dixo  que  le  avian  echado  tanta  csca- 
monía  en  una  purga,  que  le  acabó.  E  aun- 
que Pedrarias  no  fuesse  en  cargo  de  su 
muerte  ,  como  avia  poco  que  era  passada 
la  rencilla  ques  dicho  ,  (pusieron  algunos 
degir  que  de  las  palabras  (piel  licencia- 
do avia  dicho  desacatadas  al  gobernador, 
subcedió  su  muerte. 

Después  desto,  oslando  en  Nicaragua 
el  teniente  Francisco  Hernández,  fueron  á 
se  quexár  del  ciertos  capitanes,  é  diéronle 
á  entender  que  estaba  aleado  contra  él;  é 
determinó  de  yr  allá,  é  llevó  toda  la  mas 
parte  de  la  gente.  6  dexó  muy  poca  en 
los  pueblos  de  Acia  y  el  Nombre  de  Dios, 
que  están  en  la  costa  del  Norte  o  aun 
en  los  de  la  costa  del  Sur ,  que  son  Pana- 
má é  Nata,  á  causa  que  en  la  mesmá  sacón 
avian  ydo  con  licencia  de  Pedrarias  á  des- 
cubrir por  la  mar  del  Sur  con  doscientos 
hombres  é  ciertos  navios  los  capitanes 
Francisco  Pícarro  é  Diego  de  Almagro, 
compañeros  del  maestrescuela  Fernando 
de  Luque ,  en  la  qual  compañía  se  dió  una 
parte  al  mesmo  gobernador  Pedrarias, 
porque  viniesse  en  darles  la  licencia,  sin 
poner  nada  de  su  casa ,  puesto  que  en  la 
capitulación  avia  de  contribuir'én  los  gas- 
tos. É  aqueste  fué  el  origen  é  principio  del 
descubrimiento  del  Perú,  dé  donde  tan. 


1  IC 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tos  thessoros  lian  resultado.  Desta  ma- 
teria se  tractará  mas  enteramente  en  su 
lugar.  Por  manera  que  quassi  dexó  Pc- 
drarias  solos  é  despoblados  en  parte 
aquellos  quatro  pueblos,  aunque  él  los 
llama  cibdades,  y  en  todos  los  quatro 
no  avia  una  mediocre  aldea:  é  partió  en 
el  mes  de  enero  de  mili  é  quinientos  é 
veynte  y  seys  para  Nicaragua  desde  Pa- 
namá. E  aquel  mesmo  año  partió  de  Es- 
paña el  postrero  dia  de  abril,  desde  Se- 
villa ,  el  gobernador  Pedro  de  los  Rios; 
é  á  los  treynta  6  uno  de  mayo  llegó  á  la 
Gomera ,  donde  se  lomó  refresco,  é  con- 
tinuó su  camino  é  fué  á  hacer  escala  en 
la  isla  Dominica ,  y  estuvo  allí  tres  días  é 
medio,  tomando  agua  é  leña  é  reparando 
una  nao  que  se  le  avia  descubierto  un 
agua  en  el  viage,  é  aun  fué  misterio  po- 
der llegar  hasta  allí,  é  vino  á  fuerca  de 
bonillas.  E  en  aquel  puerto  del  Angla  del 
aguada  se  reparó  la  nao;  en  el  qual  tiem- 
po que  allí  estuvimos,  algunos  compañe- 
ros se  desmandaron  á  coger  palmitos  de 
Hinchas  palmas  que  hay  en  la  cosía  de 
aquella  isla ;  é  cómo  allí  hay  indios  cari- 
bes é  flecheros,  mataron  á  dos  chripstia- 
nos:  el  uno  se  decia  Cogollos  y  el  otro 
Vargas. 

E  fecho  aquesto,  como  gente  vitoriosa, 
se  mostraron  en  la  playa  muchos  indios  de 
guerra .  embicados  é  con  sus  arcos  é  He- 
chas é  vocinas  de  caracoles  grandes,  é 
otro  español  escapó  con  dos  Hedíalos. 
Luego  nuestra  gente  se  puso  eu  orden,  é 
se  embarcaron  las  mugeres  é  muchachos 
é  gente  inútil  que  avian  salido  en  tierra 
aquel  dia  á  lavar  la  ropa  é  refrescarse ,  y 
el  gobernador  se  embarcó  con  ellos,  é 
quedamos  en  tierra  haciendo  rostro  á  los 
enemigos  el  licenciado  Johan  de  Salme- 
rón, alcalde  mayor,  é  Diego  Gutiérrez  de 
los  Rios,  sobrino  del  gobernador,  é  yo  é 
un  hermano  bastardo  del  gobernador ,  lla- 
mado Egas,  é  otros  cavalleros  é  hidalgos. 
Verdad  es  quel  gobernador  quisiera  que- 


dar allí :  pero  como  era  hombre  pessado 
y  gruesso ,  lucírnosle  embarcar  á  él  é  al 
bachiller  Diego  de  Corral ,  é  que  nos  en- 
viasse  luego  los  bateles,  para  que  los  que 
quedábamos  en  tierra ,  nos  embarcásse- 
mos. 

Ya  yo  yba  proveydo  de  gobernador  é 
capitán  general  de  la  provincia  é  gober- 
nación de  Cartagena  é  sus  islas  é  anexos, 
como  se  dixo,  tractando  de  aquella  pro- 
vincia en  el  libro  XXVI,  capítulo  III,  é 
yba  á  entregar  los  bienes  del  adelantado 
Vasco  Xuñez  de  Ralboa  é  sus  consortes 
(que  avian  hecho  degollar  Pedrarias  é  su 
alcalde  mayor,  el  licenciado  Espinosa)  pa- 
ra la  cámara  de  Sus  Magestadés,  é  á  pe- 
dir justicia  contra  Pedrarias,  para  me  yr 
á  servir  á  Sus  Magestadés  en  la  dicha  go- 
bernación de  Cartagena. 

Assi  que ,  puestos  los  que  allí  quedába- 
mos á  la  resistencia  de  los  indios ,  aunque 
eran  muchos  más  que  nosotros,  no  osa- 
ron allegar  tan  cerca  que  pudiéssemos  pe- 
lear con  ellos.  E  cómo  el  sol  se  yba  ya  á 
esconder,  nos  embarcamos  é  faltó  el  tiem- 
po para  la  batalla. 

El  dia  siguiente  tornamos  á  la  navega- 
ción é  llegamos  al  puerto  del  Nombre  de 
Dios,  lunes  treynta  de  julio  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  seys  años.  Otro  dia 
luego  siguiente,  el  gobernador  Pedro  de 
los  Rios  y  el  licenciado  Johan  de  Salme- 
rón, su  alcalde  mayor ,  tomaron  en  aquel 
pueblo  las  varas  de  la  justicia  é  la  posse- 
sion  de  sus  officios.  Allí  se  supo  quel  go- 
bernador Pedrarias  avia  siete  meses  que 
era  ydo  á  Nicaragua  á  castigar  á  su  tenien- 
te Francisco  Hernández-,  que  decian  que 
se  le  avia  aleado ,  é  avíase  llevado  consi- 
go Pedrarias  la  mayor  parte  de  la  gente, 
como  he  dicho,  de  los  chripstianos,  é  mu- 
chos indios  mansos  de  servicio  de  la  len- 
gua de  Cueva. 

É  desde  á  veynte  é  cinco  dias  quel  nue- 
vo gobernador  Pedro  de  los  Rios  llegó  al 
Nombre  de  Dios,  se  passó  por  tierra  á  Pa- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  XXIII 


namá,  para  esperar  á  Pedrariás  que  vi-  á  entender  en  el  estado,  en  que  hallaba  ln 
níesse  á  hacer  residencia,  é  á  comentar     tierra  ó  cosas  de  la  gobernación. 


CAPITULO  XXIII. 

Oiino  el  nuevo  gobernador ,  Pedro  de  los  Ríos  ,  envió  cierla  genlc  á  parificar  el  cac  ique  Trola ;  é  cómo 
fueron  vencidos  é  desbaralados  los  chripstianos;  é  cómo  vino]  nueva  que  Pedrariás  avia  degollado  en  Ni- 
caragua á  su  lenicnle  Francisco  Hernández;  é  cómo  vino  el  capitán  Diego  de  Almagro  á  Panamá,  é  Iruxo 
noticia  del  descubrimiento  del  Perú  *;  ó  pof  qué  via  el  capitán  Diego  de  Almagro,  é  por  qué  prescio  echó 
fuera  de  su  compañía  en  las  cosas  é  inlcresses  del  Perú  á  Pedrariás  Dávila. 


Desde  a  pocos  dias  quel  nuevo  gober- 
nador Pedro  de  los  Kios  llegó  á  Panamá, 
assi  porque  avia  falta  de  bastimentos  co- 
mo por  ocupar  los  nuevos  soldados  en  al- 
gún buen  evergicio,  acordó  de  enviar 
parte  dellos  al  pueblo  de  Nata,  ques  treyn- 
la  leguas  la  costa  abato  de  Panamá,  assi 
porque  allí  avia  mas  aparejo  de  comida 
para  se  sostener,  como  porque  algunos 
caciques  de  la  comarca  andaban  altera- 
dos ,  y  en  especial  uno  que  se  decia  Tro- 
la. E  después  (pie  allí  estuvieron,  dióse 
orden  que  fuesse  á  entrar  é  pacificar  aquel 
cacique  un  hidalgo,  llamado  el  capitán 
Alonso  de  Vargas:  ó  llevó  consigo  hasta 
diez  españoles  de  los  veteranos  soldados 
que  allí  estaban  primero,  é  otros  treynta 
de  los  que  con  el  gobernador  avian  ve- 
nido de  Castilla,  que  por  todos  serían  has- 
la  quarenta  hombres.  Esto  fué  en  el  mes 
de  enero  de  mili  é  quinientos  c  veyntc  y 
siete  años.  E  llevaban  consigo  un  cacique 
de  paces ,  que  estaba  encomendado  á  un 
Pedro  de  Plasencia  ,  vecino  de  Nata ,  pa- 
ra que  como  amigo  de  los  chripstianos, 
fuesse  intervenidor  ó  medianero,  para  quel 
cacique  Trota  se  asegurasse  é  viniesse  á 
concordia  con  los  españoles,  sin  rompi- 
miento ni  batalla. 

Entrados  en  la  tierra  adentro  una  ó  dos 
jornadas ,  vinieron  dos  indios  espías  para 

*  En  el  MS.  original  que  nos  sirve  de  lexlo,  se 
Ice  aquí  la  siguiente  clásula,  si  bien  borrada  por 
el  mismo  Oviedo:  uÉ  venia  por  gente  para  socorrer 
á  su  compañero  ,  el  capitán  Francisco  Ticarro ,  c 


considerar  la  forma  é  ser  de  los  nuestros, 
é  con  qué  orden  procedían  ;  é  fueron  to- 
mados é  no  bien  guardados ,  porque  des- 
de á  dos  dias  se  fueron  por  mala  guarda . 
Después  vinieron  algunos  indios  principa- 
les del  cacique  Trota  é  de  otros  caciques 
de  las  comarcas,  diciendo  que  querían 
ser  amigos  de  los  nuestros,  é  fingiendo 
una  húmil  é  aplacible  paz ,  miraron  bien 
las  dispusiéronos  ó  poco  número  de  los 
españoles.  E  fingiendo  la  amistad  que  pu- 
blicaban ,  consideraron  é  vieron  el  mal 
aparejo  de  armas  que  llevaban  los  chrips- 
tianos, é  notaron  que  yba  enfermo  el  ca- 
pitán Alonso  de  Vargas,  del  qual,  aun- 
que tenían  notigia  é  sabian  que  era  va- 
liente hombre ,  no  les  paresció  quél  esta- 
ba para  pelear:  é  assi  con  disimulación 
tractando  de  la  paz ,  vino  al  real  un  in- 
dio principal  de  aquel  cacique  que  esta- 
ba en  el  campo  encomendado  á  Pedro 
de  Plasencia,  el  qual  cacique  se  decía 
Pocoa,  é  con  aquel  indio  venia  otro  del 
cacique  Trota.  E  paresciólcs  al  capitán 
é  á  los  chripstianos  que  era  bien  que 
aquel  cacique  Pocoa  fuesse  intervenidor 
é  movedor  de  la  paz ,  é  que  para  efet- 
tuarla  por  su  mano,  diesse  assiento  é  con- 
clusión en  el  negocio :  lo  qual  el  cae í- 
que  Pocoa  aceptó,  mostrando  tener  muy 
buena  voluntad  en  ello.  Édiósele  crédito, 

volvió  allá  con  alguna  gente  que  le  dio  el  goberna- 
dor Pedro  de  los  Rios.»  Parceiéndonos  de  algún  in- 
terés, se  ha  juzgado  oportuno  conservarla. 


1  18 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


porque  el  Podro  de  Plasengia,  su  amo, 
lo  loaba  mucho  de  bueno  é  leal  hombre, 
é  degia  quél  pornía  su  cabega  que  csle 
cagique  los  serviría  muy  bien  é  que  no 
haría  ruindad  ;  pero  en  la  verdad  él  se  dió 
manera  á  que  no  fuessé  sola  la  cabera  del 
Pedro  de  Plasengia  la  que  allí  se  perdies- 
se.  Assi  que,  enviado  por  los  chripstianos 
con  aquellos  dos  indios  á  tractar  de  las 
paces  con  Trola  6  otros  caciques  de  la  co- 
marca, el  siguiente  dia  ó  el  tercero  adelante 
que  este  cacique  salió  del  real ,  al  quarto 
del  alba,  de  sobresalto  llegaron  sobre  los 
chrípstianos  quinientos  indios  ó  más  de 
guerra ,  y  el  cacique  Pocoa  el  delantero, 
con  una  grand  patena  de  oro  en  los  pe- 
chos, c  sus  varas  para  tirar  en  las  manos. 
Porque  es  costumbre  en  aquellas  partes 
que  los  caciques  é  hombres  principales 
traygan  en  la  batalla  alguna  joya  de  oro 
en  los  pechos  ó  en  la  cabera  6  en  los 
bracos,  para  ser  señalados  é  couoscidos 
entre  los  suyos  é  aun  entre  sus  enemigos. 
También  venia  allí  el  cacique  Trota  :  é 
con  grande  ímpetu  é  una  grita  que  todos 
aquellos  valles  resonaban,  dieron  en  los 
nuestros,  tirándoles  tanta  multitud  tío  va- 
ras, que  páresela  una  lluvia  dellas.  Los 
españoles,  aunque  no  pensaban  que  tal 
respuesta  les  avia  de  traer  su  amigo  Po- 
coa ,  pelearon  al  principio  animosamente 
contra  los  indios ,  é  mataron  hasta  veynte 
y  cinco  ó  treynla  dellos:  pero  en  conclu- 
sión ,  no  bastando  sus  mercas  á  tanta  re- 
sistencia, fueron  rotos  é  vencidos,  é  su 
capitán  Alonso  de  Vargas  muerto  con 
otros  quatro  ó  cinco  de  los  mas  esforga- 
dos  soldados  viejos  ó  pláticos  compañe- 
ros, é  de  los  otros  que  eran  nuevos  en  la 
tierra  é  avian  y  do  con  el  gobernador  Pe- 
dro de  los  Ríos,  dogeó  trege:  de  manera 
que  por  todos  fueron  diez  y  nueve  espa- 
ñoles los  que  murieron  en  esta  guasábara 
con  su  capitán,  ó  los  domas,  escaparon, 
huyendo  por  los  montes,  é  desde  á  algunos 
días,  espargidos  volvieron  á  Nata.  Entre 


los  otros  que  mataron  fué  uno  aquel  Pe- 
dro de  Plasengia ,  alqual,  huyendo  fuera 
de  la  batalla  grande  espacio  de  tierra,  lo 
siguió  el  cacique  Pocoa  é  le  mató,  para  le 
pagar  el  beneügio  ó  mal  tractamiento  que 
le  avia  hecho  en  tanto  (pie  le  tuvo  de  pa- 
ces en  su  casa. 

Después  de  passado  esto  bien  avie  tres 
meses,  vino  á  Panamá  en  un  navio  el  ca- 
pitán Diego  de  Almagro,  de  donde  en  la 
costa  austral  él  y  el  capitán  Francisco  Pi- 
garro , .  su  compañero ,  estaban  descu- 
briendo en  la  costa  del  Perú  nueve  meses 
avia,  por  mandado  del  gobernador  Pe- 
draríás  Dávila.  De  lo  qual  holgó  mucho  el 
gobernador  Podro  de  los  Rios  é  todos, 
porque  no  se  sabia  cosa  alguna  destos  ca- 
pitanes. E  truxo  hasta  tres  mili  possos  de 
oro  de  diez  y  seysé  diez  y  siete  quilates, 
é  alguna  plata  en  qüentas  menudas,  Ó 
otras  cosas;  é  dixo  que  avia  mucho  oro 
en  aquella  tierra,  é  quél  pudiera  traer 
gient  mili  pessosdello,  é  que  lo  dexó, 
pensando  que  ora  muy  baxo  mas  de  ley 
de  lo  que  en  los  tres  mili  possos  paresrió 
que  ora ,  é  (pie  por  osso  lo  avia  dexado. 

É  después  que  algunos  dias  ol  capitán 
Diego  deAlmagro  estuvo  en  Panamá,  des- 
cansando é  visitando  sus  hagiendas  é 
grangerias  (que  eran  buenas  las  quél  o 
su  compañero  el  capitán  Francisco  Pigarro 
tenían  en  aquella  cibdad  é  su  comarca), 
volvió  á  buscar  á  Pigarro  con  quarenla  ó 
cinquenta  hombros  quol  gobernador  Pe- 
dro do  los  Rios  lo  dió:  é  llevó  seys  caba- 
llos, á  los  quales  los  indios  de  aquellas 
partes  donde  avian  andado  los  chrípstia- 
nos con  estos  capitanes,  temían  mucho,  y 
en  toda  aquella  costa  del  Perú.  Dixo  este 
capitán  Almagro  que  tenían  noticia  de  un 
cagique  llamado  Coco ,  muy  rico  é  pode- 
roso, é  quol  capitán  Pigarro  é  los  chrips- 
tianos  que  con* él  quedaban,  estaban  en  la 
costa  de  un  rio  muy  hermoso  é  grande, 
que  llaman  rio  de  Sanct  Johan ,  delante 
del  Perú:  la  costa  y  cmbocamienlo  del 


DE  INDIAS.  LID.  XXIX.  CAI».  XXIII. 


qual  está  en  dos  grados  desta  parte  de  la 
línia  equinogial,  á  la  banda  de  nuestro 
polo  ártico.  E  otras  machas  cosas  é  parti- 
cularidades dixo  de  aquella  tierra  ,  que  se 
dirán  mas  largamente,  qnando  se  tráete 
della  en  la  tercera  parle  destas  historias; 
pero  es  muy  gentil  notable  el  que  agora 
diré  de  l'edrarias  é  desle  capitán  Alma- 
gro, c  por  qué  via  se  salió  de  la  compa- 
ñía, que  con  estos  capitanes  tenia  en  las 
cosas  del  descubrimienlo  del  Perú,  en  que 
tenia  su  tercia  ó  quarta  parle  en  todo,  é 
le  oviera  cabido  de  su  parte  á  l'edrarias  é 
sus  herederos  mas  de  un  millón  de  pessos 
de  oro,  segund  la  opinión  de  muchos.  Pero 
quiso  Dios  rpie,  assi  comoél  no  avia  metido 
en  el  caudal  é  gaslos  del  descubrimiento 
sino  palabras,  que  con  ellas  fuesse  satisfe- 
cho, é  no  le  quedasse  mas  de  lo  ([lie  Diego 
de  Almagro  le  dio  para  sacarle  del  juego 
\  echarle  lucra  de  tan  grande  negociación; 
é  fué  desla  manera. 

En  el  mes  de  diciembre  de  aquel  año 
de  mili  e  quinientos  é  veynte  y  siete 
vino  á  Panamá  un  navio  de  Nicaragua,  é 
súpose  que  Pedrarias  verníapresto,  é  que 
avia  degollado  al  capilan  Francisco  Her- 
nández, su  teniente  de  la  provincia  de 
Nicaragua,  en  que  l'edrarias  se  avia  in- 
truso ,  alargando  los  límites  de  SU  go- 
bernación por  su  interesse,  á  causa  del 
oro  que  di;  allí  avia  visto  llevar  al  capilan 
GilGoncalez  Dávila  ó  por  le  hager  daño. 
Este  navio  venia  sin  pensamiento  de  ha- 
llar justicia  nueva  en  la  tierra  de  otro  go- 
bernador, sino  creyendo  que  Pedrarias 
no  oslaba  removido  del  ofíicio:  6  Iraia  mu- 
chos indios  de  Nicaragua ,  para  los  vender 
é  para  se  servir  dellos  los  vecinos  de  Pana- 
má, que  los  enviaban  á  quien  los  com- 
prasse.  É  desde  á  pocos  dias  vino  Pedra- 
rias en  otro  navio,  é  salió  en  tierra  cerca 

*  Asi  está  en  el  códice  original ;  mas  debe  en- 
tenderse diciembre  de  1520,  pues  que  pocas  líneas 
después  habla  del  mes  de  febrero  de  1527,  lo  cual 
no  pueJe  ser  en  modo  alguno,  atendido  el  orden 


de  Nata  ,  donde  supo  del  nuevo  goberna- 
dor, ó  hícole  un  mensagero  con  quien  le 
escribió;  y  él  vino  después  á  los  Ires  de 
hebrero  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y 
siete ,  é  á  los  seys  dias  de  aquel  mes  se 
pregonó  su  residencia ,  de  la  qual  se  dirá 
en  el  capítulo  siguiente.  En  el  qual  tiempo 
yo  tuve  ciertas  cuentas  con  Pedrarias ,  é 
haciendo  la  averiguación  dellas  en  su  ca- 
sa, donde  nos  juntábamos  á  cuentas,  en- 
tró el  capilan  Diego  de  Almagro  un  dia ,  é 
le  dixo :  «  Señor ,  ya  vuestra  señoría  sa- 
be que  en  esta  armada  é  descubrimiento 
del  Perú  teneys  parte  con  el  capilan  Fran- 
cisco Picarro  é  con  el  maestrescuela  don 
Femando  de  Luque,  mis  compañeros,  6 
conmigo ;  é  que  no  aves  puesto  en  ella  co- 
sa alguna ,  é  que  nosotros  oslamos  perdi- 
dos é  avernos  gastado  nuestras  haciendas 
é  las  de  otros  nuestros  amigos,  é  nos 
cuesta  hasta  el  pressente  sobre  quinco 
mili  castellanos  de  oro :  é  agora  el  capilan 
Francisco  Picarro  é  los  chripstianos  que 
con  él  están,  tienen  mucha  nesgessidad  de 
socorro ,  é  gente ,  é  caballos ,  ó  otras  mu- 
chas cosas,  para  proveerlos;  é  porque  no 
no  nos  acabemos  de  perder  ni  se  pierda 
tan  buen  principio  como  el  que  tenemos 
en  esla  empresa,  de  que  tanto  bien  se  es- 
pera, suplico  á  vuestra  señoría  que  nos 
socorrays  con  algunas  vacas,  para  hager 
carnes  ,  é  con  algunos  dineros  para  com- 
prar caballos  é  otras  cosas,  de  que  hay 
nesgessidad,  assi  como  jargias  é  lonas  é pez 
para  los  navios  :  que  en  todo  se  terná  bue- 
na cuenta  é  la  hay  de  lo  que  hasta  aqui  se 
ha  gastado,  para  que  assi  goge  cada  uno 
é  contribuya  por  rata,  segund  la  parle  que 
tuviere.  É  pues  soys  partícipe  en  este  des- 
cubrimiento, por  la  capitulación  que  tene- 
mos, no  seays,  señor  ,  causa  quel  tiem- 
po se  haya  perdido  é  nosotros  con  él, 

natural  de  los  sucesos  ,  que  va  Oviedo  narrando; 
advirtiéndose  por  tanto  que  es  solo  error  de  pluma; 
no  rectificado  por  involuntario  descuido. 


12» 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATI 'RAL 


ó  si  no  queteys  atender  al  fin  deste  nego- 
Qio  ,  pagad  lo  que  hasta  aqui  os  cabe  por 
rata,  é  dexémoslo  todo.»  A  lo  qual  Pe- 
drarias,  desque  ovo  dicho  Almagro,  res- 
pondió muy  enoxado  é  dixo :  «  Bien  pa- 
resce  que  dexoyo  la  gobernación;  pues 
vos  decís  esso:  que  lo  que  yo  pagara,  si 
no  me  ovieran  quitado  el  officio ,  fuera 
que  me  diérades  muy  estrecha  cuenta  de 
los  chripstianos  que  son  muertos  por  cul- 
pa de  Picaño  é  vuestra,  é  que  avés  des- 
truyelo la  tierra  al  Rey:  é  de  todos  essos 
desórdenes  é  muertes  avés  de  dar  racon, 
como  presto  lo  vereys,  antes  que  salgays 
de  Panamá. »  Á  lo  qual  replicó  el  capitán 
Almagro,  é  le  dixo:  «Señor,  dexaos des- 
so:  que  pues  hay  justicia  é  juez  que  nos 
tenga  en  ella,  muy  bien  es  que  todos  den 
cuenta  de  los  vivos  é  de  los  muertos;  é  no 
tallará  á  vos,  señor ,  de  que  deys  cuenta, 
é  yo  la  daré  é  Picarro  de  manera  quel  Em- 
perador, nuestro  señor,  nos  haga  muchas 
é  grandes  mercedes  por  nuestros  servicios. 
Pagad .  si  quereys  gocar  desta  empressa, 
pues  que  no  sudays  ni  trabaxays  en  ella,  ni 
avés  puesto  en  ello  sino  una  ternera  que 
nos  distes  al  tiempo  de  la  partida ,  que  po- 
día valer  dos  ó  tres  pessos  de  oro,  ó  al- 
ead la  mano  del  negocio ,  c  soltaros  he- 
mos la  mitad  de  lo  que  nos  debeys  en  lo 
que  se  ha  gastado. »  Á  esto  replicó  Pedra- 
rias, riéndose  de  mala  gana,  é  dixo:  «No 
lo  perderíedes  todo  é  me  dariédes  quatro 


mili  pessos.»  É  Almagro  dixo:  «Todo  lo 
que  nos  debeys  os  soltamos ,  é  dejadnos 
con  Dios  acabar  de  perder  ó  de  ganar. » 
Cómo  Pedrarias  vido  que  ya  le  solta- 
ban lo  quél  debía  en  el  armada ,  que  á 
buena  cuenta  eran  mas  de  quatro  ó  cinco 
mili  pessos,  dixo:  »  ¿Qué  me  dareys  de- 
más desso?»  Almagro  dixo:  «Daros  he 
trescientos  pessos  »  (muy  enoxado,  é  ju- 
raba á  Dios  que  no  los  tenia;  pero  quél 
los  buscaría,  por  se  apartar  dél  é  no  le  pe- 
dir nada).  Pedradas  replicó  é  dixo:  «É 
aun  dos  mili  me  dareys.  ■  Estonces  Alma- 
gro dixo:  «Daros  he  quinientos.  •  «Mas  de 
mili  me  dareys  »,  dixo  Pedrarias.  E  con- 
tinuando su  enoxo  Almagro,  dixo:  «.Mili 
pessos  os  doy,  é  no  los  tengo;  pero  yo 
daré  seguridad  de  los  pagar  en  el  término 
que  me  obligare. »  É  Pedrarias  dixo  que 
era  contento.  É  assi  se  luco  cierta  escrip. 
tura  de  concierto,  en  que  quedó  de  le  pa- 
gar mili  pessos  de  oro,  con  que  se  salies- 
se,  como  se  salió,  de  la  compañía  de  Pe- 
drarias, é  aleó  la  mano  de  todo  aquello; 
é  yo  fuy  uno  de  los  testigos  que  firma- 
mos el  assiento  é  conviniencia ,  é  Pedra- 
rias se  desistió  é  renunció  todo  su  dere- 
cho en  Almagro  é  su  compañía.  É  desta 
forma  salió  del  negocio ,  é  por  su  poque- 
dad dexó  de  atender,  para  gocar  de  tan 
grand  thessoro,  como  es  notorio  que  se  ha 
ávido  en  aquellas  partes.  Tornemos  á  la 
residencia . 


CAPITULO  XXIV. 

De  la  residencia  que  liioo  retiradas  ante  el  licenciado  Jolian  de  Salmerón  ,  alcalde  mayor  de  Pedro  de  los 
Ríos  ,  nuevo  gobernador  de  Castilla  del  Oro  ;  é  cómo  Pedrarias  y  el  auclor  deslas  historias  se  concerlarpn, 

é  con  qué  condición. 


1  regonada  la  residencia  de  Pedrarias,  é 
ydo  él  licenciado  Espinosa  dias  avia  á  Es- 
paña ,  envióse  una  cédula  de  Su  Magos- 
tad para  que  no  se  les  pidiesse  cosa  algu- 
na de  lo  que  oviesse  passado  antes  de  la 
residencia  que  les  avia  tomado  el  licencia- 


do Johan  Rodríguez  de  Alarconcillo :  la 
qual  no  fué  residencia,  sino  burla,  por- 
que aquel  juez  era  su  oflicial  primero,  é 
gratificado  por  Pedrarias,  é  pedido  por  su 
parte.  Estas  son  las  mañas  é  cautelas,  con 
que  la  justicia  es  defraudada  y  el  Rey 


m  INDIAS.  LIB. 

pierdo  sus  vassallos.  Hay  otra  cosa  en  es- 
tas residencias ,  por  donde  los  gobernado- 
res se  quedan  con  sus  culpas  c  los  agra- 
viados con  sus  daños  é  ofensas  que  dellos 
lian  rescebido;  y  es  que,  como  los  que  pol- 
aca en  estas  partes  andan  son  hombres  de 
passo  é  no  arraygados,  é  vienen  con  in- 
tención de  dexar  la  tierra  é  de  no  estar 
mas  en  ella  de  quanto  tengan  dineros,  é 
ávidos  yrse  á  heredar  á  sus  patrias,  no  so- 
siegan. Otros,  por  ser  nuevos  c  no  bien 
complexionados,  ó  por  otras  causas,  SC 
mueren:  otros  se  van,  ó  otros  echan  sin 
causa  los  gobernadores  é  los  destiorran; 
é  assi  quando  se  les  toma  la  cuenta,  falla 
la  mayor  parte  de  los  dañineados ,  quanto 
masque  los  que  dessean  ó  procuran  array- 
garse  é  perseverar  en  la  tierra,  á  essos 
son  los  (pie  les  pessa  quel  gobernador  no 
haga  lo  que  debe,  y  essos  son  los  quel 
tiene  mas  aborrescidos.  Y  demás  desto, 
por  la  mayor  parte ,  estos  jueces  que  vie- 
nen acá  á  desagraviar  los  ofendidos,  vie- 
nen pobres  é  adeudados  é  con  desseo  de 
no  aver  navegado  tantas  leguas  solamente 
por  amor  del  alma ,  sino  pava  sacar  de 
nescossidad  é  pobreca  su  persona  lo  mas 
presto  quedos  puedan;  y  esto  no  puede 
ser  sino  por  prescio  del  que  ha  goberna- 
do autos:  i'l  qual  no  da  nada  do  lo  suyo, 
sino  de  lo  qués  obligado  á  restituyr,  no 
al  que  le  tomó  la  cuenta ,  sino  á  quien  él 
tomó  la  capa. 

No  digo  que  Pedradas  hiciesse  nada 
desto ,  ni  creo  quel  licenciado  Salmerón 
tomara  tal  hacienda  ;  poro  sé  que  usó  una 
muy  sutil  cautela ,  é  fué  que  ,  só  color  de 
poblar  á  Nicaragua  é  castigar  á  aquel  su 
teniente  Francisco  Hernández,  despobló 
quassi  á  Castilla  del  Oro ,  é  se  llevó  acu- 
llá la  gente  ó  la  mayor  parte  de  todos 
aquellos ,  que  le  avian  de  molestar  en  su 
residencia.  Con  todo,  no  faltaron  algunos 
que  le  pidieron  muchas  cosas  civil  é  cri- 
minalmente ;  pero  los  mas  fueron  excluy- 
dos  é  perdieron  su  derecho ,  y  el  Rey  el 

TOMO  III. 


XXIX.  CAP.  XXIV.  121 

suyo,  por  causa  de  aquella  cédula  que  se 
dixo  de  susso.  Yo  no  la  vi;  pero  el  mesmo 
licenciado  Salmerón  me  dixo  que  la  avia, 
y  en  ciertas  cosas  que  yo  le  denuncié  me 
dixo  quél  no  quería  conosccr  de  cosa  al- 
guna, que  oviesse  passado  hasta  la  resi- 
dencia que  le  tomó  á  Pedradas  el  licen- 
ciado Alarconcillo ,  ni  me  oyria  sino  en 
mis  cosas  proprias ,  é  dexando  aparte  las 
que  cumplían  al  Rey  é  a  la  república. 

En  este  tiempo  de  la  residencia  yo  le 
puse  catorce  ó  quince  demandas ,  en  que 
tuve  creydo  que,  guardándome  justicia, 
yo  le  condenára  en  mas  de  ocho  mili  pes- 
sos  de  oro.  Y  estando  la  mayor  parte  de 
los  procesos  conclusos ,  y  en  tanto  que  tu- 
raban los  litigios,  fueron  muchas  personas 
las  que  se  atravesaron  á  nos  poner  en  paz 
é  concertarnos  ;  é  no  pudieron,  porque  yo 
tenia  creydo  que  me  avian  acuchillado  con 
el  favor  é  consejo  de  Pedradas ,  y  estaba 
sentido  desto.  Pero  sospeché  del  juez  que 
le  era  favorable ,  é  pensé  que  no  me  avia 
de  guardar  justicia,  é  aunque  me  la  hi- 
ciesse, acordábame  que  avia  quatro  años 
y  más  que  la  avia  ydo  á  buscar  á  España, 
é  con  morirse  un  Rey  é  venir  otro  de  tan 
Iéxos  á  heredar,  é  las  mudancas  de  las 
Comunidades,  é  otras  novedades  de  aque- 
llos tiempos ,  me  dieron  grandes  estorbos 
é  dilaciones,  con  muchos  gastos,  demás  de 
otros  trabaxos  que  padescí.  É  viendo  que 
de  las  sentencias,  queste  juez  diesse  en  fa- 
vor de  Pedradas  ó  mió,  avian  de  ser  ape- 
ladas por  él  ó  por  mí,  para  tornar  á  Espa- 
ña desesperado  del  remedio ;  ove  de  con- 
certarme con  Pedradas ,  é  dióme  septe- 
cientos  pessos  de  oro  é  dos  marcos  de 
perlas ,  por  racon  que  avia  mas  de  tres 
años  que  me  avia  embargado  dos  mili 
pessos  de  oro ,  que  me  tuvo  detenido  has- 
ta aquella  residencia.  Pero  fué  este  con- 
cierto é  amistad  contraydo  con  esta  con- 
dición :  que  jurasse  Pedradas  é  hiciesse 
pleyto  homenage  é  lo  firmasse  de  su  nom- 
bre, que  no  avia  seydo  en  dicho,  ni  hecho 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATL'RAL 


ni  consejo  para  que  yo  fuesse  ofendido.  É 
assi  juró  é  firmó  que  nunca  tal  supo  ni  dió 
consentimiento  ni  parescer  en  tal  cosa: 
antes  dixo  que  le  avia  pessado  dello,  é 
yo  lo  tengo  assi  firmado  de  su  nombre; 
pues  como  para  entre  buenos  yo  quedé 
satisfecho  del  en  este  caso.  Quedábame 
mi  recurso  contra  aquel  deán ,  é  yo  lleva- 
ba provisión  por  que  fuesse  con  él  oydo 
a  justicia*,  é  quando  en  ella  quise  enten- 
der, se  murió:  é  quiso  Dios  que  la  cuenta 
que  yo  pensaba  pedirle,  la  diesse  allá  ante 
Su  Divina  Magestad,  á  la  qual  plcga  aver- 
ie perdonado :  que  en  verdad  él  me  hico 
mucho  daño ,  é  como  era  hombre  ydiota 
ó  sin  letras ,  él  se  movió  por  consejo  de 
aquel  bachiller  Corral,  para  me  hacer  ma- 
tar á  traycion ,  como  he  dicho.  De  todos 
estos  trabaxos  me  quiso  librar  Dios  de 


su  poder  absoluto,  sin  méritos  niios,  por 
su  bondad  é  misericordia,  é  á  todos  mis 
émulos  me  ha  dexado  ver,  que  son  fue- 
ra desta  miserable  vida.  Plega  á  él  que 
en  la  otra  haya  piedad  de  sus  ánimas  é 
los  perdone. 

Assi  que ,  acabada  la  residencia  de  Pe- 
drarias, este  bachiller  Corral  se  fué  á  Es- 
paña á  ciertos  negocios,  quél  anduvo  enhi- 
lando, é  yo  me  fuy  á  la  provincia  de  Ni- 
caragua á  ver  al  gobernador  Diego  López 
de  Salcedo  é  ver  aquella  tierra,  como  lo 
diré,  quando  della  se  tráete:  á  la  qual  fué 
después  por  gobernador  Pedrarias  Dávüa 
é  le  proveyeron  della  (é  aun  antes  que  se 
supiesse  ni  se  viesse  en  España  su  resi- 
dencia), é  quedó  en  Castilla  del  Oro  por 
gobernador  Pedro  de  los  Rios. 


CAPITU 

Que  Irada  de  la  gobernación  de  Pedro  de  los  Rios  en 
que  le  subeedieron  hasta  el  año  de  mil 

Después  que  me  concerté  con  Pedra- 
rias, por  reformar  mi  consejencia  é  aca- 
bar de  contender ,  é  porque  desseaba  ve- 
nirme á  esta  cibdad  de  Sancto  Domingo 
é  sosegar  con  mi  muger  é  hijos,  conos- 
ciendo  la  poca  justigia  que  avia  en  la  Tier- 
ra-Firme, é- viendo  las  provisiones  favo- 
rables que  se  avian  llevado  á  Pedrarias, 
de  consenso  de  ambos  se  hico  una  escrip- 
tura  de  concordia ,  con  pena  de  dos  mili 
pessos  de  oro ,  quél  no  fuesse  contra  mí 
ni  yo  contra  él ;  é  assi  se  assentó ,  é  cada 
parte  tomó  signado  este  assiento.  É  yo  me 
fuy  á  ver  con  el  gobernador  de  Nicara- 
gua ,  Diego  López  de  Salcedo ,  donde  es- 
tuve cierto  tiempo,  hasta  que  fué  á  gober- 

*  La  siguiente  cláusula,  inleresanle  para  la  me- 
jor ilustración  de  estos  hechos,  aunque  borrada  de 
mano  de  Oviedo,  nos  parece  digna  de  ser  conoci- 
da. Dice  asi:  «Yo  llevaba  provisión  del  reverendis- 


LO  XXV. 

Castilla  del  Oro,  é  de  otros  gobernadores  é  jueces 
1  e'  quinientos  é  quaienta  y  un  años. 

nar  aquella  tierra  Pedrarias,  donde  no  me 
faltaron  trabaxos  é  pendencias  nuevas  con 
él ,  á  causa  del  gobernador  Diego  López 
de  Salcedo  ,  que  era  mi  amigo ,  é  su  mu- 
ger é  la  mia  primas,  hijas  de  dos  herma- 
nas. Desto  se  dirá  el  subcesso,  quando  de 
Nicaragua  se  tráete ,  que  hay  mucho  que 
decir  de  las  cosas  notables  de  aquella  pro- 
vincia .  É  de  allí  torné  á  Panamá ,  donde 
estuve  mas  de  un  año,  en  el  qual  tiempo 
hico  residencia  Pedro  de  los  Rios ,  porque 
se  dieron  dél  é  de  su  muger  tantas  quexas 
en  el  Real  Consejo  de  las  Indias,  que  no 
le  turó  el  officio  tres  años.  Y  en  la  ver- 
dad él  era  cavallero  é  de  buena  casta;  pe- 
ro no  para  gobernar  tierra  tan  nuevamen- 

simo  Cardenal  arcobispo  de  Sevilla ,  don  Alonso 
Manrique,  inquisidor  general,  que  me  dió  Fran- 
cisco Villegas,  escribano  del  Consejo  de  la  Sánela 
general  Inquisición,  etc. u 


DE  INDIAS.  LIB. 

te  poblada,  porque  lo  tenían  por  cobdi- 
cioso ,  é  la  cobdiciu  de  su  muger  insacia- 
ble (por  la  qual  el  gobernador  se  go- 
bernaba). Ved  qué  (ales  estarían  los  que 
debaxo  de  su  parescer  é  ordenación  vi- 
víessen. 

Lo  primero  queste  cavallero  hico,  en 
llegando  á  aquella  tierra,  fué  tomarse  los 
depóssitos  y  embargos  de  dineros  de  par- 
ticulares ,  é  hacerse  á  si  caxa  ó  posseedor 
de  haciendas  ajenas :  é  pidió  otros  dine- 
ros prestados ,  é  assi  en  lo  uno  y  en  lo 
otro,  aquel  primero  año  que  allá  fué,  re- 
COgió  ciertos  millares  de  oro,  para  pagar 
sus  fletes  y  enviar  á  España  para  lo  que  le 
cumplia.  E  séloesto  «le  vista,  é  porque  de 

aquellos  dos  mili  pessos  que  I'edrarias  me 
avia  tenido  embargados  tres  años  avia, 
como  he  dicho,  destOS  me  tomó  Pedro  de 
los  Rios  mas  de  los  mili  é  ciento  y  cin- 
qüenta:  por  manera  que  estas  mudancas 
de  gobernadores  es  sallar  de  la  sartén  en 
las  brasas,  ó  cortar  la  cabeca  á  la  hidra 
para  que  salgan  dos ,  como  mas  largo  des- 
ta  serpiente  lo  cuenta  Ovidio  '. 

Desde  á  pocos  dias  que  Pedrarias  liñ  o 
residencia  ,  se  fué  Pedro  de  los  Rios  a  Ni- 
caragua (.antes  que  yo  allá  fuesse)}  por- 
que; pensó  que  Pedrarias  se  avia  entrado 
en  aquella  tierra  que  también  le  pertenes- 
<jia  ú  él,  que  le  avia  subcedido  en  la  go- 
bernación de  ('astilla  del  Oro. 

Seyendo  Su  .Magestad  avisado  que  en  el 
Cabo  de  Honduras  avia  contenciones  de 
capitanes,  é  que  Hernando  Cortés  avia 
ydo  desde  la  Nueva  España  á  buscar  á 
Chripstóbal  de  Olit,  que  se  le  avia  al- 
eado y  estaba  en  el  puerto  de  Hondu- 
ras, é  que  Gil  Goncalez  pretendía  tener 
aquello  é  lo  de  Nicaragua ,  é  que  Pedra- 
rias Dávila  enlendia  en  lo  mesmo;  mandó 
á  Diego  López  de  Salgedo ,  vecino  dcsta 
cibdad  de  Saucto  Domingo,  sobrino  del 
comendador  mayor  de  Alcántara ,  don 


XXIX.  CAP.  XXV.  123 

Frey  Nicolás  de  Ovando,  que  fuesse  á 
aquella  tierra  é  la  pusiesse  en  paz  é  qui- 
tasse  aquellas  behetrías  é  contenciones  de 
essos  capitanes  é  otros.  É  quando  fué  á 
Honduras ,  halló  que  Cortés  era  vuelto  k 
la  Nueva  España ,  é  que  á  Chripstóbal  de 
Olit  le  avian  muerto  los  capitanes  Fran- 
cisco de  las  Casas  é  Gil  Goncalez  Dávila, 
é  que  después  el  Francisco  de  las  Casas 
avia  presso  al  Gil  Goncalez  é  llevádolo  á 
México. 

Desde  Honduras  so  fué  Diego  López  á 
León  de  Nicaragua ,  é  llegaron  á  una  sa- 
cón él  é  Pedro  de  los  Rios ,  é  pressenla- 
ron  sus  provisiones  en  el  regimiento  de 
aquella  cibdad,  é  rescibicron  por  goberna- 
dor á  Diego  López,  y  excluyeron  á  Pedro 
do  los  Rios ;  é  assi  se  tornó  á  Panamá  muy 
nial  contento ,  aviendo  gastado  el  tiempo 
é  dineros  sin  provecho.  Después,  quando 
llegó  su  residencia,  se  la  tomó  por  man- 
dado de  Sus  Magostados  el  licenciado  An- 
tonio de  la  Gama ;  y  en  la  verdad  no  dió 
la  cuenta  como  á  él  conviniera ,  é  fuesse 
á  España  en  seguimiento  de  su  justicia,  ó 
dexó  allí  á  su  muger.  E  por  ruego  de  aque- 
lla cibdad ,  como  yo  estaba  para  me  ve- 
nir á  esta  de  Sancto  Domingo  (después 
que  volví  de  Nicaragua  á  Panamá),  fuy 
importunado  que  fuesse  á  España:  é  acep- 
té el  poder  é  vine  á  esta  cibdad ,  donde 
estuve  pocos  dias,  é  me  partí  en  segui- 
miento de  Pedro  de  los  Rios.  É  llegados 
en  Avila,  supliqué  en  el  Consejo  Real  de 
Indias  que  se  .viesse  su  residencia ,  é  ví- 
dosc  é  fué  relatada  en  pressencia  dél  é 
mia.  Lo  que  resultó  dclla  fué,  que  le  qui- 
taron el  ofQcio  é  le  mandaron  que  se  fues- 
se á  su  casa ,  é  no  volvió  mas  á  las  Indias; 
é  fué  condenado  en  cierta  suma  de  pessos 
de  oro.  É  su  muger  nunca  quiso  salir  de 
Panamá  ni  yrse  á  Córdova  á  su  marido, 
diciendo  que  si  él  no  yba  por  ella,  no  avia 
de  yr  con  otro ;  pero  mas  lo  hacia,  porque 


i    Melli.Jib.  IX. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


á  causa  del  Perú  corría  en  Panamá  mucho 
oro,  ó  con  ciarlas  vacas  é  otras  grange- 
rias  se  hallaba  bien ,  porque  era  amiga  de 
resecbir  dineros;  y  entendiendo  en  los 
allegar,  se  le  acabó  la  vida  allí  en  Panamá. 
É  el  licenciado  de  la  Gama  ,  juez  de  resi- 
dencia, se  quedó  en  algún  tiempo  en  la 
gobernación,  hasta  que  dél  enojados  los 
de  la  tierra  por  su  eobdicia  .  pidieron  otro 
juez.  E  fué  por  gobernador  Francisco  de 
Barrionuevo,  del  qual  se  tracto  en  el  li- 
bro V ,  capítulo  V ,  de  la  primera  parte 
destas  historias:  y  (leste  tampoco  faltaron 
en  poco  tiempo  querellosos,  por  lo  qual  le 
fué  á  tomar  residencia  el  licenciado  Pero 
Vázquez,  que  lo  higo  peor  que  los  pausa- 
dos, ó  le  turó  poco  el  officio,  hasta  que 
fué  el  dotor  Robles .  que  le  tomó  residen- 
cia. Y  no  fué  menos  cobdicioso  ni  mas  jus- 
to en  su  officio  que  los  passados,  é  por 
csso  le  removieron  del  cargo ,  estando  ya 
cargado  de  oro. 

De  todas  estas  mudancas  de  goberna- 
dores é  del  remover  indios  é  otras  cosas 
no  bien  hechas,  ha  resultado  que  en  Cas- 
tilla del  Oro,  desde  el  año  de  mili  é  qui- 
nientos y  catorge  hasta  el  de  mili  é  qui- 
nientos é  quarenta  y  dos,  fallaron  mas  de 
dos  millones  de  indios.  Parte  (  y  mucha 
para  este  daño)  han  seydo  los  gobernado- 
res é  los  cobdiciosos  é  desconcertados 
conquistadores :  é  mucha  más  causa,  que- 
rer Dios  castigar  las  ydolatrías  é  sodomía 
é  bestiales  vicios  c  horrendos  é  crueles 
sacrificios  é  culpas  de  los  mesmos  indios, 
élas  mezcladas  nascionesque  allá  han  pas- 
sado  de  levantiscos  é  extrangeros. 

Y  pues  se  ha  dicho  de  los  gobernado- 
res alguna  parte  de  sus  culpas,  é  no  tan- 
to quanto  con  verdad  se  podría  decir  é 
queda  en  mis  memoriales,  por  no  hacer 
aborrescible  á  los  oydos  humanos  tal  lo- 
ción, diré  agora  otras  particularidades, 

1  Véase  el  «capilulo  que  Iracta  de  las  excelen- 
cias ile  Florencia  é  (le  los  Florenlines  en  la  Vida  del 
Danlhe.D 


que  serán  de  mejor  gusto  o\  das  que  todo 
lo  que  está  dicho ,  desta  gobernación  de 
Castilla  del  Oro.  Pero  no  sé  si  se  acerta- 
rá á  conformar  mi  pluma  con  el  desseo 
que  la  mueve,  en  darlo  á  entender  como 
ello  es,  é  saberlo  decir  con  la  facilidad  é 
ornamento  é  dulcedumbre  que  suelen  usar 
los  que  son  diestros  y  eloqüentes  escrip- 
tores;  porque  me  acuerdo  que  dice  Cliris- 
tóphoro  Landino ,  en  aquel  comento  que 
hico  á  la  Comedia  del  Danthe,  estas  pala- 
bras: «Cosa  es  entre  los  hombres  niirabi- 
líssima  la  eloqüencia :  de  manera  que  dos 
cosas  son  proprias  al  hombre,  délas  (pia- 
les ningún  otro  animal  participa,  que  son 
sapiencia  y  eloqüencia ,  é  muchos  mas  ha 
ávido  sabios  que  eloqüentes.  Maravilla 
Ciertamente  estupenda ,  que  siendo  la  ora- 
ción común  á  todos  los  hombres,  raríssi- 
mos  son  aquellos  que  son  en  ella  excelen- 
tes; é  la  eloqüencia  es  reyno  de  los  hom- 
bres, é  quando  es  conjunta  con  la  probitá 
é  con  la  verdadera  virtud ,  es  utilíssima 
sobre  todas  las  cosas ' . »  Todo  es  del  auc- 
tor  alegado,  é  á  mi  parescer  bien  dicho, 
é  todoessome  falta.  Mas  en confia  nc  a de 
Dios ,  é  de  la  verdad  que  uso  en  estas  ma- 
terias, espero  que  lo  que  he  dicho  é  se 
dixere  en  estas  historias,  es  y  será  á  su 
loor  é  conforme  á  buen  exercicio  é  pro- 
vecho del  que  lo  leyere ,  arrimándome  á 
aquella  auctoridad  del  psalmista  :  «Abor- 
resciste  á  todos  los  que  obran  la  iniquidad: 
destruyrás  todos  los  que  hablan  la  menti- 
ra 2. » 

No  sé  yo  con  qué  sesso  los  que  esto  sa- 
ben se  ocupan  en  estos  tractados  viciosos 
é  noveleros  é  ágenos  de  toda  verdad  que 
de  pocos  tiempos  acá  se  componen  é  pu- 
blican, é  andan  tan  derramados  é  favo- 
rescidos,  que  sin  ninguna  vergüenca  no 
Calta  quien  los  alegue  é  acote,  como  si  fues- 
sen  historias  veras;  porque  ni  solo  el  com- 

2  Odisli  omnes  qui  operantur  iniquilatcm:  per- 
des  omites  qui  loquuntur  mendacium.  (Psalmo  V, 
vers.  7.) 


DE  INDIAS.  LII3.  XXIX.  CAP.  XXV 


125 


ponedor  de  (ales  novelas  sea  culpado ,  ni 
los  que  los  alegan  queden  sin  pena ,  pues 
está  escripto:  « ¡Ay  de  los  que  pensays  co- 
sas inútiles!  ' »  É  Sanct  Gregorio  nos  amo- 
nesta que  tengamos  por  dinero  prestado 
el  entendimiento  que  nos  es  congedido; 
porque  quanto  mas  se  fia  aquello  de  no- 
sotros por  benignidad .  tanto  mas  debdo- 
res  somos  obligados  en  la  obra  2.  Pues 
aquesto  es  assi,  no  se  puede  pagar  tal 
debda  con  mentiras3;  é  como  el  mesmo 
dolor  nos  acuerda,  Dios  no  ha  menester  al 
mentiroso,  porque  la  verdad  no  quiere  ser 
gnamescida  del  socorro  de  la  falsedad. 
Pero  también  me  paresge  á  mí  que  en  al- 
guna manera  es  de  tolerar  ó  se  disimula 
con  tales  Iniciados ,  como  con  las  malas 
mugeres,  ó  que  convienen  tales  libros  va- 
nos ,  no  al  que  compone  .  porque  ya  aquel 
pecca,  pues  á  sabiendas  miente ,  ni  al  que 
los  lee,  porque  pierde  el  tiempo  6  hinche 
su  calxiga  do  viento,  é  aquella  ocupación 
que  allí  gaita  la  podría  mejor  emplear; 
mas  satisfacen  al  que  los  vende,  é  mucho 
mas  á  la  aucloridad  y  estimación  de  las 
letras  y  escripturas,  que  contienen  verdad, 
para  que  se  tengan  en  lo  que  meresgen. 
K  assi  lo  que  divo  de  las  mugeres  no  bue- 
nas, las  sufren  las  repúblicas  en  alguna 


manera  por  otras  causas  á  que  aprove- 
chan ,  aunque  seria  mayor  provecho  que 
no.  peccassen. 

Conviene,  dice  este  dolor  sagrado,  que 
haya  hereges,  para  que  seyendo  proba- 
dos, sean  manifiestos*.  No  quiero  nombrar 
los  libros  ni  los  auctores  que  reprehendo, 
pues  que  dice  Sanct  Pablo  :  «Cada  uno  de 
nosotros  dará  a  Dios  ragon  de  sí 5. »  Plega 
á  él  por  su  misericordia  que  con  la  ver- 
dad que  sigue  mi  pluma  estas  historias, 
sean  acompañadas  de  su  gracia,  para  que 
á  su  alabanga  se  influya  é  tenga  tanto  con- 
tentamiento el  que  las  leyere ,  como  á  mí 
me  quedará,  si  le  satisfago8.  Y  si  no  le 
satisficiere,  ya  yo  sé  que  las  hiervas  que 
substentan  áunos  animales,  matan  á  otros; 
y  aun  he  muchas  veges  visto  quel  buen 
manjar  no  pierde  su  crédito,  porque  el  do- 
liente lo  aborrezca ,  y  he  visto  que  la  sen- 
tengia  que  unos  llaman  injusta,  otros  la 
alaban:  é  sé  que  todo  esto  avrá  en  mis 
renglones,  porque  los  gustos  no  son  uno 
mesmo;  ni  los  juigios  de  los  hombres  si- 
guen un  paresger ,  ni  son  de  igual  ingenio 
ni  inclinación.  Solo  Dios  es  el  justo  y  el 
que  puede  é  sabe  justamente  juzgar  á  to- 
dos, porque  ninguna  cosa  le  es  oculta,  ¡j 
es  impassible. 


CAPITULO  XXVI. 

Pe  las  costumbres  ó  maneras  de  vivir  viciosas  Je  los  indios  de  la  provincia  de  Cueva  á  de  sus  ydolalrio: 
é  oirás  cosas  particulares  de  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro  ¿  de  sus  provincias. 


Por  no  dar  pessadumbre  á  los  lelores, 
repitiendo  algo  de  lo  que  eslá  dicho,  se 
locarán  en  suma  en  este  libro  XXIX  algu- 
na-; materias  que  en  los  libros  pregeden- 
les  se  ovieren  memorado,  declarando  las 
diferengias  que  oviere  de  lo  que  está  di- 
cho en  la  primera  parte ,  á  lo  que  se  digo 
en  esta  segunda  en  cosas  semejantes.  É 

1  Mich.,  cap.  II.  vers.  I. 

2  Moral,  lib.  XXII,  cap.  VI. 

3  Ib.,  lib.  XI,  cap.  XIH. 


assi  digo ,  que  en  quanlo  á  la  religiosidad 
ó  costumbre  de  ydolatrar  en  la  provingia 
de  Cueva ,  es  entre  los  indios  en  Castilla 
del  Oro  muy  ordinaria  cosa  adorar  al  sol 
é  la  luna ,  é  tener  en  mucho  crédito  é  ve- 
neración al  diablo:  é  assi  para  sus  ydola- 
trías  é  sacrifigios  tenían  hombres  deputa- 
dos  é  reverengiados ,  los  qualcs  comun- 

i    Moral.,  lib.  XXIX,  cap.  XXXII. 

5    Ad  Rom.  XIV. 

Ü    Moral.,  lib.  XXX,  cap.  VI. 


126 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATl'RAL 


mente  eran  sus  médicos ,  é  conoscian  mu- 
chas hiervas,  de  que  usaban,  y  eran  apro- 
priadas  á  diversas  enfermedades,  que  por 
largo  curso  tenianexperimentadas  en  par- 
te, no  tan  dignas  de  crédito  totalmente  al- 
gunas en  sus  efettos  quanto  aprobadas  con 
la  auctoridad  que  les  quería  atribuyr  aquel 
su  médico  ó  maestro,  llamado  tequina, 
(puesto  que  en  algunas  decían  verdad,  é 
son  excelentes). 

Estos  indios  de  Cueva ,  quanto  á  su 
dispusieron  de  las  personas ,  son  algo  ma- 
yores que  los  destas  nuestras  islas  por  la 
mayor  parte ,  é  mas  varones ,  é  de  la  mes- 
ma  color.  Andan  desnudos,  y  en  su  miem- 
bro viril  un  caracol  de  pescado  ó  un  ca- 
ñuto de  madera ,  é  los  testigos  de  fue- 
ra ;  é  aquel  caracol  ó  cañuto  con  un  hi- 
lo asido  é  Reñido  trabado  de  dos  agujeri- 
cos.  Las  mugeres  traen  naguas .  (pie  son 
mantas  pequeñas  de  algodón ,  desde  [a 
cinta  hasta  la  rodilla  ó  mas  alto  ,  rodeadas 
al  cuerpo:  é  las  señoras  é  mugeres  prin- 
cipales (espaves)  traen  estas  naguas  ba- 
xas  hasta  los  tobillos;  é  en  las  cabecas 
ellos  ni  ellas  ninguna  cosa ,  ni  en  toda  la 
persona,  mas  de  lo  ques  dicho.  Verdad 
es  que  algunos  señores,  entrellos  de  los 
mas  principales,  traían  en  lugar  de  cara- 
col un  cañuto  de  oro  torcido  ó  liso ,  de 
muy  fino  oro,  é  las  señoras  espaves  ,  que 
son  mugeres  muy  principales,  por  ador- 
namento é  porque  las  tetas  (de  que  mu- 

,  cho  se  presgian),  estoviessen  altas  é  mas 
tiestas ,  é  no  se  les  caygan ,  se  ponían  una 
barra  de  oro  atravessada  en  los  pechos, 
debazo  de  las  tetas,  que  se  las  levanta, 

'  y  en  ella  algunos  páxaros  é  otras  figuras 
de  relieve,  todo  de  oro  fino:  que  por  lo 
menos  pessaba  ciento  é  cinqüenta  é  aun 
doscientos  pessos  una  barreta  destas. 

Esta  invención  destas  barras  de  oro,  pa- 
ra levantar  las  tetas,  es  primor  é  usanca 
de  las  mugeres  principales  del  golpho  de 
Urabá:  las  quales  mugeres  van  a  las  ba- 
tallas con  sus  mandos ,  ó  también  quando 


son  señoras  de  la  tierra  é  mandan  é  capi- 
tanean su  gente.  Demás  de  las  barras  que 
he  dicho,  usan  muchas  águilas  é  patenas  de 
oro ,  assi  las  mugeres  como  los  hombres, 
y  hermosos  penachos.  Quando  las  mujeres 
principales  salen  en  campo ,  é  assimesmo 
los  señores  desta  gente,  como  no  tienen 
caballos,  ni  bestias,  ni  carros  que  los  lle- 
ven acuestas,  usan  otra  manera  de  caba- 
llería ,  que  es  desta  manera  que  agora  di- 
ré. Siempre  el  señor,  cacique,  ó  saco,  ó 
varón  principal,  tiene  una  docena  6  dos 
de  indios  de  los  mas  reeios,  diputados  pa- 
ra sus  andas,  en  que  van  de  camino  echa- 
dos en  una  hamaca ,  la  qual  va  en  un  palo 
largo  puesta,  que  de  su  natura  es  muy  li- 
viano, é  los  extremos  de  aquel  palo  pues- 
tos sobre  los  hombros  de  aquellos  indios, 
é  van  corriendo  ó  medio  trotando  en  ga- 
lope con  el  señor  acuestas.  Quando  se 
cansan  los  dos  que  lo  llevan ,  sin  se  pa- 
rar, se  ponen  en  el  mesmo  lugar  otros  dos 
dellos  que  alli  van  por  respecto  vacíos  pa- 
ra lo  mesmo,  é  continúan  su  camino:  é  un 
dia ,  sí  es  en  tierra  llana ,  andan  desta  ma- 
nera quince  ó  veynte  leguas,  teniendo 
postas  puestas  en  paradas  de  tales  indio-; 
para  se  remudar.  E  los  indios  que  para 
este  officio  tienen,  por  la  mayor  parte  son 
esclavos  ó  naborías ,  que  son  quassi  escla- 
vos é  obligados  á  servir;  y  estos  indios 
que  en  lo  ques  dicho  sirven  de  las  hama- 
cas, búscanlos  que  sean  carales.  E  para 
que  se  entienda  qué  cosa  es  carate ,  digo 
que  carate  se  llama  el  indio  que  natural- 
mente tiene  toda  la  persona  ó  la  mayor 
parte  della  como  descostrado,  levantados 
los  cueros  á  manera  de  empeynes.  Ellos 
parescen  feos ,  mas  comunmente  son  re- 
cios é  de  mejores  fuercas ,  é  parescen  fri- 
sados, é  aquella  frisa  es  dolencia  que  se 
acaba,  quando  ha  acabado  de  les  andar 
todo  el  cuerpo  toda  aquella  comecon  ó  en- 
fermedad é  han  mudado  todo  el  cuero  de 
la  persona. 

En  algunas  partes  desta  tierra  son  beli- 


DE  INDIAS.  LID.  XXIX.  CAP.  XXVI. 


127 


cosos  los  indios ,  é  en  otras  no  tanto :  no 
son  flecheros,  é  pelean  con  macanas é  con 
tancas  luengas  y  con  varas  que  arrojan,  co- 
mo dardos  con  cstóricas  (que  son  cierta 
manera  de  avientos)  de  unos  bastones  bien 
labrados,  como  aquí  está  pintado  ¡Lámi- 
na /.',  ftgs.  II.'  y  III.'J,  con  los  quales  arro- 
janlas  varas, quedando  siempre  laestórica 
en  la  mano :  é  ponen  la  punta  de  la  estó- 
rica  en  la  punta  de  la  vara,  ó  sacuden! a 
muy  recia  é  derecha  ó  léxos,  ó  cerca, 
bien  guiada ,  como  buenos  punteros.  Al- 
gunas varas  dcstas  van  silvando  en  el  ay- 
re,  á  causa  que  les  hacen  cerca  del  extre- 
mo cierta  oquedad  ó  poma  redonda ,  ó 
por  la  oquedad  de  aquella  é  agugeros  que 
(¡ene,  assi  como  la  echan  y  estocada  del 
ayrc,  assi  va  luego  por  lo  alto  con  ruydo 
Silvando.  Y  estas  tales  que  sil  van,  usan 
dellas  en  las  tiestas,  quando  bracean  por 
gentilcea,  é  no  en  la  guerra  ,  porque  las 
tales,  con  aquel  sonido  ó  silvato  avisan  al 
enemigo,  é  quando  en  la  guerra  de  un 
real  á  otro  las  tiran,  ó  de  noche,  escomo 
en  caso  de  menosprecio  de  los  contrarios. 

Los  hombres  que  dixe  que  tienen  los 
indios  en  veneración ,  [lámanlos  para  se 
consejar  con  ellos  para  comencar  sus 
guerras ,  ó  para  todas  las  otras  cosas  que 
son  de  importancia.  Deste  nombre  te- 
quina  se  hace  mucha  diferencia ;  por- 
que á  qualquiera  ques  mas  hábil  y  ex- 
perto en  algún  arto,  assi  como  en  ser  me- 
jor montero  ó  pescador,  ó  hacer  mejor 
una  red  ó  una  canoa  ú  otra  cosa,  le  lla- 
man (equina ,  que  quiere  decir  lo  mesmo 
que  maestro:  por  manera  que  al  ques 
maestro  de  las  responsiones  c  inteligen- 
cias con  el  diablo,  llánianle  tequina  en 
aquel  arte,  porque  aqueste  tal  es  el  que 
administra  sus  ydolatrías  c  cerimonias  é 
sacrificios ,  y  el  que  habla  con  el  diablo, 
segund  ellos  dicen,  é  á  él  dá  sus  respues- 
tas ;  é  le  dice  que  diga  á  los  otros  lo  que 
han  de  hacer,  é  lo  que  será  mañana  é 
desde  á  muchos  dias,  porque  como  Sata- 


nás sea  antiguo  astrólogo,  conosce  los 
movimientos  naturales  del  tiempo ,  é  cie- 
los, é  planetas,  é  del  zodiaco,  é  influen- 
cias de  arriba ,  ó  vé  dónde  van  las  cosas 
guiadas  naturalmente;  é  assi,  por  el  efetto 
á  que  van  referidas  en  su  conclusión ,  dá 
él  noticia  de  lo  que  será  adelante.  É  háce- 
les  entender  que  por  su  deidad ,  é  como 
señor  é  movedor  é  disponedor  de  todo  lo 
ques  é  será ,  sabe  las  cosas  que  están  por 
venir;  é  diceles  quél  atruena  é  hace  llo- 
ver ,  é  guia  los  tiempos ,  é  les  dá  ó  quila 
los  fructos  en  las  plantas  é  hiervas  é  árbo- 
les ,  y  en  todo  lo  que  substenta  las  criatu- 
ras. Pues  como  muchas  veces  ven  que  en 
efetto  assi  acaesce,  como  se  lo  ha  pronos- 
ticado algunos  dias  antes ,  dánle  crédito 
en  todo  lo  demás  é  sacrifícanle  en  muchas 
é  diversas  maneras,  en  unas  partes  con 
sangre  é  vidas  humanas,  y  en  otras  con 
sahumerios  aromáticos  é  de  buen  olor  é 
de  malo  también.  É  quando  Dios  dispone 
lo  contrario  quel  diablo  ha  dicho  al  tequi- 
na y  el  tequina  á  otros ,  é  les  miente ,  dá- 
lcs  á  entender  que  ha  mudado  la  senten- 
cia por  algún  enojo  ó  achaque  que  á  él  le 
paresce,  como  aquel  ques  suficiente  maes- 
tro de  engaños  con  los  mortales,  en  espe- 
cial con  gente  que  tan  pobre  é  desaper- 
cebida  está  de  defensas  contra  tan  grande 
adverssario ,  al  qual  ellos  llaman  tuyra.  Y 
este  mesmo  nombro  en  aquella  lengua  de 
Cueva  dan  los  indios  á  los  chripstianos, 
porque  los  tienen  por  sagaces  ó  por  tales 
como  el  diablo,  pensando  que  en  decirles 
tuyras,  los  honran  é  loan  mucho.  Questas 
gentes  se  gobiernen,  formando  alguna  opi- 
nión de  religiosidad  é  crédito  que  dan  á 
sus  tequinas  no  me  maravillo,  pues  tal 
tercero  anda  por  medio  como  el  tuyra. 

Mucha  fué  la  prudencia  é  gobierno  de 
los  antiguos  romanos  é  cartagineses  entre 
todas  las  nasciones;  pero  oyd  á  Tito  Livio 
é  sabreys  del  el  crédito  que  daban  á  sus 
arúspices  ó  adevinos,  á  cuyos  errores  é 
vanidades  é  congecturas  estaban  subjetos 


m 


HISTORIA  GENERALY  XATL'KAL 


é  á  sus  locos  sacrificios ;  é  interviniendo 
en  ellos  el  diablo ,  algunas  veces  acerta- 
ban é  decían  algo  de  lo  que  después  el 
tiempo  y  efetto  les  mostraba ,  sin  saber 
dello  cosa  alguna  ó  certinidad  más  de  lo 
quel  común  adverssario  de  natura  huma- 
na les  enseñaba,  para  los  traer  á  su  per- 
dición é  muerte  corporal  y  espiritual.  E 
assi  por  consiguiente  ,  quando  el  sacrificio 
faltaba  é  salia  defettuoso,  se  excusaban  é 
ponían  cautelosas  y  equívocas  respuestas, 
diciendo  que  sus  dioses  que  adoraban  es- 
taban indignados,  como  el  tequina  lo  dice 
a  estos  indios  por  el  tuyra,  á  quien  tienen 
por  su  Dios. 

Escuchad  á  Valerio  Máximo,  é  verés 
con  quánta  prontitud  de  religión  6  cuydado 
especial  estos  antiguos  atendían  en  todas 
lascosasque  emprendían,  que  de  importan- 
cia fuessen,  por  medio  de  sus  agoreros  ó 
arúspices.  Grande  es  el  pueblo  quel  uni- 
verso contiene  debaxo  de  tan  diabólicos 
errores ,  é  grandes  tiempos  é  millares  de 
años  han  turado  é  nunca  fallarán  entre  los 
que  no  fueren  alumbrados  é  socorridos  de 
Dios,  Nuestro  Señor:  é  tanto. mayor  es  la 
obligación  de  los  chripstianos  para  conos- 
ger  la  misericordia  quelRedemplor  usó  en 
•comunicarles  su  passion  é  redimirlos,  é 
muy  justíssima  la  condenación  de  los  in- 
gratos que  tal  desconoscen,  y  de  sus  áni- 
mas en  el  amor  de  Dios  se  descuydan. 

En  aquel  sumario  que  escribí  el  año  de 
mili  é  quinientos  é  veynte  y  seys  *,  que 
fué  impresso  por  mandado  del  Céssar  en 
la  muy  real  cibdad  de  Toledo ,  yo  tracté 
allí  de  diversas  materias,  no  tan  ordena- 
mente  ni  tan  apartado  de  otros  cuydados 
como  quisiera ,  á  causa  de  otras  forcosas 
ocupaciones,  que  en  esta  sacón  tuve,  fal- 

*  Asi  se  lee  en  el  MS.  original  que  leñemos  de- 
lante ;  pero  es  equivocación  de  pluma.  El  Sumario 
déla  Natural  historia  de  las  Indias,  como  va  no- 
lado  en  la  111.a  Parte  de  la  Vida  y  escritos  de  Oriedo 
(pág.  Lll  del  t.  I),que  se  escribió  en  1525  y  se  pu- 
blicó el  siguiente  año  de  1526.  Asi  lo  dijo  el  mismo 
cronista  en  la  introducción  del  lib.  I  de  la  1.a  Parle: 


tándome  la  quietud  que  se  requería  para 
la  calidad  de  las  cosas  que  allí  dixe:  é  de- 
más desso  hallóme  descuydado  de  mis  li- 
bros é  memorias  particulares,  é  aun  es- 
tonces no  avia  assi  comprehendido  algu- 
nas particularidades  é  otras  novedades, 
quel  tiempo  me  las  ha  enseñado.  É  acuer- 
dóme que  me  referí  á  esta  General  Histo- 
ria, que  aunque  no  estaba  copiada  regla- 
damente en  las  minutas  é  memorias  que 
yo  tenia  de  aquestas  cosas,  no  carescia 
en  mi  desseo  la  esperanca  de  traerla  á  es- 
te estado  que  agora  está ;  y  es  bien  que 
se  cumpla  lo  que  prometí.  Y  assi  yré  dis- 
curriendo por  lo  que  allí  escribí  en  algu- 
nos passos,  que  estovieren  por  decir  en  lo 
que  hasta  aquí  se  ha  dicho:  los  quales,  si 
quisiere  alguno  espiar,  para  acusar  mi  ne- 
gligencia (si  le  paresciere  que  alguno  ol- 
vido), le  quiero  avisar  que  no  los  topará 
aquí  á  reo  como  allí  los  puse,  pero  estarán 
en  sus  lugares  convinientes ;  porque  á  la 
verdad  aquel  sumario  fué  mas  breve  que 
su  título,  porque  le  llamó:  Ovir.no:  De  la 
Natural  historia  de  las  Indias,  ó  comprc- 
hende  mucho  menos  de  lo  que  avia  de  te- 
ner debaxo  de  tal  nombre.  Pero  fué  aquel 
tractado  como  mensagero  ó  significador 
destos,  que  agora  tracto  en  esta  General 
Historia  destas  partes,  ó  como  una  com- 
posta que  llaman  los  que  hacen  conserva 
del  acucar  é  diversas  fructas,  que  en  un 
vaso  mezclan  diferentes  géneros  dellas;  y 
por  la  mayor  parte  las  unas  ocupan  é  im- 
piden á  los  otras ,  é  se  embaracan  ,  é  no 
se  dexan  ni  pueden  gustar  tan  distinta- 
mente, como  si  cada  una  dellas ,  gocando 
de  su  almivar,  estoviesse  sola  en  su  bote 
ó  vaso  conficionada ;  y  assi  hice  yo  en 
aquel  sumario ,  que  muchas  cosas  de  las 

«El  año  que  passó  de  la  Natividad  de  Chripsto  de 
«mili  d  quinientos  é  veynle  y  cinco  años  yo  escri- 
»bí  una  relación  sumaria  de  parle  de  lo  que  aqui  se 
«contiene  ;  é  de  aquella  fué  su  título  :  Oviedo:  De 
nía  Natural  historia  de  las  Indias  (pág.  5,  col.  1.a 
«del  t.  1).» 


DE  INDIAS.  LIB.  ) 

que  allí  se  acumularon  no  se  entiende 
puntualmente  donde  están. 

Y  pues  de  susso  comencé  en  las  armas 
con  que  pelean  ,  é  dt\e  de  las  varas  que 
tiran  con  las  estórieas ,  háse  de  entender 
questa  manera  de  armas  se  usan  en  esta 
provincia  de  Cueva,  ven  otras  particulares 
provincias,  ipie  son  aquellas  varas  de  pal- 
mas negras  e  de  otros  árboles  de  muy  bue- 
nas maderas,  é  las  puntas  delgadas  é  agu- 
das, que  passan  un  hombre  de  parte  á  par- 
te. >i  |e  aciertan  por  lo  hueco.  É algunas ha- 
cen de  cañas  de  ciertos  carritos,  que  son 
muy  derechas é  sin  ñudo  alguno,  tangrues- 
sas  como  el  menor  dedode  la  manoó  más 
delgadas,  é  ligeras  c  lisas:  en  las  quales 
engastan  al  cabo  en  lugar  de  hierro  un 
palmo  é  medio  ó  dos  de  otro  palo  de  pal- 
ma negra,  muy  bien  labrado  é  con  mu- 
chas lenguas:  é  á  algunos  ponen  huesos 
de  animales  é  de  pesc  ado-  por  hierros,  é 
son  enconados.  E  las  laucas  luengas,  que 
usan  algunos  tiestos  indios,  hácenlas  assi- 
mesnio  de  palmas  e  de  .raijua  é  de  otras 
biimas  maderas  :  e  traen  macanas  de  una 
é  de  dos  manos,  y  en  algunas  provincias, 
assi  corno  en  lísquegua,  é  Urraca,  é  Bóri- 
ca, é  Paris .  tienen  laucas  tan  luengas  ó 
mas  que  picas,  de  pahuas  muy  regias  c 
hermosas  é  negras  como  acabachc. 

Sus  guasábaras  ó  peleas  son  muchas  ve- 
ces sin  propóssito:  pero  no  sin  darles  el dia- 
blo causa ,  porque  son  gente  qtic  aunque 
tienen  diferenciase  passiones  un  señor  con 
otro,  las  menos  veces  son  movidos  con 
racon,  é  las  mas  son  voluntarias  é  induci- 
dos por  eltuyra  é  su  tcquina,  dándoles  á 
entender  ques  divinamente  intentada  la 
guerra  que  Ies  conseja.  Pero  entre  la  gen- 
te de  un  mesmo  tiba  ó  señor  pocas  veces 
riñen  ni  vienen  á  las  armas,  ni  es  assi  li- 
viana la  obediencia  que  tienen  á  sus  ma- 
yores ,  como  la  do  otras  gentes ;  porque 
assi  dispone  el  cacique  ó  señor  ó  tiba  de 
las  vidas  de  sus  indios,  como  entre  los 

chripstianos  se  dispone  de  las  cosas  que 
TOMO  III. 


XIX.  CAP.  XXVI.  129 

menos  estiman;  ni  hay  pleyto  ni  diferen- 
cia entrellos  en  que  ture  tercero  dia  la 
contención,  ni  mas  de  quanto  el  señor  la 
sepa  ó  mande  lo  que  en  tal  debate  se  de- 
be hacer,  é  justo  ó  injusto  lo  que  manda, 
assi  se  cumple  inmediato.  Verdad  es  que 
como  el  hurto  entre  aquesta  gente  le  tie- 
nen por  el  mayor  delicio  que  se  puede 
cometer ,  cada  uno  tiene  licencia  de  cor- 
tar ambas  manos  y  echárselas  al  cuello 
colgadas  al  ladrón  que  toman  dentro  en 
mahical  ó  heredamiento,  si  solo  un  espiga 
hallan  que  ha  cortado  sin  licencia  de  su 
dueño. 

El  principio  de  la  guerra  mejor  funda- 
do é  sobre  questas  gentes  riñen  é  vienen 
á  batalla  es  sobre  quál  terná  mas  tierra  ó 
señorio,  6  también  sobre  otras  diferen- 
cias; é  á  los  que  pueden  matar  matan,  é 
á  los  que  prenden,  los  hierran  é  se  sirven 
dellos  por  esclavos ,  é  cada  señor  tiene  su 
hierro  conoscido,  é  algunos  los  hacen  sa- 
car un  diente  de  los  delanteros  al  que  to- 
man por  esclavo ,  é  aquella  es  su  señal ,  é 
le  llaman  paco  al  esclavo.  El  principal  se- 
ñor se  llama  queví)  y  en  algunas  parles 
saco ;  é  aqueste  nombre  cacique  no  es  de 
la  Tierra-Firme,  sino  propriamente  desta 
Isla  Española,  é  como  fué  esto  lo  primero 
que  poblaron  é  ganaron  los  chripstianos, 
ellos  han  dado  este  nombre  cacique  á  los 
señores  de  otras  partes  por  donde  en  es- 
tas Indias  han  discurrido.  En  la  lengua  de 
Cueva,  de  que  aquí  se  tracta,  el  nombre 
del  señor  es  queví,  y  en  algunas  provin- 
cias de  Castilla  del  Oro  se  llama  tiba ,  y 
en  otras  partes  della  se  dice  jura ,  y  en 
algunas  guaxiro ;  pero  este  nombre  gua- 
xiro  hánle  tomado  de  los  caribes,  que  no 
es  proprio  de  Cueva ,  sino  allegado  y  ex- 
trangero.  Assimesmo  en  Cueva,  al  ques 
hombre  principal,  señor  de  vassallos,  si 
es  subjecto  á  otro  mayor,  llámanlc  á  este 
tal  principal  saco;  é  aqueste  saco  tiene 
otros  indios  á  61  subjectos  ,  que  tienen 
tierras  é  lugares,  é  llámanlos  cabras,  que 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATl'RAL 


son  como  cavalleros  ó  hijos-dalgOS,  se- 
parados do  la  gente  común ,  é  son  mas 
principales  que  los  otros  del  vulgo,  é 
mandan  á  los  otros.  Pero  el  cacique  ó  sa- 
co é  el  cabra  cada  uno  tiene  su  nom- 
bre ,  é  assimesmo  las  provincias  é  rios  é 
valles  é  lugares  é  assientos  donde  viven, 
ó  los  árboles  c  aves  é  animales  é  peces 
tienen  sus  nombres  proprios  é  particula- 
res; non  obstante  que  assi  como  nosotros 
decimos  en  general  pescado,  dicen  ellos 
h aboga. 

La  manera  cómo  un  indio  quos  de  la 
gente  baxa  ó  común  ó  plebea  sube  á  ser 
cabra,  é  alcanca  este  nomine  é  hidalguía 
para  preceder  á  los  otros  comunes,  es 
quando  quier  que  en  una  batalla  de  un 
señor  contra  otro  se  señala  e  sale  herido, 
peleando  animosamente ,  aquella  sangre 
son  las  letras  del  previlegio  é  título  é  prin- 
cipio de  su  nobleca:  é  el  señor  cuyo  es,  le 
llama  cabra,  é  le  da  gente  que  mande,  c 
le  da  tierra  ó  muger,  ó  le  hace  otra  mer- 
ced señalada  por  lo  que  obró  aquel  dia  en 
su  pressencia,  porque  si  el  principe  no  está 
pressente,  no  se  gana  tal  honor.  E  dende 
en  adelante  es  mas  honrado  que  los  otros 
6  separado  é  apartado  del  vulgo  é  gente 
común;  é  sus  hijos  varones  deste  subce- 
ilcn  en  essa  mesma  hidalguía  ,  é  se  lla- 
man cabras,  ó  son  obligados  a  seguir  la 
milicia  é  arte  militar  de  la  guerra.  A  la 
muger  del  cabra ,  demás  de  su  nombre 
proprio ,  le  llaman  espave ,  que  quiere  de- 
cir señora  ó  mas  principal  muger  que  las 
comunes  ó  plebcas  mugeres :  el  qual  tí-  . 
tulo  ella  adquiere  inmediato  que  su  marido 
es  cabra;  é  assimesmo  á  las  mugeres  de 
los  quevis  ó  sacos  ó  cabras  llaman  espa ves. 

Quando  van  á  la  guerra,  llevan  sus 
caudillos  ó  capitanes:  estos  son  sacos  ó 
cabras ,  é  son  ya  hombres  de  expiriencia 
en  las  cosas  de  las  armas  quellos  usan ,  é 


van  con  sus  penachos  é  embixados'ó  pin- 
tados de  xagua,"é  llevan  insignias  señala- 
das para  ser  conoscidos  en  las  batallas, 
assi  como  joyas  de  oro  ó  penacho  ú  otra 
devisa.  Tienen  una  particularidad  ó  cos- 
tumbre entre  si  inviolable,  y  es  que  aun- 
que prendan  á  las  espias  é  las  hagan  pe- 
dacpe,  á  tormentos  que  les  den,  ni  por  pro- 
mesas que  se  les  hagan ,  no  confessarán 
mas  verdad  ni  mentira  de  lo  que  les  es 
ordenado  por  el  capitán,  liba  ó  señor,  que 
los  envía .  ni  en  daño  de  su  gente.  Por  la 
mayor  parte  sus  empresas  se  fundan  so- 
bre una  bebdera  é  areyto :  é  después  que 
está  acordado  lo  que  se  ha  de  hacer,  lo 
cantan  aquel  dia  de  la  determinación  ó  el 
siguiente,  é  luego  so  pone  por  obra  todo 
lo  que  en  el  areyto  se  ha  cantado.  Esto  es 
como  para  testimonio  ó  consultación  con 
el  vulgo,  después  quel  seTior  ó  los  mas 
aceptos  á  él  é  su  tequina  han  consultado 
la  cosa  que  quieren  emprender;  y  esta 
orden  tienen  en  las  guerras  voluntarias  los 
que  son  agresores,  porque  el  que  defien- 
de, muévese  acaso  él,  como  le  subeede  la 
nesgessidad. 

En  las  cosas  de  la  justicia  tienen  sus 
executores,  que  son  como  alguaciles,  é 
aquestos  prenden  é  matan  á  quien  el  prin- 
cipal señor  manda  que  muera  de  los  ple- 
beos;  pero  si  es  hombre  el  que  ha  de 
padescer  que  sea  saco  ó  cabrá ,  no  ha  de 
poner  en  él  las  manos  ninguno  de  la  co- 
munidad ó  plebeo,  sino  el  señor  de  to- 
dos; é  aquel  le  mata  por  sus  manos  con 
una  macana,  ó  le  echa  una  ó  dos  lancas  ó 
varas  primero,  ele  hiere,  é  remítelo  á  que 
lo  acabe  su  executor,  si  de  aquellos  pri- 
meros golpes  no  le  mata;  porque  aquel 
principio  quel  señor  dió  á  la  .execucion  de 
la  justicia  es  como  desgraduarle  é  quitar- 
le de  ser  cabra  ó  persona  noble. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  XXVII. 


CAPITULO  XXVII. 


El  qual  Irada  de  los  pueblos  principales  de  los  cbripslianos  en  esla  gobernaron  de  Castilla  del  Oro,  ¿  de 
las  casas  ¿  moradas  de  los  indios  ,  é  de  sus  matrimonios  ó  algunas  de  sus  Acrimonias  é  costumbres. 


De  las  casas  ó  moradas  desteta  gentes  se 
ha  dicho  en  oirás  patios  des  tas  historias, 
é  de  sus  camas ,  que  son  las  hamacas  que 
se  dixo  en  el  libro  V,  capítulo  II;  pero 
aun  en  essas  hay  diferencias,  porque  las 
de  Tierra-Firme  en  esla  gobernación  de 
Castilla  del  Oro  la  manta  déla  hamaca  no 
es  hecha  red,  .sino-entera  é  muy  gentil  le- 
la delgada  é  ancha,  é  (;m  luenga  como 
conviene.  Hay  otras,  que  la  inania  es  de 
pa  ja  texida  é  de  colores  é  labores;  é  des- 
tas  hay  muchas  en  Nata  y  en  "iras  partes: 
y  esta  paja  está  hecha  como  cordón  sobre 
hilos  de  algodón,  é  son  cosas  de  ver  é 
muj  frescas  é  gentiles  en  la  vista.  Todo  lo 
demás  que  foca  á  estos  fechos  está  dicho 
en  el  lugar  alegado ;  pero  no  todos  los  in- 
dios las  tienen,  ó  los  que  no  las  alcancan, 
duermen  en  barbacoas,  que  son  bancos 
hechos  de  cañas,  ó  en  otro  armadijo  que 
esie  dos  o  tres  palmos  altos  o  más  de  tier- 
ra, por  la  humedad:  é  los  que  mas  no 
pueden,  échansc  en  aquel  común  colchón, 
qnes  el  suelo,  sobre  paja  ú  hojas  de  pal- 
mas ó  lo  que  hallan. 

De  los  bullios  e  casas  Iraclé  en  la  pri- 
mera parto-,  en  el  capítulo  I  del  libro  VI, 
é  dixe  qué  tales  son  en  estas  islas  é  olí  as: 
y  también  se  dixo  en  el  capítulo  X  desle 
libro  XIX  de  las  barbacoas  de  las  provin- 
cias de  Abrayme  é  Teruy,  donde  los  in- 
dios viven  é  tienen  sus  moradas  en  los  ár- 
boles, éassimesmo  de  las  barbacoas  so- 
bre muchas  palmas  juntas,  en  que  los  in- 
dios viven  en  la  costa  del  rio  grande,  que 
culta  en  el  golpho  do  Urabá,  la  qual  pro- 
vincia se  llama  Tatuma,  é  son  de  mucha 
admiración,  é  allí  tienen  sus  moradas:  6 
sube  una  muger  por  el  árbol  arriba  con 
el  hijo  en  bracos  tan  sueltamente  como  si 


fuesse  por  tierra  llana,  por  ciertos  escalo- 
nes hechos  de  bexucos  nascidos  é  revuel- 
tos é  atados  al  árbol ,.  y  el  terreno  de  aba- 
xo  cubierto  de  agua  é  paludos  baxos  é  á 
partos  hondos ;  é  de  allí  salen  en  canoas 
á  la  tierra  enjuta,  donde  hacen  sus  labran- 
gas  6  conucos.  Esla  manera  de  pueblos 
hacen  por  estar  seguros  del  fuego  é  de  sus 
enemigos  é  de  las  bestias  fieras,  é  por- 
que están  mas  fuertes.  En  las  otras  parles, 
donde  los  indios  pueblan ,  por  la  mayor 
parte  os  despartidos  en  valles  ó  laderas  é 
costas  de  los  ríos  é  donde  Ies  paresce ,  é 
también  en  las  sierras  (á  la  manera  de 
nuestras  montañas  de  España  y  en  Vizca- 
ya é  Galicia  )  pueblan  como  en  barrios, 
unas  casas  desviadas  de  otras;  pero  mu- 
chas dolías  ó  grand  territorio  debaxo  de 
la  obediencia  de  un  cacique  ó  liba  ó  saco 
ó  qttev  i  o  señor  principal,  porque  estos 
nombres,  como  tengo  dicho,  usan  los  so- 
ñores  en  diferentes  provincias.  Este  nom- 
bre queví  en  arábigo  quiere  decir  grande; 
c  assi  al  que  en  la  lengua  de  Cueva  llaman 
queví ,  es  mas  señor  é  de  mas  estado  ó 
gente  quel  liba  ni  el  saco. 

Hay  otra  manera  do  buhíos  ó  cusas  cu 
Nata  redondos,  como  unos  chapiteles  muy 
altos ,  é  son  de  mucho  apossenlo  é  segu- 
ros, porque  el  viento  de  la  brisa,  que  allí 
corre  mucha  parte  del  año  con  mucho  im- 
pelo, no  los  puedo  assi  coger  como  á  los 
que  son  quadrados  ó  de  otra  forma.  Son 
de  recia  é  buena  madera ,  é  mas  hermo- 
sos do  dentro  que  todas  las  maneras  de 
casas  que  se  ha  dicho ;  é  ponen  en  la  pun- 
ta del  Ghapitél  una  cosa  de  barro  coci- 
do á  manera  de  candelera,  y  el  cuello  al- 
to, y  en  la  forma  questá  aqui  pintado 
(Lám.  II.".  fi¡j.  1.*)'.  La  paja,  con  queseen- 


132 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


bre  es  muy  buena,  é  las  cañas  de  las  pa- 
redes gruesas ,  é  por  de  fuera  é  de  den- 
tro forradas  las  paredes  con  caña  delga- 
da muy  bien  puesta  é  con  muchos  apar- 
tamientos. El  assiento  deste  pueblo  es 
muy  gentil  é  de  hermosas  vegas,  é  muy 
llano  6  dispuesto  para  ganados  é  todas 
grangerias;  é  hay  muchas  vacas  é  puer- 
cos 6  yeguas,  y  es  tierra  de  mucha  ca- 
ca é  montería ,  porque  cerca  hay  mon- 
tañas ó  boscages  en  tierra  alta. 

Avia  en  este  pueblo,  quando  yo  le  vi  el 
año  de  mili  é  quinientos  é  veinte  y  siete 
hasta  quarenta  ygincoó  cinqiienta  buhios', 
y  está  dos  leguas  de  la  mar  un  rio  arriba, 
y  creo  sin  duda  que  mengua  allí  la  mar 
en  la  costa  dos  leguas  y  más.  En  este  rio 
hay  tantos  lagartos  ó  cocatrices  grandes, 
que  son  innumerables  los  que  cada  dia  se 
ven  por  la  costa  echados  en  tierra  al  sol, 
de  los  «piales  en  su  lugar  se  dirá. 

Panamá  tiene  mal  assiento  y  es  peque- 
ña población  ó  no  sano;  es  estrecho  é 
luengo  el  pueblo,  c  de  la  paite  del  .Me- 
diodía llega  la  marea  hasta  cerca  de  las 
casas,  ó  de  la  parte  del  Norte  á  las  espal- 
das está  lleno  de  paludos  é  ciénegas ,  e  á 
la  parte  del  Este  está  el  puerto,  donde 
los  navios  é  caravelas  entran  hasta  cerca 
de  las  casas,  é  con  la  menguante  quedan 
en  seco,  é  baxa  la  mar  más  de  legua  y 
media.  Por  causa  deste  puerto  6  contrac? 
tacion  del  Perú ,  é  por  aver  allí  residido 
Pedrarias  é  los  otros  gobernadores,  ha 
estado  en  mas  reputación,  y  en  el  tiempo 
que  yo  dexé  aquella  tierra ,  que  fué  el 
año  de  mili  é  quinientos  é  veyntc  y  nue- 
ve, nunca  hasta  estonces  llegó  hasta  sep- 
tenta  bohíos.  Es  tierra  seca  y  estéril;  pe- 
ro en  las  comarcas  es  fértil  é  de  buenos 
pastos  é  hartos  ganados. 

El  Nombre  de  Dios  assimesmo  por  el 
puerto  se  sufre,  á  causa  de  la  contracta- 
c.ion  de  la  otra  mar  austral  é  del  Perú  é 
destas  islas  para  las  cosas  dé  Tierra-Fir- 
me ;  y  es  de  menos  población  é  de  peor 


dispusieion  para  grangerias  del  campo, 
porque  es  tierra  áspera ,  montuosa  é  cer- 
cada de  arboledas. 

Acia  era  mayor  pueblo  que  ninguno  de 
los  ques  dicho,  é  después  se  ha  disminuy- 
do,  y  el  puerto  no  es  muy  bueno;  pero 
hay  ancones  é  isk'tas  de  seguros  puertos. 
E  desde  allí  fué  por  tierra  á  descubrir  la 
mar  del  Sur  el  adelantado  Vasco  Nuñez  de 
Balboa,  (piando  la  descubrió. 

El  mayor  é  mejor  é  mas  fértil  pueblo 
fué  la  cibdad  de  Sánela  María  del  Anti- 
gua del  Üarien,  en  la  qual  no  es  menes- 
ter hablar,  pues  que  está  despoblada. 

Otros  pueblos  ha  ávido,  donde  se  han 
labrado  minas:  pero  como  essos  se  hacen 
é  se  dexan,  segund  anda  el  oro,  no  hay 
•  para  qué  memorarlos  por  poblaciones, 
pues  no  permanescen  é  se  passan  los  mi- 
neros de  rio  en  rio ,  -é  donde  les  acude 
mejor  la  grangeria  y  excrcicio  de  las  mi- 
nas: y  assi  se  mudan,  segund  su  propóssi- 
to,  al  modo  de  los  alárabes  en  Africa,  (pie 
traen  sus  mugeres  é  hijos  consigo,  é  todo 
lo  que  tienen,  de  provincia  en  provincia: 
é  aun  en  la  provincia  de  Cueva  suelen  ha- 
cer lo  mesmo  los  indios  en  algunas  par- 
tes, que  se  mudan  con  todo  el  pueblo  de 
un  rio  ó  valle- á  lo  alto  é  sierras,  ó  de  las 
montañas  á  los  llanos,  é  donde  les  place; 
pero  dentro  de  su  señorío,  porque  tienen 
poco  que  hacer  en  ello.  Sus  casas  son  sin 
cimientos  é  de  madera  é  paja,  -y  essos  ma- 
teriales á  dó  quiera  que  se  van,  los  tienen. 
Sus  bienes  muebles  son  pocos,  é  ligera  co- 
sa llevar  la  hamaca  ó  el  arco  é  sus  perso- 
nas: los  heredamientos,  donde  mejor  acu- 
den las  simenteras  del  mahiz  é  de  las  otras 
cosas  de  su  agricoltura,  allí  se  hallan  me- 
jor; é  si  en  esta  provincia  se  va  cansan- 
do la  tierra ,  hallan  otra  holgada,  é  assi  se 
andan  mudando. 

Tienen  una  costumbre  los  indios  desta 
provincia  de-Cueva,  ques  muy  sociable  é 
obligatoria  á  los  comunes  con  su  señor  en 
el  comer ;  y  es  miel  capitán  ó  señor  prin- 


DE  INDIAS.  LIB.  } 

cipal,  ora  6ca  en  el  campo  ó  en  su  assien- 
to  é  casa ,  todo  lo  que  liay  de  comer  se 
Le  pone  delante ,  y  él  lo  reparte  á  todos, 
é  manda  dar  á  cada  uno  lo  que  le  placo. 
É  tiene  hombres  depútados  para  que  le 
siembren  el  mahiz  é  la  yuca,  é  para  sus 
lavores  del  campo,  é  otros  para  que  le 
monteen  é  maten  puercos  é  ciervos  é  otras 
sal\ ¡imillas ,  é  oíros  que  pesquen;  é  él  por 
su  persona  algunas  veces  en  todas  estas 
cosas  por  su  placer  se  ocupa  ,  en  tanto  que 
no  tiene  guerra.  Al  comer  no  le  sirven 
hombres,  sino  mugeres:  aquellas  comidas 
que  dixe  de  susso ,  no  son  con  todo  el 
pueblo,  (loando  el  señor  reparte  la  comi- 
da; pero  con  los  principales  é  mas  seña- 
lados ('•  aun  algunos  (jiros,  estando  ch  el 
campo,  á  la  continua  ;  y  estando  en  paz, 
todas  las  tiestas ,  é  algunos  dias ,  aunque 
no  sea  fiesta. 

En  sus  matrimonios  hay  cosa  de  notar, 
assi  como  que  ninguno  se  casa  con  su  ma- 
dre ni  con  su  hija  ni  con  su  hermana,  ni 
lian  acceso  carnal  con  ellas  en  estos  gra- 
dos ,  y  en  todos  los  otros  sí ;  é  si  alguno 
lo  hace  en  estos  grados,  no  es  tenido  por 
bueno,  ni  Ies  paresce  bien  á  los  oíros -in- 
dios. El  liba  ó  señor  principal  tiene  tantas 
quantas  mugeres  quiere;  pero  todos  los 
olios  sendas,  é  algunos  de  los  ricos  dos 
é  lies,  si  les. puede  dar  de  comer.  É  es- 
las  mugeres  no  las  toman  de  lengua  é 
gente  extraña  ,  é  los  señores  las  procuran 
de  las  aver  que  sean  hijas  de  otros  seño- 
res, óá  lo  menos  de  linage  de  hombres 
principales  ó  sacos  ó  cabras,  é  no  ple- 
beos,  salvo  si  no  es  alguna  tan  bien  dis- 
puesta que,  como  señor,  siendo  su  vassa- 
11a ,  la  quiera.  El  primero  hijo  que1  han 
\aron ,  aquel  subcede  en  el  estado ;  é  fal- 
lándole hijos,  heredan  las  liijas  mayores, 
é  aquellas  casan  sus  padres  con  los  prin- 
cipales vassallos  suyos.  Pero  si  del  hijo 
mayor  quedaron  hijas  é  no  hijos,  no  he- 
redan aquellas,  sino  los  hijos  varones  do 
la  segunda  hija .  porque  aquella  ya  se  sa- 


vIX.  CAP.  XXVII.  133 

be  ques  foreosamente  de  su  generación: 
assi  quel  hijo  de  mi  hermana  indubilada- 
mente  es  mi  sobrino  é  nieto  de  mi  padre; 
pero  el  hijo  ó  hija  de  mi  hermano  puéde- 
se poner  en  dubda. 

Ya  tengo  dicho  en  el  libro  V,  capítu- 
lo III ,  que  esto  assimesmo  se  usó  en  esta 
Isla  Española ;  pero  lo  mas  común  en  la 
subcession  es  quedar  por  señor  el  que  mas 
puede  de  los  que  pretenden  la  herencia, 
al  modo  de  Turquía,  y  al  modo  que  ha 
passado  muchas  veces  entre  chripslianos, 
donde  han  ávido  mas  favor  las  armas  que 
la  justicia,  por  culpa  del  tiempo  é  de  las 
malas  coiisrieneias  de  los  hombres. 

Algunas  veces  dexan  las  mugeres  que 
tienen,  é  loman  otras,  é  aun  las  truecan 
unas  por  otras  ó  las  dan  en  prescio  do 
otras  cosas:  é  siempre  le  paresce  que  ga- 
na en  el  trueco  al  que  la  toma  mas  vieja, 
assi  porque  tiene  mas  assentado  el  juicio 
é  le  sirve  mejor,  como  porque  de  las  ta- 
les lienen  menos  celos.  Esto  hacen  sin  que 
mucha  ocasión  preceda,  sino  la  voluntad 
del  uno  ó  de  entrambos,  en  especial  quan- 
do ellas  no  paren ;  porque  cada  uno  acu- 
sa el  defetto  de  la  generación  ser  del  otro, 
é  desta  causa,  si  desde  á  dos  años  ó  an- 
tes no  se  ha^e  preñada,  presto  se  acuer- 
dan en  el  divorcio.  Y  esta  separación  se 
ha  de  hacer  estando  la  ¡nuger  con  el  mes- 
truo  ó  camisa,  porque  no  haya  sospecha 
que  yba  preñada  del  que  la  repudia ,  ó  él 
la  dexa. 

Comunmente  en  la  lengua  de  Cueva  son 
buenas  mugeres  de  sus  personas,  aun- 
que no  fallan  otras  que  de  grado  se  con- 
ceden á  quien  las  quiere ,  é  son  muy  ami- 
gas de  los  chripslianos  las  que  con  ellos 
han  ávido  alguna  conversación;  porque  di- 
cen que  son  amigas  de  hombres  valientes, 
é  ellas  son  más  inclinadas  á  hombres  de 
esfuerco  qué  á  los  cobardes ,  é  conoscen 
la  ventaja  que  hagen  á  los  indios.  E  guie- 
ren  mas  á  los  gobernadores  e  <•; 
que  á  los  oíros  inferiores,  6  se  tienen  por 


134 


IIIST01UA  GENERAL  Y  NATURAL 


mas  honradas,  quando  alguno  de  los  tales 
las  quiero  bien.  É  si  conosgcn  á  algún 
chripstianocarnalmente,guárdanIe  lealtad, 
si  no  osla  mucho  tiempo  apartado  ó  ahsen- 
te,  porque  ellas  no  tienen  fin  á  ser  viudas 
ni  castas  religiosas. 

También  hay  en  estas  mujeres  de  Cur- 
va algunas,  que  públicamente  se  dan  ;i 
quien  las  quiere,  éá  las  tales  llaman  ¡/ra- 
chas, poi  que  por  decir  muger  dicen  yra;  é 
la  (jues  de  muchos  ó  amancebada  dícenla 
j  racha  (como  vocablo  pluralitér  que  se 
extiende  á  muchos).  Hay  otras  tan  amigas 
de  la  libídine,  que  si  se  hacen  preñadas, 
toman  cierta  hierva,  conque  luego  mue- 
ven é  laucan  la  preñez;  porque  dicen  ellas 
que  las  viejas  han  de  parir,  que  ellas  no 
quieren  estar  ocupadas  para  dexar  sus 
placeres,  ni  empreñarse  para  que  en  pa- 
riendo, se  les  afloxcn  las  lelas,  de  las  (pia- 
les se  prescian  en  extremo,  é  las  tienen 
buenas.  Pero  (piando  paren,  se  van  al  rio 
muchas dellas ése  lavan  la  sangre  é  purga- 
ción 6  luego  les  gessa ;  é  pocos  dias  dexan 
de  hacer  exergicio  en  lodo,  por  causa  de 
aver  parido:  antes  se  gierran  de  manera, 
que  seguud  he  oydo'á  los  que  á  ellas  se 
dan ,  son  tan  estrechas  mugeres  eri  esse 
caso ,  que  con  pena  de  los  varones  consu- 
man sus  apetitos;  é  las  que  no  han  páli- 
do, aunque  hayan  conoscido  varón,  están 
que  parescen  quassi  vírgines.  Dicho  he 
cómo  traen  sus  partes  menos  honestas  cu- 
biertas, pero  también  en  algunas  provin- 
giaf  ninguna  cosa  se-cubren.  Á  la  muger, 
como  dixe,  llaman  yra,  é  al  hombre  chuy; 
pero  en  la  provincia  de  Abrayme,  ques 
desla  gobernagion,  le  llaman  orne  al  hom- 
bre. 

Hay  assimesmo  en  esta  provincia  de 
Cueva  sodomitas  abominables,  é  tienen 
muchachos  con  quien  usan  aquel  nefando 
delicio,  c  tráenlos  con  naguas  ó  en  hábito 
de  mugeres:  é  sífvense  de  los  tales  cu  to- 


das las  cosas  y  exergigios  que  hacen  las 
mugeres,  assi  en  hilar  como  en  barrer  la 
casa  y  en  todo  lo  demás ;  y  estos  no  son 
despreciados  ni  maltractadcs  por  ello,  ú 
llámase  el  [¡agiente  camayoa.  Los  tales  ca- 
mayoas  no  se  ayuntan  á  otros  hombres  sin 
licencia  del  que  los  tiene,  6  si  lo  hagen,  los 
mala:  é  por  la  mayor  parte  en  este  error 
son  los  principales ,  no  todos ,  pero  algu- 
nos. Estos  bellacos  pacientes,  assi  como 
incurren  en  esta  culpa  .  se  ponen  sartales 
\  puñetes  de  (mentas  é  otras  cosas  (pie  por 
aneo  usan  las  mugeres, -é  no  se  ocupan 
en  el  uso  de  las  armas,  ni  hacen  cosa  que 
los  hombres  exergiten ,  sino  como  es  di- 
cho en  las  cosas  feminiles  de  las  mugeres. 
Dellas  son  muy  aborresgidos  los  cama- 
yoas;  pero  como  son  las  mugeres  muy 
subjectas  á  sus  maridos,  no  osan  hablar 
sino  pocas  veges,  ó  con  los  chripstianos; 
pon  pie  saben  que  les  desplage  tan  conde- 
nado é  abominable  vicio. 

Bien  he  visto  que  algunas  cosas  de  las 
que  he  dicho  y  estos  indios  usan,  las  es- 
cribe de  los  tártaros  el  Sancto  Antonio, 
areobispo  de  Florencia,  tan  al  proprio, 
que  paresge  que  los  indios  á  los  tárta- 
ros lo  enseñaron,  ó  que  de  Tartaria  vi- 
nieron á  la  Tierra-Firme  los  tequinas  ó 
maestros  de  sus  vigios;  porque  dige  es- 
te auctor  que  son  ydólatras  é  sodomitas, 
é  que  tienen  quantas  mugeres  pueden 
sostener ,  y  en  todos  los  grados  de  con- 
sanguinidad que  sean,  no  guardan  cosa 
alguna :  é  si  se  muere  la  muger ,  no  de- 
xan de  tomar  su  propria  hija  ó  hermana 
en  su  lugar.  Verdad  es  que  también  dige: 
«Persona?  tres  tantúm  ab  eoruin  excludunt 
matrimonio;  scilicet  matar,  filia,  sóror;  et 
omnes  alias  personas,  sibi  vel  uxoribus, 
quas.  habent  vel  habuerunl  álüér  alimen- 
tes, accipiunt  uxores  A.i  No  repudian  la 
muger  que  tienen,  si  congibe  ó  pare;  mas 
si  es  estéril,  déxanla  si  quieren.  Son  muy 


1    El  Aulonio,  l¡r  XIX,  ca;>.  S,  §  1 ,  c  §  3. 


DE  INDIAS.  Mí).  XXIX.  CAP.  XXVEL 


135 


crueles,  ó  no  tienen  reverenció  ú  los  viejos, 
ni  han  misericordia  de  los  niños:  huélgansa 
de  verter  sangre  humana  mucho,  é  de  co- 
mer la  carne  de  los  hombres  se  deleytan,  é 
de  beber  la  sangre  de  los  que  matan.  Son 
mas  dolosos  é  llenos  de  fraude  que  de  for- 
talecí, ('•  ninguna  verdad  guardan:  comen 
la  carne  humana  assada  ó  cruda,  como 
leones  '.  Dige  mas  este  auctor:  que  quan- 
do  alguno  muero,  enlierran  con  el  una  ye- 
gua con  un  potrico  ó  un  caballo  con  su  si- 
lla é  freno,  é  una  tienda ,.  porque  en  el 
otro  mundo  tenga  todo  aquello  que  con  él 
entierran,  é  [)ara  que  allá  en  la  otra  vida 
se  pueda  todo  aquello  multiplicar.  E  si  es 
señor  ó  persona  magnifica  el  tártaro  que 
muere ,  con  hábito  preciosíssimo  le  sepul- 
tan, pero  en  remoto  é  ascóndito  loco,  por- 
que no  le  despojen :  é  assi  enlierran  con 
el  lal  principal  un  caballo  muy  adornado, 


é  comen  otro  caballo  por  su  ánima,  é  ha- 
cen planto  sobre  el  tal  muerto  treynta  dias, 
é  quales  más  é  quales  menos,  é  assimes- 
mo  uno  de  sus  esclavos  vivo  ponen  en  el 
sepulcro  del  tal  principal  tártaro,  é  aquel 
él  lo  escoge  antes  que  muera,  é  le  señala 
para  ello.  Alguno  destos  tártaros ,  avien- 
do  en  fastidio  á  sus  padres  por  su  vejez, 
dátiles  de  comer  colas  gruessas  de  carne- 
ro é  cosas  con  que  fácilmente  se  puedan 
ahogar;  é  muerto,  le  queman  el  cuerpo  e 
guardan  los  polvos  por  cosa  presciosa ,  ó 
cada  dia  después,  quando  comen,  echan 
en  sus  manjares  de  aquellos  polvos  2. 

Todo  lo  susso  dicho  es  deste  sánelo  do- 
lor en  la  tercia  parte  historial  suya.  Assi 
que,  quiero  decir  que  quien  leyere  esta  mi 
General  historia  de  Indias,  muchas  cosas 
hallará  conforme  á  las  costumbres  de  los 
tártaros. 


CAPITULO  XXVIII. 

De  oirás  muchas  particularidades  de  los  indios  de  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro  en  la  provinc  ia  de  la 

lengua  de  Cueva  é  otras  parles. 


lisias  gentes  destas  partes  comunmente 
son  sin  barbas  ó  lampiños,  puesto  que  al- 
gunos indios  he  visto,  pero  pocos,  que  las 
tienen ,  assi  en  las  caras  como  en  las  otras 
partes  que  los  auestros hombres  en  nues- 
tra España  ó  Europa.  E  queriendo  yo  mas 
particularmente  entender  aquesto,  averi- 
güé en  esta  provincia  de  Cueva  (de  quien 
aqui  se  tracta),  que  también  temían  bar- 
bas como  los  chripstíanos;  mas  assi  como 
les  nascen,  se  las  pelan,  c  de  habituarse  á 
aquello  é  á  untarse  con  algunas  hiervas 
é  otras  cosas  quellos  saben ,  ningunas  les 
nasgen,  ó  si  nascen,  no  les  turan;  pero 
en  sus  vergüencas  y  en  los  sobacos,  mu- 
chos indios  en  muchas  partes  desta  tierra 
tienen  tantos  pelos,  como  los  chripslianos 
ó  qualquiera  otra  nasgion,  excepto  las  mu- 


geres ,  que  tienen  mas  diligencia  é  aviso 
para  que  en  tales  lugares  no  se  les  cric, 
ni  haya  polvo  ni  lana.  Verdad  es  que  cer- 
ca desta  provincia,  en  la  del  Ccnú,  ellos 
con  barbas,  y  ellas  y  ellos  con  todas  las 
otras  partes  secretas  que  allí  traen  pú- 
blicas, no  tienen  diferencia  ni  menos 
que  nosotros;  y  en  este  caso,  quando  cu 
otras  gentes  destas  Indias  se  hable ,  se  di- 
rá lo  demás,  ques  muy  diferente  de  lo 
que  está  dicho. 

Tienen  por  costumbre,  assi  los  indios 
como  las  indias,  de  se  bañar  tres  ó  quatro 
veces  al  dia,  por  estar  limpios  é  porque 
dicen  que  descansan  en  lavarse,  é  por  de. 
mañana  que  las  indias  vayan  al  rio  ó  fuen- 
te por  agua,  primero  .que  de  allá  vengan, 
se  lavan  é  aun  nadan  un  poco ,  en  lo  qual 


1    El  Antonio,  til.  XIX,  cap.  ¡1 ,  §  i. 


2    Idem,  til.  XIX,  cap.  8,  §  7. 


13C 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATI'RAL 


son  muy  diostros :  y  este  lavarse  tornan  á 
hacer  á  medio  dia  é  á  la  larde ,  é  por  lo 
menos  una  vez  al  dia  ellos,  é  las  indias 
mucho  mas.  Y  es  verdad  que  estando  un 
dia  ó  dos  sin  se  lavar,  como  acaesce,  ó 
por  andar  camino  ú  otras  causas,  que  na- 
turalmente huelen  á  monte ,  ó  un  mal  olor 
como  el  de  los  negros  de  Guinea,  que  en 
algunos  es  insoportable. 

Donde  quiera  que  hay  mar  c  rio  hay 
pescados  é  pescadores ;  y  estos  indios  de 
Cueva  son  muy  dados  á  este  exereieio  de 
las  pesquerías,  de  todas  aquellas  maneras 
que  se  dixo  en  el  capítulo  1  del  libro  XIII; 
porque  á  la  verdad  esta  gente  tiene  en  es- 
ta provincia  por  principal  mantenimiento 
suyo  el  pescado,  assi  porque  son  muy  in- 
clinados á  ello ,  como  porque  con  mas  fa- 
cilidad lo  pueden  aver  en  abundancia  é  á 
menos  trabaxo  que  las  salvajinas  de  puer- 
cos é  venados,  que  también  matan  é  co- 
men. E  assi  en  la  pesquería  como  en  la 
montería,  se  aprovechan  mucho  de  las  re- 
des, que  hacen  de  henequén  c  cabuya  é 
assimesmo  de  algodón ,  que  tienen  mucho 
6  bueno,  de  que  natura  los  ha  proveydo,  é 
hay  boscages  é  matas  grandes  como  árbo- 
les dello.  Y  yo  por  árboles  tengo  alguna 
manera  de  algodón  que  hay  en  estas  islas 
y  en  la  Tierra-Firme ,  pues  turan  muchos 
años  é  son  altos ,  puesto  que  la  madera  es 
feble  ó  floxa  ó  vana  assaz:  é  lo  que  los 
indios  quieren  hacer  mas  blanco  é  mejor, 
cúranlo  é  plañíanlo  en  sus  assientos  y  he- 
redamientos é  cerca  de  sus  casas.  También 
sin  redes  matan  é  montean  los  animales 
que  he  dicho ,  é  otros  á  laucadas  y  en  ce- 
pos que  les  arman ,  é  á  veces  en  oxeo  con 
cantidad  de  gente ,  é  los  atajan  é  reducen 
á  lugares  estrechos.  Después  que  los  han 
muerto ,  como  no  tienen  cuchillos  para  los 
desollar,  quartéanlos,  hácenlos  partes  con 
piedras  de  pedernales  é  con  liádmelas  de 
piedra  que  tienen  enhastadas;  é  assan  la 
carne  sobre  unos  palos,  que  ponen  á  ma- 
nera de  trévedes  ó  parrillas  en  hueco 


(quellos  llaman  barbacoas) 6  la  lumbre  de- 
baxo ;  porque ,  como  la  tierra  está  en  cli- 
ma que  naturalmente  es  calurosa,  presto 
se  daña  el  pescado  ó  la  carne,  que  se  as- 
sa  el  mesmo  dia  que  muere. 

Allende  de  la  carne  é  pescados,  tie- 
nen muchas  é  diversas  fructas:  su  pan, 
como  tengo  dicho,  es  mahiz  é  yuca.  To- 
dos por  la  mayor  parte  beben  agua,  pe- 
ro á  ninguno  desplace  el  vino:  antes  son 
muy  amigos  dél,  6  aqueste  hacen  del 
mahiz ,  segund  la  cantidad  que  quie- 
ren hacer  de  chicha ,  que  assi  llaman 
á  su  vino,  é  para  hacerlo  tienen  esta  for- 
ma. Ponen  el  mahiz  en  remojo,  é  assi  es- 
tá hasta  que  allí  en  el  agua  comienca  á 
brotar  por  los  pecones,  é  se  hincha,  é  sa- 
len unos  cogollicos  por  aquella  partí1  quel 
grano  estuvo  pegado  en  la  maeorca  que 
se  crió:  ó  desque  está  assi  saconado,  cué- 
lenlo en  buen  agua ,  ó  después  que  ha  da- 
do ciertos  hervores  é  menguado  la  canti- 
dad que  ya  ellos  saben  (pies  menester, 
apartan  del  fuego  la  olla  ó  tinajuela,  en 
que  lo  cuecen .  é  repóssase  é  assiéntase 
abaxo  el  grano.  É  aquel  dia  no  está  para 
beber;  pero  el  segundo  dia  está  mas  as- 
sentado,  é  comiencan  á  beber  dello,  aun- 
que está  algo  espesso:  é  al  tercero  dia  es- 
tá bueno  ó  claro,  porque  está  de  todo 
punto  assentado,  y  el  quarto  dia  muy  me- 
jor, é  la  color  dello  es  como  la  del  vino 
cocido  blanco  de  España  ,  y  es  gentil  bre- 
vage.  El  quinto  dia  se  comienca  á  acedar, 
y  el  sexto  más ,  y  el  séptimo  es  vinagre 
é  no  para  beberse ;  pero  no  lo  dexan  lle- 
gar á  esse  término,  é  dcsta  causa  siempre 
hacen  la  cantidad  que  Ies  paresce,  por- 
que no  se  pierda  ni  dañe :  é  assi  antes 
que  aquello  no  esté  para  beber,  tienen 
otro ,  que  se  va  haciendo  de  la  manera 
ques  dicho.  A  mi  parescer  es  de  mejor 
sabor  é  mas  substancia  que  la  sidra  ó  vi- 
no de  manganas  que  se  hace  é  beben  en 
Vizcaya,  ó  que  la  cerveca  ó  biara  que 
beben  los  ingleses  é  en  Flandes  (que  to- 


DE  INDIAS.  LII3.  XXIX.  CAP.  XXVIII. 


137 


do  lo  uno  é  lo  otro  lie  probado  é  bebido). 
Este  vino  es  sano  é  templado,  é  dónenle 
los  indios  por  presgiado  é  gentil  manteni- 
miento, é  llénelos  gordos.  También  se 
hace  muy  buen  vinagre  del  mahiz  en  esta 
manera.  Tuestan  los  granos  del  mahiz  al 
fuego,  é  después  muélenlos  é  hácenlos 
harina,  la  qual  mezclan  con  amia,  é  dán- 
le  (;¡erlos  hervores ,  é  apartan  la  olla  co- 
mo está,  ó  pássanla  donde  esté  repossada 
hasta  otro  dia,  que  la  tornan  á  cocer  assi 
como  está :  é  después  del  segundo  coci- 
miento cuélanlo,  é  lo  que  ha  salido  limpio, 
hecho  agua  ó  vinagre,  pónenlo  al  sol  dos 
ó  tres  dias.  E  al  tiempo  que  lo  comiencan 
á  poner  al  sol,  échanle  un  poco  de  agua 
limpia,  para  que  se  haga  mas  fuerte;  y  en 
fóe  de  aquellos  tres  dias  que  ha  estado  al 
sol,  queda  hecho  buen  vinagre  é  tura  mu- 
chos dias,  que  no  se  daña  é  corrompe  ni 
afloxa  de  su  ser  que  tuvo,  quando  mejor 
fué. 

Dixe  en 'el  capítulo  XXVI  de  susso  que 
por  la  mayor  parle  los  indios  desta  pro- 
vincia de  Cueva  fundan  sus  empresas  so- 
bre una  bebdera  ó  areyto.  Y  qué  cosa  sea 
este  areyto  largamente  se  di\o  en  el  li- 
bro V,  capítulo  I;  e  de  aquellas  maneras 
que  allí  dixe  é  otras  muchas  que  dexé  de 
decir,  por  evitar  prolixidad.  si'  usan  en  es- 
ta provincia  de  Cueva.  V  porque,  cómo 
quedan  horradlos,  los  menos  se  acuerdan 
otro  dia  de  lo  que  allí  se  tracto  cantando, 
siempre  quedan  algunos,  como deputados 
é  viejos,  que  no  andan  en  el  bayle  ó  arey- 
to :  con  los  quales  luego  otro  dia  siguiente 
se  comunica  el  cantar  de  la  noche  ó  dia  de 
antes,  ó  lo  que  allí  se  ordenó  con  los  ca- 
pitanes; é  lo  ponen  por  obra,  como  si 
quedassen  obligados  por  un  firme  é  bas- 
tante contracto  ó  juramento  é  pleytesia  in- 
violable. Y  también  hay  algunos  de  tan 
buenas  cabegas,  que  por  mucho  que  be- 
ban, no  se  descuerdan  ni  caen  embriagos. 
Estos  areytos,  como  en  otra  parte  tengo 
dicho,  son  sus  letras  ó  memoriales. 

TOMO  III. 


Una  cosa  de  las  que  mas  se  han  espan- 
tado los  indios  de  quantas  han  visto  entre 
los  ehripstianos  son  las  letras,  é  que  por 
ellas  nos  entendamos  con  los  ausentes.  É 
assi,  quando  algún  chripstiano  escribe  á 
otro  que  está  algunas  leguas  de  allí ,  é  al- 
gún indio  es  el  mensagero,  quedan  espan- 
tados que  en  la  carta  digan  acullá  lo  que 
se  ha  fecho  acá,  que  aquel  indio  ha  visto 
hacerse,  ó  lo  que  se  entiende  hacer;  é  llé- 
vanla  con  tanto  respecto  é  temor  é  guarda 
que  les  paresce  que  también  sabrá  degir  la 
carta  lo  quel  indio  piensa  ó  hace ,  como 
él  mesmo ,  é  aun  algunos  piensan  que 
tiene  ánima  la  carta,  é  ya  se  ha  platicado 
entre  ellos  para  lo  experimentar.  É  espe- 
cialmente un  cagique  en  aquella  tierra  de 
Cueva  mandó  á  un  indio  suyo  que  á  una 
carta  de  su  amo,  que  avia  de  llevar  á  gier- 
ta  parte  á  otros  ehripstianos,  le  pregunlas- 
se  en  el  camino  á  la  carta  el  que  la  llevaba 
algunas  cosas  que  le  mandó,  é  assi  lo  hi- 
go: é  dada  la  carta,  volvió  con  otra  en 
respuesta  de  aquel  á  quien  yba,  é.  des- 
pués aparte  el  cagique  dixo  á  su  indio  si 
avia  fecho  lo  que  le  mandó,  é  dixo  que 
sí;  pero  que  la  carta  no  le  avia  querido 
responder  á  nada,  é  que  creia  que  mali- 
giosamente  la  carta  no  queria  hablar  sino 
con  los  ehripstianos,  é  que  ella  avia  dicho 
á  su  amo  lo  que  le  avia  el  indio  pregunta- 
do ;  por  lo  qual  el  cagique ,  de  temor  des- 
to,  huyó  é  se  algó.  Desde  á  pocos  dias 
fué  presso,  é  preguntándole  la  causa  por 
que  se  avia  huyelo ,  pues  que  no  se  le  avia 
fecho  sinragon  ni  mal  tractamiento  alguno, 
dixo  quél  sabia  que  la  carta  le  avia  dicho 
lo  que  su  indio  le  avia  preguntado  á  la 
carta,  é  que  aquel  indio  era  bellaco,  por- 
que el  cagique  no  se  lo  avia  mandado  ,  é 
quél  lo  avia  muerto  después  para  lo  casti- 
gar ,  é  quél  seria  bueno ;  dando  á  enten- 
der quél  creia  que  la  caria  avia  dicho  por 
dónde  á  él  le  viniesse  daño.  El  que  esta 
expiriengia  higo,  fué  el  capitán  Gongalo  de 

Badajoz,  el  qual  le  dixo  al  cagique  que  la 

18 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


138 

verdad  era  que  la  caria  se  lo  avia  dicho 
Indo  y  el  lo  sabia,  c  que  las  carias  todo 
lo  entienden  quanlo  se  conseja  ó  se  tracta 
contra  los  chripstianos ,  y  ellos  les  tienen 
mandado  quellas  no  hablen  con  los  in- 
dios ni  les  descubran  ningún  secreto.  E 
assi  se  lo  creyó  este  cacique,  6  de  astu- 
to el  capitán  quiso  dexarle  en  esta  sos- 
pecha. 

En  las  cosas  de  la  guerra  he  visto  des- 
ta  gente  que  se  prescian  mucho:  é  (pian- 
do salen  en  campo,  llevan  caracoles  gran- 
des lechos  bocinas,  (pie  suenan  mucho,  c 
también  alambores  é  muy  hermosos  pena- 
chos, é  algunas  armaduras  de  oro  en  los 
pechos ,  é  patenas  é  brazales  é  otras  pie- 
cas  en  las  caberas  é  oirás  partes  de  la 
persona ;  6  de  ninguna  manera  tanto  como 
en  la  guerra  se  prescian  de  parescer  gen- 
tiles hombres  ó  yr  lo  mas  bien  aderesca- 
dos  quellos  pueden.  Dastos  caracoles 
grandes  se  hacen  unas  contecicas  blancas 
de  muchas  maneras  ,  é  otras  coloradas,  é 
otras  negras,  é  otras  moradas,  é  camiti- 
cos do  lo  mesmo :  é  hacen  brazaletes  en 
que  con  estas  qüentas  mezclan  otras ,  é 
olívelas  de  oro  que  se  ponen  en  las  mu- 
ñecas y  encima  de  los  tobillos  é  debaxo 
de  las  rodillas  por  gentileza :  en  especial 
las  mugeres ,  que  se  prescian  de  sí  é  son 
principales,  traen  todas  estas  cosas  en  las 
paites  que  he  dicho  é  á  las  gargantas,  é 
llaman  a  estos  sartales  cachira  é  a  las  co- 
sas desla  manera.  Traen  assimesmo  zarci- 
llos de  oro  en  las  orejas,  é  horádanse  las 
narices  hecho  un  agugero  entre  las  ven- 
lanas  ,  é  cuelgan  de  allí  sobre  el  labio  al- 
to otro  zarcillo,  ó  se  ponen  allí  un  palillo 
de  oro  tan  gruesso  como  una  péñola  de 
escribir.  Algunos  indios  se  tresquilan, 
puesto  que  comunmente  ellos  y  ellas  tie- 
nen buen  cabello  muy  llano  é  negro  é  se 
prescian  dello:  é  las  indias  lo  traen  luen- 
go hasta  la  mitad  de  las  espaldas  ,  é  bien 
cortado  igualmente  é  por  encima  de  las 
Cejas  ,-y  en  lugar  de  tisseras  tienen  nava- 


jas de  pedernales,  que  cortan  como  bue- 
nas tisseras. 

Dicho  tengo  que  los  indios  tienen  los 
cascos  de  la  cabera  gruessos ,  y  he  mira- 
do en  ello  muchas  vezes,  y  es  assi  ver- 
dad, ques  qualro  tanto  gruesso  el  casco 
de  un  indio  (piel  de  un  chripstiano:  é  assi 
por  esto,  quando  pelean  con  ellos  los 
chripstianos,  tienen  aviso  en  no  darles  cu- 
chilladas en  la  cabeza ,  porque  se  han  vis- 
to quebrar  muchas  espadas,  porque  de- 
mas  de  ser  gruesso  el  casco ,  es  muy  re- 
z'io  en  sí. 

Assimesmo  he  visto  é  notado  destos 
indios  de  Cueva ,  que  quando  van  á  ca- 
mino é  se  cansan,  conoszen  que  les  sobra 
sangre:  é  para  descansar,  ellos  niesmos  se 
sajan  las  piernas  é  los  brazos  con  ziertos 
pedernales  delgados ,  que  traen  consigo 
para  este  efelto;  é  algunas  vezes  hazen 
estas  sangrías  con  colmillos  de  víboras uiuy 
delgados ,  ó  con  unas  cañuelas. 

También  he  dicho  de  sus  pinturas  de  la 
bixa  é  de  la  xagua  é  de  otras  maneras, 
assi  en  guerra  como  en  paz  ellos  y  ellas; 
pero  en  espezial  en  la  guerra  se  acostum- 
bran á  pintar  mas  á  menudo  los  indios,  é 
les  paresze  que  no  es  hombre  militar  el 
que  no  lo  haze.  Algunos  quieren  dczir 
que  no  es  solamente  por  la  gala  tal  pintu- 
ra ,  sino  porque  se  hallan  mas  sanos,  pin- 
tándose con  tales  cosas ;  y  por  esso  no  dc- 
xan  de  usar  de  tales  pinturas  perpetuas, 
que  no  turan  menos  que  sus  vidas,  ni  se 
les  acaban  sino  con  pudrirse  la  carne  pin- 
tada. Y  esta  tal  pintura  úsanla  de  dos  ma- 
neras :  la  una  es  como  marca  en  cierta 
forma,  ó  con  esta  tal  hierran  al  paco,  que 
quiere  dec.ir  esclavo:  la  otra  es  por  gen- 
tileza, que  significa  gala  é  libertad,  é  ca- 
da una  tiestas  se  ponen  en  lugares  depu- 
tados  en  la  persona ;  porque  en  la  cara  de 
la  boca  abaxo,  aunque  alcanze  á  las  ore- 
jas ,  y  en  los  brazos  é  pecho ,  es  gala  de 
hombres  é  mugeres  libres,  é  de  la  boca 
arriba  en  la  cara  es  captiverio.  E  aquella 


D]<  INDIAS.  LIB. 

señal,  que  traen  los  libres  vassallos  é  cria- 
dos é  aceptas  personas  al  señor,  son  de 
una  manera ,  tan  justamente ,  sin  tener 
uno  mas  que  otro,  que  no  paresce  sino 
que  por  estampa  está  hecho  de  molde:  y 
en  aquella  pintara  no  menguan  ni  eres- 
gen,  porque  como  he  dicho  es  devisa  ó 
como  una  librea  conoscida  del  tiba  ó  que- 
ví,  en  cuyo  señorío  é  obediencia  viven  los 
que  assi  están  pintados.  Y  el  inesrnosaco 
ó  tiba  ó  principe  trae  la  inesma  pintura; 
la  qual  pintura  6  devisa  escoge  el  señor, 
(piando  hereda  la  casi  é  calado,  é  la  ha- 
ge  diferente  de  la  que  usó  su  padre,  para 
que  se  conozca  (piales  sirvieron  al  uno  é 
quálcs  al  otro.  Otros  hay  que  aunque  he- 
redan la  casa,  no  mudan  la  devisa  que  su 
padre  tenia;  é  por  esta  causa  los  que  han 
de  heredar  no  se  pintan,  porque  tienen 
esperanza  de  mudar  la  devisa  é  tomar  la 
que  les  paresgierc.  É  estos  tales  son  siem- 
pre odiosos  á  sus  padres,  porque  no  se 
pintan  de  su  devisa,  6  los  que  toman  la 
marca  ó  devisa  del  padre ,  en  sus  dias, 
quiérelos  mucho;  é  después  no  la  puede 
mudar  ni  menguar  ni  cresgeren  ella,  por- 
que lo  temían  por  malo  6  mentiroso  á  mi 
padre,  ó  no  le  darían  crédito  en  nada. 

Á  estas  gentes  tampoco  les  falta  plaga 
ó  coxíxos  que  los  molestan  é  produge  la 
natura,  para  que  entiendan quán pequeñas 
é  viles  cosas  son  bastantes  para  los  ofen- 
der é  inquietar  é  dar  enojo :  de  lo  qual  el 
hombre  de  racon  debe  considerar  su  po- 
co ser,  para  no  descuydarse  del  officio 
pringipal  para  que  fué  formado ,  ques  co- 
nosger  á  su  Hacedor,  dándole  continuas 
gragias  de  los  beneficios  resgebidos,  é  an- 
dar por  el  camino  derecho  de  su  salva- 
gion ,  pues  tan  abierta  é  clara  tienen  la  via 
los  chripstianos  todos,  que  quieren  abrir 
los  ojos  del  entendimiento  á  conosger  su 
Hagedor.  É  aunque  algunas  cosas  destas 
sean  asquerosas  ó  no  tan  limpias  para  oyr 
como  otras ,  no  son  menos  dignas  de  no- 
tar para  sentir  las  diferengias  é  varias  ope- 


XXIX.  CAP.  XXVIII.  139 

ragiones  de  la  natura  por  la  dispensagion 
del  Maestro  dolía. 

Ved  la  soberbia  del  Icón ,  é  la  forlalcea 
del  elephante,  é  la  crueldad  del  tigre,  ó 
la  pongoña  de  la  víbora  é  del  áspide ,  y 
cómo  qualquier  mosca  ó  mínimo  mosquito 
los  enoja  é  molesta.  Y  assi  entre  los  otros 
trabaxos  que  á  los  hombres  en  Tierra-Fir- 
me molestan  é  inquietan  en  muchas  parles, 
por  donde  passan  por  los  campos,  hay  uno 
inevitable  para  dexarde  incurrir  en  él;  yes 
que,  á  causa  de  aver  muchas  aguas,  ó  an- 
dan en  piernas  ó  con  garahuelles  arreman- 
gados, é  péganscles  de  las  hiervas  tantas 
garrapatas,  que  les  cubren  las  piernas,  y 
tan  chiquitas  que  la  sal  molida  es  poco 
mas  menuda :  é  después  que  están  llenos 
desta  mala  compañía  é  llegan  donde  han 
de  parar  á  descansar  aquella  noche ,  en 
ninguna  manera  se  las  pueden  quitar  ni 
despegar  de  lascarnos,  sino  untándose  con 
ageytc :  é  después  que  un  rato  están  un- 
tadas las  piernas  ó  parles  donde  las  tie- 
nen, se  mueven  y  engruessan  algo,  é 
ráculas  con  un  cuchillo,  é  assi  las  quitan 
los  chripstianos;  pero  los  indios,  que  no 
tienen  ageytc,  chamúscanlas  con  pajas  ar- 
diendo, é  sufren  mucho  trabaxo  para  se 
las  quitar.  Y  desto  queda ,  en  qualquier 
manera  que  las  quiten,  tanto  escogimiento 
donde  han  estado ,  que  no  se  olvida  ni  de- 
xa  de  dar  pena  esse  día  é  algunos  más; 
y  en  la  jornada  que  las  ha  traydo  el  hom- 
bre á  cuestas,  no  pudo  ser  sin  grande  eno- 
jo ,  sin  lo  poder  excusar.  Y  estas  garra- 
patas no  se  ha  de  entender  que  las  topan 
en  todas  partes ;  pero  acaesge  hartas  re- 
ges lo  ques  dicho. 

Son  los  indios  grandes  maestros  de  ha- 
ger  sal  del  agua  de  la  mar ,  é  tan  diestros 
que  no  pienso  yo  que  les  hagen  ventaja 
los  que  en  tal  excrgigio  entienden  (en  el 
Dique  de  Jelanda,  gerca  de  la  villa  de 
Mediolburque);  porque  la  de  los  indios  es 
tan  blanca  quanto  puede  ser  la  nieve,  y 
es  mucho  mas  fuerte  é  no  se  deshago  tan 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


presto,  como  la  que  he  dicho.  Yo  he  visto 
muy  bien  la  una  é  la  otra,  é  la  he  visto 
hacer  á  los  unos  é  a  los  otros,  y  he  comi- 
do de  ambas. 

Quando  los  indios  no  tienen  guerra,  to- 
do su  exercicio  es  tractar  é  trocar  quanto 
tienen  unos  con  otros;  é  assi  de  unas  par- 
tes á  otras  los  que  viven  en  las  costas  de 
la  mar  ó  por  los  rios,  van  en  canoas  á 
vender  de  lo  que  tienen  complimiento  é 
abundancia ,  é  a  comprar  de  lo  que  les 
falta.  É  assimesmo  tractan  por  la  tierra,  ó 
llevan  sus  cargas  a  cuestas  de  sus  escla- 
vos: unos  llevan  sal,  otros  mahiz,  oíros 
mantas,  otros  hamacas,  otros  algodón  hi- 
lado ó  por  hilar,  otros  pescados  salados; 
otros  llevan  oro  (al  qual  en  la  lengua  de 
Cueva  llaman  y  rubra).  En  fin,  aquello  que 
Ies  falta  á  los  indios  es  lo  que  mas  esli- 
man ,  é  aun  algunos  venden  los  proprios 
hijos.  E  todas  estas  cosas  é  otras  se  dan 
unas  á  trueco  de  otras,  porque  no  tienen 
moneda  ni  cierto  prescio,  ó  assi  acaescen 
en  esta  manera  de  cambiar  muchos  enga- 
ños ,  é  que  se  dan  cosas  que  valen  poco, 
por  las  que  valen  mucho  más. 

En  la  provincia  é  puerto  del  Cenú  (que 
un  tiempo  fué  desta  gobernación  de  Cas- 
tilla del  Oro,  é  agora  es  de  la  de  Carta- 
gena), el  año  de  mili  é  quinientos  y  quin- 
ce, fueron  allí  ciertos  capitanes  é  gente 
por  mandado  del  gobernador  Pcdrarias 
Dávila,  é  hallaron  muchos  cestos  (del  ta- 
maño de  aquellos  que  se  llevan  de  la  mon- 
taña c  de  Vizcaya  a  Castilla  con  besugos): 
los  quales  estaban  llenos  de  cigarras  é  gri- 
llos é  langostas  de  las  que  saltan :  ó  decían 
los  indios  que  fueron  allí  pressos,  que  te- 
nían aquellos  cestos  para  llevarlos  á  otras 
tierras  c  partes  dentro  de  la  tierra  é  léxos 
de  la  mar ,  donde  no  tienen  pescado  6  se 
estima  mucho  aquel  manjar,  paralo  co- 
mer, é  les  dan  por  ello  oro  é  otras  cosas, 
de  que  cssotros  tienen  penuria  é  nescessi- 
dad,  con  que  vuelven  cargados  á  sus  casas. 

Esta  provincia  de  Cueva ,  en  todas  las 


partes  que  se  habla  su  lengua ,  es  tierra 
templada,  y  en  sus  tiempos  ordenados 
llueve,  porque  hay  invierno  é  verano; 
pero  al  contrario  que  en  España,  por- 
que en  Castilla  lo  mas  recio  del  invierno 
es  diciembre  y  enero ,  assi  en  velos  como 
en  (lluvias  é  fríos,  y  el  tiempo  de  mas  ca- 
lor es  el  de  Sanct  Johaq  é  adelante  en  julio 
6  agosto;  c  por  el  opóssito  en  Cueva  é 
Castilla  del  Oro  el  verano  é  tiempo  mas 
enjuto  é  sin  aguas  es  por  navidad  é  un 
mes  antes  é  otro  después  ,  é  aun  parte  de 
hebrero;  y  el  tiempo  de  las  aguas  es  por 
Sanct  Johan ,  ó  un  mes  antes  6  otro  mes 
ó  mes  é  medio  después.  É  aquello  llaman 
los  españoles  invierno  en  aquella  tierra, 
no  porque  estonces  haya  mas  frió  ni  por 
diciembre  mas  calor:  antes  el  tiempo  to- 
do el  año  es  quassi  de  una  manera ;  pero 
porque  en  aquella  sacón  de  las  aguas  no 
se  vce  el  sol  assi  ordinariamente  é  la  gen- 
te anda  mas  encogida  ,  6  sin  que  haya  frió 
les  párese, c  tiempo  frió,  obscuro  é  menos 
aplacible.  Verdad  es  que  en  las  montañas 
ó  sierras  no  dexa  de  aver  frió ,  é  sabe 
bien  la  compañía  del  fuego;  é  los  indios 
é  aun  los  chripstianos  ponen  brassa  deba- 
so  de  las  hamacas  de  noche  é  se  cubren 
con  mantas  de  algodón  para  dormir. 

Porque  en  otras  cosas  muchas  desta  go- 
bernación se  podría  gastar  tiempo  en  degir 
sus  particularidades,  no  nos  detengamos 
en  ellas ,  pues  que  algunas  están  tocadas 
ó  son  comunes  á  otras  provincias  (de  quien 
se  ha  escripto  en  los  libros  precedentes), 
assi  como  el  sacar  lumbre  los  indios  con 
los  palillos  (segund  se  dixo  en  el  libro  VI, 
capítulo  V  de  la  primera  parte),  porque  lo 
mesmo  se  hace  en  Tierra-Firme ,  en  esta 
gobernación,  y  en  todas  las  otras  provin- 
cias que  hasta  agora  se  saben.  Y  assi  con 
el  ludir  ó  fletar  de  los  tres  palillos  encien- 
den fuego ;  pero  no  traen  aquel  palo  liso, 
para  torcerle  sobre  los  dos  que  están  en 
tierra, .sino  de  lo  mesmo  son  todos  tres, 
é  se  enciende  mucho  bien,  é  de  quales- 


DE  INDIAS.  IJD.  XXIX 

quicr  maderas ,  con  tanto  que  buscan  las 
nías  ligeras  para  ello,  por  penar  menos  en 
lo  sacar,  é  que  essas  no  sean  huecas. 

De  las  niguas  y  de  la  enfermedad  de 
las  bubas,  de  que  se  tracto  en  el  libro  II, 
capítulo  XIV,  digo  que  esta  enfermedad 
es  muy  común  en  todas  las  partes  de  la 
Tierra-Firme,  6  en  algunas  hay  el  palo 
guayacan, con  que  se  curan,  é  con  hiervas 
ó  od  as  maneras  de  medeginas,  que  aun 
no  son  bien  entendidas  por  los  chripstia- 
nos,  y  la  passion  de  las  niguas  assi  se  cu- 
ra, como  se  dixo  en  el  lugar  alegado.  Pe- 
ro hay  oda,  ques  notable  passion,  con  los 
murciélagos  ,  é  desta  yo  tracté  en  el  rc- 
portorio  que  se  escribió  en  Toledo,  lo  qual 
aqui  no  repetiré  porque  lo  dexo  cscripto 
en  el  libro  XIV,  capitulo  VII. 

Porque  loscapítulos  prolixoscansaná  los 
letores  que  son  de  arremetida,  diré  en  el 
siguiente  odas  particularidades  de  otras 
cosas  notables  de  aquesta  gobernación  de 
Castilla  del  Oro.  Y  dixe  letores  de  arreme- 
tida, porque  son  como  unos  caballos  que 
para  ruar  ó  remeterlos  en  una  calle  ó  corta 
carrera  paresgen  bien  é  passan;  pero  para 
pelear  é  seguir  el  campo  éla  guerra  no  va- 
len ni  son  suficientes.  El  que  ha  de  leer  no 
so  ha  de  cansar  ni  dexar  imperfeta  la  ma- 
teria, ni  puede  entender  cumplidamente  el 
intento  del  auclor,  ni  la  traca  é  orden  del 
libro,  ni  ver  cómo  quadfa  con  el  título 


CAP.  XXVIII.  141 

que  tiene,  si  lee  un  capítulo  é  falta  ade- 
lante otros  muchos;  ni  puede  juzgar  de 
alguna  causa  derechamente  el  que  algu- 
nos artículos  ó  partes  dexasse  de  exami- 
nar en  el  volumen  del  progesso.  Y  los  que 
leen  de  arremetida,  como  digo,  no  son 
los  que  saber  dessean ,  ni  á  quien  aprove- 
cha el  estudio ,  sino  los  que  están  emba- 
razados con  otros  cuydados,  para  olvidar 
aquel,  ó  para  volver  al  mesmo,  toman  un 
libro  en  la  mano,  con  que  se  duerman  ó 
arrullen,  buscando  su  sueño;  é  a  los  tales 
también  se  les  passa  la  vida  soñando.  Y 
dessos  querría  yo  que ,  quando  topassen 
con  estas  historias,  trocassen  sus  costum- 
bres é  me  diessen  un  poco  de  atengion,  si 
presumieren  bagerse  jueges  ó  reprehenso- 
res  dcllas ,  para  considerar  questos  trac- 
tados  se  fundan  principalmente  en  loor  de 
Dios ,  que  de  tantas  novedades  é  diversi- 
dad de  cosas  qs  el  Hagedor ,  é  que  se  di- 
gen  para  que  le  demos  de  todo  gragias  é 
mejor  le  conozcamos ;  y  lo  segundo,  por- 
que la  elemengia  de  Céssar  quiere  que  por 
su  mandado  se  sepan  é  comuniquen  al 
mundo  todo;  y  lo  tergero,  porque  es  un 
grand  contentamiento  á  los  hombres ,  de 
qualquier  estado  que  sean ,  oyr  cosas  nue- 
vas, seyendo,  como  son  estas,  Verdade- 
ras y  escripias  y  publicadas  en  tiempo  de 
muchos  millares  de  testigos. 


CAPITULO  XXIX. 


Do  algunas  particularidades  de  Castilla  del  Oro  é  sus  provincias  ,  allende  de  las  que  se  han  dicho  en  los 

capítulos  precedentes. 


Ya 


a  en  la  primera  parte,  en  el  libro  V  é 
capítulo  II,  tengo  dicho  qué  cosa  son  ta- 
bacos é  ahumadas  que  los  indios  desta  é 
otras  islas  usan ;  pero  en  esta  provingia  de 
Tierra-Firme,  en  Castilla  del  Oro,  usan 
echar  en  el  fuego  giertas  hiervas  é  gomas 
de  giertos  árboles,  que  lodo  ello  hiede  y 
es  incomportable  sino  á  los  indios ,  que  lo 


han  en  costumbre ,  é  digen  ellos  ques  sa- 
na cosa. Los  qualcs  sahumerios  ellos  usan, 
después  que  han  genado  y  eslán  hartos, 
para  se  dormir  por  medio  de  aquel  hu- 
mo que  desde  el  fuego  resgibian  é  lo  olian; 
con  el  qual,  luego  en  poco  espagio,  so- 
breviene un  profundo  é  pessado  sueño ,  é 
tanto  mas  grave  é  para  mas  tiempo  quan- 


142  HISTORIA  GENI 

lo  más  el  fuego  tura  de  consumir  aquella 
materia.  É  quando  tura  un  quarto  de  ho- 
ra el  humo,  dicen  que  Ies  tura  el  sue- 
ño quatro  ó  cinco  horas  después  á  los  in- 
dios ,  6  assi  a  proporción  ellos  echan  en 
el  fuego  lo  que  les  paresgc  que  Ies  debe 
de  bastar  ó  quieren  estar  sin  despertar. 

En  los  areytos  c  cantares  usan  los  mes- 
mos  atambores,  que  dixe,  de  palo  huecos 
en  el  V  libro,  é  también  otros  que  hagen 
encorados  de  cueros  de  venados  é  de  otros 
animales:  é  hácenlos  sobre  caxas  de  ma- 
dera de  un  pedaco  ó  tronco  cóncavo  de 
un  árbol ,  tan  gordo  é  tan  grande  como  lo 
quieren.  É  hacen  unos  portátiles,  que  los 
puede  llevar  un  hombre  como  un  tambo- 
rino ó  atambor ,  c  otros  tan  grandes  que 
son  menester  ginco  ó  seys  hombres  á  lle- 
var de  una  parte  á  otra :  é  aquestos  tales 
llénenlos  colgados  en  la  casa  del  liba  ó 
saco,  é  allí  los  tañen  en  una  de  dos  ma- 
neras. Ó  en  los  areytos  6  fiestas  é  borra- 
cheras que  hagen,  ó  quando  el  cagique 
quiere  por  su  mano  matar  algún  principal, 
tañen  primero  aquel  grande  atambor,  pa- 
ra que  se  junten  todos  los  del  pueblo  á 
ver  su  justicia ,  é  sirven  como  de  campa- 
na de  congejo;  6  primero  que  lo  mate,  di- 
go allí  sus  culpas  é  delictos  el  señor,  é  la 
causa  que  tiene  para  le  castigar ,  y  el  que 
padesge  las  otorga,  ques  aquesto  como 
una  satisfagion  ó  cuenta  que  se  dá  al  vul- 
go ,  como  señor  justo ,  para  que  no  le  ten- 
gan por  agelerado  é  malo.  E  después  de 
hecho  este  complimicnto ,  dale  con  una 
macana  en  la  cabega  uno  ó  dos  golpes ;  é 
después  que  ha  caydo,  mándale  allí  acabar 
de  matar  en  su  pressengia  por  mano  de 
uno  de  aquellos  que  allí  están  pressenles; 
é  hágolo  echar  en  el  campo  á  que  lo  co- 
man aves,  c  no  le  dan  sepoltura  á  este 
tal,  aunque  sea  pringipal.  É  aquesta  tienen 
por  mayor  pena  que  la  mesma  muerte; 


AL  Y  NATURAL 

porque  paresge  que  al  tal  muerto  le  pri- 
van de  la  dignidad  é  mayoría  que  tenía  á 
los  hombres  plebeos ,  pues  que  en  aque- 
lla provingia  de  Cueva ,  por  la  mayor  par- 
te ,  no  se  entierran  sino  los  pringipales  é 
señores ;  é  toda  la  gente  común ,  quando 
se  quiere  morir  alguno ,  él  mesmo  se  sale 
al  campo  é  se  mete  en  el  arcabuco  ó  bos- 
que ,  á  donde  se  acaba  de  morir ;  y  si  él 
no  se  va ,  porque  no  puede ,  llévanle  su 
muger  é  hijos  é  otros  indios  á  donde  él  di- 
ce que  se  quiere  yr  á  morir,  é  déxanlc 
allí  una  calabaga  con  agua  é  algún  bollo 
ó  niagorcas  de  mahiz,  ú  otra  cosa  de  co- 
mer ,  é  no  curan  mas  del ;  é  allí  acaba ,  ó 
se  lo  come  algún  tigre  ú  otro  animal,  ó  las 
aves. 

Quanto  á  los  mantenimientos  de  la  pro- 
vingia de  Cueva,  digo  que  lo  principal  es 
mahiz  é  yuca ;  pero  la  yuca  de  allí  no  ma- 
ta, como  la  de  aquestas  islas:  antes  se  co- 
me assada  é  cogida ,  como  las  batatas  é 
ajes,  que  también  hay  muchos.  Tienen 
mucho  axíé  de  muchas  maneras;  calaba- 
gas  muchas  de  las  mesmas  de  España,  sin 
que  las  llevassen  allá  los  chripstianos,  é 
son  naturales  de  la  Tierra-Firme  en  mu- 
chas provincias:  bihaos,  assi  como  se  di- 
xo  en  la  primera  parte,  los  hay  innume- 
rables en  Tierra-Firme,  é  de  las  corte- 
gas  dellos  hagen  muy  lindas  gestas  y  es- 
puertas con  sus  tapadores ,  que  los  indios 
llaman  habas ,  é  otras  cosas.  Assimcsmo 
hay  muchas  yracas,  que  son  diversas 
hiervas  que  comen ,  é  de  que  hagen  pota- 
jes :  piñas  hay  muchas ,  mayores  é  mejo- 
res que  las  destas  islas  nuestras,  de  que 
se  tracto  en  el  capítulo  Xin  *,  libro  VII,  y 
en  algunas  partes  se  hage  vino  dellas,  y 
es  bueno  é  de  buen  gusto.  De  los  árboles 
que  se  han  llevado  de  España,  digo  que  hay 
naranjos  é  limas  é  limones  é  gidras,  higue- 
ras ,  granados ,  palmas  de  dátiles  algunas, 


•  Asi  se  lee  en  el  MS.  original;  pero  no  habló  que  en  esle  lugar  cila,  como  se  puede  ver  en  el  lo- 
cl  aulor  de  las  pinas  sino  en  el  cap.  XIV  del  libro      mo  I,  pág.  280. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  XXIX. 


143 


é  algunos  cañafistolos,  plátanos  de  los  que 
aquí  llaman  plátanos  é  no  lo  son ,  sino  mu- 
sas: de  los  naturales  de  la  tierra  hay  ho- 
bos,  caymitos  (como  losdesta  isla  quanto 
al  árbol ,  pero  la  fructa  es  mayor  é  redon- 
da), higueras  muchos,  xaguas,  guaguma, 
guama,  hicacos,  yaruma,  guiabara,  co- 
pey, cibucán,  guanábano,  anón,  guaya- 
bo: todos  estos  son  proprios  árboles  é 
fructas  de  la  Tierra-Firme ,  é  mejores  que 
los  destas  calidades  en  estas  islas.  Ma- 
mey: estos  mameyes  son  mejores  é  ma- 
yores é  de  mas  suertes  en  la  Tierra-Fir- 
me, y  en  especial  en  la  provincia  de  Bó- 
rica, quos  desta  gobernación  de  Castilla 
del  Oro,  que  son  tamaños  como  buenos 
melones  de  Castilla  é  de  muy  buen  gusto. 
Carcamoras,  cardones,  en  que  nasgen  las 
pitahayas,  cardones  de  los  altos  6  dere- 
chos, mayores  que  langas  de  armas ,  qua- 
drados  y  espinosos,  que  los  chripstianos 
llaman  {ir ios,  todas  estas  fructas  é  árbo- 
les hay  en  Cueva ,  é  no  hay  para  qué  de- 
cirlos aqui,  pues  que  en  el  libro  VIII  de 
la  primera  parte  se  dixeron,  éassimesmo 
de  las  parras  6  uvas.  Y  demás  de  loque 
se  dixo  en  la  primera  impression ,  yo  he 
después  añadido  é  acresgentado  para  la 
segunda  los  que  demás  de  aquellos  hay 
en  esta  provincia  de  Castilla  del  Oro. 

Quanto  á  los  árboles  salvages,  digo  que 
hay  espinos ,  é  de  los  nogales  desta  Isla 
Española,  é  de  todas  las  maneras  de  pal- 
mas que  se  dixo  en  el  libro  IX,  capítulo  IV, 
é  muchos  árboles  de  los  del  xabon.  É  sin 
cssos,  hay  g iertas  raygcs  que  también  sir- 
ven de  xabon ,  é  algan  tanta  espuma  ó 
mas;  pero  la  ropa  que  se  usa  lavar  con  es- 
tas raygcs,  por  tiempo  se  torna  amarilla , 
é  se  gasta  é  rompe  antes  que  la  que  se  la- 
va con  xabon.  Hay  gedros;  pero  yo  no 
los  tengo  por  gedros,  aunque  nuestros 
carpinteros  assi  los  llaman ,  é  son  como 
los  desta  Isla  Española.  Hay  assimesmo 
de  los  robles  que  aqui  hay,  é  de  los  tere- 
binthos,  que  se  tracto  en  el  capítulo  X  del 


libro  IX ;  pero  en  la  verdad  yo  no  tengo 
por  terebinthos  los  de  aqui  ni  de  Tierra- 
Firme.  Hay  geybas,  que  son  árboles  gran- 
díssimos ;  é  lo  que  prometí  en  la  primera 
impression,  gerca  de  la  grandega  dcslc 
árbol ,  en  el  libro  IX ,  capítulo  XI ,  ya  lo 
tengo  dicho,  é  allí  lo  verá  el  letor.  Hay 
muchos  mauganillos  de  aquellos,  con  que 
se  hage  la  hierva  de  los  caribes  flecheros, 
assi  en  el  golpho  de  Urabá  como  en  la 
costa  del  Darien  é  de  Acia ,  y  en  muchas 
isletas  de  por  allí ;  é  ya  deste  mal  árbol 
(en  esta  enmienda  de  la  primera  parte  pa- 
ra la  segunda  impression ,  yo  añadí  lo  que 
mas  quedaba  que  degir).  Hay  muchos  ár- 
boles de  los  que  llaman  taray,  alias  coha- 
ba, de  los  quales  se  tracto  en  el  capitu- 
lo XIII ,  libro  IX ,  é  de  los  del  helécho.  En 
el  brasil  no  hay  mas  que  degir  de  lo  di- 
cho, porque  es  muy  común  en  muchas 
partes  de  la  Tierra-Firme  más  que  en  las 
islas ;  pero  lo  que  se  dixo  deTa  broma  de 
las  maderas  desta  Isla  Española ,  el  mes- 
mo  deleito  tienen  en  la  Tierra-Firme ,  6 
assimesmo  en  esto  está  dicho  agora  de 
nuevo ,  en  el  libro  IX ,  lo  que  más  se  ha 
podido  entender. 

Otros  árboles  salvages,  que  hay  en  la 
Isla  Española  y  en  Tierra-Firme,  demás 
de  los  que  se  pusieron  en  la  primera  im- 
pression ,  son  sin  número  y  es  menester 
atender  el  tiempo  para  comprehender  más 
su  ser,  é  assi  con  el  mesmo  tiempo  yr 
aumentando  la  materia :  lo  qual  yo  haré 
en  tanto  que  yo  pueda  hagerlo. 

En  lo  que  toca  á  los  árboles  é  plantas  me- 
deginales,  de  que  se  tracta  en  el  libro  X, 
allí  se  verá  lo  ques  acresgentado  después 
de  la  primera  impression ,  é  allí  lo  bus- 
que quien  lo  quisiere  ver.  Pero  en  suma 
digo ,  que  hay  muchos  árboles  en  la  Tier- 
ra-Firme de  aquellos  que  llaman  de  las 
soldaduras,  ó  de  aquellos  que  aqui  llaman 
del  bálsamo ,  de  quien  se  tracto  en  el  li- 
bro X ,  capítulo  IV ;  é  assimesmo  hay  mu- 
chos de  los  que  llevan  las  avellanas  ó  man- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


144 

canillas  para  purgar.  Hay  mucho  algodón, 
higueras  de  infierno,  cañas  é  carricos,  6 
de  los  juncos  para  báculos  de  los  hombres 
viejos ,  é  otras  cosas  que  se  hallarán 
acresccntadas  después  de  la  primera  im- 
prcssion. 

Quanto  á  la  hortalica  que  en  Tierra- 
Firme  en  esta  provincia  de  Cueva  hay,  la 
mayor  parle  es  trayda  la  simiente  de 
España,  como  lechugas,  rábanos,  acel- 
gas, hiervabuena,  peregil,  bercas,  na- 
bos ,  pepinos ,  melones ,  fésolos  ( y  estos 
fésoles  también  son  naturales  á  Tierra- 
Firmo  ,  é  los  hay  en  mas  cantidad  c  de 
mas  maneras  que  en  parles  del  mundo  se 
pueden  aver),  ápio  de  lo  de  España  hay 
mucho,  6  llevada  la  simiente  de  Castilla. 
Hay  culantro  de  la  simiente  que  se  llevó 
de  Sevilla,  é  hay  otro  ques  de  la  tierra, 
las  hojas  anchas;  pero  es  el  mesmo  en  el 
sabor.  Hay  masluerco  de  muchas  hojas  é 
natural  de  la  Tierra-Firme;  canahorias  6 
nabos  se  hacen ,  pero  son  de  la  simiente 
de  Castilla.  Pero  de  todas  las  hiervas  que 
se  hace  mención  en  el  capítulo  II,  libro  XI, 
hay  mas  copia  en  Tierra-Firme.  Hay  de 
la  hierva  Y  mucha. 

Si  en  la  Tierra-Firme  avie ,  ó  hay 
aquellos  animales  que  dixe  en  el  libro  XII 
que  ovo  en  esta  Isla  Española,  assi  co- 
mo hutia,  qucmi,  mohuy  é  cori ,  yo  no 
los  he  visto  en  Tierra-Firme;  pero  en 
aquel  mesmo  libro  XII  se  han  acres- 
centado  los  que  en  Castilla  del  Oro  hay, 
de  que  hasta  el  prcssente  yo  tengo  no- 
ticia, porque  el  letor  no  ande  á  buscar 
en  diversos  libros  de  animales  lo  que 
oviere  sabídose  dellos.  De  los  que  de  Es- 
paña se  han  llevado  á  Castilla  del  Oro,  hay 


muchos  caballos ,  e  yeguas ,  é  asnos ,  é 
vacas  ,  é  ovejas ,  é  puercos ,  ó  perros :  é 
los  animales  que  hay  naturales  de  la  tier- 
ra, assimesmo  se  hallarán  en  el  libro  XII; 
é  assimesmo  de  las  sierpes  é  lagartos  é 
lagartijas.  E  assimesmo  digo  que  en  el  li- 
bro XIII,  que  tracta  de  animales  de  agua, 
se  hallarán  cosas  acresccntadas  y  enmen- 
dadas sobre  la  primera  impression,  é  con 
mas  información  de  vista  de  ojos  é  certi- 
ficación bastante,  añadido  por  mí.  El  li- 
bro XIV,  que  tracta  de  las  aves  se  halla- 
rán assimesmo  acresccntadas  en  algunas 
cosas  é  otras  enmendadas;  y  en  la  Tierra- 
Firme  hay  mas  aves  que  las  que  se  di.ve- 
ron,  quando  se  tracto  desta  Isla:  0  también 
hay  de  las  que  han  llevado  de  España, 
assi  como  gallinas,  palomas,  pavos,  ána- 
des é  ánsares,  y  en  lo  que  se  dixo  en  el 
IV  capítulo  de  los  papagayos,  libro  XIV, 
digo  que  hay  tantos  en  la  Tierra-Firme,  ó 
de  tantas  maneras  é  diferencias  de  pluma- 
ges,  é  tan  grandes  ó  tan  chicos,  que  sola 
esta  manera  de  aves  avria  menester  un 
grand  volumen  para  se  expressar  ó  decir 
particularmente;  é  á  mi  parescer  digo 
que  las  diferencias  de  los  papagayos  des- 
tas  islas  é  de  la  Tierra-Firme  passan  de 
Ciento . 

Quanto  á  lo  que  dixe  en  la  primera  par- 
te de  los  animales  insettos,  en  el  libro  XV 
se'hallará  lo  que  toca  á  esta  provincia  de 
Cueva:  y  assi  en  cada  uno  de  los  otros  li- 
bros lo  que  se  pudo  saber  hasta  el  prcssen- 
te tiempo,  por  no  yr  desparciendo  las  ma- 
terias, é  que  se  halle  junto  el  jaez  de  cada 
género  de  cosa,  para  mas  descanso  é  sa- 
tisfacen del  letor. 


DE  INDIAS.  Lili.  XXIX.  CAP.  XXX. 


CAPITULO  XXX. 


De  las  minas  fiel  oro  é  perlas  é  riquezas  de  la  provincia  de  Cueva  6  Castilla  del  Oro ,  é  del  viago  de  la  Es- 
peciería desde  Panamá  á  Ia9  islas  de  Maluco ,  tí  de  la  Puente  Admirable ,  é  oirás  cosas  que  perleneseen  á  la 

consecuencia  historial. 


En  el  VI  libro,  capítulo  VIII  do  la  pri- 
mera parlo  desta8  historias  se  dixo  do  los 
nidales  é  minas  do  oro  do  la  Isla  Españo- 
la,  é  de  la  forma  quel  oro  se  coge ;  é  por 
csso  DO  Iiay  nescessidád  de  repetir  atpii  la 
forma  que  se  tiene  en  este  cxcrcic/io  ó 
grangeria.  Pero  puedo  yo  mejor  que  otro 
ti'stificar  en  essa  materia,  como  veedor 
que  fuy  de  las  fundiciones  del  oro  algunos 
años  en  esta  gobernación  de  Castilla  del 
Oro ,  que  en  muchas  parles  se  sacaba  oro, 
6  lo  vi  sacar,  ó  aun  tuve  algunas  quadri- 
llas  de  indios  esclavos  mios  ocupados  en 
c.-lo,  e  sin  (luda  alguna  es  rica  tierra.  Eá 
quatro  leguas  del  Darien,  ó  á  tres  ó  mas 
é  menos  desviados  de  la  cibdad  (¡infelice!) 
de  Sancta  Maria  del  Antigua  del  Darien, 
se  cogia  oro  é  muy  bueno,  de  veynte  y 
dos  quilates  é  algo  menos,  é  nunca  falla- 
ba á  los  que  en  esto  se  ocupaban.  Pero 
pues  venimos  á  hablar  en  las  minas  del 
Darien.  como  en  parte  que  conviene, 
quiero  desengañar  á  los  que  ovieren  dado 
crédito  al  coronista  Lucio  Marineo  en  lo 
que  dixo  en  aquella  su  obra  de  las  Cosas 
memorables  de  España,  en  el  libro  XIX, 
en  el  capítulo  que  quiso  hablaren  estas  In- 
dias, sin  verlas,  no  se  contentando  de  aver 
dicho  lanías  cosas  en  lo  de  España  (mal  in- 
formado), en  especial  quando  quiso  tractar 
de  algunas  particulares  genealogías,  en 
las  quales  se  apartó  de  lo  cierto.  Vino  a 
las  Indias  entre  sueños;  y  dixo  entre  sue- 
ños, porque  aunque  durmiendo  hablára, 
no  pudiera  decir  tan  al  revés  de  la  verdad 
lo  que  diso:  é  por  esso  es  menester  que  el 
que  escribe  lo  que  no  vé ,  mire  bien  de  quién 

se  informa.  Él  dice  que  los  Reyes  Cathó- 
TOMO  III. 


lieos  enviaron  á  Pedro  Colom  con  (  rey  ni  a 
y  cinco  naos  é  con  grand  número  de  gen- 
tes á  descubrir  otras  islas,  mayores  mucho 
que  las  de  Canaria;  que  tienen  minas  de 
oro,  é  se  saca  mucho  en  ellas é  muy  bue- 
no; é  que  como  navegó  sessenta  dias,  llegó 
finalmente  á  tierras  muy  apartadas  de  Es- 
paña ,  en  las  quales  lodos  los  que  de  acá 
van,  afirman  que  hay  antípodas  debaxo  de 
nuestro  hemispherio.  Y  quanto  a  estos  er- 
rores, digo  que  no  fué  Pedro,  sino  Chrips- 
tóbal  el  almirante  Colom;  é  quanto  á  las 
caravelas  fueron  tres,  é  quanto  al  viage, 
yo  le  escribí  en  la  primera  parte  desta 
General  historia  de  Indias.  Pero  lo  que  yo 
mas  le  culpo  es  que  dice  que  porque  des- 
tas  islas  muchos  han  escripto  en  latin  é 
romance ,  no  hay  nescessidád  quél  escri- 
ba; pero  una  cosa  que  no  es  dina  de  de- 
xar  por  olvido  la  dirá,  de  la  qual,  segund 
él  piensa ,  otros  que  destas  regiones  escri- 
bieron, no  hicieron  mención.  É  por  cierto 
tampoco  él  debiera  hacerla  de  tan  grand 
falsedad,  y  es  que  dice  assi:  «Assi  es  que 
en  una  región  que  vulgarmente  se  llama 
Tierra-Firme  (de  donde  era  obispo  fray 
Johan  de  Quevedo ,  de  la  orden  de  Sanct 
Francisco)  fué  hallada  una  moneda,  con  el 
nombre  é  ymágen  de  Céssar  Augusto,  por 
los  que  andaban  en  las  minas  á  sacar  oro: 
la  qual  ovo  don  Johan  Rupho ,  are-obispo 
de  Cosencia  ,  y  como  cosa  maravillosa,  la 
envió  á  Roma  al  Summo  Pontífice:  la  qual 
cosa  á  los  que  en  nuestros  tiempos  se  jac- 
taban de  aver  hallado  las  Indias  é  ser  los 
primeros  que  á  ellas  avian  navegado,  qui- 
tó la  gloria  é  fama,  que  avian  alcanzado. 

Por  aquella  moneda  consta  que  los  roma- 
19 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


nos  avian  llegado  grande  tiempo  avia  a 
los  indios  '.  • 

Todo  esto  es  de  Lucio  Marineo,  é  la 
mayor  falsedad  del  mundo;  porque  en 
aquella  mesina  tierra  queste  señala,  no 
como  cosmógrapho,  sino  como  novelero, 
dice  dónde  el  fray  Johan  de  Quevedo  fué 
obispo.  Ved  qué  paralelo  é  certificación 
de  la  altura  é  grados  ó  señas  lan  donosas 
de  la  tierra. 

Pero  cssa  que  quiso  decir  es  Sáne- 
la Maña' del  Dañen,  eabeca  dé  Castilla 
del  Oro,  de  la  qual  aqui  yo  tracto;  y  yo 
fuy  allí,  quando  csse  obispo  fué,  por  vee- 
dor de  las  fundiciones  é  de  las  minas  del 
oro ,  é  residí  en  la  tierra  basta  que  el 
obispo  se  murió  é  después  algunos  años: 
é  si  essa  medalla  ó  moneda  paresciera,  yo 
era  uno  de  aquellos  á  quien  primero  se 
avia  de  dar  noticia  della,  por  mi  ofíicio  é 
porque  yba  pena  de  la  vida  al  que  encu- 
briesse  tal  cosa.  E  si  el  arzobispo  tal  no- 
vedad é  moneda  envió  al  Papa,  al  arzo- 
bispo engañó  quien  se  la  dió  y  él  al  Papa; 
y  esteauctor  áquantos  tal  desatino  lian  óy- 
elo, si  le  creen.  Quantomasquél  cuenta  es- 
te disparate  calificado,  en  desprecio  de  los 
españoles  é  del  almirante  don  Chripstóbal 
Colom,  é  quiere  dar  el  premio  a  los  roma- 
nos ,  ques  otra  menestra  ó  manera  de  la- 
gotería muy  falsa.  Ni  los  romanos  nunca 
supieron  destas  partes,  ni  el  Sículo  tal  lia 
visto  escripto:  los  españoles  sí,  antes  que 
oviesse  romanos,  porque  como  tengo  di- 
cho estas  islas  son  las  Hespéridos ,  assi  lla- 
madas de  Héspero,  que  fué  duodécimo  Rey 
de  España,  é  subcedió  á  Hércoles Egipcio 
en  el  año  veyntc  de  Mameto,  seyseien- 
tos  é  cinqüenta  y  ocbo  años  después  del 

1    Lucio  Marineo  Siculo,  lib.  XIX,  ful.  161. 

*  Oviedo  se  esfuerza  en  esle  pasage  por  soste- 
ner una  opinión ,  que  no  puede  admitirse  ,  según 
dejamos  ya  nolado  en  su  Vida  y  escritos  (pág.  XC 
del  l.  I);  pero  no  por  esto  es  menos  reprensible  el 
empeño  'le  Lucio  Marineo  Sieuln,  que  engañado 
torpemente  por  algún  embaydor,  no  tuvo  criterio 
bástanle  para  rechazar  aquella  patraña;  yendo  tan 


diluvio,  é  quinientos  diez  y  seys  después 
de  fundada  España;  é  antes  que  Troya  se 
edilicasse  ciento  é  septenta  y  un  años ,  é 
antes  que  se  fundasse  la  cibdad  de  Roma 
seyseientos  y  tres  años,  é  mili  é  seyseien- 
tos  é  cinqüenta  y  ocbo  antes  que  Jesu- 
Chrípsto  encarnasse  '.  Todo  esto  está  mas 
largamente  dicho  en  el  libro  II,  capitu- 
lo III  de  la  primera  parle  desta  Historia 
General  de  Indias.  Y  porque  sepa  Lucio 
.Marineo  Sículo  (pial  es  aquella  tierra  don- 
de fué  obispo  fray  Johan  do  Quevedo,  di- 
go ques  la  cibdad  (pie  he  dicho  atrás  que 
despobló  Pedrarias  Dávila ,  é  se  llama 
Sánela  Maria  del  Antigua  del  Darien:  por- 
que Dañen  se  llama  el  rio  que  por  allí  pas- 
sa,  el  (pial  entra  en  el  golpho  de  L'rabá,  6 
estaba  aquella  cibdad  en  siete  gradoséqua- 
renta  minutos ,  que  son  dos  tercios  de  un 
grado  desta  parle  de  la  Ifnia oquinocial,  á 
la  parle  de  nuestro  polo  ártico.  Tornemos 
á  nuestra  historia. 

En  esta  provincia  de  Cueva ,  en  el  rio 
que  llaman  del  Pito,  ovo  buenas  minas,  é 
anduvieron  assaz  cuadrillas,  é  se  sacó 
mucho  oro  en  el  tiempo  que  yo  estuve  en 
aquella  tierra:  y  en  otros  muchos  rios  é 
arroyos  é  quebradas  se  ha  hallado ,  de- 
más de  aquellos  rios  que  está  dicho  que 
se  ha  cogido ,  é  c erca  de  Panamá ,  á 
tres  é  quatro  leguas ,  en  otros ;  pero  por- 
que assimesmo  lo  hay  é  se  halla  en  el  rio 
de  la  Puente  Admirable  (que  assi  le  di- 
cen porque  el  edeficio  della  no  es  de  hu- 
manos) é  de  aquella  ya  se  dixo  en  la  re- 
lación que  escribí  en  Toledo,  tornaré  aqui 
á  memorarla ,  porque  no  falte  á  la  historia 
general ,  de  que  tracto ,  una  cosa  tan  se- 
ñalada. 

lejos  en  su  error  que  hasta  llegó  á  equivocar  el  nom- 
bre de  Cristóbal  Colon  ,  lo  cual  es  por  cierto  nota- 
ble, pues  debió  sin  duda  conocerle  en  la  córle  de 
los  Meyes  Calólicos.  Verdad  es  que,  despojándole 
de  la  inmarcesible  gloria  de  descubridor  del  Nuevo 
Mundo ,  no  era  ya  importante  el  conservar  la  exac- 
titud histórica  de  su  nombre. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  XXX. 


H7 


Fué  opinión  del  almiraste  primero  don 
Chripstóbal  Colom  y  de  otros  cosmógra- 
phos  modernos  que  hay  estrecho  de  agua 
desde  aquesta  mar.  que  acá  llamamos  del 
Norte  (en  la  costa  de  Tierra-Firme)  á  la 
del  Sur  ó  austral,  é  aquel  que  hay  ya  le 
halló  el  capitán  Hernando  de  Magallanes, 
como  se  d¡KO  en  el  lihro  I,  capítulo  II 
desta  segunda  [¡arle,  (pies  lihro  XX de  la 
General  historia  de  las  indias.  Pero  acá  en 
estas  otras  costas  de  la  Tierra-Firme  oo 
se  -ahe  (pie  le  haya,  sino  estrecho  de 
tierra  6  no  de  agua;  y  este  es  el  passo  ó 
traviesa  que  hay  del  Nomhre  de  Dios  á 
Panamá ,  ó  desde  Careta  á  Acia  ,  al  gol- 
pho  de  Sancl  Miguel,  por  donde  el  ade- 
lantado Vasco  Nufiez  de  Balboa  descubrió 
la  mar  del  Sur.  E  assimesmo  se  sabe  que 
desde  las  sierras  de  Esquegua  é  Urraca 
(que  están  entre  la  una  é  la  otra  mar, 
puestos  los  hombres  en  las  cumbres  de- 
ltas, si  miran  á  la  parte  septentrional,  se 
vec  él  agua  é  m  Nar  delorte  de  la  provin- 
cia 6  costa  de  Veragua,  é  mirando  al 
opóssito,  á  la  parte  austral  ó  del  Medio- 
día, se  vee  la  mar  é  costa  del  Sur  é  pro- 
vincias que  tocan  en  ellas  de  aquestos  dos 
caciques  de  Esquegua  é  I'rraca.  K  aques- 
to  es  lo  mas  estrecho  que  hasta  el  pres- 
sente  se  sabe  desta  costa  de  Tierra-Fir- 
me. Pero  es  tan  doblada  é  áspera  la  tier- 
ra por  allí,  que  para  lo  andar  los  hombres, 
seria  muy  mas  largo  é  trabaxoso  camino 
quel  de  Panamá  al  Nomin  e  de  Dios,  pues- 
to que  este  otro  es  assaz  áspero  é  malo  é 
de  muchos  montes  é  boscages  é  cumbres 
muy  dobladas ,  ó  muchos  valles  ó  rios  y 
espesíssimas  arboledas,  é  tan  dificultoso  de 
andar,  q:-3  sin  mucha  fatiga  no  se  puec? 
hager.  -E  lo  mejor  deste  camino  es  lo  q 
se  camina  por  dentro  de  los  mesmos  r' 
c  algunas  veces  con  mucho  peligro 
las  súbitas  crescicntes,  porque  h 
te  en  que  sin  salir  del  agua,  han 
legua  y  media  c  aun  dos  entn 
lañas  altas;  é  si  en  aquel  ti 


como  es  presto  el  crescimionto  de  los  rios, 
a  causa  de  las  muchas  acogidas  é  arroyos 
que  se  multiplican,  en  poco  espacio  de 
tiempo  crescen  tanto,  que  se  suelen  aho- 
gar algunos,  en  especial  los  que  por- 
fían á  caminar  é  yr  por  el  rio  lodavia, 
porque  en  cessando  de  llover,  desde  á 
poco  desmenguan  los  rios;  y  el  remedio 
deslo  es  (pie  assi  como  se  viere  quel  agua 
cresce  ó  llueve ,  se  dexe  de  caminar,  é 
se  salgan  del  agua,  é  se  suban  á  lo  enx li- 
to en  la  una  ó  en  la  otra  costa  del  rio, 
donde  mejor  dispusieron  pudieren  aver, 
hasta  quel  tiempo  abonance,  para  conti- 
nuar el  viage. 

En  este  camino  se  ponen  domará  mar 
diez  y  ocho  leguas,  ó  yo  las  tengo  por 
veynte  cumplidas,  porque  aunque  el  ca- 
mino no  sea  sino  diez  y  ocho,  es  mas  ma- 
lo de  andar  que  si  fuessen  veynte  y  quil- 
tro en  tierra  llana  ,  é  más  tiempo  se  gasta 
en  ello.  Yo  he  caminado  dos  veces  á  pié 
esta  traviessa  dé  mar  á  mar,  en  los  r-' 
cipios  antes  que  lo  pudiessen  c 
ballos ,  é  después  lo  he  and" 
algunas  veces ;  é  halle 
Nombre  de  Dios  al 
llaman  Joanaga 
siete  leguas  6  • 
pira  al  rio  (' 
ó  más;  S 
allí  se 
á  la 
de 


148 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


de  tan  corto  camino,  como  el  que  be  d¡- 
clio  que  por  allí  hay  de  la  una  á  la  otra 
mar. 

Si  como  se  espera  adelante  que  con  la 
voluntad  de  Dios  lia  de  venir  por  allí  la 
Especiería  á  Panamá  ,  como  es  muy  pos- 
sible,  digo  ques  muy  grande  el  aparejo  é 
dispusicion  que  hay  para  la  traer  á  esto- 
tra mar  del  Norte,  non  obstante  las  difi- 
cultades que  de  susso  dixe  deste  camino, 
como  hombre  que  muchas  veces  lo  he  vis- 
to é  andado ;  porque  hay  maravillosa  dis- 
pusicion é  facilidad  para  andar  é  passar 
la  dicha  Especiería  ,  como  agora  diré, 
después  que  se  ponga  en  Panamá.  Por- 
que desde  allí  hasta  el  rio  di;  Chagre  hay 
quatro  leguas  de  buen  camino,  é  que  muy 
á  placer  lo  pueden  andar  carretas  carga- 
das, porque  aunque  hay  algunas  subillas, 
son  pequeñas,  6  tierra  desocupada  de  ar- 
boleda é  llana,  é  todo  lo  mas  dcstas  qua- 
*-0  leguas  es  raso.  É  llegadas  al  rio  las 
'  •s,  allí  se  podría  embarcar  la  espe- 
jeas ,  porque  el  rio  sale  á  esta 
'  >oe  leguas  abaxo  6  más  al 
'el  Nombre  de  Dios, 
nar,  le  llaman  rio 
nichos  delios, 
;cho. 

oynle  y 
en  el 
^dro 
a- 


con  algunos  raudales  el  primero  é  segun- 
do (lia ;  mas  puédense  passar  al  remo  ó  a" 
la  sirga ,  c  para  lo  que  ovierc  de  ser  sir- 
gado, hay  buenas  márgenes  é  dispusicion 
en  la  costa  para  lo  passar.  Estaba  con  mu- 
chas maderas  6  gruessas  embarazado  el 
rio  en  algunas  partes;  pero  puédese  lim- 
piar. 

Tentóse  este  descubrimiento  en  el  tiem- 
po que  menos  aguas  llevaban  los  ríos 
en  aquella  provincia .  y  en  año  que  la  se- 
ca fué  grande:  de  manera  que  en  todo  el 
otro  tiempo  del  año  suele  llevar  mucha 
mas  agua.  La  boca  del  rio  es  de  un  tiro  de 
piedra,  que  un  hombre  buen  bracero  la 
puede  laucar  de  siete  ú  ocho  oncas  de 
pesso,  que  al  parescer  deste  piloto  debían 
de  ser  mas  de  doscientos  passos  el  anchu- 
ra. En  lo  mas  baxo  del  rio,  cerca  de  la 
boca,  hay  braca  é  media ,  y  esto  á  las  orí- 
lias;  pero  á  medio  freo,  ó  por  la  canal 
de  medio  rio,  ha\  tres  bracas  de  hondo:  é 
quanto  mas  va  subiendo  el  rio  arriba  con- 
tra su  curso  es  tanto  mas  hondable ,  has- 
la  cinco  ó  seys  bracas  é  mas.  Pueden  su- 
bir caravelas  de  gient  toneles  de  porte 
diez  ó  doce  leguas  el  rio  arriba  á  la  vela, 
y  en  la  una  é  otra  costa  dél  hay  muy  bue- 
na tierra  é  dispusicion  para  poblar,  é  mu- 
chas é  muy  hermosas  maderas,  para  hacer 
casas  é  navios,  é  muy  fértil  toda  la  co- 
marca para  heredamientos  de  pan  é  otras 
grangerias.  Y  es  tierra  de  muchas  mon- 
terías de  puercos  é  dantas  é  vacas  de  la 
tierra,  que  llaman  los  indios  beori ,  é  mu- 
chos ciervos  é  gamos  é  otros  animales ,  é 
micha  caca  de  pavas  é  ánsares  é  de  las 
as  aves  que  suele  aver  en  la  Tierra- 
■ne :  é  el  rio  es  de  muy  buen  pescado 
.  "no  de  manatíes  é  otras  muchas  ma- 
é  todo  el  fundamento  del  rio  muy 

le  buenos  surgideros. 
•-    ,  en  seys  dias  lo  navegaron ,  é 
ndar  lo  mesmo  el  rio  arriba 
hasta  el  proprio  lugar  don- 
ido  en  él  con  aquella  canoa, 


DE  INDIAS.  LID.  XXIX.  CAP.  XXX. 


U7 


Fué  opinión  del  almirante  primero  don 
Chripstóljal  Colom  y  de  otros  cosmógra- 
phos  modernos  que  hay  estrecho  de  agua 
desde  aquesta  mar ,  que  acá  llamamos  del 
Norte  (en  la  costa  de  Tierra-Firme)  á  la 
del  Sur  austral,  é  aquel  que  hay  ya  le 
halló  el  capitán  Hernando  de  Magallanes, 
como  se  dixo  en  el  lihro  I,  capítulo  II 
dcsta  segunda  parte,  ques  libro  XX  de  la 
General  historia  de  las  Indias.  Pero  acá  en 
estas  otras  costas  de  la  Tierra-Firme  no 
se  sabe  que  le  haya,  sino  estrecho  de 
tierra  6  no  de  agua;  y  este  es  el  passo  ó 
traviesa  que  hay  del  Nombre  de  Dios  á 
Panamá ,  ó  desde  Careta  á  Acia ,  al  gol- 
pho  de  Sanct  Miguel ,  .por  donde  el  ade- 
lantado Vasco  Nuñcz  de  Balboa  descubrió 
la  mar  del  Sur.  E  assimesmo  se  sabe  que 
desde  las  sierras  de  Esqucgua  é  Urraca 
(que  están  entre  la  una  ó  la  otra  mar) 
puestos  los  hombres  en  las  cumbres  de- 
llas,  si  miran  á  la  parte  septentrional,  se 
vce  el  agua  6  mar  del  Norte  de  la  provin- 
cia 6  costa  de  Veragua,  6  mirando  al 
opóssjto,  á  la  parte  austral  ó  del  Medio- 
día, se  vee  la  mar  é  costa  del  Sur  6  pro- 
vincias que  tocan  en  ellas  de  aquestos  dos 
caciques  de  Esqucgua  é  Urracá.  E  aques- 
to es  lo  mas  estrecho  que  hasta  el  pres- 
sente  se  sabe  dcsta  costa  de  Tierra-Fir- 
me. Pero  es  tan  doblada  é  áspera  la  tier- 
ra por  allí ,  qúe  para  lo  andar  los  hombres, 
sería  muy  mas  largo  6  trabaxoso  camino 
quel  de  Panamá  al  Nombre  de  Dios,  pues- 
to que  este  otro  es  asaz  áspero  ó  malo  ó 
de  muchos  montes  c  boscages  é  cumbres 
muy  dobladas,  é  muchos  valles  é  rios  y 
espesíssimas  arboledas,  é  tan  dificultoso  de 
andar ,  que  sin  mucha  fatiga  no  se  puede 
hacer.  É  lo' mejor  deste  camino  es  lo  que 
se  camina  por  dentro  de  los  mesmos  rios, 
é  algunas  veces  con  mucho  peligro,  pol- 
las súbitas  crescientes ,  porque  hay  parte 
en  que  sin  salir  del  agua ,  han  de  yr  una 
legua  y  media  6  aun  dos  entre  dos  mon- 
tañas altas;  é  si  en  aquel  tiempo  llueve, 


como  es  presto  el  crescimiento  de  los  rios, 
á  causa  de  las  muchas  acogidas  é  arroyos 
que  se  multiplican,  en  poco  espacio  de 
tiempo  crescen  tanto,  que  se  suelen  aho- 
gar algunos,  en  especial  los  que  por- 
fían á  caminar  é  yr  por  el  rio  todavía, 
porque  en  cessando  de  llover,  -  desde  á 
poco  desmenguan  los  rios;  y  el  remedio 
deslo  es  que  a'ssi  como  se  viere  quel  agua 
cresge  ó  llueve,  se  dexe  de  caminar,  é 
se  salgan  del  agua ,  é  se  suban  á  lo  cnxu- 
to  en  la  una  ó  en  la  otra  costa  del  rio, 
donde  mejor  dispusicion  pudieren  aver, 
hasta  quel  tiempo  abonance,  para  conti- 
nuar el  viage. 

En  este  camino  se  ponen  de  mar  á  mar 
diez  y  ocho  leguas,  é  yo  las  tengo  por 
veynte  cumplidas ,  porque  aunque  el  ca- 
mino no  sea  sino  diez  y  ocho ,  es  mas  ma- 
lo de  anclar  que  si  fuessen  veynte  y  qua- 
tro  en  tierra  llana ,  é  más  tiempo  se  gasta 
en  ello.  Yo  he  caminado  dos  veces  á  pié 
esta  traviessa  de  mar  á  mar,  en  los  prin- 
cipios antes  que  lo  pudiessen  andar  ca- 
ballos, é  después  lo  he  andado  á -caballo 
algunas  veces;  c  hallo  yo  que  desde  el 
Nombre  de  Dios  al  cacique  é  assiento  que 
llaman  Joanaga,  alias  Capira,  se  ponen 
siete  leguas  é  aun  quassi  ocho ;  desde  Ca- 
pira al  rio  de  Chagre  se  ponen,  otras  ocho 
ó  más;  assi  que,  son  diez  y  seys  leguas,  é 
allí  se  acaba  el  mal  camino;  é  desde  allí 
á  la  Puente  Admirable  hay  dos  leguas,  é 
desde  la  Puente  otras  dos  á  Panamá. 

Verdad  es  queste  fué  el  primero  cami- 
no, que  llaman  el  camino  viejo,  é  que  al 
presente  no  curan  de  yr  por  aquella  puen- 
te é  la  dexan  á  la  mano  derecha ,  é  se 
ataja  camino,  c  pueden  ser  las  diez  y 
ocho  ó  diez  y  nueve  leguas  que  otros  di- 
Cen ;  pero  á  mí  me  parescen  veynte ,  é  no 
chicas,  las  que  puede  aver  en  esta  tra- 
viessa de  mar  á  mar ,  poco  mas  ó  menos. 
É  pues  tantas  leguas  he  andado  peregri- 
nando por  el  mundo ,  é  tanto  he  visto  del, 
no  es  mucho  que  yo  acierte  en  la  tasación 


448  HISTORIA  GENE 

de  tan  corto  camino,  como  el  que  he  di- 
cho que  por  allí  hay  de  la  una  á  la  otra 
mar. 

Si  como  se  espera  adelante  que  con  la 
voluntad  de  Dios  ha  de  venir  por  allí  la 
Especiería  á  Panamá,  como  es  muy  pos- 
siblc ,  digo  ques  muy  grande  el  aparejo  6 
dispusicion  que  hay  para  la  traer  á  esto- 
tra mar  del  Norte,  non  obstante  las  difi- 
cultades que  de  susso  dixe  deste  camino, 
como  hombre  que  muchas  veces  lo  he  \  is- 
to  é  andado;  porque  hay  maravillosa  dis- 
pusicion 6  facilidad  para  andar  é  passar 
la  dicha  Especiería,  como  agora  diré, 
después  que  se  ponga  en  Panamá.  Por- 
que desde  allí  hasta  el  rio  de  Chagre  hay 
quatro  leguas  de  buen  camino,  é  que  muy 
á  placer  lo  pueden  andar  carretas  carga- 
das, porque  aunque  hay  algunas  subidas, 
son  pequeñas,  c  tierra  desocupada  de  ar- 
boleda é  llana ,  é  todo  lo  más  destás  qua- 
tro leguas  es  raso.  É  llegadas  al  rio  las 
carretas,  allí  se  podría  embarcar  la  espe- 
ciería en  barcas ,  porque  el  rio  sale  á  esta 
mar  del  Norte  doce  leguas  abaso  ó  mas  al 
Ogidentc  del  puerto  del  Nombre  de  Dios, 
é  allí  donde  entra  en  la  mar,  le  llaman  rio 
de  Lagartos,  porque  hay  muchos  dellos, 
como  en  otra  parte  lo  tengo  dicho. 

El  año  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y 
siete  de  la  natividad  de  Chripsto,  en  el 
mes  de  abril ,  envió  el  gobernador  Pedro 
de  los  Rios  á  catar  este  rio  é  ver  qué  na- 
vegación é  curso  tiene  muy  particular- 
mente, é  qué  salida  é  dispusicion  de 
puerto  en  su  embarcamiento  á  la  mar, 
para  lo  que  fueron  elegidos  un  hidalgo, 
llamado  Fernando  de  la  Serna,  y  el  pilo- 
to Pedro  Corgo.  É  la  noticia  que  tru- 
xeron  desto ,  fué  que  hicieron  una  ca- 
noa en  la  costa  del  rio ,  en  que  entraron 
á  los  quatro  de  abril,  y  el  sexto  dia  ade- 
lante ,  que  se  contaron  diez  de  aquel  mes, 
llegaron  á  la  boca  del.rio,  donde  entra  en 
esta  mar ,  á  la  banda  del  Norte ,  é  halla- 
ron hondable  é  buena  navegación,  pero 


Y  NATURAL 

con  algunos  raudales  primero  é  segun- 
do dia ;  mas  puédense  passar  al  remo  é  á 
la  sirga,  é  para  lo  que  o  viere  de  ser  sir- 
gado, hay  buenas  márgenes  é  dispusicion 
en  la  costa  para  lo  passar.  Estaba  con  mu- 
chas maderas  é  gruessas  embarazado  el 
rio  en  algunas  partes;  pero  puédese  lim- 
piar. 

Tentóse  este  descubrimiento  en  el  tiem- 
po que  menos  aguas  llevaban  los  rios  en 
aquella  provincia,  y  en  año  que  la  se- 
ca fué  grande :  de  manera  qiie  en  todo  el 
otro  tiempo  del  año  suele  llevar  mucha 
mas  agua.  La  boca  del  rio  es  de  un  tiro  do 
piedra ,  que  un  hombre  buen  bracero  la 
puede  lancar  de  siete  u  ocho  oncas  de 
pesso,  que  al  parescer  deste  piloto  debían 
de  ser  más  de  doscientos  passos  el  anchu- 
ra. En  lo  más  baxo  del  rio,  cerca.de  la 
boca ,  hay  braca  é  media ,  y  esto  á  las  ori- 
llas; pero  á  medio  freo,  ó  por  la  canal 
de  medio  rio ,  hay  tres  bracas  de  hondo;  é 
quanto  mas  va  subiendo  el  rio  arriba  con- 
tra su  curso  es  tanto  más  hondable,  has- 
ta cinco  ó  seys  bracas  é  más.  Pueden  su- 
bir caravelas  de  cient  toneles  de  porto 
diez  ó  doce  leguas  el  rio  arriba  á  la  vela, 
y  en  la  una  é  otra  costa  del  hay  muy  bue- 
na tierra  é  dispusicion  para  poblar  é  mu- 
chas é  muy  hermosas  maderas,  para  hacer 
casas  é  navios,  é  muy  fértil  toda  la  co- 
marca para  heredamientos  de  pan  é  otras 
grangerias.  Y  es-  tierra  de  muchas  mon- 
terías de  puercos  é  dantas  é  vacas  de  la 
tierra,  que  ljaman  los  indios  beori,  é  mu- 
chos ciervos  é  gamos  é  otros  animales,  ó 
mucha  caca  de  pavas  é  ánsares  é  de  las 
otras  aves  que  suele  aver  en  la  Tierra- 
Firme  ;  é  el  rio  es  de  muy  buen  pescado 
é  bueno  de  manatíes  é  otras  muchas  ma- 
neras :  é  todo  el  fundamento  del  rio  muy 
limpio  é  de  buenos  surgideros. 

Assi  que,  en  seys  días  lo  navegaron,  é 
tornaron  á  andar  lo  mesmo  el  rio  arriba 
en  otros  ocho ,  basta  el  proprio  lugar  don- 
de avian  entrado  en  él  con  aquella  canoa, 


DE  INDIAS.  LIB. 

que  fué  á  sej  s  leguas  de  Panamá;  é  lo  que 
fueron  por  agua  son  veynte  é  ginco  leguas, 
ques  por  todo  treyntaé  una  leguas,  poco 
mas  ó  menos.  De  manera  ques  una  pe- 
queña jornada  desde  Panamá  al  rio  de 
seys  leguas  é  de  buen  camino,  é  han  de 
\  r  mas  baxo  de  la  Puente  Admirable  quas- 
si  dos  leguas ,  por  desechar  el  camino  ma- 
lo é  algunos  ríos;  pero  desde  donde  se 
comencé  á  navegar  el  rio  hasta  la  boca 
del,  después  que  esté  limpio,  que  como 
es  dicho  se  puede  bien  limpiar,  se  tarda- 
rá un  dia  é  medio  ó  dos  en  navegado  has- 
la  la  mar:  e  como  he  dicho,  hasta  la  mi- 
tad del  camino  pueden  subir  caravelas  el 
rio  arriba. 

Los  raudales  que  primero  se  dixo,  no 
los  han  de  subir  las  caravelas  el  rio  arri- 
ba, ni  han  de  llegar  tan  alto  hasta  ellos; 
y  el  mas  cercano  al  paradero  de  los  na- 
\  ios,  que  por  (i  rio  entraren  de  la  mar  del 
Norte,  eslá  mas  de  cinco  leguas  de  allí. 
Entran  en  este  rio  otros  dos  pequeños  ó 
de  buena  agua.  La  boca  é  puerto  deste 
rio  es  muy  conoscída  cosa ,  porque  hay 
dos  farallones  junto  á  la  costa  ó  un  gentil 
ancón  ó  ensenada  ,  donde  puede  poner  el 
navio  «'I  prohiz  en  tierra.  E  cada  farallón 
es  tamaño  conio  un  navio:  el  uno  dellos 
lleno  de  arboleda ,  y  el  otro  raso.  É  á  la 
entrada  está  una  ¡amia  de  tierra  como 
piedra  blanca  ó  calida,  é  otras  señales  é 
marcas  muy  conoscidas,  por  donde  no  lo 
puede  errar  ni  desconoscer  el  navio  que 
fuere  en  demanda  del  lio,  con  tanto  que 
lo  haya  visto  una  vez  primero  el  piloto. 
Fuera  de  la  boca  deste  rio ,  á  la  entrada 
de  la  mar,  hay  mas  de  tres  bragas  de 
agua ,  y  en  espagio  de  una  legua  é  á  la 
parto  del  Nombre  de  Dios  é  de  Vera- 
gua, de  cada  parte,  hay  muy  buena  dis- 
pusigion  para  poblar  é  para  la  agricoltura 
é  sementeras:  é  de' fuera  del  rio,  en  la 
una  parte  y  en  la  otra ,  hay  grande  apa- 
rejo para  hagerse  dos  pueblos ,  é  hay  sen- 
dos ^arroyos  pequeños  de  muy  singular 


XXIX.  CAP.  XXX.  149 

agua.  Desde  la  boca  que  tiene  á  la  mar 
(que  hasta  el  pressente  se  ha  llamado  rio 
de  Lagartos)  hay  finco  leguas  hasta  Pucr- 
tobelo ,  é  desde  allí  una  á  la  isla  de  Bas- 
timentos ,  donde ,  aunque  es  muy  peque- 
ña, hay  muy  buenos  reparos  de  puertos; 
é  desde  allí  al  Nombre  de  Dios  hay  otras 
seys  leguas.  Es  todo  muy  buena  tierra, 
como  tengo  dicho ,  de  la  una  é  de  la  otra 
banda  del  rio,  é  hay  muy  buena  dispusi- 
eron para  se  hacer  una  torre  ó  fortaleza 
en  la  boca  del  rio ,  donde  entra  en  la  mar, 
para  guarda  é  defensa  del  puerto ,  é  mu- 
cha piedra  qual  conviene  para  ello:  lo 
qual  sin  dubda  paresce  ques  todo  assi  apa- 
rejado por  la  Providengia  Divina,  para 
que  con  facilidad  é  menos  trabaxo  de  bus- 
car los  materiales  se  puedan  ediOcar  los 
pueblos  ó  fortalecas,  quando  convenga. 
Es  de  notar  que  este  rio  Chagre  nasce  á 
dos  leguas  de  la  mar  del  Sur,  é  viene  á 
meterse  en  la  del  Norte,  puesto  que  cor- 
re muy  regio  y  es  anchoé  poderoso  é  hon- 
dable ,  é  tan  apropriado  para  lo  ques  di- 
cho ,  que  no  se  puede  degir  ni  imaginar 
ni  dessear  cosa  semejante  tan  al  propós- 
sito  para  el  efetto  que  he  dicho. 

Todo  esto  se  ha  traydo  aqui  á  conse- 
cuengia  del  título  deste  capítulo,  ques  de 
las  riquegas  desta  provingia  de  Cueva ;  é 
no  tengo  este  rio  por  la  menor  dellas ,  si- 
no por  una  de  las  mayores.  Pero  porque 
de  susso  toqué  en  la  Puente  Admirable, 
dígase  qué  cosa  es ,  pues  quel  nombre  lo 
pide,  y  es  assi. 

Al  tiempo  que  hombre  llega  á  esta 
puente  sin  sospecha  de  tal  edefigio,  yen- 
do de  acá  hágia  Panamá ,  é  sin  la  poder 
ver  hasta  tener  los  piés  encima  della ,  as- 
si como  comienga  la  puente,  mirando  so- 
bre la  mano  derecha  ó  á  la  parte  de  Po- 
niente ,  se  vce  el  hombre  debaxo  de  sí 
un  rio,  que  desde  donde  están  los  piés 
á  pié  ó  á  caballo  hasta  el  agua ,  hay  dos 
langas  de  armas  ó  mas  espagio  en  hondo 
ó  de  altura  desde  el  agua  á  engima  de  la 


150 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


puente;  y  es  pequeña  agua  el  rio  que  dc- 
baxo  desta  puente  passa,  no  mas  honda 
que  hasta  la  rodilla  en  la  mayor  parte  ó  á 
medio  muslo:  esto  á  lo  ordinario,  ó  no 
aviendo  aguas  de  pluvias  para  que  crezca 
Y  es  muy  honíssima  agua,  y  es  muy  gra- 
ciosa toda  la  libera  de  aqueste  rio;  é  cor- 
re de  la  parte  de  ¡Mediodía  hasta  la  parte 
de  Septentrión,  hasta  que  se  va  a  meter 
y  entra  en  el  otro  rio,  ques  dicho  Chagre. 
Estando  sobre  esta  puente,  mirando  á 
la  parte  siniestra ,  está  lleno  de  árboles,  é 
no  se  veo  el  agua  de  la  espesara  de  las 
ramas  6  hiervas;  pero  la  puente  está  en 
lo  que  se  passa  ó  atraviessan  sobre  ella 
tan  ancha  como  quince  passos ,  é  tendrá 
de  longitud  seplenta  é  cinco  ú  ochenta. 
Mirando  á  la  parte  por  donde  deha\o  de- 
lta passa  el  agua,  está  hecho  un  arco  de 
piedra  é  peña  viva,  6  tan  natural  ques 
cosa  mucho  de  ver  ó  para  maravillar  to- 
dos los  hombres  del  mundo  deste  edefi- 
gio,  fecho  por  la  mano  de  aquel  Sobera- 
no Maestro  del  universo.  De  la  mitad  de 
la  puente  hasta  lo  mas  alto  del  hueco  del 
arco,  hay  mas  de  dos  estados  de  macico 
en  la  peña;  y  es  tanto  mas  hermosa  puen- 
te que  las  otras  todas  que  los  hombres 
hacen ,  que  ninguno  la  puede  ver,  sin  se 
admirar;  y  de  aqui  se  le  dió  el  nombre  de 
Admirable,  é  assi  es  cosa  para  admirar. 
Parescc  ques  toda  la  peña  una  piedra  ó  to- 
da la  puente  assimesmo. 

Tornando  al  propóssito  de  la  Especie- 
ría, digo,  que  quando  á  Nuestro  Señor 
le  plega  que  por  aquella  vía  de  Pana- 
má se  trayga  (ques  muy  posible)  é  desde 
allí  después  en  carros  6  por  tierra  hasta 
el  rio  de  Chagre ,  é  después  por  él  se  pon- 
ga en  estotra  mar  del  Norte,  donde  he 
dicho,  é  desde  allí  en  España,  mas  de 
siete  mili  leguas  de  navegación  se  gana- 
rán, 6  con  mucho  menos  peligro  del  que 
al  pressente  se  navega  por  los  portugue- 
ses que  van  á  la  Especiería.  Y  de  tres 
parles  del  tiempo  se  abreviarán  las  dos 


por  este  otro  camino,  segund  la  racon  de 
la  cosmographia ;  porque  segund  la  noti- 
cia de  las  cartas  modernas  é  correctas, 
desde  Panamá  hasta  Gilolo  é  Gal  ¡gara  mili 
é  seyseientas  leguas  se  ponen .  pocas  mas 
ó  menos ,  é  Gilolo  confina  y  es  muy  cerca 
de  las  islas  é  provincia  de  Maluco.  É  pues 
esto  es  assi ,  yo  pienso  que  no  me  alargo 
en  la  tasación  que  digo. 

Verdad  es  que  no  me  han  faltado  no- 
bles amigos,  que  desde  Italia  me  han 
avisado  de  alguna  poca  de  mormuraron 
en  este  caso  ,  é  de  que  personas  dotas  se 
pararon  .á  pensar,  después  que  ovicron 
visto  aquel  reporlorio,  que  se  imprimió 
en  Toledo,  donde  hice  mención  deste 
grand  atajo  é  abreviación ,  que  yo  doy 
al  camino  é  viage  de  la  Especiería ,  pues 
que  en  todo  lo  quel  mundo  bojá  en  su 
circunferencia  no  se  ponen  sino  seys 
mili  leguas,  repartidas  en  trescientos  é 
sessenta  grados ,  dando  á  cada  grado  diez 
6  seys  leguas  é  dos  tercios  de  legua.  Otros 
ponen  diez  6  siete  leguas  por  grado :  otros 
diez  é  siete  y  media;  é  si  se  ponen  diez 
y  siete,  avrá  en  la  redondez  seys  mili  é 
ciento  y  vcyntc  leguas;  é  si  fueren  diez 
é  siete  y  media,  avria  en  el  universo,  en 
su  mayor  circunferencia ,  seys  mili  é  tres- 
cientas leguas. 

Yo  no  quiero  reprobar  ninguna  opinión 
destas,  sino  remitir  la  decisión  al  muy  en- 
señado ó  dotíssimo  varón  Hicrónimo  Fra- 
castor ,  médico  veronés ,  el  qual  en  nues- 
tros tiempos  es  famosíssimo  astrólogo ,  é 
uno  de  los  que  más  alta  é  sotilmente  han 
escripto  del  movimiento  de  los  cielos.  Pe- 
ro parescc  ques  cosa  recia ,  aunque  se  to- 
me la  mayor  parte,  ser  mayor  el  atajo 
que  yo  digo  que  toda  la  redondez;  y  no 
consintió  el  magnífico  señor  Johan  Baptis- 
ta  Ramusio,  secretario  de  la  ilustríssima 
señoría  de  Yenccia,  que  se  me  diesse  cul- 
pa de  tal  error ,  si  le  avia ,  sino  como  no- 
ble é  doto ,  atribuyendo  la  culpa  al  im- 
pressor,  quiso  responder  por  mí  coa  mu- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXIX.  CAP.  XXX. 


151 


cha  gracia  é  dolrina ,  fundando  que  yo 
avia  dicho  bien.  Y  junto  con  esta  huma- 
nidad i  ('•  sin  riniosrvrmi'jme  escribió,  dan- 
di mu'  noticia  de  lo  que  en  el  estudio  de 
Padua ,  entre  varones  de  mucha  ciencia  ó 
cavalleros  é  otras  personas  en  este  caso 
se  avia  altercado,  y  pidiéndome  que  yo 
le  escribiesse  assimesmo  cómo  senda  lo 
que  he  dicho,  con  muchas  palabras  de 
amicicia  que  desseaba  aver  con  mi  per- 
sona, en  un  su  estilo  no  mediocre,  sino 
de  exgelente  orador.  Y  en  este  caso  yo  he 
satisfecho  á  aquel  prudente  varón éá  otros 
señores,  pues  mis  letras  llegaron  á  sus  ma- 
nos ;  y  porque  será  muy  posible  aver  otros 
muchos  dubdosos  en  el  mesmo  caso, 
quicio  satisfacer  con  la  mesma  racon,  que 
en  esto  tengo  dada,  y  es  esta. 

Si  desde  España  partiesse  una  nao  de 
la  isla  de  Cádiz,  entrando  por  el  estre- 
cho de  GibraJtar  por  el  mar  Mediterrá- 
neo, para  yr  á  la  cibdad  de  Venecia,  é 
andadas  trescientas  leguas,  pocas  masó 
menos,  hasta  llegar  á  Liguria  en  Geno- 
va,  é  desde  allí  aquello  que  hay  de  tra- 
viessa  derecha  por  tierra  hasta  Veneeja 
oviesse  un  grand  rio  navegable  ó  mar, 
por  donde  esta  nao  alravesassc  por  de- 
recha via,  cierto  es  que  acabaría  su  ca- 
mino hasta  Venecia  con  pocas  mas  le- 
guas. Pero  porque  conviene  desde  Geno- 
va dar  la  vuelta  á  toda  Italia  (é  por  no 
aver  tal  passo  ó  atajo  por  la  mar),  des- 
pués ha  de  entrar  por  el  faro  de  Mesina 
é  yr  á buscar  el  mar  Adriático,  y  en  el 
fin  del  ha  de  yr  á  Venecia ,  se  le  dobla  el 
viage ,  é  ha  de  navegar  doblado  camino. 
Assi,  pues,  desta  manera,  óá  mi  propóssi- 
to  trayendo  el  viage  que  los  portugueses 
hacen  al  pressente  para  la  Especiería  ,  en 
la  yda  6  vuelta  hasta  tornar  á  España ,  es 
mas  luengo  que  toda  la  circunferencia  del 
universo ;  y  el  que  yo  digo ,  por  la  via  de 
Panamá,  mucho  más  ó  la  mitad  ó  dos  par- 
tes menos.  É  no  digo  yo  en  aquel  suma- 
rio, donde  este  passo  se  me  acotó,  cosa 


que  no  sea  notoria  á  los  que  tovieren  no- 
ticia é  plática  de  la  navegación  deste  ca- 
mino de  acá ;  pues  que  con  mili  ó  ocho- 
cientas leguas,  pocas  mas  ó  menos  de  ca- 
mino, podría  ser  conducida  la  dicha  espe- 
ciería é  navegada  desde  Maluco  hasta  esta 
cibdad  6  puerto  de  Sánelo  Domingo  desta 
Isla  Española ,  si  la  pintura  destas  moder- 
nas cartas  é  la  relación  de  los  que  nave- 
gan no  nos  engañan;  é  caso  que  se  en- 
gañen, será  en  poca  cantidad.  Otra  com- 
paración en  el  mesmo  propóssito  (y  esta 
es  para  los  que  por  acá  en  estas  Indias 
navegan).  Digo,  que  si  desde  el  Nombre 
de  Dios  partiesse  una  nao  para  yr  á  Pa- 
namá ,  ó  oviesse  derecha  traviessa  de  un 
braco  de  mar  para  que  la  tierra  que  hay 
en  medio  fuesse  agua,  que  aquellas  diez 
é  ocho  ó  veynte  leguas  que  son  del  cami- 
no, no  sería  mucho  que  en  un  dia  se  an- 
da viessen ;  pero  a  viéndose  de  yr  por  mar 
avia  de  subir  desde  el  Nombre  de  Dios  la 
via  del  Oriente  á  buscar  el  Cabo  de  Sanct 
Augustin,  é  de  allí  avia  de  yr  en  deman- 
da de  aquel  grand  rio  de  Paraná ,  alias  de 
la  Plata ,  é  de  allí  al  Cabo  de  las  Vírgines, 
que  está  en  el  embocamicnto  del  famoso 
é  grande  Estrecho  de  Magallanes,  é  pas- 
sarle  la  via  del  Poniente  hasta  el  Cabo 
Desseado.  Y  hasta  allí  avria  navegado  dos 
mili  é  seyseientas  y  quarenta  leguas  (se- 
gund  lo  tengo  mas  particularmente  dicho 
en  el  I  libro  desta  segunda  parte,  ques 
libro  XX  desta  General  historia  destas  In- 
dias); pues  entrando  el  Estrecho  desde  el 
Cabo  Desseado  hasta  Panamá,  mas  de 
otras  mili  leguas  es  nescessario  que  haya 
en  lo  que  está  por  apuntar  é  descubrir 
desde  el  dicho  Estrecho  en  la  mar  Aus- 
tral hasta  Panamá.  Por  manera  que  tres 
mili  c  seyseientas  y  quarenta  leguas,  pol- 
lo menos,  se  atajarían  con  aver  el  dicho 
passo  por  agua  desde  el  Nombre  de  Dios 
á  Panamá,  para  excusar  tan  grandíssimo 
rodeo  como  el  que  está  dicho. 

Pero  dexeinos  la  comparación  que  he 


152 


HISTORIA  GENERA!.  Y  NATURAL 


dicho  ques  notoria,  porque  no  satisfará 
assi  á  los  antiguos  cosuiógraphos :  prime- 
ro la  pornó  en  el  Levante,  que  Ies  es  mas 
notorio  y  usado  á  ellos.  Visto  está  que 
quien  partiere  de  la  punta,  ú  mejor  di- 
ciendo, de  la  ensenada  del  golpho  de  Pa- 
iras ,  desde  la  Roxa  ó  Estira,  para  yr  por 
mar  á  la  isla  que  se  llama  Legina,  que 
ha  de  navegar  muchos  días,  6  aun  me- 
ses ,  porque  ha  de  rodear  la  Acaya  é  la 
Morca  y  el  Nésus,  é  otras  muchas  pro- 
vincias :  la  qual  navegación ,  si  se  cortas- 
se  aquella  poca  tierra  que  hay  en  la  en- 
senada de  Eximilia,  todo  el  camino  seria 
viage  de  un  dia  ó  menos  desde  la  cu- 
lata de  Patras  hasta  la  dicha  isla  Legina. 

Por  manera  quel  assiento  que  tiene  la 
tierra  ó  las  entradas  é  promontorios  que 
hace  en  la  mar,  esso  es  lo  que  acorta  c 
cresco  la  navegación.  Y  no  me  maravillo 
que  aquellos  señores  del  estudio  de  Padua, 
ni  del  de  París  ó  el  de  Boloña,  ni  aun  el  de 
Salamanca,  que  está  mas  á  propóssito  pa- 
ra hablar  con  los  testigos  que  van  destas 
Indias,  se  maravillen  que  les  parezca  no- 
vedad lo  que  dixe  en  aquel  reportorio; 
porque  una  cosa  es  medir  el  mundo  por 
el  esphera  é  su  graduación ,  é  otra  cosa 
es  navegado,  porque  los  unos  lo  miden 
por  el  ayre  ó  el  cielo ,  é  yo  por  el  agua  é 
por  el  suelo  é  tierra,  é  la  una  é  la  otra 
cuenta  es  cierta  é  se  puede  saber  c  con- 
tar con  mucha  verdad.  Ya  en  este  caso 
que  se  me  avia  acotado,  ó  principalmente 
por  el  literatíssimo  é  reverendíssimo  señor 
cardenal  Bembo,  su  señoría  reverendíssi- 
ma  me  hico  saber  por  su  carta  que  mi 
respuesta  satisfizo  á  la  dubda  ques  dicho: 
lo  qual  yo  tuve  en  señalada  merced  á  la 
humanidad  é  benevolencia,  con  que  su  se- 
ñoría reverendíssima  me  escribió.  Passc- 
mos  á  las  Perlas. 

En  aquel  sumario  que  escribí  en  Tole- 
do dixe  en  el  capítulo  LXXXIX  é  penúlti- 
mo que  avia  que  colegir  dos  cosas  muy 
de  notar  de  aqueste  imperio  ocidental 


destas  Indias,  demás  de  las  otras  particu- 
laridades expresadas,  ó  por  decir,  que  son 
de  grandíssima  calidad  cada  una  dellas. 
La  una  la  brevedad  del  camino  é  aparejo 
que  hay  desde  la  mar  del  Sur  para  la  con- 
tracta^ion  de  la  Especiería ,  6  de  las  in- 
numerables riquecas  de  los  reynos  é  se- 
ñoríos que  con  ella  confinan  de  diversas 
lenguas  é  nasciones  extrañas:  la  otra  con- 
siderar qué  innumerables  thessoros  han 
entrado  en  España  por  causa  destas  In- 
dias, é  qués  lo  que  cada  día  entra  6  lo 
que  se  espera  que  entrará ,  assí  de  oro  ó 
perlas  y  esmeraldas,  como  en  otras  cosas 
é  mercancías  que  destas  partes  continua- 
mente se  llevan,  antes  que  de  ninguna  ge- 
nerascion  extraña  sean  vistas  ni  Iniciadas, 
sino  de  los  vassallos  de  Céssar  españoles. 
Lo  qual  no  solamente  hace  riquissimos  á 
los  reynos  de  Castilla  é  de  León,  cuya  es 
aquesta  hacienda .  é  cada  dia  lo  serán 
mas;  pero  á  toda  España  é  á  los  circuns- 
tantes reynos  extraños  redunda  lanío  pro- 
vecho é  utilidad,  que  no  se  podría  decir 
sin  muchos  renglones  ó  mas  desocupación 
de  la  que  tenia  quando  aquesto  dixe  ;  é  di 
por  testigo  aquellos  ducados  ó  doblones 
que  la  Cessárea  Magestad  por  el  mundo 
despareja  ó  sembraba,  ó  que  salieron  de 
España  é  nunca  á  ella  tornaron :  porque 
como  es  la  mejor  moneda  que  por  el  mun- 
do corre ,  assi  como  entra  en  poder  de 
exlrangeros.  jamás  dellos  sale,  é  si  á Es- 
paña torna,  es  en  hábito  disimulado,  aba- 
xados  los  quilates  é  mudadas  las  armas  c 
cuños  de  Céssar,  é  puestas  otras  insignias. 
La  qual  moneda,  si  este  peligro  no  tuvies- 
se  é  no  la  deshiciessen  en  otros  reynos 
(por  lo  que  en  ella  ganan)  de  ningún  prín- 
cipe del  mundo  se  hallaría  tanta  cantidad 
de  oro  en  moneda  con  grandíssima  parte 
é  diferencia  é  ventaja  de  millones  de  oro, 
de  lo  qual  todo  son  causa  estas  nuestras 
Indias. 

Esto  toqué  y  escribí  en  el  año  de  mili 
é  quinientos  é  veynte  y  seys;  pero  en  es- 


DE  INDIAS.  UB.  XXIX.  CAP.  XXX. 


153 


tos  voynte  y  (los  años  que  bao  passa- 
do  después  liasia  el  pressente  de  mili  ó 
quinientos  é  quarenta  y  ocho  "so  lian  lio- 
vado  tantos  millones  de  oro  á  España  desta 
Tierra-Firme,  é  salido  por  el  puerto  dol 
Nombre  de  Dios  en  osla  provincia  de  Cue- 
va, a  causa  del  Perú  é  descubrimiento  de 
los  capitanes  r'rancisco  ['¡carro  é  Diego 
de  Almagro,  (pies  cosa  incontable,  é  de 
tanta  admiración  que  no  basta  pluma  ni 

tiempo  para  expresar  eslo  tan  particular- 
mente é  al  proprio  como  passa  en  efetto. 
Pero  adelante  en  la  tercera  partí'  dotas 
Insorias  se  hablará  en  aquello  más  parti- 
cularmente, e  aqui  concluyamos  este  ca- 
pitulo con  las  perlas,  de  las  (piales  se  ha- 
bló en  el  libro  XIX,  en  la  primera  parle, 
en  el  descubrimiento  quel  almirante  pri- 
mero, don  Chripstóbal  Colom,  hico  de  la 
isla  de  las  Perlas,  llamada  Cubagua,  en 
esta  mar  é  costa  del  Norte ,  cerca  de  la 
Tierrn-I'irme.  V.  allí  se  dixo  mas  particu- 
larmente lo  que  me  paresció  que  bastaba, 
assi  en  la  manera  de  sacar  é  pescar  las 
perlas,  como  en  otras  cosas  anexas  á  la 
materia:  é  por  tanto  no  hay  aqui  qué  se 
pueda  repetir  de  lo  dicho.  Y  assimesmo, 
en  este  libro  XXIX.  dixo  cómo  el  adelan- 
tado Vasco  Nuñez  de  Balboa  descubrió  es- 
ta otra  isla ,  que  llamamos  de  Perlas  en  la 


mar  del  Sur.  á  quien  los  indios  llaman 
TerareqUi,  que  está  á  quince  leguas  de 
Panamá:  en  la  qual  digo  que  se  han  ha- 
llado muchas  c  buenas  perlas ,  é  desla  is- 
la fué  aquella  grande  perla  que  dixc  que 
ovo  Pedrarias  Dávila ,  en  el  libro  XIX,  ca- 
pítulo VIII,  de  pesso  de  treynta  é  un  qui- 
lates, que  después  compró  la  Emperatriz, 
nuestra  señora,  de  gloriosa  memoria,  y 
también  la  otra  perla  redonda,  que  yo  tu- 
ve de  veyntc  c  seys  quilates.  É  otras  mu- 
chas é  grandes  perlas  se  avrian  allí  ávido, 
sino  que  se  sacan  en  mar  mas  profundo  y 
entre  peñas,  é  con  mayor  trabaxo  mucho 
que  en  estotra  isla  del  Norte  ó  Cubagua. 
Y  no  dnbde  alguno  que  en  esta  isla  que 
digo,  y  en  las  oirás  próximas  á  ella,  que 
son  muchas é  pequeñas  islas,  se  halla  can- 
tidad de  perlas,  6  son  mucho  mayores 
que  las  desta  otra  costa  ó  mar  del  Norte: 
é  digo  mas,  que  en  la  costa  abaxo  del 
Poniente  é  Panamá  también  las  hay;  pero 
como  es  grangeria  mas  dificultosa  que  el 
andar  Irás  el  oro  ó  otras  grangerias,  no 
es  excrcitada  por  sus  dificultades  é  hon- 
duras del  mar,  ques  mucha  mas  en  la 
banda  ó  costa  del  Sur  que  desla  otra  par- 
te del  Norte.  Y  en  su  lugar  se  dirá,  quan- 
do  se  hable  de  la  gobernación  de  Nicara- 
gua, dónde  se  hallan  assimesmo  perlas. 


CAPITULO  ■  XXXI. 


En  el  qual  se  tracla  de  las  obsequias  é  eerimonias  de  los  indios,  quando  se  muere  algún  señor  ques  liba  ó 
queví  ó  saco ,  é  es  principal  ,  en  la  provincia  de  Cueva  c  en  algunas  parles  de  la  gobernación  de  Caslilla 

del  Oro. 


Pues  se  ha  hadado  de  las  gentes  é  vi- 
das destos  indios  de  la  gobernación  de 
Caslilla  del  Oro,  tráclese  agora  de  sus 
muertes  é  fin,  ques  semejante  é  á  la  ma- 

*  Oviedo  alteró  sucesivamente  estas  fechas  des- 
de 1540  en  adelante,  viniéndose  en  conocimiento 
de  que  en  el  expresado  año  tenia  ya  puesta  en 
limpio  esla  segunda  parle  de  la  Historia  General 
de  Indias.  En  este  pasage,  que  volvía  sin  duda  á 

TOMO  III. 


ñera  de  su  vivir  bestial  c  de  infieles.  Y 
ante  todas  cosas  es  de  notar,  que  si  un 
indio  ó  india ,  por  algún  descontentamien- 
to que  tenga ,  ó  sin  causa ,  se  determina 

relocar  en  los  últimos  años  de  su  vida  ,  incurrid  do 
nuevo  en  el  descuido ,  notado  ya  en  olro  lugar,  di- 
ciendo que  escribió  en  1520  A  Sumario  (lela  histo- 
ria natural ,  el  cual  se  imprimió  dicho  año  en  la 
ciudad  do  Toledo. 

20 


154 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATL'RAL 


morir,  é  di<;e  morirme  tintero,  es  como 
verlo  hecho,  porque  assi  se  muere  deter- 
minadamente; ó  aborrescen  el  comer  6 
todo  lo  demás  que  les  pueda  dar  vida .  é 
se  secan  é  desmayan;  é  ayudándoles  á 
ello  el  diablo,  en  breves  dias  se  mueren, 
sin  saber  ni  entender  de  su  dolencia  otra 
cosa ,  sino  que  fué  su  voluntad  morirse. 

En  Panamá  é  Nata  é  Pacora ,  é  otras 
provincias  de  la  lengua  de  Cueva ,  en  la 
costa  del  mar  del  Sur  é  por  allí  cerca,  se 
acostumbra,  en  muñéndose  el  cacique  (ó 
señor  principal),  que  todos  los  familiares 
é  domésticos  criados  é  mugeres  de  su  ca- 
sa ,  que  continuamente  le  servían,  se  ma- 
tan. Porque  tienen  por  opinión,  e  assi  se 
lo  tiene  dado  á  entender  el  diablo  (alias 
tuyra)  quel  que  se  mata,  quando  el  caci- 
que muere,  que  va  con  él  al  cielo,  é  allá 
le  sirve  de  darle  de  comer  ó  á  beber,  y 
está  allá  arriba  para  siempre  exercitando 
aquel  mesmo  officio  que  acá  .  viviendo, 
tenia  en  casa  del  tal  cacique:  é  quel  que 
aquesto  no  hace,  que  quando  muere  por 
otra  causa  ó  de  su  muerte  natural,  que 
también  muere  su  ánima  como  su  cuerpo; 
é  que  todos  los  otros  indios  é  vassallos 
del  señor  muerto,  quando  se  mueren .  que 
también  se  mueren  sus  ánimas  con  el 
cuerpo ;  é  assi  se  acaban  é  convierten  en 
ayre  ó  en  no  ser  cosa  alguna  (como  el 
puerco  ó  el  perro  ó  una  ave  ó  el  pescado 
ó  otra  qualquier  cosa  animada);  é  que 
aquesta  preheminencia  tienen  é  gocan  so- 
lamente los  criados  ó  familiares  que  ser- 
vían al  señor  ó  queví  ó  tiba  principal ,  en 
su  casa  ó  en  algún  servicio  señalado.  Lo 
qual  persuade  é  induce  á  tanta  cobdicia 
á  los  indios  é  indias  de  ser  familiares  é 
criados  del  señor ,  que  les  paresce ,  quan- 
do lo  alcancan,  que  tienen  adquirido  to- 
do el  bien  desta  é  de  la  otra  vida ,  quan- 
do el  señor  los  rescibe  é  tiene  por  nabo- 
rías (id  est,  criados  de  su  casa).  É  de 
aquesta  falsa  opinión  viene  que  también 
los  que  entienden  en  el  sembrar  el  pan  é 


cogerlo,  que  por  gocar  de  aquella  prero- 
gativa  se  matan  é  hacen  enterrar  consigo 
un  poco  de  mahiz  é  una  macana  pequeña; 
é  dicen  los  indios  que  aquello  se  lleva  pa- 
ra que  si  en  el  cielo  fallare  simiente,  no  le 
falte  aquella  poca  para  principio  de  su 
excrcicio,  hasta  quel  tuyra  (que  todas  es- 
las  maldades  les  dá  á  entender)  les  pro- 
vea de  mas  cantidad  de  simiente. 

Esto  experimenté  yo  en  las  sierras  de 
Gualuro,  donde  prendí  al  tiba  ó  cacique 
de  aquélla  provincia  ,  que  se  avia  revela- 
do del  servicio  de  Sus  .Mageslades:  é  pre- 
gúntele que  ciertas  sepolturas  que  estaban 
dentro  de  un  bohío  cuyas  eran,  é  dixo  (pie 
de  unos  indios  que  se  avian  muerto  ellos 
mesmos,  quando  el  cacique  viejo,  padre 
deste  Guaturo,  murió.  Y  porque  muchas 
veces  suelen  enterrarse  con  mucha  canti- 
dad de  oro  labrado,  hice  abrir  dos  sepol- 
turas. é  hallóse  dentro  dellos  el  mahiz  é 
macana ,  que  de  susso  se  dixo;  é  pregun- 
tada la  causa ,  el  cacique  ó  otros  de  sus 
indios  dixeron  que  aquellos  que  allí  avian 
seydo  enterrados  eran  labradores ,  perso- 
nas que  sabían  muy  bien  sembrar  é  coger 
el  pan,  y  eran  sus  criados  é  de  su  padre; 
é  porque  no  muriessen  sus  ánimas  con  los 
cuerpos,  se  avian  muerto  ellos,  quando  se 
murió  su  padre,  el  cacique  viejo;  é  tenían 
aquel  mahiz  é  macanas  para  lo  sembrar 
en  el  cielo.  Á  lo  qual  yo  le  repliqué  que 
mirasse  cómo  el  tuyra  los  engañaba ,  é 
todo  lo  que  les  daba  á  entender  era  men- 
tira, pues  que  aquellos  muertos  nunca 
avian  llevado  el  mahiz  ni  la  macana  y  es- 
taba allí  podrido,  é  que  ya  no  valia  nada 
ni  avian  sembrado  nada  en  el  cielo:  á  eslo 
dixo  el  cacique,  que  si  no  lo  avian  llevado, 
seria  por  aver  hallado  mucho  en  el  cielo, 
é  assi  no  avria  nescessidad  de  aquello.  Á 
este  error  se  le  dixeron  muchas  cosas, 
las  que  aprovechan  poco  para  sacarlos  de 
sus  errores,  en  especial  quando  ya  son 
hombres  de  edad,  segund  el  diablo  los 
tiene  ya  enlacados.  En  fin,  ellos  creen 


DE  INDIAS.  I.IB.  XXIX.  CAP.  XXXI 


que  muerto  él  cacique,  de  los  indios  que 
se  matan  por  su  amor,  al  uno  dá  el  ofll- 
cio  de  pineerna  ó  copero,  como  los  poe- 
tas dicen  de  Júpiter  é  Ganimedes  1 ,  ó 
otro  á  otro,  é  que  en  l;i  otra  vida  hacen 
los  officios,  que  aqui  les  dió  su  señor. 

El  auctor  deslos  dolidos,  ques  el  tuyra, 
de  la  manera  que  les  aparesre  (piando  les 
habla  por  su  tequina,  de  aquella  mesma 
forma  le  piulan  «le  colores  é  de  muchas 
maneras ,  ó  (al  le  hacen  de  oro  de  relie- 
ve, -ó  entallado  en  madera,  muy  espan- 
table é  feo,  é  tan  diverso  como  lo  suelen 
acá  piular  nuestros  pintores  á  los  pies  de 
Sancl  Miguel  Archángel  ó  del  Apóstol 
Sanet  Bartolomé,  ó  en  otra  parle,  donde 
mas  temeroso  le  quieren  figurar.  Assiines- 
mo  quando  el  tuyra  los  quiere  espantar, 
promételes  el  huracán,  que  quiere  decir 
tempestad  ó  tormenta  de  agua  é  viento, 
la  qual  haei'  tan  grande  que  derriba  ca- 
sas e  arranca  muchos  é  grandes  árboles, 
e  les  hace  mucho  daño  en  sus  heredades 
é  fructos. 

É  assimesmo  en  esta  gobernación  de 
Castilla  del  Oro,  en  algunas  partes  della, 

(piando  algún   señor  muere,  loman  su 

cuerpo  é  assiéntanle  en  una  piedra  ó  le- 
ño; y  en  torno  del,  muy  cerca,  sin  que 
la  brasa  ni  la  llama  loque  en  la  carne  del 
(leluulo,  tienen  muy  grand  fuego  é  muy 
continuo,  tanto  que  toda  la  grasa  é  hu- 
medad le  sale  por  las  uñas  de  los  piés  ó 
de  las  manos  é  se  va  en  sudor  é  se  enju- 
ga, de  manera  que!  cuero  se  junta  con  los 
huessos,  é  toda  la  pulpa  ó  carne  se  con- 
sume ó  deslila.  E  desque  assi  está  enjuto, 
sin  lo  abrir,  ni  es  menester,  lo  ponen  en 
cierta  parte  que  para  aquello  licúen  en  su 
casa  deputada,  junio  al  cuerpo  de  su  pa- 
dre del  tal  cacique ,  que  de  la  mesma  ma- 
nera está  puesto:  é  assi ,  viendo  la  canti- 
dad ó  número  de  los  muertos,  se  couosce 
qué  tantos  señores  ha  ávido  en  aquel  Es- 


tado, é  quál  fué  hijo  del  otro  ó  le  subce- 
dió  en  el  señorío,  segund  la  orden  subce- 
siva  en  que  están  puestos.  Bueno  es  de 
creer  quel  que  de  los  caciques  murió  en 
alguna  batalla  de  mar  ó  de  tierra ,  é  que 
quedó  en  parte  que  los  suyos  no  pudieron 
tomar  su  cuerpoé  llevarle  á  su  tierra,  pa- 
ra lo  poner  con  los  otros  caciques,  que  fal- 
taron del  número  en  tales  assientos;  é  pa- 
ra esto  allí,  dó  avia  de  ser  puesto,  está 
vácuo,  é  hacen  pausa  ó  dexan  lanío  es- 
pacio, como  el  cuerpo  avia  de  ocupar  en 
aquella  rengle.  E  para  suplir  la  memoria 
é  falta  de  letras  (pues  no  las  tienen),  lue- 
go hacen  que  sus  hijos  ó  la  comunidad  o 
vassallos  que  mandaba,  aprendan  é  sepan 
de  coro  la  manera  de  la  muerte  de  los  que 
murieron.  En  fin,  dicen  que  no  pueden  ser 
allí  puestos,  é  assi  lo  cantan  en  sus  can- 
lares,  que  los  indios  llaman  areytos.  Es- 
tos caciques  assi  puestos  se  usa  en  las  pro- 
vincias de  Comogre  c  Chiman,  y  en  otras 
partes  de  la  lengua  de  Cueva. 

También  tienen  otra  forma  algunos;  y  es 
que  (piando  se  muere  el  cacique ,  después 
que  eslá  cnxulo  por  el  fuego,  segund  es  di- 
cho, lo  envuelven  en  cinco  ó  seys  man- 
ías ó  mas.  é  lo  echan  en  una  hamaca  que 
está  colgada  en  el  ayre,  é  lo  ponen  en  la 
cámara ,  donde  les  parescc  que  eslá  me- 
jor ,  ó  donde  él  acostumbraba  á  dormir. 

La  manera  de  las  muertes,  que  los  cria- 
dos é  servidores  suyos  se  dan  para  matar- 
se, es  que  junios,  y  hecho  su  areyto,  é 
cantando  primero  la  vidaé  obras  de  aquel 
su  señor  defunto,  tienen  assi  puesta  una 
grande  toreba  (que  quiere  decir  olla)  é 
una  concha  de  una  ostia  ó  un  calabacino 
ó  cuello  de  calabaza ,  de  que  se  sirven  de 
cuchara  .  ó  loman  un  trago  de  la  poncoña, 
ó  dos,  que  está  en  aquella  olla  ;  y  encon- 
tinenli  caen  muertos,  segund  es  grande 
la  potencia  de  aquel  veneno  poncoñoso. 
É  algunos  llevan  allí  sus  hijos  pequeños  é 


i    Ovid.  Melhara.,  lib.  X. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


150 

hacen  primero  beber  aquello  á  los  niños, 
é  desque  los  veen  muertos ,  se  matan  á  sí 
mesmos  de  la  niesma  manera,  sin  que  en 
ninguno  haya  lágrimas,  sino  mucho  con- 
tentamiento de  tal  fin.  E  assi  se  lleva  el 
diablo  con  cada  cacique  quarenta  ó  cin- 
qüenta  ánimas,  é  mas  é  menos,  de  los 
criados  é  familiares  que  le  servían.! 

También  en  algunas  partes  se  entierran 
de  la  forma  que  se  di\o  en  el  libro  V,  ca- 
pítulo III,  é  sus  mugeres  con  ellos,  é  tie- 
nen esta  forma.  Muerto  el  que  vi  ó  señor 
principal,  se  juntan  todos  los  señores  sus 
amigos  comarcanos  dentro  de  un  día,  y 
el  segundo  que  murió  lo  entierran;  é  an- 
tes que  muera ,  quando  veen  que  no  pue- 
de vivir,  se  llegan  los  amigos  para  cele- 
brar estas  obsequias.  Hacen  un  hoyo  de 
doce  ó  quince  pies  de  luengo  é  otros  tan- 
tos de  ancho,  quadrado,  é  un  poyo  á  la 
redonda;  y  este  hoyo  es  de  braca  é  me- 
dia ó  dos  estados  de  hondo,  é  tienen  allí 
aparejada  madera  é  rama  para  lo  cubrir. 
E  assíentan  el  cacique  defunto  en  el  poyo 
sobre  una  manta  muy  gentil,  pintada,  en 
lugar  de  tapete,  é  con  sus  joyas  de  oro 
puestas  en  su  persona ;  y  en  el  espacio 
quadrado  de  enmedio  deste  hoyo  ponen 
algunas  calabazas  con  agua  6  mahiz,  é 
algunas  fructas  é  flores:  é  luego  vienen 
las  mugeres  proprias  del  defunto  que  te- 
nia, no  todas,  sino  lasque  deltas  lo  quie- 
ren hacer  ó  seguirle,  enterrándose  con  él 
vivas,  muy  áderesgadas  de  carcillos  ó 
axorcas  de  oro  é  de  sus  joyas ,  é  sién- 
tanse á  los  lados  del  muerto.  É  tura  uu  dia 
é  dos  el  cantar  en  torno  de  aquel  hoyo  á 
grand  multitud  de  indios  é  indias,  chicos 
é  grandes,  recontando  las  proecas  y  el 
esfuerzo,  la  liberalidad  é  otras  virtudes  del 
muerto ,  ó  loando  mucho  el  amor  de  aque- 
llas mugeres  suyas ,  que  con  él  se  quie- 
ren yr  al  fíelo  é  morir  allí  dentro.  Y  en 
este  tiempo  queste  cantar  tura,  beben  los 
que  cantan,  é  baylan  continuamente  de 
rato  en  ralo  ,  porque  andan  en  (orno  dc- 


Uos  otros  hombres  dándoles  á  beber:  é 
también  beben  aquellas  mugeres  que  es- 
tán dentro  del  hoyo,  é  se  embeodan,  has- 
ta quellas  caen  sin  sentido  del  poyo,  ó  se 
quedan  sentadas,  sin  sentir,  embriaga- 
das. Estonces,  quando  ellas  están  tales, 
atraviess'an  maderos  por  encima  é  faxina 
é  tierra,  y  échanles  mili  cargas  della  acues- 
tas, é  assi  acaban:  é  á  los  que  cantaban 
no  se  les  acaba  aquel  dia  el  vino ,  é  des- 
piertan el  siguiente,  ó  quando  se  les  ha 
passado  la  bebdera.  É  assi  se  concluye  la 
pompa  funeral  del  diablo  en  essos  sus  mor- 
tuorios, é  aquel  mausoleo  ó  sepulcro  que- 
da como  por  un  lugar  sancto  e  acatado, 
é  ponen  en  torno  hermosas  arboledas. 

En  tanto  que  lo  quos  dicho  se  hace,  el 
hijo  que  ha  de  subceder  en  el  Estado  es- 
tá pressente  hasta  que  todo  está  hecho,  é 
luego  le  dan  la  norabuena  de  la  subces- 
sion  :  é  los  viejos  é  mas  ancianos  que  que- 
dan en  su  Estado,  llevante  de  los  bracos  á 
una  cámara,  donde  ha  de  dormir,  y  cchan- 
le  en  una  hamaca.  E  allí  vienen  á  le  dar 
la  obidiencia  lodos  sus  subditos,  con  car- 
gas de  pressentes  de  mahiz,  ú  aves,  é 
puercos,  é  venados,  é  pescado,  é  cosas 
de  comer  de  las  fi  netas  é  de  todo  lo  que 
hay  en  la  tierra:  é  le  harén  nuevos  can- 
tares de  placer  ,  é  beben,  como  es  dicho, 
otros  dos  6  tres  dias.  Ka  aquellos  canta- 
res le  dicen  qué  caciques  é  señores ,  con 
sus  parientes  é  toda  su  genealogía ,  é  quá- 
les  eran  los  amigos  y  enemigos  de  su  pa- 
dre, é  por  qué  causas,  para  lo  retificar  en 
la  amistad  ó  enemistad,  que  con  su  padre 
el  cacique  defunto  tenían.  E  luego  questo 
es  fecho,  cavia  sus  mensajeros  á  los  ca- 
ciques é  quevís  é  señores,  haciéndoles  sa- 
ber que  su  padre  es  muerto,  é  que  como 
fué  su  amigo,  él  lo  quiere  ser  assimesmo: 
é  los  otros  le  hagen  sus  embaxadas ,  ra- 
tificando la  paz  é  debdo  é  amor,  é  ofres- 
ciéndosele ,  como  tales  amigos.  É  la  mes- 
ma  diligencia  hacen  con  sus  enemigos,  é  al- 
gunos se  reconcilian  é  quedan  por  amigos: 


DE  INDIAS.  IJ15.  XXIX.  CAP.  XXXI. 


157 


oíros  quedan  por  mas  enemigos,  é  pren- 
dan ó  matan  tales  mensageros ,  para  que 
sea  mus  fijaé  perpétua  la  guerra  entrellos. 

Son  tantas  é  tan  diferenciadas  las  cos- 
tumbres  destas  gentes,  que  no  se  pue- 
den aun  entender  ni  saberse,  sin  (piel 
tiempo  de  lugar  á  ello  é  passen  mas  años. 
Verdad  es  que  en  algunas  parles  dcsta go- 
bernación é  otras  parles,  de  todo  punto 
se  han  olvidado  é  perescido  sus  cerimo- 
niaspor  los  peccados  é  vigiosdestos  indios, 
para  que  haya  en  ellos  el  efetto  de  aque- 
lla sentencia  de  Job  que  di$e:  La  inorada 
de  los  malos  no  permanecerá  »  '.  Sobre  lo 
quál  diré  el  glorioso  dolor  de  la  Iglesia, 
Sancl  Gregorio,  en  sus  Morales,  en  la  ex- 
posición desle  passo  contra  los  malos: 
«Donde  huelgan  con  la  carne,  allí  entier- 
ran  el  ánima,  dándole  la  muerte8. »Y  assi 
estos  malaventurados  .  apartados  de  la 
verdadera  morada,  no  solamente  para  es- 
ta vida*  pero  para  la  eterna,  siempre  se- 
rán muertos  en  tanto  que  estén  desviados 
del  cono3Qimiento  de  Dios  verdadero. 

Yo  tengo  hasta  agora  visto  grandíssimo 
número  destos  indios  en  treynta  j  cinco 

años  que  lia  (pie  tracto  oslas  parles  ¿  VCO 
esta  generación,  é  ninguno  perfello  chrisp- 
tiano  lie  hallado  entrellos  de  los  (pie  han 
ávido  plática  ó  conoscñnionlo  con  los 

chripsti;  s  seyendodeedad  ; mas  tengo 

creydo  que  de  los  niños  que  son  dotrina- 
dos.  se  salvan  muchos  por  la  misericordia 
de  Dios  ('•  diligencia  de  los  calhólicos  reli- 
giosos chripslianos,  que  en  esto  se  ocupan 
en  estas  partes:  de  lo  qual  resulta  granel 
bien  para  los  méritos  de  nuestros  prínci- 
pes, por  cuya  voluntad  muchos  mas  se 
salvarían  (é  todos  ellos,  sin  que  ninguno  se 
perdiesse);  pero  no  puede  dexarse  de 
complir  en  esto  la  providencia  de  Dios, 
que  sabe  ordenarlo  que  conviene. 

Verdad  es  que  en  esto  tampoco  quedan 

1  Et  tabernaculum  impiorumnon  subsistet.  (Job, 
cap.  VIII,  vers.  22. 

2  Moral,  lib.  VIII, 


los  chripstianos  sin  mucho  cargo,  en  es- 
pecial los  perlados,  si  algún  descuydo  tu- 
vieren en  poner  la  diligencia,  que  so  re- 
quiere que  haya  en  sus  ministros  y  en  él 
para  reducir  estas  ovejas  al  verdadero  cu- 
bil. Y  no  deys,  reverendos  padres,  toda 
la  culpa  á  los  soldados :  que  su  castigo  no 
les  ha  faltado  á  essos  en  lo  que  mal  han 
fecho,  ni  les  faltará  á  los  que  mal  hicie- 
ren :  y  por  los  fines  de  algunos  podeys 
aver  visto  en  estas  historias  cómo  les  ha 
ydo  en  la  demanda  desle  oro,  é  quán 
particular  cuenta  ha  tenido  Dios  con  ellos. 
Nocreaysque  la  mitra  ni  el  báculo  pasto- 
ral se  os  dio  para  dormir  ñ  la  sombra  del 
mando,  que  Dios  os  permitió:  acordaos  que 
dice  San  Gregorio:  «  Oualquier  perlado 
soberbio  tantas  veces  cae  en  culpa  de 
apostasía  quantas,  deleytándose  en  presi- 
dir sobre  los  hombres,  se  alegra  de  la 
singularidad  de  su  honra3.»  E  mas  ade- 
lante dice:  «  El  Todopoderoso  Dios,  por 
sola  la  calidad  de  los  merescimientos  exa- 
mina la  vida  de  los  hombres;  pero  mu- 
chas veces  dá  por  allí  mayor  pena  por 
donde  dio  en  ministerio  de  ofScio  estas 
cosas  mayores,  segund  que  la  misma  ver- 
dad dá  testimonio  diciendo  *:  Al  que  mu- 
cho es  dado ,  mucho  será  demandado  5. » 
Por  manera,  señores  perlados,  que  vues- 
tra carga  no  se  descarga  sino  con  trabaxo 
continuo  é  con  la  diligencia  é  obra ,  que 
para  la  salvación  destas  gentes  conviene. 

Y  este  fué  el  intento  de  la  Sanctidad 
del  Papa  é  de  la  Cessárea  Magostad,  con 
que  os  cometieron  tan  sancto  cuydado  é 
las  dignidades  (pie  os  dieron,  é  descarga- 
das eslún  sus  coñsciengias  con  las  vues- 
tras, y  cssa  éncomendays  vosotros  á 
vuestros  vicarios,  y  ellos  á  los  curas,  y 
essos  curan  de  la  manera  que  vemos  el 
fructo.  Assi  que,  va  esto  ensartado  de  uno 
en  otro  á  parar  en  un  ydiola,  que  avria 

;i    Moral.,  lib.  XXIV,  sobre  Job  en  el  cap.  28. 
4    Ib.,  lib.  XXV,  cap.  1,  sobre  el  cap.  31  de  Job. 
j    Evang.  de  S.  Lúeas,  cap.  XII. 


1o8 


mSTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


menester  quien  al  tal  le  enseñasse.  Y  sos- 
pecho que  desta  negligencia  ha  de  sub- 
oeder  á  algunos  lo  que  á  una  vieja  dili- 
gente é  sin  prudencia  intervino  en  mi 
tierra,  que  por  poner  mejor  recabdó  en 
unos  pollos,  que  anclaban  tras  la  gallina 
pequeños,  ató  el  uno  al  otro,  ó  otro  al 
otro ,  é  assi  todos  diez  ó  doce ,  y  el  pos- 
trero á  la  gallina  ,  y  la  gallina  á  una 
silla,  en  que  la  vieja  estaba  assentada 
hilando;  y  el  pollo  que  estaba  al  cabo  del 
hilo,  como  estaba  mas  desviado  de  la  si- 
lla, ó  la  cuerda  era  luenga,  arrebatóle  el 
milano,  é  si  no  fué  uno  ó  dos  que  esta- 
ban mas  cerca  de  la  gallina,  por  donde 
se  quebró  el  hilo ,  todos  los  otros  se  llevó 
en  su  sarta  pendientes  uno  de  otro. 

Aplicando  esto  á  nuestro  caso,  se  ha  de 
entender  que  la  silla  es  de  Sanct  Pedro,  y 
cssa  no  puede  errar ,  porque  su  intención 
es  guardar  sus  pollos  ú  ovejas;  ni  puede 
el  diablo,  ques  el  milano,  moverla  de  su 
lugar  ni  ofender  á  la  gallina,  ques  el  Prín- 
cipe, cuyos  son  estos  pollos  ó  vassallos; 
porque  Su  Magcstad  ésta  junto  é  confor- 
me con  la  silla  é  no  se  aparta  dolía :  [uto 
los  otros  que  de  allí  abaxo  andan  aparta- 
dos, essos  son  los  que  tienen  el  peligro 
ques  dicho  del  milano,  ques  diablo  é  nun- 
ca duerme.  Assi  que,  aunque  yo  pague  los 
cinco  sueldos  por  dar  consejo  donde  no 
se  me  pide,  y  siendo  yo  tan  falto  para 
esto,  no  es  en  verdad  soberbia  la  mia, 
sino  compasibilidad  de  ver  acá  estos  mi- 
nistros, no  todos,  sino  algunos,  no  ata- 
dos en  sarta  cómo  los  pollos  de  la  otra, 
porque  los  que  están  atados  é  unidos  tie- 
nen menos  peligro,  é  aunque  alguno  se 
lleve  el  milano,  los  oíros  lodos  se  cobran 
e  remedian;  porque  por  aquella  cuerda, 
que  la  vieja  puso  á  sus  pollos,  el  milano 
que  los  llevaba  se  assió  en  un  olivo ,  é 
comiendo  el  un  pollo ,  la  vieja  é  muchos 
muchachos  que  seguían  por  lo  baxo  al 
malfechor,  llegaron  donde  estaba  lan  tra- 
bado é  atado  por  los  piés  con  el  hilo ,  que 


lo  tomaron  é  le  mataron,  sin  se  aver  per- 
dido mas  de  uno  de  los  pollos. 

Esla  cuerda  avés  de  entender  ques  la 
regla ,  á  que  los  religiosos  andan  atados: 
el  árbol  del  olivo  es  la  misericordia  de 
Dios,  donde  somos  todos  socorridos  é  li- 
brados del  común  adverssario ,  é  la  vieja 
es  la  Iglesia,  que  siempre  trabaxa  en  nos 
criar  é  do'.rinar  é  librar  del  demonio,  (pies 
nuestro  milano,  é  los  muchachos  ó  niños, 
que  con  ella  yban  en  seguimiento  de  los 
pollos  perdidos,  son  las  inocentes  c  puras 
conscit'n<;¡as  de  los  devotos  religiosos  é 
chrípstianos,  que  la  acompañan  é  aplacan 
la  yra  del  Señor,  para  nuestro  socorro  c 
amparo  de  su  misericordia,  para  que  con 
la  oliva  llegue  la  buena  nueva  de  la  res- 
tauración é  de  ser  passado  el  naufragio, 
como  lo  envió  á  significar  é  anunciar  á 
Noé  con  un  ramo  de  tal  árbol,  estando  011 
el  arca  metido,  para  que  viessen  «piel  di- 
luvio era  passado,  é  que  la  paloma  avia 
hallado  tierra  é  paz  en  el  Señor  para  sus 
criaturas. 

Torno  á  decir,  muy  reverendos  obispos 
é  perlados,  que  examineys  bien  vuestros 
ministros,  porque  á  veces  os  engañays  en 
la  elecion  é  os  engañan.  ¿Qucréyslo  ver? 
Mirad  las  bolsas  á  algunos,  é  los  negocios 
particulares,  y  el  caudal  con  que  entra- 
ron en  sus  grangerias;  é  vereys  quán 
apartado  anda  el  exercicío  del  officio  del 
sacerdocio,  é  quán  fuera  de  cuydado,  de 
desnivelaros ,  están  é  de  quitaros  do  tra- 
baxo,  é  cómo  de  passo  en  passo  os  llevan 
de  la  mano,  é  vosotros  y  ellos  é  otros  en 
una  cuerda  ensartados  al  infierno,  si  no 
socorre  Dios  vuestras  ánimas  con  otra  oli- 
va de  misericordia .  para  que  del  mal  sea 
lo  menos,  é  lo  pague  solo  aquel  que  no 
guarda  lo  que  debe  é  le  teneys  mandado. 
E  para  esto  vuestro  báculo  Qele  sobre 
ellos  é  todo  el  pueblo,  que  Dios  os  enco- 
mendó :  é  ved  vuestra  cuenta  é  la  de  to- 
dos á  menudo. 

No  quiero  señalar  perlado  ni  sacerdo- 


DE  INDIAS.  Ult.  XXIX.  CAP.  XXXI. 


150 


te,  aunque  algunos  me  lian  robado  á  mí 
ó  á  otro*,  porque  no  parezca  que  halilo 
con  passion  en  eslo;  pero  yo  he  dicho 
verdad  en  lodo ,  é  assi ,  si  no  fuesse,  ni 
meresceria  crédito  ni  perdón.  Las  bur- 
las de  la  pecunia  é  de  los  bienes  ágenos 
aun  mas  tolerables  son  (puesto  ques  mal 
que  se  hagan)  que  no  las  que  se  hacen 
a  sí  mesmos;  porque  si  yo  pierdo  par- 
le de  la  capa,  quien  me  la  quila  pierde 
toda  el  ánima:  y  quanto  mas  honesto  ó 
sánelo  es  el  hábito,  mas  quedas  e  limpias 
han  de  andar  las  personas  y  las  manos, 
que  han  de  Ilegal'  al  altar  sin  enconarse 
ni  buscar  otra  ocupación  de  seglares,  si- 
no enseñando  estas  gentes  bárbaras  á  sa- 
lir de  sus  errores  é  rilos  diabólicos,  pues 
que  para  esto  los  envian  acá ,  y  no  á  here- 
dar, ni  encubrir  ni  transportar  los  bienes 


ágenos,  ni  á  emboscarse  en  grangeriasque 
impidan  el  sánelo  officio  del  sacerdocio. 
Junio  con  esto  he  paciencia  con  ver  otros 
religiosos  tan  benditos,  tan  suficientes, 
tan  humildes,  é  de  tan  perfetta  vida  y 
exemplo,  ques  para  loar  á  Dios  é  darle 
gracias  ,  porque  nos  hace  dignos  de  su 
compañía  é  comunicación. 

Passemos  á  otras  materias  ,  é  dcsta  de 
los  religiosos  é  clérigos  no  se  entienda  lo 
ques  dicho  por  los  que  están  6  residen  en 
sus  iglesias  y  monasterios ,  sino  remítase 
la  cuenta  á  los  que  tienen  canónicamente 
el  cai  go  dellas:  que  yo  fiador  que  á  los  ta- 
les superiores  les  será  acordado  en  su 
tiempo  tan  por  menudo  y  mas  que  lo  sien- 
ten los  humanos;  y  ello  passa  conforme  á 
la  retitud  de  la  divina  justicia. 


CAPITULO  XXXII. 

I>e  algunas  particularidades  de  los  indios  de  Cueva,  é  también  se  liare  mención  de  algunas  cosas  en  ge- 
neral de  aquella  provincia ,  que  se  añaden  é  ponen,  acrescenlando  el  ge'nero  dellas  en  los  libros  de  la  pri- 
mera parle  de  aquestas  historias. 


En  la  primera  parte  desta  General  his- 
toria, en  el  libro  VI,  su  tracto  de  diversas 
cosas,  assi  como  de  las  moradas  de  los 
indios;  y  en  esta  materia  en  este  li- 
bro XXIX  se  dixeron  otras  cosas  dife- 
renciadas. 

En  el  juego  del  batey  y  en  los  huraca- 
nes basta  lo  dicho  y  escripto. 

En  lo  de  las  canoas  assi  se  usa  lo  mosmo 
en  esla  isla  como  en  la  Tierra-Firme,  salvo 
que  aunque  tienen  canoas  pequeñas,  tam- 
bién las  usan  grandes  é  mucho  mayores 
questas  islas;  porque  hay  canoa  que  lleva 
c/inqüenta  ó  sessenta  hombres  é  mas  ,  é 
con  sus  árboles  é  velas  de  algodón,  é  son 
muy  diestros  en  ellas,  en  especial  los  ca- 
ribes. 

En  lo  que  toca  á  la  agricoltura,  lodo  lo 
que  se  dixo  en  el  libro  VII  ó  otras  cosas 
muchas  mas  de  legumbres  é  fructas  se 


hallan  en  la  provincia  de  Cueva  é  gober- 
nación de  Castilla  del  Oro;  y  assi  en  esse 
mesmo  libro,  y  en  el  VIII,  y  en  el  IX,  y 
en  el  X  y  XI  y  XII  y  XlU  y  XIV  y  en 
el  XV,  como  en  todos  los  demás  de  la  pri- 
mera parle  dcstas  historias,  se  ha  puesto 
ó  acresgentado  lo  que  de  tales  materias 
hay  é  se  sabe  dcsta  gobernación  de  Cas- 
tilla del  Oro,  ó  se  enmendaron  algunas 
cosas  después  do  la  primera  impression: 
é  por  esso  no  hay  para  qué  se  repita  en 
esle  libro,  porque  me  paresce  ques  mejor 
que  eslé  junio  lo  ques  de  un  jaez  ó  géne- 
ro ó  particular  título  de  cada  libro. 

Quédame  de  decir  que  en  aquesta  len- 
gua de  Cueva  hay  muchos  indios  hechice- 
ros é  en  especial  un  cierto  género  de  ma- 
los, que  los  ehripstianos  en  aquella  tierra 
llaman  chupadores,  que  á  mi  parescer  de- 
ben ser  lo  mesmo  que  los  que  en  España 


100 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


llaman  bruxas  y  en  Italia  exilias.  Estos 
chupan  á  otros  hasta  que  los  secan  é  matan, 
é  sin  calentura  alguna  de  día  en  dia  poco  á 
poco séenflaquescen lauto, que  seles  [Hie- 
den contarlos  huesos,  que  se  les  parescen 
solamente  cubiertos  con  el  cuero:  y  el 
vientre  se  les  resuelve  de  manera  quel 
ombligo  traen  pegado  á  los  lomos  y  espi- 
nado, c  se  tornan  de  aquella  forma  que 
pintan  á  la  muerte  ,  sin  pulpa  ni  carne. 
Estos  chupadores,  de  noche,  sin  ser  sen- 
tidos, van  á  hacer  mal  por  las  casas  age- 
nas:  é  ponen  la  boca  en  el  ombligo  de 
aquel  que  chupan,  y  están  en  aquel  exer- 
cisio  una  ó  dos  horas  ó  lo  que  les  pares- 
ce,  teniendo  en  aquel  traba  xo  al  pacien- 
te, sin  que  sea  poderoso  de  se  valer  ni 
defender,  no  dexando  de  sufrir  su  daño 
con  silencio.  E  conosce  el  assi  ofendido,  é 
vee  al  malhechor,  y  aun  les  hablan:  lo 
qual ,  assi  los  que  hacen  este  mal  como 
los  que  le  padescen,  han  confessado  algu- 
nos dcllos;  é  dicen  queslos  chupadores 
son  criados  ó  naborías  del  tuyra ,  y  quél 
se  los  manda  assi  hacer,  y  el  tuyra  es, 
como  está  dicho,  el  diablo. 

Son  muy  grandes  hervolarios  algunos 
indios  en  aquella  provincia,  c  eonoseen 
muchas  hiervas  para  diversas  enfermeda- 
des, en  especial  los  señores  é  hombres 
principales,  6  aquellos  (equinas,  éaun  al- 
gunas mugeres,  en  las  qualcs  es  mas  pe- 
ligroso el  officio;  porque  todas  aquellas 
que  se  prescian  de  maestras  de  tal  arte, 
son  unas  viejas  astutas  é  mal  inclinadas, 
é  de  mala  proporción  é  vista ,  que  se  en- 
tremeten á  adevinar,  é  hacen  mas  descon- 
ciertos que  los  hombres  de  su  officio.  Y 
destas  hay  assimesmo  chupadoras  en  mas 
cantidad  que  de  hombres,  que  en  csso  en- 
tienden. 

Un  notable  caso  me  ocurre,  é  quiérolo 
decir,  aunque  es  apartado  de  las  otras 
materias  de  que  se  ha  tractado ,  pues  quel 
pressente  capítulo  he  querido  que  sea  de 
cosas  mezcladas  é  diversas.  Y  es  que  en 


el  Dañen,  en  Acia  y  en  el  Nombre  de 
Dios,  y  en  la  costa  de  Tierra-Firme,  que 
mira  á  esta  isla  é  llamamos  del  Norte,  to- 
todos  los  vientos,  Nordeste,  Norte  ú  No- 
rueste son  sanos,  porque  vienen  sobre  el 
agua  de  la  mar.  y  el  Norte  mas  sano  qiu 
essotros  ques  dicho,  porque  viene  mas  li- 
bre, sin  tierra,  é  los  que  en  donde  he  di- 
cho van  del  Sueste  é  Sur  ó  Sudeste  son 
enfermos,  c  mucho  mas  el  de  Mediodía  o 
austro,  porque  va  mas  sobre  tierra.  Y  cs- 
tosque  allí  son  enfermos,  son  sanosen  Pa- 
namá y  en  aquella  otra  costa  austral:  y  lo 
mesmo  acaesce  en  esta  Isla  Española  y 
cibdad  de  Sancto  Domingo:  que  en  la 
parle  questa  cosía  mira  al  Austro,  los  vien- 
tos que  vienen  de  Mediodía  son  sanos,  y 
el  Norte  es  malíssimo  é  muy  enfermo;  é 
por  el  contrario  en  la  costa  questa  isla  tie- 
ne hácia  el  Septentrión,  estos  vientos  qu  > 
aquí  son  sanos  son  acullá  dolientes  y  en- 
fermos, 6  los  que  aquí  son  dañosos,  en  la 
Otra  costa  son  saníssimos. 

Los  indios  de  la  provincia  de  Cueva  son 
inclinados  á  juegos  é  ociosidad  é  aficiona- 
dissimos  á  hurlar:  é  assi  en  esta  gober- 
nación de  Castilla  del  Oro.  como  en  las 
partes  que  he  estado  destas,  he  visto  as- 
simesmo y  es  notorio  que  los  indios  de 
poca  edad ,  assi  hombres,  como  mugeres, 
hasta  llegar  á  trece  ó  catorce  años,  é  que 
se  principie  la  edad  de  la  adolescencia,  y 
se  comience  en  ellos  el  desseo  é  calor  li- 
bidinoso, ó  se  ayunten  carnalmenle  hasta 
probar  con  efetlo  la  laxaría,  son  hasta 
allí  (en  tanto  que  no  la  han  gustado  con 
obra)  los  mejores  servidores  é  mas  bue- 
nos muchachos  que  se  puede  pensar  ni 
a  ve  r  visto  en  otras  nasciones  (si  hasta  lle- 
gar á  tal  estado  son  corregidos  é  criados 
entre  honestos  chripstianos);  pero  quando 
son  entrados  en  la  edad  adolescente ,  en 
conosciendo  muger,  se  tornan  bestiales  é 
diabólicos  ellos  y  ellas  con  el  curso  vené- 
reo. E  con  este  vigió  se  les  pegan  é  jun- 
tan otros,  é  olvidan  lo  que  saben  bueno  é 


DE  INDIAS.  Lili.  XXIX.  CAP.  XXXII. 


virtuoso,  si  assi  lo  fian  aprendido  aulcs 
de  Inicuas  costumbres ,  é  las  aborresgen 
por  la  mayor  pauto;  pero  todavía  quedan 
mejores  que  sus  padres  é  parientes.  É  as- 
si  es  de  creer  que  con  el  tiempo,  median- 
te el  favor  divino,  siempre  serán  mas 
aprovechados  é aparejado-;  para  serehrips- 
tianos  é  merescer  tal  nombre  é  la  gloria 
del  cielo ,  interviniendo  la  gracia  de  Dios 
en  ellos. 

Y  pues  andamos  al  cabo  deste  li- 
bro XXIX,  será  bien,  pues  en  cada  uno 
de  los  |£br06  desta  General  historia  de  ¡n- 


ilins  se  dicen  las  vidas  de  los  gobernado- 
res i  v  aun  de  algunos  dellos  ó  de  los  mas 
sus  muertes),  que  se  ponga  aqui  un  capi- 
tulo particular  é  penúltimo,  resumiendo  la 
relación  de  los  capitanes  particulares  ó 
inferiores,  para  acordarnos  entre  tanto  nú- 
mero dellos  (en  sola  esta  gobernación  de 
Castilla  del  Oro)  quán  pocos  son  aquellos 
quedexaron  de  morir  mala  muerte,  avien- 
do  su  pago  en  esta  vida  conforme  á  sus 
obras  y  quán  raros  los  que  dellos  lian 
tornado  á  sus  patrias. 


CAPITULO  XXXIII. 

F.n  que  sumariamente  se  Irada  del  subeesso  é  tin  que  hicieron  los  capitanes  particulares,  que  lia  ávido  en 
la  gobernaron  de  Castilla  del  Oro  en  tiempo  del  gobernador  Pedranas  Dáyila  ,  é  antes  c  después  del  luis- 
la  el  liempo  pressente. 


1  or  muy  peor  tengo  no  querer  los  hom- 
bres bien  obrar,  que  no  no  saberlo  hacer. 
Bien  creo  yo  (pie  algunos  capitanes  de  los 
queen  esta  gobernación  de  Castilla  del  Oro 
han  andado,  no  supieron  bien  obrar,  por- 
que nunca  lo  aprendieron  ni  usaron ;  ó  la 
culpa  6  falta  questos  tales  han  obrado  acá, 
tanto  y  más  si1  deben  atribuyr  al  goberna- 
dor que  los  admitió  á  tal  oflicio,  como  al  que 
mal  le  usó.  Otros  algunos  destos  capitanes, 
que  supieron  hacerlo  bien  é  no  lo  hicie- 
ron, essos  tengo  por  diabólicos;  puesto 
que  algunos  otros  (que  fueron  los  menos 
en  número)  son  dinos  de  loor.  Y  assi  con 
los  unos  é  los  otros  ha  tenido  Dios  tan  par- 
ticular cuenta  é  aviso,  como  sus  fines  ó  vi- 
das lo  han  mostrado;  pero  porque  este  jui- 
cio ó  castigo  esté  mas  manifiesto  para  cor- 
recion  de  los  pressentesó  por  venir,  digo 
assi. 

I.  El  adelantado  Vasco  Nuñez  de  Bal- 
boa ,  que  fué  causa  de  la  muerte  del  go- 
bernador Diego  de  Nicuesa ,  é  de  los  que 
con  él  se  conjuraron  ante  Hernando  de 
Arguello,  escribano  (para  no  le  rescebir 
en  el  Darien  por  gobernador,  écruelmen- 

TOMO  III. 


te  le  echaron  de  la  tierra  por  la  mar  en 
una  barca  ,  con  otros  trece  hombres ,  y  el 
ni  ellos  nunca  mas  parescieron),  ved  como 
después  murió  este  adelantado  degollado 
por  traydor,  é  con  él  fueron  descabeza- 
dos aquel  escribano  Arguello,  c  Andrés 
de  Valderrábano ,  é  Luis  Bolello,  é  Her- 
nand  Muñoz,  que  eran  de  los  mesmos  con- 
jurados, é_assi  acabaron  con  el  mesmo  tí- 
tulo de  tray dores. 

II.  El  capitán  Bartolomé  Hurlado,  al- 
guacil mayor  de  Vasco  Nuñez ,  ó  uno  de 
los  conjurados  contra  Diego  de  Nicuesa, 
murió  mala  muerte. 

III.  Francisco  Pioarro ,  que  después 
fué  adelantado  é  marqués  é  gobernador 
é  capitán  general  en  la  tierra  austral, 
é  que  tan  poderoso  é  rico  se  vió  que 
ha  sido  sonado  y  estimado  por  el  mundo 
quanto  por  estas  historias  se  puede  ver, 
uno  fué  de  los  conjurados  de  Vasco  Nu- 
ñez contra  Nicuesa.  Y  estando  en  la  cum- 
bre é  mayor  prosperidad  que  tuvo ,  mu- 
rió mala  muerte  el  año  passado  de  mili  é 
quinientos  é  quarenta  y  uno,  é  le  mataron 

do  una  estocada  por  la  garganta,  é  con 
21 


IG2 


;         UISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


él  á  un  hermano  suyo  ó  otros  finco  ó  seys, 
porque  no  quedasse  sin  castigo  ni  vengan- 
cu  la  muerte  injusta  de  su  compañero  el 
infelice,  é  diño  de  infalible  memoria,  el 
adelantado  don  Diego  de  Almagro,  ni  las 
de  aquellos  percadores,  que  mataron  en 
aquella  desvariada  batalla.  El  castigo  de 
la  qual  é  de  tan  grandes  delictos,  con  la 
mesma  dilación  é  tiempo,  ha  mostrado  la 
justicia  de  Dios  palpablemente,  que  nin- 
guno, que  perfetto  juicio  tenga,  debe  con- 
fiar  de  thessoros  ni  favor  del  mundo. 

IV.  El  ca[>itan  Johan  de  Ezcaray,  uno 
de  los  conjurados  con  Vasco  Nuñcz  contra 
Diego  de  Nicuesa ,  estando  ya  rico ,  6  yen- 
do desde  Panamá  á  la  villa  de  Acia,  1c 
mataron  sus  indios  ó  otros  con  quien  se 
debieran  entender;  é  nunca  se  pudo  sa- 
ber dónde  tenia  sus  dineros,  que  eran 
Irartos,  é  se  creyó  que  los  dexó  ó  los  te- 
nia enterrados.  Otros  hombres  muchos 
que  fueron  capitanes,  é  que  entraron  en 
aquella  conjuración  contra  Nicuesa ,  ño  los 
nombro;  mas  todos  ó  los  mas  dellos  aca- 
llaron con  malas  é  diversas  muertes. 

V.  El  capitán  Benito  Hurtado,  estando 
con  cierta  gente  en  un  pueblo,  que  se  llama 
Yillahermosa ,  quel  gobernador  Pedrarias 
Dávila  hico  fundar  en  la  gobernación  de 
Nicaragua,  lo  mataron  los  indios,  con  otros 
muchos  chripstianos,  por  su  descuydo  del 
é  de  los  otros  españoles,  porque  sus  ex- 
cessos  no  se  pagassen  todos  en  la  otra 
vida . 

VI.  El  capitán  Lope  de  Olano,  que  de- 
xó a  su  gobernador  Diego  de  Nicuesa  en  la 
mar,  yendo  ambos  en  sendos  navios  á 
buscar  el  puerto  de  Veragua ,  é  le  dió  can- 
tonada é  se  volvió  donde  el  exército  que- 
daba, é  se  hico  jurar  por  gobernador  ó 
teniente  de  gobernador ,  después  de  algu- 
nos años  le  pagó  Dios  de  su  trayeion,  é 
le  mató  con  otros  chripstianos  el  cacique 
de  Careta,  donde  agora  es  la  villa  de 
Acia,  teniendo  muy  mereseida  la  fin,  quél 
é  otros  hicieron  en  su  compañía. 


VII.  El  capitán  Francisco  Becerra,  con 
doscientos  españoles  que  yo  vi  yr  (é  nunca 
volvieron  (desde  el  Daricg  partió,  por  man- 
dado de  Pedrarias,  é  só  opinión  é  titulo 
que  era  hombre  solícito  é  se  daba  maña  á 
robar  indios  é  aperrearlos  sin  alguna  mise- 
ricordia, y  porque  desto  se  tenia  expirien- 
cia  de  cierta  entrada,  de  donde  poco  antes 
avia  tornado  con  seys  ó  siete  mili  pessosde 
oro  é  muchos  indios  mal  ávidos,  fué  á  la 
otra  costa  de  Caribana.  .Mas  allá  le  mata- 
ron a  él  é  á  quantos  españoles  llevó  con- 
sigo, sin  que  del  ni  de  hombre  de  todos 
ellos  alguno  escapasse,  ni  se  supiesse  nue- 
va alguna  de  cómo  ni  dónde  murieron. 
Este  capitán  é  gente  ques  dicho,  partió 
del  Darien  año  de  mili  é  quinientos  y  quin- 
ce, y  estamos  en  el  de  mili  é  quinientos  é 
quarenta  y  ocho :  assi  que.  pues  han  pas- 
sado  treynta  y  dos  años,  bien  los  pode- 
mos contar  con  los  defuntos,  é  rogar  a 
Dios  que  estén  en  gloria. 

VIH.  El  capitán  Francisco  de  Vallejo  sa- 
lió del  Darien.  después  que  partió  el  capitán 
Becerra .  por  mandado  assimesmo  del  go- 
bernador Pedrarias  Dávila .  é  passó  á  la  cos- 
ta, ques  dicho,  de  Caribana,  assi  por  saber 
nuevas  del  capitán  Becerra  é  su  gente,  co- 
mo por  ayudarle  é  saber  de  los  secretos  de 
la  tierra ;  mas  el  fructo  que  se  sacó  desle 
viage ,  fué  queste  capitán  volvió  huyendo, 
é  se  dexó  allá  quassi  ochenta  hombres.  É 
venido  al  Darien,  non  obstante  su  mala 
desculpa ,  la  pena  que  se  le  dió  fué  inha- 
bilitarle é  que  no  fuesse  capitán  en  ningún 
caso  ni  tiempo ;  é  con  este  castigo  piado- 
so se  pagaron  las  vidas  de  los  muertos,  y 
el  Vallejo  se  fué  de  la  tierra  é  se  passó  al 
gobernador  Rodrigo  de  Bastidas  á  Sancta 
Marta ,  donde  murió  pobre  é  infamado  de 
cobarde. 

IX.  Johan  Escudero  fué  enviado  por 
capitán  á  cierta  provincia,  por  mandado 
de  Pedrarias ,  á  ruego  del  alcalde  mayor 
el  licenciado  Espinosa:  este  era  un  hombre 
desordenado  é  de  ninguna  expirieneia,  é 


DE  INDIAS.  I.llí.  XXIX.  CAP.  XXXIII. 


aunque  liico  cosas  por  donde  merescia  ser 
bien  castigado,  no  lo  fué,  sino  porque  él 
tenia  gana  de  vise  de  la  tierra,  desterrá- 
ronle della ,  porque  tenia  por  amigo  al  que 
le  avia  <le  juzgar.  El  caso  fué  tal ,  que  fué 
muy  murmurado  el  delicto  feo,  é  aquella 
entrada,  é  mucho  masía  sentencia;  por 
manera  que  los  indios  queste  nuevo  capi- 
tán mató  é  ofendió,  se  quedaron  con  sus 
daños,  y  el  delinqüenle  sin  pena,  é  los 
que  lo  vieron  é  supieron,  certificados  de 
la  poca  justicia  que  avia,  y  aun  certifica- 
dos (pie  ningún  maleficio  avia  de  ser  pu- 
nido ni  satisfecho,  conforme  á  las  leyes  ni 
á  la  buena  racon. 

X.  El  capitán  Ó  alcalde  Hurlado,  que 
residía  en  el  puerto  é  pueblo  de  Sánela 
Cruz,  era  un  mancebo  de  poco  sessoé  de 
ninguna  expirieneja  ni  vergttenca  .  é  muy 
desordenado  é  maltractador  de  indios  é 
vicioso;  peni  como  era  antes  criado  del 
contador  Diego  Márquez,  por  su  respecto 
fué  hecho  capitán,  sin  tener  evpiriencia, 
é  alcalde  sin  letras,  y  tan  moco  que  no 
avia  veynte  >  tresaños;  y  conforme á  es- 
ta edad  é  su  maldad  é  deshonesto  vivir, 
todo  su  intento  era  luxuriar  y  lomar  a  los 
indios  sus  mugeres  é  indias,  é  dar  lugar 
que  los  otros  españoles,  que  deliaxo  de  su 
juzgado  estaban,  hiciessen  essas  é  olías 
torpecas  é  sinrazones.  Por  lo  qual,  no  pu- 
diendo  sufrir  los  naturales  de  la  tierra  las 
insolencias  de  tal  juez  e  de  los  demás, 
quandó  les  paresció  quel  tiempo  era  mas 
á  propóssilo  para  su  venganza,  mataron 
á  este  Hurlado  con  mas  de  ochenta  chrips- 
tianos,  é  juntáronse  para  ellos  los  caci- 
ques de  Comogre  é  Chiman  é  Pocorosa. 

XI.  El  capitán  Martin  de  Murga,  que  en 
diversas  partes  ó  tiempo  avia  muerto  har- 
tos indios,  indios  le  mataron  áél  é  á  otros 
tres  españoles,  estando  seguros  é  cenan- 
do en  casa  del  cacique  de  Bea,  que  le  ser- 

*  En  el  capítulo  XII  de  esle  mismo  libro  de- 
jó ya  referida  Oviedo  la  peregrina  muerte  de  este 


10:1 

via,  como  mas  largamente  la  historia  lo 
ha  contado  en  este  libro  XXIX:  porqué  de 
la  muerte  deste  suheedieron  oíros  muchos 
males  é  trabaxos  á  mí  é  á  otros ,  6 .  fué 
mucha  causa  de  se  rebelar  aquel  cacique 
é  otros,  imitando  al  de  bea,  porque  este 
capitán  cobd¡c¡oso  le  fatigaba  ,  porque  le 
diesse  oro. 

XII.  El  capitán  Andrés  Garavito  j  uno 
de  los  consortes  de  aquella  negociación, 
que  le  costo  la  cabeca  al  adelantado  Vasco 
Nuñez,  este  filé  el  que  lo  descubrió,  por  lo 
qual  el  gobernador  Pedradas  le  relevó  del 
cuchillo.  Pero  como  tenia  essa  é  oirás  ma- 
yores culpas  ante  Dios,  en  un  juego  de 
cañas  se  hico  máscara  en  un  (lia  de  fiesta 
en  León  de  Nicaragua  ,  é  arremetió  con 
el  caballo  hacia  donde  estaban  ciertas  mu- 
geres españolas  mirando,  c  él  les  dixo: 
■  Señoras,  tornaos  moras» ,  ó  otros  desa- 
tinos, loando  la  seda  de  Mahoma  *:  é  súbi- 
tamente se  cayó  del  caballo  abaxo  muer- 
to, sin  decir  otra  palabra  alguna,  sino  Irás 
las  (pie  eu  favor  de  Mahoma  dixo  se  le 
acabó  la  vida.  Loada  muerte  fuera  aques- 
ta en  Turquía  .  é  no  entre  chripstianos, 
sino  muy  espantable  é  aviso  para  quel  ca- 
Ihólico  esté  apercebidp  para  morir,  como 
debe:  pues  ninguno  sabe  el  (lia  ni  la  ho- 
ra, en  que  será  llamado  para  la  otra  vida. 

XIII  y  XIV.  El  capitán  Gaspar  Morales, 
primú  é  criado  del  gobernador  Pedrarias, 
y  el  capitán  Peñalosa  ,  pariente  de  su  mu- 
gcr.  doña  Isabel  de  Bovadilla,  volviendo 
de  la  isla  de  las  Perlas  de  la  mar  del  Sur,  é 
trayendo  ciertos  indios  é  indias,  c  muchos 
en  cadenas  é  atados  prissioneros,  ó  no  do 
buena  é  justa  guerra  salieron,  por  los  co- 
brar sus  padres  é  parientes  ó  muchos  in- 
dios. Y  por  poder  salvarse  estos  capitanes, 
acordó  Gaspar  de  Morales  de  hacer  dego- 
llar los  pressos,  é  assi  se  h¡co  por  consejo 
del  Peñalosa  é  de  Andrés  de  Valderrába- 

capitan  ,  casi  con  las  mismas  palabras.  Véase  ,  en 
efecto  ,  la  pág.  6 1 . 


1G4 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


no ,  é  huyeron  en  lauto  que  los  indios  que 
assi  venian  á  libertar  los  muertos,  se  pa- 
raron á  los  mirar  con  muchas  lágrimas  é 
ilolor,  considerando  tanta  crueldad :  é  de- 
teniéndose en  essa  trabaxosa  considera- 
ción, el  uno  mirando  el  hijo,  y  el  otro  la 
muger  y  el  padre  ó  hermano,  tuvieron 
tiempo  los  malhechores  de  escapar  con  el 
oro  é  perlas  que  traían.  É  llegados  al  Da- 
ñen, no  se  halló  culpa  en  el  .Morales  ni  en 
el  Pcñalosa  ,  por  causa  del  debdo  que  le- 
nian  con  el  gobernador  6  su  muger;  mas 
aunque  la  tenían  muy  grande,  no  se  casti- 
gó. Verdad  es  que,  por  muy  cargado  de 
perlas  que!  Gaspar  de  Morales  desde  á  po- 
cos días,  con  licencia  de  Pedrarias,  se  fué 
para  Mojados,  donde  era  vecino  en  Espa- 
ña ,  le  alcancé  la  muerte,  ó  vivió  poco 
tiempo  después.  Yalderrábano  ,  acordán- 
dose Dios  de  aquel  consejo  herodiano  que 
dió  para  lo  ques  dicho,  permitió  que  del 
se  hiciesse  justicia ,  ó  fué  degollado  des- 
pués con  el  adelantado  Yasco  Nuñez,  co- 
mo es  dicho.  El  Peñalosa,  que  murió  mas 
larde,  lo  fué  á  pagar  á  la  isla  de  Cuba, 
donde  le  mataron  los  indios. 

XV.  Pedrarias  el  mancebo,  sobrino 
del  gobernador,  después  que  volvió  al  Da- 
ñen de  aquel  viage  que  higo  al  Cenú  con  el 
bachiller  Enciso ,  por  cuyo  consejo  se  higo 
aquella  mala  jornada ,  en  la  qual  mataron 
de  un  flechado  al  capitán  Diego  de  Busta- 
mante  é  á  otros  chripstianos  que  allí  de- 
xaron  las  vidas ,  ó  los  demás  tornaron  po- 
bres c  con  un  poco  de  oro  que  no  les  cu- 
po ni  aun  á  pesso  de  oro,  fuésse  á  España, 
y  en  Avila,  de  donde  ól  era  natural,  le 
mataron  *. 

XVI.  El  eapitanJob.au  de  Ayora,  tenien- 
te de  capitán  general  de  Pedrarias,  enseñó 
á  peccar  é  mal  obrar  á  otros  muchos;  y 
después  que  volvió  al  Darien  con  todo  el 
oro  que  pudo  aver,  6  aviendo  usado  de 


muchas  é  injustas  crueldades  contra  los 
indios,  diéronle  licencia  para  que  se  fues- 
se,  como  se  fué:  y  cómo  él  mejor  que  otro 
conoscia  sus  obras ,  partióse  con  la  mayor 
diligencia  quél  pudo,  é  fuésse  á  España, 
donde  murió  desde  á  poco  tiempo  que 
llegó,  dexando  acuestas  sus  culpas  sobre 
los  hombros  del  obispo  é  del  gobernador 
é  del  alcalde  mayor,  que  le  favorescíeron, 
para  que  no  le  detuviessen  ni  diesse  cuen- 
ta de  lo  que  avia  fecho. 

XVII.  El  capitán  Luys  Carrillo  fué  con 
el  adelantado  Vasco  Nuñez  de  Balboa  á  una 
entrada  de  la  provincia  de  Dabayde,  donde 
le  desbarataron  é  mataron  algunos  chrips- 
tianos,  é  hirieron  al  adelantado,  é  al  Luys 
Carrillo  le  dieron  un  varaco  por  los  pe- 
chos, de  que  murió  desde  á  pocos  dias 
que  tornaron  al  Darien,  donde  pagó  las 
crueldades  que  le  mostró  á  hacer  Francis- 
co Picaño  en  una  entrada,  que  primero 
avian  fecho  á  la  provincia  del  Abrayme, 
llevando  el  Luys  Carrillo  como  coadjutor 
é  ayo  al  Pigarro,  porque  Luys  Carrillo  era 
muy  moco  é  nuevo  en  el  ofticio.  é  aun  no 
era  diestro  en  saltear  e  malar  indios. 

XVIII.  El  capitán  Antonio  Tellez  de  Guz- 
man  fué  enviado  á  otra  entrada ,  é  truxo 
buen  recabdo  de  indios,  que  repartió  al 
gobernador éofficiales  é  algún  otro,  é  me- 
diante su  diligencia  y  el  favor  del  contador 
Diego  Márquez,  aunque  ovo  quexas  dél, 
lodo  se  atapó  é  quedó  sin  pena;  porque  la 
costumbre  bastaba  para  que  no  se  le  dies- 
se ni  se  comencasse  á  usar  con  este  cava- 
llero  otro  nuevo  estilo.  Pero  después  higo 
penitencia  en  Sancta  Marta,  donde  á  la 
verdad  sirvió  bien  á  Su  .Magostad  ,  puesto 
que  le  aprovechó  poco  por  la  tiranía  del 
gobernador  García  de  Lerma.  Y  después 
de  sus  muchos  trahaxos,  estando  en  esta 
cibdad,  siguiendo  su  justicia  en  la  Audien- 
cia Real  contra  Lerma ,  fué  por  estos  se- 


*  Véase  el  capitulo  X  do  osle  libro  donde  que- 
da narrada  la  muerte  de  Pedrarias ,  el  mozo ,  en 


los  mismos  términos,  pág.  51. 


DE  INDIAS.  LIB. 

ñores  enviado  al  Perú ,  é  halló  en  lal  dis- 
pusicion  (rabada  (a  discordia  entre  Pigar- 
ro  é  Almagro,  que,  mediante  su  buena 
maña  ,  pudo  tanto  hacer,  que  los  puso  en 
paz  (  aunque  turó  puco  entrellos);  pero  bas- 
tó para  quél  baratasse  del  camino  tanto 
oro,  que  se  fuesse  rico  ¡i  la  cibdad  de  To- 
ledo, donde  uasció:  é  casóse  allí  para  des- 
cansar é  vivir  entre  aquellos  cavalleros, 
sus  debdos  en  su  patria,  é  apartado  des- 
tas  behetrías  é  peligros  de  Indias.  ]•]  no 
fengays,  letor,  en  poco  esta  paz,  en  que 
supo  dar  conclusión  e  atajar  la--  diferen- 
cias de  los  «los  adelantados  Picarro  é  Al- 
magrb,  hasta  que  hayays  leydo  la  tercera 
parte  destas  historias,  donde  hallares  una 
manera  de  letrados,  que  concurrieron  des- 
pués entre  los  mesmos  contendores,  é  ve- 
res (pie  ni  bastaron  ¡i  los  poner  en  sosiego 
ni  pudieron,  ó  no  supieron,  o  no  quisieron 
cfettuár  la  concordia  entre  los  que  he  di- 
cho: de  que  se  siguieron  las  muertes  de- 
Nos  ó  de  otros  muchos ,  é  tantas  perdidas 
al  Hoy  ó  sus  vassallos  é  reynos,  que  no 
se  podría  decir  sin  muchos  renglones. 

XIX.  El  capitán  Diego  Albitez  fué  uno 
de  los  capitanes  é  viejos  pobladores  di'  la 
Tierra-Firme,  y  en  estas  historias  está  es- 
cripia su  \  ¡da  é  muerte,  la  (pial  pudiera  ser 
más  descansada  é  fuera  del  naufragio  qué 
le  acabó,  si  se  contentara  con  lo  que  te- 
nia, qué  era  bastante  á  quél  viviesse  é 
muriesse  honrado  é  sin  hescessidad,  é  te- 
nia aparejo  para  tener  mucho  mas;  pero, 
desseando  mandar  ,  procuró  la  goberna- 
ción de  Honduras,  después  qué  murió  el 
gobernador  Diego  López  de  Salcedo,  ó  Su 
Magestad  le  luco  merced  della:  é  yendo  á 
ejercer  el  cilicio,  é  llegado  ala  costa,  fué 
corriendo  tal  fortuna,  que  dió  la  nao  al 
través,  é  perdió  quanto  llevaba,  é  se  aho- 
garon treynta  personas,  y  él  salió  á  nado, 
é  tal,  que  desde  á  nueve  dias  murió  en 
aquella  su  gobernación ,  quél  tanto  des- 
seó,  é  sin  la  gobernar,  é  por  ventura  fué 
mejor  para  su  ánima. 


XXIX.  CAP.  XXXIII.  165 

XX.  El  capitán  Gonzalo  de  Badajoz,  si 
se  diera  recabdo,  avia  ávido  harto  oro,  é 
por  su  poca  prudencia  se  lo  tomaron  los 
indios  del  cacique  de  Paris.  Y  empleósele 
bien,  por  los  adulterios  que  disimuló  de  un 
capellán  que  consigo  llevaba,  é  por  los 
quél  no  menos  hacia  con  indias;  6  después 
murió  en  Panamá  pobre  ,  éá  Diosle  haya 
placido  que  fuesse  en  verdadera  peni- 
tencia. 

XXI.  El  capitán  Rodrigo  de  Colmena- 
res fué  desde  aquesta  cibdad  de  Sancto 
Domingo  con  una  nao  é  genteal  Daricn,  ó 
cómo  llegó  á  la  costa  dejTierra-Firme,  sal- 
to enGayra,  donde  los  indios  le  mataron 
parle  de  los  españoles  que  llevaba,  ó  otros 
sedexó  vivos  é  perdidos  entre  aquéllos  ca- 
ribes, ('•  con  esta  vergüenza  se  fué  con  los 
restantes  al  Daricn.  \i  nunca  acertó  en  co- 
sa que  entendiesse,  puesto  que  era  hidal- 
go e  buena  persona,  é  soldado  veterano; 
pero  no  diestro  en  mandar  gente,  por  ser 
desl  indado,  6  porque  no  todos  los  que 
tienen  habilidad,  para  pelear  debaxo  de 
otros  caudillos,  son  ellos  para  acaudillar 
ni  gobernar  la  milicia. 

XXII.  El  capitán  Francisco  Hernández, 
teniente  general  del  gobernador  Pedrarias 
Dávila,  y  muy  su  acepto  y  querido,  fué 
por  su  mandado  á  Nicaragua,  donde  so 
dió  muy  buena  maña  ,  y  era  gentil  é  hábil 
poblador.  Este  fundó  lascibdades  do  León 
é  Granada,  con  sendas  fortalezas  en  la 
costa  de  la  grand  laguna ,  é  repartió  y  en- 
comendó los  indios  íi  -  los  pobladores 
chripstianos;  é  estaba  muy  bien  quisto  co- 
munmente de  lodos  los  españoles ,  excep- 
tó de  algunos  capitanes  particulares,  que 
le  enemistaron  de  tal  manera  con  el  go- 
bernador Pedrarias,  que  fué  desde  Pana- 
má á  le  buscar,  é  le  higo  un  processo  á  la 
soldadesca  (que  son  otros  términos  apar- 
tados del  estilo  de  los  juristas) ,  é  le  hico 
cortar  la  cabecea  ,  é  no  sin  pessar  á  los  mas 
de  su  muerte  é  con  placer  de  los  particu- 
lares sus  enemigos.  Pero  la  verdad  es 


166 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


quél  estaba  tenido  por  crudo  y  de  poca 
consfieneja :  y  assi  me  paresce  que  se 
ovieroh  con  él  crudamente ,  puesto  que 
los  méritos  que  ante  Dios  tenia  para  me- 
rescer  tal  fin,  no  somos  jueces  dello.  Mas 
en  aquellas  poblaciones,  que  he  dicho,  yo 
vi  después  que  muchos  le  suspiraban  é 
loaban  de  buen  poblador,  é  culpaban  á 
sus  émulos  de  maliciosos  y  envidiosos  é  ú 
Pedrarias  de  inconstante  é  acelerado  é 
mal  juez.  Perdone  Dios  á  todos. 

XXIII.  Chripstóbal  Serrano  fué  assi- 
mesmo  de  los  viejos  capitanes  de  aquella 
tierra  é  buen  poblador:  el  qual  fué  por  ca- 
pitán en  una  nao  é  gente  que  con  él  se  en- 
vió desde  aquesta  cibdad  de  Sancto  Do- 
mingo al  Darien,  en  socorro  de  Vasco  Nu- 
ñcz  é  de  los  otros  españoles ,  y  era  buena 
persona,  aunque  algo  encogido;  pero  no 
hay  del  cosa  notable  en  su  ofensa.  Estaba 
ya  rico  é  recogido  é  con  buenos  indios, 
avecindado  en  la  cibdad  de  Granada  do 
Salteba,  á  donde  se  fué  á  vivir  desde  Pa- 
namá ,  después  que  avia  militado  diez  y 
seys  6  diez  y  siete  años  en  Castilla  del  Orp, 
é  llevó  á  Nicaragua  su  muger  é  murió  sin 
hijos,  éno  sin  heredero:  que  su  muger  lo 
fué  dél  6' de  otro  marido  que  tuvo  primero, 
é  muerto  el  segundo,  tomó  por  marido  á 
un  su  criado,  ques  el  tercero  conyugado 
que  la  poseyó,  que  ella  heredara  como  á 
los  otros  ha  hecho ,  si  no  la  venciera  de 
dias  el  que  tomó  á  la  postre. 

XXIV  \  XXV.  El  capitán  Johan  de 
Cárdenas  murió  teniendo  ya  de  comer;  pe- 
ro no  osándolo  gastar,  y  tan  limitado,  que 
no  falló  á  muchos  (pie  murmurar  de  su 
mucho  guardar:  de  lo  qual  yo  no  le  culpo 
á  él  ni  á  otro  de  que  guarde  su  hacienda, 

bí  es  con  buen  propóssito,  y  en  especial  á 
los  que  con  muchos  Irabaxos,  como  él  pa- 
desi  i",  lo  allegan.  El  era  hidalgo. é  nunca 
oy  decir  del  las  crueldades  que  de  otros, 
(pie  para  donde  anduvo,  y  con  ser  la  con- 
versación entre  muchos  fallos  de  buena 
conciencia,  lo  tengo  por  mejoré  mas  loa- 


ble. Á  esto  dió  harta  causa  la  buena  com- 
pañía y  hermandad  y  estrecha  amistad  y 
amor,  que  tuvo  con  el  capitán  Esidro  de 
Robles,  que  después  se  fué  á  vivir  en  la 
tierra  austral  de  la  Nueva  Castilla ,  é  fué 
rico  hombre  ,  honesto  é  virtuoso  é  pru- 
dente, é  que  vivió  teniendo  cargos  de  jus- 
ticia en  tiempo  de  Pedrarias ,  é  dió  bue- 
na cuenta  dellos  é  de  su  persona. 

XXVI.  El  capitán  Ari!lafañe  fué  uno  de 
los  primeros  capitanes,  que  vinieron  al  Da- 
rien con  Pedrarias:  era  valiente  hombre 
por  su  persona  é  hidalgo ,  é  dél  no  se  sabe 
que  hiciesse  aquellos  errores,  que  á  otros 
se  les  imputan  por  estas  historias.  Vivió 
poco  tiempo  en  estas  partes,  é  dexó  cier- 
tos hijos  virtuosos,  que  consigo  truxo  de 
España,  muchachos,  pero  bien  inclinados. 

XXVII.  El  capitán  Hierónimo  de  Valón- 
emela fué  de  los  pobladores  que  acá  llaman 
de  baquía ,  que  quiere  decir  viejos  é  vete- 
ranos, é  militó  con  Pedrarias.  Este,  aun- 
que era  hidalgo,  era  de  seca  conversación 
é  poca  piedad,  como  lo  mostró  muchas  ve- 
ces; y  en  especial  con  el  filósopho  Codro, 
el  qual  el  (lia  que  se  murió,  emplacé  para 
ante  Dios  á  este  capitán ,  diciéhdole  quél 
era  causa  de  su  muerte ,  é  riyéndosc  de 
la  citación  el  Valencuela ,  é  como  por  es- 
carnio, respondió édixo:  «Poneos del  lodo 
é  morios,  quando  quisierdes:  que  yo  daré 
mi  poder  á  mi  padre  é  abuelos,  que  os 
responderán  por  mi  en  el  otro  mundo. »  El 
caso  es  quel  Valencuela  no  dexó  por  esso 
de  morirse  al  placo  quel  Codro  le  puso. 
En  lo  que  paró  el  juicio  de  Dios  enlrellos 
no  se  sabe;  pero  acá  fué  cosa  notable  á 
los  hombres,  é  passó  como  es  dicho :  acu- 
llá yo  creo  que  se  le  guardaría  su  jus- 
ticia. Dios  perdone  al  uno  é  al  otro. 

XXVIII.  El  capitán  Martin  Astete,  cria- 
do muy  acepto  de  Pedrarias  Davila,  hom- 
bre no  tan  hábil  en  la  milicia  quanto  des- 
dichado é  lloví  en  la  capitanía  é  cosas  do 
la  guerra  ,  pero  despierto  en  oirás  astucias 
v  cautelas,  desde  el  Darien  salió  con  gen- 


DIS  INDIAS.  I.IH.  XXIX.  CAP.  XXXIII. 


IG7 


te  á  pacificar  la  tierra  ,  é  dexóla  mas  alte- 
rada  que  estaba  antes.  Desde  León  de  Ni- 
caragua hico  olí  as  do-*  entradas  por  man- 
dado del  IVdnirias,  é  ambas  sin  prove- 
cho, é  volvió  ciiii  menos  honra  e  aun  per- 
dió parte  de  la  gente.  Al  gobernador  Die- 
yo  I.opez  d>'  Salcedo,  (pie  le  honró  é 
ayudó  é  favoresció,  é  le  hico  su  teniente, 
pagóle  con  tanta  ingratitud,  que  se  le 
amotinó  é  le  puso  en  peligro  de  perder  la 
vida.  Después  que  murió  Pedrarias,  fuésse 
al  Perú,  donde  fué  muy  rico:  é  al  tiempo 
que  mas  tuvo  de-Ios  hienes  de  fortuna,  fué 
á  dar  cuenta  de  sus  ohras  á  la  otra  vida, 
dexando  á  su  muger  cargada  de  oro  é 
plata  c  joyas.  Y  ella  desde  á  poco  se  casó 
con  un  cavallero  de  la  opinión  é  amistad 

del  marqués  don  Francisco  Picarro,  que 
se  din  buen  tiempo  con  aquellos  dineros 

di;  Astete,  e  le  mataron,  (¡liando  mataron 
al  marques,  quedándole  ya  pocos.  A—i 
que.  este  lin  hico  A-lele  Ó  sus  dineros:  que 
se^und  he  oydo  alirmar  á  personas  de 
Crédito  eran  mas  de  (piarenla  mili  pessos 
tle  valor  en  oro  é  plata  lo  que  dexó  A-te- 
te, (piando  de\o  la  vida  é  passó  á  la  otra, 
donde  está.  Plega  á  Dios  que  eslé  salvo 
de  las  penas  infernales. 

\\l\.  El  capitán  é  bachiller  Diego  dé 

Corral  no  quiero  repetir  en  su  caso  mas  de 
lo  (pie  la  historia  ha  dicho,  sino  que  estan- 
do casado  con  una  pobre  Ó  honesta  e  \  ir- 
tuosa  dueña,  llamada  Juliana  de  (jijón,  hi- 
jadalgo,  la  olvidó  en  Castilla  por  respecto 
de  una  india,  en  quien  tuvo  ciertos  hijos, 
e  assi  como  fueron  ávidos  con  mal  título, 
assi  fué  el  goco  que  ovo  deUos  y  de  sus 
hienes.  Y  conforme  á  sus  letras,  volvió  á 
España ,  después  que  sus  diferencias  é 
mias  se  acabaron,  y  buscando  otras  y  su 
desasosiego,  murió  en  Sevilla,  sin  tener 
allá  un  real  que  gastar;  y  un  su  criado,  á 
quien  encomendó  en  el  Darien  la  hagien- 

i    Las  palabras  con  que  Danthe  comienca  la 
Vaina  Comedia  son: 


ila  y  casa  y  manceba ,  se  hico  rico  á  la 
sombra  de  los  desatinos  é  inquietud  de  su 
amo:  el  qual  fué  émulo  y  cuchillo  del  ade- 
lantado Vasco  Xuñez  é  sus  consortes ,  con 
los  (piales  tenia  otras  cuentas  y  litigios  pa- 
ra donde  están  él  y  ellos.  Y  es  de  creer 
que  con  nía-  retitud  son  allá  determinados 
déla  queste  letrado  determinaba  acá  los 
processos,  que  de  algunos  capitanes  se  le 
remitían, .quando  volvían  de  las  entradas, 
en  ipie  lo-  daba  por  libres,  aunque  mu- 
chos indios  oviessen  muerto  y  Iruxessen 
pressos  contra  racou  é  justicia. 
\  \  \    Dos  ca valleros  capitanes  se  ofres- 

cen  á  mi  memoria,  (pie  en  la  verdad  por 

ser  enamorados,  alguna  equidad  piden  sus 
errores;  pues  no  fueron  en  cargo  de  san- 
gre de  indios  maculados,  ni  es  de  creer 
que  la  sacaron  de  sus  amigas:  é  no  quie- 
ro decir  sus  nombres .  pues  bastarán 

-ii-  señas  para  los  qué  son  vivos  é  (pie, 

nos  hallamos  en  aquella  armada  con  Pe- 
dradas, que  fué  al  Darien,  para  que  por 
lo  (pie  agora  diré,  yo  sea  entendido  y  ellos 
sean  conestidos.  Ambos  fueron  nombra- 
dos por  el  Rey  ( ialbólico.  Y  el  uno  era  muy 
mancebo ,  y  para  su  recreación  y  no  pee- 
car  con  indias,  vino  peecando,, y  truxo  con- 
sigo una  amiga,  muj  desigual  compañía, 
porque  él  era  cavallero  é  de  noble  sangre, 
la  qual  faltaba  en  la  señora:  é  empeñó  é 
vendió  parle  de  su  hacienda  é patrimonio 
para  venir  acá .  é  mediante  la  industria  de 
aquella  muger,  él  se  tornó  á  Castilla  per- 
dido y  casado  con  ella,  por  navegar  a  la 
vuelta  con  menos  peccado  y  sin  dinero. 

XXXI.  Kl  otro  capitán  assimesmo  por 
sí  é  por  sus  parientes  su  casta  es  de  nobles 
cavalleros,é  puesto  que  llegaba  en  esta  sa- 
cón á  la  mitad  del  camino  de  nuestra  vida, 
como  dixo  el  Danthe  en  el  principio  de  su 
Comedia  ' ,  truxo  otra  amiga  é  no  convi- 
nienle  á  (al  varón;  porque  en  la  verdad  era 

Nél  mezzc  del  cammin  di  nnslra  rita 
Mi  ritrovai,  ele. 


IOS 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


hombre  do  honra,  si  no  la  aventurara  en 
la  amistad  de  una  muger  semejante  é  des- 
proporcionada compañía  con  él.  Y  lo  peor 
es  que  ya  qué  se  determinó  de  ser  ena- 
morado, fué  de  una  vieja  é  muy  fea  hem- 
bra é  de  mala  gracia ,  en  la  qual  concur- 
rían todas  aquellas  quatro  f  f  f  f  que  á  las 
tales  se  suelen  atribuir,  é  á  él  la  quinta  f 
de  falto  de  sesso,  por  el  mesmo  caso.' 

XXXII.  Francisco  Vázquez  Coronado 
y  de  Yaldés  fué  uno  de  los  capitanes,  que 
vinieron  con  el  gobernador  Pedrarias,  é 
hombre  de  buen  linage,  ó'debdo  de  nobles 
cavalleros:  el  qual,  como  vido  en  aquellos 
principios  que  se  moría  mucha  gente  en 
el  Darien,  descontento  de  la  tierra,  se 
passó  á  la  isla  de  Culta,  donde  goberna- 
ba el  adelantado  Diego  Velazquez ,  y  en 
aquella  tierra  se  casó  y  heredó :  é  después 
fué  á  la  Nueva  España,  é  anduvo  tempes- 
tando, buscando  la  vida  para  sí  é  su  mu- 
ger  é  los  hijos  que  ovo,  é  después  murió 
en  aquella  isla ,  segund  he  sabido ,  no  ri- 
co, sino  pobre,  atenta  la  calidad  de  su 
persona,  el  qual  ni  los  dos  enamorados 
que  se  dixo  de  susso  no  hicieron  daño  no- 
table en  los  indios  ni  en  la  tierra,  sino  á 
sí  mesmos,  é  presto  se  salieron  del  Darien. 

XXXIII  al  XXXYII.  El  capitán  Her- 
nán Pérez  de  Mcneses,  el  capitán  Fran- 
cisco Dávila ,  el  capitán  Gamarra ,  el  ca- 
pitán Alienca ,  el  capitán  Johan  de  Cori- 
ta ,  todos  estos  cinco  fueron  con  Pedra- 
rias el  año  de  mili  é  quinientos  y  cator- 
ce al  Darien,  é  se  fueron  do  aquella 
cibdad  el  siguiente  de  mili  é  quinien- 
tos y  quince,  é  dexaron  aquella  tierra; 
pero  no  sin  aver  padescido  muchos  traba- 
vos,  porque  fueron  á  poblar  la  lierra  aden- 
tro é  hacia  la  otra  costa  del  mar  del  Sur, 
quando  fué  ej  teniente  Johan  de  Ayora.  E 
por  hablar  mas  al  proprio,  mas  cierto  fué 
su  camino  de  todos  ellos  á  despoblar  y 
oipantar  é  alterar  los  naturales,  como  se 


ha  dicho  en  sus  lugares  apropriados  á  la 
historia. 

XXXVIII.  El  capitán  Johan  Tello.  Este  . 
fué  diestro  en  la  guerra  de  los  indios,  é 
con  daño  dellos  é  de  la  conseiencia  dél, 
puesto  que  en  el  mal  tractamiento,  que  se 
les  ha  hecho,  los  mas  de  los  capitanes  lían 
seydo  culpados.  Después  que  murió  Pe- 
drarias, se  passó  este  capitán  Johan  Tello 
al  Perú ,  donde  le  honro  é  aprovechó  é  hi- 
go rico  el  marqués  don  Francisco  Pigarro, 

é  le  dió  cargo  de  teniente  suyo  en  un  pue- 
blo de  aquellos  de  la  Nueva  Castilla,  don- 
de murió,  algún  tiempo  antes  que  matas- 
sen  al  marqués. 

XXXIX.  El  capitán  Alonso  de  Vargas 
fué  valiente  hombre  de  su  persona,  é  abo- 
nado por  tal :  é  confiado  de  su  sesso,  fal- 
tándole salud  y  enfermo,  fué  por  manda- 
do del  gobernador  Pedro  de  los  Rios,  á 
pacificar  al  cacique  Trota,  é  matáronle 
los  indios  con  otros  diez  y  ocho  ó  veynte 
chripstianos,  mediante  la  nesgedad  de  un 
vegino  de  Nata,  llamado  Pedro  de  Plasen- 
gia,  que  abonó  tanto  á  un  cagique  que  le 
servia,  llamado  Pocoa,  que  aquel  los  ven-  . 
dió  é  llevó  á  la  muerte,  é  mató  de  su  ma- 
no al  mesmo  su  amo  Pedro  de  Plascngia, 
porque  dió  causa  que  dél  se  fiassen  *. 

XL.  El  capitán  Gabriel  de  Roxas,  con- 
quistador é  buen  soldado,  veterano  en  la 
Tierra-Firme,  hombre  do  honra  y  de  expi- 
riengia,  é  que  ha  dado  buena  cuenta  de 
sí  (el  qual ,  si  no  se  hallara  en  cierta  en- 
trada que  higo  Astete  desde  León  de  Ni- 
caragua, no  escapara  chripstíano  de  quan- 
tos  allá  fueron ,  é  por  el  esfuergo  deste  ca- 
pitán Roxas  se  detuvieron  los  enemigos  é 
se  salvaron  los  españoles),  fué  teniente  de 
Pedrarias  en  Acia,  é  de  Diego  López  de 
Salcedo  en  Granada  de  Salteva,  é  del  ade- 
lantado don  Diego  de  Almagro  en  la  cib- 
dad di'l  Cuzco.  El  qual  vive  y  es  hombre 
para  confiar  dél  todo  lo  que  de  buen  ca- 


vase el  capítulo  XXII I  di;l  présenle  libro,  pag.  i  17  y  siguientes. 


DK  INDIAS  1.IK.  XXIX.  CAI'.  XXXIII. 


ICO 


pitan  se  debe  fiar;  porque  demás  do  ser 
valeroso  |>or  su  persona  e  habilidad ,  es 
de  buena  casia  ,  é  gentil  é  conversable  mi- 
lite, é  buen  compañero  é  muy  bien  parti- 
do 6  liberal.  Cómo  acabará ,  Dios  lo  sabe; 
porque  assi  él  como  los  mas  de  todos  los 
susso  dichos,  é  de  los  que  adelante  se  di- 
rán, son  en  cargo  d<'  bai  la-  vidas  de  in- 
dios, 6  unos  más  que  otros,  y  el  officio 
de  la  guerra  todo  csso  trac.  Has  puédese 
sospechar  de  sus  obra-  que  mere-co  todo 
buen  fin.  é  ha  muy  bien  servido  á  Sus 
.Mage-ladcs  e  trahaxado  mas  (pie  otros 
que  antea  quél  han  soy  do  ricos:  é  allí  á 
donde  él  ha  andado,  assi  por  falla  di'  mi 
ventura,  como  por  inadvertencia  de  la 
fortuna  é  de  sus  despen-eros  o  reparlido- 
re-  de-te  oro.  ipiclla  ha  pilólo  en  poder 
de  los  que  menos  lo  merescian.  Y  este 
error  quella  ha  usado  en  la  distribución  ó 
dispensación  de  muchos  millares  de  pes- 
aos de  oro,  si  yo  los  oviera  de  gratificar 
conforme  á  sus  méritos  é  buena  conscien- 
cia,  muchos  á  quienes  cargo  ella  de  oro 
6  plata ,  cargara  yo  de  leña  ó  paja ,  <j  los 
hiciera  volver  á  Jos  oflicios  de  mis  padres, 
<pie  tuvieron  algunos  muy  apartados  de 
la  militar  disciplina. 

XI. I.  El  Capitán  Bartolomé  de  Oeon  fué 
grande  adalid  é  de  mucho  conoscimienlo 
en  el  campo,  é  valiente  hombre  de  mi  per- 
sona ;  pero  de  áspera  é  grosera  conversa- 
ción é  de  muy  mala  para  los  indios,  e  cru- 
do. K  con  todo  murió  pobre  é  á  la  solda- 
desca, porque  aunque  no  le  mataron,  ni  él 
quería  médico  ni  otro  regalo,  no  llevó  mas 
limpias  las  manos  deslas  cosas  de  indios 
que  sus  vecinos,  puesto  que  con  toda  su 
robusticidad  parescáó  muchas  veces  que 
pudiera  hacer  mas  daño  del  que  hico  en 
algunas  cosas  di;  la  guerra,  en  que  ú  la 
verdad  era  mañoso. 

XLII ,  XLIII  y  XLIV.  El  capitán  Fran- 
cisco Campañon  fué  un  hombre  muy  hom- 
bre, é  debdo  del  susso  dicho  en  sangre  y 

en  algunas  cosas  semejante  en  la  milicia, 
TOMO  III. 


puesto  que  de  mejor  conversación  e  enan- 
ca. Fsle  capitán  y  el  capitán  Hernando 
de  Solo  y  el  capitán  Hernán  Poncc  de 
León  fueron  compañeros  en  las  hacien- 
das, é  todos  tres  hijosdalgo  c  buenas 
personas:  é  mediante  su  compañía  é  bue- 
na maña  en  Nicaragua,  é  con  darles  el 
gobernador  Diego  López  de  Salcedo  muy 
buenos  caciques  é  indios  que  los  sirvie- 
ron, é  con  el  favor  desle  gobernador, 
allegaron  mucha  hacienda.  El  CampauOU 
murió  en  León,  en  pocos  dias,  de  una 
viólenla  dolencia:   Hernando  de  Soto, 
seyendo  capitán  de  la  guardia  de  Diego 
López  de  Salcedo ,  que  era  gobernador  de 
Nicaragua  .  se  junio  con  el  teniente  .Martin 
A-lele  e  olios  sus  socaces,  é  amotinaron 
aquella  república  ó  la  mayor  parte  de  la 
cibdad  de  León,  é  pusiéronle  en  tanta  nes- 
ce— iil.nl  que  le  oviera  de  costar  la  vida, 
en  pago  de  las  buenas  obras  que  del  res- 
cibieron.  Las  (piales  no.  ha  olvidado  Dios; 
porque  el  Astetc  murió,  como  se  ha  dicho 
de  susso;  é  quedando  Hernando  de  Solo 
en  la  compañía  de  Hernán  I'once,  passa- 
ron  después  á  la  tierra  austral,  donde  me- 
diante los  thessoros  de  Alabaliba  hinche- 
ron bien  las  manos,  porque  se  hallaron 
al   repartir  de  aquellas  grandes  riquc- 
cas  y  en  su  prission.  Después  fué  Her- 
nando de  Silo  á  España,,  é  muy  rico;  é 
fué  faina  (pie  metió  en  Sevilla  sobre  cient 
mili  pessos  de  oro,  en  oro  y  en  plata,  é 
gastólos:  de  manera  que  (piando  volvió á 
las  Indias  con  la  gobernación  de  la  isla  de 
Cuba,  é  parle  dé  la  Tierra-Firme  septen- 
trional hacia  el  Norte,  é  provincia  de  la 
Florida,  traia  algunos  millares  de  pessos 
de  oro  de  debdas,  c  muy  empeñado  ,  é 
volvió  casado  con  una  de  las  hijas  de  Pe- 
drárias,  llamada  doña  Isabel  de.Bo'vadi- 
Ila ,  como  su  madre.  Pues  como  este  ca- 
pitán fué  buen  hombre  de  su  persona,  o. 
muy  ocupado  en  esta  montería  de  malar 
indios,  é  tiene  hartos  enviados  al  infier- 
no ,  uo  me  maravillaría  que  lo  oviessen  sus 
22 


1711 


HISTORIA  CENEKAL  Y  NATURAL 


peccados  compréhendido,  porque  '  des- 
de Cuba  passó  á  la  Tierra-Firme  é  se  per- 
dió é  murió  allá ,  é  otros  muchos  se  per- 
dieron tras  su  sesso ,  y  él  perdió  la  vida  é 
lo  que  tenia.  Ecomo  su  muger  lo  supo,  se 
tornó  á  Castilla ,  desde  á  tres  ó  quatro 
años  que  le  atendía. 

XLY.  El  capitán  Hernán  Pongc,  que  no 
llevó  menos  oro  é  plata  á  España  que  su 
compañero,  me  paresce  ques  el  que  mejor 
que  otros  ha  entendido  estas  cosas  de  In- 
dias ;  porque  ydo  á  Castilla,  se  casó  con 
muger  rica  é  de  buena  casta,  6  se  heredó 
en  Sevilla,  donde  vive  muy  honrado  é  á  su 
plaeci-.  é  donde  podrá  emplear  muy  bien  el 
tiempo  é  gocarde  lo  que  tiene,  sirviendo 
á  Dios  como  cavallero  honrado.  É  con  su 
persona  ha  alcangado  lo  que  Dios  le  ha 
dado,  ques  lo  que  he  dicho,  y  en  buena 
edad,  para  que  con  sus  bienes  lemporales 
pueda  grangear  los  de  la  vida  eterna; 


pues  no  quiso,  como  otros,  embclessarse  y 
buscar  essos  títulos  de  vana  señoria ,  sino 
quedarse  con  la  merced  ques  dicho ,  que 
le  turará  mas  á  donde  está,  é  á  sus  sub- 
gessores,  si  por  su  culpa  no  fuere. 

Porque  conoscí  é  vi  é  tracté  á  todos  los 
capitanes  que  lie  dicho,  é  al  gobernador 
Pedrariás,  é  al  reverendo  obispo  fray  Jo- 
han  de  Quevedo,  é  al  licenciado  Gaspar 
de  Espinosa,  alcalde  mayor,  é  á  los  ofli- 
giales  el  Ihessorero  Alonso  de  la  Puente,  é 
al  contador  Diego  Márquez,  é  al  fattor  Jo- 
han  de  Tabira ,  tan  engolphados  en  los  in- 
teivsses  de  aquellas  partes,  decirse  ha  con 
brevedad  en  el  capítulo  siguiente  lo  que 
comprehendí  é  vi  de  sus  personas ,  para 
alguna  desculpa  de  los  capitanes  que  pa- 
rescen  culpados  por  estas  historias;  aun- 
que no  será  satisfacion  tan  entera  para  la 
otra  vida,  como  la  o  vieran  menester. 


CAPITULO  XXXIV. 

En  qiiel  historiador  culpa  y  desculpa  á  los  gobernadores  é  officiales ,  y  en  descargo  de  los  capitanes,  y  en 
reproche  de  los  soldados  é  de  los  indios  é  naturales  de  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro. 


L$icn  creo  que  avró  olvidado  pocos  del 
número  de  los  capitanes  inferiores  ó  par- 
ticulares en  el  capítulo  de  susso:  ó  puede 
ponerse  con  ellos  el  bachiller  Gaspar  de 
Espinosa,  que  fué  á  Tierra-Firme  por  al- 
calde mayor  de  Pedrariás,  donde  se  hico 
rico  con  los  trabaxos  é  sudores  del  ade- 
lantado Vasco  Xuñez  de  Balboa ,  quél  hico 
degollar;  6  con  sus  navios,  seyendo  le- 
niente  de  capitán  general ,  allegó  todo  el 
oro  quél  pudo,  con  que  se  fué  á  Medina 
de  Ilioseco,  de  donde  era  natural.  E  pu- 


diera ser  muy  posible  que  le  fuera  más 
seguro  reposo  que  volver  á  las  Indias,  per- 
diendo sus  ganancias  é  los  hijos  é  la  vida: 
la  verdad  es  quél  era  hombre  desseoso  de 
honra ,  pero  ni  sé  si  le  cuente  por  capitán 
ó  por  letrado. 

Desde  el  estudio  de  Salamanca  salió  con 
título  de  bachiller  para  yr  con  Pedrariás 
por  alcalde  mayor  ,  y  en  Tierra-Firme  usó 
aquel  officrO  .  é  á  temporadas  el  de  capi- 
tán: é  después  que  volvió  á  España  fué 
corregidor  en  Madrid  ,  é  cómo  tal  salario 


*  En  el  códice  original  que  tenemos  á  la  vista,  se 
leia  en  este  pasage:  «Porque  ha  mas  de  tres  años 

«que  desde  Cuba  passó  con  mas  de        hombres  á 

ola  tierra  ques  dicho  é  hasta  agora,  questamos  en 
»cl  año  de  mili  »•  quinientos  équarenta  y  ocho  (an- 
ule» puso  cuarenta  y  siete ),  ni  se  sabe  del  ni  de 
(hombre  alguno  de  quantos  co:i  el  fueron.  Riega  á 


«Dios  quél  y  ellos  vuelvan  con  prosperidad.»  La 
muerte  del  gobernador  Hernando  de  Solo  la  dejó  ya 
narrada  el  mismo  Oviedoen  el  capitulo  XXIX  del  li- 
bro XVII,  añadido  en  su  mayor  parle  ¡i  la  primera 

y  única  impresión  hecha  por  él ,  siendo  verdadera- 
mente sensible  quenosc  baya  eneonlr.idndicho  ca- 
pitulo couioen  la  pág.  577  del  Ionio  I  queda  nolado. 


DE  INDIAS.  1.11!.  XXIX.  CAP.  XXXIV. 


no  le  paresció  tan  colmado  como  los  inle- 
resses  de  acá,  dio  la  vuelta  A  las  Indias 
con  titulo  de  licenciado,  é  fué  oydor  en 
el  Audiencia  Real,  (pie  reside  en  esta 

nuestra  oibdad  de  Sancto  Domingo  de  la 
l-la  Española,  c  fue  quassi  absoluto  é  so- 
lo presidente  en  ella.  Después  volvió  á 
Tierra-Firme  ,  donde  le  mataron  los  indios 
su  hijo  mayor.  <•  después  murió  él  60  él 
tiempo  de  las  contenciones  de  Picarro  é 
Almagro,  aviendo  \do  á  ponerlos  en  paz 
(>i  pudiera)  en  compañía  de  otros  letrados 
é  personas,  que  en  lo  mcsiiio  se  ipiisieron 
ocupar  en  valde;  pues  paró  todo  en  rom- 
pimiento é  muerte  de  amitos  gohernado- 
res  éde  otros  muchos,  que  se  metieron  en 
sus  passiones  é  parcialidades. 

Escríbese  de  un  grand  músico,  ipie  no 
sabiendo  lo  rpie  <e  hacia.  >e  dio  á  com- 
poner versos ,  ó  por  ellos  perdió  el  arte 
do  la  música,  é  no  supo  uno  ni  otro.  Assi 
aeaesce  á  los  que  no  repossan  en  su  arle 
principal  ó  primero.  Parescome  á  mí  que 
los  letrados,  cuyo  fin  fué  aprender  dere- 
chos, para  tener  (il'lieios  de  justicia  ó  aho- 
gar é  ganar  de  comer  con  los  litigantes, 
que  la  paz  les  es  aborrcscible  é  no  son 
amigos  della  .  en  la  (pial  -u  voto  se  debe 
tener  por  sospechoso:  antes  los  juristas 
en  tales  casos  i  no  se  entienda  de  (odosj 
tienen  alguna  similitud  de  los  clérigos  cób- 
diciosos,  cuya  ganancia  está  en  la  muer- 
to de  otros:  e  a-si,  quando  unos  se  messan 
y  lloran  .  ellos  cantan  e  reseiben  ofrendas. 

La  verdad  es  que  la  paz  de  Picarro  Ó 
Almagro  nunca  estuvo  tan  fija,  viniendo 
por  causa  (le  los  terceros,  como  (piando  no 
conferian  con  letrados,  por  cuyo  medio 
llegaron  las  cosas  al  término  en  que  es- 
tán, é  ambos  murieron  malas  muertes, 
sin  los  quales  estuvieran  seguras  sus  vi- 
das é  las  de  muchos; 

Devenios  esto,  é  volvamos  al  licencia- 
do Espinosa,  que  tantos  delictos  de  capi- 
tanes disimuló  é  dexó  de  castigar,  que  se 
puede  tal  piedad  atribuir  á  notoria  crucl- 


r,  I 

dad;  pues  en  lugar  de  se  enmendar  los 
culpados,  lo  hicieron  después  peor,  é 
mostraron  á  peccar  á  muchos  que  no  pec- 
cáran  ,  con  que  vieran  que  avia  justicia  en 
más  del  nombre.  É  todo  ó  la  mayor  par- 
te procedió  de  aquellas  partes  que  los  ca- 
pitanes daban  á  este  juez ,  é  al  goberna- 
dor, e  al  obispo,  e  al  thessorero ,  é  con- 
tador ,  ó  fattor  en  aquellas  indevidas  ga- 
nancias. 

La  muerte  de  Pedrarias  fué  seyéndo 
de  owcha  edad,  porque  le  oy  decir  á  él 
inesino  (pie  avia  scydo  page  del  Rey  don 
Johan  el  segundo.,  el  qual  murió  año  de 
mili  é  quatrocienlos  é  (  inqúcnla  y  quatro, 
e  Pedrerías  murió  en  León  de  Nicaragua 
año  de  mili  é  quinientos  \  treynta;  por 
manera  que  passaron  enmedio  septenla  y 
seys  años-.  Pues  pónganse  sobre  cssos  los 
que  al  letor  le  |taresciere  que  avria  este 
page,  (piando  el  Rey  murió,  é  poco  mas  ó 
menos  llegarán  á  los  noventa  años,  é  assi 
haciéndole  decrépito  avrán  alguna  excusa 
sus  errores,  si  no  fueran  tan  crueles.  Pe- 
ro yo  creo  quél  se  engañaba  é  se  hacia  de 
mas  edad  de  la  que  tenia.  É  como  es  di- 
cho, passó  destavida  en  León  de  .Nicara- 
gua, porque  él  y  Francisco  Hernández,  que 

al  parescer  de  muchos  hico  injustamente 
degollar,  fuessen  sepultados  en  una  igle- 
sia, é  que  desde  aquel  pueblo  fuessen  á 
la  otra  vida,  si  allá  le  ha  de  pedir  cuenta 
de  su  caliera;  pero  verdad  es  que  tan 
presto  van  desde  Roma  como  desde  Je- 
rusalem  é  Sanrtiago  al  cielo  o  al  púrgalo- 
i  io  ó  infierno,  los  que  allá  han  de  yr,  como 
desde  aquestas  Indias,  y  assi  no  ternian 
mas  camino  que  andar  las  ánimas  del  ade- 
lantado Vasco  Nuñezé  sus  consortes,  que 
Pairarías  hico  degollar  en  la  villa  de  Acia 
en  Tierra-Firme,  é  le  hico  denegar  la  ape- 
lación para  ante  el  Emperador,  nuestro 
señor;  ni  Johan  de  Cuenca,  que  por  un 
jubón  de  licite  que  hurtó  de  la  hacienda 
del  Rey .  que  entre  una  pared  de  cañas 
estaba  la  una  manga  en  la  calle,  é  pas- 


172 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


san  Jo  el  otro  por  allí  acaso,  assió  dellá  é 
se  lo  llevó,  que  podría  valer  un  pesso  do 
oro  6  diez  reales,  fué  fecho  qualro  quartos 
en  el  Darien ;  é  por  cnseñanga  de  los  mé- 
dicos ó  cirujanos  c  industria  del  licenciado 
Barreda  fecho  nátomía  ,  mirándolo  tales 
hombres  é  mugeres,  que  yo  he  vergüen- 
ca  de  su  desvergüenca  cruel ,  que  viendo 
tal  caso  con  alengion  estuvieron:  ó  por  es- 
so  no  quiero  nombrar  tales  miradores, 
por  no  avergonzar  los  vivos  que  con  ellos 
tienen  debdo.  Mas  he  queste  que  assi  pa- 
desció,  no  andaría  mas  leguas  hasta  el  mas 
alto  tribunal  que  los  ques  dicho ,  ni  de  las 
que  anduvo  uno,  llamado  Sanct  Martin, 
desdo  la  isla  Dominica,  donde  le  higo 
ahorcar  el  gobernador  Pedrarías,  su  amo, 
sin  le  oyr  ni  dar  tiempo  que  se  confessas- 
se.  D\sdo  á  seys  nnses  lo  hico  hacer  un 
progesso  en  el  Darien.  Ni  han  tenido  más 
largas  jornadas  que  caminar  dos  millones 
de  indios  que  desde- el  año  de  mili  é  qui- 
nientos y  catorge  que  llegó  Pedí-arias  á  la 
Tierra-Firm  ¡  h  isla  quél  murió,  en  espa- 
cio de  «hez  y  seys  años  é  algunos  meses, 
son  muertos  en  aquellas  tierras,  sin  que 
seles  diesse  á  entender  aquel  requirimien- 
to  quel  Rej  Cathólico  les  mandó  hacer  an- 
les  de  les  r  nnp  t  l.i  guerra.  É  no  cito 
que  me  alargo  en  la  suma  de  los  dos  mi- 
llones que  he  dicho;  si  se  cuentan,  sin 
los  muertos,  los  indios  que  se  sacaron  de 
;i  I  lella  g  ibcrnachn  de  (¡astilla  del  Oro  ó 
de  la  d  •  Nicaragua  en  el  tiempo  que  he 
dicho,  para  los  llevar  por  esclavos  á  otras 
partes, 

El  caso  es  questas  cosas  son  de  tanto 
pesso,  que  quien  se  acordare  dolías,  si 
lo  vid  o,  no  puede  estar  sin  dolor,  ni  los 
que  lo  oyeren  sin  aver  compasión  ,  escu- 
chando tales  é  tan  grandes  vertimientos 
de  sangre  humana,  ni  el  infierno  está  sin 
mucho  regocijo  de  verse  tan  multiplica- 
do, si  algún  género  de  plagcr  allí  siente 
aquella  inri-mal  universidad. 

Pues  buena  pró  os  hagan  vuestras  par- 


tes, gobernador  é  obispo  ó  offic'iales  é  al- 
calde mayor,  é  aquellos  indios  que  os  pres- 
sentaron  aquellos  capitanes  con  quien  di- 
simulaste, perdonando  sus  culpas,  ha- 
biéndolas vuestras:  que  ningún  cuerdo 
avrá  que  os  haya  envidia  de  tales  partes 
ni  de  las  que  ganaron  vuestros  mogos  y  es- 
clavos y  perros,  que  enviábades  á  las  en- 
tradas con  essos  capitanes,  é  os  las  daban 
sin  que  las  meresciéssedes ,  en  pago  de  la 
disimulagion  que  Invistes  con  sus  errores , 
matando  indios,  é  assando  á  otros,  é  ha- 
ciendo comer  á  canes  los  unos,  é  atormen- 
tando á  muchos,  é  usando  de  innumera- 
bles adulterios  con  mugeres  infieles;  pues 
lo  supistes  é  no  lo  castigastes,  allá  estays 
todos ,  donde  verés  á  cómo  se  vende  el 
pan  en  la  plaga,  é  degiros  han:  ¡  Ah  fray! 
quántos  dineros!..  Y  cotejares  las  hagien- 
das  que  adquiristes,  con  el  reposo  que  allá 
hallastes;  pues  acá  no  os  alargaron  la  vi- 
da ni  allá  os  excusarán  la  muerte  eterna, 
si  Dios  por  su  misericordia  »o  os  perdona 
vuestros  peccados  é  tales  ganancias-. 

Verdad  es  quel  gobernador  murió  res- 
gebidos  los  sacramentos,  como  cathólico, 
é  plega  á' Jesu-Chripsto  que  fuesse  man- 
ducando dinamenté  y  en  estado  de  gra- 
gia;  é  lo  mesmo  digo  del  obispo  fray 
Johan  de  Quevedp,  que  como  la  historia 
lo  ha  dicho,  murió  cerca,  de  Barcelona, 
vivido  á  dar  noticia  á  féssar  de  otras  co- 
sas de  la  Tierra-Firme.  K  también  creo 
que  por  descargo  de  su  consgiencia  habla- 
ra en  las  que  aquí  he  dicho,  si  no  se  lo  es- 
torbara lo  que  le  cupo  di-  aquellas  parles, 
el  thessorero  Alonso  de  la  I' líente j  que  or- 
denaba aquellas  instrugiones  á  los  capita- 
nes, para  que  paresgiessen  bien  escripias 
é  mal  guardadas,  é  á  él  no  se  le  pudies- 
SC  imputar  que  echaba  su  firma  sino  en 

cosas  bien  dichas,  encubriendo  su  saga- 
cidad: que  era  de  los  seysel  mas  aperci- 
bido é  astuto  para  quel  juego  se  andu- 
viesse  enlrellos.  y  él  como  un  Gel  é  hábil 
e-i  negociaciones  lo  ordenasse  por  todos. 


DE  INDIAS.  1.11!.  XXIX.  CAP.  XXXIV. 


173 


Quédame  fijo  en  la  mente.,  por  lo  que  mi 
flaco  juicio  alcanza ,  que  si  se  le  pregon- 
líis<c  agora  si  sup  i  que  de  i]ii;ii)l;is  ¡nstru- 
ciones  liieo.  ninguna  se  guardó,  é  si  sabi- 
do, defendió  é  favoresció  á  los  transgres- 
sores,  ó  á  lo  menos  los  que  de  su  parteé 
á  su  ruego  ylian  por  capitanes .  \  el  obis- 
po los  quél  encavaba,  y  el  contador  Die- 
go Márquez  á  sus  amigos,  y  el  alcalde 
mayor  lodos  lus  quel  «pieria  a\  miar,  y  el 

fatto'r  Johao  de  Tahua  lo  mesmo,  é  creo 

(pie  lodos  se\s  dirían  e  confessarian  (pie 
digo  mucha  verdad,  assi  porqué  están  en 
parte  que  la  mentira  no  les  puede  ser  ya 
caudal  para  inlere—ar  ion  ella  .  como  por- 
que conmigo  no  lernian  excusa,  pues  sa- 
ben que  lo  pude  saber  muy  bien  é  viví 
entredós.  Kl  thessorero  con  muchos  dine- 
ros so  fue  á   España  .  después  que  Pedro 

de  los  Kios  se  fué  á  Tierra-Firme,  é  no 

Vivió  mucho  después  que  alia  llego;  \  era 
ya  muy  viejo. 

El  contador  Diego  Márquez,  murió  en 
el  .Nombre  de  Dios,  é  después  su  iiiuger, 
é  con  hartos  dineros,  é  también  era  muy 

viejo. 

Kl  (altor  Johao  do  Ta  vira,  yendo  por 
el  rio  grande  qué  entra  en  el  golpho  de 
l  iaba,  se  ahogo,  como  la  historia  lo  ha 
dicho.  Plega  á  Dios  que  a  todos  ellos  les 
haya  lomado  ta  muerte  con  arrepenti- 
miento de  sus  culpas ,  y  en  tal  estado, 
que  sus  ánimas  consigan  la  gloria  del 
cielo. 

Hien  conozco  que  algunos  m"  culparán  en 
lo  que  he  escripto,  en  especial  los  (pie  de 
los  muertos  (pusieran  oyr  de  otra  color  la 
historia,  viendo  que  por  ella  se  acuerdan 
cosas  que  fuera  mejor  (pie  nunca  fueran; 
pero  mirad  .  lelor ,  (pie  la  ni  bien  he  so  de 
morir,  é  que  me  bastan  mis  culpas  sin  que 
las  haga  mayores,  si  no  escribiesse  lo 
cierto,  y  entended  que  hablo  con  mi  Rey, 
é  que  le  he  de  decir  verdad.  E  lo  aviso 
para  que  provea  en  lo  pressente  é  por  ve- 
nir .  para  que  Dios  sea  mejor  servido  6  Su 


Magestad  que  hasta  aqui:  é  que  no  meres- 
ciera  perdón  mi  ánima  si  tales  cosas  ca- 
ll'asse  .  é  que  están  muchas  provincias  aso- 
ladas é  yermas  en  estas  partes,  é  que  no 
puede  avér  disimulación  tan  terrible  y  es- 
panloso  daño.  Ni  penseys  que  lo  que  en 
este  caso  aqui  he  escripto,  ó  la  mayor 
piule  dello,  no  lo  he  dicho  én  España,  y 
en  el  Consejo  Real  de  Indias  lo  dixe  mas 
ha  de  veynte  y  quatro  años,  y  lo  que  se 
ha  enmendado  en  estas  cosas  no  ha  seydo 
poco  .  aunque  no  del  lodo:  porque  es  mc- 
nester  en  algunos  subcessos  dar  lugar  al 
tiempo,  y  el  largo  camino  desde  acá  has- 
la  nuestro  Principe  es  luengo  ó  dificultoso. 

Pero  no  quiero  ni  soy  de  parescer  que 
se  cargue  (oda  la  culpa  á  los  seys  (pies  di- 
cho: ni  tampoco  absuelvo  a  los  particula- 
res soldados .  (pie  como  verdaderos  mani- 
goldos  ó  bucliines  ó  verdugos  ó  sayones 
o  ministros  de  Satanás,  mas  enconadas  es- 
padas'é armas  han  usado, que  son  los  dien- 
tes é  áni  -  de  los  tigres  é  lobos,  con  di- 
ferenciadas é  ¡numerables  é  crueles  muer- 
tes que  han  perpetrado,  tan  incontables 
confio  las  estrellas  (todavía  sacando  é  de- 
sando aparte  los  virtuosos  é  comedidos  mi- 
lites a  quien  olas  exorbitancias  nunca  plu- 
guieron, é  que  eri  parte  templaron  é  repre- 
hendieron á  losculpados,  enquanto  én  ello 

(lié,  e  les  peSSÓ  de  ludo  lo  mal  lecho).  Ni 

se  crea  ni  sospeche  que  los  que  males  se- 
mejantes acometieron,  lo  fueron  á  pagar 
al  otro  mundo;  pues  por  no  tener  allá  tan- 
to  que  penar,  o  porque  su  castigo  ha  de 
pei  maneseer  para  siempre  sin  fin,  ó  co- 
mencaronaqui  á  padescer,  para  que  acullá 
como  á  tales  carniceros  sean  tractados 
desde  la  hora  que  acá  mal  acabaron,  los 
mas  de  los  malhechores,  é  muy  pocos  son 
los  que  á  su  patria  volvieron,  en  compa- 
ración de  los  que  por  estas  mares  é  ríos  é 
arenales  é  montes  é  cerros  é  valles  peres- 
cieron ,  unos  ahogados ,  otros  comidos  de 
peces  c  cocalriccs  é  grandes  lagartos  é  ti- 
burones, é  otros  do  tigres  c  bestias  fieras, 


174 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


é  olios  de  aves,  é  otros  de  hambre,  c 
otros  de  sed,  ó  otros  de  frios  y'helados,  é 
otros  a  manos  de  los  indios  é  de  otras  ma- 
neras. Pero  ¿qué  quereys  que  se  esperasse 
de  tantas  diferencias  6  gentes  é  naseiones 
mezcladas  ó  de  extrañas  condiciones  co- 
mo á  estas  Indias  lian  venido  é  por  ellas 
andan?..  Tanto  es  aquesto  perjudicial,  que 
los  buenos  ó  virtuosos  hidalgos,  é  losper- 
fettos  españoles  é  gente  de  honra,  que  por 
estas  partes  están ,  viven  é  andan  a  mu- 
cho peligro. 

Todo  esto  soñaba  ó  profetizaba  aquella 
muy  Cathólica  é  Sercníssima  Reyna  doña 
Isabel,  de  inmortal  memoria,  quando  man- 
dó, é  se  guardó  después  de  mandado  en  sus 
dias,  que  no  passassen  á  estas  partes  de 
ninguna  generación,  sino  sus  vassallos  de 
la  corona  de  Castilla ,  cuyo  es  aqueste  im- 
perio occidental ,  6  aquessos  dando  prime- 
ro información  cómo  no  eran  sospechosos 
á  la  fée,  ni  hijos  ni  nietos  de  penitencia- 
dos por  la  Santa  Inquisición ,  ni  extrange- 
ros.  Después,  por  culpa  de  los  tiempos  ó 
negligencia  de  quien  lo  pudiera  excusar, 
muchas  cosas  se  han  hecho  al  revés  de  lo 
que  convenía  hacerse :  porque  agora  peor 
está  esta  tierra  qucl  arca  de  Noé,  sin  com- 
paración, porque  allí  avia  solas  ocho  per- 
donas, y  essas  sanctas,  pues  las  escogió 
Dios  para  restaurar  la  humana  gene:, l  i- 
ción, é  todo  lo  restante  era  lleno  de  ani- 
males irracionales  é  bestias  de  diversos 
géneros,  é  acá  hasta  agora  no  veo  otros 
sanctOS  sino  aquellos  mártires  religiosos 
que  los  indios  mataron  en  Tierra-firme, 
como  se  dixo  en  el  libro  XIX ,  capítulo  III. 
Y  también  creo  que  están  en  la  gloria  los 
que  baptizados  ha  llevado  Dios  en  estas 
parles  en  la  edad  de  la  inocencia,  é  assi 
lo  estarán  los  (pie  en  ella  fueron.  Mas  ¿qué 
diré  de  los  que  saben  peccar.  que  no  hay 
lengua  en  todo  el  mundo  (pie  acá  no  haya 
passado  ,  llamándose  chripslianos:'  Mas 
(pieria  yo  un  buen  (¡ailorque  me  aseguraste 
si  lo  son  todos,  ó  Ínfleles  algunos,  é  pa- 


ganos, ó  delinqüentes,  salvo  que  los  mas 
dellos  hablan  castellano,  para  que  Dios  y 
el  Rey  sean  deservidos,  é  los  proprios  é 
verdaderos  vassallos  de  la  corona  de  Cas- 
tilla defraudados  é  danificados.  É  los  ene- 
migos de  nuestra  nascion  enriquescen  é 
apodéranse  con  sus  cautelas  de  nuestros 
¡nteresses  é  fructos  desla  tierra,  con  que 
después  hagan  la  guerra  al  señor  delta  é 
á  sus  leales  vassallos:  é  los  que,  por  falta 
de  habilidad,  no  pueden  ó  no  saben  con- 
trahacer nuestro  romance,  é  trompezando 
en  lo  que  dicen  se  conoscc,  ó  claro,  que 
son  portugueses,  llámanse  gallegos,  ó  los 
franceses  llámanse  flamencos,  é  los  sui- 
cos  alemanes,  élos  italianos  dícensc  sici- 
lianos ó  napolitanos.  En  fin,  dando  á  en- 
tender á  quien  no  los  entiende  que  son  de 
los  señoríos  de  Céssar,  passan  como  no- 
sotros. Pues  griegos  é  levantiscos  ó  de 
otras  naseiones  son  incontables. 

Sentid  é  mirad  entre  estas  generascio- 
nes  é  diferentes  calidades  de  hombres  si 
avrá  peccadores,  é  no  de  los  comunes  as- 
saz,  sino  de  los  mas  perversos  é  desecha- 
dos de  sus  proprias  patrias,  é  de  otras 
desterrados  por  sus  méritos.  Ni  tampo- 
co es  aquesto  solo  la  causa  de  la  des- 
truyeion  ó  assolafion  de.  los  indios,  aun- 
que harta  parte  para  ello  ha  causado  es- 
la  mixtura;  mas  juntos  los  materiales  de 
los  inconvinientcs  ya  dichos  con  los  mes- 
mos  dolidos  é  sucias  é  bestiales  culpas  de 
los  indios  sodomitas,  ydolátrias,  é  tan  fa- 
miliares é  de  tan  antiquíssimos  tiempos  en 
la  obidiencia  é  servicio  del  diablo,  é  olvi- 
dados de  nuestro  Dios  trino  é  uno,  pen- 
sarse debe  que  sus  méritos  son  capaces 
de  sus  daños,  é  que  son  el  principal  ci- 
miento sobre  que  se  han  fundado  é  per- 
mitido Dios  las  muertes  ó  trabaxos,  que 
han  padesgido  é  padescerán  todos  aque- 
llos que  sin  baptismo  salieron  desta  lem- 
poral  vida.  E  aun  no  dexo  de  sospechar 
que  se  perderán  los  mas  de  los  que  se 
baptizaren  de  la  manera  questos  nuestros 


DE  INDIAS.  LUi.  XXIX.  CAP.  XXXIV 


17Ü 


negros  se  Implican,  y  como  algunos  eapi- 

t.  5  han  hecho  Implicar  á  muchos  indios. 

Y  no  do\  lanía  culpa  al  capitán  como  al 
.sacerdote  (fue  tan  alto  sacramento  admi- 
nistra tan  inconsideradamente,  porque  los 
(pie  (al  baplisuio  han  de  resrebir,  seria 
justo  (pie  imilassen  al  eunuco  (pie  dixo: 
f  lie  aquí  el  a;:iia;  ¿quien  me  prohibirá  (pie 
no  me  baptice?» '  y  (piel  sacerdote  se  con- 
formasse  con  lo  (piel  Apóstol  Sane!  Felipe 
le  dixo  á  esso :  « Si  credis  ex  loto  cor  Je,  li- 
eet.  >  *  Notorio  es  é  infalible  lo  (pie  dice  la 
inesina  verdad  por  la  hoca  de  su  evange- 
lista: «Que  quien  creyere  é  fuere  bapti. 
cado,  se  salvará,  y  el  (pie  no  creyere,  será 
condenado.  •  3  Yo  me  remito  en  todoá  los 
sagrados  Ideólogos. 

Con  todo,  hi  pmule  calier  en  mi  enten- 
dimiento ipic  sean  ebrípstianos,  conforme 

á  estas  aiicloridades,  los  negros  ni  los  in- 
dios (pie  son  adultos  é  d  lad  ,  porque 

ha}  en  ellos,  allende  de  lo  (pie  está  di- 

cho,  que  veo  que  allegan  hoy  machos  ne- 
gros al  puerlo  desla  cihdad  por  la  mar,  y 
en  desembarrándolos,  esse  día  ó  el  si- 
guiente InegO,  sin  (pie  entiendan  COSa  al- 
guna de  la  lee  ni  de  lo  qué  se  lea  dice, 
los  Implican,  sin  quellos  lo  pidan  ni  co- 
lín/' ni  el  carácter  que  les  in\  ¡Me  pii- 

Bieron  sus  amos  investirles;  e  non  obstante 
la  incredulidad  e  ignorancia  de  tales  es- 
clavos, envejescidos  en  sus  ritos  é  ydola- 
trias  e  circuncisos.  K  ipie  para  estos  tales 
nuevos  ebrípstianos  C  assi  Implicados  me 
COnsIringan  á  sacar  una  cédula,  para  que 
puedan  comer  carne  en  la  quaresma ,  sin 
saber  ellos  qué  cosa  es  quaresma,  ni  aver 
entendido  ni  o\  do  qués  la  fée  ni  la  Iglesia, 
é  que  por  essa  lironria  del  provisor  me 
lleven  un  pesso  de  oro,  ó  medio  ,  segund 
la  cantidad  de  los  negros  que  tengo, ó in- 

1  Las  palabras  del  lexlo  son  :  nEcce  aqua ,  quid 
prohibe!  me  baplizari?..»  (Aclus  apostolorum,  ca- 
pitulo VIH  ,  vers.  36). 

2  Id.  id. ,  vers.  37. 


dios,  i'icomo  los  place  tasarlos.  Yo  no  lo  en- 
tiendo,  é  mas  lo  quiero  pagar  que  dispu- 
tarlo, pues  veo  que  no  hacen  menos  con 
mi-  vecinos,  puesto  que  los  oygo  quexar- 
se  desla  limosna.  Verdad  es  quel  consue- 
lo que  nos  dan  en  esto  es  decir  que  tal 
moneda  se  allega  para  hacer  una  custodia 
para  el  Sanctíssimo  Sacramento  de  la  Eu- 
caristia,  é  paréseeme  sanclamentc  em- 
pleado; pero  ni  sé  si  place  á  Dios  dello, 
ni  si  los  esclavos  de  los  clérigos  é  de  los 
moneslerios  que  en  esta  cihdad  tienen  es- 
clavos, pagan  essas  licencias. 

Devenios  esta  materia  é  hagamos  (in  á 
este  libro  XXIX,  é  passemos  á  la  provin- 
cia e  gobernari  leí  puerlo  de  Cartago 

é  sus  anexos,  porque  se  continúe  la  orden 
que  hasta  aqui  se  ha  Iraydo  en  estas  his- 
torias; pues  Id  que  loca  á  la  provincia  de 
Veragua  queda  escripto,  aunque  mas  acci- 
dental que  Castilla  del  Oro;  pero  cscri- 
bióse  primero  por  las  causas  que  la  hislo- 
ria  lia  expresado,  que  fueron  la  propria 
aescessidad  que  lo  causó  para  llevar  re- 
gladas las  materias,  ('aun  porque  lodo  lo 
más  de  Castilla  del  Oro  entró  un  tiempo 
cantes  en  la  gobernación  de  Diego  de  Ni- 
cuesa ,  con  Veragua. 

rodas  estas  cosas  que  están  dichas,  no 
n>  espanten,  letor,  porque  si  aveysleydo 
algunos  iraciados  de  guerrasé  conquistas 
de  olí  a-  oasQiones,  no  os  máravillareys  di; 
lo  que  tengo  dicho  destos  indios,  donde 
grandes  crueldades  entro  los  orientales  é 
diversas  nasciones  hay  escripias;  é  la 
guerra  es  la  que  causa  y  causará,  do 
quiera  que  la  haya,  grandes  novedades  é 
notables  eventos,  en  especial,  como  he 
dicho  .  donde  se  juntan  é  concurren  diver- 
sas é  diferentes  maneras  é  costumbres  de 
hombres  á  militar  é  seguir  la  guerra. 

3  San  Marcos  dice:«Qui  crediderilet  baptizalus 
fucrit;  salvus  eril:  qni  vero  non  credideril,  condem- 
nabilur.»  (Cap.  XVI,  vers.  10.) 


Este  es  el  libro  undécimo  Je  la  segunda  parte ,  y  es  el  trigéssimo  de  la  General  y  na- 
tural Historia  de  las  Indias,  islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano,  de  la  corona  é 
ceptro  real  de  Castilla  é  de  los  Reyes  della,  el  qual  tracta  de  la  gobernación  de  Car- 
lago  é  sus  anexos. 


PROHEMia 


Es  tan  copiosa  é  quassi  infinita  la  abun- 
dancia de  materias  historiales,  que  cada 
día  se  nos  aparejan  é  aumentan  para  el 
colmo  é  definición  destos  iniciados  de  In- 
dias, que  ni  es  posible  poderse  escribir 
todas  en  nuestra  \  ida .  ni  sé  ha  de  perder 

o.-peranca  de  hallar  masé  mas  diversida- 
des que  acresccnlar  é  memorar  en  esta 
General  historia,  para  dar  loores  á  Dios  é 
deleitable  ocupación  á  los  lelorcs  de 
aqueste  tiempo  é  del  que  eMá  por  venir. 
E  porque  assi  como  la  goographia  é  as- 
siento  de  la  tierra  se  va  mejor  entendien- 
do, y  ella  mas  palpable  se  nos  manifies- 
ta, assi  va  la  Cessárea  .Magostad  prove- 
yendo de  perlados  é  nuevos  gobernado- 
res é  officiales  en  favor  do  la  república 
cathólica  é  de  su  real  servicio,  y  exerci- 


ten  la  ley  evangélica  por  medio  del  esp- 
iro castellano  en  todas  aquellas  partes,  que 
mas  á  esle  sánelo  propóssito  convenga. 
Ofréscese  una  nueva  gobernación  para  el 
puerto  é  provincia  que  llaman  Cartago  en 
la  costa  interior  de  la  Tierra-Firme,  que 
mira  al  Norte  é  sus  anexos,  con  lodo 
aquello  cpie  la  voluntad  real  ha  mandado 
juntar  con  la  tierra  ques  dicho:  de  la  qual 
más  difussa  ó  enteramente  se  tractaráen 
este  libro  XXX  de  la  segunda  parte  des- 
las  historias.  Y  ha  dado  cargo  de  esta  ad- 
ministración é  capitanía  general  á  Diego 
Gutiérrez  de  Madrid,  de  quien  Su  Mages- 
tad quiso  confiar  la  empressa,  por  su 
buen  entendimiento  é  persona,  puesto 
que  de  las  cosas  deslas  partes  no  tiene 
expiriencia;  mas  como  su  buen  natural  é 


DE  INDIAS.  LIB.  XXX. 


MI 


prudencia  para  esso  ú  mas  le  abonen  en 
el  juicio  de  los  hombres ,  é  de  quien  le 
fué  favorable  é  intercesor  alcancé  crédi- 
to para  ser  proveydo  dé  tal  cargo  en  la 
voluntad  real:  y  él  se  dispuso  con  la  su- 
ya muy  enteramente  a  ocupar  su  vida  é 
tiempo  en  lo  que  le  fué  mandado,  para 
(pie  la  gente  natural  di'  aquellas  provin- 
cias 86  conviertan  á  Dios,  é  la  religión  de 
los  lides  chripstianos  sea  mayor  y  en  más 
partes  é  reynos  aumentada.  E  con  una 
hermosa  é  armada  nao,  é  bien  acompa- 
ñado c>lc  gobernador  di'  ca valleros  é  hi- 
dalgos ó  lucida  gente  .  aunipie  de  poco 
número,  llegó  á  esta  cibdad  de  Sancto 
Domingo  de  la  Isla  Española  á  los  cinco 
dias  di'l  mes  di'  julio  di-  la  nalividad  di' 
Nuestro  Redemptor,  de  mili  é  qniméntos 
«'•  qu.irenta  y  un  años,  donde  se  higo  de 
mas  gente  é  caballos  é  otras  cosas  á  su 
empressa  nescessarias ;  ó  con  hasta  dos- 
cientos hombres  muy  tiien  aderescados  ó 
proveydos,  salió  del  puerto  dota  cibdad 
el  siguiente  mes .  á  los  cinco  dias  de  agos- 
to del  año  ya  dicho,  en  la  mesma  nao  que 
vino,  ó  con  un  bergantín ,  en  continua- 
ción de  su  viage  para  la  Tierra-Firme.  E 
después,  á  In-  catorce  di. o  de  olubre.  sa- 
lió otra  caravela .  que  aipñ  de\D  Helada, 
en  su  seguimiento  con  caballos  e  otros 
SuplimentOS  para  la  empressa. 

bien  creo  que  no  faltarán  fatigas  á  es- 
tos nuevos  pobladores,  porque  las  cosas 
deslas  parles,  hasta  estar  los  hombres 
diestros  y  lu  chos  al  ayre  y  exercicio  de 
la  tierra ,  siempre  los  prueba  alguna  en- 
fermedad, demás  de  hacerles  probar  otras 
nescessidades  quel  tiempo  dispone;  pero 
como  dice  el  Apóstol:  ■  El  que  no  quisiere 
trabaxar,  no  coma  '. •  Pues  los  mas  de  los 
que  acá  vienen  es  porque  no  tienen  en  su 
patria  lo  que  avrian  menester,  tan  copio- 
samente como  sus  liuiln-  desseos  é  méri- 
tos de  sus  personas  lo  piden ,  aparéxense 


á  sufrir,  c  pónganse  en  aquel  cuydado  ó 
obra,  con  quel  buen  ballestero  suele  jugar 
la  ballesta  :  que  demás  de  traerla  tal  qual 
debe  ser  para  su  exercicio  é  puntería ,  son 
lo lances  é  \  iras  lan  bien  labradas,  é  la- 
plumas  assi  ordenadas,  y  el  braco  tan  so- 
segado, ó  la  vista  tan  viva  é  constante, 
que  poniendo  los  ojos,  no  solamente  en 
el  blanco  á  que  tiran,  mas  en  el  fiel,  en 
que  dessean  acertar,  no  yerran  el  tiro  ni 
pierden  el  tiempo  é  ganan  el  prescio.  Y 
assi  en  estotro  juego  del  mundo,  en  que  es- 
tos otros  vienen  á  emplearse,  deben  traer 
sus  armas  é  almas  tan  á  propóssito  del  ca- 
mino que  hacen,  que  por  pensamiento  no 
les  passe,  ni  por  obra  jamás  cometan,  de 
se  apartar  ni  quitar  los  ojos  y  el  coracon 
de  aquel  terrero  glorificado  é  llaga  del 
costado  de  nuestra  redempeion  é  huma- 
nidad é  divinidad  de  Jesu-Chripslo ,  Nues- 
tro Salvador,  para  que  den  en  el  fiel  y 

quede  Bel  el  milite  conquistador,  y  con- 

vertido  é  seguro  el  indio  conquistado  ,  v 
el  soldado  o  poblador  no  se  aparto,  por 
memoria  de  aquella  presciosa  sangre,  de 
sacarla  de  ninguna  otra  criatura,  en  quan- 
to  posible  le  fuere.  Porque  yo  os  digo, 
que  los  que,  sin  este  cathólico  fundamen- 
to, acá  derraman  la  sangre  desta  gente 
salvage,  pero  prógimós  nuestros,  siem- 
pre les  da  Dios  el  pago  que  merescon ,  ó 
los  menos  vuelven  á  España;  é  por  uno 
que  acierte  á  enriquescerse  destos  bienes 
temporales,  muchos  se  pierden. 

Testigo  soy  de  lo  que  digo,  é  por  estos 
(ractados  lo  podres  mejor  entender  los 
que  desta  leeion  quisiéredes  parle.  Pien- 
so yo ,  por  lo  que  se  me  figura  de  la  per- 
sona deste  gobernador,  que  dessea  acer- 
tar á  servir  á  Dios  é  á  su  Principe ;  6  có- 
mo este  sea  su  fin ,  assi  será  el  quel  hará 
á  propóssito  de  su  salvación  é  honor  de 
su  persona ,  y  el  Espíritu-Sancto  le  dará 
gracia  para  ello.  Y  quando  assi  no  fuesse. 


TOMO  III. 


1    AiJ  Tlicsalonicenscs,  cap.  3. 


23 


178 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


demás  ile  quedar  obligado  con  su  ánima 
é  vida  á  la  paga  que  de  Dios  ó  á  la  justi- 
cia que  del  Rey  espera,  también  hallará  en 
mis  renglones  la  medida  de  sus  obras. 
Plega  á  aquel,  de  quien  todo  bien  procede, 


queste  gobernador  las  haga  tales ,  que  al 
que  las  oyere,  le  dé  desseo  de  imitarle ,  ó 
haya  do  qué. averie  envidia  los  virtuosos, 
y  no  dé  que  aver  lástima  de  su  subcesso 
é  gobernación. 


CAPITULO  I. 


Cómo  Diego  Gutiérrez^  gobernador  de  la  provincia  de  Carlago  é  sus  anexos ,  fué  bien  rescebido  é  obedes- 
cido  de  los  caciques  é  indios  de  la  lierra ;  é  oirás  particularidades  al  discurso  de  la  hisloria  convinienles. 


O  uando  Diego  Gutiérrez  estuvo  en  esta 
cibdad  de  Sancto  Domingo,  yo  le  comu- 
niqué ,  como  amigo ,  é  aun  le  dixc  mi  pa- 
rescer,  porque  do  años  atrás  nos  conos- 
ciamos;  é  si  yo  supe  entenderle,  paresció- 
me  que  su  intento  era  sancto,  é  no  incli- 
nado ni  dispuesto  á  malas  ganancias,  ni  á 
maltractar  los  naturales  de  aquella  tierra 
donde  yba  ,  sino  aprovechar  sus  ánimas, 
é  no  ultrajar  sus  vidas  ni  robarlos.  Y  co- 
mo era  hombre  bien  hablado  y  de  buena 
crianea  ,  é  mostraba  ser  goloso  al  servicio 
de  Dios  é  del  Rey,  yo- pensé  que  assi  co- 
mo lo  decia ,  assi  lo  pusiera  por  obra; 
aunque  como  en  la  introducion  ó  prohe- 
mio  deste  libro  ya  yo  dixe  quél  no  tenia 
expirieiicia  désta>  co>as  de  Indias,  sé  que 

nunca  falta  un  cabestro  de  los  desalma- 
dos ó  platicos  que  por  acá  han  andado, 
que  á  los  novicios  ó  nuevamente  venidos 
á  gobernar  los  enseñen  á  robar;  y  aque- 
llos, assi  por  la  dispusicion  que  hallan  en 
el  capitán  que  viene  y  en  su  pobreca,  co- 
mo en  la  falta  de  providencia  para  se 
guardar  de  tales  consejeros,  dánlcs  cré- 
ditO  é  olvidan  el  buen  propóssito  é  volun- 
tad del  Príncipe  que  los  envia,  y  el  temor 
de  Dios.  E  por  enriquescer,  presto  vuel- 
ven la  hoja,  é  trocado  el  intento  con  que 
partieron  de  España ,  si  bueno  era  ,  ó  afir- 
mado en  el  cauteloso  que  en  su  pecho  es- 
taba callado,  en  poco  tiempo  manifiestan 
li-  obras  el  contrariode las  palabras,  con 
qne  Be  ofrescieron  á  servir  al  Rey  en  tal 


empressa.  É  como  ya  tengo  dicho,  los  mas 
de  los  que  acá  vienen  son  hombres  nes- 
cessitados ,  y  este  lo  era  mucho  y  en  mu- 
chos hijos.  Mas  pensaba  que  aunque  assi 
fuesse,  podria  mas  la  vergúenca  é  cons- 
cicncia  que  los  otros  desseos  de  adquirir 
dineros ;  pero  no  me  descuydé  tanto  en 
este  crédito,  que  dexasse  de  sospechar  lo 
contrario,  acordándome  cómo  su  padre, 
el  thessorero  Alonso  Gutiérrez,  allegó  su 
hacienda  muy  desviadamente  del  arte  mi- 
litar, en  que  su  hijo  con  esta  empressa  se 
quería  ocupar.  Pero  también  avernos  ley- 
do  que  muchos  grandes  varones  acertaron 
á  tener  talos  personas ,  que  dieron,  seyen- 
do  plebeos  é  baxos  por  sus  predecesso- 
res ,  grand  resplandor  é  fama  á  sus  des- 
cendientes, é  ilustraron  sus  linages;  é 
olios,  por  el  contrario.,  que  nascicron  é 
se  criaron  con  poderosos  patrimonios  y 
encumbrados  estados,  hicieron  tales  obras 
que  deshonraron  á  si  é  á  sus  passados.  De 
manera  que  á  ninguno  debemos  juzgar 
por  malo  ni  por  bueno ,  hasta  ver  qué  pin- 
tura é  matices  él  dispone  é  compone  en  su 
vida  é  fin;  é  por  esto  dixc  en  el  prohemio 
que  mis  renglones  se  conformarían  con  la 
medida  de  sus  obras  ( con  la  simplicidad 
é  verdad  que  la  hisloria  requiere). 

Y  antes  de  venir  á  essos  términos  (pues 
el  tiempo  nos  lo  ha  de  enseñar  y  disponer), 
digoquoCarlagoesuna  provincia,  assi  lla- 
mada á  disparate  por  los  primeros  chrips- 
lianos  que  allí  ando  vieron,  é  tiene  un  ancón 


DE  INDIAS.  LUI.  XXX.  CAP.  1 


179 


grande  ó  lleno  de  ¡aletas :  el  qual  está  en 
la  costa  de  Tierra-Firn>e ,  entre  las  gober- 
naciones de  Veragua  é  Honduras ,  é  pun- 
tualmente aquel  i  iiibocamiento  está  en  ca- 
torce grados  é  medio  desta  parte  de  la  lí- 
nia  equinocial.  E  dióscle  por  términos 
desde  allí  abaxo  al  Oridente  basta  el  rio 
Grande,  é  á  la  parle  de  Levante  desde  el 
dicho  puerto  de  Cartago  hasta  los  confi- 
nes de  Veragua  ,  (pies  el  ducado  que  se 
dio,  con  título  de  Duque  de  Veragua,  al 
¡lustre  almirante  don  Luis  Golom  ,  á  quien 
el  L'mperador  It « - >  .  nuestro  señor,  lo  ha 
concedido  por  mayorazgo  para  él  é  sus 
subcessores  en  esta  gobernación ,  as-i  co- 
mo es  dicho,  limitada  á  Diego  Gutiérrez. 
Ba  muy  fértil  en  parte,  é  áspera  en  algu- 
nas parles,  pero  de  muy  ricas  minas  é 
otros  provechos ,  de  queste  gobernador  é 
sus  milites  podían  ser  aprovechados,  si 
fueren  para  ello;  é  es  tierra  sana  6  de 
buen  ayre  é  buenas  aguas.  Y  también  hay 
gente  belicosa  en  los  naturales:  es  tierra 
de  mucha  montería  é de  muchos  é  divere- 
sos  animales,  e  andan  los  hombres  desnu- 
dos é  las  mugeres,  e  son  ydólalrasen  di- 

\crssas  mi;  ra>  e  ritos.  Pero  couiuumeu- 

te  en  todas  las  ludias  eono-ecn  que  hay  un 
Dios  todopoderoso,  6  aqueste  por  divers- 
sos  nombres  é  diferentes  maneras  Iractan 
del,  é  sienten  como  \ dolalras  y  envueltos 
en  ¡numerables  errores,  que!  diablo  les  da 
á  entender:  el  qual  tiene  mucha  parte  en 


ellos ,  como  en  gente  desapereebida  é 
apartada  é  sin  defensa  para  su  salvación, 
é  sin  conoscimicnto  de  la  fée  é  verdad  de 
la  passion  de  Cbrípsto,  Nuestro  Hedemp- 
tor;  pero  por  su  misericordia  é  con  la  con- 
versación de  los  chripstianos  se  conver- 
tirán, é  querrá  Itios  rpie  se  salven  c  se  le 
quite  á  Satanás  la  jurisdicion  que  tiene  allí 
de  lautos  siglo-;  usurpada .  tragando  tan  in- 
contables ánimas,  si  la  cohdicia  de  los 
que  los  han  de  enseñar  la  fée  no  se  con- 
vierte en  los  malos  usos,  que  en  otras  par- 
tes de  aquestas  Indias  han  usado  los  con- 
quistadores, que  mejor  se  pueden  decir 
despobladores  é  disipadores  de  las  tierras 
nuevas,  en  «pie  sus  peccados  los  han  (ráy- 
elo á  hacer  mal  fin,  la  mayor  parle  de  los 
tales  milites.  Plega  á  Nuestro  Señor  ques- 
le  gobernador  se  dé  mejor  recabdo  del 
que  en  la  dicha  Veragua  se  dió  Felipe  Gu- 
tiérrez .  su  hermano,  de  donde  salió  con 
poco  honor  é  con  mucha  vergüenza  suya 
'como  se  dixo  en  el  libro  XX  VIII  desta  se- 
gunda parle  de  la  General  historia  de  In- 
dias), donde,  demás  de  perder  la  mayor 
parle  (pie  llevo,  á  los  (pie  le  quedaban  dió 
cantonada  é  los  dexó  en  poder  de  los  ene- 
migos, y  él  se  huyó  é  se  fué  cautelosa- 
mente de  la  tierra  ,  é  á  ella  é  á  ellos  des- 
amparó: lo  qual  castigó  Dios  después  muy 
léxos  de  allí,  en  el  Perú,  donde  fué  á  pa- 
rar, como  se  dirá  en  la  tercera  parte  des- 
tas  lililí  ii  ¡as 


CAPITULO  II. 


Del  suboesso  del  gobernador  Diego  Gutiérrez,  é  de  su  cobdicia  c  mal  eveulo;  c  cómo  le  mataron  los  in- 
dios á  él  ó  á  fjuunlos  españoles  consigo  tenia  ,  excepto  siete  hombres. 


Yo  temí  siempre  queste  gobernador  era 
mejor  hablado  qué  apercebido  para  el 
cargo  que  llevaba ,  é  assi  me  paresce  que 
le  suheedicron  las  cosas  como  él  tuvo  el 
saber  é  maña.  Assi  salve  Dios  mi  ánima 
como  yo  holgára  quél  acertara  á  servir  á 


Dios  é  á  su  Rey  é  á  hacer  bien  sus  fe- 
chos; mas  fué  por  el  contrario,  é  decirlo 
he  aqui  con  las  menos  palabras,  que  me 
sea  posible ,  porque  me  paresce  quél  se 
dió  tan  mal  recabdo,  que  quanto  mas  si- 
lencio yo  tuviere ,  tanto  mejor  él  libra ,  ó 


180 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


su  mala  maña  menos  se  sabrá.  Pero  no 
callaré  lo  que  en  esta  cibdad  de  Sánelo 
Domingo  yo  entendí  de  un  hidalgo  mon- 
tañés, llamado  Johan  de  Espina,  natural 
de  la  villa  de  Laredo  en  la  montaña  ( que 
al  pressente,  que  estamos  en  fin  de  otu- 
bre  del  año  de  mili  é  quinientos  é  quaren- 
ta  y  ginco  *,  está  en  esta  eibdad  de  Sanc- 
to  Domingo),  el  qual  se  halló  ála  muer- 
te de  Diego  Gutiérrez ;  y  dice  que  desde 
que  salió  Diego  Gutiérrez  desta  cibdad, 
fué  á  la  isla  de  Jamáyca,  donde  se  le 
amotinó  la  gente  ó  se  le  quitó  el  apa- 
rejo para  yr  á  su  gobernación ,  á  causa 
de  lo  qual  con  muy  pocos  se  fué  desde 
Jamáyca  al  Nombre  de  Dios,  pensando 
desde  allí  continuar  mejor  la  empressa,  é 
adolesció  y  estuvo  muy  cerca  de  partirse 
desta  vida.  En  el  qual  tiempo  y  enferme- 
dad se  le  fué  el  resto  de  la  gente  al  Perú 
é  á  otras  partes,  donde  les  paresció  que 
harían  mejor  sus  fechos ,  é  lo  dexaron  so- 
lo. Después  que  sanó,  acordó  de  se  yr 
desde  el  Nombre  de.  Dios  á  Nicaragua, 
con  solos  quatro  ó  cinco  hombres,  é  fué 
al  desaguadero  de  las  lagunas  de  Nicara- 
gua ,  que  salen  aquellas  aguas  á  esta 
nuestra  mar ,  cerca  del  puerto  que  llaman 
Cartago,  é  desde  el  desaguadero  se  fué  á 
Nicaragua,  á  donde  halló  otro  cobdicio- 
so ,  llamado  Baena ,  que  venia  del  Perú 
rico:  é  aqueste  le  prestó  al  gobernador 
Diego  Gutiérrez  tres  mili  castellanos,  con 
qpe  hico  sessenta  hombres,  con  que  fué 
á  Nicaragua.  Y  el  Diego  Gutiérrez  decia 
que  todo  aquello  era  de  su  gobernación, 
é  hipo  pregonar  que  so  pena  de  cíent  aco- 
lín, ninguno  llainassc  á  aquella  tierra  Ve- 
ragua ,  sino  Cartago  é  Costa  Rica:  é  des- 
pués que  allí  estuvo  un  año  ó  más,  por- 
que  faltaron  los  bastimentos,  se  le  amoti- 
n  j  la  gente  é  se  le  tornaron  á  Nicaragua; 

■  Oviedo  escribía  en  iüiS  el  présenle  capitulo: 
segun  consta  por  el  siguiente ,  proseguía  este  libro 

pü  el  de  1547,  apareciendo,  conio  se  notará  des- 
pués ,  «pío  se  proponía  acrecentarlo  con  los  sucesos 


é  este  gobernador  se  quedó  con  seys  hom- 
bres solos  en  Veragua ,  é  aquellos  que  se 
le  fueron,  hallaron,  llegados  por  tierra  al 
desaguadero ,  ciertos  bergantines ,  que 
los  llevaron  al  Nombre  de  Dios.  Pero  aun- 
que este  gobernador  estaba  solo  é  con  tan 
pocos  chripstianos,  como  tengo  dicho ,  no 
dexaban  los  indios  naturales  de  les  dar  de 
comer  é  oro ,  sin  hacer  mal  ni  daño  á  nin- 
guno de  los  nuestros.  Pues  viendo  el  go- 
bernador que  le  convenia  buscar  mas 
gente  ó  dexar  la  tierra ,  acordó  de  enviar 
un  pariente  suyo  al  Nombre  de  Dios,  el 
qual  se  llamaba  Alonso  de  Pisa,  con  ocho- 
cientos pessos  de  muy  buen  oro  en  águi- 
las é  otras  piceas  de  oro  que  le  avian  da- 
do los  indios ,  porque  ya  tenia  dos  caci- 
ques de  paz  y  hechos  muy  amigos.  Con 
aquel  dinero  el  Alonso  de  Pisa  hico  cin- 
qúenta  hombres,  que  llevó  á  Veragua, 
con  los  quales,  y  en  el  número  que  tengo 
dicho,  fué  este  Johan  de  Espina.  Con  esta 
gente  el  gobernador  se  holgó  mucho,  é 
les  dió  hartas  palabras  é  ofrescimientos; 
é  desde  algunos  días  tornó  el  gobernador 
á  enviar  el  mesmo  Alonso  de  Pisa  al 
Nombre  de  Dios  con  otros  mili  é  quinien- 
tos castellanos,  que  se  fundieron  en  Pa- 
namá, é  llevó  otros  treyuta  hombres.  A 
essos  ochenta  hombres  ó  pocos  mas  chrips- 
tianos que  ya  eran,  los  indios  les  daban 
muy  bien  de  comer  mahiz  é  carne  de 
monterías  é  pescado  é  todo  lo  que  avian 
menester,  é  cada  dia  traían  oro  al  gober- 
nador, el  qual,  como  hombre  de  ninguna 
espiríeheia  ,  prendió  á  uno  de  aquellos  ca- 
ciques, que  estaban  de  paz,  que  se  de- 
cía el  Cama  (el  qual  era  muy  rico),  por- 
qué no  le  daba  tanto  oro  como  este  go- 
bernador le  pedia:  é  sobre  esto,  é  por  le 
amedrentar,  le  hacía  el  gobernador  fieros 
e  le  amenacaba  que  le  avia  de  matar,  é 

que  fueran  ocurriendo.  Tal  es  en  efeelo  el  método 
seguido  por  él  Constantemente,  al  escribir  estas  bis- 
lorias ,  como  se  habrá  ya  visto  con  la  lectura  de  los 
lomos  anteriores. 


DE  INDIAS.  LIB. 

pura  mas  le  atemorizar,  sacaba  la  espada 
desnuda  el  gobernador,  é  dábale  á  enten- 
der que  le  avia  de  matar  é  corlar  la  ca- 
bera, si  no  le  daba  quanto  oro  tenia.  É 
acabado  este  fiero,  bacía  llevar  allí  donde 
el  cacique  estaba  algunos  lebreles  é  per- 
ros denodados  ó  bravissimos ,  ó  hacíale 
decir  por  la  lengua  ó  inlérpetre  que  aque- 
llo- perros  le  avian  de  comer  é  despeda- 
zar al  dic  ho  cacique  .  si  no  dalia  quanto  le 
pedían  los  chrip-lianos.  Kl  cacique,  vién- 
dose tan  mole-lado,  soltóse;  una  noche  é 
apellido  la  tierra,  é  confederóse  con  otros 
caciques  e  indios  de  la-  comarcas,  é que- 
maron sus  proprios  pueblos  e  sus  hacien- 
das e  mahicales,  e  pagaron  de  la  otra 
parle  de  la  tierra  hacia  el  Sur,  6  dexaron 
en  hlanco  ñ  los  chripstianos,  sin  quedar- 
les  de  comer,  y  en  lanía  nescessidad,  que 

les  fué  Corcoso  dexar  su  campo  6  assiento 
é  yr  tras  los  indios:  é  á  cierto  passo,  có- 
mo  el  gobernador  no  era  diestro  en  las 

cosas  de  la  guerra  é  dorinia  en  su  cama 
de  reposo,  sin  tener  las  velas  el  cuydado 
que  convenía  .  dieron  sobre  los  chripstia- 
nos ,  é  mataron  á  ellos  ó  ú  su  golicrnador. 
E  de  óchenla  hombres. ó  más  no  cscapa- 
ron  -iin  sieie  chripstianos ,  que  fueron  un 
clérigo,  llamado  Diego  Baxo,  y  este  Johan 
de  Espina,  é  Luys  Carrillo,  é  Tello  Car- 
rillo, 6  Saladar,  é  Fran pisco  Hernández 
Herrador .  natural  de  Madrid ,  6  otro  hom- 
bre, que  no  le  supo  el  nombre  el  que 
dió  esta  relación. 

Fué  la  batalla  en  el  mes  de  jullio  dcs- 
le  pressente  año  de  mili  é  quinientos  é 
qiiarrnta  y  cinco  años,  é  de  la  otra  par- 
te de  las  cumbres,  aguas  vertientes  á  la 
otra  mar  del  Sur ;  é  halláronse  en  ellas 
sobre  tres  mili  indios,  é  muchos  dellos 
con  pecios  é  brazales  de  oro  é  otras  pie- 
cas,  c  con  trompetas  á  manera  de  aña- 
liles,  de  longura  de  tres  palmos,  assímes- 
m  i  de  oro,  el  qual  en  aquella  tierra  hay 
mucho  é  muy  fino.  Y  el  gobernador  en 
essa  sacón  mandaba  nial  su  persona ,  por- 


XXX.  CAP.  II.  181 

que  andaba  tullido  de  gota  é  quatro  ne- 
gros le  traían  echado  en  una  hamaca,  lo 
qual  le  debiera  bastar  para  ser  mas  pa- 
ciente con  los  indios;  pero  como  él  lo  ha- 
cia, assi  le  dieron  el  pago  ques  dicho,  é 
le  tomaron  á  él  é  á  los  otros  chripstianos, 
que  allí  murieron,  sobre  cient  mili  pessos 
de  oro ,  que  en  paz  é  de  su  grado  los  in- 
dios les  asían  (bulo:  é  lodo  lo  llevaban 
consigo,  porque  como  la  tierra  que  dexa- 
ban  atrás  quedaba  deslruyda,  tenían  de- 
terminado de  poblar  donde  mas  aparejo 
halla-sen  e  fue -se  á  su  propóssito;  pero 
los  indios,  como  gentes  de  guerras,  lleva- 
ban espias  sobre  ellos,  é  no  daban  passo 
que  no  fue-sen  avisados  por  un  indio  que 
era  ladino,  é  servia  al  gobernador  6  su 
gente  de  lengua  ó  intérpetre.  Y  este  era 
el  que  los  vendió  á  essos  chripstianos  é 
dalia  uolii  ia  e  aviso  á  los  indios  de  todo, 

é  por  su  industria  los  llevó  á  donde  se 
perdieron,  aunque  fué  con  muchas  muer- 
tes de  los  indios.  15  los  siate  hombres  que 
escaparon  deste  trance,  fué  porque  se  mc- 
tieron  la  tierra  adentro;  é  otro  día  des- 
pués de  l,i  hululla  \  icron  la  olí  a  mar  ó 
costa  del  Sur,  é  porque  no  se  pudieran 
salvar  de  otra  manera,  dieron  la  vuelta, 
tornando  por  m;is  hacia  el  Oriente  á  en- 
cumbrar la  sierra,  é  volvieron  á  la  otra 
costa  desta  parle  hácja  el  Norte,  6  fueron 
á  parar  al  desaguadero  de  las  lagunas  de 
Nicaragua,  que  vacia  ó  corre  é  entra  en 
esla  mar  nuestra;  pero  hasta  llegar  allá, 
en  tanto  (pie  continuaron  su  fuga,  corrie- 
ron mucho  peligro,  assi  por  temor  de  to- 
par con  indios,  como  por  el  exgesivo  tra- 
baxo  de  sus  personas,  ó  porque  la  ham- 
bre Ies  aquexaba,  á  la  qual  satisfacían,  co- 
miendo hiervas  no  conosgidas  é  lagartos 
ó  otras  sugias  viandas ,  ó  aun  essas  Ies 
faltaban.  Pero  encomendándose  á  Dios,  é 
no  cessando  de  caminar  de  dia  é  de  no- 
che, llegaron,  como  es  dicho,  al  desagua- 
dero ,  c  allí  los  tomó  un  bergantín  que 
yba  al  Nombre  de  Dios,  á  donde  los  llevó. 


18á 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Desde  allí  vino  este  Johan  de  Espina  á 
cstamucstra  cibdad  de  Sancto  Domingo 
de  la  Isla  Española ,  é  cómo  yo  supe  quél 
se  llegaba  á  la  casa  del  señor  almirante 
duque  de  Veragua ,  don  Luys  Colom,  pe- 
díle  por  merced  que  me  hiciesse  ver  con 
este  hombre:  el  qual  le  mandó  que  me 
viesse ,  é  hoy  miércoles,  dia  de  Sanct  Si- 
món é  Judas  Apóstoles ,  veynte  y  ocho  de 
otubre  de  mili  é  quinientos  é  quarenta  y 
ginco  años,  me  dió  la  relación  que  tengo 
dicho.  El  qual  paresce  en  su  persona  é 
manera  que  sus  palabras  son  veras  á  la 
llana ,  é  con  la  simplicidad  é  falta  de  or- 
namento retórico,  como  buen  montañés 
hidalgo.  É  porque  en  esta  sagon  el  señor 
almirante  está  aparejado  é  armado  para 
enviar  un  capitán  con  gente  a  poblar  a 
Veragua,  ques  suya,  como  tengo  dicho, 
y  el  Emperador,  nuestro  señor,  con  títu- 
lo de  duque  della  se  la  congedió,  pregun- 
tóle a  este  Johan  de  Espina  si  entendía 
volver  á  aquella  tierra ,  é  me  dixo  que  de 
muy  buena  gana  yrá  en  esta  armada  del 
almirante ,  porque  cree  que  no  puede  yr 
ningún  capitán  que  no  lo  haga  mejor  quel 
DiegoGutierrez.  El  qual,  segund  este  hom- 
bre dice,  era  mas  gerimonioso  que  maño- 
so, é  ya  le  llamaban  vuestra  señoría,  é 
assi  tullido,  estaba  tan  soberbio  é  mal 
acondicionado,  que  era  incomportable: 
todo  lo  qual  pensaba  yo  dél  al  contrario, 
porque  me  paresgia  hombre  llano  é  sabio. 
Pero  este  oro  y  este  mandar  no  se  asien- 
ta de  una  manera  en  lodas  cabegas,  la 
qual  si  él  tovícra  como  su  padre  Alonso 
Gutiérrez,  se  diera  mejor  recabdo;  porque 


fué  un  hombre  reposado  é  sabio  é  allegó 
mucha  hagienda  por  otra  manera  de  exer- 
cigio  léxos  de  la  miligia.  É  aquel  arte  de- 
biera de  seguir  su  hijo ,  é  no  muriera  ni 
acabara  de  la  manera  questá  dicho;  é  as- 
si  acaesge  las  mas  veges  á  los  que  se  in- 
trodugen  en  offigios  ágenos.  Dios  le  per- 
done á  él  é  á  todos  los  demás  que  con  él 
se  perdieron,  que  en  la  verdad  mucha  lás- 
tima es  de  a  ver  de  todos  ellos;  pero  es-" 
tos  ánimos  grandes  é  inquietos  de  los  es- 
pañoles, y  esta  inclinagion  natural,  que 
tienen ,  á  ser  mas  é  á  no  se  contentar  con 
poco ,  causa  tales  empresas :  y  atrévense 
á  tomarlas  hombres  sin  expiriengia,  como 
era  este,  é  sacan  dellas  mal  nombre,  con 
pérdida  de  sus  proprias  vidas ,  é  hágenlas 
perder  á  otros  muchos,  que  sin  conside- 
ragion  ni  entenderse,  se  allegan  á  ellos. 

Todo  esto  ques  dicho  mas  anexo  era  al 
libro  XXVIII,  ques  el  IX  de  la  segunda 
parle  destas  historias ;  mas  como  este  go- 
bernador dió  otro  nombre  ó  título  (ó  mejor 
digiendo  Su  Magestad)  á  la  empresa  quél 
Ueyaba  de  Cartago,  é  se  entrometió  en 
usurpar  á  Veragua,  assi  ha  seydo  nesges- 
sario  que  la  historia  se  relate.  É  assi  hará 
fin  aqui  por  agora,  como  el  negogio  ha 
subgedido  hasta  quel  tiempo  muestre  otras 
cosas,  las  quales,  si  fueren  deste  jaez  y 
en  mi  tiempo,  se  pornán  aqui  segund  sub- 
gedieren.  Plega  á  nuestro  Señor  quel  que 
agora  vá  á  Veragua  por  el  almirante,  lo 
haga  de  manera  que  sea  Dios  mas  servido 
que  lo  ha  seydo  de  los  que  aquessa  nego- 
ciación é  empresa  han  tomado. 


DE  INDIAS.  Lili.  XXX.  CAP.  III 


183 


CAPITULO  III. 

Etiqúese  hace  relaiion  del  mal  subcesso  del  armada,  quel  almirante  envió  á  poblar  su  ducado  de  Veragua. 


1  a  dixe  de  susso  que  aquesto  es  para  la 
gobernación  de  Veragua  é  no  de  Carta- 
so;  poro  quiso  Diego  Gutierre*  hacer  a 
Veragua  Cartago,  é  por  esso  quiso  aqui 
brevemente  poner  lo  que  mas  largo  que- 
da  dicho  en  el  libro  XXVIII,  capítulo  VIII. 
Y  es  quel  año  de  mili  é  quinientos  ó  qua- 
renla  y  seysfuóen  nombre  del  almirante 
su  teniente  é  gobernador  á  Veragua  ,  lla- 
mado el  capitán  Chripstóhal  de  Peña  con 
hasta  ciento  y  treyñta  hombres,  c  por  sa- 
car de  verguenca  á  Diego  Gutiérrez,  pues- 
to que  estotro  era  hombre  que  ha  tiempo 
que  anda  por  Indias,  y  estimado  por  dies- 
tro, ó  que  ello  fuesse  por  estar  los  indios 
aleados,  como  se  ha  dicho  en  el  capitulo 
precedente,  ó  por  descuydo  deste  capi- 
tán ,  él  é  los  que  llevó  libraron  mal.  E 
quando  se  supo  por  mí  aqueste  trabaxo 
dessa  armada  del  almirante  fue';  el  año  de 
mili  é.  quinientos  6  quarenla  y  siete,  es- 
lando  yo  en  la  corte  del  Príncipe,  nuestro 
señor ,  donde  supe  por  carta  de  un  cava- 
llero,  llamado  Johan  Mosquera, suegro  del 

•  En  el  MS.  original,  que  sirve  de  tcxlo ,  mos- 
tró Oviedo  tener  idea  de  continuar  esle  libro  con 
nuevas  noticias,  conforme  manifiesta  por  las  últi- 
ma* palabra!  de  este  capitulo  til,  terminado  el  cual 


niosmo  almirante,  6  de  otros,  que  me  es- 
cribieron quel  capitán  Chripstóbal  de  Pe- 
ña ,  que  avia  ydo  á  Veragua ,  aportó  al 
Nombre  de  Dios  muy  perdido,  é  que  en 
Veragua  le  desbarataron  los  indios  ó  le 
mataron  la  mayor  parle  de  la  gente  que 
avia  llevado ;  é  entre  los  otros  murió  don 
Francisco  Colom,  hermano  del  almirante, 
y  escaparon  solamente  quince  ó  vcynte 
hombres.  Assi  parescc  que  queda  algo 
desculpado  Diego  Gutiérrez  ,  pues  que  os- 
lotro  capitán  era  diestro  é  sabia  cómo  le 
avian  muerto  al  predecesor  en  el  ofíicio. 

Estas  cosas  destas  Indias  van  por  otros 
términos. que  las  de  Europa,  porque  en 
las  Indias  no  pagan  los  thessoreros  á  los 
Boldados,  sino  ellos  mesmos  se  pagan,  é 
aun  ellos  mCsnios  con  su  cobdicla  se 
acaban. 

Basta  lo  dicho  hasta  ver  quión  subcede 

en  e-la  materia  o  gobernación  de  Caria- 
co: que  no  tallará  otro  eohdieioso ;  pero 
qualquiera  que  sea,  plega  á  Nuestro  Se- 
ñor que  acierte  mejor  que  los  passados  ". 

escribió:  «Capilulo  IV. n  Mas  hubo  sin  duda  de  sor- 
prenderle la  muerte  antes  de  que  pudiera  ejecutar 
su  propósito. 


Este  es  el  libro  duodécimo  de  la  segunda  parte,  y  es  el  trigéssimo  primo  de  la  Gene- 
ral y  natural  Historia  de  las  Indias,  islas  y  T-ierrra-Firme  del  mar  Océano:  el  qual 
tracta  de  las  provincias  é  gobernaciones  del  Cabo  de  Higueras  6  Puerto  de  Hondu- 
ras é  de  Yucatán ;  y  después  torna  á  dexar  á  Yucatán  é  se  junta  con  Guatimala ,  é 
por  tanto  este  libro  es  mas  anexo  é  dedicado  á  la  gobernación  de  Honduras. 


PROHEMIO. 


fortunado,  oh  dichoso  mancebo, 
que  hallaste  ú  Homero  por  pregonero  do 
tus  virtudes! »  * 

Conforme  á  esto,  Francisco  Petrarca, 
en  uno  de  sus  amorosos  sonetos,  dice: 

Gionlo  Alexandro  á  la  famosa  lomba 
Del  fiero  Achile,  sospirando  disse: 
O  Fortunato ,  clie  si  chiara  tromba 
Trovas li ,  e  chi  di  te  si  alio  serisse!.. 

Quieren  decir  sus  verssos  toscanos:  «Lle- 
gado Alexandro  á  la  famosa  tumba  del 
fiero  Achiles,  dixo  suspirando:  ¡oh  afor- 
tunado, que  tan  clara  trómpela  hallaste, 
é  quien  de  tí  assi  altamente  escribiesse! « 
Plutarco  dice,  en  la  vida  que  escribió  de 
Alexandre  Magno,  que  yendo  contra  Da- 


río ,  quando  llegó  á  Troya ,  hecho  el  sa- 
crificio a  Minerva ,  y  hechas  las  obsequias 
á  los  semideys,  después  corriendo  en  tor- 
no de  la  estatua  de  Achiles,  juntamente 
con  los  compañeros ,  ungido  de  ungüento 
é  desnudo,  como  cra-usanca,  coronó 
aquella  estatua,  llamando  á  Achiles  feli- 
ce, porque  en  tanto  que  fué  vivo  ovo  tan 
fiel  amigo  en  Palroclo,  é  después  de  la 
muerte  un  trompeta  tal  como  Homero. 

Estas  palabras  de  Alexandre  muestran 
la  envidia  que  ovo  de  aver  tenido  Achiles 
tan  alio  escriptor  para  su  historia,  é  quél 
para  la  suya  no  tenia  tal  coronista ;  por- 
que en  la  verdad  el  estilo  y  elocuencia 
del  auctor  de  una  famosa  historia  mucho 


*  Las  palabras  de  Cicerón ,  á  quien  se  refiere 
Oviedo,  son:  ¡.Fortúnale,  inuuil,  adolescens,  f|U¡ 


tus  virlulis  preconem  llotiiernm  inveiicras.» 


DE  INDIAS 


I.llt.  XXXI 


la  engrandosce  é  sublima  por  el  ornamen- 
to de  su  graciosa  pluma  é  sabio  proceder, 
6  mucho  le  (juila  é  disminuye  del  proprio 
valor,  quandoen  el  tal  cscriptor  no  hay  lu 
habilidad  que  se  requiere  en  cosas  gran- 
des. 

Esto  falla  aqui  porfierto,  é  yo  con- 
fiesso  (pie  por  tañías  é  tales  e  tan  divers- 
materias,  como  son  de  las  que  yo  aqui 
tracto  ,  fuera  nesoessario  otro  ingenio  (piel 
inio;  pero  en  eonlianca  desla  verdad  á 
(pie  voy  arrimado,  espero,  si  yo  no  l»as- 
I')  ¡i  lauto  ¡lustrar  mi  obra  (como  las  que 
otros  grandes  varones  escribieron  i  hasta 

para  mi  conaoeloé  .i  la  salisfacion  de  quien 

lee,  (pie  la  aiirlorid.nl  (pie  acullá  se  da  á 
Homero ,  era  supliendo  él  la  materia,  6 
(pie  aquí  supla  la  materia  al  defello  de  mi 

pluma  é  ingenio ,  para  que  no  dexe  de  pa- 

resrer  hien  á  los  que  vieren  olas  hislo- 
rias. 

Junio  con  oslo,  me  pares^cn  cosa  ri- 
dicula las  grandes  peregrinaciones  de  la 
navegación  (pie  de  aquellos  griegos  se  es- 
criben por  grand  cosa,  assi  como  yrde 
(¡recia  a  l'hrygia  é  Troya,  é  como  venir 
laicas  de  Trova  á  Italia  ,  é  como  esso  que 
de  I'lixes  se  cncarcsce  que  anduvo  va- 
gando, en  tanto  que  ja  casia  Penélope  con 

su  lela  le  alcudia,  diez  años  texiendo  de 
dia  é  deshaciendo  de  noche  ,  por  no  tomar 
otro  marido,  como  la  importunaban;  y 
ella  dalia  por  su  excusa,  que  acahada  la 
lela  le  lomaría  .  e  a^sí  dilato  las  segundas 
bodas,  6  las  excusó  como  buena,  hasta 
que  vino  su  marido. 

Todo  lo  que  Ulixes  navegó  en  su  vi- 
da, es  mucho  menos  que  venir  desde 
España  á  nuestras  Indias;  é  por  luengo 
6  dificultoso  é  peligroso  ó  costoso  ques 
este  camino,  digo  que  en  esta  ciudad 
de  Sánelo  Domingo  vivió  un  mercader 
honrado ,  llamado  Francisco  Hernández, 
é  tan  amigo  de  sus  amigos ,  quél  é  su 


ínuger  fueron  convidados,  para  ser  pa- 
drinos, á  las  bodas  de  olro  su  amigo, 
que  le  escribió  desde  Sevilla  que  los  esta- 
ba atendiendo  para  se  velar  é,  resceliir  las 
bendiciones  de  la  Iglesia  con  su  muger;  e 
se  partieron  de  aqui  en  una  nao  ,  é  llega- 
dos en  Sevilla,  se  velaron  sus  ahijados,  é 
se  tornaron  luego  sus  padrinos  á  esta  ciu- 
dad á  su  casa.  E  hoy  dia  vive  aqui  la  mu- 
-  i  de  aquesle  r'ranrisro  Hernández  .  que 
assimesmo  era  natural  de  Sevilla.  Esto 
me  pnrescia  á  mi  muy  mas  camino  que  lo 
que  lns  griegos  ni  los  (royanos  navegaron, 
porque  por  muy  buenos  tiempos  que  se 
les  hieiessen.  en  la  yda  y  en  la  venida  na- 
vegaron tres  mili  leguas,  poco  mas  ó  me- 
nos, este  nuestro  vecino  é  su  muger  en 
pocos  meses. 

Cállela  nao  de  Argos,  pues  vimos  po- 
ro tiempo  á  la  nao  nombrada  la  Victo- 
ria .  (pie  circuyó  el  universo  en  el  des- 
cubrimiento  de  la  Especiería  por  aquel 
famoso  Estrecho  quel  capitán  femando 
de  Magallanes  enseñó.  Aquel  fué  él  mas 
luengo  camino  (pie  hasta  hoy  se  sabe  que 
hombrea  moríales  hayan  fecho  (aunque 
punga  á  su  comparación  aquel  viage  de 
Mistro  j  Carabiso,  enviados  por  Aloxan- 
dro  Magno  por  el  rio  Thanais,  de  quien 
Leonardo  Aretino  hace  memoria  en  su  su- 
ma de  chrónicus,  llamada  el  Aquila  volan- 
te4, é  digo  que  llegaron  al  Parayso  terre- 
nal): que  esso,  6  todo  lo  que  está  escrip- 
to,  é  hombres  hasta  nuestro  tiempo  han 
visto,  es  mucho  menos  que  lo  que  nues- 
tros españoles  han  navegado  ,  assi  en 
aquel  viage  de  Magallanes,  como  en  el 
que  después  hic-o  el  comendador  frey  Gar- 
cía de  Loaysa,  por  el  mesmo  Estrecho; 
pues  algunos  volvieron  á  España  por  la 
vía  del  Levante,  desde  la  Especiería, 
aviendo  ydo  allá  por  el  Of  icíente ,  é  die- 
ron una  vuelta  al  universo,  assi  como  el  sol 
acostumbra  á  dar  en  aquel  paralelo,  él  por 


1    Leonardo  Arclino,  Aquila  vot  inte,  lib.  III,  cap.  80,  é  lib.  IV,  cap.  1i. 
TOMO  III.  24 


IIIsnmiA  GKNI-HAI.  Y  .NATURAL 


su  superior  curso,  y  estos  oíros  por  el 
corporal  elemento  del  agua.  Quiero  decir 
en  fin.  (píelas  cosas,  de  que  aqui  se  Irac- 
ta,  son  en  sí  muy  grandes  é  peregrinas,  6 
que  basta  narrarlas  llanamente  é  sin  mc- 
táplioras ,  por  ser  tan  singulares  é  nuevas 
c  conformes  á  verdad ,  é  tan  sin  obliga- 
ción de  al'eytc  ni  corolarios  de  fáhtilas :  c 

assi  por  su  calidad  como  por  mi  condición, 
digo  ipie  antes  estará  derecha  la  torre  Ga- 
risenda  de  Boloña,  que  mi  pluma  se  tuer- 
(  ;i  i-  aparte  de  la  verdad,  puesto  (pie  por 
mi  edad  va  cansando  la  mano  é  descien- 
do la  voluntad,  para  no  dexar  de  Irabaxar 
en  sacar  á  luz  estos  (raclados,  auinpn'  (  fi- 
mo dice  Job:  Ouién  me  otorgará  (pie  yo 

sea,  segdnd  los  meses  passados 1 .  Elqües- 
to  puede  hacer  es  aquel  de  quien  todo  lo 
bueno  liá  so  principio,  el  sine  ipso  factum 
es¡  niltil2;  y  por  su  medio é  favor  avrálin 
perfetto  esta  Natural  historia  de  nuestras 
Indias,  para  que  á  su  sánelo  servicio  go- 
cen della  los  ausentes,  é  la  estimen  como 
cosa  en  que  hallarán  muchas  vias  é  ma- 
u  ra^  para  darle  gracias:  y  los  pressentcs 
(pie  acá  en  olas  partes  me  oyeren ,  topa- 
rán en  mis  renglones  assaz  exemplos  en 
'pie  ca-tigai  e  coi  regir  sus  \  idas,  miran- 
do las  de  otros  que  por  acá  han  seydo 
perdonas  .«.chaladas;  é  los  por  venir  en- 
tenderán una  historia  vera,  6  tan  gran- 
de, que  de  su  calidad  no  se  sabe  otra  tan 
copiosa  por  un  solo  auctor  escripia,  para 
lo  'pial  conviene  traerles  á  la  memoria  lo 


quel  Propheta  dice:  «Si  no  creyéredes,  no 
entenderás.  > 

Pues  entended,  letor,  quel  que  pudo  ha- 
cer el  mundo,  puede  aver  en  él  ordenado 
é  criado  lodo  lo  que  destas  parles  se  ¡Hie- 
de expresar  por  voz  humana,  é  mucho 
mas,  sin  comparación,  en  lo  que  queda 
por  decir  deslas  Indias. 

Esto  libro  Irada  de  la  gobernación  del 
puerto  de  Higueras  é  Cabo  de  Honduras, 
6  de  la  provincia  de  Yucatán,  que  la  (jos- 
sárea  Magostad  tuvo  encomendado  al  ade- 
lantado don  francisco  de  Montejo,  su  ca- 
pitán general  é  gobernador:  y  decirse  ha 
con  brevedad  lo  que  hiciere  al  propóssito 
de  la  historia,  é  sacar  he  tuercas  de  mi 
lia  q  ucea  para  ello,  pues  dice  Sanct  Gre- 
gorio, (piel  poderío  del  socorro  divino 
nunca  desampara  nuestra  buena  inten- 
ción 3.  É  si  como  ella  es,  yo  lo  acierto  á  de- 
cir, no  me  quedará  de  qué  temer  al  que 
murmurare  de  mi  trabaxo,  sien  él  halla- 
re algunos  passos,  en  que  le  parezca  que 
(linde  emplear  su  hinca,  juzgando  mi  obra 
no  tan  aplacible  como  él  la  desseaba  ó 
quisiera  ;  porque  este  tal  no  será  sino  al- 
guno que  quisiera  mi  pluma  á  sabor  de 
mi  paladar,  é  no  al  de  la  justicia  é  verdad. 

lisia  provincia  ó  puerto  de  Honduras  ha 
seydo  rey  no  e  gobernación  de  contencio- 
nes ('■  trabaxos  para  los  capilanes  o  chrips- 
LianOS,  que á aquella  tierra  han  ydo,  como 
por  sus  muertes  y  vidas  se  puede  colegir 
del  prénsenle  libro  ('■  capítulos  siguientes. 


i  Job,  cap.  XXIX. 
i  Johto.,  cap.  I. 


Í   Moral.,  lib.  III,  cap.  XXII  sobre  el  II  de  Job. 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXI.  CAP.  [. 


1S7 


CAPITULO  I. 


En  que  se  Iracta  ilel  descubrimiento  del  Cabo  de  Higuera?  é  puerlo  de  Honduras ,  e  de  los  capitanes  é  go- 
bernadores que  allí  ha  ávido,  i¡  oirás  cosas  concernientes  á  la  historia. 


En  el  libro  XXI,  capítulo  XXVIII ,  sedi- 
xo  que  la  provincia  del  Calió  é  golpho  de 
Honduras,  lo  avian  descubierto  con  el  Ca- 
bo de  Higueras  los  pilotos  Vicente  Tañez 
é  Johan  de  Solis  é  Pedro  de  Ledesma :  é. 
assimesmo  dixe  en  el  libro  XXI  que  la 
punta  ó  Cabo  de  Honduras  está  en  diez  y 
seys  grados  y  medio  desta  parle  de  la  li- 
nia  equinocial,  y  el  Cabo  de  lligue.-as  es- 
tá en  once  grados  y  medio  de  la  línia  ,  é 
lo  que  hay  desde  el  un  Cabo  al  otro  que- 
da particularmente  dicho  en  el  lugar  ale- 
gado. Desde  allí  se  sube  la  costa  al  Nor- 
te, circuyendo  la  tierra  é  gobernación  de 
Yucatán ,  que  algún  tiempo  pensaron  al- 
gunos que  era  isla,  no  siéndolo,  sino  to- 
da una  costa.  Pero  porque  estas  provin- 
cias han  estado  en  diverssos  gobernadores 
administradas,  6  cada  una  por  si,  diré 
primero  de  la  de  Honduras,  porque  la  or- 
den historial  que  he  proseguido  no  se  rom- 
pa. É  assi  digo,  que  después  quel  capi- 
tán Gil  GrOncalez  descubrió  á  Nicaragua, 
vino  á  esta  cibdad  de  Sánelo  Domingo  de 
la  Isla  Española,  ó  tornó  á  armar;  <■  fies- 
de  aqui  env  ió  al  contador  Andrés  de  Ce- 
receda á  España ,  á  informar  al  Empera- 
dor Rey ,  nuestro  señor ,  de  lo  que  avia 
hecho  en  su  descubrimiento  por  la  mar 
del  Sur,  é  cómo  por  continuar  su  real  ser- 
vicio estaba  en  esta  cibdad  aderescándo- 
sc  para  volver  á  continuar  aquella  cm- 

*  En  el  códice  original,  que  sirve  de  lexlo,  apa- 
recen los  claros  que  aqui  se  dejan,  no  siendo  posi- 
ble llenarlos  con  exactitud,  por  no  haber  fijado 
Oviedo  el  número  de  la  gente,  que  llevó  consigo  fiil 
González  Dávila  ni  en  esle  ni  en  el  capítulo  XXI  del 
libro  XXIX,  en  que  refiere  la  parte  de  eslos  sucesos 
locanles  á  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro. 

•'    Debe  notarse  que  Oviedo  se  refiere  aqui  al 


pressa,  y  entrar  por  esla  mar  del  Norte 
por  el  Cabo  de  Honduras,  donde  en  aque- 
lla costa  ó  por  allí  cerca  pensaba  hallar  el 
desaguadero  de  la  laguna  grande  de  Ni- 
caragua. E  lecha  relación  desso  por  el  Ce- 
receda al  Emperador,  en  Burgos,  año  de 
mili  é  quinientos  é  veynte  y  quatro,  Cés- 
sar  se  tuvo  por  servido  del  capitán  Gil 
Goncalez,  ó  le  envió  á  mandar  que  prosi- 
guiesse  su  empressa;  é  assi  se  partió  de 
aquesta  cibdad  aquel  mesmo  año  con.  .  . 

 hombres  e  '  caballos; 

6  tomó  puerlo  en  la  gobernación  del  Ca- 
bo de  Honduras,  quarenta  leguas-mas  al 
Ocidente,  en  un  puerto, á  quienél  nombró 

puerto  de  Caballos ,  porque  después  quél 
ovo  desembarcado  los  que  llevaba,  se 
murió  uno  dellos,  é  hícolo  enterrar  con 
mucho  secreto,  porque  los  indios  no  lo 
supiessen,  ni  viessen  que  los  caballos  eran 
moríales. 

En  tanto  que  Gil  Goncalez  estuvo  en 
esta  cibdad  de  Sánelo  Domingo,  apare- 
jándose para  esle  camino,  envió  Pedra- 
das Dávila,  desde  Panamá,  á  poblar  6 
ocupar  á  Nicaragua,  é  lo  que  avia  descu- 
bierto Gil  Goncalez  con  Francisco  Hernán- 
dez, su  teniente,  á  otros  capitanes,  con- 
tra los  quales  ovo  Gil  Goncalez  cierto  re- 
encuentro é  diferencias,  como  se  dixo  en 
el  libro  precedente , capítulo  XXI",quan- 
do  echó  do  aquella  tierra  al  capitán  Ca- 
libro XXIX  y  no  al  XXX  ,  pareciendo  digno  de  ob- 
servarse que  cuando  escribía  el  presente  libro  XXXI 
aun  no  había  pensado  en  añadir  el  anterior.  Esto 
se  halla  confirmado,  al  repararse  en  que  alleró  su- 
cesivamente el  número  de  los  libros  de  esta  segun- 
da parle,  hasta  darles  la  colocación  con  que  ahora 
se  imprimen. 


ISS 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


briel  de  Rojas ,  é  desbarató  ó  prendió  al 
capitán  Hernando  de  Solo.  Después  de  la 
qual  victoria,  se  confederó  con  el  capitán 
Chripstóbal  de  Olit ,  que  por  mandado  de 
Hernand  Cortés ,  desde  la  Nueva  España, 
avia  ytlo  á  poblar  con  gente  en  Honduras, 
é  se  le  avia  aleado ,  diciendo  que  también 
le  pertenescia  á  él  un  pedaco  de  la  Tier- 
ra-Firme ,  como  á  Cortés  é  los  otros  go- 
bernadores que  mandaban  en  ella ,  é  que- 
ría para  sí  aquella  provincia.  E  sabido  es- 
to por  Cortés,  fué  por  tierra  contra  Chrips- 
tóbal de  Olit  ,  y  en  tanto  que  llegaba  á 
Honduras,  temiendo  Chripstóbal  de  Olit 
de  Cortés,  é  Gil  Goncalez  recelándose  de 
Pedrarias  é  de  sus  capitanes,  que  se  avian 
entrado  en  Nicaragua ,  parescióles  que  es- 
tando conformes  podían  defenderse  de  sus 
émulos,  é  que  no  era  bien  contender  el 
uno  con  el  otro;  é  por  esta  causa  se  hi- 
cieron amigos  por  sus  cartas  é  mensaje- 
ros. Y  en  esta  amistad  assi  contrayda, 
fiándose  el  Gil  Goncalez  ,  se  fué  á  donde 
estaba  Chripstóbal  de  Olit,  después  del 
desbarato  de  Hernando  de  Solo,  porque 
tenia  pura  gente;  é  Gil  Dávila  ,  su  sobri- 
no, y  el  piloto  Andrés  Niño,  con  parte  de 
suexército,  no  parescian  ni  parescieron 
con  mas  de  septcnla  hombres  que  queda- 
ron perdidos:  é  llegado  Gil  Goncalez  a 
Chripstóbal  de  Olit  le  rescibió  con  mucho 
placer,  é  desde  á  pocos  días  le  prendió, 
é  con  otra  cautela  prendió  assimesmo  al 
capitán  Francisco  de  las  Casas ,  cuñado  de 
Hernand  Cortés,  que  avia  allá  ydo  por  su 
mandado;  pero  el  uno  y  el  otro  eran  bien 
trac-lados  é  comían  con  él  á  su  mesa,  aun- 
que estaban  pressos ,  lo  (pial  es  léxos  de 
prudencia.  É  assi  cómo  tuvo  en  esso  mal 
consejo,  le  subcedió  después,  porque  el  que 
está  presso  ha  de  procurar  su  libertad,  é 
no  debe  estar  tan  á  la  mano  del  que  le 
tiene  privado  della  por  Cuerea.  Pues  como 

c>los  pressos  eran  cavalleros  é  de  genti- 
les .ánimos,  concertáronse  entre  sí,  é  una 
noche,  estando  cenando  juntos  los  tres, 


le  dieron  ciertas  heridas  con  los  cuchillos 
que  estaban  en  la  mesa,  con  mucha  ace- 
leración, en  lo  qual  terciaron  otros  sus 
confederados;  é  viéndose  herido  de  muer- 
te Chripstóbal  de  Olit,  como  era  regio  é 
de  grandes  fuergas  é  le  tomaron  descuy- 
dado,  púsose  á  huyr  é  descabullóse  de 
entre  las  manos  de  aquellos  capitanes,  y 
escondióse  en  cierta  parte,  donde  pensó 
salvarse. 

Era  Chripstóbal  de  Olit  un  hidalgo  na- 
tural de  la  cibdadde  Baeca,  valiente  hom- 
bre de  su  persona,  el  qual  en  estas  par- 
tes avia  scydo  vecino  é  conquistador  en 
la  isla  de  Cuba,  é  passó  con  Hernand  Cor- 
tés á  la  Nueva  España ,  en  la  conquista  de 
la  (pial  se  higo  rico ,  é  fué  uno  de  los  bien 
remunerados  por  Cortés.  Assi  que ,  estan- 
do herido  y  escondido ,  luego  hicieron 
pregonar  sus  interfectores,  llamándose 
gobernadores,  que  só  pena  de  muerte  é 
perdimiento  de  todos  sus  bienes,  el  que 
supiesse  de  Chripstóbal  de  Olit  lo  dixesse, 
y  en  fin  paresció ;  é  assi  herido  como  es- 
taba de  muerte,  le  hicieron  degollar  pú- 
blicamente por  tirano  ó  usurpador  de  la 
jurisdicion  real ,  con  el  pregón  é  titulo  que 
á  ellos  les  paresció,  é  quedaron  los  dos 
en  aquella  gobernación  en  conformidad. 
Pero  para  pocos  dias;  porque  después,  co- 
mo la  mayor  parle  de  aquella  gente  era 
de  la  escuela  de  Corlés,  é  Francisco  de 
las  Casas  era  casado  con  su  hermana, 
acordó  de  prender  á  Gil  Goncalez,  é  pú- 
solo por  obi  a,  é  llevólo  en  grillos  á  la  Nue- 
va España.  Y  en  tanto  que  allá  yban,  er- 
rólos Hernand  Cortés,  que  yba  por  tierra, 
(y  ellos  se  fueron  por  mar),é  llegó  á  Hon- 
duras é  pobló  en  el  puerlo  de  Caballos  la 
villa  de  Truxillo.  Y  estando  allí,  fué  avisa- 
do cómo  yba  el  licenciado  Luis  Ponce  de 
Leoo  á  la  Nueva  España  á  le  tomar  resi- 
dencia, é  supo  assimesmo  cómo  los  ofli- 
ciales  en  México ,  por  su  ausencia,  con- 
tendían y  estaban  en  muchas  diferencias 
e  bandos  sobre  la  gobernación:  é  dió  la 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXI.  CAP.  I. 


ISO 


vuelta  á  la  Nueva  España ,  desdo  donde 
el  Gil  Goncalez  fué  remitido  ó  llevado 
j ir< • — < >  a  Ca-lilla.  donde  murió  desde  á 
poco  tiempo  en  Avila  en  su  easa  .  á  eausa 
d<-  los  traba xos  que  de  acá  llevaba  im- 
pressos  su  persona,  e  in  >in  arrepen- 
timiento de  sus  culpas  é  de  las  muertes  de 
Chrip-tobal  de  (Hit  c  de  otros,  é  aun  de 
un  clérigo  de  inissa,  que  liico  ahorcar  de 
un  árbol. 

(lomo  el  I-Imperador,  nuestro  señor,  y 
el  Audiencia  Real  que  aqui  reside  supie- 
ron la-,  diferencia^  que  en  Nicaragua  é 
Honduras  añilaban  entre  Pedrarias  e  sus 
mini-tro-  i-  capitanes,  é  Gil  Gon(;ale/.  Dá- 

vila,  é  Chripstóbal  de  (Hit,  é  Francesco  de 

la-  ( !a-a-  .  e  l  lorien  .  mandaron  \  r  ¡i  Diego 
López  de  Salcedo,  \ crino  de-la  cibdad  de 
Sánelo  Domingo,  por  gobernador  di'  Hon- 
duras c  de  aquella  tierra,  é  á  castigar  y 
evitar  aquella-  behetrías,  y  escándalos,  6 
revueltas,  é  contenciones  de  los  goberna- 
dores e  capitanes  ya  dichos  é  de  sus  ad- 
herentes:  é  quando  llego  á  puerto  de  Ca- 
ballos, ya  avia  paseado  todo  lo  (pies  di- 
cho, y  eran  ydos  á  la  Nuera  España  Cor- 
les c  los  demás.  Oiiedaron  de  mano  de 
Hernando  Corles  la  justicia  con  los  pobla- 
dores que  avian  allí  avecindádose ,  e  \do 

con  los  capitanes  que  se  ha  dicho,  é des- 
de á  poco  después  (pie  Diego  López  allí 
fué  rescebido  por  gobernador,  supo  que 
en  Nicaragua  andaban  las  mesillas  revuel- 
tas, é  Pedrarias  c  sus  capitanes  se  avian 
entrado  en  aquella  tierra,  sin  tener  para 

ello  licencia  de  Sus  ofagestades,  ¿acordó 
de  yr  allá:  é  dexó  en  aquella  villa  de 
Truxillo  por  su  teniente  á  un  Diego  Mén- 
dez de  lhii"-li  n-a  ,  el  qnal  ni  se  o\o  bien 
con  el  officio,  ni  fué  poco  mal  quisto  de 
los  vecinos  españoles,  que  quedaron  en 
aquella  villa  ,  como  se  dirá  adelante. 

En  el  camino  por  donde  yba  Diego  Ló- 
pez topó  con  un  capitán  de  Pedrarias,  lla- 
mado Diego  Albitcz,  é  con  un  Sebastian 
de  Benalcacar,  é  un  escribano,  llamado 


Johan  de  Espinosa,  é  otros,  que  yban  á 
hacer  ciertos  roquirimienlos  á  Cortés,  ó  á 
su  teniente  que  avia  dexado  en  Truxillo, 
para  que  le  dexassen  la  tierra ,  é  altercar 
e  reylerar  las  contenciones,  conforme  á 
ciertos  capítulos  é  instrucion  que  Pedra- 
rias le  dio.  E  prendiólos  Diego  López,  en 
i  specúd  á  los  tres  (pies  dicho,  y  enviólos 
con  la  información  a  la  Real  Audiencia  de 
Sancto  Domingo,  en  la  qual  presidía  el 
licenciado  Gaspar  de  Espinosa,  grande 
amigo  del  Diego  Albitcz  é  de  Sebastian 
de  Benalcacar,  desde  queste  licenciado 
en  nema-Firme  avie  seydo  alcalde  ma- 
\or  de  Pedrarias:  é  cómo  hallaron  al 
juez  á  su  propóssilo  é  amigo,  luego  fue- 
ron sueltos  e  absueltos,  é  ovieron  licen- 
cia de  se  tornar  á  Tierra-Firme,  llega- 
do Diego  López  á  la  cibdad  de  León 
de  Nicaragua,  la  qual  fundó  é  pobló 
francisco  Hernández,  teniente  de  Pe- 
drarias, á  par  de  la  laguna  grande  que 
los  indios  llaman  A\ agualó.  Y  en  la  mes- 
ma  cibdad  le  avia  después  degollado  Pe- 
drarias, porque  le  informaron  (pie  se  avia 
carleado  con  Corle-,  quando  estuvo  en 
Truxillo,  é  que  le  (pieria  dar  la  tierra 
(puesto  que  aquoslo  otros  muchos  lo  nega- 
ron e  decían  lo  contrario,  á  los  qualesyo 
lo  OJ  en  la  inesnia  cibdad  de  León  desde 

.1  poco  tiempo,  antes  le  atribuían  é  cul- 
paban en  la  muerte  de  francisco  Hernán- 
dez á  los  capitanes  francisco  Campañon 

\  Hernando  di'  Solo  é  otros  sus  émulos, 
qne  con  Pedrarias  le  avian  enemistado); 
pero  quédesse  este  juicio  para  allá  á  don- 
di'  están  en  la  otra  vida  el  que  padesció 
\  el  que  le  juzgó. 

Cómo  Pedrarias  le  ovo  fecho  degollar, 
volvióse  á  Panamá,  dexando  á  León  é 
aquella  tierra  de  Nicaragua  de  su  mano,  é 
quando  llegó  acullá,  halló  al  nuevo  gober- 
nador de  Castilla  del  Oro ,  su  subcessor,  • 
Pedro  de  los  Rios ,  é  al  licenciado  Johan 
de  Salmerón ,  su  alcalde  mayor ,  á  quien 
por  Sus  Magestades  se  cometió  la  residen- 


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HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


fia;  y  estáiulola  habiendo  Pedradas  cu  Pa- 
namá ,  so  fué  el  Pedro  do  los  Rios  por  la 
mar  del  Sur  á  Nicaragua,  diciendo  que  le 
pertenescia  también  en  su  gobernación, 
pues  Pedrarias  la  avia  tenido  c  poblado,  y 
en  un  mesmo  tiempo  llegaron  á  León  Pe- 
dro de  los  Rios  por  mar  ó  Diego  López  por 
tierra,  porque  desde  Truxillo  a  León  no 
hay  mas  de  septenta  leguas,  é  de  mar  á 
mar  doce  ó  trece  mas  que  hay  desde  León 
de  Nagrando  al  puerto  de  la  Possesion. 

Luego  cada  uno  destos  gobernadores 
pressentó  sus  poderes  ante  la  jusligia  é 
regimiento  de  aquella  cibdad  de  León, 
requiriendo  que  les  entregassen  las  varas 
c  los  admitiessen  á  la  gobernación,  expre- 
sando, demás  destos  títulos,  cada  uno  de- 
llos  sus  racones  como  mas  á  su  propóssi- 
to  podían  ,  persuadiendo  al  cabildo  á  su 
opinión :  en  conclusión  de  lo  qual  admi- 
tieron al  Diego  López  de  Salcedo  y  exclu- 
yeron al  Pedro  de  los  Rios,  é  volvióse  á 
Panamá ,  é  quedó  en  León  Diego  López 
algún  poco  de  tiempo.  En  el  qual,  aunque 
era  cavallero  é  amigo  de  buenos,  tuvo 
muchos  enemigos  después,  á  causa  que 
removió  algunos  indiosde  repartimientos, 


que  avian  encomendado  Pedrarias  su 
teniente  Francisco  Hernández  á  algunas 
personas,  é  les  dió  á  otros,  reformando 
aquellos  repartimientos  de  la  provincia, 
lo  qual  fué  muy  odioso ,  aunque  lo  higo 
con  parescer  de  los  capitanes  é  personas 
principales.  É  aunque  á  otros  gratificó, 
aprovechóle  poco  para  se  librar  de  mu- 
chos trabaxos  que  por  él  passaron,  é  que 
mas  largamente  se  dirán,  quando  se  tráete 
particularmente  de  la  gobernación  de  Ni- 
caragua en  la  tercera  parte  dcstas  histo- 
rias. 

Lo  que  desto  quadra  aqui  es ,  que  en 
tanto  que  Pedrarias  estaba  en  Panamá  ha- 
ciendo residencia  de  la  gobernación  de 
Castilla  del  Oro ,  procuró  la  de  Nicaragua 
é  la  obtuvo ,  é  después  so  fué  á  León  de 
Nicaragua ,  é  prendió  al  gobernador  Die- 
go López  de  Salcedo ,  é  le  tuvo  en  la  for- 
taleza de  aquella  cibdad  siete  meses  é 
mas  en  mucho  trabaxo  é  nescessidad 
puesto ,  de  donde  salió  después  conforme 
á  cierto  assiento  que  entre  él  é  Pedrarias 
se  dió ,  á  que  yo  estuve  pressente ,  é  se 
fué  á  su  gobernación  de  Honduras,  como 
se  dirá  en  el  capítulo  siguienle. 


CAPITULO  II. 

De  lo  que  subcedió  al  gobernador  Diego  López  de  Salcedo,  pocos  días  anles  que  de  León  de  Nicaragua  se 
parliesse  para  yr  ú  Honduras,  en  la  venida  del  capitán  Diego  Albitez,  é  el  concierto  que  se  dió  cnlrellos,  ó 
la  muerte  de  Diego  López,  después  en  su  gobernación ,  é  las  contiendas  y  escándalos  que  por  su  muelle 
ovo  sobre  quién  avia  de  gobernar ,  é  oirás  cosas  que  son  anexas  al  discurso  de  la  historia. 


Grande  es  la  ambición  de  los  hombres  y 
el  desseo  de  mandar  á  sus  vecinos,  olvi- 
dando aquella  verdad  evangélica  que  di- 
re  :  « Quitó  los  potentes  ó  poderosos  de 
la  silla,  y  ensalcó  los  humildes  Kn  el 
mesmo  Evangelio  está  escrito:  «Todos 
vuestros  cabellos  «le  la  caber  a  son  nu- 
merados 2».  Pues  si  tanta  é  cierta  cuenta 


se  tiene  con  nuestros  cabellos ,  ved  quán- 
ta  se  tiene  y  terna  con  nuestras  obras. 
Volvamos  á  la  historia. 

En  el  capítulo  precedente  se  divo  cómo 
el  gobernador  Diego  Lope/  avia  prendido 
al  capitán  Diego  Albitez  é  Sebastian  de 
Benalcácar  é  Johan  de  Espinosa,  é  los  en- 
vió remitidos  á  esla  cibdad,  é  los  absol- 


t  Depofuil  pótenles  de  sede ,  el  exallavit  bu-  2  Capilli  capilis  vestri  omnes  numerad  sunl. 
milw.  (Luc.  cap.  1.)  (Lúe.  cap.  XII.) 


DL"  INDIAS  LIB. 

vio  el  Beeneiado  Gaspar  de  Espinosa ,  é 
dióles  licencia  que  se  tornassen  á  Tierra - 
Firme:  é  a-.«i  lo  hicieron,  é  llegados  á 
Truxillo,  supieron  que  en  León  de  Nicara- 
gua tenia  I'cdrarias  presso  al  gobernador 
Diego  López,  por  lo  (pial  estos  é  oíros  se 
juntaron  de  pié  é  de  caballo,  porque  la 
tierra  oslada  aleada  é  relieldes  los  indios 
por  donde  avian  de  passar,  o  assi  ovie- 
ron  (iertO  recuentro,  en  que  roscibioron 
daño  loa  cliripslianos  é  muy  mayor  Diego 
López,  porque  le  llevaban  mucha  hacien- 
da e  todo  lo  perdió;  pero  passaron  á  des- 
pecho de  lo-*  indios.  E  llegado  Diego  Albi- 
ta á  León  quiso  fatigar  al  Diego  López 
000  el  favor  de  Pedrarias,  non  obstante 
(pie  aunque  el  licenciado  y  el  Audiencia 
Real  absolvió  á  Diego  Albitez  é  sus  con- 
sortes, no  condeno  en  costas  á  Diego  Ló- 
pez: mas  cómo  Pedrarias  los  avia  envia- 
do donde  los  prendieron,  y  era  raeon 
quél  los  rcinunerasse  é  pngasse ,  quiso, 
pues  tenia  proseo  á  Diego  López,  quél  los 
salisfieiesse  ,  é  assi  anduvieron  en  eserip- 
ln~  e  libelos,  molestando  é  pidiendo  á  Die- 
go López  lo  quél  en  verdad  no  le-*  debia 
ni  era  ¡i  cargo.  Tomóse  por  medio  que 
Diego  López  hicii'sse  cierta  obligación  ¿i 
Diego  Albitez  para  le  dar  é  pagar  mili 
pessos  de  oro  á  cierto  tiempo,  6  tóvose 
manera  di-  contentar  al  Sebastian  de  He- 
naleáoar  e  á  Johan  de  Espinosa.  Hecha 
esta  obligación  inválida,  porque  era  otor- 
gada por  hombre  presso  é  sin  libertad, 
Pedrarias  le  dio  licencia  a  Diego  López 
para  que  se  fuesse  á  su  gobernación  de 
Honduras:  ó  assi  lo  hico,  é  después  que 
estuvo  allá  un  año,  murió,  porque  yba 
fatigado  de  una  llaga  vieja  en  una  pierna, 
é  mucho  mas  de  los  trabaxos  é  prission 
que  avia  tenido  en  León  de  Nicaragua. 

Al  tiempo  que  se  quiso  morir  Diego  Ló- 
pez de  Salcedo,  dió  poder  al  contador  An- 
drés de  Cereceda  para  quegobernasse,  en 
tanto  que  Sus  Magostados  proveían  de 
gobernador  á  quien  fuesse  su  real  volun- 


XXXI.  CAP.  II.  191 

tad.  M.i~  assi  como  murió  Diego  López, 
entraron  en  cabildo  un  alcalde,  llamado 
Francisco  López,  6  dos  regidores  vizcay- 
nos,  uno  que  se  decía  Johan  López  de 
Gamboa ,  é  otro  llamado  Sancho  de  An- 
da, e  sin  el  otro  alcalde  é regidores. é  ante 
un  escribano,  Alonso  Carrasco,  hicieron 
justicia  mayor  á  un  hidalgo,  que  se  decia 
VaSCO  de  lien-era.  natural  de  la  cibdad 

de  Truxillo  en  Extremadura :  é  nombrá- 
ronlo ,i  -i  mesnios  con  el  por  coadjutores  e 
gobernadores  juntamente  ,  diciendo  quel 
poder-  il.idu  por  el  gobernador  Diego  Ló- 
pez á  Cereceda  era  inválido  é  no  bastan- 
te. Y  cómo  estos  eran  amigos,  querían 
qnel  juego  se  andu\  iesse  entrellos ,  é  tam- 
bién porque  estos  mesmos  algún  tiempo 
antes  con  mano  armada  avian  prendido  á 
aquel  Diego  .Méndez  de  Hinestrosa  ques 

dicho,  seyendo  loniento  di'  Diego  Lope/, 
en  tanto  que  ciaba  en  Nicaragua,  por 

odio  questos  lo  tenían  y  el  Diego  Méndez 
á  ellos  (y  quando  el  cabildo  le  prendió  dió 
la  vara  al  VaSCO  de  llenera  .  que  en  aque- 
lla sacón  era  regidor  de  aquella  villa,  y 
era  capitán  é  maestro  de  campo  del  te- 
niente Diego  Méndez,  é  avie  jurado  de  se- 
guir é  obedoscer  é  exocular  sus  manda- 
mientos), porque  segund  las  obra-*  del 
Diego  Méndez,  ó  la  costumbre  de  aque- 
lla tierra  lo  pareseió  que  assi  con  ve- 
nia. De  manera  que  presso  el  Diego  Mén- 
dez, é  usando  el  Vasco  de  llenera  de  la 
vara  por  el  congojo,  le  tuvieron  en  gra- 
ves prissiones  maltractado  hasta  que,  co- 
mo es  dicho,  tornó  el  gobernador  Diego 
López  de  Nicaragua,  é  lo  mandó  sellar,  é 
dixo  públicamente  que  avian  fecho  mal  en 
le  prender.  Y  porque  el  Vasco  de  Herrera 
tenia  debdo  con  los  parientes  del  Diego 
López ,  no  le  quiso  desfavorescer ,  é  por- 
que él  ó  los  que  eran  contra  Diego  Mén- 
dez, unos  eran  de  su  tierra  del  gobernador 
é  otros  avian  ydo  con  él  á  aquella  gober- 
nación, doxóle  traer  la  vara  todavía  al 
Vasco  de  Herrera ,  pero  no  le  dió  poder 


192 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


para  olio.  Luego  el  Diego  Méndez  acusó 
ante  el  gobernador  al  Vasco  de  Herrera  é 
sus  consortes  sobre  su  prission  y  ellos  á 
él  de  otras  cosas,  hasta  que  dió  sentencia, 
en  que  pronunció  ser  injusta  é  nial  fecha 
la  prission  del  Diego  Méndez ,  con  jura- 
mento que  higo  quél  no  lo  mandó  pren- 
der. Desta  sentencia  apeló  Vasco  de  Her- 
rera é  sus  consortes  para  el  Audiencia 
Real  de  la  Nueva  España ,  y  el  Diego  Mén- 
dez se  arrimó  á  la  apelación ,  y  el  gober- 
nador la  otorgó ,  ó  á  él  é  (i  ellos  con  lo 
progessado  remitió  á  la  Audiencia  Real 
susso  dicha. 

Estando  en  este  estado  este  litigio,  é  tra- 
yendo la  vara  el  Vasco  de  Herrera  sin 
poder,  fallesció  el  gobernador  Diego  Ló- 
pez, aviendo  un  año  que  era  venido  allí 
de  Nicaragua:  por  manera  que  de  no 
aver  desarrimado  de  la  vara  al  Vasco  de 
Herrera ,  resultó  no  ser  admitido  á  la  go- 
bernación el  contador  Cereceda ,  porque 
no  oviesse  quien  le  pidiesse  cuenta  de  lo 
que  mal  avian  fecho  este  Vasco  de  Her- 
rera é  sus  amigos  a  la  sombra  de  su  va- 
ra :  y  esta  culpa  la  tuvo  Diego  López  en 
se  la  consentir  traer ,  pues  que  con  ella 
avian  fecho  guerra  y  esclavos  á  los  natu- 
rales de  la  tierra ,  é  otras  sinrazones  é  do- 
lidos. Pero  con  alguna  astucia  echaron 
terceros  al  Cereceda  para  quél  y  el  Vasco 
do  Herrera  gobernassen,  é  quel  Vasco 
tornasse  la  vara  al  cabildo,  é  fuessen  am- 
bos rescobidos  por  virtud  de  los  poderes 
que  cada  uno  de  los  dos  tenían  .del  "go- 


bernador defunto.  É  assi  so  hico  por  in- 
dustria de  un  alquimista  de  aquellos,  de 
quien  se  tracto  en  el  libro  XXV,  capítu- 
lo VI,  por  aquel  Francisco  López,  de 
quien  se  ha  dicho  que  avie  seydo  alcalde, 
quando  se  dió  la  vara  al  Vasco  de  Herre- 
ra ;  é  era  escribano  real  é  avia  ydo  á  la 
Tierra-Firme  por  secretario  de  Pedro  de 
los  Rios,  é  con  él  fué  á  León  de  Nicara- 
gua ,  desde  donde  se  avia  passado  á  Hon- 
duras ,  y  era  un  saco  ó  mina  de  cavilacio- 
nes ;  é  cómo  traclaba  con  gente  de  po- 
co saber ,  desde  la  péñola  saltó  en  la  va- 
ra, é  con  ella  é  sus  astucias  dió  mucha 
causa  á  estas  diferencias. 

Finalmente ,  reducidos  los  negocios  al 
estado  ques  dicho ,  examinados  los  pode- 
res, questos  que  pretendían  gobernar  to- 
vieron,  el  de  Cereceda  era  bastante,  otor- 
gado por  el  gobernador  Diego  López  ó 
doge  testigos ,  y  el  do  Vasco  de  Herrera 
era  una  minuta  ó  escriptura  simple,  sin 
firma  del  gobernador  é  sin  día  ni  mes  ni 
año,  quél  mostró  é  tenia  en  su  poder, 
que  á  su  importunidad  é  de  otros  amigos 
suyos  acordadamente  pensaron  hager  quel 
gobernador  defunto  lo  otorgasse  dos  ó 
tres  meses  antes  que  muriesse:  el  qual, 
no  solamente  dexó  de  firmarlo,  mas  aun 
mirar  no  lo  quiso,  quando  se  lo  llevaron, 
por  no  hager  tan  grande  error;  y  esta  es- 
criptura ó  poder  nunca  otorgado  se  que- 
dó assi  en  poder  del  Vasco  de  Herrera, 
sin  hager  fée  ni  prueba. 


CAPITULO  III. 

De  la  elecion  de  lus  nuevos  gobernadores  puestos  por  la  república  de  la  villa  de  Truxiilo,  que  fueron  el 
conlador  Andrés  de  Cereceda  é  Vasco  de  Herrera,  é  cómo  después  eslovieron  desconformes,  é  cómo  los 
indios  mataron  á  algunos  cbripslianos  é  se  rebelaron  en  parle  de  la  tierra  ,  é  cómo  el  Diego  Méndez  de  Hi- 
nestrosa  mató  alevosamente  á  Vasco  de  Herrera,  ¿  tos  escándalos  é  forma  que  en  ello  so  tuvo. 

N 

■L^on  obstante  la  diferencia  ya  dicha  de  quel  uno  era  bastante  y  el  otro  no.  ello  se 
los  poderes  quecos  tenían  del  gobernador  higo  de  manera  (pie  Andrés  de  Cereceda, 
defunto  para  exercitar  l.i  gobernación,  é     contador,  e  Vasco  de  Herrera,  quedaron 


DE  INDIAS.  LIP. 

¡>or  gobernadores  hasta  qué  Sus  Ma gesta- 
dos otra  cosa  proveycssen.  Pues  como 
Diego  Méndez  de  Hineslrosa  vidoque  Vas- 
co de  Herrera,  su  enemigo,  quedaba  por 

administrador  dr  la  justicia  .  estaba  teme- 
roso,  é  con  mucha  racon;  ponitio  aun  en 
vida  di-I  gobernador  le  quisieron  malar,  é 
lo  aguardaron  una  noche  á  su  purria  .  ó  si 
no  fuera  socorrido,  le  mataran,  é  quedó 
mal  herido:  e  minea  se  pudo  averiguar 
quién  lo  hico ,  mas  de  la  clara  sospecha, 
porque  el  les  avia  procurado  é  procuraba 
la  muerte,  6  cobrar  dcllos  los  daños  (pie 
avia  rescchido.  Y  por  tanto  quiso  hacer 
entender  «1  cabildo,  (pie  pues  cssos  po- 
deres (pies  dicho  di'l  gobernador  no  eran 
bastantes,  (piel  suyo,  quél  tenia  del  tiem- 
po passado,  era  válido  e  no  revocado,  ó 
(piel  era  teniente  oto  podia  é  debia  ser: 
é  con  este  intento  fuésse  á  caljildo  y  echó 
su  haz  de  leña  en  las  llamas  di'  las  discor- 
dias,  (piel  diablo  andaba  aparejando,  y 
estaban  ya  dispuestas  ,i  «•-¡■.kiiI.iI.  i  .  é 
pidió  ipie  le  diessen  favor  para  iis;ir  del 
oflicio,  con  mandos  6  penas  que  les  po- 
nía. Kl  cabildo  le  respondió  que  su  po- 
der era  ninguno  c  revocado ,  é  assi  pares- 
ció  |>or  escripto,  y  el  gobernador  Diego 
I.opez  se  lo  avia  quitado,  ó  quél  estaba 
presSO  é  remitido  al  Audiencia  Real.  K 

mandáronle,  só  pena  de  la  vida  é  perdi- 
miento de  sus  bienes  para  la  cámara  é  lis- 
co,  que  no  hahlasse  en  esto  ,  é  tomáronle 
el  poder  que  mostraba  del  gobernador,  é 
mandáronle  tener  al  escribano  de  cabildo: 
e  ,i>si  cessó  esto,  e  se  entenijio  en  el  con- 
cierto del  Vasco  de  Herrera. é  Cereceda, 
segund  es  dicho .  para  (pie  juntamente  go- 
bernassen. 

F.uego  enviaron  cierta  armada  á  puer- 
to de  Caballos  á  la  provincia  de  Na- 
co y  á  lo  poblar,  é  acordaron  di'  repartir 
los  indios  que  Diego  López  tenia  ,  porque 
eran  los  mejores  de  la  tierra:  é  á  un  hijo 
sin  o  .  que  dexó  allí  muchacho  para  soste- 
ner sus  haciendas  de  vacas  é  yeguas  que 

TOMO  m. . 


XXXI.  CAI'.  III.  193 

tenia,  se  le  dexaron  algunos  indios,  y  en 
pagodeaver  dexado  su  padre  aqui  mucha 
hacienda  en  esta  isla,  é  perdérsele  por  su 
ausencia ,  é  aver  ydo  á  servir  á  Sus  Mages- 
lades  é  perder  la  vida,  no  Je  faltó  esse 
mal  pago,  por  los cobdiciosos  que  quisie- 
ron" tomar. sus  indios ;  pero  esta  es  la  cos- 
tumbre de  las  Indias,  que  con  ningún 
muerto  se  tiene  cuenta  ni  respecto.  Y  dio-, 
ron  por  color  aquellos  escandalosos  que 
se  hacia  porque  la  gente  se  sosegassc,'é 
los  querellosos  fuessen  satisfechos  con  la 
capa  de  Diego  Lope/.,  porque  avia  bien 
servido  hasta  la  muerte:  é  aun  essa  tam- 
bién llevó  desde  á  poco  a"  su  hijo,  ó  se 
entraron  en  sus  bienes  é  los  gocaron  essos. 
tiranos  é  otros. 

La  concordia  doslos  gobernadores  no 
fué  (unible  ,  á  causa  del  repartir  é  dar  los 
dichos  indios,  porque  el  Vasco  de  Herre- 
ra (pieria  los  mas  é  mejores  para  si  é  pa- 
ra un  hermano  suyo,  llamado  Diego  Díaz 
de  Herrera  .  e  sus  amigos  é  parciales  e. 
otros  nuevos  en  la  tierra  que  se  avian  jun- 
tado con  él,  y  él  se  los  avia  prometido;  é 
pon  pie  el  Vasco  de  Herrera  no  dixesse 
(piel  Cereceda  nó  lo  aprobaba  por  odio 
que- les  tenja,  é  le  av  ian  hecho  jurar  de 
no  dar  noticia  6  Su  Magestad  de  loque 
passaba,  consintió  contra  su  voluntad  en 
el  dicho  repartimiento,  y  on  el  dar  la  va- 
ra de  alguacil  mayor  á  Johan  Cabrera, 
amigo  del  diclio  Vasco:  lo  (pial  Cereceda 
dixo  después  quél  no  consintiera,  si  fuera 
solo,  haciendo  lo  que  era  racon  é  justicia, 
e  que  vino  en  ello  porque  no  alterássen  ni 
amótínássen  ¡a  tierra,  y  excusar  mayores 
danos.  Y  porque  el  Vasco  é  su  hermano 
eran  hombres  muy  desasosegados  ,  y  ellos 
c  sus  parciales  nunca  hacían  sino  decir 
mal  de  la  tierra ,  é  que  no  desseaban  co- 
sa tanto  como  salir  della  ,  é  porque  el  Die- 
go Méndez  esperaba  tiempo  para  pedir  su 
justicia,  por  estos  é  por  otros  respectos, 
acordó  de  temporizar  é  disimular  el  Cere- 
ceda :  y  segund  la  poca  prudencia  é  so-' 
25 


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HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


berbia  destos  hermanos ,  Vasco  de  Herre- 
ra é  Diego  Diaz  de  Herrera ,  vinieron  en 
desgracia  de  aquel  alguacil  mayor  é  del 
Francisco  López .  alcalde ,  y  de  otros  sus 
amigos,  porque  no  hacia  en  su  provecho 
y  honor  lo  que  les  páresela.  Y  como  todos 
essos  eran  bulliciosos  é  desasosegados, 
acordaron  de  salir  de  la  tierra  é  yrse  á 
Guatimala  el  Diego  Diaz  y  el  alguacil  ma- 
yor  o  olios;  é  aunque  el  Cereceda  lo  su- 
po, no  osó  hacer  información  del  lo;  mas 
por  excusar  esse  motin,  acordó  de  casar 
(I  is  doncellas  con  dos  mancebos  debdos 
del  Vasco  de  Herrera ,  6* al  uno  dio  parte 
desús  indios  proprios,  que  le  avia  dado  el 
gobernador  Diego  López ,  é  al  otro  dió 
otros  mejores :  é  assi  se  hico  con  otros 
mancebos  de  aquella  congregación,  é  so 
excusó  aquel  escándalo  é  partida  que  te- 
nían pensada  ,  porque  el  Cereceda  enten- 
día en  aplacar  hasta  que  Sus  Magestades 
pro.veyesse'n  de  justicia  é  les  diessen  go- 
bernador. En  estas  tempestades  estovie- 
ron  quassi  un  año  de  decir  que  se  avian 
de  yr,  é  á  esta  causa  pocos  se  curaban  del 
bien  de  la  tierra,  é  los  menos  sosegaban: 
c  publicábase  que  aquestos  dos  hermanos 
é  otros  dos,  sus  especiales  amigos,  tenian 
ocupadas  quatro  casas  de  mugeres  casa- 
das .  y  que  de  noche  rompían  los  setos  ó 
paredes  de  las  casas  con  infamia  de  sus 
maridos.  Assi  que,  quando  los  ministros 
de  la  justicia  son  los  adúlteros,  ved  qué 
rem  ¡dio  pueden  tener  los  ofendidos. 

Descubriéronse  en  essa  sacón  buenas 
minas  de  oro,  é  sacábanlo;  pero  traba- 
jando excesivamente  é  maltraetando  los 
indios,  porque  los  que  avian  de  castigarlo, 
lo  hacían  peor,  á  causa  de  estar  el  pié  en 
el  estribo ,  como  ellos  decían ,  para  yrse. 
de  la  tierra.  É  viéndose  los  indios  assi  mo- 
lestados, acordábanse  cómo  eran  favoros- 
cidos  é  bien  traclados  del  gobernador  Die- 
go López  de  Salcedo;  é  desesperados  del 
remedio,  suboedió  que  á  cinco  leguas  de 
las  nrnis,  en  la  provincia  de  un  cacique 


el  mas  principal  de  la  tierra  en  quantos 
servían,  que  se  llamaba  Peycacura ,  mata- 
ron tres  españoles  en  tres  pueblos  (é  los 
dos  dellos  eran  sus  amos ,  que  los  tenian 
encomendados),  aviendo  el  Vasco  de  Her- 
rera tenido  aviso  de  crueldades  é  mercas 
que  les  avian  hecho  aquellos  sus  amos,  é 
aun  en  las  personas  de  los  mesmos  caci- 
ques, é  no  lo  castigó ,  estando  ausente  el 
Cereceda. 

Trás  la  muerte  de  los  tres  chripstia- 
nos ,  se  alearon  la  mayor  parte  de  los  in- 
dios que  servían  en  toda  la  tierra ,  é  con 
mucha  racon,  é  los  que  no  lo  hicieron 
fué  por  ser  enemigos  de  los  que  se  alca- 
ron;  pero  quedaron  amenazando,  andan- 
do aviessos  en  el  servicio.  Y  esto  era  un 
extremado  (rabaxo  para  los  españoles, 
que  no  avian  de  dexar  la  tierra  por  nin- 
guna adversidad;  mas  al  Vasco  de  Her- 
rera é  sus  secares  no  les  pessára  en  que 
se  acabáran  de  alear  todos  los  indios  de 
demás ,  por  dexar  la  tierra  con  justa  co- 
lor :  é  aun  decían  claramente  que  avian 
de  yr  contra  los  aleados,  é  que  los  ran- 
chcassen  é  acabassen ,  é  que  los  chrips- 
lianos  salíessen  ya  de  aquella  tierra  po- 
bre (lo  qual  ella  no  es,  sino  muy  rica).  Y 
en  fin  se  acordó  que  fuesse  un  capitán  con 
gente  á  reconciliar  é  pacificar  los  aleados: 
é  sobre  la  elecion  desse  capitán  ovo  con- 
tención entre  los  gobernadores,  é  al  fin 
salió  con  su  intención  el  Vasco,  con  que- 
rer yr  él  en  persona ,  é  llevó  consigo  á  su 
hermano  é  á  Francisco  Pérez  é  Johan  Ló- 
pez de  Gamboa,  regidor,  é  otros  regido- 
res de  aquel  año,  é  los  mas  é  mejores  de 
la  tierra  ,  y  entrcllos  sus  devotos  ó  par- 
ciales. 

Uien  conozco  que  estas  contenciones 
no  son  aplacibles  á  toda  manera  de  leto- 
res ;  pero  son  nescessarias  al  aviso  de  los 
que  han  de  gobernar,  para  escarmentar 
en  caheeas  agenas:  son  nescessarias,  pa- 
ra que  se  conozca  la  diferencia  que  hay  de 
unos  officiajee  6  jueces  á  otros:  son  nesces- 


DI-  INDIAS,  un. 

sarias,  para  que  nos  acordemos  do  todos, 
como  al  calió  tan  particularmente  se  sabe, 
ó  descubrir  con  el  tiempo  la  malicia  del 
hombre,  cómo  sus  dolidos  se  cometen:  son 
iic-r<- — ;ui;i-,  para  que  con  n  i  i  ~.  renglones 
M-pan  i  V'—are  -u  H<  ;i I  <  !< »ri~< ■  [•  >  loque  oíros 
no  les  escriben,  ni  osan  por  diversos  re— 
pecios,  ó  por  temor  do  los  émulos  con 
quien  debaten,  ó  por  amor  de  lo-,  aficio- 
nados á  sus  desatinos ,  ó  aun  algunos  por- 
que los  paresre  prudencia  ser  neutrales' 
entre  su  Rey  y  quien  fo  lia  de  castigar,  y 
los  que  (li  ben  ger  punidos,  pues  (pie  de 
decir  verdades  a  |)Ocos  alcanoa  la  remu- 
neración ,  tan  pre-lo  como  «e  adipiierc  la 
enemistad.  Y  a  essos  que  so  entremeten 
en  dar  avisos  de  tales  trahaxos  y  escán- 
dalos  al  Príncipe ,  6  de  otras  cosas  que  re- 
quieren enmiendas,  ó  no  los  creen,  ó  no 
Hoyan  sus  cartas  a  poder  de  Góssar  é  de 
aquellos  señores,  que  Su  Magostad  tiene 

de  pillados  para  la  gobernación  de-tas  par- 
tes, cerca  do  si,  ó  se  encubren  é.  paran 
en  las  manos  de  quien  al  revés  do  lo  es- 
cripto  informo  lo  que  quiere.  Porque  por 
los  peccados  de  los  liombres  nunca  faltan 
a  los  malos  alas  para  xMoner  mi-  culpas, 
en  especial  si  las  plumas  son  doradas,  no 
so  acordando  do  lo  quel  Apóstol  escribió 
á  lo-  rhesalonicenses:  •  Del  tiempo  e  ino- 

inenios  de  tiempo  no  tcneys  oSBcessidad 
que  yo  os  escriba ;  porque  vosotros  mes- 
mos  sabeys  quel  dia  del  Señor  assi  lia  do 
venir,  como  el  ladrón  en  la  noche  • 

Por  cierto  assi  lo  vino  de  noche  su  fin  á 
este  peccador  de  Vasco  do  Herrera ,  é  no 
como  él  arbitraba,  sino  como  adelanto  se 
dirá.  VA  (pial,  ydo  con  la  gente  ó  lo  ques 
dicho,  dexó  el  camino  qne  avia  de  llevar 
ó  tomo  otro  mas  luengo  por  ver  un  caci- 
que qué  le  servia,  por  mostrarle  su  faus- 
to ó  que  viesse  como  mandaba  á  lodos:  ó 
estúvose  allí  lauto,  que  por  su  dilación 

I  Do  temporibns  aulem  el  momenlia ,  (ralrcs, 
non  ¡ndigetia  ut  scribamus  voliis  Ipsi  enim  diligcn- 


xxxi.  cap.  ni.  m 

los  indios  aleados  so  fueron  á  las  sierras  ó 
se  pusieron  en  salvo ,  y  en  cinco  meses 
que  por  allá  anduvo,  ni  castigó  malhechor 
ni  luco  cosa  que  buena  fuesse,  ni  tomaba 
consejo  do  nadie,  sino  de  su  hermano, 
que  tenia  tanta  nescessidad  ó  más  do  ser 
consejado.  Y  viendo  esto  sus  mas  espe- 
ciales amigos,  que  oran  aquel  francisco 
Pérez  ó  Johan  López  do  Gamboa,  regi- 
dor y  otros,  se  lo  reprehendieron  algu- 
nas veces ,  ó  á  la  postrera  resultaron  en- 
tredós y  el  palabras  feas,  é  tractólos  de 
manera  (pie  la  amistad  se  convirtió  en 
odio.  L  le  osS  decir  el  Johan  López  do 

Gamboa,  á  su  usanca  vizcayna:  (Yuro  á 
Dios  yo  hice,  yo  deshaga; » <J  luego  estos 
dos  se  coni  ci  taron,  para  le  descomponer. 
Por  manera  (pie  tornados  á  la  villa  al  ca- 
bo del  tiempo  (pies  dicho,  volvió  el  Vas- 
co de  Herrera  malquisto,  é  tenido  para 
men£>s  «le  lo  que  antes  se  pensaba  do  su 
persona.  De  aquel  Francisco  Pérez  tenia 
mucha  ipiexa  el  Diego  .Méndez  de  llines- 
trosa  .  en  su  prission  .  porque  seyendo  es- 
cribano de  su  juzgado,  ó  su  secretario, 
fue  levadura  de  su  prission,  ó  avia  des- 
Cubierto  á  los  del  cabildo  cosas  (piel  Die  - 
go  Méndez  pensaba  hacer  contra  algunos 
dellos,  que  con  ól  avia  comunicado;  en 
pago  de  lo  qual  el  Vasco  de  Herrera  le  lu- 
co hac  i'  alcalde  aquel  año,  é  después  fué 
nombrado  para  lo  ser  el  siguiente,  lo  qual 
contradixo  el  Diego  Méndez  con  ciertos 
requirimientós  ó  protestaciones ,  yon  fin 
no  le  dieron  la  vara.  Y  este,  enojado  des- 
to,  con  sus  socaces  el  Johan  López  de 
Gamboa  é  Johan  de  la  Puebla,  regidores, 
creyendo  quel  Vasco  de  Herrera  lo  avia 
estorbado,  é  la  vara  que  pensaba  a  ver  el 
Francisco  Pérez  sé  avia  dado  á  un  parien- 
te del  Vasco,  acordados  en  hacer  mal  al 
Vasco  de  Herrera  ,  tomó  la  mano  el  Fran- 
cisco Pérez ,  como  el  mas  mañoso ,  é  fués- 
• 

0 

ler  scilis,  quia  «lies  Domini,  sicul  fur  in  ñoclo,  ¡la 
venid.  (S.  Paul,  ad  Thcsalon.,  opis!.  l,ciip<V.) 


■IDfi 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


se  al  Diego  Méndez  é  dióle  parte  del  ne- 
gocio, que  no  desseaba  cosa  mas  que  ver- 
le sin  vara  al  Vasco  de  Herrera,  é  ven- 
garse del  é  de  su  hermano  é  de  los  que 
le  prendieron,  é  desseábales  la  muerte,  y 
olios  á  él ;  y  era  esse  Diego  Méndez  hom- 
bre belicoso,  é  teníase  por  injuriado  de- 
ltas. Y  como  el  Francisco  Pérez  le  certifi- 
có, que  en  el  cabildo  avia  voluntad  de  pri- 
var del  officio  al  Vasco  de  Herrera  ,  amó- 
lo oyr  ó  rogóle  que  enlendiesse  en  ello:  y 
tuvo  forma  como  un  regidor,  en  ausencia 
de  ambos  gobernadores ,  pidió  en  el  ca- 
bildo que  entendiessen  on*c\  remedio  de 
aquella  tierra,  que  estaba  perdida  por 
aver  dos  gobernadores,  y  essos  discordes 
é  mal  advenidos.  Y  cómo  tornaron  ¿i  la  vi- 
lla el  Cereceda  y  el  Vasco ,  les  dixeron  en 
regimiento  lo  que  se  les  avia  pedido,  y  el 
Cereceda  calló ,  porque  sabie  que  no  se 
decía  por  él :  el  otro  ,  con  mucha  altera- 
ción y  enojo,  respondió  que  aquel  tal  por 
qual  de  Diego  Méndez  hacia  aquello,  é 
amenazábalo ;  pero  los  gobernadores  res- 
pondieron al  cabildo  que  harían  lo  posible 
cómo  en  todo  se  hiciesse  bien,  é  cómo 
conviniesse  á  la  buena  gobernación.  El 
Vasco  de  Herrera  estaba  muy  léxos  en  es- 
to de  pensar  que  sus  amigos  Francisco  Pé- 
rez é  Johan  López  de  Gamboa  é  Jolian  de 
la  Puebla  oviessen  amasado  esta  cosa, 
porque  ya  se  comunicaban  y  entraban  en 
su  casa,  y  en  todo  ello  echaban  la  culpa 
al  Diego  Méndez;  al  qual  tracto  muy  mal 
de  palabra  un  dia  el  Diego  Diaz  de  Her- 
rera, é  le  dixo  muchas  injurias.  Y  enoja- 
do desta  afrenta  el  Diego  Méndez,  dixo 
al  Francisco  Pérez  que  le  bastasse  lo  que 
avia  hecho,  seyendo  su  secretario,  des- 
cubriendo sus  cosas,  é  aviendo  dado  or- 
den cómo  le  prendieron;  que  por  qué 
quería  agora  tractar  como  le  matassen, 
quél  descuydado  estaba  de  entrar  en  con- 
tiendas hasta^que  viesse  que  avia  justicia; 
que  le  dexasse  ya.  Y  él  respondió  que  no 
tenia  culpa)  sino  loa  regidores  que  le  avian 


burlado,  é  quel  Diego  Méndez  también  se 
avia  errado  en  lo  que  avia  hecho  pedir  al 
cabildo ,  que  no  avia  de  pedir  sino  que  le 
admitiessen  al  cargo  de  gobernador  por 
teniente,  pues  tenia  poder  del  goberna- 
dor defunto ,  y  que  aquello  se  hiciera  an- 
tes que  dexar  al  contador  solo  en  el  car- 
go. É  cómo  el  Diego  Méndez  vido  movida 
la  cisma,  encaxólc  esta  proposición,  é  ro- 
gó al  Francisco  Pérez  que  trabaxasse  en 
"el  negocio:  é  porque  el  cabildo  le  avia  to- 
mado el  poder  é  puéstolo  en  las  escrip- 
turas  de  su  escribano  Alonso  Carrasco, 
quando  otra  vez  el  Diego  Méndez  pidió 
que  le  admitiessen ,  el  Francisco  Pérez  hi- 
co  quel  escribano,  que  era  su  amigo,  le 
volviesse  el  mesmo  poder  al  Diego  Mén- 
dez, porque  aquel  escribano  estaba  mal 
con  el  Vasco  de  Herrera .  Pues  cómo  tu- 
vo su  poder  Diego  Méndez,  fué  al  cabildo 
é  pidió  seguro ,  porque  se  recelaba  de  al- 
gunas personas ,  é  no  osaba  decir  algunas 
cosas  que  convenían  al  servicio  de  Sus 
Magestades,  ni  las  diría  de  otra  manera; 
é  diósele  el  seguro ,  é  assi  como  le  tuvo, 
dixo  quél  era  teniente  de  gobernador ,  é 
pressentó  el  poder  ques  dicho ,  é  pidió  ser 
admitido,  é  aun  mandó  al  cabildo  que  as- 
si  lo  hiciesse ,  poniéndoles  penas  á  lodos 
los  del  cabildo.  Viendo  este  disparate, 
descuydado  de  lo  encubierto,  respondié- 
ronle que  su  poder  era  condicional ,  hasta 
quel  gobernador  Diego  López ,  ya  defun- 
to ,  proveyesse  otra  cosa ;  é  quel  Vasco 
de  llen  era  truxo  la  vara  en  su  prission  é 
pressencia ,  é  quél  estuvo  presso  é  avia 
hecho  residencia ,  y  era  revocado  por  el 
gobernador  defunto;  é  assi  lo  excluyeron, 
mandándole,  só  pena  de  muerte,  que  no 
se  llainasse  teniente,  e  só  pena  de  perdi- 
miento de  sus  bienes  para  la  cámara  é  fis- 
cq;  é  tornáronle  á  tomar  el  poder  que 
pressentó. 

Y  uj"que  en  el  pueblo  públicamente  se 
decía  que  lo  avien  de  réscebir  por  tenien- 
te, mando  ol  cabildo  pregonar  que  uingu- 


DE  INDIAS.  LIB. 

no  le  tovieese  por  teniente  ni  se  lo  11a- 
mnssc,  só  ciertos  penas.  Y  el  Cereceda  é 
otro»  le  dixeron  al  Vasco  de  Herrera  que 
sus  propríos  amigos  le  avian  puesto  al 
Diego  Méndez  en  aquello,  é  aun  señalóle 
al  Francisco  Pérez,  que  todavía  se  comu- 
nicada con  el .  e  respondió  que  no  lo  creia 
6  que  se  lo  decían  por  le  poner  mal  con 
él.  Luego  mando  el  Vasco  di'  llenera  que 
ninguno  acompañasse  al  Diego  Méndez,  só 
pena  de  cient  agoles  é  otras  penas  (y  en- 
vióselo  á  notificar  con  un  escribano)  ni  él 
anduviesse  acompañado:  é  la  respuesta 
del  Diego  Méndez  fué  recusarle,  y  expre- 
sando sus  agravios  é  que  avia  fecho  guer- 
ra á  los  indios,  6  sin  poder  de  Sus  Ma- 
gostados, é  avia  fecho  hierro  para  los 
herraré  hacer  esclavos,  sin  lo  ser  ni  tener 
auctoridad  para  ello,  é  otras  cosas  bien 
feas  é  por  escripto,  é  assi  replicando  el 

uno  en  contra  del  otro.  K  demás  desso  el 
Vasco  de  Herrera  é  su  hermano  amena- 
zaban de  palabra  y  en  publico,  y  el  Diego 

Méndez  respondiendo,  les- defeque  por 
temor  de  Dios  ni  de  Su-;  Mageslades  no 
avie  de  dexar  de  matalle.  A  iodo  esto  el 

Cereceda  se  estaba  en  su  casa,  e  ova  é 
callaba,  porque  el  tiempo  no  le  daba  lu- 
gar a  mas, y  eran  pocos  los  qué  enel  pue- 
blo no  participaban  en  estas  passiones. 

Pues  excluydo  Diego  Méndez  por  el 
cabildo  de  su  demanda,  segund  se  di- 

xo,  por  aviso  del  Francisco  Pérez,  tru- 
no á  la  memoria  el  Vasco  de  Herrera  la 
pena  que]  cabildo  avia  puesto  al  Diego 
Méndez,  é  dióle  á  entender  que  avia 
incurrido  en  ella  ,  é  paresciéndole  quo  era 
causa  para  quitarle  de  sí,  acordó  una 
noche  do  lo  prender.  É  como  el  Diego 
Méndez  t raía  sus  velas  con  el  enemigo, 
supo  la  intención  del  Vasco  de  Herrera, 
que  era,  después  de  le  prender  ,  echarle 
en  unas  islas  diez  leguas  de  aquella  villa: 
é  temiendo  que  le  harían  caedizo  en  la 
maro  le  matarían  ,  huyó  ^  la  iglesia  con 
esso  poco  que  tenia.  Lo  qual  visto  por  c' 


XXXI.  CAP.  ¡Sí.  197 

Vasco  de  Herrera ,  procedió  contra  él  é 
hícole  citar  ó  llamar  por  pregones,  dicien- 
do que  lo  hacia  porque  de  sus  bienes  se 
cobrasse  la  pena  de  la  cámara  en  que  avia 
incurrido,  seyendo  público  que  en  toda 
la  tierra  avia  hombre  mas  pobre  é  adeu- 
dado: é  hico  inventario  de  sus  bienes,  é 
hallo  que  debía  el  sayo  que  traía  vestido 
é  mas  de  tres  mili  é  seyseientos  pessos  de 
oro,  porque  como  hombre  desordenado, 
en  onee  meses  que  ¡illi  ¡i\  ia  seydo  tenien- 
te por  el  gobernador  Diego  López  de  Sal- 
redo,  viviendo  mal  este  Diego  Méndez  é 
desenterrando  pircados  é  culpas  agenas  é 
delictOS  viejos  é  olvidados,  para  se  soste- 
ner so  color  de  justicia,  lo  que  por  una 
parte  allegaba  vertía  por  otras  muchas, 
gastando  mas  de  lo  honesto  ó  nescessario 
é  miicl  las  de  lo  quel  olíicio  podia  com- 
portar. 

\  iéndo  el  Vasco  que  era  notorio  enemi- 
go é  juez  para  el  Diego  Méndez,  cometió 
la  causa  á  Diego  Nielo,  alcalde  ordinario, 
ó  procedió  en  el  negocio:  é  porque  se 
avia  relraydoá  la  iglesia  antes  de  la  acu- 
sación .  porque  le  quería  prender  de  he- 

cl  I  Vasco  de  Herrera  ,  el  alcalde  le  oyó 

desde  la  iglesia,  é  como  el  negocio  era 
de  calidad  que  requería  exanimación  so- 
bre -i  era  bien  ó  mal  presso  Diego  Mcn- 
il  i .  (•  si  eran  Ira \ dores  ó  no,  dixéronse 
tales  cosas  en  los  escripias  Diego  Méndez 
al  fiscal  contra  Vasco  de  Herrera  ,  y  el  fis- 
cal en  su  favor  coiilra  el  Diego  .Méndez, 
con  cuy»  parescer  en  secreto  los  ordena- 
ba, que  se  encendió  el  fuego  de  manera, 
que  público  é  con  juramento  decían  Vas- 
co de  Herrera  y  su  hermano  Diego  Diaz 
de  Herrera  avían  de  matar  á  Diego  Mén- 
dez dentro  de  la  iglesia.  ¡Oh  Indias!  ¡oh 
infelices  los  que  á  ellas  venís,  para  estar  a 
la  sombra  de  tales  ministros  de  justicial 
Pues  en  todo  el  mundo  esta  es  una  virtud 
tan  grande  é  tan  excelente  é  nescessaria, 
que  ninguna  república  ni  estado  se  puede 
conservar  sin  ella ,  é  no  solamente  las 


198 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


cibdades  é  pueblos  grandes  ó  chicos ,  mas 
aun  las  pequeñas  é  particulares  casas, 
donde  aquesta  falta,  se  consumen  é  dismi- 
nuyen, é  aun  un  solo  hombre  ó  cuerpo 
que  sea  parte  della  se  pierde! 

Yo  no  sé  cómo  en  estas  partes  anda  es- 
ta justicia  tan  ofendida  con  los  mesmos 
ofíiciales  della,  ni  puedo  creer  que  á  la 
Magestad  Real  ni  á  su  Consejo  llega  la  no- 
ticia destos  é  otros  mesmos  insultos ,  pues 
tan  olvidado  está  el  castigo  dolió  en  la 
tierra,  si  no  viene  del  cielo,  como  lohico 
en  este  caso  de  que  agora  se  tracta. 

Oyd ,  letor ,  y  veres  lo  que  sabe  é  pue- 
de rodear  el  diablo,  el  qual  en  solo  esto 
es  bueno ,  como  executor  de  Dios ,  pues 
lo  que  hago  no  es  mas  de  lo  ques  permi- 
tido por  el  mesmo  Dios,  a  quien  ninguna 
cosa  puede  impedir  ni  contrastar  sus  jui- 
cios é  rectitud.  Siguióse  que  junto  á  las 
minas  que  llaman  de  Tayaco,  donde  se 
sacaba  oro ,  se  avian  aleado  dos  caciques, 
viendo  que  los  otros  que  se  avian  aleado 
se  quedaban  sin  castigo,  y  estos  últimos 
aleados  sacaban  oro :  é  los  gobernadores 
acordaron  de  enviar  un  capitán  con  gente 
para  hacer  que  aquellos  indios  tornassen 
á  servir,  é  si  no  se  pudiesse  hacer,  cas- 
tigarlos porque  los  otros  se  sosegassen ,  é 
para  castigar  otros  caciques  aleados  dias 
avie  en  un  valle  que  se  dice  Agalta ,  que 
fueron  jn  la  muerte  de  los  chripstianos 
de  Vylancho,  que  nunca  después  qui- 
sieron servir,  é  alteraban  ta  tierra  é  á 
los  qiíe  sacaban  el  oro.  É  caso  quel  Cere- 
ceda lo  excusó  lo  que  pudo,  no  bastó  á 
acabar  con  el  Vasco  de  Herrera  que  fues- 
se  por  capitán  otro  sino  su  hermano  Die- 
go Diaz  de  Herrera ,  é  porque  aquel  era 
ydo  á  ver  su  gente  que  traia  en  las  minas, 
enriáronle  allá  los  gobernadores  la  comi- 
sión é  instrucion,  ó  no  lo  tuvo  en  nada  ni 
lo  quiso  aceptar:  antes  escribió  á  su  her- 
mano que  no  queria  yr  á  ello,  y  él  le  res- 
cribió riñéndoselo,  é  assi  lo  aceptó  é  fué 
con  los  que  para  la  jornada  el  Vasco  de 


Hcrrera  le  envió  é  con  otros  mas  españo- 
les, que  en  las  minas  estaban :  de  forma 
que  los  que  quedaron  en  la  villa  serian 
hasta  veynte  hombres  sanos  y  enfermos. 
Pues  cómo  todavía  se  continuaba  el  pleyto 
criminal  contra  el  Diego  Méndez,  é  los  es- 
criptos  é  palabras  cada  dia  eran  mas,  de- 
cía que  lo  avia  de  sacar  de  la'  iglesia ,  y 
el  Diego  Méndez  degia  quel  Vasco  é  los 
que  le  avian  presso  eran  traydores  é 
avia  de  pedir  justicia  contra  ellos  é  se. 
avia  de  vengar  del  y  dellos;  temió  que  allí 
en  la  iglesia  le  avian  de  prender  ó  matar 
sus  enemigos,  como  le  avian  dicho  mu- 
chas veces.  Y  paresciéndole  que  la  justicia 
real ,  ante  quien  esperaba  pedir  sus  inju- 
rias, tardaba,  como  era  bullicioso  é  de- 
terminado, halló  al  diablo,  que  obraba 
parte  é  mucho  en  el  caso ,  que  le  dió  es- 
peranca"  de  salir  con  su  desseo ,  é  convo- 
có á  su  opinión  algunos  quexosos  de  Vas- 
co de  Herrera  é  de  su  hermano  Diego 
Diaz,  é  con  estos  otros  estancieros  é  ma- 
rineros é  hombres  de  poco  saber  é  des- 
seosos  de  tener  indios  que  mandar,  á 
quien  el  Diego  Méndez  dió  á  entender 
quel  contador  Cereceda  no  queria  ser  go- 
bernador, por  las  passiones  que  via  en  la 
tierra  entré  el  Vasco  de  Herrera  é  Diego 
Méndez ,  y  aun  porque  cada  dia  el  Vas- 
co contendía  con  el  Cereceda,  por  ser  dos 
gobernadores;  é  que  si  el  Cereceda  qui- 
siesse  quel  Diego  Méndez  y  él  serian 
juntos  al  cargo ,  ó  quél  era  teniente  de 
gobernador,  é  le  ayudassen  á  prender 
al  Vasco  de  Herrera ,  porque  en  ello  ser- 
virían á  Dios  é  á  Sus  Magestades,  quitan- 
do aquel  tirano  de  la  tierra,  prometiendo 
de  los  gratificar  por  ello  é  los  ayudar  é 
favorescer  en  todo  lo  quél  pudiesse,  por- 
que el  Vasco  le  tenia  tomada  la  vara  y  el 
cargo  por  fueren.  Y  cómo  a  todos  era  no- 
toria su  prission  é  passiones  do  entram- 
bos, lomaron  sabor  en  las  promesas  de 
los  indios  é  favores  quel  Diego  .Méndez  les 
prometió  por  sí  é  por  terceros;  é  assí  uu 


DE  INDIAS.  LIB. 

domingo,  o  dos  hora?  qiíc  fué  do  noche, 
ocho  de  olulirc  do  mili  ó  quinientos  ó 
treynta  y  un  años,  estando  el  Cereceda 
en  su  casa  hablando  con  un  honrado  clé- 
rigO ,  llamado  Julián  Avela,  ó  otras  per- 
sonas, C  platic  ando  en  aliamos  medios 
para  que  las  passiones  dcstos  se  excusaá- 
sen,  porque  resultaban  en  daño  de  mu- 
chos otros,  é  DO  hallaban  aparejo  en  sus 
condiciones,  assi porque  eran  muy  sober- 
bios ó  apartados  de  raoon,  como  porque 

ya  algunas  buenas  personas  lo  avian  ten- 
tado, é  no  hallaban  en  el  Vasco  é  su  her- 
mano ni  en  el  Diego  Méndez  dispusieron 

para  apartarse  do  sus  rencores  y  enemis- 
tad: y  estando  a— i  en  su  raeonauiienlo, 
oyeron  muchas  voces  ó  ruydo  hácia  la 
iglesia,  do  pos-aba  el  Va-codo  Herrera,  ó 
salieron  á  la  puerta  do  Cereceda  él  ó  los 
(pío  con  él  oslaban,  é  oyeron  voces  dicien- 
do: «¡Viva  el  Roy!..»  é  mucho  estrépito,  6 
alboroto.  I]  luego  el  (/recoda  se  tornó  á 
entrar  on  casa ,  é  tomó  la  .vara  de  la  jus. 
ticte  é  una  espada  é  una  daga,  é  mando  á 
los  que  allíeslaban  que  fuessen  con  él  é  con 
lumbre  de  lea,  dolante  corriendo.  A -¡si  co- 
mo llegaron  ¡i  Ni  placa,  salieron  allí  muchos 
otros  á  pié  é  á  caballo,  é  otros  con  bailes- 
laso  armas,  o  puisieronse dolanlo.  hacien- 
do pave-ada  o  unido-,  encaminando  sus 
arma- hacia  el  Cereceda  o  los  que  con  él 
yban.  diciendo  á  grandes  voces:  « ¡Viva  el 
Rey!  • ,  sin  poder  el  Cereceda  conosccr  si- 
no dos  6  tres  de  los  que  oslaban  delante 
del ;  y  estaba  como  alónilo,  porque  no  sa- 
bia si  eran  gente  de  fuera  ó  si  le  querían 
malar.  V  oslando  assi  un  poco  espacio 
porploxo,  pensó  que  debían  ser  revueltas 
do  Diego  Méndez  é  de  Vasco  do  Herrera, 
6  fuésso  hacia  aquella  gente,  diciendo: 
«Viva  el  Rey  é  su  justicia  que  está  aquí»,, 
y  entróse  enlrellos.  Y  llegó  á  un  esqua- 
droncillo  de  los  armados,  y*en(rellos  vido 
al  Vasco  de  Herrera  en  el  suelo  ensan- 
grentado: ó  como  se  llegó  a  él,  dexáron- 
se!e  todos,  é  as-ijle  para  le  levantar,  é 


XXXI.  CAP.  III.  109 

no  pudo  ayudarse  con  la  herida  de  muer- 
te que  tenia ,  y  en  ésto  vióse  el  Cereceda 
cercado  de  gente,  y  él  é  algunos  de  los 
que  con  él  yban  quisiéronle  levantar:  é 
llegaron  é  quitáronsele  de  las  manos  aque- 
lla gente,  tirándole  de  los  bracos  y  de  las 
piornas,  y  de  una  soga  que  le  tenian  echa- 
da &  la  garganta,  y  en  esto  meneó  los  ojo3 
el  Vasco  do  Herrera,  coniohombre  que  ci- 
taba al  cabo.  Visto  esto,  é  como  otros  de- 
ei.'ii:  «Muérese,  muérese»,  comencé  Qe- 
receda  á  llamar  al  clérigo  ya  dicho,  que 
estaba  allí  cen  a  ,*é  díxole:  «  Padre,  pro- 
curad por  el  ánima  de  csse  hombre  :  quel 
cuerpo  ya  yo  creo  que  no  tiene  lugar  de 
curarse».  K  assi  lo  hico  llevar  á  la  iglesia, 
entendiendo  (piel  Diego  .Monde/,  avia  ur- 
dido aquella  lela:  é  luego  mandó  prego- 
nar (pie  todos  se  fuessen  á  sus  casas,  só 
pena  de  muerto  é  perdimiento  de  sus  bie- 
nes, ó  ninguno  lo  quiso  hacer;  antes  al- 
gunos decían  á  voces:  « ¡Viva  el  Rey  é  la 

C  inidadl»,  con  tanta  alteración,  (pie 

pensó  (pie  allí  le  avien  do  matar;  é  de- 
cían ipie  no  avia  alboroto  ,  .sino  doslirani- 
ear  é  poneren  libertad  la  tierra  del  Roy, 
que  e-taba  en  poder  de  tiranos.  Aloqual 
el  Cereceda  replico:  «  Pues  sea,  señores, 
servicio  del  Key,  pues  quereys  que  lo 
sea.  •  lí  otros  decían:  « ¡Viva  el  Hoy  é  la 
comunidad! »  K  acordándose  él  de  las  co- 
sa- passidas  de  los  comuneros  do  I  laslilla, 
tuvo  por  cierto  que  si  de  allí  no  se  yba 
que  le  matarían ,  é  salióse  lo  mejor  que 
pudo  de  enlrellos  para  yrse  á  su  casa. 

Ya  ocurrían  allí  bástalas  mugeres  del 
pueblo,  é  algunos  decían:  «Vamos  á  casa 
de  Benito  Pulido:  que  aquel  es  uno  de  los 
regidores  que  fueron  en  prender  al  tenien- 
te Méndez. »  É  ya  quel  Cereceda  salió  de 
enlrellos  á  mas  priessa  que  do  passo,  sa- 
lióle al  encuentro  Diego  Méndez,  armado 
é  ó  caballo,  é  con-una  langa  é  una  adarga 
é  con  vara  de  justicia,  diciéndole:  «Ah 
señor  gobernador,  ah  señor  contador. »  Y 
el  Cereceda  díxole ,  viéndole  delante  de 


200 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


sí:  ■  Ydos  de  ahí,  no  me  hables.'»  Y  el 
Diego  Méndez  replicó:  «Escuchadme,  se- 
ñor, lo  que  os  quiero  decir-. »  Y  el  Cerece- 
da dixo:  «No  hay  que  escucharos. »  Yba- 
se  de  largo ,  y  el  Diego  Méndez ,  viendo 
que  le  desdeñaba,  atravesó  el  caballo  de- 
lante, ó  díxole:  «Escuchadme,  si  que- 
ros, que  os  está  bien,  si  no  cata... »  Eston- 
ces el  Cereceda ,  viendo  que  aquel  catá 
era  amenaca,  é  que  aquel  andaba  deter- 
minado ya  en  todo  mal,  esperó  é  dixo: 
«  ¿Qué  decis?»  E  él  dixo:  «  Señor,  esto  se 
ha  fecho  por  poner  esta  Tierra  en  libertad 
c  debaxo  del  servicio  do  Su  ¡Magostad, 
que  ha  tanto  tiempo  que  está  tiranizada: 
ved  lo  que  mandays  que  se  haga ,  que  yo 
soy  teniente  de  gobernador  é  lo  quiero 
hacer,  como  vuestro  teniente,  i  El  Cere- 
ceda estaba  como  hombre  afrontado  é  co- 
mo quassi  fuera  de  sí ,  é  cercado  de  los 
nialfechores ,  congecturando  un  caso  tari 
temerario  é  desacatado,  é  temia  también 
de  sí  é  de  los  que  con  él  avian  salido 
de  su  casa  que  los  matassen ,  é  calló ;  y 
el  Diego  Méndez  replicó:  «  Ah  señor  con- 
tador ,  ah  señor  gobernador,  mandad 
lo  que  querés  que  haga :  que  como  vues- 
tro teniente  lo  haré,  que  lo  quiero  ser 
é  lo  soy.»  Y  cómo  no  respondía  Cere- 
ceda tan  presto  como  en  la  sacón  se  re- 
quería por  su  turbación,  Bernardino  de 
Cabranes,  escribano  real  é  de  aquella  go- 
bernación, é  otros  que  con  él  avian  sa- 
lido de  su  posada  al  ruydo,  y  el  veedor 
Erancisco  de  Rarrientos  ,  que  á  la  sacón 
allí  avian  llegado,  dábanle  grand  priessa, 
tirándole  del  sayo,  é  aun  se  lo  rasgaron, 
dieiéndole:  «  Conceded  con  é!,  si  quereys 
que  aquí  no  os  maten  á  vos  é  á  nosotros. » 
Y  ei  Cabranes  dixo  regio,  porque  el  Die- 
go Méndez  lo  oyesse  :  Decid  que  sí  que- 
reys, si  es  teniente  Diego  .Méndez.»  E  lle- 
góselc  al  oydo  é  díxole:  «Responded 
presto:  que  oygo  á  mis  espaldas  que  os 
quieren  malar.»  E  assi  el  Cereceda,  por 
se  conformar  con  el  tiempo,  dixo  al  Die- 


go Méndez  :  «  Lo  que  mando  es  ,  señor, 
que  hagays,  é  os  pido  por  merced  que 
pongays  toda  esta  cosa  en  paz  hasta  ma- 
ñanado dia,  que  se  provea  lo  que  conven- 
ga al  servicio  de  Su  Magostad.»  É  assi 
hablando,  se  fué  su  camino  el  Cereceda; 
y  el  Diego  Méndez  dixo  al  Cabranes  que 
se  lo  diesse  assi  por  testimonio,  é  des- 
viándose el  Cereceda  para  su  posada ,  se 
quedó  Diego  Méndez  con  su  gente ,  é  higo 
pregonar,  diciendo:  «Manda  el  señor  Die- 
go Méndez,  teniente  de  gobernador,  etc.» 
É  oyéndolo  Cereceda ,  baxó  sus  orejas ,  é 
se  fué  á  su  posada  con  los  que  con  él  de- 
l!a  avian  salido  é  otros  algunos,  que  se  le 
avian  allegado.  É  llegados  á  su  posada, 
fué  reprehendido,  porque  avia  dudado  la 
primera  vez  de  responder  á  Diego  Mén- 
dez ,  é  le  certificaron  que  uno  de  aquellos 
sayones  llegó  en  essa  sacón  al  Diego  Mén- 
dez é  le  dixo:  «Mirad,  señor,  matemos 
á  este,  si  no  todos  somos  muertos. »  É  res- 
pondió el  Diego  Méndez:  «Esso  no,  por- 
que el  contador  no  ha  fecho  por  qué.» 

Tras  esto  le.  llegó  nueva  al  Cereceda 
como  el  Vasco  de  Herrera  era  ya  muerto 
en  la  iglesia  ,  sin  se  poder  confessar:  el 
qual ,  estando  en  su  postrera  hora ,  dixo 
mal  pronunciando :  «Mis  peccados  me  han 
traydo  á  esto,»  haciendo  muestras  é  se- 
ñales de  chripstiano  ;  é  desnudándole  pa- 
ra amortajar,  le  hallaron  una  puñalada  en 
el  costado,  debaxo  del  braco.  É  sabido 
por  Diego  Méndez  que  era  muerto  en  la 
iglesia  ,  reprehendió  mucho  á  sus  ayuda- 
dores, porque  lo  avian  dexado  llevar,  di- 
i  iendolc:  «traydor,  tirano;»  é  que  si  rio 
le  mandara  Cereceda  meter  en  la  iglesia, 
(juél  le  hiciera  hacer  (piarlos,  como  á  tray- 
ili ii  .  tirano  é  usurpador  de  la  justicia  real. 

Hablando,  pues.  Cereceda  aquella  no- 
che con  los  que  estaban  con  él,  dixo  que 
no  avia  podidO  conoscer  sino  cinco  ó  seys, 
é  fué  informado  que  los  más  del  escánda- 
lo eran  marineros  y  estancieros,  é  otros 
amigos  del  Diego  Méndez  de  quando  era 


DE  INDIAS   LEB.  XXXI.  CAP.  IU. 


¿0  1 


teniente  de  gobernador  por  Diego  López 
de  Salcedo,  é  algunos  vecinos  de  aquella 
villa  ,  que  estaban  mal  con  Vasco  de  Her- 
rera. Diego  Méndez  llamaba  capitán  de  su 
guarda  á  un  Alonso  Vázquez  Kangel .  é  un 
marinero  que  se  decía  Pedro  Vidal  Iraia 
la  vara  como  su  alguacil.  É  toda  aquella 
quadrilla  de  Diego  Méndez  podrían  ser 
hasta  treynta  y  cinco  ó  quarcnla  hombres 
de  pié  é  de  caballo;  é  los  mas  dessos 
avian  venido  la  noche  antes  del  campo,  é 
se  avían  juntado  en  la  iglesia  con  el  Die- 
go Méndez,  é  desde  allí  salieron  el  y  ellos 
á  matar  al  Vasco  de  Herrera.  K  para  lo 
efettuar  dió  un  mandamiento,  como  te- 
niente de  gobernador,  para  el  Pedro  Vi- 


dal, alguacil,  mandándole  (pie  prendiesse, 
al  Vasco  de  Berrera,  é  que  si  se  defen- 
diesse,  que  lo  matasse,  6  mandó  en  él  que 
todos  le  diessen  favor  é  ayuda ;  é  desla 
manera  salieron  él  y  ellos  de  la  iglesia, 
donde  Diego  Méndez  estaba  retraydo,  á 
hacer  lo  que  se  ha  dicho. 

Súpose  que  dos  ó  tres  veces,  antes  que 
esto  acaesciesse,  avia  jurado  solemne- 
mente Vasco  de  Herrera  de  matar  al  Die- 
go Méndez,  é  que  para  ello  avia  de  poner 
otro  día  el  cargo  de  la  vara  en  el  cabildo, 
porque  viéndole  sin  vara  el  Diego  Mén- 
dez, saliesse  de  la  iglesia  é  lo  pudiesse 
hacer. 


CAPULLO  IV. 


He  lo  que  lüego  Méndez  de  Hineslrosa  lw\o  con  el  favor  de  sus  secares,  después  que  ovo  niuciio  á  Vasco 
de  Herrera;  é  cómo,  continuando  sus  desaliños,  prendió  después  al  gobernador  Andrés  de  Ccrcreda;  é  có- 
mo después  el  Cereceda  le  prendió  al  Diego  Méndez  <•  le  hieo  harer  quarlos,  é  se  dió  fin  á  su  lirani:i. 


Ei 


<stando  en  su  posada  el  gobernador 
(Jereceda ,  platicando  en  lo  que  de  susso 
se  ha  dicho  ,  fuéronle  á  decir  que  los  mal- 
hechores é  aquella  gente  alborotadora  es- 
taban dando  saco  á  la  casa  de  Vasco  de 
Herrera.  V.  luego  entró  el  alcalde  Diego 
Nielo,  quexándose  de  Diego  Méndez  é  su 
gente,  que  le  avian  querido  tomar  la  va- 
ra ,  é  aun  se  la  avian  quebrado,  procuran- 
do de  quitar  al  Vasco  llenera  de  sús  ma- 
nos, é  le  dieron  ciertos  boles  de  langa, 
que  mostró  en  la  capa:  é  luego  le  envió  á 
casa  del  Vasco  de  Herrera  á  ponérsela  en 
cobro,  é  mandóle  inventariar  lo  que  ha- 
llasse,  é  que  lo  entregasse  á  un  criado  del 
Vasco  de  Herrera.  K  luego  entró  el  otro 
alcalde,  Hernando  Dalmao,  pariente  del 
defunto ,  asombrado ,  diciendo  que  Diego 
Méndez  é  su  gente  le  avian  quitado  la  va- 
ra; é  luego  ledixeronal  Cereceda  que  Die- 
go Méndez  andaba  por  las  casas  á  tomar 
las  armas  á  lodos.  E  viendo  esto  el  Cere- 
ceda ,  temió  que  le  seria  hecho  lo  mesmo, 
TOMO  III. 


é  despidió  con  buenas  palabras  los  que 
con  el  otaban,  é  aun  porque  tenia  por 
sospechosos  algunos  dellos,  (pie  mostra- 
ban tener  mala  voluntad  al  Vasco  de  Her- 
rera é  su  hermano,  por  malos  tractamien- 
tos,  é  aun  tal  a\  ¡a  allí  que  se  decia  quel 
Vasco  le  rompía  los  setos  para  hablar 
con  su  muger;  y  estos  tales  hablaban  en 
favor  del  Diego  Méndez,  paresciéndoles 
mal  estas  estorsiones,  que  los  dichos  her- 
manos le  avian  hecho.  Assi  que,  rogóles 
(pie  todos  se  fuessen  á  sus  casas  á  repo- 
sar, quedándose  solo  el  Cereceda  con  sus 
criados  é  con  el  escribano  Cabranes  qUes 
dicho,  é  temiéndose  que  si  en  su  casa  es- 
taba gente,  lo  tomaría  por  achaque  el  Die- 
go Méndez,  é  por  no  le  dar  lugar  que 
acabasse  de  perder  la  vergüenca ,  los  des- 
pidió. 

É  ydos ;  desde  á  muy  poco  llegó  Die- 
go Méndez  é  su  gente  (i  él ,  á  caballo, 
armado,  é  con  una  vara  de  justicia,  que 

era  del  V  asco  de  Herrera ,  é  sus  armas 
20 


202 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


del  muerto  puestas,  que  avia  ávido  del 
saco ,  é  con  grand  fausto  é  ferocidad ,  co- 
mo si  en  alguna  honrosa  batalla  las  oviera 
ganado  contra  infieles ;  é  llamó  á  voces  al 
Cereceda,  é  díxole  ante  Cabranes  el  es- 
cribano, que  le  requería  que  luego  qui- 
tasse  los  officios  que  en  el  cabildo  tenían 
los  deservidores  de  Su  Magestad,  é  los 
pusiesse  en  personas  leales.  Y  el  Cerece- 
da le  dixo  que  se  fuesse  con  Dios,  é  pu- 
siesse el  pueblo  en  paz ,  como  se  lo  avia 
rogado:  que  en  aquello  el  Cereceda  pro- 
veería lo  que  conviniesse  al  servicio  de 
Su  Magestad;  é  assi  se  fué,  diciendo  que 
assi  se  avia  de  destiranicar  la  justicia  de 
Su  Magestad.  Mas  todavía  el  Cereceda 
quedó  sospechoso,  porque  le  fué  dicho  la 
mesma  noche  que  los  amigos  del  Diego 
Méndez  se  temían ,  visto  muerto  al  Yasco 
de  Herrera  ,  é  conoscian  que  los  avia  bur- 
lado el  Diego  Méndez ,  porque  creían  quel 
Cereceda  no  avia  de  consentir  que  fuesse 
teniente,  ni  lo  era:  y  el  gobernador  Die- 
go López  á  solo  Cereceda  dexó  poder 
quando  se  quiso  morir,  é  recelaban  que 
avia  de  Castigar  los  malhechores.  Pero  ni 
el  Cereceda  osaba  aceptar  al  Diego  Mén- 
dez, ni  llamar  á  Diego  Diaz  de  Herrera, 
é  á  la  gente  que  andaba  fuera  en  la  en- 
trada ,  é  una  vez  estuvo  movido  para  se 
yr  á  la  iglesia:  pero  cómo  valerle  ó  no, 
estaba  eutlubda,  a  causa  del  desatinado 
Diego  Méndez.  Assi,  porque  los  malhecho- 
res do  se  fuéssen  é  se  llevassen  los  caba- 
llos é  despoblassen  la  tierra,  acordó  de 
se  estar  en  su  casa,  atendiendo  el  socor- 
ro de  Dios,  que  en  tales  casos  es  bien 
menester ,  y  en  especial  en  estas  partes, 
donde  la  diversidad  de  los  hombres  de  la 
guerra  todos  ó  la  mayor  parte  acuden, 
por  falta  de  vergúenra,  á  la  parte  que 
conosceo  próspera  ó  con  aventaja. 

Aquella  noche  escribió  el  Cereceda  al 
Diego  Dia/.  de  llénela  é  al  thessorero 
Johan  Ruano,  que  estaba  en  las  minas  de 
Tayaeo,  avisándoles  del  caso  é  homicidio; 


pero  lo  que  sus  cartas  decían  era  equivo- 
co, porque  el  que  fuesse  bueno  se  viesse 
dónde  declinaba,  diciéndoles  que  la  justi- 
cia de  Su  Magestad  estaba  retrayda  en  su 
casa,  é  que  dolía  no  saldría  hasta  ver  re- 
medio para  ello  de  Su  Magestad  (porque 
si  fuessen  tomadas  las  cartas,  ni  pares- 
cíesse  quél  tenia  mala  voluntad  á  ninguno, 
ni  aprobaba  por  ellas  cosa  mal  hecha).  Y 
como  lo  supo  Diego  Méndez,  aseguróse  al- 
go, y  pensó  que  todavía  el  gobernador 
Cereceda  le  convencería ,  porque  avia  vis- 
to que  no  estaba  bien  con  los  disparates 
del  Yasco  de  Herrera :  antes  algunas  ve- 
ces quedaban  en  muchas  cosas  discordes. 

Otro  dia  siguiente  se  fué  Cereceda  á  la 
iglesia  é  higo  enterrar  al  Vasco  de  Herre- 
ra ,  pressente  el  Diego  Méndez  é  su  qua- 
drílla  con  mucha  desverguenga ,  é  allí  pi- 
dió por  testimonio  el  Diego  Méndez  al  es- 
cribano Cabranes ,  cómo  por  morirse  Vas- 
co de  Herrera,  no  le  higo  quartos,  é  otras 
palabras  dixo  desbarradas.  Y  el  Cereceda 
a  todo  estuvo  callando,  é  se  fué  a  su  posa- 
da quassi  solo,  quedándose  allí  el  Diego 
Méndez  con  sus  valedores ,  diciendo  quél 
é  aquellos  hidalgos  compañeros  avian  he- 
cho á  Su  Magestad  aquel  servicio  tan  gran- 
de é  señalado ,  en  le  aver  destiranigado 
su  justicia  é  la  tierra ,  é  que  la  vara  quel 
Vasco  de  Herrera  le  avia  tomado ,  él  se' la 
avia  tornado  á  tomar.  É  luego  se  supo  có- 
mo el  Diego  Méndez  avia  enviado  a  lla- 
mar los  eagiques  de  los  hermanos  Herre- 
ras, para  que  le  sirviessen  a  él ;  é  fué  tal 
su  denuedo  é  furia  aquella  noche  é  otro 
dia  ,  que  no  cessaba,  diciendo  a  todos  que 
assentassen  el  pié  llano,  porque  en  sa- 
biendo que  alguno  coxqueaba ,  le  avia  de 
cortar  la  cabeca  é  hacer  el  progesso  en  la 
uña ,  tanto  que  sus  enemigos  se  fueron  a 
reconciliar  con  él  de  lo  passado,  é  degian 
que  si  le  errassen,  querían  pagar  con  la  vi- 
da, lv  assi  unos  por  le  contentar,  é  otros 
porque  no  los  matasse  ó  deslruyesse,  é 
otros  por  no  ser  afrontados  ú  les  quitasse 


DE  INDIAS.  LIB. 

los  indios,  de  que  se  scrvian  ,  algunos  le 
mandaban  é  daban  mucho  manís,  6  otros 
le  prometían  puercos,  é  otros  le  presson- 
taban  novillos  é  aves,  e  otros  lo  enviaban 
mesas  6  bancos  é  sillas,  é  parescia  que  le 
assentaban  casa,  porque  de  todo  tenia 
neseossidad.  Algunos  lagoteros  dei  ian  que 
avia  bechoan  hecho  rumano,  é  otros  loa- 
ban su  prudencia  é  animosidad,  ó  otros  le 
daban  á  entender,  que  sabido  el  caso  por 
Su  Magostad  ,  no  solamente  le  daría  la  go- 
bernación perpetua  de  la  tier  ra,  donde  es- 
taban, mas  que  le  avia  de  dar  un  conda- 
do é  hacerle  grand  señor,  por  ser  su  per- 
sona de  tanto  valor,  é  tan  diestro  y  expe- 
rimentado o  para  mucho.  K  assi  61  se  lo 
creia  y  onsoberbesoia  mas,  é  á  cada  can- 
to sonaban  pregones,  diciendo:  «Manda 
el  señor  teniente,  Diego  Méndez  de  Ilines- 
trosa  ,  capitán  de  Su  Magostad  ó  su  justi- 
cia mayor,  etc. »,  relatando  títulos quél  no 
tenia  ni  mcrescia ,  ó  amonestando  ó  pro- 
veyendo lo  que  so  le  antojaba. 

I  tiro  dia  de>pue»;  de  enten  ado  el  Vasco 
de  llenera,  acordó  el  gobernador  Cere- 
ceda de  hacer  juntar  el  cabildo  en  su  ca- 
sa, d  pidió -consejo  do  lo  que  debia  ha- 
cerse en  el  caso;  é  dixo  que  ya  sabíanlo 
que  passnbn,  ó  que  Diego  Méndez,  soco- 
lor do  gobernador,  e  diciendo  quctcrña  po- 
der, dostiranicaba  la  justicia  ó  avia  muer- 
to &  Vasco  do  Herrera  .  trayendo  la  vara, 
é  se  la  avia  el  dicho  Diego  Méndez  apro- 
priado  á  sí  por  su  propria  auotoridad ,  ó 
se  aleaba  con  la  justicia  o  gobernación  .  y 
en  lo  demás  hacia  todo  lo  qué  lo  paresgia, 
á  sabor  suyo  é  de  sus  socaces :  por  tanto 
que  les  rogaba,  que  como  servidores  de 
Sus  Magostados  ó  amigos  suyos,  le  dixes- 
sen  lo  que  se  debia  hacer.  E  assi  á  este 
propóssitO  dixo  otras  palabras,  é  lo  hico 
assentar  por  aucto  á  Bornardino  de  Ca,- 
branos,  escribano  de  Sus  Magostados .  Res- 
pondiéronle que  la  tierra  ó  Diego  Méndez 
oslaban  en  tal  estado  quél  debia  disimu- 
lar lo  mejor  que  pudiesse,  é  concertarse 


XXXI.  CAP.  IV.  203 

con  Diego  Méndez  cómo  no  oviesse  alte- 
raciones en"  los  chripstianos  ni  en  los  in- 
dios; 6  ovo  regidor  que  dixo,  ó  temien- 
do al  Diego  Méndez,  ó  porque  lo  paroscia 
ser  oonviniente  á  la  república,  que  si  no 
ge  pudiesse  concertar  en  que  fuesse  su  te- 
niente Du  go  Méndez,  que  lo  fuesse  el  Ce- 
receda dél,  porque  esso  era  lo  que  con- 
venía al  servicio  de  Dioso  de  Sus  Magos- 
tados, é  al  bien  ó  sosiego  do  aquella  uni- 
versidad ó  de  la  tierra.  12  porque  algunos 
se  riyeron  desto,  replicó  assi:  •  Rey  SOS  ó 
parésceos  mal  lo  que  be  dicho.'  Pues  asen- 
tadlo  assi ,  escribano,  (pie  yo  lo  digo  assi; 
y  el  tiempo  os  doy  por  testigo,  para  que 
os  muestro  que  aquesto  os  la  cosa  del 
mundo  mas  nescossaria  á  la  quietud  o 
buena  prov  idencia  o  sosiego  de  las  vidas 
e  haciendas  de  lodos  los  que  aqui  v  ivi- 
mos, é  aun  para  que  la  total  destruyeron 
nuestra  se  excuso. » 

Desde  á  muy  poco  espacio  el  Diego 
Méndez .  sospechando  quel  cabildo  se  avia 

juntado  en  la  casa  del  Cereceda  en  su 

ofensa,  fué  allá  con  su  gente  de  pié  é  de 
caballo,  creyendo  que  se  tractaba  ma|  dél 
ó  que  le  querían  prender,  é  apeóse  con 
su  vara  y  armado;  y  el  escribano  no  avia 
tenido  tiempo  de  assenlar  lo  ques  dicho. 

Y  el  regimiento,  en  tanto  qiie  so  assenta- 
ban aquellos  auctos-,  dixeron  al  Cereceda 

que  debia  salir  al  Diego  Méndez  y  onlre- 
tenelle  con  buenas  palabras:  é  assi  lo  hi- 
C-o,  é  díxolc  que  oslaban  en  cabildo  en  su 
regimiento,  para  dar  ordenen  algunas  co- 
sas do  la  villa:  y  el  Diego  Méndez,  muy 
alterado,  dixo:  cÁ  esso  vengo  yo  tam- 
bién: que  tengo  que  hacer  en  cabildo. »  Y 
el  Cereceda  replicó:  «Pues  luego  entrare- 
mos, i  É  porque  lo  paresQió  que  se  tarda- 
ba ,  o  que  le  debian  ordenar  algún  ¡arabo 
para  purgarle,  se  entró  en  el  cabildo,  ó 
di\o:  «Yo  soy  servidor  de  Su  Mageslad. 
é  no  he  de  estorbar  cosa  que  sea  su  ser- 
vicio, sino  ser  en  lo  hacer  el  primero. »  Y 
el  Cereceda  ni  le  osó  yr  á  la  mano .  ni 


20V 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


aun  quisiera  estar  allí ,  porque  al  rededor 
del ,  y  en  la  puerta  y  en  la  calle ,  tenia  el 
Diego  Méndez  gente,  tpdos  sus  parciales. 
E  assi,  después  dcassentados ,  dixo  assi: 
»Ya  sabeys,  señores,  cómo  seyendo  yo 
teniente  de  gobernador,  de  hecho,  é  sin 
causa  ni  temor  de  Dios  ni  de  Sus  Mages- 
lades,  me  quitaron  la  vara  é  me  prendie- 
ron el  tirano  traydor  de  Vasco  de  Herrera 
y  el  cabildo  desta  villa ,  y  el  gobernador 
Diego  López  de  Salcedo  después  declaró 
por  sentencia  que  mi  prission  avia  seydo 
injusta  é  mal  hecha,  é  aun  con  juramen- 
to: é  que  muerto  el  dicho  Diego  López  no 
|e  avian  quitado  la  vara,  é  quél  era  te- 
niente ,  é  les  requería  que  usassen  con  él 
en  el  dicho  officio:  é  pues  á  vos,  señor 
contador,  Andrés  de  Cereceda,  dexó  Die- 
go López  poder  en  su  fin  para  gobernar, 
yo  os  requiero  que ,  assi  vos  como  estos 
señores  é  regimiento ,  useys  el  officio  con- 
migo, ó  me  hayays  por  tal  teniente,  en 
tanto  que  Sus  Magestades  proveen  lo  que 
lucren  servidos: » 

Los  del  cabildo ,  no  con  poco  temor  de 
oyrle,  respondieron  que  le  daban  por  res- 
puesta lo  que  á  Cereceda  avian  respondi- 
do ;  y  el  Cereceda  dixo  que  veria  la  res- 
puesta del  cabildo  é  responderla.  Todo 
esto  se  assentó,  é  se  fueron  á  sus  posa- 
das. El  Diego  Méndez  dixo  después  á  sus 
aliados  que  ya  el  cabildo  le  avia  rescebi- 
do  por  teniente,  ó  que  no  avia  de  mandar 
otro  sino  él ;  é  assi  lo  hacia  en  todo  é  co- 
mo lo  quería. 

El  Cereceda,  visto  lo  que  Diego  Mén- 
dez I'1  requirió,  é  que  muchos  le  decian 
que  hiciesse  lo  que  Diego  Méndez  le  pc- 
( lia  ,  ni  i  ( j-la  lia  en  ello ,  porque  Diego  Men- 
i!  /  no  tenia  poder .  y  el  que  tuvo  de  Die- 
go López  estaba  revocado.  E  viendo  que 
era  matador  y  estaba  presso,  é  que  si  él 
en  e-so  viiiirsse  y  ambos  inandassen  era 
diño  de  mucha  culpa,  é  aun  la  tierra  se 
perdería,  por  evitar  besos  iuconvinientes, 
acordó  de  dilatar  la  respuesta  que  debia 


dar  al  requirimiento ,  esperando  lo  que] 
thessorero  Johan  Ruano  é  Diego  Diaz  de 
Herrera  responderían  a  sus  cartas.  Pero 
decia  Cereceda  públicamente,  que  lo  que 
higiesse  Diego  Méndez  fuesse  en  buen  ho- 
ra hecho,  é  pluguiesse  á  Dios  quél  lo  hi- 
ciesse de  manera  que  todos  le  oviessen 
envidia ,  é  que  para  la  expiriencia  basta- 
ban las  cosas  acaescidas  por  mandar  dos; 
é  que  pues  Diego  Méndez  se  metia  en  ello, 
quél  no  podia  hacer  sino  callar  é  mirar  y 
estarse  en  su  casa ,  hasta  que  Sus  Mages- 
tades proveyessen  otra  cosa:  lo  qual  él 
decia  por  no  alterar  á  Diego  Méndez,  é 
descuydarle ,  porque  si  respondía  al  re- 
quirimiento, avia  de  decir  que  era  mata- 
dor, é  castigarle,  si  pudiesse,  con  justi- 
cia ;  é  pues  aquesto  no  se  podia  assi  ha- 
cer, acordó  de  temporizar.  Mas  el  Diego 
Méndez,  que  conoscia  sus  proprias  obras, 
é  via  quel  Cereceda  dilataba  la  respuesta, 
no  le  paresciendo  bien  aquella  dilación, 
envióle  aquel  reverendo  padre  Avela  é 
otros,  con  quien  le  envió  á  rogar  que  tu- 
viesse  paz  con  él ;  é  que  pues  sabia  tenia 
poder  como  él ,  y  el  Cereceda  avia  dicho 
muchas'  veces  que  desseaba  dexar  aquel 
cargo,  que  agora  tenia  tiempo  para  se 
desocupar  de  las  cosas  de  la  justicia,  é 
quesla  se  la  dexasse  al  Diego  Méndez,  é 
quel  Cereceda  cntendiesse  en  lo  demás  de 
la  gobernación  y  en  el  dar  de  los  indios, 
é  que  del  solo  Diego  Méndez  tomasse  su 
parescer,  éno  toviesse  Cereceda  mano  en 
la  justicia ,  é  que  assi  lo  aprobasse  el  ca- 
bildo y  el  Cereceda  lo  jurasse  é  no  truxes- 
sc  vara.  Cereceda  bien  entendió  questo 
pedia  Diego  Méndez  por  temor  de  ser  pres- 
so, é  respondió  al  clérigo  é  a  los  demás, 
(pie  en  desistirse  de  la  justicia  que  ni  él 
podia  ni  lo  debia  hacer  sin  mandárselo  Su 
Magestad  ;  mas  que  en  todo  lo  demás  quél 
quería  que  se  hiciesse  como  el  Diego  Mén- 
dez. lp  quisiesse,  é  que  no  desseaba  sino 
que  iodos  estuvieren  en  paz.  E  con  osla 
respuesta  volvieron  á  Diego  Méndez ,  é  no 


DE  INDIAS.  Lili. 

le  agradó  mucho:  pero  al  rabo  acordó  de 
liar  del  Cereceda  sobre  baena  prenda.  Y 
envió  á  llamar  los  alcaldes  é  regidores  á 
su  posada ,  sin  que]  uno  supiesse  del  otro, 
c  teniendo  á  la  puerta  de  casa  toda  aque- 
lla Gentecilla  que  le  hacia  espaldas,  quitó 
la-  va  ra -i  á  los  alcaldes  e  diólas  á  Alonso 
Va/qucz  llangcl .  -u  capitán  de  «ni  Guar- 
da, que  fué  uno  de  los  principales  culpa- 
do», e  tan  doto  para  el  (.llicio  del  juzga- 
do, que  no  sabia  leer:  la  Otra  vara  dió  a 
tm  Johan  Cópele,  regidor  de  aquella  vi- 
lla aquel  año,  y  el  uno  y  el  otro  de  rús- 
tico entendimiento:  e  de\ó  di»  regidores 
de  los  que  ya  lo  eran,  6  puso  con  ellos 
Otros  dos  de  su  mano,  é  como  teniente 
de  Gobernador.  Ionio  de  lucho  lo-  libro-  y 
el  an  a  del  cabildo,  é  hicoá  todos  que  lo 
jurassen  |x>r  tal  teniente. 

Otro  dia  siguiente  dió  un  mandamiento 
para  (pie  aquel  alcalde,  Alonso  Vázquez, 
fuesse  á  casa  de  Diego  López,  el  gober- 
nador, e  sacasse  una  bandera  real  (pie 

allí  estaba  del  gobernador,  defonto,  é  la 
ipiilasse  de  poder  de  uno  á  quien  Cerece- 
da, con  otros  bienes  del  Gobernador  Die- 
go López,  la  avia  encargado:  é  porque 

aquel ,  á  cuyo  cargo  otaba,  no  se  la  (pie- 
ria dar,  lo  maltractó  hasta  que  se  la  dió.  ó 
la  llevó  á  Diego  Méndez,  el  (pial,  juntada 

mi  quadrilla,  luco  jurar  á  la  bandera  (pie 
no  la  desampararían,  y  entrególa  á  un 
marinero  é  hícole  alférez  ,  é  tomóle  jura- 
mento como  a  los  demás.  Fecho  aquesto, 
salió  á  se  pasear  por  la  villa  con  la  ban- 
dera é  su  gente  delante,  é  todos  con  sus 
armas,  6  Ja  bandera  a  par  del,  amena- 
zando é  diciendo  quel  (pie  se  rebullicssc 
le  avia  de  poner  colgado  de  un  pino  de 
aquella  villa,  é  que  después  se  haria  el 
processo  en  la  uña. 

Otro  día  adelante  jueves,  teniendo  ya  a 
lo-  alcaldes  é  regidores  é  todo  de  su  ma- 
no ,  ó  con  su  gente  é  otros  mas  que  se  le 
allegaban,  cabalgó  por  la  villa,  porque 
como  pensaba  dar  de  su  mano  los  ¡n- 


XXXI.  CAI'.  IV  205 

dios,  seguíanle  sus  amigos  é  aun  los  (pie 
no  lo  eran,  é  á  otros  enviaba  ¡i  llamar 
é  decia  que  no  avia  otro  teniente  ni  jus- 
ticia sino  él  solo:  é  higo  pregonar,  lla- 
mándose teniente  de  gobernador  é  capi- 
tán, que  daba  por  ninguno  todo  lo  que 
avian  fecho  el  traydor  tirano  Vasco  de 
Herrera  é  Andrés  de  Cereceda,  como  su 
aliado,  avia  consentido,  después  que  fa- 
llesció  el  gobernador  Diego  López  de 
Salcedo,  é  lo  anulaba  por  aquel  pregón; 
ó  mandaba  quel  Cereceda  no  usasse  mas 
del  cargo  ni  se  llamasse  gobernador,  só 
pena  de  muerte,  y  envióselo  á  notificar 
con  un  escribano,  é  también  envió  á  man- 
dar á  Cabranes,  escribano,  que  no  usas- 
-e  con  el  Cereceda  el  ofíicio,  de  lo  qual 
él  no  curó,  sino,  haciendo  lo  (pie  debia, 
siempre  continuó  su  offigio  con  el  teniente 
l  i  ivrnla  eada  e  quando  que  convino. 

Viendo  \  a  Cereceda  tanta  (irania  é  des- 
vergüenza en  el  Diego  Méndez ,  le  envió 
la  respuesta  con  el  Cabranes,  escribano, 

satisfaciendo  al  requirimiento  passado, 

quel  Diego  Méndez  le  avia  fecho  en  el  ca- 
bildo, en  que  le  recitó  el  delicio  (pie  avia 
fecho,  6  que  era  matador  é  persona  pri- 
vada para  e I. cargo,  é  que  estaba  revoca- 
do por  el  gobernador  Diego  López  ya  de- 
funlo,  é  que  estaba  presso,  é  que  con  su 
poder  del  Cereceda  estaba  revocado  el 
suyo,  é  otras  cosas  á  este  propóssito,  quel 
Cabn  -  le  notificó  en  su  posada,  estan- 
do rodeado  de  aquellos  sus  adherenles:  de 
lo  qual  se  alteró  mucho  ése  afrentó,  por- 
que aquellos  oyeron  aquellas  palabras  6 
respuesta  ,  é  baria  vascas  é  ámenacas.  E 
el  escribano  Cabranes  era  cuerdo,  é  di- 
xolc :  «  Señor ,  no  regibays  pena  ,  porque 
esto  no  lo  digo  Ccregeda  por  enoxaros  á 
vos  ni  á  otro,  ni  para  daros  passion;  sino 
porque  ha  de  responder  al  requirimiento 
que  vuestra  merged  le  higo,  ó  para  dar 
cuenta,  quando  le  fuere  pedida,  quiere  te- 
ner sus  auctos  en  su  caxa,  y  él  tiene  poca 
o  ninguna  Voluntad  de  se  ocupar  en  la 


206 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


justicia :  antes  dcssea  estar  desocupado  de 
la  gobernación  en  todo.  >  Y  con  esto  se 
asosegó  Diego  Méndez,  y  el  Cabranes  se 
fué,  aunque  no  dexáran  de  hablar  en 
lo  prender  ó  matar ;  ó  los  demás  de  aque- 
lla loca  congregación  le  dexáran  al  Diego 
Méndez,  ó  se  fueran  al  Cereceda,  si  no  se 
lialláran  culpados  en  la  muerte  de  Yasco 
de  Herrera. 

Pues  viendo  Diego  Méndez  que  Cere- 
ceda tenia  poder  bastante  para  gober- 
nar, quel  gobernador  Diego  López  al 
tiempo  de  su  muerte  le  dió,  acordóse  de 
yr  á  casa  de  Francisco  Cepero ,  escriba- 
no de  Su  Magostad,  ante  el  qual  Diego 
López  avia  otorgado  el  poder  de  Cerece- 
da, é  tomóle  los  registros,  diciendo  quel 
poder  era  falso,  é  que  quando  se  otorgó 
estaba  ya  Diego  López  fuera  de  sentido:  é 
prendió  al  escribano ,  é  sin  le  dexar  ver 
ni  hablar  á  ninguno,  le  tuvo  en  su  posada 
propria  del  Diego  Méndez  muy  aprissio- 
nado:  é  hico  quel  alguacil  Vidal,  como 
fiscal  de  officio,  le  acusasse  por  falsario, 
é  por  otra  parte  le  halagaba  en  secreto, 
por  le  hacer  vacilar  é  que  dixesse  lo  quél 
quería;  ó  otras. veces  le  decia  é  juraba 
que  lo  avia  de  despedazar  á  tormentos,  si 
no  confessaba  quel  gobernador  Diego  Ló- 
pez estaba  sin  sentido ,  quando  avia  otor- 
gado el  poder  á  Cereceda. 

Johan  Ruano,  thessorero,  avia  réscebi- 
do  la  carta  de  Cereceda ,  y  envió  con  in- 
dios la  otra  á  Diego  Díaz  de  Herrera;  6 
tardó  tanto  en  la  rescebir,  que  llegó  á 
donde  estaba  con  la  gente  otro  capitán 
criado  por  Diego  Méndez,  é  requirióle  que 
se  la  entregasse  é  á  la  gente  que  no  le  tu- 
viesson  por  capitán  al  Diego  Diaz.  É  assi 
se  hico,  porque  él  era  mal  quisto,  non 
obstante  quél  replicó  que  era  capitán  e 
criado  por  el  contador  Cereceda  ,  que  era 
gobernador  6  no  otro.  Pero  no  le  apro- 
vechó: antes  la  gente  se  acostó  al  tiempo 
é  al  otro  capitán  fecho  |Kjr  Diego  .Méndez, 
é  luego  se  fué  con  ella  á  las  Alinas  para 


hacer  allí  lo  que  Diego  Méndez  le  avia  or- 
denado. É  Cereceda  avisó  á  Diego  Diaz 
que  se  guardasse,  porque  tenia  peligro  y 
estaba  en  el  campo,  é  acordó  de  venirse, 
á  la  villa ,  é  fuésse  derecho  á  se  apear  á 
la  iglesia ;  é  cómo  Diego  Méndez  tenia  ve- 
la sobre  él  é  recabdo  en  la  iglesia,  al 
apear  ó  dentro  della  le  prendieron  é  lleva- 
ron á  casa  de  Diego  Méndez,  é  le  pusie- 
ron en  graves  prissiones ,  sin  le  dexar  ver 
á  nadie:  é  de  hora  en  hora  se  creia  su 
muerte,  porque  Diego  Méndez,  después 
de  se  la  dessear ,  estaba  en  su  mano  dár- 
sela; pero  dilatábala,  porque  primero  que- 
ría prender  ó  matar  al  Cereceda ,  assi 
porque  no  avia  podido  con  el  escribano 
Cepero  hacer  que  dixesse  quel  poder  do 
Cereceda  era  inválido,  como  por  la  res- 
puesta que  á  su  requerimiento  le  avia  da- 
do Cereceda  con  el  escribano  Cabranes, 
é  porque  sin  cssa,  le  envió  á  notificar  á 
Diego  Méndez  ó  su  gente  ciertos  auclos  é 
mandamientos,  é  mandóle  llevar  á  mos- 
trar la  provisión  que  Su  Magostad  dió  al 
gobernador  Diego  López  y  el  poder  que 
le  avia  dado  al  Cereceda,  é  leyóselo  con 
otras  escripturas  allí  donde  estaba  aquel 
loco  cabildo  oyendo  con  mucha  saña  lo 
que  se  les  leia.  Y  enoxado  Diego  Méndez, 
se  levantó  con  mucha  yra  é  tomóle  las  es- 
cripturas al  escribano  Cabranes,  é  con 
dos  pares  de  grillónos  que  avia  fecho  ha- 
cer nuevos  para  sus  apetitos  furiosos,  dc- 
xó  presso  al  escribano ,  é  fuésse  á  casa 
del  Cereceda  á  prenderle  con  mucho  es- 
cándalo é  voces,  alterando  la  tierra  é  di- 
ciendo que  para  la  paz  della  é  sosiego  de 
todos  assi  convenia,  para  que  viviessen  se- 
guros. E  á  ruego  de  algunos  hombres  de 
bien,  que  no  desseaban  que  Cereceda  ivs- 
cibiesse  daño,  é  principalmente  porque  lo 
quiso  Dios  assi,  no  lo  ocluí  grillos,  é  man- 
dólo que  tuviesse  la  casa  por  cárcel  é  no 
saliesse  della  sin  su  licencia  expresa,  só 
pena  de  muerte  é  perdimiento  de  sus  bie- 
nes: lo  qual  él  guardó,  y  estuvo  presso 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXI.  CAP.  IV 


•2U7 


desta  manera  con  sola  la  compañía  del 
Bernardíno  de  Cabrones.  Y  no  le  osaban 
yr  á  ver  sus  amigos,  por  no  enoxar  al  Die- 
go .Méndez;  mas  visitábanle  de  palabra, 
cnviámloselo  á  decir  con  el  Cabranes,  (pie 
ya  le  avian  sollado. 

Este  detenimiento  le  turo  al  Cereceda 
Ireynta  y  siete  días,  y  en  las  dos  noches 
primeras  y  en  las  dos  postreras  se  le  pa- 
raron los  mas  de  los  cabellos  6  las  barbas 
tan  blancas,  que  (lió  admiración  á  todos 
i  poique  ha-la  e-ton< ;e-  cí  an  raií.-.-inias  >us 
(  ana-  i:  porque  éongccluraha  Diedro  Mén- 
dez, y  aun  lo  dixo  «i  algunos  de  bus  ami- 
gos, que  su  vida  estaba  segura  con  la 
muerte  de  Cereceda  .  é  tenia  sobre  61 
-iempre  espias ,  y  el  Cereceda  no  lo  ig- 
noraba :  antes  pensaba  que  un  dia  avia 
de  amanescer  muerto  á  puñaladas  en  la 
cama. 

En  esto  llegó  el  thessorcro  Johan  Rua- 
no, é  dixo  al  Cereceda  lo  que  en  las  mi- 
nas avian  dañado  los  ministros  de  Diego 
Méndez,  é  como  ya  todos  los  de  la  villa 
avian  jurado  de  le  seguir  é  no  ser  contra 
él  en  pressencia  de  aquellos  su-  hoinici- 
diarios,  para  (piel  y  clin-  pudies-en  \  rse 

quandolesparescjesse,  sin  que  nadie  fues- 

se  tras  ellos. 

Nunca  cessaba  la  voz  de  « Viva  el  Rey  >, 
como  en  el  tiempo  de  las  Comunidades;  ú 
v  iendo  la  perdición  en  (pie  lodo*  e-I. iban 
con  aquel  tirano,  acordó  el  Cereceda  de 
lo  prender  ó  morir  ó  deshacer  aquella  ii- 
rania,  é  procurar  «piel  Diego  Méndez  se 
tomasse  vivo. 

Ya  ninguno  osaba  entrar  en  casa  del 
Cereceda  sino  el  thessorcro  Johan  Ruano 
y  el  veedor  Francisco  de  llámenlos,  é 
aquestos  de  temor  lo  hacían  pocas  vec.es, 
só  color  (pie  se  juntaban  á  entender  en 
las  cosas  de  la  hacienda  de  S.  M. ,  como 
sus  officiales.  É  en  aquestas  visitaciones 
Cereceda  rogó  al  thessorcro  Johan  Ruano 
que  jiinlassc  algunos  de  los  amigos  de  en- 
trambos ,  aunque  avia  pocos ;  ó  assi  se 


hico,  é  una  noche  se  juntaron  trece  de  á 
pié  ó  catorce,  é  qualro  de  á  caballo  en  ca- 
sa del  Cereceda .  para  que  los  de  caballo 
estorbassen  los  que  acudiessen  al  ruydo. 
E  puesto  (pie  tenían  pocas  armas,  con  las 
que.  tuvieron  le  prendieron  un  martes  en 
la  noche  ,  quince  de  noviembre  ,  año  de 
mili  é  quinientos  é  Ireynta  y  uno  ,  al  Gn 
del  ipiarto  de  la  primera  guardia,  é  \a 
(pie  le  rendían  sus  velas,  é  fué  presso  vi- 
voé  sano  el  Diego  Méndez  por  el  Cerece- 
da, defendiéndose  con  "una  espada  é  una 
adarga  é  la  vara  de  la  justicia  en  la  mano 
é  dentro  en  su  cámara  ,  en  la  quál  é  de 
lucra  tenia  guardia:  los  (piales  todos  hu- 
yeron, sin  (pie  otro  alguno  fuesse  presso. 
porque  solamente  se  ovo  ojo  al  Diego 
Méndez.  Pero  no  se  pudo  esto  hacer  sin 
sangre,  poique  hacia  muy  escura  la  no- 
che, é  salieron  heridos  siete  hombres, 
uno  muerto  é  un  caballo,  los  qualro  de 
la  partí;  del  Cereceda,  é  los  tres  y  el 
hombre  é  caballo  de  parte  de  Diego  Mén- 
dez: en  el  qual  trance  el  thessorcro  Johan 
Ruano  se  ovo  como  valiente  hombre  é 
buen  servidor  de  Su  Magestad ,  é  fué  mu- 
cha parle  de  la  Vitoria  é  buen  subcesso 
de  lodo.  Assi  (pie,  presso  el  tirano,  lo 
llevó  el  gobernador  Cereceda  á  su  posada 
é  lo  aprissionó  bien;  é  fecho  esto,  sosegó 
el  pueblo  é  cobro  las  armas  que  le  avian 
lomado  durante  la  Urania,  que  permañes- 
ció  Ireynta  y  siete  (lias. 

I.a  noche  mesma  (pie  fué  presso  Diego 
Méndez,  se  tomó  su  confession  bien  larga 
ante  el  alcalde  Diego  Nielo,  ó  dixo  quién 
le  avia  dado  favor  é  ayuda  para  lo  fecho, 
y  en  esta  ocupación  se  passó  el  Tiempo 
restante  de  aquella  noche.  É  otro  dia 
miércoles  siguiente,  diez  y  seys  de  no- 
viembre de  mili  é  quinientos  é  treynta  y 
uilo,  fue  llevado  á  la  cárcel  pública  ó  real, 
é  allí  le  sentenció  como  á  traydor  é  tira- 
no á  (pie  le  cortassen  la  cabeca  ó  fuesse- 
fecho  (piarlos.  É  assi  fué  luego  executa- 
da ,  é  su  puso  la  calseca  en  la  placa  en  un 


208 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


palo  hasta  que  por  tiempo  se  cayó  seca,  ba  á  pagar  lo  que.debia  con  tres  mili  pcs- 

é  los  quartos  se  pusieron  en  los  caminos;  sos  de  oro.  Y  assi  se  libraron  de  las  pris- 

é  fueron  confiscados  sus  bienes  para  la  siones  en  que  estaban  Diego  Diaz  de  Her- 

cámara,  pero  todo  lo  que  tenia  no  basta-  rera  y  el  escribano  Francisco  Cepero. 

CAPITULO  V. 

Cómo  el  gobernador  Andrés  de  Cereceda ,  después  de  la  prission  e'  castigo  del  Urano  Diego  Méndez  de  Hi- 
neslrosa,  é  castigados  los  que  mataron  á  Vasco  de  Herrera,  perdonó  á  los  demás;  é  cómo  Diego  Diaz 
de  Herrera  tenia  amotinada  la  gente  para  yrse  de  la  tierra;  é  cómo,  viniendo  por  gobernador  Diego  Albitez 
dió  al  través  en  la  costa,  é  assi  se  ahogaron  veynte  y  cinco  hombres é  cinco  mugeres,  é  salió  el  goberna- 
dor á  nado  ,  é  desde  á  nueve  dias  que  fué  rescebido  por  gobernador  murió,  é  dexó  por  gobernador  al  mes- 

mo  Andrés  de  Cereceda. 


tronío  en  la  prission  de  Diego  Méndez, 
si  se  errara  ,  no  le  yba  mas  á  Cereceda  é 
á  los  que  con  él  se  juntaron,  de  perderse, 
aunque  el  tirano  é  sus  valedores  eran  mu- 
chos é  muy  armados,  y  essotros  con  la  voz 
del  Rey  ó  de  su  justicia,  diciendo:  «Mue- 
ran los  traydores  é  tiranos» ,  é  apellidando 
al  Apóstol  Sanct  Andrés  por  se  conoscer, 
quiso  Dios  que  se  acabó  el  negocio  assi 
como  se  ha  dicho  en  el  pregedente  capí- 
tulo, teniendo  andado  los  vencedores, 
los  unos  á  soltar  los  pressos ,  y  otros  á 
cortar  las  cuerdas  de  las  ballestas;  é  cada 
uno  teniendo  el  caso  por  proprio,  se  de- 
terminó la  vitoria  por  la  justicia  cúya  era 
en  esta  civil  batalla.  E  en  el  instante  hico 
pregonar  el  gobernador  Cereceda  que  en 
nombre  de  Su  Magestad  perdonaba  á  los 
valedores  de  Diego  Méndez,  viniendo  á 
la  obediencia  de  la  justicia  de  Su  Mages- 
tad é  de  su  gobernador  dentro  de  un  bre- 
ve término:  é  luego  lo  pusieron  por  obra 
muchos,  por  no  perder  las  vidas  é  los 
bienes.  E  assi  unos  hincados  de  rodillas 
pidieron  perdón,  llamáodosse  engañados, 
é  otros  huyeron  á  la  iglesia;  ó  desta  ma- 
nera quedó  la  casa  de.  Diego  Méndez  des- 
embarazada y  él  presso.  E  después  quel 
gobernador  Cereceda  lo  llevó  á  su  casa  é 
lo  dexó  á  recabdo,  faésse  el  gobernador 
a  la  iglesia  a  reyterar  el  perdón  á  los  hoy- 
dos  í'i  ella,  é  á  quitarles  las  armas,  por- 


que no  se  amotinassen  con  los  huydos  é 
se  entrassen  por  la  tierra  é  la  alcassen: 
que  fuera  perderla  de  todo  punto ,  é  á 
ellos  maláran  los  indios ;  porque  le  pares- 
ció  que  era  menos  mal  tolerar  é  disimular, 
sufriendo  algunos  culpados,  que  carescer 
de  gente ,  é  que  por  cobrarlos ,  si  se  fues- 
sen ,  se  perdiessen  otros  buenos  é  leales 
al  servicio  de  Su  Magestad.  Y  assi  enten- 
dió en  castigar  los  mas  culpados,  que 
eran  aquel  Pedro  Yidal,  alguacil,  que  dió 
la  puñalada  al  Vasco  de  Herrera  é  le  echó 
la  soga  al  cuello ,  con  la  que  fué  des- 
pués ahorcado  el  malfechor;  y  el  otro 
Alonso  Vázquez,  alcalde  é  capitán  de  la 
guarda  del  tirano.  Estos  dos  se  juntaron 
acaso  aquella  noche  con  otros  sus  compa- 
ñeros ,  é  se  fueron  la  costa  abaxo  á  puer- 
to de  Caballos,  pensando  hallar  allí  alca- 
pilan  Johan  Farfan  de  Gaona ,  que  avia 
enviado  allí  gente  a  poblar;  é  lomaron 
una  canoa  equipada  de  indios  remeros, 
é  fuéronsc.  El  gobernador  Cereceda  pro- 
veyó de  gente  de  pié  é  de  caballo  tras 
ellos  por  otras  parles,  pensando  que  yban 
la  tierra  adentro  (y  tanto  mas  por  asegu- 
rar la  tierra);  pero  luego  se  supo  por  dón- 
de yban,  é  mandó  yr  á  Diego  Diaz  de 
Herrera,  hermano  del  muerto  Vasco  de 
llenera,  en  otra  canoa  tras  los  malfecho- 
res:  é  tornóse,  porque  el  tiempo  de  la  mar 
fué  recio  é  contrario. 


DE  INDIAS.  LIBi 

Asegurados  los  demás!  por  las  palabras 
de  Cereceda ,  ú  viendo  que  á  ninguno  ha- 
cia sacar  de  la  iglesia  .  se  acallaron  de  re- 
coger á  ella  los  demás  culpados.  \  enlre- 
Ilos  uno  que  era  de  dos  que  tuvieron  en 
palabras  al  Vas  o  de  Hern  ia,  entre  lanío 

que  llegó  á  echarle  la  soga  el  Pedro  Vi- 
dal: y  este  era  un  marinero  de  Cartas, 
que  ~e  llamaba  Jolian  Alonso,  e  se  pres- 
senló  en  la  cárcel,  é  perdonóle  QiegO 
Día/  la  muerte  del  liermauo  con  haría  ad- 
miración (I-  lodo-;,  i-  creyó»!'  «pie  fué  por- 
ipie  aquel  Johan  Alonso  enculiria  al  Die- 
go Díaz  algunas  deshonestidades  en  ofen- 
sa de  un  vecino  casado.  V.  como  el  gober- 
nador vido  que  la  parle  mas  ofendida 
perdonaba,  aunque  el  caso  era  de  mane- 
ra ipiel  castigo  estaba  merescjdo,  ó  assi 

por  asegurar  á  los  oíros  delínqilenles,  co- 
mo por  usar  de  quietud  é  menos  rigor, 
le  condenó  en  cierta  pena  pecuniaria  para 
la  cámara  é  fisco  real,  6  á  oíros  culpados 
hombres  liaxos  condeno  en  acoles,  é  á 
•  oíros  en  olías  penas,  menos  assaz  quellos 
las  inerescian  patlescer;  pero  por  dar 
lugar  al  tiempo,  quiso  mas  ser  áv  ido  por 
piadoso  ipie  por  acelerado  ni  rigoroso,  si- 
guiendo los  méritos  de  los  tales,  é  desla 
manera  acal»)  con  los  mas  de  aquel  lian- 
do di'l  tirano. 

Kl  Vidal  \  el  Alonso  Vázquez,  desde  á 
sessenla  o  septenta  dias  después  (pie  pa- 
desció  Diego  Méndez,  tornaron  á  la  cosía 
é  ovieron  lengua  como  el  gohernador  Ce- 
receda  se  avia  ávido  piadosamente  con 
lodos,  é  atreviéronse  á  confiar  en  su  man- 
sedumbre* y  el  Pedro  Vidal,  como  mas 
suelto  é  de  menos  vergüenca  ,  (levando 
al  Alonso  Pérez  en  las  islas  de  losGuana- 
xes,  y  él  é  los  que  con  él  se  avian  ydo  vi- 
nieron á  Tru*illo.  é  una  noche  se  metie- 
ron en  la  iglesia.  K  como  Cereceda  lo  su- 
po, fué  luego  allá  é  sacó  al  Pedro  Vidal  é 
•  á  uno  de  los  otros,  é  hícolos  llevar  á  casa 
de  un  alcalde,  grand  amigo  del  Vasco  ó 

Diego  Diaz  de  Herrera,  v  en  pressencia 
TOMO  III. 


XXXI.. CAP.  V.  ¿oí) 

de  los  que  lo  quisieron  ver,  le  lomó  (Je-, 
receda  su  confession,  porque  se  sospe- 
chaba queste  sabia  el  fundamento  de  la 
cosí,  aunque  no  (pieria  confessar  (piel 
avia  muerto  al  Vasco  de  Herrera ,  sino  el 
Diego  Méndez  (aunque  fué  puesto  á  lor- 
mento).  En  Qn  le  mandó  sentenciar  á  ha- 
cer quarlos,  é  mandó  que  su  cabera  se 
pusiesse  en  un  palo  á  par  de  la  de  Diego 

Méndez.  É  cómo  se  vido  sentenciado,  al 

extremo  declaro  delante  del  escribano  é 
lirmódc  su  nombre  (piel  avia  dado  la  pu- 
ñalada al  Vasco  de  Herrera  :  é  al  otro 
hombre  mandólo  el  gobernador  restituir 
á  la  iglesia,  de  donde  lo  avia  sacado.  É  fe- 
cho oslo,  envió  á  la  isla  por  el  Alonso 
Vázquez  ,  é  traydo,  fué  sentenciado  á  (pie 
le  corlassen  la  en beca,  é  pusiéranla  con 
la  de  Diego  Méndez  é  Pedro  Vidal:  é  no 
fué  fecho  (piarlos,  como  sus  consortes, 
porque  se  supo  que  la  noche  antes  que 
muriesse  Vasco  de  Herrera  inaláran  assi- 
mesmo  al  Andrés  de  Cereceda  ,  si  esle  no 
lo  estorbara. 

Los  indios,  viendo  eslas  cosas,  se  al- 
earon los  mas  dellos,  de  manera  que  con 
mucho  trabaxo  volvieron  á  la  obediencia 

menos  del  tercio  dellos:  é  plalicábasse 
entrellos  de  se  yr  al  monte  é  no  trabaxnr 
en  las  haciendas  de  los  chripstianos ,  por- 
que desque  no  tuviessenqué  comee,  no  los 
seguirían,  é  que  la  hambre  cchasse  á  los 
chripstianos  de  la  tierra,  porque  decían 
que  ya  el  Rey  de  Castilla  tenia  olvidados 
aquellos  chripstianos,  pues  que  lauto  tiem- 
po avia  que  no  yban  allá  olios  chripstianos; 
e  assi  los  pusieron  en  grand  nescessidad  . 

Todavía  aquel  Diego  Diaz  de  Herrera  é 
sus  devotos  platicaban  en  yrse  de  la  tier- 
ra .  é  decían  que  avian  de  dexar  al  Cere- 
ceda con  su  gobernación  en  seco,  é  aun- 
que él  hacia  informaciones  dcsto  secretas  c 
públicas,  éá  veces  le  amonacaba,  é  otras  le 
halagaba  ,  é  le  higo  muchas  buenas  obras, 
nunca  lo  pudo  sosegar.  É  desde  á  un  año 
después  de  hecha  la  justicia  ques  dicho, 


210  HISTORIA  GENE 

tenia  concertado  con  sus  amigos  que  ve- 
nido el  verano  requiricsscn  al  Cereceda 
que  fuessen  á  poblar  donde  ovicssen  mas 
indios ,  é  que  si  no  lo  hicicsse,  se  fuessen 
é  le  dexassen  ó  se  fuessen  á  la  Nueva  Es- 
paña ó  donde  les  parcsgiesse;  y  el  Cere- 
ceda disimulaba  con  el ,  esperando  tiem- 
po de  le  castigar,  si  no  se  enmendasse.  E 
a  los  veyníé  y  nueve  de  otubrc  del  año 
de  mili  é  quinientos  é  treynta  y  dos  el  ca- 
pitán Diego  Albitez,  á  quien  Sus  Mages- 
tades  enviaron  por  su  gobernador  á  aque- 
lla tierra ,  llegó  con  dos  navios  c  seplenta 
hombres  á  aquella  costa,  é  con  regio 
tiempo  é  tal  tormenta,  que  dieron  ambos 
navios  al  través  á  scys  leguas  de  aquella 
villa  de  Truxillo ,  é  se  rompieron ,  y  el 
gobernador  é  algunos  salieron  á  nado  con 
harto  trabaxo,  é  la  mar  echó  fuera  algu- 
na ropa,  é  lo  demás  se  perdió,  é  se  aho- 
garon veyntc  y  g'mco  hombres  ó  cinco 
mugeres  casadas.  É  á  la  sacón  estaban  en 
un  pueblo  de  indios ,  que  servían ,  dos  es- 
pañoles que  acudieron  a  la  costa,  que  fue- 
ron mucho  socorro  para  los  que  escapa- 
ron en  les  ayudar  a  salir  de  la  mar  é  sal- 
var lo  que  pudieron  con  los  indios.  É 
luego  el  Diego  Albitez  escribió  al  Cere- 
ceda lo  acacscido ,  y  él  proveyó  luego 
y  envió  allá  al  thessorero  Johan  Rua- 
no é  á  un  alcalde  para  le  proveer  de  lo 
nesgessario:  é  luego  se  fué  á  la  villa  de 
Truxillo,  á  donde  llegó  martes  á  cinco 
dias  del  mes  de  noviembre  del  año  de 
milfé  quinientos  é  treynta  y  dos.  É  jun- 
tado luego  el  cabildo,  por  las  provisiones 
que  llevaba  de  Su  Magostad  fué  rescebido 
por  gobernador  é  capitán  general  de  aque- 
lla gobernación  con  mucha  voluntad  ó 
placer  de  lodos,  porque  era  persona  an- 
tiguo en  estas  Indias  é  hornada  persona, 
6  teníase  esperanca  que  seria  tal  como 
convenia  al  remedio  de  la  tierra,  por  la 
mucha  expirieneia  que  tenia  é  lo  (pie  avia 


AL  Y  NATURAL 

visto  en  estas  partes.  É  con  su  llegada  del 
é  dessos  que  llevó  y  escaparon  de  la  mar, 
se  excusó  el  motín  que  aquel  Diego  Diaz 
de  Herrera  c  sus  consortes  tenían  acorda- 
do por  estonces'.  Pues  cómo  Diego  Albi- 
tez se  vido  en  tanta  nesgessidad,  como  es 
dicho ,  prometió  tener  novenas  en  aquella 
iglesia  de  aquella  villa  de  Truxillo ,  é  de 
camino  se  entró  en  ella ,  donde  le  resci- 
bieron  por  gobernador,  é  allí  so  quedó 
para  siempre .  como  Dios  quiso,  porque 
era  hombre  de  mas  de  sessenta  y  cin- 
co años  é  trabajado  é  pessado,  é  sub- 
cedióle  su  naufragio  estando  mal  dispues- 
to é  no  sano :  é  al  quinto  dia  que  entró  en 
la  iglesia ,  le  dió  una  fiebre  mortal  é  hin- 
chacon  de  cabeca  é  ojos  é  toda  la  cara,  é 
aumentósele  de  tal  suerte,  que  al  noveno 
dia  de  su  gobernación  murió.  Plega  á 
Dios  aver  piedad  de  su  ánima,  porque 
como  es  dicho  era  buena  persona  é  des- 
scaba  acertar  á  servir  á  Su  Magostad,  á  lo 
quél  decia  é  mostraba ;  mas  este  desseo 
de  mandar  le  higo  dexar  su  casa  é  ha-  • 
cienda  é  indios  que  tenia  en  Castilla  del 
Oro,  donde  avia  ganado  en  muchos  años 
lo  que  tenia  con  assaz  trabaxos,  para  lo 
perder  en  este  camino  suyo  é  jornada  úl- 
tima en  breves  horas. 

Aqueste  es  aquel  capitán  que  se  dixo 
en  el  capítulo  I,  que  con  Sebastian  de  Be- 
nalcáear  é  Johan  de  Espinosa  le  prendió 
Diego  López  de  Salgedo:  el  qual  Diego 
Albitez  al  septeno  dia  de  su  enfermedad, 
temiendo  la  muerte,  envió  á  llamar  al  con- 
tador Andrés  de  Cereceda,  é  dióle  poder 
para  gobernar  aquella  tierra  en  tanto  que 
Sus  Magostados  proveyessen  otra  cosa,  y 
el  de  palabra  le  encomendó  la  tierra  é  los 
cpie  con  él  allí  avian  ydo,  é  higo  luego  allí 
juntar  el  cabildo  é  que  lo  rwse.ibiessen  al 
cargo;  é  assi  si;  higo,  é  no  higo  testamen- 
•  to  ó  dió  poder  á  Ceregcda  para  que  lo  hi- 
giesse  por  él . 


DE  IMHAS.  LUI   XXXI.  CAP.  VI. 


■>  I  I 


CAPITULO  VI. 

Cómo  Andrés  de  Cereceda  quedú  por  gobernador  después  de  la  muerte  del  gobernador  Diego  Albilcz,  c  de 
algunas  cosas  que  suboedicron  después,  é  lo  quel  Cereceda  cscribiú  á  esla  AudienHa  Real,  que  reside  en 
esta  cibdad  de  Sánelo  l'umingo,  del  estado  de  aquella  (ierra  é  gobernación  di'  Honduras  hasta  el  año  de 
mili  i  quinientos  é  treynta  y  tres ,  mediado  el  mes  de  junio. 


*-ia  carta  de  Cereceda  decia  que  si  el  go- 
bernador Dícíío  Lopei  viviera  ma<  diez 
«lias ,  que  aquella  tierra  se  despoblara  por 
estar  nial  quisto,  é  «pie  assi  por  esto ,  6 
quererse  yr  todos,  ha  scydo  grand  cosa 
m (-.tenerse  Ni  tierra,  atribuyéndolo  á  -u 
buena  industria,  e  -er  mas  compadre  de 
todos  que  gobernador.  Y  esto  halda  él  á 
(-U  apetito,  6  como  hombro  que  le  sobre- 
dio bien  el  fin  de  aquellas  contenciones; 

pero  no  creo  (pie  en  tiempo  de  Diejo  Ló- 
pez se  le  desacataran  sus  milites.  Antes 
la  mayor  parle  de  aquellos  escándalos 
uaseieron  de  tenor  al  Cereceda  en  puro 
aquellos  lleneras  ó  errados  contendores; 
6  viéndose  ya  perdido  é  al  cabo  en  víspe- 
ra de  ser  muerto  o  presso.  de  manera  que 
parara  en  lo  qiir^aró  Vasco  de  Herrera 
por  la  (irania  de  Dieeo  Méndez,  saco  fuer- 
cas  de  flaqneca,  con  el  favor  de  Johao 
Roano  é  por  la  virtad  6  fidelidad  de  Ca- 
lpianes o  aquellos  pocos,  ([lie  de  desespe- 
rados ó  malhadados,  y  esperando  de  -ri  - 
lo peor  cada  dia,  se  juntaron  con  él  á 
prender  á  Dieiro  Méndez,  no  m  irándole  á 
Kcreccda,  como  otros,  el  poder  ó  aucto- 
ridád  qóe  con  derecho  tenia  para  gober- 
nar, en  tanto  que  Sus  Majestades  otra 
cosa  proveyessen.  Sin  diibda  él  sufrió  mu- 
cho ó  sirvió  bien,  é  Dios  le  ayudó  con  el 
buen  subcesso,  ú  sus  amigos  lo  hicieron 
como  leales;  pero  Diego  López  era  cava- 
lloro,  é  si  estaba  mal  quisto,  seria  por  lo 
que  lo  estuvo  también  en  Nicaragua:  que 
era  amigo  de  verdad  ó  de  hacer  bien  su 
ofQr  io,  y  esio  no  agrada  á  toda  manera 


de  gente.  Y  la  causa  del  trabaxo  que  los 
españoles  allí  pades^ian,  é  da  su  pobre- 
ra ,  se  podía  mejor  atribuyr  á  (pie  muchos 
indios,  de  ser  niallraclados  eran  muertos, 
é  otro--  ydos;  e  porque  en  aquella  tierra 
avia  fallado  el  oro  labrado  de  piceas;  é 
porque  haciendo  esclavos  los  indios  á  dies- 
tro é  mas  a  siniestro  los  avian  vendido  é 

sacado  de  la  tierra,  é  los  que  quedaban, 

huían  á  los  montes  e  se  (levaban  morir, 
por  salir  de  tan  grande  subjecion;  é  los 
chripstianos,  por  no  tenellos,  andaban 
por  yrse  de  la  tierra.  Y  lodo  esto  confes- 
saba  el  ine-mo  Cereceda  en  sus  letras:  é 
también  decia  que  era  ¡jrand  causa  do  su 
daño  no  a  ver  otro  pueblo  la  tierra  aden- 
tro, después  que  los  de  Nicaragua  echaron 
del  valle  (le  Vlancho  '  los  que  desde  Tru- 
xillo  tenian  allí  poblada  una  villa,  é  des- 
pues  los  indios  los  mataron  ó  hicieron  de- 
xar  la  (ierra,  é  los  indios  se  entraron  la 
tierra  adenlro,  ó  assi  los  vecinos  de  Tru- 
\illo  no  se  avian  podido  aprovechar  de- 
llos.  Que  la  tierra  nunca  fue  falla  de  mi- 
nas di;  oro:  antes  en  muchas  parles  do 
aquella  gobernación  so  han  descubierto 
muchas  é  buenas,  sin  se  aprovechar  do- 
lías, á  causa  de  las  revueltas  que  se  han 
dicho  en  los  capítulos  precedentes  ,  ó  de 
los  gobernadores  á  pares,  é  sus  disensio- 
nes é  diferencias  é  deslealtades  6  (iranias, 
é  aver  fallado  Diei;o  López  de  Salcedo. 
Tornemos  al  subcesso  del  segundo  poder 
de  Cereceda  que  Diego  AJbitez  le  dexó. 

Digo  que  fué  admitido  por  el  cabildo 
con  mucha  voluntad ,  y  él  lo  aceptó  con 


'    Anles  ha  escrito  Vylancho:  véase  la  píg.  i ! »M  ,  col.  I. 


-212 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


menos ,  porque  le  avia  hecho  Dios  merced 
de  navegar  tres  años  entre  tales  contien- 
das é  peligros ,  y  en  compañía  tan  sospe- 
chosa ,  porque  de  la  poca  vida  del  gober- 
nador Albitez  se  esperaban  mas  bullicios 
en  aquella  tierra,  é  mas  desasosiego  en 
los  chripstianos ,  á  causa  de  las  grandes 
nuevas  que  se  sonaban  do  las  otras  gober- 
naciones próximas ;  ése  sospechaba  que 
se  yrian  muchos  ó  los  mas  dessos  que 
avia  á  buscar  la  vida  donde  mas  riquec.as 
se  predicaban.  Y  para  evitar  lodo  esto, 
acordó  el  gobernador  Cereceda  de  hacer 
un  pueblo  la  tierra  mas  adentro,  donde 
<>vies.<e  minas  ó  indios  que  sirviessen,  é 
se  pudiesse  contractar  con  los  do  Nicara- 
gua 6  Guatimala,  para  aver  caballos  é 
od  as  cosas  que  desde  Panamá  se  llevan  á 
aquellas  gobernaciones  por  la  mar  del  Sur; 
é  para  este  efello,  envió  un  capitán  con 
sessenta  hombres  Ireynla  é  cinco  ó  qua- 
renta  leguas  de  Truxillo,  é  mandó  que 
diez  y  seys  leguas  de  allí  le  esperassen  á 
él  para  que  fuéssé  á  los  despachar,  por- 
que quedaba  á  hacer  mas  gente  ó  á  pro- 
veer de  armas  é  ballestas  é  otras  cosas. 

E  al  tiempo  que  se  quiso  partir  llegaron 
dos  españoles  con  cartas  del  capitán  Alon- 
so Dávila ,  contador  de  Su  Magostad  en  la 
gobernación  de  Yucatán,  que  venia  por 
la  costa  con  ciertos  españoles  en  deman- 
da dé  navios  para  se  yrá  su  gobernación; 
y  el  Cereceda  sospechó  (pie  podia  ser  gen- 
te amotinada  ó  que  yban  á  dar  algún  de- 
sasosiego en  la  tierra,  é  cessó  la  partida; 
y  envió  ¡i  sentir  qué  cosa  era  é  a  qué  ve- 
nían ,  y  envióles  algún  bastimento,  porque 
el  Alonso  Dávila  escribió  la  granel  nesecs- 
sidad  que  con  quarenta  hombres  Iraia  muy 
trabaxados  é  muy  desarmados.  E  supo 
dél  é  dellos  quel  adelantado  don  Francis- 
co de  Montejo.  su  gobernador,  le  avia  en- 
\iado  con  cinqiienla  hombres  la  tierra 
adentro  treynta  ó  quarenta  leguas  de  don- 
de él  estaba  á  poblar,  é  que  no  bailó  dis- 
pUMcion  liasla  sessenta  ó  sóplenla  leguas 


de  su  gobernación;  é  que  aviendo  assen- 
tado  en  buena  parto,  avisó  á  su  goberna- 
dor, é  que  los  indios  lo  avian  muerto  dos 
veces  los  mensageros,  la  una  dos  hom- 
bres, é  la  segunda  seys  chripstianos,  é  á 
la  mesma  sacón  se  le  aleó  la  tierra;  y  el 
Alonso  Dávila  avia  ydo  allá  con  la  mitad 
de  la  gente  é  caballos  más  que  tenia,  é  no 
pudo  passar  con  la  mucha  guerra  que  lo 
avian  dado;  é  que  creyendo  que  su  ade- 
lantado é  toda  su  gente  eran  muertos, 
pues  estaba  lodo  aleado,  se  avia  procu- 
rado salir  de  Ja  tierra  por  escapar  las  vi- 
das, é  que  mucha  parte  del  camino-avian 
venido  en  canoas,  creyendo  que  en  Tru- 
xillo  hallarían  dispusicion  para  ser  socor- 
ridos, para  yr  á  saber  la  verdad  de  su 
gobernador;  é  que  avia  dos  años  que  an- 
daban en  esto,  é  que' no  sabían  de  su  go- 
bernador, é  por  grand  ventura  venían  vi- 
vos, por  les  aver  fallado  los  hombres  que 
los  indios  les  avian  muerto,  éaver  perdi- 
do las  armas  é  quebrádoseles  muchas  do- 
lías ,  é  faltarles  el  comer  y  el  vestir  y  el 
calcado,  é  con  muy  poca  salud  muchos 
dessos,  que  yban  sin  médico  ni  cirujano  ni 
medecinas.  Assi  que,  ydos  allí ,  avia  mal 
recabdo  de  refrigerio  ó  socorro  de  navios, 
porque  avia  tres  años  que  no  sabían  en 
Truxillo  de  Castilla  ni  dcstas  islas. 

El  Cereceda  aposentó  en  su  casa  al  Alon- 
so Dávila  é  otros,  é  los  demás  en  casas  de 
otros  vecinos,  y  él  se  partió  á  despachar 
al  capitán  é  los  que  yban  á  hacer  el  nue- 
vo pueblo  que  enviaba  á  poblar.  Y  estan- 
do allá,  fué  avisado  que  eran  llegados  dos 
navios  pequeños  de  la  isla  de  Cuba ,  é  que 
le  convenia  venirse  luego  para  despachar 
á  Alonso  Dávila  ,  porque  ya  Diego  Diaz  de 
Herrera  Iniciaba  con  él  é  oíros  de  so  yr 
de  la  tierra  con  ellos  á  su  gobernación  ó 
;í  olías  parles;  é  por  esta  nesoessidad  de- 
\ó  el  campo  e  al  capitán  é  genio  flue  en- 
viaba, é  volvió  á  la  villa  para  (lodachar 
á  Alonso  Dásila.  Y  estando  el  Alonso  l)á- 
\ila  de  partida,  llegáronle  cartas  al  go- 


DE  INDIAS;  Lili   XXXI.  CAP.  VI. 


bernador  Cereceda  del  capitán  que  en- 
riaba í'i  la  nueva  población',  como  entre 
los  que  allí  tenia  de  la  compañía  del  go- 
bernador Diego  Alhilez  estaba  ordenado 
un  mfilin,  ¿llevarle  solo  ¿  yrsc,  ¿  que  te- 
nia pressoa  algunos  dellos,  de  quien  pen- 

agba  hacer  justicia;  por  tanto  que  fuñase 

luego  allá  á  poner  recabdo  en  ello,  ó  le 
i-scriliiesse  lo  (pie  hiciesse.  Kl  gobernador 
Cereceda  le  escribió  que  hiiiesse  justicia 
de  dos  o  de  tres  dellos  .  los  mas  culpados; 

é  quandó  el  mehsagero  llegó,  la  noche  an- 
tes >e  avian  sollado  los  pressos  que  pen- 
sada (pie  mas  dinos  eran  de  castigo;  é 
viendo  que  aquellos  se  avian  ydo,  soltó 
los  demás,  dándoles  á  entender  que  á 
ellos  no  les  avia  prendido,  sino  para  (pie 
guardassen  á  los  culpados  que  huyeron. 

Kl  Cereceda  despacho  al  capitán  Alon- 
so I)á\  ila  .  ('■  á  lo~  (pie  de  su  compañía  qui- 
sieron yr  con  el ,  en  uno  de  los  dos  navios 
de  Cuba  ,  é  fuesse  á  su  gobernador,  y  ¿I 
tornóse  á  despachar  el  capitán  y  entender 
en  el  molin  conforme  al  tiempo;  ¿  des- 
pués que  le  ovo  despachado,  volvióse  á 
Truxillo,  é  trúxose  consigo  algunos  de  los 
culpados  del  motín"  ¿  loa  huydos  se  que- 
daron por  los  montes,  donde  perdidos  no 
les  i. ilt.it  ;.i  su  castigo. 

En  aquella  sacón  sobrevino  grand  pes- 
tilencia en  los  indios,  de  sarampión  ¿ 
otras  enfermedades ,  c  murieron  mas  de 
la  mitad  dellos,  assi  de  los  que  servían  á 
los  chripstianos  on  sus  haciendas,  como 
(lelas  naborías  de  casa ;  ¿  viendo  esto, 
tornaban  á  platicar  algunos  en  dexar  la 
tierra.  A  causa  de  lo  ipial  el  gobernador 
Cereceda  y  él  cabildo  ¿  regimiento  ¿  of- 
Gciales  de  Sus  .Magostados,  6  otros  veci- 
nos, porqué  la  tierra  de  Honduras  6  Na- 
co es  tierra  rica  de  minas  de  oro,  y  en  lo 
del  puerto  de  Caballos,  donde  mataron  á 
Chripstóbal  de  Olit,  hay  tierra  para  po- 
blar é  cantidad  de  indios,  parescióles  que 
quedando  en  Truxillo  la  gente  que  bastas- 
se,  era  bien  que  Cereceda  fuesse  á  po- 


blar &  Naco  con  los  demás  é  que  que- 
dassen  en  Truxillo  cinqiienta  hombres, 
e  cpie  fuessen  ciento  ¿  ochenta  con  Cere- 
ceda á  Naco,  ¿  a  los  que  quedassen  en 
Truxillo  quedassen  todos  los  indios  de  re- 
partimiento, que  á  la  sacón  servían  para 
coger  oro  en  unas  buenas  minas  que  hay 
trece  leguas  de  aquella  villa  la  costa  arri- 
ba .  á  tres  leguas  de  la  mar.  Porque  el 
Cereceda  no  dexaria  la  tierra,  como  lo 
hico  el  capitán  Johañ  Farfan  de  Gaona  ¿ 
la  gente  (pie  con  él  envió  una  vez  el  Ce- 
receda á  poblar  aquello,  aunque  se  ha- 
llaba mucho  estorbo  para  su  camino  pol- 
la falta  de  hen  age  ¿  otras  cosas  que  eran 
nescessarias  para  hacer  luego  un  reparo, 
donde  se  recogiessen  al  principio  ó  so 
guardassela  ropa,  en  tanto  ¡pie  otros  yban 
á  pacificar  é  castigar  las  muertes  de  los 
chripstianos  que  allí  avian  muerto,  quando 
mataron  septenla  chripstianos  que  yban 
con  Cil  Dávila,  sobrino  de  Gil  Goncalez 
|)á\  ila  ,  que  yba  en  busca  de  su  lio  ¿  otros 
que  llernand  Cortés  dexó  poblados  en  el 
puerto  de  Caballos. 

Mas  porque  en  otras  partes  deslas  his- 
torias se  han  apuntado  las  nescessidades 
que  los  hombres  en  estas  tierras  pades- 
cen  .  no  está  malo  de  entender  las  que  en 
tres  años  aquestos  desta  gobernación  to- 
vieron,  allende  de  las  discordias  é  moti- 
nes ya  dichos ;  6  como  suelen  decir  que 
con  pan  son  buenos  lodos  los  duelos,  allí 
los  tenían  SÍO  harina,  ni  vino,  ni  aceyle, 
ni  vinagre,  ni  cosa  de  comer  de  las  de 
España,  sin  herrage  los  caballos,  é  los 
chripstianos  sin  vestido  ni  calcado  ni  Hen- 
eo ni  cosa  de  las  nescessarias.  Un  pliego 
de  papel  valia  un  castellano  de  oro,  ¿ 
una  aguja  otro  tanto;  sin  médico  ni  ciru- 
jano ó  sin  medocinas,  pero  no  sin  muchas 
enfermedades ,  hasta  la  fecha  de  la  carta 
do  Cereceda ,  escrita  &  esta  Real  Audien- 
cia, en  que. da  noticia  de  lo  ques  dicho, 
que  fué  á  los  catorce  de  junio  de  mili  é 
quinientos  é  treynta  y  tres. 


214 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


En  la  villa  de  Truxillo  del  Pinar,  puer- 
to 6 cabo  de  Honduras,  con  todas  las  tem- 
pestades é  diferencias  de  los  pobladores 
é  falta  de  indios,  é  con  quantas  nesces- 
sídades  ocurrieron ,  se  sacaron  tres  mili  é 
quinientos  é  trcynla  y  dos  pessos  é  quatro 
tomines  ó  seys  granos  de  oro  de  minas, 
(pie  después'  de  fundidos  quedaron  en  tres 
mili  é  trescientos  é  ginqüenla  y  un  pessos 


6  un  tomin  é  ocho  granos  de  oro;  pero 
andando  las  minas  en  este  buen  principio, 
cessaron  por  los  escándalos  que  la  historia 
ha  dicho,  é  por  el  sarampión  é  falla  de 
los  indios.  Y  tiénese  por  cierto  ques  una 
de  las  provincias  mas  ricas  de  minas,  que 
hay  en  todo  lo  que  está  descubierto  on 
las  Indias  destas  partes. 


CAPITULO  VII. 


Cómo  el  gobernador  Andrés  de  Qereceda  fué  á  poblar  el  valle  de  Naco  ,  é  cómo  estando  la  tierra  perdida 
enviaron  á  pedir  socorro  al  adelantado  don  Pedro  de  Alvarado,  gobernador  de  Ggalimala,  é  fué  en  perso- 
na á  pacificar  la  tierra  é  pobló  la  villa  de  Sanct  Pedro,  é  después  fué  á  España,  é  cómo  Sus  Majestades 
mandaron  juntar  esta  gobernación  de  Honduras  con  la  de  Yucatán  ,  que  estaba  á  cargo  del  adelantado  don 

Francisco  Montejo  ,  é  otras  cosas. 


estando  el  gobernador  Cereceda  en  la 
determinación  ya  dicha ,  é  por  la  poca 
constancia  de  los  pobladores  y  excusar  sus 
alteraciones,  viendo  que  todo  se  yba  á 
perder,  se  acordó  que  fuessen  el  thessore- 
ro  Diego  García  de  Cclis  é  Johan  Ruano  á 
buscar  el  remedio  mas  cercano  que  á  la 
tierra  se  le  pudiesse  dar,  ó  ninguno  tenia 
tal  ai  tan  á  propóssito  como  el  de  Guati- 
mala.  É  assi  fueron  los  ques  dicho  el  año 
de  mili  é  quinientos  é  treynta  y  tres  con 
hasta  veynte  hombres,  desde  el  valle  de 
Naco  hasta  la  cibdad  de  Guatimala, 
abriendo  é  rompiendo  el  camino  con  mu- 
cha  industria  é  trabaxo,  6  suplicaron  al 
adelantado  don  Pedro  de  Alvarado,  que 
por  servir  á  Dios  é  á  Sus  Magostados, 
quisiesse  socorrer  á  les  pobladores  ehrips- 
tianos,  que  estaban  en  Honduras,  en  paci- 
ficar la  tierra,  ó  dar  orden  cómo  no  se 
acabasen  de  perder  los  españoles  que  allí 

estaban,  despoblándose  una  provincia  tan 
rica  de  minas  de  oro  é  otros  metales.  El 
qual  fué  con  gente  de  guerra  é  con  mu- 
chos indios  mansos  equadrillas  de  mineros 
diestros,  é  com ¡ n i ~i < »  pacificó  la  tierra, 
é  repartió  los  indio-;.  <'•  lo  dexó  todo  muy 
llano  y  en  paz.  y  exetritando  las  minas 


ricas  con  las  quadrillas  é  su  gente,  é  con 
parte  de  la  gente  de  los  viejos  ó  primeros 
pobladores,  sacando  oro  en  mucha  can- 
tidad. 

En  tanto  que  aquesto  se  hacia  por  el 
adelantado  don  Pedro  de  Alvarado,  se  dió 
aquella  gobernación  de  Honduras  al  ade- 
lantado don  Francisco  de  Montejo,  ó  la 
mandaron  Sus  Magostados  juntar  con  la 
de  Yucatán ,  quél  se  tenia  primero  en  ad- 
ministración. Esta  provisión  se  dió  el  año 
de  mili  ó  quinientos  6  treynta  y  cinco,  ó 
se  la  llevó  un  hermano  suyo  al  dicho  Mon- 
tejo el  año  siguiente  de  mili  é  quinientos 
6  treynta  y  seys,  y  se  sacó  mucho  en 
aquel  valle  de  Naco,  quel  gobernador  An- 
drés de  Cereceda  é  los  pobladores  viejos 
avian  pacificado,  y  en  otras  parles  de 
aquella  gobernación ,  donde  también  se 
creo  que  hay  ricas  minas  de  plata.  E  sc- 
gund  el  mesmo  Cereceda  escribió,  des- 
pués de  aver  poblado,  ¿'descubierto  ricas 
minas  de  oro  é  topado  con  los  indicios  de 
las  de  la  plata,  le  sostuvo  Dios  con  muchas 
contradiciones  y  estorbos  y  peligros,  hasta 
que  en  la  mayor  nescessidad  que  estaba 
la  tierra  y  él  puesto  cu  estrecho  de  per- 
der |¡i  vida  .  en  el  mesmo  lugar  donde  fué 


DE  INDIAS.  LIB. 

mucrlo  á  puñaladas  Chripstóbal  do  Olil, 
le  envió  Dios  el  socorro  con  la  yda  del 
adelantado  don  Pedro  de  Alvarado,  al 
qnal  el  dicho  Cereceda  avia  enviado  á  pe- 
dir socorro  é  ayuda  con  los  dichos  thes- 
sorero  Diego  Garcia  de  Celis  é  Johan  Rua- 
no. >¡n  la  qiial  lodn  se  perdiera.  £  con 
ella  se  pacificó  todo ,  como  dicho  es ,  é  se 
poblóla  tierra  é  se  sostuvo,  á  cansa  del 
adelantado  don  Pedro  de  Alvarado,  ó  so 
tundí)  la  villa  de  Sanct  Pedro,  cerca  del 
puerto  de  Caballos:  el  (pial  adelantado  SC 

fué  después  á  España,  donde  assi  por  lo 
que  en  esto  sirvió  en  la  restauración  de 

Hondura- .  como  por  olios  servicios  ó  mé- 
ritos. Sus  Majestades  le  hicieron  merce- 
des. Y  él  se  despachó  para  volver  á  su 

gobernación  de  Guatimala,  con  su  muger 
segunda,  doña  Beatriz  de  la  Cueva; é  pas- 
-o  por  esta  cilulad  de  Sánelo  DomjpgO  dd 
la  Isla  Española  .  el  año  di'  mili  é  quinien- 
tos  é  trcynta  y  nueve  años,-  muy  bien 
acompañado,  con  tres  naos  de  armada, 
muy  hion  en  orden,  é  con  hasta  qualro- 
cienlos  homlires.  E  después  (pie  aipii  se 
rehice  de  algún  refresco  é  cosas  que  le 
convinieron,  se  partió  á  los  doce  (lias  de 
marco  de  aquel  año;  y  en  diez  ó  siete 
dias  que  aquí  estuvo,  yo  le  comuniqué  é 
supe  del  (pie  tenia  hechos  siete  ú  ocho  na- 
vios en  su  gobernación ,  en  la  costa  ó  mar 
del  Sur,  para  yr  á  la  China  é  por  aque- 
llas parles  hacia  la  Especiería  é  islas  de 
los  Malucos. 

Algunos  meses  antes,  en  el  año  de  mili 
é  quinientos  é  treynta  y  ocho,  avian  pas- 
sado  assimesmo  por  esta  cihdad  el  nuevo 
electo  del  obispado  de  Honduras,  el  licen- 
ciado Pedraca,  clérigo,  muy  reverenda 
persona,  ó  assimesmo  el  thessorero  Die- 
go Garcia  de  Célis,  que  avia  ido  á  Casi  illa 
con  el  adelantado  don  Pedro  de  Alvara- 
do; ó  los  comuniqué  mucho,  y  el  uno  y 


XXXI.  CAP.  Vil.  245 

el  otro  me  han  escripto  después  que  lle- 
garon á  aquella  gobernación  de  Hondu- 
ras, y  entre  otras  cosas  Diego  Garcia, 
el  thessorero ,  dice  en  su  carta  quel  ade- 
lantado don  Francisco  de  Monlejo,  gober- 
nador de  aquella  provincia  de  Honduras 
é  la  do  Yucatán,  osla  en  aquella  (ierra  en 
la  conquista  é  nueva  población  de  Comoa- 

xagoa,  que  está  enmedio  del  camino  que 
hay  desta  mar  del  Norte  á  la  del  Sur,  á 
veynte  y  cinco  leguas  de  la  una  é  de  la 
otra ;  é  que  en  la  demora  pussnda  se 
avian  rundido  sessenla  mili  pessos  de  oro 
muy  bueno  ó  rico,  que  se  avia  sacado  con 
las  quadrillas,  que  allí  fueron  de  Guatima- 
la: y  porque  estonces  estaba  el  oro  á  pa- 
gar el  quinto  á  Su  Magostad,  se  cree  que 
se  hurtó  mucho  oro  en  polvo  (ó  como  se 
halla)  en  mas  cantidad  de  otros  (piáronla 
mili  pessos.  Y  porque  no  todos,  fuera  do 
Indias,  saben  qué  cosa  os  demora  ,  digo 
que  acá  se  usa  decir  demora  aquel  espa- 
cio que  ha\  do  una  fundición  á  otra,  qui- 
en algunas  partes  os  do  seys  á  seys  meses 
y  en  otras  una  vez  al  año.  Andando  muy 
buenas  las  minas,  se  ofroscieron  ciertos 
debates  o  pidiéronse  limites,  para  que  no 
passasson  ni  cogiessen  oro  fuera  do  cier- 
tos rios;  é  luego  que  esta  tasa  so  luco,  se 
volvieron  aquellas  quadridas  á  Guatimala, 
6  geSSO  aquel  e\ercicio:  é  110  lo  pudieron 
sacar  sino  seys  ó  siete  vecinos,  y  essos 
sacaban  a  siete  reales  por  balea  ó  mas,  é 
otros  á  qualro  é  á  cinco,  é  sin  duhda  se 
cree  que  para  muchos  siglos  avrá  en  aque- 
lla liona  minas  ricas,  sin  que  SC  acaben 
ni  se  agoten,  é  se  sacará  mucho  oro,  si 
hay  genie  diestra!  Esto  se  ha  sabido  de 
aquella  lion  a  por  cartas  fechas  en  la  villa 
de  Sanct  Pedro  de  Puerto  de  Caballos  á 
cinco  de  otubre  de  mili  ó  quinientos  é 
treynta  y  ocho  años. 


216  HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 

CAPITULO  VIH. 

De  la  fertilidad  de  la  tierra  é  provincia  de  Honduras  é  de  aquella  gobernación  ,  é  de  algunas  particularida- 
des della  c  de  los  indios  naturales  de  allí. 


En  osla  provingia  de  Honduras  hay  to- 
dos aquellos  animales  é  aves  é  pescados 
é  mantenimientos  é  fructas  ó  cosas,  que 
hay  en  la  provincia  de  Cueva  ó  goberna- 
ción de  Castilla  del  Oro,  porque -como  to- 
do es  Tierra-Firme ,  lo  que  hay  en  una 
parte  destas  cosas,  tales  se  halla  y  es  co- 
mún en  las  otras  generalmente.  Y  en  po- 
cas cosas  difieren  sus  alimentos,  é  la  gen- 
te es  de  la  mesma  manera ,  é  son  assi- 
mesmo  ydólatras,  puesto  que  sus  ritos  é 
cerimonias  son  diferentes ,  y  en  la  lengua 
muy  apartados  unos  de  otros.  Son  hom- 
bres de  poca  constancia ,  é  amigos  de  no- 
vedades, é  prontíssimos  á  mentir,  é  obe- 
dientíssimos  á  sus  caciques  é  mayores. 
Ninguna  cosa  les  agrada  tanto  como  la 
ociosidad  é  la  luxuria:  tienen  sendas  mu- 
geres  comunmente  ó  por  la  mayor  parle 
cada  uno ,  c  los  principales  quantas  quie- 
ren ó  pueden  dardo  comer;  ó  fácilmente 
las  déxan  por  pequeña  causa  (é  aun  sin 
ella),  sino  porque  se  le  antoje  al  marido 
dexa  la  muger .  é  si  ella  quiere  dekar  á 
el,  nunca  él  se  congoxa  mucho  ni  pena  por 
esso,  en  especial  si  no  tienen  hijos;  porque 
quandoloshay,  no  hacen  essas  mudanoas. 
Antes  la  falta  de  generación  paresce  que 
los  convida  á  sus  divorcios,  creyendo  la 
mugCr  quel  defetto  está  en  el  marido,  y 
él  piensa  (pie  ella  es  la  impotente ,  é  para 
esto  ellos  quieren  probar  oíros  vasos  ó 
ellas  otros  maridos,  é  salir  de  su  dubda. 
En  aquella  tierra  hay  unos  árboles  rpie 


en  ninguna  otra  destas  Indias  (excepto  en 
la  Nueva  España)  no  se  han  hallado  por 
nuestros  españoles  hasta  el  pressente tiem- 
po; de  los  quales  mas  largamente  y  en 
particular  se  tracta  en  el  lib.  X,  cap.  XV, 
en  la  primera  parte  destas  historias.  Los 
quales  llevan  aquella  materia  que  acá  en 
estas  partes  los  chripstianos  llaman  liqui- 
dámbar,  el  qual  licor  es  buena  cosa,  en 
especial  para  sahumerios  é  para  el  mal  de 
la  madre  puesto  en  el  ombligo  de  la  mu- 
ger: y  es  muy  gentil  olor,  é  paresce  un  ar- 
rope muy  espesso  é  viscoso,  que  se  pega 
mucho  é  de  color  quassi  negro.  Y  porque 
deste  ámbar  líquido  (ó  lo  quello  es)  otros 
tienen  mas  expíriencia  (puesto  que  yo  lo 
he  visto  c  tenido  harto  dello),  yo  me  re- 
mito á  aquellos  médicos  é  pobladores  de 
la  Nueva  España,  donde  hay  mucha  can- 
tidad dello.  é  se  lleva  á  Castilla  por  mer- 
cadería para  diverssos  cl'ettos. 

Passemos  á  hablar  en  la  provincia  é 
gobernación  de  Yucatán,  de  la  qual  yo 
pensaba  hacer  un  libro  por  sí  é  distinto; 
pero  pues  ya  estas  dos  provincias  andan 
debaxo  de  la  administración  de  un  gober- 
nador, para  que  mejor  se  sustenten  la  una 
6  la  otra  é  mejor  se  haga  en  ellas  el  ser- 
vicio de  Dios  é  del  Céssar  é  mas  útiles 
Bean  á  los  pobladores  que  en  ellas  viven, 
no  es  inconvinienle  que  assi  juntamente 
en  este  libro  XXXII'  yo  tráete  é  haga  re- 
lación dellas. 


Asi  se  lee  en  el  MS.;  pero  es  equivocación  de  pluma. 


DE  INDIAS.  L1U.  XXXI.  CAP.  IX. 


2i" 


CAPITULO  IX. 

Cómo  las  provincias  de  Yucatán  é  de  Honduras  se  juntaron  por  mandado  de  Ctfssar  é  de  su  Real  Consejo 
de  Indias,  é  se  dio  cargo  dellas  al  adelantado  don  Francisco  de  Monlejo  ,  que  primero  era  gobernador  de 

Yucatán. 


V rancaca  de  Hontejo  fué  ano  de  aque- 
llo-. iníliti'S(|iii'  | i¡i-.~;ii< >n  ;'t  estas  partes  ron 

ol  gobernador  Pedrariaa  Divila,  año  de 
mili  c  quinientos  y  catorce,  é  aquel  mes- 
mo  año,  quando  los  trabaxos  6  muertes 
que  ovo  en  él  Darien,  faésse  de  la  Tierra- 
Kiruin,  como  lo  hicieron  otros  muchos  es- 
pantadds  de  aquella  provincia,  viendo 
morir  á  tantos,  é  paseóse  á  la  Na  <le  Cu- 
ba, donde  militó  debaxo  de  la  goberna- 
ción del  teniente  Diego  Velazquez.  K  por 
su  mandado  fue  desde  allí  e  se  hallo  en 
el  segundo  desculirimienlo  de  Vnealan  é 
de  parle  de  la  Nueva  Kspaña ,  en  la 
compañía  é  debaxp  del  capitán  Johan  de 
(jrijalva:  é  después  volvió  ¡i  aqnella  lier- 

ra  con  el  capitán  Hernando  (lories .  donde 
sirvió  muy  liien  e  fué  uno  de  los  ipie  en 
-  aquella  tierra  medraron  é  fueron  aprove- 
chado». Después  fue  á  Kspaña  en  corapa- 
ñia  de  Otro  hidalgo,  llamado  Alonso  Ker- 
nandez  Portocarrcro,  é  ambos  por  em- 
ImXadores  de  Hernando  Corles,  é  lleva- 
ron un  rico  pressente  á  (jéssar  de  oro  6 
piala  ('•  muilias  cosas  nuevas,  como  se 
dixo  en  el  liliro  XVII,  capitulo  XVIII.  E 
con  lo  (pie  esle  avia  ganado  en  la  Nueva 
España  se  heredó  en  la  cilidad  de  Sala- 
manca é  su  comarca,  donde  es  natural; 
pero  assenló  poco  tiempo  en  ello,  porque 
sus  desseos  eran  inclinados  á  mayor  cosa 
que  á  contentarse  con  lo  que  avia  adqui- 
rido en  las  Indias,  é  determinó  de  vol- 
verse á  ellas ,  é  vendió  lo  que  avia  com- 
prado, que  era  tanto  que  bastara  á  dar  de 
comer  á  un  ca vallero.  É  con  la  voluntad 
de  Céssar  higo  caerla  armada,  aviéndole 
dado  Su  Magostad  titulo  de  adelantado  de 

Yucatán ,  é  hícole  su  gobernador  é  capi- 
TOMO  III. 


tan  de  aquella  provincia  de  Yucatán  é  sus 
islas  é anexos,  de  la  quál  tierra  basta  el 

pressente  se  lia  fecho  no  tanto  caso  cuino 
de  otras  destas  parles.  É  allí  ydo  con  la 
gente  que  llevo,  no  han  fallado  nescessi- 
dades  ni  trabaxos,  como  en  Honduras  e 
olías  gobernaciones,  puesto  que  nodo 
aquella  calidad  de  motines  y  escándalos 
ni  alteraciones  de  los  pobladores;  antes 
ha  bien  goh  ruado  é  serv  ido.  C  por  tanto 
para  el  remedio  de  las  diferencias  é  con- 
tenciones de  Honduras,  de  lo  qual  se  ha 
traclado  en  los  capítulos  precedenles.  fin- 
escogido  esle  gobernador,  assi  por  su  ex- 
piriencia  é  buen  concepto  de  su  persona, 
como  porque  estaba  en  vecindad  ó  mas 
cerca  de  la  provincia,  puesto  (pie  (piando 
llegaron  las  provisiones,  que  fué,  co- 
mo tengo  dicho,  el  año  de  ani II  é  quinien- 
tos 6  trcynia  y  seys,  ya  el  adelantado 
don  Pedro  de  Alvarado  avia  pacilicado  é 
quitado  las  marañase  contiendas  de  Hon- 
duras, (;avia  dado  orden  de  labrar  é  con- 
tinuar las  ricas  minas  de  aquella  fierra, 
como  en  otra  parle  la  historia  lo  ha  dicho. 

Por  manera  (piel  adelantado  don  Fran- 
cisco de  Montejo  residió  en  aquella  tierra 
de  Honduras,  é  como  provincia  masprove- 
chosa  que  Yucatán,  se  passó  a  ella;  pero 
en  lo  (pie  loca  al  descubrimiento  de  Yuca- 
tan,  é  qué  tierra  es,  y  en  qué  paralelo  é 
clima  está  .  conviene  al  letor  que  se  acuer- 
de de  lo  que  se  dixo  en  el  libro  XVII,  ca- 
pítulo  III,  y  en  el  VIII  é  dende  en  ade- 
lante en  la  primera  parte  destas  historias, 
porque  allí  queda  relatado  particular- 
mente el  descubrimiento  de  Grijalva  con 
el  pilólo  Antón  Alaminos,  la  qual  tierra 

este  mesmo  piloto  avia  hallado  antes  en 
28 


f 


218 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


compañía  del  capitán  Francisco  Hernán- 
dez de  Córdova,  é  oíros  armadores  con  li- 
cencia é  auctoridád  del  teniente  Diego 
Velazquez,  gobernador  de  Cuba.  Al  qual 
el  descubrimiento  de  Yucatán  y  el  de  la 
Nueva  España  principalmente  se  debe 
atribuyr,  puesto  que  acaso  fué  hallada 
aquella  tierra ,  ó  los  chripstianos  que  la 
vieron  primero  fué  contra  su  voluntad,  c 
arribaron  a  ella  forjados  de  los  tiempos, 
pues  que  su  intento  era  yr  á  buscar  in- 
dios é  otra  tierra,  que  ya  se  sabia  á  la 
lianda  del  Norte,  é  para  este  efelto  salie- 
ron de  Cuba ;  é  la  fortuna  los  llevó  á  Yu- 
catán ,  é  de  aquel  primero  viage  pensa- 
ron que  era  isla,  é  por  tal  la  tuvieron  es- 


tonces ,  é  allí  les  mataron  ciertos  chrips- 
tianos. 

Todo  esto  queda  dicho  muy  particular- 
mente é  cómo  passó  en  el  lugar  alegado, 
é  por  csso  no  hay  nescessidad  que  aquí 
se  torne  á  repetir,  sino  continuar  de  aquí 
adelante  lo  que  se  supiere  é  fuere  notable 
de  Yucatán  é  Honduras,  demás  de  lo  que 
está  dicho,  pues  que  ambas  las  pusieron 
debaxo  de  un  gobernador  é  administra- 
ción del  adelantado  Montejo,  de  donde  de 
dia  en  día"  esperando  ciertos  navios  que 
desta  cibdad  de  Sancto  Domingo  de  la  Is- 
la Española  fueron,  se  supo  después  lo 
que  la  historia  dirá. 


CAPITULO  X. 


En  el  'jnal  se  Irada  de  cierto  (meco  é  conveniencia  enlre  los  adelantados  don  Pedro  de  Alvarado  é  don 
Francisco  de  Montejo  ,  por  donde  esta  gobernación  de  Higueras  é  Honduras  se  tornó  á  dividir  é  se  aparto 
de  la  de  Yucatán  ,  c  se  juntó  con  la  de  Gualimala. 


a  A  año  de  mili  é  quinientos  é  treinta  y 
nueve  passó  por  esta  cibdad  de  Sancto 
Domingo  de  la  Isla  Española  el  adelanta- 
do don  Pedro  de  Alvarado  con  tres  na- 
vios é  muy  buena  gente  que  venia  de  Es- 
paña; é  fuesse  derecho  á  Honduras,  por- 
que desde  allí  fuesse  por  tierra  con  su  mu- 
ger  doña  Beatriz  de  la  Cueva  que  consigo 
llevaba  é  con  su  casa  ó  Guatimala.  Y  co- 
mo se  dixo  en  el  capítulo  VII,  avia  ya 
•-ludo  en  aquella  tierra,  quando  la  fue  á 
socorrer  é  sostener  ú  ruego  de  los  espa- 
ñoles,  que  allí  estaban  sin  gobernador, 
por  la  muerto  del  gobernador  Diego  Albi- 
tez;  y  en  aquello  avia  gastado  mucho  é 
dexado  en  la  tierra  ganado  é  otras  ha- 
ciendas, é  la  avia  restaurado  con  su  bue- 
na industria  é  descubierto  minas  ricas  de 
oro.  Y  en  tanto  (piel  adelantado  después 
fué  á  España,  metióse  en  todo  el  gobórna- 
dorde  Yucatán  (I  >n  Francisco  de  Montejo, 
porque  Su  Magostad  avia  dádole  la  go- 
bernación de  Honduras,  é  mandó  que  se 


juntasse  con  Yucatán,  é  que  la  una  é  la 
otra  gobernasse  el  dicho  Montejo. 

Sobre  estas  cosas  ovo  algunas  conten- 
ciones entre  ambos  adelantados;  y  en  efet- 
to  de  voluntad  de  los  dos  se  concertaron 
en  quel  Francisco  de  Montejo  dexó  á  Alva- 
rado dicha  gobernación  de  Honduras,  pitra 
que  se  juntasse  con  la  de  Gualimala,  con 
lanío  quel  Alvarado  le  diesse  é  dexasse  el 
pueblo  de  Suchimilco  en  la  Nueva  España, 
con  sus  anexos  é  tierra,  é  mas  la  villa  de 
Cibdad-Real de  Ghiapa,  ques  déla  gober- 
nación de  Gualimala  ,  para  que  se  juntas- 
se con  Guatimala,  ques  cerca  de  Yucatán, 
e  mas  de  dos  mili  pessos  de  oro  de  minas. 
I']  assi  se  fué  el  adelantado  Montejo  á  Ghia- 
pa  é  Yucatán,  y  el  adelantado  Alvarado 
quedó  en  la  gobernación  de  Honduras,  é 
la  juntó  á  la  de  Guatimala,  y  enviaron  á 
suplicar  á  Su  Magostad  que  lo  admitiesse 
é  fuesse  servido  desto,  como  mas  larga- 
mente será  (licito  en  el  libro  XL  de  la  ter- 
cera parle,  donde  se  (rada  do  la  gober- 


DE  INDIAS.  I.IIJ.  XXVI.  CAP.  X. 


219 


nación  do  Guatiruala,  en  el  capítulo  I  del 
libro. 

A-si  que,  quanlo  a  esto  no  hay  nías  que 
decir,  sino  di;  aqui  adelante  proseguir  la 

historia  eo  lo  que  tocare  á  la  gobernación 


de  Honduras,  cuyo  propriumenle aquesto 
libro  es,  atento  á  lo  quel  tiempo  nos  avi- 
sare é  diere  noticia  de  las  cosas  de  aque- 
lla provincia  é  gobernación. 


CAPULLO  XI. 


I'c  otras  cosas  ¿  particularidades  de  la  gobernación  de  II. induras,  é  de  las  minas  ricas  de  oro  ¿pialo,  ipje  ,-,¡ 

uipjcllu  tierra  hay. 


Jim  el  año  passado  de  mili  ó  quinientos 
y  quarenta  ,  en  el  mes  de  no\  iouihro  ,  lle- 
garon á  esta  cibdad  cinco  o  ~e\ -  hombres 

que  meresejeroo  crédito  en  lo  que  aqui  se 

dirá,  y  entrellos  un  clérigo  sacerdote  é 
buena  persona,  que  se  hallo  pressente  a 
todo  lo  mas  (pie  de  aquella  tierra  aqui  so 
ha  dicho,  desde  el  tiempo  del  capitán 
Cfaripstóbal  de  Olil  :  el  (pial  reverendo  pa- 
dre 68  hombre  sin  pas-imi  e  muy  conos- 
cido  en  estas  partes  y  en  esta  cibdad.  Y 
dife  el.  é  los  demás  en  conformidad,  (pie 
tienen  por  muy  rica  tierra  aquella  é  de 
mucho  oro  é  plata ,  y  encarescenla  é  Inan- 
ia tanto  (pie  no  se  debe  dtibdar,  porque 
del  uno  ó  del  otro  metal  han  traydo  su 
parle,  aunque  no  lanía  como  quisieran, 

no  por  falla  ni  dispusieron  de  las  minas, 

sino  por  culpa  de  los  (pie  han  gobernado 
la  tierra  é  de  las  alteraciones  é  diferen- 
cias ya  (lidias  en  los  capítulos  preceden- 
tes, 6  por  fallar  gente  é  por  no  aver  re- 
posado el  adelantado  Alvarado  allí.  Por- 
que desdo  á  pocos  dias  que  fué  con  SU 
muger,  se  passo  á  (iuatimala,  después  de 
los  conciertos  de  entre  él  y  el  adelantado 
Montejo,  é  dió  priessa  á  su  armada  é  se 
partió  con  ella  por  el  mar  del  Sur;  6  sc- 
gund  estos  dicen,  él  estaba  en  tan  rica 
tierra,  que  tenia  poca  nescessídad  de  yr  á 
buscar  otra  mas  rica ,  ni  creen  quel  la  ha- 
llaría tan  abundante  de  oro  é  do  plata  ;  ó 
assi  lo  testifican  ambos  metales  en  lo  que 
aqui  han  traydo  estos  compañeros  y  este 
clérigo.  Y  afirman  que  si  gente  allí  hay  en 


cantidad,  6  que  si  Alvarado  sosegara  con 
la  (pie  llevó  y  en  la  tierra  estaba,  que 
ninguna  parle  de  las  Indias  hay  donde  tan- 
to oro  6  plata  se  sacasse,  assi  en  la  pro- 
vincia de  (Jala  como  en  las  minas  de  Ta- 
yaco.  Pero  yo  no  le  doy  tanta  culpa  al 
adelantado  don  Pedro  de  Alvarado  como 
estos  le  dan,  poique  ellos  hablan  lo  que 
quisieran,  é  yo  sé  que  era  ca valiere,  é 
que  (pieria  cumplir  loque  tenia  capitula- 
do con  Su  Magostad,  é  prometido  cerca 
del  descubrimiento  de  la  mar  del  Sur  por 
¡iqui  lla  parto.  Dios  lo  encamino  en  su 
sánelo  servicio,  y  el  tiempo  dirá  lo  que 
subeediore. 

Jomando  á  Honduras,  todos  estos  di- 
cen, é  otros  de  Crédito  escriben,  (pies 
tierra  muy  sana  é  fructífera  édo  muy  bue- 
nos avies  o  aguas,  ó  de  mucha  montería 
é  Ibuohas  aves,  é  do  muchas  é  grande' 
pesquerías,  é  de  muy  buenos  pescados, 
do  todas  las  maneras  que  en  oslas  partes 
los  has  .  [.os  mantenimientos  ordinarios  de 
la  tierra  son  mahiz,  é  cacabí,  é  batatas, 
é  ajes,  é  muchos  mameyes,  y  en  tanta 
cantidad  que  aquestos  son  muy  grande 
mantenimiento  para  los  indios.  La  yuca  es 
de  la  que  no  mala,  é  también  do  la  otra; 
é  do  la  una  é  de  la  otra  hacen  cacabí  é 
vino  dolía ,  é  también  hacen  s  ino  del 
mahiz.  Iíovos  muchos,  é  ciruelas  de  mu- 
chas maneras,  é  guayabas,  é  todas  las 
otras  fructas  que  en  cssotras  partes  des- 
tas  Indias  hay:  muchos  árboles  del  liqui- 
dánibar  ,  los  quales  árboles  son  hernio- 


2-20  HISTORIA  GENE 

sos  é  grandes  é  comí  blancos ;  ó  demás 
de  lo  que  delloseslá  escripto  en  el  libro  X, 
capitulo  XV*,  dicen  estos  testigos  que  he 
dicho,  quel  fructo  que  llevan  son  como 
arbejones  luengos,  é_que  aquello  que  es- 
tá dentro  de  aquellas  vaynas  también  se 
torna  liquidámbar,  y  es  mas  excelente  en 
el  olor  y  en  sus  operaciones  quel  otro, 
ques  como  negro ,  ó  que  sale  por  las  cu- 
chilladas ó  golpes,  que  lesdan  á  los  árbo- 
les: é  questa  fructa  se  cae  por  la  mayor 
parte,  quando  muy  madura  está,  é  á  ve- 
ces se  queda  en  los  árboles,  é  que  allí 
dentro  de  sus  vaynas  se  hace  espesa  ,  que 
siempre  permanesce '  blanquíssirna  como 
un  cristal ;  é  que  hay  mucha  cantidad  de 
aquellos  árboles,  de  que  ningún  caso  se 
hace  para  curarlos  ni  cultivarlos,  sino  as- 
si  como  la  natura  se  ha  con  ellos. 

Los  animales  son  ciervos  é  gamos  é  co- 
nejos y  encubertados  é  osos'  hormigueros 
é  dantas  ó  vacas  de  la  tierra  ó  churchas, 
6  todas  las  otras  salvaginas  é  animales 
feroces  de  tigres  é  leones  é  de  quantas 
maneras  se  ha  dicho  que  los  hay  en  Cas- 
lilla  del  Oro:  é  muchos  gatos  monillos  é 
de  muchas  maneras,  é  de  aquellos  que 
llaman  perico-ligero,  é  por  consiguiente 
de  todas  aquellas  aves,  questas  historias 
comunmente  han  tractado  en  la  Tierra- 
Firme;  y  en  especial  hay  otras  de  la  ma- 
nera que  agora  se  dirá. 

Hay  una  ave  ques  mayor  ó  tamaña  co- 
mo un  pavo ,  quel  pico  é  los  pies  tiene 
amarillos  é  de  grandes  pressas  ó  uñas,  é 
desde  la  mitad  de  los  pechos  para  arriba 
es  el  plurnagc  muy  negro,  como  un  tercio- 
pelo, ó  desde  allí  para  abaxo  es  á  esca- 
mas, una  negra  ó  otra  blanca,  en  tan  lin- 
do concierto  ques  el  mas  lindo  plurnagc 

•  Oviedo  hubo  de  añadir  al  libro  X  de  la  prime- 
ra parte  este  y  oíros  capítulos,  &  que  alguna  vez  se 
refiere  en  esta  segunda  (Cap.  VIH  del  presente  li- 
bro) y  en  la  tercera  ,  y  cuyos  títulos  constan  ade- 
mas en  la  tabla  original  de  la  expresada  primera 
parte;  pero  desgraciadamente,  ó  no  llegó  á  inge- 
rir los  cilados  capítulos  oportunamente  en  los  tu- 


AL  Y  NATURAL 

que  se  puede  aver  visto :  6  assi  baxa  has- 
ta todas  las  uñas  calcado,  é  los  ojos  muy 
hermosos ,  y  en  la  cabeca  un  cuerno  tan 
luengo  como  un  dedo,  é  derecho,  de  plu- 
mas ,  negro  é  muy  lustroso ;  é  si  mira  al 
suelo,  lo  declina  é  abasa  derecho  hácia  el 
suelo ,  é  aleando  la  cabeca,  lo  echa  hácia 
trás.  La  cola  tiene  corta,  de  la  mesma  co- 
lor negra ,  é  poco  mayor  que  de  una  pa- 
loma, é  las  alas  muy  recogidas.  Es  ave 
de  rapiña ,  é  desque  no  halla  otra  cosa 
que  cacar ,  cébase  en  algún  gato  monillo 
de  las  colas  largas ,  que  hay  muchos  de- 
llos.  Hay  otras  aves  muy  hermosas  en  el 
pluma  ge,  é  tiene  cada  una  dos  cuernos 
levantados  para  arriba,  como  el  buho, 
pero  mayores :  é  mandan  aquellas  plumas 
ó  cuernos  con  mucha  facilidad ,  ó  tráenlos 
muchas  veces  trastornados  para  atrás,  é 
quando  miran  abaxo  á  la  tierra,  abáxanlos 
hácia  el  suelo,  y  es  cosa  mucho  de  ver:  é 
también  son  aves  de  rapiña  y  defieras  uñas 
ó  pressas.  Hay  unas  águilas  negras,  como 
muy  fino  é  muy  pulido  acabadle ,  é  gran- 
des ó  de  grandes  pressas ,  é  comen  mu- 
chos de  aquellos  guabiquinajes ,  que  hay 
muchos  en  aquella  tierra. 

Las  minas  do  Honduras  son  en  la  villa 
que  llaman  Coma  yagua,  hácia  el  valle  de 
Vlanchp ,  trcynta  y  cinco  leguas  desta  mar 
del  Norte,  y  especialmente  digo  las  minas 
de  plata :  é  de  un  quintal  de  la  vena  se 
sacan  seys  marcos  de  plata  é  dos  pessos 
de  oro ,  y  esto  se  ha  visto  ser  assi  por  el 
ensayo. 

Hay  muy  excelente  miel  é  mucha,  6 
cera  ;  y  el  lugar,  donde  se  cria  esta  bue- 
na miel,  se  dice  Celimonga:  y  también  la 
hay  en  Thepeaca. 

garosa  que  los  destinaba,  ó  se  lian  extraviado  des- 
pués. Acaso  pudiera  haber  sucedido  lo  primero,  de 
lo  cual  persuade  basta  cierto  punto  el  encontrarse 
cu  diferentes  pasajes  de  toda  la  obra  propuestas 

a!.  s  enmiendas  que  no  se  hicieron  por  olvido, 

según  babrán  podido  observar  los  lectores. 


Aqueste  es  el  libro  décimo  tercio  de  la  secunda  parte,  y  es  el  trigéssimo  segundo  de 
la  Sutural  y  general  Historia  de  las  Indias ,  islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano, 
de  la  corona  é  ceptro  real  de  Castilla  é  de  León:  el  qual  tracta  de  la  provincia  ó  go- 
bernación de  Yucatán. 


PROHEMIO. 


líjs  de  tanta  violencia  6  tan  poco  perma- 
nescicnte  el  eMado  é  señoríos  desta  vida 

mortal,  que  aunque  no  quieran conoscer- 

sc  los  hombres,  é  ver  quán  llaco  es  su 
fundamento,  el  tiempo  mesmo  se  lo  cn- 
Beña  é  acuerda,  é  dá  á  entender  quán 
breves  son  todas  las  cosas,  en  que  los  mun- 
danos hacen  confianza  (dcstas  temporali- 
dades) para  que  no  ignorando  nuestras 
culpas,  mejor  conozcamos  á  Dios,  6  como 
hechura  suya  esté  nuestra  atención  dere- 
cha é  fixa  en  lo  que  ha  de  ser  perdurable 
y  sin  fin.  Y  questo  de  acá  sea,  no  para 
mas  caso  hacer  dello  de  lo  que  hacemos, 
de  una  puente  para  passar  un  rio,  ó  de 
una  nao  para  hacer  un  viage  é  yr  a  Espa- 
ña ó  á  otra  parte  ,  pues  que  todo  lo  del 


suelo  es  para  lo  olvidar  é  dexar  atrás,  é 
lo  ques  para  adelante  é  infinito  es  la  glo- 

riaó  pena,  rpie desde  aquí  merosciéremos, 
6  supiere  cada  qual  chripsttano  grangear 
é  adquirir  para  la  otra  morada,  donde  el 
numero  de  los  dias,  meses  ó  años,  lustros 
ó  siglos,  son  sin  número  ni  fin  é  sin  mu- 
dañen-  Y  aun  en  estos  mis  libros  los  trac 
el  tiempo  vacilando  para  la  orden,  conque 
mi  intento  los  ha  traydo,  quitando  é  po- 
niendo diversos  números  en  processo,  has- 
la  tener  mucha  parte  de  la  tercera  parte 
cscripta,  á  causa  que  quando  passé  del  li- 
bro XXIX  de  la  gobernación  de  Castilla 
del  Oro  ,  ó  quise  proseguir  en  el  de  la  go- 
•  bernaciori  de  Honduras,  se  juntaron  las 
gobernaciones  de  la  mesma  Honduras  é 


222 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Yucatán ,  é  hice  de  ambas  un  libro  del  nú- 
mero XXX  *,  ó  de  allí  passé  adelante  y  es- 
cribí con  número  de  XXXI  el  libro  que 
(rada  de  la  gobernación  é  conquista  de 
la  Nueva  España,  que  agora  es  núme- 
ro XXXIII,  porque  después  de  aver  mu- 
cha parte  del  cscripto ,  se  tornaron  á  di- 
vidir las  mesmas  gobernaciones  do  Hon- 
duras é  Yucatán,  quel  adelantado  clon 
Francisco  de  Montejo  tenia ;  porque  hico 
cierta  promutacion  é  truecos  con  el  ade- 
lantado don  Pedro  de  Alvarado,  al  qual 
dexó  la  gobernación  de  Honduras  para 
que  se  juntasse  con  la  de  Guatimala,  quel 
dicho  Alvarado  primero  tenia ,  porque  él 
le  dexasse  á  Montejo  la  villa  de  Cibdad- 
Real  de  Chiapa,  que  era  de  la  goberna- 
ción de  Guatimala ,  é  se  juntasse  con  Yu- 
catán, é  dióle  mas  en  la  Nueva  España 
la  población  de  Sucliimilco  é  su  tierra  é 
dos  mili  pessos  de  oro  al  dicho  Montejo. 


Por  manera  que  en  este  estado  dexé  yo 
la  continuación  del  dicho  libro  XXX  ,  que 
era ,  como  he  dicho ,  primero  dedicado  a 
Honduras  é  Yucatán ,  é  por  se  aver  apar- 
tado de  aquellas  gobernaciones  se  conti- 
núa con  sola  la  gobernación  de  Honduras 
aquel  libro  del  número  XXX ,  el  qual  as- 
siento  ó  señorío  está  a  cargo  del  dicho 
adelantado  don  Pedro  de  Alvarado. 

Agora  conviene,  para  no  se  interrompir 
la  orden  principal  y  estilo  que  estas  ma- 
terias llevan  en  esta  cuenta  de  los  libros, 
quel  pressente  con  nombre  de  XXXII,  sea 
intitulado  á  Yucatán.  É  assi  yré  breve- 
mente en  el  primero  capítulo  apuntando 
lo  que  á  esto  toca  (porque  está  mas  luen- 
gamente dicho  en  otras  partes  del  origen 
é  descubrimiento  do  Yucatán),  é  lo  demás 
yrá  escribiéndose  como  el  tiempo  nos  lo 
manifestare ,  é  lo  entendiere  yo ,  en  tan- 
to queste  exerc¡c¡o  me  turare. 


CAPITULO  I. 

En  que  sumariamente  se  Iracta  lo  que  hace  al  propóssüo  de  la  historia  é  gobernación  é  descubrimiento  de 
Yucatán  hasta  el  año  de  mili  ¿  quinientos  é  quarenta  y  un  años.  ** 


Uno  de  los  milites  que  passaron  á  Tier- 
ra-Firme con  el  gobernador  Pedradas  Dá- 
vila ,  el  año  de  mili  é  quinientos  y  cator- 
ce, fué  Francisco  de  Montejo;  é  aquel 
mesmo  año,  quando  los  trabaxos  é  muer- 
tes que  ovo  en  la  cibdad  del  Dañen  sub- 
cedieron,  se  fué  de  aquella  tierra,  como 
lo  hirieron  otros  muchos ,  6  se  passó  á  la 
isla  de  Cuba,  donde  militó  debaxo  de  la 
gobernación  del  adelantado  Diego  Yelaz- 
quez,  é  por  su  mandado  desde  allí  fué  é 
se  halló  en  el  segundo  viage  del  descubri- 

*  Ni  aun  esta  numeración  subsistió  después,  co- 
mo habrán  advertido  los  lectores:  el  libro  que  trata 
de  la  gobernación  de  Honduras,  y  en  el  cual  nana 
Oviedo  su  reunión  con  la  de  Yucatán ,  quedó  sien- 
do el  XXXII,  ingiriéndosc  por  tanto  el  XXXI  y 
corriendo  la  numeración  del  XXX  dos  libros. 

"    En  el  MS.  original  que  tenemos  presente  se 


•miento  de  Yucatán  é  de  parle  de  la  Nue- 
va España ,  en  compañía  é  debaxo  del  ca- 
pitán Johan  de  Grijalva.  E  después  volvió 
á  aquella  tierra  con  el  capitán  Hernand 
Cortés,  donde  sirvió  muy  bien,  é  fué  uno 
de  los  que  en  aquella  Nueva  España  fue- 
ron aprovechados,  como  mas  largamen- 
te esto  é  otras  cosas  que  tocan  á  Montejo 
se  traclaron  en  el  libro  precedente  en  el 
capítulo  IX;  y  el  descubrimiento  de  Yu- 
catán puntualmente  eslá  éscripto  en  el  li- 
bio Mil,  que  tracta  de  la  gobernación 

lee  además,  aunque  Borrado  al  parecer  de  mano  del 
mismo  Oviedo:  ((Conforme  á  lo  que  ha  venido  á  no- 
ticia del  historiador  dcstas  materias;  y  porque  ya 

aquéllo  eslá  dicho,  referirlo  ha  este  capítulo,  por- 
que ni  el  lelor  se  canse  con  dobladas  lociones  de  un 
tenor,  y  porque  su  origen  es  en  la  historia  donde 

qiK'd  i  puesto. o 


DE  INDIAS.  I.IB.  XXXII.  CAP.  I. 


223 


de  la  isla  de  Cuba,  en  la  primera  parle 
destas  historias,  y  cd  el  capitulo  III,  ó 
tiende  en  adelante.  Después  de  lo  qual 
passó  á  conquistar  é  pacificar  á  su  costa 
con  una  buena  armada  Francisco  de  Mon- 
te jn,  é  por  sus  servicios  Su  Majestad  le  lu- 
co noble,  é  le  «lió  titulo  de  adelantado,  6 
le  mandó  llamar  don  Francisco.  E  como 
he  dicho  en  el  alegado  é  precedente  libro 
se  dice  lo  demás,  6  como  por  la.  muerte 
del  gobernador  de  Honduras ,  Diego  Albi- 
tez,  el  Emperador,  nuestro  Señor,  man- 
dó juntar  la  gobernación  de  Honduras  con 
e-la  de  Yucatán,  e  de  l.i  una  e  de  la  otra 
fuesse  capitán  general  e  gobernador  el  (li- 
dio adelantado  don  l'rancisco  de  Monle- 
jo,  é  assi  lo  ha  -culo  algún  tiempo  hasta 
el  año  passado  de  mili  é  quinientos  ó 
treynla  y  nueve,  que  fué  allí  el  adelan- 
tado don  Pedro  de  Alvarado. 

É  entre  los  dos  adelantados  avia  cier- 
tos  debates  ó  diferencias ,  como  se  divo 
en  el  libro  antes  deste,  en  el  capitulo  X. 
E  para  bien  de  paz,  e  porque  á  cada  uno 
dellps  les  paresció  (pie  assi  le  convenia, 
se  concertaron,  como  allí  lo  dice,  é  le 
dexó  el  adelantado  Monlcjo  la  goberna- 


ciónde  Honduras,  para  quel  adelantado 
Alvarado  la  juntasse  con  la  de  Guatimala: 
e  ,i  el  le  quedó  la  que  se  tenia  de  Yucatán 
con  mas  la  villa  de  Cibdad-Real  de  Chia- 
pa,  que  era  de  la  gobernación  de  Guati- 
mala, para  que  la  tenga  é  junte  con  Yuca- 
tán, de  donde  está  vecina  é  anexo  é  á  su 
propóssito ;  é  mas,  le  dió  en  la  Nueva  Es- 
paña el  dicho  Alvarado  el  pueblo  de  Su- 
chimilco  6  su  tierra,  ques  muy  buena  co- 
sa, é  dos  mili  ju-ssos  de  oro  de  minas.  E 
con  este  concierto  quedó  Alvarado  en  las 
gobernaciones  é  Montejo  en  la  de  Yuca- 
tan  con  el  dicho  acrescentamicnlo  de 
Chiapa,  á  la  qual  concordia  é  trueco  dió 
buena  conclusión  la  prudencia  del  tercero 
(pie  entrellos  anduvo  é  los  concertó,  que 
fué  el  licenciado  Pedraca  .  electo  del  obis- 
pado de  la  mesma  gobernación  de  Hon- 
duras; é  á  ruego  de  los  dos  adelantados, 
lile  a  España  .  para  dar  relación  á  su  Ce  - 
sárca  mageslad  desta  convenienca ,  é  á  le 
suplicar  la  ajirobasse,  por  ser  para  mas 
ser  servido,  é  .i  le  dar  noticia  del  estado 
de  aquella  tierra  é  de  otras  cosas  (  (mu- 
ñientes á  su  real  servicio. 


CAPITULO  II. 

El  qual  Irada  del  discurso  desta  historia  de  Yucatán  é  de  muchas  particularidades  i  nuevos  é  maravillosos 
notables  que  á  esta  historia  compelen:  c  nácese  relación  de  los  caños,  que  se  hallaron  en  la  mar,  de  agua 

dulce,  é  oirás  cosas  muy  dinas  de  oyr. 


Como  algunas  veces  he  dicho  en  estas 
historias  (y  como  so  vcepor  laexpiricncia) 
(pie  la  mayor  parle  de  los  hombres  (pie  á 
las  Indias  Vienen,  es  por  ser  movidos  de 
su  propria  cobdicia ,  é  no  como  los  que 
son  de  orden  sacra  lo  atribuyen,  al  celo 
que  publican  de  servir  á  Dios,  é  otros  por 
servir  al  Iley ;  torno  á  decir  que  los  unos 
ó  los  otros  con  todas  las  oirás  gentes,  do 
qualquier  calidad  (pie  sean ,  navegan  6 
passan  acá  por  sus  proprios  interesses, 
puesto  que  los  menos  consiguen  tanta  can- 


lidad  de  oro  como  dessean  ó  tomarían,  si 
no  estuviesse  tan  guardado  por  los  incon- 
vinientcs  é  trabaxos ,  que  son  la  llave  ó 
custodia  de  los  thessoros,  que  vienen  á 
buscar  nuestros  españoles  (y  en  su  com- 
pañía otros  muchos  de  diversas  nasc/io- 
nes).  Ydc  mili  hombres  que  de  España  sa- 
len para  estas  Indias,  no  como  los  nove- 
leros y  libros  apócriphos  é  vanos ,  que  en 
estos  tiempos  algunos  componen ,  dicen 
que  acaescJa  en  fabulosas  cuevas  de  má- 
gicos, donde  en  algunas,  si  diez  entraban 


224 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


á  aprender  aquel  condenado  arte,  queda- 
ban los  ginco ,  y  en  otras  mas  ó  menos,  é 
volvían  los  demás,  segund  á  los  desva- 
riados auctores"  les  paresge  é  quieren  or- 
denar su  falsa  é  mentirosa  novela ,  ni  co- 
mo en  aquel  rea!  del  crudo  é  primero  em- 
perador de  los  tártaros ,  llamado  Cingis- 
can ,  que  teniendo  cercada  una  cibdad  de 
los  quitaos,  faltando  los  mantenimientos, 
hacia  que  de  diez  de  sus  soldados  matas- 
sen  el  uno,  é  aquel  comían,  hasta  que  tomó 
la  cibdad .  etc. 1 ;  acá  en  estas  nuestras  In- 
dias de  los  mili  que  vienen,  no  tornan  cien- 
to ni  aun  cinqüenta  á  sus  patrias ,  é  á  ve- 
ces de  treynta,  no  escapa  alguno,  como 
por  estos  nuestros  volúmenes  se  pue- 
de ver.  Ni  me  paresge  que  á  estos  nues- 
tros milites  quadra  aquella  auctoridad 
que  dice:  «El  fructo,  que  debe  prece- 
der á  los  otros,  es  aquel  que  cuesta  menos 
é  con  menos  costa  se  coge. »  2 

El  oro  que  en  estas  partes  se  ha  visto  é 
hallado,  é  lo  que  hay  en  sus  nascimientos 
y  en  la  tierra,  es  tan  grandíssima  suma, 
que  no  se  puede  comprender  por  su  infi- 
nidad: é  pura  yrlo  á  buscar  á  las  minas, 
no  se  pone  estorbo  á  quien  en  ellas  se 
quiere  ocupar,  ni  los  officiales  del  Rey 
dexan  de  dar  licencia  para  ello  á  quantos 
se  la  piden.  Pues  para  aver  lo  que  está  en 
poder  de  los  indios  que  quieren  la  paz, 
nunca  se  le  paga  á  sus  dueños  con  igual 
equivalencia,  sino  dándoles  por  un  marco 
ó  dos  de  oro  un  cascavel  ó  una  aguja  ó 
un  par  de  alfileres,  6  assi  á  propóssito 
cosas  de  poquissimo  valor :  é  para  sa- 
car lo  que  está  en  poder  de  los  in- 
dios de  guerra,  es  otra  manera  tan  dificul- 
tosa, como  desta  legión  adelante  oyreys. 
De  manera  que  bien  mirada  esta  cuenta  é 
sacada  en  limpio,  mas  caro  es  el  oro  acá 
de  lo  que  los  ynorantes  é  los  sabios  sa- 
brán congeeturar ,  ni  los  cobdiciosos  esti- 

i  El  Anlli.  de  Florencia  ,  Ift.  XIX,  cap.  8,  8  17 
en  su  primera  parle  historial. 


mar,  pues  para  que  uno  sea  rico,  pierden 
las  vidas  veynte  hombres  é  aun  á  veces 
ciento.  E  porque  desfa  materia  la  mas 
clara  relagionque  yo  puedo  dar  en  ella,  es 
remitir  al  letor  á  esta  mi  historia  ,  oyga  é 
note  las  cosas  desta  gobernación  de  Yu- 
catán é  de  los  españoles  que  en  ella  han 
militado  debaxo  de  la  gobernación  del 
adelantado  don  Francisco  de  Montejo  ó  de 
su  teniente,  el  capitán  Alonso  Dávila. 

Junto  con  esto  desseo  que  no  falte  aten- 
ción á  los  que  quisieren  entenderme,  é 
oyrán  una  buena  suma  de  trabaxos  exce- 
sivos, é  por  ventura  nó  probados  con  tan- 
to esfuerzo  é  ánimo  por  otros  hombres ;  é 
después  que  bien  informado  quede  el  que 
lee ,  páresse  á  pensar  en  cada  cosa  des- 
tas  ,  é  verá  quánto  mas  dulce  es  la  mone- 
da adquirida  del  mercenario,  que  con  un 
agadón  en  el  hombro  s.ale  en  mi  tierra  (ó 
castellana  patria)  por  la  mañana  á  la  placa 
á  esperar  quien  le  pague  su  fatiga  é  jor- 
nal ,  ó  el  del  pastor  que  en  el  campo  atien- 
de la  rigurosidad  é  velos  é  tempestades 
del  invierno  en  nuestra  España,  ó  el  suel- 
do del  soldado  en  Italia  é  do  quiera  que 
por  allá  exergilada  sea  la  miligiá'.  Pues 
que)  del  agadón  á  la  noche  descansa  en  su 
cama  ó  domigilio,  y  el  pastor  no  está  sin 
gamarro  é  bien  sostenido,  é  si  un  dia  ha- 
ge  frió,  tampoco  le  falta  lumbre  ni  otros 
socorros,  con  que  se  comporte  é  abrigue, 
ni  su  cabana  donde  se  acoja :  niel  soldado 
en  Italia ,  no  pelea  cada  dia ,  sino  los  me- 
nos ,  é  demás  de  ganar  su  sueldo  é  otras 
aventuras,.con  que  se  comportan  é  reme- 
dian los  trabaxos  de  la  guerra,  que  no 
son,  como  digo ,  en  todo  tiempo  ni  de  una 
manera ,  antes  quando  mas  fatiga  é  falta 
tienen  comen  á  discregion  (ques  una  muy 
discreta  cosa  comer  sobre  los  villagcs  é 
los  pobres  labradores  donde  están  a  pos- 
sen  lados).  Tod"  lo  (pial  ni  es  semejante  líi 

2   Plin.,  lib.  XVIII.cap.  V. 


DE  INDIAS.  LIB. 

igual  comparación  con  lo  que  en  estas  par- 
tes é  ludias  nuestros  españoles  han  expe- 
rimentado á  costa  de  su  discreción  é  pro- 
pn.is  pidas  é  sangre:  é  aun  algunos  que 

lian  querido  ser  mas  diligentes,  también 
lian  perdido  las  ánimas  como  los  cuerpos, 
bí  es  licito  Bospechario  los  (pie  son  cathó- 
IÍCOS.  E  para  que  con  mas  orden  se  con- 
tinúe esta  historia ,  tomarla  he  algo  mas 
atrás,  aunque  sumariamente  haga  men- 
ción de  lo  que  en  ella  >e  ha  á  pedamos  to- 
cado en  los  liliros  procedentes. 
En  esta  historia  de  Yucatán ,  como  ha 

costado  muchas  vidas,  ó  de  los  muer- 
to- lio  podemos  aver  infi Mlliaeii MI  dellos, 
»'■  de  los  (pie  quedaron  vivos,  aunque 
avenios  visto  algunos,  y  eSBOS  aunque 
padescieron  su  parte,  no  saben  decirlo, 
como  acontece  á  la  mayor  parle  de  los 
liomlires,  ni  tienen  hahilidad  para  (lar- 
lo  á  enlender,  como  dic  ho  es,  para  (pie 
la  historia  tenga  su  medida  cierta,  ni  yo 
la  he  alcanzado  hasta  ser  llegado  quas- 
si  al  fin  del  año  de  mili  é  ipiinientos  é 
quarenta  y  uno,  (pie  permitió  Dios  que  á 
esta  cihdad  viniesse  un  cavallero  de  la 
Orden  militar  de  Sanctiago,  llamado  don 
Alonso  Luxan,  persona  de  crédito  é  de 
buena  memoria,  (pie  apuntadamente  me 
satisfizo  su  relación  como  aquel  que  per- 
sonalmente se  halló  con  el  capitán  é  te- 
niente Alonso  Dávila  á  lodo  lo  (pie  regla- 
da é  suhcesivamenle  dirá  la  historia  ,  con- 
tinuándose los  sulicessos,  de  (pie  (nielarán 
los  capítulos,  (pie  con  este  serán  depen- 
dientes :  que  en  la  verdad  me  paresce  que 
es  un  nuevo  modo  de  conquista  é  de  pa- 
descer.  Juntamente  con  la  qual  relación 
so  dirán  muchas  cosas  notables  é  de  ad- 
miración para  todo  gentil  é  peregrino  en- 
tendimiento ;  é  aun  algunas  cosas  de  las 
que  aqui  se  dirán,  son  muy  diferentes  é  no 
oydas  entre  todas  las  que  hasta  este  libro 
en  los  precedentes  se  han  explicado,  é 


XXXII.  CAP.  U.  22o 

para  que  nos  acordemos  de  dar  muchas 
gracias  á  Dios,  sintiendo  las  diferencias 
de-tas  pro\  incias  e  de  las  genles  dolías,  o, 
para  maravillar  al  que  oyere  la  excelen- 
cia de  tan  gentiles  alientos  6  ánimos  de 
aquestos  conquistadores,  aviendo  respec- 
to á  su  poco  número  do  españoles,  é  á  la 
grandissima  moltitud  de  los  contrarios, 
contra  quien  debatían  é  pelearon,  no  fal- 
lándoles esfuerco  para  resistir  ¡numera- 
bles adversidades  ,  sobrándolos  ó  aumen- 
tándose cada  hora  muchas  desaventuras 
é  estorbos  é  desastres;  con  mucha  sed  é 
hambre,  6  con  tantos  é  tales  impedimen- 
tos, que  será  imposible  decirse  todo,  si 
no  fuero  con  alguna  parle  dolió,  significan- 
do lo  demás,  dequeno  se  hiciere  mención. 
.Ni  se  puede  Bpspecharque  humanas  fuer- 
cas  pudiesson  comportar  lo  questOS  sufrie- 
ron ,  sino  por  serlos  |)¡os  favorable,  pues- 
to que  Sancl  Gregorio  en  sus  Morales  di- 
CO,  que  el  uso  alivia  lodas  las  cosas';  y 
asM  es  de  creer  rpie  como  varones  (an  ha- 
bituados íí  mala  vida  é  de  (anta  fatiga, 
con  la  costumbre  de  su  sufrimiento,  mc- 
rescieron  ver  el  fin  (pie  la  historia  aqui 
expresará,  aunque  no  tan  bien  escripto 
como  yo  quisiera  que  mi  pluma  lo  supie- 
ra encarescer,  ó  mejor  diciendo,  dar  á  en- 
lender á  lo-  (pie  fuera  deslas  buhas  lo  lee- 
rán; y  cómo  les  aconlesció  desde  el  mes 
de  mayo  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y 
ocho,  que  partió  el  adelantado  don  Fran- 
cisco de  Montejo  del  puerto  de  Sancl  Lú- 
car  de  Barrameda,  con  dos  naos  grandes 
ó  trescientos  y  ochenta  hombres ,  é  vino  á 
esta  cibdad  nuestra  de  Sánelo  Domingo, 
donde  tomaron  refrescos  é  cmqücnta  y 
tres  caballos  é  yeguas;  6  desde  á  pocos 
días  que  aqui  estuvo  esta  armada  prosi- 
guió su  camino,  é  llegó á  Cocumel  quassi 
á  fin  del  mes  de  septiembre  del  mesmo 
año. 

Aquella  isla  de  Cocumel  está  enfren- 


Tomo  III. 


(    Moral.  sol>rc  el  cap.  de  Job  XI  c  XII. 


20 


226 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


te  6  &  tres  leguas  de  la  Tierra-Firme  de 
Yucatán,  é  hay  tres  pueblos  en  ella,  é  tie- 
ne de  circunferencia  hasta  vcynte  leguas, 
poco  mas  ó  menos.  É  allí  fueron  resgibi- 
dos  de  paz  é  repossaron  ahí  quatro  dias, 
é  el  último  dellos  se  passaron  á  Yucatán, 
é  tomaron  puerto  á  media  legua  de  un 
pueblo  de  indios,  que  se  dice  Xala;  é  por 
no  saber  la  tierra,  pararon  allí  en  un  pal- 
mar junto  á  una  ciénega,  en  lo  peor  de  toda 
la  provincia  é  gobernación,  á  causa  de  lo 
qual  se  murió  mucha  parte  de  la  gente  do 
los  españoles.  É  conosgiendo  el  goberna- 
dor el  descontentamiento  que  en  todo  el 
exérgito  avia,  higo  echar  los  navios  al  tra- 
vés ,  por  aprovecharse  de  la  gente  é  ma-  . 
rineros  en  la  conquista  é  que  no  se  le  fues- 
sen  a  la  Nueva  España,  que  con6na  con 
aquella  gobernación  de  Yucatán. 

Muchas  veces  sospecho  que  se  debia 
acordar  Montejo,  que  seyendo  un  pobre 
hidalgo  passó  á  buscar  la  vida  á  estas  In- 
dias, é  que  cómo  se  halló  en  la  conquista 
de  la  Nueva  España,  medró  en  ella,  c  fué 
con  tantos  dineros  después  á  España  que 
se  heredó  muy  bien  en  su  patria,  en  Sa- 
lamanca, de  donde  es  natural,  é  que  hi- 
go un  mayorazgo  de  trescientos  mili  ma- 
ravedís de  renta  ó  mas,  que  le  debiera 
bastar,  si  su  ánimo  inquieto  le  dexára  so- 
segar, é  no  tornara  á  lo  vender  todo  por 
Be  emplear  en  cosas  mayores,  é  volver  a 
lo-  trabados  passados  de  las  Indias  é  á 
otros  mayores,  que  le  estaban  esperando. 
Por  manera  que  estando  en  Ta  nescessidad 
núes  dicha,  siguióse  que  no  llevando  ni 
teniendo  lengua,  quiso  Dios  que  un  cava- 
llero  de  su  compañía,  llamado  Pedro  de 
Añasco,  natural  de  Sevilla,  aprendió  la 
lengua  en  muy  poco  tiempo,  é  fué  desla 
manera:  que  platicando  un  dia  con  un  in- 
dio, sin  se  entender  el  uno  al  otro,  el  in- 
dio le  dixo:  machucara  ((pie  quiere  decir 
cómo  so  llama  esto?);  y  el  Añasco  no  le  en- 
tendió, é  tornó  por  respuesta  á  decir  ma- 
chucara, señalando  una  cosa,  y  el  indio 


le  dixo  el  nombre  de  aquella  é  de  otras, 
diciendo  él  machucava.  É  por  sola  esta 
palabra  alcancó  é  supo  la  lengua  toda,  é 
con  la  continuación  della  se  higo  gentil  in- 
térpetre :  lo  qual  fué  mucho  remedio  pa- 
ra los  chripstianos,  que  quedaban. 

En  aquel  mal  sitio  se  descargaron  los 
navios  é  se  higo  una  casa  grande  de  pal- 
mas, donde  se  metió  la  ropa  é  se  apos- 
sentó  el  gobernador  é  su  gente  lo  mejor 
que  pudieron,  en  tanto  que  se  hagian 
otras  casas.  É  se  higo  una  villa,  que  se 
llamó  Salamanca ,  y  harto  manca  ,  ó  de 
todo  falta  de  la  sgiengia  y  noblega  ó  fer- 
tilidad de  la  otra,  por  cuya  memoria  se 
le  dió  tal  nombre:  en  la  qual  se  murie- 
ron otros  muchos  españoles;  é  digo  mu- 
chos, por  el  poco  número  que  todos 
eran.  Y  entre  las  otras  causas  de  sus 
muertes,  assi  como  la  falta  de  basti- 
mentos é  de  todo  lo  nesgessario,  é  de  las 
malas  aguas  é  nuevos  ayres,  los  murgié- 
lagos  mataron  mas  de  los  quarenta  ,  que 
son  tales  é  tan  pongoñosos  como  se  dixo 
en  el  libro  XIV,  capítulo  VII,  de  la  prime- 
ra parte  destas  historias. 

Viéndose  perdido  el  adelantado,  salió 
de  aquel  mal  assiento,  dexando  allí  hasta 
quarenta  personas  enfermos  é  mancos  y 
en  extremada  nesgessidad ,  é  siguió  por 
la  costa  adelante  hágia  la  Nueva  España, 
con  intención  de  buscar  sitio,  donde  pu- 
diesse  mudar  la  vivienda  y  el  pueblo  ques 
dicho.  E  paró  á  quinge  leguas  de  allí,  en 
un  pueblo  de  indios  llamado  Pole,  en  el 
¡pial  se  le  murió  quassi  la  mayor  parle  dé 
la  gente  que  le  quedaba  ,  y  él  estuvo  muy 
al  cabo  de  la  vida ;  á  lo  qual  dió  causa  la 
hambre  é  otras  muchas  nescessidades ,  é 
si  no  fuera  por  los  caballos,  qué  andaban 
sueltos  é  relinchaban  é  servían  de  velas, 
é  de  su  temor  é  relincho  los  indios  se  apar- 
taban ,  no  escapara  hombre  de  los  chrips- 
tianos restantes  en  aquella  tierra.  E  cómo 
tuvieron  alguna  mejoría,  salió  de  allí  el 
gobernador  con  noventa  hombres,  queesi 


DL  INDIAS.  I.lll. 


XXXJI.  CAP.  II. 


(aban  para  trabaxar,  aunque  flacos  6  no 
todo»  sanos,  6  quedaron  veynlc  enfermos 
qué  no  pudieron  salir  por  su  mala  dispu- 
sieron, é  quedó  allí  toda  la  ropa  do  los 
unos  e  de  los  otros,  a  los  (piales  que  assi 
quedaron,  mataron  los  indios. 

l'A  gobernador  entró  la  tierra  costa  á 

costa,  é  los  indios  desafean  los  assientos 

é  huían  la  tierra  adentro,  e  desta  manera 
fueron  hasta  ponerse  en  el  paraje  de  la 
isla  de  C.ocumcl ,  de  la  qual  se  hieo  men- 
ción de  susso;  y  acaso  passába  el  caci- 
que, señor  de  aquella  isla,  que  se  decía 
Unopate,  á  la  Tierra-Firme  con  mas  de 
qual  rocíenlos  indios  en  canoas,  que  yba 
á  las  bodafl  de  una  hermana  suya, (pie  se 
ea-aha  cu  la  tierra  de  la  inesma  Yucatán, 

el  qual  atendió  á  loa  chripstianos  de  bue- 

na  |iaz,  é  les  dio  de  comer  de  lo  que  lle- 
vaba ;  é  por  este  socorro,  mediante  Dios, 
qne  fué  quien  lo  proveyó,  no  se  acalla- 
ron de  perder.  £  divo  este  cacique  al  go- 
liernador  que  le  esperassen  allí  el  e  los 
chripstianos:  quél  yria  á  hacer  de  paz  los 
indios  de  adelante ,  donde  los  esperaría. 
!•]  assi  lo  cumplió,  e  hieo  dé  paz  un  pue- 
I ilo  llamado  Mochí .  de  hasta  eienl  casas 
Inicuas  é  muchos  i¡ncs,  (pie  son  sus  tem- 
plos ú  oratorios  de  piedra  muy  bien  la- 
drados;  é  allí  allegaron  loa  chripstianos  é 
fueron  en  paz  resciliidos,  é  les  dieron  mu- 
chas gallinas  de  las  grandes,  (pie  son  co- 
mo pavas,  é  muchas  tortillas  c  leche  de 
mahiz;  é  les  mostraron  é  abrieron  el  ca- 
mino para  yr  adelante,  el  qual  continua- 
ron é  fueron  hasta  una  cabecera  de  una 
provincia,  junto  á  la  mar,  que  se  dice 
Belmá*  é  hallaron  toda  la  costa  muy  po- 
blada. 

En  aquel  pueblo  ,  un  hidalgo  (pie  se  de- 
cía Palomino,  que  era  alguacil  mayor, 
dio  un  palo  á  un  su  criado,  é  fue  tal  el 
golpe,  que  lo  mató;  por  lo  qual  el  adelan- 
tado le  hieo  cortar  la  cabeca.  En  aquel 
mesmó  pueblo  le  hicieron  un  pressente  de 
oro,  en  que  avia  dos  joyas  ó  patenas  bue- 


nas, é  la  una  le  pusieron  al  gobernador  al 
cuello,  é  la  otra  á  la  lengua  Añasco,  al  qual 
llamaban  los  indios  Alquin,  que  quiere 
decir  hijo  del  sol,  porque  en  aquella  len- 
gua al  quiere  decir  hijo,  é  (¡uin  llaman  al 
sol.  Allí  vinieron  de  diverssas  partes  é  pro- 
vincias muchos  indios  caciques  é  señores 
de  paz,  por  ver  qué  gente  eran  los  chrips- 
tianos., e  para  que  les  mostrassen  los  ca- 
ballos que  llevaban,  que  era  para  aque- 
llas gentes  una  cosa  de  mucha  admiración, 
e  por  toda  la  tierra  volaba  la  lama  de  ta- 
les animales.  Y  el  adelantado  hieo  sacar 
un  caballo,  que  avia  llevado  de  pastilla, 
ensillado  y  enfrenado,  e  con  un  peí  ral  de 
caseaveles.  e  teniéndole  un  chripsliano  del 
(lie-tro.  aunque  no  estaba  gordo,  era  re- 
gocijado, e  meneábase  de  una  parle  á  otra 
locano  é  de  buena  gracia:  é  fue  tanto  el 
espanto  en  ellos,  que  algunos  huyeron,  en 
viéndole,  é  otros  mas  pusilánimOS  se  ca- 
yeron, é  amortecidos  en  tierra  é  oyéndolo 
relinchar ,  lales  ovo  que  ni  OVÍeron  me- 
n  ister  pildoras  ni  mejor  purga  para  des- 
pedir por  baxo,  de  tal  manera  qucl  he- 
dor era  incomportable  ,  con  que  <e  acabo 
aquella  liesta. 

Desde  ¿i  dos  meses  (pie  allí  descansaron 
el  adelantado  é  su  gente,  passaron  ade- 
lante por  muchos  pueblos  de  mili  casas  e 
de  quinientas  e  mas  é  menos,  ó  vieron 
muchos  e  buenos  assientos  donde  pudie- 
ran poblar,  si  osaran,  é  (leváronlo  de  ha- 
cer por  ser  los  españoles  pocos  é  los  in- 
dios muchos.  Kn  lin  llegaron  á  un  pueblo 
de  cinco  mili  casas,  que  se  dice  Conil,  é 
allí  salieron  los  indios  á  los  rescebir,  é  les 
truxeron  canoas  por  tierra  sobre  parales 
ó  á  fuerca  de  bracos  dos  leguas:  é  pues- 
tas dchavode  ramadas  á  la  sombra,  vacia- 
ron en  ellas  mas  de  tres  mili  cántaros  de 
agua ,  e  pusiéronsclas  en  paradas  á  tre- 
chos, é  como  es  dicho,  debaxo  de  muchas 
ramas  con  mucho  mahiz  ó  gallinas  de  las 
que  de  susso  se  dixeron  é  leche  de  mahiz. 
De  manera  que  assi  los  chripstianos  como 


282 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


sus  caballos,  lo  tenían  todo  muy  sobrado, 
aunque  fuessen  veynte  tantos:  é  de  media 
en  media  legua,  en  término  de  quatro 
leguas  de  despoblado ,  estaba  el  refrige- 
rio repartido,  y  era  tanta  la  gente  que 
concurría  y  en  essa  población  hallaron, 
quel  gobernador  estuvo  algo  suspenso  ó 
con  temor  de  se  apear;  pero  en  fin  lo  higo 
por  no  mostrar  flaqueca ,  é  lodos  los  .espa- 
ñoles se  aposentaron  lo  mas  sociable  é 
juntos  que  pudieron,  haciendo  buena  vela, 
é  teniendo  siempre  apercebidos  seys  de  ca- 
ballo de  noche  ó  de  día.  É  ponian  sus  ata- 
layas sobre  árboles,  de  que  toda  la  tier- 
ra es  abundante  é  llana,  é  hay  algunas 
manchas  de  savanas,  é  todo  lo  demás  es 
arcabucos,  ó  tierra  de  muchas  é  dive'rs- 
sas  arboledas,  é  de  tal  dispusieron  todo  lo 
que  anduvieron,  que  en  mas  de  tresgien- 
tas  leguas  ni  hallaron  ni  vieron  sierra  al- 
guna ni  rio,  exgepto  que  avia  pocos  muy 
buenos  de  dos  bracas  de  hondo ,  é  algu- 
nas fuentes  gentiles,  al  propóssito  de  las 
(piales  se  dirá  aquí  un  notable  de  mucha 
admiración,  y  es  aqueste. 

Yendo  caminando  por  la  costa ,  vian 
dentro  en  el  agua  salada  de  la  mar  sur- 
gir sobre  la  superficie  de  la  agua  salada 
manantiales  para  arriba,  de  agua  dulce, 
(pie  rompian  é  subían  sobre  la  salada  á 
borbollones:  y  entraban  los  chripstianós 
á  caballo  en  la  mar  hasta  darles  en  los 
estribos,  ó  bebían  é  tomaban  agua  en 
aquellos  surgideros  ó  fuentes ,  que  se  lc- 
\  antaban  dulces  sobre  la  dicha  agua  sa- 
lada ;  y  estos  eran  tantos,  que  no  se  po- 
dían en  algunas  parles  contar  por  su  mu- 
cho número.  É  en  parte  avia  que  algu- 


nos estaban  mas  en  lo  hondo  é  tanto 
desviados  de  la  costa ,  que  acaescia  en- 
trar nadando  él  de  á  caballo  hasta  ellos;  é 
todos  eran  de  muy  excelente  é  clara  agua. 
E  aquel  surgir  ó  levantarse  en  alto  no  era 
caño  derecho  é  continuado,  sino  á  golpes 
muy  continuos  y  espossos  hácia  arriba, 
saliendo  un  cobdo  ó  mas  é  menos  encima 
del  agua  de  la  mar,  como  si  hirvieran, 
segund  su  celeridad  ó  presteca ;  pero  no 
caliente  el  agua  de  tales  manantiales,  si- 
no fria  ó  suave  é  tal,  que  todos  elegían 
que  era  la  mejor  que  pudiesse  aversc  vis- 
to ,  é  sin  que  los  ríos  mas  famosos  é  fuen- 
tes mas  loados  Ies  hiciessen  ventaja. 

Allí  higo  el  adelantado  hager  un  juego 
de  cañas  por  festejar  los  indios  que  degian 
ser  sus  amigos ,  é  por  el  buen  tractamien- 
to  que  en  ellos  hallaron,  é  como  suele 
acontesger,  cayeron  algunos  españoles,  de 
que  se  rieron  mucho  los  indios.  É  porque 
al  gobernador  le  pessó  dello,  higo  que  se 
les  diesse  á  entender  que  los  que  avian 
caydo,  avia  seydo  porque  ellos  lo  quisie- 
ron hager  á  drede ,  é  assi  higo  dar  caba- 
llos á  otros  que  no  eran  diestros  gineles, 
é  cayeron.  En  conclusión  los  indios  cre- 
yeron que  no  caian  los  chripstianós  sino 
por  su  placer,  6  quándo  é  de  manera  que 
hacerlo  quisiessen. 

Assi  para  quel  Ictor  descanse,  como 
por  quedar  la  legión  en  lugar  señalado, 
guando  la  quisiere  dexar  por  su  passa- 
tiempo  é  recreación,  é  porque  con  mas 
sabor  vuelva  á  ella  alentado,  me  pares- 
ge  ipies  conviniente  que  los  capítulos  no 
sean  muy  prolixos,  y  que  para  este  basta 
lo  qüe  está  dicho. 


DE  INDIAS.  LIU.  XXXII.  CAP.  III. 


229 


CAPITULO  III. 


lie  lo  que  shbccdió  al  adelantado  don  Francisco  de  Monlejo,  desde  que  salió  con  los  españoles,  que  le  que- 
daban del  pueblo  de  Conil,  é  de  la  república  ¿justicia  del  pueblo  llamado  Cachi,  c  de  los  árboles  del  en- 
pienso  6  su  contraclaoiun,  é  déla  grandísslma  poblaeion  llamada  Chuaca  *,  é  de  otras  cosas  que  subcedie- 

ron  en  aquella  conquista. 

Cion  mucho  ouydado  he  vivido  conti-     torpes ,  é  otros  groseros ,  ó  otros  apassio- 


DUando  estas  historias,  viendo  qnán  coxa 
c  ímperfetta  quedaba  enlre  lodas.  é  por 
l.i  mas  abatida  e  olvidada  aque-la  de  Yu- 
catán, porque  siempre  sospeché,  aviendo 
respecto  á  su  descubrimiento  é  al  sitio  é 
paralelos  de  mi  n-sienlo,  que  era  imposi- 
ble ser  menos  fértil  é  poblada  que  las 
otras  tierras  de  su-  eonlines.  Y.  aunque  de 
algunos  oia(|uu  la  loaljan,  era  por  términos 
c  palabras  de  personas  de  poca  pruden- 
cia e  de  l>axo  entendimiento,  é  que  quan- 
do  interrogándolos  medelenia,  me  ayu- 
daban á  perder  el  tiempo  mal  satisfacién- 
dome ,  hasta  que  topé  este  cavallero  don 
Alonso  de  Laxan,  que  assi  por  su  buen 
natural  é  habilidad,  como  por  la  mucha 

parte  que  como  testigo  de  vi-la  le  cupo 
destos  trabaxos  que  aquí  se  memoran,  lo 
sabia  muy  bien  entender  é  decir  para  (pie 
los  que  no  lo  vimos  fácilmente  lo  compren- 
damos, y  en  especial  los  que  alguna  noticia 
é  curso  tenemos  de  las  cosas  deslas  par- 
tes. K  una  de  las  cusa-  que  á  mí  me  han 
dado  mas  fatiga,  buscando  informaciones 

é  inquiriendo  estas  materias,  no  ha  seydo 

lauta  la  (pie  siento  en  escribirlas  todas  de 
mi  mano .  aunque  passan  di'  lies  mili  plie- 
gos de  papel  los  que  he  borrado  y  en- 
mendado é  rcescripto  una  é  dos  é  mas 
veges,  quundo  me  han  fatigado  algunos 

*  En  el  Códice  original  se  lee  adornas  en  este 
epigrftfe,  bien  que  tachado  al  parecer  de  mano  del 
mismo  Oviedo :  «é  la  batalla  que  allí  ovieron  con 
ulos  indios  é  de  otra  que  mas  adelante  les  dieron 
i'los  indios  de  Aqu  é  en  ambas  ovieron  villoría 
jilos  chripstianos;  é.  de  los  grandes  pueblos  por 
»donde  passaron  hasta  que  volvieron  á  la  villa  de 
«Salamanca :  é  cómo  el  adelantado  fué  por  la  mat 
j'hasla  un  pueblo  que  se  dice  Chitemal,  é  su  te- 


nados,  e  oíros  verdaderos.  Knlre  los  (¡lía- 
le- diverssos  relatores  he  andado  midien- 
do e  averiguando  é  atendiendo  al  verda- 
dero discurso  ¡pie  sigo  en  las  cosas,  don- 
de soy  ausente  ó  constreñido  á  creer  á 
otros  ó  a  quitarles  el  crédito  por  mi  esti- 
mativa: de  los  quales  escrúpulos  en  el 
pressente  libro  yo  soy  libre,  por  el  con- 
cepto, ipie  á  don  Alonso  de  Luxan  se  le 
debe,  é  a  la  buena  expresiva  con  quél 
platica  en  e-ia  armada  del  adelantado  don 
I  rancisco  Montejo,  desde  quella  se  prin- 
cipió hasta  que  se  acabó,  cómo  adelante 
se  dirá,  continuándola  historia,  di'  la  qual, 
hasta  questa  gente  llegó  al  pueblo  dicho 
Conil.  contado  se  ha  en  el  precedente  ca- 
pítulo. Queda  agora  de  decir  en  conse- 
cuencia cómo  desde  Conil  guiaron  los  in- 
dio- á  los  cliripslianos  desde  á  dos  meses 
(pie  allí  e-laban  ,  lies  leguas  adelante  á 
Otra  población  que  se  dice  Cachi,  en  el 
qual  camino  de  inedia  á  media  legua,  co- 
mo la  historia  lo  lia  dicho,  les  tenían  otras 
ramadas,  en  que  av  ia  muchos  cántaros  de 
agua  é  bastimentos  é  muy  abundantes, 
aunque  fueran  muchos  mas  los  hospeda- 
dos. 

lin  aqueste  lugar  avia  una  placa  bien 
grande,  en  medio  de  la  qual  estaba  hin- 
cado un  máslel  derecho  como  un  árbol  de 

»nionle  Alonso  Dávila  yba  con  cierla  gente  por 
ulicrra;  c  cómo  se  volvieron  á  la  dicha  Salamanca 
»por  la  industria  de  un  mal  chripstiano  Iraydor  que 
«estaba  é  vivia  enlre  los  indios ,  llamado  Goléalo, 
«marinero:  é  cómo  después  fué  por  mar  en  una 
wcaravela  suya  á  la  Nueva  España  é  Iruxo  genio 
»á  un  pueblo  que  se  dice  Tabasco,  al  qual  recogió 
»ásu  tenicnle  Alonso  Dávila  é  á  los  pocos  españo- 
les que  de  su  gente  le  quedaban.» 


230 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


una  nao,  liso  ó  puntiagudo,  el  qual  servia 
lo  mesmo  quel  rollo  donde  se  hace  justi- 
cia entre  cliripstianos,  aunque  con  grand 
diferencia  en  la  forma  de  la  execugion de- 
lta, porque  decían  los  indios  que  hinca- 
ban ó  empalaban  allí  espetados  vivos  los 
malfechores,  assi  como  ladrones,  é  los 
adúlteros,  que  tomaban  las  mugeres  casa- 
das é  sin  casar,  sin  licencia  de  cuyas  eran, 
é  por  otros  delictos. 

Avia  mucho  concierto  en  esta  repúbli- 
ca ,  é  tenian  muy  grand  tiánguez  ó  placa, 
con  muchos  tractantes  é  mercaderías ,  as- 
si  de  bastimentos  é  cosas  de  comer,  co- 
mo de  todas  las  otras  que  entre  los  natu- 
rales allí  se  compran  é  venden  ó  truecan. 
E  avia  sus  almotacenes  é  jueces  en  una 
casa  junto  é  á  un  canto  de  la  plaga ,  á  ma- 
nera de  consistorio ,  donde  se  determina- 
ban todos  sus  letigíos  en  pocas  palabras, 
sin  aleada  ni  apelación,  sino  del  pié  á  la 
mano,  sin  quel  sol  se  passasse  ni  hora  en- 
tera se  cumpliesse,  ni  cosa  se  escribiesse, 
ni  derechos  ni  tuertos  se  llcvasscn  á  nin- 
guna de  las  partes ,  dando  á  cada  uno  lo 
que  era  suyo  justamente. 

Desde  á  dos  dias  passaron  nuestros  es- 
pañoles á  otro  pueblo  que  está  dos  leguas 
adelante,  é  muy  mayor,  el  qual  se  dice 
Cincimato.  En  este  espacio  de  dos  leguas 
están  lodos  aquellos  llanos  é  campos  lle- 
nos de  árboles  de  cnciensso,  muy  curados 
é  limpios,  porque  desla  mercadería  hay 
allí  muy  grand  tracto  é  cargaron  para 
otras  partes,  assi  para  perfumar  sus  (¡ues 
ú  oratorios  e  gastarlo  en  sus  sacrificios  6 
mortuorios,  como  en  otras  cosas,  de  que 
bc sirven  dello.  L-lo>  árboles  son  muy  gen- 
tiles 6  frescos  é  grandes,  y  es  para  aque- 
lla gente  grande  é  útil  mercadería,  por- 
que mu  hay  encienssoen  loda  la  provincia 
sino  allí :  é  para  lo  sacar,  corlan  en  el  ár- 
bol ('■  hacen  en  él  un  vaquo  lanío  quanlo  es 
un  puño  cerrado:  é  vaquado  aquello,  allí 
poco  á  poco  se  destila  6  corre  allí  aquel 
licor,  é  se  espessa  6  hace,  quejándose,  el 


cnciensso ;  é  de  allí  lo  toman,  y  es  como 
el  mesmo  enciensso  é  con  el  mesmo  olor, 
y  desto  grandíssima  abundancia.  E  cómo, 
esta  gente  yba  con  tanto  temor  como  la 
cantidad  del  cnciensso,  é  aquel  sahumerio 
no  era  bastante  para  se  le  quitar,  no  se 
detuvieron  allí  mas  que  aquella  noche:  é 
luego,  como  amanesció  el  siguiente  dia, 
se  partieron,  é  á  otras  dos  ó  tres  leguas 
adelante  llegaron  á  otro  pueblo  tan  gran- 
de, que  á  medio  dia  que  comentaron  á 
entrar  en  él ,  no  desando  de  andar  hasta 
que  allegaron  á  la  casa  del  cacique,  donde 
el  gobernador  possó ,  era  hora  de  víspe- 
ras sin  salir  de  la  población.  E  todas  las 
mas  casas  eran  de  cantería ,  é  sus  orato- 
rios ó  qiies  muy  extremados  de  buena  la- 
vor:  é  aqueste  pueblo  ó  cibdad  se  llama 
Chunca ,  é  toda  la  mayor  parte  de  la  ve- 
cindad es  de  señores  é  cibdadanos  é  mer- 
caderes é  gente  muy  polida  en  respecto 
de  las  poblaciones  ques  dicho ;  las  quales 
son  subjetas  á  esta  república  ó  cibdad  de 
Chuaca. 

Después  que  se  ovieron  apossentado  los 
chripstianos ,  cssa  mesma  noche  se  fueron 
los  indios  é  doxaron  vacio  el  pueblo  con 
lodo  lo  que  tenian  de  mucha  ropa  é  pro- 
visiones de  aves  é  mahiz,  con  pensamien- 
to de  dar  otro  dia  sobre  los  nuevos  hués- 
pedes, como  lo  hicieron.  E  quando  fue- 
ron las  diez  del  dia ,  volvió  mucha  gente 
sin  gritar  ni  hacer  las  alharacas  que  sue- 
len hacer  (gritando  é  tañendo  atambores 
é  unos  caracoles  que  suenan  como  voci- 
nas),  sino  muy  sosegados  é  con  lodo  silen- 
cio dieron  de  sobresalió  en  los  españoles 
con  grande  ímpetu.  E  quiso  Dios  (piel,  ade- 
lantado, que  también  velaba  su  quarlo, 
se  hallo  á  caballo: e  con  lanloánimo,  como 
si  muchos  cavalleros  á  par  del  eslovieran, 
solo  dio  en  los  indios,  é  puesto  (pie  han 
iinieho  temor  de  los  caballos,  por  su  buen 
esfuerco ,  entrando  é  saliendo ,  se  revolvió 
de  (al  manera  con  los  enemigos  ,  que  les 
hico  mucho  daño  é  los  detuvo  tanto  quan- 


DE  INDIAS.  Llü. 


XXX11.  CAP.  III 


(o  ovieron  lii'mp<j  los  ehripstianós  de  salir 
á  caballo  é  á  pié  é  juntarse  para  su  defen- 
sa. Estos  iridios  son  flecheros  é  no  tienen 
hierva;  pero  son  buenos  punteros,  é  los. 
hierros  de  sus  saetas  son  de  pedernal  6 
muy  malos,  porque  (mando  hieren,  se 
desgranan,  qucs  peor  que  la  niosma  heri- 
da. E  también  pelean  muchos  dellos  con 

rodelas  é  lancas  corlas  de  doce  ó  quince 
palmos,  con  hierros  assimesmo  de  pe- 
dernal. En  esta  batalla  murieron  este  día 
diez  o  dore  cliripsl  ianos,  que  andaban  der- 
ramados por  el  pueblo,  en  equivalencia 
di'  los  quales  muriiTou  muchos  indios,  y 
entre  ellos  diez  de  los  principales. 

Otro  dia  siguiente  vinieron  de  paz,  é 
de>de  .i  dos  dias  después  de  hechas  las 
ami-lades,  el  gobernador  é  los  españoles 
se  passaron  delante  á  otro  pueblo  que  se 
dice  Aqu,  tan  grande  como  el  que  se  ha 

dicho,  é  todos  aquellos  pueblos  están  á 
una  legua  y  media  é  á  poco  mas  ó  menos 
de  la  mar. 

Esos  indios  que  les  llevaron  la-  cargas 
dixeron  á  los  españolea  que  los  indios  de 
Aqu  lenian  concertado  de  malarios  á  la 
entrada  del  pueblo,  lo  qual  no  era  a~si; 
antes  quando  allegaron.-eran  v dos  del  pue- 
blo los  vecinos  del,  ó  huyeron  porque  es- 
tos de  (iliuaca  les  avian  enviado  á  decir 

que  los  chrípstianos  yban  con  determina- 
ción de  matarlos  é  hacerles  guerra  é  to- 
marles las  mugeres.  Por  manera  que 
({liando  los  nuestros  entraron  en  el  pueblo, 
halláronle  solo  é  muy  bien  proveydo,  6 
los  indios  de  Chuaca ,  que  yban  con  los 
ehripstianós ,  saquearon  las  casas  é  carga- 
ron de  quántO  bien  les  paresció  é  qui-io- 
ron,  é  se  tornaron  á  su  pueblo  é.dexaron 
allí  á  los  ehripstianós.  Otro  dia  vinieron 
los  de.  Aqu  de  guerra ,  é  como  el  ade- 
lantado estaba  sobre  el  aviso,  anticipóse 
a  la  defensa  como  buen  capitán  é  diestro, 
6  hico  grand  destroco  en  los  contrarios, 
é  murieron  muchos  de  los  principales  *é  de 
la  otra  gente  común,  sin  que  muriesse 


chripstiano,  puesto  que  algunos  ovo  heri- 
dos ¿  también  d(!  los  caballos;  pero  la  Vi- 
toria quedó  con  los  españoles.  El  dia  si- 
guiente vinieron  de  paz,  é  pidieron  perdón 
al  adelantado,  é  les  otorgó  las  amistades, 
é  se  hicieron,  ó  le  dieron  indios,  que  11c- 
vassen  las  cargas  adelante. 

Sabiendo  por  la  comarca  las  batallas 
(¡lies  dicho  e  la  vitoria  de  los  nuestros, 
enviaron  muchos  caciques  sus  embaxado- 
res  al  adelantado,  pidiéndole  paz  é  su 
amistad,  y  él  se  la  otorgaba  é  les  daba  do 
lo  que  tenia  ,  e  desde  en  adelante  no  ovo 
mas  recuentro  ni  batalla. 

De  allí  passaron  los  españoles  quallX)  le- 
guas hasta  tjicia,  ques  mayor  pueblo  de 
los  tpu;  se  lian  dicho. ('allí  fueron  bienres- 
cebidos  é  ser\  idos:  é  como  no  hallaban  rio, 
que-  la  principal  cosa  que  los  hombres 
buscan  en  aquestas  partes,  acordó  el  ade- 
lantado yr  adelante,  é  passó  á  otro  pue- 
blo mayor  que  (acia ,  que  está  á  quatro 
leguas,  é  llámase  Loche.  El  cacique  de 
allí  es  grand  señor,  é  hico  tan  poco  caso 
del  adelantado  e  di'  los  ehripstianós,  é 
mostróse  tan  grave  con  ellos,  que'  por 
desprecio  se  estuvo  quedo  en  su  casa  y 
echado  en  su  hamaca,  e  nunca  hablo  tres 
palabra-:  e  SUS  principales  que  por  torno 

del  .estaban,  hablaban  por  él ,  á 'causa  de 
lo  qual  el  adelantado  llamó  aquella  pobla- 
ción el  pueblo  de  la  Gravedad.  E  quando 
alguna  palabra  el  cacique  decía,  enconlL- 
nenle  (pie  eomencaba  á  hablar  ponían  lue- 
go delante  entre  él  y  el  adelantado  una 
manta  muy  delgada,  ó  teníanla  tendida 
en  el  aj  re,  tomándola  dos  de  aquellos  in- 
dios, sus  mas  aceptos  é  cercanos  á  él, 
por  las  dos  puntas  aleadas,  é  las  otras  dos 
caydas,  assi  que  servia  do  cortina;  é 
puesta  de  esta  forma,  decía  algunas  pocas 
palabras. 

Desde  allí  atravessaron  por  la  tierra 
adentro  los  españoles ,  é  fueron  con  su  ca- 
pitán general  á  dar  en  el  pueblo,  que  se 
deciá  Salamanca,  é hallaron  muy  poblada 


232  HISTORIA  GENE 

la  tierra  toda,  segund  es  dicho.  É  ([liando 
allí  llegaron,  no  erán  ya  sino  sessenta  per. 
sonas,  en  los  quales  y  en  otros  diez  ó  do- 
re que  en  aquella  villa  hallaron,  era  redu- 
cida toda  su  armada  y  exército;  porque 
todos  los  demás  eran  muertos,  ó  aquellos 
doce  avian  escapado  porque  dos  pueblos 
pequeños  los  sostenían,  que  quiso  Dios 
que  no  se  alcassen,  é  aquellos  les  daban 
algún  pescado  é  mahiz. 

Parésceós,  letor,  questa  manera  de  mi- 
licia que's  algo  mas  peligrosa  que  la  de  los 
tártaros,  ni  de  su  emperador  Cigiscan, 
do  quien  se  hice  memoria  en  el  capítulo 
antecedente,  que  de  diez  de  sus  soldados 
mataban  el  uno,  é  acá  en  lo  que  decimos 
desta  armada ,  de  trescientos  é  ochenta 
hombres  no  quedaban  sino  septenta  y  dos 
hombres!.. Pues oyd,  é  sabreysque  no  se 
sabe  que  ninguno  volviesse  á  España ,  si- 
no solo  el  comendador  don  Alonso  de  Lu- 
xan ,  de  quien  de  susso  se  ha  hecho  men- 
ción, ni  se  cree  que  hoy  sean  vivos  diez 
d ellos.  [Oh  inmenso  Dios,  quánto  mas  se- 
guras están  las  vidas  é  las  ánimas  de  aque- 
llos que  en  tu  servicio  se  ocupan!...  É 
quánto  es  diferenciado  ó  mas  cumplido  ó 
precioso  el  galardón,  que  consiguen  los  que 
te  unían  é  temen  ,  é  que  se  apartan  deslos 
militares  trabaxos  mundanos,  que  los 
hombres  (ólos  mas  dellos)á  escuras  yem- 
bebesoidos  en  estas  malas  é  terrenas  ga- 
nancias, ó  mejor  diciendo  notorias  pérdi- 
das ,  con  sus  proprias  manos  é  flacos  en- 
tendimientos abracan  é  toman  sin  enten- 
derse ,  hasta  que  ni  el  daño  tiene  remedio 
ni  el  arrepentimiento  es  en  tiempo  que  les 
aproveche,  ni  excuse  las  muertes  palpa- 
bles, que  por  estas  partes  están  engas- 
tadas en  este  oro  y  esmeralda.-  que  los 
más  buscan  é  los  menos  gocan! 

Después  quel  adelantado  6  los  españo- 
les allí  estovieron ,  fuó  una  caravela  des- 
de aquesta  nuestra  cibdad  de  Sánelo  Do- 
mingo  á  bascar  al  adelantado,  que  era 
suya,  6 aportó  á  Cocumel,  6  desde  allí 


AL  Y  .NATURAL 

passó  á  Tierra-Firme  ó  fué  á  aquella  villa 
de  Salamanca ,  con  el  qual  navio ,  assi  el 
adelantado  como  lodos  los  demás ,  se  hol- 
garon en  extremo.  Y  el  adelantado  se  me- 
tió en  la  caravela  para  yr  á  buscar  por 
aquellas  costas  alguna  sierra  ó  rio  por  don- 
de mas  á  propóssito  é  mejor  pudiesse  ha- 
cer su  assiento  que  en  lo  que  avian  visto; 
é  llevó  consigo  ocho  ó  diez  de  sus  cria- 
dos ,  é  la  otra  gente  quedó  en  Salamanca 
á  deprender  mas  trabaxos;  pero  estos  que 
allí  quedaron,  no  fueron  sino  veynte  ó 
veynte  y  dos  hombres ,  con  don  Alonso 
de  Luxan ,  haciendo  un  bergantín  para  se- 
guir trásel  adelantado  hácia  donde  él  yba, 
porque  los  restantes,  que  serian  hasta  qua- 
renta  españoles ,  mandó  el  adelantado  que 
fuessen  por  tierra  con  su  teniente  el  capi- 
tán Alonso  Dávila ,  costa  á  costa  y  en  la 
demanda  quel  adelantado  yba.  E  assi  lo 
hicieron,  siguiendo  cierta  instrucion  del 
gobernador,  é  passaron  por  muchos  pue- 
blos no  menores  que  los  que  la  historia  ha 
dicho. 

El  adelantado  llegó  bien  ochenta  le- 
guas de  aquella  Salamanca  á  un  pueblo 
de  la  costa  que  se  dice  Chitemal ,  é  con- 
forme á  su  ultima-sílaba  mal  subcedió  to- 
do lo  de  allí. 

El  Alonso  Dávila  é  los  que  con  él  yban 
llegaron  á  treynta  leguas  de  allí,  porque 
los  indios  les  hicieron  dar  esta  guiñada,  ó 
apartarse  esta  distancia  la  tierra  adentro, 
por  apartarlos  del  gobernador  é  poder 
con  mas  facilidad  malar  todos,  á  los  unos 
é  á  los  otros ,  lo  qual  se  hice  por  indus- 
tria de  un  Gonealo,  marinero,  que  decían 
los  indios  que  estaba  en  la  tierra  desde 
que  un  Aguilar,  lengua  que  tuvo  Corles 
en  la  conquista  de  la  Nueva  España,  é 
otros  chripstianos  se  avian  perdido  con 
una  caravela  en  aquella  costa.  Y  este  Gon- 
ealo, marinero,  era  del  condado  de  Niebla, 
y  estaba  ya  convertido  en  indio,  é  muy 
peor  ([ue  en  indio,  é  casado  con  una  in- 
dia é  sacrificadas  las  orejas  é  la  lengua, 


DE  INDIAS.  L1B.  XXXII.  CAP.  III 


é  labrado  la  persona  pintado  corno  indio, 
6  con  muger  é  hijos ,  del  qual  se  supo  en 
esta  manera. 

En  aquel  pueMo  de  Chiteinal .  donde  el 
gobernador  llegó  con  la  caravela ,  echa- 
ron el  batel  fuera  é  saltaron  en  tierra,  de 
noche,  algunos  españoles  é  tomaron  tres 
ó  quatro  indio-i.  <•  uno  dellos  di\o  al  go- 
bernador que  entrellos  avia  un  chripstia- 
no  como  los  de  la  caravela,  ó  que  estaba 
cassado  é  vivia  entrellos,  6  avia  seydo  pri- 
mero esclavo ,  6  que  ya  era  libre  c  su  vo- 
cino,  é  sabia  muy  bien  la  lengua  de  la 
tierra,  é  tenia  las  orejas  ó  la  lengua,  co- 
mo los  indios,  harpadas  6  sajadas  de  qoan- 

do  ellos  hac  'ti  sus  sacrili(,ios,  como  mas 
largamente  tales  ritos  se  tracen  adelante 
en  el  libro  X.Wlll.  capitulo  XLVI. 

Informado  de  lo  ques  dicho  el  adelan- 
tado,  creyó  que  aquel  clu  ipstiano  que  le 
decían,  seria  grand  socorro  é  ayuda  para 
pacificar  e  poblar  la  tierra  é  convertir  los 
naturales  della  .  e  que  ya  que  por  sus  pec- 
cados  ó  desdicha  se  avia  allí  avecindado; 
que  todavía  tenia  memoria  del  baplismo 
é  de  nuestra  religión  chripsliana  é  dessea- 
ria  salvarse  ,  pues  la  misericordia  divina 
tan  buen  aparejo  le  daba  para  se  poder 
cobrar  é  servir  á  Diosen  la  conversión  de 
los  indios,  á  causa  de  su  interpretación; 
lo  qual  purescia  cosa  posible  6  muy  apa- 
rejada ocasión.  K  as>i  el  adelantado  cn- 
conlinente  le  escribió  una  caria,  en  (pie  le 
decía  assi :  « Goncalo ,  hermano  é  amigo 
especial:  á  muy  buena  ventura  tengo  mi 
venida  6  aver  sabido  de  vos  del  portador 
desla  carta  ,  la  qual  es  para  acordaros  que 
soys  chripstiano  c  comprado  con  la  san- 
gre de  Jhesu-Chripslo,  Nuestro  Hedemp- 
tor,  á  quien  yo  doy  é  vos  debeys  dar  in- 
finitas gracias,  pues  os  da  tan  buen  apa- 
rejo para  servir  a  Dios  y  al  Emperador, 
nuestro  señor,  en  la  pacificación  6  bap- 
tismo  déstas  gentes,  y  en  que  demás  des- 
so,  saliendo  de  peccado,  con  la  gracia 
de  Dios,  podreys  honrar  é  aprovechar 

tomo  ni. 


vuestra  persona;  6  yo  os  seré  para  ello 
muy  buen  amigo,  6  screysmuy  bien  trac- 
lado.  É  assi  os  ruego  que  no  deys  lugar 
á  quel  diablo  os  dé  estorbo,  para  hacer 
luego  lo  que  digo,  porque  no  os  per- 
davs  para  siempre  con  él.  K  de  parte  de 
Su  Magostad  os  prometo  de  lo  hacer  muy 
bien  con  vos  é  de  cumplir  lodo  lo  que  he 
dicho  muy  enteramente;  é  de  mi  parle, 
comió  hombre  hijodalgo,  os  doy  mi  feo 
é  palabra  de  lo  hacer  complir  sin  falta  al- 
guna, favoresciendo  é  honrando  vuestra 
persona,  e  de  haceros  de  los  principales 
hombres  uno  de  los  mas  escogidos  é  ama- 
dos  que  en  estas  parles  oviere.  Assi  qne, 
sin  dilación  os  venid  ¡i  esta  caravela  ó  á 
la  cosía  á  verme  é  á  efeRuar  lo  que  he 
dicho,  é  hacerse  ha  con  vuestro  consejo 
é  parescer  lo  que  más  conviniere.» 

Este  mal  aventurado,  como  se  debiera 
de-de  -u  principio  aver  criado  entre  baxa 
é  vil  gente,  é  no  bien  enseñado  ni  dotlri- 
nado  en  las  cosas  de  nuestra  sancta  féc 
calholica.  o  por  ventura  (como  se  debe 
sospechar)  él  seria  de  ruin  casia  é  sospe- 
chosa á  la  mesiiia  religión  chripsliana,  to- 
mo la  caria  é  leyóla,  la  qual  le  llevó  aquel 
indio  que  al  adelantado  informo  deste 
hombre.  K  digo  (pie  la  leyó,  porque  otro 
día  i-iguiente  el  Miesmo  indio  volvió  con 
la  respuesta  é  con  la  mesma  carta  que  lle- 
vó, é  venia  escripto  en  las  espaldas  della, 
con  carbón,  estas  palabras:  «Señor,  yo 
besso  las  manos  de  vuestra  merced:  é 
como  soy  esclavo,  no  tengo  libertad,  aun- 
que soy  cassado  é  longo  muger  é  hijos  o 
yo  me  acuerdo  de  Dios;  é  vos,  señor,  é 
li  ps  españoles,  terneys  buen  amigo  en  mí. » 

Su  amistad  é  obra  fué  tal  como  quien  él 
era ,  pues  tpie  inducidos  los  indios  por  él, 
barrearon  é  hicieron  cavas  é  fortalcsgie- 
ron  el  pueblo ,  é  dió  guerra  al  adelantado 
é  á  los  españoles ;  é  los  puso  en  estado  que 
todos  los  ehripstianos,  que  en  aquella  tier- 
ra estaban,  se  ovieran  de  perder ,  é  dió  á 

entender  á  los  españoles  é  al  adelantado 
30 


234 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


qucl  capitán  Alonso  Dávila ,  con  todos  los 
que  con  61  yban ,  eran  muertos ;  é  al  Alon- 
so Dávila  c  sus  compañeros  les  higo  enten- 
der que  los  de  la  caravcla  y  el  adelantado 
también  eran  muertos.  E  para  esto  hicie- 
ron los  indios  la  paz  con  el  gobernador,  6 
diéronle  gallinas  é  mahiz  é  bastimentos  é 
agua,  con  quesefuesse  con  su  caravela,  é 
assi  lo  higo  con  mucha  pena  6  dolor,  pen- 
sando que  aquella  mala  nueva  era  verdad. 
El  Alonso  Dávila,  después  que  le  dieron 
también  la  mesma  mala  nueva,  por  su. 
parte  con  su  compañía,  se  tornó  por  donde 
avia  ydo,  é  volvió  primero  á  la  villa  ques 
dicho  de  Salamanca,  é  mudó  el  pueblo  de 
allí  é  hícolo  passar  cou  el  mesmo  nombre 
á  donde  avian  topado  primero  el  oagique 
de  Cocumel ,  quando  'yba  á  casar  su  licr- 
mana ;  y  en  un  Iugarejo  de  pescadores, 
buen  assiento ,  que  por  los  indios  se  lla- 
maba Cnmanca,  assentaron.  su  vecindad, 
doliéndose  de  la  muerte  del  adelantado, 
pensando  que  ora  verdad  k»  que  del  Te 
avian  dicho,  y  esperando  lo  que  la  vo- 
luntad de  Dios  quisiesse  disponer  dellos. 

El  adelantado  aviase  passado  de  largo 
descubriendo  la  costa ;  é  acompañado  de 
muchos  trahaxos  é  tormentas  llegó  hasta 
treynta  leguas  de  Honduras ,  ú  un  rio  que 
se  dice  UJva.  É  desde  allí  dió  la  vuelta  é 
fué  á  Cocumel,  é  supo  de  los  indios  de 
aquella  isla  adonde  estaban  los  españoles 
con  Alonso  Dávila,  ó  fuésse  á  ¡untar  con 
ellos  con  mucho  placer,  non  obstante  sus 
trahaxos  de  los  unos  é  los  otros;  porque 
[ior  las  nuevas  que  aquel  mal  chiipsliauo 
Goncalo,  marinero,  avie  publicado,  todos 
pensaban  que  eran  muerlos  los  que  esta- 
llan vivos,  é  se  abracaban  con  mezcladas 
lágrimas  de  goco. 

Allí  reposó  esla  gente  pocos  dias,  por- 
que el  aparejo  de  su  descanso  estaba  16- 
xos,  y  el  assiento  di'  aquella  villa  no  era 
á  su  propóssilo :  6  porque  el  adelantado 
estaba  muy  desseoso  y  en  determinación 
de  buscar  un  assiento  6  comarca ,  donde 


el  tiempo  no  se  perdiesse,  como  hasta  es- 
toncos,  y  á  esta  causa  en  la  mesma  cara- 
vela  fué  á  la  Nueva  España ,  é  llegado  A 
ella  prosiguió  su  camino  hasta  Tenuxtilan, 
por  se  proveer  allí  de  gente  6  volver  á  po- 
blar en  aquel  pueblo  6  puerto  de  Chile- 
mal  ,  donde  aquel  traydor  6  renegado  ma- 
rinero, llamado  Gonzalo,  hico  la  prueba 
que  la  historia  ha  contado,  porque  allí 
avia  visto  el  adelantado  un  buen  rio  é  dis- 
posición para  lo  quel  gobernador  dessea- 
ba.  Ydo  pues  á  México,  avia  dexado  or- 
denado á  Alonso  Dávila  con  su  poder,  que, 
como  su  teniente  ,  quedasse  con  la  gen- 
te en  aquella  villa  de  Salamanca,  en  tan- 
to quél  yba  á  buscar  remedio  é  gente;  co- 
mo es  dicho,  cu  México ;  6  cómo  era  ami- 
go de  Hernand  Cortés,  que  poco  antes  avia 
venido  con  título  de  marqués  del  Valle, 
comunicólo  sus  trahaxos  é  trances  passa- 
dos ,  ó  cómo  no .  avia  hallado  donde  pu- 
diésse  poblar,  é  todo  lo  que  por  él  avia 
passado.  É  díxole  el  marqués  que,  quando 
él  avia  ydo  en  busca  del  capitán  Chripstó- 
bal  de  Olit ,  que  se  le  avia  aleado  en  Hon- 
duras, avia  passado  por  una  hermosa  cib- 
dad  que  está  en  la  gobernación  del  mes- 
mo adelantado  é  tierra  de  Yucatán,  que 
se  dice  Acalan  ,  rica  é  apropóssito  suyo, 
é  loóscla  en  lauta  manera  que  le  hico  mu- 
dar do  propóssilo.  E  la  Audiencia  Real 
que  en  .México  reside,  mandóle  y  encargó 
al  adelantado  que  fuesse  á  un  pueblo  que- 
so dice  Tavasco,  que  eslá  en  la  costa  del 
rio  que  llaman  de  Grijalva ,  é  que  tomas- 
sc  residencia  á  un  capitán  que  allí  estaba 
para  guarda  de  aquella  tierra,  é  que  la 
asegurasse,  6  paeificasse  los  indios  de 
aquella  provincia.  E  con  este  despacho  se 
partió  de  la  cihdad  de  México  con  hasta 
cinqüenta  ó  scssenla  hombres,  é  fué  á  la 
villa  de  Tavasco  ó  cumplió  muy  bien  lo 
que  por  el  Audiencia  Real  le  fué  manda- 
do; é  desde  allí  envió  dos  navios  á  llamar 
al  capitán  Alonso  Dávila  éá  la  otra  gente, 
que  con  él  avian  quedado  en  aquella  villa 


DR  INDIAS.  UB.  XXXII.  CAP.  ID.  235 

iic  Sakimanca  ó  vinieron  allí,  porque  le  pa-  desdo  donde  podría  entender  en  la  con - 
resció  al  adelantado  que  estaba  en  parte     (juista  6  pacificación  do  Yucatán. 

CAPITULO  IV. 

bel  subeesso  del  adelantado  don  Fram.-isco  de  Monlejo,  después  que  estovo  en  Tavaseo,  c  como  fin:  en  de- 
manda de  la  cibdad  de  Acalan,  é  de  lu  \  i^l  is  de  entre  él  y  el  capitán  don  jfohab  Enriquez  (fu  Giizman  *,  c 
de  una  nueva  invención  é  nunca  antes  oyda  ni  vista  que  los  españoles  inventaron  para  llov.ir  tus  caballos 
en  canoas";  é  cucatanse  otras  cosas  concernientes  al  discurso' de  la  historia. 


Después  que  en  Tavaseo  el  adelantado 
tovo  pacífica  la  tierra  é  de  paz  toda  su 
provincia,  pusoalli  un  tenienle  suyo  porca- 
pitan,  y  él  entró  por  la  tierra  la  vía  de  Aca- 
bo con  hasta  cieol  hombres,  é  los  treynla 

dellos  d(!  á  caballo:  é  después  que  OVO 
caminado  hasta  seseen  ta  teguas,  adolesoíó 
en  un  pueblo  grande  (pie  está  en  el  nas- 
cimiento  del  rio  de  Grijalva ,  (¡tic  se  digo 
Teapa,  en  el  ipial  pass()  muchos  trahaxos, 
m<s¡  ñor  Taita  de  mantenimientos  romo  de 
oirás  nescessidades  quél  é  su  jenle  pades- 
cieron.  Siguióse  (pie  en  el  niesmo  tiempo 
desde  México  avia  ydo  don  Jolian  Enri- 
quei  di'  Guzman,  por  comisión  del  presi- 
dente de  Ni  Nueva  España,  Ñuño  de  (inz- 
uían, á  la  pacificación  de  la  provincia  ó 
cibdad  de  Chiapa:  6  después  que  en  ella 
estovo, sal ió  á  visitar  la  tierra  hacia  el  nas- 
ciinienlo  di'l  rio  ques  dielio  de  (irijalva,  é 
por  donde  passaba  6  lo  hacia  de  paz.  yba 
reparliendo  la  tierra .  encomendando  el 
servifio  de  los  indios  á  los  milites  españo- 
les, que  en  su  compañía  andaban.  Lo  mes- 
ino  avia  hecho  el  adelantado  .Monlejo  por 
donde  avia  passado  liasta  llegar  al  pueblo 
de  Teapa:  de  manera  que  don  Johan  lle- 
gó íi  una  población,  que  se  dice  Estapan- 
guaxoa,  ques  á  dos  leguas  do  Teapa,  ó 

•  En  esta  parte  se  lee  en original:  (té  cómo 
el  gobernador  se  volvió  á  Tavaseo  c  envió  ásu  te- 
nienle el  capitán  Alonso  Dávila  con  gente,  en  de- 
manda de  Acalan  ,  é  cómo  se  tomó  un  pueblo  que 
estaba  dentro  de  un  lago  por  muy  gentil  forma.» 

"*  También  aqui  suprimió  Oviedo  las  siguientes 
cláusulas,  que  se  leen  en  el  MS.  original :  «de  dos 
en  dos  juntas  é  en  cada  par  dellas  dos  caballos  de 


cómo  tuvieron  nolicia  los  unos  compañe- 
ros del  un  capitán  de  los  del  otro,  acor- 
daron de  verse  los  capitanes;  é  con  hue- 
lla amistad  se  concertaron,  é  don  Johan 
socorrió  con  muchos  puercos  ó  otras  co- 
sas á  Monlejo,  y  él  se  los  salisüco  C0I1 
Otras,  é  quedaron  de  acuerdo,  é  sin  (pío 
oviesse  entré  los  unos  é  los  otros  conten- 
ción alguna,  y  en  mucha  conformidad: 
que  era  lo  que  convenia  al  servicio  do 
Dios  é  de  Sus  Majestades.  I']  comunicán- 
dose esios  dos  rapilanes,  di\o  don  Johan 
al  adelantado  que,  pues  tenia  acordado  de 
Volver  airas  por  su  enfermedad  y  enviar 
&  su  tenienle  Alonso  Dávila  en  demanda 
de  Acalan.  que  le  parescia  que  dehia  man- 
darle que  se  fuesse  por  Chiapa,  donde 

don  Johan  tenía  su  assienio.  é  le  ayudaría 
él  con  darle  jiñas  é  con  todo  lo  quél  le 
ptidiesse  ayudar  é  lávorescer.  pues  que 
por  allí  era  el  mejor  camino.  E  assi ,  te- 
niéndoselo Monlejo  en  merced  ,  le  respon- 
dió el  adelantado  que  assi  se  haría ,  é  don 
Johan  con  su  gente  se  tornó  á  su  assiento 
á  Chiapa,  é  Montejo  se  volvió  á  Tavaseo 
en  canoas  por  el  rio  abaso,  y  el  teniente 
Alonso  Dávila  fué  con  la  gente  en  deman- 
da de  Acalan. 

Y  en  llegar  desde  Teapa  'hasta  Chia  - 

través,  que  en  la  una  ambos  caballos  llevaban  las 
manos  y  en  la  otra  los  pies  :  é  de  lo  que  passaron 
estos  españoles  basta  que  llegaron  á  una  laguna  de 
dos  leguas  en  ancho,  donde  se  halló  noticia  de  una 
forma  extraña  de  una  puente,  quel  marqués  del  Va- 
lle, Hernando  Cortés,  avia  fecho  algún  tiempo  atrás 
#  ó  ante  ,  por  donde  passó  aquella  laguna.» 


236 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


pa,  que  son  treynta  leguas,  passó  mu- 
flios trabaxos  con  ochenta  hombres  mi- 
I  i  tares  que  llevaba,  é  los  mas  dellos  de 
caballo,  porque  el  camino  es  de  los  peo- 
res é  mas  fragoso  que  se  puede  pen- 
sar :  y  assi  se  despenaron  parte  de  los 
caballos  é  parte  dellos  se  aguaron,  é  los 
demás  llegaron  tales,  que  fueron  de  poco 
provecho.  Mas  allí  en  Chiapa  les  higo  mu- 
flía cortesía  é  buen  acogimiento  el  capi- 
tán don  Johan  Enriquez,  ó  si.  por  aquel 
cavallero  no  fuera ,  mal  pudieran  passar 
adelante;  porque  assi  él  como  los  espa- 
ñoles que  con  él  estaban,  socorrieron  muy 
bien  al  Alonso  Dávila  é  sus  compañeros, 
é  allí  se  repararon  ó  rehicieron  de  caba- 
llos é  armas,  de  algodón  bastado  é  de  lo 
que  les  convino  para  continuar  su  empres- 
sa,  ó  Ies  dieron  guias,  las  qualcs  mandó 
don  Johan  que  fuessen  con  Alonso  Dávila 
hasta  le  poner  treynta  leguas  apartado  de 
los  términos  de  Chiapa.  É  assi  se  hico,  é 
quando  las  guias  ovieron  servido  hasta  las 
treynta  leguas,  se  tornaron,  porque  de  allí 
adelante  no  sabían  la  tierra  ni  entendían 
las  otras  lenguas  que  avia ;  ó  Alonso  Dá- 
vila passó  adelante  é  siguió  su  camino, 
aunque  era  algo  peor  é  mas  áspero  quel 
passado,  llevando  los  caballos  de  diestro, 
é  rotas  é  desportilladas  las  lumbres  de  las 
uñas  ,  é  muy  trabaxados  é  flacos.  É  des- 
ta  manera  llegaron  á  una  laguna,  que  tiene 
diez  ó  doce  leguas  de  circunferencia,  y 
en  la  mitad  delta  un  pueblo  en  una  isleta 
con  hasta  sessenla  casas  de  indios  ricos  é 
tractantes  é  de  guerra. 

É  llegando  allí,  é  no  aviendo  forma 
ni  aparejo  para  entrar  dentro,  salió  del 
real  el  comendador  don  Alonso  de  La- 
xan COD  hasta  ocho  ó  diez  de  caballo, 
para  co.-tear  aquel  lago  é  ver  é  conside- 
rar su  disposición,  é  si  hallarían  entra- 
da segura  en  él  para  aquella  población. 
E  toparon  en  la  costa  quatro  canoas  pe- 
queñas ,  y  entrados  algunos  españoles, 
en  ellas,  atadas  juntas ,  hicieron  una  bal- 


sa, é  traydas  á  donde  avia  quedado  el 
tenionte  Alonso  Dávila  con  la  gente,  me- 
tiéronse en  esta  nueva  forma  de  balsa 
doge  hombres  rodeleros  é  ballesteros,"  é 
á  los  lados  yban  nadando  un  caballo  de 
cada  parto,  é  al  saltar  en  tierra  echáron- 
les presto  las  sillas  é  cabalgaron  en  ellos 
dos  ginctes  veteranos  é  diestros,  é  higie- 
ron  rostro  á  los  enemigos ,  que  no  queda- 
ron poco  espantados  de  ver  tales  anima- 
les é  la  osadía  con  que  allí  avian  entrado 
essos  españoles.  Y  en  tanto  las  canoas  ó 
balsa  tornó  á  traer  á  la  ¡sleta  otros  tantos 
chripstianos ,  porque  el  trecho  del  agua 
por  allí  seria  hasta  un  tiro  de  ballesta ;  é 
desta  forma,  entrados  mas  é  mas  milites, 
ganaron  el  pueblo.  E  cómo  los  indios  te- 
nían canoas,  fuéronse  por  otro  costado 
del  pueblo  con  quanto  pudieron  llevar, 
puesto  que  quedaron  bastimentos  á  los 
españoles,  que  lo  avian  bien  menester,  é 
no  quedó  persona  ni  se  pudo  aver  sino 
una  india  sola ,  la  qual  dixo  que  era  es- 
clava del  cagique,  é  quella  sabia  dónde 
estaba ,  é  que  llevaría  los  chripstianos  allá, 
é  quel  cagique  tenia  doge  cargas  de  oro. 

Con  esta  simple  informagion  se  acor- 
dó que  don  Alonso  de  Luxan  quedasse  en 
la  isla  ,  é  fué  el  teniente  Alonso  Dávila  con 
la  compañía  que  le  paresgió  é  con  aquella 
guia  á  buscar  el  oro  que  avia  dicho,  é  lle- 
vó á  los  chripstianos  seys  leguas  de  allí 
por  aquel  lago,  en  buenas  canoas  de  al- 
gunas que  los  indios  huydos  avian  dexa- 
di).  É  cómo  Alonso  Dávila  saltó  en  tierra, 
bien  pensó  que  tuviera  alguna  resislengia, 
porque  se  vian  muchos  indios ;  pero  no  le 
osaron  atender,  é  dexáronse  muchas  car- 
cas de  plumas  de  las  doradas,  de  que  ha- 
cen los  indios  muy  hermosos  penachos ,  y 
es  grande  é  rica  mercadería  tales  plumas 
cntrellos. 

É  pues  viene  á  propóssito,  es  de  sa- 
ber que  en  aquellas  partes  hay  ciertas 
aves  no  mayores  (pie  golondrinas,  é  assi 
la  cola  hendida  como  ellas  ó  como  los  mi- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXII.  CAP.  IV 


237 


lanos;  pero  las  dos  plumas  de  los  latios 
de  la  cola  sun  luengas ,  é  las  otras  muy 
corlas ,  c  aquestas  dos  plumas  que  digo 
es  eaila  una  dalias  dfl  dos  ó  tres  palmos 
de  longitud  cada  una,  é  mas  ó  menos, 
segund  laedail  del  páxaro.  (Juando  le  lo- 
man, vuela  poco,  porque  si  un  poquito  de 

viento  hay,  como  tal  ave  es  chequila,  y 
*  es  OOOtrapesso*  aquellas  dos  plumas  gran- 
des para  ella,  luygo  la  abate  la  manera 
de  la  pluma.  Porque  se  lian  visto  en  Espa- 
ña muchas  deltas,  v  en  Italia  e  olías  par- 
tes de  Europa,  donde  las  han  Llevado, no 

es  nescessario  detenerme  en  esto.  Es  su 
color  de  muchas  pluma-.  6  hilo*  de  aque- 
llos que  tienen  las  pluma*  de  los  pavos  de 
España ,  doradas ,  é  como  unos  tafetanes 
que  hacen,  que  se  dicen  girasol,  que  jun- 
to con  lo  dorado,  mueshanotra  color  ver- 
de mixto:  es  muy  hermosa  é  lucida  plu- 
ma, 6  como  lie  dicho,  mucho  eslimada 
entre  aquella  gente.  x 

Tornando  á  la  historia,  aquel  oro  que 
la  india  decia,  no  Jo  hallaron,  é  dieron  la 
vuelta  los  españoles  á  su  real,  llevando 
algunos  indios  que  lomaron  desmanda- 
do*, los  (piales  dieron  alguna  noticia  del 
camino  de  Acaktn,  6  fueron  guias,  con  las 
(piales  el  lenienle  Alonso  Dávila  é  mi  gen- 
le  caminaron  delante.  E  andadas  Ireynta 
legua*  desde  aquella  laguna  6  por  mU] 
mal  camino  é  ciénegas  é  malos  passos, 
allegaron  á  unj  io  que  va  á  se  juntar  con 
el  de  Grijalva,  é  por  la  costa  del  un  pue- 
blo de  diez  casas,  los  indios  del  qual  es- 
peraron de  paz  é  los  guiaron  para  ade- 
lante. Allí  les  dieron  buenas  canoas,  con 
que  abaxarop  tees  leguas  por  aquel  rio, 
para  tomar  adelante  el  camino  de  Aealan, 
é  [iara  llevar  los  caballos  en  ellas,  hacían- 
lo de  la  manera  que  aqui  se  dirá.  Pero 
quiero  primero  traer  á  la  memoria  del  le- 
tor  aquellas  siete  maravillas  ó  miraglos 

1  l'lin.,  lih.  XXXVI, cap.  (4. 

2  La  Hisl.  de  Rodas,  1¡I>.  II,  cap.  8. 

3  Plinio ,  lib.  XXXIV,  cap.  7. 


particulares  del  mundo,  que  por  excelen- 
cia muchos  escriptores  antiguos  memoran 
en  sus  tractados,  é  son  aquestos. 

El  templo  lamoso  de  Diana  El'esia,  del 
qual  el  muy  doto  varón  Erasmo  hace  men- 
ción en  aquel  su  libro  de  la  lengua ,  é 
mas  largamente  Plinio  en  su  Sutural  liis- 
turiu  el  qual  dice  (pies  la  verdadera  ad- 
miración de  la  manifiecncia  greca ,  é  que 
toda  la  Assia  le  edificó  en  doscientos  y 
ve\ nte  años,  etc. 

El  segundo  iniraglo  ó  maravilla  de  las 
Mete,  (pie  otros  dicen  ser  el  primero,  fué 

aquella  grandísima  é  lamosa  estatua  del 
sol,  por  otro  nombre  llamada  el  Coloso, 
(pie  estuvo  en  Roda*  :  de  la  qual  hace  me- 
moria la  historia  de  la  perdición  de  aque- 
lla isla,  de  (piando  el  grand  Turco  pocos 
años  ha  la  conquistó*.  Aquesta  estatua,  se- 
gund escribe  Plaño  *, la hicp  Cares,  escul- 
tor natural  de  Lidia,  la  qual  era  de  sóp- 
lenla cobdos  de  altura,  é  di(;e  que  sus 
dedos  (Tan  mayores  que  lo  son  muchas 
estatuas,  e.  que  pocos  hombres  abraca- 
rían el  dedo  gruesso,  etc. 

El  sepulcro  del  rey  .Mauseolo  es  uno 
destos  miraculosos  edeíjeios,  é  llámase  as- 
simesmo  mauseolo  esla  sepultura,  por  res- 
pei  lo  de  aquel  re\  (pie  en  ella  se  puso ,  ó 
por  cuya  memoria  Artemisia,  su  muger, 
la  hieo  hacer:  del  qual  edelicio  largamen- 
te escribe  Plinio  en  su  Natural  historia  *,  é 
da  racon  de  su  grandeca  ó  de  la  excelen- 
cia de  quatro  escultores,  que  labraron  en 
este  memorable  sepulcro,  é  acabóle  otro 
quinto  maestro,  etc. 

Diodoro  hace  mención  de  una  de  las 
tres  pirámides  entre  los  siete  miraglos  del 
inundo ,  en  su  libro  II. 

El  mesmo  auctor  assimesmo  hace  men- 
ción del  obelisco  de  Scmíramis  por  uno 
de  los  siete  miraglos  3. 

El  templo  de  Júpiter  llamóse  assimes- 

4  Ib.',  lih.  XXXVI,  cap.  5. 

5  Uioduro  Sículo ,  lib.  III. 


238 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


cao  uno  do  los  siete  miraglos  del  mundo. 
Segund  el  poeta  Marcial ,  LcmnOs  es  una 
isla  en  el  mar  Griego ,  é  los  moradores 
della  fueron  antiguamente  devotos  de  Vul- 
cano,  é  le  adoraban;  por  lo  qual  la  prin- 
cipal cibdad  de  aquella  isla  se  llama 
Ephestia,  éotra  .se  llama  Minina,  en  cu- 
ya placa  se  acaba  la  sombra  del  monte 
Athos  de  Macedonia ,  el  qual  de  aquel  lu- 
gar está  apartado  ochenta  y  seys  mili  pas- 
sos,  por  lo  qual  se  cuenta  esto  por  una  de 
las  cosas  maravillosas  dcste  mundo,  se- 
gund afirma  Solino':  tráctaloassimesmo  el 
Abulense 2.  Estos  passos  entienden  los  his- 
toriales assi ,  que  doscientos  6  veynte  y 
cinco  es  un  estadio ,  ques  la  octava  parte 
de  una  milla :  assi  que  dos  mili  passos  se- 
rán á  este  respecto  una  milla ,  ó  ocho  mili 
passos  una  legua;  por  manera  que  ochenta 
y  seys  mili  passos  son  once  leguas,  menos 
unquarto  de  legua.  Esta  medida  es  segund 
lo  tassa  Leonardo  Arretino  en  su  traclado 
del  Arpilla  roíanle,  libro  I,  capítulo  VIII . 

Estos  siete  miraglos  que  aqui  se  lian 
memorado,  segund  veo,  los  seys  dellos 
se  atribuyen  al  arte  y  edeficios  de  los 
hombres  humanos,  y  e'  séptimo  esedefi- 
cio  natural  del  Maestro  de  la  natura,  que 
puso  aquel  monte  tan  léxos  de  donde  al- 
canca  'su  sombra  por  la  excelsa  cumbre 
suya.  Y  este  me  paresce  á  mí  ques  muy 
menor  que  otros  muchos  que  luco  el  mes- 
mo  .Maestro,  ques  Dios,  si  comencamos 
á  contemplar  los  cielos  ó  sus  movimien- 
tos, estrellas  6  planetas,  ó  las  mares  é 
sus  diferentes  menguantes  6  crescien- 
tes,ré  la  compusicion  de  la  tierra  6  geo- 
graphiadé.  su  assiento;  6  las  diversi- 
dades de  los  animales,  c  de  las  plan- 
tas é  hiervas  c  sus  propiedades,  é  so- 
bre todas  las  cosas  la  excelencia  del  j, 
hombre  6  sus  partes.  Pero  como  en  estas 
cosas  de  las  obras  de  la  Divina  Magestad 

i    Solino  crf  el  Polihistor,  cap.  U  y  en  el  de  Me- 
morabilibus  mundi,  cap.  20. 


es  un  ruare  magno ,  é  que  no  se  puede 
acabar  de  considerar,  ni  mortal  lengua  lo 
puede  exprimir,  passemos  las  otras  seys 
particularidades  primeras  ó  miraglos  que 
de  susso  se  tocaron ,  que  todos  ellos  se 
atribuyen  al  ingenio  de  los  hombres,  é 
hallaremos  que  todos  é  cada  uno  dellos  es 
en  sí  de  mucha  admiración,  a  viendo  res- 
pecto á  la  brevedad  de  la  vida  é  pocas " 
fuercas  desta  humanidad  para  tan  suntuo- 
sas labores.  Mas  á  rui  parescer ,  no  tra- 
yendo estas  comparaciones  para  dismi- 
nuyr  su  artificio  é  grandeca,  sino  para 
loar  el  mesmo  ingenio  humano ,  me  pa- 
resce que  me  puedo  mucho  mas  maravi- 
llar sin  comparación  de  aquellos  caños  de 
fuentes  dulces  que  se  levantan  sobre  el 
agua  de  la  mar  salada ,  segund  se  dixo 
en  el  capítulo  II ,  porque  al  monto  Athos 
podemos  comparar  el  Olimpo  é  otros  que 
hay  altíssimos  en  el  mundo ;  porque  como 
digo  estas  obras  de'  natura  son  mayores  é 
incontables,  é  todas  compuestas  por  aquel 
Summo  Maestro. 

Á  las  seys  otras  volviendo,  digo  que 
no  tengo  en  menos  que  cada  una  dellas 
aquella  muy  alta  torre  de  la  iglesia  ma- 
yor é  arzobispal  de  Sevilla,  é  no  tan- 
to por  su  mucha  altura  ó  latitud ,  ques 
edeficio  morisco  é  del  tiempo  dé  los  mo- 
ros ,  quanto  porque  cerrada  la  puerta  de 
la  torre,  é  puesto  un  hombre  que  sordo 
no  sea,  sino  de  mucho  oyr,  aunque  mu- 
chas voces  le  den  de  abaxo  no  las  oyrá 
dentro  de  una  cámara  de  las  de  aquella 
tone  en  ninguna  manera,  6  aun  con  grand 
pena  sentirá  una  campana  ó  trompeta  ó 
vocina  ;  é  parado  á  las  ventanas  de  las  cá- 
maras superiores,  tampoco  oyrá  ni  podrá 
entender  lo  que  otro  le  dixere  desde  aba- 
xo (aunque  sea  a  voces),  assi  por  la  grand 
distancia,  corno  por  el  tráfago  é  freqüonla- 
CÍOD  ó  estruendo  de  las  gentes  del  pueblo, 

2    Abul.  holjre  el  Ensebio  Ve  lm  liempot,  en  la 
Icrfera  parle,  cap. 


in-  indias,  i.m. 


xxxn.  cap.  iv 


6  de  sus  labores  6  diverssos  exercicios. 
Para  el  remedio  de  lo  qual  está  una  argo- 
lla lie  hierro  al  pié  de  la  lorie,  afta  del 

sudo  siete  ú  ocho  palmos,  que  á  mi  pa- 
rescer  no  pessará  dos  libras  ó  veynlc  on- 
cas,  y  está  fixada  con  una  armella  ó  es- 
laca  de  hierro  emplomada  Lám.  II.', 
pg.  II.');  6  assi  como  suelen  llamar  á 
una  puerta  con  semejantes  aldabas,  lla- 
man con  cssa  6  bate  en  la  mesma;  pa- 
red de  la  torre,  ó  al  pareseer  nomo  es 
verdad)  suena  poco  aun  allí  cerca;  pero 
como  quier  qucllo  sea  ó  en  que  se  consis- 
ta (que  no  lo  sé  comprehender  >,  el  caso 
es  que  aquel  poco  sonido  dicen  que  se 
oye  muy  bien  dentro  en  qualquicr  parle 
de  la  torre ,  para  quel  alcaydc  dclla  haga 
abrir  al  que  llama  ó  con  él  quiere  nego- 
ciar. Esto  aunque  se.  vec.  paresce  imposi- 
ble, sin  lo  experimentar,  écon  efétlo  di- 
cen ques  assi,  como  lo  digo.  Yo  la  he  vis- 
to é  tocado  con  la  mano  muchas  veces 
< --lo  argolla  .  c  lo  que  he  dicho  me  han  di- 
cho personas  que  lo  tienen  por  cierto:  yo 
no  lo  he  probado  ni  aun  lo  creo,  -i  ni)  lo 
cxpcrimcntassc.  Mas  después  (pie  por  mis 
pircados  he  perdido  mucha  parle  del  o\  r, 
é  conoscido  en  qué  consiste  el  primor  de 
aquella  aldavilla,  ó  ques  la  causa  de  su 
suficiencia  para  ser  oyda  en  h\<  interiores 
parles  de  aquel  grand  edelicio  é  bóvedas 
de  aquella  lorie,  c  hallo  por  mi  incapaz 
oyr  que  si  estoy  en  pressencia  de  alguno 
rpic  esté  tañendo  una  vigüela  ó  un  clave 
cimbano.  no  lo  oygo  ni  entiendo  quy— i. 
é  si  pongo  los  dientes  en  la  cabeea  de  la 
vigüela  ó  do  la  caxa  del  clave  cimbano, 
gusto  y  gogo  enteramente!  de  la  melodía  é 
música  (pie  allí  se  execula  ,  assi  me  pa- 
resce á  mí  ques  muya  propóssiloel  afea- 
miento de  aquella  pequeña  aldavilla  en 
tan  poderoso  ó  magnánimo  edeficio,  como 
el  de  aquella  torre,  la  qual  armella  está 
puesta  á  la  parte  que  la  torre  mira  al  Nor- 
te. É  no  os  maravilleys,  letor,  de  lo  que  he 
dicho ,  si  Layéredes  una  Summa  que  poco 


tiempo  ha  escribió  el  dolo  varón  Johan 
Itaptista  Ignacio,  veneciano,  dejas  «Vidas 
de  los  Emperadores  •  Romanos  •  en  len- 
gua toscana ,  el  qual  en  el  ÍI  libro,  en 
la  descripción  que  hace  de  Constanlino- 
pla ,  toca  una  cosa  que  me  paresce  ad- 
mirable é  al  propóssito  de  lo  ques  di- 
cho, alegando  ¡i  Dion ,  escríptor  gravíssi- 
ino  e  diño  de  crédito:  el  (pial  dice  (pie  en 
aquella  cihdadavia  siete  torres,  hechas  con 
tal  artificio,  que  gritando  alguno  en  una, 
ó  que  se  oviesse  echado  una  piedra,  que 
en  todas  siete  se  oya  igualmente  el  rumor 
ó  sonido. 

Pero  no  cansando  al  letor  con  esto  ni 
otras  cosas,  quiero  volver  á  las  canoas, 
que  en  aquel  rio  que  djxe  de  susso.se 
dieron  á  los  españoles,  en  las  quales, 
constreñidos  de  la  mesma  neseossidad 
para  llevar  los  .caballos ,  hicieron  una 
invención,  que  ha-la  agora  nunca  creo  que 
se  escribió  la  semejante,  ni  hombres  la 
hicieron  de  lanía  admiración;  porque  en 
lin  una  canoa  no  es  otra  cosa  que  una  bar- 
ca de  un  solo  leño,  y  en  él  cavada  é  fe- 
cha á  manera  de  una  artesa,  ó  como  aque- 
llos dornajos,  que  se  usan  en  las  sierras  de 
Scgovia  é  por  aquella  tierra.  É  hicieron 
eslos  milites  de  aquesta  manera:  juntaron 
las  canoas  de  dos  en  dos ,  costado  con  cos- 
tado, é  ligadas  muy  bien,  de  manera  que 
muy  juntas  é  cosidas  con  bexucos  yban 
aladas.  Y  ponían  el  costado  de  la  una  há- 
(4'ia  la  tierra  y  entraba  un  caballo  metía 
los  bracos  en  ellas:  luego  al  tiempo  que 
metia  el  pié,  pássaba  la  mano  á  la  otra  ca- 
lina .  de  manera  que  quedaba  assi  puesto 
de  través,  las  manos  é  bracos  en  la  una 
canoa  é  los  piés  en  la  otra.  E  á  par  de  aquel 
caballo  ponian  y  entraba  otro  en  la  mesma 
forma  {Lám.  11.a,  fig.  111.a);  y  el  uno  y  el 
otro  juntos  llevaban  las  manos  en  una  ca- 
noa, é  ambos  llevaban  los  piés  en  la  otra. 
E  yban  assi  de  piés  ó  en  pié  atravessados, 
porque  las  canoas  son  luengas  é  angostas, 
a  causa  que,  como  es  dicho,  cada  una  es 


210 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


fecha  de  un  solo  arboló  una  sola  picea;  é 
si  los  quisieran  poner  cada  uno  en  una 
canoa ,  no  se  pudiera  hacer ,  á  causa  que 
son  navios  de  poco  sosten  é  fácilmente  se 
trastornan,  y  estando  juntas ,  como  es  di- 
cho ,  yban  seguros  los  caballos  é  la  gente. 

Esta  manera  de  navegación  é  pasage 
de  semejantes  animales ,  nunca  antes  fué 
vista  ni  hecha  por  otros  hombres ,  antes 
dcstos,  en  nuestra  nación  ni  en  otra,  é  no 
sin  quedar  los  mesmos  inventores  muy 
admirados,  quando  lo  hicieron  la  primera 
vez,  é  á  los  indios  fué  mucho  mayor  ma- 
ravilla, quando  lo  vieron.  É  deste  artificio 
se  ayudaron  después  los  chripstianos  en 
otras  partes  mas  peligrosas  y  en  la  mar, 
como  la  historia  lo  dirá  en  su  tiempo  é  lu- 
gar; porque  la  nescessidad  no  les  daba 
otro  aparejo  ni  industria  para  ello ,  sino  la 
que  está  dicho  ,  la  quaL  fué  muy  grand 
novedad.  Desta  manera  fueron  aquellos 
españoles  estas  tres  leguas  el  rio  abaxo, 
é  salieron  á  una  tierra  llana ;  mas  todas 
las  tres  leguas  en  ambas  costas  del  rio  es- 
tán allí  de  peña  naturalmente  tajada,  que 
para  los  que  la  andovieron  é  aun  para  los 
que  lo  oyen ,  segund  su  altura  de  la  una 
parte  é  de  la  otra ,  no  es  menos  de  admi- 
rarse los  hombres  que  de  la  sombra  del 
monte  Athos  de  la  isla  de  Lemnos. 

Salidos  de  aquella  canal  é  rio,  hallaron 
un  pueblo,  que  se  dice  Tanoche,  de  hasla 
cicnt  casas,  el  qual  estaba  solo  é  aleado,  á 
causa  que  los  del  rio  de  Grijalva  en  canoas 
subían  hasta  allí  de  continuo  á  saltear,  que 
son  sessenta  leguas  del  uno  al  otro  é  más. 
Allí  entraron  los  españoles  por  la  tierra  á 
ranchear  de  noche,  é  tomaron  algunos  in- 
dios, de  quien  se  informaron  del  camino 
de  Acalan ,  é  les  dixeron  que  los  pornían 


en  el  camino  de  Malinche.  (Este  nombre 
Malinche  llamaban  aquellos  indios  á  Cor- 
tés, é  decíanle  assi  por  respecto  de  una 
india  que  traia  un  tiempo  consigo,  que 
era  lengua  é  se  decia  Marina.)  É  mostraron 
el  camino ,  el  qual  siguiendo ,  á  cabo  de 
quince  leguas  de  despoblado,  llegaron  á 
una  laguna  muy  grande,  que  tenia  de 
través  dos  leguas  en  ancho,  de  la  qjial 
longitud  ni  sabían  ni  se  podian  ver  los  ex- 
tremos. Y  en  la  ribera  della  sentaron  su 
real,  y  enviaron  por  la  costa  á  la  diestra 
é  siniestra  mano  á  buscar  passage,  é  aun- 
que en  esto  se  ocuparon  tres  dias,  no  le 
hallaron :  antes  descubrían  muchas  ciéne- 
gas é  pantanos,  é  tal  dispusigion  de  tierr 
ra,  que  era  imposible  poder  entrar  ni  pas- 
sar  por  allí  gente  de  pié  ni  á  caballo.  É 
preguntando  á  los  indios  qué  remedio  se 
ternia ,  ó  por  donde  avia  passado  Malin- 
che, dixeron" que  por  allí  avia  hecho  una 
puente  j  é  que  aquel  era  camino  derecho, 
é  no  avia  otro  sino  atravesando  la  laguna. 
Estonces  Alonso  Dávila ,  informado  muy 
bien  de  la  verdad,  higo  que  los  indios 
buscassensi  avia  rastro  de  la  puente,  que 
decían  de  Malinche,  é  halláronse  algunos 
horcones  hincados  en  el  agua ,  que  eran  é 
avian  quedado  de  aquella  puente  que  luco 
hager  Cortés,  quando  con  su  exérgito  atra- 
vesó aquella  laguna ,  de  la  forma  que  en 
el  capítulo  siguiente  se  dirá,  cuya  fué  pri- 
mero aquesta  invención  de  nueva  puente: 
la  (¡nal,  volviendo  á  los  edeficios  miracu- 
losos  que  de  susso  se  contaron,  é  que 
hombres  hicieron,  no  los  tengo  por  tan 
trabaxosos  para  los  edeficadores  que  en 
ello  se  ocuparon,  ni  de  tanto  peligro  ni  ad- 
miración. 


DE  INDIAS   l.lll    XXXII.  CAP.  V 


Ü41 


CAPITULO  V. 

De  la  extraña  é  nueva  pucnlc  que  los  indios  llamaban  de  Malmetió  ,  que  liico  el  niarqmís  don  Hernando 
Corle's  ,  por  la  qual  passó  con  mas  de  quinoe  mili  hombres  i  muchos  caballos  ;  i  de  la  que  después  hico 
harcr  quassi  por  el  mesmo  lugar  el  capitán  Alonso  Dávila ,  por  donde  avia  de  passar  con  los  caballos  i 
gente,  que  con  él  yba  en  demanda  de  la  cihdad  de  Acatan ;  é  de  otros  muchos  Irabaxos  é  trances  por  que 
passaron  hasta  que  llegaron  á  Champoton.  * 


Después  quol  capitán  Alonso  Itáula  se 
irifi irriio  muy  bien  do  aquella  puente  Ma- 
linrlic ,  é  cómo  la  avia  hecho  hacer  el 
marqués  del  Valle,  sopo  que  avia  seydb 
dcsta  manera.  Poníanse  dos  horcones  hin- 
cados en  el  agua,  a|>orrados  con  macos  é 
apartados  uno  de  otro  una  buena  lira  ca- 
da, é  soliraha  o  i|  laki  descubierto  de- 

llos  dos  coltdos  poco  má9  ó  menos,  6 
igualmente  tanto  del  une»  como  del  otro: 
encuna  destos  horcones  atravesaban  un 
palo  recio  é  quedaba  hecha  una  horca  de 
los  tres  palos,  ques  dicho.  En  un  passo  mas 
adelante  hacia»*  otra  tal  derechamente, 
una  delante  de  otra,  é  mas  adelante  en 
el  mesmo  compás  otra :  é  sobre  estas  hor- 
cas, yendo  assi  muchas  á  la  lila  proce- 
diendo, ponían  sobre  los  travesanos  ;¡||os 
varas  de  luengo  á  luengo  jimias  c  recias 
muy  bien  atadas  con  bexucos,  ó  quedaba 
hecha  una  barbacoa  o  suelo  de  la  manera 
que  se  ha  dicho,  6  sobre  aquel  echaban 
tierra  6  faxina.  K  quedaba  tan  lija  é  bas- 
tante la  puente,  que  por  encima  della  sin 
peligro  ni  riesgo  podian  yr  caballos  é  hom- 
bres, para  poner  aquellos  puníales  ú  hor- 
cones é  todo  lo  demás:  andaban  indios  6 
Chripstianos  encima  de  balsas  de  madera, 
continuando  la  labor  de  la  puente  hasta  la 
perfeccionar  6  concluyr;  é  acabada,  ])assó 
el  marqués  e  su  oxércilo.  con  quince  mili 
hombres  ó  mas  é  muchos  caballos,  de  la 
otra  parle  de  aquel  lago  é  pantanos. 
Esla  invención  fue  muy  grande  é  nota- 

*  En  este  epígrafe  hizo  también  Oviedo  algunas 
supresiones,  según  se  advierte  en  el  códice  original; 
pero  no  siendo  de  grande  interés  para  la  io (eligen— 

TOMO  III. 


ble  cdeíicio,  é  por  el  marqués  del  Valle 
hallado  este  primor;  pero  tenia  fuetea  de 
gente  para  ello  é  muy  obediente.  M.i-  al 
teniente  Alonso  Dávila.  faltábanle  essas 
fueccas  é  aun  el  comer,  y  esso  mesino'á 
los  pocos  que  con  61  yban ,  demás  de  yr 
muy  cansados,  non  obstante  que  comen- 
oando  otro  (al  edeficio,  fué  forcado  dc- 
xarle,  porque  el  inv  ierno  é  las  aguas  mu- 
chas del  cielo  se  lo  estorbaron.  E  fué  nes- 
cessario  que  volviessen  atrás  quassi  tres 
jornadas,  é  assentaron  real  en  ciertas  la- 
brancas  é  mahicales  de  aquel  pueblo,  lla- 
mado Tanoche  :  é  allí  passaron  quatro  me- 
ses é  mas  de  invierno,  en  el  qual  tiempo 
los  indios  nunca  osaron  volver  al  pueblo 
hasta  que  la  nescessidad  los  truxd  de  pa- 
ces por  respecto  de  aquellas  lahranoas,  en 
que-  los  chripstianos  estaban  apossonla- 
dos,  é  por  los  echar  de  la  tierra.  E  les 
truxéron  canoas  muy  buenas  por  ciertos 
esteros  é  arroyos,  c  las  metieron  en  aque- 
lla laguna:  6  los  españoles,  aviéndolo  á 
buena  ventura,  se  metieron  en  ellas  con 
SUS  personas  é  yeynte  caballos,  ponién- 
dolos de  dos  en  dos.  pareadas  é  jimias 
las  canoas j  segund  que  ya  se  dixo  en  el 
capítulo  antes  dcste,  é  muy  bien  cosidas 
é  ligadas  una  con. otra;  y  eran  hermosas  é 
grandes  canoas. 

É  assi  passaron  de  la  otra  parte  de  la 
laguna,  é  dieron  luego  en  el  camino  de 
Acalan  por  donde  Cortés  avia  ydo,  é 
halláronle  muy  cerrado,  porque  avia  diez 

cía  de  la  historia  el  conservarlos,  nos  limitamos  á 
apuntar  el  hecho,  á  fin  de  que  se  tenga  la  más 
completa  noticia  del  MS.  que  sirve  de  texto. 

31 


242  HISTORIA  GEN 

años  ú  más  que  avia  passado  por '  allí 
Hernando  Cortés :  c  desta  causa  pássaron 
mucho  Irabaxo  en-  abrirle,  6  como  mejor 
pudieron,  con  esse  estorbo  é  otras  traba- 
xosas  dificultades,  fueron  trcynta  leguas 
basta  entraren  la  provincia  de  Acalan. 

En  este  camino  é  jornadas  destas  treyn- 
la  leguas  passaron  mucha  nescessidad  de 
agua ,. é  quiso  Dios  proveerlos  desla  ma- 
licia :  (pie  aunque  hallaban  la  tierra  toda 
cerrada-  de  arboledas  é  boscages  muy 
continuados,  avia  (entre  los  otros)  algunos 
árboles  dellos,  quejienian  unos  cardos  ñas- 
culos  en  ellos  en  lo  alto .  é  hiriéndolos  con 
la  punta  de  una  langa,  salia  mucha  agua 
dellos.  con  que  remediaban  su  sed.  E  as- 
simesino  hallaron  cañas  de  las  muy  grues- 
sas  é  huecas  é  los  cañutos  dellas  llenos  de 
gentil  agua:  las  qualcs  horadaban  é  salia 
toda  la  que  aviaji  menester  para  toda  la 
compañia  é  á  sus  caballos  ,  porque  ¡os  ca- 
ñutos gruessos  cada  uno  tenia  una  nom- 
bre de  agua  é  más,  ó  de  los  tales  para 
arriba ,  assi  como'la  caña  semejante  se  va 
adelgazando  para  arriba,  assi  á  propor- 
ción avia  menos  agua  en  los  cañutos  su- 
periores.' 

Poco  antes  de  llegar  á  Acalan ,  desde 
unos  pueblos  pequeños  de  la  jurisdicíon, 
envió  el  teniente  Alonso  Dávila  ciertos  in- 
dios á  hacer  saber  á  aquella  (  ilutad  (que 
de  allí  estaba  tres  leguas)  cómo  él  é  aque- 
llos españoles  yban,  é  á  que  drxesspn 
(pie  se  esluviessen  todos  quedos  en  sus 
casas:  (pie  ningún  enojo  ni  tuerca  se  les 
baria.  .Mas  aquella  embajada  fué  de  po- 
co provecho;  porque  estaban  escarmenta- 
dos, é  se  llevó  de  allí  Hernando  Cortés  al 
señor  de  aquella  tierra  con  más  de  seys- 
(  ientos  indios  cargados,  que  nunca  él  ni 
ellos  volvieron  á  la  patria.  Por  lo  qual 
ni  creyeron  á  los  mensageros  de  Alonso 
Dávila,  ni  osaron  atenderle:  antes  hiñeron 
édéxaron  el  pueblo  solo,  bien  lleno  de 
ropa  e  mantenimientos. 

Hay  en  aquella  cibdad  de  Acalan  hasta 


IAL  Y  NATURAL 

novecientas  ó  mili  casas  muy  buenas  de 
piedra  é  blancas  encaladas,  cubiertas  de 
pajas,  las  mas  dellas  de  hombres  principa- 
les. E  cómo  el  teniente  fué  avisado  por  sus 
mensageros  de  la  fuga  de  los  vecinos  de 
Acalan ..  fuésse  luego  á  la  cibdad  é  apos- 
sentÓse  en  ella:  é  luego  otro  dia  siguien- 
te vinieron  ciertos  indios  principales  de 
aquel  señor ,  con  los  qualcs  envió  a  decir 
quél  (pieria  venir,  como  amigo,  á  verse  con 
el  teniente  Alonso  Dávila :  é  fuéle  respon- 
dido que  viniesse  en  buen  hora  á  su  casa 
él  e  todos  los  indios  seguramente.  E  assi 
vino  con  hasta  quatrocíontos  hombres  6 
con  muchas  aves  é  bastimento,  6  se  lo 
pressentó  todo  al  teniente  Alonso  Dávila, 
el  qual  le  hico  echar  luego  una  cadena  al 
cacique  é  á  otros  principales,  que  con  él 
vinieron,  por  se  informar  dél  é  dellos,  é 
no  con  propóssito  de  les  hacer  daño  al- 
guno: é  apartóse  con  ellos  con  la  lengua, 
é  diéronle  noticia  luego  de  la  tierra  é  de 
todos  los  pueblos  de  la  comarca.  E-fundó 
allí  el  teniente  en  la  mesma  Acalan  ó  ca- 
becera una  villa,  é  llamóla  Salamanca,  ó 
repartió  la  comarca  é  indios  para  que  sir- 
viessen,  é  dentro  de  seys  dias  todos  vi- 
nieron-do paz  para  servir  aquellos  amos 
chripslianos,  á  quien  fueron  encomenda- 
dos, é  fué  suelto  el  cacique  é  los  demás 
é  muy  bien  tractados  de  los  españoles, 
(ionio  por  allí  cerca  no  avia  vecindad  de 
otras  poblaciones,  sino  sola  esta  provin- 
cia ,  é  los  indios  eran  pocos  para  los  espa- 
ñoles, é  no  les  daban' oro  ni  otra  cosa  si- 
no de  comer,  desde  á  quarenta  dias  des- 
pués que  llegaron,  se  fueron  é  despoblaron* 
la  villa. 'é  lomaron  su  camino  para  otra 
provincia,  quéstá  treynta  leguas  de* allí, 
y  toda  es  de  despoblado  é  anegadicos.  É 
fuéronse  allá,  llevándose  consigo  al  caci- 
que de  Acalan  é  á  sus  indios,  (pie  de  gra- 
do fueron  u  los  acompañar,  é  dándoles  de 
comer :  é  porque  al  salir  di'  Acalan  avia 
un  rio  allí  en  la  ribera  dél,  é  poco  desvia- 
dos del  agua  estaban  ¡(oblados  los  espa- 


DE  INDIAS,  l.m.  XXXII.  CAP.  V.  2 i :t 


ñoles,  i:  convenía  salir  dé  allí  por  aquel 
rio,  é  hasta  llgaj  allá  avia  desde  tus  casas 
hI  agua  quas-M  dos  tiros  de  liallcsla,  ó  In- 
flo u(|ui'l  espacio  lleno  de  lama  ú  ciénaga, 
luego  los  indios  hincheron  iodo  aquello  de 
lahlonos  di-  madera  .  sobre  los  qualeS 
'  (que  estallan  tendidos  en  tierra,  fueron  los 
Caballos  é  los  españoles  hasta  el  rio,  don- 
fie  les  lenian  canoa-,  aparejadas.  K  passa- 
dos  de  la  filia  parte,  avia  Otra  lanía  lama 
ó  inconviniente ,  c  se  liii;o  otro  tanto,  co- 
mo es  dicho,  por  donde  salieron  luista 
tierra  enjuta. 

.  Atravesado  este  nuil  passo  ó  siguien- 
do sus  jornadas  basla  Macadan,  lleva- 
ron mucho  traliaxp  fie  pantanos  é  cio- 
negas,  6  por  tal  dispusieron  del  Ierre- 
no,  que  en  toda-  treuila  leguas  DO  se 

halló  donde  pudiessen  hacer  lumbre.  A 
una  l§gtUl  di'  Macadan  hallaron  un  her- 
nioso camino,  ancho  e  llano  é  muy  hien 
barrido  á  escolia,  (pie  y  ha  á  la  cilidad, 
por  el  (pial  eiilrarorr  e  a  un  tiro  fh'  ba- 

llesta  que  por  él  ylian  hallaron  muchos 

hoyos  e  ramas,  (pie  los  cidirian  ¡i  manera 

dé  cepos,  con  estacas  dentro  hincadas  é 
las  punías  para  arriba',  en  que  cayessen 
los  ehripstianos.  É  conoscido  este  peligro, 
dexarou  el  camino  é  hicieron  -u  vía  por 
defuera  dól  en  el  arcabuco",  y  entraron  en 
la  población,  en  la  qual  DO  hallaron  per- 
sona alguna .  puesto  que  cslalia  riiuy  liien 
cercada  de  tiempo  anlL'iio  e  tic  maderos 

gruessoa  ó  muy  trabados,  atados  con  be- 
xueos,  6  con  su  barbacana  é  cavas;  é  por 
una  [Míenle  hien  estrecha  entrados  los 
ehripstianos  dentro,  se  apossenlaron  co- 
mo mejor  Ies  paresfió. 

Desde  allí  salieron  a  correr  la  tierra 
é  tomaron  algunos  indios ,  do  los  qualCs 
no  se  pudo  salicr  cosa  cierta  de  quan- 
to  se  les  preguntó:  antcs.se  dexaban 
morir  con  tormentos,  por  no  revelar  ni 
decir  cosa  de  que  en  ningún  tiempo  so 
pudiessen  nrrepeñlir,  ni  de  las  que  los 
españoles  deseaban  saber  dellos.  Pero  en 


lin  se  comprehendió  e  si;  conosoió  (pies 
tierra  .mal  poblada  ó  pobre;  ó  por  esta 
causa  salieron  della,  sin  llevar  de  allí- gen- 
te de  la  natural,  porqué  en  ninguna  ma- 
nera-querían la  compañía  dé  los  ehrips- 
tianos ni  peor  ni  mejor  patria  que  la  sil- 
va, e  assi  los  dexaron.  maltractados  de 
ver  ~u  tesón  é  malicia.  Solo  un  mucha- 
cho ovo  que  enseñó  á  los  españoles  por 
donde  avían  de  yr  hacia  la  mar.  é  los 
guió  hacia  ella.e  aportaron  á  Champolon, 
que  esta  a  par  de  la  mar ,  é  á  treynla  le- 
guas de  aquel  pueblo'Macaclan. 

Llegados  á  Champolon  pormuchos  b'os- 
cages  é  ciénegas,  hasta  una  jornada  del 

hallándose,  é  no  conociendo  la  tierra,  6 
aviendo  perdido  muchos  compañeros  en 
estos  riages,  ó  sin  -saber  á  dónde  se  es- 
tallan, salieron  á  unas  hermosas  savanas 
ó  vieron  muchos  é  diverssos  caminos',  que 
atravessaban.  de  unas  partes  á  otras,  con 
que  se  alegraron  mucho,  E  assenlado  su 
real  donde  les  pareseió  ser  más  á  su  pro- 

póssito,  Be  pusieron,  aquella  noche  algu- 
nos compañeros  en  Bailo,  é  prendieron 

cinco  indios. "ipie  y  han"  cargados  de  sal-la 
tierra  adentro:  y  estos  los  llevaron  e  guia- 
ron otro  día  á  Champolon,  donde  paros- 
ció  que  estaban  sobre  aviso  de  su  yda,  é 

salieron  á  rescebir  á  los  ehripstianos  más 
de  quince  mili  hombres,  con  muchos  bas- 
timentos para  ellos  é  sus  caballos, '.mos- 
trando mucho  placer.  Aqueste  pueblo  de 
Champolon  es  donde  comience  la  gober- 
nación de  Yucatán  por  la  parlo  que  confi- 
na al  Poniente  con  la  Nueva  España.  Los 
desle  pueblo  tienen  cóntractacion  con  los 
de  otra  población,  que  sé-diceXicálahdo, 
ques  toda  de  mercaderes,  en  la  costa  del 
rio  de  Grijalva  ,  á  nueve  leguas  el  un 
pueblo  del  otró";  é  tienen  mucha  conversa- 
ción é  tracto  é  saben  servir  á  los  ehrips- 
tianos, ó  lenian  por  señor  al  adelantado 
don  Francisco  de  Monlejo,  con  el  qual  ya 
avian  ávido  inteligencia  por  sus  mensaje- 
ros. Hay  en  Champolon  hasta*  ocho  mili 


2U 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


rasas  de  piedra  é  cubiertas  de  pajas,  é 
otras  algunas  con  acoteas,  y  es  pueblo 
cercado  de  un  muro  de  piedra  seca  é  con 
buenas  cavas.  É  quando  supieron  que 
y  han  estos  españoles,  aquella  cibdad  les 
liico  en  un  solo  dia  é  una  noche  un  pue- 
blo, ó  mejor  diciendo  barrio,  dentro  de  la 
dicha  gerca,  6  apartado  de  las  casas  de 
los  vecinos :  en  el  qual  avia  su  placa  é  ca- 
sas ,  y  en  cada  casa  su  caballerica ,  y  en 
aquella  placa  puesto  mucho  mahiz  é  mu- 
chas aves  é  otros  bastimentos,  que  bastá- 
ran  para  dar  de  comer  un  mes  á  mili  hom- 
bres é  más. 

Allí  los  ápossentaron  con  mucha  fiesta  é 
regocijo  é  cantando  muchos  areytosé  con- 
trapases en  coros:  6  sin  la  provisión  ya 
dicha,  cada  dia  daban  á  cada  español  una 
gallina  (ó  mejor  diciendo)  una  pava  de  las 
ile  la  tierra  é  mucho  mahiz ,  é  para  la  no- 
che mucho  pescado  é  muy  bueno  de  di- 
verssos  géneros.  Y  es  cosa  mucho  de  ver 
que  cada  dia  ordinariamente  salen  de 
aquella  cibdad  mas  de  dos  mili  canoas  á 
pescar  á  la  mar  por  su  costa ,  é~  vuelven 
cada  noche.  Dentro  en  la  mar,-  tres  tiros 
de  ballesta  ó  un  quarto  de  legua ,  está  un 
isleo,  hecho  á  mano,  cn'que  hay  diez  ó  do- 
ce gradas  en  alto  sobre  la  superficie  del 


agua,  é  sobre  ellas  una  (orre  bien  alta  de 
piedra  muy  bien  labrada ,  y-  estaba  llena 
de  ydolos ,  é  allí  honraban  é  celebraban  á 
su  dios  de  la  pesquería;  é  por  aquella 
torre  tenían  muchas  cabecas  de  grandes 
pescados  secas,  colgadas.  Mas  cómo  á  los 
chripstíanos  no  les  placen  aquellas  ydola- 
trias,  echaron  todos  aquellos  ydolos  á  la 
mar,  é  pusieron  una  cruz  encima  de  la 
torre;  é  luego  el  cacique  dixo  que  quería 
ser  chripstiano,  é  fué  bapticado,  é  pidió 
que.  le  Uamassen  Alonso  Dávila ,  como  al 
teniente,  y  él  fué  su  padrino.  É  assimes- 
mo  so  baptizaron  otros  indios  principales. 

Fecha  relación  al  adelantado ,  que  esta- 
ba cnChicalango,  fué  muy  espantado  y  go- 
cósc  en  extremo,  como  era  ragon,  de  sa- 
ber de  su  teniente  é  de  los  demás ,  que 
con  él  avian  aportado  á  Champoton ,  por- 
que los  tenían  á  todos  por  mucrtos^E  lue- 
go se  puso  en  camino  é  vino  á  verlos  en 
canoas  con  toda  su  gente:  en  las  quales 
vistas  los  unos  é  los  «otros'  tomaron  tanto 
placer  é  alegría  quanto  se  puede  conside- 
rar mejor  que  escribirse,  é  comunicaron 
é  platicaban  continuamente ,  recontando 
sus  trabaxosos  subgessos ,  dando  por  todo 
infinitas  gracias  á  Dios. 


CAPITULO  VI. 


Cómo  el  adelantado  don  Francisco  de  Morüejo  Fué  á  poblar  al  pueblo  de  Lácaro,  que  ¡os  indios  llaman'  Cam- 
peche, é  Tundo  una  villa  que  se  llamó  Salamanca  * ;  é  del  nial  subcesso  de  los  españoles  en  esta  jornada,  é 

de  muebos  trances  que  se  siguieron  en  ella, 


'espues  quel  adelantado  é  su  teniente 
ge  juntaron,  como  la  historia  lo  ha  dicho, 
é  reposaron  algunos  dias  en  Champoton, 
acordaron  de  yr  á  hacer  su  asiento  en 


olí  a  parte ,  trece  leguas  adelante  en  la 
mesma  costa,  en  el  pueblo  de  Lácaro,  que 
eti  la  lengua  de  los  indios  se  llama  Campe- 
che. É  alli  hicieron  su  assicnto:  é  no  es 


*  Aqni  suprimió  el  autor  lo  siguiente:  «E  cómo 
desde  alli  envió  á  su  teniente  ,  Alonso  Dávila ,  á 
Chitcmal  ,  por  castigar  aquel  Goncalo ,  marinero, 
renegado,  que. estaba  hecho  indio;  é  de  las  cosas 
que  en  este  viage  acontoscicron,  e  de  la  mucha  miel 
que  hallaron  e  muchos  COlmenarCl  della  de  abejas 


blancas  é  la  cera  negra  é  la  miel  muy  buena,  como 
la  de  Castilla;  é  fui!  lundada  una  población  de  chi  ips- 
tianos,  que  se  llamó  Cibdad  Real ;  ó  cómo  los  de  la 
provincia  deCocbua  mataron  ciertos  españoles,  quel' 
capitán  Alonso  Dávila  enviaba  al  adelantado;  c  có- 
mo fue  á  castigar  á  los  malhechores,  etc.» 


id-:  indias  i.ni. 

menor  pueblo  que  Cbampoton,  é  tiene  otro 
tal  edeGdo  en  la  mar ,  como  el  que  se  di- 
xo  dv  susso ,  é  assi  dedicado  a  la  pesque- 
ría. Allí  fundó  el  adelantado  una  villa,'  é 
llamóla  Salamanca,  é  para  tan  poca  ven- 
tura é  permanencia  como  las  otras  Sala- 
mancas, (pie  primero  se  fundaron,  deque 
se  lia  hcclio  mención  en  los  capítulos  pre- 
cedentes. \]  fecho  aquel  pueblo,  desde  á 
dos  6  tres  meses  vinieron  allí  algunos  na- 
vios é  gente  assiniesmo  de  mas  españoles 
por  tierra  desde  México,  e  Mesaron  ca- 
ballos e  otras. cosas  para  la  nueva  repú- 
blica: ó  (i  cabo  de  este  tiempo  envió  el 
adelantado  a  ~u  teniente  Alonso  Dávila  a 
la  provincia  é  pueblos  di'  Cbitemal,  don- 
de  otaba  aquel  mal  chripMiano  Goncalo, 
marinero,  lieeho  indio:  e  llevó  consigo  lias- 
la  sessenta  e  cinco  hombres  é  quince  ca- 
ballos. K  poniendo  en  efetlo  su  camino  es- 
ta gente,  passaron  por  una  provincia  que 
se  dice  Tutuxio,  que  tiene  de  jurisdicción 
treynla  leguas  inu\  pobladas:  é  mas  ade- 
lante llegaron  á  otra  pro\ inda,  que  se  lla- 
ma (iochua,  no  menor  que  la  primera, 
porque. en  las  dos  avia  de  longitud  sep- 
tenta  leguas  o  más.  E  desde  allí  fueron 
diez  li  guas  adelante  á  la  provincia  de 

(¡uayinill,  é  aposentáronse  en  un  pueblo 

desta  provincia  dicho  Macanaho,  en  que 
hay  hasta  tres  mili  casas  ó  quassi :  6  des- 
pués que  allí  ovieron  descansado  vewile 
días,  procedieron  su  camino  en  demanda 
'de  t'.hilenial.  Y  los  de  Macanaho  é  olrrt 
pueblo  no  menor  quél,  que  se  llama  Yun- 
peten,  quisieron  los  hombres  principales 
dellos  acompañar  á  los  chripstianos  hasta 
Cbitemal-, 

Al  cabo  déla  provincia  de  Guaymill.  pa- 
ra entrar  en  la  de  Cbitemal ,  hay  una  la- 
guna de  dofe  leguas  de  longitud,  que 
atravesaron  en  canóas,  que  los  indios  les 
dieron  ,  é  passaron  los  caballos  en  la  ma- 
nera nuevamente  usada,  que  la  historiaba 
dicho  :  las  qualcs  dieron  los  indios  de  Ba- 
calal,  ques  á  la  orilla  de  aquella  laguna. 


XXXII.  CAP.  VI.  245 

K  aqueste  pueblo  provee  de  canoas  á  to- 
dos los  indios  de  aquella  comarca  por  sus 
fletes ,  de  que  viven ;  pero  á  los  españo- 
les sirviéronlos  con  el  passage  franco  é  de 
-lacia.  É  assi  entraron  en  Cbitemal  é  ha- 
lláronlo despoblado  é  sin  hallar  (pié  co- 
mer: el  ¡pial  es  pueblo  de  dos  mili  casas, 
á  dos  leguas  de  la  costa  déla  mar  é  quas- 
si cercado  de  agua  ,  porque  la  costa  está 
de  la  una  parte  é  la  laguna  de  la  otra,  é 
tiene  una  entrada  por  tierra  de  dos  tiros 
de  ballesta. 

Allí  hallaron  mucha  é  muy  buena  miel 
é  colmenares  grandes  de  á  mili  é  dos 
mili  colmenas  en  troncos  de  arboles, 
bien  fechos,  con  sus  cebaderos  y  en- 
tradas ;  y  es  grande  estagrangeria  é  con- 
Iniciación  allí  de  la  miel,  é  no  es  menos 
buena  (pie  la  de  (ladilla  en  color  e  sabor; 
pero  la  pera  es  negra,  cuino  acabadle.  Y 
es  cosa  para  notar  la  forma  destas  colme- 
nas, porque  cada  una  es  tan  luenga  como 
el  braco  tendido  de  un  hombre,  ó  tan 
gruessa  ó  mas  que  por  la  cintura,  y  está 
en  tierra  tendida  é  tiene  los  extremos  ata- 
pados  con  una  piedra  de  cada  parte,  6 
mu\  bien  embarrada.  Por  encima  é  orillas 
de  aquellas  piedras  entrañé  salen  las  abe- 
jas por  un  agujero,  que  esta  en  la  mitad  del 
\  aso  de  la  colmena  ,  en  la  mas  alia  parle 

della;  é  háciala  una  piedra,  desde  la  mitad 

o  de>de  el  dicho  agujero,  hacen  su  labor 
é  [láñales  é  sus  celdas  é  vasillos  muy  bien 
ordenados:  ó  de  aquellos  sale  é  se  desti- 
la la  miel  é  \a  á  la  otra  mitad  del  vasoé 
.cae  en  unas  bolsas  de  cera ,  é  aquellas  se 
hinchen  della,  é  la  otra  cantidad  mayor 
de  la  cera  toda  queda  á  la  otra  parle  de 
la  colmena.  K  (piando  quieren  sacar  la 
miel  é  castrar  las  colmenas  ó  qualquier 
deltas,  desatapan  el  vaso  por  aquella  parte 
derecha  hada  donde  eslán  las  bolsas ,  y 
en  puntándolas,  haciéndoles  un  agujero 
tangruesso  ó  delgado,  como  quisieren  que 
salga  el  chorro  de  la  miel,  assi  ella  por 
allí  hace  su  curso,  é  viene  mucho  linda  é 


21G  HISTORIA  GENE 

sabrosa  ó  limpia  sin  cera  alguna  ,  tan  pu- 
rificada, como  si  Iaoviesscn  colado  por  un 
muy  limpio  cedaco.  Es  cosa  mucho  para 
ver  é  contemplar ,  é  hay  grandíssima  can- 
tidad é  tracto  en  aquella  tierra  de  aquella 
miel ,  y  especialmente  allí'. 

Las  abejas  son  en  la  forma  é  tamaño  co- 
mo las  de  Castilla,  excepto  que  en  la  color 
estotras  son  blancas  é  muy  domésticas,  por- 
que ni  huyen  ni  hacen  mal;  é  tomando  una 
é  mastrujándola  entre  los  dedos,  huele  muy 
bien.  El  vaso  de  la  colmena,  como  he  di- 
cho, es  un  troco  ó-pedaco  de  un  árbol  va- 
quado  de  dentro,  é  dexándole  entero  como 
una  caxa  de  un  alambor,  é  tan  delgado, 
después  de  labrado,  como  el  dedo  menor 
de  la  mano,  ó.  como  le  quieren  dexar,  é 
por  encima  sin  corleca  é  muy  bien  labra- 
do, entalladas  labores  é  follages  de  relie- 
ve ;  é  cada  vaso  6  colmena  tiene  esculpi- 
da la  señal  é  marca  del  señor,  cuyo  es  el 
colmenar. 

Hay  allí  muy  grandes  é  gentiles  he- 
redamientos de  mameyes  ó  de  cacao, 
(jues  una  frucla  como  almendras,  é  que 
corre  por  moneda ,  cojno  mas  largamente 
lo  podrá  ver  el  lelor  en  el  libro  VIH ,  ca- 
pítulo XXX,  6  las  casas  muy  provcydas 
de  mucha -cantidad  destas  é  otras  (rucias 
de  bastimentos  de  la  (ierra. 

Mandó  el  capitán,  dando  principio  al 
castigo  de  aquel  infiel  marinero,  é  á  la  re- 
belión é  alcamicnlo  de  los  indios,  (piel 
español  que  algund  heredamiento destos  6 
colmenar  hallasse ,  que  fuesse  suyo  6  lo 
-señalasse  para  sí  con  una  cruz. 

Allí  se  fundó  un  pueblo  6  llamóse  Cib- 
dad  Real,  porque  este  capitán  Alonso  Dá- 
vila  fué  natural  de  Cibdad  Real  en  Es- 
paña. 

Hay  desde  Chitemal  á  Campeche,  don- 
de quedaba  el  adelantado  Monicjo,  eient 
leguas  de  tierra,  alra\ essando  de  costa  á 
costa  toda  la  provincia  de  Yucatán:  y  es- 
tando en  aquel  assiento,  acordó  el  capitán 
Alonso  Dávíla  de  \  r  la  costa  arriba,  por- 


AL  Y  -NATÜRAL 
• 

que  tiivo  información  qué  tres  leguas  de 
allí  estaba  aleado  el  señor  de  Chitemal 
con  toda  Su  gente.  Y  embarcóse  con  .veyn- 
te  y  quatro  hombres  bien  adereseados  é 
diestros  ó  seys  caballos  (á  la  usanca  suya 
de  las  canoas  duplicadas);  é  otro  dia  al 
guarió  del  alba,  quando  esclaresfia,  die- 
ron sobre  los  indios,  sin  ser  sentidos  ,  é 
mataron  muchos  dellos,  é  prendieron  más 
de  sossenta  perdonas,  é  perdieron  un  ca- 
ballo, que  les  mataron  de  una  lancada. 
Preguntando  á  los  pressos  por  aquel  be- 
llaco mal  chripstiano  Goncalo,  marinero, 
dixeron  que  era  mucrlo,  é  assi  era  ver- 
dad. 

Halláronse  allí  en  este  salteamiento 
hasta  mili  pessos  de  oro  labrado ,  en  di- 
versas piceas  é  joyas  que  aquella  gente 
usan ;  é  aqueste  fué  el  primero  oro.  que 
hasta  estonces  estos  chripstianos  en  toda 
la  tierra  avian  Jomado ;  é  también  se 
ovieron  algunas  plasmas  de  esmeraldas  é 
turquesas  é  máscaras  labradas  de  oro,  é 
de  (ates  piedras.  E  con  esta  pressa  se 
tornaron  á  Chitemal ,  desde  la  qual  el  te- 
niente Alonso  Dávila  envió  aquel  oro  al 
gobernador  Montejo  con  tres  de  á  caballo 
6  otros  tres  hombres  á  pié  ballesteros  ;  y 
en  la  provincia  de  Cochua ,  estando  estos 
mensageros  seguros  é  cenando  una  no- 
che, les  malarpn  los  indios  á  todos  seys 
é  á  los  caballos  ,  é  les  lomaron  .el  oro  é  lo 
que  llevaban:  é  assi  estuvo  el  teniente  é 
los  que  los  enviaban  esperando  la  res- 
puesta  más  de  un  año,  sin  saber  el  mal 
subcesso  é  muertcs.de  los  mensageros  é 
del  pressenle.  Pues  cómo  se  les  acabó  el 
mahiz  é  oíros  bastimentos,  y  eran  tan  po- 
cos los  chripstianos,  perdiéronles  el  te- 
mor les  indios,  é  comencaron  á  darles 
guerra,  de  t;d  manera,  que  constreñidos, 
comencaron  dentro  del  pueblo,  por  su  ex- 
tremada nescessidad,  á  hacer  semenlcras 
con  sus  manos  é  sudores,  con  ayuda  de 
algunos  pocos  indios,  (pie  en  sus  casas 
mansos  e  domésticos  los  servían.  Fue  tal 


DE  INDIAS.  LEB. 

la  continuación  do  la  guerra,  que  vinie- 
ron á  se  resumir  estos  pobladores  de  la 
Compañía  del  tómenlo  Alonso  Dávila  en 
(piáronla  hombres,  6  los  diez  dollos  co- 
xos  ó  manóos  ó  inútiles,  y  en  qualroia- 

balios  ó  una  yegua.  . 

Llegados  a  esta  nescéssidad,  é  dessean- 
do  Alonso  Dávila  sabor  do  sus  men-age- 
ros,  fué  con  voynto  y  quatro  compañeros 
c  tres  caballos,  ó  tornó  á  passar  aquella 
laguna,  que  avernos  dicho,  ó  dexó  los  es- 
pañoles oíros  o d  ChitexuaJ.  Entrando  por 
(itiavinill,  luó  rescchidu  do  paz,  ó  allí  supo  ' 
que  sus  mensajeros  avian  soydo  muertos 
\tov  los  indio»  de  <>>ohua:  ó  a->im  -mo  le 
informaron  que  á  Monlcjo  lo  avian  dado 
guerra .  ó  que  lo  avian  muerto  parte  do 
los  chripslianos,  o  quél  se  avia  ydo  á  .Mé- 
xico, é  (pie  toda  la  tierra  oslaba  aleada; 
6  assi  era  la  verdad.  E  non  obstante  estas 
malas  nuevas,  so  determinó  el  capitán 

Alonso  Dávila  dé  yr  á  castigar  los  indios 
do  Cochua ,  é  pidió  para  olio  el  favor  é 
ayuda  de  los  indios  de  Cuayinill.  y  ellos  lo 
respondieron  que  do  muy  buena  voluntad 
S6  la  darían:  Ó  assi  fueron  con  los  españo- 
les hasta  soyseicnlos  amigos ,  o  no  quiso 
mas  llevar,  por.  la  gnand  calor  o  a  ver  po- 
ca agua  en  el  camino. 

Llegados  á  un  (piarlo  de  legua  del  pri- 
mero pueblo  de  Cochua,  oslaban  detrás 

de  una  albácrada  muchos  indios  de  guer- 
ra coi  colada,  apartados  del  camino  un  i¡- 
ro  do  flecha,  tendidos  en  tierra:  é  cómo 
•passaron  los  chripslianos  adelanto  é  los  tu- 
vieron enmedio,  huyeron  los  indios  ami- 
gos, é  dexaron  las  cargas  é  la  compa- 
ñía ,  é  volvieron  las  espaldas.  É  so  co- 
mencé la  batalla  .  en  que  avia  de  los  ene- 
migos innumerable  genio;  é  cómo  estaban 
entre  arboledas,  no'se  podían  servir  de, 
los  caballos;  y  los  españoles  yban  cansa- 
dos é  muertos" de  sed,  demás  de  ser  po- 
cos en  número ,  é  avian  hallado  'cegados 
los  pocos,  de  que  avian  de  beber,  que  los 
desanimo  mucho.  Pero  como  la  nescessi- 


XXX11.  CAP.  VI.  247 

dad  suelo  muchas  yecos  despertar  los  fla- 
cos ó  avivar  los  ánimos  en  los  mayores 
peligros,  assi  estos  nuestros  españoles  co- 
noseieron  que  otro  socorro  no  los  queda- 
ba ni  le  atendían  sino  el  celestial  y  el  do 
sus  proprias  virtudes  é  manos,  mostróse 
lo  uno  é  lo  otro- en -esta  jornada:  porque 
el  «  apilan  Alonso  Dávila  .  viéndose  en  es- 
ta clausura  y  estrecho,  arremetió  á  pié  é 
la  aibarradá,  é  con  él  don  Alonso  de  Lu- 
xan,  é  con  puñales  largos  de  medias  es- 
pada- i  seyendti  muy  contrastados)  &  los 
enemigos  corlaron  ira  palo  del  palenque 
y  las  ataduras  de  los  hexucos  con  que  es- 
taba li abado,  e  peleando  como  valerosos 

milites,  passaron  adelante.  É  por  allí  si- 
guieron los  do  la  compañía  muy  denoda- 
damente, é  les  ganaron  el  albarrada,  non 
obstante  (pie  les  hirieron  tros  españoles, 
que  despuea  murieron,  é  matáronles  un 
caballo,  ó. otros  (res  hombros  se  ahoga- 
ron de  sed:  y  quedó  la  vitoria  por  los 
chripslianos  cansados,  é  huyeron  sus  ene- 
migo-, sin  poder  sor  seguidos.  Turó  osla 
batalla  un  (piarlo  de  hora,  ó  los  vencedo- 
res, aviendo  muerto  assaz  de  los  contra- 
rios, passaron  adelanto  á  un  lugar  que 
bailaron  quemado,  é  un  poco  que  allí 
avia  halláronle  cegado:  é  cómo  no  sopa- 
do hacer  Otra  cosa  ni  avia  día  para  mas 
caminar,  pararon  allí  é  pusieron  el  mejor 
recabdo  que  pudieron  en  velarse  :  é  los 
que  no  volaban,  daban  orden  en  limpiar 
el  poco ,  que  tenia  sic(c  ú  ocho  oslados  de 
hondo,  ó  para  le  limpiar  ((pie  aunque  del 
todo  no  estaba  ciego,  estábalo  el  agua) 
metieron  dos  muchachos  indios  con  los 
cabostros.de  los  caballos,  é  con  los  cara- 
giielles,  añidiendo  como  mejor  podían, 
hirieron  sogas  con  que  los  baxaron,  ó 
con  calabazas  é  arañando  sacaron  parte 
dé  cieno,  é  después  alguna  agua  tan  bue- 
na ,  que  no  bebieron  mohos  tierra  é  Iodo 
que  agua.  É  assi  passaron  aquella  noche 
hasta  el  siguiente  din ,  que  encomendán- 
dose á  Dios,  procediendo  en  su  camino» 


Üi8 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


siguieron  por  donde  les  páreselo ,  porque  se  avian  convertido  en  enemigos  ,  é  les 

para  volver  atrás"  no  era  ya  tiempo,  é  los  tenían  aparejada  otra  albarrada  é  celada, 

amigos  de  Guaymill,  viendo  sus  pocas  é  no  estaban  de  propóssito  de  los  acoger, 
mercas  6  poco  número  destos  españoles, 

CAPITULO  VII. 

F.n  que  se  tracla  cómo  el  teniente  Alonso  Dávila  é  sus  compañeros  ovieron  otro  recuentro  é  batalla  con  los 
indios  del  pueblo  de  Cochua,  que  avian  muerto  los  chripstiaiios  que  llevaban  el  pressente  del  oro  al  ade- 
lantado; é  cómo  los  españoles  fueron  maltraelaflos  en  este  fecho  de  armas*,  é  otras  particularidades  nota- 
bles que  passaron  estos  militantes  é  trabaxados  varones,  hasta  que  tomaron  el  pueblo  de  Chilemal.  • 


La  persona  y  esfuerce  y  vigilancia  y 
buen  atendimiento  y  gentil  conversación, 
quel  teniente  Alonso  Dávila  tuvo,  acom- 
pañada de  una  natural  virtud,  sin  repe- 
lo ni  altivez,  é  con  una  liberalidad  muy 
cierta  de  quanto  él  tenia  para  lo  comuni- 
car é  dar  á  sus  amigos  é  á  quantos  con 
él  andaban  6  le  tractaban,  fueron  causas  é 
parles  para  ser,  como  fué,  muy  bien  quis- 
to, é  aun  para  que  si  él  tuviera  ventura 
de  ser  conoscido  de  un  príncipe  podero- 
so, no  pudiera  dexar  de  hacerle  grand  se- 
ñor. Viéndose  este  capitán  en  la  fatiga  é 
trabaxos  quel  precedente  capítulo  nos  ma- 
nifiesta, é  teniendo  muy  especial  cuydado 
de  la  salud  é  salvación  de  sus  compañe- 
ros, como  de  sumesmaé  própria  vida  (pe- 
ro siguiendo  mi  \  ¡age),  el  segundo  dia  que 
escaparon  de.  la  batalla  .que  se  di\o  de 
susso ,  é -dos  leguas  adelante,  hallaron 
otra  albarrada  con  muchos  indios  de  guer- 
ra puestos  en  anuas .  los  (¡nales  eran  de 
aquel  pueblo,  donde  avian  muerto  los  seys 

i  hripstianos,  é  tomádoles  el  oro .  como  es 
dicho.  E  como  sabían  que  los  españoles 
yban  contra  ellos,  estaban  aperecbidos  é 
barreados  con  dos  muios  de  madera  é  ar- 
boledas e  muy  fortificados:  non  obstante 
lo  qual  se  lento  la  batalla  por  todas  estas 
causas,  puesto  que  con  mucha  desaven- 

*  Aqui  se  lee  en  el  códice  original ,  aunque  bor- 
rado de  manos  del  autor ,  á  lo  que  parece:  uE  de 
los  muchos  trabaxos,  que  en  suma  passaron  c  cómo 


taja :  lo  uno,  porque  de  nescessidad  los 
nuestros  avian  de  ser  acometidos,  si  ellos 
no  acometieran;  lo  segundo,  porque  no  te- 
nían ni  -  podían  seguir  otro  camino  sino- 
aquel  que  los  enemigos  les  tenían  ocupa- 
do ;  é  lo  tercero,  porque  de  nescessidad 
avian  de  buscar  do  comer,  é  no  lo  tenían, 
ni  allí  se  lo  avian  de  dar. 

En  fin  ,  venidos  a  las  manos ,  la  bata- 
lla fué  con  muerte  de  muchos  indios  é  con 
daño  de  los  chripstianos :  en  lo  qual  heri- 
dos los  mas  ó  quasei  todos ,  se  retiraron 
á  fuera ,  quando  vieron  tiempo  para  ello, 
é  fueron  á  hacer  noche  á  un  pueblo  pe- 
queño de  diez  casas,  que  estaba  al  tra- 
vés del  camino,  donde  los  guió  un  in- 
dio, que  solo  les  avía  quedado  de  los  de 
Guaymill,  que  les  dió  la  vida;  porque 
lodos  estaban  heridos,  é  los  caballos  assi- 
mesmo  é  muy  cansados,  excepto  el  capi- 
tal] Alonso  Dávila,  que  no  fué  herido,  por- 
que le  (piiso  Dios  guardar  para  (pie  curas-» 
seé  sirviesseá  lodos,  como  lo  hacia  y  muy 
bien,  puesto  que  era  el  primero  en  los 
peligros  y  el  que  mas  trabaxaba  con  el  es- 
píritu é  con  su  persona.  Antes  del  dia  dos 
horas,  comentaron  á  caminar  desde  aquel 
pueblo,  porque  les  pareseió,  y  aun  assi 
■  fuera,  que  si  alli  esperaran  el  sol,  ningu- 
no quedara  con  la  vida  :  porque  después, 

lodos  creyeron  que  por  la  misericordia  de  Dios  fue 
enviado  en  su  ayuda  el  apóstol  Sancliago  ,  por  cu- 
yo aviso  escaparon.» 


DE  INDIAS  UB. 

en  esclaresciendo,  llegó  allí  macha  gente 
de  guerra  do  aquellos  ron  quien  avian  pe- 
leado, ó  do  otros  que  de  refresco  con  ellos 
se  avian  juntado,  que  yban  solire  ellos  6 
pensaban  hallarlos  alli  durmiendo. 

Siguiendosu  honesta  fuga,  dixo  Alon- 
so Dávila  á  aquel  indio  que  les  avia  que- 
dado deGuaymiü,  qnél  le  baria  grand  se- 
ñor en  aquella  tierra,  si  le  guiaba  a  el  6  á 
los  otros  chripstianos  al  embarcadero  de 
(Jiitemal  .  donde  avian  quedado  mis  ca- 
noas, y  los  llevaste  por  otro  camino;  y  el 
indio  le  d¡XO  que  as>i  lo  haría.  E  aquel 
dia .  aviendo  andado  tres  leguas,  los  aliar- 
lo del  camino  de  (juaymill  é  los  llevó  por 
otro,  aunque  asperissimó;  é  a  medio  dia 
llegaron  á  un  pueblo,  que  no  hicieron  sino 
reposar  en  él  media  hora,  é  comieron  al- 
gunas maooreas  de  mahiz  verde,  6  passa- 
ron  una  laguna  de  dos  tiros  de  ballesta  á 
vado,  y  en  paites  «1  vuelapié,  con  harto 
peligro :  que  no  parescia  sino  que  como 
salsa  ,  para  comportar  el  manjar  di-  las  fa- 
llirás passadas.  se  les  ofreseian  otras  ma< 
agrias,  para  rpte  las  primeras  luviesson 
por  livianas  fatigas,  sevendo  cada  una  dé- 
lias  quassi  incomponibles  y  extremadas. 

I'assados  de  |,i  otra  parle  dosra  agua, 
avia  un  placel  de  otra  tanta  distancia,  que 
ahondaban  por  él  los  cahallos  quassi  has- 
la  las  cinchas:  é  salidos  de.  alli  entraron 
jm)|-  un  arcabuco  6  boseage  de  arboledas 
é  matas  muy  cerrado,  y  el  capitán  Alon- 
so Dávila  y  ha  en  la  delantera  con  un  nía- 
chele  ó  puñal  vizcayno,  haciendo  el  cami- 
no para  lodos:  que  no  avia  Otro  hombre 
sano.  La  retrognárdia  llevaba  don  Alon- 
so de  Luxan,  y  en  los  cahallos  no  yban 
sino  aquellos  que  mas  faltos  de  salud  ó 
mas  heridos  estaban.  Entrada  la  delante- 
ra desia  gente  nuestra  por  el  arcabuco, 
ya  muchos  de.  los  enemigos  comenoahaii 
á  passar  fuera  de  la  laguna  Iras  los  ehrips- 
tianos con  grande  grita :  c  dieron  al  arma, 
é  detúvose  el  capitán  i^ue  llevaba  la  de- 
lantera, como  es  dicho,  o  volvieron  con- 

TOMO  III. 


XXXll.  CAI'.  VII  249 

tra  los  enemigos  solos  quatro  6  cinco  es- 
pañoles ¡i  detenerles  el  passo.  los  qualcs. 
como  es  dicho  ,  salían  ya  algunos  de  la  la- 
guna, gritando,  al  placel  ques  dicho.  Es- 
tonces don  Alonso  de  Luxan ,  que  yba  en 
la  recaga  .  hico  apear  de  su  caballo  á  uno 
de  los  heridos  que  en  el  yba,  6  cabalgo  é 
dio  la  vuelta  sobre  los  contrarios  por-aquel 
placel,  ó  mejor  diciendo  pimlano  ó  ato- 
lladero, que  primero  avian  passado  ca- 
hondando:  é  como  oompnoó  á  batir  las 
piernas  con  las  espuelas,  parescio  (pie  yba 
corriendo,  como  si  fuera  por  muy  tiesto  6 
buen  terreno  .  e  haciendo  rostro  á  los  ene- 
migos no  osaron  atender,  6  se  tornaron 
al  agua  é  a  volver  por  donde  venían .  lo 
qual  notoriamente  paresció  cosa  miraglo- 
sa.  E  ya  en  esso  se  ponia  el  sol.  quando 
tornaron  los  nuestros  á  entrar  por  el  ar- 
cabuco ;-é  visto  (pie  no  pareseian  indio-, 
caminaron  adelante.  Y  el  camino  estaba 
tal  de  algún  huracán,  é  lautos  é  tan  gran- 
des árboles  caviloso  arrimados  é  atrave- 
sados o  mezclados  unos  con  otros,  que 
para  andar  un  poco  de  distancia  es  tan 
grandissimo  Irabaxo  y  estorbo,  como  ib' 
vuestro  espacio,  señor  letor,  lo  podréys 
entender  en  el  libro  VI,  capitulo  III,  por- 
que aquí  no  se  inlerrompa  la  historia . 
dando  á  entender  qué  cosa  son  los  hura- 
canes. Assi  que,  volviendo  á  la  jornada, 
á  media  noche  llegaron  á  un  pueblo  de 
diez  casas,  donde  les  fué  bario  consuelo 
hallar  un  poco  de  mahiz ,  segunil  yban 
nesoessilados,  cansados  é  muertos  de 
hambre  é  sed;  é  allí  se  apossentarori,  lia- 
ra reprJsar  basta  que!  dia  viniesse.  E  lue- 
go otro  dia ,  prosiguiendo  en  su  camino 
tres  jornadas ,  no  les  fallaba  miel,  por  la 
abundancia  que  della  hay  en  aquellas  par- 
le-, de  la  qual  se  servían  para  su  susten- 
tación ú  vueltas  de  oíros  manjares  ó  amar- 
gos sinsabores,  é  también  para  curar  sus 
llagas:  que  tampoco  Ies  faltaban, 
.  Estando  una  noche  Alonso  Dávila  pre- 
guntando ú  aquel  indio  ó  lengua  que  que 


230 


IIISTOMA  GENERAL  Y  NA1TRAL 


lanío  cslaban  de  poblado,  dixb  que  otro 
dia  temprano  llegarían  al  pueblo  de  Ma- 
•  canahao,  desde  el  qual  á  la  laguna  hay 
dos  leguas,  donde_ avian  dexado  las  ca- 
noas; pero  que  creía  que  avian  de  hallar 
resistencia,  la  qual  nueva  pronosticación 
ó  sospecha  puso  en  mucho  cuydado  á  los 
españoles ,  porque  yhan  todos  heridos  é 
cansados  é  flacos,  é  tenían  mas  nescessi- 
dad  de  reposar  é  curar  sus  llagas  que  de 
lomar  otras. 

Luego  el  capitán ,  como  cathólieo ,  les 
dixo:  «Señores,  ya  avoys  oydo  lo  que 
este  indio  dice,  6  por  lo  que  aveys  ex- 
perimentado hasta  aquí,  podemos  arbi- 
trar en  lo  porvenir,  aunque  no  dere- 
chamente ,  lo  que  ha  de  ser  alcanza- 
do ;  porque  Dios  solo  es  el  que  sabe  per- 
fettamente  el  fin  que  todas  las  cosas  han 
de  tener.  Pero  á  lo  que  la  humana  flaque- 
ra puede  sentir  notoriamente  por  nuestro 
cansancio  y  poco  número,  y  por  la  multi- 
tud desla  gente  bárbara,  y  porque  vcen 
que  aborrescemos  sus  ritos  6  ydolatrias  6 
les  quebramos  y  rompemos  y  derribamos 
sus  ydolos,  y  condenamos  y  desprecia- 
mos las  costumbres  6  manera  de  vivir,  y 
en  fin  nos  queremos  hacer  señores  y  á 
ellos  esclavos  ó  subditos  nuestros  en  su 
patria,  en  donde  naseieron  con  libertad; 
claramente  está  conoscido  nuestro  peligro, 
é  quán  aborrescidos  nos  tienen  estos  in- 
dios, ó  quán  aparejada  tenemos  la  muer- 
te, si  Dios  con  su  poder  absoluto  no  nos 
socorre.  Y  ya  las  cosas  no  están  en  sal- 
varnos por  nuestro  esfuerce  6  virtuosos 
ánimos,  sino  que  ha  de  ser  por  misterio 
é  quererlo  Dios ,  al  qual'  me  encomiendo 
y  os  encomiendo,  y  os  pido  por  merced 
que  en  Jhesu  Chripsto,  Nuestro  Salvador, 
\  en  su  preciosa  Madre  pongays  toda 
raestra  esperanca,  ó  que  muy  devota- 
mente le  siipliqucys  (¡ue  sea  su  voluntad 
ile  llevarnos  en  salvamento  al  assiento  de 
l'liilcmal:  é  que  si  de  otra  cosa  es  Dios 
más  servido,  que  aquello  se  haga,  é  que 


acabemos  esta  miserable  vida,  como  ca- 
Ihólicos.  E  luego  haced  vuestra  oración 
con  la  intención  que  los  buenos  chripstia- 
nos  deben  ocurrir  en  sus  nescessidades  á 
su  Dios ,  é  vereys  cómo  soys  socorridos  ó 
ayudados  en  vuestra  tribulación.» 

Estas  é  otras  palabras  devotas  dixo  es- 
te capitán,  de  manera  que  ningún  reli- 
gioso pudiera  con  mas  gracia  y  efelto 
atraer  aquella  fatigada  compañía  á  orar 
con  tanto  cuydado,  encomendándose  a 
Dios  atentíssimamentc.  Yassi  paresció  que 
sus  sospiros  y  plegarias  llegaron  á  la  Di- 
vina Magostad ;  porque  estando  todos  en 
mucho  silengio,  desde  a  pocas  horas  en- 
tró un  soldado  en  su  real  dando  voces,  el 
qual  estaba  en  la  guarda  puesto  en  el  ca- 
mino en  vela,  é  luego  los  españoles  se 
pusieron  en  armas,  creyendo  que  aquella 
vela  avia  visto  ó  sentido  los  enemigos.  É 
como  llegó,  preguntáronle  que  qué  avia 
visto ,  é  dixo  assi :  « Estando  yo  velando 
algo  desviado  al  un  lado  del  camino ,  lle- 
gó á  mí  un  cavallero  acompañado  con 
otros  seys  ó  siete  cavalleros,  c  dixo: — No 
duermas ;  despierta ,  é  vete  é  di  al  capi- 
tán Alonso  Dávila  é  á,  los  chripstianos  que 
vayan  su  camino  é  no  teman,  é  quél  venia 
assi  á  se  lo  decir.  »  Y  en  el  mesmo  tiem- 
po que  la  vela  decia  loques  dicho,  se  sin- 
tió una  sancta  fragancia  ó  suavidad  de  un 
olor  divino  que  paresció  que  los  avia  alen- 
tado é  confortado,  é  improviso  fecho  tan 
fuertes  ó  sanos  que  ningún  temor  les  que- 
dó,  é  á  muchos  dellos ,  de  goco ,  les  sal- 
taban  las  lágrimas,  é  decían  á  una  voz  é 
de  un  crédito:  a Sancliago  glorioso,  nues- 
tro patrón  de  España ,  es  este  socorro  qué 
Dios  por  su  misericordia  con  su  Apóstol 
nos  envía.»  E  luego  comencaron  á  cami- 
nar, é  bien  paresció  ser  iniraglo;  porque 
entre  todos  los  españoles  no  yban  sino 
tres  caballos ,  é  la  vela  decia  que  avia  vis- 
to Beys  ó  siete  con  aquel  cavallero,  ques 
dicho  que  le  habl^. 

Como  quiso  amanescer,  llegaron  á  un 


1)1-  INDIAS.  l  ili    XXXII.  CAP.  VII 


231 


pueblo,  en  que  avia muchos  indios,  ó  no 
despertaron,  é  passaron  por  él  sin  hacer 
mal  á  ninguno  ni  sor  sentidos :  é  de  allí 
pas-ados,  legaron  ailelanle  á  lasdiezdel 
día  al  pueblo  de  Macanahao.  Y  entrados 
en  él  hallaron  que  los  indios  estallan  fue- 
ra en  el  campo,  esperando  en  otro  camino 
á  los  chrípetianoe  para  les  dar  la  batalla, 
e  no  avian  quedado  en  el  pueblo  sino  las 
niugeres  y  los  niños  y  con  hurtos  basti- 
mentos: é  dieron  noticia  á  los  indios  de 
los  huéspedes  que  les  avian  venido,  é 

luego  se  recogieron  llllleha  gente  dellos, 

é  por  lu  clemencia  de  Dios  vinieron  de 
paz  e  uní'.  Iroeado  su  mal  propossito.  Pro- 
veyeron luego  de  bastimentos  e"  dieron 
canoas  á  los  españoles,  en  (pie  se  fiiessen: 
que  eran  las  mesmas  de  los  clu  ipslianos, 
que  ya  entre  sr  las  tenían  repartidas,  pen- 


sando que  todos  eran  muertos.  Y  estaban 
los  indios  atónitos  espantados  de  ver  có- 
mo avian  venido  hasta  allí,  é  mirábanlos, 
teniendo  por  maravilla  é  imposible  cosa 
estar  allí,  aunque  los  veian. 

Embarcados  en  sus  canoas,  llegaron  á 
-ii  assiento  de  Chilenial,  donde  avian  (pie- 
dado  un  caballo  é  una  yegua  é  diez  y  ocho 
o  vewite  españoles,  los  mas  dellos  cojos 
é  mancos  y  enfermos,  é  halláronlos  vivos: 
que  DO  fué  mediocre,  sino  extremado  é 
grandíssimo  el  gOCO  de  los  unos  e  de  lo-, 
otros.  Iv  luego  tuvieron  novenas  en  la  igle- 
sia  el  teniente  Alonso  Dávila  e  los  que  con 
el  volvieron,  dando  gracias  á  Nuestro  Se- 
ñor, porque  assi  lo  avia  fecho  ron  ellos:  é 

délos  que  a->i  tornaron,  murió  un  español 

«pie  venia  mal  herido-,  é  todos  los  de- 
más sanaron. 


CAPITULO  VIH. 

Como  el  cnpiUin  Alonso  Divita  ■  los  españoles  que  con  él  estaban,  desampararon  ■  despoblaron  agüella 
villa  é  assicnlo  que  avian  fcclio  en  Chitcmal ,  i!  se'fueron  en  canoas  duplicadas  por  poder  llevar  los  calía- 
líos  de  la  forma  é  usanca  nuevamente  i1  por  ellos  Inventada,  é  de  los  Iraliaxos  extremados  c  trances  que  les 
acaeseicron  *,  con  que  se  da  fin  á  esla  relación  del  comendador  don  Alonso  de  Luxan. 


Mucha  lástima  he  de  aquellos  hidalgos 
é  personas  valerosas,  que  militaron  en 
compañía  del  capitán  Alonso  Dávila,  assi 
porque  el  galardón  (pie  sus  hacañas  c 
proecas  consiguieron  fué  morir  al  lia  sin 
galardón  ni  premio  de  sus  servicios,  de- 
más de  que  la  eterna  vida  se  dá  á  cada 
uno,  segund  sus  méritos:  porque  quisiera 
yo  que  pues  en  esta  vida  tan  poco  ó  nin- 
gún descanso  tuvieron,  que  á  lo  menos 
sus  deudo-  mas  propincuos  no  quedáran 
sin  algún  premio  para  poder  hacer  algún 
bien  por  sus  ánimas:  lo  qual  la  misericor- 
diosa Iglesia  cathólica  tiene  bien  pro- 
veydo  con  la  común  é  general  é  continua 
Oración  é  sacrificios,  que  por  todos  los  fie- 


les cada  dia  celebra  la  sagrada  Iglesia  mi- 
litante en  lodos  s|is  templos  de  los  chrips- 
lianose  fuera  dellos.  Y  demás  (leste  sáne- 
lo socorro  para  la  memoria  de  tan  memo 

rabies  milites,  ovieran  menester  sus  me- 

rescimientOS  é  loa  liles  personas  otra  pluma 
m  i-  á  su  propóssito  que  la  mia,  y  que 
fuera  tan  bastante  en  su  alabanza  é  lama 

que  para  siempre  quedasse  puesta  é  flxa- 
da  en  el  acuerdo  de  los  vivos  é  de  los 
que  están  por  nascer.  Resciban  mi  volun- 
tad iodos  essos  vivos  é  defuntos,  que  por 
estos  tranges  ya  dichos  é  por  los  que  ago- 
ra diré  passaron,  é  á  vueltas  de  sus  in- 
fortunios é  miserias,  cuenten  con  ellas  mi 
poca  habilidad,  si  no  he  satisfecho  al  col- 


*  También  en  esla  parle  se  hallan  borradas  al- 
gunas  cláusulas,  referentes  ¡i  la  historia,  pero  de  po" 


ca  importancia  ,  por  lo  cual  no  se  reproducen. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mo  de  sus  ¡minios  invitos,  puesto  que  yo 
me. he  esforzado  de  contar  la  verdad  lia-, 
ñámenle.  .  m 
Y  continuándola,  digo,  que  viendo  que 
cada  dia  eran  menos  las  fuergas  6  com- 
pañía de  Alonso  Dávila,  ó  que  por  la 
mar  en  canoas  é  por  la  tierra  los  indios 
les  hachan  guerra,  acordaron  los  chrips- 
tianos que  era  nesgessario  6  aun  forgoso 
dexar  aquella  tierra:  6  tomaron  treynta  ó 
dos  canoas ,  6  pareáronlas  de  dos  en  dos, 
muy  bien  trabadas  é  ligadas,  ó  hicieron 
diez  y  seys  yuntas,  para  poder  llevar  los 
caballos  c  la  gente'de  aquella  su  forma  é 
artificio,  que  la  historia  en  algunos  passos 
(o  ha  contado:  6  quitaron  las  cruces,  é 
deshicieron  la  iglesia ,  6  despoblaron 
aquel  pueblo,  y  embarcáronse  para  yr, 
como  fueron  ,  la  via  de  la  gobernación  de 
Honduras. 

En  el  punto  que  los  indios  ovieron  sen- 
timiento de  su  fuga,  se  apellidaron  6  die- 
ron mandado  á  las  comarcas ,  é  de  mu- 
chas partes  é  con  muchos  fuegos  se  lla- 
maban de  unos  pueblos  á  otros,  puraque 
a  luda  diligencia  armassen  6  fuessen  tras 
los  chripstianos,  los  quales,  como  la  cos- 
ta no  se  podía  caminar  por  tierra ,  toma- 
ron por  mejor  partido  .yrse  en  aquellas 
canoas  de  la  manera  questá  dicho.  E  co- 
mencando  su  viage,  salieron  muchas  ca- 
noas tras  los  españoles,  é  los  siguieron 
un  dia  hasta  la  noche 

Es  un  gentil  notable  é  cosa  nunca  oyda 
en  otra  parte  ni  vista  semejante  dispusi- 
pión  de  costa ,  porque  toda  es  anegada  de 
la  mar  en  mucho  espacio,  6  por  esso  no 
se  puede  caminar  por  tierra  :  6  demás 
desso  desde  que  partieron  por  la  mañana 
con  el  terral  navegaban  engolphándosc 
hasta  perder  quassi  de  vista  la  tierra  ,  6 
después  de' medio  dia,  quando  tornaba  la 
viracon  ó  marea ,  volvían  á  la  cosía. 
Llevaban  sus  velas  en  árboles  6  mástel 
puesto  sobre  aquel  borde,  en  que  ambas 
canoas  paleadas  \han  abracada--  e  jimias 


á  manera  de  trévedes,  porgue  quassi  al 
pié  do  cada  mástel  yba  de  cada  parte  li- 
gado otro  palo  ó  pié ,  y  el  uno  se  fixaba 
.en  la  una  canoa ,  y  el  otro  en  la  otra,  para 
quel  mástel  derecho  é  rescio  estoviesse. 

Llevaban  indios  pressos  é  con  cormas, 
que  bogaban  quando  era  menester,  é  sa- 
bían la  costa ;  é  á  hora  de  vísperas,  é  al- 
gunas veges  gerca  de  la  noche ,  llegaban 
á  la  tierra.,  aviendo  andado  ó  ganado  seys 
ó  siete  leguas.  Y  era  cosa  para  maravi- 
llar que  justamente  poco  antes  quel  sol  se 
pusiesse,  hallaban  un  rio  ó  estero  con  un 
poco  de  arenal  é  playa  gerca  de  la  boca, 
donde  sacaban  los  caballos  é  la  gente,  de- 
xando  en  las  canoas  guarda ,  é  descansa- 
ban allí  en  aquella  eslrechera ,  que  era 
tanta  ó  tan  medida ,  que  si'-mas  número 
de  chripstianos  é  compaña*  fueran,  no  tu- 
vieran lugar.  Allí  comían  del  mahiz  que 
llevaban  ellos  é  sus  caballos,  que  era 
bien  poco ,  é  pescaban  con  redes  que  te- 
nían, las  quales  entre  dia  navegando,  ha- 
gian  de  cabuya  y  henequén:  é  aqueste  era 
su  exergigio,  porque  sin  las  dichas  redes 
no  podían  vivir  ni  sostenerse.  En  cada  dia 
las  perdían  ó  parte  deltas,  é  les  convenia 
no  gessar  de  tal  labor ,  á  causa  que  los 
pescados,  que  llamamos  espadartes,  hay 
muchos  en  aquella  costa,  y  estos  se  las 
rompían  ó  llevaban  muchas  veges.  El  dia 
siguiente  volvían  á  navegar,  y  al  fin  del 
hácia  la  noche  les  daba  Dios  otro  rio,  don- 
de repossassen  é  sacassen  sus  caballos  ó 
la  yenle  e  descansassen ;  é  desta  manera 
fueron  por  la  mar  más  de  doscientas  le- 
guas, que  hay  hasta  Honduras. 

Es  de  saber  que  para  se  proveer  de 
mahiz,  quando  se  les  acababa  é  de  algu- 
nos indios  para  el  remo,  porque  algunos 
se  les  escapaban  é  huían  de  la  compañía 
e  se  yban  á  nado  por  no  bogar,  tenían 
•  esta  forma:  que  desataban  algunas  ca- 
noas, é  los  chripstianos,  que  mas  rescios 
para  Irabaxar  se  hallaban,  entuban  en 
ellas  e  yban  por  aquellos  rios  arriba  (por- 


DE  INDIAS.  UB.  XXXII.  CAP.  VIII 


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jqiie  por  las  corrientes,  oslando  juntos,  no 
podían  yr  duplicadas J :  y  entrados  la  tier- 
ra adentro,  salteaban  en  las  costas  de  los 
ni'-  ó  cerca  dellos)  algunos  pueblos,  ó 
tomaban  algunos  indios  é  bastimentos,  é 
de  lo  que  llevaban.  Bn  tanto  los  que  que- 
daban en  el  real  en  la  costa,  cortaban  ¡>al- 
maa  é  bevueos  para  reparar  las  fallas  6 
renovarlas  de  calafaleria  ó  atarlas,  reli- 
gándolas con  nuevas  cuerdas  de  bexucos 
é  sogas  de  damahagua,  6  cortejas  de  tal 
•Arbol ,  que  liarían  porque  las  primeras 
yban  rocadas  é  inaltracladas,  é  avia  nes- 
i.essídud  de-  innova  ligaron,  para  las  tornar 
.'i  unir  é  atar  en  la.  continuación  de  su  via- 
ge  traba  voso. 

Siguióse  que  en  una  destas  entradas, 
que-tos  fatigado»  españoles  hirieron  pol- 
los rios,  buscando  de"  comer,  fueron  una 
vez  seys  canoas  con  algunos  dellos  para 
saltear  un  pueblo:  é  quando  íi  par  del 
lloraron,  lloviendo  muy  resciamente,  lia- 
llaron  que  la  barranca  estaba  mas  de  una 
lauca  de  armas  mas  alta  quel  rio;  é  no 
pudieiido  entrar  en  tierra  al  pueblo,  llegó 
súbitamente  la  cresciente  del  rio ,  é  tan 
grande,  que  no  solamente  emparejó  con 
la  tierra  é  barrancas  altas,  mas  entró  en 
el  pueblo,  donde  B6  pensaron  perder,  é 

los  indios  de  aquel  lugar  avian  ya  buydo 
la  tierra  adentro.  Estando  en  esta  nesces- 

sidad  ,  se  siguió  otra  no  menor,  é  fue  que 
la  cresciente  les  llevó  todas  las  canoas,  6 
los  cliripslianos  se  subieron  por  arboles 
para  guarosrrrse,  como  mejor  [ludieron. 
É  don  Alonso  de  Luvan ,  que  avia  salido 
en  esta  compañía ,  bailó  por  allí  una  pe- 
queña canoa  en  quél  solo  ó  un  muchacho 
indio  se  metieron,  para  volver  al  real,  don- 
de, en  la  costa  de  la  mar  e  hora  del  mes- 
mo  rio  estaba  la  otra  gente,  para  que  en 
alguna»  eanoasotrasde lasque  allá  tenían, 
volviessen  á  buscar  las  quel  agua  les  lle- 
vó ,  é  recogiessen  los  otros  españoles  que 
en  ellas  avian  y  do.  É  basando  por  el  rio, 
se  le  trastornó  aquella  pequeña  vasijaóca- 


noa,  é  assido  poruña  parte  della,  y  el  mu- 
chacho indio  assimesmo,  salieron  al  real, 
asiendo  y  do  desta  manera  por  aquella 
impetuosa  corriente  seys  ó  siete  leguas; 
no  faltando  muchos  lagartos  ó  cocatri^es 
en  aquella  ribera  \  en  todas  las  de  la  cos- 
ta, ques  lo  que  hace  mayor  el  miraglo, 
é  que  se  conozca  que  lo  permitió  Dios,  é 
quiso  guardar  este  cavallero  por  la  salva- 
ción suya  e  de  todos  los  demás.  É  llega- 
do don  Alonso  donde  fué  socorrido,  (pu- 
ya la  corriente  lo  llevaba  á  entrar  en  la 
mar,  as»i  como  fue  recogido  é  reposó  po- 
cas horas,  volvieron  con  él  diez  canoas  é 
cargáronlas  de  mahiz,  é  losóles,  ó  axes, 
6  miel  e  de  lo  que  bailaron  en  aquel  pue- 
blo, ó  recogieron  sus  canoas  con  liarlo 
trabaxo  (porque  como  baxó  el  rio-ó  vol- 
vló  á  su  curso  ordinario ,  avia  puesto  al- 
gunas en  tierra  é  algunas  encima  de  los 
árboles);  ó  recogidos  á  su  real,  continua- 
ron su  camino  ó  navegación. 

Cómo  en  aquella  costa  es  grande  la 
contraclacion  de  aquella  fructa  cacao,  que 
cune  por  moneda  entre  los  indios,  e  le-* 
es  muy  útil  é  preciosa  ó  la  mas  rica  y  es- 
timada mercadería  que  tienen ,  van  las 
canoas  de  Yucatán  (  Migadas  de  ropa  (': 
otra-;  mercaderías  á  Una,  é  de  allí  las 
vuelven  cargadas  de  cacao;  destas  topa- 
ban muchas  dellás,  é  los  indios  atendían, 
por  no  perder  su  mercadería,  y  estotros 
ehripstianos  tomábanles  sus  canoas,  que 
eran  mejores  é  mas  sanas,  é  dábanles  la- 
quellos  traían,  é  passaban  adelante. 

Con  esta  trabaxada  navegación,  llega- 
ron á  un  embocamiento,  que  llaman  Gol- 
plw  Dul{  e,  el  qual  es  la  boca  de  un  po- 
deroso rio;  y  era  tanta  la  corriente,  que 
los  metió  tanto  adentro  en  la  mar,  que 
perdieron  qúassi  do  vista  la  tierra,  ó  aun 
algunos  la  esperanza  do  morir  en  ella, 
é  se  pensaron  anegar  todos ,  é  las  canoas 
haeián  ya  mucha  agua.  En  fin,  quiso  Dios 
ayudarlos  ,  c  volvieron  á  una  punta  ,  ó 
allí  hallaron  buena  la  costa  c  ancha,  ó  un 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


rio  de  dos  leguas  auclio ,  que  se  dice  el 
rio  de  la  Ula :  é  atravesaron  á  la  otra  par- 
te ,  é  hallaron  muy  buena  é  graciosa  la 
tierra,  é  saltaron  allí  á  descansar.  E  so- 
brevínoles tan  grande  viento  del  Norte, 
que  les  llevó  las  canoas  todas  6  las  per- 
dieron, estando  una  noche  en  tierra  la 
gente,  é  las  canoas  surtas  con  sus  bótalas, 
por  falta  de  resones  ó  áncoras  ,  é  los  tris- 
tes indios  que  en  cormas  estaban  dentro 
dellas ,  como  no  pudieron  nadar ,  se  aho- 
garon todos.  Otro  dia  por  la  costa  caminó 
esta  compañía  con  sus  tres  caballos  é  una 
yegua,  en  que  llevaban  los  mas  enfermos, 
é  llegaron  á  puerto  de  Caballos,  donde  se 
les  murió  uno  de  los  tres  ques  dicho ,  é 
porque  la  gente  no  lo  comiesse,  le  hico 
el  capitán  Alonso  Dávila  echar  en  la  mar 
con  unapessa;  porque  no  fuesse  achaque, 
si  la  gente  le  comiesse,  que  matassen  los 
otros  que  les  quebaban ,  si  aquel  les  su- 
piera bien:  el  qual  sin  dubda  no  les 
amargara,  segund  su  hambre  é  nesces- 
sidad. 

Tardaron  desde  Chilemal  hasta  puerto 
de  Caballos  siete  meses ,  poco  mas  ó  me- 
nos tiempo ,  con  la  manera  de  vida  que  la 
historia  ha  dicho,  ques  a  mi  juicio  una  de 
las  mas  trabaxosas  navegaciones  que  nun- 
ca hombres  han  passado  en  estas  partes 
ni  en  otras.  Allí  supieron  é  conoscieron 
á  donde  estaban,  lo  qual  nunca  avian  en- 
tendido en  todo  su  viage. 

Pássados  del  puerto  de  Caballos  qualro 
leguas,  llegaron  al  rio  de  Ulua,  que  de 
una  |>artc  é  otra  treynla  leguas  ambas  sus 
costas  va  poblado  todo  de  huertas  de  ca- 
cao (ques  riquíssima  cosa),  é  de  ¡numera- 
bles indios  avecindados  á  barrios  cerca- 
nos unos  ¡de  otros  en  la  boca  deste  rio. 
En  la  costa  de  la  mar  hallaron  una  canoa 
grande  empalagada,  llena  de  arena  que 
la  mar  debiera  aver'allí  traydo,  ó  limpiá- 
ronla é  hicieron  remos  ó  subieron  en  ella 
veynte  é  quatro  hombres  por  el  rio  arri- 
ba .  dexando  á  la  costa  los  enfermos  é  los 


caballos :  é  andadas  tres  leguas ,  querien-^ 
do  saltar  en  tierra ,  les  fué  resistido  por 
muchos  indios  flecheros ;  é  cómo  los 
chripstianos  yban  flacos  é  no  tenían  ya 
armas  de  las  suyas ,  que  se  les  avian  aca- 
bado é  gastado,  tenian  assimesmo  arcos 
é  pocas  flechas,  é  retiráronse  por  la  mu- 
cha moltitud  de  los  indios  contrarios,  é 
volvieron  atrás.  É  viniendo  el  rio  abaxo, 
cerca  ya  del  real ,  hallaron  un  pueblo  vie- 
jo con  muchos  mameyes,  é  cargaron  la 
canoa  dellos  é  de  cuescos  dellos ,  que  ha-  • 
liaban  por  tierra  los  cuescos.  Y  este  bas- 
timento llevaron  para  hager  masamorras 
de  los  cuescos ,  é  también  la  canoa  por 
la  costa  para  passar  los  rios  que  topassen, 
é  la  gente  yba  por  tierra  costa  á  costa:  é 
assi  llegaron  hasta  Honduras,  que  está 
treynta  leguas  de  aquel  rio.  É  con  esta 
comida  é  cangrejos,  que  no  faltan  por 
aquella  costa,  llegaron  á  Honduras,  la 
qual  gobernación  en  essa  sacón  adminis- 
traba el  contador  Andrés  de  Cereceda, 
por  muerte  del  gobernador  Diego  Albitez: 
el  qual  Cereceda ,  cómo  supo  la  yda  del 
capitán  Alonso  Dávila  é  los  españoles ,  les 
hico  proveer  luego  de  bastimentos  con  lo. 
da  diligencia,  bien  quinge  leguas  antes 
que  llcgassen ,  é  llególes  á  tiempo  este 
refresco  que  lo  avian  bien  menester. 

Alli  en  Honduras  descansaron  quince  ó 
veynte  dias ,  seyendo  bien  tractados  del 
vice-gobernador  é  de  los  otros  españoles, 
en  el  qual  tiempo  llegó  una  caravela  de  la 
Habana,  en. que  se  metió  Alonso  Dávila 
con  los  que  le  quisieron  seguir,  é  algunos 
se  quedaron  allí,  y  él  se  fué  á  Campeche, 
donde  estaba  el  adelantado  Montejo;  é 
quando  se  vieron,  quedaron  todos  espan- 
tados ,  porque  tenian  por  muerto  á  Alon- 
so Dávila  é  quantos  con  él  avian  ydo  é 
halládose  en  los  trabaxos,  que  la  historia 
ha  dicho. 

Desde  á  pocos  dias  después  que  Alon- 
so Dávila  llegó,  subcedicron  tan  grandes 
nuevas  del  Perú  é  riquezas  de  la  mar  Aus- 


DE  INDIAS  LIB. 

• 

Iral,  donde  andaban  los  capitanes  Fran- 
cisco Picarro  6  Diego  de  Almagro,  que 
loda  ó  la  mayor  parte  de  la  gente,  quel 
adelantado  Monlejo  tenia,  se  le  fué  allá:  6 

por  no  quedar  solo  é  perderse  allí,  le  fué 
floreado  volverse  á  México,  como  lo  luco, 
donde  desde  á  poco  tiempo  murió  el  ca- 
pitán Alonso  Dávfla,  del  qual  sin  ofensa 
de  nadie  se  puede  tener  6  loar  por  uno 
de  los  valientes  hidalgos  é  de  los  mas  cx- 
|iertos  é  hábiles  capitanes,  que  en  estas 
partes  ó  india»  han  militado. 

De>pucs  de  loques  dicho,  informados 
Sus  ^lageslades  por  parte  de  .Monlejo,  as- 
si  de  las  cosas  que  U  historia  en  suma  ha 
referido,  como  de  otras,  é  del  estado  en 
que  estaba  aquella  gobernación  de  Yuca- 
tán .  mandáronla  juntar  con  la  de  Hondu- 
ras: é  provej  éronle  de  lo  uno  é  de  lo  otro, 
é  el  volvió  á  la  tierra  é  suheedió  adelan- 
te el  concierto  é  truecos,  (pie  la  historia  di- 


XXXII.  CAP.  VIII.  tón- 
ico en  el  I  capituló  deste  libro  XXXII. 

Y  el  adelantado  Alvarado  se  fué  con  su 
armada  por  la  mar  del  Sur,  como  lo  cuen- 
ta el  libro  XXXI,  capitulo  XI.  É  cómo  los 
tiempos  ('■  navegaciones  no  subcedieron  á 
su  propóssilo ,  la  gente  de  la  mar  se  sa- 
lió de  la  armada  é  se  fueron  todos  á  Mé- 
xico. Estaba  allí  el  adelantado  Monlejo, 
que  avia  ydo  á  que  le  cnlregassen  &  Su- 
chimilco,  conforme  al  assiento  que  se  avia 
dado  entre  él  é  Alvarado,  el  qual  no  se 
la  quiso  dar  ni  entregar.  E  litigando  los 
dos  sobre  ello,  recogió  el  Monlejo  mucha 
pai  te  de  aquella  gente,  é  los  que  más  pu- 
do de  otras,  é  volvióse  á  poblar  su  gober- 
nación en  la  tierra  de  Yucatán,  ques  muy 
buena  e  lérlil  e  provechosa,  donde  al  pres- 
sente  reside,  que  estamos  ya  en  el  año 
de  mili  e  quinientos  é  quarenta  y  dosaños 
de  la  Natividad  de  Jhesu  Chripsto.  Nues- 
tro Redemptor. 


Este  es  el  libro  décimo  quarto  de  la  segunda  parle ,  y  es  el  trigéssimo  tercio  de  la  Ge- 
neral y  Natural  Historia  de  las  Indias ,  islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano :  el 
qual  traeta  de  la  provincia  6  gobernación  e  conquista  é  población  de  la  Nueva  Es- 
paña, por  el  capitán  Gonzalo  Fernandez  de  Oviedo  y  Valdés,  capitán  de  la  fortaleca 
de  Sancto  Domingo  y  coronisla  del  Emperador  y  Rey%  nuestro  señor. 


PROHEMIO. 


Yo  sé  cierto  que  digo  verdad  en  lo  que 
escribo,  y  confiesso  que  en  las  cosas,  en 
quena  heseydo  pressente,  podrían  averme 
engañado  los  que  me  dieron  relación  de- 
Ib  ~.  Y  sé  que  en  estas  historias  se  baila- 
rán particulares  materias,  que  contenten  á 
unos  y  enojen  á  oíros:  y  para  que  yo  que- 
de sin  cargo  y  se  deba  creer  que  interes- 
se  ni  passion  no  movió  mi  pluma  á  hablar 
en  perjuicio  de  nadie,  base  de  acordar  el 
que  lee  (si  mis  palabras  no  le  satisfacen) 
que  es  general  doliólo  reprehender  los 
hombres  unos  íí  oíros.  Y  por  esto  no  me 
faltarán  á  mí  murmuradores,  menos  que 
faltaron  a  los  cscriplores  antiguos,  y  mas 

1    Calumnia  conlurlial  sapiente!  el  auforl  roljiir 

cordis  ¡llius.  (Lib.  Sapient.) 


dolos;  porque  a  estas  parles  han  passado 
muchas  diverssidades  de  hombres  y  len- 
guas, é  por  la  mayor  parte  mascobdício- 
sos  que  continentes,  é  mas  idiolas  que  sa- 
bios, é  mas  envidiosos  que  comedidos,  6 
mas  personas  de  baxa  sangre  que  hidal- 
gos é  ilustres.  E  quiero  mas  quedar  abo- 
nado oon  uno  de  los  virtuosos,  diciendo 
verdad,  que  contentar  a  todos  los  que  no 
lo  son,  mintiendo  quanto  mas  que  á  mu- 
chos do  los. excelentes  varones,  que  han 
escripto,  no  les  fallaron  acusaciones,  é  pa- 
ra el  remedio  dessas  eslá  escripto:  En  nin- 
guna manera  contradigas  la  palabra  ver- 
dadera*. Aristóteles  dice  que  la  verdad 

2    Non  conlradicas  vnrlio  verilalis  lili"  nimio. 

(Eclevt.,  cap.  IV,  vors.  so.) 


DE  INDIAS. 

so  lia  do  preferir  a  la  amistad.'  Y  por  lan- 
(.  i  debov |c|i  ir,  tener  rneini  >ria  que  no  lie 
scydo  tan  falto  dolía ,  que  en  treynta  é 
quatro  años  que  lia  que  estoy  en  estas 
parti's  pueda  aver  ejiteiidido  de  un  solo 

hombre  (  sino  de  machos)  lo  que  yo  no 
ovierc  visto  en  las  cosas  que  son  notables 
y  de  calidad,  que  requieren  información 
de  bastantes  testigos,  para  que  no  se  sos- 
peche (pie  no  lie  dado  total  crédito  al  las- 
timado ó  aficionado,  ni  le  avie  quitado 
á  los  que  deben  ser  creydos. 

EstO,  como  lie  dicho,  se  ha  de  enten- 
der en  aquello  que  presencialmente  no 
testificare;  porque  en  lo  demás  yo  quie- 
ro (pie  nv  culpen,  si  me  apartare  déla  rc- 
titod  que  debe  aver  en  tan  peregrinas  y 
excelentes  y  nuevas  historiaB,  como  son 
aquestas,  de  quien  tracto.  Y  si  quisiere 
tener  atención  el  que  me  pensare  repre- 
hender, en  las  niesnias  palabras  é  discur- 
so que  llevan ,  se  conoscerá  mi  desseo; 
porque  como  dice  el  lilósopho:  Las  pala- 
bras dan  señal  de  lo  que  está  en  la  vo- 
luntad s.  • 

No  consienta  Dios  que  yo  diga  cosa  que 
me  dexe  escrúpulo  ni  pen  ado  por  mi  par- 
te; ni  tengo  fin  á  ofender  á  ninguno,  ni 
quiero  quexas  de  amigos,  ni  do  los  vivos 

[liiln  lisonjas,  ni  quiero  mt  de  los  muertos 
culpado.  A  lodos  gnie  Dios  y  ampare, 
[mes  quantos  viven  pueden  ser  mejores  de 
lo  que  son  hasta  que  salgan  desla  vida  y 
gocen  de  la  gloria  eterna. 

Aquí  se  tractará  en  este  libro  XXXIII 
la  conquista  é  pacificación  é  población  de 
la  Nueva  España ,  con  mas  brevedad  de 
la  que  podría  aver  en  algunos  passos, 
porque  los  mas  hombres  son  amigos  de 
conclusión,  ó  les  enojan  las  cosas  que  se 
pueden  decir  en  pocas  palabras,  quando 
son  supérfluas ;  mas  cómo  se  ha  de  dis- 

{    Lib.  T,  Elliicar. 

2    Voces  su  11 1  signa  concepluum  rorum  qua?  sunt 
in  anima  passionum  ñola?. 
.1    Omnos  onini  nos  manifestar!  opportel  anle 

tomo  ni. 


IB.  XXXIII.  2,",7 

currir  por  los  méritos  de  muchos,  é  las 
obras,  é  condiciones  son  discrepantes  en- 
tre los  que  militan,  no  es  de  maravillar 
que  unos  sean  loados  por  sus  virtudes,  ni 
que  otros  sean  aditados,  conforme  a  sus  cul- 
pas, pues  que  las  buenas  obras  dan  gloria 
y  fama  á  quien  las  hace,  y  las  torpes  y  ma- 
las dan  vergiionea  ó  infamia  á  quien  las 
obra.  Á  este  propóssito díce  Sancl  Pablo: 
«Conviene  que  lodos  parezcamos  delante 
del  tribunal  de  ChripstO,  para  que  cada 
uno  dé  cuenta  del  bien  ó  mal  que  ha  he- 
cho 3. .  Y  mas  adelante  dice  el  mesmo 
Apóstol:  «Cada  uno  por  sí  mesmo  ha  de 
dar  cuenta  á  Dios  de  lo  que  ha  fecho4.» 

Y  assi  haré  yo,  si  contra  mi  consciencia 
dixerc  de  mas  ó  de  menos  de  lo  que  de- 
bo, aunque  como  hombre  no  podré  sor 
tan  justo ,  que  no  tonga  que  enmendar  ó 
corregir  en  mis  palabras ;  pero,  como  ce- 
loso de  la  mesma  justicia,  mi  intención  é 
sentencia  dolías  suplirán  tal  defello,  pues 
que  yo  no  hago  estopara  el  ornamento 
de  la  oratoria  ,  sino  para  la  médula  histo- 
rial é  para  el  verdadero  cfclto,  que  con- 
tare. É  ya  ipii"  en  oslo  no  satisfaga  al 
que  pellizcare  mi~  renglones,  daré  cuenta 
a  quien  la  debo  con  aver  fecho  lo  que  en 
mí  ha  seydo  ,  sin  negar  íi  mi  persona  tra- 
baxo  d i  diligencia,  informándome  de  lo 
mas  cierto  para  dar  á  cada  uno  lo  que  es 
sino  é  le  compete  de  mis  vigilias.  Y  prin- 
cipalmente porque  no  se  pueda  quitar  ni 
añadir  en  ofenssa  ó  en  loor  de  algún  ter- 
cero, sin  ofenderme  á  mí  en  lo  uno  y  en 
lo  otro,  si  de  la  recia  narración  me  des- 
viasse,  porque  nunca  desseé,  ni  busqué, 
ni  pensé  hallar  el  ñudo  en  el  junco.  Como 
refiere  aquel  proverbio  vulgar  (y  es  bien 
dicho),  quando  uno  quiere  hallar  en  la  co- 
sa lo  que  no  es,  suélese  decirle  que  bus- 
ca el  ñudo  en  el  junco,  cuya  propriedad 
• 

tribunal  Cliristi  ut  refera!  unusquisque  propria  cor- 
corporis  proul  gessit  sive  bonum,  si  malum.  (Ad  ro- 
mán., cap.  XIV). 
4  [taque  unusquisque  prosse  ralionem  reddet  Ueo. 
33 


258 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


natural  es  ser  derecho  ó  sin  ñutios.  Pues 
assi ,  seyendo  igual  á  todos  los  que  toca- 
re', ó  conviniere  en  este  tractado  ser  me- 
morados sin  adulación  ni  parcialidad,  se- 
rá igual  la  pluma  y  el  ánimo  que  la  mue- 
ve ,  c  gloria  é  loor  de  Dios ,  en  cuya  con- 
fianea  prosigo. 

Demás  dcsto  digo  que  yo  tengo  cédulas 
reales,  para  que  los  gobernadores  me  en- 
vión relación  de  lo  que  tocare  á  la  histo- 


ria en  sus  gobernaciones  para  estas  histo- 
rias. Y  escribí  é  avisé  al  marqués  del  Ya- 
lle ,  don  Hernando  Cortés,  para  que  me 
enviasse  la  suya,  conforme  á  lo  que  sub- 
cesivamente  mandaba,  é  remitióme  á  unas 
cartas  misivas,  que  le  escribió  á  Su  Mages- 
tad,  de  lo  subc.edido.en  aquella  conquista, 
é  no  curó  de  más ;  é  dessas ,  é  de  lo  quo 
me  informaron ,  de  todo  haré  memoria  en 
este  libro  XXXIIL 


CAPITULO  I. 


En  que  se  Irada  del  principio  de  la  conquista  de  la  Nueva  España  desde  el  tiempo  del  capilan  Hernando 
Corles,  é  del  rico  pressente,  que  envió  al  Emperador  Rey ,  nueslro  señor  ;  é  cómo  se  aparló  por  esquisitas 
formas  de  la  obidiencia  é amistad  del  adelantado  Diego  Velazquez ,  su  superior,  por  cuyo  mandado  avia 
ydo  á  aquella  tierra:  é  decirse  han  oirás  cosas,  que  conviene  primero  que  se  declaren  para  la  inteligencia 

del  discurso  de  la  historia. 


¡A. viendo  escripto  en  el  libro -XYII  el  orí- 
gen  é  primero  descubrimiento  de  la  Nue- 
va España ,  me  paresce  que  seria  cosa  su- 
perfina repetirlo  aqui,  pues  allí  se  dixo 
particularmente  quel  primero  español  é 
chripstiano  (pie  vido  aquella  tierra  é  la  en- 
señó á  los  chripstianos ,  fué  acaso  el  pilo- 
to Antón  de  Alaminos,  en  compañía  del 
capitán  Francisco  Fernandez  de  Córdova, 
que  yendo  á  rescatar  ó  saltea*r  indios  á  las 
Mas  de  los  Lucayos,  para  traerlos  á  ven- 
der á  la  isla  de  Cuba,  alias  Fernandina, 
fueron  transportados  los  que  he  dicho  é 
otros  con  sus  caravelas,  por  fuerca  de  los 
tiempos  que  se  les  opusieron,  hasta  tanto 
que  la  fortuna,  contra  su  voluntad,  los 
aportó  á  vista  de  Yucatán,  donde  toma- 
ron tierra ,  é  aun  les  mataron  parle  de  la 
gente.  Estos  tornaron  á  Cuba,  é  dieron 
noticia  al  teniente  Diego  Velazquez  de  lo 
que  vieron,  el  qual  armó  luego  ciertos  na- 
vios, é  con  el  mesmo  piloto  envió  por  ca- 
pitán á  Johan  de  Grijalva,  en  cuya  com- 
pañía fueron  los  capitanes  Pedro  de  Alva- 
rado,  que  fué  después  adelantado  é  go- 
bernador de  Honduras  é  de  Cualimala,  6 
Francisco  de  Monlejo,  que  agora  es  ade- 


lantado é  gobernador  do  Yucatán.  É  des- 
pués que  estos  segundos  tornaron  con 
grandes  nuevas  é.  muestras  de  la  riquega 
de  la  tierra,  que  vieron  en  la  costa  de  la 
Nueva  España,  tornó  á  armar  el  mesmo 
Diego  Velazquez ,  é  con  aquel  proprio  pi- 
loto Alaminos  envió  al  capitán  Hernando 
Cortés  á  aquella  tierra,  donde  sus  cosas 
subcedieron  tan  prósperamente',  que  que- 
dó grand  señor. 

Queda  agora  de  decir  de  qué  manera 
alcancé  su  estado,  é  hico  mayor  el  de 
Céssar,  conquistando  é  pacificando  aque- 
lla tierra;  por  lo  qual  Su  Magostad  le  dió 
Ululo  de  marqués  del  Valle  con  muchos 
vassallos  é  renta  para  él  é  sus  subcesso- 
res.  E  para  que  la  órden  de  la  histo- 
ria vaya  reglada ,  segund  (pie  se  debe 
proceder,  digo  quo  ydo  el  capitán  Her- 
nando Cortés  á  aquella  tierra  con  diez 
navios  é  tres  bergantines  é  quinientos 
hombres  é  diez  é  seys  caballos  ó  siete  ca- 
pitanes de  tierra,  que  se  llamaban  Alonso 
Fernandez  Porlocarrcro,  Pedro  de  Alva- 
rado,  Francisco  de  Monlejo,  Alonso  Dá- 
vila ,  Johan  Velazquez ,  Diego  de  Ordás  é 
Chripstóbal  de  Olit ,  se  desembarcó  en  el 


Dli  INDIAS.  LIB.  XXMII.  CAP.  I 


puerto  de  Chalehilmelca ,  que  por  otro 
nombre  se  llama  Sanct  Johan  de  L'lua 
(|)ori|iie  a-?i  le  llamó  el  capitán  Jolmn 
de  Gríjalva  quando  lo  descubrió).  É  lo 
primevo  en  que  entendió,  desde  á  pocos 
dias  que  estuvo  en  tierra,  fué  dar  con 
los  navios  al  través,  como  buen  guer- 
rero, porque  no  quedándose  los  navios 
en  su  ser,  cxcusarianse  mucha  parte  de 
los  motines,  qur  >e  pudieran  seguir  en- 
tre los  soldados;  ponpie  allí  yban  de 
diverssas.  condiciones  de  gentes,  unos 
aficionados  al  inesmo  Cortés,  é  otros  al 
Diego  Yelazquej!  ,  de  la  rpial  amistad 
luego  se  mostró  apartado  (lories,  é  lau- 
to mas  quanlo  sus  cosas  \ban  prospe- 
rando, y  él  entregándose  é  sojuzgándo- 
se parte  de  aquella  tierra.  Kn  lo  qual  sir- 
vió mucho  una  ó  dos  lenguas,  que  la  for- 
tuna é  buena  ventura  suya  le  acarrearon; 
porque  (piando  llegó  á  Cocumel,  llevaba 
relación  en  la  instrucción  que  le  dió  Diego 
Yelazquez,  que  avia  siete  chripstianos  en 
poder  de  los  indios,  que  avian  escapa- 
do de  un  navio,  que  algún  tiempo  antes 
avia  dado  al  través  en  la  cosía  de  Yuca- 
tan,  uno  de  los  (males  se  decía  Aguilar. 
E  aqueste,  cómo  supo  que  avia  obripstia- 
nos  en  la  tierra,  se  fué  á  Cortés ,  aviendo 
siete  años  que  estaba  allá;  pero.los  otros 

scys,cómo  estallan  casados  con  indias,  ó 
con  sus  vicios,  é  tenían  hijos  en  ellas, 
apartados  de  la  lee  calholica ,  vivian  ya 
como  indios  é  no  quisieron  reducirse  á  la 
lee  ni  venir  á  la  compañía  de  los  españo- 
les. Bien  es  de  creer  que  los  tales  no  po- 
dían ser  sino  de  vil  casta  é  viles  heré- 
ticos. 

E  mas  adelante,  en  otro  puerto  que  se 
dice  Champoton,  se  tomó  una  india  que 
se  decia  Marina,  la  qual  era  natural  de  la 
cibdad  de  México ,  é  ciertos  mercaderes  , 
indios  a  víanla  llevado  á  aquella  tierra,  é 
aprendió  muy  bien  c  presto  la  lengua  es- 
pañola. Assi  que,  estas  dos  lenguas  Marina 
y  el  chripstiano  Aguilar  fueron  mucho 


caudal  é  parte  para  el  buen  SubéOSSO  de 
la  empressa.  Por  manera  que  quando  Cor- 
tes llego  con  el  armada  al  arenal  de  Cem- 
pual,  dió  con  los  navios  al  través,  é  fuésse 
íi  la  cibdad  de  Cempual,  la  qual  se  le  dió 
d  vino  ¿t  la  amistad  de  los  chripstianos:  é 
allí  se  informó  de  la  potencia,  hermosura 
é  grandeva  de  la  cibdad  de  México,  é 
luego  entendió  en  la  fundación  de  un  pue- 
blo .  que  llamo  la  Villa  Rica. 

Aquella  cibdad  de  Cempual  es  muy  vi- 
c¡  isi  e  abundante  de  lodo  lo  nescessario, 
segund  la  tierra,  é  de  buenos  edelicios 
de  piedra;  y  estos  de  Cempual  fueron 
buenos  amigos  de  los  chripstianos,  por- 
que los  indios  é  ministros,  rpie  allí  estaban 
para  mandarlos,  eran  oficiales  é  mayordo- 
mos de  la  cibdad  de  México,  y  eran  sus 
principales,  c  residían  allí ,  é  Iniciaban 
aquellos  vassatlos  de  Cempual  peor  que  á 
esclavos,  é  aun  á  la  cara  no  los  osaban 
mirar  los  vecinos.  ■ 

Allí  le  dieron  al  capitán  Hernando 
Corles  é  á  los  españoles  mucho  oro  é 
joyas,  en  especial  dos  ruedas  glandes, 
una  de  oro  é  otra  de  piala,  á  manera  de 
planchas,  é  labradas  de  medio  relieve; 
é  la  de  oro  tenían  en  reverencia  del 
sol,  é  la  de  plata  en  memoria  de  la  lu- 
na. Pessaba  la  de  oro  quatro  mili  y 

ochoi  ienlos  pessos .  é  la  de  piala  (piá- 
lenla é  ocho  é  cinqQenta  marcos:  ca- 
da una  tenia  nueve  palmos  y  medio  de 
anchura  é  treynta  de  circunferencia.  Las 
quales  yo  vi  en  Sevilla  en  la  casa  de  la 
Contráctacion  de  las  Indias, con  otras  mu- 
chas joyas  de  oro  é  plata  ,  é  muy  hermo- 
sos penachos  de  plumas  muy  extremados, 
que  lodo  era  mucho  de  ver,  que  á  Ccssar 
enviaron  pressentado  el  capitán  Hernan- 
do Cortés  é  la  gente  española,  que  con  él 
militaba,  con  sus  procuradores  Francisco 
de  Montejo,  del  qual  de  susso  se  higo 
mención  ,  é  Alonso  Fernandez  Portocar- 
rero,  quassi  en  fin  del  año  mili  é  quinien- 
tos é  diez  y  nueve.  De  los  quales  é  del 


2G0 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


raesmo  piloto  Alaminos  yo  me  informé,  é 
supe  que  quedaban  con  Cortes  hasta  qua- 
tro(;ientos  hombres ,  é  que  aquella  tierra 
es  muy  fértil  é  rica ,  é  la  gente  della  be- 
licosa é  ydolátria ,  é  de  mucha  familiari- 
dad con  el  diablo,  al  qual  hablan,  é  han 
sus  respuestas  dél ,  é  le  sacrifican  hom- 
bres ,  é  aun  los  comen ,  como  mas  larga- 
mente se  dirá  adelante. 

Estos  procuradores  de  Cortés  yban  con 
el  pressente  ques  dicho ,  é  a  dar  relación 
de  los  servicios  de  Cortés,  é  procurar 
aniquilar  los  de  quien  á  aquella  tierra  le 
envió  con  esta  armada  (que  era  Diego 
Velazquez)  como  de  la  historia  se  puede 
fácilmente  colegir  conformé  á  Verdad. 

Desde  Cempual  fué  Cortés  la  via  de  la 
grand  cibdad  de  México,  é  llegó  á  un  lu- 
gar que  se  dice  Jalapa,  donde  halló  mu- 
cha comida  :  el  qual  está  á  sóplenla  leguas 
de  México,  y  en  estas  hay  las  treynta  de 
camino  despoblado,  é  una  sierra  muy  alta, 
que  tiene  tres  leguas  de  subida  muy  ás- 
pera, en  la  qual  se  hallaron  entre  los 
oíros  árboles  salvages  muchas  parras  con 
uvas,  é  muchas  colmenas  de  miel  muy 
buena  en  los  árboles.  E  después  que  con 
mucho  trabaxo  ovieron  passado  esta  sier- 
ra, llegaron  á  una  laguna  (que  está  en- 
niedio  de  aquellos  despoblados)  salobre; 
é  cómo  no  avia  otra  agua ,  assi  por  falta 
della,  como  por  causa  del  trabaxo  que 
avian  passado,  enfermaron  muchos chrips- 
lianos,  é  se  vieron  en  mucha  nescessidad. 

Desde  allí  fueron  á  un  pueblo  que  lla- 
maron Castilblanro ,  en  el  qual  estaba  un 
señor  que  se  decia  Olintccle,  é  por  otro 
nombre  Caltanmi,  muy  subjeto  á  Montc- 
Clima,  señor  de  México,  é  avíale  des- 
tilado una  vez  que  se  le  avia  rebelado. 
Este  tenia  veynte  mili  vassallos,  é  para  la 
seguridad  déla  tierra  tenia  allí  Monlecu- 
ina  una  guarnición  de  cinco  mili  hombres 
de  guerra,  é  desde  aquesta  gente  avia 
postas  de  mensageros  puestos  en  para- 
das, ron  que  sabia  Monteguma  de  hora 


en  hora  lodo  lo  que  en  la  tierra  se  hacia. 

Tenia  este  Olintecle  treynta  mugeres 
dentro  en  su  casa,  con  quien  él  dormia, 
á  las  quales  servían  mas  de  ciento  otras; 
é  él  era  muy  servido  de  los  suyos :  é  te- 
nia catorce  mezquitas  ú  oratorios  con  mu- 
chos ydolos  de  piedra,  é  cada  dia  sacri- 
ficaba allí  muchachos,  é  mugeres,  é  aves 
codornices  é  palomas.  Acompañaban  su 
casa  é  palacio  continuamente  mas  de  dos 
mili  hombres.  Preguntáronle  las  lenguas, 
por  mandado  del  capitán  Hernando  Cor- 
tés ,  si  era  vassallo  de  Monteguma ,  é  aba- 
xados  los  ojos  en  tierra,  dixo:  «Grand  co- 
sa me  aveys  preguntado:  ¿é  quién  no  es 
esclavo  de  Monteguma,  quanto  más  su 
vassallo?  Yo  soy  su  esclavo  y  todos  mis 
vassallos  lo  son,  y  este  es  el  mas  pequeño 
pueblo  de  quantos  hay  en  su  señorío. » 
Preguntósele  que  quánta  gente  tenia  Mon- 
teguma. Dixo:  «Decidme  vosotros  quánta 
tiene  vuestro  Rey ,  é  yo  os  diré  luego  la 
que  tiene  mi  señor,  Monteguma. »  É  dán- 
dole á  entender  con  las  lenguas  la  poten- 
gia  del  Rey  de  Castilla ,  é  sus  grandes  es- 
tados é  reynos,  é  la  grand  multitud  de 
sus  exérgitos  é  armadas  de  mar  é  de  tier- 
ra, el  indio  respondió  é  dixo  assi:  «Ma- 
yor señor  es  Monteguma ,  é  más  hombres 
é  vassallos  tiene  que  hay  pajas  en  todos 
essós  bullios  é  casas  que  veys:  é  tiene 
más  de  treynta  príncipes  á  sí  subjetos, 
que  cada  uno  dellos  tiene  gienl  mili  hom- 
bres é  más  de  pelea.»  En  fin,  quiso  de- 
cir que  eran  sin  número,  é  que  cada  año 
sacrificaba  más  de  veynte  mili  personas, 
al  tiempo  qiiél  les  daba  el  agua  é  las  otras 
cosas,  significando  la  deidad  de  Monte- 
guma, é  que  dél  procedían  lodos  sus  bie- 
nes temporales,  y  él  les  daba  el  viviré 
se  lo  (pillaba,  (piando  le  plagia. 

Pei'o  porque  mas  puntualmente  se  diga 
el  discurso  de  la  historia  de  Hernando 
Cortés,  quiero  seguir  en  parle  la  relación 
de  sus  mesruas  cartas,  escripias  á  Céssar: 
las  quales  él  primeramente  envió  con  sus 


DE  INDIAS.  LID.  XXX11I.  CAP.  I. 


20 1 


procuradores  ya  dichos,  que  fueron  por 
él  despachados  á  diez  y  seys  de  julio  de 
mili  é  quinientos  6  diez  y  nueve,  desde 
la  villa  de  la  Veracruz  ((piel  fundó)  en 
una  nao,  que  avia  ydo  de  mercadería  a 


aquella  tierra,  donde,  assi  lo  ques  dicho 
como  otras  cosas  muchas  escribió.  É  des- 
pués de  aquellas  primeras  cartas  dixo  en 
las  segundas  lo  que  se  sigue. 


CAPITULO  II. 

Cómo  el  capitán  Hernando  Corles  determinó  de  yr  á  México,  é  cómo  primero  dió  al  través  con  los  navios, 
en  que  fue"  a  la  Nueva  España ,  temiendo  que  la  genio  que  dexaba  en  la  villa  de  Veracruz ,  ú  oíros ,  se  le 
amotinarían;  é  cómo  en  el  camino  supo  que  rierlos  navios  del  capitán  Francisco  de  Garay  andaban  en  la  cos- 
ta, i  del  gentil  ardid  que  tuvo  para  aver  lengua  dcllos;  é  cómo  tomó  siete  hombres,  é  la  informayion  que 
dellos  tuvo;  c  cómo  ovo  nolu  ia  del  rio  de  Panuco  é  del  señor  del ;  c  cómo  bu  amistad  con  él  fiyo,  etc. 


■  ..ti  la  primera  relación  que  bico  Hernan- 
do Cortés  á  Su  Map'-tad  Cossárea,  des- 
pués que  ovo  dicho  las  cilidades  é  pue- 
blos que  tenia  conquistados,  dió  assimes- 
mo  noticia  de  lo  que  los  naturales  le  avian 
dicho  en  aquella  tierra  de  la  persona  é 
grand  estado  de  Montecuma;  é  supo  que 
estaba  noventa  ó  cient  leguas  de  donde 
Cortés  é  los  españoles  eraban  é  de  la 
costa  é  puerto  donde  se  desembarcaron. 
E  aun  se  ofresció  por  su  letra  de  aver  á 
Monlecuma  muerto  ó  presso,  ó  subjetar- 
lo  á  la  corona  de  Su  Ma  gestad  Cossárea, 
(•  yrle  a  buscar  do  quiera  ipie  e«ln\iessc. 
E  con  este  propóssito  se  partió  de  la  cib- 
dad  de  Cempual,  á  la  qual  el  puso  nombre 
Sevilla,  c  á  los  diez  y  seys  de  agosto,  con 
quince  de  caballo  é  trescientos  peones, 
siguió  su  camino,  é  dexó  en  la  villa  de  la 
Veracruz  ciento  y  cinqilenla  hombres  de 
pié  é  dos  de  caballo,  haciendo  una  forta- 
leza, É  dexó  toda  la  provincia  de  Cem- 
pual con  la  tierra  comarcana  á  la  dicha 
villa,  en  que  avia  hasta  cjnqüenta  mili 
hombres  de  guerra,  é  cinqiienta  villas  é 
forlalecas,  muy  seguras  é  pacíficas  por 
vassallos  de  Céssar,  como  hasta  estonces 
lo  avian  seydo  de  Montecuma  desde  po- 
cos tiempos  atrás  ,  más  por  fuet  ea  que  de 
su  grado,  segund  ellos  decían.  É  después 
que  Cortés  los  ovo  animado  é  traydo  á  la 
obediencia  é  servigio  del  Emperador  le 


rogaron  que  pues  ellos  querían  ser  ami- 
gos de  los  chripstíanos  é  vassallos  de  Su 
Magestad.  que  los  defendiesse  déla  tint- 
ín, i  de  Montecuma,  que  los  tenía  por 
fuerza,  é  les  tomaba  sus  hijos  páraselos 
sacrificar  á  sus  ydolos.  É  Cortés  les  pro- 
metió que  en  él  y  en  los  españoles  hallarían 
toda  buena  amistad  é  favor,  é  quel  Empe- 
rador les  baria  mercedes  si  con  lealtad 
sirviessen  á  Su  .Magestad.  E  para  mas  se- 
guridad desta  amicicia.  por  ser  nueva- 
miente  contrayda,  llevó  consigo  algunas 
personas  de  los  principales  de  aquella 
gente,  que  uo  le  fueron  poco  provechosos 

en  BU  camino.  E  porque  algunos  parciales 
ú  Diego  Veíazquez,  pessándoles  de  cómo 
Hernando  Cortés  ya  desconoscia  la  supe- 
rioridad que  le  debia,  queriéndose  yr  de 
la  luna,  en  especial  quatro  españoles, 
que  se  decían  Johan  Escudero,  Diego 
Cermeño,  pilólo,  Goncalo  do  Ungria,  pi- 
loto, é  Alonso  Péñate,  los  quales  fueron 
pressos  é  acusados  que  querían  tomar  un 
bergantín,  que  estaba  en  el  puerto  con 
cierto  pan  é  tocino,  é  matar  al  maestre 
del,  é  yrse  á  la  isla  de  Cuba,  alias  Fer- 
nandina ,  á  hacer  saber  á  Diego  Veíazquez 
cómo  Cortes  enviaba  la  nao 'ques  dicha 
con  aquellos  procuradores  é  pressente  que 
se  dixo  en  el  capítulo  precedente,  los 
quales  fueron  justiciados.  E  cómo  en  es- 
las  partes  el  Principe  está  lexos,  é  aqttes- 


202 


HISTORIA  GENEHAL  Y  NATURAL 


lo  tocaba  a  las  passiones  del  capitán  Her- 
nando Cortés  é  del  que  le  envió,  fácil  es 
de  entender  quán  poco  achaque  bastaría 
para  que  padesciessen  todos  aquellos  que 
le  paresciesse  á  Cortés  que  le  eran  contra; 
ríos  6  que  no  seguían  su  voluntad.  Passe- 
inos  á  lo  demás. 

Cómo  Cortés  vido  que  en  su  exército 
avia  diverssas  voluntades,  y  porque  de- 
más de  los  que  por  ser  criados  ó  amigos 
do  Diego  Velazquez  tenían  voluntad  de 
salir  de  la  tierra,  avía  otros  que,  por  ver- 
la tan  grande  é  de  tanta  gente  é  tal ,  esta- 
ban del  mesmo  propóssito,  viendo  el  poco 
número  de  los  chripstianos ;  é  sospechan- 
do Cortés  que  si  allí  los  navios  dexasse,  se 
le  alearían  con  ellos,  é  yéndose  todos  los 
que  do  aquella  voluntad  estaban,  él  se 
quedarla  solo  ó  quassi,  é  no  seria  parte 
para  conseguirse  sus  desseos,  só  color 
que  los  navios  no  estaban  para  navegar, 
higo  dar  con  ellos  al  través  en  la  costa.  É 
con  este  ardid  ó  prudencia  quitó  la  espe- 
i  anca  á  sus  milites  de  salir  á  la  tierra  por 
estonces,  é  prosiguió  su  viage  sin  temer 
que,  vueltas  las  espaldas,  le  avia  de  fal- 
tar la  gente  que  en  la  villa  dexaba. 

Desde  á  ocho  dias  que  los  navios  echa- 
ron á  la  costa ,  é  salido  ya  de  la  Veracruz 
hasta  lacibdad  deCempual,  que  está  qua- 
tro  leguas  della,  le  avisaron  desde  la  di- 
cha villa  cómo  por  la  costa  andaban  qua- 
tro  navios,  é  quel  capitán  que  Cortés  de- 
xó  en  aquella  villa,  avia  salido  á  ellos  en 
una  barca,  é  le  dixeron  que  eran  del  ade- 
lantado Francisco  Garay,  teniente  de  go- 
bernador en  la  isla  de  Jamáyca ,  é  que  an- 
daban á  descubrir;  é  quel  dicho  capitán 
de  aquella  villa  les  avia  dicho  cómo  Her- 
nando Cortés,  en  nombre  de  Su  Magostad, 
trnia  poblada  aquella  tierra,  é  que  avia 
hecho  aquella  villa,  que  estaba  á  una  le- 
gua de  donde  los  navios  andaban,  donde 
se  podían  yr  con  el  dicho  capitán,  é  que 
le  harían  saber  su  venida,  é  podrían  to- 
mar refresco  é  repararse ,  si  alguna  nes- 


cessidad  tenían ;  é  quel  dicho  capitán  los 
guiaría  con  su  barca  al  puerto,  é  señaló- 
selo  con  el  dedo,  donde  estaba;  é  quellos 
le  avian  respondido  que  ya  avian  visto  el. 
puerto  é  avian  passado  enfrente  dél,  é 
que  assi  lo  harían ,  como  lo  decía ;  é  que 
se  avia  tornado  al  puerto  el  dicho  capitán 
con  la  barca,  pero  que  los  navios  no  le 
siguieron,  antes  se  andaban  por  la  costa, 
é  que  no  sabían  su  propóssito.  Lo  qual 
oydo  por  Cortés ,  se  volvió  á  la  villa ,  é 
supo  que  tres  leguas  de  allí  los  dichos  na- 
vios estaban  surtos  la  costa  abaxo,  é  que 
ningún  hombre  avia  salido  en  tierra.  É 
luego  Hernando  Cortés  se  fué  por  la  cos- 
ta abaxo  con  gente,  por  lomar  lengua, 
si  pudiesse .  de  aquellos  navios ;  é  ya  que 
llegaba  á  una  legua  dellos,  topó  tres 
hombres  que  avian  saltado  en  tierra,  el 
uno  de  los  quafes  deeia  ser  escribano  ,  é 
los  otros  dos  yban  para  ser  testigos  de 
cierto  requirimiento  ó  notificación  que  su 
capitán  les  mandaba  hacer  á  Cortés,  en 
que  se  contenia  quél  avía  descubierto 
aquella  tierra  é  queria  poblar  en  ella  ,  é 
que  le  requería  que  repartiesse  con  él  los 
términos,  porque  su  assiento  lo  quería 
hacer  la  costa  abaxo  cinco  leguas  después 
de  passada  Nantccal ,  ques  una  cibdad  á 
doce  leguas  de  la  villa,  que  agora  se  lla- 
ma Alincria.  A  lo  qual  respondió  Cortés 
que  viniesse  su  capitán  ó  se  fuesse  al 
puerto  de  la  Veracruz  con  los  navios,  é 
que  allí  hablarían  é  sabrían  deque  mane- 
ra venían,  é  que  si  (ruxessen  alguna  nes- 
cessidad,  los  socorrería  con  lo  que  pudies- 
se. I']  que  pues  decían  que  venian  en  ser- 
vicio de  Su  Magostad,  quél  no  desseaba 
otra  cosa  sino  que  se  ofreciesse  en  qué 
servir  á  Su  Alteca,  é  que  en  le  ayudar 
creia  que  lo  hacia.  A  lo  qual  le  replica- 
ron (piel  capitán  en  ninguna  manera  ni 
la  gente  saldrían  en  tierra  ni  donde  Cor- 
tés estuviesse.  De  que  se  siguió  que  assi 
como  fué  de  noche,  se  puso  Cortés  en  ce- 
lada enfrente  de  donde  los  navios  estaban 


Di;  INDIAS.  LIO. 

surtos,  ó  estuvo  secreto  hasta  otro  dia 
quassi  á  medio  dia  ,  cre\endo  quel  capi- 
tan  ó  piloto  saldrían  á  tierra:  c  visto  que 
no  salían,  hipo  quitar  los  vestidos  á  aque- 
llos mensajeros  y  escribano  que  fueron  ¡i 
le  hacer  el  requirimienlo,  é  bico  vestir  á 
otros  tres  de  los  suyos  aquellos  vestidos, 
é.  que  se  llegassen  á  la  playa  ó  Uamassen 
«'i  los  de  los  navios.  É  luego  salieron  con 
unH  barca  hasta  diez  ó  doce  hombres  con 
ballestas  y* escopetas:  é  los  españoles  que 
llamaban  desde  tierra ,  se  apartaron  tic 
la  playa  á  unas  matas ,  que  estaban  cer- 
ca, cómo  (pie  se  y  han  á  la  sombra  do- 
lías, por  causa  del  mucho  sol  que  hacia. 
E  as-i  sallaron  qualro  hombres  en  tier- 
ra, los  dos  ballesteros  é  los  otros  dos  es- 
copeteros, ('•  como  estaban  cercado-  de 
la  gente  que  Cortés  tenia  en  la  playa 
escondida  fueron  lomados;  y*el  uno  era 
maestre  de  la  una  nao,  é  puso  fuego  .'i  la 
escopeta ,  é  matara  al  capitán  de  la  Ve- 
raerá* ,  sino  que  á  la  mecha  le  falló  el 
fuego,  é  no  prendió;  ó  los  de  la  barca 
se  apartaron  dentro  en  la  mar,  6  antes 
que  Uegasse  á  los  navios  ya  yban  a  la 
vela.  Di'  aqucll&s  siete  hombres  se  infor- 
mó Cortés  como  avian  llegado  á  un  rio, 
que  eslá  trevnla  leguas  de  la  cosía  abaxo, 
después  de  passada  Almería,  é  que  allí 
avian  hallado  buen  acogimiento  en  los  na- 
turales 6  les  avian  dado  de  comer  por 
rescate;  é  que  avian  visto  algún  oro,  que 
traían1  los  indios,  aunque  poco;  ó  que 
avian  rescatado  hasta  tres  mili  pessos  de 
oro,  6  no  avian  saltado  en  tierra,  mas  de 


XXXIII.  CAP.  II. 

que  avian  visto  ciertos  pueblos  en  la  ri- 
bera del  rio,  é  que  en  ellos  no  avia  ede- 
Ccios  de  piedra ,  sino  de  madera  é  paja . 
excepto  que  las  casas  tenían  altos  hechos 
á  mano. 

Esto  supo  Cortés  más  por  entero  de 
aquel  grand  señor  Montecuma  é  de  cier- 
tas lenguas  de  aquella  tierra  quél  tenia 
consigo,  a  los  quales  é  á  un  indio  que  en 
los  dichos  navios  traían  del  dicho  rio,  que 
también  Cortés  les  tomó,  envió  con  cier- 
to-; mensajeros  del  dicho  Montecuma  pa- 
ra que  bablassen  al  señor  de  aquel  rio, 
que  se  dice  Panuco,  para  le  traer  á  su 
amistad  é  al  serv  icio  de  Céssar;  y  él  le 
envió  con  ellos  una  persona  principal,  (pie 
decían  qué  era  señor  de  un  pueblo,  el 
qual  dió  á  Cortés  de  su  parte  cierta  ropa 
é  piedras  é  plumages,  é  le  dixo  quél  ó 
toda  su  tierra  eran  muy  contentos  de  ser 
vassallos  del  Emperador  é  amigos  de  Cor- 
tés é  de  los  chrípstíanos.  Y  el  capitán 
Hernando  Cortés  lo  envió  otras  cosas  de 
las  de  España  ,  con  (pie  aquel  principal 
se  fué  muy  contenió  para  su  señor;  y  lan- 
ío contento,  (pie  (piando  los  oíros  navios 
de  Francisco  Caray  allá  aportaron,  el  di- 
cho señor  de  Panuco  envió  á  decir  á  Cor- 
tés cómo  los  navios  estaban  en  otro  rio, 
lesos  de  allí  cinco  ó  seys  jornadas,  é  que 
les  hiejesse  saber  si  eran  sus  amigos  ó  de 
su  naturaleza  los  que  en  ellos  venían,  por- 
que les  haría  dar  lo  que  oviessen  menes- 
ter, é  quél  les  avía  hecho  llevar  ciertas 
mugeres  é  gallinas  é  otras  cosas  de  co- 
mer, é  assi  se  haria,  si  eran  sus  amigos. 


264 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 

CAPITULO  III. 


Cómo  el  capitán  Hernando  Cortés  prosiguió  su  camino  para  yr  á  ver  á  Monleeuma ,  señor  de  México ,  é  del 
buen  acogimiento  que  le  fué  hecho  en  las  tierras  de  sa  señorío  ,  é  cómo  se  apartó  deste  camino  por  consejo 
de  los  indios  de  Cempual,  sus  amigos  ,  para  yr  á  ver  é  contraer  amistad  con  Tascaltecle ,  é  cómo  en  fin  se 

hico  el  amistad  c  confederación  con  ellos. 


r  artido  .Hernando  Cortés  con  la  gente, 
que  de  susso  se  díxo,  para  yr  á  verse  con 
Montecuma  ,  fué  por  la  tierra  é  señorío  de 
Cempual  tres  jornadas,  donde  de  todos 
los  naturales  fué  muy  bien  hospedado,  é 
con  mucho  plager  resgebido.  É  á  la  quar- 
ta  jornada  entró  en  una  provincia,  que  se 
llama  Sienchimalen ,  en  la  qual  hay  una 
villa  que  por  su  sitio  y  assiento  natural- 
mente es  muy  fuerte ,  porque  está  en  una 
ladera  de  una  sierra  muy  áspera ,  é  para 
la  entrada  no  hay  sino  un  passo  de  esca- 
lera en  una  peña  viva,  ques  imposible 
passar  por  allí  sino  gente  á  pié  (no  resis- 
tida) ,  y  aun  con  harta  dificultad ;  y  en  lo 
llano  hay  muchas  aldeas  é  pueblos  de  a 
quinientos ,  é  á  trescientos ,  é  á  doscien- 
tos vecinos  labradores ,  que  serón  por  to- 
dos cinco  ó  seys  mili  hombres  de  guerra; 
y  esto  es  del  señorío  de  Montecuma.  Allí 
rescibieron  muy  bien  á  los  españoles,  é 
les  dieron  muy  bien  los  bastimentos  nes- 
cessarios  para  su  camino;  é  dixeron  al  ca- 
pitán Hernando  Cortés  que  bien  sabianque 
yba  á  ver  á  Montecuma,  su  señor,  é  que 
fuesse  cierto  quél  era  su  amigo ,  pues  que 
les  avia  enviado  á  mandar  que  le  hiciessen 
buen  acogimiento  a  él  é  á  los  chripstianos, 
porque  en  ello  le  servirían  mucho.  E  Cor- 
tés les  respondió  graciosamente  por  su 
buen  comedimiento,  é  les  dixo  quel  Em- 
perador, nuestro  señor,  tenia  noticia  de 
Montecuma,  é  le  avia  mandado  que  le 
fuesse  á  ver,  6  que  assi  lo  hacia  é  ponia 
por  obra ;  é  passó  un  puerto  que  está  al 
fin  de  aquella  provincia,  é  llamóle  el  puer- 
to del  Nombre  de  I)io>,  por  ser  el  primero 
passo  áspero,  que  en  aquella  tierra  avian 


passado  los  españoles ,  el  qual  es  tan  agrio 
é  alto,  que  en  España  no  se  sabe  otro  tau 
dificultoso  de  passar  (segund"  Cortés  por 
su  carta  lo  escribió). 

Passado  aquello  sin  contradicion  algu- 
na, halló  en  la  baxada  del  puerto  otras 
alquerías  ó  aldeas  de  una  villa  ó  for talega, 
que  se  dice  Texnacan,  que  assimesmo  era 
del  mesmo  Montecuma ,  donde  no  menos 
bien  que  de  los  de  Sienchemalen  fueron 
los  españoles  rescebidos ;  é  les  dixeron  de 
la  voluntad  de  Montecuma  lo  que  los  tes- 
tigos avian  dicho,  y  Hernando  Cortés  les 
satisfigo  de  palabras  gratas  é  amorosa- 
mente, confortándolos  á  su  amistad. 

Desde  allí  fué  este  pequeño  exército  de 
los  españoles  é  su  capitán  tres  jornadas  de 
despoblado  de  un  páramo  deshabitado,  á 
causa  de  su  esterilidad  é 'falta  de  agua  é 
mucha  frialdad  que  allí  hay :  por  lo  qual 
los  españoles  padescieron  mucho  trabaxo 
de  sed  é  hambre ,  é  les  tomó  una  tempes- 
tad do  granigo  é  agua  en  aquel  despobla- 
do, que  demás  del  peligro  de  la  piedra,  que 
cayó  mucha  é  gruessa ,  pensaron  morir 
de  frío,  é  de  hecho  murieron  giertos  in- 
dios de  los  mansos,  que  tenían  é  avian  lle- 
vado de  la  isla  Fernandina. 

En  fin  destas  jornadas  ques  dicho,  pas- 
saron  otro  puerto,  aunque  no  tan  áspero 
como  el  primero:  en  la  cumbre  del  qual 
estaba  una  torre  pequeña  ,  que  quería  pa- 
resger  á  los  humilladeros  que  por  devo- 
ción se  usan  entre  los  chripstianos  en  al- 
gunas partes,  y  assi  eran  oratorios  de  in- 
dios, porque  estaban  allí  ciertos  ydolos, 
é  al  rededor  de  la  torre  avia  mas  de  mili 
carretadas  de  leña  cortada  é  apilada  muy 


DE  INDIAS.  LID. 

compuesta ;  é  puso  nombre  Hernando  Cor- 
tos á  este  paso  el  puerto  de  la  Lena.  A 
la  basada  desle  puerto,  entre  unas  sier- 
ras ásperas,  llegaron  á  un  valle  muy  po- 
blado de  gente,  que  segund  ella  pareseja, 
del  lia  ser  gente  pobre.  É  después  dé  aver 
andado  dos  leguas  por  aquella  poblar-ion, 
llegaron  á  un  assiento  algo  mas  llano,  don- 
de vivía  el  señor  de  aquel  valle,  6  tenia 
las  mejores  é  mas  bien  labradas  casas,  (pie 
hasta  estonces  los  españoles  avian  visto 
en  aquellas  partes;  porque  eran  todas  de" 
cantería  labrada  e  muy  nuevas,  é  avia  en 
ellas  muchas  é  muy  grandes  salas,  é  mu- 
chos émuy  buenos  aposscntos.é  muy  bien 
obrados. 

Este  valle  c  población  se  llama  Cal- 
tanmi,  é  al  señor  dél  por  su  nombre 
proprio  llaman  Olintccle,  como  se  dixo  en 
el  capítulo  I.  Allí  fueron  los  españoles  muy 
bien  apossenlados  é  servidos;  é  después 
(pie  Hernando  (lories  ovo  hablado  á  aquel 
señor  muy  amorosamente,  é  le  dfaco  qué 
eran  los  chripstianos,  6  que  yban  á  aque- 
lla tierra  por  mandado  del  I-Imperador 
universal  de  todos  los  chripstianos  ,  6  le 
dixo,  (pian  encarescii  lamente  supo,  la  gran- 
deva é  poder  de  Céssar;  preguntóle  pol- 
las lenguas  si  era  vassallo  de  Monlecuma, 
ó  si  era  de  otra  parcialidad  ú  opinión:  el 
(pial  muy  mlmirado  e  eom  i  (  -.paulado  de 
tal  pregunta,  le  respondió  é  dixo  assi: 
«¿Quién  no  es  vassallo  de  Monlecuma?» 
Queriendo  decir  que  .Monlecuma  era  se- 
ñor del  mundo.  A  lo  (pial  Hernando  Cor- 
les le  replicó  sonriéndose ,  como  quien 
burlaba  de  su  ignorancia,  é  le  dio  á  en- 
tender que  se  engañaba',  é manifestóle  el 
poder  graudíssimo  del  Emperador,  dieiea- 
dole  que  avia  otros  muchos  en  el  mundo 
mas  poderosos  que  Montecuma,  é  ningu- 
no ygual  del  Emperador:  antes  todos  le 
son  inferiores ,  le  dixo ,  é  que  tenia  in- 
numerables príncipes  é  señores  é  capi- 
tanes vassallos  suyos,  é  que  assi  lo  avia 
de  ser  Montecuma ,  ó  tener  por  muy  grand 
TOMO  III. 


XXXIII.  CAP.  III.  2G.-i 

merced  ser  suyo  con  todos  los  naturales 
de  aquellas  parles.  E  assi  le  requirió  á 
este  Olintccle  que  lo  fuesse  él,  si  quería 
ser  honrado  é  favorescído ,  é  que  si  assi 
no  lo  hiciesse,  seria  punido  é  libraría  mal. 
E  que  para  quel  Emperador  tovíesse  por 
bien  de  le  rescebir  por  suyo,  que  debía 
dar  algún  oro ,  que  A  Su  Magestad  se  en- 
viasse.  A  eslo  respondió  que  oro  él  lo  te- 
nia :  pero  que  no  se  lo  quería  dar.  si  Mon- 
tecuma no  se  lo  mandasse ,  pero  que  man- 
dándolo el ,  quel  oro  é  su  persona  é  quan- 
lo  tenia  le  daría.  E  por  estorbar  Hernando 
Cortés  (pie  no  oviesse  escándalo  ni  estor- 
bo en  su  prQpóssitO  é  camino,  disimuló, 
e  replicó  que  presto  le  enviria  a  llamar 
Montecuma,  ó  le  mandaría  que  le  diesse 
el  oro  é  quanto  toviesse. 

AHI  fueron  á  ver  á  Cortés  otros  dos  sé- 
ñores,  que  en  aquel  valle  tenían  su  tierra, 
6  le  dieron  ciertos  collarejos  de  oro  de 
poco  pe.—o  e  valor,  é  siete  ú  ocho  escla- 
vas, á  los  (piales  Cortés  dió  las  mejores 
palabras  que  supo  decirles  para  su  con- 
tentamiento. E  desde  a  quatro  ó  cinco 
dias  que  allí  estuvo,  se  partió  é  se  fué  al 
as-imlo  de  uno  de  aquellos  dos  señores, 
que  estaban  á  dos  leguas  de  allí,  el  valle 
arriba:  el  qual  principal  se  decía  Iztaemis- 
tan,  el  señorío  del  qual  era  tros  ó  quatro 
leguas  de  población  al  luengo,  sin  salir 
casa  de  casa,  por  lo  llano  de  un  valle,  ri- 
bera de  un  pequeño  rio  (pie  va  por  él.  Y 
en  un  cerro  muy  alto  está  la  casa  del  se- 
ñor con  la  mejor  fortaleca  que  hay  en  la 
mitad  de  España  ,  é  mejor  cercada  de  bar- 
bacanas é  muros  é  cavas,  y  en  lo  alto 
desle  cerro  una  población  de  hasta  cinco 
ó  seys  mili  vecinos  de  muy  buenas  casas 
é  gente  algo  mas  rica  que  la  del  valle 
abaxo.  Allí  fué  muy  bien  rescebido  Cor- 
tés é  los  que  con  él  yban ,  é  les  dixo  es- 
te señor  que  era  vassallo  de  Montecuma. 

Allí  estuvo  Cortés  tres  dias,  porqueta 
gente  descansasse  de  los  trabaxos  que  en 

lo  despoblado  avian  passado,  é  por  espe- 
34 


2G6 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


rar  quatro  mensagcros  de  los  naturales  de 
Cempual ,  que  yban  con  él ,  é  los  avia  en- 
viado desde  Caltanmi  á  una  provincia 
muy  grande,  que  se  llama  Tascalteca,  qué 
Je  avian  dicho  que  estaba  gerca  de  allí, 
los  naturales  de  la  qual  provincia  eran 
amigos  de  los  de  Cempual  y  enemicissi- 
mos  de  Montecuma.  E  diéronle  á  enten- 
der los  de  Cempual  que  le  querían  confe- 
derar con  aquellos,  porque  eran  mu- 
chos ó  muy  belicosos  é  diestros  en  la 
guerra,  ó  confina  su  tierra  por  todas  par- 
tes con  la  de  Montecuma ,  con  quien 
continuamente  tenían  guerra:  y  pensa- 
ban los  de  Cempual  que  se  holgarían  los 
de  Tascalteca  con  Cortés  é  los  chripstia- 
nos ,  é  que  los  favoresceriah ,  si  el  Mon- 
tecuma se  quisiesse  poner  en  algo  é  so 
mostrasse  contrario  á  los  chripslianos. 

Essos  mensageros,  en  todo  el  tiempo 
que  Cortés  estuvo  en  el  valle  ques  dicho, 
que  fué  en  todo  ocho  dias,  no  vinieron,  é 
preguntó  á  aquellos  principales  de  Cem- 
pual que  con  él  yban  que  cómo  no  torna- 
ban, c  dixéronle  que  debía  de  ser  léxos 
é  no  podrían  volver  tan  presto.  E  viendo 
que  se  dilataba  su  vuelta ,  é  que  aquellos 
principales  de  Cempual  certificaban  é  ase- 
guraban mucho  la  amistad  é  Seguridad  de 
los  de  aquella  provincia,  acordó  Cortés  de 
yr  allá :  é  á  la  salida  del  valle  halló  una 
grand  cerca  é  muro  de  piedra  seca  ,  tan 
alto  como  estado  é  medio,  que  atravesa- 
ba lodo  el  valle  de  la  una  sierra  á  la  otra, 
é  tan  ancha  esta  muralla  como  veyntc 
piés,  é  por  toda  ella  un  pretil  de  pié  y 
medio  de  ancho,  para  pelear  desde  lo  al- 
to, é  no  tenia  mas  de  una  entrada  tan  an- 
cha como  diez  passos,  y  en  aquella  entra- 
da traslapaba  ó  doblaba  la  una  cerca  so- 
bre la  otra,  á  manera  de  rebellín,  tan 
estrecho  como  quarenla  passos,  de  for- 
ma que  la  entrada  era  a  vueltas  é  no  de- 
recha. E  preguntada  la  causa  de  aquella 
cerca ,  dixeron  a  Cortés  que  la  tenian  as- 
si,  porque  era  frontera  de  aquella  provin- 


cia de  Tascalteca ,  la.  qual  gente  es  de 
■enemigos  de  Monteguma,  é  tenian  siem- 
pre guerra  cotí  él.  É  los  naturales  de 
aquel  valle  le  rogaron  á  Cortés  que ,  pues 
yba  á  ver  á  Montecuma  su  señor ,  que  no 
passasse  por  la  tierra  de  aquellos  sus  ene- 
migos ,  porque  creian  que  serían  malos  é 
le  harían  algún  daño ,  é  quellos  le  lleva- 
rían siempre  por  tierra  de  Monteguma,  sin 
salir  della,  é  por  donde  seria  siempre 
bien  resgebido.  Los  de  Cempual  degian 
que  no  los  creyesse,  sino  que  fuesse  por 
allí ,  é  lo  que  aquellos  le  degian  era  por 
le  apartar  de  la  amistad  de  aquella  pro- 
vincia ,  é  que  eran  malos  é  traydorcs  los 
de  Monteguma,  é  le  llevarían  á  meter 
donde  no  pudiesse  salir.  Pues  cómo  Cor- 
tés tenia  mejor  concepto  de  los  de  Cem- 
pual que  de  los  otros,  tomó  su  consejo  y 
siguió  el  camino  de  Tascalteca,  llevando 
su  gente  lo  mejor  ordenada  que  pudo,  y 
él  yba  delante  bien  media  legua ,  recelán- 
dose de  lo  que  después  subgedió ,  por  te- 
ner tiempo  de  descubrir  el  campo,  é  si 
algo  se  ofresgiesse ,  toviesse  lugar  de  se 
recoger  é  concertar  éapergebír  los  chrips- 
tianos para  su  defensa. 

Después  que  ovieron  caminado  quatro 
leguas,  encumbrando  un  gerro  dos  do  á 
caballo,  que  yban  delante  del  capitán 
Hernando  Cortés,  vieron  ciertos  indios 
con  sus  plumages,  que  acostumbran  traer 
en  la  guerra ,  é  con  sus  espadas  é  ro- 
delas: los  ((líales  assi  como  vieron  los  de 
caballo,  huyeron,  é  como  llegó  el  capitán, 
hicolós  llamar  é  decir  que  no  oviessen 
miedo,  é  fué  mas  adelante  hágía  donde 
estaban  hasta  quinge  indios,  losqualessc 
juntaron  é  comengaron  á  tirar  cuchilladas 
é  dar  voges  á  otra  gente  que  estaba  en  un 
valle,  é  pelearon  con  essos  pocos  españo- 
les corredores  é  con  Cortés  ile  tal  mane- 
ra, que  les  mataron  dos  caballos  é  hirie- 
ron otros  tres  é  á  dos  de  caballo.  Y  en  es- 
to salió  la  otra  gente,  que  serian  hasta 
quatro  ó  ginco  mili  indios;  é  ya  se  avian 


DE  INDIAS.  LIM. 


XXXHI.  CAI'.  I!!. 


207 


juntado  con  Cortés  hasta  ocho  de  caballo 
sin.  los  muertos,  que  pcleaYon  con  los 
contrarios,  haciendo  algunas  arremetidas 
y  entradas  en  ellos,  é  hirieron  los  que 
podían,  é  teniéndolos  hasta  esperar  los 
españoles,  que  con  uno  de  caballo  les  avia 
enviado  a  dt-cir  Cortés  que  andoviessen. 
En  estas  escaramuzas  fueron  alcanzados 

6  muertos  cínquentn  ó  sessenta  indios,  sin 
que  los  cliripstinnos  rescibíessen  mas  da- 
ño del  ques  dicho,  puesto  qué  los  contra- 
rios peleaban  con  mucha  osadia;  mas  co- 
mo estos  corredores  ques  dicho  eran  to- 
dos de  caballo,  entraban  é  salían  á  su 
salvo,  é  con  daño  de  los  enemigos,  los 
quales  desde  que  vieron  quel  restante  de 
los  españoles  se  acercaban,  se  retruveron 
porque  eran  pocos,  é  dexaron  el  campo 
a  los  cnripslíanos.  B  después  de  se  aver 
ydo,  vinieron  ciertos  mensageros  é  dixc- 
ron  ser  de  la  provincia  ques  dicha,  é  con 
ellos  dos  de  los  mensageros  que  Cortés 
avia  enviado,  é  dixeron  (pie  los  señores 
no  sabían  nada  de  lo  que  aquellos  avian 
hcCD*0,  que  eran  (le  comunidades,  é  que 
sin  licencia  lo  avían  hecho,  é  (pie  á  ellos 

les  pessaba,  é  que  pagarían  los  caballos 
que  avían  muerto,  é  querían  ser  buenos 
amigos  de  los  chríp-tiauos,  é  (pie  fuessen 
en  buen  hora  venidos  á  su  tierra,  é  que 
en  loda  ella  serían  inu\  bien  re.-cebidos  é 
tractados.  El  capitán  Hernando  Cortés  les 
respondió  que  les  agradecía  lo  (pie  de- 
cían, é  «piel  lo-  tenía  por  amibos,  é  yría 
como  ellos  de(;ian,  adelante. 

Aquella  noche  se  fui;  i'i  apossentar  é 
repossar  á  par  de  un  arroyo  una  legua  de- 
lante de  donde  esta  guasábara  ó  recuen- 
tro passó ;  é  porque  ya  era  tarde ,  é  la 
gente  yba  cansada ,  durmieron  donde  es 
dicho;  pero  á  buen  recabdo  de  velas  é 
centinelas  de  á  pié  é  do  a  caballo.  Écómo 
llegó  la  claridad  del  día  siguiente,  partie- 
ron de  allí  por  su  orden  é  con  sus  corre- 
dores adelante,  é  llegaron  a  un  pueblo 
pequeño,  ya  el  sol  saliendo:  é  allí  vinieron 


los  otros  dos  mensageros  llorando ,  é  di- 
xeron que  los  avian  atado  para  los  matar, 
é  (pie  aquella  noche  de  antes  se  avian 
escapado ;  c  a  dos  tiros  de  piedra  dcllos 
asomo  mucha  cantidad  de  indios,  é  muy 
armados,  según  su  costumbre,  ó  con  una 
grita  que  parescia  que  agrian  los  cielos, 
comenzaron  ¡i  pelear  con  los  chripstianos, 
tirándoles  muchas  varas  é  flechas.  Eston- 
ces Hernando  Cortés  les  comentó  á  hacer 
requirímientos  con  las  lenguas  que  lleva- 
ba, é  aun  por  ante  un  escribano,  protes- 
tándose para  salisfacion  de  la  consciencia 
real  é  suya  é  de  los  españoles,  é  para 
justificación  do  su  defensa  é  guerra  prés- 
tenle é  porvenir;  é  quanto  más  en  csso 
se  ocupaba  y  entretenía  á  los  chripstianos 
que  no  peleassen  ,  é  pedia  la  paz  con  mu- 
cha instancia  ,  tanto  mayor  priessa  é  atre- 
vimienlo  ponían  en  ofender  álos  nuestros. 
Por  manera  que  viendo  el  general  capitán 
que  sus  palabras  podían  dañar  á  los  es- 
pañoles en  los  detener  é  impedir  su  de- 
fensa,  é  que  por  ellas  crescia  la  soberbia 
délos  adverssários,  dio  señal  á  su  gente 
para  que  peleassen,  y  él  delante  dcllos, 
como  denodado  capitán  ,  pelearon  con 
tanto  esfuerzo  entre  más  de  cient  mili 
hombres  de  pelea  que  por  todas  partes 
los  lenian  cercados,  que  era  cosa  mara- 
villosa ver  lo  que  los  chripstianos  hi- 
cieron lodo  aquel  dia  en  pesso,  sin  des- 
cansar hasta  una  hora  antes  quel  sol  se 
pusiesse  é  (pie  los  contrarios  se  retruxc- 
ron.  •  . 

Afirman  los  que  en  esta  batalla  so  ha- 
llaron que  nunca  tan  poco  número  de  es- 
pañoles,  ni  de  oíros  chripstianos  pudieron 
en  el  inundo  hacer  en  una  jornada  tan  fa- 
mosa expiriencia  de  su  esfuerzo  contra 
tanta  moltitud  de  adverssários.  Los  quales 
retraídos",  como  es  dicho ,  comenzaron  á 
tirar  media  docena  de  tiros  pequeños  de 
bronce  ,  é  finco  ó  seys  escopetas,  é  (piá- 
ronla ballesteros,  é  con  los  trece  de  ca- 
ballo que  los  quedaron ,  é  hicieron  mucho 


2GS 


HISTORIA  GEXF.RAL  Y  NATURAL 


daiio  en  los  enemigos,  sin  le  rescebir  de- 
llos  más  del  cansancio  é  trabaxo  de  pe- 
lear ,  é  la  hambre  6  sed  ,  que  no  era  no- 
ca:  en  lo  qual  paresció  que  era  Dios  el 
que  peleó  por  los  nuestros,  pues  que  en- 
tre tanta  moltilud  6  tan  animosa  é  diestra 
gente  en  el  pelear ,  ó  con  tanto  género 
de  armas  para  ofender  a  los  chripstianos, 
salieron  tan  libres. 

Aquella  noche  el  capitán  general  se  hi- 
co  fuerte  en  una  torrecilla  de  aquellas 
ydólatras,  que  estaba  en  un  cerrillo,  y  en 
ella  algunos  ydolos  que  aquella  gente 
honran  y  adoran;  é  como  passó  la  noche, 
al  punto  del  dia  mandó  el  general  que 
quedassen  doscientos  hombres  y  el  arti- 
llería en  el  real,  y  él  cabalgó  con  los  de 
caballo  é  cient  peones  otros  chripstianos, 
c  con  hasta  quat  rocíenlos  indios  de  los  de 
Cempual,  que  llevaba  consigo,  é  otros 
trescientos  de  Iztaemislitan,  y  antes  que 
los  enemigos  toviessen  tiempo  de  juntarse 
les  quemó  Hernando  Cortés  cinco  ó  seys 
lugares  de  hasta  cient  vecinos  ó  mas  cada 
uno  dellos,  é  prendió  quatrocienlas  per- 
sonas entre  hombres  é  mugeres ,  c  reco- 
gióse al  real,  peleando  con  los  contrarios, 
sin  rescebir  daño  alguno.  Luego  otro  dia 
siguiente,  en  esclaresciendo ,  dieron  sobre 
los  chripstianos  más  de  ciento  é  quarenta 
mili  hombres,  que  cubrían  la  tierra,  que 
verse  podia.  (Pongo  este  número  ciento 
6  quarenta  mili  puntualmente ,  porque  as- 
si  lo  escribió  Hernando  Cortés  á  Su  Ma- 
gostad). Este  acometimiento  de  los  indios 
fué  con  tanta  determinación,  que  algu- 
nos, con  mas  esfucroo  que  prudencia,  se 
atrevieron  á  entrar  en  el  real ,  ó  andovie- 
ron  á  cuchilladas  con  los  españoles;  pero 
quiso  Dios  en  tal  manera  favoresoer  los 
chripstianos  y  diérónsé  ellos  tan  buen  re- 
calólo á  su  defcnssa,  que  en  espacio  de 
quatro  horas  avian  fecho  lugar,  para  que 
dentro  de  su  real  no  los  ofendiessen,  pues- 
10  que  no  cessaban  en  sus  arremetidas, 
hasta  que  do  cansados  los  infieles,  é 


viendo  con  quanto  ánimo  de  los  nuestros 
eran  rescebídos,  so  retruxeron,  é  assi 
passó  la  batalla  este  dia  con  mucho  daño 
de  los  indios.  ' 

Otro  dia  siguiente ,  antes  que  amanes- 
ciesse,  tornó  á  salir  Hernando  Cortés  sin 
ser  sentido  de  los  enemigos ,  por  otra  par- 
te ,  é  llevó  consigo  los  caballos  é  cient 
peones  é  los  indios  amigos ,  é  quemó  mas 
de  otros  diez  pueblos,  en  que  ovo  pueblo 
dellos  de  más  de  treynta  é  nueve  casas;  6 
allí  pelearon  con  él  los  del  pueblo ,  é  dió 
Nuestro  Señor  la  victoria  á  los  chripstia- 
nos, é  mataron  mucha  gente  de  la  con- 
traria ,  é  á  hora  de  medio  día ,  ya  que  la 
gente  de  la  tierra  se  juntaba  de  todas  par- 
tes ,  estaban  los  nuestros  en  salvo  retira- 
dos á  su  real  con  la  victoria  ávida.  Otro 
siguiente  día  fueron  m'ensageros  de  los 
señores  de  la  tierra,  diciendo  que  que- 
rían ser  vassallos  del  Rey  de  Castilla ,  é 
amigos  de  los  chripstianos  é  de  su  capitán 
general ,  é  que  le  rogaban  les  perdonasse 
los  yerros  passados;  é  truxeron  muy  bien 
de  comer  á  los  nuestros ,  é  pressentaron 
ciertos  penachos  muy  hermosos ,  que  es- 
timan é  usan  en  aquella  tierra.  É  Cortés 
Ies  respondió  por  sus  inlérpetres  que  lo 
avian  hecho  mal ;  pero  que  era  contento 
de  ser  su  amigo  é  perdonar  lo  passado, 
con  tanto  que  de  ahí  adelante  fuessen  bue- 
nos é  sirviessen  á  Su. Magostad,  como  leales 
vassallos,  pues  decían  que  lo  querían  ser. 

Otro  dia  adelante  vinieron  al  real  has- 
ta quarenta  hombres,  que  al  parescer  eran 
personas  de  quien  se  hacia  mucho  caso 
entre  aquellos  bárbaros,  é  dixeron  que 
yban  á  llevar  de  comer  á  los  chripslianos; 
é  assi  lo  llevaron,  é  comenearon  á  mirar 
las  entradas  é  salidas  del  assiento  del  real, 
é  las  ehoctielas  ó  ranchos,  en  que  oslaban 
apossentádos  los  nuestros.  £  los  indios 
amigos  de  Cempual  llegaron  á  Corles,  é 
dixéronle  que  mirasse  que  aquellos  eran 
malos,  é  vénian  á  espiar  é  considerar  có' 
mo  ¡iridian  dañar  á  los  españoles,  ('  que 


di;  indias,  lib.  xxxih.  cap.  m. 


tovicsso  por  pierio  que  á  otra  cosa  no 
avian  venido,  só  color  de  pedir  paz  6 
perdón. 

Estonces  Hernando  Corles  Iiieo  tomar 
uno  deilos  disimuladamente,  que  los  otros 
no  lo  vieron  (  porque  después  de  los  aver 
liicii  rescihido  é  respondido,  andalian  es- 
parcidos inquiriendo  la  dispusicion  del 
exército  clir¡|)sliano),  c  apartóse  con  él  ó 
con  las  lenguas,  6  púsole  temor  para  que 
dixesse  la  verdad  ,  c  confessó  que  eran 
espías,  é  que  Sicutcngal,  '  capitán  gene- 
ral <le  aquella  provincia,  estalia  detrás 
«le  unos  cerros  que  avia  enfrente  del  real 
con  grand  moltitiid  de  gente,  para  dar 
aquella  noche  solire  los  chripslianos,  por- 
que decían  que  ya  se  avian  probado  con 
ellos  do  día  é  no  les  aprovechaba  nada; 
que  queriap  probar  de  noche  cómo  pelea- 
ban los  españoles,  6  porque  los  indios  no 
a  Veían  temor  á  los  caballos  ni  á  los  tiros 
ni  á  las  espadas,  peleando  á  escuras:  ó  que 
avia  enviado  á  estos  hombres,  porque  to- 
dos eran  hombres  de  guerra,  éa  que 
\  iessen  c|  ival  e  las  parles  por  donde  po- 
drían entrar  á  quemar  aquellas  chocas  de 
paja  ó  ranchos  que  loa  chrípstianos  tenían. 

E  luego  hieo  (lories  tomar  Otro  espía  de: 
aquellos,  y  examinado,  confessó  lomesino 
(piel  primero,  6  otro  é  otro,  hasta  cinco  ó 
seys  de  los  espías,  édixeron  en  conformi- 
dad lo  mesmo  separados  6  interrogados  á 

parle,  >in  saber  el  uno  del  otro:  lo  qua] 
visto  por  Corles,  los  hico  prender  á  todos 
cinqUenta  .  ó  mandóles  cortar  á  todos  las 
manos  y  enviólos  á  su  capitán  ó  señor,  é 
mandóles  que  le  dixessen  que  de  noche  ó 
de  día,  é  cada  é  quando  él  fuesse ,  vería 
quién  eran  los  chripslianos,  y  en  quán  po- 
cp  tenían  ¡i  los  indios.  Y  encontinenti  hi- 
co fortaléscer  su  real  lo  mejor  que  pudo, 
é  ordenó  su  gente  é  estancias  donde  con- 
venía, é  assi  estovieron  sobre  aviso  has- 
ta quel  sol  se  puso  ;  é  assi  cómo  comencó 


á  anochescer,  los  contraríos  baxaron  por 
dos  valles,  pensando  que  venían  muy  se- 
cretos para  cercar  á  los  chrípstianos,  é 
ponerse  tan  cerca  deilos  ipie  pudiessen  exe- 
cutar  su  mal  propóssilo  antes  de  ser  en- 
tendidos; é  como  el  general  estaba  pre- 
venido, parescióle  que  dexarlos  allegar  al 
real  seria  inconveniente,  porque  de  no- 
che ,  como  no  viessen  el  daño  que  se  les 
hiciesse,  llegarían  mas  sin  temor,  é  aun 
también  porque  los  españoles  no  los  vien- 
do, algunos  tenían  flaqueca  en  el  pelear, 
é  temiendo  (pie  les  ponían  fuego  (  que  si 
acaesciera,  todos  los  chrípstianos  se  per- 
dieran), determinó  de  Batirles  al  encuentro 
con  toda  la  gente  de  caballo,  para  los  es- 
pantar  é  desbaratar  de  manera  que  no 
osassen  llegar.  K  assi  fué:  que  cómo  sin- 
tieron los  caballos  ipievban  á  dar  en  ellos, 
sin  ninguna  detenencia  ni  grita  se  metie- 
ron por  lns  maliicales,  de  que  toda  la 
campaña  estaba  qunssi  llena,  é  alibiaron 
algunos  de  los  mantenimientos  que  tenían 
en  sus  mochilas  ó  talegas,  para  estar  lo- 
do lo  ipie  pudieran  sobre  los  chripslianos, 
por  ver  si  los  podrían  malar  é  arrancar 
de  la  tierra.  Pero  como  he  dicho  hicieron, 
é  aquella  noche  no  ovo  más  de  lo  que  es- 
tá dicho,  é  quedaron  los  nuestros  sin  mas 
contraste  algunos  dias,  descansando  en 
aquel  real,  defendiendo  la  entrada  de  al- 
gunos indios,  que  venían  á  gritar  é  mover 
algunas  escaramucas  ligeras  ó  de  poca  im- 
portancia. 

Después  que  estuvo  el  exército  chrips- 
tiano  algo  descansado,  salió  una  noche  el 
general',  rendida  la  primera  guarda,  con 
cient  peones  é  con  los  indios  sus  amigos  é 
con  los  de  caballo,  é  á  una  legua  del  real 
so  le  cayeron  cinco  caballos  é  yeguas  de 
los  que  llevaba ,  que  en  ninguna  manera 
los  pudo  passar  adelante,  é  hícolos  vol- 
ver al  apossento  de  su  real ;  é  aunque  to- 
dos los  mas  decían  que  se  tornasse ,  por- 


El  MS.  original  dice  Sintogal;  pero  es  error  de  pluma,  rectificado  después  por  el  mismo  Oviedo. 


270 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


que  era  mal  pronóstico  é  señal,  todavía 
c!  general  prosiguió  su  camino,  animando 
a  los  que  con  él  yban,  é  reprehendiendo 
íi  los  que  paraban  mientes  en  tales  agüe- 
ros. É  antes  que  amanesciesse,  dieron  so- 
bro dos  pueblos,  donde  mataron  assaz  in- 
dios, é  no  quiso  el  general  que  se  que- 
massen  las  casas,  porque  la  claridad  del 
fuego  no  diesse  aviso  é  apellidasse  las 
oirás  poblaciones,  que  estaban  juntas  do 
allí;  é  assi  cómo  fué  de  dia  claro,  dieron 
los  españoles  sobre  otro  pueblo  tan  gran- 
de ,  que  tenia  mas  de  veynte  mili  casas, 
>'  cómo  tomaron  de  sobresalto  los  indios, 
c  salían  desarmados ,  é  las  mugeres  ó  ni- 
ii  >s  desnudos  por  las  calles,  hícose  mucho 
daño  en  ellos.  Los  quales,  viendo  que  no 
se  podían  defender ,  vinieron  ciertos  prin- 
cipales del  pueblo  á-  rogar  al  general  que 
no  les  hiciesso  más  mal :  quellos  querían 
ser  vassallos  del  Rey  de  Castilla  é  amigos 
de  los  chripstianos :  ó  decían  quellos  te- 
nían la  culpa  en  no  aver  querido  creer  al 
general  Hernando  Cortés;  mas  que  de  ahí 
en  adelante  él  vería  cómo  siempre  harían 
lo  quél  les  mandasse,  en  nombre  del  Em- 
perador, nuestro  señor  ,  como  verdade- 
ros, leales  é  obedientes  vassallos  suyos. 
E  luego  vinieron  al  general  mas  de  qua- 
renta  hombres  de  paz,  ó  sacaron  fuera 
muy  bien  de  comer  á  par  de  una  fuente, 
é  ahí  el  general  les  habló  muy  bien  ó  los 
dexó  muy  sosegados,  é  se  tornó  á  su  real, 
d  mde  halló  la  gente  que  avia  quedado  en 
él  muy  temorirada,  pensando  que  avía 
subfedido  algún  peligro,  porque  la  noche 
antes  avian  visto  tornar  los  caballos  é  ye- 
guas (jues  dicho.  Mas  cómo  supieron  la 
vitoria  é  paz  que  se  avía  seguido,  ovie- 
ron  mucho  placer  lodos,  é  con  mucha  ra- 
tón,' porque  estaban  muy  dentro  en  la 
tierra  ,  metidos  entre  gente  belicosa,  é  sin 
esperanza  de  socorro  de  parle  alguna;  ó 
aun  en  tal  manera  se  murmuraba  entre  los 
chripstianos,  que  a  los  oydos  de  Cortés 
o\ó  él  que  debían  ciertos  compañeros:. 


«Aqueste  nuestro  capitán  es  como  Pedro 
Carbonero ,  que  nos  ha  metido  en  parte, 
que  no  nos  sabrá  ni  podrá  sacar  de  don- 
de estamos».  Y  estando  Cortés  en  una 
choca,  escuchando  lo  que  los  soldados  de- 
cían contra  él ,  sin  que  lo  viessen  ni  sos- 
pechassen  quél  los  escuchaba,  oyó  que 
decían :  «A  este  nuestro  capitán  poco  le 
costó  criarnos,  é  si  es  loco  é  se  mete  don- 
de no  debe,  no  lo  seamos  nosotros,  sino 
volvámonos  á  la  mar;  é  si  él  quisiere  vol- 
ver con  nosotros,  bien;  é  sí  no  dexemós- 
Ie».  E  muchas  veces  le  requirieron  públi- 
camente que  se  tornassen  á  la  costa,  é 
que  no  quisiesse  morir  á  sabiendas,  em- 
prehendiendo  con  tan  poca  gente  lo  que 
no  pensaban  que  era  posible  acabarse  con 
tan  pocas  fuercas.  A  lo  qual  él  respondía 
á  sus  milites  animándolos,  é  diciéndoles 
que  mirassen  que  eran  vassallos  del  mas 
alto  Príncipe  del  mundo ,  é  que  en  los  es- 
pañoles no  se  avia  de  hallar  cobardía  ni 
temor,  é  que  estaban  en  parte,  que  demás 
de  ganar  muchos  rcynos  á  la  Cessárea  Ma- 
gostad é  á  su  corona  de  Castilla ,  hacien- 
do lo  que  debían  contra  infieles  é  ydóla- 
tras  apartados  de  la  fée  cathólica,  ya  que 
muriessen,  ganaban  la  gloria  eterna,  é  vi- 
viendo, conseguirían  perpélua  fama  é  la 
mayor  honra,  que  de  muchos  tiempos  acá 
avian  hombres  ganado;  é  que  mirassen 
que  tenían  á  Dios  de  su  parte,  á  quien  nin- 
guna cosa  es  imposible,  como  lo  podrían 
ver  por  las  Vitorias  que  avian  ávido  has- 
ta estonces,  é  que  tanta  gente  de  los  ene- 
migos eran  muertos  é  de  los  chripstianos 
quassi  ninguno;  é  que  demás  de  quedar 
por  tan  háganosos  milites,  todos  serían  ri- 
quíssímos  hombres.  Con  estas  é  otras  mu- 
chas é  muy  buenas  palabras  Hernando 
Cortés  los  sosegó  é  truxo  á  su  propóssi- 
to:  que  era  dar  íin  en  la  demanda  comen- 
cada. 

Otro  dia  después,  á  las  diez  horas  del 
día  ,  vino  al  real  de  los  españoles  Riculcn- 
gal ,  capitán  general  de  aquella  provincia, 


DK  INDIAS.  LID. 


XXXIII.  CAP  III. 


con  hasta  cinqUenta  hombres  principales 
dclla ,  é  ro;:ó  á  Hernando  Cortés  de  su 
parte,  6  de  la  de  Magiscacin,  que  en 
aquella  sacón  era  la  más  principal  perso- 
na de  toda  la  provincia ,  ó  de  otros  mu- 
chos señores  della,  que  los  quisiesse  ad- 
mitir al  servicio  del  limpcrador,  é  á  la 
amistad  de  los  chripstianos  é  suya ,  6  les 
perdonasse  los  errores  passados,  aviendo 
consideración  que  no  conoscian  quién  eran 
los  chripstianos,  ni  por  cuyo  mandado  ó 
licencia  se  avian  entrado  en  su  tierra  con 
mano  armada.  Has  ya  que  avian  proba- 
do todas  sus  Cuereas  con  ellos,  assi  di'  dia 
como  de  noche,  por  su  libertad  é  defen- 
sa ,  y  excusarse  de  Bubjecion  de  extraños, 
pues  en  ai  aguo  tiempo  su  provincia  avia 
scydo  BOjnzgada,  ni  tenían  ni  avian  teni- 
do señor  propietario,  antes  estaban  en 
costiimbre  de  vivir  exentos  por  sí  de  tiem- 
po inmemorial  acá,  é  siempre  so  avian 
defendido  del  poder  de  Montecnma  c  de 
mi  padre  é  agüelos,  é  toda  la  otra  tierra 
tenían  sojuzgada,  é  á  ellos  jamás  avian 
podido  traerá  subjecíon,  teniéndolos  co- 
mo los  tenían  cercados  por  (odas  partes, 
sin  tener  lugar  por  donde  salir  de  su  tier- 
ra ,  é  que  por  esso  no  comían  sal ,  porque 
en  aquella  provincia  no  la  hay,  ni  los  do- 
xaban  salir  á  la  comprar  á  otras  partes, 
ni  vestían  ropas  de  algodón,  porque  en 
su  tierra  por  la  frialdad  no  se  cría,  é  ca- 
recían de  otras  muchas  cosas  por  estar  as- 
si  encerrados,  é  que  todo  lo  sufrían  é 
avían  por  bien,  por  ser  exentos  é  libres  de 
servidumbre,  é  no  obligados  ni  subjetos  á 
ninguno;  é  que  lo  mesmo  quisieran  hager 
con  Cortés  é  los  chripstianos,  é  para  ello 
avian  probado  sus  mercas ,  é  que  en  ellas 
ni  en  sus  mañas  é  cautelas  no  avian  po- 
dido aprovecharse:  por  tanto,  quellos 
querían  antes  ser  vassallos  del  grand  Rey 
de  Castilla,  que  no  morir  é  ser  del  todo 
destruydas  sus  casas  é  sus  mugeres  é  hi- 
jos" porque  junto  con  esta  nescessidad 
confiaban  que  gente  tan  valerosa  é  de  tan- 


to ofuerco,  no  podrían  estar  sin  usar 
con  ellos  de  clemencia  para  tenerlos  fa- 
voresgidos  é  defendidos  do  sus  enemi- 
gos, é  porque  pensaban  que  mediante  la 
paz  que  pedían,  alcanzarían  la  quietud  ó 
reposo  que  nunca  avian  tenido  con  sus 
vecinos  y  enemigos. 

A  esta  petición  Ies  respondió  el  general 
con  mucho  amor,  é  Ies  satisfíco  diejéndo- 
Ies  que  ya  ellos  sabian  que  era  propría 
culpa  dellos  é  de  su  daño,  convidándolos 
con  la  paz  en  los  principios,  averia  me- 
aospreciado;  pues  quél  se  avia  venido  á 
aquella  tierra,  creyendo  que  yba  á  tierra 
de  sus  amigos,  porque  los  de  Cempual  as- 
si  so  lo  avian  certificado,  que  lo  eran  é  lo 
querían  ser.  E  que  Ies  avia  enviado  sus 
mensageros  adelante  para  les  hacer  saber 
cómo  yba  é  la  voluntad  (pie  de  su  amis- 
tad traía;  é  que  sin  responder,  yendo  se- 
guro, le  avian  salido á  saltear  cncl'cami- 
no  ó  le  avían  muerto  dos  caballos  y  heri- 
do otros.  É  que  demás  desso,  después  de 
aver  peleado  con  él,  le  avia  enviado  sus 
mensagetos ,  diciendo  que  aquello  se  avia 
hecho  Sin  ser  su  licencia  ni  consentimien- 
to, é  que  jertas  comunidades  se  avian 
movido  á  ello  sin  les  dar  parte;  pero  que- 
llos se  lo  avían  reprehendido ,  é  que  que- 
rían su  amistad;  é  quél,  creyendo  ser  as- 
si,  les  avia  respondido  que  le  placía,  6 
que  se  yria  otro  dia  seguramente  á  sus 
casas,  como  á  cásasele  amigos.  É  que  as- 
simesmo  le  a'vían  salido  al  camino  é  avian 
peleado  con  él  todo  un  dia ,  hasta  que  la 
noche  vino,  non  obstante  que  por  él  avian 
scydo  requeridos  con  la  paz;  y  en  fin  les 
truxo  á  la  memoria  todo  lo  demás  que 
contra  él  é  los  chripstianos  avian  hecho,  ó 
les  dixo  otras  cosas,  justificándose  á  sí  é  á 
los  españoles ,  y  exhortando  á  los  indios 
para  que ,  pues  decían  que  querían  venir 
á  la  obediencia  de  Cessar  é  ser  sus  vassa- 
llos, fuessen  constantes  é  permane3cies- 
sen  en  su  servicio;  é  assi  lo  prometieron, 
ofresciendo  sus  vidas  é  personas  é  hacien- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


272 

das  con  toda  verdad  6  lealtad ,  é  assi  lo 
hicieron  dende  adelante. 

É  acabada  de  ajusfar  esta  concordia, 
los  indios  se  fueron  muy  alegres  con  la 
paz ,  y  él  general  é  su  gente  quedaron 
en  su  real  seys  ó  siete  dias ,  porque  no 
se  osaban  fiar  de  los  indios ,  puesto  que 
le  rogaban  que  se  fuesse  á  una  cibdad 
grande  que  tienen,  donde  los  señores 
principales  de  la  provincia  viven  é  resi- 
den: los  quales  todos  al  cabo  fueron  á 
rogar  á  Hernando  Cortés  que  se  fuesse 
á  la  cibdad  ques  dicho ,  porque  allí  seria 
mejor  rescobido  é  provcydo  de  las  co- 
sas nescessarias  que  no  en  el  campo  don- 
de estaba,  diciendo  quellos  tenían  ver- 
güenza quél  estuviesso  tan  mal  apossea- 
sentado,  pues  le  tenían  por  su  amigo,  y 
ellos  c  los  chrípstianos  eran  vassallos  del 
Rey  de  Castilla.  É  á  su  ruego  acordó  de 
se  yr  á  la  cibdad,  que  estaba  á  seys  leguas 
del  real,  la  qual  es  tan  grande  é  de  tan- 
ta admiración ,  que  sin  prolixa  escriptura 
no  se  puede  decir  ni  dar  a  entender ,  por- 
que segund  Cortés  escribió  á  Céssar,  es 
muy  mayor  que  Granada,  é  muy  mas 
fuerte ,  é  de  tan  buenos  edeficios  c  de  mu- 
cha mas  gente  que  Granada  tenia  al  tiem- 
po que  los  Calhólicos  Reyes,  de  inmortal 
memoria  ,  don  Fernando  é  doña  Isabel  la 
ganaron,  é  muy  bastecida  de  las  cosas  de 
la  tierra,  assi  de  pan  é  aves  é  caga,  co- 
mo de  pescado  de  los  rios ,  é  de  legum- 
bres é  cosas  que  los  indios  comen,  é  mas 
buenas  fructas. 

Hay  en  esta  cibdad  un  mercado  ordi- 
nario ,  en  que  cotidianamente  concurren 
más  de  treynta  mili  ánimas,  vendiendo  ó 
comprando,  sin  otros  muchos  mercadillos 
que  hay  en  diverssas  parles  de  la  cibdad. 
En  este  mercado  principal  hay  todas  quan- 
tas  cosas,  assi  de  mantenimientos  como 
de  vestir  6  calcar  ,  quellos  tractan,  puede 
aver.  Hay  mugeres,  que  venden  joyas  é 
|ilu magos,  6  todo  tan  bien  concertado  co- 
mo en  la  parada  de  Ainberes,  ó  romo  pue- 


de ser  en  todas  las  placas  é  mercados  de 
la  parte  del  mundo,  donde  con  mas'poli- 
deca  é  regla  esté  puesto.  Hay  mucha  loca 
ó  vedriado  de  barro  de  todas  maneras,  é 
muy  bueno  é  tal  como  lo  mejor  de  Espa- 
ña. Venden  mucha  leña  é  carbón  é  hier- 
vas de  comer  é  mediginales.  Hay  casas, 
donde  lavan  lascabecas  é  las  rapan,  como 
barberos,  sin  baños.  Finalmente,  entre 
aquella  gente  hay  toda  buena  manera  de 
orden  é  policía ,  é  son  hombres  do  buena 
racon  é  concierto ,  é  tal ,  que  lo  mejor  de 
Africa  no  se  le  yguala,  según  Cortés  dice. 

Es  esta  provincia  dé  muchos  valles  lla- 
nos y  hermosos ,  é  todos  labrados  é  sem- 
brados, sin  aver  en  ella  cosa  vaqua.  Tie- 
ne de  circunferencia  esta  provincia  no- 
venta leguas  é  más ,  y  en  la  relación  que 
Cortés  higo  al  Emperador,  nuestro  señor, 
degia  que  la  órden  que  aquella  gente  te- 
nia en  su  gobernación,  era  quassi  como  la 
de  las  señorías  de  Vcnegia  y  Genova  ó 
Pisa,  porque  allí  no  hay  señor  general  do 
todos;  pero  en  esto  yo  me  remito  á  él, 
porque  no  sé  qué  estatutos  tienen  ni  cómo 
se  gobiernan  las  señorías,  que  trae  á  com- 
paración. Dige  que  hay' muchos  señores, 
é  que  todos  residen  en  aquella  cibdad ,  é, 
los  que  viven  en  los  pueblos  de  la  tierra 
son  labradores  é  vassallos  de  aquellos  se- 
ñores, é  cada  uno  tiene  su  tierra  por  sí. 
Tienen  unos  más  que  otros;  é  para  sus 
guerras  júnlanse  lodos ,  é  lodos  juntos  las 
ordenan  é  congicr'tan.  E  créese  que  enlre 
esta  gente  hay  justicia  para  castigar  los 
dclinqiicnles;  porque  uno  de  los  naturales 
de  aquella  provincia  hurtó  cierto  oroá  un 
español ,  é  díxolo  Hernando  Cortés  á  aquel 
Magiscacín,  ques  el  mayor  señor  de  to- 
dos, é  hicieron  su  pesquisa,  é  siguieron 
al  ladrón  hasta  una  cibdad  que  está  cerca 
de  allí,  que  se  dice  Churultecal,  é  de  allí 
lo  truxeron  presso  é  se  lo  entregaron  á 
Cortés  con  el  oro,  é  le  dixeron  que  le  lii- 

ciesse  él  castigar,  y  él  les  agradesció  la 

diligencia  que  en  ello  pusieron,  é  lés  di- 


DE  INDIAS.  LID.  XXXM.  CAP.  III. 


¿73 


xi)  que,  pues  estaba  en  su  tierra ,  quellos 
lo  castigassen,  como  lo  acostumbraban,  é 
quél  no  se  quería  entremeter  en  castigar 
á  los  suyos,  estando  en  su  tierra.  De  lo 
qual  le  dieron  las  gracias,  y  lo  tomaron. 
6  con  prepon  público,  que  manifestaba  el 
delicio,  lo  hicieron  llevar  por  aquel  grand 
mercado  ques  dicho;  é  le  pusieron  allí  al 
pié  de  uno  como  teatro,  que  está  enme- 
dío  del  dicho  mercado,  y  encima  del  tea- 
tro subió  el  pregonero,  é  á  altas  voces 
tomó  á  decir  el  delicio  de  aquel ,  6  vién- 
dolo todos,  le  dieron  con  unas  porras  en 
la  cabeca  hasta  que  lo  mataron.  K  muchos 
otros  vieron  los  españoles  estonces  ,  que 
los  tenían  en  prissiones,  é  decían  que  es- 


taban assi  por  hurtos  é  otros  delictos,  que 
avian  cometido. 

Hay  en  aquella  provincia,  segund  se 
vio  por  la  visitación  que  después  hico 
hacer  Hernando  Cortés,  ciento  6  cin- 
qüenta  mili  vecinos,  con  otra  pequeña 
provincia  que  está  junto  de  la  ques  di- 
cho, que  se  llama  Guasincango,  que  vi- 
ven á  la  manera  de  los  ques  dicho,  sin 
señor  natural:  los  qualcs  assimesmo  vi- 
nieron á  la  obediencia  do  Céssar  é  se  in- 
corporaron en  el  patrimonio  real  de  Cas- 
tilla, como  los  de  Tascaltcca  ,  é  queda- 
ron otorgados  é  confederados  por  bue- 
nos amigos  de  los  chripstiauos. 


CAPITULO  IV. 

De  lacmbaxada  qael  príncipe  Monleeiima  envió  al  general  Hernando  Curies  ,  ofresriéndose  por  vassallo  i 
tributario  del  Emperador ,  con  tanto  rpie  no  fuesse  á  su  tierra;  ¿  cómo  los  embaxadores  procuraron  desave- 
nir al  general  con  los  de  la  provincia  de  Tascaltcca,  c  cómo  los  de  la  provincia  avisaron  á  Cortés  de  la 
gente  que  tenia  Monlccuina  de  guarnición  ó  de  guerra  esperándole  *. 


Estando  Cortés  é  los  españoles  en  aquel 
real,  que  tuvo  continuando  la  guerra  de  la 
provincia  de  Tascaltcca ,  fueron  á  él  por 
embajadores  seys  señores  muy  principa- 
les, vassallos  de  Montee. urna,  con  hasta 
doscientos  hombres  que  los  servían,  é  d¡- 
xéronle  que  yban  de  parle  de  Mouleguma 
a  decirle  cómo  quería  ser  vassallo  del 
Emperador  e  amigo  de  Corles:  é  que 
viesse  él  qué  era  lo  que  (pieria  quél  dics- 
se  para  Su  .Magestad  de  tributo  en  cada 
un  año,  assi  de  oro  como  de  .plata,  é pie- 
dras, y  esclavos,  é  ropas  de  algodón,  é 
otras  cosas  de  las  quél  tenia ,  é  que  todo 
lo  daria,  con  tanto  quél  no  fuesse  á  su  tier- 
ra ;  é  que  lo  hacia  porque  era  muy  estéril  é 
falla  de  todos  mantenimientos,  é  porque  le 
pessaria  que  Cortés  é  los  que  con  él  yban 
padeseiessen  neseessidad.  lí  con  essos  sus 

*  En  el  códice  original  prosigue  en  esta  forma, 
si  bien  tachado  por  el  mismo  Oviedo;  «Cerca  de 
nCImrultecal ,  la  qual  ganó  Cortil  é  la  puso  debaxo 

TOMO  01. 


embaxadores  le  envió  hasta  mili  pessos 
de  oro,  y  otras  tañías  piecas  de  ropa  de 
algodón  de  la  que  en  aquella  tierra  se 
usa ;  y  estuvieron  con  él  en  mucha  parle 
del  tiempo  que  turó  la  guerra  ó  hasta  el 
fin  della ,  ó  vieron  bien  lo  que  los  espa- 
ñoles hicieron ,  é  las  paces  que  con  los  de 
aquella  provincia  se  assentaron,  y  el  ofres- 
(  imienlo  (pie  lodos  los  señores  di;  Tascal- 
tcca hicieron  al  servicio  de  Céssar :  de  lo 
qual  mucho  pessar  ovicron  los  embaxa- 
dores, é  trabaxaron  por  muchas  vias  é 
formas" do  revolver  a  Cortés  con  los  de  la 
provincia ,  é  dixéronle  que  no  era  cierto 
lo  que  le  decían  ni  verdadera  la  amistad 
que  le  prometían  los  de  Tascaltcca ,  é  que 
lo  hacían  por  lo  asegurar,  para  hacerle  al- 
guna trayeion  á  su  salvo. 

Los  de  la  provincia  por  consiguiente  de- 
udo la  obidiencia  de  Céssar  é  en  amistad  de  los 
iieliripalianos.» 

35 


274 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATFRAL 


f  ian  á  Cortés  ó  lo  avisaron  quo  no  fiasso 
do  aquellos  vassallos  de  Montceuma ,  por- 
que eran  fray  dores  é  sus  cosas  siempre 
las  hacían  a  trayeion  é  con  mañas,  é  con 
ellas  avian  sojuzgado  toda  la  tierra,  é  quo 
le  avisaban  dello,  como  verdaderos  ami- 
gos ó  como  quien  los  conoscia  de  mucho 
tiempo  antes. 

Vista  la  discordia  é  la  desconformi- 
dad de  los  unos  é  los  otros,  no  ovo  po- 
co placer  Hernando  Cortes,  porque  le  pa- 
resció  que  todo  aquello  era  á  su  propóssi- 
to,  ó  que  se  le  ofrescia  ocasión,  para  que 
mas  ayna  sobjuzgasse  aquellas  gentes;  6 
que  quadraba  bien  aquel  proverbio  co- 
mún que  suelen  decir :  «  del  monte  salo 
quien  el  monte  quema » ;  é  que  aquella 
auctoridad  evangélica  se  le  aparejaba,  la 
qual  digc  que  todo  reyno  diviso  será  aso- 
lado entre  si É  assi,  usando  del  tiempo 
con  los  unos  é  con  los  otros,  mañeaba  é  á 
cada  parte  en  secreto  daba  contentamien- 
to, é  les  agradesgia  sus  avisos,  é  les  ha- 
cia entender  que  cada  qual  dcllos  era 
creydo  é  no  sus  contrarios. 

Después  de  aver  estado  en  aquella  cib- 
dad  veynte  días  ó  más,  le  dixeron  aque- 
llos embajadores  de  Montceuma  (que  siem- 
pre estuvieron  con  Cortés)  que  se  fuesso 
á  otra  eibdad  que  estaba  seys  leguas  de 
la  de  Tasealteca,  que  se  llama  Churullc- 
cal,  porque  los  naturales  dolía  eran  ami- 
gos de  Monlorumn,  su  señor:  é  que  allí 

sabrían  la  voluntad  do  Monleeuma,  si  era 
que  Cortés  é  los  chripstianos  fuessen  á  su 
tierra,  é  que  algunos  dcllos  yrian  á  ha- 
blar con  él ,  ó  á  decirle  lo  (pie  Cortés  avia 
dicho,  é  (pie  lo  volverían  COI!  la  res- 
puesta; é  aun  decían  que  sabían  que  alli 
estaban  algunos  mensageros  suyos,  pura  lo 
hablar  á  Cortés.  Él  les  dixo  quél  so  yria  é 
que  partiría  un  día  cierto  que  les  señaló. 

Sabido  esto  por  los  de  la  provincia  de 
Tasealteca,  é  que  Cortés  avia  acoplado 


do  yr  con  los  dichos  embajadores  6  aque- 
lla eibdad ,  fueron  á  Cortés  con  mucha  pe- 
na, é  dixéronle  que  en  ninguna  manera 
fuesse,  porque  le  tcnian  ordenada  cierta 
trayeion,  para  le  matar  en  aquella  eib- 
dad á  él  é  todos  los  de  su  compañía;  é  quo 
para  ello  avía  enviado  Montceuma  gente 
de  sú  tierra  (porque  alguna  parte  della 
confinaba  con  aquella  eibdad)  cinqüenta 
mili  hombres  de  guerra,  é  los  tenia  en  guar- 
nigion  á  dos  leguas  de  la  eibdad,  segund 
señalaron ,  é  quo  tcnian  cerrado  el  cami- 
no real,  por  donde  solían  yr,  é  fecho  otro 
de  nuevo ,  con  muchos  hoyos  y  estacas  ó 
palos  agudos  hincados  y  encubiertos,  para 
que  los  caballos  cayessen  6  se  niancassen 
é  se.matassen:  é  que  tenían  muchas  do 
las  calles  tapiadas ,  é  por  las  acoteas  do 
las  casas  muchas  piedras,-  para  que  des- 
pués que  entrassen  los  chripstianos  en  la 
eibdad,  los  lomassen  seguramente  é  sé 
aprovechassen  dcllos  á  su  voluntad.  É  quo 
si  quería  ver  cómo  era  verdad  quanto  lo 
decían ,  que  mirasse  cómo  los  señores  do 
aquella  eibdad  nunca  le  avian  venido  á 
ver  ni  hablar ,  estando  tan  gerca ,  como 
avian  venido  los  de  Guasícango,  que  es- 
taban mas  léxos,  é  que  los  enviasse  á  lla- 
mar é  Vería  cómo  no  vernian.  Cortés  Ies 
agradesció  su  aviso,  é  les  rogó  que  les 
diessen  ellos  personas  que  de  su  parte  los 
fuessen  á  llamar,  é  assi  se  las  dieron.  Con 
los  quales  les  envió  á  rogar  que  viniessen 
a  verle ,  porque  les  quería  hablar  ciertas 
cosas  de  parte  del  grand  Rey  de  España,  su 
señor,  é  les  quería  decir  la  causa  do  su  ve- 
nida en  aquella  tierra.  Los  mensageros,  fue- 
rone  dixeron  lo  que  Ies  fué  mandado,  é  con 
olios  vinieron  dos  ó  Iros  personas,  no  do 
mucha  auctoridad  ,  é  dixeron  á  Cortés  que 
yban  de  parte  de  aquellos  señores,  por- 
cino ellos  no  podían  venir,  por  estar  enfer- 
mos: que  á  ellos  lesdixesse  lo  que  quería. 
Los  de  Tasealteca  dixeron  á  Cortés  (pie 


I    Omoc  regnum  diwsiim  contia  se,  dusolubilur.  (S.  Mutlieo,  cap.  XII,  vers.  2j.) 


DE  INDIAS.  MU. 


XX.MIl  CAP.  IV. 


era  hurla,  6  que.  aquellos  mensageros 
crun  hombres  «le  poca  suerlc ,  é  quo  en 
ninguna  manera  se  partiessen,  sin  que  los 
señores  de  Clairulti-cal  víniéasep  allí.  Es- 
tonces Cortés  habló  á  aquellos  meUsagO 
ros  é  dixoles  que  embaxada  de  tan  alto 
Principe,  como  el  Rey  de  Castilla,  no  so 
ovia  de  dar  á  tales  personas  como  ellos, 
6  que  aun  sus  señores  eran  poco  para  la 
oyr;  é  que  se  fuessen,  é  que  dentro  de 
tres  dias  paresciessen  ante  él  á  dar  la  obe- 
diencia al  poderoso  Re]  de  Castilla,  é  a 

ofresc'Tse  por  sus  vassillos,  con  apercebi- 
mienlo  que  aquel  término  passado,  yria 
6obrcllos  é  los  destruyria,  comoá  rebeldes 
6  desleales.  Y  envióles  con  sus  niesmos 
mensajeros  un  mandamiento  firmado  do 
6U  nombre,  é  de  un  escribano,  con  rela- 
ción larga  de  la  Iteal  persona  del  bey, 
nuestro  señor,  é  do  su  venilla  de  Cortés 
a  estas  partes,  diciéndoles  cómo  todas 
aquellas  provincias  é  otras  muchas  tierras 
6  señoríos  son  de  la  Corona  real  de  Cas- 
tilla: é  que  los  que  quísiessen  obedescer 
ú  Su  Alteca ,  como  sus  vassallos,  serian 
bien  tractados  ó  honrados  é  favorescidos, 
é  por  el  contrario  haciéndolo,  serian  muy 
bien  castigados,  como  desobedientes  y 
enemigos,  pero  aunque  estas  cosas  in 
scriplis  era  como  hablar  con  las  paredes, 
6  quedos  ni  saben  qué  cosa  es  letra,  ad- 
mirados, é  no  dexaodo  de  Bospecüar  que, 
fuessen  protestaciones  para  la  rutina  guer- 
ra, temiendo  della,  otro  ilia  vinieron  al- 
guno-; señores  de  ai|ije|la  eilnl.nl.  n  quas- 

si  todos ,  6  no  tan  bien  informados  do 
aquel  mandamiento,  pues  no  sainan  leer 
ni  lo  entendían  ,  como  armados  de  su  cau- 
telosa é  fingida  embaxada  ;  é  dixeron  que 
si  no  avian  venido  antes,  era  la  causa  por- 
que los  de  aquella  provincia,  donde  Corles 
estaba  de  Tascalteca,  eran  sus  enemigos, 
6  no  osaban  entrar  por  su  tierra,  porque 
no  pensaban  venir  seguros;  é  que  bien 
creian  que  le  avrian  dicho  alguna  cosa  de- 
dos en  su  perjuicio ,  6  que  no  les  díesse 


crédito,  que  las  decían  como  enemigos,  é 
no  porque  fuesse  assi ;  é  que.  se  fuesse  ó 
su  cibdad,  donde  conoscería  ser  falsedad 
lo  que  le  avian  dicho  sus  adversarios,  é 
verdad  lo  quedos  le  decían  é  certificaban; 
é  que  desde  estonces  se  daban  é  ofres- 
cían  con  su  república  por  vassallos  del 
Rey  de  Castilla,  é  lo  serian  para  siempre, 
é  lo  servirían  é  contribuirían  en  todas  las 
cosas,  que  de  parte  de  Su  Alteca  se  les 
mandasse.  E  assi  lo  hico  assentar  Cortés 
a  un  escribano,  por  interpretación  de  las 
lenguas  que  tenia. 

Fecha  esta  diligencia,  determinó  toda- 
vía de  yr  con  aquellos  embajadores  a  su 
cibdad,  assi  por  no  mostrar  flaquera,  co- 
mo |H)i  que  desde  allí  pensaba  hacer  sus 
n  igocips  con  Montecuma,  cuya  tierra  allí 
confinaba;  é  allí  usaban  venir  los  suyos  é 
los  de  allí  yr  allá ,  porque  en  el  camino  no 
avia  impedimento.  Pues  cómo  los  de  Tas- 
calteca vieron  su  determinación,  pessóles 
mucho,  é  dixéronle  muchas  veces  á  Cor- 
lé- que  erraba  en  lo  que  hacia  ;.  pero  quo  . 
pues  ellos  se  avian  dado  por  vassallos  del 
Rey  de  Castilla,  é  por  amigosde  los  chrips- 

tiaoos,  que  querían  yf  conél  á  ayudarla  en 
todo  lo  que  se  ofresciesse,  con  la  lealtad, 
la  voluntad  é  obra  quél  vería,  y  el  tiem- 
po le  enseñaría.  E  puesto  que  Cortés- de- 
cía que  no  traba xassen  on  eslo,  é  que  hol- 
gassen  en  sus  casas,  é  les  rogó  que  DO 
fuessen,  diciéndoles  que  no  avia  nescessi- 
dad,  tOdavtá  le  siguieron  cicnl  mili  hom- 
bres ó  más,  bien  aderescados  é  á  punlode 
guerra,  é  fueron  con  él  hasta  dos  leguas 
fuera  de  la  cibdad;  é  desdo  allí,  por  mu- 
cha importunidad  del  general,  se  torna- 
ron, aunque  todavía  quedaron  en  su  com- 
pañía hasta  seys  mili  hombres  dedos.  E 
assi  cómo  los  demás  se  tornaron,  ordenó 
el  general  sus -esquadras  de  los  españoles 
é  por  sí  las  de  los  amigos ,  y  en  mucho 
concierto  é  orden  caminó,  é  fué  aquel  dia 
á  sentar  su  real  á  por  de  un  arroyo  á  las 
dos  leguas,  por  despedir  la  gente,  como' 


27G 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


es  dicho,  6  que  la  cibdad  a  donde  yba  no 
se  escandaligasse ,  6  porque  no  quiso  en- 
trar sobre  tarde  en  ella. 

Otro  dia  por  la  mañana  salieron  de  la 
cibdad  al  camino  á  le  rescibir  con  muchas 
trompetas  é  atabales,  é  muchas  personas 
de  las  que  aquellas  gentes  tienen  por  re- 
ligiosos en  sus  condenados  templos  é  mez- 
quitas, vestidos  de  las  vestiduras  que 
usan,  ó  cantando  á  su  manera,  como  lo 
acostumbran  en  sus  casas  de  oración,  con 
unas  voces  desentonadas  é  mal  avenidas 
é  diferenciadas:  é  con  esta  solemnidad 
fueron  hasta  entrar  en  la  cibdad,  é  me- 
tieron al  general  é  á  los  españoles  en  un 
apossento  muy  bueno ,  donde  muy  larga- 
mente é  á  su  contentamiento  cabían;  é  allí 
les  llevaron  de  comer  (aunque  no  muy 
complidamente).  Y  en  el  camino  avian  to- 
pado muchas  señales  do  las  que  los  de  la 
provincia  de  Tascalteca  avian  dicho,  por- 
que hallaron  el  camino  cerrado  é  fecho 
otro,  é  algunos  hoyos  é  algunas  calles  gor- 
radas ,  é  muchas  piedras  en  todas  las  ago- 
teas,  como  gente  que  estaba  apercibida 
para  mal  hacer;  é  a  esta  causa  los  chrips- 
tianos  estuvieron  sobre  aviso  é  á  recab- 
do.  É  allí  halló  Cortés  giertos  mensageros 
de  Monteguma,  que  yban  á  hablar  con  los 
que  con  61  estaban  desde  primero ,  é  á  él 
no  le  dixeron  cosa  alguna  más  de  que 
yban  á  saber  de  aquellos  lo  que  con  Cor- 
tés estaba  hecho  é  congertado.para  lo  yr 
á  degir  á  su  señor;  é  assi  se  fueron,  des- 
pués de  los  aver  hablado  ellos ,  y  aun  el 
uno  de  los  que  antes  con  Cortés  estaba, 
y  el  mas  principal.  Y  en  tres  dias  prove- 
yeron los  de  la  cibdad  muy  mal  á  los  es- 
pañoles de  comer  é  de  lo  demás ,  ó  cada 
dia  á  peor ,  6  muy  pocas  reges  le  yban 
á  ver  ni  hablar  los  señores  é  personas 
principales.  E  estando  assi  sospechoso 
Cortés,  una  india  de  aquella  tierra  dixo  á 
otra  que  llevaba  Cortés  por  lengua  (que 
era  natural  de  alli  é  la  avia  ávido  en  Cbam- 
poton  en  el  rio  Grande,  como  se  dixo  en 


el  capítulo  I)  que  muy  gerquíta  de  allí  es- 
taba mucha  gente  junta  de  Monteguma,  é 
que  los  de  la  cibdad  tenían  fuera  sus  mu- 
geres  é  hijos  é  toda  su  ropa ,  é  que  avian 
de  dar  sobre  los  chripstianos-  é  matarlos 
á  todos ;  é  que  si  ella  se  quería  salvar  é 
no  morir,  se  fuesse  con  la  que  esto  le 
degia :  quella  la  guaresgeria  é  pornia  en 
salvo. 

Esta  india  de  Cortés  dixo  lo  ques  di- 
cho a  aquel  Hicrónimo  de  Aguilar ,  len- 
gua que  se  avia  ávido  en  Yucatán ,  como 
la  historia  lo  ha  contado;  y  el  Aguilar  dió 
notigia  desto  á  Cortés ,  el  qual  tomó  á  uno 
de  los  indios  de  la  cibdad  aparle  é  inter- 
rogóle ,  é  aprobó  é  confessó  ser  verdad 
todo  lo  que  la  india  avia  dicho,  é  aun  lo 
que  de  Tascalteca  avian  avisado  antes.  É 
assi  por  esto  como  por  las  señales  é  indi- 
cios que  para  ello  avia ,  acordó  Cortés  de 
hager  llamar  á  algunos  de  los  señores  de 
la  cibdad ,  diciendo  que  los  quería  hablar, 
é  metiólos  en  una  sala ,  é  tuvo  su  gente 
apergebida,  é  mandó  que  en  soltando  una 
*  escopeta  ,  quél  mandaría  tirar  quando 
tiempo  fuesse ,  diessen  en  mucha  cantidad 
de  indios  que  avia  junto  á  su  apossento, 
y  en  muchós  que  avia  dentro  en  él.  É  lue- 
go cabalgó  c  higo  soltar  la  escopeta ,  é 
dieron  en  los  indios  de  tal  manera,  que 
en  espagio  de  dos  horas  mataron  mas  de 
tres  mili  dellos,  aunque  estaban  tan  aper- 
gebidos  que  antes  que  Cortés  saliesse  de 
su  apossento,  le  tenían  todas  las  calles  to- 
madas é  toda  la  gente  á  punto ,  puesto  que 
como  los  tomaron  de  sobresalto  fueron 
con  facilidad  desbaratados,  mayormente 
que  les  fallaban  los  caudillos,  porque  es- 
taban pressos.  E  púsose  fuego  á  algunas 
torres  é  casas  fuertes,  desde  donde  los 
indios  se  defendían  é  ofendían;  é  assi  an- 
duvo el  general  é  su  gente  por  la  cibdad 
peleando  (dexando  buen  recabdo  en  su 
apossento,  que  era  bien  fuerte)  por  es- 
pagio de  cinco  horas ,  hasta  que  echó  fue- 
ra della  los  vecinos  por  muchas  partes> 


DE  INDIAS  LIB. 

porque  le  ayudaban  muy  bien  cinco  ó  seys 
mili  indios  de  Tasealteca,  6  oíros  quutro- 
cientos  de  Ccnipual ,  sus  amigos. 

Avida  esta  viloria ,  volvió  Cortés  al 
apossenlo,  é  habló  con  aquellos  señores 
que  tenia  pressos,  é  preguntóles  que  por 
qué  causa  le  querían  matar  á  Iraycion  a 
61  é  á  los  cliripslianos ;  ó  respondieron 
quellos  no  tenían  la  culpa,  que  los  de  Cu- 
lua  (que  son  los  vassallos  de  Montecuma) 
los  avian  puesto  en  ello,  é  que)  dicho 
Montecuma  tenia  alli  en  tal  parte  (que 
Begund  después  paresció  seria  legua  y 
media)  cínquenta  mili  hombres  en  guar- 
niciones para  lo  hacer;  pero  que  ya  co- 
DOsejan  cómo  avian  seydo  engañados,  ó 
que  soltasse  uno  ó  dosdellos,  é  que  harían 
recoger  toda  la  cibdad,  é  traerían  á  ella 
todas  las  mugeres  é  sus  hijos  é  ropa  que 
tañían  fuera,  é  que  de  ahí  adelante  nadie 
los  engañaría,  é  serian  muy  ciertos  é  lea- 
les vassallos  del  Rey  de  Castilla ,  é  muy 
verdaderos  amigos  de  Cortés  é  de  los  es- 
pañoles. Después  que  Cortés  los  oyó,  dí- 
xolcs  muchas  cosas  cerca  de  su  yerro, 
animándolos  y  exhortándolos  á  la  paz,  6 
soltó  dosdellos,  como  lo  pidieron;  é  luego 
otro  día  siguiente  estaba  toda  la  cibdad 
poblada  é  llena  de  mugeres  é  niños,  tan 
seguros  como  si  cosa  alguna  de  lo  passa- 
do  no  oviera  acaescido.  E  luego  el  gene- 
ral soltó  lodos  los  principales  señores,  que 
tenia  pressos,  é  prometieron  servir,  como 
buenos  é  leales  vassallos,  al  Emperador 
Rey  de  Castilla,  nuestro  señor,  é  á  su 
corona  real  de  Castilla  é  de  León  ó  sus 
subcessores  perpétua  é  inviolablemente. 
É  eneúntinente  apartaron  é  quitaron  todos 
los  cuerpos  muertos  donde  no  parescies- 
sen;  y  en  quince  ó  veinte  dias  que  allí  se 
detuvo  el  general,  quedó  la  cibdad  é  tier- 
ra tan  pacifica  é  poblada ,  que  parescia 
que  no  faltaba  nadie  dclla,  é  sus  merca- 
dos é  tractos  por  la  cibdad  como  antes 
los  solían  tener.  E  hico  el  general  que  los 
desla  cibdad  de  Churultecal  é  los  de  Tas- 


XXXIII.  CAP.  IV.  277 

calteca  fuessen  amigos,  porque  lo  solian 
ser  antes,  é  muy  poco  tiempo  avia  que 
Montea-urna  con  dádivas  los  avia  traydo  á 
su  amistad  é  los  avia  fecho  enemigos  de 
essotros. 

Esta  cibdad  de  Churultecal  está  assen- 
tada  en  un  llano,  é  tiene  hasta  veynte 
mili  casas  dentro  del  cuerpo  de  la  cib- 
dad ,  é  tiene  de  ai  rábales  otras  (antas. 
\'.<  señorío  por  sí,  é  tiene  sus  términos 
conoscidos ,  é  no  obedescen  á  señor  al- 
guno: gobiérnanse  por  comunidad  ,  co- 
mo los  de  Tascalleca.  Los  honrados  cib- 
dadanos  della  todos  traen  albornoces  en- 
cima de  la  otra  ropa  ,  aunque  son  diferen- 
ciados de  los  de  Africa,  porque  tienen 
maneras;  pero  en  la  hechura  ó  rapacejos 
pendientes  son  muy  semejantes. 

Después  del  (ranee  ques  dicho,  é  aver 
assentado  la  paz,  fueron  estos  indios 
constantes  en  ella,.  Y  es  la  tierra  de  aque- 
lla cibdad  muy  fértil  é  mucha,  é  riégase 
la  mayor  parte  della.  De.cia  Hernando 
Cortés  en  Buscarlas  que  es  aquella  cibdad 
por  de  fuera        herniosa  que  todas  las 
de  España,  poique  es  muy  torreada  é  lla- 
na. Pero  yo  diría  que  la  cibdad,  que  ha 
dé  parescer  bien  desde  fuera,  no  ha  de 
ser  llana,  sino  encumbrada  é  assentada 
en  ladera .  assi  como  Granada,  Toledo, 
Cuenca  é  otras,  que  por  no  ser  llanas, son 
muj  hermosas,  viéndolas  desde  fuera:  é 
burgos  es  a--uuesmo  hermosa  población 
por  no  ser  llana  ,  é  de  día  parescen  muy 
bien  desde  |e\os,  6  de  noche  por  consi- 
guiente, porque  como  las  casas  están  mas 
altas  unas  que  otras,  vense  muchas  lum- 
bres á  prima  noche ,  y  es  muy  hermosa  la 
vista  de  tales  poblaciones.  Las  que  están 
en  llano  se  han  de  mirar,  no  desde  fuera, 
como  Cortés  dice,  sino  desde  alguna  tor- 
re alta,  para  que  bien  parezcan,  assi  como 
Gante  en  Flandes,  é  Milán  en  Lombardia, 
é  Sevilla  en  España ,  é  otras  que  están  as- 
sentadas  en  lo  llano. 

Tornando  á  nuestra  historia,  aquellas 


278 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


muchas  torres  de  Churultecal  son  mezqui- 
tas, templos  é  casas  de  oración,  que  los 
indios  tienen  para  sus  ydolatrías  é  ritos, 
de  las  quales  Cortés  escribió  que  desde 
encima  de  una  dolías  contó  mas  de  qua- 
trocientas  torres :  de  manera  quél  confies- 
sa  lo  que  he  dicho ,  y  en  la  hermosura 
que  dice  se  ha  de  ver  como  yo  digo.  E 
también  dice  su  carta  que  era  población 
mas  al  propóssito  para  vivir  españoles  de 
las  que  hasta  estonces  avia  visto  en  aque- 
lla tierra,  á  causa  de  los  valdios  é  aguas 
para  criar  ganados ,  lo  qual  faltaba  á  las 
que  hasta  estonces  él  avia  visto  en  la  Nue- 
va España,  por  ser  tanta  la  moltitud  de 


la  gente,  que  habitaba  en  aquellas  partes 
que  no  dexan  palmo  de  tierra  por  labrar: 
é  aun  con  todo  esso  en  muchas  partes  pa- 
descen  nescessidad,  por  falta  de  pan,  é 
hay  mucha  gente  pobre,  que  piden  limos- 
na é  van  mendigando  .entre  los  ricos  por 
las  calles,  c  por  las  casas,  é  mercados,  é 
placas,  como  en  España  é  otros  reinos, 
donde  hay  gente  de  racon ,  é  se  compa- 
descen,  é  ayudan  á  los  mendicantes.  Por 
esso  tal  dice  el  Florentino  que  todo  el 
mundo  es  hecho  como  nuestra  casa:  «Tu- 
to il  mondo  é  fado  como  la  casa  riostra.» 
Passenios  a  lo  demás. 


CAPITULO  V. 

Cómo  el  capitán  general  Hernando  Corles  se  partió  de  Churultecal  con  determinación  de  ver  á  Montecuma 
é  la  gran  cibdad  de  Temistilan  ;  é  lo  que  passó  con  los  embaxadores  de  Montecuma  *;  e'  de  lo  que  en  este 
camino  le  intervino;  ¿  cómo  se  vido  con  Monleruma  en  aquella  su  gran  cibdad;  é  de  la  trayeion,  que  contra 
los  españoles  se  tracto  por  un  principal  señor ,  llamado  Qualpopbca ,  vassallo  de  Montecuma ,  é  otras  cosas 

anexas  al  discurso  de  la  historia. 


1  assado  lo  ques  dicho  en  el  capitulo  pre- 
cedente ,  habló  el  general  á  aquellos  em- 
bajadores de  Monteguma ,  que  con  él  es- 
taban, é  díxoles  acerca  de  aquella  tray- 
eion que  se  le  avia  querido  hacer,  có- 
mo los  señores  de  aquella  cibdad  de 
Churultecal  afirmaban;  que  por  conse- 
jo de  Montecuma  se  avia  hecho,  é  que 
no  le  parescia  era  acto  de  tan  grand  se- 
ñor enviarle  sus  mensageros  é  personas 
tan  honradas,  con  quien  le  avia  enviado 
a  decir  que  era  su  amigo,  é  por  olí  a  parle 
buscar  maneras  de  le  ofender  con  mano 
agena ,  para  se  excusar  él  de  culpa ,  si 
el  caso  no  subcediesse  á  su  propóssito. 
E  que  pues  assi  era  que  no  guardaba  su 
palabra  é  verdad,  que  Cortés  mudaría 
también  su  acuerdo ,  é  assi  como  yba  con 
voluntad  de  le  ver  é  hablar  é  tener  por 


amigo ,  é  á  tener  con  él  mucha  conversa- 
ción é  paz_,  de  allí  adelante  quería  entrar 
por  su  tierra  de  guerra ,  é  hacerle  todo  el 
daño  que  pudiesse,  como  á  enemigo;  é  que 
áél  le  pessaba  dello  mucho,  porque  más  lo 
quisiera  como  aniigo  é  tomar  su  pareseer 
é  consejo  siempre. en  las  cosas  que  en 
aquella  tierra  oviesse  de  bacer.  Los  em- . 
baxadores  respondieron  quellos  avian  es- 
tado muchos  dias  en  su  compañía  de  Cor- 
tés, é  que  no  sabían  nada  de  aquel  con- 
cierto más  de  lo  que  allí  en  aquella  cib- 
dad supieron  después  que  aquello  se 
ofresció;  é  que  no  podían  creer  que  por 
consejo  ni  mandado  de  su  señor  Monte- 
goma  se  hiciesse;  y  que  le  rogaban  que 
antes  que  se  determinasse  de  perder  su 
amistad  é  hacerla  guerra,  como  decía,  se 
informasse  bien  de  la  verdad,  é  que  dies- 


*  Aquí  suprimió  Oviedo  estas  cláusulas  :  <«!  del 
prcsscnlc  que  le  envió ,  6  de  la  sierra  de  G'uaxo- 
(,iii0o,  de  la  qual  bale  humo,  assi  como  en  el  mon- 


te de  la  isla  de  Volcano  ,  cerca  de  la  isla  de  Secilia 
ó  en  el  famoso  monte  Élna,  que  por  otro  nombre 

llaman  Mungibui»,  cíe. 


DE  INDIAS.  LID. 

so  licencia  á  uno  deHfe  para- y r  á  le  lia- 
Mar:  quel  (juo  ftiesse,  tornaría  iuuy  presto. 

Hay  desde.  Churultecal  hasta  donde 
Monlecuma  estaba  é  residía  rayate  leguas. 

El  general  le  respondió  que  le  placía, 
é  dexó  yr  al  uno  de  los  embaladores,  6 
desde  á  seys  dias  tornó  aquel  mesmo  ó 
piro  que  primero  se  avia  ydo,  é  truxeron 
diez  platos  de  oro  é  mili  é  quinientas  pie- 
ras  de  ropa  muy  hermosa  de  camisetas, 
é  mantas  de  diverssas  colores  é  maneras, 
lajjradas.  de  algodón  é  de  pluma,  á  al- 
gunas dellas  era  COOT  mucho  de  ver;  ó 
juntamente  con  esto  mucha  provisión  de 
gallinas  é  [lanicacap,  que-  cierto  hrevage 
(|ue  los  indios  liehen  ;  é  pressenláronlo  al 
capitán  general  Hernando  Cortés.  E  div- 
ronle  que  á  Monleruuia  le  avia  pessado 
mucho  de  aquel  desconcierto,  que  en  Chu- 
rnltecal  SS  quiso  hacer,  porque  Cortés  no 
creería  ya  sino  que  avia  seydo  por  conse- 
jo é  mandadu  de  Monteciima,  é  (piel  le 
baria  cierto  que  DO  era  as-i.  E  que  la  gen- 
te que  allí  estaba  en  guarnición,  era  ver- 
dad que  era  suya:  pero  qucllos  se  avian 
movido  sin  los  aver-el  mandado,  por  in- 
ducimiento de  los  de  Churultecal .  porque 
eran  de  dos  provincias  suyas,  que  se  lla- 
man Acancisgo  la  una  é  la  otra  I/cucan,  (jue 
confinan  con  la  tierra  de  aquella  cibdad 
de  Churultecal,  é  (pie  entrellos  tienen 
ciertas  aliancas  de  vecindad, para  se  ayu- 
dar los  unos  á  los  otros,  é  desla  manera 
avian  ydo  allí,  é  no  por  su  mandado.  Pe- 
ro que  adelante  Corles  veria  en  sus  obras 
si  era  verdad  lo  que  Monteciima  le  avia 
enviado  á  decir  ó  no:  c  que  todavía  le 
rogaba  (pie  no  curasse  de  yr  a  su  tierra, 
porque  era  estéril  é  padesceria  nescessi- 
dad ;  é  (pie  donde  quiera  que  Cortés  es- 
tu\  iesse,  leenviasse  á  pedir  lo  que  qüisies- 
se  e  qué!  se  lo  enviaría  complidamente. 
A  esto  replipó  Corles  ([iie  la  yda  á  su  tier- 
ra no  si-  podía  excusar,  porque  avia  de 
enviar  dolía  y  dél  relación  al  Rey  de  Es- 
daña  ,  su  señor ,  é  que  Corles  creia  lo  que 


XXXDI.  CAP.  V.  270 

le  enviaba  a  decir:  por  tanto,  que  pues 
no  avia  de  dexár  de  llegar  a  verle,  quél 
lo  oviesse  por  bien  é .  no  se  pusiesse  en 
otra  cosa ,  porque  seria  muclw  daño  suyo, 
é  á  Cortés  le  pessaria  de  qualquiera  enojo 
que  le  yiniesse. 

Desque  Monteciima  vido  quel  general 
se  pensaba  de  passar  adelante,  é  que  no 
se  podia  excusar,  envióle  á  decir  (pie 
fuesse  en  hora  buena,  quél  le  esperaba 
en  aquella  grand  cibdad  donde  estaba.  Y 
envióle  muchos  de  los  suyos  para  (pie 
fuessen  con  él,  porque  ya  entraba  Cortés 
por  su  tierra  :  los  quales,  llegados  á  él, 
é  con  mucha  demostración  de  se  holgar 
de  su  venida .  le  querían  encaminar  por 
cierto  camino,  donde  se  sospechó  que  los 
indios  debían  tener  algún  convierto  ó  ce- 
lada para  ofender  á  los  chripslianos ,  co- 
mo después  paresció  por  lo  (pie  se  vido, 
pues  muchos  de  los  españoles  (pie  Cortés 
enviaba  por  la  tierra,  hallaron  en  el  ca- 
mino tantos  pílenles  e  malos  passos,  (pie 
si  por  allí  fueran,  fácilmente  pudieran  los 
indios  executar  su  mal  propóssilo.  E  qui- 
so Dios  mostrar  otro  camino,  aunque  algo 
áspero,  pero  no  tan  malo  é  peligroso  co- 
mo aquel,  por  donde  los  indios  (pusieran 
lle\  ar  á  Cortes  é  su  gente ;  é  fué  desta  ma- 
nera. A  ocho  leguas  de  la  cibdad  de  Chu- 
rultecal están  dos  sierras  muy  altas,  que 
en  lin  de  agosto  tienen  tanta  nieve  .  que 
otra  cosa  de  lo  alto  dolías  no  paresco  si- 
no nieve;  é  de  la  una ,  ques  mas  alta,  sa- 
le muchas  veces,  assi  de  día  como  de  no- 
che,  tan  grand  bulto  de  humo  como  una 
grand  casa,  é  sale  sobre  la  cumbre  de  la 
sierra  hasta  las  nubes,  tan  derecho  como 
una  saeta ,  ó  con  tanta  fuerca ,  que  aun- 
que en  lo  alto  de  la  sierra  anda  siempre 
muy  recio  tiempo  de  viento,  no  puede 
torcer  ni  desparcir  aquel  humo.  É  dcs- 
scando  Cortés  entender  mejor  la  causa  de 
esto ,'  mandó  á  diez  hombres ,  los  que  le 
paresció  (pie  serian  mas  hábiles  de  los  es- 
pañoles que  llevaba ,  para  que  con  mucha 


280 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


diligencia  subiessen  á  ¡a  sierra ,  6  con  to- 
da atención  supiesscn  aquel  secreto  de 
humo  é  de  dónele  procedía:  los  qualcs 
fueron  é  (rabaxaron  quanto  les  fué  posi- 
ble por  subir ,  é  no  llegaron  a  lo  alto  á 
causa  de  la  mucha  nieve  que  en  aquella 
sierra  hay,  con  muchos  torbellinos  que,  de 
la  cenica  que  de  allí  sale,  andan  por  la 
sierra ,  c  también  porque  no  pudieron  su- 
frir la  grand  frialdad  que  arriba  hacia. 
Pero  llegaron  bien  cerca  de  lo  alto,  tanto 
que  estando  arriba,  comencé  á  salir  aquel 
humo,  é  con  tanto  é  poderoso  ímpetu  é 
roydo,  que  parescia  que  toda  la  tierra  é 
sierra  se  caia,  oydo. 

É  assi ,  se  abasaron  é  truxeron  mu- 
cha nieve  é  carámbalos ,  para  que  los 
viesse  el  capitán  general  é  todos  los  de- 
más :  á  los  quales  paresció  cosa  muy  nue- 
va ,  porque  algunos  pilotos  que  allí  se  ha- 
llaron ,  decían  que  aquella  tierra  está  en 
veynte  grados  de  la  línia  equinocial  á  es- 
ta parte ,  ó  assi  lo  escribié  Cortés  á  Cés- 
sar.  É  á  mi  parescer  Cortés  é  sus  pilotos 
se  engañaban  en  essa  medida  ó  gradua- 
ción ,  porque  pues  Churultecal  está  de 
Temistitan  veynte  leguas,  á  mí  me  es- 
cribió el  muy  reverendo  señor  obispo 
desta  nuestra  cibdad  de  Sancto  Domin- 
go, don  Sebastian  Ramírez  de  Fuenleal 
(que  después  fué  obispo  de  León,  en  el 
tiempo  que  fué  Presidente  de  la  Nueva 
España,  é  desde  México,  donde  algu- 
nos años  residió)  que  aquella  cibdad  está 
en  veynte  grados:  assi  que  no  está  en  los 
mesmos  la  sierra  de  Guaxocingo.  Pero 
por  no  interrumpir  la  materia ,  diré  ade- 
lante á  la  letra  lo  que  del  assienlo  de  Mé- 
xico el  perlado  que  he  dicho  alcancé :  é 
volvamos  á  nuestra  historia. 

Yendo  aquellos  compañeros  que  he  di- 
cho á  ver  aquella  sierra,  toparon  un  ca- 
mino, é  preguntaron  á  los  naturales  de  la 
tierra,  que  yban con  ellos,  que  para  dónde 
yba,  6  dixéronles  que  para  Culua,  é  que 
aquel  era  buen  camino,  éqnel  otro  por 


donde  los  querían  llevar  los  de  Culua,  no 
era  bueno.  É  aquellos  españoles  fueron 
por  él  hasta  encumbrar  y  estar  entre  la 
una  é  la  otra  sierra  ,  c  descubrieron  los 
llanos  de  Culua  é  la  grand  cibdad  de  Te- 
mistitan ,  alias  México ,  é  las  lagunas  que 
hay  en  aquella  provincia ,  de  que  adelan- 
te será  hecha  mención,  é  volvieron  muy 
alegres  por  aver  descubierto  tan  buen  ca- 
mino. É  informado  Cortés  dellos  é  de  los 
naturales  de  la  tierra ,  habló  á  los  emba- 
xadores  do  Montcguma ,  que  con  él  yban 
para  le  guiar  á  su  tierra,  é  díxoles  que 
queria  yr  por  aquel  camino  é  no  por  el 
quellos  le  decían,  porque  era  mas  corto; 
y  ellos  respondieron  que  assi  era  la  ver- 
dad, que  más  breve  é  llano  camino  era; 
é  que  la  causa  por  qué  por  allá  no  le  en- 
caminaban, era  porque  avian  de  passar 
una  jornada  por  tierra  de  Guaxocingo, 
que  eran  sus  enemigos,  é  que.  por  allá  no 
tenian  las  cosas  nescessarias,  como  por  la 
tierra  de  Montecuma;  é  que  pues  él  que- 
ria yr  por  donde  decia ,  quellos  provee- 
rían cómo  por  la  otra  parte  saliesse  bas- 
timento al  camino.  E  assi  se  partieron  con 
harto  temor  de  que  aquellos  quisiessen 
perseverar  en  querer  hacer  alguna  burla 
á  los  españoles;  mas  como  ya  avian  pu- 
blicado ser  allá  su  camino ,  ni  parescicra 
bien  dexarlo,  ni  tornar  atrás,  porque  no 
pensassen  los  indios  que  por  falta  de  áni- 
mo se  dexaba. 

El  dia  que  Cortés  se  partió  con  su  gen- 
te de  la  cibdad  de  Churultecal,  fué  qua- 
tro  leguas  con  su  exército  hasta  unas  al- 
deas de  la  cibdad  de  Guaxocingo,  ó  de 
los  naturales  fué  bien  rescibido,  é  le  die- 
ron algunas  esclavas  é  ropa  é  algunas 
piceas  de  oro,  aunque  era  poco;  porque 
no  lo  tenian,  á  causa  que  son  de  la  liga 
é  parcialidad  de  los  de  Tascalteca,  é  por 
tenerlos  Montecuma  cercados  con  su  tier- 
ra :  de  tal  manera  que  con  ningunas  pro- 
vincias tienen  contraclacion  más  de  en  su 
liena  ,  é  por  esto  vivían  pobremente. 


I)F.  INDIAS.  LID. 

Otro  dia  siguicnto  subieron  al  puerto 
por  entre  lasdos  sienas  ques  dicho,  é  á  la 
Laxada  del ,  ya  que  la  tierra  de  Montecu- 
ma  descubrían  por  uua  provincia  della, 
que  >c  diré  Chairo,  do-  leguas  antes  que 
llcgassen  á  las  poblaciones,  hallaron  un 
muy  buen  apossento  nuevamente  hecho, 
tíil  é  tan  grande,  que  muy  holgada  e  .lu- 
chamente lodos  los  españoles  se  apossen- 
taron  en  el ,  aunque  y  han  en  su  compañía 
mas  de  quatro  mili  hombres  de  los  natura- 
les del*  provincias  de  Tasealtera.Cuaxo- 
cingo,  Churultecal  0  Ceinpual.é  para  lodos 
mii\  complidainente  de.  eoiner:  y  en  todas 
la- po--adas  niiiv  grande- fuegos  e  mucha 
leña,  porque  hace  allí  mucho  frió  por  la 
vecindad  de  aquellas  dos  sierras,  y  en 
ambas  avia  mucha  nieve. 

Allí  fueron  á  hablar  al  general  ciertas 
personas  que  parescian  principales,  entre 
los  (piales  avia  uno  que  decian  ser  her- 
mano de  Montecuma,  é  pressentaron  á 
Oírles  hasta  quatro  mili  pessos  de  oro; 
é  dlxéronle  de  su  parlé  que  Monlccuma, 
su  señor,  le  pressentaba  aquéllo',  e  le  ro-* 
gaba  que  se  tornas-e  é  no  curasse  de  yr 
ñ  su  cibdad,  porque  era  tierra  muy  pobre 
de  comida,  ó  que  para  yr  allá,  avia  mal 
camino,  é  que  estaba  todo  en  agua,  Ó 
que  no  podría  entrar  á  ella  sino  en  canoas; 
6  otros  muchos  inronvinienles  para  la  y  da 
le  pusieron.  Juntamente  con  esto  le  dixe- 
ron  que  viesse  lo  (pie  Monlccuma ,  su  se- 
ñor ,  podía  hacer ,  que  todo  se  le  manda- 
ría dar ;  é  que  demás  desso  se  .ordenaría 
de  darle  en  cada  un  año  gierla  cantidad, 
é  se  lo  llevarían  hasta  la  mar  é  donde  él 
quisiesse.  El  general  los  rescjbió  muy 
bien,  6  les  dió  algunas  cosas  de  las  de 
España ,  que  los  indios  tenían  en  mucho 
y  en  Castilla  valen  pocos  dineros ,  y  en 
especial  al  que  decían  ser  hermano  de 
Montecuma.  É  quanto  á  su  embaxada  res- 
pondió, que  si  en  su  mano  fuera  volverse, 
quél  lo  hiriera  por  complacer  á  Montegu- 
ma ;  pero  quél  avia  vdo  á  aquella  tierra 
TOMO  III. 


XX XIII.  CAP.  V.  281 

por  mandado  del  Rey  do  Castilla,  su  se- 
ñor, é  que  la  principal  cosa  que  le  avia 
mandado  era  que  le  hiciesse  relación  de 
Montcguma  ó  de  aquella  su  gran  cibdad, 
de  la  (pial  c  dél  hacia  mucho  tiempo  (pie 
la  Cessárea  Magestad  tenia  noticia;  6  que 
le  dixessen  de  parte  de  Cortés  que  le  ro- 
gaba (pie  toviesse  por  bien  su  yda  á  verle, 
porque  della  á  su  persona  ni  a  su  tierra 
ningún  daño  se  le  seguiría:  antes  le  se- 
ria muy  provechosa  su  vista  é  amistad.  E 
que  después  que  se  viessen,  si  su  volun- 
tad fuesse  todavía  de  no  le  tener  en  su 
compañía,  quél  se  volvería,  é  que  mejor 
darían  enlrellos  dos  la  órden  6  manera 
que  se  debía  tener  en  el  servicio  de  la 
Cessárea  Magestad  que  por  terceras  per- 
sonas (puesto  que  sus  embajadores  eran 
tales  que  se  les  debía  dar  entero  crédito). 
Con  esta  respuesta  so  tornaron  los  emba- 
xadores  ques  dicho. 

Km  aquel  apossento,  según  las  aparien- 
cias y  el  aparejo  que  en  él  avia ,  los  in- 
dios tuv  ieron  pensamiento  que  aquella  no- 
che podrían  ofender  á  los  chripstiános',  y 
el  general  hi<;o  hacer  tan  buena  vela  ó 
recabdo,  que  los  adversarios  mudaron  de 
consejo,  é  muy  secretamente  hicieron  yr 
aquella  noche  mucha  gente ,  que  en  los 
montes  estaba  junto  al  apossento  apareja- 
da para  hacer  quanto  mal  pudiessen  :  la 
qual  gente  vieron  muchas  velas  y  escu- 
chas de  los  chripstiános.  Como  fué  de  dia, 
se  partió  Cortés,  caminando  con  buen  con- 
cierto, é  á  dos  leguas  llegó  á  un  pueblo 
que  se  llama  Amaqueruca ,  ques  de  la  pro- 
vincia deChalco,  que  terriá  en  la  principal 
población,  con  las  aldeas  que  hay  en  tor- 
no dél  á  dos  leguas,  vcynte  mili  vecinos;  y 
en  aquel  pueblo  principal  se  apossentaron 
en  unas  casas  del  señor  del  lugar,  é  mu- 
chas personas  que  parescian  principales, 
fueron  á  hablar  al  general ,  é  le  dixeron 
que  Montecuma,  su  señor,  los  avia  enviado 
para  que  le  esperassen  allí  é  le  hiciessen 

proveer'de  todas  las  cosas  nescessarias. 

36 


282 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATt'RAL 


El  señor  do  aquella  provincia  é  pue- 
blo dió  á  Cortés  hasta  quarenta  escla- 
vas, ó  tres  mili  pessos  de  oro,  é  dos  dias 
que  allí  se  detuvo,  fué  el  exérgito  bien 
proveydo  de  todo  lo  ncsgcssario.  Otro 
dia,  yendo  con  Cortés  aquellos  principales 
que  de  parte  de  Montecüma  dixeron  que 
le  esperaban  allí ,  se  partió  é  fué  á  dormir 
quati'o  leguas  de  allí  á  un  pueblo  pequeño, 
que  esta  junto  á  una  grand  laguna,  é 
quassi  la  mitad  dél  sobre  el  agua  della,  é 
por  la  parte  de  la  tierra  una  sierra  muy 
áspera  de  piedras  é  peñas,  é  allí  fueron 
muy  bien  apossentados,  é  aunque  tam- 
bién quisieran  allí  probar  sus  fuercas  los 
indios  con  los  españoles,  mas  quisieran 
bagerlo  á  su  salvo  é  de  noche,  é  tomarlos 
descuydados.  Mas  cómo  yban  sobre  avi- 
so,  y  el  general  era  tan  apercebido  que 
siempre  se  hallaba  adelante  de  sus  pensa- 
mientos, tuvo  tal  guarda,  que  las  espias 
que  venían  por  el  agua  é  canoas,  é  tam- 
bién otras  que  baxaban  por  la  sierra  á 
ver  si  avia  aparejo  para  executar  su  vo- 
luntad ,  amaneseieron  aladas  quassi  veyn- 
te ,  que  las  espias  de  Cortés  avian  tomado 
é  muerto,  de  forma  que  pocas  volvieron 
a  dar  respuesta  del  aviso  que  venían  a 
tomar.  E  con  hallar  siempre  a  los  españo- 
les tan  apergebídos,  acordaron  de  mudar 
propóssito  é  llevarlos  por  bien. 

Otro  día, siguiente,  al  tiempo  quel  ge- 
neral é  su  exérgito  querían  partirse  de 
aquel  pueblo,  llegaron  hasta  diez  ó  doce 
señores  muy  principales,  y  entrellos  otro 
mayor  señor,  mungebo  de  hasta  veynte  y 
cinco  años,  al  qual  todos  los  otros  mos- 
traban  tener  mucho  acatamiento,  é  cómo 
basó  de  unas  andas  en  que  venia,  lodos 
los  otros  le  venían  limpiando  é  quitando 
las  piedras  é  pajas  del  suelo  delante  dél. 
É  llegado  ante  el  general,  le  dixeron  que 
venían  de.  parlo  de  Montecurna,  su  señor, 
é  que  los  enviaba  [tara  que  fuessen  con 
él ,  é  que  le  rogaba  que  le  perdonasse, 
porque  no  salia  su  persona  á  le  veré  res- 


gebir  por  estar  mal  dispuesto ;  pero  que 
ya  su  cibdad  estaba  cerca,  é  pues  qué  to- 
davía determinaba  de  yr  á  ella,  que  allá 
se  verían'  é  conosceria  la  buena  volun- 
tad que  tenia  al  servicio  del  grand  Rey  de 
Castilla.  Mas  que  todavía  le  rogaba  que 
allá  no  fuesse,  si  era  possíble,  porque 
padesceria  mucho  trabaxo  é  nesgessidad; 
é  qué!  tenia  mucha  vergüenca,  porque  allá 
no  le  podría  proveer  tan  complidamente, 
como  él  desseaba.  É  en  esto  ahincaron  é 
porfiaron  mucho  aquellos  señores,  tanto 
que  no  les  quedaba  por  decir  sino  que 
defenderían  el  camino,  si  todavía  porfias- 
sen  los  españoles  en  yr  adelante.  El  ge- 
neral los  sa[isfigo  é  aplacó  con  las  mejo- 
res palabras  quél  supo  decirles,  dándoles 
á  entender  que  de  su  yda  no  podia  se- 
guirse daño,  sino  mucho  provecho  á  Mon- 
tecüma é  á  sus  indios.  É  assi  los  despidió 
é  Ies  dió  algunas  cosas  de  las  de  Castilla, 
y  encontinente  se  partió  tras  ellos  muy 
acompañado  de  muchas  personas,  que  pa- 
resgian  de  mucha  áuctoridad ,  como  des- 
pués paresció  serlo.  É  todavía  seguía  el 
camino  por  la  costa  de  aquella  grand  la- 
guna ;  é  á  una  legua  adelante  de  donde 
partió  el  general  vieron  dentro  en  ella, 
quassi  dos  tiros  de  ballesta,  una  cibdad 
pequeña ,  en  que  podría  aver  hasta  dos 
mili  vecinos,  toda  ella  armada  é  fundada 
en  el  agua,  sin  aver  para  ella  entrada  al- 
guna, é  muy  torreada,  é  de  lindo  pares- 
ger:  é  otra  legua  adelante  entraron  por 
una  calcada  tan  ancha  como  es  una  langa 
gincta  complida,  ó  de  veynte  y  cinco  pal- 
mos-, por  la  laguna  adentro  bien  dos  tiros 
de  ballesta,  é  fueron  por  ella  á  dar  á  una 
cibdad*,  aunque  pequeña  ,  la  mas  hernio- 
sa que  hasta  estongos  los  españoles  allá 
avian  visto,  assi  de  muy  bien  labradas 
las  casas  é  torres  della ,  como  de  la  bue- 
na órden  é  traga  é  novedad  del  assiento 
en  el  agua.  É  seria  de  hasta  dos  mili  ve- 
cinos: de  los  quales  nuestros  españoles  é 
su  general  fueron  muy  bien  rescebídos  6 


DE  INDIAS.  LII5 

servidos,  é  les  dieron  bien  do  comer,  é 
rogaron  al  general  el  señor  de  la  cibdad 
é  los  mas  principales  que  se  quedasse  allí 
á  dormir,  é  aquellas  personas  principales 
que  yban  allí  de  tfontecjima  le  di\eron 
que  no  parasse  allí ,  sino  que  fuesse  á  olra 
cibdad  que  está  tres  leguas  de.  allí,  que 
•  se  dice  l/tapalapa,  que  era  de  un  hermano 
deMontecuma,  é  assi  lo  hico. 

La  salida  de  aquella  cibdad,  donde  co- 
mieron ,  fué  por  otra  calcada,  que  tu- 
ra una  legua  grande  hasta  salir  á  la  tier- 
ra firme.  Llegados  a  btapajapa ,  salie- 
ron a  rescebir  al  general  ó  su  gente  el 
6eñor  della  é  otro  de  otra  graod  cibdad, 
que  está  tres  leguas  de  allí,  ó  se  llama 
Calnaalcan,  é  otros  muchos  señores  que 
allí  lo  estaban  esperando ;  6  1c  preé- 
sentaron  hasta  tres  ó  qualio  mili  pessos 
de  oro,  é  alguna-;  esclavas,  é  ropa  de  la  - 
que  allá  usan,  ques  muy  buena  é  solil- 
mente  labrada,  de  algodón  é  de  di  vers- 
eas.colores,  é  le  hicieron  muy  buen  aco- 
gimiento. Podrá  ser  la  población  de  Izla- 
palapa  de  dore  ó  quince  mili  vecinos,  la 
(pial  está  en  la  costa  de  una  laguna  salada 
é  grande,  é  la  mitad  dentro  del  agua,  é 
la  otra  mitad  asséntada  en  tierra  firme. 

Las  casas  del  señor  de  la  cibdad  eran 
nuevas  é  no  acabadas,  é  segund  Cortés 
escribió  á  Céssar,  eran  tan  buenas  como 
las  mejores  de  España  de  grandes  é  bien 
labradas  de  canleria  e  carpintería,  é  sue- 
los, é  compliinienlos  para  lodo  género  de 
servicio  de  casa ,  excepto  masonerías  6 
otras  cosas  ricas  que  en  España  usan  en 
las  casas  de  los  señores,  que  aquesto  tal 
no  se  usa  ni  lo  hay  en  estas  Indias.  Mas 
avia  muchos  quartos  altos  é-baxos,  é  jar- 
dines muy  frescos  é  con  muchos  árboles  ó 
flores  olorosas ,  é  alboreas  de  agua  dulce 
muy  bien  labiadas,  con  sus  gradas  hasta 
lo  hondo  é  suelo  de  tales  alboreas.  Hay 
otra  muy  grande  huerta  junta  á  la  casa,  é 
sobre  ella  un  mirador  de  muy  hermosos 
corredores  é  salas,  é  dentro  de  la  huerta 


.  XXXIII.  CAP.  V.  283 

un  muy  grande  estanque  ó  alborea  qua- 
drado  de  agua  dulce,  é  las  paredes  desta 
alborea  de  gentil  cantería,  é  al  rededor 
della  un  anden  de  muy  buen  suelo  ladri- 
llado, tan  ancho,  que  quatro  personas 
pueden  juntos  passearse,  6  de  esquina  á 
esquina  tiene,  quatrocientos  passos,  que 
son  de  circunferencia  mili  é  seyseientos. 
De  la  olra  parte  del  anden  hacia  la  pared 
de  la  huerta  estaba  todo  labrado  de  cañas 
con  unas  verjas,  é  detrás  dellas  todo  de 
arboledas  puestas  en  mucha  orden  é  de 
muchas  hierbas  é  llores  olorosas.  Dentro 
de  la  alborea  avia  mucho  pescado  é  mu- 
chas aves,  assi  como  lavancos,  cercólas 
é  otros  géneros  de  aves  de  agua,  é  tantas 
que  muchas  veces  quassi  cubrían  el  agua. 
En  fin,  es  tal  la  alborea,  que  en  Europa 
no  se  sabe ,  ó  ú  lo  menos  no  se  tiene  no- 
ticia ,  de  otra  que  se  le  iguale  en  lo  ques 
dicho. 

Otro  dia  después  qne  á  aquella  cibdad 
llegó  Cortés,  se  partió  de  allí,  é  media  le- 
gua adelante  se  metió  por  una  calcada 
que  vá  por  medio  de  la  laguna  ques  dicho 
dos  leguas,  hasta  llegar  á  la  grand  cib- 
dad de  Temistitan,  que  está  fundada  en 
la  mitad  de  aquella  grand  laguna.  Esta 
calcada  es  tan  ancha  como  son  luengas 
dos  laucas  ginetas,  ó  cinqüenta  palmos, 
é  muy  bien  obrada,  é  pueden  yr  á  la  par 
por  ella  ocho  de  á  caballo.  En  oslas  dos 
leguas,  de  la  una  parte  ó  déla  otra  de  la 
calcada,  están  tres  cibdades:  la  una  se  di- 
ce Mesipalcúigo ,  que  eslá  fundada  la  ma- 
yor parle  della  dentro  de  la  mesma  lagu- 
na ;  la  otra  cibdad  se  llama  Niciaca,  é  la 
olra  Buchilohuchico ,  que  está  en  la  costa 
de  la  laguna ,  ó  muchas  casas  de  la  una  ó 
de  la  otra  cibdad  oslan  dentro  en  el  agua. 
Mesicalcingo  terna  tres  mili  vecinos,  Ni- 
ciaca mas  de  seys  mili ,  é  Huchilohuchico 
quatro  ó  cinco  mil  vecinos;  y  en  todas 
muy  buenos  edeficios  de  casas  é  torres, 
en  especial  las  casas  de  los  señores  c  per- 
sonas principales ,  é  las  de  sus  templos  é 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


oratorios,  donde  aquella  gente  tiene  sus 
y  dolos.  En  estas  cibdades  hay  mucho 
tracto  de  sal,  que  hacen  del  agua  de  la 
mesma  laguna  ó  de  la  superficie  que  está 
c¡i  la  tierra  que  baña  la  laguna  en  su  cos- 
ta, la  qual  cuecen,  en  cierta  manera,  é 
hacen  panes  de  aquella  sal ,  que  venden 
entre  los  naturales,  é  también  para  lleva1" 
fuera  de  la  comarca. 

Assi  que,  Hernando  Cortés  c  su  exército 
siguieron  la  dicha  calcada,  é  á  media  le- 
gua antes  de  llegar  al  cuerpo  de  la  cibdad 
de  Tcmistitan ,  á  la  entrada  de  otra  cal- 
cada que  viene  á  dar  de  la  tierra  firme  á 
esta  otra,  está  un  muy  fuerte  baluarte 
con  dos  torres,  cercado  de  muro  de  dos 
estados,  con  su  pretil  de  almenas  por  to- 
da cerdea,  que  topa  con  ambas  calcadas, 
é  no  tiene  más  de  dos  puertas ;  una  por 
do  entran  é  otra  por  do  salen.  Allí  salie- 
ron á  ver  é  hablar  al  general  más  de  mili 
hombres,  principales  cibdadanos  de  la  di- 
cha Temistitan,  todos  vestidos  de  una 
manera  é  hábito,  é  segund  su  costumbre 
bien  rico :  é  llegaron  uno  á  uno  hasta  el 
capitán  general,  é  assi  cómo  llegaban,  ha- 
cían una  cerimonia  que  enlrcllos  se  usa 
mucho  (y  es  manera  de  salutación),  é  po- 
nía cada  qual  la  mano  en  tierra  é  la  bes- 
saba;  é  assi  estuvo  Cortés  esperando 
quassi  una  hora  hasta  que  cada  uno  hico 
lo  ques  dicho. 

*  Junto  á  la  cibdad  estaba  una  puente  de 
madera  de  diez  passos  de  anchura ,  é  por 
allí  está  abierta  la  calcada  porque  tenga 
lugar  el  agua  de  entrar  é  salir,  porque 
cresce  ó  mengua ,  como  lo  suele  hacer  la 
mar  en  sus  costas,  é  también  por  forta- 
leza de  la  cibdad,  porque  quitan  é  ponen 
unas  vigas  muy  luengas  é  anchas,  de  que 
la  dicha  puente  es  fecha,  todas  las  voces 
que  quieren ;  é  destas  puentes  hay  mu- 
chas por  toda  la  cibdad.  Passada  esta 
primera  puente  ques  dicho,  salió  aquel 
grand  principe  Montecuina  á  rescibir  á 
Hernando  Cortés,  acompañado  de  dos- 


Cientos  señores,  sus  vassallos,  é  todos 
descalcos  é  vestidos  de  otra  librea  ó  ma- 
nera de  ropa  rica  á  uso  suyo ,  más  que  la 
de  los  otros  primeros ;  é  venían  en  dos 
alas  en  procession  quassi  arrimados  á  las 
paredes  de  la  callo,  ques  muy  ancha, 
muy  hermosa  é  derecha ,  que  desde  el  un 
cabo  della  se  paresce  el  otro  fin  della, 
aunque  tiene  dos  tercios  de  legua  de  lon- 
gitud, é  de  la  una  parte  é  de  la  otra  muy 
buenas  é  grandes  casas ,  assi  de  apossen- 
tamícntos  como  de  templos  ó  mezquitas. 
Montecuma  venia  por  medio  de  aquellas 
dos  alas  é  procession  y  de  la  calle  con  dos 
señores,  el  uno  á  la  mano  derecha  .suya 
y  el  otro  á  la  siniestra.  Destos  era  uno 
aquel  grand  señor  mancebo,  que  se  dixo 
que  avia  salido  primero  á  hablar  á  Cortés 
en  las  andas,  y  el  otro  era  hermano  de 
Montecuma,  señor  de  Iztapalapa,  ques 
aquella  cibdad  que  se  dixo  de  susso;  é  to- 
dos tres  vestidos  de  una  manera ,  excep- 
to quel  Montecuma  yba  calcado  élos  otros 
descalcos.  É  cada  uno  llevaba  al  señor 
assido  de  su  braco;  é  cómo  se  juntaron, 
apeóse  Hernando  Cortés  é  fué  solo  á  abra- 
Car  á  Montecuma,  é  aquellos  dos  señores 
que  con  él  yban,  lo  detuvieron  con  las  ma- 
nos para  que  no  le  tocasse  ,  y  ellos  y  él 
hicieron  la  cerimonia  ya  dicha  de  bessar 
la  tierra;  y  hecho  aquesto,  mandó  Montecu- 
ma á  aquel  su  hermano  que  se  pusiesse  al 
lado  de  Cortés,  c  lo  llevasse  por  el  braco, 
y  él  con  el  otro  yban  delante  de  Cortés  poco 
trecho.  É  después  que  Montecuma  en  po- 
cas palabras  ovo  saludado  al  general,  é 
díchole  que  fuesso  en  buen  hora  su  veni- 
da, llegaron  á  le  hablar  todos  los  otros 
señores  de  las  dos  procesiones  en  orden , 
uno  en  pos  de  otro.  Fecha  su  salutación 
ya  dicha,  se  tornaban  con  la  mesma  orden 
á  su  procession. 

Al  tiempo  (piel  general  llegó  á  hablar 
á  Montecuma,  quitóse  un  collar  que  lle- 
vaba de  margaritas  é  diamantes  de  vi- 
dro  y  echoselo  al  cuello  á  Montecuma.  E 


DE  INDIAS.  I.IB.  XXX111.  CAP.  V. 


283 


después  do  aver  andado  la  calle  adelan- 
te ,  llegó  un  servidor  é  criado  de  Monte- 
puma  con  dos  corales  de  camarones,  en- 
vueltos en  un  paño ,  que  eran  hechos  de 
huessos  de  caracoles  colorados,  que  los 
indios  tienen  en  mucho,  6  de  cada  collar 
colgaban  ocho  camarones  de  oro  de  mu- 
cha perfecion,  tan  largos  quassi  como  un 
xrme;  é  cómo  se  los  truxeron,  se  volvió 
Montee,  urna  á  Cortés  é  se  los  echó  al  cue- 
llo, é  tornó  á  seguir  por  la  calle  adelanté 
en  la  forma  ya  dicha ,  é  llegaron  á  una 
muy  grande  y  hermosa  casa  que  Monte- 
cuma  tenia  bien  adrrescada  para  apos- 
entar a-Cortés.  E  allí  lo  lomó  por  la  ma- 
no ó  lo"  llevó  a  una  grand  sala  que  estaba 
frontera  de^un  palio  por  donde  entraron, 
é  allí  lo  hi<;o  assenlar  en  un  estrado  muy 
rico,  ó  le  dixoque  lo  esperasse  allí,  ó  se 
fué:  é  desde  á  poco  espacio  de  tiempo, 
ya  que  toda  la  compañía  de  Cortés  estaba 
aposseotada,  volvió  con  machas é  divers- 
sas  joyas  de  oro  é  de  piala  ,Y-  plumages, 
é  con  hasta  cinco  ó  seys  mili  piceas  de 
ropa  de  algodón  muy  rica*  é  de  divers- 
eas maneras  texidas  ó  labradas ,  ó  hícole 
pressenle  de  lodo  ello. 

K  después  de  se  lo  a  ver  dado,  agen- 
tóse en  olro  estrado,  que  luego  le  hi- 
cieron allí  junio  ron  el  olro  en  que  Cor- 
tés estaba  assentado,  é  con  mucho  si- 
lencio estando  lodos,  comoncó  Montecu- 
má  a  hablar,  é  dixo  á  Hernando  Cortés 
lo  que  se  sigue:  €  Muchos  días  ha  que 
por  nuestras  escripturas  ó  memorias  te- 
nemos aprendido  de  nuestros  passados, 
é  verdadera  noticia  que  yo  é  los  que 'esta 
tierra  habitamos,  no  somos  naturales  della, 
sino  cxlrangcros,  é  venidos  á  ella  de  par- 
tes muy  extrañas.  K  tenemos  assimesmo 
que  á  eslas  partes  truxo  nuestra  genera- 
ción un  señor,  cuyos  vassallos  todos  eran, 
el  qual  se  volvió  á  su  naturaleza  é  des- 
pués tornó  á  venir  desde  á  mucho  tiempo, 
é  tanto  que  ya  estaban  casados  los  que 
avian  quedado  con  las  mugeres  naturales 


de  la  tierra,  é  tenian  mucha  generación  y 
hechos  pueblos,  donde  vivian;  é  querién- 
dolos llevar  consigo,  no  quisieron  yr,  ni 
menos  rcscibirlc  por  señor,  é  assi  se  vol- 
vió. É  siempre  avernos  tenido  que  los  que 
del  descendiessen  avian  devenir  á  sobjuz- 
gar  esta  tierra  é  a  nosotros,  como  á  sus 
vassallos ;  é  segund  de  la  parte  que  voso- 
tros decís  que  venís,  ques  hacia  donde  sa- 
le el  sol ,  é  las  cosas  que  decís  de  esse 
grand  señor  ó  Rey  que  acá  os  envió, 
creemos  é  tenemos  por  cierto  ser  él  nues- 
tro señor  natural ,  en  especial  que  nos 
decís  quél  ha  muchos  dias  (pie  tenia  no- 
ticia de  nosotros.  E  por  tanto  vos  sed 
cierto  (pie  os  obedesceremos,  é  tornemos 
por  señor,  en  lugar  de  esso  grand  señor 
que  decís,  d  que  en  ello  no  avrá  falta  ni 
engaño  alguno;  e  bien  podeys  en  toda  la 
tierra ,  que  yo  en  mi  señorío  posseo,  man- 
dar á  vuestra  voluntad  .  porque  será  obe- 
descido  é  fecho;  é  todo  lo  que  nosotros 
tenemos  es  para  lo  que  vos  quisiéredes 
disponer  dello.  É  pues  eslays  en  vuestra 
naturaleza  y  en  vuestra  casa,  holgad  ó 
descansad  del  camino  é  guerras  que  aveys 
tenido:  que  muy  bien  sé  todo  lo  que  se 
os  ha  ofresudo  desde  Piinlunchan  acá,  é 
bien  sé  que  lo*  de  Ccmpuul  é  los  de  Tas- 
calteca  os  han  dicho  muchos  males  de  mí. 
No  creays  más  de  lo  que  por  vuestros 
ojos  \  ¡credos,  en  especial  de  aquellos  que 
son  mis  enemigos ,  é  algunos  dellos  eran 
mis  vassallos  é  se  me  han  rebelado  con 
vuestra  venida,  ó  por  so  favorescer  ó 
congraciar  con  vos,  lo  digen :  los  quales 
sé  que  también  os  lian  dicho  que  yo  tenia 
las  casas  con  las  paredes  de  oro,  é  que 
las  esteras  do  mis  estrados  é  otras  cosas 
de  mi  servicio  son  assimesmo  de  oro ,  é 
(pie  yo  que  era  é  me  hacia  dios ,  é  otras 
muchas  cosas.  Las  casas  ya  las  veys  que 
son  de  piedra  é  cal  é  tierra. »  Dicho  es- 
to aleó  las  vestiduras,  é  mostrando  las 
carnes,  dixo:  «A  mí  veysme  aqui  que 
soy  de  carne  ó  huessos,  como  vos,  ó  co- 


28G 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mo  cada  uno ,  é  soy  hombre  mortal  é  pal- 
pable (é  asíase  él  con  sus  manos  dé  los 
bracos  é  del  cuerpo) :  ved  como  os  han 
mentido.  Verdad  es  que  yo  tengo  algunas 
cosas  de  oro,  que  me  han  quedado  de  mis 
abuelos.  Todo  lo  que  yo  toviere,  teneys 
cada  vez  que  vos  lo  quisiéredes.  Yo  mo 
voy  a  otras  casas  donde  vivo,  é  aqui 
sereys  proveydo  de  todas  las  cosas  nes- 
cessarias  para  vos  é  vuestra  gente ,  é  no 
resgibays  pena  alguna,  pues  estays  en 
vuestra  casa  y  en  vuestra  naturaleca.» 

El  capitán  Hernando  Cortés,  assi  como 
acabó  de  hablar  Montecuma ,  le  respon- 
dió, satisfaciendo  á  lo  ques  dicho,  aquello 
que  le  paresció  que  convenia ,  en  especial 
en  le  dar  á  entender  quel  Rey  de  Castilla 
era  á  quien  Montecuma  é  los  indios  espe- 
raban. É  con  esto  se  despidió  Montecuma 
é  se  fué  á  la  otra  casa  que  dixo,  y  Her- 
nando Cortés  é  su  gente  fueron  muy  bien 
proveydos  de  muchas  gallinas  é  pan  é 
fructas  é  otras  cosas  nescessarias;  ó  desta 
manera  estuvo  seys  dias  muy  proveydo 
é  visitado  de  muchos  de  aquellos  señores 
é  principales. 

Al  pringipio  se  dixo  que  al  tiempo  que 
Cortés  se  partió  de  la  villa  de  la  Veracruz, 
para  yr  á  ver  á  Montecuma,  dexó  en 
aquella  villa  ciento  é  cinqiienta  hombres 
para  hacer  la  fortaleca  que  quedó  comen- 
Cada,  é  también  se  dixo  cómo  avia  de- 
xado  otras  villas  é  fortaleces,  de  las  co- 
marcanas á  aquella  villa,  de  paz  é  por 
vassallos  de  la  Corona  real  de  Castilla.  Es 
de  saber,  que  estando  Cortés  en  la  cib- 
dad  de.Churultecal ,  rescibió  letras  del  te- 
niente que  dexó  en  la  dicha  villa ,  por  las 
quales  le  higo  saber  cómo  Qualpopoca, 
señor  de  aquella  cibdad  que  se  dice  Nan- 
tecal,  6  por  otro  nombre  Almcria,  le  avia 
enviado  á  decir  por  sus  mensageros  quél 
desséaba  ser  vassallo  del  Rey  de  Castilla; 
é  que  si  hasta  estonces  no  avia  venido  ni 
venia  á  (lar  la  obidiencia  que  era  obliga- 
do, 6  a  so  ofrescer  per  tal  vassallo  con 


todas  sus  tierras  é  gente,  era  la  causa  que 
avia  de  passar  por  tierra  de  sus  enemi- 
gos, é  que  temiendo  ser  dellos  ofendido, 
lo  dexaba;  pero  que  le  enviasse  quatro 
españoles  que  viniessen  con  él,  porque 
aquellos ,  por  cuya  tierra  avia  de  passar, 
sabiendo  á  lo  que  venia,  no  le  enojarían, 
é  quél  vernia  luego.  Y  el  dicho  capitán  ó 
teniente,  creyendo  ser  cierto  lo  que  Qual- 
popoca le  envió  á  decir ,  é  que  assi  lo 
avian  hecho  otros  muchos,  envióle  los 
quatro  españoles ;  é  después  que  los  tuvo 
en  su  casa,  los  mandó  matar ,  de  manera 
que  paresciesse  quél  no  lo  hacia.  É  al 
tiempo  que  se  ovo  de  executar  su-malicia, 
muertos  los  dos  chripstianos,  los  otros  dos 
escaparon  heridos ,  é  por  los  arcabucos  é 
boscages  se  volvieron  á  la  villa;  é  fecha 
relación  al  teniente  della,  salió  con  su 
gente  é  fué  sobre  la  cibdad  de  Almeria  con 
Cinqiienta  españoles  á  pié  é  dos  de  á  caba- 
llo ,  é  con  dos  tiros  de  pólvora  é  con  ocho 
ó  diez  mili  indios  de  los  confederados  é 
amigos  de  los  españoles.  É  pelearon  con 
los  naturales  de  la  cibdad,  é  la  tomaron 
por  fuerca  de  armas  con  muerte  de  mu- 
chos de  los  naturales  della ,  é  a  los  demás 
echaron  fuera ,  é  la  quemaron  é  destruye- 
ron, porque  los  indios  que  fueron  en  com- 
pañía de  los  españoles  pusieron  en  ello 
mucha  diligencia;  é  fueron  muertos  en  es- 
.  te  tranco  ó  batalla  ó  combate  seys  ó  siete 
españoles.  Qualpopoca,  señor  de  aquella 
cibdad,  con  otros  señores  sus  aliados, 
que  allí  avian  ydo  en  su  favor,  se  esca- 
paron huyendo,  é  de  algunos  prisioneros 
que  se  tomaron ,  se  ovo  noticia  é  informa- 
ción de  cuyos  eran  los  que  estaban  en  de- 
fensa de  aquella  cibdad ,  é  por  qué  causa 
avian  muerto  a  los  dos  españoles  sobre 
seguro,  é  mataran  ú  los  otros  dos,  si  no 
huyeran.  E  dixeron  que  Montecuma  avia 
mandado  á  Qualpopoca  é  á  los  otros  que 
allí  avian  ydo,  como  á  sus  vassallos  que 
eran,  que  salido  Cortés  de  aquella  villa 
de  la  Veracruz,  fuessen  sobro  aquellos 


I>F.  INDIAS.  MU.  XXXIII.  CAP.  V. 


287 


que  se  le  avian  aleado  é  pfrescídose  á  la 
amistad  de  los  chripstianos ,  é  que  por  lo- 
das  las  vías  que  pudiessen  matassen  los 

españoles,  que  en  aquella  villa  quedassen, 
porque  Corles  no  los  pudíesse  ayudar  ni 


favorescer.  É  á  esta  causa  confessaron  al- 
gunos  prissioneros  que  se  avia  hecho  lo 
qué  c*tá  dicho,  por  complir  el  manda- 
miento de  su  señor  Montecuma. 


CAPITULO  VI. 


En  el  qual  se  (racta  cómo  el  capitán  Hernando  Corles  prendió  al  grand  principo  Montecuma  cautelosamen- 
te; é  cómo  fué  hedía  justicia  de  <Jualpopoca,  señor  de  Nantecal,  é  otros  señores  principales,  que  con  él  fue- 
ron quemados,  porque  mataron  sobre  seguro  nerlos  cliripstianos. 


Desde  a  seys  dias  que  Hernando  Cortés 
estaba  en  la  cibdad  de  Temistitan,  alias 
México,  é  aviendo  visto  algunas  cosas  de- 
lla,  aunqur  pocas,  seinind  las  que  avia 
que  veré  notar,  por  aquellas  é  por  lo  que 
avia  visto  de  la  tierra ,  le  paresció  (pie, 
convenia  al  servicio  del  Emperador,  (pie 
aquel  grand  rey  Montecuma  estoyiesseen 

su  poder,  y  no  en  loda  su  libertad,  por- 
que no  mudasse  el  propóssito  é  voluntad 
que  avia  mostrado  en  la  amistad  contray- 
da  é  ofrescida  al  servicio  de  Su  Magestad 
e  (\  la  paz  con  los  chripslianos.  E  porque 
imporluuániliise  dellos,  les  pudiera  hacer 
tanto  daño  que  no  oviera  memoria  de 
aquellos,  scgmid  su  irrand  poder,  e  l;iin- 

bien  porque  teniéndole  consigo,  todas  las 

Otras  tierras  (pie  le  eran  subjetas  veriñan 
más  ayna  al  servicio  del  ltey ,  como  en 
efello  después  subcedió.  delerminó  de  lo 
preheuderé  poner  en  el  apossento  donde 
el  mesmo  Cortés  estaba,  que  era  l>ien 
fuerte,  lí  porque  en  su  prission  no  ovie^se 
algún  escándalo  ni  alboroto,  pensando  to- 
das las  maneras  é  formas  que  para  lo  ha- 
cer se  debían  tener,  acordósele  de  lo  que 
el  teniente  de  ki  Veracruz  le  avia  escripto 
Cerca  de  lo  acacscido  en  la  cibdad  de 
Nantecal,  ó  Almería,  como  mas  larga- 
mente se  dixo  en  el  capítulo  precedente, 
é  cómo  se  avia  sabido  que  aquello  se  avia- 
hecho  por  mandado  de  Montecuma. 

É  assi ,  dexando  buen  recabdo  f  n  las 
encrucijadas  de  las  calles,  se  fué  Cortés, 


con  los  que  le  paresció  rffio  debía  llevar,  á 
lascasas  del  dicho  Montecuma,  como  otras 
veces  avia  ydo  a  lo  ver.  \i  después  quo 
le  ovo  hablado  en  Inulas  é  cosas  de  pla- 
cer, Montecuma  le  dio  algunas  joyas  de 
oro,  é  una  hija  suya,  é  otras  hijas  de  se- 
ñores á  algunos  españoles ;  é  muy  confor- 
mes y  en  amistad  departiendo,  le  di\o 
Cortés  que  ya  sabia  lo  que  en  la  cibdad 
de  Nantecal  avia  acacscido,  é  los  espa- 
ñoles que  allí  le  avian  muerto,  é  (pie  Qual- 
popoca  daba  por  desculpa  que  lodo  lo 
quel  avia  hecho,  avia  seydo  por  su  man- 
dado, é  como  su  vassallo.no  avia  podido 
hacer  otra  cosa;  é  que  Cortés  creía  (pie 
no  era  assi,  como  Qualpopoca  decía,  é 
que  antes  era  por  se  excusar  de  culpa: 
que  le  parescia  quel  Montecuma  debía  cn- 
\  iar  por  él  é  par  los  otros  principales  que 
en  la  muerte  de  aquellos  españoles  se 
avian  hallado,  porque  la  verdad  se  su- 
piesse  é  aquellos  fuessen  castigados,  y  el 
Cuiperador,  nuestro  señor,  supiesse  la 
buena  voluntad  que  Montecuma  tenia  á  su 
real  servicio  claramente ,.  y  en  lugar  de 
las  mercedes  que  Sil  Magestad  te  avia  de 
mandar  hacer,  los  hechos  ni  dichos  de 
aquellos  delinqüentes  malos  no  provocas- 
sen  al  ney,  nuestro  señor,  á  yr  contra  él, 
por  donde  le  mandasse  hacer  daño,  pues 
la  verdad  era  al  contrario  de  lo  que  aque- 
llos decían ,  é  que  Cortés  estaba  muy  sa- 
tisfecho de  Montecuma  en  este  caso. 
Luego  á  la  hora  mandó  llamar  ciertas 


288 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


personas  de  los  6uyo9 ,  é  dióles  una  figu- 
ra pequeña  de  piedra  de  manera  de  sello, 
la  qual  él  tenia  atada  en  el  braco ,  %  man- 
dóles que  fuessen  á  la  dicha  cibdad  de 
Nantecal ,  alias  Almería ,  que  está  sessen- 
ta  ó  septenta  leguas  desde  Temistitan,  que 
truxessen  al  dicho  Qualpopoca,  é  se  in- 
formassen  de  los  demás  que  avian  seydo 
en  la  muerte  de  aquellos  españoles ,  é  as- 
simesmo  los  truxessen;  é  si  por  su  volun- 
tad no  quisiessen  venir ,  los  truxessen 
pressos ,  é  si-  se  pusiessen  en  resistir  la 
prission ,  que  reffuiriessen  a  ciertas  comu- 
nidades comarcanas  á  aquella  cibdad  de 
Nantecal,  que  allí  les  señaló,  para  que  con 
mano  armada  fuessen ,  para  los  prender, 
por  manera  que  no  viniessen  sin  ellos.  Los 
quales  fuego  se  partieron,  ó  assi  ydos, 
Cortés  dixo  á  Montecuma  que  le  agra- 
descia  la  diligencia  que  ponia  en  la  pris- 
sion de  aquellos ,  porque  Cortés  avia  de 
dar  cuenta  al  Rey  de  aquellos  españoles, 
é  que  para  él  poderla  dar,  convenia  que 
Montecuma  estoviesse  en  la  possada  de 
Cortés  hasta  tanto  que  la  verdad  se  decla- 
rasse ,  é  se  supiesse  quél  estaba  sin  cul- 
pa. É  que  le  rogaba  mucho  quél  no  resgi- 
biesse  pena  dello ,  porque  él  no  avia  de 
estar,  como  presso,  sino  en  toda  su  liber- 
tad; é  que  en  servicio  ni  en  el  mando  de 
su  señorío  no  se  le  ponia#impcdiincnto  al- 
guno; é  que  escogiesse  un  quarto  de  aquel 
apossento ,  donde  él  más  quisiesse  estar, 
que  más  á  su  placer  fuesse ,  é  que  tovies- 
se  por  cierto  que  ningún  enojo  ni  pena  so 
le  avia  de  dar:  antes,  demás  de  su  servi- 
cio, los  españoles  le  servirían  en  todo  lo 
que  mandasse.  É  acerca  dcslo  passaron 
Cortés  é  Montecuma  muchas  pláticas ,  en 
que  dando  conclusión,  él  dixo  que  le  pla- 
cía de  se  yr  con  Cortés ,  é  mandó  luego 
que  fuessen  á  aderescar  el  apossentamien- 
to,  donde  él  quiso  estar,  é  fué  muy  presta- 
mente aderescado.  E  fecho  esto,  vinieron 
muchas  señores ,  é  quitadas  las  vestiduras 
é  puesta*  por  debiixodo  los  bracos,  ó  des- 


calcos, truxeron  unas  andas  no  muy  bien 
aderesgadas,  é  llorando  é  sollozando,  le 
tomaron  en  elías  con  mucho  silencio ,  é  no 
menos  lágrimas,  é  assi  fueron  hasta  el 
apossento ,  sin  aver  alboroto  en  la  cibdad, 
aunque  se  comencó  á  mover ,  lo  qual  sa- 
bido por  Montecuma ,  envió  á  mandar  que 
no  lo  oviesse.  E  assi  estuvo  lodo  en  quie- 
tud, como  antes  la  avía,  é  la  ovo  todo  el 
tiempo  que  Cortés  tuvo  presso  á  Monte- 
cuma,  porque  él  estaba  mucho  á  su  pla- 
cer é  con  todo  el  servicio  que  acostum- 
braba á  tener  en  su  casa ,  que  era  bien 
grande  é  maravilloso.  É  Cortés  é  todos  los 
españoles  le  hacían  todo  el  placer,  que  les 
era  posible. 

Passados  quince  ó  ve'ynte  dias  de  su 
prission ,  vinieron  aquellos  que  avian  ydo 
por  Qualpopoca  é  por  los  que  avian  muer- 
to los  españoles ,  é  truxeron  á  Qualpopo- 
ca é  á  un  hijo  suyo,  é  con  ellos  quince 
personas  que  decían  que  eran  principales 
é  avian  seydo  en  el  dicho  homicidio :  é 
traían  á  Qualpopoca  en  unas  andas;  mu- 
cho á  manera  de  señor ,  como  á  la  verdad 
lo  era,  é  luego  Montecuma  lo  higo  entrar 
y  entregar  con  los  otros  pressos  á  Her- 
nando Cortés.  É  fueron  puestos  á  buen 
rocabdo  con  sus  prissiones,  é  después 
que  confessaron  aver  muerto  á  los  espa- 
ñoles ques  dicho ,  fueron  preguntados  si 
eran  vassallos  de  Montecuma,  é  Qualpo- 
poca respondió  que  si-avia  olro  señor  de 
quien  pudiesse  serlo  (quassí  diciendo  que 
no  avia  otro),  é  que  sus  vassallos  eran. 
También  se  les  preguntó  .que  si  lo  que 
se  avia  fecho,  si  se  avia  fecho  por  su 
mandado ,  é  dixeron  que  no  ,  aunque 
después  al  tiempo  que  en  ellos  se  exe- 
cutó  la  sentencia  que  fuessen  quemados, 
todos  á  una  voz  dixeron  que  era  ver- 
dad que  Montecuma  se  lo  avia  enviado  á 
mandar ,  é  que  por  su  mandado  lo  avian 
fecho.  É  assi  fueron  quemados  estos  in- 
dios en  una  placa  de  México  ó  Temistitan, 
sin  aver  alboroto  alguno.  E  aquel  día  que 


ni;  indias,  i.m.  xxxiii.  cap.  vi. 


289 


los  quemaron,  porque  confessaron  que 
Montecuma  les  avia-  mandado  que  matas- 
sen  á  aquellos  españoles,  le  mandó  echar 
Hernando  Corló-  unos  grillos,  de  que  res- 
cibió  no  poco  espanto,  aunque  después 
de  haberle  hablado  aquel  día  se  lo*  mandó 
quitar,  é  quedó  .Monteruma  muy  conten- 
to. É  de  allí  adelante  el  general  trnhaxaba 

de  darle  placer  ó  contentarle,  é  publicaba 

ó  decía  á  los  naturales  de  la  tierra  .  assi  ;'i 
los  señores  ó  principies  como  á  los  ple- 
bcos,  que  la  voluntad  de  QéSSar  era  que 
Monteruma  se  cstoviesse  en  su  señorío, 
reconosciendo  él  la  Buperi  iridad  «pie  Su 
Magestad  sobra  él  tenía,  é  sirviendo  al 
Emperador,  nuestro  señor,  como  su  vas- 
sallo:  é  «pie  haciendo  él  esto,  é  perma- 
ncsriciido  en  Inicua  lealtad,  quería  Su 

Magostad  que  Montecuma  fuesse  obedes- 
cido  é  tenido  por  señor,  como  primero  é 
antes  que  los  españoles  é  su  general  fues- 
sen  á  aquella  tierra. 

Decía  Cortés  en  su  caria  que  fijé  tanto 
el  buen  traclamiéhto  que  lo  híco  á  Monte- 
cuma,  y  el  contentamiento  que  Montecu- 
ma tenia  dél ,  que  algunas  veces  c  rau- 
cbaa  le  cometió  con  su  libertad ,  rogándo- 
le que  se  fuesse  á  su  c¡i-¡¡i  ,  é  que  le  dixo 
todas  las  veges  que  se  lo  decía  quél  esta- 
lla bien  allí,  é  que  no  se  quería  yr,  por- 
que allí  no  le  I&Itaba  cosa  de  lodo  lo  quél 
quería,  como  si  en  su  casa  cstoviesse;  ó 
que  podria  ser  que  yéndose  ó  aviendo  lu- 
gar los  señores  de  la  tierra,  sus  vassallos, 
le  ¡mporlunassen  ó  induciessen  á  (^ic  lii- 
ciesse  alguna  cosa  conlra  su  voluntad, 
que  no  fuesse  en  servicio  del  Rey,  nues- 
tro señor:  é  qué!  tenia  propuesto  de  ser- 
vir á  Su  Mugcstad  en  lodo  lo  possible,  é 
que  hasta  lauto  que  los  toviesse  informa- 
dos de  lo  que  quería  hacer,  quél  estaba 
liíen  allí,  porque  aunque  alguna  cosa  le 
quisíessen  decir,  con  responderles  que  no 

*  Asi  lo  escribió  Oviedo :  debe  decir  sin  duda 
Aben  Hczra ,  cuya  celebridad  fue  grande  duranle 
la  edad  media. 

TOMO  III. 


estaba  en  su  libertad,  se  podría  excusar  y 
eximir  dellos.  K  muchas  veces  pidió  licen- 
cia á  Cortés  para  se  yr  á  holgar  é  passar 
tiempo  á  ciertas  casas  de  placer  quél  te- 
nia, assi  fuera  de  la  cilidad  como  dentro 
della,  é  ninguna  vez  se  lo  negó;  é  fué 
muchas  veces  á  holgar  con  cinco  ó  seys 
españoles  á  una  é  á  dos  leguas  fuera  de 
la  cíbdad  ,  é  volvía  siempre  muy  alegre  é 
contento  ;il  apossento,  donde  Cortés  le  te- 
nia. K  cada  vez  que  salía,  hacia  muchas 
mercedes  de  joyas  6  ropas,  assi  a  los  es- 
pañoles que  con  él  yban  ,  como  a  los  na- 
turales suyos,  de  los  (piales  siempre  ylia 
tan  acompañado,  que  quandó  menos  con 
él  yban,  passaban  de  tres  mili  hombres, 

que  los  m, is  dellos  eran  señores  é  perso- 
nas principales.  A  lodos  hacia  continuos 
banquetes  é  "fiestas:  quantos  con  él  yban 
tenían  que  contar  de  sus  magnificencias. 

Al  conmista  le  paresce  que,  segund  lo 
que  se  puede  colegir  desla  maleria ,  que 
Moótecuma  era,  ó  muy  fallo  de  ánimo,  6 
pusilánimo,  ó  muy  prudente,  aunque  en 
muchas  cosas  los  que  le  vieron  le  loan  de 
muy  señor  é  liberal,  y  en  sus  racona- 
niientos  mostraba  ser  de  buen  juicio.  Di- 
ce Aben  Uuiz  i  Pues  la  muerte  de  nes- 
cessidad  ha  de  venir,  nescessario  es  quel 
bueno  con  esfuerco  la  haya  de  sofrir  '.'» 
A  este  propÓSSÍto  ó  intento,  sintiendo  Mon- 
teruma que  aquellos  halagos  de  Corles 
eran  enforrados  ó  disimulación,  para  se 
enseñorear  con  buena  maña  de  lo  que  no 
pudiera  con  manifiesta  tuerca,  dilataba 
también  Montecuma  su  príssion,  pensan- 
do guiar  su  libertad  por  otra  via ,  sin  pc- 
ligro  dé  su  persona,  porque  ningún  hom- 
bre puede  más  de  una  vez  morir ,  como 
dice  Sanct  Pablo 3.  Pensaba  Montecuma 
que  ninguna  turbación  le  podia  dar  ni  qui- 
tar la  vida  hasta  que  su  tiempo  determi- 
nado llcgasse ;  mas  si  este  príncipe  supie- 

1  En  el  prólogo  de  la  Pbísica. 

2  Slalulum  estbomini  semelmori.  (Ad  Hebraeos, 


290 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ra  lo  que  escribe  Xcnofonte  en  la  vida  del 
rey  Ciro,  en  sí  niesnro  pudiera  ver  que 
no  es  tan  duro  dexar  de  conseguir  lo  que 
se  dessea ,  quanto  es  molesto  ser  quitado 
lo  que  se  posee.  Y  assi  me  paresce  á  mí 
que  aunque  el  temor  que  aquellas  gentes 
tenían  á  los  caballos  era  grandíssimo,  c 
demás  de  su  espanto ,  para  ellos  era  cosa 
de  mucha  admiración,  un  príncipe  tan 
grande  como  Mouíecuina  no  se  avia  de 
dexar  incurrir  en  tales  términos  ni  con- 
sentir ser  detenido  de  tan  poco  número 
de  españoles  ni  de  otra  generación  algu- 
na. Mas  como  Dios  tiene  ordenado  lo  que 
La  de  ser,  ninguno  puede  huyr  de  su  jui- 
cio. Ni  se  podrá  negar  á  la  ventura  de 


nuestro  Céssar  tanto  é  tan  poderoso  acres- 
centamiento  de  Estad©  á  su  monarquía  por 
la  liberalidad  é  clemencia  divina :  ni  qui- 
so permitir  nuestro  Redemptor  que  .aque- 
lla tierra  estoviesse  más  en  sus  ydola- 
trias,  ni  dexasse  de  venir  á  juntarse  con 
la  república  de  los  felices  cliripstianos  pa- 
z-a que  su  Sancto  Evangelio  se  guarde  é 
florezca  tan  á  gloria  é  alabanca  de  la  fée 
cathólica,  como  al  pressente  en  la  Nueva 
España  se  exercita  la  religión  ehripstiana, 
por  la  diligengia  de  muchos  religiosos  de 
todas  las  órdenes  eclesiásticas ,  y  en  es- 
pecial aquellos  de  la  regla  é  Orden  del  se- 
ráphico  é  glorioso  Sanct  Francisco.  Pas- 
semos  á  lo  demás  de  nuestra  historia. 


CAPITULO  VII. 

En  que  la  historia  Irada  de  las  minas  de  oro  de  la  Nueva  España,  é  de  otras  particularidades  de  ciertas 
provincias;  é  cómo  el  príncipe  Tuchintecla  vino  á  la  obidiencia  de  Sus  Majestades  é  á  la  amistad  del  capi- 
tán Hernando  Cortés  ,  c  dió  licencia  que  los  chripstianos  poblassen  en  su  tierra. 


Escribió  Hernando  Cortés  al  Empera- 
dor Rey,  nuestro  señor,  que  después  que 
conosció  de  Montecuma  el  muy  entero 
desseo  que  tenia  al  servicio  de  Su  Magos- 
tad ,  le  rogó  que  porque  más  enteramente 
él  pudiesse  hacer  relación  á  su  Ccssárca 
Magestad  de  las  cosas  de  aquella  (¡erra, 
le  ioostrasse  las  minas  de  donde  se  saca- 
ba el  oro,  el  qual  con  muy  alegre  sem- 
blante di\o  que  le  placía:  ó  luego  mandó 
llamar  ciertos  servidores  suyos,  é  dos  en 
dos  los  repartió  para  quatro  provincias, 
donde  dixo  que  se  sacaba,  é  dixo  á  Cor- 
tés que  diesse  españoles  que  fuessen  con 
ellos,  para  que  lo  viessen  sacar.  É  assi  Cor- 
tés proveyó  de  otros  tantos  chripstianos, 
que  fuessen  assi  de  dos  en  dos  con  los  in- 
dios: é  los  unos  fueron  á  una  provincia 
que  se  dice  Cácala ,  ques  ocho  leguas  de 
la  gran  cibdad  de  Tcmistitan;  é  los  natu- 
rales de  aquella  provincia  eran  vassallos 
de  Montecuma ,  é  allí  les  mostraron  tres 
ríos,  é  de  todos  tres  truxeron  muestra  de 


oro  é  muy  buena ,  aunque  sacada  con  po- 
co aparejo  ,  porque  no  tenían  otros  instru- 
mentos más  de  aquellos  con  que  los.  in- 
dios lo  sacan.  Y  en  el  camino  passaron 
tres  provincias,  segund  aquellos  mensa- 
geros  después  dixeron  é  como  después 
ha  parescído  ser  assi ,  de  muy  hermosa 
tierra  é  de  muchas  cibdades  é  villas,  é 
otras  poblaciones  en  mucha  cantidad,  é 
de  tales  é  tan  buenos  edeficios,  que  de- 
cían que  en  España  no  podían  ser  mejo- 
res; w  especial  dixeron  que  avian  visto 
una  casa  de  apossentamíento  é  forlaleca 
mayor  é  mas  fuerte  ó  mejor  edeíicada 
qneí  castillo  de  Burgos.  E  la  gente  de 
una  de  aquellas  provincias,  que  se  llama 
Tamacuíapa  ,  era  mas  vestida  que  csso- 
tros  ques  dicho ,  é  segund  les  paresció  & 
essos  que  Cortés  envió ,  gente  es  de  bue- 
na racon. 

Los  otros  fueron  á  otra  provincia  quo 
se  dice  Malinaltepequc,  ques  otras  sóp- 
lenla leguas  de  la  dicha  gran  cibdad, 


DK  INDIAS.  LIB  XXXID.  CAP.  VII 


201 


y  ea  mas  hác  ¡a  la  costa  de  la  mar ;  y  es- 
tas Iruxoron  muestra  de  oro  de  un  rio 
grande,  que  por  allí  passa.  Los  otros  fue- 
ron á  otra  tierra,  que  está  este  rio  arriba 
poblada  de  una  gente  diferente  de  la  len- 
gua de  Calaa,  á  la  qaa]  llaman  Ihenis,  y 
el  señor  de  aquella  tierra  se  llamaba  Coa- 
thelicamat ,  y  por  tener  su  tierra  en  unas 
sierras  muy  altas  e  ásperas,  no  era  Bubje- 
to  á  Monlecuma.  e  también  porque  la  gen- 
te de  arpiella  provincia  es  muy  belicosa 
ó  pelea  con  lauras  de  veynte  y  cinco  é 
trcynta  palmos.  K  por  no  ser  aquellos  de 
los  vassallos  de  Monlecuma,  los  mensa- 
jeros que  con  los  españoles  yl»an ,  no  osa- 
ron entrar  en  la  fierra,  sin  lo  hacer  saber 
primero  al  señor  dellá  Ó  pedirle  licencia 
para  ello,  diciendo  que  iban  con  aquellos 
cliripslianos  á  ver  Lis  minas  del  oro  que 
tenia  en  su  tierra,  é  que  le  rogaban  de 
parle  del  capitán  general  de  los  españoles 
6  de  la  de  Montecuiua ,  su  señor,  que 
lo  ovisse  por  bien.  El  qual  Coatelicamal 
respondió  que  los  españoles  él  era  muy 

contento  ipie  entrassen  -u  Mena  é  viessen 
las  minas  é  todo  lo  demás  quellos  quisies- 
sen;  pero  que  los  de  Culua .  (pie  son  los 
de  Monlecuma.  no  a\¡an  de  entrar  en  su 
tierra ,  porque  eran  sus  enemigos. 

Algoeslov  ieron  los  españoles  perplexos 
en  sí,  oyda  la  respuesta,  e  dubdosos  m 
yrian  solos  ó  no,  porque  los  que  con 
ellos  yban  les  dixeron  (pie  no  fuessen, 
porque  ¡os  matarían,  é  que  por  los  ma- 
tar, no  consentían  que  los  de  Culua  entras- 
sen  con  ellos.  E  al  fin  se  determinaron  de 
entrar  solos,  é  fueron  del  dicho  señor  ó 
de  los  de  su  tierra  bien  resrehidos  é  Inic- 
iados, e  Ies  mostraron  siete  ú  ocho  rios, 
de  donde  dixeron  quellos  sacaban  el  oro; 
y  en  su  pressencia  lo  sacaron  los  indios, 
é  truxeron  á  Cortés  la  muestra  de  todos. 
Con  los  qualcs  mensageros  é  otros  pro- 
prios  suyos  envió  aquel  señor  á  ofres- 
cer  su  persona  y  Estado  al  servicio  del 
Rey  Emperador,  nuestro  señor,  y  envió 


á  Cortés  ciertas  joyas  de  oro  ó  muy  her- 
mosa ropa  de  la  que  en  aquella  tierra  se 
usa. 

Los  otros  fueron  á  otra  provincia  que 
se  dice  Tuchitebeque ,  ques  quassi  en  el 
mesmo  derecho  hacia  la  mar  doce  leguas 
de  la  prov  incia  de  Malinaltcbcquc.  donde 
ya  es  dicho  que  se  halló  el  oro:.é  allí  les 
mostraron  otros  dos  rios,  en  donde  assi- 
mesino  sacaron  muestra  de  oro.  E  porque 
allí,  segund  los  españoles  (pie  allá  fueron 
hicieron  relación ,  hay  mucho  apacejo  pa- 
ra hacer  estancias  é  gara  sacar  oro,  rogó 
l  orie-  á  .Monlecuma  que  en  aquella  pro- 
vincia de  Maliualtebeque,  porque  era  pa- 
ra elloma-  aparejada,  hiciesse  hacer  una 
estancia  ó  hacienda  para  elgrand  Rey  de 
Castilla:  é  puso  luego  en  ello  tanta  dili- 
gencia ,  (pie  desde  en  dos  meses  que  se  le 
di\o.  estaban  sembradas  sessenla  hanegas 
de  mahiz  é  diez  de  fésolcs,  é  dos  mili 
pies  de  árboles  de  cacagual ,  por  otro 
nombre  llamado  cacao  (ques  una  fructa 
como  almendras,  quellos  beben  molida, 
e  la  tienen  en  tanto,  que  se  tracla  por 
moneda  en  toda  aquella  tierra,  é  con  ella 
se  compran  todas  las  cosas  nescessarias 
en  lo- tiánguez  ó  mercados  é  oirás  parles, 
donde  alguna-  cosí-  se  compran  é  ven- 
den, porque  en  fin  essas  almendras  Ies  son 
lo  mesmo  que  á  los  chripslianos  el  dinero 
de  contado).  12  avia  fechas  qualro  casas 
muy  buenas,  en  (pie  en  la  una,  demás  de 
los  buenos  apossenlos  ,  hicieron  un  estan- 
que de  agua  é  pusieron  en  él  quinientos 
patos,  que  en  aquella  tierra  licúen  en  mu- 
cho ,  porque  se  aprovechan  de  la  pluma 
dellos,  é  los  pelan  cada  año,  é  hacen  sus 
ropas  con  ella  .  é  mantas  de  cama  tan  her- 
mosas, que  de  ningún  brocado  ni  seda 
pueden  ser  mas  lindas,  é  tifíenlas  de  las 
colores  que  quieren  tan  vivas  é  finas  quel 
muy  rico  carmesí  ó  púrpura  no  les  hace 
ventaja  en  la  vista.  Pusieron  assimesmo 
hasta  mili  é  quinientas  gallinas,  ó  mejor 
diciendo  pavos  (que  en  el  sabor  son  me- 


292 


HISTOKIA  GENERAL  Y  NATURAL 


jorcs  é  mayores  que  los  pavos  de  España) 
sin  otros  aderemos  de  grangerias,  que 
muchas  veces  juzgaban  los  españoles  que 
lo  vieron ,  que  valia  mas  de  veynte  mili 
pessos  de  oro. 

Assimesmo  rogó  Hernando  Cortés  á 
Monteguma  que  le  dixesse  si  en  la  costa  de 
la  mar  avia  algún  rio  ó  puerto,  donde  los 
navios  que  viniessen  de  España,  ó  fuessen 
desta  nuestra  Isla  Española  é  otros  de 
otras  partes  pudiessen  entrar  y  estar  se- 
guros. El  qual  respondió  quél  no  lo  sabie, 
porque  no  sabia  ni  avia  visto  qué  tales  ni 
que  tan  grandes  eran  nuestras  naos :  pero 
'quél  baria  pintar  toda  la  costa  é  ancones  é 
rios  é  puertos  della,  é  que  enviasse  él  es- 
pañoles á  lo  ver,  é  que  fuessen  con  los  in- 
dios, quel  Monteguma  daria  para  que  los 
guiassen  é  fuessen  con  ellos ;  é  assi  se  hi- 
go. É  pintóse  toda  la  costa  en  un  paño, 
muy  al  natural,  y  en  la  pintura  paresgia 
un  rio,  que  salia  á  la  mar,  mas  abierto  que 
los  otros ,  segund  su  figura ,  el  qual  pa- 
resgia estar  entre  las  sierras  que  digen  de 
Sanct  Martin ;  y  son  tanto  en  un  ancón 
metidas,  que  los  marineros  é  pilotos  pen- 
saron estonges  que  se  partía  la  tierra  en 
una  provingia  que  se  dice  Maganalco,  ó 
Guagacalco.  É  dixo  Monteguma  á  Cortés 
que  viesse  él  á  quién  quería  enviar,  é  quél 
proveería  cómo  viesse  é  supiesse  todo. 
Cortés  señaló  diCz  hombres,  y  entrellos 
algunos  pilotos  é  hombres  expertos  en  las 
cosas  de  la  mar;  é  con  el  recabdo  que 
Moiilcruina  les  dió,  se  partieron  é  fueron 
por  toda  la  costa  desde  el  puerto  de  Chal- 
chimeca,  alias  de  Sanct  Johan,  donde  Cor- 
tés se  avia  desembarcado,  quando  fué  á 
aquella  tierra:  é  anduvieron  por  ella  ses- 
senta  é  tantas  leguas,  sin  hallar  rio  ni  an- 
cón donde  pudiessen  entrar  navios,  pues- 
to que  en  la  dicha  costa  avia  muchos  ó 
muy  grandes ,  é  todos  los  sondearon  con 
canoas.  É  assi  llegaron  á  la  provingia  de 
Guagacalco,  donde  el  dicho  rio  está;  y  el 
->  n  >r  de  aquella  provingia,  que  se  degia 


Tuchintccla,  los  resgibió  muy  bien  é  les 
higo  dar  canoas  para  mirar  el  rio ,  é  ha- 
llaron en  la  entrada  dél  dos  bragas  é  me- 
dia largas  en  lo  mas  baxo  de  baxa  mar: 
6  subieron  por  el  rio  arriba  dos  leguas,  é 
lo  mas  baxo  que  en  él  hallaron  fueron  gin- 
co  ó  seys  bragas,  é  segund  la  dispusigion 
que  en  el  rio  vieron,  les  paresgió  que  su- 
bia  mas  de  treynfa  leguas  de  aquella  hon- 
dura. En  la  ribera  del  qual  rio  hay  mu- 
chas é  grandes  poblagiones,  é  toda  la 
provingia  es  muy  llana  é  fértil  é  abundo- 
sa de  todas  las  cosas  de  la  tierra ,  6  de 
mucha  ó  quassi  ¡numerable  gente.  Los  de 
aquella  provingia  no  eran  subditos  ni  vas- 
salios  de  Monteguma :  antes  eran  sus  ene- 
migos. 

Este  señor  Tuchintccla  assimesmo,  al 
tiempo  que  los  españoles  llegaron  ,  Ies  en- 
vió á  degir  que  los  de  Culuá,  que  con 
ellos  yban,  no  entrassen  en  su  (ierra,  por- 
que eran  sus  enemigos.  É  quando  se  tor- 
naron los  españoles  con  la  relagion  ques 
dicho ,  envió  con  ellos  giertos  mensage- 
ros  a  Cortés  con  un  pressente  de  algunas 
joyas  de  oro  é  cueros  de  tigres  é  muy 
hermosos  plumages  é  piedras  diverssas  é 
ropas  de  algodón  muy  bien  labradas;  y 
envióle  á  degir  que  avia  muchos  dias  que 
tenia  notigia  dél,  porque  los  de  Puntun- 
ehan  (ques  el  rio  que  llaman  de  Grijalva, 
el  qual  está  en  diez  y  ocho  grados  desta 
parte  de  la  línia  equinogial)  que  son  sus 
amigos,  le  avian  dicho  cómo  Cortes  é  los 
chripstianos  avian  passado  por  allí ,  é  avia 
peleado  con  ellos,  porque  no  le  dexaban 
entrar  en  su  pueblo ,  é  que  después  avian 
quedado  amigos  ó  se  avian  otorgado  por 
vassallos  de  la  Corona  Real  de  Castilla.  É 
que  assimesmo  el  dicho  Tuchintccla  se 
ofresgia  al  servigio  del  Rey,  nuestro  se- 
ñor, é  de  sus  subgessores  en  Castilla  con 
su  persona  é  tierra ;  é  quél  rogaba  a  Cor- 
tés (pie  lo  toviesse  por  amigo ,  con  tal 
condigion  qué  los  de  Culua  no  entrassen 
en  su  tierra ;  6  que  viesse  Cortés  las  co- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXHI.  CAP.  VII. 


293 


sas  que  en  ella  avia,  de  que  la  Magestad 
Real  se  quisiesse  servir:  quél  daría  dellas 
las  que  Corles  señalassc  en  cada  un  año, 
6  serviría  con  loda  fidelidad  é  verdadera 
amistad  é  obra ,  como  lo  vería  con  el 
tiempo. 

Cómo  los  españoles  ques  dicho  volvie- 
ron di  -i.i  provincia  a  Corles,  informáron- 
le que  era  aquella  tierra  aparejada  para 
poblar,  é  diérónle  noticia  del  puerto  que 
BVÍail  visto,  de  lo  (pial  él  holgó  mucho, 
porque  era  á  propóssito,  é  nunca  se  avia 
hallado  ni  le  hay  en  toda  la  costa  desde 
el  rio  de  Sancl  Antón,  (pies  junto  al  do 
Grijalva,  hasta  el  Panuco,  ques  la  cosía 
abaso,  adonde  ciertos  españoles ,  por 
mandado  de  J-'rancisco  de  Caray,  fueron 
á  poblar,  como  se  dirá  adelante.  Y  para 
rnás  se  certificar  Cortés  de  las  cosas  de 
aquella  provincia  é  puerto,  é  de  la  volun- 
tad de  los  naturales  della,  é  de  las  otras 
cosas  nescessarias  á  la  población ,  (ornó  á 
enviar  ciertos  españoles ,  hombres  de  cx- 
pirieneia ,  para  que  inquiriessen  con  mu- 
cha atención  lodo  lo  que  les  paresció  que 
se  debía  saber.  Y  estos  volvieron  con  los 
embaxadores  que  Tuchintecla  le  avia  en- 
riado; y  en  recompensa  de  su  pressentc 
envióle  algunas  cosas ,  conforme  á  la  cos- 
lumbrc:  que  era  rescibir  Cortés  6  los  es- 
pañoles oro,  é  dar  en  cambio  de  aquel 
algunas  cosillas  de  vidro  é  cascabeles  de 
latón  e  algún  cuchillo  ó  espejo.  Y  envióle 
á  decir  cómo  él  lo  rescibia  por  vassallo  de 
Su  Magostad  é  de  su  Corona  Real  de  Cas- 
tilla ,  é  que  como  lal  seria  Iraclado  é  ayu- 


dado é  favorescido,  6  le  lomaba  por  amigo 
suyo  é  de  los  españoles ,  é  le  agradescia 
su  buena  voluntad  é  obra,  ó  á  este  pro- 
póssito otras  palabras  convinienlcs  á  la 
mana  ami<xia  contrayda. 

Llegados  estos  segundos  mensageros 
de  Cortés,  aquel  señor  los  rescibió  muy 
bien ,  y  ellos  con  mas  diligencia  y  aten- 
ción sondaron  otras  veces  el  puerto  é 
rio,  6  vieron  muy  particularmente  la  dis- 
pusieron que  avia  para  poblar.  C  de  lodo 
volvieron  con  entera  ó  verdadera  relación, 
6  dixeron  que  avia  todo  lo  ques  nesces- 
sario  para  la  buena  fundación  de  un  pue- 
blo bien  assenlado  é  proveydo;  é  quel 
señor  de  la  provincia  era  muy  contenió  y 
estaba  con  mucho  desseo  de  servir  al  Rey, 
nuestro  señor,  é  de  ser  muy  amigo  de 
Cortés  é  de  los  españoles.  Sabido  esto  por 
Cortés,  proveyó  de  enviar  un  capitán  con 
ciento  é  cimplenta  hombres,  para  (pie  fucs- 
sen  á  tracar  é  formar  una  buena  villa,  é 
ordenóles  que  hiciessen  una  fortaleza  en 
la  parle  que  más  conviniesse  ó  segura 
fuesse,  porque  el  señor  de  la  provincia  se 
avia  ofrescido  de  la  hacer  y  edeficar  as- 
Bimesmo  todas  las  casas  que  fuesse  me- 
ne-ter  é  le  iiiandasscn.  Y.  luego  hico  seys 
en  el  aSSÍentO  é  parle  que  para  el  pueblo 
se  señaló;  é  dixo  que  era  muy  contento 
(¡no  se  fuessen  allí  á  viviré  poblar  en  su 
tierra  los  chripstianos ,  porque  tenia  en 
mucho  su  amistad,  é  que  en  quanlo  él  pu- 
diesse  los  entendía  contentar  6  hacerles 
buena  vecindad. 


894 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  VIII. 

Cómo  fué  presso  el  principo  Cacamacin  ,  señor  do  Aculuacan  *,  porque  se  rebeló  después  de  se  aver  ofres- 
cjdo  por  vassallodel  Rey,  nucslro  señor,  é  también  se  apartó  de  la  amistad  de  Monletuma,  su  señor,  ( 
fué  puesto  un  hijo  suyo  del  dicho  Cacamacin  por  señor  de  su  estado  **. 


A  tiempo  quel  capitán  Hernando  Cortés 
yba  á  la  granel  cibdad  de  Temistitan ,  co- 
mo ya  queda  dicho,  salióle  aheamino  un 
grand  señor  á  rescibirle  de  parte  de  Mon- 
tecuma ,  cuyo  pariente  muy  cercano  era, 
é  su  señorío  confinaba  con  el  suyo.  Este 
se  llamaba  señor  tle  Aculuacan ,  y  la  ca- 
beca  de  su  estado  es  una  grand  cibdad, 
que  está  junto  á  la  laguna  salada :  ó  des- 
de ella  hasta  Temistitan  hay  seys  leguas 
por  el  agua,  ó  por  tierra  diez.  Llámase 
Testuco,  y  es  de  treynta  mili  vecinos,  en 
la  qual  el  señor  della  tiene  unas  casas  muy 
excelentes,  y  está  toda  muy  edeficada  de 
torres  muchas  é  muchos  templos  é  orato- 
rios muy  grandes  é.  muy  bien  labrados. 
Hay  muy  grandes  mercados  é  contracta- 
gion  en  ella. 

Demás  tiesta  cibdad  tenia  el  señor  des- 
Lc  estado  otras  dos,  la  una  á  tres  leguas 
de  Testuco,  llamada  Acuruman,  é  la  otra 
á  seys,  que  se  dice  Olumpa.  Y  en  cada 
una  deslas  dos  avia  tres  ó  quatro  mili  ve- 
cinos :  6  tiene  la  dicha  provincia  ó  seño- 
río Aculuacan  otras  aldeas  é  alquerías  en 
mucha  cantidad,  é  muy  buenas  tierras  é  la- 
branzas; é  confina  todo  este  señorío  por  la 
una  parle  con  la  provincia  de  Tascallcca, 
de  la  qual  se  ha  tractado  en  los  capítulos 
precedentes.  Este  señor  ó  príncipe  era 
mucha  paite  en  aquellas  tierras,  é  su  pro- 
prio  nombre  era  Cacamacin  :  el  qual,  des- 
pués de  la  prission  de  Montecuma  se  re- 


beló é  apartó  de  su  obidiencia ,  ó  también 
de  la  fidelidad  que  avia  prometido  al  Rey, 
nuestro  señor,  é  de  la  amistad  de  Her- 
nando Cortés  é  de  los  españoles;  porque 
le  paresció  que  ,  pues  Hernando  Cortés 
avia  detenido  á  Montecuma ,  quel  tiempo 
le  daba  oportunidad  á  él  para  ser  libre ,  é 
apartado  de  su  vassallage ,  é  del  que  los 
chripstianos  comentaban  de  nuevo  á  im- 
poner á  los  indios,  é  aun  pensaba  acre9- 
gentar  sus  rentas  é  señorío,  mediante  la 
guerra  común.  Y  puesto  que  muchas  ve- 
ges  fué  requerido  que  obedesciesse  los 
mandamientos  que  Cortés,  de  parte  del 
Rey ,  nuestro  señor,  le  enviaba,  y  el  Mon- 
tecuma assimesmo  por  su  parte ,  no  sola- 
mente dexó  de  obedesccr,  pero  respon- 
día que  si  algo  le  qticrian,  que  fuessen  á 
su  tierra ,  é  allí  verían  para  quánto  era  y 
el  servicio  que  era  obligado  á  hacer.  É 
segund  la  información  que  se  ovo,  tenia 
grand  número  de  gente  de  guerra  junta  é 
muy  á  punto  para  se  defender,  é  aun 
ofender  á  quien  quisiesse  perturbar  su 
tierra  ó  enojarle.  Y  cómo  de  las  amones- 
taciones ó  requerimientos  con  él  ningún 
fructo  se  conseguía,  para  lo  atraer  á  lo 
que  Cortés  quería,  habló  á  Monlcguma  el 
general  é  pidióle  su  parosger,  para  que 
aquel  no  quedasse  sin  castigo  de  su  rebe- 
lión. 15  Montecuma  le  respondió,  como  sa- 
bio, ó  dixo  á  Cortés  que  querer  tomar 
por  guerra  a  Cacamacin  era  cosa  de  mu- 


•  Oviedo  taulió  en  el  MS.  original  la  siguiente 
cláusula:  Señor  de  Aculuacan  ,  pariente  muy  cer- 
cano de  Montecuma  c  grand  señor  en  aquellas  par- 
te», etc. 

M  La  última  parte  del  epígrafe  del  presente 
•apitulo  estaba  concebida  en  estos  términos:  «E 


también  se  apartó  de  la  amistad  de  Montecuma  ,  su 
señor  ,  por  cuya  industria  fué  presso  é  entregado 
á  Hernando  Cortés,  é  fué  puesto  un  hijo  suyo  del 
dicho  Cacamacin  por  señor  de  su  estado ,  al  qual 
llam  iban  Cocuzcacln.v 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  VIII. 


295 


cho  peligro,  porque  era  grand  señor  ó 
tenia  mucha  gente  é  muchas  é  buenas 
fuen;as ,  é  no  se  podria  aquello  hacer,  sin 
aventurarse  mucha  gente ;  pero  quél  tenia 
en  su  tierra  del  mesinoCac  amar  in  muchos 
servidores  é  personas  principales  (¡ue  vi- 
vían con  61,  6  les  daba  salario:  que  ha- 
blaría con  ellos  para  que  atraxessen  algu- 
na gente  de  la  del  dksho  Caeamacin  á  si; 
6  que  atrayda,  y  estando  seguros  que 
aquellos  assi  atraydos  favorescerian  el 
partido  de  Cortes  podrían  prender  segu- 
ramente á  Caeamacin. 

E  fué  assi,  que  Montecuma  hico  sus 
conciertos  de  manera  que  aquellas  per- 
sonas ,  á  quien  él  lo  Ordenó  conducie- 
ron  al  Caeamacin  á  que  se  junlasse  con 
ellos  en  la  cibdad  \a  dicha  de  Tesluco, 
para  dar  orden  en  las  cosas  que  conve- 
nían á  la  conservación  de  su  Estado,  co- 
mo personas  principales,  é  que  les  do- 
lia  quél  hiciesse  cosas,  por  donde  se  per- 
díesse.  E  juntados  en  una  muy  gentil  ca- 
sa del  mesmo  Caeamacin  (que  está  junto 
á  la  laguna .  y  es  de  tal  manera  edifica- 
da que  por  debaxo  de  toda  ella  navegan 
canoas  6  salen  á  la  dicha  laguna),  allí 
secretamente  tenían  aparejadas  ciertas  ca- 
noas con  mucha  gente  npercebida,  para 
que  si  el  Cacamaeiu  quisiesse  resistir  la 
prission .  pudiessen  los  otros  salir  con  la 
empressa,  ó  matarle:  y  estando  en  su  con- 
sulta, le  tomaron  é  prendieron  lodos  aque- 


llos sus  principales ,  antes  que  fuessen  sen- 
tidos de  la  gente  de  Caeamacin,  é  metié- 
ronle en  aquellas  canoas,  é  salieron  á  la 
laguna,  é  lleváronle  á  la  grand  cibdad  de 
Temistitan,  que  como  es  dicho,  está  seys 
leguas  de  allí.  E  llegados  á  Temistitan,  le 
pusieron  en  unas  andas ,  como  su  estado 
lo  requería  é  aquel  señor  acostumbraba 
andar:  el  qual  les  di\o  estonces:  «No  sé 
por  qué  me  honrays  agora,  pues  deshon- 
rándome, me  aveys  traydo  aquí  contra  mi 
voluntad ,  é  como  alevosos  é  malos  vas- 
salios  é  peores  amigos,  á  donde  padezca, 
por  dessear  mí  libertad 6  la  vuestra.'  En 
fin ,  sin  responder  lo  llevaron,  como  es 
dicho,  en  presscnle  al  capitán  Hernando 
Corle-,  el  qual  le  hico  echar  unos  grillos, 
é  mandóle  poner  á  buen  recabdo.  E  con 
parescer  de  Montecuma  puso  en  aquel  se- 
ñorío, en  nombre  del  Rey  de  Castilla, 
nuestro  señor,  á  un  hijo  de  Caeamacin, 
(pie  se  llamaba  Coruscar  in  :  é  proveyóse 
que  todas  las  comunidades  é  señores  prin- 
cipales de  la  provincia  é  señorío  de  su  pa- 
dre, le  obedesciessen  por  señor,  hasta 
tanto  rpie  Su  Magestad  Cessárea  fuesso 
servido.  E  assi  se  hico:  que  de  allí  ade- 
lante todos  los  vassallos  le  tuvieron  ó 
obcdcscicron  por  señor,  como  al  mesmo 
Caeamacin;  é  el  nuevo  señor  fué  obe- 
diente á  Cortés  en  lodo  lo  que  de  parlo 
del  Emperador  Rey,  nuestro  señor,  le 
mandaba. 


CAPITULO  IX. 

En  el  qual  so  cuenla  la  relación  quel  grand  principe  Monlecuma  (lió  de  su  origen  á  sus  vassallos*  en  una  pú- 
blica audiencia,  en  que  les  habló  é  mandó  que  obedesciessen  é  sirviessen  al  Emperador  don  Carlos,  nueslro 
señor ,  como  ú  Rey  de  Castilla  c  su  natural  señor ,  ó  después  del  perpetuamente  i  los  Reyes  de  Castilla  é  de 

León  ,  sus  subcessores. 


Passados  algunos  dias  después  de  la 
prission  del  príncipe  Caeamacin ,  mandó 
Montecuma  juntar  todos  los  señores  de 
las  cibdades  é  (ierras  comarcanas;  é  jun- 
tos, envióles  á  decir  que  subiessen  adonde 


él  estaba.  E  allegados  en  su  pressencia, 
en  manera  que  todos  le  podían  muy  bien 
oyr  y  entender,  presscnle  estando  é  á 
par  dél  sentado  el  general  Hernando  Cor- 
tés, é  allí  junio  sus  lenguas  é  intérpetres 


29G 


fflSTORTA  GENERAL  Y  NATURAL 


para  le  avisar  do  lo  que  se  hablaba ,  Mon- 
tecuma dixo  assi: 

«Amigos  6  hermanos  míos,  ya  sa- 
beys  que  de  mucho  tiempo  acá,  voso- 
tros 6  vuestros  padres  é  abuelos  é  pro- 
genitores aveys  seydo  é  soys  subditos 
é  vassallos  mios  é  de  mis  antecessores, 
é  siempre  dellos  é  de  mí  aveys  seydo 
muy  bien  tractados,  honrados  é  favores- 
cidos ;  é  vosotros  assimesmo  aveys  hecho 
lo  que  buenos  é  leales  vassallos  son  obli- 
gados a  sus  naturales  señores :  é  creo  que 
de  nuestros  padres  é  mayores  teneys  avi- 
so é  relación  é  memoria  cómo  nosotros 
no  somos  naturales  dcsla  tierra ,  é  -sanie- 
ron  nuestros  predecessores  á  ella  de  muy 
lexana  tierra:  é  los  truxo  un  señor  que  en 
ella  los  dexó,  cuyos  vassallos  todos  eran. 
El  qual  volvió  desde  á  mucho  tiempo,  é 
halló  que  nuestros  abuelos. estaban  ya  po- 
blados é  assentados  en  esta  tierra ,  é  ca- 
sados con  las  mugeres  destas  partes ,  é 
'  tenían  mucha  multiplicación  de  hijos:  por 
manera  que  no  quisieron  volver  con  él, 
ni  menos  le  quisieron  rescibir  por  señor 
de  la  tierra ,  y  él  se  volvió  é  dexó  dicho 
que  tornaría  ó  enviaría  con  (al  poder  que 
los  pudiesse  constreñir  é  atraer  á  su  ser- 
vino  por  tuerca  ó  de  grado.  É  bien  sa- 
beys  que  siempre  lo  avernos  esperado ;  é 
segund  las  cosas  quel  capitán  que  pres- 
sente  está,  nos  ha  dicho  de  aquel  grand 
Rey  é  señor  que  le  envió  acá ,  é  segund 
la  parte  de  donde  él  dice  que  viene,  ten- 
go por  pierio ,  ó  assi  lo  debeys  vosotros 
tener,  que  aqueste  es  el  señor  que  espe- 
ramos ,  en  especial  que  nos  dice  que  allá 
tenia  noticia  de  nosotros.  Y  pues  nuestros 
predecesores  no  hicieron  lo  que  eran  obli- 
gados con  su  señor,  hagámoslo  nosotros, 
é  demos  gracias  á  nuestros  dioses,  porque 
on  nuestros  tiempos  vino  lo  que  tanto 
aquellos  esperaban.  Y  mucho  os  ruego, 
pues  á  todos  os  es  notorio  esto,  que  assi 
como  hasta  aqui  á  mi  me  aveys  tenido  é 
ohedescido  por  señor  vuestro,  que  de 


aqui  adelante  tengays  é  obedezcays  á  es- 
te grand  Rey  de  Castilla ,  pues  él  es  vues- 
tro natural  señor,  é  después  de  sus  dias 
á  sus  subcessores  en  su  silla  real  perpe- 
tuamente ,  é  en  su  lugar  tengays  á  este 
su  capitán  general.  Y  todos  los  tributos 
que  hasta  aqui  á  mí  me  hacíades,  los  ha- 
ced é  dad  á  él ,  porque  yo  assimesmo  ten- 
go de  contribuir  á  servir  con  todo  lo  quél 
mandare ;  é  demás  de  hacer  lo  que  de- 
beys é  soys  obligados,  á  mí  me  hareys 
en  ello  mucho  placer. » 

Lo  qual  todo  les  dixo  llorando,  con 
las  mayores  lágrimas  é  sospiros  que  un 
hombre  podia  manifestar;  é'  assimesmo 
todos  aquellos  señores  que  le  estaban 
oyendo,  lloraban  tanto  que  desde  á  grand 
espacio  no  le  pudieron  responder.  Era  la 
cosa  de  tal  manera,  que  ninguno  de  los 
españoles  estaba  sin  aver  mucha  com- 
passion.  Despu"s  de  algo  ser  sosegadas 
y  menos  las  lágrimas,  respondieron  que- 
líos  lo  tenían  por  su  señor  é  avian  pro- 
metido de  hacer  todo  lo  que  les  mandas- 
se;  é  que  assi  por  esto,  como  por  la  ra- 
<jon  que  les  daba  para  ello,  eran  muy  con- 
tentos de  lo  hacer;  é  que  desde  eston- 
ces para  siempre  ellos  se  daban  por  vas- 
sallos del  muy  alto  é  muy  poderoso  Rey 
de  Castilla  don  Cárlos,  primero  de  tal 
nombre  en  ella,  é  de  sus  subcessores  y 
herederos  en  el  real  ceptró  de  Castilla  é 
de  León.  E  desdi1  allí  todos  junios  é  cada 
uno  por  sí  dixeron  que  prometían  é  pro- 
metieron de  hacer  é  cumplir  lodo  aquello 
que  en  nombro  de  Su  Magostad  real  les 
fuesse  mandado,  como  buenos  é  leales 
vassallos  lo  deben  hacer,  é  de  acudir  con 
todos  [os  tributos,  servicios  é  rentas  que 
antes  al  dicho  Montecuma  hacían  y  eran 
obligados,  é  con  todo  lo  demás  que  les 
fuesse  ordenado,  en  nombre  del  Rey  de 
Castilla,  á  guien  por  Su  Magestad  lo 
oviesse  de  aver,  é  de  rescebir  é  recaudar 
tan  complidamente ,  como  lo  solian  dar  é 
acostumbraban  servir  á  Montecuma,  é 


DE  INDIAS.  J.lll.  XXXIU.  CAI'.  IX. 


2'J7 


mejor,  si  mejor  pudiessen  hacerlo,  so  las 
penas  en  que  caen  los  desobedientes  é 
desleales  vassallos.  E  todo  se  aasentóas- 
si  c  más  copiosamente  por  ante  un  escri-  ' 
Laño  é  notario  público,  por  auto  y  en  for- 
ma ,  6  Cortés  lo  pidió  assi  por  testimonio 
en  pressen'cia  de  muchos  españoles ;  c  as- 
si  lo  escribió  él  después  al  Emperador, 
nuestro  señor. 

Y  en  la  verdad,  si  como  Cortés  lo 
dieeó  escribió,  pas~ó  en  efello ,  muy 

grand  cosa  me  paresco  la  consejoncia  y 

liberalidad  de  .Monlecuina  en  esta  su  res- 
titución c  obidiencia  al  Rey  de  Castilla, 
por  la  simple  ó  cautelosa  información  de 
Cortés ,  que  le  podia  hacer  para  ello. 
Mas  aquellas  lágrimas,  con  que  dice  que 
MíHilecuma  hico  su  oración  é  amonesta- 
miento, despojándose  de  su  señorio,  é 
lás  de  aquellos,  con  que  le  respondieron, 
aceptando  lo  que  les  maullaba  y  exhorta- 
ba ,  á  mi  parescer  su  llanto  (pieria  de- 
cir ó  enseñar  otra  cosa  de  lo  qué)  y  ellos 
dkeron;  porque  las  obediencias  que  se 
suelen  dar  a  los  príncipes ,  con  risa  é  con 
cantares,  é  drVe'rssrdad  de  música  é  leticia 

en  señales  de  placer  se  suele  hacer,  é  no 

con  lucio  ni  lágrimas  e  sollocos  ,  ni  estan- 
do presso  (piieii  obedesce  :  porque,  co- 
mo dice  Marco  Varroir,  «lo  que  por  fuer- 
za se  dá,  no  es  servicio,  sino  robo.  ■ 
A'  el  ml'sm  >  C  i:!  s  díceea  su  caria  en 


algunas  partes,  como  se  ha  dicho  en  los 
capítulos  precedentes,  que  Montecuma 
siempre  le  rogó  que  no  fuesse  á  verle,  ni  á 
Temislitan,  ni  lo  quisiera  ver  en  niuguna 
manera;  é  por  lo  que  adelante  se  siguió, 
se  puede  fácilmente  considerar,  (pie  esta 
novela  ó  restitución  no  era  de  grado,  do 
Montecuma.  Y  no  sin  causa  tengo  ya  di- 
cho quel  era  pusilánimo  é  hombre  de  po- 
co ser,  é  que  aquella  su  consgiencia ,  con 
(pie  páresela  qüél  daba  lo  suyo  á  su  due- 
ño, no  resulto  di'  su  limpieca  de  ánima, 
sino  de  la  voluntad  de  Dios,  por  los  dé- 
belos é  vicios  desla  gente.  E  por  los  sa- 
nos desseos  e  méritos  de  Cessar  se  enca- 
minaron las  cosas  á  otro  mayor  derecho 
é  origen  del  (pie  Montecuma  decía;  por- 
que si  allí  avian  ydo  sus  progenitores,  no 
se  sabe  ni  está  escrito  .quién  fueron  cssos, 
ni  Cortés  sabia  en  este  casólo  que  le  decía, 
mas  de  novelar  é  traer  á  su  propóssi- 
lo  confabulaciones  de  mañoso  ó  sagaz  é 
diestro  capitán')  excépto  si,  como  se  díxo 

en  la  primera  parte  di  stas  historias,  en  el 
libro  II  é  capítulo  III,  estas  gentes  tenían 
alguna  noticia  de  lo  (pie  allí  se  tracto  del 
rey  XII  de  España]  llamado  Héspero.  Pero 
no  me  quiero  detener  en  estas  congcclu- 
ras,  por  passar  á  las  otras  cosas  que  ha- 
cen al  discurso  de  la  historia,  siguiendo 
el  tenor  de  lo  que  Hernando  Cortés  escri- 
bió al  Emperador,  nuestro  señor. 


CAPULLO  X. 

En  el  qual  se  Irada  cómo  el  capitán  Hernando  Coilas  persuadió  á  Montecuma  que  onviasse  por  sus  horras 
á  pedir  á  los  principales  señores  e!  vassallos  que  sirviessen  con  oro  al  Emperador  Rey  ,  nueslro  señor,  é  lo 
hicieron  en  cantidad  de  más  do  fíenlo  <:  nóvenla  y  dos  mili  pessos,  allende  de  oíros  cicnl  mili  pessos  de 
valor  é  joyas ;  é  de  algunas  particularidades  de  la  Nueva  España  *. 

cipales  vassallos  hir  ieron  al  servicio  é  obi- 
diencia del  Rey,  nuestro  señor,  como  so 

discurso  de  la  verdad  de  la  liisloria.»  Pero  eslas  li- 
neas fueron  lachadas  por  ,el  mismo  aulor,  porque 
no  llegó  á  tratar  del  rompimiento  y  choque  enlre 
Corles  y  Narvaez  hasta  el  capílulo  XII  de  esle  mis-1 
mo  liliro,  según  en  su  lugar  puede  verse. 

38 


.  assados  pocos  dias  después  del  aucto 
é  ofrescimientO  que  Montecuma  é  sus  prin- 

•  Después  de  eslas  palabras  se  lcia  en  el  MS. 
original:  «E  del  Estado  c  casa  de  Monlee-uma  é  de 
los  templos  é  ydulos  de  Temislitan  c  de  los  merca- 
dos é  comercio  de  los  indios;  é  del  recuenlro  que 
passó  enlre  el  capitán  Hernando  Corles  é  el  capitán 
Pamphilo  de  Narvaez  ,  <•  otras  cosas  neseessarias  al 

TUMO  III. 


2U8 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATI  UAL 


ha  dicho  en  el  capítulo  do  susso,  acor- 
dó el  capitán  Hernando  Cortés  (porque 
aquellos  ofrescimientos  no  fuessen  en  va- 
no, ó  solamente  palabras)  de  decir  á  Mon- 
tecuma quel  Emperador  Rey,  nuestro  se- 
ñor, tenia  pescessidad  de  oro  para  cier- 
tas obras  que  mandaba  hacer;  que  le  ro- 
baba que  enviasse  algunas  personas  de 
los  suyos,  ó  que  Cortés  enviaría  assimes- 
ino  algunos  españoles  con  ellos,  por  las 
tierras  é  casas  de  aquellos  señores  que  se 
avian  ofrescido,  á  les  rogar  que  de  lo  que 
ellos  tenían  sírviessen  al  Rey nuestro  se- 
ñor, con  alguna  parte:  porque  demás  de 
la  nescessidad  que  Su  Magostad  tenia, 
paresceria  que  ellos  comeneaban  á  servir, 
conformando  con  las  obras  c  palabras  la 
voluntad  que  avian  ofrescido,  ó  que  Su 
Altera  ternia  más  concepto  de  las  volunta- 
des que  á  su  servicio  tenían;  y  quel  mes- 
mo  Montecuma  diesse  assim'esmo  de  lo 
que  tenia ,  porque  !o  quería  enviar  con  el 
oro ,  como  las  otras  cosas  que  antes  se 
avian  enviado  á  Su  Magostad.  E  luego 
Montecuma  dixo  que  le  diesse  los  espa- 
ñoles que  queria  enviar ,  ó  de  dos  en  dos 
é  de  tres  en  tres  los  envió  con  los  indios, 
que  le  paresció  que  debían  yr  repartidos 
para  muchas  provincias  ó  cibdades,  por- 
que algunas  estaban  lexos ,  á  ochenta  é  á 
cient  leguas  de  la  grand  ciudad  de  Temis- 
titan :  ó  mandó  á  los  suyos  que  fuessen 
con  algunos  chripstianos  á  los  señores  de 
aquellas  provincias  é  cibdades,  ó  les  di- 
xessen  cómo  Cortés  mandaba,  que  cada 
uno  dellos  diesse  cierta  cantidad  de  oro, 
que  se  les  señaló.  É  assi  hico:  que  todos 
aquellos  señores  á  quien  enviaron,  dieron 
cumplidamente  lo  que  se  les  pidió,  assi  en 
joyas  como  en  tejuelos  é  hojas  de  oro  é 
plata,  é  otras  cosas  de  las  que  ellos  te- 
nían, que  fundido  todo  lo  (pie  era  para 
fundir,  cupo  á  Su  Magostad  del  quinto 
ti e\ nía  é  dos  mili  é  quatrocientos  6  tan- 
to, pe--o>  de  oro,  demás  é  allende  de  to- 
lla -  las  joyas  de  oro  é  de  plata ,  é  pluma- 


jes é  piedras,  é  otras  muchas  cosas  de 
valor  que  para  Céssar  apartó  Cortés  é  se- 
ñaló, que  podrían  valer  otros  cient  mili 
pessos  ó  más.  Las  qualcs  cosas,  demás  de 
su  mucho  valor ,  eran  tales  é  tan  mara- 
villosas é  nuevas,  que  consideradas  pen- 
sil lindeca  y  extraña  forma ,  parescia  que 
eran  inestimables,  é  para  creer  que  nin- 
gún príncipe  del  mundo,  de  quien  tenga- 
mos noticia,  las  podrá  tener  tales  ni  tan- 
tas ni  de  tal  calidad.  Sin  que  parezca  ser 
esto  fabuloso  ;  pues  ques  verdad  que  to- 
das las  cosas  criadas  naturalmente,  assi 
en  la  tierra  como  en  la  mar,  de  que  Mon- 
tccuma pudiessó  tener  conosci miento ,  las 
tenia  contrahechas  tan  al  proprio ,  assi  de 
oro  é  plata  como  de  pedrería  é  de  plumas, 
écon  (al  perfii-ion,  que  quassi  parescianser 
aquello  mesmo  que  querían  imitar.  De  las 
quales  todas  dió  Montecuma  para  el  Rey, 
nuestro  señor,  mucha  parle,  sin  otras  que 
Cortés  le  dió  figuradas,  para  que  las  man- 
dasso  hagor  de  oro,  assi  como  imágenes 
é  cruCifixQS ,  medallas,  joyeles,  collares 
é  otras  muchas  cosas  de  las  nuestras,  que 
le  hico  contrahacer.  Cupieron  assimesmo 
á  SuMagestad,  del  quinto  de  la  plata  que 
se  ovo,  ciento  é  tantos  marcos,  los  qua- 
les hi§0  Cortés  labrar  á  los  iridios  de  pla- 
tos grandes  é  pequeños,  y  escudillas  é  ta- 
cas é  cucharas  é  otras  piceas  ó  vaxilla, 
tan  perfetto  quanto  se  lo  supieron  dar  á 
entender  á  los  indios  que  lo  hicieron. 

Demás  desso  dió  Montecuma  mucha  ro- 
pa de  la  suya,  que  era  tal,  di'  algodón  é 
sin  seila,  que  daba  admiración  su  valoré 
las  muchas  é  diverssas  labores:  en  que 
avia  ropas  de  hombres  é  de  mugeres  mu- 
cho de  ver,  é  paramentos  é  cortinajes  de 
cania  ,  (pie  los  de  seda  no  se  podían  com- 
parar á  ellos.  Avia  otros  paños,  como  de 
tapicería,  que'  podían  servir  en  salas  y  un 
iglesias.  Avia  colchas  é  cobertores  de  ca- 
mas, assi  de  pluma,  como  de  algodón  de 
diverssas  é  diferenciadas  maneras  é  vivas 
colores,  é  otras  muchas  cosas,  (pie  por 


DE  INuIAS.  L1B. 

B8P  tantas  6  tales  seria  dificultoso  expre- 
sarlas. También  dio  Montccuma  á  Cortés 
una  docena  de  cerbatanas  dé  las  con  tjuél 
tiraba,  muy  hermosas,  porque éran  todas 
pintadas  de  muy  excelentes  pinturas  é 
perfeltos  milicos,  en  rpie  aviatfiguradas 
muchas  ('•  diferenciadas  maneras  de  ave- 
i  ieas  é  animales  é  árboles  é  llores  é  ot^as 
diverssás  cosas  6  fantasías ;  ó  tenían  los 
lineales  é  punteria  tan  grandes  como  un 
xenie,  de  oro,  y  en  el  medio  olio  tanto, 
ínaj  !>¡en  labrado.  K  dióle  para  con  ellas 
un  carniel  de  red  de  mo.  e  olías  muchas 

cosíis,  cuyo  número  fue  qu&ssi  incontable. 

K  dá  relación  Hernando  ('orle»  poi  -n 

carta  al  Emperador-,  nuestro  señor,  de 

•trasmuchas  particularidades,  entre  las 
(piales  recita  primero  la  forma  de  la  pro- 
vincia de  México,  (pies  donde  está  la 
irand  cibdad  de  Temislitan,  é  algunas  de 
las  otras,  de  quien  se  lia  hecho  relación,  é 
donde  estaba  el  principal  señorío  é  real 
silla  de  Montccuma.  I.a  (pial  dicha  provin- 
( ia  es  redonda  6  toda  cercada  de  muy  al- 
ias e  ásperas  montañas,  é  lo  llano  della 
lerna  de  circunferencia  septenta  leguas} 
poco  mas  ó  menos;  y  en  este  llano  hay 
dos  lagunas,  la  una  dulce  c  la  olía  sala- 
da .  e  divídelas  por  una  pai  te  una  cordi- 
llera pequeña  de  cerros  muy  altos ,  que 
están  en  medio  de-la  llanura,  é  al  cabo 
se  van  á  juntar  las  dichas  lagunas  en  un 
estrecho  llano,  (pie  entre  e>los  cerros  c  las 
sierras  altas  se  hace,  el  (pial  estrecho  Icr- 
ná  de  abertura  un  tiro  de  ballesta.  K  por 
entre  la  una  laguna  é  la  otra,  é  las  cilxla- 
des  é  poblaciones  que  están  en  las  dichas 
lagunas,  contractan  los  indios  por  el  agua 
unos  con  otros  en  sus  canoas ,  sin  aver 
nescessidad  de  yr  por  la  tierra.  K  porque 
la  laguna  mayor  c  salada  crescc  é  men- 
gua por  sus  mareas  (scgtmd  lo  hace  la 
mar) ,  todas  las  crescienlcs  corre  el  agua 
della  á  la  otra  dulce  tan  regio  como  lo 
suele  ha^er  un  caudal  é  velocc  rio,  6  las 
menguantes  con  el  mesmo  ímpetu  vacia, 


XX.XHI.  CAP.  X.  200 

é  va  la  corriente  de  la  laguna  dulce  á  la  * 
salada:  de  lo  qual  se  colige  ó  consta  cla- 
ramente que  la  dicha  laguna  salada  pro- 
cede de  la  mar,  y  es  ella  mesilla . 

La  grand  .cibilad  de  Temistitan  está 
fundada  en  esla  laguna  salada  .  é  desde  la 
tierra  firme  al  cuerpo  de  la  dicha  Cibdad, 
por  qualquiera  parle  que  (pusieren  entrar 
á  ella ,  hay  dos  leguas  ó  quassi :  tiene 
quatro 'entradas ,  todas  de  calcada  lecha 
á  mano,  tan  ancha  como  dos  laucas  guíe- 
las. Es  tan  grande  lá  cibdad  como  Sevi- 
lla é  Gñrdova:  son  las  calles  principales 
della  múj  anchase  muy  derechas,  é  al- 
gunas destasé  todas  las  demás  son  la  mi- 
tad de  tierra  ,  é  por  la  otra  mitad  es  agua, 
por  la  qual  andan  en  sus  canoas;  e  todas 
las  calles  de  trecho  á  trecho  están  abier- 
tas, j>or  donde  atraviessa  el  agua  de  las 
unas  á  las  otras;  y  en  todas  estas  abertu- 
ras, que  algunas  son  muy  anchas,  hay 
sns  puentes  de  muy  anchas  é  muy  gran- 
des vigas  juntas  é  regias  é  bien  labradas, 
é  tal  is  que  por  muchas  dellas  pueden  pas- 
sar  diez  de  caballo  juntos  &  la  par.  É  vien- 
do que  si  los  naturales  destá  cibdad  qui- 
siessen  hacer  alguna  trayeion,  tenían  para 
ello  mucho  aparejo  por  su  assienlo,  ó  ser 
(  delicada  de  la  forma  que  está  dicho;  6 
(pie  quitadas  las  puentes  de  las  entradas 
é  salidas,  podían dexar  morir  de  hambre 
&  los  españoles,  sin  que  pudiessen  salir  á 
la  tierra ,  luego  que  Cortés  entró  en  la  cib- 
dad, mandó  dar  mucha  priessa  á  hacer 
quatro  bergantines,  6  los  hicieron  muy 
presto,  é  tales  (pie  podían  echar  trescien- 
tos hombres  en  la  tierra,  6  llevar  los  ca- 
ballos cada  vez  que  quisiessen. 

Tiene  esta  cibdad  muchas  placas,  don- 
de continuamente  hay  mercados  é  tracto 
de  comprar  ó  vender;  6  sin  essas  plagas, 
que  son  como  accesorias,  tiene  una  tan 
grande  como  dos  veces  la  cibdad  de  Sa- 
lamanca, toda  cercada  de  portales  al  re- 
dedor, donde  hay  cotidianamente  más  de 
sessenta  mili  personas  comprando  6  ven- 


300 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


diendo  todos  los  géneros  de  mercaderías, 
que  en  lodas  aquellas  partes  se  hallan,  as- 
si  de  mantenimientos  é  vituallas,  como  de 
joyas  de  oro  é  plata ,  é  de  plomo  é  latón 
6  cobre  y  estaño  ó  piedras  ó  huessos  é 
conchas  de  caracoles,  ó  de  plumas  é  pe- 
nachos. E  véndense  algunas  piedras  la- 
bradas é  otras  pOr  labrar,  é  adobes  é  la- 
drillos, madera  labrada  ó  por  labrar  de 
diverssas  maneras.  Hay  calles  de  paca, 
donde  venden  todos  los  géneros  ó  raleas 
de  aves  que  hay  en  aquella  tierra  é  sus 
comarcas,  assi  como  gallinas  de  las  gran- 
des, como  pavos,  é  tales  como  se  dixo  en 
el  libro  XIV,  capítulo  XII '  (los  quales  los 
chripstianos  llaman  pavos  de  la  papada), 
perdices,  codornices,  lavancos,  dorales, 
cercetas,  tórtolas,  palomas,  paxaritosde 
cañuela,  papagayos,  buharros,  águilas, 
halcones,  gavilanes,  cernícalos;  é  de  algu- 
nas aves  destas  de  rapiña  venden  los  cue- 
ros con  su  pluma  é  caberas  c  pico  é  uñas. 
Venden  conejos,  liebres,  venados,  per- 
ros que  crian  castrados  para  comer ,  que 
no  ladran. 

Hay  calles  de  herbolarios,  donde  hay 
todas  las  ráyeos  é  hierbas  medecinales, 
assi  potables  como  ungüentos  y  emplas- 
tos. Hay  casa  como  de  barberos,  donde 
lavan  é  rapan  las  raberas.  Hay  casas,  don- 
de dan  de  comer  é  de  beber  por  prescio. 
Hay  hombres  del  arte  de  aquellos  que  en 
Castilla  llaman  ganapanes,  y  en  otras  par- 
les bástagos ,  para  traer  é  llevar  cargas.  ■ 
Hay  mucha  leña  é  carbón,  braseros  de 
barro,  esteras  de  muchas  maneras,  assi 
para  camas  como  otras  más  delgadas  pa- 
ra assíenlo ,  6  para  esteras  de  salas  é  cá- 
maras. Hay  todas  las  maneras  de  verdu- 
ras que  se  hallan,  en  especial  cebollas, 
puerros,  ajo;,  mastuerzo,  berros,  Borra- 

*  Debe  notarle  en  este  sitio  que  el  libro  XIV  dé 
h  Historia  general  y  natural  de  Indias  solo  se  com- 
pone ile  diez  capítulos,  seírun  puede  verse  desde 
la  página  13S  á  la  4IS  del  lomo  I.  Pero,  como  ya 
va  advertido  cii  otro  lugar,  ri*»sn  añadió  Oviedo  Ri- 


jas, acederas,  cardos,  tagarninas.  Esta 
es  una  hierba  conoscida  é  nota  en  Córdo- 
ba y  en  Andalucía  é  buena  para  comer, 
y  es  como  espárragos  ó  cardillos.  Hay 
fructas  de  muchas  maneras,  en  que  hay 
cereras, -ciruelas,  que  son  semejantes  al- 
go á  las  de  España;  guayavas,  é  muy 
buenas.  Venden  miel  de  abejas  é  cera,  é 
miel  de  cañas  de  mahi»,  que  son  tan  me- 
losas é  dulges  como  las  de  agúcar ,  é  miel 
de  unas  plantas  que  llaman  en  esta  Isla 
Española  y  en  otras  maguey ,  ques  muy 
mejor  que  arrope;  é  destas  plantas  hacen 
acucar  é  vino,  que  assimesmo  venden. 

Hay  a  vender  muchas  maneras  de  hila- 
dos de  algodón  de  todas  'colores  en  sus 
madejas,  que  paresce  propriamenleel  con- 
cierto que  en  esto  hay  al  alcayceria  de 
las  sedas  de  Granada ,  aunque  estotro  es 
en  mucha  mas  cantidad.  Venden  colores 
para  pintores  quantas  se  pueden  hallaren 
España,  é  de  tan  excelentes  matices  é 
per  fie/ion .  Venden  cueros  de  venados  al 
pelo  é  sin  él ,  teñidos,  blancos  é  de  divers- 
sas  colores.  Venden  mucha  loca  ó  barro 
labrado  en  grand  cantidad  é  muy  bueno. 
Venden  muchas  vasijas  de  tinajas  gran- 
des ó  pequeñas,  jarros,  ollas,  cántaros, 
ladrillos,  é  innumerables  é  diverssas  va- 
sijas, lodas  de  muy  singular  barro,  é  to- 
das ó  las  mas  vedriadas  é  pintadas. 

Venden  mucho  maliiz  en  grano  y  en  pan 
cocido:  venden  pasteles  de  aves  y  empana- 
das de  pescado :  venden  mucho  pescado 
fresco  y  salado,  crudo  é  guisado :  venden 
huevos  de  gallinas  é  de  ánsares  é  de  otras 
mut  has  aves,  y  on  mucha  cantidad:  ven- 
den tortillas  de  huevos,  fechas.  Final- 
mente, que  en  los  dichos  mercados  se 
venden  lodas  quantas  cosas  se  ludían  en 
toda  la  tierra ,  que  demás  de  las  ques  di- 
ganos capítulos  al  expresado  libro  y  estos  se  han 
perdido  dolurosamenlc  ,  ó  lo  que  lambieii  pudo  611- 
ceder,  tal  vez  pensó  añadirlos  y  no  lo  hizo,  por 
atender  con  preferencia  á  la  terminación  de  la  olira. 


DI?  INDIAS.  Lili 

clio,  son  lanías  é  de  tantas  calidades,  que 
por  la  prolijidad  ,  dice  Cortés  en  su  rela- 
ción, é  por  no  le  ocurrir  lanías  á  la  me- 
moria ,  é  aun  por  no  les  saber  los  nom- 
bres á  muchas,  no4as  expresa. 

(Jada  género  de  mercadería  se  vende 
en  su  calle,  sin  que  entremetan  olra  mer- 
cadería alguna,  y  en  esto  se  tiene  mucha 
orden.  Todo  se  vende  por  cuenta  é  me- 
dida, excepto  (pie  hasta  en  essa  sacón 
ninguna  cosa  se  vído  vender  por  pesso. 

Hay  en  a(|iie||a  grand  piara  una  muy 
huella  casi  como  de  audiencia  .  donde  es- 
tán siempre  sentados  diez  o  doce  jueces, 
(pie  libran  lodo-  lo-  casos  Ó  cosas  que  en 
el  dicho  tiangue/  Ó  mercado  aoaescen,  é 
in. Midan  castigar  los  delinqüentes  ó  trans- 

eiesores  de  -ii-  estatutos  é  ordenanzas 

inmciliulú.  lla\  en  aquella  placa  oirás  por- 
sonas  (pie  andan  continuo  entre  la  gente, 
mirando  lo  que  se  vende  é  las  medidas 
con  ipii'  miden  lo  que  velid  -n  :  e  quiebran 
lo  que  está  falso,  é  penan  al  que  u-aba 

dr||,,. 

Aunepie  es  fuera  de  la  relación  é  histo- 
ria (pie  loca  á  Cortés,  diré  aquí  un  ca-o 

notable  é  ridiculo  que  en  eíelto  passó  en 
esta  grand  cibdad  desde  algunos  años 
después  (pie  se  conquistó,  el  (pial  es  á  pro- 
póssito  d  •  los  indios  mercaderes,  para  de- 
cir su  astucia  é  diligencia  grande  é  aviso 
(pie  lienen  en  las  cosas  de  las  mercade- 
rías", y  en  lo  (pie  hadan  é  Ies  parescc 
ques  úiil  á  sus  ganancias. 

Notoria  cosa  es  el  castigo,  que  en  Espa- 
ña se  dá  á  los  heréticos,  seguud  la  cali- 
dad de  sus  dolidos:  que  á  unos  acotan,  ¡i 
oíros  ponen  en  cárcel  perpetua,  éá  otros 
que  se  reconcilian,  les  ponen  un  Sanct  Be- 
nito ó  coselete  amarillo  sin  mangas  é  sin 
costuras  por  los  lados ,  con  una  cruz  gran- 
de colorada,  vel  sanguina,  delante  é  otra 
detrás;  á  unos  para  que  traygan  esta  in- 
signia por  tiempo  limitado,  é  á  oíros  para 
lodos  los  dias  de  su  vida,  é  á  otros  que- 
man por  sus  méritos.  Siguióse  que  un 


XXXIII.  CAI'.  X.  301 

converso  se  penitenció  por  sus  culpas  en 
Temistilan,  y  el  perlado  ó  jueces  de  la 
Sánela  Inquisición  luciéronlo  estar  en  el 
auto  en  pié  ,  descalco ,  sin  cinto  é  sin  bo- 
nete é  con  un  cirio  ardiendo  en  la  mano, 
é  con  el  dicho  Saud  Benito,  en  lauto  que 
se  dixo  una  missa  solempne  un  domingo: 
en  la  (pial  en  su  tiempo  un  notario  del 
Sánelo  OfGcio  levó  la  sentencia  é  los  mé- 
ritos ó  culpas  de  aquel  delinqüente,  por 
lo  qual  se  le  impuso  aquella  penitencia  ó 
Sane)  Benito.  E  ovo  un  sermón  que  pre- 
dico un  devoto  y  esciente  predicador, 
conforme  al  auto  é  amonestando  al  peni- 
tente a  la  enmienda  de  su  vida,  so  pena 
del  Fuego,  y  exhortando  á  todos  á  bien 
vivir,  como  se  suele  hacer  é  predicar  en 
casos  semejantes,  estando  todas  las  per- 
sonas principales  é  olliciales  de  Su  Ma- 
gostad presscnles,  é  mucha  parle  de  la 
cibdad.  é  muchos  indios  de  los  converti- 
dos é  baptizados,  para  los  inslruyr  en  las 
cosas  de  nuestra  sánela  lee  calhólica.  En- 
tre los  ipiales  indios  un  mercader  de  los 
rico-,  e  Bob&damente  cobdiciosd  é  dili- 
gente, no  entendiendo  bien  la  honra  (pie 
á  aquel  recién  concillado  se  le  hico,  pa- 
rí rióle  ipie  aquel  grado  di;  Sanct  Benito 
debia  .-  ¡r  una  muy  singular  íiesta  é  hon- 
rosa para  aquel  penitenciado:  é  cómo  via 
el  indio  que  entre  los  chripstiános  espa- 
ñoles  avia  algunos cavalleros comendado- 
res de  la-  Ordenes  de  Santiago  é  Calatra- 
va  é  Alcántara,  é  de  la  Orden  de  Monto- 
sa é  de  San  Johan  de  Rodas,  con  cruces 
en  los  pechos  de  diferentes  maneras  é  co- 
lores, e  no  traen  más  do  una  cruz  é  peque- 
ña ,  é  á  essotro  diéronle  dos  é  muy  gran- 
des, é  una  delante  é  olra  detrás,  assi 
pensó  el  mercader  queste  nuevo  hábito 
ora  mas  honrado  é  apreseiado  á  lodos  los 
otros,  é  que  era  cosa  que  los  chripstiános 
se  prestarían  mas  dél  que  de  los  otros 
ques  dicho,  lí  assi  como  se  acabó  la  mis- 
sa, é  se  fué  el  indio  á  su  casa,  arbitrando 
que  le  avia  venido  una  grand  ocasión  pa- 


30  2 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ra  enrique.scerse  presto,  liico  luego  hacer 
trescientos  ó  quatrocientos  Sanct  Benitos 
ó  más,  semejantes  al  de  aquel  reconcilia- 
do, é.  púsose  con  ellos  en  el  tiánguez  ó 
mercado,  puestos  en  uno  ó  dos  limeros 
sobre  una  mesa ,  y  en  el  canto  dclla  hin- 
cada una  vara  ó  asta,  y  en  ella  puesto 
un  Sanct  Benito  de  aquellos  por  muestra 
ó  señuelo,  para  que  desde  lesos  se  viesse 
la  mercadería  que  tractaba.  Pues  cómo  al- 
gunos españoles  llegaban  á  le  preguntar 
que  para  qué  eran  aquellos  Sanct  Benitos, 
y  el  indio  los  oyó  nombrar ,  aprendió  el 
nombre,  é  respondía  que  para  hacerse 
comendadores,  como  avian  hecho  al  ques 
dicho.  Los  chripstianps  reíanse  mucho  del 
é  passaban  adelante ,  porque  era  la  mer- 
cadería la  ques  dicho,  y  el  indio  quedaba 
dando  voces,  é  diciendo:  «Sanct  Benito, 
Sanct  Benito.»  En  fin,  cómo  vido  que  no 
le  quisieron  comprar  ninguno  de  sus  Sanct 
Benitos ,  informóse  de  la  casa  donde  vivia 
aquel  reconciliado  ,  é  Uevóselos  todos  pa- 
ra ver  si  los  quería  comprar,  é  con  mu- 
cho placer  ofrescía  de  le  hacer  cortesía 
en  el  prescio.  Til  otro  peccador,  cómo  no 
estaba  tan  contento  de  la  nueva  órden, 
como  el  indio  ¡tensaba ,  comencólo  á  ame- 
nácar  é  á  maltractar  de  palabra :  de  lo 
qual  él  indio  muy  espantado,  se  fué  á  que- 
jar á  la  justicia,  donde  le  desengañaron 
de  su  mercadería,  é  se  fué,  culpando  á  su 
propria  cobdicia,,  que  le  hico  gastar  su 
hacienda  en  lo  que  no  le  convenia,  como 
suele  acacscer  á  muchos,  que  se  ocupan 
en  las  cosas  que  no  entienden.  Esto  passó 
en  efetto  como  está  dicho. 

Tornemos  a  la  historia  ó  á  las  otras 
particularidades  de  la  grand  cibdad  de 
TemisUtan,  en  la  qual  hay  muchas  mez- 
quitas ó  templos  é  casas  de  oración,  en 
que  los  indios  tienen  sus  ydolos ,  ó  son  de 
muy  hermosos  edeGcios,  repartidos  ó 
p  i  •-!'>-  por  collaciones  ó  barrios  dellas.  Y 
en  |ps  principales  templos  hay  personas 
religiosas  de  su  sella,  que  residen  allí 


continuamente,  para  las  qualcs  hay  sus 
apartados  apossentos,  allende  de  aquellas 
partes  donde  están  los  ydolos  :  estos  reli- 
giosos visten  de  negro  é  nunca  cortan  el 
cabello  ni  le-peynan,«lesdc  que  entran  en 
aquella  religión  hasta  que  salen  dclla.  É- 
todos  los  hijos  de  las'pcrsonas  principales, 
assi  señores  como  cibdadanos  honrados, 
están  en  aquellas  religiones  é  hábitos 
desde  edad  do  siete  íi  ocho  años  hasta 
que  los  sacan  para  los  cassar ;  y  esto  más 
acaesee  en  los  primogénitos,  que  han  de 
heredar  las  casas,  que  en  los  otros.  No 
tienen  acceso  á  muger,  ni  entra  alguna 
en  las  tales  casas  de  religión :  tienen  abs- 
tinencia, é  no  comen  de  ciertos  manjares; 
y  más  en  algún  tiempo  del  año  que  en 
otros. 

Entre  aquellos  templos  hay  uno  ques  el 
principal  é  mas  magnifico,  é  tan  grande, 
que  dentro  dél  (que  está  cercado  de  mu- 
ro muy  alto)  se  podría  muy  bien  hacer 
en  otro  tanto  terreno  una  villa  de  quinien- 
tos vecinos;  é  dentro  del  dicho  circuyto, 
todo  á  la  redonda,  hay  muy  gentiles  apos- 
sentos de  muchas  salas  é  corredores,  don- 
de se  apossentan  los  religiosos  que  allí 
están.  Hay  bien  quarenta  torres  muy  al- 
tas ó  bien  labradas,  que  la  menor  dellas 
líenc  cinqüenta  escalones  para  Subir  al 
cuerpo  de  la  torre,  é  la  mayor  é  mas 
principal  es  más  alta  que  la  torre  de  la 
iglesia  máyor  de  Sevilla:  é  son  ludas  de 
muy  hermosa  cantería  é  madera,  ques 
mucha  cosa  de  ver,  porque  toda  la  can- 
tería de  dentro  de  las  capillas  ,  donde  tie- 
nen sus  ydolos ,  es  de  ymagineria  y  ga- 
qiiieamies,  y  el  maderamiento  es  todo  de 
masonería,  é  muy  pintados  de  cosas  <ft 
monstruos  ó  otras  figuras  é  labores.  E  to- 
das cssas  torres  son  enterramientos  de 
señores,  é  las  capillas  que  en  ellas  tienen, 
son  dedicadas  cada  una  á  su  ydolo,  á  que 
tienen  alguna  particular  devoción.  Hay 
tres  salas  principales  dentro  deste  grand 
templo,  donde  están  los  principales  ydo- 


DE  INDIAS   Lili.  XXXI11.  CAP.  X. 


los,  de  muchá  grandeva  é  altura  é  ile  d¡- 
verssas  labores  é  flguras  esculpidas,  assi 
cu  la  cantería  como  en  el  enmaderamien- 
to: é  di'iilro  ilota-;  salas  están  otras  ca- 
pillas, que  las  puertas  por  donde  entran  á 
ellos  son  muy  pequeñas,  y  ellas  no  tienen 
claridad  alguna ;  é  alli  no  están  >ino  aque- 
llos religiosos,  é  no  todos,  é  dentro  des- 
tas  casas  están  los  bultos  ó  figuras  de  los 
\ dnlos,  aunque,  como  es  dicho,  de  fuera 
hay  también  muchos. 

Los  mas  principales  destos  ydolos.  en 
qoien  ellos  mas  fée  6  creencia  tenían, 
derribó  Hernando  Cortés  de  sus  pillas, 
é  los  liico  echar  por  las  escaleras  aba- 
xo ,  é  hii;o  limpiar  aquellas  capillas 

donde  los  tenían,  que  todas  estallan  lle- 
nas de  sangre  de  los  hombres  é  mu- 
chachos que  alli  S8CI  ¡(¡calían  .  é  puso  en 
ellas  \mágene-  de  l.i  saerntíssima  Vir- 
gen Sánela  María ,  Nuestra  Señora,  ó  de 
otros  sánelos  gloriosos ,  é  de  apóstoles  é 
mártires  de  Jesu-Chripsto.  De  lo  qual 
Monlecuma  é  los  naturales  sintieron  mu- 
cha pena,  é  le  dixeron  primero  que  no  lo 
hiciesse:  que  si  se  supiesse  por  las  comu- 
nidades, se  levantarían  contra  el  dicho 
Cortés .  porque  creian  que  aquellos  ydolos 
les  (filian  lodos  los  bienes  temporales,  c 

que  dexándolos  maltractar,  se  enojarían  ó 
no  les  darían  nada ,  é  les  secarían  los 
frítelos  de  la  tierra .  é  moriría  la  gente  de 
hambre. 

El  capitán  Hernando  Cortés  les  di\o  é 
les  dió  á  entender  con  las  lenguas  quán 
engañados  estaban  en  tener  su  esperanca 
en  aquellos  ydolos,  que  eran  hechos  por 
manos  de  indios  ó  de.  cosas  no  limpias.  E 
que  supiessen  que  hay  un  Dios  solo,  uni- 
versal é  Señor  de  todos,  que  crió  el  cic- 
lo é  la  tierra  é  todas  las  otras  cosas,  é  lu- 
co á  ellos  é  á  nosotros,  é  que  este  es  sin 
principio  é  inmortal ,  é  qije  á  este  avian 
de  adorar  é  creer,  é  no  á  otra  criatura  ni 
•  cosa  alguna.  E  assi  á  propóssilo  de  la  ca- 
thólica  fée,  Ies  dixo  todo  lo  quel  supo  de- 


cirles para  desviarlos  de  sus  ydolalrias  é 
atraerlos  al  conoscimiento  de  Dios,  nues- 
tro Señor;  é  de  su  sagrada  religión  elirips- 
tiana.  E  todos,  en  especial  Montecuma, 
respondieron  que  ya  ellos  le  avian  dicho 
que  no  eran  naturales  de  aquella  tierra,  é 
que  avia  muchos  tiempos  que  sus  prede- 
cessbres  fueron  á  ella ,  ó  que  bien  creian 
que  podrían  estar  errados  en  algo  de 
aquello  que  tenían  por  costumbre  de 
creer,  por  a  ver  tanto  tiempo  que  salieron 
de  su'naluraleca,  é  que  Corles,  como  mas 
nuevamente  venido,  sabría  mejor  las  co- 
sas que  debian  leñen''  creer  (pie  no  ellos: 
que  se  las  dixesse  é  hiciesse  entender, 
quellos  harían  lo  (piel  les  dixesse  que  era 
lo  mejor.  Y  el  mesmo  .Monlecuma  é  mu- 
chos de  los  principales  de  la  cíbdad  cslo- 
\  ieron  alli  con  Cortés  hasta  quitar  los  ydo- 
los, é  limpiar  las  capillas,  é  poner  las 
ymágenes,  é  lodos  con  alegre  semblante. 
E  les  defendió  Cortés  que  no  malassen 
criaturas  delante  de  los  ydolos,  de  niños  é 
niñas  é  otras  persona-  humanas,  como  lo 
acostumbraban,  ni  en  Otra  manera  alguna; 
porque  demás  de  ser  cosa  aborrcscible  á 
Dios,  el  Rey  de  España ,  nuestro  señor, 
por  sus  leyes  lo  prohibe,  é  manda  quel 
cpic  matare  á  Otro,  que  lo  maten;  é  de 
ahí  adelante  se  apartassen  de  incurrir  en 

tan  gran  delirio  é  crimen.  E  assi  en  lodo 
el  tiempo  que  Cortés  estuvo  .en  aquella 
grand  cíbdad,  dende  adelante  no  se  vio 
malar  ni  sacrilicar  alguna  criatura  por  en- 
tonces. 

Y  assi  lodo  esto  que  está  dicho  lo  escri- 
bió Hernando  Corles  al  Emperador,  nues- 
tro señor.  É  bien  pudo  Dios  dar  lugar  á 
ello;  pero  para  mí  yo  tengo  por  maravi- 
lla, é  grande,  la  mucha  paciencia  de 
Montecuma  é  de  los  indios  principales, 
que  assi  vieron  tractar  sus  templos  é  ydo- 
los. Mas  su  disimulación  adelante  se  mos- 
tró ser  otra  cosa ,  viendo  que  una  gente 
exlrangera  é  de  tan  poco  número  les 
prendió  su  señor,  é  por  qué  formas  los 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


liaría  tributarios,  é  6e  castigaban  é  que- 
maban los  principales,  é  se  aniquilaban  ó 
disipaban  sus  templos  é  sella ,  en  que- 
llos  ó  sus  antecessores  estaban.  Resoia 
cosa  me  páresele  comportarla  con  tanta 


quietud;  pero  adelante,  como  lo  dirá  la 
historia,  mostró  el  tiempo  lo  que  en  el 
pecho  estaba  oculto  en  todos  los  indios 
generalmente. 


CAPITULO  XI. 

En  el  qual  se  tracla  de  Iq  ydolalria  é  diabólicos  sacri  lirios  de  los  indios  de  la  Nueva  España,  y  en  especia] 
en  la'grand  cibdad  de  Temislitan ;  é  de  oirás  particularidades  á  La  historia  pressenlc  permitidas,  en  conti- 
nuación de  la  relación  quel  capitán  Hernando  Corles  envió  al  Rey,  nuestro  señor. 


^íos  bultos  ó  cuerpos  do  los  ydolos  en 
quien  aquellas  gentes  creiau  é  adoraban 
en  la  «acón  quel  capitán  Hernando  Cortés 
passó  á  la  Nueva  España ,  quando  la  con- 
quistó, eran  hechos  de  mayores  estatuas 
é  grarideea  que  la  altura  de  un  hombre 
alto.  E  la  materia,  de  que  eran  compues- 
tos, era  una  cierta  pasta  ó  masa  de  todas 
las  semillas  é  legumbres  quellos  comen, 
molidas  é  mezcladas  ó  amasadas  unas  con 
otras  con  sangro  de  coráronos  de  cuer- 
pos ó  hombres  humanos  :  los  quales  sa- 
crificándolos é  vivos,  los  abrían  por  los  pe- 
chos ó  les  sacaban  el  coraron ,  6  de  aque- 
lla sangre  les  amasaban  aquella  harina  ó 
pastaré  hacían  tanta  cantidad  quanta  bas- 
taba para  formar  ó  hacer  aquellas  cslá- 
tuas,  tan  grandes  como  eslá  dicho.  Des- 
pués de  hechas,  les  ofresrían  más  corá- 
ronos, que  assimesmo  sacrificaban,  é  un- 
tábanles las  caras  con  aquella  sangre  fres- 
ca, con  que  dicen  los  indios  que  aplacan 
á  sus  dioses,  si  están  enojados,  ó  los 
agradan  é  hacen  benignos.  E  á  cada  cosa 
tienen  su  ydolo  dedicado,  al  uso  de.  los 
gentiles:  por  manera  que  para  pedir  fa- 
vor para  la  guerra,  tienen  un  ydolo,  é  pa- 
ra sus  labranras  otro,  é  assi  para  rada 
cosa  de  las  quellos  quieren  6  dessean  que 
se  hágatí.  También  tienen  sus  ydolos,  á 
quien  honran  ó  sirven. 

Hay  en  la  grand  ribdad  de  Temisli- 
tan muchas  casas  muy  grandes  é  muy 
buenas,  6  la  causa  de  aver  tantas  que 


son  principales,  es  porque  todos  los  se- 
ñores 'de  la  tierra  que  eran  vassallos 
de  Montccuma,  tenían  casa  en  la  cib- 
dad é  residían  cu  ella  cierto  tiempo  del 
año.  Demás  desto  hay  muchos  cibdada- 
nos  ricos,  que  tienen  assimesmo  muy 
buenas  casas  con  grandes  é  complidos 
apossentos ,  é  muy  gentiles  vergeles  do 
flores  de  diverssas  maneras  é  muy  oloro- 
sas, assi  en  los  apossentos  altos  como  en 
los  baxos. 

'  Por  la  una  calcada  que  á  esla  populosa 
cibdad  entra,  vienen  dos  caños  de  arga- 
masa tan  anchos  como  dos  passos  cada 
uno,  ó  tan  altos  quassi  como  un  oslado, 
é  por  el  uno  dallos  viene  un  golpe  dt^ 
agua  dulce  muy  buena ,  6  lan  gruesso  co- 
mo el  cuerpo  de  un  hombre,  que  va  á 
dar  comedio  de  la  cibdad,  de  que  se  sir- 
ven ó  beben  todos,  y  el  otro  caño  eslá 
vacio;  y  quando  quieren  limpiar  el  que 
lleva  el  agua,  éehanla  por  cssolro  en 
lanío  que  se  limpia.  Y  porque  el  agua  ha 
de  passar  por  las  puentes,  á  causa  de  las 
quebradas,  por  donde  traviesa  el  agua  sa- 
lada, echan  la  dulce  por  unas  canales  lan 
gruessas  como  un  buey,  que  son  de  la 
longura  de  las  dichas  puentes,  6  assi  se 
sirve  toda  la  ribdad.  Hombres  hay  assi- 
mesmo ,  que,  en  canoas  traen  agua  á 
vender  á  la  cibdad  por  todas  las  calles, 
é  la  manera  de  cómo  la  loman  del  caño 
es  que  llegan  las  canoas  debaxo  de  las 
puenics,  por  donde  están  las  canales  ques 


DE  INDIAS.  I.IB. 

dicho,  é  alli  hay  hombros  en  lo  alto  que 
hinchen  las  canoas,  é  les  payan  por  ello 
su  trabaxo. 

En  lodas  las  entradas  de  la  cihdad ,  y 
en  las  partes  donde  descargan  las  ca- 
noas, ques  donde  vienen  la  mayor  par- 
!•■  d^  lo-  mantenimientos  (|ue  enlran  en  la 
cihdad,  hay  choras  hechas,  donde  están 
personas  pitr  guardas,  (pie  rcsc ihen  c  ierto 
derecho  de  cada  cosa  que  entra.  Esto  di- 
ce Cortés  en  su  relación,  que  no  sabe  si 
era  para  Montéenme  ó  para  proprios  de 
la  cihdad ;  pero  que  cree  que  era  para 
Monlecuina,  porque  en  oli  os  mercados  de 
otra*  provincias  se  cogían  semejantes  de- 
rechos para  lo-  señores  dellas. 

Hay  en 'todos  los  mercados  é  lagares 

públicos  de  la  cihdad  lodos  los  dias  mu- 
chas personas,  trahaxadores  6  maestros 
de  lodos  officios,  esperando  quien  los  al- 
quile por  sus  jornales. 

La  gente  desla  cihdad  es  de  mas  ma- 
ña" é  mas  polida  en  su  vestir  é  servicio 
que  no  la  otra  de  las  otra-  ciluladcs  é  pro- 
vincias, porque  como  allí  residía  y  esta- 
ba siempre  aquel  grand  príncipe  Monte- 

eiuna  .  é  lodos  los  señores  principales  sus 
vassallos  ocurrian  siempre  á  su  corte  en 
esta  cihdad.  avia  en  ella  mas  policía.  Y 
era  la  casa  e  sen  icio  desle  señor  con  tanto 
concierto.  ass¡  como  lo  podia  averen  Es- 
paña .  é  aun  para  espantarse  los  que  lo 
vian,  considerando  ser  esta  genio  bárha- 
ra  .  é  tan  apartada  del  conosoimienlo  de 
Dios  é  de  la  comunicac  ión  de  otras  nacio- 
nes de  ra^on.  Era  cosa  admirable  ver  la 
que  tenían  en  todas  las  cosas  tocantes  á 
la  república  é  á  su  señor,  á  quien  tenían 
mucha  ohidiem  ia  é  respecto  :  en  cuya  cá- 
mara tenia  contrahechas,  como  está  di- 
cho, de  oro  é  plata  6  piedras  ó  plumas, 
todas  las  cosas  que  debaxo  del  cielo  hay 
en  su  señorío ,  tan  al  natural  lo  de  oro  é 
piala,  (pie  ningún  platero  en  Europa  lo 
pudiera  hacer  mejor;  ó  lo  de  las  piedras 
era  tal,  que  no  bastaba  juicio  á  cómpre- 
lo.MU  III. 


XXXIII.  CAP.  XI.  305 

hender  con  (pie  inslrumenlos  se  podia  ha- 
cer tan  porfolio;  ó  lo  de  pluma  no  se  pu- 
diera hacer  tan  al  proprio  de  cera,  ni 
bordado,  ni  de  otra  forma.  Y  porque  de 
muchas  cosas  destas  Se  llevaron  á  Espa- 
ña .  quellas  mesmas  lo  testificaron  ,  excu- 
sado es  gastar  liempo  en  relatar  su  forma 
é  primor. 

Yo  vi  algunas  piedras  jaspes,  nicles, 
calcedonias,  amatistas,  jacintos,  cornio- 
las 6  plasmas  de  esmeraldas,  é  otras 
de  otras  especies,  labradas  é  fechas  ca- 
beeas  de  aves,  é  otras  hechas  animales  ó 
otras  ligaras,  que  dubdo  aver  en  España 
ni  en  Italia  quien  las  supiera  hacer  con 
(aula  pedición. 

El  señorío  de  Montecuma  era  muy  gran- 
de ,  porque  a  doscientas  leguas  de  un  ca- 
bo é  de  otro  de  aquella  cibdad,  donde  re- 
sidía,  enviaba  mensageros  é  mandaba  en 
lodo-.  \  era  obedeseido  é  complido  quan- 
lo  ni. melaba  ,  puesto  (pie  avia  algunas  pro- 
vincias en  medio  de  aquellas  tierras,  con 
quien  tenia  guerra.  Pero  dice  Cortés  en 
su  relación,  que  á  lo  quél  alcanzó,  era 
-ii  señorío  quassi  tamaño  como  España, 

porque  hasta  sessenta  leguas  de  la  otra 
parte  de  Puntunchan  ,  ques  el  rio  do 
Grijalva,  envió  mensageros  Montecuma, 
mandando  (pie  se  diossen  por  vassallos 
del  Rey  de  Castilla,  nuestro  señor,  los 
naturales  de  una  cihdad  (pie  se  dice  Cu- 
matan,  que  haj  desde  Temistitan  á  ella 
doscientas  é  vcynto  leguas.  Allende  de  rc- 
sidir,  como  se  ha  dicho,  los  señores  prin- 
cipales en  la  cibdad  é  corle,  donde  eslo 
grand  príncipe  Montecuma  residía,  lodos 
los  mas  ténian  sus  hijos  primogénitos  en 
el  servicio  ó  casa  deste  señor.  Y  en  todos 
los  señoríos  dessos  señores,  sus  subditos, 
tenía  Montecuma  fo'rtalecas  y  en  ellas  sus 
alcaydes  é  gente ,  é  sus  gobernadores  ó 
recaudadores  del  servicio  é  renta  que  ca- 
da provincia  le  daba :  é  avia  cuenta  é  ra- 
gon  de  lo  que  cada  uno  era  obligado  á 

contribuir,  porque  tienen  caraclércs  6  fi- 
39 


3  00 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


guras  escripias  en  papel,  que  hacen,  por 
donde  se  entienden  muy  bien. 

Cada  provincia  servia  con  su  género  de 
servicio,  segtmd  la  calidad  de  la  tierra:  por 
manera  que  á  podtfr  del  señor  venia  toda 
suerte  de  cosas,  que  en  las  dichas  provin- 
cias avia.  Era  tan  temido  de  lodos,  assi 
pressentes  como  ausentes,  quanto  lo  pudo 
ser  el  más  temido  é  acatado  príncipe  del 
mundo.  Tenia  fuera  é  dentro  de  la  cibdad 
muchas  casas  de  placer,  é  cada  una  de  su 
manera  de  passatiempo,  tan  bien  labradas 
quanto  se  puede  decir,  é  scgund  conve- 
nia á  tan  grand  príncipe; 

Tenia  dentro  de  la  cibdad  sus  casas 
apossento,  tales  é  tan  grandes  é  tan 
maravillosas,  que  dice  Cortés  en  su  re- 
lación fecha  á.Céssar,  que  en  España 
no  hay  otras  semejantes.  É  tenia  otra 
poco  menos  buena  que  esta,  donde  te- 
nia un  muy  hermoso  jardín  con  unos  mi- 
radores que  salian  sobre  él ,  é  las  co- 
lumnas é  losas  del  los  de  -muy  precioso 
jaspe ,  muy  bien  labradas.  Avia  en  esta 
casa  apossentos,  para  donde  dos  princi- 
pes muy  grandes  estoviessen  con  todo  su 
servicio. 

Hay  en  esta  casa  diez  estanques  de 
agua,  donde  tenia  todos  los  géneros  de 
aves  de  agua  que  se  hallan  en  aquellas 
parles,  que  son  muchos  é  diverssos,  to- 
das domésticas.  E  para  las  aves  que  se 
crian  en  la  mar,  eran  los  estanques  de 
agua  salada,  é  para  las  que  eran  de  ríos, 
avia  lagunas  de  agua  dulce,  la  qual  agua 
vaciaban  de  cierto  tiempo  á  tiempo  pol- 
la limpieca,  é  la  (ornaban  á  henchir  por 
sus  caños.  E  á  cada  género  de  aves  se  da- 
ba aquel  mantenimiento  que  era  proprio 
a  su  naturaleza',  é  con  que  ellas,  estando 
libres,  se  mantenían  en  el  campo  ó  en  el 
agua:  de  forma  que  las  que  comian  pes- 
cado se  lo  daban;  é  las  que  gusanos,  gu- 
sanos; é  las  que  mahiz,  mahiz;  é  las  que 
otras  semillas  mas  menudas,  por  consi- 
guiente se  las  daban;  y  era  la  cosa  en  sí 


tan  grande,  que  á  las  aves  que  solamen- 
te comian  pescado,  se  les  daba  cada  dia 
diez  arrobas  del  que  se  toma  en  la  lagu- 
na salada.  Avia  trescientos  hombres  que 
tenían  cargo  deslas  aves,  que  ninguna 
otra  cosa  entendían.  Avia  otros  hombres 
que  solamente  entendían  en  curar  las  aves 
que  adolescian.  Sobre  cada  alverca  y  es- 
tanque destas  aves  avia  sus  corredores  é 
miradores,  muy  gentil  é  polidamenle  la- 
brados, donde  Montceurua  se  venia  a  re- 
crear é  las  ver. 

Tenia  en  esta  casa  un  quarto,  en  que 
tenia  hombres  é  mugeres  é  niños  blancos 
de  su  nascimiento  en  el  rostro  é  cuerpo,  é 
cabellos  é  ojos  é  pestañas  é  cejas. 

Tenia  otra  casa  muy  hermosa,  don- 
de avia  un  grand  patio  solado  de  muy 
gentiles  losas  fecho  á  manera  de  bosques; 
é  las  casas  eran  hondas  como  estado  é 
medio ,  é  tan  grandes  cada  una  como  seys 
passos  en  quadra ;  é  la  mitad  de  cada  una 
destas  casas  era  cubierta  el  soterrado  de 
losas,  é  la  mitad  que  quedaba  por  cobrir 
tenia  encima  una  red  do  palo  muy  bien 
hecha;  y  en  cada  una  deslas  casas  avia 
una  ave  de  rapiña,  comentando  do  cer- 
nícalo hasta  águila,  todas  quantas  se  ha- 
llan en  España  ,  é  muchas  mas  raleas  que 
allá  no  se  han  visto.  E  de  cada  una  des- 
tas  raleas  avia  mucha  cantidad,  y  en  lo 
cubierto  de  cada  una  deslas  casas  avia 
un  palo  como  alcándara,  é  otro  fuera  de- 
baxo  de  la  red  .  que  en  el  uno  oslaban  de 
noche é  quando  llovía,  y  en  el  otro  se  po- 
dían salir  al  sol  é  al  ayrc,  é  á  curar  sus 
plumas.  A  todas  estas  aves  daban  á  comer 
gallinas  iodos  los  dias,  é  no  otro  mante- 
nimiento. Avia  en  esta  casa  ciertas  salas 
baxas  é  grandes,  todas  llenas  de  jaulas 
grandes  de  muy  gruessos  maderos ,  muy 
bien  labrados  y  eneaxados,  y  en  todas  <> 
en  las  mas  deltas  avia  leones,  tigres,  lo- 
bos, corras  é  gatos  de  diverssas  mane- 
ras ,  é  lodos  en  cantidad :  á  los  míales  da- 
ban de  comer  gallinas  quantas  les  basta- 


DE  INDIAS.  LIB. 

lian ;  e  para  estos  animales  é  aves  oíros 
trescientos  hombres  avia  ,  que  tenían  car- 
go déllo». 

Tenia  otra  casa  Monlecuma.  donde  os- 
taban  muchos  hombres  é  mugores  móns- 
truos,  en  que  avia  enanos,  corcohados. 
contrahechos  é  otros  con  olías  disformi- 
dades; é  cada  una  manera  de  monstruos 

en  su  quarto  por  si:  é  también  avia  para 

estos  persona-,  dedicadas  para  tener  car- 
go dellos. 

La  manera  del  servicio  deste  grand 

principe  Montecuma.  era  que  Indos  los 
dias,  en  ainniiescíendo ,  enlraliau  en  su 
casa  seyscicnlos  señores  é  personas  prin- 
cipales, las  (piales  se  sentaban  é  otros 
se  passeaban  por  unas  salas  é  corredores 
que  avia  en  la  dicha  casa:  é  allí  estaban 
hablando  é  passando  tiempo,  sin  entrar 

donde  la  persona  del  señor  e-laha.  I.os 
servidores  dcslos  6  personas  de  quien  se 
acompañaban,  henchían  dos  ó  tros  palios, 
olios  bien  grandes  é  la  calle,  (pies  muy 
grande;  y  estos  estaban  sin  salir  de  allí 
lodo  el  día  hasta  la  nuche,  e  al  tiempo 
(pie  traían  de  comer  al  rey  Montecuma, 
aSSÚnesmo  lo  traían  á  todos  aquellos  >e- 
Bores,  tan  con)plídamente  qiianlo  á  su 
persona,  é  también  á  los  ser\  ¡dores  e  gen- 
te destOS  les  daban  mis  racione-.  Avia  co- 
tidianamente despen-a  e  botillería  abierta 

para  iodos  aquellos  que  quisíessen  comer 

é  beber. 

La  manera  d<'  como  le  daban  de  co- 
mer era  esta:  que  venían  trescientos  o 
quatrocientos  mancebos  con  el  manjar, 
que  era  sin  cuento,  porque  (odas  las  ve- 
•  ees  que  este  príncipe  comía  c  cenaba,  lo 
traían  de  todas  las  maneras  de  manjares, 
assi  de  carnes  como  de  pescados  é  fruc- 
las  é  hierbas  que  en  toda  la  tierra  se  po- 
dían aver:  é  porque  la  tierra  es  fría,  traían 
debaxo  de  rada  pialo  y  escudilla  de  man- 
jar un  braserico  con  brasa,  porque  no  se 
enfriasse.  Poníanle  todos  los  manjares  en 
una  grand  sala  en  quél  comía.,  que  quas- 


xxxiii.  cap.  si.  aor 

si  loda  se  bencina,  la  qual  estaba  muy 
bien  esterada  é  limpia,  y  él  estaba  sen- 
lado  en  una  almohada  de  cuero  pequeña 
e  muy  bien  hecha. 

Al  tiempo  que  comía  estaban  allí,  des- 
viados del,  cinco  ó  seys  señores  ancia- 
nos, á  los  ¡piales  él  daba  de  lo  que  co- 
mía, y  estaba  en  pié  uno  di»  aquellos  scr- 
\  ¡dores,  (pie  le  ponía  é  aleaba  los  man- 
jares, Ó  pedía  á  los  otros  que  oslaban  mas 
afuera  lo  que  era  nescessario  para  el  ser- 
vicio. Al  principio  é  al  Qn  de  la  comida 
siempre  le  daban  agua  ñ  manos,  é  con  la 
toballa  que  una  ve/se  limpiaba,  nunca  más 
86  tornaba  ¡i  limpiar,  ni  tampoco  los  pia- 
lo- \  escudillas,  en  que  le  traían  una  vez 
el  manjar,  se  los  (ornaban  atraer,  sino 
BÍempre  nuevos,  é  assi  hacían  de  los  bra- 

sericos.  Vestíase  lodos  los  dias  qualro  ma- 
nera-de  vestiduras,  todas  nuevas,  é  nun- 
ca más  se  las  vestía  otra  vez.  Todos  los 
señores  que  entraban  en  su  casa,  no  en- 
traban calcados ,  ó  quando  yban  delante 
del  algunos  que  enviaba  á  llamar,  lleva- 
ban la  cabeca  é  ojos  inclinados  y  el  cuer- 
po 1 1 1  w  \  humillado:  r  hablando  con  el,  no 
le  miraban  á  la  cara,  lo  qual  hacían  por 
mucho  acatamiento  é  reverencia.  K  sábe- 
se que  lo  hacían  por  este  respecto,  por- 
que ciertos  señores  reprehendían  á  los  es- 
pañoles.  é  decían  que  (piando  hablaban 
con  el  capilan  Hernando  (lorié-,  (pie  poi- 
qué estaban  esentos,  mirándole  á  la  ca- 
ra ,  que  parescia  desacatamiento  é  poca 
vergüenea.  '  -  '■   ■  áá 

Quando  salía  fuera  Monlecuma,  queera 
poca-  veces,  todos  los.- que  yban  con  el 
ó  los'  que  topaba  por  las  calles,  volvían  el 
rostro  y  en  ninguna  manera  le  miraban, 
é  todos  los  demás  se  postraban  hasta  quél 
passaba.  Llevaba  siempre  delante  de  sí 
un  señor  de  aquellos  con  tres  varas  del- 
gadas alias,  paraque  se  viesse  que  yba 
allí  su  persona ;  é  quando  lo  descendían 
de  las  andas,  tomaba  la  una  en  la  mano  é 
llevábala  hasta  donde  yba.  Eran  tantas  las 


308 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ceriruonias  que  esto  príncipe  lenia  en  su 
servicio,  que  seria  muy  largo  processo 
decirse ,  ni  aun  se  sabrían  assi  expresar, 
porque  ninguno  de  los  Soldanes ,  ni  o(ro 


infiel  señor ,  ile  quien  hasta  el  pressenle 
tenemos  noticia,  no  se  cree  que  tantas  ni 
tales  ccrimouias  en  su  servicio  tengan  ó 
hayan  usado. 


CAPITULO  XII. 


Cómo  por  mandado  del  adelantado  Diego  Velazquez  fué  por  capilan  c  teniente  suyo  á  la  Nueva  España  el 
capitán  Pámphilo  de  Narvaez ,  con  revocación  de  los  poderes  que  dicho  adelantado  avia  dado  al  capitán 
Hernando  Corles  ;  é  del  recuentro  que  enlre  estos  dos  capitanes  ovo  ;  c  cómo  fué  presso  Pámphilo  de  Nar- 
vaez  *,  é  quedó  Hernando  Cortés  muy  más  apoderado  c  absoluto  capilan  después  desta  Vitoria. 


£jo  que  la  historia  cuenta  en  este  capí- 
tulo es  assimesmo  conforme  á  la  relación, 
que!  capitán  Hernando  Cortés  escribió  á 
Cessar,  de  la  prission  del  capitán  Pámphilo 
de  Narvaez,  al  qual  envió  el  adelantado 
Diego  Velazquez  con  una  armada  ó  gente 
á  su  propria  costa ,  á  descomponer  é  re- 
mover á  Hernando  Cortés ,  é  que  toviesse  , 
en  su  nombre  del  dicho  adelantado  la  Nue- 
va España,  después  que  supo  que  Cortés 
avia  enviado  al  Emperador,  nuestro  se- 
ñor, sus  embajadores  é  un  rico  pressen- 
tc,  con  la  relación  de  lo  que  avia  hecho 
en  la  Nueva  España  con  la  gente  é  arma- 
da, con  que  le  envió  el  mesmo  adelanta- 
do; é  sin  le  responder,  ni  dar  cuenta  ni 
racon,  ni  hacer  el  reeonoscimiento  que 
era  obligado ,  como  á  su  superior,  que  le 
avia  dado  el  cargo.  É  cuéntalo  él  desta 
manera ,  aunque  en  menos  palabras  lo  di- 
ce por  la  sentencia  é  relación  de  su  mes- 
ma  carta. 

Estando  Cortés  en  la  groad  cibdad  de 
Temislitan,  proveyendo  las  cosas  que  le 
parescia  que  convenían  al  servicio  del 
Emperador ,  pacificando  é  at  rayendo  *á  su  . 
devoción  é  amistad  muchas  provincias  ó 
tierras,  pobladas  de  muchas  ó  grandes 
cibdades  é  villas  é  forlalecas,  é  descu- 
briendo minas,  6  sabiendo  é  inquiriendo 
mucho-;  -rendo-  de  las  tierras  é  señoríos 
del  príncipe  Montccuma,  como  de  otros  es- 


tados que  con  él  confinan,  é  de  que  Mon- 
tccuma procuraba  tener  noticia;  é  todo  con- 
tanta  voluntad  é  contentamiento  del  dicho 
Montccuma  é  de  los  naturales  de  aquellas 
tierras,  como  si  de  mucho  tiempo  ovieran 
conoscjdo  á  la  Cessárea  Magostad  por  su 
Rey  é  señor  natural,  no  con  menos  vo- 
luntad hacían  todas  las  cosas  que  en  su 
real  nombre  Hernando  Cortés  les  manda- 
ba. Y  en  este  excrcicio  gastó  de  tiempo 
Hernando  Cortés,  desde  los  ocho  de  no- 
viembre de  mili  é  quinientos  é  diez  y  nue- 
ve años  hasta  entrante  el  mes  de  mayo 
del  siguiente  año  de  mili  é  quinientos  c 
veyntc,  que  estando  en  toda  quietud  é  so- 
siego  en  la  grand  cibdad  de  Temistitan, 
é  teniendo  repartidos  muchos  de  los  es- 
[•añoles  por  muchas  é  diverssas  partes, 
pacificando  é  poblando  aquella  tierra,  é 
con  mucho  desseo  que  fuessen  navios  con 
la  respuesta  de  la  relación  quél  avia  he- 
cho de  aquella  tierra  a  Su  Magostad,  pa- 
ra enviar  con  los  navios  que  fuessen  la 
([lie  después  envió .  é  las  cosas  de  oro  é 
joyas  que  avía  después  rescibido  para  Su 
Magestad;  fueron  á  Cortés  ciertos  indios 
vassallos  de  Montccuma,  de  los  que  en  la 
costa  del  mar  del  Norte  viven,  édixéron- 

le  que  junto  á  las  sien  as  de  Sanct  .Martin 

[que  s<  n  la  dicha  costa,  antes  del  puer- 
to ó  bahía  de  Sanct  Johan)  avian  llegado 
diez  é  ocho  navios,  6  que  no  sabían  quien 


*    Aqui  se  anadia  en  el  original:  oE  le  fué  quebrado  un  ojo.»  Mas  está  borrado. 


DE  INDIAS.  LID.  XXXM.  CAP.  XII. 


309 


eran  ,  porque  assi  cómo  los  vieron  <'ii  ia 
mar,  fueron  á  le  avisar  dcllo.  E  Irá-;  estos 
indios  llegó  otro,  natural  de  la  isla  Fer- 
nanilina,  con  una  carta  de  un  español 
que  Hernando  Cortes  tenía  puesto  en  la 
costa  por  espía ,  para  que  si  navios  violes- 
sen,  se  le  diesse  racon  dcllo-:  é  de  aque- 
lla villa  que  allí  estaba  cerca  de  aquel 
puerto,  porque  no  se  perdiessen,  tenia 
mandado  que  los  acogiesen. 

En  aquella  carta  se  contenia  que  tal  dia 
avia  asomado  un  navio  enfrente  del  dicho 
puerto  ile  Sanct  Joban,  solo,  é  avia  mi- 
rado por  toda  la  costa  de  la  mar  quanlo 
su  vista  podía  coinprehender ,  é  no  avia 
visto  otro,  é  que  creia  que  era  la  nao  que 
Cortés  avia  enviado  á  Su  Majestad,  por- 
que ya  era  tiempo  que  volviesse;  ó  que 
para  mas  certificarse  el  que-lo  c-crihin, 
quedaba  esperando  que  la  dicha  nao  Uc- 
easte al  puerto  para  se  informar  della,  é 
que  luego  yria  á  le  llevar  relación. 

Cómo  Cortés  vido  esta  carta  despacho 
dos  españoles,  uno  por  un  camino  e  otro 
por  otro,  porque  no  errassen  á  algún  meii- 
sagero,  si- de  la  nao  viniesse:  6  mandóles 
que  allegassen  hasta  el  puerto  é  supiessen 
quántos  navios  eran  llegados,  ó  de  don- 
de eran  é  lo  que  traían,  é  volviessen  con 
toda  la  diligencia  (pie  fuessc  posible  á  de- 
círselo. Assilliesn  10  despachó  otro  que  fues- 
SC  a  la  villa  de  la  Yerncruz  á  les  decir  (pie 
de  aípiellos  navios  avia  sabido,  para  (pie 
de  allá  assimesmo  se  informassen  é  le  avi- 
sassen  de  lo  quellos  pudiessen  saber.  15 
otro  mensagero  envió  al  capitán  que  con 
los  ciento  e  cinqüenla  hombres  en\  ¡aba  á 
hacer  el  pueblo  de  la  provincia  é  puerto 
de  Guacacalco :  al  qual  escribió  que  dó 
quiera  (pie  su  carta  le  alcancasse,  se  csto- 
viesse,  é  no  passasse  adelante  hasta  que 
viesse  otra  su  segunda  letra,  porque  te- 
nia nueva  que  eran  llegados  al  puerto 
ciertos  ^navios.  El  qual,  segund  después 
paresció,  ya  quando  llegó  esta  carta,  sa- 
bia de  los  navios ,  que  venían. 


Enviados  estos  mensageros ,  se  passa- 
ron  quince  dias  que  ninguna  cosa  supo, 
ni  ovo  respuesta  de  ninguno  dellos,  de  lo 
qual  estovo  no  poco  espantado:  é  passa- 
dos  otros  quince  dias,  fueron  otros  in- 
dios, vassallos  assimesmo  de  Montecumn, 
de  los  (juales  supo  Cortés  que  los  navios 
estaban  ya  surtos  en  el  puerto  de  Sanct 
Johan,  é  la  gente  desembarcada,  é  que 
traían  ochenta  caballos,  ó  ochocientos 
hombres,  é  diez  ó  doce  tiros  de  fuego,  lo 
(pial  lodo  llevaban  figurado  en  un  papel 

de  l.i  tierra,  para  lo  mostrar  é  informará 
Montecunuu  E  dixeron  á  Cortés  quel  cs- 
pañol ,  (piel  tenia  puesto  en  la  costa  é  los 
otros  mensageros  quél  avia  enviado,  esta- 
ban con  aquella  gente,  ó  que  les  avian 
dic  ho  á  estos  indios  (piel  capitán  de  aque- 
lla gente  no  los  dexaba  \enir  con  la  res- 
puesta, é  que  se  lo  dixesso  assi  a  Cortés. 

Sabido  esto,  el  capitán  Hernando  Cor- 
tés envió  á  un  religioso  quél  traia  consi- 
go, con  una  carta  suya  ó  otra  de  los  al- 
caldes ('•  regidores  de  la  v  illa  de  la  Vera- 
cruz,  que  estaban  con  él  en  la  dicha  cib- 
dad  :  las  (piales  vhau  dirigidas  al  capitán 
e  gente  que  ¡i  aquel  puerto  av  ian  llegado, 
haciéndoles  saber  muy  por  estenso  loque 
en  aquella  tierra  le  avia  subcedido;  é  có- 
mo tenia  muchas  cibdades  é  villas  é  for- 
lalecas  conquistadas  é  pacificas  é  suhjctas 
al  serv  icio  del  Rey  de  España,  nuestro  se- 
ñor, ó  de  su  corona  real  de  Castilla,  é  pres- 
so  al  señor  principal  de  (odas  aquellas  par- 
tes; ó  cómo  estaba  en  aquélla  grand  cib- 
dad,  é  la  calidad  della,  y  el  oro é  joyas  que 
para  Su  Magestad  tenia;  é  cómo  avia  cn- 
viado  relación  de  aquella  tierra  á  Céssar. 
E  que  les  pedia  por  merced  le  hiciessen 
saber  quién  eran,  é  si  eran  vassallos  na- 
turales de  los  reynos  é  señoríos  de  Su 
Magestad ,  le  escribiessen  si  yban  á  aque- 
lla tierra  por  su  real  mandado,  ó  á  po- 
blar y  estar  en  ella ;  ó  si  passaban  ade- 
lante ó  avian  de  volver  atrás,  ó  si  traian 
alguna  nescessidad ,  quél  los  baria  pro- 


310 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


veer  de  todo  lo  que  possible  á  él  le  fues- 
se,  é.que  si  eran  de  fuera  de  los  reynos 
del  Rey  Emperador,  nuestro  señor,  assi- 
inasnio  le  avisassen  si  Iraian  alguna  nes- 
eessidad,  porque  también  la  remediaría, 
pudiendo.  Donde  no,  que  les  requería  de 
parte  de  Su  Magostad  que  luego  se  fues- 
sen  de  sus  tierras  é  no  saltassen  en  ellas, 
con  apercebimiento  que  si  assi  no  lo  hi- 
giéssen, yria  contra  ellos  con  todo  el  po- 
der que  toviesse,  assi  de  españoles  como 
de  naturales  de  la  tierra  ,  é  los  prendería 
ó  mataría,  como  á  extrangeros  que  se 
querían  entremeter  en  los  reynos  é  seño- 
ríos de  su  Rey  ó  señor.  Partido  el  dicho 
religioso  con  este  despacho ,  desde  á  cin- 
co dias  llegaron  á  la  cibdad  de  Temislilan 
veynte  españoles  de  los  que  en  la  villa  de 
la  Veracruz  estaban  por  Cortés,  los  qua- 
les  le  llevaban  un  clérigo  é  otros  dos  le- 
gos, que  avian  tomado  en  la  dicha  villa: 
de  los  quales  supo  cómo  el  armada  é  gen- 
te, que  en  el  dicho  puerto  estaba,  era  del 
adelantado  Diego  Velazquez,  é  yba  por  su 
mandado;  é  que  era  capitán  dellá  Pámphi- 
lo  de  Narvaez,  vecino  de  la  isla  Fernan- 
dina,  é  que  llevaba  ochenta  de  caballo,  é 
muchos  tiros  de  pólvora,  é  ochocientos 
hombres,  entre  los  quales  avía  ochenta 
escopetas  é  ciento  y  veynte  ballesteros,  é 
que  se  nombraba  capitán  general  c  te- 
niente  gobernador  de  aquellas  partes 
por  el  dicho  adelantado  Diego  Velazquez, 
é  que  para  ello  llevaba  provisiones  de  Su 
.Magostad;  é  que  los  mensageros que  Cor- 
tés avia  enviado  y  el  hombre  que  en  la 
costa  tenia,  estaban  con  el  dicho  Pámphilo 
de  Narvaez,  é  no  los  dexaba  volver.  El 
(pial  se  avia  informado  dellos  cómo  Cortés 
avia  poblado  alli  aquella  villa  doce  leguas 
del  dicho  puerto,  é  de  la  gente  que  en 
ella  estaba,  é  de  la  que  Cortés  enviaba  á 
Guacacálco,é  cómo  estaban  en  una  pro- 
\ingia  que  se  dice  Tiichilcbeque ,  trcynta 
leguas  del  dicho  puerto,  é  de  todas  las 
otras  cosas  quol  dicho  Corles  avia  fecho 


en  aquellas  partes,  las  cibdades  ó  villas 
que  tenia  conquistadas  é  pacíficas,  é  de 
la  gran  cibdad  de  Temistitan,  é  del  oro  é 
joyas  que  en  la  tierra  se  avian  ávido  ;  é 
se  avia  informado  dellos  de  todas  las  otras 
cosas  que  le  avian  subcedido  á  Cortés.  E 
que  á  estos  avia  enviado  el  dicho  capitán 
Pámphilo  á  la  villa  de  la  Veracruz,  á  que 
si  pudiessen  hablassen  de  su  parte  á  los 
que  en  ella  estaban,  é  los  atraxessená  su 
propóssilo,  é  levantassen  contra  Cortés.  E 
con  estos  pressos  le  llevaron  más  de  gient 
cartas  quel  dicho  Narvaez  é  los  que  con 
él  estaban,  enviaban  á  los  de  la  dicha  vi- 
lla, diciendo  que  diessen  crédito  á  loque 
aquel  clérigo  é  los  otros  que  yban  con  él 
de  su  parle  lesdixesscn,  prometiéndoles, 
si  assi  lo  higiéssen,  de  parte  de  Diego 
Velazquez  é  del  en  su  nombre,  muchas 
mercedes,  é  certificándoles  que  á  los  que 
lo  contrarió  higiéssen,  les  seria  fecho  mal 
tractamiento. 

Q.uassi  junto  con  esto  llegó  -a  Cortés  un 
español  de  los  que  yban  á  Guagacalco 
con  cartas  del  capitán  dellos,  que  era 
Johan  Velazquez  de  León,  el  qual  le  ha- 
cia saber  cómo  la  gente  que  avia  llegado 
al  puerto  era  Pámphilo  Narvaez.  que  yba 
en  nombre  de  Diego  Velazquez  con  la 
genio  que  llevaba.  Y  ciñióle  una  carta, 
quel  dicho  Narvaez  le  avia  enviado  con 
un  indio,  como  á  pariente  del  Diego  Ve- 
lazquez é  cuñado  del  dicho  Narvaez,  en 
que  por  ella  le  degia  cómo  de  aquellos 
mensageros  de  Cortés  avia  sabido  que  es- 
taba allí  con  aquella  gente,  é  que  luego 
se  fuesse  con  ella  á  él  ,  porque  en  ello  ba- 
ria lo  (pie  compita  y  era  obligado  á  sus 
debdos,  é  que  bien  creia  que  Cortés  le 
tenia  por  fuerga,  é  otras  cosas  quel  dicho 
Narvaez  le  escribía.  El  qual  capitán,  no 
solamente  dexó  de  aceptar  lo  quel  dicho 
Narvaez  por  su  carta  le  degia  ,  mas  aun 
luego  se  partió,  después  de  aver  envia- 
do esta  earta,  para  se  juntar  con  Cortés, 
cotí  toda  la  gente  que  tenia. 


de  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XII. 


Después  que  Hernando  Cortés  se  infor- 
mó de  aquel  clérigo  é  de  los  otros  dos  que 
con  él  yl>;m  de  muchas  cosas,  é  de  la  ín- 
tención  de  Diego  Velazquez  é  Narvaez,  é 
cómo  se  avian  movido  con  aquella  arma- 
da é  senté  contra  Cortés,  porque  avia  en- 
viado la  relación  é  cosas  de  aquella  lion  a 
á  Su  Majestad  é  no  al  dicho  adelantado 
Diego  Velazquez;  é  cómo  yban  con  volun- 
tad de  iiiíiI. ii'  á  Curie-;  é  á  muchos  de  los 

de  -ii  compañía  |  que  \  a  desde  Cuba  traían 

señalado- 1,  e  sii|in  a--imesmo  (piel  licen- 
ciado l'ígueroa,  juez  de  residencia  cues- 
ta Nía  Española,  é  los  jueces  é  officiales 
de  Su  Majestad  <pie  aqui  residían,  sa- 

biendoqnél  dicho  Diego  Velazquez  hacia 

aquella  armada,  é  la  voluntad  con  qué  la 
hacia ,  constándoles  el  daño  c  deservicio 
que  dello  podía  resultar  á  Su  Magostad, 
enviaron  al  licenciado  Lúeas  Velazquez  de 
Ayllon  (uno  de  los  dichos  jueces  desta 
Audiencia  Real)  con  su  poder,  á  requerir 

é  mandar  á  Diego  Velazquez  que  no  en- 
viarse aquella  armada:  el  qual  fué,  é  ha- 
lló al  dicho  adelantado  Diego  Velazquez 
con  toda  la  genio  dolía  en  la  punta  de  la 

Nía  Férnandina,  ya  que  quería  passar,  é 

le  requirió  a  el  e  á  lodos  los  que  en  la  di- 
cha armada  yban  que  no  fuessen  ,  porque 
dello  Sus  Magostados  serian  deservidos, 
c  sobre  ello  los  puso  muchas  penas,  non 
obstante  lo  qual,  todavía  envió  la  dicha 
armada:  c  quel  dicho  licenciado  Ayllon 
estaba  en  el  dicho  puerto,  que  avia  ydo 
juntamente  con  ella,  pensando  evitar  el 
daño  que  de  SU  yda  se  podia  seguir :  lo 
qual  todo  entendido  do  Cortés,  envió  lue- 
go al  mesmo  clérigo  con  una  carta  suya 
para  Narvaez,  diciéndole  cómo  avia  sa- 
bido de  aquel  padre  reverendo  é  de  los 
que  con  él  avian  ydo,  cómo  él  era  capitán 
de  la  gente  que  aquella  aunada  traia,  é 
que  holgaba  que  fuesse  él,  porque  tenia 
otro  pensamiento,  viendo  que  sus  mensa- 
geros  no  volvían.  Pero  que  pues  él  sabia 
que  Cortes  estaba  cu  aquella  tierra  en  ser- 


vicio de  Sus  Magostados,  se  maravillaba 
como  no  le  escribía  ó  enviaba  mensajero, 
haciéndole  saber  su  venida  ,  pues  avia  de 
holgar  con  él,  assi  por  ser  su  amigo  mu- 
cho tiemp  >  avia ,  como  porque  creía  quél 
yba  á  servir  á  Su  Magostad ,  que  era  la 
cosa  que  Cortés  más  desseaba;  é  que  jun- 
to con  esto  no  lo  parescia  bien  enviar, 
como  avia  enviado,  sobornadores  é  car- 
tas de  inducimiento,  alterando  á  las  per- 
sonas ,  que  Cortés  tenia  en  su  compañía 
sirviendo  á  Su  Magostad,  para  que  so  le- 
vahtassen  é  passassen  á  él,  como  si  fue- 
ran los  unos  infieles  ó  los  otros  chripstia- 
nos,  ó  los  unos  vassallos  del  Cmperador, 
nuestro  señor,  é  los  otros  sus  deservido- 
ros,  é  que  no  lo  debía  hacer;  é  le  pedia 
por  merced  (pie  de  allí  adelante  no  tovies- 
so  aquellas  formas:  antes  le  hiciesse  saber 
la  causa  de  su  venida,  K  que  le  avian  di- 
cho que  se  intitulaba  capitán  general  é  te- 
niente gobernador  por  Diego  Velazquez, 
é  que  por  tal  se  avia  fecho  pregonar  é 
publicar  en  la  tierra:  é  que  avia  fecho  al- 
caldes e  regidores,  y  execulado  justicia, 
lo  qual  ora  en  mucho  deservicio  de  Su 
Magostad  é  contra  todas  sus  leyes,  por- 
que seyendo  aquella  tierra  de  Su  Magos- 
tad ,  y  oslando  poblada  de  sus  vassallos, 
e  a\  ¡endo  en  ella  justicia  é  cabildo ,  no  se 
debia  intitular  de  los  dichos  oflicios  ni  usar 
dellos,  sin  sor  primero  á  ellos  rescebido, 
puesto  que  para  los  exercer  llovasse  "pro- 
visiones de  Su  Magostad.  Las  quales,  si 
llevaba,  lo  podia  por  merced  e  le  reque- 
ría las  presentasse  ante  él  en  el  cabildo 
de  la  Veracruz,  é  quel  cabildo  y  él  las 
obedosccrian  como  carias  é  provisiones 
de  su  Rey  é  señor  natural,  ó  complirian 
en  qúanto  al  real  servicio  do  Su  Magostad 
conviniesse;  porque  él  estaba  en  aquella 
cibdad,  y  en  ella  tenia  presso  á  aquel  se- 
ñor, é  tenia  mucha  suma  de  oro  é  joyas, 
assi  de  lo  de  Su  Magostad  como  de  los  de 
su  compañía  é  suyo ,  lo  qual  no  osaba  de- 
xar ,  con  temor  que  salido  él  de  la  cibdad, 


312 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


la  gente  della  se  revolvería ,  é  se  perde- 
ría tanta  cantidad  de  oro  ó  joyas,  é  tal 
cibdad:  mayormente  que  perdida  aquella, 
seria  perderse  toda  la  tierra.  É  assirnes- 
mo  escribió  otra  caria  Cortés. al  licencia- 
do Ayllon ;  pero  ya  Narvacz  lo  avia  pren- 
dido y  envíadole  con  dos  navios. 

El  dia  queste  dórico  se  partió  de  Cor- 
tés, le  llegó  un  mensagero  de  los  que  esta- 
ban en  la  villa  de  la  Veracruz,  con  el  qual 
le  hicieron  saber  que  toda  la  gente  de  los 
naturales  de  la  tierra  estaban  levantados 
ó  fechos  con  el  dicho  Narvacz ,  en  espe- 
cial los  de  la  villa  de  Cempual  é  su  parti- 
do, é  que  ninguno  del  los  quería  yr  á  ser- 
vir á  la  dicha  villa,  assi  en  la  labor  de  la 
fortalcca  como  en  las  otras  cosas  que  so- 
lian  servir,  diciendo  que  les  avia  dicho 
Naryaez  que  Corles  era  malo ,  c  quél  yba 
á  prenderle  á  él  é  a  todos  los  de  su  com- 
pañía ,  é  los  avia  de  llevar  pressos  é  de- 
xar  la  tierra.  É  que  la  gente  quel  dicho 
Narvacz  llevaba,  era  mucha  é  la  de  Cor- 
tés poca ;  é  que  Narvaez  traia  muchos  ca- 
ballos é  tiros ,  é  Cortés  tenia  pocos ;  é  que 
querían  ser  á  viva  quien  vence.  15  que  le 
hacían  saber  que  eran  informados  de  los 
indios  que  Narvaez  se  yba  á  apossentar  á 
la  cibdad  de  Cempual,  é  que  ya  sabia 
quán  cerca  estaba  de  aquella  villa ;  é  que 
creían ,  segund  el  mal  propóssito  que  Nar- 
vaez traia  contra  lodos,  que  desde  allí 
yria  contra  ellos;  é  teniendo  de  su  parle 
los  indios  d"  la  cibdad,  que  les  paresció 
que  debían  dexar  la  villa  sola,  por  no  pe- 
lear con  ellos,  por  evitar  escándalo;  é 
se  subían  á  la  sierra  por  causa  de  un  in- 
dio granel  señor,  amigo  de  Corles,  donde 
pensaban  estar  hasta  quél  les  onviasse  á 
decir  lo  que  hiciessen. 

Dice  Cortés  en  su  relación  que  cómo  él 
vido  el  grand  daño  que  se  comencaba  á 
aparejar,  le  paresció  que  con  yr  él  adon- 
de Narvaez  estaba  ,  se  apaciguaría  mucho; 
porque  viéndole  los  indios,  no  se  osarían 
levantar  ,  é  porque  pensaba  dar  orden 


con  Narvaez  para  que  todo  rompimiento 
cesasse.  É  partióse  aquel  dia,  dexando 
la  fortalega  muy  bien  proveyda  de  mahiz 
é  agua  ,  con  quinientos  hombres  dentro 
en  ella  é  algunos  tiros  de  pólvora;  é  con 
la  otra  genio  que  allí  tenía,  que  serian 
hasta  seplcnta  hombres,  siguió  su  camino 
con  algunas  personas  principales  de  Mon- 
tecuma:  al  qual  antes  de  su  partida  hico 
muchas  exhortaciones,  dieiéndole  que  mi- 
rasse  el  servicio  del  Rey ,  nuestro  señor, 
é  que  ya  so  acercaba  el  tiempo,  en  que 
avian  de  resecbir  muchas  mercedes  de  Su 
Magostad  por  los  servicios  que  avia  fe- 
cho ;  é  que  aquellos  españoles  le  dexaba 
encomendados  con  todas  aquellas  joyas 
quél  le  avia  dado  é  mandado  dar  para  Su 
Magestad,  porque  él  yba  á  aquella  genio 
que  nuevamente  avia  venido  á  la  tierra  a 
saber  quién  eran ,  porque  hasta  estonces 
no  lo  avia  sabido ,  é  que  creia  que  era 
mala  gente  é  no  vassallos  del  Rey ,  nues- 
tro señor.  Y  él  le  prometió  hacer  proveer 
á  los  que  allí  quedaron  de  lodo  lo  nesecs- 
sario,  é  de  guardar  mucho  todo  lo  que 
allí  Cortés  dexaba  para  Su  Mageslad:  é 
díxole  que  aquellos  suyos  que  le  dió,  le 
guiarían  por  camino  que  no  saliesse  de  su 
tierra,  porqué  fuesse  proveydo  de  lodo 
lo  nescessario;  é  que  le  rogaba  que  le 
avisasse  si  aquella  gente,  nuevamente  ve- 
nida, si  era  mala,  porque  luego  le  envia- 
rla mucha  gente  de  guerra  para  pelear 
contra  aquellos  para  los  echar  de  la  tier- 
ra. Lo  qual  todo  le  agradesció  Cortés  ,  é 
le  ccrüíícó  quel  Rey  le  baria  muchas  mer- 
cedes, é  (lióle  mucha  ropa  é  joyas  á  él  é 
;í  un  hijo  suyo  é  á  oíros  señores  muchos, 
que  con  él  a  la  sacón  oslaban. 

Y  en  una  cibdad  que  se  dice  Churul- 
tecal  topó  al  capitán  Johan  Velazquez 
'que  la  historia  lia  dicho  que  lo  envia- 
ba a  Guacaoalco),  que  con  toda  la  gen- 
te se  venia ;  é  sacados  algunos  que  es- 
taban mal  dispuestos,  que  envío  á  la 
CÍbdad  con  él,  con  los  demás  aumentó 


-     Dli  INDIAS.  LIB. 

-II  esquadrpn  é  siguió  su  camino.  E  quíu- 
ce  leguas  mas  adelanta  do  Churultccal 
topó  á  aquel  padre  religioso  de  so  com- 
pañía, quél  avia  enviado  al  puerto  á  sa- 
ber qué*genle  era  la  del  armada,  que 

allí  avia  venido:  el  qual  le  truxo  ana  car- 
ta dé  Narvaez,  cu  que  le  decía  quél  trata 
ciertas  provisiones  para  tener  aquella 
tierra  por  Diego  Velazquez,  é  (pie  luego 
fuesse  á  donde  él  estaba  á  las  obedesccr 
e  eomplir  ;  é  quél  tenia  fecha  una  villa  e 

alcaldes  o  regidores.  K  aquel  padre  le  di- 
xo cómo  avia  prendido  al  licenciada  A\- 

llon  e  á  sli  lienuauo  el  alguacil .  é  los  avta 
enviado  en  do-  navios:  6  como  allá  le 
avian  aeometido  con  partido  para  qdcste 
religioso  alraxesse  á  algunos  de  la  com- 
pañía ¿opinión  de  Cortés  para  que  se  pas- 
sasen  á  la  de  Narvaez;  é  cómo  avian  fe- 
cho alarde  delante  del  é  de  cierto,  indios 
que  con  él  fueron  de  toda  la  gente  ,  assi 
de  pié  como  di'  caballo,  é  soltaron  el  ar- 
tillería que  e.stalia  en  los  navios  Ó  la  que 
estaba  en  (¡erra,  á  fin  de  los  alemoricar, 
é  que  le  dixeron  al  dicho  religioso:  ■  Mi- 
rad cómo  os  podeys  defender  de  nos- 
otros, sí  no  haceys  lo  (pie  quisiéremos.  • 
l'i  también  dixo  cómo  avia  hallado  con  el 
dicho  Narvaez  á  un  señor  de  la  tierra, 
vassallo  de  Montecuma  .  é  (pie  le  tenia  por 
gobernador  suyo  en  toda  su  tierra  desdé 
los  puertos  hasta  la  costa  de  la  mar;  é  que 
supo  (pie  al  dicho  Narvaez  avia  hablado 
de  parle.de  Montecuma,  é  dádole  ciertas 
joyas  de  oro,  y  el  dicho  Narvaez  le  avía 
dado  á  él  otras  cosas ;  é  que  supo  (pie 
avia  despachado  de  allí  ciertos  mensa- 
jeros para  el  dicho  Montecuma,  y  en- 
víadole  á  decir  quél  le  soltaría,  é  que 
yba  á  prender  á  Cortés  é  á  los  <|e  su  com- 
pañía ,  é  yrse  luego  é  dexar  la  tierra  é 
naturales  della  en  su  libertad.  Finalmen- 
te, que  ségund  lo  que  al  Emperador, 
nuestro  señor,  Cortés  escribió,  entendió 
quel  Narvaez  se  quería  apossésionar  de  la 

tierra  por  su  auctoridad ,  sin  pedir  que 
TOMO  III. 


LXXUI.  CAP.  XII.  313 

fuesse  rescebido  de  ninguna  persona,  éno 
queriendo  Cortés  ni  los  de  su  opinión  te- 
nerlo por  capitán  é  justicia  en  lugar' de 
Diego  Velazquez.  tomarlos  por  guerra?  ó" 
para  ello  diz  que  estaba  confederado  con 
los  naturales,  en. especial  con  Montecuma 
por  sus  mensajeros.  É  cómo  esto  vidó 
Cortés,  aunqite  el  gxército  de  Narvaez 
era  mayor,  é  prtrque  segund  Cortés  dixo 
llevaba  mandado  Narvaez  (pie  á  Cortés  ó 
a  oíros  sus  consortes,  si  los  pudiesse 
a  ver,  los  ahorcasse,  no  dexó  de  se  acer- 
car Corles,  creyendo  por  bien  excusar  el 
rompimiento  que  se  esperaba.  F  quince 
leguas  antes  de  llegar  á  Cempnal,  donde 
Narvaez  estaba  apossenlado ,  llegó  el  clé- 
rigo que  los  de  veracruz  avian  enviado, 
que  era  el  mesmo  con  quien  Cortés  avia 
escripto  a  Narvaez  é  al  licenciado  Ayllon, 
éolro  clérigo,  Ó  un  Andrés  de  Duero;' 
vecino  de  la  isla  Ferhandina',  que  assi- 
mesmo  fué  con  el  dicho  Narvaez:  los  (pia- 
les, en  respuesta  de  la  carta  de  Cortés,  le 
dixeron  que  todavía  fuesse  á  le  obedes- 
cer  6  tener  por  capitán  á  Narvaez,  ó  Ic 
entregasse  la  tierra,  porque  de  otra  ma- 
nera le  seria  ficho  mucho  daño,  porque 
demás  de  la  gente  mucha  é  ventaja  que  lo 
tenia ,  los  de  la  tierra  eran  en  sú  favor,  é 
(pie  -i  i  ioi  tes  le  ipiisiesse  dar  la  lierraj  le 
daria  de  los  navios  é  mantenimientos  que 
llevaba  los  (pie  quisiesse,  é  le  de.xaria  yr 
en  ellos  con  los  que  quisiessen  yr  con  él, 
con  todo  lo  que  quisiessen  llevar ,  sin  Ies 
.poner  impedimento  alguno.  "Y  el  uno  de 
los  clérigos  le  dixo  que  assi  venia  capitu- 
lado e  mandado  de  Diego  Velazquez  que 
se  hiciesse  con  el  dicho  Cortés,  ó  para 
ello  traían  poder  el  dicho  Narvaez  junta- 
mente con  los  dichos  dos  clérigos,  6  que. 
cerca  desto  le  harían  todo  el  buen  partido 
quel  Cortés  quisiesse.  El  qual  Ies  respondió 
quél  no  vía  provisión  de  Su  Magestád,  por 
donde  le  debiesse  entregar  la  tierra,  é 
que  si  alguna  traia ,  que  la  pressentasse 

ante  él  c  ante  el  cabildo  de  la  villa  de  la 
40 


314  HISTORIA  GENEI 

Yeracruz,  seguad  órden  ó  costumbre  de 
España ,  ó  quél  estaba  presto  á  la  .obe- 
desccr  é  complir ;  é  que  hasta  tanto  por 
ningún  interesse  ni  partido  baria  lo  que 
decían:  antes  él  é  los  de  su  compañía  mo- 
rirían en  defensión  de  la  tierra,  pues  la 
avian  ganado  é  la  tenían  pacífica  é  segu- 
ra en  nombre  de  Su¿  Magestades,  é  por 
no  ser  traydores  é  desleales  á  su  Rey. 

Otros  muchos  partidos  escribió  Cortés 
que  le  avian  movido  por  traerle  á  su  pro- 
póssito ,  quél  no  quiso  aceptar  sin  ver  pro- 
visión de  Su  Magestad  para  lo  hacer ,  é 
que  nunca  se  la  quisieron  mostrar.  Acor- 
daos ,  lelor ,  de  lo  que  á  esto  que  Cortés 
dice,  decía  después  en  Toledo  al  revés 
Pámpano  de  Narvaez,  como  adelante  se 
dirá.  En  conclusión,  estos  clérigos  y  el 
Andrés  de  Duero  é  Cortés  quedaron  con- 
certados que  Narvaez  é  Cortés  con  ca- 
da diez  personas  (con  seguridad  de  am- 
bas partes)  se  viessen,  é  allí  se  mostras- 
sen  las  provisiones,  si  Narvaez  las  lleva- 
ba ,  ó  Cortés  respondiesse. 

É  luego  cada  una  de  las  partes  en- 
vió  á  la  otra  el  seguro  firmado  de  su 
nombre ,  el  qual  dice  Cortés  que  no  te- 
nia Narvaez  pensamiento  de  guardar: 
antes  dice  que  concertó  que  en  aque- 
llas vistas  se  oviesse  forma  cómo  de 
presto  le  matassen  á  Cortés,  é  que  pa- 
ra ello  fueron  señalados  dos  de  los  diez 
que  con  él  avian  de  yr,  6  que  los  demás 
peleassen  con  los  que  Cortés  llcvasse, 
|i  irque  decían  que,  muerto  Cortés,  era  su 
hecho  acabado.  É  assi  dice  Cortés  que 
fuera  ello,  si  Dios  no  lo  remediara  con 
cierto  aviso  que  ovo  de  los  mesmos  que 
eran  en  l¡i  Iraycion  (que  le  fué  enviado 
juntamente  con  el  seguro  que  se  le  envió): 
lo  qual  sabido  por  Cortés,  escribió  una 
carta  al  dicho  Narvaez  é  otra  á  los  terce- 
ros, diciéndoles  quél  avia  sabido  su  mala 
intención,  é  que  no  quería  yr  de  aquella 
manera  quellos  tenían  concertado.  E  lue- 

tro  les  envió  ciertos  requerimientos  é  man- 


L  Y  NATURAL 

damientos ,  requiriendo  al  dicho  Naryacz 
que  si  algunas  provisiones  de  Su  Mages- 
tad llevaba,  se  las  notificasse,  é  que  basta 
tanto  no  se  nombrasse  capitán  ni  justicia, 
ni  se  entrometiesse  en  cosa  alguna  de  los 
dichos  officios,  so  ciertas  penas  que  le 
puso.  É  mandó  por  aquel  su  mandamien- 
to que  los  que  Narvaez  tenia  no  le  lovies- 
sen  por  capitán  ni  le  obedesciessen,  é  que 
dentro  de  cierto  término  paresciessen  an- 
te Cortés,  so  cierta  pena,  para  que  les  di- 
xesse  lo  que  debían  hacer  en  servicio  de 
Su  Magestad ,  so  ciertas  protestaciones  lo 
contrario  haciendo ;  é  que  procedería  con- 
tra ellos  como  contra  traydores  é  aleves 
é  malos  vassallos,  que  se  revelaban  contra 
su  Rey ,  é  querían  usurpar  sus  tierras  é 
señoríos,  é  darlas  é  apossesionar  dellas  á 
quien  no  pertenescian  ,  ni  tenia  á  ellas  ac- 
ción ni  derecho,  é  que  yria  contra  ellos  á 
los  prender  é  cautivar ,  é  otras  palabras 
que  se  dexan  por  su  prolixidad.  La  res- 
puesta de  lo  qual  fué  prender  al  que  fué 
á  notificar  esto  al  Narvaez,  é  al  escribano 
que  con  él  yba  para  .dar  fée ,  c  tomarles 
ciertos  indios  que  llevaban.  Y  esto  vieron 
detenidos  hasta  que  llegó  otro  mensage- 
ro  que  Cortés  envió  á  saber  dellos,  ante 
los  quales  tornaron  á  hacer  alarde,  ame- 
nazándolos á  ellos  é  á  Cortés ,  sí  la  tierra 
no  le  entregasse. 

É  visto  aquesto  Cortés,  é  que  los  na- 
turales con  estas  novedades  se  alboro- 
taban é  levantaban  á  más  andar,  qui- 
so prevenir  á  lo  que  le  pudiera  acacs- 
cer,  é  desando  las  palabras,  ponerlo  en 
furia  de  su  industria  é  cautelas.  E  dio  un 
mandamiento  á  Goncalo  deSandoval,  su 
alguacil  mayor,  para  prenderá  Narvaez 
é  á  los  (pie  se  llámaban  alcaldes  é  regi- 
dores, ó  mandóle  que  con  óchenla  hom- 
bres fuesse  á  hacer  lo  ques  dicho;  Irás  el 
qual  Cortés  siguió  con  otros  ciento  é  sep- 
teota,  sin  tiro  de  pólvora  ni  caballo  é  á 
pié,  para  favorescer  al  dicho  alguacil  ma- 
yor, si  se  les  pusiessen  en  resistencia  el 


Di:  INDIAS.  LID. 

Narvaez  6  los  demás.  Y  el  dia  que!  algua- 
cil Sandovul  é  Cortés  Hilaron  ¡i  la  cibdad 
de  Ceinpnal ,  dónde  Narvaez  estaba,  supo 
su  yda,  é  salió  al  campó  oon  ochenta  de 
caballo  é  quinientos  peones,  sin  lo  demás 
que  de\ó  en  su  apossento,  que  era  el 
templo  principal  de  aquella  cilidad,  ¡issaz 
fuerte.  K  IU'ííi')  qnas-i  á  una  legua  de  don- 
de Cortés  estaba,  é  cómo  lo  que  sabia 
Narvaez  <le  la  yda  de  Corle- era  -olo  por 
lengua  de  indios,  é  no  le  halló,  Creyó  cpie 
era  burla,  é  volvióse  á  su  apossento,  te- 
niendo apetrebida  toda  su  gente:  é  puso 

los  espías  quaist  á  una  legua  de  la  cibdad. 

Cortés,  como  fué  de  noehe ,  siguió  ade- 
lante con  el  mayor  silencio  quél  pudo,  é 
fllésse  derecho  al  apo— cilio  del  dicho  Nar- 
vaez  (quél  é  los  que  llevaba  muy  bien 
sabían)  para  lo  prender,  creyendo  qué 

pie— o.  lo-  deina-  querriail  ohede-cer  á  la 

justicia,  en  especial  (pie  mucho-  dello- 
y  han  contra  su  voluntad,  enviados  por 
Diego  Yelazquez.  V  el  dia  de  pasqua  del 
Espíritu  Sánelo,  ¡i  poco  más  de  media  no- 
che, dió  en  el  dicho  aposentamiento;  é 
antes  topó  las  dicha-  espías,  é  lasque 

(lories  llevaba  delanle  prendieron  una 
(li  llas,  é  la  olía  se  escapó,  é  de  la  pres- 
>,i  >r  informó  de  l.i  manera  que  estaba 
Narvaez.  E  porque  la  espía  (pie  escapó, 
no  llegasstf primero  (pie  Corles,  é  diesse 
mandado  de -n  \<la,  dio-e  mucha  priessa 
á  caminar:  pero  no  pudo  ser  lauta  (pie  la 
espia  no  diesse  primero  noticia  (pie  Cor- 
té- yba,  bien  inedia  hola  antes.  E  (pian- 
do llegó  á  donde  Narvaez  e-laba,  todos 
los  de  su  compañía  eslaban  armado-,  y 
ensillados  los  caballos  é  á  punto,  é  vela- 
ban cada  (piarlo  cierit  hombres;  é  llega- 
ron tan  sin  ruido,  que  quandó  fueron  sen- 
tidos é  los  de  Narvaez  tocaban  al  anua, 
entraba  Cortés  por  el  palio  de  su  apos- 
sento, en  el  qual  estaba  toda  la  gente 
apossentada  é  junta,  é  tenian  tomadas 
tres  ó  quatro  torres,  que  en  el  avia,  é  to- 
dos los  demás  apossentos  fuertes.  Y  en  la 


XXXIII.  CAP.  XII.  31o 

una  de  aquellas  torres,  donde  el  dicho  Nar-' 
vacz  estaba  apossentado,  tenia  á  la  escale- 
ra della  hasta  diez  é  nueve  tiros  de  fustera: 
é  dieron  tanta  priessa  á  subir  á  la  dicha 
torre,  (pie  no  (ovieron  lugar  de  poner  lue- 
go á  más  de  un  tiro,  el  (pial  no  salió  ni 
luco  daño  alguno.  E  assi  se  subió  la  torre 
hasta  donde  el  dicho  Narvaez  tenia  su  ea- 
ma,  donde  el  é  hasla  cinqüenla  hombre-, 
(pie  cón  el  e-laban,  pelearon  con  el  dicho 
alguacil  mayor  é  con  los  que  con  él  subie- 
ron ,  puesto  (pie  muchas  veces  les  requi- 
rieron que  se  diessen  á  prission  ,  ó  no  lo 
quisieron  hacer  hasta  que  se  les  puso  fue- 
go ,  é  con  esto  se  dieron .  Y  en  tanto  quel 
dicho  alguacil  mayor  prendía  al  dicho 
Narvaez  .  quedo  Cortés  defendiendo  la  su- 
bida de  la  torre  á  los  que  en  socorro  de 
Nai  \  aez  acudían  .  é  hico  lomar  toda  l.i 
artillería  é  fortalescióse con  ella:  por  ma- 
nera que  sin  muelles  de  hombres,  más 
de  (los  (pie  un  tiro  mató,  en  una  hora  es- 
taban pressos  lodos  los  (pie  Corles  quiso 
prender,  é  lomadas  las  armas  á  lodos  los 
demás:  é  prometieron  de  ser  obidienles 
al  vencedor,  é  decían  (pie  hasla  allí  avian 
seydo  engañados ,  pi  irque  Narvaez  le-  de- 
cía (pie  llevaba  provisión  de  Su  Magos- 
tad, 6  les  avia  fecho  entender  que  Cortés 
e-laba  aleado  con  la  tierra  é  (pie  era  tray- 
dor  á  Su  Magestad ,  é  olías  muchas  cosas. 

Dice  más  en  su  carta  Cortés:  que  supo 
de  los  indios  que  si  la  victoria  fuera  por 
Narvaez,  no  pudiera  ser  sin  mucho  da- 
ño di'  los  chripstianos  de  ambas  partes,  é 
quellos  matarían  á  los  que  avian  quedado 
en  la  cibdad;  é  que  después  se  juntarían 
ó  darían  sobre  los  que  quedassen,  de  ma- 
nera que  la  (¡erra  quedasse  libre,  é  no 
oviesse  memoria  de  los  españoles.  Otras 
palabras  muchas  é  á  su  propóssito  dige 
en  este  caso  Cortés,  encaresejendo  su  par- 
tido, que  ni  yo  niego  ni  las  apruebo  tan 
puntualmente,  como  su  carta  dice;  porque 
como  he  dicho  esta  relación  se  escribió  por 
él.  Mas  porque  dixc  de  susso  que  diría  lo 


3IG 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


que  al  revés  de  todo  esto  deciá  Pámphi- 
lo  de  Ñarvaez,  digo  quel  año  de  mili  é 
quinientos  é  veynte  y  cinco,  estando  Cés- 
sar  en  la  cibdad.de  Toledo,  vi  allí  al  di- 
cho Narvacz ,  é  públicamente  decia  que 
Cortés  era  un  traydor,  é  que  dándole  Su 
Magostad  licencia,  se  lo  haría  conoscer  de 
su  persona  á  la  suya ;  é  que  era  hombre 
sin  verdad ,  ó  otras  muchas  é  feas  pala- 
bras, llamándole  alevoso  é  tirano  é  ingra- 
to á  su  señor  é  á  quien  le  avia  enviado  á 
la  Nueva  España,  que  era  el  adelantado 
Diego  Velazquez,  á  su  propria  costa,  é  se 
le  avia  aleado  con  la  tierra  ó  con  la  gente 
é  hacienda ,  é  otras  muchas  cosas  que  mal 
sonaban.  Y  en  la  manera  de  su  prission 
la  contaba  muy  al  revés  de  ló  que  está 
dicho. 

Lo  que  yo  noto  dcsto  es  que  con  todo 
lo  que  oy  á  Narvacz  (como  yo  se  lo  di- 
xe)  no  puedo  hallarle  desculpa  para  su 
descuydo,  porque  ninguna  nescessidad 
tenia  de  andar  con  Cortés  en  pláticas,  si- 
no estar  en  vela  mejor  que  la  que  hico.  É 
ñ  esto  decia  él  que  le  avian  vendido  aque- 
llos de  quien  se  fiaba,  que  Cortés  le  avia 
sobornado.  E  también  me  parescc  do- 
na yre,  ó  no  bastante  la  excusa  que  Cor- 
tés da  para  Fundar  é  justificar  su  negocio, 
ques  decir  quel  Xarvaez  pressentasse  las 
provisiones  que  llevaba  de  Su  Magestad, 
y  el  mandamiento  quél  dio  á  Sandoval 
para  prehender  á  Xarvaez  ,  como  si  el  di- 
cho Cortés  oviera  ydo  á  aquella  tierra  por 
mandado  de  Su  .Magestad,  ó  con  más  ni 
tanta  auctoridad  como  llevaba  Narvacz, 
[ni''-  ques  clareé  notorio  (piel  adelantado 
Diego  Velazquez,  que  envió  á  Cortés,  era 
parte,  gegund  derecho,  para  le  enviar  á 
remover,  y  el  Cortés  obligado  á  le  obe- 

(fcSCCT. 

No  quiero  d«r;ir  más  en  esto,  por  no  ser 
odioso  a  ninguna  de  las  partes;  pero  en 
mi  juicio  yo  no  hallo  qué  loar  á  Cortés  en 
su  di'Mjbidiencia .  ni  á  él  le  quedé)  nada 
por  u-ar  en  mi-  cautela-,  para  si1  quedar 


en  opinión  y  en  offlcio  ageno,  contra  la 
voluntad  de  cuyo  era  é  se  lo  dió  y  enco- 
mendé): ni  áPámphilode  Narvacz  le  falló 
la  penitencia  de  su  descuydo,  ni  á  Diego 
Ye"lazquez  quiso  la  fortuna  dexar  de  dcs- 
truyrle,  ni  á  Cortés  dcsfavorescerle  pa- 
ra salir  con  su  propóssito,  como  ha  sa- 
lido. 

Yo  veo  questas  mudancas  é  cosas  de 
grand  calidad  semejantes,  no  todas  veces 
anda  con  ellas  la  rácon,  que  á  los  hombres 
les  paresge  ques  justa,  sino  otra  definición 
superior  é  juicio  de  Dios  que  no  alcanza- 
mos ;  y  cómo  él  es  movedor  de  lodo  (ó 
más  servido  de  lo  que  subgede )  é  sin  su 
voluntad  ninguna  cosa  se  puede  concluir, 
tengamos  por  mejor  lo  que  vemos  efetuar, 
pues  no  se  alcatifan  los  fines  para  que  se 
hacen  las  cosas;  é  de  la  providencia  de 
Dios  no  nos  conviene  platicar  ni  pensar, 
sino  que  aquello  conviene. 

Masen  la  verdad,  quitado  aparte  este 
escrúpulo  de  no  acudir  Cortés  á  Diego 
Yclazquez,  cuyo  capitán  c  sostituto  fué 
enviado,  en  lo  demás  valerosa  persona 
ha  seydo  é  para  mucho;  y  este  desseo  de 
mandar,  juntamente  con  que  fué  muy 
bien  partido  é  gratificador  de  los  que  le 
sirvieron ,  fué  mucha  causa  (juntamente 
con  ser  nial  quisto  Diego  Velazquez")  pa- 
ra (pie  Cortés  se  saliesse  conío  que  em- 
prehendió,  é  se  quedasse  en  el  oflicio  é 

gobernación.  ¿Qúereysío  ver  claro?  Si 
aquel  capitán,  Johan  Velazquez  de  León, 
no  cstoviera  mal  con  su  pariente  Diego 
Velazquez,  é  se  passara  con  los  ciento 
é  cinqüenta  hombres,  que  avia  llevado  á 
Guacacalcó,  á  la  parte  de  PámpHilo  de  Ñar- 
vaez, su  cuñado,  acabado  oviera  Cortés 

SU  Ol'licio. 

Visto  he  platicar  sobre  esto  á  caballe- 
ros é  personas  militares,  sobre  si  este 
Johan  Velazquez  de  León  hico  lo  que  de- 
bía ó  no,  en  acudir  al  Diego  Velazquez, 
6  al  Pámpbilo  en  su  nombre;'  ó  convie- 
nen los  veteranos  milites,  6  A  mi  pares- 


DE  INDIAS.  UH. 


XXXIII.  CAP.  XII. 


cer  determinan  bien  la  qUestion ,  en  que 
sí  Julián  Velazquez  tuvo  conducta  de  ca- 
pitán para  que  con  aquella  gente  quél  le 
dio,  ó  toviesse  en  aipiella  tierra,  como 
capitán  particular  le  acudiesse  áél,  ó  á 
quien  él  mandare.  Julián  Yclazquez  fal- 
tó á  lo  que  era  obligado  en  no  se  passar  á 
Pámphtla  de  ¡farrees,  seyendo  reque- 
rido deOiego  Velazquez;  más  si  le  higo 
capitán  Hernando  Cortés  é  le  dio  él  la 
gente,  ¿él  a\ia  de  acudir,  como  acu- 


dió, excepto  si  viera  carta  6  mandamien- 
to expreso  del  Rey  en  contrario. 

Passemos  á  lo  demás  :  que  si  Lien  o 
mal  hicieron,  aunque  en  el  suelo  no  vean 
los  hombres  como  se  determinan  estas  co- 
sas, ya  sabemos  ques  cuenta  corriente 
para  adelante,  ó  que  ha  de  llegar  todo  á 
aquel  tribunal  infalible,  é  donde  no  hado 
Tallar  justicia  ni  eneobrirse  delicio  ni  co- 
sa mal  hecha,  ni  quedar  sin  galardón  lo 
bien  hecho,  sin  excepción  de  personas. 


CAPITULO  XIII. 

En  que  se  Irada  cúmo  después  de  presso  el  enpilan  l'ámphilo  de  Narvacz,  supo  Corles  que  los  de  la  cibdad 
de  México  se  avian  aleado  conlra  los  españoles  que  allí  avian  quedado  en  guarda  de  Montccuma,  é  del  oro 
é  joyas;  é  fui!  allá,  é  después  de  entrado,  lovo  mucha  guerra  con  los  indios  de  la  ciudad;  c  de  la  muerle 
desastrada  de  Montea-unía  ':  é  cuenta  la  historia  algunas  particularidades  nolables  en  el  caso. 


í  )o»  días  después  qué  fué  presso  Nar- 
vaez,  porque  en  aquella  cibdad  no  se  po- 
día sostener  tanta  gente  junta  (mayor- 
mente que  va  eslaha  qua-si  do.-lruyda, 
.porque  los  que  en  ella  estallan  con  el  di- 
cho Narvaez  a\  ian  rohado  lo  que  pudie- 
ron, e  los  vecinos  estallan  ausentes  o  -u- 
casas  solas),  despacho  Hernando  Cortés 
dos  capitanes  con  cada  doscientos  hom- 
-res,  el  uno  para  qué  fuesse  á  hacer  el 
pueblo  en  el  puerto  de  G  naca  calco,  que 
antes  ;ivi;i  enviado á  hacer ,  scgnnd  solía 
dicho,  \  el  otro  á  ¡iquel  lio  que  lo-  na- 
vios (le  r'rancise,u  Caray  dixcronqne  avian 
visto.  Y  envió  otros  doscientos  hombres 
á  la  villa  de  la  Yeracruz ,  donde  hi(;o  íjik: 
los  navios  quel  dicho  Narvaez  Ira  ¡a  vi- 
niessen  ;  é  con  la  gente  restante  se  quedó 
en  la  cibdad,  é  despachó  un  mensajero  á 
la  cihdad  de  Ti  1 1 1  i -t  i  l  :i  1 1 .  con  el  qual  luco 
saber  al  capitán  y  españoles,  que  en  ella 
avia  dexado ,  lo  que  le  avia  subcedido: 


el  qual  capitán  era  Pedro  de  Al  varado. 

Este  mensajero  tornó  desde  á  doce  dias 
con  cartas  del  alcalde  capitán  (pie  alli 
avia  quedado,  en  que  le  hacian  saber  có- 
mo los  indios  le  avian  combatido  la  for- 
laleca  por  todas  las  parles  della  ,  é  pués- 
lole  fuego  por  muchas  parles  é  fecho  fiel  - 
la-  minas,  ó  .que  se  av  ian  visto  con  mu- 
cho peligro  é  Irabaxo;  ó  que  todavia  los 
naturales  le  mataran,  si  el  dicho  Monte- 
cuma  no  mandara  cesar  la  guerra  ;  é  que 
aun  los  li'iiian  cercados,  piM'slo  que  no 
lo-  comlialian.  sin  dexar  salir  ninguno  de- 
llos  dos  passos  fuera  de  la  forlalcca;  é 
que  les  avian  lomado  en  el  comhate  mu- 
cha pai  le  del  bastimento  que  Cortés  les 
avia  dexado.  é  que  les  avian  quemado 
lo's  quatro  bergantines  que  tenían,  é  que 
estaban  en  muy  extremada  neseessidad; 
é  que  por  amor  de  Dios  los  socorriesse 
con  mucha  priessa.  Este  capitán  é  al- 
calde, que  quedó  en  guar  da  del  oro  é  de 


*  F.n  el  original  proseguía  :  «E  cómo  le  convino 
á  Cortes  é  á  los  españoles  dexar  la  cibdad  <¡  per- 
dieron el  oro  é  artillería  é  salieron  con  mucho  Ira- 
baxo peleando  hasla  se  poner  en  salvo,  pero  con 
pérdida  de  lo  que  tenian  allegado  é  con  muerle  de 


muchos  é  valientes  españoles.»  Oviedo  suprimió 
cucrdanienle  estas  cláusulas ,  porque  parte  de  los 
hechos  aquí  mencionados  se  narran  en  el  siguien- 
te capítulo. 


318 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Monteguma,  no  lo  nombra  Cortés  en  su 
relación,  y  era  el  comendador  Pedro  de 
Alvarado ,  el  qual  se  ovo  valerosamente 
en  este  cerco. 

Vista  la  nescessidad  que  aquellos  espa- 
ñoles tenían,  é  que  si  no  fuessen  socor- 
ridos, demás  de  perderlos,  se  perdería 
todo  el  oro  é  joyas  que  en  la  tierra  se 
avia  ávido ,  assi  para  Su  Magostad  como 
el  de  los  particulares  y  el  de  Cortés,  con 
la  mayor  é  mejor  cibdad  de  todo  lo  des- 
cubierto en  estas  Indias  hasta  en  essa  sa- 
cón, é  perdida  aquella,  se 'perdería  todo  lo 
que  estaba  ganado ,  por  ser  la  cabera  de 
todo  aquel  reyno,  é  á  quien  ¡numerables 
gentes  obedescian ;  luego  despachó  Cor- 
tés mensajeros  á  los  capitanes  que  avia 
enviado  con  la  gente  que  se  dixo  de  sus- 
so,  dándoles  noticia  de  lo  que  le  avian 
escripto,  para  que  desde  do  quiera  que 
los  alcangassen ,  se  tornassen  é  por  el  ca- 
mino mas  cercano  se  fuessen  á  la  provin- 
cia de  Tascalteca,  donde  Cortés  con  la 
gente  que  con  él  estaba ,  é  con  toda  el  ar- 
tillería que  pudo  llevar,  é  con  septenta  de 
á  caballo ,  se  fué  á  juntar  con  ellos.  E  allí 
junios  se  luco  alarde,  é  se  hallaron  demás 
de  aquellos  Septenta  de  caballo,  quinien- 
tos peones;  y  encontinente  se  dió  mucha 
priessa  caminando  para  la  cibdad.  Y  en 
todo  el  camino  ninguna  persona  le  salió  á 
recibir  del  dicho  Monteen ma ,  como  an- 
tes lo  solían  hacer,  é  loda  la  tierra  esta- 
ba alborotada  é  quassí  despoblada,  de  lo 
qual  se  pudo  concebir  mala  sospecha,  cre- 
yendo que  los  españoles  que  avian  qué- 
dado  en  la  cibdad  debían  ya  ser  muertos, 
é  que  la  gente  de  la  tierra  eslaba  junta, 
esperando  en  algún  passo,  donde  pudies- 
sen  mejor  aprovecharse  de  Cortés  é  de  los 
que  con  él  yban.  Con  este  temor,  fué  al 
mejor  recabdo  que  pudo  hasta  que  llegó 
a  la  cibdad  de  Tesuacan,  que  como  se 
lia  dicho,  está  en  la  costa  de  aquella  grand 
laguna;  é  allí  preguntó  á  algunos  de  los 
naturales  della  por  los  españoles  que  en 


la  grand  cibdad  avian  quedado,  los  qua- 
Ies  dixeron  que  eran  vivos ;  y  él  les  dixo 
que  le  truxessen  una  canoa,  porque  que- 
ría enviar  un  español  á  lo  saber ,  é  que 
en  tanto  que  su  mensajero  yba,  avia  de. 
quedar  con  él  un  natural  de  aquella  cib- 
dad, que  parescia  principal  hombre,  por- 
que los  señores  della,  de  quien  Cortés 
tenia  noticia ,  ninguno  paresgia.  É  man- 
dada traer  la  canoa ,  envió  ciertos  indios 
con  el  español,  su  mensajero,  y  el  indio 
ques  dicho  quedó  con  Cortés,  como  rehén 
ó  prenda  ó  seguridad  del  chripstiano  que 
enviaba.  Y  estándose  embarcando  el  es- 
pañol para  yr  á  la  cibdad  de  Tcmistitan, 
vió  venir  por  la  laguna  otra  canoa ,  é  có- 
mo llegó  al  puerto,  que  venia  en  ella  uno 
de  los  españoles  que  avian  quedado  en  la 
grand  cibdad :  é  súpose  dél  que  eran  vi- 
vos todos  los  chripsfianos ,  excepto  cinco 
ó  se'ys  que  los  indios  avian  muerto ,  é  que 
los  restantes  estaban  todavía  cercados  é 
no  los  dexaban  salir  de  la  fortaleza ,  ni 
les  proveían  de  lo  que  avian  menester  si- 
no por  mucho  rescate.,  puesto  que  des- 
pués que  supieron  que  Cortés  volvía ,  lo 
hacían  algo  mejor  con  ellos;  é  Montcgu- 
ma  degia  que  no  esperaba  sino  que  Cor- 
tés llegasse,  para  que  luego  tornassen  á 
andar  por  la  cibdad,  como  antes  solían 
hacerlo.  E  con  aquel  español  envió  Mon- 
tecuma  un  mensajero  suyo ,  en  que  le  en- 
vió á  decir  á  Cortés  que  ya  debia  saber 
lo  acaesgido  en  aquella  cibdad,  é  que  te- 
nia pensamiento  que  debia  venir  enojado 
por  ello,  ó  con  voluntad  de  le  hacer  al- 
gún daño:  por  tanto,  que  le  rogaba  que 
pérdiesse  el  enojo,  porque  á  él  le  avia 
pessado  tanto  quanto  á  Cortés,  é  que  nin- 
guna cosa  se  avia  hecho  con  voluntad  de 
Montecuma,  é  otras  palabras  semejantes 
para  aplacar  la  ira  que  sospechó  que  Cor- 
tés llevaba  ;  é  que  le  rogaba  que  se  fues- 
sc  á  la  cibdad  á  apossenlar  como  antes 
eslaba  ,  porque  no  menos  se  haría  en  ella 
lo  que  Oírles  mandasse,  quo  primero  se 


DE  [NDIAS.  I.Ilt.  XXXIII.  CAP.  MU. 


31!) 


hacía :  el  qual  lo  respondió  que  ningún 
enojo  llevaba  dél,  porque  bien  sabia  su 
buena  voluntad,  é  que  assi  como  él  lo  de- 
fia,  lo  haría. 

Otro  día  siguiente ,  que  fué  víspera  (le 
Sain  t  Julián  baptista,  se  partió  é  durmió 
en  <•!  camino  á  tres  leguas  de  la  grand 
cibdad;  y  el  día  déSanel  Johan,  después 
de  a  ver  oydo  mlssa*  se  partió,  é  llegó  á 

Teini-tilan  quassi  á  medio  din  .  é  \  ido  po- 
ca grnte  por  la  cibdad,  6  algunas  puentes 
de  las  encrucijadas  e  traviesas  de  las  ca- 
lles quitadas .  de  (pie  se  u\i>  mal  indicio, 
aunque  pen^ó  Cortés  que  lo  liarían  de  te- 
mor de  lo  que  a\  ian  hecho  los  mexicanos, 
é  que  entrado  él,  los  aseguraría. 

Llegado  á  la  fortaleca,  en  ella  y  en  la 
mezquita  ó  templo  mayor,  que  eslá  junto 
íi  ella  ,  se  apossentó  luda  la  gente  que  con 
él  yba ;  é  los  que  estaban  en  la  fortaleca 
los  reseibieron  con  tanta  alegría,  como 
redimidos  ó  que  nuevamente  les  dieron 
las  vidas,  (pie  ya  ellos  estimaban  por  per- 
didas: é  con  mucho  placer  se  passó  aquel 
día  é  la  noche,  pensando  que  lodo  otaba 
parifico. 

Olio  dia  envió  Cortés  un  mensajero  á 
la  villa  dé  la  Verarruz  á  darle  las  buenas 
nuevas  de  cóinu  los  rhrip-liaiios  que  cs- 

tovieron  cercados,  eran  vivos,  y  él  avia 
entrado  en  la  cibdad  y  estaba  muy  segu- 
ra: el  qnal  mensagero  se  tornó  desde  á 
media  hora  descalabrado  y  herido  dando 
voces,  diciendo  que  lodos  los  indios  de 
la  cibdad  venían  de  guerra,  é  que  tenían 
aleadas  todas  las  puentes.  Y  cnconlinente 
sobrev  ino  tanta  moltilud  de  indios  sobre 
los  españoles  ó  Cortés  por  todas  parles, 
que  las  calles  é  azoteas  estaban  llenas  de 
los  infieles,  con' alaridos  é  grita  muy  es- 
pantable, é  para  poner  mucho  terror  á 
quien  lo  oia:  y  eran  lanías  las  piedras  que 
tiraban  con  hondas  contra  la  fortaleza, 
que  parescia  quel  cielo  las  llovía;  é  las 
flechase  tiraderas  eran  tantas,  que  las 
paredes  é  patios  de  la  fortaleca  estaban 


tan  llenos  deltas ,  que  quassi  los  chrips- 
lianos  no  podían  andar  con  ellas.  Eston- 
ces Cortés  salió  á  los  enemigos  por  dos  ó 
tres  partes,  é  pelearon  con  ellos  muy  re- 
ciamente, aunque  por  la  una  parle  salió 
un  capitán  con  doscientos  hombres,  é  an- 
tes que  se  pudiesse  recoger,  le  mataron 
quatro  chripstianos,  é  hirieron  a  él  é  á 
otros  muchos;  é  por  la  otra  parte  (pie 
Cortés  andaba,  le  hirieron  assimesmo  a  él 
é  á  muchos  de  los  españoles:  é  de  los  in- 
dio- murieron  pocos,  porque  se  acogian 
de  la  otra  parle  de  las  puentes,  é  desde 
las  acoleas  é  terrados  hacían  mucho  da- 
ño con  piedras.  Con  todo  se  ganaron  al- 
gunas dessas  defensas,  6  las  quemaron; 
pero  eran  tantas  é  tan  fuertes,  é  de  tanta 
gente  defendidas,  é  Ian  bastecidas  de  pie- 
dras é  otras  armas  .•que  no  bastaban  los 
chripstianos  para  se  las  lomar  todas,  ni 
aun  para  defenderse  á  sí  mesmos ,  sin  ser 
iiiiix  ofendidos  de  los  contrarios. 

En  la  fortaleca  daban  tan  recio  comba- 
te, que  por  muchas  partes  le  pusieron  fue- 
go lo-  indios  é  quemaron  mucha  parle  do- 
lía, mu  que  se  pudiesse  remediar,  hasta 
(piel  fuego  fué  ataxado,  corlando  las  pa- 
redes ó  derrocando  un  quarlo  que  mató 
el  fuego ;  é  si  no  fuera  por  la  mucha  guar- 
da que  allí  se  pu-o  de  escopeteros  e  ba- 
llesteros é  algifnos  tiros  de  pólvora,  Ies  en- 
traran á  escala  vista  sin  que  se  pudieran 
resistir.  É  assi  estuvieron  todo  aquel  día 
peleando,  hasta  que  fué  de  noche  bien  es- 
curo: ni  en  toda  ella  rosaron  las  gritas  é 
robalos  hasta  que  fué  de  dia. 

Aquella  noche  so  repararon  los  portillos 
de  aquello  quemado ,  é  todo  lo  que  a  Cor- 
tés le  paresció  flaco  de  la  fortaleca ,  é  con- 
certó sus  estancias  é  gente  para  la  guar- 
da, con  la  determinación  de  salir,  como 
fuesse  bien  claro  el  dia ,  á  pelear  fuera ;  é 
higo  curar  los  heridos ,  que  eran  más  de 
ochenta.  E  assi  como  el  alba  llegó,  los 
enemigos  comentaron  el  combate  muy 
más  regio  6  intenso  quel  dia  passado :  y 


320 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ora  tanta  la  moltilud  de  los  indios ,  que 
los  artilleros  no  tenian  nescessidad  de  pun- 
tería contra  algún  particular,  sin'o  asses- 
tar  á  los  esquadrones  de  los  contrarios  é 
derribar  de  cada  tiro  muchos :  é  assi  se 
hico  mucho  daño  en  ellos,  porque  juga- 
ban trece  tiros  pequeños  de  bronce,  sin 
las  escopetas  é  ballestas,  é  aunque  derri- 
baban assaz,  parescia  que  no  fallaba  nin- 
guno, ó  que  no  lo  sentían;  porque  donde 
llevaba  el  tiro  diez  ó  doce  personas,  se 
cerraba  encontinente  de  gente  ,  é  pares- 
cia que  no  se  hacia  mella  ni  daño. 

Dexando  en  la  fortáleca  récabdo  con- 
viniente,  salió  Corles  fuera  con  parle  de 
sus  milites,  é  ganó  algunas  puentes,  é 
quemó  algunas  casas,  é  mataron  muchos 
en  ellas  que  las  defendían;  y  como  es  di- 
cho, la  moltilud  era  tanta  de  los  advers- 
sarios,  que  se  hacia  poca  mella  en  ellos 
por  muchos  que  mataban;  é  á  los  chrips- 
tianos  convenia  pelear  lodo  el  día  cada 
uno  dellos,  é  los  indios  peleaban  por  ho- 
ras é  se  remudaban,  é  descansando  unos 
venían  otros  en  lugar  de  aquellos' de  re- 
fresco, é  aun  les  sobraba  gente  mucha, 
que  miraba,  por  no  aver  tanto  lugar  para 
pelear,  ni  quien  á  ello  los  forcasse. 

Hirieron  aquel  día  hasta  sessenta  espa- 
ñoles; é  después  de  aver  peleado  hasta 
que  fué  de  noche,  se  retruxeron  los  nues- 
tros á  la  fortáleca,  viendo  el  grand  daño 
que  los  indios  hacían,  ó  que  herían  é  ma- 
taban de  los  nuestros,  é  que  era  más  pér- 
dida, segund  el  número  de  los  españoles, 
uno  que  faltasse  dellos,  que  trescientos 
de  los  infieles.  Toda  aquella  noche  é  otro 
día  siguiente  hico  gastar  el  tiempo  Her- 
nando Cortés  en  hacer  tres  ingenios  de 
madera,  ó  cada  uno  llevaba  veyntc  hom- 
bres, los  quales  yban  dentro  cubiertos, 
porqde  con  las  piedras  que  de  las  acoleas 
tiraban  no  los  pudiessen  ofender,  porque 
\  ban  aquellos  ingenios  cubiertos  de  la- 

)    L¡l».  X,  caps.  19  y  20.  ■ 


blas:  é  los  que  yban  dentro  eran  balles- 
teros y  escopeteros ,  é  los  demás  llevaban 
picos  é  agadones  é  barras  de  hierr.o  para 
horadar  las  casas  é  derribar  las  algarra- 
das, que  avia  hechas  en  las  calles.  Estos 
arteficios  suelen  llamar  los  arquitectos  les- 
tugines  ó  tortugas,  como  largamente  Yi- 
truvio  las  describe  *,  é  assimesino  Flayio 
Yegecio  en  su  tractado  del  Arle  militar  2. 
No  sé  yo  si  de  tal  ciencia  Hernando  Cor- 
tés toviesse  noticia ;  pero  su  ingenio  é  ha- 
bilidad era  á  más  que  csso  bastante. 

Y  en  tanto  que  tales  arteficios  se  ha- 
cían, aunque  nocessabael  combate  de  los 
contrarios  ni  la  resistencia  de  tan  bastante 
capitán  é  de  los  chripstianos,  como  los 
nuestros  querían  salir  fuera  de  la  fortáleca 
assi  los  infieles  pugnaban  por  entrar  dentro 
en  ella;  é  desta  causa  crael  Irabaxode  los 
defensores  españoles  muy  excesivo ,  que 
les  yba  en  ello  las  vidas,  é  á  sus  enemi- 
gos lo  mesmo  é  su  libertad.  Montccu- 
ma,  que  todavía  estaba  presso,  é  un  hijo 
suyo,  con  otros  muchos  señores  que  al 
principio  se  avian  lomado,  dixo  que  le 
sacassen  a  las  agoteas  de  la  fortáleca, 
quél  hablaría  á  los  capitanes  de  aquella 
gente ,  é  les  haría  qué  cesassen  en  el  com- 
bate y  en  la  guerra  i  y  el  capitán  Hernan- 
do Cortes  lo  higo  sacar,  y  en  llegando  á 
un  pretil  que  salía  fuera  de  la  fortáleca, 
queriendo  hablar  á  los  indios  que  por 
aquella  parte  combatían,  le  dieron  ima 
pedrada  los  suyos  en  la  cabeca;  é  fué  tal 
la  herida  que  de  allí  á  tres  días  murió.  É 
Hernando  Cortés  lo  hico  sacar  muerto, 
assi  como  estaba,  á  dos  indios  de  los  que 
estaban  pressos,  é  á  cuestas  lo  llevaron 
á  la  gente,  é  no  se  supo  lo  que  del  hicie- 
ron; mas  por  esso  no  cesó  la  guerra:  an- 
tes cresció  la  saña  de  todos  é  fué  muy  más 
recia  é  cruda  de  cada  dia. 

Este  dia  mesmo  llamaron  por  aquella 
parte  por  donde  hirieron  á  .Monlecmna,  é 

■¿   Ub.  IV,  cap.  M. 


DE  INDIAS.  I.llt.  XXXIH.  CAP.  Mil. 


321 


dixcron  qué  se  parassc  allí  Corles,  que 
le  querían  hablar  ciertos  capitanes  de  los 
contrarios ;  y  él  se  paró  allí ,  é  passaron 
muchas  racones,  y  él  les  rogó  que  no  pe- 
leassen  contra  el,  pues  ninguna  racon  te- 
nian  para  ello,  é  que  mirasscn  las  Inicua* 
obrafl  que  del  avian  resabido,  é  cómo  los 
avia  muy  bien  tracládo.  Lo  (pie  á  csso  res- 
pondieron, fué  que  les  dexasse  su  (ierra, 
pues  (pie  crin  naturales  ilella  \  el  no;  é 
que  si  assi  lo  hifiesse,  ellos  dexarian  la 
guerra;  6  que  no  lo  haciendo,  creyesse 
que  ba>ta_  morir  todos  lo?  indios ,  6  no  de- 
xa  [■  chrip-tiano  vivo,  no  avian  de  cessar. 
Cortés  entendió  (pie  e-te  partido  se  lo 
movían,  porque  .-.alióse  de  la  fortaleca.  é 
salido,  le  tomassen  entre  las  puentes  de  la 
cibdad  ,  é  se  pudiessen  aprovechar  con  tal 
cautela  de  aquellos  españoles  é  del.  A  esto 
les  replicó  Cortés  que  no  pensassenque  les 
rogaba  con  la  paz  por  temor  que  les  to- 
viesse,  sino  de  compassion  de  los  indios; 
porque  le  pessaha  del  daño  grande  que 
les  hacia,  é  del  que  esperaba  más  hacer- 
les, que  avia  de  ser  muy  mayor,  é  le  do- 
lia  destruyrlos  á  ellos  é  á  tan  buena  cib- 
dad, como  aquella  era.  Los  indios  replica- 
ron ipie  ya  le  avian  dicho  su  voluntad,  é 
que  no  avian  de  cessar  su-,  armas  hasta 
que  los  chripsliaños  é  Corles  saliessen  de 
la  cibdad. 

Acabados  los  ingenios  é  tortugas  que 
se  dixo  de  susso,  luego  otro  día  salió 
Cortés  de  la  fortaleca  con  ellos,  llevándo- 
los delante  de  sí,  é  tras  ellos  qualro  tiros 
de  fuego  e  olía  mucha  gente  de  balleste- 
ros, é  mas  de  tres  mili  indios  de  Tascal- 
teca,  que  avian  venido  con  el  c  -enian  ;í 
los  españoles.  C  llevados  á  una  puente, 

pusieron  los  ingenios  arrimados  á  las  pa- 
redes de  unas  azoteas,  c  ciertas  escalas 
que  llevaban  para  subirlas ;  y  era  tanta  la 
gente  que  estaba  en  defensa  de  las  aco- 
teas  é  puente,  é  tantas  é  tan  -grandes  las 
piedras  que  tiraban ,  que  les  desconcer- 
taron los  ingenios  é  mataron  un  español  é 
TOMO  III. 


hirieron  otros  muchos,  sin  les  poder  ga- 
nar un  passo,  aunque  la  batalla  fué  muy 
reñida  c  perseverante  hasta  medio  dia, 
que  los  nuestros  se  volvieron  á  la  forla- 
leca con  mucho  cansancio  é  dolor,  por 
ser  perdido  su  trabaxo  é  tornar  con  pér- 
dida. Esto  dió  tanto  ánimo  á  los  infieles, 
que  quassi  hasta  las  puertas  llegaban:  é 
tomaron  aquel  templo  ó  mezquita  grande, 
y  en  la  torre  mas  alta  é  mas  principal  se 
subieron  hasta  quinientos  indios,  (pie  sc- 
gund  se  supo  después  eran  personas  prin- 
cipales, é  la  bastecieron  de  pan  é  agua  é 
Otros  bastimentóse  de  muchas  piedras;  é 
todos  los  demás  teiñan  laucas  luengas  con 
unos  hierros  de  .pedernales  mas  anchos 
que  los  de  las  nuestras,  é  no  menos  agu- 
dos que  los  muy  linos  de  Aspe.  Desde  allí 
hacían  mucho  daño  á  los  españoles  de  lu 
forlaleca.  porque  estaban  muy  cerca  los 
uno-  de  los  otros.  Aquella  torre  ques  di- 
cho, combatieron  los  españoles  dos  ó  tres 
veces,  é  la  comentaron  á  subir;  é  cómo 
era  muy  alta  é  la  subida  muy  agria  é  de- 
recha de  cien!  é  mas  escalones ,  é  los  de 
arriba  pertrechados  de  muchas  piedras  é 
olías  armas,  é  favorescidos  con  no  les 
aver  podido  ganar  las  acoteas,  ninguna 
vez  los  españoles  tentaban  subir  que  no 
volviesseii  rodando  ó  descalabrados.  \i  los 
«pie  de  otra  parte  los  vían  de  los  indios 
cobraban  tanto  animo,  que  se  yban  has- 
la  la  fortaleza  müj  osadamente,  sin  que 
se  conosc¡esse  temor  en  ellos. 

Viendo  (.m  ies  el  notable  daño  que  do 
la  torre  él  é  su  gente  resabian,  salió  fuera 
de  la  forlaleca,  aunque  manco  de  la  ma- 
no izquierda,  de  una  herida  quel  prime- 
ro día  le  avian  dado;  é  liada  la  rodela  en 
el  braco  fué  á  la  torre  con  algunos  vete- 
ranos soldados  animosos  que  le  siguieron, 
é  cercóla  toda  por  baxo,  porque  se  po- 
dia  muy  bien  hacer,  aunque  no  sin  pe- 
lear por  todas  parles  con  los  contrarios, 
de  los  quales,  por  favorescer  á  los  suyos, 

se  recrescieron  muchos.  Non  obstante  lo 
41 


322 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


qual  Cortés  comentó  á  subir  la  torré  con 
los  chripslianos,  é  aunque  se  le  defendie- 
ron rigurosamente  é  derribaron  tres  ó 
quatro  españoles ,  Cortés  subia  arriba;  é 
con  tanto  esfucrco  él  é  los  que  le  seguían 
pelearon  con  los  enemigos ,  que  les  fué 
forcado  saltar  de  la  torre  abaxo  á  ciertas 
acoteas  ó  andenes  que  tenia  al  rededor, 
tan  anchos  como  tres  ó  quatro  piés,  é  des- 
tas  tenia  la  torre  tres  ó  quatro  cintas  á 
trechos,  mas  ancha  la  una  que  la  otra  tres 
estados;  é  cayeron  algunos  abaxo,  c  los 
que  estaban  de  los  nuestros  ál  pié  de  la 
torre  los  mataron  con  facilidad,  aunque 
la  caida  les  bastaba  para  morir.  Los  que 
quedaron  en  aquellas  cintas  ó  andenes  pe- 
learon desde  allí  tan  resciamente ,  que  se 
tardaron  más  de  tres  horas  en  los  acabar 
de  matar,  de  forma  que  ninguno  escapó. 

.  Fué  ganar,  esta  torre,  una  cosa  tan  gran- 
de é  tan  señalada  ,  que  assi  el  capitán  co- 
mo los  que  en  ello  se  hallaron  son.  muy 
dinos  de  todo  loor,  porque  era  tal  é  tan 
fuerte  que  veyntc  hombres  bastaban  á  la 
defender  de  mili ,  si  tan  osados  milites 
ayudados  de  Dios  no  fueran ;  é  los  mes- 
mos  vencedores  quedaron  espantados  de 
lo  que  avian  hecho,  dando  gracias  á  Nues- 
tro Redemptor  é  su  gloriosa  Madre.  En- 
COH  tí  líente,  ávida  esta  victoria,  higo  Her- 
nando Cortés  poner  fuego  á  la  torre  é  á 
las  otras  que  en  la  mezquita  ó  templo  es- 
taban,  di'  las  quales  va  los  indios  avian 
quitado  las  ymágenesde  losSanctos,  que 
avian  allí  puesto  los  chripslianos. 

Esta  victoria  de  los  nuestros  fué  mucho 
quebrantamiento-de  la  soberbia  de  aque- 
lla bárbara  gente,  é  Ies  lííco  afloxar  su 
ira  por  toda-;  parles.  Luego  fué  Cortés  á 
aquélla  acotea  ques  dicha,  é  habló  á  los 
capitanes  que  primero  avian  hablado  con 
él,  que  estaban  algo  desmayados  é  nial 
contentos  por  lo  qilo  avian  visto,  6  les  d¡- 
\<i  que  mirassen  el  daño  que  los  chrips- 
lianos  les  haciau  cada  hora,  é  que  mata- 
ban muchos  dellos  é  quemaban  é  des- 


truían su  cibdad,  é  que  no  pararía  hasta 
que  della  é  dellos  oviesse  dado  fin.  Res- 
pondieron que  bien  vían  que  rescibian 
mucho  daño  é  muerte  de  los  suyos ;  pero 
que  les  era  tan  dulce  la  libertad,  que  les 
querían  quitar  los  chripslianos,  que  hasta 
que  todos  los  indios  muriessen  ó  echassen 
de  la  tierra  á  los  españoles  no  avian  de 
cessar  en  la  guerra;  é  que  pusiesse  Coi-tés 
los  ojos  en  aquellas  acoteas  é  placas  é  ca- 
lles quán  llenas  de  gente  estaban;  é  que 
tenían  hecha  cuenta  que  con  morir  veyntc 
y  cinco  indios  por  un  solo  chripstiano,  se 
avian  de  acabar  antes  los  españoles  é 
Cortés,  por  su  poco  número  á  respecto 
de  la  incontable  mol  titud  de  la  gente,  que 
los  indios  eran ;  é  que  le  hacían  saber  que 
todas  las  calcadas  de  la  cibdad  avian  des- 
hecho (y  en  la  verdad  era  assi,  que  todas 
las  avian  rompido  é  desbaratado,  excep- 
to una)  é  que  ninguna  parte  tenían,  por 
donde  salir  sino  por  el  agua  ó  volando;  é 
que  bien  sabían  quellos  tenían  ya  poco 
bastimento  é  poca  agua  dulge,  é  que  no 
podían  turar  mucho,  sin  que  de  hambre 
se  muriessen,  aunque  los  indios  no  los 
matassen. 

Otras  muchas  racones  passaron  en  es- 
te razonamiento,  favOresciendo  cada  uno 
su  partido.  Y  en  la  verdad  aunque  los 
españoles  no  tuvieran  otra  guerra  si- 
no la  hambre ,  era  ya  mucha  su  nescessi- 
dad  é  falta  de  bastimento:  é  assi  como 
fué  de  noche  salió  Cortés  con  algunos  es- 
pañoles, é  halló  algún  descuydo  en  los 
enemigos  é  ganóles  una  calle  é  quemóles 
más  de  trescientas  casas,  é  volvióse  por 
Otra  ya  (pie  allí  acudía  la  gente:  é  de  la 
segunda  calle  quemó  muchas  casas  assi- 
mesmo,  en  especial  ciertas  acoteas  que 
estaban  Cerca  de  la  fortaleca,  porque  dos- 
de  ellas  rescjbiari  mucho  daño  los  espa- 
ñoles. Deste  fecho  no  pensado  se  acres- 
cenló  más  el  temor  en  los  indios:  pero  no 
tanto  (pie  les  fallasse  su  pertinacia  para  la 
continuación  de  la  guerra. 


DE  INDIAS.  L1B.  XXXIII.  CAP.  XIII. 


3  23 


Aquella  ¿oche  se  lomaron  a  addresgar 

los  ingenios  quel  dia  antes  se  avian  des- 
baratado, como  se  dito  de  susso,  é  con 
mayor  aviso  se  forliíicaroh  y  enmenda- 
ron^ por  seguirla  vieloria,  salió  Cortésen 
amanesciendo  por  la  calle  donde  lo  avian 
desbaratado,  é  no  la  hallaron  con  menos 
defensa  que  primero.  K  cómo  ¡i  los  chrips- 
tianos  Icsyhan  en  ello  las  vidas  c  honras, 
é  por  aquella  baile  estaba  sana  la  calca- 
da que  salín  á  la  (ierra  firme  ,  aunque  has- 
ta llegar  á  ella  avia  ocho  puentes  muy 
grandes  é  hondas,  é  toda  la  calle  de  mu- 
chas azoteas  ó  alias  é  torres ,  púsose  tan- 
la  determinación  é  ánimo  por  los  nues- 
tros, que  coa  el  favor  de  Dios  ganaron 

aquel  dia  las  quatro,  e  se  quemaron  to- 
das las  azoteas  ó  casas  ó  torres  que  avia 
hasta  la  postrera  dellas,  aunque  por  el 
aviso  de  lo  acaesrido  en  la  noche  passa- 
da  tenían  en  tenias  las  puentes  fechas  mu- 
chas é  muy  fuertes  alharradas  de  adolies 
é  harro,  de  tal  manera  que  los  tiros  é  ba- 
llestas  no  les  podían  hacer  daño.  Aque- 
llas quatro  puentes  se  cegaron  con  los 
adóbese  tierra  de  las  mesmas  alharradas, 
c  eoirmueha  piedra  e  madera  de  las  ca- 
sas quemadas;  pero  no  fallando  sangre 
de  la  una  é  de  la  otra  parte,  porque  mu- 
chos de  los  chripstianos  fueron  heridos:  ó 
púsose  recahdo  aquella  noche  en  la  guar- 
da de  las  quatro  puentes,  porque  no  se  las 
tornassen  á  ganar. 

Otro  dia  siguiente  tornó  á  salir  Cortés, 
é  (lióle  Dios  tan  buena  dicha  é  vieloria, 
aunque  la  competencia  6  los  enemigos 
fueron  muchos  é  topaba  muchas  all Mi- 
radas é  hoyos  que  aquella  noche  se  avian 
hecho ,  que  les  ganó  todas  las  otras  puen- 
tes é  las  cegó,  é  fueron  algunos  de  á  ca- 
ballo siguiendo  el  alcancé  hasta  la  tierra 
firme.  Y  estando  Coi-tés  reparando  ó  ce- 
gando las  dichas  puentes,  le  vino  nueva 
comerlos  indios  combatían  la  fortaleea  é 
pedían  paz,  ó  le  estaban  esperando  cier- 
tos señores,  capitanes  de  los  enemigos  :é 


desando 'allí  toda  la  gente  é  ciertos  tiros 
de  fuego,  se  fué  con  solos  dos  de  caba- 
llo á  ver  qué  le  querían  aquellos  princi- 
pales; é  llegado,  le  dixcroñ  que  si  los  ase- 
guraban que  por  lo  hecho  no  serian  pu- 
nidos ni  mallraetados,  quellos  harían  al- 
ear el  cerco  é  tornar  á  poner  las  puentes 
é  hacer  las  calcadas,  é  servirían  a  la  Ces- 
sárea  Magostad,  como  primero  lo  hacían. 
K  rogaron  á  Cortés  que  hiciesse  traer  allí 
uno  como  religioso  quél  tenia  presso,  (pie 
era  como  general  de  aquella  su  religión  é 
setta  dañada ;  é  venido  aquel ,  dió  con- 
vierto entre  las  partes,  é  paresció  que 
enviaba  mensageros,  segund  los  indios 
debían,  á  decir  a.  los  capitanes  é  gente 
que  tenian  en  las  estancias ,  para  que  cé- 
sassen  en  el  combate  que  daban  á  la  for- 
taleea, é  que  toda  la  guerra  de  todas 
parles  fuesse  entredicha  é  cesasse;  é  con 
éste  concierto  se  despidieron. 

Cortés  se  entró  en  la  fortaleea  a  comer; 
('•  as<¡  eómo  se  assentó  á  l.i  mesa  ,  le  \  i- 

nieroo  á  deeir  que  los  indios  avian  cobra* 
doé  tenian  ganadas  las  puentes  (pie  aquel 
dia  les  n\ian  ganado,  é  avian  muerto 
ciertos  españoles:  e  cabalgo  á  caballo,  é 
con  la  mayor  priessa  quél  pudo  dar  a  las 
espuelas  ,  corrió  loda  la  calle  adelante  con 
algunos  de  caballo  que  le  siguieron,  sin 
se  detener  en  parle  alguna,  é  rompió  por 
los  indio-  ('•  tornóles  á  ganar  las  puentes, 
é  siguió, el  alcaucí;  hasta  la  tierra  firme.  É 
cómo  los  peones  estaban  cansados  y  he- 
ridos é  temorivados,  ninguno  dellos  le  si- 
guió ;  á  causa  de  lo  qual ,  passadas  las 
puentes,  quando  Cortés  quiso  dar  la  vuel- 
ta, las  halló  tornadas  ¡i  ahondar  mucho  de 
lo  que  se  avia  gegado ;  é  por  la  una  é 
otra  parte  de  la  calcada  toda  estaba  llena 
de  indios,  assi  en  la  (ierra  como  en  el 
agua  en  canoas;  é  de  un  lado  é  de  otro, 
como  (oros,  eran  garrochados  é  apedrea- 
dos Cortés  é  los  que  con  él  estaban,  en 
(anta  manera ,  que  si  Dios  por  su  acostum- 
brada misericordia  «no  los  socorriera  é 


324 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


diera  favor  de  su  poder  absoluto,  era  im- 
posible de  otra  manera  escapar  de  allí:  é 
aun  ya  se  decia  público  entre  los  que  que- 
daban en  la  cibdad,  que  Cortés  era  muerto. 

Quando  llegó  de  vuelta  á  la  postrera 
puente  de  hacia  la  cibdad ,  halló  á  todos 
los  de  caballo  que  con  él  yban  caydos  en 
ella ,  é  un  caballo  suelto:  por  manera  quél 
no  pudo  passar,  é  le  fué  forcado  de  re- 
volver solo  contra  los  enemigos,  donde 
halló  no  menos  dellos  que  aquel  que  Pe- 
trarca dice  que,  solo  contra  Toscana,  tuvo 
ó  defendió  laqniente  en  tanto  que  la  cor- 
taban por  detrás  dél,  porque  la  gente  del 
rey  de  Toscana  no  entrasse  en  Roma  Es- 
te se  llamó  Horacio  Cocles,  como  mas  lar- 
gamente Tito  Livio  lo  escribe  ~;  é  ségund 
lo  que  yo  he  entendido  de  algunos  que 
pressentcs  se  hallaron ,  muy  diño  es  Cor- 
tés que  se  compare  este  fecho  suyo  desta 
jornada  al  de  Horacio  Cocles  que  se  tocó 
de  susso,  porque  con  su  esfuerco  é  Tan- 
ca sola.dió  tanto  lugar  que  los  caballos 
pudieran  passar,  é  hifo  desembarazar  la» 
puente,  é  passó  á  pesar  de  los  enemigos, 
aunque  con  harto  trabaxo.  Porque  demás 
de  la  resistencia  de  aquellos,  avia  de  la 
una  parle  á  la  otra  quassi  un  estado  de 
saltar  con  el  caballo,  sin  le  faltar  muchas 
pedradas  de  diverssas  partes  é  manos,  é 
por  yr  él  é  su  caballo  bien  armados  no  los 
hirieron ;  pero  no  dexó  'de  quedar  ator- 
mentado de  lo's  golpes  que  le  dieron,  de 
la  manera  quea  dicho. 

Quedaron  los  nuestros  aquella  noche 
con  la  victoria  é  ganadas  las  quatro 
puentes,  é  púsose  buen  recabdo  en  las 
otras  quatro:  6  Cortés  se  fué  á  la  forla- 
leca,  é  no  cansado,  ó  á  lo  menos  no 
cessando  por  el  cansancio  rescibído  de 
proseguir  é  proveer  en  lo  que  conve- 
nia para  conseguir  lo  que  desseaba  é 
faltaba  para  la  total  victoria  de  su  em- 
presta, hico  hacer  una  puente  de  made- 


ra que  la  llevassen  quarenta  hombres,  co- 
noscicndoelgrand  peligro,  en  que  estaba, 
y  el  daño  que  los  indios  cada  dia  le  ha-- 
gian.  E  temiendo  que  también  desharían 
aquella  calcada  como  las  otras ,  é  deshe- 
cha ningún  remedio  quedaba ,  é  fuera  for- 
cado morir  todos  aquellos  españoles,  que 
con  él  se  hallaban,  é  también  porque  de 
todos  los  de  su  compañía  fué  requerido 
que  sojsaliessen  de  la  cibdad,  porque  to- 
dos los  más  estaban  heridos  é  tales  que 
no  podían  pelear,  ó  á  lo  menos  largamen- 
te comportar  aquel  continuo  resistir  á  los 
enemigos,  acordaron  de  lo  hacer  aque- 
lla noche.  É  tomaron  todo  el  oro  é  jo- 
yas que  tenian  que  se  pudiesse  sacar,  é 
puesto  en  una  sala,  hícolo  entregarCortés 
á  los  officialcs  de  Su  Magostad  en  ciertos 
líos ,  é  rogó  á  los  alcaldes  é  regidores ,  é 
á  los  demás  españoles ,  que  ayudassen  á 
lo  sacar  é  salvar,'  é  aun  se  lo  requirió  é 
dio  una  yegua,  en  que  se  cargó  la  parte 
quel  mesmo  Cortés  avia  de  llevar ,  é  se- 
ñaló ciertas  personas  que  toviessen  cargo 
de  la  yegua  é  de  la  carga  del  oro  que  le 
pusieron  á  cuestas;  é  todo  lo  demás  se 
repartió  para  lo  salvar  é  sacar  sobre  to- 
dos los  restantes  españoles.  É  desampara- 
ron la  forláleca  con  mucha  riqueca  é  thes- 
soros,assi  de  lo  que  perteneseja  al  Empe- 
rador, como  de  lo  de  Cortés  é  particulares 
españoles;  é  con  el  mayor  silencio  é  se- 
cretamente que  pudieron ,  llevando  con- 
sigo un  hijo  é  dos  hijas  de  Montecuma  é 
á  Cabamaci,  señor  de  Aculuacan,  é  al  otro 
su  hermano,  que  Cortés  avia  puesto  en  su 
lugar,  é  otros  señores  de  provincias  é  cíb- 
dades  que  allí  tenia  pressos. 

Llegados  los  chripstianos  é  su  capitán 
á  las  puentes,  que  tenian  quitadas  los  in- 
dios, á  la  primera  dellas  se  echó  la  puen- 
te que  los  nuestros  llevaban  fecha,  é  con 
poco  trabaxo,  porque  no  ovo  quien  lo  rc- 
sisüesse,  excepto  ciertas  velas  que  en  ella 


\    Triunfo  dV  la  Fama,  cap.  I. 


2    Década  primera,  Ubi  II. 


Mi  INDIAS.  I.llt.  XXXIII.  CAP.  MU 


estaban:  las  quales  apellidaron  tan  recio 
é  con  lanía  perseverancia ,  que  antes  de 
llegar  á  la  segunda,  estaban  ¡numerables 
enemigos  sobre  los  españoles,  combatién- 
dolos por  lodas  partes  ,  assi  desde  el  agua 
como  desde  la  tierra.  Y  el  capitán  Her- 
nando Cortés  passó  luego  (con  cinco  de 
caballo  ó  eient  peones  á  nado,  todas  las 
puentes  ó  se  las  ganó  hasta  la  tierra  fir- 
mo; o  (levando  aquella  trente  en  la  delan- 
tera volvió  á  la  recaga.  donde  peleaban 
muy  osadamente  lo-  españoles  é  los  indios, 
que  eran  sin  comparación  más,  é  assi  lia- 
ci, ni  daño  mucho  en  los  chripstianos  ó  sus 
amigos  los  indios  de  Tascalleca  .  (pie  con 
ellos  estaban:  los  (piales  allí  murieron  to- 
cios los  confederados  que  pressénfes  se 
hallaron,  ó  la  mayor  partí?  dellos,  é  mu- 
chos españoles  é  caballos,  é.  se  perdió  to- 
do el  oro  6  joyas  é  ropa  é  otras  mochas 
cosas  que  sacaban,  é  toda  la  artillería. 

Itccotridos  lo>  que  quedaron  vi\os,  (lor- 
ies con  tres  o  (piatro  de  caballo  é  hasta 
veynte  peones  (pie  osaron  quedar  con  él, 


quedó  é  fué  á  la  recaga,  peleando  con  los 
indios ,  hasta  llegar  á  una  cibdad  que  se 
dice  Tacuba,  queosta  fuera  de  la  calca- 
da toda,  con  assaz  trahaxo,  porque  todas 
las  veces  quel  capitán  volvía  sobre  los 
contrarios, assi  él  cómalos  que  le  seguían, 
tornaban  llenos  de  Hechas  é  varas,  é  muy 
golpeados  é  tormentados  de  pedradas; 
porque  como  era  agua  á  cada  lado  de  la 
calcada,  heríanlos  á  su  salvo  é  sin  temor, 
ó  los  que  salian  á  (ierra,  luego  que  vol- 
vían sobrellos,  saltaban  al  agua  é  rescibian 
poco  daño,  si  no  eran  algunos  que  por  ser 
muchos  tropecaban  unos  con  oíros  e  caían, 
é  aquellos  morían.  Assi  que,  con  este  tra- 
haxo militar  y  extremado,  peleando  llegó 
Cortés  á  la  cibdad  de  Tacuba  sin  le  ma- 
lar ningún  español,  sino  uno  de  los  de 
caballo  que  \  ha  con  el  en  la  recaga.  li  no 
era  menos  ni  más  espneiosoel  peleáronla 
delantera  que  por  los  lados;  poro  el  mayor 
ímpetu  é  trahaxo  de  la  batalla  fué  en  las 

espaldas,  por  d  le  la  gente  de  la  cibdad 

venia  en  seguimiento  de  los  chripstianos. 


CAPITULO  XIV. 


En  el  qual  se  traola  cómo  después  que  Corles  ¿  los  españoles  salieron  (le  la  cibdad  de  Temislilan  ,  llegado 
á  la  cilidad  de  Tacuba,  é  prosiguiendo  en  su  fuga,  é  los  indios  en  su  alcance  ,  haciendo  lodo  el  daño  que 
podían,  le  mataron  los  lujos  de  Monlecuma  i  á  los  oíros  presaos  principales  que  los  chripstianos  tenían  *;  ¿ 
cómo  se  recogieron  Corles  c  su  gente  á  la  provincia  de  Tascallcclc  ;  i!  otras  cosas  dinas  de  la  historia. 


(^iñén  dubda  quel  arlo  militar  sobre  to- 
dos los  otros  más  pótenlo  sea,  é  sus  efel- 
tos  mayores,  por  el  qual  la  libertad  se 
mantiene  o  la  malignidad  se  castiga,  é  la 
dignidad  en  las  provincias  se  aiunonla,  y 
el  imperio  sanamente  o  en  lirmeca  se  con- 
serva?... Assi  lo  dice  Flavio  Yegccio ó 
más  adelante,  hablando  eri  el  caso  de  la 
batalla  campal,  dice: « En  semejante  jorna- 
da los  capitanes  tanto  mas  solícitos  deben 
ser  quanto  más  á  diligente  gloria  é  mayor 

•  Aquí  decia  en  el  original :  «  Se  siguió  un  gen- 
til ardid  que  usó  Corles  para  se  salvar  con  los  fue- 
gos ,  aunque  no  sin  pelear  é  mucho  peligro  de  lodos 


espera  ser  colocado  é  serle  concedida  ,  é 
quanto  más,  aun  de  los  peligros  mayores, 
los  no  expertos  las  más  veces  suelen  ser 
acompañados;  en  el  qual  breve  espacio 
de  tiempo  la  dottrina  del  combatir,  el  uso 
de  la  verdadera  arte  y  el  buen  consejo 
abiertamente  señorean  2. » 

Párésceme  á  mí  que  este  trahaxo  é  ven- 
cimiento de  los  indios,  excculado  en  la 
persona  del  capitán  Hernando  Cortés  y  en 
los  vencidos  españoles,  que  con  él  se  ha- 

es.sos  españoles  que  quedaban  c  sus  confederados." 

1  Vegcc.,  lib.  III,  cap.  10. 

2  Id.,  id.,  id. 


326 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


liaron,  los  hace  mas  gloriosos  á  lodos  en 
general,  é  á  él  en  especial ,  que  á  capitán 
ni  milites  do  todos  quañtos  en  estas  par- 
tes é  Indias  han  meneado  las  armas ,  as- 
si  con  el  esfuerco  de  todos  los  españoles, 
que  de  Temistitan  gplieron  con  tanta  osa- 
día c  denuedo,  como  con  la  prudencia 
do  su  capitán  é  avivado  ó  invencible  es- 
píritu. A  lo  menos  hasta  el  tiempo  pres- 
sente,  en  aquestas  Indias  esta  pérdida 
tan  grande,  é  la  inumcrable  cantidad  é 
moltitud  de  los  adverssarios,  é  la  vic- 
toriosa venganca  ó  victoriosa  recupera- 
ción de  la  mesma  Temistitan ,  é  las  otras 
particularidades  é  prósperos  subcessos 
desta  guerra  é  conquista  de  la  Nueva 
España ,  á  todas  las  demás  precede,  co- 
mo por  estos  volúmenes  é  verdaderas  é 
particulares  historias  se  puede  muy  bien 
entender  é  colegir,  sin  ofensa  de  ningu- 
no, si  apartadas  las  passiones  é  afición 
particular,  alguno  é  todos  los  que  se  qui- 
sieren ocupar  en  este  juicio  lo  quisieren 
entender,  é  saber  lo  que  todos  los  gober- 
nadores é  capitanes  han  fecho  é  obrado 
con  las  armas  desde  el  año  de  mili  é  qua- 
trocientos  é  noventa  y  dos  años,  que  fué 
el  principio  del  descubrimiento  del  almi- 
rante primero,  don'Chripstóbal  Colom, 
hasta  el  pressenle  tiempo  de  aqueste  año 
de  mili  é  quinientos  é  quarenta  y  ocho 
de  la  redempeíon  del  linage  humano.  Ií 
que  esto  sea  assi  la  verdad ,  é  que  me- 
rezca Cortés  esta  palma ,  verifícase  é 
pruébase  con  lo  que  está  dicho ,  é  con  que 
llegando  desbaratado á  la  cibdadde  Taca- 
ba ,  halló  toda  la  gente  arremolinada  en 
una  placa,  que  no  sabia  hombre  de  los 
que  quedaban  adonde  yr;  y  él,  como 
buen  capitán,  dióles  priessa  para  que  sa- 
lieescn  al  campo  antes  que  se  rccrescícs- 
sen  más  enemigos  é  que  loniussch  las  neo- 
teas,  porque  no  les  h¡cies«on  mucho  daño 
desde  ellas ,  el  qual  estaba  bien  apareja- 
do, é  díxoles:  «Señores,  mirad  que  sa- 
limos de  un  cerco,  de  que  Dios  por  su  mi- 


sericordia nos  ha  librado,  é  nonos  meta- 
mos en  otro  por  nuestra  culpa  ó  inadver- 
tencia.» Los  de  la  vanguarda  le  dixeron 
que  no  sabían  por  dónde  avian  de  salir, 
é  á'essos  hiqo  quedar  en  la  rctroguarda; 
y  él ,  como  animoso  duque  ó  capitán  ge- 
neral ,  tomó  la  delantera  hasta  los  sacar 
fuera  de  la  cibdad ,  y  esperó  en  unas  la- 
brancas  á  los  postreros;  é  quando  llega- 
ron, supo  que  le  avian  muerto  algunos  es- 
pañoles é  indios ,  é  que  se  quedaba  en  el 
camino  mucho  oro  perdido  é  que  los  ene- 
migos lo  cogían. 

Allí  estovo  Cortés  hasta  que  passó  toda 
la  gente,  peleando  con  los  contrarios  de 
tal  manera,  que  los  detuvo  para  que  los 
peones  chripstianos  tomassen  un  cerro  en 
que  avia  una  torre  é  ciertQ  apossento 
fuerte,  é  tomóse  sin  rescebir  daño;  pero 
ya  no  avia  caballo  de  veynte  y  quatro 
que  le  avian  quedado  que  pudiesse  cor- 
rer, ni  cavallero  que  pudiesse  alear  el 
braco,  ni  peón  sano  que  pudiesse  pelear, 
sino  más  que  forcado;  porque  aunque 
sus  ánimos  estaban  enteros ,  las  fuercas  é 
personas  estaban  muy  quebrantadas  de  la 
continua  fatiga  del  pelear. 

Llegados  á  este  apóssenjp,  fortalescié- 
rónse  los  nuestros  en  él ,  é  allí  los  cerca- 
ron hasta  la  noche ,  combatiéndolos  de  to- 
das parles  ,  sin  los  dexar  repossar  ni  una 
hora. 

En  este  desbarato  ó  salida  de  Temis- 
titan murieron  ciento  ó  (  inqüenta  espa- 
ñoles, é  quarenta  y  cinco  yeguas  é  ca- 
ballos, é  más  de  dos  mili  indios  que  ser- 
vían á  los  chripstianos ,  entre  los  quales 
mataron  al  hijo  é  hijas  de  Montecumaé  á 
todos  los  otros  señores, que  traían  pressos. 

E  aquella  noche  á  media  noche ,  cre- 
yendo no  ser  sentidos,  salieron  con  lodo  el 
silencio  que  pudieron  de  aquel  opossento, 
desando  en  él  hechos  muchos  fuegos  ,  é 
sin  saber  camino  alguno  ni  para  donde 
yban,  mas  de  un  indio  de  losde  Tascalle- 
ca  ,  en  cuya  fidelidad  se  pusieron,  é  los 


pe  INDIAS.  LIB.  XX.MII.  CAP.  XIV 


327 


guiaba,  diciendo  quel  los  sacaría  á  sutier- 
ra  ,  si  el  camino  no  les  impedían.  Y  cómo 
estaban*  rnuyYerca  algunas  guardas  de  los 
enemigos,  assi  como  oyieron  conosci- 
mienlo  de  la  fuga  c  partida  de  los  chrips- 
lianos,  apellidaron  de  muchas  poblaciones 
cercanas  que  estaban  á  la  redonda,  ó 
acudieron  muchos  indios  en  seguimiento 
de  los  españoles,  como  tras  gente  vencida, 
hasta  que  fue  de  dia;y  en  esclaresciendo, 
cinco  de  caballo  que  ylian  en  la  delante- 
ra por  corredores,  dieron  en  ciertos  es- 

quadrones  ile  ¡.'ente  que  estaban  en  el  ca- 
mino, 6  mataron  algunos  dellos .  porque 
pensando  que  los  de  caballo  eran  más,  se 
desbarataron  ellos  mesmos.  E  cómo  con- 
tinuo creseja  la  moltitud  adverssa,  con- 
certó Cortés  su  gente  lo  mejor  quél  pudo, 
6  de  los  que  estaban  sanos  hizo  esquadro- 
nes  para  la  vanguarda  é  relroguarda  é  cos- 
tados de  su  batalla ,  é  puso  en  medio  los 
heridos  que  no  podian  servir  más  de  ha- 
cer cuerpo  é  muestra  de  mayor  cantidad; 
é  puso  los  de  caballo  en  las  partes  mas 
convinientes,  6  prosiguió  su  camino,  pe- 
leando todo  el  dia  por  todas  paites.  E  fué 
tanto  el  emharaco  é  continuación  en  pe- 
lear, que  en  lodo  aquel  dia  y  en  la  noche 
Siguiente  no  pudieron  caminar  más  di'  tres 
leguas,  y  essasé  todo  el  tiempo  ques  di- 
cho fué  una  continuada  é  trabado  batalla, 
sin  quedar  passo  mu  sangre.  E  quiso  Dios 
que  ipiamlo  el  >ol  se  entraba,  vieron  una 
torre  é  un  buen  apossenlo  en  un  cerro,  al 
(pial  se  recogieron  é  hicieron  allí  fuertes: 
é  aquella  noche  no  tovieron  contraste  has- 
ta el  alba ,  que  Ies  dieron  cierto  rebate, 
en  el  (¡nal  no  o'vo  más  del  temor,  que  ya 
los  nuestros  tenían  concebido,  por  la  con- 
tinuación de  la  mucha  cantidad  é  inconta- 
ble número  de  los  enemigos  que  yban  en 
su  alcance. 

Seyendo  ya  una  hora  de  dia,  prosiguió 
Hernando  Cortés  su  camino  con  la  orden 
ques  dicho,  como  capitán  cauto  é  aper- 
cibido, é  los  contrarios  assimesmo  le  si- 


guieron de  todas  partes,  gritando  ó  ape- 
llidando é  aumentándose,  porque  aquella 
tierra  es  muy  poblada,  é  todos  venían  de 
buena  gana  contra  gente  que  pensaban 
rendir  ó  acabar  presto  en  algún  passo.  E 
los  de  á  caballo ,  aunque  eran  muy  temi- 
dos, en  ser  ya  pocos,  puesto  que  a  sus 
tiempos  arremetían,  hacían  poco  daño,  é 
también  porque  la  tierra  era  algo  frago- 
sa", acogíanseles  los  indios  á  los  ferros. 
I testa  manera  fueron  aquel  dia  por  cerca 
de  unas  lagunas,  hasta  (pie  llegaron  á  una 
buena  población,  donde  pensaron  hallar 
alguna  residencia  con  los  del  pueblo;  mas 
como  fueron  á  par  del .  lo  desampara- 
ron los  vecinos,  é  se  fueron  á  otras  po- 
blaciones que  estaban  por  allí  cerca ,  de 
lo  (pial  fueron  muy  alegres  los  españoles, 
por  gocar  de  algún  poco  de  tiempo  sin 
batalla:  é  repossaron  allí  aquella  noche  y 
el  siguiente  dia ,  porque  assi  los  heridos 
como  los  sanos  yban  muy  cansados  é  fa- 
tigados, é  con  mucha  hambre  é  sed,  y 
essos  pocos  caballos  (pie  tenían  muy  eü- 
llaqucscidos  é  trabaxados.  Hallaron  allí 
algún  inahiz,  que  comieron,  é  llevaron 
parte  dél  para  adelante  cocido  é  tostado; 
6  otro  dia  se  partieron  de  allí,  pero  con 
la  continua  molestia  é  seguimiento  de  los 
adverssarios. 

E  assi  fueron  Irás  la  guia  ques  dicho 
de  aquel  indio  do  Tascalteca,  con  tanta 
fatiga  quaota  el  leior  puede  considerar  ó 
colegir  de  lo  ipn'  la  historia  ha  contado, 
é  porque  muchas  vcfcs  Ies  convenia  ha- 
cer el  camino  con  las  espadas.  E  ya  que 
era  larde,  llegaron  á  un  llano  donde  esta- 
ban unas  pequeñas  casas,  é  pararon  allí 
aquella  noche  con  mucha  nesgessidad  por 
f  ilia  de  bastimento.- Otro  dia  prosiguieron 
su  camino,  assimesmo  seyendo  segui- 
dos y  escaramuzando  á  cada  passo,  é  lle- 
garon desde  á  dos  leguas  que  andovieron 
á  un  pueblo  grande  ,  é  á  un  lado  del  esta- 
ban en  un  cerro  algunos  indios:  é  pen- 
•  sando  tornarlos,  porque  estaban  muy  cer- 


328  HISTORIA  GEN 

ca  del  camino,  é  por  descobrir  si  avia  al- 
guna gelada  de  la  otra  parle  de  aquel  ^er- 
ro ,  quiso  Hernando  Corles  informarse  por 
su  persona ,  é  con  cinco  de  caballo  é  has- 
ta do^e  peones  salió  de  entre  su  gente ,  ó 
fué  rodeando  el  cerro :  é  detrás  del  esta- 
ba una  grand  cibdad  con  mucha  gente,  la 
qual  Ies  salió  al  encuentro,  con  quien  pe- 
learon lanío,  que  por  la  (ierra  áspera  é 
pedregosa  le  convino  retraerse  al  otro 
pueblo  que  primero  se  dixo,  donde  ya 
los  otros  españoles  estaban. 

De  aqueste  trance  salvó  Cortés  mal  he- 
rido en  la  cabeca  de  dos  pedradas;  é 
después  que  se  ovo  atado  las.  heridas, 
hico  salir  los  españoles  del  pueblo,  por- 
que no  le  paresció  seguro  apossento  pa- 
ra ellos,  é  caminaron  seyendo  todavía 
seguidos,  é  hiriéronle  quatro  ó  cinco  es- 
pañoles é  otros  tantos  caballos ,  é  matá- 
ronles un  caballo:  el  qual,  aunque  Ies 
hico  mucha  falta ,  porque  después  de 
Dios,  los  caballos  les  eran  mucha  segu- 
ridad por  el  miedo  que  aquella  gente  bár- 
bara tenia  dellos,  con  la  carne  dél  lo- 
vicron  buen  pasto,  é  se  consolaron  ó  mi- 
ligaron  en  parle  su  hambre:  ése  lo  co- 
mieron sin  dexar  cuero  ni  otra  cosa  dél, 
sino  lo*  huessos  é  las  uñas  y  el  pelo  ,  é 
aun  las  tripas  no  les  paresció  de  menos 
buen  gusto  que  las  sobreasadas  de  Ñapó- 
les, ó  los  gentiles  cabritos  de  Ávila  ,  ó  las 
sabrosas  terneras  de  Sorrento  é  de  Cara- 
dora, segund  la  extrema  nescessidad  que 
llevaban.  Porque  después  que  de  la  grand 
cibdad  de  Temistitan  avian  salido  ,  ningu- 
na cosa  comieron  sino  inahiz  tostado  é  co- 
cido é  hierbas  del  campo,  é  desto  no  tan- 
to quanlo  quisieran  ú  ovieran  menester. 

¡Oh  fatigas  mundanas  buscadas  por  los 
hombres,  más  al  propóssito  (ó  contra  el 
propóssito)de  sus  eobdicias,  diciendo  me- 
jor, que  por  servir  á  Dios  é  por  sacar  en 
presr;io  de  sus  vidas  de  los  hombres  este 
oro,  que  tan  caro  ha  costado  á  los  más  é 
tan  pocos  lo  han  alcancado  en  estas  par-  • 


ÍRAL  Y  NATURAL 

tes!  É  aun  dessos,  que  lo  han  hallado,  en 
prescio  de -tan  amargos  é  peligrosos  sudo- 
res para  el  cuerpo  é  para  el  ánima ,  no  ha 
seydo  para  que  los  mesmos  le  gocen," si- 
no para  otros,  á  quien  descuydadamente 
se  fueron  tales  bienes  sin  los  mcresger  ó 
esperar,  sino  para  fundar  torres  de  vien- 
to é  casas  en  el  arena ,  é  para  que  de  Jo 
mal  adquirido  se  espere  el  fin  que  suelen 
hacer  las  otras  cosas  perescederas  ó  in- 
justamente adquiridas!  Tornemos  á  la  his- 
toria. 

Viendo  Hernando  Cortés  que  cada  hora 
crescian  los  perseguidores  sus  enemigos, 
y  mas  regios  y  descansados ,  y  quél  é  su 
gente  yban  siempre  perdiendo  y  enflaqucs- 
riéndose,  hico  que  aquella  noche  que  los 
heridos  é  dolientes  (que  llevaban  á  cuestas 
é  á  las  ancas  de  los  cansados  caballos,  en 
los  quales  pendía  mucha  parte  de  su  sal- 
vación, porque  sin  dubda  acabados  de 
perder  los  caballos ,  fueran  perdidos  los 
españoles,  é  para  tener  algún  aliento  c 
poder  con  mas  dilación  excusar  la  muerte) 
hieiessen  muletas  é  bordones  é  otras  ma-  - 
ñeras  de  ayudas  para  caminar  poco  á  po- 
co, porque  los  caballos  é  los  españoles 
que  estaban  sanos  estoviessen  libres  para 
pelear.  Y  este  aviso  fué  muy  bueno,  se- 
gund el  subcesso,  porque  cómo  Cortés  se 
partió  otro  dia  por  la  mañana  de  aquel 
apossento,  desde  á  legua  é  media  de  allí 
hallaron  al  encuentro  tanta  cantidad  de 
indios ,  que  assi  en  la  delantera  como  en 
las  espaldas  é  costados  ninguna  cosa  del 
campo  quedó  que  se  pudiesse  ver  vacía 
ni  desocupada  dellos.  K  pelearon  con  los 
chripstianos  con  tanta  osadia  é  con  lanía 
polvareda,  que  no  se  conoseian  unos  á 
otros :  tan  juntos  y  envueltos  andaban  ó 
tan  mezclados,  que  sin  dubda  creyeron 
los  españoles  que  estaban  en  la  última 
prueba,  é  que  aquel  era  el  postrero  de 
sus  dias!  É  assi  lo  escribió  Corles  á  Su 
Magestad,  por  la  grand  molütud  de  los 
adverssarios  é  por  la  poca  resistencia  que 


DE  INDIAS.  J.llt.  XXXIII.  CAP.  XIV. 


hallaban,  por  yr  como  y  bao  cansados  é 
acosados,  c  los  mas  de  los  chripstianos 
herido-  .  e  lodos  (|n;i--i  trnspassados  é  de- 
hililados  ilc  pura  hainluc,  allende  de  los 
otros  sus  IrabaXOe;  porque  si  esia  no  tu- 
vieran, fueran  los  duelos,  como  se dice , 
meóos  con  pan.  E  ya  que  esse  é  todo  les 
altaba,  quiso  Nuestro  Señor  socorrerlos 
de  su  poder  absoluto,  pues  que  con  toda 
aquella  llaqileca  de  los  nuestros,  dio  lau- 
to ánimo  é  vigor  á  los  quassi  vencidos, 
que  mataron  muchos  de  los  contrarios,  y 
enlrellos  peiMina-  mu\  |irin<;i|»;ili •>  e  se- 
ñaladas, y  en  cantidad,  porque  eran  tan- 
tos que  los  unos  á  los  otros  se  estorba  (jan, 

de  forma  que  ni  podían  pelear  ni  huyr.  E 
con  esle  asnino  Irabaxo  se  passo  mucha 

parte  del  dia .  basta  que  quiso  Dios  que 

min  io  un  i-apilau.  que  debía  ser  tan  prin- 
cipal, que  lallando  aquel,  con  su  muerte 
cessó  aquella  furia  del  pelear  con  tanta 
constancia,  6  llegó  el  descanso  de  los  afli- 
gidos é  cansados  españoles  ,  é  fueron  más 
sosegados  prosiguiendo  mi  camino,  aun- 
que no  del  todo  dexando  de  ser  mordidos 
e  salteados  de  (piando  en  quanilo,  hasta 
(pie  llevaron  ¡i  una  peipieña  casa  (pie  es- 
taha  en  lo  llano  del  campo,  donde  aque- 
lla noche  se  apossenlaron. 

Ya  desde  allí  se  parescian  ciertas  sier- 
ras de  la  provincia  de  Tascallcca,  do  que 
se  sintieron  lanía  alearía  los  miesiios,  que 
SC  acordaban  hien  de  la  (pie  los  hijos  do 
Israel  podían  tener,  después  que  Moysen 
suhió  desde  el  plano  de  Moah  sobre  el 
monte  de  Ncbó,  encima  de  Fasga  conlra 
Cicricó,  y  el  señor  les  mostró  la  tierra  de 
Galaad  hasta  Dam .  é  todo  Neptalim,  é  les 
dixo:  (Esta  es  la  tierra  que  juré  á  Abra- 


bam,  Isaac  é  Jacoh,  diciendo:  Á  tu  si- 
miente daré  essa  '»  etc. 

Ya  Hernando  Cortés  é  su  gente  co- 
noscieron  desde  adonde  es  dicho  por 
dónde  avian  de  yr,  aunque  no  eslahan 
muy  satisfechos  de  hallar  los  naturales 
de  la  provincia  de  Tascallcca  seguros  ó 
por  sus  amigos :  antes  se  sospechaban 
lo  contrario,  é  temían  que  viendo  á  los 
chripslianos  desbaratados,  los  acabarían, 
por  vivir  en  la  libertad  que  primero  te- 
nían sin  su  conoscimienlo  é  amistad.  Y 
esta  sospecha  les  daba  quassi  tanto  terror 
como  el  que  llevaban  hasta  allí,  pelean- 
do con  los  de  Culua. 

El  dia  siguiente ,  ya  claro ,  comentaron 
a  andar  por  un  camino  muy  llano  que  yba 
derecho  á  la  prov  incia  de  Tascallcca,  por 
el  (pial  los  siguió  poca  gente  de  los  con- 
trarios, aunque  avia  cerca  del  muchas  é 
grandes  pohlai  iones  .  puesto  que  desdi, 
algunos  cerrillos  y  en  la  recaga  todavía 
los  gritaban,  como  á  vencidos  é  á  manera 
de  escarnio:  é  assi  salieron  aquel  dia,  que 
fué  domingo  ocho  de  julio,  de  toda  la  tierra 
de  Culua,  6  comentaron  á  entrar  por  tier- 
ra de  la  provincia  de  Tascallcca,  é  fue- 
ron á  un  pueblo  dolía  que  se  llamaba  Gua- 

lipa.  de  hasta  tres  6  quatro  mili  vecinos, 
e  de  los  naturales  fueron  bien  rescíbidos 
é  reparados  en  parle  de  la  granel  hambre 
e  cansancio  que  llevaban.  E  rescribiéron- 
los con  mucho  amor ,  puesto  que  muchas 
de  las  provissiones  que  les  daban,  eran  por 
sus  dineros  é  rescate,  ó  no  querían  sino 
oro,  y  eran  forondos  de  dárselo  por  la 
mucha  nescessidad  en  (pie  se  vian :  ni  les 
convenía  dexar  á  los  españoles  de  compla- 
cer á  aquella  gente  en  esso  y  en  más. 


i    Deuleron. ,  cap.  34. 


TU.MO  HI. 


42 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XV. 

En  el  qual  cuenta  la  historia  cómo  los  señores  é  principales  varones  de  la  provincia  de  Tascallcca  é  de 
Guaxocingo  vinieron  á  visilar  al  capitán  Hernando  Corles  c  á  los  españoles,  condoliéndose  de  lo  que  les 
avia  acaescido  con  los  de  Temislitan ;  é  cómo  se  les.ofrescicron  para  la  venganca  é  castigo  de  los  contra- 
rios *;  é  cómo  conquistó  é  ganó  Hernando  Corles  la  provincia  de  Tepeaca  ,  ques  gente  de  la  liga  é  confede- 
ración de  los  de  Cultia;  é  cuéntanse  otras  cosas  notables**. 


En  aquel  pueblo  tic  Gualipa  estuvieron 
Hernando  Cortés  é  su  gente  tres  tlias ;  é 
allí  le  fueron  á  visitar  Magiscacin  ó  Sicu- 
tengal ,  é  todos  los  señores  de  la  provin- 
cia de  Tascalteca,  c  algunos  de  los  de 
Guaxocingo :  los  qualcs  mostraron  mucha 
pena  de  lo  acaescido  á  los  españoles,  é 
consolando  á  Cortés  é  á  ellos,  les  dixeron 
que  se  acordassen  cómo  muchas  veces  le 
avian  ellos  dicho  que  los  de  Culua  eran 
traydores  é  sin  verdad,  é  que  se  guar- 
dassen  dellos ,  é  no  los  avia  querido  creer 
Hernando  Cortés  ni  tomar  su  consejo;  pe- 
ro que  pues  lo  passatlo  no  podia  dexar  de 
ser,  y  él  avia  escapado  vivo,  que  se  ale- 
grasse:  que  la  fortuna  é  buena  dicha  que 
hasta  allí  avia  fallado,  vendría  con  tanta 
prosperidad  como  desseaban ,  é  quellos  le 
ayudarían  con  toda  lealtad  hasta  morir, 
por  le- vengar  é  satisfacer  del  daño  que 
sus  enemigos  le  avian  hecho ,  assi  por  la 
voluntad  que  tenían  dé  servir  al  Empera- 
dor, nuestro  señor,  por  cuyos  vassallos 
se  avian  ofrescido,  é  complir  con  lo  que 
eran  obligados,  como  porque  se  dolian 
de  los  españoles ,  é  también  de  muchos 
hijos  y  hermanos  é  parientes,  sus  natura- 
les, que  en  compañía  de. Cortés  á  ellos 
les  avian  muerto,  cuya  sangre  harían  cs- 
COtar.é  pagar  muy  bien  a  tos  adverssa- 
rios,  é  por  otras  muchas  injurias  que  los 

•  En  este  lugar  se  orttilicron  las  cláusulas  si- 
guientes: «E  del  buen  acogimiento  que  hirieron  á 
¿léalos  chripslianos,  exorno  allí  supo  Corles  del 
mal  subresso  c  muerte  de  los  españoles  quél  avia 
dexado,  quaudo  fué  á  Temislitan,  con  ciertos  milla- 
res de  pessos  de  oro  c  otras  joyaj  é  harienda  suya 


tiempos  passados  avian  rescibido  de  los 
de  Culua;  é  que  toviesse  por  cierto  que 
le  serian  muy  verdaderos  amigos  en  to- 
dos sus  hechos  hasta  la  muerte.  E  que 
pues  venia  herido  él,  é  todos  los  demás 
de  s,u  compañía  muy  trabaxados,  que  se 
fuessen  á  la  cibdad .  que  eslá  quatro  le- 
guas de  aquel  pueblo,  ¿allí  descansarían 
é  se  curarían  é  repararían  de  lo  nesgessa- 
rio;  é  oirás  muchas  palabras  consolato- 
rias é  amorosas  dixeron  á  este  propóssi- 
to.  Las  qualcs  aceptó  Cortés  con  otras  ra- 
gones  satisfatorias  á  su  buen  comedimien- 
to é  ofertas,  agradesciéndosclo  mucho;  é 
les  dió  algunas  pocas  cosas  de  joyas  que 
se  avian  escapado,  de  que  fueron  muy 
contentos  los  que  las  rescribieron,  é  juntos 
se  fueron  á  la  cibdad ,  en  la  qual  Cortés 
fué  muy  bien  rescibido.  É  Magiscacjn  le 
hico  luego  traer  una  cama' de  madera  en- 
caxada,  en  que  durmiesse,  con  muy  gen- 
til ropa  de  algodón  de  la  (pie.  en  aquella 
tierra  se  usa ;  é  á  lodos  los  españoles  hi- 
go reparar  de  lo  quél  tuvo  é  pudo. 

En  aquella  cibdad  avian  quedado  cier- 
tos españoles,  quando  Corlés  passó por  allí, 
yendo  á  la  de  Temislitan,  é  algunos  de 
sus  criados  con  plata  é  rópa  é  otras  cosas 
de  su  hacienda  é  con  algunas  provissío- 
nes;  é  mandóles  que  allí  le  esperassen 
por  yr  más  desocupado,  si  algún  impedi- 

c  de  los  capitanes.» 

**  También  aqui  suprimió  lo  siguiente  :  uE  có- 
mo liico  una. villa  é  la  pobló  de  chripslianos  é  la  lla- 
mó Segura  de  la  Frontera,  para  asegurar  aquella 
lirrra  é  puertos,  por  la  oportunidad  del  buen  as- 
sienlo.» 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXM.  CAI'.  \V 


331 


mentó  se  le  ofrescies.se.  É  perdiéronse  to- 
llos los  auctos  y  escriptunis,  que  se  avi;in 
fecho  con  los  naturales  de  aquellas  parles 
para  justificación  de  la  guerra  ,  con  la  ro- 
pa que  quedó  as-ime-mo  de  lo-  e-pañoles 
que  con  (lories  vhan,  porque  no  quisie- 
ron llevar  más  de  lo  que  lenian  á  cueslas 
vestido,  é  sus  armase  hamaeas  ó  cama, 
(pies  cada  una  sola  una  maula,  como  en 
•otra  parle  deslas  historias  eslá  dicho.  K 
.-upo  allí  (lories  cómo  uno  de  sus  criados 
avia  allí  venido  de  la  villa  de  la  Veracrui 
con  mantenimientos  é  cosas  para  él,  con 
Cinco  de  caballo  é  quarenta  y  cinco  peo- 
nen, el  (pial  se  llevo  con-igo  á  los  otros 
que  allí  avian  quedado,  con  toda  la  piala 
6  ropa  é  otras  cosas  que  de  Corles  c  los 
compañeros  ipiedaron .  é  con  ,-iele  mili 
p  '.-sos  de  oro  rundido  que  allí  avia  (leva- 
do Cortés  en  dos  cofres,  sin  otras  joyas, 
e  más  de  oíros  catorce  mili  pes-os  de  oro 
labrado  en  piceas  de  diverssas  maneras, 
que  los  indio-  de  la  provincia  deTuchite- 
heque  av  ian  dado  á  un  capitán  que  Corles 

enviaba  á  hacer  el  pueblo  de  Guacacalco, 

e  otras  iniichas  cosas,  que  valian  mas.de 
treynla  mili  pessos  de  oro;  e  ipie  los  in- 
dio- de  Culua  los  avian  muerto  á  todos 
en  el  camino  e  lomádoles  todo  ipianlo  lle- 
vaban. AsSimeslllO  supo  allí  Corles  ipii' 
avian  muerto  oli  os  mucho-  españole-  por 

los  caminos,  (pie  yban  á  la  dicha  cibdad 
de  Temislilan,  creyendo  que  estaba  pa- 
cffico  en  ella  é  aquella  tierra  estaba  segu- 
ra. Oydas  tan  malas  nuev  as ,  sospechó 
Cortés  que  los  contrarios  avrian  dado  so- 
bre los  de  la  villa  de  la  Veracruz,  ó  que 
los  que  tenían  por  amigos,  sabiendo  su 
desbarato,  se  avrian  rebelado;  é  á  esta 
causa  despachó  luego  ciertos  mensajeros 
chripstiános  con  guias  (pie  les  dieron  los 
indios,  é  mandóles  (pie  fuessen  fuera  de 
camino  hasta  ser  en  la  dicha  villa,  é  que 
con  toda  brevedad  le  hiciessen  saber  je- 
que allá  passaba :  é  quiso  Dios  que  halla- 
ron buenos  á  los  españoles,  é  á  los  natu- 


rales de  la  tierra  muy  seguros.  Desta  nue- 
va holgó  mucho  Cortés  é  todos  los  demás 
que  con  el  estaban,  aunque  para  los  do 
la  villa  fué  mucha  trisleca  saber  el  desba- 
rato e  salida  de  lemistitan  ó'.México  con 
tanta  perdida  é  muertes  como  la  historia 
ha  contado  de  susso. 

En  aquella  prov  incia  de  Tascallcca  es- 
tovo Hernando  Cortés  véynte  días,  curán- 
dose de  las  heridas  (pie  tenia,  que  por  el 
camino  o  mala  cura  se  le  avian  enconado, 
é  hico  curar  á  los  demás  de  su  compañía; 
é  algunos  murieron,  assi  por  causa  de  las 

heridas  c  por  el  excesivo  Irabaxoque 

avian  padescido.  Otros  quedaron  mancos 
é  coxos.  porque  demás  de  ser  las  heridas 
malas,  era  peor  el  aparejo  de  la  cura  c 
de  poco  socorro,  e  fallando- lodo  lo  nes- 
ces-ario,  y  el  tiempo  y  el  reposo;  y  el 
ine-mo  Hernando  Corles  quedó  manco  do 
dos  dedos  de  la  mano  izquierda. 

Viendo  los  españoles  ([iie  eran  muertos 

I  hosdellos,  é  «pie  los  que  quedaban 

estaban  flacos  <  herido-,  é  temoricados 
de  los  peligróse  hakixos  en  que  se  avian 
visto,  o  temiendo  los  por  venir,  conside- 
raban en  el  pesso  de  la  guerra  futura  que 
e-i, iba  loda  sobrellos,  é  que  Cortés  enten- 
día en  la  continuación  dolía ;  é  por  estos 
é  otros  respectos  acordaron  entre  sí  uná- 
nimes, de  le  requerir  que  se  fuesse  á  la 
villa  de  la  Veracruz,  é  que  allí  se  Iñcics- 
sen  fuertes  antes  que  los  naturales  de  la 
tierra,  que  tenían  por  amigos,  viendo  su 
desbarato  ú  disfavor  é  pocas  Cuereas,  se 

COnfederaSSen  con  los  enemigo-  é  lomas- 
sen  los  puertos  que  avian  de  passar,  é 
diessen  por  una  parle  sobro  Corles  é  los 
que  con  él  estaban,  é  por  otra  diessen 
-nlire  los  de  la  villa  de  la  Veracruz;  é  que 
estando  juntos  allí  los  navios,  estarían  las 
vidas  de  los  unos  é  de  los  otros  más  se- 
guras, ése  podrían  mejor  defender,  pues- 
to que  los  acometiessen ,  hasta  tanfo  que 
enviassen  por  socorro  á  estas  nuestras  is- 
las Española  é  Cuba  é  las  demás. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Parésceme  que  la  respuesta  que  á  esto 
les  dió  Hernando  Cortés,  ó  lo  que  hico 
en  ello  fué  una  cosa  de  ánimo  invencible 
c  de  varón  de  mucha  suerte  é  valor ,  por- 
que después  que  muy  bien  ovo  escuchado 
Iodo  lo  que  le  quisieron  decir  é  requerir, 
les  respondió  desta  manera:  «  Cavalleros, 
señores ,  hermanos  c  amigos  mios :  yo  he 
entendido  muy  bien  todo  lo  que  me  aveys 
dicho  é  aun  algunas  veces  requerido  en 
público  y  en  secreto;  y  en  la  verdad  yo 
no  reputo  lo  que  decís  á  flaqueca  ni  falta 
de  ánimo  vuestro,  porque  vuestra  virtud, 
verguenca  y  esfuerco  todo  lo  tengo  muy 
bien  experimentado,  é  sé  que  cada  uno 
de  vosotros  es  digno  de  grandes  merce- 
des, é  assi  espero  que  las  aveys  dé  alean- 
car  del  Emperador  Rey ,  nuestro  señor, 
cuyos  soys  é  á  quien  servís,  después  que 
Su  Magestad  sepa  lo  mucho  que  á  Dios  é 
al  Rey  aveys  servido  en  las  cosas  hasta 
aquí  subcedidas.  Junto  con  esto  os  conoz- 
co particularmente,  celosos  cada  unoé  de 
su  honor  proprio,  que  quiero  deciros  co- 
mo amigo  é  compañero  en  vuestros  sub- 
5  issos  é  trabaxos  lo  que  me  paresce  (pie 
para  colmar  vuestros  servicios  se  debe 
hacer.  Los  que  atienden  al  hecho  de  las 
armas,  no  le  exercítan  con  ánimo  de  estar 
siempre  entre  aquéllas,  sino  que  por  me- 
dio suyo  estiman  conseguir  riquezas  6 
grandissimos  y  esquisitos  honores,  é  po- 
t  -ncia ,  é  mayor  felicidad  para  sí  é  para 
s:i  patria.  Todos  estos  bienes  é  otros  ma- 
yores, que  Xenofonte  no  alcancé  á  saber 
ni  escribe  ' ,  leneys  vosotros  aparejados, 
pues  que  aquel  como  gentil  no  pudo  con- 
siderar la  gloria  c  premio  que  se  nos  apa- 
reja y  meresceremos  con  la  conclusión  de 
nuestra  empressa  .  en  ser  contra  infieles, 
alargando  é  aumentando  la  fée  chripslia- 
ii, i ,  c  poniendo  en  su  obidiencia  tantos 
millares  de  gentes  bárbaras  como  hay  en 
nuestros  adverssarios ,  6  desciendo  é  au- 


mentando la  acostumbrada  é  animosa  for- 
taleza de  nuestra  nación,  é  allegando  é 
adquiriendo  é  multiplicando  tantos  reynos 
é  señoríos,  como  pornemos  debaxo  de,  la 
virtud  é  patrimonio  real  de  Castilla;  é  de- 
más de  lo  ques  dicho,  grandes  intereses, 
que  general  é  particularmente  consegui- 
remos continuándose  la  guerra.  Debeys 
de  mirar  que  mostrar  á  los  naturales  qiial- 
quiera  flaqueca  de  ánimo  será  dar  esfuer- 
zo á  los  enemigos  é  perder  el  crédito  é 
reputación  con  nuestros  confederados,  pa- 
ra que  con  justa  causa  nos  dexen,  é  sean 
contra  nosotros.  Demás  desto  es  lo  que 
decís  perder  la  confianca  é  promesa  de 
los  amigos,  en  cuya  casa  é  tierra  nos  aco- 
gimos y  estamos,  é  donde  hallamos  la 
amistad  é  buen  acogimiento  que  en  Espa- 
ña nuestros  debdos  é  propínquos  nos  hi- 
cieran. E  si  estos  mal  pensamiento  tovie- 
ran  ó  le  avian  de  tener,  mejor  lo  pudie- 
ran excrcilar,  quando  aqui  llegamos,  que 
dejándonos  descansar  é  armándonos,  co- 
mo lo  han  hecho ;  quanto  más  que  son 
cnemicíssimos  antiguos  é  perpetuos  ad- 
verssarios  de  quien  nos  ha  ofendido ,  é  les 
cupo  parte  é  mucha  de  nuestro  daño,  é 
dessean  satisfacerse  é  vengar  sus  proprias 
injurias  en  nuestra  compañía.  Acordaos, 
señores,  que  la  fortuna  tiene  por  ofhYio 
no  estar  en  un  ser,  é  si  hasta  aqui  ave- 
nios sido  olvidados  della,  no  de  la  fortu- 
1 1 : i  nos  quexemos ,  sino  de  nuestras  cul- 
pas, é  que  no  m'erescemos  á  Dios  tanto 
bien  como  de  entre  las  manos  se  nos  sa- 
lió, y  esperamos  cobrarlo .  si  nos  enco- 
mendáramos á  él  é  mas  gratos  le  fuére- 
mos, pues  que  somos  chripstianos  é  pe- 
leamos por  su  sánela  fée  en  nombre  de  tan 
chripstianíssimo  Emperador:  é  no  permi- 
tirá nuestro  Señor  que  perezcamos  ni  se 
pierda  tanta  é  tan  noble  é  rica  y  hermosa 
é  fértil  tierra  como  está  en  punto  de  se 
pacificar.  Ni  es  bien  ni  honesto  que  tan 


)    En  la  Vid.i  de  Ciru  ,  rey  de  lo'  [tersas  ,  cap.  I. 


DE  INDIAS,  l.llt.  XXXHI.  CAP.  XV 


3  a:? 


grand  bien  é  tan  señalado  servicio  se  de- 
xe,  c  que  ¡>or  nuestra  poquedad  é  falla  de 
vosotros  é  mía  vengan  oíros  á  vengarnos 
c  á  gocar  de  lo  que  podemos  hacer  por 
nuestras  personas.  Antes  me  determino, 
en  conlianca  de  la  buena  ventura  deCés- 
sar,  y  en  la  esperanca  de  Jesu-Cliripsto, 
en  cuya  clemencia  está  el  buen  fin  que  esla 
conquista  lia  de  tener,  y  en  la  virtud  do 
va  '-Iros  ánimos,  de  no  haxar  los  puertos 
llácia  la  mar  en  ninguna  manera ,  sino  mo- 
rir sirviendo  como  huen  hombre,  é  no  vi» 
\  ir  eoinelieiulo  tan  notable  cobardía  ionio 
seria  hacer  otra  cosa,  desamparando  esta 
tierra.  E  aun  ponpie  di'inás  de  vuestra 
VergUenca  á  mia,  y  el  notorio  peligro  que 
está  aparejado  en  volver  las  espaldas  ;i| 
enemigo,  cometeríamos  mucha  Iraycion  á 
nuestro  Rey.  Assi  que,  señores,  yo  he 
pensado  mucho  en  esto,  ó  os  pido  por 
merced  (pie  me  sigays  ,  pues  eonosceys  de 
mi  persona  que  en  las  cosas  donde  haj  pe- 
ligro soy  tan  sociable  é  aparejado  á  acom- 
pañaros, como  lo  aveys  experimentado;  y 
en  las  cosas  donde  ha\  ganancia  é  interés 
también  las  parlo  con  todos,  como  lo  nveys 
\i~lo;  e  -i  somos  poco,  los  españoles  ,  110 
creays  ques  lo  mejor  la  molliliid.  Yo  en- 
tiendo, con  la  ayuda  de  Josu-<  ihrip-lo.  de 
volver  sobre  los  enemigos  por  quantas 
VU1S  me  fuere  posible,  y  espero  con  él  en 
vuestra  compañía  é  de  nuestros  confede- 
rados alcancar  vilori.i  e  vengnncn  de  los 
que  nos  han  ofendido.  E  n<  hable  nin- 
guno en  otra  cosa,  y  el  que  desta  opinión 
no  estoviére,  vayase  en  buen  hora:  que 
mas  holgaré  de  quedar  con  los  pocos  é 
osados  (jue  en  compañía  de  muchos,  ni  de 
ningún  cobarde  ni  desacordado  de  su  pro- 
pria  honra.  Antes  doy  infinitas  gracias  á 
Dios,  porque  nos  ha  t  ra  y  do  á  tal  tiempo 
que  conoseeremos  ó  veremos  quáles  serán 
aquellos  de  nosotros  que  beberán  con  la 

I  ii  Oni  lingua  lambuerinl  aquas  sicul  solcntca- 
nes  lamberé,  separabis  eos  seorsum:  qu¡  aulem  cur- 
valis  genebus  biberinl,  in  altera  parle  erunl.»  Líber 


mano  é  con  la  lengua  tomarán  el  agua;  é 
(piales  de  rodillas  é  de  bruces  para  que  se 
aparte,  como  lo  dixo  Dios  a  Gcdeon,  6 
fué  el  número  de  aquellos  que  con  la  ma- 
no llevaron  el  agua  á  la  boca  é  bebieron 
assi  trescientos  varones.  É  con  aquel  po- 
co nú  nitro  prometió  Dios  á  Gedeon  de  lo 
hacer  vencedor  contra  los  madianilas  sus 
enemigos,  é  la  otra  mollitud  loda  le  man- 
dó que  la  dexasse,  como  mas  largamente 
la  Sagrada  EscriptUra  nos  lo  acuerda  '.  Por 
manera  ,  señores,  que  como  de  susso  di- 
X6,  aquella  aticloridad  de  Vegecio  «  que 

no  creays  .ques  mejoría  moltitud1*,  por 
estotra  de  la  Sagrada  Escriptura  os  acuer- 
do que  no  descónfieys  por  ser  pocos,  por- 
que si  la  vitoria  consistiesse  en  el  número 
mucho  de  los  hombres,  no  le  díxera  Dios 
á  Gedeon  que  con  pocos  se  quedasse.  Ni 
aveys  dexado  de  ver  vosotros  palpable- 
mente tal  maravilla,  ni  el  mesmo  Dios  ha 
dexado  de  comunicárosla,  pues  os  sacó 
de  tan  innumerable  cantidad  de  enemigos. 
Con  solo  uno  de  Nosotros  que  me  quede 
tengo  de  acabar  en  mi  oflirio:  ó  si  esse 
me  fallare,  solo  yo  le  liare,  porque  nun- 
ca se  dirá  que  yo,  señores,  os  falté;  é  si 
vosotros  me  falláredes,  que  no  creo,  ha- 
ced vuestra  voluntad  é  Dios  haga  la  suya: 
que  aparejado  estoy  de  darle  gracias  por 
lodo,  al  qual  pléga  dexaros  acertar  en  lo 
que  hineredes,  como  él  y  el  Emperador, 
mi.  -lio  señor,  más  servidos  sean  de  vo- 
sotros é  de  mí. » 

Aviendo  acabado  Cortés  su  exhorta- 
ción, como  buen  capitán,  todos  los  espa- 
ñoles quedaron  muy  satisfechos,  é  mudan- 
do su  primero  propóssito,  le  dixeron  que 
liarían  todo  lo  que  les  mandasse  de  muy 
buena  voluntad,  é  con  essa  é  muy  entera 
obra  le  seguirían  en  la  paz  y  en  la  guerra. 

Tornando  á  la  historia ,  aplacado  el  mo- 
tín, que  se  comencaba  á  engendrar,  por  la 

Judicum  ,  cap.  VII.  vers.  o. 
2    Vegecio,  lib.  III,  cap.  t. 


331 


HISTORIA  GEN15RAL  Y  NATURAL 


prudengia  de  Hernando  Cortés ,  quedaron 
todos  muy  determinados,  tales  quales  es- 
to viessen,  de  ofresger  sus  personas  é  vi- 
llas al  complimiento  de  la  conquista ;  é  as- 
si,  passados  los  veynte  dias  que  estovie- 
ron  en  la  provincia  ques  dicho,  puesto 
que  Cortés  no  estaba  de  todo  pinito  sano 
de  sus  heridas,  é  los  españoles  aun  esta- 
llan flacos,  partiéronse  para  otra  provin- 
cia que  so  dice  Tepeaca ,  que  era  de  la 
liga  é  consorcio  de  los  de  Culua  ó  mexi- 
canos. Y  estos  dC' Tepeaca  avian  muerto 
diez  ó  dogo  españoles  que  yban  de  la  Ve- 
racruz  á  la  gran  cibdad  de  Temistitan, 
porque  por  allí  era  el  camino,  é  aquella 
provincia  de  Tepeaca  confina  é  parte  tér- 
minos con  la  de  Tascalteca  é  con  la  de 
Churultccal,  y  es  muy  grano1  provingia;  y 
en  entrando  los  españoles  por  aquella  tier- 
ra ,  salieron  muchos  indios  de  los  natura- 
les della  a  se  lo  resistir  é  pelear  contra 
ellos ,  evitándoles  la  entrada  é  quanto  les 
fuesse  posible .  en  especial  en  los  passos 
fuertes  é  peligrosos.  E  cómo  Cortés  ,  por 
excusar  la  prolijidad  de  su  carta,  no  (fió 
cuenta  particular  á  Céssar  de  muchas  par- 
ticularidades que  en  aquella  guerra  acaes- 
cieron.  diré  solamente  della  lo  quél  dice,  y 
es  que  después  de  hechos  los  requirimien- 
los  que  convenían,  para  que  los  enemigos 
\  iniessen  á  la  paz  é  obedesgiessen  los  man- 
damientos que  de  parte  de  Céssar  se  les 
hiciessen,  no  lo  quisieron  cómplir  ni  esti- 
maron tal  concordia ,  pues  qué  era  que- 
riéndolos poner  en  servidumbre.  E  assi  se 
los  h¡co  ¿ruda  guerra,  é  ovieron  muchas 
escaramuzas  é  recuentros,  en  que  siem- 
pre los  contrarios  perdieron  el- campo,  é 
muchos  dellos  las  vidas,  sin  muerte  de 
ningún  español,  aunque  la  provincia  es 
mu>  grande. 

En  espacio  de  veynte  dias  se  pacifica- 
ron muchas  villas  é  poblaciones  della,  c 
los  señores  principales  vinieron  a  la  obi- 
diencia  á  darse  por  vassallos  de  la  corona 
real  de  Castilla  ,  en  la  qual  empressa  é  vi- 


lorioso  evento  fueron  mucha  parte  los  con- 
federados indios  de  Tascalteca. 

Aquesto  assi  acabado,  echó  Cortés  de 
aquella  tierra  á  muchos  de  los  de  Culua, 
que  avian  ydo  á  aquella  provincia  á  fa- 
vorescer  los  naturales  della  contra  los 
chripstianos ,  .y  á  estorbar  que  por  fuerg'a 
ni  por  grado  no  fuessen  sus  amigos.  Y  en 
gierta  parte  desta  provingia,  y  en  espegial 
adonde  avian  muerto  aquellos  diez  ó  doce 
españoles  que  so  dixo  de  susso  ,  se  mos- 
traron los  naturales  de  aquella  tierra  más 
rebeldes  é  porfiados,  é  fué  nesgessario 
señalado  castigo  en  ellos;  y  demás  del 
que  se  les  dio,  sojuzgándolos  con  la  fuerga 
de  las  armas ,  á  todos  los  que  se  tomaron 
á  vida  declaró  Hernando  Cortés  por  escla- 
vos, é  fueron  repartidos  entre  los  conquis- 
tadores y  herrados  con  fuego,  en  señal 
de  su  perpetuo  cautiverio,  é  aun  también 
porque  todos  ellos  comen  carne  humana. 
Y  este  castigo  puso  mucho  temor  en  los 
de  la  lengua  de  Culua,  á  quien  tan  maldi- 
ta costumbre  es  muy  común  é  usada. 

Pero  ño  dice  Cortés  en  su  relación  una 
cosa ,  que  no  es  de  poco  espanto  entre 
aquella  gente,  y  es  para  poner  grima  y  ter- 
ror á  los  que  lo  oyeren  é  aborresgible  cosa 
mirarlo:  la  qual  es  que  quando  aquellas 
gentes  pelean  en  sus  guerras,  no  hay  nes- 
gessidad  de  pala  ni  hagadon ,  pues  no  cn- 
tierran  los  muertos  ni  quieren  tal  ocupa- 
ción, sino  el  que  queda  vencedor  del 
campo,  lo  primero  que  hacen  los  que  per- 
manecen vencedores  es  partir  á  pedagos 
los  cuerpos  de  los  que  han  muerto,  é  co- 
mérselos cogidos  é  assados,  é  aun  al- 
gunos hay  que  los  comen  en  otros  pota- 
ges;  por  manera  que  consigo  llevan  las 
sepulturas  de  los  difuntos,  que  son  los 
vientres  de  los  vencedores,  dentro  de'  los 
quales  sepultaron  á  los  que  vencieron  c 
mataron,  como  es  dicho. 

En  la  definición  de  esla  empresa  é  Vi- 
toria que  se  ovo  desta  provingia  de  Te- 
peaca sirvieron  muy  bien  los  indios  déla 


DK  INDIAS.  I.IU. 

provincia  de  Tasca  Iteca  é  Chorultecal  é 
Guaxoemgo,  sin  los  quales  fuera  por  de- 
más tentarse  tal  empresa,  segund  el  poco 
número  d"-  lo-  c-pañolos  á  respecto  de  los 
contrarios;  pero  la  baena  maña  de  Corles 
6  sus  buenas  palabras  pudieron  adquirir 
el  amistad  de  los  confederados  jiuitaniea- 
le  con  la  antigua  énemistad,  que  ya  ellos 
tenían  cuntía  los  de  Culua  é  Tepeaca. 

Estando  Cortés  ocupado  en  esta  guer- 
ra, le  fueron  cartas  de  la  villa  de  la  Yc- 

racnu,  por  las  (piales  le  hicieron  saber 

CÓmo  avian  llegado  dos  navios  de  los  del 
capitán  Francisco  de  Carav  desbaratados, 
que  s  -nuil  se  supo  el  avia  tornado  á  en- 
viar con  nías  nenie  á  aquel  rio  inunde  de 

Panuco  :.é  pelearon  con  ellos  loa  natura- 
les e  mataron  diez  y  siete  o  diez  y  ocho 
cliripslianos .  e  hirieron  otros  muchos,  é 
les  mataron  BÍele  caballos,  6  los  españoles 
«pie  escaparon  fueron  los  que  tuvieron 
hílenos  pies  para  luiyr  é  se  acogieron  á 
nado  á  los  nav  ios:  e  ipie  aquel  capitán  é 
los  demás  venian  muv  perdidos  \  heridos, 
c  (piel  teniente,  (pie  Cortés  tenia  en  aque- 
lla villa  de  la  Veracruz,  los  rescibio  muy 
liien  i'-  los  luco  curar  é  proveer  de  lo  nes- 
ressario.  Ksto  dice  Cortés  que  les  acaes- 
ció,  por  no  aver  vdo  á  él  estos  españo- 
les, (piando  a  la  costa  de  la  Nueva  lispa- 
ña  allegaron,  porque  como  experimentado 
en  la  tierra  les  avisara,  de  manera  (pie  se 
excusara  su  mal  subcesso,  en  especial 
(piel  señor  de  aquel  rio  é  tierra  del  Panu- 
co se  avia  dado  por  vassallo  del  empera- 
dor, y  en  reconocimiento  dello  avia  . en- 
viado ¡i  la  cihdnd  de  Temistitan  sus  em- 
baladores ó  mensajeros  á  Hernando  Cor- 
tés con  gierlas  joyas  é  presseas.  Assiquc, 
como  Cortes  supo  lo  ques  dicho,  envió  á 
mandar  á  su  teniente  que  si  aquellos  de 
Frangisco  de  Caray  se  quisiessen  yr,  fues- 
sen  ayudados  é  favoreseidos  para  el  buen 
despacho  dellos  é  de  sus  navios.  - Otros 
dicen  en  esto  muy  al  revés,  é  que  se  les 
dalia  buenas  palabras,  é  ¡pie  por  otra  par- 


XXXUI.  CAP.  XV.  33.'i 

te  los  impidieron  é  tovieron  forma  para 
ipie  de  nescessidad  se  quedassen  en  la 
tierra ,  é  los  navios  al  través.  Pero  dexe- 
nios  estas  contiendas ,  que  usanga  es  de 
los  hombres  de  guerra  usar  de  (odas  sus 
cautelas  posibles  para  que  se  aumente  su 
exércilo,  en  especial  Irás  una  nescessidad 
tan  notoria  como  la  que  en  essa  sacón  te- 
nia Cortés  de  gente. 

Tornemos  á  la  provincia  de  Tepeaca, 
que  después  (pie  fué  pacífica,  consideran- 
do Hernando  Cortés,  como  prudente,  lo  que 

convenia  hacerse  para  (pie  lo  conquistado 
se  conservasse  y  esloviesse  la  tierra  en 
toda  quietud,  é  platicado  en  ello  con  los 
officiales  de  Qássar,  viendo  que  los  natu- 
rales de  aquella  provincia,  aviéndose  da- 
do por  vassallos  de  Su  Magostad ,  se  avian 
después  rebelado  é  muerto  españoles,  e 
(pie  aquellos  indios  están  en  el  camino  ó 
passo  de  la  conlractacion  toda  de  todos 
los  puertos  de  la  mar  para  la  tierra  aden- 
tro, é  ipii1  si  aquella  prov  incia  sedexasse 
sola  como  de  antes  los  naturales  de  la  tier- 
ra é  señorío  de  Culua.  (pie  son  sus  veci- 
nos, los  inducirían  á  (pie  olía  vez  se  al- 
Cassen,  (pie  seria  mucho  estorbo  é  impe- 
dimento para  la  pacificación  de  aquellos 
reynos,  é  cessaria  la  conlractacion  de  la 
mayor  parle  de  la  tierra,  porque  para  el 
camino  de  la  mar  no  hay  más  de  dos 
puertos  muy  fragosos  é  ásperos,  que  con- 
finan con  aquella  provincia,  é  los  natura- 
les della  con  poco  trabaxo  é  gente  los  po- 
dían fácilmente  defender;  é  para  excusar 
estos  é  otros  inconvinientcs  muchos,  pá- 
reselo que  se  debia  hacer  en  dicha  provin- 
cia de  Tepeaca  una  villa  en  la. parte  que 
más  á  propóssito  fuesse ,  ó  donde  concur- 
ríessen  las  calidades  nescessarias  para  los 
pobladores  é  vecinos  della.  É  poniéndolo 
en  éfetto  el  capitán  Hernando  Cortés ,  en 
nombre  de  la  Cessárea  Mageslad,  fundó 
la  dicha  villa ,  é  púsole  nombre  Segura  de 
la  Frontera ,  é  nombró  alcaldes  é  regido- 
res é  otros  officiales  nescessarios  á  aque- 


;:3G  HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 

lia  república.  É  por  mas  seguridad  de  los  della  con  toda  diligencia  nescessaria ,  sin, 

que  allí  poblassen,  higo  tragar  una  fortale-  gcssar  hasta  la  dexar  defensible  y  en  la 

ra  en  el  lugar  quél  señaló,  ó  luego  se  co-  perficion  que  convenia, 
menearon  á  traer  materiales  para  la  labor 

CAPITULO  XVI. 

Cómo  el  señor  Je  la  cibdad  de  Guacachula  envió  sus  mensajeros  á  Hernando  Corles,  ofresoiéndose  al  servi- 
cio del  Emperador ;  é  cómo  por  su  aviso  é  industria  fueron  desbaralados  más  de  treynla  mili  hombres  de 
los  de  Culua  ,  enemigos  de  los  españoles  ;  é  cómo  Hernando  Corles  lomó  é  pacificó  la  cibdad  de  Izcucan 
con  oirás  poblaciones,  é  vinieron  á  se  confederar  con  los  chripslianos  mucho  número  de  indios  conlra 
los  de  Culua  é  Temislilan;  é  de  la  información  que  se  ovo  de  un  prisionero  del  eslado  de  la  grand  cibdad; 
tí  del  subeessor  en  el  señorío  de  Monlceuma,  llamado  Gualimurin  *,  señor  de  Izlapalapa,  hermano  de  Mon- 
teeuma,  é  oirás  particularidades  con  que  se  dará  fin  á  la  relación  de  la  caria  que  Hernando  Corles  escri- 
bió al  Emperador,  nuestro  señor ,  desde  la  villa  de  Segura  de  la  Frontera,  en  la  Nueva  España,  á  los 
treynta  de  octubre  de  mili  tí  quinientos  y  veynte  años. 


Cómo  el  capitán  Hernando  Cortés  esta- 
ba lastimado  é  sentido  de  las  cosas  passa- 
das  con  los  de  ¡México ,  é  sus  ánimos  é 
desseos  no  le  daban  lugar  a  olvidar  sus 
trabaxos,  é  sus  pensamientos  eran  de  per- 
sona valerosa,  puédesele  muy  bien  apli- 
car aquella  sentencia  de  Platón  que  dice: 
«Tal  es  cada  uno,  qual  es  la  cosa  que  ama 
é  aquella  de  que  so  deleyta  »  Assi  que 
este  capitán,  que  tan  inclinado  é  amigo 
de  la  guerra  fué,  é  tan  suficiente  á  tan  al- 
ta empressa  ,  no  se  puede  comparar  me- 
jor su  persona  que  á  la  grandeca  della 
mesma;  é  aun  assi  se  debe  creer  que  quien 
para  ella  le  conservó  contra  muchos  es- 
torbos é  contradiciones,  sabia  mejor  que 
los  hombres  quán  neseessario  era  tal  ca- 
pitán, para  que  se  sirviesse  Dios  dél  en 
estas  cosas  é  conquista  de  la  Nueva  Espa- 
ña. É  assi.  estando  escribiendo  á  Céssar 
la  relación  de  las  cosas  que  le  avian  acacs- 
cido ,  é  que  de  susso  se  han  locado  en  los 
capítulos  precedentes,  llegaron  a  él  pier- 
ios mensajeros  de  una  cibdad,  que  está 
cinco  leguas  de  la  provincia  de  Tepeaca, 
la  qual  se  llama  Guacachula,  y  es  á  la  en- 
trada de  un  puerto  que  se  passa  para  en- 
trar por  allí  en  la  provincia  de  México:  los 

*  En  el  original  parece  dccii :  Cuytlanari  ;  pero 
tt  yerro  de  pluma. 


quales,  de  parle  de  aquel  señor,  le  dixe- 
ron  á  Cortés  que  porque  ellos  pocos  dias 
avia  avian  venido  á  dar  la  obidiencia  al 
Emperador,  é  á  su  corona  real  de  Casti- 
lla, como  vassallos  suyos,  of'resciéndose 
de  servir  á  Su  Magostad ,  é  porque  Cor- 
tés no  los  eulpasse ,  creyendo  que  por  su 
consentimiento  era,  le  hacían  saber  cómo 
en  la  dicha  cibdad  estaban  apossentados 
ciertos  capitanes  de  Culua,  é  que  en  ella 
é  á  una  legua  de  allí  estaban  treynta  mili 
hombres  en  guarnición,  guardando  aquel 
puerto  é  passo  para  que  los  chripslianos 
no  pudiessen  entrar  por  él,  é  también  pa- 
ra defender  que  los  naturales  de  dicha 
cibdad,  ni  de  otras  provincias  á  ella  co- 
marcanas, sirviesseu  á  Qéssar  ni  fuessen 
amigos  de  los  españoles;  é  que  algunos 
ovieran  venido  á  se  ofresccr  á  su  real  ser- 
vicio, si  aquellos  no  lo  ovieran  impedido. 
Por  tanto  que  se  lo  hacían  saber,  para  que 
con  tiempo  lo  remediasse,  porque  demás 
del  impedimento  que  era  á  los  que  buena 
voluntad  tenían,  los  de  la  cibdad  é  lodos 
los  comarcanos  roseibian  mucho  daño, 
porque  como  estaba  mucha  gente  de  guer- 
ra junta,  eran  muy  molestados  é  maltrac- 
tados,  ó  les  tomaban  sus  mugeres  é  ha- 

i    Platón  ,  He  República ,  lib.  V|. 


ni-:  indias,  i.m.  xxxm.  cap.  \vi. 


Riendas:  assi  que  viessc  lo  que  quería  é 
mandaba  (-'orles  quellos  hiciessen ,  por- 
que dándoles  favor,  ellos  lo  harían. 

Cortés  Ies  agradesció  mucho  quanto  le 
dixeron ,  é  su  aviso  é  ofrescimiento ;  ó  les 
dió  graciosa  respuesta  conforme  á  la  em- 
bajada é  á  la  voluntad,  con  que  le  infor- 
maron de  lo  ques  dicho:  é  les  dió  (rece 
de  caballo  é  doscientos  peones  pan  que 
con  estos  embaladores  fuessen,  é  treynta 
mili  indios  de  los  confederados,  é  fué  con- 
certado que  los  llevarían  por  parle  que  no 
fuessen  sentidos;  é  después  que  llcgasscn 
junio  á  aquella  cibdad.  el  señor  é  los  na- 
turales della  ,  é  los  restantes  de  todos  sus 
va --al los  é  valedores,  e-tarian  apeivehi- 

dos  é  cercarían  los  ápossentos,  donde  los 
capitanes  estaBao  apossentados ,  é  los 

prenderían  c  malarian  antes  que  la  gente 

los  pndiesse  socorrer,  é  que  qnando  la 

gente  llegasse,  ya  los  españoles  eslarian 
dentro  en  la  cibdad  ,  é  pelearían  con  ellos 
é  los  desbaratarían. 

Con  este  assiento  é  ardid  se  partieron 
estos  indios  é  los  españoles  é  ¡confedera- 
dos, é  fueron  por  la  cibdad  de  Churulte- 
cal  é  por  alguna  parte  de  la  provincia  de 
Guaxocingo,  que  eonlina  con  tierra  desta 
cibdad  de  Gaacachula  é  con  los  de  Cidaa, 
para  qué  debaxo  de  aquella  cautela  lié- 

vassen  á  los  españoles  ¡i  la  dicha  cibdad, 
é  que  allá  todos  junios  diessen  en  ellos  é 
los  matassen.  É  cómo  aun  no  era  de  lodo 
punto  olvidado  el  temor  que  los  de  Culua 
en  su  cibdad  y  en  su  tierra  avian  puesto 
á  los  chripstianos,  púsoles  mucho  espanto 
esta  sospecha,  y  el  capitán  que  yba  con 
ellos  hico  sus  pesquisas,  como  lo  supo  él 
hacer,  pero  no  entendiéndolo  como  se  de- 
bía entender;  é  prendió  á  todos  aquellos 
señores  de  Guaxocingo  que  yban  con  él 
é  á  los  mensajeros  de  la  cibdad  de  Gua- 
cachula,  é  con  estos  injustamente  pressos 
se  tornó  á  la  cibdad  de  Churultecal ,  que 
está  quatro  leguas  de  allí,  y  envió  todos 
los  assi  pressos  con  cierta  gente  de  pié  é 
TOMO  III. 


de  caballo  á  Cortés,  é  con  la  información 
que  en  el  caso  avia  ávido,  y  escribióle 
que  los  chripstianos  estaban  atemoricados 
é  que  le  parescia  que  aquella  jornada  era 
muy  dificultosa  é  no  convinientc. 

Llegados  los  pressos  a  Hernando  Cor- 
téis, hablóles  con  las  lenguas,  é  sabida  la 
verdad ,  parescióle  quel  capitán  no  avia 
bien  entendido  el  caso,  é  mandólos  sol- 
tar luego  é  satisficolos  con  buenas  pala- 
bras, dándoles  á  entender  que  aquel  ca- 
pitán que  los  prendió,  avia  seydo  engaña- 
do, é  que  no  los  avia  presso  de  su  volun- 
tad ,  fino  pensando  que  le  avian  dicho 
verdad :  é  que  creyessen  que  Cortés  los 
tenia  por  verdaderos  é  leales  amigos  é 
buenos  vassallos  de  Céssar.  É  determinó- 
se Cortés,  por  quitarles  escrúpulos,  de  yr 
en  persona  á  pelear  y  echar  fuera  de  la 
tierra  á  los  de  Culua;  é  assi  lo  puso  por 
obra,  porque  con  su  persona  so  quitaban 
las  sospechas  y  el  afrenta  hecha  á  los  con- 
federados, é  se  satisfacía  á  los  niesmos 
españoles.  E  assi  se  partió  luego  ó  fué  á 
la  cibdad  di' Churultecal ,  (pie  está  ocho 
leguas  de  allí,  é  halló  que  los  españoles 
todavía  pensaban  ser  cierta  la  Iraycion  ya 
dicha;  é  otro  día  fué  á  dormir  al  pueblo 
de  Guaxocingo.  (pies  adonde  aquellos  se- 
ñores avian  seydo  pressos.  Y  el  dia  ade- 
lante, después  de  aver  concertado  con 
los  embaxadores  de  Guacachiila  por  dón- 
de é  cómo  avian  de  entrar  en  la  cibdad, 
se  partió  Cortés  para  allá  una  hora  antes 
del  dia  ,  é  fué  sobre  ella  quassi  á  las  diez 
horas  del  dia  ;  é  á  media  legua  le  salie- 
ron al  camino  ciertos  mensajeros  de  aque- 
lla cibdad,  é  le  dixeron  cómo  todo  estaba 
á  punto  é  muy  bien  proveydo  ;  é  que  los 
de  Culua  no  sabían  cosa  alguna  de  los 
chripstianos  ni  cómo  yban,  porque  cier- 
tas espías  quellos  tenían  en  los  caminos, 
los  naturales  de  la  cibdad  los  avian  pren- 
dido, é  lo  mesmo  avian  hecho  á  otros, 
que  los  capitanes  de  Culua  enviaban  á  se 
asomar  por  las  cercas  é  torres  de  la  cib- 
43 


338 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


dail  á  descubrir  el  campo,  c  á  osla  causa 
toda  la  gente  de  los  contrarios  estaba  muy 
descuydada ,  creyendo  que  tenían  recab- 
do  en  sus  velas  é  centinelas:  por  tanto, 
que  seguramente  llegasse ,  que  no  podía 
ser  sentido.  É  assi  dió  mucha  priessa  por 
llegar  á  la  cibdad  por  un  llano,  donde 
desde  ella  los  podían  bien  ver,  y  en  fin 
fueron  vistos ,  é  viendo  que  tan  cerca  es- 
taban los  chripstianos,  luego  cercaron  los 
ápossentos  donde  los  dichos  capitanes  es- 
taban ,  é  comentaron  á  pelear  con  los  de- 
más que  por  la  cibdad  estaban  repartidos; 
ó  quando  Cortés  llegó  á  un  tiro  de  balles- 
ta de  la  cibdad,  ya  le  traían  hasta  qua- 
renta  prissioneros,  ó  se  dió  priessa  toda- 
vía á  entrar  dentro,  é  andaba  mucha  gri- 
ta por  las  calles,  peleando  con  los  contra- 
ríos. É  guiado  Cortés  por  un  natural  de  la 
cibdad  al  apossento,  donde  los  capitanes 
estaban ,  hallólos  cercados  de  más  de  tres 
mili  hombres  que  pugnaban  por  les  entrar 
la  puerta  ,  é  les  tenían  tomados  los  terra- 
dos é  altos  todos;  é  los  capitanes  ó  los 
que  con  ellos  estaban ,  peleaban  como 
hombres  de  mucho  esfucrco ,  aunque  eran 
pocos,  é  nó  los  podían  entrar  por  sus  bue- 
nos ánimos  ó  porque  el  apossento  era  as- 
saz  fuerte.  É  como  Cortés  llegó  é  los  com- 
batió, luego  los  entró;  é  fué  tanta  la  gente 
de  los  naturales  que  le  siguió,  que  en  nin- 
guna manera  Cortés  los  pudo  socorrer ,  ni 
excusar  que  brevemente  no  fuessen  muer- 
tos, puesto  quél  quisiera  tomar  algunos  á 
vida  para  saber  é  informarse  de  las  cosas 
de  la  tierra  é  cibdad  de  Temistilan ,  é  de 
quién  era  señor  dolía  después  de  la  muer- 
te de  Monlccuma ,  ó  de  otras  particulari- 
dades; ¡uto  no  pudo  tomar  sino  uno  que 
estaba  más,  muerto  que  vivo,  é  de  aquel 
supo  lo  que  adelante  se  dirá. 

Por  la  cibdad  mataron  muchos  di?  los 
que  en  ella  estaban  apossentados ,  é  los 
que  quedaban  vivos,  quando  (x>rtés  en  la 
cibdad  entró  ,  sabiendo  su  venida,  comen- 
carona  huyr  hácia  donde  estaba  la  gente 


que  tenían  en  guarnición ,  y  en  el  alcan- 
ce assimesmo  murieron  muchos.  E  fué  tan 
[tiesto  oydo  é  sabido  este  tumulto  por  la 
gente  de  guarnición,  que  estaba  en  un 
alto  que  sobjuzgaba  la  cibdad  é  lo  llano 
de  al  rededor,  que  quassi  á  una  sacón 
llegaron  los- que  salian  huyendo  é  la  gen- 
te que  les  yba  en  socorro ,  é  á  ver  qué 
cosa  era  aquello  :  los  quales  eran  más  de 
treynta  mili  hombres  de  Muy  lucida  gen- 
te é  muy  bien  armados,  segund  su  cos- 
tumbre, ó  llevaban  muchas  joyas  de  oro 
é  plata  sobre  sus  personas  é  muy  hermo- 
sos plumagcs.  É  cómo  la  cibdad  es  gran- 
de, comencaron  á  poner  fuego  por  muchas 
partes  en  ella ,  é  los  naturales  con  mucha 
diligencia  avisaron  á  Cortés,  é  salió  con 
sola  la  gente  de  caballo,  porque  los  peo- 
nes estaban  muy  cansados,  é  rompió  por 
Jos  contrarios;  é  apretólos  tanto,  que  los 
hico  retraer  á  cierto  passo ,  el  qual  se  leí 
ganó.  E  siguiendo  el  alcance  por  una 
cuesta  arriba  é  bien  fragosa,  quando  fue- 
ron en  la  cumbre  dclla,  ni  los  enemigos  ni 
los  españoles  podian  yr  atrás  ni  adelante 
de  cansados ,  é  assi  cayeron  de  los  con- 
trarios muchos  muertos  de  la  calor  c  aho- 
gados de  sed ,  sin  herida  alguna  ;  ¿  dos 
caballos  se  aguaron,  y  el  uno  murió. 

De  tal  manera  se  hico  esta  jornada  quel 
vencimiento  fué  muy  copioso  y  el  daño 
de  los  contrarios  grandíssimo,  porque 
concurrieron  en  la  Vitoria  muchos  di'  los 

• 

amigos  confederados  con  los  españoles;  é 
cómo  yban  descansados  é  los  otros  quas- 
si ahogados  de  la  calor,  mataron  muchos: 
de  forma  que  desde  k  muy  poco  espacio 
de  hora  estaba  el  campo  vacío  de  los  ad- 
versarios vivos,  puesto  que  de  los  muer- 
tos dessos  mesmos  bien  ocupado.  É  con- 
tinuándose este  próspero  alcance,  llega- 
ron los  chripstianos  é  sus  amigos  á  los 
ápossentos  que  tenian  hechos  en  el  cam- 
po los  vencidos:  ó  tenian  aquel  su  exér- 
(;ilo  en  tres  reales  6  parles  repartido,  é 
cada  una  dellas  pareseia  una  villa,  é  no 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  Wl. 


339 


pequeña,  porque  demás  de  la  gente  de 
guerra,  lenian  mucho  aparato  ¿compañía 
deservirlo,  é  bastimentos é  fornescimien- 
to  para  sus  reales.  É  avia  entredós  mu- 
choa  principales  hombres,  segund  des- 
pués se  supo;  é  todo  fué  saqueado  é  que- 
mado por  los  indios  amigos,  que  ya  eran 
más  de  cienl  mili  los  (pie  en  esto  se  ha- 
llaron. 

Con  esta  victoria,  avieudo  echado  to- 
dos los  enemigos  de  la  (ierra ,  hasta  los 
hacer  passar  tic  la  otra  parte  de  unas 
puentes  ó  malos  pássos  qucllos  tenían,  se 
tornó  Cortés  á  la  cihdud  ,  donde  fué  muy 
iv-.'  ¡l>idu  di'  los  naturales ,  6  apossentado 
61  é  su  gente,  é  descansaron  allí  tres  dias, 
porque  lenian  bien  nescessidad  de  repos- 
so.  Iv-lando  allí  gocanilo  de  la  triunfante 
victoria  ya  dicha,  para  adornamiento  de 
aquella,  vinieron  á  hacerla  mayor  ó  ofres- 
cersc  por  vassallos  <lcl  Rey,  nuestro  se- 
ñor, 6  de  su  corona  ó  ceptro  real  de  Cas- 
ita, los  indios  de  una  población  grande 
que  está  encima  de  aquellas  sierras,  á 
dos  leguas  del  real,  donde  es|á"ban  lo^  ene- 
migos. Y  estos  están  al  pié  de  un  monte 
muy  alto  de;  (pie  continuamente  sale  hu- 
mo, como  lo  hace  aquel  del  vulcan  ó  Mon- 
gibel,  ('■  llámase  aquella  población  Ocupa- 

luyo;  é  dixeron  (piel  señor  que  allí  tenían, 
Be  aviá  ydo  con  los  de  Culua  al  tiempo 
que  Cortés  los  avia  corrido  é  desbarata- 
do, creyendo  que  no  parara  hasta  su  pue- 
blo; é  que  muchos  dias  avia  (pie  destra- 
ban estos  la  amistad  de  los  chripslianos, 
ó  ovieran  venido  á  se  ofrescor  por  vassa- 
llos  de  Céssar,  sino  que  aquel  su  señor 
no  los  dexaba  ni  avia  querido  (pie  lo  hí- 
riessen,  puesto  quedos  muchas  veces  se 
lo  avian  consejado  é  aun  requerido;  é 
quedos  querían  ya  servir  al  Rey  de  Cas- 
tilla, é  que  allí  avia  quedado  un  herma- 
no de  aquel  señor ,  el  qual  siempre  avia 
seydo  de  opinión  que  fuessen  amigos  de 
los  chripstianos,  é  tenia  propóssilo  de  ser- 
vir al  Rey;  ó  que  le  rogaban  al  capitán 


Hernando  Cortés  que  oviesse  por  bien 
que  aquel  subcediesse  en  el  señorío;  é 
que  aunque  el  olio  tornasse,  noconsintics- 
se  que  por  señor  le  rescíbiessen,  ni  ellos 
le  rescib irían.  Cortés  les  respondió  que 
por  aver  seydo  hasta  estonces  de  la  liga 
é  parcialidad  de  los  de  Culua,  é  aversc 
rebelado  contra  el  servicio  del  Empera- 
dor Rey,  nuestro  señor,  eran  dinos  de 
mucha  pena  ,  é  que  assi  tenia  pensado  de 
dársela  y  executarla  en  sus  personas  é 
haciendas;  pero  que  por  aver  venido,  co- 
mo venían ,  é  decían  que  la  causa  de  su 
rebelión  é  airamiento  no  era  ni  fué  de 
su  voluntad  ,  sino  por  culpa  de  aquel  su 
señor,  que  Cortés,  en  nombre  de  Su  Ma- 
gestad  Cessárca,  les  perdonaba  sus  yer- 
ros passados,  é  los  rescibia  é  admitía  al 
servicio  de  Su  Ma gestad,  con  apercibi- 
miento que  si  otra  vez  cometiessen  seme- 
jante delicio,  serian  punidos  é  castigados 
muy  enteramente;  é  que  si  leales  é  bue- 
nos vassallos  fuessen  al  Rey,  nuestro  se- 
ñor, é  á  su  corona  real  de  Castilla,  se- 
rian muy  favorescidos  é  ayudados  de  Cor- 
tés é  de  los  españoles  como  tales  amigos 
é  vassallos  del  Rey,  nuestro  señor.  É  as- 
si  lo  prometieron  que  se  baria  inviolable 
ó  perpetuamente  ,  é  que  por  sus  servicios 
serian  merescedores  de  ser  bien  tractádos 
é  (pu  l  idos. 

Esta  cibdad  de  Guacaehula  está  assen-^ 

lada  en  un  llano,  animada  por  la  una 
parle  á  unos  muy  ásperos  ó  altos  cerros, 
é  por  la  otra  lodo  es  llano.  La  cercan  dos 
ríos,  dos  tiros  de  ballesta  el  uno  del  olro, 
que  cada  uno  dedos  tiene  muy  altas  é 
grandes  barrancas,  de  tal  manera  que  pa- 
ra la  cibdad  hay  muy  pocas  entradas,  6 
las  que  hay,  son  ásperas  de  baxar  ó  subir 
cabalgado.  Toda  la  cibdad  está  cercada 
de  muy  fuertes  muros  6  anchos  de  cal  6 
canto ,  6  tan  anchos  como  quatro  estados 
por  parte  de  fuera  de  la  cibdad,  é  por  de 
dentro  está  quassi  igual  con  el  suelo  é  pas- 
so  de  las  calles,  é  por  loda  la  muralla  va 


340 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


en  pretil  tan  alto  como  un  medio  estado, 
para  pelear  desde  él.  Tiene  cpiatro  entra- 
das tan  anchas  como  uno  pueda  entrar  á 
caballo,  ó  hay  en  cada  entrada  tres  ó 
quatro  vueltas  de  cerca ,  que  encabalgan 
el  un  Heneo  sobre  el  otro ,  é  sobre  aque- 
llas vueltas  hay  encima  dolías  sus  pretiles 
para  defender  las  dichas  entradas  pelean- 
do desde  ellos  ,  y  en  toda  la  cerca  mucha 
cantidad  de  piedras  sueltas,  grandes  é 
pequeñas,  para  pelear.  Será  la  población 
desta  cibdad  cinco  ó  seys  mili  vecinos ,  é 
las  aldeas  á  ellas  subjetas  otros  tantos  ó 
más.  El  tránsito  ó  sitio  della  es  muy  gran- 
de, porque  tienen  dentro  dél  muchas 
huertas  de  diverssas  fructas,  é  jardines 
con  muchas  plantas  é  hierbas  olorosas  de 
mucha  fragancia  é  suavidad  á  su  costum- 
bre ,  de  que  acostumbran  á  hacer  mace- 
tas é  guirnaldas  c  collares  en  sus  fiestas  ó 
combites. 

Passados  tres  dias  que  Cortés  estovo  en 
aquella  cibdad,  fué  á  otra  que  se  dice  Iz- 
cucan, que  está  quatro  leguas  de  la  de 
Guacachula,  porque  le  informaron  que 
avia  en  ella  mucha  gente  de  los  de  Culua 
en  guarnición ,  é  que  assi  aquella  Izcucan 
como  otras  villas  é  lugares,  sus  sufragá- 
neos ,  eran  ó  se  mostraban  muy  parciales 
á  los  de  Culua ,  porque  el  señor  della  era 
su  natural  é  aun  pariente  de  Montecuma. 

Llevaba  Cortés  en  su  compañía  tanta 
gente  de  los  naturales  de  la  tierra  confe- 
derados con  los  chripstianos  é  ofrescidos 
por  vassullos  del  Emperador  Rey,  nues- 
tro señor ,  que  henchían  los  campos  é  sier- 
ras por  donde  yban  é  quanto  se  podía  al- 
canzar á  ver  con  los  ojos,  é  passaban  de 
ciento  é  veynte  mili  hombres;  é  llegaron 
sobre  la  dicha  cibdad  de  Izcucan  á  las  diez 
horas  del  día,  y  estaba  despoblada  de 
inugeres  6  gente  menuda,  é  dentro  en 
•  •lia  cinco  ó  seys  mili  hombres  de  guerra 
bien  aderescados.  Pero  como  &  los  espa- 


ñoles é  su  exército  avia  Dios  proveydo  du 
capitán  general ,  en  quien  concurrían  las 
calidades  que  Cirio ,  rey  de  Persia,  decía, 
«  quel  officio  del  príncipe  ha  de  ser  sobre- 
pujar á  los  otros  de  prudencia,  consejo, 
industria  é  fatiga,  no  ociosidad  é  quietud 
é  voluptad  »  (odas  estas  buónas  partes 
cabían  en  la  persona  de  Hernando  Cortés: 
el  qual ,  como  buen  soldado  y  experto  ca- 
pitán ,  assi  como  los  enemigos  comenca- 
ron  á  defender  su  cibdad ,  yba  él  informa- 
do é  guiado  para  entrar  por  la  parte  que 
mejor  entrada  tenia ;  é  ordenadas  sus  es- 
quadras,  cómo  los  nuestros  comentaron 
á  pelear  con  ferocíssimo  ímpetu ,  los  con- 
trarios desampararon  sus  estangias  é  se 
pusieron  en  huyda.  E  siguiéronlos  de  tal 
manera  é  con  tanta  priessa  por  toda  la 
cibdad,  que  á  muchos  hicieron  salir  por 
encima  de  los  adarves  á  mas  que  de  passo 
é  acogerse  á  un  rio,  que  por  otra  parte 
la  cerca  toda,  del  qual  tenían  quebradas 
las  puentes,  é  por  esto  se  detuvieron  algo 
en  passar;  pero  con  toda  essa  dificultad 
se  siguió  el  alcance  bien  legua  y  media:  ó 
yba  tan  ensangrentada  la  vitoria ,  que  es- 
caparon muy  pocos  de  aquellos  del  núnie- 
ro  ya  dicho,,  que  avian  quedado  en  guar- 
da de  la  cibdad.  A  la  qual  tornando  Her- 
nando Cortés,  envió  dos  indios  naturales 
della,  que  estaban  pressos,  á  que  hablas- 
sen  á  las  personas  principales  huydos  de 
la  cibdad  (porque  el  señor  della  se  avia 
ydo  con  los  de  Culua ,  que  estaban  allí  en 
guarnición],  para  que  los  higiessen  volver 
á  su  cibdad,  prometiéndoles  de  parle  del 
Rey,  nuestro  señor,  que  si  leales fuessen, 
que  demás  de  ser  perdonados  de  su  re- 
belión, serian  muy  bien  Iniciados  é  favo- 
recidos. Aprovechó  tanto  esta  amonesta- 
ción é  seguro,  (pie  desde  á  tres  dias  vi- 
nieron personas  principales  pidiendo  per- 
don  de  su  yerro  é  diciendo  que  uo  avian 
podido  hacer  otra  cosa  ni  su  voluntad, 


i   Xenofbute,  lib.  I. 


DC  INDIAS.  L1B. 

porque  su  señor  les  mando  lo  que  avian 
hecho,  é  que  prometían  de  ubi  adelante, 
pues  que  su  señor  se  avia  ydo  é  los  avia 
dexado,  de  déxar  ellos  á  61  é  servir  al 
Rey  de  Castilla,  nuestro  señor,  muy  bien 
(i  lealmenle.  • 

Las  leyes  pérsicas  eran  fundadas  prin- 
cipalmente en  do-i  cu-as':  la  primera  en 
enseñar  <i  los  hombres  á  obedescer,  é  la 
Begonda  en  mostrar  á  los  príncipes  á  man- 
dar los  subditos:  sin  dubda  Hernando 
Corles  lovo  en  esto  especial  gracia,  por- 
que como  principal  capitán  sabia  mandar 

bus  exórcjtpe ,  é  á  los  que  nuevamente  ve- 
nían á  la  obidiencia  toa  enseñaba  a  obe- 
descer con  balados  é  palabras  dulces,  é 
con  dádiva-  é  gratificaciones,  quando  con- 
venía. K  tan  manso  é  benigno  era  en  la 
paz  como  áspero  é  resejo  punido?  de  tos 

(pie  con  el  cuchillo  a\iau  de  ser  corregí- 
dos.  K  assi  en  este  fecho  él  se  dio  tan  buen 
recabdo,  que  aseguro  los  fugitivos  de  tal 
manera,  que  se  vinieron  á  sus  casa-  é 
truxeron  sus  inugcros  é  liijos,  (pie  estaban 
derramados  en  otros  lugares  é  villas  de 

sus  parciales,  é  mandóles  que  hablas-cn 

ñ  los  otros  alterados  ó  contrarios,  para 

que  se  viniessen  al  servicio  del  lley  é 
amistad  de  los  chripslianos ,  perdonándo- 
les las  co-as  pas>adas,  si  ;issi  lo  hiciessen, 
con  apeirebiniienlo  (pie  no  lo  haciendo,  se 
les  baria  cruda  guerra.  íl  assi  desde  á  dos 
dias  se  torno  á  poblar  la  cibdad  di;  Izcu- 
can;  é  los  sufragáneos  á  ella  é  otros  sus 
comarcanos  vinieron  á  se  ofresrer  por  vas- 
Millos  del  [ley  de  Castilla  .  6  quedó  toda 
aquella  provincia  segura  é  por  confedera- 
dos' é  amigos  con  los  de  Guacachula.  É 
porque  ovo  cierta  diferencia  sobre  a  quien 
pertenescia  el  señorío  de  aquella  provin- 
cia é  cibdad  dé  Izcucan  por  ausencia  del 
que  se  avia  ydo  á  México,  non  obstante 
los  diverssos  paresceres  é  contradiciones 
é  parcialidades  entre  un  hijo  bastardo  del 


XXX1U.  CAP,  XVI.  3H 

señor  natural  de  la  tierra,  que  avia  se  ydo 
muerto  por  Montecuma  é  puesto  el  que  á 
la  sacón  era ,  é  cassádole  con  una  sobrina 
suya,  y  entre. un  nieto  del  dicho  señor 
natural,  hijo  de  su  hija  legitima,  que  es- 
taba casada  con  el  señor  de  Guacachula, 
¿avian  ávido  aquel  hijo,  nieto  del  dicho 
señor  natural  de  Izcucan;  se  acordó  en- 
trellos  que  heredasse  el  dicho  señorío 
aquel  hijo  del  señor  de  Guacachula  ,  que 
por  legitima  huía  de  los  señores  de  allí  le 
pertenescia ,  puesto  quel  otro  fuesse  hijo, 
que  por  ser.  bastardo  no  debia  ser  señor. 
V.  assi  quedó  esto,  y  en  pressencia  de  Cor- 
tés obedescíeron  á  aquel  muchacho,  (pie 
era  de  edad  de  diez  años  :  e  mando  Cortés 
que  pues  no  tenia  edad  para  gobernar, 
que  aquel  su  tiq  bastardo  ó  otros  tres 
principales,  el  uno  de  la  cibdad  de  Gua- 
cachula é  los  dos  de  la  cibdad  de  Izcucan, 
fuessen  gobernadores  de  la  tierra  6  tovies- 
sen  el  muchacho  en  su  poder  hasta  tanto 
que  fuesse  di;  edad  para  gobernar  su  Es- 
tado. 

Aquella  cibdad  de  Izcucan  será  de  has- 
ta quatro  mili  vecinos:  la  (pial  es  muy 
concertada  en  sus  calles  6  tracto,  é  hay 
en  ella  cient  casas  de  oratorios  ó  templos 
muy  fuertes,  con  sus  torres,  las  quales 
todas  se  quemaron.  Está  assentada  en  un 
llano  á  la  halda  de  un  cerro  mediano, 
donde  tiene  muy  buena  fortaleza;  é  por 
la  otra  partid  de  hácia  el  llano  está  (¿crea- 
da de  un  rio  hondo,  que  passa  junto  al 
muro,  y  está  circuyda  de  la  barranca  del 
rio,  que  es  muy  alta,  é  sobre  la  barranca 
fecho  un  pretil,  toda  la  cibdad  en  torno, 
tan  alto  como  un  estado,  y  encima  de 
aquella  cerca  estaban  muchas  piedras 
sueltas  para  su  defensa.  Tiene  un  valle 
redondo  muy  fértil,  de  diverssas  fructas 
é  mucho  algodón ,  y  en  ninguna  parte  de 
los  puertos  arriba  se  hagen,  por  la  grand 
frialdad,  é  allí  es  tierra  abrigada  é  calien- 


i    Xenofonte,  lib.  I. 


342 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


te ,  á  causa  que  está  amparada  de  las  sier- 
ras circunstantes.  Todo  aquel  valle  se  rie- 
ga por  muy  buenas  acequias  ,  que  tienen 
tan  bien  sacadas  é  concertadas  quanto 
en  parle  del  mundo  se  puede  hacer. 

Allí  estovo  Hernando  Cortés  hasta  de- 
xar  muy  pacífica  y  en  quietud  é  muy  po- 
blada aquella  cibdad:  en  el  q'ual  tiempo 
vinieron  allí  á  se  ofrescer  por  vassallos 
del  Roy,  nuestro  señor,  los  señores  de 
dos  cibdades,  la  una  llamada  Guaxocin- 
go,  é  la  otra  está  diez  leguas  de  la  de  Iz- 
cucan ,  é  son  fronteras  de  la  tierra  de  Mé- 
xico. É  también  fueron  cnibaxadores  de 
ocho  pueblos  de  la  provincia  Coastoaca, 
(píos  una  de  quien  la  historia  ha  fecho 
mención ,  qu.e  la  avian  visto  los  españoles 
que  Cortés  envió  á  buscar  oro  a  la  pro- 
vincia de  Culua,  donde  y  en  la  de  Tama- 
rilla ,  porque  está  junio  á  ella ,  se  dixo  que 
avia  muy  grandes  poblaciones  é  casas  muy 
bien  obi  ndas .  de  mejor  cantería  que  en 
ninguna  de  aquellas  parles  se  avia  visto. 
La  qual  provincia  de  Coastoaca  está  qua- 
rentá  leguas  de  allí  de  henean ;  é  los  natu- 
rales de  los  dichos  ocho  pueblos  se  ofres- 
cieron  por  vassallos  de  Céssar,  como  Rey 
de  Castilla,  édkoron  (pie  oíros  quatro  lu- 
gares  que  restaban  en  la  dicha  provincia, 
vernian  muy  presto  a  hacer  lo  mesmo.  É 
pidieron  perdón  á  Cortés,  porque  antes  no 
avian  venido,  por  temor  de  los  de  Culua; 
pero  quellos  nunca  avian  tomado  armas 
contra  los  chripslianos  ni  avian  scydo  en 
muerte  de  ningún  español,  é  que  siempre, 
después  que  se  avian  ofrescido  al  servir 
i  ni  de  Su  Magostad  Cessárea,  avian  seydo 
buenos  ('■  leales  vassallos  suyos  en  sus  vo- 
luntades.; pero  que  no  las  avian  osado 
mostrar,  de  lemor  de  los  de  Culua.  De 
manera  que  segund  Cortés  escribió  en 
aquella  sacón  dixo  que  en  breve  tiempo 
pensaba  cobrar  lo  perdido,  é  tornar  a"  re- 
ducir l.i  grana  cibdad  de  Temistitan  a  la 
obidiencia  de  Céssar,  por  tuerca  de  armas 
ó  por  su  industria. 


De  aquellos  que  fueron  presaos  en  la 
cibdad  de  Guacachula ,  en  especial  de 
aquel  herido,  de  quien  se  higo  mención  de 
susso ,  supo  Hernando  Cortés  muy  entera- 
mente las  cosas  de  la  cibdad  de  Temisli- 
tan ,  é  cómo  después  ée  la  muerte  de 
Montecuma,  subcedió  en  el  señorío  un  her- 
mano suyo,  señor  de  la  cibdad  de  Iztapa- 
Iapa,  que  se  llamaba  Gualimucin:  é  sub- 
cedió en  el  señorío,  porque  murió  en  las 
puentes  el  hijo  de  Montecuma ,  que  here- 
daba el  señorio,  ó  otros  dos  hijos  suyos 
que  quedaron  vivos,  el  uno  era  loco  ó 
mentecapto,  y  el  olro  perlático,  é  inhábiles 
por  sus  enfermedades.  É  desla  causa  de- 
cía aquel  indio ,  é  fue  verdad ,  que  avia 
heredado  aquel  hermano  de  Montecuma, 
é  también  porque  era  buen  capitán  é  de 
mucho  esfuerco,  y  él  avia  hecho  la  guer- 
ra á  los  españoles,  y  era  tenido  por  muy 
valiente  hombre  é  de  mucha  prudencia. 
Supo  assimesmo  Cortés  cómo  se  fortales- 
cia  en  la  grand  cibdad  y  cu  todas  las  otras 
de  su  señorio,  é  que  se  hacían  muchas 
percas  é  cavas  é  fosados  é  reparos,  é  mu- 
chos géneros  de  armas ,  en  especial  lan- 
gas luengas,  como  picas,  para  los  caballos, 
6  ya  se  avian  visto  algunas  dolías  con  que 
pelearon  los  indios  en  la  provincia  de  Te- 
poaca ,  y  en  los  ranchos  é  apossenlos,  que 
la  gente  de  Culua  tovieron  en  Guacachula, 
se  hallaron  muchas  dolías. 
'  Después  que  de  lodo  lo  que  pudo  fué 
bien  informado  Corles,  envió  á  esta  Isla 
Española  ó  á  las  otras  que  están  en  esta 
mar  pobladas  de  chripslianos,  por  caballos 
6  gente  para  su  socorro ,  é  por  pertrechos 
é  armas,  é  otras  cosas  tocantes  á  la  guer- 
ra ,  con  pensamiento  do  pugnar  en  redu- 
cir á  Temistitan  al  estado  en  que  ya  él  tu- 
vo aquella  cibdad  por  Su  Magostad.  L  (lió 
órden  cómo  se  hiciessen  lre(:e  berganti- 
nes para  entrar  por  la  lagaña,  ó  so  llevas- 
sen  por  tierra  en  piceas  ó  quadernás^  ó  á 
la  lengua  del  agua  se  ligassen,  (piando 
conviniesse :  ó  hico  huccr  clavacon  é  to- 


DE  INDIAS.  LID. 

do  lo  que  fué  nescessario  para  ellos. 

En  este  tiempo  supo  Cortés  cómo  a  la 
villa  de  la  Veracruz  avia  llegado  una  cara- 
vela  pequeña  con  hasta  trevnta  hombres, 
la  qual  yba  en  busca  de  la  gente  que 
Francisco  de  Caray  avia  llevado  á  aque- 
llas parles ;  é  llevaba  tanta  nescessidad 
aquel  navio,  que  si  allí  no  fuera  socorrido, 
morieran  de  sed  é  hambre  :*é  súpose  de 
■aquellos  cómo  avian  allegado  al  rio  de 
Panuco,  y  estado  en  el  trevnta  días  sur- 
gidos, é  no  vieron  gente  en  el  rio  ni  en 
la  tierra  ,  de  que  se  creyó  que  á  causa  de 
lo  subcedído,  se  avia  despoblado  aquella 
tierra.  K  también  diveron  los  dr  aquella 
caravela  que  Irás  ellos  avian  de  yr  otros 
dos  navios  del  dicho  Francisco  de  Caray 
con  gente  é  caballos,  6  que  creían  que 
serian  ya  passados  la  costa  abato;  é  por- 
que  no  les  acacsf  iesse  otro  semejante  da- 
ño, como  intervino  á  los  primeros,  prove- 
yeron de  enviar  desde  la  villa  de  la  Vera- 
cruz  la  meama  caravela  á  buscarlos,  6  que 
.  se  viniessen  á  la  Veracruz ,  é  que  los  es- 
perasse  allí  aquel  capitán,  ([tic  envió  Fran- 
cisco de  Caray  primero. 

Kn  esta  mesma  sacón  aquel  (iualimucin, 
que  se  dixo  que  sabeedió  en  el  señorío  á 
Montecuma,  proveyó  por  todo  su  señorío 
ó  hico  saber  á  lodo-  SOS  va-sallos  que  les 
hacia  gracia  por  un  año  de  lodos  los  ser- 
vicios é.  tributo-;  que  eran  obligados  á  le 
hacer,  con  tanto  que  por  todas  las  mane- 
ras 6  vías  que  pudiessen ,  fuesse  hecha 
cruel  guerra  á  lodos  los  chripstianos  hasta 
los  matar  ó  echar  de  toda  la  tierra ;  é  que 
assimesmo  la  hiciessen  á  lodos  los  natu- 
rales que  fuessej  amigos  6  confederados 


XXXIII.  CAP.  XVI.  343 

suyos  de  los  dichos  chripstianos.  Y  estos 
confederados  con  los  nuestros  cada  dia 
pedían  socorro  á  Corles  de  muchas  partes 
contra  los  de  Culua ,  porque  les  hacían 
guerra  á  causa  de  sii  alianca  é  amistad,  y 
él  no  podía  socorrer  á  todas  parles,  como 
quisiera,  por  la  falla  de  gente  española: 
(jue  eran  pocos  los  nuestros. 

Kn  esta  relación  dice  Cortés  que  por  la 
mucha  similitud  que  aquella  tierra  tiene 
con  Kspaña,  assi  en  fertilidad  como  en  su 

grandeca ,  y  en  la  templanca  é  fríos  quo 
en  ella  hacen,  y  en  olías  muchas  cosa3 
le  parescia  ,  que  se  debía  nombrar  la  Sue- 
va España  del  mar  Océano;  é  assi  en  nom- 
ine de  Su  Mage-tad  le  puso  este  nombre, 
é  suplicó  al  Emperador  lo  oviesse  por 
bien  é  lo  aprobasse,  é  assí  se  hico.  Non 
obstante  que  lo  uno  de  lo  Otro  es  muy  di- 
ferente en  sus  climas  é  alturas,  porque  la 
parle  más  septentrional  de  la  Nueva  lis- 
paña  en  el  rio  Panuco,  por  cerca  del  qual 
passa  Ó  junto  á  él  la  línia  del  trópico  de 
cáncer,  que  está  en  veinte  y  tres  grados 
y  medio  desta  parte  de  la  línia  equino- 
cial.  c  la  parle  que  K-paña  liene  mas  me- 
ridional es  el  estrecho  de  Gibraltar,  y  ese 
está  en  treynta  y  seys  grados  desta  parte 
de  la  línia  del  Kquinocio;  assi  que  es  muy 
grande  la  diferencia,  que  son  doce  gra- 
dos y  medio  de  Norte  á  Sur.  allende  de 
las  muchas  leguas  é  camino  longuissiino 
que  hay  del  Leste  al  Hueste.  Pero  baste 
que  la  voluntad  de  Üéssar  fué  que  assi  se 
llamare  la  Nueva  Kspaña,  en  los  quales 
reynos  se  incluyen  muchas  6  grandes  pro- 
vincias, que  la  historia  ha  memorado  é  las 
que  adelante  se  nombrarán. 


344 


hiStoria  general  y  natural 


CAPITULO  XVII. 

Desde  el  qual  tracta  la  historia  el  subcesso  de  la  conquista  de  la  Nueva  España,  c  la  recuperación  de  la 
grand  cibdad  de  Temislilan  *,  é  oirás  cosas  anexas  al  verdadero  discurso  de  la  relación  é  tercera  caria  que 
al  Emperador  Rey,  nuestro  señor,  Corles  le  envió  ,  dándole  cuenta  é  racon  de  lo  subcedido  después  de  to- 
do lo  ques  dicho  hasta  fin  del  capitulo  precedente.  ' 


Uno  de  aquellos  navios  que  se  espera- 
ban del  adelantado  Francisco  de  Garay, 
de  quien  avia  dado  noticia  el  navio  que 
se  dixo  eq  el  capítulo  de  susso,  llegó  al 
puerto  de  la  villa  de  la  Yeracruz ,  en  el 
qual  venia  un  capitán  con  hasta  cien- 
to é  veynte  hombres;  é  allí  se  informó 
como  los  del  adelantado  Francisco  de  Ga- 
ray ,  que  antes  avian  ydo ,  avian  seydo 
desbaratados,  é  hablaron  con  el  capitán 
que  se  halló  en  el  desbarato ,  é  Ies  certi- 
ficó que  si  yban  al  rio  del  Panuco,  resci- 
birian  mucho  daño  de  los  indios.  Y  estan- 
do assi  en  el  dicho  puerto  con  determina- 
ción de  yrse  al  rio ,  se  levantó  un  temporal 
é  viento  tan  rescio  y  súbito,  que  hico  á  la 
nao  salirse  de  allí  quebradas  las  amarras, 
ó  fué  á  tomar  puerto  doce  leguas  la  costa 
arriba,  en  un  puerto  que  se  dice  Sanct 
Johan,  é  saltó  toda  la  gente  en  tierra,  6 
sacaron  siete  ú  ocho  caballos  é  otras  tan- 
tas yeguas  que  traían,  é  dieron  con  la  nao 
al  través  en  la  costa ,  porque  hacia  mucha 
agua.  E  como  esto  fué  fecho  saber  al  ca- 
pitán Hernando  Cortés,  díó  muchas  gra- 
cias á  Dios,  porque  paresia  que  de  su 
poder  absoluto  le  comencaba  á  yr  el  so- 
corro: é  luego  escribió  al  capitán  de  aque- 
lla gente,  haciéndole  saber  ó  mostrando 
por  su  letra  que  le  avia  pessado  de  lo  sub- 
cedido,  é  quél  enviaba  a  decir  a  su  te- 
niente de  la  villa  de  la  Yeracruz  que  al 
dicho  capitán  é  a  la  gente  que  llevaba  li  s 
hic/iessc  buen  acogimiento  é  les  diesse  to- 
do lo  que  oviesse  menester,  é  que  le  dí- 

•  En  cilc  silio  suprimió  Oviedo  algunas  eláiutl- 
subu,  que  por  no  ser  «le  grande  ¡Hieren  para  la  hit- 


xessen  á  él  é  á  ellos  que  viessen  lo  que 
determinaban ,  é  que  si  todos  ó  algunos 
dellos  quisiessen  volver  á  las  islas  con  los 
navios  que  allí  estaban,  que  se  les  diesse 
licencia  é  fuessen  despachados  a  su  pla- 
cer :  y  el  dicho  capitán  é  los  que  con  el 
vinieron  determinaron  de  se  quedar  é  yr 
adonde  Cortés  estaba ,  y  él  los  acogió  ó 
rescibió  muy  bien.  É  del  otro  navio  que 
con  este  esperaban  no  sabian  cosa  algu- 
na ,  antes  se  temia  que  era  perdido. 

Y  estando  Hernando  Cortés  para  se  partir 
de  aquella  provincia  de  Tepeaca,  supo  có- 
mo los  de  las  provincias  dcCecatamí  éXar 
lacingo ,  que  son  subjetas  al  señor  de  Te- 
mistitan,  estaban  rebelados:  é  como  aque- 
llo es  el  camino  de  la  villa  de  la  Yeracruz 
para  Tepeaca,  avian  muerto  algunos  espa- 
ñoles, é  los  naturales  aleados  estaban  de 
mal  propóssito;  é  por  asegurar  este  cami- 
no é  castigar  los  malhechores,  si  no  qui- 
siessen la  paz,  envió  Cortés  un  capitán 
con  veynte  de  caballo  é  doscientos  peo- 
nes ó  con  gente  de  los  amigos:  y#  encar- 
góle é  mandóle  de  parte  de  Su  Magestad 
que  requiriesse  á  los  naturales  de  aque- 
llas provincias  que  viniessen  a  la  obidion- 
ria  é  servicio  del  Rey,  como  primero  lo 
avian  hecho,  é  que  con  toda  templanca  se 
oviesse  con  ellos,  si  qu^iesson  la  paz  ,  ó 
si  no,  que  se  Ies  hic'iesse  la  guerra;  é  que 
fecha  é  allanadas  aquellas  dos  provincias, 
se  volviesse  con  toda  la  gente  á  la  cibdad 
de  Tascalteca,  adonde  Cortés  les  estaría 
esperando.  E  assi  se  partió  este  capitán 

loria,  no  trasladamos  d  la  présenle  nota. 


DE  INDIAS.  LUI.  XXXIII.  CAP:  Mil. 


entrante  el  mes  do  di'.-u-mhn!  del  uño  do 
mili  6. quinientos  y  vcyntc  para  aquellas, 
provincias ,  que  eslán  veyntc  leguas  do 
Tepeaca;  é  mediado  aquel  mes  se- partió 
Cortés  de  la  villa  de  Segura  de  la  Fronte- 
ra, ques  ea  la  dicha  provincia  de  Tepea- 
ca ,  é  dexó  en  ella  un  capitán  con  sessenla 
tiouiluvs,  porque  lo*  naturales  de  allí  so 
lo  rogaron  rnuclro,  y  envió  toda  la  gente 
de  pie  á  la  rilnl.nl  de  rascadera,  adonde 
se  hacían  los  bergantines,  que  está  de 
l'opeaca  nueve  ó  diez  leguas.  E  Cortés  con 
ve\  ule  de-caballo  lite -aquel  (lia  á  dormir  á 
la  cibdad  de  Chulula .  |x>rquo  los  natura- 
lesdella  lo  dessealian,  porque  á  oaílsa  de  la 
enfennedad  de  la-  viruelas  i  que  tainliien 
coinprehendio  á  los  de  aquellas  tierras,  co- 
mo á  los  de  estas  nuestras  i-las),  eran 
muertos  muchos  señores  de  allí,  é  que- 
rían que  por  mano  de  Cortés  é  con  su  pa- 
rosorr  se  pnsiessen  otros  en  Uignr  de  I03 
defunctOS.  É  llegado,  fue  muy  bienrescc- 
liido,  é  dio  conclu-ion  é  contenlaniienlo 
en  este  negocio  á  placer  de  todos,  é  dió- 
les  á  entender  cuino  su  camino  era  para 

yr  á  entrar  de  guerra  en  las  provincias 
de  México  é  TémistHan :  é  rogóles  que 

pues  eran  vassallOS  de  Céssar,  é  COmO  la- 
Ies  avian  de  conservar  el  amistad  con  los 
clnipslianas,  e  los  chripstíanos  con  ellos 
hasta  la  muerte,  que  para  el  tiempo  con- 
viniente  nypdassen  con  gente,  é  que  los 
«^pañoles  que  Cortes  enviasse  á  su  tierra, 
fuessen  é  volviessen  por  ella  seguros,  c 
fuessen  Líen  tractados  como  amigos,  co- 
mo lo  (Man  obligados  á  lo  hacer;  é  assi  lo 
prometieron.  E  desde  á  dos  ó  tres  días  so 
partió  Cortés  é  tornó  á  Tascalteca,  que 
está  seys  leguas  de  allí,  donde  estaban 
juntos  lodos  los  españoles  é  los  de  la  cib- 
dad ,  é  se  regocijaron  los  unos  é  los  otros 
con  su  venida.  El  siguiente  día  que  llegó, 
los  señores  de  la  cibdad  é  provincia  le 
fueron  á  hablar  c  decirle  cómo  Maxisca- 
Qin,  que  era  el  señor  principal  de  todos 

ellos,  avia  fallescido  de  aquella  enferme- 
TÓMO  III. 


dad  de  las  viruelas  ;  é  (pie  pues  aviasev- 
do  grande  y -especial  amigo  do  Hernando 
Cortés,  é  avia  dexado  un  hijo  de  hasta 
doce- ó  trece  años,  é  que  á  aquel  pcrle- 
nescia  el  estado  é  señorío  de  la  casa  del 
padre  ,  que  le  rogaban  que  como  á  tal  he- 
redero se  lo  diesse:  é  assi  lo  hico,  é  lo 
aprobó  por  tal  señor,  en  nombro  de  Su 
Magostad,  de  lo  qual  todos  quedaron  muy 
contentos  é  alegres. 

(guando  á  aquella  cibdad  llego  Corles, 
hallo  que  los  maestros  é  carpinteros  de 
los  bergantines  so  daban  mucha  priessa 

en  hacer  la  vigacton  é  tablacon  para  ellos, 
o  tenían  hecho  harta  parte;  é  luego  se 
envió  á  la  villa  de  la  Veracruz  |ior  la  cla- 
varon ó  jarcia  é  velas  é  cosas  nescessa- 
rias  para  ellos,  é  proveyóse  cómo  se  hi- 
ciesse  pez  en  una  sierra  cerca  de  allí,  pa- 
ra que  ninguna  cosa  faltass©  é  lodo  eslo- 
viosse  aparejado  al  tiempo  que  Cortés 
esloviesse  en  las  provincias  do  México  é 

Temistítan .  enviando  por  ellos  desde  allá, 

que  serán  diez  ó  doce  leguas  hasta  la  cib- 
dad de  Tascalteca.  E  dos  dias  antes  de 
Navidad  volvió  con  la  genio  de  pié  é  do 
caballo  aquel  capitán  que  avia  ydo  á  la-% 

provincias  doCacatamió  Xalacingo,é  aun- 
que algunos  naturales  dolías  avian  [¡olea- 
do con  los  españoles  que  allá  fueron,  al 
cabo  por  fuerza,  é  mejor  diciendo  por 
voluntad  de  l)ins%  \inioron  de  paz  ó  tru- 
xoron  algunos  señores  do  aquellas  pro- 
vincias: los  (piales,  no  embargante  su 
culpa  é  alzamiento  é  muertes  de  chrips- 
tíanos, porque  prometieron  ser  buenos  é 
leales  de  ahí  adelante,  fueron  perdona- 
dos, Ó  Cortés  los  envió  á  su  tierra  muy 
contentos.  E  desla  manera  se  concluyó 
aquella  guerra  ,  en  que  Dios  y  el  Rey  fue- 
ron muy  servidos  con  la  pacificación  di;  - 
los  naturales  de  allí ,  para  seguridad  do 
los  españoles,  quo  avian  de  yr  é  véniré 
cursar  por  las  dichas  provincias,  passando 
á  la  villa  de  la  Veracruz. 

El  segundo  dia  de  pasqua  de  Navidad 
44 


340 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


hico  reseña  ó  alarde  Hernando  Cortés  en 
la  cibdad  de  Tascaltcca,  é  hallóse  con 
qnarenta  de  á  caballo  é  quinientos  é  gin- 
qüenta  peones ,  los  ochenta  dellos  balles- 
teros y  escopeteros ,  é  ocho  ó  nueve  tiros 
de  campo  pequeños,  é  con  menos  pólvo- 
ra que  ovieran  de  menester;  é  hico  de 
los  de  caballo  quatro  quadrillas  de  diez 
caballos  cada  una,  y  hecha  la  reseña,  é 
uno  por  uno  visitados,  con  mucho  placer 
ó  con  buenas  palabras,  é  gentil  é  alegre 
semblante,  el  capitán  general  Ies  hico  un 
razonamiento  de  aquesta  manera :  «Cava- 
lleros  é  hidalgos  é' amigos":  excusado  es 
que  gastemos  tiempo  en  palabras,  pues  que 
soys  españoles,  é  tan  amigos  y  experi- 
mentados de  las  obras ,  assi  naturalmen- 
te por  la  gracia  especial  que  Dios,  Nues- 
tro Señor,  puso  en  nuestra  nación  de  Es- 
paña ,  como  por  la  libertad  y  esfuerco 
particular  de  vuestras  personas.  Ya,  se- 
ma-es, sabeys  ó.  os  es  manifiesto  cómo 
vosotros  ó  yo,  por  servir  al  Emperador 
Rey,  nuestro  señor,  assentamos  ó  pobla- 
mos en  esta  tierra,  é  los  naturales  della 
se  dieron  por  vassallos  de  Su  Magostad, 
<é  como  tales  perseveraron  en  su  real  ser- 
virio  algún  tiempo,  resci  hiendo  buenas 
ulnas  di'  nosotros  é  nosotros  dellos,  has- 
ta que  sin  causa  los  naturales  de  Culua 
(que  son  los  de  la  grand  cibdad  de  Temis- 
titao,  6  los  tío  todas  las  otras  provincias 
A  ella  subjelas)  no  solamente  se  rebela- 
ron contra  Su  Magestad  é  se  apartaron  de 
la  plevtesia.é  obidiencia  que  debían,  mas 
aun  mataron  muchos  chripstianos,  deudos 
é  amigos  nuestros  6  de  nuestra  nación, 
que  en  servició"  de  Céssar  en  nuestra  com- 
pañía, sirviéndole,  militaban;  é  nos  echa- 
ron fuera  de  toda  su  tierra  con  mano  ar- 
mada, persiguiéndonos  todo  lo  que  pu- 
dieron por  nos  malar  á  lodos  los  que  de 
su  trayeion  6  crueldad  escapamos,  con 
tanto  traba XO  como  visteys  é  padescisteys 
vosotros  c  yo.  E  por  tanto  es  racon  que 
os  acorde yá  de  tan  grande  é  señalada  in- 


juria ,  é  mireys  quánto  conviene  al  servi- 
cio de  Dios  é  de  Su  Magestad ,  é  de  la  co- 
rona ó  ceptro  real  de  Castilla ,  é  á  nuestro 
proprio  honor  é. vidas  é  reputación,  que 
por  nuestra  espada  propria  se  torne  á  co- 
brar lo  que  perdimos,  pues  que  para  ello 
hay  de  nuestra  parto  muy  justas  é  peren- 
torias causas  é  racones:  lo  uno  peleare- 
mos en  aumento  do  nuestra  sagrada  ó 
sancta  fée  cathólica  contra  gente  bárbara 
é  infiel ,  sirviendo  á  Dios  é  á  nuestro  so- 
berano Rey  é  señor;  lo  segundo  asegu- 
rarse han  nuestras  personas ;  é  lo  otro  ter- 
nemos  en  nuestra  ayuda  muchos  indios 
naturales  destas  partes,  que  son  nuestros 
amigos  c  confederados,  ó  que  son  enemi- 
gos de  largo  tiempo  de  nuestros  advers- 
sarios ,  ques  mucha  parte  para  el  funda- 
mento y  esperanca  de  la  victoria.  É  para 
que  nuestros  amigos  estén  confiados  de- 
lla, ruégoos,  señores  é  amigos  é  compa- 
ñeros mios,  que  os  alegreys  é  useys  de 
vuestro  esfuerco  natural  é  acostumbrado, 
para  poner  en  efetto  esta  sancta  guerra. 
É  poique  yo  he  fecho  é  ordenado  ciertas 
ordenanzas  para  la  buena  órden  y  exer- 
eicio  y  execucion  dcsta  empressa  ,  oydlas 
é  complidlas,  pues  todas  ellas  son  justas 
é  convinientes  á  todos  nosotros,  é  tan  nes- 
cessarias  quanto  por  ellas  vereys. » 

E  conmucho  silencio  é  atención  estando 
todos,  un  pregonero  en  alta  voz  las  pregonó 
públicamente;  é  acabado  el  pregón,  Her- 
nando Cortés  replicó,  añadiendo  á  lo  que 
se  contenía  en  aquellos  capítulos ,  que  les 
rogaba  (pie  guardassen  é  compliessen  todo 
lo  que  se  les  avia  notificado  en  aquel  pre- 
gón ;  é  assi  se  lo  mandó  de  parte  del  Em- 
perador, nuestro  señor,  só  las  penas  en 
que  incurren  los  inobidientes  a  la  órden 
militar.  E  todos  unánimes  prometieron  de 
lo  guardar  é  complir  de  buena  voluntad, 
6  de  no  se  apartar  dello,  poniendo  las  vi. 
das  en  servicio  de  Dios  é  de  Céssar  hasta 
cobrar  lo  perdido  6  vendar  tan  grand  tray- 
eion é  injurias  como  avian  rescebido  do 


DK  INDIAS.  I.llt.  XXXIII.  CAP.  XVII. 


317 


los  de  Temistitan  6  sus  aliados.  Y  el  ca- 
pitán Hernando  Corles  se  lo  agradeció  é 
(uvo  en  servicio  do  parle  del  Emperador, 
nuestro  señor,  é  de  la  suya  les  dio  las 
gracias  con  mucho  placer,  como  pruden- 
te caudillo;  é  con  esto  se  passó  aquel  día, 
que  fué  cosa  mucho  de  ver,  assi  consido- 
rando  la  voluntad  e  ohra  que  los  españo- 
les en  eslo  mostraron,  como  en  ver  el 


exércjto  lucido  de  los  amigos  confedera- 
dos, que  ya  eran  de  mucho  número,  é 
mus  dispuesta  é  lucida  é  ataviada  gente 
á  su  costumbre ,  con  hermosas  rodelas, 
giiarnesoidas  de  oro  muchas  dolías,  é  muy 
lindóse  ricos  penachos,  é  muchas  joya* 
de  Oro  é  plata  sobre  sus  personas ,  y  en 
las  astas  é  guarniciones  de  sus  armas. 


CAPITULO  XVIII: 

En  que  »e  Irada  lo  que  Hernando  Cortas  dcxó  proveydo  para  la  difinii,ion  de  los  bergantines,  que  se  haeian 
para  comhalir  por  la  laguna  la  grand  ciudad  de  Temistilpn  ;  i  cómo  se  partió  contra  ella  c  los  de  (Juina  *;  á 
de  la  victoria  que  ovieron  contra  los  de  la  ciudad  de  Izlapalapa ,  que  fué  un  Techo  muy  notable,  <i  glorioso 
principio  para  esperar  el  tita  victorioso,  que  dcsla  guerra  adelante  se  consiguió. 


B  )<i-  diaa  después  de  la  Natividad  de 

nuestro  Kedoinplor.  que  fue  señaladaineu- 
le  dia  del  glorioso  Sanet  Johan  Kvangolis- 
t.i ,  hieo  el  capitán  Hernando  Cortés  lla- 
mar á  lodos  los  señores  de  la  provincia 
de  Taseallcca,  é  juntados,  les  di\o  que  ya 
sabían  cómo  él  se  avia  de  partir  otro  día 
para  entrar  en  la  tierra  de  los"  enemigos, 
e  que  la  cihdad  de  Temistitan  no  se  podía 
ganar  sin  los  bergantines  que  otaban  ha- 
ciendo: por  lanío  los  rogaba  (pie  á  los 
maestros  dellos  o  á  los  españoles  que  allí 
doxaba,  los  diossen  lo  que  oviessen  me- 
nester,  é  les  hiciessen  el  buen  traelamien- 
to  (pie  siempre  los  avian  hecho .  é  que  es. 
toviessen  aparejados  para  (piando  el  des- 
de la  cihdad  de  Thesayeo,  ~¡  Dios  |e  díesse 
victoria,  onviasso  por  la  ligaron  o  tabla* 
c;on  é  otros  aparejos  de  los  dichos  ber- 
gantines, pues  que  en  ello  servirían  mu- 
cho á  Céssar,  y  él  los  quedaría  de  su  parle 
muy  obligado  en  ello.  Y  ellos  le  prome- 
tieron que  assi  lo  liarían,  é  que  también 
querían  que  desde  luego  fuesse  gente  de 
guerra  suya  á  acompañar  á  Cortés  ó  Ser* 
vir  al  Emperador;  é  que  para  quando  los 

*  En  el  original  se  lee ,  aunque  lachado  de  ma- 
no del  autor:  «E  cómo  passú  el  puerlo  fie  Thesmo- 
Inca  oonmucha  dificultad ,  é  de  lo  que  intervino  :i 


herganfinea  fuessen,  todos  yrian  con  toda 
quanta  gente  oviesse  en  su  tierra ,  por- 
que querían  morir  donde  él  muiiesse,  ó 
vengarse  de  los  de  Culua,  sus  capitales  é 
antiguos  enemigos.  E  Otro  dia  siguiente, 
que  se  contaron  vcynle  y  ocho  dias  de 
diciembre,  dia  de  los  [nocentes,  se  par- 
lio  de  allí  el  exórcito  de  los  chripstianos 
con  toda  la  genio  o  mucha  orden,  o  fue- 
ron á  dormir  soys  leguas  de  Tascalleca, 
en  una  población  que  se  dice  Tcsmoluca, 
ipies  en  la  provincia  do  GtiaX.O£ÍDgO,  los 

naturales*de  la  qual  tenían  é  tovieron 
siempre  la  nicsma  amistad  é  confedera- 
ción é  buena  é  leal  amícjeia  que  los  de 
rascalteca  ¡  é  allí  repossaron  aquella  no- 

che.  Pues  como  Hernando  Corles  a\ ¡a  sa- 
bido que  los  de  las  provincias  de  México 
é  Temistitan  aparejaban  muchas  armas 
e  defensas  do  cavas  o  alhamidas  é  mer- 
cas para  ta  resistencia  de  la  entrada  de 
los  españoles,  é  los  contrarios  sabian  que 
Hernando  Cortés  é  su  gente  tenían  volun- 
tad de  revolver  sobrellos,  avia  Cortés 
considerado  todo  esto,  é  no  ynorando 
quán  mañosos  eran  los  adverssarios ,  (• 

los  españoles  ó  su  capitán  general  en  la  cihdad  de 
Thesayco,  que  está  á  M'j's  leguas  de  Temisiilau  por 
la  laguna»,  ele. 


348 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


desvelándose,  congect arando  por  dónde 
podría  entrar  para  tomar  con  algún  des- 
cuydo  al  enemigo,  el  qual  tenia  noticia 
que  los  chripstianos  sabian  tres  caminos  ó 
entradas  para  poder  dar  en  su  tierra ;  por 
tanto  acordó  Cortés  entrar  por  la  via  de 
Tesmoluca ,  porque  es  el  puerto  más  agrio 
y  entrada  más  dificultosa  que  las  otras  ,  é 
creía  que  por  allí  no  hallaría  mucha  re- 
sistencia ,  ni  los  enemigos  estarían  tan  so- 
bre aviso  por  la  dispusieron  natural  é  ás- 
pera  de  la  tierra  en  aquella- parte. 

Otro  dia  después  de  los  Inocentes, 
áviendo  óydo  missa  este  carbólico  exér- 
(ito,  se  encomendaron  todos  á  Dios,  é 
partieron  de  la  dicha  población  de  Tes- 
moluca, é  Cortés  tomó  la  delantera  con 
diez  de  caballo  é  sessenta  peones  ligeros 
y  escogidos  hombres  é  diestros  en  la  guer- 
ra, é  comentaron  á  seguir  el  camino,  el 
puerto  arriba ,  con  toda  la  orden  ó  con- 
cierto qué  les  fué  posible;  é  fueron  á  dor- 
mir á  quatro  leguas  de  la  dicha  pobla- 
ción en  las  cumbres  del  puerto,  que  era 
ya  término  de  los  de  Culua ;  é  aunque 
hacia  grandíssimo  frió  en  él ,  como  avia 
mucha  leña,  si-  remediaron  aquella  noche. 

Otro  dia .  domingo  por  la  mañana  ,  pro- 
siguieron su  camino  por  lo  llano  del  puer- 
to, é  Cortés  envió  quatro  de  á  caballo  é 
otros  tantos  peones  sueltos  para  dcscobrir 
la  tierra:  é  siguiendo  su  viage  comenta- 
ron de  Laxar  el  puerto,  é  los  de  á  caba- 
llo yban  delante,  é  luego  los  ballesteros 
y  escopeteros,  é  Irás  essos  en  su  órden 
la. otra  gente,  porque  siempre  se  sospe- 
chó (pie  los  contrarios  avian  de  salir  á  los 
rescibir  al  camino  en  alguna  celada  ó  mal 
passo.  É  cómo  los  .quatro  de  caballo  é 
qualro  peones  siguieron  su  camino,  ha- 
lláronle cerrado  de  árboles  c  rama  corta- 
dos, é  atravessados  en  el  mu\  grandes  é 
imicssos  pinos  é  acipreses,  que  parescia 
que  estonces  se  acababan  do  cortar;  é 
creyendo  qucl  camino  adelante  no  estaría 
de  aquella  manera  ocupado,  prosiguieron 


por  é] ,  é  quanto  más  yban,  más  gerrado 
estaba  de  la  manera  ques  dicho.  E  cómo 
por  todo  el  puerto  avia  espesas  arboledas 
c  matas  grandes,  con  mucho  trabaxo  é 
dificultad  passaban  aquel  estorbo ,  é  no 
sin  grand  temor,  sospechando  que  trás 
cada  árbol  estaban  los  enemigos,  porque 
avia  mucho  aparejo  para  ser  allí  desbara- 
tados los  nuestros,  porque  la  espesura  de 
los  grandes  árboles  no  diera  lugar  á  se 
aprovechar  de  los  caballos.  É  assi  aumen- 
tándoseles el  temor  é  multiplicándose  el 
impedimento  ques  dicho,  contrastando  á 
todo  la  propria  vergüenza  y  esfuerco  na- 
tural de  los  españoles,  é  de  su  'exército  ó 
diestro  capitán,  passaron  grand  parte  de 
aquélla  maloca  que  los  impedia,  quando 
uno  de  los  quatro  de  á  caballo  delanteros 
dixo  á  los  otros:  «Hermanos,  no  passe- 
mos  más  adelante,  si  os  paresco,  é  será 
bien  decir  al  capitán  el  estorbo  é  peligro 
que  hallamos  tan  grande,  en  que  todos  es- 
tamos, por  no  nos  poder  aprovechar  de 
I  >s  caballos:  é  si  no  os  paresce  que  se 
debe  hacer  como  lo  digo,  vamos  adelan- 
te, que  ofresoida  tengo  mi  vida  á  la  muer- 
te tan  bien,  como  todos,  hasta  dar  fin  á 
e  -la  jornada. »  Los  otros  respondieron  que 
buen  consejo  era  el  suyo;  pero  que  no  les 
parescia  (pie  débian  volver  al  capitán  has- 
la  ver  alguna  gente  de  los  enemigos,  ó 
saber  qué  tanto  turaba  aquel  empacho  y 
embaraco  del  camino.  É  assi  passaron 
adelante,  é  como  vieron  que  turaba  mu- 
cho, detuviéronse.,  é  con  uno  de  los  peo- 
ne- hiriéronle  saber  á  Corles  la  dispusi- 
rinii  mala,'  (pie  hallaban  para  proceder 
adelanto.  E  cómo  Corles  llevaba  la  a  van- 
guarda con  la  gente  de  á  caballo,  dixo 
(pie  no  era  posible  quel  estorbo  del  cami- 
no hi  aquel  impedimento  lurasse  mucho, 
e  prosiguió  por  aquellos  malos  passos,  y 
envió  á  mandar  á  los  de  la  retroguarda 

que  se  diessen  mucha  priessa  é  que  no  to- 
viessen  Temor,  que  presto  saldrían  á  lo 
rasso.  E  cómo  alcanzó  á  los  quáffn  do  á 


de  indias;  mi»,  w.mii.  cap.  xviii. 


349 


caballo  siguió  adelante,  avoque  cou  mu- 
cho trabara  é  incon viniente;  é  desde  a 
media  legua  plugo  á  Dios  que'baxaron  á 
lo  raso,  é  detúvose  allí  Cortés,  esperando 
la  gente.  1Í  cómo  allí  se  vieron ,  dieron 
muchas  gracias  á  Nuestro  Señor  por  ello; 
porque  en  la  verdad  estaba  tal  el  camino 
que  avian  passado,  que  era  para  espan- 
tar é  no  se  creer  (pie  hombres  lo  pudie- 
sen andar  sueltos,  quanlo  más  con  los 
caballos  y  en  tan  breve  tiempo,  lo  que  en 
mucho  avian  ataxado  ¡numerables  indios 
para  su  seguridad. 

I>e-de  allí  se  comentaron  á  ver  las  pro- 
vincias de  Qféxico. é  remistitaDj  qué  están 
en  las  lagunas  y  en  torno  dcllag  :  mas  aun- 
que holgaron  mucho  de  las  ver,  era  con 
mucha  tris  leca  mezclada  con  esse  goco, 
acordándose  del  daño  p;issado  que  avían 
en  aquellas  lagunas  e  prowncias  rescebi- 
do ;  y  entre  estos  extremos  de  placer  é 
dolor  se  juntó  una  y  ra  é  desseo  de  la  ven- 
ganza ,  de  tal  manera ,  que  deslas  tres 
ocasiones  prometieron  lodos  de  no  volver 
atrás  ni  salir  de  aquellas  provincias  >iu 
victoria,  ó  perder  en  ellas  las  vidas.  K  con 
esta  delcrminacion  juntada  la  esperanca 
de)  premio  é  de  ser  ricos  en  breve  tiem- 
po, yban  tan  confiados  Ó  alegres,  é  tan 
denodados  é  contentos,  como  .-i  ya  ovie- 
ran  conseguido  la  victoria  é  no  les  quedá- 
ra  más  de  hacer  de  gomarse  con  ella.  Pero 
essa  no  se  pudo  picanear  sin  sangre  é 
muelles,  e  laníos  Irabaxos  é  l.in  excesi- 
vos, como  la  historia  lo  dirá;-porque  como 
los  enemigos  ovieron  sentimiento  de  los 
españoles,  comentaron  en  el  instante  á- 
hacer  muchas  é  grandes  ahumadas  por  lu- 
da la  tierra ,  apellidándose ,  é  uniendo  sus 
amigos  6  parciales,  é  dando  mucha  grita 
á  los  chripstiauos  desde  unas  estancias  é  . 
poblaciones,  que  estaban,  aunque  peque- 
ñas, no  muy  lesos,  para  que  sejuntassen 
('■  defendiessen  ciertas  puenles  é  malos 
passos  que  por  allí  avia.  Pero  los  españo- 
les se  dieron  tanta  priess'a,  que  sin  que 


los  enemigos  toviessen  tiempo  de  se  jun- 
tar, baxarbn  en  todo  lo  llano:  é  siguiendo 
su  camino,  se  les  pusieron  delante  ciertos 
esquadrones  de  indios ,  contra  los  quales 
mandó  Hernando  Cortés  que  se  pusiessen 
quince  de  caballo  e  rompiessen  por  ellos, 
é  assi  lo  hicieron.  por(|iie  el  temor  que 
avian  á  los  caballos  era  muy  grande,  é 
alancearon  é  mataron  algunos^  é  sin  peli- 
gro se  recogieron  ¡i  su  ordenanza ,  é  ca- 
minaron para  la  cibdad  de  Thesayco,  ques 
una  de  las  mayores  é  más  hermosa  repú- 
blica de  aquellas  partes.  K  como  la  gente 
de  á  pié  yba  cansada,  acordaron  de  repo- 
sar en  una  población,  (pie  se  dice  Counle- 
peque,  (¡lies  de  la  jurisdicion  de  Thesavco 
e  é  tres  leguas  della;  é  halláronla  despo- 
blada, é  sospechó  Cortés  é  su  gente  que 
como  aquella  cibdad  é  su  provincia  (lla- 
'  inada  Aculuacaii)«es  muy  grande,  é  so 
creia  que  en  essa  sacón  avia  en  día  cien- 
to é  cinqüenta  mili  hombres,  que  quisie- 
ran dar  sobre  los  nuestros:  é  por  este  te- 
mor el  mesmo  capitán  Hernando  (lories 
con  diez  de  caballo  COmcncó  e  lomo  la  ve- 
la é  ronda  de  la  prima  ,  é  mandó  estar 
aperci  bida  loda  la  gente.  \i  olio  dia  lunes 
ultimo  ile  diciembre  prosiguió  su  camino 
con  la  orden  acostumbrada,  ó  á  un  (piarlo 
de  legua  de  aquella  población  de  (loaule- 
peque  salieron  al  camino  quatro  hombres 
indios  principales  con  una  bandera  de  oro 
cu  una  vara  (la  qual  bandera  era  una 
plam  ha  ó  lamina  de  oro  puro  é  lino,  que 
pessaba  quatro  marcos  de  oro)  é  por  ella 
daban  á  entender  que  venían  de  paz,  la 
Oual  era  bien  desseada  de  los  chripstia- 
uos. porque  eran  pocos é  tan  apartados  de 
socorro  é  niel  idos  en  las  Cuereas  de  los 
enemigos.  Cómo  Cortés  vidp  á  estos  qua- 
tro indios,  coriosrióal  uno  dellos  é  mandó 
que  se  detuviessen  los  chripstianós,  é  lle- 
go á  hablar  á  los  indios,  y  ellos  le  dixe- 
ron  «pie  venían  de  parte  del  señor  de 
aquella  cibdad  B™C'Píl!i  fluc  se  dice  Gua. 
nncacin ,  c  que  de  su  parte  le  rogaba  que 


350 


HISTORIA  GENEBAL  Y  NATURAL 


en  su  tierra  no  consíntiesse  hacer  daño 
alguno;  porque  de  los  daños  é  cosas  pas- 
sadas  no  tenian  culpa  sino  los  de  Temisli- 
tan  é  no  ellos ,  é  que  querían  ser  vassallos 
de  Su  Magostad  é  amigos  de  los  chripstia- 
nos ,  é  que  guardarían  é  conservarían  la 
amistad  inviolablemente ,  é  que  se  fuessen 
a  la  cibdad ,  é  que  en  sus  obras  conosce- 
rian  su  bi]pn  desseo  é  lo  que  tenian  en 
ellos. 

Cortés  les  respondió  graciosamente, 
dándoles  gracias  é  ofresgiéndoles  todo 
buen  tractamicnto ,  é  les  dixo  que  pues 
se  excusaban  de  la  guerra  que  le  avian 
dado  en  Temistitan,  que  bien  sabían  que 
cinco  ó  seys  leguas  de  allí  de  la  cibdad 
de  Thesayco  en  ciertas  poblaciones  á  ella 
subjetas  le  avian  muerto  la  otra  vez  cinco 
de  caballo,  é  quarenta  y  ginco  peones  ,  é 
más  de  doscientos  indios  de  Tascalteca  car- 
gados, é  les  avían  tomado  mucha  plata  é 
oro  é  ropa  é  otras  cosas;  é  por  tanto,  pues 
que  esta  culpa  tenia  mala  respuesta  ó 
no  la  avia  por  ellos  que  buena  fuesse! 
que  le  tornassen  lo  que  le  avian  tomado, 
6  aunque  eran  dignos  de  muerte  por  ello, 
él  avria  por  bien  la  paz ,  pues  le  convida- 
ban con  ella,  é  no  de  otra  manera.  A  esto 
respondieron  que  todo  lo  que  allí  se  avia 
tomado  lo  avian  llevado  el  señor  é. los  más 
principales  de  Temistitan;  pero  quellos 
buscarían  todo  lo  que  pudiessen,  é  lo  que 
hallassen,  se  lo  darían.  E  preguntaron  al 
capitán  si  aquel  día  yria  á  la  cibdad  ó  sí 
se  apossentaria  en  una  de  dos  poblacio- 
nes, que  son  como  arrabales  de  la  dicha 
cibdad,  iasquales  se  dicen  Coanlinchan  é 
Guaxula,  que  están  á  legua  y  media  do- 
lía, é  siempre  vá  lodo  aquel  espacio  po- 
blado, lo  qual  ellos  desseaban  por  lo  que 
adelante  subgedió.  Cortés  les  respondió 
que  DO  se  de  detener  hasta  llegar  á 
la  cibdad  de  Tezcuco,  y  ellos  replica- 
ion  que  fuesse  en  hora  buena ,  é  que  se 
querían  yr  adelante  á  le  aderosgar  el 
apossento  para  él  é  los  españoles:  é  a<si 


so  fueron.  É  llegando  á  essas  dos  pobla- 
ciones, salieron  algunos  principales  á  dar 
de  comer  á  los  nuestros,  é  á  medio  día 
llegaron  al  cuerpo  de  la  cibdad,  donde  los 
avian  de  apossentar  en  una  casa  grande 
que  avia  seydo  de  su  padre  de  Guana- 
cagin,  señor  de  la  cibdad.  É  antes  que 
se  apossentassen ,  estando  los  chripstianos 
juntos ,  higo  Cortés  pregonar  que  só  pena 
de  muerte  ninguna  persona,  sin  expresa 
ligengia  suya ,  saliesse  do  la  dicha  casa, 
en  la  qual ,  aunque  fuera  doblado  el  nú- 
mero de  los  españoles,  se  podían  bien 
apossentar.  Esto  se  higo,  porque  los  natu- 
rales se  asegurassen  y  estoviessen  en  sus 
casas,  é  porque  le  paresgió  á  Cortés  que 
no  se  veía  la  décima  parte  de  la  genle  que 
solia  aver  en  aquella  cibdad,  ni  tampoco 
paresgian  mugeres  ni  niños ,  que  era  se- 
ñal de  gente  desasosegada  é  apergebída. 

El  dia  que  allí  llegó  el  exérgito  nuestro 
fué  víspera  de  año  nuevo,  é  pensando 
que  de  temor  los  indios  no  paresgian,  avia 
algún  descuydo  en  los  españoles,  é  aque- 
lla tarde  dos  compañeros  se  subieron  á 
ciertas  agoteas  altas,  de  donde  vieron  que 
los  indios  desamparaban  la  cibdad  é  con 
sus  haciendas  se  yban  á  meter  en  la  la- 
guna en  sus  canoas,  que  ellos  llamaban 
acales,  é  otros  se  yban  á  las  sierras;  é 
aunque  se  proveyó  en  les  estorbar  la  y  da, 
como  ya  era  tarde  é  sobrevino  la  noche, 
no  se  pudo  excusar  su  fuga,  6  assi  el  se- 
ñor de  la  cibdad  é  los  señores  dolía  se 
fueron  á  Temistitan,  que  está  de  allí  pol- 
la laguna  seys  leguas,  é  llevaron  consigo 
quanto  tenian.  Assi  que,  por  hacer  á  su  sal- 
vo lo  ques dicho,  avian  salido  primero  con 
bu  falsa  embazada  los  quatro  mensajeros 
de  la  bandera  de  oro,  la  qual  quedó  en 
poder  de  Cortés  como  en  señal  de  verdad. 

De  tales  banderas  creo  yo  /pie  pocas 
historias  hacen  mención  .  é  aun  allí  fué 
cosa  nueva,  sino  que  por  ardid,  é  por 
dar  á  los  chripstianos  esperanca  de  Min- 
cha riqiieca  é  sosegarlos,  lomaron  este 


de  Indias,  lib.  Xxxiji.  i  ai»,  x mu. 


351 


medio  para  lo»  contentar  con  su  mentira. 

lia  esta  c  ilul.itl  repossó  Cortés  é  bu  gen- 
te tres  (lias  sin  avcr  recuentro  alguno, 
porque  ni  lo>  indios  osaban  venir  ni  aco- 
mete* á  los  cliripstianos ,  ni  ellos  coraban 
de  salir  lexos  á  los  Iniscar.  pon|iie  el  lin 
de  Hernando  Corles  era.  hacer  con  la  paz 
todo  lo  que  se  pudiesse  para  se  excusar 
la  guerra,  li  á  caito  de  aquellos  tres  dias 
vinieron  á  le  hablar  el  señor  de  Coauti- 
chan  é  Cuaxula  y  el  de  Autengo,  que  son 
lees  poblaciones  bien  irlandés,  y  están, 
como  es  dicho,  incorporadas  é  juntas  con 
la  cibdad  de  Thesayco,  6  pidiéronle  con 
lágrimas  que  los  perdonaste  ,  poi  que  se 

avian  ausentada  de  su  tierra,  é  que  en  lo 

demás  ellos  no  avian  peleado  con  el .  á  lo 
menos  por  su  voluntad,  é  prometían  de 
hacer  de  ahi  adelante  lo  que  en  nombre 
de  Su  Majestad  les  l'uesse  mandado.  (Cor- 
tés les  respondió  con  las  lenguas  que  bien 
sabían  el  buen  tractamiento  que  en  él 
avian  hallado,  é  que  si  su  tierra  avian  de- 
xado,  que  su  desasosiego  propria  culpa 
dellos  era  é  no  del  ni  de  los  españoles;  é 
ipie  [mes  prometían  de  ser  sus  amigos, 
que  se  asogurassen  e  se  tornassen  á  sus 
casas  con  sus  inugeres  é  hijos,  é  como 
ellos  hiciessen  las  obras,  assi  hallarían  el 
buen  tractamiento:  6  assi  se  fueron  algo 
tristes. 

Quando  en  estas  historias  >e  dixere  Cu- 
lua,  háse  de  entender  (pie  esta  palabra  so- 
la comprehende  todas  las  tres  provincias 
Btibjetas  á  Temistilan. 

Pues  cómo  el  señor  de  Temistilan  é 
México  6-  todos  los  demás  señores  de 
Culua  supieron  que  aquellos  de  ias  po- 
blaciones ya  dichas  se  avian  ydo  á  ofres- 

*  Debe  notarse  aquí  ,  para  conocimiento  de  los 
lectores  ,  que  Oviedo  escribió  con  suma  variedad 
to  dos  estos  nombres  de  ciudades  y  provincias,  prue- 
ba clara  de  que  fiados  solo  á  la  memoria  de  los  pri- 
meros conquistadores  ,  no  avian  llegado  a  fijar- 
se ,  como  después  sucede.  Asi  vemos  que  escri- 
be con  frecuencia  Colua  y  Culua ;  Temixtitan  y 
Temistilan ;  Tasealteoá  ,  Tascullecle  y  Tascaltc- 


cer  por  amigos  de  Cortés  é  por  vassa- 
llos  de  la  corona  real  de  Castilla,  enviá- 
ronles á  decir  que  lo  avian  hecho  muy  mal; 
porque  si  de  temor  era,  que  bien  sabían 
quellos  eran  muchos  é  tenían  tanto  poder, 
que  assi  á  los  españoles  como  á  los  do 
Tascalteca ',  los  podían  fácilnientemataren 
breve  tiempo;  e  que  si  por  no  dexar  sus 
tierras  lo  avian  hecho,  que  las  dexassen 
é  se  fuessen  á  Temistilan,  é  allá  les  da- 
rían mejores  casas  é  poblaciones;  donde, 
viviessen. 

■  Aquellos  señores  de  Coanlichan  é  Gua- 
xula  tomaron  á  los  que  les  llevaron  el 
mensaje  ques  dicho,  é  atáronlos  é  llevá- 
ronlos á  Cortés:  e  luego  confessaron  que 
avian  ydo  de  parte  de  los  señores  de  Te- 
mistilan, pero  ipie  avia  seydo  para  les 
decir  que  fuessen  allá  para  como  terce- 
ros, pues  eran  amigos  de  los  chripstia- 
nos,  entender  en  las  paces  entre  Cortés  y 
ellos  para  que  la  guerra  se  excusasse ;  é 
los  de  Guaxuta  é  Coantichan  dixeron  que 
no  era  assi,  é  que  los  de  .México  ó  Temis- 
titan  no  querían  sino  guerra.  Cortés  disi- 
muló, mostrando  que  daba  crédito  á  los 
mensajeros,  porque  desseaba  con  maña 
Irajer  á  su  amistad  á  los  de  Temistilan, 

porque  delta  pendia  la  paz  é  la  guerra,  é 
lo  que  aquella  gi  and  cibdad  hiciesse  avian 
de  querer  é  hacer  todas  las  otras  provin- 
cias que  estaban  aleadas;  é  por  esto  man- 
do desatar  aquellos  mensajeros,  6  díxo- 
les  que  no  temiessen,  é  quél  los  quería 
tornar  á  enviar  á  Temistilan,  é  rogóles 
que  díxessen  á  los  señores  quél  no  queria 
guerra  con  ellos,  aunque  tenia  racon  do 
se  la  hacer,  é  que  fuessen  amigos  como 
antes  lo  avian  seydo ,  pues  que  los  prin- 

cal;  Thesmoluca,  Tezmoluea  y  Tesmoluca ,  etc.  Es- 
ta misma  ¡ncerlidumbre  se  advierte  en  los  nom- 
bres propios  de  personas.  Al  lijarlos  en  la  presente 
edición,  nos  hemos  atenido  á  la  regla  adoptada  por 
nosotros  respecto  de  la  ortografía,  respetando  asi, 
en  cuanto  es  lícito,  la  índole  especial  de  la  del  cro- 
nista. Ha  decidido  por  tanto  el  mayor  número  de 
egemplos. 


3o¿ 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


cipales  movedores  de  la  guerra  passada 
contra  él  eran  ya  muertos,  é  que  lo  pas- 
sado  fuesse  passado ,  é  no  diessen  causa 
á  que  les  destruyesse  la  tierra  é  sus  ciu- 
dades ,  que  le  pessaba  mucho  de  su  daño 
é  lo  quería  excusar,  si  ellos  lo  quisicssen 
conoscer.  É  con  esta  embaxada  se  fueron 
los  mensajeros,  é  prometieron  de  tornar 
con  la  respuesta ,  c  los  señores  de  Coan- 
tichan  é  Guaxuta  y  Hernando  Cortés ,  por 
esta  buena  obra ,  mas  amigos  é  confede- 
rados; y  él  les  perdonó,  en  nombre  de  Su 
Magestad,  los  yerros  passados,  del  qual 
perdón  se  siguió  mucho  contentamiento 
en  ellos. 

É  después  que  en  Thesayco  estovo  nues- 
tro campo  siete  ú  ocho  dias,  fortalescién- 
dose  Cortés  en  su  apossento ,  é  viendo  que 
los  indios  no  yban  contra  él,  salió  de  la 
cibdad  con  doscientos  españoles,  en  que 
avia  diez  y  ocho  de  caballo  é  trcynta  ba- 
llesteros é  diez  escopeteros,  é  llevó  con- 
sigo otros  quatro  mili  indios  de  los  ami- 
gos confederados ,  é  fué  por  la  costa  de 
la  laguna  hasta  una  cibdad  que  se  díge 
Iztapalapa,  que  está  por  el  agua  á  dos  le- 
guas de  la  grand  cibdad  de  Temistilan  é 
a  seys  de  la  de  Thesayco:  la  qual  cibdad 
es  de  hasta  diez  mili  vecinos,  é  la  mitad 
della  é  aun  las  dos  tercias  partes  puestas 
en  el  agua ;  y  el  señor  della  era  hermano 
de  Montccuma,  al  qual  los  indios  después 
de  su  muerte  avian  aleado  por  señor  ,  é 
aqueste  fué  el  principal  que  avia  fecho  la 
guerra  passada  y  echado  los  españoles 
fuera  de  México.  E  assi  por  esto  como 
porque  Hernando  Cortés  supo  que  estaban 
de  mal  propóssito  los  de  la  cibdad  de  Iz- 
tapalapa, determinó  de  yr  á  ellos:  é  co- 
mo fué  sentido  de  la  gente  della  bien  dos 
leguas  antes  que  llegasse ,  parescioron  en 
el  campo  algunos  indios  de  guerra  é  otros 
por  la  laguna  en  canoas,  é  toólas  aquellas 
dos  leguas  fueron  los  nuestros  revueltos 
con  ellos  peleando  con  los  de  la  tierra  é 
con  los  que  salian  del  agua  hasta  que  lle- 


garon á  la  dicha  cibdad :  ó  antes  qüassi 
dos  tercios  de  legua  abrían  una  «aleada 
como  pressa , "  que  está  entre  la  laguna 
dulce  é  la  salada,  é  rompida  aquella  cal- 
cada ó  atajo,  comencó  con  mucho  ímpetu 
á  salir  agua  de  la  laguna  salada  é  correr 
hácia  la  dulce,  aunque  están  las  aguas 
desviadas  la  una  de  la  otra  más  de  media 
legua ;  é  no  mirando  en  aquel  engaño  con 
la  cobdicia  de  la  victoria,  passaron  muy 
bien  los  españoles  siguiendo  el  alcance 
hasta  entrar  dentro  en  la  cibdad  revueltos 
con  los  enemigos ;  é  cómo  estaban  ya  so- 
bre aviso,  todas  las  casas  de  la  tierra  fir- 
mo hallaron  despobladas ,  é  la  gente  é 
despojo  dellas  molido  en  las  casas  de  la 
laguna.  E  allí  se  recogieron  los  que  yban 
huyendo,  é  pelearon  con  los  chripstianos 
muy  reciamente;  mas  quiso  Dios  dar  tan- 
to esfuerco  á  los  nuestros,  que  las  entra- 
ron hasta  los  meter  á  los  enemigos  en  el 
agua  hasta  los  pechos  é  aun  nadando,  é 
les  ganaron  muchas  casas  de  las  que  es- 
tán en  la  laguna :  é  mataron  más  de  seys 
mili  indios  é  indias  é  niños,  á  causa  que 
los  indios  amigos  de  los  españoles  no 
perdonaban  edad  ni  dexaron  de  matar  to- 
dos los  que  pudieron ,  aunque  fuessen 
mugeres  é  niños  de  poca  edad ;  é  cómo 
sobrevino  la  noche,  cessó  la  batalla,  é  re- 
cogió Cortés  su  gente,  é  mandó  poner 
fuego  á  algunas  casas  de  aquellas,  y  es- 
tando ardiendo,  quiso  Dios  traer  á  la  me- 
moria de  Cortés  la  pressa  de  la  calcada 
que  avian  visto  rota  en  el  camino,  é  re- 
presscntósele  el  peligro  en  que  estaba  me- 
tido: é  con  mucha  diligencia  se  salió  de 
la  cibdad  á  más  que  de  passo,  aunque 
hacia  muy  .escuro,  c  quando  llegaron  al 
agua,  que  seria  á  las  nueve  de  la  noche, 
avia  tanta  é  corría,  con  tanta  velocidad, 
que  la  passaron  á  vuela  pié  é  aun  se  aho- 
garon algunos  indios  de  los  amigos,  é  se 
perdió  el  despojo  que  en  la  cibdad  se- 
avia  tomado;  é  si  se  (ardáran  dos  ó  Ires 
horas  más  en  pasear  aquella  agua,  ningu- 


DE  INDIAS   I.lll.  XXXIII.  CAP.  XVIII 


3.i:l 


mi  do  los  nuestros  escapara  ,  porque  que- 
daran cercados  de  agua,  sin  tener  passo 
ni  salida  por  parte  alguna.  K  cómo  fué  de 
día  vieron  como  el  agua  de  una  laguna 
estalia  ya  en  él  pesso  de  la  otra ,  é  no 
corria  más:  é  toda  la  laguna  salada  es- 
taba llena  de  canoas  con  gente  de  guerra, 
creyendo  que  avian  ya  dado  conclusión 
en  cUo,  é  que  tenían  á  Cortés  é  su  gente 
en  parte  qur  ninguno  quedara  con  la  vida 
de  los  españoles. 

Aquel  dia  se  tornaron  los  nuestros  'á 


Thesayeo,  peleando  en  algunas  partes  con 
los  que  salían  del  agua ,  aunque  poco  da- 
ño les  podían  hacer,  porque  luego  se  aco- 
gían á  las  canoas.  É  llegados  á  Thesayeo, 
hallaron  que  los  españoles  que  allí  avian 
quedado,  no  avian  ávido  contradicton  ni 
molestia  alguna,  é  assi  gocaron  de  la  so- 
ciable é  común  victoria  ávida.  C  olio  dia 
siguiente  murió  un  español  que  fué  heri- 
do ,  é  aun  fué  el  primero  que  hasta  es- 
tonces le  mataron  á  Hernando  Cortés  en 
el  campo. 


CAIMTILO 


Cómo  la  ciudad  de  Otumba  ¿  otras  qualro  vinieron  á  la  amistad  de  los  chripslianos;  ¿cómo  luciéronlo  mes- 
.1110  los  de  Chalcoc  oirás  provincias  *,  é  cómo  Hernando  Corles  h¡$0  traer  á  Tczcuco  por  tierra  diez  é  ocho 
leguas  los  trece  bergantines  ú  fustal,  que  avia  mandado  hacer  para  entrar  por  la  laguna  á  Temistilan  ,  é 

otras  cosas  dignas  de  la  historia. 


Otro  día  siguiente  vinieron  ciertos  em- 
bajadores .de  la  cibdad  de  Otumba  é  de 
ulras  qualro  ctbdades  que  están  junto  é 
encanas  á  ella,  é  á  qualro  é  á  cinco  é  á 
seys  leguas  de  Thesayeo,  é  díxeron  á  Her- 
nando Cortés  que  los  perdonasse,  si  algu- 
na culpa  teman  de  la  guerra  passada  que 

se  avia  fecho  '  porque  allí  en  Otumba  fué 
donde  se  juntaron  lodo  el  poderío  de  Mé- 
xico é  Temistilan,  (piando  avían  salido  des- 
baratados los  chripslianos,  creyendo  que 
los  acallaran  1.  puestQ  que  bien  conoscian 
6  Vían  aquellos  de  Oluillba  que  no  se  po- 
dian  excusar  de  culpa,  aunque  daban  sus 
excusas,  diciendo  que  avian  seydo  man- 
dados. K  para  aplacar  á  Corles  ,  dixi:ronle 
qüe  los  señores  de  Temistilan  les  avian  en- 
viado mensajeros  para  que  fuessen  de  su 
parcialidad  é  que  no  hiciessen  amistad 
con  los  chripstianos,  si  no  que  yrian  sobre 
ellos  é  los  destruyrian,  é  quellos  querían 
ser  vassallos  de"  la  corona  real  de  Casti- 
lla é  del  Emperador,  nuestro  señor,  é  ha- 

*  Aquí  suprimió  Oviedo  esla  cláusula  :  «E  de  al- 
gunos recuentros  en  continuación  de  la  guerra  ;  é 
cómo  vino  una  nao  con  cierta  gente  española  á  la 

TOMO  III. 


cor  lo  que  en  su  nombre  Cortés  les  man- 
dasse;  á  lo  qual  les  fué  respondido  que 
bien  sabían  ellos  quán  culpados  eran  en 
lo  passado,  é  que  para  merescer  perdón 
é  -er  creydos,  convenia  que  primero  Iru- 
xessen  alados  aquellos  mensajeros  que 
decían  6  á  lodos  los  naturales  de  México 
ó  Temistilan  que  estbviessen  en  su  tierra; 
6  que  de  otra  manera  no  avian  de  ser 
perdonados,  é  se  tornassen  á  sus  casas  é 
la>  poblassen,  é  hiciessen  obras,  por  don- 
de fuessen  conoscidos  por  buenos  vassa- 
llos de  Céssar.  Muchas  palabras  se  gasta- 
ron é  fueron  altercadas  de  ambas  partes; 
pero  no  pudieron  sacar  de  Cortés  otra 
prenda  ni  seguridad ,  é  assi  se  tornaron  á 
su  tierra,  prometiendo  quellos  harían 
siempre  lo  que  Cortés  quisiesse,  éaun  as- 
si lo  cumplieron ,  siendo  leales  en  su  pro- 
mesa por  no  fallar  al  servicio  de  Su  Ma- 
gostad Cessárea. 

La  historia  ha  recontado  cómo  al  tiem- 
po que  Cortés  fue  desbaratado  y  echado 

villa  é  puerto  de  la  Véracruz.»  También  quilo  de 
esle  epígrafe  otras  frases  de  poca  importancia. 

45 


s 


3o4 


HISTORIA  GENERA!,  Y  NATURAL 


de  la  cibdad  deTeinistitan,  sacaba  consigo 
un  hijo  ó  dos  hijas  de  Montecuma,  é  al 
señor  dé  Thesayco,  que  se  degia  Cacama- 
cin,  c.á  dos  hermanos  suyos,  é  á  otros 
muchos  señores  que  tenia  pressós,  é  có- 
mo á  todos  los  avian  muerto  los  enemi- 
gos, puesto  que  fuesseu  de  su  propia  na- 
ción é  sus  señores  algunos  dellos,  excepto 
los  dos  hermanos  del  dicho  Cacamagin, 
que  por  grand  ventura  se  pudieron  esca- 
par. Y  el  uno  destos  dos  hermanos,  que 
se  decía  Ypaesuchil ,  alias  Quacuscacin, 
al  qual  de  antes  Cortés,  con  parescer  de 
Montecuma,  le  avia  hecho  señor  desla  cib- 
dad de  Thesayco  é  provincia  de  Aculua- 
can ,  al  tiempo  que  Cortés  llegó  a  la  pro- 
vincia de  Tascalteca ,  teniéndole  en  son 
de  presso,  se  soltó  é  volvió  á  Thesayco,  é 
cómo  ya  en  ella  avian  aleado  por  señor  á 
un  su  hermano  Guanacacin  (de  quien  de 
susso.se  higo  mención)  dicen  que  higo  ma- 
tar al  dicho Quacuscagin,  su  hermano,  des- 
ta  forma.  Que  cómo  llegó  á  la  provincia 
de  Thesayco,  las  guardas  lo  tomaron  é  hi- 
riéronlo saber  á  Guanacagin,  su  señor,  el 
qual  también  lo  higo  saber  al  señor  de 
Temistilan:  é  assi  cómo  supo  que  Quacus- 
cacin era  venido,  creyó  que  no  se  pudie- 
ra a  ver  soltado ,  é  que  debia  de  yr  por 
parte  de  los  españoles  para  desde  allá 
darles  algún  aviso;  é  por  tanto  envió  lue- 
go  á  mandar  al  dicho  Guanacacin  que  ma- 
tasse  al  Quacuscacin  su  hermano,  é  assi  se 
higo,  sin  lo  dilatar.  Y  el  otro  que  era  her- 
mano menor  quellos,  se  quedó  con  Cortés, 
é  cómo  era  muchacho,  imprimió  más  en  él 
i  conversagion  de  los  españoles,  ó  tornó- 
se chripsliano,  é  Humáronle  don  Fernan- 
do: é  al  tiempo  que  Cortés  partió  dé  la 
provincia  dé  Tascalteca  para  las  de  Méxi- 
co é  Temistitan,  dexóle  allí  con  giertos  es- 
pañoles, é  lo  que  con  él  subgedió  se  dirá 

adelante. 

Cl  día  siguiente  que  Cortés  fué  de  Iz- 
lapulupu  á  la  cibdad  de  Thesayco,  envió  a 
(j  uigalo  de  Sandoval,  alguacil  mayor  de 


su  exército,  por  capitán  con  veynte  de 
caballo  c  dosgientos  hombres  de  pié,  en- 
tre ballesteros  y  escopeteros  é  rodeleros, 
para  que  echassen  fuera  de  aquella  pro- 
vingia  á  giertos  mensajeros  quél  enviaba 
á  la  cibdad  de  Tascalteca  á  saber  en  qué 
términos  estaba  la  labor  de  los  trege  ber- 
gantines que. allí  se  hacían,  é  para  pro- 
veer otras  cosas  nesgessarias ,  assi  para 
los  vcginQs-de  la  villa  de  la  Veracruz,  co- 
mo para  los  de  su  compañía,  é  también 
para  asegurar  aquella  parte,  para  que  pu- 
diessen  yr  é  tornar  los  españoles  seguros; 
porque  estonges  ni  ellos  podían  salir  de 
la  provingia  de  Aculuacan,  sin  passarpor 
tierra  de  los  enemigos ,  ni  los  españoles 
que  estaban  en  la  villa  ni  en  otras  partes 
podían  venir  á  Cortés  sin  mucho  peligro. 
É  mandó  al  dicho  alguagil  mayor  que  des- 
pués que  oviesse  puesto  en  salvo  los  men- 
sajeros ques  dicho ,  llegasse  á  una  provin- 
gia que  se  dige  Calco,  que  confina  con  la 
de  Aculuacan ;  porque  tenia  aviso  que  los 
naturales  de  aquella  provingia ,  aunque 
eran  de  la  liga  de  los  de  Culua,  se  que- 
rían dar  por  vassallos  de  Castilla ,  é  que 
no  lo  osaban  hacer,  temiendo  de  gierta 
guarda  de  gente  de  Culua,  que  tenían 
puesta  cerca  dellos. 

Ydo  este  capitán ,  é  con  él  en  compa- 
ñía todos  los  indios  de  Tascalteca,  que 
avian  traydo  el  fardage  á  los  españoles 
é  otros  que  avian  ydo  á  ayudarlos,  é 
avian  ávido  algún  despojo  en  la  guerra, 
adelantáronse  un  poco  adelante ;  y  el  ca- 
pitán ,  creyendo  que  por  yr  en  la  regaga 
los  españoles  no  osarían  salir  los  enemi- 
gos á  ellos,  cómo  los  vieron  los  contra- 
rios, que  estaban  en  los  pueblos  de  la  la- 
guna y  en  la  costa  dolía ,  dieron  en  la  re- 
caga  de  los  de  Tascalteca  é  quitáronles  el 
despojo,  é  aun  mataron  algunos  dellos.  K 
cómo  el  capitán  llegó  con  los  de  caballo 
6  peones,  dió  muy  denodadamente  en 
ellos  é  mataron  muchos,  é  los  que  queda- 
ron desbaratados,  se  acogieron  al  agua  é 


DR  INDIAS.  LIB. 

á  otras  poblaciones  que  están  cerca  della: 
é  los  indios  de  Tascalteca  se  fueron  á  su 
tierra  con  lo  que  les  quedó,  é  también 
los  mensajeros  que  Cortes  enviaba. 

I'uolos  I01I1»  cu  »al\o,  el  (lidio  capo- 
tan Goncalo  de  Sandoval  siguió  su  cami- 
no para  la  provincia  ques  dicha  de  Calco, 
que  e«lá  allí  cerca ;  é  otro  dia  de  mañana 
se  juntó  mucha  gente  de  enemigos  para 
los  salir  á  rescibir ,  6  pressentaron  la  ba- 
talla; la  qual  viendo  los-chripstianos  apa- 
rejada, do  la  rehusando,  arremetieron 
contra  loe  enemigos,  6  rompieron  é  des- 
barataron dos  esquadrones  dellos  con  los 
de  caballo,  en  tal  manera  que  en  poco  es- 
pació  de  hora  quedaron  señores  del  cam- 
po ;  .é  prosiguieron  matando  é  poniendo 
luego  en  la  tierra. 

Fecho  aquesto,  é  desembarazado  aquel 
camino,  los  de  Calco  salieron  á  rescibir 
los  españoles  de  paz,  é  los  unos  ó  los  otros 
se  holgaron  mucho.  \i  los  principales  di- 
xeron  que  querían  ver  ó  hablará  Cortés, 
é  partiéronse  luego  ó  fueron  á  dormir  á 
Thcsayco,  donde  estaba  ;  é  llegados  antes 
algunos  principales  con  dos  hijo~  del  se- 
ñor de  Calco,  pressentaron  hasta  tres- 
cientos pessos  de  oro  en  piceas  labradas, 
é  dixéronle  que  su  padre  era  muerto,  c 
quc.nl  tiempo  de  su  finamiento  avia  dicho 
que  la  mayor  pena  que  dote  mundo  lle- 
vaba era  no  a  ver  vislo  á  Cortés  primero 
que  muriesse ;  ó  que  muchos  días  le  avia 
estado  esperando;  é  que  les  avia  mandado 
que  luego  quél  á  aquella  provincia  \inies- 
se,  le  fuessen  á  veré  le  loviessen  por  pa- 
dre ;  é  que  assi  como  supieron  de  su  ve- 
nidaá  aquella  cibdad  de  Thgsayco, quisie- 
ran venir  á  verle;  peni  que  por  temor  de 
los  de  Culua  no  avian  osado,  ni  tampoco 
estonces  osaran  venir,  si  aquel  capitán 
quél  avia  enviado  no  oviera  llegado  a  su 
tierra;  é  que  le  rogaban  que  quando  se 
oviessen  de  tornar  á  su  tierra,  les  diesse 
otros  tantos  españoles  para  volver  en  sal- 
vo á  su3  casas.  É  dixeron  á  Cortés  que 


xxxin.  CAP.  XIX.  35o 

bien  sabia  el  que  on  guerra  ni  fuera  della 
ellos  no  avian  seydo  contra  él ,  é  que  tam- 
bién sabia  cómo  al  tiempo  que  los  de  Cu- 
lua  combatían  la  fortaleca  de  Temistitan 
é  á  los  españoles  que  Cortés  en  ella  avia 
dexado,  quando  se  fué  á  verá  Cempual 
con  el  «  apilan  Narvaez,  que  estaban  en 
su  tierra  dos  españoles  en  guarda  de  cier- 
to mahiz  que  allí  avian  recogido,  é  los 
avian  sacado  hasta  la  provincia  de  Gua- 
\ocingo.  porque  sabían  que  los  de  allí 
eran  amigos  de  los  chripslíanos .  porque 
los  de  Culua  no  los  malassen,  como  ha- 
cían á  todos  los  que  hallaban  fuera  de  la 
fortaleca  de  Temistitan.  Esto  é  otras  mu- 

clias  cosas  dixeron  con  lágrimas  ante  Cor- 
les, \  él  les  agradesció  mucho  BU  volun- 
tad é  buenas  olnas,  é  les  prometió  que 
baria  siempre  por  ellos  todo  lo  posible, 
é  serian  muy  bien  traclados,  en  tanto  que 
por  su  parle  dellos  fuesse  guardada  la 
lealtad  ó  obidiencía  que  ofrescieron  á  Su 
Magostad  é  al  ccplro  real  de  Castilla. 

Estos  hijos  del  señor  de  Calco ,  é  los 
que  con  ellos  vinieron  ,  eslovieron  allí  con 
Cortés  un  dia;  é  otro  siguiente,  porque 
dixeron  que  se  querían  tornará  su  tierra, 
fué  con  ellos  el  mesmo  capitán  Goncalo  de 
Sandoval  con  cierta  gente  de  caballo  é  de 
pié:  al  (pial  manilo  Hernando  Corles  que 
después  que  oviesse  puesto  estos  indios 
en  su  tierra ,'  llegasse  á  la  provincia  de 
Tascalteca  é  truxesse  consigo  ciertos  es- 
pañoles que  allí  estaban,  é  á  aquel  don 
Hernando,  hermano  de  Cacamucin,  de 
quien  de  susso  se  híco  mención ;  é  desde 
6  quatro  ó  cinco  dias  volvió  con  los  espa- 
ñoles ,  é  truxo  al  don  Hernando  consigo. 
Desde  á  pocos  dias  supo  Cortés  cómo  por 
ser  hermano  de  los  señores  de  aquella 
cibdad,  le  pertenescia  á  él  el  señorío,  aun- 
que avia  otros  hermanos ,  é  assi  por  esto 
como  porque  la  provincia  estaba  sin  se- 
ñor, á  causa  de  Guanacacin,  señor  della, 
que  la  avia  dexado  c  ydose  á  la  cibdad 
de  Temistitan ;  por  estas  causas ,  é  por- 


356 


HISTORIA  GKNERAT,  Y  NATURAL 


que  era  muy  amigo  de  los  chripstianos, 
le  higo  Cortés  resgibir  por  señor ,  como  á 
vassallo  do  Su  Magostad.  É  los  naturales 
de  la  cibdad ,  aunque  avia  pocos  en  essa 
sacón  en  ella ,  lo  hicieron  assi  c  lo  obe- 
desgieron ;  é  comentaron  á  venirse  otros 
muchos  á  la  cibdad  é  provincia  de  Acu- 
luacan,  que  estaban  ausentes  é  buydos, 
é  servían  muy  de  grado  al  dicho  don  Her- 
nando ;  é  de  allí  adelante  se  reformó  é 
pobló  muy  bien  aquella  cibdad. 

Desde  a  dos  dias  que  aquesto  se  higo, 
vinieron  á  Cortés  los  señores  de  Coanti- 
chan  é  Guaxuta,  é  dixéronle  que  supies- 
sc  de  cierto  que  lodo  el  poder  de  Culua 
venia  sobre  él  é  con  determinagion  de  no 
dexar  chripstiano  á  vida,  é  que  toda  la 
tierra  estaba  llena  de  los  enemigos,  é  que 
viesse  si  traerían  á  sus  mugeres  é  hijos  á 
donde  él  estaba ,  ó  si  los  llevarían  á  la 
sierra  ,  porque  tenían  muy  grand  temor. 
Y  él  las  animó  é  dixo  que  se  estoviesscn 
en  sus  casas  é  no  higiessen  mudanga ,  é 
que  no  temiesscn  y  creyessen  que  de  co- 
sa  del  inundo  él  holgaría  más  que  de  ver-' 
se  con  los  de  Culua  en  el  campo;  é  que 
estoviossen  apercibidos  con  buenas  velas 
y  espías  por  toda  la  (ierra,  é  que  en  el 
instante  que  los  contrarios  viniessen,  se 
lo  higiessen  saber;  6  assi  se  fueron  con- 
certados é  apercibidos.  15  aquella  noche 
Cortés,  como  buen  guerrero,  puso  su  gen- 
te en  órden ,  6  proveyó  en  todas  las  par- 
les que  le  convino  sus  velas  é  centinelas, 
sin  dormir  ni  repossar  con  este  cuydado 
aquella  noche  y  el  día  siguiente,  creyen- 
do lo  que  avian  dicho  los  de  Guaxuta  é 
Coanlichan. 

Olro  dia  después  se  supo  que  por  la 
costa  de  la  laguna  andaban  algunos  de  los 
enemigos  salteando,  y  esperando  tomar 
algunos  indios  de  los  de  Tascalteca  que 
yban  é  venían  por  cosas  para  el  servicio 
del  real  de  los  ebripstianos;  6  también  se 
supo  cómo  se  avian  confederado  con  dos 
pueblos  BubjetOS  á  Tlicsayco.  que  oslaban 


allí  junio  al  agua,  para  hacer  desde  allí 
quanto  daño  pudiessen,  é  hacían  algarra- 
das é  acequias  é  otras  cosas  é  reparos  pa- 
ra su  defensa  é  fortalescerse. 
•  Informado  desto  Cortés,  tomó  hasta  do- 
ce de  caballo  é  doscientos  peones  é  dos 
tiros  pequeños  de  bronce ,  é  fué  allí  adon- 
de andaban  los  contrarios ,  que  seria  á  le- 
gua é  media  de  la  cibdad ;  y  en  saliendo 
della,  topó  con  ciertas  espías  de  los  ene- 
migos é  con  otros  que  estaban  en  una  ce- 
lada, é  rompió  por  ellos,  é  alancearon  é 
mataron  algunos,  é  oíros  muchos  se  echa- 
ron al  agua ,  é  higo  Cortés  quemar  parte 
de  aquellos  pueblos,  é  tornóse  al  apos- 
sento  victorioso. 

Otro  dia  vinieron  tres  hombres  pringi- 
pales  de  aquellos  pueblos  á  pedir  perdón 
de  lo  passado,  é  á  rogar  á  Hernando  Cor- 
tés que  no  los  destruyesse,  é  prometie- 
ron de  no  resgibir  en  sus  pueblos  á  nin- 
guno de  los  de  Temistitan.  E  porque  estos 
no  eran  personas  de  mucho  caso,  y  eran 
vassallos  de  don  Hernando ,  se  les  conge- 
dió  el  perdón. 

Otro  dia  después  giertos  indios  de  su 
poblagion  vinieron  á  Cortés,  é  algunos 
dellos  descalabrados,  diciendo  que  los  de 
México  é  Temistitan  avian  vuelto  á  su 
pueblo,  é  que  cómo  no  les  avian  hecho 
él  acogimiento  que  solían ,  los  avian  mal- 
l ractado  é  avian  llevado  pressos  algunos 
dellos,  é  que  si  no  se  defendieran,  lleva- 
ran á  todos  los  demás :  por  tanto  ,  que  ro- 
gaban á  Cortés  que  esloviess»  sobre  avi- 
so para  los  socorrer,  sí  sus  enemigos  tor- 
nassen,  porque  creían  que  con  más  gente 
avian  de  volver  á  los  acabar  de  destruyr. 
E  Cortés  los  esforcé  é  dixo  que  estovies- 
scn de  buen  ánimo,  é  que  si  torna ssen 
los  contrarios,  le  díessen  aviso  con  tiempo 
para  que  los  pudiesse  socorrer;  é  assi  con 
este  prometimiento  se  fueron  á  sn  pueblo. 

La  gente  que  avia  quedado  en  Tascal- 
leca  haciendo  los  bergantines,  tcnian  nue- 
va como  al  puerto  de  la  villa  de  la  Vern- 


DE  INDIAS,  i.in. 

cruz  avia  llegado  una  nao  en  que  y  bao, 
sin  los  marineros,  Ircynta  é  qtiatro  espa- 
ñólese ocho  caballos .  é  algunas  ballestas 
y  escopetas  é  pólvora ;  é  cómo  no  avian 
sabido  cómo  les  yba  en  la  guerra  á  los 
chripstianos  que  estaban  en  la  tierra,  ni 
tenían  seguridad  para  passar  á  sé  jun- 
tar con  ellos,  estaban  perplexos  é  allí  en 
Tasca  lleca  detenidos  algunos  españoles 
<pje  no  osaban  yr  á  llevar  á  Corles  esta 
buena  nueva.  É  un  criado  suyo,  que  en 
su  nombre  en  aquella  tierra  estaba,  luco 
pregonar,  só  graves  penas,  que  ninguno 
saliesse  de  allí  basta  quel  capitán  general 
Hernando  (lories  lo  enviasse  á  mandar; 
pero  uno  se  determinó,  non  obstante  el 
pregón,  conoc  iendo  que  de  cosa  del  mun- 
do Corles  no  podía  holgar  más  que  con 
saber  ile  Ni  venida  de  aquella  nao  é  del 
socorro  qne  llevaba  :  e  aunque  la  tierra  no 
estaba  segura,  salióse  de  noche  ó  fué  «i 
Thesayco,  é  no  se  espantó  poco  Hernando 
Cortes  é  los  que  con  el  estaban  de  aver 
llegado  vivo  aquel  mensajero  á  pedir  la- 
Ies  albricias:  é  Coito  se  las  dio  e  holgó 
mucho,  ó  lodos  los  demás,  por  la  extre- 
ma nescessidad  en  que  estaban,  esperan- 
do que  los  socorriesse  Dios. 

Aquel  mesmo  día  llegaron  á  Thesayco 
ciertos  hombres  de  bien,  mensajeros  de 
los  de  Calco,  é  le  dixeron  que  á  causa  de 
se  le  aver  ydo  á  nfrescer  por  vassallos  de 
Su  Magostad,  los  de  Temislitan  6  .México 
yban  sobrellos  para  los  destruyr ,  é  que 
para  esle  efetto  avian  convocado  6  aper- 
cebido  á  todos  los  cercanos  á  su  tierra,  é 
que  le  rogaban  que  los  socorriesse  é  ayu- 
dasse  en  tan  grand  nescessidad,  porque 
pensaban  verseen  mucho  trabaxo,  si  assi 
no  lo  hiciesse.  Pues  cómo  los  chripstianos 
eran  pocos  é  no  podian  hacer  lo  que  dcs- 
seaban  por  su  poco  número,  Cortés  les 
dixo  qué!  quería  enviar  en  essa  sagon  por 
los  bergantines,  é  que  para  ello  tenia 
apercebidos  á  todos  los  de  la  provincia 
de  Tascalteca,  de  donde  so  avian  do  traer 


XXXIII.  CAP   XIX  357 

en  picoas,  é  tenia  nescessidad  de  enviar 
para  ello  gente  dé  pié  é  de  caballo:  quo 
ya  sabían  que  los  de  las  prov  incias  de 
Guaxocingo .  Churultecal  é  Guacachula 
eran  vassallos  de  Céssar  é  amigos  de  los 
chripstianos ;  que  fuessen  á  ellos  é  de  par- 
te de  Cortés  les  rogassen,  pues  vivían 
cerca  de  su  tierra ,  que  les  fuessen  á  ayu- 
dar é  socorrer,  y  enviassen  allí  gente  de 
guarnición  para  que  estoviessen  seguros, 
en  tanto  que  Cortés  los  socorría  ,  poi  que' 
al  pies-ente  no  se  les  podía  dar  otro  re- 
medio. K  aunque  no  quedaron  tan  satis- 
fechos los  que  pedían  su  ayuda,  como  lo 
esto  vieran,  si  íes  diera  algunos  españoles, 
agradescicronselo  é  rogáronle. que  porque 
fuessen  crcydos  les  diesse  nina  carta,  é 
también  porque  con  más  seguridad  se  lo 
osi-sen  rogar:    porque  entre  estos  de 
Calco  é  los  de  dos  provincias  aquellas, 
como  eran  de  diverssas  parcialidades, 
avia  siempre  diferencias.  Y  estando  dan- 
do orden  en  esto,  llegaron  acaso  ciertos 
mensajeros  do  las  dichas  provincias  de 
Guaxocingo  é  Guacachula,  y  en  pressen- 
cia  do  los  de  Calco  dixeron  que  los  seño- 
res (|e  aquellas  provincias  no  avian  visto 
ni  sabido  de  (lories,  después  que  av  ia  par- 
tido de  la  provincia  de  Tascalteca,  como 
quiera  que  olios  siempre  tenían  puestas 
sus  atalayas  é  velas  por  las  sierras  é  fer- 
ros que  confinan  con  su  tierra  é  sojuzgan 
los  de  México  é  Temislitan,  para  que 
\  iendo  muchas  ahumadas ,  que  son  las  se- 
ñales de  la  guerra,  lo  viniossen  á  ayudar 
é  socorrer  con  sus  vassallos  é  gente;  é 
que  porqué  avia  pocos  dias  que  avian 
visio  ahumadas  más  que  nunca,  venían á 
saber  cómo  oslaban  é  si  tenían  nesgessi- 
dad  al  pressenle,  para  que  luego  les  pro- 
veyessen  de  gente  de  guerra.  Cortés  les 
agrádese,  ió  mucho  su  comedimiento,  é  les 
dixo  que,  loores  á  Dios,  los  españoles  y  él 
estaban  buenos,  é  que  siempre  avian  ávi- 
do victoria  contra  los  enemigos;  é  que 
demás  de  se  aver  holgado  mucho  con  su 


HfSTOBIA  GENERA!.  V  NATURAL 


voluntad  é  prcssencia,  holgaba  más  por 
los  confederar  é  hacer  amigos  con  los  do 
Calco,  que  estaban  pressentes;  é  que  as- 
si  les  rogaba ,  pues  los  unos  é  los  otros 
eran  vassallos  del  Emperador  é  do  la  co- 
rona real  de  Castilla,  quefuessen  buenos 
amigos  é  se  ayudassen  é  socorriessen  con- 
tra los  de  Culua,  que  eran  malos  é  per- 
versos ,  y  en  especial  que  al  pressente  los 
de  Calco  tenian  nescessidad  de  socorro, 
porque  los  de  Culua  querían  yr  sobrellos; 
é  assi  lo  concedieron  como  Cortés  se  lo 
pidió ,  é  quedaron  muy  amigos  é  confe- 
derados. É  assi  en  paz  se  fueron  los  unos 
é  los  otros  muy  alegres  é  contentos  de  la 
amistad  contrayda;  é  se  hicieron  muy 
buena  vecindad  é  se  ayudaron  los  uñosa 
los  otros  desde  adelante. 

Desde  á  tres  dias,  porque  ya  se  sabia 
que  los  bergantines  estarían  acabados  de 
labrar ,  é  la  gente  que  los  avía  de  traer 
apercebida,  envió  Cortés  al  alguacil  ma- 
yor, Goncalo  de  Sandoval,  con  doscien- 
•  tos  peones  é  quince  de  caballo  á  los  traer, 
é  mandóle  que  destruyesse  é  asolasse  un 
pueblo  grande  subjeto  a  la  cibdad  de  The- 
sayco,  que  confina  con  los  términos  de 
Tascalteca,  porque  los  naturales  del  avian 
muerto  cjnco  de  caballo  é  quarenta  ó  cin- 
co peones,  que  venían  de  la  villa  de  la  Vc- 
racruz  á  la  cibdad  de  Temistitan,  quando 
estaba  Cortés  cercado  en  ella  ,  no  creyen- 
do que  tan  grand  trayeion  se  les  avía  de 
hacer :  y  como  al  tiempo  que  esta  vez  pos- 
trera entraron  los  nuestros  en  Tlicsayco  ha- 
llaron en  los  oratorios  é  templos  nephandos 
que  aquella  gente  tienen,  los  cuerpos  de 
los  cinco  caballos  con  sus  piés  é  manos  y 
herraduras,  cocidos  é  tan  bien  adobados 
los  cueros  como  en  todo  el  mundo  donde 
tal  arte  mejor  se  sepa  se  pudiera  hacer, 
y  enteros,  y  en  señal  de  victoria  ellos  é 
mucha  ropa  é  cosas  de  los  españoles  que 
mataron,  ofrescidos  á  sus  ydolos;é  halla- 
ron la  sangre  de  sus  compañeros  y  her- 
mano* derramada  é  sacrificada  por  todas 


aquellas  torres  é  templos ;  de  lo  quaí  re- 
dundó tanta  lástima  é  compassion,  acom- 
pañada de  yra ,  renovando  las  injurias  é 
pérdidas  passadas,  que  ningún  chripstia- 
no  lo  pudo  ver  sin  lágrimas:  É  los  indios 
de  aquel  pueblo  é  otros  á  él  comarcanos,, 
al  tiempo  que  aquellos  chripstianos  que 
padescieron,  passaban  por  allí,  les  hicie- 
ron buen  rescibimiento  para  los  asegurar 
é  hacer  en  ellos  todas  las  crueldades  que 
quisieron,  que  fueron  muchas;  porque 
baxando  por  una  cuesta  é  mal  passo,  to- 
dos á  pié  é  los  caballos  del  diestro,  de 
forma  que  no  se  pudieron  aprovechar  de- 
llos  ni  de  sus  armas  por  la  indispusicion 
del  terreno,  do  estaban  puestos  en  celada 
los  enemigos  de  una  parte  é  de  otra  del ' 
mal  passo,  los  tomaron  en  medio,  é  de- 
llos  mataron  é  se  los  comieron',  é  dellos 
prendieron  é  reservaron  viv.os  para  los 
traer  á  Thesayco  á  sacrificar,  é  sacarles 
los  coracones  delante  de  sus  ydolos.  Y 
esto  páreselo  ser  assi,  porque  quando  el 
dicho  alguagil  mayor  por  allí  passó ,  cier- 
tos españoles  que  con  él  yban ,  en  una 
casa  de  un  pueblo  que  está  entre  Thesay- 
co é  aquel,  donde  mataron  é  prendieron 
á  los  chripstianos  ques  dicho ,  hallaron  en 
una  pared  blanca  escriptas  con  carbón  es- 
tas palabras :  Aquí  estovo  presso  el  sin  ven- 
tura de  Jo  han  Yuste:  el  qual  era  un  hidal- 
go de  los  ginco  de  caballo  ,  que  sin  dubda 
fué  cosa  de  mucho  dolor  é  digna  de  nota- 
ble castigo. 

Llegado  el  alguacil  mayor  á  este  pue- 
blo, conosciendo  los  naturales  dél  su  grand 
culpa,  comentaron  á  ponerse  en  huyda, 
é  los  de  á  caballo  é  peones  españoles  é 
los  indios  sus  amigos  siguieron  el  alcance 
é  mataron  muchos,  é  prendieron  é  capli- 
varon  mugeres  é  niños  muchos,  que  se 
dieron  por  esclavos,  aunque  movido  á 
compasión,  no  quiso  matar  este  capitán 
tantos  ni  destruyr  tanto  como  se  pudiera 
hacer .'K  antes  que  de  allí  se  partiesse¿  hi- 
coxecoger  la  gente  que  quedaba ,  é  que 


ni;  INDIAS.  UB.  XXXIII.  CAP.  XIX 


359 


se  tornasscn  á  su  pueblo,  para  que  quan- 
do  viessen  aquellos  pellejos  de  caballo 
ques  dicho  que  lenian  por  memoria  de  su 
leiuplo,  se  acordassen  quán  enteramente 
fueron  castigados  pór  ello.  É  assi  se  co- 
mencé á  reformar  el  daño  que  está  dicho, 
que  fué  grande;  é  quedó  el  castigo  fecho 
tan  imprimido  en  los  que  quedaron e con 
tanto  arrepentimiento,  que  sirvieron  bien 
de  ahí  adelante.  Y  el  alguacil  mayor  fué 
desde  allí  cinco  leguas  ó  seys  á  una  po- 
blación de  Tascalleca,  que  es  la  más  jun- 
ta á  los  términos  de  Culua,  é  allí  halló  á 
los  e-pañoles  é  gente  que  traían  los  ber- 
gantines; 6  otro  dia  que  llegó  partieron 
de  allí  con  la  tablacon  é  ligacon  dello>,lo 
<pial  traían  con  mucho  concierto  más  de 
ocho  mili  hombres,  que  era  cosa  mucho 
de  ver  é  aun  de  maravillar  ¿  nueva  cosa 
é  memorable,  porque  fueron  [rege  fustas 
que  llevaron  diez  y  ocho  leguas  por  tier- 
ra: é  desde  la  vanguarda  á  la  retroguar- 
da  avia  dos  leguas  continuadas  de  indios 
cargados.  |¿  cómo  comencaron  su  camino, 
yban  en  la  delantera  ocho  de  caballo  é 
cíent  españoles  á  pié;  y  en  ellas  y  en  los 
lados  por  capitanes  de  más  de  diez  mili 
hombres  de  guerra  Yulecad  é  Teulipil.  dos 
señores  de  los  principales  de  Tascalleca. 

En  la  recaga  yban  otros  cient  6  más  espa- 
ñoles con'otros  ocho  de  caballo:  y  en  esta 
retroguaida  é  á  los  lados  yba  por  capitán 
con  otros  diez  mili  hombres  de  guerra  muj 
bien  adi'rescados  Chichimecatecle,  ques 
de  los  principales  señores  de  aquella  pro- 
vincia, con  otros  capitanes  inferiores  que 
I rain  consigo.  É  cómo  entraron  en  tierra 
de  Culua,  mandaron  los  maestros  de  los 
bergantines  que  fuesse  en  la  delantera  la 
ligacon  dellos,  é  que  la  tablacon  se  que- 
dasse  atrás ,  porque  era  cosa  de  mas  em- 
barazo, si  alguno  acaesejesse ,  lo  qual  si 
fuera  avia  de  ser  en  la  delantera ;  é  Chi- 
chimecatecle ,  que  traia  la  tablacon,  cómo 
siempre  hasta  allí  con  su  gente  de  guerra 
avia  traydp  la  delantera,  tomólo  por  afren- 


ta ,  é  fué  cosa  recia  acabar  con  él'  que  se 
quedasse  en  la  retroguarda,  porque  él  que- 
ría llevar  el  peligro  que  se  pudiesse  resce- 
bir:  é  cómo  ya  lo  concedió,  tampoco  que- 
ría que  en  la  recaga  quedassen  en  guarda 
españoles,  porque  era  hombre  de  mucho 
esfuerco  é  (pieria  él  ganar  aquella  honra. 

Llev  aban  estos  capitanes  dos  mili  hom- 
bres cargados  de  vituallas ,  é  con  esta  or- 
den é. concierto  fueron  su  camino,  en  el 
qual  se  detuvieron  tres  dias,  é  al  quarto 
entraron  en  la  cibdad  de  Thesaycocon  mu- 
cho placer  y  estruendo  de  atabales  é  alam- 
bores é  gritas  que  parescia  que  abrían  el 
cielo.  Y  Hernando  Corles  los  salió  á  res- 
cehir,  é  cómo  es  dicho,  extendíase  lanío 
el  hilo  de  la  gente  ,  (pie  desde  (pie  los  pri- 
meros comencaron  á  entrar  en  Thesayco 
hasta  que  los  postreros  ovierou  acabado 
de  llegar,  passaron  másele  seys  horas,  sin 
quebrar  el  hilo  de  la  gente.  K  después  que 
acabaron  de  llegar  todos,  Cortés  les  dió 
las  graejas  é  se  lo  tuvo  en  mucho  servicio 
"de  parle  del  Emperador  Itcy,  nuestro  se-' 
ñor,  é  de  la  suya  se  lo agradescio quanlp 
era  racon.  E  los  higo  aposscnlar  é  pro- 
vcer  lo  mejor  que  se  pudo  hacer ,  y  ellos 
le  dixefon  que  traiaB  mucho  desseo  de 
verseen  el  campo  con  los  de  Culua,  ó 
que  \ iesse  lo  que  mandaba,  quellos  é 
aquella  gente  venían  con  voluntad  de  ser- 
vir  á  Su  Magestad  é  de  se  vengar  de  sus 
enemigos  é  morir  en  compañía  de  los  es- 
pañoles, como  leales  amigos  suyos:  de 
tal  forma  que  lemán  mucha  esperanza 
(pie  de  las  cosas  passadas  se  lomaría  la 
•enmienda  muy  eoniplidamente.  Hernando 
Cortés  con  mucho  placer  les  dió  las  gra- 
cias é  les  dixo  que  repossassen,  que 
presto  Ies  daría  las  manos  llenas,  para  que 
sirviendo  á  Dios  y  al  Emperador,  nuestro 
señor,  quedassen  satisfechos  é  vengados 
de  sus  enemigos,  é  ricos  de  sus  despojos, 
é  los  adverssarios  castigados  de  sus  atre- 
vimientos é  delictos  passados  conforme  á 
sus  méritos. 


360 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XX. 

Cómo  el  capitán  Hernando  Cortés  salió  en  campo  muy  poderosamente,  á  causa  de  la  grand  compañía  de  los 
amigos-confederados ,  é  dió  sobre  una  población  que  se  dice  Xalloca  ,  doncü?  se  hico  mucho  daño  en  los 
enemigos,  é  lo  mesmo  hico  en  la  cíbdad  de  Tacuba  é  otros  pueblos  *. 


oin  duhda  alguna  la  habilidad  y  esfuer- 
zo é  prudencia  de  Hernando  Cortés  muy 
dignas  son  que  entre  los  cavalleros  é  gen- 
te militar  en  nuestros  tiempos  se  tengan 
en  mucha  estimación  y  en  los  venideros 
nunca  se  desacuerden.  Por  causa  suya  me 
acuerdo  muchas  veces  de  aquellas  cosas 
que  se  escriben  del  capitán  Viriato,  nues- 
tro español  y  estremeño1;  é  por  Hernando 
Cortés  me  ocurreaal  sentido  las  militares 
fatigas  de  aquel  espejo  de  caballería  Julio 
Céssar,  dictador,  como  paresce  por  sus 
Comentarios,  é  por  Suetonio  é  Plutarco  é 
otros  auctores  que  en  conformidad  escri- 
bieron los  grandes  hechos  suyos2.  Pero  los 
de  Hernando  Cortés  en  un  mundo  nuevo 
ó  tan  apartadas  provincias  de  Europa ,  é  * 
con  tantos  trabaxos  é  nesgessidades  é  po- 
cas tuercas ,  é  con  gente  tan  innumerable 
c  tan  bárbara  é  belicosa' é  apacentada  en 
carne  humana  (é  aun  ávida  por  excelente 
é  sabroso  manjar  entre  sus  adverssarios), 
é  faltándole  á  él  é  á  sus  milites  el  pan  é 
vino  c  los  otros  mantenimientos  todos  de 
España  ,  y  en  tan  diferenciadas  regiones 
é  ayres,  ó  tan  desviado  ó  lexos  de  socor- 
ro é  de  su  príncipe,  cosas  sonde  admira- 
ción. Céssar  ovo  sus  batallas  é  victorias 
en  provincias  é  partes  pobladas  é  proveí- 
das é  de  las  mejores  del  mundo,  en  com- 
pañía de  sus  propriosé  muchos  romanos  é 
naturales  é  otras  gentes  de  racon;  é  Viria- 
to dentro  de  España  en  su  patria ;  pero 
acá  en  estas  tierras  el' menor  peligro  *es 


el  que  de  los  hombres  se  puede  recresger, 
por  grande  que  sea,  á  respecto  de  la  con- 
tradicion  de  los  ayres  é  climas  é  regiones 
tan  dificultosas  á  la  salud  de  tos  que  nue- 
vamente las  conosgen,  tan  diferentes  de 
las  de  España ,  en  nuevo  horiconte  6  de- 
baxo  de  estrellas  no  vistas  sino  por  acá: 
las  aguas  de  muchas  maneras  é  diferentes 
sabores,  é  assi  do  las  otras  cosas  de  que 
los  cuerpos  humanos  han  de  ser  alimenta- 
dos, ágenos  de  aquellos  manjares  que  pri- 
mero usaron  nuestros  estómagos ,  assi  en 
el  gusto  como  en  la  digistion,  faltando 
el  médico ,  y  el  cirujano ,  y  el  lecho  é 
otras  cosas  tan  nescessarias  como  la  vida 
las  pide. 

Dexemos  agora  esto  ,  que  hay  mucho 
que  degir  en  ello,  pues  que  en  semejantes 
incomodidades  todos  le  eran  iguales  á 
Cortés,  é  las  padescian  sus  milites,  é  aun 
más  enteramente  quél ,  porque  es  costum- 
bre que  de  los  mal  Iib'rados,  los  capitanes 
tengan  más  oportunidad  para  las  compor- 
tar: é  no  se  pierda  tiempo  para  la  conti- 
nuación de  la  pressente  historia ,  que  á 
mi  parescer  es  tal ,  que  no  está  oyda  ni 
escripia  su  semejante,  ni  yo  sabría  dar 
entero  loor  á  Hernando  Cortés  é  á  sus  cor- 
tesanos. Y  assi  los  quiero  llamar  de  aqui 
adelante ,  porque  assi  como  en  todas  las 
pai  tes  é  reynos  la  gente  más  valerosa  é 
más  de  estimar  son  los  que  siguen  la  per- 
sona 6  casa  del  príncipe  é  de  su  corte,  é 
de  aqui  toman  este  nombre  de  cortesano, 


•  Este  epígrafe  terminaba  asi  en  el  códice  autó- 
grafo, bien  que  suprimidas  ya  las  siguientes  cláu- 
sulas: uE  de  los  recuentros  c  cosas  que  subcedieron 
hasta  que  Corli;6  volvió  ¡i  Thesayco,  donde  dió  li- 
cencia á  los  señores  é  capitanes  de  Tascaltcca,  que 


avian  traydo  los  bergantines,  para  se  volver  á  mi 
tierra.» 

t    Justino,  lib.  XUV. 

2  Coment.  de  Cesar  ;  Suetonio  ;  Plutarco,  en  la 
Vida  de  César.  • 


DG  INDIAS,  l.lll.  XXXIII  CAP.  XX 


■  ■I  que,  gentil  é  probado  varón  en  ,11-  ni- 
>a~  c  buena  enanca  y  esfuerzo,  assi  por 
consiguiente  del  nomine  del  capitán  ge- 
ncral  es  anticua  costumbre  nombrarse  los 
soldados  é  nuevos  pobladores  en  aquellas 
provincias  quedos  conquistan,  segund  mas 
largamente  se  divo  en  la  primera  parte 
d estas  historias,  en  el  libro  II,  capitu- 
lo III,  nombrando  á  los  españoles  por  His- 
pan, 6  á  los  asirios  de  Asur,  é  a  los  he- 
breos de  Hebcr.é  á  los  persas  de  Perseo, 
los  armenios  de  Armenio,  los  tróvanos  de 
Troo,  los  alexandrinos  de  Ale\andro.  e 
los  romano-,  de  [{.minio.  He. '  l.  a<-i  mcri- 
tamente  conviene  á  estos  milites  de  Cortés 
que  se  les  pegue  tal  dilado  del  proprio 
nombre  del  linage  de  Hernando  Cortés,  6 
(pie  pues  con  él  militando,  en  tan  señalada 
empréssa  se  hallaron  ,  é  consiguieron  glo- 
rioso evento,  que  su  nomine  sea  cortesa- 
no, ques  en  la  verdad  no  poco,  sino  muy 
houoroso  apellido  para  lodos  aquellos,  que 
en  esta  guerra  se  hallaron  é  se  prec  ien 
macho  délla  é  del  nombre.. 

Di'Spues  que  loda  la  gente  de  guerra 

de  Tascalteca  ovo  repossado  en  Thesayco 
tres  ó  quatro  dias  (y  eran  todos  essos  de 
muy  lucidas  é  dispuestas  personas  é  bien 
armados  a  su  usanca),  Hernando  Cortés 
hico  apercebir  veynte  y  cinco  de  caballo 
ó  trescientos  infantes  ñ  hombres  á  píe  de 

lo^  e-pañoles,  é  cinqtlenta  ballesteros  y 
escopeteros,  é  Bey 8  tiros  de  pólvora  de 
bronce,  pequeños;  6  sin  decir  á  persona 
alguna  adonde  yba,  salió  de  la  cibdad  de 
Thesayco  «» las  nueve  horas  del  dia ,  6  con 
él  los  capitanes  que  se  nombraron  en  el 
capitulo  precedente,  con  más  de  treynla 
mili  hombres  por  sus  esquadras  muy  bien 
ordenados,  segund  su  costumbre.  E  á 
quatro  leguas  de  la  cibdad  de  Thesayco, 
ya  que  era  tarde,  vieron  un  batallón  de 
gente  de  guerra  de  los  enemigos ,  é  aten- 
dieron muy  osadamente,  é  nuestra  gente 

(    S.  Isidoro,  F.lhimol.,  lil).  IX,  cap.  2. 
TOMO  111. 


de  a  caballo  rompieron  por  ellos  é  los 
desbarataron,  é  los  de  Tascalteca,  que 
era  gente  ligera  y  expertos  en  el  exerci- 
f;io  de  la  guerra  ,  siguieron  a  los  caballos, 
y  en  su  compama  mataron  muchos  de  los 
contrarios;  é  sobrevino  la  noche,  é  por 
su  esenridad  no  ovo  tiempo  para  más  de 
assentar  los  nuestros  su  real  con  la  guar- 
dia é  aviso  que  se  requería.  Y  el  dia  si- 
guiente procedieron,  en  su  camino,  y  el 
capitán  general  no  avia  dielm  donde. era 
su  intención  que  fuessen ,  porque  recela- 
ba de  algunos  de  los  de  Thesayco,  que 
yban  en  el  exército ,  porque  no  diessen 
aviso  de  lo  que  pensaba  hacer  á  los  de 
México  é  Temistitan,  é  porque  aun  no  te- 
nia seguridad  dellos,  é  porque  es  precep- 
to expíe, so  del  arle  militar  (y  prudente- 
mente proveydo)  que  aquella  cosa  que 
oviere  el  capitán  de  hacer,  la  diga  á  po- 
quísimos é  lidelíssimos.  Estoy  yo  muy 
bien  con  un  dicho  de  FlavioVegecio,  que 
dice :  « El  que  la  paz  dessea ,  apareje  con 
ingenio  la  guerra,  é  aquellos  que  dolía 
querrían  conseguir  la  victoria ,  á  sus  sol- 
dados enseñen  con  diligencia  é  con  arte; 
é  no  á  ventura  cómbala  quien  dessea  ale- 
gre fin  de  su  obra  3. »  No  dubdo  yo  que 
Hernando  Cortés  ignorasse  á  Vegecio  é  á 
Catón  é  á  otros  excelentes  auctores,  que 
escribieron  sobre  el  arte  militar;  mas 
afirmo  é  creo  quel  ingenio  desté  capitán 
era  tal  en  las  cosas  de  la  guerra ,  que  na- 
turalmente nascio  para  enseñar  á  otros  mu- 
chos lo  ([no  en  ella  se  debe  hacer.  Passe- 
mos  á  lo  demás. 

Caminando  Hernando  Cortés  con  su 
exército ,  llegaron  á  una  población  que  se 
dice  Xaltoca ,  la  qual  está  asentada  en  me- 
dio de  la  costa  de  la  laguna ,  é  al  rededor 
della  hallaron  muchas  c  grandes  acequias 
llenas  de  agua ,  que  hacían  aquel  pueblo 
muy  fuerte,  porque  los  de  caballo  no  po- 
dían entrar  á  él ,  é  los  contrarios  á  su  sal- 

2    Vegecio,  De  Re  WHtari,  lib.  [11. 

4ü 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


vo  tiraban  muchas  varas  é  flechas,  é  con 
(antas  gritas,  que  sin  dubda  pornían  mu- 
cho espanto  en  soldados  nuevos  y  en  quien 
no  los  ha  primero  experimentado.  Con  to- 
do esso,  nuestra  gente  de  á  pié,  aunque 
con  mucho  trabaxo,  entraron  dentro,  y 
echaron  fuera  los  enemigos,  é  quemaron 
mucha  parte  del  pueblo.  É  aquella  noche 
fueron  los  chripstianos  é  sus  aliados  á  dor- 
mir una  legua  de  allí ;  é  assi  como  -pares- 
ció  la  luz  del  siguiente  dia,  progedicron 
en  su  camino ,  é  hallaron  los  enemigos ,  é 
desde  léxos  comentaron  a  gritar,  como  lo 
han  de  costumbre :  é  los  nuestros  siguié- 
ronlos hasta  llegar  á  una  hermosa  é  grand 
cibdad,  que  se  llama  Guanticlan,  é  hallá- 
ronla despoblada,  é  apossentáronse  en 
ella  aquella  noche.  É  otro  dia  bien  de  ma- 
ñana prosiguieron  adelante,  é  llegaron  a 
otra  cibdad  que  se  dice  Tenayuca ,  en  la 
qual  no  hallaron  resistencia,  é  sin  se  dete- 
ner passáron  ó  otra  que  se  dice  Acapucalco 
(todas  estas  poblaciones  están  al  rededor 
de  la  laguna);  é  tampoco  se  detuvieron  en 
esta  otra ,  porque  Hernando  Cortés  des- 
seaba  mucho  llegar  á  otra  cibdad  que 
estaba  cerca  de  allí ,  que  se  llama  Tacuba, 
ques  muy  gerca  de  Tcmistitan.  E  ya  que 
estaban  junto á  ella,  hallaron  en  su  circun- 
ferencia muchas  acequias  de  agua,  é  los 
enemigos  muy  a  punto;  y  encontinente 
los  españoles  arremetieron  contra  ellos,  y 
entráronles  la  cibdad  por  fucrga  de  ar- 
mas ,  é  mataron  muchos ,  é  los  restantes 
salieron  huyendo:  é  cómo  era  ya  tarde, 
aquella  noche  no  se  higo  más  de  apossen- 
tarse  los  nuestros  en  una  casa,  que  era  tan 
grande  que  cupieron  en  ella  todos  bien  á 
placer.  En  amanesgiendo  otro  dia ,  los 
nuestros  indios  confederados  amigos  co- 
mencaron  á  saquear  é  quemar  toda  la  cib- 
dad ,  salvo  el  apossenlo  donde  los  chrips- 
tianos estaban ,  é  pusieron  tanta  diligengia 
en  el  incendio,  que  también  se  quemó  un 
quarto  de  la  casa  ques  dicho.  Esto  se  hi- 
go assi ,  porque  quando  Cortés  salió  des- 


baratado de  Tcmistitan ,  passando  por 
aquella  cibdad,  los  naturales  della  se  jun- 
taron con  los  de  Temistitan,  é  le  hicieron 
cruel  guerra ,  é  le  mataron  muchos  espa- 
ñoles: assi  que,  muy  bien  tenían  meresgi- 
do  este  castigo. 

Allí  estovo  Hernando  Cortés  é  su  exér- 
gito  seys  dias  en  Tacuba  ;  pero  ningu- 
no passó  sin  algún  rencuentro  ó  escara- 
muga  con  los  enemigos.  Los  capitanes 
é  gente  confederada  de  Tascalteca  é  los 
contrarios  liagian  muchos  desaQos  parti- 
culares, é  con  los  de  Temistitan  pelea- 
ban cuerpo  á  cuerpo  unos  contra  otros, 
y  en  diverssos  números ,  dos  á  dos  é  tres 
á  tres  ó  más ,  como  se  congertaban ,  di- 
giéndose  muchas  injurias  é  ultrajes ,  me- 
neando muy  bien  las  manos;  é  sin  dub- 
da era  cosa  mucho  de  ver  é  de  notar  sus 
ánimos,.  É  siempre  morían  muchos  de  los 
enemigos  é  vengian  los  nuestros,  aun- 
que como  tenían  tantas  defensas  resistían 
muy  resgiamente  defendiéndose,  é  muchas 
veges,  fingían  que  daban  lugar  para  que 
les  cntrassen  dentro,  é  degian:  «Entrad, 
entrad  á  holgaros. »  Otras  veges  á  manera 
de  amenagas  degian:  «  Pensays  que  tene- 
mos agora  otro  Monteguma,  para  que  ha- 
ga todo  lo  que  quisiéredes? » 

Estando  en  aquestas  pláticas ,  se  allegó 
el  general  Hernando  Cortés  gerca  de  una 
puente  que  tcnian  quitada,  c  mandó  á  los 
nuestros  que  cstoviessen  quedos,  é  los 
enemigos  que  estaban  de  la  otra  parte, 
como  entendían  que  les  querían  hablar, 
higieron  tener  silengio  á  su  gente:  é  Cor- 
tés les  dixo  que  por  qué  eran  locos  é  que- 
rían ser  destruydos,  é  preguntóles  si  avia 
allí  entre  ellos  algún  señor  principal  de 
los  de  la  cibdad,  para  que  se  llegassc  allí, 
que  le  (pieria  hablar  é  decir  cosas  que  les 
convenían  mucho.  Y  ellos  respondieron  que 
toda  aquella  mollitud  de  gente  de  guerra 
quéj  por  allí  veía,  todos  eran  señores;  por 
tanto  que  dixesse  lo  (pie  quería  :  é  cómo 
Cortés  vido  que  aquello  era  mentira  ,  no 


r>l>  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XX. 


respondió  cosa  alguna ,  6  comenzáronle  á 
deslionrar  con  palabras  injuriosas ,  é  uno 
de  los  Dne8troa  .díxolcs:  «Bien  sabemos 
que  os  morís  de  hambre,  6  no  os  avenios 
ile  dexar  salir  de  ahí  á  buscar  de  comer.» 
\  esto  respondieron  quellos  no  tenían  nes- 
ressidad  ni  falta  de  comer,  é  que  quando 
la  toviessen,  que  de  los  chripstianos  6  de 
los  de  Tascaltcca  comerían.  É  diciendo 
esto ,  uno  de  ellos  tomó  unas  tortas  de 
mahiz.é  arrojólas  haría  los  españoles,  di- 
ciéndolcs:  « Tomad,  comed  si  toneys  ham- 
bre, que  nosotros  ninguna  tenemos.»  E 
luego  cometiearon  á  gritar  e  á  pelear  con 
los  nue-iro». 

Como  la  yda  di -I  general  á  esta  cibdad 
de  Tacuba  fué  principalmente  por  haber 
plática  con  los  de  Tcmistitan  ó  saber  qué 
voluntad  tenían,  é  su  estada  allí  no  npro- 
\ echaba  á  cosa  alguna,  á  cabo  de  los  seys 
días  acordó  de  se  tornará  Thesayco,  para 
dar  priessa  á  ligar  6  cabar  los  berganti- 
nes, para  poner  cerco  por  la  laguna  é  por 
la  tierra  á  aquella  grund  cibdad :  y  el  día 
quel  exército  partió  de  vuelta,  fueron  á 
dormir  á  la  cibdad  <h'  Goaoalan,  de  la 
(pial  la  historia  ha  fecho  mención,  é  los 
enemigos  mi  hacían  sino  venir  siguiéndo- 
los, ¡tor  hacer  el  daño  que  pudieran  al  re- 
tirarse los  chripstianos;  mas  los  de  caba- 
llo de  (piando  en  quando  revolvían  sobro 
los  contrarios  e  alanceaban  algunos. 

( Uro  día  caminaron  con  su  orden ,  é  los 
adverssarios,  pensando  que  de  temor  lo 
hacían,  junto  grand  número  dellos  siguie- 
ron á  los  nuestros,  tan  regocijados  é  con 
tantas  gritas,  como  si  se  vieran  vencedo- 
res: y  el  general  mandó  á  la  gente  de  pié 
que  se  fuesse  adelante  sin  detener ,  é  que 
en  la  recaga  fuessen  cinco  de  caballo;  y 


él  se  quedó  con  veynte  cavalleros  en  cier- 
ta |iarie  puesto  en  celada;  é  de  aquessos 
mandó  á  los  seys  dellos  que  se  pusiessen. 
en  otra  parte,  é  otros  seys  en  otra,  é  otros 
cinco  en  otra,  y  él  con  los  otros  restantes 
se  puso  en  otra  parte,  porque  la  dispusi- 
(•ion  de  la  tierra  era  aparejada  para  ello. 
V.  ordenó  que  como  los  enemigos  passas- 
sen,  pensando  que  todos  yban  juntos  ade- 
lante, que  assi  como  le  oyessen  decir: 
iSanctiagb,  é  á  ellos» ,  saliessen  é  dies- 
sen  en  las  espaldas  de  los  adverssarios.  É 
assi  se  puso  por  obra  quando  fue  tiempo; 
c  alanceando  en  ellos,  les  turó  el  alcance 
cerca  de  dos  leguas  por  un  llano  adelan- 
te, con  mucha  v  ictoria  de  los  cortesanos 
é  muchas  muertes  de  los  contrarios,  que 
allí  padescieron  á  manos  de  los  chripstia- 
nos éde  los  amigos  confederados.  K  deudo 
adelante  los  enemigos  no  siguieron,  6  los 
nuestros  volvieron  é  alcanzaron  la  gente 
que  adelante  yba  de  su  exército;  é  aque- 
lla noche  durmieron  en  una  gentil  pobla- 
ción (pie  se  dice  ÁCUUIMIB,  que  está  (los 
leguasde  la  cibdad  de  Thesayco,  para  don- 
de otro  dia  se  partieron,  y  entraron  en 
ella  ¡i  medio  dia.  e  fueron  muy  bien  res- 
cebidos  del  alguacil  mayor,  quel  general 
avia  (levado  por  capitán,  é  de  toda  la 
gante  con  mucho  placer  ó  regocijo;  por- 
que desde  que  de  alli  avian  salido  no  se 
.supo  dellos  ni  de  lo  que  les  avia  suheedi- 
do,  y  estaban  con  mucho  cuydado  é  pe- 
na hasta  que  con  su  pressencia  salieron 
dclla. 

Otro  dia  siguiente  los  señores  ó  capita- 
nes de  la  gente  de  Tascaltcca  pidieron  li- 
cencia al  general,  y  él  se  la  dió,  para  se 
tornar  á  su  tierra ,  donde  fueron  muy  con- 
tentóse con  assaz  despojo  de  los  enemigos. 


3í¡4  HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XXI. 

En  el  qual  se  Iracla  del  socorro  é  ayuda  que  Hernando  Cortés  envió  á  los  amigos  confederados  de  la  pro- 
vincia de  Calco;  é  cómo  oíros  pueblos  vinieron  á  la  obidiencia  de  Sus  Majestades*;  é  cómo  se  lomó  por  mu- 
cha ventura  la  inexpugnable  población  de  Guamanaca  ,  é  vino  á  la  obidiencia  de  Sus  Majestades  el  señor 
della  ;  é  cómo  tomó  é  destruyó  la  cibdad  de  Suchimilco  ,  é  oirás  cosas  notables  que  Cortés  é  sus  cortesanos 
mililes  hicieron  ,  con  mucha  victoria  é  prósperos  subeessos. 


Dos  días  después  quel  general  volvió  á 
la  cibdad  de  Tesayco,  llegaron  á  él  cier- 
tos mensajeros  de  los  señores  de  Calco, 
é  le  higieron  saber  que  los  de  México  é 
Temistitan  yban  sobrellos  á  los  dcslruyr, 
é  que  le  rogaban  que  los  socorriessB ,  co- 
mo otras  veces  se  lo  avian  suplicado ;  y 
el  general  proveyó  luego  y  envió  con  el 
alguacil  mayor,  Goncalo  de  Sandoval, 
veyntc  caballos  é  trescientos  peones  cor- 
tesanos; é  mandóle  que  con  mucha  dili- 
gencia diesse  á  los  confederados  é  ami- 
gos todo  el  favor  é  ayuda  que  posible 
fuesse.  É  llegado  á  Calco,  halló  mucha 
gente  junta,  assi  de  la  de  aquella  provin- 
cia como  de  las  de  Guax.oc.ingo  é  Guaca- 
chula  ,  que  estaban  esperando  el  socorro; 
é  dada  orden  en  lo  que  se  debía  hacer,  no 
esperaron  que  los  acomeliessen  los  con- 
trarios, sino  partiéronse  para  una  pobla- 
ción que  se  dice  Guastepeque,  donde 
taba  la  gente  de  Culua  en  guarnición,  é 
de  allí  hacían  mucho  daño  á  los  de  Calco. 
E  á  un  pueblo  que  está  en  el  camino  sa- 
lió mucha  gente  de  los  contrarios,  é  cómo 
los  confederados  eran  muchos  é  tfnian  por 
su  partea  los  españoles  ques  dicho,  rom- 
pieron con  mucho  denuedo  por  los  ene- 
migos, los  quales  desampararon  el  cam- 
po, vertiendo  mucha  sangre  é  perdiendo 
las  vidas  grand  parle  dcllos. 

Avida  esta  victoria,  repossaron  los  es- 
pañoles aquella  noche  en  aquel  pueblo, que 
está  antes  de  Guastepeque.  Los  de  Culua-, 

•  En  MÍA  parle  ■suprimió  Oviedo  las.siguienles 
/inca* :  |E  de  lo»  combales  que  aquel  general  ovo 
en  dos  peñonci  con  ^rand  inollilud  de  indios,  >■  de 


otro  dia  siguiente,  ya  que  los  nuestros 
llegaban  gerca  de  los  adverssarios,  co- 
mentaron á  pelear  con  los  españoles;  pe- 
ro en  poco  más  de  un  quarto  de  hora 
fueron  desbaratados,  é  con  muerte  de 
muchos  dellos  los  echaron  fuera  del  pue- 
blo. E  los  de  á  caballo  se  apearon  para 
dar  de  comer  á  sus  caballos  é  apossen- 
tarse ;  y  estando  assi  descuydados  de  lo 
que  subcedió ,  llegaron  los  enemigos  has- 
ta la  placa  del  apossento  con  mucha  gri- 
ta, apellidando  y  echando  muchas  pie- 
dras é  varas  é  flechas;  é  los  españoles 
dieron  alarma,  y  ellos  é  sus  amigos  con 
mucha  priessa  salieron  á  la  resistencia ,  é 
hiriéronla  tal  que  los  echaron  fuera  del 
pueblo  otra  vez,  é  siguieron  el  alcance 
más  de  una  legua,  matando  muchos  dellos. 
E  (ornáronse  con  esta  victoria  los  corteses 
é  sus  amigos  bien  cansados  á  dormir  á 
Guastepeque,  é  allí  repossaron  dos  días: 
en  el  qual  tiempo  el  alguacil  mayor  supo 
que  en  un  pueblo  más  adelante ,  que  se 
dice  Acapicbjla  ,  avia  mucha  gente  de 
guerra  de  los  enemigos,  é  determinó  de 
yr  allá,  á  ver  si  se  darían  de  paz  é  les  re- 
querir con  ella,  acordándose  de  aquella 
auctoridad  que  dice  que  paresfe  dulce  la 
batalla  al  que  no  ha  probado  su  amargu- 
ra1. Atpiel  pueblo  es  muy  fuerte  é  puesto 
en  un  monte  alto,  donde  los  de  caballo 
no  podían  ofender  ni  hacer  lo  (¡no  en  lo 
llano  acostumbraban  ;  é  cómo  llegaron  los 
españoles,  comentaron  los  del  pueblo  á 

una  muy  hermosa  <•  grandísima  liuerla  del  señor 
ile  Guaatepcqne.o 
i    Wgpcio,  lie  fíe ílilitari,  lib.  III,  cap.  12. 


DE  INDIAS.  LID. 

pelear  con  ellos,  6  desde  lo  alto  echaban 
ú  rodar  galgas  (ó  piedras  grandes)  sin  tes- 
sar:  é  aunque  yba  mucha  gente  de  los 
amigos  confederados  con  el  alguacil  ma- 
yor, viendo  el  assiento  fuerte  de  aquella 
villa,  no  osaban  acometer  ni  llegar  á  los 
contrarios:  loqual  \  iendo  los  chripstianos, 
determináronle  de  Mihir  [>or  tuerca  á  lo 
alto  ó  morir,  é  llamando  en  su  ayuda  al 
glorioso  patrón  de  Kspaña  Sanctiago,  pu- 
siéronlo por  obra  :  Ó  plugo  á  Dios  que  les 

dió  tanto  esfuerce  é  ventura,  que  aunque 
era  mucha  la  rcsistcncia'quo  se  les  hacia, 
les  subieron  ,  puesto  que  ovo  muchos  he- 
ridos; é  como  los  indios  confederados  se- 
guían la  victoria,  quedaron  vencidos  los 
contrarios,  e  muertos  e  despeñados  mu- 
chos dellos.  Oy  decir  á  personas  de  cré- 
dito que  alli  se  hallaron ,  que  un  rio  pe- 
queño que  cerca  quassi  acpiel  pueblo,  por 
más  de  una  hora  fué  teñido  en  sangre,  é 
les  estorbó  de  beber  por  entonces  á  los 
vencedores  chripstianos ,  porque  como 
hacia  mucha  calor,  tenian  nesces>idad  del 
agua :  é  assi  todavía  algunos  de  los  nues- 
tros bebían  della ,  en  especia!  los  indios 
amigos,  que  para  ellos  era  aquello  un  ex- 
celente brebage.  De  lo  (pial  >e  puede  loar 
á  nuestros  españoles  ó  cortesanos,  ó  atri- 
buirles (aunque  ellos  no  bebiessen  tal 
agua)  tan  justamente  como  á  Mario  aquel 
verseo  del  Petrarca,  que  dice  en  loor  de 
Mario  no  bebió  del  rio  mas  agua  que  san- 
gre', quando  venció  los  cimbros  ó  tu- 
descos, lo  qual  mas  largamente  escribe 
Plutarco  en  la  \  ida  de  Mario. 

Dada  conclusión  en  lo  que  está  dicho, 
quedaron  estas  dos  poblaciones  de  paz,  é 
bien  castigados  los  naturales  dolías;  y  el 

i  Francisco  Petrarca  ,  en  aquella  canción  que 
comienea: 

Italia  mía,  ben  che'l  parlar  sia  indaroo  *. 

*  Esta  canción  es  la  XXIX."  de  la  primera  par- 
le del  Cancionero  de  Pelrarca  :  el  verso  á  que  Ovie- 
do se  refiere  dice: 


XXXI».  CAP.  XXI.  365 

alguacil  mayor,  Goncalo  deSandoval,  se 
torno  á  Thesayco  con  toda  la  gente  é  con 
señalada  victoria. 

Cómo  los  de  México  é  Temistitan  su- 
pieron que  los  españoles  é  los  de  Calco 
avian  fecho  tanto  daño  en  su  gente  é  ami- 
gos, acordaron  de  enviar  ciertos  capita- 
nea con  mucha  gente  á  enmendar  su 
afrenta ;  é  teniendo  aviso  desto  los  de 
Calco,  enviaron  á  suplicar  al  general,  que 
con  toda  diligencia  los  amparasse  é  socor- 
riesse  en  (anta  nescessidad.  A  causa  de 
lo  qual  Hernando  Cortés  tornó  luego  a 
despachar  al  mesmo  alguacil  mayor  con 
Cierta  gente  de  pié  é  de  caballo;  pero 
(piando  este  socorro  llegó,  ya  los  de  Culua 
é  los  de  Calco  se  avian  visto  en  el  cam- 
po é  avian  ávido  batalla  muy  cruda,  en 
la  qual  quiso  Dios  dar  la  v  entura  á  los  do 
Calco,  ó  mataron  muchos  de  los  contra- 
rios é  prendieron- -hasta  qu  aren  ta  perso- 
nas, entre  los  (piales  avia  un  capitán  de 
los  de  México  é  otros  dos  principales,  y 
esSOS  fueron  luego  entregados  al  alguacil 
mayor,  y  él  los  envió  a  Hernando  Cortés 
e  dexó  otros  consigo.  V.  por  seguridad  de 
los  de  Calco,  estovo  con  toda  la  gente  en 
un  pueblo  suyo,  ques  frontera  de  los  de 
México  :  e  (piando  le  paresció  (pie  no  avia 
nescessidad  de  su  estada,  se  volvió  a  The- 
sayco, 6  llevó  consigo  á  los  prissioncros 
rolantes  que  le  avian  quedado. 

(Uros  muchos  relíalos  e  recuentros  que 
o\  ieron  con  los  naturales  de  Culua,  se  de- 
\;in  de  escribir  por  evitar  prolixidad ,  que 
bastaron  para  quel  camino  que  hay  des- 
de la  villa  de  la  Veracruz  á  Thesayco  es- 
toviesse  seguro.  É  assi  cada  dia  sabían 
ya  los. chripstianos  unos  de  otros,  é  con 

Non  piu  bebe  del  fiumo  aqua  che  sangue. 

Esle  pensamiento  lo  tomó  Pelrarca  del  español  Flo- 
ro ,  que  decía,  en  el  cap.  3  del  libro  III  de  su  Epi- 
tome:  dUl  viclor  Romanus  de  cruento  ilumine  non 
plus  aqua;  biberit  quám  sanguinis  barbarorum.» 


300 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


un  mensajero  enviaron  al  general  ciertas 
ballestas  y  escopetas  é  pólvora ,  que  no 
fué  poco  socorro  en  tal  sacón;  e  con  otro 
mensajero  le  hicieron  saber  que  avian 
allegado  á  aquel  puerto  tres  navios,  que 
traían  mucha  gente  é  caballos,  é  que  lue- 
go los  despacharían  para  que  se  fuessen 
al  general :  é  segund  la  nescessrdad  en 
que  estaba ,  paresgió  que  Dios  por  su  mi- 
sericordia quiso  socorrer  aquella  gente 
nuestra. 

Dige  Séneca  que  aquel  es  fuerte  que 
está  aparejado  á  sufrir  todas  las  cosas 
que  son  de  temer  '.Conforme  á  esto  é  a  la 
prudencia  que  debe  tener  quien  ha  de  re- 
gir exército  é  dessea  prósperamente  con- 
cluyr  la  guerra ,  Hernando  Cortés  busca- 
ba todas  las  formas  é  maneras  que  podia 
para  traer  á  su  devoción  é  amistad  los  de 
Temistitan,  assi  por  no  los  destruyr,  co- 
mo porque  él  é  los  chripstianos  pudics- 
sen  descansar  de  tan  continuos  é  largos 
trabaxos  passados  é  pressentes  é  por  ve- 
nir; é  principalmente  porque  Dios  é  Cés- 
sar  fuessen  servidos,  é  se  excusassen  las 
muchas  muertes  que  de  ambas  partes  es- 
tallan aparejadas.  É  cómo  él  podia  aver  a 
alguno  de  la  cibdad,  enviábaselo  con  amo- 
nestaciones é  requirimientos  para  que  qui- 
siessen  quietud  é  dexassen  el  peligroso  é 
dañoso  excrgigio  de  la  guerra,  é  gogas- 
sen  de  sus  vidas  é  no  se  destruyesseu  á 
sí  ó  á  sus  tierras.  É  un  miércoles  santo  de 
tinieblas,  que  se  contaron  veynte  y  siete 
de  margo  del  año  de  mili  é  quinientos  é 
veynte  y  uno,  higo  traer  ante  sí  aquellos 
principales  de  Temistitan  que  los  de  Cal- 
co avian  prendido,  é  preguntóles  si  que- 
ría alguno  dellos  yr  a  su  cibdad  á  degir 
de  su  parle  á  los  señores  della ,  que  les 
rogaba  que  quisiessen  tener  paz  con  él  é 
con  los  chripstianos ,  é  que  viníessen  á  la 
obidiencia  del  geptro  real  de  Castilla  é  del 
Emperador  Rey,  nuestro  señor,  don  Car- 


los ,  como  antes  lo  avian  hecho ;  porque 
su  intengion  é  desseo  era  de  tractarlos 
como  amigos  y  hermanos,  é  no  hagerles 
guerra,  como  a  rebelados  é  desleales  vas- 
salios;  é  aunque  essos  prissioneros  dixe- 
ron  que  creían  que  los  avian  de  matar, 
llevando  tal  mensajería ,  dos  dellos  se  de- 
terminaron de  yr,  é  pidieron  una  carta  al 
general,  poique  aunque  no  avian  de  en- 
tender ni  leer  lo  que  en  ella  dixesse ,  sa- 
bían que  se  usaba  assi  entre  los  chrips- 
tianos ,  é  que  llevando  aquella  carta,  se 
les  daría  crédito ;  pero  con  las  lenguas  se 
les  dió  a  entender  primero  lo  que  la  letra 
contenia ,  qua  era  lo  mesmo  quel  general 
les  avia  dicho  á  essos  mensajeros ,  é  assi 
se  partieron  con  ginco  de  caballo,  que  sa- 
lieron con  ellos  hasta  los  poner  en  salvo. 

El  sábado  siguiente  sánelo,  los  indios 
de  Calco  ó  otros  sus  aliados  amigos  en- 
viaron á  degir  á  Hernando  Cortés  que  los 
de  México  yban  sobrellos ,  é  que  le  pe- 
dían por  merged  que  muy  presto  los  so- 
corriesse;  y  él  Ies  respondió  que  desde  á 
quatro  ó  ginco  días  les  enviaría  el  socor- 
ro que  le.  demandaban ,  é  que  si  entre 
tanto  se  viessen  en  nesgessidad,  se  lo  hi- 
giessen  saber,  quél  los  socorrería;  é  que 
cstoviessen  sin  temor  y  en  vela  con  los 
enemigos.  Y  el  tercero  dia  de  pasqua  de 
resurreegion  tornaron  á  enviar  con  más 
afincamiento,  pidiendo  socorro,  c  que  bre- 
vemente fuesse,  porque  los  contrarios  se 
acercaban ;  y  el  general  les  respondió 
quél  quería  yr  en  persona,  é  luego  man- 
dó pregonar  que  para  el  viernes  adelante 
cstoviessen  aparejados  veynte  y  ginco  de 
á  caballo  é  tresgientos  infantes.  Y  el  jue- 
ves antes  llegaron  de  Thcsayco  giertos 
mensajeros  de  las  provincias  de  Tagapan 
e  'Mascalgingo  é  Nautan  é  otras  cibdades 
que  están  en  su  comarca,  é  dixeron  que 
venían  á  se  dar  por  vassallos  de  Su  Má- 
ueslad  é  á  ser  amigos  de  los  chripstianos 


)   Séneca,  en  su  iraclado  De  Conttantiá, 


DE  INDIAS  LIB. 

é  del  general,  porque  ellos  nunca  avian 
muerto  español  alíruno  ni  se  avian  aleado 
contra  el  servicio  de  Céssar ;  é  truxeron 
cierta  ropa  de  algodón  muy  gentil,  se- 
gund  la  costumbre  de  la  tierra,  y  el  ge- 
neral les  diú  las  gracias,  6  les  prometió 
de  parte  de  Su  Majestad  é  de  sus  sub- 
cessores  en  los  reynos  de  Castilla ,  que  si 
fuessen  buenos  6  leales  á  su  real  sen  ¡<;i<  > . 
se  les  haria  siempre  muy  buen  tractamien- 
to  é  compañía,  como  á  tales  vassallos. 

Porque  este  nomin  e  de  Majestades  es 
plural  é  compete  a  más  personas  de  una, 
é  me  entiendan  los  extraños  de  nuestra 
lengua  en  este  passo  6  donde  leyeren 
Majestades  en  estas  historias,  sepan  (pie 
estas  Indias,  como  en  otras  parles  está 
dicho ,  son  de  la  corona  é  ccplro  real  de 
Castilla,  é  no  del  imperio  Qessariano;  6 
la  Reyna  doña  Juliana,  nuestra  señora, 
madre  del  Emperador  Rey,  nuestro  se- 
ñor, vive;  é  della  é  de  su  real  patrimo- 
nio de  Castilla  son  estos  estados  é.  Indias. 
É  assi  en  muchas  partes  la  nombro  por 
este  título  de  Majestades  juntamente. con 
su  hijo:  el  qual,  como  obedíentissimo, 
quiere  é  manda  que  assi  se  haga,  6  aun 
en  las  patentes  é  provissiones  que  se  dan 
con  el  sello  real  juntamente  hablan  el  hijo 
c  la  madre,  aunque  -olo  el  imperador  las 
firme;  porque  la  Re\  na  .  nin  -lia  >eñora. 
está  retrayda  é  apartada  de  los  negocios 
6  gobernación  de  sus  reynos ,  é  assi  lo 
quiere  Su  Majestad,  é  so  descarga  con 
tan  poderoso  é  justo  é  buen  gobernador 
como  es  su  hijo ,  é  tan  acrescenlador  é 
buen  administrador  de  sus  reynos ;  y  en 
esta  forma  no  dice  ni  pone  Carolus ,  ni 
Emperador  (digo  en  todo  lo  que  para  In- 
dias se  provee),  sino:  Yo  el  Rey.  É  su  ma- 
dre ha  seydo  la  más  retrayda  é  honestís- 
sima  viuda  de  quantas  hasta  el  pressentc 
tiempo  se  sabe,  porque  desde  el  año  de 
mili  c  quinientos  éseys,  que  su  marido  el 
sereníssimo  Rey  don  Felipe ,  de  gloriosa 
memoria,  passó  desta  vida,  siempre  ha 


XXXIII.  CAP.  XXI.  3C7 

estado  retrayda ,  y  está  en  la  villa  de  Tor- 
desillas,  acompañada  de  mugeres  ancia- 
nas, generosas  6  devotas  señoras  6  reli- 
giosos, 6  su  palacio  .  6  casa  paresce  un 
templo  de  grand  devoción,  tan  ordinario, 
que  ha  dado  é  da  cxemplo  á  todas  las 
viudas  é  honestas  personas  de  maravillo- 
sa constancia  é  sanctidad:  é  allí  residen 
en  su  palacio  é  servicio  personas  de  grand 
auctoridad ,  donde  es  servida  é  tractada 
como  quien  es  é  como  madre  de  Qéssar. 

Volvamos  á  la  historia  é  mensajeros 
que  á  Cortés  pedían  el  socorro  de  parte 
de  los  de  la  provincia  de  Calco  é  sus  va- 
ledores: los  qüales  se  tornaron  muy  con- 
tentos de  ver  quel  general  determinaba 
de  yr  en  persona  á  los  favorescer  é  se 
hallar  con  ellos  contra  sus  enemigos;  6 
assi  lo  puso  por  obra  el  viernes  ques  di- 
cho que  salió  de  Thesayco,  ó  se  contaron 
finco  (lias  del  mes  de  abril  del  año  de 
mili  é  quinientos  e  veynte  y  uno,  ó  llevó 
consigo  treynta  de  caballo  ó  trescientos 
peones  españoles ,  6  dexó  en  aquella  cib- 
dad  otros  veynte  de  caballo  con  otros 
trescientos  españoles  en  guarda  della ,  é 
Goncalo  de  Sandoval,  alguacil  mayor, 
por  capitán.  H  salieron  con  el  general 
Hernando  Cortés  más  de  veynte  mili  hom- 
bres de  los  de  Tliesawo,  c  con  mucha 
orden  dieron  á  dormir  á  una  población  de 
Calco,  que  se  dice  Talmanalco,  donde 
fueron  bien  rescebidos  é  apossentados ;  é 
allí ,  porque  está  una  buena  fuerga  (des- 
pués que  los  de  Calco  fueron  amigos  de 
los  chripstianos),  siempre  tenían  gente  de 
guarnición,  porque  es  frontera  de  lo  de 
Culua. 

Otro  día  siguiente  llegaron  á  Calco  á  las 
nueve  horas  del  dia ,  é  no  se  detuvieron 
más  de  á  hablar  el  general  á  los  señores 
de  allí  é  decirles  su  intención,  que  era  dar 
una  vista  é  ver  en  torno  la  costa  de  las  la- 
gunas ,  porque  creia  que.  hecho  esto ,  que 
importaba  mucho ,  hallaría  acabados  é 
aparejados  los  trece  bergantines  para  los 


:m  HISTORIA  GENE' 

echar  al  agua.  É  cómo  ovo  hablado  á  los 
de  Calco ,  partió  aquel  dia  á  vísperas  é  lle- 
gó á  una  población  suya,  donde  se  junta- 
ron con  el  general  más  de  quarenta  mili 
hombres  de  guerra  de  los  amigos  confe- 
derados. Aquella  noche  durmieron  allí,  é 
porque  los  naturales  de  aquella  población 
dixeron  al  general  que  los  de  Culua  le  es- 
taban esperando  en  el  campo,  mandó  que 
al  quarto  del  alba  todo  el  exército  esto- 
viesc  en  orden,  é  oyda  missa,  comencaron 
á  caminar  ;  y  el  general  tomó  la  delantera 
con  veynte  de  caballo,  y  en  la  recaga 
mandó  yr  los  otros  diez  con  la  gente  de  a 
pié,  é  assi  passaron  entre  unas  sierras 
muy  ásperas.  É  á  las  dos  horas  después 
de  medio  dia,  llegaron  á  un  peñón  muy 
alto  é  áspero,  encima  del  qual  estaba  mu- 
cha gente  de  mugeres  é  niños,  é  todas  las 
laderas  de  su  circunferencia  llenas  de 
gente  de  guerra ;  é  comentaron  luego  á 
dar  muy  grandes  alharidos  ó  hacer  muchas 
ahumadas,  é  tiraban  con  hondas  é  sin 
ellas  muchas  piedras  ,  é  lancaban  muchas 
varas  ó  flechas,  de  tal  forma,  que  en  lle- 
gándose cerca  los  nuestros,  rescebian  mu- 
cho daño.  É  ya  que  avian  visto  que  en  el 
campo  no  avian  ossado  esperar  los  enemi- 
gos, paresQiólc  al  general,  puesto  que  su 
camino  era  otro,  ser  poquedad  passar 
adelante  sin  hacerles  algún  sinsabor,  por- 
que no  sospechassen  los  adverssarios  que 
por  temor  se  dexaba  de  los  acometer  allí 
donde  se  avian  hecho  fuertes:  é  comentó 
á  dar  una  vista  en  torno  del  peñón ,  que 
tenia  quassi  una  legua  de  circunferencia, 
vera  tan  fuerte  en  sí  naturalmente,  que 
parescia  temerario  atrevimiento  ponerse  á 
ganarlo ,  puesto  que  se  les  pudiera  poner 
^erco  para  que  gastando  tiempo,  sedies- 
sen  de  nescessidad,  siguiendo  aquella 
amonestación  de  Fia  vio  Vegecio,  que  di- 
ce en  su  militar  disciplina  que  es  grandís- 
imo caso  vencer  antes  con  la  hambre 


AL  Y  NATURAL 

que  con  el  fierro  al  enemigo  *.  Pero  cómo 
el  general  tenia  el  intento  á  mayor  cosa  é 
no  convenia  detenerse  en  aquello,  estaba 
algo  perplexo ,  é  al  cabo  se  determinó  por 
muchos  respectos  de  tentar  la  subida  por 
tres  partes ,  que  avia  considerado  en  lo 
que  vido  que  tenian  alguna  dispusieron 
para  se  poder  hacer.  E  mandó  á  Chrips- 
tóbal  Corral,  alférez  de  sessenta  hombres 
de  á  pié  quel  general  traia  siempre  en  su 
compañía ,  que  con  su  bandera  acometies- 
se  é  subiesse  por  la  parte  más  dificultosa 
é  áspera ,  é  que  ciertos  escopeteros  é  ba- 
llesteros le  siguiessen.;  é  mandó  á  los  ca- 
pitanes Johan  Rodríguez  de  Villafuerte  ó 
Francisco  Verdugo  que  con  su  gente  é 
otros  ciertos  escopeteros  é  ballesteros  su- 
biessen  por  otra  parte ;  é  mandó  á  los  ca- 
pitanes Pedro  de  Yrcio  é  Andrés  de  Mu- 
charaz  que  por  otra  parte  con  otros  ba- 
llesteros y  escopeteros  subiessen ,  é  que 
los  unos  é  los  otros  lo  comencassen,  en 
oyendo  sonar  una  escopeta,  é  que  cada 
uno  procurase  de  morir  ó  vencer.  E  assi 
cómo  se  dió  la  señal  de  la  batalla,  assi  se 
puso  en  el  instante  por  la  obra  lo  quel  ge- 
neral les  avia  amonestado;  é  ganaron  á 
los  contrarios  por  fuerza  de  armas  dos 
vueltas  del  peñón,  é  no  pudieron  subir 
más ,  porque  la  dispusicion  áspera  del  ter- 
reno era  tal ,  que  con  pies  é  manos  no  se 
podían  tener  en  pié,  e  la  moltitud  de  las 
piedras  que  de  lo  alto  venian  rodando  (é 
algunas  se  quebraban  y  escupían  los  pe- 
dazos), hacían  mucho  daño :  é  fué  tan  re- 
cia la  resistencia  de  los  contrarios,  que 
mataron  dos  españoles  é  hirieron  más  de 
otros  veynte ,  no  desacordándose  los 
nuestros  ni  su  general  capitán  de  aquel 
precepto  del  auctor  alegado  que  dice,  que 
«  donde  por  la  propria  salud  se  combate, 
no  merescc  la  negligencia  perdón  algu- 
no2. »  El  fin  es  que  en  ninguna  manera  los 
nuestros  pudieron  passar  de  allí;  y  el  ge- 


4    Veg.,  lib.  III,  cap  20. 


2    Id.,  id. ,  cap.  5. 


DE  INDIAS.  LIB. 

neral  viendo  que  era  imposible  hacerse 
más  de  lo  que  avian  hecho  los  cortesanos, 
6  que  se  juntaban  cada  hora  más  de  los 
contrarios  en  socorro  del  peñón,  por  me- 
jor respecto  mando  á  los  capitanes  que  se 
tornassen  á  haxar,  é  assi  se  liico.  K  reco- 
cida la  gente  de  pié,  los  de  caballo  arre- 
metieron á  los  que  estaban  en  lo  llano,  y 
echáronlo»  de  lodo  el  campo,  alanceando 
e  matando  en  ellos  espacio  de  hora  y  me- 
dia; 6  cómo  eran  mucha  gente,  derramá- 
ronle los  de  caballo  .i  unas  parles  é  otras* 
é  (piando  fueron  recogidos,  supo  d  ellos  el 
general  que  algunos  avian  llegado  ha-la 
una  legua  de  allí,  é  avian  visto  otro  pe- 
ñon  con  mucha  ¡.'ente,  pero  ¡pie  no  era  tan 
fuerte:  e  que  por  lo  llano  cerca  del  avia 
mucha  población  ,  é  que  no  fallarían  dos 
cosas  que  avian  faltado  en  el  ques  dicho: 
la  una  era  agua,  ó  la  otra  que  la  resisten- 
cia seria  menos  é  se  podría  sin  peligro 
tomar  la  gente.  E  aunque  con  harto  pes- 
sar  de  no  aver  conseguido  la  victoria  del 
primero  peñón,  partieron  de  allí  é  fueron 

aquella  noche  á  dormir  cerca  del  otro  pe- 
ñón, donde  padeseieron  mucha  sed  por 
no  hallar  agua,  ni  en  todo  aquel  dia  la 
avian  bebido  los  nuestros  ni  los  caballos: 
é  assi  se  as»enló  el  real  con  el  recabdo  de 
velas  que  convenía ,  é  oían  mucho  es- 
truendo de  atabales  é  bocinas  é  gritos. 

Cómo  esclaresció  otro  dia,  movió  el 
campo,  y  el  general  se  adelantó  con  al- 
gunos de  sus  capitanes  para  ver  é  consi- 
derar el  peñón,  é  no  les  paresgió  menos 
fuerte  quel  otro,  excepto  (pie  tenia  dos 
padrastOS  mas  altos  que  no  él,  é  no  me- 
nos ásperos  de  subir ,  en  los  quaTes  esta- 
ba mucha  gente  de  guerra  para  los  defen- 
der. Y  el  general  con  algunos  capitanes  é 
milites  veteranos  é  señaladas  personas, 
embragadas  sendas  rodelas  é  sus  armas, 
fueron  hácia  allá  á  pié ,  porque  los  caba- 
llos los  avian  llevado  á  beber  una  legua 
de  allí;  esto  no  para  más  de  ver  la  fuerca 
del  peñón  é  por  dónde  se  podría  comba- 

TOMQ  III. 


XXXin.  CAP.  XXI.  300 

tlr.  É  cómo  llegaron  al  pié  del  peñón,  ha- 
llaron cerca  de  sí  su  genlc,  que  sin  les 
mandar  cosa  alguna  se  avian  ydo  Irás  el 
general;  é  los  de  los  padrastros,  creyen- 
do que  los  querían  combatir  por  el  medio, 
desamparáronlos  por  socorrer  el  peñón  é 
á  los  suyos:  é  visto  su  desconcierto ,  man- 
dó presto  el  general  á  un  capitán  de  los 
suyos  tomar  el  un  padrastro,  é  assi  se.hi- 
£0;  y  el  general  con  la  otra  gente  comen- 
euron  á  subir  ol  cen  o  arriba  ,  donde  es- 
taba la  mayor  parte  de  los  contrarios,  é. 
plugo  á  Dios  que  les  ganó  una  vuelta  de 
la  cuesta,  é  púsose  en 'una  altura  que 
quassí  igualaba  con  lo  alto  donde  los  con- 
trarios peleaban,  lo  qnal  primero  se  pen- 
saba que  fuera  imposible  ganarse  aquello, 
sin  mucho  peligro  é  daño  de  los  chripstia- 
nos.  É  ya  un  capitán  de  los  españoles  avia 
puesto  su  bandera  en  lo  más  altodel  cer- 
ro, 6  desde  allí  comentaron  á  tirar  esco- 
petas é  saetas  á  los  enemigos;  é  cómo  les 
hag-ian  mucho  daño,  é  consideraron  el  que 
se  les  esperaba  seguir  presto,  hicieron 
señal  ¡pie  se  querían  dar,  é  pusieron  las 
armas  en  tierra;  y  el  general  muy  alegre 
de  verlos  rendir  (porque  su  intento  siem- 
pre era  dar  á  entender  á  aquella  gente 
bárbara  que  tenia  las  puertas  abiertas  á 
la  misericordia,  pidiéndosela,  y  el  cuchillo 
no  menos  pronto  al  castigo  de  los  remi- 
sos, 6  que  queriendo  venir  á  la  obidien- 
cia  del  Rey  de  Castilla,  sus  culpas  avian 
de  sor  toleradas ,  si  la  enmienda  perma- 
nesciesse),  6  cómo  era  gente  que  se  les 
entendía  lo  uno  é  lo  otro,  mandó  el  gene- 
ral (piel  cómbale  é  armas  cessassen  é  no 
les  fuesse  hecho  más  daño;  c  assi  llega- 
ron á  le  hablar  los  principales  de  los  ad' 
verssarios,  pidiendo  perdón,  y  el  general 
los  resfebió  muy  bien,  é  admitió  su  pe- 
tición ;  los  quales ,  conosgiendo  la  tem- 
planza que  se  avia  usado  con  ellos,  lucié- 
ronlo saber  á  los  del  peñón  primero,  é 
aunque  la  victoria  avia  quedado  en  ellos, 

vinieron  assimesmo  á  la  obidicncia  como 
47 


370 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


estos  otros,  ofresgiéndosc  por  vassallos 
de  Sus  Magcstades,  é  pidiendo  perdón  de 
lo  passado. 

En  la  población  de  á  par  de  aquel  pe- 
ñon  repossó  el  general  é  sus  cortesanos 
milites  dos  dias,  é  desde  allí  envió  á  Thc- 
sayco  los  heridos ,  y  él  se  partió ,  é  á  las 
diez  horas  del  dia  llegó  con  su  exército  á 
Guastepeque,  de  quien  se  higo  mención 
de  susso ;  y  en  la  casa  de  una  huerta  del 
señor  de  allí  se  apossenlaron  todos,  la 
qual  huerta  es  la  mayor  é  mas  hermosa  é 
fresca  que  los  chripstianos  avian  visto  en 
aquellas  partes  ni  en  España ,  porque  te- 
nia dos  leguas  de  circuyto;  é  por  medio 
della  passaba  una  gentil  ribera  de  un  rio, 
é  de  trecho  á  trecho  (cantidad  de  dos 
tiros  do  ballesta)  hay  apossentos  é  jardines 
muy  frescos,  é  innumerables  árboles  de 
diverssas  fructas,  é  muchas  hierbas,  é 
flores  olorosas ,  ques  cosa  de  admiración 
ver  la  gentileca  é  grandeca  de  toda  aque- 
lla huerta  ó  los  estanques  ó  aves  en  ellos, 
é  otras  particularidades  que  se  doxan  de 
decir. 

Aquel  dia  repossaron  en  ella  los  chrips- 
tianos, ó  de  los  naturales  fueron  muy  bien 
é  con  mucho  placer  servidos.  El  dia  si- 
guiente  se  partió  el  exército,  é  á  las  ocho 
horas  del  día  llegaron  a"  una  buena  pobla- 
ción ,  que  se  dice  Yantcpcquc ,  donde 
mucha  gente  de  guerra  estaba  de  los  ene- 
migos, atendiendo  la  jornada;  é  cómo  se 
vieron  los  unos  á  los  otros,  paresció  que 
querian  mostrar  alguna  señal  de  paz,  ó 
por  el  temor  que  loviessen  ó  por  engañar 
a  los  nuestros;  pero  sus  cautelas  turaron 
poco,  porque  sin  más  acuerdo  desampa- 
raron su  pueblo  huyendo,  y  el  general 
no  curó  de  se  detener  en  él ,  é  siguió  los 
enernL'ns  ron.  los  trevnta  de  caballo  bien 
dos  leguas  hasta  que  los  encerró  en  otro 
pueblo  que  se  llama  Gilutepe,  hasta  el 
qual  fueron  muchos  alanceados  é  muer- 
tos. En  aquel  pueblo  hallaron  la  í?ente  del 
muy  descuydada ,  porque  antes  que  sus 


espias  llegassen,  estaban  con  ellos  los 
nuestros,  é  mataron  alguna  gente,  é  pren- 
dieron muchas  mugeres  é  muchachos ,  é 
los  demás  huyeron :  é  allí  repossó  el  ge- 
neral dos  dias,  pensando  quel  señor  de 
aquel  pueblo  viniera  á  dar  la  obidiencia, 
é  no  lo  higo ,  é  por  esto ,  quando  se  par- 
tió nuestro  exérgito  de  allí,  pusieron  fuego 
á  aquella  villa ,  en  la  qual  sagon  llegaron 
mensajeros  del  otro  pueblo  antes ,  que  se 
digo  Yantepeque,  pidiendo  vénia  con  mu- 
cha humildad ,  c  ofresgiéndose  por  vassa- 
llos de  la  corona  real  de  Castilla ;  é  fueron 
admitidos  por  el  general,  porque  en  ellos 
é  sus  casas  é  tierra  se  avia  fecho  notable 
castigo. 

Fecho  aquesto,  é  procediendo  el  gene- 
ral en  su  empressa,  llegó  aquel  dia  que 
de  allí  partió  á  un  pueblo  muy  fuerte,  que 
se  dige  Caadnabagcd ,  en  el  qual  estaba 
mucha  gente  de  guerra;  y  era  fuerte  de  sí, 
gercado  de  muchos  gerros  é  barrancas, 
que  algunas  avia  de  diez  estados  de  hon- 
dura, é  ninguna  gente  de  caballo  podia 
entrar  sino  por  dos  parles,  é  aquessas  los 
nuestros  no  las  sabian:  é  aun  para  entrar 
por  ellas  avian  de  rodear  más  de  legua  y 
media ,  non  obstante  que  por  puentes  de 
madera  bien  pudieran  entrar,  si  no  esto- 
vieran  quitadas:  de  forma  que  estaban 
tan  fuertes,  que  aunque  fueran  los  espa- 
ñoles é  sus  amigos  diez  tantos  de  los  que 
eran,  no  Ies  temieran.  Éassicomo  los  nues- 
tros se  acercaban,  tirábanles  muchas  varas 
é  Hechas  é  piedras  con  grand  osadía,  por- 
que pensaban  que  no  podían  ser  ofendi- 
dos; y  estando  assi  muy  revueltos,  los 
unos  defendiendo  é  los  otros  procurando 
de  ofender,  siguióse  que  un  indio  de  Tas- 
calteca  passó  de  tal  manera  por  un  passo 
muy  peligroso,  que  no  le  vieron;  mas 
quando  le  reconoscieron ,  creyendo  (pie 
los  españoles  entraban  por  aquella  partí», 
6  ternoricados  é  sin  tiento,  se  comengaron 
;'i  poner  en  buyda,  y  el  indio  tcás  ellos.  Él 
tres  ó  qualro  mangehos  criados  del  gene- 


DE  IMHAS.  LUI.  XXXIII.  CAP.  XXI. 


ral  6  otros  dos  de  una  capitanía ,  cómo 
vieron  passar  al  indio,  siguiéronle  é  pas- 
saron  de  la  olía  parte ;  y  el  general  con 
los  de  caballo  comencé  á  guiar  hacia  la 
sierra  para  bascar  entrada  al  pueblo,  ó 
los  enemigos  no  hacían  sino  tirarle  flechas 
é  varas  (porque  entre  los  unos  é  los  otros 
no  avia  más  de  una  barranca  como  cava), 
c  cómo  estallan  embebecidos  en  pelear 
contra  los  nuestros ,  no  avian  visto  los  cin- 
co españoles  que  eraban  de  la  otra  parte, 
como  es  dicho;  é  aquellos  llegaron  de  so- 
bresalto por  las  espaldas,  é  comenearon  á 
darles  de  cuchilladas,  é  como  los  saltea- 
ron >in  sospecha  que  por  las  espaldas  se 
les  podia  hacer  daño  alguno,  ni  creyeron 

que  los  suyos  avian  desamparado  el  pas- 
so  por  donde  el  indio  é  los  españoles  les 
avian  entrado,  espantados,  quedaron  co- 
mo atónitos  é  no  osaban  pelear,  é  los  es- 
pañoles mataban  muchos  dellos  como  gen- 
te abobada  é  que  no  tenían  sentido;  6 
después  que  cayeron  en  lo  que  podia  ser, 
huyeron.  Va  nuestra  gente  de  pié  estaba 
dentro  del  pueblo,  é  le  comenearon  á  que- 
mar é  los  enemigos  todos  á  le  desampa- 
rar, ó  assi  continuando  su  fuga,  se  aco- 
gieron á  la  sierra  ;  pero  muchos  quedaron 
muertos,  porque  los  caballos  los  siguie- 
ron todo  lo  que  fué  posible. 

Después  que  nuestra  gente  halló  por 
donde  entrar  al  pueblo,  era  ya  medio  dia, 
é  apossentáronse  en  unas  casas  de  una 
huerta ,  porque  lo  ílemás  hallaron  ya  quas- 
si  quemado  todo.  En  la  tarde  el  señor  de 
aquel  pueblo  é  otros  principales,  vien- 
do que  cosa  tan  fuerte  como  era  aque- 
lla villa  no  se  avia  podido  defender,  te- 
miendo que  acullá  en  la  sierra  los  avian 
de  yr  á  matar ,  acordaron  de  se  venir  á 
ofrescer  por  vassallos  de  Sus  Magosta- 
dos,  ó  fueron  por  el  general  rescebi- 
dos,  prometiéndoles  todo  buen  (racla- 
miento,  y  ellos  obligándose  á  guardar 


toda   lealtad  é   servir  ,   como  debían. 

Estos  indios  é  los  otros  que  venían  assi 
rendidos,  después  de  les  aver  quemado  é 
destruydo  sus  casas  é  haciendas,  dixeron 
que  la  causa  por  qué  venían  tan  (arde  á  dal- 
la obidiencia  era  porque  pensaban  que  sa- 
tisfacían á  sus  culpas  en  consentir  que  pri- 
mero se  Ies  híciesse  daño ,  que  fuesse  su 
penitencia  ;  porque  creían  que  después  de 
ayer  padeM  ido.  no  ternian  tanto  enojo  de- 
lió*  los  chripstianos,  aviéndolos  castigado 
é  vengádose. 

Aquella  noche  estovo  el  general  é  su 
gente  en  aquel  pueblo,  é  por  la  mañana 
Otro  dia  se  partió  por  una  (ierra  do  mu- 
choa  pinares,  despoblada  é  sin  agua  algu- 
na, é  passaron  un  puerto  con  mucho  tra- 
ba so,  ó  muchos  de  los  indios  amigos,  que 
en  el  exército  yban,  perescicron  de  sed:  6 
á  siete  leguas  de  aquel  puerto  pararon  en 
unas  estancias  aquella  noche ,  ó  otro  dia  en 
amanesciendo,  prosiguieron  su  camino  6 
llegaron  á  vista  de  una  muy  gentil  cibdad, 
que  se  dice  Suehiiiiilco,  (pie  e>lá  edolicada 
en  la  laguna  dulce.  K  como  los  naturales 
dolía  e-laban  ;i\  i~ados  de  la  yda  de  nues- 
tro exército,  tenían  fechas  muchas  amar- 
radas é  acequias  é  aleadas  las  puentes  de 
las  enlradas  de  la  cibdad  ,  la  qual  está  de 
Temistitan  tres  ó  quatro  leguas,  y  estaba 
dentro  mucha  é  muy  lucida  gente,  con  de- 
terminación de  morir  en  la  defensa  ó  que- 
dar con  victoria.  E  llegado  el  campo  nues- 
tro é  recogida  la  gente  é  puesta  en  ór- 
den,  el  general  se  apeó  de  su  caballo  é 
siguió  con  algunos  infantes  hacia  una  al- 
barrada  que  tenían  los  contrarios,  detrás 
de  la  qual  estaban  muchos  defensores ,  é 
comencóse  el  combate  con  mucho  denue- 
do de  los  chripstianos ;  porque  no  eran 
nuestros  españoles  de  aquellos  por  quien 
Vegecio  digo,  «que  siempre  es  el  soldado 
nuevo  en  aquellas  armas  quél  y  ellas  largo 
tiempo  vivieron  ó  estovieron  en  reposso»  ': 


i   Lib .  II ,  cap.  24. 


HISTORIA  GKNEHAL  V  NATUtAL 


.17  2 

antes  á  estos  milites  cortesanos  nunca  so 
les  caian  de  acuestas,  ni  dexaban  do 
ser  exercitadas  ellas  y  ellos ,  y  en  su  dis- 
ciplina militar  estaban  tan  doltrinados  y 
expertos,  que  valian  por  muchos  más. 
É  assi ,  continuándose  la  batalla  ó  com- 
bate, hacían  mucho  daño  los  escope- 
teros é  ballesteros ,  é  ningún  tiro  era  fe- 
cho sin  matar  ó  herir  á  los  enemigos;  é 
assi  Toreados  desampararon  el  albarrada, 
é  los  españoles  se  echaron  al  agua  é  pas- 
saron  adelante  por  donde  hallaron  tierra 
firme,  y  en  espacio  de  media  hora  quo 
pelearon,  ganaron  la  principal  é  mejor  par- 
te de  la  cibdad ,  é  retraydos  los  contra- 
rios por  las  calles  del  agua  en  sus  canoas, 
pelearon  hasta  que  fué  de  noche ,  que  la 
escuridad  los  departió.  É  unos  movian  paz 
ó  otros  en  esse  medio  entre  las  palabras 
no  dexaban  de  pelear,  é  movieron  tantas 
veces  esla  plática  de  la  paz,  sin  la  poner 
en  obra,  que  sé  entendió  que  lo  hacián 
para  dos  efettos:  el  uno  para  alear  sus 
haciendas  en  lauto  que  éssa  paz  fraudosa 
se  tractaba ,  y  el  otro  por  dar  lugar  al 
tiempo  é  que  les  fuesse  socorro  de  Temis- 
titan. 

Aquel  día  mataron  dos  españoles,  pur- 
que  se  desmandaron  á  robar,  é  fué  tanta 
la  nescessidad  que  no  pudieron  ser  socor- 
ridos. Dinamente  dá  la  guerra  el  pago  que 
meresce  el  que  se  desordena  en  ella ,  é 
sin  tiempo  ni  auctorklad  del  capitán  so 
mete  donde  no  puede  salir:  é  ya  que  los 
enemigos  no  maten,  los  tales  ni  deben 
ser  perdonadas,  ni  quedar  con  la  vida, 
porgue  muchas  veces  da  ocasión  un  des- 
mesurado é  temerario  á  que  por  lo  socor- 
rer se  vea  en  peligro  todo  el  exército. 

En  la  tarde  pensaron  los-  enemigos  có- 
mo podrían  otro  día  atajar  á  los  chripstia- 
nos.  para  (pie  no  pudiessen  salu  de  aque- 
la  cibdad  con  las  vidas;  ó  juntáronse  mu- 
cha copia  dellos  determinados  de  venir 


por  la  parte  que  los  nuestros  avian  entra- 
do. É  cómo  los  vieron  venir  tan  do  súbi- 
to ,  maravilláronse  de  ver  su  ardid  é  agi- 
lidad ó  presteca,  é  seys  de  caballo  quo 
con  el  general  estaban  más  á  punto  quo 
los  otros,  arremetieron  contra  ellos,  é  de 
temor  de  los  caballos  volvieron  las  espal- 
das, é  salieron  de  la  cibdad  tras  ellos, 
matando  muchos,  aunque  con  assaz  peli- 
gro ;  porque  no  fallaban  algunos  valientes 
indios  que  osaban  esperar  á  los  de  á  ca- 
ballo con  sus  espadas  é  rodelas ,  ni  era  de 
tenerles  en  poco  sus  ánimos,  por  serles  á 
ellos  tan  nueva  cosa  pelear  los  hombres  á 
caballo,  animales  nunca  por  ellos  en  aque- 
llas partes  vistos.  E  cómo  andaban  re- 
vueltos .grande  espacio  de  hora  avia,  el 
caballo  en  quel  general  andaba,  dexóse 
caer  en  (¡erra  de  cansado;  ó  cómo  los 
enemigos  le  vieron  á  pié,  revolvieron  so- 
bre él ,  é  como  valiente  varón  comencóse 
á  defender  con  la  lanca  :  é  un  indio  de  los 
de  Táscaltecá,  cómo  le  vido  en  lanía  nes- 
cessidad ,  llegóse  á  le  ayudar,  é  lo  mes- 
mo  higo  un  español  criado  suyo,  é  levan- 
taron el  caballo;  é  cómo  acudieron  más 
españoles,  desampararon  lodo  el  campo 
los  .'contrarios ,  é  los  de  caballo  ques  di- 
cho y  el  general ,  como  estaban  muy  can- 
sados, se  tornaron  á  la  cibdad.  E  puesto 
que  era  ya  quassi  noche  ó  debieran  re- 
possar ,  mandó  Hernando  Cortés  que  to- 
das las  puentes  aleadas^  por  donde  yba  el 
agua  se  cegassen  con  piedra  é  adobes  que 
allí  avia,  porque  los  de  caballo  pudiessen 
entrar  é  salir  en  la  cibdad  sin  estorbo  al- 
guno: é  no  se  partió  su  persona  de  allí 
hasta  (pie  lodos  aquellos  malos  passos  que- 
daron bien  aderescados,  6  con  mucho 
aviso  en  la  guarda  é  velas  se  passó  aque- 
lla noche. 

Bien  me  paresce  aquello  de  Diodoro  Sí- 
culo  1  (pie  dice  que  si  no  oviesse  escripto- 
res,  poco  turarfan  los  hechos  señalados, 


I    tiiodoro  Siculu,  lib.  I. 


ni;  indias,  luí.  xxxiii.  cap.  sxi 


373 


porque  Cualquiera  otro  monumento  es 
muy  breve  por  los  muilios  accidentes  que 
estorban ;  mas  el  valor  de  las  lelras,  qne 
por  1 01  las  parles  suenan,  hace  quel  tiem- 
po, ipie  loilas  las  otras  cosas  ile.-liiix o, 
sea  custodia  ó  protector  precipuo,  bien 
ipie  la  eloqiionciu  ayuda  a-siz,  como  vir- 
liid  á  ninguno  inferior.  Con  la  elocuencia 
los  griegos  precedieron  á  los  bárbaros, 
losdottosá  los  \ inorantes :  causa  que  uno 
aunque  sea  de  la  mesina  estirpe,  sea  su- 
perior á  otro,  porque. toda  posa  es  tanto 
quanio  la  virtud  la  hace  del  que  habla-. 
No  hay  dulflta  que  aquellos  que  lian  Ca- 
ma de  hombres  dignos,  lian  abierto  el  c  a- 
mino ó  vía  dé  la  virtud,  mas  que  pa- 
ra yr  á  ella  hay  iliver»a>  sendas.  Pa- 
resce  (pie  la  poesia  más  se  extiende  á  tle- 

h  \tar  ipie  á  lo  útil,  é  las  leyes  \  estatu- 
ios más  al  punir  (pie  al  enseñar,  é  las 
otras  arles  todas  no  lian  con  felicidad  con- 
torció,  porque  la  utilidad  que  dellas  ua.-cr 
es  mezclada  con  el  daño:  antes  hay  algu- 
nas <pie  en  cambio  de  la  verdad  enseñan 
á  mentir.  Por  la  (pial  la  historia  sola  con 
palabras  iguales  á  los  hechos,  trae  consi- 
go la  verdadera  utilidad,  exaltando  lo 
Jioneslo  é  conculcando  e  hollando  el  virio, 
(ó  lo  que  no  es  loable  é  si  deshonesto);  é 
finalmente  por  la  e\pirien(  ¡a  (pie  la  histo- 
ria pone  de  los  tiempos  passados,  veni- 
mos á  periodo  \i\ ir.  Nosotros,  pues,  con- 
siderada la  alabanca  que  los  escriptores 
consiguen,  avenios  asumpto  (Ó  tomado  á 
cargo)  esta  obra. 

Todo  eslo  es  del  auctor  alegado ,  ó 
traydo  muy  á  propóssito  é  al  de  la  mate- 
ria, de  que  tracto  ;  pero  no  con  el  intento 
de  Diodoro  en  parte,  porque  yo  escribo 
por  mandado  de  mi  príncipe  y  él  por  su 
passatiempo.  Yo  sin  la  abundancia  de  le- 
tras que  Diodoro  tenia ,  y  él  con  alto  es- 
tilo y  elegancia :  la  qual  oviera  aqui  me- 
nester el  valeroso  y  estrenuo  y  excelente 
capitán  Hernando  Cortés,  de  quien  la  plu- 
ma miá  conose.fi  que  sobra  la  materia ,  é 


que  la  lengua  ni  mi  estilo  no  pueden  tan 
adelante  llegar,  que  le  den  el  colmo  que 
su  loor  é  obras  merescen  para  Ja  inmor- 
talidad di'  su  lama.  Pero  yrá  arrimada  á 
la  simplicidad  é  forma  de  hablar,  que  de- 
ben* concurrir  en  la  verdadera  historia:  ó 
llamo  simplicidad  á  lo  quel  gramático 
atribuye  tal  verbo,  ques  decir  sencilla- 
mente ,  sin  •  lagotería  ni  lisonjas  lo  que 
hago  al  caso. 

Tornando  a  la  historia  de  lo.s  cortesa- 
nos, de  que  se  (rada,  cómo  los  de  Méxi- 
co e  l'emistilan  sabían  «pie  estaban  en  la 
cibdad  de  Sucbimilco,  acordaron  otrodia 
siguiente  al  ques  dicho  de  yr  por  la  la- 
guna con  grand  poder,  é  assimesino  con 
olro  exércitO  por  la  tierra  á  los  cercar, 
creyendo  que  ya  uo  podrían  escaparse  de 
sus  manos.  Y  el  general,  avisado  desto, 
subióse  á  una  torre  de  un  templo  de 
aquellos  ydólalras  (donde  liaren  aquellos 

infieles  á  sus  ydolus  é  falsos  dioses  sus 
diabólicos  é  crueles  sacrificios  e  ofrendas 
de  cuerpos  humanos,  segund  su  infernal 
e  condenada  costumbre),  para  ver  Ó  con- 
siderar desde  allí  cómo  veni.m  los  enemi- 
gos, é  para  arbitrar  por  donde  podrían 
acometer,  para  proveer  en  ello  lo  que 
eonviniesse.  t  luego  puso  por  obra  todo 
lo  que  le  paresció  que  para  la  resistencia 
se  debía  apercebir.  Ií  llegó  por  el  agua 
una  herniosa  é  granilíssima  Ilota  de  ca- 
noas, que  passabande  dos  mili,  é traían 
más  do  "doce  mili  hombres  de  guerra;  c 
por  la  tierra  llegaron  tanta  moltitud  de  in- 
dios que  cubrían  los  campos. 

Los  capitanes  que  venían  en  la  delan- 
tera, traían  espadas  de  las  nuestras  en  las 
manos,  é  cada  esquadron  apellidaba  su 
provincia:  unos  degian  ¡¡México,  Méxi- 
co»; oíros  i  Tgmistitan ,  Temistilan*  ,  é 
otros  tCulua,  Culua* ;  é  junto  con  esto 
decían  muchos  denuestos  c  injurias  á  los 
nuestros,  amcnaeándolos  que  con  aque- 
llas espadas  que  les  avian  tomado  la  otra 
vez  en  la  cibdad  de  Temislítan,  avian  de 


371  HISTORIA  GENER 

matar  sin  dexar  á  vida  español  ni  amigo 
suyo  que  toviéssen,  Pues  como  el  gene- 
ral tenia  ordenado  dónde  avia  de  oslar  é 
acudir  cada  capitán  de  los  nuestros,  é 
porque  hácia  la  tierra  firme  avia  mucha 
copia  de  enemigos ,  salió  á  ellos  con  veVn- 
te  de  caballo  é  quinientos  indios  de  Tas- 
caltcca ,  repartidos  en  tres  partes;  é  man- 
dóles que  desque  losoviessen  rompido,  se 
recogiessen  en  cierta  parte  al  pié  de  un 
cerro  que  estaba  media  legua  de  allí ,  por- 
que también  avia  allá  mucha  gente  de  los 
enemigos.  E  assi  cómo  fué  tiempo,  dada 
la  señal,  cada  esquadron  siguió  por  su 
parle  contra  los  adverssarios ,  é  desbara- 
táronlos é  alangearon  é  mataron  muchos, 
é  recogiéronse  al  pié  del  cerro  ques  di- 
cho. Y  el  general  mandó  a  ciertos  corte- 
sanos é  personas  diestras  é  ligaros  que 
subiessen  por  la  parte  más  áspera  del 
monte ,  para  quél  con  los  de  caballo ,  ro- 
deando por  la  parte  más  llana ,  los  tomas- 
sen  en  medio ,  é  fué  assi :  que  como  los 
enemigos  vieron  que  los  cortesanos  subían 
el  cerro,  volvieron  las  espaldas,  pensando 
que  huían  á  su  salvo,  é  toparon  con  los 
de  caballo ,  que  serian  hasta  catorce  ca- 
ballos, de  quien  fueron  rescebidos  en  las 
tancas ;  é  los  amigos  de  Tascalteca  me- 
neaban tan  bien  las  manos,  que  en  breve 
espacio  mataron  más  de  quinientos  hom- 
bres, é  los  demás  se  salvaron,  huyendo 
a  las  sierras. 

Otros  seys  de  caballo  acertaron  á  yr 
por  un  camino  muy  ancho  é  llano,  alan- 
ceando en  los  enemigos:  é  á  media  legua 
de  Suchimileo  dieron  en  un  esquadron  de 
gente  muy  lucida  que  venia  en  socorro 
de  los  vencidos,  é  desbaratáronlos  é  alan- 
cearon algunos;  6  á  las  diez  horas  del 
dia,  fecho  todo  lo  que  se  ha  dicho,  es- 
tando ya  juntos  los  de  caballo,  se  volvie- 
ron victoriosos  á  Suchimileo,  6  á  la  en- 
trada estaban  los  otros  españoles,  que 
desseaban  ver  al  general  é  los  que  con  él 
avian  salido,  y  entender  lo  -ubcedido.  É 


AL  Y  NATURAL 

contáronle  cómo  so  avian  visto  en  mucho 
aprieto  por  echar  fuera  de  la  cibdad  á  los 
enemigos,  de  los  quales  avian  muerto  mu- 
chos ;  é  dieron  al  general  dos  espadas  de 
las  nuestras  que  Ies  avian  tomado,  é  di- 
xéronle  que  los  ballesteros  no  tenian  sae- 
tas, porque  todas  las  avian  muy  bien  em- 
pleado. Y  estando  en  esta  plática,  antes 
que  se  apcassen,  asomaron  por  una  calcada 
muy  ancha  en  un  graud  batallón  muchos 
de  los  enemigos ,  é  con  tanta  grita  é  ala- 
ridos que  sonaban  todos  los  montes  é  va- 
lles de  la  comarca ;  é  con  el  apellido  del 
glorioso  Apóstol ,  assi  como*l  capitán  ge- 
neral dixo  "Sanciiago  é  á  ellos» ,  arreme- 
tieron todos  veynte  de  caballo  contra  los 
indios;  é  cómo  de  la  una  parte  é  otra  de 
la  calcada  era  toda  agua ,  laucáronse  en 
ella,  é  assi  los  desbarataron  é  se  torna- 
ron á  la  cibdad  bien  cansados :  é  mandó- 
la luego  el  general  quemar,  excepto  aque- 
llo en  quél  é  su  gente  estallan  apossenla- 
dos;  é  quedó  allí  tres  días,  que  ninguno 
dexaron  de  pelear.  É  al  cabo,  dexándola 
quemada  é  asolada ,  partieron  los  chrips- 
lianos  é  sus  amigos  con  el  general,  é  aun 
con  lástima  de  ver  el  daño  que  se  avia 
fecho,  porque  tenia  aquella  cibdad  mu- 
chas casas  buenas,  é  muchos  templos  é 
torres  de  aquellos  de  sus  ydolalrias,  de 
cantería  de  cal  muy  bien  labrados.  E  sa- 
liéronse fuera  á  una  placa  que  está  en  la 
tierra  firme  allí  junto,  donde  los  natura- 
les hacen  su  tiánguez  ó  mercado,  que 
quiere  decir  lo  mesmo:  é  dió  orden  que 
para  su  camino  fuessen  diez  de  caballo  en 
la  avanguárda ,  é  otros  diez  en  medio  de 
la  gente  de  pié ,  y  el  general  en  la  retro- 
guarda  con  otros  diez  cavalleros;  é  assi 
como  contonearon  á  andar ,  pensando  los 
de  Suchilmilco  que  de  temor  se  yban  los 
nuestros,  llegaron  por  las  espaldas  con 
mucha  grita,  y  el  general  con  los  diez  de 
caballo  volvió  contra  ellos,  é  los  siguió 
hasta  los  meter  en  el  agua  ,  en  tal  mane- 
ra (pie  no  curaron  más  de  tentar  su  aire- 


DE  INDIAS  LtB.  XXXIÜ.  CAP.  XXI. 


37", 


vimiento.  Y  el  excrcito  nuestro  continuó 
su  camino,  é  á  las  diez  horas  del  dia  lle- 
garon a  la  ciudad  de  (luyoacan,  que  está 
de  Sucliimili'o  dos  leguas,  c  de  las  cih- 
dadi's  de  Temislitan  c  Euluacan  é  l'chilu- 
huzco  e  l/la|iala|>a  c  C.uylaguaca.  e  Mizte- 
que  (  que  todas  están  en  el  agua  i  la  mas 
léxos  de  todas  <  <tj'i  legua  é  inedia  ó  dos. 
é  halláronla  desmoldada:  e  apossenláron- 
se  en  la  casa  del  señor,  é  allí  estovieron 
aquel  dia  que  llegaron  y  el  siguiente.  E 
[ior(|iie  en  seyendo  acabado-  lo>  bergan- 
tincs,  avia  el  geueral  de  poner  cerco  á 
Temislitan.  quiso  primen)  ver  la  dispusi- 
cion  de-la  l  iliil.iil  e  las  entradas  e  salidas, 

é  por  dónde  los  nuestros  podían  ofender 
ó  ser  ofendidos,  E  otro  dia  que  llegó,  to- 
mó (¡neo  de  caballo  ó  doscientos  peones 
é  fuésse  basta  la  laguna,  que  estaba  muy 
perca  ,  por  una  calcada  que  entra  á  la  cib- 
dad  de  Temislitan,  é  vicronse  tanto  nú- 

iiii'im  de  canoas  |        I  agua  .  e  con  lanía 

gente  de  guerra,  que  no  se  podían  con- 
tar por  su  moltitud  :  é  llegaron  á  una  al- 
bai  lada,  que  tenian  hecha  en  la  calcada, 
é  los  peones  comentáronla  á  combatir,  é 
aunque  fué  mucha  la  resistencia  (pie  ha- 
llaron é  hirieron  diez  [icones,  al  fin  se  la 
tomaron  6  mataron  muchos  de  lo>  enemi- 
gos, ó  los  ballesteros  y  escopeteros  des- 
pendieron bien  sus  saetas  ó  pólvora. 

Desde  allí  vieron  los  nuestros  cómo  yba 
la  calcada  derecha  por  el  agua  hasta  dar 
en  Temislitan  bien  legua  é  media,  y  ella 
ó  la  otra  que  va  á  dar  á  Iztapalapa  esta- 
ban llenas  de  gente  sin  cuento;  é  cómo 
el  general  ovo  considerado  bien  lo  que  le 
convenia,  porque  en  aquella  cibdad  avia 
de  estar  una  guarnición  ó  real  de  gente 
de  pié  6  de  caballo ,  recogió  su  gente  ó 
volvióse ,  quemando  las  casas  é  torres  de 
aquellos  templos  de  ydólatras.  E  otro  dia 
siguiente  se  partió  á  aquella  cibdad  de 
Tacuba ,  que  está  dos  leguas  de  allí ,  don- 
de llegó  á  las  nueve  horas  de  la  mañana, 
alanceando  indios  por  unas  partes  é  por 


oirás,  porque  los  enemigos  salian  del 
agua  por  dar  en  los  indios  que  llevaban 
el  fardage  de  los  chripslianos ,  é  hallában- 
se burlados;  é  assi  la  nescessidad  les  hi- 
ce que  dexassen  yr  sin  más  rcqiiesla  á 
los  nuestros.  É  porque,  como  está  dicho, 
el  intento  del  general  en  esta  salida  fué 
principalmente  dar  vuelta  á  las  lagunas, 
é  calar  é  ver  é  saber  mejor  la  tierra,  ó 
laminen  por  socorrer  aquellos  amigos  .  no 
curó  de  pararse  en  Tacuba ;  pues  cómo 
los  de  l'emislilan  .  que  está  de  allí  muy 
cerca .  e  quassi  se  extiende  su  población 
tanto  que  llega  cerca  de  la  tierra  firme 
de  Tacuba ,  vieron  que  los  nuestros  pas- 
eaban adelante,  cobraron  lanía  osadía  va- 
na .  que  con  grand  denuedo  osaron  dar 
en  medio  del  fardage  de  los  españoles; 
pero  ci  mu  i  los  de  caballi  i  \  han  bien  re- 
partidos,  Ó  lodo  era  por  allí  llano,  apro- 
vecháronse de  los  enemigos  sin  peligro 
de  algún  ebripstiano ,  exceptó  que  corrían 
á  unas  parles  é  otras  ciertos  mancebos, 
criados  del  general,  que  tenían  cuydado 
de  su  persona,  ó  desseaban  mostrar  para 
quánlo  eran,  e  halláronse  en  parle  que 
los  enemigos  los  prendieron:  ó  créese  que 
les  dieron  muy  cruel  muerte,  como  lo 
ac08tumbran,  porque  de  generación  que 
come  carne  humana,  no  se  puede  sospe- 
char sino  rpie  liarán  della  lo  que  suelen 
hacer  los  glotones  con  un  buen  capón  ó 
faysan  Ó  buenas  perdices.  Mucho  sintió  el 

general  la  pérdida  destos  sus  criados ,  as- 
sí  por  ser  chripslianos  como  porque  eran 
valientes  hombres  é  avian  muy  bien  ser- 
vido en  aquella  guerra. 

Salido  el  general  desta  cibdad,  prosi- 
guió su  camino  por  entre  otras  poblacio- 
nes cercanas,  é  alcancé  la  gente;  é  cómo 
estaba  lastimado  de  averie  los  indios  lle- 
vado aquellos  mancebos,  assi  por  vengar 
su  muerte  como  porque  los  enemigos  con 
mucha  osadía  venían  en  seguimiento  de 
nuestro  exérgito,  púsose  con  veynte  de 
caballo  detrás  de  unas  casas  en  celada;  é 


HISTORIA  GENERAL*  Y  NATURAL 


como  los  indios  veían  á  los  otros  diez  de 
caballo  con  toda  la  gente  ó  fardage  yr 
adelante,  seguían  sin  temor  por  un  cami- 
no ancho  é  muy  llano ;  é  passados  algu- 
nos, salió  el  general  de  través  con  los  gi- 
netes ,  é  dió  en  los  indios  con  tanto  ímpe- 
tu, antes  que  pudiessen  acogerse  a  las 
acequias,  que  derribaron  más  de  cient 
personas  principales  é  muy  lucidos ,  é  con 
este  escarmiento  no  curaron  de  seguir  más 
Irás  los  nuestros.  Este  dia  fué  el  general 
á  dormir  dos  leguas  adelante  de  la  cibdad 
de  Coantinchan ,  bien  cansados  é  mojados 
todos,  porque  aquella  tarde  avia  mucho 
llovido;  é  halláronla  despoblada. 

El  otro  dia  adelante  caminaron  su  via- 
ge,  alanceando  de  quando  en  quando  al- 
gunos indios  atrevidos  que  los  salían  á 
gritar,  é  fueron  á  dormir  á  una  villa  que 
se  elige  Gilotepeque ,  é  assimesmo  la  ha- 
llaron despoblada. 

Otro  dia  siguiente ,  á  medio  dia,  llega- 


ron á  la  cibdad  de  Aculuacan,  ques  del 
señorio  ó  jurisdicion  de  Thesayco ,  donde, 
aquella  noche  durmieron ,  é  fueron  muy 
bien  rescebidos  de  los  españoles,  é  se 
holgaron  mucho  con  su  venida  á  salva- 
mento, porque  después  quel  general  se 
avia  partido  dellos,  no  avian  sabido  del 
hasta  aquel  dia  que  llegaron,  é  avian  te- 
nido muchos  rebatos  en  la  cibdad,  é  los 
naturales  della  degian  cada  hora  que  los 
de  México  é  de  Temistitan  avian  de  salir 
é  venir  sobrellos,  en  tanto  quel  general 
por  allá  andaba.  E  assi  se  cumplió  esta 
entrada ,  mediante  el  favor  de  Dios ,  é  fué 
muy  grand  cosa ,  en  la  qual  Sus  Magesta- 
des  rescibieron  señalado  é  grand  servi- 
cio; 6  la  reputación  de  los  chripstianos 
en  el  crédito  de  los  infieles  fué  siempre 
aumentándose,  é  poniendo  más- temor  en 
aquella  gente  ydólatra  para  las  cosas  de 
adelante. 


CAPITULO  XXII. 

En  el  qual'se  (rada  de  una  carta  que  un  hidalgo  llamado  Bairienlos  escribió  al  general  Hernando  Corles 
desde  la  provincia  que  llaman  Cliimanla;  é  de  cómo  se  acabaron  los  bergantines  c  se  cebaron  al  agua  para 
cercar  á  Temistitan ;  c  cómo  el  general  envió  adelante  cierlós  capitanes  é  gente  á  poner  guarniciones  cerca 
de  la  grand  cibdad  de  Temistitan  :  é  assimesmo  se  traclan  otras  cosas  convinientes  á  la  historia. 


i\l  tiempo  que  Hernando  Cortés  oslovo 
en  Temistitan,  viviendo  Montecnma,  quan- 
do primero  fui;  Cortés  á  aquella  famosa  é 
grand  cibdad  ,  proveyó  que  en  dos  ó  tres 
provincias  (aparejadas  para  ello)  se  hicies- 
sen  ciertas  grangerias  é  haciendas  para 
Sus  Magcstades.  É  una  de  aquellas  pro- 
vincia^ se  llama  Chimanta  (la  qual  es  ber- 
ra muy  fértil  é  buena) ,  y  envió  para  esto 
dos  españoles:  é  la  genio  de  aquella  tier- 
ra no  es  subjeta  á  los  de  Culua :  y  en  las 
otras  (pie  lo  eran,  al  tiempo  que  le  daban 
guerra  en  la  cibdad  de  Temislilan,  mala- 
ron  á  los  que  oslaban  entendiendo  en 
aquellas  grangerias,  6  tomaron  lo  que  en 
ellas  avia  ,  que  era  cosa  de  mucho  valor, 


segund  la  manera  de  la  tierra.  Y  de  los 
españoles  que  oslaban  enChimanta,  se  pas- 
só  quassi  un  año  que  no  supo  el  general 
dellos,  porque  como  lodas  las  oirás  pro- 
vincias de  en  medio  estaban  rebeladas, 
ni  ellos  podían  saber  del  oxétrilo  chrip's- 

tianó,  ni  los  españoles  tampoco  podían 
entender  si  eran  vivos.  E  aquellos  dé  Chi- 
manta,  cómo  se  avian  dado  por  vassallos 
de  Sus  Magostados,  perseveraron  en  sti 
fidelidad,  é porque  demás  desso  eran  ene- 
migos de  los  de  Culua:  é  fueron  tan  hom- 
bres de  bien  que  por  ninguna  mudanca 
del  tiempo  ni  disfavor  de  los  cortesanos 
no  se  quisieron  partir  do  su  amistad  ni  de 
la  promesa  de  su  lealtad :  antes  avisaron 


DE  INDIAS   I.lli.  XXXIII.  CAP.  XXII. 


á  aquellos  chripslianos  que  en  ninguna 
manera  saliessen  de  su  tierra ,  é  les  die- 
ron noticia  cómo  los  de  Culua  avian  dado 
mucha  guerra  al  general  é  á  los  que  con 
él  estallan,  é  pensaban  que  ni  los  ehrips- 
tianos  que  con  él  militaban  eran  vivos, 
sino  que  los  avian  muerto  á  todos.  E  assi  se 
cstovieron  dos  españoles  solos  en  aquella 
tierra;  y  al  uno  dellos,  que  era  mancebo 
animoso  ,  luciéronle  capitán ,  é  salia  con 
aquellos  indios  á  dar  guerra  á  sus  enemi- 
gos, é  las  más  veces  él  é  los  de  Chiman- 
la  eran  vencedores.  E  cómo  después  el 
general  tornó  á  convalecer  ron  victorias 
OOnlra  los  adverssarios,  que  primero  le 
avian  desbaratado  y  echado  de  Temisli- 
tan,  los  de  Chimanta  ilixeron  á  aquellos 
dos  chripslianos  que  avian  sabido  que  en 
la  provincia  de  Tepeaca  avia  enripstia- 
nos ,  é  que  si  querían  saber  la  verdad  que 
aventurarían  dos  indios,  aunque  avian  de, 
passar  por  mucha  tierra  de  sus  enemigos, 
masque  andarían  de  noche é  fuera  de  ca- 
mino hasta  llegar  a  Tepeaca ,  é  los"  dos 
españoles  se  lo  agradescieron ;  y  escribió 
uno  de  aquellos  con  estos  mensajeros  una 
carta,  como  hombre  de  bien,  dando  no- 
ticia de  si  e  del  compañero  á  los  españo- 
les, la  qual  era  del  tenor  siguiente: 

«Nobles  señores:  dos  ó  tres  cartas  he 
escripto  á  vuestras  mergedes  é  no  sé  si 
han  apollado  allá,  ó  no;  é  pues  de  aque- 
llas no  he  ávido  respuesta  .  laminen  pon- 
go en  dubda  averia  des  ta.  llagóos,  seño- 
res, saber  cómo  lodos  los  naturales  des- 
la  tierra  de  Colna  andan  levantados  y  de 
guerra,  é  muchas  veces  nos  han  acome- 
tido; pero  siempre  (loores  sean  dados  á 
Dios)  avernos  seydo  vencedores.  Y  con 
los  de  Tustebeque  é  su  parcialidad  de  Cu- 
lua cada  dia  tenemos  guerra.  Los  que  es- 
tán en  servicio  de  Sus  Altecas  é  por  sus 
vassallos,  son  siete  villas  de  los  Tenez; 
é  yo  é  Nicolás  siempre  estamos  en  Chi- 
manta, ques  la  cabecera.  Mucho  quisiera 
saber  dónde  está  el  capitán,  para  le  es- 

TOMO  III. 


cribir  é  hacer  saber  las  cosas  de  acá.  E 
si  por  ventura  me  esrribiéredes  de  dónde 
él  está,  yenviáredes  veyuteó  treynta  es- 
pañoles, yrme  nía  con  dos  principales 
naturales  de  aqui,  que  tienen  desseo  de 
ver  y  hablar  al  capitán;  y  será  bien  (pie 
viniessen ,  porque  como  es  tiempo  agora 
de  coger  el  cacao,  eslórlianlo  los  de  Co- 
lua  con  las  guerras.  Nuestro  Señor  guar- 
de las  nobles  personas  de  vuestras  mer- 
cedes romo  dessenn.  De  Chimanta  á  no 
Sé  quantos  del  mes  de  abril  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  un  años.  A  servicio  de 
vuestras  mercedes.  =  IIernando  de  Bar- 
rientes. » 

Cómo  los  dos  indios  llegaron  con  esta 
carta  á  la  provincia  de  Tepeaca  ,  el  capi- 
tán que  allí  avia  dexado  el  general  con 
ciertos  españoles,  enviósela  luego  á  The- 
-a\ro:  e  rebebida,  assi  él  como  todos  los 
españoles  holgaron  mucho  ó  por  muchos 
respectos,  y  en  especial  por  saber  de 
aquel  hidalgo,  que  era  buena  persona  # 
valiente  hombre,  é  del  otro  compañero 
que  con  él  estaba  ,  é  porque  se  temía  has- 
ta estonces  que  si  se  juntaban  los  de  Chi- 
manta con  los  di;  Culua,  avrian  muerto 
aquellos  dos  chripslianos,  é  los  enemigos 
serian  más  poderosos.  E  paresció  que 
Dios  lo  hico  mejor  é  que  lovieron  cons- 
tancia é  cuydado  de  ser  leales  é  de  guar- 
dar la  confederación  é  amistad  que  tenían 
con  los  españoles :  é  desle  bien  mucha 
parte  fué  la  prudencia  de  aquel  hidalgo 
Barrientes,  é  la  buena  maña  que  con 
aquella  gente  se  dió  en  tanto  tiempo  co- 
mo estovo  en  compañía  deaquellosindios, 
animándolos  é  consejándolos  para  que  no 
hiciessen  mudanza,  é  quando  convenía ,- 
hacia  muy  bien  el  offigio  de  esforcado  é 
sabio  capitán  contra  los  indios  del  bando 
contrario.  A  lo  menos  estos  dos  españoles 
supiéronse  mejor  conservar  que  oíros  dos 
que  en  el  tiempo  del  capitán  Hojeda  que- 
daron en  la  costa  de  Tierra-Firme  perdi- 
dos, á  los  qualcs  los  indios  no  Ies  hicie- 
48 


37S 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ron  mal,  aunque  eran  caribes:  antes  les 
daban  de  comer  é  los  tractaban  bien,  por- 
que ellos  tomaron  por  medio  de  darles  á 
entender  las  cosas  de  nuestra  sancta  fée 
cathólica  é  qué  cosa  es  Dios ,  é  holgaban 
de  oyrlos.  É  para  saber  los  indios  si  les 
decian  verdad ,  acordaron  de  tomarlos  á 
parte ,  é  preguntaron  al  uno  si  Dios  tenia 
barbas  y  era  hombre ,  é  de  qué  manera 
era  aquel  que  decia  que  avia  criado  el 
mundo;  y  el  chripstiano  respondióles  que 
no  tenia  barbas ,  ni  ninguno  era  diño  de 
verle ,  é  que  era  Señor  de  todos :  é  pre- 
guntaron lo  mesmo  al  otro,  é  díxoles  que 
Dios  era  hombre,  é  tenia  barbas,  é  avia 
estado  acá  en  la  tierra  é  nascido  de  la 
Virgen  Sancta  María,  que  después  avia 
subido  á  los  cielos  y  estaba  allá.  É  vien- 
do los  indios  tan  diferentes  respuestas, 
aunque  cada  uno  pensaba  darla  buena, 
careáronlos ,  é  dixéronles  que  por  qué  les 
mentían;  quel  uno  decia  que  Dios  era 
hombre  é  tenia  barbas,  y  el  otro  que  no, 
6  que  eran  burladores  é  mentirosos.  É 
aunque  essos  peccadores  se  quisieron  con- 
formar entre  sí  é  darles  á  entender  cómo 
el  uno  y  el  otro  decian  verdad,  é  aquello 
era  Iniciar  ya  de  la  Trinidad,  é  anadian 
el  Espíritu  Sánelo,  demás  de  lo  que  pri- 
mero avian  dicho,  y  ellos  sabíanlo  mal 
decir  é  los  indios  peor  entender,  no  apro- 
vechó su  predicación,  ni  los  indios  los  es- 
cucharon más ;  é  indignados  los-  mesmos 
españoles,  el  uno  al  otro  culpando  lo  que 
avia  dicho,  vinieron  á  tan  malas  pala- 
bras, édellas  á  las  manos,  que  se  mataron 
¿acabaron  como  necios.  Loqual  no  hacia 
assiel  dicho  Rarrientos  é  Nicolás,  su  com- 
pañero: antes  quando  los  indios  querían 
s;ilior  é  le  preguntaban  las  cosas  de  la 
fée,  el  Nicolás  se  remilia  al  Rarrientos  que 
lodixesse.é  decia  que  aquel  lo  sabia  me- 
jor; é  assi  él  les  decia  lo  que  Dios  le  enca- 
minaba ,  sin  contender  con  el  compañero. 


Dexemos  esto,  porque  el  chripstiano 
que  no  es  theólogo,  siempre  se  debe  re- 
mitir  á  lo  más  seguro  en  tales  casos,  é 
aplicar  sus  respuestas  á  los  religiosos  é 
doltas  personas  que  la  Iglesia  admite  para 
lo  tal;  donde  esto  no  oviere,  basta  quel 
soldado  diga  al  infiel  lo  quel  chripstiano 
alcanca  é  cree,  remitiéndose  á  los  perla- 
dos, é  poniendo  en  esperanca  de  hacerle 
dar  á  entender  lo  que  conviene  á  su  sal- 
vación ,  con  tanto  tiento  que  no  falte  de 
la  verdad  de  la  fée. 

Cómo  Hernando  Cortés  vido  la  carta 
ques  dicho,  escribió  luego  al  Rarrientos, 
dándole  las  gracias  convinientes  é  ofres- 
ciéndole  mercedes,  é  dándole  cuenta  á  él 
é  á  su  compañero  de  las  cosas  paseadas, 
é  que  toviessen  esperanca,  que  aunque 
de  todas  partes  estaban  cercados  de  los 
enemigos,  presto  se  verían  libres  é  po- 
drían entrar  é  salir  seguros. 

Tornando  á  la  historia,  siguióse  des- 
pués que  avíendo  el  general  dado  vuelta 
á  las-  lagunas ,  ovo  muchos  avisos  para 
poner  el  cerco  á  Temistitan  por  la  tierra  é 
por  el  agua ,  y  estovo  en  Thesayco  forne- 
ciéndose  lo  mejor  que  pudo  de  armas  é 
pertrechos  é  gente,  é  dando  priessa  á  que 
so  acabassen  lós  bergantines  é  una  canja 
ó  tranchea  ó  acequia  para  los  llevar  hasta 
la  laguna:  la  qual  canja  se  comencé  á  ha- 
cer luego  que  la  ligacon  é  tablacon  de  los 
bergantines  Tse  truxo  en  una  acequia  de 
agua  que  yba  por  cabe  los  apossentos 
hasta  entrar  en  la  laguna  ;  é  desde  donde 
los  bergantines  se  ligaron,  é  la  canja  se 
comencé  á  hacer  hay  bien  media  legua 
hasta  la  laguna.  En  esta  obra  andovieron 
cinqüenta  dias,  trabaxando  más  de  ocho 
mili  hombres  de  los  naturales  de  la  pro- 
vincia de  Acultiacan  é  Thesayco;  é  tenía 
la  canja  más  de  dos  estados  de  hondura  é 
otro  tanto  de  ancho,  é  yba  toda  chapada 
y  estacada  ,  de  manera  quel  agua  que  por 


i'  Diod.  Siculo,  lih.  II. 


DE  INDIAS.  I.lli.  XXXIII.  CAP.  XXII. 


fila  \ba,  la  pusieron  en  el  pesso  que  tenia 
la  de  la  laguna ,  de  forma  que  las  Instas 
se  podían  llevar  sin  peligro  e  sin  Irabaxo 
basta  el  agua  con  mucha  facilidad.  Esta 
fué  una  obra  grandissima  é  mucho  de  ver 
é  no  menos  de  admirar  que  las  naves  y 
edeficios  del  grand  rey  de  Egipto  dicho 
Scsostri.  Este  rey  dice  Diodoro  Siculo  que 
fué  inventor  de  las  naos  luengas,  é  ganó 
muchos  e  grandes  scñorios  é  reynos ,  é 
hico  poner  en  las  partea,  donde  andovo 
conquistando,  muchas  columnas  con  letre- 
ros qoe  decían  :  «Esta  provincia  guerrean- 
do, venció  el  rey  de  lodos  los  reynantes  Se- 
sostri.i  E  donde  hallaba  valerosos  defen- 
sores, de\aba  esculpidos  los  miembros  ¡.,.. 
nitalesdel  varón,  é donde  no  eran  tales,  los 
pudientes  femeninos;  dando  á  entender 

donde  avia  hallado  valientes  hombres,  é 
donde  vil  gente  é  cobarde.  Este  rey  hico 
una  nave  que  tenia  de  luongodoscienlos  c 
ochenta  cobdos,  de  cedro,  dorada  de  fue- 
ra ,  é  por  dentro  toda  plateada,  é  dedicó- 
la al  Dios  de  lebas.  Levantó  dos  colum- 
nas ú  obeliscos  de  piedra  durissima  de 
doscientas  y  veynlc cobdos ,  y  encada  una 
esculpidas  lascihdades  rpieavia  vencido  '. 

otras  muchas  e  notables  cosas  cuenta 
el  auctor  que  he  dicho  de  aqueste  rey 
Sesostri ,  en  que  no  me  quiero  detener  ni 
las  tengo  en  tanto  como  esta  (ranchea  ó 
canja  ques  dicho  é  los  bergantines  de  «pie 

Iniciamos,  los  quales  dieron  ocasión  a  que 
se  oviessen  mayores  thessoros  ¿  provin- 
cias é  reynos  que  no  toso  Sesostri,  para  la 
corona  real  de  Castilla  por  la  industria  de 
Hernando  Corles.  El  qual,  acabados  los 
bergantines  é  puestos  en  aquella  canja  á 
los  veynte  y  ocho  de  abril  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  dos  años ,  higo  hacer 
reseña  6  alarde  tle  toda  la  gente,  é  hallo 
que  tenia  ya  ochenta  y  siete  de  caballo  é 
ciento  é  diez  y  ocho  ballesteros  y  escope- 
ros,  é  septecjéntOS  é  mas  infantes  ó  peo- 


nes de  espada  é  rodela,  é  tres  tiros  de 
pólvora  gruessos  de  hierro,  é  quince  tiros 
pequeños  de  bronce  ó  metal,  é  diez  (pun- 
tales de  pólvora.  Hecho  el  alarde,  hico 
una  breve  é  substancial  oración  a  todos 
los  españoles ,  encargándoles  y  encomen- 
dándoles mucho  que  guardassen  é  cum- 
pjiessen  ciertas  ordenancas  militares  quél 
avia  hecho,  é  que  scalegrassen  y  esfor- 
cassen  sin  dubdar  de  la  victoria,  pues  que 
Dios  por  su  clemencia  parescia  (pie  lo 
yba  prósperamente  encaminando;  porque 
avian  visto  que  quando  av  ian  entrado  en 
Thesayco.no  eran  más  de  quarenta  de  ca- 
ballo, é  avian  venido  navios  é  gente  6  ar- 
mas como  tenían,  en  que  se  mostraba 
claro  que  peleaban  en  favor  é  aumenta- 
ción y  en  nombre  de  toda  la  religión  é 
república  chripstiana ,  é  por  reducir  a  la 
corona  real  de  Castilla  é  al  servicio  de 
Ni-  Magcsladcs  Calhólica  é  Cessárea  tañ- 
íase i,in  grandes  provincias,  como  se  a\  ian 
rebelado,  de  que  resultaría  el  descanso  é 
galardón  de  todos  para  en  esta  vida  y  en 
la  olía  perdurable:  c  que  pues  á  los  ospa- 
ñoles  no  era  cosa  nueva,  el  exerciejo  de 
las  aunas  ni  la  lealtad  que  siempre  guar- 
daron  á  sus  príncipes,  ni  les  faltaba  ex- 
pirieneja  para  conseguir  el  triunfo  de  la 
militare  acostumbrada  milicia,  «pie  no  de- 
bían sospechar  ni  temer  algún  siniestro 
caso,  aunque  <-n  la  guerra  andan  mezcla- 
dos los  desastres  con  las  victorias,  ó  á  lo 
menos  atravesándose  cosas  (pie  dan  pas- 
sinn  hasta  conseguir  el  lin  glorioso  de  la 
batalla  ,  para  que  mejor  sepan  los  tropheos 
é  ganancias  quanto  mas  sudadas  é  dificul- 
tosas fueren  hasta  ser  adquiridas. « El  va- 
liente cavallero  é  buen  soldado  en  más 
suele  tener  su  vergiienca  que  la  propria 
vida.  É  assi  espero  de  vosotros,  señores 
y  hermanos,  amigos  é  compañeros  míos, 
que  juntos  venceremos  ó  juntos  morire- 
mos, sin  que  podamos  ser  dichos  en  nin- 


I    Dioilnro  Siculo,  lili.  II. 


380 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


gun  tiempo  vencidos.  »É  con  estas  últimas 
palabras  gessó,  é  todos  respondieron  sin 
discrepancia  é  á  una  voge  digentes :  « Sír- 
vanse Dios  y  el  Emperador ,  nuestro  se- 
ñor de  tan  buen  capitán  é  de  nosotros: 
que  assi  lo  haremos  todos  como  quien  so- 
mos ,  é  como  se  debe  esperar  de  buenos 
españoles. »  É  con  tanta  voluntad  é  dessco 
dicho ,  que  paresgia  que  cada  hora  les  era 
perder  un  año  de  tiempo ,  por  estar  ya  á 
las  manos  con  los  enemigos,  é  porque  la 
conclusión  desta  guerra ,  con  sangre  ó  pa- 
ra alcanzar  la  paz  é  sosiego  de  aquellas 
partes ,  todo  pendía  de  ser  cercada  é  so- 
juzgada Temistitan. 

Otro  día  después  del  alarde,  el  general 
envió  mensajeros  a  las  provincias  de  Tas- 
calteca  6  Guaxogingo  é  Churultecal ,  ha- 
ciéndoles saber  que  los  bergantines  eran 
acabados ,  é  toda  la  gente  estaba  aperge- 
bida  é  de  camino  para  yr  á  gercar  á  la 
grand  cibdad  dé  Temistitan:  por  tanto 
que  les  rogaba  que  con  toda  la  más  gen- 
te é  mejor  armada  que  pudie'ssen,  se  par- 
tiesen luego  para  Thcsayco ,  donde  los 
esperaba  diez  dias.  Pues  cómo  los  de  las 
provincias  ques  dicho  eran  enemigos  na- 
turales de  los  dé  Culua  y  estaban  aperci- 
bidos, fuéronse  á  Calco  los  de  Guaxocingo 
é  Churultecal,  porque  assi  se  lo  avia  man- 
dado el  general,  é  porque  juntos  por  allí 
avian  de  entrar  á  poner  el  cuereo;  é  los  ca- 
pitanes  de  Tascaltecacon  toda  su" gente  lle- 
garon á  Thesayco  ginco  ó  seys  dias  antes 
de  pasquadel  Espíritu  Sánelo,  como  les  es- 
taba ordenado;  y  el  general  los  salió  á  res- 
cebir  con  mucho  placer,  y  ellos  yban  con 
tanta  alegría  é  buena  ordenanga ,  que  no 
avia  mas  que  pedir :  é  segund  la  cuenta  que 
los  capitanes  dieron,  passabandecinqüenta 
mili  hombres  de  guerra ,  los  quales  fueron 
muy  bien  resgebidos  6  apossentados.  É 
aquesta  gcnlede  Tascalleca  fué  muy  grand 
parte  délos  buenos  subgessosde  los  chrips- 
tianos  é  de  la  próspera  definición  (¡tiesta 
em presea  lovo,  como  adelante  se  dirá. 


.El  segundo  día  ele  pasqua  mandó  el  ge- 
neral salir  toda  la  gente  de  pié  é  de  ca- 
ballo á  la  placa  de  aquella  cibdad,  para  la 
ordenar  é  dar  á  capitanes  principales  la 
ynstrucionque  avían  de  llevar  á  tres  guar- 
niciones ó  reales  particulares  é  distintos, 
que  se  avian  de  poner  en  tres  cibdades 
que  están  en  torno  de  la  de  Temistitan.  De 
la  una  guarnición  é  campo  higo  capitán  al 
comendador  Pedro  de  Al  varado,  cavalle- 
ro  de  la  Orden  de  Sanctiago,  é  dióle  treyn- 
ta  de  caballo,  é  diez  y  ocho  ballesteros  y 
escopeteros,  é  giento  y  cinqüenta  peones 
de  espada  é  rodela ,  é  más  de  veynte  y 
ginco  mili  hombres  de  guerra  de  los  de 
Tascalteca;  y  estos  avian  de  estar  é  po- 
ner su  real  en  la  cibdad  de  Tacuba.  É  de 
otra  guarnición  higo  capitán  á  Chripstóbal 
de  Olit ,  al  qual  le  dió  treynta  y  tres  de 
caballo,  é  diez  y  ocho  ballesteros  y  esco- 
peteros, é  ciento  y  sessenta  hombres  de 
espada  é  rodela,  é  más  de  veynte  mili 
hombres  de  guerra  de  los  indios  amigos 
é  confederados;  é  aquestos  avian  de  as- 
sentar  su  real  en  la  cibdad  de  Cuyoacan. 
De  la  tercera  guarnición  higo  capitán  á 
Gongalo  de  Sandoval ,  alguagil  mayor ,  é 
dióle  veynte  y  cuatro  de  caballo,  é  quatro 
escopeteros,  é  trege  ballesteros,  é  gieuto 
y  ginqüenta  peones  de  espada  é  rodela ,  é 
los  giento  dellos  de  mangebos  escogidos, 
quel  general  acostumbraba  traer  en  su 
compañía,  é  toda  la  gente  de  Guaxogingo 
é  Churultecal  é  Calco,  en  que  avia  más  de 
treynta  mili  hombres;  é  aquestos  avian 
de  yr  por  la  cibdad  de  Iztapálapa,  é  pas- 
sar  adelante  por  una  calcada  de  la  laguna 
con  favor  y  espaldas  de  los  bergantines, 
é  juntarse  con  la  guarnición  de  Cuyoacan. 
para  que  después  quel  general  entrasse 
con  los  bergantines  por  las  lagunas,  el  di- 
cho alguagil  mayor  assentasse  sus  reales 
donde  le  paresgiesse  que  convenía.  Para 
los  trege  bergantines,  con  quel  general  avia 
de  entrar  por  la  laguna,  dexó  trescientos 
hombres,  6 los  más  dellos  eran  vente  ríe  la 


DE  INDIAS  LIB.  XXX11L  CAP.  XXII. 


3SI 


mar  é  dicslros;  y  encada  bergantín  yban 
vcjtjIc  y  finco  españoles,  é  cada  fusta  ó 
navio  destos  llevaba  su  capitán  é  veedor 
é  seys  ballesteros  y  escopeteros. 

Dada  la  urden  que  está  dicha,  los  dos 
capitanes  que  avian  de  estar  con  la  gente 
en  las  ciudades  de  Taculia  éCuyoacan,  se 
partieron  de  Thesayco  á  los  diez  dias  de 
mayo,  c  fueron  á  dormir  dos  leguas  y  me- 
dia de  allí  á  una  buena  población,  que  su 
dice  Acalman.  L  otro  (lia  se  partieron  de 
allí,  c  fueron  á  dormir  á  otra  población 
que  se  dice  Gilotcpeque,  é  halláronla  des- 
poblada, porque  era  ya  tierra  de  los  ene- 

migos.  otro  día  adelante  en  su  ordenanza 

procedieron  en  su  camino,  é  fueron  á 
dormir  á  otra  cibdad  (pie  -e  tl¡re  (iuanli- 
Can,  e  también  la  hallaron  despoblada ,  é 
aquel  dia  passaron  por  otras  dos  eibdades 
é  poblaciones  que  estaban  assiinesmo  dcs- 
pobladas.  É  á  hora  de  vísperas  entraron 
en  Tacuba,  en  la  (pial  tampoco  hallaron 
gente ,  é  apossentáronse  en  las  casas  del 
señor  de  allí,,  que  son  muy  hermosas  ó 
grandes;  é  aunque  era  ya  tarde,  dieron 
una  vista  los  naturales  de  Tascalteca  por 
las  entradas  de  dos  calcadas  de  la  cibdad 
de  Temislitan,  é  pelearon  dos  ó  tres  ho- 
ras valientemente  con  los  de  la  cibdad,  6 
como  la  noche  los  departió,  se  tornaron  á 
Tacuba  BÍD  peligro  alguno. 

Otro  dia  siguiente  por  la  mañana,  por- 
que el  general  en  la  instrucion  (pie  les 
avia  dado  les  ordenó  que  quitassen  el 
agua,  que  por  caños  va  á  la  cibdad  de  Tc- 
mistitan,  acordaron  de  ponerlo  en  obra;  y 
el  uno  dcllos  con  veyntc  de  caballo  é  algu- 
nos ballesteros  y  escopeteros  fué  al  ñas* 
cimiento  de  la  fuente ,  que  está  un  quarto 
de  legua  de  allí ,  é  rompió  e  cortó  los  ca- 
ños, que  eran  de  madera  é  de  cal  é  can- 
to ,  é  peleó  valerosamente  con  los  de  la 
cibdad,  que  se  lo  registran  por  la  tierra  é 
por  el  agua ;  mas  al  fin  los  desbarató  ó 
dió  conclusión  á  lo  que  yba  ,  que  era  qui- 
tarles el  agua  dulce  que  entraba  en  la 


cibdad;  que  ai  fué  pequeño  ardid  é  pro- 
vecho á  los  nuestros  ni  menor  daño  á  los 
enemigos;  antes  fué  un  grande  é  notable 
principio  de  su  notoria  nescessidad. 

Aquel  inesino  dia  comenzaron  los  capi- 
tanes de  aderesfar  algunos  passos  malos 
e  puentes  é  acequias  que  estaban  por  allí 
al  derredor  de  lengona ,  porque  la  gente 
de  caballo  pudiesse  libremente  correr  á 
unas  partes  é  otras.  Y  en  esto  se  gastaron 
hasta  lo  acabar  tres  dias  ó  quatro;  pero 
tnten  ¡niendo  en  esse  tiempo  muchos  ren- 
cuentros y  escaramuzas  con  los  de  la  cih- 
bad ;  é  fueron  heridos  algunos  españoles, 
é  muertos  muchos  de  los  contrarios,  é  se 
ganaron  muchas  albarradas  é  puentes,  e 
ovo  hablas  é  desafios  particulares  entre 
los  de  la  cibdad  é  los  de  Tascalteca ,  que 
eran  cosas  notables  é  para  no  se  poder 
ver  sin  admiración,  considerando  la  aten- 
ción e  puntos  de  honor  que  de  ambas  par- 
tes guardaban,  é  capitulaban  a  -i  á  la 
mente  y  emproviso,  é  tan  diestra  é  regla- 
da forma,  que  con  acuerdo  é  por  cscriplo 
entre  otras  gentes  no  se  pudiera  hacer 
mejor.  É  (piando  de  cuerpo  á  cuerpo  uno 
por  uno  avian  batalla,  las  armas  del  ven- 
cido tomaba  el  vencedor,  sin  que  los  con- 
trarios lo  impidiessen  ni  lo  tcntassen  es- 
torbar. 

El  capitán  Chripstóbal  de  Olit  con  la 
gente  que  avia  de  estar  en  guarnición  en 
la  cibdad  de  Cinoaean,  (pie  está  dos  le- 
guas de  Tacuba,  se  partió,  y  el  capitán 
Pedro  de  Alvarado  so  quedó  en  guarni- 
ción con  su  gente  en  Tacuba ,  donde  cada 
dia  tenia  escaramuzas  6  convenia  pelear 
con  los  enemigos.  É  aquel  dia  quel  capi- 
tán Chripstóbal  de  Olit  se  partió  para 
Cuyoacan,  llegó  allá  á  las  diez  horas  del 
dia ,  é  apossentóse  en  las  casas  del  señor 
de  aquella  cibdad,  la  qual  estaba  despo- 
blada, é  otro  dia  fueron  á  dar  vista  á  la 
calcada,  que  entra  en  Temislitan,  veyntc 
de  caballo  é  algunos  ballesteros  é  hasta 
seys  ó  siete  mili  indios  de  los  de  Tascal- 


as  2 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


toca ,  é  hallaron  muy  apercebidos  los  con- 
trarios, é  rota  la  calcada,  é  fechas  mu- 
chas amarradas,  é  pelearon  con  ellos,  é 
los  ballesteros  mataron  a  algunos  é  hirie- 
ron á  muchos,  y  en  seys  ó  siete  dias  con- 
tinuos no  faltaron  escaramuzas.  É  una  no- 
che á  media  noche  llegaron  á  gritar  á  los 
del  real  ciertas  velas  de  lH  de  la  cibdad,  é 
las  velas  de  los  españoles  apellidaron  al 
arma ,  é  salió  la  gente  é  no  hallaron  nin- 
guno de  los  enemigos ,  porque  desde  le- 
xos  del  real  avian  dado  la  grita ,  de  que 
se  avia  recresgido  el  temor.  É  cómo  la 
gente  nuestra  estaba  dividida  en  tantas 
partes,  los  de  las  dos  guarniciones  des- 
seaban  quel  general  llegasse  con  los  ber- 
gantines; y  entre  tanto  que  yba  en  aque- 
llos seys  dias  se  juntaban  los  de  un  real  é 


otro  cada  dia ,  é  los  de  caballo  corrían  la 
tierra,  porque  estaban  cerca  los  unos  de 
los  otros,  é  alanceaban  assaz  de  los  ene- 
migos, é  de  la  sierra  recogian  mucho 
mahiz  para  sus  reales,  ques  el  principal 
pan  é  mantenimiento  destas  partes:  é  aun 
afirmó  en  su  letra  Hernando  Cortés  al  Em- 
perador que  hagc  mucha  ventaja  al  mahiz 
de  aquestas  nuestras  islas.  Lo  qual  ni 
apruebo  ni  lo  contradigo ,  porque  aqui  en 
esta  Isla  Española  hay  mucha  simiente 
del  mahiz  de  la  Nueva  España  é  de  lo  na- 
tural de  la  Isla ,  é  segund  la  bondad  de  la 
tierra,  donde  ello  se  siembra,  assi  respon- 
den los  fructos,  é  son  buenos  ó  mejores 
unos  que  otros.  Dexemos  esto,  ques  pa- 
ra otro  lugar ,  é  tornemos  al  Qcrco  de  Te- 
mistitan. 


CAPITULO  XXUÍ. 

Cómo  ti  general  Hernando  Corles  entró  en  la  laguna  con  los  bergantines ,  é  combatió  é  lomó  el  peñón  de 
Izlapalapa ;  é  cómo  rompió  é  desbarató  la  flota  de  las  canoas  de  los  enemigos  con  mucha  victoria ;  é  cómo 
fué  cercada  la  grand  cibdad  de  Temistitan  ,  é  fué  combatida  mucha  parte  della  é  por  muchas  partes  ;  é  có- 
mo fué  en  socorro  de  los  españoles  la  gente  de  don  Hernando  ,  señor  de  T+iesayco  ,  con  más  de  cinqüenta 
mili  hombres,  con  losqualcs  eran  ya  más  de  ciento  é  Ireynla  mili  indios  los  amigos,  que  en  nuestro  exér- 
cilo  estaban  en  favor  c  ayuda  de  los  españoles  contra  Temistitan. 


Entendido  queda  por  los  capítulos  pre- 
cedentes cómo  quedaban  en  Thesayco 
Hernando  Cortés  é  trescientos  españoles 
é  los  trece  bergantines,  para  que  en  sa- 
biendo (pie  las  guarniciones  é  gente  que 
envió  por  tierra  estaban  en  los  lugares  c 
parles  que  avian  de  assentar  sus  reales, 
el  general  se  embarcasse  é  diesse  una 
vista  á  la  grand  cibdad  de  Temistitan,  é 
hiciesse  algún  daño  en  las  canoas  de  la 
flota  contraria.  Y  aunque  el  general  des- 
Beaba  mucho  yrsc  por  tierra,  por  dar  or- 
den en  los  reales ,  cómo  los  capitanes  ya 
dichos  eran  valerosos  y  experimentados 
cavalleros,  de  quien  se  podia  muy  bien 
confiar  lo  que  tenían  entre  manos  y  era  á 
su  cargo,  é  lo  de  los  bergantines  era  de 
crandíssima  importancia  ,  é  se  requería 
grand  concierto  é  cuy  dado,  determinó  el 


general  de  entrarse  en  ellos,  porque  el  ma- 
yor riesgo  é  aventura  se  esperaba  por  el 
agua  (puesto  que  de  personas  principales 
de  su  compañía  fué  requerido  en  forma 
que  se  fuesse  con  las  guarniciones,  por- 
que ellos  pensaban  quellas  llevaban  lo 
mas  peligroso),  é  conoscia  el  general  que 
los  marineros  é  gente  de  la  mar  que  lle- 
vaba es  gente  que  ha  menester  rienda  y 
espuelas  para  refrenar  sus  cosas ,  é  para 
animarlos  en  su  tiempo,  escogió  su  com- 
pañía. É  otro  dia  después  de  la  fiesta  de 
Corpus  Chripsti,  viernes,  al  quarto  del 
alba,  mandó  el  general  salir  de  Thesayco 
á  Goncalo  de  Sandoval,  alguacil  mayor, 
con  su  gente,  é  que  se  fuesse  derecho  a. 
la  cibdad  de  Izlapalapa,  que  estaba  de 
allí  seys  leguas  pequeñas;  é  á  poco  más 
d<'  medio  día  llegaron  á  elja,  é  comenca- 


DE  IMHAS.  l.Ilt.  XXXIII.  CAP.  XXIII. 


Sk:i 


ron  á  la  quemar,  ó  pelearon  con  la  gente 
dclla;  é  cómo  vieron  el  grand  poder  (piel 
alguacil  mayor  llevaba ,  que  eran  más  tío 
treynta  y  f  inco  ó  quarenla  mili  hombres 
de  los  amigos  confederados,  acogiéronse 
al  agua  en  sus  canoas.  Y  el  alguacil  ma- 
yor con  el  exército  se  apossentó  en  aque- 
lla cibdad,  y  eslovo  en  ella  aquel  dia  es- 
perando lo  quel  general  le  enviasse  á  man- 
dar, é  aquel  mesmo  dia  se  avia  fecho  á 
la  vela  é  al  remo  con  los  bergantines;  y 
en  la  sacón  quel  alguacil  mayor  combatía 
á  l/lapalapa ,  llegaron  los  bergantines  á 
vista  ile  un  cerro  grande  é  fuerte,  que  es- 
tá cerca  de  la  ilielia  cibdad  e  Lulo  en  el 
agua,  en  el  qual  avia  mucha  gente,  assi 
de  los  pueblos  de  al  rededor  de  la  laguna 
como  de  Temistitan,  porque  ya  los  ene- 
migos sabían  quel  primero  rencuentro  avia 
de  ser  con  los  de  [ztapalapa,  y  estaban 
allí  para  defensa  suya  é  para  ofender,  si 
pudiessen.  É  cómo  vieron  llegar  nuestra 
flota ,  comentaron  de  apellidar  é  hacer 
grandes  ahumadas ,  porque  todas  las  cib- 
dades  de  la  laguna  lo  supiessen  y  BSlO- 
viessen  apereebidos ;  é  aunque  el  inten- 
to del  general  era  \r  ¡i  combalir  la  par- 
te de  la  cibdad  de  Iztapalapa  que  está 
en  el  anua ,  revolvió  sobre  aquel  cer- 
ro ó  peñón  ipies  dicho,  é  saltó  en  él 
con  ciento  y  cinqllenla  hombres,  é  non 
obstante  su  altura  é  que  era  áspero  é  con 
Hincha  dificultad  se  avia  de  subir,  dióse 
tal  recabdo  ,  que  por  fue  rea  les  ganó  las 
albarradas  que  en  la  cumbre  del  ferro  tc- 
nian  fechas  para  su  defensa  los  contrarios, 
é  ninguno  (levaron  á  vida,  ni  escape')  de- 
llos  sino  las  mugeres  ó  niños. 
•  En  este  combate  quedaron  heridos 
veynte  y  cinco  españoles ;  pero  la  victo- 
ria é  manera  del  fecho  fué  un  trance  que 
ruéritamente  debe  ser  muy  loado,  é  á  la 
vista  muy  dubdoso  el  fin  que  avia  de  te- 
ner, considerando  el  assiento  é  dispusi- 
eron fuerte  de  aquel  peñón ,  é  la  forma 
de  cómo  fué  combatido  é  sobjuzgado.  Pues 


cómo  los  do  Iztapalapa  avian  hecho  las 
ahumadas  desde  las  torres  de  sus  templos 
de  aquellos  sus  ydolos,  que  estaban  en 
un  ferro  muy  alto  junto  á  su  cibdad,  los 
de  Temistitan  é  de  las  otras  cibdades  que 
estaban  en  el  agua ,  conosejeron  quel  ge- 
neral entraba  ya  por  la  laguna  con  los 
bergantines,  y  encontincnle  se  juntó  tan 
grand  flota  de  canoas  para  la  resisten- 
cia ,  é  yr  á  tentar  qué  cosa  eran  estos  ber- 
gantines; é  á  loque  los  nuestros  pudie- 
ron considerar  juzgaron  que  passaban  de 
quinientas  canoas,  las  quales  se  fueron 
derechamente  hacia  donde  venia  el  gene- 
ral, el  quál  é  la  gente  que  avian  sallado 
en  el  peñón  ques  dicho,  se  embarcaron  á 
mucha  priessa.  E  mando  el  general  á  los 
capitanea  de  los  bergantines  que  en  nin- 
guna ni, un  í  a  se  moviessen,  porque  los  de 
las  canoas  acomeliessen  la  batalla ,  cre- 
yendo que  por  su  multitud  los  nuestros  no 
Osaban  salir  á  ellos:  é  assi  fué  que  los 
enemigos  dieron  principio  con  mucho  ím- 
petu á  caminar,  mostrando  que  querian 
cmholir  y  encontrar  los  bergantines;  mas 
seyendo  á  dos  tiros  de  ballesta  ,  repararon 
y  estovieron  quedos:  e  como  el  general 
desseaba  mucho  quel  primero  rencuentro 
fuesse  fructuoso,  é  se  hiejesse  de  mane- 
ra que  cobrassen  temor  de  los  berganti- 
nes (porque  la  llave  de  toda  la  guer- 
ra estaba  en  ellos,  y  la  cosa  del  mundo 
de  quien  podían  réscibir  más  daño  los 
contrarios,  é  aun  también  los  nuestros, 
era  por  el  agua)  quiso  Dios  que  vino  un 
viento  de  la  tierra  muy  favorable  para 
embestir  con  ellos ,  é  mandó  luego  á  los 
capitanes  que  rompiessen  por  la  flota  de 
las  canoas  é  las  siguiessen  hasta  las  en- 
cerrar en  la  cibdad  de  Temistitan.  É  có- 
mo el  viento  fué  muy  al  propóssito  de  los 
españoles,  aunque  huyeron  los  contrarios 
quanto  pudieron,  embistieron  rompiendo 
por  medio  de  la  flota  enemiga ,  é  quebra- 
ron muchas  canoas ,  é  murieron  á  manos 
de  los  chripstianos  muchos  indios,  óaho- 


3S4 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


gáronse  muchos  más,  é  fué  una  cosa  do 
mucha  victoria  é  para  dar  muchíssimo 
contentamiento  é  alegría  á  los  vencedo- 
res, é  á  quantos  lo  miraban  que  cathóli- 
cos  fuessen ;  é  de  mucha  tristeca  é  casti- 
go á  los  enemigos.  El  alcance  se  continuó 
bien  tres  leguas  hasta  encerrar  las  canoas 
en  las  casas  de  la  cibdad ;  6  assi  escribió 
Hernando  Cortés  al  Emperador  ..nuestro 
señor,  quel  vencimiento  fué  muy  mayor 
é  mejor  que  lo  pudieran  aver  pedido  hom- 
bres humanos. 

Los  de  la  guarnición  6  real  dcCuyoacan 
podían  mejor  que  los  de  la  cibdad  de  Ta- 
cuba  ver  este  rompimiento,  é  cómo  vie- 
ron todas  las  trece  velas  por  el  agua ,  é 
que  les  hacia  tan  buen  tiempo  é  desbara- 
taban las  canoas,  ovieron  grandíssima  ale- 
gría ,  porque  ambas  guarniciones  estaban 
entre  ¡numerables  enemigos,  tanto  que 
pareseja  misterio  no  los  acometer,  por  ser 
los  chripstianos  tan  pocos  en  número  (non 
obstante  sus  valederos:  que  todo  era  po- 
co a  respecto  de  la  ¡numerable  cantidad 
de  los  adverssarios),  puesto  que  los  chrips- 
tianos estaban  determinados  de  morir  ó 
vencer,  como  hombres  que  ningún  otro  re- 
medio ni  socorro  tenían  sino  es  el  de  Dios 
(ques  el  mayor  de  todos)  é  sus  armas.  É 
cómo  los  de  la  guarnición  de  Cuyoacan 
vieron  yr  nuestra  armada  en  seguimiento 
de  la  contraria  flota  ,  tomaron  su  camino, 
assi  los  de  pié  cómo  los  de  caballo  que 
allí  se  hallaron,  para  la  cibdad  de  Tcmis- 
titan  con  su  capitán  Chripstóbal  de  Olit,  ó 
pelearon  muy  reciamente  con  los  indios 
que  estaban  en  la  calcada,  é  ganáronles 
las  albarradas  que  tenían  fechas;  é  les  lo- 
maron c  passaron  á  pié  é  á  caballo  mu- 
chas puentes  que  tenían  quitadas;  é  con 
el  favor  de  los  bergantines  que  yban  cer- 
ca de  la  calcada ,  los  indios  de  Tascaltc- 
ca ,  nuestros  confederados .  seguían  á  los 
enemigos,  é  dellos  mataban  é  dellos  se 
echaban  al  agua  de  la  otra  parte  de  la 
calcada  por  dó  yban  los  bergantines.  É 


assi  fueron  más  de  una  legua  grande,  si- 
guiendo la  victoria  por  la  calcada  hasta 
llegar  adonde  el  general  avia  parado  con 
los  bergantines. 

Estos  bergantines  fueron  bien  tres  le- 
guas ,  cómo  es  "dicho ,  dando  caga  á  las 
canoas,  las  quales  se  escaparon,  llegán- 
dose entre  las  casas  de  la  cibdad ;  é  có- 
mo era  ya  tarde,  mandó  el  general  reco- 
ger á  los  bergantines ,  é  llegóse  con  ellos 
á  la  calgada ,  é  allí  saltó  en  tierra  con 
treynta  hombres  para  ganar  dos  torres 
pequeñas  de  aquellos  sacrilegos  oratorios 
ó  templos,  que  estaban  cercados  de  un 
muro  de  cal  é  canto,  donde  no  faltó  re- 
sistencia de  la  parte  contraria ;  pero  al  fin 
las  ganó ,  é  hico  sacar  en  tierra  tres  lom- 
bardas de  hierro  que  llevaba.  É  porque 
de  lo  que  restalla  de  la  calcada  desde  allí 
á  la  cibdad ,  que  era  media  legua ,  estaba 
lodo  lleno  de  los  enemigos,  é  de  la  una 
parte  é  otra  de  la  calcada ,  que  era  todo 
agua ,  lleno  de  canoas  con  gente  de  guer- 
ra ,  hico  cargar  el  un  tiro  de  aquellos  é 
pegáronle  fuego,  é  fué  la  pelota  por  la 
calcada  adelante  haciendo  mucho  daño 
en  los  enemigos.  E  por  descuydo  del  ar- 
tillero, assi  cómo  tiró,  se  encendió  la  pól- 
vora que  le  quedaba  ,  lo  qual  si  no  inter- 
viniera ,  se  pudieran  hacer  otros  tiros  se- 
mejantes ;  pero  el  general  proveyó  luego 
que  un  bergantín  fuesse  á  Iztapalapa,  de 
donde  truxo  más  pólvora. 

Ganadas  las  torres  ques  dicho,  el  ge- 
neral assentó  allí  real ,  6  ordenó  que  los 
bergantines  estoviessen  allí  junto  de  las 
torres,  é  que  la  mitad  de  la  gente  de 
Cuyoacan  é  otros  cinqüenta  españoles  del 
alguacil  mayor  se  viniessen  allí  otro  día; 
é  proveydo  aquesto,  púsose  aquella  noche 
mucho  recabdo  en  las  velas,  poique  es- 
taban en  grand  peligro,  é  loda  la  gente 
de  la  cibdad  acudía  allí  por  la  calcada  é 
por  el  agua.  É  á  media  noche  llego  grand 
inollitud  de  canoas  «'•  gente,  é  también 
por  la  calcada  ,  á  dar  en  el  real  del  gene- 


DE  INDIAS.  1.IH.  XXXIII.  CAP.  XXIII. 


ral ,  6  pusieron  a  los  nuestros  en  mucho 
temor  (¡  rehato  por  ser  de  noche,  cosa 
muy  apartada  de  la  costumbre  de  los  in- 
dios, é  que  en  tal  tiempo  ni  suelen  aco- 
meter ,  ni  se  avia  visto  que  de  noche  se 
moviessen  ni  osassen  pelear ,  si  no  fuesse 
con  sobrada  victoria.  Más  cómo  los  espa- 
ñoles é  su  genera]  estaban  apercebidos  é 
prontos  á  la  defensa,  .pelearon  con  los 
i  mi •iiiiv< js ,  é  desde  los  bergantines,  por- 
que cada  uno  traía  un  tiro  pequeño  de 
pólvora,  comentaron  á  soltarlos,  6  los 
ballesteros  >  escopeteros  hacían  lo  mes- 

iiia,  é  parescia  una  música  de  diverssos 
tonos  é  general  temor  u  los  contrarios ,  é 
fué  cosa  tan  nueva  ,  ó  no  usada  |Kira  ellos, 
(pie  presto  se  retiraron  a  fuera ,  ó  no  con 
pequeño  daño  suyo;  é  assi  no  se  osaron 
llegar  mas  adelante .  ni  su  rebato  fué  de 
manera  que  lúciesse  daño  sino  á  sí  mes- 
ónos. É  des  ta  forma  aquella  noche  no- se 

(ovo  otra  quietud  hasta  quel  siguiente  (lia 
en-  esclareciendo  llegaron  al  real  de  la 

calcada  ,  donde  el  general  estaba,  r  ]  1 1  i  1 1  - 
ce  ballesteros  y  escopeteros,  é  hasta  cin- 
qUCnta  hombres  otros  de  espada  é  rode- 
la, é  hasta  ocho  de  caballo  de  la  guarni- 
ción de  Cuyoacan.  Y  en  el  instante  los 
de  la  cibdad  por  la  calcada  y  en  canoas 
ya  peleaban  con  la  gente  del  general  ¡nu- 
merables enemigos,  con  tanta  grita  é  alha- 
rido  que  parescia  (¡ue  alapaban  los  -culi- 
dos  de  los  hombres  é  los  atemorizaban:  é 
por  la  calcada  adelante  el  general,  ani- 
mando su  gente,  ganó  una  puente  (pie  es- 
taba quitada  é  una  albarrada  que  avian 
fecho  á  la  entrada ;  é  con  los  tiros  c  con 
los  de  caballo  hicose  tanto  daño  en  los 
contrarios,  que  quassi  los  encerraron  has- 
ta las  primeras  casas  de  la  cibdad.  É  por- 
que de  la  otra  parte  de  la  calcada,  cómo 
los  bergantines  no  podian  passar  allá,  an- 
daban muchas  canoas  de  flecheros  é  ha- 
cían mucho  daño  con  flechas  é  varas  que 
tiraban  á  la  calcada ,  hico  el  general  rom- 
per un  pedaco  dolía  junto  á  su  real .  é  hi- 
lo.M  O  III. 


co  passar  de  la  otra  parte  quatro  de  los 
bergantines,  de  los  quales  huyeron  las 
canoas  hasta  se  meter  entre  las  casas"  de 
la  cibdad ,  en  tal  manera  que  no  osaban 
salir  á  lo  largo.  É  por  la  otra  parte  de  la 
calcada  los  ocho  bergantines  peleaban 
con  las  canoas ,  é  las  encerraron  assimes- 
mo. entre-  las  casas,  ó-' aun  entraron  por 
entre  ellas,  puesto  que  hasta  estonces  no 
lo  avian  osado  hacer,  porque  avia  muchos 
lusos  y  estácaseme  lo  estorbaban;  é  ha- 
llaron canales,  por  donde  entrar  seguros, 
é  peleaban  con  los  de  las  canoas,"  é  toma- 
ron algunas  delito  ó  quemaron  muchas 
casas  del  arrabal  de  Temistitan;  é  aquel 
dia  lodo  fué  batalla  é  se  gastó  en  pelear 
continuamente. 

Otro  ilia  adelante  el  alguacil  mayor  con 
la  gente  que  tenia  en  I/lapalapa ,  assi  de 
españoles  como  de  amigos  confederados, 
se  partieron  para  Cuyoacan :  é- desde  allí 
hasta  la  tierra  firme  hay  imacalcada,  que 
tura  legua  e  inedia:  é  cómo  el  alguacil 

mayor  comencó  á  caminar,  á  un  (piarlo 
de  legua  llego  a  una  cibdad  pequeña  .  qiie 

también  está  6D  el  agua,  é  por  muchas 
parles  della  se  puede  andar  a  caballo:  é 
los  naturales  de  allí  comentaron  á  pelear 
con  el.  é  desbaratólos  ó  mató  muchos  (le- 
fios ó  quemóles  la  cibdad. 

Avia  sabido  el  general  que  los  indios 
avían  rompido  mucha  parte  de  la  calca- 
da ó  no  podía  la  gente  passar  bien ,  é  por 
esto  em  ¡oleá  dos  bergantines  para  que  lés 
ayudasseri  á  passar,  dolos  quales  hicie- 
ron puente  por  donde  los  peones  passa- 
ron:  é  desque  ovieron  passado;  se  fueron 
á  apossentar  á  Cuyoacan,  y  el  alguacil  ma- 
yor con  diez  de  caballo  tomó  el  camino 
de  la  calcada,  donde  el  general  tenia  pues- 
to real,  é  quahdó  llegó,  hallóle  peleando. 
Y  el  alguacil  mayor  é  los  que  con  él  yban 
se  apearon  y  entraron  eu  la  batalla ,  que 
estaba  muy  trabada,  é  con  una  vara  hi- 
rieron al  alguacil  mayor  é  le  afravessa- 
ron  un  pié,  é  hirieron  á  otros  españoles; 


386 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mas  con  el  artillería  y  escopetas  é  balles- 
tas se  hico  tanlo  daño  en  los  indios ,  que 
ni  los  de  las  canoas  ni  los  de  la  calcada 
se  osaban  llegar  tanlo  á  los  nuestros  co- 
mo solían ,  é  mostraban  algún  temor  co- 
mo escarmentados  ó  lastimados.  É  assi  cs- 
tovieron  seys  dias,  sin  que  faltassen  nue- 
vos combales  de  la  una  parle  a  la  olra:  é 
los  bergantines  yban  quemando  al  rede- 
dor de  la  cibdad  todas  las  casas  que  po- 
dían. 6  descubrieron  canal,  por  donde  po- 
dian  al  rededor  entrar  por  los  arrabales 
de  la  cibdad  6  llegar  basta  lo  gruesso  de- 
11a,  que  fue  cosa  muy  venturosa.  E  assi 
cessó  la  vejación  de  las  canoas,  que  ya 
no  osaba  asomar  alguna  ni  acercarse  al 
real  con  un  quarto  de  legua. 

Extraño  cerco,  é  para  más  que  liom- 
bres  tan  alta  c  dificultosa  empressa  ;  por- 
que era  imposible  á  los  humanos  acabar- 
la sin  obrar  Dios  de  su  poder  absoluto  en 
ello,  por  la  manera  é  dispusieron  del  as- 
siento,  en  que  éstá  la  cibdad  de  Temis- 
titan ;  c  otras  están  dentro  de  aquellas  la- 
gunas que  la  historia  ha  dicho,  ó  quassi 
como  la  antigua  é  noble  ó  poderosa  é 
grande  cibdad  de  Yenccia:  la  qual  des- 
pués que  Troya  fué  destruyda  por  los 
griegos,  la  pobló  Anlenor  é  su  gente,  el 
qual  capitán  le  dió  principio,  é  á  Adria, 
(jue  está  junto  á  la  mar  de  Esclavonia,  de 
la  qual  se  llama  aquel  mar  Adriático, 
segund  escribe  Justino  en  la  abrevia- 
ción de  Trogo  Pompcyo  '.  Maravillo- 
so edeíicio,  é  opulenta  6  rica  cibdad  é 
república  de  las  más  nobles  que  en  el 
mundo  se  sabe,  é  de  las  que  mejor  son 
gobernadas.  É  aunque  en  el  mundo  hay 
otros  edeficios  6  poblaciones  fundadas  en 
«■I  agua,  assi  cómo  la  metropolitana  6  no- 
ble cibdad  de  L'psalensc  Real  Slocol- 
mensi,  puesta  en  torno  con  arte  é  indus- 
tria, 6  con  valientes  c  ricos  cibdadanos, 
é  muy  fortissima  i  la  qual  eslá  puesta  en 


la  mar  Océana  en  el  reyno  de  Suecia  ó  de 
Godos,  como  más  largamente  paresce  por 
la  nueva  geographia  del  dotto  é  moderno 
auctor  Olao  Gotho,  natural  de  aquellas  par- 
tes). Pero  nuestra  Temistitan  tiene  mucha 
similitud  á  la  insigne  cibdad  veneciana, 
ó  á  la  ques  dicho  quanto  al  assiento ,  por 
estar  en  el  agua  con  tan  soberbios  é  gran- 
des edeficios,  que  sin  verlos  seria  dificul- 
toso poderse  loar  tan  enteramente  como 
en  si  son  magníficos  é  famosos.  É  puesto 
que  Venecia  está  en  el  agua  é  mar  ques 
dicho,  é  también  aquella  su  villa  de  Mu- 
ran, donde  se  hace  aquel  vidrio  tan  pre- 
cioso que  á  todos  exgcde ,  ó  como  está 
dicho  de  la  cibdad  Upsalense  en  Suecia  ó 
(¡oria,  estotra  nuestra  Temistitan  está  en 
aquella  grand  laguna  salada ,  é  otras  cib- 
dades  sufragáneas  á  ella,  que  en  los  capí- 
tulos precedentes  se  han  nombrado:  las 
quales  é  cada  una  dellas  no  se  pueden  ver 
sin  admiración ;  é  cada  calcada  de  aque- 
llas, que  assi  sumariamente  la  historia  ha 
memorado,  es  edeficio  para  ocuparse  en 
61  con  mucho  .tiempo  6  gasto:  y  en  más 
se  debe  tener  que  aquellos  tan  famosos 
muros  de  Troya,  de  quien  tantos  renglo- 
nes é  auclorcs  hablan.  Dexemos  viejas 
historias,  ó  tornemos  á  la  nuestra  moder- 
na é  maravillosa,  percgrinn,  é  dina  de  mili 
escriptores. 

Estando  las  cosas  en  el  estado  que  es- 
tá dicho,  el  comendador  Pedro  de  Al  va- 
rado ,  que  estaba  por  capitán  de  la  guar- 
nición ó  gente  que  residía  en  la  guarda 
de  la  cibdad  de  Tacuba,  dió  noticia  por 
una  carta  suya  al. general,  cómo  por  la 
otra  parte  de  la  cibdad  de  Temistitan,  pol- 
lina calcada  (pie  va  á  unas  poblaciones  de 
tierra  firme,  é  por  otra  pequeña  que  es- 
taba junio  á  ella,  los  de  Temistitan  entra- 
ban ó  salían,  quando  querían;  é  que  preia 
«pie  viéndose  en  aprieto,  se  avian  de  salir 
lodos  por  allí  (  puesto  quel  general  más 


i    Jutlino,  lili.  XX. 


DE  INDIAS.  LD8. 

desscaba  su  salida  quellos  mesmos,  por- 
que mejor  se  pudiera  aprovechar  dellos 
ea  el  campo  que  no  dentro  de  tan  fortís- 
sima  cibdad ,  en  el  agua  puesta  como  es 
dicho);  pero  para  que  estoviesse  del  todo 
cercada ,  é  los  de  dentro  no  se  pudics- 
sen  aprovechar  en  cosa  alguna  de  la  tier- 
ra firme,  puesto  quel  alguacil  mayor  es- 
talla herido,  mandóle  que  fuesse  Asentar 
su  real  A  un  pueblo  pequeño,  adonde  yba 
A  salir  una  de  aquellas  dos  calcadas.  El 
qual ,  con  veynte  y  tres  de  caballo  é  cient 
peones  é  diez  y  ocho  ó  veynte  balleste- 
ros y  escopeteros,  fué  allá  é  assentó  su 
real  donde  le  fue  ordenado:  e  a~-i  quedo 
cercada  la  grund  cibdad  de  Temistítau 
por  todas  partes,  sin  que  .por  alguna  col- 
eada pudiessen  entrar  ni  salir  los  enemi- 
gos. 

En  el  real  de  la  calcada  tenia  el  gene- 
ral doscientos  infantes  españoles ,  en  que 
avia  veynte  y  cinco  ballesteros  y  escope- 
teros, sin  la  gente  de  los  bergantines, (¡no 
eran  mAs  de  doscientos  y  cinqüenta  hom- 
bres; 6  cómo  estaban  en  algún  aprieto  los 
contrarios,  ó  avia  mucha  gente  de  guer- 
ra de  los  amigos  confederados,  determi- 
nó de  entrar  por  la  calcada  A  la  cibdad 
lodo  lo  que  pudiesse,  é  que  los  berganti- 
nes de  la  una  parte  ó  otra  de  la  cibdad 
estoviessen  para  hacer  espaldas:  ó  mandó 
que  algunos  de  caballo  é  peones  de  los 
que  estaban  en  Cuyoacan  se  viniessen  al 
real,  e  que  diez  de  caballo  se  quedassen 
•  en  la  entrada  de  la  calcada,  haciendo  es- 
paldas al  general  é  á  los  que  quedaban  en 
Cuyoacan,  porque  los  naturales  de  la  cib- 
dad dé  Suchimilcoé  Culuacab  6  Iztapala- 
pa  ó  Chilibusco  é  Mericaleingo  é  Cuita- 
guacad  6  Mizquique ,  que  están  en  el 
agua,  estaban  rebelados,- y  eran  en  fa- 
vor de  los  de  la  cibdad  de  Temistitan;  é 
queriendo  estos  tomar  las  espaldas  á  los 
nuestros ,  estaban  seguros  con  los  diez  ó 
doge  quel  general  mandó  andar  A  caballo 
por  la  calcada,  é  otros  tantos  que  siem- 


XXXIII.  CAP.  XXIII.  3S7 
• 

pre  estaban  en  Cuyoacan,  é  mAs  de  diez 
mili  indios  nuestros  amigos.  Assimesmo 
mandó  el  general  al  alguacil  mayor  ó  A 
Pedro  de  Alvarado,  que  por  sus  estancias 
acometiossen  aquel  dia  A  los  de  la  cib- 
dad, porque  el  general  quería  ganar  por 
su  parte  todo  lo  que  más  pudiesse. 

É  assi  el  general  salió  á  pié  del  real  por 
la  mañana,  é  siguió  por  la  calcada  ade- 
lante, é  luego  halló  los  enemigos  en  de- 
fensa de  una  quebradura  que  tenían  fecha 
en  ella  tan  ancha  como  es  luenga  una  lau- 
ca ,  é  otro  lauto  era  honda ,  y  en  ella  te- 
nian  fecha  una  albarrada,  é  pelearon  muy 
valientemente  de  ambas  parles,  é  al  Cn 
se  les  ganó:  é  siguieron  por  la  calcada 
adelante  hasta  llegar  á  la  entrada  de  la 
cibdad,  donde  estaba  una  torre  de  aque- 
llo-; ydol  i-  que>(a  gente  adoran  ,  e  al  pié 
dolía  una  puente  muy  grande  levantada, 
é  por  ella  atravessaba  una  calle  de  agua 
muy  ancha,  con  otra  albarrada  fuerte, 
donde  se  trabó  la  batalla  de  manos  por 
ambas  parles  mu\  porfiada;  mas  como 
los  bergantines  peleaban  por  los  lados, 
ganóse  sin  peligro,  lo  qual  fuera  impo- 
sible sin  ellos.  É  cómo  los  indios  co- 
mencaron  A  desamparar  el  albarrada, 
los  de  los  bergantines  saltaron  en  tier- 
ra, 6  los  nuestros  passaron  el  agua,  é 
también  los  de  Tascalteca  é  Güaxocin- 
go  ó  Calco  é  Tbesayco,  que  eran  más  de 
ochenta  mili  hombres.  Y  entre  tanto  que 
se  cegaba  con  piedra  ó  adoves  aquella 
puente,  los  españoles  ganaron  otra  albar- 
rada que  oslaba  en  la  calle,  que  es  la  más 
principal  é  más  ancha  de  toda  la  cibdad; 
é  cómo  aquella  no  tenia  agua,  fué  fágil  de 
ganar ,  é  siguióse  el  alcance  trás  Jos  ene- 
migos por  la  calle  adelante  hasta  llegar  A 
otra  puente  que  tenían  aleada ,  salvo  una. 
viga  aucha  por  donde  passaban,  é  pues- 
tos por  ella  é  por  el  agua  en  salvo ,  qui- 
táronla de  presto,  é  de  la  otra  parte  de 
la  puente  tenían  fecha  otra  albarrada 
grande  de  adoves  é  barro.  É  cómo  los 


388 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


nuestros  llegaron  á  ella,  no  podían  passar 
sin  echarse  al  agua ,  é  aquesso  era  muy 
peligroso  por  la  resistencia  é  buena  vo- 
luntad con  que  los  indios  lo  defendian:  é 
de  la  una  parte  é  de  la  otra  de  la  calle 
avia  infinitos  dellos,  peleando  con  mucha 
atención  y  esfuerco  desde  las  acoteas. 
.Mas  llegóse  copia  de  ballesteros  y  esco- 
peteros, ó  con  dos  tiros  de  pólvora  por 
la  calle  adelante  se  higo  grand  daño,  é 
mataron  indios  á  pares,  é  ciertos  españo- 
les se  lancaron  al  agua  é  passaron  del 
otro  cabo;  mas  todavía  turó  dos  horas 
grandes  en  ganarse  aquello.  Pues  cómo 
los  enemigos  vieron  passar  los  chripstia- 
nos  ,  desampararon  el  albarrada  é  las  aco- 
teas, é  volvieron  las  espaldas  la  calle  ade- 
lante, é  assi  ovo  lugar  que  passasse  toda 
nuestra  gente ,  y  en  la  hora  se  comencó  á 
Cegar  aquella  puente  ó  deshacer  el  albar- 
rada. Y  en  tanto  los  españoles  é  sus  ami- 
gos confederados  siguieron  el  alcance  la 
calle  adelante,  bien  dos  tiros  de  ballesta, 
hasta  otra  puente  que  está  junto  á  la  pla- 
ga de  ios  principales  apossentos  de  la  cib- 
dad: y  esta  puente  no  la  tenían  quitada 
ni  avia  albarrada  en  ella,  porque  no  pen- 
saron los  de  la  cibdad  que  aquel  dia  ni  en 
otros  muchos  se  la  avian  de  ganar  ni  lle- 
gar allí  los  chripstianos  ,  ni  aun  los  nues- 
tros pensaban  conseguir  la  mitad  de  lo 
que  se  higo  aquel  dia.  A  la  entrada  de  la 
plaga  se  assestó  un  tiro,  ó  con  él  rcsgc- 
biap  mucho  daño  los  contrarios,  porque 
eran  tantos  que  no  cabían  en  ella:  ó  como 
los  españoles  vieron  que  allí  no  avia  agua, 
determinaron  de  les  entrar  la  plaga  ,  é  los 
de  la  cibdad,  viendo  su  determinagion  é 
la  moltitud  de  los  confederados  con  los 
chripstianos  (aunque  de  aquellos  sin  los 
•españoles  ningún  temor  tovieran),  pusié- 
ronse en  huyela ,  c  fueron  seguidos  hasta 
los  encerrar  en  el  gircuyto  de  sus  ydolos, 
el  qual  es  cercado  de  un  fuerte  muro  de 
cal  y  canlo,  6  no  menor  que  una  villa  de 
quatrogicnlos  vecinos;  pero  luego  le  des- 


ampararon ,  é  los  tíuestros  le  ganaron  é  se 
apoderaron  dél  é  de  las  torres.  Cómo  los 
de  la  cibdad  se  reconosgieron  é  vieron 
que  no  avia  gente  de  caballo,  volvieron 
sobre  los  españoles  como  leones  ferogíssi- 
mos,  é  por  fuerga  de  armas  los  echaron 
fuera  de  las  torres  é  de  todo  el  patio  ó 
gircuyto  ya  dicho:  é  viéronse  en  mu- 
cho peligro  los  nuestros,  é  higieron  rostro 
debaxo  de  ciertos  portales  de  aquel  pa- 
tio, é  de  allí  se  retruxeron  á  la  plaga,  é 
de  allí  los  echaron  también  hasta  los  me- 
ter por  la  calle  adelante,  de  tal  manera, 
queí  tiro  que  allí  estaba  fué  desamparado, 
é  aun  perdieran  con  él  las  vidas  muchos 
chripstianos,  si  no  llegarán  tres  de  caba- 
llo, que  entraron  por  la  plaga  adelante.  E 
cómo  los  enemigos  los  vieron  ,  demás  del 
temor  grandíssimo  que  á  los  caballos  te- 
nían, creyendo  que  eran  muchos  más, 
comengaron  á  huyrj  é  mataron  algunos 
dellos,  é  ganáronles  el  palio  é  gircuyto 
que  se  dixo  de  susso :  y  en  la  torre  más 
pringipal  é  alta  dél,  que  tiene  más  de 
gient  escalones  ó  gradas  hasta  llegar  á  lo 
alto,  higiéronsc  fuertes  allí  diez  ó  doge  in- 
dios principales  de  la  cibdad,  é  qualro  ó 
ginco  españoles  subieron  por  fuerga ,  aun- 
que les  era  bien  defendido,  é  mataron 
aquellos  indios.  En  la  qual  sacón  llegaron 
otros  ginco  ó  seys  ca valleros,  los  quales 
é  los  tres  primeros  se  pusieron  en  una  ce- 
lada .  é  quando  fué  tiempo  salieron  é  ma- 
taron más  de  treynta  de  los  enemigos;  é 
(  «uno  ya  era  tarde,  mandó  el  general  re- ' 
cogerla  gente, é  (piando  se  retraían,  car- 
gaba lanía  moltitud  de  los  ad\ erssarios, 
que  si  m>  fuera  por  los  de  caballo,  resce- 
bieran  mucho  daño  los  nuestros.  Mas  có- 
mo todos  los  malos  passos  de  la  Calle  é 
calcada,  donde  pudiera  aver  peligro  al 
tiempo  de  retraer,  ya  el  general  los  avia 
hecho  adovar,  podían  muy  bien  entrar  é 
salir  por  ellos  los  de  caballo :  é  cómo  los 
enemigos  venían  (lando  en  la  regaga  de 
nuestra  Rente,  revolvían  los  de  caballo 


di:  indias,  i.m.  xxxm.  cap.  xxui 


389 


sobre  ellos,  é  siempre  alanceaban  ó  ma- 
tal>an  algunos.  K  porque  la  calle  era  muy 
luenga,  ovo  logar  dé  hacer  lo  (mes  dicho 
quatro  ó  cinco  veces,  é  puesto  que  vian 
que  se  les  hacia  mucho  daño ,  é  de  cada 
vuelta  los  ginetes  vertían  mucha  sangre 
de  los  de  Temistitan,  venían  tan  ra- 
biosos como  canes  dañados,  que  páres- 
ela que  ni  estimaban  la  vida  ni  temían  la 
muerte  ,  c  no  dexahan  de  seguir  á  los  cs- 
pañolcs.  E  todo  el  día  se  gastaba  de  la 
manera  que  está  dicha ,  sino  que  ya  ellos 
tenían  tomadas  muchas  acoteas  que  salen 
!i  la  calle,  6  los  de  caballo  desdi  causa 
resecbian  mucho  peligro,  6  assl  convino 
(pie  se  retruKessen  al  real,  c  plugo  á  Dios 
que  sin  muerte  de  chripstiano  alguno, 
puesto  que  ovo  heridos:  mas  quedó  pues- 
to fuego  a  las  más  é  mejores  casas  de 
aquella  calle,  assi  porque  no  les  faltasse 
qué  hacer  aquella  noche,  como  porque 
(piando  otra  vez  por  allí  enlrassen  los 
nuestros,  no  pudiessen  los  enemigos  ofen- 
derlos desde  los  terrados  6  acoteas. 

Este  mesmo  día  el  alguacil  mayor  trón- 
calo de  Sandoval .  y  el  comendador  Pedro 
de  Alvarado  é  su  gente  pelearon' muy  re- 
ciamente cada  uno  dellos  por  la  partí'  que 
guardaban  contra  los  de  la  oilidad.  E  al 

tiempo  del  combate  estaban  los  unos  do 
los  otros  é  de  donde  el  general  estaba  á 
una  legua  é  legua  y  media,  porque  se 
extiende  tanto  la  población  de  la  cibdad, 
(pie  segund  Hernando  Cortes  escribió  á 
C.éssar  antes  disminuía  la  distancia  en  lo 
ques  dicho:  de  lo  qual  se  puede  colegir 
la  grandeca  de  Temistitan. 

Pelearon  este  (lia  los  amigos  confede- 
rados que  estaban  en  compañía  de  aque- 
llos capitanes  muy  osadamente  j  é  no  res- 
cebierondaño  ni  dékaronde  hacerle  gran- 
de en  los  contrarios. 

En  aquesta  sacón  don  Hernando,  señor 
de  Thesayco  é  de  la  provincia  de  Culua- 
can ,  procuraba  de  atraer  á  todos  los  na- 
turalés  de  su  señorío,  en  especial  á  los 


principales,  á  la  devoción  6  amor  á  los 
españoles,  porque  aun  no  estaban  confir- 
mados en  esto,  como  después  lo  cstovíe- 
ron.  É  cadá  dia  venían  al  dicho  don  Her- 
nando muchos  señores  y  hermanos  suyos, 
ofresciéndosele  de  ser  en  favor  de  los 
chripstíanos  é  pelear  contra  los  de  Temis- 
titan é  México  6  Culua;  é  cómo  este  don 
Hernando  era  muchacho  é  tenia  mucho 
amor  al  general  é  á  los  españoles,  é  co- 
noscia  la  grandissima  merced,  que  en  nom- 
bre del  Emperador  ó  de  Sus  Magostados 
se  le  avia  fecho  en  darle  tan  grand  seño- 
río, aviendo  otros  que  le  precedían  en  el 
derecho  de  aquel  estado ,  como  grato  se- 
ñor ,  trabaxaba  quunto  leerá  posible  en 
que  todos  sus  vassallos  fuessen  á  pelear 
contra  los  de  Temistitan,  6  que  se  pusies- 
sen  en  los  trabaxos  6  peligros  en  que  en- 
tendía estallan  ocupados  los  españoles, 
sirviendo  á  Dios  é  á  Sus  Mageslades,  pa- 
ra que  con  ellos  gocassen  juntamente  de 
la  victoria.  E  habló  con  sus  hermanos, 
que  eran  seys  ó  siete ,  todos  mancebos  é 
bien  dispuestos,  é  díxoles  que  Ies  rogaba 
que  con  toda  la  gente  de  su  señorío  fues- 
sen á  ayudar  al  general;  ó  á  uno  dellos, 
llamado  Vslrusíchil,  de  edad  de  veynle  y 
tres  ó  veyntc  y  quatro  años,  muy  esfor- 
zado é  amado  y  estimado  entre  aquella  su 
generación  por  su  valerosa  persona  y  ex- 
piriencia,  hícole  su  capitán  general,  y 
envióle  á  nuestro  campo:  6  llegó  al  real 
de  la  calcada  con  más  de  treynta  mili 
hombres  de  guerra  muy  bien  aderesca- 
dos  á  su  costumbre;  ó  á  los  otros  dos  rea- 
les yrian  otros  veyntc  mili  hombres,  á  los 
qualescl  general  rescebió  graciosamente, 
agradesciéndoles  mucho  su  buena  volun- 
tad é  obra ,  é  quedaron  sirviendo  donde 
les  fué  ordenado. 

En  la  continuación  desta  conquista  pa- 
rescerá  al  que  lee ,  como  es  ragon  que  as- 
si  lo  crea,  que  tan  señalado  é  grand  so- 
corro por  un  solo  vassallo  ó  señor  que  ora 
Estado  de  un  grand  rey,é  no  poco  pode- 


390 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


roso,  enviando  cinqüenta  mili  hombres 
fuera  de  su  señorío ,  é  (ales ;  pues  por  es- 
te exérgito  se  puede  colegir  que  queda- 
ban en  su  tierra  otros  muchos ,  allende  de 
la  otra  gente  inútil  para  las  armas.  El  qual' 
socorro  fué  de  mucho  pcssar  é  dolor  para 
los  de  Temistitan,  en  ver  yr  contra  ellos  á 
los  que  poco  antes  tenian  por  vassallos ,  é 
por  amigos  é  parientes  y  hermanos ,  y  aun 


padres  é  hijos,  que  de  todos  estos  debdos 
avia  cntrellos ;  pero  el  tiempo  es  causa  de 
tales  mudancas,  y  el  officio  del  mundo 
no  consiente  que  haya  en  la  tierra  cosa 
permanesciente  muchos  siglos,  sin  que  se- 
mejantes diferencias  c  revoluciones  de  es- 
lados  prueben  los  hombres ,  para  que  me- 
jor entiendan  é  conozcan  á  Dios. 


CAPITULO  XXIV. 


En  que  se  Irada  cómo  la  segunda  vez  combatió  el  general  Hernando  Cortés  ó  los  españoles  d  confederados 
amigos  suyos  la  grand  cibdad  de  Temistitan  ,  é  se  í.ico  mucha  matanca  y  estrago  en  los  contrarios ,  ó.  de 
algunos  lechos  notables  que  aquel  dia  é  otros  acaescieron  *. 


Desde  á  dos  dias  que  passó  el  combate 
de  la  cibdad,  segund  que  se  dixo  en  el 
capítulo  de  susso ,  é  llegada  ya  la  gente  y 
exército  del  príncipe  don  Hernando,  se- 
ñor de  Thesayco  é  Aculuacan ,  en  socorro 
é  ayuda  de  los  españoles,  vinieron  a 
ofrescerse  por  vassallos  de  Sus  Magosta- 
dos é  de  su  corona  real  de  Castilla  los  na- 
turales de  la  cibdad  do  Suchimilco,  que 
está  en  el  agua  é  laguna  grande ,  é  rio  - 
tos  pueblos  utumies,  que  es  gente  serra- 
na é  de  más  copia  que  los  de  Suchimilco 
(y  eran  esclavos  del  señor  de  Temistitan). 
É  suplicaron  al  general  Hernando  Cortés, 
que  les  perdonasse  la  tardanga  de  haber 
venido  tan  tarde  á  hacer  lo  que  debían;  y 
él  los  rescebió  muy  bien  é  les  dixo  que 
holgaba  mucho  con  su  venida,  é  que  se- 
rían tráctados  é  gratificados  é  tenidos  en 
justicia,  como  buenos  vassallos  del  grand 
Rey  de  Castilla,  nuestro  señor;  é  que  en 
él  hallarían  su  persona  aparejada  para  los 
complacer  é  dar  lodo  favor  é  ayuda,  si 
ellos  hirii:ssen  lo  que  debían  hacer  en  ser- 
vino  do  Sus  Magostados:  ó  assi  lo  pro- 

*    De  Ulé  epígrafe  quitó  Oviedo  las  siguientes 

cláusulas :  vEoófno  Hernando  Corlea  higo  quemar 
norias  casas  principales  de  la?  que  Monlcoiima  lc- 


metieron  ellos  que  lo  cumplirían  con  toda 
fidelidad.  Mucha  ragon  tenian  nuestros 
españoles  de  holgar  con  esta  nueva  amis- 
tad; porque  si  algún  daño  podían  resge- 
bir  los  del  real  de  Cuyoacan  avia  de  ser 
por  parte  deslos  nuevos  confederados,  é 
con  tal  amigigia  gessó  este  inconviniente. 

De  la  parte  del  real  de  la  calgada ,  por 
donde  el  general  estaba ,  ya  se  ha  dicho 
que  avian  quemado  los  de  los  bergantines 
muchas  casas  en  los  arrabales  de  la  cib- 
dad, é  no  osaba  paresger  canoa  alguna 
por  todo  aquello.  Parcsgiólc  al  general 
que  para  su  seguridad  bastaba  tener  en 
torno  de  su  real  siete  bergantines,  é  de 
los  otros  seys  restantes  envió  los  tres  al 
real  del  alguacil  mayor,  é  los  otros  tres 
al  del  comendador  Pedro  de  Alvarado;  ó 
mandó  á  los  particulares  capitanes  de  es- 
sos  seys  bergantines  que  por  la  parte  de 
aquellos  dos  reales  estoviessen  avisados, 
porque  los  de  la  cibdad  se  aprovechaban 
mucho  de  la  tierra  en  sus  canoas,  ó  mo- 
lían agua  ó  fructas  é  mahiz  é  otras  vitua- 
llas é  refrescos,  é  que  se  lo  excusassen. 

nía  ,  de  las  qualés  en  otra  parle  en  los  capítulos  pre- 
c.i'dimles  desla  historiase  ha  lecho  mención,  en  es- 
pecial en  <■!  capitulo  X  del  presente  libro.» 


DE  INDIAS.  LIU.  XXXIH.  CAP.  XXIV. 


391 


Y  envío  ¡i  mandar  á  los  principales  capi- 
tanea  de  aquellos  ilos  exérejtos  que  cor- 
neasen de  noche  é  «le  dia  los  unos  é  los 
oíros  del  un  real  al  otro,  por<pie  aprove- 
charía mocho  esto  para  hacer  espaldas  á 
la  gente  de  los  reales  todas  las  veces  que 
quisiessen  entrar  ¡i  combatir  la  cibdad. 
Fué  tal  este  proveimiento,  que  cada  nu- 
che hacían  los  bergantines  muchos  saltos 
é  tomaban  canoas  muchas  é  gente  de  los 
enemigos. 

Luego  que  esto  se  proveyó ,  hico  una 
halda  pública  c  general  Hernando  Cortés 
a  su  excreto  ó  campo  particular,  en  (pie 
dixo  que  tenia  determinado  desde  á  dos 
dias  de  entrar  á  combatir  la  cibdad;  por 
tanto  que  les  rogaba  é  amonestaba  que 
lodos  vinieasen  para  estonces  á  punto  de 
guerra,  porque  esperaba  en  Nuestro  Se- 
ñor Dios  de  conseguir  victoria  ó  dar  Tin  á 
los  trabaxos  de  todos,  ó  poner  las  cosas 
en  tales  términos  que  con  poca  fatiga  se 
acabasse  lo  que  les  quedaría  por  hacer 
para  la  definición  desta  conquista ;  ó  que 
en  aquello  conosceria  de  los  confederados 
-i  eran  fictos  ó  verdaderos  amigos  ,  é  qué 
intención  tenían  al  servicio  de  Sus  Majes- 
tades, como  buenos  6  leales  vassallos.  K 
los  unos  é  los  otros  prometieron  de  hacer 
su  deber,  remitiéndose  a  la  obra.  K  luego 
luco  meter  en  órden  todo  lo  que  era  nes- 
cessario  para  la  jornada,  y  escribió  &  los 
otros  reales  ¿.bergantines  lo  que  tenía 
acordado  é  lo  que  cada  uno  avia  de  ha- 
cer. É  llegado  el  placo,  assi  como  fué  de 
dia  se  dixo  una  missa  del  Espíritu  Sancto, 
que  todos  los  chripstíanos  oyeron  con  mu- 
cha devoción,  ó  aun  los  indios,  como 
simples  c  no  entendientes  de  tan  alto  mis- 
terio, con  admiración  estaban  atentos,  no- 
tando el  silencio  de  los  cathólicos  y  el 
acatamiento  que  al  altar  y  al  sacerdote 
los  chripstíanos  tovieron  hasta  res^ebir  la 
bendición.  La  qual  echada,  luego  el  gene- 
ral informó  á  los  capitanes  de  lo  que  avian 
de  hacer,  ó  mejor  diciendo,  les  acordó  lo 


que  con  ellos  tenia  ya  consultado;  é  salió 
del  real  con  hasta  veyntc  de  caballo  é  tres- 
cientos españole^  é  con  grandissimo  nú- 
mero de  los  amigos  confederados,  é  siguió 
la  calcada  adelante  bien  tres  tiros  de  ba- 
llesta del  real .  donde  ya  los  enemigos  es- 
taban esperando  con  mucha  grita  6  voci- 
nas  e  alambores,  li  cómo  en  los  tres  dias 
antes  no  se  les  avia  dado  combate,  avian 
deshecho  quanto  los  nuestros  avian  pega- 
do del  agua,  6  teníanlo  muy  más  fuerte é 
peligroso  de  ganar  que  de  antes  estaba.  E 
los  bergantines  llegaron  por  la  una  parte  é 
por  la  otra  de  la  calcada,  ó  cómo  con 
ellos  se  podían  llegar  muy  más  cerca  de 
los  enemigos  ,  hacían  mucho  daño  con  las 
ballestas  y  escopetas;  é  assi  sallaron  en 
tierra,  é  ganóse  la  albarrada  é  puente,  ó 
passaron  los  nuestros  de  la  olía  parte  si- 
guieiido  á  los  contrarios,  los  (piales se  re- 
pararon e  atendieron  en  las  otras  pítenles 
e  albarradas,  que  tenían  fechas  adelante, 
las  quales,  aunque  con  mayor  trabaxo  é 
peligro  que  la  otra  vez,  las  ganaron  los 
nuestro.-  .  y  echaron  á  los  enemigos  de  to- 
da la  calle  e  de  la  placa  de  los  apossenla- 
mientOS  grandes  de  la  cibdad.  L  de  allí 
mando  el  general  (pie  no  passassen  los 
españoles,  porque  él  con  la  gente  de  los 
amigos  confederados  andaba  cegando  con 
piedra  é  adoves  toda  el  agua  de  aquellos 
passos,  en  que  ovo  tanto  que  ha^cr,  que 
aunque  para  ello  ayudaban  más  de  diez 
mili  indios,  (piando  se  acabó  de  aderecar 
era  hora  de  vísperas.  Y  en  todo  este,  tiem- 
po siempre  los  españoles  ó  sus  amigos  an- 
daban peleando  y  escaramuzando  con  los 
de  la  cibdad  y  echándoles  celadas,  en 
que  murieron  muchos  dellos;  y  el  gene- 
ral con  los  de  caballo  anduvo  un  rato  por 
la  cibdad,  alanceando  por  las  calles  don- 
de no  avia  agua  los  que  alcanzaban,  de 
manera  que  los  tenían  retraydos  que  no 
osaban  salir  á  lo  firme. 

E  viendo  el  general  que  los  de  la  cib- 
dad estaban  tan  rebeldes  é  mostraban 


39á 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tanta  determinación  de  morir  ó  defender- 
se ,  coligió  dos  cosas  desto :  la  una ,  que 
se  avia  de  aver  poca  ó  jiinguna  riquega 
de  la  que  á  él  é  á  los  españoles  avian  qui- 
tado, quando  los  echaron  de  la  cibdad :  é 
la  otra ,  que  daban  ocasión  é  aun  forga- 
ban  á  los  nuestros  á  que  totalmente  des- 
truyessen  la  cibdad  ó  los  que  dolía  que- 
daban, lo  qual  mucho  dolia  al  general, 
porque  los  quería  más  enmendados  é  por 
amigos ,  é  que  no  se  executasse  tanto  ri- 
gor é  muertes  de  humanos ,  como  estaba 
aparejado.  É  pensaba  qué  forma  podría 
tener  para  los  temorigar  de  manera  que 
viniessen  en  conosgimiento  de  su  yerro,  ó 
del  daño  que  podian  resgebir  de  los  nues- 
tros :  é  no  hagia  sino  quemarles  é  derri- 
barles las  torres  de  sus  abominables  ora- 
torios é  ydolos  é  sus  casas :  é  porque  más 
lo  sinriessen ,  aquel  dia  higo  poner  fuego 
á  aquellas  casas  grandes  de  la  plaga  (don- 
de la  otra  vez  que  le  echaron  de  la  cib- 
dad él  é  los  españoles  estovieron  apossen- 
tados),  que  eran  tan  grandes  é  de  tan  mag- 
níficos apossentamientos,  que  un  podero- 
so príngipe  con  más  de  seysgientas  perso- 
nas de  su  casa  é  servigio  se  podia  apos- 
sentar  en  ellas,  é  otras  que  estaban  junto 
ó  estas,  que  aunque  algo  menores  eran 
muy  más  frescas  é  gentiles;  é  tenia  en 
ellas  Montcguma  todos  los  linages  é  géne- 
ros de  aves,  que  en  aquellas  partes  é  otras 
muchas  avia.  É  aunque  al  general  le  pes- 
saba  mucho  desto,  porque  ú  los  contra- 
rios les  pessaba  mucho  más,  determinó 
de  las  hacer  quemar,  de  lo  qual  los  ene- 
migos mostraron  mucho  pessar,  é  lo  mes- 
mo  les  dolió  á  los  otros  sus  aliados  de  la 
cibdad  de  la  laguna ,  porque  cssos  ni  otros 
nunca  pensaron  que  la  fuerga  do  los 
chripstianos  pudiera  bastar  en  ningún 
tiempo  á  les  entrar  tan  adelante  en  su  cib- 
dad ;  y  esto  les  puso  mucho  desmayo. 
Puesto  fuego  á  las  casas  ques  dicho, 


porque  ya  era  tarde,  el  general  mandó 
hager  señal  para  recoger  la  gente  á  su 
real;  é  cómo  los  de  la  cibdad  vian  que  se 
retiraba,  cargaban  muchos  sobrellos,  é 
venían  con  grand  ímpetu  dando  en  la  re- 
troguarda.  E  cómo  toda  la  calle  estaba  ya 
buena  é  aderesgada  para  poder  correr  los 
de  caballo,  volvían  sobrellos  é  alangea- 
ban  de  cada  vuelta  muchos,  é  por  esso 
no  escarmentaban  ni  dexaban  de  venir 
dando  grita  á  las  espaldas.  Sintieron  mu- 
cha pena  é  afrenta  este  dia  los  contrarios, 
viendo  entrar  por  su  cibdad  quemándola 
é  destruyéndola  é  peleando  con  ellos  los 
de  Thesayco  é  Calco  é  Suehimilco  é  los 
utumies,  é  nombrándose  cada  generas- 
gion  de  dónde  eran ,  é  por  otra  parte  los 
de  Tascalteca :  quellos  é  los  otros  les  mos- 
traban sus  cibdadanos  hechos  pedagos, 
digiéndoles  que  los  avían  de  genar  aque- 
lla noche  é  almorgar  otro  dia ,  como  de 
hecho  lo  hagian  assi. 

Escriben  que  teniendo  Sylla  gercada  á 
Alhenas,  tovieron  los  de  dentro  tanta  nes- 
gessidad ,  que  después  de  aver  por  la  ex- 
gesiva  hambre  comídosc  todas  las  bestias, 
.comian  los  cueros  é  pellejos,  é  que  algu- 
nos de  los  gercados  avian  comengado  á 
comer  de  los  cuerpos  humanos  de  aque- 
llos que  avian  muerto  los  enemigos ;  é  al 
tiempo  que  se  lomó  aquella  cibdad  é  se 
metió  á  saco,  los  romanos  en  muchas  ca- 
sas hallaron  aparejado  para  comeré!  man- 
jar de  cuerpos  humanos  Acá  en  esta 
conquista  no  se  hagia  por  nesgessidad  el 
comer  de  la  carne  humana,  como  lo  di- 
ge  Appiano  é  lo  toqué  de  susso,  en  la 
guerra  de  Mitridate  é  de  los  romanos. 
Más  assi  cómo  mataban  al  hombre,  ni 
le  enterraban  ni  dexaban  perder  la  car- 
ne, ni  les  negaban  á  los  enemigos  que 
assi  mataban,  si  cu  su  poder  quedaban, 
sus  cuerpos  proprios  por  sepolturas,  ó  lo 
leuian  por  manjar  que  muy  bien  les  sa- 


i    Appiano  Alexamliino  l)c  liello  Mitiidnliro. 


m  INDIAS.  1.11!   XXXIH.  GAP.  XXIV. 


393 


be.  Ni  podían  ver  los  ojos  de  los  chrips- 
tianos  e  catholieos  más  espantable  e  abor- 
rescida  cosa,  que  ver  en  el  real  de  los 
amibos  confederados  el  continuo  exer- 
cjfio  de  comer  carne  asada  ó  cocida  de 
los  indios  enemigos;  é  aun  de  los  que  ma- 
taban en  las  canoas  ó  se  alionaban,  ú  des- 
pués el  agua  los  echaba  en  la  superficie 
de  la  laguna  o  en  la  costa,  no  los  dexa- 
ban  de  pescar  é  apossentar  en  sus  vien- 
tres. 

Por  manera  que  de  la  forma  que  es- 
tá dicho,  el  general,  volviendo  á  la  his- 
toria, trabaxó  mucho  por  su  persona  y 
espíritu  este  día ,  é  los  españoles  pelearon 
como  lo  aco-tumhrahan  con  mucho  es- 
fuerzo é  buen  tiento ,  c  los  amigos  confe- 
derados con  grand  o«adia  .  c  por  complir 
su  palabra,  sacaron  hartos  de  los  enemi- 
gos que  este  dia  murieron  á  cuestas;  pe- 


ro repartidos  entre  si  a  pedacos,  para  les 
hacer  las  obsequias  en  los  asadores  é  ollas 
e  ponerlos  en  sus  estómagos,  segund  su 
costumbre.  É  fecha  ó  dada  la  señal  por 
el  general ,  se  retruxeron  á  su  real  á  des- 
cansar, porque  la  jornada  fué  de  mucho 
cansancio.  É  los  siete  bergantines  que 
allí  andaban,  entraron  este  dia  por  las 
calles  del  agua  de  la  cibdad,  é  quema- 
ron mucha  parte  della. 

Los  capitanes  de  los  otros  dos  exér- 
citos  o  campos  nuestros  é  los  otros  seys 
bergantines  pelearon  muy  bien  este  dia, 
.  é  se  retiraron  quando  fué  tiempo  con  vic- 
toria á  sus  reales:  lo  qual,  por  evitar  pro- 
lixidad ,  se  dexa  de  decir,  é  aun  porque 
el  general  Hernando  Cortés  en  la  relación 
que  escribe  á  Cessar  no  lo  dice  más  par- 
ticular ni  largamente  de  lo  ques  dicho. 


CAPITULO  XXV. 

En  que  se  tracta  de  oíros  combales  que  Hernando  Corles  «'■  los  españólese  confederados  indios,  sus  amigos, 
dieron  á  la  cilidad  de  Tcmislilan  ;    de  algunas  cosas  señaladas  que  intervinieron  en  lanto  que  aquel  i;crco 

turo. 


Oiro  dia  siguiente  luego  por  la  mañana, 
de>pues  (pie  se  dixo  missa  al  general  é  á 
los  españoles  de  su  real ,  volvió  á  la  cib- 
dad con  BU  gente  é  orden  acostumbrada. 

poique  los  contrarios  no  toyiesseo  lugar 
de  romper  las  puentes  ó  hacer  las  albar- 
radas;  é  por  bien  que  madrugaron  los 
nuestros,  de  las  tres  partes  é  calles  de 
agua  que  atraviessan  la  calle  ó  calcada 
que  yba  desde  el  real  hasta  las  casas  gran- 
des de  la  placa  ,  las  dos  deltas  estaban  co- 
mo los  dos  dias  antes,  que  fueron  muy 
recias  de  ganar ,  é  tanto  que  turó  el  com- 
bato desde  las  ocho  horas  de  la  mañana 
hasta  la  una  después  de  medio  dia ,  é  se 
gastaron  quassi  todas  las  saetas  é  almacén 
de  pelotas  que  los  ballesteros  y  escopete- 
ros llevaban.  Era  muy  grande  el  peligro 

de  los  nuestros  todas  las  veces  que  aque- 
Tü.MO  III. 


lias  puentes  les  ganaban  á  los  contrarios, 
porque  para  ganarlas  era  (breado  echarse 
á  nado  los  españoles  é  passar  de  la  otra 
parle;  y  esto  ni  podían  ni  osaban  hacerlo 
muchos,  porque  á  cuchilladas  é  á  botes 
de  lancas  resistían  los  enemigos ,  defen- 
diendo la  salida  de  la  otra  parte;  pero  co- 
mo ya  poi'los  lados  no  tenían  agpteas,  des- 
de donde  hicíessen  daño,  é  desta  parte 
los  asaeteaban,  porque  estaban  los  unos 
de  los  otros  á  quarenta  passos  ó  menos, 
en  los  españoles  cada  dia  se  acrescenlaba 
su  ánimo  é  determinación  de  passar,  co- 
nosciendo  que  esta  era  la  voluntad  del 
general ,  é  que  cayendo  ó  levantando,  no 
se  avia  de  hacer  otra  cosa,  porque  sabia 
muy  bien  reprehender  al  que  mostraba 
flaquoca,  é  gratificaba  é  honraba  al  que 

era  esforcado  é  se  señalaba  en  la  guerra. 

50 


394 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ParesgerA  al  letor  que  pues  tanlo  peli- 
gro resgebian  los  nuestros  en  ganar  aque- 
llas puentes  é  albarradas,  que  eran  ne- 
gligentes, ya  que  las  ganaban,  en  no  las 
sostener  é  guardar,  por  no  volver  cada 
dia  de  nuevo  á  tomar  el  mesmo  frabaxo  é 
peligro  tan  grande  é  notorio.  La  descul- 
pa quel  general  daba  en  esto,  que  á  los 
absentes  podría  paresger  negligencia ,  es 
que  en  ninguna  manera  se  podia  hacer 
otra  cosa;  porque  para  ponerse  recabdo 
de  guarda  continua  en  esto,  se  requerían 
dos  cosas :  ó  quel  real  passára  á  la  placa 
é  circuyto  de  las  torres  de  los  ydolos,  ó 
que  sufigiente  número  de  gente  de  guer- 
ra guardasse  las  puentes  que  se  ganassen, 
velando  las  noches.  É  de  lo  uno  é  de  lo 
otro  podia  resultar  grand  daño ,  é  no  avia 
possibilidad  para  ello ;  porque  teniendo  el 
real  dentro  de  la  cibdad ,  era  tan  popu- 
losa é  de  tantos  enemigos ,  que  cada  hora 
6  momento  convenia  pelear,  é  tovieran 
mil  rebatos ,  é  los  nuestros  eran  pocos, 
digo  los  españoles,  sobre  cuyos  hombros 
estaba  la  carga  é  pessp  é  vela  dcsta  guer- 
ra ;  é  si  dellos  se  oviera  de.  poner  essa 
guarda ,  el  trabaxo  fuera  incomportable, 
é  por  muchas  partes  avian  de  ser  tenta- 
dos con  las  armas  sin  tener  algún  reposo. 
Pues  guardar  las  puentes  gente  de  noche, 
quedaban  los  españoles  tan  cansados  de 
pelear  de  dia,  que  no  se  compadesgia  ni 
era  posible  sufrirse ,  ni  convenia  poner  la 
guarda  dellos  para  que  les  quedasse  al- 
guna hora,  de  descanso:  pues"  hager  la 
guarda  los  amigos  confederados,  era  sos- 
pechoso tal  offigio  en  ellos.  E  a  esta  causa 
era  forgado  c  menos  inconviniente  ganar 
de  nuevo  cada  dia  las  (pie  entraban  en  la 
cibdad. 

Este  dia,  de  que.  Iniciamos,  cómo  se 
lardó  mucho  en  ganar  las  puentes  V  en  las 
tornar  á  cegar,  no  ovo  lugar  de  hager 
mas,  salvo  que  por  otra  calle  principal 
que  va  ¿i  llar  a  la  cibdad  de  Tacuha  se 
ganaron  otras  dos  puentes  6  se  gegaron, 


é  se  quemaron  muchas  é  buenas  casas  de 
aquella  calle.  E  con  esto,  llegada  la  tar- 
de é  hora  de  retraerse  los  nuestros,  se 
puso  por  obra ,  é  no  con  menos  peligro 
que  en  ganar  las  puentes;  porque  en  vien- 
do retirarse  los  españoles,  cobraban  los  de 
la  cibdad  tanta  osadia ,  como  si  ovieran 
ávido  toda  la  victoria  del  mundo ,  ó  como 
si  los  chripstianos  volvieran  huyendo.  E 
para  este  retraer  era  nesgessario  estar  las 
puentes  bien  giegas,  é  lo  gegado  igual  al 
suelo  de  la  calle  é  calgada ,  porque  los  de 
caballo  pudiesse.n  libremente  correr  á  una 
parte  é  á  otra.  E  assi  en  el  retraer ,  cómo 
los  enemigos  venian  cobdigiosos  tras  los 
nuestros,  algunas  veges  fingíanlos  cortesa- 
nos que  huían,  por  sacarlos  é  que  passas- 
sen  más  adelante;  é  revolvían  los  de  caba- 
llo sobre  los  atrevidos,  é  siempre  alangea- 
ban  é  mataban  diez  ó  doge  ó  más  de  aque- 
llos más  esforgados;  é  con  esto  é  algunas 
geladas  que  de  parte  de  nuestro  exérgi- 
lo  les  armaban ,  llevaron  los  contrarios  lo 
peor  continuamente. 

Cosa  de  admiragion  era,  pues  que  les 
era  notorio  el  daño  (é  muy  continuo) 
que  se  les  hagia  al  retraerse  los  chrips- 
tianos ,  no  gessar  por  csso  ni  escarmen- 
tar de  los  seguir  hasta  los  ver  salidos 
de  la  cibdad :  y  dcsta  manera  se  torna- 
ban al  real.  Los  capitanes  de  los  otros 
reales  hicieron  saber  al  general  cómo  en 
esse  mesmo  dia  les  avia  subgetlido  muy 
bien  ó  avian  muerto  mucha  gente  por 
la  tierra  y  en  el  agua.  Y  el  capitán  Pe- 
dro de  Alvarado,  que  estaba  en  Tacu- 
ba, escribió  que  avia  ganado  dos  ó  tres 
luientes,  porque  como  eran  en  la  calenda 
que  sale  del  mercado  de  IVinislitan  á  Ta- 
caba ,  é  los  tres  bergantines  quel  general 
le  avia  enviado  podían  llegar  por  la  una 
parle  á  tocar  en  la  mesma  calgada,  no 
avia  tenido  tanto  peligro  como  los  otros 
días  passados.  E  por  aquella  parte  del  di- 
cho comendador  Alvarado  avia  más  puen- 
tes é  más  quebradas  en  la  calgada,  pues- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XXV 


lo  que  avia  menos  acoteas  que  por  las 
otras  parles. 

En  todo  esto  tiempo  los  naturales  de 
I/tapalapa.  <  >chilohu~co.  Me\icncingo,  Co- 
luacan ,  Míxquiqae  éCaytagnaoa,  que  co- 
mo es  dicho,  están  en  la  otra  laguna  dul- 
ce, nunca  avian  querido  venir  de  paz.  ni 
tampoco  en  todo  esse  tiempo  avian  fpch  i 
daño  á  los  españoles;  é  cómo  los  de  Calco 
eran  leales  vassallos,  6  veían  que  los 
cliripslianos  sus  amigos  tenían  bien  que 
hacer  con  los  de  la  grnnd  cilidad.  junlá- 
ronse  con  otras  poblaciones  que  estaban 
al  rededor  de  las  lagunas,  é  habían  todo 
el  daño  que  podían  .i  aquellos  del  agua 
dulce.  Y  ellos,  viendo  como  de  cada  dia 
los  españoles  avian  victoria  contra  los  de 
Temistitan,  ¿  por  el  daño  proprio  que  tam- 
bién ellos  rwscchian  é  podrían  rescebirde 
los  confederados  o  amigos  de  los  fhrij i-s- 
tianos,  acordaron  do  venir  é  llegaron  al 
real,  rogando  al  general  que  les  perdonas- 
se  lo  passado  é  mandasse  á  los  de  (Jaleo 
é  &  los  otros  sus  vecinos  que  no  Ies  hiejes- 
sen  guerra  ni  más  daño.  Y  el  general  hol- 
gó mucho,  é  les  dixo  que  le  placía ,  ó  que 
no  tenia  enojo  dellos,  sino  de  los  de  Te- 
mistitan;  mas  para  quél  é  los  españoles 
creyesson  que  su  amistad  era  verdadera, 
les  rogaba,  porque  tenia  determinado  de 
no  alear  el  cerco  basta  tomar  por  paz  Ó 
por  guerra  aquella  cibdad,  que  pues  que- 
rían la  aini>tad  suya  6  de  los  chrípstianos, 
é  cpic  se  ofrescian  por  vassallos  de  Sus 
Magestades,  é  tenían  muchas  canoas  con 
(pie  podian'servir  é  favorescor  su  partido, 
que  hiciessen  apercebir  todas  quantas 
pudiessen  con  toda  la  más  gente  de  guer- 
ra que  en  sus  poblaciones  avia ,  para  que 
por  el  agua  viniessen  en  ayuda  de  los  es- 
pañoles de  ahí  adelante.  É  también  les 
rogó  que  porque  los  chripstianos  tenían 
pocas  é  ruyncs  chocas  y  el  tiempo  era 
de  muchas  aguas ,  que  hieiessen  en  el  real 
todas  las  más  casas  que  pudiessen ,  é  tru- 
xessen  canoas  para  traer  adoves  ó  made- 


ra de  las  casas  de  la  cibdad  más  cercanas 
al  real.  A  esto  respondieron  que  las  ca- 
noas é  gente  de  guerra  estaban  prestos 
para  cada  dia ,  y  en  el  hacer  de  las  casas 
sirvieron  tan  bien,  que  de  la  una  parte  e 
de  la  otra  de  las  dos  torres  de  la  calcada, 
donde  el  general  estaba  apossenlado,  hi- 
cieron tantas  (pie  desde  la  primera  casa 
hasta  la  postrera  avia  quatro  tiros  de  ba- 
llesta en  luengo.  De  aqui  se  puede  cole- 
gir el  anchor  de  la  calcada  (que  va  por  lo 
más  hondo  del  agua  i  e  de  la  una  parle  e 
do  la  otra  y  han  essas  casas  juntas  una  á 
par  de  otra,  é  quedaba  entre  ambas  age- 
ras  lecha  una  calle,  por  donde  á  placer  á 
caballo  é  á  pié  j 'han  e  venían  por  ella.  E 
avia  á  la  continua  en  el  real  con  españo- 
les ó  indios  que  los  servían  más  de  dos 
mili  personas;  é  toda  la  otra  gente  délos 
amigos  confederados  estaban  apossenta- 
dos  en  (luyoacan,  (pie  está  legua  y  media 
del  real.  E  también  estos  tiestas  pobla- 
ciones de  la  laguna  dulce  proveían  de  al- 
gunos mantenimientos,  de  que  avia  assaz. 
nescessidad,  en  especial  de  pescado é  de 
forceas,  que  hay  tantas  en  su  tiempo, 
que  pueden  bastar  cinco  ó  seys  meses 
del  año  que  turan  á  doblada  gente  de  la 
(pie  en  aquella  tierra  hay,  la  qual  es  tan- 
l,i  cuino  en  oirás  parles  tiestas  historias 
se  ha  dicho. 

Pues  cómo  dos  ó  tres  días  á  reo  avían 
entrado  los  del  real  en  la  cibdad,  sin 
otras  tres  ó  quatro  veces  que  entraron 
primero,  é  siempre  conseguían  victoria 
contra  los  indios  enemigos,  é  con  los  tiros 
de  la  artillería  y  escopetas  é  ballestas  mo- 
taban muchos,  pensaba  el  general  que  es- 
ta nescessidad  é  trabaxo,en  que  los  tenia, 
una  hora  ú  o'tra  les  movería  á  los  cercados 
á  aver  compassion  de  sí  mesmos ,  é  á 
pedir  la  paz,  la  qual  él  desseaba  como  su 
salvación,  por  muchos  buenos  respetos; 
mas  ninguna  cosa  aprovechaba  para  los 
traer  á  pedir  ni  mostrar  quietud  ni  amis- 
tad. E  por  ponerlos  en  mayor  nescessidad 


396 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


é  reducirlos  á  la  obidiengia  ,  higo  venir 
todas  las  gentes  de  aquellas  cibdades  del 
agua  en  sus  canoas:  é  aquel  dia  por  la 
mañana  avia  en  el  real  más  de  cient  mili 
hombres  de  los  amigos;  é  mandó  que  los 
quatro  bergantines  con  la  mitad  de  las 
canoas ,  que  serian  hasta  mili  é  quinientas, 
fuessen  por  la  una  parte,  é  que  los  otros 
con  otras  tantas  fuessen  por  la  otra,  é  cor- 
riessen  toda  la  más  de  la  cibdad  en  torno, 
é  quemassen  é  higiessen  quanto  mal  é  da- 
ño pudiessen.  Y  él  entró  por  la  calle  prin- 
cipal adelante,  é  hallóla  toda  desembara- 
zada hasta  las  casas  grandes  de  la  placa, 
que  ninguna  de  las  puentes  estaba  abier- 
ta ;  é  passó  adelante  á  otra  calle  que  va  á 
salir  á  Tacuba,  en  que  avia  otras  seys  ó 
siete  puentes,  é  proveyó  desde  allí  que 
un  capitán  entrasse  por  otra  calle  con  sep-  - 
lenta  hombres  é  seys  de  caballo,  é  fues- 
sen á  las  espaldas  para  los  asegurar,  é 


con  ellos  yban  más  de  diez  ó  doce  mili 
indios  de  los  amigos.  É  mandó  á  otro  ca- 
pitán que  por  otra  calle  hiciesse  lo  mes- 
mo;  y  el  general  con  la  gente  que  le 
quedaba  siguió  por  la  calle  de  Tacuba 
adelante,  é  ganáronse  tres  puentes,  las 
quales  se  gegaron ,  é  dexaron  para  otro 
diá  Its  otras,  porque  ya  era  tarde  é  se 
pudiessen  mejor  ganar ,  ó  porque  el  ge- 
neral desseaba  mucho  que  toda  aquella 
calle  se  ganasse  ,  porque  la  gente  del 
real  de  Pedro  de  Alvarado  se  comuuicas- 
se  con  la  del  real  del  general ,  é  passasen 
del  un  exérgito  é  real  al  otro,  é  que  los 
bergantines  hiciessen  lo  mesmo.  Este  fué 
un  dia  glorioso  é  de  mucha  victoria,  assi 
por  el  agua  como  por  la  tierra ,  é  óvose 
algún  despojo  de  los  de  la  cibdad.  En  los 
reales  del  alguacil  mayor  é  del  comenda- 
dor Pedro  de  Alvarado  subcedió  la  jorna- 
da assimcsmo  próspera  é  victoriosamente. 


CAPITULO  XXVI. 

(,'ú;no  ülro  dia  el  general  Hernando  Corles  tornó  á  entrar  en  la  cibdad  de  Ternisfitar)  é  ovo  vicloria ;  é  có- 
mo los  enemigos  desbarataron  al  capitán  Alvarado;  é  cómo  después  por  vengar  aquello,  se  acordó  de  com- 
batir la  cibdad  por  diverssas  parles  ,  é  fué  desbaratado  el  general  Hernando  Cortés  é  le  hirieron  á  él  en 
una  pierna  ;  é  de  otras  cosas  que  acaesrieron  en  esta  mala  jornada.  E  también  se  Iracla  de  otros  trances 
victoriosos  y  en  favor  de  los  chripslianos  ,  cu  continuación  del  cerco  de  Teniislilan. 


Cuenta  la  historia  que  otro  dia  siguien- 
te tornó  el  general  Hernando  Cortés  á  en- 
trar en  la  cibdad  por  la  orden  que  el  dia 
antes  avia  entrado;  é  dióle  Dios  tanta 
victoria ,  que  por  las  partes  que  entraba 
con  su  gente  parescia  que  no  tenia  resis- 
tencia su  buena  ventura;  é  los  enemigos 
se  retraían  tan  regiamente,  que  paresgia 
que  les  tenian  tomadas  las  tres  quartas 
partes  de  la  cibdad.  E  también  por  el 
real  del  comendador  Pedro  de  Alvarado 
ilahan  mucha  priessa  á  los  gercados,  é 
sin  duhda  el  dia  passado  ó  aqueste  se 
creyó  que  vinieran  de  paz,  de  la  qual 
»iempre  el  general ,  con  victoria  é  sin  ella, 
hacia  tudas  las  muestras  quél  podia  ,  ó 


nunca  por  csso  se  halló  en  los  contrarios 
llaquega  de  ánimo,  ni  menos  constancia, 
ni  señal  de  paz.  É  aquel  dia  se  tornaron 
los  nuestros  al  real  con  mucho  plager, 
aunque  al  general  le  pessaba  en  el  áni- 
ma ver  tanta  perseverancia  é  determina- 
ción de  morir 'defendiéndose  los  de  la  cib- 
dad. 

En  los  otros  dias  antes  deste  ques  di- 
cho ,  el  capitán  Pedro  de  Alvarado  avia 
ganado  muchas  puentes,  é  por  las  susten- 
tar é  guardar  ponia  velas  en  ellas  de  no- 
che, assi  de  hombres  á  caballo  como  de 
pié .  é  la  olía  gente  ybase  al  real,  que 
estaba  tres  quartos  de  legua  de  allí:  é 
porque  este  trabaxo  era  excesivo  ó  no 


DE  INDIAS.  I.llt   XXXIII.  CAP.  XXVI. 


307 


comportable,  acordó  de  passar  el  real  al 
caho  de  la  «  aleada  que  va  á  dar  al  mer- 
cado de  Teinistitan ,  ques  una  plaga  liarlo 
mayor  que  la  de  la  cibdad  de  Salamanca, 
é  loda  cercada  de  portales  a  la  redonda: 
é  para  llegar  á  ella,  no  le  fallaban  de  ga- 
nar ?ino  otras  dos  ó  Iros  puentes;  pero 
eran  muy  anchas  é  peligrosas  de  ganar,  é 
assi  estovo  algunos  dias,  que  siempre  pe- 
leaba é  avia  victoria.  E  aquel  dia  que  se 
dixo  de  susso,  cómo  él  via  que  los  enemi- 
gos mostraban  flaquera,  é  «pie  por  don- 
de él  estaba  les  daba  muy  continuos  ó  re- 
cios combales,  cebóse  tanto  en  el  sabor 
de  la  victoria  é  de  las  muchas  puentes  ó 
albarradas  que  les  avia  ganado,  que  de- 
terminó de.  les  passar  é  ganar  una  puente 
que  avia  más  de  sessenta  passos  derechos 
de  la  calcada  (lodo  de  agua )  de  hondura 
de  estado  y  medio  é  dos;  é  cómo  acome- 
tieron aquel  meanfiO  dia  é  los  bergantines 
ayudaron  mucho,  passaron  el  agua  é  ga- 
naron la  puente,  é  siguieron  tras  los  ene- 
migos, que  vitan  puestos  en  huyda.  Y  el 
capitán  Pedro  de  Alvarado  daba  mucha 
priessa  en  que  se  cegasse  aquel  passo, 
porque  passassen  los  de  caballo,  é  tam- 
bién porque  cada  dia  por  escrito  é  por  pa- 
labra le  enviaba  el  general  á  amonestar 
(pie  no  ganassen  [taimo  de  tierra,  sin  que 
quedasse  muy  seguro  para  entrar  ó  salir 
los  de  caballo,  porque  estos  eran  el  prin- 
cipal cabdal  o  tuerca  que  los  nuestros  tc- 
nian  para  ofender  á  los  contrarios.  K  có- 
mo los  de  la  cibdad  vieron  que  no  avia 
más  de  quarenta  ó  cinqiienta  españoles 
de  la  otra  parte,  ó  algunos  amigos  de  los 
confederados  nuestros,  é  que  los  de  ca- 
ballo no  podian  passar,  revuelven  sobre- 
llos  tan  de  súbito,  que  les  hicieron  vol- 
ver las  espaldas  y  echar  al  agua ,  é  toma- 
ron vivos  tres  ó  quatro  españoles,  que 
luego  los  fueron  a  sacrificar,  é  mataron 
algunos  amigos  de  los  confederados  de  la 
parte  de  los  chripstianos.  Finalmente,  el 
comendador  Alvarado  se  retruxo  á  su 


real ;  é  cómo  aquel  dia  el  general  supo  lo 
que  le  avia  acaescido  a  Alvarado ,  pessó- 
le  mucho,  como  era  racon  que  le  pessas- 
se,  porque  era  ocasión  de  esforzarse  los 
enemigos  é  que  creyessenque  en  ninguna 
manera  les  osarían  entrar.  La  causa  por- 
que el  capitán  Alvarado  quiso  tomar  aquel 
mal  passo  fué  confiar  que,  como  avia  ga- 
nado mucha  parte  de  la  fuerca  de  los  in- 
dios ,  é  que  mostraban  ya  ellos  alguna  fla- 
queca,  é  principalmente  porque  la  gente 
de  su  real  le  importunaban  que  ganasse  el 
mercado,  porque  aquel  ganado,  era  toda 
la  cibdad  quassi  ganada,  é  la  fuerca  loda 
y  esperanza  de  los  indios  tenían  allí.  É 
cómo  los  del  real  de  Alvarado  vian  quel 
general  Hernando  Cortés  continuaba  mu- 
cho los  combates  de  la  cibdad  .  creían  que 
avía  de  ganar  primero  quellos  el  dicho 
mercado,  é  cómo  estaban  más  cerca  dél 
que  los  del  general ,  tenían  por  caso  de 
honra  no  le  ganar  primero-,  é  por  esto  el 
comendador  Alvarado  era  muy  importu- 
nado ;  é  aun  lo  mesmo  acaesció  al  gene- 
ral en  su  real,  porque  lodos  los  españo- 
les le  afincaban  que  por  una  de  tres  ca- 
lles que  yban  á  dar  al  mercado  entrasse, 
porque  no  tenían  resistencia,  é  ganado 
aquel,  ternian  menos  trabaxo.  Y  el  gene- 
ral disimulaba  pomo  lo  hacer,  encubrien- 
do con  su  prudencia  la  causa  porque  lode- 
xaba,  y  era  por  los  inconvínientes  é  peli- 
gros que  se  le  repressentaban,  porque  para 
entrar  en  el  mercado  avia  innumerables 
a  coleas  T'  pílenles  é  calcadas  rompidas,  y 
en  tal  manera,  que  cada  casa,  donde  avian 
de  yr,  estaba  hecha  como  isla  enmedio  del 
agua.  É  cómo  aquella  larde  quel  general 
llegó  á  su  real,  supo  el  desbarato  de  Alva- 
rado, otro  dia  de  mañana  fué  donde  es- 
taba para  reprehenderle  lo  passado  é  para 
ver  lo  que  avia  ganado  y  en  qué  parte 
avia  passado  el  real ,  é  para  le  dar  su  pa- 
rescer  é  aviso  de  lo  que  debia  hacer  de 
ahí  adelante  é  fuesse  nescessario  para  se- 
guridad de  los  nuestros  é  ofensa  de  los 


398 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


contrarios.  E  cómo  llegó  al  real  do  Alva- 
rado,  so  espantó  mucho  de  lo  que  estaba 
metido  en  la  ciudad  é  de  los  malos  passos 
ó  puentes,  que  avia  ganado;  é  visto,  no 
le  halló  con  tanta  culpa  como  pensaba 
primero  que  tenia,  é  platicaron  entre  am- 
bos, é  con  acuerdo  de  otros  hidalgos  é 
personas  de  espiriengia  en  lo  por  venir. 
Aquel  dia  se  tornó  el  general  á  su  real. 

Passado  lo  ques  dicho ,  el  general  higo 
algunas  entradas  en  la  cibdad  por  donde 
solia,  é  combatían  los  bergantines  é  ca- 
noas por  dos  partes,  y  él  é  la  otra  gente 
nuestra  por  la  cibdad  por  otras  quatro:  de» 
manera:  que  un  combate  era  de  valor  de 
seys  combates,  é  siempre  avian  victoria, 
ó  mataban  muchos  de  la  parte  contraria, 
assi  por  la  astucia  del  general  é  continua- 
ción de  las  armas,  como  porque  cada  dia 
yba  gente  sin  número  en  favor  de  los  es- 
pañoles. Y  el  general  cautelosamente  di- 
lataba de  se  meter  más  adentro  en  la  cib- 
dad :  lo  uno  por  esperar  que  los  cercados 
podria  ser  que  mudassen  propóssito  en  su 
durega,  é  aun  porque  la  entrada  no  po- 
día ser  sin  mucho  peligro;  é  lo  otro  por- 
que ellos  estaban  muy  juntos  é  fuertes  é 
determinados  de  morir.  Ecómo  los  chrips- 
tianos  veian  tanta  dilación  en  esto,  é  que 
avia  más  de  veynte  dias  que  no  dexaban 
de  pelear,  no  gessaban  de  importunar  á 
Hernando  Cortés  que  entrasse  á  tomar  el 
mercado;  porque  teniendo  aquel,  les  que- 
dasse  á  los  contrarios  poco  lugar  en  que 
se  pudiessen  defender,  é  que  si  no  se 
quisiessen  dar,  morirían  de  hambre  é  de 
sed,  porque  no  ternian  que  beber  sino 
agua  salada  de  la  laguna :  é  cómo  el  ge- 
neral se  excusaba,  por  los  respetos  yo  di- 
chos é  otros  inconvinientes,  díxole  el 
thessorero  de  Su  Magostad  que  todos  los 
del  real  afirmaban  que  era  nescessario  é 
convenia  mucho  lo  que  le  pedían ,  é  que 
lo  debía  hacer.  É  assi  al  thessorero  como  á 
otros  que  en  esta  plática  estaban  .  respon- 
dió que  su  propóssito  é  desseo  era  muy 


bueno,  é  quél  lo  desseaba  más  que  nin- 
guno; pero  que  lo  dexaba  de  hacer"  por 
lo  que  importunado  le  hacian  decir ,  que 
era  que  aunque  el  thessorero  é  otros  lo 
hiciessen  como  buenos,  como  en  aquello 
se  ofrescia  mucho  peligro,  avria  otros 
que  no  lo  hiciessen.  Mas  en  fin  tanto  se  lo 
porfiaron,  que  concedió  que  se  haría  en 
este  caso  todo  lo  quél  pudiesse ,  concer- 
tándose primero  con  la  gente  é  capitanes 
de  los  otros  reales. 

Otro  dia  siguiente  el  general  se  juntó  á 
consejo  con  algunas  personas  principales 
de  su  real ,  é  fué  acordado  que  se  hicies- 
se  saber  al  alguagil  mayor  é  al  comenda- 
dor Pedro  de  Alvarado  cómo  otro  dia  si- 
guiente avian  de  entrar  á  la  cibdad  é  tra- 
baxar  de  llegar  al  mercado,  y  escribióles 
lo  quellos  avian  de  hager  por  la  parte  de 
Tacuba ;  é  aun ,  porque  mejor  se  enlen- 
diessen  viva  voce,  demás  de  las  cartas 
envió  dos  criados  suyos  bien  informados, 
para  que  avisassen  á  los  capitanes  ya  di- 
chos de  la  orden  que  debían  tener ,  é  quel 
alguagil  mayor  se  fuesse  con  diez  de  ca- 
ballo é  gient  peones  é  quinge  ballesteros 
y  escopeteros  al  real  de  Pedro  de  Alva- 
rado ,  é  que  en'  el  suyo  quedassen  diez  de 
caballo. otros,  é  que  dexasse  congertado 
con  ellos  que  otro  dia  que  avia  de  ser  el 
combate,  se  pusiessen  en  geladas  tras 
unas  casas,  é  que  hiciessen  algar  todo  su 
fardage  como  que  levantaban  el  real,  por- 
que los  tic  la  cibdad  saliessen  Irás  ellos  é 
la  gclada  les  diesse  en  las  espaldas;  é 
(piel  dicho  alguagil  mayor  con  los  tres 
bergantines  que  tenia  écon  los  otros  tres 
de  Alvarado  ganasse  aquel  passo  malo, 
donde  avian  desbaratado  al  dicho  capitán 
Alvarado,  é  diessen  mucha  priessa  en  lo 
cegar,  é  que  passassen  adelante,  é  que 
en  ninguna  manera  se  alexassen  ni  ganas- 
sen  un  passo,  sin  lo  dexar  primero  giego 
á  aderescado;  é  que  si  pudiessen  sin  mu- 
cho riesgo  é  peligro  ganar  hasta  el  mer- 
cado, que  lo  (rahaxassen  mucho,  porque 


INDIAS.  I.ll!.  XXXIII.  CAI».  XXVI. 


a  y  9 


e  l  i.-. -i  íiI  pen-aba  hacer  lo  me«nio.  K  que 
mirassen  que  aunque  esto  les  enviaba  á 
decir,  no  era  para  obligarlos  á  cañar  un 
pa«»o  de  tierra,  en  que  lis  pudicsse  sub- 
ceder  algún  siniestro  caso  ni  peligro;  y 
esto  les  avisaba,  porque  conoscia  (pie  eran 
personas  que  avian  de  poner  el  rostro  é 
las  manos  donde  el  general  les  dixesse, 
aunque  supiessen  (|ue  avian  de  perder  las 
vida>. 

Despachados  c»tos  mensajeros,  fueron 
á  los  capitanes  ya  dichos  é  informáronles 
del  caso  é  Iraca  ó- concierto  quel  general 
tenia  acordado:  ó  porque  ellos  avian  de 
combatir  por  sola  una  parle  y  el  general 
por  muchas,  envióles  á  decir  que  le  en- 
viajen seplenla  ú  ochenta  hombres  de  á 
pié,  para  que  otro  dia  enlrassen  con  él, 
los^quales  con  aquellos  dos  criados  suyos 
vinieron  aquella  noche  á  dormir  a  su  real. 

Otro  dia,  después  que  fué  dicha  una 
míssa  del  Espirita  Sánelo,  salieron  del 
real  del  general  los  siete  bergantines  con 
nía»  de  tres  mili  canoas  de  los  amigos  por 
el  agua ,  y  61  con  veynle  y  cinco"  de  ca- 
ballo é  con  la  gente  que  tenia  é  los  sep- 
lenla hombres  del  real  de  Tacaba  entró 
en  la  cibdad;  y  entrado,  avia  Ires  calles 
desde  lo  que  tenia  ganado  que  yban  á 
dar  al  mercado  (al  qual  los  indios  llaman 
tiánguez,  é  á  todo  aquel  sitio  donde  está 
el  tracto  de  lo  que  se  vende  é  compra  llá- 
manle  cateblilcó).  La  una  dcstas  tres  ca- 
lles era  la  principal  que  yba  al  dicho  mer- 
cado,  é  por  ella  dixo  el  general  al  thes- 
BOrerO  é  al  contador  de  Su  Magc-lad  que 
enlrassen  con  seplenla  hombres  é  con 
veynte  mili  indios  ó  más  de  los  amigos 
confederados,  é  que  en  la  rctroguarda 
llevassen  siete  ú  ocho  de  caballo,  é  que 
cómo  fuessen  ganando  las  puentes  é  al- 
barradas,  las  fuessen  luego  cegando,  é  lle- 
vassen para  esso  una  docena  de  hombres 
con  sus  hac aciones,  é  más  los  amigos,  que 
para  aquello  eran  los  que  hacían  al  caso. 
Las  otras  dos  calles  van  desde  la  calle 


de  Tacuba  á  dar  en  el  mercado,  é  son 
más  anchas  é  de  más  calcadas  é  puentes 
é  calles  de  agua ;  é  mandó  que  por  la  más 
ancha  dellas  enlrassen  dos  capitanes  con 
óchenla  hombres  é  hasta  diez  mili  hom- 
bres ó  más  de  los  amigos.  K  al  principio 
de  aquella  calle  de  Tacuba  mandó  dexar 
dos  tiros  gruesos  con  ocho  de  caballo  en 
guarda  dellos,  y  el  general  con  otros  ocho 
de  caballo  e  haslacient  peones,  en  (pie  avia 
más  de  veynte  y  cinco  ballesteros  y  escope- 
teros, é  con  gente  innumerable  dé  los  in- 
dio- amigo-  -i^uio  por  la  olía  calle  tercera 
angosta ,  é  á  la  boca  della  luco  detener 
los  de  caballo,  é  mandóles  (pie  en  ningu- 
na manera  passassen  de  allí,  ni  fuessen 
tras  el  general ,  si  no  se  lo  enviasse  á 
mandar  primero;  y  él  se  apeó  é  llegó  á 
una  albarrada  (pie  tenían  los  contrarios 
del  olio  cabo  de  la  una  puente,  é  con  un 
liro  pequeño  de  campo  é  con  los  balleste- 
ros y  escopeteros  se  ganó,  é  passaron 
adelante  por  una  calcada  que  tenias  rota 
por  dos  ó  tres  partes. 

Demás  do-to-  tres  cómbales  (pie  se  da- 
ban á  la  cibdad,  era  tanta  la  gente  de  los 
amigos  (pie  por  las  acoleas  é  por  las  otras 
parle»  les  entraban,  que  no  les  parescia 
(pie  avia  cosa  que  les  pudicsse  empecer; 
e  como  les  gauassen  aquellas  dos  puentes 
e  allanadas  é  la  calcada  los  españoles, 
nuestros  amigos  siguieron  por  la  calle 
adelante,  mu  se  les  amparar  cosa  alguna, 
y  el  general  se  quedó  con  hasta  veynle  y 
í;inco  hombres  en  una  isleta  que  allí  se 
hacia,  porque  veía  que  giertos  indios  ami- 
gos andaban  vueltos  con  los  enemigos,  é 
algunas  veces  los  retraían  hasta  los  echar 
al  agua,  é  con -el  favor  de  los  españoles 
revolvieron  sobre  los  contrarios ;  é  demás 
desto  guardaba  que  por  las  traviessas  de 
las  calles  los  de  la  cibdad  no  saliessen  á 
tomar  las  espaldas  á  los  españoles  que 
avian  seguido  la  calle  adelante :  los  qua- 
les  en  essa  sacón  enviaron  á  decir  al  ge- 
neral que  avian  ganado  mucho  é  que  es- 


400 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


taban  muy  cerca  de  la  placa  del  mercado, 
é  que  en  lodo  caso  querían  passar  adelan- 
te ,  porque  ya  oian  el  combate  quel  al- 
guacil mayor  y  el  capitán  Pedro  de  Alva- 
rado  daban  por  su  estancia.  Y  el  general 
Ies  envió  á  decir  que  en  ninguna  manera 
diessen  passo  adelante ,  sin  que  primero 
quedassen  las  puentes  bien  Riegas,  de 
forma  que  si  tuviessen  nescessidad  de  se 
retirar  al  agua,  no  tuviessen  embarazo  ni 
estorbo  alguno,  pues  en  esto  estaba  el 
mayor  peligro;  é  replicaron  que  todo  lo 
que  avian  ganado  quedaba  bien  repara- 
do, é  que  fuesse  allá  é  vería  si  era  assi. 
Y  el  general ,  con  régelo  que  no  se  des- 
mandassen  ó  dexassen  mal  recabdo  en  el 
Cegar  de  las  puentes,  fué  allá,  é  halló 
que  avian  passado  una  quebrada  de  la 
calle ,  que  era  de  diez  ó  doce  passos  en 
ancho,  y  el  agua  que  por  ella  passaba 
era  de  dos  estados  de  hondo  ó  más ;  é  al 
tiempo  que  la  passaron  avian  echado  en 
ella  madera  é  cañas  de  carrico ,  é  cómo 
passaron  pocos  á  pocos  é  con  tiento ,  no 
se  hundió  la  madera  é  cañas ,  é  con  el 
placer  de  la  victoria  yban  tan  ufanos  em- 
bebescidos ,  que  pensaban  quedaba  aquel 
passo  fixo.  Mas  al  tiempo  quel  general 
allí  llegó  ó  lovido,  los  españoles  é  muchos 
de  sus  confederados  volvían  á  más  que 
de  passo  en  huvda ,  é  los  enemigos  como 
lobos  hambrientos,  dando  en  ellos:  eston- 
ces Hernando  Cortés  á  grandes  voces  co- 
mencó  á  decir:  «Tener,  tener»;  é  ya 
quél  estaba  junto  al  agua,  hallóla  toda  lle- 
na de  los  chripstianos  é  indios,  é  de  tal 
forma ,  que  paresia  que  en  ella  no  avian 
echado  una  paja ;  é  los  enemigos  carga- 
ña  tanto,  que  mataban  de  los  españoles 
6  se  echaban  al  agua  tras  ellos,  é  ya  por 
las  calles  del  agua  venían  canoas  de  los 
enemigos  é  tomaban  vivos  los  españoles. 
K  cómo  la  cosa  fué  tan  de  súbito,  é  vido 
el  general  que  le  mataban  la  gente,  de- 
terminó de  se  quedar  allí  é  morir  pelean- 
do ;  y  en  lo  quél  é  los  que  con  él  estaban 


más  aprovechaban  era  en  dar  las  manos 
á  algunos  peccadores  españoles  que  se 
ahogaban  para  que  saliessen  fuera,  é  los 
unos  salian  heridos,. é  los  otros  medio 
ahogados  ,  é  otros  perdidas  las  armas ;  y 
él  enviábalos  luego  que  se  fuessen  ade- 
lante. 

En  este  instante  cargaban  tantos  de  los 
contrarios  que  al  general  é  otros  doce  ó 
quince  que  con  él  estaban,  los  tenían  por 
todas  partes  cercados ;  é  cómo  él  estaba 
muy  metido  en  socorrer  á  los  que  se  aho- 
gaban, no  miraba  ni  se  acordaba  del  da- 
ño que  podia  resgebír  su  persona ;  é  ya 
le  venían  á  assir  ciertos  indios  de  los  ene- 
migos, é  lo  llevaran,  si  no  fuera  por  el 
capitán  de  ginqüenta  hombres  quel  gene- 
ral acostumbraba  traer  consigo ,  é  por  un 
mancebo  de  su  compañía,  "el  qual  des- 
pués de  Dios  le  dió  la  vida,  é  por  dárse- 
la, como  valiente  hombre,  perdió  allí  la 
suya. 

En  este  medio  los  españoles  que  salian 
desbaratados,  ybanse  por  aquella  calcada  • 
adelante,  é  cómo  era  pequeña  é  angosta 
é  igual  al  agua  (que  los  contrarios  la 
avian  assi  hecho  de  industria)  é  yban  por 
ella  también  los  desbaratados  indios  con- 
federados, y  eran  muchos,  yba  el  cami- 
no tan  embarazado  é  tardaban  tanto  en 
andar,  que  los  enemigos  tenían  lugar  de 
llegar  por  el  agua  de  la  una  parle  é  de  la 
otra  é  tomaban  é  mataban  quantos  que- 
rían. E  aquel  capitán,  que  estaba  con  el 
general,  que  se  dcr;¡a  Antonio  de  Quiño- 
nes, díxole:  «Vamos,  señor,  de  aqui,  é 
salvemos  vuestra  persona ,  pues  que  ya 
esto  está  de  manera ,  ques  morir  deses- 
perado atender ;  é  sin  vos  ninguno  de 
nosotros  puede  escapar:  que  no  es  esfuer- 
go  sino  poquedad  porfiar  aqui  otra  cosa.» 
É  no  podia  acabar  con  el  general  que  se 
fuesse  de  allí :  é  cómo  esto  vido ,  assióle 
de  los  bracos  para  que  diessen  la  vuelta; 
é  aunque  el  general  holgára  más  con  la 
muerte  que  con  la  vida,  importunado  del 


DE  INDIAS.  LUI.  X.WIII.  CAP.  \WI 


capitán  é  otros  compañero*  que  alli  esta- 
Ijhii  ,  se  comencaron  á  retraer,  peleando 
con  sus  espadas  é  rodelas  eou  los  enemi- 
gos ,  que  venian  hiriendo  c  venciendo  con 
tanta  grita,  é  osadía  que  era  cosa  de  ma- 
ravillar ver  su  denuedo. 

En  este  panto  llegó  un  criado  del  ge- 
neral á  caballo  é  lii<.-o  un  poquito  de  lu- 
gar por  el  temor  que,  como  lia  dicho  la 
historia,  avian  los  indios  á  los  caballos; 
pero  luego  desdi-  una  asolea  basa  le  ilic- 
ión una  laucada  por  la  garganta,  que  le 
hicieron  dar  la  vuelta  muy  mal  herido.  Y 
estando  en  este  grand  conflicto  é  rompi- 
miento, esperando  que  la  gente  passasc 
por  aquella  calcadilla  á  ponerse  en  salvo, 
y  el  general  con  aquellos  pocos  que  con 
él  atendían  deteniendo  á  los  enemigos, 
llegó  un  moco  suyo  con  un  caballo  para 
que  cabalgasse,  porque  era  tanto  el  lodo 
que  avia  en  la  calcadilla  de  los  que  en- 
traban é  salian  por  el  agua,  que  no  avia 
quien  se  pudiesse  tener  en  pié  sin  mucho 
Irahaxo,  por  los  empellones  que  unos  a 
otros  se  daban  por  salvarse.  V  el  general 
cabalgó;  pero  no  para  pelear,  porque  allí 
era  imposible  estando  á  caballo,  porque  si 
pudiera  .ser  antes  de  la  calcadilla,  en  una 

islela  se  a\  ian  hallado  los  ocho  de  caballo 
ipn  l  general  avia  dexado,  é  no  avian  po- 
dido hacer  menos  de  se  volver  por  ella,  é 
aun  la  vuelta  fué  tan  peligrosa  ,  que  dos 
yeguas  en  que  yban  dos  criados  del  ge- 
neral, cayeron  de  aquella  calcadilla  en  el 
agua,  é  la  una  mataron  los  indios,  6  la 
otra  salvaron  unos  peones;  é  otro  mance- 
bo del  general ,  que  se  do<;ia  Chripstóbal 
de  Guzman  cabalgó  en  un  caballo  que  allí 
en  la  isleta  le  dieron  para  se  lo  llevar, 
en  <pie  se  pudiesse  salvar;  é  antes  que 
al  general  allegasse,  mataron  á  él  6  al 
caballo:  la  muerte  del qual  puso  mucha 
trísteca  en  todos  quantos  le  conoscian , 
porque  era  muy  valiente  6  virtuoso  mi- 
lite. 

Con  todos  estos  trabaxos  plugo  á  Dios 
TUMO  111. 


iOI 

(pie  los  que  escaparon,  salieron  a  la  calle 
de  Tacuba,  que  era  bien  ancha;  c  reco- 
gida la  gente,  el  general ,  con  nueve  de 
caballo,  se  puso  en  la  retroguarda;  é  los 
enemigos  venia»  con  tanta  victoria  que 
se  les  figuraba  que  no  avian  de  dexar 
aquel  día  ebripstiano  con  la  vida.  V.  retra- 
yéndose el  general  lo  mejor  (piel  pudo, 
envió  á  decir  al  thessorero  é  al  contador, 
officiales  de  la  hacienda  real,  que  se  re- 
truxessen  á  la  placa  con  mucho  concierto, 
é  lo  mesmo  envió  á  decir  a  los  otros  dos 
capitanes,  que  avian  entrado  por  la  calle 
(pie  \  ha  al  mercado:  e  los  unos  é  los  otros 
avian  peleado  valientemente,  *  é  ganado 

muchas  albarradas  é  puentes,  que' avían 
muy  bien  cegado;  é  assi  aquellos  no  res- 
cjbierón  daño,  al  retraerse. 

Antes  quel  thessorero  y  el  contador  se 
retirassen,  los  de  la  cibdad,  por  encima 
de  una  albai rada,  donde  peleaban,  les 
a\  ian  echado  dos  ó  tres  cabecas  dechrips- 
tianos,  aunque  por  estonces  no  supieron 
si  eran  de  los  del  real  del  comendador 
Pedro  de  Alvarado,  o  del  general.  E  re- 
cogidos lodos  a  la  placa  .  cargaban  por 
todas  fiarles  lautos  de  los  enemigos,  que 
avia  bien  qué  hacer  en  los  desviar,  é  por 
lugares  é  partes  donde  antes  desle  desba- 
rato no  osaron  esperar  á  tres  de  caballo 
c  diez  peones;  y  encontinente,  en  una 
torre  allá  de  sus  y  dolos,  que  está  allí  jun- 
to á  la  placa ,  pusieron  muchos  perfumes 
é  sahumerios  de  unas  gomas  que  hay  en 
aquella  tierra, que  parescen  mucho  al  ani- 
me, lo  qual  ellos  ofresgen  a  sus  ydolos 
en  señal  de  victoria;  é  aunque  se  procuró 
de  les  estorbar  su  coriinonia,  no  sé  pudo 
hacer,  porque  ya  la  gente  nuestra  á  más 
que  andar  se  yban  al  real. 

En  este  desbarato  mataron  treynta  y 
cinco  ó  quarenta  españoles  é  más  de  mili 
indios  amigos  de  los  confederados ,  c  hi- 
rieron más  de  otros  veynte  phripstianos, 
y  el  general  salió  herido  en  una  pierna. 
Perdióse  un  tiro  pequeño  de  campo  que 


402 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


avia  llevado,  ó  muchas  ballestas  y  esco- 
petas é  otras  armas. 

Los  de  la  cibdad,  luego  que  ovicron 
la  victoria,  por  hacer  desmayar  al  algua- 
cil mayor  e  al  comendador  Pedro  de  Al- 
varado  y  enflaquesgcr  los  ánimos  de  los 
españoles,  todos  los  chripstianos  que  to- 
maron, vivos  ó  muertos,  llevaron  al  ca- 
tébulco ,  ques  el  mercado ;  y  en  unas  tor- 
res altas  que  allí  hay  los  sacrificaron  des- 
nudos ,  é  los  abrieron  por  los  pechos  é 
Ies  sacaron  los  coracones,  para  los- ofres- 
cer  á  sus  ydolos:  lo  qual  los  españoles 
del  real  del  comendador  Alvarado  pudie- 
ron bien  ver  del  real,  donde  peleaban ,  y 
en  los  cuerpos  desnudos  é  blancos  que 
vieron  sacrificar ,  conoscicron  que  eran 
chripstianos:  é  aunque  por  tal  espectácu- 
lo, espantable  é  inusitado  á  la  vista  de 
los  españoles,  ovicron  grand  tristeca,  se 
recogieron  a  su  real,  aviendo  peleado 
aquel  dia  muy  bien  é  ganado  quassi  has- 
ta el  dicho  mercado:  el  qual  aquel  dia 
se  acabara  de  ganar,  si  tanta  desdicha  no 
oviera  intervenido.  Este  dia  fué  el  gene- 
ral más  temprano  á  su  real  que  otras  ve- 
ces, assi  por  lo  que  está  dicho,  como  por- 
que decían  que  los  bergantines  eran  per- 
didos ,  porque  los  de  la  cibdad  con  las 
canoas  les  tomaban  las  espaldas;  pero 
plugo  á  Dios  que  no  fuesse  assi,  puesto 
que  los  bergantines  6  las  canoas  de  los 
amigos  se  vieron  en  mucho  estrecho,  é 
tanto  que  falló  poco  de  se  perder  un  ber- 
gantín 6  hirieron  al  capitán  é  maestre 
dél;  y  el  capitán  murió  desde  á  ocho 
días. 

Aquel  dia  ó  la  siguiente  noche ,  los  de 
la  cibdad  hicieron  muchos  regocijos  do 


arcytos,  que  son  sus  cantares  é  bayles, 
é  sonaban  ó  tañían  muchas  bocinas  é  ata-, 
bales ,  que  páresela  que  se  hundía  aque- 
lla república  infiel ,  del  estruendo  é  fiesta 
que  consigo  tenían  de  placee,  solemni- 
zando su  triumpho  ó  victoria.  É  abrieron 
todas  las  calles  é  puentes  del  agua,  como 
de  antes  las  tenían,  ó  llegaron  á  poner 
muchos  fuegos  é  velas  de  noche  á  dos 
tiros  de  ballesta  del  real  del  general;  é 
cómo  los  nuestros  salieron  tan  desbarata- 
dos é  maltractados  y  heridos ,  é  muchos 
desarmados ,  tenían  nescessidad  de  repo- 
sar é  rehacerse.  En  este  comedio  los  de 
la  cibdad  tovieron  lugar  de  enviar  sus 
mensajeros  á  muchas  provincias  á  ellos 
subjetas,  habiéndoles  saber  cómo  avian 
ávido  mucha  victoria  é  muerto  muchos 
chripstianos,  é  que  muy  presto  acabarían 
con  los  que  avian  escapado  ó  quedaban,  ó 
que  en  ninguna  manera  tratassen  paz  con 
ellos.  La  creencia  que  llevaban  sus  men- 
sajeros, eran  las  dos  cabegas  de  caballos 
que  mataron ,  é  otras  de  los  chripstianos 
que  padesgieron; -las  quales  anduvieron 
mostrando  por  donde  á  ellos  les  paresció 
que  convenia. 

Esta- jornada  fué  ocasión  de  poner  á  los 
gercados  é  rebelados  en  más  contumacia 
y  esperanza  de  la  que  antes  tenían;  mas 
con  todo  esto,  porque  los  de  Temistítan 
no  tomassen  más  soberbia ,  ni  conoscies- 
sen  flaqueca  en  los  nuestros ,  cada  dia  al- 
gunos españoles  de  pié  é  de  caballo ,  con 
muchos  indios  de  sus  amigos,  yban  á  pe- 
lear á  la  cibdad,  aunque  no  podían  ganar 
más  de  algunas  puentes  de  la  primera  ca- 
lle antes  de  llegar  á  la  plaga. 


DE  INDIAS,  1.11».  XXXIII.  CAP.  XXVU, 


403 


CAPITULO  XXVII. 

Cómo  los  amigos  confederados  de  Guarnaguacar  vinieron  á  pedir  socorro  al  general  Hernando  Corles,  c 
•e  lo  envió;  c  de  la  victoria  quel  capitán  Andrés  de  Tapia  0  los  españoles  ovieron  contra  los  indios  de  Ma- 
rinalco;  c  de  la  victoria  que  contra  los  de  Temislitan  ovo  un  capitán  ,  hombre  principal  é  señor  de  los  de 
Tascaltcca  ,  que  se  llamaba  Cliicliimecateclc ,  el  qnal  era  uno  de  los  amigos  confederados  de  los  chrips- 
tianos  *  ¡  i  otras  cosas  que  compelen  á  la  historia. 


Dos  dias  pasudos  des]  -  del  desbara- 

to,  que  ya  se  sabia  por  toda  la  comarca, 
los  naturales  de  una  población  que  se  di- 
ce Guarnaguacar,  que  eran  sobjetos  á  la 
cibdad  é  se  avian  dado  por  vassallos  de 
Su  "M,iL-r~l.id  c  amigos  do  los  (■«pañoles, 
vinieron  al  real,  6  dixeron  á Hernando 
Cortés  cómo  los  de  la  población  de  Ma- 
rínalo), que  eran  sus  vecinos,  les  hacían 
macho  dañd  é  destruían  su  tierra,  ó  qne 

rn  c-.<a  sacón  juntaban  con  los  de  la 
provincia  de  Cuyscon(qucs  grande^  é  que- 
rían yr  sobrcllos  á  los  matar ,  porque  se 
avian  dado  por  vassallos  de  la  corona  6 
repico  real  dfl  Castilla  ,  é  por  amigos  de 
los  españoles.  K  aunque  la  rota,  ques  di- 
cha en  el  capítulo  precedente,  era  fresca 
c  los  chripslianos  tenían  más  nescessidad 
de  ser  socorridos  que  de  dar  socorro, 
puesto  quel  general  tuvo  mucha  contra- 
dicion  en  sus  mflités  é  se  lo  estorbaban, 
dictándole  que  se  destruía,  si  sacasse  gen- 
te del  real,  non  obstante  esso  despachó 
con  atpiellos  (¡lie  [tedian  el  socorro  ochen- 
ta peones  é  diez  de  caballo  con  el  capi- 
tán Andrés  de  Tapia  .  al  qnal  le  encomen- 
dó macho  que  hiciesse  todo  lo  que  le  f'ues- 
se  posible  por  los  amigos;  6  que  pues  vía 
la  nescessidad  presscnlc,  no  se  deto\ies- 
sc  allá  en  yr  é  venir  más  de  diez  dias.  E 
assi  se  partió  luego,  é  llegado  á  una  po- 
blación pequeña ,  que  está  entre  Mariual- 

*  De  este  sitio  quitó  Oviedo  lo  siguiente:  «E  có- 
mo los  otumius  enviaron  sus  mensajeros  á  pedir  so- 
corro al  general  contra  los  de  Malalcingo  é  les  en- 
vió con  gente  al  alguacil  mayor ,  Goncalo  de  San- 
doval,  c  de  la  victoria  que  ovo  contra  los  contrarios; 


co  6  Coadnaocad ,  halló  á  los  enemigos 
que  le  estaban  esperando;  y  61,  con  la 
gente  de  Coadnaocad  é  con  la  que  lleva- 
ba ,  comencó  su  batalla  en  el  campo ,  é 
pelearon  los  nuestros  tan  valientemente 
que  desbarataron  los  contrarios,  y  en  el 
alcance  los  siguieron  hasta  los  meter  en 
Marinalco,  el  qnal  pueblo  está  assenlado 
sobre  un  monte  muy  alto,  é  de  tal  dispu- 
sieron de  terreno  que  los  de  caballo  no 
pudieron  allá  subir.  Viendo  esto  el  capi- 
tán ,  destruyó  todo  lo  que  estaba  en  lo 
llano;  ó  ávida  esta  victoria,  tornóse  al  real 
con  su  gente  dentro  del  término  que  le 
avia  scydo  dado,  en  los  diez  dias.  En  lo 
alio  de  aquella  población  de  Marinalco  hay 
nini  lias  fuentes  de  muy  buena  agua  ,  y  es 
muy  fresca  cosa  lodo  aquel  assicnto ,  ó 
muy  fuerte. 

En  tanto  que  este  capitán  fué  ó  vino, 
algunos  españoles  de  pié  é  de  caballo,  en 
compañía  de  los  indios  amigos  confedera- 
dos, entraban  en  la  cibdad  de  Temislitan 
hasta  cerca  de  las  casas  grandes,  que  es- 
tán en  la  placa,  é  de  allí  no  podían  pas- 
sar,  porque  los  de  la  cibdad  tenían  abier- 
ta la  calle  de  agua  que  está  á  la  boca  de 
la  [tiara,  y  estaba  muy  honda  é  ancha,  é 
do  la  otra  parte  tenían  una  muy  grande  ó 
fuerte  albarrada:  é  allí  peleaban  los  unos 
con  los  otros  hasta  qíte  "la  noche  los  des- 
partía. 

é  cómo  vinieron  á  la  obidiencia  ¿  servicio  do  Sus 
Magostados  é  amistad  de  los  españoles  los  indios 
de  Marinalco  é  Malalcingo  ó  (lela  provincia  de  Cuys- 
con,  etc.» 


404 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Ln  señor  de  la  provincia  do  Tascalte- 
ca ,  que  se  dige  Chichiniecatecle  (del  qual 
se  ha  fecho  mención  que  llevó  la  tablagon 
que  se  higo  en  aquella  provincia  para  los 
bergantines),  desde  el  principio  de  la  guer- 
ra residía  con  toda  su  gente  en  el  real 
del  comendador  Pedro  de  Alvarado ;  é  pa- 
resciéndole  á  él  que  por  el  desbarato  pas- 
sado  los  españoles  no  peleaban  como  so-, 
lian,  determinó  de  entrar,  sin  ellos,  con 
su  gente  á  combatir  los  de  la  cibdad ,  é 
pensó  un  gentil  ardid ;  é  fué  que  dexó 
quatrocientos  flecheros  de  los  suyos  á  una 
puente  quitada  de  agua,  bien  peligrosa, 
que  ganó  á  los  de  la  cibdad,  lo  qual  nun- 
ca acacscia  hacerse  sin  ayuda  de  los  es- 
pañoles; é  passó  adelante  con  los  suyos, 
é  con  mucha  grita,  apellidando é nombran- 
do á  su  provincia  é  señor.  Pelearon  aquel 
dia  muy  reciamente ,  é  ovo  de  una  parto 
é  de  otra  muchos  heridos.  Los  de  la  cib- 
dad  bien  pensaron  que  los  tenían  asidos; 
porque  como  es  gente  que  al  retraer,  aun- 
que sea  sin  victoria,  siguen  con  mucha 
determinación  é  voluntad  más  que  con 
tiento  é  prudencia  á  los  que  se  recogen, 
pensaron  que  al  passar  de  aquella  agua, 
donde  tenían  por  cierto  el  peligro,  se 
avian  de  vengar  muy  bien  dcllos  é  de  su 
atrevimiento.  Mas  para  este  efetto,  en  su 
socorro  avia  dexado  Chichimecatecle  jun- 
to al  passo  del  agua  los  quatrocientos  fle- 
cheros suyos,  que  se  dixo  de  susso;  é  có- 
mo ya  se  venian  retrayendo,  cargaron  los 
de  la  cibdad  sobrcllos  muy  de  golpe,  é 
los  de  Tascalteca,  echándose  al  agua  é 
con  el  favor  de  los  suyos  flecheros ,  pas- 
saron:  c  los  enemigos,  con  la  resistencia 
que  hallaron  opuesta  delante  se  quedaron, 
6  aun  no  poco  espantados  de  la  osadia 
que  avia  tenido  Chichimecatecle. 

Desde  á  dos  días  que  los  españoles 
volvieron  de  la  victoria  de  Marinalco,  lle- 
garon al  real  diez  indios  de  los  otumies 
(que  eran  esclavos  de  los  de  la  cibdad,  é 
como  la  historia  ha  contado,  avíanse  dado 


por  vassallos  de  Sus  Magostados,  6  cada 
dia  yban  á  pelear  en  ayuda  de  los  espa- 
ñoles); édixcronal  general  Hernando  Cor- 
tés cómo  los  señores  de  la  provincia  .de 
Matalcingo  (que  son  sus  enemigos  é  ve- 
cinos) les  hacían  guerra  é  les  destruían 
sus  tierras ,  é  Ies  avian  quemado  un  pue- 
blo é  llevádoles  alguna  gente,  é  que  ve- 
nían destruyendo  quanto  podían ,  é  con 
inlencjon  de  venir  á  los  reales  é  dar  so- 
bre los  chripstianos  en  socorro  de  los  de 
la  cibdad ,  é  para  que  los  cercados  salies- 
sen  é  acabassen  á  los  españoles :  por  tan- 
to que  los  socorríeSse  é  proveyesse  en  ello 
lo  que  convenía.  A  estos  mensajeros  se 
les  dió  crédito,  porque  de  pocos  dias  an- 
tes cada  vez  que  entraban  los  nuestros  á 
pelear  con  los  de  la  cibdad ,  los  amena- 
caban  los  de  dentro  con  los  indios  de 
aquella  provincia  de  Málalgingo,  de  la 
qual ,  aunque  el  general  no  tenia  mucha 
noticia,  bien  se  sabia  que  era  grande  é 
que  estaba  á  veynte  y  dos  leguas  de  los 
reales;  y  en  la  queja  que  estos  estonces 
formaban  de  aquellos  sus  vecinos,  pedían 
con  alineamiento  socorro.  É  aunque  lo 
demandaban  .en  fuerte  tiempo,  el  general, 
por  quebrar  las  alas  á  los  de  la  cibdad, 
que  taii  á  menudo  amenazaban  con  aque- 
llos ,  é  mostraban  esperanga  de  ser  socor- 
ridos dellos,  é  socorro  de  ninguna  otra 
parte  sino  dessos  les  podía  venir,  mandó 
al  alguagil  mayor  Gongalo  de  Sandoval 
que  fuesse  allá,  é  diólc  diez  y  ocho  de 
caballo  é  gient  infantes,  en  que  avia  solo 
un  ballestero;  é  con  esta  compañía  é  otra 
gente  de  los  otumies  confederados  siguió 
su  camino,  puesto  que  yban  con  peligro, 
é  los  del  real  no  quedaban  sin  él;  pero 
por  no  mostrar  flaqueca,  se  tenia  disimu- 
lación con  los  amigos  ó  con  los  enemigos; 
pero  muchas  é  muchas  veces  decían  los 
españoles  que  pluguiesse  á  Dios  (pie  con 
las  vidas  los  dexassen  solamente,  é  se 
víessen  vencedores  contra  los  de  la  cib- 
dad', aunque  en  ella  ni  en  toda  la  tierra 


DF  INDIAS.  I.m.  XXXIII.  CAP.  XXVII. 


4  OS 


no  (.ovicsscn  otro  intcrcsse  ni  provecho; 
ilo  (|iio  se  colige  la  aventura  6  nescessi- 
dad  extremada  que  tenían  sus  personas  é 
\  nía-.  Como  la  1 1 •  -  dicho,  ln  r-n  ibio  Her- 
nando Cortés  á  Ccssar:  é  no  es  de  dub- 
ilar  (pie  algunos,  cansados  de  tan  largos 

('■  COIltUlUOS  tiabaXOS  O  peligros   lo  dixes- 

sen,  viendo  las  cosas  encaminadas  a  tan 
dubdosa  salida  ó  fin  de  aquella  guerra; 

pero  no  son  palabras  estas  para  aipiella 
generalidad  con  quél  las  dice,  pues  en 
aquellos  milites  é  hidalgos  que  allí  se  ha- 
llaron, avia  personas  que  antes  supieran 
padescer  mili  muertes  que  decir  tales  pa- 
labras, ni  mostrar  lanía  flaquera  como 
ella-  significan  :  pero  como  di\o  Cathiliua: 
•  No  han  siempre  los  mortales  un  mesmo 
ánimo  '.>  Tornemos  á  la  historia. 

I'.l  alguacil  mayor  fué  aquel  día  á  dor- 
mir á  uu  pueblo  de  los  otumics^  que  está 
frontero  de  Matalcingo.  É  otro  dia  si- 
guiente por  la  mañana  se  partió  de  allí,  é 
fue  á  unas  estancias  también  de  oliimios, 
las  quales  estaban  sin  gente  é  mucha  par- 

lo  deüas  quemadas.  K  adelante  en  lo  lla- 
no, junto  á  una  ribera  .  vido  mucha  gen- 
te de  -nena  de  los  enemigos ,  que  avian 
acabado  de  quemar  olio  pueblo;  <■  ci'nno 
le  vieron,  comencaron  á  dar  la  vuelta  ani- 
mosamente contra  los  chripstianos*.  K  [ior 
el  camino  que  llevaban  los  nuestros  hacia 
ellos,  halláronse  muchas  cargas  de  uiahiz 
e  (piarlos  é  tasajos  de  niños  assados ,  que 
para  su  provisión'  llevaban :  los  ([nales 
por  se  desocupar  c  huyr  más  -u  líos,  avian 
dexado  tal  bastimento,  cómo  sintieron  yr 
á  los  españoles.  Passado  un  rio,  en  lo  lla- 
no los  contrarios  ordenaron  sus  esqua- 
drones;  y  el  alguacil  mayor  con  los  de 
caballo  rompió  por  ellos  6  los  desbarató  ó 
puso  en  huyda:  ó  siguieron  el  alcance  de- 
rechamente al  pueblo  de  Matalcingo,  que 
estaba  cerca  de  tres  leguas  de  allí ,  y  en- 
trados los  de  caballo,  hasta  los  encerrar 


en  sus  moradas,  mataron  é  alancearon 
muchos;  é  allí  esperaron  á  los  españoles 
6  á  sus  amigos  confederados,  que  yban 
matando  á  los  que  los  de  caballo  atajaban 
e  dexahan  atrás.  lín  este  rompimiento  é 
al  canea  murieron  más  de  dos  mili  hom- 
bres de  los  enemigos. 

Después  que  los  españoles  de  pié  lle- 
garon á  donde  estaban  los  de  caballo  ó 
los  amigos  confederados,  que  passahan 
de  sessenta  mili  hombres,  ordenaron  sus 
esqtiadras  é  movieron  hácia  el  pueblo, 
donde  los  contrarios  hicieron  rostro,  en 
tanto  que  las  mugeres  6  los  niños  é  sus 
haciendas  ponían  en  salvo  en  una  Cuerea 
que  estaba  allí  junto,  en  un  cerro  muy  al- 
to; mas  como  dieron  de  golpe  en  ellos, 
luciéronlos  retraer  á  la  fueren  (pies  dicho 
de  aquel  monte,  que  era  muy  áspero  ó 
fucile,  y  entraron"  los  nuestros  en  el  pue- 
blo, e  robáronle  e  pusiéronle  fuégO  por 
muchas  parles:  é  cómo  era  ya  larde,  el 
alguacil  mayor  no  quiso  combatir  el  cerro, 
é  también  porque  la  gente  d^e  los  amigos 
é  los  españoles  estaban  muy  cansados,  ¿ 
todo  aquel  dia  avian  peleado.  Los  enemi- 
gos loda  aquella  noche  estuvieron  dando 
alharidos  é  gritas  é  tañendo  muchos,  ala- 
bales  e  tambores  é  vocinas. 

Luego  por  la  mañana,  assi  cómo  el  si- 
guiente iba  llegó,  ino\ioel  alguacil  mayor 
con  mucha  Orden  é  concierto  para  subir  el 
monte  contra  los  enemigos,  é  no  sin  espe- 
ranca  que  avia  de  serle  muy  resistido  pol- 
la dispusieron  é  áspera  subida  (le  aquel  fer- 
ro; 6 cómo  llegaron  al  piédél,  toparoncier- 
los  amigos  de  los  confederados  que  descen- 
dían de  lo  alto  ,  é  dixeron  que  no  avia  ar- 
riba gente  alguna,  porque  al  quarto  del  al- 
ba se  avian  huydo  los  contrarios;  y  estando 
assi,  vieron  por  todos  aquellos  llanos  á  la 
redonda  mucha  gente,  y  eran  los  otumies; 
é  los  de  caballo,  pensando  que  eran  de  los 
enemigos,  corrieron  contra  ellos  é  alan- 


I    Saluslio,  De  bello  cathilinartó. 


40G 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


toaron  tres  ó  quatro,  é  cómo  la  lengua 
de  Ios.otumics  es  otra  diferente  de  la  de 
Culua,  no  los  entendían  mas  de  como 
echaban  las  armas  en  tierra ,  ó  se  venían 
para  los  españoles :  aquellos  quedaron  he- 
ridos, pero  bien  conosgieron  esses  ó  los 
demás  que  avia  seydo  por  no  los  conos- 
ccr.  Pues  cómo  los  enemigos  no  espera- 
ron ,  los  españoles  acordaron  de  se  volver 
por  otro  pueblo  de  los  contrarios,  que  tam- 
bién estaba  de  guerra,  é  los  vecinos  dél, 
como  vieron  tan  grande  exército  sobre  sí, 
salieron  de  paz:  y  el  alguacil  mayor  ha- 
bló con  el  señor  de  aquel  pueblo ,  é  díxo- 
le  que  ya  debia  de  saber  quel  general 
Hernando  Cortés  rescebia  é  perdonaba 
con  buena  voluntad  á  todos  los  indios,  que 
venían  á  la  obidiencia  é  servicio  del  grand 
Rey  de  Castilla,  aunque  fuessen  muy  cul- 
pados, enmendándose:  por  tanto  que  le 
rogaba  que  fuesse  á  hablar  con  aquellos 
de  Matalgingo,  para  que  se  viniessen  al 
general,  é  quél'seria  muy  buen  tercero 
para  que  los  perdonasse  é  higiesse  buenas 
obras,  si  ellos  no  perseVerasscn  en  sus 
errores  é  desobidiencia.  É  aquel  señor  se 
profirió  de  lo  hacer  assi  é  de  traer  de  paz 
assimesmo  á  los  de  Marinalco.  É  con  esta 
victoria  ya  dicha  se  tornó  el  alguacil  ma- 
yor á  su  real. 

Aquel  dia  algunos  españoles  estaban 
peleando  en  la  cibdad ,  ó  los  cibdadanos 
aviad  enviado  á  decir  que  fuesse  allá  la 
lengua  ó  intérprete  del  general ,  porque 
querían hablar  en  la  paz;  y  era  fingida  é 
i-autulosa  su  embaxada,  segund  paresció, 
porque  nunca  dixeron  sino  que  si  la  paz 
congediessen,  avia  de  ser  con  condición 
que  los  cliripslianos  se  fuessen  de  toda  la 


tierra.  Esto  hacían  ellos  á  fin  de  entrete- 
ner con  sus  falsos  tractos  é  mensajes  al- 
gunos días  suspensos  los  combates ,  y  en- 
tre tanto  proveerse  de  lo  que  oviessen 
menester ;  pero  nunca  dellos  se  conosgió 
que  les  faltaba  voluntad  de  pelear  contra 
los  nuestros. 

Y  estando  en  esta  plática  hablando  con 
la  lengua ,  c  muy  cerca  los  nuestros  de 
los  enemigos,  que  no  avia  sino  una  puen- 
te quitada  en  medio ,  un  viejo  de  los  de 
la  cibdad ,  á  la  vista  de  todos ,  sacó  de  su 
mochila  ó  tasca  muy  de  su  espacio  ciertas 
cosas ,  que  comió  con  un  descuydo  gran- 
de, á  lo  que  mostraba,  por  dar  á  enten- 
der que  no  tenían  nescessidad  de  comi- 
da ,  porque  los  españoles  é  la  lengua  de- 
cíanles que  allí  se  avian  de  morir  de  ham- 
bre, si  no  se  diessen.  Los  amigos  confede- 
rados decían  á  los  chripstianos  que  aque- 
llas pagos  é  pláticas  eran  falsas ,  é  que  no 
las  creyessen  ó  peleassen  con  ellos;  mas 
aquel  dia  no  se  peleó  más,  porque  los 
principales  dixeron  á  la  lengua  que  ha- 
blasse  al  general  é  le  dixesse  lo  quellos 
degian  de  parto  de  aquella  cibdad. 

Desdo  á  quatro  dias  quel  alguagil  ma- 
yor era  venido  do  la  provincia  de  Matal- 
cingo, los  señores  della  é  los  de  Marinal- 
co é  de  la  provincia  de  Cuyscon  (que  es 
grande  é  mucho  señorío  y  estaban  rebe- 
lados) vinieron  al  real  é  pidieron  perdón 
de  lo  passado  al  general,  é  se  ofresgieron 
de  servir  muy  bien  á  Sus  Magostados  con 
toda  lealtad  é  amistad  con  los  chripstia- 
nos ;  y  Hernando  Cortés  los  resgibió  muy 
bien  ó  los  envió  contentos,  y  ellos  cum- 
plieron lo  prometido  de  allí  adelante. 


DE  INDIAS.  LIB,  XXXIII.  CAP.  XXVIII. 


407 


<  vl'lTLLO  XXV11I. 


En  el  qual  la  hisloria  cuenla  cómo  se  dieron  .-i  la  cibdad  de  Temislilan  ciertos  cómbales,  c  se  le  hico  mucho 
daño,  en  que  escolaron  bien  los  contrarios  la  victoria  que  avian  ávido,  de  que  se  tracto  en  el  capitulo  XXV, 
é  cucnlanse  assimcsmo  algunos  trances  é  cosas  señaladas  concernientes  á  la  historia. 


E. 


<n  tanto  qticl  alguacil  mayor  poníalo 
de  Sandoval  fnó  con  parle  del  exéivito 
contra  los  de  Matalcingo,  scgund  se  dixo 
en  el  capítulo  de  susso ,  acordaron  los  de 
la  cibdad  do  Temis titán  do  salir  do  noche 
ti  dar  en  ol  real  del  comendador  Alvara- 
do ;  ó  antes  c¡uc  csclaresciesse  el  quarto 
•  dol  alba  (llorón  de  golpe,  ó  cómo  las  vo- 
las do  pió  ó  do  caballo  lo  sintieron,  ape- 
llidaron llamando  al  arma,  é  los  (pío  allí 
estallan  arremetieron  á  ellos,  6  cómo  sin- 
tieron los  do  caballo,  echáronse  al  agua. 
Kn  tanto  lloraron  los  nuestros  ó  pelearon 
más  de  trea  horas,  é  oyóse  en  el  real  del 
general  un  tiro  pequeño  de  campo  con 
que  litaban  los  de  Al  varado,  por  lo  qual 
á  mucha  priessa  mandó  Hernando  Cortés 

armar  la  gente  para  entrar  por  la CÍbdad, 
porque  acullá  alloxassen  los  ipir  polcaban 
contra  el  comendador  Al  varado ;  pero  co. 
inq  los  indios  hallaron  por  aquella- parte, 
que  avian  madrugado,  tan  fuertes  ó  avisa- 
dos á  los  españoles  del  otro  campo,  tor- 
náronse á  su  cibdad  descontentos  ó  aun 
con  daño  suyo.  Y  el  general  entró  a  pe- 
lear á  la  cibdad,  porque  ya  él  é  los  que 
dol  desbarato  passado  quedaron  heridos 
estaban  sanos;  é  a  la  villa  Ilica  avia  apor- 
tado un  navicdel  adelantado  Johan  Pon- 
ge  de  León,  que  avian  desbaratado  en  la 
Tierra-Firme  é  costa  del  Norte,  en  la  pro- 
vincia que  llaman  la  Florida  (ques  una 
tierra  que  está  en  vcynto  y  cinco  grados 
y  medio  Norte  Sur  con  la  isla  de  Cuba ,  é 
más  septentrional  que  Cuba),  y  este  navio 
llevó  cierta  pólvora  é  ballestas  é  otras  ar- 
mas, de  que  avia  extrema  nescossidad,  de 
lo  qual  Hernando  Cortés  dió  muchas  gra- 
cias á  Dios.  K  ya  por  aquella  comarca  á 


la  redonda  todo  estaba  en  su  favor,  é 
viendo  que  los  cercados  estaban  tan  cons- 
tantes en  su  determinación  de  morir,  no 
sabia  el  general  qué  medio  tomasso  para 
quitar  á  los  españoles  de  tan  continuos 
Irabaxos  é  peligros,  ni  cómo  aquella  cib- 
dad se  dexasse  de  destruyr,  que  era  de 
las  más  hermosas  poblaciones  del  mundo 
é  más  de  ver.  É  no  aprovechaba  decir  á 
los  cercados  que  no  so  avian  de  levantar 
los  reales,  ni  los  bergantines  avian  de 
cessar  un  punió  de  darles  guerra  por  ol 
auna  e  por  la  tierra,  ni  que  avian  destruy- 
do  á  los  de  Matalcingo  é  Marinalco,  é  que 
en  toda  la  tierra  ya  no  les  quedaba  quicu 
socorrerles  pudiesse ,  ni  tenian  de  donde 
aver  mabiz,  ni  carne,  ni  huelas,  ni  agua, 
ni  oito  mantenimiento,  I  (piante  más  es- 
tas cosas  se  Ies  deoian,  menos  cobardía  é 
señal  de  llaqueoa  so  veía  en  ellos:  untes 
parosr  ia  que  peleaban  con  mayor  ánimo 
cada  dia. 

Pues  cómo  el -general  vido  quán  poco 
fructo  hacían  sus  amonestaciones  é  que 
que  por  halagos  ni  temores  no  mudaban 
propóssito  los  contrarios,  6  que  avia  ya 
más  de  quarenta  dias  quel  cerco  se  avia 
puesto ,  acordó  de  seguir  un  medio  para 
seguridad  de  su  gente .  é  poner  en  más 
estrecho  á  los  toreados;  é  fué  que  assi 
cómo  fuessen  ganando  por  las  calles  de  la 
cibdad,  assi  fuessen  derrocando  todas  las 
casas  é  allanándolas  de  un  lado  é  acera 
é  de  la  otra  parte :  de  forma  que  un  pas- 
so  no  se  diesse  adelante,  sin  lo  dexar  todo 
asolado ,  é  lo  que  era  agua  cegarlo  é  ha- 
cerlo tierra  firme ,  aunque  oviesse  (oda  la 
dilación  que  se  pudiesse  seguir.  É  para 
eslo  hico  llamar  a  todos  los  señores  é 


1I1STÜHIA  GENERAL  Y  NATURAL 


408 

pringipales  amigos  confederados ,  ó  díxo- 
les  lo  que  tenia  acordado ,  é  rogóles  que 
hiciessen  venir  gente  de  sus  labradores, 
é  que  trux.essen  coas  (que  son  unos  palos 
de  que  so  aprovechan  tanto  como  los  ca- 
vadores en  España  con  las  haeadas);  y 
ellos  respondieron  que  assi  lo  harían  de 
buena  voluntad,  é  loaron  mucho  el  acuer- 
do que  tomaba ,  de  lo  qual  no  holgaron 
poco ,  porque  Ies  páreselo  que  era  manera 
é  buen  camino  para  que  la  cibdad  se  aso- 
lase de  lodo  punto  :  que  de  cosa  del  mun- 
do no  pudieran  ser  mas  contentos. 

Entre  tanto  que  lo  ques  dicho  se  con- 
certaba é  los  zapadores  é  gastadores, 
como  dicen  en  Italia ,  venían ,  passáronse 
tres  ó  quatro  días ;  é  los  de  la  cibdad 
creyeron  bien  que  esse  descanso  no  se 
les  daba  por  complacerlos  con  la  dilación, 
sino  que  se  debían  ordenar  algunos  ardi- 
des contra  ellos.  É  concertados  los  espa- 
ñoles é  sus  amigos,  para  que  por  la  tierra 
é  por  el  agua  combatiessen,  otro  dia  de 
mañana,  después  de  aver  oydo  missa, 
tomaron  el  camino  pura  la  cibdad;  y  en 
llegando  al  passo  del  agua  é  albarrada, 
(pie  estaba  cabe  las  casas  grandes  de  la 
placa,  queriendo  dar  obra  al  combate, 
los  de  dentro  díxeron  que  querían  paz,  é 
assi  el  general  mandó  que  no  peleasscn 
los  nuestros ,  é  mandóles  á  decir  á  los 
contrarios  que  viníesse  allí  el  señpr  de  la 
cibdad  á  le  hablar  ,  é  que  se  daria  orden 
en  la  paz.  É  con  decir  que  ya  le  avían 
ydo  á  llamar,' passó  más  de  una  hora;  pe- 
ro en  la  verdad  no  avian  gana  de  la  paz, 
sino  dilatar  la  guerra  ,  aunque  les  yba  mal 
dejla.  E  assi  lo  mostraron,  porque  eslan- 
d')  quedos  los  nuestros,  comentaron  los 
contrarios  á  tirar  flechas  é  varas  é  pie- 
dras ,  é  cómo  este  escarnio  se  vido ,  com- 
batióse el  albarrada  é  ganóse:  y  entrando 
en  la  placa,  estaba  toda  sembrada  de  pie- 
dras grandes,  é  debiera  fallar  algo  desta 
obra,  para  lo  qual  los  enemigos  avian  da- 
do aquella  dilación  ques  dicho,  so  color 


de  tractar  la  paz.  É  aquesto  les  paresció  a 
ellos  un  grand  ardid,  é  no  les  era  inútil, 
porque  los  caballds  no  podian  correr  á 
causa  de  aquellas  piedras ,  porque  por  lo 
firme  é  llano  los  caballos  eran  los  que  ha- 
cían cruda  guerra.  E  hallóse  assimesmo 
una  calle  cerrada  con  piedra  seca,  é  otra 
también  muy  llena  de  piedras,  porque 
los  caballos  no  pudiessen  correr  por  ellas. 
Pero  desde  aqueste  dia  adelante  se  cegó 
de  tal  forma  aquella  calle  del  agua  que 
salia  á  la  placa ,  que  nunca  después  los 
indios  la  abrieron:  é  desde  allí  comenca- 
ron  á  asolar  poco  á  poco  las'  casas  é  fer- 
rar é  cegar  muy  bien  lo  que  se  ganaba 
dellas  é  del  agua.  É  cómo  aquel  día  avia 
más  de  ciento  é  cinqiicnta  mili  hombres 
de  guerra,  hícose  mucha  labor,  é  torná- 
ronse al  real :  é  los  bergantines  é  canoas 
de  los  amigos  hicieron  muy  bien  su  ofli- 
ejo  en  grand  daño  de  la  cibdad  ,«é  quan- 
do  fué  tiempo ,  se  recogieron  á  repossar. 

Otro  dia  siguiente  por  la  mañana,  c 
con  la  mesma  orden  ya  dicha ,  entraron 
los  nuestros  en  la  cibdad,  c  llegados  á 
aquel  circuyto  ó  patio  grande,  donde  es- 
tán las  torres  de  los  ydolos ,  mandó  el 
general  á  los  capitanes  que  con  su  gente 
no  hiciessen  sino  cegar  las  calles  del  agua 
é  allanar  los  passos  malos  que  estaban 
ganados:  ó  á  los  amigos  .confederados 
mandó  que  parte  dellos  quemassen  c  alla- 
nasen las  casas,  é  otros  fuessen  á  pelear 
por  las  parles  que  se  solía  hacer,  é  que 
los  de  caballo  guardassen  por  las  espal- 
das. Cosa  era  de  mucha  lástima  ver  lo 
edeficado  allanar  y  henchir  con  ello 
aquellas  canales  é  calles  de  agua. 

El  general  subióse  en  una  (orre  la  más 
alta'de  aquellas ,  poique  los  indios  le  co- 
noscian  é  les  pessaba  de  verle  allí  en 
aquello  qucllos  tenían  por  sagrado  é  sáne- 
lo lagar  todo  aquello;  y  él  via  mejor  lo 
que  cada  uno  hacia  ,  é  proveía  é  hacia  so- 
correr donde  era  nescessario,  porque  co- 
mo peleaban  á  la  continua  ,  ó  por  la  ocu- 


1)1.  INDIAS.  1.111.  XXXHI.  CAP.  XXVII!. 


pación  de  los  que  entendían  en  ruynar  las 
casas  y  henchir  las  calles  del  agua  con  lo 
derribado,  no  por  esso  dexaban  los  otros 
de  combatirse ,  é  á  veces  los  contrarios 
se  retraían,  é  á  veces  á  los  nuestros  con- 
venia ha<;cr  lo  mesmo :  é  luego  eran  so- 
corridos con  tres  6 qualro  de  caballo  que 
ponían  mocho  ánimo  á  los  confederados 
para  revolver  sobre  los  enemigos.  Desta 
manera  é  por  esta  urden  se  hico,  y  entra- 
ron los  nuestros  en  la  cibdad  cinco  óse\s 
dias  á  reo :  é  siempre  al  retirar  echaban 
los  amigos  adelante,  6  poníanse  algunos 
de  los  españoles  en  celada  en  unas  casas, 
c  los  de  caballo  quedaban  atrás  e  fingían 
que  se  retraían  de  golpe,  por  sacar  á  los 
contrarios  á  la  pla<;a.  Con  esto,  é  con  la 
celada  de  los  cavalleros  alanceaban  algu- 
nos: 6  un  día  de  aquellos  ovo  en  la  placa 
siete  ú  ocho  de  caballo,  esperando  que  los 
enemigos  saliessen,  é  cómo  vieron  que 
no  salían,  hicieron  que  se  volvían;  é  los 
de  la  cibdad.  con  recelo  que  á  la  vuelta 
los  alancearían .  como  solian,  estaban 
puestos  sobre  unas  paredes  e  aeoleas  ¡nu- 
merables dellos;  c  como  los  de  caballo 
revolvieron,  hallaron  que  avian  lomado 
en  lo  alto  una  vuelta  de  una  ralle,  e  no 
pudieron  seguir  Irá-  los  enemigos  (|tie 
y  han  por  ella,  é  oviéronse  de  retraer;  é 
los  enemigos  favorescidos ,  é  ufanos  de 
averíos  fecho  volver  atrás,  seguían  tan 
encarnizados  como  tigres;  mas  con  tanto 
aviso  que  se  acogían  dónde  norescebian 
daño,  é  los  de  caballo,  (piando  tornaban 
á  ellos,  lo  rescebian  de  los  que  estaban 
sobre  las  paredes :  é  assi  se  retiraron  con 
dos  caballos  heridos. 

Aquel  día,  recogidos  todos  en  el  real, 
•dexando  bien  seguro  ó  llano  todo  lo  ga- 
nado, quedaban  los  cercados  ufanos,  é 
creían  que  de  su  temor  se  avian  retraydo 
los  españoles  é  confederados,  en  lo  qual 
mucho  se  engañaron.  É  cómo  el  general 
estaba  muy  pronto  é  solícito  por  ver  la 

definición  de  aquel  cerco ,  aquella  noche 
TOMO  III. 


hico  un  mensajero  al  alguacil  mayor  para 
que  antes  del  día  viniesse  allí  a  su  real 
con  quince  de  caballo  de  los  suyos  6  do 
los  del  comendador  Pedro  de  Alvarado, 
é  assi  lo  higo;  y  el  general  tenia  allí  de 
lo-  de  Cnyoacan  otros  veynte  y  cinco,  que 
eran  quarenta  :  e  á  diez  dellos  mandó  que 
luego  por  la  mañana  saliessen  con  toda 
la  otra  gente,  é  quellos  c  los  bergantines 
fuessen  por  la  acostumbrada  orden  á  com- 
batir é  derrocar  é  ganar  6  allanar  todo  lo 
que  pudiessen  ,  poi  que  (piando  fuesse 
tiempo  de  retraer,  el  general  quería  yr 
allá  con  los  otros  treynta  de  caballo.  H 
dixolesquc,  pues  sabían  que  tenían  gana- 
da e  allanada  mucha  parte  de  la  cibdad, 
que  quanto  pudiessen  siguiessen  de  tro- 
pel á  los  enemigos  hasta  los  encerrar  en 
sus  fuereas  é  calles  de  agua ,  é  qué  allí  se 
detoviessen  con  ellos  hasta  que  fuesse  ho- 
ra de  retraerse;  é  quél  con  los  treynta  de 
caballo,  sin  ser  vistos,  se  podría  meter 
en  la  cibdad  en  unas  casas  grandes  que 
otaban  cerca  de  las  otras  casas  grandes 
de  la  placa.  V.  los  españoles  lo  hicieron 
como  les  fué  ordenado;  é  á  la  una  hora 
de-pues  de  medio  día  .  el  general  fué  a 
la  cibdad  con  los  treynta  de  caballo,  é 
dexólos  metidos  en  aquellas  casas,  y  él 
se  fué  y  se  subió  en  la  torre  ,  como  lo  so- 
lia  hacer;  y  e-lando  allí,  ciatos  españo- 
le- abrieron  una  sepultura  ,  é  hallaron  en 
ella  en  piceas  é  j  ivas  de  oro  más  de  mili 
é  quinientos  pessos  de  oro. 

Venida  la  hora  del  retraer,  mandó  el 
general  que  con  mucho  concierto  se  co- 
menfassen  á  retirar,  6  que  los  do  caba- 
llo, desque  estoviessen  retraydos  en  la 
piafa ,  fingiessen  que  acometían  é  que  no 
osaban  llegar ,  é  questo  se  hiciesse  quan- 
do  viessen  mucha  copia  de  gente  contra- 
ria al  rededor  de  la  placa,  y  en  ella.  Or- 
denado todo  esto ,  fuesse  el  general  a  me- 
ter con  los  treynta  cavalleros  en  la  celada, 
porque  desseaba  que  se  hifiesse  muy 

bien ;  6  retrayéndose  los  españoles  de  pié 
52 


HO 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


é  de  caballo  6  sus  amigos  confederados, 
que  esperaban  con  mucha  voluntad  ver 
efettuado  loques  dicho,  venian  los  ene- 
migos con  tanta  grita  é  alharidos  como  si 
truxeran  consigo  toda  la  victoria,  que  des- 
seaban :  é  los  diez  de  caballo  hicieron  que 
arremetían  a  ellos  por  la  placea  adelante, 
é  retrtixéronse  de  golpe,  conio  atemoriza- 
dos, los  mesmos  ginetes.  Y  esto  fecho  dos 
veces,  los  contrarios,  no  bien  entendién- 
dolo ,  venian  tan  osados  que  á  las  ancas 
de  los  caballos  llegaban,  dándoles  hasta 
los  meter  por  la  boca  de  la  calle,  donde 
estaba  la  celada :  é  cómo  la  celada  vido 
passar  adelante  los  españoles  é  oyó  soltar 
una  escopeta,  que  era  la  señal  para  sa- 
lir, conoscido  que  era  ya  tiempo,  salie- 
ron con  el  apellido  del  glorioso  Apóstol 
Sanctiago ,  é  comencaron  á  alancear  é* 
derrocar  é  atajar  muchos  de  los  contra- 
rios por  la  placa  adelante ,  y  eran  toma- 
dos de  los  confederados  que  seguían  á  los 
de  caballo:  de  forma  que  desta  celada, 
é  por  la  manera  qtics dicha,  mataron  más 
de  quinientos  indios ,  todos  los  más  de 
los  principales  y  esforcados  é  valientes 
hombres.  Aquella  noche  tovicron  bien  de 
Cenar  los  amigos  confederados,  porque 
todos  los  que  se  mataron,  tomaron  é  lle- 
varon fechos  piceas,  é  se  los  comieron, 
sin  buscar  otra  salsa  de  más  apetito  ó  sa- 
bor que  su  enemistad  é  diabólica  cos- 
tumbre. 

Fué  tanto  espanto  é  admiración  la  que 
tomaron  los  cercados  en  verse  tan  de  sú- 
bito assi  desbaratados,  é  a  ver  perdido 
tales  é  tantas  personas,  que  los  que  esca- 
paron é  los  que  estaban  cercados  queda- 
ron como  mudos,  que  no  hablaron  ni  gri- 
taron en  toda  essa  tarde,  ni  osaron  aso- 
mar en  calle  ni  acotca,  donde  no  estovies- 
sen  bien  seguros  é  á  su  salvo.  E  ya  que 
era  qt]as>i  de  noche,  (pie  los  españoles 
se  retraían,  lo-  de  la  eibdad  mandaron  á 
Ciertos  esclavos  suyos  que  mirassen  si  los 
QDGftlrQ8  se  retraian  ó  qué  hacían:  é  có- 


mo se  asomaron  por  una  calle,  arreme- 
tieron diez  ó  doce  de  caballo,  é  siguié- 
ronlos de  tal  manera  que  ninguno  se  les 
escapó  que  no  nialassen.  Cobraron  los 
enemigos  desta  jornada  tanto  temor,  que 
nunca  más  osaron  entrar  en  la  placa  nin- 
guna de  las  veces  que  los  chripstianos  se 
retiraron,  aunque  solo  uno  de  caballo 
viessen ,  ni  osaban  ya  salir  á  indio  ni  á 
peón  de  los  nuestros,  creyendo  que  de 
entre  los  piés  se  les  avia  de  levantar  otra 
Celada. 

Esta  victoria  fué  muy  principal  en  cali- 
dad,  é  muy  provechosa  para  que  aquella 
eibdad  más  ayna  se  ganasse ;  porque  los 
naturales  dolía  rescibieron  mucho  desma- 
yo, é  los  confederados  acrescentaron  su 
ánimo  y  esfuerco  en  mucha  manera:  por- 
que demás  de  quedar  la  victoria  por  nues- 
tra parte ,  ningún  peligro  ovo  en  Tos  nues- 
tros, excepto  que  al  tiempo  que  salieron 
de  la  celada  se  encontraron  dos  de  los  de 
caballo  é  cayó  un  escudero  de  una  ye- 
gua ,  y  ella  fuésse  derecho  á  los  enemigos 
é  flecháronla ,  é  bien  herida ,  cómo  vido 
su  mal  rescebimienlo  que  se  le  hacia,  se 
volvió  hácia  los  chripstianos,  é  aquella 
noche  se  murió.  E  aunque  pessó  dello  á 
Jos  españoles,  porque  lós  caballos  é  ye- 
guas les  era  mucho  favor  é  ayuda  ,  no  fué 
tanto  el  pessar  como  si  muriera  en  poder 
de  los  enemigos,  porque  rescebieran  más 
placer,  con  verla  en  su  poder  muerta,  que 
no  pessar  por  los  que  les  mataban  dellos 
mesmos.  Los  bergantines  é  las  canoas  de 
los  amigos  hicieron  grand  estrago  en  la 
eibdad  aqueste  victorioso  día,  sin  rescebir 
peligro  alguno. 

Pues  cómo  ya  se  mostraba  claro  que 
los  cercados  estaban  amedrentados,  sú- 
pose de  unos  dos  deIlo3  (hombres  do 
poca  manera,  que  de  noche  se  avian 
salido  de  la  eibdad  é  se  avian  venido 
al  real  nuestro)  que  se  morían  de  ham- 
bre ,  é  que  salían  de  noche  á  pescar  en- 
tre las  casas  de  la  eibdad ,  é  andaban 


Di;  INDIAS.  LIB.  XXX1U.  CAP.  XW111. 


411 


por  la  parte  que  della  se  les  avia  toma- 
do, buscando  leña  é  rayces  é  hierbas  que 
comer.  K  porque  ya  estaban  muchas  ca- 
lles de  agua  cegadas  é  aderescados  mu- 
chos malos  passos,  acordó  el  general  de 
entrar  otro  dia  al  (piarlo  del  alba  é  hacer 
todo  el  daño  que  pudiesse :  é  los  bergan- 
tines «üilicron  antes  de  ser  de  dia,  y  el 
general,  con  diez  ó  doce  de  caballo  é 
ciertos  peones  españoles ,  é  con  parte  de 
los  amigos ,  entró  de  golpe  ó  púsose  en 
colada;  é  las  espias  que  tenia  puestas,  as- 
si  como  fué  de  dia ,  hicieron  señal  que 
saliesse  de  la  celada ,  é  dieron  sobre 
grand  móttitud  dé  gente*,  t  cómo  eran  de 
aquellos  más  miserables  ó" que  salían  á 
buscar  de  comer,  estaban  desarmados  y 
eran  mucha  parte  de  mugeres  é  mucha- 
chos, ó  la  mayor  cantidad,  é  hícose  tanto 
daño  en  ellos  por  todo  loque  se  podía  an- 
dar de  la  cíbdad ,  (pie  pressos  ó  muertos 
pasearon  de  más  dé  ochocientas  personas: 

é  los  bergantines  tomaron  assimesmo  mu- 
cha gente  é  canoas  que  andaban  pescan- 
do, é  hicieron  en  ellos  mucho  estrago.  É 
como  los  capitanes  e  principales  de  la  cib- 
dad  vieron  á  los  chripslianos  ó  confede- 
rados andar  por  ella  á  hora  no  acostum- 
'irada  .  quedaron  tan  espantados  como  de 
la  celada  passada,  é  ninguno  osó  salir  á 
pelear.  É  assi  los  nuestros  se  tornaron  a| 
real,  con  harta  pressa  é  manjar  para  los 
amigos  de  los  cuerpos  de  aquellos  tristes 
prissioneros  é  muertos  contrarios,  por- 
que cada  qual  de  los  confederados  lleva- 


ba braco  ó  pierna  ú.  otra  parte  de  aque- 
llos que  murieron ;  é  los  que  llevaban 
vivos  para  sus  diabólicos  sacrificios,  tam- 
bién se  los  comían,  después  que  pades- 
cian  la  muerte  que  les  querían  dar. 

Otro  dia  siguiente  entraron  los  nues- 
tros en  la  cihdad ,  é  cómo  ya  los  confe- 
derados amigos  vían  la  buena  fortuna  que 
Be  tenia  para  la  destruyeion  della,  era  .tanta 
la  mollitudqtie  de  cada  dia  venían  al  real 
como  amigos,  (pie  no  tenían  cuento.  É 
aquel  día  se  acabó  de  ganar  toda  la  calle 
de  Tacaba  ,  é  de  adobar  los  malos  passos 
della,  en  tal  manera  que  los  del  real  del 
cnmcudadnr  l'edro  de  Alvarado  se  podían 
comunicar  con  el  real  del  general  por  la 
cíbdad;  é  por  la  calle  principal  que  yba 
al  mercado  se  ganaron  otras  dos  puentes 
o  se  cegó  inu\  bien  el  agua  ,  é  se  quema- 
ron las  casas  del  señor  de  la  cihdad ,  que 
era  mancebo  de  edad  de  diez  y  ocho  años, 
cuyo  nombré  era  Guutimucin.  listo  fué  el 
segundo  señor  después  de  la  muerte -de 
Montecuniá.  En  estas  casas  teníanlos  in- 
dios mucha  fortaleca ,  porque  eran  muy 
grande,  <■  fuertes  ó  cercadas  de  agua. 

También  se  ganaron  otras  dos  puentes 
dé  otras  calles  que  van  cerca  desta  del 
mercado,  é  se  cegaron  muchos  passos: 
de  manera  que  de  quatro  partes  de  la  cih- 
dad las  tres  estaban  ya  ganadas  y  en  po- 
der de  los  nuestros ;  é  los  indios  no  ha- 
cían sino  retraerse  hácía  lo  más  seguro  6 
fuerte,  que  era  ú  las  casas  que  estaban 
más  metidas  en  el  agua . 


4  12 


HISTORIA  GENERAL 'Y  NATURAL 


CAPITULO  XXIX. 

Cómo  el  general  Hernando  Corles' acordó  de  proseguir  en  los  combales  de  la  cibdad  por  su  parle  ,  é  lo 
mesmo  hacia  el  comendador  Pedro  de  Alvarado  por  la  suya  é  los  olios  capitanes  ;  é  cómo  se  ganó  el  mer- 
cado ,  placa  principal  de  Temislilan;  é  cómo  en  otro  dia,  prosiguiéndose  el  combalimiento,  se  ganó  olro 
barrio  ;  é  de  oirás  cosas  notables  é  convinienles  al  discurso  de  la  historia. 


r  arésserne  á  mí',  que  assi  como  Marco 
Ttillio  Ciferon  degia  al  pueblo  romano, 
después  del  castigo  de  la  conjuración  de 
Cathilina:  «Por  estas  cosas  grandes  ¡oh 
romanos !  yo  no  pido  de  vosotros  algún 
premio  de  virtud,  ni  alguna  enseña  de 
honor,  ó  algún  monumento  de  loor,  ex- 
cepto vuestra  perpétua  memoria  de  aques- 
ta jornada.  Yo  en  vuestros  ánimos  quiero 
que  sean  mis  triumphos  puestos:  todos  los 
ornamentos  de  honra,  todos  los  monu- 
mentos de  gloria ,  todas  las  insignias  de 
alabanza  sean  para  mí  en  vuestros  ánimos 
colocadas ,  porque  ninguna  cosa  que  mu- 
da sea  ,  ninguna  que  calle,  ni  cosa  de  tal 
suerte  que  los  indignos  puedan  conseguir, 
os  demando.  De  la  memoria  vuestra  ¡oh 
romanos!  de  la  memoria  vuestra  sean  mis 
cosas  nodridas :  cresc;erán  por  las  pa- 
labras, é  turarán  por  las  historias,  to- 
mando siempre  una  mayor  fuerca,  etc. 4» 
Assi  este  invicto  capitán  lo  debe  pedir  á 
toda  la  nación  de  España  por  sus  graneles 
techos  en  esta  empressa  obrados,  é  acaba- 
dos é  perfecionados  é  concluydos  por  muy 
señaladas  batallas  é  victorias  que  ovo  en 
favor  de  la  fée  6  república,  é  crescimiento 
de  la  religión  chripstiana,  en  servicio  de 
su  Rey  é  corona  é  ceptro  real  de  Castilla, 
en  ampliamienlo  de  la  honra  de  su  patria 
é  memoria  de  su  proprio  linage  de  los 
Corteses,  y  en  sublimación  y  ensalza- 
miento de  su  mesma  persona ,  é  ornamen- 
to (J<'-tai  historias.  Y  assi  deben  estar 
escriptas,  no  tan  solamente  por  muchos 

1    Saluitio,  De  bello  Calhilinario. 
•¿    (Jai  limebant  fulurum  perieulum  diluvii  el  ig- 
ni»,  Join  Tubrtlc.iiiiicasdrm  arles in  duabus  columnW 


auctores  é  veros  historiales.  Ni  solamen- 
te esculpidas  en  marmoleas  columnas,  co- 
mo los  antiguos  antes  del  diluvio'  escri- 
bieron los  estudios  y  ciencias  de  las  anti- 
guas artes ,  porque  no  so  perdiesse  la  me- 
moria dellas,  como  lo  escribe  Josepho  2; 
mas  es  muy  justa  cosa  que  en  la  memo- 
ria de  los  que  viven  estén  escriptas  las 
bacanas  é  fechos  memorables  de  Hernan- 
do Cortés,  é  quellos  las  enseñen é  sus  hi- 
jos, é  aquellos  á  los  que  procedieren  de- 
llos.  é  de  una  edad  á  otra  é  de  tiempo  en 
tiempo  siempre  estén  acordadas  é  perpe- 
tuadas en  la  mente  de  los  humanos,  allen- 
de de  lo  que  puede  estar  ó  quedar  escrip- 
to  por  mí  ó  por  otro  más  competente  his- 
toriador; porque  son  cosas  raras  é  pere- 
grinas, é  no  tienen  seniejanca  ni  compa- 
ración con  exérgito  ni  cerco  alguno  de 
aquellos  que  por  muy  famosos  están  es- 
criptos  de  los  passados,  considerando  las 
calidades  é  assiento  é  gente  de  Temisli- 
lan. 

Ya  se  sabe  que  en  Sagunto ,  quando  la 
destruyó  Aníbal,  los  que  estaban  cerca- 
dos lomaron  su  oro  é  piala  é  joyas,  é  fe- 
cha una  hoguera  en  la  placa,  lo  quemaron, 
é  algunos  se  echaron  con  ello  en  el  fue- 
go, como  más  largamente  lo  escriben  Ti- 
to Livio  é  Plutarco  3  e  "Iros  lamosos  histo- 
riales: ni  aquel  osado  morir  de  los  numan- 
tinos,  quando  Seipion  Africano  destruyó 
aquella  cibdad,  la  qual  debaxo  del  yugo 
á  muchos  i-órnanos  avia  fecho  passar  *.  Y 
en  aquella  suma  de  historias  acumuladas 

■culpsit,  ele. 

3  Tilo  Livio,  lib.  V,  cap.  13,  ddcada  III. 

4  Vegecio,  lib.  [,  cap.  15. 


DE  INDIAS.  UB.  : 

por  Leonardo  Arotino,  hLstoriÓgrapho ,  el 
((nal  Iniciado  seintitula  el  .{(juila  Volante*, 
dice  que  la  nesoessidad  é  hambre  de  los 
toreados  fué  tal,  qucl  padre  comió  el  hi- 
jo, é  la  madre  la  luja ,  y  el  marido  la  mu- 
ger;  pero  en  este  cerco  de  Temistilan, 
en  esso  del  comer  carne  humana,  otras 
cosas  tío  más  espanto  avernos  tractado 
hasta  aquí  j  c  cada  (lia  y  en  muchas  par- 
les  destas  India-  se  ha  guardado  essa  fc- 
rocíssima ,  cruel  é  desapiadada  costum- 
bre, segnnd  el  lelor  puede  colegir  destas 
historias.  Tú  vi  >se  por  al inminable  juramen- 
to é confederación  ó  seguridad  parala  se- 
creta conjuración  de  Calhilina,  mezclaren 
el  vino  que  dió  á  sus  consortes  á  beber 
BflOgre  humana  3;  y  entre  los  indios  de  la 
Nueva  Kspaña  ,  y  en  muchas  partes  de  la 
Tierra-Firme ,  DO  con  vino  ni  otra  cosa 
mezclada,  sino  por  un  suavissimo cordial 
e  goloso  hrevage.  -ola  ella,  la  beben  de 
sus  enemigos,  c  aun  de  los  amigos  é  na- 
turales, en  sus  sacrificios  execrables  t: 
malditos. 

No  curemos  de  hablar  ni  tener  en  lan- 
ío aquel  cerro  lamoso  Iroyano,  quan- 
do  Agamenón  e  los  griegos  do-lru\eron 

aquella  poderosa  oibdad.  porque  fué  un 
cerco  grande é  de  mucho  tiempo  e  años, 
é  no  todos  los  que  hablan  en  esa  historia 

son  de  un  acuerdo3.  Josefo  o  Josippo.  sa- 
cerdote de  los  de  lliei'usalem,  hijo  de  Ma- 
thatia;  escribió  en  griego  dos  libros  con-  . 
Ira  Appion  ,  gramático  alexandrino,  y  en 
el  prohemio  de  su  tractado  dii;e :  «  Sepan 
los  griegos  que  larde  y  escasamente  pu- 
dieron conoscer  la  natura  de  las  letras, 
ca  el  muy  antiguo  uso  dellas  se  cree 
a  ver  los  griegos  alcancado  de  los  leni- 
ces, é  han  por  gloria  que  las  aprendieron 
de  Cadmo;  mas  aun  ninguno  podría  mos- 
trar algo  de  aquel  tiempo  por  esoripto,  ni 
en  los  templos  ni  en  los  públicos  anathe- 

1  Cap.  93. 

2  Saluslio,  De  bello  Calhilinario. 

'i    De  bello  Graecorum  contra  Troyanos.  Darés 


KXIII.  CAP.  XXIX.  4 la- 

mas (qnando  ovieron  de  militar  contra  los 
ttpyanos,  y  en  los  negocios  de  la  guerra 
se  detuvieron  laníos  años).  Después  tovie- 
ron  grand  quislion  ó  contienda  si  se  apro- 
vecharían de  sus  letras,  ó  la  verdad  más 
pudo  alcancar  qucl  uso  de  las  letras  mo- 
dernas aun  estonces  no  le  fué  conoscido. 
É  aquesto  consta,  porque  entre  los  grie- 
go- ninguna  escriptura  poética  absoluta- 
mente se  Italia  más  vieja  (pie  la  de  Ho- 
mero, y  él  es  manifiesto  aver  seydo  des- 
pués de  las  guerras  de  Troya.  Ni  aqueste 
déXÓ  -u  poema  en  letras  ;  mas  fué  la  me- 
moria dello  guardada  en  cánticos,  é  des- 
púes  fue  compuesto.  Y  por  aqueste  lio 
viSto  mucha  disonancia  en  aquel  poema. » 
Todo  esto  es  del  auclor  alegado. 

Ni  se  debe  creer  que  Paupliis,  isla  de 
Egipto,  que  agora  se  llama  Danmiata  (y 
eslá  en  la  boca  del  Nilo)  oviesse  hallado  la 
invención  del  papel ,  pues  que  estonces 
(digoquando  10  ques  dicho  de  Troya)  no 
avia  letras4.  No  es  menester  tampoco 
Iraer  á  comparación  del  cerco  de  Temisti- 
lan  la  destruyeron  de  Carlago  é  venci- 
inienlode  Aníbal:  ni  aquellas  duras  é  ser- 
viles condiciones  en  (pie  puso  Scipion 
Africano  aquellas  genios,  con  mucho 
número  de  muertos  é  prissioneros,  pues 
que  Plutarco  é  Tito  Livio  lo  escriben". 
I  ornemos  a  nuo-lra  labor  é  historia  pros- 
SeQte,  que  no  es  inferior  de  ninguna  de 
las  que  he  tocado  de  susso,  ni  de -to- 
da- las  que  se  callan  ó  se  podrían  decir 
rpi  escripias  sean;  pues  (pie  aqui ,  de- 
uia-  de  la  verdadera  relación  égrandeca 
de  tal  empressa  ,  no  hay  menos,  sino  mu- 
cho más  de  que  se  maravillen  los  hom- 
bres. 

Otro  dia  siguiente,  después  de  la  vic- 
toria, de  que  se  tracto  en  el  capítulo  antes 
deste,  fué  dia  del  apóstol  Sanctiago,  y  el 
general  Hernando  Cortés  entró  en  la  cib- 

frigio,  é  Diclis  cretense. 
4    El  Aguila  Volante,  lib.  í,  cap.  33. 
8    Decada  III,  lib.  X,  cap.  3t  é  dendé  adelante. 


414 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


dad  por  la  órden  acostumbrada ,  é  siguió 
la  calle  grande,  que  yba  á  dar  al  merca- 
do: é  ganóse  una  calle  muy  ancha  de 
agua,  en  que  los  cercados" pensaban  que 
tenian  mucha  segundad,  aunque  fué  bien 
defendida  é  se  tardó- en  el  combate,  é- 
fué  peligrosa  de  ganar;  é  cómo  era  muy 
ancha,  en  todo  lo  restante  de  aquel  dia 
no  se  pudo  acabar  de  cegar,  para  que  los 
de  a  oaballo  pudjessen  passar  de  la  otra 
parte.  É  cómo  todos  los  nuestros  estaban 
a  [lié,  é  los  indios  vian  que  los  caballos 
no  avian  "passado,  vinieron  de  refresco 
mucha  cantidad  dellos  muy  lucidos;  é  có- 
mo se  les  hico  rostro  é  de  nuestra  parte 
avia  muchos  ballesteros,  dieron  la  vuelta 
á  sus  albarradas  é  fuercas;  pero  no  sin 
llevar  muchas  saetas  atravessadas  por  sus 
personas  mal  heridos.  Demás  de  lo  qual 
ya  todos  los  otros  españoles  de  pié  lleva- 
ban picas  luengas,  quel  general  avia  fe- 
cho hacer,  después  que  le  desbarataron, 
y  esto  fué  cosa  muy  provechosa  é  nueva 
a  los  indios  cercados.  Aquel  dia  por  los 
lados  de  la  una  é  de  la  otra  parte  de 
aquella  calle  principal  no  se  entendió  si- 
no en  quemar  é  allanar  casas ,  y  era  una 
erand  lástima  á  los  españoles  verlo,  de 
pura  é  humana  compasibilidad ,  é  mucho 
regocijo  é  placer  para  los  indios  confede- 
rados ;  é  cómo  convenia  que  assi  se  hi- 
Qiesse,  procedióse  en  tal  ruyna,  arrasando 
é  poniendo  por  el  suelo  muy  hermosos 
edeficios:  los  de  la  cibdad,  lastimados" Con 
tal  vista  é  tanto  estrago,  decían  á  los  in- 
dios confederados  estas  palabras ;  i  Daos 
prissa ,  é  no  hagays  sino  quemar  é  des- 
truyr  nuestras  casas :  que  nosotros  os  las 
liaremos  tornar  á  hacer  de  nuevo  todas 
essas  labores ,  é  vosotros  lo  avés  de  pa- 
gar; porque  si  somos  vencedores,  ya  sa- 
bes que  ha  de  ser  assi ,  é  si  vencen  los 
chripBtiaajM,  las  aves  de  hacer  para  ellos, » 
En  esto  postrero  acertaban  más  en  su  ade- 
vinar,  aunque  los  indios  las  oviessen  de 
hacer,  pue«  que  los  mesmos  cercados 


las  (ornaron  á  reedeficar,  ó  los  que  dellos 
no  murieron. 

.  Otro  dia  adelante  por  la  mañana  entra- 
ron los  nuestros,  como  lo  acostumbraban 
en  su  órden ,  é  llegados  á  la  calle  del  agua 
que  avian  comentado  á  cegar  el  dia  antes, 
halláronla  como  avia  quedado ;  é  passaron 
adelante  dos  tiros  de  ballesta ,  é  ganáron- 
se dos  acequias  grandes  de  agua  que  te- 
nian los  contrarios  rompidas  en  lo  sano  de 
la  calle  mesma:  é  llegaron  á  una  torre 
pequeña  de  aquellos  ydolos  dessa  gente,  é 
hallaron  allí,  como  trofeos,  colgadas  cier- 
tas cabecas  de  los  chripstianos  que  Ies 
avian  muerto,  lo  qual  no  fué  poco  dolor 
para  los  españoles  verlo.  Desde  aquella 
torre  yba  la  calle  derecha  (que  era  la  mes- 
ma, en  que  los  nuestros  estaban)  á  dar  á 
la  calcada  del  real  del  alguacil  mayor 
Gonzalo  de  Sandoval ,  é  á  la  mano  iz- 
quierda yba  otra  calle  á  dar  en  el  merca- 
do, en  la  qual  ya  no  avia  agua  alguna, 
excepto  una  que  se  les  defendia ;  é  aquel 
dia  no  passaron  de  allí,  aunque  pelearon 
mucho  con  los  enemigos ;  é  recogiéronse 
los  españoles  al  real  sin  peligro ,  é  no  con 
las  reqüestas  que  solian  ser  seguidos. 

Adelante  otro  dia ,  estando  aderescan- 
do  é  armándose  los  nuestros  para  entrar 
en  la  cibdad,  á  las  nueve  horas  del  dia, 
\  i  :  >n  desde  el  real  que  salia  mucho  hu- 
mo de  dos  torres  muy  altas  que  estaban 
en  el  catehulco,  alias  tiánguez,  ó  merca- 
do de  la  cibdad,  é  no  podian  pensar  qué 
cosa  fuessen ;  é  cómo  parescia  más  que 
sahumerios  que  acostumbran  hacer  los  in- 
dios á  sus  ydolos,  sospechóse  que  la  gen- 
te del  real  del  comendador  Alvarado 
avrian  allegado  allí ;  é  aunque  assi  era  la 
verdad,  no  lo  podia  creer  el  general  é  los 
que  en  su  real  estaban'.  E  cierto  aquel  dia 
el  comendador  «Alvarado  hico  su  officio  de 
prudente  capitán  é  de  muy  valiente  cava- 
llero,  é  á  lós  que  con  él  estaban  no  les 
quedó  cosa  por  hacer  que  á  denodados  mi- 
lites v  esforzados  soldados  se  pueda  loar: 


DL'  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XXIX. 


i  IS 


é  avia  muchas  puentes  por  cunar  o  alijar- 
nulas  liú<;ia  la  parte  del  general ;  pero  có- 
mo el  capitán  AJvaradó  vido  (pie  por  la 
partí'  dé  Bérnando  Cortés  yban  estrechan- 
do á  los  enemigos,  trabaxó  todo  lo  que 
le  fué  posible  por  entrarles  el  mercado, 
porque  allí  tcnian  puesto  todo  el  caudal 
de  su  esperanca  é  Cuerea  é  resistencia; 
pero  no  pudo  más  de  llegar  á  vista  del, 
6  ganarles  algunas  torres  é  otras  muchas 
que  están  junto  al  mésmo  mercado,  ques 
tanto  quassi  como  el  circuyto  de  las  mu- 
chas torres  de  la  ciudad :  é  los  de  caballo 
se  vieron  en  harto  trahaxo,  é  les  fué  Tor- 
eado retraerse;  é  al  retraer,  les  hirieron 
tres  caballos,  t  assi  se  volvieron  Pedro 
de  Al  varado  ó  su  gente  á  su  real.  Los  del 
campo  del  general  no  quisieron  aquel  día 
ganar  una  puente  é  calle  de  agua,  (pie 
quedaba  no  más  para  llegar  al  mercado, 
salvo  allanar  é  cegar  todos  los  malos  pas- 
sos;  ó  al  retraerse,  acometieron  reciamen- 
te los  enemigos,  pero  fué  con  daño  ú 
muerte  de  algunos  dellos  mesmos. 

Olio  (lia,  luego  cnanianesí  iendo, entró 
el  general  con  su  gente  é  orden,  como  lo 
acostumbraba ,  á  combatir  la  cibdad,  6 
cómo  no  avia  por  ganar  hasta  llegar  al 
mercado  sino  una  traviessa  do  agua  con 
su  albarrada,  (pie  estaba  jimio  á  la  torre- 
cilla ques  dicho,  comencáronla  á  comba- 
tir; é  un  alférez  ó  otros  dos  ó  tres  espa- 
ñoles echáronse  al  agua ,  é  los  de  la  cib- 
dad desampararon  luego  el  passo ,  6  co- 
mentóse a  cegar  é  aderescar  para  que  los 
de  caballo  pudiessen  passar.  Y  estándose 
aderesgando,  llegó  el  comendador  Pedro 
de  Alvarado  por  la  mesma  calle  con  qua- 
Iro  de  caballo,  é  fué  sin  comparación  el 
placer  que  ovieron  la  gente  de  su  real  y 
el  general  é  los  suyos  con  verse  allí,  por- 
que era  camino  breve  para  darse  conclu- 
sión en  la  guerra  en  que  oslaban:  é  Pe- 
dro de  Alvarado  dexaba  recalxlo  de  gen- 


te á  sus  espaldas  é  lados ,  assi  para  con- 
servar lo  que  avia  ganado ,  como  para  su 
defensa.  E  cómo  luego  se  aderescó  aquel 
I>;i—o,  el  general  con  algunos  de  caballo 
se  fué  á  ver  el  mercado,  é  mandó  á  su 
gente  (pie  no  passasse  adelante  de  aquel 
passo;  é  después  que  andovicron  pas- 
teándose por  la  plaga  lo  que  les  plugo, 
mirando  los  portales  della,  los  (piales  por 
las  azoteas  ó  terrados  estaban  llenos  do 
los  enemigos ,  que  cómo  era  muy  grande 
la  placa  é  vian  andar  por  ella  los  de  caba- 
llo ,  no  osaban  llegar.  Y  estonces  el  ge- 
neral subió  en  aquella  torre  grande  que 
t-lá  junto  al  mercado;  vv  en  ella  también 
y  eii  otras  hallaron  ofrescidas  é  puestas 
delanle  de  los  ydolos  las  cabecas  de  los 
chrípstianos  (pie  Ies  avian  muerto,  é  de 
los  indios  de  Tascalteca  ,  sus  amigos,  en- 
tre liis  qualcs  siempre  de  mucho  tiempo 
acá  ha  ávido  antigua  é  cruel  enemistad. 

É  desde  aquella  torre  vido  el  general  lo 

que  oslaba  ganado  de  la  cibdad,  que  era 
de  ocho  partes  las  siete  ,  é  consideró  que 
tanta  gente  de  los  enemigos  no  era  posi- 
ble sufrirse  en  tunta  angostura,  mayor- 
mente que  las  casas  que  les  quedaban 
i  ran  pequeñas,  é  cada  una  sobre  sí  en  el 
agua;  Demás  desto  la  hambre  era  gran- 
dissima,  é  pof  las  calles  hallaban  roydas 
las  ráyeos  é  cortecas  de  los  árboles ;  é  de 
compasión  dellos  dexó  de  los  combatir 
por  algún  dia,  con  pensamiento  de  mover- 
les algún  parlido  para  que  no  muriesse 
tanta  moltilud  de  gente,  de  quien  avia 
mucha  lástima;  é  aun  porque  le  quadra- 
ba  á  su  condición  aquel  dicho,  que  atribu- 
ye Salustio  á  Calhelina,  en  una  oración 
que  dice  « que  vengarse  de  los  viles 
hombres,  no  puede  ser  loor  alguno  á'  las 
personas  ilustres »  E  aunque  alli  en  Tc- 
mislitan  estaban  con  el  señor  de  la  cib- 
dad particulares  é  principales  señores  é 
animosos  varones,  eran  ya  muy  pocos  al 


1    Salusho,  De  bello  Cathilinarw. 


*  lo 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


respecto  de  otro  número  de  gente  quassi 
sin  cuenta  que  quisiera  el  general  que  es- 
caparan del  cuchillo  é  de  la  rabiosa  gar- 
ganta de  los  amigos  confederados,  que  sa- 
bia que  avian  de  comer  quantos  pudiessen 
aver  de  los  cercados,  que  á  sus  manos  vi- 
niessen.  muertos  ó  vivos,  sin  perdonar  á 
hombro  ni  á  muger  ni  edad  alguna.  É  por 
excusar  esto,  siempre  el  general  hacia  sus 
diligencias,  acometiendo  con  la  paz  á  los 
contrarios:  los  quales  respondían  que  en 
ninguna  manera  se  avian  de  dar,  é  que 
uno  solo  que  dellos  quedasse,  avia  de  mo- 
rir peleando:  é  que  de  todo  lo  que  tenian, 
no  avian  de  aver.dello  los  nuestros  cosa 
alguna,  é  que  lo  avian  de  quemar  y  echar 
en  el  agua ,  donde  nunca  paresciesse.  Y 
el  general,  por  no  dar  mal  por  mal,  di- 
simulaba todas  aquellas  palabras  é  dilata- 
ba el  combate:  é  cómo  ya  avia  poca  pól- 
vora, avíase  puesto  en  plática  algunos 
dias  antes  que  se  higicsse  un  trabuco,  é 
aunque  no  eran  suficientes  maestros  para 
tal  obra,  gicrlos  carpinteros  se  ofresgie- 
ron  de  hacer  uno  pequeño:  é  bien  pensa- 
ba el  general  é  otros  que  no  avian  de  sa- 
lir con  la  obra ;  pero  consintió  que  se  hi- 
gicsse. Y  en  aquellos  dias  que  estaban  tan 
arrinconados  é  apretados  los  enemigos, 
acabóse  de  hager  aquel  artificio,  tal  qual 
era ,  é  llevóse  á  la  placa  del  mercado  pa- 
ra lo  asentar  en  un  cdcficio.que  como  tea- 
tro estaba  de  cal  é  canto  edeficado  en  me- 
dio della,  quadrado,  de  dos  estados  y 
medio  de  altura ,  c  de  esquina  á  esquina 
avia  treynta  passos:  el  qual  tenian  los  in- 
dios para  quando  algunas  fiestas  hacian  ó 
juegos,  en  que'  los  repressenladores  de- 
llos se  ponían ,  porque  toda  la  gente  del 
mercado  é  los  que  estaban  en  baxo  y  en- 
cima de  los  portales  pudiessen  ver  lo  que 
hacian.  Traydo  allí,  tardaron  en  lo  asentar 
Ires  ó  quatro  dias ;  é  los  indios  amigos 
amenazaban  con  aquel  instrumento  ó  arti- 
ficio á  los  de  la  cibdad,  del  elelto  del  qual 
tan  ignorantes  eran  los  unos  como  los 


otros;  mas  decían  a  los  de  la  cibdad  que 
con  aquel  avian  de  matarlos  a  todos,  sin 
que  alguno  quedasse  vivo.  É  aunque  otro 
fructo  no  hiciera ,  como  no  lo  higo ,  sino 
el  temor  que  con  esto  se  ponia  á  los  cer- 
cados, pensaba  el  general  que  era  harto 
é  que  se  dieran;  pero  lo  uno  é  lo  otro 
cessó,  porque  ni  los  carpinteros  salieron 
con  su  intención,  ni  los  de  la  cibdad,  aun- 
que tenian  temor,  movieron  algún  partido 
ni  ageptaron  los  que  se  les  movieron,  si- 
no siempre  se  estovieron  constantes  para 
no  se  dexar,  captivos  ni  libres,  sojuzgar  ni 
rehusar  la  muerte.  É  assi  se  disimuló  la 
falta  de  trabuco  ó  quarjago,  dándoles  á 
entender  que  de  compasión  no  querían  los 
nuestros  españoles  acabarlos  de  matar. 

Otro  dia  después  que  fué  assentado  el 
trabuco  ó  disparate,-  tornó  el  general  á  en- 
trar en  la  cibdad ,  é  cómo  avia  tres  ó  qua- 
tro dias  que  no  la  combatía,  hallaron  las 
calles  por  dónde  nuestra  gente  yba  llenas 
de  mugeres  é  niños  é  otra  chusma  plebea 
é  miserable,  que  se  morían  de  hambre, 
é  salían  traspassados  é  flacos,  que  era  mu- 
cha lástima  verlos.  Y  el  general  mandó  á 
los  amigos  confederados  que  no  les  higies- 
senmal;  pero  la  gente  de  guerra  no  salia 
hombre  dellos  á  donde  pudiesse  rescebir 
daño,  aunque  los  vian  estar  encima  de 
las  agoteas,  cubiertos  con  unas  manías 
que  usan  de  algodón,  é  sin  armas.  Hi- 
go el  general  este  dia  requerir  á  los  con- 
trarios con  la  paz,  ó  las  respuestas  que 
daban  era  dilatar  é  cautelas  sin  con- 

• 

clusion;  é  cómo  lo  más  del  dia  se  gastó 
en  esto,  envió  á  degirles  que  los  queria 
combatir ,  é  que  higiessen  retraer  toda  su 
gente,  si  noque  daría  ligengia  á  los  ami- 
gos para  que  los  matassen.  Ellos  dixeron 
que  querían  paz,  é  fuéles  replicado  quel 
general  no  vía  allí  al  señor  de  la  cibdad, 
con  quien  se  avia  de  tractar,  ó  que  vinies- 
se ,  quel  lo  aseguraba ,  ó  hablarían  en  la 
paz:  ó  cómo  todo  lo  que  los  contrarios  de- 
gian  eran  figiones  é  burla ,  é  todos  esta- 


Di:  INDIAS.  1.11$.  XXX III.  CAP.  XXIX. 


ban  apcrcebidos ,  después  de  los  aver 
muchas  veces  amonestado,  por  los  poner 
en  mayor  nescessidad ,  raundó  el  general 
al  comendador  Alvarado  que  con  (oda  su 
gente  entrasse  por  la  parle  de  un  grand 
barrio  de  más  de  mili  casas  que  los  ene- 
migos tenían ,  y  él  por  otra  parte  A  pié 
entró  con  la  gente  de  su  real,  porque  a- 
cabaDo  no  podian  por  allí  aprovechar;  6 
fué  tan  recio  el  comhate,  que  se  ganó 
todo  aquel  barrio  con  tanta  sangre  6  mor- 
tandad de  los  rni'llligOS,  que  pu-sin>ll  de 
doce  mili  personas  los  que  allí  perdieron 
las  vidas:  é  usaban  de  lanía  crueldad  los 
confederados  que  no  perdonaban  criatu- 
ra ,  aunque  más  reprendidos  eran  de  los 
chripstianos ,  ó  decían  quellos  hacían  lo 
que  los  vencidos  hicieran,  si  vencieran. 

Otro  día  siguiente,  tornando  el  general 
á  la  cibdad ,  mandó  que  no  peleassen  ni 
faene  fecho  mal  á  los  enemigos,  los  qua- 
les,  como  vían  lanía  mollitud  de  gente 
sobre  sí ,  é  conosgian  que  los  yban  á  ma- 
tar sus  vassallos  é  los  quvllos  solían  man- 
dar, 6  vían  su  extremada  nescessidad  é 

(pie  no  tenían  donde  estar,  sino  sobre  los 
cuerpos  muertos  de  los  suyos,  con  des- 
seo  de  verse  ya  fuera  de  lanía  desventu- 
ra 6  calamidad.  de$ián  que  por  qué  no 
los  acababan  de  malar:  é  á  mucha  pries- 
sa  dixeron  que  ilainassen  al  general,  que 
le  querían  hablar.  E  como  los  españoles 
desseaban  que  esla  guerra  se  concluyes- 
Be  é  avian  lástima  de  los  engorrados  é 
les  pessaba  de  tanto  mal  como  rosecbian, 
pensaron  que  querian  paz,  é  hirieron  que 
Hernando  Corles  se  llegasse  á  una  albar- 
rada,  donde  ciertos  principales  estaban, 
que  le  querian  hablar:  é  aunque  él  conos- 
cía  que  aquel  razonamiento  a\  ia  de  ser  tan 
sin  provecho  como  los  passados,  fué  allá, 
puesto  que  sabia  quel  no  darse  aquella 
gente  consistía  solamente  en  el  señor  de- 
l|a  y  en  otros  tres  ó  quatro  principales  de 
la  cibdad ," porque  los  demás  muertos  ó  vi- 
vos desseaban  ya  verse  fuera  de  allí. 
TOMO  111. 


Llegado. el  general  á  la  alboreada  .  dixé- 
ronle  que  pues  ellos  le  tenían  por  hijo  del 
sol,  é  que  su  padre,  en  tanta  brevedad 
como  es  un  dia  é  una  noche,  daba  una 
vuelta  á  todo  el  inundo,  que  por  qué  él 
assi  brevemente  no  los  acababa  dé  matar 
é  los  quitaba  de  penar  tanto,  pues  que 
ya  ellos  tenían  desseo  de  morir  é  yrse  al 
cielo  para  su  Ochildbus,  que  los  estaba  allá 
esperando  para  descansar.  (Este  ydolo  as- 
si  llamado  Ocbilobó,  es  el  que  en  más 
veneración  aquella  gente  tiene.)  El  gene- 
ral les  respondió  por  la  lengua  ó  intér- 
petre  muchas  cosas,  para  sosegarlos  é 
atraerlos  á  que  se  diessen;  é  ninguna  co- 
sa aprovechó,  aunque  en  los  chripstianos 
■v  ían  muestra8  é  señales  de  paz  é  buena 
amistad:  ni  jamás  vencidos,  llegados  á 
lanía  nescessidad,  mostraron  á  los  vence- 
dores lanía  constancia  de  ánimos  endures- 
cidos  é  obstinados  ó  remisos  para  morir 
de  grado,  pues  que  llegados  á  tal  esta- 
do, no  se  ronoscian  flaquera  ni  poquedad 
en  ellos.  \  el  general,  viendo  aquesto, 
hablo  con  un  principal  dellos  (pie  oslaba 
pies, o  dos  o  tres  dias  Inicia,  el  ipial  avia 
prendido  un  indio  de  (Ion  Hernando,  se- 
ñor de  Thesayco,  peleando  en  la  cibdad; 

S  aunque  estaba  muy  herido,  díxolc  sise 
(pieria  volver  á  la  cibdad,  é  respondióle 
que  si:  é  como  otro  día  volvió  el  general 
á  la  cibdad  .  envióle  con  ciertos  españoles 
que  le  entregaron  á  los  enemigos  cerca- 
dos. E  á  este  avíale  Hernando  Corles  ha.- 
blado  largamente,  para  (pie  con  el  señor  é 
los  otros  principales  tralasse  la  paz ,  y  él 
prometió  de  hacer  en  ello  lodo  lo  que  po- 
sible le  fuesse;  é  los  de  la  cibdad  lo  res- 
cihieron  con  mucho  acabamiento,  como  á 
persona  principal  que  enlrellos  era  ,  é  llé- 
váronle  delante  de  Guatimucín,  su  señor, 
y  él  le  comencó  á  hablar  sobre  la  paz ;  é 
á  pocas  palabras  que  ovo  dicho  en  el  ca- 
so, le  mandó  callar,  é  luego  le  higo  matar 
é  sacrificar,  como  á  enemigo,  aunque  era 

hombre  valeroso  é  de  estimación  ,  é  de 

53 


4  1 S 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mucha  cuenta  é  valor.  De  maneta  que  la 
respuesta  quel  general  esperaba  fué  de 
otra  forma  que  la  expiriencia  é  crueldad 
obró  en  aquel  señor,  porque  en  el  instante 
que  se  hico  aquella  cruda  injusticia  ques 
dicho,  vinieron  los  contrarios  con  gran- 
des alharidos,  diciendo  que  no  querían 
sino  morir  c  acabar  libres,  tirando  mu- 
chas varas  é  flechas  é  piedras ,  é  como 
leones  muy  dañados  é  fieros,  peleando :  6 
mataron  un  caballo  con  un  dale,  que  uno 
traia  fecho  de  una  espada  de  las  nuestras; 
pero  al  fin  les  costó  caro ,  porque  murie- 
ron muchos  dellos ;  ó  assi  nuestra  gente 
se  tornó  aquel  dia  á  su  real. 

El  dia  que  a  esto  procedió,  tornó  el  ge- 
neral á  entrar  en  la  cibdad ,  é  ya  estaban 
los  enemigos  tales  é  tan  castigados ,  ó  me- 
jor diciendo  tan  cansados,  que  de  noche 
osaban  quedar  muchos  de  los  confedera- 
dos amigos  de  los  nuestros.  E  llegados  á 
vista  de- los  contrarios,  no  quiso  el  gene- 
ral que  peleasserr,  é  andúvose  passeando 
por  la  cibdad ,  porque  tenia  una  poca  de 
esperanza  que  cada  hora  se  avian  de  sa- 
lir á  poner  en  sus  manos;  é  por  los  con- 
vidar á  ello ,  llegóse  cabalgando  á  par  de 
una  albarrada  que  tenían  bien  fuerte  los 
contrarios,  é  llamó  a  ciertos  principales 


que  estaban  allí  en  guarda ,  los  quales  él 
conoseia ,  é  díxoles  que  pues  se  vían  tan 
perdidos,  é  conoscian  que  si  él  quisiesse, 
dentro  de  una  hora  no  quedaría  persona 
dellos,  que  por  qué  no  le  venia  á  hablar 
Gualimucin,  su  señor;  quél  le  prometía 
de  no  hacerle  ningún  mal  é  que  que- 
riendo él  y  ellos  venir  de  paz,  serian  muy 
bien  rescebidos  é  tractados:  é  passó  con 
ellos  otras  ragones,  con  que  los  provocó  á 
muchas  lágrimas;  é  llorando,  le  respon^ 
dieron  que  bien  conoscian  su  yerro  é  per- 
dición, é  quellos  querían  yr  á  hablar  á 
su  señor  é  que  no  se  fuessen  de  allí ,  por- 
que volverían  á  darle  la  respuesta.  É  assi 
se  fueron  é  tornaron  desde  á  poco,  é  d¡- 
xeron  que,  porque  ya  era  tarde,  su  señor 
no  avia  venido ;  mas  que  otro  día  á  medio 
día  vernia  en  todo  caso  á  le  hablar  en  la 
placa  del  mercado.  É  con  esto  el  general 
se  tornó  á  su  real ,  é  mandó  que  para  otro 
dia  toviessen  aderescado  allí  en  aquel  ede- 
ficio  quadrado,  que  está  alto  y  en  me- 
dio de  la  placa  ,-para  el  señor  é  principa- 
les de  la  cibdad ,  un  estrado  como  entre 
aquella  gente  se  acostumbra ,  é  que  tam- 
bién les  toviessen  aderescado  de  comer: 
é  assi  se  puso  por  obra  é  muy  complida- 
mente,  segund  la  oportunidad  del  tiempo. 


CAPITULO  XXX. 

En  que  se  traerá  cómo  el  general  Hernando  Corles  combatió  la  grand  cibdad  en  la  parte  que  estaban  retray- 
doi,  ó  murieron  en  un  dia  más  de  qnarenta  mili  personas  de  los  enemigos;  é  cómo  otro  dia  siguiente 
mataron  otros  muchos,  é  fué  lomada  é  ganada  la  cibdad  de  lodo  punto ,  é  quedó  Temistitan  por  de  Sus 
Magestades ,  é  fué  presso  el  señor  della ,  llamado  Gualimucin,  con  otros  capitanes  é  principales. 


listando  las  cosas  en  el  estado  que  se 
díxo  en  el  capítulo  de  susso,  otro  dia  si- 
guiente por  la  mañana,  el  general  é  sus 
cortesanos  (á  Jos  qualcs,  como  en  otro 
lugar  lo  tengo  dicho,  se  les  dá  este  nom- 
bre  derivado  del  que  su  capitán  tiene  de 
Cortés,  por  mucha  gloria  dél  é  dellos  d 
desta  empressa),  juntados  los  más  princi- 
pales del  exéreilo,  ovo  su  acuerdo;  é  man- 


dó el  general  que  la  gente  toda  estovíes- 
se  apercebida  ,  porque  si  los  de  la  cibdad 
acometiessen  alguna  Iraycion,  como  gen- 
te desesperada  é  que  estaba  cerca  del  ex- 
tremado fin  de  su  vencimiento,  hallassen 
la  resistencia  é  castigo  que  conviniesse.  É 
no  descuydó  que  Ies  diesse  lugar  para  su 
defensa  ni  para  ofender  á  los  nuestros;  y 
en  especial  con  el  comendador  Pedro  de 


DE  INDIAS.  I.IH.  XXXIII.  CAI'.  XXX. 


k  l'.i 


Al  varado,  que  ulli  estaba  comunicado  é 
avisado  de  lo  mesmo ,  fueron  al  mercado, 
é  luego  el  general  envió  a  decir  á  Gtiati- 
inuciii  cómo  le  estaba  esperando ,  y  61 
no  acordó  de  venir;  mas  envió  cinco  va- 
rones de  aquellos  más^irinoipules  señores 
de  la  cibdad,  y  e~(o~  dixeron  que  su  so- 
ñor  los  enviaba  á  rogarle  con  ellos  que  le 
pcrjlonasse  porque  no  venia  ,  porque  te- 
nia mucho  miedo  de  parescer  ante  el,  c 
que  demás  desso  estaba  mal  dispuesto, 
é  (piellos  estaban  allí,  é  que  viesse  lo  que 
mandaba,  quellos  lo  harían.  K  aunque  el 
señor  de  la  cibdad  no  vino,  holgó  mucho 
.    el  general  é  los  españoles  que  aquellos 

principales  oviessen  venido,  ponpie  pa- 
rescia  que  era  encaminarse  los  negocios 
á  buena  conclusión  é  paz:  é  fueron  muy 
bien  rescebidos,  é  mandoseles  luego  dar 
de  comer  é  de  beber,  en  lo  qual  mostra- 
ron bien  el  desseo  6  nescessidad  que  de- 
do tenían. 

Después  (pie  ovieron  comido,  díxoles 
el  general  que  hablasscn  á  su  señor,  é 
que  no  toviésse  temor  alguno;  6  que  le 
prometía  é  daba  su  lee  e  palabra  (pie, 
aunque  viniesse,  no  le  seria  hecho  enojo 
ni  ujtrage  en  cosa  del  inundo ,  ni  seria 
detenido:  é  que  sin  su  prossencia,  « ■  ti  nin- 
guna cosa  se  podia  dar  buen  assienlo  ni 
concierto  para  la  paz  é  para  quél  quedas- 
se  bien  tractado;  é  (pie  siipiesse  ipie  en- 
tre los  chripstianos  eran  mucho  estimados 
é  presciados  los  cavalleros  e  principales 
e  capitanes,  que  se  sabían  defender  e  ha- 

i  luí  bu  deber  con  las  armas  en  defensa 

de  sus  personas  e  tierra  ;  <•  quel  avia  fe- 
cho todo  lo  posible,  como  buen  capitán, 
é  no  por  su  culpa,  sino  por  su  fortuna 
avian  llegado  las  cosas  de  aquella  guer- 
ra al  punto  en.  que  estaban  tan  á  su  desa- 
ventaja. E  que  ya  de  allí  adelante  era  ten- 
tar á  Dios  é  querer  morir  como  desespe- 
rado ,  c  que  debia  de  aver  piedad  de  su 
gente  é  no  dcxarla  destruyr  totalmente, 
c  que  esto  seria  de  más  loor,  pues  vía 


(pie  las  cosas  estaban  tan  al  cabo,  é  no 
tenían  remedio  mayor  ni  tan  seguro  como 
obedesceré  venir  á  la  obldiencía  del  Em- 
perador Hey ,  nuestro  señor,  é  remitir  su 
persona  con  todo  lo  demás  en  sus  reales 
manos  é  clemencia  ¡  é  que  fuesse  cierto 
que  por  esta  via  él  acertaría ,  y  esto  era 
lo  (jue  le  convenia  para  que  con  él  se  to- 
\iesse  toda  teinplanca  ,  é  que  fuesse  bien 

rescebido  é  tractado ;  é  que.  v  enido  á  le 
hablar,  sedaría  tal assiento  quél quedasse 
contento  é  sus  vassallos  remediados.  Ji 
dicho  esto  mandóles  dar  algunas  cosas  de 
refresco  que  llevassen  para  comer,  ¿pro- 
metieron de  hacer  en  el  caso  todo  quanlo 
pudiessen,  é  con  esto  se  partieron.  É  des- 
de á  dos  horas  tornaron  con  líi  respuesta, 
e  I i'u  \eroii  al  general  unas  muy  gentiles 
mantas  de  algodón  de  las  quellos  usan;  y 
en  pocas  palabras  se  resolvieron,  conclu- 
yendo que  su  señor  Guatimucjn  en  ningu- 
na manera  vernia  ni  (pieria  venir,  é  que 
era  excusado  hablar  en  ello :  á  lo  qual  el 
general  les  tornó  á  repetir  quél  no  sabia 
por  qué  causa  se  recelaba  de  parescer  an- 
te él,  pues  via  que  á  aquéllos  quél  Babia 
que  avian  seydo  los  causadores  principa- 
les de  la  guerra ,  é  los  que  la  avian  sus- 
tentado, les  hacían  buen  traclanñento  é 
los  dexaban  yr  é  venir  seguramente,  sin 
que  les  fuesse  hecho  enojo  ni  descortesía 
alguna  :  que  les  rogaba  que  le  tornassen 
á  hablar,  é  mirassen  mucho  en  estonio 
su  venida ,  pues  que  á  él  le  convenía ,  e 
que  por  su  provecho  del  mesmo  Guatimu- 
cin  el  general  lo  hacia,  porque  oviessu 
lugar  cómo  él  fuesse  acogido  é  mirado  co- 
mo era  racon  que  tal  señor  lo  fuesse.  Y 
ellos  respondieron  que  assi  lo  harían,  é 
otro  día  volverían  con  la  respuesta ;  é  con 
tanto  se  fueron,  é  también  los  nuestros 
se  recogieron  á  su  real. 

Otro  día,  bien  de  mañana,  aquellos 
principales  fueron  al  real  é  dixeron  al 
general  que  se  fuesse  á  la  placa  del  mer- 
cado de  la  cibdad ,  porque  su  señor  le 


HISTORIA  GENERAL  V  NATURAL 


quería  yr  á  hablar  allí:  é  creyendo  que 
lucra  assi,  cabalgó  con  sus  capitanes  é 
hombres  principales,  é  llevóla  gente  que 
le  paresció.  É  llegados  a  la  placa,  estovie- 
ron  más  de  tres  horas  esperando;  pero 
nunca  quiso  venir  ni  paresció  el  Guatimu- 
cin:  é  cómo  el  general  vido  la  burla  que 
del  se  hacia ,  é  que  ya  era  tarde  e  no  ve- 
nían los  mensajeros  ni  el  señor ,  envió  á 
llamar  á  los  indios  confederados  amigos, 
que  avian  quedado  a  la  entrada  de  la  cib- 
dad  quassi  una  legua  de  donde  el  gene- 
ral estaba  en  la  placa,  porque  les  avia 
mandado  que  no  passassen  de  allí,  por- 
que los  de  la  cibdad  le  avian  pedido  que 
para  hablar  en  la  paz  no  estoviesse  nin- 
guno dellos  dentro ;  y  essos  no  se  tarda- 
ron más  de  lo  que  suelen  tardar  los  bue- 
nos lebreles,  después  que  los  sueltan  con- 
tra un  buen  javalí  ú  otra  salvagina  bestia. 
Ni  tampoco  los  del  real  del  comendador 
Alvarado  mostraron  pereca  alguna ;  é  co- 
mo llegaron,  dióse  el  combale  á  unas  al- 
barradas  é  calles  de  agua  que  tenían,  que 
ya  no  Ies  quedaba  mayor  fuerca  á  los 
contrarios,  é  ganáronselas  asi  los  chrips- 
tianos  como  sus  amigos. 

Avia  proveydo  el  general  al  tiempo  que 
de  su  n  al  salió  quel  alguacil  mayor  Gon- 
calo  de  Sandóvál  entrasse  con  los  ber- 
gantines por  la  otra  parte  de  las  casas  en 
que  los  indios  estaban  fuertes,  por  mane- 
ra aue  los  toviessen  cercados,  é  que  no 
los  combatiesse  hasta  que  viesse  que  la 
otra  gente  combatía;  de  forma  que  por 
estar  assi  apretados  ningún  passo  tenían, 
por  donde  andar  sino  por  encima  de  los 
muertos  é  por  las  acuteas  que  les  queda- 
ban. E  á  esta  causa  ni  tenían  ni  hallaban 
Hechas  ni  varas  ai  piedras,  conquéofen- 
diessen  á  los  nuestros  ni  se  doiendiessen  á 
sí ;  6  andaban  los  amigos  mezclados  con 
los  españoles  á  espada  é  rodela;  y  era 
tanta  la  mortandad  que  en  los  contrarios 
se  hico  en  la  cibdad  y  en  el  agua  é  tier- 
ra,  que  aquel  dia  fueron  muertos  c  pres- 


aos más  de  quarenta  mili  personas.  Era 
tanta  la  grita  ó  lloro  de  los  niños  é  mu- 
geres,  que  no  avia  persona  de  los  chrips- 
tianos  que  lo  pudiessé  ver,  sin  mucho  do- 
lor ó  compassion ;  é  ya  los  españoles  te- 
nían más  que  ha^er  en  estorbar  á  los 
amigos  que  no  matassen  ni  híciessen  tan- 
ta crueldad ,  que  no  en  pelear  con  los  ene- 
migos: la  qual  crueldad  nunca  en  gene- 
rascion  se  pudo  estimar  tan  recia  ni  tan 
fuera  de  toda  orden  de  naturaleza,  como 
en  los  naturales  de  aquellas  partes.  Los 
amigos  confederados  ovieron  este  dia 
muy  grand  despojo,  el  qual  en  ninguna 
manera  se  les  podia  resistir  por  los  espa- 
ñoles, ni  convenia  tentarlo;  porque  los 
chripstianos  eran  hasta  novecientos  hom- 
bres é  los  confederados,  que  allí  se  halla- 
ron, passaban  de  ciento  é  cinqiienta  mili, 
é  ningún  recabdo  ni  diligencia  bastaba 
para  les  estorbar  que  no  robassen,  aun- 
que en  esto  se  hacia  lo  posible. 

Una  de  las  cosas,  porque  los  dias  antes 
el  general  reusaba  ó  dilataba,  temporizan- 
do é  rogando  con  la  paz  á  los  cercados, 'era 
por  no  venir  en  tanta  rotura  con  ellos,  por- 
que tomándolos  por  fuerca ,  temia  que  de- 
más del  daño  de  morir  tanta  gente,  é  acres- 
centar  con  ella  la  comunidad  del  infierno, 
avian  los  cercados  de  echar  lo  que  tovies- 
sen al  agua ;  é  ya  que  no  lo  hígiessen  as- 
si  ,  los  amigos  avian  de  robar  lodo  quanto 
hallassén,  de  manera  que  para  el  Empe- 
rador avria  poca  pai  te  de  la  mucha  rique- 
za'qué  en  aquella  cibdad  avia,  segund  lo 
que  antes  allí  tovo  el  general  para  Su  Ma- 
gostad. E  porque  ya  era  tarde  y  el  mal 
olor  de  los  otros  muertos,  (pie  de  los  dias 
passados  avia  por  aquellas  calles,  era  cosa 
incomportable,  se  fueron  los  nuestros  u  sus 
reales,  é  quedó  concertado  que  luego  otro 
dia  siguiente  estoviessen  aparejados  tres 
tiros  gruessos  de  artillería  6  se  llevassen 
á  la  cibdad,  porque  el  general  pensaba, 
como  los  indios  relraydos  estaban  tan 
juntos,  ó  que  no  tenían  por  donde  se  ro- 


DE  INDIAS.  I  II!.  XXXIII.  CAI».  XXX. 


dear ,  queriéndolos  entrar  por  tuerca  sin 
pelear,  podrían  entre  sí  ahogar  los  espa- 
ñoles, é  (fue  era  menos  inconviuiente  ha- 
cerles algún  daño  con  los  tiros  desde  fue- 
ra, porque  se  saliessen  de  allí  ése  vinies- 
6e  para  los  nuestros.  Ved  qué  piadoso  re- 
medio, y  en  que  disposición  estaba  la 
porlia  é  contumacia  de  los  cercados,  que 
ipiassí  por  médicos  se  pouian  aquellas  pie- 
cas  de  artillería,  para  Bañar  loa  que  pudie- 
ran escapar,  que  serian  assaz ,  aunque 
cada  tiro  llevaba  dé  cada  golpe  muchos, 
por  el  estrecho  lugar  en  que  estallan  re- 
ducidos lo*  enemigo*,  >eveiido  quassi  inu- 
HieraMe-  é  pue-to-  ;i  terrero. 

Avia  el  general  ordenado  al  alguacil 
mayor  que  estoviesse  apercebido  para  en- 
trar conlos  herganlines  por  un  lago  gran- 
de, que  se  hace  cnUc  unas  casas  adonde 
estallan  recogidas  todas  las  canoas  de  la 
CÍbdad,  é  ya  108  cercados  lenian  pocas 
casas  donde  poder  estar,  y  el  señor  do 
la  cihdad  andaba  metido  en  una  can  >  i 
con  ciertos  principales,  que  no  sabia  qué 
hacer  de  sí:  é  cómo  amanesció  aquel  día, 
é  la  gente  é  capitanes  eslaiitm  avisados 
del  con(iérto  ya- dicho,  lleváronse  los  ti- 
ros gruessos.  V  el  capitán  Alvarado  tenia 

ordenado  por  el  general  que  le  esperasse 
en  la  placa  del  mercado,  é  que  no  pelcas- 
sc  hasta  quél  llegasSO.  V  estando  ya  jun- 
tos, é  los  bergantines  aperecbidos  detrás 
de  las  casas  del  agua,  donde  estaban  los 
enemigos,  mandó  el  general  que,  en  oyen- 
do soltar  una  espingarda,  entrassen  por 
una  poca  parle  que  estaba  por  ganar,  y 
echassen  los  enemigos  al  agua  hácia  don- 
de los  bergantines  avian  de  estar  á  pun- 
to ,  é  que  todos  toviessen  mucho  aviso  en 
mirar  por  (Jiiatimucin ,  é  trabaxassen  de 
lo  tomar  vivo,  porque  ávida  su  persona, 
en  aquella  hora  se  esperaba  que  cessaria 
la,  guerra.  Y  el  general  se  subió  encima 
dé  una  acutea;  pero  antes  del  combate 
habló  con  algunos  de  aquellos  principales 
de  la  cibdad .  quél  conoscia ,  ó  les  dixo 


que  por  qué  causa  su  señor  no  quería  ve- 
nirse á  él,  pues  via  el  extremo  en  (pie  es- 
taba .  é  que  hacia  grand  error  en  ser  oca- 
sión ó  culpado  en  que  todos  peresciessen; 
é  que  le  llamasscn  é  viniesse  seguro,  que 
ningún  desplacer  le  seria  lecho.  K  pares- 
ció  que  dos  de  aquellos  principales  lo 
yban  á  llamar,  é  desde  á  poco  vino  con 
ellos  uno  de  los  más  principales  de  lodos 
ellos  que  se  llamaba  (aguacoacín  ,  y  era 
el  capitán  é  gobernador  de  lodos  ellos,  é 
por  su  consejo  se  guian  en  todas  las  co-  \ 
sas  de  la  guerra :  y  el  general  le  mostró 
buena  voluntad,  porque  se  asegurasse  é 
no  toviesse  temor;  mas  como  era  muy 
varón,  é  conoscia  la  voluntad  é  obstina- 
ción de  su  señor,  dixo  que  en  ninguna 
manera  Guatimucin,  su  señor,  vernia  .-in- 
te el  general  e  que  antes  quería  por  allá 
morir,  é  que  á  él  le  pessaba  mucho  des- 
to:  que  biciesse  Hernando  Corles  lo  que 
quisiesse.  Ved  si  eran  estas  palabras  en 
tal  tiempo  de  hombre  llaoo  ó  inconstante. 
Estonces  el  general,  cómo  oyó  esta  de- 
terminación, dixole  que  se  volviesse  a  los 
suyos,  é  quél  y  ellos  se  aparejassen,  por- 
que los  rpieria  combatir  é  acabar  de  ma- 
tar; é  assi  se  fué,  sin  mostrar  alteración 
ni  temor  alguno. 

Como  en  oíos  parlamentos  é  tractos  se 
passaron  más  de  cinco  horas ,  é  los  de  Ja 
cibdad  otaban  lodos  encima  de  los  muer- 
tos é  oíros  en  el  agua,  otros  andaban 
nadando  .  é  otros  ahogándose  en  aquel  la- 
go donde  estaban  las  canoas,  que  era 
grande,  era  mucha  la  congoja  del  capí- 
tan  general  ,  é  intolerable  la  pena  que  los 
adverssarios  padescían;  é  no  hacían  sino 
salir  [numerables  hombres  é  mugeres  ó 
niños  hácia  los  nuestros,  é  por  se  dar 
priessa  á  salir,  unos  á  otros  se  echaban 
en  el  agua ,  é  sq  ahogaban  entre  aquella 
moltitud  de  muertos:  que  segund  después 
se  supo,  del  agua  salada  que  bebían  é  de 
la  hambre  é  mal  olor,  dió  tanta  mortan- 
dad en  los  cercados,  (pie  murieron  des- 


422 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ta  pestilencial  ocasión  más  de  cinqlienta 
mili  personas.  Los  cuerpos  de  los  quales, 
porque  los  chripstianos  no  conosciessen 
su  nescessidad,  ni  los  echaban  al  agua 
porque  los  bergantines  no  lopassen  con 
ellos ,  ni  los  echaban  fuera  dé  su  conver- 
sación, porque  los  españoles  por  la  cibdad 
no  los  viessen ,  ni  los  confederados  se  los 
comiessen.  É  assi  por  aquellas  calles  en 
que  estaban,  avia  tantos  montones  de 
cuerpos  defunlos,  que  no  se  podian  poner 
los  piés  sino  en  ellos. 

Cómo  la  gente  de  la  cibdad  se  salia  á 
los  nuestros,  avia  el  general  proveydo 
que  por  todas  las  calles  estoviessen  espa- 
ñoles para  estorbar  á  los  amigos  que  no 
matassen  aquellos  tristes,  que  eran  sin 
número.  E  también  dixo  á  todos  los  ami- 
gos capitanes  que  no  consintiessen  á  su 
gente  que  matassen  á  ninguno  de  los  que 
salían;  é  no  se  pudo  tanto  estorbar,  como 
eran  incontables ,  que  aquel  dia  solo  no 
matassen  é  sacrificassen  más  de  quince 
mili  personas. 

Non  obstante  esto ,  todavía  los  princi- 
pales é  gente  de  guerra  de  la  cibdad  se 
estaban  arrinconados  y  en  algunas  acu- 
teas  é  casas  y  en  el  .agua.,  donde  ni  les 
aprovechaba  disimulación  ni  otra  cosa, 
poi  que  no  se  viesse  su  perdición  é  flaque- 
ra muy  á  la  clara.  Pues  cómo  el  general 
vido  que  la  tarde  era  llegada ,  ó  que  no 
se  querían  dar ,  para  usar  del  remedio 
que  se  dixo  de  susso  del  artillería,  hico 
asestar  los  tiros  gruessos  contra  los  ene- 
migos, por  ver  si  sedarían,  pues  que  ma- 
yor crueldad  era  dar  licencia  a  los  ami- 
gos que  les  cnlrassen  que  no  la  de  los  ti- 
ros, que  hicieron  harto  daño:  é  cómo 
tampoco  esto  aprovechaba,  mandó  soltar 
la  escopeta  ó  señal  de  la  batalla,  é  incon- 
tinente  fué  lomarlo  aquel  rincón  que  te- 
nían y  echados  al  agua  los  que  en  él  es- 
taban: otro^  que  qiii'dabnu.  sin  pelear,  sr: 
rindieron.  E  los  bergantines  entraron  de 
golpe  por  aquel  lago ,  é  rompieron  por 


medio  de  la  Ilota  de  las  canoas,  é  la  gen- 
te de  guerra  que  en  ellas  estaba  ya  no 
osaban  pelear :  é  plugo  á  Dios  que  un  ca- 
pitán de  un  bergantín,  que  se  llamaba 
Garci  Holguin,  fué  en  pós  de  una  canoa, 
porque  le  paresció  que  yban  en  ella  hom- 
bres de  manera  é  principales;  é  cómo 
yban  en  la  proa  dos  ó  tres  ballesteros; 
encaraban  á  los  de  la  canoa,  quando  la  ai- 
canearon,  é  luciéronles  señal  que  no  tiras- 
sen,  que  estaba  allí  el  señor;  é  saltaron 
presto  en  la  canoa,  é  prendieron  a  Guati- 
mucin ,  señor  de  Temistitan ,  é  al  señor  de 
Tacubaé  á  otros  principales  que  allí  yban. 
Y  en  esse  punto  el  capitán  Garci  Holguin 
llevó  a  Guatímucin  é  los  otros  prissione- 
ros  al  general  a  la  acutea;  donde  estaba; 
é  cómo  Hernando  Cortés  vido  áüuatimu- 
cin,  hico  que  le  diessen  en  que  se  sen- 
tasse,  é  no  le  mostró  riguridad  alguna, 
sino  semblante  que  se  holgaba  de  verle. 
Mas  este  señor ,  aunque  presso ,  no  mos- 
traba ser  vencido,  é  llegóse  al  general. é 
dixo  en  su  lengua  assi :  « Yo  he  hecho  to- 
do lo  que  de  mi  parte  era  obligado,  para 
mi  defensa  é  de  los  mios,  hasta  verme  en 
el  estado,  en  que  estoy:  agora  haz  de  mí 
lo'  que  tú  quisieres» .  Y  cstendió  la  mano  é 
púsola  en  un  puñal  quel  general  tenia  en 
la  cinta ,  diciéndole  que  le  diesse  de  pu- 
ñaladas é  lo  matasse ,  porque  no  era  ra- 
con  que  viviesse  en  el  mundo  hombre  que 
avia  perdido  lo  quél  avia  perdido.  El  ge- 
neral le  dixo  que  no  temiesse  de  cosa  al- 
guna, é  quél  le  tenia  por  buen  capitán  é 
hombre  muy  valeroso,  é  que  estoviesse 
de  buen  ánimo,  quél  seria  muy  bien  trac- 
tado. 

Presso  este  señor ,  luego  en  esse  punto 
gessó  la  guerra,  á  la  qual  por  la  divina 
grar;ia  se  dió  conclusión  martes,  dia  de 
Sanct  Ypólito,  trece  dias  de  agosto,  año. 
de  la  Natividad  del  Rcdemptoi:  Nuestro 
Jesu-Chripslo  de  mili  é  quinientos  é  veyn- 
tc  y  un  años'  De  manera  que  desde  el  dia 
rpie  se  puso  cerco  á  la  cibdad ,  que  fué  á 


DE  INDIAS.  I.IB.  XXXIII.  CAP.  XXX. 


Ireynta  do  mayo  de)  nicsmo  año,  liasta 
que  se  ganó  passaron  sóplenla  y  cinco 
(lias,  en  los  qualos  padescieron  nuestros 
españoles  muchos  é  grandes  trahaxos,  é 
moslraron  tan  señaladamente  su  osfuerco 
•'•  militar  disciplina,  quanto  la  obra  y  even- 
to de  tan  gloriosa  victoria  dieron  testimo- 
nio perpetuo  dello.  Y  en  todos  aquellos 
«lias  que  turó  el  cerco,  ninguno  se  passó 
sin  combate  ó  escaramuza  con  los  de  la 
cibdad,  poco  ó  mucho,  de  los  reales  que 
les  estaban  puestos  ó  di'  alguno  dellos.  K 
aquel  (lia  de  la  prission  di'  la  cibdad  e  de 
la  persona  de  Guatiraucin ,  después  de 
a  ver  recocido  el  despojo  que  se  pudo 
a  ver,  el  general  se  recogió  en  su  real, 
dando  infinitas  gracias  á  Nuestro  Señor 
por  tan  soñalad^merced  é  tan  dc-sseada 
victoria  .  como  le  avia  dado. 

Cuenta  Josefo ,  De  Dello  Judaico ,  en  la 
destruyeron  de  Hierusalem  que  Annio,  hi- 
jo de  Kleacar,  testificó  que  ejonto  e  quin- 
ce mili  y  ochenta  cuerpos  se  avian  halla- 
do <pic  perescieron  en  la  cibdad ,  desde 
quel  emperador  Tito  la  cercó  a-trece  días 
de  abril  hasta  primero  de  julio  ,  é  questfi 
no  estaba  por  guarda  de  la  puerta ,  mas 
que  payaba  por  la  cibdad  el  jornal  a  los 
que  sacaban  los  cuerpos  muertos,  é  a—i 
de  nescessidiid  los  contaba  :  é  otros  mu- 
chos enterraban  sus  cercanos  parientes.  E 
era  la  sepollura  laucar  fuera  de  la  cibdad 
los  cuerpos  muertos;  pero  sin  este,  oíros 
hombres  nobles  que  se  passaron  á  los  ro- 
manos, decían  que  todos  los  cuerpos 
muertos  echados  por  las  puertas  eran 
seysejentos  mili,  é  quel  número  de  los 
otros  en  ninguna  manera  se  podía  com- 
prender ;  ó  porque  no  pudiendo  bastar  los 
pobres  para  llevará  tantos,  juntaban  mu- 
chos de  los  muertos  y  encerrábanlos  en 
grandes  casas,  como  en  sepoltura '.  Todo 
lo  dicho  es  de  Josefo. 

Dice  el  auctor  dcsta  nuestra  Historia 


de  Indias  que  le  paresce  mayor  destruy- 
cioné  mortandad  de  humanos  la  de  los  in- 
dios de  la  cibdad  de  Temistitan  que  la 
ile  los  judíos  ques  dicho  en  Hierusalem. 
porque  dexando  aparte  los  números  de 
los  muertos  quel  general  Hernando  Cor- 
tes en  su  relación  dio  al  Emperador, 
nuestro  señor  (ques  la  que  está  dicha 
en  esta  historia),  no  supo  ni  podia  de- 
cir otro  mayor  número  quel  que  vido 
en  las  calle-  de  aquella  cibdad,  quando  se 
vido  vencedor  della;  porque  faltaban  los 
ahogados,  que  eran  innumerables,  é  mu- 
chos más  los  sacrificados  é  comidos,  cu- 
yas sepolturas  eran  los  cuerpos  é  vientres 
de  los  que  quedaron  vivos .  e  aun  di; 
aquellos  mesmos  muertos  que  hedian  por 
las  ralle-,  e  aun  los  estómagos  de  aquellos 
amigos  confederados:  que  no  les  sabia 
peor  la  carne  humana  ,  venciendo  6  co- 
miéndola por  su  placer  y  enconada  gula,, 
que  á  los  otros  cercados  por  su  noseossi- 

dad,  satisfaciendo  su  hambre, 

Muchos  hidak-os  e  personas  he  visto 
de  los  que  en  esto  de  Temistitan  se  halla- 
ron ,  á  quien  oí  decir  quoste  número  de 
los  muertos  más  lo  tienen  por  incontable 
\  excesivo  al  dé  Hierusalem,  que  no  por 
menos  de  la  cuenta  ó  relación  de  Josefo. 
I-!  no  e-  de  olvidar  un  notable  que  supe 
del  licenciado  Monso  Zuaeo,  oydor  que 
fué  por  Sus  Magestades  en  la  Audiencia 
Real -que  reside  en  esta  cibdad  de  Sánelo 
Domingo,  é  antes  desso  avia  en  Temisti- 
tan seydo  alcalde  mayor  de  Hernando 
Corles.  Este  cavailero  me  certificó  que  se 
avia  informado,  ó  fué  verdad,  que  los 
trece  bergantines  que  se  hicieron  para 
Qercar  la  cibdad  y  entrar  á  la  combatir 
por  la  laguna ,  en  lugar  de  aceyte  é  sebo 
para  los  brear,  se  suplió  é  se  brearon  con 
el  unto  de  los  indios  enemigos  que  los 
chripstianos  mataron,  que  fué  una  gran- 
dissima  cantidad,  demás  de  lo  que  está  di- 


t    Lib.  VII,  cap.  10. 


HISTORIA  GENERA!,  Y  NATURAL 


cho :  lo  qual  oí  negar  á  otros  cavallcros 
dignos  de  crédito,  que  dicen  que  es  falso. 
Pero  pues  era  público  manjar  á  los  indios 
comerse  unos  á  otros,  posible  era  apro- 
vecharse del  unto  para  una  obra  tan  nes- 
cessaria  como  eran  los  bergantines ;  é  no 


nos  detengamos  en  lo  menos:  pues  entre 
chripstianos  he  visto  yo  buscar  tal  unto 
para  medeoinas ,  no  me  maravillo  si  fal- 
tando brea  para  tales  navios,  se  aprove- 
charon de  tal  unción  é  remedio  para  ad- 
quirir la  victoria. 


CAPITULO  XXXI. 

F.l  qual  traíta  del  valor  del  despojo  que  se  ovo  en  la  expugnación  é  loma  de  la  grand  cibdad  de  Temistitan; 
é  de  cómo  el  señor  de  la  grand  provincia  de  Meclmaean  envió  por  sus  embajadores  á  se  ofrescer  por  vas- 
sallo  del  Rey  de  España ,  nuestro  señor  ;  é  de  la  noticia  que  ovo  el  general  Hernando  Cortés  de  la  mar  del 
Sur  ó  austral  en  la  costa  de  la  Nueva  España  meridional ,  é  otras  victorias  é  provincias  que  se  conquistaron 
por  capitanes  de  Hernando  Cortés;  é  tráctanse  assimesmo  otras  particularidades  notables. 


u, 


)na  de  las  mejor  vengadas  injurias  é 
deslealtades  que  gente  alguna  ha  en  el 
mundo  cometido,  fue  la  que  en  Temistitan 
los  indios  contra  Hernando  Cortés  é  los 
españoles  perpetraron;  porque  se  rebela- 
ron contra  la  corona  real  de  Castilla ,  á 
quien  tenian  dada  la  obidiencia,  cuyos 
vassallos  ya  eran ,  é  como  desleales  echa- 
ron fuera  de  la  cibdad  á  su  capitán  Her- 
nando Cortés  por*  fuerca  de  armas,  é  le 
mataron  muchos  chripstianos,  é  á  él  y 
ellos  robaron  ,  é  passaron  en  esto  las  co- 
sas que  la  historia  ha  contado.  En  recom- 
pensa de  lo  qual  él  los  castigó  de  la  ma- 
nera  que  en  los  precedentes  capítulos  se 
ha  dicho,  é  demás  de  vengar  muy  bien 
su  particular  injuria,  los  redttxo  a  la  ser- 
vidumbre ésubjecion  perpetua  de  la  co- 
rona real  do  Castilla,  é  cobró  parte  del 
t [< -sj  ii  ijo  ii  cantidad  de  i  iro  é  joj  as  que  allí 
perdió,  (piando  le  ocharon  de  la  cibdad. 
Pero  para  más  particularizar  esto ,  es  de 
saber  que  después  que  la  cibdad  fué  so- 
juzgada, estuvo  el  general  en  su  real  tres 
6  quatro  dias,  dando  órdeD  en  muchas  co- 
sas que  convenían,  é  después  se  fué  á  la 
cibdad  de  Cuyoacan:  é  recogido  el  oro  é 
otras  cosas  que  se  O  vieron  en  el  saco  de 
Temistitan,  se  hico  fundición  dcllo,  é  mon- 
tó lo  que  se  fundió  más  de  ciento  y  treynta 
mili  pessos,  de  que  se  pagó  el  quinto  al 
thessorcro  de  Su-  Hagestades,  sin  el  quin- 


to de  otros  derechos  pertenescientes  á  la 
Hacienda  Real  de  esclavos  é  otras  cosas; 
y  el  oro  restante  se  partió  entre. el  gene- 
ral é  los  españoles,  se*apnd  la  manera  é 
servicio  é  calidad  de  cada  uno..  Demás 
del  oro,  se  ovieron  ciertas  joyas  de  oro,  é 
de  las  mejores  deltas  se  dio  assimesmo  el 
quinto  á  Sus  Magostados.  Entre  el  despo- 
jo que  se  ovo  tomaron  muchas  rodelas 
guarnecidas  de  oro ,  é  penachos ,  é  plu- 
mages,  é  cosas  mucho  de  ver  é  de  esti- 
mar, é  paresgióle  al  general  que  ni  se  de- 
bían quintar  ni  dividir,  sino  que  de  todas 
ellas  se  hieiesse  servicio  á  Sus  Magostados 
Calhólicas,  é  lo  mesmo  paresció  á  todos 
los  españoles  de  muy  buena  «voluntad.  É 
aunque  Hernando  Cortés  no  señala  lo  que 
los  quintos  é  pressento  ya  dicho  podía 
montar ,  ni  lo  dice  su  relación ,  yo  he  que- 
rido informarme  de  algunos  que  lo  vie- 
ron, é  me  certificaron  que  á  Sus  Magos- 
tados les  cupo  en  lo  ques  dicho  más  de 
cinquonta  mili  pessos  de  oro. 

Cómo  la  cibdad  do  Temistitan  es  tan 
principal  é  nomjirada  en  oslas  Indias,  vi- 
no á  noticia  de  un  señor  de  una  muy 
grande  provincia ,  que  está  septenta  le- 
guas de  Temistitan,  que  se  dice  Mechua- 
can,  cómo  los  españoles  la  avian deslruy- 
do  é  lomado  por  fuerca  de  armas  é  quas- 
si  asolado.  E  considerada  la  grandec'a  é 
fortaleca  de  la  cibdad .  á  aquel  señor  de 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  XXXI 


la  provincia  ya  dicha,  le  parodió  que  pues 
Temistitan  no  se  avia  podido  defender, 
que  no  avria  cosa  que  se  defencliesse  á 
los  españoles;  6  por  temor  ó  por  qnal- 
quiera  otra  causa  (pie  le  moviesse,  envió 
ciertos  mensajeros  á  Corles,  que  de  su 
parte  le  dixeron,  mediante  los  intérpetres 
de  su  lengua .  que  sa  señor  avia  Babído 
que  lo^  españoles  y  Hernando  Corles  eran 
de  un  señor  muy  grande,  é  que  si  el  ge- 
neral toviessé  ¡)or  bien,  él  ó  su  gente  lo 
querían  laminen  ser  é  tener  mucha  amis- 
tad con  los  i  liripstianos.  A  esto  respondió 

el  general  que  era  verdad  qüél  Ó  su  gen- 
te é  otros  innumerables  hombres  é  pode- 
rosos señores  é  príncipes  é  reyes  eran 
vassallus  de  -u  señor,  el  Emperador  Rey 
de  Castilla,  e  que  á  todos  los  que  no  lo 
quisiessen  ser,  se  les  avia  de  hacer  muy 
cruda  guerra ;  6  que  aquel  su  señor,  que 
deciun  essos  emha\adores .  y  ellos  avian 
hecho  bien  ó  lo  que  les  con  venia,  en 
se  comedir  á  querer  servir  ¡í  Sus  Majes- 
tades; porque  á  aquellos  presciaba  él  más 
é  favorescia  (pie  de  su  voluntad  se  movian 
á  ser  suyos  6  venían  a^su  obidiencia,  que 
a  los  que  con  las  armas  eran  sobjuzgados 
por  sus  capitanes. 

Antes  desto  algunos  días,  c  no  muchos, 
avia  tenido  Hernando  Corles  un  poco  de 
noticia  de  la  mar  del  Sur,  é  preguntó  á 
estos  embaxadores  si  por  su  tierra  po- 
drían yr  a  ella,  y  ellos  respondieron  que 
sí;  é  rogóles  que  porque  pudiesse  infor- 
mar al  Emperador  de  aquella  mar  é  costa 
é  de  su  provincia  é  tierra ,  é  de  aquel  su 
señor,  que  llevassen  consigo  dos  españo- 
les para  que  lo  viessen.  É  dixeron  que  de 
muy  buena  voluntad  los  llevarían;  mas 
que  para  passa*  á  la  mar,  avia  de  ser  por 
tierra  de  un  grand  príncipe,  con  quien 
ellos  tenían  guerra ,  é  que  a  esta  causa  no 
podian  en  essa  sacón  llegar  á  la  mar.  Es- 
tos mensajeros  de  Mechuacan  estuvieron 
allí  con  el  general  quatro  días,  é  delante 
dullos  escaramuzaron  los  de  caballo,  para 

TOMO  III. 


que  en  su  tierra  lo  contassen,  y  estaban 
muy  espantados  de  ver  los  caballos  é  lo 
que  los  españoles  hacían  en  ellos:  é  dio- 
les el  general  ciertas  joyas  para  su  señor 
ó  para  ellos ,  y  envió  con  ellos  dos  espa- 
ñoles á  la  provincia  de  Mechuacan. 

Avianle  dicho  á  Hernando  Corles  que 
por  dos  ó  tres  partes  estaba  de  allí  la  mar 
del  Sur  á  doce  6  á  trece  6  á  catorce  jor- 
nadas, e  tenia  mucho  desseo  de  la  ver  6 
descubrir  por  aquellas  paites:  porque  le 
parescia  que  serviría  mucho  en  ello  á  Sus 
Magolades,  e  pensaba  que  allí  se  avian 
de  hallar  muchas  islas  ricas  de  oro  c  per- 
lase  piedras  preciosas,  é  la  Especiería,  é 
otros  muchos  é  grandes  secretos  ó  nove- 
dades ,  é  aun  assi  se  lo  daban  á  entender* 
algunas  personas  de  letras  ó  cosmógra- 
phos.  E  a  esle  fin  despachó  quatro  espa- 
ñoles, dé  dos  en  dos,  á  diverssas  provin- 
cias, informados  de  las  vías  que  avian  do 
llevar,  é  (lióles  guias  de  los  indios  confe- 
derados que 'los  gúiassen ,  é  mandóles  que 
no  parassen  hasta  llegar  á  la  mar,  é  que 
en  ella  tomassen  la  posesión  real  c  corpo- 
ral mente  por  la  corona  é  ceptro  real  de 
Castilla,  e  por  Su->  Magestades  del  Empe- 
rador Rey ,  nuestro  señor,  ó  de  la  Cathó- 
lica  ó  Screnfssíma  Reyna  doña  Johana, 
nuestra  señora,  su  madre,  ó  de  sus  suh- 
cessores  ó  descendientes  en  los  reynos  de 
Castilla  é  de  León. 

Los  unos  mensajeros  dcstos  anduvieron 
Cerca  de  ciento  é  tseynta  leguas  portnu- 
chas  é  buenas  provincias,  sin  que  les 
fuesse  fecho  daño  ni  estorbo  alguno,  ó 
llegaron  á  la  mar  é  tomaron  la  póssésiorj 
della  j  y  en  señal  (¡esto  hincaron  cruces 
en  ki  costa  della ,  é  volvieron  con  la  rela- 
ción de  su  descubrimiento;  é  de  lo  que 
anduvieron  é  vieron  particularmente:  é 
truxeron  consigo  algunas  personas  de  los 
naturales  de  aquella  otra.cpsta  de  la  mar; 
é  también  truxeron  muy  buenas  muestras 
de  oro  de  minas,  que  hallaron  en  algunas 
provincias,  por  donde  passaron.  Los  otros 


HISTORIA  GENEHAL  Y  NATURAL 


ilos  españoles  se  detuvieron  algo  más, 
porque  anduvieron  cerca  de  ciento  é  cin- 
qüenta  leguas  por  otra  parte  hasta  llegar 
á  la  mar,  donde  assimesmo  tomaron  la 
possesion  por  Sus  Magestades ,  é  truxe- 
ron  larga  relación  de  la  costa  que  vieron, 
é  también  vinieron  en  su  compañía  algu- 
nos naturales  de  aquellas  costas  australes. 
É  á  los  unos  é  á  los  otros  rescibió  el  ge- 
neral graciosamente  é  los  informó  de  la 
grandeca  é  poder  de  Sus  Magestades  é 
(lióles  algunas  joyas,  con  que  se  partieron 
muy  contentos  y  espantados  de.  ver  los 
caballos  é  armas  é  artillería  é  la  manera 
de  los  españoles. 

Al  tiempo  que  los  indios  desbarataron 
•y  echaron  fuera  de  Temistitan  á  Hernan- 
do Cortés  é  los  españoles ,  rebeláronse  to- 
das las  provincias  suhjctas  á  aquella  grand 
cibdad ;  é  como  paresce  por  los  capítulos 
precedentes,  todo  aquello  ó  la  mayor  par- 
te fué  reconquistado  é  sobjuzgado  dellos 
por  industria  y  esfuerco  ó  buena  diligen- 
cia del  general,  sin  verterse  sangre,  é 
también  con  castigo  é  cuchillo  donde  con- 
venía usar  de  las  armas.  É  porque  ciertas 
provincias,  que  están  desta  nuestra  mar  del 
Norte  a  diez  é  á  quince  éá  treynta  leguas, 
desde  que  la  cibdad  se  avia  aleado  esta- 
ban rebeladas,  é  los  naturales  dellas  avian 
muerto  á  trayeion  é  sobre  seguro  más  de 
eient  españoles  en  veces ,  avíase  disimu- 
lado su  castigo  hasta  averse  dado  conclu- 
sioiven  la  guerra  6  cojeo  de  la  cibdad,  ó 
porque  antes  no  avia  posibilidad  ni  apa- 
rejo para  entender  en  esso.  E  assi  cómo 
ovo  el  general  despachado  los  mensajeros 
ques  dicho  que  envió  á  la  mar  del  Sur, 
luego  proveyó  en  enviar  al  alguacil  mayor 
Gonculo  de  Sandoval  con  treynta  ó  cinco 
de  caballo  é  doscientos  españoles  é  algu- 
na gente  de  los  amigos  é  con  algunos 
principales  é  naturales  de  Temistitan  á 
aquellas  provincias,  porque  mejor  enten- 
diessen  de  testigos  de  vista  lo  que  estaba 
lucho  é  castigado,  por  dos  efettos:  el  uno, 


porque  fuessen  reducidas  aquellas  tierras 
á  la  obidiencia  de  Sus  Magestades,  é  si 
conviniesse  é  no  fuessen  obidientes,  se  hi- 
ciesse  con  ellos  por  rigor  un  señalado  cas- 
tigo, é  se  les  diesse  la  penitencia  igual  de 
sus  méritos;  é  lo  otro,  porque  el  mayor 
peligro  que  hay  entre  la  gente  de  guerra 
es  el  ocio  é  descuydo  de  las  armas  é  de 
su  exercicio ,  porque  demás  de  ponerse 
en  condición  é  nescessidad  el  estado  é 
auctoridad  del  príncipe ,  tórnanse  inútiles 
los  soldados  é  gente  de  guerra,  porque 
como  dice  Tito  Livio,  el  sueño  y  el  vino 
é  los  manjares  é  meretrices  é  ociosidad 
continuada,  de  dia  en  dia  consumen  los 
cuerpos  y  enflaquescen  los  ánimos.  É  assi 
les  acaesció  al  grand  Aníbal ,  cartaginés, 
é  á  su  exército,  por  se  detener  ociosos 
en  los  campos  é  términos  de  Capua  é  sus 
estancias. 

Este  nuestro  general  Hernando  Cortés, 
no  incurriendo  en  semejante  error  ó  des- 
cuydo, ni  dexando  passar  el  tiempo  sin 
hacer  algún  fructo,  envió  al  capitán  San- 
doval  á  aquellas  provincias,  cuyos  nom- 
bres son  Talactetelco,  Tuxtebeque,  Gua- 
tusco  é  Aulicaba,  é  dióle  la  ynstrucion  é 
orden  que  avia  de  tener  en  essa  expedi- 
ción é  guerra  donde  le  envió. 

En  la  mesma  sacón  un  teniente  que  avia 
dexado  Hernando  Cortés  en  la  villa  de  Se- 
gura de  la  Frontera ,  ques  en  la  provincia 
de  Tepeaca,  vino  á  la  cibdad  de  Cuyoa- 
can,é  díxolecómo  los  naturales  de  aquella 
provincia  é  otras  con  ella  comarcanas, 
vassallos  de  Sus  Magestades  é  amigos  de 
los  españoles,  rescebian  daño  de  los  na- 
turales de  una  provincia  que  se  dice  Gua- 
xaea  é  les  hacían  guerra,  porque  essotros 
eran  nuestros  amigos,  é'que  demás  de 
ser  nescessario  poner  remedio  en  ello, 
convenía  mucho  (pie  se  asegurasse  aque- 
lla tierra  é  provincia  de  Guaxaca  por  mu- 
chos respetos.  Assi,  por  la  autoridad  del 
servicio  y  estado  real,  como  por  la  repu- 
tación de  los  ehripslianos .  é  porque  aque- 


DE  INDIAS.  LIB. 

Ha  tierra  está  en  el  camino  de  la  mar  del 
Sur  ó  austral  ,  ele  que  mucho  provecho  se 
esperaba  conseguir  para  las  cosas  de  ade- 
lante, é  Cambien  poi  que  do  qnedassen  sin 

pena  lo-  (pie  1,1  mrre-riau,  III  -ill  rc-ce- 
hir  buenas  obras  los  que  eran  leales  é 
amigos  de  los  españoles  ;  é  porque  el  ge- 
neral sabia  que  aquel  su  teniente  tenia  en 
este  caso  más  particularmente  entendida 
aquella  tierra,  ó  avia  residido  ó  estado 
en  ella,  y  era  hombre  de  bien  é  de  COn- 
liañca  .  y  estando  en  el  < creo  de  leinisli- 
tan  le  avia  el  general  enviado  allí  porque 

lo-  de  I'epeaca  pidieron  socorro  .  e  no  lle- 
vo otonces  sino  veynte  ó  treynla  españo- 
les, é  le  hicieron  de  allá  volver  los  con- 
trarios más  ¡pie  de  passo,  quiso  Hernan- 
do Cortés  quél  mesmo  tornasse  con  doce 
de  caballo  e  óchenla  peones  españoles.  E 
á  los  treynla  de  octubre  de  aquel  mesmo 
año  de  mili  e  quinientos  é  veynte  y  uno, 
estos  dos  capitanes  se  partieron  de  Cu- 
yoacan,  é  llegados  á  la  provincia  de  Te- 
peaca  .  hiciei  011  ¡lili  sus  alardes  e  cada  mu  l 
se  fué  para  su  conquista, 

El  alguacil  inavor  ,  llegado  á  la  provin- 
cia de  Cuatusco,  donde  el  pensaba  aver 
menester  las  manos  con  los  enemigos, 
porque  aquella  gente  es  exercilada  en  la 
guerra  y  estaban  inu\  Inertes  en  su  tier- 
ra, salieron  á  el  de  paz  e  dieron  la  obi- 

dieneja  á  Sus  Magestades ;  é  desando 

aquello  muy  seguro,  pasSÓ  adelante,  é  as- 
BÍmesrao  no  halló  contradicen,  é  todo  se 
dio  á  Sus  Magestades  é  se  reconciliaron 
en  la  buena  amistad  con  los  españoles.  Y 
escribió  este  capitán  al  general  la  relación 
particular  de  su  camino,  é  de  todo  lo  que 
le  avia  parescido ,  é  demás  desso  le  acor- 
dó que  para  tener  segura  toda  aquella 
tierra,  era  bien  hacer  un  pueblo  de  chrips- 
tianos  en  ella ,  donde  más  á  propóssito 
fuesse  el  assiento,  como  ya  antes  desso 


XXXIII.  CAP.  XXXI.  4  -11 

mj  avia  puesto  en  plática  algunas  veces; 
é  que  pues  aquellos  españoles  y  él  esta- 
ban allá,  que  viesse  lo  que  en  esto  y  en 
lo  demás  mandaba  que  se  hiciesse.  Kl 
general  le  respondió,  agradesciéndole  mu- 
cho lo  que  avia  trabaxado  en  servicio  de 
Sus  Magestades  en  aquella  su  jornada  ,  é 
loando  su  paresccr  é  consejo  en  lo  de  la 

población  ¡  e  conformándose  con  él,  le 

mando  que  fundasse  una  villa  (le  españo- 
les en  la  provincia  dcj'uxlchcque,  é  man- 
dola llamar  Medellin;  y  envió  nombrados 
lo-  alcaldes  ordinarios  é  regidores  é  otros 
officialcs,  para  aquella  nueva  república.  Y 
escribióles  á  todos  muy  graciosamente, 
encargándoles  que  mirassen  mucho  el  ser- 
vicio de  Dios  é  de  Sus  Magestades  ,  y  el 
buen  traetamicnto  de  los  indios  naturales 
de  la  tierra,  la  qual  es  muy  buena  é  fér- 
til e  rica.  Este  nombre  se  puso  á  esta  nue- . 
va  población,  porque  Hernando  Cortés  es 
natural  de  la  villa  de  Medellin  en  Extre- 
madura. 

Kl  Otro  Capital]  dé  Segura  de  la  frontera, 
después  que  estuvo  en  la  provincia  do 
Cuaxaca  con  mucha  gente  de  guerra  de 
lo-  amigos  de  aquellas  comarcas,  aunque 
los  contrarios  se  le  pusieron  en  resisten- 
cia ('•  peleo  con  ellos  (los  ó  lies  veces  muy 
valerosamente  e  siempre  llevó  lo  mejor, 
al  lin  se  dieron  é  v  inieron  de  paces  sin 
daño  de  los  chripstianos,  é  fueron  admi- 
tidos é  quedó  la  tierra  en  odidicncin  e  ser- 
vicio de  Sus  Magestades,  para  servir  de 
ahí  adelante  como  leales  vassallos'Io  de- 
ben hacer. 

Aquesto  assi  acabado,  envió  este  ca- 
pitán larga  é  particular  relación  al  gene- 
ral ,  é  información  de  cómo  aquella  tierra 
es  muy  fértil  é  de  ricas  minas  de  oro,  y 
envióle  muy  buena  muestra  dello;  é  assi 
ovo  próspero  fin  esta  guerra. 


4¿S 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XXXII. 

tomo  el  general  Hernando  Corles  é  los  españoles  acordaron  de  reedefícar  la  grand  cibdad  de  Temislitan 
é  hacer  su  assienlo  proprio  é  población  para  lus  chripstianos  en  ella;  é  de  cómo  el  señor  de  la  provincia 
de  Coanlepeque,  cuyo  señorío  é  jurisdicion  es  á  la  mar  del  Sur,  dio  por  sus  enibaxadores  la  obidieneia  á 
Sus  Magestades  ;  é  de  cómo  Chripstobal  de  Tapia,  veedor  que  fué  de  las  fundiciones  del  oro  en  esla  Isla 
Española  ,  fué  por  capitán  é  gobernador  de  la  Nueva  España  é  no  fué  rescebido  ni  admitido  al  officio  *.  E 
también  se  Iráclan.en  esle  capitulo  otras  cosas  que  al  estilu  é  continuación  de  la  historia  son  nescessarias. 


lid  capitán  á  quiQh-tanto  poder  (delque 
puede)  es  concedido  en  cuya  fé  é  virtud 
los  bienes  de  fortuna  prestados  a  los  ri- 
cos ,  la  defensión  de  las  cibdades ,  la  sa- 
lud de  los  soldados  é  la  gloria  de  la  re- 
pública es  cometida,  diligenlíssimo  é  cu- 
riosíssimo,  no  tanto  para  todo  el  exército 
quanto.para  cada  soldado,  debe  ser.  Es* 
ta  auctoridad  de  Flavio  Vegegio  en  su 
traclado  del  Arte  militar  ■*  escrita,  es  muy 
.gierla  é  aprobada ,  la  qual  aqui  quudra 
en  lo  que  se  dirá  adejaote  sobre  lo  que 
le  intervino  á  Hernando  Cortés  (querién- 
dole remover  del  cargo  que  tenia,  la  in- 
dustria de  sus  émulos):  el  qual ,  aviendo 
dado  la  orden  que  en.el  capitulo  de  sussb 
se  dixo  en  el  despacho  de  las  dos  con- 
quistas ya  relajadas,  .é  avisado,  ya  del 
buen  subgesso  dellas ,- é  viendo  cómo  él 
tenia  pobladas  tres  villas  de  españoles,  é 
que  con  él  estaban  copia  dellos  en  la  cib- 
dad de  Cuyoacan,  é  avian  platicado  en 
qué  parte  se  baria  otra  población  al  rede- 
dor de  las  lagunas,  porque  desta  avia  más 
nesgessidad  para  la  seguridad  é  sosiego 
de  aquellas  partos;  é  assimesmo  viendo 
que  la  cibdad  de  Temislitan,  que  era  co- 
sa tan  nombrada  é  de  que  tanto  caso  é 
memoria  se  lia  hecho,  paresoióles  al  ge- 
neral é  á  los  españoles  que  en  ella  era 
bien  que  avecindasen,  porque  estaba  des.- 
truyda  e  se  rOpurassc.  É  para  esto,  repar- 

l)c  este  epígrafe  guprimid  Oviedo  lo  siguiente: 
uPor  la  forma  é  cautela  que  en  ello  se  tuvo,  ó  por- 
que leV  pareffió  al  general  Hernando  Cortés  ó  á  lo< 
otro»  c»pañulcs  qiie  con  él  militaban  que  as*i  emi- 


tiéronse los  solares  á  los  que  se  assenta- 
ron  por  vecinos,  é  hígose  nombramiento 
de  alcaldes  é  regidores  en  nombre  de  Sus 
Magestades,  para  que  estuviesse  en  jus- 
ticia é  bien  gobernada  la  república.  Y  en- 
tre tanto  que  se  reparaba,  higo  su  assien- 
to  el  general  en  la  cibdad  de  Cuyoacan, 
porque  Temislitan  se  fortificasse  é  se'  re- 
edeficasse  para  que  los  españoles  estovies- 
sen  en  ella  fuertes  é  seguros  é  muy  se- 
ñoreados de  los  naturales,  é  que  dellos 
en  ninguna  forma  pudiessen  ser  ofendidos 
los  chripstianos.  En  la  qual  sagon  el  se- 
ñor de  la  provingia  de  Coanlepeque,  ques 
junto  á  la  mar  del  Sur  é  por  donde  la  des- 
cubrieron ó  la  vieron,  los  dos  españoles 
ques  dicho  de  susso,. envió  sus  embaxa- 
dores  al  general ,  ofresciéndose  por  vas- 
sallo  del  Emperador  Rey,  nuestro  señor, 
con  un  rico  pressente  de  joyas  de  oro  é 
plumages  mucho  de  ver;  y  el  general  los 
resgebió  en  nombre  de  Sus  Magestades 
con  el  agrá  descimiento  é  buen  acogimien- 
to que  se  requería,  alabando  á  quien  los 
enviaba  su  leal  comedimiento,  é  dióles 
otras  cosas  que  le  Ilcvassen,  con  que  se 
volvieron  á  su  tierra  alegres  é  contentos. 

Assimesmo  vinieron  estonces  los  dos 
españoles  que  avian  ydo  á  la  provingia  de 
Mechuacan ,  por  donde  los  mensajeros, 
que!  señor  de  aquella  tierra  avia  enviado 
al  general,  le  dixeron  que  se  podía  yr  á 

venia  al  servicio  de  Sus  Magestades  é  á  ellos  mea- 
mos.» • 
l    Dé  l'.e  militan,  liu.  III. 


ni:  i\h!  \.s  i  ii!  \\\in  i  vi'  XXXU 


4-'0 


la  mar  del  Sur,  salvo  que  avia  de  ser  por  cinqtlenta  ó  sessenta  leguas,  al  qual  los 
(ierra  de  un  grand  príncipe  ó  señor  que  navios  del  adelantado  Francisco  de  Ca- 
erá su  enemigo :  é  con  los  dos  españoles  ray  avian  ydo  dos  ó  lies  veces  é  avian 
vino  un  hermano  del  señor  di'  Medina-  rescebido  daño  de  los  naturales  de  aquel 
can,  acompañado  de  hombres  principales  rio,  ó  por  falta  del  capitán  general,  ó  de 
é  servidores,  que  passaban  de  mili  per-  su  ventura  más  cierto,  en  la  contradicción 
sonas,  á  los  quales  el  general  rescebió,  que  allí  tovieron  la  gente  de  dicho  Ga- 
moslrandoles  mucho  amor;  é  de  parte  ray  con  los  indios:  después  de  lo  qual 
del  señor  de  la  dicha  provincia,  llamado  Hernando  Cortes,  viendo  que  en  (oda  la 
Calcuciu",  truveron  para  Sus  Majestades  costa  de  la  mar  del  Norte  de  la  Nueva 
un  pressente  de  rodelas  de  plata,  que  España  que  mira  estas  islas  nuestras  hay 
pessáron  muchos  marcos,  é  otras  cosas  é  falla  de  puertos,  ó  ninguno  hay  tal  co- 
joyas  muihas  de  oro,  é  penachos  de  di-  ino  aquel  de  Panuco,  é  porque  los  na- 
verssas  maneras.  É  por  festejar  á  tan  turales  de  allí  avian  ydo  antes  á  ofres- 
pridCipal  embaxador  é  a  (|uien  le  envió,  sérsele  por  vassallos  de  Sus  Majestades, 
é  que  viessen  la  manera  ó  arte  de  los  es-  é  después  hacían  guerra  á  los  vassa- 
pañoles,  Ó  lo.  pudiessen  decir  en  su  tierra,  *  líos  amigos  ó  confederados  de  los  espa- 
salieron  todos  (os  de  caballo  á  una  placa,  ñoles,  acordó  de  enviar  allá  un  capitán 
e  delante  de  aquellos  extranjeros  corrie-  con  gente' para  que  paciíicassen  aquella 
ron  y  escaramucaron ,  é  la-gente  de  pié  provincia,  6  si  la  tierra  fuesse  buena,  se 

salió  trdenánca,  ó  los  escopeteros  sol-  hiciesse  en  aquel  rio  é  puerto  una  villa  é 

la  ron  sus  escopetas,  c  con  el  artillería  ti-  se  poblasse  de  españoles,  para  que  aque- 
raron  los  bombarderos  ú  una  torre ;  c  que-  lias  comarcas  se  asegurassen.  E  aunque 
liaron  muy  admirados  de  ver  lo  que  de-  los  chripsliamis  eran  pocos  é  desparcidos 
lia  se  derribó  en  un  instante,  e  de  ver  |ns  en  (res  <Vqiiatio  partes,  é  tenían  cnlrellos 
caballos  é  la  agilidad  é  buena  maña  e  conlradicion  para  tpie  no  se  sacasse  gen- 
prontitud  con  que  los  cavalleros  chripstia-  le  de  donde  el  general  estaba,  por  so- 
lios los  exercilaban.  E  hico  el  general  correr  á  los  amigos  confederados,  porque 
questa  nueva  gente  fuesse  a  ver  la  ruvna  después  (pie  se  avia  ganado  la  cibdad  de 
é  destruyeron  é  asolamiento  de  la  cibdad  Temistitan,  avian  ydo  navios  á  la  tierra,  é 
de  remistitan,  é  viendo  su  fuerca  ó  as-  llevado  alguna  genlc  6  caballos,  higo  po- 
BÍeato,  quedaron  mus  espantados,  niara-  ner  en  orden  veynte  y  cinco  de  caballo  é 
villándose  de  lodo.  E  á  cabo  de  quatro  6  ciento  y  cinqtlenta  infantes  á  pié,  para 
cinco  días  r |in>  fueron  muy  festejados,  dió-  (pie  con  el  capitán  (pie  le  pareseiesse  fues- 
les  el  general  muchas  cosas  para  aquel  se  en  aquel  río  á  lo  ques  dicho.  Lo  qual 
señor  de  las  quedos  tienen  en  estimación  no  ovo  efetto,  porque  en  essa  sacón  le 
mucha,  ó  para  ellos  otras,  con  que  se  escribieron  déla  villa  de  la  Veracruz  có- 
fuerpn  muy  contentos  á  su  patria.  mo  al  puerto  della  avia  llegado  un  navio, 
El  rio  que  llaman  de  Panuco  está  la  en  que  yba  Chripstóbal  de  Tajiia ,  veedor 
costa  abaxo  de  la  villa  de  la  Veracruz  de  las  fundiciones  del  oro  desta  Isla  Espa- 


*  En  oirás  Crónicas  inéditas  de  la  Conquista  de 
Mechuacan,  que  deben  formar  parle  de  esta  Colec- 
ción de  Historiadores  primitivos  de  Indias ,  se  lee 
cpnslanleniente  C&soncí,  nombre  que  se  ha  cun- 
servado  después  por  la  mayor  parle  de  los  escrito- 
res de  Indias  y  que  en  alguna  ocasión  emplea  el 
mismo  Oviedo.  Pero  en  este  lugar  le  sucedió  lo  que 


otras  muchas  veces:  no  estando  lija  entre  los  es- 
pañoles la  pronunciación  de  los  nombres  america- 
nos, y  valiéndose  solo  de  relaciones,  en  que  ha- 
bía esta  misma  vaguedad,  resulta  de  aqui  la  des- 
avenencia que  antes  de  ahora  hemos  lidiado  entre 
estos  historiadores  primitivos  y  los  que  les  han  su- 
cedido. 


4110 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ñul.i,  del  qual  otro  (lia  adelante  resgebió 
Corles  una  caria ,  por  la  qual  le  higo  saber 
cómo  yba  a  aquella  tierra  para  tener  la 
gobernación  della  por  mandado  de  Sus 
Magestades ,  é  que  no.  avia  querido  pres- 
sentar  las  provisiones  reales  hasta  que 
ambos  se  \  iessen ,  lo  qual  decía  que  qui- 
siera que  fuera  luego;  pero  que  cómo 
traía  fatigadas  sus  bestias  de  la  mar,  no  se 
avia  molido  en  camino:  é  que  le  rogaba 
que  se  diesse  orden  cómo  se  viessen,  ó 
viniendo  el  Cortés  donde  él  estaba,  ó 
yendo  el  Tapia  donde  Cortés  estoviesse  á 
la  costa  de  la  mar. 

Aqui  quiero  yo,  como  buen  historiador, 
para  ser  mejor  entendido ,  pedir  al  lelor 
que  se  acuerde  de  dos  cosas  que  agora 
diré:  la  una  es  que  no  desacuerde  la  auc- 
toridad  que  al  principio  deste  capítulo  se 
dixo  de  Vcgegio,  para  lo  que  en  esto  se  si- 
guió é  adelante  oyreys  ó  leereys;  é  la  otra 
que  scpays  que  en  el  tiempo  que  esto 
passaba,  el  Emperador  Rey,  nuestro  se- 
ñor, estaba  en  Flandes  é  gobernaba  en 
su  real  nombre  los  reynos  de  España  el 
cardenal  Tortosa,  que  fué  después  Papa 
Urbano  VI  de  tal  nombre ;  é  con  el  di- 
cho cardenal  juntamente' el  condestable  de 
Castilla,  don  Iñigo  de  Velasco,  é  el  almi- 
rante de  Castilla,  don  Padrique  Enriquez: 
con  los  quales,  durante  la  ausencia  del 
Rey,  nuestro  señor,  se  procuró  que  en- 
viassen  al  dicho  Tapia  á  la  Nueva  Espa- 
ña. É  sospechó  Hernando  Cortés  questo 
era  rodeado  por  el  obispo  de  Burgos  don 
Johan  Rodríguez  de  Fonseca,  á  quien  se 
daba  principal  lugar  é  tenia  la  presidencia 
en  las  cosas  de  las  Indias ,  y  era  amigo  c 
favoresecdor  del  adelantado  Diego  Velaz- 
quez ,  enemigo  de  Cortés ;  é  aun  se  trac- 
taba  casamiento  de  una  dama  sobrina  del 
obi-po,  llamada  doña  .Mayor  de  Fonseca, 
COD  el  dicho  adelantado,  y  el  Chripslóbal 
de  Tapia  avia  seydo  criado  del  dicho 
obispo,  listas  sospechas  ó  congeeluras  de 
Curtes  no  eran  tan  escura-*  ó  ininteletíibles 


que  dexassen  de  parescer  lo  mesmo  á 
otros -muchos.  Volvamos  al  subcesso ,  que 
esto  tuvo. 

Cómo  Cortés  resgebió  la  carta  de  Ta- 
pia, respondióle  quél  holgaba  de  su  ve- 
nida ,  é  que  no  podia  yr  persona  provey- 
da  por  mandado  de  Su  Magestad  á  tener 
la  gobernación  de  aquellas  partes  de  quien 
más  contentamiento  él  loviera,  assi  por 
el  conoscimiento  que  entrcllos avia,  como 
por  la  crianga  é  vecindad  que  en  esta  Is- 
la Española  avian  tenido;  é  porque  la  pa- 
cificación de  aquellas  partes  no  estaba 
aun  tan  soldada  como  convenia,  é  de 
qualquicra  novedad  se  daria  ocasión-  de 
alterar  a  los  naturales.  É  cómo  el  padre 
fray  Pedro  de  Urrca,  comisario  de  la  cru- 
gada,  se  avia  hallado  en  todos  Iqs  trába- 
xos  passados,  é  sabia  muy  bien  en  qué 
estado  estaban  las  cosas  de  la  tierra,  é  de 
su  yda  Su  Magestad  avia  seydo  muy  bien 
servido,  é  los  conquistadores  aprovecha- 
dos con  su  dottrina  é  consejos,  quél  le 
avia  rogado  con  mucha  instangia  que  to- 
masse  trabaxo  de  verse  con  dicho  Tapia, 
é  viesse  las  provisiones  de  Su  Magestad: 
é  pues  el  dicho  religioso  sabia  mejor  que 
nadie  lo  que  convenia  á  su  real  servigio  é 
al  bien  de  aquellas  partes,  quél  diesse 
orden  con  el  dicho  Tapia  en  lo  que  más 
conviniesse ,  pues  tenia  congepto  del  di- 
cho Cortés  (pie  no  cxgedcria  un  punto  de- 
11o.  Lo  qual  él  le  rogó  a  este  padre  en 
presengia  del  thessorero  de  Su  Magestad 
é  de  otras  personas,  que  lo  ageptasse,  y 
él  assimesmo  se  lo  encargó  mucho.  E  assi 
se  partió  para  la  villa  de  la  Veracruz, 
donde  Chripslóbal  de  Tapia  estaba;  e  lia- 
ra que  assi  en  aquella  villa ,  como  por 
donde  fuesse  el  dicho  veedor  se  le  higies- 
se  todo  buen  servigio  é  acogimiento,  des- 
pachó aquel  padre  (pies  dicho  de  la  orden 
de  Sanct  Francisco  de  la  Observancia ,  é 
con  él  dos  ó  tres  hombres  de  bien  de  lu- 
de su  compañía;  y  él  quedó  esperando  su 
respuesta  en  lauto  que  aderoscaba  su  par- 


DK  INDIAS.  MU.  X.Wlll.  CAP.  XXXII. 


tula,  dando  órdeQ  en  lo  que  le  paroscia 
i|uc  so  debia  proveer  para  la  pacificación 
é  sosiego  de  la  (ierra. 

Desde  á  diez  ó  doce  días  la  justicia  6 
regimiento  de  la  villa  de  la  Veracruz  le 
escribieron  qnel  dicho  Tapia  avia  hecho 
pressenlaoion  de  las  provisiones  (pie  lle- 
vaha  de  Su  Magostad  o  do  mis  ^  >! urna- 
dores  en  su  real  DOmbré  ,  é  que  las  avian 
obedescido  con  la  reverencia  que  se,  de- 
bia;  é  que  quanto  al  cumplimiento,  respon- 
dieron (rae  porque  los  más  del  regimiento 
estaban  con  el  capitán  Hernando  Cortés, 
6  se  avian  hallado  en  el  cerco  de  la  ciu- 
dad de  Temistitán.  ellos  so  Id  h;iriun  sa- 
ber, é  todos  harían  é  cumplirían  lo  que 
fuesse  más  servicio  de  Sus  Magostados  é 
bien  de  la  tierra :  é  que  dosta  su  respues- 
ta Chripstóbal  de  Tapia  avia  rescebido  al- 
gunos desabrimientos  y  enojo,  ó  aun  avia 
tentado  algunas  cosas  escandalosas.  A  lo 
(pial  Hernando  Cortés  les  respondió  que 
les  rogaba  y  encargaba  que,  mirando  mu- 
cho é  principalmente  el  servicio  de  Sus 
Magostados,  trabaxassen  de  contentar  al 
dicho  Tapia  ,  é  no  se  diesse  ocasión  algu- 
na á  que  óviesse  bollicio  ni  alteración,  é 
(piel  oslaba  de  camino  para  se  yr  á  ver 
con  él  é  cumplir  lo  (pie  Su  Mageslad  man- 
daba o  más  su  servicio  fuesse.  Y  estando 
ya  de  camino  o  impedida  la  yda  del  ca- 
pitán é  gente  que  avia  de  yr  al  rio  de  Pa- 
nuco, porque  convenia  (pie  salido  Corles 
de  donde  oslaba,  quedasso  muy  buen  re- 
cabdO,  los  procuradores  de  los  concejos 
lo  requirieron  con  muchas  protestaciones 
que  no  saliesse  de  alli ,  porque  como  toda 
la  provincia  de  México  ó  de  Temistitán 
avia  poco  que  se  avia  pacificado,  temían 
que  con  su  absenta  se  alborotarían,  de 
que  se  podrían  seguir  nuevas  alteraciones 
é  desasosiegos  en  la  tierra.  É  dieron  en 
aquel  su  requerimiento  otras  muchas  cau- 
sas é  racones,  por  donde  no  convenia  que 
al  pressenle  saliesse  de  aquella  cibdad  de 
Cuoacan,y  quassi  significando  que  la  auc- 


toridad  yol  nombre  de  Corles  sostenía  la 
tierra  ó  yugo  de  los  indios,  é  que  faltan- 
do él,  ora  todo  perdido:  é  dizéronle  que- 
llos  con  poder  de  los  concejos  yrian  á  la 
villa  de  la  Veracruz,  donde  el  dicho  Ta- 
pia estaba,  é  veriaji  las  provisiones  de 
Su  Magostad ,  é  harían  lodo  lo  que  fues- 
se BU  real  servicio.  K  assi  se  partieron  lue- 
go, y  Hernando  Cortés  escribió  al  Chrips- 
tóbal de  Tapia,  haciéndole  saber  lo  que 
passaba  ó  lo  que  le  paresció,  é  quél  en- 
viaba con  su  poder  al  alguacil  mayor 

(I  ;alo  de  S.iiiiIci\ ,il  ó  á  Diego  de  Solo 

é  á  Diego  de  Valdenebro,  que  estaban 
alia  en  la  villa  de  la  Veracruz,  para  que 
en  su  nombre,  juntamente  con  el  cabildo 
dolía  é  con  los  procuradores  de  los  otros 
cabildos  viessen  é  híciessen  lo  que  fuesse 
servicio  de  Sus  Magostados  é  bien*tlc  la 
tierra. 

Llegados  á  donde'  Chripstóbal  de  Tapia 
oslaba  .  que  yban  ya  de  camino  él  é  aquel 
padre  fray  Pedro  Melgarejo,  requiriéron- 
le que  se  volviesse  :  ó  lodos  juntos  se  vol- 
vieron á  la  cibdad  do  Cempiial  ,  é  allí  el 

Chripstóbal  de  Tapia  pressenló  las  provi- 
siones é  fueron  rescebidas  é  obedescidas 
con  el  acatamiento  é  reverencia  á  Sus  Ma- 
gostados debida :  ó  quanto  al  cumplimien- 
to suplicaron  (h  ilas  para  ante  Sus  Magos- 
tados, diciendo  que  assi  convenía  á  su 
real  servicio,  por  las  causas  que  expres- 
saron  en  su  suplicación,  é  las  que  más 
proleslaron  expresar  en  su  real  presencia. 
li  passaron  allí  otros  auctos  é  requirimieu- 
los  entro  el  veedor  Tapia  é  los  procura- 
dures  de  Hernando  Corles;  y  el  dicho  Ta- 
pia se  embarcó  en  un  navio  suyo,  porque 
assi  le  fué  requerido,  porque  de  su  entra» 
da  o  de  haber  publicado  que  yba  por  go- 
bernador é  capitán  de  aquellas  parios,  d¡- 
e,e  Cortés  en  su  relación ,  se  alborotarían 
los  de  México  é  Temistitán,  é  que  tenían 
ordenado  con  los  naturales  de  aquellas 
partes  de  se  alear  é  hacer  una  grand  tray- 
cion ,  que  á  salir  con  ella ,  oviera  seydo 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


peor  que  lo  passado ;  é  que  ciertos  indios 
de  México  concertaron  con  algunos  de  los 
naturales  dé  aquellas  provincias  que  avia 
pacificado  el  alguacil  mayor,  que  vinies- 
sen  al  general  muy  de  priessa,  é  le  dixes- 
sen  cómo  por  la  costa  andaban  veynte  na- 
vios con  mucha  gente  é  que  no  salian  á 
tierra,  é  que  porque  no  debia  ser  buena 
gente ,  si  él  quería  yr  allá  é  ver  lo  que 
era ,  quellos  se  aderescarian  é  yrkin  de 
guerra  con  él  a  le  ayudar ;  é  para  que  los 
creyesse  lleváronle  la  figura  de  los  navios 
en  un  panel:  é  cómo  secretamente  le  hi- 
cieron saber  lo  ques  dicho,  luego  conos- 
rió  su  intención,  é  que  era  maldad  é  ro- 
deado, para  verle  fuera  de  aquella  provin- 
cia ,  porque  como  algunos  de  los  princi- 
pales della  avian  sabido  que  los  dias  an- 
tes el  general  estaba  de  part  ida ,  é  vieron 
después  que  se  estaba  quedo,  avian  bus- 
cado esta  otra  manera  para  sacarle  fuera. 
Y  él  disimuló  con  ellos,  é  después  pren- 
dió algunos  que  lo  avian  ordenado  ;  de 
manera  que  refiere  Hernando  Cortés  por 
su  relación  que  la  yda  de  Tapia  é  no  te- 
ner expiriencia  de  la  tierra  é  gente  della 
causaron  harto  bullicio,  é  que  si  allá 
quedára,  fuera  muy  dañoso.  E  ¿  este  pro- 
póssito  dice  otras  cosas  que  tocan  más  a 
particulares  passiones  que  á  limpia  his- 
toria ni  á  delectación  de  quien  la  leyesse, 
é  por  esso  se  dexan  de  escribir. 

A  mi  parescer,  por  qualquicra  manera 
que  se  rodeasse  la  vuelta  del  veedor  Ta- 
pia é  no  consentir  que  quedasse  en  aque- 
lla tierra ,  Hernando  Cortés  fué  para  su 
propóssito  bien  consejado,  assi  por  los 
indicios  é  sospechas  de  la  eleejon  de  su 
camino  de  Chripstóbal  de  Tapia ,  como 
por  no  se  ver  despojado  Hernando  Cortés 
del  pié  á  la  mano  de  tanta  gloria  é  triun- 
fo corno  avia  ganado  en  su  empressa  ,  é 
no  aviendo  aun  conseguido  la  remunera- 
ción de  sus  grandes  servicios  él  ni  los  que 
con  él  se  hallaron  en  aquella  conquista. 

Parésccos,  lelor,  que  para  la  satisfa- 


cion  é  paga  é  gratificación  de  mergedes 
que  esperaban  aquellos  cavalleros  é  hi- 
dalgos que  tan  señalado  é  árduo  é  dificul- 
toso cerco  tovieron,  é  que  con  sus  vidas 
é  sangre  le  sostuvieron  é  acabaron,  que 
con  un  gobernador  que  yba  de  nuevo  é 
que  no  lo  avia  hecho  ni  visto  ni  aun  en- 
tendido ,  ni  conoscia  los  méritos  de  cada 
uno ,  que  los  podia  assi  contentar  ni  ga- 
lardonar, como  aquel  que  en  su  compa- 
ñía é  pressencia  se  halló  con  ellos ,  é  con 
cuyo  consejo  é  prudencia  se  consiguió  la 
victoria?  Demás  desto,  muchos  dellos  que- 
rían muy  mal  á  Diego  Velazquez ,  é  otros 
avian  seydo  no  bien  tractados  dél :  Her- 
nando Cortés  estaba  muy  bien  quisto  y 
era  liberal  con  todos  ellos,  é  conoscianlc 
é  conoscíalos  á  todos,  é  sabia  para  lo  que 
eran  ellos;  é  tan  bien  tenían  entendido  el 
valor  dél  é  la  expiriencia  de  buen  capi- 
tán que  tenia ,  y  era  tan  importante ,  que 
en  su  compañía  ni  tenían  peligro  ni  dexa- 
ban  de  cometer  osadamente  quanto  el 
tiempo  é  la  ocasión  delermlnassen.  Y  la 
aucloridad  de  Vegegio ,  que  al  principio 
deste  capítulo  se  tocó,  cabia  muy  bien  en 
Hernando  Cortés ,  y  su  persona  la  henchía 
tan  bastantemente  como  ella  lo  dice,  por- 
que su  diligencia  era  tan  grande  quanto 
en  algún  capitán  se  puede  aver  visto  por 
su  curiosidad  inaudita ,  assi  en  general 
con  todo  su  exército,  como  en  particular 
con  cada  soldado,  por  mínimo  que  fues- 
se,  como  verdadero  padre  y  excelente  ca- 
pitán, á  quien  dignamente  se  puede  apli- 
car uno  de  los  más  acabados  é  perfello^ 
loores  que  de  la  militar  disciplina  puede 
resultar.  É  cómo  en  él  cabia  esto ,  é  sabia 
que  su  Rey  estaba  fuera  de  España ,  no 
dió  lugar  á  ser  descompuesto  del  primero 
bote  ó  grita :  é  que  lo  rodeasse  él  por  la 
forma  que  está  dicho  y  él  en  su  relación 
dice ,  ó  que  lo  ordenassen  assi  sus  ami- 
gos, ninguno  sin  passion  avrá  tan  des- 
abordado (¡110  le  culpe  á  él  ni  á  los  demás, 
porque  assi  se  hiciessé.  No  parezca  á  nin- 


DE  INDIAS.  [JB.  XXXHl.  CAP.  XXXU. 


cuno  fealdad  qui'l  valeroso  coracon  des- 
see  señorío,  con  lauto  que  no  se  adquie- 
ra indebidamente. 

Páreselos  que  fué  gentil  cosa  subceder 
Dario  como  rey  de  los  persas  por  la  astucia 
que  su  caballerizo  tuvo  para  que  su  ca- 
ballo relincliasse  primero  que  otro  algu- 
no, lo  qual  fué  assaz  mejor  que  no  avia 
conquerido  ó  alcancado  el  rcyno  el  ante- 
cesor desorejado ,  del  qual  fué  interfector 
ó  matador  el  mesmo  Dario  con  otros  ca- 
vallcros.  Todo  esto  os  dirá  Justino  ';  pero 
no  es  menester  acumular  otras  historias  á 
la  nuestra.  Quiero  decir,  que  si  buena  as- 
lucia  fué  la  de  Dario  para  quedar  señor, 
que  no  fué  mala  ni  dcsconvinicnte  la  de 
Hernando  Cortés,  para  quedarse  por  capi- 
tán general  en  aquella  tierra  hasta  saber 
la  voluntad  de  su  Rey:  el  qual  no  sola- 
mente aprobó  su  persona  é  servicios,  pe- 
ro dióle  estado  é  títulos  de  honor,  como 
adelante  la  historia  lo  dirá. 

Por  cierto  más  es  dessear  el  valor  de 
su  persona  é  ingenio,  que  de  aver  envi- 


dia de  la  hierra  de  Cinegiro,  cavallero 
ateniense,  del  qual  escribe  Justino  que 
huyendo  los  enemigos  á  las  naos  por  es- 
capar de  la  muerte ,  tuvo  una  dellas  tan 
firme  con  la  mano  derecha ,  aunque  esta- 
ba cargada ,  que  no  la  dexó  hasta  que  le 
fué  cortada  la  mano ;  é  cómo  aquella  per- 
dió asió  la  nao  con  la  otra  mano  izquier- 
da, é  túvola  firme  hasta  que  assimesmo 
le  fué  cortada  la  otra  mano ;  é  también 
cortada  aquella,  tuvo  la  nao  asida  con  los 
dientes  hasta  que  lo  mataron  a.  .Pues  digo 
yo  que  aunque  no  muriera  ni  perdiera  sus 
manos ,  quisiera  yo  más  para  mi  las  fuer- 
cas  de  muchos  buenos  juicios  de  discre- 
tos varones,  que  yo  sabria  nombrar,  que 
la  faerca  de  Cinegiro,  ni  aun  la  de  Sam- 
son  con  ella;  y  entre  los  tales  que  de 
prudencia  y  esfuerco  é  valor  deben  ser 
estimados  en  nuestros  tiempos,  es  uno 
Hernando  Cortés,  méritamente  numera- 
do para  que  quede  su  memoria  alabada 
é  acordada  perpetuamente. 


CAPITULO  XXXHl. 

Cómo  el  capitán  general  Hernando  Corles  envió  al  comendador  Pedro  de  Alvarado  A  conquistar  la  provin- 
cia de  Teanlepcquc  é  la  pacificó  c  llegó  á  la  mar  del  Sur  c  lomó  la  possesion  dolía  por  Sus  Mageslades,  ó 
de  las  grandes  muestras  de  oro  é  perlas  que  halló  ;  á  cómo  el  general  hico  hacer  navios  en  la  cosía  del  Sur 
para  descubrir  por  aquellas  mares,  con  lo  qual ,  con  otras  particularidades,  so  dá  fin  á  la  relación  de  la 
lencera  carta,  que  escribió  Hernando  Cortés  al  Emperador  de  las  cosas  de  la  Nueva  España. 


]\ luchos  estiman  la  vida  por  el  sumo 
bien;  pero  muchas  veces  son  de  la  amar- 
ga muerte  ocupados.  Yo  que  no  mis  años, 
sino  mis  victorias  suelo  numerar,  si  los 
dones  de  la  natura  cuento,  luengo  tiempo 
he  vivido.  Assi  lo  dixo  Alexandro  Magno 
á  Cratero  en  cierta  respuesta  que  le  dió 3. 

Por  cierto  si  esta  regla  ó  cuenta  hace 
Cortés,  tenerse  puede  por  de  luenga 
edad,  segund  las  victorias  que  le  ha  dado 

1  Lib.  [. 

2  Lib  11. 
TOMO  III. 


Dios;  y  lauto  son  de  tener  en  más,  quan- 
to  con  más  flaco  principio  que  Alexandro 
comencó  este  capitán  á  buscar  renombre 
entre  los  que  son  más  ilustres  é  loables 
en  el  mundo.  Prosigamos,  pues,  nues- 
tra materia,  é  dése  fin  á  la  relación  ter- 
cera que  por  sus  letras  higo  á  la  C-ossárea 
Magestad. 

Después  que  estuvo  pacifica  la  provin- 
cia de  Guaxaca,  envió  á  mandar  al  capi- 

3    Quinto  Curcio,  lib.  X. 


55 


434 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tan  que  allí  tenia ,  que  los  ochenta  espa- 
ñoles é  diez  de  caballo  que  allá  oslaban, 
los  diesse  al  capitán  Pedro  de  Alvarado, 
al  qual  enviaba  á  conquistar  la  provincia 
de  Teantepeque  (qucs  quarenta  leguas 
adelante  de  Guaxaca,  junio  á  la  mar  del 
Sur),  porque  aquellos  indios  hacian  mu- 
cho daño  ó  guerra  á  los  que  se  avian 
bfrescido  por  vassallos  de  Sus  Magesta- 
des ,  é  á  los  de  la  provincia  de  Coanlcpe- 
quc,  poique  avian  dexado  por  su  tierra 
entrar  á  descobrir  la  mar  del  Sur,  los 
animasse  é  refirmassc  en  la  paz  é  obidicn- 
cia.  Y  el  capitán  Alvarado  se  partió  pos- 
trero dia  del  mes  di1  enero  de  mili  é  qui- 
nientos é  vcynle  y  dos  años,  é  con  la 
gente  quel  general  le  dió  é  con  la  que  es- 
taba en  Guaxaca  juntó  quarenla  de  caba- 
llo é  doscientos  peones,  en  que  avia  qua- 
renta ballesteros  y  escopeteros  é  dos  tiros 
de  campo  pequeños.  É  prosiguiendo  su 
erapressa  y  entrando  en  la  tierra  que  yba 
á  buscar,  tomó  ciertas  espias  naturales 
della ,  é  informóse  cómo  el  señor  de  Tean- 
tepeque  con  su  gente  le  estaba  esperando 
en  el  campo  con  su  exército. 

Llevaba  este  capitán,  demás  de  los  es- 
pañoles  ques  dicho,  mucha  é  buena  gen- 
te de  indios  amigos,  é  continuando  la 
guerra ,  tres  ó  quatro  poblaciones  se  opu- 
sieron á  la  defensa;  pero  no  persevera- 
ron, porque  el  capitán  é  su  gente  se  da- 
ban tal  recabdo  en  los  recuentros  que 
avia,  que  siempre  quedaban  vencedores: 
y  en  fin  entró  en  la  cibdad  de  Teantepe- 
que,  ó  fué  bien  rescebido  del  señor  della 
é  de  I08  demás,  é  só  color  de  cortesía  di- 
xo  que  se  apossentasse  en  unas  casas  su- 
yas bien  mandes,  (pie  lenian  la  cubertura 
de  paja;  ó  porque  aquello  no  era  prove- 
choso tanto  como  sospechoso  para  los  de 
caballo,  no  quiso  el  comendador  Alvara- 
do sino  baxarse  á  apossentar  á  otra  parte 
de  la  cibdad  (pie  era  más  llano,  porque 
-upo  (pie-  -e  ordenaba  de  matarle  á  él  é  á 
los  españoles  desta  manera:  Que  cómo 


lodos  los  chripstianos  esloviessen  apossen-  ■ 
lados  en  aquellas  casas,  que  eran  muy 
grandes,  assi  cómo  de  noche  durmiessen, 
les  pusiessen  fuego  é  los  quemassen  to- 
dos; é  como  fué  el  capitán  avisado  desto, 
'levó  consigo  al  otro  apossentámiento  al 
señor  de  la  provincia  é  á  un  hijo  suyo,  co- 
mo en  son  de  pressos.  Los  quales  le  die- 
ron veynte  y  cinco  mili  pessos  de.  oro  en 
piecas  labradas:  é  decíanle  al  comenda- 
dor los  vassallos  de  aquel  señor  que  tenia 
mucho  thessoro.  É  todo  esto  hícolo  saber 
Alvarado  por  su  carta  al  general;  é junto 
con  esso,  cómo  tenia  la  provincia  muy 
pacifica  é  los  indios  seguramente  hacian 
sus  mercados  é  contrae! ación  como  pri- 
mero ,  é  que  la  tierra  era  muy  rica  de  oro 
de  minas ,  é  que  en  su  pressengia  le  saca- 
ron una  muestra,  quél  le  envió;  é  también 
le  higo  saber  cómo  avia  estado  en  la  mar 
del  Sur  é  avia  tomado  la  possesion  della 
por  Sus  Magostados,  é  que  en  su  pressen- 
cia  sacaron  los  indios  muestra  de  perlas, 
que  también  envió  con  la  muestra  de  oro 
de  minas.  E  demás  desto  le  dió  racon  de 
otras  cosas  particulares  de  fertilidad  é 
bondad  de  aquella  tierra:  á  causa  de  lo 
qual  el  general  proveyó  con  mucha  di- 
ligencia, que  en  la  una  de  tres  parles,  por 
donde  avian  descubierto  la  mar  del  Sur, 
se  hiciessen  dos  caravelas  medianas  é  dos 
bergantines,  las  caravelas  para  descobrir 
é  los  bergantines  para  seguir  la  costa:  é 
á  esto  fueron  con  persona  de  recabdo 
quarenta  españoles,  en  que  avia  maestros 
carpinteros  de  ribera  6  aserradores  y 
herreros  é  hombres  de  la  mar;  é  proveyó 
por  clavacon  é  velas  é  otros  aparejos  nes- 
cessarios  para  los  dichos  navios. 

Quando  Hernando  Cortés  estovo  en  la 
cibdad  de  Thesayco,  antes  que  de  allí  se 
parliesso  á  cercar  á  Temistil'an  ,  aderes- 
candoé  proveyendo  lo  (pie  convenia,  bien 
desnudado  de  lo  (pie  ciertas  personas 
ordenaban,  vino  á  él  uno  de  los  que  eran 
en  el  concierto,  é  descubrióle  que  ciertos 


DE  INDIAS.  I.IB,  XXXIII.  CAP.  XXXIH. 


amigos  de  Diego  Veluzquoz,  que  estaban 
en  su  compañía,  tenían  Ordenada  (rayeron 
para  le  malar,  c  que  entrellos  tenían  ele- 
gido capitán,  el  alcalde  ma\or,  el  algua- 
cil 6  otros  oOciales;  é  que  en  todo  caso 
lo  remediasse ,  pues  veía  que  demás  del 
escándalo  que  se  seguiría  por  la  falta  de 
su  persona  ,  estaba  claro  que  ningún  espa- 
ñol escaparía  de  las  manos  de  los  indios 
viendo  á  los  españoles  revueltos  entre  sí, 
e  que  pura  esto,  no  solamente  hallarían  á 
los  enemigos  apercibidos,  pero  á  los  que 
tenían  por  amigos  (pie  trahaxarian  di'  los 
acaliar  á  lodos.  Cómo  el  general  vido  que 
tan  graml  delícto  se  le  avia  descubierto, 

(lió  muchas  gracias  á  Dios  por  ello,  é  lu- 
co prender  al  que  era  el  principal  agre- 
sor, 6  aquel  espontáneamente  COnfessó 
qué)  avia  ordenado  é  concertado  con  Hin- 
chas personas,  que  en  su  confessíon  de- 
claró, de  prender  ó  malar  al  general,  e 
lomar  la  gobernación  de-la  tierra  por  Die- 
go  Velazquor.;  é  (pie  era  verdad  qué  te- 
nia ordenado  de  hacer  capitán  é  alcalde 
mayor,  c  (piel  avia  de  ser  alguacil  mayor, 
c  le  avia  de  prender  ó  matar;  é  que  en 
esto  eran  muchas  personas  (piel  tenia 
puestas  en  una  CÓpia  .  la  qual  SO  hallo  en 
mi  posada  .  aunque  hrcha  pedacos.  con 
algunas  personas  que  decían')  que  avia 
platicado  lo  sussodiclio.  K  que  no  sola- 
mente esto  se  avia  ordenado  allí  en  The- 
sayeo;  pero  que  también  lo  avia  comen' 
Cado  é  puesto  en  plática,  estando  en  la 
guerra  de  la  provincia  de  Tepcaca.  K  vis- 
la  su  confessíon  desle  dclinqüenlc,  que 
si'  llamaba  Antonio  de  Villafaña,  natural 
de  la  cibdad  de  Zamora,  é  cómo  se  rati- 
ficó en  ella,  un  alcalde  y  el  mesuro  Her- 
nando Cortés  le  condenaron  á  muerte,  é 
liié  executada  en  su  persona.  Y)  puesto 
que  en  este  crimen  avia  otros  muy  culpa- 
dos ,  disimulóse  con  ellos,  haciéndoles 
ulnas  de  amigos  (porque  el  caso  era  suyo 
proprio  é  aun  más  que  proprio).  la  qual  di- 
simulación  no  fué  de  provecho  por  otras 


causas  que  (lorio  dice  en  >u  relación,  en- 
derescadasá  las  pasiones  entre  el  e  Diego 
Velazquez,  que  son  más  para  los  proecs- 
sos  e  filíelos,  en  qiii'llos  anduvieron  solu  e 
la  gobernación  de  aquella  tierra,  qué  no 
para  nuestra  historia. 

Después  que  fué  pressa  la  cibdad  de 
remistilan ,  ydo  el  general  á  la  de  Cuyoa- 
can,  falleció  allí  aquél  don  Hernando  que 
la  historia  ha  dicho  que  era  señor  de  Thé- 
sayco,  cuya  muerte  pesjó  mucho  á  los  es- 
pañoles, porque  era  muy  buen  vassallo  é 
servidor  de  Su  Magestad  é  graml  amigo 
verdadero  dé  los  chripsiianos;  é  con  pa- 
rescer  de  aipiellos  señores  é  principales 
de  aquella  >u  cilidad  é  provincia,  se  dió 
aquel  señorío  en  nomine  de  Su  Magestad 
á  otro  hermano  menor  suyo,  el  qual  pidió 
el  bautismo,  ó  llamáronle  don  C.árlos, 
finen  mancebo  é  de  gentil  conversación. 

Kn  alnimas  parles  deslas  historias  se  ha 
hecho  mención  de  las  provincias  de  Tas- 
calleca  é  Guaxocingo;  e  porque,  allí  hay 
unamonlaña  que  quiere  yinilnr  é  parescer 

mucho  al  monte  de  Vulcan  í - 1 ¡ i  cerca  de 
Cicilia),que  tan  discantado  es  de  muchos 
historiadores  é  poetas,  será  fiien  que 
aqueste  no  quedo  en  olvido :  pues  dice  el 
general  Hernando  Corles  (pies  una  siena 
redonda  é  muy  alia,  de  la  qual  quassi  á 

la  continua  sale  mucho  humo,  que  va  de- 
reclio  é  violento  como  una  saeta  hácia  el 
cielo.  K  porque  los  indios  daban  á  enten- 
der que  era  cosa  muy  mala,  é  que  mo- 
rian  los  que  allá  sufiian,  hico  el  general 
(pjc  ciertos  españoles  sufiiessen  á  ver  de 
la  manera  que  aquella  siena  o  montaña 

está  allá  en  lo  alio,  por  donde  aquel  humo 
sale:  é  quando  subieron,  salió  aquel  humo 
con  lanío  estruendo é  sonido,  que  no  pu- 
dieron ni  osaron  subir  hasta  la  boca.  Des- 
pués luco  volver  allá  olios  españoles,  é 
subieron  dos  veces  hasta  llegar  á  la  boca 
de  la  siena  donde  aquel  humo  sale,  6  di- 
xeron  que  avia  de  la  una  parle  de  la  boca 
á  la  otra  dos  tiros  de  ballesta,  porque  la 


4  36 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Circunferencia  tiene  quassi  tres  quarlos  de 
legua,  y  es  de  tanta  hondura  que  no  pu- 
dieron ni  bastó  la  vista  á  ver  el  cabo  ó 
suelo  de  aquella  cima.  É  por  allí  al  rede- 
dor hallaron  algún  acufrc  de  lo  quel  hu- 
mo expele ;  y  estando  una  vez  allá  oyeron 
el  ruydo  que  traia  el  humo,  é  diéronse 
priessa  a  baxarse ;  pero  antes  qué  des- 
eendiessen  á  la  mitad  de  la  sierra,  ya  ve- 
nían infinitas  piedras  rodando ,  é  se  halla- 
ron bien  arrepentidos,  por  aver  allá  subi- 
do, é  aun  en  harto  peligro;  é  los  indios 
tovieron  á  muy  grand  cosa  aver  osado  yr 
á  donde  fueron  aquellos  españoles.  (Lámi- 
na II,  fitj.  IV.*) 

■  Escribió  Cortés,  en  fin  dcsta  su  relación 
ó  carta  tercera ,  que  los  naturales  de  aque- 
llas partes  eran  de  mucha  más  capacidad 
que  los  destas  islas  nuestras,  é  que  le  pa- 
rescian  de  tanto  entendimiento  é  ragon 
quanto  á  uno  mediocremente  basta  para 
ser  capaz ;  é  que  á  esta  causa  le  parescia 
cosa  grave  por  estonces  compelerlos  á  que 
sirviessen  á  los  españoles  de  la  manera 
que  los  de  las  islas;  é  que  también  ces- 
sando  aquesto ,  los  conquistadores  é  po- 
bladores de  aquellas  partes  no  se  podían 
sustentar ,  é  que  para  no  constreñir  por 
estonges  á  los  indios,  é  que  los  españoles 
se  remediassen,  le  paresgia  que  Su  Ma- 
gostad Cathólica  debia  mandar  que  de  sus 
rentas,  que  en  la  Nueva  España  le  perte- 
nescen,  fuessen  socorridos  para  su  gasto  é 
sustentación ,  é  que  sobrello  Su  Magestad 
mandasse  proveer  lo  que  más  fuesse  ser- 
vido. É  después  andando  el  tiempo*,  vis- 
tos los  muchos  é  grandes  gastos  de  Su  Ma- 
gestad ,  é  que  antes  debia  por  todas  las 
vías  que  posible  fuesse  acrescentar  sus 
rentas  reales  que  dar  causa  á  se  las  gas- 
tar, é  considerando  assimesmo  el  mucho 
tiempo  que  aquellas  guerras  avian  tura- 

"  F.n  este  pun'o  está  fallo  de  algunas  fojas  el 
MS.  original  de  Oviedo  ,  que  posee  la  Real  Acade- 
mia :  no  asi  el  de  la  Biblioteca  Colombina,  copiado 
por  el  doclo  académico  l>.  Joan  Banlisla  Muñoz, 


do,  é  las  nescessidades  é  deudas,  en  que  á 
causa  dellas  estaban  los  españoles  puestos 
en  aquella  tierra ,  é  la  dilación  que  avian 
en  este  caso  hasta  lo  mandar  proveer  Su 
Magestad  é  de  todos  los  españoles ,  é  que 
en  ninguna  manera  se  podia  excusar ,  le 
fué  quassi  forcado  depositar  los  señores  é 
naturales  de  aquellas  partes  en  los  con- 
quistadores dellas ,  aviendo  respecto  á  las 
personas  é  á  los  servicios  que  avian  fe- 
cho ,  para  que  en  tanto  que  otra  cosa  se 
mandasse ,  ó  questo  se  confirmasse ,  los 
señores  é  naturales  sirviessen  é  dies- 
sen  á  cada  español,  en  cuyo  depósito  es- 
toviessen»,  lo  que  oviessen  menester  para 
su  sustentación.  Y  este  medio  se  tomó 
con  parescer  de  personas  de  buena  inte- 
ligengia  y  expiriencia  en  la  tierra,  é  les 
paresgió  que  era  el  mejor  medio  é  lo  que 
más  convenia  para  que  los  españoles  so 
mantuviessen  é  los  indios  fuessen  conser- 
vados é  bien  tractados ,  é  se  estoviessen 
en  sus  casas  é  assientos.  É  para  Ia§  ha- 
giendas  é  grangerias  de  la  Real  Magestad 
se  señalaron  provincias  é  cibdades  de  las 
mejores  é  más  convinientes. 

.  Esta  relagion  escribió  Hernando  Cor- 
tés más  larga  al  Emperador ,  nuestro  se- 
ñor, desde  la  cibdad  de  Cuyoacan  de  la 
Nueva  España ,  é  fué  aprobada  por  los 
offigiales  de  Su  Magestad ,  el  thessorero 
Julián  Alderete,  y  el  contador  Alonso  de 
Grado,  y  el  factor  Bernardino  Yazquez  de 
Tapia,  fecha  á  los  quinge  días  de  mayo, 
año  de  la  Natividad  de  Chripsto ,  nuestro 
Salvador,  de  mili  é  quinientos  é  veynlc  y 
dos  años. 

Passemos  á  la  quarta  rolaron  de  aque- 
llas partes,  la  qual  escribió  el  año  de  mili 
é  quinientos  é  veynte  y  quatro,  6  assi- 
mesmo envió  otras  relagiones  de  otros 
sus  inferiores  capitanes,  que  por  su  man- 
de donde  lomamos  el  final  de  esle  y  algunos  de 
los  siguientes  capítulos,  para  llenar  la  expresada 
laguna. 


DE  INDIAS.  L1B.  XXXJJJ.  CAP.  XXX1D.  4  37 

ilailo  anduvieron  por  diverssus  provincias  te  se  continuará  en  la  présenle  historia 
de  aquellas  partes,  lo  qual  sucesivanien-     con  la  brevedad  que  se  requiere. 

CAPITULO  XXXIV. 

Continuándose  la  historia  de  la  Nueva  España,  conforme  á  la  qiiarla  relación  que  el  gobernador  Hernando 
Corles  envió  al  Emperador,  nuestro  señor,  con  otras  relaciones  que  otros  capitanes  particulares  le  envia- 
ron á  Cortés  después  de  los  subeessos  qoe  la  historia  lia  contado ;  é  Iráclase  de  otras  provincias  que  con- 
quistó é  pacifico  ,  é  otras  cosas  notables. 


V 

^"o  es  de  maravillar  que  los  nuevamen- 
te conquistados  é  venidos  á  servir ,  los 
que  estuvieron  c  gocaron  la  antigua  cos- 
tumbre de  ser  servidos  é  libres  señores, 
viéndose  siervos  se  alteren  é  muden  pa- 
rescer,  en  especial  una  gente  quas»i  sal- 
vago  e  infiel  ó  de  tantas  é  diverssas  len- 
guas é  costumbres,  como  la  des  tas  Indias. 
K  aun  porque,  como  dice  Herodiano,  no 
tanto  deJeyta  la  libertad  quanto  ofende  la 
servitud,  é  ninguno  juzga  ser  obligado 
para  usar  de  lo  suyo,  sino  á  su  modo  es- 
timando ser  asi  la  racon;  mas  quien  de  sus 
bienes  c>  despojado,  nunca  olvida  la  inju- 
ria. Todo  esto  es  del  auclor  alegado. 

Dexemos  de  buscar  comparaciones  en 
cosa  que  es  (an  usada  en  el  mundo,  como 
comportar  i m pacientemente  el  yugo  ó  nue- 
\.i  señoría  los  que  largos  tiempos  tovie- 
ron  licencia  natural  de  no  servir,  ó  que 
nascieron  sirviendo  ;i  ~u  señor  é  aquel  se 
le  mudan.  Llenas  están  las  historias  dcsto 
tal  desde  remotos  siglos:  c  continuemos 
nuestra  historia  de  la  Nueva  España,  que 
assi  hallaremos  en  ella  cosas  que  parezcan 
ú  las  passadas  e  >e  conformen  con  Hero- 
diano. Para  inteligencia*  de  lo  qual  es  de 
saber  qué  por  pacilicar  las  provincias  de 
Guatusco  ,  Tuxtebequc  ó  Guaxaca  é  otras 
á  ella  comarcanas,  que  son  en  la  costa' á 
la  parle  de  la  mar  del  Norte,  desde  que 
se  rebelo Temistilan,  que  estaban  assimes- 
mo  aleadas ,  envió  el  gobernador  Hernan- 
do Cortés  aj  alguacil  mayor  Goncalo  de 
Sandoval  con  gente ;  ó  mandóle  que  po- 
blasse  allí  é  hiciesse  una  villa  que  se  lla- 


masse  Medellin ,  como  ya  la  historia  lo  ha 
dicho.  É  assi  se  hico  é  se  pacificó  todo 
aquello,  y  envióle  más  gente,  para  que 
fuesse  la  costa  arriba  hasta  la  provincia 
de  Guacacalco,  que  está  de  la  dicha  Me- 
dellin cinqüenla  leguas  e  de  Temistilan 
ciento  y  vey'nte:  á  la  qual  provincia  avia 
primero  enviado  el  general  al  capitán 
Diego  de  Ordaz,  ó  le  avian  rescebido  muy 
bien  en  el  tiempo  que  Montecuma  vivía, 
é  se  avian  ofrescido  por  vassallos  do  Su 
Magestad.   \i  sabíase  tjue  allí  avia  un 
grand  rio  é  buen  puerto  para  los  navios. 
V.  como  informado  muy  bien  del  dicho 
Ordaz,  que  le  avía  visto,  mandó  al  algua- 
cil mayor  que  fuesse  á  visitar  aquellas 
provincias  ó  á  saber  si  estaban  en  el  pro- 
póssito  primero  de  servir  é  ser  vass&llos 
de  la  corona  de  Castilla,  ó  á  decirles  que 
á  causa  de  las  guerras  de  Temistilan  no 
les  avia  enviado  á  visitar  tanto  tiempo 
avia,  é  que  aquella  gente  yba  á  ver  si 
avian  menester  algo,  para  les  ayudar  é  fa- 
vorescer  como  amigos.  Y  el  alguacil  ma- 
yor lo  dixo  assi  c  higo  lo  que  le  fué  orde- 
nado;  pero  no  hallo  en  la  gente  la  volun- 
tad ipte  primero  avian  publicado,  sino  á 
punto  de  guerra  aparejados  para  no  le 
dejar  entrar  en  la  tierra ;  y  él  tuvo  tan 
buen  aviso  ó  tiento  con  ellos,  que  una  no- 
che salteó  un  pueblo,  donde  prendió  una 
señora,  á  quien  todos  en  aquella  comarca 
obedescian,  la  qual  envió  á  llamar  á  todos 
los  señores  é  principales ,  é  les  mandó  que 
obedesciessen  al  Emperador  Rey,  nues- 
tro señor,  é  se  hiciesse  lodo  lo  que  en  su 


438 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


real  nombre  fuesse  mandado ,  porque  ella 
assi  lo  avia  hecho.  Y  era  tan  querida  é 
acatada  de  sus  indios ,  qué  lodo  se  cum- 
plió é  higo  de  la  manera  que  ella  lo  dixo. 
De  manera  que  en  paz  é  sin  otro  contras- 
te el  alguacil  mayor  llegó  al  rio  ques  di- 
cho; é  á  quatro  leguas  de  la  mar,  porque 
más  cerca  de  la  costa  no  se  halló  assien- 
to ,  se  pobló  é  fundó  un  pueblo ,  é  púso- 
sele  nombre  la  villa  del  Espirüu  Sánelo. 
É  allí  residió  el  alguacil  mayor  con  los  es- 
pañoles algunos  dias,  hasta  que  se  pacifi- 
caron y  vinieron  á  la  obidiencia  de  Su 
Magestad. 

Otras  muchas  provincias,  que  fueron 
Tabasco,  que  es  en  el  rio  de  la  Victoria, 
que  otros  llaman  rio  de  Grijalva ,  Cuna- 
clan,  Quechula  é  Quicaltepeque  é  otras, 
é  los  naturales  de  aquellas  provincias,  se 
encomendaron  é  depositaron  en  los  veci- 
nos de  la  dicha  villa  del  Espíritu  Sancto; 
puesto  que  algunas  tierras  dessas  se  tor- 
naron a  alterar  é  se  alearon ,  contra  los 
quales  se  envió  después  gente  de  pié  é 
de  caballo  para  los  castigar  é  volver  a  la 
obidiencia.  También  se  avian  ofresc'ido  el 
señor  é  gente  de  la  provincia  de  Mechua- 
can  por  subditos  de  Su  Magestad  ;  é  por- 
que la  provincia  é  señorío  del  señor  de 
•  lasulc'i  *  es  grande,  é  se  avian  visto  mues- 
tras en  ella  de  mucha  riqueza  é  por  es- 
tar cercana  de  la  grand  cibdad  de  Temis- 
titan,  despuQS  ijuel  general  se  rehizo  de 
alguna  más  gente  é  caballos,  envió  allá 
un  capitán  con  seplenta  de  caballo  é  dos- 
cientos peones  bien  aderescados  é  con  ar- 
tillería, para  que  viessen  toda  aquella  tier- 
ra é  secretos  della;  é  si  tal  fuesse,  poblas- 
BCO  60  la  principal  cibdad.  llamada  Huyri- 
CÚa.  E  ydos,  fueron  muy  bien  resecbidos 
del  señor  é  naturales  de  la  tierra;  é  apos- 
entados cu  aquella  cibdad,  los  proveye- 
ron muy  hiende  bastimentos  ó  loncsr;essa- 
rio,  é  h-s  dieron  hasta  tres  mili  marcos  de 


plata  é  hasta  cinco  mili  pessos  de  oro  mez- 
clado con  plata  é  baxo,  é  muy  gentil  ro- 
pa de  algodón  é  otras  cosas  de  las  que 
los  indios  tienen.  A  los  españoles  no  les 
satisfice-  mucho  la  tierra  para  poblar  en 
ella,  é  mostraron  mala  voluntad,  é  aun 
ovieron  algunos  bullicios  é  alteraciones, 
por  donde  algunos  fueron  castigados :  é 
por  esta  causa  mandó  el  general  que  vol- 
viessen  los  que  volver  se  quisiessen ,  é  á 
los  demás  ordenó  que  fuessen  con  un  ca- 
pitán á  la  mar  del  Sur,  adonde  está  po- 
blada la  villa  de  Cacatula,  de  quien  la 
historia  ha  hecho  mención,  desde  la  qual 
hasta  la  cibdad  de  Huycicila  hay  cient  le- 
guas, donde  á  la  •  sacón  se  hacian  por 
mandado  del  gobernador  quatro  navios 
para  descobrir.  Y  en  el  camino  tuvo  no- 
ticia esta  gente  nuestra  de  una  provincia 
que  se  dice  Colimá,  que  está  apartada  del 
camino  que  avian  de  llevar  sobre  la  ma- 
nó derecha ,  ques  al  Poniente  cinqúenta 
leguas ;  é  con  la  gente  que  llevaba  é  con 
mucha  más  de  los  amigos  de  la  provincia 
de  ¡Mechuacan  fué  allá  sin  licencia  del  go- 
bernador :  y  entró  algunas  jornadas ,  é 
ovo  con  los  naturales  algunos  recuentros, 
é  aunque  tenia  quarenta  de  caballo  é  más 
de  cient  peones  ballesteros  é  rodeleros, 
los  desbarataron  y  echaron  de  la  tierra, 
é  les  mataron  tres  españoles  é  mucha 
gente  de  los  amigos.  E  desbaratados,  se 
fueron  á  la  cibdad  de  Cacatula,  lo  qual 
sabido  por  el  general ,  envió  á  prender  al 
capitán,  é'se  lo  llevaron,  é  lo  castigó  de 
su  inobidiencia :  lo  que  fué  muy  justo, 
aunque  fuera  vencedor ,  como  lo  enseñó 
Torquato  en  el  hijo  proprio,  que  porgue 
peleó  de  cuerpo  á  cuerpo  con  un  francés 
é  lo  venció  é  mató,  sin  tener  licencia  pa- 
ra tal  batalla,  le  hico  corlar  la  cabera. 

Contado  há  nuestra  historia  cómo  el 
general  Hernando  Cortés  envió  al  comen- 
dador Pedro  de  Alvarado  á  la  provincia 


*    Antes  ae  dalla  escrito  Colcupin 


DE  INDIAS.  1.11!.  XXXIII.  CAP.  XXXIV 


4:10 


dé  Tea nle peque,  ques  en  l¡i  mar  dej  Sur, 
c  de  cómo  tenia  pressos  al  señor  della  é  á 
mi  hijo  suyo,  é  le  presentaron  cierto  oro 
é  de  ciertas  muestra?  de  oro  de  minas  é 
perlas,  que  assimesmo  se  ovo.  Queda  de 
decir  agora  que  en  la  respuesta  quel  ge- 
neral le  envió  después  desso,  le  mandó 
buscasse  un  sitio  convenible  é  poblasse 
en  el:  é  que  los  vecinos  de  la  villa  dé  Se- 
gura de  la  Frontera  se  passassen  á  aquel 
pueblo,  porque  ya  del  que  estaba  allí  no 
avia  nesgessidad,  por  ser  tan  cerca  de  Tc- 
mi-lilan;  é  assi  se  liico,  é  llamóse  al  pue- 
blo Segura  de  la  Frontera,  é  como  el  que 
antes  estaba  fecho.  F  los  naturales  de 
aquella  provincia  é  de  las  de  Guaxaca, 
Coactan ,  ó  Coasclahuaca ,  Tachqtiiaco  ó 
otras  allí  comarcanas,  se  repartieron  entre 
los  vecinos  de  aquella  villa,  é  los  servían 
ó  aprovechaban  con  luda  voluntad  :  é  que- 
dó allí  por  justicia  el  capitán,  en  lugar  del 
general,  digo  el  comendador  Alvarado. 
F  acaesció  que  estando  Hernando  Corles 
conquistándola  provincia  de  Panuco,  co- 
mo se  dirá  adelante,  los  alcaldes  é  regi- 
dores de  aquella  villa  le  rogaron  al  dicho 
Alvarado.  que  con  su  poder  fuesse  á  ne- 
gociar con  el  general  ciertas  cosas  que  le 
encomendaron,  y  01  lo  aceptó  é  puso  por 
obra;  é  después  de  partido,  los  alcaldes 
6  regidores  hicieron  cierta  liga  é  moni- 
podio, convocándola  comunidad,  é  hicie- 
ron alcalde  contra  la  voluntad  dé  olro  que 
avia  dexado  Alvarado  por  capitán,  ó  des- 
poblaron la  villa  é  fuéronse  á  la  provincia 
de  Guaxaca ,  lo  qual  puso  mucho  escán- 
dalo é  alboroto  en  aquellas  partes.  Fl  que 
allí  avia  quedado  por  capitán  bícolo  saber 
al  general,  y  él  envió  luego  allá  á  Diego 
de  Campo,  alcalde  mayor,  para  que  ávida 
su  información ,  casligasse  los  culpados, 
los  quales  se  ausentaron  ó  andovieron  al- 
gunos dias  vagando  de  unas  partes  á 
otras.  F  al  primero  que  prendió,  senten- 
cióle el  alcalde  mayor  á  muerte ,  é  apeló 
para  ante  el  general ,  que  tenia  ya  pros- 


sos  á  los  demás,  é  los  mandó  entregar 
assimesmo  al  dicho  alcalde  mayor,  é  con- 
denólos á  muerte  como  al  otro  ,  6  tam- 
bién apelaron.  Y  el  gobernador,  conside- 
rando la  larga  prission  en  que  estovieron, 
é  que  avia  mucho  tiempo  que  estaban  en 
aquella  é  avian  antes  servido,  aunque  su 
delicio  fué  grande,  se  ovo  piadosamente 
con  ellos,  é  los  desterró  de  la  Nueva  Es- 
pióla en  perpétuo  exilio,  para  que  nunca 
entrassen  en  ella  sin  expresa  licencia  de 
Su  Magestad .  m'>  pena  de  muerte. 

Bnesse  mesmo  tiempo  murió  el  señor  de 
la  provincia  de  Tutepequc ,  y  ella  é  las 
otras  se  rebelaron,  á  causa  de  lo  qual  envió 
1  I  g  merál  al  dicho  capitán  Al\ arado  con  un 
hijo  de  aquel  señor,  que  estaba  en  su  po. 
der;  é  aunque  ovieron  algunos  recuentros 
é  mataron  algunos  españoles,  tornó  á  sob- 
juzgar  los  rebeldes  é  las  próvincias,  é  las 
pacificó  é  puso  en  la  obidieñeia  de  Su  Ma- 
gostad .  é  tornaron  á  servir  á  los  españo- 
les seguramente.  F. aunque  no  se  lomó  á 
poblar  aquella  villa,  por  falla  de  gen- 
te, quedaron  los  indios  domados,  é  tan 
humildes  por  el  castigo  que.  en  ellos  se 
hicp .  que  hasta  Temistitan  vinieron  de  ahí 
adelante  á  ver  c  hacer  lo  (pie  les  manda- 
ban. F  quedo  en  el  señorío  aquél  hijo  del 

señor  demuelo. 

Ii  'sde  á  pocos  dias  después  que  se  co- 
bró la  grand  cibdad  de  Temistitan,  é  lo  á 
ella  siibjeto ,  fueron  reducidas  á  la  corona 
real  de  Castilla  dos  provincias  que  están 
quarenla  legua-,  della  á  la  parle  del  Norle, 
que  confinan  con  la  provincia  de  Panuco: 
la  una  se  llama  Tututepeque,  é  la  otra 
Mi  '/clitan ,  de  tierra  assaz  fuerte  é  gente 
belicosa  é  acostumbrada  á  la  guerra,  por 
los  contrarios  enemigos  que  todas  partes 
al  rededor  de  si  tienen.  Los  quales,  vien- 
do las  cosas  passadas,  é  que  á  Sus  Mages- 
tades  ninguna  cosa  se  les  podia  defender, 
eaviaron  sus  mensajeros  al  general,  é 
ofresciéronse  por  vassallos  de  la  corona 
real  de  Castilla :  é  fueron  rescebidos  con 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mucha  humanidad  é  placer,  é  se  les  higo 
lodo  buen  tractamiento.  Y  estuvieron  muy 
seguras  aquellas  provincias  hasta  que  des- 
pués de  la  yda  del  veedor,  Chripstóbal 
de  Tapia :  que  con  la  alteración  que  de- 
Ha  subgedió,  no  solamente  dexaron  la  obi- 
diencia  que  avian  dado  é  se  rebelaron, 
más  allende  desso  hicieron  mucho  daño  á 
los  comarcanos  en  sus  tierras,  que  eran 
de  los  amigos  é  vassallos  de  Su  Magestad, 
é  quemaron  muchos  pueblos  é  mataron 
mucha  gente;  é  aun  en  essa  sacón  el  gene- 
ral tenia  poca  gente ,  y  essa  que  avia  esta- 
ba dividida  en  tres  partes.  Viendo  que  de- 
xar  de  proveer  en  ello  podria  ser  ocasión 
que  los  enemigos,  que  con  aquellos  rebel- 
des confinaban  se  podrían  alear  é  juntar 
con  ellos  por  se  excusar  del  daño  é  veja- 
ción que  Ies  hacian ,  é  aun  porque  el  ge- 
neral no  estaba  muy  satisfecho  de  su  vo- 
luntad dellos,  envió  un  capitán  con  treyn- 
la  de  caballo  é  cient  peones  ballesteros  y 
escopeteros  é  rodeleros,  é  mucha  genle 
de  los  amigos  confederados,  é  ovieron 
con  los  contrarios  algunos  recuentros;  é 
mataron  Alguna  gente  de  nuestros  amigos 
é  dos  españoles.  É  plugo  á  Dios  que  non 
obstante  esto ,  ellos  de  su  voluntad  se  re- 
dijeron á  la  paz,  é  fueron  al  general  los 
señores  é  principales,  y  61  los  perdonó 
por  su  comedimiento  é  yrse  a  poner  en 
sus  manos,  sin  los  aver  prendido. 

Después ,  estando  el  general  en  la  pro- 
vincia de  Panuco,  comencóse  á  rugir  en 
Temistitan  é  sus  comarcas  una  nueva  sor- 
da, en  que  sonaba  que  Hernando  Cortés 
se  yba  á  Castilla:  é  no  causó  poco  albo- 
roto, é  la  provincia  de  Tutebeque  se  tor- 
nó á  rebelar.  El  señor  della  baxó  de  las 


serranías  con  mucha  gente  é  quemó  más 
de  veynte  pueblos  de  los  confederados  ó 
amigos  de  los  españoles,  é  les  mató  é 
prendió  mucha  gente  dellos:  por  lo  qual, 
viniéndose  de  camino  el  general  de  la 
provincia  de  Panuco,  los  tornó  á.  conquis- 
tar ,  é  aunque  á  la  entrada  mataron  algu- 
na genle  de  los  amigos  que  quedaba  re- 
cagada, é  por  la  sierra  reventaron  diez  ó 
doce  caballos,  por  ser  tan  áspera  tierra, 
todavía  é  no  sin  mucho  trabaxo ,  se  con- 
quistó la  provincia  é  fué  presso  el  señor 
della  é  un  hermano  suyo,  muchacho,  é 
otro  capitán  general  suyo,  que  tenia  la 
frontera :  al  qual ,  é  á  su  señor  con  él ,  hi- 
co luego  ahorcar  el  general,  é  higo  escla- 
vos todos  los  que  en  esta  guerra  fueron 
pressos,  que  serian  hasta  dosgientas  per- 
sonas ,  é  los  herraron  é  vendieron  en  al- 
moneda. E  pagado  el  quinto  á  Su  Mages- 
tad de  aquellos  prissioneros ,  los  demás 
fueron  repartidos  entre  los  que  se  halla- 
ron en  esta  guerra,  aunque  no  ovo  para 
pagar  la  tercera  parte  del  valor  de  los  ca- 
ballos que  murieron.  É  por  ser  la  tierra 
pobre  no  se  ovo  otro  despojo.  É  fecho  es- 
te castigo ,  los  demás  que  en  aquella  pro- 
vingia  avia,  quedaron  de  paz ,  é  por  señor 
della  aquel  muchacho,  hermano  de  aquel 
señor,  de  quien  se  higo  la  justicia  ques  di- 
cho. Puesto  que  en  aquella  sacón  no  ser- 
vían ni  aprovechaban,  por  ser  la  tierra  po- 
bre ,  á  lo  menos  bastó  lo  fecho  para  segu- 
ridad della ,  é  para  que  no  alborotassen 
á  los  que  servían ;  é  aun  para  más  segu- 
ridad, puso  allí  el  general  algunos  natu- 
rales de  los  de  Temistitan  é  de  otras  par- 
tes de  la  Nueva  España. 


DE  INDIAS.  I.IB.  XXXIII.  CAP.  XXXV.  44 1 


CAPI  I  I  LO  \\M . 

F.n  que  se  contiene  un  capitulo  i  la  letra  que  el  capitán  Hernando  Corle*  entre  oirás  cosas  escribió  al  Em- 
perador, nuestro  señor,  en  esta  su  cuarta  relación  ,  quejándose  del  obispo  de  Burgos  ,  é  otras  cosas ;  i> 
más  adelante  se  tracla  de  la  victoria  que  ovo  contra  los  indios  de  la  grand  población  llamada  Ayuluscola- 
clan;  é  de  la  conquista  de  las  lagunas  de  Panuco,  c  victoria  que  ovo  con  essos  é  otros  pueblos,  e  otras 
cosas  que  convienen  al  discurso  de  la  historia. 


«ix  esta  sa<;on,  inviclíssimo  Céssar,  llegó 
al  puerto  é  villa  del  Espíritu  Soneto,  di- 
que ya  en  los  capítulos  antes  deste  he  he- 
cho mención,  un  bcrganlincjo  harto  pe- 
queño, que  venia  de  Cuba,  y  en  61  un 
Johan  Huno  de  Oue\o,  que  con  el  arma- 
da que  Pamphilo  de  Narvaez  truxo  avia 
venido  á  esta  tierra  por  maestre  de  un 
navio  de  los  ipie  en  la  dicha  atinada  vi- 
nieron; y  segund  parfesció  por  despachos 
que  Iraia,  venia  por  mundudode  don  Jolina 
de  f'onsecn  ,  obi-po  de  Duróos ,  creyendo 
que  ChripMóbal  de  Tapia ,  quél  avia  ro- 
deado que  viniesse  por  gobernador  á  esta 
tierra,  estaba  en  ella.  Y  para  que  si  en  su 
recibimiento  oviesse  contradicen ,  como 
61  temía,  por  la  entera  racon  (pie  á  te- 
merlo le  incitaba,  envióle  por  la  isla  de 
•  liba  para  que  lo  comtmicasse  con  Diego 
Velazó¡ucz ,  como  lo  hie,o ,  y  él  l<¿  dió  el 
bergantín  en  que  passasse.  Traia  el  dicho 
Johan  Bono  liarla  cienl  cartas  de  un  tenor 
firmadas  del  dicho  obispo,  y  aun  creo 
que  en  blanco,  para  que  viesse  á  las  per- 
sonas que  acá  estaban  que  al  dicho  Johan 
Bono  le  paresc.iesse ,  dtciéudoles  que  ser- 
virían mucho  á  vuestra  Calhólica  Mages- 
tad  en  que  el  dicho  Tapia  fuesse  rescebi- 
do ,  y  que  por  ello  les  prometía  muy  cre- 
cidas mercedes;  6  que  supiessen  que  en 
mi  compañía  estaban  contra  la  voluntad 
de  Vuestra  Magestad  ,  é  otras  muchas  co- 
sas algo  incitatorias  á  bullicio  é  desaso- 
siego. É  á  mí  me  escribió  otra  caria,  di- 
ciéndome  lo  mesmo ,  é  que  si  yo  obedes- 
cia  al  dicho  Tapia,  quél  haria  con  Vues- 
tra Alteca  que  me  hiciesse  señaladas  nier- 
iUMO  111. 


cedes:  donde  no,  que  tuviesse  por  cierto 
(pie  me  avia  de  ser  mortal  enemigo.  É  la 
venida  deste  Johan  Bono  é  las  cartas  qjin 
truxo  pusieron  tanta  alteración  en  las 
gentes  de  mi  compañía,  que  certifico  á 
Vuestra  Mageslad  que  si  yo  no  los  asegu- 
ráis, diciéndqles  la  causa  porque  el  obis- 
po aquello  les  escribía ,  6  que  no  temies- 
sen  sus  amenacas,  y  que  el  mayor  servi- 
cio que  Vuestra  Calhólica  Magestad  resci- 
biría ,  é  por  donde  más  mercedes  les  man- 
daría facer  era  por  no  consentir  quel  obis- 
po ni  cosa  suya  se  éntreme! ¡esse  en  estas 
partes;  porque  era  con  intención  de  es- 
conder la  verdad  delta  á  Vuestra  Alteca 
6  pedir  mercedes  en  ella,  sin  que  Vues- 
tra Magestad  Bupiesse  lo  que  le  daba:  que 
hubiera  harto  que  hacer  en  los  apaciguar, 
en  especial  que  fuy  informado,  aunque  lo 
disimule  por  el  tiempo,  que  algunos  avian 
puesto  eo  plática  que,  pues  en  pago  de 
sus  servicios  se  les  ponían  temores,  que 
era  bien,  pues  avia  comunidad  en  Casti- 
lla, que  la  hiciessen  acá,  basta  que  Vues- 
tra Alici  a  fuesse  informado  de  la  verdad, 
pues  el  obispo  tenia  tanta  mano  en  esta 
i  ¡(.¡ación,  que  hacia  que  sus  relaciones 
no  viniessen  á  noticia  de  Vuestra  Alteca; 
é  que  tenia  los  officiales  de  la  casa  de  la 
Contractacion  de  Sevilla  de  su  mano,  é 
(pie  allí  eran  maltractados  sus  mensajeros 
é  tomadas  sus  relaciones  é  cartas  é  sus 
dineros,  é  se  les  defendía  que  no  les  vi- 
niesse socorro  de  gente  de  armas  ni  bas- 
timentos. Pero  con  hacerles  yo  saber  lo 
que  arriba  digo,  é  que  Vuestra  Magestad 

de  ninguna  cosa  era  sabedor,  é  que  tu- 

56 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


442 

viesscn  por  cierto  que  sabido  por  Vuestra 
Allega,  serian  gratificados  sus  servicios,  é 
fechas  por  ellos  aquellas  mercedes,  que  los 
buenos  é  leales  vassallos  que  a  su  Rey  é 
señor  sirven,  como  ellos  han  servido,  me- 
resten,  se  aseguraron.  É  con  la  merced 
que  Vuestra  Allega  tuvo  por  bien  de 
mandar  hagcr  con  sus  reales  provisiones, 
lian  estado  y  están  tan  contentos,  é  sirven 
con  tan  buena  voluntad  qual  el  fructo  de 
sus  servicios  dá  testimonio ,  é  por  ellos 
mgrcsgen  que  Vuestra  Alteca  les  mande 
hacer  mercedes,  pues  tan  bien  lo  han  ser- 
vido é  sirven  é  tienen  voluntad  de  servir. 
E  yo  por  mi  parte  muy  humilde  á  Vues- 
tra Magestad  lo  suplico ,  porque  no  en 
menos  merced  resgibiré  la  que  á  qual- 
quiera  dellos  mandare  hacer,  que  si  á 
mi  se  higiesse,  pues  yo  sin  ellos  no  pu- 
diera aver  servido  á  Vuestra  Alteca,  co- 
mo lo  he  fecho.  En  especial  suplico  á 
Vuestra  Alteca  muy  humildemente  les 
mande  cscrebir,  teniéndoles  en  servicio 
los  trabaxos  que  en  su  servicio  han  pues- 
to, c  ofreseiéndoles  por  ellos  mercedes; 
porque  demás  de  pagar  la  debda  que  en 
esto  Vuestra  Magestad  debe,  es  animarlos 
para  que  de  aquí  adelante  con  muy  me- 
jor voluntad  lo  hagan.  • 

Dice  más  el  gobernador  Hernando  Cor- 
tés, que  por  una  cédula,  que  Su  Magestad 
mandó  proveer  en  lo  que  toca  al  adelan- 
tado Francisco  de  Gara  y .  paresce  que  Su 
Magestad  fué  informado  que  Cortés  esta- 
ba para  vr  ó  enviar  al  rio  de  Panuco  á  lo 
pacificar,  á  causa  que  se  decía  que  en 
aquel  rio  avia  un  puerto,  é  porque  en  él 
avian  murrio  muchos  españoles,  assi  de 
los  de  un  capitán  que  á  él  envió  el  dicho 
Francisco  de  Garay ,  como  de  otra  nao 
qne  después  con  tiempo  dio  en  aquella 
COSta.,  que  no  quedó  alguno  vivo:  é  por- 
que algunos  de  los  naturales  de  aquellas 
paites  asian  venido  al  dicho  general  A  se 
il'--eulp.ir  il  ■  aquellas  muertes  .  diciendo 
(jue  lo  avian  hecho  porque  supieron  (pu- 


no era  de  su  compañía  de  Cortés,  é  por- 
que avian  seydo  dellos  mallractados ;  pe- 
ro que  si  él  quisiesse  enviar  allá  gente  de 
su  compañía ,  qucllos  la  temían  en  mucho 
é  los  servirían  con  todo  lo  quellos  pudies- 
sen,  é  le  agradesgerian  mucho  que  los  en- 
viasse,  porque  temían  que  aquella  gente 
con  quien  ellos  avian  peleado,  volverían 
sobrellos  á  se  vengar ,  é  también  porque 
tenían  ciertos  enemigos  comarcanos,  de 
quien  rescibian  daño ,  é  que  si  él  les  dies- 
sc  chripslianos,se  favorescerian.  É  porque 
quando  estos  vinieron  á  hacer  estas  des- 
culpas é  ofrescimiento,  el  general  tenia  po- 
ca gente ,  no  pudo  cumplir  lo  que  le  pe- 
dían: pero  prometióles  que  lo  baria  lo  más 
brevemente  quél  pudiesse :  é  con  esto  se 
fueron  contentos,  quedando  ofrescidos 
por  vassallos  de  Su  Magestad  diez  ó  dogo, 
pueblos  de  los  más  comarcanos  á  la  raya 
de  los  subditos  á  la  cibdad  de  Temislitan. 

Desde  á  pocos  días  tornaron  á  venir, 
ahincándole  mucho  que,  pues  que  enviaba 
españoles  á  poblar  á  muchas  partes,  que 
enviasse  assimesmo  algunos  á  poblar  allí 
con  ellos,  porque  resgibian  mucho  daño  de 
aquellos  sus  contrarios  é  de  los  del  mes- 
mo  rio,  que  están  á  la  costa  de  la  mar: 
que  aunque  eran  todos  unos,  por  averse 
venido  al  general,  les  hagian  mal  tracta- 
miento,  E  assi  por  complir  con  estos  co- 
mo por  poblar  aquella  tierra,  é  también 
porque  ya  tenia  alguna  más  gente,  seña- 
ló un  capitán  con  ciertos  compañeros  pa- 
ra que  fuessen  al  dicho  rio;  y  estando  pa- 
ra partir,  supo  de  un  navio  que  fué  de  la 
isla  de  Cuba,  cómo  el  almirante  don  Die- 
go Colom,  é  los  adelantados  Diego  Ve- 
lazquez  é  Francisco  de  Garay  quedaban 
¡unios  en  la  dicha  isla,  é  muy  confedera- 
dos para  entrar  por  allí,  como  sus  enemi- 
gos, á  le  hacer  iodo  el  daño  que  pudies- 
sen.  En  esta  sospecha  ó  imaginación  Cor- 
tés se  engaño  mucho,  porque  el  almiran- 
te nunca  le  passó  tal  por  el  pensamiento 
ni  ovo  tal  confederación ;  pero  como  él  se 


DK  INDIAS.  I.IIJ.  XXXHI.  CAP.  XXXV 


443 


temía  de  los  adelantados ,  dábanle  &  en- 
tender aquello  é  otras  cosas.  £  assi  él  por 
excusar  que  no  le  ofondiossen  lo  quos  di- 
cho,  é  porque  pon-aba  que  excusaría  as- 
simesmo por  la  \da  de  aquellos  adelanta- 
dos no  se  ofresciesse  otro  semejante  al- 
boroto é  desconcierto,  como  el  que  se 
ofresció  con  la  yda  de  l'amphilo  da  Nar- 
vaez,  determinó,  dexando  en  la  cibdad 
de  Tcmístítau  el  mejor  recábelo  qué]  pu- 
do, de  yr  en  persona  :  porque  si  los  ade- 
lantados o  alguno*  dellos  fue-son  ,  on- 
contrassen  con  él  antes  que  con  otro,  por- 
que podría  él  mejor  excusar  el  daño,  i] 
assi  se  partió  con  ciento  é  veynle  de  ca- 
ballo, é  con  lres(;ientos  peones  é  alguna 
artillería,  é  con  ha-la  quarenta  mili  hom- 
bres de  guerra  de  los  naturales  de  Temís- 
tilan  ó  sus  comarcas.  É  llegado  á  la  raya 
de  su  tierra ,  bien  veynte  ó  cinco  leguas 
antes  di;  llegar  al  puerto,  en  una  grand 
población  que  se  dice  Ayuluseotaelan ,  le 
salieron  al  campo  mucha  gente  de  guer- 
ra é  pelearon  con  ellos.  K  assi  por  tener 
el  general  tanta  gente  de  los  amigos  co- 
mo ellos  venían,  como  por  sorel  lugar 
llano  ó  aparejado  para  los  caballos,  no 
turó  mucho  la  batalla;  é  aunque  algunos 
españoles  fueron  heridos,  é  assimesmo  al- 
gunOS  caballos,  é  mataron  algunos  de  los 
amigos,  fueron  los  contraríos  vencidos  ó 
desbaratados  é  muertos  muchos  dellos. 
lín  aquel  pueblo  se  detuvo  el  general 
tres  dias,  porque  se  curassen  los  heridos, 
é  porque  viqieron  allí  á  él  los  ques  diebo 
que  &  Temistitan  avian  ydo  á  se  ofrescer 
por  vassallos  de  Su  Magestad;  é  desde 
allí  le  acompañaron  hasta  llegar  al  puer- 
to, é  de  allí  adelante,  sirviendo  en  lodo  lo 
(pie  podían.  V.  continuándose  el  camino 
hasta  el  puerto,  en  ninguna  parte  se  ovo 
otro  recuentro  con  aquella  gente:  antes 
los  del  camino,  por  donde  el  general  é  su 
exército  passaba,  salieron  á  pedir  perdón 
de  su  yerro  é  á  ófrescersefpor  vassallos  é 
buenos  servidores  de  Sti  Magestad. 


Llegados  el  general  é  sus  milites  al 
puerto  é  rio,  se  apossentó  en  un  pueblo, 
cinco  leguas  de  la  mar,  que  se  dice  Gu- 
la,  elqual  estaba  despoblado  é  quemado, 
poi  que  allí  fué  donde  desbarataron  al  ade- 
lantado francisco  de  Caray :  é  desde  allí 
envío  Hernando  Cortés  sus  mensajeros  de 
la  otra  parte  del  rio  é  por  aquellas  lagu- 
nas ( ¡pie  todas  están  pobladas  de  grandes 
pueblos  de  indios)  á  decirles  que  no  te- 
miessen  que  por  lo  passado  se  les  hicies- 
se  algún  daño  :  porque  bien  sabia  que  por 
el  mal  tractamicnto  que  avían  rescebido 

de  aquella  gente  se  avian  aleado  contra 
los  nuestros,  é  que  no  tenían  culpa.  K 
nunca  quisieron  venir:  antes  maltractaron 
los  mensajeros,  é  aun  mataron  algunos 
dellos;  é  porque  de  la  otra  parte  del  rio 
estaba  él  agua  dulce,  de  donde  nuestro 
éxército  se  proveía,  poníanse  allí  6  sal- 
teaban á  los  (pie  yban  por  ella. 

Assi  en  esta  ocupación  estuvo  el  general 

más  de  quince  días,  creyendo  atraerlos  por 

bien  e  que  \  iendo  que  los  que  avían  \erii- 

do  de  paz  eran  bien  tractados ,  "Jo  harían 
ellos  assimesmo;  perolenian  lanía  COnfian- 
pa  en  la  forlaleca  de  la  disposición  é  as- 
sicnlode  aquellas  lagunas,  donde  estaban, 
que  no  aprovecho  ninguna  templanoa  ni 
eorle-in  ron  ellos.  \]  cómo  el  general  vido 
el  poco  provecho  que  hacia  e  (piel  lieinpo 
se  perdía,  atendió  al  remedio,  é con  unas 
canoas  que  al  principio  se  avian  allí  loma- 
do, se  lomaron  más ,  e  con  ellas  una  noche 
passaron  algunos  caballos  de  la  oda  par- 
tí1 del  rio  e  genio;  é  (piando  fué  de  día 
claro,  ya  avia  copia  de  chrípslíanos  é  ca- 
ballos ó  amigos  de  la  otra  parte  sin  ser 
sentidos,  y  él  so  passó'  assimesmo  con 
ellos,  dexando  en  el  real  buen  recabdo. 
É  cómo  los  enemigos  los  sintieron  de  la 
Otra  parle  ,  vinieron  mucha  copia  de  gen- 
te dellos  é  dieron  con  mucho  ímpetu  so- 
bre los  nuestros,  tanto  que  escribió  el  ge- 
neral, (pie  después  qmíl  oslaba  en  aque- 
llas ¡Kiries  no  avía  visto  acometer  en  el 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


campo  tan  denodadamente  los  indios  co- 
mo le  acometieron.  E  mataron  dos  caba- 
llos é  hirieron  otros  diez  malamente,  que 
-  no  pudieron  yr  en  aquella  jornada;  mas 
al  . fin  los  enemigos  fueron  vencidos  é  des- 
baratados é  puestos  en  huyda :  se  siguió 
el  alcance  quasi  una  legua,  matando  mu- 
chos dellos,  é  con  hasta  treynta  de  caba- 
llo que  le  quedaron  al  gobernador  é  ciént 
peones,  siguió  todavía  su  camino.  É  aquel 
dia  desta  victoria  durmió  en  un  pueblo 
tres  leguas  del  real ,  el  qual  estaba  pobla- 
do ;  y  en  las  mezquitas  é  templos  de  aque- 
llos ydólatras  se  hallaron  muchas  cosas 
de  los  españoles,  que  le  avian  muerto  al 
adelantado  Francisco  de  Garay. 

Otro  dia  siguió  su  viage  por  la  costa  de 
una  laguna  adelante ,  buscando  passo  pa- 
ra passar  á  la  otra  parte  della ,  porque 
del  otro  cabo  parescian  pueblos  é  gente: 
é  anduvo  todo  el  dia  sin  le  hallar  cabo  ni 
por  donde  passar.  É  ya  que  era  hora  de 
vísperas*  vidose  un  pueblo  que  parescia 
hermosa  población,  é  lomado  el  camino 
para  él,  toda  via  por  la  mesma  costa  de  la 
laguna ,  llegados  cerca ,  era  ya  tarde ,  é 
DO  parescia  gente  alguna:  é  para  asegu- 
rar las  sospechas  de  la  guerra,  mandó  diez 
de  caballo  que  entrassen  en  el  pueblo  por 
el  camino  derecho,  y  él  con  otros  diez 
tomó  la  halda  del  pueblo  hacia  la  laguna, 
porque  los  diez  ginetes  llevaban  la  retro- 
guardia  é  no  eran  llegados.  Y  entrando 
por  el  pueblo,  paresció  mucha  gente  que 
estaba  escondida  dentro  de  las  casas  en 
Velada  para  tomar  a  los  Españoles  des- 
cuydados;  é  trabóse  la  pelea  muy  osada- 
mente, é  mataron  un  caballo  é  hirieron 
quassi  todos  los  otros  é  muchos  de  los  es- 
pañoles. É  tuvieron  tanta  constancia  pe- 
leando, que  turó  bien  un  quarto  de  hora 
o  más,  é  fueron  rompidos  tres  ó  quatro  ve- 
yes,  é  otras  tantas  se  tornaron  á  rehacer  é 
acaudillar,  é  juntos,  hechos  una  muela 
redonda,  hincaron  las  rodillas  en  tierra. 
v  sin  hablar  gritaban  .  como  lo  suelen  ha- 


ger.  Los  otros  esperaban ,  é  ninguna  vez 
entraban  per  ellos  que  no  empleassen  mu- 
chas flechas,  é  tan  espessas  que  si  los 
chripstianos  no  fueran  tan  bien  armados, 
como  yban,  no  cseapá'ra  hombre  de  los 
nuestros.  É  quiso  Dios,  Nuestro  Señor, 
que  á  un  rio  que  passaba  junto  y  entraba 
en  aquella  laguna  quel  general  avia  se- 
guido todo  el  dia ,  algunos  de  los  que  más 
cercanos  estaban  al  rio  se  comentaron  á 
echar  al  agua ,  é  trás  aquellos  comenca- 
ron á  huyr  los  otros  al  mesmo  rio ;  é  assi 
se  desbarataron ,  aunque  no  huyeron  más 
de  hasta  passar  el  rio ,  y  ellos  de  la  una 
parte  é  los  españoles  destotra  se  estuvie- 
ron hasta  que  escureció  la  noche,  é  por 
ser  el  rio  hondo,  no  pudieron  passar  á 
ellos ,  é  aun  no  les  pessó  á  los  españoles, 
quando  les  vieron  passar.  É  volviéronse 
el  general  é  los  que  con  él  estaban  al  pue- 
blo, que  estaba  un  tiro  de  honda  de  aquel 
rio ;  é  con  la  mejor  guarda  que  supieron 
hacer,  passaron  aquella  noche  los  nues- 
tros, é  comieron  el  caballo  que  les  mata- 
ron ,  porque  no  tcnian  otro  bastimento  ni 
les  supo  mal ,  porque  esta  salsa  de  la 
hambre,  con  no  tener  otros  manjares,  es 
el  mejor  cocinero  de  todos. 

Otro  dia  siguiente  salieron  por  un  ca- 
mino ,  porque  ya  no  parescia  gente  de  la 
tlel  dia  passado,  é  fueron  á  dar  en  tres  ó 
quatro  pueblos  que  estaban  desampara- 
dos sin  gente  ni  otra  cosa  ,  excepto  algu- 
nas bodegas  del  vino  que  los  indios  ha- 
cen de  mahiz,  é  hallaron  assaz  tinajas 
dello.  Aquel  dia  no  ovicron  ninguna  resis- 
tencia, é  durmieron  en  el  campo,  porque 
hallaron  unos  mahicales  con  que  la  gente 
ó  los  caballos  tuvieron  algún  refresco.  E 
desta  manera  anduvieron  dos  ó  tres  dias 
sin  hallar  gente,  aunque  passaron  muchos 
pueblos,  é  porque  la  falta  del  bastimento 
los  aquexaba  (que  en  todo  este  tiempo 
entre  todos  no  ovo  cinqüenta  libras  de 
pan)  se  lornardn  al  real;  é  la  gente  que 
en  él  avian  dexado,  estaba  muy  buena  é 


i 


DE  INDIAS.  LIB.  J 

sin  aver  ávido  recuentro  ni  contradicion. 
É  porque  los  contrarios  todos  pareseja 
que  quedaban  de  la  otra  parte  de  aquella 
laguna  quel  general  no  avia  podido  pas- 
sar,  luco  una  noche  echar  gente  é  caba- 
llos de  la  otra  parte  della  con  las  canoas, 
é  (pie  fuesre  gente  de  ballesteros  y  esco- 
peteros por  la  laguna  arriba  6  la  otra  gen- 
te por  la  tierra.  E  yendo  desla  manera, 
dieron  sobre  un  grand  pueblo,  é  como 
tomaron  Jos  moradores  del  desan  dados, 
mataron  muchos.  Desle  salto  cobraron 
tanto  temor,  viendo  que  otando  cerca- 
dos de  agua  los  avian  salteado  sin  sentir- 
lo, que  luego  comentaron  á  venir  de  paz; 
y  en  término  de  veynte  dias  vino  toda  la 
tierra  íí  dar  la  obidiencia  á  Su  Mageslad, 
como  vassallos  de  la  corona  real  de  Cas- 
lilla  ,  é  quedaron  en  mycha  paz  é  amistad 
con  los  españoles.  Cómo  el  general  vido 
la  tierra  pacifica ,  envió  por  todas  las  par- 
tes della  personas  que  la  visitassen  é  le 
hiciessen  relación  de  todos  los  pueblos  6 
gente  que  avia;  é  trayda  la  información, 
bascóse  el  mejor  ¿ASientO  que  por  allí  se 
pudo  aver,  é  fundóse  una  villa,  á  la  (pial 
el  general  le  puso  nombre  de  Santislcban 
del  Puerto,  é  á  los  españoles  que  allí  qui- 
sieron quedar  por  vecinos,  depossitóles 
aquellos  pueblos  é  indios  que  los  sirvies- 
sen  con  que  se  sostuviessen,  é  nombróal- 
caldcs  é  regidores,  é  dexó  allí  su  lugar 
teniente  di'  capiian  o  gobernador,  con 
treynla  de  caballo/'  cient  peones,  ó  dió- 
les  un  barco  é  un  chinchorro  que  le  avian 
traydo  de  la  villa  de  la  Veracruz  para  bas- 
timento; é  assimesmo  se  le  envió  de 
aquella  villa  un  navio  cargado  de  basti- 
mento de  carne  ó  pan  é  vino  ó  accyte  é 
vinagre  é  otras  cosas,  el  qual  se  perdió 
con  todo  ello  é  aun  dexó  en  una  islela  en 
la  mar,  cinco  leguas  apartada  de  la  costa 
de  la  tierra,  tres  hombres,  por  los  quales 
el  general  envió  después  en  un  barco,  é 
los  hallaron  vivos,  aunque  con  harto  tra- 
bado: el  mantenimiento  de  los  quales  en 


XXUI.  CAP.  *\XXV.  4i5 

todo  lo  que  allí  estuvieron  fué  lobos  ma- 
rinos ,  que  venían  muchos  á  aquella  isle- 
ta, é  avia  assimesmo  una  fructa  que  que- 
ría pares^er  higos. 

Esto  se  ha  dicho  é  traydo  a  conseqúen- 
cia  de  la  historia,  porque  passó  assi,  é 
porque  de  aquí  se  puede  bien  colegir  cómo 
era  apercibido  é  prudente  poblador  Her- 
nando Cortés,  el  qual  escribió  á  Su  Magos- 
tad Calhólica  que  solo  á  él  le  avia  costado 
este  viage  más  de  treynta  mili  pessos  de 
oro,  é  á  los  que  con  él  fueron  otros  tantos 
de  costas  é  caballos  y  armas  y  herrage :  el 
qual  fué  tan  costoso  que  la  herradura  é 
clavos  para  ella  no  se  pagaba  con  otro 
tanto  menos  de  oro  pesso  por  pesso  del 
hierro,  ó  por  doblada  plata  quel  herrage 
pessaba.  En  conclusión,  (pie  por  el  servi- 
cio, quel  general  é  sus  milites  hicieron  en 
aquesta  jornada,  quedaron  aquellos  indios 
é  provincia  debaxo  de  la  obidiencia  é 
vassallage  de  la  corona  real  de  Castilla.  É 
fué  de  lanío  fructo  aquesta  guerra,  que 
después,  no  mucho  tiempo  passado,  alle- 
gó allí  un  navio  con  mucha  gente  é  basti- 
mentos» é  dió  allí  al  través,  que  no  po- 
día hacer  otra  cosa;  é  si  la  tierra  ñor  es- 
tuviera de  paz,  do  escapara  persona  de 
quantos  en  él  yban,  como  los  del  otro  que 
antes  avian  muerto  los  indios  é  se  halla- 
ron los  cuerpos  de  los  españoles,  digo  los 
meros  dellos,  enteróse  curado-  (le  tal  ma- 
nera, que  tenían  sus  caras  proprias  de 
forma  rpie  muchos  dellos  se  podían  muy 
bien  conosccr  é  los  conoscieron  ,  puestos 
en  aquellos  diabólicos  oratorios  de  essos 
ydólatras  por  ornamento  é  tropheos  y  en 
señal  de  su  victoria.  É  aun  quando  allí  lle- 
gó el  adelantado  Frangisco  de  Caray,  des- 
pués de  lo  que  está  dicho,  no  quedara  él 
ni  ninguno  de  los  que  con  él  yban,  por- 
que con  tiempo  forzoso  fueron  a  dar 
treynta  leguas  abaxo  del  dicho  rio  del  Pa- 
nuco, é  perdieron  algunos  navios,  é  sa- 
lió la  gente  en  tierra  destrocados,  como 
está  bueno  de  considerar,  que  salen  los 


446 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


que  pueden  y  Dios  quiere  escapar  de  se- 
mejantes naufragios.  É  cómo  la  tierra  ya 
estaba  de  paz  é  poblada  de  los  españoles 
de  la  villa  de  Santisteban,  ellos  los  socor- 
rieron é  truxeron  á  cuestas ,  como  mejor 
pudieron  ,  é  los  sirvieron  basta  ponerlos 
en  aquel  pueblo;  é  si  este  socorro  allí  no 
bailaran ,  sin  otra  guerra  ,  aunque  indios 
no  los  mataran ,  se  murieran  é  perdieran 
todos. 

Muchos  son  los  trabaxos  que  en  esta 
parle  se  han  padescido,  é  grandes  los 
merescimientos  é  servicios  de  tan  expe- 
rimentado capitán  é  tan  diestros  é  animo- 
sos conquistadores ,  bástala  qual  expi- 
ríencía  no  se  puede  alguno  intitular  ni  te- 
ner por  maestro  de  tal  arte ,  sin  que  le 
cueste  años  c  sangre  é  baya  probado  las 
miserias  é  desaventuras  y  sed  y  hambre, 
pobreza  y  desnudez  y  otros  ¡numerables 
trabaxos,  que  andan  debaxo  de  la  militar 
disciplina,  por  lo  qual  dice  Ycgecio:  «De 
aquellos  años  en  que  al  hombre  los  pri- 
meros pelos  le  salen  á  la  cara ,  se  deben 
elegir  los  nuevos  soldados.  >  É  Saluslio 
dice  que  el  mancebo  que  la  guerra  ha  de 
exercitar ,  en  la  adolescencia  se  debe  ele- 
gir. Quiero  decir  que  esta  gente  que]  ca- 
pitán Hernando  Cortés  traia ,  ya  de  tiem- 
po atrás  muchos  dellos  avian  exergitado 
las  armas,  quando  á  aquella  tierra  passa- 
ron,  6  las  avian  seguido  en  España  é  otras 
partes;  é  aunque  lo  de  estas  nuestras  In- 


dias es  nueva  forma  de  trabaxos,  diéron- 
se  á  ellos,  y  entendiéronlos  é  comportá- 
ronlos, como  españoles,  puesto  que  para 
quedar  los  unos  cendrados  é  perfettos, 
muchos  consumió  la  guerra  é  las  diferen- 
ciadas regiones,  por  donde  se  bailaron. 
Pero  no  se  les  niegue  á  sus  ánimos  la 
perficion  de  su  militar  condición ,  que  es- 
tá desde  muchos  siglos  jubilada  é  apro- 
bada. Dice  Livio  que  peleando  los  roma- 
nos debaxo  de  la  obidiencia  de  Fabio 
contra  los  cartaginenses,  cuyo  capitán  era 
Aníbal,  que  cómo  los  romanos  eran  más, 
sin  dubda  vencieran,  si  presto  no  fueran 
socorridos  de  una  cohorte :  esquadra  ó 
capitanía  de  españoles  enviada  por  Aní- 
bal en  socorro  de  aquellos,  porque  los 
españoles  son  más  aptos  é  ligeros  é  acos- 
tumbrados á  combatir  entre  las  piedras  é 
montes  é  ripas  é  peñas  que  no  eran  los 
lómanos,  é  que  haciendo  burla  del  ene- 
migo, se  fueron  los  españoles. sanos  é  sal- 
vos. Assi  que,  no  ha  pocos  años  que  esta 
nuestra  nasgion  está  heredada  en  la  uni- 
versal opinión  en  el  mundo  por  una  de  las 
generasciones  más  famosas  en  las  cosas 
de  la  guerra.  Passcmos  á  nuestra  historia: 
que  hay  tanto  que  decir  y  escribir  en  ella, 
que  no  es  menester  que  nos  detengamos 
en  estos  ornamentos,  que  de  otras  histo- 
rias se  mezclan  aqui.  no  para  otro  efetto 
sino  para  dar  á  entender  lo  que  conviene 
al  propóssito  de  lo  que  se  tracta. 


CAPITULO  XXXVI. 

Kn  el  qual  se  tracta  la  pacificar-ion  de  la  provincia  de  Coliman  é  de  otras  á  ella  cercanas,  é  de  cierta  rela- 
ción que  le  fue  fecha  al  general  de  una  isla  poblada  de  inugcres ,  é  de  la  yda  del  adelantado  Francisco  de 
Caray  al  rio  ó  provincia  de  Panuco ,  c  cómo  murió  después  en  la  grand  ciudad  de  Temistilan ,  é  otras  cosas 

concernientes  á  la  historia. 


Los  capítulos  precedentes  han  fecho  re- 
lación cómo  yendo  de  camino  el  general 
Hernando  Cortés,  después  de  aver  paci- 
ficado la  provincia  de  Panuco,  se  con- 
quistó la  provincia  de  Tutepcque,  que  es- 


taba rebelada,  é  teníase  nueva  que  de  una 
provincia  que  está  cerca  de  la  mar  del 
Sur,  que  se  dice  Impelcingo,  la  qual  es 
áspera  (ierra  y  de  gente  belicosa ,  hacian 
mucho  daño  á  los  confederados  amigos 


DE  INDIAS.  I.IB.  XXXIII.  CAP.  XXXVI. 


447 


de  los  chripstianos  ó  vassallos  de  Su  Ma- 
gestad,  o  avian  enviado  á  pedir  socorro. 
a  aunque  la  gente  estaba  cansada,  é  hay 
de  una  mar  á  olía  doscientas  leguas  por 

aquel  camino  que  avian  de  yr,  lii<;o  lue- 
go  juntar  vcyntc  y  cinco  de  caballo  ó 
ochenta  peones,  y  envió  en  socorro  de 
lo- amigos  un  capitán  con  esta  gente:  el 
(pial  ydo  allá,  é  aviendo  primero  reque- 
rido con  la  paz  a  los  contrarios,  y  ellos 
no  la  queriendo,  subcedicron  ciertos  re- 
cuentros; ó  por  ser  la  tierra  tan  áspera, 
no  se  pudo  conquistar  de  todo  punto,  mas 
quedaron  en  parte  Lien  castigados. 

A  este  capitán  le  a\  ia  iu.inil.nl' >  el  ge- 
neral (pie  hecho  aquello ,  fues-o  á  la  cib- 

dad  de  Zacatilla  con  la  ícente  que  llevaba 

é  ((ue  con  la  que  mas  de  allí  pudiesse  sa- 
co .  Ilcga»sc  á  l.i  pn i\  un  ia  de  I  !< iliiuan. 
donde  la  hi.-loria  ha  dicho  que  avian  dcs- 
haralado  un  capitán  e  ¡.'ente  nuestra  que 
\  han  á  Mechuacan  :  e  que  r.i  no  quisiesseu 
aquellos  indios  ohedoscor ,  que  se  les  hi- 
ciesso  la  guerra.  K-le  capitán  fué  donde 
es  dicho,  é  ya  llevaba  ginqlicnta  de  ca- 
ballo é  ciento  y  einquenla  peones,  é  fués- 
se  a  aquella,  provincia  ,  (pie  ota  de  la  cib- 
dad  de  Zacatilla  en  la  costa  (lela  mar  del 

Sur  abaxo  sessenta  leguas;  e  por  el  ca- 
mino pacificó  algunos  pueblos.  I-]  cómp 
llegó  adonde  al  otro  i-apilan  avian  desba- 
ratado, halló  mucha  gente  de  guerra  que 
le  estaba  atendiendo,  e  como  gente  de 
buen  ánimo,  venidos  á  las  manos,  se  tra- 
bd  la  batalla,  é  fué  muy  reñida;  pero 
quedó  la  victoria  por  los  .españoles,  sin 
que  matassen  á  ebripstiano  alguno,  aun- 
que hirieron  á  muchos  é  algunos  caballos; 
mas  los  enemigos  pagaron  bien  el  daño 
que  avian  hecho.  Este  castigo  fué  de  ma- 
nera é  con  tanta  sangre  vertida  de  los 
contrarios ,  que  sin  más  guerra  se  dio  to- 
da  |a  tierra;  é  no  tan  solamente  aquella 
provincia,  mas  otras  muchas  que  con  ella 
confinan  se  otorgaron  por  vassallos  de  los 
Heves  de  Castilla,  pressentesé  por  venir, 


perpetuamente:  é  fueron  las  más  princi- 
pales .Miman.  Colimante.  Ciguatan.  H 
desde  allí  hico  este  capitán  mensajeros  al 
general .  dándole  cuenta  de  todo  lo  acaes- 
cido:  el  qual  le  envió  á  mandar  que  hus- 
ca'sse  un  assienlo  que  fnesse  bueno,  en 
que  se  fundasse  una  villa  de  españoles,  é 
se  llamasse  Coliman,  como  l.i  mesma  pro- 
vincia, y  envió  nombramiento  de  alcaldes 
é  regidores  para  ella;  é  mandó  que  visi- 
tasse  aquellos  pueblos  é  gente  de  aquellos 
pueblos  é  de  aquellas  provincias,  é  le  lle- 
vasse  toda  la  más  relación  é  secretos  que 
pudiesse  a  ver  de  la  tierra:  é  assi  lo  hico, 
e  aun  le  llevó  cierta,  muestra  de  perlas 
que  allá  halló.  E  el  gobernador  repartió 
los  pueblos  de  aquella  provincia  en  los  ve- 
cinos que  allá  quedaron,  que  fueron veyn- 
tc  é  f;inco  de  caballo  é  ciento  ó  veynte 
j  icones. 

Entre  otras  cosas,  que  se  contenían  en 
la  relación  .(pie  aquel  capitán  llevó  al  ge- 
neral, era  una  que  avia  nueva  de  un  muy 
buen  puerto  en  aquella  costa,  é  assinies- 
mo  llevó  relación  de  los  señores  de  Cigua- 
tan ,  qile  se  afirmaban  mucho  aver  una  is- 
la toda  poblada  de  mugeres,  sin  varón 
alguno,  é  qiie-en  ciertos  tiempos  passan 
de  la  tierra  Grme  hombres,  con  los  qua- 
|e>  ellas  se  juntan,  e  las  (piedan  preña- 
da-. Si  paren  mugeres.  las  guardan;  é  si 
hombres,  los  echan  fuera  de  su  compañía, 
K  decian  questa  isla  está  diez  leguas  de 
aquella  provincia,  é  (pie  muchos  dellos 
han  ydo  allá  é  la  han  visto,  ('•  (pies  muy 
rica  de  perlas  é  oro;  pero  dcstas  muge- 
res  no  dá  fée  algún  chripsliano,  salvo 
aquellos  indios  de  Ciguatan  lo  testificaban 
de  la  manera  ya  dicha. 

En  nuestras  cartas  modernas  de  aque- 
lla navegación  del  Sur,  está assentada  una 
bahía  ó  ensenada  grande,  que  se  llama  Co- 
liman ,  ques  en  la  provincia  de  que  aquí 
se  tracta:  la  boca  de  la  qual  está  en  ca- 
torce grados  desta  parto  de  la  línia  cqui- 
nocial,  ¿i  la  banda  de  nuestro  polo  ártico, 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


segund  la  pintura  del  cosmógrapho  Alon- 
so de  Chaves;  pero  segund  mi  opinión,  yo 
creo  que  está  en  diez  é  siete  grados,  po- 
cos más  ó  menos ,  como  se  dirá  más  lar- 
gamente en  la  tercera  parte  desta  Gene- 
ral historia  de  Indias ,  quando  se  tráete  en 
particular  de  los  puertos  é  costas  de  la  mar 
austral,  donde  se  dirá  el  error  de  las  car- 
tas, desde  el  puerto  de  la  Possesion  la 
vuelta  del  Ocidenle  é  del  Norte  adelante. 
Assi  que,  esto  se  quede  para  allí,  pues  di- 
go dónde  se  dirá,  que  será  en  el  capítu- 
lo II  del  libro  XXXIX. 

Digo  pues  assi,  tornando  á  la  historia: 
que  yendo  Cortés  de  la  provincia  de  Pa- 
nuco en  una  cibdad  que  se  dice  Tucapan, 
llegaron  dos  españoles,  quél  avia  enviado 
con  algunos  de  los  naturales  de  Temisli- 
tan,  é  con  otros  de  la  provincia  de  Soco- 
nusco, ques  en  la  mar  del  Sur,  la  costa 
arriba,  hácia  donde  el  gobernadorde  Cas- 
tilla del  Oro,  Pedradas  Dávila  andaba, 
doscientas  leguas  ó  más  de  Temistitan,  á 
unas  cibdades  de  quel  general  tenia  noti- 
cia muchos  días  avia ,  que  se  llaman  Vo- 
laclan  é  Guatimala ,  que  están  de  la  pro- 
vincia de  Soconusco  sessenta  leguas:  con 
los  quales  españoles  vinieron  hasta  cient 
personas  de  los  naturales  de  aquellas  cib- 
dades ,  por  mandado  de  los  señores  do- 
lías, ofresciéndose  por  vassallos  é  subdi- 
tos de  Su  Magestad  6  de  su  corona  real 
de  Castilla.  El  general  los  rescibió  con 
mucho  amor  é  buen  tractamiento ,  ó  les 
prometió  todo  favor,  como  á  buenos  é  lea- 
les vassallos,  si  ellos  no  lo  dcsmercscics- 
sen ;  é  Ies  dió  para  ellos  é  sus  señores  al- 
gunas joyas  é  cosas  de  las  quél  tenia  é 
quellos  estiman ;  é  tornó  á  enviar  con  ellos 
otros  dos  españoles,  para  que  loshiciessen 
proveer  á  essos  indios  por  camino  de  las 
cosas  nescessarias.  Pero  no  desde  mucho 
tiempo  fué  avisado  el  general  de  los  es- 
pañoles ,  que  estaban  en  la  provincia  de 
Soponusco,  cómo  aquestas  cibdades  é  sus 
provincias  é  otra  que  se  dice  Chinpan, 


que  está  cerca  dellas,  no  gnardaban  aque- 
lla voluntad  que  primero  mostraban :  an- 
tes hagian  daño  á  los  pueblos  de  Soco- 
nusco, porque  eran  amigos  de  los  chrips- 
tianos,  é  por  otra  parte  enviaban  mensa- 
jeros á  los  de  Soconusco  á  desculparse, 
digiendo  quellos  no  lo  hagian ,  sino  otros 
indios.  É  para  saberla  verdad  desto  te- 
nia el  gobernador  despachado  al  comen- 
dador Pedro  de  Alvarado  con  ochenta  é 
tantos  de  caballo  é  doscientos  peones,  en 
que  avia  algunos  ballesteros  y  escopete- 
ros, é  quatro  tiros  de  artillería  é  convi- 
niente  munición  é  pólvora :  é  assimesmo 
tenia  fecha  cierta  armada  do  navios,  de. 
que  enviaba  por  capitán  á  Chripstóbal  de 
Olit,  para  que  fuesse  á  la  mar  del  Norte 
á  poblar  á  la  punta  del  Cabo  de  Higueras, 
que  está  sessenta  leguas  de  la  bahía  de  la 
Ascensión ;  ques  arriba  la  costa  oriental, 
encima  de  la  tierra  que  llaman  Yucatán; 
porque  tenia  información  que  aquella  tier- 
ra es  rica,  é  aun  porque  le  avian  dado  á 
entender  algunos  pilotos  que  por  aquella 
bahía  sale  estrecho  á  la  otra  mar,  lo  qual 
el  general  mucho  desseaba  saber.  Y  es- 
tando estos  dos  capitanes  á. punto  para 
comencar  sus  viajes  con  lodo  lo  nesces- 
sario,  llegó  un  mensajero  de  la  villa  de 
Santiesteban  del  Puerto  (que  se  pobló, 
como  la  historia  lo  ha  contado,  en  el  rio 
de  Panuco) ,  por  el  qual  los  alcaldes  de 
aquella  república  le  hacían  saber  cómo  el 
adelantado  Francisco  de  Garay  avia  lle- 
gado á  aquel  rio  con  ciento  é  veynte  do 
caballo  é  quatrocicntos  peones  é  mucha 
artillería,  é  que  se  intitulaba  de  gober- 
nador de  aquella  tierra ;  é  que  assi  lo  avia 
dicho  á  los  naturales  de  aquella  províngia 
con  una  lengua  que  consigo  traia,  é  les 
daba  á  entender  que  los  vengaría  de  los 
daños,  que  en  la  guerra  passuda  avian 
resgebido  de  Hernando  Cortés  ;  é  que 
fuessen  con  él,  para  echar  de  allí  aquellos 
españoles  quél  avia  allí  dexado,  é  á  los 
que  más  enviasse,  é  que  los  ayudaría  pu- 


DI-  INDIAS.  L1B.  XXXIII.  CAP.  XXXVI. 


i  i  y 


ra  olio,  é  que  los  naturales  estaban  alte- 
rados. É  para  más  certificarse  Cortés  de 
la  sospecha  quél  tenia  de  la  confederación 
del  adelantado  Garay  -con  el  almirante 
don  Diego  Colom  é  con  el  adelantado  Die- 
go Velazquez ,  desde  á  pocos  dias  llegó 
al  mesrao  rio  una  caravela  de  la  isla  de 
Culta,  y  en  ella  ciertos  amigos  6  criados 
de  Diego  Velazquez,  é  un  criado  del  obis- 
po de  Burgos,  que  decían  que  yba  pro- 
veído por  factor  de  Yucatán;  é  toda  la 
más  compañía  eran  criados  6  parientes  de 
Diego  Velazquez  6  criados  del  almirante. 
Sabida  esta  nueva,  Hernando  Cortés, 
aunque  estaba  manco  de  un  braco  de  una 
cayda  de  un  caballo  y  en  la  cama,  deter- 
minó de  yr  allá  para  excusar  aquellos  bu- 
llicios, y  envió  adelante  al  comendador 
Alvarado  con  la  gente  ques  dicho  que  te- 
nia para  su  camino ,  y  el  gobernador  se 
avia  de  partir  desde  á  dos  dias.  Y  estan- 
do las  cosas  en  este  estado,  llegó  un 
mensajero  de  la  villa  de  la  Yeracruz  quas- 
si  á  media  noche,  ó  llevó  cartas  de  un 
navio  que  avia  llegado  de  España,  é  con 
ellas  le  enviaron  una  ecdula  del  Empera- 
dor, nuestro  señor,  por  la  qual  mandó  al 
dicho  adelantado  Francisco  de  Garay  que 
no  se  entrometiesse  en  el  dicho  rio  ni  en 
cosa  alguna  quel  gobernador  Hernando 
Cortés  tuviesse  poblado ,  porque  era  ser- 
vido quél  lo  tuviesse  en  su  real  nombre. 
Con  esta  cédula  cessó  su  partida ,  é  no  le 
fué  poco  bien  ,  sino  demás  del  mucho  fa- 
vor, notorio  provecho  para  su  salud,  por- 
que avia  sessenta  dias  que  no  dormia  del 
dolor  del  braco,  y  estaba  con  harto  tra- 
baxo.  É  assi  despachó  luego  á  Diego  de 
Ocampo,  su  alcalde  mayor,  con  aquella 
cédula  de  Su  Magestad  para  que  fuesse 
Irás  el  capitán  Pedro  de  Alvarado,  al 
qual  envió  el  gobernador  su  carta,  man- 
dándole que  en  ninguna  manera  se  acer- 
casse  adonde  la  gente  del  adelantado  es- 
taba, porque  no  se  revolviessen:  é  mandó 
al  alcalde  mayor  que  notificasse  aquella 
TOMO  III. 


cédula  al  adelantado,  é  que  le  escribíes- 
se  luego  lo  que  á  ella  respondiesse.  Con 
este  despacho  fué  el  alcalde  mayor  á  to- 
da diligencia,  é  llegó  á  la  provincia  de 
los  guatescas,  donde  ya  avia  llegado  el 
capitán  Alvarado,  é  yba  entrando  por 
aquella  provincia  adelante:  é  cómo  supo 
quel  alcalde  mayor  yba  é  que  Hernando 
Cortés  se  quedaba,  hícole  saber  luego 
como  el  dicho  Alvarado  avia  sabido  que 
un  capitán  de  Francisco  de  Garay,  llama- 
do Goncalo  de  Ovalle,  andaba  con  veyn- 
te  y  dos  de  caballo,  haciendo  daño  por  al- 
gunos pueblos  de  aquella  provincia  é  al- 
terando la  gente  della,  é  que  avia  seydo 
avisado  el  dicho  Alvarado  que  Goncalo 
de  Ovalle  tenía  puestas  gierlas  atalayas 
en  el  camino,  por  donde  avian  de  passar, 
de  lo  qual  se  alteró  Alvarado,  pensando 
que  Goncalo  de  Ovalle  le  quería  ofender. 
E  por  este  temor  llevó  concertada  su  gen- 
te hasta  que  llegó  á  un  pueblo  que  so  di- 
ce de  las  Lajas,  donde  halló  al  Goncalo  de 
Ovalle  con  su  gente,  é  allí  ovieron  habla, 
é  le  dixo  lo  que  avian  dicho  que  andaba 
haciendo ,  é  que  se  maravillaba  del ,  por- 
que la  intención  del  gobernador  Hernando 
Cortea  é  de  sus  capitanes  no  era  ni  avia 
seydo  de  los  ofender  ni  hacer  daño  algu- 
no: antes  avia  mandado  que  los  favores- 
ciessen  é  proveyessen  de  todo  lo  que  tu- 
viessen  nescessidad.  K  que  pues  aquello 
assi  passaba,  que  para  quollos  estoviés- 
sen  seguros  é  no  oviesse  escándalo  ni  da- 
ño entre  la  gente  de  una  parte  ni  de  otra, 
que  le  pedia  por  merced  no  tuviesse  á  mal 
que  las  armas  é  caballos  de  aquella  gente 
que  consigo  traia,  estoviessen  en  depóssi- 
to  hasta  tanto  que  se  diesse  assiento  en 
;i<(iiellas  cosas.  Y  el  Goncalo  de  Ovalle  se 
disculpaba,  diciendo  que  no  passaba  assi 
como  le  avian  informado  ,  pero  quél  tenia 
por  bien  de  hacer  lo  que  le  rogaba ;  é  as- 
si estovieron  juntos  los  unos  é  los  otros, 
comiendo  é  holgando  ambos  capitanes  é 

toda  la  más  gente,  sin  que  entre  ellos 

57 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


oviesse  onojo  ni  qüestion  alguna.  Algu- 
nos juzgaron  desto,  quel  Gonzalo  de  Ova- 
lie  lo  hico,  como  mal  amigo  de  Francisco 
do  Garay,  cuyo  teniente  ó  capitán  era,  é 
como  peor  pariente,  pues  que  era  cassa- 
do  con  hermana  de  Francisco  de  Garay; 
é  que  si,  como  esta  relación  lo  dice ,  ello 
passó,  no  puede  quedar  sin  culpa  é  nota 
de  flaqueca.  Otros,  disculpándole,  dicen 
que  ó  por  ventura  no  pudo  ni  le  convino 
hacer  otra  cosa.  É  aquesto  es  lo  que  los 
más  sospechan  de  aquellos  á  quien  he 
visto  tractar  desla  materia,  por  la  venta- 
josa gente  que  Alvarado  llevaba  assi  de 
españoles  como  de  indios  amigos ,  é  prin- 
cipalmente por  el  descontento  que  en  los 
mesmos  de  Garay  avia.  Como  quier  que- 
llo  sea,  no  paresciera  mal  alguna  escara- 
muza ú  otro  medio,  sin  que  desarmáran 
los  unos  á  los  otros  por  la  forma  ya  dicha. 

Como  el  alcalde  mayor  supo  lo  ques 
dicho,  proveyó  con  un  secretario  del  go- 
bernador que  consigo  llevaba,  llamado 
Francisco  de  Orduña  ,  que  fuesse  adonde 
estaban  aquellos  capitanes  con  un  man- 
damiento para  que  se  alcasse  el  depóssi- 
to  é  les  volviessen  sus  armas  é  caballos  á 
cada  uno,  é  les  hiciesse  saber  que  la  in- 
tención del  gobernador  era  que  fuessen 
favoroscidos  é  ayudados  en  todo  lo  que 
tuviessen  nescessidad ,  no  se  desconcer- 
tando ellos  en  escandalizar  la  tierra;  é 
llevó  otro  mandamiento  al  dicho  capitán 
Alvarado  para  que  los  favoresciesse  é  no 
se  entrometiesse  en  tocar  en  cosa  alguna 
dedos  ni  darles  enojo,  y  él  lo  cumplió 
assi. 

En  el  mesmo  tiempo  acaesció  que  es- 
tando los  más  del  adelantado  Garay  den- 
tro en  la  mar,  á  la  boca  del  rio  de  Panu- 
co, como  en  ofensa  de  los  vecinos  do 
aquella  villa  de  Santisteban  (que  está 
hasta  tres  leguas  el  rio  arriba  ,  donde 
suelen  surgir  todos  los  navios  que  á  aquel 
puerto  arriban),  á  esta  causa  un  hidalgo, 
dicho  Pedro  de  Vallejo,  teniente  de  Her- 


nando Cortés  en  aquella  villa ,  hico  cier- 
tos requirimientos  á  los  capitanes  é  maes- 
tres desta  armada  para  que  subiessen  al 
puerto  é  surgiessen  en  él  de  paz ,  sin  que 
la  tierra  rescibiesse  agravio  ni  alteración, 
é  que  si  algunas  provisiones  traían  de  Su 
Magestad  para  entrar  á  poblar  en  aquella 
tierra,  ó  en  qualquiera  manera  que  fues- 
se, que  las  mostrassen,  con  protextacion 
que  mostradas ,  se  cumplirían  en  todo  é 
por  todo,  como  Su  Magestad  lo  enviasse  á 
mandar.  Al  qual  requirimiento  los  capita- 
nes y  maestres  respondieron  en  efetto, 
concluyendo  que  no  querían  hacer  cosa 
de  lo  quel  teniente  les  requería  é  manda- 
ba :  é  vista  su  respuesta,  dió  otro  manda- 
miento, más  agravado  con  cierta  pena, 
para  que  todavía  cumpliessen  lo  que  les 
mandaba ,  é  tornaron  á  responder  como 
primero.  E  fué  assi  que  viendo  los  maes- 
tres é  capitanes  cómo  de  su  estada  con 
los  navios  en  la  boca  del  rio  por  espacio 
de  dos  meses  ó  más  tiempo  resultaría  es- 
cándalo, assi  entre  los  españoles  que  allí 
residían  como  entre  los  naturales  de 
aquella  provincia,  un  Castromocho,  maes- 
tre de  un  navio  de  aquellos  ,  é  otro  Mar- 
tin dé  San  Johan,  guipuzcoano,  maestre 
de  otro  navio,  secretamente  enviaron  á 
aquel  teniente  sus  mensajeros,  haciéndo- 
les saber  quellos  querían  paz  y  estar  obi- 
dientes  á  los  mandamientos  de  la  justicia: 
por  tanto  que  le  requírian  que  fuesse  el 
teniente  á  sus  navios,  é  que  le  rescebi- 
rian  é  cumplirían  todo  lo  que  les  mandas- 
se ,  añadiendo  que  ternian  forma  para 
que  los  otros  navios  restantes  assimesmo 
se  le  entregaran  de  paz,  é  cumplirían  sus 
mandamientos.  Oydo  esto  por  el  teniente, 
él  se  determinó  de  yr  con  solos  cinco 
hombres  á  los  dichos  navios,  é  llegado  á 
ellos  fué  rescebido  de  aquellos  maestres 
que  la  historia  ha  contado,  los  (piales  me- 
rescen  las  gracias  ó  titulo  de  tan  buenos 
amotinadores  como  Goncalo  de  Ovalle  in- 
suficiente capitán. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XXXVI. 


Í5  I 


Desde  aquellos  dos  navios  envió  aquel 
leniente  á  decir  al  cavilan  Johan  de  Gri- 
jalva,  que  era  general  de  aquella  armada 
por  el  adelantado  Francisco  de  Garay  y 
estaba  en  la  nao  capitana  á  la  sacón,  que 
assimesmo  que  él  cumpliessc  en  todo 
aquellos  requirimieulos  6  mandamientos 
que  ya  es  dicho:  el  qual,  no  solamente 
no  quiso  obedescer,  pero  mandó  á  las 
otras  naos  que  estaban  presseotes  que  se 
juntassen  con  la  suya  en  quél  estaba ,  é 
todas  juntas,  excepto  las  dos  de  que  se 
ha  hecho  mención ,  se  pusieron  en  torno 
de  la  capitana ,  é  mando  á  los  capitanes 
dellas  que  tirassen  con  el  artillería  á  las 
dos  naos  é  las  cchasseu  á  fondo.  Este 
mandamiento  fué  público  é  tal  que  todos 
lo  oyeron ,  é  assi  el  teniente  en  su  defen- 
sa mandó  aprestar  el  artillería  de  los  dos 
navios  que  le  .avian  obedescido.  Las  naos 
que  estaban  al  rededor  de  la  capitana  é 
los  liiar-livs  !•  capilane-.  tlrlla>  no  qui>ie- 
ron  obedescer  lo  mandado  por  el  capitán 
ó  teniente  Johan  de  Grijalva,  el  qual  en- 
tretanto envió  un  escribano,  llamado  Ví- 
vente López,  para  que  hah!a»e  al  tenien- 
te j  é  aviendo  fecho  su  mensaje,  el  tenien- 
te le  respondió  justificando  su  causa,  que 
su  venida  era  alli  solamente  por  bien  de 
paz  é  por  evitar  escándalos  é  otros  bulli- 
cios que  se  seguían  de  estar  las  naos  fue- 
ra del  puerto,  adonde  avian  de  surgir,  é 
como  cosarios  puestos  en  lugar  sospecho- 
so para  hacer  algún  salto  en  tierra  de  Su 
Magestad ,  é  que  parescia  cosa  fea  é  so- 
naba muy  mal.  E  á  este  propóssito  suyo 
dixo  otras  racones,  que  obraron  tanto  en 
aquel  escribano ,  que  tornando  con  la  res- 
puesta al  capitán  Grijalva,  le  informó  de 
lo  quel  teniente  decía ,  é  sobre  esso  le 
aconsejó,  atrayendo  al  dicho  Grijalva  pa- 
ra que  obedesciesse ,  diciendo  que  estaba 
claro  que  el  leniente  era  justicia  en  aque- 
lla provincia  por  Su  Magestad ,  é  quel  ca- 
pitán Grijalva  sabia  qt»e  hasta  estonces 
por  parte  del  adelantado  Francisco  Garay 


ni  por  la  suya  se  avian  pressenlado  pro\i- 
siones  reales  algunas,  que  el  teniente  con 
los  otros  vecinos  de  aquella  villa  de  San- 
le.siehun  debiessen  obedescer,  é  que  era 
cosa  muy  fea  estar  de  la  manera  que  es- 
taban con  los  navios  como  cosarios  en 
liena  de  Su  Magestad.  Ll  qual  Johan  de 
Grijalva,  movido  por  el  paresccr  del  es- 
cribano e  por  las  racones  ya  dichas ,  con 
los  maestres  é  capitanes  de  los  otros  na- 
vios obebescicron  al  leniente  ,  é  se  subie- 
ron el  rio  arriba ,  donde  suelen  surgir  los 
otros  navios;  c  llegados  al  puerto,  por  la 
desobidiencia  quel  Johan  de  Grijalva  avia 
mostrado  á  los  mandamientos  del  tenien- 
te ,  le  mandó  prender.  Sabida  esta  pris- 
sion  por  el  alcalde  mayor  Diego  de  Ocam- 
po,  luego  otro  dia  envió  su  mandamiento 
para  (pie  lo  soltasscn  é  fuesse  favorescj- 
do  él  é  los  demás  que  con  él  yban  en  los 
dichos  navios,  sin  que  les  locassen  en  co- 
sa alguna.  También  digo  que  aquel  escri- 
bano Vicente  López  es  bien  de  colocarle 
en  la  reputación  que  á  los  maestres  é  á 
Goni-alo  de  i  (valle  e  al  Johan  de  Grijalva 
por  ignorante  capitán,  cuya  poca  pruden- 
cia é  inhabilidad  era  ya  muy  notoria  á  los 
españoles  de  aquellas  partes  desde  aquel 
camino  c  descubrimiento  quél  avia  hecho 
por  el  adelantado  Diego  Velazquez,  como 
la  historia  lo  cuenta  en  el  libro  XVII  de  la 
primera  parte. 

Assimesmo  escribió  este  alcalde  ma- 
yor, como  hombre  sabido,  al  adelantado 
Francisco  de  Garay ,  que  estaba  en  otro 
puerto  diez  ó  doce  leguas  de  allí ,  hacién- 
dole saber  como  el  gobernador  Hernando 
Cortés  no  podia  por  estonces  yr  a  verse 
con  él  por  su  indispusicion ,  é  que  le  en- 
viaba á  él  con  su  poder  para  que  entre 
ellos  se  diesse  assiento  en  lo  que.se  debia 
hager,  é  para  que  vistas  las  provisiones 
de  la  una  parte  é  de  la  otra,  se  conclu- 
yese aquello  que  más  servicio  fuesse  de 
Su  Magestad.  É  cómo  esta  carta  vido  el 
adelantado,  luego  se  fué  adonde  el  alcal- 


452 


H1ST0IUA  GENE11AL  Y  NATURAL 


de  mayor  estaba ,  el  qual  fué  muy  bien 
resgebido  é  proveydo  él  é  toda  su  gente 
de  lo  nescessario.  É  assi  juntos,  después 
que  ovieron  platicado  é  visto  las  provisio- 
nes é  leydo  la  cédula,  de  que  nuevamente 
se  figo  merced  al  gobernador  Hernando 
Cortés ,  é  aviendo  con  ella  requerido  el  al- 
calde mayor  al  adelantado,  ó  obedescida 
por  él ,  respondió  que  estaba  presto  de  la 
cumplir,  y  en  cumplimiento  della  divo 
que  se  quería  yr  á  recoger  á  sus  navios 
con  su  gente  para  yr  á  poblar  otra  tierra 
lucra  de  la  contenida  en  la  cédula  real.  É 
que  pues  la  voluntad  de  Hernando  Cortés 
era  de  le  favoresger  ,  que  rogaba  al  al- 
calde mayor  que  le  hiciesse  recoger  toda 
su  gente,  porque  muchos  de  los  que  con- 
sigo avia  traido  se  le  querían  quedar,  é 
otros  se  le  avian  ausentado,  é  que  le  hi- 
ciesse proveer  de  bastimentos  para  los 
navios  é  gente,  de  que  tenia  mucha  nes- 
cessidad.  É  luego  el  alcalde  mayor  lo  pro- 
veyó todo ,  como  lo  pidió ,  é  se  pregonó 
luego  en  el  dicho  puerto  (adonde  estaba 
Ib  más  gente  de  la  una  é  de  la  otra  par- 
te), que  todas  las  personas  que  avían  ydo 
en  aquella  armada  del  adelantado  Fran- 
cisco de  Garay  le  siguíessen  é  se  juntas- 
sen  con  él,  só  pena  que  el  que  assi  no  lo 
hiciesse,  si  fuere  hombre  de  caballo,  per- 
díesse  las  armas  é  caballoé  su  persona  le 
fuesse  entregada  en  prission  al  dicho  ade- 
lantado; é  que  si  fuesse  peón,  se  le  diesse 
cient  acotes ,  é  assimesmo  se  le  entregas- 
sen.  Pena  era  esta  que  para  executalla  se 
perdieran  primero  muchas  vidas,  porque 
los  acotes  no  los  comportan  sino  hombres 
viles;  é  aun  para  darse  tal  pena,  deben 
ser  muy  comedidos  los  jueces  para  pre- 
gonar essa  generalidad ,  pues  vemos  á 
caballo  algunas  veces  personas  que  usan 
más  dellos  para  huyr  que  no  para  espe- 
rar, é  andar  otros  á  pié  que  sabrían  man- 
dar á  los  tales  de  caballo.  Assi  que,  bue- 
no será  quel  hombre  de  bien  que  fuesse 
peón ,  tenga  un  caballo  é  un  arnés  en  de- 


póssito  para  tales  pregones  é  tiempos. 
Pero  estad  atento^  letor,  é  sabreys  de 
qué  manera  se  guardó  esse  pregón,  ó 
qué  fructo  salió  dél ,  pues  que  todo  lo  que 
parescia  cortesía  é  cumplimiento  con  el 
pobre  adelantado ,  se  le  convirtió  en  tra- 
baxos  é  total  perdición  suya. 

Pidió  assimesmo  Francisco  de  Garay 
al  alcalde  mayor ,  que  porque  algunos  de 
los  de  su  armada  avian  vendido  las  armas 
é  los  caballos  en  el  puerto  de  Santiste- 
ban ,  y  en  aquel  puerto  donde  estaban  y 
en  otras  partes  de  aquella  comarca ,  que 
se  les  hiciesse  volver,  porque  sin  las  ar- 
mas é  caballos,  no  se  podría  servir  dellos. 

Y  el  alcalde  mayor  proveyó  en  ello ,  é  hi- 
go volver  las  dichas  armas  é  caballos  á 
los  que  las  avian  comprado,  é  darlas  al 
adelantado  é  á  quien  lo  ordenó;  é  higo  el 
alcalde  mayor  poner  alguaciles  é  prender 
á  quantos  se  yban  huyendo ,  é  se  los  en- 
tregó assi  pressos  muchos  que  se  toma- 
ron. Assimesmo  envió  el  alcalde  mayor  á 
la  villa  de  Santisteban  (ques .  el  puerto 
donde  se  hicieron  las  más  diligengías  é 
pregonaron  lo  ques  dicho),  para  que  reco- 
giessen  la  gente  que  se  le  ausentaba  é  se 
la  entregassen ,  é  se  tomasse  todo  el  bas- 
timento.que  se  pudiesse  aver ,  é  se  pro- 
veyessen  las  naos  del  dicho  adelantado; 
é  que  se  cobrassen  todas  las  armas  é  ca- 
ballos que  assimesmo  se  oviessen  vendi- 
do,  é  se  le  entregassen  al  adelantado :  lo 
qual  se  higo  todo  con  mucha  diligencia. 

Y  el  adelantado  se  partió  al  puerto  para 
se  yr  á  embarcar,  y  el  alcalde  mayor  se 
quedó  con  su  gente,  por  no  poner  en  más 
nesgessidad  el  puerto  de  la  en  que  esta- 
ba, é  porque  mejor  se  pudiessen  proveer. 

Y  estuvo  allí  seys  ó  siete  dias  para  saber 
cómo  se  cumplía  todo  lo  que  se  avia  pro- 
veydo y  el  gobernador  mandó.  E  fecho 
assi,  escribió  al  adelantado,  porque  avia 
falta  de  bastiméntos,  si  mandaba  alguna 
cosa  ,  porque  él  Se  volvía  á  la  cibdad  do 
Xomistítan  .  donde  el  gobernador  avia 


DE  INDIAS.  LIÉ.  XXXIII.  CAP.  XXXVI. 


4.Í3 


quedado.  Y  el  adelantada  le  hico  luego 
un  mensajero,  habiéndole  saber  cómo  él 
no  hallaba  aparejo  para  se  yr  por  aver 
hallado  sus  navios  perdidos,  que  se  le 
avian  perdido  seys  dellos,  ó  los  que  que- 
daban no  estaban  para  navegar;  é  quél 
quedaba  haciendo  una  información  para 
que  al  gobernador  le  constasse  ser  assi, 
cómo  él  no  tenia  aparejo  para  salir  de  la 
tierra ;  e  que  assimesmo  le  hacia  saber  al 
alcalde  mayor,  que  su  gente  se  ponia  con 
él  en  debates  é  pleylos ,  diciendo  que  no 
eran  obligados  á  le  seguir;  ó  que  avian 
apelado  de  los  mandamientos  quel  dicho 
alcalde  mayor  avia  dado,  diciendo  que 
no  eran  obligados  u  los  cumplir  por  diez 
é  seys  ó  diez  é  siete  causas,  é  una  dcllas 
era  que  se  avian  muerto  ciertas  personas 
de  hambre  de  los  que  en  su  compañía  ve- 
nían, con  otras  no  muy  honestas  que  se 
enderescaban  á  su  persona,  E  assimesmo 
le  luco  saber  que  no  bastaban  todas  las 
diligencias  que  se  hacían  para  retener  la 
gente,  que  anochescian  é  no  amanescian; 
porque  los  que  un  día  le  entregaban  pres- 
aos ,  otro  dia  se  yban  en  poniéndolos  en 
libertad,  é  que  acontesció  de  la  noche  a 
la  mañana  faltarle  doscientos  hombres: 
por  tanto  ,  que  le  rogaba  e  pedia  por  mer- 
ced muy  afettuosamente  que  no  se  par- 
tiere hasta  quel  llegarse,  porque  él  que- 
ría yr  á  verse  con  el  gobernador  Hernan- 
do Cortés  á  Temistitan,  porque  si  allí  lo 
dexaban,  pensaría  ahogarse  de  enojo. 

El  alcalde  mayor,  vista  la  carta  del  ade- 
lantado, acordó  de  aguardarle,  é  fué  des- 
de a  dos  dias  que  le  escribió ;  é  desde  allí 
hicieron  mensajero  al  gobernador,  por  el 
qual  el  alcalde  mayor  le  hico  saber  cómo 
el  adelantado  yba  &  verse  con  él  á  aque- 
lla cibdad :  é  porque  ellos  se  yban  poco  a. 
poco  hasta  un  pueblo  que  se  llama  Cicoa- 
que ,  ques  á  la  raya  de  aquellas  provin- 
cias, que  allí  aguardaría  su  respuesta.  El 
adelantado  le  escribió,  haciéndole  rela- 
ción del  mal  aparejo  que  tenia  de  navios, 


é  de  la  mala  voluntad  que  su  gente  le  avia 
mostrado;  é  porque  creía  quel  goberna- 
dor ternia  aparejo  para  le  poder  reme- 
diar, assi  proveyéndole  de  la  gente  que 
toviesse,  como  de  lo  demás  que  oviesse 
menester,  é  porque  conoscia  que  por  ma- 
no de  otro  no  podría  ser  remediado  ni 
ayudado,  avia  acordado  de  se  yr  a  ver 
con  él ,  é  que  le  ofrescia  a  su  hijo  el  ma- 
yor, con  todo  lo  quél  tenia  y  esperaba 
dexalle,  para  se  le  dar  por  yerno,  é  que 
se  casasse  con  una  hija  suya  pequeña  de 
tiempo.  En  la  qual  sacón,  constándole  al 
alcalde  mayor,  al  tiempo  que  se  par- 
tía para  Temistitan,  que  avian  ydo  en 
aquella  armada  de  IVaiu/i-eo  de  Caray  al- 
gunas personas  sospechosas  ,  amigos  é 
criados  de  Diego  Velazqucz,  é  que  se 
avian  mostrado  muy  contrarios  á  las  co- 
sas del  gobernador  Hernando  Cortés;  é 
viendo  que  no  era  bien  que  quedassen  en 
aquella  provincia,  porqué  de  su  conversa- 
ción nascerian  algunos  bullicios  é  desaso- 
siegos en  la  tierra  ,  conforme  á  cier- 
ta provisión  real  que  Su  Magestad  avia 
mandado  env  iar,  para  que  quando  fues- 
se  nescessario  é  oviesse  las  tales  per- 
sonas escandalosas,  saliessen  de  la  tier- 
ra,  les  mandó  salir  della.É  los  que 
avia  sospechosos  eran  estos:  Gpncalo  de 
Figueroa ,  Alonso  de  Mcndoca ,  Antonio 
de  la  Cerda,  Johan  Dávila,  Lórenco  de 
Ulloa  Taborda,  Johan  de  Grijalvá,  é  Jo- 
han  de  Medina  ,  é  otros.  E  fecho  aquesto, 
se  vinieron  al  dicho  pueblo  de  Cicoaque, 
donde  les  llegó  la  respuesta  del  goberna- 
dor á  sus  cartas,  mostrando  por  sus  le- 
tras que  holgaba  mucho  de  la  vista  é  yda 
del  adelantado ,  é  que  llegado  a  aquella 
cibdad,  se  entendería  con  mucha  voluntad 
en  todo  lo  que  le  avia  escripto,  y  en  có- 
•  mo,  conforme  á  su  desseo,  fuesse  muy 
bien  despachado  é  proveydo.  É  mandó 
por  su  persona,  por  el  camino  á  lodos  los 
señores  de  los  pueblos,  que  le  dies- 
sen  muy  complidamente  todo  lo  nesges- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


sario,  é  a  todos  los  que  con  él  yban. 

Llegando  el  adelantado  á  la  grand  cib- 
dad  de  Temistilau ,  le  rescibió  el  general 
Hernando  Cortés  con  toda  la  cortesía  é 
buenas  obras  que  se  requería,  é  como 
mejor  él  supo  hacerlo,  ó  lo  hiciera  con 
un  verdadero  hermano ;  porque  dice  en 
su  relación ,  que  en  la  verdad  le  pessó 
mucho  de  la  pérdida  de  sus  navios  é  des- 
vio de  su  gente ,  é  le  ofresció  su  volun- 
tad para  hacer  por  él  todo  lo  que  posible 
fuesse.  É  cómo  el  adelantado  tenia  mucho 
desseo  que  oviessc  efetto  lo  que  le  avia 
escripto  cerca  de  aquel  matrimonio,  tor- 
nó con  mucha  instancia  á  le  importunar 
que  lo  concluyesse ;  y  el  general ,  por  le 
hacer  placer,  acordó  de  hacer  en  todo  lo 
que  le  rogaba,  y  el  adelantado  tanto  des- 
seaba :  sobre  lo  qual  se  hicieron  de  con- 
sentimiento de  ambas  partes,  con  mucha 
certinidad  é  juramentos,  ciertos  capítulos 
que  concluían  el  dicho  casamiento,  é  lo 
que  cada  parte  avia  de  complir  para  se 
efettuar,  con  tanto  que ,  ante  todas  cosas, 
fuesse  Su  Magostad  certificado  de  lo  ca- 
pitulado, é  lo  oviesse  por  bien,  é  se  to- 
viesse  por  bien  servido  dello.  De  manera 
que  demás  de  su  amistad  antigua,  que- 
daron con  lo  tractado  é  assentado  entre 
ellos,  juntamente  con  el  debdo  que  avian 
tomado  por  medio  de  sus  hijos,  tan  con- 
formes é  de  una  voluntad  é  querer,  que 
no  entendian  de  más  que  en  lo  que  á  ca- 
da uno  estaba  bien  en  el  despacho,  prin- 
cipalmente del  dicho  adelantado. 

Mucho  Irabaxó  el  alcalde  mayor  en  que 
la  gente  del  adelantado,  que  andaba  der- 
ramada por  la  tierra,  se  juntassen  con  é!, 
é  no  bastó  diligencia  alguna  para  excusar 
ó  apartar  el  descontentamiento  que  toda 
aquella  gente  tenia  del  dicho  adclánlado: 
anti  s  so>pcchando  que  avian  de  ser  com-» 
pelillos  a  que  todavía  f'uesscn  con  él ,  con- 
forme á  lo  mandado  é  pregonado ,  se  me- 
tieron la  tierra  adentro  por  lugares  é  par- 
les, di  visos  de  tres  en  tres  é  de  seys  en 


seys ,  y  en  esta  manera  escondidos ,  sin 
que  pudiessen  ser  ávidos  ni  recogidos:  que 
fué  causa  pringipal  que  los  indios  natura- 
les de  aquella  provincia  se  alterassen ,  as- 
si  por  ver  á  Los  españoles  derramados  por 
muchas  parles ,  como  por  los  muchos  des- 
órdenes quellos  cometían  entre  los  natu- 
rales, tomándoles  las  mugeres  é  la  comida 
por  fuerca,  con  otros  desasosiegos  é  bulli- 
cios, que  dieron  causa  á  que  toda  la  tierra 
se  levantasse, creyendoqueentrelosespa- 
ñoles,  segund  el  adelantado  Francisco  Ga- 
ray  avia  publicado,  avia  división  en  di- 
chos señoríos,  como  lo  dió  á  entender  con 
una  Lengua  suya,  quando  entró  en  la  tier- 
ra. É  loque  dello  redundó  fué,  que  tuvie- 
ron tal  astucia  los  indios,  que  informados 
primero  dónde  é  cómo  y  en  qué  parte  es- 
taban los  españoles  de  dia,é  de  noche  die- 
ron en  ellos  en  todos  los  pueblos  é  partes 
que  estaban  derramados;  é  cómo  anda- 
ban desapercibidos  é  desarmados ,  mala- 
ron  mucho  número  dellos,  en  especial 
chapetones.  (En  estas  partes  llaman  á  los 
chripstianos  nuevamente  venidos  chape- 
tones, como  en  Italia  dicen  á  los  nuevos 
soldados  visoños,  ó  como  quien  dice  hom- 
bres que  ignoran  su  officio  y  el  arte  de  la 
guerra.)  De  cuyas  muertes  creseió  tanto  la 
osadía  de  los  ¡nterfettores  que  llegaron 
á  aquella  villa  de  Santistebán  del  Puerto, 
é  la  combatieron  de  tal  manera,  que  pu- 
sieron á  los  vecinos  della  en  tanta  nes- 
Cessidad,  que  pensaron  ser  perdidos;  é 
se  perdieran,  si  no  se  hallaran  muy  aper- 
cibidos é  junios  donde  se  pudieron  hacer 
fuelles  é  resistir  á  los  contrarios,  hasta 
que  de  cansados  se  retiraron  afuera.  Pero 
no  alearon  la  mano  de  pensar  dcstruyr 
aquella  villa ;  más  como  los  que  en  ella  se 
avecindaron,  eran  soldados  veteranos,  sa- 
lieron al  campo  contra  ellos  muchas  ve- 
ces, é  los  desbarataron. 

Eslando  las  cosas  en  esla  contención, 
supo  el  gobernador  Hernando  Cortés  lo 
subcedido,  por  aviso  que  le  dió  un  hom- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XXXVI. 


4oo 


lire  ile  pié ,  que  se  escapó  por  habilidad 
de  sus  piés,  de  aquellos  desbaratos;  é  le 
dixo  é  certificó  al  general  que  toda  la 
provincia  de  Panuco  é  naturales  della  se 
avian  rebelado,  é  que  avian  muerto  mu- 
cha gente  de  los  españoles  que  en  ella 
avian  quedado  de  la  compaíiia  del  ade- 
lantado, con  algunos  otros  vecinos  de  la 
villa  de  Santisleban;  é  sospechóse,  por 
la  información  del  que  esta  nueva  llevó, 
que  no  quedaba  allá  algún  español  vivo. 
Esta  nueva  dió  mucho  pessar  al  general 
Hernando  Cortés,  porque  tenia  ya  expi- 
ricncia  que  quando  semejantes  novedades 
é  alteraciones  se  ofrescian  en  aquellas 
partes,  costaban  muchas  vidas  é  hacien- 
das, ó  aun  á  veces  ponían  la  tierra  á  pun- 
to de  se  perder.  El  adelantado  infelice  sin- 
tió tanto  esta  nueva  ó  disfavor,  que  assi 
por  le  parescer  que  avia  él  scydo  causa 
dello,  como  porque  tenia  en  aquella  pro- 
vincia un  hijo  suyo  con  todo  lo  que  avia 
llevado,  del  grande  pessar  que  ovo  ado- 
lesció  c  de  aquella  enfermedad  murió, 
é  passó  desta  pressente  vida  en  espacio 
de  tres  dias.  Assi  lo  dixo  y  escribió  Her- 
nando Cortés  en  la  relación  que  hivo  al 
Emperador,  nuestro  señor,  deslas  cosas-. 


Otros  terceros  juzgaron  esta  sábila 
muerte  ó  tan  acelerada  del  dicho  adelan- 
tado en  diferentes  maneras  é  sentidos,  en 
que  yo  no  me  entremeto,  porque  tengo 
por  tan  natural  muerte  al  hombre  ]a  que 
es  súbita  é  arrebatada ,  como  las  que  son 
dilatadas,  pues  muchas  veces  las  vemos. 
Verdad  es  que  segund  los  naturales,  más 
ayna  mueren  de  extremado  placer,  que  no 
de  extremado  dolor  ó  enojo  ;  pero  lo  uno 
é  lo  otro  es  muy  posible  é  acaescido  mu- 
chas veces,  como  lo  pone  más  largamen- 
te Plinio,  é  dice  solamente  de  dos  que 
murieron ,  uno  de  placer  é  otro  de  congo- 
ja, segund  dice  en  su  Natural  Historia. 
Una  muger  avia  entendido  que  su  hijo 
avia  muerto  en  la  batalla  de  Canas,  é  des- 
pués tornando  sano  é  salvo,  de  súbito  por 
leticia  murió:  Marco  Lépido,  de  nobilísi- 
ma estirpe,  el  (pial  por  angustia  ó  congo- 
ja de  aquello  que  avia  de  ser,  murió.  A 
nuestro  propóssilo  ó  al  dcste  adelantado, 
muerte  es  esto  postrero  de  Lépido ;  é 
paresce  apocada  ó  de  hombres  de  flacos 
ánimos.  Quien  quisiere  saber  otras  cosas 
BCaescjdas  de  muerte  súbita  ó  acelerada, 
vea  el  auctor  alegado. 


CAPITULO  XXXVII. 


F.l  rpial  trncla  cómo  el  general  Hernando  Corles,  certificado  de  la  rebelión  de  la  provincia  e1  indios  del  rio 
Panuco ,  envió  á  socorrer  &  los  vecinos  de  la  villa  de  Santisleban  del  l'uerlo,  c  del  señalado  é  grnnd  castigo 
que  se  llico  en  los  principóle*  indios  rebelados  en  aquella  provincia  é  culpados  en  la  inuerle  del  adelantado 

Francisco  de  Caray. 


De 


"espucs  quel  general  Hernando  Cortés 
supo  la  primera  nueva  del  alzamiento  é 
rebelión  de  los  indios  de  Panuco,  como 
la  historia  en  el  capítulo  precedente  lo  ha 
contado,  desseaba  certificarse  más  del 
hecho,  porque  el  que  llevó  la  primera  nue- 
va no  daba  otra  racon,  sino  que  en  un  pue- 
blo que  se  dice  Tacotuco,  viniendo  él  á 
pié  é  otros  tres  españoles  á  caballo,  les 
salieron  al  encuentro  los  de  aquel  pueblo 
é  pelearon  con  ellos;  é  cómo  los  indios 


eran  muchos,  mataron  los  dos  caballos  6 
al  otro  peón  y  el  caballo  al  otro:  é  que 
los  dos  que  quedaron  se  escaparon  hu- 
yendo, porque  vino  la  noche;  é  que  avian 
visto  un  apossento  del  mesmo  pueblo, 
donde  los  avia  de  esperar  el  teniente  con 
quince  de  caballo  6  quarenla  peones,  que- 
mándose el  dicho  apossento;  é  que  creian, 
por  las  muestras  que  allí  avian  visto,  que 
los  avian  muerto  á  todos. 

Después  que  esto  se  supo ,  é  dió  mucha 


456 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


alteración  6  pcssar  tal  mensajero  á  quan- 
los  chripstianos  lo  oyeron,  llegó  otro  hom- 
bre del  dicho  teniente ,  que  dixo  que  que- 
daba en  un  pueblo  que  se  llama  Tenexte- 
quepa,  ques  de  los  subjetos  á  la  cibdad 
de  Temistitan  é  parte  términos  con  aque- 
lla provincia.  É  por  su  carta  hagia  saber 
al  general ,  cómo  estando  en  el  pueblo  de 
Tacetuco  con  quince  de  caballo  é  quaren- 
la  peones,  esperando  más  gente  que  se 
avia  de  juntar  con  él ,  porque  yba  de  la 
otra  parte  del  rio  á  pacificar  ciertos  pue- 
blos que  aun  no  estaban  pacíficos',  una 
noche ,  al  quarto  del  alva ,  les  avian  cer- 
cado el  apossento  mucha  copia  de  gente, 
é  puéstoles  fuego.  É  por  presto  que  ca- 
balgaron ,  como  estaban  descuydados  por 
pensar  que  aquellos  indios  estaban  tan  se- 
guros é  pacíficos,  como  hasta  allí  avian 
estado,  les  avian  dado  tanta  priessa,  que 
los  avian  muerto  á  todos ,  salvo  á  él  é  á 
otros  dos  de  caballo,  que  huyendo  se  es- 
caparon, aunque  á  él  le  avian  muerto  su 
caballo  é  otro  le  sacó  á  las  ancas;  é  que 
se  avian  escapado  porque  dos  leguas  de 
allí  hallaron  á  un  alcalde  de  la  villa  de 
Santisteban  con  cierta  gente  que  los  am- 
paró; pero  que  no  se  detuvieron  mucho, 
quellos  y  él  salieron  huyendo  de  la  pro- 
vincia, é  que  de  la  gente  que  en  la  villa 
avia  quedado,  ni  de  la  otra  del  adelanta- 
do Francisco  de  Garay,  que  estaba  en 
ciertas  partes  repartida ,  no  tenian  nueva 
ni  sabían  dellos;  que  más  creían  que  nin- 
guno era  vivo.  Porque  después  quel  di- 
cho adelantado  allí  avia  venido  con  aque- 
lla gente,  cavia  hablado  á  los  naturales  de 
aquella  provincia ,  dieiéndoles  que  Her- 
nando Cortés  no  avia  de  tener  que  hacer 
con  ellos,  porque  él  era  el  gobernador  é 
á  quien  avian  de  obedesger,  é  que  jun- 
tándose ellos  con  él ,  echarían  todos  aque- 
llos españoles  quél  tenia ,  aquel  pueblo  é 
los  demás  se  avian  alborotado,  que  nun- 
ca más  quisieron  servir  bien  á  ningún  es- 
pañol :  antes  bien  mataban  los  que  topa- 


ban solos  por  los  caminos ;  é  que  creían 
que  todos  los  indios  se  avian  concertado 
para  hacer  lo  que  hicieron.  É  que  cómo 
avian  dado  en  él  é  la  gente  que  con  él  es- 
taba, assi  sé  debia  pensar  que  avian  da- 
do en  la  gente  que'  estaba  en  el  pueblo, 
y  en  todos  los  demás  que  andaban  derra- 
mados por  los  pueblos,  porque  estaban 
muy  sin  sospecha  de  tal  alcamiento,  vien- 
do que  sin  ningún  resabio  hasta  estonces 
los  avian  servido. 

Bien  paresce  quel  questas  nuevas  daba, 
confiessa  su  descuydo  y  el  de  los  otros 
españoles,  é  que  no  miraban  que  eran  los 
que  sobjuzgaban  á  quien  quitaban  de  la 
libertad  que  siempre  tuvieron ,  y  embebe- 
cidos enseñoreándose,  no  se  acordaban  de 
la  fatiga  é  cuydado  en  que  viven  aquellos 
que  al  nuevo  yugo  é  servidumbre  ponen. 
Porque  no  solamente  quieren  é  acostum- 
bran enseñarles  á  hager  ricos  de  sus  pro- 
prios  bienes  á  los  enemigos  y  extraños,  é 
assimesmo  tributarios ,  pero  á  creer  é  vi- 
vir de  otra  manera  quellos  viven  é  sus  an- 
tecessores vivieron:  que  son  cosas  que 
cada  una  dolías  basta  para  quel  nuevo  se- 
ñor ó  conquistador,  si  prudente  es,  nun- 
ca esté  sin  sospecha  de  novedades ,  aun- 
que fuessen  los  unos  é  los  otros  de  una 
mesma  ley  ó  setta ,  quanto  más  seyendo 
los  unos  gente  política  é  fundada  sobre 
mandar,  é  la  otra  sobre  salvajes  é  vicio- 
sos é  ociosidad ;  los  unos  chripstianos,  los 
otros  infieles  ydólatras  é  de  abominables 
vicios.  Las  cosas  que  son  usadas  é  apren- 
didas en  largos  tiempos  y  edades  envejes- 
gidas,  no  se  pueden  desarraigar  ni  quitar 
tan  sumaria  é  fácilmente  que  se  les  olvi- 
de á  los  viejos;  y  en  tanto  que  aquellos 
viven ,  han  de  vivir  sus  heredados  vi- 
cios. 

Chripstianos  los  franceses ,  chripstianos 
los  sccilianos ,  oyd  á  Sanct  Antonio  ,  ar- 
zobispo de  Florencia ,  é  vereys  qué  tales 
los  pararon  en  Palermo  y  en  otras  cihda- 
des  é  villas  de  aquella  isla,  por  descargar- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XXXVII. 


se  de  la  soberbia  señoría  é  subjecion  en 
que  los  gálicos  los  tenían ,  los  quales  por 
pequeñas  cansas  crudamente  castigaban; 
y  eran  las  eibdades  llenas  de  llanto  é  de 
cuchillo,  como  lo  reliere  el  Are  linó,  llo- 
rando, en  su  Historia  Florentina.  Pues  no 
creo  yo  que  eran  más  comedidos  nues- 
tros españoles  que  los  franceses ,  en  es- 
pecial aquello-  desacaudillador,  c  surllos 
é  sin  capitán  que  se  apartaron  del  ade- 
lantado 1'ranci-co  de  (laray.  e  dieron  oca- 
sión á  e*la  gente  salvaje,  con  -u-  dr,or- 
denes,  al  daño  que  les  vino. 

Aviándose  el  general  Hernando  Cortés 
Certificado  de  las  muertes  de  aquellos  pe- 
cadores españoles,  á  la  mayor  priessa 
•piel  pudo,  despachó  luego  rinqUcnta  de 
caballo  c  cient  peones  ballesteros  \  esco- 
peteros, é  quatro  piceas  de  artillería,  con 
mucha  pólvora  é  munición,  con  un  capi- 
tán español,  llamado  Hónralo  de  Sando- 
val ,  6  con  otros  dos  capitanes  de  los  na- 
turales de  aquella  grand  cibdad  de  Te- 
mistitan  con  cada  quince  mili  indios.  E 
mandóles  que  con  la  mayor  diligencia  que 
pddiessen  faeesen  á  aquella  provincia,  sin 
se  detener  en  otra  partí? ,  hasta  llegar  á 
la  villa  de  Santistehnn  del  Puerto  á  saber 
nuevas  de  los  vecinos  e-pañoles  que  allí 
avian  quedado,  so-pechando  el  general 
(pie  podria  >er  e-lar  cercillos,  e  que  pu- 
diessen  ser  socorridos.  E  fué  assi,  quel 
dicho  capitán  se  dio  toda  la  priessa  quel 
pudo  en  su  camino,  y  entró  en  la  provin- 
cia en  dos  parles,  é  queriéndole  resistir, 
pelearon  los  contrarios  con  él ,  é  le  dió 
Dios  victoria  contra  ellos;  é  passó  ade- 
lante, continuando  su  camino,  hasta  que 
llegó  á  la  villa ,  donde  hallo  veynte  é  dos 
de  caballo  é  cient  peones.  E  avíanlos  te- 
nido cercados  é  combatidolos  seys  ó  sie- 
te veges,  é  con  ciertos  tiros  de  artillería 
que  tenían  se  avian  defendido ,  aunque  no 
bastara  su  poder  para  poderse  defender 
de  ahí  adelante ,  si  el  socorro  se  tardara 
dos  ó  tres  dias  más;  é  ninguno  quedara 

TUMO  III. 


con  la  vida  de  los  cercados,  porque  su 
hambre  era  ya  insoportable  é  les  faltaba 
todo  lo  que  avian  menester.  É  avian  en- 
viado un  bergantín  de  los  navios,  quel  ade- 
lantado Francisco  de  Caray  allí  avia  Iray- 
do,  á  la  villa  de  la  Veracruz ,  para  dar  no- 
ticia por  aquella  via  al  general  del  estado 
é  trabaxo  en  que  estaban  ,  é  para  que  les 
llevassen  algún  bastimento,  como  des- 
pues  se  les  llevó  .  aunque  quando  esse  lle- 
gó, ya  avian  seydo  socorridos  de  la  gente 
ques dicho  quel  general  les  envió.  Y  el  ca- 
pitán Goncalo  de  Sandoval  estaba  ya  go- 
cando  de  la  corona  obsidional,  álias  gra- 
mina  ,  que  ganaban  aquellos  que  descer- 
caban á  los  que  estaban  cercados:  de  la 
(pial  dice  Plinto.  ..Ninguna  corona  ó  guir- 
nalda fué  más  noble  en  la  magesiad  del 
pueblo  romano,  vencedor  de  las  tierras, 
en  el  premio  de  la  gloria,  (pie  aquella  de 
la  gramina :  la  de  piedras  preciosas ,  la 
de  oro,  la  vallan'.  la  mural,  la  rostrata,  la 
cívica  é  las  triumphales  todas,  eran  des- 
pués desta,  é  todas  son  muy  diferentes; 
las  quales,  hombres  privados  ó  capitanes 
las  daban  á  soldados,  é  alguna  vez  á  sus 
colegas.  Concedió  el  triumpho  el  Senado 
después  (pie  era  libre  del  cuydado  de  la 
guerra  y  el  pueblo  estaba  fuera  de  peligro; 
masía  coronado  gramina  se  concedía  quan- 
do la  cosa  era  en  suma  desesperación.  Ni 
nunca  alguno  ovo  esta  corona  de  otro  que 
de  todo  el  exén;ito,  ni  jamás  la  ovo  sino 
(piando  avia  librado  del  cerco  al  exército 
Cercado  en  el  castro,  de  manera,  que  los 
librados  la  daban  al  libertador.  Las  otras 
eran  dadas  por  los  capitanes;  mas  sola 
aquesta  daban  los  soldados  al  capitán.  Es- 
ta mesma  es  llamada  obsidional,  porque 
se  daba  al  que  avia  librado  el  exérgito 
de  la  obsidion  ó  cerco. »  Todo  lo  dicho  es 
del  auctor  alegado ,  el  qual  dige  que  esta 
hierba  gramina  es  verbena ,  la  qual  lleva- 
ban los  legados  quando  eran  enviados  á 
requerir  los  enemigos  que  volviessen  las 

cosas  tomadas  á  aquellos ,  á  quien  las  to- 

58 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


marón ;  y  el  uno  de  los  tales  legados  era 
llamado  verbenarió. 

Tornando  á  nuestra  historia ,  allí  supie- 
ron estos  desgercadores  cómo  la  gente 
quel  adelantado  Garay  avia  dexado  en  el 
pueblo  que  se  dige  Tamiquel ,  que  serian 
hasta  gient  hombres  de  pié  é  de  caballo, 
los  avian  muerto  á  todos ,  sin  escaparse 
ninguno  dellos,  sino  un  indio  de  la  isla  de 
Jamáyca  que  se  metió  por  los  montes:  del 
qual  se  informaron  cómo  los  tomaron  de 
noche.  É  hallóse  por  copia  que  de  la  gen- 
te del  dicho  adelantado  eran  muertos  dos- 
gientos  é  septenta  hombres ,  é  de  los  ve- 
cinos que  Cortés  avia  dexado  en  aquella 
villa  quarenta  é  tres,  que  andaban  por 
sus  pueblos  que  tenian  encomendados,  é 
aun  se  cree  que  eran  más  de  los  de  la 
gente  del  adelantado,  porque  no  se  acor- 
daban de  todos;  pero  es  claro  que  Garay 
llevó  onge  caravelas  é  septegientos  hom- 
bres, é  que  se  perdieron  más  de  los  qua- 
trogientos  dellos. 

Con  la  gente  quel  capitán  Gongalo  de 
Sandoval  llevó ,  é  con  la  quel  teniente  é 
alcalde  tenian ,  é  con  la  que  se  halló  en 
la  villa ,  se  llegaron  ochenta  de  caballo;  é 
partiéronse  en  tres  partes,  é  diéronles 
guerra  á  los  enemigos  por  ellas  en  aque- 
lla provincia,  de  tal  manera,  que  de  se- 
ñores é  personas  pringipales  fueron  pres- 
sos  hasta  qiiatrogientos  hombres,  sin  otra 


gente  baxa :  á  los  quales  todos ,  digo  á  los 
pringipales,  quemaron  por  justigia,  avien- 
do  confessado  ser  ellos  los  agresores  é 
movedores  de  toda  aquella  guerra,  é  ca- 
da uno  dellos  aver  seydo  en  muerte  ó 
aver  muerto  los  españoles.  Y  execulada 
esta  sentencia  ó  castigo,  soltaron  los  otros 
que  tenian  pressos ,  é  con  ellos  recogie- 
ron toda  la  otra  gente  contraria  en  los 
pueblos.  Y  el  capitán  ques  dicho,  en  nom- 
bre de  Su  Magestad,  proveyó  de  nuevos 
señores ,  en  lugar  de  los  que  fueron  que- 
mados ,  en  todos  los  pueblos ,  é  de  aque- 
llas personas  á  quien  pertenesgia  tal  su- 
gesion ,  segund  las  costumbres  de  sus  he- 
rengias. 

Con  esto  se  aseguró  é  pagificó  la  tierra, 
é  los  indios  de  ahí  adelante  sirvieron 
muy  bien,  con  buena  ó  mala  voluntad, 
porque  aquella  gente  á  natm-a  es  belicosa 
é  amiga  de  novedades ,  é  de  largo  tiem- 
po avian  heredado  tal  costumbre ,  rebe- 
lándose é  algándose  contra  sus  naturales 
señores ;  é  assi  lo  harán  cada  vez  quel 
tiempo  les  diere  ocasión  para  ello,  ó  se 
vayan  enmendando  sus  sugesores.  Assi 
que ,  cntonges  muy  mejor  é  más  cruel- 
mente se  ovieron  con  los  españoles  que 
tomaron  descuydados,  é  aun  con  los  que 
velaban  que  pudieron  aver;  é  conforme 
á  esto  méritamente  les  vino  el  galardón  é 
pena  del  fuego ,  como  es  dicho. 


CAPITULO  XXXVIII. 

<V>mo  el  general  Hernando  Corles  tornó  á  continuar  el  propóssilo  que  primero  tuvo  de  enviar  á  poblar  el 
puerlo  de  Higueras  ¿  cabo  de  Honduras  con  el  capitán  Chripstóbal  de  Olit,  segund  se  locó  en  el  capitu- 
lo XXXV,  i  le  despachó  é  proveyó  de  navios  é  gente  c  todo  lo  neseessario.  E  cómo  despachó  asshnesnio 
al  capitán  l'edro  de  Alvarado  por  tierra  con  muy  gentil  gente  de  pié  é  de  caballo  á  las  cibdadesde  Iclaclan 
é  Guallmala,  como  antes  lo  tenia  propuesto. 


V^ontado  ha  la  historia  que  al  tiempo 
quel  general  Hernando  Cortés  supo  la  yda 
del  adelantado  Krangisco  de  Garaj  al  rio 
de  Panuco,  tenia  á  punto  gierta  armada 
de  navios  é  de  gente  para  enviar  al  cabo  ó 
punta  de  Honduras,  é  las  causas  que  pa- 


ra ello  le  movían ;  y  cntonges  gessó  por  la 
yda  del  dicho  adelantado,  creyendo  el 
gobernador  que  se  quisiera  poner  enapos- 
sesionarse  rn  la  tierna  por  su  auctoridad, 
é  para  se  lo  resistir,  si  nesgessario  fuera, 
tuvo  nescessidad  de  toda  la  gente  é  de 


UV.  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XXXVIII. 


489 


Suspender  aquel  camino,  Pero  después 
que  se  ovo  dado  fin  en  las  cosas  del  ade- 
lantado, aunque  se  le  siguió  assaz  costa 
de  sueldos  de  marineros  é  bastimentos  de 
los  navios  é  gente  que  ovo  de  yr  en  ellos, 
parcsciéndole  que  servia  mucho  en  ello  á 
Su  Majestad  ,  siguió  todavia  el  propóssi- 
to  comentado,  6  compró  más  navios  de 
los  que  antes  tenia ,  que  fueron  por  lodos 
(;inco  navios  gruessos  ó  caravelas  é  un 
bergantín ;  é  liíro  juntar  qualrocientos 
hombres ,  bastecidos  de  artillería  é  mu- 
nición é  armas,  é  de  buenos  bastimentos 
6  vituallas.  É  demás  de  lo  que  allí  se  les 
proveyó,  envió  con  dos  criados  suyos 
ocho  mili  pessos  de  oro  á  la  isla  de  Cuba 
para  que  se  romprasson  caballos  e  basti- 
mentos, assi  para  llevar  en  aquel  prime- 
ro viaje,  como  para  que  tuviessen  á  pun- 
to, en  tornando  allí  los  navios,  aparejo 
para  cargarlos,  porque  de  nescessidad  de  • 
cosa  alguna  no  dexassen  de  hacer  aque- 
llo para  quel  los  envió,  é  también  porque 
al  principio,  por  falla  de  bastimentos,  no 
fatigassen  á  los  naturales  de  la  tierra ,  ó 
que  antes  les  diessen  los  españoles  de  lo 
que  llevasscn  que  tomarles  de  lo  suyo.  É 
con  este  concierto  se  partición  del  puerto 
de  Sancl  Johan  de  Chalchiqucca ,  á  once 
días  del  mes  de  enero  de  mili  é  quinien- 
tos 6  veynte  y  qualro,  con  ordenación 
(pie  fuessen  á  la  llahama,  ques  ipiassi  en 
la  punía  de  la  isla  di'  Cuba,  para  (pie  allí 
se  basteciessen  de  lo  que  les  faltasse,  en 
especial  de  caballos ;  ó  recogidos  allí  los 
navios  siguiesse  su  viaje  para  la  dicha 
tierra,  y  en  el  primero  puerto  della  echas- 
sc  toda  la  gente  ó  caballos  é  bastimentos 
c  todo  lo  demás  que  en  el  navio  llevaba, 
é  que  en  el  mejor  assiento  que  le  pares- 
ciesse  se  fortaicsciesse  con  su  artillería, 
que  llevaba  mucha  é  buena ,  é  fundasse 
un  pueblo;  é  luego  los  tres  de  los  navios 
mayores  los  despachasse  para  la  dicha  is- 


la de  Cuba,  al  puerto  de  la  villa  de  la 
Trinidad .  porque  está  en  mejor  parage  é 
derrota ,  ó  allí  avia  de  quedar  el  uno  de 
aquellos  criados  del  gobernador  para  te- 
ner aparejada  la  carga  de  las  cosas  que 
ruessen  menester,  é  quel  capitán  le  en-' 
viasse  á  pedir.  K  que  los  otros  navios  me- 
nores y  el  bergantín,  con  el  piloto  mayor 
é  un  primo  del  general ,  llamado  Diego 
Hurtado  ,  por  capitán  dellos,  fuesse  á  cor- 
rer toda  la  costa  de  la  bahía  de  la  Ascen- 
sión en  demanda  de  aquel  estrecho  que 
Be  creía  que  por  allí  avia  ;  é  que  cstuvies- 
sen  allá  hasta  que  ninguna  cosa  dexassen 
de  ver,  é  viflo,  tornassen  adonde  el  dicho 
capitán  Chripstúbal  de  Olil  estuviesse;  é 
de  allí,  con  el  uno  de  los  navios,  le  hi- 
ciessen  relación  al  general  de  lo  que  ha- 
llassen,  é  de  lo  que  Chripstóbal  de  Olit 
tuvíesse  sabido  de  la  tierra  é  le  oviesse 
subcedido,  para  que  de  todo  se  pudiesse 
enviar  relación  á  Su  Magestad.  Todo  lo 
rpies  dicho  escribió  Hernando  Cortés  al  Em- 
perador, nuestro  señor;  pero  el  subcesso 
de  lo  demás,  como  entonces  no  se  sabia, 
no  lo  dice,  ó  aquello  en  parte  é  con  la 
muerte  que  tuvo- este  capitán  Chripstóbal 
de  Olit,  como  ya  lo  ha  brevemente  toca- 
do la  historia  en  el  libro  XXVII,  capítulo  I. 

Passemos  á  lo  demás  quel  gobernador 
Hernando  Corles  en  su  relación  dice,  en 
la  qual  dio  noticia  á  Céssar  (pie  la  gente 
que  tuvo  apercejúda  para  enviar  con  el 
capiian  Pedro  de  Al  varado  á  aquellas  cib- 
dades  de  (Jclaclan  *  é  Gualimala,  como  ya 
la  historia  dixo,  é  á  otras  provincias  de 
que  tenia  noticia ,  también  avia  cessado 
por  la  yda  del  adelantado  Francisco  de 
Caray ;  ó  porque  tenia  ya  hecha  mucha 
costa  de  caballos  é  armas  6  artillería  é 
bastimentos,  é  se  avian  dado  dineros  de 
socorro  á  la  gente,  é  porque  pensaban 
que  desto  serian  Sus  Magestades  muy  ser- 
vidos, é  aun  porque  en  aquella  parte,  se- 


Kti  el  epígrafe  del  capitulo  dice  :  hlaclan. 


4G0 


HISTORIA  G2NERAL  Y  NATURAL 


guñd  los  avisos  que  tenia,  pensaba  desco- 
brir  por  allí  muchas  é  muy  ricas  y  extrañas 
tierras,  é  de  muchas  é  diferentes  lenguas 
é  gente ,  tornó  todavía  á  insistir  en  su 
primero  propóssito.  É  demás  de  lo  que 
antes  avia  proveydo  para  este  camino, 
tornó  á  rehacer  al  dicho  comendador  Al- 
varado,  é  despachóle  desde  la  cibdad  de 
Temistitan  á  seys  dias  del  mes  de  diciem- 
bre de  mili  é  quinientos  é  veynte  y  tres 
años:  é  llevó  ciento  é  veynte  de  caballo, 
en  que  con  las  dobladuras  llegaban  á  cien- 
to é  sessenta  caballos  é  trescientos  peo- 
nes, en  que.  avia  los  ciento  é  treynta  ba- 
llesteros y  escopeteros:  é  llevó  assimesmo 
quatro  tiros  de  artillería  con  mucha  pól- 
vora é  munición ;  é  fueron  en  este  exército 
algunas  personas  principales ,  assi  de  los 
de  la  grand  cibdad  de  Temistitan,  como  de 
otras  cibdades  de  aquella  comarca ,  é  con 
ellos  alguna  gente,  aunque  no  mucha,  por 
ser  el  camino  largo.  Y  encomendó  el  ge- 
neral al  capitán  Alvarado  que  tuviesse  es- 
pecial cuydado  de  le  hacer  larga  ó  parti- 
cular relación  de  las  cosas  que  por  allá  le 
acontcscicssen ,  para  que  de  lodo  se  dics- 
se  cuenta  á  la  Cessárea  Magestad;  porque 
pensaba  que  se  avia  de  juntar  el  dicho 
Pedro  de  Alvarado  por  donde  yba,  con 
el  dicho  Chripstóbal  de  Olit,  si  estrecho 


no  le  excusase.  É  dice  que  muchos  cami- 
nos tales  se  ovieran  hecho  en  aquella  tier- 
ra ,  é  muchos  secretos  della  tuviera  sabi- 
dos, si  estorbos  de  las  armadas  que  avian 
ydo  no  lo  ovieran  impedido  :  de  que  Sus 
Magestades  avian  resgebido  mucho  de^ 
servicio  con  ellas ,  assi  en  no  tener  des- 
cubiertas muchas  tierras,  como  en  aver- 
se  dexado  de  adquirir  para  su  real  cáma- 
ra mucha  suma  de  oro  é  perlas ,  como  de 
allí  adelante ,  si  otros  armadores  no  yban, 
él  pensaba  aver  para  restaurar  lo  perdi- 
do, sin  excusar  su  persona  de  trabaxo 
ni  gasto.  E  que  demás  de  aver  gastado 
quanto  él  tenia ,  dice  que  ha  tomado  del 
oro  que  tenia  de  las  rentas  do  Su  Magos- 
tad, para  los  gastos  que  avian  hecho,  ses- 
senta c  tantos  mili  pessos  de  oro,  con 
más  otros  doce  mili  que  le  avian  presta- 
do algunas  personas  para  los  gastos  de  su 
casa ,  lo  qual  se  puede  bien  creer  por  las 
armadas  de  mar  é  de  tierra  é  otros  gas- 
tos que  con  facilidad  so  pueden  colegir 
de  ia  pressente  historia. 

En  quanto  al  subcesso  desta  armada  é 
camino  del  capitán  Pedro  de  Alvarado  no 
se  tracta  aqui  más  de  lo  dicho,  porque  lo 
que  subcedió  en  ella,  la  historia  lo  cuenta 
adelante  en  dos  cartas  é  relaciones,  quél 
escribió  al  gobernador  Hernando  Cortés. 


CAPITULO  XXXIX. 


F.n  que  se  Irada  cómo  el  gobernador  Hernando  Corles  envió  al  capitán  Rodrigo  Ranjel  á  conquistar  las  pro- 
vjpi.  ias  de  los  eapolecas  é  de  los  mixes,  ques  gente  belicosa  é  puesta  en  tierra  muy  áspera  é  fragosa  é  tal 
que  la  gente  de  caballo  no  puede  servir  ni  aprovechar  para  la  guerra  de  tales  provincias  é  conquista. 


De  las  provincias  comarcanas  á  la  villa 
del  Espirita  Sancto  é  de  las  que  servían 
(t  los  vecinos  dellas,  se  dixo  en  los  capí- 
tulos precedentes  que  algunas  se  avian 
rebelado  é  aun  muerto  ciertos  españoles; 
c  assi  para  reducir  á  la  obidiencia ,  como 
para  traer  al  mesmo  efetlo  otras  tierras 
sus  comarcanas,  porque  la  gente  que  en 


aquella  villa  estaban  no  era  bastante  pa- 
ra sostener  lo  ganado,  quanto  más  con- 
quistar de  nuevo,  envió  el  general  á  un 
capitán  con  treynta  de  caballo  é  cient  peo- 
nes, algunos  dellos  ballesteros  y  escope- 
teros, é  dos  tiros  de  artillería  con  el  rc- 
cabdo  de  munición  é  pólvora  que  era  Q6S- 

cessario.  £  partiéronse  á  ocho  de  digiera- 


di.  indias,  i.m.  xxxni.  cap.  xxxix. 


4  0  1 


bre  del  añude  mili  é  quinientos é  veynlc 
y  tres  años,  con  esperanza  que  se  baria 
mucho  provecho  en  esta  conquista  ,  por- 
que aquello  es  un  pedaco  de  tierra  que 
está  nutre  la  conquista  donde  fué  enviado 
el  capitán  Alvarado,  é  el  otro  donde  fué 
el  capitán  Chripstóbal  de  Olit,  é  lo  que 
en  esta  sacón  estaba  pacifico  hacia  la  mar 
del  Norte  6  parte  septentrional.  í  con- 
quistado aquello  poco,  hay  por  aquella 
parle  del  Norte  más  de  quatrocientas  le- 
guas de  tierra  subjeta  á  la  corona  real  de 
Castilla  ,  sin  aver  otra  cosa  ni  estorbo  en- 
inedio;  é  («ir  la  costa  de  la  mar  del  Sur 
más  de  quinientas  leguas ,  é  todo  lo  de  la 
tierra  adentro  de  una  mar  á  otra  ,  que 
servían  sin  ninguna  contradicion,  excep- 
to dos  provincias  que  están  entre  la  pro- 
vincia de  TegÓan  te  peque  é  la  de  Chiman- 
la  6  Guaxaljalca,  é  la  de  Guacacalco  en- 
medio  de  (odas  quatro,  que  se  llaman  la 
gente  de  la  una  rapolecas  é  de  la  otra 
mires.  Las  quales  por  ser  tan  ásperas  que 
aun  á  pié  no  se  pueden  andar,  puesto 
que  avia  el  gobernador  enviado  dos  ve- 
re-  a  las  conquistar .  no  se  a\  ia  podido 
hacer,  porque  tienen  muy  recia  é  áspera 
tierra  e  buenas  armas:  que  pelean  con 
langas  de  vcynle  y  cinco  é  Ireynta  pal- 
mos, muy  gruessas  c  bien  hechas,  y  en 
las  puntas  dellas,  en  lugar  de  hierros, 
pedernales,  ó  con  esto  se  avian  defendi- 
do é  muerto  algunos  españoles  de  los  que 
antes  allá  avian  ydo,  y  hecho  mucho  da- 
ño á  los  vecinos  vassallos  de  Su  Magos- 
tad ,  salteándoles  de  noche;  é  quemándo- 
les los  pueblos  á  ellos  cercanos,  se  avian 
apartado  de  la  amistad  de  los  españoles  é 
confederados,  é  conexos.  K  porque  no 
llcgasse  á  peor  estado ,  aunque  avia  poca 
gente  de  chripstianos  por  los  aver  envia- 
do á  tantas  parles,  higo  juntar  el  gene- 
ral hasta  ciento  y  einqilenta  infantes  á 
pié  f porque  los  de  caballo  en  aquella 
tierra  no  pueden  aprovechar),  tocios  los 
más  ballesteros  y  escopeteros,  é  quatro 


tiros  de  artillería  con  munición  é  pólvora 
nescessaria;  é  con  esta  gente  proveyó  de 
capitán  á  un  hidalgo  llamado  Rodri- 
go Rangel,  alcalde  de  Temistilan,  que 
un  año  antes  avia  ydo  con  gente  sobre 
los  mismos,  ó  por  ser  en  tiempo  de  mu- 
chas aguas  no  pudo  hacerles  daño ,  é  so 
lornó  con  aver  estado  allá  dos  meses.  VA 
qual  dicho  capitán  e  Líente  partieron  esta 
última  vez  de  Temistilan  á  cinco  ibas  de 
febrero  de  mili  é  quinientos  é  veynle  y 
quatro  años:  é  por  yr  con  buena  gente  y 
en  buen  tiempo,  se  tuvo  esperanca  que 
el  subcesso,  mediante  Dios,  seria  con 
victoria;  é  porque  demás  de  los  españo- 
lea yban  también  de  los  naturales  de  Mé- 
xico é  sus  comarcas  muchas  gentes  de 
guerra  6  diestra  para  dar  Bu  en  esta  de- 
manda. É  fué  muy  nescessario,  porque 
no  solamente  aquellos  indios  de  las  pro- 
vincias ya  dichas  de  los  rapotecas  é  mi- 
xes  no  querían  servir,  pero  causarían  á 
otros  que  hiciessen  como  ellos. 

Aquella  tierra  es  muy  rica  de  minas  dé 
oro,  y  estando  pacíficos  aquellos,  indios, 

tenían  buena  voluntad  otros  que  lo  yban 
á  sacar  allá.  V.  porque  estos  capotecas  é 
sus  consortes  avian  seydo  tan  rebeldes  é 
malos,  ó  aviendo  ya  una  vez  ofrescidosc 
de  sen  ir,  como  vassallos  de  Su  Magestad, 
se  quitaron  de  la  obidiencia ,  é  mataron 
españoles,  é  alteraron  la  tierra,  fueron 
pronunciados  por  esclavos;  é  mandó  el 
general  que  los  que  se  pudiessen  lomará 
vida  que  los  herrasse'n  como  á  tales  cap- 
tivos, é  sacando  la  parte  é  quinto  de  los 
derechos  reales,  se  repartiessen  entre 
aquellos  que  los  fueron  á  conquistar. 

Cada  entrada  destas  le  costaba  al  ge- 
neral de  su  hacienda ,  segund  en  su  rela- 
ción escribió,  más  de  cinco  mili  pessos 
de  oro,  é  las  dos  que  se  dixo  de  susso  de 
los  capitanes  Pedro  de  Alvarado  é  Chrips- 
tóbal de  Olit  le  costaron  más  de  cinqüen- 
ta  mili  pessos  de  oro,  sin  otros  muchos 
gastos  de  sus  haciendas  é  grangerias.  De 


4G2 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


aijui  se  colige ,  demás  de  su  mucha  libe- 
ralidad ,  la  mucha  prontitud  é  diligencia 
que  tenia  á  su  propria  costa  en  lo  que  to- 
caba al  servicio  de  Su  Magestad  é  á  dar 
conclusión  é  final  efetto  á  la  conquista  de 


aquellas  partes ;  é  porque  conosció ,  junto 
con  lo  que  es  dicho,  de  su  buen  celo  lo 
que  dice  Tito  Livio:  «  El  rico  exército  se 
convierte  en  premio  del  pobre  venge- 
dor.  • 


CAPITULO  XL. 


En  que  el  gobernador  Hernando  Corles  dá  su  desculpa  en  la  dilación  de  ciertos  navios  que  hico  hacer  en 
la  costa  de  la  mar  del  Sur;  é  assimesmo  cuenta  la  historia  la  forma  de  la  reedificación  de  la  gran  cibdad 
de  Temistilan  por  la  industria  del  dicho  gobernador. 


(contado  ha  la  historia  cómo  Hernando 
Cortés  avia  dado  orden  cómo  se  hicies- 
sen  quatro  navios  en  la  costa  de  la  mar 
del  Sur:  es  de  saber,  que  por  haber  mu- 
cho tiempo  que  se  avia  comencado  la  la- 
bor dellos  é  tan  léxos  dessotra  mar  del 
Norte,  de  donde  se  avia  de  llevar  todo 
lo  que  convenia  para  perfeccionarlos  (que 
hay  de  la  una  parte  á  la  otra  doscientas 
leguas  ó  más  por  tierra ,  de  fragosos 
puertos,  de  sierras  ó  con  muy  grandes  é 
caudalosos  rios  en  el  viage),  no  pudo  ser 
menos  de  tardarse  la  obra ,  pues  que  no 
avia  de  donde  se  proveyessen  sino  de 
España  é  con  mucha  dificultad.  É  otro 
impedimento  grande  ovo  demás  de  lo 
que  está  dicho,  é  fué  que  el  gobernador 
tenia  en  una  casa  en  el  puerto,  donde  los 
navios  se  hacían,  todo  el  adereco  que  pa- 
ra ellos  era  menester,  assi  como  velas, 
clavos,  sargia,  clavaron,  áncoras,  pez, 
sebo,  aceyte,  estopa,  estoperoles,  bota- 
men é  otras  cosas ,  é  una  noche  se  puso 
fuego  sin  saber  cómo,  é  se  quemó  todo 
«•lio ,  sin  quedar  cosa  de  que  se  pudiesse 
a  ver  provecho  sino  de  las  áncoras,  que 
no  se  pudieron  quemar,  é  aun  de  aque- 
llas se  quemaron  los  cepos;  é  después 
fué  menester  que  de  nuevo  se  tornasso 
todo  á  proveer  con  mayores  gastos  é  más 
dilación  de  tiempo.  Verdad  es  que  des- 
pués fué  una  nao  de  Castilla,  en  que  se 
llevaron  todas  las  cosas  nescessarias  pa- 
ra los  dichos  navios,  porque  el  goberna- 


dor como  prudente,  temiendo  algún  de- 
sastre ó  lo  que  subgedió,  avia  prevenido 
en  que  Uevassen  todas  aquellas  cosa*s  ó 
las  más  de  las  que  se  quemaron,  assi 
porque  no  faltassen  para  la  obra  comen- 
cada  ,  como  para  hac er  más  navios,  si 
nescessario  fuesse. 

Decia  el  gobernador  en  su  relación, 
quando  esto  escribió ,  que  hasta  estonces 
le  costaban  los  navios,  sin  averíos  echado 
al  agua,  ocho  mili  pessos  de  oro  é  más, 
sin  otras  costas  extraordinarias,  é  que 
pensaba  que  en  la  pasqua  de  Espíritu 
Sancto,  ó  para  el  dia  de  Sanct  Johan  de 
aquel  año  podrían  navegar;  é  que  tenia 
en  tanto  aquellos  navios,  que  no  lo  sabia 
encarescer ,  porque  con  ellos  pensaba  ser 
causa  de  acrescentar  en  aquellas  mares 
muchos  más  reynos  é  señoríos  para  Su 
Magestad  de  los  que  hasta  estonces  se  te- 
nia noticia.  Dice  más  aquella  relación  del 
general  hecha  á  Céssar:  que  después  que 
la  gran  cibdad  de  Temislitan  se  cobró,  le 
paresció  que  era  bien  residir  en  ella  por 
muchos,  inconvinientcs,  é  que  se  passó 
con  toda  la  gente  á  un  pueblo  que  se  di- 
ce Cuyoacan  en  la  costa  de  la  laguna, 
porque  desseaba  que  la  cibdad  se  reede- 
ficase  por  la  grandeca  é  maravilloso  as- 
siento  suyo.  É  trabaxó  por  recoger  los  na- 
turales que  por  muchas  parles  estaban 
absentados  desde  la  guerra,  é  aunque  al 
señor  delta  lo  tenia  presso,  hico  á  un  ca- 
pitao  general  que  en  la  guerra  tenia,  que 


DE  INDIAS.  UB. 


XXXUI.  CAP.  XL 


el  gobernador  conoscia  desde  el  tiempo  de 
Hontecúma  ,  que  tomasse  cargo  de  lo 
lomar  á  polilar:  é  para  que  con  más  auc- 
toridad  lo  pudiesse  hacer,  se  (ornó  á  dar 
el  mesmo  cargo  que  en  tiempo  de  su  se- 
ñor lenia ,  que  era  rüjuacoat ,  que  quiera 
lanto  decir  como  lugarteniente  del  señor, 
é  á  oirás  personas  principales  que  assí- 
rnesmo  el  gobernador  conoseja  de  antes, 
les  encargó  otros  cargos  de  gobernación 
de  aquella  cibdad  que  entre  ellos  solían 
hacer.  É  á  aquel  ciguacoat  é  a  los  demás 
les  dió  señorío  de  tierra  é  gente  en  que 
se  manluviesscn,  aunque  no  lanto  como 
ellos  tenían  antes,  ni  (pie  pudiessen  ofen- 
der con  ellos  en  algún  tiempo.  £  honrá- 
banlos é  favorescialos;  y  ellos  trabaxa- 
ron  de  manera  é  tan  bien  ,•  que  (piando 
Hernando  (lories  escribió  esla  relación, 
avia  en  la  cibdad  poblados  treynla  mili 
vecinos ,  6  se  tenia  en  ella  la  orden  que 
solían  en  sus  mercados  6  contractacioncs. 
E  dióles  el  gobernador  lanías  liberladcs  y 
exenciones,  que  de  cada  dia  se  fué  po- 
blando más  la  cibdad;  y  estaban  los  ve- 
cinos muy  á  su  placer,  porque  los  oficia- 
les de  arles  mecánicas ,  (pie  hay  muchos, 
trahaxahan  por  sus  jornales,  assi  como 
carpinteros,  alhamíes,  canteros,  plateros 
c  de  otros  officios,  e  los  mercaderes  muy 
seguramente  exenitaban  su  tracto  é  mer- 
caderías. É  las  otras  gentes  unos  viven  de 
pescadores .  que  es  grand  tracto  en  aque- 
lla cibdad.  ó  oíros  de agricollura ,  porque 
muchos  déllos  tienen  sus  huertas  é  siem- 
bran en  ellas  las  hortalieas  de  hispana,  de 
(pie  allá  se  lleva  simiente,  porque  es  gen- 
te muy  inclinada  á  la  labor  del  campo.  É 
aunque  Cortés  en  su  relación  no  lo  dice, 
porque  tampoco  en  essa  sacón  no  lo  po- 
día él  a  ver  comprendido,  pues  quadra 
aqui  la  materia,  digo  que  todo  lo  que  se 
quiere  sembrar  en  aquella  tierra  se  hace 
muy  bien;  é  después  que  se  han  dado  á 
sembrar  trigo,  se  ha  fecho  é  hay  tanto, 
que  ha  llegado  á  valer  la  hanega  de  trigo 


un  real  de  plata  é  á  real  y  medio,  y  en 
tanta  abundancia ,  que  la  campiña  de 
Córdova  ni  la  fertilidad  de  la  isla  de  Sici- 
lia no  se  le  igualan.  É  hay  mucho  pastel 
é  ¡numerable  grana,  de  que  se  dá  tal  co- 
lor á  los  paños  é  a  las  sedas  é  terciope- 
lo é  rasos  é  damascos  é  tafetanes,  que 
los  muy  ricos  carmesíes  de  Vcnccja  no 
les  hacen  ventaja  en  la  color;  pero  en 
olra  parle  se  dirá  más  en  este  caso  que 
el  tiempo  ha  mostrado. 

Después  que  por  fuerca  de  armas  co- 
bró el  general  la  gran  cibdad  de  Temis- 
lilan,  como  está  dicho,  puso  luego  por 
obra  de  hacer  en  ella  una  fuerca  en  el 
agua  á  una  parte  de  la  cibdad,  en  que  pu- 
diesse lener  los  bergantines  seguros  é 
desde  ella  ofender  á  toda  la  cibdad,  si  en 
algo  se  pusiesse ,  é  que  esluviesse  en  su 
mano  la  salida  é  la  entrada  cada  vez  quél 
lo  quisíesse.  E  hícose  tal,  que  dice  su  re- 
lación que  aunque  él  avia  vislo  algunas 
casas  de  atarazanas  é  Cuereas,  no  eran 
iguales  ni  tales  como  estas,  é  que  assí  lo 
decían  oíros  muchos.  É  la  manera  que 
tiene  aquella  casa  es  esla:  que  a  la  parle 
de  la  laguna  tiene  dos  torres  muy  fuertes 
con  sus  troneras  é  defensas  en  las  partes 
nescessarias,  é  la  una  destas  torres  sale 
fuera  del  líenco  hácia  la  una  parle,  con 
Iri  niel  .i-  (pie  barren  lodo  el  liento  :  é  I - » 
otra  torre  á  la  olra  parle  de  la  mesma  ma- 
nera: é  desde  estas  dos  torres  va  un  cuer- 
po de  casa  de  tres  naves,  donde  están 
los  bergantines,  é  lienen  la  puerla  para 
salir  y  entrar  entre  las  dos  torres  hácia  el 
agua.  Todo  este  cuerpo  tiene  assiinesmo 
sus  troneras,  é  al  cabo  del  hácia  la  cib- 
dad está  otra  muy  grand  torre  é  de  mu- 
chos apossentos  baxos  é  altos  con  sus  de- 
fensas á  ofensas  para  la  cibdad.  En  con- 
clusión, dice  que  es  tal  que  con  tenerla, 
estaba  en  su  mano  la  paz  é  la  guerra, 
(piando  la  quisiesse,  teniendo  como  tie- 
nen en  ella  los  navios  é  muy  buena  arti  • 
Hería. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Hecha  aquella  casa ,  porque  le  pares- 
ció  que  tenia  ya  seguridad  para  complir 
lo  que  desseaba,  que  era  poblar  dentro 
en  la  cibdad,  se  passó  á  ella  con  toda  la 
gente  de  su  compañía,  é  repartió  los  so- 
lares por  los  vecinos,  é  á  cada  uno  de  los 
que  fueron  conquistadores,  en  nombre  de 
Su  ¡Magostad ,  dio  cada  sendos  solares  por 
lo  que  en  ella  avian  trabaxado ,  demás  de 
otros  cada  sendos,  como  vecinos  que 
avian  de  servir,  segund  la  orden  de  aque- 
llas partes,  ques  que  para  adquirir  entera 
possesion  é  poder  testar  ó  disponer  de  los 
tales  solares ,  que  avian  de  servir  é  los 
avian  de  merescer,  morando  en  la  tierra 
en  ellos  tres  ó  quatro  años.  Diéronse  tan- 
ta priessa  en  hacer  las  casas  de  los  veci- 
nos, que  al  tiempo  que  esto  escribió  el 
general  al  Emperador,  nuestro  señor,  avia 
muchas  fechas ,  é  otras  en  buenos  princi- 
pios se  continuaba  la  labor  dellas,  por- 
que hay  mucho  aparejo  de  materiales,  as- 
si  como  piedra,  é  cal  é  ladrillo  que  los 
naturales  hacen,  é  mucha  é  buena  made- 
ra ,  é  todo  es  muy  bueno ,  é  las  casas  muy 
grandes  é  de  lindos  edeficios.  E  dige  la 
relación  de  Hernando  Cortés,  que  desde 
cinco  años  seria  la  más  populosa  cibdad 


que  oviesse  en  mucha  parle  del  mundo, 
ó  en  todo  él,  é  de  mejores  edeficios. 

Es  la  población  de  los  españoles  distin- 
ta de  la  de  los  naturales ,  porque  los  par- 
te un  braco  de  agua ,  aunque  en  todas  las 
calles  que  porellala  atraviessan,  hay  puen- 
tes de  madera ,  por  donde  se  contracta  de 
la  una  parte  á  la  otra.  É  hay  dos  grandes 
mercados  ó  plagas ,  el  uno  en  la  parte  que 
habitan  los  indios,  y  el  otro  en  la  que 
moran  los  españoles,  y  en  estos  hay  to- 
dos los  bastimentos  que  en  la  tierra  se 
pueden  -hallar,  porque  de  todas  las  co- 
marcas los  vienen  á  vender,  y  en  esto  no 
avia  falta  de  lo  que  antes  solia,  en  el  tiem- 
po de  su  prosperidad.  Verdad  es  que  jo- 
yas de  oro  ni  de  plata  ni  plumages  ni  co- 
sa rica  no  se«tractaba  entonces ,  como  de 
antes  lo  acostumbraban,  aunque  algunas 
pecuclas  de  oro  é  plata  salían,  pero  no 
como  primero. 

Agora  ya,  después  que  se  escribiólo 
que  está  dicho,  es  otro  tiempo  y  es  otro 
el  tracto  é  de  muchas  cosas,  que  sin  lar- 
ga escriptura  no  se  podía  decir.  É  viven 
los  indios  en  mucho  concierto  é  sosiego, 
é  como  chripslianos,  de  lo  qual  se  trac- 
tará  adelante  en  su  lugar. 


CAPITULO  XLI. 

En  el  qual  se  Irada  cómo  el  general  Hernando  Corles  li ico  hacer  pierias  piceas  de  artillería ,  é  cómo  bus- 
cando los  materiales  para  ello,  se  hallaron  minas  de  eslaño  é  vena  de  hierro,  c  mucho  salitre  para  hacer 
pólvora  ,  assimesmo  adufre ;  é  cómo  envió  una  media  culebrina  de  melal  rico  de  oro  ti  piala  á  Su  Mageslad 
Calhólica ,  que  escribió  que  le  avia  costado  veynle  y  siele  mili  pessos  de  oro  el  melal  é  la  hechura;  c 
decirse  han  oirás  cosas'que  escribió  en  su  relación  ,  con  que  se  dará  fin  á  ella,  sin  que  se  dexe  cosa  de 
lo  substancial ,  puesto  que  se  dirá  con  menos  palabras. 


Dice  la  relación,  deque  aqui  so  tracta, 
escripia  por  el  general  Hernando  Cortés 
;il  Emperador,  nuestro  señor,  que  por  las 
difiTenrias  que  Diego  Vekizquez  avia  que- 
rido tener  con  él ,  é  por  la  mala  voluntad 
que  á  su  causa  é  por  su  intercesión  don 
Johan  Fonscca,  obispo  de  Burgos,  le  te- 
nia ,  é  por  él  é  por  su  mandado  los  offi- 
ciales  de  la  cas;i  de  la  Cootractacion  de 


las  Indias,  que  residen  en  Sevilla,  en  es- 
pecial el  contador  Johan  López  de  Recaí- 
do ,  no  avia  seydo  proveydo  de  artillería 
ni  armas ,  de  que  tenia  nes(;essidad ,  aun- 
que muchas  veces  avia  enviado  dineros 
para  ella:  é  que  cómo  estaba  en  nescessi- 
dad  é  sin  esperanca  de  remedio,  trabaxó 
de  buscarle,  porque  no  se  perdiesse  lo 
que  con  lanío  peligróse  avia  ganado  por 


DE  INDIAS.  LIB. 

excusar  el  deservicio  que  en  ello  se  pu- 
diera seguir  á  Dios  é  á  Su  Magestad ,  y 
evitar  el  peligro  de  los  chripstianos  que 
allá  estaban:  é  hico  buscar  por  luda-; 
aquellas  Jtortes  cobre,  é  dio  para  ello 
mucho  rescate.  É  assi  como  tuvo  canti- 
dad dello ,  puso  en  obra  con  un  maestro, 
que  acaso  allá  avia  ydo,  de  hacer  alguna 
artillería,  é  hk;o  dos  píelas  medias  cule- 
brinas, é  Balíeroa.taa  buenas,  que  de  su 

medida  do  podían  ser  mejores.  É  porque 

para  hacerlas,  %uque  tenia  cobre,  falla- 
ba estaño,  6  para  aquellos  dos  tiros  lo 
avia  ávido  con  mucha  dificultad  é  le  avia 
costado  mucho)  de  algunos  que  tenían 
platos  e  otra-;  vasijas  dello,  é  caro  ni  ba- 
rato no  hallaba  más,  inquiriendo  é  bus- 
cando por  todas  partes,  topáronse  entro 
los  indios  naturales  de  una  provincia  que 
se  dice  Tachco,  ciertas  pegúelas  dello  á 
manera  de  moneda  muy  delgadas,  é  pro- 
cediendo por  su  pesquisa.,  halló  que  en 
aquella  provincia  é  otras  se  Iniciaba  por 
moneda.  É  llegando  su  información  más 
al  cabo,  supo  (pie  lo  sacaban  en  aquella 
provincia  de  Tachco,  que  está  veynte  y 
seys  leguas  de  Témistitan;  é  sabidas  las 
minas,  envió  herramientas  y  españoles, 
é  truxéronle  muestra  dello,  é  dio  orden 
cómo  se  sacasse  todo  lo  que  fuera  me- 
nester, puesto  que  con  trabaxo. 

Andando  en  busca  destos  metales,  se  . 
topo  vena  de  hierro  en  mucha  cantidad, 
seguml  le  informaron  lo-  (pie  dei  ian  qui- 
lo cono-eian.  Assi  que,  hallado  el  estaño, 
tenia  hechas,  (piando  esta  relación  envió  á 
Su  .Magostad  ,  cinco  piceas  ,  las  dos  me- 
dias culebrinas  é  las  dos  poco  menos  en 
medida,  y  él  se  tenia  un  cañón  serpenti- 
no de  dos  sacres,  que  llevó  quando  fué  á 
aquellas  partes.  Otra  media  culebrina 
compró  de  los  bienes  del  adelantado 
Juan  Ponc.e  de  León;  é  de  los  navios  que 
allá  avian  ydo,  tenia  entre  todas  treynta 
y  cinco  piceas  de  bronce  entre  chicas  é 
grandes  é  otras  tantas  de  hierro  colado. 

TOMO  ni. 


XXXIII.  CAP.  XLI.  Í65 

E  para  la  munición  dice  que  proveyó 
Dios  de  tanto  salitre  é  tan  bueno,  que  po- 
dían proveer  á  otras  partes  dello;  para  el 
acufre  se  tuvo  esta  forma  en  lo  busenr. 
Fecho  se  ha  mención  en  esta  historia  de 
una  sierra  que  en  aquellas  pai  tes  de  Gua- 
xofingo  hay,  de  que  sale  mucho  humo 
por  la  cumbre  de  un  monte  alto,  como 
aquel  que  llaman  volcan  en  una  -isla  jun- 
to á  otra,  que  se  dice  Lipari,  cerca  de  Se- 
cilia  :  é  creyendo  que  aquello  procedía  de 
algún  venero  de  acufre,  entró  un  español 
con  cuerdas  en  aquella  boca  septenta  ú 
ochenta  bracas  en  hondo  alado,  é  topó 
allá  en  aquella  profundidad  el  dicho  acu- 
fre, é  sacó,  con  que  por  estonces  se  hi- 
co pólvora ;  pero  porque  la  manera  de  lo 
sacar  era  trabaxosa  é  peligrosa ,  prove- 
yóse en  lo  llevar  de  España. 

Después  de  aver  el  general  poblado  é 
assentado  la  villa  de  Sanlisteban  en  el  rio 
de  Panuco,  é  aviendo  dado  liu  á  la  con- 
quista de  Tutepeque,  é  aviendo  despa- 
chado al  capitán  que  fué  á  los  Impilein- 
gos  é  á  Coliman,  como  la  historia  lo  ha 
dicho,  antes  que  se  fuesse  á  Témistitan, 
fue  á  la  villa  de  la  Veracruz  é  á  la  de  Mc- 

dellin  para  las  visitar.  E  porque  halló  que 

a  causa  de  no  aver  población  de  españo- 
le- más  c  rea  del  puerto  de  San  Johan  de 
Chalchiqueca  que  la  villa  de  Veracruz, 
yban  los  navios  á  descargar,  é  por  no 
ser  aquel  puerto  tan  seguro,  á  causa  de 
los  muchos  nortes  é  tiempos  seplentrio- 
les  (pie  allí  son  muy  ordinarios,  se  per- 
dían muchos  navios  de  los  que  de  Espa- 
ña é  destas  islas  allá  yban,  fué  á  buscar 
cerca  del  dicho  puerto  de  Sanct  Johan  al- 
gún assiento  para  poblar,  aunque  prime- 
ro, al  tiempo  que  allí  saltó  el  general 
Hernando  Cortés,  se  buscó  con  harta  di- 
ligencia, é  por  ser  todo  sierras  de  arena, 
que  se  mudan  á  menudo,  no  se  halló.  É 
aquesta  última  vez,  como  allí  se  detuvo 
algunos  dias  buscándolo,  quiso  Dios  que 

á  dos  leguas  del  dicho  puerto  se  halló 
5'J 


4(50 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


muy  buen  assiento,  con  todas  las  cali- 
dades buenas  que  se  requieren  ,  porque 
tiene  mucha  leña  é  agua  é  pastos,  salvo 
que  la  madera  ni  piedra  no  hay  para 
edeficar  si  no  se  trae  de  léxos.  É  hallóse 
un  estero  ó  arroyo  junto  al  dicho  assien- 
to ,  por  el  qual  mandó  el  general  que  su- 
biessen  con  una  canoa  para  ver  si  salia  á 
la  mar  ó  si  por  aquella  agua  podrían  en- 
trar barcas  hasta  el  pueblo;  é  tentando, 
hallóse  que  yba  á  dar  á  un  rio  que  sale 
•á  la  mar,  y  en  la  boca  del  rio  se  halló 
una  braca  de  agua  ó  más  de  fondo :  por 
manera  que  limpiándose,  como  se  limpió 
aquel  estero  ,  que  estaba  ocupado  de  mu- 
cha madera  de  árboles,  pueden  subir  las 
barcas  hasta  descargarlas  dentro  en  las 
casas  del  pueblo. 

Visto  este  aparejo  é  la  nescessidad  que 
había  de  remedio  para  los  navios,  man- 
dó el  general  que  la  villa  de  Medellin, 
que  eslaba  veynte  leguas  la  tierra  aden- 
tro en  la  provincia  de  Tuxtebeque  se  pas- 
sasse  allí:  é  assi  se  hico,  é  se  passó  allí 
la  casa  de  la  conlractacion,  porque  aun- 
que los  navios  se  tarden  de  descargar, 
porque  han  de  subir  dos  leguas  con  las 
barcas  aquel  estero  arriba,  estén  seguros 
de  perderse. 

Nótase  de  lo  que  está  dicho  ,  para  su 
antigüedad  é  origen  é  fundación  de  la  vi- 
lla, la  causa  de  su  mudanca  é  adonde. 
Item  el  cuydado  é  diligencia  grande  é  la 
astucia  de  buen  poblador ,  quel  goberna- 
dor Hernando  Cortés  tuvo  en  todo  lo  que 
convenía  á  ennoblecimiento  é  población 
de  aquellas  partes,  é  cómo  sin  perder 
liempo,  inquirió  todo  lo  que  á  esto  con- 
venia, desseando  saber  el  secreto  de  la 
costa ,  que  estaba  por  descobrir  entre  el 
rio  de  Panuco  é  la  Florida ,  ques  lo  que 
descubrió  el  adelantado  Johan  Ponce  de 
León :  é  de  allí  la  costa  de  la  Florida  por 
la  parte  del  Norte  hasta  los  Bacallaos, 
creyendo  que  en  aquella  costa  hay  estre- 
cho que  passe  á  la  mar  del  Sur.  É  si  se 


halla ,  segund  cierta  figura  que  Cortés  di- 
ge  quél  tiene  del  parage,  adonde  está 
aquel  arcipiélago  que  descubrió  el  capi- 
tán Magallanes,  paresce  que  saldrá  muy 
cerca  de  allí:  é  dábanle  á  entender  que 
se  acortaría  el  viage  de  la  Especiería,  más 
corto  las  dos  tercias  partes  que  por  don- 
de al  pressente  se  navega;  é  que  se  se- 
guirían grandes  provechos -é  interesses  á 
las  rentas  reales  é  al  servicio  de  Su  Ma- 
gostad. Yo  le  tengo  á  Hernando  Cortés 
por  mejor  capitán  é  máf  diestro  en  la3 
cosas  de  la  guerra,  de  que  avenios  trac- 
tado,  que  no  por  esperto  cosmógrapho 
al  que  tal  le  dixo ;  porque  el  estrecho 
de  Magallanes  está  muy  alieno  de  lo  ques 
dicho  é  muy  fuera  de  propóssilo  que  por 
donde  Cortés ,  segund  lo  dicho  ó  su  pin- 
tura ,  que  dice  que  tiene,  le  han  queri- 
do significar,  é  por  esso  no  hay  que  dis- 
putar agora  en  esto.  Yo  creo  muy  bien 
que  al  pressente  lo  siente  muy  mejor  que 
estonces  lo  escribió ,  porque  el  tiempo  ha 
mostrado  otra  cosa;  pero  basta  con  su 
buen  celo  de  servir,  pues  dice  su  relación 
que  aunque  está  muy  gastado  y  empeña- 
do, por  lo  mucho  que  debía  é  avia  gastado 
en  las  otras  armadas  que  avia  hecho  por 
tierra  é  por  mar  y  en  otros  gastos,  deter- 
minaba de  enviar  tres  caravelas  é  dos 
bergantínesenesta  demanda:  aunque  pen- 
saba que  le  avia  de  costar  más  de  qua- 
renla  mili  pessos  de  oro,  juntarse  avia  cs- 
te  servicio  con  los  otros  que  avia  hecho, 
porque  le  tenia  por  mayor  si  aquel  estre- 
cho hallasse ,  é  ya  que  no  se  hallasse,  no 
se  dexaban  de  descubrir  muy  grandes  é 
ricas  tierras.  La  verdad  es  que  segund  lo 
que  después  que  essa  su  relación  se  es- 
cribió se  ha  andado  en  essas  costas,  lé- 
xos de  lo  cierto  estaba  informado  el  go- 
bernador Hernando  Cortés  para  hallar 
aquel  estrecho  (ques  tan  predicado  ó  bus- 
cado y  esto  sin  averie  alguno  visto  ni  ha- 
llado )  para  passar  dcsla  mar  del  Norte  á 
la  del  Sur  por  el  agua,  excepto  (pie  des- 


Dtí  INDIAS.  1.11$.  XXXIII .  CAP.  XLI.  ÍÜ7 


«Je  Nicaragua  para  passar  las  lagunas  dul- 
ces el  año  passado  de  mili  é  quinientos  6 
quarenta  salieron  navios  á  esla  mar,  ques 
una  grandissima  nueva,  como  se  dirá 
adelante,  porque  aquel  servicio  se  ha  de 
atribnyr  á  quien  lo  hico,  que  es  muy  se- 
ñalado, de  qué  se  espera  grandíssimo 
cfetlo,  como  en  su  lugar  más  puntual" 
mente  se  liará  mención. 

Tornemos  á  lo  que  contiene  más  la  re- 
lación deste  fanio-o  gobernador,  el  qual 
dice  que  entendía  de  enviar  los  navios, 
que  tenia  hechos  en  la  mar  del  Sur  en  fin 
del  mes  de  julio  de  aquel  año  de  mili  é 
quinientos  e  veyntc  y  quatro  por  la  uies- 
ma  co~l.i  aba\o  en  demanda  del  dicho  es- 
trecho: digo  del  quél  pensaría  (pie  halla- 
ría, porque  si  le  oviesse,  creía  que  no  se 
podría  esconder  á  Ion  unos  por  la  mal'  del 
Sur  é  á  los  otros  por  la  del  Norte ;  por- 
que los  dc[  Sur  avian  de  llevar  la  costa 
hasta  hallar  el  dicho  estrecho  ó  juntar  la 
tierra  con  lo  que  descubrió  Magallanes,  e 
los  otros  del  Norte,  como  lia  dicho ,  has- 
ta la  juntar  con  los  Bacallaos.  É  á  este 
propóssito  dice  otras  cosas,  en  que  la  ver- 
dad parescc  que  el  (pie  se  las  dio  á  en- 
tender se  engañó,  porque  ni  los  unos  ni 
los  otros  podían  hallar  el  dicho  estrecho, 
(pie  pensaba  hallar,  ni  el  (pie  han  hallado 
los  de  Nicaragua,  que  se  loco  de  sii—u. 
aunque  llegaron  las  armadas  rpie  dice  á 
aquellas  partes,  quél  señaló.  Porque*  el  es- 
trecho nuevo,  aunque  el  agua,  por  donde 
han  salido  de  las  dichas  lagunas,  viene  á 
responder  por  donde,  poco  ha,  han  salido 
navios  á  esta  nuestra  mar  debaxo  de  la 
provincia  de  Veragua ,  é  subieron  la  cos- 
ta arriba  al  Nombre  de  Dios,  no  sale  á 
fá  otra  mar  del  Sur,  porque  las  lagunas 
desaguan  en  esta  é  no  en  la  otra  mar. 
Pero  hay  muy  poco  camino  de  tierra  ó 
muy  llana  desde  lo  más  austral  de  las  la- 
gunas que  digo  hasta  la  mar  del  Sur,  lo 
qual  yo  he_  visto ,  é  como  he  dicho,  en  su 
tugarse  tractará  deste  estrecho  nuevo. 


En  la  sacón  que  Hernando  Cortés  es- 
cribió su  carta,  estaban  los  officiales  que 
se  avían  proveydo  para  entender  en  las 
rentas  reales,  tomando  las  cuentas  á  los 
otros  que  antes  avian  tenido  cargo  de  la 
hacienda ;  é  los  nuevamente  proveydos 
fueron  Alonso  de  Estrada,  natural  de 
Cibdad  Real,  por  Lhessorero ,  ó  Diego  Al- 
bornoz, natural  de  Madrigal,  por  conta- 
dor, y  el  factor  Goncalo  de  Salácar,  na- 
tural é  veyntiquatro  de  la  cibdad  de  Gra- 
nada ,  y  el  veedor  Pedro  Mirezcherino, 
natural  de  Hieda.  E  dice  Cortés  quél  avia 
gastado  de  las  rentas  de  Su  Mageslad  en 
la  pacificación  de  aquellas  partes  algo  más 
de  sessenla  y  dos  mili  pessos  de  oro;  pe- 
ro después  quél  avia  gastado  quanto  él 
tenia,  é  aun  quedando  empeñado  en  más 
de.  treynta  mili  pessos  que  lomó  presta- 
« I < ■  —  de  algunas  personas:  é  porque  los 
officiales  no  se  lo  passaban  en  cuenta,  sin 
que  pagasse  á  Su  Mageslad  lo  que  assi  le 
atrancaban,  suplico  á  Cessar  que  pares- 
ciendo  aver  sevdo  bien  gastados,  se  le 
rescibiessen  en  cuenta  é  se  le  pagassen  á 
él  oíros  cinqílenta  y  laníos  mili  pessos  de 
oro,  quel  avia  gastado  de  su  hacienda  é 
(pie  a\  ia  lomado  prestados  de  sus  amigos, 
para  quél  pudíesse  complircon  los  acree- 
dores; pues  sus  servicios  no  lo  desmeres- 
cían,  ni  el  fructo  que  hicieron  no  de  xa  ha 
de  dar  testimonio  dello.  El  caso  es  que, 
como  la  historia  adelante  dirá,  el  Empe- 
rador, nuestro  señor,  como  gratíssinio 
Príncipe,  le  satisfico  de  tal  manera,  que 
le  hico  señor  de  mucha  renta  é  vassallos 
é  le  puso  en  el  número  de  los  grandes  de 
su  rcyno. 

Dice  más  la  relación ,  de  que  aqui  se 
tracta ,  que  un  señalado  pressente  de  mu- 
chas piceas  de  oro  é  plata  ,  ó  plumages, 
é  perlas  é  piedras  preciosas,  é  diverssos 
géneros  de  joyas  é  presseas,  que  el  gene- 
ral envió  antes  desto  al  Emperador  con 
dos  caballeros ,  llamado  el  uno  Antonio 
de  Quiñones  y  el  otro  Alonso  Dávila,  que 


468 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


fueron  por  procuradores  de  la  Nueva  Es- 
paña, fueron  tomados  cu  la  mar  de  co- 
sarios franceses,  é  muchos  á  quien  he  oy- 
do  yo  hablar  en  esto,  é  que  vieron  aque- 
llas cosas,  estimaban  el  valor  dellas  en 
más  de  ciento  y  ginqúenta  mili  ducados 
de  oro ,  y  en  el  dinero  que  demás  desso 
tomaron ,  ó  mejor  diciendo  en  oro  é  pla- 
ta, valia  otros  tantos.  É  á  esto  dice  Her- 
nando Cortés  que  por  ser  las  cosas  que 
enviaba  tan  ricas  y  extrañas,  desseaba 
mucho  que  Su  Magestad  Cathólica  las 
viesse,  porque  demás  del  servicio  que  con 
ellas  hacia ,  sus  servicios  le  fueran  más 
manifiestos.  E  aunque  se  duele  de  lo 
acacscido,  dige  que  por  otra  parte  le  plu- 
go porque  las  llevassen ,  porque  á  Su  Ma- 
gostad harían  poca  falta,  é  quél  trabaxa- 
ría  de  enviar  otras  muy  más  ricas  y  ex- 
trañas, segund  las  nuevas  tenia  de  algu- 
nas provincias,  que  en  essa  sacón  avia 
enviado  á  conquistar.  É  que  assimesmo 
holgó  de  tal  pérdida,  porque  los  franceses 
é  otras  nasciones,  á  quien  aquellas  cosas 
fuessen  notorias,  conozcan  que  demás  de 
los  muchos  é  grandes  rcynos  é  señoríos 
que  en  España  é  fuera  della  Sus  Magos- 
tados tienen,  desde  tan  apartadas  regio- 
nes destas  Indias,  seyendo  él  uno  de  los 
menores  de  sus  vassallos,  tantos  é  tales 
servicios  le  pudo  hacer  en  ellas,  ganando 
tantos  reynos  para  el  acrescentamiento 
del  real  ceptro  de  Castilla.  E  para  princi- 
pio do  su  ofrecimiento,  junto  con  esta 
carta  envió  con  un  caballero  criado  suyo, 
llamado  Diego  de  Soto,  ciertas  joyas  é 
cosas  que  digo  quedaron  por  desecho, 
como  indignas  de  acompañar  á  las  otras, 
é  algunas  que  después  él  avia  fecho;  pero 
qui'  aunque,  como  hemos  dicho,  quedaron 
por  desechadas,  teniun  muy  buen  pares- 
per  y  eran  ricas.  E  con  ellas  envió  assi- 
mesmo una  media  culebrina  de  metal  rico 
de  oro  é  piala  .  (pie  entraron  en  la  fundi- 
ción della  vevnlo  y  qualro  (puníales  é  dos 
arrobas  é  algo  más,  porque  se  figo  dos  ve- 


ces, é  demás  de  lo  que  costó  el  metal,  que 
fueron  veyntc  y  quatro  mili  pessosdeoro 
á  racon  de  cinco  pessos  de  oro  el  marco; 
con  las  otras  costas  de  fundiciones  é  gra- 
badores é  llevar  la  pieca  hasta  el  puerto, 
le  costó  más  otros  tres  mili  pessos  de  oro; 
pero  por  ser  tan  rica  é  tanto  de  ver  é 
digna  de  tan  alto  Príncipe ,  se  puso  en  es- 
te trabaxo  é  costa,  aunque  no  le  faltaban 
las  deudas  que  de  susso  se  han  dicho.  Es- 
ta picoa  vi  yo  dentro  en  el  palacio  de  Su 
Cathólica  Magestad  el  año  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  cinco,  quando  aqüeste 
caballero  Diego  de  Soto  la  llevó  con  más 
de  sessenta  mili  pessos  de  oro  de  las  rentas 
de  Su  Magestad  que!  gobernador  é  officia- 
les  enviaron.*E  dige  la  carta  de  Cortésque 
se  atrevieron  á  enviar  tanta  suma  junta, 
assi  por  la  nesgessidad  que  se  les  repres- 
sentó  que  Su  Magestad  debia  tener  con 
las  guerras  é  otras  cosas,  como  porque 
no  tuviesse  en  mucho  la  pérdida  de  lo 
passado ,  pues  que  cada  vez  que  oviesse 
aparejo  se  le  enviarian  más  é  más  thes- 
soros ,  segund  se  yban  ensanchando  los 
reynos  é  señónos,  si  no  se  le  ofresgian 
algunos  embaragos  de  los  que  hasta  es- 
tonges  el  dicho  gobernador  avia  tenido. 
É  llama  mucha  suma  lo  ques  dicho,  no 
porque  ella  fuesse  mucha  ni  más  de  lo 
que  está  dicho,  sino  porque  Su  Magostad 
hasta  estonges  tenia  mandado  que  no  se 
llevasse  en  cada  nao  sino  lo  que  estaba 
ordenado;  porque  como  ya  se  dixo  en  el 
libro  III  ,  capitulo  Vil  de  la  primera  fiarte 
destas  historias,  quando  se  perdió  en  la 
mar.  ('l  comendador  Nevadilla  é  la  arma- 
da, se  perdió  mucho  oro  en  una  nao  en 
que  yba  aquel  grano  gruesso  que  pessa- 
ba  tres  mili  y  seysgientos  pessos;  é  man- 
daron los  Reyes  Cathólicos  que  no  se  lle- 
vassen en  una  nao  sino  tres  ó  qualro  mili 
pessos  (piando  más ,  é  que  si  oviessen  más 
naos,  (pie  aun  essos  se  repartiessen  en 
indas,  por  el  peligro  é  causa  de  los  nau- 
fragios. Pero  esta  ordenanga  se  ha  des- 


DE  INDIAS.  I.1U.  XXXIII.  CAP.  XLI. 


169 


pues  quebrado ,  como  el  letor  puede  aver 
comprendido,  é  verá  adelante  por  estas 
historias  cómo  ¡numerables  thessoros  á 
España  se  bao  llevado  é  se  llevan  cada 
día. 

Tornando  á  la  carta  de  Hernando  Cor- 
tés, digo  que  assimesmo  escribió  con  lo 
(pie  está  dicho  algunas  passiones  entre  su 
emulo  Diego  Velazquez  y  él :  é  ;iun  liabló 
tan  largo  en  ello ,  que  osó  decjr  quel  fac- 
tor Goncalo  de  Salacar  le  divo  que  en  la 
isla  de  Cuba,  por  donde  passó,  le  dixe- 
ron  (pie  Diego  Velazquez  avia  tenido  for- 
mas con  el  capitán  Chripstohal  de  Olit, 
(pli-l  Hernando  Coi  los  avia  enviado  á  po- 
blar al  cabo  de  lIL-urras  é  puerto  de  Hon- 
duras, que  se  aloasse  con  aquella  tierra 
por  el  Diego  Velazquez,  aunque  por  ser 
el  caso  tan  feo  é  tan  en  deservicio  de  Su 
Majestad  él  no  lo  podia  creer  .  puesto  que 
por  otra  parte  lo  creía,  conoscíendo  las 
maneras  que  Diego  Velazquez  avia  que- 
rido tener  para  lo  dañar  y  estorbar  qué 
no  sirviesse.  K  que  quando  otra  cosa  no 
podia  hacer,  trabaxaba  en  (pie  no  passas- 
se  gente  á  aquellas  partes,  ó  que  como 
mandaba  aquella  isla  de  Cuba,  prendía  á 
los  que  venían  de  la  Nueva  España  que 
|>or  allí  passaban,  é  les  hacia  muchas 
opresiones  é  agravios,  é  les  tomaba  mu- 
cho de  lo  que  llevaban,  é  después  hacia 
probancas  en  ello  porque  lo  delibrassen, 
é  por  verse  libres  del,  hacían  é  decían  to- 
do lo  qqél  ipiería.  E  qué  desto  ('orles  se 
informaría  de  la  verdad,  é  que  si  ballas- 
se  ser  assi,  pensaba  de  env  iar  por  el  Die- 
go Velazquez  é  prenderle,  é  presso  en- 
viarle á  Su  Magostad  ;  porque  corlando  la 
rayz  de  todos  aquellos  males,  que  era 
aquel  hombre  y  Diego  Velazquez ,  todas 
las  otras  ramas  se  secarían,. ó  quel  dicho 
Cortés  podría  más  libremente  efettuar  sus 
servicios  comengados,  é  los  que  pensaba 
comentar. 

No  creo  yo  questas  palabras  parescic- 
ron  bien  á  Qéssar,  porque  yo  oy  murmu- 


rar deltas  á  personas  graves,  é  aun  juz- 
garlas por  desacatadas,  en  especial  es- 
cribiéndolas á  Su  Magostad,  aviendo  res- 
pecto quel  Diego  Velazquez  oslaba  en  la 
isla  de  Cuba  ,  como  la  historia  lo  ha  con- 
tado, donde  Cortés  no  tenia  qué  hacer: 
antes  le  avia  enviado  por  su  capitán,  y 
en  su  nombre  passó  á  aquella  tierra.  Pe- 
ro empleárasele  bien  tal  prission,  si  Cor- 
les la  pusiesse  en  efelto  é  con  ella  saliera, 
por  la  elección  que  del  hieo,  para  que  por 
su  industria  fuesse,  como  fué,  Diego  Ve- 
lazquez descompuesto  e  perdido,  e  (pie  le 
coslasse  la  burla,  como  le  costó,  más  de 
ochenta  ó  cicnt  mili  pessos  de  oro  en 
aquella  demanda,  para  hacer  rico  é  señor 
á  Hernando  Cortés,  de  la  persona  del  (pial 
torno  á  degir  (pies  de  mucho  é  grand  mé- 
rito, é  quel  oslado  (pie  tiene  é  otro  muy 
mayor  cabe  en* él.  Pero  junto  con  esto  no 
lo  loo  ni  me  parosoen  tolerables  tales  pa- 
labras in  scriptis ,  porque  sé  yo  muy 
bien  cómo  so  lomaron ,  é  aun  fueron  por 
muchos  reprochadas,  porque  como  he  di- 
cho, me  halle  en  la  corle  de  Céssar  quan- 
do Diego  de  Soto  llevó  la  carta  de  Cortés 
para  Su  Majestad,  en  (pie  decía  lo  quos 

dicho,  é  yo  la  vi  é  leí  originalmente.  E 
donde  allí  á  pocos  días  le  enviaron  á  to- 
mar residencia,  como  adelante  lo  dirá  la 
historia.  K  quiero  primero  poner  un  ca- 
pitulo de  aquesta  caria  del  paresoor  (pie 
Hernando  Cortés  escribió  cerca  de  la  for- 
ma ,  (pie  se  debía  tener  en  la  conversión 
do  los  indios,  porque  es  de  manera  que 
no  se  deben  mezclar  mis  palabras  ni  otras 
en  ello,  ni  quiero  que  en  ningún  tiempo 
él  ni  otro  pueda  decir  (pie  quité  ni  añadí 
palabra  ni  letra,  ni  quiero  voto  ni  pares- 
cer en  lo  que  en  este  caso  dixo,  pues  no 
soy  juez  para  ello :  el  (pial  capítulo  dice 
assi  :■ 

«Todas  las  veces  que  á  Vuestra  Sacra 
Magostad  he  oscriplo,  he  dicho  á  Vuestra 
Altcca  el  aparejo  que  hay  en  algunos  de 
los  naturales  deslas  partes  para  se  con- 


470 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


vertir  ;'i  nuestra  sánela  fée  cathólica  é  ser 
chripstianos ,  y  he  enviado  á  suplicar  á 
Vuestra  Cessárea  Mageslad  que  para  ello 
niantlasse  pi'ovecr  de  personas  religiosas 
de  buena  vida  y  excmplo.  E  porque  hasta 
agora  han  venido  muy  pocos  ó  quassi  nin- 
gunos, y  es  gierto  que  harían  grandíssi- 
ino  fructo ,  la  torno  á  traer  á  la  memoria 
de  Vuestra  Magostad,  y  le  suplico  lo  man- 
de proveer  con  toda  brevedad,  porque" 
dello  Dios,  Nuestro  Señor,  será  muy  ser- 
vido ,  é  se  cumplirá  el  desseo  que  Vues- 
tra Allega  tiene  en  este  caso ,  como  cathó- 
lico.  É  porque  con  los  dichos  procurado- 
res Antonio  de  Quiñones  é  Alonso  Dávila, 
los  concejos  de  las  villas  desta  Nueva  Es- 
paña 6  yo  enviamos  á  suplicar  á  Vuestra 
Magostad  mandasse  proveer  de  ohispos  ó 
otros  perlados,  para  la  administración  de 
losoffigiosé  culto  divino  ;*y  estonces  pa- 
reseiónos  que  assi  convenia,  é  agora,  mi- 
rándolo bien,  háme  parescido  que  Vues- 
tra Sacra  Magostad  debe  proveer  de  otra 
manera,  para  que  los  naturales  destas 
partes  más  ayna  se  conviertan,  ó  pue- 
dan ser  instruidos  en  las  cosas  de  la  sanc- 
ta  fée  cathólica.  É  la  manera  que  á  mí 
en  este  caso  me  paresgc  que  se  debe  te- 
ner ,  es  que  Vuestra  Sacra  Magostad 
mande  que  vengan  á  estas  partes  mu- 
chas personas  religiosas ,  como  ya  he  di- 
cho^ muy  celosas  deste  fin  de  la  con- 
versión destas  gentes;  é  que  destos  se 
hagan  casas  é  monasterios  por  las  pro- 
vincias que  acá  nos  pareseicre  que  convie- 
nen, ó  que  á  eslos  se  les  dé  de  los  diezmos 
para  hacer  sus  casas  é  sostener  sus  vidas; 
é  lo  demás  que  restare  dellos,  sea  para  las 
iglesias  é  ornamentos  de  los  pueblos,  don- 
de estuvieren  los  españoles,  6  para  cléri- 
gos que  las  sirvan :  é  qtíestOS  diezmos  los 
cobren  los  officiales  de  Vuestra  Mageslad 
é  tengan  cuenta  é  racon  dellos,  é  provean 
dellos  á  los  dichos  monasterios  é  iglesias, 
que  bastare  para  lodo,  é  aun  sobrará  liar- 
lo, de  que  Vuestra  Mageslad  se  puede 


servir.  É  que  Vuestra  Alteca  suplique  á 
Su  Santidad  conceda  á  Vuestra  Mageslad 
los  diezmos  destas  partes  para  este  efetto, 
haciéndole  entender  el  servicio  que  á 
Dios,  Nuestro  Señor,  se  hage  en  quesla 
gente  se  convierta,  é  questo  no  se  podrá 
fager  sino  por  esta  via;  porque  aviendo 
obispos  é  otros  perlados,  no  dexarian  de 
seguir  la  costumbre,  que  por  nuestros  pe- 
cados hoy  tienen ,  en  disponer  de  los  bie- 
nes de  la  Iglesia,  ques  gastarlos  en  pom- 
pas y  en  otros  vicios ,  y  en  dexar  mayo- 
razgos á  sus  hijos  ó  parientes.  E  aun  se- 
ria otro  mayor  mal:  que  cómo  los  natura- 
les destas  partes  tcnian  en  sus  templos 
personas  religiosas,  que  entendían  en  sus 
rilos  é  cerimonias ,  y  estos  eran  tan  reco- 
gidos ,  assi  en  honestidad  como  en  casti- 
dad ,  que  si  alguna  cosa  fuera  desto  á  al- 
guno se  le  sentía,  era  punido  con  pena 
de  muerte ,  é  si  agora  viessen  las  cosas 
de  la  Iglesia  é  servicio  de  Dios  en  poder 
de  canónigos  é  otras  dignidades,  é  su- 
piessen  que  aquellos  eran  ministros  de 
Dios,  é  los  viessen  usar  de  los  vicios  é 
profanidades  que  agora  en  nuestros  tiem- 
pos en  essos  rcynos  usan ,  seria  menos- 
preciar nuestra  fée  é  tenerla  por  cosa  de 
burla ,  é  seria  á  tan  grand  daño ,  que  no 
creo  aprovecharía  ninguna  otra  predica- 
ción que  se  les  hiciesse.  E  pues  que  lanío 
en  esto  vá,  é  la  principal  intención  de 
Vuestra  Mageslad  es  y  debe  ser  questas 
gentes  se  conviertan ,  é  los  que  acá  en  su 
real  nombre  residimos  la  debemos  seguir, 
é  como  chripstianos  tener  dello  especial 
cuydado,  he  querido  en  esto  avisar  á 
Vuestra  Magestad  Qessárea,  é  decir  en 
ello  mi  paresger,  el  qual  suplico  á  Vues- 
tra Allega  resciba  como  de  persona  sub- 
dita é  vassallo  suyo,  que  assi  como  con 
las  Puercas  corporales  trabaxo  é  trabaxa- 
ré  que  los  rcynos  ó  señorios  de  Vuestra 
Mageslad  por  estas  partes  se  ensanchen, 
é  su  real  faina  é  grand  poder  entre  oslas 
gentes  se  publique  ,  que  assi  desseo  ('•  Ira- 


DE  INDIAS.  LUS.  > 

baxaré  con  el  ánima  para  que  Vocstra  Al- 
lega en  ellas  mande  sembrar  nuestra  sáne- 
la lee ,  porque  en  ello  merezca  la  bien- 
a  venturanza  i!e  la  vida  perpetua.  E  por- 
que para  hacer  órdenes  é  bendecir  igle- 
sias é  Oí  ni  intentos  é  olio  6  crisma  é  otras 
cosas,  noaviendo  obispo  seria  dificultoso 
yr  á  buscar  el  remedio  dellus  á  otras  par- 
tes, assimesmo  Vuestra  Majestad  debe  su- 
plicar á  Su  Sanctidad  que  conceda  su  po- 
der, é'si  an  subdelegados  en  estas  partes 
las  dos  personas  principales  de  religiosos 
que  á  estas  partes  vinieren  ,  uno  de  la  ór- 
den  de  Sancl  Francisco  é  otro  de  la  orden 
de  Sánelo  Domingo  :  los  rpiales  tengan  los 
más  largos  poderes  que  Yue.«tra  Magcstad 
pudiere,  porque  por  ser  estas  tierras  tan 
apartadas  de  la  Iglesia  Romana,  é  los 
chrípstíanOS  (pie  en  ella  residimos  é  resi- 
dieren tan  le\os  de  los  remedios  de  nues- 
tras eonsricnrias,  é  como  humanos  tan 
subjetos  á  pecados,  hay  nesgessidad  que 
en  esto  Su  Sanctidad  con  nosotros  se  ex- 
tienda en  dar  á  estas  personas  muy  largos 
puderes  .  e  que  los  tales  poderes  suhee- 
dan  en  las  personas  que  siempre  residan 
en  estas  parles,  que  sea  en  el  general  que 
lucre  en  estas  tierras,  ó  en  el  provincial 
de  cada  una  destas  órdenes. » 

Pues  como  dixe  de  susso,  he  cscripto  el 
capitulo  á  la  letra ,  quiero  agora  decir 
olías  cosas,  salteando  la  relación  subecsivé 
dexando  lo  sopérfluo  dello,  para  que  se 
dé  fin  en  este  capitulo  pressenle  á  la  re- 
lación ,  de  que  (metamos. 

Dice  el  general  Hernando  Cortés,  que 
los  diezmos  de  aquellas  partes  se  avian 
arrendado  aquel  año  de  veynle  é  quutro 
en  algunas  villas,  é  que  en  otras  andaban 
en  pregón;  ó  que  se  entendía  el  arrenda- 
miento desde  el  año  veynte  y  (res  á  esta 
parle,  porque  de  los  demás  no  le  pares- 
ció  que  se  debia  facer,  porque  ellos  en 
si  fueron  pocos ,  ó  porque  en  aquel  tiem- 
po los  que  algunas  enancas  tenían ,  como 
era  en  tiempo  de  guerras,  gastaban  más 


XIII.  CAP.  XLI.  171 

en  sostenerlo  que  valia  el  provecho  que 
dello  avian.  E  que  los  diezmos  de  la  cib- 
dad  de  Temislitan  de  dicho  año  de  veyn- 
le é  tres,  é  de  aquel  de  veynle  é  quatro, 
se  avian  rematado  en  cinco  mili  é  (pimien- 
tos é  cinqttenta  pessos  de  oro  por  los  di- 
chos dos  años,  é  los  de  la  villa  de  Me* 
delfín  é  los  de  la  villa  de  la  Veracruz  an- 
daban en  prescio  de  mili  pessos  de  oro, 
por  el  mesmo  tiempo ,  é  no  estaban  rema- 
tados, é  subirían  más:  ó  los  de  las  otras 
villas  no  avia  sabido  si  estaban  puestos  en 
préselos,  porque  estaban  léxos  é  no  avia 
ávido  respuesta.  IÍ  de  aquellos  dineros  de- 
cía que  gastaría  en  hacer  las  iglesias,  é 
pagar  los  curas  c  sacristanes  é  ornamen- 
tos, é  oíros  gastos  que  fueren  menester 
para  las  dichas  iglesias.  Ksto  he  querido 
tocar  como  lo  escribió  Cortés,  porque  aun- 
que paresce  que  importa  poco  á  la  histo- 
ria, no  es  sino  convínientc  é  nescessario 
para  que  se  comprenda  lo  que  los  diez- 
mos ó  chripstiauos  se  han  aumentado,  pues 
que  en  tan  poco  tiempo  hay  tantos  perla- 
dos é  clero,  é  lanía  moltilud  de  religiosos, 
como  adelante  se  dirá .  hasta  este  pres- 
senle año  de  mili  é  quinientos  é  quarenta 
y  cinco. 

Diré  más  Hernando  Cortés,  quexándo- 
se  á  Su  Ccssárea  Magestad  ,  que  avia  sey- 
do  informado  do  los  navios  que  en  aque- 
lla sacón  avian  ydo  destas  islas,  que  los 
jueces  é  officiales  de. Su  Magestad,  que 
en  esta  Isla  Española  residían,  avian  pro- 
veydo  6  mandado  pregonar,  en  estas  y 
en  todas  las  otras  islas ,  que  no  sacassen 
yeguas  .  ni  otras  rusas  que  pudíessen  mul- 
tiplicar, para  la  Nueva  España,  só  pena 
de  muerte.  É  que  lo  avian  fecho  á  fin  que 
siempre  túviessen  nescessidad  de  com- 
prarles sus  ganados  é  bestias,  y  ellos  se 
los  vendiessen  por  excesivos  presgios :  é 
que  no  lo  debieran  hacer  assi,  por  estar 
notorio  el  mucho  deservigio  que  á  Su  Ma- 
gostad se  hacia  en  excusar  que  aquella 
tierra  se  poblasse  ó  se  pacificasse ,  pues 


472 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


sabían  quánla  nescessidad  avia  de  lo  que- 
llos  defendían  para  sostener  lo  ganado  é 
ganar  lo  que  más  hay ,  como  por  las  bue- 
nas obras  é  mucho  ennoblcsciinienlo  que 
aquestas  islas  han  rescebido  de  la  Nueva 
España.  E  porque  dige  que  acá  avia  poca 
nescessidad  dé  lo  que  se  defendía,  supli- 
có á  Su  ¡Magostad  lo  mandasse  proveer, 
para  que  las  personas  que  lo  quisiessen 
sacar,  lo  pudiessen  hacer ,  porque  allá  no 
podrían  conquistar  cosa  de  nuevo,  ni  sos- 
tener lo  conquistado:  é  quél  se  oviera  bien 
pagado  desto,  de  manera  que  los  desta 
isla  holgaran  de  reponer  sus  mandamien- 
tos é  pregones,  porque  con  dar  él  otro 
para  que  ninguna  cosa  de  aquella  tierra 
se  truxesse  ni  descargasse  en  estas  islas, 
si  no  fuessen  las  que  aqui  se  les  defendió, 
que  assi  dexarían  traer  lo  uno  porque  se 
les  rescibiesse  lo  otro ,  pues  que  aqui  no 
tenían  otro  remedio,  para  tener  algo,  sino 
la  contractacion  de  aquella  tierra ;  é  que 
antes  que  la  tuviessen,  no  avia  entre  to- 
dos los  vecinos  de  las  islas  mili  pessos  de 
Miri,  é  que  por  la  Nueva  España  tenían 
más  (quando  él  esto  decía)  que  no  avian 
tenido  en  algún  tiempo;  é  que  para  no  dar 
lugar  á  que  los  que  han  querido  maldecir, 
puedan  extender  sus  lenguas,  lo  avia  di- 
simulado hasta  lo  facer  saber  á  Su  Magos- 
tad ,  para  que  lo  mandasse  proveer. 

No  es  racon  que  tan  absolutamente  se 
disimule  lo  dicho,  no  se  apruebe  callan- 
do lo  que  hay  en  contrario,  pues  que  tan 
engañado  '  -taba  en  este  caso  Hernando 
Cortés,  aunque  fué  vecino  desta  isla,  ó  tan 
atapados  tuvo  los  ojos,  como  en  pensar  de 
bailar  aquel  estrecho  que  de  susso  se  ha 
dicho  que  buscaba ,  assi  porque  él  nunca 
vido  esta  isla  tan  apocada  como  dice,  ni 
con  nesgessidad  de  la  Nueva  España,  has- 
ta hoy,  ques  el  año  de  mili  é  quinientos 
ó  qoarenta  y  cinco,  como  porque  después 
que  en  ella  se  descobricron  las  minas  del 
oro,  6  se  comcncó  á  yr  continuando  el 
exercieio  dolías,  hasta  el  pressente  tiem- 


po, nunca  tan  poco  oro  se  sacó  en  esta 
isla  como  agora,  á  causa  de  los  acucares 
é  ganados  é  otras  ricas  grangcrias,  á  que 
se  han  dado  los  vecinos  dolía.  É  por  po- 
co que  se  saca  é  por  caydo  que  anda  el 
exerc, .icio  de  las  minas  de  oro ,  en  esta  is- 
la sola  se  cogen  cada  un  año  septenta  mili 
pessos  de  oro,  poco  más  ó  menos,  é  de- 
más desto  los  derechos  reales  del  almoja- 
rifazgo valen  á  Su  Magostad  un  año  con 
otro  veynte  mili  pessos  de  las  naos  é  ca- 
ra velas,  que  en  el  puerto  de  aquesta  cib- 
dad  de  Sancto  Domingo  entran:  é  ningún 
año  hay  que  no  se  carguen  é  salgan  de 
sola  esta  isla  para  España,  en  oro  é  acu- 
car, en  cueros  de  vacas  é  cañafístola,  é 
otras  mercadurías  de  su  propria  cosecha, 
sobre  ciento é  cinqüenta  mili  pessos  de  va- 
lor. No  sé  yo  cómo  puede  decir  Hernan- 
do Cortés  que  entre  todos  los  vecinos  des- 
tas  islas  no  se  hallarán  mili  pessos:  antes 
que  la  Nueva  España  se  descobriesse,  é 
aun  después  de  descubierta ,  ovo  muchos 
vecinos ,  quél  conosció ,  que  uno  á  uno 
sacaban  cada  un  año  á  millares  los  pessos 
de  oro.  Ni  sé  dónde  tenia  la  memoria, 
quando  tal  dixo;  é  bien  le  sabría  acordar 
sus  nombres,  é  muchos  testigos  hallara 
hoy  que  contra  lo  quél  dice  testifiquen  de 
vista :  é  debiera  acordarse  siquiera  de  lo 
que  le  costó  á  solo  el  adelantado  Diego 
Velazquéí  enviarle  á  él  á  la  Nueva  Espa- 
ña ,  é  primero  al  capitán  Johan  de  Grijal- 
va,  é  después  de  Cortés  á  Pamphilo  de 
Narvaez ,  é  de  otras  armadas  en  que  gas- 
tó su  hacienda.  E  acordándose  desto,  quél 
no  pudo  ignorar,  entendiera  que  sin  la 
Nueva  España  avia  hombres ,  que  tenían 
en  estas  islas  muchos  millares  de  pessos 
de  oro. 

Bien  paresce  en  esto  la  passion  que  te- 
nia, por  averie  vedado  aquellas  cosas  que 
dice:  y  él  quiere  culpar  á  los  quésta  isla 
gobernaban,  é  fuera  bien  que  mirara  que 
si  en  cssa  sacón  se  sacaran  los  ganados, 
que  oviera  llegado  á  tener,  como  tienen 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XLI. 


algunos  vecinos  dcsta  isla  á  ve ynte  é  veyn- 
te  i-  cinco  mili  caliera-;  de  sanado  vacuno 
é  más,  .6  deaqjti  abaxo  hasta  cinco  mili 
cabegas,  muchos  hay  que  las  tienen  6  más; 
6  de  mili  cabecas  hay  tantos  que  no  se 
hace  caso  de  los  tales  para  decirles  seño- 
res de  ganados.  Pues  de  bestias  caballa- 
res, de  Ires  ó  quatro  é  cinco  años  á  esta 
parte  se  han  sacado  de  sola  esta  isla  para 
el  Perú  ó  Tierra-Firme  6  otras  goberna- 
ciones más  de  (res  mili ;  é  de  bestias  mu- 
lares é  acémilas ,  para  la  mesma  Nueva 
España  é  otras  parles  de  la  Tierra-Firme, 
se  han  llevado  en  el  Aicho  tiempo  más  de 
otras  mili  destas  islas,  ó  siempre  llevan. 
Lo  quél  culpa  fué  muy  bien  provehydo: 
é  mejor  acertara  él  si  di  vera  que  por  esta 
isla  é  las  espaldas  que  la  Nueva  España  é 
las  otras  pai  tes  de  la  Tierra-Firme  han  ha- 
llado aqui,  como  en  madre  é  principio  é 
so-tenedora  de  todo  lo  dotas  ludias,  se. 
han  podido  sostener  en  aquellos  principios, 
é  sin  ella  muy  mal  é  á  costa  de  más  vidas 
é  haciendas  (liyhrip-tianos  lo  hicieran  él  é 
otros  capitanes,  ó  nunca,  mejor  diciendo. 

Esta  isla  ó  las  otras  antes  han  empo- 
brescido  por  la  Nueva  España  que  no  me- 
drado ,  poi  que  como  los  hombrea  son  mu- 
dables, 6  las  predicaciones  de  los  gober- 
nadores é  capitanes  apropo--ito  de  sus 
cohd¡c¡as,  ó  para  levantar  la  gente;  é  de- 

sasosrgarlafbo  les  dicen  textos  de  los 
Evangelios,  sino:  haceros  he  rico,  é  antes 
de  un  aiio  tener  en  mucho,  é  daros  hé  es- 
to ó  aquello,  con  estas  vulpinas  ó  enga- 
ñosas artes  é  palabras  sin  verdad,  enga- 
ñando simples  pecadores  que  los  siguen,, 
han  despoblado  estas  i-las:  é  aleándoles 
los  pies  del  suelo,  sirviéndose  dellos  co- 
mo grangeria  propria  para  hacerse  á  sí 
mesmos  ricos,  é  pobres  á  quien  los  cree 
con  peligro  de  los  cuerpos ,  é  á  más  de 
innumerables  que  movidos  desla  forma  é 
debaxo  de  aquellas  promesas  vanas  están 


enterrados  por  essas  playas,  é  ahogados 
por  essas  mares  é  ríos ,  6  otros  comidos 
de  tiburones  ó  dragones  ó  cocalrices  é 
pescados,  é  de  bestias  fieras  como  tigres 
é  Icones  c  otros  animales  é  de  aves,  é 
aun  de  los  proprios  indios,  é  lo  ques  peor 
aun  en  partes  ha  ávido  tal  nescessidad, 
que  chripstianos  se  comieron  unos  á  otros. 

Mejor  acertara  Hernando  Cortés  en  de- 
cir que  las  islas  de  Cuba  é  Jamáyca  é 
Sanct  Johan  están  destruyalas  é  quassi 
despobladas ,  por  causa  de  la  Nueva  Es- 
paña e  de  los  descobrimientos  de  la  Tier- 
ra-Firme^  lo  que  no  ha  podido  ni  podrá 
empecer  á  esta  Isla  Española  .  aunque  no 
ha  gágadonada  ''"  ('"°-  porque  está  muy 
(•delicada ;  y  en  esta  cibdad  sola  hay  mu- 
chos vecinos  é  hombres  ricos,  (pie  ningu- 
na nescessidad  tienen  de  la  Nueva  Espa- 
ña ni  de  Tierra-Firme,  antes  desde  aqui 
se  han  sostenido  é  sostienen  todos  essos 
principios  é  fundaciones  dé  fuera,  lí  ago- 
la (pie  está  quassi  despoblada  la  isla  de 
Cuhagua  é  sin  el  e\en;i(;io  de  las  perlas, 
e  se  ha  hecho  otra  población  para  ellas  en 
el  cabo  de  la  Vela,  veamos  de  dónde  se 
provee,  é  quién  le  envió  gente  é  navios é 
todo  lo  demás,  sino  de-de  aquesta  cibdad  é 
i-la.  E  los  meses  de  noviembre  é  diciem- 
bre del  año  [iassado  de  mili  é  quinientos  ó 
quarenla,  ¿de  donde  llevó  el  socorro  para 
la  gobernación  de  Sánela  Marta  el  capitán 
toban  Rodríguez  de  MonrOy,  sinodende 
esta  cibdad?  ¿De  donde  llevó  cjent  caba- 
llos é  más,  é  otros  c¡ent  hombres,  sobre 
losque  truxode  Castilla,  el  adelantado  Se- 
bastian  de  Vclalcágar  para  poblar  su  go- 
bernación de  Popayan  en  la  Tierra-Firme, 
sino  desde  aquesta  cibdad?  En  el  mesmo 
tiempo  ¿de  dónde  sacaron  el  muy  reve- 
rendo señor  obispo  de  Venecuela ,  don 
Rodrigo  de  Bastidas  y  el  capitán  Pedro  • 
de  Limpias  c¡('nl°  é  cinqüenta  caballos 
é  trescientos  hombres  *  para  reedeficar 


*  Debe  tenerse  présenle  que  en  el  capítulo  XX 
TOMO  III. 


del  libro  XXV,  donde  narra  lodo  lo  relativo  á  la 
60 


474 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATUHAL 


aquella  gobernación  é  provincia  de  Ye- 
necuela  sino  de  aquesta  cibdad?  Y  en 
el  inesmo  tiempo  yo  estoy  maravilla- 
do de  Hernando  Cortés  cómo  escribió 
lo  dicho  de  susso ,  porque  en  aqueste  ca- 
so tiene  muy  larga  respuesta  en  estas  In- 
dias é  fuera  dellas,  donde  tales  cosas  se 
saben  tan  en  contrario  de  su  carta ,  como 
tengo  dicho ,  é  otros  muchos  que  hoy  vi- 
ven lo  saben:  antes  me  paresce  que  su  rc- 
lagion  en  este  caso  es  reducida  é  no  para 
parar  en  ella.  Passemos  á  lo  demás. 

Dice  assimesmo  en  su  carta ,  que  cómo 
le  convenia  buscar  toda  la  buena  orden 
que  fuesse  posible  para  que  aquellas  tier- 
ras se  poblassen ,  é  los  españoles  que  allá 
estaban  é  los  naturales  se  conservassen, 
ó  nuestra  sancta  fée  cathólica  se  arraygas- 
se,  pues  Su  Cessárea  Magestad  le  hico 
merced  de  le  dar  csse  cuydado,  é  Dios 
fué  servido  de  le  hacer  medio  por  dó  vi- 
niessen  aquellas  gentes  en  su  conoscimien- 
to  c  debaxo  del  yugo  de  Su  Alteca ,  que 
por  todos  estos  respetos  él  hico  ciertas  or- 
denanzas é  las  mandó  pregonar ,  é  las  en- 
vió á  Su  Magestad  para  que  las  mandasse 
aprobar,  porque  dice  que  son  muy  cou- 
vinientes.  Pero  que  de  algunas  dellas  los 
españoles  no  estaban  muy  satisfechos,  en 
especial  de  aquellas  que  los  obligan  á  ar- 
raygarse  en  la  tierra,  porque  lodos  los 
más  tenían  pensamiento  de  averse  con 
aquellas  tierras,  como  se  avian  ávido  con 
estas  islas  que  antes  se  poblaron,  ques 
esquilmar  é  destruyr,  é  después  dexar- 
las.  É  porque  le  paresce  que  seria  grand 
culpa  á  los  que  de  lo  passado  tenían  expi- 
riencia ,  no  remediar  lo  pressente  é  por 
venir  é  aquellas  cosas  por  donde  era  no- 
torio averse  perdido  las  dichas  islas,  ma- 
yormente seyendo  aquella  tier  ra  de  tanta 
•  grandeva  en  nobleca ,  ó  donde;  tanto  [jo- 
dia Dios  ser  servido,  é  las  rentas  reales 
acrecentadas;  por  tanto  pedia  é  suj>li- 

i-obornacion  do  Venezuela  ,  dice,  0,110  el  obispo  l¡as- 
tidas  llevó  consigo  solamonlc  el  número  de  n  eicn- 


caba  que  las  dichas  ordenanzas  se  vies- 
sen,  é  si  fuesse  nescessario,  se  añadiessen 
ó  menguassen,  como  Su  Magestad  más 
servido  fuesse.  Porque  como  por  la  gran- 
deca é  diversidad  de  las  tierras  que  cada 
dia  se  manifestaban ,  é  por  muchos  secre- 
tos que  cada  dia  de  lo  descobierto  resul- 
taban é  se  conoscen,  era  nescessario  que 
á  nuevos  acontescimientos,  oviessen  nue- 
vos paresceres  é  consejos :  é  si  en  algu- 
nos de  los  quél  avia  dicho  ó  dixesse  de 
ahí  adelante  paresciesse  á  Su  Magestad 
que  contradicen  algunos  passados,  dice 
quel  nuevo  caso  le  hace  dar  nuevo  pares- 
cer;  é  con  esto  concluye  su  carta  fecha  en 
la  grand  cibdad  de  Temistitan  de  la  Nue- 
va España  á  quince  dias  del  mes  de  ottu- 
bre  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y  qua- 
tro  años. 

Creerse  debe  que  lo  que  Hernando  Cor- 
tés dice  cerca  dessas  ordenanzas,  é  lo  que 
en  ellas  ordenó,  que  todo  se  fundaría  so- 
bre buen  celo  del  servicio  de  Dios  é  de  Su 
Magestad  é  conservación  de¡  los  españoles 
é  de  los  indios;  pero  como  esto  es  caso 
de  tan  grand  importancia ,  y  en  que  tanto 
vá  á  la  población  de  la  tierra  é  á  la  real 
consQÍencia  de  Su  Magestad,  é  á  la  au- 
mentación de  la  república  chripstiana  á 
loor  de  Dios  guiado  de  manera  que  por  la 
diligencia  del  Emperador,  nuestro  señor, 
é  de  su  muy  alto  Consejo  dO>las  Indias, 
están  las  cosas  de  la  fce  muy  encumbra- 
das, para  lo  qual  han  ydo  allá  tantas  do- 
cenas de  fraylcs.  é  cada  dia  van  de  todas 
órdenes,  é  allá  se  han  multiplicado,  como 
se  dixo  del  trigo.  Y  está  la  dottrina  de 
ChripstO  en  otros  términos,  é  han  enten- 
dido en  esso  personas  tan  notables  y 
seientcs,  é  de  buena  vida  é  sánete  exem- 
plo,  que  se  sirve.  Dios,  Nuestro  Señor, 
inucho  en  aquellas  partes,  como  más  lar- 
gamente se  dirá  adelante  lo  que  hiciere  al 
caso  en  esto  y  en  otras  materias. 

lo  ¿  cinqticnla  hombres  é  eienlo  c  veynte  caba- 
llos.» 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  XI  II. 


CUMULO  MUI. 

En  el  qual  se  Irada  una  relación  quel  capilan  AlvaraJo  envió  al  gobernador  Hernando  Corles  desde  la  eib. 
dad  de  Uulacan,  á*n<;c  días  de  abril  del  año  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y  quatro,  la  qual  envió  el  go- 
bernador al  (,'essar  junlamcnle  con  la  otra  ,  de  que  se  lia  traclado  en  los  capítulos  precedentes. 


0¡i;o  el  comendador  Pedro  de  Alvara- 
¿lo,  que  dende  Soconusco  escribió  á  Her- 
nando Corles  lodo  lo  ijtir  hasta  allí  le  avia 
subcedido:  el  qual  después  que  envió  sus 
mensajeros  a  aquella  gente  de  la  tierra, 
habiéndoles  salier  cómo  \  ba  á  ella  a  con- 
quistar é  pacificar  las  provincias,  que  so 
el  dominio  de  la  corona  real  de  Castilla, 

6  de  Su  Magostad  el  Emperador  Rey, 
nuestro  señor,  é  de  la  Calhólica  Magostad 
de  la  Sereníssima  Reynadoña  Johana,  su 
madre,  nuestros  señores,  no  se  quieren 
meter,  e  ¡i  rilo-,  como  sassallos  de  Su  Ma- 
gostad, pues  tales  se  avian  ofrescido,  pi- 
dió favor  é  ayuda  para  entrar  por  su  tier- 
ra ,  porque  haciéndolo  assi  harían  lo  (|uc 
debían,  é  como  leales  vassallos  servirían 
á  Dios  en  ello  é  á  Su  Majestad,  y  él  é  los 
españolea  de  su  compañía  los  favoresjo- 
rian  é  temían  en  toda  justicia.  É  lo  con- 
trario haciendo .  protestó  que  les  liaría  la 
guerra,  como  á  desohidientes  é  rebeldes 
contra  el  servicio  do  sus  Heves  e  señores 
naturales,  é -que  por  tales  los  declaraba 
desde  estonces,  no  viniendo  en  lo  (pie  eran 

obligados,  certificándoles  que  serian  es- 
clavos toilos  los  que  en  la  guerra  se  lo- 
massen ,  si  diessen  lugar  á  que  con  ellos 
viniesse  en  rompimiento. 

Después  que  les  envió  sus  mensajeros 
con  estas  amonestaciones ,  hico  alarde  de 
toda  su  gente  de  pié  é  de  caballo;  é  otro 
día  adelante  por  la  mañana  se  partió  en 
demanda  de  aquella  tierra :  anduvo  tres 
días  por  un  monte  despoblado,  y  estando 
sentado  su  real ,  la  gente  de  velas  que  te- 
nia puestas  tomaron  tres  espias  de  un  pue- 
blo de  aquella  tierra,  llamado  Zapotulan, 
las  qualcs,  seyendo  interrogadas  á  qué 


venían ,  dixeron  que  á  coger  miel ,  de  la 
qual  hay  mucha  é  muy  buena  é  de  mu- 
chas maneras  por  aquella  tierra,  aunque 
notorio  fué  que  eran  espias ,  segund  ade- 
lante paresció.  É  non  obstante  esso  no  las 
quiso  apremiar:  antes  las  halago  é  les  dió 
otro  mandamiento  e  requirimienlo,  como 
el  que  se  dixo  de  susso,  é  los  envió  á  los 
señores  de  aquel  pueblo,  é  nunca  á  ello 
ni  á  otra  cosa  quisieron  responder. 

Después  que  llegó  este  capitán  con  su 
gente  á  este  pueblo,  halló  todos  los  ca- 
minos abiertos,  é  muy  assi  el  real  como 
los  que  aira vessabaa ,  é  los  caminos  que 
yban  á  las  calles  principales,  atapados: 
de  lo  qual  se  pudo  muy  bien  colegir  el 
mal  propóssito  de  los  indios,  é  que  aque- 
llo está  fecho  para  pelear.  10  allí  salieron 
algunos  indios  á  hablar,  enviados  por  los 
de  la  población  ques  dicho,  é  dreiau  den- 
de  IfiXOS  al  capilan  Alvarado  que  se  en- 
trarse en  el  pueblo  á  se  apossenlar,  lo 
(pial  ellos  quisieran,  por  poder  más  .i  su 
placer  dar  en  los  chripslianos ,  como  lo 
tenían  ordenado:  pero  el  capitán  hico  as- 
sentar  su  gente  é  su  real  junio  al  pueblo 

ha-la  calar  la  tierra  é  sentir  mejor  la  in- 
tención de  aquella  gente.  10  como  donde 
falta  prudencia,  turan  poco  las  cautelas, 
luego  aquella  tarde  no  pudieron  ocultar 
su  mala  intención  aquellos  indios :  antes 
mataron  é  hirieron  á  algunos  de  los  ami- 
gos que  yban  en  compañía  de  los  espa- 
ñoles; é  como  llegó  el  mandado,  envió 
gente  de  caballo  á  correr  el  campo,  é 
dieron  en  una  pelada  de  mucha  gente  de 
guerra ,  la  qual  peleó  con  ellos ,  é  hirie- 
ron algunos  caballos  aquella  tarde. 
Otro  dia  siguiente  el  capitán  fué  á  ver 


470 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


la  dispusieron  del  camino  por  donde  avia 
de  yr ,  é  vido  también  genle  de  guerra; 
é  la  tierra  era  tan  montuosa  é  llena  de 
cacaguatales ,  que  son  aquellos  árboles 
que  la  fructa  so  tracta  é  corre  por  mone- 
da ,  como  más  largamente  se  dixo  en  el 
libro  VIII,  capítulo  XXX  de  la  primera 
parte.  E  también  avia  otras  muy  grandes 
y  espesas  arboledas,  que  hacían  más  fuer- 
te este  pueblo  é  la  tierra  para  los  contra- 
rios que  no  para  los  nuestros.  É  se  volvió 
el  capitán  al  real,  6  mandó  aderescar  su 
gente ;  é  puesta  en  orden ,  se  partió  otro 
«lia  por  la  mañana  para  entrar  en  el  pue- 
blo :  y  en  el  camino  estaba  un  rio  de  mal 
passo ,  é  teníanlo  los  indios  tomado ,  é  fué 
neseessarío  pelear. con  ellos,  é  ganóse  el 
passo  por  fuerca;  é  sobre  una  barranca 
del  rio,  en  un  llano,  esperó  el  capitán  la 
recaga,  porque  era  peligroso  el  vado,  é 
no  le  fuera  hecho  bien  en  los  postreros,  si 
él  fuesse  adelante.  Y  estando  allí  aten- 
diendo á  que  todo  su  excrcito  passasse,  se 
juntaron  por  muchas  partes  los  enemigos, 
é  vinieron  por  los  montes,  é  le  tornaron  á 
acometer ,  é  fueron  resistidos  hasta  que 
passó  todo  su  fardage:  é  después  de  en- 
trados en  las  casas,  dieron  en  la  gente 
con  mucho  ímpetu,  é  los  desbarataron,  é 
siguieron  el  alcance  hasta  passar  el  mer- 
cado, é  aun  media  legua  adelante,  ver- 
tiendo sangre  ó  matando  muchos  de  los 
contrarios.  É  quando  al  capitán  le  pares- 
ció  volvió  atrás,  recogiendo  su  gente  vic- 
torioso, é  assentó  su  real  en  el  mercado 
o  tiangttez  de  aquel  pueblo,  y  estuvo  allí 
dos  dias  reposando  con  su  gente ,  é  con 
alguna  della  corriendo  la  tierra. 

I'assados  los  dos  dias,  se  partió  el  co- 
mendador para  otro  pueblo  que  se  llama 
Quecaltenago ,  é  aquel  dia  passó  dos  rios 
muy  malos,  é  do  peña  tajada  en  partes 
las  costas  del  uno  de^os ,  é  aun  ovo  de 
hacer  el  passo  con  mucho  traba xo.  É  co- 
mencó  á  suhir  su  exército  un  puerto  que 
tiene  seys  leguas  de  luengo,  y  en  la  mi- 


tad del  camino  assentó  real  aquella  no- 
che, porque  por  ser  tan  áspero  el  puerto 
no  pudieron  andar*  más,  ni  aun  lo  podian 
subir  los  caballos. 

Otro  dia  de  mañana  siguió  su  camino, 
y  encima  de  un  reventón  se  halló  una  mu- 
ger  sacrificada  é  un  perro ,  é  segund  dixo 
la  lengua  era  desafio  ó  protextacíon  con- 
tra los  chripstianos.  Passando  adelante, 
se  halló  en  un  passo  muy  estrecho  una  al- 
barrada  de  palicada  fuerte ,  y  en  ella  no 
avia  gente  alguna  que  la  defendiesse.  Aca- 
bado de  subir  el  puerto ,  yban  delante  to- 
dos los  ballesteros  é  peones ,  porque  los 
caballos  no  se  podian  mandar,  pOr  ser  tan 
fragoso  el  camino  é  todo  aquello:  é  sa- 
lieron hasta  quatro  mili  hombres  sobre 
una  barranca ,  é  dieron  en  la  gente  de  los 
amigos  con  tal  refriega  de  piedras  é  varas 
é  flechas ,  que  los  hicieron  retraer  abaxo; 
pero  luego  se  ganó  aquello.  Y  estando  ar- 
riba el  capitán,  recogiendo  la  gente  para 
rehacerse ,  vido  más  de  treynta  mili  hom- 
bres que  venían  sobre  los  españoles :  é 
quiso  Dios  que  hallaron  allí  unos  llanos,  é 
aunque  los  caballos  yban  bien  cansados 
del  puerto ,  esperaron  hasta  que  los  ene- 
migos llegaron  á  echar  flechas.  É  quando 
al  capitán  le  paresció,  dió  la  señal  á  su 
gente  ó  rompió  por  los  contrarios,  los 
quales,  como  nunca  avian  visto  caballos, 
cobraron  tanto  temor  dellos  que  se  pusie- 
ron en  huyda ;  é  fué  el  alcance  muy  san- 
griento, é  mataron  muchos  dellos.  É  allí 
aguardó  á  que  acabasse  de  llegar  toda 
la  gente  de  los  nuestros,  que  aun  queda- 
ban muchos  atrás;  é  recogidos,  fueron  á 
se  apossentar  una  legua  de  allí  á  unas 
fuentes  de  agua ,  porque  acullá  no  la  te- 
nían é  la  sed  los  aquexaba  mucho,  é  se- 
gund yban  cansados,  adonde  quiera  humi- 
llan por  buen  assienlo.  E  cómo  ya  aque- 
llo era  tierra  Uaná,  el  capitán  tomó  la  de- 
lantera con  treynta  de  caballo,  é  muchos 
dellos  llevaban  caballos  de  refresco,  é  in- 
da la  gente  demás  yban  hechos  un  cuer- 


DE  INDIAS.  Lili.  XWllI.  CAP.  XIJL 


477 


po:  6  luego  Laxó  á  lomar  el  agua  el  ca- 
pitán*, el  qual  é  los  de  caballo,  estando 
apeados  bebiendo ,  vieron  venir  á  ellos 
mucha  genle  de  guerra ,  é  dexáronla  lle- 
gar, fpie  VCDÍaa  [>or  unos  llanos  muy  gran- 
des :  é  quando  fueron  cerca ,  los  de  caba- 
llo rompieron  los  ginetes  por  ellos,  é  allí 
se  hico  otro  alcance  é  malanca  muy  gran- 
de j  aunque  ovo  indios  que  uno  dellos  es- 
peraba dos  de  a  caballo.  É  siguióse  el  al- 
cance bien  una  legua  ,  6  llegábanse  ya  a 
una  sierra,  donde  hicieron  rostro;  y  el  ca- 
pitán Alvarado  fingió  que  liuia  con  cier- 
tos de  caballo  para  sacar  los  enemigos  al 
campo,  é  Batieren  hasta  llegará  lascólas 
de  los  caballos,  E  después  (|ue  se  rehiro 
con  los  de  caballo,  dio  la  vuelta  sobre  los 
enemigos,  lan  presto  é  con  lanío  denue- 
do, que  volvieron  las  espaldas,  é  se  hico 
un  alcance;  é  castigo  muy  grande,  en  el 
qual  murió  uno  de  los  quatro  señores  de 
aquella  (  ilutad  de  I'clacan,  que  yba  allí 
por  capitán  general  de  toda  la  tierra.  É 
a\ida  r>ta  victoria  .  el  capitán  Alvarado 

se  retruxo  á  aquellas  fuentes,  donde  as- 
sentó'  su  real  aquella  noche,  liarlo  fatiga- 
dos ó  cansados  los  españoles,  é  algunos 
dellos  6  caballos  heridos. 

Otro  dia  de  mañana  se  partió  niic-tro 
éxércilo  para  el  pueblo  (pie  llaman  de 
(Juecalteiiago .  que  calaba  una  legua  de 
allí,  é  con  lo  acaescido  del  castigo  de  an- 
tes lo  hallaron  despoblado,  sin  hallar 
persona  alguna  en  él.  É  allí  se  apossentó 
el  capitán  6  su  gente,  y  estuvieron  refor- 
mándose é  corriendo  la  tierra,  que  no  es 
menos  poblada  que  la  de  Tascaltecle,  y 
en  las  labranzas  muy  semejantes  6  de  la 
mesma  manera,  é  tierra  muy  fria  en  de- 
masía. É  desde  á  seys  dia*s  que  allí  esta- 
ban ,  un  jueves  á  medio  dia  paresció  mu- 
cha gente,  y  en  muchos  cabos:  de  los  qua- 
les  supo  que  eran  de  la  mesma  cibdad 
los  doce  mili  dellos  6  de  los  pueblos  co- 
marcanos, é  los  demás  eran  incontables. 
É  como  el  capitán  Alvarado  los  vido,  or- 


denó luego  su  gente,  é  salió  á  les  dar  la 
batalla  en  la  mitad  de  un  llano  que  tenia 
bien  (res  leguas  de  luengo,  con  noventa 
de  caballo,  é  dexó  gente  en  el  real  que 
le  guardassen  :  é  á  un  tiro  de  ballesta  del 
real  é  no  más  se  comencó  el  rompimien- 
to por  los  enemigos ,  é  los  desbarataron 
por  muchas  partes.  É  siguióse  el  alcance 
dos  leguas  é  inedia  hasta  tanto  que  toda 
la  gente  avian  rompido,  que  no  llevaban 
ya  contradicción  por  delante,  é  después 
revolvieron  sobrellos,  e  los  nuestros  de 
pie  en  los  enemigos  hacían  lanío  estrago, 
que  no  se  podía  hacer  mayor :  é  cercaron 
un  monte  ó  cerro  raso,  donde  se  acogieron 
los  vencidos,  é  subiéronle  arriba,  é  toma- 
ron todos  los  que  allí  avian  subido.  Esto 
dia  murieron  muchos  de  los  contraríos,  é 
fueron  pre>sos  grand  número  de  los  que 
eran  capitanes  e  señores  ó  personas  prin- 
cipales é  señalada--.  E  desque  los  señores 
de  aquella  cibdad  supieron  que  su  gente 
era  desbaratada,  acordaron  ellos  ó  toda 
la  tierra  de  convocar  otras  prov  incias  pa- 
ra ello  j  6  aun  á  sus  enemigos  dieron  pa- 
rias é  los  alruxeron,  para  que  todos  so 
juntassen  é  matassen  á  los  ehripstianos:  é 
para  efettuar  su  mala  intención,  enviaron 
á  decir  que  querían  ser  buenos,  é  que  de 
nuevo  daban  la  obidiencia  al  Emperador, 
nuestro  señor,  é  que  el  capitán  Alvarado 
se  viniesse  dentro  de  aquella  cibdad  de 
I  clacan,  como  después  le  Iruxeron,  con 
pensar  ellos  que  le  apossentariau  dentro, 
é  que  después  de  apossentado ,  una  no- 
che darían  luego  á  su  mesma  cibdad ,  é 
que  allí  quemarían  á  los  españoles  é  sus 
amigos,  sin  que  les  pudiessen  resistir.  E 
de  hecho  oviera  efetlo  su  mal  propóssito, 
sino  que  Dios  no  consintió  en  ello  ni  que 
aquellos  infieles  oviessen  victoria  contra 
los  nuestros;  porque  la  cibdad  es  muy 
fuerte  en  demasía  é  no  tiene  sino  dos  en- 
tradas, la  una  de  treynta  y  tantos  esca- 
lones de  piedra  muy  alta ,  é  por  la  otra 
parle  una  calcada  fecha  de  mano :  é  te- 


178 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


nian  mucha  parle  dolía  ya  cortada  para 
acabar  de  la  cortar  aquella  noche,  é  ningún 
caballo  pudiera  salir  á  la  tierra,  é  como 
la  cibdad  es  muy  junta ,  é  las  calles  muy 
angostas,  en  ninguna  manera  los  nues- 
tros se  pudieran  sufrir  sin  ahogarse ,  ó 
por  huyr  del  fuego,  despeñarse.  É  có- 
mo los  españoles  subieron  seguros  y  el 
capitán  se  vido  dentro  é  vido  la  fortaleca 
tan  grande,  é  que  dentro  della  no  se  po- 
dían aprovechar  de  los  caballos ,  por  ser 
las  calles  tan  angostas  y  encalcadas,  de- 
terminó de  salirse  luego  á  lo  llano ,  é  de- 
xó  la  cibdad ,  aunque  los  señores  della  le 
contradecían  é  rogaban  que  se  sentasse  a 
comer  é  que  luego  se  yria,  por  tener  lu- 
gar de  concluyr  su  mal  pensamiento.  Mas 
él,  conosciendo  el  peligro  en  que  estaba, 
envió  luego  gente  delante  á  tomar  la  cal- 
cada é  puente  para  salir  á  la  tierra  llana; 
y  estaba  ya  la  calcada  en  tales  términos, 
que  apenas  podia  subir  un  caballo.  Y  al 
rededor  de  la  cibdad  avia  mucha  gente 
de  guerra ,  é  cómo  le  vieron  passado  a  lo 
llano  se  apartaron ,  pero  no  tanto  que 
se  dexasse  de  rescebir  daño  de  los  ene- 
migos, y  el  capitán  lo  disimulaba  todo 
por  prender  á  los  señores  que  ya  anda- 
ban ausentados ,  é  por  maneras  que  tuvo 
con  ellos  é  por  dádivas  que  les  dió,  para 
más  asegurarlos  los  prendió,  é  pressos 
los  tenia  consigo.  É  no  por  csso  los  suyos 
dexabati  de  dar  guerra  a  los  nuestros  pol- 
los alrededores,  é  1e  herían  é  mataban 
muchos  al  capitán  de  los  indios  que  ybán 
por  hierba  para  los  caballos:  é  un  espa- 
ñol cogiendo  hierba  á  un  tiro  de  ballesta 
del  real,  desde  encima  de  una  barranca 
le  echaron  una  galga  ó  grand  piedra,  con 
ipie  le  mataron.  Es  la  tierra  tan  fuerte  de 
quebradas,  que  hay  quebrada  que  entra 
doscientos  estados  de  hondo,  é  por  estas 
quebradas  no  los  podían  castigar  ni  ha- 
cerles la  guerra,  corno  ellos  lo  merescian. 
10  viendo  el  capitán  que  con  correr  la 
tierra  é  quemarla,  los  podria  atraer  al  ser- 


vicio de  Su  Mageslad ,  determinó  de  que- 
mar aquellos  señores  que  estaban  pres- 
sos, los  quales  dixeron,  al  tiempo  que 
los  querían  quemar,  quellos  eran  los  que 
avian  mandado  hacer  aquella  guerra  é  los 
que  la  hacían ,  é  la  manera  que  se  avia  de 
tener  para  quemar  al  capitán  é  á  los  es- 
pañoles con  los  demás  en  la  cibdad,  ó 
con  esse  pensamiento  le  avian  traydo  al 
capitán  á  ella ;  é  quellos  avian  mandado 
á  sus  vassallos  que  no  viniessen  á  dar  la 
obidiencia  al  Emperador ,  nuestro  señor, 
ni  sirviessen  ni  higiessen  otra  buena  obra. 
É  cómo  conosció  dellos  su  mala  voluntad 
al  servicio  de  Su  Magestad,  é  para  el 
bien  é  sosiego  de  aquella  tierra,  el  capi- 
tán Alvarado  los  hico  quemar  é  assimes- 
mo  hico  pegar  fuego  á  la  cibdad  é  derri- 
barla por  los  cimientos,  porque  estaba 
tan  peligrosa  é  tan  fuerte ,  que  más  pa- 
rescia  receptáculo  ó  espelunca  do  ladro- 
nes que  no  de  pobladores.  É  para  bus- 
carlos, envió  á  la  cibdad  de  Gualimala, 
que  está  diez  leguas  de  allí,  á  decirles  é 
requerirles  de  parte  de  Su  Magestad  que 
le  enviassen  gente  de  guerra ,  assi  para 
saber  dellos  la  voluntad  que  tcnian,  co- 
mo para  temoricar  la  tierra;  y  ella  fué 
buena  é  dixo  que  le  placía ,  é  para  esto 
le  envió  quatro  mili  hombres-,  con  los 
quales  é  con  lOs  demás  quél  tenia  hico 
una  entrada  é  los  corrió  y  echó  de  toda 
su  tierra.  Viendo  el  daño  que  se  les  ha- 
cia, le  enviaron  á  degir  al  capitán  con  sus 
mensajeros  que  querían  ser  buenos,  é  que 
si  avian  errado,  avia  scydo  por  manda- 
do de  sus  señores,  é  que  estando  aque- 
llos vivos,  no  osaban  á  hacer  otra  cosa  ,  é 
(pie  pues  ya  ellos  eran  muertos  é  quema- 
dos, que  le  rogaban  que  los  perdonasse. 
Y  el  comendador  Alvarado  les  ase-uro 
las  vidas  é  les  mandó  que  se  viniessen  á 
sus  casas  é  poblassen  la  tierra  como  an- 
tes, los  quales  lo  hicieron  assi  como  pri- 
mero solían  estar  en  la  obidiencia  é  ser- 
vicio de  Su  Magostad.  10  para  oiásasegu- 


DE  INDIAS.  I.lli.  X.WIII.  CAI'.  XI II. 


179 


r;ir  la  tierra,  hico  soltar  dos  hijos  de  los 
señores,  á  los  quales  puso  en  la  possesioo 
de  los  estados  de  sus  padres ,  porque  se 
tuvo  por  cierto  que  harían  bien  lodo  lo 
que  conviniesse  al  servicio  de  Su  Majes- 
tad é  al  bien  de  la  tierra.  Y  en  quanto  to- 
ca a  aquella  tierra  no  hay  más  que  decir 
al  pressentc,  sino  que  lodos  los  indios 
que  se  tornaron,  se  herraron  é  hicieron  es- 
clavos, de  los  quales  se  dio  el  quinto  á 
Su  Majestad  y  en  su  nombre  al  thessore- 
ro  de  la  hacienda  real  Baltasar  de  Mcn- 
doca  :  el  qual  quinto  se  vendió  en  almo- 
neda para  que  más  segura  estuviesse  la 
hacienda  de  Su  Magostad. 

Yo  he  ydo  acortando  palabras,  sin  de- 
xar  de  decir  cosa  de  lo  substancial  de  la 
carta  del  comendador  Pedro  de  Al  vara- 
do: é  agora  quiero  decir  el  fin  della  á  la 
letra,  como  lo  dice  su  relación  al  goberna- 
•  dor  Hernando  Cortés;  y  es  desta  manera: 
.  De  la  tierra  bago  saber  á  vuestra  mcr- 
eed  que  es  templada  é  sana  6  muy  pobla- 
da de  pueblos  muy  recios,  y  esta  cibdad 
es  muy  bien  obrada  6  fucile  á  maravilla, 
C  tiene  muy  grandes  tierras  de  pan  é  mu- 
cha gente  subjeta  á  ella,  lo  qual  con  todos 
los  pueblos  subjeios  á  ella  comarcanos  de- 
xa  so  yugo  y  en  servicio  de  la  corona  real 
de  Su  Magestad.  En  esta  tierra  hay  una 
sierra  de  alumbre  é  otra  de  acije,  6  otra 
«le  acufre,  el  mejor  que  hasta  hoy  se  ha 
\  i>lo:  que  con  un  pedaco  que  me  truxe- 
ron  sin  lo  afinar  ni  sin  otra  cosa,  hice  me- 
dia arroba  de  pólvora  muy  buena,  é  por 
enviar  á  Argucia  é  no  querer  esperar,  no 
envió  a  vuestra  merced  cinqttenta  cargas 
dello;  pero  su  tiempo  se  tiene  para  cada 
6  (piando  fuere  mensajero.  Yo  me  parto 
para  la  cibdad  de  Guatiruala  lunes  once 
de  abril,  donde  pienso  detenerme  poco,  á 
causa  que  ur»  pueblo  que  está  assentado 
en  el  agua,  que  se  dice  Aliclan ,  eslá  de 
guerra  é  me  ha  muerto  quatro  mensaje- 

*   Como  va  notado  antes  de  ahora,  es  grande  la 


ros:  é  pienso,  con  el  ayuda  de  Nuestro 
Señor,  que  presto  le  atraeremos  al  servi- 
cio de  Su  Magostad,  porque  segund  estoy 
informado,  tengo  mucho  que  hacer  ade- 
lante, éifesta  causa  melaré  priéssa  por 
invernar  oinqüenta  ó  cien!  leguas  adelante 
de  Guatimala,  donde  me  dicen  (é  tengo 
nueva  de  los  naturales  desta  tierral  de 
maravillosos  é  grandes  edeficios,  é  de 
graudeca  de  cihdadcs  (pie  adelante  hay:  e 
también  me  han  dicho  (pie  cinco  jornadas 
adelante  de  una  cibdad  muy  grande,  que 
está  ve\  ule  jornadas  de  aquí  .  se  acaba  es- 
ta tierra,  6  afirmansc  en  ello.  K  si  assi  es, 
cerlíssiiuo  tengo  que  es  el  estrecho.  Ple- 
ga  á  Nuestro  Señor  me  dé  victoria  contra 
estos  infieles,  para  que  yo  los  trayga  á  su 
servicio  é  al  de  Su  Magestad.  No  quisie- 
ra hacer  en  pédacos  esta  relación  sino 
desde  el  cabo  de  todo,  porque  más  ovie- 
ra  que  decir.  La  gente  de  españoles  de 
mi  compañia  de  pió  6  de  caballo  lo  han 
hecho  tan  bien  en  la  guerra  que  se  ha 
ofrescido,  que  son  dignos  de  muchas 
mercedes.  Al  pressentc  no  tengo  más  que 
decir  que  de  substancia  sea,  sino  que 

e>t;  -  metidos  en  la  más  recia  tierra  de 

gente  que  se  ha  visto ;  é  para  que  Nues- 
tro Señor  nos  dé  victoria  ,  suplico  á  vues- 
tra merced  mande  hacer  una  procession 
en  essa  cibdad  de  lodos  los  clérigos  ó 
frayles  para  que  Nuestra  Señora  nos  ayu- 
de ,  pues  estamos  tan  apartados  de  socor- 
ro, si  de  ella  no  nos  viene.  También  ten- 
ga vuestra  merced  cuydado  de  hacer  sa- 
ber á  Su  Magostad  cómo  le  servimos  con 
nuestras  personas  é  haciendas  á  nuestra 
costa:  lo  uno  para  descargo  de  la  cons- 
ciencia  de  vuestra  merced  ,  é  lo  otro  pa- 
ra que  Su  Magestad  nos  haga  mercedes. 
Nuestro  Señor  guarde  el  muy  magnífico 
estado  de  vuestra  merged  por  largos 
tiempos,  como  dessea.  Desta  cibdad  de 
Uclacan '  á  once  de  abril  de  mili  é  quinien- 

variedad  con  que  eslán  escritos  eslos  nombres. 


4S0 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


los  é  veynle  y  quatro  años. — É  segund  lle- 
vo el  viage  largo,  pienso  me  faltará  her- 
rage :  si  para  este  verano  que  viene  vues- 
tra merced  me  pudiere  proveer  de  her- 
rage ,  será  grand  bien ,  é  Su  Magestad 


será  bien  servido  en  ello ,  que  agora  vale 
entro  nosotros  ciento  y  noventa  pessos  la 
docena  ,  é  assi  la  mercamos  é  pagamos  á 
oro.— Bessa  las  manos  de  vuestra  mer- 
ced. =Pedro  de  AI  varado. 


CAPITULO  XLIII. 


En  que  se  Irada  de  otra  relación  Techa  por  el  mesmo  capitán  Pedro  de  Alvarado  al  gobernador  Hernando  Cor- 
les desde  la  cibdad  de  Sancliago  de  Gualimala,  á  ocho  de  julio  de  mili  é  quinientos  é  veynle  y  quatro  años: 
la  qual  relación  ,  por  evitar  prolixidad,  se  dirá  conforme  á  lo  substancial  c  sentencia  de  lo  que  contiene. 


llm  -la  relación  de  susso  dió  noticia  el 
capitán  Pedro  de  'Alvarado  de  las  cosas 
que  hasta  Uclatan  se  le  avian  subcedido, 
y  en  esta  cuenta  lo  que  desde  allí  adelan- 
te le  subcedió  hasta  los  ocho  de  julio  de 
aquel  año  de  mili  é  quinientos  é  veyntc 
y  quatro.  É  dice  que  partió  de  la  cibdad 
de  Uclatan,  y  en  dos  dias  llegó  á  la  de 
Guatimala,  donde  fué  muy  bien  resgebi- 
do  de  los  señores  del  la  ,  que  no  pudiera 
ser  más  en  casa  de  sus  padres  dél  é  de 
los  que  con  él  yban ,  sin  aver  falta  alguna 
en  lo  nescessario.  Desde  á  ocho  dias  que 
estaba  en  aquella  cibdad  supo  de  los  se-, 
ñores  delta  que  á  siete  leguas  de  allí  es- 
tala olra  cibdad  sobre  una  laguna  muy 
grande  ,  é"  que  aquella  hacia  guerra  á 
Guatimala  é  Uclatan  é  a  todas  las  demás  á 
ella  comarcanas  por  fucrca  del  agua  é  ca- 
noas que  tenian ,  é  que  de  allí  salian  á 
saltear  de  noche  en  la  tierra  de  los  otros. 
É  los  de  Gualimala  dixéronle  al  capitán 
Alvarado  qucllos  eran  buenos  y  estaban 
en  la  obidiencia  é  servicio  del  Rey  Em- 
perador, nuestro  señor,  é  que  sin  su  li- 
cencia ni  querían  ni  darla  ni  aun  tomarla; 
l>ero  que  viesse  el  daño  que  de  aquellos 
rescebian'é  lo  remediasse:  él  qual  les 
respondió  que  lo  decían  muy  bien,  é  quél 
los  enviaría  a  llamar  de  parle  de  Su  Ma- 


gostad ,  é  que  si  viniessen ,  él  les  manda- 
ría que  gessassen  en  la  guerra  é  fuessen 
vassallos  de  su  ceptro  real  de  Castilla ,  é 
tuviessen  é  guardassen  entera  amistad 
con  ellos  é  los  que  estüviessen  en  su  obi- 
diencia ;  é  que  si  olra  cosa  hicíessen ,  él 
yria  con  ellos  á  hacerles  la  guerra  é  cas- 
tigarlos. É  para  este  efetto  les  envió  dos 
mensajeros  de  aquella  cibdad,  á  los  qua- 
les  mataron,  sin  temor  alguno:  é  sabido 
por  el  capitán ,  se  partió  contra  los  mal- 
hechores con  sessenta  de  caballo  é  ciento 
y  cinqüenta  peones ,  é  con  los  señores  é 
naturales  de  Guatimala;  é  anduvo  tanto, 
que  aquel  dia  entró  por  la  tierra  de  los 
contrarios ,  é  no  salió  gente  alguna  de 
paz  ni  de  guerra  á  lo  rescebir :  lo  qual 
viendo  Alvarado,  metióse  con  treynta  de 
caballo  por  la  tierra  á  la  costa  de  la  lagu- 
na, é  ya  que  llegaban  cerca  de  un  peñón 
poblado  que  estaba  en  el  agua,  vieron 
cerca  de  sí  un  esquadron  de  gente,  é  Al- 
varado  les  acometió  con  los  de  caballo 
que  con  él  estaban ,  é  siguiendo  el  alcan- 
ce dellos ,  se  metieron  por  una  calcada 
angosta  que  entraba  al  dicho  peñón ,  por 
donde  no  podían  andar  los  caballos.  É 
allí  se  apeó  con  sus  compañeros,  é  &  pié 
juntamente  é  á  la  vuelta,  mezclado  con 
los  indios  que  huian ,  se  entró  en  el  peñón 


I  ri.ii  vrces  se  lee  trincan,  otras  l'rlntan  y  otras 
L'laclan ,  prueba  evidente  de  las  observaciones  que 


en  diferentes  pasajes  llevamos  hechas. 


DE  INDIAS.  I.Ili.  XXXIII.  CAP.  XI. III. 


S  s  i 


de  tal  manera,  que  no  dieron  lugar  los 
nuestros  á  que  los  enemigos  r<uu|i¡esseii 
las  puentes,  que  á  las  quitar,  no  podían  en- 
trar allá,  lin  eslt-  medio  tiempo  llego  mu- 
cha gente  de  la  nuestra ,  que  venían  atrás, 
6  ganóse  el  (üclio  peñón  ,  que  estaba  muy 
poblado ,  é  toda  la  gente  del  se  fué  á  na- 
do á  una  isla,  é  se  escaparon  allá,  á  causa 
que  no  llegaron  á  ella  trescientas  canoas, 
que  venían  por  el  agua,  de  amigos.  Cosa 
fué  de  mucha  ventura,  segund  la  fuerte 
dispusicion  del  peñón,  ganarle  de  aquella 
manera  mu  peligro  alguno. 

Aquella  tarde  el  capitán  con  su  gente 
se  salió  del  peñón,  é  assentó  real  en  un 
llano  de  mahicalcs,  donde  durmieron 
aquella  noche.  Luego  otro  dia  de  maña- 
na, encomendándose  á  Dios,  fueron  pol- 
la población  adelante,  que  estaba  muy 
fuerte  á  causa  de  muchas  peñas,  arcabu- 
cos é  boscages  que  avia,  é  halláronla  des- 
poblada, porque  como  vieron  que  avian 
perdido  aquella  fuerza  tan  grande  que  te- 
nían en  el  agua,  no  osaron  atender  en  la 
tierra, -sino  alguna  poca  de  gente  allá  al 
cabo  del  pueblo,  confiando  en  la  aspere- 
za de  la  tierra.  É  tomáronse  ciertos  iudios 
de  los  naturales  della,  é  á  tres  dellos  en- 
vió el  capitán  por  mensajeros  á  los  seño- 
res ,  amonestándoles  que  viniessen  á  dar 
la  obidiencia  á  Su  Mugeslad  e  á  ponerse 
debaxo  de  su  real  corona ,  donde  no,  que 
se  les  haria  la  guerra ,  c  los  buscarían 
por  los  montes  é  donde  pudiessen  ser  ávi- 
dos: los  quales  respondieron  que  hasta 
estonces  en  su  tierra  alguno  se  la  avia 
rompido  ni  entrado  contra  su  voluntad 
por  fuerca  de  armas ;  é  que  pues  él  avia 
entrado,  quellos  holgaban  de  servir  á  Su 
Magestad  assi  como  se  lo  mandaba.  K  lue- 
go vinieron  c  se  pusieron  en  su  poder ,  y 
el  capitán  Alvarado  por  las  lenguas  les 
dió  á  entender  la  grand  potencia  del  Em- 
perador Rey,  nuestro  señor,  é  les  perdo- 
nó en  su  real  nombre  lo  passado,  é  les 
amonestó  que  dende  en  adelante  no  h¡- 

TOMO  III. 


ciessen  guerra  á  ninguno  de  los  comarca- 
nos, é  que  turneasen  paz  é  amistad  ,  pues 
que  todos  eran  vassallos  de  la  corona  real 
de  Castilla;  é  assi  prometieron  de  lo  ha- 
cer, é  los  envió  muy  contentos  é  seguros. 

Y  el  capitán  é  la  gente  se  tornaron  á  Gua- 
timala,  é  desde  á  tres  dias  fueron  en  ella 
todos  los  señorea  principales  é  capitanes 
de  la  dicha  laguna ,  con  pressentes  para 
el  capitán,  é  le  dixeron  que  ya  ellos  eran 
amigos  de  los  ebrípstianos,  é  que  se  ha- 
llaban muy  dichosos  en  ser  vassallos  de 
Su  Magestad,  assi  por  tener  tan  poderoso 
señor  é  Rey,  como  por  se  quitar  de  tra- 
ba\os  e  guerras  é  diferencias,  que  hasta 
estonces  entrellos  avia.  Y  el  capitán  los 
rescibió  graciosamente,  é  les  dió  sus  jo- 
yas ,  6  después  que  les  ovo  hecho  muy 
largo  razonamiento  é  animádoles  á  ser 
fieles  é  perseverar  en  la  paz  contrayda, 
los  envió  á  su  tierra  contentos ;  é  son  de 
la  más  pacífica  gente  que  hay  por  aque- 
llas partes. 

Estando  en  aquella  cibdad  ,  fueron 
OtrOS  muchos  señores  de  otras  provincias 
de  la  costa  del  Sur  ú  dar  assiniesmo  la 
obidiencia  á  Su  Magestad  ,  diciendo  que- 
llos querían  ser  sus  vassallos,  é  que  noque- 
rían  guerra  con  nadie,  é  que  para  esto  el 
capitán  Alvarado  los  rescibiesse  portales, 
é  los  fuvoresciesse  é  tuviesse  en  justicia. 

Y  él  los  rescibió,  como  era  racon ,  é  les 
dixoque  en  nombre  de  Su  Magostad  los 
tractaria  muy  bien  é  los  favoresccria  é 
ayudaría;  é  aquellos  le  dieron  noticia  de 
otra  provincia  que  se  llama  Izcuytepeque, 
que  está  algo  más  la  tierra  adentro;  é 
dixeron  que  aquellos  no  los  dexaban  ve- 
nir a  dar  la  obidiencia  á  Su  Magestad,  é 
aun  no  tan  solamente  esso,  pero  que  á 
otras  provincias  que  están  de  la  otra  par- 
te de  aquella,  que  estaban  con  buen  pro- 
póssito  é  querían  venir  de  paz ,  no  los  de- 
xaban passar,  é  les  decían  que  á  dónde 
yban,  que  eran  locos,  si  noque  le  dexas- 

sen  yr  al  capitán  é  á  los  chripstianos  allá, 
61 


482 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


que  todos  les  darían  guerra.  É  cómo  fué 
certificado  que  era  assi,se  partió  para  allá 
con  toda  su  gente  de  pié  é  de  caballo, 
é  durmió  tres  dias  en  un  páramo  ó  des- 
poblado, é  otro  dia  de  mañana,  ya  que 
ovo  entrado  en  los  términos  del  pueblo, 
halló  todo  aquello  lleno  de  arboledas  es- 
pesas ;  y  estaban  todos  los  caminos  cer- 
rados é  muy  angostos,  que  no  eran  sino 
sendas ,  porque  con  nadie  tenían  contrac- 
tagion  ni  camino  abierto.  Y  el  capitán 
echó  los  ballesteros  delante,  porque  los 
de  caballo  allí  no  podían  pelear  por  las 
muchas  ciénegas  é  arboledas,  é  llovía 
tanto ,  que  con  la  mucha  agua  las  velas  y 
espías  de  los  contrarios  se  retruxeron  al 
puebjo,  porque  no  pensaron  que  aquel 
dia  llegaran  los  nuestros  hasta' ellos,  é 
descuydáronse  é  no  supieron  de  su  yda 
hasta  que  el  capitán  é  su  gente  estaba 
dentro  del  pueblo.  É  cómo  toda  la  gente 
de  guerra  estaba  en  los  caes  ó  casas,  por 
amor  del  agua  metidos,  quando  se  qui- 
sieron juntar,  no  tuvieron  lugar,  aunque 
todavia  esperaron  algunos  dellos,  é  hirie- 
ron algunos  españoles  é  á  muchos  de  los 
amigos  que  con  ellos  yban  ;  é  por  la  mu- 
cha agua  que  llovía ,  se  escondieron  por 
los  arcabucos  é  bosques ,  que  no  ovo  lu- 
gar do  hacerles  daño  alguno  más  de  que- 
marles el  pueblo.  É  luego  les  envió  el 
capitán  mensajeros  á  los  señores,  elidién- 
dolos que  no  oviessen  temor  é  viniessen 
á  dar  la  obidiengia  á  Su  Magestad,  si  no 
(pie  Ies  haria  mucho  daño  en  la  tier- 
ra é  Ies  talaría  los  mahigales;  y  ellos 
acordaron  de  lo  hacer,  é  vinieron  de 
paz ,  é  diéronse  por  vassallos  de  la  co- 
rona real  de  Castilla ;  y  el  capitán  los 
rescibió  muy  bien,  é  los  amonestó  que 
fuessen  buenos  de  ahí  adelante,  é  assi 
dixeron  que  lo  harían.  En  aquel  pueblo 
estuvo  Alvarado  ocho  dias ,  é  allí  fue- 
ron otros  de  muchos  pueblos  é  provin- 
cias de  paz,  que  assimesmo  dieron  la 
obidiengia  é  se  otorgaron  por  vassallos 


de  Su  Magestad  é  de  sus  subcessores. 

Desseando  el  capitán  Alvarado  calar  la 
tierra  é  saber  los  secretos  della ,  determi- 
nó de  passar  de  allí ,  é  fué  á  un  pueblo 
que  se  dice  Atiepar ,  é  fué  rescebido  bien 
de  los  señores  é  naturales  dél ,  que  son 
de  otra  lengua  é  gente  por  sí :  é  á  puesta 
del  sol ,  sin  darles  causa  ni  hacerles  daño 
alguno ,  remanesció  despoblado  é  aleado, 
é  no  se  halló  hombre  en  todo  él.  E  por- 
que lo  rescio  del  invierno  no  le  tomasse 
á  este  capitán  ni  le  impidiesse  su  cami- 
no, passó  adelante,  llevando  muy  con- 
certado su  exército;  porque  su  propóssi- 
to  era  de  llegar  cient  leguas  adelante,  é 
de  camino  ponerse  á  lo  que  le  Vhiiesse 
hasta  andar  las  cient  leguas,  é  después 
dar  la  vuelta  pacificando  lo  que  atrás  de- 
xasse.  É  assi  otro  dia  siguiente  se  partió, 
é  fué  á  otro  pueblo  que  se  dice  Tacuylula, 
é  allí  hicieron  lo  mesmo  que  los  de  Atie- 
par, que  los  rescibieron  de  paz  é  se  alga- 
ron  desde  á  una  hora.  De  allí  se  partió  á 
otro  pueblo  que  se  llama  Taxisco,  que  es 
muy  regio  é  de  mucha  gente,  é  fsé  res- 
gebido  como  de  los  otros  de  atrás ,  é  dur- 
mió en  él  aquella  noche ,  pero  con  buena 
guarda.  É  de  allí  se  partió  otro  dia  para 
otro  pueblo  que  se  digo  Naugedelan:  esta 
es  grand  poblagion.  É  temiéndose  de 
aquella  gente,  que  no  la  entendían,  dexó 
diez  de  caballo  en  la  regaga ,  é  otros  diez 
mando  yr  enmedio  del  fardage ,  é  siguió 
su  camino ;  é  podría  yr  dos  ó  tres  leguas 
del  pueblo  de  Taxisco,  quando  supo  que 
avia  salido  gente  de  guerra ,  é  que  avian 
dado  en  la  regaga  ,  é  que  le  mataron  mo- 
chos indios  de  los  amigos,  é  le  tomaron 
mucha  parte  del  fardage  é  todo  el'  hilado 
que  llevaba  para  las  ballestas,  yol  herra- 
ge  que  llevaba  para  los  caballos,  que  no 
se  les  pudo  resistir.  É  luego  envió  á  Jor- 
ge de  Alvarado,  su  hermano,  con  qua- 
renta  ó  cjnqtlenta  de  caballo,  á  buscar  á 
aquellos  que  avian  tomado  lo  ques  dicho, 
<•  halló  mucha  gente  armada  en  el  campo 


DE  INDIAS.  I.IH.  XXXU1.  CAP.  XLIII. 


4S3 


é  peleó  cod  ellos  é  los  desbarató:  é  nin- 
guna cosa  de  lo  perdido  se  pudo  cobrar, 
porque  las  cosas  é  ropa  ya  las  avian  he- 
cho pedacos ,  <'•  dclla  ('¡nía  uno  traia  en  la 
guerra  su  pampanilla  delante  de  sus  ver- 
güencas.  Llegados  a  este  pueblo  de  Nau- 
cedelan,  Jorge  de  Alvarado  se  volvió, 
porque  todos  los  indios  avian  huydo  á  la 
sierra ,  é  desde  alli  tornó  a  enviar  al  ca- 
pitán Don  Pedro  con  gente  de  pié  que  los 
fuesse  á  buscar  á  las  sierras ,  ■  por  ver  si 
los  pudicsse  atraer  á  la  paz,  é  no  se  pu- 
do hacer  nada  por  la  grande  espesura  de 
los  montes  é  boscages ,  é  assi  se  tornó :  y 
el  capitán  Alvarado  les  envió  mensajeros 
indios  de  sus  mesmos  naturales  con  re- 
quii  imiento-  e  mandamiento^,  apercibien- 
doles  que  si  no  venían,  los  avia  de  hacer 
esclavos,  é  con  todo  csso  no  quisieron  ve- 
nir ellos  ni  los  mensajeros.  A  cabo  de 
ocho  dias  quel  capitán  Pedro  de  Alvara- 
do ó  su  exército  estaba  en  aquel  pueblo 
de  Naucedelan,  vino  un  pueblo  de  paz 
que  se  llama  Pacoco,  que  estaba  en  el 
camino  por  donde  los  nuestros  avian  de 
yr,  y  el  capitán  los  rescibió  benignamen- 
te, é  les  dió  de  lo  que  tenia,  é  les  enco- 
mendó 6  rogó  que  fuessen  buenos.  K  otro 
dia  de  mañana  se  partió  para  este  pue- 
blo, e  halló  á  la  entrada  del  los  caminos 
cerrados  é  muchas  Hechas  hincada-,  en 
tierra;  é  jaque  entraba  por  el  pueblo,  Ni- 
do que  ciertos  indios  estaban  haciendo 
quartos  un  perro  á  manera  de  sacrificio, 
é.  dentro  del  pueblo  dieron  de  súbito  una 
muy  grande  grita,  é  vídose  mucha  molti- 
tud  de  gente  de  guerra  puesta  en  armas: 
6  arremetieron  los  nuestros  a  ellos,  ó  rom- 
piéronlos en  tal  forma ,  que  los  echaron 
del  pueblo,  é  siguióse  el  alcance,  que  se 
pudo  seguir,  con  assaz  daño  de  los  ene- 
migos. 

De  allí  se  partió  nuestro  exérgito  á  otro 
pueblo ,  que  se  dice  Mopicalco ,  donde  fué 
resfobido  ni  más  ni  menos  que  de  los 
oíros,  é  quando  llegó  al  pueblo  no  avia 


persona  ninguna  en  él :  é  desde  allí  se 
partieron  para  otro  pueblo,  llamado  Aca- 
tepeque,  que  assimesmo  hallaron  desam- 
parado é  sin  gente;  é  de  alli  se  partieron 
para  otro  que  se  dice  Acarval ,  en  el  qual 
bate  la  mar  del  Sur.  É  ya  que  llegaban  a 
media  legua  del  pueblo,  vieron  los  campos 
llenos  de  gente  de  guerra  con  sus  pluma- 
ges  é  devissas,  é  con  sus  armas  ofensivas  é 
defensivas,  segund  su  costumbre;  y  esta- 
ban enmedio  de  un  llano  aguardando,  é 
quando  los  españoles  estuvieron  á  un  tiro 
de  ballesta  de  los  contrarios,  mandó  el 
capitán  Pedio  de  Alvarado  que  todos  los 
españoles  estuviessen  quedos  é  puestos  en 
orden  hasta  que  acabó  de  llegar  la  retro- 
guarda.  K  desque  lodos  estuvieron  juntos, 
movieron  é  allegáronse  á  los  enemigos 
hasta  estar  á  medio  tiro  de  ballesta  los 
unos  de  los  otros;  pero  los  indios  ningún 
movimiento  hicieron  ni  mostraron  altera- 
ción alguna,  poique  estaban  algo  cerca 
de  un  monte  espeso,  donde  se  podían 
acoger.  Mandó  el  comendador  retirar  su 
gente,  que  eran  ciento  de  caballo  é  cien- 
to y  cinqüenta  peones,  é  hasta  cinco  ó 
seys  mili  indios  de  los  amigos,  é  assi  co- 
mo »o  \  lian  retrayendo,  quedaba  en  la  re- 
caga  el  comendador  porque  su  gente  no  se 
le  desordenus.se.  Kste  retirar  fué  tan 
grand  placer  para  los  contrarios,  que  as- 
si  como  lo  vieron,  se  pusieron  en  segui- 
miento hasta  llegar  junto  a  las  colas  de 
los  caballos,  con  tanta  grita,  que- era  co- 
sa que  [insiera  mucho  temor  a  quien  no 
oviera  visto  aquello  ó  su  semejante  otras 
veges;  y  eran  las  fleuhas  que  tiraban  tan- 
tas, que  paresgian  lluvia,  é  passaban 
hasta  los  delanteros :  é  todo  esto  era  en 
un  llano  que  para  los  unos  ni  los  otros  no 
avia  donde  tropecar.  Quando  el  comen- 
dador se  ovo  retraydo  un  quarto  de  le- 
gua ,  é  se  vido  en  tal  dispusieron  que  á 
cada  uno  le  avian  de  valer  las  manos  é 
no  los  piés  huyendo ,  dió  la  vuelta  sobre 
los  enemigos  con  toda  la  gente,  rompién- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


dolos ,  é  fué  tan  grande  el  destroco  é  ma- 
langa que  en  los  contrarios  se  higo ,  que 
en  poco  tiempo  no  avia  vivo  hombre  de 
todos  los  que  salieron ,  puesto  que  venían 
muy  armados:  y  el  que  caia  en  el  suelo 
no  se  podia  levantar,  assi  porque  sus  ar- 
mas son  unos  coseletes  bastados,  de  tres 
dedos  de  algodón  en  gruesso,  é  hasta  los 
piés,  como  porque  los  nuestros  al  mo- 
mento los  acababan,  en  viéndolos  derri- 
bados, sin  que  les  valiessen  sus  arcos  é 
flechas  ni  langas  luengas.  En  esta  batalla 
ó'  recuentro  fueron  heridos  muchos  espa- 
ñoles, é  al  comendador  le  dieron  un  fle- 
chago  que  le  passaron  la  pierna  y  entró 
ja  flecha  por  la  silla  del  caballo:  de  la 
qual  herida  dice  en  su  relación  que  que- 
dó lisiado,  de  manera  que  la  una  pierna 
le  quedó  más  corta  que  la  otra  quatro 
dedos.  Y  en  este  pueblo  les  fué  forgado 
estar  cinco  dias ,  porque  se  curassen  él  é 
los  demás. 

Desde  allí  se  partió  á  otro  pueblo  lla- 
mado Tacusocalco,  adonde  envió  por 
corredores  del  campo  al  capitán  don  Pe- 
dro é  a  otros  compañeros,  los  quales 
prendieron  dos  espías,  que  dixeron  que 
adelante  estaba  mucha  gente  de  guerra 
del  dicho  pueblo  é  de  otros  de  aquella 
comarca,  esperando  a  los  españoles;  é 
para  más  certificarse  desso,  llegaron  has- 
ta ver  aquella  gente ,  y  era  grand  molti- 
tud  dolía .  É  á  la  sacón  llegó  Pedro  de  Al- 
varado  con  quarenta  de  á  caballo,  que 
llevaba  la  delantera ,  porque  el  comenda- 
dor yba  malo  de  la  herida  ques  dicho,  é 
hico  rostro  hasta  que  llegaron  todos  los 
nuestros;  é  cómo  fueron  juntos,  cabalgó 
el  comendador  en  un  caballo,  como  pudo, 
por  ordenar  su  batalla  é  gente ,  é  vido 
que  estaban  los  enemigos  fechos  un  cuer- 
po de  una  grand  falange  ó  batalla,  é  man- 
dó á  Gómez  de  Alvarado  que  hiriesse  en 
los  contrarios  por  la  parte  siniestra  con 
hasta  veynte  caballeros,  6  á  Goncalo  de 
Alvarado  mandó  que  fuesse  por  la  paite 


derecha  con  treynta  caballeros,  é  á  Jorge 
de  Alvarado  mandó  que  rompiesse  con  to- 
dos los  demás  en  los  contrarios  (que  ver- 
los de  léxos  era  cosa  para  espantar  su 
moltitud ,  é  porque  los  más  dellos  tenian 
langas  de  treynta  palmos  luengas  é  arbo- 
ladas en  alto).  El  capitán  Pedro  de  Alva- 
rado ,  que  yba  por  general  deste  cathóli- 
co  exérgito,  cómo  no  podia  pelear,  pú- 
sose en  un  gerro  que  allí  junto  estaba, 
por  poder  ver  cómo  se  hagia ,  é  vió  que 
llegaron  todos  los  españoles  hasta  un  tiro 
de  herrón  de  los  indios,  é  ni  los  indios 
huían  ni  los  españoles  les  acometían ,  de 
lo  qual  el  comendador  estaba  muy  mara- 
villado cómo  los  indios  atendían  con  tan- 
to esfuergo,  é  cómo  los  españoles  no  les 
acometían  por  la  orden  que  les  avia  dado. 
É  la  causa  era  que  un  prado,  que  estaba 
entre  los  unos  é  los  otros,  pensaban  los  de 
caballo  que  era  giénega;  é  después  que 
vieron  que  era  duro  é  fixo  el  terreno, 
arremetieron  con  el  apellido  del  apóstol 
Sanctiago,  é  rompieron  por  los  indios  é 
desbaratáronlos ,  é  fueron  siguiendo  el  al- 
cange  más  de  una  legua ,  derribando  é 
matando  en  ellos  de  tal  manera ,  que  pa- 
ra ellos  é  sus  descendientes  fué  bastante 
castigo  para  nunca  ser  olvidado.  Como 
los  pueblos  de  adelante  vieron  que  en  el 
campo  los  desbarataban,  acordaron  de 
algarse  é  dexar  solas  las  poblagiones  sin 
gente. 

Avida  esta  victoria,  que  fue  muy  gran- 
de é  muy  sangrienta ,  descansaron  los  es- 
pañoles é  su  exérgito  en  aquel  pueblo  dos 
dias,  y  en  fin  dellos  luego  otro  siguiente 
se  partieron  para  otro  pueblo  que  se  di- 
ge  Miaguaclan ,  donde  también  la  gente 
dél  se  fué  al  monte,  como  los  otros:  é  par- 
tieron de  allí  los  españoles  para  otro  pue- 
blo nombrado  Athchuan,  é  allí  enviaron 
los  señores  de  Cuxclacan  sus  mensajeros, 
diciendo  que  querían  ser  buenos  é  dar  la 
obidiengia  á  Su  Magestad,  como  susvassa- 
llos.  é  assi  la  dieron.  Y  el  comendador  los 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII,  CAP.  XLIII. 


48o 


resgibió,  pensando  que  mentirían,  como 
los  oíros;  é  llegando  que  llegó  á  aquella 
cibad  de  Cuxclacan ,  dalló  muchos  indios 
della  que  lo  resgibieron  é  lodo  el  pueblo 
aleado,  y  en  tanto  que  los  españoles  se 
aposseutai'on  no  < 1 1 1< ■< l< ■  hombre  de  lo<  \  e- 
cinos  en  el  pueblo,  que  todos  se  fueron  á 
las  sierras.  Visto  esto,  el  comendador  les 
envió  íi  decir  que  no  Riessen  malos,  que 
mirassen  que  avian  dado  la  obidiencia  á 
Su  Magostad  é  á  él  en  su  real  nombre,  6 
que  sin  causa  alguna  se  ausentaban,  ó 
quél  no  yba  á  les  hacer  daño  ni  guerra  ni 
á  lomarles  lo  miso  ,  sino  á  Irarrlos  .il  -er- 
vigió  de  Dios.  Nuestro  Señor,  é  al  de  Su 
Magostad.  É  respondieron  que  no  conos- 
cían  á  nadie  ni  querían  venir  ,  é  que  si  61 
algo  los  quisiesse ,  que  allí  estaban  espe- 
rando ron  sus  armas.  Como  el  comenda- 
dor vido  su  propóssito,  envióles  un  man- 
damiento é  requirimiento  de  parle  del 
imperador,  nuestro  señor ,  en  que  les  re- 
quería é  mandaba  (pie  no  quebrantassen 
las  pagos  ni  se  rebclassen ,  pues  se  avian 
dado  por  sus  vassallos,  (¡onde  no,  que 
procedería  contra  ellos  como  contra  tray- 
dores  que  se  rebelaban  á  su  Hey  é  señor, 
6  les  baria  la  guerra  íi  fuego  6  a  sangre, 
('•  lo~  (pie  lomassf  vivos. serian  herrados  \ 
esclavos:  é  seyendo  leales,  les  ayudaría  e 
favoresgeria.  £  á  este  propóssito  díxoles 
otras  muchas  é  buenas  palabras,  exhor- 
tándolos ¡i  la  paz,  que  á  mi  parescer  se  les 
avia  de  enviar  de  letra  firmada,  ó  no  cur- 
siva ó  de  lirado  ,  pues  que  no  saben  leer. 

Dicho  he  otras  vefes,  que  con  más  es- 
pacio é  con  término  para  deliberar,  é  por 
otra  via  se  avian  de  hacer  estos  requiri- 
mientos,  é  no  tan  breves  é*á  la  soldades- 
ca, como  si  fueran  gente  que  entendieran 
nuestra  lengua  ;  pero  también  como  esta 
gente  era  rebelada  á  su  Dios  verdadero, 
é  siguen  sus  ydolatrias  é  al  diablo,  assi 
permite  Dios  su  castigo.  El  caso  es  que 
los  mensajeros  no  tornaron  ni  otra  res- 
puesta ,  ppr  lo  qual  el  comendador  envió 


gente  á  buscar  los  indios  por  los  montes 
é  sierras ,  é  halláronlos  de  guerra  é  pelea- 
ron con  ellos,  é  hirieron  algunos  españo- 
les é  a  indios  de  los  amigos:  después  de 
lo  qual  fué  presso  un  principal  de  aquella 
cibdad ,  é  para  más  justificación  lo  mando 
soltar  el  comendador ,  é  se  lo  envió  con 
otro  mandamiento  é  requirimiento,  quo- 
llos  cumplieron  como  el  primero,  respon- 
diendo lo  que  antes  avian  dicho.  Y  el  co- 
mendador higo  progesso  contra  ellos  ó 
contra  los  otros  que  le  avian  dado  guer- 
ra, é  los  llamó  por  pregones  é  tampoco 
(pusieron  venir,  porque  corno  no  entien- 
den essos  términos  ni  derechos,  sino  los 
de  su  acostumbrada  libertad,  ó  se  hi- 
cieron sordos,  ó  no  les  paresgió  que  les 
aconsejaban  á  su  propóssito.  Assi  que,  el 
comendador,  vista  su  rebeldía,  y  el  pro- 
gesso cerrado ,  los  sentenció  por  esclavos 
e  los  (lio  por  Ira)  dores  é  á  pena  de  muer- 
te á  los  señores  de  aquellas  provincias,  é 
á  todos  los  demás  que  se  oviessen  loma- 
do durante  la  guerra  é  se  tomassen  des- 
pués, é  que  hasta  tanto  que  díessen  la 
obidiencia  a  Su  Magostad  fuessen  escla- 
vos é  los  herrassen ,  é  dellos  ó  de  su  va- 
lor se  pagassen  onge  caballos  que  en 
aquella  conqui.-ta  dolos  fueron  muertos, 
é  los  que  de  allí  adelante  matassen,  é 
más  las  otras  cosas  de  armas  é  nesgessa- 
rías  ¡i  aquella  conquista.  Sobre  aquellos 
indios  desta  cibdad  de  Cuxclacan ,  esluvo 
el  exército  chripsliano  diez  6  siete  días:, 
que  nunca  por  entradas  que  se  hicieron, 
¿i¡  por  mensajeros  que  les  enviaron,  se 
pudieron  atraer  á  la  paz,  porque  la  espe- 
sura de  los  montes,  é  bravas  montañas  é 
sierras,  é  quebrada  é  mala  díspusigion  é 
áspera  tierra,  en  que  está  aquella  gente, 
los  hiro  porfiados  é  fuertes  en  su  opinión. 

Dige  esta  relación  de  Alvarado  que  allí 
supo  de  muy  grandes  tierras,  la  tierra 
adentro,  con  cibdades  con  edefigíos  de  cal 
é  canto,  é  supo  de  los  naturales  cómo 
aquella  tierra  no  tenía  cabo,  é  que  para 


486 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


conquistarse,  segund  es  grande  é  de  muy 
grandíssímas  poblaciones  ,  es  menester 
mucho  espacio  é  tiempo.  E  por  el  recio  in- 
vierno que  entraba ,  no  passó  más  adelante 
á  conquistar,  é  acordó  de  volver  á  aque- 
lla cibdad  de  Guatimala  é  pacificar  de 
vuelta  la  tierra  que  atrás  avia  dexado;  é 
por  mucho  que  lo  trabaxó,  no  los  pudo 
atraer  á  la  obidiencia ,  porque  toda  aque- 
lla costa  del  Sur,  por  donde  fué,  es  muy 
montuosa,  é  las  sierras  gerca,  adonde  se 
acogen.  Assi  que,  por  las  muchas  aguas, 
se  tornó  á  Guatimala  ,  donde  para  mejor 
conquistar  é  pacificar  aquella  tierra  tan 
grande ,  é  tan  recia  é  belicosa  gente ,  hi- 
go y  edeficó  en  nombre  de  Su  Magestad 
una  cibdad  de  españoles,  é  nombróla 
Sanctiago,  para  que  desde  allí,  que  está 
en  la  mejor  parte  de  la  tierra  é  con  más 
aparejo,  se  conquistasse  lo  de  adelante, 
y  eligió  alcaldes  é  regidores  para  la  go- 
bernación de  aquella  república. 

Passados  los  dos  meses  que  quedaban 
del  invierno ,  dige  en  su  relación  el  co- 
mendador Al  varado,  que  pensaba  salir  de 
aquella  cibdad  en  demanda  de  la  provin- 
cia de  Tapalan ,  que  está  segund  lo  digen, 
quince  jornadas  de  allí  la  tierra  adentro, 
que  segund  le  avian  informado  es  cib- 
dad tan  grande  como  la  de  Temistitan,  é 
de  grandes  edeficios  de  cal  é  canto  é  acu- 
tcas.  É  sin  ella  dicen  que  hay  otras  mu- 
chas, ó  que  de  quatro  ó  cinco  dellas  avian 
venido  allí  á  dar  la  obidiencia  á  Su  Ma- 
gestad; é  le  dieron  á  entender  que  la  una 
dellas  tenia  treynta  mili  vecinos,  é  qug 
no  se  maravillaba ,  segund  son  gran- 
des los  pueblos  de  aquella  costa  que  la 
tierra  adentro  hay,  á  lo  que  le  decían: 
6  quel  verano  siguiente  pensaba  passar 
dosgientas  leguas  adelante ,  donde  espe- 
raba que  Su  Magestad  seria  muy  servido, 
é  su  real  estado  aumentado,  é  quel  go- 
bernador  Hernando  Cortés  ternia  notigia 
de  otras  cosas  nuevas. 

Di(e  iná-:  que  desde  la  cibdad  de  Te- 


mistitan hasta  lo  quel  comendador  anduvo 
é  conquistó  hay  quatrogientas  leguas,  é 
ques  más  poblada  aquella  tierra  é  de  más 
gente  que  toda  la  que  Cortés  hasta  eston- 
ges  avia  gobernado. 

Dige  más :  que  avian  hallado  una  sier- 
ra donde  está  un  volcan,  la  más  espanta- 
ble cosa  que  se  ha  visto ,  que  echa  por  la 
boca  piedras  tan  grandes  como  una  casa, 
ardiendo  en  vivas  llamas ,  é  quando  caen 
se  hagen  pedagos  é  cubren  toda  la  sierra 
de  fuego :  é  que  sessenta  leguas  adelante 
vieron  otro  volcan  que  echa  humo  muy 
espantable  que  sube  al  gielo ,  en  anchor 
de  compás  do  media  legua,  y  envuelto 
del  humo;  é  que  todos  los  rios  que  de 
allí  desgienden  no  hay  quien  beba  el  agua, 
porque  sabe  á  agufre ;  é  que  en  espegial 
viene  de  allí  un  rio  caudal  é  muy  hermo- 
so, tan  ardiendo  que  no  lo  pudo  passar 
cierta  gente  de  su  compañía  que  yba  á 
hager  una  entrada ,  é  que  andando  á  bus- 
car vado  hallaron  otro  rio  frió,  que  entra- 
ba en  el  ques  dicho,  é  allí  donde  se  jun- 
taban hallaron  un  vado  templado ,  que  lo 
pudieron  passar.  É  con  esto  dige,  que  de 
las  cosas  de  aquellas  partes  no  hay  más 
que  contar  é  hager  saber  por  estonges  al 
gobernador ,  sino  que  le  degian  los  indios 
que  desde  aquella  mar  del  Sur  á  la  del 
Norte  hay  un  invierno  é  un  verano  de  an- 
dadura: en  lo  qual  él  y  ellos  se  engañaban 
mucho,  porque  assi  en  essa  distancia,  co- 
mo otras  cosas  de  las  que  de  susso  se  han 
dicho  de  la  grandega  de  aquellas  cibda- 
des  (que  no  hay  tan  grandes)  se  engaña- 
ron, porque  el  tiempo  lo  ha  mostrado. 
Y  el  engaño  es ,  que  demás  de  no  aver 
aquellos  edeficios  de  cantería,  como  dige, 
quanto  á  la  grandega  hay  en  ello  una  cosa 
que  lo  hage  verisímil,  porque  están  pobla- 
dos en  barrios  continuados  de  longitud, 
unos  en  pos  de  otros,  é  más  se  pueden  de- 
gir  provincias  que  no  pueblos.  Pero  des- 
de que  Al  varado  escribió  aquello,  ques 
el  año  ya  dicho,  hasta  agora  eslá  mejor 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  XI.III. 


4s: 


entendido  é  penetrado  todo  aquello,  co- 
mo se  dirá  quando  de  la  mar  del  Sur  en 
la  tercera  parle  desta  General  historia  de 
Indias  se  tráete:  las  quales  es  una  la  de 
Guatimala ,  en  la  qual  fué  el  primero  go- 
bernador este  cavallero.  É  porque  para 
quando  aquello  se  escriba  adelante,  hace 
al  propóssito  el  fin  destfl  relación  (piel  ti- 
ro á  Cortés,  diré  el  pié  della  a  la  letra, 
que  dice  desta  manera: 

•  Vuestra  Merced  me  luco  merced  de; 
la  leneiii;ia  <\<tfu  (¡hilad  dr  Teini-tilan  .  é 
yo  la  ayudé  á  gantr  é  la  defendí,  quando 
cstalia  dt'Uiro  en  el  peligro  é  traliaxoque 
Vtic>lra  Merced  sabe  ;  é  si  o  viera  ydo  en 
España,  por  lo  que  yo  á  Su  Magestad  he 
Berrido,  me  la  confirmara  é  me  hiriera 
más  mercedes.  Ilánme  dicho  que  Su  Ma- 
gestad la  lia  provcydo:  no  me  maravillo, 
pues  que  de  mi  no  tiene  noticia ;  é  desto 


no  tiene  nadie  la  culpa  sino  Vuestra  Mer- 
ced, por  no  ayer  hecho  relación  á  Su  Ma- 
gestad de  lo  que  yo  le  he  servido.  Pues 
me  envió  acá ,  suplico  á  Vuestra  Merced 
le  haga  relación  de  quién  soy,  é  loque  á 
Su  Magestad  he  sen  ido  en  estas  partes  é 
donde  ando,  é  lo  que  nuevamente  le  he 
conquistado,  é  la  voluntad  (pie  tengo  de 
le  servir  en  lo  de  adelante ,  é  cómo  en  su 
sen  icio  me  han  lidiado  de  una  pierna,  e 
quán'poco  sueldo  yo  y  estos  hidalgos  que 
en  mi  compañía  andan,  avenios  ganado,  y 
el  poco  provecho  que  hasta  agora  se  nos 
ha  seguido.  Nuolro  Señor  prósperamente 
crezca  la  vida  é  muy  magnífico  estado  de 
Vuestra  Merced  por  muy  largos  tiempos. 
Desta  cihdad  de  Sancliago  á  veyntc  é  ocho 
de  julio  (le  mili  é  quinientos  é  veynte  6 
quatro  años.=Pcdro  de  Alvarado». 


CAPITULO  XL1V. 

Donde  se  Irada  otra  relación  fecha  por  el  capitán  Diego  de  Godoy  al  gobernador  llernando'Corlés,  la  qual, 
con  la»  relaciones  que  la  historia  ha  contado  ,  envió  al  (imperador,  nuestro  señor;  i  decirse  ha  lo  subs- 
tancial por  evitar  prolixidad ,  sin  que  se  dexc  de  expresar  lodo  lo  ques  notable  c  convinicnte  á  la  historia. 


Aunque  os  parezca,  letor,  que  algunas 
cosas  que  aquí  se  locan ,  é  pueblos  é  pro- 
vincias (pie  aqui  se  nombran  es  superfino, 
é  que  la  cosmographia  anda  escura  por 
culpa  de  los  questas  relaciones  hacen, 
que  ni  distinguen  los  assientos  é  promon- 
torios é  costas  de  las  mares  é  de  los  rios 
é  lagos,  ni  dicen  los  grados  ni  alturas  de 
cada  provincia  é  pueblo,  ni  en  qué  clima 
ó  paralelo  están ,  sino  assi  á  modo  solda- 
desco, como  si  para  ellos  solamente  fues- 
se ;  no  creays ,  que  aunque  haya  en  ellos 
essos  é  otros  defettos ,  que  dexa  de  ser 
provechoso  para  adelante  en  alguna  ma- 
nera. Porque  sin  dubda  todo  lo  que  es- 
cribió Claudio  Tolomeo  Alexandrino  en  su 
Geographia,  é  lo  que  acumuló  Plinio  en  su 
Natural  Historia,  ó  la  mayor  parte  dello, 


otros  lo  dixeron  y  escribieron  en  pocas  ó 
menos  6  gruessas  palabras,  oydas  á  losque 
lo  vieron  antes,  é  los  segundos  lo  apun- 
taron mejor,  li  de  unos  é  otros  vino  la  co- 
perficionándose ,  hasta  la  mediré  po- 
ner en  sus  grados  é  regiones  por  su  cuen- 
ta  é  reglas,  confirmando  las  línias  é  cli- 
mas celestiales  con  los  assientos,  terrenos 
ó  sitios,  para  que  la  ragon  de  la  tierra 
pudiesse  estar  assi  bien  entendida.  É  lo 
mesmo  podeys  entender  que  acaesció  en 
el  arte  de  la  pintura ,  quel  origen  <lella  fué 
hallada  de  la  forma  del  hombre  circuns- 
cripta con  las  línias:  é  assi  fué  la  primera 
¡tintura,  é  la  segunda  fué  de  una  color  so- 
la ,  é  después  se  hallaron  las  colores  é  ma- 
tices, é  vino  de  un  tiempo  en  otro  hasta 
allegar  aquellos  varones  y  excelentes  pin- 


48S 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


lores,  que  son  famosos  en  tal  arle.  Desta 
manera,  pues,  nuestros  soldados  dicen  los 
nombres  de  los  pueblos  é  provincias  co- 
mo los  oyen  á  los  indios ,  é  no  distinguen 
en  qué  línia  ó  parte  están,  ques  quassi  co- 
mo principiar  de  la  sombra  estotra  pintu- 
ra del  inundo.  É  los  capitanes  destas  con- 
quistas mudan  algunas  veces  aquellos  vo- 
cablos que  hallan  usados  entre  los  natura- 
les, para  que  más  bprrado  y  escuro  que- 
de. É  porque  los  que  vinieren  no  me  den 
á  mí  la  culpa  que  á  essotros ,  dígolo  assi 
como  de  sus  relaciones  se  colige ;  pero 
donde  puedo  acresciento  la  claridad  que 
alcanco,  para  darlo  mejor  á  entender. 

Dice  Alvarado  en  fin  de  su  relación  en 
el  precedente  capítulo,  que  su  carta  es 
fecha  en  la  cibdad  de  Sanctiago,  é  quien 
no  mirare  más,  pensara  ques  la  cibdad  de 
Sanctiago  en  Galicia;  é  por  excusar  esse 
error,  añadí  yo  en  el  título  del  capítu- 
lo XLH  é  dixe  desde  la  cibdad  de  Sanc- 
tiago de  Guatimala ,  quiero  decir ,  que  no 
soy  adivino,  ni  nuestros  soldados  cosmó- 
graphos ;  pero  esforzarme  hé ,  donde  ha- 
llare lugar,  para  poner  cada  cosa  en  su 
debida  cuenta  ;  y  esto  no  puede  ser  de  un 
golpe  tampoco,  sino  dilatándose  el  tiem- 
po, como  en  la  pintura,  para  que  con  él, 
con  los  mesmos  nombres  que  aqui  se  di- 
rán ,  otros  períicioñen  é  pongan  al  proprio 
los  grados  é  alturas  en  cada  provincia 
destas. 

Vengamos  á  lo  que  dice  este  hidalgo 
Diego  de  Godoy  en  la  relación  ó  carta  que 
escribió  á  Hernando  Cortés,  é  que  fué  en- 
viada á  Su  Magostad  con  las  que  la  histo- 
ria de  susso  ha  memorado:  el  quaj  hace 
mención  que  desde  el  pueblo  de  Cenacan- 
lean  avia  escripto  y  hecho  saber  al  go- 
bernador lo  de  hasta  estonces.  É  prosi- 
guiendo en  las  cosas  de  que  le  avisa,  dice 
quel  martes,  tercero  (lia  de  pasqua  de 
Rcsurrecion ,  que  fueron  veynte <e  nueve 
dias  de  marco  (é  no  dice  qué  aña,  y  es 
el  mesmo  que  cssotras  relaciones  de  sus- 


so expresan  de  mili  é  quinientos  é  veynte 
é  quatro)  el  teniente  de  Cortés  se  partió 
para  yr  á  un  pueblo,  que  se  llama  Quc- 
gueztean ;  que  de  allí  á  Cenacantean  avian  * 
venido  de  paz  los  indios  á  un  Francisco  de 
Medina,  antes  quel  teniente  allí  vinies- 
se,  que  le  ayia  enviado  desde  Chiapa; 
é  que  á  este  Diego  de  Godoy ,  con  otros 
seys  de  caballo  é  siete  ballesteros,  envió 
por  otro  camino  para  visitar  la  provincia 
llamada  Chamula,  que  también  ya  avian 
ydo  de  paz  los  indios  deftü ,  é  les  dixo 
que  dende  allí,  cómo  oviessen  visitado  á 
Chamula ,  se  fuessen  á  donde  el  dicho  te- 
niente yba.  E  por  el  camino  que  á  estos 
guiaron  avia  cinco  pueblos  pequeños  de 
la  dicha  provincia ,  á  vista  unos  de  otros, 
en  espacio  de  tres  leguas ,  de  tan  mal  ca- 
mino que  muy  poco  dél  pudieron  yr  ca- 
balgando :  é  cómo  llegaron  al  primero 
pueblo,  halláronle  despoblado,  el  qual  es- 
taba en  un  gerro  alto.  É  baxaron  á  una 
cañada  que  se  hacia  para  subir  á  los  otros 
pueblos,  que  se  vian  desde  el  primero, 
puestos  en  una  ladera  muy  alta ,  é  cerca 
unos  de  otros,  é  avia  una  cuesta  muy  al- 
ta é  áspera,  que  llevando  los  caballos  de 
diestro  con  grand  pena  podian  subir.  É 
assi  como  comencaron  á  subir  por  ella, 
vieron  en  lo  alto,  en  el  mesmo  camino, 
un  esquadron  de  gente  de  guerra ,  é  las 
laucas  enhiestas  tan  luengas  ó  más  que 
langas  ginetas;  é  continuando  assi  por  la 
cuesta  arriba,  vieron  cómo  por  la  loma 
de  dicha  ladera  venían,  á  trechos  unos  de 
otros,  muchos  indios  corriendo  con  sus  ar- 
mas á  se  juntar  con  los  que  estaban  sobre 
el  camino,  é  apellidándose  é  llamándose 
unos  á  otros.  Viendo  aquesto  essos  pocos 
españoles,  é  que  la  tierra  que  atrás  de- 
xabanpara  volver,  peleando,  era  tan  pe- 
ligrosa, (pie  poniéndose  ron  ellos  en  con- 
tienda corrían  mucho  riesgo,  é  corrién- 
dolo ellos  lo  corrían  todos  los  otros  espa- 
ñoles que  con  el  teniente  estaban ,  acordó 
el  dicho  Godoy  que  era  mejor  dexar  la 


DE  INDIAS.  I.llt.  XXXIII.  CAP.  XLIV. 


subida  é  lomarse  al  pueblo  que  atrás  que- 
daba despoblado.  E  desde  allí  les  envió  á 
decir  que  por  qué  lo  liarían  tan  nial ,  que 
no  avian  adorescado  el  camino,  que  los 
Caballos  no  podían  subir  arriba,  é  que 
fuessen  á  aqi/bl  pueblo  los  señores  ó  algu- 
nos principales,  para  que  les  dixessen  lo 
quel  teniente  les  avia  mandado  decir.  Res- 
pondieron que  no  querían:  que  se  volvies- 
sen  los  españoles,  si  no  que  alli  estaban 
con  sus  armas  apercibidos  para  los  res- 
cebir. 

Viendo  aquesto,  que  ninguno  dessos 
españoles  [ludiera  escapar,  por  no  poder 
pelear  a  caballo ,  se  tornaron ,  ó  la  guia 
los  llevó  por  cierto  atajo;  é  quando  el  sol 
se  quería  poner,  fueron  á  salir  adonde  el 
teniente  estaba  apossentado,  que  era  en 
el  camino  en  una  muy  buena  vega,  muy 
grande  é  á  par  de  un  rio ,  é  cercado  de 
hermosos  pinares,  é  á  vista  de  tres  pue- 
blos de  Cenacantean ,  que  estaba  en  una 
sierra  que  alli  junto  se  hacia,  6  que  avia 
hasta  aquella  vega  de  Cenacantean  dos  le- 
guas é  media.  E  allí  llegados,  dixeron  al 
teniente  lo  que  avian  visto,  é  que  les  pa- 
resia que  no  era  bien  que  aquellos  in- 
dios quedassen  sin  castigo,  é  as-¡  le  pa- 
resfió  á  él ;  é  otro  día  por  la  mañana, 
treynla  de  marco,  partieroo  para  yr  so- 
bre el  dicho  pueblo  de  Chámala  ,  quedan- 
do en  aquella  vega  todo  el  fardage  é  do- 
lientes, é  con  ellos  un  hidalgo  llamado 
Francisco  de  Eedesma ,  con  diez,  de  caba- 
llo, para  guarda  del  real,  li  fueron  guia- 
dos por  otro  camino  que  yba  á  la  dicha 
cabecera  de  la  provincia ,  é  llegaron  á  ella 
'i  las  dos  horas  del  día,  é  antes  de  llegar 
se  ha^e  una  cuesta  abaxo  peligrosa,  en 
la  qual  algunos  caballos  cayeron  en  harta 
hondura,  aunque  no  peligraron,  por  no  ser 
tierra  de  piedras,  é  porque  avia  algunas 
matas  é  hierbas.  E  baxados  de  la  cuesta, 
ó  puestos  al  rededor  de  un  pueblo  que 
estaba  en  un  cerro  muy  alto,  hádese  una 
cañada:  é  creyendo  que  presto  se  püdie- 

TOMO  III. 


ra  tomar,  los  de  caballo  so  partieron  en 
tres  quadrillas  para  cercar  el  pueblo  é  dar 
en  la  gente  que  huyesse ,  con  parte  de 
los  amigos  confederados;  y  ol  teniente 
con  los  peones  é  los  más  de  los  amigos 
(porque  caballo  en  ninguna  manera  podia 
subir  sino  con  mucho  peligro  é  de  dies- 
tro) contonearon  á  subir  por  una  lade- 
ra, por  donde  el  camino  yba  muy  angos- 
to, ó  á  parles  de  pena  tajada.  E  llegados 
ya  arriba,  antes  de  llegar  al  pueblo,  á 
par  de  unas  casas,  resorbieron  á  los  nues- 
tros con  muchas  piedras  é  flechas,  é  con 
muchas  langas,  como  las  que  se  han  dicho, 
que  son  las  armas  con  que  aquella  gente 
pelea ,  é  con  unas  pavesinas  que  les  cu- 
bre todo  el  cuerpo,  desde  la  eabeca  has- 
ta los  piés:  las  quales,  quando  quieren 
huyr,  ligeramente  las  arrollan  é  las  toman 
debaxo  del  sobaco,  é  muy  presto,  quan- 
do quieren  esperar,  las  tornan  á  exten- 
der. Allí  pelearon  un  rato  con  ellos  hasta 
los  retraer  e  meter  por  una  fuerte  albar- 
rada  que  tenían  fecha,  de  dos  estados  al- 
ta, tan  gruessa  romo  quatro  piés  é  más, 
toda  de  piedra  é  Mena  entretexida  con  ár- 
boles c  fecha  de  nflicho  tiempo,  é  tan  re- 
cia ,  que  los  chripstianos  no  la  supieran 
hacer  mejor  de  aquella  manera:  é  por  la 
parle  más  áspera  tenía  una  escalera  de 
gradas,  muy  angosta,  que  subía  arriba, 
por  donde  entraban  adentro;  y  encima  de 
la  dicha  albarrada  ,  de  luengo  á  luengo, 
puestas  tablas  muy  gruessas,  tan  altas  co- 
mo otro  estado  ,  é  muy  fixamente  atadas 
con  muy  buenos  maderos ,  por  fuera  é  por 
dentro,  é  muy  fuerte  ligacon  de  vexucos 
en  lugar  de  cuerdas; 

Antes  de  llegar  á  esta  albarrada ,  al  pié 
della  estaba  fecha  una  pal  ¡cada  de  made- 
ra metida  en  el  suelo  é  crucada  una  con 
otra,  é  alada  de  tal  forma  que  los  chrips- 
tianos estaban  admirados  del  artificio  é 
forlaleca  que  en  sí  tenia:  é  dende  la  di- 
cha albarrada  de  piedra,  é  por  de  dentro, 

donde  un  cerrillo  que  se  hacia  todo  lleno 
62 


490  HISTORIA  GENE 

de  arboledas  é  matas  espesas,  peleaban 
osadamente  é  tiraban  tantas  piedras,  que 
no  avia  medio  de  poderlos  entrar  por  nin- 
guna parte.  Estando  assi,  arremetieron 
ciertos  españoles ,  hombres  animosos ,  á 
la  escalera  que  está  dicho ,  pensando  en- 
trarles; é  tan  presto  como  llegaron  arri- 
ba, los  levantaron  en  pesso  en  las  puntas 
de  las  langas,  é  los  hicieron  volver  ro- 
dando por  la  mesma  escalera.  Esto  mes- 
mo  se  higo  por  dos  ó  tres  veces  que  se 
probó  á  entrarles,  lo  qual  era  imposible, 
porque  de  dentro  estaba  hondo;  é  assi  se 
defendían  y  herían  á  muchos  españoles  é 
de  sus  confederados  amigos ,  non  obstan- 
te que  con  el  artillería  é  ballestas  se  les 
hacia  harto  daño ,  porque  á  veces  se  dcs- 
cobrian  para  pelear  algunos  atrevidos,  é 
no  podia  ser  menos;  é  andaban  los  com- 
bates de  manera  que  pocos  tiros  se  erra- 
ban ,  ni  se  dexaban  de  emplear  en  daño 
de  los  contrarios.  E  cómo  los  chripstia- 
nos  vieron  que  con  tanto  ánimo  peleaban 
los  contrarios  enemigos  sin  huyr,  los  de 
caballo  que  abaxo  los  estaban  esperan- 
do, acordaron  de  dexar  los  caballos  é 
subir  á  pié  á  lo  alto;  é  pelearon  todo  aquel 
dia ,  hasta  que  fué  de  noche ,  procurando 
deshager  la  estacada  de  madera  que  es- 
taba delante  de  la  albarrada  de  piedra. 
Y  el  teniente  envió  al  real  por  hachas  é 
hacadones  é  barretas  de  fierro  para  der- 
ribar el  albarrada  de  piedra,  porque  de 
otra  manera  no  avia  medio  para  les  po- 
der entrar,  que  no  se  asomaba  hombre 
sin  que  vcynto  langas  no  le  tuviessen 
puestas  en  los  ojos:  ó  cómo  la  noche  les 
tomó  allí  en  aquellas  casas,  que  eran  dos 
ó  tres,  dende  donde  peleaban  los  nues- 
tros, tuvieron  la  noche  velando  con  buen 
recabdo ,  é  no  lucieron  menos  los  de  den- 
tro, porque  toda  la  noche  hicieron  muy 
mandes  are\ tos  é  gritas,  6  tañendo  ata- 
bales 6  sonando  vocinas;  é  muchas  ve- 
ces tiraban  flechas  é  algunas  piedras,  é 
se  oia  como  arrancaban  piedras  para  ü- 


AL  Y  NATURAL 

rár,  porque  sonaban  al  tiempo  que  las 
descargaban  é  daban  en  el  suelo. 

Luego  otro  dia  siguiente ,  assi  como  fué 
de  dia ,  comencaron  los  españoles  á  com- 
batir el  albarrada;  é  ya  quel  sol  salia,  lle- 
garon las  hachas  é  hacadones  é  barretas 
por  que  avian  enviado,  é  comengóse  á 
deshacer  el  albarrada.  É  cómo  los  ene- 
migos se  comencaron  a  apartar,  los  ami- 
gos de  los  chripstianos  truxeron  luego  ha- 
ces de  paja,  é  pusiéronla  encima  de  la 
albarrada  á  las  tablas  para  las  quemar,  é 
tan  presto  como  comencóel  fuego  á  arder, 
en  continente  socorrieron  los  enemigos 
con  muchas  ollas  de  agua  para  lo  matar. 
Antes  desto  avian  fecho  un  ardid,  y  era 
que  echaban  mucha  agua  caliente  envuel- 
ta con  cenica  é  cal,  con  que  hacian  daño 
á  los  que  se  allegaban.  Y  estando  assi  pe- 
leando ,  echaron  un  pedaco  de  oro  des- 
de dentro,  diciendo  que  dos  petacas  ó 
gestas  tenían  de  aquello ,  que  entrassen 
adentro  á  las  tomar ,  é  como  gente  que 
mostraba  tener  los  nuestros  en  poco.  E 
ya  que  era  hora  de  vísperas,  quassi  avian 
hecho  los  españoles  dos  portillos,  por  los 
quales  se  juntaban  tanto  con  los  con- 
trarios, qué  pié  con  pié  peleaban,  y 
ellos  se  defendían  con  tanta  constancia, 
que  los  ballesteros,  sin  encarar,  á  man- 
teniente, les  ponían  las  ballestas  en  los 
pechos,  é  no  hacian  sino  apretar  las  lla- 
ves é  derribar  dellos.  Y  estando  en  este 
estado  el  combate ,  vino  una  grandíssrma 
agua,  ó  una  niebla  tan  escura  é  gorrada, 
que  apenas  se  vian  unos  a  otros,  por  ger- 
ca  que  esluviessen,  ó  á  esta  causa  los  es- 
pañoles se  desviaron  del  albarrada  a  las 
casas.  É  turó  el  agua  una  hora,  en  la  qual 
passó  aquella  niebla  é  cessó  de  llover:  é 
tornaron  en  continente  los  nuestros  á  con- 
tinuar el  combate,  é  halláronse  burlados, 
porque  segund  pareseió,  la  noche  antes 
cómo  los  enemigos  vieron  que  los  apre- 
taban ,  no  avian  fecho  sino  alear  su  ropa 
é  mugeres  é  quanto  tenían ,  é  assi  subida 


DE  INDIAS.  LIR.  XXXIII.  CAP.  XUV. 


101 


el  albarrada  no  avia  dentro  ánima  viva; 
é  porque  páresejesse  qae  estaban  allí,  de- 
\aron  las  laucas  arrimadas  al  albarrada, 
que  se  parescian  por  de  fuera  las  puntas 
de  unas  algo  más  de  otras.  Por  manera 
que  los  nuestros  entraron  por  el  pueblo 
adelante,  que  era  muy  Irahaxoso  de  an- 
dar, porque  cada  cinco  ó  seys  casas  eran 
como  una  fortaleca ,  segund  eran  en  sí 
fuertes;  6  los  arroyos  de  agua  eran  tan 
grandes  de  lo  que  avia  llovido ,  que  no 
podian  andar  los  vencedores  sino  dando 
muchas  caydas;  é  los  amigos  como  eran 

más  sueltos,   siguieron  ¡i   lus   que  huiail 

hasta  ahaxo,  é  tomaron  muchas  mugeres 
é  muchachos,  é  aun  algunos  hombres. 
Tenian  assimesmo  las  hincas  arrimadas  á 
las  puertas  de  las  casas,  porque  se  sospe- 
chasse  que  e-laban  dentro. 

Avida  la  victoria  de  la  manera  ques  di- 
cho, reposaron  allí  los  españoles  e  sus 
amigos  aquel  dia  é  la  noche,  e  hallaron 
liarlo  de  comer,  que  les  era  bien  menes- 
ter, porque  avia  dos  dias  que  no  avian 
comido,  ni  tenían  (pié  comer  ellos  ni  los 
caballos;  6  no  hallaron  otro  despojo.  Sú- 
pose de  los  pressos  quel  dia  antes  mu- 
rieron de  los  enemigos  doscientos  hom- 
bres, 6  que  aquel  dia  del  vencimiento  les 
mataron  tantos  que  no  los  pudieron  con- 
tar. También  dixeron  que,  avian  estado 
allí  en  la  defensa  assaz  gente  de  la  otra 
provincia  do  Gueguczloan.  Y  el  viernes 
adelante,  primero  dia  del  mes  de  abril, 
se  tornó  nuestra  gente  á  su  real  para  des- 
cansar é  curarse,  que  yban  los  más  de 
los  españoles  heridos,  6  para  que  so  hi- 
ciessen  saetas  é  almacén,  que  se  avia  gas- 
tado lo  tpie  tenían;  y  estuvieron  allí  el  sá- 
bado siguiente.  Y  el  domingo,  (res  de 
abril,  después  que  se  díxo  misa,  partie- 
ron para  el  pueblo  é  provincia  de  Gue- 
guezlean; y  el  camino  hasta  llegar  á  vis- 
ta de  aquella  cabecera  de  la  provincia  es 
todo  muy  bueno  é  llano,  de  hermosos  pi- 
nares c  monte  raso:  é  antes  algo  de  en- 


traren aquella  provincia  estaba  una  grand 
cuesta  que  baxa  háeia  baxo,  y  el  pueblo 
está  sobre  otra  cuesta.  É  vieron  eómo  de 
otro  pueblo  yban  por  una  loma  corriendo 
mucha  gente  con  sus  armas  á  se  meter  en 
la  dicha  cabecera;  é  llegados  allá,  luego  vie- 
ron las  albarradas,  que  tenían  muy  gran- 
des, pero  no  tan  fuertes  como  las  de  Cha- 
mula.  E  como  avian  gustado  ó  visto  lo  que 
en Ch. imilla  se  avia  fecho,  desampararon 
el  pueblo  é  albarradas,  é  se  pusieron  en 
huyda  por  una  ladera  de  unos  cerros;  pe- 
ro la  mayor  parte  de  los  fugitivos  siguie- 
ron por  un  valle  qué  abaxo  se  hacia  de 
mabicales,  é  por  no  aver  buen  concierto 
en  los  nuestros  no  se  tomaron  ó  prendie- 
ron más  de  quinientas  personas,  todos 
hombres;  porque  el  teniente  no  quiso 
aguardar  que  la  gente  fuesse  toda  junta- 
anles  se  adelanto  con  cinco  ó  seys  de  ca- 
ballo Irás  los  que  yban  por  la  ladera  en 
lo  alto,  é  como  era  mal  camino,  no  alcan- 
zaron sino  muy  pocos,  que  mataron,  é 
tomaron  algunas  mugeres;  y  el  valle  en 
lo  baxo  \  lia  todo  lleno .  que  [ludieron  to- 
mín muchos  o  malar  los  (pie  quisieran,  si 
la  gente  nuestra  fuera  llegada  á  tiempo, 
ó  el  teniente  no  se  acelerara,  li  assi  quan- 
do  los  españoles  llegaron,  fué  tarde,  ó  los 
contrarios,  como  vencidos  é  por  huyr 
más  desocupados,  dexaban  en  tierra  las 
armas;  y  cssos  cinco  ó  seys  de  caballo, 
que  yban  con  el  teniente,  llegaron  hasta 
otro  pueblo  pequeño,  (pie  está  media  le- 
gua adelante,  bien  fuerte,  6  allí  espera- 
ron la  gente,  é  se  assentó  allí  el  real. 

Desde  aquel  lugar,  principal  cabecera 
de  Guegucztean,  se  parescen  diez  ó  doce 
pueblos  á  la  redonda,  todos  en  la  sierra, 
que  le  son  subjetos;  y  el  valle  que  passa 
por  abaxo  es  muy  hermoso  de  labranzas, 
ó  passa  por  él  un  bonico  rio,  aunque  es 
pequeño. 

Todos  los  pueblos  de  aquella  tierra  tie- 
nen guerra  unos  con  otros :  ó  desde  allí 
higo  el  teniente  yr  mensajeros  á  los  seño- 


40i 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


res  para  que  viniessen  de  paz;  pero  ó  no 
le  entendieron ,  ó  mejor  diciendo ,  no  lo 
quisieron  hacer,  é  ninguno  vino.  E  de  allí 
se  partieron  un  miércoles,  seys  dias  de 
abril,  para  Cenacantean,  é  siguieron  por 
la  via  que  va  á  Cemalan ;  é  cómo  vieron 
los  españoles  que  tan  presto  como  se  da- 
ban los  pueblos  de  paz,  tan  presto  é  con 
poco  intervalo  de  dias  se  rebelaban ,  per- 
dieron el  esperanza  de  se  servir  dellos :  é 
como  se  descubrían  muchos  pueblos,  pen- 
saban ser  ricos;  más  entendida  é  vista  su 
mudanca  é  poca  constancia ,  no  les  pa- 
resgió  que  era  tierra  para  que  ninguno 
osasse  tomar  indios  allí  de  repartimiento. 
E  considerando  aquesto,  se  tornaron,  co- 
mo es  dicho,  de  camino  de  Cenacantean; 
pero  con  todo,  un  hidalgo  llamado  Alon- 
so de  Grado  fué  a  Chiapa  é  le  rescribieron 
bien  los  indios ,  é  á  algunos  españoles  en 
otros  pueblos,  quel  teniente  les  avia  depo- 
sitado. 

Dice  más  en  esta  carta  este  hidalgo  Die- 
go de  Godoy  que  un  miércoles ,  trece  del 
dicho  mes  de  abril,  vinieron  indios  na- 
guatatos de  una  provincia  que  se  dice 
Anapanasclan,  que  ya  otras  veces  avian 
venido  de  paz ,  é  con  ellos  otros  indios  de 
!\Iichampa:*é  con  aquellos  indios  nagua- 
tatos avia  enviado  el  teniente;  é  truxe- 
ron  un  poco  de  oro  é  una  costilla  con  cas- 
quines para  saetas,  ó  dixeron  que  un  es- 
pañol que  estaba  en  Soconusco,  se  los  avia 
mandado  hacer  para  Pedro  de  Al  varado; 
E  aquestos  dieron  noticia  quel  comenda- 
dor Alvaradq  avia  entrado  en  Uclacan  é 
avia  muerto  mucha  gente  en  la  guerra,  é 
dixeron  que  desde  su  tierra  á  Uclacan  no 
avia  sino  siete  jornadas ,  é  desde  Chiapa 
á  su  tierra  tiestos  tres  jornadas:  de  for- 
ma que  por  lo  que  aquellos  indios  decian 
podría  aver  dende  donde  estaban  nues- 
tro^ españoles  y  el  dicho  teniente  á  Cela- 
ran, cient  leguas  ó  poco  más.  Otros  Indios 
fueron  allí  á  Cematan  de  pagos,  en  espe- 
cial de  un  pueblo  que  se  dice  C.ueyteupan 


é  de  otro  que  llaman  Tesistebcque,  é  tru- 
xeron  un  poco  de  oro;  y  el  teniente  en- 
vió con  ellos  dos  españoles  á  ver  estos 
pueblos.  El  jueves  adelante  se  partió  el 
teniente  é  los  nuestros,  é  á  tres  leguas  de 
allí  hallaron  fechos  muchos  ranchos  é  bue- 
nos, y  el  camino  muy  abierto  é  desher- 
bado; é  paresció  una  persona  que  dixo 
ser  señor  de  Clatipiluta,  de  buena  pres- 
sengia,  que  lo  avia  mandado  hacer,  é 
trnxo  muy  abasladamente  de  comer,  é 
dixo  al  teniente  quél  tenia  abierto  el  ca- 
mino hasta  su  tierra,  é  que  viesse  lo  que 
le  mandaba.  É  dióle  el  teniente  Jas  gra- 
cias por  ello,  é  díxole  que  quería  yr  á  ver 
su  tierra  j  pues  quel  pueblo  estaba  tres  le- 
guas de  allí,  del  peor  camino  que  hasta 
estonges  avian  visto  en  la  Nueva  España, 
é  tal,  que  si  los  indios  no  le  tuvieran  tan 
bien  aderescado,  fuera  imposible  passar 
adelante ,  porque  es  de  sierras  muy  áspe- 
ras, é  legua  é  media  de  una  baxada  muy 
peligrosa ,  porque  de  una  parte  es.de  una 
ladera  de  mucha  hondura ,  é  á  partes  de 
una  peña  tosca ,  que  no  avia  dónde  los  ca- 
ballos pusiessen  los  piés.  E  teníanlo  tan 
bien  aderescado  de  muchas  estacas  hinca- 
das á  la  parte  de  la  ladera,  é  maderos 
muy  fuertes  atados  muy  bien  y  echada 
mucha  tierra ,  ó  cavado  todo  lo  que  avian 
podido  cavar,  é  aun  en  partes  quebradas 
las  peñas  é  innumerables  árholes  corta- 
dos para  abrir  el  camino ,  en  que  avia 
árbol  (é  se  midió)  de  nueve  palmos,  me- 
dido por  medio,  que  son  en  redondo  ó 
de  circunferencia  vcynte  y  seys,  é  otros 
muy  grandes :  de  que  se  cóngeturaba  que 
aquella  labor  ó  camino  se  avia  fecho  de 
buena  gana  é  con  mucha  gente,  é  aunque 
españoles  en  ello  entendieran,  no  lo  pu- 
dieran aver  fecho  mejor.  E  passado  aquel 
pueblo,  los  llevaron  á  apossentar  fuera  del 
pueblo  á  muchos  ranchos  que  tenían  fe- 
chos, donde  vino  el  señor  coa  pressentes 
de  01  o,  aunque  poco,  6  plumas  de  las 
muy  herniosos,  que  parescen  de  color  de 


DE  INDIAS.  I-IB.  XXXUI.  CAP.  XI.IV. 


193 


oro  é  verdes,  é  unos  páxaros  njuertos  do 
los  que  las  crian;  é  truxeron  liarla  abun- 
dancia de  comida  é  mucha  gente ,  que  an- 
daban sirviendo  é  trayendo  agua  é  hier- 
ba. Este  pueblo,  con  otros  que  le  son  sub- 
jelos,  están  en  un  hermoso  valle,  á  par  de 
un  rio,  con  sierras  de*  un  cabo  6  de  otro. 
Allí  fueron  otros  indios  de  paz  é  con  co- 
mida é  oro,  poca  cpsa,  é  por  esperar  los 
españoles  que!  teniente  avia  enviado  á 
Gueiteupan,  estuvo  este  exército  quatro 
dias  allí,  hasta  que  \  inieron  ciertos  indios 
con  un  bonete  dellus  á  decir  que  se  yhan 
por  otro  camino  á  salir  á  otro  pueblo,  don- 
de el  teniente  avia  de  yr  á  salir  con  su 
gente.  Donde  dice  en  algunas  parles  des- 
las  relaciones  que  los  indios  que  venían 
de  paz  traían  poco  oro,  aveys,  letor  mió, 
de  entender  que  óit-c  poco ,  porque  no  era 
tanto  como  tomaran  los  que  lo  rescihian; 
pero  no  dexaba  de  ser  buena  cantidad 
dello.  Allí  vinieron  ciertos  indio*  de  |o> 
«.apotecas,  que  de  Chiapa  á  Quichula  se 
avian  ydo  á  vivir,  porque  es  cerca  de 
aquel  pueblo,  é  yban  á  traer  de  comer  á 
un  hidalgo  llamado  Grande,  6  a  ver  lo 
que  les  mandaba. 

Miércoles  adelante  vcynle  de  abril  se 
partió  esta  gente,  é  desde  a  dos  leguas 
llegaron  á  un  pueblo  que  está  junto  á  la 
l  ibera  del  uiesino  rio  di'  (lliapitulu ,  entre 
unas  sierras,  que  es  subjeto  á  otro  que 
se  Uicc  Sílusínchiapa,  otras  dos  leguas, 
donde  fueron  aquel  mesmadia.  En  estas 
tíos  leguas  están  otros  pueblos  pequeños 
que  le  son  subjetos ,  y  en  la  mesma  ribe- 
ra de  aquel  rio  y  entre  sierras;  y  es  el 
camino  hasta  llegar  á  Silusinchiapa  el 
peor  que  se  puede  decir,  aunque  los  na- 
turales lo  avian  aderescado  lo  mejor  que 
pudieron,  segund  la  mala  dispusicion  de 
la  tierra.  Allí  fueron  bien  resabidos  é 
provcydos  de  mucha  comida,  aunque 
-Novia  mucho,  é  tanto,  que  cresció  aquel 
rio  de  tal  forma  que  no  pudieron  passar 
adelante,  porque  como  es  entre  sierras 


vá  el  agua  del  por  el  mesmo  camino  é 
muy  furioso;  y  en  tanto  que  descansaban 
los  españoles  y  estaban  assi  detenidos  pol- 
la lluvia,  se  fueron  todos  los  indios,  que 
ninguno  dellos  paresció,  sin  averies  dado 
causa',  é  aviendó,  como  es  dicho,  muy 
bien  rescebido  á  nuestra  gente,  é  aviendo 
Irabaxado  lanío  en  aderescar  el  camino. 
As*i  (jue,  dos  dias  que  estuvieron  los  nues- 
tros detenidos  por  la  lluvia,  (piando  c-es- 
só  se  dieron  algunas  catas,  porque  pa- 
rescia  que  aquel  rio  tenia  dispusicion  de 
leneroro,  é  halláronse  unas  punías  de- 
llo. |)ueslo  que  avia  mal  aparejo  é  falla 
de  bateas  para  lo  sacar.  Desde  allí  envió 
el  teniente  un  mandamiento  á  los  de  Gua- 
pa, que  está  mas  adelanle  é  SubjetOS  á 

Rematan. 

El  lunes  siguiente  fueron  dos  leguas  y 
media  á  olio  pueblo  también  de  la  juris- 
dicion  de  rematan,  que  se  llama  Eslapa- 
guajoya,  de  hasta  quinientas  casas,  é  to- 
do el  camino  es  por  el  rio  ó  lo  más  del, 
6  se  passa  muchas  veces,  que  ni  fué  de 
poco  trabaxo  ni  menos  peligro  para  los 
españoles,  porque-  la  tierra  es  toda  ris- 
cos, y  el  rio  muy  lleno  de  piedras  gran- 
des é  de  mucha  furia.  E  dice  esta  re- 
lación que  en  el  mundo  lodo  no  pudieron 

caballos  aver  andado  peor  camino,  por- 
que desde  que  amáneselo  hasta  puesto  el 
sol,  sin  parar,  tuvieron  bien  que  hacer  en 
andar  aquellas  dos  leguas  y  media,  é  los 
caballos  yhan  ios  más  desherrados,  é  al- 
gunos cayeron  de  los  riscos  en  el  agua, 
que  corrieron  peligro.  E  mucho  más  el 
pueblo  es  apacible  é  muy  bueno  é  de 
buenas  placas  é  casas  'y  hermosos  apos- 
scnlos,  y  el  valle  muy  gracioso  á  la  vista 
é  fértil  de  muchas  labrancas  á  par  del 
rio  de  la  una  é  la  otra  parte  del,  é  á  los 
costados  sierras,  de  un  cabo  é  del  otro, 
aunque  no  alias  como  las  que  dexaron 
atrás,  é  halláronte  despoblado  é  sin 
gente. 

Esle  Diego  de  Godoy  dice  que  después 


* 


4  O  i 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


de  aquel  pueblo  de  la  cabecera  de  Com- 
pilco, 61  se  fué  adelante  á  visitar  unos 
pueblos  subjetos  á  Conipilco,  que  Hernan- 
do Cortés  le  avia  dado  encomienda ,  ó  pa- 
ra que  le  sirviessen  al  Godoy  é  á  un  com- 
pañero suyo,  llamado  Pedro  de  Castelar; 
6  que  los  hallaron  despoblados ,  y  en  los 
otros  dos  pueblos  que  también  tenían  eh 
su  encomienda  bailaron  en  cada  uno  bas- 
ta treynta  hombres,  é  les  dieron  hasta 
cient  mili  almendras  é  hasta  quarenta 
pessos  de  oro  baxo ,  é  les  dixéron  que  to- 
da la  gente  era  muerta.  E  no  digo  otra 
cosa  que  sea  digna  de  la  historia ,  sino 
relata  passiones  de  entre  sus  vecinos  é 
quexas  á  Hernando  Cortés  sobre  los  re- 
partimientos. 

Quechula  é  Anaclaxipila  son  cabeceras 
o  jurisdiciones,  é  tienen  otros  pueblos  á 


sí  subjetos,  assi  como  Quichula  é  otros. 
Catadesiguata ,  Xavion,  Anacandan,  Cal- 
tiva,  Ullatepequc,  Tilcecoapa  é  otros  mu- 
chos nombra :  los  qualcs  todos  servían  en 
aquella  sacón  con  darles  de  comer  é  oro 
é  de  aquellas  almendras  del  cacao  que  se 
dixo  de  susso ,  las  quales  entre  aquellas 
gentes  corren  por  moneda  é  sirven  de 
moneda,  é  por  ellas  se  compran  todas 
las  cosas  en  aquella  tierra ,  de  los  árboles 
de  las  quales  é  dessa  mesma  fructa  é  de 
sus  efettos  largamente  se  tracto  en  el  li- 
bro VIII  de  la  primera  parte,  capítu- 
lo XXX,  donde  el  letor  lo  hallará.  É  co,n 
tanto  se  ha  dado  fin  á  las  relaciones,  quel 
gobernador  Hernando  Cortés  envió  á  Cés- 
sar  en  diverssos  tiempos.  Passemos  ade- 
lante con  nuestra  historia  de  la  Nueva 
España. 


CAPITULO  XLV. 


E*i  el  qtial  se  tracta  olra  información  que  de  algunos  eavalleros  é  milites  que  so  hallaron  en  la  conquista 
tic  la  Nueva  España  se  lia  sabido  por  la  diligencia  del  chronlsta ,  en  que  muchas  cosas  hay  conformes 
con  lo  que  queda  dicho;  é  tamhieji  se  dirán  otras  particularidades  que  no  son  de  preterir  ni  ¡se  dexar  de 
memorarlas ,  porque  todas  ellas  son  muy  dignas  de  la  pressenle  historia,  é  suyas. 


"esseo  mucho  que  esta  historia ,  demás 
de  ser  verdadera ,  sea  assimesmo  recole- 
gida y  entendida  su  traca  é  órden  sub- 
cessivamente :  también  desseo  que  sea 
aplacible  ó  grata  á  los  que  la  vieren,  ó  so- 
bre todo  que  resulten  della  infinitos  loores 
á  Dios,  que  tantas  novedades  nos  enseña 
é  descubre  en  nuestros  tiempos;  é  para 
esta  continuación  que  desseo  dar  á  enten- 
der, digo  rpie  quando  aquel  tiro  de  plata  ó 
de  metal  rico  llegó  á  España  con  el  pre- 
sente de  Hernando  Cortés,  el  año  de  mili 
é  quinientos  ó  veynte  y  cinco,  yo  vi  en 
aquella  corte  de  Su  Magostad  tanta  mur- 
muración contra  Cortés ,  que  andaba  ya 
público  que  su  officio  de  gobernador  se 
avia  de  proveer,  6  quel  almirante  don  Die- 
go Colom  avia  de  yr  á  la  Nueva  España  á 
le  descomponer.  E  cómo  llegaron  el  pres- 


sente  é  dineros  que  envió  é  las  relaciones 
precedentes  del  estado  de  la  tierra ,  aun- 
que no  faltaban  Pamphilo  de  Narvaez  por 
su  parle  é  otros  émulos  de  Cortés ,  que 
contra  él  hablassen,  dióse  por  medio  que 
fuesse  enviado  por  juez  de  residencia  á  la 
Nueva  España  el  licenciado  Luis  Ponce, 
que  á  la  sacón  era  teniente  en  la  cibdad 
de  Toledo  por  don  Martin  Alonso  de  Mon- 
temayor,  señor  de  Alcaudete:  el  qtial  li- 
cenciado Luis  Ponce  era  persona  de  le- 
tras é  prudente ,  aunque  mancebo ,  é  de 
quien  Su  Magestad  6  su  real  Consejo  te- 
nían buen  concepto.  Y  en  lo  de  remudar 
á  Cortés,  sin  le  oyr  é  lomar  residencia, 
fuéle  buen  terrero  el  duque  de  liejar  don 

Alvaro  de  Zuñiga  .  porque  se  tractaba  ca- 
samiento de  su  sobrina  doña  Johana  de 
Arcllano,  hermana  del  conde  de  Aguilar, 


DE  INDIAS.  L1B.  XXXI11.  CAP.  XI.V 


ron  Hernando  Corles,  que  estaba  viudo; 
y  el  tiuque  le  abonó  é  fió,  6  aplacó  al  Em- 
perador, nuestro  señor,  é  le  di\o  muchas 
cosas  en  favor  de  Cortés  para  que  Su 
Magostad  le  oyesse,  como  después  le 
oyó,  é  aun  le  engrándeselo,  como  se  di- 
rá adelante  en  la  prosecución  de  la  his- 
toria . 

Assi  que,  volviendo  a  nuestro  propós- 
silo,  no  olvidando  lo  que  está  dicho  de 
aquel  Olfatéele,  de  quien  se  hico  memoria 
en  el  capítulo  I,  al  tiempo  que  estaba  de- 
partiendo, como  allí  se  dixo,  con  Her- 
nando Cortés,  é  dándole  á  entender  la 
grandeva  y  estado  de  Montecuma,  llega- 
ron ciertos  mensajeros  del  grand  señor, 
en  que  le  mandaba  que  hiciesse  mucha 
cortesía  á  los  cbripstianós  é  se  les  diesse 
muy  complidamente  lo  que  oviessen  me- 
nester, é  los  llcvasse  el  Olintccle  á  Temis- 
titan  en  hamacas.  K  luego  este  caudillo  o 
principal  señor  dió  orden  cómo  los  chrips- 
tianos  fuessen  muy  festejados  é  provey- 
dos  de  comida ,  6  púsose  en  obra  el  ca- 
mino. I']  porque  á  mejor  evento  fuessen  en- 
caminadas las  cosas  de  Monlecuma  ,  é  poí- 
no fallar  á  sus  ritos  diabólicos,  hico  lue- 
go este  Olintecle  sacrificar  cinqüenta  in- 
dios' é  indias  en  aquellas  mezquitas  ú  ora- 
torios, en  qnejlos  tienen  Busydolos,  por- 
que  en  a(|iiello  pensaba  que  servia  á  su 
señor  é  cumplía  con  una  forma  de  religio- 
sidad ,  é  perdería  el  enojo  que  tuviesse,  si 
no  avía  llevado  antes  los  -chripstiános  á| 
la  cibdad  de  Temislitan.  Dice  esta  rela- 
ción que  los  chripstiános  é  su  capitán  si- 
guieron su  camino  con  muchos  indios  que 
los  servían ,  é  á  algunos  llevaban  á  cues- 
tas en  hamaeas,  ó  guiaron  para  la  cibdad 
de  Tascaltecal,  ó  á  los  de  Tascaltccle ',  que 
está  vcynte  leguas  antes  de  México,  don- 
de envió  mensajeros  Cortó  á  requerir  á 

•  Como  advertirán  los  leclorcs  ,  h  ibia  dado 
Oviedo  constantemente  el  nombre  de  Tascallecla  á 
osla  población:  sin  duda  ateniéndose  á  la  relación 
que,  aquí  sigue  y  extracta  ,  y  hallándole  escrito  en 


los  indios  de  allí,  cpie  diessen  la  óbidiencia 
á  Su  Magostad.  É  respondieron  quatro 
señores  los  más  principales  de  Tascalte- 
clc  que  qué  gente  era  aquella  de  los 
chripstiános  que  los  yban  amenazando  sin 
los  conoscer,  é  que  mañana  vernian  ellos 
á  ver  essos  chripstiános  é  les  responde- 
rían como  verían.  É  assi  fué,  que  luego 
otro  dia  siguiente  pareseieron  tantos  dc- 
llos  que  cubrían  los  campos,  ordenadas 
sus  esquadras,  é  con  vocínas  é  alambo- 
res ó  penachos ,  é  como  gente  de  guerra 
muy  lucida  en  su  manera ,  é  decían  entre 
sí :  .  Mué  gente  loca  é  tan  poca  es  aquesta 
(pie  nos  viene  á  amenazar  é  que  usa  de 
lanío  atrevimiento,  que  sin  nuestra  licen- 
cia entra  en  nuestra  tierra?  Pero  non 
obstante  su  error,  démosles  de  comer  pri- 
mero que  los  matemos,  porque  no  se  pue- 
il.i  decir  ipn'  los  matamos  hambrientos  é 
cansados.»  É  assi  lo  hicieron,  que  luego 
enviaron  al  real  de  los  chripstiános  tres- 
cíenlas  gallinas  ó  pavas,  que  lo  son  más 
cierto  é  muy  buenas,  é  septecíeulas  car- 
gas de  bollos  de  mahiz  (entiéndese,  car- 
ga de  un  indio,  que  son  dos  cestas,  (pie 
por  lo  menos  cada  carga  cabria  más  de 
una  arroba)  (pie  fué  grand  refresco  6  so- 
corro para  lo*  españoles,  lo  qual  reparti- 
do entre  sí  (aunque  con  temor  de  ver 
lauta  multitud  de  gente  apercebida)  co- 
mían é  atendían-,  comiendo.  É  los  indios 
se  acercaron  con  sus  esquadrones  muy 
bien  ordenados  á  una  barranca  grande 
que  estaba  entre  ambos  reales;  ó  viendo 
cómo  los  chripstiános  no  se  movian,  de- 
cían los  contrarios*  «  Vamos  ya  que  avrán 
comido,  é  atarlos  hemos,  é  pagarnos  han 
las  gallinas  é  tortas  é  bollos  que  los  envia- 
mos, é  sabremos  quién  los  mandó  entrar 
en  nuestra  tierra.  »  É  luego  los  quatro  ca- 
pitanes, debaxo  de  quien  yba  aquel  exér- 

la  forma  que  va  en  el  texto,  hubo  de  admitir  esta 
variante  ,  cosa  por  otra  parle  muy  frecuente  on  la 
Historia  de  Indias,  según  queda  ya  advertido. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


gito ,  mandaron  a  doscientos  hombres 
principales  que  fucssen  en  la  delantera,  ó 
que  si  los  clíripstianos  tomassen  armas  é 
se  defendiessen ,  los  matassen  á  todos ,  é 
si  no  que  los  llevassen  atados',  sin  les  liar 
cer  mal;  é  passaron  la  barranca  diciendo: ; 
«  Qué  honra  podemos  ganar  con  tan  civil 
gente,  que  tan  queda  se  está?»  Pero  vien- 
do su  intento  é  ferocidad  é  soberbia  que 
llevaban,  salieron  los  clíripstianos  de  ca- 
ballo en  tropel,  é  rompieron  á  los  contra- 
rios é  alancearon  muchos:  é  los  peones 
españoles  trás  los  de  caballo  mataban 
quantos  se  les  paraban  delante.  De  forma 
que  los  pusieron  en  huyda,  é  los  pocos 
que  acertaban  el  passo  de  la  barranca,  es- 
capaban ;'  pero  la  mayor  parte  de  los  que 
avian  passado,  se  quedaron  muertos.  En 
el  qual  tiempo  toda  la  moltitud,  para  so- 
correr á  los  primeros,  venían  Inicia  la 
barranca,  dando  tales  gritos  que  páres- 
ela que  se  abria  el  cielo;  pero  viendo 
quán  presto  estaban  degollados  los  pri- 
meros, pararon,  é  acordaron  que  por 
aquel  dia  no  se  hiciesse  más  batalla  hasta 
la  siguiente  jornada.  É  cómo  los  nuestros 
vieron  retraer  los  contrarios,  holgaron 
dello,  é  los  unos  6  los  otros  se  recogie- 
ron á  sus  reales  é  hicieron  b¿icna  guarda 
essa  noche.  Assi  cómo  otro  dia  amanes- 
C¡ó,  luego  los  enemigos  enviaron  de  co- 
mer á  los  chripslianos,  como  lo  avian  fe- 
cho el  dia  antes,  é  después  vinieron  á  pe- 
lear con  ellos,  é  turó  la  batalla  seys  ho- 
ras continuas ,  en  que  siempre  los  espa- 
ñoles quedaron  con  victoria  é  á  ventaja. 
E  passadas  las  seys  horas,  pararon  é  so 
quitaron  afuera  los  contrarios.  De  la  ma- 
nera que  está  dicho  se  h¡co  el  tercero  dia 
y  el  quarto  é  quinto  é  lodos  los  demás  has- 
ta ser  cumplidos  quince  días  continuos; 
cosa  que  nunca  en  aquellas  parles  ni  otras 
semejante  cosa  ó  combates  assi  sangrien- 
tos se  usó  ni  vido  ni  he  oydo  que  esté  es- 

"  Kn  la  narración  comprendida  en  los  primeros 
capítulos  del  présenle  libro  estribe  mdMinlamenlc 


cripto ,  por  manera  que  el  comer  lo  lleva- 
ban seguro  é  abastadamente  é  con  mu- 
cha alegría  ,  é  después  en  lugar  de  fructa 
postrera,  como  lobos  ó  fieros  leones  pro- 
Cedían  en  las  batallas,  aunque  siempre 
los  indios  llevaban  lo  peor.  En  fin  de  los 
quince  dias"  dixeron  que  querían  ser  ami- 
gos de  los  españoles,  é  se  asseníó  la  paz 
é  la  guardaron  muy  bien. 

Movido  de  allí  el  real  se  assentó  en  la 
cibdad  grande  de  Tascallecle;  pero  ha- 

-  cieido  buena -vela,  sospechando  que  la  paz 
era  fingida,  é  no  fué  sino  fixa  é  turablc. 
E  por  quitar  á  los  españoles  de  sospe- 
chas ,  é  como  les  yban  ya  entendiendo  la 
condición  ,  por  conservar  la  paz,  les  die- 
ron muchas  de  sus  hijas,  é  porque  los 
querían  por  amigos,  querían  que  oviesse 
debdo  é  casta  de  tan  valientes  hombres 
en  su  tierra ;  porque  demás  desso  estos 
indios  de  Tascaltecle  é  oíros  de  Guaxo- 
C¡ngo  tenían  grand  guerra  con  Montecu- 
ma  é  con  otro  pueblo  que  se  dice  Chelu- 

.  la.*  É  aquestas  son  provincias  grandes,  é 
á  quatro  ó  cinco  leguas  una  de  otra,  y  en 
cada  una  dellas  avia  cient  mili  hombres 
de  guerra  é  más:  é  no  las  podia  sobjuz- 
gar  Monlecuma  ,  porque  cómo  yba  contra 
una  provincia,  acudían  los  confederados 
de  las  otras  qiics  dicho  en  su  socorro  é 
favor,  al  modo  de  Italia.  Allí  les  yban  á 
los  chripslianos  mensajeros  de  Montccu- 
ma,  para  que  se  fuessen  á  él,  ofresciéndo- 

^es  lodo  lo  quellos  quisiessen ;  pero  como 
ellos  se  avian  informado  do  sus  cautelas, 
no  se  determinaban  assi  presto ,  é  como 
decian  que  se  querían  yr,  pcssábales  en 
el  ánima  á  los  de  Tascaltecle,  é  deseno- 
jaban á  los  clíripstianos,  é  consejaban  é 
rogábanles  que  por  ninguna  manera  so 
fucssen  ni  creyessen  á  Montecuma ,  por- 
que assi  á  los  españoles  como  á  las  hijas 
que  les  avian  dado  matarían ;  dícténdole's 
que  era  un  mentiroso  é  traydor  Montefu- 

Culua  y  C o.'im. 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIU.  CAP.  XLY. 


i  «17 


ma;  poro  en  fin,  Hernando  Corles  é  los 
demás  acordaron  de  yr  adelanto,  por  ver 
aquella  cíbdad  tan  nombrada.  E  vista  su 
determinación ,  (miso  el  principal  señor 
de  Tascal tecle,  llamado  Xicotenga ',  que 
se  fuessen  veynte  mili  hombres  de  guerra  á 
acompañar  e  servir  a  loe  chripstianos;  pe- 
ro los  chripstianos  no  los  quisieron  llevar. 

En  essa  sacón  llegaron  otros  mensa- 
jeros de  Montecuma  eon  un  pressente  (ll- 
oro, e  rogandb  á  Hernando  Cortés  é  á  los 
chripstianos  que  fuessen  á  México;  y  es- 
tando en  c.-tc  acuerdo  de  yr,    obstan- 
te el  buen  tractamionto  que  se  les  avia 
bocho  por  Tascaltecle,  siguióse  que,  co- 
mo en  aquella  cíbdad  avia  otro  señor  que 
se  decía  Xicotenga,  que  tenia  acordado 
de  matar  a  los  chripstianos,  y  era  capitán 
general  de  toda  aquella  provincia  ,  c  man- 
cebo muy  esforzado  é  crudo  é  muy  temi- 
do, las  mugeres  que  estaban  allegadas, 
queríanlos  bien  é  avisábanles  de  las  tray- 
ciones  secretas  de  los  indios.  E  una  her- 
mana de  aquel  capitán  general ,  como  lo 
supo ,  avisó  al  comendador  Pedro  de  Al- 
varado  de  la  tray(;ion,  y  él  a  Hernando 
Cortés,  el  qual,  como  sagaz  é  prudente 
capitán,  sacando  con  palabras  di>íinula- 
das  fuera  de  la  casa  al  dicho  capitán  ,  In- 
molo ahogar»  que  ninguno  lo  supo,  por- 
que no  oviesse  escándalo  en  la  tierra,  que 
no  pudiera  faltar. 

Cada  dia  venían  mensajeros  c  pres- 
sentcs  de  oro  de  Montecuma ,  rogando 
á  Cortés  é  á  los  españoles  que  se  fues- 
sen allá ,  porque  le  pessaba  de  verlos  en 
paz  é  amistad  con  los  de  Tascaltecle ;  y 
■  essotros  se  lo  estorbaban  con  ruegos,  é 
los  desengañaban  é  degian  que  nb  fues- 
sen allá,  porque  Montecuma  era  tray- 
dor  é  nunca  guardaba  verdad ,  é  que  al- 
gunas veces  avia  hecho  payes  con  ellos 
é  las  avia  rompido,  é  por  esso  estaban  en 
determinación  de  nunca  la  tener  con  él, 


ni  la  querían,  ni  creerle.  É  que  avia  no- 
venta años  que  tenían  guerra  con  él  é  con 
su  padre  é  abuelo  de  Montecuma ,  é  que 
en  lodo  este  tiempo  no  avian  comido  sal 
los  de  Tascaltecle,  sino  los  señores  prin- 
cipales, porque  les  costaba  muy  cara,  é 
aun  la  avian  de  aver  encubiertamente;  ó 
si  los  que  la  traian  eran  tomados ,  luego 
los  hacia  Montecuma  justiciar.  E  que  avian 
ávido  dos  batallas  campales,  é  que  en  la 
primera  estuvo  para  se  perder  Tascalte- 
cle, pero  al  cabo  fué  desbaratado  Monte- 
cuma,  y  escapó  huyendo;  y  el  capitán 
ques  dicho  que  hico  ahogar  Cortés,  si- 
guiendo el  alcance,  le  mato  más  de  treyn- 
ta  mili  hombres,  é  lo  siguió  hasta  una 
provincia  que  se  dice  Tezcuco,  é  de  allí 
se  volvieron  los  vencedores  con  más  de 
diez  mili  prissioneros ,  los  quales  todos  sa- 
crificaron en  los  ques  par  la  victoria  avi- 
da.  (Estos  ques  se  llaman  por  otro  nombre 
ochilobos ,  donde  tienen  sus  dioses  ó  \  do- 
los, é  son  sus  casas  de  oración).  Todo 
esto  contaba  .Maxiscagin ,  señor  de  Tas- 
caltecle, por  excusar  que  los  chripstia- 
nos no  fuessen  á  Teiuislitan.  En  conclu- 
sión, que  no  creyendo  los  chripstianos 
é  su  capitán  á  tan  buen  amigo,  pusieron 
en  execucion  su  camino,  é  aquel  señor 
lloraba  porque  se  yban:  é  como  vido  qtie 
no  le  querían  creer,  hico  sacrificar  treyn- 
ta  muchachos  el  dia  que  se  partieron ,  é 
fueron  en  su  compañía  algunos  mercade- 
res para  rescatar  sal  é  mantas  de  algo- 
don  ;  porque  á  causa  de  la  guerra  no  co- 
mían sal  ni  vestían  algodón ,  sino  de  un 
árbol  que  se  dice  maguey ,  del  qual  está 
toda  la  tierra  plantada  por  tal  nescessi- 
dad.  É  no  es  árbol,  sino  hierba  ó  planta, 
é  da  mucho  fructo  é  utilidad ,  porque  do- 
lía hacen  mantas  é  capatos  é  vino  é  ar- 
rope :  é  la  rayz ,  después  que  ha  dado  to- 
dos lo»  provechos  que  se  han  dicho,  la 
comen,  como  más  largamente  se  dixo  es- 


TOMO  in. 


Anlcs  Iiabia  escrito  Sicutenga)  (cap.  III). 


63 


498 


HISTORIA  GENERAS  Y  NATURAL 


to  é  otras  cosas  en  el  libro  XI,  capítu- 
lo XI. 

Tornando  á  la  historia,  es  de  saber, 
que  partidos  los  chripstianos  de  Tascaltc- 
cle  para  una  cibdad  que  se  dice  Chelula, 
de  la  qual ,  en  su  prosperidad ,  en  el  tiem- 
po de  la  guerra  salían  en  campo  ochenta 
ó  noventa  mili  hombres  de  guerra ,  la 
qual  estaba  rebelada  de  Monteguma ;  mas 
por  esso  no  flexó  de  acoger  á  los  chrips- 
tianos é  darles  muy  bien  de  cenar  aque- 
lla noche ,  á  cada  uno  una  gallina  é  torti- 
llas de  mahiz  ;  é  otro  dia  dixeron  que  si 
se  querían  yr ,  les  darían  indios  que  lle- 
vassen  las  cargas,  como  lo  hicieron.  Allí 
vinieron  mensajeros  de  Monteguma,  é 
truxeron  un  alambor  de  oro  al  señor  de 
la  cibdad,  y  envióle  á  mandar  que  atasse 
los  chripstianos  é  se  los  llevasse.  Y  esta- 
ban de  propóssito  de  lo  poner  allí  por 
obra ,  porque  avian  venido  para  esse  efet- 
to  treynta  mili  hombres ,  que  estaban  es- 
perando a  los  chripstianos  dos  leguas  de 
allí ,  porque  los  indios  desta  cibdad  no  los 
dexaron  entrar;  mas  ofrescieron  de  lle- 
var atados  á  los  chripstianos ,  y  estonces 
Monteguma  pensaba  de  aver  aquella  cib- 
dad ,  en  achaque  que  yban  á  rescebir  los 
chripstianos ;  pero  essotros  indios,  avisa- 
dos desta  cautela ,  no  los  dexaron  entrar. 

Assi  que ,  salido  el  sol ,  vinieron  indios 
para  llevar  las  cargas  de  los  chripstianos, 
é  los  chripstianos  decíanles  que  truxessen 
de  comer;  é  los  indios,  sonriéndose,  de- 
cían entre  sí:  «Para  qué  quieren  comer 
estos,  pues  que  presto  los  han  de  comer 
á  ellos  cocidos  con  axí».  E  degian  más: 
«Si  Monteguma  no  se  enojasse,  aquí  los 
mataríamos  nosotros ,  é  nos  los  comería- 
mos». En  fin,  este  secreto  se  descubrió 
por  la  lengua  Aimilar  (pie  los  oya  hablar,  é 
lo  dixo  é  avisó  a  Cortés,  é  le  consej'ó  que 
se  tornasse  á  Tascaltecle,  porque  aquella 
gente  era  mucha  é  traydora,  é  los  chrips- 
tianos pocos.  É  cómo  esto  supo  Cortés, 
se  puso  en  orden,  é  apercibió  la  gente 


para  lo  que  subgediesse ;  é  de  los  indios 
amigos  que  llevaban  de  Tascaltecle,  se 
fueron  dos  aquella  noche ,  porque  sintie- 
ron la  trayeion,  c  avisaron  á  su  señor;  y 
él  proveyó, luego ,  é  higo  venir  quarenta 
mili  hombres  de  guerra  á  dos  leguas  de 
la  cibdad,  é  tenian  sus  espias  é  sabían 
cómo  passaba ,  é  dieron  assimesmo  aviso 
a  Cortés  para  que  se  guardasse.  É  Cortés 
dixo  que  seria  muy  bueno  castigar  aque- 
lla cibdad ,  é  mandó  á  los  indios  que  tru- 
xessen hamacas  para  llevar  á  los  chrips- 
tianos principales,  y  ellos  holgaron  mu- 
cho desto ,  porque  pensaban  atallos  en  las 
hamacas  y  entregallos  en  ellas  á  Monte- 
cuma;  é  luego  vinieron  tantas  é  más  ha- 
macas que  eran  los  españoles.  En  este  co- 
medio consultaron  el  caso  con  el  diablo  é 
sus  ydolos,  á  su  costumbre,  é  sacrificá- 
ronle cinco  niños  de  edad  de  tres  años 
cada  uno,  é  cinco  mocas  vírgines,  por- 
que es  gerinionia  que  acostumbraban  en 
principio  de  la  guerra.  Y  era  ordinaria 
cosa  en  aquella  cibdad ,  por  aquello  é 
otras  causas  de  sus  ritos  é  infernal  cos- 
tumbre, sacrificar  cada  año  diez  mili  cria- 
turas de  muchachos  é  muchachas.  Assi 
que ,  venidas  las  hamacas ,  pensando  que 
los  chripstianos  se  metieran  en  ellas ,  hi- 
giéronse  quatro  esquadrones,  é  con  qua- 
tro  capitanes  dellos  se  fueron  á  qualro 
puertas  que  tenia  el  apossento ,  que  era 
un  palio  gercado  de  dos  estados ,  disimu- 
lando el  caso.  Los  de  caballo  estaban 
apergebidos  é  dentro  de  una  sala,  para 
que  quando  se  sollasse  una  escopeta,  sa- 
liessen  con  mucho  ímpetu,  é  los  demás 
españoles  é  gente  de  pié,  é  mencassen  las 
manos;  é  higiéronlo  como  leones,  é  gen- 
te puesta  en  tal  estrecho :  é  fué  mucho  el 
daño  que  hicieron  en  los  contraríos,  tan- 
to que  todos  los  nuestros  estaban  teñidos 
en  sangre ,  é  no  podían  pisar  sino  sangro 
ú  hombres  muertos.  En  el  instante  llegó 
la  gente  de  Tascaltecal  en  favor  de  los 
chripstianos,  como  si  vinieran  á  valer  é 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  XLV. 


400 


socorrer  á  sus  padres:  ó  como  buenos 
amigos  encontráronse  con  los  que  venían 
a  socorrer  á  los  mal  Hechores,  é  trabóse 
de  tal  manera  la  batalla,  que  eran  incon- 
tables los  muertos  de  cada  parte ,  6  hirié- 
ronlo saber  á  los  chripstianos ,  é  subieron 
su  bandera  en  un  qil  muy  alto.  É  los 
chripstianos  acudieron,  siguiendo  el  al- 
cance, é  hicieron  mucha  matanza. 

K-ta  bandera  de  Tascalterle  es  una  grúa 
que  trae  por  divisa  ó  armas  al  natural,  de 
oro,  é  tendidas  la-;  alas,  e  con  esmaltes  é 
argentería ,  6  puesta  encima  de  una  vara 
alta  assaz,  á  manera  de  un  confalón  de 
airuellos  palerinitanos,  o  bandera.  Aquesta 
enseña  anda  de  continuo  delante,  al  ca- 
minar, (piando  hay  guerra:  viene  en  la 
refaga  después  ques  vencida  la  batalla  é 
fecha  la  matanza  ;  pónenla  en  un  ferro 
alto,  é  allí  se  recoge  el  campo;  é  toda  la 
gente  vencedora  assienta  su  real,  é  bus- 
can el  camino  é  tierra  más  fuerte  ,  dó  es- 
tén seguros  de  sus  enemigos.  Tiene  aquel 
señor  su  gente  de  guarda,  como  la  ban- 
dera que  traen  los  españoles,  é  dan  pena 
al  que  no  se  recoge. 

En  este  fecho  se  ovo  mucho  despo- 
jo de  oro  6  plata  para  los  españoles,  é 
los  indios  amigos  ovieron  mucha  ropa  é 
sal,  que  era  lo  que  más  desseaban;  é 
llevaron  sobre  veynte  mili  criaturas ,  chi- 
cas é  grandes,  las  quales  sacrilicaron  á 
sus  dioses:  otros  dexaron  por  esclavos 
para  sus  haciendas.  K  hasta  veynte  se- 
ñores é  personas  muy  principales  de 
aquella  cibdad  de  Chelula  se  subieron 
en  uno  de  aquellos  sus  templos  ú  orato- 
rios, que  tenia  ciento  é  veynte  gradas 
que  subir  hasta  lo  alto  dél ,  6  tenían 
allí  recogidos  6  puestos  encastillados  mu- 
chos flecheros  ,  é  innumerables  piedras, 
é  hacáan  mucho  mal  dende  allí:  é  á  un 
tiro  de  ballesta,  el  que  se  allegaba,  yba 
enclavado  ó  mal  herido ;  ó  aunque  fue- 
ron requeridos,  nunca  se  quisieron  dar. 
Pero  con  muy  buen  arte  se  les  puso  fue- 


go ,  é  se  quemaron  allí  todos  quantos  ar- 
riba estaban.  Aquella  gente  desta  cibdad 
de  Chelula  es  dispuesta  é  crescida ,  é  suel- 
tos e  belicosos  los  hombres  é  las  muge- 
res,  é  de  gentiles  dispusiciones  6  gestos, 
é  grandes  maestros  de  hacer  joyas  de  oro 
é  plata,  é  allí  se  hace  muy  buena  lo(;a  de 
todas  suertes,  é  son  muy  ingeniosos. 

Allí  reposaron  los  españoles  pocos  dias, 
y  estuvieron  assimesmo  los  de  Tascalte- 
cle;  y  envióse  á  llamar  la  gente  que  esta- 
ba en  ciertos  pueblos  de  la  jurisdicion  de 
aquella  cibdad,  é  todos  los  demás  que  se 
avian  escapado,  ó  otros  señores  de  otros 
pueblos:  é  hicose  un  señor  (porque  los 
otros  señores  naturales  todos  murieron  á 
manos  de  los  nuestros),  e  aquel  nuevo  se- 
ñor quedó  muy  amigo,  al  paresfer,  con 
los  chripstianos.  É  fecho  esto,  el  capitán 
Hernando  Cortes  dió  licencia  á  los  amigos 
é  gente  de  Tascaltecle  para  se  tornar  á 
sus  casas,  y  él  prosiguió  con  los  españo- 
les para  'fcmistilnn.  Pues  cómo  los  treyn- 
ta  mili  hombres,  que  se  dixo  que  espera- 
ban dos  leguas  de  allí,  supieron  lo  (píese 
avia  hecho  en  Chelula,  no  osaron  aten- 
der, ('■  l'néronse  más  que  de  pnsso  ,  pues- 
to que  donde  estaban  hay  una  sierra  de 
dos  leguas  de  -nimia. 

Cómo  Montecuma  ovo  la  nueva  de  lo 
(pies  dicho,  ovo  mucho  temor,  é  dixo: 
Aquesta  es  la  gente,  que  nuestro  Dios  me 
dixo  que  avia  de  venir,  é  se  avia  de  en- 
señorear  desta  tierra,  6  también  lo  dixo 
á  mi  padre,  porque  mi  padre  me  lo  dixo 
ó  mí».  É  con  mucha  tristeca  se  fué  á  los 
ques,  é  aquel  dia  hico  que  se  sacrificas- 
sen  cinco  mili  personas  para  festejar  é 
aplacar  sus  dioses ,  ó  al  diablo ,  con  aque- 
lla sangre,  é  muchos  areytos.  Y  estuvo 
ocho  dias  en  ayuno  en  una  celda,  donde 
se  dixo  quel  diablo  le  avia  hablado  y  es- 
forzado, digiéndole  que  no  temiesse,  que 
los  chripstianos  eran  pocos,  é  que  los  de- 
xassen  entrar ,  que  después  haría  dcllos 
lo  que  quisiesse;  é  que  no  fessasse  en 


- 


.100  HISTORIA  GENE 

los  sacrificios ;  é  quol  dios  de  Clielula  no 
avia  seydo  contra  los  cliripslianos,  por- 
que allí  sacrificaban  pocos.  É  desta  res- 
puesta muy  contento,  hico  llevar  mucha 
comida  al  camino:  y  envió  sus  mensaje- 
ros á  Cortés  é  á  los  chripstianos ,  dicién- 
doles  que  holgaba  de  su  yda  mucho,  é 
que  los  estaba  esperando. 

La  sierra  ques  dicho ,  es  muy  alta ,  é 
hace  mucho  frió  en  ella ,  é  nieva  allí  mu- 
chas veces ;  é  si  la  gente  de  Montecuma 
que  primero  se  dixo,  esperara,  segund  la 
nieve  mucha  que  tomó  allí  á  los  chripstia- 
nos ,  creyóse  que  todos  se  perdieran ,  por- 
que no  se  podian  valer,  ni  mandar  las 
manos ,  ni  regir  las  armas  de  frió  (quan- 
do  allí  se  vieron).  Dende  la  cumbre  de 
aquella  sierra  se  parescc  la  grand  cibdad 
de  Temistitan ,  é  otras  treynta  cibdades  é 
villas  á  la  redonda  della;  y  es  una  de  las 
más  hermosas  vistas  que  en -el  mundo  se 
puede  ver  ó  contemplar;  pero  á  los  espa- 
ñoles no  les  fué  poco  temerosa  por  su 
grandeca  :  antes  se  comentaron  á  mover 
entrellos  diverssos  paresceres,  que  signi- 
ficaban motines;  pero  con  la  prudencia, 
esfuerco  é  disimulación  de  Hernando  Cor- 
tés, é  buenas  palabras  y  esperanzas  que 
Jes  dalia ,  é  con  verle  que-  era  de  los  pri- 
meros en  los  trabaxos  é  peligros,  seguían- 
le. De  aquella  cumbre  efe  la  sierra  se  ba- 
xaron  a"  una  provincia  que  se  llama  Chal- 
co  é  Atalmameco,  en  que  avrá  cinqüenta 
mili  hombres  de  toda  gente.  Allí  hallaron 
los  que  envjaba  Montecuma  con  la  comi- 
da ;  é  andaban  aquellos  indios  con  tanta 
prontitud  en  servir  é  contentar  á  los  es- 
pañoles, que  era  cosa  de  maravilla.  Assi 
como  yba  nuestra  gente  caminando,  yban 
di'  una  parto  é  otra,  fechos  dos  alas  é 
processiones ,  á  la  fila  de  gentes,  como 
contratelas  de  justadores;  de  manera  que 
los  nuestros  yban  cercados  en  espacio  de 
un  grand  tiro  de  ballesta.  De  todas  partes 
era  infinita  la  gente  que  de  un  cabo  ó  de 
olio- concurrían  ¿  mirar  los  españoles,  é 


.1.  Y  NATURAL 

maravillábanse  mucho  de  los  ver.  Tenian 
grande  espacio  é  atención  en  mirar  los 
caballos;  decian:  «Estos  son  teules»,  que 
quiere  decir  demonios. 

•Assi  llegaron  á  una  legua  de  Temisti- 
tan,  en  la  calcada  de  Iztapalapa ,  é  salió 
Montecuma  á  los  rescebir  debaxo  de  un 
palio,  que  lo  traian  quatro  indios  en  la 
cabera ,  haciéndole  sombra  :  el  qual  era 
hecho  de  plumas  verdes,  muy  rico,  con 
mucha  argentería  de  oro  é  plata.  Traia 
calcadas  unas  gutaras  de  oro ,  id  est  (ga- 
patos  de  cierta  forma ,  que  son  solamente 
las  suelas  é  unas  correas  con  que  se  atan) 
é  delante  yban  dos  indios  que  tendían  úna 
manta  muy  larga,  por  donde  passaba. 
É  otros  ponian  otras  adelante,  é  otros  co- 
gíanlas ,  que  quedaban  atrás  por  dó  avia 
passado.  É  detrás  dél  yban  muchos  seño- 
res de  grado  en  grado,  pero'bién  desvia- 
dos dél,  é  tan  acatados  é  comedidos,  que 
ninguno  le  osaba  mirar  á  la  cara ;  é  con 
este  rescibimiento  entraron  en  la  cibdad. 

Después  que  ovo  saludado  á  Cortés ,  é 
tomádolo  á  par  de  sí,  apossentó  á  él  é  á 
los  chripstianos  en  unas  casas  que  avian 
seydo  de  su  padre;  y  entrados  en  ella,  le 
dixo  Monteguma:  «En  vuestra  casa  estays: 
descansad  é  aved  placer ,  é  pedid  todo  lo 
que  quisiéredes » .  E  luego  le  dió  grand 
pressente  de  oro  é  plata  é  mantas ,  é  in- 
dias á  solo" el  capitán  Cortés,  é  después  á 
cada  español  por  sí ,  con  mucha  gravedad 
é  aspetto  de  señor:  é  dixo  á  la  lengua  que 
preguntasse  al  capitán  si  aquellos  chrips- 
tianos que  llevaba  eran  sus  vassallos  ó  sus 
esclavos ,  porque  á  cada  uno  queria  dar 
un  pressente,  segund  la  calidad  ó  cómo 
cada  uno  fuesse,  é  que  le  dixesse  la  ver- 
dad ,  porque  assi  se  usaba  en  aquella  tier- 
ra, quando  venia  un  capitán  extrangero. 
Cortés  le  respondió  assi :  «Yo  os  hablaré, 
señor  Montecuma».  E  díxose  que  le  dixo 
que  eran  todos  sus  hermanos  é  amigos,  é 
otros  eran  sus  criados.  Pero  el  dicho  Mon- 
lecnma  se  informó  de  las  lenguas  quál  era 


DE  INDIAS.  I.m.  XXXIII.  CAP.  XLV 


COI 


ra  vallero  ó  hidalgo,  ó  quúl  villano,  é  se- 
cretamente (que.  nadie  lo  supo),  les  pres- 
sentaba  y  enviaba  á  su  rasa  un  principal 
mayordomo  suyo,  é  miraba  lo  que  falta- 
ba á  los  españoles  é  los  hacia  proveer 
luego,  assi  de  mugeres  de  servicio,  como 


de  cama,  é  les  daba  á  cada  uno  una  jo- 
ya que  pessaha  hasta  diez,  pessos  de  oro, 
é  más  ó  menos  pocas  ó  ningunas:  é  las 
que  eran  mejores  é  más  ricas  daba  á  los 
más  principales,  segund  quél  estaba  in- 
formado. 


CAPITULO  XLVI. 


En  el  qual  se  Irácla  de  la  manera  dol  estado  é  servicio  é  sacrificios  é  ritos  ó^dolatria  de  Monlreuma,  é  de 
la  forma  de  su  casa  ,  é  de  los  animales  c  aves  que  tenia  en  sus  palacios ;  e  la  forma  con  que  se  hico  señor 
da  México  é  Temislitan  ,  i  destruyó  é  malo  con  engaño  en  un  convite  una  de  dos  parcialidades  que  allí 
avia:  i  dásc  relación  de  las  mugeres  é  hijos  que  tenia  ;  c  otras  cosas  que  conciernen  c  son  adherentea  al 

discurso  c  verdad  de  la  historia. 


iiandu  •  - — t ■  ■  grand  principe  Montccuma 


cumia,  e>laba  en  una  grand  sala  encala- 
da é  muy  pintada  de  pinturas'diverssasj  é 
allí  tenia  enanos  é  chocarreros  que  le  de- 
cian  gracias  é  donayres,  é  otros  que  ju- 
gaban con  un  palo  puesto  sobre  los  pies, 
grande,  é  le  traian  é  meneaban  con  tanta 
facilidad  é  ligereca ,  que  parescia  cosa  im- 
posible ,  é  otros  hacian  otros  juegos  é  co- 
sas de  mucho  para  se  admirar  los  hom- 
bres. A  la  puerta  de  la  sala  estaba  un  pa- 
tio muy  grande ,  en  que  avia  cient  apos- 
sentos  de  veynte  é  cinco  ó  treynta  pies  de 
largo  cada  uno  sobre  si  en  torno  de  di- 
cho patio,  6  allí  estaban  los  señores  prin- 
cipales aposentados,  como  guardas  del 
palacio  ordinarias;  y  estos  tales  apossen- 
tos  se  llaman  galpones ,  los  (piales  íi  la  con- 
tinua'ocupaban  más  de  seyseicntos  hom- 
bres, que  jamás  se  quitaban  de  alli ,  6 
eada  uno  de  aquellos  tenían  más  de  treyn- 
ta servidores:  de  manera  que  á  lo  me- 
nos nunca  faltaban  tres  mili  hombres  de 
guerra  en  esta  guardia  cotidiana  de  pala- 
cio. Quando  quería  comer  aquel  príncipe 
grande ,  dábanle  agua  á  manos  sus  muge- 
ros,  é  salian  alli  hasta  veynte  dellas,  las 
más  queridas  é  más  hermosas ,  y  estaban 
en  pié  en  tanto  quél  comía :  é  traíale  un 
mayordomo  ó  maestresala  tres  mili  platos 
6  más  de  diverssos  manjares  de  gallinas, 
codornices,  palomas,  tórtolas  é  otras  aves, 


é  algunos  platos  de  muchachos  tiernos  gui- 
sados á  su  modo,  é  todo  muy  lleno  de 
a\í;  y  el  romia  de  lo  que  las  mugeres  le 
traian  ó  quería.  Después  que  avia  acaba- 
do de  comer,  se  tornaba  á  lavar  las  ma- 
nos: é  las  mugeres  se  vitan  á'su  npossento 
dellas,  donde  eran  muy  bien  servidas;  é 
luego  ante  el  señor  allegábanse  á  sus  bur- 
las é  gracias  aquellos  chocarreros  é  dono- 
sos, 6  mandábales  dar  de  comer  sentados 
á  un  cabo  de  la  sala ;  ó  todo'  lo  restante 
de  la  comida  mandaba  dar  á,  la  otra  gen- 
te (pie  se  ha  dicho  que  estaban  en  aquel 
grand  patio.  K  luego  venían  tres  mili  arí- 
calos (cántaros  ó  ánforas)  de  brevage;  é 
después  quel  señor  avia  comido  é  bebido, 
é  lavádose  las  manos,  ybanse  las  muge- 
res,  é  acabadas  de  salir  de  la  sala,  entra- 
ban los  negociantes  de  muchas  parles,  as- 
si  de  la  mesma.  cibdad  como  de  sus  se- 
ñoríos. É  los  que  le  avian  de  hablar,  hincá- 
banse de  rodillas  quatro  varas  de  medir 
é  más  apartados  del  é  descalzos  é-  sin 
manta  de  algodón  que  algo  valiesse;  é  sin 
mirarle  á  la  cara,  decian  su  razonamiento, 
y  él  provehia  lo  que  le  paresia ;  é  aque- 
llos se  levantaban  é  tornaban  atrás,  retra- 
yéndose ,  sin  volver  las  espaldas ,  un  buen 
tiro  de  piedra  (como  lo  acostumbraban 
hacer  los  moros  de  Granada  delante  de 
sus  señores  é  príncipes). 

Allí  avia  muchos  jugadores  de  divers- 


502 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


sos  juegos,  en  especial  con  unos  fésoles, 
a  manera  de  habas  é  apuntados  como  da- 
dos, ques  cosa  de  ver;  é  juegan  quanto 
tienen,  los  que  son  tahúres,  entrellos. 

Yban  los  españoles  a  ver  á  Monteguma,  é 
mandábales  dar  duhos,  que  son  unos  ban- 
quillos ó  escabelos ,  en  que  se  sentassen 
(muy  lindamente  labrados  é  de  gentil  ma- 
dera) t  decíanles  qué  querían ,  que  lo  pi- 
diessen  é  dárselo  hían.  Su  persona  era  de 
pocas  carnes ;  pero  de  buena  gragia  é  afa- 
bil ,  é  tenia  cinco  ó  seys  pelos  en  la  bar- 
ba, tan  luengos  como  un  xeme.  Si  le  pa- 
resgia  buena  alguna  ropa  quel  español  to- 
viesse ,  pedíasela ,  é  si  se  la  daba  liberal- 
mente  ,  sin  le  pedir  nada  por  ella ,  luego 
se  la  cobria  é  la  remiraba  muy  particular- 
mente, é  con  placer  la  loaba;  mas  si  le 
pedían  presgio  por  ella,  hacíalo  dar  luego, 
é  tomaba  la  ropa  é  tornábasela  á  dar  á 
los  chripstianos ,  sin  se  la  cobrir;  é  como 
descontento  de  la  mala  enanca  del  que 
pedia  el  prescio,  degia:  «Para  mí  no  ha 
de  aver  presgio  alguno,  porque  yo  soy 
señor  é  no  me  han  de  pedir  nada  desso: 
que  yo  lo  daré ,  sin  que  me  den  alguna 
cosa,  ques  muy  grand  afrenta  poner  pres- 
gio de  ninguna  cosa  á  los  que  son  seño- 
res, ni  ser  ellos  mercaderes». 

Con  esto  concuerdan  las  palabras  de 
Sgipion  Africano ,  que  de  sí  dige  en 
aquella  contienda  de  prestangia,  que  es- 
cribe Lugiano,  entre  los  tres  capitanes  más 
exgelentcs  de  los  antiguos,  que  son  Ale- 
xandro  Magno,  é  Aníbal  y  Sgipion:  «Des- 
de que  nasgí,  ni  vendí  ni  compré  cosa 
ninguna».  Assi  que,  degia  Monteguma, 
filiando  assi  le  pedian  presgio:  «Otro  dia 
no  te  pediré  cosa  alguna ,  porque  me  has 
hecho  mercader:  vete  con  Dios  á  tu  casa, 
é  lo  que  oviesses  menester,  pídelo  é  dár- 
sete há ;  é  no  tornes  acá ,  que  no  soy  ami- 
go dessos  tractos,  ni  de  los  que  en  ellos 
entienden,  para  más  de  dexárselos  usar 
con  otros  hombres  en  mi  señorío». 
Tenia  Monteguma  más  do  tres  mili  se- 


ñores que  le  eran  subjetos,  é  aquellos  te- 
nían muchos  vassallos  cada  uno  dellos ,  é 
cada  qual  tenia  casa  pringipal  en  Temis- 
titan ,  é  avia  de  residir  en  ella  giertos  me- 
ses del  año ;  é  quando  se  avian  de  yr  á 
su  tierra,  con  ligengia  de  Monteguma, 
avia  de  quedar  en  la  casa  su  hijo  ó  her- 
mano hasta  quel  señor  della  tornasse.  Es- 
to hagia  Monteguma  por  tener  su  tierra 
segura ,  é  que  ninguno  se  le  algasse  sin 
ser  sentido.  Tenia  una  seña  que  traían  sus 
almoxarifes  é  mensajeros,  quando  reco- 
gían los  tributos,  y  el  que  erraba,  lo  ma- 
taban á  él  é  á  quantos  dél  venían.  Dá- 
banle sus  vassallos  en  tributo  ordinario 
de  tres  hijos  uno,  y  el  que  no  tenia  hijos 
avia  de  dar  un  indio  ó  india  para  sacrifi- 
car á  sus  dioses,  é  si  no  lo  daban,  avian 
de  sacrificarle  á  él.  Dábanle  de  tres  hane- 
gas de  mahiz  una,  é  de  todo  lo  que  gran- 
geaban  ó  comian  ó  bebían ,  y  en  fin ,  de 
todo  se  le  daba  el  tergio ;  y  el  que  desto  * 
faltaba,  pagaba  con  la  cabega. 

En  cada  pueblo  tenia  mayordomos 
con  sus  libros  del  número  de  la  gente  é 
de  todo  lo  demás ,  assentado  con  tales  fi- 
guras é  caractéres ,  quellos  se  entendían 
sin  discrepangia ,  como  entre  nosotros  con 
nuestras  letras  se  entendería  una  cuenta 
muy  bien  ordenada.  É  aquellos  particula- 
res mayordomos  daban  cuenta  á  aquellos 
que  residían  en  Temistitan,  é  tenian  sus 
alholies  é  magagenes  é  depóssitos,  don- 
de se  recogían  los  tributos,  ó  offigiales 
para  ello;  é  ponían  en  cárgeles  los  que  á 
su  tiempo  no  pagaban,  é  dábanles  térmi- 
no para  la  paga ,  é  aquel  passado  é  no  pa- 
gado, justigiaban  al  tal  debdor,  é  le  ha- 
cían esclavo. 

Avia  en  Temistitan  un  patio  de  más  do 
un  tiro  de  ballesta,  enlosado,  é  un  betu- 
mea de  cal  muy  bueno  juntaba  las  piedras 
tan  fuertemente  como  si  assi  juntas  nas- 
gieran,  y  estaba  tan  limpio  é  liso  que  no 
pudiera  ser  mejor.  Y  en  medio  deste  pa- 
tio avia  un  qit,  que  también  se  llamaba 


DE  INBIAS.  I.llt.  XX X 111 .  CAP.  XLVI. 


Ü03 


ochilobo  ó  casa  de  oración,  muy  alto,  que 
avian  fecho  los  señores  todos  que  hasta 
estonces  avia  ávido ,  é  tenia  sessenla  lira- 
das para  subir  arriba ;  é  lo  que  avian  fe- 
cho los  señores  passados  en  aquel  altor 
que  les  tomó  la  muerte  se  hacian  enter- 
rar en  la  más  alta  grada ,  é  después  el 
subcessor  suhia  otras  dos  gradas ,  é  assi 
se  acahó.  E  después  que  los  chripstianos 
lo  deshicieron  para  reformar  é  ordenar 
mejor  la  cibdad,  se  hallaban  aquellas  se- 
pulturas en  manera  de  bóvedas,  .y  en  ellas 
mucho  oro  e  plata  é  piedras  de  valor,  que 
melian  allí  con  aquellos  señores,  quando 
morían. 

Avia  otros  sessenta  qües  á  la  redonda 
del  que  es  dicho,  á  manera  de  yglesias  ó 
templos  comunes  é  perrochias,  adonde 
yban  los  otros  señores  inferiores  6  gente 
más  baza  é  plebea;  pero  el  mayor,  con 
otros  des  oratorios  ,  tenia  Montecuma,  en 
(pie  sacrificaba  ,il  honor  de  quatro  dioses 
«piel  tenia,  ó  ydolos,  queá  uno  tenia  por 
dios  de  la  guerra,  como  los  gentiles  á 
Marte;  6  á  otro  honraba  é  saerilieaba  co- 
mo á  dios  de  las  aguas,  segund  loa  anti- 
guos á  Neptuno;  otro  adoraba  por  dios  del 
viento,  segund  los  perdidos  gentiles  á  Eo- 
lo;é  otro  acataba  por  su  soberano  dios,  y 
este  era  el  sol ,  en  curo  nombre  tenia  otro 
ydolo  en  mucha  veneración  6  acatamien- 
to el  señor,  6  todos  sus  vassallos.  Tam- 
bién tcnian  otros  dioses;  6  á  uno  hacían 
dios  de  los  mullícales,  ó  le  atribuían  la 
potencia  de  la  guarda  é  multiplicación  de- 
llos ,  como  á  Cercre  los  fabulosos  poetas 
é  antiguos  gentiles.  É  á  cada  cosa  tcnian 
un  dios,  atribuyéndole  lo  que  se  les  an- 
tojaba ,  é  dándoles  la  deidad  que  no  tie- 
nen ,  ni  se  debe  dar  sino  solo  á  Dios  ver- 
dadero. É  á  aquellos  quatro  ó  finco  dioses 
principales  que  se  han  dicho  de  susso,  sa- 
crificaba Montecuma  cada  un  año,  en 

(    TU  L!v.,  Decad.  I,  lib.  I,  cap.  18. 
2    IJ.,  id.,  cap.  19. 


ciertos  tiempos  diferentes,  más  de  cinco 
mili  personas,  por  consejo  de  dos  demo- 
nios, que  decían  los  indios  que  andaban 
en  aquellos  qües,  que  hablaban  con  ellos 
6  los  traian  engañados,  como  lo  estuvie- 
ron largos  tiempos  muchas  gentes,  6  aun 
Id  están  hoy  por  el  mundo.  Si  no,  pre- 
guntadlo á  essos  brujos  é  brujas ,  é  aun  á 
essotros  hereges  de  la  peña  de  Amboto 
é  sus  secages  de  la  condenada  setta  do 
fray  Alonso  de  Mella.  ,  Y  (pie  diremos  de. 
aquellos  famosos  romanos  6  de  sus  tem- 
plos, que  ni  eran  de  más  sanctidad  ni  de 
menos  que  los  de  aquestos  indios ,  erro- 
res é  desvarios  fundados ,  pues  que  á  ca- 
da cosa  que  se  les  antojaba  hacían  dios  ó 
su  templo,  como  hijo  Hornillo,  que  orde- 
nó al  dios  Júpiter  un  templo ,  é  púsolo 
nombre  Jove  ferretro ,  donde  fuessen 
ofrescidas  las  armas  y  enseñas  de  los  re- 
yes é  capitanes  que  oviessen  ávido  de  los 
enemigos  que  oviessen  muerto'?  E  assi- 
mesmo,  como  escribió  Livio a,  Ilómulo  or- 
denó aquel  templo  llamado  Estatorio,  por- 
que estuviessen  quedos  ó  no  huyessen  los 
romanos  en  aquella  cruda  batalla  con  los 
sabinos ,  quando  las  piadosas  mugeres  sa- 
binas despartieron  á  los  padres  é  maridos 
de  aquel  notable  combatimiento'.'  El  templo 
de  la  Dea  de  la  Salud ,  constituyó  Bubul- 
co  Censor  por  la  guerra  de  los  samnites 3. 
Tur-  demás  de  los  dioses  vanos,  también 
tcnian  por  diosas  á  Venus,  Palas,  Juno  ó 
Otras  muchas.  Demás  desso,  qué  subjetos 
á  sus  auríspices  é  adevinos  fueron  I  é  qué 
agoreros  é  obidientes  á  vanidades,  fun- 
dadas sobre  religiosidad  é  falsa  sanctimo- 
nia!  Quiero  decir,  que  si  miramos  las  co- 
sas de  los  gentiles  en  este  caso ,  por  tan 
profanas  é  diabólicas  las  tenemos  como 
las  de  nuestras  Indias. 

Dexemos  esta  materia,  é  volvamos  á 
este  grand  principe  Montecuma,  el  qual, 

3    Id.,  lib.  X,  cap.  56. 


50  i 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


en  una  grand  sala  de  ciento  é  ginqüenta 
piés  de  luengo  é  de  ginqüenta  de  ancho, 
de  grandes  vigas  é  postes  de  madera  que 
la  sostenían,  encima  de  la  qual  era  todo 
un  terrado  ó  acutea ,  tenia  dentro  des- 
ta  sala  muchos  géneros  de  aves  é  de  ani- 
males. Avia  ginqüenta  águilas  caudales  en 
jaolas,  tigres,  lobos,  culebras,  tan  grues- 
sas  como  la  pierna,  de  mucho  espanto  y 
en  sus  jaolas  assimesmo ,  é  allí  se  les  lle- 
vaba la  sangre  de  los  hombres  é  mugercs 
é  niños  que  sacrificaban,  é  gebaban  con 
ella  aquellas  bestias ;  ó  avia  un  suelo  fe- 
cho de  la  niesma  sangre  humana  en  la  di- 
cha sala,  é  si  se  metía  un  palo  ó  vara, 
temblaba  el  suelo.  En  entrando  por  la  sa- 
la, el  hedor  era  mucho  é  aborrescible  é 
asqueroso:  las  culebras  daban  grandes  é 
horribles  sil  vos,  é  los  gemidos  é  tonos  de 
los  otros  animales  allí  pressos,  era  una 
melodía  infernal  é  para  poner  espanto. 
Tunian  quinientas  gallinas  de  ración  cada 
dia  para  la  sustentación  dessos  animales. 
En  medio  de  aquella  sala  avía  una  capi- 
lla ,  á  manera  de  un  horno  grande ,  é  por 
encima  chapada  de  láminas  de  oro  é 
plata  é  piedras  de  muchas  maneras ,  co- 
mo ágatas  é  cornerinas ,  nicles ,  topacios, 
plasmas  de  esmeraldas  é  de  otras  suertes 
muchas  é  muy  bien  engastadas.  Allí  en- 
traba Montecuma  é  se  retraía  á  hablar  con 
el  diablo,  al  qual  nombraban. Atezcatepo- 
ca  (que  aquella  gente  tienen  por  dios  de 
la  guerra)  y  61  les  daba  á  entender  que 
era  señor  é  criador  de  todo ,  é  que  en  su 
mano  era  el  vencer ;  é  los  indios  en  sus 
areytos  é  cantares  é  hablas  le  dan  gra- 
cias, é  lo  invocan  en  sus  nescessidades. 

En  aquel  palio  é  sala  avia  continuamen- 
te cinco  mili  hombres,  pintados  de  cierto 
betuna  ó  tinta,  los  (males  no  llegan  á  mu- 
gercs, é  son  castos;  llámanlos  papas,  é 
aquestos  son  religiosos;  6  creen  los  indios 
que  si  un  papa  de  aquellos  dice :  •  Quiero 


que  te  mueras»,  que  ha  de  morirse,  sin 
qué  tal  sentencia  falte.  Entre  estos  papas 
hay  grados  de  superioridad,  como  quien 
dixesse  obispos  é  arzobispos ,  é  dignida- 
des de  ahí  abaxo,  que  incenssan  aquellos 
diabólicos  é  descomulgados  templos:  é 
aquel  engienso  es  blanco  é  hay  cierto 
monte  en  la  Nueva  España,  donde  se  cria, 
é  créese  ques  verdadero  é  perfetto  engien- 
so ,  como  aquel  de  quien  Plinio  largamen- 
te escribe  ';  pero  en  la  Nueva  España  se 
coge  desta  manera.  Dan  unas  cuchilladas 
en  los  árboles  questo  produgen ,  é  por 
aquellos  golpes  sale  á  manera  de  resina 
6  goma ,  é  ponen  debaxo  en  que  cayga 
este  licor ,  é  quáxase  é  tórnase  espeso  é 
de  tan  buena  olor  é  de  aquella  forma  que 
engienso  perfetto;  é  con  esto  sahuman 
aquellos  sus  dioses  é  ydolos  aquella  gen- 
te prieta,  ques  dicho  tienen  por  sanctos 
religiosos.  Están  toda  la  noche  ingenssan- 
do  é  regando ,  digiendo  sus  oragiones  en 
un  tono  baxo ,  en  quellos  mesmos  se  en- 
tienden; é  traen  los  cabellos  luengos  has- 
ta la  grata ,  muy  ahetrados  é  de  mala  gra- 
gia ,  é  con  muchos  piojos ,  que  á  tiento 
ellos  se  sacan  por  debaxo  de  la  melena, 
é  se  los  comen  en  tomándolos.  Avia  allí 
más  de  dos  mili  figuras  de  piedra  de 
monstruosas  cosas.  Son  las  casas  é  salas 
todo  de  terrados.  Tenían  muy  grandes 
agequias  de  agua ,  por  donde  se  servían 
los  indios  con  canoas,  porque  las  calles 
de  agua  atraviessan  toda  la  cibdad. 

Avia  dos  pargialidades  ó  bandos  en 
aquella  república:  la  una  se  degia  Mexi- 
canos, é  la  otra  Tatebulcos,  como  se  dige 
en  Castilla  Oneginos  é  Gamboinos,  ó  Giles 
é  Negretcs.  Y  estos  dos  apellidos  tuvie- 
ron grandes  diferengias:  é  Monteguma, 
como  era  mañoso,  fingió  grande  amistad 
con  el  señor  pringipal  del  bando  Tatebul~ 
co ,  que  se  degia  por  su  nombre  proprio 
Samalge ,  é  tomóle  por  yerno,  é  dióle  una 


i    HUt.  nal.,  lib.  XI!,  cap.  14. 


DE  INDIAS.  I.lli.  XXX11I.  CAP.  XI. VI. 


su  hija,  por  le  asegurar.  (Ion  este  debdo, 
en  pieria  fiesta  é  convite  que  h¡co  á  este 
Samalce,  é  á  todos  sus  capitanes  é  pa- 
rantes e  hombres  principales,  hígolos  em- 
beodar :  é  desque  estuvieron  bien  toma- 
dos del  vino,  liíeolos  atar  é  sacrificarlos  á 
todos,  sacándoles  los  corazones  vivos, 
como  lo  tienen  por  costumbre.  E  los  que 
píidcscieronesta  crueldad  passábande  mili 
hombres,  señores  principales:  é  tomóles 
las  casas  é  quanlo  tenían ,  ó  poblólas  de 
sus  amigóse  de  los  de  la  otra  parcialidad 
mexicana.  E  á  todos  los  que  tuvo  por  sos- 
pechosos ,  desterrólos  de  la  cibdad ,  que 
fueron  más  de  quatro  mili  hombres;  y  en 
los  bienes  é  moradas  destos  higo  que 
viviessen  los  quél  quiso  enriquescer  con 
bienes  ágenos,  É  aquellos  que  desterró, 
luco  (pie  pohlusscn  quatro  leguas  de  allí, 
en  un  pueblo  que  de  aquella  gente  se  hi- 
co,  (pie  se  llama  Mrzquique,  o  que  le  sil  - 
viessen  de  perpetuos  esclavos.  É  assi  co- 
mo la  cibdad  se  decia,  y  es  su  proprio 
nombre  Temislilan  ,  se  llamó  e  llama  por 
muchos  México  dende  aquella  maldad  co- 
metida por  Monteeuma.  E  los  mexicanos 
y  españoles  hallaron  un  pariente  de  aquel 
señor  de  Tatevulco,  al  qual  decian  que 
de  derecho,  venia  aquel  señorío  de  Sainal- 
Ce  que  Monteeuma  avia  muerto,  que  era 
abuelo  deste ,  6  llamábanle  a  este  señor  ó 
nieto  del  muerto  Talatcclc. 

Tenia  Monteeuma  una  casa  muy  gran- 
de, en  que  estaban  sus  mugeres,  que  eran 
más  de  quatro  mili ,  hijas  de  señores,  que 
se  las  daban  para  ser  sus  mugeres ,  y  él 
lo  mandaba  hacer  assi:  é  las  tenia  muy 
guardadas  é  servidas,  é  algunas  veces  él 
daba  algunas  dellas  a  quien  quería  favo- 


rescer  e  honrar  de  sus  principales:  ellos 
las  resabian  como  un  don  grandissimo. 

Avia  en  su  casa  muchos  jardines,  é 
rient  baños  ó  más,  como  los  que  usan  los 
moros,  que  siempre 'estaban  calientes,  en 
que  se  bañaban  aquellas  sus  mugeres,  las 
ipiales  tenían  sus  guardas  é  otras  muge- 
res  como  prioras  que  las  gobernaban ;  é 
á  estas  mayores,  que  eran  ancianas,  aca- 
taban como  á  madres,  y  ellas  las  Irada- 
ban  como  á  hijas. 

Tuyo  bu  padre  de  Monteeuma  ciento  é 
cinqüenta  hijos  é  hijas,  de  los  quales  los 
mas  mato  Monteeuma  ,  é  las  hermanas  ca- 
so muchas  dellas  con  quien  le  paresció; 
y  él  tuvo  cinqüenta  l'¡j°s  e"  lujas,  ó  más. 
]•:  acaescio  algunas  veres  tener  cinqüenta 
mugeres  preñadas ,  ó  las  más  dellas  ma- 
taban las  criaturas  en  el  cuerpo,  porque 
assi  dicen  que  se  lo  mandaba  el  diablo, 
que  hablaba  con  ellas:  é  decíales  que  se 
sacrificassen  ellas  las  orejas  é>  las  lenguas 
é  sus  naiuias,  é  sesacassen  mucha  san- 
gre é  se  la  ofresciessen ,  é  assi  lo  hacían 
en  efetto. 

I'  scía  la  casa  de  Monteeuma  una  cib- 
dad muy  poblada:  tenia  sus  porteros  en 
cada  puerta.  Tenia  veynte  puertas  de  ser- 
vicio: entraban  muchas  calles  de  agua  á 
ellas,  por  las  quales  entraban  é  salían  las 
canoas  con  mahiz  é  otros  bastimentos  e 
leña,  Entraba  on  esta  casa  un  caño  de 
agua  dulce ,  que  venia  de  dos  leguas  de 
allí  por  encima  de  una  calcada  de  piedra, 
que  venia  de  una  fuente  que  se  dice  Cha- 
pietepeque,  que  nasce  en  un  peñón  que 
está  en  la  laguna  salada ,  de  muy  exce- 
lente agua. 


TUMO  III. 


64 


oüti 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  XLVII. 

Kn  que  se  Iracla  cómo  Monteenma  dixo  á  Hernando  Cortés  que  se  fuesse  él  é  los  españoles  de  su  lierra, 
prometiéndoles  de  les  dar  tanto  oro  que  fuessen  ricos,  é  de  la  prudente  respuesta  de  Hernando  Cortés  *:  é 
cómo  llegó  á  la  tierra  Pamphilo  de  Narvaez,  é  fué  presso  ,  é  se  tornó  Cortés  á  México,  de  donde  los  indios 
lo  echaron  á  él  é  á  los  españoles ;  é  de  la  muerle  de  Montecuma  **,  é  otras  cosas  convinientes  al  discurso 
de  la  historia  ó  relación  assaz  diferente  en  algunas  cosas  á  lo  que  se  contó  hasta  el  fin  del  capitulo  XLIII. 


Otras  veges  tengo  dicho  que  en  las  re- 
laciones fechas  por  el  gobernador  Her- 
nando Cortés ,  quedan  más  ordenadamen- 
te expresadas  muchas  cosas  de  las  que  se 
dicen  desde  el  capítulo  XLIV  hasta  fin  del 
precedente  ,  é  de  las  que  se  dirán  en  este 
y  en  el  siguiente  después  dél ,  con  que  se 
dará  conclusión  á  esta  relación,  que  aun- 
que vá  salpicada,  hace  mención  de  algu- 
nas cosas  que  se  han  dicho  en  las  relacio- 
nes de  Cortés,  pero  de  otra  manera.  É 
también  dice  otras  muchas,  que  no  se  han 
memorado  en  la  historia ,  ni  Cortés  habló 
en  ellas.  Assi  que,  con  estos  dos  capítu- 
los ,  é  con  los  dos  de  susso ,  se  acabará 
esta  relación  quel  chronista  acumuló  y  en- 
tendió de  personas  fidedignas,  que  se  ha- 
llaron pressentes  en  esta  conquista.  É  no 
le  parezca  al  que  lee  ques  contradecirse 
lo  uno  á  lo  otro,  porque  los  hombres  as- 
si  como  son  de  diverssos  juigios  é  condi- 
giones ,  assi  miran  y  entienden  las  cosas 
diferenriadamente,  é  las  cuentan;  puesto 
que  vengan  los  unos  é  los  otros  á  una  ge- 
neral é  mesma  conclusión ,  é  aun  á  las  ve- 
ges se  contradigen  en  muchas  cosas  pun- 
tualmente. Cada  dia  vemos  que  se  ofres- 
gen  casos  no  pensados,  é  aun  acordados; 
é  queriendo  un  juez  ó  príngipc  informar- 
se de  la  verdad,  juran  los  testigos  é  de- 
ponen difercngiadamento ,  con  más  ó  me- 
nos palabras ,  é  digiendo  uno  las  particu- 
laridades que  otro  testigo  calla ,  ó  no  en- 
tendió, ó  no  las  supo  entender,  aunque  las 

*  r»f  f.ta  parle  quitó  Oviedo  la  siguiente  cláu- 
sula: «diciendo  que  no  tenia  navios,  pero  que  se 
daría  forma  de  los  ha$M  •  é  se  puso  por  oUa». 


vido:  de  forma  que  en  un  mesmo  nego- 
gio  hay  diverssas  pruebas,  é  aunque  sean 
contestes  en  la  sentengia  ó  sentido ,  son 
apartados  en  deponer  unos  mejor  que 
otros.  Assi  con  estas  condigiones  aveys, 
lelor,  de  pensar  lo  que  está  dicho,  é  lo 
que  demás  se  dirá  desta  conquista ,  avien- 
do  por  máxima  que  yo  me  he  informado 
de  personas  que  meresgen  ser  creydos,  é 
que  cu  todo  se  hallaron.  Destos  tomé  y 
examiné  lo  que  conviene  á  la  materia, 
aunque  parezca ,  como  he  dicho ,  que  vá 
salteada. 

Quieren  degir,  é  aun  es  de  sospechar, 
quel  diablo ,  enojado  de  los  sánelos  sacri- 
figios  é  sacramentos  é  gerimonias  cathóli- 
cas  del  altar  é  culto  divino  é  ministros  de 
Jesu  Chripsto,  Nuestro  Redemplor,  que  los 
chripstianos,  nuestros  españoles,  comen- 
garon  á  usar,  gelebrando  misas  é  bapti- 
gando  y  exergitando  las  cosas  de  nuestra 
sánela  fée  cathólica  en  aquella  grand  cib- 
dad  deTemistitan,  puso  en  coragoná  Mon- 
teguma  que  echasse  los  chripstianos  de  Mé- 
xico, si  no  quél  se  yria,  si  no  los  mataba; 
porque  la  misa  y  evangelio  que  predicaban 
é  degian  los  chripstianos  le  daban  grand 
tormento.  É  débese  pensar,  si  verdad  es, 
quessas  gentes  tienen  tanta  conversagion 
é  comunicagion  con  nuestro  adverssario, 
como  se  tiene  por  gierto  en  estas  Indias, 
que  no  le  podia  á  nuestro  enemigo  pla- 
ger  con  los  misterios  é  sacramentos  de  la 
sagrada  religión  chripstiana :  é  á  esto  de- 

*•  Lo  mismo  esta  :  olí  cómo  fueron  I09  chrips- 
tianos socorridos  é  acogidos  de  la  gente  c  indios  de 
Tascallccle». 


DE  INDIAS.  LIB. 

cían  que  le  respondía  Montecuma,  que  no 
era  bien  que  los  matassen  alli,  pero  quél 
les  diria  que  se  fues--en  de  aquella  cihdad 
á  su  Castilla,  é  que  los  haria  malar  á  to- 
dos en  el  camino.  Avida  esla  responsion 
ó  consultaron  diabólica,  hico  Montpcuma 
apercebir  cient  mili  hombres  de  pelea, 
para  que  hablando  él  al  capitán  Hernan- 
do Cortés ,  é  diciéndole  que  se  fuessc  de 
su  tierra,  si  no  lo  quisiesse  hacer,  lo 
prendiessen  ó  matassen  con  todos  los  es- 
pañoles. 

Fecho  aqueste  apcrcebimiedto;  salió 
Montecuma  al  patio  de  su  c  asa ,  que  era 
la  morada  de  su  abuelo ,  donde  él  acos- 
tumbraba salir  á  holgarse;  ven  aquella 
casa  estaban  apossentados  los  chripstia- 
nos.  y  envió  con  l,i  lengua  á  llamar  á  Her- 
nando Cortés ,  el  qual  dixo  luego:  «No  sé 
qué  novedad  es  aquesta:  ploga  á  Dios  que 
sea  por  bien;  pero  no  me  agrada  esla  em- 
baxada  > .  E  tornó  consigo  hasta  doce  hom- 
bres; é  llegado  donde  estaba  Montecuma, 
no  le  paresgió  que  le  rescibia  con  la  vo- 
luntad que  antes,  puesto  quél  se  levantó 
é  tomó  de  la  mano  a  Cortés ,  6  metióle 
en  una  sala ,  donde  hico  traer  en  qué  se 
assenlassen  los  dos,  é  dixo  á  la  lengua 
assi:  «Di  al  capitán  que  yo  le  ruego  (pie 
se  vaya  desla  cihdad  6  de  mi  tierra ,  por- 
que mis  dioses  están  enojados  porque  es- 
tán aquí  él  é  su  gente,  é  que  pida  lo  que 
quisiere,  que  yo  se  lo  daré,  é  va \ ase  á 
su  tierra.  E  que  do  piense  questo  que  se 
lo  digo  burlando,  sino  porque  assi  ha  de 
ser  fecho ;  é  que  diga  lo  que  quiere  ó  ha 
menester  para  su  camino». 

Cómo  Cortés  entendió  sus  palabras,  é 
adónde  yban  enderescadas,  antes  quel  in- 
térpetre  acabasse  su  racon ,  proveyó  con 
uno  de  los  españoles  que  allí  estaban,  y 
envió  á  deQir  á  los  chripslianos  que  se 
tractaba  de  sus  vidas,  é  que^  estuviessen 
aparejados  é  á  recabdo  para  su  defensa, 
aunque  él  conoscia  que  no  eran  parte  pa- 
ra se  defender,  si  Dios  no  los  defondies- 


XXXIII.  CAP.  XLVII.  507 

se;  é  avisóles  de  la  voluntad  é  palabras 
de  Montecuma.  (Estonces  se  acordaron  los 
españoles  de  Tascaltecle,  é  de  lo  que  les 
avian  dicho,  avisándoles  de  las  cosas  de 
Montecuma.)  Los  españoles  respondieron 
a  Cortés  que  á  punto  estaban  para  lo  que 
Dios  ordenasse ,  é  para  hacer  loque  de- 
bían en  favor  de  la  fée  chripsliana  y  en 
servicio  de  Su  Magestad;  é  que  ya  sabían 
que  Dios  é  sus  manos  avian  de  ser  quien  los 
librasse  de  tanta  moltitudde  adverssarios. 

Corle*  respondió  á  Montecuma  desta 
manera:  «Yo  he  entendido  lo  que  me  de- 
<  ís,  é  OS  lo  agradezco  mucho.  Determinad 
(piiiinlo  quereys  que  nos  vamos:  que  assi 
se  hará.  <  Montecuma,  como  príncipe  bien 
comedido,  replicó  é  dixo:  «Señor  capi- 
tán ,  no  quiero  que  os  vays  sino  quando 
qiiMérvdes:  é  tomad  el  término  que  os 
parezca ,  que  yo  os  daré  para  vos  dos  car- 
gas de  oro,  é  una  para  cada  chripstiano». 
Estonces  Cortés  le  replicó  é  dixo :  «Ya  sa- 
beys  que  nuestros  navios  los  echamos  al 
través,  é  tenemos  nescessidad  de  otros 
para  volver  á  nuestras  tierras.  El  oro  que 
nos»days,  os  tenemos  en  merced  ;  pero 
(pieria  que  hk/iéssedes  venir  lodos  los  car- 
pinteros que  teneys,  para  que  labren  la 
madera  é  la  corten:  que  yo  tengo  maes- 
tros que  hagan  los  navios;  é  fechos,  nos 
yremos  en  ellos  á  nuestra  (ierra  ,  é  vos  os 
quédareys  en  la  vuestra:  é  darnos  heys  lo 
que  nos  mandays,  é  assi  lo  decid  a  vues- 
tros dioses  é  á  vuestros  vassallos».  Mon- 
tecuma mostró  contentamiento  desta  res- 
puesta, é  dixo:  «Bien  me  paresce  lo  que 
decís,  é  assi  se  hará».  Y  en  continente 
mandó  que  viniesse  copia  de  carpinteros, 
é  Corlés  proveyó  de  maestros  é  personas 
que  entendiessen  en  la  labor  de  los  na- 
vios ,  é  dixo  después  á  los  españoles  des- 
ta manera:  «Señores  y  hermanos:  este 
señor  Montecuma  quiere  que  nos  vamos 
de  la  tierra ,  é  conviene  que  se  hagan  na- 
vios. Yd  con  essos  indios,  é  córtese  la 
madera  .  y  entretanto  Dios  nos  proveerá 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


de  gente  é  socorro:  por  tanto,  poned  tal 
dilación  que  parezca  que  haceys  algo,  ó 
se  haga  con  ella  lo  que  nos  conviene;  é 
siempre  me  escribid  é  avisad  qué  tales  es- 
tays  en  la  montaña ,  é  que  no  sientan  los 
indios  nuestra  dissimulacion » .  É  assi  se 
puso  por  obra :  que  con  muchos  indios 
fueron  á  cortar  la  madera  los  chripstianos 
que  envió  Cortés,  é  talaron  grandes  ár- 
boles, é  se  labraban  para  el  efetto  ques 
dicho. 

É  dende  áocho  dias  que  se  ocupa- 
ban en  lo  ques  dicho ,  llegó  Pamphilo  de 
Narvaez  á  la  costa  con  once  navios  é 
ochofientos  hombres,  entre  los  quales 
avia  doscientos  de  caballo,  al  qual  envia- 
ba el  adelantado  Diego  Vclazquez :  y  en 
continente  que  parescieron  en  la  mar,  fué 
avisado  Montecuma  de  sus-  indios,  con 
tanta  diligencia,  que  en  quatro  dias  an- 
duvieron sus  espias  ó  avisos  ochenta  le- 
guas ;  y  él  ovo  temor  desque  lo  supo ,  y 
envió  á  llamar  á  Cortés ,  el  qual  é  todos 
los  chripstianos  estaban  con  mucho  cuy- 
dado  atemoricados,  pensando,  que  cómo 
les  dixeronque  salia  al  patio  Montecujna, 
que  querían  dar  en  los  españoles ;  é  Cor- 
les les  dixo:  «Señores  é  amigos :  yo  quie- 
ro yr  á  ver  qué  quiere  Montecuma  :  por 
esso  estad  en  lo  que  debeys  estar,  para 
que  mediante  Dios,  si  mal  pensamiento 
tiene  ó  en  algo  se  pusiere,  os  acordeys 
quién  soys,  é  que  si  oviéremos  de  pelear, 
es  contra  infieles  y  en  servicio  de  Dios  é 
de  Su  Magestad,  y  en  defensión  de  nues- 
tras personas;  é  que  las  manos  de  cada 
uno  sean  tales,  que  muestren  con  la  obra 
é  propria  espada  el  valor  de  vuestros  in- 
vencibles ánimos:  que  aunque  muramos, 
quedamos  vencedores,  puesavremos com- 
plido  con  el  officio  militar,  é  con  lo  que 
debemos •.  Á  lo  qual  todos  le  respondie- 
ron que  harian  su  deber  hasta  morir,  sin 
quel  temor  ni  el  peligro  se  lo  pudiesse  es- 
torbar, porque  tenían  por  menor  sosa  sus 
vidas  que  su  honor. 


Ydo  Cortés  delante  de  Montecuma ,  él 
le  dixo  por  medio  de  la  lengua  ó  intér- 
petre:  «Capitán ,  hágoos  saber  que  teneys 
navios  fechos,  en  que  os  podeys  yr  de  aquí 
adelante » .  É  Cortés  le  replicó  é  dixo:  « Se- 
ñor, en  teniéndolos  fechos,  yo  me  yré». 
É  Montecuma  le  replicó é  le  dixo:  «Once 
navios  están  en  el  puerto  de  Cempual,  é 
presto  verná  nueva  si  han  saltado  en  tier- 
ra los  que  en  ellos  vienen ,  é  sabremos 
quién  son  é  qué  gente  viene » .  Cortés  dió 
muchas  gracias  á  Dios,  é  dixo:  «Bendito 
sea  Jesu  Chripsto  por  las  mercedes  que  me 
hace  á  mí  é  á  todos  los  hidalgos  é  com- 
pañeros mios^  porque  se  ha  acordado  de 
nosotros  por  su  misericordia » .  É  uno  de 
los  españoles  que  allí  estaba,  fuésse  á  lo 
decir  é  dar  nuevas  á  los  españoles,  con 
las  quales  cobraron  mucho  esfuerco,  é  se 
abracaron  unos  á  otros  de  goco,  porque 
les  parescia  que  miraculosamente  escapa- 
ban de  la  muerte  (como  en  la  verdad  la 
tenian  bien  aparejada).  Y  estando  todavia 
Cortés  con  Montecuma,  llegó  otro  men- 
sajero, é  dixo:  «Doscientos  caballos  é 
seyseientos  hombres  han  salido  en  tierra, 
como  estos  que  aquí  están  pintados».  -É 
mostró  una  figura,  en  que  estaban  debu- 
tados assi  los  de  pié  como  los  de  caba- 
llo, é  las  once  naos  ó  navios  que  avian 
llegado  al  puerto  ques  dicho. 

Estonces  Montecuma  se  levantó  é  abra- 
có á  Cortés,  é  le  dixo  quél  se  queria  yr 
á  comer  con  él ,  é  Cortés  le  dió  las  gra- 
cias ,  é  tomados  por  las  manos  se  fueron 
al  apossento  de  Cortés;  é  mandó  Cortés 
á  los  españoles  que  no  mostrassen  altera- 
ción alguna ,  sino  que  estuviessen  juntos 
é  sobre  aviso,  é  que  pues  Dios  les  avia 
librado  de  la  muerte,  le  diessen  continuas 
üxacias.  E  comieron  Montecuma  é  Cortés 
juntos,  é  con  mucho  placer  (en  diferencia- 
do i^oco),  porque  Montecuma  pensaba  que 
los  chripstianos  se  yban  de  la  tierra,  é 
Corles  00  desconfiaba  de  SObjÜZgarla. 
Acabado  de  comer.  Monlecuma.  se  fué 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXUI.  CAP.  XI. VII. 


509 


A  su  upossenlo ,  é  cicla  hora  venían  nue- 
vas de  la  venida  de  aquella  armada;  é 
aunque  Montéenme  no  mostraba  altera- 
ción, bien  se  conoscia  que  le  pessaba  de 
la  venida  de  los  chripstianos. 

l'n  capitán  de  Montccuma,  que  era  de 
los  de  su  consejo  é  más  acepto,  le  dixo 
(¡lie  debia  matar  los  chripstianos  que  es- 
taban en  aquella  cibdad,  é  A  Cortés,  su 
capitán ,  con  ellos ,  porque  oviesse  menos 
(pie  hacer  en  resistir  á  los  que  de  nuevo 
venían ;  é  que  muerto  Cortés  é  su  gente, 
yrian  luego  á  buscar  á  los  de  la  nueva  ar- 
mada ,  é  que  no  esperasse  A  que  los  unos 
é  los  otros  se  juntasen  é  l'uessen  más  po- 
derosos ,  porque  el  exército  de  los  .chrips- 
tianos div  idido  se  pudíesse  mejor  abatir, 
que  no  se  baria  estando  unido. 

Montecuroa  hico  juntar  mi  consejo,  é 
allegados  sus  sátrapas  é  consejeros,  e  al- 
gunos capitanes  expertos  e  favorescidos 
suyos,  traclaron  é  platicaron  en  el  caso; 
é  A  algunos  les  paresció  bien  que  assi  se 
hiciesse,  6  A  otros  paréscia  que  de  otra 
manera  lo  guiassen.  Y  en  fin  fué  acorda- 
do que  era  mejor  que  los  que  venían  lie  - 
gassen,  é  que  A  todos  juntos  los  matas- 
sen;  porque  si  mataban  los  de  la  cibdad, 
los  otros  se  tornarían  á  embarcar,  é  huy- 
rían  A  su  tierra  é  traerían  mucha  más  gen- 
te; é  matando  A  todos,  no  quedaría  per- 
sona que  pudíesse  llevar  la  nueva  dellos. 
Kn  este  acuerdo  fué  la  determinación  é 
Consejo  concluydo;  é  de  ahí  adelante  los 
indios  servían  mucho  mejor  á  Cortés  e  su 
gente,  é  cada  dia  le  yba  A  ver  Montecu- 
ma  con  mAs  de  quinientos  hombres,  se- 
ñores principales,  vassallos  suyos. 

Los  chripstianos  é  Cortés  pensaban  que 
Diego  Velazquez'yba  en  personít  en  aque- 
lla armada ,  ó  quél  la  enviaba ;  é  aunque 
por  una  parte  se  alegraban  de  la  venida 
de  los  que  assi  venían ,  por  otra  parte  les 
pessaba ;  porque  algunos  temían  más  á 
Diego  Velazquez  que  A  los  indios,. é  no 
sin  causa. 


Narvaez  llegó  al  puerto  de  la  Villa  Ri- 
ca é  desembarcó  su  gente,  ó  fuésse  den- 
de  allí  á  (lempual  é  assentó  su  real  é  or- 
denó  su  gente  é  capitanes:  é  preguntó  por 
los  chripstianos,  é  los  indios  le  dixeron 
adonde  estaban:  el  qual  (lió  luego  A  en- 
lender  á  aquellos  indios  quél  era  el  señor 
é  capitán  general,  é  que  Hernando  Cortés 
no  era  ya  capitán ,  é  que  le  avia  de  cor- 
tar la  cabeca,  é  que  los  quél  tenia  eran 
criados  suyos  del  Pamphilo  Narvaez. 

Aquestas  palabras,  é  otras  peores,  fue- 
ron referidas  A  los  que  estaban  con  Cor- 
ti's.  i;  las  repressenlnban  ciertos  compa- 
ñeros que  se  le  amotinaron,  ofresciéndo- 
se  A  Cortés  por  sus  cartas ;  é  si  fuesse  as- 
si uno,  bien  hay  que  decir  en  éllo.  Pero 
concluyen  los  más  que  Cortés  leyó  essos 
avisos,  callando  los  nombres  de  los  que 
se  los  enviaban;  é  dixo  á  los  que  con  él 
estaban  cómo  Pamphilo  decía  que  eran  sus 
mocos,  é  que  los  amenacaba;  équél  que- 
ría hacer  un  mensajero  y  enviar  algunos 
collares  é  joyas  de  oro,  é  partirse  tras  él 
con  la  mitad  de  la  gente  que  tenia,  porque 
Ci  ni  Narvaez  estaban  doscientos  ó  trescien- 
tos hombres  que  se  passanan,á  su  parle, 
o  quel  primero  seria  el  artillero:  por  tanto, 
que  los  que  quisiessen  yr  con  él,  se  apare- 
jassen,  haciéndoles  muchos  ofrescimien- 
(os.  si  Dios  le  diesse  victoria.  Y  en  la  ver- 
dad afirman  muchos ,  que  en  cssa  sacón 
estaba  tan  bien  quisto  Cortés,  que  si  A  to- 
dos los  quisiera  llevar,  todos  se  fueran  trás 
él.  K  luego  despachó,  segund  se  dixo,  un 
mensajero  con  cartas  para  particulares ,  é 
con  una  carga  de  collares  de  oro  ricos  é 
otras  joyas,  para  que  secretamente  se 
diessen  en  el  real  de  Narvaez.  Y  Hernan- 
do Cortés  se  partió  con  ciento  é  cinqüen- 
ta  hombres ,  é  dexó  al  comendador  Pedro 
de  Alvarado  en  la  cibdad  de  Temistitan 
con  otros  tantos,  é  A  Montecuma  en  su 
poder,  porque  no  fuesse  adonde  estaba 
Narvaez. 

Assi  que,  siguiendo  su  camino  Cortés, 


:¡io 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


llegó  á  un  rio  que  Qstaba  cerca  del  real 
de  Pamphilo,  é  toparon  dos  velas,  é  la 
una  se  tomó,  é  la  otra  huyó  y  entró  por 
el  real,  á  voces  diciendo:  «Al  arma,  al 
arma:  que  ahí  viene  Cortés».  El  qual, 
([liando  se  vido  cerca,  se  apeó  él  é  otros 
tres  de  caballo;  é  todos  á  pié  ,  con  sus  pi- 
cas, entraron  por  el  real,  é  fueron  dere- 
chos á  un  apossento,  donde  estaba  Pam- 
philo deNarvaez,  y  estábanle  diciendo: 
«Señor,  catad  que  viene  ahí  Cortés!»  Y 
él  respondía:  «Dexadlc  venir:  que  es  mi 
hijo» .  Y  estando  vistiéndose  unas  corabas, 
subieron  treynta  hombres  donde  estaba, 
y  él  salia  por  la  puerta  armado,  é  diéron- 
le  con  una  pica  un  golpe  en  el  ojo,  que 
se  le  quebraron ,  y  en  continente  le  echa- 
ron mano  é  le  llevaron  rastrando  por  las 
escaleras  abaxo ;  é  finalmente  él  fué  pres- 
so  é  su  gente  desbaratada ,  é  muchos  de 
los  suyos. pressos,  é  otros  muertos.  Díxo- 
se  que  como  Narvacz  vido  a  Cortés,  es- 
lando  assi  presso ,  le  dixo:  «Señor  Cor- 
tés, tened  en  mucho  la  ventura  que  aveys» 
tenido,  é  lo  mucho  que  aveys  hecho  en  te- 
ner mi  persona  (ó  en  tomar  mi  persona)». 
E  que  Cortés  le  respondió  é  dixo:  «Lo 
menos  que  yo  he  hecho  en  esta  tierra,  don- 
de estays,  es  averos  prendido».  É  luego 
le  hico  poner  a  buen  recabdo,  é  le  tuvo 
mucho  tiempo  presso. 

Otro  dia  por  la  mañana ,  después  de 
aver  Cortés  recogido  su  gente ,  c  aversc 
congraciado  é  alraydo  a  sí  la  mayor  par- 
te de  la  gente  de  Narvaez,  se  partió  para 
Temistitan,  donde  el  capitán  Alvarado  es- 
taba en  mucho  aprieto;  porque  cómo  Cor- 
tés salió  de  la  cibdad,  intentaron  é  pusie- 
ron por  obra  los  indios  lo  que  tenían  acor- 
dado, aunque  no  como  Montecuma  lo  avia 
pensado  efettuar ,  segund  se  dixo  de  sus- 
so;  pero  con  su  acuerdo  ó  sin  él  quisie- 
ron matar  a  aquellos  chripstianos  que  allí 
quedaron,  para  dar  después  por  los  res- 
tantes. 

Qoando  Cortés  salió  ríe  aquella  cibdad. 


encargó  mucho  al  capitán  Alvarado  que 
velasse  y  estoviesse  muy  sobre  aviso  pa- 
ra que  Montecuma  no  se  fuesse  á  Narvaez; 
é  dióse  tan  gentil  recabdo,  que  como  ca- 
vallero  y  experto  capitán,  assi  como  ovo 
sentimiento  de  la  alteración  de  los  indios 
é  los  vido  con  mano  armada  moverse  por 
dar  la  libertad  á  su  señor,  assi  él  se  puso 
al  opóssito  para  se  lo  impedir  con  essos  po- 
cos españoles  que  allí  quedaron  en  su  com- 
pañía. E  quando  llegó  Cortés,  avia  ocho 
ó  diez  dias  que  cada  dia  peleaban  contra 
innumerables  indios,  é  no  avia  chripstia- 
no  que  no  estoviesse  herido  de  los  que 
estaban  cercados ,  é  ajjn  con  muchas  he- 
ridas, é  parte  dellos  avian  muerto:  é 
quando  estaban  cansados  de  pelear,  saca- 
ban á  Montecuma  sobre  una  acutea  para 
que  mandasse  á  los  indios  que  se  apar- 
tassen  é  dexassen  de  pelear ,  é  assi  lo  ha- 
cían. Y  estaban  ya  en  tanta  hescessidad 
que  les  faltó  el  agua ,  é  cavaron  en  el  pa- 
tio tanto  como  hasta  la  rodilla,  é  milagro- 
samente se  hinchó  el  hoyo  de  agua  dul- 
ce, non  obstante  que  aquella  casa  está  en 
medio  de  la  laguna  salada.  Intervino  otro 
miraglo  muy  señalado,  é  fué  este:  pusie- 
ron la  imágen  de  la  Madre  de  Dios  en  un 
qü  muy  alto  que  allí  avia  en  la  cibdad ,  é 
los  indios  comentaron  á  echar  mano  de- 
Ha  para  la  quitar,  é  pegábanscles  las  ma- 
nos dó  estaba  la  imágen ,  é  dende  á  buen 
rato  se  les  despegaban ,  quedando  allí  se- 
ñaladas ,  de  manera  que  no  osaban  llegar 
allí  más. 

Otro  miraglo  subcedió  en  essa  sacón  ó 
tiempo,  é  fué  muy  notorio,  é  fué  aques- 
te. Tenían  los  chripstianos  un  tiro  de  pól- 
vora gruesso,  é  cargáronle  para  tirar  á 
los  indios  é  hacerlos  apartar  afuera ,  é  pe- 
gáronle fuego  é  no  quiso  salir:  lo  qual 
viendo  los  indios,  dende  á  mucho  rato, 
perdida  la  sospecha  é  temor  quel  tiro  avia 
de  salir,  arremetieron  como  Icones,  con 
un  ímpetu  leonino  écon  tanta  grita  é  mol- 
titud  dellos,  que  no  se  pudieran  rcsjslir 


DE  INDIAS.  LUI.  X.WIH.  CAP.  XLVII. 


olí 


por  niauos  de  humanos,  si  Dios  no  obra- 
ra de  sus  maravillas  é  poderío  absoluto. 
E  combatiendo  con  mucho  furor  é  perse- 
verancia para  rcdcinir  á  su  señor é  sacar- 
le donde  estaba,  é  con  palancas*  é  otros 
instrumentos,  determinados  de  morir  é 
derribar  la  Cuerea  ó  conseguir  \  ieloria ,  6 
no  dexar  chripstiano  con  la  vida;  6  la 
verdad  era  que  ya  los  españoles,  cansa- 
dos de  su  defensión,  y  embarazados  é 
ofendidos  por  las  innumerables  varas  é 
Hechas  é  piedras  (pie  los  tiraban,  estaban 
á  tanto  estrecho  (pie  ninguno  dellos  dexó 
de  pensar  que  estaba  en  la  última  hora 
de  la  vida.  En  aquel  mayor  (rabaxo  y 
hervor  del  combate  salió  el  tiro,  sin  le 
aver  mas  cebado  ni  pegádole  más  fuego, 
con  horrible  sonido;  é  como  la  pelota  era 
tan  grande  quassi  como  lá  cabeca  de  un 
hombre,  é  tenia  dentro  perdigones  que 
escupió  por  mucha-,  parles ,  luco  mucho 
daño  en  los  indios,  y  espantólos  de  ma- 
nera que  quedaron  atónitos  ése  retiraron 
más  que  de  passo  pata  atrás  ,  quedando 
muchos  muertos,  é  otros  muy  mal  heri- 
dos. Afirman  que  se  vido  el  apóstol  Sanc- 
tiago  á  caballo,  peleando  sobre  un  caballo 
blanco  en  favor  de  los  chripstianos ;  é  de- 
cían los  indios  quel  caballo  con  los  pies  é 
manos  6  con  la  boca  mataba  muchos  de- 
llos :  de  forma  que  en  poco  discurso  de 
tiempo  no  pares^ió  indio,  é  reposaron 
los  chripstianos  lo  restante  de  aquel  dia. 

Ya  sé  que  los  incrédulos  ó  poco  devo- 
tos dirán  que  mi  ocupación  en  esto  de 
miraglos,  pues  no  los  vi,  es  supérflua  ó 
perder  tiempo,  novelando;  é  yo  hablo  que 
esto  é  más  se  puede  é  debe  creer,  pues 
que  los  gentiles  é  sin  fée  é  ydólatras  es- 
criben que  ovo  grandes  misterios  é  mira- 
glos en  sus  tiempos,  é  aquellos  sabemos 
que  eran  causados  é  fechos  por  el  diablo. 
Pues  más  fácil  cosa  es  á  Dios  é  á  la  inma- 
culata  Virgen,  Nuestra  Señora,  é  al  glo- 

i    Década  I,  [ib.  t,  cap.  3G. 


rioso  Apóstol  Suncliago  é  á  los  Sanctos  é 
amigos  de  íesuChripsto  hacer  essos  mi- 
raglos que  desusso  están  dichos,  é  otros 
mayores. 

Escribe  Tito  Livio  (pie  debatiendo  Lu- 
cio Turquino  Prisco,  quinto  rey  de  los  ro- 
manos, con  Actio  Navio,  famoso  en  los 
augurios,  dixo  al  adevino  como  por  coía 
de  burla:  «¿Adevinarás  lo  que  yo  agora 
pienso  ó  deviso  en  mi  coracon?»  Y  el 
adevino,  que  estaba  guardando  en  sus 
puntos  c  sciencia  ,  dixo  que  sí.  Estonces 
dixo  el  rey  :  ■  Yo  devisaba  que  tú  cortabas 
aquella  piedra  con  una  navaja :  toma  la 
navaja  é  haz  aquello  (pie  tus  aves  adevi- 
nan.«  '  El  adevino  deliberadamente  lomo 
la  navaja  é  corló  la  piedra :  assi  que,  ved 
lo  que!  diablo  puede,  que  hico  que  la  na- 
vaja eortnsse  la  piedra. 

El  mesmo  auctor,  entre  otros  prodi- 
gios, escribe  que  habló  un  buey,  é  dixo: 
«Roma,  guárdate».  É  que  los  auríspices 
mandaron  que  aquel  buey  con  suma  dili- 
gencia fuesse  guardado*.  Ningún  chrips- 
tiano cathólico  hay  que  dubde  que  essos 
miraglos  que  escribe  Livio  son  obras  del 
demonio;  é  pues  quél  las  pudo  hacer,  pe- 
queña e  fácil  cosa  eran  para  Chripsto  é 
-ii  glorio-a  Madre,  é  para  el  Apóstol  Sanc- 
liago,  cuyo  caballero  militar  de  su  Úrdcn 
del  Espada  fué  este  capitán  Al  varado, 
aquellos  qtiatro  miraglos  que  de  susso  se 
tocaron.  Quanto  más,  que  nuestros  espa- 
ñoles eran  chripstianos,  y  enl rollos  no  po- 
dían fallar  devotos  é  amigos  de  Dios.  Vol- 
vamos á  la  historia. 

Otro  dia  siguiente  á  lo  que  es  dicho 
avia  tantos  indios  como  si  no  faltára  nin- 
guno de  los  muertos,  é  parescia  que 
siempre  cresgia  el  número  de  los  infieles 
ó  la  moltitud  dellos  ,  porque  número  era 
dificultoso  saberse.  É  decían: -«Si  no 
oviéssemos  miedo  de  esse  del  caballo 
blanco,  ya  vosotros  estaríedes  cocidos, 

2    Década  IV,  |¡b.  V,  cap.  30. 


512 


HISTORIA  CENKRAL  Y  NATURAL 


aunque  no  valeys  nada  para  comeros, 
porque  lós.chripstianos  que  tomamos  es- 
solro  dia,  los  cocimos,  é  amargaban  mu- 
cho; mas  echaros  hemos  á,  las  águilas  é 
leones ,  que  os  coman  por  nosotros.  Pero 
holgad :  que  de  aqui  á  un  poco  lo  vereys, 
si  no  soltays  á  Monteguma,  nuestro  señor, 
porque  siendo  él  aquel  Dios  que  cria  to- 
das las  cosas,  avés  ossado  prendelle. »  Es- 
tonces los  españoles  le  hicieron  poner  en 
un  terrado,  y  él  les  dixo  quél  no  estaba 
presso,  sino  que  aguardaba  á  Hernando 
Cortés,  capitán  de  los  chripstianos.  É  los 
españoles  les  respondieron  á  las  gentílicas 
y  heréticas  vanidades  que  los  enemigos  de- 
cían ,  que  Montecuma  era  hombre  mortal 
como  ellos ,  é  que  no  avia  otro  Dios  sino 
el  de  los  chripstianos ,  que  avia  criado  el 
rielo  é  la  tierra  ó  todo  lo  del  mundo ;  é 
que  aquel  del  caballo  blanco  era  un  cria- 
do é  cavallero  suyo,  que  se  llama  Sanc- 
tiago  ,  que  les  avia  enviado  del  cielo  para 
que  les  áyudasse  é  favoresciesse  é  ma- 
tasse  los  indios,  como  lo  podian  bien  en- 
tender, pues  que  seyendo  tan  pocos  los 
españoles,  se  defiendian  de  tantos  indios  é 
los  ofendían.  É  que  pues  decían  los  indios 
que  veian  una  muger  que  les  echaba  mu- 
cho polvo»  en  los  ojos,  quando  peleaban 
con  los  chripstianos  porque  no  los  viés- 
sen,  que  creyessen  que  era  la  gloriosa 
Virgen,  Nuestra  Señora,  Sancta  Maria, 
Madre  de  Chripslo,  nuestro  Redemptor. 

Estando  en  este  estado  la  cibdad  é  los 
chripstianos  que  allí  avian -quedado,  vino 
nueva  cómo  Cortés  y  ha  con  la  gente  toda 
de  Painphilo  de  Narvaez  é  con  la  quél  so 
avia  llevado ;  é  Montecuma  mandó  á  los 
indios  que  dexassen  de  pelear  é  doxas- 
sen  venir  los  otros  chripstianos,  poique  á 
todos  juntos  matassen;  é  aquesto  se  cree 
que  fué  su  intento.  É  assi  cessarón  eston- 
ces en  el  combate;  pejo  desde  á  poco, 
ó  porque  assi  les  fuesse ordenado,  ó  por 
su  voluntad  propria,  se  tornó  a  refrescar 
la  pugna,  ('•  peleaban  como  hombres  de 


mucho  esfüercq ,  é  que  mostraban  bien 
que  avian  gana  de  concluyr  é  acabar  su 
empressa.  Estaban  todos  aquellos  defen- 
sores cercados,  heridos  é  con  mucha  fati- 
ga, é  aun  no  muy  conformes  por  la  di- 
verssidad  de  sus  opiniones  de  Diego  Ve- 
lazquez  y  Hernando  Cortés,  que  los  unos 
eran  parciales  al  uno  é  los  otros  al  otro; 
y  entre  ellos  avia  un  hidalgo,  que  se  de-, 
cia  Botcllo,  que  echaba  conjuros  é  presu- 
mía de  pronosticar  algunas  cosas  futuras, 
bien  que  lo  tal  es  reprobado  é  no  seguro 
para  la  consciencia  del  chripstiano :  y  es- 
te dixo  que  si  los  chripstianos  no  salían 
una  noche  señaladamente ,  que  no  queda- 
ría hombre  dellos  á  vida. 

Ya  Hernando  Cortés  estaba  dentro  en 
la  cibdad,  é  con  su  llegada  é  juntarse 
los  chripstianos  con  los  primeros  cer- 
cados cresgió  el  favor  de  los  nuestros; 
pero  no  gessó  la  guerra  por  esso :  antes 
parescia  que  los  enemigos  é  su  perse- 
verancia crescian  cada  hora  en  los  com- 
bates, de  lo  que  se  coligió  quel  acuer- 
do primero  é  consejo  de  Montecuma,  que 
tomó  quando  se  supo  de  la  venida  del  ca- 
pitán Narvaez,  estaba  fixo  para  que  jun- 
tos los  españoles  que  de -nuevo  yban  con 
los  que  allá  estaban,  los  matassen  á  to- 
dos. En  fin,  Cortés  determinó  de  creer 
aquel  adevino  ó  desvariado  panesger  del 
Botcllo :  é  más  cierto  debiera  de  ser  que; 
le  paresció  (como  á  hombre  que  conoscia 
é  vía  el  estado  en  que  estaba  )  que  le  con- 
venia la  salida  de  la  cibdad  é  dexarla,  co- 
mo varón  experto  é  de  grand  conosci- 
micnto,  é  aun  porque  la  nescessidad  es 
la  que  enseña  á  los  hombres  en  tales  tran- 
ces lo  que  conviene  á  su  salvación.  Via 
que  los  enemigos  eran  señores  de  los  bas- 
timentos é  del  campo,  é  que  estando  en- 
cerrados los  chripstianos,  era  mayor  su 
nescessidad  cada  hora  é  la  hambre  ma- 
yor ,  y  essa  sola  sin  las  armas  baslára  á 
los  acabar.  E  por  todas  estas  causas  se 
determinó)  ávido  su  consejo  con  los  otros 


DE  INDIAS.  I.llt.  XXXU1.  CAP.  XI. VII. 


capitanes,  sus  inferiores,  de  salirse  con 
la  genle  fuera  de  la  eibdad,  cavesse  el 
que  cavesse,  6  salvarse  el  que  Dios  orde- 
nasse  que  salvo  fuessc. 

Muchas  veces  me  acuerdo,  quando  me 
ocurre  oyr  ó  leer  alguna  vanidad  deslos 
sorteros  ó  adevinos  que  quieren  entreme- 
terse en  decir  las  cosas  que  están  por  ve- 
nir, de  un  muy  notable  caso  que  está  cs- 
cripto  en  aquel  traclado  qué  escribió  Jo- 
sepho,  sacerdote  de  los  de  Jerusalem, 
hijo  de  Matatbia,  en  lengua  griega,  con- 
tra Apion  (irammático  Alejandrino,  é  di- 
ce assi:  ■Segund  supe  de  un  varón  judio 
que  militaba  en  aquella  expedición,  cu- 
yas palabras  contenían  aquesta-  cosas, 
dizie  assi :  Yendo  yo  al  mar  Bermejo, 
yba  allí  de  consuno  con  otros  cavaderas 
judíos  uno  que  se  llamaba  Mesolano,  va- 
ron  de  fecho,  é  de  ánimo  guerrero  sobre 
todos  los  archeros.  Aqueste,  yendo  assi 
muchos  juntos  é  presurosos  en  el  cami- 
nar, rescibió  un  adevino  agüero  del.  é 
otrosí  pidiógelo ,  é  dixo  que  todos  esto- 
viessen  quedos,  y  él  preguntóle  que  por 
qué  se  delenian :  el  adevino  le  mostró  un 
ave  quél  miraba  ante  sí ,  é  díxole  ser 
complidero  que  todos  se  detuviessen ,  si 
aquella  ave  estoviesse  queda  ;  ó  que  si  se 
levantasse  é  volasse  ante  ellos,  que  es- 
tonces caminassen;  é  que  si  volviese  las 
espaldas,  convenia  que  todos  se  volvies- 
sen:  y  el  cavallero,  callando  á  esto,  co- 
ntoneó á  tirar  saetas  con  su  arco,  é  hirió 
la  ave  é  la  mató.  Ensañáronse  contra  él 
assi  el  adevino  como  otros  algunos,  di- 
ciéndole  que  lo  avia  fecho  mal ;  y  él  dixo 
estonces:  » Malditos  demonios,  por  qué  os 
ensañays?»  É  teniendo  el  ave  en  la  ma- 
no, muerta,  replicó:  «Aquesta  no  supo 
de  su  salud ,  é  podrá  juzgar  la  salvación 
de  nuestro  camino?  Si  ella  pudiera  ante- 
decir lo  advenidero,  en  ninguna  manera 
viniera  á  este  lugar  con  temor  que  no  la 
matasse  con  saeta  Mesolano ,  judio » .  De 

lo  que  está  dicho  dá  por  auctor  Joscpho  á 
TOMO  III. 


Ilecatheo,  historiador  antiguo.  Assi  que, 
estas  cosas  assi  las  deben  sentir  los  de  sa- 
no entendimiento,  como  lo  sintió  Mesola- 
no. É  haciéndolo  assi  el  capitán  Hernando 
•  lories,  apercibió  á  los  españoles  é  dixo 
que  le  Biguiessen -por  la  calcada  de  Tacu- 
ba;  é  mandó  á  Johan  de  Guzman ,  su  ca- 
marero ,  que  abriesse  una  sala  donde  es- 
taba el  ihessoro  de  mucho  oro  é  piala  é 
piedras  é  joyas,  para  que  cada  uno  to- 
masse  lo  que  quisiesse,  quél  se  lo  daba. 
E  (lió  l.i  retroLMiarda  al  comendador  Pe- 
dro de  AK arado,  é  comencé  Corles  á  ca- 
minar con  hasta  cient  hombres  de  los  ve- 
teranos de  sus  milites;  é  los  que  avian 
ydo  con  Narvacz  arrojáronse  en  la  sala, 
e  cargáronse  de  aquel  oroé  plata  quanto 
pudieron;  pero  los  tríenoslo  gocaron.  por- 
que la  carpía  no  los  dexaba  pelear,  é  los 
indios  los  tomaban  vivos  cargados ,  é  á 
otros  llevaban  arrastrando,  é  á  otros  ma- 
taban allí;  é  assi  no  se  salvaron  sino  los 
desocupados  é  que  yban  en  la  delantera. 
Esto  era  después  de  media  noche,  é  muy 
llena  de  niebla.  Oíanse  muchos  clamores 
6  gritos  é  voces,  unos  llamando  á  Dios  é 
Otros  á  Sánela  .Maria  ,  Nuestra  Señora,  de 
los  que  prendían  é  mataban  los  indios. 
Bien  pensaron  los  españoles  que  ninguno 
dellos  quedára,  é  quiso  Dios  que  de  to- 
do-, quedaron  hasta  trescientos  é  quaren- 
ta  y  cinco  de  pié  é  de  caballo;  é  si  los 
indios  no  se  detuvieran  en  buscar  é  hur- 
tar y  esconder  el  oro  que  tomaban,  tam- 
poco quedaran  con  las  vidas  essos,  como 
los  demás. 

En  esta  relación  se  cuenta  muy  dife- 
renciadamenle  de  como  atrás  está  dicho, 
en  la  relación  de  Cortés,  la  muerte  de 
Montccuma;  y  yo  tengo  por  más  cierto 
que  su  fin  fué  como  Cortés  lo  escribió  é 
la  historia  lo  ha  contado;  é  porque  demás 
desso ,  viva  voce ,  yo  lo  he  oydo  al  co- 
mendador Alvarado,  que  estuvo  pressen- 
te  á  ello.  Bien  que  aunque  en  esso  dis- 
crepen los  testigos ,  en  estotra  relación  se 
(¡0 


5U  HISTORIA  GENE 

dicen  otras  cosas  veríssimas,  que  en  las 
passadas  cartas  ó  relaciones  de  Cortés  no 
se  hace  memoria  dello.  Assi  que,  tornan- 
do al  discurso  desta  relación ,  dice  que 
dos  mancebos  avian  tomado  cargo,  por 
mandado  de  Cortés,  de  sacar  á  Montecu- 
ma,  é  que  llevándolo,  le  dieron  una  pe- 
drada en  la  cabeca,  no  lo  conosciendo, 
que  dieron, con  él  en  el  suelo,  é  mataron 
á  los  dos  españoles  que  lo  llevaban ,  é 
nunca  lo  conoscieron  hasta  que  fué  de  dia:. 
é  que  cómo  le  conoscieron,  se  detuvie- 
ron con  él  los  indios  é  dexaron  de  seguir 
á  los  chripstianos ,  haciendo  grandes  llan- 
tos, pero  breves,  porque  reconoscidos 
del  desastrado  fin  de  su  señor,  fueron  más 
de  quarenta  mili  hombres  en  seguimiento 
de  los  españoles.  Y  el  capitán  general  avia 
mandado  al  comendador  Pedro  de  Alva- 
rado  que  se  quedasse  en  la  retroguarda 
á  recoger  la  gente ,  é  desque  vido  tanta 
mortandad  en  los  nuestros ,  é  quél  tampo- 
co no  podía  escapar,  atendiendo  más,  lle- 
vaba una  lanca  en  la  mano,  é  siguió  Irás 
Hernando  Cortés ,  passando  sobre  los 
muertos  é  caydos ,  oyendo  muchas  lásti- 
mas; é  llegó  á  una  puente,  que  ya  la  avia 
passado  Hernando  Cortés  é  los  que  esca- 
paron, y  estaba  aleada,  é  todo  aquello 
lleno  de  muertos  quassi  hasta  arriba.  É 
como  era  mancebo  é  muy  suelto,  juntó 
la  lanca  contra  los  enemigos ,  é  assi  como 
se  detuvieron  un  breve  espacio,  en  con- 
tinente, sin  perder  tiempo  arremetió,  é 
sobre  el  qüento  de  la  lanca  saltó  tan  lige- 
ramente que  travessó  todo  aquello  que  la 
puente  solia  ocupaj ,  é  púsose  del  otro  la- 
do en  salvo,  quedando  los  indios  espan- 
tados dello;  porque  fué  tan  extremado  de 
grande  el  salto,  que  á  muchos  hombres 
que  han  visto  aquello  he  oydo  decir  que 
paresce  cosa  imposible  averio  podido  sal- 
lar ningún  hombre  humano.  En  fin ,  él  lo 
saltó  é  ganó  por  ello  la  vida  ,.é  perdiéron- 
la muchos  que  atrás  quedaban  ;  é  llegó  á 
Cortés,  que  estaba  encima  de  unas  gra- 


AL  Y  NATURAL 

das  de  un  qil,  sentado,  diciendo  muchas 
lástimas  ,  é  á  vuelta  dellas  otras  palabras 
contra  los  que  avian  atrás  quedado.  É  por 
no  acabar  de  se  perder,  movió  de  allí  con 
essos  pocos  que  le  quedaban,  é  con  mu- 
cho trabaxo  é  peleando  á  cada  passo ,  él 
y  ellos  llegaron  á  la  cibdad  de  Tascalte- 
cle,  todos  heridos.  Pero  en  este  camino, 
desde  á  cinco  dias  después  que  salieron 
de  México ,  los  cercaron  más  de  doscien- 
tos mili  indios  por  mandado  del  señor  do 
Temistitan,  Hernando  de  Montecuma,  é 
subcessor  en  su  señorío;  no  porque  él  allí 
fuesse,  sino  un  capitán  é  mayordomo  su- 
yo que  se  decia  Xuquetenga;  é  pelean- 
do con  los  chripstianos,  le  mataron  á  esso 
capitán  é  desmayaron  los  contrarios  é  de- 
xaron de  seguir  á  los  chripstianos.  É  as- 
si con  assaz  peligro  é  cansancio  é  mu- 
chas heridas,  los  que  quedaban  llegaron 
á  una  fuente,  donde  se  parte  el  término 
de  Tascaltecle  con  el  de  México;  é  qui- 
so Dios  que  vinieron  los  de  Tascaltecle 
con  mucha  gente  de  guerra,  en  que 
avia  más  de  cinqüenta  mili  hombres,  é 
detrás  dessos  más  de  otros  veynte  mili 
hombres  é  mugeres  con  bastimento  é  co- 
mida é  agua  á  socorrer  los  chripstianos. 
E  cómo  toparon  con  ellos,  lloraban  é  de- 
cían: «Bien  oslo  diximos,  quando  de  nos- 
otros os  partisteys ,  é  os  avisamos  que 
essos  mexicanos  son  grandíssimos  tray- 
dores,  é  no  nos  quisisteys  creer».  É  los 
talcasteclanos  é  alguno  de  caballo  dieron 
en  los  que  todavía  venían  de  unas  partes 
é  otras  en  busca  de  los  chripstianos,  para 
los  .acabar  de  matar  é  robar,  é  hícose. 
grand  matanca  en  los  tales;  é  recogidos, 
se  fueron  á  Tascaltecle ,  é  fueron  acogidos 
é  tractados  é  procurados,  como  si  fueran 
proprios  hijos.  É  allí  cstovieron  hasta  que 
se  allegaron  de  los  españoles,  que  después 
fueron  á  aquella  tierra  otros  (pimientos  6 
más  hombres,  que  con  los  veteranos,  po- 
cos á  pocos  ,  passaban  de  ochocientos 
hombres  de  guerra  :  la  qual  luego  se  co- 


DL  •INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  XLVI1. 


i  13 


luengo  ó  se  prosiguió ,  continuándose  ú 
tuerra  guerreada  á  fuego  é  á  sangre  muy 


crudamente,  Contra  los  mexicanos  e  sus 
valedores. 


CAPITULO  XLV1II. 

En  el  qual  se  tracta  cómo  fui  cobrada  la  grand  ciudad  de  Temislitan ,  y  el  señor  della  fué  presso  ;  é  otras 
particularidades.  Edáse  lin  con  esle  capitulo  á  esta  relación  <|ue,  como  es  dicho,  fué  sacada  de  muchas  in- 
formaciones i  testigos  que  en  aquella  conquista  ae  hallaron. 


1  roMiruiendo  esta  relacjoo,  es  de  saber 
que  en  ella  se  hace  memoria  di;  los  trece 
bergantines  que  Hernando  Cortés  higo  ha- 
cer para  la  conquista  ó  recuperación  de 
Temislitan ,  6  cercarla ;  6  cuéntalo  de  la 
mesma  manera  que  se  ha  dicho  en  esta 
historia.  \i  dice  assimesmo  que  Hernando 
Cortés  le  puso  tres  reales  á  la  ciudad, 
uno  en  la  calcada  de  [ztapalapa,  é  otro 
en  la  de  Tacuba,  por  donde  avian  los 
chripstianos  salido  huyendo,  é  otro  en  la 
calcada  (pie  llaman  de  Saltoca;  é  ordenó 
que  aquellos  bergantines  nnduviessen  en 
aquella  grand  laguna ,  a  par  de  aquellas 
calcadas,  é  por  todas  partes  discurrien- 
do, porque  los  indios  no  pudiessen  meter 
bastimentos  en  la  cibdad.  É  también  se 
hace  mención  que  se  ordenó  una  grand 
trayeion  en  Tezcueo  por  los  indios;  pero 
que  se  puso  recabdo  en  ello,  seguhd  la 
historia  lo  ha  contado.  E  assimesmo  diré 
el  motin,  en  que  tenían  ordenado  de  ma- 
tar a  Cortés,  por  industria  de  un  Villafa- 
ñe  é  un  tal  Kscudcro  6  otros  que  se  ha- 
llaron, é  fueron  castigados,  é  pagaron  su 
mal  desseo  con  las  villas ;  poi  que  essos  é 
otros  émulos  de  Cortés f  por  parte  de  Die- 
go Yelazqu.cz,  andaban  amotinándole  la 
gente;  pero  el  castigo  lo  aseguró  todo. 

De  manera,  que  quanto  al  cerco,  se 
ordenó  que  Hernando  Cortés  fuesse  en 
los  bergantines,  é  tres  capitanes  otros 
por  tres  partes  con  el  restante  de  la  gen- 
te española  é  amigos  confederados,  por 
tierra;  en  que  avia,  sin  los  chripstia- 
nos, más  de  cinqüenta  mili  hombres.  É 


sabido  porGuatimucin ',  señor  de  Temisli- 
tan (subcessor  en  aquel  grande  estado  á 
Montecuma),  hico  apercebir  sus  gentes 
para  su  defensa ,  é  quitar  las  puentes  de 
las  calcadas;  é  hico  muchos  sacrificios  á 
sus  dioses,  y  en  especial  á  su  dios  de  la 
guerra,  quellos  llaman  Cumual ,  é  sacri- 
ficó aquel  dia  qualro  mili  muchachos  ó 
más ,  é  qualro  españoles  que  tenia  vivos 
en  una  jaola.  É  ovo  su  consultación  con 
el  demonio,  é  díxose  que  le  avia  dicho 
que  no  temiesse  de  los  chripsliauos ,  é  que 
saliesse  á  ellos,  ó  le  ayudada  é  los  mala- 
ria á  todos;  é  que  le  sacrificasse ,  como 
solia. 

Escribe  Livio,  que  haciendo  la  guerra 
el  cónsul  Fabio  á  los  tarquinienses ,  los 
Tarquinos  sacrificaron  trescientos  é  siete 
cavalleros  romanos,  quellos  avian  presso, 
en  deshonra  de  los  romanos ;  de  manera 
que  non  menos  que  en  Indias,  en  Italia 
entre  aquellos  antiguos  gentiles  tractaba 
también  el  diablo  esta  condenada  usanga 
de  sus  sacrificios.  Tornemos  á  nuestra  his- 
toria. 

Hico  Güatimucin  venir  por  la  laguna 
muchas  canoas  é  algunas  piraguas,  étan 
grande  armada  que.  quassi  ocupaban  las 
cinco  leguas  que  liene  la  laguna  de  lon- 
gitud por  aquella  parte  ;  é  por  su  mucho 
número,  con  el  estorbo  que* se  dábanlas 
unas  k  las  otras ,  no  podian  navegar  á  su 
placer.  Los  atambores  é  vocinas  é  gritas, 
era  para  espantar,  mirando  con  quánta 
osadía  é  audagia  venian  é  amenazaban  á 
los  chripstianos,  é  decían:  «Aqui  avés 


Aquí  dice  Oviedo  Guatimu(a  ,  siguiendo  «in       duda  la  relación  que  vá  exlraclando. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATLRAE 


de  quedár  todos,  como  los  otros  que  pri- 
mero matamos».  É  porque  su  injusta  pe- 
tición fuesse  óyela  é  acepta  á  sus  dioses, 
sacrificaban  muchachos  que  allí  traian ,  é 
arrojábanlos  en  el  ayre,  é  decían:  «Assi 
avés  de  pagar  vosotros. » .  É  diciendo 
essas  é  otras  semejantes  locuras  é  fieras 
é  soberbias  palabras,  quiso  Dios  que  vi- 
no viento  próspero  en  los  bergantines  y 
embistieron  con  la  Ilota  de  los  enemigos, 
haciendo  grande  estrago  en  ella,  quebran- 
do y  echando  á  fondo  muchas  canoas  6 
indios,  en  tanta  manera,  que  en  muchas 
partes  parescia  el  agua  propria  sangre, 
por  la  mucha  que  de  los  indios  allí  se  ver- 
tía. E  demás  de  los  muertos  fueron  otros 
muchos  pressos,  é  assaz  señores  é  princi- 
pales dellos,  de  los  quales  se  supo  que 
todos  los  chripstianos  que  tomaron,  quan- 
<lo  los  echaron  de  Temistitan,  los  avian 
muerto  é  sacrificado  é  comido ,  á  causa 
de  la  división  de  los  señores,  que  unos 
debían  que  era  bien  ó  nescessario  para 
hacer  la  paz  con  los  chripstianos,  é  otros 
decían  lo  contrario ,  diciendo  que  pues 
Montecuma,  su  señor,  era  muerto,  que 
no  era  racon  que  chripstiano  viviesse.  Y 
en  fin,  con  muchas  é  diverssas  cruelda- 
des los  mataron  a  todos. 

En  esta  batalla  naval  quedó  la  victoria 
por  los  nuestros,  é  se  asseutaron  los  rea- 
les en  las  calgadas  é  partes  que  está  di- 
cho, é  se  partieron  los  bergantines  con 
cada  n  al,  y  el  capitán  general  por  su  par- 
te. E  cada  día  peleaban  los  unos  é  los 
otros,  por  entrar  en  aquella  grand  cibdád, 
contra  lo  qual  siempre  se  hallaba  mucha 
resistencia  é  moltitud  de  enemigos.  E  un 
día  el  general  se  desmandó  á  passar  una 
acequia,  que  atravessaba  la  calcada,  é  á 
la  vuelta  le  tomaron  Ireynta  españoles  vi- 
vos, é  los  sacrificaron  en  un  qii  muy  al- 
to; é  faltó  poco  de  prenderle  á  él  con 
ellos,  si  no  fuera  socorrido  de  cjertos  mi- 
lites é  criados  suyos:  ó  de  los  otros  rea- 
les  se  perdieron  aquel  dia  otros  quatro 


hombres.  Esta  guerra,  sin  cessar,  turó 
dos  mesc3  é  más,  é  á  cabo  deste  tiempo 
comentaron  á  allanar  é  ruinar  é  poner  por 
el  suelo  la  cibdad  por  una  parte  é  otra, 
juntamente  con  la  ayuda  de  Tascaltecle: 
é  los  de  la  cibdad  se  retruxeron  á  una 
parte  dolía  ,  sin  se  querer  rendir,  aunque 
en  ellos  se  hacia  mucho  daño  é  mataban 
cada  dia;  y  el  hedor  era  incomportable. 
É  un  dia ,  juntamente  los  españoles  é  sus 
confederados ,  les  dieron  tan  rescio  com- 
bate de  todas  partes,  que  Guatimucin  se 
entró  en  una  canoa  con  veynte  remeros, 
que  parescia  tan  veloce  por  dó  passaba, 
como  una  saeta.  É  un  capitán  que  se  de- 
cía Gargí  Holguin  estaba  en  uno  de  los 
bergantines,  é  tenia  allí  presso  un  señor 
indio  muy  principal,  el  qual  le  dixo:  «Ca- 
pitán señor,  dáte  buena  maña,  que  aque- 
llos indios  que  van  en  aquella  canoa  son 
esclavos  de  Guatimucin,  é  podrá  ser  quél 
va  allí  huyendo,  porque  su  bandera  ya 
no  paresce».  Estonces  el  capitán  Garcí 
Holguin,  cómo  oyó  esto,  dióse  toda  la 
priessa  quél  pudo  é  siguió  á  la  canoa ;  é 
quando  fué  á  par  della ,  .un  poco  antes,  se 
subió  en  popa  Guatimucin;  é  porque  vido 
que  ciertos  ballesteros  encaraban  con  las 
ballestas  contra  él ,  dixo  é  hico  señal  que 
no  tirassen,  quél  se  rendía  por  presso.  É 
assi  lo  fué  por  aquel  capitán ,  é  llevado 
luego  al  general  Hernando  Cortés;  é  lo 
pusieron  en  una  ácutéa  muy  alta,  é  díxo- 
le  Hernando  Cortés  que  dixesse  á  los  se- 
ñores é  capitanes  suyos  que  viniessen  luc- 
go  á  dar  la  obidiencia  á  Su  Magostad,  é 
al  general  en  su  real  nombre,  sí  no,  que 
no  quedaría  hombre  dellos  con  la  vida.  É 
assi  se  hico,  é  depusieron  las  armas  más 
de  septenta  mili  hombres. 

Preguntáronle  los  chripstianos  por  el 
thessoro  é  hacienda,  que  avia  quedado  en 
la  cibdad,  quando  los  desbarataron,  é  di- 
xo que  avía  ocho  días  que  lo  avian  echa- 
do en  la  laguna,  porque  el  diablo  le  avia 
dicho  que  avian  de  ser  vencidos,  é  que 


DE  INDIAS.  I.lli.  XXXIIIi  CAP.  XLVIIF. 


lo  mesmo  higíeron  de)  artillería  que  avia 
quedado;  pero  dixo  que  lo  daría  lodo,  é 
no  dio  la  tergia  parle  dello. 

Preguntáronle  por  los  chrípstianos,  6 
dixo:  <  No  me  preguntes  esso;  é  si  rae 
queresa  malar,  matadme  ya:  que  harto  es- 
toy de  vivir».  Y  el  capitán  general  le  dió 
buenas  palabras,  consolándole  ó  hacién- 
dole entender  (pie  avia  fecho  ;-u  deber  en 
su  defensa,  como  buen  príncipe,  é  (pie 
por  esso  no  seria  raaltractado,  sino  teni- 
do en  más:  é  hígole  llevar  de  allí  é  po- 
nerle en  buena  guarda,  con  buen  tracla- 
inienio  de  su  persona  ,  é  mandó  hacer  mu- 
chos fuegos  en  las  calcadas  por  alegría  de 
la  victoria  conseguida.  E  recogióse  mucho 
oro  é  joyas,  e  higo  herrar  por  esclavos 
con  el  hierro  del  Rey  á  muchos  indios  6 
indias,  porque  estaban  dados  portraydo- 
res.  E  después  que  la  cibdad  fué  subjela, 
hico  el  general  passar  el  real  de  los  chrips- 
tianos  á  la  cibdad  deCuyoacan,  que  está 
á  dos  leguas  de  Temis  titán. 

Muchas  cosas  acaesgieron  en  este  cer- 
co, que  entre  otras  generasciones  estu- 
vieran discantadas  é  tenidas  en  mucho, 
en  especial  de  las  imigeres  de  TeniiMilan, 
de  quien  ninguna  mención  se  ha  fecho.  É 
soy  certificado  que  fue  cosa  maravillo- 
sa é  para  espantar  verla  prontitud  ó  cons- 
tancia que  tuvieron  en  servir  á  sus  mari- 
dos, y  en  curar  los  heridos,  y  en  el  la- 
brar de  las  piedras  para  los  que  tiraban 
con  hondas,  y  en  otros  oflieios  para  más 
que  mtigcrcs. 

I'ues  eoino  Hernando  Oírles  acordó  de 
passar  á  Cuyoacan  ,  dexó  en  la  cibdad  de 
Temistjtan  á  un  cavallero  que  se  decia 
Yillafuerle,  con  ochenta  hombres,  para 
guarda  de  los  berganlines,  é  varáronlos  en 
tierra,  porque  los  indios  no  los  quemas- 
sen.  É  cómo  fué  presso  Guatimugin  é  sus 
principales  é  capitanes  é  mayordomos  su- 
yos é  de  su  hermano  Monleguma ,  degian 
adonde  avian  echado  el  oro  en  la  laguna, 
é  hallóse  parle  dello;  mas  no  la  tergia  par- 


te de  lo  que  se  avia  perdido.  E  afirmaban 
muchos  que  de  más  de  quinientas  leguas 
venían  embaxadores  é  indios  de  señores 
principales  á  dar  la  obidiencia.  E  después 
desla  señalada  victoria  ,  fué  á  aquella  tier- 
ra Chripstóbal  de  Tapia,  veedor  de  las 
fundiciones  del  oro  en  esta  cibdad  de 
Sancto  Domingo,  con  provissiones  é  po- 
deres para  gobernar  aquellas  parles  por  . 
Su  Magestad.  É  cómo  el  Emperador, 
nuestro  señor,  estaba  en  Flandes  en  aque- 
lla sagon,  é  aquellas  emanaban  de  sus  go- 
bernadores, é  á  Cortés  no  le  paresgió  que 
sin  ser  entendidos  sus  servigíos  debía  ser 
descompuesto,  tuvo  sus  formas  para  lo 
hager  volver  á  un  pueblo  que  se  dige  Ja- 
lapa, é  allí  lo  higieron  embarcar  é  se  tor- 
nó por  donde  vino  ó  fué  allá.  É  tornados 
los  mensajeros,  que  fueron  Alvarado  6 
I liego  (le  Solo  é  oíros,  hiriéronse  las  par- 
les del  oro  ávido  en  el  saco  de  Temísti- 
fan;  ó  demás  de  se  pagar  el  quinto  á  Su 
Magestad,  el  capitán  general  é. todos  los 
(lemas  del  exérgito  chripsliano  dieron  mu- 
chas joyas  para  el  Emperador  Rey,  nues- 
tro señor,  que  vahan  más  de  gient  mili 
pessos  de  oro,  en  oro  é  piala  é  preseas. 
É  lodo  aquello  se  perdió  é  lo  tomaron  co- 
sarios frangeses,  de  lo  qual  queda  fecha 
más  cumplida  relación  en  los  capítulos 
passados. 

E  también  se  recolige  desla  relación, 
cómo  Hernando  Corles  envió  á  Chripstó- 
bal de  Olit  á  poblar  en  la  costa  é  puerto 
de  Honduras  é  Higueras,  é  dige  que  se 
algó:  por  lo  qual ,  avisado  Hernando  Cor- 
tés, envió  á  un  cavallero,  cuñado  suyo, 
llamado  Frangisco  de  las  Casas,  contra  él; 
é  dió  al  través  en  parte  que  lo  prendió 
Chripstóbal  de  Olit  á  él  é  á  los  que  lleva- 
ba consigo,  é  muchos  se  ahogaron.  É  ya 
tenia  el  mesmo  Chripstóbal  de  Olit  presso 
al  capitán  Gil  Gongalez  Dávila ,  el  qual  é 
Erangisco  de  las  Casas  se  congertaron  ó 
mataron  al  Chripstóbal  de  Olit,  genando 
con  él ,  como  la  historia  lo  ha  contado  en 


518 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


el  libro  XXX ;  é  quedaron  por  goberna- 
dores los  interfectores  allí  en  Honduras. 
Después  Francisco  de  las  Casas  prendió 
al  Gil  Gongalez  é  llevólo  á  Temistitan ,  ó 
halló  que  era  ydo  Cortés  en  busca  de 
Chripstóbal  de  Olit  por  tierra;  é  dexó  por 
gobernador  al  thessorero  Alonso  de  Es- 
trada é  al  contador  Rodrigo  de  Albornoz; 
y  en  las  cosas  de  la  justicia  al  licenciado 
Alonso  Cuaco.  É  cómo  Hernando  Cortés 
se  fué  su  caminó ,  supo  en  el  viage  ques- 
tos  sus  sostitutos  se  avian  rigorosamente 
en  la  gobernación,  ó  no  á  su  voluntad.  E 
dió  otro  poder  para  gobernar  la  tierra  al 
factor  Goncalo  de  Salacar  é  al  veedor  Pe- 
dro Mirez  Cherino:  é  assi  redundó  destos 
poderes  una  contención  é  diferencia  entre 
los  officiales,  que  oviera  de  ser  causa  de 
se  perder  la  tierra. 

Dexenios  esto ,  é  volvamos  al  viage  de 
Cortés, que  llegado  ¿Honduras,  llegó  des- 
de á  poco  tiempo  un  frayre  pariente  su- 
yo ,  é  díxole  los  movimientos  é  revueltas 
de  México ,  é  persuadióle  á  que  se  fuesse 
luego  á  poner  la  tierra  en  paz;  y  entre- 
tanto envió  el  mesmo  bergantín,  prove- 
yendo que  gobernasse  Francisco  de  las 
Casas,  é  otra  provission  para  Al  varado; 
pero  los  mensajeros  fueron  pressos ,  é  ya 
el  factor  Salacar  avia  prendido  á  Francis- 
co de  las  Casas  é  sentenciádolo  á  muer- 
te, porque  avia  muerto  á  Chripstóbal  de 
Olit;  é  apeló  de  su  sentencia.  Mas  quan- 
do  llegaron  los  mensajeros  de  Cortés,  ya 
lo  avia  enviado. presso  á  España.  É  vistas 
las  cartas  de  Cortés,  quel  vulgo  tenia  por 
muerto,  juntáronse  el  thessorero  y  el  con- 
tador é  otros  de  su  parcialidad,  que  esta- 
ban retraydos  en  Sanct  Francisco  con 
otros  amigos  é  servidores  de  Cortés,  que 
a  ellos  se  allegaron ,  é  con  mano  armada 
fueron  a  prender  al  factor  Goncalo  de  Sa- 
lacar, que  estaba  en  la  casa  de  Cortés, 
que  la  avia  tomado  por  fucrca  con  ¡!bda 
el  artillería,  é  aun  avia  ahorcado  á  un 
primo  de  Cortés,  llamado  Rodrigo  do  Paz. 


su  mayordomo,  é  alguacil  mayor  de  Te- 
mistitan ,  é  tenia  doscientos  hombres  á  la 
continua  en  su  guarda  é  opinión.  Pero  al 
tiempo  de  la  nescessidad  todos  le  falta- 
ron, sino  diez  ó  doce:  é  non  obstante 
essOj  como  varón,  é  hombre  de  gentil 
ánimo,  se  puso  en  defensa,  y  él  mesmo 
pegaba  fuego  á  la  artillería  é  tiros  que 
tenia  asestados  á  la  puerta;  mas  entrá- 
ronle por  muchas  partes,  é  prendiéronle, 
é  lo  llevaron  quassi  arrastrando ,  é  fué 
puesto  en  una  jaola ,  donde  se  le  hicieron 
assaz  vituperios.  En  el  qual  tiempo  avia 
ydo  el  veedor  Pedro  Mirez  á  pacificar 
una  provincia  que  se  avia  aleado,  c  avian 
muerto  los  indios  á  más  de  cmqücnta  es- 
pañoles é  más  de  diez  mili  esclavos,  que 
andaban  en  las  minas  sacando  oro  en  la 
provincia  que  llaman  Quatan:  el  qual, 
cómo  supo  la  prission  del  factor  Salacar, 
é  que  Cortés  era  vivo ,  huyó  escondida- 
mente  ,  é  dexó  la  gente ,  é  se  acogió  á  un 
monesterio  que  está  en  la  provincia  de 
Tascaltecle ,  é  de  allí  lo  sacaron  los  indios 
é  lo  llevaron  á  México ,  é  fué  puesto  en 
otra  jaola.  Y  el  thessorero  y  el  contador 
se  llamaron  gobernadores  en  nombre  de 
Su  Magostad ,  é  con  esta  voz  hicieron 
prender  á  muchos  amigos  é  algunos  cria- 
dos del  factor  é  del  veedor ,  que  tenían 
concertado  de  quebrar  las  jaolas  é  los  po- 
ner en  libertad :  é  á  unos  ahorcaban ,  é  á 
otros  acotaban ,  é  á  otros  cortaban  piés  c 
manos;  é  andaba  un  fuego  y  escándalo 
tan  grande  que  los  indios  estaban  atóni- 
tos y  espantados  de  lo  que  vian.  Parte 
dcsto  passó  antes,  quel  licenciado  Cuaco 
fuesse  presso,  del  qual  é  de  su  naufragio 
adelante  hace  mención  la  historia  en  el 
último  libro  de  los  Naufragios. 

Passadas  estas  cosas,  ó  mejor  diciendo 
no  todas,  sino  hirviendo  é  turando  las  di- 
ferencias de  los  officiales ,  se  desembarcó 
Cortés  ochenta  leguas  de  Temistitan,  ó 
fuéronsele  á  quexar  muchos  indios  de  las 
rosas  acaoscidno  en  su  ausencia.  F.  llega- 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  GAP.  XLVIII. 


SI  9 


do  á  la  cibdad,  so  le  hi;o  grand  rescebi- 
miento:  é  desde  á  diez  ó  dore  dias,  que- 
riendo entender  en  las  cosas  del  faclor  ó 
del  veedor,  llegó  la  nueva  de  cómo  yba 
el  licenciado  Luis  Ponce  por  juez  de  resi- 
dencia 6  gobernador,  ó  que  estaba  des- 
embarcado en  la  Villa  Rica  ,  al  qual  le  fué 
dicho  que  quería  hacer  justicia  del  factor 
é  del  veedor,  ó  tomó  postas,  y  en  cinco 
dias  llegó  úTemistitan.  £  la  gente  que 
llevaba,  que  serian  hasta  cient  personas, 
los  más  se  murieron  por  el  camino  ó  den- 
de  á  muy  pocos  dias  después  que  en  la 
tierra  eslovieron  i  6  con  su  llegada  sobre- 
dieron otros  escándalos  é  trabaxos;  por- 
que'el  se  fué  derecho  a  la  iglesia,  é"  fué 
rescebido  en  nombre  de  Su  Magostad 
conforme  á  las  provissiones ,  que  llevó  é 
pressenló ;  é  salió  de  allí,  é  dende  á  ocho 
dias  le  dió  el  mal  de  la  muerte,  é  con 
ella  concluyó  con  sus  officios.  Pero  dexó 
en  su  lugar  por  gobernador  al  licenciado 
Márcos  de  Aguilar,  el  qual  era  hombro 
de  letras  é  diestro  en  las  Indias  por  la  ex- 
piricncia  que  avia  tenido  en  esta  Isla  Es- 
pañola y  en  esta  cibdad  de  Sancto  Do- 
mingo, donde  fué  algunos  años  alcalde 
mayor  por  el  almirante  don  Diego  Colom. 
É  dado  aquel  poder  gobernó  en  virtud 
del  con  mucho  trabaxo  por  los  escánda- 
los ya  dichos,  en  que  la  tierra  estaba,  é 
diéronle  por  acompañado  á  Gonzalo  de 
Sandoval ,  que  era  debdo  de  Cortes,  para 
que  sus  cosas  se  mirassen  ;  pero  él  no  lo 
quiso  rescebir.  É  dende  á  poco  se  murió 
este  licenciado ,  del  qual  se  esperaba  que 
la  justicia  fuera  bien  administrada,  por- 
que era  hombre  que  la  supiera  hager:  el 
qual  dexó  en  su  lugar  al  thessoreró  Alon- 
so de  Estrada,  é  diéronle  por  acompaña- 
do al  dicho  Goncalo  de  Sandoval ,  porque 
el  thessoreró  tractaba  mal  los  criados  é 
amigos  de  Cortés;  y  él  lo  rescibió  el  di- 
cho acompañado,  aunque  contra  su  vo- 
luntad. É  Cortés  estuvo  muy  desabrido 
con  el  thessoreró  por  algunos  desacata- 


mientos que  usaba  con  él ,  ó  que  lo  pa- 
rescia  á  Hernando  Cortés  que  lo  eran, 
porque  quisiera  que  tuviera  más  respetto 
á  su  persona.  Destas  cosquillas  se  pensó 
que  resultaran  nuevas  puñadas  é  traba- 
xos; y  el  thessoreró  era  hombre  hijodal- 
go é  official  de  Su  Magestad ,  y  en  Cib- 
dad Real,  de  donde  era  natural,  era  uno 
de  los  regidores  é  principal  hombre;  é 
tenia  sus  pensamientos  como  de  hombre 
de  bien,  é  pensaba  que  teniendo  cargo 
de  la  justicia,  la  avia  de  preceder  6  admi- 
nistrarla como  era  racon,  puesto  quel 
tiempo  estuviesse  enconado  é  los  ánimos 
españoles  alterados  y  en  diverssas  opi- 
niones. 

En  cssa  sacón  dende  á  poco  liempo  sa- 
lieron de  las  prissiones  el  factor  y  el  vee- 
dor ,  porque  les  fueron  cédulas  de  Su  Ma- 
gestad para  ello ;  y  Hernando  Cortés  se 
fué  á  España ,  é  quedó  el  thessoreró 
Alonso  de  Estrada  gobernando.  En  la 
qual  sacón  fué  nueva  como  Ñuño  de  Guz- 
man  yba  por  gobernador.  É  assi  fué,  que 
llegó  á  México  con  quatro  oydores  é  nue- 
va Chancillcria :  é  murieron  los  dos ,  é 
quedaron  vivos  los  licenciados  Johan  Or- 
tiz  de  Malienco  é  Delgadillo,  é  prendie- 
ron al  thessoreró  Estrada  é  al  capitán  Al- 
varado,  que  avia  ydode  España.  É  híco- 
sc  almoneda  de  los  bienes  de  Hernando 
Cortés,  é  tan  sumaria,  que  se  daba  todo 
por  mucho  menos  de  lo  que  valia;  é  lla- 
máronle á  pregones,  é  si  estuviera  en  la 
tierra,  se  viera  en  trabaxo;  é  sus  amigos 
con  este  disfavor  no  osaban  parescer. 

Dende  á  poco  tiempo  proveyó  Su  Ma- 
gestad que  se  quitasse  el  cargo  á  Ñuño  de 
Guzman ,  porque  en  poco  tiempo  ovo  del 
más  quexas  que  de  los  passados.  É  cómo 
lo  supo  ó  fué  avisado  que  le  quitaban  el 
ol'ficio ,  acordó  de  hacer  una  entrada  á  las 
provincias  de  los  UKchichimecas  de  Xa- 
-lisco,  en  demanda  de  Culuacan,  que  es 
de  donde  algunos  digen  que  vinieron  to- 
dos los  indios  que  estaban  en  Temistitan. 


520 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


É  donde  Ñuño  de  Guzman  fué  ,  halló 
gente  belicosa  vestidos  de  cueros  de  ve- 
nados muy  bien  adobados,  é  tienen  her- 
mosas mugeres,  é  gente  de  mayores  es- 
taturas que  los  indios  de  la  Nueva  Espa- 
ña. Este  cavallero  llevó  quinientos  de  á 
caballo,  unos  pressos  é  otros  contra  su 
voluntad,  é  los  que  con  ella  yban,  eran 
los  menos.  É  llegó  á  Mechuacan,  é  pren- 
dió al  señor  de  aquella  provincia ,  llama- 
do Caconci ,  estando  de  paz ,  el  qual  ser- 
via á  Hernando  Cortés :  é  fué  fama  que  le 
sacó  diez  mili  marcos  de  plata  ó  más,  é 
mucho  oro,  é  tomóle  diez  mili  indios  que 
le  llevó;  é  aun  después  le  quemó,  porque 
no  se  pudiesse  quexar,  é  á  otros  indios 
principales  con  él.  En  fin,  él  prosiguió  su 
camino  é  fué  donde  es  dicho,  é  allá  estu- 
vo en  continua  guerra  é  le  mataron  assaz 
chripslianos ;  pero  conquistó  á  Xalisco,  é 
fundó  tres  pueblos  é  poblólos  de  chrips- 
lianos. E  allí  estuvo  hasta  quel  visorey 
don  Antonio  de  Mendoca  fué  á  la  Nueva 
España,  el  qual  lo  manilo  prender  (ó  la 
Audiencia  Real  que  en  Temistitan  reside), 
é  fué  enviado  á  Castilla  á  dar  cuenta  de 
sus  servicios  ó  culpas  al  Emperador. 

Aquella  tierra  é  provincia  de  Xalisco  se 
llamaba  el  Nuevo  reyno  de  Galicia,  por- 
que es  región  áspera  é  montuosa  é  de 
gente  rcscia. 

Después  que  Ñuño  de  Guzman  fué  á 
aquellas  partes,  antes  que  allá  fuessc  el 
señor  visorey  don  Antonio  de  Mendoca, 
fué  á  Temistitan  el  obispo  de  esta  cibdad 
de  Sancto  Domingo  don  Sebastian  Ramí- 
rez Fuenleal,  presidente  de  la  Audiencia 
Real  que  aqui  reside ;  é  por  mandado  de 
Céssar  fué  á  reformar  á  México  é  Temis- 
titan é  aquella  Real  Cnancillería  que  allí 
hay,  é  como  presidente  é  persona  de  lc- 
tras  y  expiricncia :  é  fueron  con  él  los  li- 
cenciados Joban  efe  Salmerón,  que  avia 
estado  en  la  Tierra-Firme ,  é  Quitoga ,  é 
Cay nos,  é  Maldonado. 

Este  perlado  puso  en  libertad  los  in- 


dios, á  causa  de  lo  qual  los  conquistado- 
res dexaban  la  tierra  é  se  yban  á  buscar 
las  vidas;  mas  cómo  al  Emperador,  nues- 
tro señor ,  le  yba  más  en  que  su  tierra  es- 
(uviesse  bien  guardada,  é  su  consciencia 
segura ,  dióse  tal  orden  en  el  tractamien- 
to  de  los  indios  é  población  de  la  tierra, 
que  avia  la  racon  ó  justigia  que  conviene, 
é  convertidas  innumerables  gentes  á  nues- 
tra sancta  fée  cathólica,  é  con  muchos 
templos  é  iglesias,  assi  metropolitana  co- 
mo de  muchos  obispados  é  dignidades,  é 
muchos  monesterios  de  religiosos,  como 
más  particularmente  lo  dirá  la  historia 
adelante  en  el  lugar  que  convenga.  Y  es- 
tando aquel  muy  reverendo  obispo  pre- 
sidiendo en  aquella  Real  Chancilleria  é 
gobernando  la  Nueva  España,  volvió  á  la 
tierra  Hernando  Cortés  con  título  de  mar- 
qués del  Valle,  del  qual  estado  le  higo 
merced  la  Cessárea  Magostad,  como  bien 
informado  de  sus  señalados  é  grandes  ser- 
vicios; é  le  dió  mucha  renta  é  vassallos, 
é  le  concedió  otras  muchas  mercedes.  É 
cómo  allegó  á  la  Nueva  España,  le  salie- 
ron á  rescebir  é  á  quexársele  más  de  mili 
señores  é  indios ;  é  decían  que  los  licen- 
ciados Malienco  é  Delgadillo  les  avian  ro- 
bado á  ellos  é  á  él ,  é  que  viesse  si  que- 
ría que  los  matassen  á  ellos  é  á  los  de- 
más. Y  el  marqués  los  consoló  é  aplacó 
con  buenas  é  dulces  palabras  y  esperan- 
cas  futuras  para  su  satisfacion:  al  qual 
mandaron  los  oydores ,  só  graves  penas, 
que  no  cntrasse  en  la  grand  cibdad  de  Te- 
mistitan ,  é  á  los  conquistadores  que  se 
fuessen  á  vivir  é  residir  en  aquella  cib- 
dad ,  só  pena  de  muerte ,  por  quitarle  la 
gente  al  marqués.  É  aun  se  traclaba  de 
prenderle  é  tornarle  á  enviar  á  España, 
porque  decían  á  voces  que  yba  á  alboro- 
tar la  tierra.  Y  él,  con  buen  sufrimiento, 
hícose  pregonar  en  la  villa  de  la  Vcracruz 
por  capitán  general  de  Su  Mageslad,  ó 
assi  lo  era:  6  juntada  mucha  gente  con  él, 
é  muy  bien  en  órden ,  de  pié  é  de  caballo, 


de  indias:  LIB.  XWIIl.  CAP.  XLVIII. 


¡121 


fuéale  á  Tezluco,  que  está  cinco  leguas 
de  Temistitan  ;  é  allí  le  envió  a  mandar  el 
Audiencia  Real  que  no  entrasse  en  la  cib- 
dad.  só  pena  de  perdiinientodesiis  bienes, 
e  la  persona  á  merced  de  Su  Magostad: 
y  él  ohedesció  lo  que  le  mandaron,  Y  cs- 
taha  allí  tan  acompañado  é  con  tanta  cor- 
te é  más  que  la  que"  avia  en  Temistitan. 

En  este  medio  tiempo  acordaron  los  in- 
dios de  malar  ¡i  lo>  clirip-lianos  :  y  estan- 
do muchos  é  .innumerables  concertados 
para  ello,  porque  vían  la  división  e 
passiones  (pie  entre  los  españoles  avia, 
ovieron  mucho  temor  los  oydores  é  todos 

los  demás.  E  de  ne-ee->idad  .  parescien- 
doles  que  no  tenían  mejor  ni  más  cierta 
defensa  que  la  persona  é  crédito  é  valor 
del  marqués  del  Valle,  enviáronle  á  lla- 
mar, porque  cada  diu  los  indios  mataban 
cliripslianos  de  lus  (pie  andaban  desman- 
dados por  la  tierra  ,  é  faltaban  ya  más  de 
doscientos  españoles.  Y  el  marqués  fué  á 
Tcmistilan  muy  bien  acompañado  e  con 
mucha  gente  de  guerra,  é  cómo  hombre 
que  la  entendía:  e  se  junto  conuquellos  se- 
ñores de  la  Audiencia  Real  ó  fueron  p res- 
sos  é  castigados  muchos  indios ,  é  que- 
maron é  aperrearon  lautos  dellos  (pie  que- 
daron bien  escarmentados,  (-avisados  que 
cada  vez  (pie  se  moviessen  COuqualquier 
alteración,  se  avia  de  hacer  lo  mesmo.  V 
en  breves  dias  todo  estuvo  llano  é  pací- 
fico. 

Junto  con  sus  títulos  é  prosperidad  de 
marqués  del  Valle ,  llevó  consigo  a  la 
Nueva  España  á  la  marquesa,  su  muger, 
con  quien  se  casó  en  Castilla,  ques  aque- 
lla señora  de  quien  se  hico  memoria  en 
el  capitulo  XLV  ,  llamada  doña  Johana  de 
Arellauo,  hermana  del  conde  de  Aguilar, 
que  hoy  tiene  aquel  estado,  é  sobrina  del 
duque  de  Béjar  don  Alvaro  de  Cúfiiga.  La 
qual  es  uua  de  las  mugeres  de  España  ge- 

*    Las  catedrales  de  que  lialjla  Oviedo  parecen 
ser:  Puebla  de  los  Angeles,  TI  aséala,  Durango, 
TOMO  1U. 


nerosas  é  ilustres  por  su  sangre  é  de  las 
más  virtuosas,  é  valerosas  por  su  propria 
persona:  la  qual  sin  mucha  letura  no  se 
puede  cumplidamente  loar  conforme  á  sus 
méritos  é  prosapia. 

E  [lorque  desla  relación  estamos  quas- 
si  al  cabo,  digo  que  en  ella  supe  que  las 
minas  de  plata  están  en  una  prov  incia 
que  se  llama  Solico ,  en  la  (pial  assinies- 
mo  hay  muchas  colmenas  é  abundan- 
cia de  miel  é  cera  de  muchas  maneras. 
En  lo  de  la  plata,  digo  que  yo  vi  en 
Sevilla,  en  la  casa  de  la  moneda,  á  mon- 
tones por  el  suelo,  muchas  barrase  quin- 
tales de  plata,  é  barriles  llenos  de  la  lle- 
vada de  la  Nueva  España;  é  me  cortil  i - 
caron  los  ofliciales  reales  que  avia  en  la 
Nueva  España  en  essa  sacón  dado  de 
quinto  a  Sus  Magestades  un  solo  hom- 
bre finco  mili  marcos  de  plata  ,  por- 
que aquel  año  avia  sacado  veynte  y  cin- 
co mili  marcos ;  é  cada  marco  es  ocho  on- 
cas.  É  vi  que  por  no  se  poder  despachar 
de  fundir  tanta  plata  quanta  se  llevaba  á 
Sev  illa  en  aquella  casa  de  la  moneda,  die- 
ron licencia  á  sus  dueños  que  la  fundies- 
sen  donde  Ies  pluguiesse:  é  assi  estaban 
ocupadas  muchas  casas  de  herreros  é 
otras,  fundiendo  plata  en  grandes  canti- 
dades. 

En  la  provincia  de  Meehiiacan  hay  mu- 
chas minas  de  oro,  é  de  plata  assimesmo 
OtraB:  la  ¡pial  es  tierra  muy  Cria:  y  el  se- 
ñor peHa  era  señor  de  muchos  thessoros, 
é  llamábase  Caconci. 

Hay  al  pressente  en  la  Nueva  Espa- 
ña nueve  iglesias  cathedráles  ',  allende 
de  la  metropolitana  de  Temistitan,  con 
sus  obispados  é  dignidades,  etc.  Hav  mu- 
chos monesterios  de  las  Órdenes  de  Sanc- 
to  Domingo  é  Sanct  Francisco  é  de  la  Mer- 
ced é  de  otras  Órdenes. 

Hay  tanto  trigo,  é  hácese  tan  bien,  que 

Guatemala,  Meehoacan  ,  Gnadalajara ,  Yucatán  y 
Chispa. 

66 


¡j¿2 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ud  solo  labrador  ha  acaesgido  coger,  de 
quatro  fanegas  que  sembró,  seyscientas; 
é  porque  es  cosa  notable,  le  nombran  é  se 
llama  Francisco  de  Terracas. 

É  con  esto  se  concluye  é  dá  fin  á  esta 
relación,  que  en  la  verdad,  si  los  que  me 
informaron  no  tuvieron  passion  en  lo  que 
está  dicho,  á  lo  menos  por  mi  parte  está 
fielmente  escripia,  é  á  la  llana  é  con  me- 
nos palabras  assaz  de  las  que  fuy  infor- 


mado ,  en  lo  ques  dicho  en  estos  quatro 
capítulos  que  contiene. 

Agora  se  escribirá  otra  que  de  un  re- 
verendo padre  de  la  sagrada  Orden  de 
Sánelo  Domingo  yo  supe,  y  él  me  la  dió 
en  la  provingia  de  Nicaragua ,  que  yba  de 
la  Nueva  España.  E  aunque  en  ella  se  tó- 
eme algo  de  lo  que  está  dicho ,  también 
hay  otras  cosas,  que  no  se  deben  preterir. 


CAPITULO  XL1X. 

En  el  qual  se  contiene  una  relación  de  diverssas  cosas  de  la  Nueva  España,  quel  clironisla  escribe  por  in- 
formación del  reverendo  padre  vicario  fray  Diego  de  Loaysa  ,  de  la  sagrada  Orden  de  los  Predicadores;  é 
decirse  há  con  más  brevedad  de  la  que  este  religioso  lo  dió  in  scriptis,  firmado  de  su  nombre. 


I  o  he  procurado  por  muchas  vias  de  en- 
tender aquellas  diferencias  que  en  la  Nue- 
va España  se  tractaron  entre  los  officiales 
quel  Emperador,  nuestro  señor,  allí  te- 
nia para  su  hacienda  real ;  é  supe  de  mu- 
chos que  lo  vieron  lo  que  está  dicho  en 
los  quatro  capítulos  precedentes,  é  des- 
pués más  puntualmente  alguuas  cosas  des- 
tas  por  un  religioso,  persona  reverenda 
c  do  crédito ,  que  estando  yo  en  la  costa 
de  la  mar  del  Sur,  en  la  provincia  de  Ni- 
caragua,  fué  á  aquella  tierra  dende  la 
Nueva  España. 

Este  me  dixo  quel  gobernador  Hernan- 
do Cortés  estaba  en  el  puerto  é  cabo  de 
Honduras,  descuydado  de  las  cosas  que 
en  la  Nueva  España  passaban;  porque 
después  que  dende  la  provincia  de  Gua- 
xaca  avia  enviado  al  factor  Gongalo  de 
Salacar  é  al  veedor  Pedro  Almirez  '  Che- 
rino,  con  poderes  que  revocaban  los  que 
avia  dado  al  thessorero  Alonso  de  Estra- 
da é  al  contador  Rodrigo  de  Albornoz,  ó 
los  hacia  sus  tenientes  é  capitanes  en  su 
nombre,  ellos,  assi  como  fueron  rescebidos 
é  admitidos  en  Temislitan ,  sabiendo  que 


Cortés  estaba  muy  lésos  la  tierra  adentro, 
é  dubdando  su  vuelta  (que  yba  á  büscar  á 
Chripstóbal  de  Olit  que  se  avia  aleado), 
ávido  su  acuerdo,  propusieron  en  sus  áni- 
mos é  obras  de  se  enseñorear  é  gobernar 
absolutamente;  é  assi  subcedieron  gran- 
des discordias  é  bullicios  entre  lodos  qua- 
tro officiales  y  un  Rodrigo  de  Paz,  pri- 
mo de  Cortés,  que  era  alguacil  mayor 
<le  México  é  mayordomo  mayor  de  la  ca- 
sa é  hacienda  de  Cortés,  que  juntamente 
con  ellos  concurría,  pero  en  la  opinión  de 
Cortés,  é  no  en  lo  demás.  Y  fueron  en- 
cendiéndose los  enojos,  éá  proporción 
dellos  el  de  su  discordia,  subcedieron  las 
cosas  de  mal  en  peor,  aumentándose;  y 
essos  officiales,  factor  c  veedor ,  prendie- 
ron al  Rodrigo  de  Paz,  é  todo  el  fin  de  la 
prission  fué  porque  dixesse  del  thessoro 
de  Hernando  Cortés,  quellos  pensaban 
quel  Rodrigo  de  Paz  lo  tenia  enterrado,  é 
que  solo  este  su  primo ,  como  debdo  tan 
gercano  é  camarero  suyo,  é  que  era  par- 
tícipe en  sus  secretos,  lo  sabia.  É  para 
que  dixesse  la  verdad  fué  atormentado 
muy  crudamente;  é  finalmente,  no  co- 


En  los  capítulos  preceden  tea  se  lee  Mirez 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP   XI IX. 


523 


nosciendo  nada  ,  lo  hicieron  ahorcar  muy 
avíltadamente. 

Desde  á  pocos  dias  prendieron  a  los  ca- 
pitanes Francisco  de  las  Casas  6  comen- 
dador Gil  Goncalez  Dávila ,  é  condenáron- 
los á  muerte;  é  si  no  fuera  por  los  padri- 
nos é  religiosos  que  se  alravessaron  á  in- 
terceder é  rogar  por  ellos,  lo-  dogolláian. 

porque  avian  muerto  al  capitán  Chripstó- 

bal  de  Olíl ;  y  enviáronlos  en  una  earave- 
la  en  poder  del  capitán  é  piloto  Julián  Mo- 
no de  Quexo,  6  de  VUIarroel  é  Tapia;  que 
y  lian  por  procuradores  á  España  <  <  ■  1 1  nom- 
bre de  las  cibdades  de  la  Nueva  España, 
y  en  favor  destos  dos  oflieiales  que  go- 
bernaban); y  enviaban  con  ellos  dore  mili 
lineados  de  oro  en  Larras  6  joyas  de  oro 
ricas  (queste  padre  me  dixoque  las  vido 
é  tuvo  en  sus  manos),  lo  qual  llevaba  un 
Jofaan  de  la  Peña,  criado  del  factor;  y  en 
el  camino  se  perdió  el  navio  en  el  puerto 
de  la  isla  del  Fayal,  ques  una  de  las  is- 
las de  los  Acores ;  pero  salvóse  el  oro  de 
Su  Magostad  y  el  de  todos  los  que  allí 
yban ,  6  perdiéronse  los  processos  des- 
tos  pressos. 

En  aquella  sacón  fué  á  buscar  á  Cortés 
un  frayle  de  la  Órden  de  Sanct  Francisco, 
llamado  fray  Diego  Allamirano,  primo  su- 
yo, é  dióle  noticia  de  lo  que  en  Temisti- 
tan  passaba ,  porque  y  ha  á  buscarle  é  sa- 
ber si  era  muerto  ó  vivo ;  é  para  este  efet- 
to  fletó  un  navio  en  la  villa  de  Medellin 
de  la  Nueva  E-paña  ,  ó  fue  al  calió  de  Hi- 
gueras ó  puerto  de  Honduras,  é  halló  á 
Cortés  en  la  villa  de  Truxillo.  F  fecha  su 
relación,  quedó  informado  Cortés  de  la 
verdad  de  lo  que  passaba  en  la  Nueva  Es- 
paña; y  este  frayle  fué  el  primero  que  le 
nombró  señoría,  y  le  consejó  é  higo  que 
se  pusiesse  con  sitíalá  oyr  misa,  é  pusiesse 
estrado,  é  solempnioasse  su  estado,  dán- 
dole á  entender  quel  Emperador  le  avia 
hecho  duque  é  adelantado  de  la  mar  del 
Sur ,  lo  qual  no  fué  assi.  É  cómo  pensa- 
ba volver  á  México  por  tierra  por  la  pro- 


vincia de  Guatimala  é  Píequepio,  oslando 
hechos  é  aderescados  los  caminos  hasta 
el  valle  de  L'lancho,  para  que  las  ásperas 
sierras  de  Chindon  se  pudiessen  passar 
sin  mucha  dilieultad,  é  para  servir  á  Coi  - 
tés  todos  los  caciques  de  la  tierra  estallan 
aparejados,  poique  tenían  en  mucho  su 
reputación  é  fama  por  aver  conquistado 
á  Témislitan;  é  nombrábanle  Malineho.  á 
re-pelo  de  una  lengua  que  traia  consigo 
que  llamaba  Marina.  É  por  importunación 

grande  del  frayle  mudo  consejo  é  se  par- 
tió por  la  mar,  para  que  con  más  breve- 
dad remediasse  la  Nueva  España  :  é  con 
próspero  viento  en  veynte  é  cinco  dias 
fueron  en  la  Bábanaj  quesea  la  isla  de 
Cubé ;  é  dende  allí  en  otros  quince  días 
llegaron  al  puerto  de  Sanct  lohan  de  Lúa, 
en  la  Nueva  España ,  é  tomó  la  gente  de 
sobresaltó  una  mañana  que  aun  los  veci- 
nos estaban  en  las  camas ,  é  fué  tanto  el 
placer  de  todos ,  que  de  atónitos  y  espan- 
tados no  creían  que  era  él ;  é  aun  muchos 
le  deso  -'  ¡mi ,  porque  \  ha  mal  dispues- 
to \  enfermo  de  ealonluras.  ,|  n  |a  mur 

le  avian  muy  mal  tractado. 

Los  indios  de  la  costa,  sabida  su  veni- 
da, saliéronlo  á  rescebir  á  los  caminos  con 
pressentcs  de  oro  é  comida  ó  mantas.  Es- 
to hico  la  cibdad  de  Ccropual ,  é  le  siguie- 
ron la  mayor  parte  del  camino  de  allí 
adelanto:  ó  de  las  comarcas  por  el  seme- 
jante salían  con  comida  é  con  cántaros  de 
agua  puestos  en  aquel  desierto  que  tura 
cpiaronta  leguas,  sin  población,  excepto 
las  ventas  fechas  por  los  chripstianos:  é 
desla  manera  llegó  hasta  Tezcuco,  é  allí 
fué  rescebido  de  los  indios  con  mucha 
fiesta  é  solempnidad.  E  salió  el  contador 
Rodrigo  de  Albornoz  una  jornada  antes 
que  llegasse  á  Tezcuco  con  muchos  espa- 
ñoles á  rescebirle ,  é  assi  por  el  consi- 
guiente por  su  parte  el  thessorero  Alonso 
de  Estrada,  con  todos  los  allegados  á  es- 
tos é  á  la  parcialidad  de  Cortés.  É  assi 
con  mucha  alegría ,  é  grandes  areytos  de 


HISTORIA  GENÉtfAL  Y  NATlTIL\L 


indios  de  noche  é  du  .dia,  é  instrumentos 
de  españoles  de  trompetas  é  atabales  fué 
resgebido. 

Tres  meses  antes  que  llegasse  Cortés, 
gobernando  el  factor  Goncalo  de  Salacar, 
se  higo  pregonar  por  gobernador  de  la 
Nueva  España  é  capitán  general,  en  nom- 
bre de  Su  Magestad,  como  offigial  suyo, 
porque  la  tierra  estaba  tiranizada  é  alca- 
da  contra  Su  Magestad  en  poder  de  Cor- 
tés. É  assi  en  la  plaga  de  Temistitan  de- 
gia  que  era  tirano  traydor  Cortés  é  todos 
los  que  le  siguiessen.  Y  en  todas  las  co- 
sas do  la  gobernagion  é  capitanía  general 
entendía  absolutamente,  como  si  fuera 
gobernador;  é  acompañábale  en  gobernar 
el  veedor.  E  después  que  ahorcó  á  Ro- 
drigo de  Paz,  se  levantaron  giertas  provin- 
cias de  indios  en  Guaxaca,  é  fué  allá  el 
veedor  con  dosgientos  hombres  a  sose- 
garlos: é  higiéronse  fuertes  los  indios  en 
unos  peñones;  é  viéndose  apretados,  re- 
cogiéronse lodos  á  uno  muy  fuerte,  é  los 
españoles,  assi  por  sacarlos  de  allí,  como 
por  aver  dellos  una  sierpe  de  oro  é  gier- 
tas rodelas  é  moscadores  é  otras  joyas  de 
oro  ricas,  estuvieron  quarenta  dias  so- 
brellos.  E  supieron  los  indios  por  sus 
espias  que  los  chripstianos  los  avian  de 
combatiré  subir,  é  una  noche  los  hom- 
bres de  guerra  é  viejos  huyeron  por  las 
sierras  sin  ser  sentidos ,  de  manera  que 
desque  los  chripstianos  les  subieron  el  pe- 
ñon  ,  no  hallaron  sino  mugeres  viejas  é 
niños. 

Estando  en  esta  conquista  este  veedor, 
é  el  factor  en  Temistitan  con  grand  triun- 
fo, llegó  Martin  de  Orando,  mogo  de  es- 
puelas del  dicho  Cortés,  con  cartas  para 
el  Ihcssorero  é  contador,  é  con  una  pro- 
vission  para  que  gobernasse  Francisco  de 
las  Casas  en  lugar  de  Hernando  Cortés ;  y 
este  salió  en  un  navio  que  yba  á  Panuco, 
é  fué  por  tierra  dende  la  isla  de  los  Sacri- 
ficios, é  de  allí  en  Tierra-Firme  hasta  que 

llegó  á  México  muy  secretamente ?  que  no 


fué  sentido  del  factor  ni  sus  adherentes, 
porque  si  le  tomaran,  le  higieran  quartos, 
llevando  nueva  que  era  vivo  Hernando 
Cortés,  é  que  revocaba  los  poderes  que 
les  avia  dado  al  factor é  veedor:  los  qua- 
les  publicaban  que  Cortés  é  los  que  con 
él  avian  ydo  eran  muertos  por  los  indios, 
é  que  lo  traían  figurado  en  un  paño  de  la 
manera  que  los  avian  muerto.  É  cómo  no 
avian  sabido  nueva  que  gierta  fuesse,  tú- 
volo el  vulgo  por  gierto,  é  aun  los  criados 
é  amigos  de  Cortés  le  hicieron  las  honras 
é  obsequias  por  defuncto,  é  lo  mesmo  al- 
gunas mugeres  por  sus  maridos  que  con 
él  avian  ydo.  Después  de  lo  qual,  veni- 
do aquel  mogo  ó  mensajero  de  Cortés  que 
es  dicho,  entróse  en  Sanct  Frangisco  se- 
cretamente ,  é  dió  las  cartas  al  thessore- 
ro;  é  los  criados  é  amigos  de  Cortés  re- 
cogiéronse todos  á  Sanct  Francisco ,  é  ju- 
ramentáronse los  más  de  seguir  al  thesso- 
rero,  é  todos  le  eligieron  por  capitán  é 
teniente  de  gobernador  en  nombre  de  Cor- 
tés; porque  Frangisco  de  las  Casas,  á 
quien  yba  el  poder ,  ya  era  enviado  á  Es- 
paña presso  é  condenado  á  muerte ,  y  el 
comendador  Gil  Gongalez  Dávila ,  por  la 
muerte  del  capitán  Chripstóbal  de  Olit. 

El  contador  usó  de  una  manera  para 
acostarse  á  la  parte  que  saliesse  con  su  in- 
tención, é  secretamente  hígose  con  el  thes- 
sorero;  y  el  dia  ¡piel  thessorero  determi- 
nó de  prender  al  factor,  á  medio  dia,  fué 
el  contador  dende  Sanct  Frangisco  á  la 
possada  del  factor ,  é  so  le  ofresgió  que 
ni  seria  con  él  ni  contra  él ,  sino  en  poner 
paz.  É  despidióse  dél  con  intención  dése 
yr  á  su  casa,  y  en  el  camino  topó  con  la 
gente  que  salia  de  Sanct  Francisco  con  el 
thessorero ,  lodos  en  ordenanga  é  á  caba- 
llo, é  higo  que  públicamente  le  higiessen 
quitar  de  la  muía  é  cabalgar  en  un  caba- 
llo que  le  dieron  é  armas,  é  assimesmo 
los  suyos,  con  la  cautela  (pies  dicho,  pa- 
la que  si  la  parle  contraria  vengiesse,  pu- 

diesse  decir  que  yba  forgado.  Assi  que, 


DE  INDIAS.  UB.  XXXIII.  CAP.  XLIX. 


ydos  derechamente  á  lu  casa  de  Bernando 
Cortés,  donde  el  factor  paraba  y  estaba 
con  gente  armada  «le  sus  amibos  é  cria- 
dos ,  6  ciertos  tiros  de  artillería  a  la  puer- 
ta principal  por  la  calle  que  sale  á  Sanct 
Francisco,  vido  que  la  gente  que  consigo 
tenia  se  le  salían,  pocos  á  pocos,  por  los 
corredores,  y  en  especial  don  Luis  de 
(inzuían ,  que  fué*  uno  de  los  primeros  que 
se  echaron  de  los  corredores  abaxo  don- 
de estaba  el  thessorero  con  la  gente,  di- 
ciendo que  -i  le  rescihiria.  V  el  (liessore- 
ro  cercó  la  casa  con  la  gente,  é  viéndose 
el  factor  ^creado,  é  que  los  que  le  avian 
de  ayudar  se  le  yban  é  se  passaban  á  la 
parle  contraria,  con  buen  ánimo,  e.  como 
valiente  hombre,  se  ahaxó  á  la  puer- 
ta cou  un  ticon  en  la  mano  é  pegó  fuego 
á  la  artillería;  é  quiso  Dios  quel  un  tiro 
que  -alió,  abriéndose  la  gente,  no  bi$0 
mal,  é  fué  á  parar  la  pelota  cu  una  pared 
de  Sanct  Francisco;  y  en  continente  ar- 
remetió el  thessorero  é  su  gente  y  entra- 
ion  por  la  puerta,  é  retrayéndose  el  fac- 
tor á  una  cámara  le  prendieron .  é  le  echa- 
ron una  cadena  é  le  llevaron  presso  por 
la  placa,  é  después  le  pusieron  en  una 
jaola  en  la  casa  de  Cortés  é  con  mucha 
guarda.  Y  el  thessorero  y  el  contador  se 

vinieron  á  la  mesma  casa. 

Cómo  el  veedor  supo  la  nueva  del 
mensajero  que  avia  enviado  Cortés,  par- 
lióse  con  la  ¡.'ente  •  I •  -  guerra  que  tenia  de 
donde  estaban  para  meterse  en  Temisti- 
tan  é  ayudar  al  factor  su  compañero,  ó 
supo  en  el  camino  su  prission ,  c  fuóssc  a 
Táscala ,  é  metióse  en  un  monesterio  de 
Sanct  Francisco  que  allí  hay:  é  sabido 
por  el  thessorero  é  contador,  enviaron 
gente  por  él ,  ó  metiéronle  en  otra  jaola 
junto  con  el  factor.  Y  en  esta  sacón  cier- 
tos españoles  secretamente  determinaron 
de  matar  al  thessorero  é  contador,  é  sa- 
car al  factor  ó  veedor  de  las  jaolas;  é  ne- 
gociaron con  las  guardas  que  al  tiempo 
que  diessen  en  el  thessorero  é  contador. 


(piando  estóviessen  comiendo,  ellos  sol- 

ta— en  al  factor  ó-  veedor.  É  porque  las 
llaves  de  sus  prissiónes  tenian  el  thesso- 
rero y  el  contador,  descubriéronse  á  un 
Guzman,  que  era  grand  maestro  de  hacer 
vergas  de  ballestas  é  cerragero,  natural 
de  Sevilla,  hijo  de  un  judio  (que  el  nom- 
bre ó  apellido  de  Guzman  no  le  venia  ni 
le  tiene  por  linage,  sino  porque  fué  su 
padrino  uno  de  los  del  ilustre  linage  de 
los  Guzmancs);  y  este  les  prometió  de  les 
hacer  llaves  ó  gancuas  ó  darles  limas  pa- 
ra abrir  las  prissiónes  del  factor  é  del 
veedor,  é  descubriéronle  lo  que  estaba 
concertado  contra  el  thessorero  é  conta- 
dor. Este  Guzman  les  prometió  que  den- 
de  ciertos  dias  les  daría  hecho  el  recabdo 
que  era  menester  para  soltar  los  pressos, 
é  por  otra  parte  fuésse  al  thessorero  6 
contador  é  díxoles  lo  que  passaba:  los 
«piales  encontínente  prendieron  á  un  Ks- 
cobar  6  ú  otros  de  los  que  hablaron  al 
(lUzman  en  lo  que  es  dicho,  é  á  otros  que' 
ovieron  por  sospechosos,  é  degollaron 
los  que  avian  ydo  al  (inzuían  ,  é  pusieron 
otras  guardas  de  nuevo  más  fuertes  é  fie- 
les para  guardar  al  factor  é  veedor.  Y  es- 
lando  assi  pressos  subcedió  la  llegáda  d 
Cortés  de  la  manera  dicha:  el  qual  luco 
luego  elegir  alcaldes  é  regidores',  é  privó 

e  quitó  de  los  ol'íicíos  é  hico  prender  á 

Goncalo  de  Ocanipo  6  á  otros  muchos  de 
la  parcialidad  del  factor  ,  é  secretamente 
se  hacía  pesquisa  de  los  que  se  avian  le- 
vantado con  ellos  contra  él. 

En  esta  ocupación  passaron  veyntc  y 
finco  (lias,  y  en  fin  dellos  llegó  el  licen- 
ciado Luis  Ponce,  que  fué  de  España  pro- 
veydo  por  juez  de  residencia,  é  aun  se 
decía  también  qué  a\  ¡a  de  quedar  por  go- 
bernador, é  llevó  por  su  teniente  al  licen- 
ciado Marcos  de  Aguilar,  é  fué  por  al- 
guacil mayor  el  comendador  Proaño,  é 
por  alcalde  fué  el  capitán  Salacar  de  la 
Pedrada:  é  fueron  assimesmo  oíros  cava- 
llerós  é  hidalgos,  é  algunos  religiosos  de  la 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


52G 

órden  de  Sánelo  Domingo,  para  la  funda- 
ción do  las  casas  de  su  Orden  sagrada  en 
aquellas  partes;  entre  los  quales  fueron 
fray  Thomás  Ortiz ,  grand  predicador ,  é 
fray  Vicente  de  Sancta  Ana ,  muy  buen 
letrado,  é  fray  Domingo  de  Sotomayor, 
hermano  del  señor  de  Orellana  ,  é  otras 
notables  personas.  Luis  Ponge,  sin  repos- 
sar  del  trabaxo  de  la  mar,  con  la  gente 
más  rescia  que  pudo  seguirle  (ó  le  pen- 
só seguir)  se  partió  de  la  villa  de  Medellin 
para  Temistitan ,  porque  le  dixeron  que 
Cortés  no  le  avia  de  resecbir,  é  le  dieron 
a  entender  que  avia  de  salir  al  camino  á 
le  prender ;  é  por  esto  se  fué  por  la  via 
de  los  pueblos  á  grand  priessa.  E  cómo 
Cortés  supo  la  nueva  de  los  indios  (que 
en  tres  dias  después  que  llegó  al  puerto 
Luis  Ponge  lo  supo  Cortés ;  aunque  el  ca- 
mino es  de  ochenta  leguas  ó  más),  pro- 
veyó luego  á  dos  leguas  de  Temistitan  en 
un  pueblo  que  se  dige  Iztapalapa,  que  se 
aparejasse  el  rescebimiento  para  Luis 
Ponce  é  su  gente ,  é  que  se  les  hiciesse 
grand  banquete  é  fiesta,  é  le  sirviessen 
los  criados  del  dicho  Cortés ;  é  allí  se  le 
dieron  muchos  é  diferentes  manjares, 
entre  los  quales  dieron  unas  natas  ,  é 
puestas  á  Luis  Ponge  comió  unas  pocas,  é 
las  demás  dió  en  el  mesmo  plato  al  padre 
fray  Thomás  Ortiz,  que  cabe  él  estaba,  al 
qual  dixo  el  maestre  de  sala  Hernando 
de  Tapia  :  «Otras  traerán  para  vuestra  re- 
verengia  ».  E  dixo  el  frayle:  « Dessas 
ni  de  otras».  É  luego  enconlincntc  se  le- 
vantó de  la  mesa  Luis  Pongo,  é  revesó, 
é  los  más  que  con  él  comieron.  É  de  aqui 
se  sospechó  que  le  avian  dado  pongoña, 
y  el  frayle  lo  afirmaba  que  avia  seydo  en 
las  natas:  lo  qual  dige  esta  relagion  que 
fué  falso,  porque  como  Luis  Ponce  6  su 
gente  yban  del  camino  trabaxados  é  con 
hambre,  ó  alli  hallaron  mucha  comida, 
naturalmente  se  les  avia  de  ofresger  mala 
dispusigion  é  aquellos  vómitos  é  cámaras; 
que  no  de  pongoña.  porque  si  pongoña 


fuera,  el  comendador  Proaño  comió  de 
todo  lo  del  plato  de  Luis  Ponge,  é  no  en- 
fermó ni  menos  revesó,  é  siempre  estuvo 
bueno. 

Saliéronle  á  resgebir  Cortés  con  el 
thessorero  é  contador,  y  el  comendador 
Alvarado  con  todos  los  españoles ,  é  assi 
entró  en  México,  é  apossentáronle  en  la 
possada  de  Cortés.  Otro  dia  siguiente  en 
Sanct  Frangisco,  después  de  aver  oydo 
misa,  pressentó  las  provissiones  de  Su 
Magestad ,  é  tomó  las  varas  á  los  alcal- 
des é  jusligias,  é  luego  se  las  tornó  á 
dar,  é  dixo  quanto  á  la  vara  de  Cortés: 
«  Esta  quiero  yo  para  mí ».  É  con  mucha 
cortesía  se  salieron  é  se  fueron  á  comer. 
Dende  á  pocos  dias,  saliendo  un  dia  del 
moncslerio  de  Sanct  Frangisco  Luis  Pon- 
ge con  una  grand  calentura  ,  que  realmen- 
te fué  modorra,  se  fué  á  la  possada  ,  y 
echado  en  la  cama  estuvo  tres  dias  muy 
fuera  de  sí,  cresgiendo  cada  dia  más  el 
calor  é  gana  de  dormir;  é  los  médicos 
que  lo  curaron,  fueron  el  doctor  Flojeda  y 
el  ligengiado  Pedro  López,  y  essos  lleva- 
ron los  términos  en  su  cura  de  hombre 
enfermo  de  modorra,  é  assi  siguió  sus 
términos  de  mal  en  peor  hasta  el  septe- 
no, é  allí  ordenó  su  ánima  é  resgibió  los 
sacramentos.  É  una  tarde  antes  que  mu- 
riesse,  mandó  que  le  (añessen  una  baxa, 
y  él  estando  en  la  cama,  con  los  pies  la 
anduvo,  é  señalaba  los  compases  de.  la 
danga  con  los  piés,  é  luego  se  le  quitó  la 
habla ,  é  otro  dia  antes  del  alba  espiró. 
Cortés,  sabida  su  muerte,  higo  tan  grand 
llanto  secreto  como  si  fuera  su  hermano. 
Enterráronle  con  mucha  solempnidad  en 
Sanct  Frangisco. 

El  licenciado  Marcos  de  Aguilar,  aun- 
que mal  dispuesto,  con  el  poder  que  tenia 
de  Luis  Pongo  gobernaba  é  tomaba  re- 
sidencia á  Cortés,  é  dende  á  dos  meses 
enfermó  él  é  su  hijo  de  flaquega  é  calen- 
turas, allende  del  mal  viejo  que  Márcos 
de  Aguilar  se  tenia  de  las  búas;  é  ambos 


DE  INDIAS.  LID. 

muñeron,  6  el  hijo  dos  dias  antes  que  el 
padre. 

Despoe8  de  la  muerte  de  Luis  Poncc, 
estando  enfermo  Múreos  de  Agilitar,  se 
partió  e|  contador  Albornoz  á  España,  é 
quedó  poder  al  thessorero  para  gober- 
nar; é  los  de  la  parcialidad  de  Cortés  no 
consintieron,  é  tomóse  por  concierto  que 
gohemasse  el  lliessorero  é  Gongalo  de 
Sandoval ,  é  assi  juntamente  gobernaron, 
e  Cortés  tenia  el  cargo  de  lo  (]ue  tocaba  á 
los  indios,  é  los  que  es  dicho  goberna- 
ban la  tierra  de  los  españólese  la  cibdad. 
El  contador,  llegado  a  la  corte,  higo  re- 
lación del  estailo  de  la  tierra,  C  prove- 
yóse que  la  persona  (pie  .Marcos  de  Agui- 
lar  en  su  testamento  señalasse,  gobernas- 
te hasta  tanto  que  Su  Magostad  otra  cosa 
proveyesse ;  c  por  esto  gobernó  el  thesso- 
rero solo  en  todo ,  de  lo  qual  subcedieron 
cosquillas  entre  él  y  Hernando  Cortés.  Y 
.■I  ih  >sorero ,  \  iendosc  solo ,  é  tcmiendi i 
que  Cortés  le  alropellaria,  se  confedero 
con  el  factor  é  con  el  veedor ,  que  esta- 
ban presaos;  é  la  gente  do  sus  amigos  é 
parciales  se  llegaron  al  thessorero,  c  con 
este  favor  rechazaba  las  cosas  de  Cortés, 
ó  no  las  hacia  tan  &  su  favor ,  como  él 
quisiera. 

Subcedió  en  essa  sacón  que  unos  criu- 
dos  de  Cortés  acuchillaron  á  un  capitán,  é 
prendieron  al  uno  drllos ,  é  aquel  (lia  le 
higo  el  thessorero  cortar  la  mano  dere- 
cha ,  é  lo  higo  tornar  á  la  cárcel ,  6  des- 
terró á  Cortés  cinco  leguas  de  la  cibdad 
de  Tcinistitan ;  é  fué  cosa  de  tanto  escán- 
dalo ,  que  se  pensó  que  aquel  dia  se  die- 
ran de  langadas  todos  los  españoles. 

Otro  dia  siguiente  después  de  esto  fe- 
cho é  Cortés  desterrado,  lo  supo  este 
reverendo  padre,  cuya  es  aquesta  rela- 
ción, que  yba  del  puerto  de  la  Villa  Rica 
con  el  muy  reverendo  obispo  primero  de 
Tascaftecle,  fray  Julián  Gargés,  de  la  mes- 
illa Orden  de  los  Predicadores,  la  qual 
provincia  é  obispado  por  nuevo  nombre 


XXXIII.  CAP.  \LI.\.  o27 

se  dice  el  Obispado  Carolen.se.  E  llegados 
á  Tezcuco,  é  sabido  lo  que  es  dicho,  con 
mucha  priessa  entraron  estos  padres  cu 
una  canoa  por  la  laguna,  y  en quatró ho- 
ras fueron  a  la  cibdad ,  é  los  dos  mones- 
lerios,  assi  el  de  Sánelo  Domingo  como 
el  de  Sanct  Francisco,  con  todos  sus 
frayles,  con  las  cruces  é  clérigos  de  la 
iglesia  mayor,  llevaron  en  procession  ;;1 
dicho  obispo  hasta  la  iglesia  mayor ,  é  da- 
da la  bendición,  se  fué  á  apossentar  al 
monesterio  de  Sancto  Domingo;  é  otro 
dia,  interviniendo  aqueste  perlado  entre 
Cortés  y  el  thessorero,  los  higo  amigos. 
Después  llegaron  ciertas  provissiones  de 
España  para  que  fuéssen  sueltos  el  factor 
y  el  veedor  é  les  restituyessen  sus  ófOciós 
e  haciendas,  de  lo  qual  é  de  lo  passado 
allivido  Cortés,  determinó  de  yr  en  Es- 
paña, y  envió  delante  á  un  hidalgo  natu- 
ral de  Sevilla  ,  llamado  Pedro  Ruiz  de  Er>- 
quivel :  é  á  cabo  de  treynla  dias  cu  la  la- 
guna en  una  isleta  le  hallaron  muerto  cu- 
bierto de  tierra  é  piedras,  é  la  una  mano 
de  fuera,  la  qual  tenia  comida  de  perros, 
y  él  estaba  en  caigas  é  jubón ,  sin  las  car- 
tas é  dos  barias  de  oro  (pie  llevaba;  é 
una  herida  tenia  en  la  traviessa  de  la 
frente,  sin  tener  en  su  cuerpo  otra  algu- 
na ,  e  un  negro  suyo  (pie  llevaba  nunca 
B6  hallo  ni  los  indios  ni  la  canoa,  en  que 
avia  partido  de  la  cibdad  de  Tcniistitan, 
ni  se  supo  quién  lo  mató. 

Cortés,  aderesgando  su  viage  para  Es- 
paña, dexó  su  hacienda  é  casa,  é  por 
mayordomos  mayores  al  ligengiado  Alta- 
mirano  é  a  Diego  de  Ocampo  é  a  Sánela 
Cruz;  é  degíaso  que  la  hacienda  quedaba 
avahada  en  dosgicntos  mili  pessos  de  oro. 
Él  se  fuá  al  puerto  con  sus  criados  é  ami- 
gos que  á  España  llevó,  é  fueron  con  él 
Gongalo  de  Sandoval  é  otros  hidalgos  de 
su  casa  en  dos  navios.  Llevó  indios  prin- 
cipales señores  de  la  tierra  ,  un  hijo  de 
Monteguma  y  el  hijo  de  Magiscagin  don 
Lorenzo,  é  otros  muchos  principales  se- 


528 


HISTORIA  GENEÜAL  Y  NATURAL 


ñores  do  Táscala  é  de  Temistitan  é  Cem- 
pual,  é  otros  indios:  entre  los  quales  lle- 
vaba doce  jugadores  extremados  de  la 
provincia  de  Tascaltecle  del  juegodel  ba- 
tey, que  es  de  pelota  gruessa  hecha  de 
leche  de  ciertos  árboles  6  otras  mixturas, 
que  salta  la  pelota  mucho.  É  llevaba  otros 
indios  á  maravilla  diestros  en  uu  juego  de 
un  palo  de  manera  nunca  en  España  oyda 
tai  vista  hasta  estos,  que  hacían  con  mucha 
ligereca  vueltas  muy  sutiles,  en  tanto  que 
uno  dellos  volteaba  en  el  palo  al  son  del 
areyto  ó  cantar,  é  contrapás,  que  otros 
ocho  indios  al  rededor  andaban  con  sona- 
jas é  atabales  pequeños:  como  acababa 
aquel  de  voltear,  entraba  otro  de  los  mes- 
raos,  hasta  que  de  uno  en  uno  todos  ocho 
ó  nueve  que  eran,  avian  fecho  sus  vueltas 
unas  diferentes  de  otras.  Llevaba  enanos 
y  enanas;  llevaba  indios  é  indias  más 
blancos  que  alemanes.  El  oro  que  llevaba 
consigo  eran  vcynte  mili  pessos  de  oro  de 
minas,  é  hasta  diez  mili  de  medio  oro,  c 
dos  ó  tres  mili  en  joyas,  é  mili  marcos  de 
plata  labrada  é  por  labrar. 

Cómo  llegó  á  la  isla  de  Cuba  ,  tocó  en 
la  Habana,  dende  donde  continuando  su 
viage,  llegó  á  España;  c  aqueste  reveren- 
do padre  fray  Diego  de  Loaysa  fué  hasta 
allí  con  él  'digo  hasta  la  Habana)  é  den- 
de  allí  atravessó  é  navegó  á  la  Tierra- 
Firme,  c  fué  á  se  desembarcar  á  puerto 
de  Caballos  en  la  gobernación  de  Hondu- 
ras, é  dende  allí  fué  por  tierra  á  León  de 
Nicaragua ,  donde  yo  le  vi  é  comunicó 
conmigo  lo  que  es  dicho:  allende  de  lo 
(pial,  preguntándole  más  cosas,  me  dió 
en  la  relación  suya  noticia  de  lo  que  diré 
agora,  de  quél  decía  que  estaba  muy 
bien  informado  y  de  muchos  indios  (•cica 
del  origen  de  Montecuma,  en  esta  ma- 
nera: 

El  padre  é  abuelo  de  Montecuma  se 
halla  aver  venido  de  muy  Iéxos  de  Te- 
mistitan,  é  conquistaron  la  tierra,  é  los 
indios  que  en  ella  hallaron,  eran  chonda- 


les  en  las  sierras,  é  otros  de  diverssas 
lenguas  en  los  llanos ;  y  el  pueblo  en  mi- 
tad de  la  laguna,  las  casas  fechas  isletas, 
é  dos  calcadas  en  la  cibdad  grande,  y 
edeíicios  é  uchilobos  ó  qites ,  que  son  ca- 
sas donde  tienen  sus  dioses  y  exercitan 
su  ydolatria.  Ochenta  años  so  cumplieron 
quando  fueron  los  chripstianos  á  aquella 
tierra ,  quel  abuelo  é  padre  de  Montecu- 
ma avian  ydo  á  ella.  La  población  de  la 
cibdad  seria  de  cinqüenta  mili  vecinos. 
Otros  muchos  pueblos  de  indios,  que  fue- 
ron con  el  abuelo  é  padre  de  Monteguma, 
poblaron  al  rededor  de  la  laguna:  di- 
cen que  boja,  ó  tiene  de  circunferencia 
la  laguna  sessenta  leguas.  Es  de  agua 
amarga ,  ó  mejor  diciendo  salobre ,  y  el 
pescado  della  malo  é  doliente.  Los  chrips- 
tianos derribaron  todos  los  uchilobos  é  los 
apossenlos  de  los  pringipales ,  é  allanaron 
la  cibdad,  atapando  las  calles  del  agua,  é 
fundaron  sus  casas  de  cal  é  canto  é  ma- 
dera de  cedros  tan  buenas  é  mejores  que 
las  hay  en  España.  Hernando  Cortés  tie- 
ne dos  casas  pringipales  en  los  rnesmos 
assientos  de  las  casas  de  Montecuma.  El 
tiangiiez  es  quassi  dos  tiros  de  ballesta, 
é  allí  se  juntan  grand  mollitud  de  indios 
con  sus  mercaderías,  é  cada  género  de 
cosas  está  en  su  lugar  situado :  é  pagan  á 
los  señores  de  la  tierra  ciertos  derechos 
por  aquel  suelo,  donde  hacen  su  tiangiiez 
ó  mercado,  é  los  señores  son  obligados á 
no  consentir  hacer  agravio  ni  hurto  á  los 
tales  mercaderes;  é  los  litigios  que  resul- 
tan de  comprar  ó  vender  también  los  de- 
terminan. Los  enterramientos  del  abuelo 
é  padre  de  Montecuma  no  se  hallaron,  é 
muchos  indios  quieren  decir  que  Monte- 
cuma  los  enterró  en  la  laguna  con  grand 
suma  de  oro,  en  un  edéficio  que  luco  de- 
ba \u  del  agua  (no  se  ha  sabido  en  qué 
parte),  excepto  que  una  fuente  medio 
quartO  de  legua  de  la  cibdad  de  Temisti- 
tan, que  se  llama  Tapustepequc ,  está  al 
pié  de  un  repecho  de  una  sierra  muy  alta 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  XLI.X. 


é  áspera  ,  que  es  quassi  peña  tajada  ,  en 
aquel  repecho  están  dos  figuras  fechas 
en  la  peña  viva ,  é  dicen  los  indios  que 
son  el  padre  é  abuelo  de  Montecuma  (en- 
tretalladas é  como  en  fiesta  de  are  y  toa, 
con  una  macana  en  la  mano  é  una  rode- 
la en  el  braco,  assi  como  ellos  en  sus 
fiestas  solian  estar).  É  luego  alli  a  par  hay 
una  escalera  que  sube  á  un  uchilobo  a 
manera  de  ermita,  que  está  sobre  la 
cumbre  de  la  sierra. 

Aquella  gente  ó  sus  costumbres  es  mu- 
cho lo  que  se  puede  decir  dellos.  Co- 
men carin'  humana  :  hacen  sacrificios  ma- 
tando muchos  indios;  6  abriéndolos  por 
los  pechos  é  sacándoles  el  coracon,  le 
arrojan  al  sol.  Los  que  tienen  cargo  de 
los  uchilobos  se  llaman  papas  ('que  quie- 
re decir  persona  sánela).  Muchos  de- 
llos no  comían  sino  solamente  la  sangro 
de  los  que  sacrificaban.  Estos  aborres- 
rian  el  coyto  6  no  conversaban  con  mu- 
geres ,  é  mucho  más  el  pecado  de  la  so- 
domía :  6  antes  que  tengan  cargo  del 
uchilobo,  han  de  tener  su  año  de  apro- 
bación sin  salir  del  uchilobo,  ó  al  cabo 
del  año,  si  quieren  quedar  en  aquellos 

templos,  lc<  pascaban  unas  varas  por  las 
lenguas,  é  quedaban  allí  en  el  templo  pa- 
ra siempre:  nunca  se  corlaban  ni  pe\ na- 
ba» los  cabellos.  Estos  han  do  ser  hijos 
de  caciques  é  hombres  principales;  6  los 
(pie  quieren  salirse  no  entraban  más  en 
el  templo  para  servir  en  él. 

Los  españole-;,  después  de  aver  allega- 
do á  Temistitané  poblados  allí,  envió  Cor- 
le, á  Panuco  al  comendador  Pedro  de  Al- 
varado  é  Cliripstóhal  de  Olit,  é  después 
de  pacificado,  poblaron  un  pueblo  que  se 
llamó  Santisteban.  Después  fué  Francisco 
de  Garay  con  quatrooientos  hombres,  é 
sabido  por  Hernando  Cortés,  tornó  á  en- 
viar á  Alvarado  con  gente ,  é  Cortés  le 
siguió  luego;  é  la  gente  de  Garay  se  per- 

•  En  el  MS.  de  Oviedo  hay  un  claro,  que  no  es 
TOMO  III. 


dió,  é  por  buenas  palabras  Garay  en  son 
de  presso  fué  llevado  á  Temistitan,  don- 
de deudo  á  poco  murió  de  dolencia  ,  é 
otros  decían  que  de  enojo;  dexó  por  su 
albacea  é  testamentario  á  Hernando  Cor- 
tés. Poblóse  la  provincia  de  Guacacalco: 
poblóse  en  el  puerto  de  Sanct  Johan  de 
Lúa  la  Villa  Mica,  la  vieja  que  dicen,  é 
cinco  leguas  de  allí  otro  pueblo  que  se 
llamaba  Medellin.  La  Villa  Rica  se  des- 
pobló en  el  tiempo  que  gobernaba  el  fac- 
tor Goncalo  de  Salacar,  6  se  pobló  más 
abaxo  á  la  vera  de  un  rio  á  media  legua 
de  la  mar  é  quatro  del  puerto;  é  por  ser 
buen  assicnto  é  sano,  é  que  las  barcas 
entran  cargadas  dende  los  navios  á  las 
casis  del  pueblo,  é  Medellin  ser  enfermo 
e  grand  trabaxo  para  llevar  las  mercade- 
rías, se  deshico  en  el  tiempo  que  gober- 
nó el  thessorero  Estrada,  é  se  passaron 
los  vecinos  á  la  Villa  Mica,  ó  se  hico  una 
cibdad  de  doscientos  vecinos,  que  se  lla- 
ma la  cibdad  de  la  Veracrnz.  Otro  pueblo 
en  el  tiempo  que  gobernó  Alonso  de  Ks- 
I  raí  la  se  fué  á  hacer  en  los  llanos  de  Gua- 
pa, quarenta  leguas  de  Tegoantepeque, 
dentro  en  la  tierra  que  tiene  las  minas 
del  oro,  §  quatro  leguas  del  pueblo,  el 
qual  fue  á  poblar  MacariegOS,  primo  del 
dicho  Ihcssorero.  En  Guaxaca  hay  minas 
de  oro;  pero  moríanse  los  indios  por  ser 
la  tierra  caliente. 

Los  monesterios  que  primero  se  funda- 
ron, fueron  de  la  Orden  de  Sanct  Francisco 
tres,  uno  en  Temistitan,  otro  en  Tascaltecle 
é  olro  en  Compita! :  otro  está  trece  leguas 
de  México,  en. . .  'Los  religiosos  señalados 
de  aquella  Orden  y  primetós  en  aquellas 
partes  fueron  el  padre  fray  Pedro  Melgare- 
jo, fray  Diego  de  Soto,  fray  Johan  de  Valen- 
cia Custodio,  varón  muy  religioso,  é  otras 
personas  de  alta  religión  é  buena  vida  de 
la  mesma  Orden.  De  Sancto  Domingo  es- 
tá fundado  en  Temistitan  un  monesterio 

posible  llenar  ahora,  sin  riesgo  de  padecer  error. 
Ü7 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


muy  sumptuoso,  y  en, la  cibdad  de  la  Ve- 
racruz  otro,  é  otros  en  otras  partes  é  pro- 
vincias. El  obispo  primero  que  fué  á  la 
Nueva  España  fué  el  de  Tascaltecle,  lla- 
mado fray  Julián  Garcés,  del  que  se  ha 
hecho  mención  de  susso,  de  la  mesma 
Orden  de  los  Predicadores ,  buena  perso- 
na por  sí  é  de  limpia  sangre ,  é  hijodalgo 
é  grand  letrado.  Hay  fundadas  muchas 
iglesias  en  la  mesma  cibdad  de  Temisti- 
tan,  é  hay  iglesia  cathedral  é  perlado, 
que  es  el  obispo  fray  Johan  de  Car  raba, 
de  la  Orden  de  Sanct  Francisco,  en  el 
qual  obispado  entraba  la  cibdad  de  Gua- 
cacalco  é  Tepeaca  é  la  Villa  Rica ,  la  qual 
iglesia  es  muy  bien  servida  con  sus  dig- 
nidades é  canónigos  é  clero. 

Dende  el  puerto  de  Sanct  Johan  de 
Ulua  a  la  cibdad  de  Temistitan  hay  dos 
caminos,  uno  de  poblaciones  de  indios  é 
otro  despoblado ;  pero  con  muchas  ven- 
tas é  buenas,  donde  se  halla  todo  lo  nes- 
cessario ,  é  por  este  camino  van  todas  las 
recuas,  que  por  el  camino  de  los  pue- 
blos, si  no  son  españoles  á  caballo,  po- 
cos van.  Llámase  aquella  grand  cibdad 
en  lengua  de  los  indios  naturales  della 
Temistitan,  é  assi  la 'solían  llamar:  c 
dentro  della  avia  dos  parcialidades  é  ban- 
dos de  señores;  unos  se  decían  mexica- 
nos é  los  otros  tatelucos,  é  los  españoles 
correspondiendo  al  proprio  nombre,  la 
llamaban  México.  Acuérdomc  por  este 
nombre  que  en  Plinio  hay  otro  que  le  pa- 
resce;  pero  aquel  tiene  una  A  más,  é  llá- 
mase Améxico ,  y  es  en  Asia  aquel  pue- 


blo, que  dice  el  auctor  alegado  assi:  tEl 
primero  lugar  de  Troade  es  Améxico, 
después  Crebenia  y  essa  Troade  llamada 
Antigonia,  hoy  Alexandria,  colonia  ro- 
mana, etc.  'i 

Tornando  á  la  relación  de  nuestra  ma- 
teria, dice  que  la  cibdad  de  Temistitan 
está  desta  nuestra  mar  del  Norte  ochenta 
leguas,  todo  de  muy  buenas  poblaciones 
é  de  muchos  indios,  é  otro  tanto  poco 
más  ó  menos  hay  dende  la  dicha  Temisti- 
tan á  Tegoantepeque,  que  es  grand  cib- 
dad é  puerto  de  mar  en  la  costa  de  la  mar 
del  Sur ,  donde  se  hicieron  quatro  navios 
que  llevó  á  la  Especiería  Alvaro  deSaave- 
dra  á  buscar  al  comendador  frey  García 
de  Loaysa ,  que  avia  ydo  por  capitán  ge- 
neral de  Su  Magestad  á  la  Especiería,  co- 
mo se  díxo  en  el  libro  XX,  capítulo  III, 
é  dende  adelante  en  la  segunda  parte 
pressente ,  y  en  el  capítulo  XIII  é  capítu- 
lo XXVI  é  dende  adelante.  Este  capitán 
Saavedra  fué  á  diez  é  ocho  de  otubre  del 
año  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y  seys 
proveydo  de  bastimentos  para  un  año ,  é 
avia  de  dar  la  vuelta  el  un  navio  de  los 
quatro  el  siguiente  año  por  Sanct  Johan  de 
mili  é  quinientos  é  veynte  y  siete,  para 
«1  qual  tiempo  avian  de  estar  otros  qua- 
tro navios  aparejados  á  la  lengua  del 
agua  para  proveer  de  gente  é  bastimen- 
tos para  passar  adelante  á  descubrir  la 
Especiería.  Por  manera  que  con  lo  que 
vá  dicho  se  concluye  la  relación  del  di- 
cho reverendo  padre  fray  Diego  de 
Loaysa. 


i    Plinio,  l¡b.  V,  cap.  31. 


DE  INDIAS.  I.1H.  XXXIII.  CAP.  L 


531 


CAPITULO  L. 


En  que  el  chronista  escribe,  ó  mejur  diciendo,  copia  una  breve  relación  que  le  fui!  enviada  desde  la  cib— 
dad  de  Vcnecia  *,  adonde  la  avia  enviado  el  señor  visorey  don  Anlonio  de  Mendoza  á  su  hermano  el  señor 
don  Diego  de  Menduca ,  embaxador  de  la  fessárca  Majestad  en  la  dicha  Venccia  ;  c  púnese  á  la  Iclra  el 
capitulo  que  en  eslo  habla  ,  é  dii;c  después  el  chronisla  su  paresccr  en  el  mesmo  caso. 


Escribe  el  visorey  que  se  lia  hallado 
en  la  Nueva  España  un  minero  de  pie- 
dras muy  negras  é  duras,  que  enmedio 
tienen  cierta  vena  colorada  muy  viva,  co- 
mo rubí :  envia  dos  aras  á  Su  Magos- 
tad,  é  lia  mandado  corlar  un  suelo  para 
una  estancia.  ¡Cosa  extraña!  Envia  enseys 
naos  gran  cantidad  de  dinero  á  Su  Ma- 
gostad é  particulares.  Escribe  el  dicho  á 
don  Diego,  su  hermano,  rpie  la  fundación 
de  Temislitan  fué  desta  manera :  Que  vi- 
no de  la  parle  del  Norte  hácia  la  provin- 
cia de  Panuco  un  capitán  (pie  llamaban 
Orchilobos ,  con  quatrocienlos  hombres 
bien  ordenados  a  su  modo ,  con  armas 
de  plata  é  de  oro ,  estando  los  de  México 
en  guerra  con  los  do  Táscala,  é  que  se 
metió  &  ayudar  á  los  de  México  en  la 
guerra ,  los  qualcs  por  su  industria  y  es- 
fuerCO  fueron  vencedores;  é  que  viendo 
el  lugar  aparejado  cu  una  laguna  que  allí 
era,  la  q tía I  tenia  una  estrecha  entrada 
de  peñas,  que  yba  a  una  isleta  ó  roca  de 
peña  que  oslaba  quassi  isla  enmedio  de 
la  laguna,  comeneo  á  habilar  con  mi  gen- 
te, é  higo  una  pequeña  torre  de  piedra, 
que  después  quedo  por  templo  mayor  de 
Orchilobos  consagrado  á  su  nombre :  en 
la  qual  se  recogía ,  é  de  allí  poco  á  poco 
fué  mandando  é  sojuzgando  los  vecinos 


hasta  hacerse  señor  de  México;  y  en  las 
provincias  comarcanas  fué  allegando  assi 
pobladores  hasta  que  la  habitación  cres- 
ció  en  forma  de  cibilad.  Hecho  esto,  dio 
las  leyes:  la  principal  dolías  fué  quel  más 
valiente  é  mayor  capitán  fuesse  entre  ellos 
su  rey.  Diólcs  ccrimonias,  orden  de  sa- 
crilicios  c  leyes  de  combates  é  duelos. 
Después,  juntando  la  gente  de  la  cibdad, 
dixoles  una  muy  larga  habla ,  en  que  les 
hico  saber  quél  era  enviado  de  Dios  é 
quería  tornar  á  él;  que  le  esperassen, 
que  (piando  ellos  más  nescessidad  lu\ 'ios- 
sen  volveria  a  ellos,  é  assi  se  despidió 
con  los  que  quedaban  de  su  gente,  sin 
llevar  otra  cosa  más  de  lo  que  avia  Iray- 
do.  É  so  fué  á  la  parle  de  Guatimala, 
deudo  donde  creen  (pie  se  partió  para  el 
Peni,  porque  hay  relación  que  en  aque- 
lla provincia  hallan  cierta  orden  de  sa- 
crificios é  vestigios  de  Orchilobos. 

Los  de  México  quedaron  sin  señor  mu- 
chos años;  é  porque  donde  Orchilobos  hi- 
co la  primera  habitación  avia  un  árbol,  é 
porque  el  fructo  del  se  llamaba  assi,é 
porque  tenían  por  sol  a  Orchilobos,  lla- 
maron al  árbol  árbol  del  sol,  éá  la  cibdad 
de  Temislitan,  que  era  degir  fructo  del  sol. 
Después  eligieron  rey,  é  de  uno  en  otro 
vinieron  a  Guatccuma,  al  qual  eligieron 


•  De  este  punto  suprimid  el  autor  las  siguientes 
cláusulas,  que  no  carecen  de  interés  y  contribuyen 
á  ilustrar  su  vida:  «Por  el  dolió  é  muy  enseñado 
varón  Micer  Johan  Haplista  Rainussio  ,  secretario 
de  aquella  ¡lustrissima  Señoría ,  amicíssimo  especia' 
del  auctor  desta  General  historia  de  Indias,  la 
qual  relación  di'.e  este  secretario  quel  muy  ilustre 


señor  don  Anlonio  de  Mendooa,  visorey  de  la  Nue- 
va España,  envió  al  Emperador  Rey,  nuestro  señor, 
del  origen  é  fundación  de  Temislitan ;  y  otra  tal 
copia  envió  á  su  hermano,  etc.»  También  del  final 
del  capitulo  quitó  algunas  cláusulas,  pero  de  me- 
nos sustancia. 


HISTORIA  GENERAL  í  NATURAL 


por  rey  por  su  virtud  6  valentía ,  é  por- 
que fabulosamente  decían  ser  hijo  de  Or- 
chilobos. 

Digen  que  en  el  templo  de  Orchilobos 

10  han  de  servir  mugeres  vírgiues;  y  una 
destas  un  día  limpiando  al  ydolo,  se  le  ca- 
yó una  pluma,  é  tomándola  é  poniéndola 
en  los  pechos ,  se  durmió  é  soñó  que  ve- 
nia á  ella  Orchilobos  é  que  dormia  con 
pila.  En  fin,  quedó  preñada,  é  dende  á 
poco  parió  á  Guatecuma,  é  por  excusarse 
de  la  pena  é  por  hacer  mayor  su  hijo, 
contó  lo  que  le  avia  acaescido :  los  de 
Temistitan  ,  no  la  creyendo ,  la  desterra- 
ron de  la  cibdad ,  y  ella  se  fué  a  cierta 
provincia,  eligiéndoles  como  en  profecía 
que  aquel  niño  seria  su  rey-  Después, 
venido  Guatecuma  en  edad,  fué  tan  va- 
liente, que  digen  que  vengió  veynte  é  siete 
campos  por  su  persona ,  é  cómo  era  tan 
estimado  é  mas  hermoso  que  los  otros, 
dieron  fée  á  la  fábula  de  su  madre,  é  lu- 
ciéronle capitán  contra  los  de  Táscala, 
los  quales  fueron  siempre  perpétuos  ene- 
migos suyos.  Guatecuma  vengió  los  de 
Táscala  é  murió  allí.  Que  Montecuma  era 
jóven ,  el  qual  de  la  edad  de  doge  años  le 
tomaron  por  capitán  contra  las  provingias 
comarcanas,  é  salió  tal,  que  con  su  va- 
lentía los  sojuzgó  á  todos  é  higo  tributa- 
rios los  de  Táscala.  Hígosc  elegir  señor 
de  la  tierra.  Era  tan  cuerdo  é  tan  sabio 
que  quassi  lo  adoraban,  é  tan  valiente 
que  por  su  persona  vengió  diez  y  ocho 
campos. 

Quando  vino  Cortés  con  los  españoles, 
los  de  la  tierra  lo  resgibieron,  pensando 
que  fuesse  Orchilobos,  el  qual  en  su  cuen- 
ta dellos  avia  quatrogientos  años  que  era 
partido.  E  todo  esto  é  otras  historias  tie- 
nen ellos  en  sus  libros  de  sacrificios  es- 
criplos  por  figuras,  los  quales  hage  el 
visorey  interpretar  para  enviar  á  Su  Ma- 
gestad  con  un  libro,  que  hage  hacer  de  la 

11  ¡BCripcion  particular  de  las  provincias, 
pueblos  é  fruetos  de  la  tierra,  é  leyes, 


é  costumbres  é  orígenes  de  la  gente. 

Quiero  degir  yo  agora,  pues  que  he 
dicho  lo  que  de  Venegia  aquel  mi  es- 
pegial  amigo  me  escribió,  lo  que  sien- 
to desta  relagion  del  señor  visorey  hecha 
al  Emperador ,  nuestro  señor.  É  creo 
bien  quél  escribió  verdad ,  segund  fué 
informado,  pues  demás  de  ser  persona 
ilustre,  es  sabio  é  hombre  de  mucha  pru- 
dengia,  é  si  en  algo  sus  inlérpetres  no 
eonsuenan  con  lo  gierto,  él  es  desculpado 
é  aun  yo  en  lo  que  dixere,  discantando 
ó  apuntando  la  relagion  que  está  dicha. 
É  será  bien  que  passo  por  passo  la  vaya 
satisfagiendo  en  algunas  cosas,  que  pares- 
ge  que  le  compadesge  ó  ha  lugar  el  repli- 
cato ;  porque  son  cosas  notables  é  de 
pesso  ó  calidad ,  é  se  han  de  ver  é  leer 
por  hombres  que  son  amigos  de  especu- 
lagion  de  estas  cosas,  é  aun  por  los 
que  han  estado  en  la  Nueva  España, 
que  si  no  en  todo,  en  parte  sabrán  apun- 
tar lo  que  no  podrán  los  que  no  lo  han 
visto. 

Quanto  á  las  piedras  muy  negras  é  mi- 
nero dellas,  sin  dubda  creo  que  debe  ser 
assi,  porque  en  esta  cibdad  de  Sancto 
Domingo  hay  algunas  que  so  han  traydo 
de  la  Nueva  España,  tales  como  es  dicho, 
exgepto  sin  aquella  vena  colorada,  viva 
como  rubí,  pero  sin  tal  vena  yo  la  he 
visto  de  allá  trayda :  digo  no  tan  colorado 
como  rubí ,  pero  como  leonadas  de  for- 
ma de  jazpes,  é  otras  todas  negras  é  muy 
hermosas,  é  tan  prietas  é  lustrantes  como 
acabachc  muy  policio.  É  destas  piedras 
so  han  llevado  á  España  muchas  é  á  esta 
cibdad  de  Sánelo  Domingo,  é  se  hagen 
muy  hermosas  aras :  yo  he  tenido  quatro 
dellas  y  lulos  como  digo. 

Quanto  á  la  grand  cantidad  de  dinero 
(pie  á  Su  Mageslad  se  envió  en  seys  naos, 
muchas  é  muchas  más  van  siempre  de  to- 
das estas  parles  ó  Indias  que  llevan  á  Su 
Magostad  é  á  particulares  grandíssimos 

theSSOrOS  de  oro  é  plata  ,  é  no  me  quiero 


DE  INDIAS.  LIB. 


XXXII!.  CAP.  L 


detener  en  esso,  porque  es  cosa  tan  gran- 
de é  tan  notoria  como  lodos  los  hombres 
salien  en  España  é  fuera  della  en  la  ma- 
yor parte  del  mundo. 

Quanto  á  la  fundación  de  Temistilan, 
que  dice  que  aquel  capitán  llamado  Or- 
chilobos fué  de  la  parle  del  Norte  Inicia 
Panuco  é  de  ahi  á  México  con  qualrocien- 
los  hombres,  armados  de  oro  é  plata,  é 
cuenta  la  forma  que  luvo  para  se  hacer 
señor ,  é  les  dió  leyes  6  eeriraonias  é  or- 
den de  sacrificios  é  leyes  de  cornijales,  6 
que  les  hico  una  habla,  quando  se  quiso 
\  r,  prometiéndoles  dé  tornar  quando  más 
ni'>e-'s«idad  luuesen;  é  que  se  fué  hticia 
Gualimala,  é  creen  que  de  allí  fué  al  Pe- 
rú, porque  hay  relación  que  allá  hay  ves- 
tigios de  sacrificios  é  Orchilobos;  é  dice 
más,  una  manera  de  fábula  do  cómo  fué 
engendrado  Guatccuma  de  la  pluma  del 

ydolo  que  su  madre  se  metió  en  el  pecho, 
e  nimo  fué  hecho  señor  por  su  esfuerco  é 
grand  sei  de  -u  pn  -ona,  e  después  fué'  mi 
hijo  Montecuma.  E  dice  que.  a  Cortés  le 
rescibicron  los  indios  de  la  tierra,  pensan- 
do que  era  Orchilobos,  que  volvía  á  cabo 
de  quatrocicntos  años  que  avia  que  era 
ydo,  é  que  estas  é  otras  historias  tienen 
por  (¡guras  en  sus  libros,  etc.  A  esto  di- 
go que  es  muy  diferente'  la  relación  que 
Hernando  Cortés  escribió  al  Emperador, 
nuestro  señor ,  segund  el  mesmo  Monlc- 
cuma ledixo,  como  más  largamente  que- 
da escripto  en  el  capítulo  V;  é  allí  no  di- 
ce que  de  la  parte  del  Norte  viniesse  Or- 
chilobos, sino  de  la  parte  de  Levante,  há- 
cia  donde  el  sol  sale;  ó  también  dice  que 
ya  esse  capitán  volvió  6  no  le  (pusieron 
rescebir,  é  otras  cosas  muchas  é  aparta- 
das de  la  relación  que  se  hico  al  visorey. 
Y  es  de  creer  que  Montecuma  mejor  es- 
taría informado  de  su  generascion  é  orí- 
gen  que  no  los  nuevos  ó  modernos  infor- 
madores de  agora :  quanto  más  que  lo 
que  di\o  á  Cortés  Montecuma  fué  en  pres- 
senoia  de  los  más  principales  de  su  seño- 


río, de  los  quales  pocos  ó  ningunos  hay 
al  pressente  de  aquellos  ancianos  é  sabios 
que  estonces  avia.  E  más  adelante  en  el 
capítulo  IX  el  mesruo  Montecuma,  reyte- 
rando  la  mesma  relación  del  origen  á  sus 
vassallos  en  pública  audiencia  ,  en  pres- 
sencia  de  Cortés  é  de  los  españoles ,  dá 
racon  de  cómo  vinieron  á  la  tierra  sus 
antecessores.  Demás  desso,  en  la  rela- 
ción que  se  tracta  en  el  capítulo  XLV, 
se  cuenta  la  forma  que  Montecuma  tuvo 
para  se  hacer  señor  de  Temistilan ,  ayu- 
dando á  la  parcialidad  de  los  mexicanos 
contra  el  bando  de  los  que  seguían  la 
parle  ó  apellido  Tatelulco,  lomando  cau- 
telosamente por  yerno  al  señor  de  dicho 
bando,  llamado  Samalce,  y  en  una  fiesta 
(i  banquete  le  hico  matar  á  él  é  sus  capi- 
tanes, etc.  Y  en  la  relación  antes  desla  del 
visorej  .  en  el  capítulo  XLVDI,  dice  quel 
padre  y  el  abuelo  de  Montecuma  vinieron 
de  muy  léxos  de  Temistilan,  é  conquis- 
taron la  tierra  ochenta  años  antes  que  los 
chripslianos  fuessen  á  ella. 

Lo  que  á  mi  me  paresce  es,  que  no  se 
debe  creer  que  ,  caso  quel  origen  de  Mon- 
lccuma fiiesseOrchilobos,  el  oviesse  veni- 
do de  la  parle  del  Norte  ni  de  la  del  Pe- 
rú ,  que  está  de  la  Nueva  España  puesta 
á  la  parte  del  viento  Sueste :  antes  se  de- 
be sospechar  que  fué  de  la  parte  de  Nica- 
ragua .  qúes  provincia  más  oriental  que 
Guatimala  .  en  la  cosía  del  Sur,  de  la  mes- 
ma lengua  que  se  habla  en  la  Nueva  Es- 
paña, la  qual  Cuatimala  eslá  entre  lo  uno 
é  lo  otro.  E  los  orchilobos  ó  sacrificios,  é 
comer  carne  humana,  é  otros  ritos,  as- 
si  como  sacrificarse  las  orejas  é  lenguas  ó 
miembros  generativos,  é  otras  muchas 
cosas  que  acostumbran,  lodo  es  de  una 
manera,  ó  muy  conforme.  E  assi  pienso 
yo,  é  pensarán  los  que  vieren  aquella 
tierra  ó  leyeren  lo  ques  dicho,  ques  jus- 
to que  se  piense  que  no  del  Perú,  sino 
de  Nicaragua  ovieron  origen  essos  indios 
e  su  capitán  Orchilobos.  E  los  mesmos 


53i 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


orchilobos  6  qltes  ó  templos  ó  ydolos  tie- 
nen por  aquella  costa;  é  lo  del  Perú  es 
muy  extraño  é  apartado  dcsso ,  assi  en  la 
lengua  como  en  lo  demás.  Y  este  nombre 
Perú  es  improprio,  porque  no  es  de  aque- 
lla tierra  donde  el  gobernador  Pigarro  é 
Almagro  lian  andado,  donde  Atabaliba 
fué  señor ,  sino  muy  más  cerca  del  Daricn 
é  de  Panamá ,  como  se  dirá  en  su  lugar, 
quando  so  tráete  de  la  tercera  parte  des- 
ta  General  historia. 

Quanto  á  la  elección  de  Guateguma, 
padre  de  Montecuma,  me  paresge  que 
pues  dice  essa  relación  que  avia  qualro- 
cientos  años  que  Orchilobos  avia  ydo,  no 
consuena  con  lo  que  Cortés  é  otros  dicen 
que  entendieron  de  Montcguma  é  otras 
personas;  pues  Montecuma  dige  que  tam- 
bién su  abuelo  fué  señor  de  aquella  tier- 
ra ,  é  quel  abuelo  y  el  padre  vinieron  á 
ella. 

Quanto  á  lo  que  dige  essa  relagion  que 
viniendo  Cortés  con  los  españoles,  los  de 
la  tierra  los  resgibieron,  pensando  que 
fuesse  Orcliilobos,  tampoco  se  debe  creer; 
porque  como  la  historia  ha  contado,  an. 
tes  que  Cortés  fuesse,  avian  ydo  Johan  de 
Grijalva  é  Al  varado  é  olios,  é  antes  que 
essos  Frangisc.o  Hernández  de  Córdova,  é 
les  avian  muerto  ebrípstianos ;  é  lo  mes- 
mo  hicieron  á  Cortés ,  é  lo  echaron  de  Te- 
mistitan  más  que  de  passo  á  langadas,  é 
le  mataron  la  mayor  parto  de  la  gente. 

Aquel  sueño  que  dige  de  cómo  fué  con- 
gebido  su  padre  de  Monleguma,  me  pa- 
resge mucho  al  cuento  de  Rea,  madre  de 
Remo  é  Rómulo,  virgen  vestal,  que  otros 
llaman  Iliaé  otros  Silvia,  como  más  larga- 
mente lo  escriben  Plutarco  é  Tito  Livio 
é  la  una  fábula  é  la  otra  se  quieren  pares- 
ger.  Offigio  es  de  las  malas  buscar  excu- 
sas para  encubrir  é  dorar  sus  delictos  6 
luxuria;  é  digo  dorar,  porque  no  sola- 
mente los  encubren,  pero  hágenlos  mira- 


glo.  La  madre  de  aquellos  fundadores  de 
Roma,  los  quiso  hager  hijos  de  Marte, 
dios  de  las  batallas  entro  los  antiguos  gen- 
tiles. Y  esta  otra  que  se  durmió  con  aque- 
lla pluma  en  el  pecho,  quiso  hager  á  su 
hijo  divino,  pues  dige  en  essa  relagion 
que  Orchilobos  era  enviado  de  Dios,  é  que 
dixo,  quando  se  fué  de  Temistilan,  que 
se  tornaba  para  él.  Por  manera  que,  re- 
solviendo mi  opinión  ,  los  antegesores  de 
Montcguma  son  de  la  mesma  costa  del 
Sur  de  Nicaragua  é  de  aquel  golpho  de 
Orotiña;  é  de  allí  abaso  hágia  el  Ogiden- 
te  é  por  tierra  pudieron  yr  muchos  á  su 
plager  á  la  Nueva  España.  É  no  es  cosa 
nueva  en  el  mundo  á  los  capitanes  trans- 
portarse de  unas  provingias  é  partes  ex- 
trañas en  otras,  é  adquirir  nuevos  esta- 
dos é  señoríos. 

Quanto  á  lo  demás ,  en  la  forma  de  se 
enseñorear  en  la  tierra  Monteguma  é  sus 
progenitores,  dicho  está  lo  que  he  podido 
entender ,  aunque  diverssamentc  congec- 
ture:  é  lea  el  que  quisiere  ser  bien  infor- 
mado é  tome  destas  historias  lo  que  viere 
ques  más  verisímil ;  pues  que  en  la  ver- 
dad ,  assi  como  un  juez  no  puede  recta- 
mente juzgar  sin  quel  litigio  se  concluya, 
después  de  aver  las  partes  hecho  sus  pro- 
bangas,  é  aquellas  examinar  é  probar  sin 
passion;  assi  tampoco  no  puede  ningún 
sabio  letor  determinar  ni  desgedir  la  me- 
dula é  verdad  de  la  historia  con  rectitud, 
ni  de  algún  libro  sentengiar  semejantes 
dubdas,  si  no  lo  passarc  todo  é  llevare 
continuada  su  legión. 

Por  manera,  que  tornando  al  discur- 
so de  la  gobernagion  de  la  Nueva  Es- 
paña ,  digo  que  á  los  gobernadores  ques 
dicho,  subgedió  nuestro  obispo  destacib- 
dad  de  Sánelo  Domingo  de  la  Isla  Espa- 
ñola, don  Scbaslian  Ramírez  de  Fuen- 
leal,  presidente  de  la  Real  Audiencia  é 
Cnancillería  que  aquí  reside;  é  por  ser 


i    Liv.,  Dccadal  ,  lib  I.  cap.  K, 


DE  INDIAS.  LID.  XXXIU.  CAP.  L. 


535 


l;m  experimentado  cd  las  cosas  de  la 
justicia,  le  mandó  la  Cessárea  Magestad 
yr  a  residir  por  presidente  de  la  Cnan- 
cillería, de  la  Nueva  España  á  Temistitan, 
donde  fué  é  la  reformó  é  tuvo  muy  bien 
gobernada ,  6  dexó  en  mejor  estilo  que 
basta  allí  avia  estado.  E  de  allí  le  man- 
dó Su  Magestad  yr  á  Castilla ,  ó  le  luco 
obispo  de  León  é  presidente  de  la  Real 
Cnancillería  qne  reside  en  Valladolid;  é 
mando  yr  á  gobernar  la  Nueva  España  al 
dicho  señor  visores-  don  Antonio  de  Mcn- 
doca,  el  qual  es  el  primero  que  tal  titulo 
de  visorey  ha  tenido  en  aquella  (ierra. 
Después  de  todo  lo  que  está  dicho  hay 


grandes  nuevas  de  la  nueva  tierra,  que  se 
ha  descubierto  dende  aquellas  partes  ha- 
cia el  Norte,  sobre  la  qual  el  marqués  del 
Valle  y  el  dicho  visorey  debaten  :  y  esto 
se  dirá  en  el  libro  11  de  la  tercera  parte 
que  será  el  XL  de  la  Gutural  historia  des- 
tas  Indias,  porque  me  pares^c  que  allí 
quadrará  mejor;  pues  assimesmo  aquel  li- 
bro, como  este,  compete  á  la  Nueva  Espa- 
ña, é  tracta  de  las  cosas  della. 

l'.i— emos  á  lo  que  nos  queda  por  de- 
cir para  la  conclusión  desle  libro  XXXIII, 
hasta  quel  tiempo  nos  muestre  otras  co- 
sas que  se  puedan  acomular  en  él. 


CAPITULO  LI. 

Kn  el  qual  se  Irada  una  sumaria  relación,  en  que  se  relata  la  forma  que  en  la  Nueva  España  lenian  los  in- 
dios en  pagar  los  Iribulos  á  Monlcr-uma  é  á  sus  señores  ,  antes  que  allá  fuessen  los  chripslianos,  porque 
agora  ya  assi  cnlo  que  se  dirá  como  en  otras  cosas,  hay  otras  costumbres  é  novedades:  é  demás  de  lo 
que  toca  i  los  tributos  ¿  agricultura ,  se  dirán  otras  cosas  en  que  la  historia  basta  aqni  no  ha  fecho  men- 
ción, que  son  notables  é  -dignas  de  se  oyr. 


Ajos  indios  de  la  Nueva  España  ,  segund 
lo  (pie  yo  he  podido  inquirir  é  saber  de 
personas  de  crédito,  é  que  dende  los  pri- 
meros españoles  tpie  con  Hernando  tan- 
tés  militaron  en  aquella  conquista  ellos  su- 
pieron comprender,  es  la  gente  más  po- 
bre (pie  hay  entre  muchas  naciones  que 
hasta  el  presscnlc  se  saben  en  estas  In- 
dias. No  tienen  en  sus  casas  mueble  ni 
vestuario  más  quel  que  traen  sobre  sus 
personas,  ques  muy  pobre,  é  una  ó  dos 
piedras  de  moler  mahiz,  é  unas  ollas  pa- 
ra lo  co^er ,  é  una  estera ,  en  que  duer- 
men. Su  comida,  por  la  mayor  parte,  es 
hierbas  cocidas  con  axí,  é  pan;  é  comen 
poco ,  no  porque  no  comerían,  si  más  al- 
can^assen ,  puesto  que  la  tierra  es  muy 
fértil  é  de  grandes  mantenimientos  é  co- 
secha ;  pero  la  gente  común  é  plebcos  son 
tan  tiranicados  de  sus  señores  indios ,  que 
á  la  mayor  parte  les  tasan  los  manteni- 
mientos en  esta  manera.  Solos  los  seño- 


res, é  algunos  sus  parientes  é  algunos 
principales  é  mercaderes,  tienen  hereda- 
des é  tierras  proprias,  é  las  venden  c 
juegan,  ¡piando  les  paresce;  y  estos  las 
siembran  é  cogen,  é  no  tributan  ellos  ni 
ningunos  oficiales,  como  son  albañíles, 
carpinteros,  6  otros  que  hacen  plumages, 
plateros,  cantores  é  atabaleros,  porque 
ningún  señor  indio  hay  que  no  tenga  mú- 
sica, é  cada  uno  segund  su  estado.  Todos 
estos  no  tributan  con  más  de  tributo  ser- 
vil cada  uno  con  su  persona,  quando  le  han 
menester ,  é  no  se  les  dá  paga  alguna  ¿i 
ninguno  dcllos. 

Toda  la  gente  plebea,  cada  señor  indio 
en  su  tierra ,  quando  á  ella  se  vienen  de 
otras  partes  á  poblar  (é  á  los  que  están 
poblados)  les  dan  tierras  en  que  siem- 
bren ,  señaladas  que  cada  uno  conozca  las 
tierras  que  ha  de  sembrar.  Y  la  mayor 
parte  dcllos  tienen  su  casa  en  la  heredad 
que  tienen  por  suya;  y  entre  veynte  é 


536 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


treynta  é  quarenta  ó  cinqüenta  casas  tie- 
nen un  indio  principal  que  se  dice  tiquit- 
lato, que  en  lengua  castellana  quiere  degir 
tributo  halla  ó  tributo  pide,  ques  quassi 
como  en  Castilla  jurado  de  collaciones. 
Al  tiempo  de  coger  el  mahiz,  este  liquit- 
lato  mira  la  sementera  é  lo  que  cada  uno 
coge,  é  cogido  se  lo  manifiestan,  é  cuen- 
tan las  majorcas  del  mahiz  que  cada  uno 
coge  ,  é  cuenta  las  mugeres  que  cada  un 
vassallo  tiene  de  los  queste  tiene  a  cargo, 
é  los  hijos.  Y  estando  delante  la  cosecha  ó 
pan  que  cogió ,  hace  cuenta  quántas  ma- 
jorcas ha  menester  cada  persona  de  aque- 
lla casa  hasta  otra  cosecha,  é  aquellas  da 
al  indio  dueño  de  aquella  casa,  é  las  de 
sus  mugeres  é  hijos ;  é  lo  mesmo  hace  en 
las  oirás  semillas,  que  son  fresóles,  quas- 
si á  la  manera  de  habas  pequeñas;  é  axí, 
ques  su  pimienta ;  é  chia,  ques  tan  menu- 
da como  mostaca ,  que  la  tienen  para  be- 
ber, molida,  hecha  un  brevage  en  agua, 
que  beben  en  tiempo  de  calor,  é  por  me- 
decina  tostada  é  molida;  é  cacao,  ques 
unas  almendras  que  corren  por  moneda, 
é  las  beben  molidas  hechas  brevage ;  é 
algodón,  donde  se  coge,  que  se  dá  en 
lidias  calientes  é  no  en  las  frías,  é  pul- 
que ,  ques  su  vino;  é  todo  lo  que  de  aque- 
lla planta  del  maguey  se  coge ,  que  del  se 
hace  para  comer  é  beber  6  calgar  é  ves- 
tir, y  este  se  dá  en  tierras  frias,  y  es  á 
manera  de  canila  las  hojas,  pero  mucho 
mayores.  De  todas  estas  ú  otras  cosechas 
no  le  queda  al  vassallo  más  de  lo  que  ha 
menester  para  sustentación  de  un  año ;  é 
demás  desto  ha  de  grangear  el  vassallo 
para  pagar  el  tributo  de  mantas ,  oro,  pla- 
ta, cacao,  miel,  cera,  cal,  madera,  ó  de 
lo  que  en  aquella  tierra  se  coge,  ó  tienen 
costumbre  de  tributar;  y  este  dan  de  ses- 
senta,  ó  septenta,  ó  quarenla,  ó  noventa 
dias,  ó  como  se  conciertan.  Y  este  tribu- 
to coge  assimesmo  aquel  tiquitluto  é  lo 
lleva  á  su  señor  indio :  ó  desto  dá  á  su 
amo  ej  chripstiaaO,  que  le  tiene  encomen- 


dado, el  tributo  que  le  tiene  tasado  que 
dé  al  amo,  ó  al  corregidor  del  pueblo  ó 
pueblos  que  al  pressente  están  en  corre- 
gimiento. É  assimesmo  le  lleva  gallinas 
las  que  cria ,  que  no  las  osa  comer  ni  se 
aprovecha  de  más  que  de  los  huevos ,  é 
aun  no  de  todos. 

Al  tiempo  de  los  sessenta  ó  gient  dias, 
ó  los  que  han  de  ser,  quando  ha  de  dar  el 
tributo ,  diez  dias  antes  recoge  en  casa 
del  señor  indio  lo  traydo  por  los  liquída- 
los; é  si  algún  pobre  indio  no  puede  cum- 
plir lo  que  cabe  de  tributo ,  ó  por  enfer- 
medad ó  pobreca ,  ó  que  no  halla  dónde 
trabaxar,  dice  el  tiquitlato  al  señor  que 
fulano  no  quiso  cumplir  la  parte  del  tri- 
buto que  le  avian  echado :  é  manda  el  se- 
ñor al  tiquitlato  que  al  tal  vassallo  que 
no  quiso  cumplir ,  le  lleve  á  vender  por 
esclavo  á  un  tiánguez,  que  quiere  decir 
mercado,  que  se  hace  de  cinco  en  finco 
dias  en  todos  los  pueblos  de  la  (ierra,  é 
del  prescio  quel  tal  indio  es  vendido  se 
paga  el  tributo.  Y  porque  alguna  vez 
acaesce  que  la  justicia  real  del  Empera- 
dor, ques  administrada  por  los  chripstia- 
nos,  si  por  caso  sabe  que  los  (ales  indios 
por  tal  causa  son  vendidos,  lo  estorba  c 
los  pone  en  libertad;  pero  los  tales  no 
osan  volver  á  la  tierra  de  aquel  señor, 
porque  no  los  sacrifiquen,  é  vánse  á  vi- 
vir á  otra  parte. 

Ninguna  misericordia  ni  caridad  algu- 
na hay  en  los  señores  indios,  ni  cosa  al- 
guna hacen  por  virtud ,  sino  por  temor:  ni 
aun  al  diablo  no  le  hacen  fiesta  por  bien 
que  le  quieran ,  sino  por  miedo  que  le  tie- 
nen; que  dicen  que  si  no  le  sacrifican  ó  ha- 
cen fiestas ,  les  apedrea  los  panes  y  here- 
dades, ó  los  destruye.  Son  aquellos  indios 
muy  haraganes  c  ociosos,  é  vánse  ellos  á 
emborrachar  y  envían  las  mugeres  á  cavar 
é  sembrar  é  coger,  ó  á  los  otros  traba- 
xos:  esto  por  la  mayor  parle,  puesto  que 
lodos  trabaxan  algunas  vcqcs  (non  obs- 
tante que  las  vean  muy  preñadas,  las  ha- 


DE  INDIAS.  Lili. 


XXXIII.  GAP.  LI. 


ten  Irabaxar  é  liuelgan  ellos);  mas  co- 
munmente se  acostumbra  lo  ques  dicho. 

Todos  los  pueblos  tienen  tierras  pro- 
prias,  señaladas  de  mucho  tiempo  lia,  pa- 
ra la  fábrica  de  los  orchilobos  6  ques  ó 
templos,  en  que  tenian  sus  ydolos:  v  estas 
tales  tierras  eran  c  son  de  las  mejores.  K 
tienen  esta  costumbre :  que  al  tiempo  de 
sembrar  salian  todos  á  voz  de  concejo  á 
sembrar  estas  tierras  de  las  fábricas,  é  á 
escardarlas  a  su  tiempo,  é  á  beneficiar 
los  panes  6  cogerlos  y  encerrarlos  en  una 
i  ¡asa,  donde  residían  en  cada  templo  ma- 
yor el  papa  é  los  teupisques,  pioches,  cx- 
puthloa  ó  pilloullcs  (como  quien  dixesse 
obispos  ,  dignidades,  6  canónigos  é  racio- 
neros ,  6  basta  mocos  de  coro :  que  cada 
templo  tenia  estos  cinco  géneros).  É  desta 
cosecha  se  mantenían,  é  les  criaban  ga- 
llinas que  comiessen. 

Kn  lodos  los  pueblos  tenia  Monleeurua 
sus  tierras  señaladas .  que  le  semblaban 
por  la  orden  que  á  los  templos,  6  lo  que 
sccogia.se  lo  llevaban á  cuestas  á  la  grand 
cibdad  de  Temistilan,  de  donde  no  tenia 
gente  de  guarnición,  y  en  los  pueblos 
donde  la  tenia,  comían  dcsle  pan  so  gente 
de  guerra;  é  si  no  lo  sembraban,  el  pue- 
blo les  avia  de  dar  de  comer,  é  demás 
desso  le*  avia  de  dar  gallinas  e  lodo*  liw 
oíros  mantenimientos  nescessarios. 

Porque  cumplamos  lo  quel  título  deste 

capítulo  LI  promete  ,  ques  dar  relación  de 
cosas  en  (pie  la  historia  hasta  aquí  no  ha 
fecho  mención ,  que  son  notables  é  dignas 
de  se  oyr  c  de  mucha  calidad,  digo  (pie 
la  sagrada  religión  chrípstiana  eslá  muy 
adelante,  é  se  sirve  Dios,  Nuestro  Se- 
ñor, en  la  conversión  de  aquellas  gentes. 
K  aunque  los  religiosos  dominicos  é  de  las 
otras  Órdenes  han  bien  trabajado  en  re- 
ducir aquella  tierra  é  naturales  della  á  la 
unión  de  la  Iglesia  chrípstiana,  principal; 
mente  es  aqueste  mérito  é  más  han  he- 
cho en  ello  los  religiosos  de  la  Orden  del 
glorioso  Sanct  Francisco ,  predicando  y 
TOMO  III. 


enseñando  con  mucha  atención  é  vigilan- 
cia contigua  los  indios  de  aquellas  parles 
cómo  se  salven,  é  mostrándolos  ó  leer  y 
escribir  é  grammálica,  é  todas  las  otras 
buena*  costumbres  que  para  su  salvación 
son  menester.  É  ha  llegado  este  sánelo  é 
loable  exercicio"  tan  adelanté,  ques  para 
dar  muchas  gracias  á  Dios  ver  los  muchos 
monesterios  de  todas  Órdenes ,  é  los  ha- 
bih  ssimos  indios  muchachos  é  mancebos 
que  hay  buenos  lalinos,  é  grandes  é  dies- 
tros cantores  é  músicos  en  diverssos  ins- 
trumentos, assi  de  sacabuches écheremias 
é  como  bigüelas  de  arco  é  de  mano  é  llan- 
tas é  órganos,  que  en  España  é  Italia,  é 
donde  quiera  que  la  música  bien  so  en- 
tienda, serian  estimados  los  tales  indios, 
cada  uno  en  su  especie.  É  porque  es  jus- 
to que  de  tan  buen  varón  haya  memoria, 
digo  ques  nolorio  que  entre  los  otros  pre- 
dicadores de  la  verdad  evangélica,  fray 
Pedro  de  Angulo,  de  la  Orden  de  Sanct 
Francisco ,  ha  fecho  lanío  fructó  en  aque- 
lla tierra,  que  son  muchos  los  millares  de 
indios  que  ha  convertido  é  quitado  de  la 
condenación  infernal.  étraydoIOsá  la  car- 
rera de  su  salvación.  É  porque  es  cosa 
notable  é  maravillosa  é  notoria  ó  apropós- 
sito  de  la  conversión  de  aquellas  gentes, 
se  escribió  á  esta  cibdad  por  personas  de 
mucha  anctoridad  é  crédito  é  religiosos 
quel  año  passado  de  mili  é  quinientos  e 
quarenla.  en  México,  paresció  una  co- 
meta sobre  la  cibdad  muchos  (lias,  e  pas- 
sados,  comentáronse  á  morir  todas  las 
gallinas  de  Castilla  en  toda  la  cibdad :  é 
mandó  el  visorey  pregonar,  só  ciertas  pe- 
nas, que  nadie  comiesse  gallinas:  é  (leu- 
de á  pocos  dias  comentáronse  á  morir  las 
ovejas  é  yeguas,  é  un  hombre  que  comió 
de  una  oveja  se  murió  (digo  de  las  que 
assi  se  morían). 

Después  desto  comentaron  á  derri- 
barse é  salir  de  las  sierras  é  montañas 
de  treynta  é  quarenla  leguas  léxos  de 

Temistitan  infinidad  de  indios,  que  nun- 
08 


538 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATI  RAL 


ca  avian  oydo  nueva  de  Dios  alguna; 
é  vinieron  á  la  cibdad,  pidiendo  que  los 
baptigassen:  y  eran  tantos  que  no  se  po- 
dian  quanlos  frayles  avia  en  toda  la  tier- 
ra dar  manos  á  los  dottrinar,  é  otros  á 
Implicar.  Y  era  tanta  su  constancia  de  los 
indios  en  esto,  que  sufrían  caerse  de  ham- 
bre é  de  sed  muertos;  ó  decian  que  an- 
tes querían  morir  assi  que  volver  á  sus 
tierras,  sin  se  bapticar.  Fué  cosa  de  gran- 
díssima  admiración  su  perseverancia,  é 
juicio  cierto  divino. 

Pocos  días  há  que  supe  de  un  religio- 
so, hablando  en  aquella  tierra,  que  avia 
visto  é  halládose  pressentc  á  este  mira- 
culoso  aucto  é  conversión;  ó  aun  decia 
quél  avia  ayudado  á  tan  sancta  obra. 
También  le  oy  decir  que  ver  las  repres- 
sentaciones  é  farsas  de  devoción  que 
los  niños  é  muchachos  repressentan  é  re- 
citan en  lengua  castellana  c  latina,  en 
versos  é  prosa ,  que  en  Italia  ni  en  Casti- 
lla no  se  podría  hacer  mejor  por  los  na- 
turales españoles  ó  italianos. 

Acuerdóme  de  mi  descuydo  en  aver 
dexado  de  decir  en  otra  parte  desla  his- 
toria, que  en  la  Nueva  España  hay  é  se 
hace  innumerable  seda,  é  hay  infinita 
grana,  que  también  se  puede  decir  cxge- 
lente  púrpura  ó  carmesí :  hay  mucho  c 
muy  buen  alumbre,  ó  assimesmo  mucha 
urchilla,  que  son  cosas  de  rico  tracto  é 
mercadería :  é  aunque  no  sea  cosa  de 
tracto,  ni  de  las  que  buscan  los  hombres 
para  enriquescer,  hay  clavellinas  de  mu- 
cha suavidad  de  olor  6  de  extremada  ma- 
nera ,  á  lo  menos  para  mí  es  cosa  nueva, 
6  que  no  menos,  sino  mucho  más  me  hol- 
garía con  ellas  que  con  cssotras  mercade- 
rías los  mercaderes,  porque  son  amarillas 
6  de  QÍent  hojas  cada  clavellina.  Al  pro- 
póssito  de  las  quales  clavellinas  é  de  los 
muchos  jardines  que  hay  de  otras  rosas  é 
flores  de  muy  suave  olor  6  fragancia ,  é 
aun  para  sacar  de  la  dubda  en  quel  lelor 
puede  aver  quedado  de  lo  ques  dicho 


cerca  de  los  tributos  é  pechos  que  los  in- 
dios señores  ponen ,  estrechando  á  sus  in- 
feriores con  tan  grave  é  cruel  pena ,  co- 
mo vender  é  sacrificar  al  que  bien  no -pa- 
ga el  tributo;  é  para  que  se  entienda  có- 
mo lo  pueden  cumplir,  me  queda  de  de- 
cir una  grand  particularidad  para  satisfa- 
cion  de  todo  esto.  Y  es,  que  assi  por  ser 
la  tierra  muy  abundante  de  caca  é  mon- 
tería de  diverssos  é  innumerables  anima- 
les é  aves,  como  de  muchas  é  grandes 
pesquerías  en  las  lagunas  é  rios ,  como  en 
aver  siempre  en  qué  trabaxar  é  ganar  los 
mercenarios  jornaleros  en  diverssos  exer- 
cicios.  como  demás  desso  en  la  hortalica 
é  jardines  de  las  llores,  é  hacer  macetas 
é  ramilletes  é  collares  é  guirnaldas  dellas 
para  vender  ( y  en  otras  muchas  é  divers- 
sas  maneras) ;  siempre  hallan  é  tienen  en 
qué  entender  y  en  qué  ganar  ( por  la  mu- 
cha confrecuencia  é  moltitud  de  gente,  é 
por  la  grand  fertilidad  de  la  tierra,  é  por 
sacar  oro  é  plata  y  en  otros  muchos  exer- 
cigios)  los  que  quieren  trabaxar  é  darse 
á  grangerias  con  que  paguen  los  dichos 
tributos  que  son  allende  de  la  agricoltu- 
ra,  ó  que  pueden  hacerse  en  tanto  quella 
se  cria  y  en  todo  tiempo.  E  pocas  veces 
acaesce  que  se  execute  la  rigurosa  pena 
ques  dicho,  sino  por  ser  notorio  é  bella- 
co haragán  el  que  en  ella  incurre.  Pero 
de  aquella  grand  subjecion  é  tiranía  é 
cruel  castigo,  é  de  andar  el  diablo  tan  so- 
ciable y  ejercitado  entre  los  indios  con 
sus  abominables  ritos  é  sacrificios,  agora 
ya  dexando  essos  errores  é  convirtiéndo- 
se á  la  fée  cathólica ,  é  con  la  equidad  é 
buena  justicia  é  honestas  é  sánelas  é  vir- 
tuosas costumbres,  en  que  los  chripstianos 
ponen  estas  gentes;  é  sobre  todo  obran- 
do Dios,  Nuestro  Señor,  en  ello,  expe- 
liendo á  Satanás  é  su  conversación,  sin 
dubda  Jesu  Chripslo,  Nuestro  Redemp- 
tor,  es  servido  mucho,  é  la  sagrada  reli- 
gión de  la  república  eluipsliana  muy  au- 
mentada en  aquellas  partes. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  LI! 


5.!  9 


CAPITULO  L1I. 


En  que  so  Irada  una  eierla  c  notable  relación  quel  visorey  don  Antonio  de  Mendoea  por  su  caria  mesiva 
escribió  al  historiador  destas  materias,  en  respuesta  de  otra  quel  auctor  le  avia  escriplo  para  su  informa- 
ción ;  ¿  por  ser  nescessaria  c  al  propóssito  del  discurso  dcslas  historias,  se  pone  aquiá  la  letra. 


Al  muy  noble  señor  Gonralo  Hernández 
de  Oviedo,  alcaydc  de  la  fortaleza  de  Sane- 
lo  Domingo  en  la  ¡ala  Lspañola  y  chronisla 
de  Su  Majestad. 

Muy  noltlc  señor: 

«Rescebí  una  carta  vuestra  con  el  arce- 
diano di -la  iglesia;  y  es  verdad  que  el  no 
responder  á  la  que  me  truxo  el  padre  fray 
Antonio  de  León,  fué  la  causa  estar  fue- 
ra desla  cilidad:  c  segimd  lo  mucho  que 
avia  que  decía  que  se  partia,  yo  pensó  de 
ser  vuelto  antes  quél  se  embarcara  :  (pie 
por  lo  demás  bastaba  ser  vos.  señor,  quien 
soys  y  el  exerciejo  de  letras  que  leneys 
para  dessear  yo  vuestra  amistad  ,  quarjto 
más  pudiéndola  heredar  di-  mi  padre,  é 
acordándome  de  veros,  señor,  en  Madrid 
conversar  muy  familiarmente  con  él  mu- 
chas veces.  E  por  mi  parle  no  quebrará 
esta  amistad:  antes  la  renovaré;  é  si  alga- 
Da  cosa  se  ofresciere  én  estas  partes  que  os 
toque,  lo  haré  con  muy  entera  voluntad. 

•  (Juanto  á  lo  que,  señor,  decís  que  os 
enviaron  de  Yeneria  una  relación,  que  yo 
envié  á  Su  Majestad  de  algunas  cosas  de 
las  desta  tierra,  é  que  enlrellas  decia  ve- 
nir los  mexicanos  de  la  parle  del  Perú, 
es  verdad  que  yo  he  escriplo  algunas  co- 
sas que  me  parescian  de  nolar;  mas  no 
esta,  porque  tengo  la  opinión  contraria, 
porque  para  mí  ellos  vinieron  de  la  parle 
del  Norte ,  é  assi  lo  dicten  é  se  muestra  en 
edeficios  antiguos,  y  en  nombres  de  lu- 
gares por  donde  vinieron.  E  pues  allega- 
ron hasta  Guacacalco  con  un  señor  que  so 
llamaba  Quecalcoat,  no  tengo  á  mucho 
que  passassen  otros  á  León.  Lo  que  se  me 
acuerda  aver  escriplo  en  osle  caso  es,  que 
á  mí  me  truxeron  ciertos  huessos  é  mue- 


las de  hombre  tan  grandes  que  á  la  pro. 
porción  seria  de  diez  é  ocho  ó  diez  é  nue- 
ve piés  de  alto;  y  esto  dicen  los  natura- 
les que  fueron  hasta  chiquéala  hombres, 
los  (piales  repartieron  por  diverssos  luga- 
res é  los  mataron.  No  tenemos  noticia  que 
haya  gigantes  sino  es  al  Estrecho  de  Ma- 
gallanes: sospecho  yo  que  aquellos  ven- 
drían de  allí ,  porque  de  la  parle  del  Nor- 
te yo  no  tengo  noticia  de  gente  tan  gran- 
de, aunque  la  hay  liarlo  bien  dispuesta. 

•La  relación  de  las  cosas  desta  tierra  yo 
he  procurado  de  sabello  muy  particular- 
mente, é  hallo  diverssas  opiniones;  por- 
que como  avia  muchos  señores  en  cada 
provincia,  cuentan  las  cosas  de  su  mane- 
ra. Yo  las  ando  recogiendo  é  verificando, 
y  hecho,  os  lo  enviaré;  porque  me  pares- 
fe  que  seria  cosa  muy  vergonzosa  que  os 
enviasse  yo  relación  y  que  me  alegásedes 
por  auctor  dello,  no  siendo  muy  verda- 
dera. Y  lo  de  aqui  no  es  tan  poco  (pie  no 
podays  hacer  libro  dello,  é  no  será  pe- 
queño; porque  aunque  Montecunia  é  Mé- 
xico es  lo  que  entre  nosotros  ha  sonado, 
no  era  menor  señor  el  Caconci  de  Me- 
chuacan,  y  oíros  que  no  reconosejan  al 
uno  ni  al  otro. 

»En  lo  que  toca  á  los  descubrimientos 
que  yo  tengo  comentados,  como  todos 
son  principios,  paresce  que  hay  poco  que 
decir.  Solamente  quiero,  señor,  que  se- 
pays,  pues  tocays  en  las  desórdenes  des- 
tas  parles ,  que  mi  gente  ni  juega ,  ni  re- 
niega ,  ni  toman  á  los  indios  nada  contra 
su  voluntad,  ni  hacen  excesos  de  los  que 
gente  de  guerra  suelen  hacer.  Es  verdad 
que  algunos  dirán  que  no  se  les  ha  ofres- 
gido  en  qué  lo  puedan  mostrar:  confes- 
sarlo  lié  en  lo  que  toca  al  oro  ó  a  la  pía- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ta :  mas  mugefes  blancas  y  hermosas  é 
comida  hasta  agora  han  hallado  en  abun- 
dancia ,  é  no  han  (ornado  cosa  contra  vo- 
luntad de  sus  dueños,  si  no  ha  sido  dada 
ó  rescatada.  Y  con  esto  están  en  el  dia  de 
hoy  passadas  de  nuevecienlas  leguas  des- 
ta  cibdad,  con  noticia  de  avcr  adelante 
muchas  vassijas  de  oro ,  é  perlas ,  é  gran- 
des cibdades  é  casas,  é  tierra  muy  abun- 
dante de  comida  ,  en  especial  vacas  (que 
dicen  aver  más  que  en  España).  La  rela- 
ción particular  de  todo  esto  espero  para 
este  mes  de  noviembre,  con  ayuda  de 
Nuestro  Señor.  Cómo  sea  venida,  yo  ter- 
ne cuydado  de  enviárosla,  porque  aquella 
será  de  vista,  y  lo  de  aora  es  de  oydas. 

«Su  Magostad  fué  servido  en  un  assien- 
to  que  se  tomó  con  el  adelantado  don  Pe- 
dro de  Alvarado  para  los  descubrimientos 
desta  mar  del  Sur,  que  yo  tuviesse  parte; 
é  aunque  entre  mí  y  él  ovo  alguna  discor- 
dia sobre  el  concertarnos,  á  causa  que  Su 
Magr-lad  me  higo  la  merced,  sin  yo  pe- 
dillo  ni  sabello,  á  la  fin,  teniendo  delante 
los  ojos  lo  subcedido  en  el  Perú,  yo  me 
convine  con  él,  é  acordamos  despachar 
dos  armadas;  una  para  descubrir  la  cos- 
ta desta  Nueva  España,  é  otra  que  fuesse 
al  Poniente  en  demanda  de  los  Lequios  y 
Catayo.  Y  yendo  el  adelantado  á  enten- 
der en  esto,  subcedió  que  en  la  Nueva 
Galicia  unos  indios ,  por  descuydo  de  un 
capitán,  le  desbarataron:  cómo  se  halló 
gerca  con  la  gente  de  las  armadas,  quiso 
yr  á  servir  á  Su  Magostad  en  pacificar 
aquello;  é  allegando  á  un  peñol,  donde 
los  indios  estahan  fuertes,  en  tanto  quél 
daba  vuelta  para  ver  por  dónde  le  com- 
baliria,  se  le  desmandó  la  gente  é  matá- 
ronle cinco  españoles,  antes  que  pudiesse 
recogerlos.  Subcedió  lanía  agua  é  tan  res- 
gio  tiempo ,  que  le  fué  forcado  retirarse 
á  Goadalaxara:  é  haciéndolo,  en  un  mal 
passo  yba  un  criado  suyo  por  una  ladera 
más  alto  quél  yba ,  el  qual  rodó  é  vino  á 
topar  ron  <•!  adelantado,  é  llevóle  tres  ó 


quatro  vueltas  la  ladera  abaxo,  sin  que 
se  pudiesse  apartar :  quedó  tan  quebran- 
tado que  dende  á  tres  dias  murió.  Yo  he 
determinado  de  yr  á  pacificar  aquello ,  no 
tanto  por  la  nescessidad  en  que  nos  po- 
nen los  indios,  quanfo  por  la  discordia 
que  quedó  entre  los  capitanes  que  tenia 
allí.  Ha  sido  causa  de  no  poder  despa- 
char las  armadas  en  tan  breve  tiempo  co-  • 
mo  se  hiciera,  si  esto  no  oviera  subcedi- 
do. Do  lo  demás  desta  tierra ,  á  Dios  gra- 
cias, cada  dia  vá  en  aumento,  assi  en  lo 
que  toca  á  las  cosas  de  la  fée ,  como  en 
las  de  policia. 

•  Degís,  señor,  que  os  envié  las  alturas 
é  sitios  en  questas  tierras  que  agora  nue- ' 
vamente  se  descubren  ,  están.  No  lo  ha- 
go, porque  por  dos  eclypsis  de  luna  que 
ha  ávido ,  después  que  yo  estoy  en  es- 
tas parles,  he  verificado  la  longitud  que 
hay  hasta  Toledo,  é  son  ocho  horas  é  dos 
minutos  é  treynta  é  quatro  segundos:  é 
teniendo  respecto  á  esto ,  hallo  que  todo 
lo  desta  mar  del  Sur  está  falso ,  por  cau- 
sa de  los  regimientos  ser  hechos  en  Es- 
paña, é  procuro  de  hacello  corregir;  é 
por  esto  no  hago  calidad  de  lo  de  antes 
de  agora.  Bien  creo  que  en  essa  cibdad, 
vos,  señor,  é  otras  personas  terníades 
eucnla  con  el  eclypsi.  Holgaría  que  me  pa- 
gássedes  en  la  mesma  moneda,  en  escri- 
birme á  la  hora  que  allí  comencó,  para 
saber  lo  questa  tierra  dista  dessa. 

•Quereys,  señor,  saber  quién  fué  mi 
madre  é  no  es  racon  de  negároslo,  pues 
que  esclarosgiendo  vos  á  mi  padre  entre 
essolros  señores  de  España,  no  rae  puede 
dexar  de  caber  mi  parle;  c  siendo  ella 
tal  en  virtud  y  en  bondad,  mal  haría  de 
callar  su  nombre,  el  qual  fué  doña  Fran- 
cisca Pacheco,  hija  del  maestre  don  Jo- 
han  Pacheco.  Nuestro  Señor  vuestra  muy 
noble  persona  é  casa  guarde.  De  México 
á  seys  de  otubre  de  mili  é  quinientos  é 
quarenta  y  un  años.=A  lo  que,  señor, 
mandáredes.—  Don  Antonio  dcMendoga.  ■ 


DE  INDIAS.  I.IH.  XXXIII.  CAP.  MU. 


CAPITULO  Lili. 


En  que  ac  contiene  una  carta  quel  historiador  envió 
(ra  del  capitulo  precedente ,  en  que  se  locan 

Al  muy  ¡Ilustre  señor  don  Antonio  de  Mea- 
dora ,  visorey  de  la  Xueva  España  é  otros 
muchos  reynos  por  Sus  Majestades. 

«Muy  ¡lltislre  señor: 

•Una  caria  de  Vuestra  Señoría  rescebí 
en  esta  cibdad  á  los  once  de  licorero  de 
mili  é  quinientos  é  qiiarcnta  y  dos  años, 
y  con  lodo  lo  que  dice  t;m  largas  merce- 
des, que  no  se  pueden  servir  ni  meresccr 
en  tan  poca  vida,  sino  (ornándoseme  en 
cuenta  el  desseo,  con  que  yo  me  emplea- 
ré en  su  servicio  todas  las  venes  (piel  tiem- 
po lo  permita.  Porque  cómo  Vuestra  Se- 
ñoria  dice,  que  hereda  la  amistad  de  la 
buena  memoria  del  marqués,  su  padre, 
•  [tie  en  gloria  osla,  heredó  Vuestra  Seño- 
ría en  csse  caso  un  muy  cierto  criado  en 
roí,  6  como  tal,  me  presciaré  yo  de  tener- 
le (como  lo  tengo)  por  mi  señor,  é  co- 
mo á  tal,  quando  se  ofresciesse  en  qué, 
acudiría  á  pedirle  las  mercedes  de  lo  que 
me  tocasse  en  essas  parles,  como  Vuestra 
Señoría  manda  que  lo  haga. 

-Olíanlo  á  lo  que  Vuestra  Señoría  dice 
de  la  relación  que  me  enviaron  de  Vene- 
cía  del  origen  dessa  gente  ser  venida  del 
Perú,  é  que  tiene  la  opinión  contraria  é 
cree  que  vino  de  la  parle  del  Norte,  yo 
assi  lo  pienso  como  lo  dice  Vuestra  Seño- 
ría ,  ó  quessos  de  Nicaragua  serian  la 
mesina  gente ,  porque  también  son  mo- 
dernos, é  los  de  la  lengua  chorotega  son 
los  naturales,  si  no  lo  son  los  chondales; 
porque  aunque  hay  oirás  muchas  lenguas 
estas  dos  paresce  que  son  más  generales; 
y  desde  ellos  al  Levante,  ni  de  los  unos 
ni  de  los  otros  no  hay  tales  lenguas ,  á  lo 
que  yo  he  podido  aleancar. 

•La  mesma  opinión  tengo  assimesmo 


al  visorey  de  la  Nueva  España,  respondiendo  á  la  le- 
algunas  cosas  convernientes  a  estas  historias. 

que  Vuestra  Señoría  tiene  en  la  gente  de 
los  gigantes,  cuyos  huessos  significaron 
ser  su  estatura  tic  diez  y  ocho  ó  diez  y 
nueve  pies  de  alto;  porque  sin  dubda  son 
de  la  parte  del  Estrecho  de  Magallanes  é 
de  allí  adelante:  é  assi  fué  la  información 
que  se  truxo  á  la  C.cssárca  Magostad  por 
algunos  de  los  que  se  hallaron  en  el  via- 
ge,  que  por  el  dicho  Estrecho  hico  el  co- 
mendador frey  Carcia  de  I.oaysa.  La  gen- 
lé  del  Norte,  que  dice  Vuestra  Señoría 
que  es  Líen  dispuesta,  assi  lo  mostraban 
aquellos  indios  que  a  Toledo  llevó  el  pi- 
loto Ksléhan  (¡omez  el  año  de  mili  é  qui- 
nientos é  veyntc  y  cinco:  los  qualcseran 
de  la  costa  del  Norte,  donde  aquél  estuvo 
en  quarenta  y  dos  grados;  6  seys  ó  siete, 
dellos  que  yo  vi,  lodos  eran  mayores  co- 
munmente que  todos  los  indios  (pie  yo  he 
visto,  é  tan  altos  que  excedían  la  comuD 
estatura  de  los  hombres  que  en  España 
decimos  medianos. 

»I)ice  Vuestra  Señoría  que  ancla  reco- 
giendo 6  verificando  la  relación  de  las  co- 
sas de  essa  tierra,  c  la  dificultad  que  ha- 
lla en  las  diverssas  opiniones ,  é  que  me 
lo  enviará  presto.  Yo  besso  á  Vuestra  Se- 
ñoría las  manos  por  ello ,  porque  será  con 
su  auctoridad  colmar  estas  mis  vigilias 
desta  General  y  natural  Historia  de  Indias, 
é  hacer  el  nombre  de  Vuestra  Señoría  in- 
•  mortal,  como  es  racon  que  lo  sea:  é  assi 
le  torno  á  suplicar  que  no  se  dcscuyde  de 
cumplir  su  palabra  por  todos  estos  res- 
pedos;  principalmente  porque  será  Dios 
servido  que  se  sepa  lo  que  su  república 
chripstianá  tiene  debaxo  de  la  goberna- 
ción de  su  vireynado;  y  lo  otro  porque 
como  he  dicho  á  Vuestra  Señoría  es  mu- 
cha gloría;  y  lo  Otro  porque  holgaré  yo, 


542 


HISTORIA  GENERAL  Y  NA'ITHAL 


como  salvar  mi  ánima,  do  emplearme  en 
la  acomular  en  su  nombre  con  lo  que  ten- 
po  escríplo ,  que  es  hasta  hoy  quassi  dos 
mili  hojas,  en  (res  volúmenes  ó  partes, 
en  cinqüenta  libros,  é  será  el  de  Vuestra 
Señoría  el  que  cumpla  el  jubileo,  é  per- 
fecronará  el  número  de  los  cinqüenta. 
Creo  que  impressos  no  serán  tantas  hojas; 
pero  sospecho  que  passarán  de  mili  6 
trescientas,  aunque  en  esto  de  las  hojas 
la  marca  del  papel ,  el  tamaño  de  la  letra 
6  forma  della  lo  hace  crescer  ó  menguar. 
Pero  yo  hablo  al  respecto  de  aquella  le- 
tra, en  que  se  imprimió  la  primera  parte 
destas  mis  historias  en  Sevilla,  año  de 
mili  é  quinientos  é  treynta  y  cinco,  'a 
(pial  está  agora  enmendada  é  muy  acres- 
centada  un  tercio  más  de  lo  que  eston- 
ces tenia.  Y  lo  otro,  porque  yo  tengo  li- 
cencia del  Emperador,  nuestro  señor, 
para  llevar  á  Su  Cessárea  Magestad  lo  es- 
cripto,  y  es  muy  desseado  en  España  é 
fuera  della,  é  ando  alistando  mi  partida, 
y  espero ,  con  ayuda  de  Nuestro  Señor, 
será  en  todo  el  mes  de  mayo,  é  no  pien- 
so volver  acá  hasta  dcxarlo  todo  impres- 
so.  Por  tanto,  vuelvo  á  mi  suplicación, 
pues  que  estaré  aqui  tres  meses  ó  quatro, 
(piando  más,  y  Vuestra  Señoría  elige  en 
su  letra  que  esperaba  la  relación  por  to- 
do el  mes  de  noviembre  passado  de  los 
otros  sus  descubrimientos,  é  que  como 
fuesse  venida,  me  hará  merced  della  ó  do 
la  enviar:  6  caso  que  yo  fuesse  ydo  á  Es- 
paña, se  me  puede  enviar  allá,  dirigida  al 
banco  de  Francisco  Liardo,  porque  es 
mucho  mi  amigo,  é  teniéndola  él,  me  la 
enviará  á  recabdo  á  do  quiera  que  yo  cs- 
tovierc. 

•  Dice  Vuestra  Señoría  que  en  sus  des- 
cubrimientos hay  poco  que  decir  por  ser 
principios ;  pero  que  quiere  que  yo  sepa, 
pues  toco  en  las  desórdenes  destas  par- 
tos, que  su  gente  ni  juegan  ,  ni  reniegan, 


ni  loman  á  los  indios  nada  contra  su  vo- 
luntad, ni  hacen  los  excesos  que  suelen 
hacer  la  gente  de  guerra ,  etc.  Muy  sabi- 
do y  entendido  está  que  los  que  militan, 
siempre  siguen  los  passos  de  su  cabega, 
ó  que  del  príncipe  se  toman,  ó  él  enseña  á 
los  de  su  señorío,  las  virtudes  ó  los  vicios. 
Yo  no  me  maravillo,  señor,  de  las  desór- 
denes que  en  estas  Indias  ha  ávido ;  ni 
Vuestra  Señoría  se  maraville  que  yo  vista 
á  los  que  las  han  causado  de  sus  mesmas 
obras,  porque  los  que  han  hecho  desati- 
nos, no  podían  acertar  á  hacer  otra  cosa, 
sino  acaso.  Pero  maravillaríamc  yo,  si 
viesse  que  Vuestra  Señoría  dexaba  de 
usar  su  acostumbrada  vida  é  generosi- 
dad, ni  que  acertasse  á  errar  en  lo  que 
otros  han  errado;  porque  ni  soy  como 
ellos  ni  ellos  como  Vuestra  Señoría,  pues 
dice  la  mesma  verdad:  Non  potest  arbor 
bon'a  malos  fructus  [acere,  ñeque  arbor  ma- 
la bonos  fructus  [acere*.  Ni  me  espanto 
porque  uno  de  mala  calidad  é  sangre 
acierte  alguna  vez  á  hacer  grandes  cosas, 
pues  leemos  que  lo  han  hecho  algunos 
que  de  baxos  subieron  á  ser  ¡Ilustres;  pe- 
ro tan  grande  ó  mayor  novedad  es  quo 
illustres  hagan  otra  cosa,  sino  su  officio;  ó 
caso  que,  conforme  á  esta  verdad,  á  algu- 
nos que  verán  mis  historias  les  causaren 
escándalo,  dico  vobis  quód  si  hi  tacuerint, 
lapides  clamabunt  2. 

«Muchas  cosas  avia  oydo,  6  cartas  han 
venido  de  diverssas  personas,  é  aun  di- 
ferentes en  sí ,  sobre  la  diferencia  que 
Vuestra  Señoría  c  Alvarado  (ovicron  en 
lo  del  descubrimiento,  é  mucha  merced 
me  ha  hecho  con  su  aviso  en  esto.  E  cómo 
Vuestra  Señoría  dice  que  tuvo  delante  los 
ojos  lo  subcedido  en  el  Perú ,  é  que  se 
convinieron  en  despachar  las  dos  arma- 
das, una  para  la  costa  de  la  Nueva  Espa- 
ña, 6  otra  en  demanda  de  los  Lequios  6 
Caluyo,  é  que  después  suheedió  la  muer- 


)    S.  Mallipo,  c.i|>.  Vil. 


2  S.  Lúeas,  cap.  XIX. 


DE  INDIAS.  l.lü. 


XXXIU.  CAP.  un. 


le  di'l  adelantado  tan  desastradamente, 
plega  á  Dios  de  le  perdonar  á  él  é  á  su 
muger,  qué  me  paresce  que  fué  más  des- 
i lidiada  quél.  Y  en  verdad  yo  les  be  ávi- 
do lanía  lástima,  que  no  me  paresce  que 
oy  en  toda  mi  vida  cosa  de  más  dolor  quel 
lin  de  aquella  señora  é  sus  criadas  é  de 
oirás  personas,  que  con  ellas  padescie- 
ron. 

•  Crea  Vuestra  Señoría  que  de  la  vecin- 
dad dessos  montes,  donde  hay  veneros  de 
acufre  6  de  alumine ,  é  sin  mirar  lo  que 
los  antiguos  é  aun  modernos  dicen  de 
Mongibel  é  de  Yulcan,  he  visto  yo  mucho 
desso  en  la  cibdad  de  Pu£ol ,  ques  cerca 
de  Nápoles,  y  en  Nicaragua  de  tantos 
temblores  é  dias  de  temor,  que  no  lo  pu- 
diera creer  sin  verlo;  porque  en  un  solo 
«lia  c  una  noche  en  la  cihdad  de  León  de 
Nicaragua  íembló  tantas  veces  la  tierra 
que  no  se  pudo  tener  cuenta  en  ellas;  é 
sallo  un  pedaco  de  un  monte  que  está  allí 
cerca  con  lauta  tierra  é  peñas,  que  bas- 
tarán á  cubrir  á  León  (ó  á  esta  cihdad),  6 
luco  mucho  daño.  QuantO  más  que  en  Es- 
paña en  nuestros  dias  ya  Vuestra  Señoría 
sabe  é  avrá  oydo  las  desaventuras  de 

Almería  é  Moxaear  é  de  Veí  a  é  de  otros 
pueblos  ruynados  por  tales  tempestades. 
Tenga  Dios  en  gloría  por  su  misericordia 
&  los  unos  6  los  otros,  que  assi  murieron. 

•  Dice  Vuestra  Señoría  que  ha  determi- 
nado de  JT  á  pacificar  aquello  de  la  Nue- 
va Galicia  é  la  discordia  de  ciertos  capi- 
tanes. Yo  espero  en  Dios  que  ya  á  la  ho- 
ra de  agora  estará  lodo  en  quietud  y  he- 
cho, como  de  mano  de  Vuestra  Señoría,  é 
que  las  armadas  serán  ydas  en  buena  ho- 
ra á  servir  á  Dios  c  á  Su  Magostad,  é  assi 
en  lo  que  está  pacífico  como  en  lo  que  se 
pacificare',  avrá  el  aumento  que  dice  que 
hay  en  cssa  tierra  en  lo  que  loca  á  las  co- 
sas de  la  fée,  y  en  todo  lo  demás  que  to- 
care á  la  policía  é  buenas  repúblicas,  me- 
diante la  prudencia  é  buen  gobierno  de 
Vuestra  Señoría. 


•  Estoy  maravillado  de  lo  que  Vuestra 
Señoría  dice  (pie  ha  verificado  de  la  lon- 
gitud que  hay  hasta  Toledo  desde  essa 
cibdad  de  México,  é  que  son  ocho  horas 
é  dos  minutos  é  trcynla  y  quatro  segun- 
dos; é  dice  que  teniendo  respecto  á  esso. 
halla  ipie  todo  lo  dessa  mar  del  Sur  está 
falso,  á  causa  que  los  regimientos  de  la 
declinación  del  sol  son  hechos  en  Espa- 
ña, é  que  procura  de  hacerlo  corregir;  é 
que  por  lauto  no  hace  caudal  de  lo  de 
antes  de  agora ,  é  que  cree  que  en  esla 
cibdad  yo  é  otros  terniamos  cuenta  con  el 
eclypsi,  é  que  holgaría  que  le  pagasse  en 
la  mesma  moneda,  en  escribirle  á  la  hora 
que  acá  comencé  para  saber  lo  que  esta 
tierra  dista  dessa. 

•  Yo  coníiesso  á  Vuestra  Señoría  que 
demás  de  no  saberlo  hacer  yo,  como 
querría,  los  eclypsis  que  Vuestra  Se- 
ñoría dice  yo  no  los  vi.  Verdad  es  quel 
uno,  estando  yo  enfermo  en  la  cama, 
me  dixeron  otro  dia  que  le  avia  ávi- 
do; é  demás  dcsto  desde  Venecia  me  es- 
cribió el  magnífico  Micer  Johan  Baptista 
Ramusio,  secretario  dignfssimo  de  aque- 
lla illustríssima  Señoría,  que  cstuviesse 
sobre  aviso  para  notar  un  eclypsi  de  sol 
que  avia  3e  aver  en  el  uño  de  mili  é  qui- 
nientos é  qtiarenta:  é  quando  rescebí 
la  caria,  avia  diez  ó  doce  dias  que  aquello 
era  pausado  ,  dii-o  el  término  en  que  a\  ia 
de  aver  el  eclypsi.  Pero  acá  no  le  ovo, 
para  le  avisar  de  la  hora  en  que  passó.  Y 
porque  eslos  Reportorios,  questos  nuestros 
astrólogos  di  Kspaña  liaren,  dicen  que  en 
el  mes  de  agosto  del  año  de  mili  é  qui- 
nientos é  quarenta  y  uno  avia  de  aver 
otro  eclypsi,  para  que  aquel  grand  varón 
allá  lo  mirasse  é  yo  acá,  le  avisé  con 
tiempo,  é  tampoco  le  vi  aquí,  ni  le  ovo, 
aunque  estuve  sobre  aviso  con  otros.  Pe- 
ro en  esta  sciencia  celestial  yo,  señor, 
sé  mucho  menos  que  otro,  é  como  hom- 
bre falto  de.  tal  estudio,  quedóme  del  des- 
seo  de  entenderlo  una  voluntad  de  tomar 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


544 

estas  aliaras  con  estos  eslrolabios  é  regi- 
mientos questbs  nuestros  marinos  usan;  y 
assi  como  uno  de  los  que  peor  lo  hacen, 
voy  mendicando  estas  alturas ,  puesto  que 
con  mi  poca  expiriencia  ha  muchos  dias 
que  yo  he  entendido  muchos  errores  pal- 
pables destas  cartas  del  Gaboto  é  desso- 
tros  cosmógraphos.  Y  esto  causar  lo  há 
lo  que  Vuestra  Señoría  dice,  é  no  aver 
navegado  los  que  pintan  estas  cartas  en 
España :  á  lo  menos  en  lo  que  yo  he  visto 
en  Nicaragua  ponen  estos  cosmógraphos 
el  puerto  de  la  Posscsion  en  diez  grados, 
y  estuve  yo  en  él  quince  dias  ó  más  espe- 
rando tiempo  para  yr  á  Panamá,  ó  tenia 
conmigo  dos  pilotos,  y  ellos  é  yo  cada 
dia  tomábamos  allí  el  altura  muchas  ve- 
ces, é  siempre  en  conformidad  hallamos 
aquel  puerto  en  (rege  grados.  Y  estos 
tres  de  diferencia  creo  yo  que  está  toda 
la  costa  errada  en  las  cartas  de  allí  aba- 
xo.  yendo  la  vuelta  del  Norte ;  porque  co- 
mo Vuestra  Señoría  mejor  sabe ,  dende 
aquel  puerto  se  va  enarcando  la  tierra 
hacia  Septentrión ,  y  en  estos  grados  tres 
ó  más  de  menos  pienso  que  lo  pintado 
hasta  agora  es  falso,  liarlo  bien  será  que 
Vuestra  Señoría  dé  luz  á  todos  en  este 
caso  é  lo  haga  ver  muy  puntualmente.  El 
señor  obispo  don  Sebastian  Ramírez,  que 
agora  lo  es  de  León,  en  el  tiempo  que 
pressidió  en  essa  tierra  me  acuerdo  que 
me  escribió  una  vez  desde  México  que 
aquessa  cibdad  está  como  esta  en  diez 
y  ocho  grados. 

•  Dice  Vuestra  Señoría  que  la  señora 
marquesa  su  madre  (que  en  gloria  está) 
se  llamaba  doña  Francisca  Pacheco:  ya 
yo  sabia  que  era  hija  del  maestre  de  San- 
tiago don  Johan  Pacheco;  pero  hasta 
aquí  yo  pensaba  (pie  se  decía  María.  Mu- 
cha merced  me,  ha  hecho  en  avisarme  de 
la  verdad ;  é  tengo  yo  este  íinage  de  Pa- 
checo por  de  Córdova  de  su  origen  é  por 
ol  más  antiguo  de  los  línages  de  los  no- 
bles de  Lspaña ,  pues  que  Céssar  en  sus 


Comentarios  dice  quél  envió  en  favor  de 
Córdova  contra  Sexto  Pompeo,  porque 
en  todo  tiempo  aquella  cibdad  avia  sey- 
da  fiel  al  pueblo  romano,  seys  cohortes 
con  otros  tantos  cavalleros  debaxo  de  la 
guia  de  Junio  Pacheco,  hombre  noble  de 
aquella  provincia  é  muy  sabio  cavallero 
en  la  guerra.  Y  en  la  Vida  de  Marco  Cra- 
so dice  Plutarco  que  Julio  Pacheco,  que 
vivia  cerca  de  la  mar  en  España,  le  sos- 
tuvo á  Craso ,  haciéndole  dar  de  comer 
secretamente  á  él  é  á  los  que  con  él  esta- 
ban escondidos  en  una  espelunca,  de  te- 
mor de  Mario  é  Ciña ,  ocho  meses;  y  esto 
fué  antes  de  lo  ques  dicho.  E  Céssar  ya 
sabe  Vuestra  Señoría  que  estonces  no  era 
Emperador,  é  que  después  lo  fué  quatro 
años  c  siete  meses,  é  Chripsto,  Nuestro 
Redemptor,  nasció  á  los  quareuta  y  siete 
años  del  imperio  de  Oclaviano  Céssar  Au- 
gusto, que  serian  quarenta  y  cinco  años 
é  siete  meses  ;  é  mili  é  quinientos  é  qua- 
renta y  dos  juntados  con  los  que  he  di- 
cho, podemos  tener  seguramente  de  más 
de  mili  é  quinientos  é  óchenla  y  ocho 
años  há  que!  Pacheco  é  Pachecos  que  he 
dicho  eran  nobles.  É  si  dixere  que  ha  mili 
éseyseientos  é  diez,  no  pienso  que  me  en- 
gaño en  ello ,  porque  Casar  Lusitaniam  el 
quasdam  ínsulas  in  Océano  capit ,  segund 
Eusebio,  y  en  essos  tiempos  andaba  Cés- 
sar por  España,  é  ya  eran  aquellos  Pa- 
checos antiguos  nobles  en  ella.  Esto  se 
quede  para  en  su  lugar:  que  si  Dios 
fuesse  servido,  algún  dia  lo  verá  Vues- 
Ira  Señoria  con  otras  estirpes  de  sus  li- 
nages  é  predecessores ,  é  de  otros  no- 
bles de  Castilla  ,  si  Dios  me  dexasse  vivir 
dos  ó  tres  años,  é  tener  salud  é  un  po- 
co de  espacio  para  sacar  lo  escripto  en 
limpio. 

«Nuestro  Señor  la  muy  noble  persona  y 
estado  de  Vuestra  Señoria  largos  tiempos 
prospere,  como  él  é  sus  servidores  des- 
seamos. Desta  l'orlaloca  de  la  cibdad  é 
puerto  de  Sánelo  Domingo  de  la  Isla  Es- 


de  indias,  luí.  xxxm.  cap.  liv.  ais 

pañola  á  primero  do  marco  de  mili  é  qui-  queda  á  servicio  de  Vuestra  Señoría.  = 
níentos  é  quarenta  y  dos  años,  donde     Goncalo  Fernandez». 

CAPITULO  LIV. 

En  el  qual  el  auclor  dá  raoon  por  que-  cessú  su  camino  c  yda  á  España;  c  hace  relación  de  oirás  cosas  é 
subcessos  de  la  Nueva  España  :  c  di(,e  algunas  particularidades  que  á  su  noticia  lian  venido  ,  las  quales 
son  del  jaez  de  las  que  la  historia  lia  cont  ido,  é  para  más  verificación  c  verdad  de  algunos  passos  que  que- 
dan cscriplos  de  otra  forma,  no  le  avicmlo  tan  puntualmente  informado,  como  agora  se  dirá.  E  cue'nlanse 
otras  cosas  del  jaez  dcslas  materias  ,  assi  enmendando  algunas  cosas  hasta  aqui  apuntadas  ,  como  decla- 
rando ¿  perfitionando  otras  de  que  hay  nescessidad  que  los  Iclorcs  sean  advertidos  *. 


I  )i< te  un  Famosa  historiador  de  nuestros 
tiempos,  llamado  Joannis  Carionis,  de 
nascion  alemán ,  que  en  aquella  su  len- 
gua ha  escripto  con  mirable  artificio,  de 
la  qual  en  latino  sermón  fué  trasladada  6 
con  mucha  diligencia  corregida  su  obra, 
en  que  se  comprende  la  abreviación  de 
muchas  é  notables  historias:  é  aplicando 
á  su  propóssilo  la  utilidad  de  la  historia, 
6  amonestando  á  los  letores,  acuerda  que 
es  la  historia  ministro  de  la  prudencia ,  ó 
no  menos  es  maestra  de  la  vida.  É  por 
causa  de  la  lecion,  dice  que  se  puede  es- 
timar (pie  tanto  avenios  vivido  quanlo  es 
antigua  la  historia  que  Icemos,  cuyo  co- 
noscimienlo  conviene  á  lodos  los  que  go- 
biernan la  república)  porque  de  las  cosas 
passadas  que  de  la  lecion  se  coligen,  se 
imprime  en  la  mente  del  que  Ice  un  aviso 
seguro,  por  cuyo  exemplo  nos  aplique- 
mos a  la  racon  de  la  bien  considerada 
dispensación  de  las  cosas,  que  nos  ocur- 
ren ó  son  de  importancia.  Hallamos  en  la 
historia  de  los  gentiles  é  sabios  antiguos 
la  origen  de  los  rcynos,  é  por  qué  causa 
subcedicron  sus  mudancas,  é  hallamos 
los  preceptos  de  los  officíos  é  virtudes  que 
hacen  á  la  república  firme  é  la  conservan 
felicemente ;  é  dice  qüel  mundo  es  assí- 
mesmo  semejante  en  todo  tiempo:  Mundus 
ídem  el  sui  similis  manet.  Decía  un  peritís- 

*  De  este  resumen  quitó  Oviedo  algunas  clau- 
sulas, á  fin  de  hacerlo  más  breve,  parecióndonos 

c   omo  ni. 


simo  hombre  en  la  milieja  (auclor  de  va- 
rias materias  en  griego),  nombrado  Tuoí- 
dides,  que  la  historia  es  un  thessoro  que 
nunca  le  deberíamos  quitar  de  la  mano 
por  ayudarnos  della.  por  la  semejanca 
que  los  hechos  passados  é  sus  acontesci- 
mícntos  han  é  son  conformes  a  los  que 
traelamos  é  quassi  semejantes  las  causas; 
é  lauto  es  más  verdadero  Ihcssoro  quan- 
lo de  más  varias  cosas  avisa  á  los  que  ri- 
gen la  república.  Todo  lo  dicho  me  pá- 
reselo ques  al  propóssito  de  las  muchas  é 
diferentes  materias  dcslos  traclados  de 
nuestras  Indias;  é  de  las  cosasque  en  ellas 
hasta  aqui  están  escripias  se  pueden  con- 
gecturar  parte  de  los  eventos  fucturos, 
para  que  supliquemos  a  aquel  que  puede 
ha^erio,  que  todo  subceda  mejor  de  lo 
que  los  méritos  destos  conquistadores  é 
pobladores  de  Indias  lo  leñemos  meresci- 
do  ó  se  nos  apareja.  Yo  me  declararé  más 
en  la  prosecución  de  la  historia.  Agora 
satisfacer  quiero  a  lo  que  propuse  en  el 
titulo  deste  capitulo  pressente. 

Yo  tuve  licencia  del  Emperador,  nues- 
tro señor,  para  yr  á  España  (como  lo 
signifiqué  en  la  carta  precedente  que  es- 
cribí en  respuesta  de  otra  al  ¡Ilustre  viso- 
rey  de  la  Nueva  España,  don  Antonio  de 
Mendoca);  y  estando  para  partirme  resce- 
bí  Ircs  letras  de  un  tenor  (ó  duplicadas)  de 

oporluno  el  indicarlo  ,  para  dar  la  idea  más  cabal 
del  MS.  original,  que  sirve  de  texto. 

C9 


54G 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


la  Cessárea  Magestad ,  fechas  en  Mongon 
de  Aragón  á  los  treynta  de  agosto  del  año 
que  passó  de  mili  é  quinientos  é  quaren- 
ta  y  dos  años,  en  las  quales  me  mandó 
que  tuviesse  el  cuydado  é  vigilancia  que 
Su  Magestad  de  mi  persona  confia ,  é  có- 
mo soy  obligado  en  la  guarda  é  fortifica- 
ción desta  su  fortalega  de  lacibdadé  puer- 
to de  Sancto  Domingo  que  á  mi  cargo 
está,  en  que  yo  resido  en  su  real  servi- 
cio, porque  la  guerra  está  rompida  é  fué 
principiada  por  el  rey  de  Francia  contra 
la  Cessárea  Magestad  é  sus  reynos  é  se- 
ñoríos. Y  desta  causa,  como  obidiente  é 
fiel  alcayde  é  criado,  cessé  en  mi  camino: 
é  poniendo  en  efetto  lo  quel  Emperador, 
nuestro  señor,  me  mandó,  he  estado  que- 
do, atendiendo  el  tiempo  é  á  su  real  servi- 
cio :  y  assi  estas  materias  se  han  suspen- 
dido quanto  á  la  impression  dellas ;  pero 
hánse  aumentado ,  ó  cada  dia  crescen  en 
su  discurso  historial. 

Después  que  de  Mongon  partió  Céssar, 
passó  en  Alemania ,  y  en  aquellos  sus  Es- 
tados ,  que  por  allí  tiene  ,  le  dió  Dios  los 
buenos  subcessos  que  en  la  segunda  par- 
te que  escribí  del  Catálogo  Real  de  Casti- 
lla, dende  el  capítulo  IV  adelante,  podrá 
ver ,  entender  é  conoscer  quien  sano  jui- 
gío  toviere:  y  conoscerá  la  soberbia  del 
rey  Frangisco  de  Frangía  ,  é  la  demasia- 
da diligengia,  que  con  todas  sus  fuergas 
ha  usado  para  fatigar  al  mundo  é  á  los 
chripstianos  en  compañía  é  confianga  del 
grand  turco  é  sus  infieles  cxórgitos  por 
mar  é  por  tierra.  Dige  Homero:  «  En  la 
guerra  pone  Dios  su  escudo  delante  de 
los  príngipes  para  los  defender  » .  Pueden 
muy  bien  testificar  todo  esto  todos  los 
que  hoy  viven  é  toviercn  atención  ó  co- 
nosgirnicnlo  ó  verdadera  noticia  de  los 
subgcssos  é  acgiones  del  Emperador, 
nuestro  señor;  é  cómo  Dios  es  su  escu- 

1    «Sacra:  lilter«  cn'im  consolanlur  nos  el  (ló- 
cenla pcrlé  posl  labefaclum  gcrmanicum  poslrc- 


do,  de  muchas  maneras  lo  avernos  visto. 
Dexemos  esto  para  otros  auctores  que 
están  más  gerca  de  la  persona  de  Su  Ma- 
gestad, que  lo  discantarán  mejor;  pues 
que  las  cosas  que  vemos  que  están  pen- 
dientes deste  Sagrado  Príngipe  son  tales 
é  tantas  é  tan  grandes  é  tan  notorias,  que 
no  solamente  las  lenguas  é  plumas  que  á 
ello  están  dedicadas,  mas  todos  los  hu- 
manos, pues  á  todos  loca  é  importa  la 
vida  deste  Monarca,  lo  deben  pregonar: 
las  paredes  han  oydos ,  los  campos  é  sel- 
vas tienen  ojos,  é  todas  las  aguas  é  ma- 
res no  la  ignoran ,  y  entienden  é  deben 
publicar  é  lamentarse  de  los  trabaxos  de 
Flandes,  é  Julies,  é  Güeldrcs,  é  Cleves, 
é  Clambrise ,  é  Lugemburg ,  é  Alemania 
y  España,  ó  más  que  todos  la  infeli- 
ge  Ungria  é  toda  la  universal  república 
chripstiana ;  é  no  sin  lágrimas  de  los  pro- 
prios  frangeses,  que  tal  rey  ó  tigon  les 
avia  dado  Dios  como  ellos  lo  meresgen  é 
sus  culpas  é  soberbia. 

Pienso  que  se  va  agercando  lo  quel 
auctor  alegado  alemán  nos  acuerda:  el 
qual  dige  que  las  letras  sagradas  son  en 
nuestro  consuelo,  pues  que  dige  que  ruy- 
nada  la  monarquía  de  los  germanos,  será 
el  fin  del  mundo 1 .  De  lo  qual  se  colige  que 
ha  de  turar  esta  monarquía  hasta  el  últi- 
mo dia  é  fin  del  mundo ,  é  todos  los  de- 
más reyes  é  reynos  le  han  de  ser  inferio- 
res é  subjetos.  Dexemos  esta  materia  de 
Asia,  África  y  Europa,  que  tan  encona- 
das están  en  nuestro  tiempo  y  en  mucho 
peligro,  pues  tan  léxos  estamos  en  las 
Indias  de  donde  al  pressente  aquestas 
cosas  hierven :  relátenlas  los  que  allá  se 
hallan ,  puesto  que  á  nuestras  personas 
é  bienes  alcanga  grand  parte  de  tal  cala- 
midad. 

Volvamos  á  la  narragion  deste  imperio 
ocgidenlal  de  nuestras  Indias,  entretanto 

muitl  dicm  propcdiem  a<i  fulurumi). 


DE  INDIAS.  I.m.  XWIII.  CAP.  I.IV 


que  Nuestro  Señor  permite  alijn n  aliento 
á  mi  vista  6  pluma :  que  en  verdad  pares- 
ge  que  Nuestro  Señor  permite  que  mis 
ojos  no  se  cierren  é  que  alcancen  más 
claridad  en  la  historia  que  entre  manos 
tengo,  pues  se  me  vienen  &  ellas  avisos 
é  inteligencias  para  polir  é  perficionar  al- 
quil"- [i;i"D-  notables  rjue  Mr¡\<  quedan 
escriptos,  segund  fui  informado,  é  que 
hasta  aquí  no  eran  bien  entendidos  en 
[larte,  por  aver  seydo  no  perfettos  ni 
atentos  considerantes  los  que  me  dieron 
noticia  dellos.  É  yo  continuando  la  histo- 
ria, los  puse  en  este  volumen  con  buena 
fée ,  creyendo  que  decían  lo  cierto,  é  aun 
assi  lo  afirmaban  aquellos  ¡  pero  como  el 
entendimiento  de  los  hombres  se;i  mucho 
mejor  en  unos  que  en  otros,  no  es  de  ma- 
ravillar que  discrepen  en  sus  dichos  é  aun 
en  sus  hechos ,  en  especial  en  cosas  se- 
mejantes ,  en  quel  intento  é  afición  é  in- 
teresse  particular  causa  essas  diversida- 
des en  la  información, que  algunos  me  han 
dado  en  lo  que  no  he  visto.  É  cómo  solo 
Dios  es  el  que  sabe  é  puede  entender  á 
todos,  yo  como  hombre  podría  ser  enga- 
llado ó  no  tan  al  proprio  informado,  como 
conviene;  pero  oyendo  á  muchos,  voy  co- 
nosciendo  en  parle  algunos  errores,  é  as- 
si  voy  6  yré  enmendando  donde  con- 
venga mejor  distinguir  lo  que  eslovie- 
re  dubdoso  ó  desviado  del  camino  de- 
recho. 

Permitió  Dios  que  llegó  á  esta  cibdad 
de  Sánelo  Domingo  á  ocho  dias  de  sep- 
tiembre de  mili  é  quinientos  é  quarenta  y 
qualro  un  gentil  hombre  hijodalgo,  llama- 
do Johan  Cano,  que  vive  en  la  cibdad  de 
México  y  es  natural  de  la  cibdad  de  Cá- 
ceres,  el  qual  venía  de  España,  adonde 
avia  ydo  sobre  sus  negocios  proprios.  Y 
es  casado  con  una  hija  legítima  de  Mon- 
tecuma ,  é  passó  a  la  Nueva  España  con 
el  capitán  Pamphilo  de  Narvaez,  é  se  ha- 
lló pressente  é  con  él  peleando,  quando  le 
prendieron ,  puesto  que  este  hidalgo  era 


mancebo  de  diez  y  seys  ó  diez  y  siete 
años,  é  se  halló  después  en  todos  los  sub- 
cessos  de  la  Nueva  España:  al  qual  yo  co- 
muniqué aqui,  c  no  tanto  quanlo  yo  qui- 
siera quel  aqui  estoviera ,  porque  como 
hombre  de  buen  entendimiento  é  testigo 
de  vista,  me  satisfacía  á  mis  preguntas  lo 
que  estuvo  algunas  veces  en  esta  fortale- 
ce, hasta  su  partida  que  se  partió:  que 
fué  jueves  veynte  y  cinco  del  mes  ya  di- 
cho con  dos  naos  que  yban  a  la  Nueva 
España.  É  porque,  como  en  otras  parles 
he  dicho ,  yo  he  tenido  por  estilo  el  dar 
los  contextes  é  nombrar  los  testigos  de  lo 
que  escribí  donde  me  he  hallado,  será  el 
capítulo  pressente  continuado  a  manera  de 
diálogo,  é  satisfaciendo  en  parte  al  título 
deste  capítulo  LTV,  y  porque  no  canse  al 
letor  con  el  nombre  de  los  interlocuto- 
res, donde  ovicre  tales  letras  Ai.c,  quie- 
re decir  Alcayde ,  é  donde  estovieren 
aquestas  C.\.,  quiere  decir  Johan  Cano,  6 
assi  yo  preguntando  é  Johan  Cano  respon- 
diendo, diré  aquellas  cosas  en  que  plati- 
camos, porque  no  ovo  tiempo  para  más,  á 
causa  que  poco  antes  de  su  partida  vini- 
mos en  conoscimiento  6  ú  contraer  nues- 
tra ambicia.  Y  digo  assi: 

Diálogo  del  Alcayde  de  la  ronTALECA  de  la 
ciddad  é  puerto  de  sancto  domingo  de  la 
Isla  Española,  auctor  é  cdi\onista  destas 
iiistomas,  de  la  una  pai\te  ,  é  de  la  otra 
un  ca vallero  vecino  de  la  grand  cibdad  de 
méxico,  llamado  joman  cano. 

Alc.  Señor,  ayer  supe  que  Vuestra 
Merced  vive  en  la  grand  cibdad  de  Méxi- 
co, é  que  os  llamays  Johan  Cano;  é  porque 
yo  tuve  amistad  con  un  ca vallero,  llama- 
do Diego  Cano  ,  que  fué  criado  del  Sere- 
níssimo  Príncipe  don  Johan,  mi  señor,  de 
gloriosa  memoria ,  desseo  saber  si  es  vi- 
vo,  é  de  dónde  soys ,  señor ,  natural ,  é 
cómo  quedastes  avecindado  en  estas  par- 
tes. E  rescebiré  merced  que  no  rescibays 
pessadumbre  de  mis  preguntas,  porque 


548 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tengo  nesgessidad  de  saber  algunas  cosas 
de  la  Nueva  España ,  y  es  racon  que  para 
mi  satisfagion  yo  procure  entender  lo  que 
desseo  de  tales  personas  é  hábito  que 
merezcan  crédito.  Y  assi,  señor,  rescebi- 
ré  mucha  merced  de  la  vuestra  en  lo  que 
digo. 

Ca\  Señor  Alcayde,  yo  soy  el  que 
gano  mucho  en  conosceros,  é  tiempo  há 
que  desseaba  ver  vuestra  persona,  por- 
que os  soy  aficionado ,  é  querría  que  muy 
de  veras  me  toviéssedes  por  tan  amigo  y 
servidor,  como  yo  os  lo  seré.  Y  satisfa- 
ciendo a  lo  que  Vuestra  Merced  quiere 
saber  de  mí ,  digo  que  Diego  Cano ,  es- 
cribano de  cámara  del  príncipe  don  Johan 
é  camarero  de  la  tapiceria  de  Su  Altega, 
fué  mi  tio,  é  há  poco  tiempo  que  murió  en 
la  cibdad  de  Cágeres ,  donde  vivia  é  yo 
soy  natural.  É  quanto  á  lo  demás,  yo, 
señor ,  passé  desde  la  isla  de  Cuba  á  la 
Nueva  España  con  el  capitán  Pamphilo  de 
Narvaez,  é  aunque  moco  é  de  poca  edad, 
yo  me  hallé  cerca  del,  quando  fué  presso 
por  Hernando  Cortés  é  sus  maneras.  Y  en 
esse  trance  le  quebraron  un  ojo,  peleando 
él  como  muy  valiente  hombre;  pero  como 
no  le  acudió  su  gente ,  é  con  él  se  halla- 
ron muy  pocos ,  quedó  presso  y  herido  é 
Be  luco  Cortés  señor  del  campo,  é  truxo 
á  su  devoción  la  gente  que  con  Pámphilo 
avia  ydo;  y  en  recuentros  y  en  batallas  de 
manos  en  México  é  todo  lo  que  ha  subce- 
dido  después  yo  me  he  hallado  en  ello. 
Mandays  que  diga  cómo  quedé  avecinda- 
do en  estas  partes,  é  que  no  resciba  pes- 
sadumbrc  de  vuestras  preguntas.  Satis- 
faciendo á  mi  assiento,  digo,  señor,  que 
yo  me  casé  con  una  hija  legítima  de 
Monteeurna,  llamada  doña  Isabel,  tal 
persona ,  que  aunque  se  oviera  criado  en 
nuestra  España  no  estoviera  más  enseña- 
da é  bien  dottrinada  é  cathólica  ,  é  de  tal 
conversación  é  arle,  que  os  satisfaría  su 
manera  é  buena  gracia:  é  no  es  poco  útil 
é  provechosa  al  sosiego  é  contentamien- 


to de  los  naturales  de  la  tierra,  porque 
como  es  señora  en  todas  sus  cosas  é  ami- 
ga de  los  chripstianos ,  por  su  respecto  y 
exemplo  más  quietud  é  reposo  se  impri- 
me en  los  ánimos  de  los  mexicanos.  En 
lo  demás  que  se  me  preguntare ,  é  de  que 
yo  tenga  memoria ,  yo ,  señor ,  diré  lo 
que  supiere  conforme  á  la  verdad. 

Alc.  Yo  acepto  la  merced  que  en  esso 
rescibiré,  é  quiero  comencar  á  decir  lo 
que  me  ocurre ,  porque  me  acuerdo  que 
fui  informado  que  su  padre  de  Montecu- 
ma tuvo  ciento  é  ginqüenta  hijos  é  hijas, 
é  quél  tuvo  ginqüenta  hijos  é  más,  é  que 
le  acaesció  tener  ginqüenta  mugeres  pre- 
ñadas ;  y  assi  escribí  esto  é  otras  cosas  á 
este  propóssito  en  el  capítulo  XLVI.  Lo 
qual ,  si  assi  fué ,  quería  saber  cómo  po- 
des vos  tener  por  legítima  hija  de  Mon- 
teguma  á  la  señora  doña  Isabel ,  vuestra 
muger ,  é  qué  forma  tenia  vuestro  suegro 
para  que  se  conosg.iessen  los  hijos  bastar- 
dos entre  los  legítimos  ó  espurios ,  é  quá- 
les  eran  mugeres  legítimas  ó  concubinas. 

Ca.  Fué  costumbre  usada  é  guardada 
entre  los  mexicanos ,  que  las  mugeres  le- 
gítimas que  tomaban,  era  de  la  manera 
que  agora  se  dirá.  Congcrlados  el  hom- 
bre é  muger  que  avian  de  contraer  el 
matrimonio,  para  le  efettuar  se  juntaban 
los  parientes  de  ambas  partes ,  é  hacían 
un  arcyto  después  que  avian  comido  ó  ge- 
nado;  é  al  tiempo  que  los  novios  se  avian 
de  acostar  é  dormir  en  uno,  tomaban  la 
halda  delantera  de  la  camisa  de  la  novia, 
é  atábanla  á  la  manta  de  algodón  que  te- 
nia cubierta  el  novio:  é  assi  ligados,  to- 
mábanlos de  las  manos  los  principales  pa- 
rientes de  ambos,  é  metíanlos  en  una  cá- 
mara ,  donde  los  dexaban  solos  é  á  escu- 
ras por  tres  días  continuos,  sin  que  de  allí 
saliessen  él  ni  ella ,  ni  allá  entraba  más  de 
una  india  á  los  proveer  de  comer  é  lo  que 
avian  menester.  En  el  qual  tiempo  deste 
encerramiento  siempre  a\  ia  baylesó  arey- 
tos,  quedos  llaman  mitote,  y  en  fin  de  los 


di;  indias,  ub. 

tres  dias  no  hay  más  fiesta;  y  los  que  sin 
esta  cerimonia  se  casan,  no  son  ávidos  por 
matrimonios,  ni  los  hijos  que  proceden 
por  legítimos,  ni  heredan.  Assi,  cómo 
murió  Montecuma,  quedáronle  solamente 
por  hijos  legítimos  mi  muger  é  un  herma- 
no suyo ,  é  muchachos  ambos ;  a  causa  de 
lo  qual  fué  elegido  por  señor  un  hermano 
de  .Montecuma  que  -o  deria  l'.in  llavaci, 
señor  de  Iztapalapa  ,  el  qual  vivió  después 
de  su  elección  solos  sessenta  dias ,  é  mu- 
rió de  viruelas:  á  causa  de  lo  qual  un  so- 
brino de  Montecuma,  que  era  papa  ó  sa- 
cerdote mayor  entre  los  indios,  que  se 
llamaba  Gualimuciu ,  malo  al  primo,  hijo 
legitimo  de  Montecuma,  que  se  deeja 
Asupacaci,  hermano  de  padre  é  madre 
de  doña  Isabel;  é  bíCOse  Beñor,  é  fué  muy 
valeroso.  Este  fué  el  que  perdió  á  Méxi- 
co, é  fué  presso  é  después  injustamente 
muerto  eou  otros  principales  señores  é  in- 
dios; pues  cómo  Cortés  é  los  chripstianos 
fueron  enseñoreados  de  México ,  ningún 
hijo  quedo  legitimo,  sino  bastardos,  de 
MontCQuma,  excepto  mi  muger,  queque- 
daba  viuda;  porque  Guatimocjn ,  señor 
de  México,  su  primó,  por  fixar  mejor  su 
estado,  siendo  ella  muy  muchacha  la  tuvo 
por  muger,  con  la  cerimonJa  ya  dicha  del 
alai'  la  camisa  con  la  manta,  é  no  ovieron 
hijos  ni  tiempo  para  procreallos.  Y  ella 
se  convirtió  á  nuestra  sánela  fée  cathóli- 
ca,  é  casóse  con  un  hombre  de  bien  de 
los  conquistadores  primeros,  que  se  lla- 
maba Pedro  Gallego,  é  ovo  un  hijo  en 
ella  que  se  llama  Johan  Gallego  Montegu- 
ma;.é  murió  el  dicho  Pedro  Gallego,  é 
yo  casé  con  la  dicha  doña  Isabel,  en  la 
tpial  me  lia  dado  Dios  tres  hijos  é  dos  hi- 
jas, que  se  llaman  Pedro  Cano,  Goncalo 
Cano  de  Saavedra,  Johan  Cano,  doña  Isa- 
bel é  doña  Cathalina. 

Alc.  Señor  Johan  Cano,  suplicóos  que 
me  digays  por  qué  mató  Hernando  Cor- 
tés á  Gualimucin?  Rebelóse  después,  ó 
qué  hico  para  que  muriesse? 


XXXID.  CAP.  LIV.  5Í9 

Cv.  Avcys  de  saber,  que  assi  á  Gua- 
limucin como  al  rey  de  Tacuba,  que  se 
decia  Tetepañquecal ,  é  al  señor  de  Tez- 
cuco,  el  capitán  Hernando  Cortés  les  hico 
dar  muchos  tormentóse  crudos,  quemán- 
doles los  piés  é  untándoles  las  plantas 
con  aceyte  é  poniéndolas  cerca  de  las  bra- 
sas, y  en  otras  diverssas  maneras,  por- 
que les  diessen  sus  thessoros;  é  tenién- 
dolos en  continuas  fatigas,  supo  cómo  el 
capitán  Chripstóbal  de  Olit  se  le  avia  al- 
eado en  Puerto  de  Caballos  é  Honduras, 
la  qual  provincia  los  indios  llaman  (Juay- 
mura;  e  determinó  de  yr  á  buscar  é  cas- 
ligar  al  dicho  Chripstóbal  de  Olit,  é  par- 
tió de  México  por  (ierra  con  mucha  gente 
de  españoles  é  de  los  naturales  de  la  (ier- 
ra, é  llevóse  consigo  aquellos  (res  princi- 
pales ya  dichos,  é  después  los  ahorcó  en 
el  camino.  É  assi  enviudó  doña  Isabel ,  é 
después  ella  se  casó  de  la  manera  (pie  he 
dicho  con  Pedro  Gallego,  é  después  con- 
migo. 

Ai.c.  Pues  en  ejerta  información  que 
se  envió  al  Emperador,  nuestro  señor, 
dice  Hernando  Cortés  que  avia  subcedido 
Guatimucin  en  el  señorio  de  México  Irás 
Montecuma,  porque  en  las  puentes  murió 
el  hijo  y  heredero  de  Montecuma;  éque 
otros  dos  hijos  (pie  quedaron  vivos,  el  uno 
era  loco  ó  mentecapto  ,  y  el  otro  paralíti- 
co, é  inhábiles  por  sus  enfermedades.  É 
yo  lo  he  escripto  assi  en  el  capítulo  XVI, 
pensando  quello  seria  assi. 

C.\.  Pues  escriba  Vuestra  Merced  lo 
(pie  mandare,  y  el  marqués  Hernando 
Cortés  lo  que  quisiere :  que  yo  digo  en 
Dios  y  en  mi  consf  iencia  la  verdad ,  y  es- 
to es  muy  notorio. 

Alc.  Señor  Johan  Cano ,  dígame  Vues- 
tra Merced:  ¿de  qué  procedió  el  alzamien- 
to de  los  indios  de  México,  en  tanto  que 
Hernando  Cortés  salió  de  aquella  cibdad 
é  fué  á  buscar  á  Pamphilo  de  Narvaez  ó 
dexó  presso  á  Montecuma  en  poder  de 
Pedro  de  Alvarado?  Porque  he  oydo  so- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ooO 

bre  esto  muchas  cosas ,  é  muy  diferentes 
las  unas  de  las  otras,  é  yo  querría  escri- 
bir verdad,  assi  Dios  salve  mi  ánima. 

C.\.    Señor  alcayde,  esso  que  pregun- 
tays  es  un  passo,  en  que  pocos  de  los  que 
hay  en  la  tierra  sabrán  dar  ragon,  aun- 
que ello  fué  muy  notorio ,  é  muy  mani- 
fiesta la  sinracon  que  a  los  indios  se  les 
higo;  é  de  allí  tomaron  tanto  odio  con  los 
chripstianos ,  que  no  fiaron  más  dellos,  é 
se  siguieron  quantos  males  ovo  después, 
é  la  rebelión  de  México ,  y  passó  desta 
manera.  Essos  mexicanos  tenian  entre  las 
otras  sus  ydolatrias  ciertas  fiestas  del  año, 
en  que  se  juntaban  á  sus  ritos  é  cerimo- 
uias ;  é  llegado  el  tiempo  de  una  de  aque- 
llas, estaba  Al  varado  en  guarda  de  Mon- 
tecuma,  é  Cortés  era  ydo  donde  aveys 
dicho ;  é  muchos  indios  principales  juntá- 
ronse ó  pidieron  ligengia  al  capitán  Alva- 
rado  para  yr  á  celebrar  sus  fiestas  en  los 
patios  de  sus  mezquitas  ó  qües  mayores, 
junto  al  apossento  de  los  españoles,  por- 
que no  pensassen  que  aquel  ayuntamien- 
to se  hacia  á  otro  fin ;  y  el  dicho  capitán 
les  dió  la  ligengia.  É  assi  los  indios,  to- 
dos señores,  más  de  seysgientos,  des- 
nudos, é  con  muchas  joyas  de  oro  y 
hermosos  penachos  é  muchas  piedras 
presciosas,  é  como  más  aderescados  é 
gentiles  hombres  se  pudieron  é  supieron 
aderesgar,  é  sin  arma  alguna  defensiva 
ni  ofensiva,  baylaban  é  cantaban  é  ha- 
gian  su  areylo  é  fiestas,  segund  su  cos- 
tumbre: ó  al  mejor  tiempo  quellos  esta- 
ban embebecidos  en  su  regogijo,  movi- 
do de  cobdigia  el  Al  varado,  higo  poner 
en  ginco  puertas  del  patio  cada  quince 
hombres,  y  él  entró  con  la  gente  res- 
tante de  los  españoles,  6  comengaron  á 
acuchillar  é  matar  los  indios,  sin  perdo- 
nar á  uno  ni  á  ninguno,  hasta  que  á  to- 
dos los  acabaron  en  poco  espagio  de  ho- 
ra. Y  esta  fué  la  causa  por  qué  los  de 
México,  viendo  muertos  é  robados  aque- 
llos sobre  seguro ,  6  sin  aver  mcresgido 


que  tal  crueldad  en  ellos  se  oviesse  fe- 
cho, se  algaron  é  higieron  la  guerra  al  di- 
cho Alvarado,  é  á  los  chripstianos  que 
con  él  estaban  en  guarda  de  Monteguma, 
y  con  mucha  ragon  que  tenian  para  ello. 

Alc.  Monteguma,  cómo  murió?  Por- 
que diverssamente  lo  he  entendido,  é  as- 
si lo  he  yo  escripto  diferengiadamente. 

Ca.  Monteguma  murió  de  una  pedra- 
da que  los  de  fuera  tiraron,  lo  qual  no 
se  higiera  si  delante  del  no  se  pusiera  un 
rodelero,  porque  cómo  le  vieran,  ningu- 
no tirara ;  é  assi  por  le  cubrir  con  la  ro- 
dela é  no  creer  que  allí  estaba  Montegu- 
ma, le  dieron  una  pedrada,  de  que  mu- 
rió. Pero  quiero  que  sepays,  señor  al- 
cayde, que  dende  la  primera  rebelión  de 
los  indios,  hasta  quel  marqués  volvió  á 
la  cibdad  después  de  presso  Narvaez,  non 
obstante  la  pelea  ordinaria  que  con  los 
chripstianos  tenian,  siempre  Monteguma 
les  hagia  dar  de  comer :  é  después  quel 
marqués  tornó,  se  le  higo  grand  resgebi- 
miento ,  é  les  dieron  á  todos  los  españo- 
les mucha  comida.  Mas  aveys  de  saber 
quel  capitán  Alvarado,  cómo  le  acusaba 
la  consgiengia,  é  no  arrepentido  de  su 
culpa;  mas  queriéndole  dar  color,  é  por 
aplacar  el  ánimo  de  Monteguma ,  dixo  á 
Hernando  Cortés  que  fingiesse  que  le  que- 
ría prender  é  castigar,  porque  Montegu- 
ma le  rogasse  por  él  é  que  se  fuessen 
muertos  por  muertos.  Lo  qual  Hernando 
Cortés  no  quiso  hacer:  antes  muy  enoja- 
do dixo  que  eran  unos  perros ,  é  que  no 
avia  nesgessidad  de  aquel  cumplimiento; 
y  envió  á  un  principal  á  que  higiessen  el 
tiánguez  ó  mercado:  el  qual  principal, 
enojado  de  ver  la  yra  de  Cortés  é  la  poca 
cstimagion  que  hagia  de  los  indios  vivos, 
é  lo  poco  que  se  le  daba  de  los  muertos, 
desdeñado  el  pringipal  é  determinado  en 
la  venganga ,  fué  el  primero  que  renovó 
la  guerra  contra  los  españoles  dentro  de 
una  hora. 

Alc.    Siempre  oy  degir  ques  buena  la 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXIII.  CAP.  LIV. 


Ü51 


teruplanca  é  sancta  la  piedad,  é  abomina- 
ble la  soberbia.  Dicen  que  fué  grandíssi- 
mo  el  Ihessoro  que  Hernando  Cortés  re- 
partió entre  sus  milites  todos,  quando  de- 
terminó de  dexar  la  cibdad  é  yrse  fuera 
della  por  consejo  de  un  Botello,  que  se 
presciaba  de  pronosticar  lo  que  estaba 
por  venir. 

Ca.  Bien  sé  quién  era  esse  ,  y  es  ver- 
dad quél  fué  de  parescer  que  Cortés  é  los 
chripstianos  se  saliessen;  é  al  tiempo  de 
cfettuarlo  no  lo  bico  saber  a  todos :  an- 
tes no  lo  supieron  sino  los  que  con  él  se 
bailaron  á  essa  plática,  ó  los  demás  que 
estaban  en  sus  apossentos  é  quarteles  se 
quedaron,  que  eran  doscientos  é  sep- 
tenta  bombres,  los  qualcs  se  defendie- 
ron ciertos  dias  peleando,  basta  que  de 
hambre  se  dieron  á  los  indios;  é  guar- 
dáronles la  palabra  de  la  manera  que  Al- 
varado  la  guardo  á  los  ques  dicho.  É  assi 
los  doscientos  é  septenla  chripstianos,  é 
los  que  dellos  no  avian  seydo  muertos  pe- 
leando, lodos  (piando  se  rindieron,  fueron 
cruelmente  sacrificados.  Peroavcys,  se- 
ñor, de  saber,  que  dessa  liberalidad  que 
Hernando  Cortés  usó,  como  deeis,  entre 
sus  milites,  los  que  más  parle  alcanzaron 
della  6  más  se  cargaron  de  oro  é  joyas, 
más  presto  los  mataron;  porque  por  sal- 
var el  albarda,  murió  el  asno  que  máspes- 
sada  la  tomó ,  é  los  que  no  las  quisieron, 
sino  sus  espadas  é  armas ,  passaron  con 
menos  ocupación ,  haciéndose  el  camino 
con  el  espada. 

Alc.  Grand  lástima  fué  perderse  tan- 
to thessoro  ó  ciento  é  cinqüenta  é  quatro 
españoles  é  quarenta  é  finco  yeguas  é 
más  de  dos  mili  indios,  y  cntrellos  el  hi- 
jo é  hijas  de  Montecuma,  é  todos  los 
otros  señores,  que  traían  pressos.  Yo  assi 
lo  tengo  escripto  en  el  capítulo  XIV  dcsla 
historia. 

Ca.  Señor  alcayde,  en  verdad  quien 
tal  os  dixo,  ó  no  lo  vido  ni  supo,  ó  qui- 
so callar  la  verdad.  Yo  os  certifico  que 


fueron  los  españoles  muertos  en  esso  (con 
los  que  como  dixe  de  susso  quedaron  en 
la  cibdad ,  y  en  los  que  se  perdieron  en 
el  camino,  siguiendo  á  Cortés  é  conti- 
nuándose nuestra  fuga),  más  de  mili  é 
fíenlo  é  septenta,  é  assi  paresció  por  alar- 
de; é  de  los  indios  nuestros  amigos  de 
Tascaltecle  que  deeis  dos  mili,  sin  dubda 
fueron  más  de  ocho  mili. 

Alc.  Maravillóme  cómo  después  que 
Cortés  se  acogió,  é  los  que  escaparon,  á 
la  tierra  de  Tascaltecle,  cómo  no  acaba- 
ron á  él  é  á  los  chripstianos,  dexando  allá 
muertos  á  los  amigos ;  é  aun  assi  diz  que 
no  les  daban  de  comer  sino  por  rescate 
los  de  Guaulipa,  ques  ya  término  de  Tas- 
caltecle, y  el  rescate  no  le  querían  si  no 
era  oro. 

Ca.  Tenedlo,  señor,  por  falso  todo 
esso ;  porque  en  casa  de  sus  padres  no 
pudieran  hallar  más  buen  acogimiento  los 
chripstianos ,  é  lodo  quanto  quisieron ,  é 
aun  sin  pedirlo,  se  les  dió  gracioso  é  de 
muy  buena  voluntad. 

Alc  Para  mucho  ha  seydo  el  mar- 
qués, digno  es  de  quanto  tiene  é  de  mu- 
cho más;  é  tengo  lástima  de  ver  lisiado 
un  eavallero  lan  valeroso,  é  manco  de 
do-  dedo-  de  la  mano  izquierda ,  como  lo 
escribí  é  saqué  de  su  relación,  é  puse  en 
el  capítulo  XV ;  pero  las  cosas  de  la  guer- 
ra assi  son ,  é  los  honores  é  la  palma  de 
la  victoria  no  se  adquieren  durmiendo. 

Ca.  Sin  dubda,  señor,  Cortés  ha  sey- 
do venturoso  é  sagaz  capitán ,  é  los  prín- 
cipes suelen  hacer  mercedes  á  quien  los 
sirve,  y  es  bien  las  hagan  á  todos  los  que 
en  su  servicio  real  trabaxan ;  pero  algu- 
nos he  visto  yo  que  trabaxan  é  sirven  é 
nunca  medran ,  é  otros  que  no  hacen  tan- 
to como  aquellos  son  gratificados  é  apro- 
vechados, pero  assi  fuessen  todos  remu- 
nerados como  el  marqués  lo  ha  sido  en 
lo  de  sus  dedos,  de  que  le  aveys  lástima. 
Tuvo  Dios  poco  que  hacer  en  sanarle;  é 
salid ,  señor,  desse  cuydado:  que  assi  co- 


552 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


nio  los  sacó  de  Castilla,  quando  passó  la 
primera  vez  á  estas  partes ,  assi  se  los  tie- 
ne agora  en  España,  porque  nunca  fué 
manco  dellos  ni  le  faltan ;  é  assi  nunca  ovo 
menester  cirujano  ni  miraglo  para  guares- 
cer  desse  trabaxo. 

Alc.  Señor  Johan  Cano,  es  verdad 
aquella  crueldad  que  dicen  quel  marqués 
usó  con  Chulula ,  ques  una.  cibdad  por 
donde  passó  la  primera  vez,  que  fué  á 
México? 

Ca.  Muy  grand  verdad  es;  pero  esso 
yo  no  lo  vi,  porque  aun  no  era  yo  ydo  á 
la  tierra :  pero  sópelo  después  de  muchos 
que  lo  vieron  é  se  hallaron  en  essa  cruel 
hacaña. 

Alc.    Cómo  oystes  decir  que  passó? 

Ca.  Lo  que  oy  por  cosa  muy  notoria 
es,  que  en  aquella  cibdad  pidió  Hernan- 
do Cortés  tres  mili  indios,  para  que  llevas- 
sen  el  fardage ,  é  se  los  dieron ,  é  los  hi- 
50  todos  poner  á  cuchillo ,  sin  que  esca- 
passe  ninguno. 

Alc.  Racon  tiene  el  Emperador,  nues- 
tro señor  ,  de  mandar  quitar  los  indios  a 
todos  los  chripstianos. 

Ca.  Hágase  lo  que  Su  Magostad  man- 
dare é  fuesse  servido,  que'esso  es  lo  ques 
mejor;  pero  yo  no  querría  que  pades- 
ciessen  justos  por  pecadores.  Quien  hace 
crueldades ,  pagúelas ;  mas  el  que  no  co- 
mete delicio  ¿por  qué  le  han  de  castigar? 
listo  es  materia  para  más  espacio,  é  yo 
me  tengo  de  embarcar  esta  noche  y  es  ya 
quassi  hora  del  Ave  Maria.  Mirad,  señor 
alcayde ,  si  hay  en  México  en  qué  pueda 
yo  emplearme  en  vuestro  servicio:  que 
yo  lo  liaré  con  entera  voluntad  é  obra.  Y 
en  lo  que  toca  á  la  libertad  de  los  indios, 
nin  dubda  á  unos  se  Ies  avia  de  roíjar  con 
ellos  á  que  los  toviessen  é  gobernassen, 
é  los  induslrassen  en  las  cosas  de  nuestra 
sánela  fée  cathólica ,  é  a  oíros  se  debían 
quitar;  pero  pues  aquí  está  el  obispo  de 
Chiapa,  fray  Bartolomé  de  las  Casas,  que 
seydo  el  movedor  6  inventor  destas 


mudancas,  é  va  cargado  de  frayles  man- 
cebos de  su  Orden ,  con  él  podeys ,  señor 
alcayde ,  desenvolver  esta  materia  de  in- 
dios. É  yo  no  me  quiero  más  entremeter 
ni  hablar  en  ella ,  aunque  sabría  decir  mi 
parte. 

Alc    Sin  dubda ,  señor  Johan  Cano, 
Vuestra  Merced  habla  como  prudente;  y 
estas  cosas  deben  ser  assi  ordenadas  de 
Dios,  y  es  de  pensar  queste  reverendo 
obispo  de  Cibdad  Real  en  la  provincia  de 
Chiapa ,  como  celoso  del  servicio  de  Dios 
é  de  Su  Magostad,  sea  movido  á  estas  pe- 
regrinaciones en  que  anda ;  é  plega  á  Dios 
quél  é  sus  frayles  acierten  á  servirles.  Pe- 
ro él  no  está  tan  bien  conmigo ,  como  pen- 
says:  antes  se  ha  quexado  de  mí,  por  lo 
que  escribí  cerca  de  aquellos  labradores 
é  nuevos  cavalleros  que  quiso  hacer,  é 
con  sendas  cruces,  que  querían  paresger 
á  las  de  Calatrava  ,  seyendo  labradores  é 
de  otras  mezclas  é  género  de  gente  baxa, 
quando  fué  á  Cubagua  é  á  Cumaná;  é  lo 
dixo  al  señor  obispo  de  Sanct  Johan,  don 
Rodrigo  de  Bastidas,  para  que  me  lo  di- 
xesse,  é  assi  me  lo  dixo.  É  lo  que  yo  res- 
pondí á  su  quexa,  no  lo  hice  por  satisfa- 
ger  al  obispo  de  Chiapa,  sino  á  la  aucto- 
ridad  é  bondad  del  señor  obispo  de  Sanct 
Johan,  é  su  sancta  intención:  é  fué  que  le 
supliqué  que  le  dixesse,  que  en  verdad 
yo  no  tuve  cuenta  ni  respecto,  quando 
aquello  escribí,  á  le  hacer  pessar  ni  pla- 
cer, sino  á  decir  lo  que  passó;  é  que  vies- 
se  un  libro,  ques  la  primera  parte  des- 
tas Historias  de  Indias,  que  se  imprimió 
el  año  de  mili  é  quinientos  é  treynta  y 
cinco,  é  allí  estaba  lo  que  escribí;  y  que 
holgaba  porque  estábamos  en  parle  que 
todo  lo  que  dixe  é  lo  que  dexé  de  decir 
se  probaria  fácilmente;  é  (pie  supiesse 
que  aquel  libro  estaba  ya  en  lengua  tos- 
cana  é  francesa  é  alemana  é  latina  é  grie- 
ga é  turca  é  arábiga,  aunque  yo  le  escri- 
bí en  castellana;  y  que  pues  él  continua- 
ba nuevas  empressas,  6  yo  no  avia  de 


DF.  INDIAS.  Lili.  XXXIII.  CAP.  LIV 


cessar  de  escribir  las  materias  de  Indias 
en  lauto  que  Sus  Magestades  desto  fues- 
sen  servidos,  que  yo  tengo  esperanza  en 
Dios  que  le  dexará  mejor  acertar  en  lo  por 
venir  que  en  lo  passado,  é  assi  adelante 
le  paresccria  mejor  mi  pluma.  Y  como  el 
señor  obispo  de  Sanct  Jolian  están  noble, 
6  le  consta  la  verdad,  é  quán  sin  passion 
yo  escribo,  el  obispo  de  Chiapa  quedó 
satisfecho:  aunque  yo  no  ando  por  satisfa- 
cer á  su  paladar  ni  otro,  sino  por  cumplir 
con  lo  que  debo ,  hablando  con  vos ,  se- 
ñor, lo  cierto.  Y  por  tanto,  quanto  á  la 
carga  de  los  muchos  frayles,  me  paresce 
en  verdad  quotas  tierras  manan  ó  que 
llueven  frayles;  pero  pues  son  sin  canas 
todos  é  de  treynta  años  abaxo,  plega  á 
Dios  que  todos  acierten  á  servirle.  Ya  los 
vi  entrar  en  esta  cibdad  de  dos  en  dos 
hasta  treynta  dellos,  con  sendos  bordo- 
nes 6  sus  sayas  y  escapularios  6  sombre- 
ros é  sin  capas ,  y  el  obispo  detrás  dellos. 
Ello  parescia  una  devota  farsa ,  6  agora  la 
comiencan:  no  sabemos  en  qué  parará; 
el  tiempo  lo  dirá ,  y  este  haga  Nuestro  Se- 
ñor al  propóssito  de  su  sánelo  servicio. 
Pero  pues  van  hacia  aquellos  nuevos  vul- 
canes,  decidme,  señor,  qu6  cosa  son,  si 
los  aveys  visto ,  é  qué  cosa  es  otro  que 
teneys  allá  en  la  Nueva  España,  que  se 
dice  Guaxocingo. 

Ca.    El  vulcan  de  Chalco  ó  Guaxocin- 


go todo  es  una  cosa ,  é  alumbraba  de  no- 
che tres  é  quatro  leguas  é  más,  é  de  dia 
salía  continuo  humo,  6  &  veces  llamas  de 
fuego:  lo  qual  está  en  un  escollo  de  la 
Sierra  Nevada,  en  la  qual  nunca  falta  per- 
pétua  nieve,  y  está  á  nueve  leguas  de 
México.  Poro  este  fuego  é  humo  que  he 
dicho  turó  hasta  siete  años,  poco  más  o 
menos  ,  después  que  Hernando  Cortés 
passó  á  aquellas  panes,  é  ya  no  sale  fuego 
alguno  de  allí;  pero  ha  quedado  mucho 
acune  é  muy  buenoquese  ha  sacado  para 
ha^er  pólvora ,  é  hay  quanto  (pusieren  sa- 
car  dello.  Pero  en  Guatimala  hay  dos  vul- 
canes  ó  montes  fogosos  destos  muy  es- 
pantables, é  echan  piedras  muy  grandís- 
simas  fuera  de  sí,  quemadas,  é  hincan 
aquellas  bocas  miiehii  humo,  y  es  cosa  de 
muy  horrible  aspecto,  en  especial  como 
le  vieron  quando  minió  la  pecadora  de; 
doña  Beatriz  de  la  Cueva ,  muger  del 
adelantado  don  Pedro  de  Alvarado.  Plega 
á  Nuestro  Señor  de  quedar  con  Vuestra 
Merced ,  señor  alcayde,  é  dadme  licencia: 
que  atiende  la  barca  para  yrme  á  la  nao. 

Alc.  Señor  JohanCano,  el  Espíritu 
Sánelo  vaya  con  Vuestra  Merced ,  é  os  dé 
tan  próspero  viage  é  navegación  que  en 
pocos  dias  y  en  salvamento  llcgueys  k 
vuestra  casa,  é  halleys  á  la  señora  doña 
Isabel  é  los  hijos  é  hijas  con  la  salud,  que 
Vuestra  Merced  y  ellos  os  desseays. 


CAPITULO  LV. 

Con  que  en  pocas  palabras  el  auclor  dá  conclusión  á  osle  libro  XXXIII  <lc  la  segunda  parle. 


Yo  me  hallo  ya  en  España  en  este  año 
de  mili  é  quinientos  é  quarenta  y  ocho 
años,  é  diré  aqui  solamente  dos  cosas  pa- 
ra conclusión  de  aqueste  libro  hasta  este 
pressente  tiempo.  La  una  es,  que  como 
todos  los  sabios  mejor  pueden  advertir  é 
sospechar  lo  que  no  vé  el  historiador,  for- 
jado es  que  escriba  por  diverssas  infor- 
TU.MO  III. 


maciones ;  y  en  lo  que  toca  á  esta  mate- 
ria de  la  Nueva  España ,  yo  he  dicho  lo 
que  supe  de  personas  que  son  calificadas 
é  de  crédito ;  é  también  no  he  dexado  de 
decir  lo  quel  mesmo  marqués  don  Her- 
nando Cortés  é  sus  cartas  é  relaciones  di- 
rigidas al  Emperador,  nuestro  señor,  le 

informaron.  Ysin  dubda  sus  servicios  fue- 

70 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATI  RAL 


ron  grandes,  y  el  Emperador,  nuestro  se- 
ñor, liberal  é  grato  reniunerador  con  él, 
pues  le  dió  título  de  marqués  con  estado 
é  vassallos,  é  casa  de  señor  illustre  é  mu- 
cha renta.  Lo  segundo  es,  quel  illustre 
señor  don  Antonio  de  Mendoca ,  visorey 
de  la  Nueva  España ,  passó  a  gobernarla 
el  año  de  mili  é  quinientos  é  treynta  y 
cinco  años ,  de  manera  que  en  el  pressen- 
tc  ha  trece  que  está  en  esta  tierra.  Su 
prudencia  é  rectitud  no  se  puede  decir  en 
pocas  hojas ,  é  por  tanto  es  menester  li- 
bro ó.  tractado  por  sí,  el  qual  con  el  tiem- 
po se  dirá  é  acomulará  con  el  pressentc; 
pero  diré  aqui  solamente  lo  que  no  se 
puede  negar,  ni  hay  en  Indias  quien  lo 
ignore.  Y  es  que  aquella  tierra  se  perdie- 


ra, ó  á  lo  menos  estuviera  rebelada  ó  en 
tanta  alteración  como  lo  están  otras  pro- 
vincias de  Indias ,  á  causa  de  las  nuevas 
ordenanzas  que  allá  fueron,  lo  qual  se 
excusó  con  la  prudencia  del  visorey;  é 
que  como  sintió  la  alteración  del  vulgo, 
obedesciendo  al  Emperador ,  nuestro  se- 
ñor, é  á  Sus  Magestades,  suspendió  la 
execucion  de  algunas  cosas  de  que  la  re- 
pública se  agraviaba ,  é  dió  noticia  á  Su 
Magostad ,  é  proveyó  de  manera  que  todo 
se  quietó  é  se  remedió.  É  tuvo  tanta  Tuer- 
ca su  buen  seso  é  natural ,  que  se  puede 
afirmar  que  dió  de  nuevo  la  tierra  al  Rey, 
pues  que  excusó  las  novedades  que  esta- 
ban aparejadas.  Esto  requiere  más  larga 
historia,  é  se  reserva  para  otro  tiempo. 


CAPULLO  LVI  .* 


En  que  se  tracta  la  muerte  del  marques  del  Valle ,  don  Hernando  Cortés. 


reveniente  quiero  contar  el  fin  de  don 
Hernando  Cortés,  marqués  del  Valle  pri- 
mero; y  será  en  esto  sumaria  mi  pluma, 
porque  he  visto  algunos  memoriales  ó 
acuerdos  eseriptos  por  algunos  aficiona- 
dos suyos,  á  quienes  se  les  encomendaría 
que  escribiessen  en  su  alabanca,  ó  ellos 
por  su  comedimiento  harían  por  com- 
placer á  sus  subcessores,  ó  por  qual- 
quier  causa  que  á  ello  les  moviesse.  Mi 
fin  es  otro,  é  decir  lo  que  compete  á  mi 
historia  é  no  más;  pues  que  en  este  li- 
bro XXXIII  yo  he  escripto,  lo  quel  letor 
puede  aver  visto  cerca  de  lo  que  al  mar- 
qués é  á  la  conquista  de  Nueva  España 
compete. 

El  marqués,  después  que  vino  de  las 
Indias,  aunque  cansado  de  las  fatigas  é 
subcessos  que  por  él  passaron  en  la  Nue- 
va España  ,  llegado  á  Castilla  se  fué  á 

•  Aqui  está  fallo  el  MS.  autógrafo  de  Oviedo, 
supliéndose  este  y  el  siguiente  capitulo  con  la  co- 
pia del  siglo  XVI, que  po»ec  la  Biblioteca  Colombina 


la  corte  de  Su  Magestad  ,  é  fué  muy 
bien  rescebido  é  aceptado  del  Empera- 
dor, é  continuó  su  corte,  como  señor  de 
estado,  é  con  muy  buena  casa  é  auctori- 
dad.  É  con  muchos  gastos,  é  fué  con  Su 
Magostad  á  la  empressa  de  Argel ,  donde 
le  cupo  harta  parte  de  aquel  naufragio;  é 
demás  del  peligro  é  trabaxo  de  su  perso- 
na le  costó  muchos  millares  de  ducados, 
é  perdió  mucha  hacienda  en  atavios  de 
su  casa  é  persona:  é  después  que  Céssar 
se  fué  á  Flandes ,  el  marqués  quedó  en  la 
corle  del  Príncipe,  nuestro  señor,  conti- 
nuando el  servicio  de  Su  Alteca ,  con  mu- 
chos gastos  é  buena  casa ,  é  solicitando 
sus  pleytos  é  negocios:  é  cómo  era  ya 
viejo  é  cansado,  temiendo  los  estios  del 
invierno  en  Madrid,  é  por  esperar  sus  hi- 
jos, por  quien  avia  enviado  para  los  ca- 
sar en  España  con  señores ,  con  quien  lo 

de  esta  11.a  parle  de  la  Historia  general  de  Indias, 
copia  que  anles  de  ahora  liemos  citado. 


DE  INDIAS.  L1B.  XXXIII.  CAP.  I.VI. 


hadaba,  salió  de  la  corte  eu  el  mes  de 
septiembre  de  mili  é  quinientos  é  qua ren- 
ta y  seys  años,  6  se  fué  á  Sevilla  ,  donde 
algunos  meses  estuvo.  Y  el  año  siguiente 
adolesció  de  la  enfermedad  que  murió 
en  un  lugar,  a  media  legua  de  Sevilla, 
que  se  dice  Castilleja  de  la  Cuesta ,  é  pas- 
só  desla  pressente  vida  á  la  eterna  á  los 
dos  dias  del  mes  de  diciembre  de  mili  é 
quinientos  é  quarenta  y  siete  años.  É  de- 
xó  por  su  albacea  principal  al  illuslríssi- 
mo  señor  don  Johan  Alonso  de  Guzman, 
duque  de  .Medina  Sidonia:  el  qnal,  como 
tan  graud  señor  e  verdadero  amigo,  ce- 
lebró -ii-  obsequias  e  honras  funerales  la 
semana  antes  de  l,i  Natividad  de  Chrips- 
to,  Nuestro  Hedemptor,  de  aquel  mes  de 
diciembre,  en  el  moneslerio  de  Sanct 
l'rancisco  de  Sevilla ,  ó  con  tanta  pompa 
é  BOlempnidad  como  se  pudiera  hacer  con 
un  muy  grand  príncipe.  E  se  le  higo  un 
mauseolo  muy  alto  é  de  mudias  gradas, 
y  encima  un  lecho  muy  alto,  entoldado 
todo  aquel  ámbito  6  la  iglesia  de  paños 
negros ,  6  con  incontables  hachas  ó  «jera 
ardiendo,  é  ron  mucha-  banderas  é  pen- 
dones de  sus  armas  del  marqués,  é  con 
todas  las  cerimonias  é  officios  divinos 
que  se  pueden  é  suelen  hacer  á  un  grand 
príncipe  un  dia  á  vísperas  é  otro  a  misa, 


donde  se  le  dixeron  muchas,  ése  dieron 
muchas  limosnas  á  pobres.  É  concurrie- 
ron quantos  señores  é  cavalleros  é  perso- 
nas principales  ovo  en  la  cibdad,  é  con 
luto  el  duque  é  otros,  señores  é  cavalle- 
ros: y  el  marqués  nuevo  ó  segundo  del 
Valle,  su  hijo,  lo  llevó  é  tuvo  el  illustrís- 
simo  duque  á  par  de  sí :  y  en  fin ,  se  bico 
en  e-to  Imlo  lo  posible  e  sumptuosamente 
que  se  pudiera  hacer  con  el  mayor  gran- 
de de  Castilla. 

El  murió  como  cathólico,  rescebidos 
los  sacramentos  é  fecho  su  testamento 
é  dexando  por  su  universal  heredero  é 
mayorazgo  á  su  hijo  legítimo  don  Martin 
Cortés,  mancebo  de  hasta  veynte  años  ó 
menos,  buen  ca vallero,  é  só  la  tutela  é 
favor  del  señor  duque ;  é  a  lo  que  mues- 
tra ó  se  puede  juzgar  de  su  persona,  se 
espera  que  será  y  es  bien  di^no  del  es- 
lado  en  que  subcede ,  é  de  otro  que  muy 
mayor  l'uesse.  K  con  tanto  se  concluye  es- 
te libro  XXXIII. 

Téngalo  Dios  en  su  gloria  al  marqués, 
que  en  la  verdad  digno  es  de  mucha  me- 
moria :  y  él  es  el  principio  é  fundamento 
de  su  casa  y  estado,  6  por  su  persona  é 
méritos  grandes  lo  ha  adquirido,  como 
la  historia  pressente,  aunque  sumaria- 
mente, lo  ha  contado. 


CAPULLO  LVII. 

Con  que  se  dá  fin  í  se  concluye  la  materia  de  la  Nueva  España,  de  que  se  ha  traclado  hasta  aqui ,  é  dase 
noticia  de  una  nao  que  vino  en  fin  dcsle  año  de  mili  é  quinientos  é  quarenla  y  ocho  años  á  España ,  car- 
gada de  piala  » 


Dice  el  auctOr  é  chronista  destas  mate- 
rias, que  hallándose  en  Sevilla  vino  una 
nao  de  la  Nueva  España  cargada  de  pla- 
ta, é  ques  ragon  que  se  baga  memoria 
desta  nao,  pues  ques  al  propóssito  del 
marqués  defuncto  é  del  grand  servicio 
que  bico  en  conquistar  tantos  reynos  é 
provincias  para  la  corona  real  de  Castilla. 
É  decirse  bá  sumariamente  ,  porque  estas 


cosas  é  riquecas  de  Indias  no  tienen  nes- 
cessidad  de  fábulas  ni  adornamiento  de 
palabras,  sino  llanamente,  usando  de  la 
limpieca  é  facultad  que  pide  la  historia 
para  que  las  cosas  sean  mejor  entendidas 
é  claras. 

Subcedió  que,  lunes  veynte  é  qnátro 
de  diciembre  del  año  de  mili  é  quinientos 
é  quarenta  y  ocho ,  víspera  de  la  Nativi- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


dad  de  Chripsto,  Nuestro  Redemptor,  lle- 
gó un  barco  á  Sevilla,  con  cartas  para  los 
oficiales  de  Su  Magestad  que  residen  en 
la  casa  real  de  la  Contractacion  de  las  In- 
dias, faciéndoles  saber  que  estaba  ya 
dentro  del  rio  una  nao  venida  de  la  Nue- 
va España ,  de  que  era  maestre  Francisco 
Santos  é  piloto  Alfaro.  É  aquella  partió  de 
la  Nueva  España  cargada  de  plata ,  é  pa- 
ra la  embarcar  echaban  fuera  el  lastre  de 
las  piedras  que  tenia ;  é  pusieron  tantos 
quintales  de  piala  en  ella  por  offa  ó  car- 
ga ,  que  assi  lo  que  vino  para  Su  Mages- 
tad, como  para  mercaderes  é  particulares 
personas,  son  más  de  sessenta  mili  mar- 
cos de  plata :  lo  qual ,  el  mesmo  dia  ya 
dicho  lo  dixeron  é  certificaron  al  chro- 

*  Como  vá  advertido  en  la  Vida  y  escritos  de 
Oviedo,  no  llegó  á  redactar  esla  JV.a  parte  de  la  His- 
toria de  Indine  ,  sorprendiéndole  la  muerte  cuando 
comenzaba  á  hacer  la  edición  de  la  11.a,  según  al 
linal  del  libro  XX  notamos.  En  el  mismo  año  de 
1548,  en  que  hacia  Oviedo  la  advertencia  que  dá 
motivo  á  la  presente  nota,  preparaba  también  la  se- 
gunda edición  de  la  1.a  parle,  ya  publicada  en  1535, 
y  aumentada  en  más  de  un  tercio,  como  declara 
el  mismo  autor  y  habrán  tenido  ocasión  de  ver  los 
lectores  entendidos  en  bibliografía.  Las  explicacio- 
nes que  dá  el  primer  cronista  de  Indias  en  los  úlli- 


nista  destas  materias  el  thessorero  Fran- 
cisco Tello,  y  el  contador  Diego  de  Cá- 
rate ,  officiales  de  Su  Magestad  é  jueces 
en  la  dicha  casa  de  la  Contractacion  de 
Indias.  E  luego  acudió  á  la  dicha  casa  mu- 
cha gente  é  mercaderes  á  rescebir  cartas 
que  vinieron  en  la  mesma  nao.  É  fué  pú- 
blico é  notorio  que  la  plata  questa  nao 
truxo,  vale  sobre  trece  mili  ducados  de 
oro.  Con  lo  qual  se  concluye  el  libro  pres- 
sente ;  é  lo  que  de  aqui  adelante  subce- 
diere  en  las  cosas  de  la  Nueva  España, 
se  porná  en  la  quarta  parte  desta  General 
y  natural  historia  de  Indias ,  que  verná 
después  de  la  impression  de  aquestas  par- 
tes quehastael  pressente  están  escriptas*. 

mos  capítulos  del  presente  libro  respecto  de  esla 
proyectada  publicación,  son  en  nueslro  juicio  bas- 
tantes para  convencer  de  que  no  tuvo  parle  directa 
en  la  impresión  de  1547,  según  intentan  sostener, 
sin  alegar  prueba  alguna  convincente,  algunos  eru- 
ditos. Oportuno  creemos  por  tanto  el  reiterar  cuan- 
to dijimos  en  la  nota  35  de  la  lV.a  parle  de  la  Vida 
del  Alcaide  de  Santo  Domingo,  quien  sin  duda  no 
debió  ignorar  la  suerte  de  su  obra,  siendo  evidente 
que  el  absoluto  silencio  que  guarda  sobre  la  edición 
de  1 547  quita  á  la  misma  la  autoridad,  que  han  pre- 
tendido darle  ciertos  bibliófilos. 


Este  es  el  libro  décimo  quinto  de  la  segunda  parte ,  y  es  el  trigéssimo  quarto  de  la  Na- 
tural y  general  historia  de  las  Indias,  islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano,  é 
ceptro  real  de  los  Heves  é  reyno  de  Castilla  é  de  León :  el  qual  tracla  de  la  provin- 
cia é  gobernación  llamada  la  Nueva  Galicia ,  é  que  los  indios  é  naturales  llaman  Xa- 
lisco,  en  la  parte  ocidcntal  de  la  Tierra-Firme. 


PROHEMIO. 


Con  grand  dificultad  se  pueden  ilustrar 
6  poner  en  perficion  las  cosas  que  son 
fechas  por  hombres  sin  expiricncia,  ó  que 
sin  tener  visto  ó  bien  considerado  6 
aprendido  su  officio  se  ponen  a  enseñar 
(qualquier  artificio  que  sea)  lo  que  no  ha 
visto;  pues  está  manifiesto  que  aun  los 
que  lo  ven  c  son  diestros  en  sus  artes,  ca- 
da día  hallan  que  emendar  ó  aeresecntar 
ó  corregir  en  sus  proprias  dottrinas  (pu- 
liendo é  afeytando  sus  mesmas  palabras 
é  obras,  dando  é  inventando  nuevas  re- 
glas é  dechado  para  qucl  mesmo  arte  me- 
jor se  entienda  de  los  que  vinieren  sub- 
cediendo  y  exentando  la  mesma  semen- 
cia) ,  como  cada  dia  lo  vemos  en  estas 
nuestras  carias  de  navegar,  que  las  pos- 


treras son  las  mejores  é  más  ciertas,  por- 
que vienen  corrigiendo  las  primeras.  Y 
assi  será  ha-la  llegar  ¡i  la  verdadera  per- 
filen que  han  de  tener,  porque  conviene 
que  passe  alguu  tiempo  ile  nescessidad 
para  entenderse  la  verdadera  geographia 
destas  tierras  ó  mares  de  nuestras  Indias 
de  la  corona  real  de  Castilla  tan  puntual 
é  certificada  é  partieularicadamente  como 
es  menester.  Yo  estoy  maravillado  cómo 
algunas  personas  se  han  puesto  á  escribir 
las  cosas  de  acá  dende  Europa  (cuyos 
nombres  es  mejor  que  se  callen  que  no  que 
se  digan),  pues  hablan  a  tiento  en  lo  que 
no  ven  ni  pueden  entender  sin  su  pres- 
sencia ,  é  informados  de  quien  no  conos- 
Cen ,  pues  que  aunque  estando  en  esta 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tierra  conviene  en  lo  que  hombre  no  vee 
(aunque  cerca  de  aqui  acaezca ,  ó  haya  lo 
(¡iie  dice)  conosger  al  que  habla  en  otras 
provincias,  é  saber  qué  persona  es,  por- 
que sus  palabras  se  acepten  ó  tomen  por 
burlas  ó  veras.  Y  assi  he  hallado  muchos 
y  he  oydo  cosas,  que  aunque  las  escucho, 
ni  las  niego  ni  las  apruebo,  puesto  que  en 
mis  borradores  para  mi  acuerdo  las  noto; 
pero  no  las  escribo  en  limpio,  sin  que  mis 
ojos  me  desengañen ,  si  es  posible  verlas, 
ó  que  halle  contextos  que  me  satisfagan. 

Y  para  hacerme  diestro  é  determinarme, 
antes  que  gaste  el  tiempo  en  acomular 
renglones  en  esta  materia ,  hago  lo  que 
hacían  aquellos  antiguos  romanos,  que  en- 
señaban a  sus  galeotes  ó  remeros  en  tier- 
ra ,  pues  que  sentados  en  bancos  puestos 
en  el  suelo  los  imponían  é  mostraban  el 
officio ,  para  que  después  en  el  agua  lo 
exergitassen ,  con  alguna  parle  de  indus- 
tria ya  entendido.  Y  assi  querría  yo  ques- 
tas  historias  de  nuestras  Indias,  que  veo 
cscriptas  desde  España  é  otras  partes, 
oviessen  tomado  su  principio ,  viendo 
aquestas,  é  que  no  fuesse  lodo  de  óyelas. 

Y  porque  puse  la  comparación  en  los 
romanos,  diré  lo  que  hicieron  sin  saber 
qué  cosa  eran  aquellos  navios,  que  llaman 
quinqueremi,  en  los  quales  sus  enemigos 
cartaginenses  eran  expertos  (é  aun  al 
pressente  con  quanto  eslá  escriplo  hay 
pocos  maestros  en  Italia  y  España  é  Fran- 
cia ,  é  aun  en  toda  la  Europa ,  que  los  su- 
piessen  hacer).  Y  por  sí  ó  por  no,  quiero 
decir  lo  que  en  este  caso  escribió  aquel 
curioso  é  gentil  historial  Leonardo  Areti- 
no  en  su  Iractado  de  la  Guerra  púnica  *,  el 
(pial  dice  que  teniendo  guerra  la  repúbli- 
ca romana  con  la  de  Cartago,  delibera- 
ron de  poner  en  Ponto  ciento  6  vaxnte 
naves  ((pie  de  nuevo  comencaron  a  edefi- 
car)  é  ordenaron  que  cient  dellas  fuessen 
quinqué  remi  é  la»  demás  fuessen  trirremi: 


é  hallaban  grand  dificultad  en  hacer  aque- 
llas de  los  ginco  remos,  porque  en  Italia 
no  avia  maestro  que  oviesse  fecho  tal  gé- 
nero de  naves.  Pero  lo  que  les  ayudó  á  las 
hager  fué  una,  quel  cónsul  Appio  Claudio 
les  tomó  á  los  cartaginenses,  quando  pas- 
só  á  Megina,  en  la  qual  mirando  los  maes- 
tros tuvieron  dechado  para  hager  tales  na- 
ves; y  en  tanto  que  se  hagian,  la  moltitud 
indotta  aprendía,  mirando  cómo  se  avian 
de  exergitar.  Y  para  esto,  puestos  los 
bancos  en  el  arenal  por  orden,  como  es- 
tán en  la  nave  los  remadores  sentados  en 
aquellos,  a  la  voz  del  cómitre  que  los  re- 
gia ó  mandaba  redugian  los  bragos  á 
mover  los  remos  por  el  arena.  Y  el  mes- 
mo  auctor  digo  que  cada  quinqueremi  te- 
nia tresgientos  hombres  al  remo  é  gienlo 
é  veynte  otros  combatientes  é  sobrestan- 
tes, é  Aqueste  número  se  observaba  pol- 
los romanos  é  por  los  cartaginenses  en 
tales  navios.  lie  querido  degir  dos  cosas: 
la  una  qué  manera  de  navios  era  está,  é 
la  otra  la  industria  é  principio  do  mostrar, 
remando  en  el  arena,  cómo  avian  de  bo- 
gar en  el  agua.  Y  assi  á  este  propóssito 
aplicando ,  digo  questas  materias  de  que 
tracto,  se  han  de  ver  y  exergitar  por  es- 
tas mares  é  arenales  é  tierras  ásperas  c 
llanas  é  de  qualquier  género  que  sean, 
para  agertar  á  darlas  á  entender  á  los 
que  dende  léxos  las  leyeren  ó  escucha- 
ren. Y  si  yo  con  mi  rudo  ingenio  don- 
de acá  no  lo  agertare  á  hager,  á  lo  me- 
nos sabrá  el  letor  que  escribo  debaxo 
do  aquella  bandera  inmóvil ,  ques  perse- 
verando en  estas  partes,  escribiéndo  las 
cosas  dellas,  para  que  se  pueda  sospechar 
que  caso  que  no  lo  diga  tan  bien  quan- 
to la  materia  meresge,  á  lo  menos  más 
ayna  hallaré  quien  me  lo  dé  á  entender 
en  esta  tierra  ,  que  no  apartado  della  cu 
Milán  Ó  en  Sicilia  ,  para  que  pueda  (plan- 
to al  objeto  llevar  más  reglada  y  cierta  la 


I    1..  Uní  no  'le  Aroz'm,  De  Helio  Vuniro. 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIV.  PRullE.MIO. 


659 


legión  quanto  más  vecino  me  hallo  do 
aquellas  regiones,  de  quien  tracto.  Y  por- 
que dixe  de  susso  bandera  inmóvil,  digo 
que  segond  el  auctor  alegado,  teniendo 
gaeM  los  galos  contra  los  romanos,  vién- 
dose en  nescessidad  los  ínsubros,  deli- 
beraron de  venir  á  batalla  campal;  é 
aplacada  ,  junta  su  gente ,  pusieron  en  el 
campo  cinqüenta  mili  hombres,  é  saca- 
ron fuera  del  templo  de  Minerva  ciertas 
banderas  ,  las  quales  llamaban  inmóviles, 
porque  lícito  no  era  huyr  el  que  fuesse 
con  aquellas  banderas.  E  assi  yo  no  pue- 
do huyr  de  las  Indias,  porque  soy  viejo  é 
consliluydo  en  edad,  y  cssa  poca  de' 
substancia  ó  bienes  de  fortuna  ó  lempo- 
rales  que  para  mi  subslenlacion  6  de  mi 
familia  é  casa  plugo  á  Dios  darme,  en  es- 
las  partes  él  ordenó  que  fuesse ,  con  mu- 
chos trabaxos  y  en  diverssas  regiones  ó 
tiempos  adquirido,  para  que  aprendies- 
sc  é  viesse  la  calidad  y  el  ser  de  lo  que 
dixesse  en  estas  historias:  énoquisoque 
en  España  quedasse,  aunque  me  crié  en 
.la  casa  real  de  Castilla,  sino  que  lleván- 
dose Dios  al  serenissimo  principe  don 


Johan,  mi  señor,  é  fallándome  su  real 
pressencia,  de  quien  esperaba  ser  remu- 
nerado y  heredado  en  mi  propria  patria, 
por  mis  servicios ,  fuesse  peregrinando 
por  el  mundo  ó  viniesse  á  parar  en  estas 
tierras  tan  extrañas  é  desviadas  de  donde 
nasQÍ  é  soy  natural. 

De  lodo  sea  Dios  loado ,  porque  con 
su  favor  misericordioso  he  podido  vivir 
é  ver  y  escribir  eslos  tractados;  6  assi 
espero  en  él  que  en  lo  que  me  queda  de 
la  vida  podré  decir  más  en  su  servicio 
é  alabanza  é  contentamiento  de  los  que 
estas  mis  ocupaciones  é  libros  passaren. 
En  este,  ques  del  número  XXXIV,  se 
traclará  de  la  gobernación  é  reyno  lla- 
mado la  Nueva  Galicia,  aunque  muy  di- 
ferente  é  apartada  de  aquella  que  en  Es- 
paña assi  llamamos;  puesto  que  en  al- 
guna manera  no  del  todo  desemejante, 
quanto  á  la  aspereca  de  las  sierras  bra- 
vas é  do  las  gentes  belicosas  naturales 
della :  entre  las  quales  el  proprio  nombre 
desta  provincia  es  é  se  llama  Xalisco,  có- 
mo más  larga  é  particularmente  la  histo- 
ria lo  mostrará  en  los  capítulos  siguientes. 


CAPITULO  I. 

Cómo  fue  provoydo  Niiño  de  Guzman  por  capitán  general  «  gobernador  de  la  Nueva  España  ,  dende  la  qtial 
fue  á  con<|iiislar  é  poblar  la  provincia  de  Xalisco  c  olrr.s  con  ella  comarcanas,  de  las  quales  después  fué 
gobernador ,  i  aquello  lodo  se  llama  agora  el  reyro*d<:  la  Nueva  Galicia  ;  é  también  se  dirán  olías  cosas 

anexas  al  discurso  de  la  historia. 


Sabido  por  el  Emperador  Rey  ,  nuestro 
señor ,  é  por  su  Real  Senado  ó  Consejo 
de  Indias  las  diferencias  que  en  la  Nueva 
España  andaban  entre  sus  ofiiciales  sobre 
la  gobernación  de  la  tierra,  fué  provey- 
do  por  gobernador  é  capitán  general  un 
cavallero  de  la  cibdad  de  Guadalaxara,  ■ 
llamado  Ñuño  de  Guzman:  el  qual  ydo  á 
aquellas  partes  el  año  de  mili  é  quinien- 
tos é  veynte  y  seys ,  tomó  el  officio  cu 
Temistitan ,  é  fué  obedescido ,  é  cessaron 
Jas  contiendas  y  escándalos  que  en  aque- 


lla tierra  avia  entre  los  españoles  é  ofii- 
ciales y  el  marqués  del  Valle  Hernando 
Cortés;  é  dende  á  poco  tiempo  quedó  tan 
mal  quisto  como  los  oíros.  É  cómo  Sus  Ma- 
gestades  por  los  defettos  de  sus  ministros 
supieron  esto,  acordaron  quel  presidente 
desta  Real  Audiencia  de  Sancto  Domingo, 
obispo  desta  cibdad,  don  Sebastian  Ra- 
mírez de  Fuenleal,  fnesse  á  reformar  to- 
das aquellas  fallas  de  los  jueces  passados 
é  á  poner  los  indios  en  libertad  é  la  tier- 
ra en  justigia.  El  fué  é  hico  lo  que  le  pa- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


resció  que  convenía  al  servicio  de  Dios  é 
de  Su  Magostad  é  á  la  conservación  é 
sustentación  é  conversión  de  los  natura- 
les; porque  á  la  verdad,  hablando  sin 
perjuicio  de  nadie,  su  expiriencia  era 
mucha  en  las  cosas  do  justicia ,  é  sus  le- 
tras é  industria  é  buen  natural  bastantes 
para  lo  de  acá.  É  assi  por  sus  méritos  é 
servicios,  después  que  á  España  volvió  el 
Emperador,  nuestro  señor,  teniéndose 
por  muy  servido  del,  é  por  más  se  servir 
de  tan  buen  entendimiento,  le  mejoró  en 
obispado  é  dignidades,  é  le  dió  la  presi- 
dencia de  la  Cnancillería  Real  que  reside 
en  la  villa  de  Yalladolid ,  é  le  higo  mer- 
ced de  la  cáthedra  episcopal  de  la  muy 
antigua  é  muy  noble  é  muy  leal  cibdad 
de  León  é  su  diócesis,  ques  una  de  las 
más  principales  iglesias  de  sus  reynos,  é 
después  le  hico  merced  de  la  de  Cuenca, 
ques  de  más  renta.  É  dende  aquesta  cib- 
dad de  Sancto  Domingo  passó  á  la  Nueva 
España ,  é  aun  gocando  en  ausencia  desta 
presidencia  é  sus  salarios  con  los  de  acu- 
llá, en  tanto  que  se  proveyó  de  presidente 
para  aqui.  Pues  como  Ñuño  de  Guzman 
fuesse  avisado  de  su  yda,  fuésse  por  no 
le  atender,  temiendo  que  en  su  residen- 
cia le  avian  de  fatigar  los  que  del  estaban 
quexosos;  y  para  esto  acordó  de  hacer 
una  entrada,  só  color  de  pacificar  las  pro- 
vincias que  llaman  Ulichichimecas  é  Jalis- 
co ó  Xalisco  é  yr  en  demanda  de  Culuacan. 
É  puesto  su  camino  en  efetto,  halló  gente 
belicosa  vestida  de  cueros  de  venados 
muy  bien  adobados,  é  gentiles  archeros, 
ó  muy  dispuestos  ellos  é  sus  mugeres,  é 
de  mayores  estaturas  é  Tuercas  que  los 
indios  de  Nueva  España ,  é  muy  guerre- 
ros. E  llevóse  consigo  quinientos  hombres 
pocos  menos  de  caballo,  pero  no  todos 
ellos  de  su  voluntad ,  sino  contra  su  gra- 
do los  más,  é  algunos  pressos,  é  otros 
engañados  de  sus  palabras:  lo  quul  no 
pudiera  hacer,  -i  Mipieran  queyba  el  per- 
lado ya  dicho  ú  otro  presidente  á  le  qui- 


tar el  cargo.  É  cómo  llegó  á  la  provincia 
de  Mechuacan,  el  señor  della,  llamado 
Caconci,  que  estaba  de  paz  é  servia  á 
Hernando  Cortés,  le  resabió  muy  bien  á 
él  é  á  los  chripstianos,  é  les  hico  dar  to- 
do lo  nescessario  de  bastimentos:  y  en 
pago  de  su  servicio  le  prendió,  é  fué  fa- 
ma que  le  sacó  más  de  diez  mili  marcos 
de  plata  é  mucho  oro ,  é  le  tomó  diez  ó 
doce  mili  indios  que  llevó  consigo:  é  por- 
que no  se  pudiesse  quexar,  le  hico  que- 
mar con  otros  indios  principales,  dando 
color  á  su  injusticia  como  le  paresció.  É 
prosiguió  su  camino,  é  llegó  á  aquella 
tierra  de  Xalisco  ó  de  la  Nueva  Galicia, 
donde  tuvo  continua  guerra  é  le  mataron 
muchos  españoles:  é  allí  residiendo  é  con- 
tinuando la  guerra,  como  diestro  capitán 
é  valiente  soldado  (porque  su  persona  era 
tal),  conquistó  la  provincia  de  Xalisco  é 
otras  comarcanas,  que  los  naturales  lla- 
man Chamóla,  é  al  principal  pueblo  ó  ca- 
beca  dicen  assimesmo  Chamóla ;  é  los  es- 
pañoles lo  llamaban  la  Nueva  Galicia ,  no 
porque  es  menos  ni  más  antigua  que  la 
que  en  España  Galicia  se  dice,  sino  por- 
que nuevamente  la  hallaron  los  chripstia- 
nos ,  é  les  paresció  que  por  ser  tierra  muy 
áspera  é  montuosa  se  le  debia  dar  tal 
nombre.  El  qual  lo  ovieron  nuestros  galle- 
gos é  su  principio ,  segund  dicen ,  de  los 
griegos  que  después  del  fin  de  la  guerra 
de  Troya,  Tcucro,  por  la  muerte  de  su 
hermano  Ayax,  venido  en  odio  de  Tala* 
mon  su  padre ,  no  le  resabiendo  en  el 
reyno,  fuésse  á  Epiro  y  edeficó  allí  una 
cibdad,  llamada  Salamina  por  el  antiguo 
nombre  de  su  patria.  Después,  sabiendo 
la  muerte  de  su  padre,  volvió  á  la  patria, 
lo  qual  le  contradixo  é  vedó  Enrice,  hijo 
de  Ayax,  é  fuésse  en  España,  é  tomóaquel 
lugar  é  puerto  donde  al  prossente  os  la 
nueva  Carlago:é después  passó  á  Galicia, 
é  puso  allí  su  silla ,  é  dió  nombre  á  aque- 
lla  gente,  é  fueron  llamados  parte  de 
aquellos  de  Galicia  ampliilofcs ,  etc.  Esto. 


DE  INDIAS.  1.11!.  XXXIV.  CAP.  I. 


é  otras  cosas  escribió  Justino  en  la  abre- 
viación de  Trogo  I'(>iii|i<'\  u  '.  A-si  (|iieesli: 
es  el  origen  de  los  gallegos  conforme  ¡i 
este  auctor;  pero  yo  por  más  antiguo  que 
lo  (pies  dicho  lo  tengo,  pues  Justino  con- 
liessa  que  esse  Tcucro  halló  poblada 
aquella  tierra:  é  caso  quél  los  hiciesse 
llamar  gallegos  é  á  la  provincia  Galicia, 
do  la  pobló  él  nuevamente,  ni  dexa  de 
confessar,  por  lo  quesdicho  serian  anti- 
gua ó  más  Galicia  ¡pie  los  tróvanos.  Kste 
cavallero  Ñuño  de  Guzman,  como  dicen 
que  en  parte  es  gallego,  procuró  de  re- 
novar donde  es  dicho  este  nombre  de 


Galicia;  é  fundó  tres  pueblos  de  chrips- 
lianos  en  aquella  tierra,  donde  les  dió 
solares  é  sus  caballerías,  ó  cierto  térmi- 
no para  en  que  viviessen  é  grangeassen 
sus  haciendas  é  agricoltura ,  porque  es 
tierra  muy  fértil  é  de  muchos  manteni- 
mientos é  animales  ó  aves ,  como  en  la 
Nueva  España :  de  la  qual  dista  ciento  é 
veynte  leguas  algo  más,  que  hay  dende 
la  grand  cibdad  de  Témistitan  hasta  la 
cibdad  de  Compostela  ,  (piel  dicho  Ñuño 
de  Guzman  fundó  en  la  costa  de  la  mar 
del  Sur.  y  es  la  cabeca  de  la  Nueva  Ga- 
licia. 


CAPITULO  II. 


Kn  que  se  tractan  algunas  particularidades  de  la  Nueva  Galicia  c  provincias  de  Xalisco  ,  é  do  su  Fertilidad, 
i  de  la  provincia  de  Culuacan  ,  c  oirás  cosas. 


Aquella  tierra  é  rcyno  que  en  estas  In- 
dias los  españoles  llaman  Nueva  Galicia, 
inclúyense  en  él  muchas  provincias ;  é  las 
principales  entre  los  naturales  se  llaman 
Xalisco,  Culiiacané  Chamóla.  K  aquesle  es 
más  proprio  nombre  suyo,  porque  Chamó- 
la es  un  grand  pueblo,  que  antes  que  los 
chripstianos  fuessen  á  aquella  tierra  era 
la  cabecera  de  toda  ella.  En  la  qual,  co- 
mo de  susso  se  dixo,  la  gente  es  belicosa: 
son  grandes  flecheros  é  monteros,  al  qual 
exercicio  son  muy  dados  los  naturales 
dende  antes  que  entren  en  la  edad  ado- 
lescente. É  su  segunda  grangeria  é  muy 
ordinaria  es  criar  colmenas,  6  tiénenlas 
en  las  casas  colgadas  en  el  ayre;  y  en  lu- 
gar de  corchos  (que  no  los  tienen)  para 
los  vassos  de  las  abejas  toman  un  troco 
de  árbol  é  hácenlo  vacuo,  del  (amaño  é 
proporción  que  en  España  lo  hacen  de  la 
corteca  del  alcornoque ;  y  en  una  casa 
diez  y  en  otra  veynte  ó  treynta ,  é  más  ó 
menos,  tienen  colgadas  sus  colmenas,  é 


allí  crian  sus  panales  6  miel  muy  excelen- 
te, é  tal  que  la  de  Cerrato  ó  de  la  Al- 
carria en  Castilla,  ó  la  de  Caspe  en  Ara- 
gón no  le  hacen  ventaja  en  buen  sabor 
é  color  y  en  lodo  lo  que  la  buena  miel  se 
suele  usar.  Las  abejas  son  pequeñas  é  no 
mayores  que  moscas,  é  son  muchas,  é 
no  pican  ni  hacen  mal,  porque  son  des- 
armadas. Para  sacar  la  miel,  de  que  usan 
comer  y  echar  en  sus  manjares  tienen 
una  ó  dos  colmenas  diputadas  para  gas- 
tar dellas  ordinariamente  (porque  las  de- 
más están  enteras  para  el  tracto  é  resca- 
te de  la  miel  é  de  la  cera ,  ques  merca- 
duría de  que  mucho  se  aprovechan,  é 
han  por  ella  otras  cosas,  questos  indios  no 
alcanzan).  É  meten  por  cierto  agugero  de 
la  colmena,  quitando  un  tapón,  un  palo 
liso  que  para  aquello  tienen  fecho,  é  por 
allí  destila  é  sale  uno  ó  dos  acumbres  de 
miel  ó  lo  que  quieren  sacar,  sin  desbara- 
tar la  colmena  ni  hacerle  detrimento  ni 
causar  alteración  á  las  abejas;  é  cómo 


'JOMO  III. 


i    Lib.  XUV. 


71 


552 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


son  muchas  las  colmenas,  assi  es  en  gran- 
díssima  cantidad  la  cera  é  muy  buena. 

El  principal  pueblo  ó  cibdad  de  los 
chripstianos  se  llama  Compostela,  a  imi- 
tación de  la  cibdad  de  Sanctiago  en  Es- 
paña ó  Galicia,  la  qual  cibdad  de  Com- 
postela fundó  é  pobló  Ñuño  de  Guzman, 
como  se  dixo  en  el  capítulo  precedente, 
á  la  qual  Sus  Magestades  enviaron  á  le 
tomar  residencia ,  é  para  esto  fué  el  li- 
cenciado de  la  Torre:  é  fué  remitido  á 
España,  donde  le  envió  presso  para  dar 
sus  descargos  y  estar  a  derecho  con  sus 
émulos,  donde  Ñuño  de  Guzman  piensa 
que  le  han  de  ser  fechas  mercedes  por 
sus  servicios ;  é  llegó  á  Castilla  el  año  que 
passó  de  mili  é  quinientos  é  treynta  y  nue- 
ve años.  En  la  verdad,  segund  algunos 
dicen ,  él  sirvió  á  Su  Magestad  muy  bien 
en  aquellas  partes,  é  otros  le  juzgan  por 
áspero  gobernador.  Yo  no  he  visto  algu- 
no que,  seyendo  justicia,  sepa  complacer 


ó  todos;  porque  si  es  justo,  dicen  ques  cru- 
do é  incomportable,  é  si  manso  é  piado- 
so, dicen  que  no  vale  nada.  El  medio  que 
ha  de  tener  el  juez  en  la  administración 
de  los  negocios  no  place  sino  á  pocos.  Y 
hay  otra  cosa  peor:  que  por  la  mayor  par- 
te los  más  de  los  que  acá  vienen  con  ta  - 
les  cargos,  tienen  más  fin  á  hacer  dineros 
que  no  á  corregir  delictos,  puesto  ques 
justo  que  el  que  trabaxa  é  sirve  medre  en 
su  ofGcio;  mas  ha  de  ser  con  las  condi- 
ciones que  se  deben  procurar  estos  bie- 
nes de  fortuna,  para  que  no  hagan  mal 
provecho  á  quien  los  adquiere.  Digo  que 
se  busquen  sin  ofensa  del  prógimo  ó  daño 
de  tercero,  aunque  en  este  tiempo  (y  más 
en  estas  partes  que  en  otras)  la  costum- 
bre está  en  contrario.  Pues  sea  el  uso  co- 
mo lo  quisiéredes:  que  no  os  juzgarán  en 
la  otra-  vida  conforme  á  los  estatutos  ó 
cautelas  que  acá  se  usan,  sino  á  la  ley 
divina,  que  no  sufre  engaño  ni  fraude. 


CAPITULO  III. 

En  el  qual  se  Irada  una  relación  quel  hisloriaJor  deslns  materias  ovo  después  de  un  hidalgo  llamado 
Francisco  de  Arzeo ,  é  de  oíros  que  se  hallaron  con  Ñuño  de  Guzman,  quando  fué  á  eonquislar  é  poblar  la 
Nueva  Galicia;  é  cuéntase  más  apuntada  é  particularmente  que  lo  que  está  dicho  en  los  capítulos  prece- 
dentes. 


Si  se  os  acuerda ,  letor,  de  lo  que  se  di- 
xo  en  el  prohemio  deste  libro  XXXIV, 
vereys  quánlo  aprovecha  escribir  estas 
cosas  donde  las  Indias,  é  cómo  el  histo- 
riador seeiliano  é  lombardo  dende  Espa- 
ña no  pudieron  entender  ni  inquirir  estas 
materias  tan  cierta  ni  puntualmente  como 
el  tiempo  las  dispone ;  y  aunque  el  proío- 
notario  Pedro  Mártir,  que  era  de  Milán, 
é  fray  Bernardo  Gentil ,  que  era  secilia- 
no, é  ambos  fueron  historiógraphos  de  Su 
Magestad,  hablaron  en  cosas  de  Indias, 
digo  que  puesto  que  su  latinidad  ó  (niela- 
dos no  caresejessen  de  buen  estilo,  Torea- 
do es  que  se  sospeche  que  les  faltó  cierta 


información  en  muchas  cosas  de  las  que 
tocaron.  Y  si  dixeren  que  al  Rey  é  á  su 
Consejo  se  sirvió  assi,  como  cssos  doctos 
chronistas  lo  apuntaron  ,  no  todas  veces 
sabe  el  Rey  por  tales  cartas  todo  lo  que 
consuena  con  la  verdad  ni  lo  ques  nes- 
cessario  para  colmar  la  historia ,  ni  los 
que  lo  escriben  á  Su  Magostad  no  le  dan 
tan  por  menudo  essa  relación,  por  no  le 
dar  pessadumbre,  é  aun  porque  todos  no 
lo  saben  hacer  ni  pueden  comprender  de 
una  vez  ni  de  pocos  lo  que  no  ven  (é  di- 
cen informados  de  otros),  ni  tienen  tanlo 
cuydado  de  la  historia  como  de  la  ganancia 
é  otros  inleresses,  en  que  más  fundanien- 


DE  INDIAS.  Lili.  XXXIV.  CAP.  III. 


5G3 


lo  liaren  que  en  escribir  regladamente, 
ni  tan  examinadas  las  cosas  como  el  tiem- 
po poco  á  poco  nos  lo  enseña  c  da  á  en- 
tender, que  lo  que  ayer  sentíamos  ó  su- 
pimos do  una  manera,  lo  hallamos  maña- 
na de  otra.  Menester  es  vivir  y  escudri- 
ñar con  atención  lo  que  se  lia  de  escribir, 
para  que  la  verdad  quede  corno  se  debe 
entender.  Y  assi  yo,  después  de  escripto 
lo  ques  dicho  en  los  dos  capítulos  de  sus- 
so,  he  visto  é  platicado  con  hombres  de 
vista  é  buen  entendimiento  é  merescedo- 
res  de  crédito,  en  especial  un  hidalgo, 
llamado  Francisco  de  Arzeo  é  otros,  los 
quales  dicen  qnel  presidente  Ñuño  de 
Gaznan  partió  de  la  cibdad  de  Teniisti- 
tan  día  de  los  Reyes  del  año  de  mili  é 
quinientos  6  treynla  y  tres  años  con  ciento 
é  ginqüenta  de  caballo,  é  con  quinientos 
caballos  é  con  hasta  doscientos  hombres 
de  guerra  á "pió  é  de  su  guarda,  españo- 
les é  muy  bien  aderescados.  Los  capi- 
tanes que  allí  yban  eran  Chripstóbal  de 
Otañez,  vizcayno,  capitán  de  qnarenta 
ginctes,  cuyo  alférez  era  un  Fulano  de 
(Javas,  natural  de  Ecjja:  otro  capitán  se 
llamaba  Frangisco  Verdugo,  natural  de 
la  villa  de  Cuéllar  é  vecino  de  la  cibdad 
de  Tcmislitan,  cuyo  alférez  fué  este  Fran- 
gisco Arzeo,  de  quien  de  susso  se  higo 
mengion:  el  capitán  Samaniego ,  natural 
de  Segovia,  cuyo  alférez  era  un  hidal- 
go llamado  Flores,  natural  de  Salaman- 
ca :  este  capitán  llevaba  treynla  lan- 
gas ginetas.  El  capitán  Chripstóbal  de 
Barrios,  vecino  de  la  cibdad  de  Temisti- 
tan.  y  su  alférez  Frangisco  Barron.  Cada 
un  capitán  de  los  ques  dicho  llevaban  sus 
banderas,  muy  bien  armados  todos  é 
provcydos,  como  gente  diestra  é  de  guer- 
ra é  sufigicntes  para  la  empressa,  é  seña- 
lados con  diferentes  devisas. 

Acompañaban  la  persona  del  general 
Ñuño  de  Guzman  (piáronla  sobresalientes, 


que  eran  relevados  de  velar  é  do  yr  á  en- 
tradas, y  eran  personas  señaladas  é  vete- 
ranos milites,  é  comían  a  su  mesa,  é  á  par 
de  su  persona  estaban  continuadamente. 
F.l  alférez  del  guión,  que  andaba  con  el 
general,  era  un  cavalleroque  se  llamaba 
Pedro  do  Guzman,  natural  de  Guadalaxa- 
ra.  El  guión  era  de  tela  de  plata,  é  borda- 
da en  él  una  imagen  de  Nuestra  Señora, 
de  tela  de  oro.  É  capitanes  de  á  pié  eran 
Proaño ,  natural  de  Córdova ,  con  qnaren- 
ta soldados  bien  en  órden ,  é  Diego  Váz- 
quez, natural  do  Guadalaxara  ,  con  otros 
tantos  soldados.  E....'  era  assimesmo  ca- 
pitán con  otros  quaronta  hombres,  é  los 
restantes  soldados  de  á  pié  yban  con  el 
capitán  de  la  guardia;  é  por  todos,  como 
es  dicho ,  yban  hasta  dosgientos  soldados. 
É  salieron  esto  día  de  México  con  el  ge- 
neral hasta  quince  mili  hombres  amigos, 
de  los  naturales  de  la  (ierra  é  provincia 
de  México ,  hombres  de  guerra ,  los  qua- 
les no  llevaban  carga  alguna  de  los 
chripstianos,  mas  de  lo  quellos  para  si 
mesmos  avian  menester.  Era  gente  muy 
Incida  é  con  muchas  devisas  de  oro  é  pla- 
ta en  sus  rodelas. 

Sacó  Ñuño  de  Guzman  consigo  un 
grand  señor  indio,  llamado  Cagongi,  se- 
ñor de  la  provincia  de  Meehuacan,  ques 
quarenla  leguas  de  México ,  al  qual  los 
chripstianos  llaman  Pero  Panga.  Este  se 
ofresgió  de  guiarle  é  llevarle  á  tierras  bien 
pobladas  de  genle  é  abundante  de  basti- 
mentos, quél  dogia  que  era  la  tierra  de 
donde  avia  progodido  el  origen  de  los 
mexicanos.  Los  indios  desta  provincia  de 
Meehuacan  llámanse  tarascos ,  y  es  la  me- 
jor gente  que  hay  en  la  Nueva  España  de 
carga  é  de  provecho,  é  aun  de  la  más  fiel. 
Yivia  este  Cagongi  en  un  pueblo  que  se 
llama  Cingonga,  que  quiere  degir  en  aque- 
lla lengua  cibdad.  Allí  mandó  el  general 
que  se  higiesse  alarde  ó  reseña  de  la  gen- 


Hay  un  claro  en  p!  original. 


S64 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


te  qué  llevaba,  é  mandó  proveer  de  todo 
lo  nesgessario  para  su  camino,  é  repossó 
en  aquella  población  trcynla  ó  quarcnta 
dias.  En  todo  aquel  tiempo  este  Cagongi 
higo  dar  á  cada  español  dos  gallinas,  que 
son  tamañas  ó  mayores  que  los  pavos  de 
Castilla ,  é  media  fanega  de  mahiz  ordina- 
riamente cada  dia,  é  una  india  que  le 
gnisasse  de  comer,  é  seys  cargas  de 
hierba  para  su  caballo,  é  muchas  Fructas 
de  diverssas  maneras  de  las  que  en  aque- 
lla tierra  hay;  é  quando  llegó  el  tiempo 
de  la  partida,  dió  de  sus  indios  diez  mili 
(tara  que  llevassen  las  petacas  de  los 
chripstianos.  Es  una  petaca  una  manera 
de  cesta  muy  bien  fecha ,  é  algunas  for- 
radas en  cueros  de  venados,  é  con  sus 
atapadores,  que  cabe  tanto  como  media 
arca  ó  caxa  de  ropa ;  é  hácenlas  del  tama- 
no  que  quieren.  Demás  destos  indios  ques 
dicho  yban  otros  muchos,  que  llevaba  el 
dicho  Cagongi  para  servicio  de  su  perso- 
na, é  yba  siempre  en  una  muía  del  gene- 
ral, al  qual  sirvió  este  Cagonci  é  le  dió 


doce  mili  pessos  de  oro,  quél  repartió  en- 
tre los  soldados.  Y  en  la  cibdad  de  Mé- 
xico les  dió  Ñuño  de  Guzman  muchos  ca- 
ballos ó  armas,  que  repartió  entre  los  que 
mas  nescessidad  tcnian  ;  é  cómo  era  pre- 
sidente de  la  Nueva  España,  quando  higo 
esta  jornada  ,  quedaron  los  oydores  de  la 
Audiencia  Real  que  allí  residian  en  su  lu- 
gar por  gobernadores ,  que  eran  los  li- 
cenciados Matiengo  é  Delgadillo  é  otros 
dos  que  se  murieron. 

Anduvo  este  exérgito  por  sus  jornadas 
é  tierra  de  paz  subjeta  á  México  ocho  ó 
diez  dias,  é  al  cabo  dellos  llegaron  ¡i  un 
rio  que  hasta  estonces  no  le  avian  visto 
los  chripstianos ,  é  porque  fué  dia  de  la 
Purificagion  púsoscle  al  rio  el  mesmo 
nombre.  E  passaron  de  la  otra  parle,  é 
assentaron  allí  su  real  é  campo,  y  esto- 
vieron  allí  algunos  dias,  assi  por  repos- 
sar  como  por  tentar  la  tierra  é  saber  lo 
que  en  ella  avia,  porque  allí  ni  dende 
adelante  ni  estaba  hollado  ni  visto  por  los 
españoles. 


CAPITULO  IV. 

Cómo  el  principal  señor  ques  dicho  ,  llamado  Cneonci,  avia  fecho  falsa  relación  al  general  Ñuño  de  Guz- 
man, é  cómo  después  dixo  que  no  sabia  la  lierra  *,  le  hico  un  processo  é  lo  mandó  quemar:  é  cuénlanse 
oirás  cosas  que  passaron  después  é  los  sacrificios  de  los  que  quemaban  los  indios  en  los  hornos. 


Después  qnel  general  Ñuño  de  Guzman 
ovo  fecho  assenlar  su  exérgito  do  la  otra 
parte  é  junto  á  la  costa  del  rio  de  la  Puri- 
ficación, paresgiéndole  bien  la  dispusigion 
de  la  tierra,  quiso  saber  é  informarse  muy 
bien  della,  é  higo  hacer  luego  una  iglesia 
de  piedra,  donde  se  gelebraron  muchas  mi- 
sas é  se  predicó  algunas  veces  la  verdad 
evangélica;  porque  donde  quiera  que  lie- 
traba,  hagia  poner  mucha  diligencia  en  la 
conversión  de  los  indios,  y  en  loa  bapti- 
zar é  redugir  á  la  unión  de  los  fieles 


chripstianos,  aunque  allí  donde  paró  os- 
laba la  gente  de  la  tierra  aleada  é  huyda 
á  los  arcabucos  é  montes.  Y  para  reco- 
gerlos, si  posible  fuesse,  higieron  algunas 
entradas  la  tierra  adentro,  á  unas  parles 
é  otras,  de  que  ningún  provecho,  sino 
mucho  cansangio  se  siguió;  é  fué  nesges- 
sario  de  se  aprovechar,  si  pudiera ,  de  la 
guia  que  hasta  allá  los  llevó,  que  era 
aquel  señor,  llamado  Pero  Panga  porque 
era  gruesso ,  que  como  dicho  es,  se  de- 
cía Caconci :  al  qual  habló  el  general  con 


•  Aqui  te  leía  en  el  códice  autógrafo:  «K  se 
«upo  que  avia  muerto  [el  Caconci]  Ireynta  c  cinco 
eipañnlei  ¿  fécboloH  máscaras».  Al  final  del  epí- 


grafe suprimió  también  olra  cláusula  de  menos  im- 
portancia. 


dl:  indias,  lib. 

sus  naguatatos  ó  lenguas ,  é  nunca  se  pu- 
llo del  sacar  ni  dixo  sino  que  no  sabia  la 
tierra,  ni  la  avia  andado,  é  todo  al  revés 
de  cómo  hasta  allí  lo  avia  certificado  6  di- 
cho. Ovo  tanto  enojo  desto  el  general,  que 
le  mandó  echar  unos  grillos,  é  le  hico  te- 
ner á  buen  recaudo  :  c  tornóle  a  interro- 
gar diverssas  veces,  é  á  preguntarle  pol- 
las cosas  é  promesas  quel  mesmo  cacique 
avia  primero  dicho  ó  ofrescido;  y  por  ha- 
lagos que  se  le  hicieron ,  ni  por  temores 
con  que  le  amonestaron,  no  dixo  ni  con- 
r<B88Ó  cosa  que  fuesse  al  propÓSSÍlO  ni  con- 
i/crta-se  (un  lo  (pie  avie  dicho  primero. 
|  ji  fin ,  el  general  le  hico  hacer  su  pro- 
cesso  ó  sentenciarlo  á  muerte  é  que  mu- 
riesse  quemado  :  el  (pial ,  (piando  se  vido 
cerca  de  su  fin,  dixo  (pie  por  su  manda- 
do avian  muerto  sus  subditos  é  vassallos 
treynta  ó  cinco  españoles,  ó  que  los  ha- 
llaríao  las  manos  é  los  rostros  con  sus  ca- 
bellos 6  los  piés,  puestos  como  máscaras) 
en  una  casa  tinco  leguas  de  su  pueblo, 
donde  los  tenia  escondidos  en  un  monte. 
\'.  (piando  se  (pieria  regocijar,  los  hacia 
sacar  el  mesmo  Caconci  á  los  areytos  é 
fiestas:  é  que  desla  forma  hallarían  aque- 
llos chripslianos  en  aquella  casa  ques  di- 
cho, é  assimesmo  hallarían  mucha  plata 
é  oro  é  grand  cantidad  de  ropa. 

Preguntándole  como  avian  muerto  é 
quándo  aquellos  chripr-lianos ,  dixo  que 
aquellos  eran  de  los  que  \ban  desmanda- 
dos dende  México,  uno  á  uno,  á  buscar 
la  vida  (ó  á  topar  más  cierto  con  su  muer- 
te), é  que  cómo  los  veian  solos,  los  mata- 
ban é  hacían  dellos  aquella  forma  de  es- 
pectáculos, por  más  se  vengar  de  los  es- 
pañoles. Fecha  esta  confession,  mandó  el 
general  á  diez  de  caballo  que  para  esto 
escogió ,  que  fuessen  á  aquella  casa  que 
Caconci  dixo,  é  supiessen  si  era  assi  co- 
mo decia ,  ó  truxessen  ante  él  lo  que  ha- 
llassen  de  aquellas  cosas  que  en  el  tor- 
mento avia  declarado  Caconci.  É  en 
quince  (lias  fueron  é  volvieron,  é  tru- 


XXXIV.  CAP.  IV.  5Go 

xi  ron  todo  lo  quél  dixo;  é  visto  que 
era  assi,  mandó  luego  el  general  hacer 
un  grand  palenque  ó  estacado  ,  donde  se 
hico  justicia  del  Caconci,  y  en  un  grand 
luego  fué  quemado;  é  hicose  saber  á  to- 
dos sus  vassallos  la  causa  de  su  muerte, 
é  á  lo  que  mostraron  en  lo  exterior  todos 
lo  tovieron  por  bien,  porque  los  tractaba 
mal ,  ó  decían  ellos  que  avia  seydo  muy 
bien  fecho  matarle.  Y  el  general  hico  alear 
por  señor  á  un  hijo  de  Caconci,  llamado 
don  Pedro,  que  se  mostraba  muy  amigo  de 
los  chripslianos;  mas  después  que  los  es- 
pañoles passaron  adelante  en  prosecución 
de  su  camino  ,  se  supo  que  avian  ydo  mu- 
chos indios  de  la  provincia  de  Mechua- 
can  .  incrédulos  de  la  muerte  de  Caconci, 
á  se  informar  de  lo  (pies  dicho;  é  cómo 
supieron  la  verdad  é  justicia  que  dól  se 
hico,  arrincaron  el  palo  que  avia  queda- 
do donde  estuvo  alado  quemándose,  é 
rayeron  la  ceutea  que  hallaron  ;  é  todo  se 
lo  llevaron  á  su  tierra. 

Del  rio  ques  dicho  de  la  Purificación, 
so  partió  esle  exército  sin  guia  alguna ,  ó 
siguieron  por  la  cosía  de  aquella  ribera 
ocho  (lias,  todo  por  despoblado,  é  anda- 
ban cada  dia  tres  ó  quatro  leguas;  y  en 
lin  desle  tiempo  llegaron  á  una  grand  pro- 
vincia, á  vista  della;  é  aunque  era  de 
mañana  repossaron  allí  basta  otro  dia  si- 
guiente, que  al  punto  del  alva,  cada  ca- 
pitán puesta  su  gente  en  orden  ,  movieron 
e  fin  ron  á  un  pueblo;  6  no  hallaron  gen- 
te en  élj  porque  avian  huydo  de  temor. 
Aquella  provincia  se  llama  Coyna;  mas 
hallaron  liarla  comida. 

Dende  alli,  repartida  la  gente  del  exér- 
cito en  sus  capitanes,  fueron  en  segui- 
miento de  los  indios;  é  á  dos  ó  tres  le- 
guas de  allí  hallaron  mucha  gente  de  guer- 
ra ,  é  pelearon  con  los  nuestros  é  hirieron 
algunos  españoles  é  caballos,  é  al  cabo 
los  indios  fueron  desbaratados  con  mucho 
daño  suyo,  é  se  enseñorearon  los  chrips- 
lianos de  la  tierra.  É  un  notable  é  diabó- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


lico  sacrifigio  se  vido  en  aquella  provin- 
cia, que  por  su  novedad  no  se  debe  de- 
xar  en  silencio.  Y  es  que  en  los  pueblos 
que  topaban,  en  los  másdellos,  hallaban 
unos  hornos  muy  grandes,  llenos  de  gen- 
te muerta  6  con  muy  grandes  fuegos  los 
hornos;  é  de  aquellos  cuerpos  que  allí  se 
asaban  ó  cocian  corria  mucha  manteca  ó 
saMn  ó  sangre ,  porque  poco  antes  que 
los  chripstianos  llegassen  los  avian  echa- 
do é  ofrescido  en  sacrificio  á  sus  dioses, 
segund  se  supo  de  los  indios  que  se  toma- 
ran en  aquella  entrada. 
En  todas  las  partes,  donde  este  exército 


estuvo  alguna  noche,  quedaron  fixadas 
cruces,  é  se  buscaba  el  más  alto  árbol  que 
se  podía  hallar  para  las  poner.  En  con- 
clusión, toda  la  provincia  Coyna  fué  so- 
juzgada ,  é  quedó  de  paz  en  veynte  días 
que  podía  ser  lo  que  en  ella  estovieron 
los  españoles  haciendo  la  guerra;  y  assi 
por  temor  del  espada ,  como  por  halagos 
é  buena  industria ,  quando  convenia  é  los 
indios  atendían,  lodo  se  pacificó:  y  mu- 
chos de  los  naturales  quedaron  en  sus  ca- 
sas é  assientos,  é  muchos  baxaron  al  in- 
fierno, que  ni  quisieron  la  paz,  ni  aun 
daban  lugar  á  que  se  tractasse. 


CAPITULO  V. 

Cómo  el  general  Ñuño  de  Guzman  conquistó  la  provincia  llamada  Cny?co,  é  la  que  se  diré  Tómala,  é  olra 
que  nombran  Nue.hise.lan,  c  otras  que  se  llaman  Maxalpa,  Suchipila  y  Elteve ,  eolios  pueblos;  é  olías 
cosas  notables  que  convienen  al  discurso  de  la  historia. 


Después  de  aver  conquistado  las  provin- 
cias que  se  tracto  en  el  precedente  capí- 
tulo, sin  perder  tiempo  acordó  el  general 
de  se  partir  con  su  exército  á  otra  provin- 
cia que  se  llamaba  Cuysco,  que  está  ribe- 
ra de  un  muy  grande  y  hermoso  rio;  y 
mandó  que  los  chripstianos  é  indios  ami- 
gos que  y  han  con  él,  se  hiciessen  dos  par- 
les, é  los  unos  fuessen  por  la  una  costa 
riel  rio  é  los  otros  por  la  olra.  É  caminan- 
do desta  manera  ,  quando  llegaron  á  es- 
tar dos  tiros  de  ballesta  de  un  pueblo 
principal,  toparon  pierias  canoas  en  el  rio, 
llenas  de  genfe  de  guerra,  apartadas  de 
las  costas  é  puestas  á  la  milad  de  la  an- 
chura del  rio:  é  dende  allí  litaban  muchas 
flechas  con  sus  arcos  contra  los  chripstia- 
nos, é  aun  hacian  algún  daño.  Siguióse 
que  un  capitán  ,  llamado  Francisco  Ver- 
dugo, llevaba  una  ballesta  en  el  arcon  de 
su  caballo,  é  apeóse  é  púsose  junto  á  la 
costa  é  comentó  á  tirar  saetas  á  los  de  las 
canoas;  é  cómo  la  ballesta  era  recia  y  él 
la  sabia  muy  bien  exereilar  ,  ningún  tiro 
tallaba  ni  dexóde  herir  algún  indio;  por- 


que viéndole  desviado  de  los  chripstianos 
é  solo,  las  canoas  se  le  acercaron  de  tal 
manera,  que  una  dolías  andaba  llena  de 
sangre  por  los  tiros  queste  capitán  hacia: 
é  no  hacian  los  indios  sino  echar  sangro 
fuera  de  la  canoa.  Y  las  mesmas  saetas, 
con  que  estaban  heridos  los  indios,  ellos 
se  las  sacaban  de  sus  carnes  é  las  torna- 
ban á  litar  con  sus  arcos  á  los  españoles 
con  mucho  ánimo;  é  cómo  algunos  indios 
estaban  mal  heridos  de  las  sacias,  no  pu- 
diendo  más  disimular  la  burla ,  caian  de 
la  canoa  en  el  rio  muertos.  Y  cómo  se  re- 
crescicron  inás  ballesteros,  y  el  daño  que 
se  hacia  con  Itfs  ballestas  en  los  contra- 
rios era  mayor,  se  rindieron  é  vinieron  á 
pedir  paz,  é  se  les  otorgó.  E  assi  nuestra 
gente  llegó  al  pueblo  quassi  á  medio  dia, 
el  quál  estaba  solo,  é  toda  la  gente  dél  se 
avia  aleado;  é  viendo  eslo  los  españoles, 
passaron  adelante  por  la  costa  del  mesmo 
rio,  unos  por  la  una  parle  é  otros  por  la 
olra,  é  llegaron Jiasla  estar  enfrente  de 
una  isleta  (pie  se  hacia  en  la  mitad  del 
fin.  é  allí  estaba  toda  la  genle  del  pueblo 


DE  INDIAS.  UB.  XXXIV.  CAP.  Y 


con  sus  hijos  é  mugeres  é  haciendas ,  en- 
castillados é  fortalescidos,  hedías  albar- 
ladas  é  defensas  de  madera,  creyendo 
que  allí  no  era  hasta nle  ningún  exército 
á  los  enojar,  porque  el  rio  yha  tan  gran- 
de, que  tenia  bien  que  hacer  en  llegar 
una  saeta  dende  tierra  adonde  los  indios 
estaban,  assi  de  la  una  parte  6  costa  de 
la  ribera  como  de  la  otra.  Pero  los  espa- 
ñoles no  dexaban  por  este  incons  miente, 
aunque  era  muy  grande,  de  entrar  por  el 
rio  á  nado  con  sus  caballos,  é  siguieron 
hacia  aquel  peñón  6  isleta  con  tanta  osa- 
día, que  era  cosa  mucho  de  ver;  y  en  el 
instante  los  indios  comencaron  á  gastar 
innumerables  flechas  contra  los  nuestros. 
Mas  al  cabo,  viendo  la  constancia  é  atre- 
vimiento con  que  los  chripslianos  yban, 
desampararon  la  isleta  los  indios  é  fué- 
ronse  a  nado,  que  no  quedó  en  ella  sino 
niños  pequeños;  mas  como  en  ambas  cos- 
tas del  rio  avia  gente  del  exército  chrips- 
tiano ,  lomáronse  muchos  prissioneros, 
que  quassi  no  escapó  ninguno  de  los  con- 
trarios; ó  fueron  tantos  que  passaban  de 
diez  mili  ánimas  los  que  fueron  captivos. 

A  esta  sacón  llegó  el  general ,  que  ve- 
nia en  la  retroguarda  é  recaga  ,  al  dicho 
pneblo  de  Cuysco  que  estaba  despoblado, 
é  llegaron  assiraesrao  los  capitanes  é  gen- 
te de  la  avanguardia  que  volvía  con  la 
pressa  é  victoria  ques  dicho  ,  de  que  ovo 
mucho  placer  el  general.  É  para  se  in- 
formar de  lo  subcedído,  mandó  que  lle- 
vassen  á  los  señores  principales  de  aquel 
pueblo ,  é  dixéronle  que  uno,  llamado  Sa- 
cachimal  ó  quedaba  muy  mal  herido,  que 
era  el  señor  de  la  tierra ,  é  que  otro  quas- 
si tan  grand  señor  le  avian  muerto  los 
chripslianos  en  el  trance  ya  dicho.  É  qui- 
so el  general  que  truxessen  anle  él  aquel 
que  esfaba  herido,  é  assi  se  hico:  el  qual 
era  hombre  de  grande  estatura ,  de  edad 
de  hasta  quarenta  años,  é  traía  una  saeta 
hincada  por  los  pechos  hasta  las  plumas, 
é  hablaba  con  tan  buen  aliento  é  semblan- 


te, como  si  no  estuviera  herido,  y  estaba 
tan  apretada  la  saeta  que  no  le  salía  gota 
de  sangre:  é  después  que  un  buen  espa- 
cio estuvo  hablando  con  el  general  é  dan- 
do sus  desculpas,  óvole  mancilla  el  gene- 
ral ;  ó  desseando  su  salud ,  si  pudiera  ser, 
mandóle  curar  a  un  licenciado  Muñoz, 
grand  cirujano,  que  yha  en  el  exército. 
É  assi  cómo  le  sacó  la  saeta,  cayó  muer- 
to, lo  qual  pessó  al  general  é  á  lodos  los 
españoles,  porque  tenian  crcydo  que  si  vi- 
viera aquel ,  aprovechara  mucho  su  amis- 
tad á  los  chripslianos :  y  el  general  hico 
alear  por  señor  á  un  hijo  del  muerlo,  é 
quedó  aquella  provincia  de  paz,  é  pobla- 
_da  de  los  naturales  della  y  en  sus  casas. 

De  aquel  pueblo  é  provincia  de  Cuysco 
passó  el  general  á  la  provincia  que  se  d¡- 
fc  Tómala ,  que  eslá  ginco  leguas  adelan- 
te, la  qual  lomó:  no  tenia  señor  y  era  go- 
bernada por  una  señora.  Este  señorío  es 
de  seys  mili  casas  ó  más,  todas  en  un  lia- 
no  de  tierra  muy  fértil  é  abundante  de 
muchos  bastimentos  ó  fructas.  É  antes 
que  llegassc  la  avanguardia  salió  de  las 
poblaciones  mucha  gente,  é  dieron  una 
grita  tan  alta  é  continuada  ,  que  parescia 
que  abrían  el  cielo,  é  de  mucho  terror  y 
espanto  á  los  que  no  han  oydo  aquello. 
Más  cómo  los  españoles  estaban  ya  dies- 
tros é  sus  orejas  acostumbradas  á  esso, 
puestos  en  órden  continuaron  su  passo  á 
passo  contra  los  indios,  non  obstante  que- 
llos  se  mostraban  feroces,  é  decían  que 
querían  la  guerra  é  no  servir  é  obedescer 
á  los  chripslianos:  é  luciéronse  fuertes  en 
un  cerrillo  poco  trabaxoso  de  subir,  raso 
é  sin  arboleda ;  y  era  grande  el  número 
de  los  indios  que  allí  estaban  en  un  bata- 
llón. E  cómo  llegó  el  general,  hico  yr  á 
ellos  las  lenguas  con  algunos  soldados  de 
buena  confianca,  é  mandóles  decir  que 
quisiessen  la  paz  é  ser  amigos,  ofrescién- 
doles  lodo  buen  (ractamiento  :  á  lo  qual 
respondieron  con  mucha  soberbia  que  no 
querían  sino  guerra,  é  comencándola,  sol- 


HISTORIA  GENERAL  V  NATURAL 


laban  flechas  contra  los  de  la  embaxada. 
Estonces  el  general  mandó  yr  un  capitán 
con  gente  por  un  lado  del  cerro  é  otro  por 
otro ,  y  él  con  el  resto  del  exército  por 
enmedio;  é  subióse  el  cerro  á  fuerca  de 
armas  sin  mucho  trabaxo  y  en  poco  es- 
pacio de  tiempo,  porque  cómo  los  indios 
vieron  cerca  de  sí  los  caballos ,  volvieron 
las  espaldas  por  unos  llanos  adelante ,  y 
como  fueron  seguidos,  mataron  muchos 
dellos. 

Decía  este  alférez  Francisco  de  Arzeo, 
que  siguiendo  á  su  capitán  Francisco  Ver- 
dugo, vido  que  alanceó  á  un  indio:  el 
qual,  antes  quel  Verdugo  llegasse,  le  ti- 
ró quatro  flechas,  é  con  la  una  le  hirió  el 
caballo;  é  cómo  el  capitán  era  hombre 
de  buen  ánimo,  llegó  á  él  é  dióle  de  lau- 
cadas, é  tales  que  por  algunas  partes  de 
la  persona  traia  el  indio  arrastrando  las 
tripas.  Y  cómo  aquel  indio  debia  de  ser 
principal ,  assi  era  valiente  hombre  é  pe- 
leaba mejor  que  los  otros;  é  traia  unas 
qilentas  de  oro  al  cuello,  é  otras  en  las 
muñecas  de  los  bracos,  y  en  las  manos 
una  macana,  a  manera  de  porra,  llena 
de  puntas  de  piedras  pedernales ,  é  de  la 
manija  de  la  macana  pendía  una  correa 
alravessada  é  atada  fuertemente  al  braco. 
É  con  esta  macana  ,  non  obstante  que  es- 
taba muy  herido,  daba  muy  recios  gol- 
pes en  los  bracos  al  caballo  del  capitán: 
el  qual  le  avia  dado  una  grand  [aneada 
por  las  espaldas,  que  estaba  el  hierro  de 
la  lanca  entre  los  huessos  interiores  del 
indio,  tan  asido  que  no  podia  sacar  la 
lanca ,  é  fué  nescessario  quel  Francisco  de 
Arzeo  se  apeasse  de  su  caballo  á  sacarla 
de  donde  estaba;  é  tornó  a  cabalgar  é 
<>L'ii¡cron  el  dicho  alcance  hasta  que  por 
delante  no  paresejó  algún  indio.  E  dieron 
vuelta  é  llegaron  al  pueblo  al  tiempo  qud 
sol  se  ponía,  é  juntando  allí  el  exército, 
se  curaron  los  heridos ,  que  ovo  hartos  de 


los  chripslianos  é  de  sus  caballos  flecha- 
dos, é  repossaron  allí  é  no  les  faltaron 
muchas  liebres  é  grandes  de  las  de  Cas- 
lilla  (ó  semejantes  á  ellas,  salvo  quel  pelo 
es  más  escuro).  Los  indios  de  aquellas  pro- 
vincias son  caribes,  que  comen  carne  hu- 
mana todas  las  veces  que  la  pueden  aver. 

Passado  el  vencimiento  ques  dicho,  vi- 
no la  señora  del  pueblo  de  paz ,  é  pobló- 
se é  pacificóse  la  provincia,  aunque  no 
de  los  muertos,  que  fueron  muchos;  por- 
que aunque  los  españoles  eran  pocos  en 
número,  los  amigos  indios  que  consigo 
traían  eran  muchos ,  é  quando  la  cosa  yba 
de  vencida ,  estos  eran  los  que  hacian  el 
daño  muy  crescido  é  sin  alguna  miseri- 
cordia, sin  perdonar  á  chico  ni  á  grande, 
ni  á  muger  tampoco,  sin  que  se  pudiesse 
estorbar  hasta  el  fin  del  vencimiento. 

Allí  estuvo  el  exército  nuestro  más  de 
treynta  dias,  descansando  é  holgando  ,  é 
dende  allí  passaron  á  otra  provincia  que  se 
dice  Nuchisclan ;  é  llámase  assi  porque 
hay  muchas  lunas  en  ella ,  á  la  qual  fruc- 
la  en  aquella  tierra  llaman  en  su  lengua 
nuchisclan.  Hallaron  la  tierra  aleada,  é 
repossaron  allí  la  Semana  Sancta.  Media 
legua  de  allí  estaba  un  peñón  subjeto  á 
un  pueblo  yermo,  donde  pararon  por  el 
tiempo  sancto ,  como  es  dicho,  y  estaba 
poblado  de  muchas  casas,  donde  se  puso 
una  cruz  muy  alta.  Y  cómo  lodos  los  sol- 
dados ó  los  más  do  los  que  allí  andaban 
no  eran  muy  contemplativos,  no  dexaron 
por  ser  el  tiempo  sancto  de  yr  á  entrar 
en  otra  provincia  que  se  llama  Xalpa  *,  é 
á  otra  que  se  dice  Suchipila,  é  á  otra 
nombrada  Eltevc,  é  á  otros  pueblos  ,  de 
donde  llevaron  al  pueblo,  en  quel  gene- 
ral avia  quedado,  muchas  mugeres  é  ni- 
ños; 6  volvieron  los  indios  amigos  mexi- 
canos é  tarascos  de  ¡VIechuacan  cargados 
de  mucha  ropa  é  aves  é  plumajes  é  oro 
é  plata  é  con  muchos  bastimentos. 


*    Aqiii  hay  una  laguna  en  el  códice  autógrafo,       la  cual  se  lia  llenado  por  el  de  la  Bibliol.  0ol<  lubina. 


RE  INDIAS.  LID.  XWIV.  CAP.  V 


Kl  Jueves  Sánelo,  ul  tiempo  qtíel  gene- 
ral eslabu  oyendo  la  passion,  vinieron 
quatTO  indios  dé  paz  con  unas  orejeras  ó 
unos  braceletes  de  oro  que  pressentarón 
al  eapilan  general  en  señal  ile  paz,  é  los 
dos  traian  consigo  dos  ydolos  de  aquellos 
i|ur||n>  adoran:  e  ciiiiio  la  misa  é  oflicio 
divinóse  acabó,  el  general,  después  que 
ovo  comido,  híco  llamar  aquellos  indios 
por  un  naguatato  ó  intérpetre,  é  Iricoles 
machas  preguntas,  entre  las  qualcs  les 
bicó  preguntar  que  para  que  traian  aque- 
llos ydolos.  Y  filos  respondieron  que  no 
eran  sino  sus  dioses,  por  quien  eran  go- 
bernados, é  que  aquéllos  les  criaban  sus 
maliicales  6  fresóles  6  axí  é  gallinas,  é 
les  daban  los  hijos  6  mugeres  6  la  ropa  y 
el  sol  y  el  agua  é  todo  quanlo  bien  te- 
nían ;  é  Ies  daban  la  vida  é  la  muerte, 
(piando  les  placía  ,  é  que  como  á  tales  dio- 
ses é  señores  suyos  los  adoraban  é  acata- 
ban é  servían.  Kl  general  les  respondió  ó 
lii£0  dar  á  entender  por  las  lenguas  que 
todo  quatito  decían  era  falso  e  mentira, 
ó  que  no  avia  más  de  un  solo  Dios  Todo- 
poderoso que  estaba  en  el  cíelo,  ó  que 
saliessen  de  tan  grand  error,  ó  que  m¡- 
rassen  que  todo  quanlo  decían  era  burla 
ii  que  vivían  engañados.  Y  ellos  replica- 
ron que  no  conoscían  otro  Dios  sino  aque- 
llos ydolos;  y  el  gobernador  les  dixoque 
los  quería  quemar,  como  á  cosa  que  no 
era  nada  ni  se  podía  defender,  é  los  in- 
dios respondieron  á  esto  que  no  ternia  el 
fuego  tal  poder  que  pudiesse  empescer  ni 
locar  en  sus  dioses.  Estonces  el  goberna- 
dor mandó  traer  leña ,  ó  muy  presto  vi- 
nieron  más  de  doscientas  cargas  della;  é 
fecho  grand  fuego,  mandó  echar  los  ydo- 
los dentro  en  61,  6  cómo  eran  de  manías 
llenas  de  sangre  de  los  diabólicos  sacrifi- 


cios que  usan  de  hombres  humanos  con 
sus  cuchillos  de  pedernales,  que  entre 
aquellas  sangrientas  mantas  estaban,  en 
poco  espacio  de  tiempo  lo  hico  el  fuego 
lodo  cenica,  de  lo  qual  quedaron  no  po- 
co espantados  los  indios,  que  avían  traydo 
los  ydolos  é  los  tenían  por  dioses.  Y  él 
gobernador,  viéndolos  assi  maravillados, 
les  luco  decir  que  no  se  espantassen  de 
aversé  quemado  aquellos  sus  ■  especíen- 
los 6  falsos  dioses ,  porque  no  eran  nada 
ni  tenían  ninguna  deidad  ni  fucrca  ;  é  que. 
creyessen  en  solo  Dios  verdadero,  que. 
crió  el  cielo  é  la  tierra,  6  que  aquel  es  so- 
lo el  que  dá  la  vida  é  la  muerte,  y  es  po- 
deroso en  todo  ó  por  todo;  é  que  luego 
biejessen  llamar  á  todos  los  señores  de. 
sus  provincias ,  6  conoseiessen  á  Dios ,  6 
fuessen  amigos  de  los  chripstiános,  é  no 
creyesssen  ni  ydolatrassen  en  aquellos 
desvarios,  porque  sus  ánimas  se  salvas- 
sen.  Acerca  desta  malcría  cathólíca  les 
dixo  muchas  cosas  provechosas  é  al  pro- 
póssito  de  su  salvación  6  remedio ;  lo  qual 
lodos  quatro  indios  dixeron  que  lo  avian 
bien  entendido,  6  muy  contentos  fucron- 
se  los  dos  dellos  á  llamar  sus  señores ,  é 
quedaron  los  otros  dos  con  el  general.  K 
ipiando  llegó  el  Sábado  Sancto,  víspera 
de  Pásqua,  vinieron  más  de  veynte  mili 
ánimas  de  paz,  6  se  baptizaron  lodos,  é 
reseibieron  agua  del  Espíritu  Sancto,  lo 
qual  no  podía  ver  ningún  cathójico  sin  lá- 
grimas é  alegre  devoción  6  mucho  gofo. 
Y  el  general  los  envió  á  sus  casas  muy 
contentos,  é  quedaron  de  paz  todos  aque- 
llos pueblos  y  en  mucho  sosiego  debaxo 
de  la  bandera  6  señorío  de  Castilla ,  como 
buenos  vassallos  de  Su  Magéstad,  y  en  la 
unión  ó  número  de  la  república  ebrips- 
tiana . 


TOMO  111. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  VI. 

Cómo  el  exercilo  é  gente  del  general  Ñuño  de  Guzman  fueron  acogidos  de  paz  en  la  provincia  <;  pueblo 
que  llaman  Tepique  ;  é  de  una  señalada  batalla  quel  general  ve:ieió  con  muy  pocos  españoles  contra  mu- 
chos indios  en  los  campos  de  ia  proviheia,  que  se  dice  Cenliquipaque. 


1  a rlióse  este  cathólico  exérgito  de  la 
provincia  llamada  Tómala,  é  mandó  alas 
guias  del  exérgito  que  lo  llevassen  á  una 
provincia  que  se  nombra  Tepique ,  de  la 
qual  ya  le  avian  dado  noticia;  é  higo  di- 
vidir toda  su  gente  en  dos  partes,  é  que 
fuessen  por  diverssos  caminos  á  salir  á 
juntarse  en  el  pueblo  principal,  llamado 
assimesmo  Tepique ,  que  estaba  adelante 
de  Nuchisclan  quarenta  leguas  :  é  de  los 
dos  caminos  que  tomaron,  el  uno  era  muy 
bueno,  y  el  otro  muy  áspero  de  sierras  é 
despeñaderos.  Por  el  buen  camino  ó  po- 
blado fué  el  gobernador  con  todo  el  far- 
dage  de  petacas  é  carruage  é  indios  é 
caballos  é  puercos  é  carneros  é  todo  lo 
demás;  é  por  el  mal  camino  fueron  el  ca- 
pilan  Cherino,  veedor  de  Su  Magostad,  y 
el  capitán  Frangisco  Verdugo,  y  en  diez 
y  siete  dias  no  pudieron  hallar  cosa  que 
fie  contar  sea,  sino  grandes  é  ásperas 
sierras  é  despeñaderos:  é  padescieron 
mucha  hambre  é  otras  nesgessidades ,  y 
en  fin  destos  diez  y  siete  dias  llegaron  á 
un  robledal,  sin  saber  adonde  se  estaban, 
ó  acordaron  de  dormir  allí  aquella  noche. 
É  un  negro  del  veedor  adelantóse  dos  le- 
guas de  allí  á  buscar  de  comer,  é  vicio 
una  grand  provincia  é  una  laguna  con 
muchas  canoas,  é  dió  luego  la  vuelta 
íí  dar  maullado  é  aviso  á  los  capitanes  ya 
dichos:  é  sabida  esta  nueva,  cabalgaron 
Ireynta  de  caballo,  aunque  era  tarde,  6 
fueron  al  pueblo,  el  qual  era  el  mesmo 
Tepique ,  adonde  avia  el  gobernador  de 
vr  á  salir,  t  llegado  allí  el  Cherino  con  los 
Ireynta  de  caballo,  ya  de  noche,  salió  lo- 
do  el  pueblo  de  paz  é  con  mucha  cornil  la 
é  ave*  é  frítelas;  é  luego  por  la  mañana 


los  que  avian  quedado  en  el  robledal  fue- 
ron al  pueblo,  que  estaba  bien  poblado 
de  indios.  Era  gente  de  buena  ragon:  é 
allí  mataron  la  hambre  de  las  sierras  que 
avian  passado ,  é  preguntaron  á  los  natu- 
rales si  tenian  nueva  del  general ,  é  d¡- 
xeron  que  no :  y  ellos  quisieron  saber  qué 
camino  avian  llevado  aquellos  chripstia- 
nos,  é  sabido,  espantáronse  mucho,  é  no 
sin  ragon,  é  con  grand  sospiro  dixeron 
que  si  eran  páxaros  ó  aves  que  avian  vo- 
lado. É  segund  yo  supe  del  Arzeo  é  otros 
que  lo  anduvieron,  tenian  bien  de  que 
maravillarse,  segund  el  camino,  que  era 
dificultoso  y  espantable  para  hagerle  hom- 
bres á  pié ,  quanto  más  á  caballo.  Donde 
á  ocho  dias  después  ¡legó  él  gobernador 
con  su  exérgito  é  todo  lo  demás,  próspero 
é  contento,  porque  avia  hallado  por  el 
otro  camino  muchos  pueblos  é  muy  gran- 
des é  todos  los  dexaba  de  paz. 

En  aquel  pueblo  de  Tepique  estovie- 
ron  los  chripslianos  más  de  treynta  dias, 
reformándose  é  dándose  buena  vida,  por- 
que la  tierra  es  aplagible  é  fértil  de  todo, 
é  hay  mucha  caga  é  monleria.  Y  en  esle 
tiempo  ovieron  notigia  de  una  grand  pro- 
vingia  que  se  dige  Cenliquipaque ,  doge 
leguas  de  Tepique:  é  los  de  aquel  señorio 
enviaron  á  degir  á  los  españoles  que  no 
les  passasse  por  pensamiento  de  yr  á  su 
provingia ,  si  no  que  les  gerlificaban  que  á 
todos  les  comerian  con  axí,  é  que  tenian 
puestas  é  aparejadas  las  ollas  para  ello. 
El  gobernador  les  envió  á  degir  que  no 
se  pusiessen  en  defensa  6  quisiessen  paz 
é  buena  amislad  con  él  é  su  exérgito,  é 
le  diessen  mantenimientos,  é  viniessen  á 
la  obwliengia  del  muy  poderoso  Rey  de 


DE  INDIAS.  LIB. 

Castilla,  Nuestro  Señor,  si  no  quél  liuriu 
un  castigo  eu  ellos  que  nunca  se  les  olvi- 
daste ,  é  los  ¡)ornia  á  cuchillo  é  los  dcs- 
truyria. 

Ydos  los  embajadores,  mandó  salir  al 
capitán  Chripstóbal  de  Barrios  con  Ireyn- 
ta  de  caballo,  é  que  fucsse  á  ver  ó  con- 
siderar la  provincia  é  dispusicion  de  la 
tierra;  é  vidose  que  era  muy  grande  é 
muy  poblada ,  é  tenia  á  media  legua  é  á 
«piarlo  de  legua  quurcnta  pueblos  unos 
de  otros,  é  tan  cercanos  é  allegados  de 
la  mar  del  Sur,  quel  más  lexos  estaba 
d  leguas  della  (que  aunque  comunmen- 
te los  españoles  la  llaman  del  Sur,  ya  allí 
la  pueden  de<;ir  occidental,  porque  la  cos- 
ta siempre  se  va  volviendo  la  vía  del  Nor- 
te) é  aquella  mar  es  el  mesmo  Océano. 
Pero  dexemos  esto,  porque  en  su  lugar 
se  tractara  más  puntualmente  lo  que  hi- 
ciere al  caso  de  la  cosinographia. 

El  capitán  (pies  dicho  le  subcodió  mal 
en  su  yda  ,  é  volvió  bien  descalabrado  el 
é  los  que  con  él  fueron,  é  su  alférez  per- 
dió la  bandera,  é  se  tornaron  al  pueblo 
de  Tepique-con  vergüenoa  é  daño,  non 
obstante  (pie  los  indios  amigos,  (pie  avian 
por  otra  parte  entrado  en  aquella  provin- 
cia, é  avian  ydo  por  mandado  del  gene- 
ral á  ver  la  tierra  ,  Iruxeron  muchas  cin- 
tas de  oro  é  plata  que  robaron  a  muchos 
muchachos  e  mugeres.  (lomo  el  general 
vido  e!  mal  tractamiento  de  su  capitán, 
mandó  levantar  el  real  6  movió  para 
aquella  provincia  Qentiquipaque ,  é  den- 
de  á  quatro  dias  llegó  á  un  poderoso  rio 
que  estaba  á  dos  leguas  de  la  población 
principal,  y  en  aquél  rio  avia  seydo des- 
baratado el  capitán  Barrios,  é  todo  lo  de 
atrás  quedó  de  paz  :  digo  donde  Tepique 
llegó  el  cxcrcilo  á  aquel  rio  víspera  de 
Pásqua  de  Espíritu  Sancto,  é  durmieron 
allí  aquella  noche ,  haciendo  buena  guar- 
dia, como  gente  diestra  en  la  guerra;  é 
no  paresQia  que  por  toda  aquella  tierra 
oviesse  persona. 


XXXIV.  CAP.  VI.  571 

Otro  día  por  la  mañana,  día  de  Pás- 
qua ,  ovo  el  gobernador  misa,  é  assi  por 
ser  la  fiesta  solempnc  como  por  el  aucto 
de  possesion  que  en  aquella  tierra  quiso 
lomar  por  Su  Magostad,  cabalgó  eu  un 
hermoso  caballo  á  la  cstradiota,  con  mí 
sayo  de  tela  de  plata  bordado  de  oro,  é 
la  guarnición  del  caballo  de  lo  mesmo,  é 
bien  armado  debaxo  de  su  gentil  atavio, 
porque  llevaba- su  cota  é  cuera  de  ante. 
É  de  sus  sobresalientes  é  de  la  compañía 
del  capitán  Chripstóbal  de  Oñate  junio 
hasta  sesscnla  de  caballo,  é  dexó  buen 
recaíalo  en  la  batalla  principal  y  en  la  re- 
troguarda  ,  é  tomó  la  delantera,  é  passó 
el  rio  con  los  sobresalientes  en  número 
de  sus  sesscnla  cavalleros  por  todos.  E 
cómo  fué  de  la  otra  parte,  hico  tocar  sus 
trompetas  y  echó  mano  á  la  espada ,  y 
encontinenté,  llevándola  arrancada  ó  des- 
nuda en  su  mano  derecha ,  puso  las  pier- 
nas á  su  caballo,  é  comencé  á  decir  á  al- 
tas voces  quel  tomaba  la  possesion  real  é 
corporal  é  actualmente  por  el  Bey  pode- 
roso don  Cárlos,  Nuestro  Señor,  como 
Bey  de  Castilla  ,  é  por  la  cathólica  é  sere- 
nísima Bevna  doña  Johana,  su  madre,  ó 
sus  subcessores  en  la  corona  é  ceptro 
real  de  Castilla;  é  (pie  si  algún  cavallero 
ó  príncipe  ó  capitán  alguno  avia  ú  otra 
persona  (pie  se  lo  conlradixcsse  ,  quél  es- 
taba presto  con  su  persona  é  con  su  exér- 
gito,  uno  á  uno  é  dos  por  dos  ó  más,  de 
lo  defender  con  las  armas  é  verdad  é  tí- 
tulos de  justicia  que  Su  Magostad  tiene 
en  aquellas  tierras  é  mares  é  reynos.  E 
usando  é  continuando  la  possesion  real 
(pie  dello  todo  tiene,  é  si  nescessario  era 
lomándola  de  nuevo,  hico  sus  auctos  en 
el  caso  conyinientes ,  é  [lidiólo  por  testi- 
monio en  nombre  de  Su  Magestad  :  é  có- 
mo su  capitán,  mandólo  á  un  escribano  é 
notario  público  que  pressente  eslaba;  é 
no  paresció  persona  alguna  que  se  lo  con- 
Iradixesse.  E  assí  en  pacífica  possesion  se 
assentó  por  aucto,  é  usando  della,  man- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


dó  que  de  allí  adelante  aquella  tierra  é 
provincia,  llamada  Centiquipaque,  que  se 
llamasse  la  Mayor  España.  É  fecho  esto, 
progedió  su  camino  adelante ,  é  paresgié- 
ronse  todos  los  pueblos  ques  dicho  é  un 
llano,  por  donde  yban  caminando,  de  más 
de  dos  leguas,  en  el  qual  no  avia  árbol 
alguno  ni  aun  piedras,  sino  hierba  é  pe- 
queña, é  la  más  cresgida  seria  hasta  la 
rodilla  ,  ques  harto  corta  segund  los  her- 
bazales grandes  destas  partes  ó  Indias.  E 
yendo  en  buena  orden  por  su  camino, 
avia  entre  aquella  hierba  doce  mili  hom- 
bres ó  más  de  guerra  echados  en  el  sue- 
lo tendidos  é  puestos,  por  sus  esquadro- 
nes ,  é  todos  ellos  gente  escogida  y  en- 
cubiertos de  la  manera  ques  dicho;  por- 
que pensaban  que  si  los  chripstianos  los 
viessen  avian  de  huyr  é  volverse ,  é  por 
lomarlos  á  su  placer,  usaron  deste  ardid. 
Cómo  los  españoles  llegaron  cerca  dellos, 
levantáronse  todos  á  un  tiempo  con  mu- 
cha grita ,  é  arremetieron  contra  los  nues- 
tros con  tan  grand  ímpetu  é  denuedo  co- 
mo lo  pudieran  mostrar  los  más  animosos 
é  diestros  soldados  que  puede  aver  en  el 
mundo.  Estonces  los  españoles,  aunque 
no  llevaban  armadas  sino  las  cabecas  é 
los  pechos  de  los  caballos,  porque  no 
les  dieron  tiempo  para  ello,  arremetieron 
para  los  enemigos  estribo  con  estribo,  é 
con  la  voz  é  apellido  del  Apóstol  Sanclia- 
go;  é  rompiéronlos  é  hicieron  grand  es- 
trago en  aquella  gente  bárbara,  puesto 
que  eran  más  de  Ircynta  esquadrones:  y 
en  cada  esquadron  avia  hombres  que 
mandaban  á  los  otros  de  la  muchedum- 
bre, y  essos  particulares  no  traian  armas 
sino  unos  bastones  de  quatroó  cinco  pal- 
mo-;, con  los  quales  daban  al  indio  que 
no  peleaba,  como  era  el  deber,  osada- 
mente. 

Estos  indios  estarían  del  rio,  donde  el 
general  avia  dexado  el  restante  del  exér- 
i;ilo  pausando  el  fardage,  legua  y  media 
grande,  e  la  grita  de  los  indios  se  oyó  tan 


claro  en  el  rio,  como  si  estovieran  un 
tiro  de  honda  los  unos  de  los  otros. 

Estaba  un  arcabuco  ó  boscage  peque- 
ño junto  al  rio,  en  que  avia  mucha  gente 
de  guerra  escondida,  atendiendo  para  dar 
en  el  fardage  quando  fuesse  tiempo;  é 
quiso  Dios  que  ciertos  indios  de  los  ami- 
gos vieron  los  plumages  que  traian  é  di- 
xéronlo  á  los  españoles ,  é  fueron  ciertos 
de  á  caballo  hágia  la  gelada:  é  cómo  los 
enemigos  vieron  que  eran  sentidos,  sa- 
lieron todos  fuera,  como  buenos  guerre- 
ros, echando  muchas  flechas  hágia  los 
chripstianos;  é  cómo  el  rio  estada  cresgi- 
do,  no  pudieron  los  nuestros  ofenderlos, 
como  quisieran  ,  aunque  fueron  en  su  se- 
guimiento: y  echáronse  los  indios  al  agua, 
é  paráronse  de  la  otra  parte  del  rio ,  é 
dende  el  otro  cabo  algaban  la  pierna  é  gri- 
taban como  por  escarnio. 

Acabado  de  passar  todo  el  fardage,  lle- 
gó el  general  con  su  gente,  que  volvía 
del  alcange  de  su  victoria ,  que  fué  muy 
señalada  é  muy  sangrienta ,  é  venian  to- 
dos muy  mal  heridos;  pero  no  murió  nin- 
guno, é  quedaron  en  el  campo  muertos 
más  de  ginco  mili  indios ,  aunque  era  gen- 
te muy  bien  armada,  segund  su  costum- 
bre, é  traian  carcaxes  de  cueros  muy  bien 
adobados,  que  paresgian  mantas,  é  las  fle- 
chas tenían  quatro  dedos  de  luengo  unos 
engastes  de  oro  á  los  tendales,  por  don- 
de las  tomaban  para  ponerlas  en  la  cuer- 
da del  arco.  Todos  los  más  de  aquellos 
indios  traian  guiaras,  que  son  gapatos  con 
una  sola  sucia,  sin  capelladas,  é  asidos 
con  cuerdas  de  algodón  dende  los  dedos 
á  los  (ovillos  por  encima  del  empeyne  del 
pié. 

Assi  que ,  recogido  el  general  con  su 
exército,  llegó  á  la  población  á  hora  de 
vísperas,  6  no  hallaron  gente  alguna,  si- 
no yermos  ó  solos  los  pueblos,  é  apos- 
seuláronse  los  nuestros  donde  mejor  Ies 

paresció;  j  el  tercero  (lia  adelante  de  la 

batalla  salli  mu  algunos  de  (\  caballo  á  ver 


DE  INDIAS.  LIB. 

la  matanca,  é  no  hallaron  en  lodo  el  cam- 
po, donde  ella  fué,  indio  alguno  ni  vivo  ni 
mui  rlo:  que  lodos  los  avian  recocido  los 
naturales  de  la  tierra.  K  dentro  de  quin- 
ce dias  todos  los  de  la  comarca  vinieron 
de  paz  é  dieron  la  oliidiencia  ,  6  descan- 
saron los  españoles  bien  treyntadias,  bien 
proveydos  de  todo  lo  nescessario,  porque 
aquella  provincia  es  la  mayor  de  todas  las 
de  aquella  tierra,  y  en  muy  hermoso  as- 


XXXIV.  CAP.  Vi.  573 

siento  de  llanos  é  muy  fértil  región,  é  de 
muchas  y  hermosas  pesquerías  de  ostias  6 
lenguados  ó  oíros  pescados.  Hay  muchas 
liebres  de  la  manera  de  las  de  Castilla  é 
muchos  géneros  de  fructas,  é  muy  abun- 
dante de  mahiz  é  legumbres,  assi  como 
frésoles  de  muchas  maneras;  é  finalmen- 
te es  buena  tierra  é  rica  de  oro  6  piala, 
por  lo  que  se  sido  que  los  indios  usaban 
é  traían  por  arreo  de  sus  personas. 


CAPITULO  VII. 

Cómo  el  general  Ñuño  de  (¡uzman  é  su  exércilo  fueron  á  la  abundanlissima  provincia  de  Iztucían,  e  la  ha- 
llaron despoblada  c  sin  genlc;  c  de  un  grand  huracán  que  se  pensaron  perder  con  lodo  su  exércilo,  c  mu- 
rieron dcsla  causa  las  Ircs  parles  de  los  indios  amigos  que  en  compañía  del  exércilo  chripsliano  y  han;  é  fue 
neseessario  de  enviar  por  genlc  de  españoles  é  indios  amigos  para  rehacerse  el  campo,  como  se  hico  ,  é 

oirás  cosas  locantes  ;i  la  historia. 


Yo  he  lenido  por  costumbre  en  oslas  his- 
torias de  no  dexar  en  olvido  cosa  notable 
en  bien  ni  en  mal ,  aunque  sea  á  algunos 
desaplacible  la  legión,  si  les  tocare  ó  fue- 
re en  vituperio  de  sus  amigos  ó  debdos; 
porque  de  otra  manera  no  seria  en  lanío 
tenido  lo  que  redundare  en  loor  é  fama 
de  los  que  lo  merezcan.  É  assi  noté  desta 
relación  é  de  los  que  he  oydo  hablaren 
este  viage  del  gobernador  Ñuño  do  Guz- 
man,  é  á  una  voge,  sin  discrepancia  di- 
cen todos  los  que  lo  vieron  quel  maes- 
tre de  campo  Goncalo  López,  vecino  de 
la  cibdad  de  Sevilla  ,  fué  uno  de  los  que 
mejor  se  señalaron  é  más  trabaxaron  en 
esta  jornada,  é  que  su  persona  era  de 
mucho  mérito  é  digno  de  señaladas  mer- 
cedes por  lo  ([iie  sirvió  ¡i  Su  Magcstad  é 
á  su  general,  á  su  costa  é  con  diez  caba- 
llos; y  en  fin  salieron  otros  con  hacienda 
sin  averia  t  ra  y  do ,  y  él,  trayéndola  é  gas- 
tándola y  empeñándose  por  ayudar  á 
otros,  quedó  con  más  de  seys  mili  pes- 
sos  de  debda. 

E  dende  aquella  provincia  de  Cen- 
liquipaqué  passó  el  exércilo  calhólíco  á 
otra  que  so  llama  Izluclan  ,  que  eslán 


la  una  de  la  otra  diez  leguas.  La  de  Iziu- 
clan  está  en  la  ribera  de  un  poderoso  rio, 
el  qual  es  tan  grande  que  los  cinco  meses 
del  año  no  se  vadea;  é  llegaron  á  esta 
tierra  los  chrípstianos  y  estovíeron  en  ella 
quatro  meses ,  hasta  que  passó  el  invier- 
no é  la  grand  furia  de  las  aguas.  Halla- 
ron toda  la  comarca  aleada  de  miedo  de 
los  chripstianos.  Ks  grande  aquel  señorío, 
é  más  de  quatro  leguas  el  rio  abaxo  é  rio 
arriba  está  en  ambas  sus  cosías  poblado 
de  muy  grandes  casas  queen  aquella  tier- 
ra hay,  ó  de  mucha  car;a;  y  en  lodo  el 
tiempo  ques  dicho  que  los  españoles  allí 
cstovicron,  con  más  de  scssenla  puercos 
6  muchos  carneros  é  ovejas,  é  muchas 
yeguas  é  caballos,  é  vcynte  mili  ó  más 
indios  amigos  é  más  de  doscientos  espa- 
ñoles, nunca  se  salió  á  buscar  comida  pa- 
ra lodo  oslo  de  dos  leguas  arriba.  Este 
rio  tiene  muchas  diverssidades  de  pesca- 
dos, é  muy  grandes  algunos. 

Siguióse  que  mediado  septiembre,  un 
dia  por  la  mañana,  sobrevino  tan  grand 
tormenta  de  agua,  digo  de  viento,  que 
rompía  los  árboles  tan  gruessos  como  tres 
cuerpos  de  caballos ,  é  destos  árboles  en 


57  í 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mucha  cantidad;  é  turó  esta  tempestad 
dende  las  ocho  de  la  mañana  hasta  quel 
sol  se  ponía ,  é  tan  grande  cómo  fué  el 
viento  tamaña  fué  el  agua  que  llovió  jun- 
tamente; é  á  media  noche  salió  el  rio  de 
madre,  de  tal  manera  que  quatro  leguas 
en  torno  pareseia  una  mar  ó  un  lago  de 
agua.  Estaban  las  casas,  donde  el  general 
paraba  é  todo  su  real  de  los  españoles, 
sobre  la  barranca  del  rio,  que  fué  más  de 
seys  bracas  lo  que  cresció  el  rio  para  salir 
de  la  madre  ó  fuera  de  su  curso  acostum- 
brado, é  llevóse  assi  las  casas  del  apos- 
sento  del  gobernador  como  las  demás  en 
todo  el  real:  de  manera  que  todos  pensa- 
ron perescer,  é  aun  assi  subcediera,  si  no 
se  subieran  en  los  árboles  que  avian  que- 
dado destrocados  de  la  tormenta  del  vien- 
to, y  en  ellos  subieron  vituallas  de  mahiz 
e  lo  que  cada  uno  podia  para  su  susten- 
tación. Aquella  crescjente  turó  tres  dias 
naturales,  en  el  qual  tiempo  todos  los  ca- 
ballos se  andaban  sueltos  para  donde  se 
querían  yr  nadando ,  é  á  partes  atollando 
é  apeando  en  busca  de  la  hierba.  Todos 
los  otros  ganados  que  llevaban  de  vacas 
é  ovejas  é  puercos,  percscieron. 

Passados  tres  dias,  abaxó  el  agua  é  su 
furia  é  tornó  el  rio  á  su  lugar ,  6  queda- 
ron los  campos  en  muchas  partes  llenos 
de  pescados  6  venados  é  liebres  é  cone- 
jos é  raposas  é  otros  animales  ahogados 
en  todo  lo  que  alcancé  aquella  crescien- 
te,  que  era  mucho  de  ver  é  nueva  á  los 
ojos  de  los  que  la  miraban :  de  los  indios 
amigos,  que  eran  veynte  mili  ó  más,  las 
tres  partes  dellos  murieron  con  el  traba- 
xo  ques  dicho ,  é  por  la  humedad  de  la 
tierra  é  por  hambre  é  perderse  todos  los 
bastimentos.  Y  estando  en  esta  nescessi- 
dad,  que  era  una  de  las  mayores  que  se 
pueden  pensar  ó  se  han  visto  en  estas 
partes,  acordó  el  general  que  aquel  Gon- 
ealo  López,  maestre  de  campo,  de  quien 
se  hico  mención  de  susso,  como  hombre 
míe  era  para  mucho,  volvioese  dende 


aquella  provincia  de  Iztuclan  á  la  de  Me- 
chuacan,  que  quedaba  ya  más  de  ciont  le- 
guas de  allí,  con  veynte  de  caballo,  á 
traer  indios  amigos  para  continuar  la  em- 
pressa. 

En  dos  meses  fué  é  tornó  é  truxo  mu- 
cha cantidad  dellos,  é  assimesmo  algu- 
nos españoles  bien  aderescados  para  la 
guerra.  Y  entretanto  quel  maestre  de 
campo  fué  á  hacer  lo  ques  dicho,  mandó 
el  general  al  capitán  Francisco  Verdugo 
que  fuesse  á  otra  provincia  que  se  llama 
Chameda ,  diez  é  siete  leguas  adelante, 
é  que  demás  de  su  gente  llevasse  ante  sí 
todos  los  indios  amigos  para  que  no  se 
acabassen  de  morir.  E  luego  el  dicho  ca- 
pitán se  partió  para  Chameda  con  los  in- 
dios que  avian  quedado  de  México  é  de 
Mechuacan ,  los  quales  yban  enfermos  é 
maltractados:  é  tardaron  en  aquellas  diez 
é  siete  leguas  veynte  dias,  con  mucho 
trabaxo,  porque  por  donde  yban  todo  era 
ciénegas  é  moltilud  de  mosquitos  incom- 
portables. É  con  mucha  falta  de  comida 
llegaron  á  aquella  provincia  de  Chameda 
é  halláronla  de  paz,  la  qual  si  assi  no  es- 
toviera  é  la  hallaran  de  guerra ,  passa- 
ran  mucho  riesgo,  segund  yban  los  nues- 
tros, porque  es  mucha  la  poblagion:  c 
las  casas  de  allí  son  de  adobes  é  con  ter- 
rados, en  la  ribera  de  un  hermoso  rio  é 
quatro  leguas  de  la  mar  del  Sur.  É  assi 
cómo  los  españoles  llegaron ,  luciéronles 
grandes  apossentamícntos  fuera  de  su 
pueblo,  é  allí  les  daban  cada  dia  treynta 
gallinas  de  aquellas,  que  como  se  ha  dicho 
en  otra  parle,  cada  una  es  mayor  é  aun 
mejor  que  un  pavo  de  España:  é  dábanles 
treynta  cargas  de  pescado  fresco,  (pies 
cada  carga  de  indio  arroba  é  media  de 
pesso;  é  mahiz  les  daban  quanto  era  me- 
nester para  todos.  Allí  andaban  los  indios 
vestidos  de  algodón  é  guiaras  calcados: 
las  indias  traen  sus  naguas  é  camisas  has- 
ta los  pies:  no  se  cargan  aquellos  indios 
en  las  espaldas,  como  los  de  la  Nur\  ;i  I  - 


DE  INDIAS.  I.IH. 


XXXIV.  CAP.  \  II. 


paña.,  sino  con  balancas  en  un  palo,  co- 
mo se  dixo  que  lo  acostumbran  en  la 
provincia  de  Cueva  ó  en  Castilla  del  Oro, 
en  los  hombros;  é  llevan  la  carga,  6  par- 
te della  mejor  diciendo,  una  atrás  é  otra 
adelante,  en  un  palo  ligero  de  si  rnesmo, 
tan  gruesso  como  la  muñeca  del  braco 
ó  más,  repartida  la  carga  en  dos  par- 
tes, 6  cada  una  atada  quassi  al  cabo  de 
aquel  bastón,  cerca  de  las  puntas  del,  é 
cuelga  una  red  con  la  mitad  del  pescado 
de  la  una  parte  ó  otra  de  la  otra ,  y  en  el 
palo  sus  muescas,  donde  andan  asidas 
aquellas  redes. 

Pues  cómo  el  capitán  Verdugo  estuvo 
bien  apossentado,  6  vido  que  la  provincia 
ora  grande  é  fértil,  é  (piel  gobernador  se 
quedaba  en  la  otra  que  llaman  Iztuclan  por 
falla  de  tamemes ,  que  assi  llaman  á  los 
indios  de  carga  ,  hico  llamar  á  los  señores 
é  pidióles  mili  indios  para  que  fuessen  á 
traer  al  general  sus  cargas  é  fardage  del 
cxércilo.  K  dió  aquel  pueblo  dentro  de 
seys  dias  los  mili  indios  que  le  pidieron, 
é  partieron  dende  allí  para  Iztuclan;  é  lle- 
gado-; á  do  el  gobernador  estaba,  resei- 
biólos  muy  bien,  é  con  ellos  é  con  los 
demás  que  tenia  fuesse  adonde  estaba  el 
capitán  Francisco  de  Verdugo.  É  los  na- 
turales del  pueblo  de  Cbameda  le  hicie- 
ron grand  recibimiento  e  demostración 
de  placerles  con  su  persona,  é  con  el  amis- 
tad é  nuevo  conoscimiento  con  los  chrips- 
tianos.  Los  indios  qué  traían  las  cargas, 
cómo  no  sabían  qué  cosa  era  cargarse  en 
las  espaldas  de  las  petacas  é  pesso  que 
les  echaron ,  llegaron  á  sus  casas  muy 
maltractados,  é  los  más  dellos  corriendo 
sangre  é  desollados  é  llagados  de  las  car- 
gas; é  desque  se  vieron  en  su  pueblo,  ano- 


chescieron  é  no  amauescieron  en  él,  e 
fuéronse  todos  á  un  peñón  é  pesquerías 
que  tenían  en  la  mar.  É  dende  á  quince 
dias  después  dcsto  llegó  el  maestre  de. 
campo  Goncalo  López,  que  venia  de  la 
cuidad  de  Mecbuacan  con  muchos  ami- 
gos indios,  é  algunos  chripstianos  vinie- 
ron bien  aderescados  assimesmo,  é  tru- 
xeron  muchos  puercos  é  otras  cosas  de 
las  de  Castilla:  con  el  qual  socorro,  assi 
el  gobernador  como  los  demás  del  exér- 
gilo,  se  holgaron  mucho,  porque  allegó  á 
muy  buen  tiempo  y  era  muy  desseado. 
Luego  se  proveyó  en  enviar  gente  á  bus- 
car los  indios  que  se  avian  aleado,  é  ha- 
lláronlos en  unos  esteros  é  manglares,  y 
en  tal  dispusieron  que  la  guerra  en  ellos 
turó  algunos  pocos  de  dias,  é  hirieron  al- 
gunos españoles;  pero  pagáronlo  bien  lar- 
gamente con  sus  vidas  los  contrarios,  é 
al  fin  quedaron  con  los  demás  conquista- 
dos é  assentados  en  sus  casas. 

Antes  que  (leste  pueblo  arrincassen  to- 
dos los  del  (M  inio,  hicieron  en  divers- 
sas  jornadas  muchas  entradas,  con  com- 
pañía de  mucha  cantidad  de  los  amigos, 
é  corrieron  más  de  cienl  leguas  por  la 
tierra  adentro  é  cerca,  é  por  la  costa  de 
la  otra  mar  del  Sur  (aunque  allí  más  la 
pueden  decir  occidental  é  del  Norte,  por- 
que cómo  en  otras  partes  está,  dicho, 
aquella  costa  se  vuelve  de  la  parte  sep- 
tentrional). É  assi  en  todo  aquello  andaba 
este  exórgito  de  los  españoles  6  de  Ñuño 
de  Guzman  á  diez  6  á  doce  é  á  veynte 
leguas,  é  á  menos  en  algunas  partes,  á 
vista  de  la  otra  mar,  haciendo  la  guerra 
ó  pacificando  la  tierra,  é  también  alte- 
rándola, porque  hallaban  muchos  pueblos 
despoblados  por  su  temor. 


Í57G 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  VIH. 


En  que  se  tracla  de  la  provincia  ¿  pueblo  llamado  ^igualan  ,  que  los  españoles  llamaron  Amazonas,  é  cuén- 
(anse  oirás  particulares  cosas  en  adornamiento  é  verdadera  relación ,  c  lo  que  allí  passó. 


En  el  libro  XXIV,  capítulo  X  ,  se  dixo 
cómo  los  espaciólos  han  hallado  en  mu- 
chas partes  pueblos ,  donde  las  mugeres 
son  reynas  ó  cacicas  é  señoras  absolutas, 
é  no  sus  maridos,  y  en  especial  una  llama- 
da Orocomay,  en  cuyo  pueblo  é  conver- 
sión desta  reyna  no  viven  hombres,  sino 
los  quella  envia  á  llamar  para  mandar- 
les alguna  cosa  ó  enviarlos  á  la  guerra. 
Mas  lo  que  aqui  se  dirá  es,  é  pienso  yo 
é  algunos  afirman  ques  lo  mesmo  de  que 
tuvo  noticia  Hernando  Cortes,  marqués 
del  Valle,  por  aviso  de  un  capitán  suyo 
é  de  los  señores  de  la  provincia  de  Ci~ 
guatan,  como  más  largamente  lo  dixe  en 
el  libro  XXXIII,  capítulo  XXXVI;  pero  allí 
hablan  en  isla  de  mugeres ,  é  lo  que  ago- 
ra diré  es  la  Tierra-Firme  é  cerca  do  la 
otra  mar.  Y  el  nombre  de  lo  uno  é  de  lo 
otro  es  lodo  uno,  ques  Ciguatan ,  de  que 
se  puede  colegir  que  Ciguatan  es  grand 
provincia  é  señorío.  E  tornando  á  nuestra 
historia  de  Ñuño  de  Cumian,  digo  assj. 

Andando  la  gente  deste  exército,  co- 
mo se  dixo  de  susso,  en  sus  entradas  é 
guerra  cuerea  de  la  costa  de  la  otra  mar, 
tuvieron  nueva  de  una  población  de  mu- 
geres, é  luego  las  pusieron  nombre  Ama- 
roñas.  Oydo  esto  por  los  españo'es,  anti- 
cipóse un  capitán,  llamado  Chripstóbal  de 
Oñate ,  á  suplicar  al  general  Ñuño  de  Guz- 
man ,  que  le  hieiesse  merced  de  aquella 
empressa  é  paciGcacion  de  aquellas  ama- 
zonas: y  el  general  se  lo  concedió,  é  fué 
con  su  capitarJia  su  viage  en  busca  de- 
llas;  y  en  el  camino  fué  muy  mal  herido 
en  un  pueblo  de  indios  que  se  llama  Quí- 
nola ,  con  el  ayuda  de  otro  pueblo  ques- 
Ui  á  una  legua  é  se  dice  Quilla.  E  infor- 
mándome* yo  desto,  pensé  quel  quesla 


relación  me  daba,  debia  de  ser  amigo  é 
devoto  de  aquel  juego  que  se  llama  de 
la  primera ,  y  en  efetto  supe  de  aquel  é 
de  otros  que  aquellos  dos  pueblos  tienen 
aquellos  nombres  que  he  dicho ,  Quínola 
é  Quila;  é  quel  capitán  ques  dicho  é  los 
más  de  su  compañía  fueron  bien  desca- 
labrados en  Quínola,  á  causa  de  lo  qual 
aguardaron  allí  al  gobernador:  é  llegado, 
pidióle  la  empressa  el  capitán  maestre  de 
campo  Goncalo  López  para  yr  al  pueblo 
de  las  mugeres  ques  dicho,  é  fuéle  con- 
cedido :  el  qual  llegó  por  sus  jornadas  á 
ginco  leguas  del  pueblo  de  Ciguatan,  lla- 
mado assi  porque  era  todo  de  mugeres; 
é  alcancólo  ya  cerca  un  mensajero  del  ge- 
neral, con  el  qual  le  envió  á  mandar  que 
le  atendiesse ,  porque  queria  ver  qué  co- 
sa eran  essas  mugeres. 

Otro  día  siguiente ,  continuando  su  ca- 
mino, estando  á  vista  de  la  población, 
hallaron  gerca  dclla  grand  número  del  gé- 
nero femenino,  en  el  camino  puestas  aque- 
llas mugeres,  esperando  á  los  españoles, 
é  vestidas  de  camisas  blancas  hasta  los 
pies  ,  é  plegadas  por  la  garganta  é  muñe- 
cas. Allegándose  el  capitán  Goncalo  Ló- 
pez é  su  gente  con  mucha  orden  baria 
aquellas  mugeres,  para  romper  por  ellas, 
tomaron  todas  tanto  temor  de  los  caba- 
llos, que  acordaron  de  venir  de  paz;  é 
llevaron  á  su  pueblo  á  los  españoles,  é 
diéronles  muy  bien  tío  comer  é  todo  lo 
nescessario,  de  lo  quellos  tenían  nesecs- 
sidad. 

Aquel  pueblo  es  de  hasta  mil  casas,  e 
muy  bien  edelicado,  é  las  calles  en  gen- 
til concierto,  é  assentado  en  lo  mejor  de 
la  tierra  é  más  fértil  é  aplacible:  é  que- 
riendo los  españoles  inquirir  el  modo  de 


Di-  INDIAS.  LIB.  XXXlV.  CAP.  VIII. 


vivir  dcssas  mugeres ,  súpose  dellas  mes- 
mas  que  lodos  los  mancebos  de  aquella 
comarca  vienen  á  aquella  población  de 
las  mugeres  qualro  meses  del  año  á  dor- 
mir con  ellas,  y  ellas  se  casan  con  ellos 
de  prestado  por  aquel  tiempo,  6  no  más, 
sin  se  ocupar  ellos  en  más  de  las  servir 
é  contentar  en  lo  quellas  les  mandan  que 
hagan  de  dia  en  el  pueblo  ó  en  el  cam- 
po, y  en  qualquier  género  de  servicio 
quellas  los  quieren  ocupar  de  dia,  6  de 
noche  dáriles  sus  proprias  personas  é  ca- 
mas. Y  en  este  tiempo  cultivan  é  labran 
6  siembran  la  tierra  é  los  mullícales  6  le- 
gumbres, ('•  lo  «  i i_-i-[>  e  ponen  dentro  en 
las  casas  donde  han  scydo  hospedados :  6 
cumplido  aquel  tiempo  ques  dicho,  lo- 
dos ellos  se  van  é  tornan  á  sus  tierras 
donde  son  naturales;  ó  si  ellas  quedan 
preñadas,  después  que  han  parido,  envian 
los  hijos  á  los  padres  para  que  los  crien 
é  hagan  dellos  lo  que-  les  pluguiesse,  des- 
pués que  han  dos  ó  tres  meses,  ó  anles; 
é  si  paren  hijas,  retiénenlas  consigo  é 
criánlas  para  la  aumentación  de  la  repú- 
blica 6  suya. 

Vieron  los  españoles  entre  aquellas  mu- 
geres turquesas  ó  esmeraldas ,  é  decían- 
les que  avia  deslas  dos  maneras  de  pie- 
dras presciosas  mucha  cantidad  6  muy 
buena.  Pero  porque  dixe  de  susso  quel 
nombre,  de  que  tuvo  noticia  Cortés,  de 
las  amaconas  y  este  pueblo  de  mugeres  se 
dic;e  C.iguatan,  inquiriendo  yo  con  más 
personas  la  materia,  supe  questas  muge- 
res,  ques  dicho  que  descubrió  este  exér- 
cito  de  Ñuño  de  Guzman,  se  llama  Cigua- 
tan ,  é  queste  vocablo  quiere  decir  pue- 


blo de  mugeres.  Pero  después  en  España 
hallé  á  Ñuño  de  Guzman  en  la  corte  de 
Su  Magostad,  año  de  mili  é  quinientos  ó 
quarenta  y  siete;  é  quíseme  del  informar 
destas  mugeres,  é  me  dixo  ques  muy 
grand  mentira  decjr  que  son  amazonas  ni 
que  viven  sin  hombres,  porque  él  estuvo 
allí,  como  es  dicho,  é  que  á  la  vuelta  las 
halló  con  sus  maridos. 

La  comarca  es  muy  gentil  é  de  mucha 
fertilidad  de  mahicales  é  frésoles  é  melo- 
nes cetoris  é  algodonales;  é  hay  mucha 
caca  de  puercos,  venados,  liebres  é  co- 
nejos é  otras  salvaginas,  é  muchas  fruc- 
ta<.  K  (leude  aqueste  pueblo  hasta  la  cib- 
dad  de  Temistitán  hay  trescientas  leguas; 
é  á  todo  aquello  puso  nombre  Ñuño  de 
Guzman  la  Nueva  Caliria;  en  el  qual  rey- 
no  é  señorío  fundó  una  cibdad ,  é  nom- 
bróla Compostcla ;  é  una  villa  pobló  assi- 
mesmo,  é  llamóla  Guadalaxara,  y  está  cu 
la  provincia  que  llaman  Tómala;  y  en  la 
provincia  de  las  no  amaconas  ques  dicho, 
otra  \illa  que  se  di<;c  Sanct  .Miguel:  é  as- 
simesmo  fundó  otro  pueblo,  é  llamóse  la 
villa  del  Espíritu  Sánelo;  6  higo  una  al- 
dea ó  lugar,  que  se  llama  la  provincia 
donde  se  hico  poblar  Charneta. 

En  este  viage  y  empressa  sirvió  muy 
liicn  á  Su  Magostad  este  cavallcro  Ñuño 
de  (¡uzman  é  los  que  con  él  se  hallaron, 
aunque  no  faltaron  quexosos  dél  para  le 
remover  é  hacerle  yr  á  España ,  como  la 
historia  lo  ha  contado;  pero  si  en  mi  tiem- 
po yo  supiere  más  cosas  del  jaez  desta 
historia  ó  Nueva  Galicia,  también  lo  es- 
cribiré yo  ó  lo  remitiré  al  que  continuare 
estas  historias  después  de  mis  dias. 


TOMO  III. 


73 


57S 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


CAPITULO  IX. 


En  que  se  Iracla  de  la  nueva  Audiencia  que  Su  Cessárea  Mageslad  proveyó  para  la  gobernación  de  Xalis- 

co  ó  Nueva  Galicia. 


Estando  la  Cessárea  Mageslad  en  Ale- 
mania, é  su  Consejo  Real  de  Indias  en  la 
villa  de  Aranda  de  Duero,  fueron  pro- 
veydos  oydores  con  grandes  salarios  pa- 
ra la  Nueva  Galicia ,  con  que  dellos  se 
pudiesse  apelar  á  la  Chancilleria  é  Au- 
diencia que  reside  en  la  Nueva  España 
en  la  cibdad  de  México,  donde  es  viso- 
rey  el  ilustre  señor  don  Antonio  de  Men- 
doca.  É  destos  oydores  los  tres  dellos  se 
partieron  de  Sevilla  en  el  mes  de  mayo 
del  año  de  mili  é  quinientos  é  quarenla  y 
ocho,  que  fueron  el  licenciado  Lebrón  de 


Quiñones,  y  el  licenciado  ó  dotor  Sepúl- 
veda,  y  el  licenciado  Contreras;  é  fue- 
ron á  nuestra  cibdad  de  Sancto  Domingo 
de  la  Isla  Española  para  proceder  dende 
allí  á  México  é  yr  adelante ,  y  en  Sancto 
Domingo  murió  el  Sepúlveda,  hombre 
noble  é  buen  letrado.  Dios  le  tenga  en  su 
gloria ,  é  á  los  demás  dexe  Dios  acertar 
á  hager  justicia  é  lo  que  conviene  á  la 
conversión  de  aquellas  gentes  bárbaras: 
que  segund  sus  personas,  esperanca  se 
tiene  que  assi  será  al  servicio  de  Jcsu 
Chripsto,  Nuestro  Redemptor. 


Esto  es  el  libro  décimo  sexto  de  la  segunda  parte ,  y  es  el  trigéssimo  quinto  de  la  Ge- 
neral y  natural  historia  de  las  Indias ,  islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano  de 
la  corou.i  real  il  Castilla  é  lleves  della :  el  qual  Irada  de  la  gobernación  del  rio  de 
Panuco  é  del  rio  Hernioso  ó  sus  provincias,  que  son  dos  rios  grandes  que  junios 
entran  en  la  cosía  del  Norte;  é  ¡issimesmo  se  Irada  del  rio  de  las  Palmas,  que  está 
más  al  Oriente  subiendo  por  la  dicha  costa  la  vuelta  de  la  provincia  que  llaman  La 
Florida;  é  Irada  cómo  se  perdió  el  capitán  Painphilo  de  Narvacz  6  su  gente,  que 
fueron  á  poblar  aquellas  provincias  6  rios. 


PROHEMIO. 


En  el  libro  XXXIII  se  tracta  cómo  el  ca- 
pitán Hernando  Cortés  hico  poblar  el  rio 
é  provincia  de  Panuro,  c  conquistó  pai- 
te de  aquella  tierra.  También  se  divo  allí 
cómo  yendo  á  ella  por  gobernador  el  ade- 
lantado de  aquella  provincia  Francisco  de 
Caray,  se  perdió  él  é  su  armada  ,  é  la  ma- 
yor parte  de  su  gente  murió,  unos  áma- 
nos de  los  indios  c  otros  por  diverssas 
maneras,  y  él  en  fin  con  ellos,  é  fué  á 
morir  á  Temistitan :  después  de  lo  qual  el 
capitán  Paniphilo  de  Narvaez  (do  quien 
se  tracto  en  el  mesmo  libro  XXX1H,  é  se 
dixo  que  con  una  armada  le  envió  el  ade- 
lantado Diego  Velazquez  dende  Cuba  á  la 


Nueva  España ,  á  quitar  de  allí  el  capitán 
Hernando  Cortés,  é  fué  presso  por  él,  é 
perdió  un  ojo,  é  lo  tuvo  algún  tiempo  de- 
tenido), passado  esso  ,  fué  á  España,  é 
(li  nde  ella,  con  licencia  del  Emperador, 
nuestro  señor ,  é  como  capitán  general  é 
gobernador  suyo,  fué  á  poblar  con  otra 
armada  al  rio  que  llaman  de  las  Palmas, 
en  cierta  parte  de  la  costa  del  Norte,  co- 
mo adelante  se  dirá. 

Paresce  que  les  dá  el  tiempo  su  pa- 
go á  los  hombres  que  no  se  conten- 
tan con  lo  honesto,  en  especial  aque- 
llos á  quien  Dios  les  dá  de  comer  é  los 
pone  en  buen  estado  y  edad  para  re- 


5S0 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


possar  é  darle  gracias,  sin  que  la  cobdi- 
cia  debíesse  alterarlos  ni  mover  á  buscar 
nuevos  trabaxos.  Y  tanto  es  mayor  la  cul- 
pa quanto  más  es  grande  la  expiríencia 
de  los  tales,  que  aviéndose  visto  pobres 
y  exercitados  en  muchas  desaventuras, 
salidos  dellas  é  desacordados  del  bien 
que  Dios  les  liare  en  darles  oportunidad 
para  su  reposso ,  no  le  toman :  antes  de- 
más de  desconoscer  á  la  bondad  divina 
lo  que  por  ellos  ha  fecho,  olvidan  la 
muerte  y  el  castigo  que  trás  ella  consi- 
guen los  ingratos,  y  atrévense  á  decir: 
«Ya  yo  sé  qué  cosa  son  hados  malos;  para 
mí  ninguna  ocasión  avrá  que  me  espante 
ni  haga  volver  atrás:  quien  con  poco  se 
contenta,  no  puede  ser  mucho  ni  meres- 
cerlo».  É  assi  á  este  propóssito  hablando 
de  papo,  é  oyéndose  llamar  Vuestra  Seño- 
ría é  Magníficos,  embelesados,  levantados 
en  el  ayre,  é  trocando  el  sesso,  escuchan- 
do lagoteros  é  hambrientos  soldados,  dan 
con  el  juicio  al  través,  é  ofrescen  sus 
personas  á  lo  que  no  pueden  bastar  sus 
tuercas;  é  poniendo  las  ánimas  en  condi- 
ción, hacen  unos  fines  que  ningún  cuerdo 
los  puede  aver  envidia  sino  lástima. 

Si  Pamphilo  de  Narvaez  no  perdiera  la 
memoria  de  cómo  fué  traclado  en  la  Nue- 
va España ,  é  mirára  quán  al  revés  le  sa- 
lieron sus  pensamientos,  no  buscára  otros 
torbellinos  é  fatigas,  é  contentárasc  con 
que  seyendo  un  hidalgo  que  passó  á  estas 
parles  con  una  espada  é  una  capa  á  bus- 
car la  vida ,  alcancé  honra  é  inuger  vir- 
tuosa hijadalgo,  é  le  dió  Dios  hijos  é  ha- 
cienda con  que  bastantemente  pudiera 
passar,  segund  el  ser  de  su  persona:  que 
era  virtuoso  é  hombre  de  gentil  enanca 
é  di-  limpia  sangre,  é  quando  convino  se 
avia  mostrado  en  la  milicia  no  menos  cs- 
fbreado  que  diestro  soldado  é  después 
(.apilan.  E  él  fué  el  que  después  acabó  de 
pacificar  é  conquistar  la  isla  de  Cabe ,  y 
en  aquella  vivia  y  estaba  bien  heredado 
ó  próspero;  é  aun  después  que  salió  de 


la  prission  é  uñas  de  Cortés,  halló  á  eu 
muger  Maria  de  Valencuela ,  que  avia  al- 
gunos años  que  le  atendía  en  tan  buena 
fama  é  reputación ,  como  pudo  estar  Pe- 
nélope:  puesto  que  no  texia  é  destexia, 
como  aquella ,  por  la  dubda  que  tenia  ó 
esperanga  de  la  venida  de  su  marido  Uli- 
xes ,  estotra ,  certificada  de  la  prission  é 
trabaxos  del  suyo,  grangeaba  su  hacienda 
é  la  acrescentaba  é  guardaba  para  le  re- 
dimir é  ayudar.  É  assi  halló,  quando  él  vi- 
no á  su  casa,  allende  de  hallar  la  hacienda 
que  dexó  acrescentada,  que  le  tenia  trece 
ó  catorce  mili  pessos  de  oro  de  minas  que 
la  muger  avia  cogido  con  sus  esclavos  é 
indios,  lo  qual  el  mesmo  Pamphilo  de 
Narvaez  me  certificó  en  Toledo  el  año  de 
mili  é  quinientos  é  veynte  y  cinco,  es- 
tando en  aquella  cibdad  la  Cessárea  Ma- 
gestad.  Yr  pidiendo  justicia  y  desafios  con- 
tra Cortés ,  como  en  otra  parte  lo  he  di- 
cho, é  aconsejándole  yo,  como  amigo, 
que  se  sosegasse  ya  en  su  casa  é  compa- 
ñía de  su  muger  é  hijos,  é  diesse  gracias 
á  Dios,  pues  tenia  en  qué  vivir  é  con  qué 
passar  este  vado  mundano  é  tan  lleno  de 
inconvinicntcs,  como  sus  desseos  guiaban 
á  este  mandar  hijos  ágenos,  debiérale 
de  parescer  que  lo  que  yo  decia  no  era 
tan  á  su  propóssito  como  lo  quél  negocia- 
ba. E  assi  acabó  como  negocios  mal  fun- 
dados é  para  su  muerte  é  otros  muchos 
solicitados  ,  pues  no  le  faltaba  edad  para 
buscar  quietud  :  que  tantos  ó  más  años 
avia  que  yo,  é  su  persona  no  me  parescía 
á  mí  que  estaba  poco  gastada.  Aunque  él 
me  dió  las  gracias  por  el  consejo,  vi 
que  no  le  hacia  buen  estómago  ,  é  acor- 
done de  lo  que  un  labrador  me  preguntó 
una  vez,  seyendo  yo  mancebo,  que  zne 
dixo  assi:  «Aosadas,  que  cssos  que  soys 
di;  palacio  no  sabeys  por  qué  le  dan  al 
asno  la  tercera  vez  con  el  palo?...»  Y  yo 
le  respondí  que  debía  de  ser  porque  agui- 
jasse,  y  el  villano  replicó:  «  No  es  essa  la 
cau  ;i    sino  poi  que  el  asno  no  se  acuerda 


DE  INDIAS.  LIU.  XXXV.  PKU11E.M10. 


tic  la  puniera  vez  que  le  castigan  ó  dan 
run  i-I  pillo,  e  porque  la  segunda  no  se 
enmendó».  Yo  é  otros  que  le  escuchába- 
mos, juzgábamoslc  por  de  buena  ragon, 
auii(|ue  pa resalónos  (pie  sus  palabras  era 
bien  tenerlas  en  la  memoria,  pues  que  eran 
dignas  de  ser  acogidas  é  que  se  entendían 
tan  bien  á  los  hombres  como  á  los  asnos, 
pues  por  tales  se  deben  aver  los  que  por 
muchos  acotes  no  se  enmiendan.  Ved  si 
podría  bastar  a  un  hombre  uno  y  otro  y 
otro  y  más  peligros  para  corregirse.  Dc- 
semos  e>to.  El  caso  es  (pie  ninguno  puede 
hoyf  de  lo  que  está  de  Dios  ordenado; 
mas  puesto  qucllo  es  assi,  quédale  al  hom- 
bre una  eleeion  libre  para  escoger  lo  que 
le  conviene  é  saber  conosger  lo  malo  y 
elegir  lo  bueno'.  Mas  (piando  se  escoge  lo 
uno  de  aquesto,  fixase  una  constancia  ó 
tema  en  algunas  personas ,  6  máxime  en 
aquellas  (pie  se  van  trás  sus  desseos  inú- 
tiles, que  no  les  dexa  disputar  ni  consi- 
derar ó  atender  á consultar  con  la  ragon, 
para  discernir  ni  entender  lo  (pie  deben 
seguir,  é  assi  acude  luego  lo  que  escribe 
Vilruvio,  distinguiendo  la  cogitagion,  la 
quat  dice  ques  una  cura  llena  de  estudio  é 
de  industria  é  de  vigilancia  con  voluptad 
de  propóssito  efetlo a.  Ecomo  he  dicho  es- 
to (pie  Vilruvio  dice  para  la  eleeion  ser 
conviniente,  conviértenlo  los  imprudentes 
en  uso  de  aquello  (pie  debrian  excusar. 
Dice  el  dotor  Qéssar  Qessariano,  comenta- 
dor del  auctor  alegado,  sobre  el  capítu- 
lo 111,  libro  I  de  Vilruvio  :  «  El  bien  obrar 
letifica,  y  el  mal  hago  con  dolor  arrepen- 
lirj>.  Esto  acaesge  á  los  que  no  bien  pen- 
sadas 6  ponderadas  primero  sus  empres- 
sas,  se  pierden  con  ellas,  é  lo  ques  peor, 
causan  que  otros  muchos  acaben  mal.  De- 
ben los  hombres  para  perpetuarse,  no 
en  esta  mortal  morada ,  sino  en  la  que 
para  siempre  ha  de  permanesger ,  con- 

1  Scial  reprobare  malum,  elijere  bonum  (Isaías, 
cap.  7). 

2  Viir.  De  Arehilccturá,  lib.  I,  cap.  2. 


formarse  é  fundarse  en  limpios  desseos, 
que  no  discrepen  del  servicio  de  Dios;  y 
si  los  pone  en  estas  parles  ó  Indias  ,  mi- 
ren (pie  no  sea  tanto  en  buscar  riquezas 
mal  ávidas  é  bañadas  en  sangre  humana, 
como  en  convertir  é  procurar  la  salva- 
ción destOS  tristes  indios:  que  ú  la  ver- 
dad  so\  opinión  que  pocos  capitanes 
de  los  que  han  passado  acá  lian  procura- 
do esta  perpetuidad  que  digo;  y  si  ellos 
m<ii;i-sen  ó  templassen  el  ardor  de  sus 
espadas  cobdíciosas  en  la  cera  é  blandu- 
ra di'  la  niÍM'i'iconlia  y  en  la  resina  de  la 
templanza,  y  piadosamente  se  oviessen 
con  esta  gente,  acaescerles  hía  lo  que  al 
hierro  ardiente  le  acaesge  para  su  perpe- 
tuidad. 

Dige  este  famoso  dotor  é  comentador, 
que  de  susso  se  dixo ,  que  los  clavos  de 
hierro  no  pueden  turar  donde  se  cla- 
van ,  porque  se  corrompen  con  el  orin  ó 
moho;  mas  si  quando  es  caliente  é  bien 
encendido,  fuesse  muerto  en  la  gera  é  re- 
sina derritiéndola,  se  templa  é  assi  se 
conserva  perpetuamente ;  é  dige  este  do- 
tor que  lo  ha  probado  3.  Hallo  yo  que  as- 
si como  nuestra  fée  cathólica  se  funda  en 
un  solo  Dios  é  trino ,  que  assi  el  buen 
chripstiano  debe  fundarse  é  acordarse 
siempre  de  tres  cosas,  que  después  se 
incluyen  assimesmo  é  resumen  en  una,  é 
son  temer  é  amar  á  Dios  sobre  todo,  sin 
ofender  al  prógimo  más  que  á  sí  mesmo, 
obedesgiendo  servir  al  Rey  é  señor  natu- 
ral, velar  é  guardar  la  propria  ánima,  no 
pecando  á  sabiendas,  porque  guardando 
qualquiera  destas  cosas,  se  cumplen  to- 
das, y  en  faltando  á  una  dolías,  faltan  á 
todas.  No  agertará  alguno  á  subir  en  lo  al- 
to con  el  pié  derecho ,  si  no  sigue  el  nú- 
mero dispar  en  los  escalones;  y  esta  regla 
mesma  se  ha  de  guardar  en  la  escala  de 
la  gloria:  quiero  degir,  que  comengando 

3  Cesar  Cesariano  en  el  comento  sobre  el  lib.  I 
de  Vilruvio  De  Architecturd,  ele.,  cap.  E¡. 


5Sá 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


el  buen  obrar  con  buena  intención  é  con- 
tinuándolo assi,  acaba  el  efetto  en  el  mes- 
mo  sancto  fin.  Vitruvio  amonesta  que  las 
gradas  ó  escalones  se  deben  constituir  de 
manera  que  siempre  sean  nones  ó  dispar, 
porque  quando  con  el  pié  derecho  se  su- 
be la  grada  primera,  assi  por  el  semejan- 
te en  la  última  será  el  primero  que  se 
ponga  \  Pero  los  escalones  del  capitán 
Pamphilo  fueron  pares  é  semejantes  á  sus 
cogitaciones.  Bien  creo  yo  que  su  fin  se- 
ria pensar  que  su  camino  resultaría  en 
servicio  de  Dios;  mas  junto  con  esso  era 
muy  aficionado  á  preceder  á  otros  de  más 
industria  ó  mejor  fortuna,  é  assi  siempre 
([liando  pensaba  que  yba  adelante,  se  ha- 
llaba é  halló  más  atrás.  Dcstc  hidalgo  se 
hará  relación  é  de  su  desventurado  fin  é 
infelice  armada  en  este  libro  XXXV,  se- 
gund  la  noligia  que  hasta  el  tiempo  pres- 
sente  se  tiene  de  su  viage  :  en  el  qual  sub- 


cedieron  cosas  de  mucho  dolor  é  tristeca, 
é  aun  miraglos  en  essos  pocos  que  esca- 
paron ó  quedaron  con  la  vida,  después  de 
haber  padescido  innumerables  naufragios 
é  peligros,  como  se  puede  colegir  por  la 
relación  que  á  esta  Real  Audiencia,  que 
reside  en  esta  cibdad  de  Sancto  Domingo, 
enviaron  tres  hidalgos ,  llamados  Álvar 
Nuñez  Cabega  de  Vaca,  é  Andrés  Doran- 
tes é  Alonso  del  Castillo:  los  quales  fue- 
ron con  el  mesmo  Pamphilo  de  Narvaez, 
é  cuentan  por  cscripto  lo  que  les  acaes- 
ció  eñ  su  viage  é  por  dónde  anduvieron. 
E  á  la  vuelta  fueron  á  España  á  dar  rela- 
gion  á  Su  Magostad  viva  voce  de  las  cosas 
que  aqui  se  dirán ,  alargándome  á  su  in- 
formagion,  é  acortando  algunas  supér- 
fluas  palabras  que  duplicadamenle  digen; 
é  no  faltaré  do  lo  substangial  é  médula 
de  lo  que  su  carta  contiene  y  dige. 


CAPITULO  I. 

De  la  relación  que  hicieron  los  que  escaparon  de  la  desventurada  armada  del  capitán  Pamphilo  de  Nar- 
vaez ,  é  lo  que  les  acacsció  en  la  cosía  6  tierras  septentrionales  *. 


Alvar  Nuñez  Cabega  de  Vaca,  é  Alonso 
del  Castillo,  é  Andrés  Dorantes  solos,  é 
un  negro  llamado  Esteban,  escaparon  del 
armada  toda  del  gobernador  Pamphilo  de 
Narvaez.  Y  este  Cabega  de  Vaca  fué  por 
thessorcro  é  ofligial  de  Su  Magesfad:  el 
qual  dige  que  dende  Xagua,  ques  un 
puerto  ó  ancón  en  la  isla  de  Cuba ,  á  q'üin- 
gc  de  hebrero  do  mili  é  quinientos  é  veyn- 
tc  y  siete  años,  avia  cscripto  á  Su  Ma- 
gestad  lo  que  hasta  allí  les  avía  acaesgi- 
do,  é  del  perdimiento  de  dos  navios  con 
-'•sM'nla  hombres  é  todo  lo  que  en  ellos 
yba.  É  perdida  esta  gente  é  navios,  é 
más  veynte  caballos  que  en  ellos  yban, 

i    Vitr.,  lib.  III,  cap.  3. 

*  Ltel  présenle  titulo  suprimió  Oviedo  estas  pa- 
labras: «Para  venir  á  lo  qual ,  se  dirá  primero  lo  que 


acordaron  de  invernar  allí  en  el  puerlo  de 
Xagua,  donde  dige  este  Cabega  de  Vaca 
que  estuvo  dende  soys  dias  de  noviembre 
del  año  ya  dicho ,  con  quatro  navios  é  to- 
da la  gente,  hasta  veynte  é  dos  dias  del 
mes  de  hebrero  del  siguiente  año  de  mili 
é  quinientos  é  veynte  é  ocho  años ,  que 
llegó  allí  el  gobernador.  El  qual  se  em- 
barcó para  seguir  su  viage  en  quatro  na- 
vios é  un  bergañtin,  con  qualrocientos 
hombres  é  ochenta  caballos;  é  anduvie- 
ron por  la  mar  hasta  los  doge  días  de 
abril ,  martes  de  la  Semana  Sánela,  que 
llegaron  á  la  Tierra-Firme,  é  la  fueron 
costeando  hasta  el  jueves  sánelo,  é  Slir- 
lcs  intervino  hasta  que  salieron  los  españoles  é  su 
gobernador  Pamphilo  del  pueblo  llamado  Apa- 
lachc  ». 


DE  INDIAS.  L1B.  XXXV.  CAP.  1. 


gieron  en  la  costa  en  una  bahía  quo  era 
baxa ,  6  al  cabo  della  vieron  unos  bullios. 
É  olio  dia,  viernes  sánelo,  salieron  en 
tierra  con  toda  la  más  gente  que  pudie- 
ron sacar  en  los  bateles,. é  fueron  a  des- 
embarcar junto  á  los  bullios,  en  losqua- 
les  no  hallaron  gente,  porque  los  avian 
desamparado;  y  el  uno  dellos  era  tan 
grande,  que  cupieran  en  él  trescientas 
personas,  ó  los  demás  eran  pequeños.  Ha- 
llaron muchas  redes  para  pescar,  y  en- 
trellas  se  halló  una  sonaja  de  oro. 

Otro  dia  siguiente  hico  el  gobernador 
alear  pendones  por  Su  Mageslad  é  tomó 
la  possesioil  de  la  tierra  ,  é  luco  juntar  los 
officialcs  de  Su  Magestad  é  a  los  frayles 
que  allí  yban  é  la  gente  que  avia  salido 
en  tierra  toda,  6  presscnló  sus  provissio- 
nes  reales  que  llevaba,  é  fueron  obedes- 
cidas  por  todos,  y  el  dicho  gobernador, 
admitido  por  tal  gobernador  é  capitán  ge- 
neral ;  é  los  officiales  pressenlaron  las  su- 
yas, é  assimesmo  fueron  ávidos  por  offi- 
ciales de  Su  Magestad.  E  luego  se  dióór- 
den  cómo  se  desembarcó  hnda  la  gente  é 
caballos,  los  quales  yban  muy  fatigados, 
porque  avia  muchos  días  que  los  avian 
embarcado,  é  aun  se  avian  quassi  perdi- 
do la  mitad  dellos  en  la  mar. 

Otro  dia  domingo ,  dia  de  I'ásqua  de 
Hcsurccgion  ,  vinieron  los  indios  de  aquel 
pueblo,  é  hablaron  a  los  chripstianos  sin 
ser  entendidos;  pero  parescia  que  los 
amenazaban  é  decían  que  se  saliessen  de 
la  tierra,  ó  hagian  ademanes  ó  fieros:  ó 
fecho  aquesto  se  fueron.  El  dia  siguien- 
te, por  ver  la  tierra  ó  tenlar  lo  que  era, 
envió  el  gobernador  seys  de  caballo  é 
quarenta  hombres  a  pié  la  via  del  Nor- 
deste, hasta  que  llegaron  aquel  dia  á  una 
baliia  que  entra  por  la  tierra,  é  de  allí 
se  tornaron  á  la  gente,  y  el  gobernador 
con  ellos,  porque  fué  uno  de  los  seys  de 
caballo. 

Olio  dia  adelante  envió  el  gobernador 
un  bergantín  que  llevaban ,  para  que  fues- 


se  costeando  la  via  de  la  Florida  é  bus- 
casse  un  puerto  qqel  piloto  Miníelo  decía 
que  sabia,  adonde  llevar  esta  gente  (el 
qual  él  erró,  ó  no  sabia  adonde  se  esta- 
ba). Emandólc  que  assi  buscandoatraves- 
sasse  a  la  isla  de  Cuba,  é  fuesse  á  la  villa 
é  puerto  de  la  Habana  en  busca  de  olio 
navio  que  esperaban  de  allí,  en  el  qual 
venían  quarenta  hombres  é  doce  caballos; 
é  que  si  lo  hallassen ,  que  ambos  navios 
tomassen  en  la  Habana  lodo  el  bastimen- 
to que  pudiesseñ ,  é  lo  llevassen  adonde 
los  chripstianos  y  el  gobernador  quedaban. 

Fecho  aquesto,  partieron  de  allí  los 
chripstianos,  é  fueron  á  dar  en  la  bahía 
ques  dicho  que  avian  descubierto,  é  cos- 
teáronla ;  é  avian  andado  qualro  leguas 
dende  donde  partieron,  é  hallaron  algu- 
nos indios,  é  tomaron  tres  dellos  é  mos- 
tráronles los  españoles  un  poco  de  mahiz, 
preguntándoles  dónde  lo  avia.  É  aquellos 
indios  los  guiaron  á  un  pueblo  que  oslaba 
al  cabo  de  aquella  baliia,  ó  mostráronles 
un  poco  de  mahiz  qué  allí  tenían  sembra- 
do, que  fué  lo  primero  que  vieron  en 
aquella  tierra:  é  allí  hallaron  unas  caxas 
de  Castilla  grandes,  yon  cada  una  deHas 
un  hombre  muerto,  é  cubiertos  los  cuerpos 
con  unos  cueros  pintados;  é  parescióles 
al  comisario  é  frayles  que  aquellos  eran 
ydólatras ,  é  los  hico  el  gobernador  que- 
mar. Assimesmo  se  hallaron  pedamos  de 
zapatos  é  liencp,  é  de  paño  é  hierro  al- 
guno; é  preguntados  los  indios,  dixéron 
por  señas  que  lo  avian  hallado  en  un  na- 
vio que  se  avia  perdido  en  aquella  costa 
c  baliia.  E  mostróles  un  poco  de  oro,  é 
dixeron  que  en  aquella  tierra  no  lo  avia, 
sino  léxos  de  allí,  en  la  provincia  que  di- 
cen Apalache,  en  la  qual  avia  mucho  oro 
en  grand  cantidad ,  segund  ellos  daban  á 
entender  por  sus  señas :  é  todo  quanto  les 
mostraban  á  aquellos  indios,  que  á  ellos 
les  parescia  que  los  chripstianos  tenían 
en  algo,  decían  que  de  aquello  avia  mu- 
cho en  Apalache.  Con  esta  simple  infor- 


% 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


58i 

marión  se  partieron  de  allí ,  llevando  con- 
sigo aquellos  indios;  é  diez  ó  doce  leguas 
de  allí  hallaron  hasta  doce  ó  quince  ca- 
sas, adonde  avia  mahiz,  y  estovieron  dos 
dias  sin  que  se  viesse  indio  alguno.  E 
acordaron  de  se  tornar  adonde  avian  de- 
xado  al  contador  é  la  otra  gente  con  los 
navios;  é  llegados,  les  hicieron  relación 
de  lo  que  avian  hallado  por  la  tierra ,  que 
no  era  más  de  lo  questá  dicho. 

Otro  dia,  primero  dia  de  mayo,  el  go- 
bernador higo  juntar  los  officiales  del  Rey 
é  al  comisario;  é  por  aucto,  ante  un  escri- 
bano, les  dixo  que  tenia  voluntad  de  en- 
trar la  tierra  adentro,  é  que  los  navios  se 
fuessen  por  la  costa ,  é  pidióles  sobresto 
su  parescer.  Y  el  thessorero  Cabeca  de 
Yaca  le  dixo  que  le  paresgia  que  no  de- 
bía desamparar  los  navios,  sin  los  dexar 
primero  en  puerto  é  poblado ;  é  que  fe- 
cho aquesto ,  podría  el  gobernador  é  los 
que  mandasse  entrar  la  tierra  adentro,  é 
ternian  lugar  é  parte  señalada  adonde  pu- 
diessen  volver  á  buscar  la  gente,  quando 
conviniesse;  é  que  por  muchas  causas  le 
paresgia  que  no  debia  entrar  la  tierra 
adentro,  porque  aquella  tierra  por  donde 
avia  entrado  por  la  información  de  los  in- 
dios, demás  de  lo  que  los  chripstíanos 
avian  visto,  era  tierra  pobre  é  sin  gente; 
é  también  porque  esperaban  el  bergantín 
é  navio  ques  dicho  que  atendían  con 
bastimento  de  la  Habana,  y  aun  porque 
los  pilotos  no  sabian  ni  alcanzaban  á  en- 
tender en  qué  parte  estaban ;  é  por  otras 
causas  que  al  thessorero  le  parescian 
justas,  dixo  que  aquello  quel  gobernador 
hacia  no  se  debia  de  hager. 

El  comisario  dixo  que  su  parescer  era 
que  entrassen  la  tierra  adentro,  yendo 
cerca  de  la  costa  hasta  llegar  al  puerto  que 
loa  pilotos  decian  que  estaría  quinge  le- 
guas de  allí ,  la  vía  de  Panuco,  6  que  no 
podrían  passar  sin  tocar  en  él,  porque  en- 
traba la  tierra  adentro  dogo  leguas,  é  que 
allí  esperarían  á  los  navios  é  los  navios 


esperarían  á  ellos ;  é  que  no  se  debian 
tornar  á  embarcar,  porque  sería  tentará 
Dios,  pues  en  su  viage  tantas  fortunas  é 
trabaxos  avian  padescido  hasta  llegar 
allí. 

El  contador  y  el  veedor  se  conformaron 
con  el  comisario ,  y  el  gobernador  deter- 
minó de  haberlo  assi ;  pero  el  thessorero, 
vista  su  voluntad,  le  requirió  muchas  ve- 
ges  que  no  entrasse ,  por  las  causas  que 
avia  dicho  é  otras  que  acresgentaba  en  sus 
requirimientos,  ni  desamparasse  los  na- 
vios é  gente  que  en  ellos  quedaba,  sin  que 
primero  quedassen  en  puerto  conosgido 
é  poblado ,  é  que  después  higiesse  lo  que 
le  paresgiesse;  é  assi  lo  pidió  por  testi- 
monio al  escribano  que  estaba  pressente. 
Mas  el  gobernador  replicó  que  porque  allí 
no  avia  puerto  ni  dispusieron  para  poblar, 
por  la  esterilidad  déla  tierra,  que  muda- 
ba aquel  pueblo  que  avia  assentado,  é 
yba  en  busca  de  puerto  é  tierra  para  po- 
blar ,  é  dixo  que  assi  lo  pedia  por  testi- 
monio. É  luego  mandó  que  toda  la  gente 
se  apergibiesse  para  yr  con  él ,  é  que  los 
navios  se  proveyessen  de  lo  que  avian 
menester;  é  otro  dia  partieron  de  allí,  lle- 
vando quarenta  de  caballo  é  doscientos  é 
sessenta  hombres  á  pié.  É  fueron  con  él 
los  dichos  officiales  y  el  comisario  é  otros 
frayles,  y  entraron  la  tierra  adentro  é  an- 
duvieron quinge  dias  con  una  libra  de  pan 
é  media  de  tocino  de  ragion,  hasta  que 
llegaron  á  un  río,  que  passaron  á  nado; 
é  passado,  salieron  á  ellos  dosgientos  in- 
dios, con  los  quales  pelearon ,  é  prendie- 
ron ginco  ó  seys  dellos:  los  quales  los  lle- 
varon á  sus  casas ,  que  eran  gerca  de  allí, 
donde  hallaron  mucho  mahiz  en  el  cam- 
po, que  estaba  ya  para  comer.  E  otro  dia 
los  offigialcs  é  los  frayles  rogaron  al  go- 
bernador que  enviasse  á  reconosger  la 
mar  é  puerto,  si  lo  avia ;  y  él  mandó  al 
thessorero  é  Alonso  del  Castillo  que  fues- 
sen con  quarenta  hombres .  é  assi  fueron 
á  pié,  porque  no  podian  llevar  caballos, 


DE  INDIAS.  LIB. 


XXXV.  CAP.  I 


e  nnilovioron  por  unos  baxos  de  la  cosía 
de  la  mar ,  por  ostiares ,  obra  de  dos  le- 
guas, é  llegaron  á  dar  por  dó  passaba  el 
rio,  que  avian  passado  el  dia  anlcs  dentro 
de  tierra  ;  é  porque  era  hondo,  no  le  pu- 
dieron passar  é  se  tornaron  al  real. 

El  dia  siguiente  mandó  el  gobernador 
6  un  capitán  que  con  seys  de  caballo  é 
quarenta  hombres  á  pié  passasse  el  rio, 
por  donde  avian  venido,  é  reconosciesse 
aquel  ancón  é  vie^e  si  avia  ¡tuerto,  é  as- 
si  lo  luco;  é  halló  que  era  baxo  é  no  po- 
dian  entrarallí  navios.  E  féchala  relación, 
se  partieron  de  allí  en  demanda  de  aque- 
lla provincia  llamada  Apalaehe,  llevando 
consigo  por  guia  los  indios  que  avian  to- 
mado; é  andovieron  hasta  otro  dia  des- 
pués de  Sancl  Johan  de  junio,  que  lle- 
garon á  Apalache,  que  era  la  cosa  del 
mondo  que  más  desseaban ,  assi  por  el 
largo  camino,  como  por  la  mucha  nesces- 
sidad  de  los  bastimentos ;  porque  aunque 
en  algunas  partes  hallaban  mabiz  por  la 
tierra,  muchas  veces  caminaban  quatro 
6  cinco  jornadas  sin  lo  hallar,  é  demás 
desto  por  el  mucho  oro  que  decían  avia 
en  aquella  provincia.  E  quando  llegaron 
al  pueblo,  acometieron  los  españoles  con 
mucho  denuedo  para  entrar  en  el ;  pero 
no  hallaron  quien  se  lo  rcsisties.se,  6  to- 
maron las  mugeres  é  los  muchachos ,  é 
no  avia  hombres,  que  todos  estaban  fue- 
ra. Avia  en  aquella  población  quarenta  ca- 
sas pequeñas  é  muy  abrigadas,  por  el 
mucho  frió  é  tempestades  que  en  aquella 
tierra  hace.  Hallaron  muchos  cueros  de 
venados  c  algunas  maulas  de  hilo  basto: 
avia  grand  cantidad  de  mahicales  en  el 
campo  6  mucho  mahiz  seco  en  el  pueblo. 
La  tierra,  por  donde  passaron  estos  espa- 
ñoles ,  es  llana  6  arenales  tiessos ,  é  de 
muchos  pinares,  aunque  ralos  é  aparta- 
dos unos  pinos  de  otros.  Hay  muchas  la- 
minas é  muy  muchos  venados  por  toda  la 
tierra ,  por  las  muchas  arboledas  é  árbo- 
les caydós  á  causa  de  las  grandes  tor- 
TOMO  III. 


mentas  é  huracanes,  que  muy  á  menudo 
en  aquella  región  ocurren,  é  assi  vieron 
muchos  árboles  rajados  de  alto  á  baxo 
de  los  rayos  que  caen;  y  en  todo  el  ca- 
mino, después  que  passaron  el  rio  ques 
dicho,  no  hallaron  gente  que  los  osasse 
esperar. 

A  cabo  de  dos  dias  que  estaban  en  Apa- 
lache ,  vinieron  los  indios  de  paces,  y  el 
cacique  con  ellos,  é  pidieron  sus  mugeres 
é  hijos  ó  diéronselos  lodos.  El  gobernador 
tuvo  consigo  al  cacique;  pero  otro  dia 
adelante  acometieron  é  llegaron  á  poner 
fuego  á  los  buhios  donde  los  ebripstianos 
estaban,  6  serian  hasta  doscientos  indios; 
mas  cómo  los  españoles  estaban  en  vela, 
salieron  presto  é  osadamente  á  ellos ,  é 
acogiéronse  al  monte  é  á  las  sierras  é  no 
pudieron  tomar  á  ninguno;  pero  matá- 
ronles dos  ó  tres  dellos.  Luego  otro  dia 
vinieron  olios  doscientos  indios  por  otra 
parte  ó  de  otros  pueblos  ó  gente ,  ó  sa- 
lieron assimesmo  á  ellos  los  chripstianos, 
é  assimesmo  se  acogieron  ó  huyeron,  co- 
mo los  primeros.  En  este  pueblo  estovie- 
ron  el  gobernador  6  los  españoles  veyn- 
te  é  seys  dias,  en  los  quales  hicieron  tres 
entradas  la  tierra  adentro,  6  todo  lo  que 
vieron  della  hallaron  muy  pobre  ó  de  po- 
ca gente,  c  de  muy  malos  passos  ó  la- 
gunas, é  boscages  de  árboles  muy  es- 
|iessos;  c  preguntando  al  cacique  ó  á  oíros 
indios  que  de  atrás  Iraian  (cerca  de  allí) 
por  la  tierra  é  pueblos  dellos,  dixeron 
que  todo  era  de  menos  gente  é  comida 
que  aquella  donde  estaban,  é  que  aque- 
lla era  la  más  principal  cosa  que  en  aque- 
lla tierra  hay,  é.  que  adelante  hay  muchos 
despoblados  é  ciénegas  é  lagunas  é  muy 
grandes  boscages.  Preguntáronles  si  ha- 
cia la  mar  avia  pueblos  é  gente:  dixe- 
ron que  á  ocho  jornadas  de  allí  avia  un 
pueblo  que  se  dice  Aute,  que  eran  ami- 
gos suyos,  6  que  tenian  mucho  mahiz  ó 
fésoles,  é  que  estaba  gerca  de  la  mar;  é 

con  esto  que  les  dixeron  ,  é  con  aver  vis- 
74 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


to  en  las  entradas  que  hicieron  que  la 
tierra  en  que  estaban  no  era  tal  como  les 
avian  dicho ,  é  que  era  sin  ninguna  espe- 
ranza de  hallar  adelante  mejor  cosa,  ó 
que  allí  donde  estaban  les  avian  comen- 
tado á  herir  la  gente  é  hacerles  guerra, 
é  que  les  avian  muerto  a  un  cacique  do 
los  que  los  (Yayíes  traían  de  la  Nueva  Es- 
paña, c  les  hirieron  a  otros  compañeros, 
yendo  á  beber,  y  estaban  metidos  en  las 
lagunas  y  espesura  grande  de  aquellos 
boscages,  é  donde  allí  flechaban  a  quan- 
tos  allá  yban,  acordaron  los  españoles, 
en  fin  de  los  veynte  é  seys  dias,  do  se 
partir  para  Ante. 

¿Parésgeos,  lelor,  ques  buen  passa- 
hempo  el  questos  pecadores  chripstianos 
traían?  Querría  yo  que  me  dixessen  qué 
les  predicaron  cssos  frayles  é  Pamphilo 
fie  Narvaez  á  aquellos  españoles  que  tan 
ciegos  se  fueron,  dexando  sus  patrias  tras 
falsas  palabras  (y  por  muchos  que  mue- 
ren nunca  escarmientan).  ¿Quién  los  avia 
certificado  aver  visto  aquel  oro,  que  bus- 
caban? ¿Qué  pilotos  llevaban  tan  exper- 
tos en  la  navegación ,  pues  que  ni  conos- 
cieron  la  tierra ,  ni  supieron  dar  racon  de 
dónde  estaban?  ¿E  qué  guias  é  qué  intér- 
petres  llevaron?  ¡Oh  temerario  desatino! 
¿Qué  mayor  crimen  puede  cometer  un 
caudillo  que  conducir  gente  á  tierra  que 
ni  él  ni  otro  de  su  hueste  haya  estado  en 
ella?  Bien  creo  yo  que  se  acordó  Pam- 
philo, é  más  de  una  vez,  de  aquel  con- 
sejo que  yo  le  daba  en  Toledo.  En  ver- 
dad que  yo  estoy  muchas  veces  maravi- 
llado ó  aun  enojado  destos  capitanes, 
viendo  que  por  una  parte  son  astutos  é 
mañosos  é  valientes  varones,  é  por  otra, 
aunque  han  visto  muchas  cabecas  agenas 
quebradas,  en  quien  podrían  aver  escar- 
mentado, do  temen  ni  escarmientan  de 
peligro  alguno.  Y  pluguiesse  á  Dios  que 
los  que  assi  padescen,  con  solas  sus  vi- 


das pagassen ,  sin  que  las  ánimas  resgi- 
biessen  detrimento !  Pero  yo  dubdo  do  la 
salvación  de  las  más ,  porque  ha  dias  que 
vivo  en  estas  Indias  y  he  visto  que  se  fun- 
dan, por  la  mayor  parte,  en  esta  maldi- 
ta cobdicia ,  posponiendo  todos  los  escrú- 
pulos que  á  sus  consciencias  serian  pro- 
vechosos é  dignos  de  aceptar.  Pues  cómo 
en  el  prohemio  le  loé  yo  á  Pamphilo  de 
diestro  soldado  é  después  capitán,  ra- 
con es  que  dé  cuenta  de  él  de  mí  en  es- 
te caso.  Digo  que  yo  he  visto  muy  va- 
lientes hombres  con  la  lanca  ó  espada 
en  la  mano,  que  quitados  de  allí,  son  de 
ningún  gobierno,  y  sabría  mostrar  algu- 
nos con  el  dedo.  El  pelear  es  lo  de  me- 
nos, porque  raríssimos  son  los  hombres 
de  vergüenca  que  no  peleen,  quando  con- 
viene á  su  honra;  é  más  capitanes  hay 
que  sepan  pelear  é  mandar  á  pocos  que 
gobernar  un  exército;  é  más  capitanes 
son  los  que  hay  para  mandados  que  para 
saber  mandar.  Pamphilo,  en  tanto  que  lo 
mandó  á  él  Diego  Velazquez,  dentro  en 
la  isla  de  Cuba,  supo  servir  é  hacer  lo 
que  le  mandaron.  Quando  salió  de  allí  é 
fué  á  la  Nueva  España ,  en  el  libro  XXXIII 
se  puedo  ver  el  recabdo  que  se  dió ,  y  en 
este  XXXV  leerés  cómo  acabó  su  gober- 
nación. 

Passemos  á  lo  demás:  ques  cosa  que 
aunque  no  tiene  remedio  ni  enmienda, 
tiene  alguna  parte  de  aviso,  ó  le  causará 
esta  relación,  para  los  venideros  capita- 
nes é  gobernadores  é  gobernados,  si  no 
se  quisieren  engañar  ellos  mesmos,  cer- 
rando los  ojos  al  entendimiento;  pues  en 
este  tractado  hallarán  de  qué  temeré  de 
qué  se  deban  recelar  los  que  nuevas  ern- 
pressas  de  aquestas  toman,  pues  cada  dia 
veo  que  las  procuran  é  traen  hombres  al 
carnero,  sin  saber  dónde  los  llevan,  ni 
ellos  adónde  se  van  ni  á  quién  siguen. 


DE  INDIAS.  Lin.  XXXV.  CAP.  II. 


CAPITULO  II. 


En  el  qual  se  tractan  muchos  Irabaxos  é  nesccssidades ,  quel  gobernador  Pamphilo  de  Narvaez  y  cslas 
gcnles  padescicron  ¡  i  cómo  hirieron  cinco  barcas  para  yr  á  buscar  dónde  pudiessen  poblar;  é  cómo  hi- 
rieron al  gobernador  de  una  pedrada;  i  cómo  se  vieron  marlas  de  muy  finas  cebellinas  ¡  ¿  cómo  se  parlió 
é  desvió  de  la  compañía  el  gobernador  con  su  barca,  ó  se  perdieron  las  dos  dellas  c  se  ahogaron  el  veedor 
¿  oíros;  é  cucnlansc  oirás  tosas  de  mucha  lástima. 


De  susso,  en  el  capítulo  precedente,  se 
lia  dicho  cómo  esla  genio  se  determi- 
nó de  partirse  para  Aute ,  6  assi  lo  pu- 
sieron en  obra  ;  é  dende  que  salieron  de 
Apalache,  andovieron  ocho  ó  nueve  dias 
hasta  (pie  llegaron  en  Aute.  Y  en  los  ma- 
los passos  ó  lagunas  que  hallaron ,  los 
indios  dieron  con  ellos  é  les  hirieron  cin- 
co ó  seys  españoles  é  algunos  caim- 
itos, 6  les  mataron  un  español.  Llega- 
dos en  Aute,  hallaron  quemadas  todas 
las  casas,  6  muchos  mahicalcs  que  esta- 
ban ya  para  comer,  también  los  avian 
quemado.  V.  dende  a  dos  dias  el  gober- 
nador mandó  al  Ihessorero  Cabera  de  Va- 
ca ó  á  Andrés  Dorantes  6  á  Alonso  del 
Castillo,  que  con  nueve  de  caballo  é  cin- 
qiienta  hombres  á  pié  fuessen  en  basca 
de  la  mar,  y  él  quedó  con  la  otra  gente 
allí,  porque  mucha  parte  de  los  chripstia- 
nos  estaban  enfermos,  é  cada  día  ndoles- 
cian  más.  V.  assi  partieron  estos  hidalgos 
con  la  compañía  (pies  dicho,  é  llevaron 
consigo  al  comisario. 

Bien  es  de  creer  queste  padre  reve- 
rendo ya  se  contentara  con  la  celda,  que 
dexó  en  España  por  venir  á  buscar  á 
estas  partes  estos  gremiales  ó  mitras, 
que  les  liaren  perder  el  I  iempo  é  las  v  i- 
das á  algunos  dellos:  é  aun  los  que  han 
servido  á  Dios,  olvidan  después  que  se 
encasquetan  essas  dignidades,  que  los 
menos  dellos  consiguen;  y  pluguiesse  á 
Dios  que  no  se  aventurassen  en  ello  las 
ánimas,  non  obstante  que  los  que  se  mue- 
ven sin  essos  interesses  ó  ambición  ó  des- 
seo  de  prelacias ,  sino  solamente  por  más 


servir  á  Dios  en  la  conversión  destos  in- 
dios, honesto  é  meritorio  é  sánelo  desseo 
es,  y  eslos  tales  son  los  que  acá  hacen 
l'rurto;  pero  los  demás  remedíelos  Dios. 

Aquel  dia  quede  allí  partieron  llegaron 
á  unos  baxos  de  la  mar,  adonde  estovie- 
ron  aquella  noche;  é  otro  dia  de  mañana 
enviaron  veynte  hombres  á  rcconosce^la 
costa,  é  dixeron  que  no  la  avian  podido 
ver,  porque  estaba  léxos,  é  con  esto  se 
volvieron  al  real,  donde  hallaron  al  go- 
bernador, y  el  contador  y  el  veedor  cay- 
dos  malos,  é  otros  muchos:  é  después 
que  allí  repossaron  un  dia,  se  partieron 
otro  adelante  para  aquel  lugar  do  avian 
descubierto  ó  hallado  la  mar,  llevando 
consigo  todo  el  mahiz  que  pudieron,  é 
llegaron  con  mucho  Irabaxo,  porque  no 
podian  valerse  con  los  dolientes,  que  eran 
muchos.  E  allí  estovieron  dos  dias  bus- 
cando e  pensando  que  manera  lernian  pa- 
ra salvar  las  vidas  é  salir  de  aquella  tier- 
ra, pues  pensar  de  hacer  navios  en  que 
fuessen,  pareseiales  cosa  imposible,  por- 
que no  tenían  clavacon  ni  estopa,  ni  pez, 
ni  otras  cosas  que  para  ello  eran  nescos- 
sarias :  é  cómo  ya  la  nescessidad  los  tenia 
en  aquel  extremo,  deshicieron  los  estri- 
bos de  los  caballos  é  los  frenos  y  espue- 
las para  hacer  herramientas,  é  hicieron 
unos  cañutos  de  palo,  é  con  cueros  de 
venados  hicieron  unos  fuelles,  é  de  las 
cosas  ques  dicho  hicieron  herramientas. 
É  porque  la  gente  estaba  flaca  é  no  podian 
trabaxar,  mataban  de  tercer  á  tercer  dia 
un  caballo,  que  repartían  é  comían  los 
que  trabajaban  é  los  dolientes:  é  assi, 


588 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATL'RAL 


por  comer  de  aquella  carne ,  trabaxaban 
oíros.  Y  en  quatro  ó  ginco  entradas  que 
hicieron  los  de  caballo  é  la  gente  más  re- 
gia en  Aute ,  truxeron  mucho  mahiz ,  que 
bastó  para  comer  en  tanto  que  allí  esto- 
vieron,  ó  aun  para  llevar;  é  assi  comen- 
caron  á  hacer  barcas  a  quatro  dias  anda- 
dos del  mes  de  agosto,  é  las  calafatearon 
con  chapas  de  palmitos ,  é  dellos  higieron 
cuerdas,  é  las  brearon  con  brea  que  hi- 
gieron de  pinos,  que  hay  muchos;  é  de 
las  camisas  higieron  velas ,  é  de  los  cue- 
ros de  las  piernas  de  los  caballos  higie- 
ron votas  para  llevar  agua.  En  tanto  que 
las  barcas  se  hagian,  Ies  mataron  los  in- 
dios diez  chripstianos  que  andaban  pes- 
cando por  aquellos  baxos  de  la  costa  á  vis- 
ta del  real,  sin.los  poder  socorrer,  passa- 
dos  de  parle  á  parte  con  las  flechas. 

Donde  donde  dexaron  las  naos  hasta 
donde  se  higieron  estas  barcas ,  y  en  to- 
do lo  que  andovieron  estos  chripstianos, 
avrá  hasta  dosgientas  ochenta  leguas,  po- 
co más  ó  menos  (al  paresger  de  los  más 
que  lo  andovieron)  y  en  toda  aquella  tier-- 
ra  no  vieron  sierra  ni  tuvieron  noticia  de- 
11a.  La  gente  es  muy  grande,  de  buenos 
gestos  é  gentil  dispusieron,  6  son  todos 
flecheros  é  muy  grandes  punteros,  é  los 
arcos  de  diez  é  doge  palmos  luengos,  é 
tan  gruessos  quassi  como  la  muñeca  del 
braco  (en  las  manijas  é  gerca  dellas)  é 
muy  regíssimos  é  de  linda  madera;  y  es 
cosa  para  espantar  é  no  creedera ,  sin  lo 
ver,  lo  que  passan  las  flechas. 

Acabáronse  ginco  barcas  á  veynte  dias 
del  mes  de  septiembre ,  las  quales  eran 
de  veynte  é  dos  cobdos  de  luengo;  é  mu- 
riéronseles  allí  quarenta  hombres,  pocos 
más  ó  menos,  de  dolengias.  Destas  bar- 
ras tomó  el  gobernador  una  para  sí  é  pa- 
ra quarenta  é  ocho  hombres,  é  dió  otra 
al  contador  é  á  los  frayles  con  quarenta 
é  siete  hombres,  é  al  thessorero  é  al  vee- 
dor otra  con  quarenta  é  ocho  hombres;  ó 
al  capitán  Tellez  é  á  Peñalosa  6  Alonso 


del  Castillo  é  Andrés  Dorantes  dió  las 
otras  dos,  y  en  cada  una  dellas  yban 
otros  quarenta  é  ocho  hombres.  Acaba- 
dos de  comer  los  caballos,  se  embarcaron 
á  veynte  é  dos  dias  del  mes  de  septiem- 
bre: é  cómo  las  barcas  eran  pequeñas, 
con  los  bastimentos  é  ropas  é  armas  yban 
muy  cargadas,  é  no  llevaban  fuera  del 
agua  más  de  un  xeme ;  é  assi  andovieron 
siete  dias  por  aquellos  baxos,  hasta  que 
esta  infelige  gente  llegó  á  una  isleta  pe- 
queña que  está  gerca  de  la  Tierra-Firme, 
y  en  ella  hallaron  unos  ranchos,  é  toma- 
ron allí  ginco  canoas.  É  aquel  dia  salie- 
ron á  la  costa ,  que  hasta  estonges  no  la 
avian  visto;  é  allí  pararon  las  barcas,  é 
con  las  canoas  echaron  falcas,  é  cresgie- 
ron  é  subieron  dos  palmos  más  las  barcas 
(fuera  sobrel  agua)  é  siguieron  su  viage. 
Fecho  aquesto ,  entrando  en  muchos  an- 
cones que  por  la  costa  topaban ,  y  en  los 
baxos  que  hallaban ,  siempre  la  tierra  les 
salia  adelante ,  yendo  assi  navegando  sin 
saber  adonde  yban. 

Una  noche  les  salió  una  canoa  á  ellos 
é  los  fué  siguiendo  un  rato ,  é  volvieron 
á  ella  por  le  hablar,  é  no  quiso  atender; 
é  como  son  navios  muy  ligeros ,  fuéronse 
los  de  la  canoa,  é  los  chripstianos  siguie- 
ron su  camino  primero.  Otro  dia  por  la 
mañana  les  tomó  una  tormenta ,  é  surgie- 
ron en  una  isla,  é  no  hallaron  agua  en 
ella ,  de  la  qual  tenían  falta  grande ;  é 
allí  e'stovieron  tres  dias ,  é  cómo  avia  gin- 
co que  no  bebian,  bebieron  algunos  agua 
salada  é  mucha,  é  muriéronse  por  ello 
ginco  ó  seys  hombres  de  súbito.  É  visto 
que  la  sed  era  incomportable ,  é  aunque 
la  tormenta  no  era  amansada,  acordaron 
de  yr  hágia  aquella  parte  donde  avian 
visto  yr  la  canoa  que  se  ha  dicho,  enco- 
mendándose á  Dios  é  poniéndose  en  no- 
torio peligro  de  la  muerte :  é  atravesa- 
ron, é  al  tiempo  quel  sol  se  ponía,  llega- 
ron á  una  punta  que  hagia  allí  abrigo  é 
menos  mar,  é  salieron  allí  á  ellos  unas 


DE  INDIAS.  I.IÜ. 

canoas  6  los  hablaron,  é  fueron  siguién- 
dolos bien  una  lego  a  hasta  donde  tenían 
sus  casas  á  la  lengua  ó  costa  del  agua  ,  é 
delante  dellas  tenían  muchos  cántaros  é 
ollas  llenas  do  agua,  ó  mucho  pescado. 
É  assi  como  el  gobernador  saltó  en  tier- 
ra ,  salió  á  él  el  cacique ,  é  lo  llevó  á  su 
casa,  é  le  ofrescij  el  pescado  é  agua  que 
allí  tenia,  en  recompensa  de  lo  qual  los 
chrip-tianos  le  dieron  (píenlas  é  cascabe- 
les é  del  mabú  que  llevaban  en  las  bar- 
cas. E  aquella  mosina  noche,  estando  el 
Cacique  con  el  gobernador,  dieron  mu- 
chos indios  sobre  los  chripstianos,  é  ma- 
taron tres  hombres  que  estaban  cebados 
en  la  costa  enfermos,  ó  descalabraron  al 
gobernador  de  una  pedrada.  E  lo-  que 
allí  se  hallaron  con  el  prendieron  al  caci- 
que: el  qual  se  les  <ít\[ú  e  les  de\ó  en  las 
manos  una  manta  (pie  tenia  cobijada  de 
inarla- cebellinas  é  muy  buenas,  que  se- 
gund  dice  el  tbessorero  Cabcca  de  Vaca 
eran  excelentes,  las  mejores  quél  avia 
visto,  é  aun  todos  los  otros  españoles  de- 
cían lo  mesmo,  é  olian  á  almizque,  é 
olías  mantas  tomaron  de  martas,  pero 
no  eran  tales.  É  por  estar  el  gobernador 
herido  y  enfermo,  le  metieron  en  las  bar- 
cas con  todos  los  dolientes  é  dacos  que 
avia;  é  los  indios  les  acometieron  aquella 
noche  tres  veces,  é  al  íin  los  dexaron  á 
los  chripstianos :  é  fueron  muchos  de  los 
indios  bien  acuchillados,  é  de  los  espa- 
ñoles muchos  heridos  aquella  noche.  É 
allí  estovieron  dos  días  después,  en  los 
quales  no  pudieron  ver  indio  alguno. 

De  allí  se  partieron  en  sus  barcas,  é 
donde  á  tres  ó  qüatro  días  llegaron  á  en- 
trar por  unos  esteros,  ó  toparon  una  ca- 
noa ron  unos  indios,  é  pidiéronles  agua; 
é  diéronles  una  vassija  en  que  la  trüxes- 
sen,  é  fueron  con  ellos  dos  chripstianos, 
é  los  indios  que  por  rehenes  avian  que- 
dado en  las  barcas,  quisiéronse  echar  al 
agua  é  prendiéronlos.  É  otro  día  de  ma- 
ñana comencaron  á  venir  canoas,  é  los 


XXXV.  CAP.  II.  589 

chripstianos  salieron  de  los  esteros  á  la 
mar.  y  en  poco  más  tiempo  de  una  hora 
estaban  ya  veynte  canoas  é  tres  ó  quatro 
señores  principales  indios  en  ellas,  é 
traían  cubiertas  unas  mantas  de  aquellas 
muy  linas  martas  cebellinas  é  los  cabellos 
largos  é  sueltos:  é  pidieron  los  indios  que 
tenían  los  chripstianos,  é  los  chripstianos 
le-  pedían  los  do-  españoles,  é  los  indios 
replicaron  que  fuessen  con  ellos  á  sus  ca- 
sas, e  no  lo  (pusieron  hacer,  porque  la 
tierra  era  muy  anegada  é  de  muchos  es- 
teros. E  como  no  les  quisieron  dar  los  in- 
dios, pues  no  lomaban  los  chripstianos, 
comencaron  los  indios  á  tirar  varas  é  al- 
guna- flechas;  é  assi  passaron  con  ellos 
una  refriega  ha-la  que  los  dexaron.  É  se 
fueron  adelante  los  nuestros  é  andovieron 
otros  dos  días,  al  cabo  de  los  quales  la 
ban  a  en  que  \  lia  el  lliessorero  llegó  á 
una  punta  que  hacia  la  costa,  é  detrás 
della  a\in  un  rio  (pie  venia  de  avenida, 
muy  crescido  é  grande;  é  un  poco  más 
atrás  la  ban  a  del  gobernador  é  las  otras 
surgieron  en  unas  islas  que  estaban  allí 
cerca :  y  el  tbessorero  fué  á  ellos  é  les 
dixo  como  avia  descubierto  aquel  rio.  E 
pi  irque  allí  do  as  ian  hallado  leña  para  tos- 
lar  mahiz  é  a>  ia  dos  días  que  lo  comían 
crudo,  acordaron  de  se  yr  á  meter  en 
aquel  rio,  del  qual  en  la  mar  se  cogió 
agua  dulce:  é  yendo  cerca  dél,  en  el  em- 
boe, iinienlo  la  corriente  grande  dél  no  Ies 
dexaba  tomar  la  tierra-,  6  trabaxando  por 
la  tomar,  saltó  el  viento  en  el  Norte,  é 
con  él  é  con  la  mucha  corriente  los  metió 
más  en  la  mar.  É  navegaron  aquella  no- 
che é  otro  dia  siguiente  hasta  la  noche, 
que  se  hallaron  en  tres  bragas  de  hondo, 
é  por  aver  visto  aquella  tarde  muchas 
ahumadas  por  la  costa,  no  osaban  salir  en 
tierra  de  noche :  é  surgieron ,  é  como  la 
corriente  fué  mucha  é  no  tenian  anclas, 
sino  unas  bótalas  de  piedra,  las  corrientes 
los  sacaron  á  la  mar  aquella  noche ,  é 
quando  comencé  á  ser  de  dia,  no  vieron  la 


590 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


tierra  ni  ninguna  barca  vido  ú  otra.  É  as- 
si  el  thessorero  Alvar  Nuñoz  Cabeca  de 
Vaca,  ques  el  que  esto  cuenta,  siguió  su 
viage ;  é  á  hora  de  medio  dia  vido  dos 
barcas  dellas,  é  llegado  á  la  primera,  co- 
nosgió  que  era  la  del  gobernador ,  é  ovie- 
ron  habla,  y  el  gobernador  le  pidió  al 
thessorero  su  paresger  acerca  de  lo  que 
se  debia  hacer :  el  qual  le  dixo  que  reco- 
giesse  la  otra  barca  que  parescia ,  é  que 
todas  tres  juntas  yrian  donde  mandasse, 
y  él  respondió  que  queria  tomar  la  tierra 
á  fuerza  de  remos ,  é  que  assi  lo  higiesse 
el  thessorero  con  su  barca.  É  assi  le  fué 
siguiendo  obra  de  legua  y  media ,  é  cómo 
la  gente  yba  flaca  é  cansada ,  é  avia  tres 
dias  que  no  comian  sino  mahiz  crudo ,  é 
un  puño  dello  por  ragion,  no  pudieron 
tener  con  la  del  gobernador,  que  anda- 
ba más  y  era  más  ligera,  é  yba  menos 
ombaragada.  Y  el  thessorero  rogó  al  go- 
bernador que  le  higiesse  dar  un  cabo  á 
su  barca,  y  él  dixo  que  no  lo  podia  ha- 
ger:  que  higiesse  lo  que  pudiesse,  que 
no  era  tiempo  de  aguardar  á  nadie,  sino 
que  cada  uno  procurasse  de  escapar  la 
vida.  No  lo  dixo  assi  aquel  memorable 
conde  de  Niebla,  don  Enrique.de  Guz- 
man,  que  por  recoger  á  otros,  recogién- 
dolos en  su  barca,  se  hinchó  de  tantos 
quél  y  ellos  se  ahogaron  en  Gihraltar 
pero  el  thessorero  é  los  que  yban  con  él 
no  le  pedían  á  Narvacz  que  los  lomasse 
en  su  barca,  sino  que  les  diesse  un  cabo 
de  una  cuerda  para  que  su  barca  ayudas- 
se  á  andar  a  la  otra :  que  ya  que  se  le 
diera,  estaba  en  su  mano  soltarle  quando 
quisiera,  conviniéndole. 

Tornando  a  la  historia ,  oyda  la  impia- 
dosa respuesta  del  gobernador  Pamphilo, 
el  thessorero  le  siguió  un  rato  hasta  que 
se  perdió  de  vista ;  y  estonges  el  thesso- 
rero arribó  sobre  la  otra  barca  que  yba 
metida  en  la  mar,  la  qual  aguardó,  y  era 


la  que  llevaba  Peñalosa  y  el  capitán  Te- 
llez.  E  assi  juntas  estas  dos  barcas,  nave- 
garon tres  horas  hasta  la  noche,  é  con  la 
grand  hambre  que  llevaban,  é  con  aver- 
se  mojado  la  noche  antes  con  las  olas  de 
la  mar;  yba  toda  la  gente  cayda,  é  no 
avia  ginco  hombres  diestros.  É  assi  pas- 
saron  aquella  noche,  é  al  quarto  del  al- 
ba el  maestre  do  la  barca  del  thessorero 
echó  la  sonda,  é  halló  siete  bragas  de 
fondo ;  é  porque  la  reventagon  era  muy 
grande  de  las  hondas,  se  tovieron  á  la 
mar  hasta  que  amanesgió,  é  se  hallaron 
á  una  legua  de  tierra ,  é  pusieron  la  proa 
en  ella,  é  plugo  á  Dios  que  salieron  en 
salvo.  É  luego  el  thessorero  envió  un 
hombre  á  unos  árboles  que  se  paresgian, 
para  que  dende  engima  dellos  viesse  la 
tierra,  é  volvió  é  dixo  que  estaban  en  is- 
la. É  luego  volvió  á  atalayar  si  veria  al- 
gún camino  ó  vela ,  é  tornó  en  la  tarde  é 
dixo  que  avia  hallado  é  traía  un  poco  de 
pez ,  é  tras  él  venían  tres  indios ,  é  tras 
aquellos  otros  dosgientos  todos  flecheros; 
é  teuian  las  orejas  horadadas  é  por  ellas 
metidos  unos  cañutos  de  cañas.  Y  el  thes- 
sorero y  el  veedor  salieron  á  ellos  é  los 
llamaron ,  y  ellos  vinieron  ,  é  les  dieron 
los  chripstianos  de  los  rescates  que  lleva- 
ban, é  cada  uno  de  los  indios  dio  una 
flecha  en  señal  de  amistad ,  é  dixeron 
por  señas  que  otro  dia,  en  saliendo  el  sol, 
les  traerían  de  comer  á  los  chripstianos. 
É  assi  lo  higicron;  porque  luego  otro  dia 
por  la  mañana  volvieron  é  truxeron  pes- 
cado é  unas  raygcs  de  las  quellos  comian, 
é  otro  dia  siguiente  hicieron  lo  mesmo:  é 
allí  se  proveyeron  de  agua  é  se  embarca- 
ron para  seguir  su  camino.  É  para  echar 
la  barca  al  agua,  se  desnudaron,  é  yendo 
assi  metiéndola  á  la  mar,  les  dió  un  golpe 
dr  agua  [xii-  la  proa  é  mojó  la  una  banda 
por  donde  yban  remando,  é  con  el  agua 
y  el  frío  soltaron  los  remos,  é  alravessó- 


I    Johan  de  Mena  en  sus  Trescientas,  i  su  co- 


mentador en  la  copla  CLIX  ('•  dende  adclanlc. 


DE  INDIAS.  LIH.  XXXV.  CAP.  II. 


se  lu  barca  :  é  tlióles  luego  una  ola  otro 
golpe  de  mar  é  trastornóla,  y  ol  veedor 
6  oíros  dos  se  asieron  a  ella ,  é  los  tomó 
debaxo  é  los  anegó,  é  los  demás  escapa- 
ron encueros,  sin  salvar  cosa  alguna  de 
qnaotO  llevaban.  Y  eslovieron  aquel  dia 
en  la  cosía  con  muy  grandissimo  frió 
basta  la  tarde ,  que  tornaron  los  indios  á 
verlos,  ó  cómo  los  bailaron  assi,  comen- 
taron á  llorar  con  los  cbripslianos,  como 
quien  se  dolia  de  su  trabaxo;  é  assi  el 
thcssorero  les  rogó  que  los  llevassen  á 
sus  casas  (y  ellos  lo  lucieron)  á  dó  eslo- 


vieron aquella  nocbe:  é  otro  dia  de  ma- 
ñana les  dixeron  los  indios  que  avia  otros 
como  los  cbripslianos  cerca  de  allí,  por 
lo  qual  el  thessorero  envió  dos  hombres 
ó  saber  quien  eran,  ó  bailaron  que  era 
Alonso  del  Castillo  é  Andrés  Dorantes  ó 
(oda  la  gente  que  en  su  barca  yban  :  la 
qual  assimesmo  avia  dado  al  través  en  la 
mesma  isla  a  cinco  de  nov  iembre ,  é  la 
del  tbcssorero  avia  salido  otro  dia  ade- 
lante a  la  costa.  Los  quales  partieron  con 
el  thessorero  é  su  compañía  do  la  ropa  é 
comida,  que  era  bien  poca. 


CAPITULO  III. 

En  que  se  traclan  otros  nuevos  Irabaxos  de  aquesta  gente ,  c  cómo  se  perdió  el  capitán  Pampliilo  de  Nar- 
vacz,  é  cómo  estos  pecadores  españoles  vinieron  &  lanía  nescessidad  que  enlrellos  ovo  de  comida  que 
los  unos  dieron  manjar  de  los  oíros  ;  c  oirás  dcsavcnluras  se  cuentan  nunca  oydas  ni  padescidas ,  ni  tan 
largas  é  continuas  como  aquesta  gente  tuvo ,  con  que  los  más  ó  quassi  lodos  se  acabaron. 


wuando  el  tbcssorero  Cabcca  de  Vaca 
é  los  de  su  barca  se  juntaron  con  los  de 
la  otra  que;  también  avia  dado  al  través, 
segund  se  dixo  en  el  capítulo  preceden- 
te, acordaron  de  adobar  su  barca  é  yrsc 
en  ella,  é  puesto  en  obra,  lo  mejor  que 
pudieron  la  adobaron  y  cebaron  al  agua; 
pero  no  se  pudieron  sostener  en  ella  de 
broma  é  otras  faltas,  é  assi  ovieron  de 
dar  en  ella  al  través,  é  acordaron  de  in- 
vernar en  aquella  isla  por  no  poder  Iki- 
ccr  otra  cosa.  Y  enviaron  á  un  hidalgo 
llamado  Figueroa,  6  con  él  otros  tres 
cbripslianos  é  á  un  indio,  para  que  se 
fuessen  a  Panuco  (creyendo  que  estaban 
cerca  de  Panuco)  é  que  diessen  aviso  de 
dónde  é  cómo  quedaban  cssolros;  pero  á 
cabo  de  cinco  ó  seys  dias  se  los  comen- 
có  á  morir  la  gente,  é  fué  tanta  la  fiam- 
bre,  que  se  comieron  cinco  hombres 
unos  á  otros.  Dió  assimesmo  una  dolen- 
cia de  estómago  en  los  naturales  de  la 
tierra,  que  se  murieron  la  mitad  dcllos, 
6  viendo  esto  los  indios ,  tenían  pensado 
de  matar  essos  pocos  cbripslianos  que 


quedaban  vivos,  é  decían  qucllos  les 
avian  HeVado  aquel  mal  é  pestilencia  á  la 
tierra.  K  quiso  Dios  que;  un  principal  dc- 
llos dixo  que  no  se  avia  de  bafer  assi,  ni 
debian  creer  que  aquellos  cbripslianos 
les  avian  traydo  tal  enfermedad,  pues 
vian  quellos  también  se  avian  muerto  é 
no  quedaban  sino  muy  pocos,  é  que  si 
loschripstiauQS  ovieran  llevado  aquel  mal, 
que  no  se  avian  de  morir.  Assi  por  esto 
que  dixo  aquel  principal  dexaron  de  ma- 
tar a  los  chripstianos. 

Segund  ellos  estaban,  más  crueldad  fué 
para  los  españoles  dexarlos  vivos  é  no 
miliarios,  que  no  conservarlos  con  cssa 
piedad  en  tanta  penitencia  é  hambre  é 
suplicio,,  pues  que  se  estaban  dos  ó  tres 
dias  sin  comer  bocado.  É  a  causa  de  es- 
lar  lodos  enfermos  c  morirse  como  se  mo- 
rían los  naturales,  acordaron  de  se  pas- 
sar  á  la  Tierra  Firme  á  unos  anegadizos 
é  paludes  á  comer  ostiones,  los  quales 
comen  tres  ó  quatro  meses  del  año  los  in- 
dios, sin  comer  otra  cosa  alguna;  é  pa- 
descen  muclia  hambre,  é  grandíssimo  tra- 


592 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


baso  en  6e  defender,  de  dia  é  de  noche, 
de  los  mosquitos,  que  hay  tantos  ques  co- 
sa incomportable  sufrirlos,  é  no  tienen 
leña  ni  agua ,  sino  salobre :  é  otros  quatro 
meses  del  año  comen  hierbas  del  campo 
é  carcamoras ;  é  dos  meses  otros  chupan 
unas  rayces,  é  comen  unas  arañas  muy 
grandes  é  lagartijas  é  culebras  é  ratones 
(puesto  que  algunas  veges  tienen  venados 
é  otros  dos  meses  comen  pescado)  que 
matan  en  canoas,  é  otras  rayces  comen 
que  son  como  turmas  de  tierra,  que  sacan 
del  agua.  Aquella  gente  es  muy  bien  dis- 
puesta, é  las  mugeres  son  de  grandíssi- 
mo  trabaxo.  Á  Alonso  del  Castillo  é  An- 
drés Dorantes,  los  indios  los  passaron 
consigo  á  la  Tierra-Firme  á  comer  de 
aquellos  ostiones,  adonde  estovieron  has- 
ta en  fin  del  mes  de  marco,  año  de  mili 
6  quinientos  é  veynte  y  nueve,  que  so 
volvieron  á  la  mesma  isla :  é  recogieron 
los  chripstianos  que  hallaron  vivos,  que 
ya  no  eran  más  de  catorce,  é  dexaron 
allí  dos,  porque  estaban  flaquíssimos  é  sin 
ninguna  fuerca.  Y  el  thessorero  Cabega 
de  Vaca  estaba  en  la  otra  parte  de  la  tier- 
ra, muy  doliente  é  sin  esperanca  de  vi- 
vir ,  y  ellos  passaron  al  ancón  é  se  vinie- 
ron al  luengo  de  la  costa:  y  el  thessorero 
se  quedó  allí  dó  estaba  cinco  años  é  me- 
dio, cavando  dende  la  mañana  hasta  la 
noche ,  sacando  ráyeos  con  una  coa  ó  pa- 
lo que  usan  los  indios  para  aquello,  de- 
baxo  de  tierra  ó  debaxo  del  agua ,  6  tra- 
yendo cada  dia  una  carga  ó  dos  de  leña 
á  cuestas  sobre  la  carne  é  carona  delta,, 
sin  tener  ropa  alguna,  sino  como  salvage 
ó  indio.  É  assi  los  servia  á  los  indios  en 
el  exergigio  ya  dicho,  y  en  las  otras  co- 
sas que  le  mandaban,  é  de  llevarles  la 
casa  ó  su  hato  á  cuestas,  porque  de  tres 
;i  quatro  dias  se  mudan,  porque  es  assi 
su  costumbre,  é  no  tienen  assienlo  pro- 
prio  por  la  mueha  hambre  que  tienen  por 
toda  aquella  tierra,  buscando  rayces;  é 
no  comen  poco  ni  mucho  de  mahiz,  ni  lo 


alcangan,  ni  se  siembra  cosa  alguna  des- 
ta  vida.  La  tierra  es  muy  sana  é  templa- 
da ,  salvo  quando  vienta  el  Norte  por  in- 
vierno, que  aun  los  pescados  se  hielan, 
dentro  de  la  mar,  de  frió. 

Andrés  Dorantes  dixo  que  vido  nevar 
é  apedrear  juntamente  en  un  dia,  é  ques 
tan  grande  la  hambre  que  allí  se  padesge 
quanto  se  puede  encaresger,  é  que  ade- 
lante la  hallaron  mayor.  É  dige  questa 
gente  siente  más  el  morir  que  todas  las 
quél  avia  visto,  é  que  assi  los  lloraban  á 
los  defunclos  con  mucho  dolor  é  atengion. 

Visto  el  trabaxo  ser  tan  grande  y  ex- 
.  gesivo,  comengó  este  cavallero  á  contrac- 
lar  enf rellos ,  é  á  traerles  de  otras  partes 
lo  quellos  no  alcangaban  é  avian  menes- 
ter; y  entendiendo  en  esto,  entró  algunas 
veges  la  tierra  adentro,  é  fué  por  el  luen- 
go de  la  costa  quarenta  leguas  adelante; 
é  passó  tres  veges  que  fué  un  ancón ,  el 
qual  dige  que  cree,  que  por  las  señas  dél, 
es  el  que  llaman  del  Espíritu  Sancto.  É 
dos  veges  volvió  aquellas  quarenta  leguas 
por  traer  un  chripstiano  que  avia  queda- 
do vivo  de  los  dos  que  avian  dexado  Cas- 
tillo y  Dorantes  allí  muy  flacos,  quando  se 
partieron  de  la  isla ,  quel  otro  ya  era 
muerto;  é  lo  sacaron  la  postrera  vez,  é 
lo  Iruxo  dessotra  parte  del  dicho  ancón 
del  Espíritu  Sánelo  diez  leguas  adelante 
á  otros  indios,  que  tenian  guerra  con  los 
que  avian  passado  del  Espíritu  Sánelo: 
los  quales  les  dixeron  sus  nombres  é  que 
avian  muerto  otros  tres  ó  quatro  chrips- 
tianos, é  que  los  demás  se  avian  muerto 
allí  gerca  de  hambre  é  de  frió  todos,  é 
que  los  que  eran  vivos  estaban  muy  mal- 
traclados.  É  dixéronles  muchas  malas 
nuevas  junto  con  esto  á  estos  dos  chripstia- 
nos (digo  á  este  Dorantes  é  al  compañe- 
ro que  avia  cobrado)  é  les  ponian  flechas 
en  el  coragon,  é  los  amenagaban  que  los 
avian  de  matar,  é  de  miedo  deslo  el  olio 
chripstiano  se  tornó  atrás,  é  dexó  al  Do- 
rantes, que  no  le  pudo  detener.  É  donde 


DE  INDIAS.  I.Ilt.  XXXV.  CAP.  III. 


593 


á  dos  ó  tres  (lias  que  allí  quedo,  se  parí ¡6 
#  de  allí  escondidamente ,  é  to|)ó  con  dos 
iuiliosquelo  llevaron  adonde  estaban  Do- 
rantes e  Alonso  del  Castillo. 

Llegado ,  pues ,  Andrés  Dorantes  adon- 
de estaban  estos  dos  ehripstianos  é  los 
que  más  se  dirán ,  aguardó  allí  á  un  indio 
suyo;  é  primero  dia  de  abril  se  partieron 
de  allí  el  dicho  Andrés  Dorantes  ó  Alon- 
so del  Castillo  é  Diego  Dorantes  é  Pedro 
Valdivieso;  y  el  Asturiano  clérigo  é  un 
negro  estaban  en  una  isla,  atrás  de  donde 
perdieron  las  barcas,  adonde  se  avian 
paseado  por  la  mucha  hambre  que  allí  te- 
nían, é  los  indios  los  tornaron  á  passar 
el  ancón  otra  vez,  en  una  canoa,  adonde 
avían  perdido  las  barcas,  ó  estaban  cssos 
pocos  ehripstianos  que  avian  escapado  de 
la  hambre  é  frío  del  invierno;  é  allí  loma- 
ron otros  seys.  Assi  que  eran  ya  doce 
ehripstianos  por  todos.  E  quedáronse  en 
la  isla  dos  que  por  llaqucea  no  los  pu- 
dieron llevar,  é  Cabeca  de  Vaca  é  otro 
chripstiano  que  estaban  más  adentro,  que 
no  los  pudieron  aver  para  tracllos;  é  los 
indios  los  fueron  á  passar  otro  ancón  por 
Ciertas  cosas  que  les  dieron.  E  de  allí  an- 
duvieron dos  leguas  hasta  un  rio  grande, 
que  comentaba  á  crcsccr  por  avenidas  é 
lluvias,  é  allí  hicieron  balsas,  en  que  pas- 
saron  con  mucho  trabaxo,  porque  avia 
entrellos  pocos  nadadores:  c  (leude  allí 
fueron  tres  leguas  hasta  otro  rio  que  ve- 
nia muy  poderoso  é  avenido,  ó  con  tan- 
ta furia  que  salía  el  agua  dulce  muy  grand 
rato  en  la  mar.  E  allí  se  hicieron  assimes- 
roo  unas  balsas,  é  le  passaron  en  ellas;  é 
la  primera  passó  bien,  porque  se  ayuda- 
ban, é  la  segunda  los  sacó  á  la  mar,  por- 
que cómo  venían  flacos  é  cansados  del 
trabaxoso  invierno  passado  é  del  camino, 
e  no  comían  otra  cosa  sino  una  hierba  que 
llaman  pedrera  (que  avia  mucha  por  la 
costa)  de  la  qual  en  España  hacen  vidro, 
e  unos  cangrejos  que  crian  en  cuevas  en 
la  costa ,  é  no  tienen  quassi  otra  co- 

tomo  ni. 


sa  sino  la  cascara,  no  tuvieron  fuerca  los 
que  en  aquella  balsa  yban  para  salir  en 
salvo;  é  allí  se  ahogaron  dos  hombres,  6 
otros  dos  salieron  á  nado,  é  la  balsa  sa- 
lió con  la  corriente  á  la  mar  más  de  una 
legua,  con  un  hombre  asido  á  ella:  é có- 
mo sevido  fuera  de  la  corriente,  se  subió 
encima  é  hico  vela  de  su  propria  perso- 
na, y  el  viento  era  de  la  mar  é  lo  tornó 
á  echar  en  tierra,  y  escapó. 

No  quedaban  ya  sino  diez  de  los  doce 
qnes  dicho  que  avian  salido,  é  allí  halla- 
ron otro  chripstiano,  que  también  se  fué 
con  ellos;  é  desque  ovieron  andado  tres 
o  quotro  leguas,  toparon  otro  rio,  é  allí 
hallaron  otra  barca  de  las  cinco  suyas, 
que  conoscieron  ser  la  en  que  yba  el  con- 
tador Alonso  Enriquez  y  el  comisario ;  pe- 
ro no  supieron  que  se  avia  hecho  la  gen- 
te della.  É  anduvieron  otras  cinco  ó  seys 
leguas  hasta  otro  rio  grande,  en  que  es- 
taban dos  ranchos  de  indios ,  los  quales 
huyeron;  é  de  la  otra  parte  del  rio  pas- 
saron indios  á  los  ehripstianos  c  los  co- 
noscieron ,  porque  por  allí  avian  visto  ya 
á  los  de  la  barca  del  gobernador  é  de  la 
barca  de  Alonso  Enriquez;  é  asegurándo- 
se, passáronlos  en  una  canoa  el  rio.  Lle- 
váronlos á  sus  casas,  en  las  quales  nin- 
guna cosa  tenían  que  comer;  pero  dié- 
i'Onles  un  poco  de  pescado,  con  que  pas- 
saron essu  noche. 

El  dia  siguiente  se  partieron  de  allí,  ó 
al  (piarlo  dia  llegaron  á  un  ancón,  avién- 
doseles  muerto  en  el  camino  dos  hombres 
de  hambreé  de  cansados:  por  manera 
que  ya  no  quedaban  sino  nueve  perso- 
nas. Este  ancón  era  ancho,  é  tenia  quas- 
si una  legua  de  través,  é  hace  una  punta 
baria  la  parte  de  Panuco,  que  sale  á  la 
mar  quassi  un  quarto  de  legua,  con  unos 
mogotes  de  arena  blanca  é  grandes,  que 
de  racon  se  deben  de  parescer  dende  lé- 
xos  en  la  mar,é  poreslo  sospecharon  que 
debe  ser  el  rio  del  Espíritu  Sancto.  É  allí 

se  vieron  muy  fatigados,  pomo  poder  ha- 

75 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


llar  manera  para  passar;  [>ero  en  fin  ha- 
llaron una  canoa  quebrada,  é  aderesgá- 
ronla  lo  mejor  que  pudieron,  y  en  dos 
días  que  estovieron  allí  passaron  el  an- 
cón, é  fuéronse  su  camino  muy  fatigados 
de  la  hambre ,  ó  los  más  yban  hinchados 
de  las  hierbas  que  comían;  é  llegaron  con 
mucho  trabaxo  hasta  un  ancón  pequeño, 
que  estaba  doge  leguas  adelante.  Éste 
ancón  tenia  poca  traviessa,  que  no  era 
sino  como  un  rio  en  la  anchura,  é  allí 
pararon  el  dia  que  llegaron;  é  otro  dia 
siguiente  vieron  de  la  otra  parte  un  in- 
dio, pero  aunque  le  llamaron,  no  quiso 
venir ,  é  se  fué :  ó  volvió  á  la  tarde  é  tru- 
xo  consigo  un  chripstiano,  que  se  llamaba 
Figucroa ,  y  era  uno  de  los  quatro  que 
avian  enviado  el  invierno  passado  á  ver 
si  podian  aportará  tierra  de  chripstianos, 
como  ya  queda  dicho.  E  luego  passaron 
el  indio  y  el  chripstiano  donde  los  nueve 
estaban:  é  allí  les  dixo  cómo  los  otros  tres 
compañeros  se  avian  muerto ,  los  dos  de 
hambre ,  y  el  otro  avian  matado  los  in- 
dios ;  é  les  dixo  cómo  avia  topado  con  un 
chripstiano  que  llamaban  Esqutvel ,  que 
solo  avia  escapado  de  las  dos  barcas  del 
gobernador  é  de  Alonso  Enriquez,  co- 
miendo carne  de  los  que  se  morian,  é 
•pie  todos  los  demás  eran  muertos  de 
hambre  ,  é  algunos  dellos  comiéndose 
unos  á  otros;  é  que  la  barca  de  Alonso 
Enriquez  avia  dado  al  través  donde  estos 
oírosla  avian  hallado,  como  queda  di- 
cho. E  que  viniéndose  la  costa  adelante, 
topó  el  gobernador  con  ellos,  que  aun 
venia  en  su  barca  por  ia  mar;  é  cómo  los 
vido,  determinó  de  echar  toda  su  gente  en 
tierra  para  que  se  fuessen  junto  con  la 
costa,  porque  la  barca  fuesse  más  ligera, 
é  porque  ellos  yban  fatigados  de  la  mar 
é  no  llevaban  cosa  alguna  que  comer,  é 
qué]  se  avia  quedado  en  la  barca  á  vista 
dellos,  para  quando  oviesse  algún  ancón 
ó  rio  passarlos  á  todos  en  la  barca :  6  que 
assi  llegaron  al  ancón  ques  dicho  que 


creian  ques  el  del  Espíritu  Sancto;  é  allí  el 
gobernador  passó  la  gente  toda  de  la  otra  . 
parte  del  ancón ,  y  él  se  quedó  en  la  bar- 
ca, que  no  quiso  saltar  en  tierra,  é  que- 
daron solamente  con  él  un  piloto  que  se 
llamaba  Antón  Pérez ,  é  un  page  sujo  que 
se  degia  Campo:  é  que  assi  cómo  ano- 
chesgíó,  vino  un  Norte  muy  regio  que  los 
llevó  á  la  mar,  que  nunca  más  se  supo 
dellos;  é  quel  gobernador  yba  muy  flaco 
y  enfermo  é  lleno  de  lepra ,  é  los  que  con 
él  yban  no  estaban  muy  recios,  por  lo 
qual  es  de  creer  que  la  mar  los  comió ;  é 
que  toda  la  gente  que  allí  avian  quedado 
se  avian  entrado  por  giertos  paludos  é 
anegadizos  que  allí  avia ,  é  por  la  tierra 
adentro,  cómo  gente  sin  remedio,  donde 
lodos  murieron  aquel  invierno  passado  de 
hambre  é  de  frió,  é  comiéndose  algunos 
dellos  á  los  otros,  cómo  es  dicho.  É  no 
les  supo  decir  otra  cosa  sino  quel  Esqui- 
vel  andaba  por  allí,  que  lo  tenían  unos 
indios ,  ó  que  podria  ser  que  presto  lo 
viessen ;  pero  donde  ahí  á  un  mes ,  poco 
más  ó  menos,  se  supo  que  los  indios  con 
quien  estaba,  le  avian  muerto  porque  se 
avia  ydo  dellos ,  é  que  salieron  Irás  él  é 
que  lo  mataron. 

Allí  estovieron  con  este  chripstiano  un 
rato,  oyéndole  estas  malas  nuevas  ques 
dicho;  é  porque  el  indio  con  quien  él  ve- 
nia no  le  quería  dexar,  fuéle  forrado  á 
yrse  con  él;  é  porque  essolros  no  sabian 
nadar,  no  pudieron  yr  con  ellos  sino  dos 
chripstianos,  de  los  quales  el  uno  era  un 
clérigo  que  se  llamaba  Asturiano,  y  el 
otro  era  un  mancebo  nadador,  porque 
ninguno  otro  sabia  nadar  de  los  que  que- 
daban. Y  estos  dos  fueron  con  intensión 
de  traer  algún  pescado  que  les  dixoron 
que  tenían,  ó  que  tornarían  á  passarlos 
el  ancón ;  é  cómo  los  indios  los  vieron 
allá  en  sus  casas,  no  quisieron  volver  con 
ellos  ni  dexarlos  tornar:  antes  mudaron 
sus  casas  en  sus  canoas  é  lleváronse  los 
otros  dos  chripstianos  consigo,  digiéndo- 


DE  INDIAS.  LID.  XXXV.  CAP.  III. 


les  que  luego  volverían,  é  que  yban  qer- 
ca  de  allí  por  una  cierta  hoja  quellos  acos- 
tumbran coger,  de  que  liaren  cierto  bre- 
vage,  el  qual  beben  caliente  quanto  lo 
pueden  sufrir.  Y  el  uno  de  los  dos  chrips- 
tianos  se  tornó  olro  dia  de  mañana  á  de- 
cirles eslo,  6  á  les  traer  a  cssotros  siete 
chripstianos  un  poco  de  pescado  que  le 
avian  dado;  y  estuvieron  allí  aquel  dia 
por  la  macha  qescessidad  que  tenían. 

Otro  dia  siguiente  vieron  por  la  mañana 
dos  indios,  de  la  otra  parir,  querrán  ,|r 
un  rancho  é  veníanse  á  poner  allí  á  comer 
Varcaiuoras ,  que  las  avia  en  algunas  par- 
tes du  aquella  costa ,  ó  andaban  á  ellas 
una  temporada,  en  tanto  que  les  turan, 
que  les  salien  muy  liien,  é  les  son  bastí- 
mento  que  los  sostiene  quando  las  hay. 
E  llamáronlos,  ó  passaron  donde  estos 
chripstianos  eslahan,  como  á  gente  que 
los  tenían  en  poco,  c  aun  Irs  tomaron 
fiarle  de  lo  que  tenían ,  quassi  por  fuer- 
va  ;  é  rogáronlos  que  los  passassen ,  ó  as- 
si  lo  hicieron  en  una  canoa,  6  los  lleva- 
ron á  sus  casas,  que  estaban  allí  junto, 
e  aquella  noche  les  dieron  un  poco  de 
pescado.  K  otro  dia  fueron  á  pescar  e  tor- 
naron de  noche  con  pescado,  é  les  dieron 
una  parle  dello  ;  e  luego  otro  dia  siguien- 
te se  mudaron  e  los  llevaron  consigo,  de 
manera  que  nunca  más  pudieron  ver  á  los 
otros  dos  chripstianos,  que  los  indios 
avian  llevado. 

¡Inmenso  Dios  ,  qué  truhaxos  tan  ex- 
cesivos para  tan  corta  vida  como  la  del 
bombrel  [Qué  tormentos  tan  inauditos  pa- 
ra un  cuerpo  humano!  ¡Qué  hambres  tan 
inloleraliles  para  una  persona  tan  Haca' 
¡Qué  desaventuras  tan  extremadas  para 
carne  tan  sensible!  ¡Qué  muertes  tan  des- 
esperadas para  un  entendimiento  tan  ra- 
zonable! ¿Con  que  pagaron  los  capitanes 
é  ministros  destos  viages,  que  tan  enga- 
ñados é  hurlados  llevaron  á  tantos  tristes 
á  morir  de  tales  muertes?  Puédese  res- 
ponder que  ellos  los  pagaron  con  sus 


mismas  cohdicias,  que  dieron  crédito  á 
sus  palabras. 

Ya  sabemos  que  Pamphilo  de  Narvaez 
nunca  estuvo  en  aquella  tierra,  adonde 
pensó  llevar  esta  gente ,  pensando  ser  se- 
ñor é  gobernador,  é  parésceme  que  á  sí 
solo  no  supo  gobernar.  ¿Puede  ser  mayor 
li\  ¡andad  que  escuchar  é  seguir  tales  ada- 
lides.' Y  ved  (fue  lan  diestros  eran  sus  pi- 
lotos, que  tampoco  supieron  dónde  y  han 
ni  donde  estaban,  (piando  á  aquella  tier- 
ra passaron!...  B  assi  acabaron  los  hom- 
bres de  la  mar  como  los  de  la  tierra  con 
malas  muertes,  sin  entenderse  los  unos 
ni  los  otros. 

.Morir  en  una  batalla  muchos,  ó  ane- 
garse 60  un  viage,  porque  se  perdió  la 
nao,  por  tiempo  6  por  otro  caso  fortuito 
donde  muchos  perescieron ,  ó  con  una 
pestilencia  terrible  é  presta,  todas  estas 
cosas  son  de  mucho  terror  y  rigurosas  é 
infelices  á  los  que  laspadéscen;  mas  aun 
en  aquestos  males  hay  alguna  parte  de 
bien ,  porque  el  que  muere  en  la  batalla 
o  va  a  la  guerra ,  si  es  chripsliano  va  con- 
fessado  é  dexa  fecho  su  testamento  ó  or- 
denada su  ánima,  é  continúa  la  guerra, 
sirviendo  á  su  príncipe  :  é  aqueste  tal 
puede  moi  ir  en  estado  é  camino  de  sal- 
vación, pues  ques  mandado  de  su  rey  ó 
señor,  á  quien  ni  puede  ni  debe  faltar,  sin 
caer  en  vergüenza  ni  incurrir  en  culpa  de 
mal  vassallo  ó  criado.  El  que  se  anega, 
como  es  dicho ,  antes  que  principie  su  na- 
vegación ni  entre  en  la  mar,  se  coníiessa 
6  comulga  é  ordena  su  ánima,  como  ca- 
thólico,  é  después  sigue  su  camino,  si  es 
mandado,  por  cumplir  con  lo  que  debe; 
é  si  es  por  su  motivo ,  si  es  mercader ,  ó 
le  conviene  por  otras  causas  justas,  que 
tienen  disculpa  honesta,  aunque  la  muer- 
te se  atraviesse ,  é  también  por  buscar  de 
comer  sin  perjuicio  de  tercero.  Y  si ,  co- 
mo es  dicho,  la  muerte  fué  pestilencial  é 
arrebatada,  también  dá  Dios  en  tal  caso, 
por  su  clemencia,  tiempo  para  reparar  sus 


5í)0 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ánimas  á  los  que  assi  mueren.  Mas  aques- 
tos sin  ventura ,  que  con  tantos  é  tan  di- 
verssos  géneros  de  muertes  padescieron, 
¿qué  se  les  puede  igualar  con  traerlos  su 
mala  dicha  é  pecados  á  comerse  unos  á 
otros,  é  á  morirse  rabiando  de  hambre  é 
de  sed ,  é  de  otras  enfermedades  é  tra- 
ba ms,  nunca  por  hombres  padescidos  ni 
tan  continuos? 

Yo  os  digo,  cavallero  pobre,  ó  hidal- 
go nescessitado,  ó  artesano  de  mal  re- 
posso,  ó  villano  mal  consejado,  que  vos- 
otros é  todos  los  que  dcstas  calidades  os 
hallastes  en  esta  armada,  que  tenés  jus- 
ta paga  de  vuestro  mal  acuerdo.  Porque 
al  pobre  cavallero  fuera  más  seguro  es- 
tado el  que  se  tenia ,  sirviendo  á  otros 
mayores:  y  al  escudero  excrcilándosc  de 
manera  que  si  no  le  pudiera  bastar  su  ha- 
cienda, bastara  él  á  ella;  y  al  artesano 
no  desamparar  su  officio ,  ni  al  villano  su 
arado ;  porque  en  el  cavar  y  en  las  otras 
labores  y  agricoltura,  que  dexó  por  ve- 
nir a  las  Indias,  avia  más  seguridad  y 
quietad  para  el  cuerpo  é  para  el  ánima, 
que  no  escoger  una  liviandad  tan  notoria 
é  peligrosa  como  hicistes  en  seguir  á 
Pamphilo  de  Naryaez.  De  Cuba  supiera 
él  muy  bien  deciros  lo  que  hay  en  ella  é 
dónde  anduvo;  pero  adonde  os  llevó,  él 
no  lo  sabia ,  ni  fué  adonde  pensaba  yr :  é 
ya  que  fuera,  tampoco  lo  avia  visto,  ni 
sabia  lo  (pie  era  aquello  que  buscaba,  si- 
no que  quiso  dexar  su  reposso  por  man- 
dar. Y  si  á  sí  solo  desasosegara ,  no  fue- 
ra tan  crescido  el  daño;  pero  de  su  in- 
vención é  mal  consejo  os  cupo  tanta  parte 
como  á  él ,  pues  ni  él  escapó  de  la  muer- 
te, ni  dexó  de  dárosla  á  todos. 


Hacedmo  agora  saber  ,  los  que  aveys 
leydo,  si  oystes  ni  supist'es  otra  gente 
tan  desdichada  ni  tan  trabaxada  ni  tan 
mal  aconsejada.  Buscad  essa  peregrina- 
ción de  Ulixes,.ó  essa  navegación  de 
Jasson,  ó  los  trabaxos  de  Hércoles,  que 
todo  esso  es  ficciones  é  metáphoras ,  que 
entendidas  como  se  deben  entender,  ni 
hallareys  de  qué  os  maravillar  ,  ni  son 
comparación  igual  con  los  trabaxos  des- 
tos  pecadores  que  tan  infelice  camino  é 
fin  hicieron.  É  qualquiera  de  todos  estos 
padesgió  más  que  los  tres  capitanes  ques 
dicho,  aunque  con  ellos  pongays  á  Per- 
seo  con  su  Medusa,  si  por  estos  passos 
anduvieran  questos  anduvieron. 

¡Oh  maldito  oro!  ¡oh  thessoros  é  ga- 
nancias de  tanto  peligro!  ¡oh  martas  ce- 
bellinas! Bien  creo  yo  que  si  al  prescio 
questos  ovieron  aquella  manta  (que  ha  di- 
cho la  historia  que  se  le  quedó  á  Narvaez 
á  vueltas  de  aquella  pedrada)  se  alcan- 
cassen  estos  enforros  cotidianos  que  los 
inviernos  usan  los  príncipes  é  señores 
principales  en  Europa,  que  las  tendrían 
en  más;  pero  essas  cómpranse  con  dine- 
ros, y  estotras  con  sangre  é  con  las  vi- 
das, é  aun  no  las  pudieron  sacar  ni  traer 
de  entre  aquellas  gentes  salvages. 

Tornemos  á  la  historia,  que  no  ave- 
rnos llegado  al  cabo,  aunque  de  la  gente 
de  Narvaez  ya  no  nos  quedan  sino  tan 
pocos  hombres  de  lodos  quantos  llevó, 
como  se  ha  dicho  de  susso,  é  como  lo 
oyrés  en  el  capítulo  siguiente,  proce- 
diendo en  la  inesina  relación  de  aquel 
cavallero  Alvar  Nuñcz  Cabeca  de  Yaca  é 
sus  consortes. 


l)L  INDIAS.  1.115.  XXXV.  CAI'.  IV. 


CAPITULO  IV. 

En  el  qiial  se  cuentan  oíros  Imitases  é  cautiverio  que  padcsiieron  eslos  hidalgos  Alvar  Nuñez  Cabera  do 
Vaca  é  Andrea  Dorantes  i  .Alonso  del  Caslillo  é  un  negro ;  é  cómo  se  juntaron  lodos  qualro  ¿  'determina- 
ron de  morir  ó  salir  de  enlre  aquella  mala  generación  de  indios  a  buscar  tierra  de  cluipslianos  ,  é  lo  que 
les  subi,-ediú,  procurando  de  seguir  su  buen  desseo. 


v-<<>riio  un  c;i[)itan  tt  nombre  de  repota* 
cion  6  persona  de  las  qoe  destas  partos 
ó  Indias  van  á  España  (  y  en  especial  los 
que  \,in  ¡i  pedir  goliernai  iones  e  nuevas 

conqoistas,  é  Babeo  medianamente  me- 
near la  lengua  para  allegar  gente)  se  po- 
ne á  derramar  palabras  entre  los  qoe  no 
lo  entienden,  lodos  los  talesqne  le  escu- 
chan piensan  que  lodo  quanlo  acá  hay, 
sin  que  quede  isla  ni  palmo  ni  rincón  de 
la  Tierra-Firme  é  de  las  Indias,  lo  sabe  é 
lo  ha  visto  y  andado  y  lo  tiene  muy  bien 
entendido  (é  aun  no  dexan  cssos  tales 
predicadores  de  hablar  en  lodo),  ó  aque- 
llos indollos  oyentes  se  les  figura  y  creen 
que  las  India-  serán  como  un  revno  de 
Portugal  ó  de  Navarra,  6  á  lo  menos  una 
cosa  recogida  ó  breve  terreno,  donde  to- 
dos los  que  acá  están  Babeo  los  unos  de 
los  otros  é  se  pueden  comunicar  con  la 
facilidad  que  donde  Córdova  á  (¡ranada  ó 
Sevilla,  ó  ([uando  má-  léxos  donde  Cas- 
tilia  á  Vizcaya.  Y  de  aqui  resultan  unos 
sobrescriptos  di' carias  que  por  acá  vienen 
de  las  ignorantes  madres  ó  mujeres  que 
buscan  y  escriben  á  sus  hijos  é  maridos, 
é  otros  á  sus  parientes,  é  dicen  assi:  «A 
mi  dossoado  hijo  Poro  Rodríguez,  en  las 
Indias»;  ques  como  si  dixesse:  «A  mi  hi- 
jo Mahoma,  en  Africa,  ó  á  Johan  Martí- 
nez, en  Europa; »  ó  ló  mesmo  que  si  dixe- 
ra  en  el  otro  mundo.  Poique  todos  los 
que  algo  sienten  del  assiento  del  mundo 
é  su  géographia  no  dexan  de  sospechar 
que  esto  de  acá  sea  tan  grande  como  las 
dos  partes  que  digo  del  mundo  y  el  Asia 
con  ellas,  é  otro  nuevo  mundo,  como  al- 
gunos lo  nombran,  Orbe  Novo:  y  yo  le 


llamo,  como  he  dicho  otras  veces  en  es- 
tas historias,  una  mitad  del  mesmo  mun- 
do en  que  Africa,  Europa  ni  Asia  no  par- 
ticipan. Assi  quiero  decir  que  tan  á  escu- 
ras vienen  muchos  á  oslas  Indias  como 
los  sobrescriptos  que  he  (helio,  sin  enten- 
der ni  saber  á  dónde  van:  y  destos  tales 
topó  Narvaez  é  hallan  otros  capitanes 
quantos  quieren,  ó  á  lo  menos  más  de  los 
que  han  menester,  porque  la  pobreca  de 
los  unos,  é  la  cobdicia  de  los  otros,  6  la 
locura  de  los  más  no  les  dexa  entender 

10  qoe  hacen  ni  á  quién  siguen.  Verdad 
es  que  á  vueltas  dessos  vienen  algunos 
que  mejor  fundan  sus  propóssitos  é  cami- 
no, porque  son  mandados  del  Príncipe  ó 
por  otras  causas  más  allegadas  á  racon  y 
excusables.  Pero  porque  seria  posible 
que  también  fuesse  engañado  el  Príncipe 
como  el  pobre  compañero,  he  mirado  en 
una  cosa,  que  no  es  para  que  ninguno  la 
olvide;  y  es  que  quassi  nunca  Sus  Ma- 
gestades  ponen  su  hacienda  6  dinero  en 
estos  nuevos  descubrimientos,  exgeplo 
p.ipel  ó  palabras  buenas,  ó  dicen  á  eslos 
capitanes:  «Si  hieiéredes  lo  que  decís, 
haremos  esto  ó  aquello,  ó  hacérseos  han 
mercedes».  É  dánle  título  de  adelantado 

11  gobernador,  con  licencia  é  poderes 
que  vaya  adonde  se  ofrescrcre  por  una 
capitulación,  en  fucia  de  la  ignorancia  de 
los  que  lo  han  de  seguir  con  sus  personas 
é  bienes,  al  sabor  de  sus  falsos  blasones. 
É  despachado  de  la  corte,  viénese  á  Sevi- 
lla con  menos  dineros  de  los  que  querría; 
y  en  tanto  que.  un  alambor  por  una  parte  é 
un  frayle  ó  dos  é  algunos  clérigos,  que 
luego  se  le  allegan  só  color  de  la  conver- 


598 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


sion  de  los  indios ,  por  otras  vias  andan 
trastornando  scssos  c  prometiendo  la  ri- 
quega  de  aquellos  que  ninguna  cosa  sa- 
ben, entiende  el  capitán  en  lomar  cambios 
y  en  comprar  navios  cansados  y  viejos, 
que  quando  acá  llegan,  ó  vienen  á  Dios 
misericordia  y  á  poder  de  duplicadas 
bombas ,  ó  tales  que  no  son  para  volver 
ni  pueden  llevar  á  Castilla  nueva  ni  ra- 
qou  de  la  carga  que  truxeron.  É  por  otra 
parte  un  mancebo  que  hacen  su  secreta- 
rio (y  que  nunca  supo  qué  cosa  es  secreto) 
con  otros  sátrapas  ó  lagoteros  de  aque- 
llos quel  capitán  vé  que  mejor  lo  sabrán 
urdir,  entienden  en  hablar  á  los  pobres 
compañeros  é  atraerlos  á  dos  cosas :  la 
una  que  presten  al  capitán  dineros  sobre 
las  esperanzas  vanas  que  Ies  prometen, 
é  sobre  un  conosgimiento ,  que  piensa  el 
que  lo  rescibe  ques  una  cédula  de  cam- 
bio: y  assi  esse  pobre  compañero  dá  es- 
sos  pocos  de  dineros  que  le  quedan ,  é 
si  se  dilata  el  armadijo,  vende  la  capa  y 
el  sayo,  é  quédase  en  jubón  como  Gui- 
llote ,  porque  le  paresce  que  demás  de 
venir  á  tierra  caliente  llegará  bien  vesti- 
do con  el  favor  que  espera  y  que  le  han 
ofrescido.  La  otra  cosa  es  que  de  diez  en 
diez  é  más  ó  menos  compañeros  los  ha- 
cen obligar  é  mancomunarse  para  pagar 
á  cierto  tiempo  cada  diez  ó  doce  ducados 
ó  pessos  de  oro  del  flete  donde  van  y  de 
la  comida,  que  no  les  dan  sino  tal  ques 
(pial  pueden  decir  los  que  á  España  vuel- 
ven destos  assi  engañados  (que  son  los 
menos )  porque  como  el  viage  es  largo  é 
la  vida  corta,  é  las  ocasiones  para  per- 
derla innumerables,  todos  los  más  que 
acá  vienen  es  de  assicnto  é  para  no  tor- 
nar á  su  tierra,  y  muy  al  revés  de  lo  que 
en  España  se  les  figuró,  como  agora  lo 
oyreys,  6  como  lo  aves  oydo  si  avés 
lcydo  estas  historias  dende  su  princi- 
pio, y  como  leeros  en  lo  que  está  por 
decir ,  si  hasta  el  cabo  en  fin  de  mis 
tractadofl  quisíéredes  ser  informado  para 


vuestro  aviso  é  para  avisar  á  otros.  Y  di- 
go assi: 

Aquellos  indios  en  cuya  compañía  es- 
taban essos  pocos  de  chripslianos  quel 
capítulo  de  susso  ha  dicho,  se  cansaron  de 
les  dar  de  comer  (como  acaesce  en  cada 
parte  que  los  convidados  se  detienen  más 
que  su  huésped  querría,  y  en  especial 
adonde  ni  son  desseados  ni  dan  prove- 
cho) ;  é  por  esto  echaron  los  cinco  dellos 
que  se  fuessen  á  -Otros  indios,  que  decian 
que  estaban  en  otro  ancón  adelante  seys 
leguas.  E  assi  lo  hicieron,  y  estovieron  en 
él  mucho  tiempo  los  tres  que  fueron  al 
ancón,  Alonso  del  Castillo,  é  Pedro  de 
Valdivieso,  primo  de  Andrés  Dorantes,  é 
otro  que  se  decia  Diego  de  Huelva :  é  los 
dos  se  fueron  más  baxo  á  la  costa,  é  allí 
se  murieron  de  hambre,  porque  él  Do- 
rantes dice  que  los  halló  después  muer- 
tos, andando  buscando  su  remedio,  y  el 
otro  chripstiano  primo  suyo ,  que  se  decia 
Diego  Dorantes.  E  allí  se  quedaron  en 
aquel  rancho  estos  dos  hidalgos  é  un  ne- 
gro, que  les  paresció  que  bastaba  pa- 
ra lo  que  los  indios  los  querían ,  que  era 
para  que  les  acarreassen  á  cuestas  le- 
ña é  agua  é  servirse  dellos,  como  de  es- 
clavos. E  dende  á  tres  ó  quatro  días  los 
echaron  assimesmo  á  estotros  donde  an- 
duvieron perdidos  algunos  días  é  sin  es- 
peranza de  remedio :  é  andando  assi  por 
aquellas  ciénegas  é  desnudos  en  carnes, 
porque  otros  indios  antes  les  avían  des- 
pojado é  de  noche  se  avian  ydo  con  la 
ropa ,  toparon  con  los  chripslianos  muer- 
tos, que  eran  de  los  cinco  que  avian 
echado  los  indios  ó  despedido,  como  es 
dicho.  E  de  allí  fueron  é  toparon  otros 
indios,  é  quedóse  con  ellos  el  Andrés  Do- 
rantes, é  su  primo  se  fué  adelante  hasta 
el  ancón,  donde  avian  parado  los  olios 
tres :  é  allí  lo  fué  á  ver  el  uno  dellos ,  que 
era  el  Valdivieso,  que  estaba  de  la  olra 
parle,  é  le  dixo  cómo  avian  passado  por 
allí  los  otros  dos  chripslianos  nadadores 


DE  INDIAS.  UB.  XXXV.  CAP.  IV. 


que  los  avian  deudo,  é  assimesmo  lo* 
avian  despojado  ú  dexádoles  en  carnes  é 
dádolcs  muchos  palos  é  drscalabrádolcs, 
porque  no  quisieron  quedar  con  ellos ;  é 
assi  se  fueron  desnudos  é  mallraclados, 
aviendo  fecho  juramento  de  no  parar, 
aunque  supieran  morir,  hasta  tierra  de 
cliripstianos.  É  difeeste  Andrés  Dorantes 
quél  vido  en  aquel  rancho  la  ropa  de  uno 
dellos,  que  era  del  clérigo,  c  con  ella 
un  Breviario  é  un  Diornal;  é  luego  este 
se  tornó,  6  dende  á  dos  dias  lo  mataron 
porque  (pieria  buyr,  é  dende  á  poco  ma- 
taron al  otro,  que  se  decia  Diego  de  lluel- 
va,  porque  se  passó  de  una  possada  á 
otra.  K  allí  los  lomaron  por  esclavos,  sir- 
viéndose dellos  más  cruelmente  que  un 
moro  lo  pndiera  hacer,  porque  allende 
de  andar  en  carnes  vivas  é  de  todo  pun- 
to desnudos  é  descalcos  por  aquella  cos- 
ta (que  quemaba  en  verano  como  fuego) 
no  era  otro  su  olficio  sino  traer,  cargas  de 
leña  é  de  agua  y  todo  lo  demás  que  avian 
menester  los  indios  á  rayz  de  las  carnes, 
é  arrastrando  las  canoas  por  aquellos  ane- 
gados con  aquellas  calores. 

lista  gente  no  come  en  todo  el  año  si- 
no pescado  é  poco ,  é  con  esto  tienen  mu- 
cha menos  hambre  que  los  de  la  tierra 
adentro  (con  quien  después  eslovieron) 
que,  como  otras  cosas,  esto  les  falla  mu- 
chas veces,  6  por  esta  causa  se  mudan 
tan  á  menudo ,  porque  si  assi  no  lo  h¡- 
ejessen,  no  ternian  qué  comer.  K  demás 
desta  penuria  es  otra  muy  grande  la  del 
agua  dulce  (de  la  qual  es  muy  falta  aque- 
lla tierra ),  porque  como  andan  entre  ane- 
gadizos é  agua  salada ,  el  agua  que  tie- 
nen para  beber  es  muy  poca  é  mala,  é 
léxos.  É  esto  todo  era  para  más  fatiga  de 
los  chripslianos,  assi  en  padescer  la  mes- 
ma  sed ,  como  en  les  traer  á  cuestas  el 
agua  para  los  indios  sus  amos  é  aun  para 
sus  vecinos  ;  porque  todos  los  mandaban, 
é  á  todos  temían ,  c  todos  les  traclaban 
mal  do  obra  é  de  palabras.  É  los  mucha- 


509 

chos  les  pelaban  las  barbas  cada  dia  por 
su  passaliempo,  y  en  viéndolos  descuy- 
dados  les  daba  qualquier  muchacho  su 
repelón,  é  les  tomaba  la  mayor  risa  ó 
placer  del  mundo;  é  los  rascuñaban  do 
manera  que  muchas  veces  les  hacian 
sangre;  porque  traen  tales  uñas,  que 
aquellas  son  sus  principales  armas  ó  cu- 
chillos ordinarios  para  entre  sí,  si  no  es 
con  quien  tienen  guerra.  E  habíanles  tan- 
tas é  tales  vexaciones  los  muchachos, 
que  en  topándolos  fuera  de  las  casas,  lue- 
go eran  con  ellos  con  piedras  é  con  quan- 
to  se  les  ofrescia  ó  hallaban  más  á  la  ma- 
no: de  forma  que  para  los  rapaces  era 
un  juego  ó  nueva  ca^a  é  regocijo,  é  co- 
mo eran  hidalgos  é  hombres  de  bien  ó 
nuevos  en  tal  vida  ,  era  menester  que  su 
paciencia  fuesse  mucha  é  igual  á  su  tra- 
baxo  é  penas  en  que  los  lenian,  para  su- 
frir tantos  é  tan  incomportables  tormen- 
tos. É  assi  testificó  este  Dorantes  que 
cree  que  Dios  les  daba  esfuerco  para  ser 
pacientes  en  descuento  de  sus  pecados  é 
porque  ni. i-  meresi  iessen  ;  é  aunque  qui- 
sieran no  sufrir  tales  fatigas,  no  podían 
hacer  otra  cosa  (excepto  desesperándo- 
se), porque  estaban  cercados  de  agua, 
que  todo  aquello  por  donde  andaban  era 
isletas;  é  si  en  su  mano  fuera,  por  me- 
jor ovicran  la  muerte  por  el  campo  so- 
los 6  como  hombres  sin  ventura,  pidien- 
do á  Dios  misericordia  de  sus  culpas,  é 
no  vivir  entre  tan  malvada  ó  bestial  s1'11- 
Ir.  Entre  la  qual  eslovieron  catorce  me- 
ses dende  el  mes  de  mayo  hasta  que  en 
el  año  siguiente  vino  otro  mes  de  mayo, 
é  llego  el  mes  de  mayo  adelante  (del  año 
de  mili  é  quinientos  c  treynta);  porque 
mediado  el  mes  de  agosto,  estando  el 
Andrés  Dorantes  en  la  parte  que  le  pa- 
resció  más  aparejada  para  se  poder  yr, 
él  se  encomendó  á  Dios  é  se  fué  en  mitad 
del  dia  por  medio  de  todos  los  indios, 
que  no  quiso  Dios  que  mirassen  en  él:  é 
aquel  dia  passó  una  agua  grande,  é  andu- 


GOO 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


vo  todo  lo  que  pudo  con  mucho  miedo,  é 
otro  dia  dio  en  unos  indios,  que  lo  res- 
ejbicron  de  buena  gana ,  porque  ya  te- 
nian  noticia  que  los  chripstianos  servían 
bien;  é  Castillo  y  el  negro  se  quedaron 
estonces,  porque  no  pudieron  yrse  con 
él ,  é  dende  á  tres  meses  el  negro  se  fué 
tras  él,  é  se  toparon,  aunque  nunca  es- 
tovieron  juntos.  Castillo  se  quedó,  y  es- 
tuvo olro  año  y  medio  más  entre  aquella 
mala  gente,  hasta  que  halló  aparejo  para 
se  yr  tras  de  Dorantes;  é  quando  llegó, 
no  halló  sino  al  negro ,  porque  no  pudien- 
do  sufrir  aquellos  indios  por  ser  tan  ma- 
los, como  es  dicho,  se  fué  el  Dorantes  á 
otros  más  de  veynte  leguas  atrás,  que 
estaban  en  un  rio  cerca  del  ancón  del 
Espíritu  Sánelo,  que  ya  está  dicho,  que 
eran  aquellos  indios  los  que  avian  muer- 
to á  Esquivel,  que  era  el  chripstiano  que 
se  avia  escapado  solo  de  la  gente  de  las 
dos  barcas  del  gobernador  é  de  Alonso 
Enriquez.  Esegundle  dixeron  los  mesmos 
indios,  que  lo  avian  muerto  porque  avia 
soñado  una  muger  no  sé  qué  desatino, 
porque  los  de  aquella  parte  creen  en  sue- 
ños é  matan  sus  proprios  hijos  por  sueños: 
ó  dixo  este  hidalgo  Dorantes  quél  vido 
en  espacio  de  quatro  años  malar  y  enter- 
rar vivos  onQe  ó  doce  niños;  y  estos  son 
los  muchachos,  que  hembras  por  maravi- 
lla dexan  ninguna.  lista  gente  no  tiene 
otra  ydolatria  ni  la  creen  sino  este  error 
ques  dicho.  Cerca  de  allí  avian  otros  in- 
dios muerto  á  Diego  Dorantes,  su  primo, 
á  cabo  de  dos  años  que  los  servia  y  es- 
taba entre  ellos:  de  manera  que  ninguna 
seguridad  de  la  vida  tenia  más  un  dia 
que  otro.  Assi  que,  de  todos  eslos  chrips- 
tianos ya  no  quedaban  vivos  sino  este 
Andrés  Dorantes,  é  Alonso  del  Castillo, 
y  el  negro,  y  el  Cabcca  de  Vaca  ,  del 
qual  estotros  no  sabían. 

Entre  aquesta  gente  (pies  dicho  estuvo 
Andrés  Dorantes  diez  meses  solo,  pades- 
(gendo  mucha  hambre  é  continuo  traba - 


xo,  é  con  temor  que  le  avian  de  matar 
algún  dia ,  pues  via  que  sus  proprios  hi- 
jos sin  piedad  ni  misericordia  los  mata- 
ban por  un  sueño  de  desvario ,  é  que  as- 
si  avian,  muerto  á  Esquivel  por  lo  mes- 
mo.  E  assi  no  topaba  indio  por  dó  iba  ó 
por  donde  estaba  trabaxando ,  cavando 
rayces ,  que  no  pensasse  que  lo  venia  á 
matar  por  algún  sueño,  é  hasta  que  lo 
veia  passar  adelante,  no  tenia  seguridad: 
quanto  más  que  los  indios  por  la  mayor 
parle ,  en  topando  al  pobre  Dorantes ,  se 
le  mostraban  muy  feroces,  é  algunas  ve- 
ces (é  aun  muchas)  venían  corriendo  á  él 
(é  á  los  otros  donde  estaban)  é  poníanles 
una  flecha  á  los  pechos  flechado  él  arco 
hasta  la  oreja ,  ó  después  reíanse  é  de- 
cíanles: ¿0 vistes  miedo? 

Estos  indios  comen  rayces,  que  sacan 
debaxo  de  tierra  la  mayor  parte  del  in- 
vierno; é  son  muy  pocas  é  sacadas  con 
mucho  trabaxo ,  é  la  mayor  parte  del  año 
passan  grandíssima  hambre ,  é  todos  los 
días  de  la  vida  han  de  trabaxar  en  ello 
é  dende  la  mañana  hasta  la  noche.  Assi- 
mesmo  comen  culebras  é  lagartijas,  rato- 
nes, grillos,  cigarras,  ranas  étodasquantas 
sabandijas  ellos  pueden  aver;  é  también 
algunas  veces  matan  venados,  é  ponen 
fuego  á  la  tierra  é  savanas  para  los  ma- 
tar. Matan  ratones,  de  que  hay  mucha 
cantidad  por  entre  aquellos  rios:  pero  lo- 
do es  poco,  porque  como  andan  por 
acpiel  rio  lodo  el  invierno  de  arriba  aha- 
xo  é  de  abaxo  arriba,  que  nunca  paran 
de  buscar  de  comer,  espantan  la  caga  é 
(oilo  lo  acaban.  Algunas  veces  comen 
pescado  que  matan  en  aquel  rio:  pero  po- 
co, sino  quando  aviene,  ques  en  el  mes 
de  abril:  é  algunos  años  crescc  dos  ve- 
ces, é  la  segunda  es  por  mayo  ,  y  eston- 
ces matan  mucha  cantidad  de  pescado  é 
muy  bueno,  y  escalan  mucho  dello;  pe- 
ro piérdeseles  lo  más  ,  porque  no  tienen 
sal  ni  la  alean  an  para  lo  poner  en  cobro 
é  que  se  pudiesse  sostener  para  adelante. 


DE  INDIAS.  UH.  XXXV.  CAP.  IV 


001 


Bay  en  las  cosías  de  aquel  rio  muchas 
nueces,  las  qualcs  comen  en  su  tiempo, 
porque  dan  alli  el  (Vuelo  los  nodales  un 
año  sí  é  olro  no,  é  algunas  veces  passa 
un  año  ó  dos  que  no  dan  fructo;  pero 
quando  las  hay,  aqucllas'nueces son  mu- 
chas é  muy  golosos  los  indios  dellas,  que 
de  veynle  é  treynla  leguas  toda  la  comar- 
ca al  rededor  de  alli  van  á  comerlas:  6 
l>;i«.<an  grand  nescessidad,  porque  como 
68  mucha  la  gente  que  viene  por  esta 
fructa,  en  un  dia  espantan  la  caca  é  la 
matan  toda,  é  no  comen  en  todo  un  mes 
que  turan  las  nueces  otra  cosa.  Estas  nue- 
ces son  menudas  mucho  más  que  las  de 
España,  é  trahaxoso  de  sacar  lo  que  de 
adentro  se  come  dellas. 

Esta  gente ,  después  que  viene  el  ve- 
ranil, en  fin  de  mayo  comen  algún  pes- 
cado, si  les  ha  quedado  de  lo  que  esca- 
lan de  los  rios  avenidos;  é  comiencan  á 
caminar  para  comer  las  lunas,  ques  una 
fi  líela  que  en  aquella  tierra  hay  en  abun- 
dancia, é  van  más  de  quarenla  leguas 
adelante  hacia  Panuco  á  comerlas:  las 
qualcs  tienen  en  tanto,  que  no  las  dexan 
por  cosa  del  mundo.  Y  aqueste  es  el  me- 
jor manjar  quellos  tienen  en  lodo  el  año, 
el  (pial  les  tura  mes  y  medio  ó  dos  me- 
ses, caminando  é  comiendo  esta  fructa,  é 
matan  algunos  venados  alguna  vez,  ¿aun 
acaesce  á  poca  gente  matar  doscientos  ó 
trescientos  venados.  E  di<;e  este  hidalgo 
Andrés  Dorantes  que  en  ocho  (lias  vido 
que  sessenta  indios  mataron  tantos  como 
el  número  que  ha  dicho,  é  que  también 
acaesce  malar  quinientos;  é  otras  muchas 
veces  ó  las  más  no  malan  ninguno;  y  es 
desta  manera.  Que  como  ellos  caminan 
por  la  costa,  corren  los  de  la  tierra  en  ala, 
6  como  todo  el  año  está  aquello  Iodo  des- 
poblado é  sin  gente,  hay  muchos,  é 
(ráculos  antecogidos  al  agua,  ó  tráenlos 
alli  lodo  el  dia  hasta  queso  ahogan,  y  el 
tiempo  é  la  marea  los  echa  después-  á  la 
cosía  muertos,  porque  quando  el  viento 

TOMO  III. 


no  es  de  la  mar  no  los  corren,  ó  si  los 
corren,  luego  se. vuelven,  porque  el  vena- 
do no  va  sino  contra  el  viento.  Esto 
acaesce  una  vez  ó  dos,  é  assi  las  más  ve- 
ces no  matan  caca,  é  si  la  malan,  es  po- 
ca ,  si  no  es  acaso ,  como  he  dicho.  Y  as- 
si  con  esle  exércicio  passan  adelante  su 
camino  hasla  que  se  apartan  del  agua  sa- 
lada é  se  entran  la  tierra  adentro,  comien- 
do sus  tunas,  las  qualcs  comiencan  á  co- 
mer é  madurar  por  agosto,  6  tárales  cin- 
qilenta  6  sessenta  dias.  Y  este  es  el  me- 
jor tiempo  del  año  para  aquella  gente, 
porque  aunque  no  comen  otra  cosa  sino 
tunas  ó  algunos  caracoles  que  rebuscan, 
de  (pie  se  hartan  de  dia  é  de  noche,  es- 
tán contentos  en  essa  sacón ,  y  en  lodo  el 
otro  tiempo  del  año  se  finan  de  hambre. 

Allí  en  aquellas  tunas  se  tornaron  á 
juntar  Castillo  y  el  negro  é  Andrés  Dó- 
males, é  se  concertaron  para  se  yr:  é 
como  los  indios  nunca  sosegaban  ni  esta- 
ban junios,  luego  se  yban  cada  uno  por 
su  parle,  é  assi  de  nescessidad  estos  pe- 
cadores de  chripstianos  se  apartaban  con 
sus  amos.  De  forma  que  no  podían  efelluar 
>u  concicrlo  é  voluntad  (  á  lo  menos  por 
estonces)  é  cada  uno  se  fué  por  su  parle 
con  sus  señores  á  comer  aquellas  nueces, 
que  avia  muchas  aquel  año;  pero  llega- 
do- ,ill¡,  vino  Cabeca  de  Vaca  á  se  jun- 
tar con  essolros,  que  avia  cinco  años  quo 
lo  avian  dexado  atrás,  donde  se  perdie- 
ron las  barcas,  que  nunca  más  lo  avian 
visto  :  é  allí  se  concertaron  después  que 
Cabeca  de  Vaca  llegó,  porque  como  es 
dicho  oslaban  apartados  ó  no  se  podían 
comunicar  sino  en  el  tiempo  de  las  tunas, 
aviendo  que  comer  en  el  campo;  y  eston- 
ces, estando  muchas  veces  á  punto  para 
se  yr ,  no  parescia  sino  que  sus  pecados 
se  lo  estorbaban,  apartándolos  á  cada  uno 
por  su  parte.  Passados  ya  seys  años,  é 
venia  en  el  séptimo  año  el  tiempo  de 
aquella  fructa  de  las  lunas,  aunque  cada 

uno  destos  chripstianos  estaban  aparta- 
76 


602 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


dos  por  sí,  cada  qual  del  los  escondida- 
mente  se  fueron  ó  anortaron  la  tierra 
adentro  á  cierta  parte  donde  solian  comer 
las  tunas;  é  los  indios  no  yban  allí  eston- 
ces porque  no  las  avia.  Y  el  Dorantes  fué 
el  primero  que  allí  llegó,  é  acaso  halló 
una  gente  de  indios  que  aquel  mesmo  dia 
avian  allí  venido,  los  quales  eran  gran- 
des enemigos  de  los  otros  con  quienes 
avian  estos  chripstianos  estado,  é  resgi- 
biéronle  muy  bien:  é  a  cabo  de  tres  ó 
quatro  dias  que  allí  estaba,  llegó  el  negro 
que  yba  en  su  rastro,  é  Alonso  del  Cas- 
tillo, que  estaban  juntos,  é  allí  se  con- 
certaron de  buscar  á  Cabeca  de  Vaca, 
(pie  los  esperaba  adelante.  É  vieron  unos 
humos  bien  léxos,  é  acordaron  que  Do- 
rantes y  el  negro  fuessen  á  aquel  humo, 
é  quel  Castillo  quedasse  allí  para  asegu- 
rar los  indios  é  que  no  creyessen  que  se 
yban :  é  dixéronlcs  que  yban  por  otro 
compañero  suyo,  que  creían  que  estaba 
en  aquellos  humos,  para  lo  traer  allí  á  su 
compañía ,  c  que  se  quedasse  Castillo 
hasta  que  volviessen.  Y  ellos  holgaron 
dello,éassÍ  fueron  é  tovicron  bien  que 
andar  hasta  la  noche,  que  toparon  con 
un  indio  que  los  llevó  adonde  Cabeca  de 
Vaca  estaba,  al  qual  dixeron  como  ve- 
nían á  buscarle;  é  plugo  á  Dios  que  los 
indios  se  mudaron  otro  dia  é  se  pusieron 
más  gerca  de  donde  el  Castillo  avia  que- 
dado, é  allí  se  tornaron  á  juntar,  y  en- 
comendándose todos  tres  á  Nuestro  Se- 
ñor ,  ovieron  por  mejor  hacer  aquello  que 
eran  obligados  como  chripstianos  (é  como 
hidalgos,  que  cada  uno  dellos  lo  era)  que 
no  vivir  en  vida  tan  salvage  é  tan  apar- 
tada del  servicio  de  Dios  é  de  toda  buena 
ragon.  £  con  esta  buena  voluntad,  como 
hombres  de  buena  casta  determinados,  sa- 
lieron; é  assi  Jhesu  Chripsto  los  guió  é 
obró  de  su  infinita  misericordia  con  ellos, 
é  abriéndoles  los  caminos  sin  avellos  en 
la  tierra,  é  los  coracones  de  los  hom- 


bres tan  salvages  c  indómitos  ,  movió 
Dios  á  humillárseles  é  obedescerlos,  co- 
mo adelante  se  dirá.  E  assi  fueron  aquel 
dia  sin  ser  sentidos  ni  sabiendo  ellos 
adonde  se  yban ,  sino  confiados  en  la 
clemencia  divina,  é  buscando  de  aque- 
llas tunas  que  avia  en  la  tierra  ,  aunque 
ya  era  el  tiempo  que  se  acababan,  por- 
que era  por  otubre :  é  plugo  á  la  ¡Madre 
de  Dios  que  aquel  dia  á  puesta  del  sol 
toparon  con  indios,  quales  ellos  dessea- 
ban,  que  eran  muy  mansos  é  tenían  al- 
guna noticia  de  chripstianos,  aunque  po- 
ca, porque  no  sabían  cómo  los  otros 
los  tractaban  mal  (que  fué  harto  bien  pa- 
ra estos  pecadores).  E  cómo  era  ya  prin- 
cipio del  invierno,  é  yban  sin  cueros  pa- 
ra cubrirse ,  é  las  tunas  se  acababan  en 
los  campos  con  que  avian  de  caminar, 
tovieron  nescessidad  de  parar  allí  aquel 
año  para  aver  algunos  cueros  con  que  se 
cubrir,  que  les  degian  que  los  hallarían 
adelante :  é  pues  estaban  en  camino  ó 
donde  tenian  mejor  aparejo  para  quel 
siguiente  año,  venidas  las  tunas,  pudies- 
sen  proseguir  su  propóssito,  sosegaron 
por  estonges  dende  primero  de  otubre 
hasta  el  mes  de  agosto  del  año  venidero. 
Pero  en  aquel  tiempo  que  con  estos  in- 
dios eslovieron,  sufrieron  mucha  hambre, 
é  no  menos,  antes  mayor  que  en  el  tiem- 
po passado  (Je  los  siete  años;  y  era  la 
causa  questos  indios  no  estaban  gerca  del 
agua,  donde  pudiessen  matar  algún  pes- 
cado é  assi  no  comían  allí  sino  rayges: 
é  tienen  allí  mayor  trabaxo  que  todos 
los  demás  (pie  alcangan  alguna  pesque- 
ría. E  assi  en  todo  el  año  no  se  veian  har- 
tos, candan  allí  los  muchachos  tan  flacos 
é  hinchados  que  parescian  sapos;  pero  á 
lo  menos  entre  aquestos  indios  fueron 
bien  tractados  essos  chripstianos,  é  dc- 
xábanlos  vivir  en  su  libertad  é  hager  to- 
do lo  que  querían. 


DE  INDIAS.  LID.  XXXV.  CAP.  V. 


CU3 


CAPITULO  V. 

Fin  el qual  se  Irada  la  conlinuanon  del  camino  queslos  tres  chripslianos  y  el  negro  hacían,  buscando  cómo 
saldrían  á  lierra  de  chripslianos;  é  cómo  hirieron  miraglos,  sanando  á  muchos  indios  enfermos  con  sola- 
mente los  santiguar;  é  cuc'nlansc  cosas  notables  ¿  nes.-essarias  al  discurso  de  la  historia. 


Lie  gado  el  mes  do  agosto ,  ya  estos  lies 
hidalgos  tenían  allegados  algunos  cueros 
de  venados,  é  (guando  vieron  tiempo 
aparejado,  huyeron  con  el  liento  é  secre- 
to que  les  convino  de  la  parte  6  indios 
ques  dicho  de  susso.  K  aquel  inesino  dia 
que  se  partieron,  nndovieron  siete  leguas 
hasta  topar  con  otros  indios  ipie  eran 
amigos  de  los  que  dexahan  atrás,  é  allí 
los  rosoibieron  liien  é  les  dieron  de  lo  que 

tenían.  E  otro  dia  se  mudaron  é  s<;  vinie- 
ron assi  adelante  á  se  juntar  con  otros 
indios,  ó  los  llevaron  consigo,  é  yban  á 
comer  los  unos  é  los  otros  unos  granillos 
que  estonces  maduraban  ;  é  hay  por  allí 
muy  grandes  montes  de  arboledas  que 
llevaban  essa  Inicia.  E  allí  se  juntaron 
con  los  otros,  é  los  chripslianos  se  passa- 
ron  á  ellos ,  porque  era  gente  lie  más  acá 
adelante  e  más  á  propóssilo  de  su  cami- 
no c  intento:  é  detuviéronse  por  allí  ocho 
(lias  con  aquellos,  que  no  comían  otra 
cosa  sino  unas  hojas  de  lunas  cocidas, 
porque  estaban  operando  aquellos  grani- 
llos, que  aun  no  estaban  maduros.  K  allí 
les  dieron  estos  chripslianos  parle  de  los 
cueros  de  venados  (pie  llevaban  á  trueco 
de  dos  perros  para  comer,  porque  esta: 
ban  tan  flacos,  que  no  se  atrevían  andar 
una  legua;  é  comidos  los  perros,  se  des- 
pidieron de  los  indios  é  se  fueron. 

Á  estos  indios  postreros  les  pessó  mu- 
cho porque  se  yban,  pero  no  se  lo  estor- 
baron: ó  aquel  dia  andovieron  cinco  ó 
sevs  leguas  sin  hallar  cosa  qué  comer  ni 
topar  indio  (pie  los  encaminasse;  é  llega- 
ron aquella  noche  á  un  monte,  donde 
durmieron,  y  enterraron  muchas  hojas 
de  tunas,  que  otro  dia  por  la  mañana  co- 


mieron (porque  enterradas  de  un  dia  pa- 
ra otro  e>lán  menos  ásperas  é  aplas  para 
se  cocer  mejor  é  de  mejor  digislion).  É  si- 
guieron su  camino  hasta  medio  dia  ,  que 
lies  a  ron  á  dos  ó  tres  ranchos,  donde  avia 
algunos  indios,  que  les  dixeron  que  no 
tenían  qué  comer,  pero  que  fuesson  ade- 
lante ,  é  que  seyendode  noche,  llegarían 
á  unas  casas  donde  les  darían  de  comei  : 
é  assi  passaron  de  allí,  é  llegaron  allá,  é 
hallaron  quarénta  ó  cinqilenta  ranchos.  É 
allí  luí''  donde  primero  oomencaron  á  te- 
mer é  reverenciar  á  estos  pocos  chrips- 
lianos é  á  tenerlos  en  mucho,  é  allegá- 
banse ú  ellos  é  fregábanlos  é  fregábanse 
á  sí  mesmos,  é  decían  por  señas  á  los 
chripsüanos  que  los  fregassen  é  frotassi  n 
é  los  curassén:  é  truxéronles  algunos  do- 
lientes para  (pie  los  curassen,  é  los  chrips- 
lianos lo  hacían  assi,  aunque  oslaban 
más  acostumbrados  á  trabaxos  que  á 
hacer  miraglos.  Pero  en  virtud  de  Dios 
confiados,  santiguándolos  é  soplándolos 
ide  la  mañera  que  lo  hacen  en  Castilla 
aquellos  que  llaman  saludadores),  é  los 
indios  en  el  momento  sentían  mejoría  cu 
mis  enfermedades,  ó  dábanles  de  lo  que. 
tenían  de  comer,  é  no  otra  cosa  que  (Tan 
aquellas  hojas  de  tunas  enterradas  é  al- 
gunas lunas  de  la  mesma  manera  ,  aun- 
que estaban  verdes.  Y  estovieron  allí  con 
aquéllos  indios  quince  dias  por  descansar 
algo ,  que  oslaban  tan  flacos ,  que  no  se 
atrevían  á  caminar;  é  comiendo  de  aque- 
llas hojas  é  algunas  tunas  que  comenta- 
ban á  madurar,  se  rehicieron  é  coriva- 
lescieron,  cobrando  alguna  más  fuerca, 
é  tornaron  algo  más  en  sí:  é  los  indios  lo 
hacían  muy  bien ,  é  les  daban  de  lodo 


COi 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


quanto  tenían  de  muy  buena  voluntad,  la 
qaal  nunca  avian  hallado  hasta  estonces 
en  ningunos  indios  de  todos  los  que  avian 
visto  é  tráctado ,  sino  maldad  ó  cruelda- 
des, como  está  dicho. 

Dende  alli  fueron  á  otros  indios  dos  le- 
guas adelante ,  é  les  dieron  muchas  cosas 
porque  los  curassen,  é  les  hicieron  mu- 
cha tiesta,  c  diéronles  muy  bien  de  co- 
mer tunas  é  carne ,  é  yban  a  cafar  sola- 
mente para  los  chripstianos;  é  allí  se 
esforzaron  algo  más,  é  hícolo  Dios  tan 
bien,  que  lo  que  no  pensaban  andar 
aunque  la  vida  les  turara  ocho  años,  se- 
gund  los  incómodos  ó  inconvinientes  de 
tan  largo  camino,  lo  andovieron  en  diez 
meses :  que  fué  una  cosa  de  muy  grand 
njiragio,  é  que  ninguno  lo  podía  creer 
como  ello  fué  sino  los  que  lo  viessen.  Y 
estando  allí,  vinieron  unasmugeres,  que 
yban  de  allá  adelante,  á  llevarles  cosas; 
é  desque  de  allí  se  partieron  los  chrips- 
tianos, pessólcs  mucho  á  estos  indios,  é 
fuéroase  trás  ellos,  rogándoles  que  se  vol- 
viesen, é  que  otro  día  se  yrian  con 
a  mellas1  mugeres  ques  dicho.  É  como  no 
lo  quisieron  hacer,  se  tornaron  muy  tris- 
tes: é  las  mugeres  se  fueron  trás  los 
chripstianos  (porque  no  se  pcrdiessen'),  o 
filáronse  porel  camino  (que  ya  ellos  avian 
dexado,  é  yban  perdidos),  é  plugo  á  Dios 
que  á  cabo  de  dos  ó  tres  leguas  se  vinie- 
ron á  juntar  á  par  de  un  agua  ó  rio  pe- 
queño; y  ellas  yban  tan  muertas  é  can- 
sadas, como  si  en  ello  les  fueran  las  vidas. 
E  dende  allí  se  fueron  con  ellos,  é  ando- 
vieron aquel  dia  ocho  ó  nueve  leguas 
grandes,  sin  dexar  de  caminar  lodo  el 
dia  quanto  pudieron:  é  antes  qüel  sol  se 
pusiesse  llegaron  á  un  rio,  que  á  su  pa- 
rescer  era  más  ancho  que  Guadalquivir 
en  Sevilla,  é  passáronlo  todo  á  la  rodilla 
é  al  muslo,  é  obra  de  dos  laucas  en  luen- 
go á  los  pechos,  pero  sin  peligro.  Pero 
prosiguiendo  su  viage  llegaron  en  ano- 
checiendo á  un  pueblo  de  hasta  cienl 


ranchos  ó  más  de  mucha  gente ,  donde 
los  salieron  á  resecbir  con  mucha  grita  é 
voces,  é  con  unos  calabazos  grandes  lle- 
nos de  pedreguelas ,  con  que  ellos  hacen 
sus  areytos  é  músicas.  É  aunque  creian 
que  aquellos  chripstianos  tenian  virtud 
mucha  para  sanar  los  enfermos,  era  mu- 
cho el  miedo  é  turbación  que  traían  por 
llegar  á  frotar  los  chripstianos;  pero  non 
obstante  su  temor,  no  dexaban  de  alle- 
gar con  mucho  honor  é  devoción ,  como 
quien  tocasse  un  cuerpo  sancto.  É  assi 
aquellos  indios,  unos  antes  que  otros, 
é  muchos  por  encima  de  los  otros,  se  an- 
ticipaban de  manera  que  no  se  daban 
lugar  (á  vuelta  de  su  temor)  é  con  tanta 
priessa ,  que  les  ovieran  de  sacar  los  ojos 
con  los  dedos;  é  assi  los  llevaron  á  vue- 
la pié  hasta  sus  casas ,  donde  les  dieron 
de  lo  que  tenian ,  é  les  truxeron  luego 
dolientes  para  que  los  curassen ,  é  dieron 
á  un  indio  que  yba  con  los  chripstianos 
muchas  flechas  é  cosas,  porque  los  avia 
llevado  é  guiado  por  allí.  É  el  dia  siguien- 
te los  llevaron  hasta  legua  y  media  de 
allí  á  otro  pueblo  de  otros  seplenta  ú 
ochenta  ranchos ,  que  comían  tunas  en 
mucha  abundancia,  é  alli  los  rescibieron 
de  la  iuesnia  manera  que  en  el  pueblo 
primero,  é  les  dieron  veynté  y  ocho  pa- 
nes de  harina  ,  ques  una  cosa  que  allí  co- 
men aquella  gente  ,  é  la  llaman  mesquile, 
é  les  dieron  otras  cosas,  é  les  hirieron 
mucha  fiesta  de  bayles  é  areytos,  segund 
su  costumbre. 

Allí  se  comencé  una  nueva  forma  de 
caminar  en  su  viage :  y  era  que  cómo  ve- 
nia muflía  gente  con  estos  chripstianos  á 
los  acompañar,  é  á  traerles  allí  todos  los 
que  venían  á  se  fregar  6  curar  con  ellos, 
como  sánelos,  los  despojaban  (osos  que 
de  nuevo  venían  á  los  otros)  é  les  toma- 
ban lo  que  tenian  ,  e  aun  yban  por  las  ca- 
sis é  robaban  quanto  hallaban;  é  pares- 

ria  que  los  dueños  despojados  holgaban 

del  lo,  pensando  que  aquella  nueva  sanc- 


4 


DL  INDIAS.  L1B. 

lidad  era  assi  ordenada  en  el  rielo,  de 
donde  pensaban  ellos  questos  ebripstianos 
venían.  Allí  repos-aron  aquel  dia  y  el  si- 

gaiente,  é  dende  allí  los  llevaron  oirás 
seys  leguas  adelante  á  otros  tantos  ran- 
chos: 6  yban  con  ellos  muchos  hombres 
é  mugeres  con  intención  de  robar  lo  que 
pudiessen,  é  assi  lo  hicieron;  porque  lle- 
gados al  pueblo,  fueron  los  chi  ipstianos 
rescebidos  como  en  los  lugares  que  avian 
passado,  6  aun  mejor,  tanto  que  les  mo- 
lestaba la  moftitlld  de  la  gente  que  S0- 
brellos  cargaba  para  que  los  fregassen  é 
sanassen  las  enfermedades  (como  de  he- 
cho los  sanaban);  é  los  indios  (pie  con  los 
chripstianos  avian  y  do,  robaban  á  los  que 
.i"i  sanaban  é  á  los  demás,  de  forma 
(pie  no  les  dexaban  cosa  desta  vida ;  y 
estos  robadores  les  haeian  entender  que 
assi  lo  querían, 

estos  indios  avia  muchos  ciegos,  6 
muchos  luci  los  de  nubes  en  grand  can- 
tidad ,  y  es  gente  muy  bien  dispuesta  o 
de  buenos  gestos  los  hombres  é  las  mu- 
geres;  mas  allí  curaron  todos  los  ciegos 
é  tuertos  é  otras  muchas  enfermedades, 
é  á  lo  menos  si  los  chripstianos  no  los  sa- 
naban á  lodos,  los  indios  creían  «pie  los 
podían  sanar.  Cerca  de  allí  estaban  las 
sierras,  é  se  parescia  una  cordillera  do- 
lías (pie  atravessaba  la  lierra  derecha- 
mente al  .Norte:  é  de  allí  los  llevaron  á 
estos  chripstianos  otras  cinco  leguas  ade- 
lante, hasta  un  rio  que  estaba  al  pié  de  la 
punta,  donde  comeneaba  la  dicha  sierra. 
É  allí  avia  quarenta  ó  ginqüenta  ranchos, 
á  los  quales  robaron  como  a  los  oíros,  y 
ellos  dieron  a  los  chripstianos  csso  poco 
que  les  avia  quedado',  é  aquella  noche 
toda  les  hicieron  grandes  areytos  é  fies- 
tas, é  assimesmo  los  chripstianos  los  cu- 
raron, como  lo  acostumbraban.  E  luego 
aquella  noche  enviaron  á  llamar  gente 
abaxo  hacia  la  mar,  y  el  dia  siguiente  vi- 
nieron muchos  hombres  é  mugeres  á  ver 
estos  chripstianos  é  sus  miraglos,  é  á 


XXXV.  CAP.  V.  Cüj 

traerles  cosas  que  les  dieron:  é  aquestos 
Irabaxaron  mucho  por  los  llevar  hacia  la 
mar,  porque  allí  se  pensaban  desquitaré 
satisfacer  de  lo  que  les  avian  á  ellos  lo- 
mado; é  debían  que  avia  mucha  genlc,  é 
que  les  darian  á  los  chripstianos  muchas 
cosas.  Pero  ellos  no  quisieron  yr  sino  ar- 
riba la  tierra  adentro,  porque  estaban  es- 
carmentados de  la  gente  de  la  costa,  é 
también  porque  siempre  les  avian  dicho 
que  no  salian  á  la  mar  á  la  puesta  del  sol, 
é  basta  allí  avian  miedo  de  dar  en  ella, 
quando  no  se  catassen:  é  por  estas  cau- 
sas se  querían  subir  más  arriba  ,  é  los  in- 
dios se  lo  estorbaban  mucho,  diciendo 
que  no  a\  ia  gente  ni  comida  sino  muy  lé- 
xos  de  allí;  6  cómo  los  indios  vieron  que 
no  los  podían  mudar  de  su  propóssito, 
en\  iaron  indios  á  buscar  genio ;  é  otro  dia 
siguiente  se  partieron  los  chripstianos,  6 
fueron  con  ellos  mucha  gente,  en  que  avia 
muchas  mugeres,  que  les  llevaban  agua 
para  el  camino,  (pie  era  falto  della  6  ha- 
cia muy  grand  calor,  é  también  les  lle- 
vaban cosas  de  comer  é  otras  cosas  (¡no 
les  avian  dado  :  é  aviendo  andado  dos  le- 
guas, toparon  los  indios  que  avian  ydo  á 
buscar  gente,  é  dixerpn  cómo  no  la  avian 
hallado  muy  léxos  de  allí,  de  que  todos 
quedaron  (lisies,  é  rogaron  mucho  á  los 
chripstianos  que  se  fuessen  con  ellos  por 
donde  los  querían  llevar.  K  cómo  no  lo 
pudieron  acabar  con  ellos,  se  despidie- 
ron llorando,  ó  se  volvieron,  dexándoles 
allí  las  cargas:  las  quales  tomaron  á  cues- 
tas los  ebripstianos  é  se  fueron  por  aquel 
rio  arriba  lodo  lo  restante  de  aquel  dia, 
hasta  la  noche  que  toparon  unos  indios 
que  los  llevaron  á  ocho  ó  diez  ranchos 
que  estaban  metidos  en  un  boscage  ó  ar- 
cabuco :  é  hallaron  los  indios  llorando  de 
devogion,  c  los  rescibicron  cómo  se  ha 
dicho  (pie  en  otras  partes  se  avia  fecho, 
é  les  dieron  de  comer  de  lo  que  tenían. 
É  otro  dia  de  mañana  vinieron  los  indios 
ipie  los  avian  dexado  á  los  chripstianos 


GOG 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


en  su  rastro  (que  tovieron  nuevas  cómo 
los  otros  ques  dicho  estaban  allí)  é  ve- 
níanlos á  robar,  para  se  esquitar  ó  satis- 
facer de  lo  que  otros  avian  lomado  á 
ellos,  é  assi  les  tomaron  quanto  pudie- 
ron, aunque  lodo  era  poco,  é  dixéronlcs 
á  los  otros  la  manera  que  con  los  chrips- 
tianos  avian  de  tener.  E  otro  dia  los  lle- 
varon de  allí  é  durmieron  aquella  noche 
en  el  camino ;  y  el  dia  siguiente  llegaron 
á  muchos  ranchos,  donde  se  les  higo  el 
rescibimiento  acostumbrado,  y  ellos  se 
esquitaron  de  lo  que  les  avian  tomado,  é 
aun  llevaron  mucho  más,  quanto  pudie- 
ron llevar  á  cuestas.  É  desta  manera  fue- 
ron por  la  halda  de  la  sierra  ochenta  le- 
guas, poco  más  ó  menos,  entrándose  por 
la  tierra  adentro  derecho  al  Norte;  é  allí 
toparon  al  pié  de  la  sierra  quatro  ranchos 
de  otra  nascion  é  lengua ,  que  decían  que 
eran  de  más  allá  la  tierra  adentro,  é  que 
yban  de  camino  para  su  tierra.  Aquestos 
dieron  á  los  chripstianos  un  cascabel  de 
lalon  é  ciertas  manías  de  algodón,  é  (lo- 
rian (pie  aquello  venia  de  háeia  el  Norte, 
alravessando  la  tierra  hacia  la  mar  del 
Sur:  é  otro  dia  se  metieron  por  la  sierra 
háciá  el  Hueste  ó  Poniente,  é  lleváronlos 
á  unos  ranchos  cabe  un  hermoso  rio, 
adonde  les  dieron  mucha  margarita  é  al- 
cohol;  é  d'rxéronles  aquellos  que  los  que 
les  avian  dado  el  cascabel  tenían  mucho 
de  aquello  é  no  se  lo  avian  dado.  De  lo 
qual  se  colige  que  de  donde  aquello  se 
traia,  puesto  que  no  fuesse  oro,  avia  as- 
siento  é  fundían  ( aunque  por  racon  debía 
ser  en  la  mar  del  Sur):  6  quando  llegaron 
adonde  (es  dieron  aquel  cascabel,  avrian 
andado  ciento  6  cinqüenla  leguas,  poco 
más  ó  m.-nos,  dende  donde  comentaron 
a  caminar.  E  dende  estos  ranchos  adon- 
de esto  les  dieron,  llevaron  á  los  chrips- 
tianos á  cinco  manadas  ó  congregaciones 
de  ranchos,  que  en  todo  el  camino  nun- 
ca los  dexaron  más  de  dos  mili  ánimas: 
é  matábanles  por  el  camino  muchas  lie- 


bres ó  venados,  é  toda  quanta  caca  ma- 
taban, se  lo  traian  é  daban,  sin  que  osas- 
sen  tocar  para  sí  un  solo  ratón  :  é  los  gu- 
sanos c  los  grillos  que  las  mugeresé  los  ni- 
ños se  hallaban,  se  los  traian  á  los  chrips- 
tianos é  se  los  daban,  sin  que  osassen  to- 
mar para  sí  cosa  alguna,  muñéndose  de 
hambre,  sin  que  los  chripstianos  no  se  lo 
diessen  é  sanliguassen  primero ,  porque 
creian  que  luego  se  avian  de  morir,  si  otra 
cosa  higiessen.  É  los  chripstianos  mandá- 
banles que  no  enterrassen  la  caga;  pero 
primero,  después  que  la  cagaban,  po- 
níansela  delante  toda ,  é  tomaban  los 
chripstianos  la  que  querían  dolía  é  santi- 
guábanles la  demás ;  6  con  esta  orden  vi- 
nieron todo  el  camino  hasta  salir  en  tier- 
ra de  chripstianos. 

En  aquellos  ranchos  que  llegaron  eran 
mucha  gente  ó  bien  dispuesta;  é  diéron- 
les  allí  mucha  cantidad  de  piñones  tan 
buenos  é  mejores  que  los  de  Castilla ,  por- 
que tienen  la  cáscara  de  manera  que  la 
comen  con  lo  demás :  las  pinas  dellos  son 
muy  chiquitas,  é  los  árboles  llenos  por 
aquellas  sierras  en  cantidad.  É  de  allí  los 
llevaron  adelante  muchos  dias ,  é  de 
aqueste  arte  caminaron  sin  topar  otra 
gente  alguna :  é  cómo  vieron  que  no  la 
hallaban,  enviaron  por  todas  partes  á  bus- 
carla, é  higieron  venir  ranchos  de  más 
de  quinge  ó  veynte  leguas  á  esperarlos  al 
camino;  é  assi  los  llevaron.  É  dende  allí 
se  tomó  otra  nueva  orden  de  caminar,  é 
fué  (pie  cómo  los  que  llevaban  á  estos 
chripstianos  robaban  quanto  avia  é  halla- 
ban en  los  ranchos,  donde  nuevamente 
entraban,  ya  no  tomaban  nada,  sino  como 
cada  uno  de  los  chripstianos  hagian  su 
bubio  por  sí,  é  allí  lo  tenian  puesto  en  ór- 
den  c  allegado  todo  lo  que  tenian,  para 
(pie  los  chripstianos  higiessen  dello  su  vo- 
luntad; é  ninguno  osaba  tomar  dello  cosa 
alguna  de  aquellas.  É  los  chripstianos  lo 
tomaban  todo,  ó  lo  que  les  pareseja  dello; 
é  dexaban  despojados  á  los  huéspedes, 


DE  INDIAS.  LIB. 

para  que  toviessen  ncseessidad  de  llevar- 
los adelante  para  se  esquilar  de  la  mesma 
forma.  E  aquestos  los  lie  va  ron  adulante  por 
unas  sierras  desesperadas  más  de  oirás 
cinqiienta  leguas,  con  mucha  hambre  por 
el  mal  aparejo  de  la  tierra,  que  no  avia 
tunas  ni  otra  cosa  ;  6  quassi  al  cabo  de  la 
jornada  les  comentaron  á  adolcsccr,  é 
lenian  muy  grand  Irabaxo  con  ellos  en 
lo>  santiguar  é  soplarlos,  porque  quassi 
DO  quedó  nadie  que  no  adolcsciessc :  é 
assi  los  llevaron  á  más  de  cienl  ranchos 
que  estaban  en  un  llano  esperándolos, 
que  los  avian  de  léxos  hecho  venir  allí,  6 
avia  mucha  gente  por  todo  aquello.  E  to- 
dos aquellos,  los  unos  é  los  otros,  les  die- 
ron piñones  en  cantidad,  é  los  rescibie- 
ron  de  la  mesma  manera  que  los  passa- 
<lo^.  é  dábanles  quanto  tenían ,  sin  les 
quedar  cosa  desta  vida  para  sí.  E  otro  día 
los  llevaron  adelante;  é  algunas  cosas  que 
les  avian  quedado  y  eran  viejas,  las  desa- 
lían por  aquel  campo,  que  no  podían  aca- 
bar con  ellos  que  las  llevassen ,  ó  las  pe- 
tacas de  que  hacían  sus  caxas,  también  las 
dexaban.  E  aquestos  les  díxcron  que  no 
avia  gente  sino  muy  léxos  de  allí ,  é  que 
aquellos  eran  sus  enemigos:  é  los  chrips- 
lianos  les  dixeron  que  enviassen  algún  in- 
dio que  les  dixessen  cómo  yban  (porque 
assi  lo  acostumbraban  en  todo  el  camino, 
quando  yban  á  algunos  ranchos  nuevos, 
(pie  primero  \  han  qnalro  indios,  uno  en 
nombre  de  cada  uno  destos  cbrípslianos, 
para  que  Ies  aderescassen  casas,  ó  que 
'o  que  les  avian  de  dar  estoviesse  junto  ó 
á  punto).  E  assi  estos  indios  acordaron  de 
enviar  dos  mugeres,  una  que  tenian  cap- 
tiva de  aquellos  de  donde  venían,  c  otra 
que  fue  con  ella :  que  hombre  no  lo  osa- 
ron enviar  por  la  guerra  que  tenian,  é 
también  porque  no  se  entendían.  É  assi 
se  fueron  los  chripstianos  con  toda  la  gen- 
te trás  aquellas  dos  mugeres,  mudándo- 
se cada  (lia,  á  esperar  la  respuesta  que 
traerían  en  cierta  parte :  ó  assi  cómo  co- 


XXXV.  CAP.  V.  G07 

menearon  á  caminar,  la  gente  comentó  á 
adoleseer,  en  tanta  manera  que  los  chrips- 
tianos avian  mucha  lástima  dellos,  por- 
que aquesta  era  la  mejor  gente  que  avian 
topado.  E  avian  concertado  que  esperas- 
sen  las  mugeres  ó  la  respuesta  que  trae- 
rían; é  assi  pararon  tres  días,  que  no  qui- 
sieron  llev  ar  á  los  chripstianos  por  otra 
porte  por  la  guerra  que  tenian.  Estonces 
Andrés  Dorantes  dixo  á  un  indio  suyo  que 
les  dixesse  que  por  aquello  que  querían 
hacerse  avian  de  morir;  6  fué  tanto  el 
espanto  que  tomaron ,  y  el  miedo  que  se 
les  acrescentó.sobrel  que  se  tenían  ellos, 
que  otro  día  de  mañana  fueron  á  cafa,  ó 
á  medio  dia  vinieron  malos,  é  cada  dia 
caian  más,  y  en  dos  dias  sé  murieron  mu- 
chos ó  adolescieron  más  de  trescientas 
personas.  E  cobraron  tanto  temor,  cre- 
yendo que  los  chripstianos  lo  causaban 
de  enojados,  que  no  los  osaban  mirar  á 
la  cara  ni  alear  los  ojos  del  suelo,  estando 
delante  dellos.  É  fué  cosa  maravillosa  de 
ver  (pie  cu  quince  dias  no  más  que  entre 
aquellos  indios  estovieron,  nunca  vieron 
á  ninguno  dellos  reyr  ni  llorar  ni  hacer 

otra  mudanca,  aunque  á  algunos  se  les 
morían  los  padres,  é  á  algunos  sus  muge- 
res  ó  sus  hijos,  é  á  otras  sus  maridos;  é 
assi  lo  disimulaban  é  comportaban  con 
igual  semblante  como  si  ningún  pessar 
por  ellos  passara.  Cosa  más  maravillosa: 
que  á  los  niños  de  teta  ni  á  los  mucha- 
chos de  más  edad  nunca  los  vieron  llorar 
ni  reyr  en  todo  el  tiempo  questos  chrips- 
tianos estovieron  con  ellos,  como  si  fue- 
ran viejos  de  c/ient  años.  Esta  gente  no 
osaba  comer  ni  beber  ni  hacer  cosa  desta 
vida,  sin  pedir  licencia  á  los  chripstianos, 
pensando  que  tenian  poder  para  matarlos 
ó  darles  la  vida,  é  que  por  esso  se  mo- 
rían, poi  que  los  chripstianos  estaban  eno- 
jados. É  á  cabo  de  dos  ó  tres  dias  que 
allí  eslovieron,  vinieron  las  mugeres  é 
truxeron  muy  ruynes  nuevas,  diciendo 
que  la  gente  que  avian  ydo  á  buscar  eran 


G08 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ytlos  &  las  vacas,  é  que  por  todo  aquello 
no  avia  gente.  Visto  esto ,  los  indios  di- 
xeron  quellos  estaban  malos  todos ,  có- 
mo los  chripstiauos  lo  vian ,  é  que  eran 
de  muy  léxos;  é  que  los  chripstianos  se 
fuessen  á  las  vacas ,  que  era  arriba  hacia 
el  Norte,  é  que  hallarían  gente;  é  quellos 
se  querían  quedar  é  yrse  a  otra  parte, 
porque  tenían  muy  grand  hambre:  que 
las  lunas  eran  acabadas.  E  los  chripstia- 
nos les  dixeron  que  no,  si  no  que  por  allí 
los  avian  de  llevar,  que  era  hacia  el  Hues- 
te ó  Poniente,  porque  aquel  era  su  dere- 
cho camino;  é  que  los  dolientes  se  que- 
dassen  ,  é  veynte  ó  treynta  dellos  que  es- 
taban buenos  fuessen  con  ellos,  é  que 
uno  de  los  chripstianos  yria  con  aquellas 
indias  á  buscar  la  gente  é  traclla  al  cami- 
no: é  paresció  que  los  indios  se  avian 
holgado  de  oyr  esto. 

Otro  dia  siguiente  partieron  de  allí,  é 
caminaron  tres  días  uno  en  pos  de  otro, 


é  también  partió  Alonso  del  Castillo,  que 
se  halló  más  dispuesto,  é  fue  con  el  ne- 
gro é  las  indias:  las  quales  lo  llevaron  á 
un  rio,  donde  hallaron  gente  é  casas  é 
assiento,  é  algunos  fosóles  é  calabacas 
que  comían,  aunque  muy  poco.  A  cabo 
de  los  tres  días  volvió  Castillo  á  los  chrips- 
tianos ,  y  el  negro  se  quedó  para  traer  la 
gente  al  camino. 

Mas  porque  de  susso  se  hico  mención 
de  vacas,  no  entienda  el  Ictor  que  son  de 
las  nuestras,  sino  de  aquellas  que  los  es- 
pañoles llaman  vacas  en  algunas  partes  de 
la  Tierra-Firme  6  algunos  impropriamente 
las  dicen  dantas,  porque  los  cueros  dolías 
son  tanto  ó  más  recios  quel  do  los  búfa- 
nos. Los  indios  en  la  provincia  de  Cueva, 
en  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro,  lla- 
man á  tal  animal  beorí ,  como  se  dixo  en 
la  primera  parte  dcstas  historias,  en  el  li- 
bro XII  ó  capítulo  XI. 


CAPITULO  VI. 


F.n  el  fjual  se  dá  fin  á  la  relación  (leslos  hidalgos  Á 
ilol  Castillo;  <■  se  cuenla  el  discurso  de  su  peregrin 
passaron  hasta  llegar  á  un  pueblo  de  ehrip 

Otro  dia  siguiente,  después  que  Alon- 
so del  Castillo  tornó  adonde  lo  atendían 
sus  compañeros  el  thessorerb  Alvar  Nu- 
ñez  Cabrea  do  Vaca  ó  Andrés  Dorantes, 
se  partieron  é  fueron  á  toparse  con  la 
gente  quel  negro  traia;  6  allí  les  dieron 
quanlo  traían,  que  eran  algunas  mantas 
dr  fueros  de  vacas  ó  dantas  (de  las  que 
se  dixo  de  susso)  c  cueros  de  venados, 
é  sus  arcos  é  flechas,  ó  muchos  calaba- 
eos  6  algunos  fóseles ;  é  todo  lo  dieron  los 
chripstianos  a  aquellos  indios  que  los 
avian  traido  hasta  allí ,  é  se  volvieron 
contentos;  é  con  estotros,  aunque  los  des- 
pojaron, se  partieron,  é  continuaron  su 
camino  hasta  sus  casas,  que  estaban  fin- 


car Nuñez  Cabcca  de  Vaca,  Andrés  Dorantes  e  Alonso 
jion  é  trabaxosd  camino ,  é  oirás  cosas  que  por  ellos 
lianos  en  la  gobernación  de  la  Nueva  Galicia. 

co  ó  seys  leguas  de  allí  en  aquel  rio,  don- 
de sembraban;  pero  por  la  mucha  gente 
que  avia,  ó  la  poca  tierra  ó  muy  áspera, 
era  poco  lo  que  cogían;  6  por  aquel  rio 
arriba  los  llevaron  á  quatro  manadas  de 
pueblos  que  avia.  Tenian  poco  de  comer, 
y  esso  eran  fásoles  é  calabacas  é  poquito 
mahiz,  ó  no  tenian  ellos  en  qué  guisarlo; 
pero  hacíanlo  masamorras  (que  son  co- 
mo puches  ó  poleadas)  en  unos  calaba- 
eos  grandes,  de  aquesla  manera.  Hacían 
fuego  y  echaban  en  él  muchas  piedras 
guijeñas  é  limpias á  calentar,  y  echaban 
agua  en  el  calabaoo  é  allí  echaban  las  pie- 
dras, é  cómo  venían  ardiendo,  hacían  her- 
vir el  agua,  é  allí  echaban  la  harina  de 


DE  INDIAS.  LIB. 

los  fésoles,  y  eclial>an  más  piedras  enci- 
ma ,  hasta  que  estaba  buena  la  masamor- 
ra ,  é  assi  la  comían. 

Allí  les  dixeron  que  adelante  no  avia 
más  harina  ni  fésoles,  ni  cosa  de  comer, 
hasta  trcynla  ó  qoareota  jumadas  más 
adelante ,  que  era  yendo  de  la  parle  don- 
de se  pone  el  sol  hasta  el  Norte ,  de  don- 
de aquellos  indios  avian  ávido  ó  I raido 
aquella  simiente;  é  que  todos  los  indios 
que  hasta  allí  avia,  tenían  mucha  hambre, 
é  que  avian  de  yr  por  aquel  rio  arriba  ha- 
cia el  Norte  otras  nueve  ó  diez  jornadas, 
sin  cosa  de  comer,  hasta  atravessar  el  rio 
que  de  allí  avian  de  atravessar,  todo  lo 
demás  avían  de  yr  al  Hueste  ó  Poniente 
hasta  donde  avía  mahiz,  6  mucho,  é  (pie 
también  lo  avia  hacia  la  mano  derecha  al 
Norte  .  ('■  más  ahaxo  por  toda  aquella  tier- 
ra debía  ser  á  la  costa ,  segund  después 
paresció;  pero  que  era  muy  más  léxos,  é 
que  estotro  era  lo  más  cercano,  6  que 
eran  todos  amigos  hasta  allá  e  do  una 
lengua.  Estos  indiosdában  ya  mucha  can- 
tidad de  mantas  de  vacas,  6  decían  que- 
líos  las  mataban  en  verano  cerca  de  allí, 
é  que  avia  muchas.  E  assi  fueron  por  es- 
te río  arriba  las  nueve  jornadas,  cada  dia 
caminando  hasta  la  noche,  con  grandísi- 
ma hambre:  é  siempre  á  la  noche  dor- 
mían en  casas  é  con  gente  que  les  daban 
muchas  mantas  de  vacas  e  otras  cosas, 
que  trocaran  ellos  de  buena  gana  por  ros- 
cas de  Utrera,  porque  no  les  daban  de 
comer,  ó  no  lo  tenían,  sino  una  cosa  que 
aquellos  indios  llaman  mascarones,  que 
cogian  de  unos  árboles ,  que.  eran  muy 
mala  cosa,  é  aun  no  para  bestias,  sino 
para  aquellas  que  lo  muelen  con  unas  pie- 
dras :  en  fin  es  lodo  palillos,  é  assi  se  co- 
me. Comian  los  chripstianos  algunos  pe- 
dacillos  de  gorduras  de  venados  que 
traían  á  cuestas;  é  hallaban  en  el  camino 
poca  gente,  é  decíanles  que  eran  ydos 
á  comer  las  vacas,  tres  jornadas  de  allí 

en  unos  llanos  entre  las  sierras  que  de- 
TOMO  m. 


XXXV.  CAP.  VI.  G09 

cían  venían  de  arriba  haría  la  mar,  é 
(pu  llos  se  yban  también  allá.  É  assi  an- 
dovieron  por  aquel  rio  arriba  quince  jor- 
nadas, sin  descansar,  por  la  mucha  ham- 
bre que  avia:  6  donde  allí  atravessaron 
al  Hueste  ó  Poniente ,  é  fueron  más  de 
otras  vcynte  hasta  el  mahiz  por  gente  al- 
go hambrienta,  pero  no  tanto,  porque 
comian  unos  polvos  de  hierbas,  é  mata- 
ban mucha  caca  de  liebre,  que  siempre 
los  chripstianos  la  llevaban  sobrada.  En 
este  camino  descansaban  algunas  veces, 
como  lo  solian  hacer;  é  llegados  á  las 
primeras  casas,  donde  avia  mahiz,  que 
seria  más  de  doscientas  leguas  de  Culua- 
can  (donde  estaba  poblando  Ñuño  de  Guz- 
man,  é  avía  una  villa,  é  los  indios  de 
paz)  allí  les  dieron  mucha  cantidad  de 
mahiz  é  harina  tostada  é  fésoles  é  cala- 
bacas  é  otras  semillas,  6  de  las  otras  co- 
sas que  les  solian  dar.  E  tenían  estos  in- 
dios algunas  casas  pequeñas  de  tierra,  fe-  ' 
chas  de  tapias  con  sus  terrados,  las  más 
de  petacas  (petaca,  quiere  decir  cc^to): 
assi  que  serían  como  cmplenlas ,  ó  cosa 
texida  de  hojas  de  palmas  ó  bexucos,  ú 
otra  trabacon  semejante. 

Desta  manera  fueron  más  de  óchenla 
leguas,  ó  de  tres  á  tres  días  ó  de  dos  á 
dos  dias  llegaban  á  pueblos,  é  descansa- 
ban un  día  ó  dos  en  cada  pueblo.  É  den- 
de  allí  les  comentaron  á  dar  muchas  man- 
tas de  algodón ,  é  buenas,  é  todo  lo  que 
tenían,  que  ninguna  cosa  Ies  quedaba,  6 
algunas  turquesas  assimesmo :  lo  qual  to- 
do ,  assi  como  se  lo  daban  á  los  chrips- 
tianos, lo  (ornaban  á  dar  ellos.  E  avia 
laníos  dolientes  que  los  afligían  é  cansa- 
ban con  las  curas  dellos,  porque  eran 
mucha  gente  é  á  todos  los  avian  de  fre- 
gar é  saludar;  y  el  que  no  quedaba  salu- 
dado ,  pensaba  que  se  avia  de  morir :  é 
venian  de  diez  ó  doce  leguas  á  la  redon- 
da á  les  traer  enfermos,  é  venian  con 
ellos  (digo  con  los  chripstianos  do  quier 

que  yban)  mili  ó  mili  é  quinientas  perso- 
77 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ñas,  é  algunas  veges  passaban  de  tres 
mili,  hasta  que  salieron  á  lo  llano,  cerca 
tle  la  costa;  é  quando  allí  llegaron,  avia 
ocho  meses  que  no  salian  de  las  sierras. 

A  todas  aquellas  gentes  amonestaban 
é  imponian  estos  chripstianos  en  que  to- 
viessen  inclinación  al  cielo,  é  que  á  él  al- 
cassen  los  ojos ;  é  puestas  las  manos  jun- 
tas, hincándose  de  rodillas,  quando  to- 
viessen  alguna  nescessidad,  se  encomen- 
ilassen  á  Dios  Todopoderoso.  Y  assi  ellos 
lo  hacían,  é  creian  questos  chripstianos 
venian  del  cielo,  é  holgaban  mucho  quan- 
do les  contaban  algunas  cosas  de  allá;  pe- 
ro no  se  lo  sabían  dar  á  entender  como 
quisieran,  por  falta  de  lengua,  porque  si 
esta  tovieran,  segund  la  fée  é  afición  con 
que  escuchaban  é  seguían  á  los  chripstia- 
nos ,  é  segund  las  pocas  yrronias  é  ydo- 
latrias  que  aquellas  gentes  tenían,  decían 
estos  chripstianos  que  escaparon,  que  sin 
clubda  creian  que  fueran  buenos  chrips- 
tianos. 

Esta  gente  les  tenia  tanto  amor,  que 
quando  se  partieron  yban  llorando  é  los 
que  los  llevaban  adelante;  é  algunas  mu- 
geres  que  estaban  preñadas  é  otras  regien 
paridas  venian  con  los  niños  en  bracos  á 
se  despedir  de  los  chripstianos,  dando  á 
los  niños  tres  ó  quatro  granos  de  mahiz 
en  las  manos,  porque  los  tomassen  los 
chripstianos  é  lesdiessen  ligengia,  pares- 
cióndoles  que  si  aquellos  tomaban  de  los 
niños  que  nunca  avian  de  adolescer  ni  es- 
tar malos.  Pues  passadas  las  sierras  ques 
dicho,  llegaron  estos  quatro  chripstianos 
(que  son  lo-;  tres  españoles  ques  dicho  y 
el  negro,  que  era  chripstiano,  llama- 
do Esteban)  á  tres  pueblos  que  estaban 
juntos  é  pequeños ,  en  que  avia  hasta 
veyntc  casas  en  ellos,  las  quales  eran 
como  las  passadas  é  juntas  (que  no  cs- 
laba  aquí  una  6  otra  acullá,  como  en  la 
tierra  de  paz  que  después  vieron).  É 
allí  vino  gente  di;  la  costa  á  los  chripstia- 
nos, que  serían  de  doce  6  quince  leguas 


de  allí,  segund  por  señas  lo  daban  á  en- 
tender; é  áeste  pueblo,  ó  mejor  diciendo 
pueblos  juntos ,  nombraron  los  chripstia- 
nos la  Villa  de  los  Corazones ,  porque  les 
dieron  allí  más  de  seysgientos  coracones 
de  venados  escalados  é  secos.  Toda  esta 
gente ,  dende  las  primeras  casas  del 
mahiz,  andan  los  hombres  muy  desho- 
nestos ,  sin  se  cobrir  cosa  alguna  de  sus 
personas;  é  las  mugeres  muy  honestas, 
con  unas  sayas  de  cueros  de  venados  has- 
ta los  piés,  é  con  falda  que  detrás  les 
arrastra  alguna  cosa,  é  abiertas  por  de- 
lante hasta  el  suelo  y  enlacadas  con  unas 
correas.  É  traen  debaxo,  por  donde  es- 
tán abiertas,  una  mantilla  de  algodón  é 
otra  engima ,  é  unas  gorgneras  de  algo- 
don,  que  les  cubren  todos  los  pechos. 

Degíanles  aquellos  indios  que  por  to- 
da aquella  costa  del  Sur  hágia  el  Norte 
(que  mejor  se  puede  é  debe  llamar,  no 
del  Sur  sino  septentrional)  avia  mucha 
gente  é  mucha  comida  é  mucho  algodón, 
é  las  casas  grandes;  é  que  tenian  muchas 
piedras  turquesas,  quellos  las  traían  de 
allá  por  rescate ,  é  no  les  supieron  dar 
ragon  de  oro  alguno  ni  tovieron  nueva  de 
minas.  É  assi  creyeron  estos  chripstianos, 
por  lo  que  allí  los  dixeron,  é  por  lo  que 
antes  que  cntrassen  en  las  sierras  vieron, 
que  aquel  cascabel  é  mantas  que  les  die- 
ron de  algodón  (como  lo  ha  contado  la 
historia)  venian  de  arriba  de  la  otra  mar 
é  costa  ques  dicho,  é  assi  les  dixeron  que 
está  poblada  de  mucha  gente  é  comida. 
E  también  les  paresgíó  que  aquellos  ter- 
radillos  c  andar  las  mugeres  en  hábito 
tan  honesto ,  lo  aprendían  é  tomaban  de- 
Ha;  porque  dende  allí  hágia  acá  adelan- 
te ,  bien  tresgientas  leguas ,  hasta  un  rio 
<pie  descubrió  Ñuño  de  Guzman ,  avia 
aquel  trago  ó  casas,  6  de  allí  para  acá 
adelante  no,  sino  las  casas  de  petacas  é 
de  paja,  (':  las  mugeres  con  unas  manti- 
llas hasta  el  medio,  é  algunas  más  hones- 
tas hasta  la  rodilla.  Después  de  aqueste 


DE  INDIAS.  1.1U 

pueblo  fueron  treinta  leguas  hasta  este 
rio  ya  dicho,  haciéndoseles  los  rcscibi- 
mienlos  qi*e  se  han  dicho  é  acompañan- 
do á  los  chripstianos:  é  allí  les  llovió  quin- 
ce dias  é  les  fué  forcado  parar,  y  era  por 
navidad ;  é  lovieron  allí  siempre  mucha 
gente  consigo,  que  nunca  los  dexaban, 
aunque  eran  de  bien  léxos. 

Allí  vido  Castillo  á  un  indio  una  hevi- 
lleta  de  cinto  ó  talavarle  é  un  clavo  de 
herrar  colgado  del  pescueco  como  por  jo- 
yel, 6  tomósele;  é  preguntáronle  los 
chripstianos  que  qué  cosas  eran  aquellas, 
é  respondió  que  otros  hombres,  como 
aquellos  chripstianos,  avian  llegado  allí 
con  caballos  é  lancas  y  espadas;  é  seña- 
laban cómo  los  alanceaban  é  los  mataban 
á  los  indios.  É  cierto  ellos  los  tovicron 
por  chripstianos,  porque  antes  que  allí 
llegassen  estos  tres  españoles  é  el  negro, 
les  avian  enseñado  cómo  estaba  allí  un  in- 
dio que  avia  venido  de  allá  de  hácía  los 
de  las  barcas  6  los  avia  de  llevar  á  ellos, 
é  decíanlo  muchas  veces.  É  cómo  no  los 
entendían,  estaban  espantados,  é  segund 
después  paresc.ió,  por  lo  que  en  Cuiua- 
can  les  dixeron  después  los  españoles, 
aquel  indio  era  de  dos  ó  tres  que  los  de 
Ñuño  de  Guzman  avian  dexado,  quando 
allí  llegaron,  enfermos  é  cansados. 

Dendc  allí  comencaron  á  caminar  con 
muy  grand  desseo  é  alegría  de  la  nueva 
que  tenían  estos  pocos  chripstianos  de  los 
españoles  de  adelante ,  é  los  indios  nunca 
otra  cosa  hacían  sino  hablarles  en  ello, 
como  en  cosa  con  que  les  hacían  placer, 
tanto  que  aunque  lo  querían  disimular  no 
podían,  é  temían  que  á  la  frontera  délos 
chripstianos  les  avian  de  ha^er  alguna 
burla.  É  dende  donde  les  llovió  hasta  los 
chripstianos  avia  cient  leguas  ó  más;  é 
dende  el  pueblo  de  Coi-agones  hasta  allí 
siempre  fueron  costeando ,  diez  ó  doce  le- 
guas metidos  en  tierra:  y  en  aquellas 
cient  leguas  en  algunas  partes  avia  de  co- 
mer y  en  otras  mucha  hambre,  que  no 


XXXV.  CAP.  VI.  6H 

comian  sino  cortecas  de  árboles  é  otras 
rayces,  é  malas  venturas,  á  causa  de  lo 
qual  estaban  tan  flacos  é  sarnosos  que  era 
lástima  verlos.  É  causábalo  que  deciaii  que 
avian  entrado  por  allí  los  chripstianos  tres 
reges,  é  les  avian  llevado  la  gente  é  des- 
truydo  los  pueblos;  y  estaban  tan  temo- 
ricados  é  medrosos  que  no  osaban  pares- 
cer  en  ninguna  parte,  sino  aqui  uno  é 
acullá  otro,  como  gente  aventada  por  los 
montes  debaxo  de  una  esterilla,  sin  re- 
poso ni  osar  sembrar.  Mas  con  todo  su 
temor,  todos  se  juntaban  para  resgebir  es- 
tos pocos  chripstianos,  porque  los  (cnian 
por  cosa  sánela  é  divina ,  ó  por  hombres 
venidos  del  ciclo,  por  los  llevar  adelante. 
É  aun  cssa  esterilla  que  lenian  (é  acostum- 
bra cada  uno  tener  arrollada  sobre  sus 
hombros  ó  só  el  sobaco,  porque  es  su  ca- 
ma sobre  que  duermen)  la  traian  para  se 
la  dar;  é  fué  assi,  que  donde  pensaban 
rescebir  más  daño,  allí  los  tenian  en  más 
é  rescebian  más  honra:  ques  más  de  ma- 
ravillar. E  assi  fueron  hasta  un  pueblo 
que  estaba  en  una  sierra  ,  encima  de  un 
risco  muy  alto  é  fragoso,  por  miedo  de  los 
chripstianos;  y  está  este  pueblo  quarenta 
leguas  de  Culuacan,  donde  estábanlos 
españoles;  é  allí  los  rescibieron  con  mu- 
cho placer,  é  se  juntó  mucha  gente  de 
muchas  partes  que  los  yban  á  ver.  E  otro 
día  luego  siguiente  enviaron  sus  mensa- 
jeros adelante  á  otros  pueblos  que  esta- 
ban tres  dias  de  camino  de  allí,  para  que 
les  hiciessen  las  casas  ó  ranchos  é  se  jun- 
lassen  para  los  rescebir;  é  quando  fueron, 
no  hallaron  los  españoles  allí,  que  anda- 
ban haciendo  esclavos ,  y  estovieron  una 
noche  sobrellos  mirándolos ;  é  otro  dia 
buscaron  gente  por  aquellos  montes  al  re- 
dedor, é  cómo  no  la  hallaron,  que  avian 
ydo  muy  léxos,  se  tornaron  é  les  dixeron 
lo  que  avian  visto,  tan  turbados  que 
quassi  no  podían  hablar.  É  toda  la  gente 
assimesmo  se  turbó  é  ovieron  muy  grand 
miedo .  é  muchos  se  despidieron  ése  tor- 


Gl: 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


mirón;  é  á  los  que  quedaron  dixéronlcs 
estos  chripstianos  afortunados  que  no 
oviessen  temor,  quellos  liarían  á  los  chrips- 
tianos, de  quien  temían,  quc.se  tornas- 
sen  á  su  assienlo  ó  no  les  hicíessen  mal, 
é  que  fuessen  sus  amigos:  lo  qual  holga- 
ron de  oyr ,  é  respondieron  que  assi  lo 
hicíessen,  porque  no  osaban  sembrar  ni 
estar  en  sus  casas  por  amor  dellos,  é  que 
se  morían  de  hambre.  E  assi  asegurados, 
se  fueron  con  los  tres  chripstianos,  é  en- 
l rollos  venian  indios  de  mas  de  ochenta 
leguas  atrás ,  que  decian  que  nunca  los 
avian  de  doxar.  É  assi  prosiguieron  su 
camino,  é  guando  llegaron  al  pueblo,  no 
hallaron  los  chripstianos:  pero  hallaron 
sus  ranchos,  é  avia  dos  dias  que  avian 
ydo  de  allí,  é  determinaron  de  yr  Irás 
ellos  y  enviáronles  á  decir  que  los  es- 
perassen  ó  quellos  volviessen  á  estos 
otros.  Y  el  Cabeca  de  Vaca  tomó  el  traba- 
xo  de  yrtrás  ellos,  é  llevó  consigo  al  ne- 
gro é  á  una  docena  de  indios :  é  los  que 
quedaban ,  que  eran  los  otros  dos  chrips- 
tianos. enviaron  á  buscar  la  gente  que  esta- 
ba huydaporlos  móntese  arcabucos  ó  bos- 
cages;  é  otro  dia  siguiente  vinieron  más 
de  trescientas  ánimas  hombres é  mugeres, 
é  dixeron  que  otro  dia  vendrían  más,  que 
estaban  huydos  más  léxos:  é  assi  saca- 
ron más  que  estaban  apartados  é  se  jun- 
taron más  do  quatrocienlas  personas  de 
aquellos  ausentados,  sin  los  otros  indios 
que  con  los  ehripstianos  se  venian. 

Bl  thessorero  Cabeca  de  Yaca  anduvo 
lodo  aquel  dia  hasta  la  noche  en  rastro 
de  los  chripstianos,  y  el  siguiente  dia  alle- 
gó á  dó  estaban  alojados  6  assenlados  en 
salto  cerca  de  un  rio,  sin  saber  adónde 
a\  ian  de  yr ,  porque  avia  quince  dias  que 
no  hacían  un  esclavo  ni  podían  ver  un  in- 
dio. E  llegado  donde  los  chripstianos  es- 
taban, qne  serian  hasta  veynte  de  caba- 
llo ,  quedaron  admirados  y  espantados  de 
mt  al  Cabeca  de  Vaca,  é  mucho  más  de 
oyrle,  6  aver  passado  por  tantas  tierras 


é  diverssas  gentes  é  lenguas;  é  dieron 
muchas  gracias  á  Dios,  Nuestro  Señor, 
por  tan  nuevo  é  grandíssimo  misterio.  É 
assi  estos  otros  les  pidieron  por  testimo- 
nio de  la  manera  que  venian  é  traían 
aquella  gente  de  paz  6  de  buena  voluntad 
que  los  seguían ;  y  ellos  se  lo  dieron  por 
féc  6  testimonio ,  el  qual  se  envió  á  Sus 
Magostados,  dando  loores  á  Jhesu  Chrips- 
to,  Nuestro  Redemptor,  que  fué  servido 
de  guardar  estos  pocos  chripstianos  de 
tan  innumerables  trabaxos,  para  que  vi- 
niessen  á  dar  cuenta  al  Emperador  Rey, 
nuestro  señor,  del  subcesso  de  aquella 
desdichada  armada,  é  de -la  calidad  de 
la  tierra  questos  vieron.  Y  estovieron  allí 
un  dia  con  ellos. , 

E  porque  essa  gente  de  éspañoles  avia 
ciertos  dias  que  no  podían  aver  un  indio 
ni  persona ,  6  tenían  nescessidad  de  basti- 
mento para  los  caballos,  rogaron  á  esto- 
tros peregrinos  que  enviassen  á  llamar 
gente  de  la  que  estaba  por  los  montes 
escondida  de  temor.  E  luciéronles  sus 
mensajeros,  como  lo  acostumbraban  ha- 
cer por  todo  el  camino,  é  luego  vinie- 
ron al  otro  dia  hasta  seyseientas  ánimas 
hombres  é  mugeres,  é  algunas  con  sus 
niños  en  los  bracos  de  teta,  é  con  ollas 
de  mahiz  embarradas  las  bocas,  que  de 
temor  de  los  chripstianos  las  tenían  escon- 
didas por  los  montes. 

¿Parésceos,  lelor  chripstiano,  ques  con- 
templativo este  passo  y  exereieio  diferen- 
te de  los  españoles  que  estaban  en  aque- 
lla tierra,  é  de  los  quatro  peregrinos, 
que  los  unos  andaban  haciendo  esclavos 
é  á  saltear ,  como  de  susso  es  dicho ,  é 
los  otros  venian  sanando  enfermos  é  ha- 
eiendo  miraglos?. .  De  quepodeys  colegir 
quánta  parle  dcstos  trabaxos  consiste  en 
la  buena  ó  mala  intención  é  obras  de  los 
mesmos  chripstianos,  é  por  el  número  de 
los  muertos  ó  de  los  vivos  podeys  con- 
gecturar  lo  que  os  paresciere.  Pues  no 
lo-  tengays  á  todos  los  que  por  acá  andan 


DI7.  INDIAS.  LIB.  XXXV.  CAP.  VI. 


CI3 


é  lian  andado  por  españoles,  aunque  la 
mayor  parte  dellos  lo  son,  sino  de  di- 
verja- na-i  iones,  que  llamándose  ehrips- 
lianos,  acá  lian  passado  en  busca  dcste 
oro,  ¿algunos  lo  hallan  por  su  mal,  ó 
oíros  nunca  lo  topan,  sino  la  muerte  é  an- 
gustias tales  como  las  que  podeys  aver 
entendido  de  aquesta  lecioo. 

Tornemos  a  la  historia  é  relación  des- 
tos,  hidalgos,  que  dice  que  después  de 
recogida  aquella  gente  que  andaba  alca- 
da  ,  por  mandado  de  aquellos  pocos 
chripstiauos ,  dixeron  á  estos  peregrinos 
aquel  que  yha  por  capitán  de  los  españo- 
les que  toparon,  que  los  hablasse  é  di- 
xesse  que  hiciessen  sus  assientos  en  sus 
pueblo- c  hiñe-sen  -y-  sementeras  como 
solían,  é  que  los  chripstianos  no  les  ha- 
rían mal  ni  enojo  alguno,  ni  querían  sino 
que  (piando  loschripstiaoos  passasaen  por 
sus  casas,  les  diessen  de  comer  á  ellos  é  á 
-ii-  caballos.  Y  esto  se  les  dió  á  entender, 
é  les  dieron  licencia  que  se  fuessen  segu- 
ros á  sus  pueblos:  los  quales  no  se  que- 
rían  yr  ni  apartar  de  los  chripstianos,  di- 
ciendo que  no  los  avian  servido  bien  ni 
acompañado,  como  se  debiera  de  hacer. 
En  fin,  Cabeca  de  Araca  6  sus  compañeros 
les  dixeron  que  se  fuessen  en  buen  hora, 
porque  ellos  yban  donde  estaba  el  señor 
de  los  chripstianos,  é  quellos  le  habla- 
rían para  que  mandasse  que  no  los  persí- 
gtiiessen  ni  enojassen.  É  assi  se  fueron 
los  indios  en  paz,  é  aquestos  chripstianos 
se  fueron  con  tres  de  caballo  que  los 
acompañaron  hasta  la  villa  de  Culuacan, 
que  fué  poblada  en  la  costa  de  la  mar  del 
Sur,  al  Poniente,  por  Ñuño  de  Guzman, 
que  seria  bien  treynta  y  cinco  leguas  ó 
más  de  allí.  Y  ol  caudillo  ó  capitán  de  la 
gente  de  aquellos  españoles  se  fueron  há- 
cia  las  sierras  á  hacer  esclavos. 

Llegados  pues  estos  chripstianos,  ocho 
leguas  antes  de  la  villa ,  á  un  valle  po- 
blado de  paz ,  salió  á  ellos  el  alcalde  ma- 
yor  de  la  villa,  llamado  Melchíor  Díaz ,  é 


los  rescibió  muy  bien ,  é  dando  gracias  á 
Dios  por  las  maravillas  que  con  estos  hi- 
dalgos avia  obrado.  É  porque  tcnian  cer- 
ca  ile  allí  muchos  pueblos  levantados  é 
la  gente  dellós  no  se  avia  ydo  á  la  sierra,  • 
enviaron  dos  ó  tres  indios  de  los  que  po- 
co avia  que  avían  hecho  esclavos,  é  con 
una  seña  que  les  dieron  estos  peregrinos 
chripstianos  enviaron  á  llamar  todos  los 
indios  que  estaban  aleados,  é  mandá- 
ronles decir  qae  viniessen  seguros  é  que 
ningún  mal  les  sería  fecho.  É  los  mensa- 
jeros fueron  con  aquella  seña ,  que  era 
un  calabaco  que  solían  traer  cada  uno  en 
las  manos,  é  tardaron  allí  cinco  ó  seys 
dias,  é  á  cabo  dessos  vinieron  é  truxeron 
tres  señores  ó  caciques  principales  é  quin- 
ce ó  diez  y  seys  indios  otros  de  los  levan- 
tados: los  quales  truxeron  á  ofresQcr 
qüentas  é  turquesas  é  muy  lindos  pluma- 
je- á  los  tres  chripstianos  peregrinos  de- 
lante del  dicho  Melchíor  Diaz,  alcalde  ma- 
yor. El  qual  les  hico  hablar,  dándoles  á 
entender  cómo  estos  chripstianos  venían 
del  cíelo,  é  habían  andado  por  muchas 
partes,  diciéndoles  que  toviessen  inclina- 
ción al  ciclo,  é  que  allá  está  el  señor  de 
lodo  lo  criado ,  é  que  á  los  buenos  daba 
gloria,  (piando  él  (pieria  que  muriessen  en 
aquesta  vida ,  é  a  los  que  no  le  querían 
bien  é  no  le  creían  é  servían,  como  á  su 
solo  Dios  Todopoderoso,  les  daba  pena 
de  fuego  para  siempre  jamás.  \i  que  aque- 
llos pocos  chripstianos  avian  allí  venida, 
para  decir  á  los  oíros  que  no  hiciessen 
ni, il  ni  enojassen  ni  matassen  á  los  indios, 
con  tanto  (pie  se  assentassen  en  sus  pue- 
blos é  creyessen  en  Dios,  é  hiciessen  igle- 
sia- dónde  él  fuesse  servido,  c  pusiessen 
cruges  en  los  pueblos  é  las  truxessen  con- 
sigo: é  que  quando  algunos  chripstianos 
fuessen  por  su  tierra ,  que  los  saliessen  á 
rescebir  con  una  cruz ,  á  la  qual  todos  se 
humillarían ,  é  desta  manera  no  los  harían 
mal  é  los  ternian  por  hermanos ;  y  ellos 
lo  entendieron  muy  bien ,  é  dixeron  que 


cu 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


assi  lo  liarían,  é  se  fueron.  É  luego  co- 
mentaron á  baxar  de  las  sierras  á  po- 
blar ,  é  hicieron  iglesias ,  é  pusieron  sus 
cruces,  como  les  fué  mandado.  É  assi  fué 
por  todo  aquello  que  estaba  poblado  de 
paz  por  nuestros  chripstianos. 

Plega  á  Nuestro  Redemptor  questas 
gentes  salvages ,  en  vida  é  ventura  de  la 
Cessárea  Cathólica  Magestad ,  vengan  en 
conoscimiento  é  servicio  de  Dios,  y  en 
obidiencia  de  la  corona  real  de  Castilla, 
como  buenos  é  fieles  vassallos  de  Su  Ma- 
gestad ,  a  quien  estos  tres  hidalgos  ya  di- 
chos, Alvar Nuñez  Cabeca  de  Vaca,  é  An- 
drés Dorantes  é  Alonso  del  Castillo,  ha- 
ciendo relación  de  lo  que  la  historia  ha 
dicho,  lo  escribieron,  certificando  que 
por  toda  la  tierra,  donde  andovieron,  no 
vieron  ydolatria,  ni  sacrificar  hombres, 
ni  saber  qué  cosa  es ,  hasta  que  llegaron 
á  la  cibdad  de  Compostela ,  que  edeficó  é 
pobló  en  aquellas  partes  el  gobernador 
Ñuño  de  Guzman. 

Esta  relación  sacó  el  chronista  de  la 
carta,  queslos  hidalgos  enviaron  á  la  Real 
Audiencia ,  que  reside  en  esta  cibdad  de 
Sancto  Domingo  desta  Isla  Española,  den- 
de  el  puerto  de  la  Habana ,  donde  toca- 
ron el  año  passado  de  mili  é  quinientos  é 


treynta  y  nueve  años,  yendo  de  camino 
para  Castilla  á  dar  relación  de  lo  ques  di- 
cho al  Emperador  Rey  ,  nuestro  señor ,  é 
á  su  Real  Consejo  de  Indias. 

É  assi  que,  este  fué  el  subcesso  del  ca- 
pitán Pamphilo  de  Narvaez  é  de  su  arma- 
da, al  qual  é  los  demás  haya  Dios  perdo- 
nado por  su  infinita  misericordia,  lomando 
en  descuento  de  sus  culpas  sus  trabaxos  é 
muertes  tan  desapiadadas.  É  assi  se  debe 
creer  que  la  bondad  divina  remedió  sus 
ánimas,  pues  que  eran  chripstianos,  é  su 
desseo  seria  el  que  era  racon  que  tovies- 
sen  de  ampliar  la  república  chripstiana  é 
servir  á  su  Príncipe ,  é  remediar  su  po- 
breca  ó  nescessidad  cada  uno  en  su  cali- 
dad honesta,  ó  justamente  para  que  me- 
resciessen  en  la  última  hora  de  su  vida 
aquel  sospiro  que  el  profeta  Ezcchiel  di- 
ge:  «En  qualquiera  hora  quel  pecador 
sospirare  é  llamare,  será  perdonado  *. » 

Lo  que  subcediere  en  estas  provincias 
donde  fué  Pamphilo  de  Narvaez  á  poblar, 
ó  mejor  diciendo  á  perderse,  si  en  mi 
tiempo  fuere,  acomularse  há  en  prosecu- 
ción de  la  historia  ,  ó  escribirlo  há  quien 
me  subcediere  en  la  continuación  desta 
General  historia  destas  Indius. 


CAPITULO  VIL 


lin  quel  auclor  deslas  historias  cuenta  algunas  cosas  que  en  la  relación  sussodicha  no  cuentan  ,  las  qualei 
desDues  en  España,  año  de  mili  é  quinientos  é  quarenta  y  siete  años,  en  la  córle  del  Príncipe  don  Felipe, 
nuestro  señor,  en  Madrid,  le  contó  tí  dixo  el  mesmo  Alvar  Nuñez  Cabeca  de  Vaca :  las  qualcs  cosas  son  del 
mesmojaezé  propria  historia  ú  tierra,  donde  se  perdió  el  dicho  Pamphilo  de  Narvaez  é  su  gente. 


Todo  esto  ques  dicho  en  esta  relación  lo 
avia  fecho  imprimir  este  cavallero  é  an- 
da de  molde ,  é  yo  le  rogué  que  me  lo 
ino-ira-M:;  c  después  de  averme  informa- 
do dél ,  é  ser  persona  que  debe  dársele 
crédito,  assi  por  su  expiriencia  como 


porque  lodo  se  tiene  por  cierto,  diré  lo 
que  en  este  capítulo  hiciere  al  caso  bre- 
vemente ,  pues  que  no  se  debe  preterir 
ni  olvidar,  á  vuelta  de  tantos  trabaxos, 
lo  (pie  adelante  podría  en  parte  aprove- 
char, é  al  pressenle  satisfacer  á  la  hísto- 


I  tfuia  nolo  morlcm  morienfia,  dicit  Dóminos 
l)«u,:  reverlimini  el  vivile.  (Ezech.,  cap.  XVIII, 


vers.  32.) 


DR  INDIAS.  MR 

ria.  Pero  en  alguna  manera  yo  tengo  por 
boeOfl  la  relación  de  los  tres  é  por  más 
clara  que  estotra  quel  uno  solo  hace  é 
liiro  imprimir,  puesto  que,  como  digo, 
yo  lomo  delta  é  del  mesmo  auctor  Cabe- 
Ca  de  Vaca  lo  que  en  este  capitulo  él  aña- 
de, 6  ques  bien  dicho  é  nescessario,  non 
embargante  que,  eonro  gente  tan  traba- 
iada ,  no  relatan  ni  aun  tenían  forma  de 
alcanzar  á  saber  en  qué  grados  ni  altura 
andovieron  perdidos,  viendo  lo  que  has- 
ta aqui  es  dicho :  de  lo  qual  no  me  mara- 
villo, pues  que!  mesmo  piloto  que  los  lle- 
vó, llamado  Miníelo,  no  los  supo  guiar 
al  puerto  questa  armada  fué  á  buscar,  é 
no  supo  decir  adunde  los  puso  ni  dónde 
estaban;  é  como  el  principio  fué  errado, 
tampoco  se  a<;erló  el  medio,  y  el  fin  le 
hirieron  (al  como  es  dicho.  Ni  quiero 
consentir  al  Cabeca  de  Vaca  el  nombre 
que  en  su  impression  dá  á  aquella  isla, 
que  llama  de  Mal  Hado,  pues  en  la  pri- 
mera relación  no  le  pusieron  nombre,  ni 
ól  se  le  puede  dar:  antes  en  aquella  is- 
la fueron  bien  Iniciados  los  chripstianos, 
como  él  mesmo  lo  confiessa  en  la  una  é 
otra  relación;  c  si  la  mar  ó  fortuna  les 
quitaron  las  dos  barcas  ,  no  ovieron  me- 
jor dicha  las  restantes  ni  tal  donde  apor- 
taron. 

Dicen  ambas  relaciones  que  los  fray- 
Ies  avian  hecho  quemar  los  cuerpos  que 
hallaron  muertos  metidos  en  las  caxas  de 
tlastilla,  diciendo  que  eran  ydólatras;  é 
fuera  mejor  hacer  que  se  enterrassen, 
pues  las  mesmas  caxas  é  otros  indicios 
les  daba  ocasión  que  se  pensasse  que 
eran  chripstianos ;  é  assi  se  dice  en  la  se- 
cunda relación  que  de  indios  supieron 
después  que  aquellos  defunctos  eran 
chripstianos. 

Dice  más  Cabeca  de  Vaca :  que  á  los 
diez  y  siete  de  junio  de  mili  é  quinientos 
é  veynte  y  siete  años  partió  el  goberna- 
dor Pamphilo  de  Narvaez  con  su  armada 
del  puerto  de  Sanct  Lúcar  de  Barrameda 


XXXV.  CAP.  VII.  G Ib- 

para  yr  á  poblar  en  la  costa  del  Norte  de 
la  Tierra-Firme ,  á  las  provincias  queslán 
dende  el  rio  de  las  Palmas  hasta  el  cabo 
de  la  Florida,  con  finco  navios,  en  que 
yban  seysgientos  hombres ,  pocos  más  ó 
menos,  en  la  qual  armada  yban  por  offi- 
ciales  de  Su  Mageslad  estos:  Alvar  Nu- 
ñez  Cabeca  de  Vaca  por  thessorero  é  al- 
guacil mayor,  Alonso  Enriqucz  por  conta- 
dor, Alonso  de  Solís  por  factor  é  veedor, 
fray  Johan  Gutiérrez,  de  la  Orden  de 
Sanct  Francesco,  por  comisario,  con  otros 
qualro  Ira  y  les  de  la  mesraa  Orden.  Y  en 
quarenta  y  c/mco  dias  llegaron  á  la  Isla 
Española ,  donde  se  proveyeron  de  caba- 
llos é  otras  cosas,  é  aun  se  les  quedaron 
hasta  ciento  é  quarenla  personas;  y  essos 
fueron  los  mejor  librados ,  porque  en  un 
huracán  ó  tormenta  que  los  tomó  adelan- 
te en  la  isla  de  Cuba  en  el  puerto  de  la 
villa  de  la  Trinidad,  se  Ies  perdieron  dos 
navios  con  hasta  sessenta  hombres  é 
veynte  caballos.  £  invernaron  los  que 
quedaron  en  aquella  isla,  é  á  los  quatro 
de  Noviembre  del  mesmo  año  llegó  alli  el 
gobernador  con  los  quatro  navios,  con  que 
avia  ydo  á  Sanctiago,  ques  el  principal 
pueblo  de  aquella  isla ;  ó  mandó  que  se 
fuessen  todos  doce  leguas  de  alli  al  puer- 
to de  la  Xagua,  dende  el  qual  después, 
con  los  quatro  navios  é  un  bergantín, 
se  partió  con  quatrocientos  hombres  é 
ochenta  caballos,  de  los  qualcs  los  (reyn- 
ta  y  ocho  perdieron  en  su  camino ;  é  des- 
embarcaron en  Tierra-Firme  quarenta  y 
dos  bien  flacos  é  fatigados. 

Dice  más  Cabeca  de  Vaca:  que  en 
cierto  rio  se  ahogó  Johan  Velazquez  de 
Cuéllar  é  su  caballo,  el  qual  caballo  lo 
comieron  los  españoles ,  porque  Ies  falta- 
ban otros  manjares. 

Dice  más  en  esta  su  relación  impressa, 
quando  habla  en  la  provincia  de  Apala- 
che  é  sns  confines:  que  hallaron  grandes 
árboles  é  montes,  nogales,  laureles  é  ár- 
boles de  liquidámbar,  cedros  ,  sabinas. 


Glü 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


engibas,  pinos,  robles,  palmitos  baxos, 
como  los  del  Andalucía ,  mahigales,  ca- 
sas despargidas,  como  en  losXelves,  ve- 
nados, é  un  animal  que  trae  los  hijos  en 
la  bolsa;  é  destos  más  he  visto  yo,  y  en  la 
primera  parte  destas  historias,  en  el  li- 
bro XII,  capítulo  XXVII,  se  digo  qué  ani- 
males son  estos,  queste  cavallero  quiere 
decir  son  los  que  en  la  lengua  de  Cueva 
se  llaman  churchas.  Dice  assimesmo  que 
hay  muchas  aves  assi  como  ánsares,  ána- 
des, patos  reales,  dorales,  garcotas, 
perdices,  palomas,  aleones,  neblies,  ga- 
vilanes, esmerejones,  papagayos  de  di- 
verssas  maneras.  Es  la  gente  bien  dis- 
puesta ó  flecheros  en  las  más  partes. 
Nombra  cinco  chripstianos,  que  de  ham- 
bre se  comieron  unos  á  otros,  é  llamában- 
se Sierra,  Diego  López,  Corral,  Palacios, 
Goncalo  Ruiz. 

Dice  Cabeca  de  Vaca  que  cierta  gente, 
por  donde  andovieron  de  hombres  bien 
dispuestos,  traen  la  una  tela  horadada  de 
una  parle  á  otra,  é  algunos  ambas,  é  por 
el  agugero  alravessada  una  caña  tan 
gruessa  como  dos  dedos  é  tan  luenga  co- 
mo dos  palmos  y  medio:  é  assimesmo 
traen  horadado  el  labio  de  la  boca  infe- 
rior ,  é  por  el  agugero  puesta  en  él  una 
caña  delgada. 

Dige  que  entierran  los  hombres  que 
se  mueren ,  é  á  los  que  dellos  son  mé- 
dicos los  queman  por  los  honrar ,  y  en 
tanto  que  arden  baylan  los  oíros  indios, 
é  toman  los  huessos  quemados  é  há- 
cenlos  polvos,  é  por  fiesta  los  beben 
los  parientes  de  los  tales  físicos.  Essos 
son  de  mucha  auctoridad  é  pueden  tener 
dos  ó  tres  mugeres,  é  los  otros  hombres 
sendas  los  que  se  casan.  Todo  aquel  año 
la  caga  que  matan  é  pescado,  lo  dan  á  la 
muger  sin  osar  comer  ni  fallar  cosa  algu- 
na, ó  la  muger  lo  dá  todo  ello  á  sus  pa- 
dres: en  el  qoa)  tiempo  de  aquel  año  ni 
los  suegros  entran  en  casa  del  yerno  ni 
el  yerno  en  casa  de  los  sucuros,  ni  (¡un- 


poco  los  cuñados,  ni  se  hablan;  é  si  aca- 
so se  topan,  se  desvian  un  tiro  de  ballesla 
uno  de  otro ,  las  cabecas  baxas  mirando 
en  tierra ,  y  ella  (digo  la  regien  casada) 
puede  ver  é  hablar  á  todos.  Quando  se 
muere  alguno,  en  tres  meses  siguientes  no 
buscan  de  comer,  aunque  mueran  de  ham- 
bre: é  sus  casas  son  de  esteras  é  sobre 
conchas  de  ostiones.  Curan  los  médicos 
a  soplos,  é  sajan  al  paciente  en  el  lugar 
do  siente  el  dolor,  é  chupan  alrededor, 
é  también  le  dan  cauterios  de  fuego,  é  á 
los  unos  é  otros  soplan ,  porque  assi  di- 
gen  que  echan  el  mal  fuera ;  y  en  pago  de 
su  trabaxo,  dan  al  médico  quanto  tienen. 

En  la  isla ,  que  Cabega  de  Vaca  llama 
de  Mal  Hado ,  dige  que  hay  dos  linages, 
los  unos  se  digen  capoques,  y  el  otro  han 
é  tienen  por  costumbre,  quando  se  ven 
antes  que  se  hablen,  estar  media  hora  llo- 
rando; é  después  el  ques  visitado,  se  le- 
vanta primero  é  dá  al  otro  quanto  lienc, 
y  el  otro  lo  resgibe  é  dende  á  poco  se  vá 
con  ello,  é  á  veges  sin  le  hablar. 

Y  en  otra  parte  dige  en  su  segunda  re- 
lagion  quel  gobernador,  donde  aportó 
después  en  su  barca  revocó  el  poder  que 
avia  dado  á  su  teniente  Pautoja,  el  qual 
á  los  pocos  que  quedaban  los  tractaba 
mal;  é  que  se  revolvió  con  él  otro  hidal- 
go llamado  Solomayor,  é  con  un  palo  lo 
mató;  é  que  los  que  se  morian,  los  comían 
los  que  quedaban  vivos,  fechos  tasajos; 
é  quel  poslrcro  de  aquellos  que  murieron 
fué  el  Solomayor,  al  (pial  higo  tasajos  un 
Esquivel,  con  los  quales  se  sostuvo  algu- 
nos dias,  é  que  después  á  este  lo  mala- 
ron  indios.  El  qual  Esquivel  es  el  que  di- 
xocóino  el  gobernador  le  avia  llevado  la 
mar  en  su  barca  con  un  page  é  otro  hom- 
bre, é  lo  contó  á  un  Figueroa.  E  la  muerte 
del  Esquivel  fué  por  un  sueño  de  una  in- 
dia, porque  allí  creen  en  sus  sueños,  éá 
treces  matan  á  sus  propríos  hijos  por  sus 
sueños,  é  á  las  hijas  hagen  comer  á  per- 
ros muchos  dellos,  assi  como  nasgen; 


DE  INDIAS.  LIB. 

porque  dicen  que  no  las  han  de  casar  con 
parientes  ni  darlas  á  sus  enemigos  para 
«pie  multipliquen:  c  las  que  toman  por 
mugeres  cómpranlas,  é  dan  por  ellas  un 
arco  é  dos  Hechas  é  una  red  de  hasta  una 
bragada  luenga  é  otro  tanto  ancha. 

Comen  arañas,  huevos  de  hormigas, 
gusanos  é  lagartijas,  culebras,  víboras, 
é  comen  tierra  é  madera  y  estiércol  de 
venado,  é  todo  loque  pueden  aver.  Son 
grandes  ladrones  é  mienten  mucho.  Cor- 
ren deude  la  mañana  hasta  la  noche  sin 
descansar,  é  assi  cansan  los  ganados  é 

lo>  turnan  vivos.  Hay  sodomitas  entrellos, 
('•  algunos  tan  abominables  que  tienen  otro 
hombre  por  muger  públicamente;  é  los 
hiles  palíenles  afeminados  no  entienden 
en  cosa  alguna  de  los  hombres,  sino  en 
lodos  los  exerci^ios  quo  se  ocupan  las 
mugeres. 

I  -.'i  segunda  relación  que  haj  va- 
cas en  algunas  partes  tamañas  como  las 
de  España,  é  los  cuernos  pequeños,  co- 
mo moriscas,  y  el  pelo  muy  largo  ¡  é  unas 
on  pardas  é  otras  negras,  6  de  buena 
carne  é  gordas ;  é  délas  pieles  de  los  be- 
cerros hacen  mantas  para  se  cubrir,  c  de 
los  cueros  de  las  vacas  mayores  hacen 
cápalos  étodelas.  Estas  vacas  vienen  de 
hacia  el  Septentrión,  ó  se  extienden  más 
dé  quátrogientas  leguas  hasta  la  costa  de 
la  Florida ,  é  llegan  á  ella. 

Dende  aquella  isla  de  Mal  liado  ade- 
lante, en  mucha  parle  de  lo  qucslos  que 
escaparon  anduvieron ,  dice;  Cabeca  de 
Vaca ,  que  después  qué  la  muger  se  em- 
preña, no  duerme  con  el  marido  hasta  dos 
años  cumplidos  que  han  criado  los  hijos, 
los  quales  maman  hasta  que  han  doce 
años,  que  sepan  buscar  de  comer:  6  pre- 
guntando la  causa,  dicen  sus  padres  que 
se  hace  por  la  mucha  hambre  de  aquella 
tierra,  porque  de  hambre  no  se  mueran, 
ni  queden  flacos  é  sin  fuercas. 

Dexaban  las  mugeres  por  pequeña  ó 
ninguna  causa  ,  é  cásanse  con  oíros.  Es- 

TOMO  III. 


XXXV.  CAP.  VII.  (¡17 

lo  liaren  los  mancebos  ó  sin  hijos;  pero 
los  que  tienen  hijos,  no  los  dexan ,  é  per- 
severan en  su  compañía. 

Si  riñen  los  naturales,  dánse  de  pa- 
los, é  no  han  de  entrar  por  ningún  ca- 
so arco  ni  flecha  en  la  rencilla;  6  los 
que  los  han  de  despartir,  han  de  ser  las 
mugeres  é  no  los  hombres  en  ninguna 
manera. 

Quando  las  mugeres  están  con  su  cos- 
tumbre, no  buscan  de  comer  sino  para  sí 
solas,  porque  ninguna  persona  come  de 
lo  qucllas  traen  en  el  tiempo  que  es- 
tán assi.  E  allí  es  donde  un  hombre  se 
casa  con  otro,  y  el  paciente  anda  como 
muger  ó  sirve  en  todo  lo  que  la  muger 
ha  de  servirá  su  marido. 

Mezquizqnez  es  una  fructa  como  garro- 
bas ,  de  (pie  hacen  cierto  manjar  mezcla- 
do con  tierra,  y  ella  por  sí  es  amarga  c 
la  tierra  la  hace  dulce  é  buena  de  comer 
dcsla  manera.  Hacen  un  hoyo  en  tierra, 
y  .echada  la  fructa  en  aquel  hoyo,  allí  la 
muelen  á  pisón,  é  molida,  do  la  tierra  que 
se  le  pega  del  hoyo  mezclada ,  añaden 
fructa,  é  májanla  más,  é  después  sácan- 
la  6  pónenla  en  una  vassija  á  manera  de 
espuerta  ,  é  cubren  toda  la  pasta  de  agua 
que  le  echan ;  6  después  el  que  la  majó, 
pruébala  ,  é  si  le  paresce  que  no  está  dul- 
ce, añaden  tierra  é  párase  mejor.  E  fecho 
esto,  siéntanse  á  la  redonda  deste  manjar 
los  que  lo  han  de  comer ,  é  cada  qual  me- 
ló la  mano  é  saca  lo  que  puede,  é  come 
de  las  pepitas  ó  cáscaras  é  agua.  Hacen 
otros  polages  en  dos  ó  tres  moleduras  de 
la  mesma  fructa. 

En  un  grand  pueblo  hallaron  estos 
chripstianos  que  todos  los  naturales  de 
aquel  pueblo  eran  tuertos  de  nubes,  ó 
ciegos  de  todo  punto. 

Dice  essa  postrera  relación  que  los  in- 
dios ,  en  ciertas  partes ,  les  dieron  á  es- 
tos chripstianos,  Cabeca  de  Vaca  é  sus 
compañeros,  unos  taleguillos  de  plata:  y 

es  error  del  impressor,  pues  que  avia  de 
78 


GIS 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


degir  (aleguillos  de  margarita,  é  no  de 
piala. 

Hay  pinos  chicos  é  muchos  piñones, 
é  las  pifias  como  huevos,  é  los  piñones 
mejores  que  los  de  España,  porque  tie- 
nen las  cascaras  muy  delgadas ;  é  quan- 
do  están  verdes,  los  muelen  é  hacen  de- 
llos  pellas,  é  assi  las  comen;  é  si  están 
secos,  los  muelen  con  las  cascaras  é  los 
comen  hechos  polvos.  Hay  por  allí  mu- 
chas liebres ,  que  matan  á  palos  con  gar- 
rotes, juntándose  muchos  cacadores;  é 
hay  muchos  venados,  que  matan  con  He- 
chas. 

Dice  esta  última  relación  que  hallaron 
Cabega  de  Vaca  é  sus  compañeros  una 
gente,  que  la  tergera  parte  del  año  no 
comen  sino  unos  polvos  de  paja. 

En  otra  parte  dice  que  á  Dorantes  le 
dieron  esmeraldas,  fechas  puntas  de  fle- 
chas ;  é  preguntándoles  que  de  dónde  les 
llevaban  essas  esmeraldas,  respondieron 
los  indios  que  se  las  traian  de  unas  muy 
altas  sierras  que  están  hácia  el  Norte,  é 
las  trocaban  á  trueco  de  penachos  é  plu- 
mas de  papagayos. 

Dige  que  hay  tres  maneras  de  vena- 
dos ,  é  que  la  una  dellas  son  tamaños  co- 
mo novillos  de  Castilla. 

Uace  memoria  de  la  hierba  que  algu- 
nos flecheros  de  aquellas  partes  tienen, 
de  unos  árboles  del  tamaño  de  máncanos, 
que  no  es  menester  más  de  coger  la  fruc- 
ta  é  untar  la  flecha  con  ella,  é  que  si  no 
liene  fructa  quiebran  una  rama,  ó  con  una 
leche  que  tienen  hage  lo  mesmo ;  6  que 
hay  muchos  destos  árboles  que  son  tan 
ponzoñosos,  que  si  majan  las  hojas  del  6 
las  lavan  en  alguna  agua  allegada,  todos 
los  venados ,  ó  qualesquiera  otros  anima- 
les, que  della  beban,  revientan  luego. 


En  esto  destos  mancanillos.  esta  rela- 
ción habla  de  oydas;  é  yo  he  visto  mu- 
chos é  innumerables  dellos,  y  en  otra 
parte  destas  historias  se  escribe  por  mi 
más  largamente  lo  que  toca  á  esta  hierba 
de  los  flecheros. 

Dice  esta  relación  postrera  de  Cabega 
de  Vaca ,  que  por  toda  aquella  tierra  don- 
de alcancan  sierra,  vieron  grandes  mues- 
tras de  oro  é  alcohol ,  hierro ,  cobre  é 
otros  metales.  Yo  quisiera  esto  más  claro, 
é  más  larga  claridad  en  ello.  En  la  rela- 
gion  primera  que  la  Audiengia  Real  me 
dió ,  ques  la  que  se  contiene  hasta  en  fin 
del  capítulo  pregedente ,  dige  que  vino  de 
Cuba,  del  puerto  de  la  Habana,  y  en  esto-' 
tra,  de  que  tracta  este  capítulo,  dige.  qué 
tocó  Cabega  de  Vaca  en  la  Habana ,  é  que 
llegó  á  Lisbona  á  nueve  de  agosto  de  mili 
é  quinientos  é  treynta  é  siete  años.  Pero 
porque  estos  tres  hidalgos  me  paresge 
que  hombres  que  escapassen  con  las  vi- 
das no  los  ha  ávido  en  Indias  más  traba- 
xados,  y  es  ragon  que  particular  mengion 
se  haga  de  la  calidad  de  sus  personas, 
digo  quel  uno  es  este  auctor  de  la  segun- 
da relagion ,  llamado  Alvar  Nuñez  Cabe- 
ga de  Vaca,  hijo  de  Frangisco  de  Vera  é 
nieto  de  Pedro  de  Vera ,  el  qué  fué  capi- 
tán pringipal  quando  se  conquistó  Cana- 
ria, é  su  madre  se  llama  doña  Teresa  Ca- 
bega de  Vaca,  natural  de  Xercz  de  la 
Frontera.  El  segundo  es  Alonso  del  Cas- 
tillo Maldonado,  natural  de  Salamanca, 
hijo  del  dotor  Castillo  é  de  doña  Aldonga 
Maldonado.  El  tergero  es  Andrés  Doran- 
tes, hijo  de  Pablo  Dorantes,  natural  do 
Béjar  é  vegino  do  Gibraleon.  El  quarto  se 
llama  Estcbanico,  de  color  negro,  alára- 
be, natural  de  Agamor,  en  Africa. 


Aqueste  es  el  libro  décimo  séptimo  de  la  segunda  parle ,  y  es  el  Irigéssimo  sexto  do  la 
General  y  natural  historia  de  las  Indias,  islas  y  Tierra-Firme  del  mar  Océano  de 
la  corona  é  ceptro  real  de  Castilla  é  de  los  Reyes  della :  el  qual  tracta  de  la  gober- 
nación de  la  provincia  llamada  La  Florida ,  ques  en  la  Tierra-Firme  á  la  parte  del 
Norte  ,  y  e>(á  Norte  Sur  con  la  isla  de  Cuba  é  puerto  della,  que  llaman  la  Malanga. 


PKOHEMTO. 


Oenlencia  es  de  Ciro,  rey  de  los  per- 
sas, que  los  soldados  sean  galardonados 
.segund  lo  meresciessen  sus  obras  é  sen- 
tencia es  de  Dios,  é  su  sagrada  Iglesia 
manda  que  creamos  que  los  que  bien 
obraren,  yran  a  la  vida  eterna,  é  los  que 
mal  obraren,  al  luego  eterno  2.  Esto  es  la 
Ice  cathólica,  y  el  que  fiel  é  firmemente 
no  lo  creyere,  no  puede  ser  salvo.  É  assi 
es  cosa  justa  que  aunque  estos  capitanes, 
de  quien  en  los  libros  precedentes  se  ha 
traclado,  hayan  seydo  infelices  en  sus  em- 
pressas,  acabándose  sus  dias  en  ellas 
con  muertes  é  trabaxos  de  tanta  lástima, 

1  Xenofonie,  fifi.  II. 

2  El  qu¡  bona  cgerüni,  ¡buni  ¡n  vilam  elernam: 


que  sospechemos  que  no  avrá  Dios  per- 
mitido que  sus  fatigas  se  hayan  perdido, 
no  consiguiendo  la  paga  exterior  quel 
grárid  rey  Ciro,  como  justo  capitán,  da- 
ba á  sus  soldados,  ó  que  los  señores  del 
muiidd  pueden  dar  á  quien  los  sirve, 
que  son  remuneraciones  transitorias.  Mas 
avráles  dado  la  gloria  que  Sancto  Athana- 
sio  dige  en  su  Cathúlico  Símbolo;  porque 
no  solamente  por  ensanchar  la  religión 
chripstiana  gastaron  su  hacienda  é  bienes 
temporales,  mas  pusieron  sus  personas  á 
todo  quanto  peligro  se  pueden  poner  ó 
determinar  los  buenos  milites  ó  un  vale- 

qui  vero  mala,  ¡n  ignem  elernum(S.  Athannsio,  De 
Symbolo  catholiro). 


G¿0 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


roso  é  noble  capitán,  é  con  la  bandera 
de  Chripsto  é  con  licencia  é  voluntad  de 
su  Príncipe,  fueron  á  morir,  dexando  su 
reposso  é  quietud ,  é  tomando  tan  noto- 
rios y  excesivos  trabaxos  como  bailaron  y 
en  que  acabaron  sus  officios,  como  cava- 
lleros  do  Jhesu  Chripsto.  Y  porque  tras  la 
trabaxosa  armada  é  infelice  evento  del  ca- 
pitán Pampliilo  de  Narvaez  (de  quien  en  el 
libro  precedente  se  tracto)  se  dirá  en  el 
pressente  la  muerte  é  fin  de  Johan  Pongo 
de  León,  adelantado  de  Bimini;  no  se 
lia  de  entender  que  sus  trabaxos  fueron 
después  de  los  de  Narvaez,  sino  prime- 
ro, como  el  letor  lo  podrá  advertir  en  su 
lecion,  si  en  ello  quisiere  mirar,  por  los 
tiempos  en  que  lo  uno  é  lo  otro  acaesgió. 
Mas  aunque  fué  mucho  antes  la  muerte 
de  Johan  Ponce,  pónese  aqui  después  del 
dicho  capitán  Narvaez  por  la  continuación 
de  la  costa  é  geographia  ó  assiento  de  la 
Tierra-Firme,  que  traygo  dende  el  estre- 
cho famoso  que  descubrió  el  capitán  Fer- 
nando de  Magallanes  en  el  otro  hemis- 
pherio  ó  polo  antártico,  é  voy  descu- 
briendo hasta  llegar  á  los  Bacallaos  é  tier- 
ra que  llaman  del  Labrador,  como  lo  pro- 
metí en  el  prohemio  ó  introducion  del  li- 
bro XX  desta  General  historia  de  Indias, 
ques  el  primero  desta  segunda  parle  do- 
lías. E  lo  que  hasta  el  pressente  tiempo 
se  sabe  desta  tierra  é  gobernación  de  la 
provincia  de  la  Florida,  es  muy  poco  en 
comparación  de  lo  que  ac  espera  saber 
adelante ,  después  que  la  tierra  se  pueble 
é  sea  mejor  entendida  que  hasta  agora. 
E  porque  para  recitar  los  servicios  é  mé- 
ritos del  adelantado  Johan  Ponce  de 
León ,  si  se  oviessen  de  decir  dende  su 
principio,  seria  nescessario  tornar  á  es- 
cribir  é  repetir  parte  de  lo  questá  dicho, 
si  el  letor  quisiere  mejor  entenderlo,  lea 
el  libro  XVI  de  la  primera  parte,  deudo 
el  capítulo  II  adelante,  ó  allí  hallará  cómo 


dende  la  isla  de  Sanct  Johan ,  donde  este 
capitán  tenia  su  assiento ,  descubrió  á  la 
parte  del  Norte  has  islas  de  Bimini,  la 
principal  de  las  quales  está  en  veynte  y 
siete  grados  desta  parte  de  la  línia  cqui- 
nocial,  veynte  Leguas  al  Oriente  del  Les- 
te al  Hueste  con  la  Florida,  ques  en  Tier- 
ra-Firme, que  fué  assimesmo  descubier- 
ta por  el  dicho  Johan  Ponce.  Y  en  el  li- 
bro XVI  de  la  primera  parte  destas  his- 
torias, en  el  capítulo  XI,  yo  escribí  cómo 
descubrió  assimesmo  la  isla  llamada  Ba- 
hamá.  Queda  agora  de  decir  algunas 
particularidades  desta  tierra  Florida,  cu- 
yo assiento  puntualmente  é  su  costa  ya  se 
dixo  en  el  libro  XXI,  capítulo  IX  en  esta 
segunda  parte,  é  no  hay  nescessidad  de 
cansar  al  que  lee,  pues  allí  lo  hallará. 
También  se  dirá  su  desastrado  fin  de  una 
flecha  ó  saeta,  de  la  qual  frucla  en  aque- 
lla tierra  hallaron  este  capitán  é  su  gente 
más  que  no  del  oro  que  buscaban  los  que 
le  siguieron,  quél  no  lo  avia  menester, 
porque  tenia  assaz  bienes  temporales  en 
que  pudiera  vivir ,  si  no  toviera  tan  avi- 
vado el  desseo  de  la  conversión  de  aque- 
llas gentes,  ó  de  acrescentar  su  estado  é 
persona  en  estas  temporalidades,  que 
son  tan  deleznables  é  de  tan  inconstante 
pressa  como  las  anguillas,  é  aun  más 
presto  se  descabullen  de  las  manos  de 
los  hombres.  Lo  qual  no  harían,  si  tomas- 
sen  un  puño  de  tierra  para  relenellas,  á  lo 
menos  para  usarlas,  acordándose  de  aque- 
llas palabras  que  digo  el  sacerdote  á  los 
fieles,  poniéndoles  aquella  cruz  de  cónica 
el  primero  dia  de  quaresma,  para  acor- 
darles que  son  cenica  ó  tierra  \  6  que  en 
ella  nos  avernos  de  resolver,  para  que 
todo  lo  del  suelo  se  tenga  por  lo  ques,  é 
la  memoria  esté  fixa  en  lo  que  ha  de  per- 
manescer  é  nunca  acabarse.  Y  desta  ma- 
nera lo  que  turaren  estas  cosas  de  tierra, 
usarse  hían  como  conviniesse  al  ánima  é 


1    Génesis  ,  cap.  III. 


DE  INDIAS.  LIB.  XXXVI.  PROHEMIO. 


al  cuerpo,  ó  no  serian  causa  quclla  con 
61  muriesse,  ni  que  por  lo  menos  se  ol- 
vidasse  loques  más,  6  una  gloria  tan  in- 
finita. Donde  plega  á  Dios  que  á  todos  los 
que  rescibieren  su  lia¡)tisnio  é  nombre 
chripstiano  haga  dignosquc  la  pocen:  [mes 
que  lo-  compró  Nuestro  Redemptor  con 
-u  propria  é  presciosa  sangre  é  muerte, 
en  la  qual  caben  los  méritos  que  á  lós 
pecadores  faltan  para  conseguir  la  divina 
misericordia;  é  con  essa  mesma  sangre 
é  passion  de  quien  la  vertió  son  todos  ca- 
paces de  aquellas  celestiales  sillas,  donde 
plega  á  JJiesu  Cliripsto  questos  milites, 
que  en  estas  partes  lian  pregonado  su  Ice, 
estén  colocados,  é  que  en  ellas  se  les  ha- 
yan convertido  aquellos  thessoros  que 
acá  abaxo  buscaban,  que  no  es  de  creer 
que  moririan  tan  de.-acordados  que  los 
desseen  viviendo,  sino  para  servir  á  Dios 


con  ellos.  El  uno  reparando  su  propria 
nesfessidad,  y  el  otro  por  criar  sus  hijos 
é  sostener  la  carga  matrimonial,  y  el  otro 
por  hacer  limosnas  con  lo  que  adquiries- 
se,  y  el  otro  para  visitar  la  casa  sancta 
de  Hierusalem  é  otras  calhólicas  é  sanctas 
peregrinaciones.  E  assi  con  diverssos  é 
buenos  propóssitos  pueden  aver  bien  aca- 
bado quanto  á  Dios,  aunque  á  los  hom- 
bres les  parezca  otra  cosa ;  porque  en  la 
verdad  estas  cosas  del  ánima  ninguno 
puedejuslamente  juzgarlas,  sino  quien  las 
crió.  Los  hombres  juzguen  á  sí  mesmos  y 
enmiéndense ,  pues  tan  poco  es  el  tiempo 
que  nos  puede  acompañar  en  esta  vida, 
é  tan  perpetuo  e  infinito  el  que  ha  do  tu- 
rar la  otra  en  bien  ó  en  mal,  segund  la 
auctoridad  que  del  Sánelo  Athanasio  se 
alegó  de  susso. 


CAPITULO  I. 

En  el  qual  se  Irada  del  armada  quel  adelantado  Jolian  Ponce  de  León  hiro  ,  con  que  fué  á  poblar  ¿-con- 
quistar en  la  Tierra-Firme,  í  la  parte  del  Norle,  la  provincia  que  llaman  La  Florida  ,  qu¿l  avia  anles  des- 
cubierto ,  ¿  cómo  le  desbarataron  los  indios  ¿  le  birieron  de  una  ílccba ,  de  que  vino  á  morir  á  la  isla  de 
Cuba,  alias  Fernandina;  <¿  assimesmo  se  Iraclan  otras  particularidades  dessa  tierra. 


Chorno  se  dixo  en  el  libro  XVI  de  la  pri- 
mera parte  des  tas  historias,  Johan  Ponce 
de  León  avia  conquistado  é  pacificado  la 
isla  de  Boriquen ,  que  agora  se  llama  de 
Sanct  Johan,  y  en  aquella  isla  por  su  in- 
dustria é  grangerias  vino  á  ser  muy  rico 
hombre,  é  á  tener  mucho  ganado.de  va- 
cas é  ovejas  6  puercos  é  yeguas ,  é  cogió 
mucho  oro  de  minas,  é  allegó  tantos  bie- 
nes, que  pudiera  muy  bien  passar  esta 
vida  (é  aun  ayudar  á  otros  en  sus  mise- 
rias). É  cómo  era  hidalgo  é  hombre  de 
gentiles  é  altos  pensamientos,  parescióle 
que  quitándole  el  cargo  de  la  goberna- 
ción de  la  isla  de  Sanct  Johan  (como  se 
lo  quitaron  por  la  diligencia  é  sagacidad 
de  sus  émulos)  quél  no  podia  estar  ni  vi- 
vir contento  donde  otros  lo  mandassen; 


é  assi  por  esto  como  por  emplear  bien  el 
tiempo,  é  pensando  que  con  él  é  sus  di- 
neros (que  tenia  hartos)  podría ,  sirvien- 
do á  Dios  é  al  Rey  con  ellos,  doblar  é  ha- 
cerlos muchos  más,  é  acrescenlar  su  per. 
5pna  en  tilñlos  de  honor  y  estado  :  é  para 
este  efetto,  ó  mejor  diciendo  para  aquel 
que  su  ventura  le  tenia  guardado,  des- 
pués que  descubrió  á  Bimini  é  le  dió  el 
P,e\  Mulo  de  adelantado  por  lo  que  avia 
gastado  é  servido  en  sus  armadas  é  bus- 
cando aquella  fuente  de  Bimini,  que  los 
indios  avian  dado  á  entender  que  hacia 
renovar  é  retoñescer  é  refrescar  la  edad 
é  fucrcas  del  que  bebia  ó  se  lavaba  en 
aquella  fuente,  cómo  todo  aquello  paró 
en  la  vanidad  que  debia  de  parar  una  co- 
sa tan  fabulosa  é  mendace ,  é  vido  que 


i 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


022 

avia  seydo  burlado  é  mal  informado ,  no 
cansado  por  gaslos  ni  trabaxos,  volvió  á 
armar  con  más  acuerdo  y  expensas,  é 
proveyó  é  puso  en  órden  ciertos  navios 
para  entrar  por  la  Tierra-Firme  en  la  ban- 
da del  Norte,  en  aquella  costa  é  punta 
que  entra  en  la  mar  cicnt  leguas  de  lon- 
gitud é  cinqiicnta  de  latitud,  poco  más  ó 
menos.  É  parescióle  que  demás  de  lo  que 
se  podia  alcancar  é  saber  de  las  islas  que 
por  allí  hay,  que  también  en  la  Tierra- 
Firine  se  podrían  saber  otros  secretos  é 
cosas  importantes,  é  convertir  aquellas 
gentes  á  Dios  con  utilidad  grande  de  su 
persona  en  particular  é  generalmente  pa- 
ra todos  los  que  con  él  yban ,  que  eran 
doscientos  hombres  ó  ginqüenta  caballos 
en  los  navios,  ques  dicho.  É  hasta  poner 
en  efetto  essa  armada,  dispendio  mucho: 
é  passó  á  aquella  tierra  por  el  mes  de 
.  .  .  .  *  del  año  de  mili  é  quinientos  é 
veynte  años:  é  como  buen  poblador,  lle- 
vó yeguas  é  terneras  é  puercos  é  ovejas 
é  cabras  é  todas  las  maneras  de  animales 
domésticos  é  útiles  al  servigio  de  los  hom- 
bres; é  también  para  la  agricoltura  é  la- 
bor del  campo  fué  proveydo  de  todas  si- 
mientes, como  si  el  negocio  de  su  pobla- 
ción no  cstovíera  en  más  de  llegar  é  cul- 
livar  la  tierra  é  apacentar  sus  ganados. 
Pero  el  temple  de  la  región  era  muy  di- 
ferente é  dosconvinientc  á  lo  quél  lleva- 
ba imaginado,  é  los  naturales  de  la  tierra 
gente  muy  aspora  ó  muy  salvage  é  beli- 
cosa é  feroz  é  indómita  é  no  acostumbra- 
da á  quietud  ni  á  dexar  su  libertad  tan 
fácilmente  en  discreción  ó  voluntad  ex- 
irangera  de  otros  hombres,  ni  en  elecion 
de  aquellos  fraylcs  é  clérigos  de  que  yba 
acompañado  para  el  excrgigio  del  culto 
divino  é  servicio  de  la  iglesia,  aunque 
predicassen  quanto  quisiessen,  ni  pudie- 
ran ser  entendidos  con  la  brevedad  que 

*  May  un  claro  en  el  códice  autógrafo,  <|iic  no 
c«  posible  adora  llenar  sin  exposición  ,  pues  que  en 
d  capitulo  XI  del  libro  XVI,  en  que  habla  Oviedo 


se  les  figuraba  á  ellos  é  al  que  allá  los  lle- 
vó, si  Dios  de  poder  absoluto  no  los  In- 
giera ser  entendidos  de  aquellas  gentes 
barbaríssimas  é  salvages  ydólatras  é  col- 
madas de  delictosé  vigios.  Quiero  degir, 
que  aunque,  como  en  la  verdad  todo  lo 
que  paresge  dificultoso  es  fágil  de  obrar 
á  Dios,  quando  le  plage ,  es  bien  que  pen- 
semos que  no  somos  meresgedores  de 
essa  fagilidad,  ni  tan  á  pié  enjuto  se  to- 
men essas  truchas:  é  quiere  que  prime- 
ro se  reformen  las  personas  de  los  pesca- 
dores ,  para  que  caygan  en  conosgimien- 
lo  de  la  verdad  los  que  los  han  de  escu- 
char é  seguir.  Non  obstante  que  con  este 
capitán  yban  personas  religiosas  é  de 
buena  dotrina ;  pero  pues  todo  se  erró, 
é  se  perdió  el  armada  y  el  capitán  y  el 
tiempo  é  hagienda  juntamente  y  en  bre- 
ves dias,  de  pensar  es  que  no  era  Dios 
servido  ni  el  tiempo  llegado  de  la  con- 
versión de  aquella  tierra  é  provingia  á 
nuestra  sancta  fée  cathólica ,  pues  permi- 
te quel  diablo  aun  los  tenga  engañados  é 
por  suyos  á  aquellos  indios,  é  que  se  au- 
mente la  poblagion  infernal  con  _sus 
ánimas. 

Esta  armada  llegó  á  aquella  tierra  el 
año  que  está  dicho ;  é  luego  el  adelantado 
Johan  Pongo,  cómo  se  desembarcó,  dio. 
como  hombre  proveydo ,  órden  en  que  la 
gente  de  su  armada  descansasse ;  é  quan- 
do le  paresgió,  movió  con  su  gente  y  en- 
tró por  la  tierra  y  en  una  guagábara  ó  ba- 
talla que  ovo  con  los  indios,  cómo  él  pfíl. 
animoso  capitán ,  é  se  halló  do  los  prime- 
ros, 6  no  tan  diestro  en  aquella  tierra  co- 
mo en  las  islas,  cargaron  tantos  ó  tales 
do  los  enemigos,  que  no  bastó  su  gente  é 
su  esfuergo  á  los  resistir.  Y.  en  fin  le  des- 
barataron ó  mataron  parte  de  los  chrips- 
tianOS,  é  murieron  más  que  doblados  de 
los  indios,  y  él  salió  herido  de  un  flecha- 
de  la  expedición  de  Bimini ,  lampoco  designa  el 
mes  en  que  luvo  principio  rsla  empresa. 


DE  INDIAS.  LIB. 

# 

co  malamente;  é  acordó  de  se  yr  a  la  is- 
la de  Cuba  para  se  curar,  si  pudiesse,  6 
<  on  más  genle  é  pujanca  volver  á  essa 
conquista.  É  assi  se  embarcó  é  llegó  á  la 
isla  al  puerto  de  la  Habana,  donde  des- 
pués de  allegado,  vivió  poco;  pero  murió 
como  catliólico  é  rescebidos  los  sacra- 
mentos, é  también  murieron  oíros  que 
yban  heridos,  é  otros  de  enfermedades. 
Pero  porque  este  gobernador  vido  poco 
de  aquella  tierra,  é  después  andando  el 
«¡empo,  passó  á  ella  otro  adelantado,  que 
fué  Hernando  de  Soto,  é  con  más  genle 
e  poder,  é  no  con  mejor  ni  tal  ventura, 
pues  allá  <|iicil<i  murrio,  r  se  supo  11,11- 
cho  más  de  aquella  tierra  de  la  Florida, 
él  que  se  quisiere  informar  della,si  es- 


XXXVI.  CAP.  I.  G23 

tos  mis  libros  lia  leydo  á  reo ,  ya  lo  avrá 
visto  en  la  primera  parte  desta  General 
historia  de  Indias:  é  si  no  lia  traydo  con- 
tinuada su  lecion,  ocurra  al  libro  XVII 
de  la  primera  parte,  dende  el  capitu- 
lo XXI  hasta  el  fin  del  capítulo  XXX  ,  é 
verá  una  lecion  notable  de  la  ferocidad 
de  aquella  gente  septentrional,  é  muchas 
particularidades  ó  cosas  nuevas  de  oyr. 
También  se  dixo  en  el  libro  XXXIII,  en 
la  conquista  de  la  Nueva  España ,  que 
una  caravela  de  las  deste  adelantado  Jo- 
ban  Ponce  de  León,  aportó  á  la  Nueva 
España ,  é  aquella  llevó  poca  gente  de  los 
que  escaparon'  drl  otro  peligro  de  la  Flo- 
rida. 


CAPITULO  II. 


En  el  qual  se  Iracta  de  Hcrlo  animal  ó  vacas  monlesas,  que  hay  en  la  Tierra-Firme  á  las  espaldas  de  la 
provincia  de  la  Florida  i  parte  septentrional  de  la  mar  del  Norle. 


j\  luchos  de  los  que  han  andado  en  la 
Tierra-Firme,  á  la  parte  del  Norte  é ma- 
res más  puestas  al  Septentrión  ,  han  visto 
muchas  vacas  6  toros,  los  quales  en  sí 
son  comunmente  mayores  reses  que  nues- 
tras vacas  de  España.  Tienen  los  pescue- 
zos muy  llenos  de  lana,  é  la  cabrea  traen 
algo  más  baxa  que  las  vacas  de  España: 
e  dende  las  corvas  á  medias  piernas  aba- 
xo  hasta  las  uñas  están  assimesmo  con 
mucha  lana ,  6  lo  demás  de  su  cuerpo  es 
raso  6  las  colas  largas,  de  la  manera  que 
acá  las  tienen  las  vacas,  é  los  cuernos 
puntiagudos  y  el  uno  contra  el  otro,  co- 


mo se  verá  en  la  figura  pressente.  Los 
machos  tienen  una  corcoba  alta  sobre  los 
hombros,  6  las  hembras  no  la  tienen,  é  la 
lana  de  lo  restante  del  cuerpo  es  como  me- 
rina, espessa;  ó  no  anda  ni  se  muevo 
portante  ni  de  andadura  ó  passeando,  si- 
no á  par,  como  acá  haria  un  caballo  ma- 
niatado; pero  son  sueltos  ó  muy  salyages 
é  innumerables.  La  carne  dcllos  es  bue- 
na y  el  cuero  muy  recio,  é  todos  ellos 
son  de  color  leonado  escuro.  Estos  ani- 
males hay  en  mucha  parte  de  la  Tierra- 
Firme  al  Septentrión.  É  porque  el  letor 
mejor  lo  entienda  se  pone  aqui  su  figura  4. 


Véase  la  lámina  V.3,  fig.  7.a  de  la  primera  parle,  tomo  f. 


Aqueste  es  el  libro  décimo  octavo  de  la  segunda  parte,  y  es  el  trigéssimo  séptimo  de 
la  Natural  y  general  Historia  de  las  Indias,  islas  y  Tierrra-Firmc  del  mar  Océano  de 
la  corona  é  ceptro  real  de  Castilla  é  de  León :  el  qual  tracta  de  la  gobernación  de 
la  provincia  llamada  Chicora  (é  más  propiamente  dicha  Gualdape)  en  la  Tierra-Fir- 
me, á  la  parte  del  Norte,  que  fué  a  poblar  el  licenciado  Lúeas  Vázquez  de  Ayllon, 
vecino  desla  cibdad  de  Sancto  Domingo  de  la  Isla  Española ,  oydor  de  Su  Mages- 
tad  en  el  Audiengia  é  Changilleria  Real  que  aqui  reside,  cavallero  de  la  Orden  mi- 
litar del  Apóstol  Sanctiago. 


PROHEMIO. 


Ilíl  que  ha  de  mandar  soldados,  solda- 
do debe  ser  primero.  Dexemos  estar 
aparte  los  príncipes  é  reyes,  que  nascic- 
ron  señores  ..porque  aquessos  son  fuera 
desta  regla:  é  aun  los  tales,  usando  las 
armas,  las  entienden  mejor  (puesto  que 
dende  que  nasgen  siempre  bailan  cerca 
de  .-.í  quien  esto  é  otra  qualquiera  scien- 
cia  con  verdadera  expiriencia  les  pueda 
enseñar).  Pero  los  otros  varones  es  me- 
nester que  sean  exercitados,  como  discí- 
pulos, antes  que  prediquen  ó  usen  cuino 
maestros. 

Yo  creo  bien  quel  licenciado  Lúeas 
Vázquez  de  Ayllon  supiera  ser  alcalde  é 
hacer  justicia,  decidiendo  un  letigio  que 
ante  él  se  Iraclara,  porque  para  csse  efcl- 
lo  aprendió  derechos;  pero  nunca  se  vis- 


tió coraca  ni  ciñó  espada  para  ganar  suel- 
do con  ella,  ni  defender  su  capa,  ni  ad- 
quirir la  agena  por  milite.  Aunque  en  la 
verdad  era  de  buena  casta  de  hijosdalgo, 
porque  yo  conosgí  á  su  padre,  Johan  dé 
Ayllon,  más  ha  de  ginqiienta  años,  en  tal 
possesion,  vecino  é  regidor  ó  jurado  en 
la  cibdad  de  Toledo;  c  conozco  bien  ha 
quarenta  é  más  años  otro  su  hijo,  herma- 
no del  mesmo  licenciado,  cavallero  de  la 
Orden  militar  del  Apóstol  Sanctiago,  Hu- 
mado Perálvarcz  de  Ayllon,  al  qual  vi 
en  Italia,  militando  en  servicio  del  duque 
de  Valentinocs,  don  Céssar  de  Borja,  é 
muy  bien  eslimado  entre  los  cavalleros 
de  su  exéreito.  Y  vi  queste  mesmo  Perál- 
varcz íle  Ayllon  se  halló  en  la  defensa  del 
castillo  ó  forlaleca  de  Salsas ,  año  de  mili 


DE  INDIAS.  LIR.  XXXVII.  I'ROIIFMK  >. 


62o 


é  quinientos  y  (res,  con  el  capitán  don 
Sancho  de  Castilla,  alcayde  de  la  dicha 
Salsas,  é  con  otros  ca valleros é  hidalgos 
que  la  defendieron  valerosamente  al  exér- 
cito  e  casa  de  Francia ,  aunque  la  echa- 
ron por  tierra  quassi  por  la  grand  artille- 
ría con  que  la  batieron ,  é  aun  tenia  ya 
macha  parte  á  fuerza  de  picos  para  la 
poner  enqüentps;  pero  quedaron  los  cer- 
cados invencibles,  hasta  que  en  persona 
el  Rey  Cathólico  don  Fernando  la  socor- 
rió. É  aquel  día  que  los  franceses  alearon 
su  campo,  é  con  daño  suyo  se  fueron, 
entró  el  exérgito  del  Rey  Cathólico  que- 
mando ó  tornando  castillos  ó  villas  por 
Francia  (assi  como  fueron  Cijar  ó  Fitot  ó 
la  Palma  ,  é  después  Leocata). 

Aquel  mesmo  día  ví  quel  Rey  armó ca- 
valleros  por  su  mano  (res  hijos  del  duque 
de  Al  va,  don  Fadrique  de  Toledo,  que 
fueron  don  Garfia  de  Toledo,  primogéni- 
to del  dicho  duque  (el  qual  don  Garfia 
fue  [>adre  del  duque  de  Alva  que  hoy  es 
don  Fernando  Alvarcz  de  Toledo);  y  el 
segundo  que  armó  cavallero  fué  don 
Pedro  de  Toledo,  marqués  de  Villafran- 
ca ,  hermano  del  dicho  don  García ;  é  ¡i 
don  Fernando  de  Toledo,  comendador 
mayor  que  fué  después  de  Alcántara, 
hijo  menor  del  dicho  duque  don  Fadri- 
que. Y  el  quarto  fué  un  hidalgo  leonés, 
llamado  Martin  de  Robles,  que  se  ha- 
lló dentro  en  la  defensa  de  Salsas:  el 
quinto  fué  Pedro  de  Losada,  acemile- 
ro mayor  del  Rey,  que  también  estu- 
vo dentro  de  Salsas;  y  el  sexto  que  ar- 
mó cavallero  fué  este  Pcrálvarez  de  Ay- 
llon,  al  qual,  deudo  á  pocos  dias,  le  dio 
el  Rey  el  hábito  de  Sanctiago  é  le  higo 
otras  mercedes.  Este  bien  sé  yo  que  su- 
piera mandar  soldados,  porque  fué  sol- 
dado y  exercilado  en  la  militar  discipli- 
na ;  pero  el  ligengiado  Ayllon ,  su  herma- 
no ,  no  se  tenia  otro  crédito  en  cosas  de 

i    Salustiu,  De  bullo  Jugurtino. 
TOMO  III. 


guerra  sino  que  era  noble  persona  en  con- 
versación. 

En  esta  isla  tuvo  cargo  de  justicia,  é 
después  fué  oydor  en  el  Audiencia  Real 
que  aqui  reside,  donde  hico  bien  su  of- 
figio,  é  assi  se  pensaba  que  hiciera  el  de 
capitán  é  gobernador,  porque  demás  de 
ser  de  buena  casta,  avia  mucho  tiempo 
que  residia  en  esta  isla.  Pero  el  (pie  to- 
mó a  la  postre  con  su  armada  ,  nunca  le 
avia  hecho:  créese  que  si  hallara  la  tierra 
adonde  fué  di'  paz,  que  la  gobernara  bien. 
Pero  quisiera  yo,  pues  tomaba  las  ar- 
mas, que  avicndolas  usado,  pudiera  degir 
lo  que  dixo  .Marco  al  pueblo  romano  en 
aquella  oración,  que  consta  por  el  Yugur- 
tino  Iraclado  de  Salustio,  por  estas  pala- 
bras: (Aquello  quessos  suelen  oyr  é  leer, 
yo  lo  he  visto,  é  parte  por  mí  mesmo  he 
fecho:  c  aquello  quessos  en  los  libros,  yo 
en  la  milicia  lo  he  aprendido».  ' 

Assi  que  quiero  decir,  quel  licengiado 
Ayllon,  no  por  hombre  de  guerra,  pero 
por  virtuoso  cavallero  é  persona  de  buen 
entendimiento,  era  tenido.  Exergitados 
han  de  ser  los  que  exérgitos  han  de  man- 
dar, muy  bien  digc  el  mesmo  auclor: 
•Fáciles  todo  principio  de  guerra,  mas 
muy  difícil  el  fin;  porque  el  comengar  es 
lígito  á  qualquiera  por  desúlil  que  sea; 
mas  el  fenesger  es  solamente  congedido 
á  los  vencedores » .  2 

Como  quier  quello  sea ,  no  desmeres- 
ge  su  buen  desseo  dol  licenciado,  porque 
su  fin  créese  que  era  de  cathólico,  é  que 
desseaba  servir  á  Dios  é  al  Rey,  acres- 
gentando  el  número  de  los  chripstianos  c 
aumentando  señoríos  á  la  Céssarca  Ma- 
gostad é  corona  de  Castilla ;  é  también  á 
vueltas  desso  poner  su  persona  cu  más  es- 
tado, puesto  quel  que  tenia  aqui  era  muy 
preheminente  é  tan  pringipal,  como  es  di- 
cho. É  si  fuera  dcsto  ques  dicho,  le  mo- 
vió alguna  ambigion  ó  cobdigia ,  hombre 

2  id.  id. 

79 


626 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


era,  é  su  persona  é  bienes  lo  pagaron,  ó 
con  él  otros  muchos  por  le  creer ,  y  él 
porque  creyó  á  un  medio  Iraydor,  criado 
suyo  y  esclavo ,  é  natural  de  aquella  tier- 
ra ,  que  llevó  por  guia :  el  qual ,  por  tor- 
nar á  su  patria ,  le  dió  á  entender  lo  que 
no  pudo  hacer  verdad. 

El  año  de  mili  é  quinientos  é  veynte  y 
tres  yo  fui  a  España ,  é  yendo  dende  Se- 
villa á  la  corte  passé  por  Nuestra  Señora 
de  Guadalupe,  donde  hallé  al  licenciado 
Ayllon  que  venia  para  esta  su  empressa, 
despachado  é  favorescido ,  é  con  el  há- 
bito de  Sanctiago  quel  Emperador  poco 
antes  le  avia  dado;  é  cómo  éramos  ami- 
gos, comunicóme  su  viage ,  é  cierto  me 
pessó  oyrle  decir  adonde  yba :  é  díxome 
la  confianza  grande  que  tenia  de  aquel 
esclavo,  é  que  le  avia  fecho  chripstiano, 
é  que  era  muy  buena  persona  é  de  muy 
gentil  juicio.  Llevaba  yo  estonces  unaperla 
grande  que  tuve ,  de  la  qual  se  hico  men- 
<;ion  en  el  libro  XIX,  capítulo  VIII  de  la 
primera  parte ,  que  pessaba  veynte  é  seys 
quilates  y  era  perfetta  é  redonda,  é  qui- 
se que  la  viesse,  porque  él  me  decia  que 
aquel  indio  le  deeja  que  las  avia  excelen- 
tes é  grandes  en  su  tierra :  é  dixo  el  li- 
cenciado que  era  muy  pequeña  a  respec- 
to de  las  que  le  prometía  aquel  su  adalid, 
é  tanto  más  se  me  repressentó  é  tuve  por 
cierto  su  engaño;  é  creí  que  aquel  indio 
mentía  en  quanto  le  avia  dicho,  é  quel 
desseo  de  vulver  á  su  patria  le  hafia  de- 
cir todo  aquello,  de  que  conosgía  quel  li- 
cenciado se  holgaba,  é  que  como  astuto 
acomulaba  novelas  que  no  se  le  debian 
creer;  é  assi  se  lo  dixc  al  licenciado.  Él 
me  respondió  quel  indio  era  ya  muy  la- 
dino é  muy  buen  chripstiano,  é  tenia  tan- 
to amor  al  licenciado  como  si  fuera  su 
hijo,  é  quél  le  tractaba  como  si  le  engen- 
drara; é  assi  á  este  propóssilo  me  le  loó 
tanto,  que  conoscí  que  le  creía  como  si 


fuera  evangelista ;  pero  lo  que  sacó  de  su 
crédito  la  historia  lo  dirá. 

Parésgeme  á  mí  que  todos  los  cautelo- 
sos tienen  por  dechado  aquel  ardid  que 
Anibal  usó  con  los  romanos  (quando  les 
dió  aquella  derrota  é  vencimiento  memo- 
rable de  la  batalla  de  Canas)  ques  pro- 
curar quel  viento  dé  al  enemigo  en  la  ca- 
ra, para  que  con  dificultad  se  defienda 
de  las  armas  del  adverssario,  é  dando  al 
vencedor  en  las  espaldas,  más  sin  empa- 
cho consiga  su  victoria.  É  assi  este  ene- 
migo familiar  daba  con  el  viento  de  la 
esperanza  en  los  ojos  al  Iigenciado,  su 
amo ,  é  le  segó  de  tal  manera  que  le  des- 
truyó. 

Dice  Lucio  Frontino  que  Anibal ,  cerca 
de  Canas,  aviendo  considerado  quel  vien- 
to volturno  (id  esl  Susueste)  por  un  cier- 
to rio,  fuera  de  la  natura  de  todos  los 
ríos,  la  mañana  temprano  ultra  modo  so- 
plaba, de  manera  que  los  montecillos  del 
arena  é  del  polvo  levantaba,  é  que  de  tal 
forma  ordenó  sus  esquadras,  que  toda  la 
fuerca  del  viento  daba  en  las  espaldas  á 
los  suyos  y  en  los  ojos  y  en  la  cara  á  los 
romanos:  por  la  qual  cosa,  sumamente  á 
sus  enemigos  contraria  é  adverssa ,  con- 
siguió aquella  memorable  victoria 

Assi  á  nuestro  propóssito  quadra  lo  que 
está  dicho ,  para  quel  prudente  siempre 
esté  en  vela  con  los  hombres  sospecho- 
sos. ¿Qué  se  puede  fiar  de  un  esclavo, 
sino  esperar  dél  que ,  quando  no  os  calá- 
redes,  avés  de  hallaros  sin  él? 

En  una  oración  que  al  pueblo  romano 
hico  Cayo  Momio,  digo  ques  mayor  ver- 
Siienca  perder  la  ganada  libertad,  que 
aver  scydo  siempre  subjelo  2. 

Claro  está  quel  esclavo  no  mcresce  ser 
creydo ,  porque  el  dolor  intrínseco  que  en 
su  ánimo  padesce,  viéndose  presso,  le  es- 
timula é  acuerda  que  procure  ser  exento. 
É  aun  de  aqui  se  colige  la  justa  intención 


i   Lucú,  frontino,  lili.  II,  cap,  2. 


2    SiÜUtttio  ,  ¡Je  IjcIIu  Jiiijui  tiitu. 


DE  IMHAs.  LIO. 

de  la  ley,  que  dispensa  que  los  contrac- 
tos que  otorgan  los  que  cslán  pressos,  no 
los  obligan  á  guardarlos,  ni  deben  avcr 
efetlo.  No  sé  yo  cómo  el  licenciado,  sc- 
yendo  tan  buen  jurista,  ignoró  aquesto, 
dando  crédito  á  su  prissionero  ó  esclavo, 
pues  como  captivo  tenia  licencia  de  men- 
tir ó  decir  todo  aquello  que  le  paresgies- 
sc  que  era  abrirle  el  camino  para  tornar 
á  su  tierra,  á  su  rauger  é  lujos,  si  los  te- 
nia, ó  a  holgarse  con  sus  padres  é  ami- 
gos en  su  patria,  cobrando  su  libertad  é 
restaurando  su  persona  sin  captiverio.  Y 
essa  fée  de  baptismo  que  acá  le  presta- 
ron ,  si  en  él  imprimiera,  no  hiciera  lo  que 
higo.  Ello  está  bien  entendido  y  el  tiem- 
po lo  mostró  con  la  obra  y  efetto  en  que 


XXXVII.  PROHEMIO.  627 

paró  el  armada  é  los  pecadores  que  en 
ella  se  hallaron,  de  los  qualcs,  como  de 
testigos  de  vista  ,  yo  fui  informado  de  lo 
que  aqui  se  dirá,  en  especial  de  tres  re- 
ligiosos de  la  Orden  de  los  Predicadores, 
fray  Antonio  Montesino ,  fray  Antonio  de 
Cervantes  é  fray  Pedro  de  Estrada ,  é  do 
Francisco  Gómez,  que  fue  capitán  é  al- 
calde ó  teniente  del  dicho  licenciado,  ó 
de  Pedro  de  Quexo,  que  fué  por  piloto 
mayor,  é  de  Jolian  Rodríguez  Malaver, 
é  de  otras  personas  fidedignas  que  esca- 
paron é  volvieron  á  esta  cibdad  de  Sáne- 
lo Domingo ;  é  al  pressente  algunos  de- 
llos  están  vivos  é  viven  aqui,  que  meres- 
gen  crédito. 


CAPITULO  í. 

En  que  se  tracla  el  subcesso  de  la  mal  encaminada  empressa  de  la  gobernación  é  armada  del  licenciado 
Lucas  Vázquez  de  Ayllon  ,  que  fué  &  la  Tierra-Firme  á  la  parle  que  nos  es  opuesta  á  la  parte  del  Norle, 
deudo  la  villa  del  Puerlo  de  Piala  dcsla  Isla  Española;  é  cómo  é  dónde  murió  el  licenciado  é  la  mayor  par- 
le de  la  genlc  que  llevó. 


En  la  prefación  de  susso  se  dixo  cómo 
el  año  de  mili  é  quinientos  é  veyntc  y 
tres  vino  despachado  é  provejdo  el  li- 
cenciado Lúeas  Vázquez  de  Ayllon  para 
yr  por  capitán  general  é  gobernador  de 
Su  Magestad  á  cierta  provincia  de  la 
Tierra-Firme,  que  está  de  la  otra  parte 
de  la  isla  Fernandína,  alias  Cuba  :  el  qual, 
cómo  aqui  á  Sánelo  Domingo  llegó,  ve- 
nido de  España ,  residió  en  su  offigio  de 
oydor  desta  Real  Audiencia  é  Cnancille- 
ría que  aqui  hay ;  é  también  entendía  en 
se  aderesgar  é  proveer  para  las  cosas  de 
su  armada  é  hager  su  viage.  É  tardó  tan- 
to en  esto,  que  le  enviaron  á  mandar  los 
señores  del  Consejo  Real  de  Indias  que 
pusiesse  en  efetto  su  empressa,  confor- 
me á  lo  que  tenia  capitulado,  si  no  que 
proveerían  en  el  negocio  para  que  fuesse 
otro  capitán  á  lo  hager,  é  le  excluirían 
de  la  negogiagion  ó  cargo  que  se  le  avía 


dado,  para  que  aquella  tierra  se  poblassc: 
y  por  esto  él  se  determinó  de  se  dar  más 
priessa  en  su  partida,  la  qual  fué  dende 
el  Puerto  de  Plata,  que  en  esta  isla  está 
á  la  parte  de  la  banda  del  Norte:  de  don- 
de salió  mediado  el  mes  de  julio  del  año 
de  mili  é  quinientos  é  veyntc  y  seys  años 
con  una  nao  grande,  que  era  la  capitana, 
é  otra  que  llaman  la  Bretona,  é  otra  nao 
nombrada  Sancta  Caíhaltna;  é  olra  que 
se  dige  la  Chorruca ,  é  un  bergantín  é  un 
patáx  ó  gabarra.  Assi  que,  eran  seys  ve- 
las por  todas,  en  que  fueron  quinientos 
hombres ,  é  los  más  dellos  isleños  é  dies- 
tros en  estas  partes ,  é  ochenta  ó  noventa 
caballos  muy  buenos,  é  bien  proveydo 
de  todos  los  bastimentos  é  cosas  que  para 
la  jornada  le  paresgióque  era  nesgessario. 

De  la  manera  ques  dicho  fué  su  viage 
derecho  á  se  desembarcar  en  un  rio  que 
le  llaman  rio  Jordán,  que  está  más  al 


f»2S 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Oriente  de  la  provincia  de  la  Florida,  en 
la  mesma  costa  de  la  Tierra-Firme,  cien- 
to é  einqüenta  leguas,  poco  más  ó  menos: 
la  boca  del  qual  rio  está  en  treynta  é 
tres  grados  é  dos  tercios  desta  parte  de 
la  línia  equinocial ,  a  la  banda  de  nuestro 
polo  ártico. 

Aquella  tierra  qucl  licenciado  Ayllon  é 
su  armada  fueron  á  buscar,  la  llama  el 
chronista  Pedro  Mártir  en  su  tractado  Chi- 
cora ,  porque  aquel  indio  falso  adalid  que) 
licenciado  llevó,  é  otras  lenguas  de  aque- 
lla tierra  la  nombraban  assi;  pero  dende 
á  muy  pocos  dias  se  huyeron  la  tierra 
adentro,  ó  dexaron  en  blanco  al  licencia- 
do é  á  los  demás  que  de  sus  palabras  fia- 
ban: y  en  toda  la  costa,  ni  en  lo  que  den- 
tro de  la  tierra  vieron  los  españoles,  ni 
se  pudo  ver  ni  aver  noticia  de  provincia 
ni  puerto,  ni  rio  ni  población  que  tal  nom- 
bre toviesse :  ni  vieron  tierra  ni  provin- 
cia que  se  llamasse  de  los  nombres  que 
se  contenían  en  la  capitulación  quel  licen- 
ciado tuvo  con  Su  Magostad  Cessárea, 
que  yo  he  visto ,  que  son  los  quel  dicho 
indio  le  debiera  avisar.  É  dice  la  licencia 
real  que  le  dá  facultad  para  que  pueda  yr 
el  dicho  licenciado,  ó  enviar  á  proseguir 
el  descubrimiento  de  la  tierra  é  provin- 
cias é  islas  de  Duahe,  Chicora,  Yta,  Tan- 
cae,  Anica,  Tivecocayo,  Xapira,  Gua- 
caya,  Xoxi,  Soria,  Pasqui,  Aranui,  Xamu- 
nanuc,  Hunqnc,  Tanaca,  Yenyohol,  Pa- 
lme, Yainiscaron,  Orixa,  Inisiguanin  y 
Noxa:  que  en  cada  nombre  destos  pensó 
el  licenciado  que  llevaba  un  thessoro,  ó 
como  he  dicho  ninguna  tierra  se  supo  de 
lales  títulos.  Pero  parésceme  que  bastaba 
el  de  adelantado  que  por  la  capitulación 
real  se  le  prometió  destas  tierras  é  pro- 
vincias é  islas,  é  de  lodo  lo  que  por  su 
induMria  fin •>.-,( •  descubierto;  c  otras  mer- 
cedes se  le  prometieron  por  la  dicha  ca- 
pitulación,  fecha  en  Yalladolid  á  veynte 
6  seys  de  junio  de  mil!  ó  quinientos  6 
veynte  y  lie-  años.  Assi  que,  este  fué  el 


recabdo  queste  cavallero  sacó  de  la  con- 
flanea  de  su  indio  Francisco  de  Chicora. 
Pero  el  principio  de  la  perdición  é  des- 
ventura de  aquesta  armada,  fué  que  al 
entrar,  que  la  dicha  nao  capitana  en- 
traba en  el  rio  Jordán,  se  perdió  con  to- 
dos los  bastimentos  (puesto  que  se  salvó 
la  gente) ,  é  los  otros  navios  que  eran  me- 
nores entraron  sin  peligro. 

Después  que  cstovieron  allí  algunos 
dias ,  descontentos  de  la  tierra  é  ydas  las 
lenguas  ó  guias  que  llevaron ,  acordaron 
de  yrsc  á  poblar  la  costa  adelante  hácia 
la  costa  occidental ,  é  fueron  á  un  grand 
rio  (quarenta  ó  quarenta  é  cinco  leguas 
de  allí,  pocas  más  ó  menos)  que  se  di- 
go Gualdape :  é  allí  assentaron  su  campo 
ó  real  en  la  costa  del,  é  comencaron  á 
hacer  casas,  porque  no  las  avia,  sino  al- 
gunas caserías  léxos  unas  de  otras,  é  la 
tierra  toda  muy  llana  é  de  muchas  ciéne- 
gas, pero  el  rio  muy  poderoso  é  de  mu- 
chos é  buenos  pescados;  é  á  la  entrada 
dél  era  baxo ,  si  con  la  crescicnte  no  en- 
traban los  navios.  É  cómo  les  faltaban 
mantenimientos  y  en  la  tierra  no  los  ha- 
llaban, élos  frios  eran  muy  grandes,  por- 
que aquella  tierra,  donde  pararon,  está  en 
treynta  é  tres  grados  para  arriba,  y  era 
raso,  adolesció  mucha  gente  é  muriéronse 
muchos;  y  el  licenciado  luego  cayó  malo 
é  también  se  lo  llevó  Dios.  El  qual  murió 
como  cathólico,  roscebidos  los  sacramen- 
tos, é  arrepentido  de  sus  culpas  é  de  sus 
pensamientos  é  armada:" é passó  de  aques- 
ta vida  dia  de  Sanct  Lúeas,  á  diez  é  ocho 
dias  de  otubre  de  aquel  año  de  mili  é  qui- 
nientos é  veynte  y  seys.  É  dexó  ordena- 
do que  fuesse  gobernador  en  su  lugar,  en 
tanto  que  Sus  Magostados  provoyessen  lo 
que  fuesse  su  servicio ,  un  sobrino  suyo, 
thessorero  de  la  isla  do  Sanct  Johan,  que 
si'  decía  Johan  Ramírez  ,  ó  que  estaba  au- 
sente en  cssa  sacón  en  la  dicha  isla  de 
Sanct  Johan;  y  en  tanto  quedaba  por  su 
capitán  é  teniente  aquel  Francisco  Gómez. 


DE  INDIAS.  Ll 

de  quien  se  higo  mención  de  susso  en  el 
proliemio.  Poro  entre  essos  soldados  ó 
gente  que  quedó  no  faltaron  un  par  de 
hombrea  desconcertados  amotinadores, 
que  pusieron  en  trabaxo  á  todos:  de  los 
quales  el  principa]  fué  un  Ginés  Doncel, 


.  XXXVII.  CAP.  I.  020 

vecino  desta  cibdad  é  natural  de  la  vi- 
lla de  Gibraltar,  que  se  juntó  con  otro 
de  tan  mal  sesso  como  el ,  que  se  decía 
Pedro  de  Bacán,  como  más  largamente 
se  dirá  en  el  siguiente  capítulo. 


CAPITULO  II. 


En  que  se  tracta  de  la  (irania  é  motin  de  Ginés  Doncel  é  Pedro  de  Bacán  ,  é  como  fué  presso  esle  Ginés 
Doncel  é  se  bifO  justicia  del  Pedro  de  Bacán.  É  también  cuenta  la  historia  cómo  trayendo  el  cuerpo  del 
licenciado  Ayllon  muerto  á  esta  Isla,  lo  echaron  en  la  mar  \ 


Ginés  Doncel ,  después  que  vido  muer- 
to al  licenciado  Ayllon,  como  hombre 
sin  consejo  é  que  confiaba  de  su  habili- 
dad é  sagacidad  que  podría  ser  capitán 
de  los  que  quedaban,  só  color  que  como 
estaban  descontentos  de  la  tierra  él  de- 
cía que  los  llevaría  della ,  é  dando  otras 
falsas  colores  á  su  desatino,  prendió  al 
teniente  é  á  los  alcaldes,  é  púsolos  en 
grand  nescessídad ;  ó  truxo  á  su  opinión 
á  un  Pedro  de  Bacán ,  que  no  tenia  más 
sosiego  quél ,  é  á  otros  desconcertados  é 
aparejados  á  hacer  su  voluntad  é  lo  que 
le  paresciesse.  En  esta  sacón  los  indios 
mataron  algunos  españoles  desmandados: 
los  quales  son  muy  grandes  flecheros,  pe- 
ro no  tienen  hierba,  sino  muy  recios  ar- 
cos que  hacen  de  castaños  (que  hay  mu- 
chos la  tierra  adentro),  é  traen  sus  carca- 
jes de  cueros  de  adives  é  otros  anima- 
les: é  la  gente  natural  do  aquella  tierra 
son  bien  dispuestas  personas,  é  más  altos 
que  los  indios  destas  nuestras  islas  co- 
.  munmente. 

No  podiendo  comportar  algunos  hom- 
bres de  bien  la  titania  é  soberbia  del  di- 
cho Ginés  Dongel  é  de  su  parcialidad, 
juntáronse  algunos,  y  en  especial  dos  hi- 
dalgos, llamados  Oliveros  é  Monesterio,  é 
con  otros  que  se  allegaron  á  su  paresger 


acordaron  de  hablarle  al  Ginés  para  que 
soltassc  los  que  tenia  pressos ,  dándole  á 
entender  que  caia  en  mal  caso,  é  que  era 
muy  mal  fecho.  Á  lo  qual  el  replicó  lo 
que  le  pareseió,  culpándolos  é  digiendo 
que  los  pressos  se  querían  yr  é  dexarlos 
perdidos  á  los  demás  en  la  tierra,  é  lle- 
varse los  navios,  é  atribuíanles  otras  cul- 
pas que  no  tenían.  Desta  habla  é  amones- 
tación le  quedó  al  Ginés  Doncel  una  per- 
pétua  enemistad  con  Oliveros,  porque  era 
hombre  de  hecho ,  y  el  que  rodeaba  de 
deshacer  é  no  consentir  la  tiranía  del  Gi- 
nés; é  comengó  á  traclar  con  el  Bagan 
cómo  le  matassen  á  él  é  al  Monesterio.  É 
una  noche  que  avian  de  poner  en  efetto 
su  mala  intengion,  siguióse  que  unos  ne- 
gros pegaron  fuego  á  la  casa  del  Ginés 
por  su  proprio  sesso  dessos  esclavos;  y 
estaban  allí  los  pressos,  é  ardiendo  el 
fuego,  acudieron  todos  á  lo  matar:  é  assi 
ovo  lugar  de  salir  los  pressos  de  don- 
de estaban  detenidos.  En  esse  mesmo 
tiempo  el  Bagan  fue  á  matar  al  dicho  Mo- 
nesterio, que  estaba  en  su  posada;  y  el 
otro,  como  era  hombro  de  buen  ánimo, 
salió  á  él  é  comengóle  á  maltractar,  por- 
que el  Bagan  yba  armado.  Y  también  en 
esse  tiempo  é  sagon  el  Oliveros  buscaba 
al  Ginés  Dongel  (el  qual  armado  se  avia 


*  De  esle  epígrafe  suprimió  Oviedo  algunas 
cláusulas  insignificantes  para  la  inteligencia  de  la 


historia,  pur  lo  cual  no  juzgamos  necesario  reprodu- 
cirlas. 


C30 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


escondido  debaxo  de  una  barbacoa  ó  le- 
cho) é  queríalo  prender:  é  cómo  se  oian 
las  voces  é  combalo  que  entre  el  Bacán  é 
Moncsterio  avia ,  acudió  á  ellas  el  Olive- 
ros ,  ó  llegado  dixo  al  Bagan  que  se  dies- 
se  á  prission,  y  él  respondióle  con  muchas 
cuchilladas  que  le  liró,  y  el  Oliveros  en- 
tró con  él ,  é  de  un  revés  que  le  dió  en 
una  pierna  dió  con  él  en  tierra,  é  allí  le 
dieron  otras  heridas ,  é  quedó  presso.  É 
acudieron  luego  donde  el  fuego  andaba, 
y  el  Ginés  estaba  todavía  escondido:  é 
finalmente  se  dió  á  prission ,  é  fué  puesta 
la  justicia  é  los  alcaldes  en  libertad,  é  fué 
mandado  arrastrar  é  degollar  el  dicho 
Bacán,  é  assi  se  puso  por  obra,  aunque 
él  estaba  tal ,  que  sin  esso  no  podia  esca- 
par de  las  heridas. 

Presso  el  Ginés  é  otros  algunos  de  su 
confederación ,  acordaron  estos  que  que- 
daban de  se  venir  a  estas  islas,  é  pu- 
siéronlo en  efetto:  é  metieron  el  cuer- 
po del  licenciado  en  la  gabarra  ó  patáx, 
para  lo  traer  á  esta  cibdad  de  Sanc- 
to  Domingo,  donde  tenia  su  casa  é  as- 
siento,  ó  al  puerto  de  Plata  ,  donde 
tenia  la  mitad  de  un  injeuio  poderoso  y 
era  bien  heredado  para  lo  traer  dende 
allí  á  esta  cibdad;  pero  porque  tovieron 
mala  navegación,  al  cabo  dieron  con  él  en 
la  grand  sepoltura  desla  mar  occana, 
donde  están  ó  fueron  echados  otros  capí, 
tañes  é  gobernadores  (ó  los  echó  su  ven- 


tura antes  é  después  que  al  licenciado). 
Asssi  que  en  esto  paró  su  gobernación. 

Todos  los  que  quedaron  se  vinieron  á 
estas  islas  Española  é  Sanct  Johan ;  pero 
fueron  los  menos  de  los  queste  camino  hi- 
cieron, porque  de  quinientos  que  se  em- 
barcaron en  puerto  de  Plata  no  se  esca- 
paron ciento  é  cinqüenta  hombres  con 
las  vidas,  é  los  más  dellos  de  enferme- 
dades é  de  hambre. 

Desta  manera ,  letor  mió  é  señor  pru- 
dente ,  que  aveys  aquí  oydo  en  este  libro 
é  otros  destas  historias ,  se  busca  el  oro 
en  estas  partes,  é  topan  más  ayna  con 
lloro  é  muerte  de  los  cuerpos  y  en  aven- 
tura mucha  é  peligro  de  las  ánimas. 

Vengamos  agora  á  hablar  en  las  cosas 
particulares  de  aquella  tierra  é  rio  de 
Gualdape,  de  la  qual  ninguna  mención 
ni  pintura  hace  la  carta  de  navegar;  pero 
no  hay  duda  en  lo  dicho  por  los  muchos 
testigos  que,  por  su  mal,  lo  vieron  y  es- 
cotaron en  ella  sus  trabaxos  é  vidas;  é  al 
pressente  hay  algunos  en  esta  cibdad  é 
isla  que  lo  testifican.  É  con  todo  quanto 
padesgieron  loan  algunos  la  forma  de  la 
región  que  vieron,  é  dicen  que  llevándo- 
se la  forma  que  se  requiere  para  poblar 
en  tal  parte,  é  assaz  bastimentos  hasta  ca- 
lar y  entender  la  tierra,  no  podría  dexar 
de  ser  buena  cosa ,  por  ser  el  temple  dc- 
11a  más  al  propóssito  de  españoles,  é  por 
lo  que  se  dirá  adelante. 


CAPITULO  III. 

En  que  se  tractan  algunas  particularidades  de  la  provincia  de  Gualdape  en  la  lierra  del  Norte ,  donde  mu- 
rió el  licenciado  Lúeas  Vázquez  de  Ayllon. 


Lia  tierra  de  Gualdape,  é  también  den- 
de  el  rio  de  Sancta  Elena  abaxo  al  Oc- 
cidente ,  es  toda  tierra  llana.  Las  po- 
blaciones no  las  vieron  estos  españoles 
que  fueron  con  el  licenciado  Ayllon,  sino 
algunas  casas  ó  bnhiOS  á  manera  de  case- 
río-;,  léxos  unos  de  otros;  y  en  algunas 


isletas  de  la  costa  pequeñas  hay  ciertas 
mezquitas  ó  templos  de  aquella  gente 
ydólatra,  é  muchos  huessos  de  definidos, 
apartados  los  de  los  muchachos  é  niños 
de  los  mayores.  Y  estos  son  comohossa- 
rios  ó  carneros  de  la  gente  común  ,  por- 
que h»  de  los  hombres  principales  están 


DE  INDIAS.  LID. 

por  sí  en  capilla  ó  Icmplo  separado  de  la 
otra  comunidad,  é  también  en  isletas.  E 
aquellas  casas  ó  templos  tienen  paredes 
de  cal  é  canto  (la  qual  cal  hacen  de  con- 
chas de  ostiones  de  la  ruar)  y  estas  son 
de  hasta  un  estado  y  medio  de  alto,  c  lo 
demás  de  cssc  estado  y  medio  arriba  es 
de  madera  de  pinos,  que  hay  muchos. 
Hay  algunas  casas  principales  por  aquella 
costa ,  (pie  debe  entre  aquella  gente  ser 
ávida  cada  una  drllaspor  un  pueblo,  por- 
que son  muy  grandes,  é  son  fechas  de 
pinos  muy  altos  é  muy  gentiles;  y  en  lo 
altf)  déxanlis  sus  minas  é  hojas,  é  des- 
pués que  hacen  una  hilera  ó  rengle  de 
pinos  por  pared  é  otra  del  otro  cabo, 
quedando  enmedio  el  anchura  de  quince 
ó  treynla  pies  de  una  rengle  a  otra,  é  de 
luengo  bien  trescientos  ó  más  pies,  por 
lo  alto  juntan  las  ramas,  6  assi  no  hay 
nescessidad  de  lexado  ni  cubierta,  non 
obstante  que  con  esteras  muy  bien  pues- 
tas cubren  lodo  lo  alto,  cnlrctexidas  en 
los  vacuos  ó  lumbres  de  entre  los  pinos 
dichos,  é  por  do  dentro  hay  otros  pinos 
atravessados  con  la  haz  de  los  primeros, 
(pie  duplican  el  grosor  de  la  pared;  De 
forma  que  la  tapia  queda  gruessa  ó  fuer- 
te,  porque  están  juntos  los  maderos:  y 
en  cada  casa  destas  tales  pueden  muy 
bien  estar  ó  caber  doscientos  hombres,  é 
vivir  en  ellas,  como  lo  hacen  los  indios, 
dexándoles  su  puerta  donde  conviene. 

Los  animales  que  hay,  á  lo  menos  de 
los  que  se  tuvo  noticia,  son  tigres,  dan- 
tas ó  beoris ,  ciervos ,  conejos ,  adives, 
(pie  son  como  corras,  é  muchos  dellos  son 
muy  pintados  é  gritan  toda  la  noche  sin 
cessar,  de  quando  en  quando  toda  ella, 
hasta  que  comienga  a  esclarescer  el  dia 
siguiente;  gatillos  ,  monillos  pardillos  con 
solos  dos  dientes  altos,  con  que  hora- 
dan las  nueces  é  se  comen  lo  de  dentro, 
ques  malo  de  despegar  de  la  nuez. 

Las  aves  que  hay  son  innumerables 
trullas,  é  naturales  de  la  mesma  tierra, 


XXXVI!.  CAP.  III.  G31 

cuervos,  tordos,  gorriones  como  los  de 
Castilla,  perdices  como  las  de  Castilla,  tór- 
tolas, ánsares  bravas,  ánades  é  otras  aves. 

Los  árboles, deque  los  testigos  ques  di- 
cho me  informaron  que  hay  en  aquella 
tierra ,  son  pinos  é  muchos  robles  de  los 
que  dan  agallas,  encinas  de  bellotas,  par- 
ras de  uvas  montesinas,  castaños  (pero 
la  fructa  es  pequeña),  mimbres,  cañas  de 
las  de  España  huecas,  nogales,  carcamo- 
ras,  las  quales,  passas  fechas,  las  guar- 
dan los  indios  para  comerlas  en  el  invier- 
no. Hay  morales  ó  servos  é  laureles:  hay 
mucho  cumaque  6  buenos  palmitos  de 
los  baxos  de  España  ó  muy  buenos. 

De  las  hierbas  hay  acederas  6  cerrajas. 

En  lo  de  los  pescados  hay  mucho  que 
decir;  é  la  pesquería  del  rio  Gualdape  es 
cosa  mucho  de  maravillar  por  su  grand 
abundancia  de  pescados  é  muy  buenos, 
segund  afirman  los  religiosos  nombrados 
■é  otras  personas,  que  dicen  que  vieron 
que  en  un  lance  de  un  chinchorro  se  saca- 
ron sobre  scysgientas  moxarras,  é  comió 
toda  la  gente  deltas,  ó  aun  Ies  sobró  mu- 
cho pescado.  Pero  de  una  moxarra  en 
especial  dicen  que  tenia  siete  palmos  de 
luengo  é  tres  ó  más  de  ancho,  de  que  co- 
mieron á  la  mesa  el  licenciado  Ayllon  é 
diez  ó  doge  personas,  é  no  la  pudieron 
acabar,  y  es  muy  excelente  pescado. 
Lenguados  muchos,  é  algunos  de  dos  pal- 
mos ó  dos  ó  medio  é  tres  de  luengo  muy 
singulares:  acedías  muchas;  ligas  mu- 
chas é  muy  grandes  é  buenas,  é  otros 
muchos  pescados  de  los  que  por  acá  hay, 
assi  como  guavinas,  róbalos,  dahaos  é. 
otros,  é  de  cada  género  destos  é  otros 
en  mucha  abundancia.  Pero  con  todo  es- 
to se  murieron  hartos  hombres  de  ham- 
bre por  falta  de  pan  é  por  no  poder  con 
sus  enfermedades  pescar  ni  valerse  unos 
á  otros. 

Era  tanto  el  frió,  que  como  se  embar- 
caron enfermos  é  mal  proveydos,  se  mu- 
rieron de  frió  en  la  caravela  nombrada 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Saticla  Cathalina  siete  hombres  que  se 
helaron;  y  en  la  nao  Choruca  acacsgió 
una  cosa  de  las  que  son  raras  veces  ó 
nunca  vistas ,  y  fué  que  uno  de  aquellos 
pecadores,  queriéndose  descalcar  las  cal- 
cas, se  le  despegó  toda  la  carne  de  las 
piernas  ambas  dende  las  rodillas  abaxo, 
é  le  quedaron  los  huessos  limpios,  y  essa 
noche  se  murió. 

El  caso  es  que  resumiendo  el  gene- 
ral perdimiento  desta  gente,  escaparon 
de  quinientos  hombres  que  en  esta  ar- 
mada fueron,  no  más  de  ciento  é  cin- 
qüenta.  ¡Oh  capitanes,  que  predicays 
destas  tierras  que  vays  á  poblar  ó  á  sal- 
tear é  destruyr,  pregonando  conversión 
é  baptismo  é  destruyendo  la  tierra  en  que 
entrays  é  á  los  naturales  della ,  é  matan- 
do a  los  chripslianos  que  con  vosotros 
llevays  embelesados  é  atronados  de  vues- 
tras promesas,  fritas  en  el  asarten  de  los 
desventurados  tristes  que  os  escuchan  ó 
creen ,  sin  saber  dónde  ys,  sin  ninguna 
certinidad  ni  expiriencia  de  las  provin- 
cias, donde  los  llevays  á  padesger  tantas 
é  tan  nuevas  maneras  de  muertes !  Dios 
os  lo  perdone !  Que  muchas  veges  me 
acuerdo  de  un  cavallero,  que  lo  llevaban 
á  degollar  con  tres  ó  quatro  criados  su- 
yos participantes  en  el  delicto ,  é  aquellos 
yban  delante  dél ;  y  el  que  yba  más  cer- 
ca del  señor ,  cómo  dieron  el  pregón  re- 
(¡tando  la  muerte  que  se  les  mandaba 
dar,  volvió  la  cabega  é  dixo  á  su  amo: 
«¡Oh  señor,  que  por  vos  me  llevan  aqui 
á  morir ! »  Y  enojado  el  cavallero  del  po- 
co ánimo  de  su  criado ,  respondió  é  dixo: 
"  Bien  veys  que  no  me  quedo  yo  en  la 
possada».  Assi  que,  estos  que  padesgen, 
bien  ven  que  se  acuerda  Dios  de  los  me- 
dir á  la  iguala,  é  á  las  veges  hagen  peor  fin 


que  aquellos  engañados  de  sus  sermones. 
Dios  los  tenga  á  todos  en  via  de  salva- 
gion.  Y  vos,  letor,  si  aveys  de  venir  á 
Indias ,  no  os  pesse  de  leer  estos  mis  li- 
bros, é-plega  á  Jhesu  Chripsto  que  sea  con 
más  ventura  que  han  tenido  los  más  de 
los  que  acá  han  venido. 

La  mayor  parte  deste  daño  consiste  en 
que  estos  capitanes  no  saben  dónde  van, 
ni  se  proveen  apropóssito  de  lo  que  con- 
viene, sino  de  lo  que  les  paresge  á  ellos. 
Y  es  imposible  agertarse  unas  cosas  é  ne- 
gogios  que  son  tan  grandes  en  sí ,  en  es- 
pegial  en  aquellas  partes  septentrionales, 
donde  la  gente  es  más  feroz  é  la  tierra 
muy  fria,  é  serian  menester  otros  apare- 
jos é  congierto  quel  ques  apropóssito  des- 
totras  partes  australes.  Pero  con  la  expi- 
riengia  de  los  errores  se  acostumbran 
■  corregir  las  cosas  venideras  con  regla  é 
remedio  para  lodo;  y  assi  plagerá  á  Nues- 
tro Señor  que  de  aqui  adelante  haya  tal 
correegion  y  aviso,  que  todo  subgeda  en 
aumentagion  de  la  república  chripstiana, 
y  en  aeresgenlamiento  é  prosperidad  de 
la  silla  é  geptro  real  de  Castilla. 

Con  todas  las  culpas  que  pongo  á  los  ca- 
pitanes é  á  sus  sermones ,  quiero  acor- 
dar á  los  soldados  que  la  guerra  es  de 
calidad  que  solo  el  nombre  le  basta  para 
que  aquel  que  entra  en  ella  entienda  que 
lo  primero  que  ha  de  ofresger  á  la  mili- 
cia es  la  vida,  é  que  en  los  exérgitos  po- 
cos nasgen,  é  que  la  mayor  parte  de  los 
que  perseveran,  se  mueren  ó  los  matan. 
E  pues  esto  es  lo  más  gierto ,  proponga 
el  cathólico  soldado  de  hager  de  tal  ma- 
nera su  ofíigio ,  que  su  ánima  no  se  pier- 
da ni  la  dé  á  su  capitán  ni  á  su  Rey, 
sino  á  Dios,  cuya  es. 


m;  INDIAS.  LIB.  XXXVII.  CAP.  IV 


G33 


CAPITULO  IV. 

De  otras  particularidades  de  pescados,  que  se  vieron  por  nuestros  españoles  en  aquella  tierra,  donde  murió 
el  licenfiado  Ayllon,  é  otras  cosas  que  compelen  á  la  historia. 


Como  el  subcesso  de  la  gobernación 
del  licenciado  Ayllon  paró  en  lo  que  la 
historia  ha  dicho,  y  en  aquella  ningún 
español  quedó  vivo,  los  que  escaparon, 
después  que  volvieron  a  estas  islas,  cada 
uno  tiró  por  su  parte;  pero  no  faltan  de 
lodo  punto  algunas  personas  que  testifi- 
can lo  ques  dicho,  6  aun  añaden  que  en 
el  rio.de  Gualdape  se  tomaron  en  una  ca- 
nal sobre  septe<;ientos  lenguados  perfel- 
tos ,  y  algunos  dellos  mucho  mayores  que 
los  de  España.  É  muchos  otros  pescados 
se  tomaron  en  veces,  assi  como  albures, 
vagres,  centollas,  besuguillos  de  palmo 
é  de  xeme  de  luengo.  Pero  entre  lo  ques 
dicho  6  muchas  corbinas,  ó  galludillos,  6 
tollos ,  ó  catones  muy  grandes  6  chicos, 
é  arañas  buenas,  ovo  dos  pescados  de 
que  yo  me  maravillé  quanto  más  aparta- 
dos eran  de  lo  que  tengo  dicho:  uno  fuó 
un  cacon  tan  grande ,  que  mandó  la  jus- 
ticia que  no  comiessen  del,  porque  no  hi- 
Ciessc  daño;  mas  cómo  la  nescessidad  era 


de  más  fuerca  que  los  alcaldes ,  constriñó 
á  quiltro  ó  cinco  hombres  á  que  comies- 
en del  cacon,  é  hícolcs  mal  provecho, 
porque  se  les  cayeron  é  pelaron  las  bar- 
bas é  cabellos  é  cejas ,  sin  que  en  cssas 
ni  en  olí  a  parte  de  sus  personas  les  que- 
dasse  pelo  alguno.  El  otro  es  cierto  pes- 
cado de  mar  que  tiene  concha  como  tor- 
tuga,  pero  es  delgada  como  la  del  can- 
grejo 6  negra ,  é  tiene  muchos  pies  de  ca- 
da banda  ó  costado,  é  abierto  hálianle 
muchos  huevos  no  mayores  que  lentejas: 
estando  crudo  este  pescado,  él  é  los  hue- 
vos hieden  mucho  á  marisco ;  y  estando 
cocido,  huele  muy  bien  y  es  buen  manjar 
é  de  buena  digestión. 

Assi  lo  que  se  dixo  en  los  capítulos 
precedentes  como  en  este,  lo  testifican  los 
padres  que  tengo  alegados  é  otras  perso- 
nas de  crédito.  Y  esto  basto  quanto  á  es- 
te breve  libro  del  número  XXXVII  hasta 
quel  tiempo  nos  avise  de  otras  cosas,  que 
en  él  se  acrescicnten. 


TOMO  III. 


60 


Aqueste  es  el  libro  décimo  nono  de  la  segunda  parte ,  y  es  el  trigéssitno  octavo  de 
la  Natural  y  general  historia  de  que  aqui  se  tracta,  el  qual,  aunque  no  compete  á 
las  Indias,  es  al  propóssito  de  la  continuación  de  la  tierra  septentrional,  que  hasta 
en  fin  del  libro  precedente  se  ha  continuado ,  pues  se  continúa  la  tierra ,  é  se  cree 
ques  toda  una,  segund  adelante  se  dirá. 


PROHEMIO. 


Este  último  libro  desta  segunda  parte 
he  querido  poner  aqui  para  confundir  las 
opiniones  de  los  antiguos  cosmógraphos 
y  escriptores ,  que  tovieron  que  la  tierra 
questá  debaxo  de  los  polos  es  inhabita- 
ble; y  por  lo  que  vemos  é  se  sabe  agora 
de  muchos  de  la  mar  que  lo  han  andado, 
é  por  lo  que  un  moderno  é  docto  varón 
nos  enseña  con  sus  letras  y  expiriencia  é 
pintura,  se  vé  lo  contrario.  Y  porque  yo 
hasta  en  fin  del  libro  antes  deste  he  tray- 
ilo  continuada  la  grand  costa  de  la  Tier- 
ra-Firme donde  el  Estrecho  de  Magalla- 
nes hicta  la  tierra  del  Labrador,  que  está 
al  Norte  ó  paite  septentrional,  é  aquella 
donde  yo  acabé  me  dá  á  entender  que  se 
junta  con  Europa,  diré  lo  que  desta  ma- 
teria he  entendido,  lo  qual  para  mí  es  co- 


sa muy  nueva ,  é  assi  creo  que  lo  será  á 
otros  muchos,  que  mejor  tienen  entendida 
la  geographia  é  assiento  del  universo, 
alegando  é  probando  con  quien  lo  dice, 
ques  OlaoGotho,  natural  de  aquellas  par- 
tes y  provincia  de  donde  salieron  aque- 
llos famosos  godos,  que  tanta  parte  del 
mundo  conquistaron,  y  entre  los  otros 
reynos  se  hicieron  señores  de  España:  en 
la  qual  hasta  el  pressente  tiempo  tura  en 
la  casa  real  de  Castilla  la  sübcession  góti- 
ca é  señorío  de  aquellos  godos,  pues  que 
la  Ccssárea  Magostad  é  sus  predecesso- 
res  penden  de  aquella  prosápia,  y  perma- 
nesce  y  turará  muchos  siglos  en  sus  sub- 
cessores  y  descendientes,  á  gloria  y  ser- 
vicio de  Dios,  y  para  aumento  y  favor  de 
la  chripstiana  religión,  como  lo  venid- 


DE  INDIAS. 

cfettuar  en  virtud  y  pendencia  de  nues- 
tros Principes  passados  y  pressentes.  Y 
lo  mesnio  harán  sus  herederos  por  la  dis- 
pensación y  clemengia  divina  ,  que  siem- 
pre se  ha  mostrado  y  muestra  serles  fa- 
vorable rnérilamente ,  porque  sus  desseos 
y  sus  obras  son  una  mesma  cosa ,  y  essa 


IR.  XXXVIII.  635 

es  ensanchar  la  fée  y  favorescer  los  vica- 
rios de  Dios  y  la  Iglesia  Apostólica  de  Ro- 
ma ,  é  destruyr  los  infieles  é  castigar 
los  heréticos  6  ydólalras.  Y  assi  como  lo 
hacen,  assi  los  esfuerza  y  favoresce  Dios, 
y  continuamente  aumenta  ó  prospera  su 
real  geptro  é  alta  estirpe. 


SIMARIA  RELACION  DE  LA  PARTE  SEPTENTRIONAL  ,  EN  LA  Ql'AL  EL  CHRONISTA  DESTAS  HISTORIAS  DA  Á 
ENTENDER  LO  QUE  DESTAS  MATERIAS  NUEVAMENTE  II A  SABIDO;  É  DICE  ASSI: 


Hermosa  cosa  <s  el  mundo,  é  la  más 
excelente  pintura  que  se  puede  ver  ni  ar- 
bitrar ni  pensar,  como  quiera  quel  artí- 
fice é  pintor  della  es  el  mesmo  Dios ,  6 
del  solo  permitida,  é  solo  61  bastante  pa- 
ra tal  obra.  Cosa  es  que  a  los  ojos  harta 
é  satisface,  sin  les  dar  pessadumbre  ni 
cansancio,  sin  acabar  de  deleytar  el  en- 
tendimiento humano,  al  qual  recrea  é 
agrada  en  tanta  manera,  que  nunca  le 
ti' 'ni'  sin  gogosa  admiración,  dando  gra- 
cias al  señor  de  tan  copiosa  6  alta  sabidu- 
ría. Esto  movió  al  famoso  poeta  nuestro 
Johan  de  Mena,  quando  dixo  en  el  princi- 
pio de  aquella  su  obra  ,  que  enderescó  al 
ilustre  marqués  de  Santillana,  don  Iñigo 
López  de  Mendoca : 

Después  quel  pinlor  del  mundo 
I'arú  nuestra  vida  ufana,  ele. 

Que  sea  Dios  pintor  del  mundo  é  com- 
ponedor é  criador  de  las  diverssas  co- 
lores é  matiges  de  la  moltitud  de  sus 
obras  é  de  todo  lo  que  contiene  é  de  que 
nuestra  vista  puede  ser  capaz,  nos  lo 
muestra ,  é  la  Sagrada  Escriptura  ad  ple- 
num  enseña :  In  principio  creavil  Deus  cce- 
lum  et  íerram,  etc.  Y  esse  mesmo  dixo: 
Fiat  lux,  é  fué  hecha.  Dividió  las  tinie- 
blas, é  dixo:  Fiat  firmamentum  in  medio 


aquarum,  el  dividat  aquas  ab  aqvis ,  etc., 
e  assi  se  cumplió.  Assimesmo  dixo:  «Jún- 
tense las  aguas  que  están  debaxo  del 
cielo  en  un  lugar  »,  é  assi  se  higo,  é  lla- 
móse aquello  mar.  «  Produzca  la  tierra 
hierbas  é  hagan  simiente ,  é  los  árboles 
hagan  manganas  é  fructo,  segund  sus  gé- 
neros», é  assi  se  efettuó  como  lo  mandó. 
Crió  el  sol  é  la  luna  é  luminarias,  divi- 
diendo la  luz  de  las  tinieblas:  crió  los  ani- 
males é  aves  sobre  la  tierra:  crió  las  ba- 
llenas grandes  é  animales  de  agua  pro- 
ducidas en  sus  especies;  é  quiso  que  la 
tierra  produxesse  todas  las  demás  dife- 
rencias de  animales  en  su  género  y  espe- 
cie :  higo  el  hombre  á  su  propría  imágen  é 
semejanga,  é  bcndíxole  con  su  muger  . 

Ved,  letor,  si  es  hermosa  pintura 
aquesta  que  aveys  oydo,  é  cómo  ningu- 
na otra  se  le  iguala.  Mirad  la  orden  del 
gielo,  sus  estrellas  é  planetas  é  cursos,  é 
las  otras  innumerables  cosas  que  en  la 
composigion  del  universo  hay  que  ver  é 
contemplar;  é  todas  é  cada  una  dellas  os 
manifestarán  lo  que  debemos  á  tan  sa- 
pientíssimo  pintor  é  tan  inmenso  é  sobe- 
rano Dios  é  Señor;  pues  como  dige  el 
poeta  alegado,  tan  ufana  paró  nuestra  vi- 
da. É  mirad  en  quán  grande  estado  é  ser 
nos  constituyó ,  que  por  su  propria  é  su- 


1    Génesis,  cap.  I. 


630. 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ma  liberalidad  todo  lo  dió  al  hombre, 
que  quanlo  mayores  son  las  mercedes 
tanto  es  más  justa  la  punición  del  ingrato 
desconosgido,  que  olvida  su  Dios  é  Señor  é 
tantos  beneficios  (é  aquellos  multiplica- 
dos con  aquella  infinita  misericordia,  con 
que  nos  redimió  la  passion  de  Chripsto 
con  su  sangre,  comprando  con  su  propria 
vida  las  nuestras ,  que  estaban  perdidas 
por  la  culpa  del  hombre).  No  plega  pues 
á  Nuestro  Señor  que  se  pierda  tanto  bien 
por  nuestro  descuydo  ó  malicia ,  ni  que 
en  vano  haya  padescido  nuestro  Redenip- 
tor  para  mí  ni  para  otro  chripstiano  algu- 
no, pues  todos  fuimos  el  contrapesso  de 
tal  presgio  é  la  balanca,  por  quien  so  puso 
en  la  cruz  el  Señor  del  mundo  é  de  to- 
do lo  que  en  él  hay  é  avrá.  En  cuya 
confianza  quiero  en  este  último  capítulo 
tractar  de  cosas  que  confunden  é  reprue- 
ban  é  muestran  ser  vana  y  errónea  la 
opinión  de  todos  los  auctores  passados, 
que  tovicron  que  la  tórrida  gona  é  lo  que 
está  debaxo  de  los  polos,  es  deshabitado 
ó  inculto.  Y  en  verdad,  aunque  como  na- 
turales quisiessen  escudriñar  é  conformar- 
se en  tal  error ,  no  podian  dexar  de  ig- 
norarlo ,  pues  ignoraban  quel  Maestro  que 
supo  hacer  el  cielo  é  la  tierra  c  todo  lo 
demás  sabría  é  podría  proveer  en  csso 
que  le  parescia  dificultoso:  quanto  más 
que  no  como  experimentadores,  como 
nuestros  españoles,  buscando  el  mundo, 
sino  como  especuladores,  estándose  que- 
dos, hablaban  á  su  beneplácito.  Mucho 
me  satisfago  el  dicho  de  aquella  vieja  de 
Tales  Milesio ,  que  queriendo  él  mirar  y 
entender  las  estrellas  é  cosas  del  gielo,  no 
viendo  un  hoyo  que  tenia  cabe  sí  en  que 
cayó,  é  llamando  en  su  ayuda  á  la  vieja 
que  le  servia,  para  que  le  diesse  la  mano 
al  salir  del  hoyo,  le  dixoclla:  «¿Por  qué 
ragon,  oh  Tales,  quieres  comprender  é 

1  Oua  ratione  ¡ohThales!  qux  ¡n  coelis  sur.l 
couiprunsuruiii  1c  arbitrarle,  quurn  ea  >iux  su Dt ante 


arbitrar  las  cosas  questán  en  el  gielo, 
pues  no  ves  las  que  tienes  delante  de  los 
ojos?  '»  Por  gierlo,  non  obstante,  que  lo 
questa  vieja  quiso  sinificar  es  que  no 
nos  extendamos  á  más  de  lo  que  nos  es 
posible.  Mucho  es  lo  que  debemos  á  los 
que  nos  dan  notigia  de  lo  que  no  avernos 
visto  ni  sabemos ,  como  yo  agora  debo  á 
un  varón  notable  é  docto  de  aquel  ilus- 
tríssimo  senado  de  la  Señoria  de  Venegia, 
llamado  el  secretario  Miger  Johan  Baptis- 
ta  Ramussio,  que  de  oyr  él  que  soy  incli- 
nado á  estas  materias,  de  que  tracto,  sin 
conosgerme,  me  ha  querido  por  amigo,  é 
me  ha  con  letras  comunicado  una  nueva 
geographia,  que  con  auctoridad  apostólica 
del  Summo  Pontífige  é  de  la  Señoria  ya 
dicha  se  ha  imprimido  en  aquella  ínclita 
cibdad  por  industria  é  letras  del  docto  va- 
ron  Olao  Gotho:  alqual  favoresge  la  aucto- 
ridad del  reverendíssimo  argobispo,  el  se- 
ñor Johan  Magno  Gotho,  argobispo  Upsa- 
lense  de  Suegia ,  primado  é  legado  apos- 
tólico, natural  do  aquellas  partes  de  Go- 
thia.  É  gerca  de  la  descripgion  septen- 
trional en  nueve  tablas  ó  pliegos  de  carta 
mayor  pintado  el  in  scriptis,  con  una  rela- 
gion  del  mesmo  anctorOlao  Gotho,  se  me 
truxo  el  año  passado  de  mili  é  quinien- 
tos é  quarenta  años.  Y  porque  soy  amigo 
de  que  á  cada  uno  se  conserve  su  crédito, 
é  que  no  se  le  usurpe  su  trabaxo ,  ni  se 
le  dexe  de  loar  su  buena  obra,  pues  ques 
el  auctor  dolía  quien  lie  dicho,  diré  de- 
lla  poco,  en  especial  de  la  isla  llamada  Is- 
landia  é  de  la  tierra  queste  cosmógrapho 
pone  más  septentrional.  Porque  quanto  á 
la  tórrida  gona,  ya  queda  probado  en  el 
libro  XXI,  en  el  capitulo  V,  ques  habitada, 
é  nuestros  españoles  lo  han  experimenta- 
do é  lo  ven  cada  día  en  estas  nuestras 
Indias  (cu  la  Tierra-Firme  dellas);  quanto 
á  los  polos  digo  que  entre  las  otras  cosas 

oeculos,  viili're  non  vale»?  (DiógeOCS  Laerciu ,  De 
vita  el  mori&ui  phüotofhorwn.) 


PE  INDIAS.  LIB.  XXXVIII. 


G37 


quol  magnífico  secretario  ya  dicho  me  ha 
escripto,  una  rae  tiene  admirarlo;  y  es  que 
la  tierra  del  Labrador,  de  quien  se  tracto 
en  el  libro  precedente,  sigue  la  via  septen- 
trional, y  vuelve  después  continuada  al 
Oriente,  ó  se  junta  y  es  una  mesma  tierra 
con  la  Europa,,  é  dexa  mediterráneas  á  la 
dicha  Islandia  y  Escocia  6  Inglaterra  é 
otras  muchas  6  notables  islas. 

E  porque  este  auctor  se  refiere  (digo 
el  Olao  (¡odio]  á  dar  más  particular  infor- 
mación destas  cosas  en  cierto  tractado 
que  escribe  ,  é  dice  que  assimesmo  escri- 
be otro  el  mesino  perlado  I'psalense,  que 
presto  saldrán  á  luz  ,  quando  las  hayamos 
visto,  oyremos  lo  que  dexa  de  decir  en 
lo  que  hasta  aqui  he  visto  pintado  6  bre- 
vemente escripto,  pues  se  remite  á  lo 
que  escriben  ambos  con  más  acuerdo  é 
cumplida  relación.  Pero  considerando  é 
midiendo  yo  la  primera  destas  sus  nueve 
tablas  ó  partes  (si  lo  he  sabido  hacer) 
me  paresce  que  la  isla  de  Islandia  la  po- 
ne dende  septenla  é  seys  grados  dcsla 
parle  de  la  equinocial  hasta  ochenta  é 
nueve.  Assi  que,  seria  la  parle  más  sep- 
tentrional della,  solamente  un  grado  de 
aquesta  parte  del  polo  ártico:  cuya  gran- 
deva diee  que  sobrepuja  las  dos  Serilias. 
Y  pone  la  isla  llamada  Magnele  debaxo 
del  polo  é  dále  treynta  millas  de  ampli- 
tud; é  dice  que  de  la  otra  parte  desta  is- 
la la  brújala  ó  aguja  de  navegar  pierde 
su  merca.  Por  manera  que  assi  dessa  no- 
vedad de  las  agujas  como  del  nombre  de 
la  isla ,  se  puede  sospechar  que  allí  es  el 
origen  de  la  piedra  yman,  é  que  hácia 
Septentrión  (digo  de  allí  adelante)  no  tie- 
ne fuerca,  é  que  dende  allí  hácia  Medio- 
día reyna ;  porque  este  nombre  es  lo  mes- 
mo  que  piedra  yman,  é  desta  isla  de  ra- 
con  avia  de  tomar  este  nombre.  Pero  di- 
ce Plinio  ques  nombrada  Magnes  del 
nombre  del  que  la  halló,  é  que  segund 


Nicandro,  fué  hallada  en  la  India,  etc.  1 
Puesto  quel  mesmo  Plinio  dice  que  en 
otras  partes  lo  hay ;  pero  yo  estoy  un  po- 
co entretenido ,  como  he  dicho ,  con  el 
nombre  de  la  isla  Magneto ,  é  con  perder 
la  piedra  yman  ó  macjnete  su  fuerca,  pas- 
sando  el  polo. 

No  quiero  detenerme  en  más  de  lo  que 
toca  á  la  isla  que  dixc  de  Islandia,  por- 
que la  pone  este  auctor  cerca  de  la  costa 
que  hasta  aqui  en  la  parte  septentrional 
he  seguido ,  por  no  distraerme  de  mi  pro- 
póssito  y  de  la  grand  costa  que  he  conti- 
nuado. Mas  para  recreación  del  letor,  di- 
go que  he  visto  en  esta  nueva  pintura  (que 
aqueste  godo  describe,  é  pone  en  la  pri- 
mera labia  ó  parte)  que  en  cssa  isla  de 
Islandia  hay  tres  excelsos  monles,  en 
que  eslá  la  sumidad  ó  cumbres  más  altas 
é  superiores  dellos  cubiertas  de  perpetua 
nieve ,  é  al  pié  de  cada  uno  un  horrendo 
abismo  de  perpetuo  fuego,  semejante  al 
de  la  siciliana  Ethna  ó  Mongibel  con  su 
horror  espantoso,  ó  como  aquella  caver- 
na de  Vulcano  (que  mejor  pudiera  llamar 
monte,  porque  yo  le  he  visto  y  estado  en 
él).  Uno  de  los  quales  montes  dice  que. 
vulgarmente  se  llama  Heclafiel,  y  el  olro 
Crucis,  y  el  lercero  Hclgaíicl,  que  quiere, 
decir  Monte  Sánelo.  Entre  aquestos  mon- 
tes hay  piedras  altas,  puestas  por  memo- 
ria de  los  fechos  de  los  passados  varo- 
nes, en  las  quales  se  ven  escripias  sus 
memorias  antiguas.  ■ 

La  iglesia  episcopal  se  llama  Scalhon- 
dense. 

Hay  en  la  dicha  isla  quatro  fuentes  por 
contraria  natura  distintas,  porque  la  una 
es  maravillosamente  caliente ,  é  la  otra 
fria ,  é  la  tercera  es  buena  para  beber 
é  quitar  la  sed  humana,  é  la  quarta  es 
mortífera. 

Cerca  de  aquestas  fuentes  los  habita- 
dores de  aquella  tierra  sacan  tan  grand 


1    Plinio,  lib.  XXXVI,  cap.  XVI. 


cas 


HISTORIA  GENERAL  V  NATURAL 


copia  de  agufre  que  lo  venden  por  vihs- 
simo  presgio,  é  dan  mili  libras  dolió  pol- 
la décima  parte  de  un  florín.  Pone  el  auc- 
tor  alegado  dos  estupendos  espectáculos 
(entre  el  fuego,  el  qual  no  pudiendo  con- 
sumar la  estopa,  continuamente  consume 
el  agua,  y  entre  un  cierto  caos  ó  sima  la 
horrenda  profundidad  de  la  qual  no  se 
puede  comprender  con  la  vista ,  más  di- 
fícilmente se  comprende  con  una  cuerda 
enviada  abaxo  con  una  pessa)  espectácu- 
los de  muertos;  y  dice  que  muchas  veces 
acaesce  que  los  hombres  que  se  han  aho- 
gado en  la  mar,  aparescen  á  los  suyos  el 
mesmo  dia,  no  de  otra  manera  que  si 
vivos  fuessen.  É  quando  se  les  dice  que 
entren  en  casa,  responden  sospirando  que 
han  de  yr  al  monte  Ecla.  Dice  más:  que 
en  aquella  isla  hay  osos,  raposas,  lie- 
bres, halcones  é  cuervos  blanquíssimos 
por  todas  las  partes  della.  Dice  que  hay 
cierto  hielo  ó  parte  congelada  en  aquella 
costa  de  mar ,  que  se  oyen  salir  della  mi- 
serables gemidos  é  llantos  de  humana 
voz ,  que  hace  fée  que  allí  son  atormen- 
tadas las  ánimas  de  los  hombres,  segund 
este  auctor  dice :  de  lo  qual  yo  me  remi- 
to á  lo  que  la  Iglesia  Cathólica  de  Roma 
mandare  que  se  crea. 

No  muy  léxos  de  lo  que  está  dicho  po- 
ne 6  pinta  unas  piedras  con  vehemencia 
ríe  exhalación  ,  traydas  por  el  aj  re  ,  co- 
mo si  volassen ,  no  las  locando  alguno. 

En  otra  parte  muestra  tanta  moltitud  de 
pescado  en  montones  tan  grandes  como 
asas  poderosas  que  tienen  para  los  ven- 
der, poique  las  gentes  de  aquella  tierra 
quassi  todos  comen  pescado,  porque 
siembran  poco  trigo  é  assi  cogen  poco; 
pero  dicen  que  si  más  abundantemente 
sembrassen,  abundarían  de  pan,  el  qual 
compran  traydo  de  otras  partes.  É  dice 
que  cree  ques  aquella  generasoion  en  esto 
de  la  agricoltura  tan  peregosa ,  por  la  in- 
mensa moltitud  del  pescado,  en  cambio 
del  qu.il  abundan  de  todas  las  otras  cosas. 


May  un  altíssimo  monte  que  llaman 
Sancto,  é  una  abadía  llamada  Elgafiol,  la 
grand  renta  de  la  qual  es  todo  butiro  ó 
manteca ,  la  abundancia  de  la  qual  man- 
teca abundantemente  por  toda  aquella  pa- 
tria se  administra. 

La  iglesia  cathedral  se  llama  Holdense. 

Hay  muchos  é  grandes  hatos  de  gana- 
dos ;  y  es  tanta  la  fertilidad  de  los  pas- 
tos ,  que  si  los  bueyes  no  son  quitados  de 
donde  pasgen ,  revientan  de  gordos. 

Hay  por  aquellos  mares  grandíssimas 
ballenas,  á  semejanga  de  grandes  mon- 
tes, que  trastornan  é  anegan  las  naves, 
si  con  el  sonido  de  las  trompetas  é  con  el 
estrépito  de  vassos  redondos  vacíos  echa- 
dos en  la  mar  no  son  espantadas  é  dete- 
nidas; é  los  marineros  no  expertos  tie- 
nen muchas  veges  peligro ,  atacando  las 
áncoras  á  qualque  parte  de  la  ballena, 
pensando  que  se  anclan  ó  amarran  en  al- 
guna isla. 

Hay  por  aquella  mar  mucha  guerra  en- 
tre los  navios  de  los  mercaderes  por  en- 
trar é  tomar  puerto  primero  é  á  su  pro- 
póssito.  E  los  señores  de  aquella  tierra  no 
son  acostumbrados  á  juzgar  aquellas  co- 
sas que  acaescen  en  abierta  é  larga  mar. 

Pone  este  auctor  dos  escudos  de  armas 
en  aquesta  su  tabla  primera :  el  uno  es 
de  goles,  vel  sanguino,  con  un  león  de 
oro  rampante  6  coronado  de  una  corona 
real ,  y  en  las  manos  una  hacha  de  armas 
blanca  vel  argéntea,  é  sobrel  escudo  una 
real  corona  de  oro.  El  otro  escudo  assi- 
mesmo  es  el  campo  dél  sanguino  vel  de 
goles,  é  un  pescado  de  alto  abaxo,  Cán- 
dido vel  argénteo,  escondida  la  cabeca  ó 
cubierta  debaxo  de  una  corona  de  oro. 
Este  escudo  tiene  un  coronel  de  oro  sin 
flores ,  y  es  las  armas  proprias  de  la  isla 
de  Islandia,  la  qual  obedesge  al  rey  de 
Noruega  ,  cuyas  son  las  armas  del  prime- 
ro escudo. 

A  par  de  aquellos  escudos  está  pinta- 
do un  cavallcro,  que  por  fuerga  de  vien- 


DE  INDIAS.  Lin.  XXXVIII. 


lü  él  y  el  caballo  caen  á  tierra ,  sinifi- 
cando  la  mucha  potencia  del  viento  en 
aquella  parte;  y  el  viento  que  señala  as- 
si  furioso,  es  Norte. 

Pone  assimesmo  una  muy  grande  igle- 
sia edelicada  con  huessos  de  pescados  ó 
ballenas  marinas. 

Pone  muchas  cavernas  ó  cuevas,  que 
usan  los  habitadores  contra  el  frió ,  como 
aquellos  que  en  Africa  se  esconden  por 
el  semejante  en  espeluncas  contra  la  ca- 
lor del  sol,  debaxo  de  tierra. 

Pone  ciertos  cavalleros  armados,  é di- 
ce que  cutidlos  muchas  veces  intervie- 
nen crudíssimas  guerras,  é  algunas  de- 
ltas por  ligeras  causas. 

Pinta  un  citarista  ó  músico,  sentado  á 
par  de  la  costa  de  la  mar,  tañendo  una 
vihuela  de  arco,  al  son  de  la  qual  vienen 
muchos  pescados  por  el  agua,  é  aves, 
por  dó  se  prueba  que  en  los  confines  de 
la  tierra  la  música  se  estima  é  prescia 
mucho,  pues  que  alguna  vez  aplica  á  sí 
los  peces  é  las  aves. 

Dice  (pie  en  el  mar,  helado  por  ocho 
meses,  en  aquel  tiempo  los  osos  se  me- 
ten debaxo  del  hielo  á  tomar  ó  matar  pes- 
cado ,  lo  (pial  no  podría  acaesger  si  allí 
en  las  cavernas  del  agua  no  oviesse  grand 
mollitud  de  pescado. 

Piula  un  enano  en  la  parte  ó  tierra  lla- 
mada Grunllandia ,  combatiendo  con  oli  o 
hombre  de  grande  estatura,  sinificando 
que  allí  hay  hombres  pequeñíssimos  de 
cuerpo ,  pero  pertinaces  é  de  grandíssi- 
mos  ánimos. 

Esta  tierra  Grunllandia  es  fuera  de 
la  dicha  isla ,  y  está  qualro  grados  ade- 
lante ó  de  la  otra  parle  del  polo  ártico,  la 
qual  quieren  decir  que  se  vá  á  juntar  con 
la  tierra  del  Labrador  é  de  los  Bacallaos, 
segund  dicen  los  pilotos  de  aquellas  par- 
tes. Y  el  reverendíssimo  arzobispo  Upsa- 
lense  confirma  averio  assi  oydo  decir,  é 
quessa  tierra  de  Gruntlandia  vá  después 
enarcándose,  subiendo  ála  parle  orienlal. 


e  m  junta  con  la  Europa.  Esle  nombre 
Grunllandia  quiere  decjr  arenosa  tierra; 
y  en  la  parte  que  la  isla  de  Islandia  mi- 
ra á  Grunllandia  está  un  monte  allíssimo, 
que  se  llama  Huitsark,  que  quiere  decir 
monte  blanco ;  en  el  qual  pone  este  auc- 
lor  un  rclox  en  lo  alto  con  letras  de  plo- 
mo, por  el  qual  se  gobiernan  los  que  an- 
dan por  aquella  mar ,  é  se  guardan  de  los 
escollos  é  baxos  de  Grunllandia,  ques 
mar  peligroso  mucho. 

Assi  que,  todo  lo  ques  dicho  pinta  ó 
describe  muy  bien  esle  doclo  varón  Olao 
Golho  en  su  primera  labia  ó  parle  de  las 
nueve  desta  su  geographia,  con  polillo 
y  elegante  estilo ;  y  en  las  otras  ocho  la- 
bias pone  oirás  muchas  é  maravillosas 
cosas,  que  yo  remito  á  su  traclado. 

Puse  aquesta  aqui  por  hacer  solamen- 
te mención  de  la  tierra  de  la  isla  Magne- 
to, que  está  debaxo  del  polo  en  noventa 
grados,  é  de  la  tierra  de  Grunllandia,  que 
está  de  la  otra  parte  del  polo  ártico  qua- 
lro grados,  como  es  dicho;  é  porque  los 
auctores  alegados  lo  hacen  una  mésma 
costa  continuada  con  la  tierra  del  Labra- 
dor, é  que  se  junta  adelanle  al  Oriente 
con  la  Europa  é  con  su  tierra  mesma  de 
Godos ,  ile  donde  son  naturales  este  arco- 
hispo  y  el  OlaoGolho.  Por  manera  que  si 
aquesta  tierra  toda  es  comunicada  6  una, 
como  se  debe  creer  por  lo  questos  aucto- 
res dicen ,  á  los  quales  me  remito  dende 
la  tierra  del  Labrador  adelante ;  é  por  lo 
que  yo  tengo  dicho  y  escripto  dende  el 
Estrecho  de  Magallanes  hasta  la  tierra  del 
Labrador,  todo  el  mundo  podemos  de- 
cir ques  una  mesma  tierra  é  costa ,  sin  la 
dividir  la  mar;  pues  que  las  tres  parles 
Asia,  Europa,  Africa,  una  mesma  tierra 
son  todas  tres ,  é  la  división  dellas  que 
los  antiguos  les  dan  en  dos  nos  la  ponen, 
que  son  el  Thanais,  entre  la  Europa  e 
Asia,  y  el  Nilo  entre  Asia  é  África.  Pero 
estos  rios  no  parlen  la  tierra,  quiero  de- 
cir no  la  cortan ,  pues  nasfen  en  ella;  pe- 


GiO 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


ro  los  nasgiuiientos  del  uno  é  del  otro  son 
incógnitos.  Quanto  al  Thanais  dige  Tholo- 
meo,  quel  Thanais  es  oculto  su  nascimien- 
to  é  assitnesmo  sobrel  nascimiento  del 
Nilo,  después  que  Diodoro  ha  escripto 
diverssas  opiniones ,  también  le  dexa  in- 
cierto é  oculto  su  principio 2. 

Concluyo,  en  que  hasta  nuestro  tiem- 
po no  está  escripto  por  auctor  alguno 
de  lengua  hebráica  ,  caldea  ,  egipgia, 
greca  ni  latina ,  ni  de  otro  género  ni  len- 
guage  alguno ,  ni  he  oydo  cosa  de  tan- 
ta admiración  como  esta  á  todos  los 
que  leen,  si  esta  geographia  septentrio- 
nal que  de  susso  se  ha  tocado ,  los  auc- 
tores  ya  dichos  ú  otros  que  merezcan  cré- 
dito se  afirman  en  ella.  Y  podremos  es- 
tonces, dexando  aparte  las  islas  muy  se- 
ñaladas y  descriptas  de  muchos  auctores 
y  conoscidas,  y  las  que  no  sabemos,  por- 
fiar é  aver  por  gierto  que  toda  la  tierra 
firme  restante  en  el  universo  no  son  las 
tres  partes  que  nombran  Asia,  Africa, 
Europa,  sino  una  sola  parte  entera  é  sin 
dividirse  de  la  mar,  é  de  aquessa  la  mi- 
tad ó  más  de  la  corona  é  geptro  real  de 
Castilla  é  de  León. 

Plega  á  Jhesu  Chripsto  que  assimesmo 
sea  una  sola  la  religión  é  fée  é  creengia 
de  todos  los  hombres  debaxo  del  gremio 
é  obidiengia  de  la  Iglesia  Apostólica  de 

1   Tholom.,  lib.  II ,  cap.  I. 


Roma  é  del  Sammo  Pontífige  é  vicario  é 
subgessor  del  Apóstol  Sanct  Pedro  é  de- 
baxo de  la  monarquía  del  Emperador  Rey 
don  Cárlos,  nuestro  señor,  en  cuya  ven* 
tura  é  méritos  lo  veamos  presto  efet- 
tuado!  É  con  esto  se  concluye  el  li- 
bro XXXVIII  desta  Natural  y  general  his- 
toria destas  Indias ,  islas  y  Tierra-Firme 
del  mar  Ogéano. 

Passemos  á  lo  demás  de  la  tergera 
parte,  donde  continuaré  los  libros  que 
della  se  siguen  hasta  su  definigion,  cu- 
ya memoria  me  dá  mucha  pena  é  dolor, 
porque  tengo  de  relatar  y  degir  los  tris- 
tes y  desventurados  fines  é  muertes  de 
muchos  y  diverssos  capitanes  é  personas 
señaladas  que  en  estas  partes  han  perdi- 
do las  vidas ;  porque  para  mi  condigion 
es  grave  y  desaplagible  cosa  pensar  que 
mi  pluma  ha  de  seguir  una  forma  de  his- 
toria ó  imitagion  tragédica;  y  en  espegial 
tocando  á  tantos  de  nuestros  naturak 
españoles,  á  vuelta  de  los  quales  por  mi 
pecados  se  me  ahogó  un  solo  hijo  qu. 
me  quedaba,  del  qual  yo  pensaba  en  m 
postrimeria  aver  mejor  gogo.  Plega  ai 
que  assi  le  plugo  que  su  ánima  é  de  to- 
dos los  demás  estén  en  gloria ,  donde  es- 
tá la  perfetta  y  perpétua  vida ,  en  la  vis- 
ta de  aquel  eterno  Dios ,  que  vive  é  rey- 
aaperomnia  scecula  sceculorum.  Amen. 

2  Diodoro  Sículo ,  lib.  I. 


FIN  DE  LA  SEGUNDA  PARTE. 


INDICE  GENERAL. 


labia  del  segundo  volumen  de  los  nueve  libros  de  la  segunda  parle  de  la  Natural  y 
general  historia  de  Indias ,  en  que  sumariamente  se  hace  memoria  de  lo  que  (rada 

cada  libro  destos. 


Pugi. 

LIBRO  I,  que  es  X  de  la  II."  parle  y  XXIX  de 
la  General  historia  de  las  Indias,  que  Iracla  • 
de  la  provincia  y  gobernación  de  Caslilla 
del  Oro ,  que  comunmenlc  se  suele  llamar 


Tierra  Firme   i 

LIBRO  II,  que  es  XI  de  la  II.'  parte  y  XXX. 
de  la  General  historia,  que  Iracla  de  la  go- 
bernación de  Carlago  é  sus  anexos   176 


LIBRO  líl,  que  es  XII  de  la  II."  parle  y  XXXI 
de  la  General  historia  ,  que  Iracla  de  las 
provincias  é  gobernaciones  del  Cabo  de 
Higueras  é  Puerto  de  Honduras  é  de  Yuca- 
tán :  é  después  torna  á  dexar  á  Yucatán  é 
se  junta  con  Guatimala,  é  por  tanto  este  li- 
bro es  más  anexo  c  dedicado  á  la  goberna- 


ción de  Honduras  '.   184 

LIBRO  IV,  que  es  XIII  de  la  II."  parte  y 
XXXII  de  la  General  historia,  que  Iracla  de 
la  provincia  c  gobernación  de  Yucatán   221 


LIBRO  V,  que  es  XIV  de  la  II."  parle  y 

XXXIII  de  la  General  historia,  que  tracla 
de  la  provincia  é  gobernación  c  conquista 
é  población  de  la  Nueva  España,  por  el 
capitán  Goncalo  Fernandez  de  Oviedo  y 
Valdés,  capilan  de  la  forlaleca  de  Sánelo 
I'omingo  y  coronisla  del  Emperador  y  Rey, 
nuestro  señor   2Sg 

LIBRO  VI,  que  es  XV  de  la  II."  parle  y 

XXXIV  de  la  General  historia,  que  tracla 
de  la  provincia  é  gobernación  llamada  la 
Nueva  Galicia  ,  é  que  los  indios  é  natura- 
les llaman  Xalisco,  en  la  parte  ocidental de 

la  Tierra-Firme   557 

LIBRO  VII,  que  es  XVI  de  la  II."  parte  y 

XXXV  de  la  General  historia,  que  Iracla 
de  la  gobernación  del  rio  de  Panuco  é  del 


rio  Hermoso  é  sus  provincias,  que  son  dos 
rios  grandes  que  juntos  enlran  en  la  cosía 
del  Norle;  é  assimesmo  se  tracta  del  rio  de 
las  Palmas,  que  eslá  más  al  Oriente  subien- 
do por  la  dicha  cosía  la  vuella  de  la  pro- 
vincia que  llaman  La  Florida;  é  tracta  có- 
mo se  perdió  el  capitán  Pampbilo  de  Nar- 
vaez  é  su  gente,  que  fueron  á  poblar 

aquellas  provincias  é  rios   57'J 

LIBRO  VIII,  que  es  XVII  de  la  11.a  parle  y 

XXXVI  de  la  General  historia,  que  Iracla 
de  la  gobernación  de  la  provincia  llamada 
La  Florida,  ques  en  la  Tierra-Firme  á  la 
parle  de  Norte,  y  está  Norle  Sur  con  la  isla 
de  Cuba  é  puerto  dclla,  que  llaman  la  Ma- 
langa  019 

LIBRO  IX,  que  es  XVIII  de  la  II."  parle  y 

XXXVII  déla  General  historia,  que  tracta 
de  la  gobernación  de  la  provincia  llamada 
Chicora  (é  más  propriamcnle  dicha  Gualda- 
pe)  en  la  Tierra-Firme  ,  á  la  parte  del  Nor- 
le ,  que  fué  á  poblar  el  licenciado  Lúeas 
Vázquez  de  Ayllon  ,  vecino  desta  cibdad 
de  Sánelo  Domingo-  de  la  Isla  Española, 
oydor  de  Su  Magcstad  en  el  Audiencia  é 
Chanrilleria  Real  que  aquí  reside,  cavallero 

de  la  Orden  militar  del  Apóstol  Saneliago.  024 
LIBRO  X,  que  ee  XIX  de  la  II."  parte  y 

XXXVIII  de  la  General  historia,  el  qual, 
aunque  no  compele  á  las  Indias,  es  al  pro- 
póssito  de  la  continuación  de  la  tierra  sep- 
tentrional, que  hasta  el  fin  del  libro  prece- 
dente se  ha  continuado ,  pues  se  continúa  la 
tierra,  é  se  cree  ques  toda  una,  segund  ade- 
lante se  dirá   G.14 


Tabla  particular  con  cada  uno  de  los  libros  susodichos. 


LIBRO  XXIX.  Prohemio  

Capitulo  i.  Cómo  fué  provenido  Pedrarias 
Dávilade  la  gobernación  de  Caslilla  del  Oro, 
que  tenia  Vasco  Nuñcz  de  Balboa,  y  oirás 
cosas  que  convienen  á  la  hisloria  

TOMO  m. 


i  Capitulo  u.  De  lo  que  subcedió  á  Vasco  Nu- 
ñez  de  Balboa  después  que  se  ganó  el  Da- 
rien  ,  y  cómo  descubrió  el  rio  grande  de 
Sancl  Johan,  que  enlra  en  el  golpho  de  Ura- 

4         bá,  y  oirás  cosas  nescessarias  al  processo 

81 


G12 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


rágs. 


de  la  historia   6 

Capitulo  iii.  Cómo  Vasco  Nuñez  de  Balboa 
descubrió  la  mar  del  Sur  y  fué  el  primero 
hombre  que  la  enseñó  á  los  chripslianos,  y 
de  los  caciques  que  hico  de  paz,  é  otras  co- 
sas concernientes  á  la  historia   9 

Capitulo  iv.  De  la  segunda  possesion  quel 
capitán  Vasco  Nuñez  de  Balboa  tomó  de  la 
mar  del  Sur,  é  quáles  chripstianos  fueron 
los  primeros  que  con  él  navegaron  en  ella, 
é  de  las  primeras  perlas  que  vieron  de  aque- 
lla mar,  é  otras  cosas  notables  é  neseessa- 
rias  al  discurso  de  la  historia   14 

Capituto  v.  Cómo  el  gobernador  Vasco  Nu- 
ñez de  Balboa  tornó  al  Darien  desde  la  mar 
del  Sur,  y  cómo  en  ciertas  provincias  hieo 
los  caciques  de  paz   i  7 

Capitulo  vi.  Del  viage  del  gobernador  Pe- 
drarias Dávila  á  la  Tierra-Firme,  llamada 
Castilla  del  Oro,  en  la  qual  estaba  por  ca- 
pitán Vasco  Nuñez  de  Balboa   21 

Capitulo  vn.  Cómo  estando  con  el  armada 
en  el  puerto  de  Sánela  Marta  el  general  Pe- 
dradas Dávila,  saltó  la  segunda  vez  en  tier- 
ra con  gente,  y  entró  la  tierra  adentro  hasta 
tres  leguas ,  é  fueron  pressos  é  muertos  al- 
gunos indios  é  indias;  é  de  lo  quesubcedió 
en  aquel  puerto ,  é  qué  se  contenia  en  el 
requirimienlo  que  se  mandó  hacer  á  los  in- 
dios antes  de  romper  guerra  con  ellos ;  é 
otras  cosas  que  convienen  al  discurso  de  la 
historia   27 

Capitulo  vm.  Cómo  el  gobernador  Pedre- 
rías Dávila  llegó  á  la  cibdad  de  Sancta  Ma- 
ría del  Antigua  del  Darien,  donde  estaba 
por  gobernador  el  capitán  Vasco  Nuñez  de 
Balboa,  é  tomó  la  possesion  del  officio,  é 
se  entendió  en  la  residencia  de  Vasco  Nu- 
ñez, é  fué  enviado  el  teniente  Johan  de 
Ayora  é  otros  capitanes  con  gente  á  poblar 
a  la  otra  costa  de  la  mar  del  Sur   33 

Capitulo  ix.  Cómo  el  teniente  Johan  de 
Ayora  é  otros  capitanes  fueron  enviados 
con  gente  á  poblar  la  costa  de  la  mar  del  Sur; 
y  cómo  el  Rey  Cathólico  le  envió  é  hico 
merced  á  Vasco  Nuñez  del  titulo  de  ade- 
lantado de  la  mar  del  Sur  y  de  la  goberna- 
ción de  las  provincias  de  Coyba  é  Panamá: 
é  cómo  Pedradas  tuvo  forma  que  no  usas- 
se  de  tales  mercedes ;  é  de  las  partes  quel 
gobernador  é  officiales  llevaron  de  las  en- 
tradas, que  fué  una  de  las  principales  cau- 
sas de  acabarse ,  ó  al  menos  disminuyrsc 
los  indios  é  asolarse  la  tierra,  ele   38 

Capitulo  x.  En  que  se  relatan  algunas  en- 
tradas que  diversos  capitanes  hicieron,  por 
mandado  del  gobernador  Pcdrarias  Dávila, 
en  su  gobernación   43 


Capitulo  xi.  Cómo  el  veedor  Goncalo  Fer- 
nandez de  Oviedo  fué  á  España  á  buscar  el 
remedio  de  la  Tierra-Firme,  ó  desde  á  po- 
cos dias  que  llegó  á  Castilla  llevó  Dios  al 
Rey  Cathólico  á  su  gloria;  é  cómo  continuó 
su  camino  é  fué  á  Flandes  á  dar  noticia  al 
Rey  don  Carlos ,  nuestro  señor;  é  cómo  fué 
proveydo  por  gobernador  de  Tierra-Firme 
Lope  de  Sosa ,  un  cavallero  de  Córdova ,  é 
su  muerte   52 

Capitulo  xii.  De  la  muerte  del  adelantado 
Vasco  Nuñez  de  Balboa ,  é  Andrés  de  Val- 
derrábano,  é  Fernando  de  Arguello,  éLuys 
Bolello,  é  Fernán  Muñoz,  que  fueron  en 
una  hora  degollados  en  la  villa  de  Acia,  en 
Tierra«-Firme   56 

Capitulo  xiii.  Cómo  el  licenciado  Gaspar  de 
Espinosa,  alcalde  mayor  de  Pedrarias,  fué 
por  su  tenienle  general  por  la  mar  del  Sur 
con  los  navios  que  avia  hecho  el  adelanta- 
do Vasco  Nuñez  de  Balboa,  é  de  lo  que  hi- 
co en  el  viage ,  é  otras  cosas  antes  desto, 
en  que  este  licenciado  se  avia  hallado ....  61 

Capitulo  xiv.  Cómo  el  capitán  Gil  Goncalez 
de  Ávila  fué  á  la  Tierra-Firme  con  el  piloto 
Andrés  Niño,  para  yr  desde  Panamá  á  des- 
cubrir por  la  mar  del  Sur,  por  mandado 
del  Céssar;  é  cómo  el  auclor  deslas  histo- 
rias volvió  á  Castilla  del  Oro,  é  de  la  forma 
que  tuvo  Pedrarias  para  despoblar  el  Da- 
rien   65 

Capitulo  xv.  Cómo  el  coronisla  quedó  por 
capitán  é  tenienle  de  gobernador  en  el  Da- 
rien ;  é  cómo  los  indios  del  cacique  de  Bea 
mataron  al  capitán  Marlin  de  Murga  é  á 
otros  chripstianos  :  é  cómo  por  aviso  é  in- 
dustria del  dicho  capitán,  auclor  deslas  his- 
torias, se  pacificaron  muchos  caciques  é  in- 
dios caribes  é  flecheros  de  la  costa,  é  se 
metieron  en  el  Darien  muchos  pessos  de 
oro  por  rescates   72 

Capitulo  xvi.  Cómo  el  auctor  hico  justicia 
de  los  caciques  de  Corobari  é  Guaturo,  que 
se  avian  rebelado  del  servicio  de  Sus  Ma- 
gestades,  é  cómo  envió  presso  á  España  al 
bachiller  Diego  de  Corral,  é  otras  cosas,  que 
competen  á  la  historia   78 

Capitulo  xvii.  De  la  forma  de  la  residencia 
de  Pedrarias  Dávila  é  su  alcalde  mayor  el 
licenciado  Espinosa ;  é  cómo  no  cansados 
los  enemigos  de  fatigar  al  auclor  de  aques- 
tas historias,  acordaron  de  le  malar  á  Iray- 
cion,  é  fué  muy  mal  herido   83 

Capitulo  ZVDI.  Del  pregón  que  se  dió  en 
Acia  para  la  residencia  del  gobernador  Pe- 
drarias é  sus  officiales;  é  cómo  se  fixó  aquel 
pregón  en  un  poste  de  la  placa ,  é  lo  rasgó 
un  caballo  que  fué  del  adelantado  Vasco  Nu- 


DE  INDIAS.  INDICE. 


G'k* 


Págs. 

nez  de  Balboa;  tí  cómo  el  juez  de  residencia 
la  tomó  al  auclor  dcstas  historias,  é  conde- 


nó al  que  lo  avia  acuchillado  á  que  fuesse 

ahorcado,  y  en  oirás  penas   86 

Capitulo  xix.    Cómo  fué  presso  el  Iraydor 
de  Simón  Bernal  tí  se  hi^-o  justicia  dtíl   88 


Capitulo  xx.  Cómo  el  auclor  se  partió  de 
Acia,  fingiendo  que  se  yba  á  Panamá,  don- 
de el  gobernador  estaba,  á  se  quexar  dél,  tí 
»c  fue  á  España  á  pedir  justicia  contra  Pe- 
charías; tí  cómo  el  Emperador,  nuestro  se- 
ñor, le  mandó  oyr,  tí  futí  proveydo  por  nue- 
vo gobernador  para  Castilla  del  Oro  Pedro 
délos  Rios,  un  cavallero  de  Córdova;  tí 
otras  particularidades  setractan  convinien- 
tes  á  la  historia   94 

Capitulo  xxi.  Que  tracta  de  algunas  cosas 
notables  que  passaron  en  la  Tierra-Firme 
entre  el  gobernador  Pedrarias  DáVila  y  el 
capitán  Gil  González  Dávila  tí  otros  capita- 
nes, en  tanto  que  yo  estuve  en  España  ne- 
gociando la  yda  del  nuevo  gobernador  Pe- 
dro de  los  Rios ,  para  que  Pedrarias  fuesse 
removido,  tí  la  relac  ión  de  lo  que  descubrió 
el  capitán  Gil  Goncalez  en  la  mar  tí  costa 
austral  de  la  Tierra-Firme,  tí  porque  es  lar- 
ga la  narración  de  lo  uno  tí  de  lo  otro,  yra 
este  capítulo  diviso  en  ocho  párrafos   97 

Capitulo  xxii.  De  la  total  despoblación  dé 
la  cibdad  del  Darien,  tí  de  las  diferencias 
que  tuvieron  el  obispo,  fray  Vicente  Pedra- 
ca,  y  el  licenciado  Salaya ,  alcalde  mayor 
con  Pedrarias ;  tí  del  origen  tí  principio  del 
descubrimiento  del  Perú  por  los  capitanes 
Francisco  Pii^arro  tí  Diego  de  Almagro,  á 
su  costa,  y  en  compañía  del  maestrescuela 
Fernando  de  Luque;  tí  de  lo  queacacsció  al 
gobernador  Pedro  de  los  Rios  en  la  isla  Do- 
minica, quando  yba  á  lomar  la  goberna- 
ción de  Castilla  del  Oro  ;  tí  otras  cosas. . . .    1 14 

Capitulo  xxiii.  Cómo  el  nuevo  gobernador 
Pedro  de  los  Rios,  envió  i  ¡cria  gente  á  pa- 
rificar el  cacique  Trota;  tí  cómo  fueron  ven- 
cidos tí  desbaratados  los  chripslianos;  tí  có- 
mo vino  nueva  que  Pedrarias  avia  degolla- 
do en  Nicaragua  á  su  teniente  Francisco 
Hernández;  tí  cómo  vino  el  capitán  Diego 
de  Almagro  á  Panamá,  tí  truxo  noticia  del 
descubrimiento  del  Perú  ;  tí  por  qué  via  el 
capitán  Diego  de  Almagro,  tí  por  que  pres- 
cio  echó  fuera  de  su  compañnren  las  cosas 
é  interesses  del  Perú  á  Pedrarias  Dávila. . .  117 

Capitulo  xxiv.  De  la  residencia  que  hieo 
Pedrarias  ante  el  licenciado  Jolian  de  Sal- 
merón, alcalde  mayor  de  Pedro  de  los  Rios, 
nuevo  gobernador  de  Castilla  del  Oro;  tí  có- 
mo Pedrarias  y  el  auctordeslas  historias  se 
concertaron,  tí  con  qué  condición   120 


Pigt. 

Capitulo  xxv.  Que  tracta  de  la  gobernación 
de  Pedro  de  los  Rios  en  Castilla  del  Oro,  tí 
de  otros  gobernadores  tí  juec  es  que  le  sub- 
cedieron  hasta  el  año  de  mili  tí  quinientos  tí 
quarenta  y  un  años   122 

Capitulo  xxvi.  De  las  costumbres  tí  mane- 
ras de  vivir  viciosas  de  los  indios  de  la  pro- 
vincia de  Cueva  tí  de  sus  ydolatrias;  ¿otras 
cosas  particulares  de  la  gobernación  de  Cas- 


tilla del  Oro  tí  de  sus  provincias   12:> 

Capitulo  xxvii.  El  qual  tracta  de  los  pue- 
blos principales  de  los  chripslianos  en  esta 
gobernación  de  Castilla  del  Oro,  e  de  las  ca- 
sas tí  moradas  de  los  indios  ,  tí  de  sus  ma- 
trimonios tí  algunas  de  sus  cerimonias  tí  cos- 
tumbres  131 

Capitulo  xxviii.  De  otras  muchas  particu- 
laridades de  los  indios  de  la  gobernación  de 
Castilla  del  Oro  en  la  provincia  de  la  lengua 
de  Cueva  tí  otras  partes   135 

Capitulo  xxix.  De  algunas  particularidades 
de  Castilla  del  Oro  tí  sus  provincias,  allende 
de  las  que  se  han  dicho  en  los  capítulos  pre- 
cedentes  141 

Capitulo  xxx.  De  las  minas  del  oro  tí  perlas 
tí  riquecas  de  la  provincia  de  Cueva  tí  Cas- 


tilla del  Oro ,  tí  del  viage  de  la  Especiería 
desde  Panamá  á  las  islas  de  Maluco,  tí  de  la 
Puente  admirable,  tí  otras  cosas  que  perle- 
neseen  á  la  consecuencia  historial   145 

Capitulo  xxxi.  En  el  qual  se  tracta  de  las 
obsequias  tí  cerimonias  de  los  indios,  quan- 
do se  muere  algún  señor  ques  tiva  ó  que- 
vi  ó  saco,  tí  es  principal,  en  la  provincia  de 
Cueva  tí  en  algunas  parles  de  la  goberna- 
ción de  Castilla  del  Oro   15,1 

Capitulo  xxxii.  De  algunas  particularidades 
de  los  indios  de  Cueva,  tí  también  se  hace 
mención  de  algunas  cosas  en  general  de 
aquella  provincia,  que  se  añaden  tí  ponen, 
acrescenlando  el  gcíuero  dcllas  en  los  libros 
de  la  primera  parle  de  aquestas  historias, .  l.'iO 

Capitulo  xxxiii.  En  que  sumariamente  se 
tracta  del  subcesso  é  fin  que  hicieron  los 
capitanes  particulares,  que  ha  ávido  en  la 
gobernación  de  Castilla  del  Oro  en  tiempo 
del  gobernador  Pedrarias  Dávila,  é  antes  é 
después  del  hasta  el  tiempo  pressente   161 

Capitulo  xxxiv.  En  quel  historiador  culpa 
y  desculpa  á  los  gobernadores  é  officiales, 
y  en  descargo  de  los  capitanes,  y  en  repro- 
che de  los  soldados  tí  de  los  indios  é  natu- 
rales de  la  gobernación  de  Castilla  del  Oro.  170 

LIBRO  XXX.   Prohemio   175 

Capitulo  i.  Cómo  Diego  Gutiérrez,  goberna- 
dor de  la  provincia  de  Carlago  tí  sus  ane- 
xos, fué  bien  rescebido  tí  obedesddo  de  los 
caciques  é  indios  de  la  tierra  ;  é  otras  parli- 


GH 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Púas. 


Pt>Vi. 


(Hilaridades  al  discurso  de  la  historia  con- 
vinienles   17S 

Capitulo  n.  Del  sub^sso  del  gobernador 
Diego  Gutiérrez,  é  de  su  cobdicia  é  mal 
evento,  é  cómo  le  mataron  los  indios  á  él  é 
á  quantos  españoles  consigo  tenia,  excep- 
to siete  hombres   179 

Capitulo  m.  En  que  se  hace  relación  del 
mal  subceso  del  armada  quel  almirante  en- 
vió á  poblar  su  ducado  de  Veragua   183 

LIBRO  XXXI.    Prohemio   184 

Capitulo  i.  En  que  se  tracta  del  descubri- 
miento del  Cabo  de  Higueras  é  puerto  de 
Honduras  ,  é  de  los  capitanes  é  gobernado- 
res que  allí  ha  ávido ,  é  otras  cosas  concer- 
nientes á  la  historia   187 

Capitulo  n.  De  lo  que  subeedió  al  goberna- 
dor Diego  López  de  Salcedo  ,  pocos  dias 
antes  que  de  Lcon  de  Nicaragua  se  parliesse 
para  yr  á  Honduras  ,  en  la  venida  del  capi- 
tán Diego  Albilez  ,  é  el  concierto  que  se  dió 
entrellos  ,  é  la  muerte  de  Diego  López,  des- 
pués en  su  gobernación,  é  las  contiendas  y 
escándalos  que  por  su  muerte  ovo  sobre 
quién  avia  de  gobernar,  é  otras  cosas  que 
son  anexas  al  discurso  de  la  historia   190 

Capitulo  m.  De  la  elecion  de  los  nuevos  go- 
bernadores puestos  por  la  república  de  la 
villa  de  Truxillo ,  que  fueron  el  contador 
Andrés  de  Cereceda  é  Vasco  de  Herrera,  é 
cómo  después  estovieron  desconformes ,  c 
cómo  los  indios  mataron  á  algunos  chrips- 
lianos  é  se  rebelaron  en  parle  de  la  tierra, 
é  cómo  el  Diego  Méndez  de  Hinestrosa  ma- 
tó alevosamente  á  Vasco  de  Herrera  ,  é  los 
escándalos  é  forma  que  en  ello  se  tuvo..  . .  192 

C  \pitulo  iv.  De  lo  que  Diego  Méndez  de  Hi- 
nestrosa hico  con  el  favor  de  sus  secaces, 
después  que  ovo  muerto  á  Vasco  de  Her- 
rera ;  é  cómo  ,  continuando  sus  desatinos, 
prendió  después  al  gobernador  Andrés  de 
Cereceda ;  é  cómo  después  el  Cereceda  le 
prendió  al  Diego  Méndez  é  le  hico  hacer 
quarlos,  é  se  dió  fin  á  su  tiranía   20) 

Capitulo  v.  Cómo  el  gobernador  Andrés  de 
Cereceda  ,  después  de  la  prission  é  castigo 
del  tirano  Diego  Méndez  de  Hinestrosa,  é 
castigados  los  que  mataron  á  Vasco  de  Her- 
rera ,  perdonó  á  los  demás  ;  é  cómo  Die- 
go Diaz  de  Herrera  tenia  amotinada  la  gen- 
te para  yrse  de  la  tierra;  é  cómo,  viniendo 
por  gobernador  Diego  Albilez,  dió  al  través 
en  la  costa,  é  assi  se  ahogaron  veynlc  y 
cinco  hombres  é  cinco  mugeres ,  é  salió  el 
gobernador  á  nado  ,  d  desde  á  nueve  dias 
que  fué  resecbido  por  gobernador  murió,  é 
dexó  por  gobernador  al  mesmo  Andrés  de 
Cereceda   208 


Capitulo  vi.  Cómo  Andrés  de  Cereceda  que- 
dó por  gobernador  después  de  la  muerte 
del  gobernador  Diego  Albitez,  é  de  algunas 
cosas  que  subcedieron  después ,  é  lo  quel 
Cereceda  escribió  á  esta  Audiencia  Real, 
que  reside  en  esta  cibdad  de  Sánelo  Do- 
mingo, del  estado  de  aquella  tierra  é  go- 
bernación de  Honduras  hasta  el  año  de  mili 
é  quinientos  é  treynta  y  tres ,  mediado  el 
mes  de  junio   211 

Capitulo  vn.  Cómo  el  gobernador  Andrés 
de  Cereceda  fué  á  poblar  el  valle  de  Naco, 
é  cómo  estando  la  tierra  perdida  enviaron 
á  pedir  socorro  al  adelantado  don  Pedro  de 
Alvarado  ,  gobernador  de  Gualimala,  é  fué 
en  persona  á  pacificar  la  tierra  é  pobló  la  vi- 
lla de  Sanct  Pedro,  é  después  fué  á  España, 
é  cómo  Sus  Magestades  mandaron  juntar  es- 
ta gobernación  de  Honduras  con  la  de  Yuca- 
tan  ,  que  estaba  á  cargo  del  adelantado  don 
Francisco  Montejo,  é  otras  cosas   914 

Capitulo  vm.  De  la  fertilidad  de  la  tierra  é 
provincia  de  Honduras  é  de  aquella  gober- 
nación ,  é  de  algunas  particularidades  dclla 
é  de  los  indios  naturales  de  allí   216 

Capitulo  ix.  Cómo  las  provincias  de  Yuca- 
tan  é  de  Honduras  se  juntaron  por  manda- 
do de  Céssar  é  de  su  Real  Consejo  de  In- 
dias ,  é  se  dió  cargo  dellas  al  adelantado 
don  Francisco  de  Monlejo  ,  que  primero  era 
gobernador  de  Yucatán   217 

Capitulo  x.  En  el  qual  se  tracta  de  cierto 
trueco  é  conviniencia  entre  los  adelantados 
don  Podro  de  Alvarado  é  don  Francisco  de 
Monlejo,  por  donde  esta  gobernación  de 
Higueras  é  Honduras  se  tornó  á  dividiré  se 
apartó  de  la  de  Yucatán,  é  se  juntó  con  la 
de  Gualimala   218 

Capitulo  xi.  De  otras  cosas  é  particularida- 
des déla  gobernación  de  Honduras,  é  de 
las  minas  ricas  de  oro  é  plata ,  que  en  aque- 
lla tierra  hay   219 

LIBRO  XXXII.    Prohemio   221 

Capitulo  i.  En  que  sumariamente  se  tracta 
lo  que  hace  al  propóssito  de  la  historia  é 
gobernación  é  descubrimiento  de  Yucatán 
hasta  el  año  de  mili  é  quinientos  é  quarenla 
y  un  años   222 

Capitulo  ii.  El  qual  Iracta  del  discurso  des- 
ta  historia  de  Yucatán  é  de  muchas  parti- 
cularidades r  ndkvos  é  maravillosos  nota- 
bles que  á  esta  historia  competen  :  f*  hácese 
relación  de  los  caños  ,  que  se  hallaron  en  la 
mar,  de  agua  dulce,  é  oirás  eosas  muy  di- 
nas de  oyr   223 

Capitulo  m.  De  lo  que  subeedió  al  adelan- 
tado don  Francisco  de  Monlejo,  desde  que 
salió  con  los  españoles,  que  le  quedaban 


DE  INDIAS.  INDICE. 


645 


del  pueblo  deConil ,  é  de  la  república  é  jus- 
ticia del  pueblo  llamado  Cachi ,  é  de  los  ár- 
boles del  encicnso  é  su  conlractac-ion  ,  é  de 
la  grandissima  población  llamada  Chuaca, 
é  de  oirás  cosas  que  subcedicron  en  aquella 
conquista   229 

Capitulo  iv.  Del  subcesso  del  adelantado 
don  Francisco  de  Montejo,  después  que 
estovo  en  Tavasco ,  é  cómo  fué  en  deman- 
da de  la  cibdad  de  Acalan  ,  é  de  las  vistas 
de  entre  él  y  el  capitán  don  Johan  Enriquez 
de  Guzman ,  é  de  una  nueva  invención  c 
nunca  antes  oyda  ni  visla,  que  los  españo- 
les inventaron  para  llevar  sus  caballos  en 
canoas,  é  cuéntanse  otras  cosas  concernien- 
tes al  discurso  de  la  historia   235 

Capitulo  v.  De  la  extraña  é  nueva  pucnlc 
que  los  indios  llamaban  de  Malinchc,  que 
hico  el  marqués  don  Hernando  Cortés,  por 
la  qual  passó  con  más  de  quince  mili  hom- 
bres é  muchos  caballos ;  é  de  la  que  des- 
pués hico  hacer  quassi  por  el  mesmo  lugar 
el  capilan  Alonso  Dávila,  por  donde  avia 
de  passar  con  los  caballos  é  genle,  que  con 
él  yba  en  demanda  de  la  cibdad  de  Acalan; 
é  de  oíros  muchos  trabaxos  é  Iraneés  por 
que  passaron  hasta  que  llegaron  á  Cham- 
polon   241 

Capitulo  vi.  Cómo  el  adelanlado  don  Fran- 
cisco de  Monlejo  fué  á  poblar  al  pueblo  de 
Lácaro ,  que  los  indios  llaman  Campeche, 
é  fundó  una  villa  que  se  llamó  Salamanca; 
é  del  mal  subc  esso  de  los  españoles  en  esta 
jornada ,  é  de  muchos  trances  que  se  si- 
guieron en  ella   244 

Capitulo  vu.  En  que  se  tracla  cómo  el  tc- 
nicnle  Alonso  Dávila  <i  -sus  compañeros 
ovicron  otro  recuentro  é  batalla  con  los  in- 
dios del  pueblo  de  Cochua ,  que  avian 
muerto  los  chripslianos  que  llevaban  el 
pressente  del  oro  al  adelantado;  6  cómo 
los  españoles  fueron  mallraclados  en  esle 
fecho  de  armas,  é  oirás  parlicularidades  no- 
tables que  passaron  eslos  militantes  é  Iraba- 
xados  varones,  hasta  que  lomaron  el  pueblo 
de  Chitemal   248 

Capitulo  vin.  Cómo  el  capilan  Alonso  Dá- 
vila é  los  españoles  que  con  él  estaban, 
desampararon  é  despoblaron  aquella  villa  é 
assienlo  que  avian  fecho  en  Chitemal ,  é 
se  fueron  en  canoas  duplicadas  por  poder 
llevar  los  caballos  de  la  forma  é  usanca 
nuevamente  é  por  ellos  inventada,  é  délos 
trabaxos  extremados  é  Irances  que  les 
acaescieron  ,  con  que  se  da  fin  á  esta  rela- 
ción del  comendador  don  Alonso  de  Luxan.  251 

LIBRO  XXXIII.    Prohemio   256 

Capitulo  i.   En  que  se  tracta  del  principio 


de  la  conquista  de  la  Nueva  España  desde 
el  tiempo  del  capitán  Hernando  Corles  ,  é 
del  rico  pressenle,  que  envió  al  Emperador 
Rey,  nuestro  señor;  é  cómo  se  apartó  por 
esquisitas  formas  déla  obidienciaé  amistad 
del  adelanlado  Diego  Velazquez ,  su  supe- 
rior ,  por  cuyo  mandado  avia  ydo  á  aquella 
tierra  :  é  decirse  han  oirás  cosas  ,  que  con- 
viene primero  que  se  declaren  para  la  inte- 
ligencia del  discurso  de  la  historia   258 

Capitulo  ii.  Cómo  el  capitán  Hernando  Cor- 
tés delerminó  de  yr  á  México ,  é  cómo  pri- 
mero dió  al  Iravés  con  los  navios ,  en  que 
fué  á  la  Nueva  España,  temiendo  que  la 
gente  que  dexaba  en  la  villa  de  Veraeruz,  ú 
otros ,  se  le  amotinarían  ;  é  cómo  en  el  ca- 
mino supo  que  ciertos  navios  del  capitán 
Francisco  de  Garay  andaban  en  la  costa  ,  é 
del  genlil  ardid  que  luvo  para  aver  lengua 
dellos;  é  cómo  lomó  siele  hombres,  é  la 
información  que  dellos  tuvo ;  é  cómo  ovo 
noticia  del  rio  de  Panuco  é  del  señor  dél ;  é 
cómo  su  amislad  con  él  lioo  ,  ele   26 1 

Capitulo  i  ii.  Cómo  el  capilan  Hernando  Cor- 
tés prosiguió  su  camino  para  yr  á  ver  á 
Monlecuma  ,  señor  de  México  ,  é  del  buen 
acogimiento  que  le  fué  hecho  en  las  tierras 
de  su  señorío  ,  é  cómo  se  aparló  desle  ca- 
mino por  consejo  de  los  indios  de  Cempual, 
sus  amigos  ,  para  yr  á  ver  é  contraer  amis- 
tad con  Tascallecle  ,  é  como  en  fin  se  hico 
el  amistad  é  confederación  con  ellos   264 

Capitulo  iv.  De  la  embaxada  quel  principe 
Montecuma  envió  al  general  Hernando  Cor- 
tés ,  ofresciéndose  por  vassallo  é  tributario 
del  Emperador,  con  tanlo  que  no  fuesse  á 
su  tierra  ;  é  cómo  los  embaxadores  procu- 
raron desavenir  al  general  con  los  de  la  pro- 
vincia de  Tascalleca  ;  é  cómo  los  de  la  pro- 
vincia avisaron  á  Cortés  de  la  genle,  que 
tenia  Monlecuma  de  guarnic.ion  é  de  y  uerra, 
esperándole   273 

Catitulo  v.  Cómo  el  capilan  general  Her- 
nando Corlés  se  parlió  de  Churullecal  con 
determinación  de  ver  á  Montecuma  é  la 
grand  cibdad  de  Teniislilan ;  é  lo  que  passó 
con  los  embaxadores  de  Monlecuma ;  é  de 
lo  que  en  este  camino  le  intervino ;  é  cómo 
se  vido  con  Monlecuma  en  aquella  su  grand 
cibdad  ;  é  de  la  trayeion  que  contra  los  es- 
pañoles se  Iractó  por  un  principal  señor,  lla- 
mado Qualpopoca  ,  vassallo  de  Monlezuma, 
é  otras  cosas  anexas  al  discurso  de  la  his- 
toria  278 

Capitulo  vi.  En  el  qual  se  tracla  cómo  el 
capilan  Hernando  Corlés  prendió  al  grand 
principe  Monlecuma  caulelosamenle ;  é  có- 
mo fué  hecha  justicia  de  Qualpopoca,  se- 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Pili. 


ñor  do  Nanlecal,  é  otros  señores  principales 
que  con  él  fueron  quemados,  porque  mata- 
ron sobre  seguro  ciertos  chripslianos   287 

Capitulo  vii.  En  que  la  historia  tractadelas 
minas  de  oro  de  la  Nueva  España,  é  de 
otras  particularidades  de  ciertas  provincias; 
é  cómo  el  principe  Tuchinlecla  vino  á  la 
obidiencia  de  Sus  Majestades  é  á  la  amis- 
tad del  capitán  Hernando  Corles ,  é  dió  li- 
cencia que  los  chripstianos  poblassen  en  su 

tierra   290 

Capitulo  vru.  Cómo  fué  presso  el  principe 
Cacamacin,  señor  de  Aculuacan,  porque  se 
rebeló  después  de  se  aver  ofrescidopor  vas- 
sallo  del  Rey,  nuestro  señor,  é  también  se 
apartó  de  la  amistad  de  Montecuma,  su  se- 
ñor, é  fué  puesto  un  hijo  suyo  del  dicho 

Cacamacin  por  señor  de  su  estado   294 

Capitulo  ix.  En  el  qual  se  cuenta  la  relación 
quel  grand  principe  Montecuma  dió  de  su 
origen  á  sus  vassallos  en  una  pública  au- 
diencia ,  en  que  les  habló  é  mandó  que  obe- 
desciessen  é  sirviessen  al  Emperador  don 
Carlos,  nuestro  señor,  como  á  Rey  de  Cas- 
tilla é  su  natural  señor  ,  é  después  dél  per- 
pétuamente  á  los  Reyes  de  Castilla  é  de 

León ,  sus  subcessores.   295 

Capitulo  x.  En  el  qual  se  tracla  cómo  el  ca* 
pitan  Hernando  Cortés  persuadió  á  Monte- 
ruma  que  enviasse  por  sus  tierras  á  pedir  á 
los  principales  señores  é  vassallos  que  sir- 
viessen con  oro  al  Emperador  Rey,  nuestro 
señor,  é  lo  hicieron  en  cantidad  de  más  de 
ciento  é  noventa  y  dos  mili  pessos  ,  allende 
de  otros  cient  mili  pessos  de  valor  é  joyas; 
é  de  algunas  particularidades  de  la  Nueva 

España   297 

Capitulo  XI.  En  el  qual  se  tracta  de  la  ydo- 
latria  é  diabólicos  sacrificios  de  los  indios 
de  la  Nueva  España  ,  y  en  especial  en  la 
grand  cibdad  de  Teniistitan  ;  é  de  otras  par- 
ticularidades á  la  historia  pressente  permi- 
tidas ,  en  continuación  de  la  relación  quel 
capilan  Hernando  Cortés  envió  al  Rey, 

nuestro  señor   304 

Capitulo  xii.  Cómo  por  mandado  del  ade- 
lantado Diego  Vclazquez  fué  por  capilan  é 
teniente  suyo  á  la  Nueva  España  el  capilan 
Pamphilo  de  Narvaez ,  con  revocación  de 
los  poderes  que  dicho  adelantado  avia  dado 
al  capilan  Hernando  Cortés  :  é  del  recuen- 
tro que  entre  estos  dos  capitanes  ovo;  é  có- 
mo fué  presso  Pamphilo  de  Narvaez,  é  que- 
dó Hernando  Cortés  muy  más  apoderado  é 
absoluto  capilan  después  dcsla  victoria  . . .  308 
Capitulo  sin.  En  que  se  tracla  como  des- 
pués de  presso  el  capitán  l'amphilo  de  Nar- 
vaez ,  supo  Cortés  que  los  de  la  ciudad  de 


México  se  avian  aleado  contra  los  españo- 
les que  allí  avian  quedado  en  guarda  de 
Montecuma ,  é  del  oro  é  joyas;  é  fué  allá,  é 
después  de  entrado,  tovo  mucha  guerra  con 
los  indios  de  la  cibdad;  é  de  la  muerte  de 
Montecuma:  é  cuenta  la  historia  algunas 

particularidades  notables  en  el  caso   317 

Capiulot  xiv.  En  el  qual  se  tracta  cómo  des- 
pués que  Cortés  é  los  españoles  salieron  de 
la  cibdad  de  Temislilan  ,  llegado  á  la  cibdad 
de  Tacuba,  é  prosiguiendo  en  su  fuga,  é 
los  indios  en  su  alcance  ,  haciendo  lodo  el 
daño  que  podían ,  le  malaron  los  hijos  de 
Montecuma  é  á  los  otros  pressos  principa- 
les que  los  chripstianos  lenian  ;  é  cómo  se 
recogieron  Cortés  é  su  gente  á  la  provincia 
de  Tascaltecle  ;  é  otras  cosas  dinas  de  la 

historia   395 

Capitulo  xv.  En  el  qual  cuenta  la  historia 
cómo  los  señores  é  principales  varones  de 
la  provincia  de  Tascalteca  é  de  Guaxoeingo 
vinieron  á  visitar  al  capitán  Hernando  Cor- 
tés é  á  los  españoles  ,  condoliéndose  de  lo 
que  les  avia  acaescido  con  los  de  Temisti- 
tan ;  é  cómo  se  les  ofreseieron  para  la  ven- 
ganza é  castigo  de  los  contrarios;  é  cómo 
conquistó  é  ganó  Hernando  Cortés  la  pro- 
vincia de  Tepeaca,  ques  gente  de  la  liga  é 
confederación  de  lo.s  de  Culua  ;  é  cuénfanse 

otras  cosas  notables   330 

Capitulo  xvi.  Cómo  el  señor  de  la  cibdad 
de  Guacachula  envió  sus  mensajeros  á  Her- 
nando Cortés,  ofresciéndose  al  servicio  del 
Emperador  ;  é  cómo  por  su  aviso  é  indus- 
tria fueron  desbaratados  más  de  Ireynta  mili 
hombres  de  los  de  Culua,  enemigos  de  los 
españoles;  é  cómo  Hernando  Cortés  tomó  é 
pacificó  la  cibdad  de  Izeucan  con  otras  po- 
blaciones ,  é  vinieron  á  se  confederar  con 
los  chripstianos  mucho  número  de  indios 
contra  los  de  Culua  é  Temislitan;  é  de  la 
información  que  se  ovo  de  un  prisionero  del 
estado  de  la  grand  cibdad  ;  é  del  subcessor 
en  el  señorío  de  Montecuma,  llamado  Gua- 
timucin,  señor  de  Izlapalapa  ,  hermano  de 
Montecuma ,  é  otras  particularidades  con 
que  se  dará  fin  á  la  relación  de  la  carta  que 
Hernando  Corles  escribió  al  Emperador, 
nuestro  señor,  desde  la  villa  de  Segura  de 
la  Frontera,  en  la  Nueva  España,  á  los 
treynta  de  olubre  de  mili  é  quinientos  y 

veynle  años   33<J 

Capitulo  xvii.  Desde  el  qual  tracta  la  histo- 
ria el  subcesso  de  la  conquista  de  la  Nueva 
España,  é  la  recuperación  de  la  grand  cib- 
dad de  Temislilan,  é  otras  cosas  anexas  al 
verdadero  discurso  de  la  relación  é  tercera 
carta  que  al  Emperador  Rey  ,  nuestro  se- 


DE  INDIAS.  INDICE. 


Pigs. 

ñor,  Corles  le  envió,  dándole  cuenta  é  ra- 
con  de  lo  sucedido  después  de  lodo  lo  ques 
dicho  hasta  fin  del  capitulo  precedente.. . .  344 

Capitulo  xviii.  En  que  se  tracta  lo  que  Her- 
nando Cortés  dexó  proveydo  para  la  difini- 
<;ion  de  los  bergantines,  que  se  hacian  para 
combatir  por  la  laguna  la  grand  cibdad  de 
Temistitan  ;  é  cómo  se  partió  contra  ella  é 
los  de  Culua;  é  de  la  victoria  que  ovieron 
contra  los  de  la  cibdad  de  Izlapalapa,  que 
Tu¿  un  hecho  muy  notable,  é  glorioso  prin- 
cipio para  esperar  el  fin  victorioso  que 
desla  guerra  adelante  se  consiguió   347 

Capitulo  xix.  Cómo  la  cibdad  de  Otumba  á 
otras  quatro  vinieron  á  la  amistad  de  los 
chripslianos;  é  cómo  hicieron  lo  mesmo  los 
de  Chalco  é  otras  provincias,  é  cómo  Her- 
nando Cortés  hico  traer  á  Tczcuco  por  tier- 
ra diez  é  ocho  leguas  los  trece  bergantines 
ó  Tustas,  que  avia  mandado  hacer  para  en- 
trar por  la  laguna  á  Temistitan,  é  otras  co- 
sas dignas  de  la  historia   353 

Capitulo  xx.  Cómo  el  capitán  Hernando 
Cortés  salió  en  campo  muy  poderosamente, 
á  causa  de  la  grand  compañia  de  los  ami- 
gos confederados,  é  (lió  sobre  una  pobla- 
ción que  se  diré  Xalloca,  donde  se  hico 
mucho  daño  en  los  enemigos  ,  é  lo  mesmo 
hico  en  la  cibdad  de  Tacuba  é  otros  pue- 
blos  360 

Capitulo  xxi.  En  el  qual  se  tracta  del  socorro 
é  ayuda  que  Hernando  Cortés  envió  á  los 
amigos  confederados  de  la  provincia  de  Cal- 
co; é  cómo  otros  pueblos  vinieron  á  la  obi- 
dien<;ia  de  Sus  Magestades;  é  cómo  se  lomó 
por  mucha  ventura  la  inexpugnable  pobla- 
ción de  Guamanaca,  é  vino  á  la  obidiencia 
de  Sus  Magestades  el  señor  dclla;  é  cómo 
lomó  i  destruyó  la  cibdad  de  Suchimilco, 
é  otras  cosas  notables  que  Cortés  é  tue  cor- 
tesanos milites  hicieron,  con  mucha  victo- 
ria é  prósperos  subcessos   304 

Capitulo  xxn.  En  el  qual  se  tracla  de  una 
caria  que  un  hidalgo  llamado  Barrienlos  es- 
cribió al  general  Hernando  Cortés  desde  la 
provincia  que  llaman  Chimanta;  é  de  cómo 
se  acabaron  los  bergantines  é  se  echaron  al 
aguapara  cercar  á  Temistitan;  é  cómo  el 
general  envió  adelante  ciertos  capitanes  é 
gente  á  poner  guarniciones  cerca  de  la 
grand  cibdad  de  Temistitan;  é  assimesmo 
se  Iraclan  otras  cosas  convinientcsá  la  his- 
toria  376 

Capitulo  xxm.  Cómo  el  general  Hernando 
Corles  entró  en  la  laguna  con  los  berganti- 
nes, é  combatió  é  lomó  el  peñón  de  Izlapa- 
lapa; é  cómo  rompió  é  desbarató  la  fióla  de 
las  canoas  de  los  enemigos  con  mucha  vie- 


C47 

Ptitjs. 

loria;  é  cómo  fue  cercada  Ta  grand  cibdad 
de  Temistitan,  é  fué  combatida  mucha  par- 
te della  é  por  muchas  partes;  é  cómo  fué  en 
socorro  de  los  españoles  la  genle  de  don 
Hernando,  señor  de  Thesayco,  con  más  de 
cinqüenla  mili  hombres,  con  los  qualeseran 
ya  más  de  ciento  é  treynla  mili  indios  los 
amigos  que  en  nuestro  exéreito  estaban  en 
favor  é  ayuda  de  los  españoles  contra  Te- 
mistitan  3S2 

Capitulo  xxiv.  En  que  se  tracta  cómo  la  se- 
gunda vez  combatió  el  general  Hernando 
Cortés  é  los  españoles  é  confederados  ami- 
gos suyos  la  grand  cibdad  de  Temistitan, 
c  se  hico  mucha  matanea  y  esliago  en  los 
eonlrarlos,  é  de  algunos  fechos  notables  que 
aquel  dia  é  oíros  acaescieron   390 

Capitulo  xxv.  En  que  se  tracla  de  oíros 
combates  que  Hernando  Cortés  é  los  espa- 
ñoles é  confederados  indios,  sus  amigos, 
dieron  á  la  cibdad  de  Temistitan;  é  de  algu- 
nas cosas  señaladas  que  intervinieron  en 
tanto  que  aquel  cerco  turó   303 

Capitulo  xxvi.  Cómo  otro  dia  el  general 
Hernando  Cortés  tornó  á  entrar  en  la  cib- 
dad de  Temistitan  é  ovo  victoria;  é  cómo 
los  enemigos  desbarataron  al  capitán  Alva- 
rado;  é  cómo  después  por  vengar  aquello, 
se  acordó  de  combatir  la  cibdad  por  divers- 
sas  parles,  é  fué  desbaratado  el  general 
Hernando  Cortés  é  le  hirieron  á  él  en  una 
pierna;  é  de  otras  cosas  que  acaescieron  en 
esta  mala  jornada.  E  también  se  tracla  de 
oíros  trances  victoriosos  y  en  favor  de  los 
chripslianos  ,  en  continuación  del  cerco  de 
Temistitan   3'J6 

Capitulo  xxvii.  Cómo  los  amigos  confede- 
rados de  Guarnaguacar  vinieron  á  pedir  so- 
corro al  general  Hernando  Cortés,  é  se  lo 
envió;  é  de  la  victoria  i—i  «•piran  Andrés 
Ue  lapia  e  los  españoles  ovieron  contra  los 
indios  de  Marinalco;  é  de  la  victoria  que  con- 
tra los  de  Temistitan  ovo  un  capitán,  hom- 
bre principal  é  señor  de  los  de  Tascalteca, 
que  se  llamaba  Chichimecatecle,  el  qual  era 
uno  de  los  amigos  confederados  de  los 
chripslianos ;  é  otras  cosas  que  compelen  á 
la  historia   403 

Capitulo  xxvhi.  En  el  qual  la  historia  cuen- 
ta cómo  se  dieron  á  la  cibdad  de  Temistitan 
ciertos  combales,  é  se  le  hico  mucho  daño, 
en  que  escotaron  bien  los  contrarios  la  vic- 
toria que  avian  ávido,  de  que  se  tracló  en 
el  capitulo  XXV,  é  cuéntanse  assimesmo 
algunos  trances  é  cosas  señaladas  concer- 
nientes á  la  historia   407 

Capitulo  xxix.  Cómo  el  general  Hernando 
Cortés  acordó  de  proseguir  en  los  combales 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


618 

Págs. 

de  la  cibdad  por  su  parle,  é  lo  mesmo  hacia 
el  comendador  Pedro  de  Alvarado  por  la 
suya  é  los  oíros  capitanes;  é  cómo  se  ganó 
el  mercado,  placa  principal  de  Temislitan; 
é  cómo  en  olro  dia,  prosiguiéndose  el  com- 
batimiento, se  ganó  otro  barrio;  é  de  otras 
cosas  notables  é  convinientes  al  discurso  de 
la  historia   412 

C  apítulo  xxx.  En  que  se  tracta  cómo  el  ge- 
neral Hernando  Cortés  combatió  la  grand 
cibdad  en  la  parle  que  estaban  relraydos,  é 
murieron  en  un  dia  más  de  quarenla  mili 
personas  de  los  enemigos;  é  cómo  olro  dia 
siguiente  malaron  otros  muchos  ,  é  fué  lo- 
mada é  ganada  la  cibdad  de  todo  punió ,  é 
quedó  Temislitan  por  de  Sus  Magcslades,  é 
fué  presso  el  señor  delta,  llamado  Guatimu- 
cin,  con  otros  capitanes  é  principales   418 

Capitulo  xxxi.  El  qual  Irada  del  valor  del 
despojo  que  se  ovo  en  la  expugnación  é  to- 
ma de  la  grand  cibdad  de  Temislitan;  é  de 
cómo  el  señor  de  la  grand  provincia  de  Me- 
chuacan  envió  por  sus  embaxadores  á  se 
ofrescer  por  vassallos  del  Rey  de  España, 
nuestro  señor;  é  de  la  noticia  que  ovo  el  ge- 
neral Hernando  Cortés  de  la  mar  del  Sur  ó 
austral  en  la  costa  de  la  Nueva  España  me- 
ridional, é  otras  victorias  é  provincias  que 
se  conquistaron  por  capitanes  de  Hernando 
Cortés;  é  tráclanse  assimesmo  otras  parti- 
cularidades notables   424 

Capitulo  xxxn.  Cómo  el  general  Hernando 
Cortés  é  los  españoles  acordaron  de  reede- 
fiear  la  grand  cibdad  de  Temislilan  é  hacer 
su  assiento  proprio  é  población  para  los 
chripslianos  en  ella;  é  de  cómo  el  señor  de 
la  provincia  de  Coantepeque,  cuyo  señorío 
é  jurisdicion  es  á  lámar  del  Sur;dió  por 
•••»«  ''mbaxadores  la  obidiencia  á  Sus  Ma- 
gcslades; e  ue  co„.»  cw-ipsióbal  de  Tapia, 
veedor  que  fué  de  las  fundiciones  del  oro 
en  esta  Isla  Española,  fué  por  capitán  é  go- 
bernador de  la  Nueva  España  é  no  fué  res- 
ecbido  ni  admitido  al  oflicio.  E  también  se 
Iraetan  en  este  capítulo  otras  cosas  que  al 
estilo  é  continuación  de  la  historia  son  nes- 
eessarias   428 

Capitulo  xxxiii.  Cómo  el  capitán  general 
Hernando  Cortés  envió  al  comendador  Pe- 
dro de  Alvarado  á  conquistar  la  provincia 
de  Teantcpeque  <!  la  pacificó  é  llegó  á  la 
mal  del  Sur  é  tomó  la  possesion  della  por 
Sus  Mageslades,  é  de  las  grandes  muestras 
de  oro  é  perlas  que  halló;  é  cómo  el  gene- 
ral hico  hacer  navios  en  la  cosía  del  Sur 
para  descobrir  por  aquellas  mares,  con  lo 
qual,  con  otras  particularidades,  se  dá  fin  á 
la  relj'  ion  de  la  tercera  carta,  que  escribió 


Pílí/S. 

Hernando  Cortés  al  Emperador  de  las  cosas 

-   de  la  Nueva  Esapña   433 

Capitulo  xxxiv.  Continuándose  la  hisloria 
de  la  Nueva  España,  conforme  á  la  quarta 
relación  que  el  gobernador  Hernando  Cor- 
tés envió  al  Emperador,  nuestro  señor,  con 
otras  relaciones  que  otros  capitanes  particu- 
lares le  enviaron  á  Cortés  después  de  los 
subeessos  que  la  historia  ha  contado;  é  trác- 
lase  de  oirás  provincias  que  conquistó  é  pa- 
cificó, é  otras  cosas  notables   437 

Capitulo  xxxv.  En  que  se  contiene  un  ca- 
pítulo á  la  lelra,  que  el  capitán  Hernando 
Cortés  enlre  otras  cosas  escribió  al  Empe- 
rador, nuestro  señor,  en  esta  su  quarta  re- 
lación, quejándose  del  obispo  de  Burgos,  é 
otras  cosas;  é  más  adelante  se  tracta  de  la 
victoria  que  ovo  contra  los  indios  de  la 
grand  población  llamada  Ayuluscotaclan;  é 
de  la  conquista  de  las  lagunas  de  Panuco, 
é  victoria  que  ovo  con  essos  é  otros  pue- 
blos, é  otras  cosas  que  convienen  al  dis- 
curso de  la  historia   441 

Capitulo  xxxvi.  En  el  qual  se  Irada  la  pa- 
cificación de  la  provincia  de  Coliman  é  de 
otras  á  ella  cercanas  ,  é  de  cierta  relación 
que  le  fué  fecha  al  general  de  una  isla  po- 
blada de  mugeres,  é  de  la  yda  del  adelanta- 
do Francisco  de  Garay  al  rio  6  provincia  de 
Panuco,  é  cómo  murió  después  en  la  grand 
cibdad  de  Temislilan,  é  otras  cosas  concer- 
nientes á  la  hisloria   44G 

Capitulo  xxxvii.  El  qual  Irada  cómo  el  ge- 
neral Hernando  Cortés,  certificado  de  la  re- 
belión de  la  provincia  é  indios  del  rio  Pa- 
nuco, envió  á  socorrer  á  los  vecinos  de  la 
villa  de  Sanlisteban  del  Puerto,  é  del  seña- 
lado é  grand  castigo  que  se  hico  en  los 
principales  indios  rebelados  en  aquella  pro- 
vincia ó  culpados  en  la  muerte  del  adelan- 
tado Francisco  de  Garay   455 

Capitulo  xxxviii.  Cómo  el  general  Hernan- 
do Corlés  tornó  á  continuar  el  propóssilo 
que  primero  tuvo  de  enviar  á  poblar  el 
puerto  de  Higueras  é  cabo  de  Honduras  con 
el  capitán  Chripslóbal  de  Olit,  segund  se  lo- 
có en  el  capitulo  XXXV,  é  le  despachó  é 
proveyó  de  navios  é  gente  é  todo  lo  nes- 
<;essar¡o :  é  cómo  despachó  assimesmo  al 
capitán  Pedro  de  Alvarado  por  tierra  con 
muy  gentil  gente  de  pié  é  de  caballo  á  las 
cibdades  de  Iclaclan  é  Gualimala,  como  an- 
tes lo  tenia  propuesto   458 

Capitulo  xxxix.  En  que  se  tracta  cómo  el 
gobernador  Hernando  Corlés  envió  al  capi- 
lan  Rodrigo  Ranjcl  á  conquistar  las  provin- 
cias de  los  eapolecai  é  de  los  mixes,  ques 
gente  belicosa  i  puesta  en  tierra  muy  ás- 


DE  INDIAS.  INDICE. 


C49 


Púgs. 


pera  é  fragosa  é  lal  que  la  gente  de  caba- 
llo no  puede  servir  ni  aprovechar  para  la 

guerra  de  lales  provincias  é  conquista   480 

Capitulo  xl.  En  que  el  gobernador  Hernan- 
do Cortés  dá  su  desculpa  en  la  dilación  de 
ciertos  navios  que  hi<;o  hacer  en  la  costa  de 
la  mar  del  Sur;  é  assimesmo  cuenta  la  his- 
toria la  forma  de  la  reedificación  de  la  grand 
cibdad  de  Temislitan  por  la  industria  del  di- 
cho gobernador   4G2 

Capitulo  xli.  En  el  qual  se  Iracta  cómo  el 
general  Hernando  Cortes  hi<;o  hacer  ciertas 
piecas  de  artillería,  é  como  buscando  los 
materiales  para  ello,  se  hallaron  minas  de 
estaño  é  vena  de  hierro,  é  mucho  salitre 
para  hacer  pólvora,  é  assimesmo  acufre;  é 
cómo  envió  una  media  culebrina  de  metal 
rico  de  oro  i  plata  A  Su  Magcslad  Calhóli— 
ca,  que  escribió  que  le  avia  costado  veynte 
y  siete  mili  pessos  de  oro  el  metal  i  la  he- 
chura; é  decirse  han  otras  cosas  que  escri- 
bió en  su  relación,  con  que  se  dará  fin  á 
ella,  sin  que  se  dexe  cosa  de  lo  substancial, 
puesto  que  se  dirá  con  menos  palabras ....  464 
Capitulo  xlii.  En  el  qual  se  tracta  una  rela- 
ción quel  capitán  Alvarado  envió  al  gober- 
nador Hernando  Cortes  desde  la  cibdad  de 
Uclacan,  á  once  días  de  abril  del  año  de  mili 
«5  quinientos  é  veynte  y  qualro,  la  qual  en- 
vió el  gobernador  al  Céssar  juntamente  con 
la  otra,  de  que  se  ha  traclado  en  los  capí- 
tulos pre<-edentes   475 

Capitulo  xliii.  En  que  se  tracta  de  otra  re- 
lación fecha  por  el  mesmo  capitán  Pedro  de 
Alvarado  al  gobernador  Hernando  Cortés 
desde  la  cibdad  de  Sanclingo  de  Guatimala, 
á  ocho  de  julio  de  mili  ó  quinientos  é  veyn- 
te y  quatro  años:  la  qual  relación,  por  evitar 
prolixidad,  se  dirá  conforme  á  lo  substan- 
cial é  sentencia  de  lo  quo  contiene   480 

Capitulo  xliv.  Donde  se  tracta  otra  relación 
fecha  por  el  capitán  Diego  de  Godoy  al  go- 
bernador Hernando  Cortés,  la  qual,  con  las 
relaciones  que  la  historia  ha  contado,  envió 
al  Emperador,  nuestro  señor;  é  decirse  ha  lo 
substancia!  por  evitar  prolixidad,  sin  que  se 
dexe  de  expresar  todo  lo  ques  notable  é  con- 

viniente  á  la  historia   487 

Capitulo  xlv.  En  el  qual  se  tracta  otra  in- 
formación que  de  algunos  cavalleros  é  mili- 
tes que  se  hallaron  en  la  conquista  de  la 
Nueva  España  se  ha  sabido  por  la  diligen- 
cia del  chronista,  en  que  muchas  cosas  hay 
conformes  con  lo  que  queda  dicho  ;  é  tam- 
bién se  dirán  otras  particularidades  que  no 
son  de  preterir  ni  se  dexar  de  memorarlas, 
porque  todas  ellas  son  muy  dignas  de  la 

pressente  historia ,  é  suyas   494 

TOMO  ra. 


Capitulo  xlvi.  En  el  qual  se  tracta  de  la 
manera  del  estado  é  servic-io  é  sacrificios 
é  ritos  é  ydolatria  de  Monlecuma  ,  é  de  la 
forma  de  su  easa,  é  de  los  animales  é  aves 
que  tenia  en  sus  palacios ;  é  la  forma  con 
que  se  hico  señor  de  México  é  Temislitan, 
é  destruyó  e'  mató  con  engaño  en  un  con- 
vite una  de  dos  parcialidades  que  allí  avia: 
é  dase  relación  de  las  mugeres  é  hijos  que 
tenia;  é  otras  cosas  que  conciernen  é  son 
adherenles  al  discurso  é  verdad  de  la  his- 
toria  50  i 

Capitulo  xlvii.  En  que  se  tracta  cómo  Mon- 
lecuma dixo  a  Hernando  Cortés  que  se  fues- 
se  él  é  los  españoles  de  su  tierra  ,  prome- 
tiéndoles de  les  dar  tanto  oro  que  fuessen 
ricos  ,  é  de  la  prudente  respuesla  de  Her- 
nando Corles:  é  cómo  llegó  á  la  lierra  Pam- 
philo  de  Narvaez ,  é  fué  presso  ,  é  se  tornó 
Corles  á  México,  de  donde  los  indios  lo 
echaron  á  él  é  á  los  españoles;  é  déla 
muerte  de  Montecuma,  é  otras  cosas  con- 
vinientes  al  discurso  de  la  historia  ó  rela- 
ción assaz  diferente  en  algunas  cosas  á  lo 
que  se  contó  hasta  el  fin  del  capítulo  XLIII.  506 
Capitulo  xlviii.  En  el  qual  se  Irada  cómo 
fué  cobrada  la  grand  cibdad  de  Temislitan, 
y  el  señor  della  fué  presso  ;  é  otras  particu- 
laridades. E  dáse  fin  con  este  capitulo  á  es- 
ta relación  que,  como  es  dicho,  fué  sacada 
de  muchas  informaciones  de  testigos  que  en 

aquella  conquista  se  hallaron   515 

Capitulo  xlix.  En  el  qual  se  conliene  una 
relación  de  diverssas  cosas  de  la  Nueva  Es- 
paña, quel  chronista  escribe  por  informa- 
ción del  reverendo  padre  vicario  fray  Diego 
de  Loaysa ,  de  la  sagrada  Orden  de  los  Pre- 
dicadores ;  é  decirse  há  con  más  brevedad 
de  la  que  este  religioso  lo  diú  in  scriptis, 

firmado  de  su  nombre   522 

Capitulo  l.  En  que  el  chronista  escribe  ,  ó 
mejor  diciendo,  copia  una  breve  relación 
que  le  fué  enviada  desde  la  cibdad  de  Ve- 
necia,  adonde  la  avia  enviado  el  señor  vi- 
sorey  don  Anlonio  de  Meridoca  á  su  herma- 
no el  señor  don  Diego  de  Mendoca,  emba- 
xador  déla  Cessárea  Magestad  en  la  dicha 
Venecia;  é  pónese  a  la  lelra  el  capítulo  que 
en  esto  habla,  é  dice  después  el  chronista  su 

parescer  en  el  mesmo  caso   531 

Capitulo  u:  En  el  qual  se  Irada  una  suma- 
ria relación  ,  en  que  se  reíala  la  forma  que 
en  la  Nueva  España  tenían  los  indios  en  pa- 
gar los  tributos  á  Monlecuma  é  á  sus  seño- 
res ,  antes  que  allá  fuessen  los  chripstianos, 
porque  agora  ya  assi  en  lo  que  se  dirá  co- 
mo en  otras  cosas,  hay  otras  coslumbres  é 
novedades:  é  demás  de  lo  que  loca  á  los 
82 


650 


HISTORIA  GENERAL  Y  NATURAL 


Púgs. 


Páps. 


tribuios  é  agricoltura  ,  se  dirán  oirás  cosas 
en  que  la  historia  hasta  aqui  no  ha  fecho 
mención ,  que  son  notables  é  dignas  de  se 

oyr   535 

Capitulo  lii.  En  que  se  tracla  una  cierta  é 
notable  relación  quel  visorey  don  Anlonio 
de  Mendoca  por  su  carta  mesiva  escribió  al 
historiador  destas  materias,  en  respuesta  de 
otra  quel  auclor  le  avia  escripto  para  su  in- 
formación ;  é  por  ser  nescessaria  é  al  pro- 
póssilo  del  discurso  destas  historias,  se  po- 
ne aqui  á  la  letra   539 

Capitulo  luí.  En  que  se  contiene  una  carta 
quel  historiador  envió  al  visorey  de  la  Nue- 
va España  ,  respondiendo  á  la  letra  del  ca- 
pitulo precedente  ,  en  que  se  tocan  algunas 

cosas  concernientes  á  estas  historias   54) 

Capitulo  liv.  En  el  qual  el  auclor  da  racon 
por  qué  cessó  su  camino  é  yda  á  España; 
á  hace  relación  de  oirás  cosas  é  subeessos 
de  la  Nueva  España  ,  c  dice  algunas  parti- 
cularidades que  á  su  noticia  han  venido, 
las  quales  son  del  jaez  de  las  que  !a  historia 
ha  contado  ,  é  para  .nás  verificación  é  ver- 
dad de  algunos  pasos  que  quedan  escriptos 
de  otra  forma  ,  no  le  aviendo  tan  puntual- 
mente informado ,  como  agora  se  dirá.  E 
cuénlanse  otras  cosas  del  jaez  destas  mate- 
rias, assi  enmendando  algunas  cosas  hasta 
aqui  apuntadas  ,  como  declarando  é  perfi- 
cíonando  otras  de  que  hay  ncsi/cssidad  que 

los  letores  sean  advcrlidos   545 

Capitulo  lv.  Con  que  en  pocas  palabras  el 
auclor  dá  conclusión  á  este  libro  XXXIII  de 

la  segunda  parle   553 

Capitulo  lvi.  En  que  se  Irada  de  la  muerle 
del  marques  del  Valle ,  don  Hernando  Cor- 
tés "   554 

Capitulo  lvii.  Con  que  se  dú  fin  é  se  con- 
cluye la  materia  de  la  Nueva  España,  de 
que  se  ha  Iractado  hasta  aqui ,  é  dase  no- 
ticia de  una  nao  que  vino  en  lin  desle  año 
de  mili  é  quinientos  é  quarenta  y  ocho  años 

á  España  ,  cargada  de  piala   655 

LIBRO  XXXIV.    Prohemio   557 

Capitulo  i.  Cómo  fué  proveydu  Ñuño  de 
Guzman  por  capitán  general  é  gobernador 
de  la  Nueva  España  ,  dende  la  qual  fué  á 
conquistar  é  poblar  la  provincia  de  Xalisco 
é  otras  con  ella  comarcanas,  de  las  quales 
después  fué  gobernador,  é  aquello  lodo  se 
llama  agora  el  reyno  de  la  Nueva  Galicia; 
é  también  se  dirán  oirás  cosas  anexas  al 

discurso  de  la  historia   859 

Capitulo  b.  En  que  se  traclan  algunas  par- 
ticularidades de  la  Nueva  Galicia  é  provin- 
cias de  Xalisco  ,  é  de  su  fertilidad  ,  é  de  la 
provincia  de  Culuacan  ,  é  otras  cosas   501 


Capitulo  ni.  En  el  qual  se  tracta  una  rela- 
ción quel  historiador  destas  materias  ovo 
después  de  un  hidalgo  llamado  Francisco 
de  Arzeo  ,  é  de  otros  que  se  hallaron  con 
Ñuño  de  Guzman  ,  quando  fué  á  conquistar 
é  poblar  la  Nueva  Galicia  ,  é  cuéntase  más 
apuntada  é  particularmente  que  lo  que  está 
dicho  en  los  capítulos  precedentes   562 

Capitulo  iv.  Cómo  el  principal  señor  ques 
dicho  ,  llamado  Caeonci  ,  avia  fecho  falsa 
relación  al  general  Ñuño  de  Guzman,  é  có- 
mo después  dixo  que  no  sabia  la  tierra,  le 
hico  un  proeesso  é  lo  mandó  quemar :  é 
cuénlanse  otras  cosas  que  passaron  des- 
pués ,  é  los  sacrificios  é  los  que  quemaban 
los  indios  en  los  hornos   664 

Capitulo  v.  Cómo  el  general  Ñuño  de  Guz- 
man conquistó  )a  provincia  llamada  Cuys- 
co  ,  é  la  que  se  dice  Tómala ,  é  otra  que 
nombran  Nuchisclan ,  é  olr¡>  que  se  llaman 
Maxalpa,  Suchipila  y  Elteve  ,  é  otros  pue- 
blos ;  é  otras  cosas  notables  que  convienen 
al  discurso  de  la  historia   566 

Capitulo  vi.  Cómo  el  exéreilo  é  gente  del 
general  Nuf.o  de  Guzman  fueron  acogidos  de 
paz  en  la  provincia  é  pueblo  que  llaman  Te- 
pique;  é  de  una  señalada  batalla  quel  gene- 
ral venció  con  muy  pocos  españoles  contra 
muchos  indios  en  los  campos  dz  la  provin- 
cia, que  se  dice  C"nliquipaque   870 

Capitulo  vil  Cómo  el  general  Ñuño  de  Guz- 
man é  su  exéreilo  fueron  á  la  abundanlíssi- 
ma  provincia  de  Izluclan,  é  la  hallaron  des- 
poblada é  sin  genle;  é  de  un  grand  huracán 
que  se  pensaron  perder  con  todo  su  exér- 
eilo, é  murieron  desla  causa  las  tres  partes 
de  los  indios  amigos  que  en  compañía  del 
exéreilo  chripstiano  yban;  éfué  nescessario 
de  enviar  por  gente  de  españoles  é  indios 
amigos  para  rehacerse  el  campo,  como  se 
hico,  é  otras  cosas  locantes  á  la  historia. . .  573 

Capitulo  vru.  En  que  se  tracla  de  la  provin- 
cia é  pueblo  llamado  Ciguatan,  que  los  es- 
pañoles llamaron  Amaconas,  é  cuénlanse 
oirás  particulares  cosas  en  adornamiento  é 
verdadera  relación,  é  lo  que  allí  passó ....  876 

Capitulo  ix.  En  que  se  tracta  de  la  nueva 
Audiencia  que  Su  Cessirca  Magostad  pro- 
veyó para  la  gobernación  de  Xalisco  ó  Nue- 
va Galicia   578 

LIBRO  XXXV.   Prohemio   579 

Capitulo  [.  De  la  relación  que  hicieron  los 
que  escaparon  de  la  desventurada  armada 
del  capitán  Pamphilo  de  Narvaez,  é  lo  que 
les  acaesrió  en  la  cosía  é  tierras  septentrio- 
nales  582 

Capitulo  d,  En  el  qual  se  traclan  muchos 
Irabaxos  é  ncsccssidadcs  quel  gobernador 


DE  INDIAS.  INDICE. 

Pá)S. 


Pamphilo  de  Narvaez  y  eslas  genios  pades- 
elcron;  é  cómo  hirieron  d  neo  barcas  para 
yr  á  buscar  dónde  pudiessen  poblar;  é  có- 
mo hirieron  al  gobernador  de  una  pedrada; 
c  cómo  se  vieron  martas  de  muy  finas  ce- 
bellinas; ú  cómo  se  parlió  é  desvió  de  la 
compañía  el  gobernador  con  su  barca,  é  se 
perdieron  las  dos  dellas  ¿  se  ahogaron  el 
veedor  é  oíros;  c  cuénlanse  oirás  cosas  de 
mucha  lástima   587 

Capitulo  ra.  En  que  se  Iractan  oíros  nue- 
vos Irabaxos  de  aquesta  gente,  é  cómo  se 
perdió  el  capilan  Pamphilo  de  Narvaez,  é 
cómo  eslos  pecadores  españoles  vinieron  á 
lanía  nescossidad  que  enlrcllos  ovo  de  co- 
mida que  los  unos  fueron  manjar  de  los 
oíros;  é  oirás  desaventuras  se  cuentan  nun- 
ca oydas  ni  padesddas,  ni  tan  largas  ¿  con- 
tinuas como  aquesta  gente  tuvo,  con  que 
los  más  ó  quassi  lodos  se  acabaron   591 

Capitulo  iv.  En  el  qual  se  cuentan  otros 
Irabaxos  é  cautiverio  que  padesderon  es- 
tos hidalgos  Alvar  Nuñez  Cabera  de  Vaca 
c  Andrés  llorantes  c  Alonso  del  Castillo  é 
un  negro;  c  cómo  se  juntaron  todos  qualro 
é  determinaron  de  morir  ó  salir  de  enlre 
aquella  mala  generación  de  indios  á  buscar 
tierra  de  chripslianos  ,  é  lo  que  les  subce- 
dió,  procurando  de  seguir  su  buen  desseo.  597 

Capitulo  v.  En  el  qual  se  Irada  la  conti- 
nuación del  camino  queslos  tres  chripslia- 
nos y  el  negro  hadan,  buscando  cómo  sal- 
drían á  tierra  de  chripslianos;  d  cómo  hi- 
rieron miraglos,  sanando  á  muchos  indios 
enfermos  con  solamente  los  santiguar;  é 
cuénlanse  cosas  notables  é  neseessarias  al 
discurso  de  la  historia   G03 

Capitulo  vi.  En  el  qual  se  dá  fin  á  la  rela- 
ción deslos  hidalgos  Alvar  Nuñez  Cabeca 
de  Vaca,  Andrés  Dorantes  é  Alonso  del 
Castillo;  é  se  cuenta  el  discurso  de  su  pe- 
regrinación é  Irabaxoso  camino,  é  otras  co- 
sas que  por  ellos  passaron  hasla  llegar  á 
un  pueblo  de  chripslianos  en  la  goberna- 
ción de  la  Nueva  Galicia   608 

Capitulo  vii.  En  quel  auclor  deslas  histo- 
rias cuenta  algunas  cosas  que  en  la  relación 
sussodieha  no  cuentan,  las  quales  después 
en  España,  año  de  mili  é  quinientos  c  qua- 
renla  y  siete  años,  en  la  corte  del  Príncipe 
don  Felipe,  nuestro  señor,  en  Madrid,  le 
contó  é  dixo  el  mesmo  Alvar  Nuñez  Cabeca 


651 

Pili. 

de  Vaca :  las  quales  cosas  son  del  mesmo 
jaez  é  propria  historia  é  tierra,  donde  se 
perdió  el  dicho  Pamphilo  de  Narvaez  é  su 
gente   614 

LIBRO  XXXVI.   Prohemio   019 

Capitulo  i.  En  el  qual  se  tracta  del  armada 
quel  adelantado  Juhnn  Ponce  de  León  h¡- 
ro  ,  con  que  fue  á  poblar  é  conquistar  en 
la  Tierra-Firme,  á  la  parle  del  Norle,  la 
provincia  que  llaman  La  Florida,  quel  avia 
antes  descubierto  ,  ó  cómo  le  desbarataron 
los  indios  é  le  hirieron  de  una  flecha ,  de 
que  vino  á  morir  á  la  isla  de  Cuba ,  alias 
Fernandina;  é  assiniesmo  se  Iractan  otras 
particularidades  dessa  tierra   621 

Capitulo  n.  En  el  qual  se  Irada  de  cierto 
animal  ó  vacas  monlesas,  que  hay  en  la 
Tierra-Firme  á  las  espaldas  de  la  provincia 
de  la  Florida  ó  parle  septentrional  de  la  mar 
del  Norle   623 

LIBRO  XXXVII   Prohemio   624 

Capitulo  i.  En  que  se  tracta  el  subcesso  de 
la  mal  encaminada  empressa  de  la  gober- 
nación é  armada  del  licenciado  Lúeas  Váz- 
quez de  Ayllon  ,  que  fué  á  la  Tierra-Firme 
á  la  parle  que  nos  es  opuesta  á  la  parle  del 
Norle,  deudo  la  villa  del  Puerto  de  ríala 
desla  Isla  Española;  é  cómo  ó  dónde  murió 
el  licenciado  é  la  mayor  parte  de  la  gente 
que  llevó   627 

Capitulo  ii.  En  que  se  tracta  de  la  tiranía  ó 
motín  de  Ginés  Doncel  é  Pedro  de  Bacán, 
é  cómo  fué  presso  este  Ginés  Doncel  é  se 
Meo  justicia  del  Pedro  de  Bacán.  É  tam- 
bién cuenta  la  historia  cómo  trayendo  el 
cuerpo  del  licenciado  Ayllon  muerto  á  ésta 
Isla,  lo  echaron  en  la  mar   629 

Capitulo  ui.  En  que  se  traclan  algunas  par- 
ticularidades de  la  provincia  do  Gualdape 
en  la  (ierra  del  Norte,  donde  mu  rió  el  li- 
cenciado Lúeas  Vázquez  de  Ayllon   630 

Capitulo  iv.  De  otras  particularidades  de 
pescados,  que  se  vieron  por  nuestros  espa- 
ñoles en  aquella  tierra,  donde  murió  el  li- 
cenciado Ayllon,  é  otras  cosas  que  compe- 
ten á  la- historia   633 

LIBRO  XXXVIII.    Prohemio   934 

Sumaria  relación  de  la  parle  septentrional,  en 
la  qual  el  chronisla  deslas  historias  dá  á 
entender  lo  que  deslas  materias  nuevamen- 
te ha  sabido   635 


ERRATAS  QUE  SE  HAN  NOTADO. 


y )  -Jk  i   31   traxos   trabaxos 

70  '.  i   40   teniene   teniente 

Id  i   43   ot  ó  rebelión   lo  ó  rebelión 

128  1   38   ordenamente   ordenadamente 

Id  2   19   negligengia   negligencia 

Id  2   35   á  los  otras   á  las  otras 

243  1   2   ligar   llegar 

407  2   24   é  que   é 

4Sí>  1   3   cibad   cibdad 

558  i   última   quinqué  remi   quinqueremi 

032  \   2   Choruca   Chorruca 


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